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Lectura Enero 2018
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Lectura Enero 2018
BIENVENIDAS!
Iniciamos el año con las pilas puesta y una buena lectura, a cargo de @mariateresa
Como siempre gracias por participar.
Por completar esta lectura se ganaran medalla y puntos:
Moderadora: 1500pts
Lectoras: 1000pts
Recuerden comentar la lectura, dar su opinión, no solamente decir: "gracias", "me gusto". Así no será válido. Igualmente si inicias la lectura y luego desapareces y aparece al final tampoco será válido. El chiste es discutir entre todas la lectura día a día, realizar un debate respetando las opiniones de cada quién.
Al final de la lectura la moderadora les dará un día adicional para que terminen, luego ella debe colocar en un comentario el siguiente listado:
Lectura enero:
Moderadora:__________
Lectoras que acompañaron:
1.
2.
3.
....
Seguidamente yo pasaré a verificar el listado, colocar medalla y solicitar los puntos.
FELIZ LECTURA
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Enero 2018
Chicas !!!
Las invito a todas a una nueva lectura del club.
Como dicen año nuevo LECTURA NUEVA!!!!
Empezamos el Lunes 15 espero verlas a todas....
Unsuitable
Las invito a todas a una nueva lectura del club.
Como dicen año nuevo LECTURA NUEVA!!!!
Empezamos el Lunes 15 espero verlas a todas....
UNSUITABLE - SAMANTHA TOWLE
Unsuitable
Sinopsis
Daisy Smith ha pasado dieciocho meses de su vida pagando un crimen que no cometió. Ahora, fuera de prisión, tiene un único objetivo: recuperar la custodia de su hermano pequeño, Jesse, que está en el sistema de acogida. Desesperada por rehacer su vida y demostrarle al sistema que es lo suficientemente responsable para cuidar a Jesse, toma el único trabajo disponible para ella, como ayudanta en la finca Matis.
En su primer día de trabajo, Daisy conoce a Kastor Matis, el hijo único de los dueños y su nuevo jefe. Enigmático y hermoso dios griego, Kas es cerrado, frío, y… bueno, un poco bastardo.
Cuanto más tiempo Daisy pasa alrededor de Kas, empieza a ver que hay podría haber más de de él que solo su fría y bastarda manera de ser. De hecho, podría tener un corazón latiendo en su congelado pecho.
Pero Kas tiene secretos, también. Secretos que está determinado en guardar.
Secretos que dejan curiosa a Daisy.
Y sabes lo que puede hacer la curiosidad…
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
INDICE
DIA 15 : Ante-prologo; Prologo; Capitulo 1.
DIA 16 : Capitulos 2; 3; 4.
DIA 17 : Capitulos 5; 6; 7.
DIA 18 : Capitulos 8; 9; 10.
DIA 19 : Capitulos 11; 12; 13.
DIA 20 : Capitulos 14; 15; 16.
DIA 21 : Descanso y Comentarios
DIA 22 : Capitulos 17; 18; 19.
DIA 23 : Capitulos 20; 21; 22.
DIA 24 : Capitulos 23; 24; 25.
DIA 25 : Capitulos 26; 27; 28.
DIA 26 : Capitulos 29; 30; 31.
DIA 27 : Capitulos 32; 33; 34.
DIA 28 : Descanso y Comentarios
DIA 29 : Capitulos 35; 36; 37.
DIA 30 : Capitulos 38; 39; 40.
DIA 31 : EPILOGO
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Enero 2018
Me anoto espero no perderme.
Invitado, Te invito a que visites nuestro foro,
AcuarelasLiterarias te esperamos AQUÍ
AcuarelasLiterarias te esperamos AQUÍ
Dew- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 14/10/2017
Edad : 31
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Enero 2018
Me apunto!
svenkok- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 21/08/2017
Edad : 35
Localización : Puerto Rico
Re: Lectura Enero 2018
CHICAS BIENVENIDAS A TODAS... ESPERO QUE LO DISFRUTEN...
¿Dónde estoy?
¿Qué está pasando?
Dolor por todas partes...
Entonces, recuerdo.
No.
Obligo a mis ojos a abrirse.
No puedo ver. Está oscuro. Mi vista es borrosa. Sangre. Puedo sentirla
cayendo en mi ojo.
No puedo ver nada.
No puedo verla.
Conteniendo la respiración, escucho... esperando por un sonido que
me diga dónde está.
Nada.
Intento decir su nombre, pero duele.
Duele mucho.
Mis pulmones están ardiendo... mi estómago está en llamas... estoy
sangrando...
Tengo que moverme. Conseguir ayuda.
Extiendo mi mano, pero todo lo que siento es la tierra húmeda en la
que yazco.
Muevo mis dedos alrededor, intentando encontrar algo a lo que
aferrarme, que me ayude a levantarme, pero no hay nada.
Forzando mis ojos a abrirse, parpadeo rápidamente, tratando de
aclarar mi visión, pero no funciona.
Froto mis ojos con el dorso de mi mano, despejándolos de la sangre y
las lágrimas, y, finalmente, puedo ver.
Giro mi cabeza hacia el lado.
Ella está ahí.
Y no se mueve. Su una vez bonito vestido rosa está cubierto de sangre
y suciedad y está levantado, exponiéndola.
No.
Rechino mis dientes con fuerza, la rabia recorriéndome.
Me arrastro hacia ella. El dolor grita en mi cuerpo. Presiono una
mano débil contra mi estómago.
6
Mi mano está resbaladiza contra mi camisa.
Húmeda. Tan húmeda. Y fría.
Estoy sangrando mucho. Pero eso no importa. Sólo tengo que llegar a
ella. Tengo que saber que está bien.
Tiene que estar bien.
Ya voy, nena. Sólo aguanta.
La alcanzo.
Sus ojos están abiertos. Y en blanco.
—No... nena... no. —Pura ira me desgarra y grito con un sonido
primitivo.
Colapso a su lado.
—Lo... s-siento. —Bajo su vestido, cubriéndola.
Mi visión se emborrona de nuevo.
Mi corazón se desacelera.
Duele respirar y cuando lo hago, es como si tomara agua.
Estoy muriendo.
Cierro los ojos y extiendo mi mano por la suya. Aferrándola, curvo mis
dedos en los suyos.
Pasos. Pesados pasos pisan por el matorral.
Entonces, escucho un olisqueo.
Un animal. ¿Un perro tal vez?
—Ayuda... —susurro, intentando sacar mi voz tan alto como puedo.
Pero, incluso para mis propios oídos, no es suficiente.
No hay respuesta.
Usando toda la fuerza que me queda, fuerzo a mi voz a salir.
—¡Ayuda!
Los pasos se detienen.
—¿Hay alguien ahí? —dice una voz masculina.
Sí.
—Ayuda... por favor...
Los pasos se reanudan, moviéndose más rápido, acercándose.
Escucho el crujido de las hojas de los arbustos que nos rodean y
entonces:
—¡Jesucristo!
Gracias a Dios.
7
El hombre se arrodilla junto a mí. Un perro lame mi rostro.
—Hank, para. Voy a amarrar a mi perro. Volveré enseguida.
—¡No! No te... vayas. Ayúdala... por favor —farfullo, la sangre
fluyendo en mi garganta, mientras entro en pánico.
Se aleja, pero regresa un segundo después.
—Estoy de vuelta. Intenta no hablar.
Ignorándolo, digo:
—Ayúdala...
Tal vez no está de verdad muerta.
Puede intentar revivirla... con RCP...
Lo siento moverse de mí a ella.
—Cariño... ¿puedes oírme?
Fuerzo a mis ojos a abrirse, volviendo mi cabeza.
Está comprobando su cuello por su pulso.
¿Por qué no hice eso?
Esos segundos observándolo, esperando... se sienten horas.
Su expresión cae, sus ojos se cierran con un aliento que suena triste.
Y eso confirma lo que ya sabía.
Está muerta.
Mi corazón se abre y sangra con el resto de mí.
—¿Está...?
—Intenta no hablar. Sólo aguanta por mí, ¿sí? ¿Puedes hacer eso?
Voy a llamar a una ambulancia ahora mismo. —Está al teléfono—. Sí, es
una emergencia. Dense prisa, por favor. Dos chicos... uno, ella no se
mueve. No creo... no tiene pulso. El otro, está vivo... hablando, pero hay
sangre por todas partes... tanta sangre...
Hace siete años
¿Dónde estoy?
¿Qué está pasando?
Dolor por todas partes...
Entonces, recuerdo.
No.
Obligo a mis ojos a abrirse.
No puedo ver. Está oscuro. Mi vista es borrosa. Sangre. Puedo sentirla
cayendo en mi ojo.
No puedo ver nada.
No puedo verla.
Conteniendo la respiración, escucho... esperando por un sonido que
me diga dónde está.
Nada.
Intento decir su nombre, pero duele.
Duele mucho.
Mis pulmones están ardiendo... mi estómago está en llamas... estoy
sangrando...
Tengo que moverme. Conseguir ayuda.
Extiendo mi mano, pero todo lo que siento es la tierra húmeda en la
que yazco.
Muevo mis dedos alrededor, intentando encontrar algo a lo que
aferrarme, que me ayude a levantarme, pero no hay nada.
Forzando mis ojos a abrirse, parpadeo rápidamente, tratando de
aclarar mi visión, pero no funciona.
Froto mis ojos con el dorso de mi mano, despejándolos de la sangre y
las lágrimas, y, finalmente, puedo ver.
Giro mi cabeza hacia el lado.
Ella está ahí.
Y no se mueve. Su una vez bonito vestido rosa está cubierto de sangre
y suciedad y está levantado, exponiéndola.
No.
Rechino mis dientes con fuerza, la rabia recorriéndome.
Me arrastro hacia ella. El dolor grita en mi cuerpo. Presiono una
mano débil contra mi estómago.
6
Mi mano está resbaladiza contra mi camisa.
Húmeda. Tan húmeda. Y fría.
Estoy sangrando mucho. Pero eso no importa. Sólo tengo que llegar a
ella. Tengo que saber que está bien.
Tiene que estar bien.
Ya voy, nena. Sólo aguanta.
La alcanzo.
Sus ojos están abiertos. Y en blanco.
—No... nena... no. —Pura ira me desgarra y grito con un sonido
primitivo.
Colapso a su lado.
—Lo... s-siento. —Bajo su vestido, cubriéndola.
Mi visión se emborrona de nuevo.
Mi corazón se desacelera.
Duele respirar y cuando lo hago, es como si tomara agua.
Estoy muriendo.
Cierro los ojos y extiendo mi mano por la suya. Aferrándola, curvo mis
dedos en los suyos.
Pasos. Pesados pasos pisan por el matorral.
Entonces, escucho un olisqueo.
Un animal. ¿Un perro tal vez?
—Ayuda... —susurro, intentando sacar mi voz tan alto como puedo.
Pero, incluso para mis propios oídos, no es suficiente.
No hay respuesta.
Usando toda la fuerza que me queda, fuerzo a mi voz a salir.
—¡Ayuda!
Los pasos se detienen.
—¿Hay alguien ahí? —dice una voz masculina.
Sí.
—Ayuda... por favor...
Los pasos se reanudan, moviéndose más rápido, acercándose.
Escucho el crujido de las hojas de los arbustos que nos rodean y
entonces:
—¡Jesucristo!
Gracias a Dios.
7
El hombre se arrodilla junto a mí. Un perro lame mi rostro.
—Hank, para. Voy a amarrar a mi perro. Volveré enseguida.
—¡No! No te... vayas. Ayúdala... por favor —farfullo, la sangre
fluyendo en mi garganta, mientras entro en pánico.
Se aleja, pero regresa un segundo después.
—Estoy de vuelta. Intenta no hablar.
Ignorándolo, digo:
—Ayúdala...
Tal vez no está de verdad muerta.
Puede intentar revivirla... con RCP...
Lo siento moverse de mí a ella.
—Cariño... ¿puedes oírme?
Fuerzo a mis ojos a abrirse, volviendo mi cabeza.
Está comprobando su cuello por su pulso.
¿Por qué no hice eso?
Esos segundos observándolo, esperando... se sienten horas.
Su expresión cae, sus ojos se cierran con un aliento que suena triste.
Y eso confirma lo que ya sabía.
Está muerta.
Mi corazón se abre y sangra con el resto de mí.
—¿Está...?
—Intenta no hablar. Sólo aguanta por mí, ¿sí? ¿Puedes hacer eso?
Voy a llamar a una ambulancia ahora mismo. —Está al teléfono—. Sí, es
una emergencia. Dense prisa, por favor. Dos chicos... uno, ella no se
mueve. No creo... no tiene pulso. El otro, está vivo... hablando, pero hay
sangre por todas partes... tanta sangre...
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
PROLOGO
DAISY
Hace dieciocho meses
—Dímelo de nuevo, ¿dónde estuviste anoche?
Miro al detective, sentado frente a mí, al otro lado de la mesa. Mis
palmas están húmedas. Entrelacé mis dedos en mi regazo.
¿Por qué tengo que decírselo de nuevo? ¿No me creyó la primera vez
que se lo dije?
—Después que salí del trabajo, fui directamente a casa y mi novio,
Jason, vino. Estuvo conmigo toda la noche. Pregúntele; se lo dirá.
—Mi colega habló con Jason hace unos minutos. —El detective se
inclina hacia delante. Colocando sus antebrazos sobre la mesa y une sus
manos—. Nos dijo que no estuvo contigo anoche.
—¿Qué? —La palabra deja mi boca en un aliento apresurado.
—Jason le contó a mi colega que estuvo con su hermano, y amigos,
jugando a las cartas en su casa toda la noche, y que no te vio en absoluto
anoche.
—Y-yo... ¿qué? No entiendo... —Mis ojos buscan frenéticamente por la
habitación. Confusión y pánico recorren mi mente y cuerpo—. No
entiendo. ¿Por qué Jason diría eso?
El detective me da una mirada firme, que no dice nada.
Lamo mis labios. Mi boca está seca cuando intento hablar.
—Jason está mintiendo. Estuve con él en mi casa toda la noche.
—¿Alguien puede corroborarlo? —pregunta el detective.
Jesse.
No... pasó la noche fuera en la casa de su amigo Justin. Sólo
estábamos Jason y yo en la casa.
Oh, Dios.
—No. —Humedezco mis labios de nuevo—. Pero le digo la verdad, lo
juro. —Miro fijamente los ojos del detective, intentando expresar que mis
palabras son la verdad.
Pero sé que es infructífero. Cree que lo hice.
Trago con fuerza, luchando por contener mi creciente pánico.
—Cree que fui yo. Piensa que robé la joyería. Pero está equivocado, no
fui yo —declaro enfáticamente.
El detective se recuesta en su silla.
—¿Qué se supone que piense, Daisy? Fue tu tarjeta llave la que se
usó para tener acceso a la tienda después de estar cerrada, la misma
tarjeta que seguía en tu posesión cuando te recogimos. Sabes que cancela
la alarma. Sabes cómo apagar el sistema de cámaras. Sabes exactamente
dónde encontrar las piezas de joyería de gama alta...
—¡Pero no las robé! ¿Por qué lo haría?
—Has estado criando a tu hermano sola, estás atrasada en el alquiler
y tienes facturas que pagar y tarjetas de crédito pendientes. La gente roba
por menos.
—¡Pero no robé la joyería! ¡Nunca lo haría! ¡No soy una ladrona! N-no
sé cómo fue usada mi tarjeta. Tal vez... tal vez fue copiada. —Me estoy
agarrando a un clavo ardiendo porque nada de esto tiene ni una pizca de
sentido para mí.
El detective sacude su cabeza.
—Sí —discuto—, tal vez alguien la robó y luego la devolvió.
—¿Quién, Daisy? —Se inclina hacia delante—. ¿Quién haría eso?
Mi cerebro lucha. Entonces, se detiene en la única otra persona en mi
casa conmigo anoche.
—Jason. —Mi voz tiembla, las lágrimas espesan mis palabras—.
Jason mintió y dijo que no estaba conmigo cuando lo estaba. Pudo haber
robado la tarjeta llave y...
—Pero ¿cómo podría haber cometido el robo cuando dices que estaba
contigo?
Tiene razón. Paso mis dedos por mi cabello, rascando mi cuero
cabelludo.
Una idea me golpea.
—Tal vez... tal vez Jason se la dio a alguien. —Estoy jadeando ahora,
sin respiración, aterrorizada.
Puedo ver al detective retirándose de mí. Lo estoy perdiendo. Piensa
que lo hice. Piensa que robé la joyería de la tienda. Mi lugar de trabajo. El
trabajo que amo.
—Tal vez Jason se la dio a alguien y luego la puso de nuevo en mi
bolso antes que supiera que había desaparecido.
—Es una buena teoría, Daisy. —El detective asiente—. Y hemos
investigado a tu novio, Jason Doyle. Hace unos años, estuvo encerrado por
robar un auto. También tiene algunos antecedentes juveniles por hurto en
su registro y, por supuesto, sabemos quién es su hermano...
—¡Eso es! ¡Damien! —grito—. ¡Podrían haber sido Damien y Jason
juntos! Sé que Damien es un mal tipo. He oído cosas sobre él...
—Somos muy conscientes de la clase de hombre que es Damien Doyle
—me interrumpe el detective—. El robo, es sólo una de las muchas cosas
en las que se ha implicado durante años, pero nunca hemos podido
acusarlo de nada. Nadie jamás lo delata. —Pasa una mano por su barbilla,
rascando la barba de pocos días—. Mira, Daisy, si me das algo, entonces
puedo ayudarte. Tal vez no querías hacer esto y fuiste obligada. Tal vez el
sonido del dinero fue demasiado bueno para dejarlo pasar. Dame el
nombre de la persona, o personas que te ayudaron a hacer esto, y dime
dónde están los objetos ahora. Entonces, puedo ayudarte.
Quiere que diga que fue Damien y que fui una parte de este robo.
Pero, si lo hago, sería mentira. No sé con seguridad quién robó. Sé, en
mi interior, que Jason tomó la tarjeta llave, pero no puedo probarlo. Y, si
digo que fue Damien, entonces estaría admitiendo algo que no hice.
Iría a la cárcel.
Negando, paso mis dedos por mi cabello de nuevo, tirando, mis ojos
mirando la mesa.
No tengo nada que darle porque no sé nada, excepto mi propia
verdad.
Y no soy una mentirosa.
Oh, Dios. No puedo creer que esto esté sucediendo.
Alzando mis ojos, capto un vistazo del reloj en la pared. Son las tres y
cuarto. La escuela acabará pronto.
—Mi hermano, Jesse. Saldrá de la escuela pronto. Tengo que estar en
casa para él. Se preocupará si no estoy allí.
—No te preocupes. Jesse está siendo cuidado.
¿Qué quiere decir con que Jesse está siendo cuidado?
Separo mis labios secos para preguntarle cuando la puerta se abre.
Un policía en uniforme se para allí.
El detective se levanta.
—Volveré en un minuto —me dice.
Lo miro a través del panel de cristal en la puerta mientras habla con
el oficial uniformado. Sus expresiones no dicen nada de lo que hablan.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Nunca he sentido tanto
miedo.
La puerta se abre. El detective vuelve con el oficial uniformado detrás
de él.
El detective toma asiento delante de mí mientras el oficial permanece
de pie.
—Daisy, mientras has estado aquí, los oficiales han estado buscando
en tu apartamento... y han encontrado uno de los objetos de joyería
robados.
No.
Esto no puede estar pasando.
—¡No robé nada! —grito, poniéndome de pie—. ¡No hice esto!
El oficial uniformado se mueve rápidamente y, antes de darme
cuenta, estoy siendo contenida, mis manos detrás de mi espalda. Lucho
por liberarme, rogándole que me suelte.
Entonces, oigo la voz del detective diciendo:
—Daisy May Smith, te arresto como sospechosa de robo. No tienes
que decir nada, pero podría perjudicar tu defensa si no mencionas cuando
se te preguntó algo que más tarde cuentas en el tribunal. Cualquier cosa
que digas, puede ser usado como prueba.
Oh, Jesús. Estoy siendo arrestada. Por un crimen que no cometí.
Un horrible terror, diferente a cualquiera que haya sentido antes, se
filtra en cada parte de mi cuerpo.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
1
Presente
Miro fijamente mi reflejo en el pequeño espejo.
Mi cabello largo castaño está recogido en una cola de caballo. Cara
lavada, sin nada de maquillaje. Miro hacia abajo repasando mi ropa.
Vaqueros y una camiseta azul bebé. Bailarinas planas negras en los pies.
La ropa y los zapatos que llevaba cuando entré en prisión.
Los vaqueros y la camiseta se ven un poco flojos en mí. Sabía que
perdería peso aquí. El uso diario del gimnasio y el estrés, hacen perder
kilos a una chica. No es que estuviera gorda, para empezar. Me veo
demasiado delgada. Me vería mejor si recupero un poco de peso.
—¿Estás lista?
Dándole la espalda a mi reflejo, miro a la oficial Roman que está de
pie en la puerta.
—Estoy lista.
Tan lista.
Nunca he estado más lista para nada en toda mi vida.
Un último vistazo alrededor, y sin nada que llevar conmigo, abandono
la celda en la que he pasado mi última noche y la sigo por los pasillos.
Me cambiaron a una celda de salida ayer por la noche, así que no
pasé mi última noche en la misma celda, en la que he pasado los últimos
dieciocho meses. No es que me moleste. Todo lo contrario.
Estoy jodidamente extasiada.
Estoy siendo liberada.
Dieciocho meses, he soñado con este momento. He contado los
minutos, las horas, los días... rezando para que me dieran la condicional
por buena conducta después de haber cumplido dieciocho meses de los
tres años de sentencia que me dieron.
Estar en libertad condicional significa que viviré bajo las condiciones
que me indique mi agente de la condicional, pero por lo menos no estaré
aquí.
Voy a salir de este agujero del infierno.
Estoy aguantando el alivio, conteniéndolo.
No me permitiré sentir nada hasta que esté fuera de aquí y de regreso
en el mundo real.
Un mundo donde recuperaré mi vida. Un mundo donde pueda
recuperar a la única persona que siempre me ha importado.
Mi hermano, Jesse.
Digo mi hermano, pero es mi niño. Cuando yo tenía dieciséis y Jesse
seis, nuestra madre drogadicta, buena para nada, nos abandonó,
desapareciendo con todo el dinero que teníamos y dejándome sola para
criarlo. Pero lo había estado criando desde que era un bebé porque por lo
único que se preocupaba mi madre era por ella misma, tener drogas, y a
quien fuera que se estaba follando en ese momento.
Cuando se fue, dejé la escuela y conseguí un empleo, trabajando en
una fábrica, para poder conseguir dinero para alimentar y vestir a Jesse,
pagar el alquiler y las facturas. No era glamoroso, pero ayudaba. Llegaba
justo. Raspando. Compraba comida barata e iba al supermercado antes
que cerrara para poder comprar comida que estuviera rebajada, como
latas abolladas a las que le habían bajado el precio. Algunas veces, se
abollaban a propósito. Compraba ropa en tiendas de segunda mano. Hacia
todo lo posible para que el dinero se estirara.
Fue duro, pero siempre me aseguraba de que Jesse estuviera bien. Él
era el primero.
Él siempre es el primero.
Trabajé en la fábrica un año, pero fui despedida cuando tuvieron que
reducir plantilla. El último en entrar, era el primero en salir. Yo había sido
la última contratada, así que fui la primera en perder mi trabajo.
Fue duro hasta que encontré otro trabajo. No tenía ahorros porque
nunca había dinero de sobra que ahorrar.
Rellenaba solicitudes para trabajos, pero no me los daban porque no
tenía ninguna referencia. Recibía una paga del estado, y seguía cobrando
el subsidio de Jesse como menor. que llegaba a través de mi madre —sí,
falsificaba su firma— pero no era suficiente para los dos. Y no podía
exactamente decirle a la gente de la Seguridad Social que necesitaba más
dinero, porque si se enteraban que mi madre nos había abandonado, me
quitarían a Jesse. Y no podía perderlo.
Se puso realmente difícil durante un tiempo. Había días en que me
quedaba sin comer para que Jesse pudiera hacerlo.
Pude haberle pedido ayuda, a mi mejor amiga, Cece, pero tenía que
hacerlo yo sola. Jesse era mi responsabilidad.
Luego, la suerte se puso de mi lado y conseguí un trabajo de medio
día, reponiendo estanterías en el supermercado local. Una semana
después, conseguí un trabajo a media jornada de camarera. El trabajo de
camarera era por las tardes, y odiaba tener que dejar a Jesse, pero Cece se
ocupaba de él mientras yo estaba trabajando.
Hice esos dos trabajos durante seis meses, todo mientras seguía
rellenando solicitudes para trabajos de jornada completa. Finalmente,
conseguí un trabajo en una joyería de lujo. Casi no me podía creer que
había conseguido el trabajo. Quiero decir, la entrevista había ido bien,
pero no tenía estudios, y el lugar tenía clase. Por alguna razón, el jefe
había visto algo en mí y me dio el trabajo.
Fue la mejor... y la peor cosa que me pasó.
La mejor parte era el dinero. Me pagaban más que en mis dos
trabajos de media jornada combinados. Estaba aprendiendo el oficio en el
negocio de joyería, y significaba que podía estar en casa cada noche para
Jesse.
Poco sabía, que cuatro años después, me acusarían de robar miles de
libras en joyas en esta tienda, e iría a prisión por ello.
Que lo perdería todo.
Perdería a Jesse.
Mi niño. Mi familia.
Lo quiero de vuelta.
Lo recuperaré.
Dieciocho meses sin verlo ni hablar con él, me han matado.
Nuestra comunicación era sólo a través de cartas. Bueno, digo
comunicación, pero no era exactamente así. Yo le escribía. Él no contestó ni
una vez.
Está enfadado.
Porque no le permití que viniera a visitarme mientras estuve aquí.
Pensó que lo había abandonado.
La verdad fue, que no podía soportar la idea de que me viera aquí. Y
no quería que viniera a este sitio.
No he dejado que nadie me visitara. Ni siquiera Cece.
Así que, no he visto ni hablado con ninguna de las personas que amo
en dieciocho meses.
Mi corazón sigue dando golpes, mientras continúo siguiendo a la
oficial Roman. Espero mientras ella abre la reja, y entonces me hace pasar,
dirigiéndonos al área de recepción.
No había visto esta parte de la prisión desde que llegué aquí.
Miro afuera a través de la ventana. Mi corazón late con la misma
cantidad de nervios y de excitación.
Estoy saliendo de aquí. Estoy recuperando mi vida.
La vida que me fue robada.
La oficial Kendall me da una bolsa de plástico.
—Las cosas con las que llegaste —me dice.
Abriendo la bolsa, miro adentro.
Mi viejo teléfono que ya no funciona, un labial de brillo usado, mi
monedero. Tomo mi monedero y lo abro. Dentro hay un billete de veinte
libras.
Tengo veinte libras a mi nombre.
Suspiro.
Descubro las llaves de mi vieja casa en el fondo de la bolsa. Las toco
con mis dedos. Las llaves de mi viejo hogar. La casa que ya no tengo.
Las lágrimas pican en mis ojos. Las rechazo parpadeando.
—¿Estás bien, Daisy? —me pregunta la oficial Roman.
Tragando mis emociones, asiento y dejo caer mi monedero en la bolsa.
—¿Sabes adónde vas desde aquí? —me pregunta.
—Sí. —La miro—. Voy directo al Servicio de Libertad Condicional en
Londres para ver a mi agente de la condicional...—Me paro, tratando de
recordar su nombre.
—Toby Willis. —Termina por mí—. Toby determinará los términos de
tu libertad y te dará los detalles del hostal donde te quedarás.
—¿Quieres decir, que no me quedaré en el Ritz?
La miro simulando horror, y ella se ríe.
—Anda, comediante, vamos a sacarte de aquí.
La oficial dentro de la habitación de recepción nos deja pasar
mientras suena un zumbido eléctrico. Sigo a la oficial Roman mientras me
guía hasta la puerta que me dejará salir de aquí.
Observo, con mi corazón golpeando en mi pecho, mientras la última
puerta finalmente se abre.
Soy libre.
Tomo una profunda inspiración. Me lleno los pulmones de aire libre.
Sé que suena estúpido, pero el aire simplemente se siente mejor aquí
afuera. Más limpio, más fresco. Mejor que el aire que estaba respirando
tras esos altos muros que me mantuvieron prisionera por tanto tiempo.
Doy mi primer paso hacia la libertad.
—No quiero volver a verte nunca más por aquí. —La voz de la oficial
Roman me llega desde atrás.
La miro.
—Nunca me volverás a ver; es una promesa.
Una sonrisa atraviesa su dura expresión.
—Bien. Y buena suerte, Daisy. Espero que todo te salga bien.
Sí, yo, también.
La saludo con la cabeza y luego miro adelante. Otra profunda
inspiración, y piso la calle.
La puerta se cierra tras de mí con un chasquido. Oigo el cerrojo
cerrarse, dejándome afuera.
Por un momento, entro en pánico.
Literalmente no sé qué hacer. He pasado tanto tiempo recibiendo
órdenes que no sé ni cuáles son mis propios pensamientos ahora mismo.
Miro arriba y abajo en la calle. La gente se mueve a mi alrededor.
Una figura al otro lado de la calle llama mi atención, y no puedo evitar
la sonrisa que atraviesa mi rostro.
Cece.
—¿Ce? —digo, atragantándome de repente por la emoción de verla.
—¡Mayday! —Sonríe ampliamente.
Oírla llamarme con el apodo que Jesse me puso cuando era pequeño,
me llena de un dolor tan profundo que tengo miedo de que nunca
desaparezca.
Cece se aleja del auto en el que estaba apoyada y viene saltando hacia
mí. Su cabello castaño ondea, ahora con mechas moradas, que bailan
alrededor de su rostro, sus grandes ojos marrones se abren amplios de
felicidad.
El aire se me va de golpe cuando Cece choca contra mí, abrazándome
fuerte con sus brazos, fuerte como un oso.
Huele a hogar.
Dios, la he echado de menos.
—Te he echado de menos —susurra.
Oigo la emoción en su voz. Hace que mi pecho se contraiga y me
piquen los ojos.
Dejando caer la bolsa de plástico al suelo, le regreso el abrazo.
—Yo también te he echado de menos, Ce. —Me trago las lágrimas—.
¿Qué estás haciendo aquí?
—Me alegro de verte, también. —Se ríe.
—Quiero decir... —Me echo hacia atrás y miro a su cara—. Pensé que
estarías trabajando.
—Ahora el lunes es mi día libre. Pero, aunque no lo fuera, ¿realmente
pensaste que no estaría aquí, esperándote? —Sonríe dulcemente—. Ha
pasado demasiado tiempo. Odio que no me dejaras venir a visitarte. —Una
arruga frunce su ceño.
Inspiro hondo.
—Lo sé, pero era mejor así, Ce. No quería que me vieras mientras
estaba en ese lugar.
Y no podría soportar tener que contar el tiempo hasta su próxima
visita. Necesitaba sólo centrarme en contar el tiempo hasta que me
liberaran.
—Y sabias que no estaba de acuerdo. No me importaba...
—Lo sé. —La interrumpo. Mi voz sale estridente, así que la suavizo—.
Pero yo necesitaba que fuera de esa manera.
Se queda mirándome fijamente un momento.
—Sí, bueno, si te vuelves a ir, yo voy contigo. ¿Me entiendes?
Le doy una sonrisa tensa.
—Te entiendo. Pero no voy a ir a ningún sitio.
Y lo digo en serio. No pienso volver a estar presa nunca otra vez.
Sonríe.
—Te ves bien —me dice—. ¿Seguro que has estado en la cárcel y no
en un gimnasio? —Le da un movimiento gracioso a su cabeza.
—Graciosa. —Le doy un suave golpe en el hombro—. Usaba el
gimnasio todos los días. No había mucho más que hacer ahí dentro. —
Bueno, aparte de leer, ver la televisión, y hacer los trabajos de limpieza
que me tocaban.
—Bien, ahora tienes un aire total de Lara Croft en ti. —Levanta la
mano sobre mi hombro, dándole un tirón a mi cola de caballo.
—Me encanta el morado. —Señalo su cabello.
—La semana pasada era azul. —Se ríe.
Cece siempre está cambiando el color de su cabello. Viene con su
profesión. Es peluquera, o quizás debería decir, estilista. Trabaja en un
salón muy chic de Londres.
Soltando las manos de mis brazos, toma mi mano.
—Ven, vamos a sacarte de aquí.
Recojo mi bolsa de plástico del suelo y dejo que me guie a través de la
calle, hacia su auto.
Acabo de abrocharme el cinturón de seguridad cuando se gira hacia
mí, mordiéndose el labio, con una mirada nerviosa en sus ojos.
—Hice algo... que espero que te parezca bien.
—Depende. La última sorpresa que alguien me dio terminó conmigo
en prisión. —Le doy una mirada inexpresiva.
Sus labios se levantan en una medio sonrisa.
—¿Por cuánto tiempo vas a jugar esa carta?
—Por siempre. Creo que me lo he ganado.
—Cierto. —Asiente.
—Entonces, ¿esa cosa?
—Nos conseguí una casa.
Mis ojos se amplían por la sorpresa.
—¿Te has independizado de tu madre y de tu padre?
—Ya era hora. Y necesitas un sitio donde vivir. Mi abuela me dejó una
buena cantidad de dinero cuando murió, así que hice buen uso de él e
invertí en un apartamento.
La vergüenza me cubre.
—Siento no haber estado ahí para el funeral.
Me desestima con la mano.
—Sé que habrías estado ahí si hubieras podido. De todas maneras,
nos conseguí este apartamento en Sutton. Es bonito. Tres habitaciones. No
está lejos de donde vive Jesse, así puedes estar cerca de él.
—¿Tres habitaciones? —La miro fijamente.
—Sí, una habitación para ti, una para mí, y una para Jesse cuando
vuelva a casa.
Un bulto se forma en mi garganta.
No puedo creer lo que ha hecho por mí.
Compró ese apartamento para ayudarme. Sabe que es lo que necesito
para recuperar a Jesse. No puedo solicitar la custodia de Jesse sin un
hogar estable. Esperaba empezar quedándome en un motel hasta que
pudiera valerme por mí misma, y me habría tomado mucho tiempo hasta
que pudiera tener un sitio propio.
—¿Has...—me muerdo el labio—, has visto a Jesse recientemente?
Suspira, y sé la respuesta.
—Ayer fui a verlo.
Jesse ha estado viviendo en una casa de acogida desde que entré en
prisión.
Sé cómo son esos lugares. He estado enferma de preocupación cada
segundo que he estado separada de él, rogando a Dios que lo mantuviera
seguro hasta que pudiera estar de vuelta con él.
Cece me prometió que lo visitaría regularmente, y me ha mantenido
informada de su progreso.
—¿Cómo está?
—Está bien.
—Tú le...—Trago para pasar el dolor. Sé demasiado bien la respuesta
a mi pregunta, aun así, tengo que hacerla de todas maneras—. ¿Sabía que
hoy me liberaban?
—Sí. —Su voz es más baja ahora—. Sólo está confundido en estos
momentos, Mayday. Pero volverá a ser como era antes. Te quiere.
Bajo la mirada.
—Lo defraudé.
—No, no lo hiciste. —La fuerza en su tono me hace mirarla—.
Conociste y confiaste en un tipo que pensabas que era buena gente, pero
resultó que era el hijo de puta más grande de la historia de todos los hijos
de puta. No fue tu culpa. Lo juro, si alguna vez pongo las manos en ese
bastardo, le voy a arrancar las bolas, remojarlas en gasolina, prenderles
fuego, y hacer que mire cómo se queman.
—Eso fue bastante visual.
—Gracias. Hice una buena escena. —Me sonríe—. Y me sentiré genial
después de limpiar esa mancha de la sociedad.
—Sólo quiero olvidar que una vez existió. Todo mi enfoque se centra
en recuperar a Jesse.
Estira el brazo y toma mi mano en la suya, apretando.
—Lo vas a recuperar. No tengo ninguna duda. Todas las cosas buenas
empiezan ahora mismo.
Las lágrimas que me estaba aguantando ganan la batalla, y una se
escapa.
—No llores, Daisy May, o también me pondré a llorar, y no llevo rímel
a prueba de agua. Así que, ¿qué me dices sobre el apartamento?
Me limpio la lágrima con el dorso de mi mano.
—Digo que es genial, pero...
—No hay peros, Mayday. Solo di sí, que te vas a venir a vivir conmigo.
Le doy una mirada por interrumpirme.
—El pero es, que tendré que consultarlo con mi agente de la
condicional para ver si puede ser. Ellos ya han hecho arreglos para que me
quede en un motel.
—Uh-uh. De ninguna manera mi niña se va a quedar en un motel de
mala muerte para ex convictos, sin ofender. —Su rostro se pone blanco
cuando se da cuenta de lo que acaba de decir—. Porque no eres una ex
convicta, Daisy. Bueno, técnicamente, lo eres, pero no lo eres, y...
—Ce, está bien. —Me rio—. Soy una ex convicta. Así es como es.
Daisy Smith, ex convicta.
Esa marca estará conmigo hasta el día en que me muera.
Mi vida es completamente diferente ahora a como era antes que
entrara. No hay nada que pueda hacer para cambiarlo. Pero puedo hacer
algo por mi futuro.
Puedo asegurarme, de nunca, volver a dejarme engañar por un
hombre otra vez.
Y puedo malditamente estar bien segura de que construiré una vida
mejor para Jesse y para mí.
Mejor de la que teníamos antes.
No soy lista. No tengo un diploma. Pero soy una luchadora.
Lo único que necesito es que alguien crea en mí y me dé la
oportunidad de darle a Jesse todo lo que debería de haber tenido... todo lo
que se merece.
Al niño le tocó una mala mano. Por lo menos yo tuve a mi madre
cerca cuando estaba creciendo —no es que tampoco sirviera para mucho
entonces— pero su afición a las drogas empeoró después de nacer Jesse.
Creo que la muerte de nuestro padre fue el catalizador.
Nuestro padre tampoco estuvo muy cerca que se diga. Él también era
un adicto, salió en una de sus juergas y se inyectó heroína mala —no es
que haya alguna otra heroína que sea buena. En un minuto, estaba aquí,
y al siguiente, se había ido. Y lo mismo con ella. Estaba allí físicamente —
bueno, no todo el tiempo— pero se marchó mentalmente. Así que, cuando
se fue, no resultó muy traumático.
Tenía a Jesse, y era lo único que me preocupaba.
—Tengo que ir a ver a mi agente de la condicional ahora —le digo a
Cece—, así, le preguntaré sobre irme a vivir contigo y ver qué es lo que
dice.
—Genial. Vamos a verlo y le decimos que te quedarás en casa
conmigo hoy. —Me da una sonrisa petulante.
Asiento, riéndome. Cuando a Cece se le mete algo en la cabeza, no
hay nada que la disuada. Es una de las tantas cosas que adoro de ella.
Eso, y su fiera lealtad.
Arranca el motor, y la radio del auto se pone en marcha. La canción
de Drake “Hold On, We’re Going Home1” sacude los altavoces del auto.
Dejo salir una carcajada sin humor y miro a Cece a los ojos.
—¿Tenías esta canción preparada a propósito?
Una sonrisa asoma en sus labios.
—Quizás.
Dejo salir otra carcajada. Pero realmente no la siento. Porque no estoy
yendo a casa. No realmente. Casa es donde esté Jesse, y no puedo estar
con él porque cometí un error. Creí en la persona equivocada, y me costó
mi hermano y dieciocho meses de mi vida.
Dejo descansar la cabeza contra el respaldo y miro a través de la
ventanilla, dejando escapar un suspiro.
—Oye... ¿estás bien? —La voz de Cece es suave.
Giro la cabeza y la miro.
—Sí —Sonrío—. Estoy bien. Y gracias por... todo. No sé qué haría sin
ti.
Estira el brazo y aprieta mi mano.
—Nunca tendrás que saberlo.
1 Espera, nos vamos a casa.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
Cuánto drama, ambos vivieron cosas muy feas, por suerte Daisy ya está libre, creo que las cosas no le resultarán fáciles...pero ahora, vayamos a casa con Daisy:
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura Enero 2018
Tienes razon @yani les toco a ellos una muy mala mano.
Quede intrigada con el drama de El habra sido un accidente o asesinato??
Y muy mal lo que le toco a Daisy perdio un año y medio a su hermano y todo lo que habia logrado por un Hdp que la engaño.
Quede intrigada con el drama de El habra sido un accidente o asesinato??
Y muy mal lo que le toco a Daisy perdio un año y medio a su hermano y todo lo que habia logrado por un Hdp que la engaño.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
Que fuerte todo :/ pobre Daisy, la persona en quien confías y te traiciona sin importar todos los problemas que le traería. Ojalá pronto pueda lograr obtener la custodia de Jesse
Asumiendo que el de lo de la sangre y muérete de la chica era Kas y su novia, ya quiero saber que les pasó. Quien puedo hacer eso tan atroz
Asumiendo que el de lo de la sangre y muérete de la chica era Kas y su novia, ya quiero saber que les pasó. Quien puedo hacer eso tan atroz
IsCris- Mensajes : 1339
Fecha de inscripción : 25/10/2017
Edad : 26
Re: Lectura Enero 2018
pobre Daisy si que le toco duro y Cece que buena amiga es, a pesar del tiempo que paso aun se siguen llevando bien, me intriga el comienzo, quiero saber más
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Enero 2018
Ay pobre Daisy, y seguro fue ese desgracido del novio, espero que las cosas empecien a mejor para ella.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura Enero 2018
oohh ddiiooossss no puedo creer como inicio esta historia, tremendo drama, cuanta intensidad. me queria morir en la primera parte diiooosss pobre hombre y Daisy que pena y mala suerte. Espero que en el transcurso de la historia se descubra al ladrón y el maldito pague.
uuff buenísimo, no me adelanto porque tengo mucho trabajo
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Enero 2018
2
Sentada en la sala de espera que hay en el primer piso de la oficina de
libertad condicional, espero a ver a mi agente de la condicional, Toby
Willis, me quedo mirando fijamente a través de la ventana viendo la zona
de Londres ajetreada.
Todo se ve igual pero diferente.
O quizás solo sea yo la que es diferente.
Cece quería entrar conmigo, pero le dije que fuera a tomar un café en
vez de estar atrapada en una sala de espera hasta que terminara. Le dije
que estaría de vuelta en el auto en una hora.
De eso hace media hora, y todavía no me han llamado para verlo.
Mientras estoy pensando eso, un chico aparece por la puerta abierta.
Se ve que está en los treinta y pico. Cabeza afeitada —literalmente ni un
cabello en su cabeza— y lleva un traje negro a rayas, que se nota que ya
ha pasado sus mejores días.
—¿Daisy Smith? Soy Toby Willis. ¿Quieres pasar?
Me pongo de pie y lo sigo por el pasillo hasta su oficina. Me siento
frente a su escritorio y cierra la puerta tras él.
Le da la vuelta al escritorio y se sienta.
—Siento llegar tarde a nuestra cita. Me quedé atrapado en una
reunión de la que no podía escapar.
—Está bien. —Sonrío—. Estoy acostumbrada a esperar, y no es que
tenga algún otro lugar en el que estar.
Alza sus ojos hacia los míos. Son azules y de aspecto agradable. De
hecho, ahora que lo pienso, todo su rostro es agradable. Haciendo un
fuerte contraste con su cabeza rapada de tipo duro.
Sonríe.
—Bueno, esperemos que podamos cambiar eso para ti. —Regresa a su
ordenador y teclea algo. Luego, se estira y alcanza una carpeta.
Veo mi nombre escrito en la parte superior.
Abre la carpeta, mirando algunos de los papeles.
—Bueno. —Me mira—. No te voy a entretener aquí mucho tiempo. En
realidad, lo único que tenemos que hacer es repasar los términos de tu
puesta en libertad y tienes que firmar el permiso que indica que te han
liberado. Luego, hablaremos sobre diferentes opciones de vivienda y
posibilidades de empleo.
—¿Puedo empezar por las opciones de vivienda? —pregunto.
Reclinándose en su silla, asiente, dándome permiso para continuar.
—Sé que se supone que me tengo que trasladar a un motel. Pero mi
mejor amiga tiene un apartamento de tres habitaciones en Sutton, al sur
de Londres, y me ha pedido que viva con ella. Si eso está bien con usted.
—Tu amiga, ¿tiene antecedentes penales?
—Dios, no. —Me rió rápidamente—. Es peluquera. Nunca ha estado
en problemas en toda su vida.
Pero de nuevo, yo tampoco los había tenido, hasta que me acusaron
de robo.
Me muerdo la lengua antes de soltar eso. Ya no tiene sentido
protestar por mi inocencia. Ese barco zarpó hace mucho tiempo.
—Entonces, no veo ningún problema con ello. Siempre y cuando
tenga la dirección y los detalles de tu amiga, entonces está bien.
—Gracias. —Doy un suspiro de alivio. No quería decírselo a Cece,
pero la idea de vivir en un motel... me daba la sensación de que sería como
regresar a otro tipo de prisión—. ¿Quiere la dirección ahora? La tengo.
Cece me la apuntó.
—Claro.
Del bolsillo de mis vaqueros, saco un trozo de papel con mi nueva
dirección escrita y se lo doy. Toma el papel y lo mete en la carpeta.
—Aquí están los términos de tu condicional. Tienes que seguir las
normas por el resto de tu condena. —Me pasa una hoja de papel—. Léelas
cuidadosamente, y luego firma al final. Que sepas que, aunque no
firmaras, los términos legales seguirían siendo válidos.
—De acuerdo. —Le doy una sonrisa débil.
Leo los términos por encima. Son más o menos lo que esperaba... que
si me descubren quebrantando la ley de cualquier modo, entonces me
volverán a encerrar para terminar lo que quede de mi sentencia.
Eso nunca va a pasar, así que es un punto discutible. Pero firmaré de
todas formas. Tomando el bolígrafo de su escritorio, garabateo mi nombre
sobre la línea de puntos y luego se lo regreso.
Lo mete en mi carpeta y deja caer sus brazos sobre ella, con las
manos unidas.
—¿Has pensado en lo que quieres hacer ahora que te han liberado?
—Conseguir un trabajo. Recuperar a mi hermano.
Sus ojos se apagan un poco ante ese comentario, y es como si un
montón de piedras cayeran en mi estómago.
—Daisy. —Suspira—. He leído todo tu historial extensamente, así que
estoy al tanto de tus circunstancias familiares. Y conozco tu deseo por
conseguir la custodia de tu hermano... pero por favor metete en la cabeza
que será un proceso largo. Tendrás que probarle a los Servicios Sociales
que tienes tu vida en orden. Una vida que pueda acomodar a tu hermano.
Que le puedes ofrecer estabilidad.
—Le di todo eso antes. —Mi voz está falta de tono.
—Y luego quebrantaste la ley. Le robaste a tu empleador. Y era una
empresa para la que habías trabajado, durante cuatro años. Esa gente
creía en ti. Me tienes que demostrar a mí y a los servicios sociales que
podemos confiar en ti de nuevo.
No puedo explicar lo duro que es, saber que no hiciste lo que todo el
mundo cree que has hecho, y verlos juzgar tu carácter basados en eso.
Verlos controlar tu vida, quitarte a tu familia. Es doloroso y frustrante y te
destroza el corazón.
Cerrando mis dedos en mi palma, clavo las uñas en mi piel suave,
dejando que la punzada de dolor mantenga mis sentimientos bajo control.
Así que, en vez de decir todo lo que quiero decir —la verdad— me
guardo esas palabras y le digo lo que quiere oír.
—Puedo hacerlo. Puedo volver a hacer que crean en mí de nuevo. Lo
único que quiero es recuperar a Jesse, y haré todo lo que sea necesario
para probar que merezco tenerlo de regreso conmigo.
Eso parece impresionarlo, y sonríe.
—Bien. Bueno, con lo primero que podemos empezar, ahora que
sabemos que tienes un lugar estable donde vivir, es ver empleos. Tengo un
trabajo listo para ti.
—¿De verdad? —Mis cejas se alzan por la sorpresa.
—Sí. Tenemos programas con empresas que aceptan contratar a
gente que acaba de salir de prisión. —Mira fijamente a la pantalla, leyendo
en ella—. El trabajo es para trabajar de ama de llaves. Los dueños tienen
un negocio de crianza de caballos de raza, con caballerizas, muy estable en
su propiedad. No sería normal que tuvieras que verte envuelta en nada de
todo eso. Sólo trabajos de limpieza en la casa principal. El horario es de
ocho y media a seis con una hora de descanso para comer. El sueldo son
siete libras por hora.
Rápidamente intento hacer la suma en mi cabeza.
Casi sesenta libras al día. Un poco menos de trescientas libras por
semana. Con eso le puedo pagar el alquiler a Cece y ayudar con las
facturas.
Este va a ser mi nuevo comienzo. Tengo una buena sensación con esto.
—Suena genial. Muchísimas gracias. —Honestamente, limpiaría
mierda de caballo si pudiera ganar el dinero que me acercara un paso más
a recuperar a Jesse—. ¿Cuando empiezo?
—Mañana.
—¿Mañana? No esperaba que fuera tan pronto. No es que me queje.
—Me apresuro a añadir.
—Aquí pensamos que es bueno poner a la gente de vuelta a trabajar
lo más rápido posible, Daisy. Meterlos en una rutina sólida, y estable. Una
mente aburrida probablemente empezará a pensar en cosas raras.
Asintiendo, concuerdo con él.
Sonríe de nuevo.
—Bien. Bueno, el trabajo es en Wescott, en Surrey, en la Finca Matis.
Tienes que preguntar por el señor Matis cuando llegues. Y asumiendo que
no tienes un auto —asiento en respuesta—, puedes tomar el tren allí, sin
problemas.
Mierda, gastos en billetes de tren. Tendré que calcular cuánto va a
afectar ese gasto. Puedo comprar un bono y así será un poco más barato.
O incluso mejor, puedo ver si hay autobuses, ver si hay uno que vaya de
Sutton a Wescott.
—Te pagarán a la semana, así que tu primer sueldo será a finales de
esta semana —dice Toby—. ¿Cómo estás financieramente?
Trago, bajando la mirada, la cara me arde de vergüenza.
—Yo, mm... tengo un billete de veinte libras.
Estoy avergonzada de admitirlo. Sé que probablemente ha oído esto
miles de veces antes, pero pensarlo no hace más fácil decirlo.
—¿Cómo estás de ropa?
—Mmm... Tengo mi antigua ropa. —Alzo los ojos hacia él—. Mi amiga,
Cece, con quien voy a vivir, metió todas mis cosas en cajas y las guardó
para mí mientras estaba adentro.
—Suena como una buena amiga.
—Lo es. —Sonrío.
—Bien, vas a necesitar dinero para poder ir y venir al trabajo y
también para comida esta primera semana, así que te concederé un
pequeño préstamo para que pases esta semana.
—Eso sería genial. Muchísimas gracias.
Mi gratitud es auténtica ahora.
Quiero decir, odio aceptar caridad de la gente, pero dijo que sería un
préstamo, lo que significa que tendré que devolverlo. Eso sí que lo puedo aceptar.
Significa que mi plan de ahorro tendrá que esperar un poquito
más, pero así son las cosas.
—Bien, bueno, prepararé eso para ti ahora. Así que, aparte de eso,
aquí ya hemos terminado. —Apoya sus manos contra el escritorio—.
Necesitaré verte una vez a la semana durante las próximas cuatro
semanas. Haré los arreglos con tu patrón para que te deje salir más
temprano ese día, así que no tienes que preocuparte por ello. Luego,
después de eso, necesitaré verte una vez cada quince días en el segundo y
el tercer mes. Y, si todo es satisfactorio y va bien, luego lo bajaremos a una
visita al mes. Iré a hacerte una visita a tu casa dentro de diez días. De
hecho, vamos a poner una fecha, ahora que estas aquí. —Se gira hacia el
ordenador presionando unas cuantas teclas—. Bien... como ya estarás
trabajando y no quiero hacer que pierdas días de trabajo, ¿qué te parece el
sábado de la próxima semana? ¿Por la mañana?
—Me parece bien. —Sonrío.
—Bien. —Teclea algo más y luego se gira hacia mí—. Está bien, vamos
a solucionar el tema de tu préstamo.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
3
Cece mete el auto en un callejón sin salida. Al final de su edificio de
apartamentos.
—Aquí estamos. —Cece se detiene en un espacio de estacionamiento
asignado y apaga el motor.
A través del parabrisas, miro el edificio de apartamentos de cuatro
pisos. Se ve muy bonito. Más de lo que podría haber esperado.
Justo cuando bajamos del auto, empieza a llover a cántaros, así que
corremos hacia el edificio.
Cece abre la puerta principal con una llave.
—Si tenemos visitantes, tienen que tocar el timbre —me dice.
Me gusta eso. Es seguro.
Tomamos las escaleras hasta el segundo piso donde está nuestro
apartamento.
Cece abre la puerta, dejándome entrar primero.
Lo primero que veo es el letrero de Bienvenida a Casa, colgando del
techo en el pasillo. Me giro, sonriendo.
—¡Bienvenida a casa! —dice, levantando sus manos hacia el cielo.
—Eres una friki total. —Me río.
Camino por el pasillo, hacia la primera puerta, y me encuentro en la
sala de estar. Miro las paredes pintadas de color beige y los muebles. Un
gran sofá de cuero marrón con cojines mullidos y una silla a juego. Una
mesita de cristal. Un televisor de pantalla plana que está sobre un
gabinete de arce de roble.
Girándome, veo a Cece pie en la puerta.
—Es increíble, Ce. ¿Has hecho todo esto?
Se acerca y se sienta en el brazo de la silla.
—Mi padre hizo la decoración, y mamá me ayudó a elegir el sofá, pero
el resto fui yo.
—¿Cuánto tiempo has estado aquí? —Paso la mano por el cuero
suave del sofá.
—Me mudé hace un mes. Me dio tiempo de conseguir que fuera
agradable para ti y para Jesse.
Jesse.
El recordatorio de que él no está aquí con nosotras me atraviesa.
Sé que el dolor se muestra en mi rostro porque Cece se acerca y pone
su brazo alrededor de mis hombros.
—Ven, vamos a ver tu dormitorio.
La sigo fuera de la sala de estar y por el pasillo.
—El baño está allí. —Apunta a una puerta cerrada—. Y la cocina es
por aquí.
Asomo la cabeza por la puerta abierta para encontrarme una cocina
de tamaño modesto, con gabinetes blanco brillante y una pequeña mesa de
desayuno blanco con cuatro sillas de cuero negro.
—Agradable —digo.
—Solo lo mejor para nosotras —me informa—. Y ésta es tu habitación.
Sigo a Cece a una habitación de tamaño medio, con una cama doble,
un edredón de color rosa pálido, una mesita de noche, un armario,
paredes blancas, y un tocador en la esquina.
—No le hice mucho. Pensé que querrías poner tu propio sello en ella.
—Es perfecta —digo.
Es entonces cuando veo una caja de regalo sobre la mesita de noche.
Me acerco y la tomo. Me giro hacia Cece.
—Es tu regalo de bienvenida a casa. No es mucho.
Sentándome en el borde de la cama, abro la tapa de la caja de regalo.
En el interior hay un teléfono móvil.
Alzo mis ojos hacia ella.
—No tenías que...
Se sienta en la cama junto a mí.
—Necesitas un teléfono, para que puedas llamar a Jesse. Es sólo un
prepago. Le puse un poco de crédito para que...
—Cece... es demasiado. El apartamento... el teléfono.
—Tonterías. —El tono duro en su voz atrae mis ojos hacia los suyos—
. Es lo menos que puedo hacer. Has pasado por el peor momento, y no
hubo una maldita cosa que pudiera hacer para ayudarte. El apartamento y
el teléfono, puedo hacerlo, así que déjame hacerlo.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Me muerdo el labio y asiento en
silencio.
—Bien. —Se pone de pie y cruza la habitación—. Traje todas tus
cosas del almacén. Tu ropa y tus zapatos están aquí. —Toca el armario al
lado de donde está parada—. No estaba segura de qué hacer con las otras
cosas, así que las dejé en cajas. Están aquí, en la estantería.
—Gracias.
—Deja de darme las gracias. —Me da una sonrisa suave—. Ahora,
¿quieres pedir algo para comer, o puedo cocinar yo?
—¿Panqueques?
Cece hace los mejores panqueques.
Su sonrisa se ensancha.
—Panqueques serán.
Llena por la montaña de panqueques que Cece preparó para mí, me
voy a la cama temprano. Mi reloj biológico todavía está con el horario de la
prisión. Será por un tiempo, supongo.
Pero, ahora que estoy en la cama, no puedo dormir. Mis ojos están
bien abiertos, y estoy mirando las sombras en el techo.
Sigo esperando escuchar el sonido metálico de los cerrojos cerrándose
y los sonidos sin fin de llantos y lamentos que resonaban en toda la
prisión por la noche.
Enciendo la lámpara y me siento en el borde de la cama. Me levanto,
me acerco al armario, abro la puerta, y me quedo mirando mi ropa colgada
allí.
Cece la ha lavado y planchado, y luego la colgó, preparándola para
mí.
Honestamente, no podría haber deseado una mejor amiga.
Me estiro y tomo una de las cajas de la estantería.
Me siento en el suelo alfombrado. Con las piernas cruzadas, abro la
caja.
Encima de las cosas está mi viejo iPod. Trato de encenderlo, pero está
muerto. Busco en la caja y encuentro el cargador. Voy y lo conecto,
cargándolo para poder usarlo mañana.
Voy y me vuelvo a sentar con la caja.
Hay un marco de foto, girado. Sé cuál es la fotografía. Es una de
Jesse y de mí, que solía estar en la repisa de la chimenea de nuestro viejo
apartamento. Fue tomada cuando tenía dieciséis y Jesse seis años. No
pasó mucho tiempo antes que mamá se fuera.
Tomándola, le doy la vuelta y la miro fijamente.
Cece y yo llevamos a Jesse a pasar el día a Brighton. Fuimos en tren.
Tuvimos mucha suerte con el tiempo, ya que ese día estaba glorioso.
Pasamos la mayor parte del día en la playa, comiendo el picnic, que
habíamos empacado, y jugando un poco en el agua. Fue un gran día.
Justo cuando estábamos volviendo para ir por el tren a casa, Cece
nos detuvo en la barandilla que daba a la playa y tomó la foto.
Mi brazo está alrededor de Jesse, de manera que está acurrucado
contra mi costado. Estamos sonriendo. La playa, el mar, y el cielo están en
el telón de fondo.
Nos vemos felices.
Éramos felices.
—Voy a arreglar esto, Jesse —le susurro a la foto—. Te traeré de
vuelta a casa, lo prometo.
No me doy cuenta que estoy llorando hasta que una lágrima gotea
sobre el cristal del marco.
Secándome el rostro con la mano, me pongo de pie. Tomando el
marco, me subo a la cama y mantengo la fotografía presionada contra el
pecho.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Enero 2018
4
Me despierto temprano, mi cuerpo sigue programado con el reloj de la
prisión. Me toma un momento recordar que ya no estoy allí, atrapada en
esa celda. Estoy a salvo en mi propia habitación, en mi nuevo hogar.
Soy libre.
Por unos momentos, me permito disfrutarlo.
Puedo tomar el desayuno cuando quiera. Ducharme cuando quiera.
Ducharme sola, sin otras veinte mujeres allí.
El alivio me llena.
Me doy la vuelta en la cama, y algo se hunde en mi costado.
Me doy cuenta que es la fotografía de Jesse y de mí. Me quedé
dormida sosteniéndola.
Recogiéndola, la miro por última vez antes de ponerla en mi mesita de
noche.
Aparto la colcha y salgo de la cama, disfrutando de la sensación de la
alfombra bajo mis pies, en lugar del frío cemento que solía estar
esperándome cada mañana cuando estaba en prisión.
Cerrando los ojos, hundo los dedos de mis pies en las fibras.
El cielo.
Podría estar sintiéndome bien ahora, pero una inquieta energía está
empezando a arder en mi interior.
Necesito hacer ejercicio. Mi cuerpo está acostumbrado a ello después
de todas las horas que pasé en el gimnasio de la prisión.
Podría salir a correr. Faltan horas para que tenga que estar en mi
nuevo trabajo.
Con la decisión tomada, me levanto y saco del armario mis viejos
shorts, mi camiseta sin mangas, y las zapatillas de correr. Tengo mi viejo
iPod y los auriculares. Poniéndome los auriculares, meto el iPod en el
bolsillo de mis shorts.
Salgo de mi apartamento en silencio y fuera del edificio. El aire es
fresco y refrescante. La calle está tranquila.
Meto mi llave en mi bolsillo y enciendo mi música. El sonido de
“Fighter” de Christina Aguilera llena mis oídos.
Lista para quemar esta energía no utilizada, salgo, comenzando con
un trote lento, hacia la calle principal. Entonces, aumento el ritmo
rápidamente. Tomo nota de a dónde voy y los nombres de las calles, no
conociendo muy bien esta área. No quiero perderme y llegar tarde a
trabajar en mi primer día.
La libertad de correr fuera no me pasa desapercibida. Saboreo la
sensación de la brisa, chocando fría contra mi rostro y mis piernas. Miro a
la gente que sale temprano para el trabajo.
Estoy de vuelta en el mundo real. Y se siente bien. Jodidamente bien.
Corro por una hora, sintiendo como si pudiera correr otra, pero tengo
que volver a tomar el desayuno y prepararme para el trabajo.
Cuando entro en el apartamento, escucho el televisor en la cocina.
Cece debe estar levantada.
—Hola. —Sonrío, al verla sentada a la mesa, con una taza de café.
Sonríe.
—El café está en la cafetera —me dice.
Agarro un vaso primero y lo lleno de agua fría del grifo, antes de
bebérmelo.
—¿Fuiste a correr? —pregunta Cece, mirando mis zapatillas de correr.
Asintiendo, me apoyo contra la encimera.
—A la Daisy que conocía le hubiera salido sarpullido ante la idea de
salir a correr. —Me da una sonrisa descarada.
—La antigua Daisy se ha ido —le digo, dejando el vaso. Me giro y
tomo una taza del armario. Me sirvo café antes de añadir leche que tomé
de la nevera.
—Como que me gustaba la antigua Daisy —dice Cece en voz baja.
Me siento frente a ella.
—La antigua Daisy era débil y crédula. —Mi tono es más duro de lo
que pretendía que fuera.
Los ojos de Cece se oscurecen.
—Nunca has sido débil o crédula. Eres la persona más inteligente,
más fuerte y más valiente que he conocido en mi vida.
Suelto una risa aguda antes de tomar un sorbo de mi café.
—Nunca fui inteligente, Ce. Si lo hubiera sido, entonces no habría
caído por la mierda de Jason.
—Odio lo que ese bastardo te ha hecho.
—Hizo. Y nunca volverá a ocurrir.
—¿Porque ahora eres Lara Croft?
Cece sonríe, y no puedo evitar hacer lo mismo.
—No —le digo, forzando la sonrisa en mi rostro—. Porque he
aprendido mi lección. No cometeré el mismo error dos veces.
—¿Y el correr?
—Me hace sentir mejor. El ejercicio no es algo malo; en realidad es
bueno, sabes.
—Te tomaré la palabra sobre ello. —Hace una mueca.
Riendo, niego con la cabeza.
Después de desayunar un poco, voy a tomar una ducha y a
prepararme para mi nuevo trabajo.
Después de ducharme, Ce entra en la ducha después de mí.
Vuelvo a mi habitación, donde me seco mi largo cabello y lo aseguro
en un moño improvisado. Agarro el maquillaje que Cece me compró. Me
pongo delineador y rímel en los ojos y un poco de brillo en los labios.
Me pongo mi viejo sujetador blanco y bragas a juego, con el pantalón
negro y la camisa blanca que solía usar para el trabajo en la joyería. Mi
pantalón me cuelga, y la camisa me queda holgada.
A pesar que Cece lavó toda mi ropa después de sacarla del almacén,
usarlas ahora se siente mal. Son de mi antigua vida. Una vida que ya no
tengo.
Tan pronto como me lo pueda permitir, compraré ropa nueva.
Me levanto y me miro en el espejo.
Me veo exactamente como solía hacerlo antes que todo esto sucediera,
excepto que más delgada y más vieja.
Definitivamente parezco mayor.
La tristeza me abruma y me dan ganas de llorar, pero me niego a
hacerlo.
He llorado lo suficiente como para durar toda la vida. Ya no más.
Me enfoco en el ahora. Nuevo trabajo. Recuperar a Jesse.
Resignándome, agarro mi bolso y meto mi iPod en él. Entonces, salgo
de mi habitación.
Meto mi cabeza por la puerta entreabierta de Cece.
—Me voy al trabajo.
Dios, se siente bien decir eso.
Aunque sólo sea una limpiadora glorificada, no me importa.
Tengo un trabajo.
Cece está sentada ante su tocador, maquillándose, envuelta en una
toalla de baño.
—Te ves bien. —Me sonríe a través del espejo antes de volverse hacia
mí.
—Me veo fatal —le digo, sonriendo.
—Cállate —me espeta—. Vas a matarlos en tu nuevo trabajo.
—No quiero matarlos. Acabo de salir de la cárcel. No busco volver.
—Que graciosa. —Pone sus ojos en blanco hacia mí—. ¿No te parece
demasiado temprano para salir? Pensé que empezabas a las ocho y media.
—Sí, pero es un viaje de quince minutos hasta la estación de tren,
cuarenta y cinco minutos en el tren, y según las instrucciones de Toby,
veinte minutos a pie desde la estación hasta la Finca Matis.
—Puedo llevarte a la estación de tren, ¿si quieres? No tengo que estar
en el trabajo hasta las diez.
—No, está bien. —Hago un movimiento con la mano desestimándola—
. No estás lista, y me gusta caminar.
—Si estás segura.
—Estoy segura. —Le sonrío—. Te veré esta noche.
—¿Comida para llevar y una botella de vino para celebrar tu primer
día?
—Suena perfecto.
Saludándola, me voy. Me detengo en la cocina para llevarme un
plátano, un Dairylea Snack Box, y una botella de agua de la nevera para el
almuerzo. Las meto en mi bolsa y salgo del apartamento.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
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Re: Lectura Enero 2018
INDICE
DIA 17 : Capitulos 5; 6; 7.
DIA 18 : Capitulos 8; 9; 10.
DIA 19 : Capitulos 11; 12; 13.
DIA 20 : Capitulos 14; 15; 16.
DIA 21 : Descanso y Comentarios
DIA 22 : Capitulos 17; 18; 19.
DIA 23 : Capitulos 20; 21; 22.
DIA 24 : Capitulos 23; 24; 25.
DIA 25 : Capitulos 26; 27; 28.
DIA 26 : Capitulos 29; 30; 31.
DIA 27 : Capitulos 32; 33; 34.
DIA 28 : Descanso y Comentarios
DIA 29 : Capitulos 35; 36; 37.
DIA 30 : Capitulos 38; 39; 40.
DIA 31 : EPILOGO
mariateresa- Mensajes : 1841
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