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Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 16
Beck
La alarma que configuré en mi teléfono suena débilmente, ya que me aseguré de bajarle el volumen antes de irme a dormir la noche anterior. No quiero que Sela despierte, imaginando que podría tener un sueño profundo y tardío esta mañana.
Después de que volvimos del Sugar Bowl Mixer anoche, terminamos usando tres condones durante toda la noche, porque no podía tener suficiente de ella. Pensaría que con la naturaleza casi sísmica de la forma en que me vine por su garganta me hubiera dejado realmente repleto por el resto de la noche.
Por el contrario, es como si la llama latente por Sela se convirtiera en una frenética tormenta de fuego, no podía dejarla en paz. La follé una y otra vez, mi polla proclamando claramente que estaba profundamente enamorada del coño de Sela. Estaba listo para mudarse, tomar residencia permanente y nunca más salir de hibernación.
Extiendo la mano, toco la pantalla de mi teléfono para apagar la alarma, y me quedo en silencio en la oscuridad antes del amanecer teniendo en cuenta mi situación en este momento.
Una mujer desnuda y hermosa encima de mí. Sela se durmió hace unas horas, con los brazos cruzados sobre mi cuerpo justo después de que colapsó de la reciente fiesta de folladas. Lo juro... ella se vino, me vine, luego se inclinó sobre mi pecho y salió como una luz. No estoy seguro de lo que dice acerca del animal doméstico en el que me estoy convirtiendo, pero la quería allí toda la noche. Solo dejarla acostada encima de mí, y estaba listo para decir que es un gran día y me voy a dormir.
Pero no lo hice porque mi polla se está desinflando dentro de ella y tengo un condón del que deshacerme. Suavemente lo saco de debajo de ella, mi polla realmente se sentía un poco usada cuando se liberó, y silenciosamente me dirigí al baño para tirar la goma.
Después de un rápido cepillado de dientes, me miro al espejo y descubro que el hombre que me estaba mirando ya no parecía ser un soltero. No, esta noche le había pedido a una mujer que permaneciera indefinidamente en su casa. Esta noche, Beck North entró en su primera relación verdadera con una mujer, y si la calidad de los orgasmos que tuvimos son una indicación de lo que nos espera, tengo que pensar que fue una brillante decisión de mi parte invitar Sela hasta el final.
Vuelvo al dormitorio, apagando la luz del baño detrás de mí. Mi primer instinto es meterme en la cama, poner a Sela de lado y abrazarla. Creo que lo llaman cucharear.
En vez de eso, me encuentro avanzando lentamente hacia ella sobre mi espalda, y luego la vuelvo a colocar encima de mí una vez que me instalo. Deja salir un lindo gemido, entierra su rostro en mi cuello, y enrosca sus piernas en las mías. Mis brazos rodean su espalda baja y la abrazo fuertemente contra mí. No tengo ningún problema para conciliar el sueño con ella inmovilizándome así en el colchón.
Esta es una buena manera de despertar, y si tuviera tiempo para hacerlo, deslizaría mi mano sobre el trasero de Sela y jugaría con su coño por un rato hasta que se despertara. Pero no tengo tiempo, porque tengo que reunirme con JT en una hora y media y quiero entrar antes que él para ordenar mis pensamientos.
Lamentablemente, me deslizo desde debajo de Sela. Ella se mueve, murmura un somnoliento—: Buenos días. —Y luego se aparta de mí. Sonrío, me inclino y la beso en la parte posterior de la cabeza antes de ponerle las cobijas encima.
Luego me dirijo al baño para ducharme y prepararme para enfrentar a mi socio de negocios en lo que finalmente será una amarga disputa entre nosotros.
Después de que volvimos del Sugar Bowl Mixer anoche, terminamos usando tres condones durante toda la noche, porque no podía tener suficiente de ella. Pensaría que con la naturaleza casi sísmica de la forma en que me vine por su garganta me hubiera dejado realmente repleto por el resto de la noche.
Por el contrario, es como si la llama latente por Sela se convirtiera en una frenética tormenta de fuego, no podía dejarla en paz. La follé una y otra vez, mi polla proclamando claramente que estaba profundamente enamorada del coño de Sela. Estaba listo para mudarse, tomar residencia permanente y nunca más salir de hibernación.
Extiendo la mano, toco la pantalla de mi teléfono para apagar la alarma, y me quedo en silencio en la oscuridad antes del amanecer teniendo en cuenta mi situación en este momento.
Una mujer desnuda y hermosa encima de mí. Sela se durmió hace unas horas, con los brazos cruzados sobre mi cuerpo justo después de que colapsó de la reciente fiesta de folladas. Lo juro... ella se vino, me vine, luego se inclinó sobre mi pecho y salió como una luz. No estoy seguro de lo que dice acerca del animal doméstico en el que me estoy convirtiendo, pero la quería allí toda la noche. Solo dejarla acostada encima de mí, y estaba listo para decir que es un gran día y me voy a dormir.
Pero no lo hice porque mi polla se está desinflando dentro de ella y tengo un condón del que deshacerme. Suavemente lo saco de debajo de ella, mi polla realmente se sentía un poco usada cuando se liberó, y silenciosamente me dirigí al baño para tirar la goma.
Después de un rápido cepillado de dientes, me miro al espejo y descubro que el hombre que me estaba mirando ya no parecía ser un soltero. No, esta noche le había pedido a una mujer que permaneciera indefinidamente en su casa. Esta noche, Beck North entró en su primera relación verdadera con una mujer, y si la calidad de los orgasmos que tuvimos son una indicación de lo que nos espera, tengo que pensar que fue una brillante decisión de mi parte invitar Sela hasta el final.
Vuelvo al dormitorio, apagando la luz del baño detrás de mí. Mi primer instinto es meterme en la cama, poner a Sela de lado y abrazarla. Creo que lo llaman cucharear.
En vez de eso, me encuentro avanzando lentamente hacia ella sobre mi espalda, y luego la vuelvo a colocar encima de mí una vez que me instalo. Deja salir un lindo gemido, entierra su rostro en mi cuello, y enrosca sus piernas en las mías. Mis brazos rodean su espalda baja y la abrazo fuertemente contra mí. No tengo ningún problema para conciliar el sueño con ella inmovilizándome así en el colchón.
Esta es una buena manera de despertar, y si tuviera tiempo para hacerlo, deslizaría mi mano sobre el trasero de Sela y jugaría con su coño por un rato hasta que se despertara. Pero no tengo tiempo, porque tengo que reunirme con JT en una hora y media y quiero entrar antes que él para ordenar mis pensamientos.
Lamentablemente, me deslizo desde debajo de Sela. Ella se mueve, murmura un somnoliento—: Buenos días. —Y luego se aparta de mí. Sonrío, me inclino y la beso en la parte posterior de la cabeza antes de ponerle las cobijas encima.
Luego me dirijo al baño para ducharme y prepararme para enfrentar a mi socio de negocios en lo que finalmente será una amarga disputa entre nosotros.
●●●
Cuando entro en la oficina a las 7:30 a.m. me sorprende que JT ya esté esperando afuera de la puerta de mi oficina. Sostiene una taza de espuma de poliestireno en una mano y un periódico en la otra. También estoy sorprendido de encontrarlo duchado y fresco sin una pizca de rojo en los ojos. Estoy pensando en cuántos chorros de Visine tomaron para lograr esa apariencia, y sé sin lugar a dudas que JT lo orquesta cuidadosamente para que no quedar de una posición de mucha debilidad.
Me está mostrando que puede presentarse adecuadamente cuando lo requiera.
—Buenos días —dice con una voz inusualmente humilde, y me atrapa con la guardia baja. Esperaba que saliera balanceándose con sus primeras palabras.
—Buenos días —digo mientras abro la puerta de mi oficina y enciendo las luces. Camino directamente a la mini nevera debajo de la barra de licor incorporada y saco una botella de agua mineral—. ¿Quieres una?
—Nah, hombre —dice mientras se sienta en el sofá y arroja el periódico al lado de su muslo.
Retirando la tapa de la botella, tomo un pequeño sorbo mientras observo a JT sentado allí, mirándome con ojos claros y arrepentidos. Ni siquiera estoy avergonzado de mí mismo, creo que esto es parte de un acto porque sabe que ha pasado el punto de no retorno conmigo. En este momento, él va a hacer una lucha intensa para salvarse.
Me acerco a la silla que está frente a él, recordando claramente que estuvimos sentados aquí hace poco más de seis meses mirando a una mujer maltratada por JT. Parece que evité que eso volviera a pasar anoche, pero ¿A cuántas no salvé?
Ahora la vergüenza me golpea y cuadro mis hombros con determinación.
—Esto termina hoy, JT.
Me preparo, espero que se vuelva agresivo, pero él solo asiente en comprensión. Con voz tranquila y segura, dice:
—Tienes razón. Termina hoy.
Parpadeo con incredulidad, pero mis defensas vuelven rápidamente a su lugar. —Dime a qué te refieres con eso.
—Significa que tengo que ponerme bajo control. He olvidado cómo ser un hombre de negocios y me he dejado atrapar por toda esta mierda. Las fiestas... las mujeres... las drogas y el alcohol... no es lo que realmente soy. Me salí del camino y ahora estoy listo para volver a enderezarme.
Bueno, mierda. No esperaba esto. Esperaba que, con la evidencia incriminatoria de la noche anterior, tendría la ventaja y podría usarla para obligarlo a salir. Pensé que nunca admitiría haber hecho algo malo, trataría de asegurarme que estaba exagerando, y luego tendríamos una pelea masiva sobre la compañía.
No estoy jodidamente preparado para que se vuelva maduro conmigo ahora mismo.
—No estoy seguro de poder confiar en que hagas eso —digo con frialdad, y una vez más, espero que realmente lo enoje.
—Entiendo —dice solemnemente—. Todo lo que puedo hacer es pedirte que me des otra oportunidad. Te pido que recuerdes los años de amistad y todo lo que hemos pasado. Te pido que consideres todo lo que tenemos montado en esta empresa, y aunque he sido una herramienta completa por un tiempo, al menos reconozco que cuando estoy en mi juego, soy realmente importante para nuestro éxito.
Joder... todo es verdad.
Mis dedos involuntariamente llegan a mis sienes y me froto el dolor de cabeza que se está formando. Me estremezco, lo miro con escepticismo.
—JT... te pillé drogando a una mujer anoche. Eso está jodidamente en contra de la ley.
—Ella estuvo de acuerdo —dice JT en voz baja mientras me fija con una mirada directa.
Yo físicamente retrocedo desde su proclamación.
—¿Ella qué?
—Ella estuvo de acuerdo —dice simplemente y con humildad. Él no está retractándose... simplemente diciendo el hecho—. Tuvimos un acuerdo por escrito. Era su fantasía, supongo. Puedo conseguirte una copia el lunes por la mañana, pero esa mujer quería despertarse a la mañana siguiente y que abusara de ella. Ella pensó que el aspecto de no recordar lo que sucedió sería emocionante. Imaginó que podía fantasear sobre lo que podría haber pasado.
—¿Qué diablos? —murmuro mientras mis ojos se posaban en la ventana de cristal del piso al techo que daba al distrito financiero, que es tranquilo este domingo por la mañana.
—Es verdad —dice JT en voz baja, y mi mirada se desliza hacia él—. Puedo ser una imbécil la mayoría de los días y cruzar un montón de límites jodidos, pero ya me conoces, Beck. No lastimaría a una mujer así.
Cristo... parece sincero. Suena sincero también, pero también sé que JT es ingenioso y encantador cuando quiere serlo. No tengo ni idea de si me está engañando o no, y ahora toda mi determinación de arrebatarle la compañía se está desmoronando. Hago otro intento de hurgar en los méritos de lo que me está diciendo.
—No me lo creo —dije—. Es más que solo lo que vi anoche. Las drogas... aprovechándote de las chicas... jodidamente invertiste parte de nuestro dinero en una mala aventura el trimestre pasado y recibimos una paliza. Lo hiciste sin mi conocimiento.
—Lo sé —dice, levantando las manos en señal de súplica—. Todos los malditos movimientos malos son de mi parte. Pero te lo digo, Beck... si la opción es juntar mi mierda o perder a uno de mis mejores amigos y una compañía increíble que ayudé a crear, te lo estoy diciendo en este momento, sin tonterías... juntaré mi mierda. Solo te pido otra oportunidad. Me la merezco.
Mierda, mierda, mierda. ¿Qué haces cuando alguien como JT con un ego del tamaño del Monte Everest se sienta completamente arrepentido, aceptando la responsabilidad y prácticamente rogando por otra oportunidad? Me invade un sentimiento de desesperación, partes iguales queriendo creer en él y recuperar la santidad de nuestra relación comercial; posiblemente nuestra amistad y, al mismo tiempo, querer cortar los lazos con alguien a quien, en última instancia, creo que podría ser mi perdición.
Mientras mi cerebro resuelve su confusión interna, me pregunto brevemente qué querría Sela que hiciera. Sé que JT no le agrada intensamente, y aunque no hablamos de eso anoche, hola, demasiado ocupados, sé que estaba más que indignada con él. ¿Pensará mal de mí si no lo libero? ¿Ella cree que mi moral está tan comprometida como la suya?
¿Debería importarme lo que ella piense?
Joder, sí, debería. Estoy empezando a preocuparme cada vez más por Sela Halstead, y el mero hecho de que ella tome residencia en mi proceso de pensamiento al tomar una decisión comercial lo dice todo, ¿no?
—Beck —dice JT con una emoción suave, y mis ojos se levantan para encontrarse con los de él—. No quiero pelear contigo por esta compañía. Sé que un abogado ha visto las cosas y estoy seguro de que lo sabes... a menos que haga algo ilegal en el funcionamiento del negocio, va a ser una pelea que no ganarás. Así que te lo ruego... solucionemos esto. Volvamos a la pista y volvamos a ser un equipo. Te juro que juntaré toda mi mierda y haremos que esta compañía sea aún más malditamente fenomenal de lo que ya es.
Lucho contra eso, pero mis hombros caen en el momento en que las palabras salen de su boca. A pesar de la mentalidad con la que llegué, logró cortar mis piernas con un golpe bien planeado, uno-dos-tres combos de golpes.
Primero, no drogó ilegalmente a esa mujer anoche. Ella aparentemente estuvo de acuerdo.
Dos, él promete volver a encarrilarse con nuestro negocio.
Tres, me ha recordado que no puedo quitarlo la compañía y que aún tendré que caminar si quiero salir.
Más que eso, no puedo pasar por alto los años de amistad que tenemos entre nosotros. No puedo descartar los lazos tremendamente profundos que tenemos, incluso si él no tiene idea de lo importantes que son para mí.
—No estoy seguro de que confíe en tu habilidad para crecer —digo a JT con sinceridad.
Él da una risa comprensiva y asiente hacia mí. —Lo entiendo. Solo dame la oportunidad.
Suspirando, me inclino hacia adelante en la silla.
—Me gustaría pedirte que obtengas mi aprobación antes de que se tomen otras decisiones financieras importantes.
—Hecho —dice con una sonrisa sincera.
—Y quiero ver ese acuerdo.
—Hecho.
Y Cristo... parece que mis esperanzas de salir victorioso después de la reunión de hoy se han fragmentado por completo.
—Está bien —digo con resignación y deseo repentinamente volver al condominio y hundirme en Sela—. Te daré una oportunidad. Pero esta es la única oportunidad que te daré.
—No te decepcionaré —dice, y se inclina hacia adelante en el sofá, extendiendo su mano hacia mí. Alcanzo y lo tomo, un apretón de manos firme de promesa renovada ocurre entre nosotros.
Cuando soltamos nuestras manos, me levanto.
—Tengo que irme.
—¿Grandes planes con tu chica hoy? —pregunta JT, levantándose de su asiento con un tono de conocimiento que me hace volver inmediatamente a la defensiva.
—¿Mi chica? —pregunto, jugando al estúpido. Aunque no estoy avergonzado o sea tímido por el hecho de que le he pedido a Sela que se mude conmigo, por alguna razón no quiero que JT lo sepa. Supongo que tiene que ver con su interés lascivo en ella el miércoles pasado cuando ella vino a la oficina.
—Sí... Sela... ¿no se llama así? —dice con indiferencia mientras nos dirigimos hacia la puerta de mi oficina—. Te vi con ella anoche en la fiesta. Ustedes dos se veían cercanos.
—Sí, Sela —digo vagamente sin ofrecer nada más cuando en silencio salimos por la puerta, la cierro detrás de nosotros y la bloqueo.
—Amigo... ¿ella es una Sugar Baby o qué? —pregunta JT con un golpe juguetón en el hombro. Su sonrisa es abierta, sin burlarse en absoluto. Parece el viejo JT... el que solía conocer hace mucho tiempo.
—No, no es una Sugar Baby —respondo, pero luego decido si voy a darle una oportunidad, realmente tengo que dárselo—. Pero ella se mudó conmigo.
JT silba bajo entre sus dientes y divertido sacude su cabeza que no es burlona, pero aparentemente genuinamente complacido por mí.
—Beck North... cayendo en el compromiso y la monogamia. Nunca pensé que vería el día.
—Sí, bueno... todavía es pronto. Puede que ni siquiera sepa qué carajo estoy haciendo, pero lo voy a hacer.
Nos giramos para caminar por el pasillo hacia el vestíbulo. JT me pone una mano en el hombro y me da un fuerte apretón.
—Estoy feliz por ti, hermano. Mereces una buena mujer, y ella parece del tipo que te conviene.
—Ella es genial —admito, sorprendido de lo agradable que se siente hablar de ella con alguien. Incluso JT, que tan recientemente como la semana pasada fue tras ella justo en frente a mí, el hijo de puta.
—Tal vez todos deberíamos cenar una noche —sugiere JT—. Es bastante épico que tengas novia. No es como, ¿tu primera vez?
¿Novia?
Sela Halstead... ¿mi novia?
No había pensado en ella así antes. No hasta que la palabra salió de la boca de JT y no sonó repugnante, sino que se sintió algo bien.
Sí... tengo novia, y JT tiene razón sobre eso. Es la primera.
Tengo veintiocho años y tengo novia.
Doy una sacudida desconcertada de mi cabeza y JT y yo salimos juntos del edificio. Nos separamos cuando sube a un taxi y me dirijo hacia el Millennium, con la intención de recorrer las seis cuadras para poder seguir reflexionando sobre todo lo que sucedió esta mañana.
Me está mostrando que puede presentarse adecuadamente cuando lo requiera.
—Buenos días —dice con una voz inusualmente humilde, y me atrapa con la guardia baja. Esperaba que saliera balanceándose con sus primeras palabras.
—Buenos días —digo mientras abro la puerta de mi oficina y enciendo las luces. Camino directamente a la mini nevera debajo de la barra de licor incorporada y saco una botella de agua mineral—. ¿Quieres una?
—Nah, hombre —dice mientras se sienta en el sofá y arroja el periódico al lado de su muslo.
Retirando la tapa de la botella, tomo un pequeño sorbo mientras observo a JT sentado allí, mirándome con ojos claros y arrepentidos. Ni siquiera estoy avergonzado de mí mismo, creo que esto es parte de un acto porque sabe que ha pasado el punto de no retorno conmigo. En este momento, él va a hacer una lucha intensa para salvarse.
Me acerco a la silla que está frente a él, recordando claramente que estuvimos sentados aquí hace poco más de seis meses mirando a una mujer maltratada por JT. Parece que evité que eso volviera a pasar anoche, pero ¿A cuántas no salvé?
Ahora la vergüenza me golpea y cuadro mis hombros con determinación.
—Esto termina hoy, JT.
Me preparo, espero que se vuelva agresivo, pero él solo asiente en comprensión. Con voz tranquila y segura, dice:
—Tienes razón. Termina hoy.
Parpadeo con incredulidad, pero mis defensas vuelven rápidamente a su lugar. —Dime a qué te refieres con eso.
—Significa que tengo que ponerme bajo control. He olvidado cómo ser un hombre de negocios y me he dejado atrapar por toda esta mierda. Las fiestas... las mujeres... las drogas y el alcohol... no es lo que realmente soy. Me salí del camino y ahora estoy listo para volver a enderezarme.
Bueno, mierda. No esperaba esto. Esperaba que, con la evidencia incriminatoria de la noche anterior, tendría la ventaja y podría usarla para obligarlo a salir. Pensé que nunca admitiría haber hecho algo malo, trataría de asegurarme que estaba exagerando, y luego tendríamos una pelea masiva sobre la compañía.
No estoy jodidamente preparado para que se vuelva maduro conmigo ahora mismo.
—No estoy seguro de poder confiar en que hagas eso —digo con frialdad, y una vez más, espero que realmente lo enoje.
—Entiendo —dice solemnemente—. Todo lo que puedo hacer es pedirte que me des otra oportunidad. Te pido que recuerdes los años de amistad y todo lo que hemos pasado. Te pido que consideres todo lo que tenemos montado en esta empresa, y aunque he sido una herramienta completa por un tiempo, al menos reconozco que cuando estoy en mi juego, soy realmente importante para nuestro éxito.
Joder... todo es verdad.
Mis dedos involuntariamente llegan a mis sienes y me froto el dolor de cabeza que se está formando. Me estremezco, lo miro con escepticismo.
—JT... te pillé drogando a una mujer anoche. Eso está jodidamente en contra de la ley.
—Ella estuvo de acuerdo —dice JT en voz baja mientras me fija con una mirada directa.
Yo físicamente retrocedo desde su proclamación.
—¿Ella qué?
—Ella estuvo de acuerdo —dice simplemente y con humildad. Él no está retractándose... simplemente diciendo el hecho—. Tuvimos un acuerdo por escrito. Era su fantasía, supongo. Puedo conseguirte una copia el lunes por la mañana, pero esa mujer quería despertarse a la mañana siguiente y que abusara de ella. Ella pensó que el aspecto de no recordar lo que sucedió sería emocionante. Imaginó que podía fantasear sobre lo que podría haber pasado.
—¿Qué diablos? —murmuro mientras mis ojos se posaban en la ventana de cristal del piso al techo que daba al distrito financiero, que es tranquilo este domingo por la mañana.
—Es verdad —dice JT en voz baja, y mi mirada se desliza hacia él—. Puedo ser una imbécil la mayoría de los días y cruzar un montón de límites jodidos, pero ya me conoces, Beck. No lastimaría a una mujer así.
Cristo... parece sincero. Suena sincero también, pero también sé que JT es ingenioso y encantador cuando quiere serlo. No tengo ni idea de si me está engañando o no, y ahora toda mi determinación de arrebatarle la compañía se está desmoronando. Hago otro intento de hurgar en los méritos de lo que me está diciendo.
—No me lo creo —dije—. Es más que solo lo que vi anoche. Las drogas... aprovechándote de las chicas... jodidamente invertiste parte de nuestro dinero en una mala aventura el trimestre pasado y recibimos una paliza. Lo hiciste sin mi conocimiento.
—Lo sé —dice, levantando las manos en señal de súplica—. Todos los malditos movimientos malos son de mi parte. Pero te lo digo, Beck... si la opción es juntar mi mierda o perder a uno de mis mejores amigos y una compañía increíble que ayudé a crear, te lo estoy diciendo en este momento, sin tonterías... juntaré mi mierda. Solo te pido otra oportunidad. Me la merezco.
Mierda, mierda, mierda. ¿Qué haces cuando alguien como JT con un ego del tamaño del Monte Everest se sienta completamente arrepentido, aceptando la responsabilidad y prácticamente rogando por otra oportunidad? Me invade un sentimiento de desesperación, partes iguales queriendo creer en él y recuperar la santidad de nuestra relación comercial; posiblemente nuestra amistad y, al mismo tiempo, querer cortar los lazos con alguien a quien, en última instancia, creo que podría ser mi perdición.
Mientras mi cerebro resuelve su confusión interna, me pregunto brevemente qué querría Sela que hiciera. Sé que JT no le agrada intensamente, y aunque no hablamos de eso anoche, hola, demasiado ocupados, sé que estaba más que indignada con él. ¿Pensará mal de mí si no lo libero? ¿Ella cree que mi moral está tan comprometida como la suya?
¿Debería importarme lo que ella piense?
Joder, sí, debería. Estoy empezando a preocuparme cada vez más por Sela Halstead, y el mero hecho de que ella tome residencia en mi proceso de pensamiento al tomar una decisión comercial lo dice todo, ¿no?
—Beck —dice JT con una emoción suave, y mis ojos se levantan para encontrarse con los de él—. No quiero pelear contigo por esta compañía. Sé que un abogado ha visto las cosas y estoy seguro de que lo sabes... a menos que haga algo ilegal en el funcionamiento del negocio, va a ser una pelea que no ganarás. Así que te lo ruego... solucionemos esto. Volvamos a la pista y volvamos a ser un equipo. Te juro que juntaré toda mi mierda y haremos que esta compañía sea aún más malditamente fenomenal de lo que ya es.
Lucho contra eso, pero mis hombros caen en el momento en que las palabras salen de su boca. A pesar de la mentalidad con la que llegué, logró cortar mis piernas con un golpe bien planeado, uno-dos-tres combos de golpes.
Primero, no drogó ilegalmente a esa mujer anoche. Ella aparentemente estuvo de acuerdo.
Dos, él promete volver a encarrilarse con nuestro negocio.
Tres, me ha recordado que no puedo quitarlo la compañía y que aún tendré que caminar si quiero salir.
Más que eso, no puedo pasar por alto los años de amistad que tenemos entre nosotros. No puedo descartar los lazos tremendamente profundos que tenemos, incluso si él no tiene idea de lo importantes que son para mí.
—No estoy seguro de que confíe en tu habilidad para crecer —digo a JT con sinceridad.
Él da una risa comprensiva y asiente hacia mí. —Lo entiendo. Solo dame la oportunidad.
Suspirando, me inclino hacia adelante en la silla.
—Me gustaría pedirte que obtengas mi aprobación antes de que se tomen otras decisiones financieras importantes.
—Hecho —dice con una sonrisa sincera.
—Y quiero ver ese acuerdo.
—Hecho.
Y Cristo... parece que mis esperanzas de salir victorioso después de la reunión de hoy se han fragmentado por completo.
—Está bien —digo con resignación y deseo repentinamente volver al condominio y hundirme en Sela—. Te daré una oportunidad. Pero esta es la única oportunidad que te daré.
—No te decepcionaré —dice, y se inclina hacia adelante en el sofá, extendiendo su mano hacia mí. Alcanzo y lo tomo, un apretón de manos firme de promesa renovada ocurre entre nosotros.
Cuando soltamos nuestras manos, me levanto.
—Tengo que irme.
—¿Grandes planes con tu chica hoy? —pregunta JT, levantándose de su asiento con un tono de conocimiento que me hace volver inmediatamente a la defensiva.
—¿Mi chica? —pregunto, jugando al estúpido. Aunque no estoy avergonzado o sea tímido por el hecho de que le he pedido a Sela que se mude conmigo, por alguna razón no quiero que JT lo sepa. Supongo que tiene que ver con su interés lascivo en ella el miércoles pasado cuando ella vino a la oficina.
—Sí... Sela... ¿no se llama así? —dice con indiferencia mientras nos dirigimos hacia la puerta de mi oficina—. Te vi con ella anoche en la fiesta. Ustedes dos se veían cercanos.
—Sí, Sela —digo vagamente sin ofrecer nada más cuando en silencio salimos por la puerta, la cierro detrás de nosotros y la bloqueo.
—Amigo... ¿ella es una Sugar Baby o qué? —pregunta JT con un golpe juguetón en el hombro. Su sonrisa es abierta, sin burlarse en absoluto. Parece el viejo JT... el que solía conocer hace mucho tiempo.
—No, no es una Sugar Baby —respondo, pero luego decido si voy a darle una oportunidad, realmente tengo que dárselo—. Pero ella se mudó conmigo.
JT silba bajo entre sus dientes y divertido sacude su cabeza que no es burlona, pero aparentemente genuinamente complacido por mí.
—Beck North... cayendo en el compromiso y la monogamia. Nunca pensé que vería el día.
—Sí, bueno... todavía es pronto. Puede que ni siquiera sepa qué carajo estoy haciendo, pero lo voy a hacer.
Nos giramos para caminar por el pasillo hacia el vestíbulo. JT me pone una mano en el hombro y me da un fuerte apretón.
—Estoy feliz por ti, hermano. Mereces una buena mujer, y ella parece del tipo que te conviene.
—Ella es genial —admito, sorprendido de lo agradable que se siente hablar de ella con alguien. Incluso JT, que tan recientemente como la semana pasada fue tras ella justo en frente a mí, el hijo de puta.
—Tal vez todos deberíamos cenar una noche —sugiere JT—. Es bastante épico que tengas novia. No es como, ¿tu primera vez?
¿Novia?
Sela Halstead... ¿mi novia?
No había pensado en ella así antes. No hasta que la palabra salió de la boca de JT y no sonó repugnante, sino que se sintió algo bien.
Sí... tengo novia, y JT tiene razón sobre eso. Es la primera.
Tengo veintiocho años y tengo novia.
Doy una sacudida desconcertada de mi cabeza y JT y yo salimos juntos del edificio. Nos separamos cuando sube a un taxi y me dirijo hacia el Millennium, con la intención de recorrer las seis cuadras para poder seguir reflexionando sobre todo lo que sucedió esta mañana.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Gracias! Cómo odio a JT y qué débil y fácil es Beck, algo tiene que pasar para que caiga JT!!!! Por qué Sela no le cuenta todo a Beck???!!!
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Cada vez Sela esta sanando de sus miedos, eso se lo agradece a Beck
Leshka- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 02/05/2019
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 17
Sale
No oigo la puerta del condominio abrirse, pero sí el tintineo y el ruido de las llaves de Beck cuando las arroja sobre la mesa del vestíbulo. Me quedo en mi lado, de cara a las ventanas que dan hacía el Distrito Financiero, y espero a que venga a verme. Me desperté hace unos veinte minutos y me conformé con estar bajo las cálidas cobijas, analizando cómo mi vida parece estar cambiando drásticamente a diario.
Ahora estoy de alguna manera involucrada en una relación con un hombre al que apunté como un peón involuntario en un plan para cometer un asesinato.
Beck North comenzó como un medio para un fin, muy probablemente como un espectador inocente, y sacrifiqué los pocos principios que me quedaban para llevarlo más profundamente a mi red. Sin embargo, mientras estoy aquí y miro por la ventana, imaginando al hermoso hombre caminando por el pasillo hacia mí en este mismo momento, no puedo evitar sentir que tal vez soy yo la que está atrapada en este momento.
No puedo evitar sentir que no es algo malo.
El aire fresco golpea mi espalda desnuda. Entonces, para mi sorpresa, Beck, igualmente desnudo, se desliza en la cama y se presiona contra mí, su pecho contra mi espalda, su brazo alrededor de mi cintura, su pelvis y polla endurecida en mi trasero, y sus piernas enredándose con las mías. Me empuja más profundo y apoya su barbilla en mi hombro.
—¿Te desperté? —pregunta en voz baja, deslizando su mano hacia arriba para ahuecar mi pecho. No hace nada más que presionar su cálida palma contra mi piel, sosteniéndola suavemente.
Sacudo la cabeza.
—Me desperté hace poco.
—¿Cómo te sientes? —pregunta vacilantemente.
—Muy bien usada —digo con una risa ligera. Después de un poco de vacilación, digo honestamente—: Fantástica, en realidad.
Una risa baja retumba contra mí y él me aprieta más cerca.
—Yo también.
Ambos... deleitándonos con la novedad de lo que acordamos en entrar anoche. Yo, en este momento, sorprendida de lo bien que se siente tenerlo envuelto alrededor de mí.
Yo... Sela Halstead... ¿quizás ya no sea una víctima? ¿Tal vez me estoy convirtiendo en una mujer normal que disfruta de la intimidad?
Realmente lo anhelo... con este hombre.
Asombroso.
—¿Cómo te fue? —pregunto y así abro una vía para discutir sobre su negocio. Pero pienso, qué diablos... ahora estamos en una relación, ¿por qué no? Además de todas las nociones románticas de ojos estrellados, aún necesito información sobre JT, y esta es la mejor manera de obtenerla.
—Creo que resolvimos las cosas —dice después de un momento de vacilación.
—¿En qué forma? —pregunto, sintiéndome un poco indispuesta. Beck suena demasiado calmado.
—JT ha prometido juntar su mierda. Parecía sincero...
Doy vueltas en la cama, me tiendo sobre mi costado para enfrentar a Beck. Me disgusto por haberme permitido un momento cegador. Mis manos presionan su pecho para alejarlo de mí, así puedo mirarlo directamente a los ojos.
—Trató de drogar a una mujer anoche —grité, sintiendo como mi sangre hervía de furia.
Beck niega y sus manos cubren las mías en un apretón tranquilizador.
—Eso es lo que yo también pensé, Sela. Estaba preparado para obligarlo a irse con eso, y sí, ¿por qué ese imbécil no se encuentra en la parte trasera de una patrulla? —pregunto con sarcasmo.
—Porque la mujer estaba de acuerdo con ello —responde con un tono de disgusto—. Hay un acuerdo escrito.
Retrocedo y mis cejas se disparan hacia la mitad de mi frente antes de que vuelvan a bajar en medio de una mirada estrecha y sospechosa.
—¿Sí?
—Aparentemente era una fantasía para ella —dice Beck encogiéndose de hombros tímidamente.
—O de él —respondo e inmediatamente pregunto—: ¿Viste el acuerdo?
Él sacude la cabeza.
—Me lo dará mañana.
Dejo caer los ojos, miro sus manos agarrando las mías contra su pecho.
—No le creo ni confío en él.
Beck saca una mano de la mía, pone sus nudillos debajo de mi barbilla, y levanta mi mirada hacia la suya.
—Oye... entiendo que estés molesta por lo que hizo, pero si hay un acuerdo y eso fue consensual, no puedo hacer nada al respecto.
—No fue consensual —digo con amargura, y me alejo de él, rodando en dirección contraria hacia el borde de la cama. ¿Por qué no puede ver a Jonathon Townsend por lo que realmente es?
—Oye —exclama Beck, y su brazo se envuelve alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia atrás. Se pone de rodillas, me arrastra hacia él y me rodea con ambos brazos para mantenerme apretada. Su barbilla vuelve a mi hombro mientras pregunta en voz baja—: ¿De qué se trata todo esto?
Me encojo de hombros.
—Sela... háblame —exige.
—Hay algo mal con él —susurro, mi voz se obstruye con emoción. Quiero decirle a Beck exactamente lo que quiero decir con eso, pero aún no puedo decirle la verdad. Hacer eso sería exponer mis intenciones. Beck vería de inmediato que estaba siendo atacado y cuestionaría mis sentimientos hacia él. No puedo hacer eso. No puedo renunciar a él, ni a la posición cercana que esta relación me ofrece ante JT.
—Es caprichoso —agrega Beck con frustración—. Tonto. Irracional, impulsivo e inmaduro. Es todo eso, pero ha prometido juntar toda su mierda, Sela, y aparte de algún error claro de su parte con respecto a la compañía, no tengo otra opción que aceptarlo. La única oportunidad que tuve de liberarme fue la amenaza de exponerlo a la policía anoche, pero esa no es una opción ahora.
Me desplomo contra Beck, completamente exhausta por esta conversación. Lo escucho en su voz... está dividido entre querer alejarse de una mala situación y la esperanza que viene con promesas de algo mejor. Sin duda es una solución más fácil, e intento desesperadamente dar crédito al pensamiento de Beck.
En su mente, no tiene nada concreto que usar contra JT. Está acorralado en una esquina y puede caminar o esperar una resolución pacífica con un poco más de paciencia de su parte. ¿Está mal que elija esta opción antes de dejar atrás su sueño?
No creo que pueda encontrar fallas en eso, y aunque sé profundamente en mis entrañas que JT planeaba drogar y violar a esa mujer anoche, y no creo ni por un momento que exista un acuerdo legítimo en el cual esa mujer estuvo de acuerdo con eso, tengo que tener cuidado con cuán fuerte es mi oposición en este punto. Nunca podré subestimar no solo los lazos de una amistad duradera entre estos hombres, sino el hecho de que Beck y JT están entrelazados por una gran cantidad de dinero que podría ser más importante que la gran follada que represento para él.
Suspiro, me hundo aún más en Beck, e inclino mi cabeza hacia atrás para que descanse sobre su hombro.
—Lo siento —balbuceo—. Simplemente no me gusta tu socio, pero entiendo totalmente a lo que vas.
—Sela —murmura Beck, sonando frustrado y agotado a la vez—. Esta es mi única opción en este momento. Eso no significa que confíe plenamente en él ni tampoco que él no vaya a joder esto. Es la única jugada que tengo.
Asiento y levanto mis brazos, abrazándolo más fuerte. —Lo sé. Entiendo.
Beck suspira aliviado. Luego, coloca los dientes en el lóbulo de mi oreja. Me da un mordisco juguetón y lame antes de decir—: JT quiere cenar con nosotros dos. Parece feliz por mí.
Me pongo tensa, pero trato de parecer inquisitivamente relajada cuando pregunto—: ¿Ah, sí? ¿Le contaste sobre nosotros?
—Lo hice —dice Beck, sonando feliz consigo mismo—. JT te llamó mi novia. Suena un poco de secundaria, ¿no?
No hay forma de aguantar la risa que sale de mi boca, porque suena un poco inmadura. No puedo evitar dar un paso fuera de mi preocupación cuando pregunto—: Entonces... ¿esto es como oficial o algo así? Estamos… ¿saliendo?
—Saliendo, follado y cohabitando —dice Beck mientras me tira de espaldas a la cama. Luego, rueda justo encima de mí. Mis piernas se extienden por sí solas y él se acomoda entre ellas. Me encanta la forma en que los vellos de sus piernas se rozan contra mi piel suave y el calor de su polla que está semidura en mi pelvis—. No estoy seguro de qué etiqueta tenemos en este momento, pero me gusta dónde estamos ahora.
Mis ojos se agitan mientras se cierran. Gimo mientras presiona su pelvis hacia abajo y gira sus caderas un poco.
—Mmmm... yo también.
—¿Sela? —dice Beck en voz baja, y abro mis ojos lentamente lo miro. Su rostro está sobre el mío y su mirada brilla con intensidad—. ¿Confías en mí? Quiero decir... ¿al menos en la forma en que estoy manejando a JT en este momento?
—Bueno, no me corresponde a mí decirlo —ofrezco vacilante.
—Sí, lo es —amonesta con una mirada severa—. No te gusta. Tus encontronazos con él han sido menos que estelares, y por eso tienes una muy buena razón para no gustarte. Y aunque tú y yo no nos conocemos desde hace mucho, creo que estamos tratando de construir algo aquí, y no quiero que mis decisiones personales o comerciales te hagan dudar de mí.
Parpadeo sorprendida por la desesperación en su voz. Levanto una mano, la coloco en su mejilla, y me doy cuenta con absoluta honestidad de que si bien es posible que no me guste lo que JT le está haciendo a Beck, en efecto, confío en lo que Beck decidió hacer al respecto. Yo, mejor que nadie, sé que a veces hay que seguir el plan a largo plazo cuando se trata de serpientes como Jonathon Townsend.
Asiento.
—Sí, confió en lo que estás haciendo con JT.
El alivio se hincha dentro de los ojos azules de Beck y me sonríe con gratitud. Su rostro se acerca más y sus labios se rozan brevemente contra mí antes de que su frente caiga sobre la mía. Se queda quieto allí por un momento, y cierro los ojos, saboreando este íntimo abrazo de silencio.
—¿Sela? —susurra mi nombre otra vez y luego aparta la cara. Mirándome con la expresión más seria que jamás haya visto en su hermoso rostro, me pregunta—: ¿Confías en que dejarme follarte sin condón?
Todo mi cuerpo se aprieta conmocionado por su proposición y luego se aprieta aún más con la maravilla pecaminosa de cómo se sentiría eso. Luego, me lleno de calor, no por la sugerencia erótica, sino por el cuidado y la confianza que eso implica. Creo que siento la piedra en mi corazón comenzar a desintegrarse, colapsando en pilas de polvo en el fondo de mi pecho.
Abro la boca para responderle, pero parece que no ha terminado. Me besa con fuerza, luego me habla en susurros urgentes.
—Ya vez, porque aquí está la cosa... estoy más cerca de ti ahora que de cualquier mujer en mi vida, fuera de mi hermana, y ese es un tipo diferente de cercanía. Pero quiero estar aún más cerca de ti. Quiero arrastrarme dentro de ti, Sela, y sentir cada centímetro de ti. No quiero barreras ni ningún jodido muro entre nosotros. Solo tú y yo, tocándonos... fundiéndonos. Quiero saber cómo se siente contigo... la piel desnuda de mi polla resbaladiza por tus jugos. Quiero adentrarme en ti, hasta la base. Marcarte como mía. Quiero eso tan jodidamente mal. ¿Hay suficiente confianza entre nosotros para que podamos tener eso? ¿Me lo darías?
Mi cabeza gira y mi pecho se contrae con doloroso placer por sus palabras. La lujuria envuelta con infinita ternura y anhelo. Sus ojos me ruegan por algo que nunca le he dado a otro hombre. Nunca quise esa cercanía. Siempre quise esa delgada barrera de goma que me protege no solo de enfermedades de transmisión sexual sino también de una verdadera conexión.
Pero que Dios me ayude… porque quiero eso con este hombre, ahora.
Él sabe que me estoy protegiendo porque conoce muy bien el paquete de píldoras anticonceptivas que se encuentra en el tocador de su baño. Incluso me recuerda que cada mañana me la tome, pero nunca he fallado en esa responsabilidad. Creo que por el mero hecho de que me pregunte si confío en él debe dar a entender que confía en mí, pero necesito estar segura.
Estoy bastante segura de que, en mi decimosexto cumpleaños, mis violadores usaron condones. Ese es un pensamiento que siempre ha aumentado mi humillación, porque no se preocuparon en lo absoluto por mí. Lo hicieron sin saber que yo era virgen, aunque nunca había tenido sexo antes, ellos solo asumieron que tal vez yo estaba sucia y les pegaría algo. Seamos realistas... sé con certeza de que les di esa impresión.
También recuerdo, en mis pesadillas, que creo que son recuerdos reales, el sonido distintivo de una goma que se rompe justo antes de que entrara en mi boca. No sabía qué era ese sonido en ese momento, pero cuando los doctores encontraron rastros de lubricante de los condones en mi vagina y ano, casi confirmó que todos se cubrieron para protegerse a sí mismos, no a mí. Además, me hicieron pruebas para cada ETS conocida por el hombre, así como también me dieron la píldora del día después como precaución, y salí de esa experiencia con suciedad en mi alma, pero no en mi vagina.
—Estoy limpia —digo, con mi voz áspera por la emoción de por qué puedo decir eso. Nunca he estado con un hombre sin protección. Nunca, y es bueno que pueda darle esa seguridad a Beck.
—Lo sé —dice. Aunque no menciona que lo sepa por conocimiento real, está diciendo que sabe confiar en mí—. No tienes nada de qué preocuparte. Te prometo que estás a salvo.
—Lo sé —susurro las mismas palabras. Igual que él, lo sé. Eso significa que confío en que no me hará daño.
El efecto en Beck es inmediato. Siento que su polla se hincha y golpea contra mí. Cierra los ojos, toma una respiración profunda, y cuando los abre de nuevo, dice—: Cristo... quiero esto tanto.
Mi respuesta es extender mis piernas, levantar mis rodillas y sostenerlo más cerca de mí. Puedo sentir la humedad escurriéndose, mi cuerpo más que listo para llevar esto al siguiente nivel. Beck inclina su cabeza, pone su boca contra la mía y respira sobre mí. Rota sus caderas, y como si nuestros cuerpos reconocieran exactamente dónde se supone que estén, la cabeza de su polla presiona en mi abertura. Beck embiste suavemente contra mí, empujando al interior y saliendo en cortos y lentos movimientos, y la sensación es exquisita. Se siente mucho más cálido, el calor de su piel desnuda deslizándose contra la mía.
Mi pulso dispara fuera de control por la emoción y la intimidad de este momento. Es la primera vez que he tomado a un hombre dentro de mí sin ninguna barrera entre nuestros cuerpos, pero más importante... sin nada entre nuestras almas. Estamos tan desnudos como siempre lo estaremos, desnudos y al descubierto, sin nada más que nuestra necesidad básica por el otro.
—Beck —murmuro cuando empuja más profundo. Mis piernas se presionan duro contra sus costillas, inclino mis caderas y trato de arrastrarlo aún más adelante.
Un enorme suspiro sale de su boca, aleteando a través de mi rostro. Rota sus caderas... se desliza más profundo en mi interior.
—Jesús —gime casi como si le doliera—. Nada debe sentirse así de bien, Sela. ¿Sabes cuán peligroso es para ambos sentirnos así de bien?
Mis brazos serpentean sobre sus hombros, rodean su cuello y lo jalan hacia mí. Su pecho se aplasta contra mis pechos, su mejilla toca la mía.
—No retrocedas ahora —murmuro.
Beck levanta su cabeza... baja su mirada hacia mí con su ceño arrugado. Su lengua sale, lame su labio inferior y con un brusco golpe de sus caderas, entra por completo. Mi cuello se arquea e inhalo algo de aire.
Oh mi Dios. Santo Dios.
Casi estallo cuando mi coño se funde alrededor de él, se acomoda y lo abraza profundamente. Mi corazón salta... se congela y luego casi se expande con un suspiro de alivio.
Beck permanece completamente quieto dentro de mí. Respira profundamente, cierra sus ojos por un momento, y cuando los abre de nuevo, me da una sonrisa avergonzada.
—Tengo miedo de moverme. Miedo de que podría avergonzarme a mí mismo y soltar mi carga en dos nanosegundos.
Suelto una risita. Estoy bastante segura de que es la primera y única vez en mi vida que he hecho algo tan femenino. Beck ríe roncamente y me besa con fuerza. No se mueve ni un centímetro de la cintura para abajo, pero igual me besa profundamente, con posesión absoluta. Cuando se aleja, vacilantemente hace círculos con sus caderas, moliéndose contra mí.
—Joder —murmura Beck y deja caer su frente sobre la mía de nuevo—. Síp... no voy a durar mucho.
Mis manos van a su cabello y masajeo su cuero cabelludo, increíblemente conmovida y excitada por su reacción a mí.
A la mujer que su amigo y socio de negocio hizo intocable por mucho tiempo.
—¿Beck? —Jalo su cabello, alejando su rostro del mío.
Renuentemente, se mueve y baja la mirada a mí con la misma mirada avergonzada. Inclino mis caderas, aprieto mis músculos internos alrededor de su polla y luego froto mis pulgares sobre su cuero cabelludo.
—Vamos —ordeno suavemente—. Fóllame fuerte y vente tan rápido como quieras.
—No quiero dejarte atrás —murmura.
—No voy a ir a ninguna parte —tranquilizo, relajando y apretando mis músculos de nuevo.
Su mandíbula se aprieta con fuerza, sus ojos se vuelven líquido y empuja su torso lejos de mí. Aflojo mi agarre alrededor de su cuello y Beck se mueve con un gruñido cuando sus manos van a la parte trasera de mis muslos. Empuja mis piernas hacia arriba, las extiende y luego hace palanca contra ellas para hacer retroceder sus caderas y azotar al frente de nuevo.
Estoy impresionada por el placer puro que transforma su rostro, de un hombre quien es infinitamente precioso a una criatura que me roba el aliento. Tan condenadamente hermoso.
—Aguanta —dice tensamente, y luego comienza a follarme como nunca fui follada antes.
Lo dijo bien.
No dura mucho, y aunque estoy más excitada de lo que nunca he estado en mi vida entera, el placer es demasiado para que él lo soporte y se adelanta en una carrera para terminar. Gruñe con cada empuje, aprieta sus ojos cerrados y luego murmura:
—Lo siento, Sela. —Antes de presionar profundo en mi interior y soltar su caliente liberación.
El cuerpo de Beck tiembla visiblemente, los músculos en su cuello y hombros se tensan en éxtasis y luego lanza su cabeza hacia atrás con un largo gemido de alivio.
vida. Lo miro fascinada, por primera vez entendiendo cuán deslumbrante es esta experiencia para mí. Quiero congelar este momento, la forma en que luce ahora mismo, y mantenerlo en mi memoria eterna.
Beck abre sus ojos, me mira directamente y deja salir un resoplido. Luego, sus ojos se entornan mientras sus dientes muerden su labio inferior. Determinación, lujuria y decisión en tales medidas infinitas arden a través de mí directamente.
—Es tu turno ahora —dice y rápidamente se sale de mí. Gatea hacia atrás, extiende mis piernas y se desploma en el colchón. En un fluido movimiento, su rostro cae y su boca se aferra a mi coño. Su lengua presiona contra mi clítoris y me lame bruscamente.
Mis manos golpean los lados de su cabeza sorprendida con placer, y mientras siento su semen filtrarse fuera de mí, Beck procede a llevarme a un orgasmo tremendamente rápido y poderoso que me tiene gritando su nombre.
Ahora estoy de alguna manera involucrada en una relación con un hombre al que apunté como un peón involuntario en un plan para cometer un asesinato.
Beck North comenzó como un medio para un fin, muy probablemente como un espectador inocente, y sacrifiqué los pocos principios que me quedaban para llevarlo más profundamente a mi red. Sin embargo, mientras estoy aquí y miro por la ventana, imaginando al hermoso hombre caminando por el pasillo hacia mí en este mismo momento, no puedo evitar sentir que tal vez soy yo la que está atrapada en este momento.
No puedo evitar sentir que no es algo malo.
El aire fresco golpea mi espalda desnuda. Entonces, para mi sorpresa, Beck, igualmente desnudo, se desliza en la cama y se presiona contra mí, su pecho contra mi espalda, su brazo alrededor de mi cintura, su pelvis y polla endurecida en mi trasero, y sus piernas enredándose con las mías. Me empuja más profundo y apoya su barbilla en mi hombro.
—¿Te desperté? —pregunta en voz baja, deslizando su mano hacia arriba para ahuecar mi pecho. No hace nada más que presionar su cálida palma contra mi piel, sosteniéndola suavemente.
Sacudo la cabeza.
—Me desperté hace poco.
—¿Cómo te sientes? —pregunta vacilantemente.
—Muy bien usada —digo con una risa ligera. Después de un poco de vacilación, digo honestamente—: Fantástica, en realidad.
Una risa baja retumba contra mí y él me aprieta más cerca.
—Yo también.
Ambos... deleitándonos con la novedad de lo que acordamos en entrar anoche. Yo, en este momento, sorprendida de lo bien que se siente tenerlo envuelto alrededor de mí.
Yo... Sela Halstead... ¿quizás ya no sea una víctima? ¿Tal vez me estoy convirtiendo en una mujer normal que disfruta de la intimidad?
Realmente lo anhelo... con este hombre.
Asombroso.
—¿Cómo te fue? —pregunto y así abro una vía para discutir sobre su negocio. Pero pienso, qué diablos... ahora estamos en una relación, ¿por qué no? Además de todas las nociones románticas de ojos estrellados, aún necesito información sobre JT, y esta es la mejor manera de obtenerla.
—Creo que resolvimos las cosas —dice después de un momento de vacilación.
—¿En qué forma? —pregunto, sintiéndome un poco indispuesta. Beck suena demasiado calmado.
—JT ha prometido juntar su mierda. Parecía sincero...
Doy vueltas en la cama, me tiendo sobre mi costado para enfrentar a Beck. Me disgusto por haberme permitido un momento cegador. Mis manos presionan su pecho para alejarlo de mí, así puedo mirarlo directamente a los ojos.
—Trató de drogar a una mujer anoche —grité, sintiendo como mi sangre hervía de furia.
Beck niega y sus manos cubren las mías en un apretón tranquilizador.
—Eso es lo que yo también pensé, Sela. Estaba preparado para obligarlo a irse con eso, y sí, ¿por qué ese imbécil no se encuentra en la parte trasera de una patrulla? —pregunto con sarcasmo.
—Porque la mujer estaba de acuerdo con ello —responde con un tono de disgusto—. Hay un acuerdo escrito.
Retrocedo y mis cejas se disparan hacia la mitad de mi frente antes de que vuelvan a bajar en medio de una mirada estrecha y sospechosa.
—¿Sí?
—Aparentemente era una fantasía para ella —dice Beck encogiéndose de hombros tímidamente.
—O de él —respondo e inmediatamente pregunto—: ¿Viste el acuerdo?
Él sacude la cabeza.
—Me lo dará mañana.
Dejo caer los ojos, miro sus manos agarrando las mías contra su pecho.
—No le creo ni confío en él.
Beck saca una mano de la mía, pone sus nudillos debajo de mi barbilla, y levanta mi mirada hacia la suya.
—Oye... entiendo que estés molesta por lo que hizo, pero si hay un acuerdo y eso fue consensual, no puedo hacer nada al respecto.
—No fue consensual —digo con amargura, y me alejo de él, rodando en dirección contraria hacia el borde de la cama. ¿Por qué no puede ver a Jonathon Townsend por lo que realmente es?
—Oye —exclama Beck, y su brazo se envuelve alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia atrás. Se pone de rodillas, me arrastra hacia él y me rodea con ambos brazos para mantenerme apretada. Su barbilla vuelve a mi hombro mientras pregunta en voz baja—: ¿De qué se trata todo esto?
Me encojo de hombros.
—Sela... háblame —exige.
—Hay algo mal con él —susurro, mi voz se obstruye con emoción. Quiero decirle a Beck exactamente lo que quiero decir con eso, pero aún no puedo decirle la verdad. Hacer eso sería exponer mis intenciones. Beck vería de inmediato que estaba siendo atacado y cuestionaría mis sentimientos hacia él. No puedo hacer eso. No puedo renunciar a él, ni a la posición cercana que esta relación me ofrece ante JT.
—Es caprichoso —agrega Beck con frustración—. Tonto. Irracional, impulsivo e inmaduro. Es todo eso, pero ha prometido juntar toda su mierda, Sela, y aparte de algún error claro de su parte con respecto a la compañía, no tengo otra opción que aceptarlo. La única oportunidad que tuve de liberarme fue la amenaza de exponerlo a la policía anoche, pero esa no es una opción ahora.
Me desplomo contra Beck, completamente exhausta por esta conversación. Lo escucho en su voz... está dividido entre querer alejarse de una mala situación y la esperanza que viene con promesas de algo mejor. Sin duda es una solución más fácil, e intento desesperadamente dar crédito al pensamiento de Beck.
En su mente, no tiene nada concreto que usar contra JT. Está acorralado en una esquina y puede caminar o esperar una resolución pacífica con un poco más de paciencia de su parte. ¿Está mal que elija esta opción antes de dejar atrás su sueño?
No creo que pueda encontrar fallas en eso, y aunque sé profundamente en mis entrañas que JT planeaba drogar y violar a esa mujer anoche, y no creo ni por un momento que exista un acuerdo legítimo en el cual esa mujer estuvo de acuerdo con eso, tengo que tener cuidado con cuán fuerte es mi oposición en este punto. Nunca podré subestimar no solo los lazos de una amistad duradera entre estos hombres, sino el hecho de que Beck y JT están entrelazados por una gran cantidad de dinero que podría ser más importante que la gran follada que represento para él.
Suspiro, me hundo aún más en Beck, e inclino mi cabeza hacia atrás para que descanse sobre su hombro.
—Lo siento —balbuceo—. Simplemente no me gusta tu socio, pero entiendo totalmente a lo que vas.
—Sela —murmura Beck, sonando frustrado y agotado a la vez—. Esta es mi única opción en este momento. Eso no significa que confíe plenamente en él ni tampoco que él no vaya a joder esto. Es la única jugada que tengo.
Asiento y levanto mis brazos, abrazándolo más fuerte. —Lo sé. Entiendo.
Beck suspira aliviado. Luego, coloca los dientes en el lóbulo de mi oreja. Me da un mordisco juguetón y lame antes de decir—: JT quiere cenar con nosotros dos. Parece feliz por mí.
Me pongo tensa, pero trato de parecer inquisitivamente relajada cuando pregunto—: ¿Ah, sí? ¿Le contaste sobre nosotros?
—Lo hice —dice Beck, sonando feliz consigo mismo—. JT te llamó mi novia. Suena un poco de secundaria, ¿no?
No hay forma de aguantar la risa que sale de mi boca, porque suena un poco inmadura. No puedo evitar dar un paso fuera de mi preocupación cuando pregunto—: Entonces... ¿esto es como oficial o algo así? Estamos… ¿saliendo?
—Saliendo, follado y cohabitando —dice Beck mientras me tira de espaldas a la cama. Luego, rueda justo encima de mí. Mis piernas se extienden por sí solas y él se acomoda entre ellas. Me encanta la forma en que los vellos de sus piernas se rozan contra mi piel suave y el calor de su polla que está semidura en mi pelvis—. No estoy seguro de qué etiqueta tenemos en este momento, pero me gusta dónde estamos ahora.
Mis ojos se agitan mientras se cierran. Gimo mientras presiona su pelvis hacia abajo y gira sus caderas un poco.
—Mmmm... yo también.
—¿Sela? —dice Beck en voz baja, y abro mis ojos lentamente lo miro. Su rostro está sobre el mío y su mirada brilla con intensidad—. ¿Confías en mí? Quiero decir... ¿al menos en la forma en que estoy manejando a JT en este momento?
—Bueno, no me corresponde a mí decirlo —ofrezco vacilante.
—Sí, lo es —amonesta con una mirada severa—. No te gusta. Tus encontronazos con él han sido menos que estelares, y por eso tienes una muy buena razón para no gustarte. Y aunque tú y yo no nos conocemos desde hace mucho, creo que estamos tratando de construir algo aquí, y no quiero que mis decisiones personales o comerciales te hagan dudar de mí.
Parpadeo sorprendida por la desesperación en su voz. Levanto una mano, la coloco en su mejilla, y me doy cuenta con absoluta honestidad de que si bien es posible que no me guste lo que JT le está haciendo a Beck, en efecto, confío en lo que Beck decidió hacer al respecto. Yo, mejor que nadie, sé que a veces hay que seguir el plan a largo plazo cuando se trata de serpientes como Jonathon Townsend.
Asiento.
—Sí, confió en lo que estás haciendo con JT.
El alivio se hincha dentro de los ojos azules de Beck y me sonríe con gratitud. Su rostro se acerca más y sus labios se rozan brevemente contra mí antes de que su frente caiga sobre la mía. Se queda quieto allí por un momento, y cierro los ojos, saboreando este íntimo abrazo de silencio.
—¿Sela? —susurra mi nombre otra vez y luego aparta la cara. Mirándome con la expresión más seria que jamás haya visto en su hermoso rostro, me pregunta—: ¿Confías en que dejarme follarte sin condón?
Todo mi cuerpo se aprieta conmocionado por su proposición y luego se aprieta aún más con la maravilla pecaminosa de cómo se sentiría eso. Luego, me lleno de calor, no por la sugerencia erótica, sino por el cuidado y la confianza que eso implica. Creo que siento la piedra en mi corazón comenzar a desintegrarse, colapsando en pilas de polvo en el fondo de mi pecho.
Abro la boca para responderle, pero parece que no ha terminado. Me besa con fuerza, luego me habla en susurros urgentes.
—Ya vez, porque aquí está la cosa... estoy más cerca de ti ahora que de cualquier mujer en mi vida, fuera de mi hermana, y ese es un tipo diferente de cercanía. Pero quiero estar aún más cerca de ti. Quiero arrastrarme dentro de ti, Sela, y sentir cada centímetro de ti. No quiero barreras ni ningún jodido muro entre nosotros. Solo tú y yo, tocándonos... fundiéndonos. Quiero saber cómo se siente contigo... la piel desnuda de mi polla resbaladiza por tus jugos. Quiero adentrarme en ti, hasta la base. Marcarte como mía. Quiero eso tan jodidamente mal. ¿Hay suficiente confianza entre nosotros para que podamos tener eso? ¿Me lo darías?
Mi cabeza gira y mi pecho se contrae con doloroso placer por sus palabras. La lujuria envuelta con infinita ternura y anhelo. Sus ojos me ruegan por algo que nunca le he dado a otro hombre. Nunca quise esa cercanía. Siempre quise esa delgada barrera de goma que me protege no solo de enfermedades de transmisión sexual sino también de una verdadera conexión.
Pero que Dios me ayude… porque quiero eso con este hombre, ahora.
Él sabe que me estoy protegiendo porque conoce muy bien el paquete de píldoras anticonceptivas que se encuentra en el tocador de su baño. Incluso me recuerda que cada mañana me la tome, pero nunca he fallado en esa responsabilidad. Creo que por el mero hecho de que me pregunte si confío en él debe dar a entender que confía en mí, pero necesito estar segura.
Estoy bastante segura de que, en mi decimosexto cumpleaños, mis violadores usaron condones. Ese es un pensamiento que siempre ha aumentado mi humillación, porque no se preocuparon en lo absoluto por mí. Lo hicieron sin saber que yo era virgen, aunque nunca había tenido sexo antes, ellos solo asumieron que tal vez yo estaba sucia y les pegaría algo. Seamos realistas... sé con certeza de que les di esa impresión.
También recuerdo, en mis pesadillas, que creo que son recuerdos reales, el sonido distintivo de una goma que se rompe justo antes de que entrara en mi boca. No sabía qué era ese sonido en ese momento, pero cuando los doctores encontraron rastros de lubricante de los condones en mi vagina y ano, casi confirmó que todos se cubrieron para protegerse a sí mismos, no a mí. Además, me hicieron pruebas para cada ETS conocida por el hombre, así como también me dieron la píldora del día después como precaución, y salí de esa experiencia con suciedad en mi alma, pero no en mi vagina.
—Estoy limpia —digo, con mi voz áspera por la emoción de por qué puedo decir eso. Nunca he estado con un hombre sin protección. Nunca, y es bueno que pueda darle esa seguridad a Beck.
—Lo sé —dice. Aunque no menciona que lo sepa por conocimiento real, está diciendo que sabe confiar en mí—. No tienes nada de qué preocuparte. Te prometo que estás a salvo.
—Lo sé —susurro las mismas palabras. Igual que él, lo sé. Eso significa que confío en que no me hará daño.
El efecto en Beck es inmediato. Siento que su polla se hincha y golpea contra mí. Cierra los ojos, toma una respiración profunda, y cuando los abre de nuevo, dice—: Cristo... quiero esto tanto.
Mi respuesta es extender mis piernas, levantar mis rodillas y sostenerlo más cerca de mí. Puedo sentir la humedad escurriéndose, mi cuerpo más que listo para llevar esto al siguiente nivel. Beck inclina su cabeza, pone su boca contra la mía y respira sobre mí. Rota sus caderas, y como si nuestros cuerpos reconocieran exactamente dónde se supone que estén, la cabeza de su polla presiona en mi abertura. Beck embiste suavemente contra mí, empujando al interior y saliendo en cortos y lentos movimientos, y la sensación es exquisita. Se siente mucho más cálido, el calor de su piel desnuda deslizándose contra la mía.
Mi pulso dispara fuera de control por la emoción y la intimidad de este momento. Es la primera vez que he tomado a un hombre dentro de mí sin ninguna barrera entre nuestros cuerpos, pero más importante... sin nada entre nuestras almas. Estamos tan desnudos como siempre lo estaremos, desnudos y al descubierto, sin nada más que nuestra necesidad básica por el otro.
—Beck —murmuro cuando empuja más profundo. Mis piernas se presionan duro contra sus costillas, inclino mis caderas y trato de arrastrarlo aún más adelante.
Un enorme suspiro sale de su boca, aleteando a través de mi rostro. Rota sus caderas... se desliza más profundo en mi interior.
—Jesús —gime casi como si le doliera—. Nada debe sentirse así de bien, Sela. ¿Sabes cuán peligroso es para ambos sentirnos así de bien?
Mis brazos serpentean sobre sus hombros, rodean su cuello y lo jalan hacia mí. Su pecho se aplasta contra mis pechos, su mejilla toca la mía.
—No retrocedas ahora —murmuro.
Beck levanta su cabeza... baja su mirada hacia mí con su ceño arrugado. Su lengua sale, lame su labio inferior y con un brusco golpe de sus caderas, entra por completo. Mi cuello se arquea e inhalo algo de aire.
Oh mi Dios. Santo Dios.
Casi estallo cuando mi coño se funde alrededor de él, se acomoda y lo abraza profundamente. Mi corazón salta... se congela y luego casi se expande con un suspiro de alivio.
Beck permanece completamente quieto dentro de mí. Respira profundamente, cierra sus ojos por un momento, y cuando los abre de nuevo, me da una sonrisa avergonzada.
—Tengo miedo de moverme. Miedo de que podría avergonzarme a mí mismo y soltar mi carga en dos nanosegundos.
Suelto una risita. Estoy bastante segura de que es la primera y única vez en mi vida que he hecho algo tan femenino. Beck ríe roncamente y me besa con fuerza. No se mueve ni un centímetro de la cintura para abajo, pero igual me besa profundamente, con posesión absoluta. Cuando se aleja, vacilantemente hace círculos con sus caderas, moliéndose contra mí.
—Joder —murmura Beck y deja caer su frente sobre la mía de nuevo—. Síp... no voy a durar mucho.
Mis manos van a su cabello y masajeo su cuero cabelludo, increíblemente conmovida y excitada por su reacción a mí.
A la mujer que su amigo y socio de negocio hizo intocable por mucho tiempo.
—¿Beck? —Jalo su cabello, alejando su rostro del mío.
Renuentemente, se mueve y baja la mirada a mí con la misma mirada avergonzada. Inclino mis caderas, aprieto mis músculos internos alrededor de su polla y luego froto mis pulgares sobre su cuero cabelludo.
—Vamos —ordeno suavemente—. Fóllame fuerte y vente tan rápido como quieras.
—No quiero dejarte atrás —murmura.
—No voy a ir a ninguna parte —tranquilizo, relajando y apretando mis músculos de nuevo.
Su mandíbula se aprieta con fuerza, sus ojos se vuelven líquido y empuja su torso lejos de mí. Aflojo mi agarre alrededor de su cuello y Beck se mueve con un gruñido cuando sus manos van a la parte trasera de mis muslos. Empuja mis piernas hacia arriba, las extiende y luego hace palanca contra ellas para hacer retroceder sus caderas y azotar al frente de nuevo.
Estoy impresionada por el placer puro que transforma su rostro, de un hombre quien es infinitamente precioso a una criatura que me roba el aliento. Tan condenadamente hermoso.
—Aguanta —dice tensamente, y luego comienza a follarme como nunca fui follada antes.
Lo dijo bien.
No dura mucho, y aunque estoy más excitada de lo que nunca he estado en mi vida entera, el placer es demasiado para que él lo soporte y se adelanta en una carrera para terminar. Gruñe con cada empuje, aprieta sus ojos cerrados y luego murmura:
—Lo siento, Sela. —Antes de presionar profundo en mi interior y soltar su caliente liberación.
El cuerpo de Beck tiembla visiblemente, los músculos en su cuello y hombros se tensan en éxtasis y luego lanza su cabeza hacia atrás con un largo gemido de alivio.
vida. Lo miro fascinada, por primera vez entendiendo cuán deslumbrante es esta experiencia para mí. Quiero congelar este momento, la forma en que luce ahora mismo, y mantenerlo en mi memoria eterna.
Beck abre sus ojos, me mira directamente y deja salir un resoplido. Luego, sus ojos se entornan mientras sus dientes muerden su labio inferior. Determinación, lujuria y decisión en tales medidas infinitas arden a través de mí directamente.
—Es tu turno ahora —dice y rápidamente se sale de mí. Gatea hacia atrás, extiende mis piernas y se desploma en el colchón. En un fluido movimiento, su rostro cae y su boca se aferra a mi coño. Su lengua presiona contra mi clítoris y me lame bruscamente.
Mis manos golpean los lados de su cabeza sorprendida con placer, y mientras siento su semen filtrarse fuera de mí, Beck procede a llevarme a un orgasmo tremendamente rápido y poderoso que me tiene gritando su nombre.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
hola, gracias por subir los cap. poco a poco sale deja sus miedos espero q siga asi
FernandaGnzlz- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 28/06/2018
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 18
Beck
Oh, hombre... ¿ella podría ser más adorable en este momento?
¿Y sexy?
Sí, Sela con sus manos enterradas profundamente en el culo de un pavo me excita por completo. No tiene idea de lo que está haciendo, pero está dedicada a la misión. Tiene las cejas fruncidas mientras se inclina hacia un costado del asador y mira su teléfono en el mostrador, revisando las instrucciones por quinta vez. Su lengua sobresale desde un lado de su boca mientras contempla las instrucciones frente a sus acciones.
Su mirada va del teléfono al pavo y de vuelta al teléfono. Ella sigue empujando el relleno en la cavidad con movimientos precisos.
Su dedicación al trabajo me recuerda la noche pasada y las cosas sucias que hicimos.
Completamente sucias.
Aunque follar a Sela sin barreras ahora se ha convertido posiblemente en mi cosa favorita en el mundo, mi foco de atención estuvo en ella anoche mientras nos metíamos en la cama. Había sido un largo día y estábamos cansados. Habíamos limpiado el condominio y fuimos de compras para nuestra comida del Día de Acción de Gracias. Sela pasó la mayor parte de la tarde planeando todo, preparando instrucciones y colocando ingredientes en pequeños grupos por toda la cocina. Ella insistió en hacer los pasteles anoche mientras yo veía la televisión, y finalmente tuve que sacarla de la cocina cuando sugirió tal vez pelar las papas antes de acostarse. Había esperado lo suficiente por ella y estaba excitado como el infierno.
Además... había comprado algunos juguetes y quería experimentar.
Llevé a Sela a nuestra habitación y le dije que se desnudara. Lo hizo sin preguntar y se arrastró hasta la cama mientras yo entraba al baño y sacaba mi bolsa de regalos de debajo del lavabo. Sin ceremonias, los arrojé sobre el colchón a su lado y le dije que escogiera.
Ella los miró sospechosamente, corriendo su dedo por el consolador de veinticinco centímetros, el vibrador de mariposa, la botella de lubricante y finalmente el pequeño tapón para el trasero, en el que pensé debería iniciarla en algún momento. Sus ojos se deslizaron hacia los míos mientras su mano descansaba sobre el vibrador.
—¿Esa es tu elección? —pregunté con voz ronca.
Ella asintió y lo recogió, entregándomelo.
Negué con la cabeza y me alejé de la cama.
—Úsalo.
—¿Para hacer qué? —preguntó inocentemente, y eso me hizo desear saltar sobre ella y besarla con alegre abandono ya que todavía podría ser tan ingenua conmigo.
—Para hacerte venir —dije mientras me sentaba en un sillón en la esquina de la habitación. Mi pene ya estaba duro y lo froté a través del material de mis cargos de color caqui.
Sela tomó una bocanada de aire y lo dejó salir lentamente.
—¿Mientras observas?
—Oh, sí —le dije con una sonrisa maliciosa—. Voy a estar observando.
Y que espectáculo me dio. Solo hubo una ligera vacilación mientras giraba la base del vibrador y dejaba que zumbara en su mano. Era de color rosa brillante con un apéndice delgado de ocho centímetros, una cabeza acampanada y una mariposa de goma suave en la base.
Sus ojos se alzaron hacia los míos y me dio una sonrisa dispuesta. Luego colocó esa cosa perversa entre sus piernas, su lengua sobresalía del lado de su boca en concentración, exactamente de la forma como está ahora mientras llena el pavo. Sela se trabajó lentamente, haciendo pequeños gemidos y movimientos circulares con sus caderas. Introdujo el vibrador profundamente en su coño, presionó a la mariposa contra su clítoris y maulló como un gatito hambriento. Aunque me juré que solo miraría, no pasaron ni treinta segundos antes de que sacara mi polla y comenzara a trabajarla, y eso infló mi ego ya que puedo hacerla venir más rápido. Pero fue hermoso y sublime, y para el momento en que había alcanzado su clímax, estaba estrangulando la base de mi polla para no venirme en mi mano.
Me levanté de la silla, con la intención de caminar hacia la cama, bajando mis pantalones hasta más allá de mis caderas, para poder follarla rápido. Pero ella levantó su mano y me detuvo. Agarrando el lubricante, que era de sabor a fresa, hizo un gesto hacia la cama y dijo—: Acuéstate.
Así que lo hice.
Ella arrojó sobre mí un líquido de olor dulce que cubrió mi polla, corrió sobre mis bolas en cálidas corrientes, y goteó por la raja de mi culo. Gradualmente se hizo más caliente mientras ella acariciaba mi polla por un tiempo, y luego me chupó profundamente en su boca. Con mis ojos cerrados y mis dedos agarrados a la colcha como si mi vida dependiera de ello, Sela me trabajó con su boca y gimió su propia aprobación de la experiencia.
Y luego se puso sucia conmigo.
Con mi polla acariciando sus amígdalas y su mano torciéndome en la base, Sela colocó su otra mano entre mis piernas, y con rápida precisión presionó un dedo en mi trasero. Mis ojos se abrieron y mis caderas volaron fuera de la cama, haciendo que su dedo se hundiera más profundo.
Levanté la cabeza y prácticamente la fulminé con la mirada, nunca había tenido una mujer que tuviese la proclividad sexual para hacerme eso. No me sentí violado, pero me sentí invadido.
Ella sacó mi polla de su boca, me sonrió astutamente y curvó su dedo dentro de mi cuerpo. Ella presionó y acarició algo que hizo que fuego se disparara a través de mis bolas, y grité su nombre en un loco y estrangulado grito de necesidad.
Sela se rio con esa voz sexy y ahumada y retiró su dedo.
Lo empujó hacia adentro.
Curvó ese dedo y presionó nuevamente.
Mi polla saltó en su mano, y un orgasmo comenzó a burbujear.
—¿Qué diablos? —pregunté en asombro—. ¿Dónde aprendiste a hacer eso, chica sucia?
—Leí sobre ello en un libro —dijo traviesamente, su dedo aun moviéndose dentro de mí—. Se supone que debe hacerte venir muy duro. ¿Quieres que me detenga?
—Joder, no —gemí en abandono, y luego le dije—: Pero pon tu boca de nuevo en mí.
Entonces lo hizo. Me chupó profundamente, follando mi trasero con su dedo, y en aproximadamente treinta segundos, me vine tan fuerte como nunca en mi vida. En serio, casi me desmayé, e incluso cuando todavía estaba chorreando en su boca, me pregunté cuándo me lo volvería a hacer.
Parecía que mi Sela se estaba volviendo más valiente y aventurera, y me di cuenta de que no tendríamos límites que no pudieran cruzarse.
Sela continúa rellenando el pavo y bajé mi mano para ajustar mi dura polla al costado de mi cremallera, mis bolas hormigueando debido al recuerdo de la noche anterior. Trato de olvidar eso porque sé que está estresada, no solo por tener la comida lista, sino porque Caroline y Ally vienen de visita. Deberían estar aquí en unas horas y Sela ha estado inquieta de puro nerviosismo.
—¿Necesitas ayuda? —pregunto mientras camino detrás de ella. La tomo por las caderas, me inclino y beso la parte posterior de la cabeza.
—No —dice, con la voz tensa—. Solo necesito poner esto en el horno y... ¡mierda!
—¿Qué? —pregunto, alejándome mientras saca sus manos del pavo relleno.
—Me olvidé de precalentar el horno —murmura con un suspiro derrotado, sosteniendo sus manos hacia arriba y lejos, cubiertas con mantequilla y relleno pegajoso.
—Relájate, nena —digo mientras me dirijo a la unidad de doble horno incorporada junto a la estufa de gas—. ¿En qué temperatura necesita estar?
Sela se inclina, revisa las instrucciones de su teléfono y dice—: Ciento setenta.
Giro la perilla, escucho el chasquido del gas, y luego el zumbido sutil cuando atrapa una llama. Luego configuro la temperatura.
Cuando vuelvo a Sela, ella me mira con total preocupación en esa hermosa cara. Le sonrío mientras pongo mis manos de vuelta a sus caderas.
—Relájate. Todo va a estar bien. ¿En qué otra cosa necesitas ayuda?
Se aparta de mí, apoya las manos en las asas del asador y baja la cabeza. Con un profundo suspiro susurra—: No quiero arruinar nada.
Mis brazos rodean su cintura y le abrazo por su espalda. Apoyando mi barbilla en su hombro, le aseguro—: No vas a arruinar nada. Y si lo haces, lo encontrarán absolutamente encantador y luego iremos a cenar a alguna parte.
—Beck —gruñe en frustración e intenta salirse de mi agarre—. Esto es serio. Quiero agradarle a tu hermana.
La aprieto más fuerte.
—Sela... cariño... a mi hermana no le vas a agradar por la exquisitez de tu pavo. Te va a juzgar únicamente por el ancho de mi sonrisa, y créeme, tu pavo no me hace sonreír tan ampliamente. Saca las cosas y relájate.
Ella suspira de nuevo y sus hombros se hunden.
—¿Sabes lo que necesitas? —pregunto en voz baja.
—¿Qué?
—Necesitas un orgasmo. Eso te relajará.
—Realmente no necesito eso —dice ella, e intenta alejarse de mí, pero no tiene adónde ir. La barra evita su huida—. No tengo tiempo para eso.
—Tienes al menos diez minutos antes de que el horno se caliente lo suficiente —discuto mientras mis manos caen al botón de sus pantalones. Lo saco y tiro su cremallera hacia abajo—. Suficiente tiempo.
—Beck —regaña débilmente, pero luego mi mano se sumerge en sus bragas y mis dedos presionan contra su clítoris. Ella suspira y murmura mi nombre nuevamente, esta vez con placer.
—Solo agárrate a ese pavo, nena. Te haré sentir mejor en poco tiempo.
¿Y sexy?
Sí, Sela con sus manos enterradas profundamente en el culo de un pavo me excita por completo. No tiene idea de lo que está haciendo, pero está dedicada a la misión. Tiene las cejas fruncidas mientras se inclina hacia un costado del asador y mira su teléfono en el mostrador, revisando las instrucciones por quinta vez. Su lengua sobresale desde un lado de su boca mientras contempla las instrucciones frente a sus acciones.
Su mirada va del teléfono al pavo y de vuelta al teléfono. Ella sigue empujando el relleno en la cavidad con movimientos precisos.
Su dedicación al trabajo me recuerda la noche pasada y las cosas sucias que hicimos.
Completamente sucias.
Aunque follar a Sela sin barreras ahora se ha convertido posiblemente en mi cosa favorita en el mundo, mi foco de atención estuvo en ella anoche mientras nos metíamos en la cama. Había sido un largo día y estábamos cansados. Habíamos limpiado el condominio y fuimos de compras para nuestra comida del Día de Acción de Gracias. Sela pasó la mayor parte de la tarde planeando todo, preparando instrucciones y colocando ingredientes en pequeños grupos por toda la cocina. Ella insistió en hacer los pasteles anoche mientras yo veía la televisión, y finalmente tuve que sacarla de la cocina cuando sugirió tal vez pelar las papas antes de acostarse. Había esperado lo suficiente por ella y estaba excitado como el infierno.
Además... había comprado algunos juguetes y quería experimentar.
Llevé a Sela a nuestra habitación y le dije que se desnudara. Lo hizo sin preguntar y se arrastró hasta la cama mientras yo entraba al baño y sacaba mi bolsa de regalos de debajo del lavabo. Sin ceremonias, los arrojé sobre el colchón a su lado y le dije que escogiera.
Ella los miró sospechosamente, corriendo su dedo por el consolador de veinticinco centímetros, el vibrador de mariposa, la botella de lubricante y finalmente el pequeño tapón para el trasero, en el que pensé debería iniciarla en algún momento. Sus ojos se deslizaron hacia los míos mientras su mano descansaba sobre el vibrador.
—¿Esa es tu elección? —pregunté con voz ronca.
Ella asintió y lo recogió, entregándomelo.
Negué con la cabeza y me alejé de la cama.
—Úsalo.
—¿Para hacer qué? —preguntó inocentemente, y eso me hizo desear saltar sobre ella y besarla con alegre abandono ya que todavía podría ser tan ingenua conmigo.
—Para hacerte venir —dije mientras me sentaba en un sillón en la esquina de la habitación. Mi pene ya estaba duro y lo froté a través del material de mis cargos de color caqui.
Sela tomó una bocanada de aire y lo dejó salir lentamente.
—¿Mientras observas?
—Oh, sí —le dije con una sonrisa maliciosa—. Voy a estar observando.
Y que espectáculo me dio. Solo hubo una ligera vacilación mientras giraba la base del vibrador y dejaba que zumbara en su mano. Era de color rosa brillante con un apéndice delgado de ocho centímetros, una cabeza acampanada y una mariposa de goma suave en la base.
Sus ojos se alzaron hacia los míos y me dio una sonrisa dispuesta. Luego colocó esa cosa perversa entre sus piernas, su lengua sobresalía del lado de su boca en concentración, exactamente de la forma como está ahora mientras llena el pavo. Sela se trabajó lentamente, haciendo pequeños gemidos y movimientos circulares con sus caderas. Introdujo el vibrador profundamente en su coño, presionó a la mariposa contra su clítoris y maulló como un gatito hambriento. Aunque me juré que solo miraría, no pasaron ni treinta segundos antes de que sacara mi polla y comenzara a trabajarla, y eso infló mi ego ya que puedo hacerla venir más rápido. Pero fue hermoso y sublime, y para el momento en que había alcanzado su clímax, estaba estrangulando la base de mi polla para no venirme en mi mano.
Me levanté de la silla, con la intención de caminar hacia la cama, bajando mis pantalones hasta más allá de mis caderas, para poder follarla rápido. Pero ella levantó su mano y me detuvo. Agarrando el lubricante, que era de sabor a fresa, hizo un gesto hacia la cama y dijo—: Acuéstate.
Así que lo hice.
Ella arrojó sobre mí un líquido de olor dulce que cubrió mi polla, corrió sobre mis bolas en cálidas corrientes, y goteó por la raja de mi culo. Gradualmente se hizo más caliente mientras ella acariciaba mi polla por un tiempo, y luego me chupó profundamente en su boca. Con mis ojos cerrados y mis dedos agarrados a la colcha como si mi vida dependiera de ello, Sela me trabajó con su boca y gimió su propia aprobación de la experiencia.
Y luego se puso sucia conmigo.
Con mi polla acariciando sus amígdalas y su mano torciéndome en la base, Sela colocó su otra mano entre mis piernas, y con rápida precisión presionó un dedo en mi trasero. Mis ojos se abrieron y mis caderas volaron fuera de la cama, haciendo que su dedo se hundiera más profundo.
Levanté la cabeza y prácticamente la fulminé con la mirada, nunca había tenido una mujer que tuviese la proclividad sexual para hacerme eso. No me sentí violado, pero me sentí invadido.
Ella sacó mi polla de su boca, me sonrió astutamente y curvó su dedo dentro de mi cuerpo. Ella presionó y acarició algo que hizo que fuego se disparara a través de mis bolas, y grité su nombre en un loco y estrangulado grito de necesidad.
Sela se rio con esa voz sexy y ahumada y retiró su dedo.
Lo empujó hacia adentro.
Curvó ese dedo y presionó nuevamente.
Mi polla saltó en su mano, y un orgasmo comenzó a burbujear.
—¿Qué diablos? —pregunté en asombro—. ¿Dónde aprendiste a hacer eso, chica sucia?
—Leí sobre ello en un libro —dijo traviesamente, su dedo aun moviéndose dentro de mí—. Se supone que debe hacerte venir muy duro. ¿Quieres que me detenga?
—Joder, no —gemí en abandono, y luego le dije—: Pero pon tu boca de nuevo en mí.
Entonces lo hizo. Me chupó profundamente, follando mi trasero con su dedo, y en aproximadamente treinta segundos, me vine tan fuerte como nunca en mi vida. En serio, casi me desmayé, e incluso cuando todavía estaba chorreando en su boca, me pregunté cuándo me lo volvería a hacer.
Parecía que mi Sela se estaba volviendo más valiente y aventurera, y me di cuenta de que no tendríamos límites que no pudieran cruzarse.
Sela continúa rellenando el pavo y bajé mi mano para ajustar mi dura polla al costado de mi cremallera, mis bolas hormigueando debido al recuerdo de la noche anterior. Trato de olvidar eso porque sé que está estresada, no solo por tener la comida lista, sino porque Caroline y Ally vienen de visita. Deberían estar aquí en unas horas y Sela ha estado inquieta de puro nerviosismo.
—¿Necesitas ayuda? —pregunto mientras camino detrás de ella. La tomo por las caderas, me inclino y beso la parte posterior de la cabeza.
—No —dice, con la voz tensa—. Solo necesito poner esto en el horno y... ¡mierda!
—¿Qué? —pregunto, alejándome mientras saca sus manos del pavo relleno.
—Me olvidé de precalentar el horno —murmura con un suspiro derrotado, sosteniendo sus manos hacia arriba y lejos, cubiertas con mantequilla y relleno pegajoso.
—Relájate, nena —digo mientras me dirijo a la unidad de doble horno incorporada junto a la estufa de gas—. ¿En qué temperatura necesita estar?
Sela se inclina, revisa las instrucciones de su teléfono y dice—: Ciento setenta.
Giro la perilla, escucho el chasquido del gas, y luego el zumbido sutil cuando atrapa una llama. Luego configuro la temperatura.
Cuando vuelvo a Sela, ella me mira con total preocupación en esa hermosa cara. Le sonrío mientras pongo mis manos de vuelta a sus caderas.
—Relájate. Todo va a estar bien. ¿En qué otra cosa necesitas ayuda?
Se aparta de mí, apoya las manos en las asas del asador y baja la cabeza. Con un profundo suspiro susurra—: No quiero arruinar nada.
Mis brazos rodean su cintura y le abrazo por su espalda. Apoyando mi barbilla en su hombro, le aseguro—: No vas a arruinar nada. Y si lo haces, lo encontrarán absolutamente encantador y luego iremos a cenar a alguna parte.
—Beck —gruñe en frustración e intenta salirse de mi agarre—. Esto es serio. Quiero agradarle a tu hermana.
La aprieto más fuerte.
—Sela... cariño... a mi hermana no le vas a agradar por la exquisitez de tu pavo. Te va a juzgar únicamente por el ancho de mi sonrisa, y créeme, tu pavo no me hace sonreír tan ampliamente. Saca las cosas y relájate.
Ella suspira de nuevo y sus hombros se hunden.
—¿Sabes lo que necesitas? —pregunto en voz baja.
—¿Qué?
—Necesitas un orgasmo. Eso te relajará.
—Realmente no necesito eso —dice ella, e intenta alejarse de mí, pero no tiene adónde ir. La barra evita su huida—. No tengo tiempo para eso.
—Tienes al menos diez minutos antes de que el horno se caliente lo suficiente —discuto mientras mis manos caen al botón de sus pantalones. Lo saco y tiro su cremallera hacia abajo—. Suficiente tiempo.
—Beck —regaña débilmente, pero luego mi mano se sumerge en sus bragas y mis dedos presionan contra su clítoris. Ella suspira y murmura mi nombre nuevamente, esta vez con placer.
—Solo agárrate a ese pavo, nena. Te haré sentir mejor en poco tiempo.
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Suena el timbre y Sela cierra el horno. Acaba de sacar el pavo y tengo que decir... luce jodidamente fantástico. Huele aún mejor. Tiene la cara ligeramente sonrojada y sus ojos brillan con una combinación de excitación y nervios. Desliza sus manos por la falda de lana gris oscura que se puso. La combinó con medias negras, un jersey de cuello alto negro y un par de mocasines negros brillantes. Su cabello está atado en la parte posterior de su cuello en una elegante cola de caballo y luce como una joven colegiala. Es realmente caliente, de verdad.
—¿Cómo me veo? —pregunta sin aliento.
Mis ojos se deslizan hacia abajo y luego hacia arriba otra vez.
—Lo más hermoso que he visto.
Sus mejillas se enrojecen y sus ojos bajan tímidamente mientras sus labios se inclinan hacia arriba. Aún más jodidamente hermosa.
Antes de poder avergonzarla más, doy vuelta y entro al vestíbulo. Desbloqueo la puerta y la abro.
Una diminuta y energética figura de cabello rubio y ojos marrones golpea mis piernas, apretándome con los brazos.
—Tío Beck.
Extiendo la mano, tomo a Ally y le doy un rápido abrazo antes de ponerla sobre mi cadera. Caroline cruza el umbral y saco mi brazo libre. Ella da un fuerte abrazo, sus brazos rodean mi cintura.
—Hola, hermana —digo mientras le doy un beso en el cabello, del mismo color que el mío. Se detiene y me sonríe con ojos azules que también combinan con los míos.
—Oh, te ves genial. Un espectáculo para nuestros ojos doloridos —dice, dándome palmaditas en la parte baja de la espalda. Su mirada se desliza hacia más allá de mi hombro y su sonrisa se vuelve más brillante. Se aleja y pasa a mi lado. Me vuelvo para seguirla y observarla mientras se acerca a Sela, que está parada allí con las manos apretadas por el nerviosismo.
—Y tú debes ser Sela —dice Caroline maravillada. Ella avanza, y Sela extiende su mano vacilante. Caroline lo ignora y envuelve a Sela en un abrazo—. Dios mío... Beck me envió una foto tuya, pero no te hizo justicia.
Pongo los ojos en blanco y apoyo a Ally en mi cadera un poco más arriba.
—Está bien, suficiente, Caroline. Estás arruinando mi credibilidad.
Caroline me ignora y dirige a Sela hacia la cocina.
—El pavo huele maravilloso. Déjame ayudarte a terminar. Beck puede entretener a Ally y podemos hablar. Tienes vino, ¿verdad?
—Umm, sí... lo tenemos —dice Sela con una sonrisa de regreso, y se van, dejándome atrás.
Las escucho murmurar con voz emocionada, Caroline fuera de sí misma que su hermano mayor tiene una novia, y Sela claramente aliviada de finalmente entender lo que le he estado diciendo. Que mi hermana es genial como el infierno.
Estirando la cabeza, miro a Ally.
—¿Quieres ver televisión?
Ella levanta una adorable ceja de cuatro años que salió directamente de su madre.
—¿Dora la exploradora?
—Estaba pensando en el fútbol —respondo.
—Dora —dice con firmeza.
Suspiro y le hago cosquillas en las costillas. Ella se ríe y me abraza el cuello.
—Bien, pequeño monstruo. Dora entonces.
Llevo a Ally a la sala, echando un vistazo a la cocina. Sela está descorchando una botella de vino, y Caroline está sacando copas de un armario. El olor a pavo hace retumbar mi estómago, y el saber que me estoy preparando para unas vacaciones familiares únicas hace que el calor se extienda por mi pecho. Es una sensación malditamente fantástica a la que definitivamente podría acostumbrarme.
—¿Cómo me veo? —pregunta sin aliento.
Mis ojos se deslizan hacia abajo y luego hacia arriba otra vez.
—Lo más hermoso que he visto.
Sus mejillas se enrojecen y sus ojos bajan tímidamente mientras sus labios se inclinan hacia arriba. Aún más jodidamente hermosa.
Antes de poder avergonzarla más, doy vuelta y entro al vestíbulo. Desbloqueo la puerta y la abro.
Una diminuta y energética figura de cabello rubio y ojos marrones golpea mis piernas, apretándome con los brazos.
—Tío Beck.
Extiendo la mano, tomo a Ally y le doy un rápido abrazo antes de ponerla sobre mi cadera. Caroline cruza el umbral y saco mi brazo libre. Ella da un fuerte abrazo, sus brazos rodean mi cintura.
—Hola, hermana —digo mientras le doy un beso en el cabello, del mismo color que el mío. Se detiene y me sonríe con ojos azules que también combinan con los míos.
—Oh, te ves genial. Un espectáculo para nuestros ojos doloridos —dice, dándome palmaditas en la parte baja de la espalda. Su mirada se desliza hacia más allá de mi hombro y su sonrisa se vuelve más brillante. Se aleja y pasa a mi lado. Me vuelvo para seguirla y observarla mientras se acerca a Sela, que está parada allí con las manos apretadas por el nerviosismo.
—Y tú debes ser Sela —dice Caroline maravillada. Ella avanza, y Sela extiende su mano vacilante. Caroline lo ignora y envuelve a Sela en un abrazo—. Dios mío... Beck me envió una foto tuya, pero no te hizo justicia.
Pongo los ojos en blanco y apoyo a Ally en mi cadera un poco más arriba.
—Está bien, suficiente, Caroline. Estás arruinando mi credibilidad.
Caroline me ignora y dirige a Sela hacia la cocina.
—El pavo huele maravilloso. Déjame ayudarte a terminar. Beck puede entretener a Ally y podemos hablar. Tienes vino, ¿verdad?
—Umm, sí... lo tenemos —dice Sela con una sonrisa de regreso, y se van, dejándome atrás.
Las escucho murmurar con voz emocionada, Caroline fuera de sí misma que su hermano mayor tiene una novia, y Sela claramente aliviada de finalmente entender lo que le he estado diciendo. Que mi hermana es genial como el infierno.
Estirando la cabeza, miro a Ally.
—¿Quieres ver televisión?
Ella levanta una adorable ceja de cuatro años que salió directamente de su madre.
—¿Dora la exploradora?
—Estaba pensando en el fútbol —respondo.
—Dora —dice con firmeza.
Suspiro y le hago cosquillas en las costillas. Ella se ríe y me abraza el cuello.
—Bien, pequeño monstruo. Dora entonces.
Llevo a Ally a la sala, echando un vistazo a la cocina. Sela está descorchando una botella de vino, y Caroline está sacando copas de un armario. El olor a pavo hace retumbar mi estómago, y el saber que me estoy preparando para unas vacaciones familiares únicas hace que el calor se extienda por mi pecho. Es una sensación malditamente fantástica a la que definitivamente podría acostumbrarme.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Cada vez Sela se va adaptando más a Beck.
Gracias por los cap
Gracias por los cap
Leshka- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 02/05/2019
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 19
Sale
—¿Estás segura de que no quieres venir con nosotros? —pregunta Beck mientras se quita una sudadera por encima de su cabeza. Miro como su cabeza sale, despeinando su cabello. Saca sus brazos, y tira del fondo de su sudadera. Tan simple y sexy. Corre sus dedos a través de su greña, tal vez despeinándolo más y haciéndolo más sexy, y tengo que evitar lanzarme a él.
Parece que siempre quiero hacer eso.
—No, me voy a quedar aquí y darte tiempo de calidad con Caroline y Ally —digo firmemente—. Ellas se van mañana y quiero que tengan un tiempo a solas.
Beck se acerca a mí, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, y tira de mí hacia su cuerpo. Levanto mi cabeza, oh, tan natural para aceptar sus labios, y él se inclina. Un suave beso y una sonrisa. —Sabes que el tiempo será más de calidad si vienes con nosotros.
—Buen intento, señor North —digo mientras me separo de su abrazo antes de ser tentada—. Pero yo lo digo y tú vas a ir. Y no vas a convencerme de lo contrario.
Realmente quiero que me convenza de lo contrario, pero también pienso que él necesita este tiempo con su hermana y sobrina. Ellas solo han estado aquí veinticuatro horas, pero he visto suficiente para saber que son increíblemente cercanos como hermanos y que no logran verse lo suficiente.
Sin embargo, no estoy segura de porqué, Caroline y Ally viven en el norte en Healdsburg, solo a una distancia de cerca de una hora y media, pero por lo que puedo decir, solo se ven en las festividades. Beck me dijo anoche mientras yacíamos en la cama juntos que Caroline odia la ciudad y que Beck siempre está tan ocupado que realmente es difícil para él alejarse. Hubo un poco de tristeza y vergüenza cuando dijo—: El trabajo se entromete algunas veces.
Me acurruco más cerca, angustiada por las cosas que él se ha perdido.
Luego agregó—: Y estoy comenzando a pensar que el trabajo puede no ser lo más importante.
Eso me impulsó a besarlo.
Eso lo impulsó a rodarme sobre mi espalda mientras él se sumergía rápidamente en mí. Él se movió contra mí lentamente, manteniendo su boca sobre la mía todo el tiempo para tragar mis gritos así Caroline y Ally no podrían escucharnos.
Dios, era fantástico, la forma en que simplemente nos movimos contra él otro, apenas moviéndonos, sin embargo, lo sentía en todas partes. Tomó un tiempo hacer que el clímax llegara y luego ocurrió gracias a todo lo que jodidamente pasó. Tuvimos orgasmos simultáneos que causaron que nos estremeciéramos y jadeáramos en sorpresa.
Y estaba tan abrumada que murmuré contra su pecho. —Beck… nunca ha sido así. Jamás.
—Lo sé. —Fue todo lo que contestó.
Nos dormimos en esa posición y nos quedamos abrazados fuertemente al otro toda la noche.
—Está bien —dice Beck retirándose de mí—. Vamos hacia el edificio Ferry y miraremos alrededor por un rato. Tal vez comer algo. Si cambias de parecer, solo llámame y te diré dónde estamos.
Sigo a Beck fuera de nuestra habitación, tan extraño… pensar en esta como “nuestra” habitación, pero así es como la llama Beck, así que yo también lo hago. No estoy segura cuándo comencé a considerar esto como mi hogar. El arrendamiento de mi apartamento no se termina hasta el siguiente verano, pero Beck ha cubierto esos gastos así que no me preocupo por eso ahora.
Caroline y Aly están esperando en la sala de estar. Ellas miran a Beck expectantes.
—¿Tuviste suerte? —pregunta Caroline mientras sus ojos iban de Beck a mí.
Beck sacudió su cabeza. —Nop. Insiste en que necesitamos tiempo a solas.
Mi idea casi cambia cuando Ally se separa de su mamá y corre hacia mí. —Ven con nosotros, Sela. Mami dice que quiere verte a ti y a mi tío Beck sostenerse de las manos y liarse en público.
—Oh, Dios —dice Caroline con el rostro rojo—. Eso era un secreto, Ally.
Me rio y despeino el rubio cabello de Ally. Ella no se parece en nada a Caroline y estoy asumiendo que se parece a su padre. Cuando le pregunté a Beck sobre el hombre no existente, dijo secamente—: Él no está en la foto. Ally ni siquiera los conoce.
Por el tono de su voz, puedo decir que él no está en una buena situación así que dejé el tema.
—Está bien —dice Beck mientras se inclina hacia adelante y besa mi mejilla—. Regresaré al rato. ¿Quieres que te traigamos algo?
Mis manos van a la cintura de Beck y me encanta la forma en que sus labios permanecen contra mi piel. Sacudo mi cabeza. —Estoy bien. Diviértanse y los veré pronto.
Tan pronto como salen por la puerta saco mi teléfono del bolsillo y llamo a mi padre. Intenté llamarlo ayer pero no obtuve respuesta. No dejé mensaje y francamente olvidé de llamarlo de nuevo porque estaba divirtiéndome tanto simplemente estando con Caroline y Beck. Mucho tiempo después de que Ally fuera a la cama anoche, nos quedamos bebiendo vino, y los hermanos North me divirtieron con sus historias de mientras crecían en un mundo privilegiado que ambos parecen detestar. Mientras Beck todavía vive el estilo de vida en el que nació, que ahora es producto de su trabajo arduo. A mi entendimiento Caroline tiene el mismo fondo fiduciario que Beck, pero ella vive una modesta existencia en Healdsburg trabajando como asistente del dueño de una galería de arte. Está claro solo por escucharlos que no tienen una relación con sus padres.
Levanto el número de mi padre y lo marco. Suena dos veces antes de que Maria responda amablemente. —Hola, Sela. Feliz día de Acción de Gracias.
—Feliz Acción de Gracias —digo con cariño. Normalmente podría ser un poquito molesto que ella contestara por mi papá, pero he pasado unas cálidas y satisfactorias fiestas con Beck y su pequeña familia, que me estoy sintiendo más magnánima con ella—. ¿Papá está cerca?
—Claro que sí —dice, y escucho que el teléfono es pasado de mano.
—Hola, bebé —dice mi papá ásperamente con emoción. Si bien es posible que nos hayamos distanciado un poco después de la muerte de mi mamá, nunca olvidaré la fuerza de eso después de mi violación. Él se convirtió en mi campeón y protector después de esto, haciéndome sentir tan segura como puede sentirse una niña después de que su inocencia haya sido brutalizada.
—Hola, papá —digo suavemente mientras camino hacia la cocina. Abro la nevera y saco una botella de agua.
—¿Cómo estuvo tu Acción de Gracias? —pregunta, y escucho crujir su sillón reclinatorio y puedo imaginarlo recostándose y alzando sus pies.
—Fue genial —digo—. Cené con Beck, y su hermana y sobrina se unieron a nosotros.
—Excelente —dice con entusiasmo—. ¿Alguna oportunidad de llegar a conocer a este chico?
Hablo por teléfono con mi papá al menos una vez a la semana. Aunque no he admitido que estoy viviendo con Beck, le dije todo sobre mi nuevo novio. La primera conversación estuvo lleana de un montón “vaya” y “es maravilloso” de parte de mi papá, un hombre que piensa siempre estoy desanimada para ser capaz de abrirme a una relación.
—Un día —digo vagamente, porque eso depende a donde se dirige esto realmente. Incluso si solo fuera cuestión de que Beck y yo busquemos nuestro felices para siempre, sería una obviedad que lo llevara a conocer a mi papá lo antes posible. Pero considerando que podría estar matando al compañero de Beck en un futuro cercano, y eso podría o no conducir a mi encarcelamiento.
Mi papá comienza a platicarme sobre su Acción de Gracias, dándome detalles sobre cada platillo que tuvieron. El hijo y la nuera de Maria los acompañó, y me tuve que reír cuando papá susurró al teléfono que Maria no había logrado hacer que el pastel de calabaza fuera rival con el de mi mamá.
Camino de la cocina a la sala de estar, acurrucada intencionalmente en el sofá, cuando mis ojos involuntariamente se dirigen al vestíbulo.
A la mesa auxiliar.
A las llaves de Beck dejadas en esa mesa.
No tenía razón para llevárselas, ya que estaban caminando al edificio Ferry y yo me estaba quedando aquí.
La voz de mi padre se desvanece y me acerco a la mesa. Agarro el llavero y le doy vuelta sobre la palma de mi mano estudiándolas.
Además de la llave de su Audi, reconozco la llave del condominio. Tienen un protector de goma azul encima, igual que la mía. Hay dos llaves más en el anillo, y sé que una de ellas pertenece a su oficina cerrada. Mi cabeza gira y miro por el pasillo.
—… Solo estamos aquí comiendo lo que quedó. ¿Cómo estás hoy? —La voz de mi papá cortó mis pensamientos.
Sacudo mi cabeza y mis dedos se curvan alrededor de las llaves. —Um… vamos a pasar el rato en el edificio Ferry.
La mentira sale fácil, mi enfoque está en el pasillo. Comienzo a caminar por este.
—Suena divertido —dice él jovialmente—. Bueno. Intenta planificar un viaje a casa y trae a ese hombre tuyo. No puedo actuar como un padre sobreprotector.
Mi padre se ríe con ganas y le doy una risita, me acerco a la puerta de la oficina. —Está bien, papá. Me tengo que ir, pero te amo.
—También te amo cariño —dice—. Hablamos más tarde.
—Adiós —digo vagamente y me desconecto cuando llego a la puerta. Guardo mi teléfono en el bolsillo y sostengo las llaves frente a mí, considerando cuál puede encajar en la cerradura. No importa si me equivoco. Tengo mucho tiempo para intentarlo de nuevo.
Elijo una llave y la deslizo dentro. Con mi otra mano muevo el pomo, giro mi muñeca y siento que el seguro cede suavemente.
Mi corazón se dispara, y una corriente de adrenalina pasa dentro de mí. Comienzo a girar el pomo, pero luego la sensación de un presentimiento rasga a través de mí. Dudo por un momento… considerando mis opciones.
Esta no es óptima.
Giro la llave al lado opuesto, poniendo nuevamente el seguro, y la suelto. Mi corazón sigue golpeando pero siento un inmenso alivio por mi decisión de dar paso atrás, sabiendo que era lo correcto.
No tengo ni idea de cuando regresará Beck. Puede tomarme horas buscar en su oficina y no quiero ser interrumpida. Tiene que ser hecho en un día que él esté trabajando y no yo tenga ni una ligera oportunidad de ser atrapada.
Bajo mi mirada a mi reloj. Beck se ha ido por menos de diez minutos, esteré bien servida el correr raídamente y conseguir una copia; de esa forma puedo buscar una mejor oportunidad.
Me digo a mi misma firmemente que mi duda nada tiene que ver con mi disgusto de traicionar al hombre del cual ha llegado a importarme mucho.
Sin importar cuáles sean mis sentimientos hacia Beck, simplemente tengo que hacerlo, me aseguro. Esto es por mi propio bien, y tengo que sacrificar su confianza de esta pequeña manera, tendré que jodidamente vivir con ello.
Además, razono para mí, si puedo cortar este albatros conocido como Jonathon Townsend de alrededor de mi cuello, si realmente puedo salir libre para ser todo lo que Beck merece. Me doy una razón más, que esto será hecho para el bienestar de Beck. Esa es la única forma que puedo darme a él libremente si ninguna pared o mentiras en nuestra relación. Incluso un mejor razonamiento, si puedo terminar con la existencia de JT, estaré liberando a Beck de una relación toxica con su socio.
Guardo las llaves y rápidamente voy al dormitorio. Me pongo una chaqueta ligera y agarro mi bolso. Sé que hay una ferretería a unas pocas cuadras, en dirección contraria al edificio Ferry. Con suerte puedo ir y regresar en menos de media hora… no más de cuarenta y cinco minutos, con una copia de la llave de la oficina en mi mano.
Sí… esa es mi mejor jugada en este momento.
Parece que siempre quiero hacer eso.
—No, me voy a quedar aquí y darte tiempo de calidad con Caroline y Ally —digo firmemente—. Ellas se van mañana y quiero que tengan un tiempo a solas.
Beck se acerca a mí, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, y tira de mí hacia su cuerpo. Levanto mi cabeza, oh, tan natural para aceptar sus labios, y él se inclina. Un suave beso y una sonrisa. —Sabes que el tiempo será más de calidad si vienes con nosotros.
—Buen intento, señor North —digo mientras me separo de su abrazo antes de ser tentada—. Pero yo lo digo y tú vas a ir. Y no vas a convencerme de lo contrario.
Realmente quiero que me convenza de lo contrario, pero también pienso que él necesita este tiempo con su hermana y sobrina. Ellas solo han estado aquí veinticuatro horas, pero he visto suficiente para saber que son increíblemente cercanos como hermanos y que no logran verse lo suficiente.
Sin embargo, no estoy segura de porqué, Caroline y Ally viven en el norte en Healdsburg, solo a una distancia de cerca de una hora y media, pero por lo que puedo decir, solo se ven en las festividades. Beck me dijo anoche mientras yacíamos en la cama juntos que Caroline odia la ciudad y que Beck siempre está tan ocupado que realmente es difícil para él alejarse. Hubo un poco de tristeza y vergüenza cuando dijo—: El trabajo se entromete algunas veces.
Me acurruco más cerca, angustiada por las cosas que él se ha perdido.
Luego agregó—: Y estoy comenzando a pensar que el trabajo puede no ser lo más importante.
Eso me impulsó a besarlo.
Eso lo impulsó a rodarme sobre mi espalda mientras él se sumergía rápidamente en mí. Él se movió contra mí lentamente, manteniendo su boca sobre la mía todo el tiempo para tragar mis gritos así Caroline y Ally no podrían escucharnos.
Dios, era fantástico, la forma en que simplemente nos movimos contra él otro, apenas moviéndonos, sin embargo, lo sentía en todas partes. Tomó un tiempo hacer que el clímax llegara y luego ocurrió gracias a todo lo que jodidamente pasó. Tuvimos orgasmos simultáneos que causaron que nos estremeciéramos y jadeáramos en sorpresa.
Y estaba tan abrumada que murmuré contra su pecho. —Beck… nunca ha sido así. Jamás.
—Lo sé. —Fue todo lo que contestó.
Nos dormimos en esa posición y nos quedamos abrazados fuertemente al otro toda la noche.
—Está bien —dice Beck retirándose de mí—. Vamos hacia el edificio Ferry y miraremos alrededor por un rato. Tal vez comer algo. Si cambias de parecer, solo llámame y te diré dónde estamos.
Sigo a Beck fuera de nuestra habitación, tan extraño… pensar en esta como “nuestra” habitación, pero así es como la llama Beck, así que yo también lo hago. No estoy segura cuándo comencé a considerar esto como mi hogar. El arrendamiento de mi apartamento no se termina hasta el siguiente verano, pero Beck ha cubierto esos gastos así que no me preocupo por eso ahora.
Caroline y Aly están esperando en la sala de estar. Ellas miran a Beck expectantes.
—¿Tuviste suerte? —pregunta Caroline mientras sus ojos iban de Beck a mí.
Beck sacudió su cabeza. —Nop. Insiste en que necesitamos tiempo a solas.
Mi idea casi cambia cuando Ally se separa de su mamá y corre hacia mí. —Ven con nosotros, Sela. Mami dice que quiere verte a ti y a mi tío Beck sostenerse de las manos y liarse en público.
—Oh, Dios —dice Caroline con el rostro rojo—. Eso era un secreto, Ally.
Me rio y despeino el rubio cabello de Ally. Ella no se parece en nada a Caroline y estoy asumiendo que se parece a su padre. Cuando le pregunté a Beck sobre el hombre no existente, dijo secamente—: Él no está en la foto. Ally ni siquiera los conoce.
Por el tono de su voz, puedo decir que él no está en una buena situación así que dejé el tema.
—Está bien —dice Beck mientras se inclina hacia adelante y besa mi mejilla—. Regresaré al rato. ¿Quieres que te traigamos algo?
Mis manos van a la cintura de Beck y me encanta la forma en que sus labios permanecen contra mi piel. Sacudo mi cabeza. —Estoy bien. Diviértanse y los veré pronto.
Tan pronto como salen por la puerta saco mi teléfono del bolsillo y llamo a mi padre. Intenté llamarlo ayer pero no obtuve respuesta. No dejé mensaje y francamente olvidé de llamarlo de nuevo porque estaba divirtiéndome tanto simplemente estando con Caroline y Beck. Mucho tiempo después de que Ally fuera a la cama anoche, nos quedamos bebiendo vino, y los hermanos North me divirtieron con sus historias de mientras crecían en un mundo privilegiado que ambos parecen detestar. Mientras Beck todavía vive el estilo de vida en el que nació, que ahora es producto de su trabajo arduo. A mi entendimiento Caroline tiene el mismo fondo fiduciario que Beck, pero ella vive una modesta existencia en Healdsburg trabajando como asistente del dueño de una galería de arte. Está claro solo por escucharlos que no tienen una relación con sus padres.
Levanto el número de mi padre y lo marco. Suena dos veces antes de que Maria responda amablemente. —Hola, Sela. Feliz día de Acción de Gracias.
—Feliz Acción de Gracias —digo con cariño. Normalmente podría ser un poquito molesto que ella contestara por mi papá, pero he pasado unas cálidas y satisfactorias fiestas con Beck y su pequeña familia, que me estoy sintiendo más magnánima con ella—. ¿Papá está cerca?
—Claro que sí —dice, y escucho que el teléfono es pasado de mano.
—Hola, bebé —dice mi papá ásperamente con emoción. Si bien es posible que nos hayamos distanciado un poco después de la muerte de mi mamá, nunca olvidaré la fuerza de eso después de mi violación. Él se convirtió en mi campeón y protector después de esto, haciéndome sentir tan segura como puede sentirse una niña después de que su inocencia haya sido brutalizada.
—Hola, papá —digo suavemente mientras camino hacia la cocina. Abro la nevera y saco una botella de agua.
—¿Cómo estuvo tu Acción de Gracias? —pregunta, y escucho crujir su sillón reclinatorio y puedo imaginarlo recostándose y alzando sus pies.
—Fue genial —digo—. Cené con Beck, y su hermana y sobrina se unieron a nosotros.
—Excelente —dice con entusiasmo—. ¿Alguna oportunidad de llegar a conocer a este chico?
Hablo por teléfono con mi papá al menos una vez a la semana. Aunque no he admitido que estoy viviendo con Beck, le dije todo sobre mi nuevo novio. La primera conversación estuvo lleana de un montón “vaya” y “es maravilloso” de parte de mi papá, un hombre que piensa siempre estoy desanimada para ser capaz de abrirme a una relación.
—Un día —digo vagamente, porque eso depende a donde se dirige esto realmente. Incluso si solo fuera cuestión de que Beck y yo busquemos nuestro felices para siempre, sería una obviedad que lo llevara a conocer a mi papá lo antes posible. Pero considerando que podría estar matando al compañero de Beck en un futuro cercano, y eso podría o no conducir a mi encarcelamiento.
Mi papá comienza a platicarme sobre su Acción de Gracias, dándome detalles sobre cada platillo que tuvieron. El hijo y la nuera de Maria los acompañó, y me tuve que reír cuando papá susurró al teléfono que Maria no había logrado hacer que el pastel de calabaza fuera rival con el de mi mamá.
Camino de la cocina a la sala de estar, acurrucada intencionalmente en el sofá, cuando mis ojos involuntariamente se dirigen al vestíbulo.
A la mesa auxiliar.
A las llaves de Beck dejadas en esa mesa.
No tenía razón para llevárselas, ya que estaban caminando al edificio Ferry y yo me estaba quedando aquí.
La voz de mi padre se desvanece y me acerco a la mesa. Agarro el llavero y le doy vuelta sobre la palma de mi mano estudiándolas.
Además de la llave de su Audi, reconozco la llave del condominio. Tienen un protector de goma azul encima, igual que la mía. Hay dos llaves más en el anillo, y sé que una de ellas pertenece a su oficina cerrada. Mi cabeza gira y miro por el pasillo.
—… Solo estamos aquí comiendo lo que quedó. ¿Cómo estás hoy? —La voz de mi papá cortó mis pensamientos.
Sacudo mi cabeza y mis dedos se curvan alrededor de las llaves. —Um… vamos a pasar el rato en el edificio Ferry.
La mentira sale fácil, mi enfoque está en el pasillo. Comienzo a caminar por este.
—Suena divertido —dice él jovialmente—. Bueno. Intenta planificar un viaje a casa y trae a ese hombre tuyo. No puedo actuar como un padre sobreprotector.
Mi padre se ríe con ganas y le doy una risita, me acerco a la puerta de la oficina. —Está bien, papá. Me tengo que ir, pero te amo.
—También te amo cariño —dice—. Hablamos más tarde.
—Adiós —digo vagamente y me desconecto cuando llego a la puerta. Guardo mi teléfono en el bolsillo y sostengo las llaves frente a mí, considerando cuál puede encajar en la cerradura. No importa si me equivoco. Tengo mucho tiempo para intentarlo de nuevo.
Elijo una llave y la deslizo dentro. Con mi otra mano muevo el pomo, giro mi muñeca y siento que el seguro cede suavemente.
Mi corazón se dispara, y una corriente de adrenalina pasa dentro de mí. Comienzo a girar el pomo, pero luego la sensación de un presentimiento rasga a través de mí. Dudo por un momento… considerando mis opciones.
Esta no es óptima.
Giro la llave al lado opuesto, poniendo nuevamente el seguro, y la suelto. Mi corazón sigue golpeando pero siento un inmenso alivio por mi decisión de dar paso atrás, sabiendo que era lo correcto.
No tengo ni idea de cuando regresará Beck. Puede tomarme horas buscar en su oficina y no quiero ser interrumpida. Tiene que ser hecho en un día que él esté trabajando y no yo tenga ni una ligera oportunidad de ser atrapada.
Bajo mi mirada a mi reloj. Beck se ha ido por menos de diez minutos, esteré bien servida el correr raídamente y conseguir una copia; de esa forma puedo buscar una mejor oportunidad.
Me digo a mi misma firmemente que mi duda nada tiene que ver con mi disgusto de traicionar al hombre del cual ha llegado a importarme mucho.
Sin importar cuáles sean mis sentimientos hacia Beck, simplemente tengo que hacerlo, me aseguro. Esto es por mi propio bien, y tengo que sacrificar su confianza de esta pequeña manera, tendré que jodidamente vivir con ello.
Además, razono para mí, si puedo cortar este albatros conocido como Jonathon Townsend de alrededor de mi cuello, si realmente puedo salir libre para ser todo lo que Beck merece. Me doy una razón más, que esto será hecho para el bienestar de Beck. Esa es la única forma que puedo darme a él libremente si ninguna pared o mentiras en nuestra relación. Incluso un mejor razonamiento, si puedo terminar con la existencia de JT, estaré liberando a Beck de una relación toxica con su socio.
Guardo las llaves y rápidamente voy al dormitorio. Me pongo una chaqueta ligera y agarro mi bolso. Sé que hay una ferretería a unas pocas cuadras, en dirección contraria al edificio Ferry. Con suerte puedo ir y regresar en menos de media hora… no más de cuarenta y cinco minutos, con una copia de la llave de la oficina en mi mano.
Sí… esa es mi mejor jugada en este momento.
●●●
El ascensor llega al piso, y toco la copia de la llave en mi bolsillo y sostengo el llavero de Beck airosamente en mi mano. Me siento bien por esto. Tengo un plan comenzando a funcionar.
Las puertas del ascensor se abren y me paro en el pasillo, el condómino de Beck directamente enfrente. Levanto mi cabeza y me detengo en seco.
Beck está allí con los brazos cruzados sobre su pecho. Caroline tiene a Ally en sus brazos y su rostro está rojo y brillante con lágrimas.
—¿Qué está pasando? —pregunto con cautela mientras camino hacia ellos.
—Ally comenzó a hacer una rabieta —dice Caroline con una sonrisa tímida—. Después de dos minutos de una sesión de gritos en la librería, decidimos regresar. Me imaginé que podríamos solo pasar el tiempo aquí hoy.
Mis ojos van a Beck quien me ve balanceando su llavero en mi mano. —No pudimos entrar.
—Oh —digo suavemente mientras bajo mi mirada a las llaves—. Lo siento.
—¿Dónde estabas? —pregunta Beck, y puedo decir por el tono de su voz que no puede comprender dónde habría estado con sus llaves. Esto hace entrar en pánico y mi mente se acelera tratando de encontrar una perfecta excusa, pero no me viene a la mente.
—Um —cubro por una fracción de tiempo demasiado largo, porque parece que estoy buscando una mentira, así que simplemente dejo escapar—: Tomé prestado tu coche. Decidí ir a mi apartamento y recoger algunas cosas.
Es completamente obvio cuando la mandíbula de Bck se tensa y sé que no me cree. —No llegaste muy lejos, ¿o sí?
Mis pies se mueven y rápidamente camino hacia la puerta, evitando el contacto visual con él. Puse la llave en la cerradura y abro la puerta. Caroline se desliza, manteniendo su cabeza baja. Sé que puede sentir la tensión entre nosotros.
Comienzo a seguirla pero Beck agarra mi brazo y me gira hacia él. Me mira cuestionadoramente, esperando una respuesta. Trago duro y levanto mi barbilla en muestra de confianza que no estoy sintiendo. —Llegué a la calle First en la rampa el tráfico era horrible. Decidí regresar y ver si tal vez querías acompañarme más tarde.
Sus ojos me perforan, de hecho moviéndose de atrás a adelante como si estuviera intentando ver la verdad que estoy intentando decirle. Me mira fijamente por tanto tiempo que casi dejo salir toda la verdad.
Toda.
Sobre JT y mis planes nefastos.
Pero entonces Beck me da un cortante asentimiento, deja caer su mano de mi brazo, y entra al condominio. Inhalo profundamente y los sigo.
Caroline está sentando a Ally sobre el sofá y tiene el control remoto en la mano, presumiblemente para poner lo que prefiere ver “Dora la exploradora”. Me da una sonrisa simpática y luego su cabeza se gira para seguir a Beck mientras él camina dentro del dormitorio. Le devuelvo la sonrisa y me apuro detrás de su hermano, sintiendo el destino inminente corriendo en mí.
Cuando entro en la habitación, lo encuentro mirando por la ventana hacia la ciudad, su espalda está tensa y sus brazos cruzados sobre su pecho. Cierro la puerta suavemente.
Él se gira hacia mí y pregunta—: ¿Me estás mintiendo?
Me obligo a no encogerme ante la condenación en su voz y su percepción aguda. —No, por supuesto que no.
Dios, sí. Estoy mintiendo, Beck, y lo siento tanto. Espero que puedas perdonarme esta transgresión. Juro que tengo una buena razón.
—Estás mintiendo —dice él inflexiblemente. Sus brazos caen de su pecho y da zancadas hacia mí tomando el llavero de mi mano.
—No lo estoy —digo rápidamente.
—Sela —ladra, y cierro mi boca—. Cuando no abriste la puerta, pensé que tendría una copia extra en mi coche. Bajé al garaje para buscarlas porque tengo servicio de conserjería de desbloqueo desde el Audi. Mi coche eraba ahí. No había llave extra, pero mi jodido auto estaba ahí. Y sé que seguimos intentando conocernos y tú probablemente no lo has conseguido, pero no tengo paciencia para aguantar mentirosos en mi vida. Me niego a hacerlo. Entonces, ¿en dónde estabas y por qué demonios estás mintiendo?
Me encojo ante la ira en su voz. Prácticamente me encojo ante el dolor en sus ojos.
—Fui a caminar —susurro, la necesidad de autopreservación haciendo que la mentira salga fácilmente de mi boca—. Tus llaves solo estaban ahí y era más fácil tomarlas que regresar al dormitorio a buscar las mías.
—¿Entonces porque me mentiste? —dice firmemente—. ¿Por qué me dices que tomaste el coche para ir a tu apartamento, lo cual no me importa si usas mi coche? Solo me importa que me mintieras.
—No sé —dejo salir, aterrada de que pudiera estar perdiendo algo importante en este mismo momento. Me olvido de la historia perfecta y derramo las emociones basadas en la verdad. Espero que las medias verdades formen una verdad completa que no puedo decirle—. Fui a dar un paseo. Me he sentido abrumada con todo lo que está pasando contigo y conmigo. Parece demasiado bueno para ser verdad y nunca he tenido esto antes, y tengo miedo, Beck. Temo que se derrumbará sobre mí y no puedo decírtelo porque no quiero ser insegura de mí misma. Te gusta mi confianza, ¿verdad? Así que no quiero que veas nada más que eso. Y cuando salí del ascensor y te vi justo ahí, y te veías tan enojado… solamente mentí. No estaba pensando. Pero lo juro… eso es todo lo que estaba haciendo. Salí a caminar.
Beck se gira alejándose de mí frustrado, pasa su mano sobre su cabello. Él entonces se voltea y me mira con tristeza. —¿Por qué te sentirías insegura sobre mí? ¿Qué pude haber hecho yo para hacerte sentir así?
No puedo evitar el suspiro tembloroso de alivio que sale, y espero que no entienda mi alivio del hecho que haya creído mi media historia. Lo cubro caminando inmediatamente hacia él, presionando mi mejilla contra su pecho, y envolviendo mis brazos por su cintura. Lo aprieto acercándolo, el miedo llenándome cuando no responde mi abrazo.
Mi voz es pequeña y débil cuando digo—: Lo siento. Solo estoy tan asustada de joder las cosas contigo y no quiero perder esto. —Luego le digo una verdad absoluta. —Creo que eres lo mejor que me ha pasado, y cuando se te ha dado un regalo como este, la idea de perderlo puede consumirte.
Beck deja salir un gemido adolorido y sus brazos se envuelven alrededor de la parte superior de mi espalda. Me aprieta fuerte y presiona sus labios sobre la cima de mi cabeza. —Jesús, Sela. No voy a ningún lado y no hay mucho que puedas hacer para alejarme de ti. Eres perfecta así y estoy locamente feliz de estar contigo, ¿está bien?
Asiento en su pecho. Enterrándome más fuerte en él.
—Solamente no me mientas —dice con brusquedad—. Nunca me mientas, nunca hagas nada para que dude de ti, y todo es dorado. ¿Bien?
Mi corazón se hunde.
Porque tengo la completa intención de seguir mintiéndole hasta que mi tarea esté completa.
Las puertas del ascensor se abren y me paro en el pasillo, el condómino de Beck directamente enfrente. Levanto mi cabeza y me detengo en seco.
Beck está allí con los brazos cruzados sobre su pecho. Caroline tiene a Ally en sus brazos y su rostro está rojo y brillante con lágrimas.
—¿Qué está pasando? —pregunto con cautela mientras camino hacia ellos.
—Ally comenzó a hacer una rabieta —dice Caroline con una sonrisa tímida—. Después de dos minutos de una sesión de gritos en la librería, decidimos regresar. Me imaginé que podríamos solo pasar el tiempo aquí hoy.
Mis ojos van a Beck quien me ve balanceando su llavero en mi mano. —No pudimos entrar.
—Oh —digo suavemente mientras bajo mi mirada a las llaves—. Lo siento.
—¿Dónde estabas? —pregunta Beck, y puedo decir por el tono de su voz que no puede comprender dónde habría estado con sus llaves. Esto hace entrar en pánico y mi mente se acelera tratando de encontrar una perfecta excusa, pero no me viene a la mente.
—Um —cubro por una fracción de tiempo demasiado largo, porque parece que estoy buscando una mentira, así que simplemente dejo escapar—: Tomé prestado tu coche. Decidí ir a mi apartamento y recoger algunas cosas.
Es completamente obvio cuando la mandíbula de Bck se tensa y sé que no me cree. —No llegaste muy lejos, ¿o sí?
Mis pies se mueven y rápidamente camino hacia la puerta, evitando el contacto visual con él. Puse la llave en la cerradura y abro la puerta. Caroline se desliza, manteniendo su cabeza baja. Sé que puede sentir la tensión entre nosotros.
Comienzo a seguirla pero Beck agarra mi brazo y me gira hacia él. Me mira cuestionadoramente, esperando una respuesta. Trago duro y levanto mi barbilla en muestra de confianza que no estoy sintiendo. —Llegué a la calle First en la rampa el tráfico era horrible. Decidí regresar y ver si tal vez querías acompañarme más tarde.
Sus ojos me perforan, de hecho moviéndose de atrás a adelante como si estuviera intentando ver la verdad que estoy intentando decirle. Me mira fijamente por tanto tiempo que casi dejo salir toda la verdad.
Toda.
Sobre JT y mis planes nefastos.
Pero entonces Beck me da un cortante asentimiento, deja caer su mano de mi brazo, y entra al condominio. Inhalo profundamente y los sigo.
Caroline está sentando a Ally sobre el sofá y tiene el control remoto en la mano, presumiblemente para poner lo que prefiere ver “Dora la exploradora”. Me da una sonrisa simpática y luego su cabeza se gira para seguir a Beck mientras él camina dentro del dormitorio. Le devuelvo la sonrisa y me apuro detrás de su hermano, sintiendo el destino inminente corriendo en mí.
Cuando entro en la habitación, lo encuentro mirando por la ventana hacia la ciudad, su espalda está tensa y sus brazos cruzados sobre su pecho. Cierro la puerta suavemente.
Él se gira hacia mí y pregunta—: ¿Me estás mintiendo?
Me obligo a no encogerme ante la condenación en su voz y su percepción aguda. —No, por supuesto que no.
Dios, sí. Estoy mintiendo, Beck, y lo siento tanto. Espero que puedas perdonarme esta transgresión. Juro que tengo una buena razón.
—Estás mintiendo —dice él inflexiblemente. Sus brazos caen de su pecho y da zancadas hacia mí tomando el llavero de mi mano.
—No lo estoy —digo rápidamente.
—Sela —ladra, y cierro mi boca—. Cuando no abriste la puerta, pensé que tendría una copia extra en mi coche. Bajé al garaje para buscarlas porque tengo servicio de conserjería de desbloqueo desde el Audi. Mi coche eraba ahí. No había llave extra, pero mi jodido auto estaba ahí. Y sé que seguimos intentando conocernos y tú probablemente no lo has conseguido, pero no tengo paciencia para aguantar mentirosos en mi vida. Me niego a hacerlo. Entonces, ¿en dónde estabas y por qué demonios estás mintiendo?
Me encojo ante la ira en su voz. Prácticamente me encojo ante el dolor en sus ojos.
—Fui a caminar —susurro, la necesidad de autopreservación haciendo que la mentira salga fácilmente de mi boca—. Tus llaves solo estaban ahí y era más fácil tomarlas que regresar al dormitorio a buscar las mías.
—¿Entonces porque me mentiste? —dice firmemente—. ¿Por qué me dices que tomaste el coche para ir a tu apartamento, lo cual no me importa si usas mi coche? Solo me importa que me mintieras.
—No sé —dejo salir, aterrada de que pudiera estar perdiendo algo importante en este mismo momento. Me olvido de la historia perfecta y derramo las emociones basadas en la verdad. Espero que las medias verdades formen una verdad completa que no puedo decirle—. Fui a dar un paseo. Me he sentido abrumada con todo lo que está pasando contigo y conmigo. Parece demasiado bueno para ser verdad y nunca he tenido esto antes, y tengo miedo, Beck. Temo que se derrumbará sobre mí y no puedo decírtelo porque no quiero ser insegura de mí misma. Te gusta mi confianza, ¿verdad? Así que no quiero que veas nada más que eso. Y cuando salí del ascensor y te vi justo ahí, y te veías tan enojado… solamente mentí. No estaba pensando. Pero lo juro… eso es todo lo que estaba haciendo. Salí a caminar.
Beck se gira alejándose de mí frustrado, pasa su mano sobre su cabello. Él entonces se voltea y me mira con tristeza. —¿Por qué te sentirías insegura sobre mí? ¿Qué pude haber hecho yo para hacerte sentir así?
No puedo evitar el suspiro tembloroso de alivio que sale, y espero que no entienda mi alivio del hecho que haya creído mi media historia. Lo cubro caminando inmediatamente hacia él, presionando mi mejilla contra su pecho, y envolviendo mis brazos por su cintura. Lo aprieto acercándolo, el miedo llenándome cuando no responde mi abrazo.
Mi voz es pequeña y débil cuando digo—: Lo siento. Solo estoy tan asustada de joder las cosas contigo y no quiero perder esto. —Luego le digo una verdad absoluta. —Creo que eres lo mejor que me ha pasado, y cuando se te ha dado un regalo como este, la idea de perderlo puede consumirte.
Beck deja salir un gemido adolorido y sus brazos se envuelven alrededor de la parte superior de mi espalda. Me aprieta fuerte y presiona sus labios sobre la cima de mi cabeza. —Jesús, Sela. No voy a ningún lado y no hay mucho que puedas hacer para alejarme de ti. Eres perfecta así y estoy locamente feliz de estar contigo, ¿está bien?
Asiento en su pecho. Enterrándome más fuerte en él.
—Solamente no me mientas —dice con brusquedad—. Nunca me mientas, nunca hagas nada para que dude de ti, y todo es dorado. ¿Bien?
Mi corazón se hunde.
Porque tengo la completa intención de seguir mintiéndole hasta que mi tarea esté completa.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Ah, sería tan fácil si le contara, seguramente hasta le ayudaría! Me encanta la hermana y sobrina de Beck, quién será el padre de la niña?
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 20
Beck
Tres fuertes golpes en la puerta de mi oficina me hacen levantar la cabeza y parpadear mis ojos nublados. Me froto los dedos sobre ellos, feliz por el descanso de leer el código.
—Adelante —digo bruscamente, recogiendo la botella de agua mineral en mi escritorio y tomando un trago largo.
La puerta se abre y JT entra. Se ve... diferente. En lugar del traje normal hecho a la medida de tres mil dólares que usa con gemelos de diamantes, viste un par de jeans oscuros y un suéter de cachemira color burdeo. Nunca se viste casual en la oficina y me pilla desprevenido, porque a JT le gusta alardear de su dinero, y nada dice dinero como Armani.
Inmediatamente noto que sus ojos están limpios y sus pupilas son normales, y me estremezco internamente porque esta se ha convertido en mi práctica habitual cada vez que lo veo. Me lanza una sonrisa y dice:
—¿Qué pasa, hermano?
—No mucho —contesto, recostándome en mi silla—. Solo estoy revisando algunos códigos para la nueva plataforma. Es un poco problemático.
—Vi las maquetas la semana pasada —dice mientras se sienta en una de las sillas de invitados frente a mi escritorio. Apoya un tobillo en la rodilla opuesta y se relaja casualmente. Se ve casi... despreocupado.
Esto debería hacerme feliz, pero más bien me hace sospechar. Me estremezco de nuevo, porque se supone que debo darle una segunda oportunidad.
—¿Buen fin de semana de fiestas? —pregunta, sus ojos brillantes de interés.
—Um... sí. Caroline y Ally vinieron a visitarnos por unos días, y Sela y yo estuvimos de paseo por la ciudad este fin de semana. ¿Tú?
—Lo pasé en casa de mis padres en Windsor. Relajándome con ellos. En realidad, tuve tiempo de leer un libro.
Los padres de JT tienen una bodega en el valle de Sonoma. En realidad, produce, pero es más una casa de vacaciones para ellos, y solo la usan esporádicamente, prefiriendo pasar la mayor parte de su tiempo en su casa en Sausalito. La familia de JT hizo su dinero en tecnología, pero tienen los dedos en varios lugares.
Levanto una ceja a JT. —¿Fuiste allí y te relajaste? ¿Leíste un libro?
—También tomé vino y queso —dice con un guiño—. Y pavo, por supuesto.
Niego y trato de no sonreír ante su encanto. Sé que está tratando de mostrarme el nuevo JT, pero me parece extraño. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi que tengo dificultades para confiar en él.
—¿Karla te consiguió ese acuerdo el lunes pasado? —pregunta, su expresión se torna seria—. Nunca dijiste nada.
—Sí, lo tengo.
Está en mi escritorio ahora bajo llave. Karla me trajo una copia, sellada en un sobre, tan pronto como entré el lunes por la mañana después de encontrarme con JT. Hice una mueca de disgusto por lo que había leído, pero si la firma en el documento es real, entonces esa Sugar Baby claramente tenía una seria perversión sobre que quería que JT la complaciera.
No acepté el acuerdo en su cara. Busqué a la Sugar Baby en la base de datos, Melissa Fraye, y comparé su foto con la mujer que recordaba esa noche en el mezclador. Era la misma. Incluso me acerqué a la foto escaneada de su contrato de Sugar Baby con nosotros, y las firmas coincidieron.
Sin embargo, eso no alivió mi conciencia por completo. Sé demasiado sobre computadoras y gráficos, y sé exactamente lo fácil que es piratear una firma de un documento y colocarlo en otro. Sé que no debería preocuparme. Sé que debería darle a JT el beneficio de la duda, pero no puedo evitar recordar las palabras de Sela y lo segura que sonó esa mañana cuando volví y le conté sobre mi reunión con JT.
No lo creo.
No confío en él.
No fue consensual.
Su duda en él me hace dudar hasta cierto punto, y debo maravillarme por la forma en que parezco confiar en ella, pero no en un hombre que conozco desde hace mucho tiempo.
Un hombre con el que tengo muchos más vínculos y recuerdos que con una mujer que conocí hace poco menos de un mes. JT y yo nos hemos conocido por años. Nuestros padres hicieron negocios juntos. Vino a todas mis ostentosas fiestas de cumpleaños, y yo fui a las suyas. Esquiamos juntos en Tahoe en las vacaciones de invierno, y fuimos de mochileros juntos en Europa. Días de preparación escolar, Stanford. Junto a Caroline y Ally, él es la persona más cercana a mí en el mundo.
Más allá de todo eso, JT y yo compartimos un vínculo que Sela no puede comprender y que es más profundo incluso que lo que ella y yo tendremos.
Una súbita chispa de culpa me golpea con fuerza, que en algún momento había olvidado. Cuando JT se salió de la pista, me dejé consumir por mi carrera y construir este negocio. Ignoré su festejo y volví la nariz hacia las Sugar Babies que él consumiría. Pensé que era su deber, supongo, y solo cuando llegó a un punto crítico me molesté en tomarme el maldito tiempo para hacer algo al respecto.
Tal vez... si hubiera prestado un poco más de atención y hubiera sido su amigo un poco antes, podría haberlo sacado del borde un poco más rápido.
—Esos parecen pensamientos profundos, amigo —dice JT, y parpadeo, enfocándolo. Su cabeza está inclinada, mirándome con diversión.
Niego y le doy una sonrisa de confianza. —Nah… solo seguía pensando en el código que estaba revisando.
No estoy dispuesto a decirle que me está costando mucho creerme este acto de buen tipo.
—Recuerda aquella vez que tú y Barry Kratzel estaban construyendo eso... ¿qué demonios era ese programa... el que mediría la capacidad de una mujer para ser una persona de una sola noche?
Solté un bufido y luego estalló una carcajada.
—Sí. Pensamos que era genial. Afortunadamente, nuestro profesor también lo hizo, pero creo que eso fue solo porque recientemente se separó de su esposa y esperaba que funcionase.
JT se ríe conmigo, las líneas de la risa alrededor de sus ojos se ven naturales y sin el cálculo que normalmente veo.
—Intenté esa estupidez y me conecté con esa chica loca en mi clase de econometría. Tu puto programa me dijo que tenía un 99.3 por ciento de posibilidades de que no le importara que no la llamara al día siguiente.
Sonriendo a JT, lo recuerdo con cariño. Era un programa que había creado en mi primer año en un curso titulado Algoritmos Confiables. Usé mis amigos en la fraternidad para probarlo en versión beta. Era una aplicación donde podías salir en una cita, tomarte un descanso después de que hubieras tenido tiempo para hablar con la chica, y responder una serie de diez preguntas basadas en lo que has aprendido hasta ahora. Entonces escupiría probabilidades de que fuera la persona perfecta para una noche. Realmente no pensamos que tenía mucha aplicación práctica fuera de los estudiantes universitarios borrachos, pero pensé que impresionaría a nuestro profesor.
Obtuvimos una A en el proyecto.
JT folló a una chica que terminó acosándolo durante casi un mes antes de que finalmente le dijera que no estaba interesado después de su única noche juntos.
—Esos eran viejos días buenos —dice JT, girando la cabeza para mirar por la ventana con un tono ligeramente arrepentido en su voz.
—Sí, lo eran —concuerdo en voz baja.
JT se aclara la garganta y se levanta de la silla, volteándose para mirarme.
—Entonces, escucha... tengo a Sam preparando una propuesta para que la consideremos. Es para una empresa emergente con sede en Santa Clara, y están desarrollando un software que leerá expresiones faciales.
—Lo leí hace unas semanas —dije asintiendo—. Se supone que debe analizar las respuestas emocionales que los consumidores tienen hacia ciertos productos.
—Sí... parece muy prometedor. Quiero que le eches un vistazo y me des tu opinión. —Le doy una mirada de sorpresa. JT nunca pasa esta mierda por mi lado. Al principio no me importó, porque él es el que tiene el MBA y es el rey de las inversiones, pero parece que realmente está tratando de forjar una sociedad más fuerte conmigo.
—Claro, estaría encantado —digo con una sonrisa de gratitud.
—Genial —dice, y se gira hacia la puerta. Cuando busca la perilla, él se da vuelta y dice—: ¿Están tú y Sela interesados en reunirse para cenar? Me gustaría aprender más sobre esta mujer que parece que te sacó del mercado.
Estudio su cara cuidadosamente, tratando de ver si hay un motivo oculto. Tal vez malas intenciones. Por lo menos, demasiado espeluznante de interés. En cambio, él me mira con amabilidad abierta y decido finalmente darle algo.
—Sí... eso sería genial —digo con una sonrisa—. ¿Qué tal el sábado?
—Perfecto —dice JT con una sonrisa—. Eso me dará tiempo para encontrar una cita presentable de la variedad que no sea Sugar Baby.
—Realmente tratando de pasar una nueva página, ¿eh?
Dios, espero que eso no suene demasiado mierda.
JT solo se ríe y asiente.
—Te lo dije, hermano. Estoy juntando mi mierda, y estoy seguro de que mi madre no tendrá ningún problema para encontrarme una buena y joven mujer de la alta sociedad con un pedigrí perfecto para que me acompañe.
—Suena adorable —digo secamente.
—Amigo... sabes que no es así, pero no quiero sentirme como una tercera rueda, así que voy a llamar a mi madre ahora mismo.
—No puedo esperar a conocer a la futura Señora Jonathon Townsend —digo entre risas.
JT hace una mueca y niega, pero hay diversión en su rostro.
—Adiós —dice, y luego se va.
Miro mi reloj. Solo a las 3:45 p.m., y me pregunto qué estará haciendo Sela. Sus clases no sino hasta mañana, así que estoy pensando que probablemente esté sola en casa y necesite algo de compañía. Miro el código, sabiendo que tengo que hacer esto.
Miro mi reloj y pienso en Sela.
A la mierda el código. Puedo trabajar más tarde esta noche después de que se duerma.
Hojeo el correo mientras camino hacia la puerta del condominio. Un pequeño sobre de color crema con mi nombre y mi dirección escritos en caligrafía verde esmeralda me mira. Hago una mueca y la abro, sabiendo lo que es y aun sintiéndome obligado a leerlo.
Se solicita el honor de su presencia para unirse al Sr. y la Sra. Beckett W. North, Sr., mientras celebramos las fiestas de Navidad con nuestros amigos y familiares...
Jesús. Odio obtener estas cosas.
Hay dos funciones cada año en las que se espera que haga acto de presencia. Primero es el cumpleaños de mi padre, que es en junio, y el segundo es su fiesta de Navidad anual. Si bien mi relación con mis padres es, en el mejor de los casos, tenue, fría glacial en su peor aspecto, trato de adaptarme a estas funciones. Mi padre, que es un asesor de inversiones y muy bueno en eso, tiene una inmensa lista de contactos de negocios útiles, y sería un tonto no aprovechar al menos esa oportunidad.
Me sorprende cuando veo una nota escrita a mano en la parte inferior en tinta negra. Reconozco la letra de mi madre: Beck... esperamos verte pronto. Quizás puedas animar a Caroline a asistir.
Suelto una carcajada por la ridiculez de esa afirmación y meto la pila de correspondencia bajo mi brazo. Te garantizo que Caroline arrojó la tarjeta sin abrir en la basura en el momento en que vio la caligrafía y la dirección del remitente. Ella no necesita el negocio de nuestro padre y está segura de que no tiene necesidad de sus padres. Le fallaron cuando más los necesitaba y nunca lo perdonará.
Tampoco voy a hacerlo, pero probablemente asista de todos modos. Estoy seguro de que Sela estaría feliz de acompañarme, y eso lo hará al menos tolerable.
Desbloqueo la puerta del condominio, mi sangre disparada ante la perspectiva de verla. Es como si pudiera sentir su presencia justo del otro lado, y mi corazón se acelera mientras mi cuerpo se tensa. Es una sensación a la que nunca me acostumbraré, y no quiero volver a hacerlo de todos modos.
Empujo la puerta para abrirla, siento la total quietud silenciosa, y luego mis ojos se acercan a Sela cuando la veo sentada en una silla de cuero blanco mullida cerca de la ventana. Normalmente no está allí sino a un lado de la chimenea de mármol negro, y claramente se arrastró hacia allí. Sus pies descalzos están acurrucados debajo de ella, y su cabeza descansa sobre el respaldo de la silla con su rostro inclinado hacia la enorme pared de ventanas. Está mirando hacia la bahía, y en su mano derecha, sostiene un cuchillo.
Ella ni siquiera se vuelve para reconocerme.
—Hola —digo mientras dejaba el correo sobre la mesa y dejaba caer mis llaves encima. Cuando cierro la puerta, se gira para mirarme y su rostro es un lienzo en blanco. Normalmente me saluda con una sonrisa suave. A menudo camina hacia mí, moviendo las caderas antes de darme un dulce beso en la mandíbula.
Ahora solo me mira impasible, ni siquiera sorprendida de verme de pie allí.
—Hola —dice, su voz baja con un tinte moroso.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mis ojos caen al cuchillo.
Ella lo mira, su pulgar roza la manija de plástico.
—Nada —dice vagamente—. Me estaba preparando para abrir algunas de mis cajas.
Sela y yo fuimos a su departamento el domingo y empacó más de sus cosas para mudarse. Era principalmente el resto de su ropa, libros y algunas fotos enmarcadas de su familia. Tres cajas en total y se apilaron en la esquina de la sala de estar sin tocar.
Algo sobre Sela sentada allí, mirando tristemente por la ventana con un cuchillo en la mano me parece aterrador. Se ve pequeña y sola, y a pesar de la luz brillante que entra, parece estar llena de oscuridad.
Me acerco a ella, bordeando el sofá y la mesa de café. Cuando llego a la silla, me pongo en cuclillas frente a ella, colocando mis manos sobre sus muslos. Ella me mira, su rostro no revela nada.
—¿Qué pasa? —pregunto.
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro. Ella extiende su mano libre y con su dedo toca mi mandíbula antes de bajarla.
—Nada. Solo estaba aquí sentada disfrutando de la vista.
Mi cabeza se vuelve para mirar las oscuras aguas de la bahía brillando con los rayos del sol inusualmente brillante de hoy. Me vuelvo hacia ella.
—Te ves triste —hago la observación.
—Pensativa —ofrece en su lugar.
—¿Sobre?
Sela se encoge de hombros.
—Muchas cosas.
—No es útil —digo con una pequeña sonrisa, y me alegro cuando la devuelve.
—¿Qué estás haciendo en casa tan temprano? —pregunta, sin parecer la menos sorprendida y en un suave cambio de temas. O tal vez es solo que su voz suena aburrida, haciendo juego con el gris que parece emanar de ella.
—Pensé en venir a pasar tiempo contigo —digo, mis pulgares acariciando sus piernas a través de sus jeans.
Y de repente, un poco de color regresa a ella me da una dulce sonrisa, con la cabeza inclinada hacia un lado. Desenrolla sus piernas, lo que aleja mis manos. Me levanto, y ella hace lo mismo, acercándose a mi cuerpo. Presiona su mejilla contra mi pecho y me abraza fuertemente por la cintura.
—Me alegro —susurra.
La apreté cariñosamente, frotando mi mano en su espalda baja.
—¿Qué quieres hacer?
Ella no duda. Tirando hacia atrás, deja caer el cuchillo en el suelo de madera dura, donde retumba, y mete los dedos debajo de la hebilla de mi cinturón. Me da un tirón y se mueve hacia el pasillo que conduce a nuestra habitación.
—Quiero follar —dice simplemente, y ¿quién soy yo para negárselo?
Yo la sigo.
—Adelante —digo bruscamente, recogiendo la botella de agua mineral en mi escritorio y tomando un trago largo.
La puerta se abre y JT entra. Se ve... diferente. En lugar del traje normal hecho a la medida de tres mil dólares que usa con gemelos de diamantes, viste un par de jeans oscuros y un suéter de cachemira color burdeo. Nunca se viste casual en la oficina y me pilla desprevenido, porque a JT le gusta alardear de su dinero, y nada dice dinero como Armani.
Inmediatamente noto que sus ojos están limpios y sus pupilas son normales, y me estremezco internamente porque esta se ha convertido en mi práctica habitual cada vez que lo veo. Me lanza una sonrisa y dice:
—¿Qué pasa, hermano?
—No mucho —contesto, recostándome en mi silla—. Solo estoy revisando algunos códigos para la nueva plataforma. Es un poco problemático.
—Vi las maquetas la semana pasada —dice mientras se sienta en una de las sillas de invitados frente a mi escritorio. Apoya un tobillo en la rodilla opuesta y se relaja casualmente. Se ve casi... despreocupado.
Esto debería hacerme feliz, pero más bien me hace sospechar. Me estremezco de nuevo, porque se supone que debo darle una segunda oportunidad.
—¿Buen fin de semana de fiestas? —pregunta, sus ojos brillantes de interés.
—Um... sí. Caroline y Ally vinieron a visitarnos por unos días, y Sela y yo estuvimos de paseo por la ciudad este fin de semana. ¿Tú?
—Lo pasé en casa de mis padres en Windsor. Relajándome con ellos. En realidad, tuve tiempo de leer un libro.
Los padres de JT tienen una bodega en el valle de Sonoma. En realidad, produce, pero es más una casa de vacaciones para ellos, y solo la usan esporádicamente, prefiriendo pasar la mayor parte de su tiempo en su casa en Sausalito. La familia de JT hizo su dinero en tecnología, pero tienen los dedos en varios lugares.
Levanto una ceja a JT. —¿Fuiste allí y te relajaste? ¿Leíste un libro?
—También tomé vino y queso —dice con un guiño—. Y pavo, por supuesto.
Niego y trato de no sonreír ante su encanto. Sé que está tratando de mostrarme el nuevo JT, pero me parece extraño. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo vi que tengo dificultades para confiar en él.
—¿Karla te consiguió ese acuerdo el lunes pasado? —pregunta, su expresión se torna seria—. Nunca dijiste nada.
—Sí, lo tengo.
Está en mi escritorio ahora bajo llave. Karla me trajo una copia, sellada en un sobre, tan pronto como entré el lunes por la mañana después de encontrarme con JT. Hice una mueca de disgusto por lo que había leído, pero si la firma en el documento es real, entonces esa Sugar Baby claramente tenía una seria perversión sobre que quería que JT la complaciera.
No acepté el acuerdo en su cara. Busqué a la Sugar Baby en la base de datos, Melissa Fraye, y comparé su foto con la mujer que recordaba esa noche en el mezclador. Era la misma. Incluso me acerqué a la foto escaneada de su contrato de Sugar Baby con nosotros, y las firmas coincidieron.
Sin embargo, eso no alivió mi conciencia por completo. Sé demasiado sobre computadoras y gráficos, y sé exactamente lo fácil que es piratear una firma de un documento y colocarlo en otro. Sé que no debería preocuparme. Sé que debería darle a JT el beneficio de la duda, pero no puedo evitar recordar las palabras de Sela y lo segura que sonó esa mañana cuando volví y le conté sobre mi reunión con JT.
No lo creo.
No confío en él.
No fue consensual.
Su duda en él me hace dudar hasta cierto punto, y debo maravillarme por la forma en que parezco confiar en ella, pero no en un hombre que conozco desde hace mucho tiempo.
Un hombre con el que tengo muchos más vínculos y recuerdos que con una mujer que conocí hace poco menos de un mes. JT y yo nos hemos conocido por años. Nuestros padres hicieron negocios juntos. Vino a todas mis ostentosas fiestas de cumpleaños, y yo fui a las suyas. Esquiamos juntos en Tahoe en las vacaciones de invierno, y fuimos de mochileros juntos en Europa. Días de preparación escolar, Stanford. Junto a Caroline y Ally, él es la persona más cercana a mí en el mundo.
Más allá de todo eso, JT y yo compartimos un vínculo que Sela no puede comprender y que es más profundo incluso que lo que ella y yo tendremos.
Una súbita chispa de culpa me golpea con fuerza, que en algún momento había olvidado. Cuando JT se salió de la pista, me dejé consumir por mi carrera y construir este negocio. Ignoré su festejo y volví la nariz hacia las Sugar Babies que él consumiría. Pensé que era su deber, supongo, y solo cuando llegó a un punto crítico me molesté en tomarme el maldito tiempo para hacer algo al respecto.
Tal vez... si hubiera prestado un poco más de atención y hubiera sido su amigo un poco antes, podría haberlo sacado del borde un poco más rápido.
—Esos parecen pensamientos profundos, amigo —dice JT, y parpadeo, enfocándolo. Su cabeza está inclinada, mirándome con diversión.
Niego y le doy una sonrisa de confianza. —Nah… solo seguía pensando en el código que estaba revisando.
No estoy dispuesto a decirle que me está costando mucho creerme este acto de buen tipo.
—Recuerda aquella vez que tú y Barry Kratzel estaban construyendo eso... ¿qué demonios era ese programa... el que mediría la capacidad de una mujer para ser una persona de una sola noche?
Solté un bufido y luego estalló una carcajada.
—Sí. Pensamos que era genial. Afortunadamente, nuestro profesor también lo hizo, pero creo que eso fue solo porque recientemente se separó de su esposa y esperaba que funcionase.
JT se ríe conmigo, las líneas de la risa alrededor de sus ojos se ven naturales y sin el cálculo que normalmente veo.
—Intenté esa estupidez y me conecté con esa chica loca en mi clase de econometría. Tu puto programa me dijo que tenía un 99.3 por ciento de posibilidades de que no le importara que no la llamara al día siguiente.
Sonriendo a JT, lo recuerdo con cariño. Era un programa que había creado en mi primer año en un curso titulado Algoritmos Confiables. Usé mis amigos en la fraternidad para probarlo en versión beta. Era una aplicación donde podías salir en una cita, tomarte un descanso después de que hubieras tenido tiempo para hablar con la chica, y responder una serie de diez preguntas basadas en lo que has aprendido hasta ahora. Entonces escupiría probabilidades de que fuera la persona perfecta para una noche. Realmente no pensamos que tenía mucha aplicación práctica fuera de los estudiantes universitarios borrachos, pero pensé que impresionaría a nuestro profesor.
Obtuvimos una A en el proyecto.
JT folló a una chica que terminó acosándolo durante casi un mes antes de que finalmente le dijera que no estaba interesado después de su única noche juntos.
—Esos eran viejos días buenos —dice JT, girando la cabeza para mirar por la ventana con un tono ligeramente arrepentido en su voz.
—Sí, lo eran —concuerdo en voz baja.
JT se aclara la garganta y se levanta de la silla, volteándose para mirarme.
—Entonces, escucha... tengo a Sam preparando una propuesta para que la consideremos. Es para una empresa emergente con sede en Santa Clara, y están desarrollando un software que leerá expresiones faciales.
—Lo leí hace unas semanas —dije asintiendo—. Se supone que debe analizar las respuestas emocionales que los consumidores tienen hacia ciertos productos.
—Sí... parece muy prometedor. Quiero que le eches un vistazo y me des tu opinión. —Le doy una mirada de sorpresa. JT nunca pasa esta mierda por mi lado. Al principio no me importó, porque él es el que tiene el MBA y es el rey de las inversiones, pero parece que realmente está tratando de forjar una sociedad más fuerte conmigo.
—Claro, estaría encantado —digo con una sonrisa de gratitud.
—Genial —dice, y se gira hacia la puerta. Cuando busca la perilla, él se da vuelta y dice—: ¿Están tú y Sela interesados en reunirse para cenar? Me gustaría aprender más sobre esta mujer que parece que te sacó del mercado.
Estudio su cara cuidadosamente, tratando de ver si hay un motivo oculto. Tal vez malas intenciones. Por lo menos, demasiado espeluznante de interés. En cambio, él me mira con amabilidad abierta y decido finalmente darle algo.
—Sí... eso sería genial —digo con una sonrisa—. ¿Qué tal el sábado?
—Perfecto —dice JT con una sonrisa—. Eso me dará tiempo para encontrar una cita presentable de la variedad que no sea Sugar Baby.
—Realmente tratando de pasar una nueva página, ¿eh?
Dios, espero que eso no suene demasiado mierda.
JT solo se ríe y asiente.
—Te lo dije, hermano. Estoy juntando mi mierda, y estoy seguro de que mi madre no tendrá ningún problema para encontrarme una buena y joven mujer de la alta sociedad con un pedigrí perfecto para que me acompañe.
—Suena adorable —digo secamente.
—Amigo... sabes que no es así, pero no quiero sentirme como una tercera rueda, así que voy a llamar a mi madre ahora mismo.
—No puedo esperar a conocer a la futura Señora Jonathon Townsend —digo entre risas.
JT hace una mueca y niega, pero hay diversión en su rostro.
—Adiós —dice, y luego se va.
Miro mi reloj. Solo a las 3:45 p.m., y me pregunto qué estará haciendo Sela. Sus clases no sino hasta mañana, así que estoy pensando que probablemente esté sola en casa y necesite algo de compañía. Miro el código, sabiendo que tengo que hacer esto.
Miro mi reloj y pienso en Sela.
A la mierda el código. Puedo trabajar más tarde esta noche después de que se duerma.
Hojeo el correo mientras camino hacia la puerta del condominio. Un pequeño sobre de color crema con mi nombre y mi dirección escritos en caligrafía verde esmeralda me mira. Hago una mueca y la abro, sabiendo lo que es y aun sintiéndome obligado a leerlo.
Se solicita el honor de su presencia para unirse al Sr. y la Sra. Beckett W. North, Sr., mientras celebramos las fiestas de Navidad con nuestros amigos y familiares...
Jesús. Odio obtener estas cosas.
Hay dos funciones cada año en las que se espera que haga acto de presencia. Primero es el cumpleaños de mi padre, que es en junio, y el segundo es su fiesta de Navidad anual. Si bien mi relación con mis padres es, en el mejor de los casos, tenue, fría glacial en su peor aspecto, trato de adaptarme a estas funciones. Mi padre, que es un asesor de inversiones y muy bueno en eso, tiene una inmensa lista de contactos de negocios útiles, y sería un tonto no aprovechar al menos esa oportunidad.
Me sorprende cuando veo una nota escrita a mano en la parte inferior en tinta negra. Reconozco la letra de mi madre: Beck... esperamos verte pronto. Quizás puedas animar a Caroline a asistir.
Suelto una carcajada por la ridiculez de esa afirmación y meto la pila de correspondencia bajo mi brazo. Te garantizo que Caroline arrojó la tarjeta sin abrir en la basura en el momento en que vio la caligrafía y la dirección del remitente. Ella no necesita el negocio de nuestro padre y está segura de que no tiene necesidad de sus padres. Le fallaron cuando más los necesitaba y nunca lo perdonará.
Tampoco voy a hacerlo, pero probablemente asista de todos modos. Estoy seguro de que Sela estaría feliz de acompañarme, y eso lo hará al menos tolerable.
Desbloqueo la puerta del condominio, mi sangre disparada ante la perspectiva de verla. Es como si pudiera sentir su presencia justo del otro lado, y mi corazón se acelera mientras mi cuerpo se tensa. Es una sensación a la que nunca me acostumbraré, y no quiero volver a hacerlo de todos modos.
Empujo la puerta para abrirla, siento la total quietud silenciosa, y luego mis ojos se acercan a Sela cuando la veo sentada en una silla de cuero blanco mullida cerca de la ventana. Normalmente no está allí sino a un lado de la chimenea de mármol negro, y claramente se arrastró hacia allí. Sus pies descalzos están acurrucados debajo de ella, y su cabeza descansa sobre el respaldo de la silla con su rostro inclinado hacia la enorme pared de ventanas. Está mirando hacia la bahía, y en su mano derecha, sostiene un cuchillo.
Ella ni siquiera se vuelve para reconocerme.
—Hola —digo mientras dejaba el correo sobre la mesa y dejaba caer mis llaves encima. Cuando cierro la puerta, se gira para mirarme y su rostro es un lienzo en blanco. Normalmente me saluda con una sonrisa suave. A menudo camina hacia mí, moviendo las caderas antes de darme un dulce beso en la mandíbula.
Ahora solo me mira impasible, ni siquiera sorprendida de verme de pie allí.
—Hola —dice, su voz baja con un tinte moroso.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mis ojos caen al cuchillo.
Ella lo mira, su pulgar roza la manija de plástico.
—Nada —dice vagamente—. Me estaba preparando para abrir algunas de mis cajas.
Sela y yo fuimos a su departamento el domingo y empacó más de sus cosas para mudarse. Era principalmente el resto de su ropa, libros y algunas fotos enmarcadas de su familia. Tres cajas en total y se apilaron en la esquina de la sala de estar sin tocar.
Algo sobre Sela sentada allí, mirando tristemente por la ventana con un cuchillo en la mano me parece aterrador. Se ve pequeña y sola, y a pesar de la luz brillante que entra, parece estar llena de oscuridad.
Me acerco a ella, bordeando el sofá y la mesa de café. Cuando llego a la silla, me pongo en cuclillas frente a ella, colocando mis manos sobre sus muslos. Ella me mira, su rostro no revela nada.
—¿Qué pasa? —pregunto.
Una pequeña sonrisa aparece en su rostro. Ella extiende su mano libre y con su dedo toca mi mandíbula antes de bajarla.
—Nada. Solo estaba aquí sentada disfrutando de la vista.
Mi cabeza se vuelve para mirar las oscuras aguas de la bahía brillando con los rayos del sol inusualmente brillante de hoy. Me vuelvo hacia ella.
—Te ves triste —hago la observación.
—Pensativa —ofrece en su lugar.
—¿Sobre?
Sela se encoge de hombros.
—Muchas cosas.
—No es útil —digo con una pequeña sonrisa, y me alegro cuando la devuelve.
—¿Qué estás haciendo en casa tan temprano? —pregunta, sin parecer la menos sorprendida y en un suave cambio de temas. O tal vez es solo que su voz suena aburrida, haciendo juego con el gris que parece emanar de ella.
—Pensé en venir a pasar tiempo contigo —digo, mis pulgares acariciando sus piernas a través de sus jeans.
Y de repente, un poco de color regresa a ella me da una dulce sonrisa, con la cabeza inclinada hacia un lado. Desenrolla sus piernas, lo que aleja mis manos. Me levanto, y ella hace lo mismo, acercándose a mi cuerpo. Presiona su mejilla contra mi pecho y me abraza fuertemente por la cintura.
—Me alegro —susurra.
La apreté cariñosamente, frotando mi mano en su espalda baja.
—¿Qué quieres hacer?
Ella no duda. Tirando hacia atrás, deja caer el cuchillo en el suelo de madera dura, donde retumba, y mete los dedos debajo de la hebilla de mi cinturón. Me da un tirón y se mueve hacia el pasillo que conduce a nuestra habitación.
—Quiero follar —dice simplemente, y ¿quién soy yo para negárselo?
Yo la sigo.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 21
Sale
Me saco la camiseta al momento en que entro a nuestra habitación, dejándola caer al suelo. Beck se acerca a la cómoda y se quita el reloj, y lo coloca en la mesita. Luego se saca su propia parte superior, un suéter de cachemira de color gris claro con cuello en V lo abraza en todos los lugares adecuados.
Mi estómago se aprieta marginalmente mientras su espalda es revelada a mí y me aprecio el fénix rojo en su hombro. Sé en mi corazón que Beck no estaba allí esa noche. Yendo solo por simples matemáticas, él habría tenido dieciocho años y estado en su último año de preparatoria. JT es cuatro años mayor, lo que significa que habría tenido veintidós cuando me violó. Eso de por sí no cuadra.
Pero más que eso, solo sé que Beck nunca tendría eso en él. Nunca lastimaría o violaría a una mujer. Nunca participaría en una brutal violación en grupo. Su violenta reacción ante JT esa noche en que trató de drogar a esa mujer lo demuestra, y además... solo lo sé en lo profundo de mi alma.
Al menos eso es lo que me digo cada vez que veo ese tatuaje.
Normalmente alejaría mi mirada, esperaría a que gire ese hermoso pecho en mi dirección antes de que pueda volver a verlo. La inmensa tristeza que he estado sintiendo los últimos días parece agravarse al contemplarlo. Él se quita los zapatos. Desabrocha su cinturón.
Miro fijamente al fénix, odiando que haya una parte de Beck que odio.
Odiándolo incluso más porque me odio por lo que le estoy haciendo.
Desde el viernes pasado cuando me atrapó entrando a escondidas en el condominio... cuando me llamó mentirosa, sin siquiera saber realmente cuan engañosa estaba siendo... he estado atrapada en la culpa. Durante esos minutos cuando me llamó mentirosa, pensé que iba a arrancarme de su vida, supe en mi alma que Beck North era lo mejor que me había pasado.
Cuando todo parecía estar desmoronándose, y estaba arañando furiosamente para hacer que viera más allá de mis mentiras, tuve un momento de claridad cuando me di cuenta de que la venganza por JT nunca iba a valer el dolor que podría causar en Beck.
A pesar de ese horrible tatuaje que parece mirarme lascivamente, un recordatorio constante de todo lo que me fue quitado, no creo que pueda seguir con mis planes.
Hoy deambulé por el condominio sin rumbo, mi copia de la llave de su oficina metida en el fondo de mi bolsa de maquillaje en el baño. Fue la primera oportunidad para mí de registrar su oficina, y, sin embargo, me mantuve alejada, negándome a siquiera mirar la maldita puerta de la oficina.
Aunque supiera sin lugar a duda que había una respuesta clara sobre cómo podía vengarme, simplemente no podía obligarme a hacerlo. No podía solo traicionar a Beck de esa manera. Aún más horrible de considerar era el efecto que podría tener en él si tenía éxito en el asesinato de JT, especialmente si él alguna vez se daba cuenta de que fue un socio involuntario en mi plan asesino. Él nunca sería capaz de perdonarse, y yo no podría soportar haber puesto una carga tan tortuosa como esa sobre él.
Y a pesar de que había estado en un caos desde nuestro casi rompimiento la semana pasada, hoy me hundí en una oscura depresión cuando me di cuenta de que mi búsqueda por destruir a mis violadores iba a quedar sin cumplir. Mientras que en mi cabeza sabía que la recompensa de tener a Beck de una manera completamente transparente y confiable sería más que suficiente para mí, estaba en duelo por la pérdida de mi venganza. Tan hundida en mis desagradables pensamientos, que había sacado el cuchillo del cajón en la cocina de Beck y lo llevé conmigo.
¿Pensé en usarlo conmigo misma?
No realmente.
Pero me aferré a esa cosa vil como un recordatorio de lo lejos que me había hundido antes, y que en ese momento de mi vida no tenía nada por lo que vivir.
Con Beck en mi vida, no podría decir eso ahora.
Así que significaba que había una parte de mí que siempre estaría dañada, y solo tendría que vivir con ella.
Solo tendría que aprender a vivir con ello.
Beck se da vuelta para enfrentarme, pero el tatuaje todavía está en mi visión periférica ya que su espalda se refleja en el espejo situado en la parte superior de la cómoda. Él me sonríe, sus manos liberando el cinturón de sus bucles y cayendo al suelo.
Solo tendría que aprender a vivir con ello.
Mis ojos se alejan de su reflejo, y trago con fuerza la amargura y el odio dentro de mí. Camino a través de la habitación mientras él me observa con los ojos entrecerrados. Cuando lo alcanzo, paso a su lado, y con la mano en la cintura, lo giro suavemente lejos de mí.
Levantando mi mano, que está temblando de miedo, coloco las puntas de mis dedos contra el ala izquierda del fénix. Beck deja salir un suspiro mientras trazo el borde.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta bruscamente. Nunca mencioné su tatuaje o pregunté sobre él ni una vez. Esta es la primera vez que lo he tocado.
—¿Dónde conseguiste esto? —pregunto suavemente, pasando mis dedos a lo largo de su piel... trazando las plumas llameantes en la cola.
—Un pequeño salón de tatuajes en Palo Alto —dice.
—Mientras estabas en Stanford. —Es una declaración que puedo deducir basándome en el hecho de que asumo que esto podría ser una cosa de fraternidad y sabía que JT y Beck fueron juntos a Stanford.
—Eso es correcto. Lo conseguí después de haberme juramentado.
—¿Todos los miembros de la fraternidad lo tienen?
—No —dice con una sacudida de la cabeza—. Solo un pequeño grupo de nosotros.
La bilis se levanta en mi garganta con la implicación, pero la empujo hacia abajo. Beck no fue parte de mi violación.
No lo fue.
Me inclino hacia delante y presiono mis labios a la piel de color rojo, dorado, y las plumas naranjas de la llama. Hace calor y huele a Beck. Limpio, fresco, salvaje.
Se gira bruscamente, sus brazos serpentean alrededor de mi cintura. Me mira fijamente, entendiendo que algo está sucediendo que simplemente no entiende muy bien.
—¿Sela? —pregunta.
—Estoy triste —digo con sinceridad, pensando que debería sentirme cohibida por admitir una vulnerabilidad ante este hombre, y sin embargo, me siento completa y totalmente segura con mi revelación.
Los ojos de Beck se suavizan con simpatía y sus manos van a mi rostro. Él me acuna suavemente, se inclina y besa mi frente.
—¿Qué pasa, nena?
Tu mejor amigo me violó.
Aunque no creo que tú lo hayas hecho, tengo una pequeña duda. No, en realidad no. Lamento siquiera pensar eso.
Me preocupo por ti más de lo que me importa la justicia para mí, y eso me hace sentir miserable.
Sin embargo, no puedo decirle nada de eso. Si voy a dejarlo ir, eso significa que nunca podré cargar a Beck con mis conocimientos, mis recuerdos o mis sospechas. Necesito aceptarlo tal y como es, y dejar que él sea ajeno a mis días más oscuros.
Eso será lo mejor.
Así que me comprometo conmigo misma a que esta será la última vez que le miento.
—Tiendo a ponerme melancólica por las fiestas. Extraño a mi madre, supongo.
Él inclina la cabeza, sus ojos azules oscureciéndose con dolor por mí.
—¿Qué puedo hacer para ayudar?
Me encojo de hombros, pero luego lanzo una sugerencia que no estoy segura de que realmente haga alguna diferencia positiva para mí, pero podría hacerlo sentir como si pudiera ayudar.
—Tal vez podríamos poner algunas de sus decoraciones para navidad. Mi padre las tiene en cajas para mí.
—Por supuesto que podemos —dice, y luego me hala hacía él. Entierro mi rostro en su cuello y siento su cálida piel contra la mía mientras nos presionamos juntos—. ¿Dónde están las decoraciones?
—En casa de mi papá. Tendríamos que ir a buscarlas.
—Así que voy a conocer a tu papá, ¿eh? ¿Le gustará conocerme?
—Te va a adorar —aseguro con una sonrisa. Mi padre lo amará por completo.
—¿Como tú me adoras? —pregunta, su voz divertida, pero también sé que es una pregunta seria.
—No tanto como yo te adoro, pero va a estar cerca —aseguro.
Entonces la boca de Beck está sobre la mía, y sé que él también me adora solo por la ferocidad de su beso. Tal vez no pueda decirlo con palabras, pero a mí me parece bien. Puedo leer lo suficiente en sus acciones para saber que Beck está en la misma página que yo.
Sus manos vienen a la parte trasera de mi sostén y lo abre antes de quitármelo. Luego abre mis jeans, los empuja por mis caderas y se arrodilla ante mí. Metiendo los dedos bajo el elástico de mis bragas, las baja lo suficiente para tener acceso y pasar su lengua por mi centro. Mis rodillas amenazan con ceder, pero me salvo cuando él envuelve sus brazos alrededor de ellas, me levanta y gira para depositarme en la cama.
En momentos, él tiene el resto de nuestra ropa fuera y está trepando sobre el colchón. Separo mis piernas, dándole la bienvenida. Él pone su cuerpo contra el mío y me besa, con sus manos vagando por mi caja torácica, su polla hinchada contra mi pelvis.
—Eres tan jodidamente hermosa, Sela. Por dentro y por fuera —dice, trazando un camino con sus labios por mi cuello, y sobre mi clavícula. Su cuerpo bajando centímetro a centímetro por el mío, dejando ardientes senderos de cálidos besos sobre mis pechos, y bajando por mi estómago. Con las manos en la parte trasera de mis muslos, levanta mis piernas y las pone sobre sus hombros.
Los dedos de Beck se sumergen en mí mientras le da a mi coño un caliente y húmedo beso con la boca abierta que envía ondas de placer por mi cuerpo.
—Sabes muy bien —dice entre lamidas.
Mi cuello se arquea y mis manos se enredan en su suave cabello. —Beck.
—Eso es correcto —alaba—. Di mi nombre.
Lame.
Chupa.
Mete sus dedos.
—Beck —gimo, enloquecida de lujuria y adoración por este hombre venerando entre mis piernas—. Por favor.
—¿Qué quieres, Sela?
—Quiero venirme —ruego.
Quita su boca por un momento, lo que me hace levantar la cabeza para mirarlo. Me da una sonrisa traviesa.
—¿Quieres venirte en mi boca o en mi polla?
Le doy una sonrisa zalamera en respuesta. —Ambos.
Sus dientes me destellan y gruñe en agradecimiento. —Una jodidamente buena respuesta.
Entonces Beck golpea mi clítoris con fuerza, apretando sus labios alrededor de él y chupando mientras empuja dos dedos dentro y fuera de mí. Mi pulso se dispara, mis caderas giran en locos círculos intentando conseguir más fricción, y entonces golpea su lengua contra mí tan fuerte y rápido que me rompo en un millón de pedazos cuando mis muslos se aprietan contra su cabeza mientras cada músculo en mi cuerpo tiembla con liberación.
—O-o-o-o-h —gimo mientras el clímax me atraviesa—. Tan bueno, Beck. Tan, tan bueno.
Todavía estoy temblando cuando Beck sube por mi cuerpo, elevando mis piernas a medida que permanecen apoyadas sobre sus hombros. Mi abdomen se contrae hacia adentro mientras prácticamente me dobla a la mitad y luego se introduce en mi interior, tocando fondo con un duro empujón.
—Maldita sea —grita él mientras coloca ambas manos en el colchón para poder hacer palanca. Sus ojos están vidriosos de lujuria, pero se las arregla para preguntar—: ¿Estás bien?
Yo asiento, sin ser realmente capaz de formar palabras coherentes de afirmación.
—Bien, porque te voy a follarte fuerte, Sela —promete oscuramente cuando empieza a bombear dentro de mí—. Voy a venirme tan profundo en ese coño. Te marcaré como mía. Es mi jodido coño, ¿entiendes eso, nena? Mío.
Sus palabras me emocionan. Palabras oscuras, obscenas y sucias que le hablan a algo muy profundo dentro de mí. Sabiendo cuan excitado está, cuán posesivo por algo que solo debería pertenecerme a mí, pero en realidad no lo hace. Es suyo para que haga lo que quiera y él lo sabe.
Es puramente irónico que después de mi violación, siempre me haya sentido sucia... indigna. Es por eso que la barrera de un condón era más que una protección contra el embarazo. Para mí, era una manera de mantener la suciedad para mí misma y no manchar otra alma desprevenida. Aunque técnicamente y desde una perspectiva puramente sanitaria, estoy tan limpia como ellos, siempre me sentía desagradable cuando se trata de sexo.
Pero no con Beck.
Nunca con Beck.
Con cada golpe de sus caderas y cada vez que sus bolas chocan con mi trasero, me siento plena, hermosa, y completamente digna de lo que me está dando y tomando.
A pesar de que en este momento me está follando casi sin sentido con una necesidad animal, corriendo hacia la liberación tanto como yo, me hace sentir pura.
Eso es algo de lo que nunca me voy a cansar.
—¿Estás cerca? —pregunta Beck.
—¿Eh? —gimo cuando se adentra en mi interior.
—Cerca, cariño. ¿Estás cerca?
—Creo que lo estoy —jadeo mientras continúa follándome casi sin piedad.
—Necesito saber —gruñe—. Porque yo lo estoy y si tú no lo estas, voy a salir y comer tu coño otra vez.
La sola idea de que él esté tan empeñado en hacerme venir de nuevo despierta ese pequeño núcleo de pasión que comienza a expandirse y pulsar en lo profundo de mí.
—Oh, estoy cerca —digo con una risa casi histérica.
—Bueno —dice, y duplica el ritmo de su follada.
La mandíbula de Beck se aprieta, sus ojos se enfocan en mí con una intensidad similar a la de un láser, y él ondula contra mí a un ritmo perfecto que parece acariciar cada centímetro de mi carne. Sus caderas bombean furiosamente y su polla me golpea como un martillo neumático, y deja salir una enorme bocanada de aire justo antes de que sus ojos se cierren con fuerza.
Pasa casi en cámara lenta mientras miro el surco de su frente, sus dientes se aferran a su labio inferior, y su cabeza se inclina hacia atrás a medida que comienza a venirse. Golpea y hace temblar a mi propio orgasmo, y grito en sorpresa por su poder.
Beck me machaca y murmura—: Joder. Joder, eso es bueno. Joder, Sela... venirme dentro de ti es tan jodidamente bueno.
—Sí. —Me las arreglo para jadear a medida que mi canal lo aprieta firmemente, ondulaciones de placer suben y bajan por columna, haciendo que los dedos de mis pies y manos se curven casi espásticamente.
—Oh, Cristo —jadea Beck mientras baja mis piernas de sus hombros. Me doy cuenta de que apenas podía respirar estando casi doblada por la mitad, y una avalancha de oxígeno entrado en mis pulmones me marea.
Eso me hace soltar una risa casi maniaca de alivio a medida que aspiro más aire.
Beck se deja caer encima de mí, sosteniendo la mayor parte de su peso clavando los codos en el colchón. Él presiona su rostro en mi cuello, me besa con suavidad, y luego se levanta para mirarme fijamente.
—Eso fue una del tipo “guau” —dice con una sonrisa.
Asiento, sintiéndome más ligera de corazón y alma. Aun conteniendo ese pedacito de tristeza subyacente que dejó la cancelación de mi búsqueda de la venganza, pero teniendo en cuenta lo que acabo de tener con Beck... y que podría tenerlo para siempre si le doy esto un esfuerzo honesto, ayuda a aligerar un poco la carga de mi pérdida.
Beck pasa las manos debajo de mi espalda, rueda, y me estrecha en sus brazos hasta que ambos estamos acostados sobre nuestros costados y cara a cara. Él empuja una pierna entre la mías, lleva una mano a la parte trasera de mi cabeza, y la mete en la curva de mi cuello.
—¿Cuándo quieres ir a casa de tu padre para buscar las decoraciones? —pregunta mientras los dedos en su otra mano acarician el centro de mi columna.
—¿Este fin de semana? —pregunto en respuesta, asumiendo que no puede tomar tiempo durante la semana—. Asumo que él y Maria querrán que nos quedemos a cenar.
—¿Qué tal el viernes por la noche? —pregunta vacilante.
—Seguro. Eso servirá.
Nos quedamos en silencio por un momento y empiezo a relajarme en el abrazo de Beck, sintiéndome saciada y somnolienta. Me pregunto cómo sería tomar una siesta por la tarde con Beck. Solo estando desnuda y holgazaneando en sus brazos.
—¿Sela? —dice Beck después de una tos que despeja su garganta. Su voz es tensa y vacilante.
—¿Sí?
—JT quiere reunirse contigo y conmigo para la cena del sábado. De alguna manera acepté, pero entiendo perfectamente si no quieres ir. Puedo inventar una excusa o algo.
No hay nada que detenga el destello de rabia que convierte mi sangre en lava, y por un instante, ni siquiera puedo hablar porque el sentimiento es tan doloroso que me roba las palabras.
—Sé que él no te agrada. —Se apresura a decir Beck—. No te ha dado ninguna oportunidad para hacerlo, así que estoy totalmente bien si dices que no. Es solo que... sigue siendo mi socio de negocios, y asumiendo que logre comportarse, voy a tener que hacer funciones con él y espero que estés a mi lado en ellas. Te vas a topar con él, y pensé... bueno, que tal vez podrías llegar a conocer un poco del JT que me gusta cuando está en su zona.
Tomo un profundo respiro, y lo dejo salir. Otro adentro, y lo dejo salir. Trato de tener pensamientos calmantes y apartar la bruma roja de furia en mi visión.
—Estás muy callada —dice en voz baja—. Voy a tomar eso como que va a ser un no a la invitación.
Pienso en el tatuaje rojo en la espalda de Beck... una parte permanente de él con la que he decidido vivir. Pienso en JT, la encarnación viviente de lo que ese tatuaje representa para mí, y mi elección de vivir con lo que él ha hecho. ¿En serio puedo estar cerca del hombre que me brutalizó? ¿Puedo mirarlo a los ojos y tener una conversación educada?
¿Alguna vez podré estar en la misma habitación con él y no anhelar asesinarlo?
No lo sé. Es incomprensible para mí.
Pero sí sé una cosa.
Me estoy comprometiendo con Beck, y eso significa que tengo que aceptar que JT está en su vida hasta el momento en que él arruine ese privilegio. Conociendo a JT, eso ocurrirá. Una cebra no cambia sus rayas, me recuerdo a mí misma, y aunque él podría estar haciendo un esfuerzo extraordinario para impresionar a Beck en este momento, sé que es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a caer en sus viejas mañas.
Así que me trago mi orgullo, mi enojo y mi sed de justicia una vez más.
Hago todo esto por Beck.
Me comprometo aún más a él cuando digo—: Claro. Puede que no me guste mucho, pero voy a cenar con él si eso es lo que quieres.
Mi estómago se aprieta marginalmente mientras su espalda es revelada a mí y me aprecio el fénix rojo en su hombro. Sé en mi corazón que Beck no estaba allí esa noche. Yendo solo por simples matemáticas, él habría tenido dieciocho años y estado en su último año de preparatoria. JT es cuatro años mayor, lo que significa que habría tenido veintidós cuando me violó. Eso de por sí no cuadra.
Pero más que eso, solo sé que Beck nunca tendría eso en él. Nunca lastimaría o violaría a una mujer. Nunca participaría en una brutal violación en grupo. Su violenta reacción ante JT esa noche en que trató de drogar a esa mujer lo demuestra, y además... solo lo sé en lo profundo de mi alma.
Al menos eso es lo que me digo cada vez que veo ese tatuaje.
Normalmente alejaría mi mirada, esperaría a que gire ese hermoso pecho en mi dirección antes de que pueda volver a verlo. La inmensa tristeza que he estado sintiendo los últimos días parece agravarse al contemplarlo. Él se quita los zapatos. Desabrocha su cinturón.
Miro fijamente al fénix, odiando que haya una parte de Beck que odio.
Odiándolo incluso más porque me odio por lo que le estoy haciendo.
Desde el viernes pasado cuando me atrapó entrando a escondidas en el condominio... cuando me llamó mentirosa, sin siquiera saber realmente cuan engañosa estaba siendo... he estado atrapada en la culpa. Durante esos minutos cuando me llamó mentirosa, pensé que iba a arrancarme de su vida, supe en mi alma que Beck North era lo mejor que me había pasado.
Cuando todo parecía estar desmoronándose, y estaba arañando furiosamente para hacer que viera más allá de mis mentiras, tuve un momento de claridad cuando me di cuenta de que la venganza por JT nunca iba a valer el dolor que podría causar en Beck.
A pesar de ese horrible tatuaje que parece mirarme lascivamente, un recordatorio constante de todo lo que me fue quitado, no creo que pueda seguir con mis planes.
Hoy deambulé por el condominio sin rumbo, mi copia de la llave de su oficina metida en el fondo de mi bolsa de maquillaje en el baño. Fue la primera oportunidad para mí de registrar su oficina, y, sin embargo, me mantuve alejada, negándome a siquiera mirar la maldita puerta de la oficina.
Aunque supiera sin lugar a duda que había una respuesta clara sobre cómo podía vengarme, simplemente no podía obligarme a hacerlo. No podía solo traicionar a Beck de esa manera. Aún más horrible de considerar era el efecto que podría tener en él si tenía éxito en el asesinato de JT, especialmente si él alguna vez se daba cuenta de que fue un socio involuntario en mi plan asesino. Él nunca sería capaz de perdonarse, y yo no podría soportar haber puesto una carga tan tortuosa como esa sobre él.
Y a pesar de que había estado en un caos desde nuestro casi rompimiento la semana pasada, hoy me hundí en una oscura depresión cuando me di cuenta de que mi búsqueda por destruir a mis violadores iba a quedar sin cumplir. Mientras que en mi cabeza sabía que la recompensa de tener a Beck de una manera completamente transparente y confiable sería más que suficiente para mí, estaba en duelo por la pérdida de mi venganza. Tan hundida en mis desagradables pensamientos, que había sacado el cuchillo del cajón en la cocina de Beck y lo llevé conmigo.
¿Pensé en usarlo conmigo misma?
No realmente.
Pero me aferré a esa cosa vil como un recordatorio de lo lejos que me había hundido antes, y que en ese momento de mi vida no tenía nada por lo que vivir.
Con Beck en mi vida, no podría decir eso ahora.
Así que significaba que había una parte de mí que siempre estaría dañada, y solo tendría que vivir con ella.
Solo tendría que aprender a vivir con ello.
Beck se da vuelta para enfrentarme, pero el tatuaje todavía está en mi visión periférica ya que su espalda se refleja en el espejo situado en la parte superior de la cómoda. Él me sonríe, sus manos liberando el cinturón de sus bucles y cayendo al suelo.
Solo tendría que aprender a vivir con ello.
Mis ojos se alejan de su reflejo, y trago con fuerza la amargura y el odio dentro de mí. Camino a través de la habitación mientras él me observa con los ojos entrecerrados. Cuando lo alcanzo, paso a su lado, y con la mano en la cintura, lo giro suavemente lejos de mí.
Levantando mi mano, que está temblando de miedo, coloco las puntas de mis dedos contra el ala izquierda del fénix. Beck deja salir un suspiro mientras trazo el borde.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta bruscamente. Nunca mencioné su tatuaje o pregunté sobre él ni una vez. Esta es la primera vez que lo he tocado.
—¿Dónde conseguiste esto? —pregunto suavemente, pasando mis dedos a lo largo de su piel... trazando las plumas llameantes en la cola.
—Un pequeño salón de tatuajes en Palo Alto —dice.
—Mientras estabas en Stanford. —Es una declaración que puedo deducir basándome en el hecho de que asumo que esto podría ser una cosa de fraternidad y sabía que JT y Beck fueron juntos a Stanford.
—Eso es correcto. Lo conseguí después de haberme juramentado.
—¿Todos los miembros de la fraternidad lo tienen?
—No —dice con una sacudida de la cabeza—. Solo un pequeño grupo de nosotros.
La bilis se levanta en mi garganta con la implicación, pero la empujo hacia abajo. Beck no fue parte de mi violación.
No lo fue.
Me inclino hacia delante y presiono mis labios a la piel de color rojo, dorado, y las plumas naranjas de la llama. Hace calor y huele a Beck. Limpio, fresco, salvaje.
Se gira bruscamente, sus brazos serpentean alrededor de mi cintura. Me mira fijamente, entendiendo que algo está sucediendo que simplemente no entiende muy bien.
—¿Sela? —pregunta.
—Estoy triste —digo con sinceridad, pensando que debería sentirme cohibida por admitir una vulnerabilidad ante este hombre, y sin embargo, me siento completa y totalmente segura con mi revelación.
Los ojos de Beck se suavizan con simpatía y sus manos van a mi rostro. Él me acuna suavemente, se inclina y besa mi frente.
—¿Qué pasa, nena?
Tu mejor amigo me violó.
Aunque no creo que tú lo hayas hecho, tengo una pequeña duda. No, en realidad no. Lamento siquiera pensar eso.
Me preocupo por ti más de lo que me importa la justicia para mí, y eso me hace sentir miserable.
Sin embargo, no puedo decirle nada de eso. Si voy a dejarlo ir, eso significa que nunca podré cargar a Beck con mis conocimientos, mis recuerdos o mis sospechas. Necesito aceptarlo tal y como es, y dejar que él sea ajeno a mis días más oscuros.
Eso será lo mejor.
Así que me comprometo conmigo misma a que esta será la última vez que le miento.
—Tiendo a ponerme melancólica por las fiestas. Extraño a mi madre, supongo.
Él inclina la cabeza, sus ojos azules oscureciéndose con dolor por mí.
—¿Qué puedo hacer para ayudar?
Me encojo de hombros, pero luego lanzo una sugerencia que no estoy segura de que realmente haga alguna diferencia positiva para mí, pero podría hacerlo sentir como si pudiera ayudar.
—Tal vez podríamos poner algunas de sus decoraciones para navidad. Mi padre las tiene en cajas para mí.
—Por supuesto que podemos —dice, y luego me hala hacía él. Entierro mi rostro en su cuello y siento su cálida piel contra la mía mientras nos presionamos juntos—. ¿Dónde están las decoraciones?
—En casa de mi papá. Tendríamos que ir a buscarlas.
—Así que voy a conocer a tu papá, ¿eh? ¿Le gustará conocerme?
—Te va a adorar —aseguro con una sonrisa. Mi padre lo amará por completo.
—¿Como tú me adoras? —pregunta, su voz divertida, pero también sé que es una pregunta seria.
—No tanto como yo te adoro, pero va a estar cerca —aseguro.
Entonces la boca de Beck está sobre la mía, y sé que él también me adora solo por la ferocidad de su beso. Tal vez no pueda decirlo con palabras, pero a mí me parece bien. Puedo leer lo suficiente en sus acciones para saber que Beck está en la misma página que yo.
Sus manos vienen a la parte trasera de mi sostén y lo abre antes de quitármelo. Luego abre mis jeans, los empuja por mis caderas y se arrodilla ante mí. Metiendo los dedos bajo el elástico de mis bragas, las baja lo suficiente para tener acceso y pasar su lengua por mi centro. Mis rodillas amenazan con ceder, pero me salvo cuando él envuelve sus brazos alrededor de ellas, me levanta y gira para depositarme en la cama.
En momentos, él tiene el resto de nuestra ropa fuera y está trepando sobre el colchón. Separo mis piernas, dándole la bienvenida. Él pone su cuerpo contra el mío y me besa, con sus manos vagando por mi caja torácica, su polla hinchada contra mi pelvis.
—Eres tan jodidamente hermosa, Sela. Por dentro y por fuera —dice, trazando un camino con sus labios por mi cuello, y sobre mi clavícula. Su cuerpo bajando centímetro a centímetro por el mío, dejando ardientes senderos de cálidos besos sobre mis pechos, y bajando por mi estómago. Con las manos en la parte trasera de mis muslos, levanta mis piernas y las pone sobre sus hombros.
Los dedos de Beck se sumergen en mí mientras le da a mi coño un caliente y húmedo beso con la boca abierta que envía ondas de placer por mi cuerpo.
—Sabes muy bien —dice entre lamidas.
Mi cuello se arquea y mis manos se enredan en su suave cabello. —Beck.
—Eso es correcto —alaba—. Di mi nombre.
Lame.
Chupa.
Mete sus dedos.
—Beck —gimo, enloquecida de lujuria y adoración por este hombre venerando entre mis piernas—. Por favor.
—¿Qué quieres, Sela?
—Quiero venirme —ruego.
Quita su boca por un momento, lo que me hace levantar la cabeza para mirarlo. Me da una sonrisa traviesa.
—¿Quieres venirte en mi boca o en mi polla?
Le doy una sonrisa zalamera en respuesta. —Ambos.
Sus dientes me destellan y gruñe en agradecimiento. —Una jodidamente buena respuesta.
Entonces Beck golpea mi clítoris con fuerza, apretando sus labios alrededor de él y chupando mientras empuja dos dedos dentro y fuera de mí. Mi pulso se dispara, mis caderas giran en locos círculos intentando conseguir más fricción, y entonces golpea su lengua contra mí tan fuerte y rápido que me rompo en un millón de pedazos cuando mis muslos se aprietan contra su cabeza mientras cada músculo en mi cuerpo tiembla con liberación.
—O-o-o-o-h —gimo mientras el clímax me atraviesa—. Tan bueno, Beck. Tan, tan bueno.
Todavía estoy temblando cuando Beck sube por mi cuerpo, elevando mis piernas a medida que permanecen apoyadas sobre sus hombros. Mi abdomen se contrae hacia adentro mientras prácticamente me dobla a la mitad y luego se introduce en mi interior, tocando fondo con un duro empujón.
—Maldita sea —grita él mientras coloca ambas manos en el colchón para poder hacer palanca. Sus ojos están vidriosos de lujuria, pero se las arregla para preguntar—: ¿Estás bien?
Yo asiento, sin ser realmente capaz de formar palabras coherentes de afirmación.
—Bien, porque te voy a follarte fuerte, Sela —promete oscuramente cuando empieza a bombear dentro de mí—. Voy a venirme tan profundo en ese coño. Te marcaré como mía. Es mi jodido coño, ¿entiendes eso, nena? Mío.
Sus palabras me emocionan. Palabras oscuras, obscenas y sucias que le hablan a algo muy profundo dentro de mí. Sabiendo cuan excitado está, cuán posesivo por algo que solo debería pertenecerme a mí, pero en realidad no lo hace. Es suyo para que haga lo que quiera y él lo sabe.
Es puramente irónico que después de mi violación, siempre me haya sentido sucia... indigna. Es por eso que la barrera de un condón era más que una protección contra el embarazo. Para mí, era una manera de mantener la suciedad para mí misma y no manchar otra alma desprevenida. Aunque técnicamente y desde una perspectiva puramente sanitaria, estoy tan limpia como ellos, siempre me sentía desagradable cuando se trata de sexo.
Pero no con Beck.
Nunca con Beck.
Con cada golpe de sus caderas y cada vez que sus bolas chocan con mi trasero, me siento plena, hermosa, y completamente digna de lo que me está dando y tomando.
A pesar de que en este momento me está follando casi sin sentido con una necesidad animal, corriendo hacia la liberación tanto como yo, me hace sentir pura.
Eso es algo de lo que nunca me voy a cansar.
—¿Estás cerca? —pregunta Beck.
—¿Eh? —gimo cuando se adentra en mi interior.
—Cerca, cariño. ¿Estás cerca?
—Creo que lo estoy —jadeo mientras continúa follándome casi sin piedad.
—Necesito saber —gruñe—. Porque yo lo estoy y si tú no lo estas, voy a salir y comer tu coño otra vez.
La sola idea de que él esté tan empeñado en hacerme venir de nuevo despierta ese pequeño núcleo de pasión que comienza a expandirse y pulsar en lo profundo de mí.
—Oh, estoy cerca —digo con una risa casi histérica.
—Bueno —dice, y duplica el ritmo de su follada.
La mandíbula de Beck se aprieta, sus ojos se enfocan en mí con una intensidad similar a la de un láser, y él ondula contra mí a un ritmo perfecto que parece acariciar cada centímetro de mi carne. Sus caderas bombean furiosamente y su polla me golpea como un martillo neumático, y deja salir una enorme bocanada de aire justo antes de que sus ojos se cierren con fuerza.
Pasa casi en cámara lenta mientras miro el surco de su frente, sus dientes se aferran a su labio inferior, y su cabeza se inclina hacia atrás a medida que comienza a venirse. Golpea y hace temblar a mi propio orgasmo, y grito en sorpresa por su poder.
Beck me machaca y murmura—: Joder. Joder, eso es bueno. Joder, Sela... venirme dentro de ti es tan jodidamente bueno.
—Sí. —Me las arreglo para jadear a medida que mi canal lo aprieta firmemente, ondulaciones de placer suben y bajan por columna, haciendo que los dedos de mis pies y manos se curven casi espásticamente.
—Oh, Cristo —jadea Beck mientras baja mis piernas de sus hombros. Me doy cuenta de que apenas podía respirar estando casi doblada por la mitad, y una avalancha de oxígeno entrado en mis pulmones me marea.
Eso me hace soltar una risa casi maniaca de alivio a medida que aspiro más aire.
Beck se deja caer encima de mí, sosteniendo la mayor parte de su peso clavando los codos en el colchón. Él presiona su rostro en mi cuello, me besa con suavidad, y luego se levanta para mirarme fijamente.
—Eso fue una del tipo “guau” —dice con una sonrisa.
Asiento, sintiéndome más ligera de corazón y alma. Aun conteniendo ese pedacito de tristeza subyacente que dejó la cancelación de mi búsqueda de la venganza, pero teniendo en cuenta lo que acabo de tener con Beck... y que podría tenerlo para siempre si le doy esto un esfuerzo honesto, ayuda a aligerar un poco la carga de mi pérdida.
Beck pasa las manos debajo de mi espalda, rueda, y me estrecha en sus brazos hasta que ambos estamos acostados sobre nuestros costados y cara a cara. Él empuja una pierna entre la mías, lleva una mano a la parte trasera de mi cabeza, y la mete en la curva de mi cuello.
—¿Cuándo quieres ir a casa de tu padre para buscar las decoraciones? —pregunta mientras los dedos en su otra mano acarician el centro de mi columna.
—¿Este fin de semana? —pregunto en respuesta, asumiendo que no puede tomar tiempo durante la semana—. Asumo que él y Maria querrán que nos quedemos a cenar.
—¿Qué tal el viernes por la noche? —pregunta vacilante.
—Seguro. Eso servirá.
Nos quedamos en silencio por un momento y empiezo a relajarme en el abrazo de Beck, sintiéndome saciada y somnolienta. Me pregunto cómo sería tomar una siesta por la tarde con Beck. Solo estando desnuda y holgazaneando en sus brazos.
—¿Sela? —dice Beck después de una tos que despeja su garganta. Su voz es tensa y vacilante.
—¿Sí?
—JT quiere reunirse contigo y conmigo para la cena del sábado. De alguna manera acepté, pero entiendo perfectamente si no quieres ir. Puedo inventar una excusa o algo.
No hay nada que detenga el destello de rabia que convierte mi sangre en lava, y por un instante, ni siquiera puedo hablar porque el sentimiento es tan doloroso que me roba las palabras.
—Sé que él no te agrada. —Se apresura a decir Beck—. No te ha dado ninguna oportunidad para hacerlo, así que estoy totalmente bien si dices que no. Es solo que... sigue siendo mi socio de negocios, y asumiendo que logre comportarse, voy a tener que hacer funciones con él y espero que estés a mi lado en ellas. Te vas a topar con él, y pensé... bueno, que tal vez podrías llegar a conocer un poco del JT que me gusta cuando está en su zona.
Tomo un profundo respiro, y lo dejo salir. Otro adentro, y lo dejo salir. Trato de tener pensamientos calmantes y apartar la bruma roja de furia en mi visión.
—Estás muy callada —dice en voz baja—. Voy a tomar eso como que va a ser un no a la invitación.
Pienso en el tatuaje rojo en la espalda de Beck... una parte permanente de él con la que he decidido vivir. Pienso en JT, la encarnación viviente de lo que ese tatuaje representa para mí, y mi elección de vivir con lo que él ha hecho. ¿En serio puedo estar cerca del hombre que me brutalizó? ¿Puedo mirarlo a los ojos y tener una conversación educada?
¿Alguna vez podré estar en la misma habitación con él y no anhelar asesinarlo?
No lo sé. Es incomprensible para mí.
Pero sí sé una cosa.
Me estoy comprometiendo con Beck, y eso significa que tengo que aceptar que JT está en su vida hasta el momento en que él arruine ese privilegio. Conociendo a JT, eso ocurrirá. Una cebra no cambia sus rayas, me recuerdo a mí misma, y aunque él podría estar haciendo un esfuerzo extraordinario para impresionar a Beck en este momento, sé que es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a caer en sus viejas mañas.
Así que me trago mi orgullo, mi enojo y mi sed de justicia una vez más.
Hago todo esto por Beck.
Me comprometo aún más a él cuando digo—: Claro. Puede que no me guste mucho, pero voy a cenar con él si eso es lo que quieres.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 22
Beck
—Estoy un poco avergonzado —digo casualmente mientras pasamos por el vecindario de Sela. No habíamos hablado mucho desde que salimos de San Francisco hace unos cuarenta y cinco minutos, la hora pico era lo bastante espeluznante como para requerir toda mi atención mientras Sela clavaba sus uñas en el flexible cuero del asiento del pasajero.
—¿Avergonzado de qué? —pregunta, volviendo la cabeza contra el respaldo del asiento para mirarme.
Me tomo un momento para mirarla, pero qué momento. Su cabello está suelto y fluye sobre sus hombros, y me duele por estirar la mano para tocarlo porque sé lo suave que es. Una de mis cosas favoritas ahora es que Sela duerme encima de mí y su cabello descansa como una manta de seda sobre mi pecho.
—Que ni siquiera sabía que eres de Belle Haven... prácticamente mi lugar natal —digo con una sonrisa mientras pongo los ojos en el camino.
—Bueno, realmente no es tu lugar natal —corrige con remilgos. —Belle Haven no es exactamente el semillero para los estilos de vida de los ricos y famosos.
—Listilla —gruño—. Solo quería decir que estabas a minutos de mí cuando fui a Stanford. Podríamos habernos cruzado en la calle en algún momento o incluso haber estado en la misma fiesta juntos y nunca haberlo sabido. ¿Alguna vez fuiste a fiestas en Stanford?
—No —dice en voz baja mientras mira por la ventana. —No era una chica fiestera.
El vecindario de Belle Haven, ubicado en Menlo Park, no está a más de unos kilómetros de Stanford en Palo Alto. Es un vecindario que ha tenido muy mala reputación durante años, y Sela tiene razón... mi familia no estaría ni muerta aquí. Pero ha mejorado en los últimos cinco años o así, particularmente con Facebook abriendo un campus aquí e inyectando dinero en programas comunitarios. La tasa de delitos ha reducido drásticamente, lo que la convirtió en una buena opción ahora para las familias de bajos ingresos.
Aun así, está muy lejos de donde crecí. Mis padres estarían absolutamente horrorizados de saber que yo estaba involucrado con una mujer del lado equivocado de las vías. Imaginar las miradas en sus caras en realidad me da una sensación cálida y de hormigueo por dentro.
—Es ese de allí —dice Sela mientras señala un pequeño bungaló hecho en un revestimiento gris claro con un techo plano y una luz amarilla de porche ardiendo brillantemente. A pesar de que ya está oscuro, hay mucha luz en la farola, así que puedo ver que el lote es del tamaño de una estampilla postal con solo tres metros o más a cada lado de la casa. Aun así, el patio está ordenado con bonitos arbustos alrededor de los cimientos y la hierba de color marrón pulcramente podada en la acera adyacente a la carretera.
Estaciono en paralelo en la calle, ya que el corto camino de entrada tiene un camión de trabajo blanco y un pequeño automóvil negro detrás del tocado. Apagando el motor, digo—: Casa familiar. Es agradable.
—No es un palacio como al que estás acostumbrado —dice con una mueca en los labios.
Labios hermosos.
Así que me inclino y le doy un beso. —Pude haber crecido en una monstruosidad de una casa, pero nunca fue un hogar. Nuestro condominio... es más un hogar para mí que otro lugar en el que haya vivido, y parte de eso es porque estás allí.
Los ojos de Sela se llenan de ternura, una nueva mirada que me gusta en su rostro. La mujer fría y distante se está calentando de una manera que nunca imaginé.
Ella extiende la mano, toma mi mano descansando entre nosotros, y la aprieta. —Eres demasiado dulce para mí.
—Lo haces fácil —aseguro, realmente disfrutando el hecho de que estas palabras de afecto me son fáciles.
Tal vez fui creado para las relaciones pero nunca encontré la correcta. Mientras que Sela siempre mantiene algo en reserva que aún desconozco, he visto suficiente como para saber que ella podría ser “la indicada”.
Definitivamente vale la pena el esfuerzo, y espero que se abra completamente a mí. Un día. No tengo ninguna duda de que algo en su pasado mantiene una parte de ella bajo llave, y eso quedó en evidencia la semana pasada cuando me mintió. Incluso pensando en eso ahora, mis hombros se tensan. No estaba bromeando con Sela... no me atengo a los mentirosos. Odio la deshonestidad y los secretos y motivos ocultos. Tengo motivos para hacerlo, y es probable que sea lo único que podría alejarme de ella.
Pero finalmente, lo que Sela hizo fue más una omisión que una mentira. Fue su terrible intento de ocultarme el hecho de que se sentía abrumada por todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros. La chica tonta salió a caminar para componerse y no creía que yo entendiera o simpatizara con sus dudas.
La vida está llena de dudas. Todos tomamos riesgos calculados en nuestras elecciones, y aunque no soy adivina, entiendo que Sela podría estar teniendo algunas dificultades para aceptar lo que está pasando entre nosotros. Está bien, sin embargo... soy un hombre paciente.
No voy a ir a ninguna parte.
—¿Beck? —pregunta Sela suavemente.
—¿Sí?
—Eres el primer hombre que he llevado a conocer a mi padre.
No estoy sorprendido, sino profundamente halagado. Aun así, sé que esto es un gran paso para ella, pero está demasiado seria en este momento. No quiero que esto sea estresante para ella, así que bromeo. —No te avergonzaré, lo prometo.
—No podrías —asegura, la broma rebota en sus ojos sombríos. —Ni siquiera estoy segura de por qué estás con alguien como yo.
Inclino la cabeza, le aprieto la mano y advierto—: Si este es un intento desvergonzado de conseguir que exalte todas tus virtudes, llegaremos a la cena muy tarde para tomarme el tiempo de hacerlo.
Se ríe suavemente, coloca su otra mano sobre las que tenemos unidas. —No, es solo que... a veces es difícil vernos juntos, ¿sabes? Diferentes antecedentes, elecciones de vida, caminos. Quiero decir... piénsalo. Estás tan fuera de mi alcance, Beck. Si no nos hubiésemos encontrado en ese Sugar Bowl, es probable que ni tú ni yo hubiéramos tenido la oportunidad de cruzarnos.
—Y ciertamente no estaba buscando una Sugar Baby —digo con una sonrisa—. Yo soy el que está fuera de tu liga.
—Pero yo estaba buscando un Sugar Daddy —recuerda remilgadamente, negándose a debatir sobre quién liga a quién.
—Obtuviste mucho más de lo que esperabas. —Bajo la voz para que suene ominosa—: He disfrutado corrompiéndote, señorita Halstead.
Ella resopla, suelta mis manos y agarra la manija de la puerta. —Sugiero que no digas mierda así alrededor de mi padre. Él tiene pistolas en la casa y está ansioso por hacer el papel de padre sobreprotector.
Riendo, salgo del coche y la sigo.
—¿Avergonzado de qué? —pregunta, volviendo la cabeza contra el respaldo del asiento para mirarme.
Me tomo un momento para mirarla, pero qué momento. Su cabello está suelto y fluye sobre sus hombros, y me duele por estirar la mano para tocarlo porque sé lo suave que es. Una de mis cosas favoritas ahora es que Sela duerme encima de mí y su cabello descansa como una manta de seda sobre mi pecho.
—Que ni siquiera sabía que eres de Belle Haven... prácticamente mi lugar natal —digo con una sonrisa mientras pongo los ojos en el camino.
—Bueno, realmente no es tu lugar natal —corrige con remilgos. —Belle Haven no es exactamente el semillero para los estilos de vida de los ricos y famosos.
—Listilla —gruño—. Solo quería decir que estabas a minutos de mí cuando fui a Stanford. Podríamos habernos cruzado en la calle en algún momento o incluso haber estado en la misma fiesta juntos y nunca haberlo sabido. ¿Alguna vez fuiste a fiestas en Stanford?
—No —dice en voz baja mientras mira por la ventana. —No era una chica fiestera.
El vecindario de Belle Haven, ubicado en Menlo Park, no está a más de unos kilómetros de Stanford en Palo Alto. Es un vecindario que ha tenido muy mala reputación durante años, y Sela tiene razón... mi familia no estaría ni muerta aquí. Pero ha mejorado en los últimos cinco años o así, particularmente con Facebook abriendo un campus aquí e inyectando dinero en programas comunitarios. La tasa de delitos ha reducido drásticamente, lo que la convirtió en una buena opción ahora para las familias de bajos ingresos.
Aun así, está muy lejos de donde crecí. Mis padres estarían absolutamente horrorizados de saber que yo estaba involucrado con una mujer del lado equivocado de las vías. Imaginar las miradas en sus caras en realidad me da una sensación cálida y de hormigueo por dentro.
—Es ese de allí —dice Sela mientras señala un pequeño bungaló hecho en un revestimiento gris claro con un techo plano y una luz amarilla de porche ardiendo brillantemente. A pesar de que ya está oscuro, hay mucha luz en la farola, así que puedo ver que el lote es del tamaño de una estampilla postal con solo tres metros o más a cada lado de la casa. Aun así, el patio está ordenado con bonitos arbustos alrededor de los cimientos y la hierba de color marrón pulcramente podada en la acera adyacente a la carretera.
Estaciono en paralelo en la calle, ya que el corto camino de entrada tiene un camión de trabajo blanco y un pequeño automóvil negro detrás del tocado. Apagando el motor, digo—: Casa familiar. Es agradable.
—No es un palacio como al que estás acostumbrado —dice con una mueca en los labios.
Labios hermosos.
Así que me inclino y le doy un beso. —Pude haber crecido en una monstruosidad de una casa, pero nunca fue un hogar. Nuestro condominio... es más un hogar para mí que otro lugar en el que haya vivido, y parte de eso es porque estás allí.
Los ojos de Sela se llenan de ternura, una nueva mirada que me gusta en su rostro. La mujer fría y distante se está calentando de una manera que nunca imaginé.
Ella extiende la mano, toma mi mano descansando entre nosotros, y la aprieta. —Eres demasiado dulce para mí.
—Lo haces fácil —aseguro, realmente disfrutando el hecho de que estas palabras de afecto me son fáciles.
Tal vez fui creado para las relaciones pero nunca encontré la correcta. Mientras que Sela siempre mantiene algo en reserva que aún desconozco, he visto suficiente como para saber que ella podría ser “la indicada”.
Definitivamente vale la pena el esfuerzo, y espero que se abra completamente a mí. Un día. No tengo ninguna duda de que algo en su pasado mantiene una parte de ella bajo llave, y eso quedó en evidencia la semana pasada cuando me mintió. Incluso pensando en eso ahora, mis hombros se tensan. No estaba bromeando con Sela... no me atengo a los mentirosos. Odio la deshonestidad y los secretos y motivos ocultos. Tengo motivos para hacerlo, y es probable que sea lo único que podría alejarme de ella.
Pero finalmente, lo que Sela hizo fue más una omisión que una mentira. Fue su terrible intento de ocultarme el hecho de que se sentía abrumada por todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros. La chica tonta salió a caminar para componerse y no creía que yo entendiera o simpatizara con sus dudas.
La vida está llena de dudas. Todos tomamos riesgos calculados en nuestras elecciones, y aunque no soy adivina, entiendo que Sela podría estar teniendo algunas dificultades para aceptar lo que está pasando entre nosotros. Está bien, sin embargo... soy un hombre paciente.
No voy a ir a ninguna parte.
—¿Beck? —pregunta Sela suavemente.
—¿Sí?
—Eres el primer hombre que he llevado a conocer a mi padre.
No estoy sorprendido, sino profundamente halagado. Aun así, sé que esto es un gran paso para ella, pero está demasiado seria en este momento. No quiero que esto sea estresante para ella, así que bromeo. —No te avergonzaré, lo prometo.
—No podrías —asegura, la broma rebota en sus ojos sombríos. —Ni siquiera estoy segura de por qué estás con alguien como yo.
Inclino la cabeza, le aprieto la mano y advierto—: Si este es un intento desvergonzado de conseguir que exalte todas tus virtudes, llegaremos a la cena muy tarde para tomarme el tiempo de hacerlo.
Se ríe suavemente, coloca su otra mano sobre las que tenemos unidas. —No, es solo que... a veces es difícil vernos juntos, ¿sabes? Diferentes antecedentes, elecciones de vida, caminos. Quiero decir... piénsalo. Estás tan fuera de mi alcance, Beck. Si no nos hubiésemos encontrado en ese Sugar Bowl, es probable que ni tú ni yo hubiéramos tenido la oportunidad de cruzarnos.
—Y ciertamente no estaba buscando una Sugar Baby —digo con una sonrisa—. Yo soy el que está fuera de tu liga.
—Pero yo estaba buscando un Sugar Daddy —recuerda remilgadamente, negándose a debatir sobre quién liga a quién.
—Obtuviste mucho más de lo que esperabas. —Bajo la voz para que suene ominosa—: He disfrutado corrompiéndote, señorita Halstead.
Ella resopla, suelta mis manos y agarra la manija de la puerta. —Sugiero que no digas mierda así alrededor de mi padre. Él tiene pistolas en la casa y está ansioso por hacer el papel de padre sobreprotector.
Riendo, salgo del coche y la sigo.
●●●
William Halstead es un buen hombre. Lo supe desde el momento en que nos recibió en la puerta y le dio a Sela un abrazo de oso, meciéndola de un lado a otro y arrullando—: Allí está mi niña.
Lo confirmé cuando finalmente la soltó y me dio un cordial apretón de manos, tomando mi mano con las suyas y sacudiéndola vigorosamente mientras me sonreía como si fuera un caballero de brillante armadura. Sela no estaba bromeando... soy el primer hombre que ella ha traído a casa, y aparentemente esto hizo que su padre fuera muy, muy feliz. De nuevo me hace preguntarme cómo esta criatura inteligente y hermosa pasó tanto tiempo sin ninguna relación real. Además de mí, obvio. Mis padres fueron modelos terribles de cómo debería ser una relación sana y leal. Pero puedes decir que Sela creció en una casa con mucho amor y respeto.
Tal vez como yo, ella estaba esperando a la persona adecuada.
Lo confirmé cuando finalmente la soltó y me dio un cordial apretón de manos, tomando mi mano con las suyas y sacudiéndola vigorosamente mientras me sonreía como si fuera un caballero de brillante armadura. Sela no estaba bromeando... soy el primer hombre que ella ha traído a casa, y aparentemente esto hizo que su padre fuera muy, muy feliz. De nuevo me hace preguntarme cómo esta criatura inteligente y hermosa pasó tanto tiempo sin ninguna relación real. Además de mí, obvio. Mis padres fueron modelos terribles de cómo debería ser una relación sana y leal. Pero puedes decir que Sela creció en una casa con mucho amor y respeto.
Tal vez como yo, ella estaba esperando a la persona adecuada.
●●●
Me alivia saber que la conversación fluye fácilmente durante la cena. El padre de Sela es un hombre gregario y un narrador natural. Su novia, Maria, es más reservada, pero eso podría ser simplemente porque William tiende a dominar las conversaciones. Me pregunto si la madre de Sela fue así también.
—¿Alguien quiere algo para beber? —pregunta Maria mientras entra en la sala de estar. Ella había insistido en lavar los platos para que todos pudiéramos retirarnos para hablar y pasar el rato antes de regresar a la ciudad.
—Estoy bien —digo, y Sela responde—: Bien también.
—Estoy bien, cariño —dice William mientras estira su mano hacia la de Maria con una sonrisa suave antes de sentarse en el sofá junto a él.
El cuerpo de Sela se aprieta a mi lado, apenas perceptible, pero estoy muy en sintonía con su estado de ánimo desde que llegamos aquí. Mientras que ella es abierta y amigable con su padre, es un poco más reservada con Maria, y sé que tiene todo que ver con el hecho de que Sela teme que esta mujer esté reemplazando a su difunta madre en los afectos de su padre. No dice mucho al respecto, pero puedo decirlo al ver máscara cuidadosa que mantiene en su lugar cada vez que él interactúa con Maria.
—Entonces cuéntame más sobre tu negocio —pregunta William, con las manos cruzadas sobre el estómago. William Halstead es un hombre grande, en estatura y corpulencia. Sela me dijo que dirige el personal de limpieza de la escuela secundaria local y que ha estado trabajando allí durante casi treinta años. Creo que es el primer conserje que he conocido en mi vida, un pensamiento que en realidad me hace sentir un poco humilde.
—Es principalmente un sitio de citas online que se centra en emparejar hombres ricos con mujeres —digo, manteniendo su mirada. No pensé que sería tan difícil decirle al padre de Sela cómo me ganaba la vida, pero me preparo para la censura.
—¿Y se llama Sugar Bowl? —Pregunta Maria con una educada sonrisa en su rostro—. ¿Eso qué significa?
Sela tose un poco, y cuando se sienta a mi lado, puedo verla poner una mano sobre su boca para ocultar una sonrisa. Creo que está disfrutando mi incomodidad.
—Es un juego de palabras con Sugar daddy —dice William con voz potente—. Leí un artículo en línea al respecto.
—¿Qué es un sugar daddy? —pregunta Maria, volteándose para mirar a William.
Sela casi se atraganta y su padre le da un guiño astuto. También me salva de tener que explicarle a Maria—: Sugar Daddy es un término usado para un hombre que paga todo por su mujer.
Maria gira sus ojos marrones hacia mí. Es una atractiva mujer hispana que hizo una increíble carne adobada para la cena y parece adorar al padre de Sela. Se nota que está enamorada del hombre, pero también podría decir que William tiene algo en reserva, más o menos como Sela conmigo. Me pregunto si Sela lo nota y eso la hace sentir mejor acerca de que él esté con ella.
—Entonces, ¿es como Match.com, pero se enfoca más en factores económicos? —pregunta, volviéndose en mi dirección.
Asiento y sonrío. —Esa es una manera de decirlo.
Maria resopla y dice—: Bueno, puedo imaginar lo que esas mujeres tienen que hacer para conseguir un Sugar Daddy rico.
Sela se ahoga de nuevo, una risita salta, y luego se levanta del sofá, murmurando—: Disculpen. Necesito usar el baño.
Los tres la vemos alejarse, y sí... mis ojos van a su culo en retirada por un momento. Afortunadamente, cuando me vuelvo para mirar a William y a Maria, siguen mirando el pasillo donde Sela acaba de desaparecer.
William vuelve lentamente su rostro hacia mí y dice—: Bueno, todo suena muy impresionante. Vi el valor neto de tu compañía.
Y eso me avergüenza un poco, haciéndome sentir un poco incómodo. No quiero que el padre de Sela me juzgue por los méritos de mi cuenta bancaria.
—Es una chica increíble —dice William pensativo sobre su hija. Maria se acerca y toma su mano, dándole una pequeña palmada de acuerdo—. Ella no merece nada menos que lo mejor.
—Estoy de acuerdo —digo.
—Pero también ha hecho su camino —continúa, y esto despierta mi interés—. Ella ve este mundo de cierta manera y a veces tiene dificultades para creer en el bien de él. Sé paciente con ella. Sela tiene mucho que ofrecer a cualquiera que tenga el placer de conocerla, pero a veces puede retraerse. Si alguna vez la atrapas haciendo eso, la sacas de ese lugar, ¿de acuerdo?
Una sensación de aprensión me golpea y una pequeña chispa de miedo late en mí. Las palabras de William son tan serias y en desacuerdo con el padre jovial de hace unos minutos, emocionado de tener a su hija involucrada con un hombre por primera vez en su vida.
—Estoy seguro de que no hay nada que no haría por Sela —digo a William solemnemente, porque siento que quiere ese tipo de promesa—. Me ocuparé de ella.
—¿Como un sugar daddy? —pregunta Maria, parpadeando inocentemente hacia mí.
La miro completamente atónita, mi boca abierta. Entonces ella comienza a reír y me señala con el dedo mientras le da palmaditas a William en la pierna. —Ustedes dos necesitan iluminarse. Sela es una chica fuerte y no necesita un hombre que haga las cosas por ella.
Supongo que es cierto, pero cuando miro a William, no lo veo riéndose junto con Maria. En cambio, me clava una mirada, transmitiéndome en silencio que espera que yo haga exactamente lo que le prometí. Y la expresión de su rostro dice que, si no lo hago, veré un lado diferente del padre de Sela.
—¿Alguien quiere algo para beber? —pregunta Maria mientras entra en la sala de estar. Ella había insistido en lavar los platos para que todos pudiéramos retirarnos para hablar y pasar el rato antes de regresar a la ciudad.
—Estoy bien —digo, y Sela responde—: Bien también.
—Estoy bien, cariño —dice William mientras estira su mano hacia la de Maria con una sonrisa suave antes de sentarse en el sofá junto a él.
El cuerpo de Sela se aprieta a mi lado, apenas perceptible, pero estoy muy en sintonía con su estado de ánimo desde que llegamos aquí. Mientras que ella es abierta y amigable con su padre, es un poco más reservada con Maria, y sé que tiene todo que ver con el hecho de que Sela teme que esta mujer esté reemplazando a su difunta madre en los afectos de su padre. No dice mucho al respecto, pero puedo decirlo al ver máscara cuidadosa que mantiene en su lugar cada vez que él interactúa con Maria.
—Entonces cuéntame más sobre tu negocio —pregunta William, con las manos cruzadas sobre el estómago. William Halstead es un hombre grande, en estatura y corpulencia. Sela me dijo que dirige el personal de limpieza de la escuela secundaria local y que ha estado trabajando allí durante casi treinta años. Creo que es el primer conserje que he conocido en mi vida, un pensamiento que en realidad me hace sentir un poco humilde.
—Es principalmente un sitio de citas online que se centra en emparejar hombres ricos con mujeres —digo, manteniendo su mirada. No pensé que sería tan difícil decirle al padre de Sela cómo me ganaba la vida, pero me preparo para la censura.
—¿Y se llama Sugar Bowl? —Pregunta Maria con una educada sonrisa en su rostro—. ¿Eso qué significa?
Sela tose un poco, y cuando se sienta a mi lado, puedo verla poner una mano sobre su boca para ocultar una sonrisa. Creo que está disfrutando mi incomodidad.
—Es un juego de palabras con Sugar daddy —dice William con voz potente—. Leí un artículo en línea al respecto.
—¿Qué es un sugar daddy? —pregunta Maria, volteándose para mirar a William.
Sela casi se atraganta y su padre le da un guiño astuto. También me salva de tener que explicarle a Maria—: Sugar Daddy es un término usado para un hombre que paga todo por su mujer.
Maria gira sus ojos marrones hacia mí. Es una atractiva mujer hispana que hizo una increíble carne adobada para la cena y parece adorar al padre de Sela. Se nota que está enamorada del hombre, pero también podría decir que William tiene algo en reserva, más o menos como Sela conmigo. Me pregunto si Sela lo nota y eso la hace sentir mejor acerca de que él esté con ella.
—Entonces, ¿es como Match.com, pero se enfoca más en factores económicos? —pregunta, volviéndose en mi dirección.
Asiento y sonrío. —Esa es una manera de decirlo.
Maria resopla y dice—: Bueno, puedo imaginar lo que esas mujeres tienen que hacer para conseguir un Sugar Daddy rico.
Sela se ahoga de nuevo, una risita salta, y luego se levanta del sofá, murmurando—: Disculpen. Necesito usar el baño.
Los tres la vemos alejarse, y sí... mis ojos van a su culo en retirada por un momento. Afortunadamente, cuando me vuelvo para mirar a William y a Maria, siguen mirando el pasillo donde Sela acaba de desaparecer.
William vuelve lentamente su rostro hacia mí y dice—: Bueno, todo suena muy impresionante. Vi el valor neto de tu compañía.
Y eso me avergüenza un poco, haciéndome sentir un poco incómodo. No quiero que el padre de Sela me juzgue por los méritos de mi cuenta bancaria.
—Es una chica increíble —dice William pensativo sobre su hija. Maria se acerca y toma su mano, dándole una pequeña palmada de acuerdo—. Ella no merece nada menos que lo mejor.
—Estoy de acuerdo —digo.
—Pero también ha hecho su camino —continúa, y esto despierta mi interés—. Ella ve este mundo de cierta manera y a veces tiene dificultades para creer en el bien de él. Sé paciente con ella. Sela tiene mucho que ofrecer a cualquiera que tenga el placer de conocerla, pero a veces puede retraerse. Si alguna vez la atrapas haciendo eso, la sacas de ese lugar, ¿de acuerdo?
Una sensación de aprensión me golpea y una pequeña chispa de miedo late en mí. Las palabras de William son tan serias y en desacuerdo con el padre jovial de hace unos minutos, emocionado de tener a su hija involucrada con un hombre por primera vez en su vida.
—Estoy seguro de que no hay nada que no haría por Sela —digo a William solemnemente, porque siento que quiere ese tipo de promesa—. Me ocuparé de ella.
—¿Como un sugar daddy? —pregunta Maria, parpadeando inocentemente hacia mí.
La miro completamente atónita, mi boca abierta. Entonces ella comienza a reír y me señala con el dedo mientras le da palmaditas a William en la pierna. —Ustedes dos necesitan iluminarse. Sela es una chica fuerte y no necesita un hombre que haga las cosas por ella.
Supongo que es cierto, pero cuando miro a William, no lo veo riéndose junto con Maria. En cambio, me clava una mirada, transmitiéndome en silencio que espera que yo haga exactamente lo que le prometí. Y la expresión de su rostro dice que, si no lo hago, veré un lado diferente del padre de Sela.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Dioooossss estoy intrigada, y si Beck encuentra el diarios de Sela donde cuenta lo de la violación? Y si Sela le cuenta lo que le pasó y le pregunta quiénes son los otros con ese tatuaje??? No puedo quedarme así...
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 23
Sela Me deslicé en el Tag Heuer con el que Beck me sorprendió el pasado fin de semana cuando pasamos un día de compras en San Francisco. Después de que Caroline y Ally se marcharan, el apartamento estaba casi sofocante de silencio, y él sugirió un día de salidas. Incluía una parada en un joyero exclusivo donde insistió en comprarme esta belleza de acero inoxidable con una cara de cerámica blanca y diamantes en el borde, así como doce para cada número. Es hermoso y yo también; no demasiado delicado, un poco audaz y nada ostentoso a pesar del gran precio. Argumenté en contra de que me lo comprara, pero Beck me calló con una simple declaración.
—No me quites esto. Nunca he tenido a nadie a quien comprarle joyas.
Comprobando la hora, veo que tengo unos diez minutos antes de tener que bajar al vestíbulo para que el portero pueda llamarme un taxi. Esta noche es la gran cena con JT y mis nervios han estado vibrando todo el día. Beck fue llamado a la oficina hace unas tres horas, algo que no entendí del todo. Es el maldito dueño de un negocio multimillonario y, sin embargo, está pasando su sábado en la oficina ayudando a los programadores con algún código entrometido. Beck me explicó que van a lanzar una nueva plataforma a comienzos del otro año, y aunque faltan todavía treinta días, el trabajo es ininterrumpido para cumplir con la fecha límite. Cuando los programadores se estancaron, Beck era el gran queso, y este era su bebé, así que se fue a trabajar. Llevó un traje con él, ya que vamos a cenar en un restaurante elegante y lujoso, y me dio un beso largo y chisporroteante para ayudar a aliviar la picadura de abandonarme hoy.
Sin embargo, lo perdoné fácilmente. Fue difícil no hacerlo después del maravilloso tiempo que pasamos con mi padre la noche anterior, a quien le gustó mucho y aprobó a Beck. Antes de irnos, él me dio un abrazo omnímodo y me susurró al oído—: Estoy muy feliz por ti, cariño.
También estoy feliz por mí.
Estaría mucho más feliz y pudiera pasar esta noche.
No tengo dudas de que me estoy preparando para enfrentar a unas horas increíblemente difíciles. Sentarme en una mesa con mi violador, un hombre tan vil que quiero sacarle los ojos y castrarlo al mismo tiempo, hace que me pregunte si tengo el temple dentro de mí para llevar a cabo tal acto.
Debería poder hacerlo. Las primeras semanas con Beck, gran parte de lo que le mostré no fue más que una excelente actuación digna de un Oscar. Pero esa fachada pronto dio paso a los sentimientos y emociones que eran genuinos para mi alma, y mientras estoy de pie aquí ahora, mirándome en el espejo sobre el tocador del fregadero, sé que, si voy a mantener la pureza de mi relación con Beck, necesito mantener mi nueva búsqueda. Necesito liberar mi necesidad de venganza y centrar mis esfuerzos en una relación con un hombre por el que he venido a preocuparme profundamente. En mi corazón, sé que mis recompensas serán infinitamente mayores si consigo lograr esto.
Suena el timbre y me sobresalta. Nadie viene al condominio de Beck a menos que sea para una especie de entrega, y descubrí que a Beck le gusta que me entreguen cosas. He recibido innumerables flores, dulces e incluso un conjunto de ropa interior traviesa que recibió el beneficio de esa noche cuando lo saludé en la puerta con ellas.
De hecho, apuesto a que probablemente hay un ramo de margaritas y fresias esperándome del otro lado, probablemente una disculpa innecesaria de Beck por haberme dejado hoy.
Sonriendo, camino por el pasillo, paso la gran mesa del comedor y entro al vestíbulo, mis talones golpeando el suelo de madera. Abro la puerta, esperando que el aroma de las flores me golpee, y en cambio me encuentro frente a Jonathon Townsend.
Se queda allí de forma casual, con ambas manos metidas en los bolsillos de un costoso par de pantalones negros. La chaqueta del traje está desabrochada, mostrando una camisa blanca almidonada prístina debajo, sin corbata y desabrochada en la garganta.
Sus ojos me fijan en el lugar y él me da una sonrisa que se encuentra en algún lugar entre licencioso y soso. —Hola, Sela.
Mis dedos se tensan en el pomo y resisto el impulso de cerrarle la puerta en la cara. Trago más que sequedad en mi garganta, espero a que mi ritmo cardíaco se calme y pregunto—: ¿Qué estás haciendo aquí?
—Sabía que Beck estaba en el trabajo. Dijo que ibas a tomar un taxi al restaurante, así que hice que mi chofer pasara y para ofrecerte un aventón. Todavía tenemos que ir y recoger mi cita, por supuesto, pero ella está a unas pocas cuadras.
La sala gira un poco ante la perspectiva de sentarme en un coche con este hombre, pero no puedo pensar en una buena razón para rechazar su invitación. Sería totalmente absurdo que insista en que tome un taxi, y lo único que serviría sería el hecho de que haría una declaración muy clara de que lo detesto. Aunque no estoy en absoluto preocupada por herir sus sentimientos, tampoco quiero hacer que esta noche sea más desagradable de lo que ya sé que será. Si lo antagonizo ahora, sé el tipo de persona que es JT. Va a ser duro para todos esta noche.
Y además... me prometí que nunca haría algo para hacerle saber que le tengo miedo. Porque no lo tengo. Lo detesto y lo odio. Tanto que los flashes periódicos de asesinatos aún aparecen en mi mente. Sé que Jonathon es el tipo de hombre a que le gusta intimidar a las mujeres. Lo hace sentir mejor consigo mismo, así que, que me parta un rayo si alguna vez lo ayudo a hacer eso.
Así que respiro hondo y decido que cuanto antes empiece esta noche, antes terminará, y puedo hacer esto por Beck.
—Déjame tomar mi bolso —digo, mi voz sonando helada y no menos agradecida, así que hago un esfuerzo concertado—. Gracias por pensar en mí.
Me dirijo a la mesa del vestíbulo, recojo el bolso negro que compré este fin de semana con algo de mi propio dinero. Coincide con el vestido negro que tengo, también comprado con mi dinero. Me giro hacia JT y encuentro su mirada baja, claramente mirándome el culo mientras me daba la vuelta. En este momento desearía tener mi arma en mi bolso, así podría sacarla y dispararle en las bolas antes de meterle una bala en el cerebro.
Su mirada me recorre perezosamente y me da una sonrisa tímida. —Lo siento —dice sin el más mínimo rastro de disculpas.
No respondo, sino que paso junto a él y cierro la puerta detrás de mí.
Estoy en silencio mientras bajamos al vestíbulo y me siento aliviada cuando veo a un conductor de pie junto a la puerta abierta de una limusina con la mano extendida para ayudarme a entrar. Odiaría que JT consiguiera un ataque de aires caballerosos e intente ayudarme. Tal como están las cosas, puedo sentir sus ojos en mi trasero otra vez cuando entro, lo que asegura la ira hirviendo siga burbujeando dentro de mi estómago. Ojalá hubiera pensado poner un paquete de Tums1 en mi bolso.
JT afortunadamente toma asiento frente a mí y nos alejamos de la acera. Él se sienta con las piernas extendidas y las manos apoyadas en los muslos. Me mira apreciativamente y dice—: No creo que te guste mi cita, o tengas mucho en común con ella.
Parpadeo sorprendida, su voz suena distante y con aires típicos de alguien de su tipo. Levanto una ceja. —Oh, ¿por qué es eso?
No me imagino la ligera curva en su labio, y aunque su voz es suave y agradable, su desaire está claro en sus palabras. —Es solo que ella es de dinero. Viejo dinero de San Francisco. Tiene el azul requerido en su sangre, un grado extravagante de Brown, y probablemente guardando su virginidad para el matrimonio. Ustedes no tendrían nada en común.
Y en este momento, es claro para mí que JT no solo es un violador, un ser humano vil y abusador de mujeres y amigos, sino que claramente no me quiere para nada. De hecho, incluso diría que hay un nivel de celos en su voz que habla de su preocupación de que pueda volver a su amigo y socio en su contra.
Esto me llena de poder y solo le sonrío dulcemente. —Es verdad... perdí mi virginidad hace mucho tiempo. —Por ti, maldito pedazo de mierda—. Pero a Beck le gusta lo que ve en mí.
—Estoy seguro —dice con una educada sonrisa en su rostro, pero sus palabras son secas como la tierra del desierto.
La limusina se detiene lentamente frente a un condominio caro y puedo escuchar al conductor salir. JT solo me mira, y giro la cabeza para mirar por la ventana hacia las puertas de entrada.
—¿No vas a subir a buscarla? —pregunto mientras giro la cabeza hacia atrás para mirarlo.
—Hice que el conductor la llamara cuando salimos de su lugar —dice con un gesto de su mano—. Además... no quiero que Amelia piense que esto es algo más que una cena arreglada entre nuestras entrometidas madres.
Ella tiene estrellas de matrimonio en sus ojos y no quiero que se vuelvan más brillantes.
Que idiota.
La puerta se abre y veo a una pequeña mujer rubia perfectamente arreglada caminando hacia el auto, con un bolso beige en su mano, lleva una falda beige y una chaqueta a juego con grandes botones negros que se abren hacia un lado, y un par de tacones negros, que estoy apostando a que cuestan más que todo mi guardarropa. Su cabello se encuentra recogido en un perfecto moño y su maquillaje es impecable. Grandes diamantes brillan sus orejas, apuesto a que no son más pequeños que cuatro quilates.
El conductor la ayuda a subir al automóvil cuando JT se desliza, y ella se sienta a su lado, dándome una rápida mirada.
Ella se inclina y le ofrece la mejilla a JT. Estoy envuelta en una nube de su perfume mientras lo veo besar su mejilla antes de volverse hacia mí.
—Amelia... esta es la cita de Beck de esta noche, Sela Halstead. Sela, esta es Amelia Baxter.
Sonrío y extiendo mi mano a través de la limusina.
—Hola. Mucho gusto
Ella ofrece una sonrisa que no es cálida ni fría, sino meramente complaciente, y me estrecha la mano.
—Es un placer conocerte.
Amelia se aleja de mí y le otorga una hermosa sonrisa a JT.
—¿Y cómo has estado, Jonathon? No puedo decirte lo emocionada que estaba por recibir tu llamada invitándome a salir esta noche. Sé que nuestras madres han estado tratando de unirnos durante años, así que espero que esto no les haya sucedido y que finalmente hayan recuperado el sentido.
Suelta una risita tintineante y golpea su mano juguetonamente sobre su pecho. Ella lo mira con ojos brillantes y serios, con un deseo más allá de la esperanza de que haya atrapado más que solo una cita para cenar esa noche. Prácticamente puedo verla fantasear sobre el tamaño del anillo de compromiso que pondrá en su dedo, y eso me hace sentir increíblemente triste por ella.
JT se encoge de hombros despreocupadamente y gira su mirada hacia mí mientras responde su pregunta.
—Es solo una cena, Amelia. Así puedo pasar tiempo conociendo a la nueva Sugar Baby de Beck.
Aunque puedo ver que a Amelia le afecta inmediatamente su desaire, gira la cabeza hacia mí con los ojos muy abiertos. Echa un vistazo rápido a mi atuendo, y luego arruga la nariz con disgusto antes de volver a JT.
—¿Es una Sugar Baby?
Antes de que JT pueda responder, le digo.
—JT está equivocado. No soy una Sugar Baby. Soy la novia de Beck.
—Pero Beck pagó por tu universidad, ¿verdad? —dice JT, y me molesta que lo sepa. Me irrita un poco que Beck le dijera eso, lo que me hace sentir menos de lo que creí que era para él.
—Sí, pero cancelamos nuestro acuerdo —digo, con voz ligeramente temblorosa por la ira y la vergüenza.
JT se encoge de hombros de nuevo y se vuelve hacia Amelia. Su mano cae sobre su muslo, que está cubierto más que adecuadamente por su tranquila falda que ni siquiera tiene una hendidura. Su mirada recorre su rostro y su mano se desliza más arriba por su pierna. Él se inclina, susurrándole al oído aún lo suficientemente fuerte para que yo lo oiga.
—Te ves hermosa esta noche. ¿Nuevos reflejos rubios?
Su mano se desliza un poco más arriba y la cara de Amelia se pone roja. No estoy segura de sí es por su mano arrastrándose o por el cumplido que acaba de darle, en serio... ¿qué tipo se da cuenta de esa mierda?
Amelia se toca nerviosamente la parte posterior de su moño y asiente.
—De hecho, me hice nuevos reflejos. Me alegra que te gusten.
Los dedos largos de JT se agarran a su muslo, su mano descansa prácticamente cerca de su cadera. Le gruñe seductoramente y murmura.
—Bueno, sabes que amo a las rubias.
Mis labios se curvan con absoluto disgusto. Puedo decir que JT no siente ni una pizca de atracción hacia Amelia, aparte de que tal vez quiera follarla esta noche porque es está a la mano y disponible. Me imagino que será rápido y solo se enfocará en quitarle las piedras. Estoy segura de que la dejará en el momento en que se retire. Ver a Amelia sonrojarse de nuevo y luego dar un pequeño suspiro de aprecio me hace sentir aún más triste por ella.
Comienzo a girar la cabeza para mirar por la ventana, pero la mirada de JT vuelve a la mía, deteniéndome. Él me mira por un momento y luego sus labios se curvan hacia arriba.
—Sabes, Sela... creo que serías una rubia de aspecto fantástico.
Mi instinto se revuelve, ¿o es mi imaginación, o es una burla?
—Quiero decir... eres impresionante como morena, pero creo que el rubio se vería más natural con tu tono de piel. Por supuesto, no puedo decir cuál es la preferencia de Beck. Es un hombre que da oportunidades por igual... folló rubias, morenas y pelirrojas. Las ama a todas.
Su intento directo de ponerme celosa es casi patético porque me sacudió lo suficiente con el comentario de rubias y eso no fue necesario. No puedo decir hasta qué punto JT me está jodiendo, y me pregunto si él sabe quién soy. No puedo imaginarlo Es demasiado egocéntrico para reconocer a la mujer que destruyó hace tantos años. Estoy segura de ello.
Amelia hace un sonido de consternación en lo profundo de su garganta, porque no le extraña la naturaleza seductora del tono de JT cuando me dijo que me vería natural como rubia. Resopla y dice—: Honestamente, JT. Es crudo decirlo justo en frente de tu cita.
—No es una cita, Amelia —dice, con los ojos aún ensañados en mí—. Es un favor para mi madre. No lo hagas más de lo que es.
Me estremezco, porque eso fue duro.
Amelia jadea y su cara se pone roja.
—Bueno, no creo que esta noche sea exactamente lo que había anticipado, así que, si no te importa, me gustaría que me llevaras de vuelta…
JT gira sobre ella y su mano se flexiona, hundiéndose en su muslo. La boca de Amelia se cierra con sorpresa e incluso se inclina un poco hacia atrás cuando JT presiona hacia ella. Su voz es suave, baja y rica en promesas mientras la toca directamente en sus manos.
—Pero relájate, Amelia. Estoy seguro de que tiene el potencial de ser mucho más.
Y así como así, ella se funde con él. Veo que la fantasía del anillo de compromiso se hace más grande cuando su mano cubre la suya en su muslo y ella suspira como un cachorro enamorado. Así como así, JT logra insultarla y luego tenerla prácticamente extendiendo sus piernas vírgenes para él.
Me enferma, y el burbujeo en mi intestino quema con fuerza.
Afortunadamente, me ahorro las imágenes sobre las malditas tácticas de JT cuando la limusina se detiene frente al restaurante. Él se gira hacia mí, asiente con una sonrisa condescendiente, y crispo mis dedos en mis manos para evitar volver mi propia fantasía de arañar sus ojos realidad.
Entonces la puerta se abre y veo a Beck de pie junto al conductor, con sus ojos cálidos sobre mí. Extiende su mano y la tomo, permitiéndole que me ayude desde el auto, donde me abraza.
—Hola —dice, acunando su cara en mi cuello antes de echarse hacia atrás y darme un suave beso en mis labios—. Luces fantástica.
—Gracias —murmuro mientras me tira hacia atrás unos pocos pasos para que JT y Amelia puedan salir del auto—. Te ves increíble también.
Y lo hace, el gris oscuro de su traje resalta esos ojos azul claro que me miran con felicidad.
—¿Estás bien? —pregunta Beck mientras me mira.
—Claro —digo con una sonrisa, tratando de relajar mis rasgos faciales que pueden haber contenido algo de disgusto por el comportamiento de JT en el auto—. Estoy feliz de verte.
A Beck le gusta eso... lo sé porque me da otro beso mientras su mano me aprieta la cintura reflexivamente. Luego me suelta, se vuelve hacia Amelia y se inclina para besarla en la mejilla.
—Amelia... es bueno verte.
No me sorprende que Beck la conozca. Sabía que las madres de JT y Beck corrían en los mismos círculos sociales, así que pensé que todas conformaban una grande y feliz hermandad de amigos ricos.
Entonces, Beck extiende su mano hacia JT.
—Gracias por recoger a mi chica.
darle un medio abrazo mientras se aplauden en la espalda.
—¿Para qué están los amigos? —dice JT mientras aprieta a Beck en un abrazo fraternal.
Mis ojos se posan en la cara de Beck, y casi retrocedo por lo que veo.
A Beck transmitiendo felicidad pura por estar aquí con su amigo.
Agradecido, porque su amigo cuidó a su chica por él.
Beck está completamente entusiasmado con el nuevo “JT” y totalmente ajeno al hecho de que su amigo y compañero de negocios es un idiota y un violador.
Dispuesto a permitirle regresar a su vida como si no hubiera nada de qué preocuparse y que todas las cosas de mierda que JT ha hecho simplemente han sido perdonadas y olvidadas.
El ardor en mi estómago se vuelve más caliente.
1 Es un producto de venta libre que ayuda en el alivio de la acidez estomacal.
—No me quites esto. Nunca he tenido a nadie a quien comprarle joyas.
Comprobando la hora, veo que tengo unos diez minutos antes de tener que bajar al vestíbulo para que el portero pueda llamarme un taxi. Esta noche es la gran cena con JT y mis nervios han estado vibrando todo el día. Beck fue llamado a la oficina hace unas tres horas, algo que no entendí del todo. Es el maldito dueño de un negocio multimillonario y, sin embargo, está pasando su sábado en la oficina ayudando a los programadores con algún código entrometido. Beck me explicó que van a lanzar una nueva plataforma a comienzos del otro año, y aunque faltan todavía treinta días, el trabajo es ininterrumpido para cumplir con la fecha límite. Cuando los programadores se estancaron, Beck era el gran queso, y este era su bebé, así que se fue a trabajar. Llevó un traje con él, ya que vamos a cenar en un restaurante elegante y lujoso, y me dio un beso largo y chisporroteante para ayudar a aliviar la picadura de abandonarme hoy.
Sin embargo, lo perdoné fácilmente. Fue difícil no hacerlo después del maravilloso tiempo que pasamos con mi padre la noche anterior, a quien le gustó mucho y aprobó a Beck. Antes de irnos, él me dio un abrazo omnímodo y me susurró al oído—: Estoy muy feliz por ti, cariño.
También estoy feliz por mí.
Estaría mucho más feliz y pudiera pasar esta noche.
No tengo dudas de que me estoy preparando para enfrentar a unas horas increíblemente difíciles. Sentarme en una mesa con mi violador, un hombre tan vil que quiero sacarle los ojos y castrarlo al mismo tiempo, hace que me pregunte si tengo el temple dentro de mí para llevar a cabo tal acto.
Debería poder hacerlo. Las primeras semanas con Beck, gran parte de lo que le mostré no fue más que una excelente actuación digna de un Oscar. Pero esa fachada pronto dio paso a los sentimientos y emociones que eran genuinos para mi alma, y mientras estoy de pie aquí ahora, mirándome en el espejo sobre el tocador del fregadero, sé que, si voy a mantener la pureza de mi relación con Beck, necesito mantener mi nueva búsqueda. Necesito liberar mi necesidad de venganza y centrar mis esfuerzos en una relación con un hombre por el que he venido a preocuparme profundamente. En mi corazón, sé que mis recompensas serán infinitamente mayores si consigo lograr esto.
Suena el timbre y me sobresalta. Nadie viene al condominio de Beck a menos que sea para una especie de entrega, y descubrí que a Beck le gusta que me entreguen cosas. He recibido innumerables flores, dulces e incluso un conjunto de ropa interior traviesa que recibió el beneficio de esa noche cuando lo saludé en la puerta con ellas.
De hecho, apuesto a que probablemente hay un ramo de margaritas y fresias esperándome del otro lado, probablemente una disculpa innecesaria de Beck por haberme dejado hoy.
Sonriendo, camino por el pasillo, paso la gran mesa del comedor y entro al vestíbulo, mis talones golpeando el suelo de madera. Abro la puerta, esperando que el aroma de las flores me golpee, y en cambio me encuentro frente a Jonathon Townsend.
Se queda allí de forma casual, con ambas manos metidas en los bolsillos de un costoso par de pantalones negros. La chaqueta del traje está desabrochada, mostrando una camisa blanca almidonada prístina debajo, sin corbata y desabrochada en la garganta.
Sus ojos me fijan en el lugar y él me da una sonrisa que se encuentra en algún lugar entre licencioso y soso. —Hola, Sela.
Mis dedos se tensan en el pomo y resisto el impulso de cerrarle la puerta en la cara. Trago más que sequedad en mi garganta, espero a que mi ritmo cardíaco se calme y pregunto—: ¿Qué estás haciendo aquí?
—Sabía que Beck estaba en el trabajo. Dijo que ibas a tomar un taxi al restaurante, así que hice que mi chofer pasara y para ofrecerte un aventón. Todavía tenemos que ir y recoger mi cita, por supuesto, pero ella está a unas pocas cuadras.
La sala gira un poco ante la perspectiva de sentarme en un coche con este hombre, pero no puedo pensar en una buena razón para rechazar su invitación. Sería totalmente absurdo que insista en que tome un taxi, y lo único que serviría sería el hecho de que haría una declaración muy clara de que lo detesto. Aunque no estoy en absoluto preocupada por herir sus sentimientos, tampoco quiero hacer que esta noche sea más desagradable de lo que ya sé que será. Si lo antagonizo ahora, sé el tipo de persona que es JT. Va a ser duro para todos esta noche.
Y además... me prometí que nunca haría algo para hacerle saber que le tengo miedo. Porque no lo tengo. Lo detesto y lo odio. Tanto que los flashes periódicos de asesinatos aún aparecen en mi mente. Sé que Jonathon es el tipo de hombre a que le gusta intimidar a las mujeres. Lo hace sentir mejor consigo mismo, así que, que me parta un rayo si alguna vez lo ayudo a hacer eso.
Así que respiro hondo y decido que cuanto antes empiece esta noche, antes terminará, y puedo hacer esto por Beck.
—Déjame tomar mi bolso —digo, mi voz sonando helada y no menos agradecida, así que hago un esfuerzo concertado—. Gracias por pensar en mí.
Me dirijo a la mesa del vestíbulo, recojo el bolso negro que compré este fin de semana con algo de mi propio dinero. Coincide con el vestido negro que tengo, también comprado con mi dinero. Me giro hacia JT y encuentro su mirada baja, claramente mirándome el culo mientras me daba la vuelta. En este momento desearía tener mi arma en mi bolso, así podría sacarla y dispararle en las bolas antes de meterle una bala en el cerebro.
Su mirada me recorre perezosamente y me da una sonrisa tímida. —Lo siento —dice sin el más mínimo rastro de disculpas.
No respondo, sino que paso junto a él y cierro la puerta detrás de mí.
Estoy en silencio mientras bajamos al vestíbulo y me siento aliviada cuando veo a un conductor de pie junto a la puerta abierta de una limusina con la mano extendida para ayudarme a entrar. Odiaría que JT consiguiera un ataque de aires caballerosos e intente ayudarme. Tal como están las cosas, puedo sentir sus ojos en mi trasero otra vez cuando entro, lo que asegura la ira hirviendo siga burbujeando dentro de mi estómago. Ojalá hubiera pensado poner un paquete de Tums1 en mi bolso.
JT afortunadamente toma asiento frente a mí y nos alejamos de la acera. Él se sienta con las piernas extendidas y las manos apoyadas en los muslos. Me mira apreciativamente y dice—: No creo que te guste mi cita, o tengas mucho en común con ella.
Parpadeo sorprendida, su voz suena distante y con aires típicos de alguien de su tipo. Levanto una ceja. —Oh, ¿por qué es eso?
No me imagino la ligera curva en su labio, y aunque su voz es suave y agradable, su desaire está claro en sus palabras. —Es solo que ella es de dinero. Viejo dinero de San Francisco. Tiene el azul requerido en su sangre, un grado extravagante de Brown, y probablemente guardando su virginidad para el matrimonio. Ustedes no tendrían nada en común.
Y en este momento, es claro para mí que JT no solo es un violador, un ser humano vil y abusador de mujeres y amigos, sino que claramente no me quiere para nada. De hecho, incluso diría que hay un nivel de celos en su voz que habla de su preocupación de que pueda volver a su amigo y socio en su contra.
Esto me llena de poder y solo le sonrío dulcemente. —Es verdad... perdí mi virginidad hace mucho tiempo. —Por ti, maldito pedazo de mierda—. Pero a Beck le gusta lo que ve en mí.
—Estoy seguro —dice con una educada sonrisa en su rostro, pero sus palabras son secas como la tierra del desierto.
La limusina se detiene lentamente frente a un condominio caro y puedo escuchar al conductor salir. JT solo me mira, y giro la cabeza para mirar por la ventana hacia las puertas de entrada.
—¿No vas a subir a buscarla? —pregunto mientras giro la cabeza hacia atrás para mirarlo.
—Hice que el conductor la llamara cuando salimos de su lugar —dice con un gesto de su mano—. Además... no quiero que Amelia piense que esto es algo más que una cena arreglada entre nuestras entrometidas madres.
Ella tiene estrellas de matrimonio en sus ojos y no quiero que se vuelvan más brillantes.
Que idiota.
La puerta se abre y veo a una pequeña mujer rubia perfectamente arreglada caminando hacia el auto, con un bolso beige en su mano, lleva una falda beige y una chaqueta a juego con grandes botones negros que se abren hacia un lado, y un par de tacones negros, que estoy apostando a que cuestan más que todo mi guardarropa. Su cabello se encuentra recogido en un perfecto moño y su maquillaje es impecable. Grandes diamantes brillan sus orejas, apuesto a que no son más pequeños que cuatro quilates.
El conductor la ayuda a subir al automóvil cuando JT se desliza, y ella se sienta a su lado, dándome una rápida mirada.
Ella se inclina y le ofrece la mejilla a JT. Estoy envuelta en una nube de su perfume mientras lo veo besar su mejilla antes de volverse hacia mí.
—Amelia... esta es la cita de Beck de esta noche, Sela Halstead. Sela, esta es Amelia Baxter.
Sonrío y extiendo mi mano a través de la limusina.
—Hola. Mucho gusto
Ella ofrece una sonrisa que no es cálida ni fría, sino meramente complaciente, y me estrecha la mano.
—Es un placer conocerte.
Amelia se aleja de mí y le otorga una hermosa sonrisa a JT.
—¿Y cómo has estado, Jonathon? No puedo decirte lo emocionada que estaba por recibir tu llamada invitándome a salir esta noche. Sé que nuestras madres han estado tratando de unirnos durante años, así que espero que esto no les haya sucedido y que finalmente hayan recuperado el sentido.
Suelta una risita tintineante y golpea su mano juguetonamente sobre su pecho. Ella lo mira con ojos brillantes y serios, con un deseo más allá de la esperanza de que haya atrapado más que solo una cita para cenar esa noche. Prácticamente puedo verla fantasear sobre el tamaño del anillo de compromiso que pondrá en su dedo, y eso me hace sentir increíblemente triste por ella.
JT se encoge de hombros despreocupadamente y gira su mirada hacia mí mientras responde su pregunta.
—Es solo una cena, Amelia. Así puedo pasar tiempo conociendo a la nueva Sugar Baby de Beck.
Aunque puedo ver que a Amelia le afecta inmediatamente su desaire, gira la cabeza hacia mí con los ojos muy abiertos. Echa un vistazo rápido a mi atuendo, y luego arruga la nariz con disgusto antes de volver a JT.
—¿Es una Sugar Baby?
Antes de que JT pueda responder, le digo.
—JT está equivocado. No soy una Sugar Baby. Soy la novia de Beck.
—Pero Beck pagó por tu universidad, ¿verdad? —dice JT, y me molesta que lo sepa. Me irrita un poco que Beck le dijera eso, lo que me hace sentir menos de lo que creí que era para él.
—Sí, pero cancelamos nuestro acuerdo —digo, con voz ligeramente temblorosa por la ira y la vergüenza.
JT se encoge de hombros de nuevo y se vuelve hacia Amelia. Su mano cae sobre su muslo, que está cubierto más que adecuadamente por su tranquila falda que ni siquiera tiene una hendidura. Su mirada recorre su rostro y su mano se desliza más arriba por su pierna. Él se inclina, susurrándole al oído aún lo suficientemente fuerte para que yo lo oiga.
—Te ves hermosa esta noche. ¿Nuevos reflejos rubios?
Su mano se desliza un poco más arriba y la cara de Amelia se pone roja. No estoy segura de sí es por su mano arrastrándose o por el cumplido que acaba de darle, en serio... ¿qué tipo se da cuenta de esa mierda?
Amelia se toca nerviosamente la parte posterior de su moño y asiente.
—De hecho, me hice nuevos reflejos. Me alegra que te gusten.
Los dedos largos de JT se agarran a su muslo, su mano descansa prácticamente cerca de su cadera. Le gruñe seductoramente y murmura.
—Bueno, sabes que amo a las rubias.
Mis labios se curvan con absoluto disgusto. Puedo decir que JT no siente ni una pizca de atracción hacia Amelia, aparte de que tal vez quiera follarla esta noche porque es está a la mano y disponible. Me imagino que será rápido y solo se enfocará en quitarle las piedras. Estoy segura de que la dejará en el momento en que se retire. Ver a Amelia sonrojarse de nuevo y luego dar un pequeño suspiro de aprecio me hace sentir aún más triste por ella.
Comienzo a girar la cabeza para mirar por la ventana, pero la mirada de JT vuelve a la mía, deteniéndome. Él me mira por un momento y luego sus labios se curvan hacia arriba.
—Sabes, Sela... creo que serías una rubia de aspecto fantástico.
Mi instinto se revuelve, ¿o es mi imaginación, o es una burla?
—Quiero decir... eres impresionante como morena, pero creo que el rubio se vería más natural con tu tono de piel. Por supuesto, no puedo decir cuál es la preferencia de Beck. Es un hombre que da oportunidades por igual... folló rubias, morenas y pelirrojas. Las ama a todas.
Su intento directo de ponerme celosa es casi patético porque me sacudió lo suficiente con el comentario de rubias y eso no fue necesario. No puedo decir hasta qué punto JT me está jodiendo, y me pregunto si él sabe quién soy. No puedo imaginarlo Es demasiado egocéntrico para reconocer a la mujer que destruyó hace tantos años. Estoy segura de ello.
Amelia hace un sonido de consternación en lo profundo de su garganta, porque no le extraña la naturaleza seductora del tono de JT cuando me dijo que me vería natural como rubia. Resopla y dice—: Honestamente, JT. Es crudo decirlo justo en frente de tu cita.
—No es una cita, Amelia —dice, con los ojos aún ensañados en mí—. Es un favor para mi madre. No lo hagas más de lo que es.
Me estremezco, porque eso fue duro.
Amelia jadea y su cara se pone roja.
—Bueno, no creo que esta noche sea exactamente lo que había anticipado, así que, si no te importa, me gustaría que me llevaras de vuelta…
JT gira sobre ella y su mano se flexiona, hundiéndose en su muslo. La boca de Amelia se cierra con sorpresa e incluso se inclina un poco hacia atrás cuando JT presiona hacia ella. Su voz es suave, baja y rica en promesas mientras la toca directamente en sus manos.
—Pero relájate, Amelia. Estoy seguro de que tiene el potencial de ser mucho más.
Y así como así, ella se funde con él. Veo que la fantasía del anillo de compromiso se hace más grande cuando su mano cubre la suya en su muslo y ella suspira como un cachorro enamorado. Así como así, JT logra insultarla y luego tenerla prácticamente extendiendo sus piernas vírgenes para él.
Me enferma, y el burbujeo en mi intestino quema con fuerza.
Afortunadamente, me ahorro las imágenes sobre las malditas tácticas de JT cuando la limusina se detiene frente al restaurante. Él se gira hacia mí, asiente con una sonrisa condescendiente, y crispo mis dedos en mis manos para evitar volver mi propia fantasía de arañar sus ojos realidad.
Entonces la puerta se abre y veo a Beck de pie junto al conductor, con sus ojos cálidos sobre mí. Extiende su mano y la tomo, permitiéndole que me ayude desde el auto, donde me abraza.
—Hola —dice, acunando su cara en mi cuello antes de echarse hacia atrás y darme un suave beso en mis labios—. Luces fantástica.
—Gracias —murmuro mientras me tira hacia atrás unos pocos pasos para que JT y Amelia puedan salir del auto—. Te ves increíble también.
Y lo hace, el gris oscuro de su traje resalta esos ojos azul claro que me miran con felicidad.
—¿Estás bien? —pregunta Beck mientras me mira.
—Claro —digo con una sonrisa, tratando de relajar mis rasgos faciales que pueden haber contenido algo de disgusto por el comportamiento de JT en el auto—. Estoy feliz de verte.
A Beck le gusta eso... lo sé porque me da otro beso mientras su mano me aprieta la cintura reflexivamente. Luego me suelta, se vuelve hacia Amelia y se inclina para besarla en la mejilla.
—Amelia... es bueno verte.
No me sorprende que Beck la conozca. Sabía que las madres de JT y Beck corrían en los mismos círculos sociales, así que pensé que todas conformaban una grande y feliz hermandad de amigos ricos.
Entonces, Beck extiende su mano hacia JT.
—Gracias por recoger a mi chica.
darle un medio abrazo mientras se aplauden en la espalda.
—¿Para qué están los amigos? —dice JT mientras aprieta a Beck en un abrazo fraternal.
Mis ojos se posan en la cara de Beck, y casi retrocedo por lo que veo.
A Beck transmitiendo felicidad pura por estar aquí con su amigo.
Agradecido, porque su amigo cuidó a su chica por él.
Beck está completamente entusiasmado con el nuevo “JT” y totalmente ajeno al hecho de que su amigo y compañero de negocios es un idiota y un violador.
Dispuesto a permitirle regresar a su vida como si no hubiera nada de qué preocuparse y que todas las cosas de mierda que JT ha hecho simplemente han sido perdonadas y olvidadas.
El ardor en mi estómago se vuelve más caliente.
1 Es un producto de venta libre que ayuda en el alivio de la acidez estomacal.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 24
Beck
—Buenos días —dice Linda mientras paso por su escritorio.
—Buenos días —gruño, completamente no sintiendo su actitud emocionada.
Ella se levanta de su silla, agarra algunos archivos de su escritorio, y me sigue a mi oficina. —Bueno, estás todo brillante y de buen humor esta mañana —dice ella sarcásticamente.
—No estoy de humor —digo oscuramente mientras me siento en mi silla antes de mover el ratón para quitar mi protector de pantalla.
Su voz es enérgica y eficiente cuando pone los archivos sobre mi escritorio. —El señor Townsend quiere seguir con estas propuestas, y su reunión de las dos se cambió a las tres porque el vuelo del señor Perkins está retrasado en La Guardia.
Me estiro para tomar los archivos y los veo por encima mientras suspiro. —Está bien, gracias, Linda.
—¿Algo más que necesite de mí justo ahora?
—No, estoy bien —digo distraídamente mientras me conecto en el sistema. Ella se gira para irse y luego cambio de parecer—. Espera… me vendría bien algo de ayuda para localizar un servicio que pueda entregar un árbol de navidad en un condominio.
Linda parpadea hacia mí, confusión llenando su rostro. —¿Disculpe?
—Un árbol… sabes, algo verde y que huela a navidad que Sela y yo podamos decorar.
Una brillante, sonrisa conocedora se extiende por el rostro de Linda, haciendo que las arrugas de sus ojos y de las comisuras de su boca se profundicen con apreciación romántica. —Oh, eso es encantador. Por supuesto que puedo conseguir algo. ¿Le gustaría un abeto o tal vez pino? Esos huelen muy bien.
Sacudiendo mi cabeza, ruedo mis ojos hacia ella y le digo—: No me importa. Solo ve si puedes conseguir algo para que sea entregado hoy. Sela estará ahí todo el día.
Recostada en la cama, seguro, pero estará ahí todo el día.
Linda se va y cierra la puerta detrás de ella. Antes de saltar al trabajo, giro mi silla para ver hacia afuera por las ventanas, contemplando el enigma que se ha vuelto Sela recientemente. Mientras que la cena con su papá y Maria el viernes por la noche fue fantásticamente, las cosas comenzaron a decaer el sábado. No creo que ella estuviera enojada por que no pudiera recogerla, pero estuvo casi fríamente reservada durante la cena con JT y Amelia.
Y no lo entiendo.
JT estaba haciendo un esfuerzo honesto con Sela. Para el momento en que nos sentamos en el restaurante, él era encantador e intentó de engancharla. Él le habló cálidamente, estuvo interesado en su trasfondo, e intentó ganársela sin éxito. Sé que puede haber estado poniéndolo un poco fuerte, pero lo estaba intentando. Él estaba feliz que encontré a alguien, pudo adivinar lo suficientemente bien que Sela estaba en mi vida para quedarse y él honestamente lo estaba intentando.
Él había aparecido a trabajar todos los días fresco y lúcido, arremangándose la camisa y volviendo a lo suyo con renovado vigor y pasión. Bromeamos como en los viejos tiempos, y fue incluso refrescante verlo con Amelia. Ella es una dulce chica, un poco ingenua, pero JT la adoró toda la noche. Cuando se hizo claro que Sela no iba a participar en la conversación con JT, él volvió su educada y comprometida atención hacia Amelia, haciéndola pavonearse y desmayarse bajo su atención. Es el JT de antaño… el que me emocionó con las posibilidades de un futuro brillante.
El JT que conozco a nivel celular.
Esa noche, Sela y yo nos fuimos en taxi a casa, pero ella mantuvo su actitud distante conmigo, alegando que no se sentía bien cuando nos fuimos a la cama. Pensé que podría ser un desprecio, pero no dudó en dejarme abrazarla al menos para dormir. Fue la primera noche que no tuvimos sexo desde que comenzamos a estar juntos, y no me detuve por eso. Estaba más preocupado por su actitud fría hacia JT, pero tal vez solo necesitaba más tiempo para volverse más cálida hacia él. Estoy seguro de que él podría conquistarla eventualmente si se mantiene en su camino.
Imaginé que el domingo sería un amanecer brillante, y que tendría a la antigua Sela de vuelta. La encontré levantada en la cocina cuando desperté, bebiendo su café y navegando por internet en su computadora portátil que se compró la semana pasada. El semestre de invierno había comenzado, y cuando caminé hacia ella para besarle la cima de su cabeza, vi que estaba leyendo un artículo titulado “Psicología del Comportamiento Criminal”.
—¿De una clase que estás tomando? —pregunté.
—Sí —dijo distraídamente, inclinándose más cerca mientras sus ojos corrían por la pantalla.
—Genial —dije mientras me moví para servirme algo de café. Ella me ignoró, los dedos de una de sus manos haciendo círculos en el borde de su taza con té. Ella religiosamente bebía dos tazas cada mañana.
—¿Quieres poner algunas decoraciones hoy? —pregunté, imaginándome que con esto obtendría su atención.
Me sorprendió cuando ella negó con la cabeza. —No. Tengo algunos capítulos que leer antes de las clases del martes, así que pensé que puedo comenzar.
Mirando fijamente la parte posterior de su cabeza, intenté averiguar qué mierda estaba sucediendo con ella. Hace solo dos días ella prácticamente estaba saltando emocionada mientras conducíamos de vuelta a San Francisco, el asiento posterior y la cajuela del Audi lleno de cajas de luces, decoraciones, una villa navideña de cerámica que su mamá pintó, y una colección de lo que consideré como el cascanueces de Santa.
Algo estaba jodidamente mal, y no tenía ni idea. —¿Qué está sucediendo, Sela?
Ella mantuvo su espalda hacia mí, su rostro cerca de su computadora. —Nada —dijo en una voz que claramente decía que ni siquiera se fijó en lo preocupado de mi tono.
Caminé a la mesa, me estiré y coloqué mi mano en frente de la pantalla para romper su concentración. Ella levantó su mirada hacia mí con esos ojos azules y parpadeó sorprendida.
Así que lo repetí. —¿Qué está mal?
—No hay nada mal —dijo calmadamente—. Solo no me siento con ánimos de decorar hoy.
—Intenta de nuevo —dije mientras suavemente cerré su computadora portátil y saqué una silla. Me senté, tomé sus manos en las mías, y las apreté—. Claramente no disfrutaste anoche. Apenas dijiste un par de palabras en la cena incluso a pesar de que pensé que JT hizo un admirable intento de incluirte en la discusión. Y ahora no quieres decorar para navidad cuando estuviste a punto de orinarte en los pantalones hace solo unos días ante la idea, así que repito… ¿qué está mal?
Pensé que el hecho de hacer hincapié sobre su comportamiento en la cena podría hacer que se viera tímida y avergonzada; tal vez lograr una admisión que ella fue un poquito injusta con JT, pero en vez de eso sus ojos destellaron tanto fuego como hielo a la vez. Fue una combinación tan poderosa que me estremecí.
Su voz fue frígida cuando dijo—: Lo siento si te avergoncé anoche, pero claramente no disfruté la compañía. Así que jodidamente demándame.
Cada instinto de mi cuerpo quería renunciar a su rotundo rechazo hacia JT, pero respiré profundamente e intenté mantener la calma. —Sela… lo intentó anoche. ¿Por qué no pudiste hacerlo tú?
—No importa —dijo en voz baja e intentó separar sus manos de las mías.
—Sí importa —dije en voz baja, sosteniéndola fuertemente—. JT es mi compañero... mi amigo. Sí, ha sido un imbécil en el pasado, y tal vez todavía lo sea en el futuro, pero anoche... se estaba esforzando por ti.
—Estaba haciendo un gran esfuerzo por ti —replicó.
—Para los dos —dije, y levanté una mano a su mejilla—. A él le gusta verme feliz. Quería que la noche anterior fuera divertida para los dos. Demonios, creo que incluso está sacando una página de mi libro y tal vez pensando en asentarse. Él y Amelia parecían muy bien el uno con el otro anoche
Sela resopló, se llevó una mano a la boca y la cubrió para que no viera la sonrisa en sus labios. Pero lo vi en sus ojos.
—Anoche fue un acto. Te engañó.
—Eso es un poco duro —reprendí—. ¿Dónde está el beneficio de la duda?
—Fue eliminado durante el viaje en limosina —gruñó.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —Mi pecho se tensó y la ira surgió dentro de mí. Fue claro que, si bien pensaba que JT hizo un trabajo admirable anoche, esas simples palabras de Sela me hicieron pensar lo peor de él de nuevo. Claramente, no tenía todo el “beneficio de la duda” a ciencia cierta.
Sela se inclinó hacia mí y dijo—: Nada más que él fue increíblemente grosero conmigo y con Amelia durante camino al restaurante. Asegurándose de señalar todas las formas en que no estoy a la altura.
—¿Que dijo? —pregunté con mi voz forjada en acero.
—Solo señaló toda la buena crianza y pedigrí que tenía Amelia y le dijo a ella que era una Sugar Baby —escupió.
Le sonreí y probé con mi voz más suave.
—Bebé... él sabía que empezaste como una Sugar Baby. Estoy seguro de que solo intentaba conversar...
Sela me chilló y se levantó de su silla.
—No te atrevas a jodidamente defenderlo. No estabas allí... no sabes.
Su cara estaba roja y sus ojos húmedos de frustración. Extendí la mano hacia ella, pero se alejó, corrió por el pasillo hacia nuestra habitación. La seguí allí, encontrándola empujando sus pies en sus tenis antes de agarrar una sudadera del armario.
—¿Qué estás haciendo?
—Iré a la biblioteca para estudiar en el campus —rechinó, pasando junto a mí. La seguí de vuelta a la cocina, donde metió su computadora portátil en su mochila y se la colgó al hombro.
—Sela, detente —dije en voz baja.
—No puedo hablar contigo sobre esto ahora mismo —resopló, y pasó junto a mí encaminándose hacia la puerta. Pensé en agarrar su brazo, hacerla quedarse, pero la ira comenzó a burbujear a través de mí por este comportamiento malcriado. Claramente, algo debe haber sucedido para enojarla aún más con JT, pero ella no estaba siendo razonable.
Y, francamente, no pensé que obligarla a conversar en este punto fuera de ayuda dado el estado en que se encontraba.
—Me iré todo el día —murmuró mientras abría la puerta de un tirón.
—Bien —respondí—. Tal vez estarás de un humor más sano cuando vuelvas.
Fue una estupidez lo que dije, pero se sintió bien al mismo tiempo. Su comportamiento extraño me había dejado tambaleándome y tampoco estaba pensando claramente.
Ella giró esa hermosa cara hacia mí, mirándome por encima del hombro. Su rostro se encontraba lleno de ira y decepción. Me miró solo un momento antes de salir y golpear la puerta detrás de sí.
Pasé la mañana viendo televisión. Revisé mi reloj unas mil veces. Hice un sándwich para el almuerzo y vi dos partidos de fútbol. Hice otro sándwich para la cena, y Sela seguía sin regresar.
Entonces decidí trabajar y encerrarme en mi oficina. Eran casi las ocho cuando escuché la puerta del condominio abrirse y cerrarse.
Escuché sus tenis chirriando en el suelo mientras caminaba por el pasillo hacia nuestra habitación.
Consideré seguirla, tantear las aguas para ver cómo se encontraba de humor. Pero no lo hice. Trabajé otras dos horas, y cuando finalmente decidí ir a la cama, la encontré durmiendo en su lado del colchón, respirando profundamente. Me desnudé, me cepillé los dientes y me deslicé en la cama, deseando estrecharla entre mis brazos. Debatí sobre ello, preguntándome si eso la despertaría. Incluso consideré poner mi mano entre sus piernas y forzarla a darme algo.
En vez de eso, me volteé de costado y observé que el reloj de mi cama marcaba el tiempo. Era bien pasada la medianoche cuando finalmente me dormí.
Cuando me desperté a la mañana siguiente con mi alarma zumbando a las seis y media de la mañana, encontré el cuerpo de Sela envuelto alrededor de mí. Los dos estábamos en el centro de la cama, de alguna manera nos juntamos mientras dormimos. La abracé un poco, saboreando a esta cálida mujer que se estaba convirtiendo rápidamente en mi mundo entero, y preguntándome qué podría hacer para arreglar las cosas entre nosotros.
Aparentemente no tomó mucho, porque Sela se agitó en mis brazos y enterró su rostro en mi cuello.
—Lamento lo de ayer —dijo, su voz ronca por el sueño.
—Shhh —dije en respuesta, realmente no necesitaba la disculpa. Solo quería que las cosas estuvieran bien. Solo quería que volviéramos a hablar, y este fue un comienzo muy bueno.
Entonces, Sela me sorprendió al dejar caer su mano sobre mi estómago, empujando hacia abajo hasta que encontró mi polla suave. En el momento en que sus dedos la agarraron, comenzó a engrosarse y arqueé mis caderas.
En las lúgubres horas del amanecer, Sela se sentó a horcajadas sobre mis caderas, me guio dentro de ella y me llevó a la perfección. Permaneció en silencio mientras lo hacía, con sus manos sobre mi pecho y su mirada solemne mientras rebotaba hacia arriba y hacia abajo en mi polla. La única forma en que sabía que se sentía bien era momentos antes de que yo llegara, sus uñas marcaron mi pecho y su cabeza inclinada hacia atrás mientras gemía un orgasmo increíblemente duro que la dejó temblando, y su coño se cerró con fuerza sobre mí. La seguí de inmediato, golpeando mis caderas y tirando de ella hacia abajo para darnos un largo beso.
Pensé que las cosas estarían bien. Me levanté de la cama y me duché. Sus ojos me siguieron por la habitación mientras me vestía, sus mejillas se sonrojaron por el increíble sexo que acabamos de tener y por su apreciación sobre mi cuerpo. Me encantó demasiado tener sus ojos en mí.
Sí... pensé que estaría bien. Excepto cuando fui a darle un beso de despedida, le pregunté si estaba interesada en decorar el condominio esta noche cuando llegara a casa. Pensé que podría sacarle una sonrisa renovada. Ella simplemente se encogió de hombros y dijo—: Tal vez. Veamos cómo me siento.
Y eso me hizo darme cuenta de que las cosas no estaban bien en lo absoluto.
—Buenos días —gruño, completamente no sintiendo su actitud emocionada.
Ella se levanta de su silla, agarra algunos archivos de su escritorio, y me sigue a mi oficina. —Bueno, estás todo brillante y de buen humor esta mañana —dice ella sarcásticamente.
—No estoy de humor —digo oscuramente mientras me siento en mi silla antes de mover el ratón para quitar mi protector de pantalla.
Su voz es enérgica y eficiente cuando pone los archivos sobre mi escritorio. —El señor Townsend quiere seguir con estas propuestas, y su reunión de las dos se cambió a las tres porque el vuelo del señor Perkins está retrasado en La Guardia.
Me estiro para tomar los archivos y los veo por encima mientras suspiro. —Está bien, gracias, Linda.
—¿Algo más que necesite de mí justo ahora?
—No, estoy bien —digo distraídamente mientras me conecto en el sistema. Ella se gira para irse y luego cambio de parecer—. Espera… me vendría bien algo de ayuda para localizar un servicio que pueda entregar un árbol de navidad en un condominio.
Linda parpadea hacia mí, confusión llenando su rostro. —¿Disculpe?
—Un árbol… sabes, algo verde y que huela a navidad que Sela y yo podamos decorar.
Una brillante, sonrisa conocedora se extiende por el rostro de Linda, haciendo que las arrugas de sus ojos y de las comisuras de su boca se profundicen con apreciación romántica. —Oh, eso es encantador. Por supuesto que puedo conseguir algo. ¿Le gustaría un abeto o tal vez pino? Esos huelen muy bien.
Sacudiendo mi cabeza, ruedo mis ojos hacia ella y le digo—: No me importa. Solo ve si puedes conseguir algo para que sea entregado hoy. Sela estará ahí todo el día.
Recostada en la cama, seguro, pero estará ahí todo el día.
Linda se va y cierra la puerta detrás de ella. Antes de saltar al trabajo, giro mi silla para ver hacia afuera por las ventanas, contemplando el enigma que se ha vuelto Sela recientemente. Mientras que la cena con su papá y Maria el viernes por la noche fue fantásticamente, las cosas comenzaron a decaer el sábado. No creo que ella estuviera enojada por que no pudiera recogerla, pero estuvo casi fríamente reservada durante la cena con JT y Amelia.
Y no lo entiendo.
JT estaba haciendo un esfuerzo honesto con Sela. Para el momento en que nos sentamos en el restaurante, él era encantador e intentó de engancharla. Él le habló cálidamente, estuvo interesado en su trasfondo, e intentó ganársela sin éxito. Sé que puede haber estado poniéndolo un poco fuerte, pero lo estaba intentando. Él estaba feliz que encontré a alguien, pudo adivinar lo suficientemente bien que Sela estaba en mi vida para quedarse y él honestamente lo estaba intentando.
Él había aparecido a trabajar todos los días fresco y lúcido, arremangándose la camisa y volviendo a lo suyo con renovado vigor y pasión. Bromeamos como en los viejos tiempos, y fue incluso refrescante verlo con Amelia. Ella es una dulce chica, un poco ingenua, pero JT la adoró toda la noche. Cuando se hizo claro que Sela no iba a participar en la conversación con JT, él volvió su educada y comprometida atención hacia Amelia, haciéndola pavonearse y desmayarse bajo su atención. Es el JT de antaño… el que me emocionó con las posibilidades de un futuro brillante.
El JT que conozco a nivel celular.
Esa noche, Sela y yo nos fuimos en taxi a casa, pero ella mantuvo su actitud distante conmigo, alegando que no se sentía bien cuando nos fuimos a la cama. Pensé que podría ser un desprecio, pero no dudó en dejarme abrazarla al menos para dormir. Fue la primera noche que no tuvimos sexo desde que comenzamos a estar juntos, y no me detuve por eso. Estaba más preocupado por su actitud fría hacia JT, pero tal vez solo necesitaba más tiempo para volverse más cálida hacia él. Estoy seguro de que él podría conquistarla eventualmente si se mantiene en su camino.
Imaginé que el domingo sería un amanecer brillante, y que tendría a la antigua Sela de vuelta. La encontré levantada en la cocina cuando desperté, bebiendo su café y navegando por internet en su computadora portátil que se compró la semana pasada. El semestre de invierno había comenzado, y cuando caminé hacia ella para besarle la cima de su cabeza, vi que estaba leyendo un artículo titulado “Psicología del Comportamiento Criminal”.
—¿De una clase que estás tomando? —pregunté.
—Sí —dijo distraídamente, inclinándose más cerca mientras sus ojos corrían por la pantalla.
—Genial —dije mientras me moví para servirme algo de café. Ella me ignoró, los dedos de una de sus manos haciendo círculos en el borde de su taza con té. Ella religiosamente bebía dos tazas cada mañana.
—¿Quieres poner algunas decoraciones hoy? —pregunté, imaginándome que con esto obtendría su atención.
Me sorprendió cuando ella negó con la cabeza. —No. Tengo algunos capítulos que leer antes de las clases del martes, así que pensé que puedo comenzar.
Mirando fijamente la parte posterior de su cabeza, intenté averiguar qué mierda estaba sucediendo con ella. Hace solo dos días ella prácticamente estaba saltando emocionada mientras conducíamos de vuelta a San Francisco, el asiento posterior y la cajuela del Audi lleno de cajas de luces, decoraciones, una villa navideña de cerámica que su mamá pintó, y una colección de lo que consideré como el cascanueces de Santa.
Algo estaba jodidamente mal, y no tenía ni idea. —¿Qué está sucediendo, Sela?
Ella mantuvo su espalda hacia mí, su rostro cerca de su computadora. —Nada —dijo en una voz que claramente decía que ni siquiera se fijó en lo preocupado de mi tono.
Caminé a la mesa, me estiré y coloqué mi mano en frente de la pantalla para romper su concentración. Ella levantó su mirada hacia mí con esos ojos azules y parpadeó sorprendida.
Así que lo repetí. —¿Qué está mal?
—No hay nada mal —dijo calmadamente—. Solo no me siento con ánimos de decorar hoy.
—Intenta de nuevo —dije mientras suavemente cerré su computadora portátil y saqué una silla. Me senté, tomé sus manos en las mías, y las apreté—. Claramente no disfrutaste anoche. Apenas dijiste un par de palabras en la cena incluso a pesar de que pensé que JT hizo un admirable intento de incluirte en la discusión. Y ahora no quieres decorar para navidad cuando estuviste a punto de orinarte en los pantalones hace solo unos días ante la idea, así que repito… ¿qué está mal?
Pensé que el hecho de hacer hincapié sobre su comportamiento en la cena podría hacer que se viera tímida y avergonzada; tal vez lograr una admisión que ella fue un poquito injusta con JT, pero en vez de eso sus ojos destellaron tanto fuego como hielo a la vez. Fue una combinación tan poderosa que me estremecí.
Su voz fue frígida cuando dijo—: Lo siento si te avergoncé anoche, pero claramente no disfruté la compañía. Así que jodidamente demándame.
Cada instinto de mi cuerpo quería renunciar a su rotundo rechazo hacia JT, pero respiré profundamente e intenté mantener la calma. —Sela… lo intentó anoche. ¿Por qué no pudiste hacerlo tú?
—No importa —dijo en voz baja e intentó separar sus manos de las mías.
—Sí importa —dije en voz baja, sosteniéndola fuertemente—. JT es mi compañero... mi amigo. Sí, ha sido un imbécil en el pasado, y tal vez todavía lo sea en el futuro, pero anoche... se estaba esforzando por ti.
—Estaba haciendo un gran esfuerzo por ti —replicó.
—Para los dos —dije, y levanté una mano a su mejilla—. A él le gusta verme feliz. Quería que la noche anterior fuera divertida para los dos. Demonios, creo que incluso está sacando una página de mi libro y tal vez pensando en asentarse. Él y Amelia parecían muy bien el uno con el otro anoche
Sela resopló, se llevó una mano a la boca y la cubrió para que no viera la sonrisa en sus labios. Pero lo vi en sus ojos.
—Anoche fue un acto. Te engañó.
—Eso es un poco duro —reprendí—. ¿Dónde está el beneficio de la duda?
—Fue eliminado durante el viaje en limosina —gruñó.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —Mi pecho se tensó y la ira surgió dentro de mí. Fue claro que, si bien pensaba que JT hizo un trabajo admirable anoche, esas simples palabras de Sela me hicieron pensar lo peor de él de nuevo. Claramente, no tenía todo el “beneficio de la duda” a ciencia cierta.
Sela se inclinó hacia mí y dijo—: Nada más que él fue increíblemente grosero conmigo y con Amelia durante camino al restaurante. Asegurándose de señalar todas las formas en que no estoy a la altura.
—¿Que dijo? —pregunté con mi voz forjada en acero.
—Solo señaló toda la buena crianza y pedigrí que tenía Amelia y le dijo a ella que era una Sugar Baby —escupió.
Le sonreí y probé con mi voz más suave.
—Bebé... él sabía que empezaste como una Sugar Baby. Estoy seguro de que solo intentaba conversar...
Sela me chilló y se levantó de su silla.
—No te atrevas a jodidamente defenderlo. No estabas allí... no sabes.
Su cara estaba roja y sus ojos húmedos de frustración. Extendí la mano hacia ella, pero se alejó, corrió por el pasillo hacia nuestra habitación. La seguí allí, encontrándola empujando sus pies en sus tenis antes de agarrar una sudadera del armario.
—¿Qué estás haciendo?
—Iré a la biblioteca para estudiar en el campus —rechinó, pasando junto a mí. La seguí de vuelta a la cocina, donde metió su computadora portátil en su mochila y se la colgó al hombro.
—Sela, detente —dije en voz baja.
—No puedo hablar contigo sobre esto ahora mismo —resopló, y pasó junto a mí encaminándose hacia la puerta. Pensé en agarrar su brazo, hacerla quedarse, pero la ira comenzó a burbujear a través de mí por este comportamiento malcriado. Claramente, algo debe haber sucedido para enojarla aún más con JT, pero ella no estaba siendo razonable.
Y, francamente, no pensé que obligarla a conversar en este punto fuera de ayuda dado el estado en que se encontraba.
—Me iré todo el día —murmuró mientras abría la puerta de un tirón.
—Bien —respondí—. Tal vez estarás de un humor más sano cuando vuelvas.
Fue una estupidez lo que dije, pero se sintió bien al mismo tiempo. Su comportamiento extraño me había dejado tambaleándome y tampoco estaba pensando claramente.
Ella giró esa hermosa cara hacia mí, mirándome por encima del hombro. Su rostro se encontraba lleno de ira y decepción. Me miró solo un momento antes de salir y golpear la puerta detrás de sí.
Pasé la mañana viendo televisión. Revisé mi reloj unas mil veces. Hice un sándwich para el almuerzo y vi dos partidos de fútbol. Hice otro sándwich para la cena, y Sela seguía sin regresar.
Entonces decidí trabajar y encerrarme en mi oficina. Eran casi las ocho cuando escuché la puerta del condominio abrirse y cerrarse.
Escuché sus tenis chirriando en el suelo mientras caminaba por el pasillo hacia nuestra habitación.
Consideré seguirla, tantear las aguas para ver cómo se encontraba de humor. Pero no lo hice. Trabajé otras dos horas, y cuando finalmente decidí ir a la cama, la encontré durmiendo en su lado del colchón, respirando profundamente. Me desnudé, me cepillé los dientes y me deslicé en la cama, deseando estrecharla entre mis brazos. Debatí sobre ello, preguntándome si eso la despertaría. Incluso consideré poner mi mano entre sus piernas y forzarla a darme algo.
En vez de eso, me volteé de costado y observé que el reloj de mi cama marcaba el tiempo. Era bien pasada la medianoche cuando finalmente me dormí.
Cuando me desperté a la mañana siguiente con mi alarma zumbando a las seis y media de la mañana, encontré el cuerpo de Sela envuelto alrededor de mí. Los dos estábamos en el centro de la cama, de alguna manera nos juntamos mientras dormimos. La abracé un poco, saboreando a esta cálida mujer que se estaba convirtiendo rápidamente en mi mundo entero, y preguntándome qué podría hacer para arreglar las cosas entre nosotros.
Aparentemente no tomó mucho, porque Sela se agitó en mis brazos y enterró su rostro en mi cuello.
—Lamento lo de ayer —dijo, su voz ronca por el sueño.
—Shhh —dije en respuesta, realmente no necesitaba la disculpa. Solo quería que las cosas estuvieran bien. Solo quería que volviéramos a hablar, y este fue un comienzo muy bueno.
Entonces, Sela me sorprendió al dejar caer su mano sobre mi estómago, empujando hacia abajo hasta que encontró mi polla suave. En el momento en que sus dedos la agarraron, comenzó a engrosarse y arqueé mis caderas.
En las lúgubres horas del amanecer, Sela se sentó a horcajadas sobre mis caderas, me guio dentro de ella y me llevó a la perfección. Permaneció en silencio mientras lo hacía, con sus manos sobre mi pecho y su mirada solemne mientras rebotaba hacia arriba y hacia abajo en mi polla. La única forma en que sabía que se sentía bien era momentos antes de que yo llegara, sus uñas marcaron mi pecho y su cabeza inclinada hacia atrás mientras gemía un orgasmo increíblemente duro que la dejó temblando, y su coño se cerró con fuerza sobre mí. La seguí de inmediato, golpeando mis caderas y tirando de ella hacia abajo para darnos un largo beso.
Pensé que las cosas estarían bien. Me levanté de la cama y me duché. Sus ojos me siguieron por la habitación mientras me vestía, sus mejillas se sonrojaron por el increíble sexo que acabamos de tener y por su apreciación sobre mi cuerpo. Me encantó demasiado tener sus ojos en mí.
Sí... pensé que estaría bien. Excepto cuando fui a darle un beso de despedida, le pregunté si estaba interesada en decorar el condominio esta noche cuando llegara a casa. Pensé que podría sacarle una sonrisa renovada. Ella simplemente se encogió de hombros y dijo—: Tal vez. Veamos cómo me siento.
Y eso me hizo darme cuenta de que las cosas no estaban bien en lo absoluto.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
CAPITULO 25
Sale
No pasaron más de dos minutos después de escuchar a Beck salir del apartamento cuando ya estaba fuera de la cama y comenzando mi día. Tomé una ducha rápida. No me molesté en maquillarme, pero le di a mis dientes un buen cepillado antes de torcer y recoger mi cabello mojado en la parte posterior de mi cabeza.
En diez minutos, estaba vestida y tenía mi primera taza de té. Incluso me tomé el tiempo de hacer tostadas con mantequilla y mermelada, y comerlas.
Luego entré en el baño, agarré mi bolsa de maquillaje y saqué la llave de la oficina de Beck.
La deslicé en la cerradura y giró tan fácilmente como si cortara mantequilla con un cuchillo caliente. Abrí la puerta e hice un chequeo de mis sentimientos. Ni una pizca de culpabilidad me poseyó.
Nada más que determinación pura.
Aunque pude haber dudado antes en hacer este movimiento, cuando mis sentimientos por Beck eran sólidos. Pero después de la noche del sábado, cuando vi lo fácil que Beck estaba dejando que JT volviera a su vida, y con Beck apenas ayer defendiendo a ese bastardo lascivo de mí, sabía que no podía dejar que esos sentimientos interfirieran más.
Sí, hay sentimientos. Sentimientos profundos, duraderos y abrumadores por Beck. Pero ahora están eclipsados con el amargo odio que resurgió hacia JT la noche del sábado. Podría no haber sido tan malo sufrir los desaires e insinuaciones de JT. Probablemente pude haberlo manejado.
Pero sentí algo frío creciendo dentro de mí cuando vi a Beck y JT abrazándose al estilo de hermanos fuera del restaurante. Vi el respeto renovado en los ojos de Beck, y la felicidad de estar en la presencia de JT. Estuve observando durante toda la cena mientras contaban historias de guerra y compartían recuerdos de haber crecido juntos, y eso me llenó de tanta amargura que tuve que atragantarme con mi comida.
A pesar de que amaba a Beck en mí interior esta mañana, lo monté con un ligero endurecimiento de mi corazón, en lugar de sólo centrarse en los placeres corporales que podíamos otorgarnos. Tenía a Beck y no estaba preparada para renunciar a él, pero tampoco estaba preparada para renunciar a mí misma.
Y para ser fiel a mí misma, he aceptado que voy a tener que hacer que JT sufra por lo que hizo. Voy a borrarlo de esta tierra, y eso no sólo vengará las atrocidades que me infligió, sino que también liberaré a Beck de ese monstruo. Considero esto una misión de liberación para los dos, y si hay algo en esta oficina que pueda ayudarme, lo voy a utilizar.
Infiltrarse.
Asesinar.
Repetir.
Muy simple.
Miro a mi alrededor y observo la oficina de Beck. Es escasa y funcional, no alberga nada más que un escritorio con una computadora y dos monitores, así como un archivador de cuatro cajones en la esquina. No le doy a la computadora otra mirada, sabiendo que nunca seré capaz de entrar con la antigua contraseña de Beck. Es demasiado inteligente para ser tan estúpido.
En vez de eso, rodeo el escritorio, me siento en la silla Herman Miller de malla y abro el primer cajón a la derecha. Contiene carpetas de archivos colgantes y las saco todas, aproximadamente diez, llenas de papeles. Abro la primera en la parte superior y veo declaraciones bancarias con reconciliaciones grapadas al frente. Hojeando, parecen ser todas las cuentas bancarias personales de Beck. Dos corrientes y tres de mercados monetarios. Los balances dentro son fuertes pero eso no me impresiona. Sé que Beck es rico.
La siguiente carpeta contiene un documento grueso titulado “El testamento y fideicomiso de Beckett W. North, Jr.” Lo escaneo brevemente y básicamente le deja todo a Caroline, incluyendo su propiedad de Townsend-North Holdings, con su continuidad para Ally si Caroline muere primero. La siguiente carpeta contiene un fideicomiso separado para Ally que él arregló y aparentemente aporta un porcentaje de sus ganancias mensualmente.
La siguiente carpeta contiene papeleo para un plan 529 para Ally. Su Universidad está completamente financiada.
Lo puse a un lado y abrí la siguiente carpeta, encontrando mi acuerdo original de Sugar que firmé con Beck junto con recibos por el dinero que me pagó y a Golden Gate por mi matrícula. Pagada en su totalidad está garabateado en tinta azul en el acuerdo.
Parece que soy una Sugar Baby pagada después de todo, pienso con amargura.
Pongo esa carpeta a un lado y paso a través de las otras. Su contrato de arrendamiento para el Audi; los documentos de cierre del condominio que compró hace dos años; otra carpeta con una cartera de fondos mutuos. Todo eso es completamente poco interesante para mí y no me dice nada sobre Jonathan Townsend.
Termino mi lectura, frustrándome más a cada segundo. Sin embargo, me tomo el tiempo para ponerlas cuidadosamente de nuevo en el cajón lo mejor que puedo recordar que fueron arreglados.
Mis ojos se desvían al archivador de cuatro cajones.
Empujo hacia fuera la silla y camino hasta él, abriendo el cajón superior. Soy recompensada inmediatamente con una carpeta etiquetada valores Townsend-North. La saco y remuevo un documento grueso titulado “Acuerdo de Asociación”. En la primera página, veo el lenguaje introductorio con respecto a la formación de una asociación entre Jonathan Townsend y Beckett North, con sus dos direcciones de casa siguiendo justo después.
Bingo.
Al menos tengo un trozo de información sólida.
Ahora sé dónde vive JT.
No me creas tonta. He intentado desesperadamente encontrar su dirección, pero esa es una mierda supersecreta que los ricos y famosos pueden ocultar para proteger su anonimato. Estoy segura de que podría haberla encontrado antes de ahora con la ayuda de un investigador privado, pero no tenía los fondos para eso. Esta pequeña recompensa me ahorra la molestia de seguirlo a casa desde el trabajo una noche, lo cual estaba más que dispuesta a hacer.
Vuelvo al escritorio de Beck, abro el cajón del medio en la parte superior y encuentro un bloc cuadrado de papel amarillo. Lo saco con un bolígrafo y escribo la dirección antes de meterla en mi bolsillo trasero. Ojeo las páginas del acuerdo y no veo nada más que me ayude, así que lo meto de nuevo en la carpeta.
Entonces pongo mis dedos en el siguiente detrás de él, pero me detengo cuando veo la escritura en la etiqueta: Schaefer, Investigación Criminal.
Confundida más allá de toda medida, llego a la carpeta, con la intención de descubrir qué secretos esconde Beck. Mis dedos se aferran a un grueso fajo de papeles dentro, y justo cuando los saco, una sombra cae sobre mí.
Giro mi rostro lentamente hacia la puerta, y veo a Beck de pie allí, con los ojos muy abiertos y condenándome.
—¿Qué mierda estás haciendo? —pregunta lentamente a través de sus dientes fuertemente apretados mientras entra en la oficina, su rostro contorsionando con rabia.
Estoy tan aturdida por verlo allí que ni siquiera puedo obligarme a soltar una explicación. Se acerca a mí, saca de la carpeta de mi mano, y la tira a un lado a través de la habitación, donde golpea contra la pared de ventanas y los papeles se sueltan, esparciéndose por el suelo.
—Beck. —Me las arreglo para decir, extendiendo los brazos frente a mí en forma defensiva.
Su mano sale disparada, agarrándome por encima del codo. Inclina su cara y gruñe—: ¿Te metiste a mi jodida oficina?
Está furioso, y pequeñas gotas de saliva golpean mi mejilla. Levanto mi mano libre para limpiarla, pero me está arrastrando fuera de la oficina, así que sólo la agito en busca de equilibrio.
—Jesucristo —gruñe mientras hala hacia el pasillo—. ¿Quién mierda eres? ¿Cuál es tu maldito juego, Sela?
—Beck —imploro mientras me hala a tirones para llegar a la sala de estar—. Solo espera...
—Confié en ti, maldita sea… —grita en su arrebato, negándose a mirarme—. Te traje a mi casa, a mi cama... y no has hecho más que mentirme, escurriéndote a mis espaldas. ¿Eres una jodida espía para otra compañía? ¿Cuál es el juego, Sela?
Sus dedos se clavan en mi brazo con tanta fuerza que mi hueso duele. Mi mano libre trata de levantar sus dedos para darme un respiro. Sin embargo, me está sosteniendo tan fuerte que no puedo hacer ningún progreso. Clavo los talones de mis tenis y se adhieren al piso de madera, pero Beck me está jalando con tanta fuerza que salgo volando de cara hacia adelante y caigo de rodillas. Beck hace una pausa... me da un momento para levantarme, y en el momento en que estoy erguida, él empieza jalarme hacia adelante de nuevo.
—Te quiero fuera de mi puto condominio —gruñe, y veo que se dirige hacia la puerta principal.
Redoblo mis esfuerzos para volver a intentar clavar mis talones, pero Beck ni siquiera se detiene. Él sacude mi brazo, haciéndome tropezar, y alcanza la manilla de la puerta.
—Beck, no... espera —ruego—. Por favor, dame la oportunidad de explicar.
—¿Qué hay que explicar? —pregunta con una risa amarga a medida que suelta su agarre y se gira hacia mí—. Sabes... ese día me mentiste sobre tomar mi auto. Sabía que algo estaba pasaba entonces. Mi instinto me dijo que había algo que estabas escondiendo.
—No es lo que piensas —digo mientras sacudo la cabeza negándolo.
—Te metiste en mi oficina, y estabas buscando mierda sobre mí —escupe con disgusto.
—No... te lo juro —digo en un medio sollozo, y finalmente grito—. Se trata de JT.
Beck echa la cabeza hacia atrás y lanza una sarcástica y amarga risa. Sus ojos brillan con malicia mientras agarra mi bolso de la mesa del vestíbulo y lo empuja directamente en mi pecho. Mis manos suben automáticamente para atraparlo mientras él lo suelta, y lo abrazo. —Ni siquiera vayas allí, Sela. Has tenido una erección por él por alguna razón, pero a él lo conozco desde siempre. A ti te conozco desde hace unas semanas. Lo que tú y yo tenemos nunca se podrá comparar al vínculo que tengo con él. ¿A quién coño crees que le voy a creer?
—Lo juro por Dios, Beck... esto es sobre JT —digo mientras lágrimas se acumulan en mis ojos, llenándolas hasta el borde, y con sólo un ligero parpadeo, se derraman.
—Ahórratelo —gruñe, y su mano sale dispara de nuevo para aferrarse a la parte superior de mi brazo ahora. Él me da un fuerte tirón, y vuelvo a tropezar de nuevo. Agarra el pomo de la puerta, la abre y empieza a empujarme través de ella—. Te quiero fuera de aquí ahora. Empacaré tu mierda y la enviaré a tu apartamento, pero sal de mi jodida casa y de mi vida en este mismo instante y no mires atrás.
—Beck —gimo, dejando caer mi bolso en el piso del vestíbulo cuando me estiro hacia a él, tratando desesperadamente de hacer que me escuche—. Te juro que no estoy tratando de hacerte daño.
Sus ojos azules se llenan de oscuridad y se entrecierran hacia mí con algo que pondría asemejarse al odio. Su mano sale dispara y me sujeta por la parte delantera de mi cuello, tirando de mí lentamente y levantándome hasta mis puntillas hasta que él casi está nariz a la nariz conmigo. Por primera vez desde que me atrapó en su oficina, su tono es tranquilo, pero sigue lleno de rabia y amenaza. —No eres mejor que todas las otras chicas, Sela. Todas buscan salir adelante a expensas de un hombre. ¿Qué estabas haciendo? ¿Buscando en mis finanzas? ¿Con la esperanza de chantajearme con algo? ¿Buscando robarme?
Con cada pregunta que hace, su agarre en mi garganta se apreta, pero no lo suficiente para cortar mi suministro de aire. Sólo lo suficiente para mantener mi atención y así no olvidar que él tiene el control de la situación en este momento. Con cada pregunta, su furia parece aumentar, como si mi incapacidad para responder fuera una admisión a cada acusación.
Él me hala una pulgada más cerca y susurra—: No me importa cuál sea el motivo. Sólo quiero que te vayas.
Beck me empuja a través de la puerta y no tengo más opción que caminar hacia atrás por la fuerza de su agarre en mí. Mis manos vuelan, agarran a cada lado del marco de la puerta, y me sujeto con fuerza.
—Vamos, Sela. —gruñe, soltando mi garganta y capturando mis dos muñecas firmemente con sus manos. Las aparta.
—No, espera —grito, tratando de atravesar de nuevo la puerta.
—Lárgate —grita con tanta rabia que se siente como un estallido sónico reverberando en mis oídos.
Beck me empuja con fuerza, suelta mis muñecas, y tropiezo hacia atrás, cayendo sobre mi trasero con un impacto discordante. Patea en mi bolso, enviándolo a través de la puerta donde el contenido se derrama por todo el piso. Pero eso no me detiene. Inmediatamente me tambaleo hacia delante sobre mis manos y rodillas, arrastrándome hacia Beck de pie en la puerta.
—Por favor escúchame, Beck —imploro, mis ojos le rogándole por sólo unos momentos de su misericordia.
Él mira fijamente hacia mí, completo y absoluto desagrado manteniendo cada centímetro de su hermoso rostro como rehén. Me arrastro más rápido a medida que comienza a cerrar la puerta, estirando una mano en un lamentable intento conseguir un solo y jodido tozo de clemencia de este hombre. Me mira como si quisiera escupirme.
—Beck —digo con un sollozo.
La puerta está a medio camino de cerrarse y le doy una mirada desesperada a su rostro, sabiendo que es la última vez que lo veré de nuevo. Nunca conoceré el placer y la alegría como la que él me ha dado, y aunque sé que lo he traicionado y no puedo culparlo por sus acciones en este momento, lanzo toda precaución al viento y le desnudo mi alma a él. —JT... me violó.
La puerta llega a un alto inmediato y los ojos de Beck giran con sorpresa. Su boca se afloja y palidece por un momento mientras me mira, su cabeza inclinada con confusión. Creo que tal vez incluso podría extender a una mano hacia mí... ayúdame a ponerme de pies... abrazarme y decirme que todo va a estar bien.
Incluso llego a extender mi mano hacia arriba a él.
En cambio, sus ojos se vuelven fríos, sus labios se aprietan, y sacude su cabeza hacia mí con disgusto. —Otra mentira más, Sela.
Luego cierra la puerta en mi cara.
En diez minutos, estaba vestida y tenía mi primera taza de té. Incluso me tomé el tiempo de hacer tostadas con mantequilla y mermelada, y comerlas.
Luego entré en el baño, agarré mi bolsa de maquillaje y saqué la llave de la oficina de Beck.
La deslicé en la cerradura y giró tan fácilmente como si cortara mantequilla con un cuchillo caliente. Abrí la puerta e hice un chequeo de mis sentimientos. Ni una pizca de culpabilidad me poseyó.
Nada más que determinación pura.
Aunque pude haber dudado antes en hacer este movimiento, cuando mis sentimientos por Beck eran sólidos. Pero después de la noche del sábado, cuando vi lo fácil que Beck estaba dejando que JT volviera a su vida, y con Beck apenas ayer defendiendo a ese bastardo lascivo de mí, sabía que no podía dejar que esos sentimientos interfirieran más.
Sí, hay sentimientos. Sentimientos profundos, duraderos y abrumadores por Beck. Pero ahora están eclipsados con el amargo odio que resurgió hacia JT la noche del sábado. Podría no haber sido tan malo sufrir los desaires e insinuaciones de JT. Probablemente pude haberlo manejado.
Pero sentí algo frío creciendo dentro de mí cuando vi a Beck y JT abrazándose al estilo de hermanos fuera del restaurante. Vi el respeto renovado en los ojos de Beck, y la felicidad de estar en la presencia de JT. Estuve observando durante toda la cena mientras contaban historias de guerra y compartían recuerdos de haber crecido juntos, y eso me llenó de tanta amargura que tuve que atragantarme con mi comida.
A pesar de que amaba a Beck en mí interior esta mañana, lo monté con un ligero endurecimiento de mi corazón, en lugar de sólo centrarse en los placeres corporales que podíamos otorgarnos. Tenía a Beck y no estaba preparada para renunciar a él, pero tampoco estaba preparada para renunciar a mí misma.
Y para ser fiel a mí misma, he aceptado que voy a tener que hacer que JT sufra por lo que hizo. Voy a borrarlo de esta tierra, y eso no sólo vengará las atrocidades que me infligió, sino que también liberaré a Beck de ese monstruo. Considero esto una misión de liberación para los dos, y si hay algo en esta oficina que pueda ayudarme, lo voy a utilizar.
Infiltrarse.
Asesinar.
Repetir.
Muy simple.
Miro a mi alrededor y observo la oficina de Beck. Es escasa y funcional, no alberga nada más que un escritorio con una computadora y dos monitores, así como un archivador de cuatro cajones en la esquina. No le doy a la computadora otra mirada, sabiendo que nunca seré capaz de entrar con la antigua contraseña de Beck. Es demasiado inteligente para ser tan estúpido.
En vez de eso, rodeo el escritorio, me siento en la silla Herman Miller de malla y abro el primer cajón a la derecha. Contiene carpetas de archivos colgantes y las saco todas, aproximadamente diez, llenas de papeles. Abro la primera en la parte superior y veo declaraciones bancarias con reconciliaciones grapadas al frente. Hojeando, parecen ser todas las cuentas bancarias personales de Beck. Dos corrientes y tres de mercados monetarios. Los balances dentro son fuertes pero eso no me impresiona. Sé que Beck es rico.
La siguiente carpeta contiene un documento grueso titulado “El testamento y fideicomiso de Beckett W. North, Jr.” Lo escaneo brevemente y básicamente le deja todo a Caroline, incluyendo su propiedad de Townsend-North Holdings, con su continuidad para Ally si Caroline muere primero. La siguiente carpeta contiene un fideicomiso separado para Ally que él arregló y aparentemente aporta un porcentaje de sus ganancias mensualmente.
La siguiente carpeta contiene papeleo para un plan 529 para Ally. Su Universidad está completamente financiada.
Lo puse a un lado y abrí la siguiente carpeta, encontrando mi acuerdo original de Sugar que firmé con Beck junto con recibos por el dinero que me pagó y a Golden Gate por mi matrícula. Pagada en su totalidad está garabateado en tinta azul en el acuerdo.
Parece que soy una Sugar Baby pagada después de todo, pienso con amargura.
Pongo esa carpeta a un lado y paso a través de las otras. Su contrato de arrendamiento para el Audi; los documentos de cierre del condominio que compró hace dos años; otra carpeta con una cartera de fondos mutuos. Todo eso es completamente poco interesante para mí y no me dice nada sobre Jonathan Townsend.
Termino mi lectura, frustrándome más a cada segundo. Sin embargo, me tomo el tiempo para ponerlas cuidadosamente de nuevo en el cajón lo mejor que puedo recordar que fueron arreglados.
Mis ojos se desvían al archivador de cuatro cajones.
Empujo hacia fuera la silla y camino hasta él, abriendo el cajón superior. Soy recompensada inmediatamente con una carpeta etiquetada valores Townsend-North. La saco y remuevo un documento grueso titulado “Acuerdo de Asociación”. En la primera página, veo el lenguaje introductorio con respecto a la formación de una asociación entre Jonathan Townsend y Beckett North, con sus dos direcciones de casa siguiendo justo después.
Bingo.
Al menos tengo un trozo de información sólida.
Ahora sé dónde vive JT.
No me creas tonta. He intentado desesperadamente encontrar su dirección, pero esa es una mierda supersecreta que los ricos y famosos pueden ocultar para proteger su anonimato. Estoy segura de que podría haberla encontrado antes de ahora con la ayuda de un investigador privado, pero no tenía los fondos para eso. Esta pequeña recompensa me ahorra la molestia de seguirlo a casa desde el trabajo una noche, lo cual estaba más que dispuesta a hacer.
Vuelvo al escritorio de Beck, abro el cajón del medio en la parte superior y encuentro un bloc cuadrado de papel amarillo. Lo saco con un bolígrafo y escribo la dirección antes de meterla en mi bolsillo trasero. Ojeo las páginas del acuerdo y no veo nada más que me ayude, así que lo meto de nuevo en la carpeta.
Entonces pongo mis dedos en el siguiente detrás de él, pero me detengo cuando veo la escritura en la etiqueta: Schaefer, Investigación Criminal.
Confundida más allá de toda medida, llego a la carpeta, con la intención de descubrir qué secretos esconde Beck. Mis dedos se aferran a un grueso fajo de papeles dentro, y justo cuando los saco, una sombra cae sobre mí.
Giro mi rostro lentamente hacia la puerta, y veo a Beck de pie allí, con los ojos muy abiertos y condenándome.
—¿Qué mierda estás haciendo? —pregunta lentamente a través de sus dientes fuertemente apretados mientras entra en la oficina, su rostro contorsionando con rabia.
Estoy tan aturdida por verlo allí que ni siquiera puedo obligarme a soltar una explicación. Se acerca a mí, saca de la carpeta de mi mano, y la tira a un lado a través de la habitación, donde golpea contra la pared de ventanas y los papeles se sueltan, esparciéndose por el suelo.
—Beck. —Me las arreglo para decir, extendiendo los brazos frente a mí en forma defensiva.
Su mano sale disparada, agarrándome por encima del codo. Inclina su cara y gruñe—: ¿Te metiste a mi jodida oficina?
Está furioso, y pequeñas gotas de saliva golpean mi mejilla. Levanto mi mano libre para limpiarla, pero me está arrastrando fuera de la oficina, así que sólo la agito en busca de equilibrio.
—Jesucristo —gruñe mientras hala hacia el pasillo—. ¿Quién mierda eres? ¿Cuál es tu maldito juego, Sela?
—Beck —imploro mientras me hala a tirones para llegar a la sala de estar—. Solo espera...
—Confié en ti, maldita sea… —grita en su arrebato, negándose a mirarme—. Te traje a mi casa, a mi cama... y no has hecho más que mentirme, escurriéndote a mis espaldas. ¿Eres una jodida espía para otra compañía? ¿Cuál es el juego, Sela?
Sus dedos se clavan en mi brazo con tanta fuerza que mi hueso duele. Mi mano libre trata de levantar sus dedos para darme un respiro. Sin embargo, me está sosteniendo tan fuerte que no puedo hacer ningún progreso. Clavo los talones de mis tenis y se adhieren al piso de madera, pero Beck me está jalando con tanta fuerza que salgo volando de cara hacia adelante y caigo de rodillas. Beck hace una pausa... me da un momento para levantarme, y en el momento en que estoy erguida, él empieza jalarme hacia adelante de nuevo.
—Te quiero fuera de mi puto condominio —gruñe, y veo que se dirige hacia la puerta principal.
Redoblo mis esfuerzos para volver a intentar clavar mis talones, pero Beck ni siquiera se detiene. Él sacude mi brazo, haciéndome tropezar, y alcanza la manilla de la puerta.
—Beck, no... espera —ruego—. Por favor, dame la oportunidad de explicar.
—¿Qué hay que explicar? —pregunta con una risa amarga a medida que suelta su agarre y se gira hacia mí—. Sabes... ese día me mentiste sobre tomar mi auto. Sabía que algo estaba pasaba entonces. Mi instinto me dijo que había algo que estabas escondiendo.
—No es lo que piensas —digo mientras sacudo la cabeza negándolo.
—Te metiste en mi oficina, y estabas buscando mierda sobre mí —escupe con disgusto.
—No... te lo juro —digo en un medio sollozo, y finalmente grito—. Se trata de JT.
Beck echa la cabeza hacia atrás y lanza una sarcástica y amarga risa. Sus ojos brillan con malicia mientras agarra mi bolso de la mesa del vestíbulo y lo empuja directamente en mi pecho. Mis manos suben automáticamente para atraparlo mientras él lo suelta, y lo abrazo. —Ni siquiera vayas allí, Sela. Has tenido una erección por él por alguna razón, pero a él lo conozco desde siempre. A ti te conozco desde hace unas semanas. Lo que tú y yo tenemos nunca se podrá comparar al vínculo que tengo con él. ¿A quién coño crees que le voy a creer?
—Lo juro por Dios, Beck... esto es sobre JT —digo mientras lágrimas se acumulan en mis ojos, llenándolas hasta el borde, y con sólo un ligero parpadeo, se derraman.
—Ahórratelo —gruñe, y su mano sale dispara de nuevo para aferrarse a la parte superior de mi brazo ahora. Él me da un fuerte tirón, y vuelvo a tropezar de nuevo. Agarra el pomo de la puerta, la abre y empieza a empujarme través de ella—. Te quiero fuera de aquí ahora. Empacaré tu mierda y la enviaré a tu apartamento, pero sal de mi jodida casa y de mi vida en este mismo instante y no mires atrás.
—Beck —gimo, dejando caer mi bolso en el piso del vestíbulo cuando me estiro hacia a él, tratando desesperadamente de hacer que me escuche—. Te juro que no estoy tratando de hacerte daño.
Sus ojos azules se llenan de oscuridad y se entrecierran hacia mí con algo que pondría asemejarse al odio. Su mano sale dispara y me sujeta por la parte delantera de mi cuello, tirando de mí lentamente y levantándome hasta mis puntillas hasta que él casi está nariz a la nariz conmigo. Por primera vez desde que me atrapó en su oficina, su tono es tranquilo, pero sigue lleno de rabia y amenaza. —No eres mejor que todas las otras chicas, Sela. Todas buscan salir adelante a expensas de un hombre. ¿Qué estabas haciendo? ¿Buscando en mis finanzas? ¿Con la esperanza de chantajearme con algo? ¿Buscando robarme?
Con cada pregunta que hace, su agarre en mi garganta se apreta, pero no lo suficiente para cortar mi suministro de aire. Sólo lo suficiente para mantener mi atención y así no olvidar que él tiene el control de la situación en este momento. Con cada pregunta, su furia parece aumentar, como si mi incapacidad para responder fuera una admisión a cada acusación.
Él me hala una pulgada más cerca y susurra—: No me importa cuál sea el motivo. Sólo quiero que te vayas.
Beck me empuja a través de la puerta y no tengo más opción que caminar hacia atrás por la fuerza de su agarre en mí. Mis manos vuelan, agarran a cada lado del marco de la puerta, y me sujeto con fuerza.
—Vamos, Sela. —gruñe, soltando mi garganta y capturando mis dos muñecas firmemente con sus manos. Las aparta.
—No, espera —grito, tratando de atravesar de nuevo la puerta.
—Lárgate —grita con tanta rabia que se siente como un estallido sónico reverberando en mis oídos.
Beck me empuja con fuerza, suelta mis muñecas, y tropiezo hacia atrás, cayendo sobre mi trasero con un impacto discordante. Patea en mi bolso, enviándolo a través de la puerta donde el contenido se derrama por todo el piso. Pero eso no me detiene. Inmediatamente me tambaleo hacia delante sobre mis manos y rodillas, arrastrándome hacia Beck de pie en la puerta.
—Por favor escúchame, Beck —imploro, mis ojos le rogándole por sólo unos momentos de su misericordia.
Él mira fijamente hacia mí, completo y absoluto desagrado manteniendo cada centímetro de su hermoso rostro como rehén. Me arrastro más rápido a medida que comienza a cerrar la puerta, estirando una mano en un lamentable intento conseguir un solo y jodido tozo de clemencia de este hombre. Me mira como si quisiera escupirme.
—Beck —digo con un sollozo.
La puerta está a medio camino de cerrarse y le doy una mirada desesperada a su rostro, sabiendo que es la última vez que lo veré de nuevo. Nunca conoceré el placer y la alegría como la que él me ha dado, y aunque sé que lo he traicionado y no puedo culparlo por sus acciones en este momento, lanzo toda precaución al viento y le desnudo mi alma a él. —JT... me violó.
La puerta llega a un alto inmediato y los ojos de Beck giran con sorpresa. Su boca se afloja y palidece por un momento mientras me mira, su cabeza inclinada con confusión. Creo que tal vez incluso podría extender a una mano hacia mí... ayúdame a ponerme de pies... abrazarme y decirme que todo va a estar bien.
Incluso llego a extender mi mano hacia arriba a él.
En cambio, sus ojos se vuelven fríos, sus labios se aprietan, y sacude su cabeza hacia mí con disgusto. —Otra mentira más, Sela.
Luego cierra la puerta en mi cara.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Después de hacerse pasar por escolta del servicio de citas en línea de Sugar Bowl, Sela Halstead está buscando una cosa: venganza. Se está acercando al fundador desalmado del sitio, Jonathon Townsend, y necesita a Beckett North, el socio comercial de Townsend y su amante, de su lado. Ella había pensado que sus noches íntimas juntas habían forjado un vínculo irrompible, pero después de una traición sorprendente, Sela comienza a dudar del brillante chico malo. Cuando llegue el momento, ¿puede confiar en que Beck hará lo correcto?
Ahora que comprende la verdad, Beck no se detendrá ante nada para asegurarse el reconocimiento que Sela merece. Pero entre su deseo por ella y su disgusto por JT, Beck no tiene exactamente mucho control sobre su estado emocional. Sin otra opción, debe convocar toda su disciplina para mantener la confianza de JT y pretender que todavía son amigos. Pero, ¿hasta dónde llegará Beck para demostrar su lealtad hacia Sela? Él casi la pierde una vez. Para mantenerla, Beck podría tener que matar por ella.
Ahora que comprende la verdad, Beck no se detendrá ante nada para asegurarse el reconocimiento que Sela merece. Pero entre su deseo por ella y su disgusto por JT, Beck no tiene exactamente mucho control sobre su estado emocional. Sin otra opción, debe convocar toda su disciplina para mantener la confianza de JT y pretender que todavía son amigos. Pero, ¿hasta dónde llegará Beck para demostrar su lealtad hacia Sela? Él casi la pierde una vez. Para mantenerla, Beck podría tener que matar por ella.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Así termina??? Me estás jodieeeendoooo, me mueroo!!! Obviamente, cuándo empezamos el segundo libro???
Odio a Beck en este momento, mucho!
Odio a Beck en este momento, mucho!
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Un fin, sin final... lamentablemente la autora deja demasiado abierto la historia que te obliga a leer la segunda parte.Yani escribió:Así termina??? Me estás jodieeeendoooo, me mueroo!!! Obviamente, cuándo empezamos el segundo libro???
Odio a Beck en este momento, mucho!
No creo que lo leamos en el Club, si que para no quedarse con las ganas a tomar la segunda parte por cada uno.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Buen dia, segui la historia y no pense q la autora dejara tanto suelto pero bueno a esperar una segunda parte
FernandaGnzlz- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 28/06/2018
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Ansiosa por el segundo libro
Gracias por traer esta historia
Gracias por traer esta historia
Mabeli- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
¡¡¡¡¡¡¡¡Queremos el segundo queremos el segundo queremoselsegundoqueremoselsegundoqueremoselsegundo!!!!!!!
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #4 Sugar Daddy - Sawyer Bennett
Queeeeeeee! No Me pueden dejar así. Por favor con el segundo.
Gracias! Chicas estuvo genial
Gracias! Chicas estuvo genial
Leshka- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 02/05/2019
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