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Lectura #1 Junio 2017
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Lectura #1 Junio 2017
Saludos mil gracias por seguir en el club de lectura. Sigan participando, miren que a final de año hay sorpresas
Este mes nos unimos al lado oscuro muajajajajaja
Y nuestra moderadora será @mariateresa
Espero que disfruten la lectura, uyy yo ya me lo leí y no me uno porque no creo poder leerlo de nuevo.
Última edición por Maga Pali el Mar 6 Jun - 22:01, editado 1 vez
Maga- Mensajes : 3549
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Edad : 37
Localización : en mi mundo
DESI- Mensajes : 3585
Fecha de inscripción : 17/12/2015
Edad : 46
Localización : Venezuela
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #1 Junio 2017
Maga Pali,por qué no sabes si podrías volver a leerlo Me dejaste pensando y ahora estoy intrigada...Me uno!
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1 Junio 2017
hola!!!
gracias LuVelitta por el link
gracias LuVelitta por el link
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1 Junio 2017
HOLA CHICAS!!! GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA NUEVA LECTURA COMO SABEN ESTE ES UN ROMANCE OSCURO NO APTO PARA SENSIBLES DEL CORAZÓN ES UNA HISTORIA CORTA DE LA TRILOGÍA DARKNESS
¡Advertencia! Éste libro tendrá un desencadenante que a algunos les
resultará frustrante. No es para débiles del corazón.
Este es el libro que abrirá la trilogía The Darkness.
El segundo es Tainted Rose.
Y el final Twisted Rose.
Extraído de experiencias de la vida de la autora, ésta es una historia de dolor
que te romperá el corazón sobre abusos, degradación y humillación. Mientras la
trilogía termina con un final feliz, éste libro no. ¡Has sido advertido!
Rose Meadows ha sido secuestrada. Despierta en la habitación de un motel,
atada a una cama, y está aterrorizada. Nunca podría haber imaginado lo que el
hombre que la tomó tenía en el almacén. Los placeres que buscan
no son solo
sexuales; lo es, pero también quieren abusarla de la forma
más
degradante y
humillante. La quieren humillar. La quieren devastar. Y, más que nada, quieren
romper la confianza que tiene con la única cosa que la liberaría: el amor.
Comienza esta trilogía si eres capaz de verla hasta el final. Es una historia
devastadora pero también es sobre el triunfo. Demuestra que el amor se puede
encontrar hasta en lugar más oscuro, y a veces es tan duro y difícil que es capaz de
sorprender al hombre más fuerte.
The Darkness Trilogy #1
¡Advertencia! Éste libro tendrá un desencadenante que a algunos les
resultará frustrante. No es para débiles del corazón.
Este es el libro que abrirá la trilogía The Darkness.
El segundo es Tainted Rose.
Y el final Twisted Rose.
Extraído de experiencias de la vida de la autora, ésta es una historia de dolor
que te romperá el corazón sobre abusos, degradación y humillación. Mientras la
trilogía termina con un final feliz, éste libro no. ¡Has sido advertido!
Rose Meadows ha sido secuestrada. Despierta en la habitación de un motel,
atada a una cama, y está aterrorizada. Nunca podría haber imaginado lo que el
hombre que la tomó tenía en el almacén. Los placeres que buscan
no son solo
sexuales; lo es, pero también quieren abusarla de la forma
más
degradante y
humillante. La quieren humillar. La quieren devastar. Y, más que nada, quieren
romper la confianza que tiene con la única cosa que la liberaría: el amor.
Comienza esta trilogía si eres capaz de verla hasta el final. Es una historia
devastadora pero también es sobre el triunfo. Demuestra que el amor se puede
encontrar hasta en lugar más oscuro, y a veces es tan duro y difícil que es capaz de
sorprender al hombre más fuerte.
The Darkness Trilogy #1
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Junio 2017
ÍNDICE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #1 Junio 2017
Extraído de las experiencias de vida de la autora?! Vaya confesión!! Ahora estoy intrigada!!
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1 Junio 2017
a mi tambien me llamo la atencion esa parteLuVelitta escribió:Extraído de las experiencias de vida de la autora?! Vaya confesión!! Ahora estoy intrigada!!
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1 Junio 2017
“Todo arte es erótico”
Gustav Klimt, 1862‐1918
“Todo en el mundo se trata de sexo excepto el sexo. Éste es acerca del poder.”
Oscar Wilde, 1854‐1900
1
Rose Meadows yacía en
la estrecha cama del motel y miraba
el techo. Un
ventilador de madera giraba lentamente en el techo y sus ojos seguían el
interminable movimiento circular. La habitación era pequeña y estaba débilmente
iluminada. Un par de finas cortinas cubrían las ventanas,
pero podía afirmar que
allí afuera ya era de día.
Era una prisionera.
No sabía cuánto tiempo había estado acostada en aquella cama, dos días, tal
vez tres. Había estado inconsciente. La drogaron. Ahora había despertado. Tenía
sed. Tenía la garganta tan seca que no estaba segura de poder hablar si lo intentara.
Trató de mover los brazos, pero no pudo. Tenía sus muñecas amarradas a la
cabecera de la cama con cuerdas de cuero. Sus tobillos también. Pasó la primera
noche luchando contra ello, pero solamente lo empeoraba. Más tiraba, más
apretaba. En algún momento se les hundió en la piel y dejaron marcas. Se
sorprendió de lo rápido que había perdido su voluntad. Tal vez era la droga que le
habían dado, quizás el dolor de las cuerdas contra su cuerpo, pero había dejado de
tirar y ahora simplemente estaba acostada.
Yacía, acostada, mirando al techo. Se encontraba en la posición más
vulnerable y expuesta que una mujer podría estar. Usaba su traje de cuerpo
completo de cuero para sus carreras. Lo agradecía. Cubría su cuerpo de la vista de
un hombre que entraría esporádicamente a la habitación y que la miraría como si
de una presa se tratara.
Miró
la ventana. No tenía idea de dónde se encontraba. En un motel de
algún lado. La cama era simple. Había un escritorio,
una silla de madera y dos
mesitas de noche con sus
lámparas. Un armario vacío cerca de la cama. Las
paredes eran de un amarillo sucio, como si hubieran estado expuestas al tabaco por
años.
Había una puerta que te dirigía al baño y Rose deseaba estar libre para
levantarse y usarlo. Si la dejan amarrada por más tiempo, se ensuciaría.
Por lo que sabía, él la tenía justo como la quería.
Era su prisionera.
Ella se permitió meterse con los del Club de Motociclistas Dark Rebel,
CMDR, uno de los CM más grandes de Quebec.
¿Cómo pudo ser tan estúpida?
¿Cómo pudo haber permitido que esto pasara?
Solo hacía unos días era libre, viviendo su vida en Montreal.
Era mesera.
Tenía su propio departamento. Se encontraba
dispuesta a irse a estudiar moda a
una de las universidades de la cuidad. Allí pertenecía, no ahí, lejos de la
civilización.
Su vida como ciudadana no le fue siempre fácil, estaba sola, no tenía familia
ni un par de amigos. Se esforzaba para pagar sus cuentas. Pero al final esa era su
vida y se sentía orgullosa por eso.
Ahora se había ido. Así de simple, se habían llevado todo.
El pueblo en el que estaba, Val-d’Or, se encontraba a cientos de kilómetros
de cualquier otra cuidad. A miles de Montreal. Había manejado hasta allí. Y todo
por un hombre. Un malvado y repugnante hombre.
Rex Savage.
Su nombre giró en su cabeza como el ventilador lo hacía en el
techo. Era la razón por la que estaba allí. Que estúpida había sido al confiar en ese
hombre, que ingenua, y ahora pagaba el precio.
Pensó que podía confiar en él porque había corrido con su padre.
Ambos
habían sido miembros del Sioux Rangers. Se equivocó.
Él murió hace diez años y lo extrañaba muchísimo. No había día donde no
pensara en él. Cuando su viejo amigo, Rex Savage, entró al restaurante donde
trabajaba, había creído todo lo que le dijo.
Y así fue cómo la había conseguido.
—¿Estás bien aquí?
Era su escolta, Patrice. Había escuchado a otros diciendo su nombre. Él
abrió la puerta y miró dentro.
—Estoy bien —contestó ella.
La miró en la cama, se extendía ante sus ojos como una esclava en espera de
ser sacrificada.
—Déjame que afloje un poco esas cuerdas.
Ella alejó la mirada de él. No quería hacer contacto visual. Parecía un buen
tipo, tranquilo, pero era miembro del CMDR y sabía lo que aquello significaba. Las
apariencias podían engañar. No confiaría en nadie. Luego de lo que le había
pasado creía que todo era posible. No podía confiar en ese hombre. Era lo único
que tendría que recordar.
La primera noche después
de que la drogaran y la llevaran al motel, algo
había pasado. Algo que la marcaría de por vida. No tendría que haber pasado eso.
Lo sabía. Había oído lo que el presidente del grupo dijo. Luego de haberla llevado
al motel y atarla a la cama, le dijo a uno de los
miembros, un hombre obeso al que
le decían Fat Boy, que hiciera guarda en el motel. Se suponía que no la tocaría. Era
el derecho del presidente probar a las nuevas chicas. Pero esa noche, esa horrible
noche, Fat Boy se escabulló a su habitación y le mostró como CMDR trataba a sus
nuevas víctimas.
Desabrochó su enterizo, lo hizo a un lado, y probó lo que ella
techo. Era la razón por la que estaba allí. Que estúpida había sido al confiar en ese
hombre, que ingenua, y ahora pagaba el precio.
Pensó que podía confiar en él porque había corrido con su padre.
Ambos
habían sido miembros del Sioux Rangers. Se equivocó.
Él murió hace diez años y lo extrañaba muchísimo. No había día donde no
pensara en él. Cuando su viejo amigo, Rex Savage, entró al restaurante donde
trabajaba, había creído todo lo que le dijo.
Y así fue cómo la había conseguido.
—¿Estás bien aquí?
Era su escolta, Patrice. Había escuchado a otros diciendo su nombre. Él
abrió la puerta y miró dentro.
—Estoy bien —contestó ella.
La miró en la cama, se extendía ante sus ojos como una esclava en espera de
ser sacrificada.
—Déjame que afloje un poco esas cuerdas.
Ella alejó la mirada de él. No quería hacer contacto visual. Parecía un buen
tipo, tranquilo, pero era miembro del CMDR y sabía lo que aquello significaba. Las
apariencias podían engañar. No confiaría en nadie. Luego de lo que le había
pasado creía que todo era posible. No podía confiar en ese hombre. Era lo único
que tendría que recordar.
La primera noche después
de que la drogaran y la llevaran al motel, algo
había pasado. Algo que la marcaría de por vida. No tendría que haber pasado eso.
Lo sabía. Había oído lo que el presidente del grupo dijo. Luego de haberla llevado
al motel y atarla a la cama, le dijo a uno de los
miembros, un hombre obeso al que
le decían Fat Boy, que hiciera guarda en el motel. Se suponía que no la tocaría. Era
el derecho del presidente probar a las nuevas chicas. Pero esa noche, esa horrible
noche, Fat Boy se escabulló a su habitación y le mostró como CMDR trataba a sus
nuevas víctimas.
Desabrochó su enterizo, lo hizo a un lado, y probó lo que ella
tenía para ofrecerle.
Rose no dijo nada. No hizo ni un sonido. Dejó que pasara. No había manera
en la que pudiera resistirse. Y contuvo las lágrimas hasta que Fat Boy terminó con
ella y la dejó sola.
Una vez que se fue, permitió a sus lágrimas rodar por sus mejillas. La sal de
éstas ardía en su piel. Nunca le había pasado algo como eso. Era la primera vez que
había sido violada. Pero presintió que no sería la última.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Junio 2017
Gracias. Que horrible. Como el amigo de su padre la secuestra? Espero que ese asqueroso de fat boy pague por lo que hizo
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura #1 Junio 2017
Que pena, pero al estar sola sin familia y amigos, confío en una persona cercana a su padre y miren lo que sucedió.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #1 Junio 2017
Llego tarde pero me uno!!
Por cierto ya esta la firma en su tema
Por cierto ya esta la firma en su tema
Invitado,Te interesan más lecturas como esta buscanos en ACUALAND
Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #1 Junio 2017
gracias quedo hermosa rangosRoss L de Mellark escribió:Llego tarde pero me uno!!
Por cierto ya esta la firma en su tema
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Junio 2017
2
Reprodujo el recuerdo una y otra vez en su mente como una cinta de video
de alguna película de terror. No podía parar. Lo intentó, pero no pudo. La
sensación de los dedos de Fat Boy sobre su piel, el olor de su aliento sobre su cara,
era como una pesadilla. Ella yació allí, atada a la cama e intentando
desesperadamente decirse a sí misma que eso no había pasado, que era sólo su
imaginación, pero sabía la verdad. Él la había violado.
Miró la habitación, la vieja televisión puesta sobre el tocador, las manchadas
pantallas sobre las mesitas de noche, el ventilador girando incesantemente, e
intentó quitárselo de la cabeza. Ya había pasado por eso muchas veces. Revivirlo
en su mente sólo prolongaba el dolor.
Lo que resaltaba en su mente era la tarima flotante. La habitación de hotel se
encontraba
en la segunda planta. El edificio era barato y estaba pobremente
construido. Cuando el presidente de la sección y los otros hombres salieron al
estacionamiento y Fat boy le dio su atención a Rose, lo primero que había oído era
la tarima flotante crujiendo bajo su enorme peso. No había sido diseñada para un
hombre del tamaño de Fat Boy. Era enorme. Él abrió la puerta tan silenciosamente
como pudo, pero el suelo gimió como si fuera a ceder. Eso era
lo que la había
despertado de su estupor. No sabía qué droga le habían dado, pero lo que sea que
haya sido, no era lo suficientemente fuerte.
Él entró en la oscura habitación. No encendió la luz. Ella lo oyó y supuso
que sólo estaba viendo cómo estaba. Era el guardia y había oído con sus propios
oídos que el presidente de sección le dijo que no la tocase. Nunca en un millón de
años podría haber imaginado qué tenía él en mente.
Todavía estaba en shock por ser capturada. Había pasado tan de repente,
tan inesperadamente. Yació ahí y esperó a que él encendiera la luz, pero ésta nunca
se encendió. Sólo se quedó allí, de pie, respirando pesadamente en la oscuridad.
Podía oír el sonido del aire abandonando sus pulmones y siendo inhalado otra vez.
Él respiraba como un gran animal. No podía verlo, pero supo instintivamente que era un hombre grande. La tarima, la respiración, el aire desplazado en la
habitación, todo ello le decía que era un monstruo.
Empezó a luchar desesperadamente contra las cuerdas que la ataban a
la
cama. Sabía que estaba en problemas, que algo terrible iba a pasarle. El sonido de
esa respiración, el hombre oculto de pie sobre ella en la oscuridad, como un
demonio, la aterrorizaba. Tiró con sus brazos y piernas contra las cuerdas con todo
su ser, pero no sirvió de nada. Cuanto más luchaba, más doloroso era. Rozaban su
pie, cortaban su carne y, aun así, ella peleó.
Y el hombre,
Fat Boy, sólo se quedó sobre ella y la observaba retorcerse
como un animal asustado en una trampa.
—No vas a ir a ningún sitio, mi amorcito.
Ella quería gritar, pero ningún sonido salió. El terror era demasiado. Todo lo
que pudo hacer fue yacer allí, retorciéndose contra las cuerdas e imaginando las
cosas horribles que él iba a hacerle.
—Deja de luchar, damita.
La voz
de Fat Boy
sonaba amortiguada, como si estuviera hablando a lo
lejos.
Ella sí dejó de luchar, pero no porque él se lo haya dicho. Se había rendido.
Estaban demasiado apretadas y era demasiado doloroso. Se quedó quieta.
—Eso está mejor —dijo él.
Contuvo su aliento. Estaba junto a ella, junto a la cama. No quería respirar.
No quería olerlo. Cuando se inclinó sobre ella y estiró su brazo, se congeló. No
movió ni un solo músculo.
—Buena chica —dijo y, con cuidado, bajó la cremallera de su traje de carrera
de cuero.
Ese
traje de carrera era su cosa favorita del mundo. Lo había hecho ella
misma. La cubría de pies a cabeza en elegante cuero negro, y había una cremallera
que iba desde su cuello hasta su tobillo. Usualmente la hacía sentir sexi y poderosa,
como
Catwoman
1
.
Ahora parecía una armadura, sintió que mientras lo tuviera
puesto, tenía alguna protección. Los corpulentos dedos de
Fat Boy
estaban en la
cremallera, bajándolo lentamente, revelando su cuerpo para sus codiciosos ojos.
No quería mirarlo. No quería ver su cara. Bajó la vista a su propio pecho. A
medida que se abría la cremallera, pudo ver que todo lo que tenía para proteger su
cuerpo de las grasosas manos de Fat Boy, era una ropa interior de encaje negro.
Y ahí fue cuando lo hizo. Levantó la mirada hacia él. Fue un error. Al
instante, supo que había cometido un error. No sólo lo había excitado al darle una
conexión momentánea, sino que también había grabado en su memoria la imagen
de su gorda y asquerosa cara.
Con la luz azul de la Luna, vio sus redondos ojos negros mirándola.
Parecían ser maldad pura,
negros y pequeños. Él era como un animal
seleccionando a su presa en la noche. Sus mejillas estaban hinchadas y rechonchas.
Su piel estaba marcada con viruela. Su barba parecía enredada y sucia.
Y fue en ese momento, en ese terrible momento de pánico, que encontró su
voz. Gritó mientras lo miraba. La mano de él bajó hasta la boca de ella. Estaba
transpirada y caliente. La presionó contra su cara y ella dejó de gritar.
—Mantente callada o realmente te daré algo por lo que gritar —dijo.
Rose levantó la mirada y luego cerró los
ojos. No volvió a gritar. Siguió
bajándole la cremallera a su traje. La cremallera iba por su cuello, bajando por
su
ombligo y luego por su pierna derecha.
Fat Boy
abrió la cremallera del todo y
luego
abrió
el traje
para que pudiera verla toda.
Sólo su pierna izquierda y sus
brazos estaban todavía cubiertos. Ahora
se encontraba
desnuda ante él, con sólo
ropa interior de encaje fino entre ella y él.
—¿Sabes lo que voy a hacerte? —susurró.
No tenía
ni idea. No quería saberlo. Podía sentir la fuerza en él cuando la
movió y le quitó el traje. Era tan musculoso como gordo. Sus brazos eran peludos
y podía oler un olor animal y bruto en él. Le recordaba a un oso. Intentó resistirse,
pero no sirvió de nada. Estaba atada y él era muy poderoso. Puso su brazo debajo
de su espalda y le desabrochó el sujetador.
—Eso está mejor —dijo al tiempo que se lo quitó y lo lanzó al suelo.
Tembló en el frío aire. Su cuerpo estaba completamente expuesto. Sus
pechos estaban desnudos, a su vista. Lo único cubriendo su vagina eran las
braguitas de fino encaje. La supervisó y la miró por lo que parecieron horas. Nunca
olvidaría el ritmo estable de su respiración controlada. Era como un lobo mirando
a su presa en un bosque, esperando al momento exacto para arrasarla.
—Eso es lo que más me gusta en la vida
—dijo—. Este momento, ahora mismo, cuando sabes lo que pasara, cuando estas aterrorizada de lo que esta a punto de pasarte, y sabes que no hay nada en el mundo que puedas hacer
para
detenerlo.
Rose
trató
de
no escuchar sus palabras, intentó no dejar que su significado
entre en su mente, pero no pudo mantenerlas afuera. Se inclinó sobre ella y le
susurró como si estuviera haciendo dormir a un niño.
—Todo lo que quieres es salir de aquí. Estás asustada, aterrorizada. No
sabes qué voy a hacer. No sabes si voy a hacerte daño. No sabes si voy a matarte.
Quizá sí.
Se rió y luego metió su lengua en la boca de ella. Lamió los alrededores de
su boca antes de meterse. Ella luchó con las ataduras de sus tobillos y muñecas,
pero no sirvió de nada. Se hallaba
completamente atrapada, completamente
vulnerable.
—No puedes hacer esto —susurró—. No puedes hacerme esto.
No entendía cómo demonios estaba permitiendo que esto le pase. ¿Cómo
estaba Dios
permitiendo esto? No estaba bien. No había hecho nada malo. No le
había hecho daño a nadie en su vida. Había
trabajado mucho para recomponerse,
para darse una vida decente. Se había sacado a sí misma de la alcantarilla. Y ahora
se encontraba siendo reducida a esto.
Fat Boy volvió al pie de la cama. Toda la cama se inclinó en su dirección. Era
tan pesado que Rose pensó que se rompería. Ella susurraba palabras para sí misma
y no se había dado cuenta hasta entonces de qué era lo que susurraba. Había
estado rezando. Por primera vez en años, desde que su padre
había muerto,
recordaba las católicas plegarias francesas de su niñez.
—Dios no va a salvarte ahora
—dijo
Fat Boy
y luego se inclinó y puso su
boca sobre el montículo de su vagina.
Rose jadeó. Estaba en shock. La lengua de Fat Boy se presionaba
contra el
exterior de su braga, mojándola. Luego hizo a un lado la braga y ella sintió la
resbaladiza y mojada superficie de su lengua directamente contra la piel rosa de su
vagina. Podía sentir sus labios vaginales reaccionando a la humedad de su lengua
y maldijo a su cuerpo por traicionarla.
Fat Boy
no la lamió como un hombre lamía usualmente a una mujer.
Usualmente era una sensual experiencia sexual. La forma en que él lo hizo era más
bestial. Como si fuera un perro babeando sobre su comida. Odiaba el sonido de
ello. El asco mezclado con el terror fue casi demasiado para ella. Quería gritar, pero
tenía demasiado miedo de lo que él podría hacer. Algo en él la hacía sentir que, en
realidad, podría morderla. La estaba lameteando, bebiendo todo jugo que escapaba de su vagina, y ella no sabía si quería llorar o gritar. Todo lo que pudo hacer fue
rezar para que terminase pronto.
Finalmente dejó de lamerla. Tuvo que luchar para recuperar el aliento.
Estaba tan reprimida, tan tensa, que le
resultaba
difícil respirar.
Fat Boy
pasó su
lengua desde su vagina hasta su ombligo y fue subiendo hasta sus pechos. Se sintió
horrible. Sintió como si un gusano pegajoso y viscoso subiera por su cuerpo. Él
llevó su lengua hasta su cuello y luego a su cara.
Rose intentó apartar la mirada, pero él atrajo su cara a la suya.
—Bésame, zorrita —dijo.
No podía hacerlo. Era demasiado asqueroso. Todo en él le revolvía el
estómago y la hacía querer morirse. Negó con la cabeza e intentó apartar su cara de
él, pero
Fat Boy
la sujetó y presionó su boca contra la suya. Su lengua entró a la
fuerza en su boca con los labios apretadamente juntos. Le dejó pasar su lengua por
toda ella, por todo el interior de su boca, e intentó no respirar en todo el tiempo.
Mientras la besaba, él guió su pene con su
mano libre hacia la boca de su
vagina. Ella se retorció y luchó, pero era demasiado pesado y fuerte para poder
escaparse. Pesaba más de ciento treinta kilos y la tenía justo donde la quería.
Ella cerró los ojos y contuvo un grito cuando la cabeza de su enorme pene se
abrió paso en la boca de su vagina. Jadeó. Fat Boy suspiró de placer. Su gordo pene
se deslizó fácilmente en su vagina abierta y húmeda y la llenó como una espada en
su vaina. Bajo el peso de él no había nada que pudiera hacer más que recostarse y
dejar que la besara.
Fat Boy
empezó a follarla rítmicamente, como si fuera parte de una gran
máquina y su pene fuera el pistón. Rose no podía respirar. Era demasiado pesado.
Levantó la mirada más allá de él, hacia las aspas del ventilador. No estaba girando.
Por alguna razón, eso la molestó. ¿Cómo podía tener un poco de
aire si el
ventilador no se hallaba encendido?
Fat Boy
salió y entró una y otra vez en ella. No sabía cuánto tiempo
continuaría. Era realmente como un animal. Cuando su pene llegaba a lo profundo
de ella, lamía su cara como un perro horrible y baboso. Todo lo que podía hacer
era tener esperanza y rezar para que acabase pronto. Una vez que él tuviera su
orgasmo, terminaría. No podía creer que estuviera siendo violada. No podía creer
que tuviera la esperanza de que él tuviera su orgasmo sólo para que el horror
llegase al final. ¿Podía estar esto pasándole realmente? ¿Realmente era esto lo que
el mundo era en los salvajes bosques del norte? ¿Era esto lo que le pasaba a las
mujeres cuando se alejaban tanto de una civilización apropiada? Nunca había
soñado que el mundo podía ser tan siniestro y peligroso.
Ella sintió un pálpito en su pene y supo que estaba cerca del orgasmo.
Levantó su pelvis contra la
de él, con la esperanza que todo terminase, pero él
salió. ¿Qué estaba haciendo ahora? No había tenido el orgasmo. Era el último
minuto y, en lugar de tener el orgasmo, había salido y estaba encorvado sobre ella.
—Quieres esto, ¿cierto? —dijo, manteniendo su enorme y palpitante pene en
su mano—. Lo quieres todo, zorrita.
Ella negó con la cabeza. No lo quería. No quería nada de eso. Quería que se
quitase de encima. La estaba aplastando. Quería que él y el resto de la
CMDR
la
liberase, que la dejase volver a la vida que tenía en Montreal.
—Por favor
—susurró, pero tan pronto como lo había dicho, se dio cuenta
de su error.
Malinterpretó su súplica por un consentimiento. En realidad, pensó que ella
le estaba rogando que le dé su semen.
Se subió para arrodillarse
sobre ella, con su pene pulsando y palpitando
justo sobre su cara. Podía ver que estaba a punto
de estallar. Listo para explotar
sobre ella. Él quería tener su orgasmo. No quería más que tener su orgasmo. Pero
aún estaba parándose. ¿A qué esperaba? Que se termine esto.
—Suplica —dijo.
Su voz era ronca y seca.
Ya no tenía el coraje de resistirse. No podía oponerse a él. No podía pelear.
Se encontraba arrodillado sobre ella, con su pene en su mano, con sus ojos terribles
y brillantes mirándola.
—Por favor —susurró.
Y con esa simple palabra, el pulso del orgasmo pasó de su entrepierna a su
pene y su pegajoso semen blanco le roció la cara.
—Por favor —susurró otra vez.
Otra vez, el pulso del esperma salió a borbotones de él y cayó en su bonita
cara, dentro de
su boca. Ella lamió el semen y, hasta estos días, todavía podía
probar lo metálico, lo pegajoso de eso. Todavía podía olerlo. Por tanto tiempo
como vivió, recordaría cómo se sintió en ese momento. Se sintió completamente
abusada, completamente inútil, completamente sola.
Reprodujo el recuerdo una y otra vez en su mente como una cinta de video
de alguna película de terror. No podía parar. Lo intentó, pero no pudo. La
sensación de los dedos de Fat Boy sobre su piel, el olor de su aliento sobre su cara,
era como una pesadilla. Ella yació allí, atada a la cama e intentando
desesperadamente decirse a sí misma que eso no había pasado, que era sólo su
imaginación, pero sabía la verdad. Él la había violado.
Miró la habitación, la vieja televisión puesta sobre el tocador, las manchadas
pantallas sobre las mesitas de noche, el ventilador girando incesantemente, e
intentó quitárselo de la cabeza. Ya había pasado por eso muchas veces. Revivirlo
en su mente sólo prolongaba el dolor.
Lo que resaltaba en su mente era la tarima flotante. La habitación de hotel se
encontraba
en la segunda planta. El edificio era barato y estaba pobremente
construido. Cuando el presidente de la sección y los otros hombres salieron al
estacionamiento y Fat boy le dio su atención a Rose, lo primero que había oído era
la tarima flotante crujiendo bajo su enorme peso. No había sido diseñada para un
hombre del tamaño de Fat Boy. Era enorme. Él abrió la puerta tan silenciosamente
como pudo, pero el suelo gimió como si fuera a ceder. Eso era
lo que la había
despertado de su estupor. No sabía qué droga le habían dado, pero lo que sea que
haya sido, no era lo suficientemente fuerte.
Él entró en la oscura habitación. No encendió la luz. Ella lo oyó y supuso
que sólo estaba viendo cómo estaba. Era el guardia y había oído con sus propios
oídos que el presidente de sección le dijo que no la tocase. Nunca en un millón de
años podría haber imaginado qué tenía él en mente.
Todavía estaba en shock por ser capturada. Había pasado tan de repente,
tan inesperadamente. Yació ahí y esperó a que él encendiera la luz, pero ésta nunca
se encendió. Sólo se quedó allí, de pie, respirando pesadamente en la oscuridad.
Podía oír el sonido del aire abandonando sus pulmones y siendo inhalado otra vez.
Él respiraba como un gran animal. No podía verlo, pero supo instintivamente que era un hombre grande. La tarima, la respiración, el aire desplazado en la
habitación, todo ello le decía que era un monstruo.
Empezó a luchar desesperadamente contra las cuerdas que la ataban a
la
cama. Sabía que estaba en problemas, que algo terrible iba a pasarle. El sonido de
esa respiración, el hombre oculto de pie sobre ella en la oscuridad, como un
demonio, la aterrorizaba. Tiró con sus brazos y piernas contra las cuerdas con todo
su ser, pero no sirvió de nada. Cuanto más luchaba, más doloroso era. Rozaban su
pie, cortaban su carne y, aun así, ella peleó.
Y el hombre,
Fat Boy, sólo se quedó sobre ella y la observaba retorcerse
como un animal asustado en una trampa.
—No vas a ir a ningún sitio, mi amorcito.
Ella quería gritar, pero ningún sonido salió. El terror era demasiado. Todo lo
que pudo hacer fue yacer allí, retorciéndose contra las cuerdas e imaginando las
cosas horribles que él iba a hacerle.
—Deja de luchar, damita.
La voz
de Fat Boy
sonaba amortiguada, como si estuviera hablando a lo
lejos.
Ella sí dejó de luchar, pero no porque él se lo haya dicho. Se había rendido.
Estaban demasiado apretadas y era demasiado doloroso. Se quedó quieta.
—Eso está mejor —dijo él.
Contuvo su aliento. Estaba junto a ella, junto a la cama. No quería respirar.
No quería olerlo. Cuando se inclinó sobre ella y estiró su brazo, se congeló. No
movió ni un solo músculo.
—Buena chica —dijo y, con cuidado, bajó la cremallera de su traje de carrera
de cuero.
Ese
traje de carrera era su cosa favorita del mundo. Lo había hecho ella
misma. La cubría de pies a cabeza en elegante cuero negro, y había una cremallera
que iba desde su cuello hasta su tobillo. Usualmente la hacía sentir sexi y poderosa,
como
Catwoman
1
.
Ahora parecía una armadura, sintió que mientras lo tuviera
puesto, tenía alguna protección. Los corpulentos dedos de
Fat Boy
estaban en la
cremallera, bajándolo lentamente, revelando su cuerpo para sus codiciosos ojos.
No quería mirarlo. No quería ver su cara. Bajó la vista a su propio pecho. A
medida que se abría la cremallera, pudo ver que todo lo que tenía para proteger su
cuerpo de las grasosas manos de Fat Boy, era una ropa interior de encaje negro.
Y ahí fue cuando lo hizo. Levantó la mirada hacia él. Fue un error. Al
instante, supo que había cometido un error. No sólo lo había excitado al darle una
conexión momentánea, sino que también había grabado en su memoria la imagen
de su gorda y asquerosa cara.
Con la luz azul de la Luna, vio sus redondos ojos negros mirándola.
Parecían ser maldad pura,
negros y pequeños. Él era como un animal
seleccionando a su presa en la noche. Sus mejillas estaban hinchadas y rechonchas.
Su piel estaba marcada con viruela. Su barba parecía enredada y sucia.
Y fue en ese momento, en ese terrible momento de pánico, que encontró su
voz. Gritó mientras lo miraba. La mano de él bajó hasta la boca de ella. Estaba
transpirada y caliente. La presionó contra su cara y ella dejó de gritar.
—Mantente callada o realmente te daré algo por lo que gritar —dijo.
Rose levantó la mirada y luego cerró los
ojos. No volvió a gritar. Siguió
bajándole la cremallera a su traje. La cremallera iba por su cuello, bajando por
su
ombligo y luego por su pierna derecha.
Fat Boy
abrió la cremallera del todo y
luego
abrió
el traje
para que pudiera verla toda.
Sólo su pierna izquierda y sus
brazos estaban todavía cubiertos. Ahora
se encontraba
desnuda ante él, con sólo
ropa interior de encaje fino entre ella y él.
—¿Sabes lo que voy a hacerte? —susurró.
No tenía
ni idea. No quería saberlo. Podía sentir la fuerza en él cuando la
movió y le quitó el traje. Era tan musculoso como gordo. Sus brazos eran peludos
y podía oler un olor animal y bruto en él. Le recordaba a un oso. Intentó resistirse,
pero no sirvió de nada. Estaba atada y él era muy poderoso. Puso su brazo debajo
de su espalda y le desabrochó el sujetador.
—Eso está mejor —dijo al tiempo que se lo quitó y lo lanzó al suelo.
Tembló en el frío aire. Su cuerpo estaba completamente expuesto. Sus
pechos estaban desnudos, a su vista. Lo único cubriendo su vagina eran las
braguitas de fino encaje. La supervisó y la miró por lo que parecieron horas. Nunca
olvidaría el ritmo estable de su respiración controlada. Era como un lobo mirando
a su presa en un bosque, esperando al momento exacto para arrasarla.
—Eso es lo que más me gusta en la vida
—dijo—. Este momento, ahora mismo, cuando sabes lo que pasara, cuando estas aterrorizada de lo que esta a punto de pasarte, y sabes que no hay nada en el mundo que puedas hacer
para
detenerlo.
Rose
trató
de
no escuchar sus palabras, intentó no dejar que su significado
entre en su mente, pero no pudo mantenerlas afuera. Se inclinó sobre ella y le
susurró como si estuviera haciendo dormir a un niño.
—Todo lo que quieres es salir de aquí. Estás asustada, aterrorizada. No
sabes qué voy a hacer. No sabes si voy a hacerte daño. No sabes si voy a matarte.
Quizá sí.
Se rió y luego metió su lengua en la boca de ella. Lamió los alrededores de
su boca antes de meterse. Ella luchó con las ataduras de sus tobillos y muñecas,
pero no sirvió de nada. Se hallaba
completamente atrapada, completamente
vulnerable.
—No puedes hacer esto —susurró—. No puedes hacerme esto.
No entendía cómo demonios estaba permitiendo que esto le pase. ¿Cómo
estaba Dios
permitiendo esto? No estaba bien. No había hecho nada malo. No le
había hecho daño a nadie en su vida. Había
trabajado mucho para recomponerse,
para darse una vida decente. Se había sacado a sí misma de la alcantarilla. Y ahora
se encontraba siendo reducida a esto.
Fat Boy volvió al pie de la cama. Toda la cama se inclinó en su dirección. Era
tan pesado que Rose pensó que se rompería. Ella susurraba palabras para sí misma
y no se había dado cuenta hasta entonces de qué era lo que susurraba. Había
estado rezando. Por primera vez en años, desde que su padre
había muerto,
recordaba las católicas plegarias francesas de su niñez.
—Dios no va a salvarte ahora
—dijo
Fat Boy
y luego se inclinó y puso su
boca sobre el montículo de su vagina.
Rose jadeó. Estaba en shock. La lengua de Fat Boy se presionaba
contra el
exterior de su braga, mojándola. Luego hizo a un lado la braga y ella sintió la
resbaladiza y mojada superficie de su lengua directamente contra la piel rosa de su
vagina. Podía sentir sus labios vaginales reaccionando a la humedad de su lengua
y maldijo a su cuerpo por traicionarla.
Fat Boy
no la lamió como un hombre lamía usualmente a una mujer.
Usualmente era una sensual experiencia sexual. La forma en que él lo hizo era más
bestial. Como si fuera un perro babeando sobre su comida. Odiaba el sonido de
ello. El asco mezclado con el terror fue casi demasiado para ella. Quería gritar, pero
tenía demasiado miedo de lo que él podría hacer. Algo en él la hacía sentir que, en
realidad, podría morderla. La estaba lameteando, bebiendo todo jugo que escapaba de su vagina, y ella no sabía si quería llorar o gritar. Todo lo que pudo hacer fue
rezar para que terminase pronto.
Finalmente dejó de lamerla. Tuvo que luchar para recuperar el aliento.
Estaba tan reprimida, tan tensa, que le
resultaba
difícil respirar.
Fat Boy
pasó su
lengua desde su vagina hasta su ombligo y fue subiendo hasta sus pechos. Se sintió
horrible. Sintió como si un gusano pegajoso y viscoso subiera por su cuerpo. Él
llevó su lengua hasta su cuello y luego a su cara.
Rose intentó apartar la mirada, pero él atrajo su cara a la suya.
—Bésame, zorrita —dijo.
No podía hacerlo. Era demasiado asqueroso. Todo en él le revolvía el
estómago y la hacía querer morirse. Negó con la cabeza e intentó apartar su cara de
él, pero
Fat Boy
la sujetó y presionó su boca contra la suya. Su lengua entró a la
fuerza en su boca con los labios apretadamente juntos. Le dejó pasar su lengua por
toda ella, por todo el interior de su boca, e intentó no respirar en todo el tiempo.
Mientras la besaba, él guió su pene con su
mano libre hacia la boca de su
vagina. Ella se retorció y luchó, pero era demasiado pesado y fuerte para poder
escaparse. Pesaba más de ciento treinta kilos y la tenía justo donde la quería.
Ella cerró los ojos y contuvo un grito cuando la cabeza de su enorme pene se
abrió paso en la boca de su vagina. Jadeó. Fat Boy suspiró de placer. Su gordo pene
se deslizó fácilmente en su vagina abierta y húmeda y la llenó como una espada en
su vaina. Bajo el peso de él no había nada que pudiera hacer más que recostarse y
dejar que la besara.
Fat Boy
empezó a follarla rítmicamente, como si fuera parte de una gran
máquina y su pene fuera el pistón. Rose no podía respirar. Era demasiado pesado.
Levantó la mirada más allá de él, hacia las aspas del ventilador. No estaba girando.
Por alguna razón, eso la molestó. ¿Cómo podía tener un poco de
aire si el
ventilador no se hallaba encendido?
Fat Boy
salió y entró una y otra vez en ella. No sabía cuánto tiempo
continuaría. Era realmente como un animal. Cuando su pene llegaba a lo profundo
de ella, lamía su cara como un perro horrible y baboso. Todo lo que podía hacer
era tener esperanza y rezar para que acabase pronto. Una vez que él tuviera su
orgasmo, terminaría. No podía creer que estuviera siendo violada. No podía creer
que tuviera la esperanza de que él tuviera su orgasmo sólo para que el horror
llegase al final. ¿Podía estar esto pasándole realmente? ¿Realmente era esto lo que
el mundo era en los salvajes bosques del norte? ¿Era esto lo que le pasaba a las
mujeres cuando se alejaban tanto de una civilización apropiada? Nunca había
soñado que el mundo podía ser tan siniestro y peligroso.
Ella sintió un pálpito en su pene y supo que estaba cerca del orgasmo.
Levantó su pelvis contra la
de él, con la esperanza que todo terminase, pero él
salió. ¿Qué estaba haciendo ahora? No había tenido el orgasmo. Era el último
minuto y, en lugar de tener el orgasmo, había salido y estaba encorvado sobre ella.
—Quieres esto, ¿cierto? —dijo, manteniendo su enorme y palpitante pene en
su mano—. Lo quieres todo, zorrita.
Ella negó con la cabeza. No lo quería. No quería nada de eso. Quería que se
quitase de encima. La estaba aplastando. Quería que él y el resto de la
CMDR
la
liberase, que la dejase volver a la vida que tenía en Montreal.
—Por favor
—susurró, pero tan pronto como lo había dicho, se dio cuenta
de su error.
Malinterpretó su súplica por un consentimiento. En realidad, pensó que ella
le estaba rogando que le dé su semen.
Se subió para arrodillarse
sobre ella, con su pene pulsando y palpitando
justo sobre su cara. Podía ver que estaba a punto
de estallar. Listo para explotar
sobre ella. Él quería tener su orgasmo. No quería más que tener su orgasmo. Pero
aún estaba parándose. ¿A qué esperaba? Que se termine esto.
—Suplica —dijo.
Su voz era ronca y seca.
Ya no tenía el coraje de resistirse. No podía oponerse a él. No podía pelear.
Se encontraba arrodillado sobre ella, con su pene en su mano, con sus ojos terribles
y brillantes mirándola.
—Por favor —susurró.
Y con esa simple palabra, el pulso del orgasmo pasó de su entrepierna a su
pene y su pegajoso semen blanco le roció la cara.
—Por favor —susurró otra vez.
Otra vez, el pulso del esperma salió a borbotones de él y cayó en su bonita
cara, dentro de
su boca. Ella lamió el semen y, hasta estos días, todavía podía
probar lo metálico, lo pegajoso de eso. Todavía podía olerlo. Por tanto tiempo
como vivió, recordaría cómo se sintió en ese momento. Se sintió completamente
abusada, completamente inútil, completamente sola.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Junio 2017
aaaaaahhhhh maldito desgraciado, que le corten el pene y se lo hagan comer
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura #1 Junio 2017
Esto comenzó con todo, no puedo creer que sea amigo de su papá, las cosas están mal en este mundo.
Perdón, esto sonará feo, pero es un puerco!
En serio, es una chiquilla y él está de puerco cochino haciendo ese tipo de cosas.
Dos primeros capítulos comenzaron con todo, haber que nos depara el siguiente.
Gracias por la lectura !!
Perdón, esto sonará feo, pero es un puerco!
En serio, es una chiquilla y él está de puerco cochino haciendo ese tipo de cosas.
Dos primeros capítulos comenzaron con todo, haber que nos depara el siguiente.
Gracias por la lectura !!
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Página 1 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
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