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Mensaje por Yani Jue 25 Ene - 9:48

Espero que Kas se comporte en esta cita, es muy triste lo que le pasó a su novia, espero que en esta historia logre hacerse justicia y sepamos que los asesinos son atrapados...también quiero que se compruebe la inocencia de Daisy y la culpabilidad de Jason


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Mensaje por IsCris Jue 25 Ene - 14:18

Por fiiin!! espero que esta vez todo salga bien Lectura Enero 2018 - Página 5 1124870976
Me trae mucha intriga eso del asesinato 
Y que bien que todo salio bien con Jesse


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Mensaje por yiniva Jue 25 Ene - 17:05

Bueno Kas ya no aguanto más, que genial por fin se darán una oportunidad, lo que le paso a su novia si estuvo muy feo, y por otro lado Jesse ya se acerco más a Daisy


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Mensaje por Maga Jue 25 Ene - 18:53

Horror lo que le pasó a Kas. En verdad terrible. Pobre, Daisy se va meter en problemas por andar de chismosa. Espero que la cita salga bien y Kas pueda redimirse


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Mensaje por svenkok Jue 25 Ene - 19:09

Jesse. Que horrible… como le paga a Daisy.
Kass. “¡Quiero que dejes de ser un idiota” ¡Ugh! ¿No puede ser un poco amable? ¿Por qué besarla y luego rechazarla? Celos, ni celos… no la quiere para él, pero tampoco para otro, ¡hombres!
Yo, en el lugar de Daisy, me mojo en la lluvia que subir a su carro…
… y al igual que con Daisy, la historia de Kastor Matis, me rompe el corazón.
Pero, ¡que emoción! ¡Van a salir! ¡Al fin!
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Mensaje por Maga Jue 25 Ene - 21:01

Chicas pasen a votar Wink por favor




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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:28

26


Súper humanos
Esto es lo que pone el letrero en el edificio donde Kas está avanzando
en el estacionamiento.
—Aquí estamos. —Apaga el motor y saca la llave del contacto.
Estamos en Brixton. No estoy segura de dónde exactamente, pero
aparte de este edificio indescriptible y algunas fábricas que acabamos de
pasar, no hay nada aquí.
—¿Y dónde es aquí?
Sus labios se convierten en una sonrisa conquistadora.
—Lo verás en unos minutos. —Entonces, abre la puerta y sale.
Siguiendo el ejemplo, me pongo el bolso sobre el hombro y salgo del
auto.
Kas ha estado de muy buen humor todo el camino hasta aquí. No me
estoy quejando, es solo algo a lo que no estoy acostumbrada. Pero
realmente podría acostumbrarme.
Rodea el auto. Su cuerpo alto y fuerte es ágil mientras se acerca a mí.
Se mueve muy silenciosamente, considerando su tamaño, la fuerza. Casi
como un gato. Es casi como si Kas caminara en un aire diferente que el
resto de nosotros.
Está usando un pantalón de deporte negro, una camiseta negra y
unos tenis blancos. Se ve muy sexy.
Mucho más sexy que yo. Llevo un pantalón de yoga, mi top rosa
favorito para correr y unos deportivos. Tengo el cabello recogido en una
cola de caballo. Llevo un poco de maquillaje, máscara, colorete, y brillo en
mis labios, que me apliqué rápidamente antes de salir de la casa para
venir aquí.
Deteniéndose frente a mí, Kas coloca algunos mechones extraviados
de mi cabello detrás de mi oreja. Sus dedos me rozan la mejilla,
haciéndome temblar.
Sonríe mientras toma mi mano, entrelazando nuestros dedos, y
empieza a llevarme a Súper humanos.
Las mariposas comienzan a revolotear en mi estómago. Una locura
cómo un pequeño acto puede hacer un impacto tan grande.
Kas abre la puerta, sosteniéndola para que pase.
Caminamos hasta el mostrador de recepción. El tipo detrás del
mostrador nos observa mientras nos acercamos. Diría que tiene unos
treinta y tantos. Ha combatido unas entradas afeitándose el cabello.
Sonríe cuando ve a Kas.
—Oye, hombre, ¿cómo estás? —saluda con entusiasmo.
Kas me suelta la mano mientras el tipo se levanta y se inclina sobre el
mostrador. Hacen esa cosa masculina del apretón de manos que hacen los
chicos.
—Sí, estoy bien. ¿Cómo están las cosas contigo? —le pregunta Kas.
—Ah, ya sabes, la vida siempre es brillante. —Sonríe.
Miro con interés. Nunca antes he visto a Kas interactuar con la gente
de esta manera.
Y, con esta manera, quiero decir, amistoso.
—Alex, ésta es Daisy. Daisy, Alex —nos presenta Kas.
Kas retrocede hacia mí y toma mi mano.
Veo la mirada de Alex dirigirse a nuestras manos unidas.
Sonríe, levantando sus ojos hacia mí.
—Encantado de conocerte, Daisy.
—Igualmente. —Sonrío, de repente sintiéndome tímida.
—Entonces, ¿hoy estás aquí por negocios o por placer? —le pregunta
Alex a Kas.
¿Kas hace negocios aquí?
—Placer —contesta Kas.
—Genial. Bueno, déjame abrirte. —Alex aprieta un botón detrás del
escritorio, y se abre una puerta.
Kas sostiene la puerta abierta, dejándome pasar primero.
—Tengan una buena sesión —indica Alex.
¿Sesión? ¿Dónde diablos me ha traído Kas?
Estoy de pie en un pasillo. Lo primero que noto es la música que está
sonando. Es música de baile, como si estuvieras en un club. Y es ruidoso.
Kas me sujeta la mano de nuevo y me lleva por el pasillo corto.
A mi derecha, veo una puerta marcada como Cuarto para cambiarse
de hombres. La siguiente puerta está marcada como zona de cambio para
las mujeres.
Kas empuja las puertas dobles al final del pasillo, y luego me
encuentro en... bueno, no estoy muy segura de lo que es.
Es una habitación enorme.
Y está llena de personas haciendo lo que solo puedo describir como
algo parecido a la gimnasia.
La pared trasera está cubierta con un graffiti asombroso. A mi
derecha está una zona elevada, y por encima de eso hay un balcón que
rodea la habitación. Al lado del balcón hay un muro de escalada.
Directamente por encima de la zona elevada, colgando del techo, hay
anillos de gimnasia. Bajo el escenario hay un pozo lleno de cubos de
espuma azul. Me recuerda a esas piscinas de pelota en los centros de
juego para niños.
Directamente frente a mí hay un área con un piso de madera, una
rampa que pasa por su lateral, y un espejo que cubre todo el lado
izquierdo. Por encima está el andamio suspendido del techo. Más allá del
piso de madera está el suelo de seguridad, y a la derecha de este hay un
trampolín establecido con una red de seguridad. También hay algunos
accesorios de madera situados a la izquierda del suelo de seguridad que
me recuerdan un montón de caballos de gimnasia.
—Entonces... ¿qué te parece? —La voz de Kas proviene de mi lado.
Suena un poco inseguro, como si estuviera nervioso y anticipando mi
respuesta.
Alzo la mirada a la suya.
—Es genial.
—No tienes idea de lo que es, ¿verdad?
—No —admito, riendo.
Se ríe entre dientes.
—Es una academia de parkour.
—¿Lo que hiciste cuando saltaste de tu balcón y casi me dio un
ataque al corazón?
Se ríe de nuevo.
—Sí.
—Vaya —exclamo, vagando la mirada alrededor.
Veo a un tipo, de mi edad, de pie en el borde de la zona elevada.
Retrocede antes de correr a toda velocidad, luego salta sobre ella y sujeta
la barra del andamio con ambas manos.
Jadeo audiblemente.
Kas se ríe entre dientes.
—No te preocupes, sabe lo que está haciendo.
Se suelta de mi mano y se mueve para estar detrás de mí. Su pecho
está tan cerca de mi espalda que puedo sentir el calor que emana de él.
Sus dedos rozan ligeramente mi cintura. Ese ínfimo toque acelera mi
cuerpo.
Ni siquiera está tocando la piel, pero puedo sentir su toque como si
estuviera quemando en mi ropa.
Estoy viendo a este tipo moverse sobre el equipo como si fuera algún
tipo de acróbata. Pero sus acrobacias no son la razón por la que mi
corazón está latiendo más rápido o porqué mi cuerpo siente que está
estallando en fiebre.
Es a causa de Kas. Su cercanía.
El tipo salta de un tablero alto, a unos cinco metros de altura, y me
tenso.
—¿Ves cómo equilibra el peso de su cuerpo extendiendo los brazos? —
Las yemas de los dedos de Kas se aprietan un poco más fuerte contra mi
cintura—. Eso le ayuda a mantener el equilibrio —explica.
El tipo aterriza sobre los pies con solo un leve tropiezo.
—Es increíble —comento, girándome ligeramente para mirarlo—. ¿Y
tú haces esto?
Asiente.
—¿Por cuánto tiempo?
—Hace seis años.
Siento que hay tanto que no sé de él.
—Así que, sé que practicas parkour, y haces MMA. ¿Necesito saber
algo más sobre ti? ¿Un superhéroe que combate el crimen de noche? —Me
río.
Él también lo hace, pero no llega a sus ojos.
—No. Soy solo yo.
—Me gustas —susurro.
Sus ojos se oscurecen.
—Tú también me gustas.
Entonces, lo oigo comenzar a vibrar. O supongo que es su teléfono.
Deja escapar un suspiro.
—Lo siento. —Saca el teléfono del bolsillo del pantalón y mira la
pantalla. Hay un cambio en su expresión. Se ve incómodo. Pasa la pantalla
y luego vuelve a poner el teléfono en el bolsillo—. Era mi madre. La llamaré
más tarde.
—Podrías haber respondido —digo.
—Una vez que se pone en contacto por teléfono, tarda años en
alejarse de él. —Ofrece una sonrisa—. Estoy pasando tiempo contigo. No
quiero interrupciones.
Se acerca y se me entrecorta la respiración.
Entonces, sobre su hombro, veo un rostro familiar acercándose a
nosotros.
—Jude —llamo.
Kas se vuelve.
—Hola, hombre —lo saluda Jude. Hacen la cosa viril del abrazo—. No
esperaba verte aquí hoy.
—Traje a Daisy.
—Puedo ver eso. —Le da una mirada a Kas—. Me alegro de verte de
nuevo, Daisy. —Jude se inclina. Colocando su mano en mi brazo, me besa
en la mejilla.
—Oh, hola —le digo tímidamente, un poco sorprendida por su amable
saludo.
Jude es realmente abierto y amable, todo lo contrario de Kas. Hace
que me pregunte cómo se hicieron amigos.
—Así que, Kas te trajo a ver nuestro lugar —me comenta Jude.
—¿Su lugar? —Le echo un vistazo a Kas, confundida.
—No le dijiste nada. —Jude hace un sonido de reproche—. Kas y yo
somos dueños de este lugar.
Todavía tengo la mirada puesta en Kas, pero está mirando a Jude.
Veo que la piel alrededor de sus ojos se arruga.
Finalmente, lleva su mirada a la mía.
—¿Eres dueño de este lugar? —pregunto de nuevo.
—La propiedad conjunta con este idiota. Y tenemos fondos del
gobierno. —Kas niega en dirección a Jude—. Jude dirige el lugar.
—¿Y qué haces tú?
—Es el hombre del dinero —interviene Jude.
—Me encargo de la parte financiera de las cosas —explica Kas, dando
una mirada dura a Jude.
Jude se ríe, aparentemente sin estar afectado por la mirada de Kas.
—¿Cuánto tiempo lleva este lugar? —pregunto.
—Funcionando casi tres años —responde Jude.
—Bueno, estoy impresionada. Es increíble. —Dejo que mis ojos
vaguen por el lugar otra vez.
Cuando miro hacia atrás, Jude está sonriendo, y Kas lo mira
fijamente con una expresión molesta en su rostro.
¿Está enojado?
El Kas-feliz no duró mucho.
Sinceramente, si no quería que supiera que era el dueño de este lugar,
¿por qué me trajo aquí?
Empiezo a sentirme un poco irritada.
—Bueno, creo que debo volver. Tengo una clase que comienza pronto.
—Jude comienza a retroceder—. Me alegro de verte, Daisy.
—A ti también. —Sonrío.
—Te encontraré más tarde —le dice a Kas antes de girarse y salir.
Y, ahora, estamos aquí en este silencio incómodo que no estaba allí
antes de que Jude apareciera.
—Tengo la impresión de que estás enfadado porque sé que eres el
dueño de este lugar —murmuro.
—No estoy enfadado...
—No eres exactamente feliz.
Se vuelve hacia mí y me sujeta la mano, que le permito tomar.
—Simplemente no quería que pensaras que te traje aquí para
presumir.
—Lo último que pensaría es que eres un presumido. ¿Un dolor en el
trasero? Sí. ¿Pero un presumido? No.
Se ríe entre dientes.
—Me ves rodeado por la riqueza de mis padres todos los días.
Supongo que solo... —Suspira—. No quería que pensaras que también te
estaba restregando esto.
—No lo hago. Estoy seriamente impresionada. Y deberías estar muy
orgulloso de este lugar y de lo que has logrado.
Por primera vez, veo un poco de color en sus mejillas.
—Lo estoy.
—Bien. —Sonrío.
Se acerca más.
—Entonces... —digo.
—Entonces... —repite.
—Bueno, me trajiste aquí. ¿Qué planeas hacer conmigo ahora?
Sonríe e inclina su boca en mi oído. Sus labios rozan mi piel mientras
habla:
—Te enseño parkour, por supuesto.
Oh.
Oh, mierda.
Me hecho hacia atrás, mirándolo a los ojos, mis ojos abiertos con
preocupación.
—No estoy segura de eso. No hay forma de que vaya a saltar de una
gran altura.
Una risa retumba en su pecho.
—Eso es lo avanzado. Solo quería decir, te enseñaré lo básico.
—Oh. Bueno. ¿Y qué implican los conceptos básicos?
—Vamos a salir, y te lo enseñaré.
Camino junto a Kas por la academia. Esta vez no toma mi mano.
Admito que estoy un poco decepcionada.
Mientras caminamos, me explica las diferentes estructuras y para qué
se utilizan, y me presenta a la gente que entrena aquí.
Cuando llegamos al fondo del gimnasio, me detengo en la pared,
tocándola con los dedos. Me encanta este grafiti.
—Lo hizo Jude.
—¿De verdad? —Miro hacia atrás.
Asiente.
—Vaya. Es muy talentoso.
Kas asiente nuevamente en acuerdo.
—Sí, lo es. También hace arte abstracto.
—¿Lo hace como trabajo? ¿Además de dirigir este lugar? —indago.
Kas niega.
—Solo una afición.
—Una lástima —reflexiono.
—Sí. Es una verdadera pérdida de su talento. Pero no quiere
dedicarse a ello.
Hay algo en su expresión que no puedo descifrar. Pero sea lo que sea,
entiendo que no es algo bueno y muy posiblemente, tiene algo que ver con
el pasado de Jude.
Me he metido en el pasado de Kas sin que él lo sepa. No voy a
meterme en las cosas personales de Jude.
—Ven. —Kas inclina la cabeza en dirección a la puerta de salida.
Lo sigo afuera. Pensé que el interior era impresionante, pero aquí es
igual de impresionante, si no más.
Es como un gran parque, pero mucho más.
Hay castillos de metal y un parque infantil, con un conjunto de
columpios, tobogán, barras de mono y un balancín. Y lo que parece una
pista de obstáculos se establece en toda la zona. También hay diferentes
tipos de estructuras que ni siquiera sabría describir.
—Esto es increíble —aseguro, pasando junto a Kas, admirándolo
todo. Me vuelvo para encararlo—. ¿Has construido todo esto?
—No con mis manos. —Curva los labios en una sonrisa—. Pero Jude
y yo lo diseñamos. Bueno, en realidad, Jude hizo todos los dibujos, todo lo
que hice fue dar mi opinión de vez en cuando. Fichamos contratistas para
construir todo.
—Es realmente fantástico.
—Sí. —Sonríe de nuevo, y ésta le llega hasta los ojos—. Vamos. —Se
acerca y toma mi mano, guiándome hacia uno de los castillos de metal.
Unidas al castillo de metal hay dos plataformas frente a frente, con un
metro de espacio entre ellas.
Kas se sube en una de las plataformas bajas.
—Sube aquí, a mi lado —indica.
Quitándome el bolso del hombro, lo pongo en el suelo junto a uno de
los catillos de metal. Junto a él, subo a la plataforma.
Mira hacia mí.
—Bien, así que vamos a hacer algunos saltos de precisión para
empezar.
Le doy una mirada dudosa.
—Estarás bien. Es solo cuestión de equilibrio.
—Del que no tengo ninguno.
Se ríe.
—Solo mira lo que hago.
Kas se mueve para que sus pies estén en el borde de la plataforma.
Luego, salta hacia adelante con los dos pies aterrizando fácilmente en la
otra plataforma.
Se gira.
—¿Ves? Fácil. Tu turno.
—Oh, sí, muy fácil. —Pongo los ojos en blanco, mirándolo.
Se cruza de brazos, dándome una mirada sensata.
—Está bien —resoplo.
Me acerco al borde, exactamente como él hizo.
El corazón comienza a latirme un poco más rápido cuando miro hacia
abajo en el hueco de un metro, que no suena como mucho, pero lo es.
—No creo que pueda hacerlo. —Dando un paso atrás, miro a Kas.
Observa mi mirada asustada y su expresión se suaviza, bajando los
brazos del pecho.
—Puedes hacerlo, Daisy. Eres fuerte. No tienes miedo de nada.
—Tengo miedo de caer allí. —Hago una mueca, señalando el espacio
entre las plataformas, que es solo una caída de un metro, pero un metro
más alto de lo que quiero caer.
—No te dejaré caer. —El compromiso en su voz hace que lleve mi
mirada a la suya.
Lo miro fijamente a sus cálidos ojos.
—¿Promesa?
—Lo prometo.
Tomo una respiración profunda y paso de nuevo hasta el borde.
—Bueno, dobla tus rodillas, y levanta tus brazos para equilibrarte —
me guía Kas, mostrándome exactamente lo que quiere decir.
Copio su postura.
—Ahora, solo empuja la plataforma con tus pies, y propúlsate hacia
delante.
Me encuentro con sus ojos.
—Puedes hacerlo —susurra—. Créeme.
Algo sucede en este momento mientras miro a esos ojos que una vez
pensé que eran tan fríos. Me doy cuenta de que confío en él.
Entonces, lo hago. Me empujo de la plataforma y salto.
Mis pies aterrizan profundamente en la otra plataforma.
—Lo hice —exclamo.
—Sí, lo hiciste. —Sonríe.
—Nada de, ¿te lo dije? —Le sonrío.
—Como si fuera tan arrogante como para decir algo así.
Se ríe, y me río.
—¿Quieres ir otra vez? —pregunta.
—Está bien. —Asiento.
Pasamos unos buenos minutos conmigo saltando de una plataforma a
otra, y Kas observando.
Honestamente, estoy disfrutando mucho.
Esta es la mejor cita que he tenido, y es simplemente el comienzo.
—¿Quieres probar algo más difícil? —pregunta Kas.
Eso me detiene en mi camino.
—¿Más difícil? ¿Cómo qué?
Me da una sonrisa secreta.
—Te mostraré.
—¿Qué tal si me enseñas lo que puedes hacer, y luego haré algo más
difícil?
Me mira fijamente, una sonrisa de baja bragas aparece en su rostro.
—Bien. De acuerdo.
Se mueve de la plataforma en que estamos y camina hacia otro
castillo de metal. Tomo mi bolso y lo sigo.
Sube el marco hasta que está a unos tres o cuatro metros de altura.
Luego, se levanta en una plataforma y se coloca en el borde. Salta del
frente de la plataforma, aterrizando sobre los pies, agachado, sus manos
tocando el suelo. Se levanta y sale corriendo hacia un caballo con arcos.
Con las manos sobre él, hace una especie voltereta lateral. Se posa sobre
los pies al otro lado, donde procede a hacer un par de vueltas hacia atrás
en sucesión, y luego aterriza en sus pies, deteniéndose.
—Presumido. —Sonrío, acercándome a él.
Me sonríe.
Me detengo a unos cuantos centímetros de su cuerpo. Está casi sin
aliento.
—Eso fue muy impresionante —aseguro.
La sonrisa se desvanece, y una sonrisa le toca los ojos mientras
levanta un hombro.
Me encanta lo modesto que es sobre esto.
Se estira, tomando mi mano y me acerca a su cuerpo. Me rodea con
los brazos y baja su boca a la mía.
Me besa suavemente, rozando sus labios sobre los míos. Es un beso
burlón. Un beso con una promesa de más. Pasa suavemente la lengua
sobre mi labio inferior, provocando un suave gemido de mí. Sujeto su
cintura con las manos. Roza sus dientes sobre ese mismo labio inferior, y
luego demasiado pronto, está apartando sus labios de los míos. Casi me
quejo de disgusto.
—Tu turno —indica, con un tono ronco en su voz.
—¿Para qué? ¿Más besos? Porque podría ir por eso.
Se ríe suavemente y frota la nariz contra la mía.
—Más parkour.
—Oh, eso. —Doy un murmuro exagerado—. ¿Seguro que no quieres
besar un poco más?
Presiona sus labios contra los míos de nuevo.
—Si te besara tantas veces como quisiera, nunca conseguiría hacer
nada —murmura contra mi boca.
—Podría vivir con eso.
Su risa estalla contra mis labios. Sonrío, amo el sonido y la
sensación.
—Vamos. —Me da un golpe en el trasero, haciéndome saltar, antes de
que me suelte.
—Entonces, ¿qué estoy haciendo? —le pregunto, siguiéndole hasta el
potro de gimnasia.
—Quiero que saltes esto. —Golpea el potro de gimnasia con los
nudillos.
—Um, —paso la mirada del potro hacia él—, ¿estás loco?
Se ríe.
—No es certificable, pero muy posiblemente al límite.
—Divertido —digo inexpresiva—. Pero de ninguna manera voy a saltar
esa cosa.
—¿Por qué no?
—Porque me gusta respirar. Y me gustaría ver a Jesse terminar la
escuela, ir a la universidad y graduarse, por lo menos.
Se ríe otra vez, y retumba en su pecho.
—No te matarás al saltar esto, Daisy.
Me cruzo de brazos.
—Tal vez no me mate, pero muy probablemente me rompa el cuello.
La risa comienza de nuevo, todo su cuerpo temblando.
Y, ahora, estoy luchando contra una sonrisa por el sonido contagioso
de la misma.
Bastardo.
Sus brillantes ojos se cruzan con los míos y se acerca a mí.
—No te harás daño, preciosa, te lo prometo.
Me llamó preciosa.
Me derrito.
Sí, soy esa chica ahora mismo.
Quité a la niña que salía de mí y lo miré fijamente con un ligero ceño
fruncido en el rostro.
—Bueno, si me rompo el cuello, espero que pagues por el resto de mi
vida paralizada.
Puedo ver que está peleando con una sonrisa.
—De acuerdo.
—Bien. Terminemos con esto.
Dejo caer mi bolso en la hierba y camino hacia el potro de gimnasia.
Kas sigue detrás de mí.
—¿Qué debo hacer? —inquiero.
—Corre con fuerza hasta allí. Entonces, cuando lo alcances, pon las
manos en la parte superior, y salta por encima.
Miro por encima del hombro hacia él, dándole una mirada escéptica.
—¿Así de fácil?
—Sí. —Sonríe—. Así de fácil.
Tomo una respiración profunda y camino hacia atrás, poniendo un
montón de espacio entre el potro de gimnasia y yo.
Kas salta a un lado, inteligente y sin decir una palabra.
Miro fijamente al caballo de gimnasia como el Monte Everest. Mi
corazón ha acelerado su ritmo, y mi pulso está palpitando en mi cuello.
Puedo sentir mis manos empezando a sudar.
Cierro y abro las manos, luego las paso por el pantalón para secarlas.
Respiro profundamente y salgo corriendo. Tomo buena velocidad, pero
demasiado rápido, el caballo de gimnasia está en mí, y no puedo hacerlo.
Me detengo delante de él, las manos presionando la parte alta.
—¡Por el amor de Dios! —me quejo, molesta conmigo misma.
Miro a Kas, que está de pie, observándome.
—Puedes hacerlo —anima.
Me alejo, tomo otra respiración profunda. Entonces, vuelvo a mi
punto de partida anterior.
Vamos, Daisy. Te has enfrentado a cosas peores que este estúpido
potro de gimnasia. Puedes hacerlo. Imagínate que es Jason, estás corriendo
hacia él, consigues ponerle las manos en la cabeza y saltar sobre el
bastardo.
Y luego tal vez volvas y lo patees en las pelotas.
Mi pequeña charla parece haber encendido algo en mí. Empiezo a
correr, como lo hice antes, pero esta vez, una determinación se construye
en mí mientras sigo. Cuando alcanzo el potro de gimnasia, en lugar de
detenerme, pongo las manos encima y salto sobre él, aterrizando con
seguridad en el otro lado.
Lo hice.
¡Jodidamente lo hice!
Me vuelvo hacia Kas.
—¡Lo hice! —Alzo las manos en el aire, haciendo un pequeño baile de
la victoria.
Sonriendo de par en par, se acerca a mí.
—Sabía que sí.
Paro mi baile de la victoria.
—Sí, lo hiciste. —Le sonrío suavemente.
Algo cambia en mi pecho, y el calor se extiende por todo mi cuerpo,
haciéndome estremecer.
—¿Quieres intentarlo de nuevo? —pregunta.
—Sí. —Sonrío—. ¿Pero lo filmarás para mí en mi teléfono? —Camino
hacia mi bolso y saco el teléfono—. Quiero mostrárselo a Jesse. Creo que
estará impresionado.
—Seguro. —Sonríe, quitándome el teléfono.
—¿Necesitas que ponga la cámara? —pregunto.
—No, lo tengo.
Camina hacia el lugar desde donde miró antes, y me pongo en mi
lugar, lista para correr.
—Déjame saber cuándo estás listo para filmar —le digo, con los ojos
fijos en el caballo de gimnasia.
No responde, así que miro hacia él, y algo en su expresión hace que
mi corazón se detenga.
Está mirando mi teléfono. La confusión, la ira y el dolor están
claramente grabados en su rostro.
¿Qué está mal con él?
Entonces, un pensamiento golpea mi cerebro.
Oh, mierda... no...


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:32

27


Me estoy moviendo rápidamente hacia Kas.
Parece sentir mi acercamiento, y observo con la respiración
entrecortada mientras, lentamente, eleva la mirada hacia la mía.
Entonces nuestros ojos se encuentran y se sostienen, y lo veo allí en
sus ojos agonizantes.
Lo ha visto.
La fotografía de Haley. Todavía estaba en mi teléfono.
¿Por qué diablos no la he borrado? Soy tan jodidamente estúpida.
Me detengo a unos cuantos metros de distancia, sin saber qué hacer.
—Kas —digo su nombre suavemente, tentativamente.
—¿Por qué...? —Hace una pausa.
Lo veo apretar furiosamente la mandíbula. Su cuerpo está
fuertemente tenso, como si estuviera luchando para controlarse.
Un escalofrío me atraviesa. Me rodeo con los brazos.
—¿Por qué tienes esto en tu teléfono? —Su voz es como granito.
Levanta el teléfono.
La fotografía que tomé de la foto de Haley está ahí para que la vea.
Palidezco.
—Yo... puedo explicarlo.
—¡Entonces, malditamente explica!
Salto hacia atrás.
He visto a Kas enojado antes, pero este es un nuevo nivel de ira. Está
lívido. Y tiene derecho a estarlo.
—Yo-yo... —No puedo parar el tartamudeo. Mi cuerpo entero está
temblando con nervios. Tomo una respiración profunda, tratando de
calmarme—. Encontré la fotografía... por accidente. Fue la semana pasada
después de que nos besamos en el club y discutimos al respecto. Después
de que te dejé, subí las escaleras y empecé a deshacer tu cama. Golpeé un
vaso de agua sobre la mesita de noche. Lo limpié con una toalla y vi que el
cajón superior estaba un poco abierto. Estaba preocupada de que el agua
hubiese conseguido entrar. Vi la imagen allí. Y yo... —Levanto los hombros
con impotencia.
—Viste la fotografía —repite, su tono bajo y mortal—. No me explicas
por qué carajo tienes una imagen de ella en tu teléfono.
Se me llenan los ojos de lágrimas. La he jodido a lo grande.
—No lo sé. —Me tiemblan los labios—. Solo tenía curiosidad... y celos,
y yo...
—¿Celos? —grita, haciéndome saltar de nuevo—. ¿Por qué diablos
estarías celosa?
—Yo... ella... quiero decir, Haley...
—Sabes su nombre. —Su voz es tranquila pero peligrosa.
Asiento, y una lágrima cae por mi mejilla. Libero una mano y la seco.
Kas me está mirando, pero es como si ni siquiera me viera ahora
mismo.
—¿Que más sabes?
Me muerdo el labio, temerosa de hablar.
—¿Qué sabes? —repite, gritando.
Centro la atención.
—Busqué a Haley en internet.
El silencio que golpea es como un bulldozer que golpea el ladrillo, y la
mirada que Kas me da me hace querer enroscarme y morir.
—Lo sabes. —No es una pregunta.
Pero soy rápida para responder:
—S-solo lo que estaba en los artículos. —Me tiembla completamente
la voz—. Qu-que Haley fue... que ella fue ase-asesinada, y... —Me detengo,
encontrando su mirada ardiente—. Que otra persona estaba allí con ella
esa noche, alguien que también estaba... herido.
Cierra los ojos, como si tuviese un dolor real. La angustia distorsiona
su bello rostro.
Me siento mal del estómago.
—Lo siento mucho —susurro, más lágrimas deslizándose por mi
rostro.
Hay un gran silencio. Solo se oyen mis patéticos gemidos y la
respiración laboriosa de Kas.
—¡Joder! —chilla, echando la cabeza hacia atrás.
El sonido es tan salvaje que me rasga el corazón como garras.
Ojos negros atormentados regresan en mi dirección.
Entonces, sin decir una palabra, lanza mi teléfono al suelo, a mis
pies, y se está moviendo... yéndose. Se marcha lejos de mí, sus largas
piernas rápidamente añadiendo la distancia.
El miedo me apodera. ¿Qué debo hacer?
Ve tras él.
Tomo mi teléfono del suelo, mi estúpido teléfono que causó este
problema en primer lugar, y corro por mi bolso. Dejo caer el teléfono
adentro, y luego empiezo a correr en dirección a Kas.
Solo necesito disculparme... explicar.
Las lágrimas se secan en mi rostro mientras corro. Finalmente lo
alcanzo en el estacionamiento, cerca de su auto.
—Kas, espera, por favor. —Jadeo, sin aliento.
Me ignora y sigue avanzando hacia su auto. Por lo tanto, aumento mi
velocidad, corriendo hacia él. Lo alcanzo justo cuando está abriendo la
puerta del auto. Curvo mi mano alrededor de su brazo, deteniéndolo.
Se vuelve hacia mí, con los ojos fijos en mi mano como si quisiera
romperla.
Rápidamente suelto mi mano.
—Por favor, déjame explicar —le suplico.
—No.
—Por favor, Kas.
SU dura mirada me atraviesa.
—Tienes que estar jodidamente lejos de mí.
La agonía se apodera de mi pecho.
Se sube al auto.
Afectada por el miedo, me muevo entre la puerta del conductor y el
auto para impedir que la cierre.
—Sal jodidamente del camino —ordena.
—No.
Sus ojos me queman.
—No me hagas moverte, Daisy.
Los nervios me hacen tragar fuerte.
—Por favor, Kas, solo escúchame, y entonces puedes irte.
Me mira. El odio en sus ojos hace que mi cuerpo empiece a temblar.
—No tengo que hacer una maldita cosa. Y no tienes nada que quiera
oír. ¡Ahora, aléjate de mi auto!
Haciendo caso omiso de su ira, lucho.
—¡Al menos me merezco la oportunidad de explicarme! ¡Cuando la
jodiste, dos veces, te di una oportunidad!
Me sujeta con una mirada muerta.
—Entonces, eras una tonta. —Una mirada fría se establece
rápidamente en sus ojos—. ¿O lo soy yo, por pensar que eras alguien que
claramente no eres?
Esas palabras golpearon como un cuchillo entre mis omoplatos.
Trago saliva. La garganta me arde, como si estuviera tragando ácido.
Paso una mano por las lágrimas que se deslizan por mi rostro.
—Y puedes parar con las lágrimas. No me afectan. Ahora, aléjate
inmediatamente de mi auto, o te moveré, y no será bonito —murmura
significativamente.
El miedo me sacude hasta el fondo. Nunca lo he oído sonar de esa
manera antes. Como si dijese en serio lo de hacerme daño.
Sabiendo que no hay nada que pueda hacer o decir para que me
escuche, doy un derrotado paso atrás.
Al segundo en que me muevo, cierra la puerta del auto, y entonces
está acelerando el motor y alejándose un segundo más tarde, sus
neumáticos derrapando contra la grava, dejándome en una nube de polvo.
Mientras veo salir su auto, un sollozo sube por mi garganta.
Cubriéndome la boca con la mano, lo retengo.
Me he equivocado tanto. Nunca me va a perdonar.
Miro a mi alrededor. Afortunadamente, el estacionamiento está vacío
de gente.
Tomando una respiración temblorosa, me seco el rostro con las
manos, luego saco mi teléfono del bolso y presiono el último número en mi
historial de llamadas, llamando a la única persona en la que he podido
confiar.
Con la mano temblando, me pongo el teléfono en la oreja.
—Hola —canta Cece en la línea—. ¿Cómo va la cita?
—Ce... puedes venir a recogerme? —Mi voz vacilante.
—Daisy, ¿qué pasa? —Su tono es instantáneamente protector.
—Yo, yo... la jodí, Ce. Realmente mucho. Y necesito que vengas a
buscarme.
—Bueno. Te tengo, Mayday. Solo dime dónde estás.
—Es-estoy en un lugar llamado Súper humanos. Está en un polígono
industrial en Brixton. Es-es el lugar de Kas.
—Lo encontraré.
—Por favor, sé rápida —ruego, las lágrimas llenando mi voz.
—Bueno. Solo quédate en el teléfono conmigo, Daisy. No cuelgues.
—Bueno.
La oigo moverse. Llaves tintineando. Una puerta cerrada. Un giro de
la cerradura. Entonces, oigo sus zapatos golpeando contra hormigón
mientras baja las escaleras de nuestro edificio.
—Siento ser una molestia, Ce.
—Cállate —reprende suavemente—. Nunca serás una molestia para
mí. Eres mi familia, Daisy.
—Tú eres mi familia, también —susurro, quitando una lágrima.
Oigo una puerta golpear. Entonces, un motor de automóvil cobra
vida.
—Te estoy poniendo en el altavoz —indica. La línea se queda en
silencio por un momento, y luego vuelve a la vida con un eco—. ¿Puedes
oírme? —cuestiona.
—Te escucho —confirmo.
—Bien. Ahora, dime, ¿necesito golpear a este hijo de puta?
Dejo escapar una triste risa mientras limpio otra lágrima.
—No —digo sombríamente—. No ha hecho nada malo. —Y es la
verdad, no lo ha hecho—. Esto fue todo por mí. Mi culpa por completo. —Y
lo es.
Lo he estropeado todo. Otra vez.


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:35

28


Es tarde. Cerca de la medianoche. Estoy en pijama, lista para dormir,
y estoy en el baño, cepillándome los dientes. Mis ojos están hinchados por
todo el llanto que he tenido, y me siento emocionalmente agotada.
Cece ya está en la cama. Se fue a la cama hace media hora. Pasó toda
la noche tratando de hacerme sentir mejor. No mucho me va a hacer sentir
mejor, aparte de Kas, y no es probable que eso vaya a suceder.
No he oído hablar de él.
Intenté llamarle una vez que llegué a casa después de que Cece me
recogiera, pero la llamada quedó sin respuesta. Cuando intenté llamar de
nuevo, fui a correo de voz, diciéndome que había apagado su teléfono.
Dejé un correo de voz, disculpándome nuevamente y pidiéndole que
me llamara. Bueno, podría haberle rogado que me llamara.
También envié un texto, por si acaso decidió ignorar el correo de voz.
Por supuesto, también puede ignorar el texto, pero al menos sabré cuando
lo haya leído.
No es que lo haya leído todavía. Podría haber comprobado una o dos
veces... o cien veces.
Escupí en el fregadero y enjuagué mi cepillo bajo el grifo. Acababa de
poner mi cepillo de dientes en el soporte cuando alguien empezó a golpear
en nuestra puerta.
Cece sale de su habitación, y al mismo tiempo, salgo del baño. Ella
está con los ojos muy abiertos. Creo que mi expresión refleja la suya.
—¿Quién diablos es eso? —pregunta.
—No tengo ni idea.
—¡Daisy! —grita una voz a través de la puerta principal.
Mi cuerpo se sacude sorprendido, y mi corazón comienza a martillar
en mi pecho.
—Es Kas —le susurro a Cece. Por qué estoy susurrando, no tengo ni
idea—. ¿Qué crees que quiera?
¿Y cómo diablos se metió en el edificio sin ser autorizado? Tanto para
la seguridad del edificio.
—Sugiero abrir la puerta y averiguarlo.
—Divertido. —Le doy una mirada no divertida.
Tal vez ha venido aquí para gritarme un poco más... o peor,
despedirme.
Vuelve a golpear la puerta.
—Daisy, ¡abre la puerta! —Sus palabras son arrastradas. Suena
borracho.
—Será mejor que respondas a la puerta antes de que despierte a todo
el edificio —dice Cece con una sonrisa en los ojos.
—Mierda —murmuro. Entonces, rápidamente voy a través de nuestro
apartamento a la puerta principal.
Alcanzándola, me estiro hacia arriba en mis puntas de los pies y miro
a través de la mirilla sólo para estar segura. Y, sí, Kas está al otro lado de
mi puerta.
Fortaleciéndome, desbloqueo la puerta y la abro.
Huelo el alcohol primero. Entonces, noto que todavía está en la ropa
que llevaba antes.
—Daisy —murmura. Suena como Duh-easy. Él entra por la puerta
abierta y prácticamente cae encima de mí.
—Jesús, Kas. —Toma todas mis fuerzas sostenerlo.
Sus manos se agarran a mi cintura mientras entierra la nariz en mi
cabello.
—Hueles tan jodidamente bien —murmura en mi cabello—. No te
merezco, pero hueles muy bien.
Está muy borracho. Estirando mi pierna, pateo la puerta principal
cerrándola.
Tomando sus manos en mi cintura, las retiro y retrocedo, todavía
sosteniendo sus manos porque me preocupa que pueda caerse. Le miro la
cara. Sus ojos están medio cerrados y vidriosos.
—Vamos a sentarte, y voy a hacer café.
—No quiero café. —Frunce el ceño—. Sólo te quiero a ti.
Él me quiere.
Mi corazón se estremece.
Está borracho, Daisy. Las personas borrachas a menudo dicen cosas
que no significan nada.
Se agacha de nuevo y lo agarro. Su cabeza cae a mi hombro, su frente
presionando mi piel desnuda. Siento que su cuerpo tiembla.
—Nunca quise que lo supieras. —Sus palabras son suaves pero
ahogadas.
Entonces, siento humedad en mi piel.
Lágrimas.
Jesús, mierda.
Me siento enferma.
—Lo siento mucho, Kas. Lo siento. —Las lágrimas empañan mis ojos.
Presiono mi mano en la parte posterior de su cabeza, sujetándolo hacia mí,
mientras envuelvo mi otro brazo alrededor de él.
Su cara se desliza en el hueco de mi cuello, sus respiraciones aún
calientes contra mi piel.
—Fue culpa mía —murmura—. Si hubiera sido más fuerte... luchar
más fuerte... todavía estaría viva.
Haley.
El dolor se aprieta en mi pecho y me tuerce el estómago.
Aprieto los ojos cerrados, luchando contra las lágrimas.
—Shh... —Lo calmo, pasando mi mano sobre su cabeza—. Va a estar
bien, Kas. Todo va a estar bien.
—Ya es demasiado tarde —dice, sus labios rozando mi piel.
—¿Demasiado tarde? —susurro.
—Para Haley... y para mí.
¿Qué digo?
Todavía estás aquí. Ella se ha ido. Pero todavía estás aquí, y me
preocupo por ti.
No puedo decir eso, así que, en su lugar, digo:
—No fue tu culpa, Kas.
Él toma una respiración temblorosa.
—No sabes nada.
—Así que dime. Puedes hablar conmigo.
Tirando de mi agarre, él levanta sus ojos a los míos. Todavía están
vidriosos con alcohol.
—No quieres saberlo.
—Si quieres contarme, quiero saberlo.
Se vuelve hacia mí, los ojos en la pared, y su cuerpo se balancea.
—No quieres involucrarte conmigo. No soy un buen hombre, Daisy.
Ya me lo ha dicho antes.
—Sí, lo eres —argumento.
—No, no lo soy. —Su voz suena tan segura. Vuelve la cabeza para
mirarme—. Soy un jodido monstruo, Daisy. No como esos bastardos, pero
un monstruo de todos modos. Las cosas que he hecho...
¿Las cosas que ha hecho?
Algo frío y duro se asienta en mi estómago.
—¿Qué has hecho? —Mi voz vacila.
Sostiene mi mirada por un momento más, y entonces mira lejos, de
nuevo a la pared.
—Nada. Olvida que dije cualquier cosa. Ni siquiera sé por qué he
venido aquí. —Se tambalea un paso, con la espalda golpeando la pared.
Trato de no dejar que sus palabras me hagan daño.
Lo intento... sin éxito. Pican como una perra.
Respirando a través del dolor, me concentro en él.
—Déjame ayudarte —digo suavemente, dando un paso más cerca.
Sus ojos se vuelven a los míos. Puedo ver fisuras de dolor en ellos, y
me abren de par en par.
—Nadie puede ayudarme —susurra, roto—. Estoy perdido hace
mucho tiempo.
Las lágrimas comienzan a nadar en sus ojos oscuros, y casi empiezo a
llorar.
—Mierda —murmura enojado. Luego, inclina su cabeza contra la
pared, golpeándola con un ruido sordo. Cierra los ojos y empieza a respirar
profundamente.
Veo movimiento desde la esquina de mi ojo y me vuelvo a ver a Cece
de pie en la puerta de su habitación.
—¿Todo bien? —pregunta, preocupada.
—Está borracho —respondo.
—No estoy borracho. Estoy feliz —murmura Kas.
Mis ojos destellan hacia él. Los suyos siguen cerrados.
Recuerdo haberle dicho esas mismas palabras cuando estaba
borracha.
—¿Quieres que haga café? —pregunta Cece.
Sacudo la cabeza.
—Lo pondré en la cama. Que se duerma.
—No quiero irme a la cama —masculla Kas.
—Te vas a la cama —le digo.
—¿Necesitas una mano? —pregunta Cece.
—Creo que lo tengo. Puede caminar. —Empujo su barbilla con mi
mano—. ¿Cierto?
Ojos soñolientos se entreabren.
—¿Huh?
—¿Puedes caminar?
—Por supuesto que puedo —masculla, borracho soñoliento.
Me acerco y bloqueo la puerta. Entonces, pongo mi brazo alrededor de
su cintura. Agarrándolo, lo muevo de la pared. Él empieza a caminar
conmigo, pero está apoyando mucho su peso en mí.
Dios, pesa mucho.
Me considero bastante fuerte para mi tamaño, pero estoy colapsando
bajo su peso.
Sigo moviéndome, tratando de que tome el ritmo antes de caer.
Pasamos por el frente de Cece.
—Nos vemos por la mañana —le digo—. Y lo siento por... ya sabes. —
Inclino mi cabeza en la dirección de Kas.
—No te preocupes por eso. Y vino a verte, así que no todo está perdido
—susurra esa última parte.
Mis ojos destellan en Kas, cuyos ojos están firmemente cerrados, pero
estoy segura de que la oyó.
Le doy a Cece una mirada molesta.
Ella sólo me sonríe y luego desaparece de nuevo en su habitación.
Suspirando, maniobro a Kas en mi dormitorio y luego en mi cama,
que golpea con un ruido sordo y casi me lleva abajo con él.
Caminando, me acerco y enciendo la lámpara de cabecera. La luz
ilumina su bello rostro.
Está tendido en mi cama, con los ojos cerrados, respirando
profundamente, con una pierna colgando del borde.
De todas las formas en que me imaginaba a Kas estando en mi cama,
ésta no era una de ellas. Borracho y desmayado.
Va a tener un infierno de resaca por la mañana.
Desamarro sus tenis y se lo quito. Entonces, miro fijamente su
sudadera y camiseta.
¿Debo desnudarlo?
Tal vez no el pantalón, pero voy quitarle su camiseta, para que no se
sienta demasiado caliente.
Me inclino y agarro el dobladillo de su camiseta para levantarla.
Su mano sale de repente y me toma la muñeca, deteniéndome.
—No lo hagas. —Su voz baja es una advertencia.
Me trago la sorpresa, sintiéndome como si estuviera atrapada
haciendo algo mal.
—Sólo intentaba hacerte sentir cómodo.
—No... quiero... que me veas —murmura. Luego, su apretado agarre
de mi muñeca se afloja, y se da la vuelta.
¿No quiere que lo vea? ¿Qué diablos se supone que significa eso?
Me retiro hacia atrás, frotándome la muñeca. Al salir de la habitación,
voy a la cocina y tomo un vaso de agua y una aspirina para la mañana.
Regreso a mi dormitorio, y él se ve profundamente dormido, su
respiración profunda y uniforme. Pongo el agua y las píldoras en la mesita
de noche, y luego tiro el edredón sobre él, cubriéndolo.
Mirándolo fijamente, la emoción me aprieta el pecho.
Me acerco y le quito el cabello de la cara.
—Duerme bien —susurro. Entonces, me inclino y presiono mis labios
en su frente.
—Me haces sentir de nuevo, Daisy —murmura, sorprendiéndome.
Retrocedo y le miro la cara. Sus ojos todavía están cerrados.
Luego, deja escapar un poco de aire.
—Me has hecho sentir... y odio eso.
La tristeza me envuelve con sus palabras.
Me muevo hacia atrás y lo observo por un largo momento.
Finalmente, apago la lámpara. Con pasos tranquilos, me muevo a
través de mi habitación y cierro la puerta, dejándolo solo.
Me has hecho sentir.
Sus palabras me persiguen todo el camino de vuelta a la sala de
estar.
Tomo la manta de la parte trasera del sillón y apago la luz.
Podría dormir en la habitación no utilizada de Jesse, pero no creo que
pueda dormir mucho esta noche. Así que, me acuesto en el sofá, me cubro
con la manta, y miro hacia el techo oscuro.


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:38

[size=24]INDICE[/size]

DIA 15 : Ante-prologo; Prologo; Capitulo 1.

DIA 16 : Capitulos 2; 3; 4.

DIA 17 : Capitulos 5; 6; 7.

DIA 18 : Capitulos 8; 9; 10.

DIA 19 : Capitulos 11; 12; 13.

DIA 20 : Capitulos 14; 15; 16.

DIA 21 : Descanso y Comentarios

DIA 22 : Capitulos 17; 18; 19.

DIA 23 : Capitulos 20; 21; 22.

DIA 24 : Capitulos 23; 24; 25.


DIA 25 : Capitulos 26; 27; 28.

DIA 26 : Capitulos 29; 30; 31.

DIA 27 : Capitulos 32; 33; 34.

DIA 28 : Descanso y Comentarios

DIA 29 : Capitulos 35; 36; 37.

DIA 30 : Capitulos 38; 39; 40.

DIA 31 : EPILOGO


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:41

29


Abro los ojos. La habitación está en el punto donde la luz está
filtrándose en la oscuridad, dando un resplandor misterioso.
Y no estoy sola.
Me siento.
Kas está en el sillón. Está inclinado hacia adelante, sus antebrazos
apoyados en sus muslos, sus manos juntas, observándome. Veo que sus
zapatos están en sus pies, como si no fuera a quedarse.
Mi corazón se retuerce.
—¿Cómo te... sientes? —pregunto tentativamente. Tengo la garganta
seca, la voz ronca por el sueño o la falta de ello.
Cuando nuestras miradas se encuentran, veo una pesada mezcla de
dolor y arrepentimiento en la suya. Esos sentimientos se apoderan de mi
corazón, como un tornillo.
Exhala con cansancio y aparta la mirada de mí.
—Haley era mi novia —dice con una voz tranquila—. Estuvimos
juntos por dos años, desde que teníamos quince años. Ella era mi amor de
mi infancia, por así decirlo. Era bonita y dulce, inteligente y amable. Era
simplemente buena, Daisy. Y la amé por todas esas razones.
»Fuimos a la misma secundaria. Acabábamos de terminar nuestro
rendimiento avanzado, e íbamos a ir a la universidad. Ambos habíamos
conseguido lugares en Birmingham. Lo teníamos planeado. Íbamos a ir a
la universidad, graduarnos, conseguir un trabajo y mudarnos juntos. Se
suponía que era el comienzo de nuestras vidas. Resultó ser el final...
bueno, el final de ella.
Deslizo mis piernas lentamente del sofá y coloco mis pies en el suelo,
así estoy sentada en posición vertical. Kas ni siquiera parece notar que me
moví. En este momento, está en otro lugar, y no aquí conmigo.
Está en algún lugar malo e inquietante.
—Fue un sábado por la noche. Nuestra escuela organizaba un baile
de graduación en el Marriott Hotel en el centro de Londres. Haley estaba
tan emocionada de ir. Había pasado todo el día preparándose. Había ido al
salón de belleza a hacerse las uñas, el peinado y maquillaje.
Su mirada va por la habitación, como si estuviera viendo otra cosa,
otra persona en otro momento y lugar. Una expresión suaviza su mirada.
—Ella se veía hermosa.
Una sonrisa triste curva sus labios y rápidamente desaparece.
—En el baile, Haley no estaba bebiendo nada, pero yo tenía un poco
de whisky con mis amigos en el baño. Uno de ellos había metido una
botella, pero no estaba borracho. El baile estaba terminando. Contratamos
una limusina para llevarnos a casa, pero fue una noche realmente genial,
y no estaba listo para que terminara. Así que, le sugerí a Haley dar un
paseo. Pensé que sería romántico, como en las películas. —Ríe
tristemente—. Así que, le dije al conductor de la limusina que esperara.
Comenzamos a caminar por el exterior de Hyde Park. Sugerí que
entráramos. Haley no estaba segura, pero le aseguré que estaríamos bien.
—Da una carcajada sin vida—. Habíamos estado caminando en el parque
por sólo unos cinco minutos cuando oí pasos detrás de nosotros. Ni
siquiera sabía que había alguien más en el parque. No habíamos visto ni
un alma en el tiempo que estuvimos allí. No pensé que algo estuviera
mal... hasta que los pasos se acercaron y pusieron más pesados.
»Cuando miré hacia atrás, vi a dos chicos, mayores que nosotros, de
veintitantos años, y yo solo lo sabía. Le susurré a Haley que caminara más
rápido y que luego corriera cuando llegáramos a la esquina. Me dijo que
tenía miedo. Y le dije que no lo tuviera, que no dejaría que nada le pasara.
Su mirada va hacia la mía, y el dolor en ella es palpable. Mirando
hacia otro lado, comienza a retorcerse las manos.
—Cuando llegamos a esa esquina, listos para correr, fuimos
directamente a otro tipo... y tenía un cuchillo en la mano. No se necesitaba
ser un genio para darse cuenta de que nos habían acorralado. —Suspira—
. Sólo pensé que iban a robarnos. Tomar nuestras cosas y marcharse. Pero
eso no era lo que querían.
»Nos obligaron a salir del camino principal, profundamente en el
follaje. Traté de luchar. Siempre había sido alto para mi edad, pero no
estaba tan en forma como ahora. No era tan fuerte. Y eran mayores, más
fuertes y armados. Los tres llevaban cuchillos. No tenía ninguna
posibilidad contra ellos. Se turnaron para darme una patada. Recuerdo
haber oído a Haley gritar, rogándoles que se detuvieran, y entonces, sus
gritos se apagaron hasta que fueron sólo gemidos suaves.
Sus cejas se juntan de dolor, y más que nada, quiero ir a él,
consolarlo. Pero insegura si quiere que lo haga, me quedo en mi asiento,
sintiéndome indefensa.
—Estaba en el suelo, golpeado muy mal. Mi nariz se había roto, y
tenía un corte en la ceja y sangraba por mi ojo. Podía oírlos reírse de ello...
de mí. Estaban hablando, pero no pude entender lo que se decían.
Entonces, me rodaron sobre mi espalda. Dos de ellos me sostuvieron. Uno
con un cuchillo en la garganta, y el otro bastardo se sentó sobre mí, a
horcajadas, mientras él pasaba el cuchillo por encima de mi estómago. —
Pasa una mano sobre su rostro, borrando toda emoción.
Me siento enferma al pensar en lo que está por venir.
—El tipo con el cuchillo en mi garganta se inclinó y se rió en mi cara.
Aún puedo recordar exactamente cómo olía... respiración podrida que
apestaba a alcohol barato y humo de cigarrillo. —Inhala—. Él se rió y dijo:
“Ahora, tendrás que observar mientras nos turnamos para follar a tu
bonita novia”. Luego, me agarró la cara. —Kas pone sus manos en su
rostro, sosteniendo sus mejillas, en lo que parece ser un movimiento
subconsciente—. Y la giró a un lado. Haley estaba...
Se detiene, tragando su dolor.
El dolor que siento por él es indescriptible. Nunca sufrí por alguien
como en este momento por él.
Exhala una respiración dura.
—Haley estaba en el suelo a pocos metros de mí. Habían atado algo
sobre su boca, así no podía gritar. Y el otro tipo... estaba sobre ella...
violándola.
Oh, Dios, no. Mis ojos se cierran brevemente en angustia.
—Él la estaba violando, y yo no podía hacer una maldita cosa para
ayudarla. Ella me miraba con miedo y suplica en sus ojos, y yo... no podía
mirar. —Sus palabras se atascaron en su garganta. Presiona su puño a su
boca antes de bajarla—. Cerré los ojos, Daisy. La dejé allí sola. Cerré mis
malditos ojos, como el cobarde que era, porque no podía soportar verlos
herirla.
»Un segundo después, sentí un dolor caliente en mi estómago. El tipo
que estaba sentado sobre mí me había apuñalado en el estómago por
cerrar los ojos. Hablaban en serio cuando dijeron que querían que mirara.
Era un jodido juego para ellos. Éramos un juego para ellos. El bastardo me
dijo que si volvía a cerrar los ojos me mataría. Y lo decía en serio. —Sus
ojos húmedos van hacia al suelo—. Así que, vi mientras ellos se turnaban
para violarla. Observé mientras la herían, una y otra vez. —Traga con
fuerza—. El líder de la pandilla se arrodilló encima de mí, manteniéndome
abajo. Sabía que él estaba a cargo, ya que había estado dando órdenes... y
fue el primero de esos bastardos en violar a Haley. Les había dejado claro
que iba primero.
»Todos eran enfermos de mierda, pero él era una clase especial, iba
por su cuenta. Realmente disfrutaba eso. Se burló de mí, diciéndome lo
bueno que fue follarla. Él... —Interrumpe sus propias palabras, su
respiración más pesada, más enojada—. Incluso me dio las gracias por
compartirla con él y sus chicos. —El sonido de incredulidad que tiñe su
voz está lleno de agonía.
La bilis sube por mi garganta al pensar en lo que él y Haley pasaron
esa noche.
Envuelvo mis brazos alrededor de mi estómago, tratando de
controlarme.
—Entonces, me dijo que, aunque había sido bueno con él al dejarlo
tener a mi chica, no podía dejarme vivir. Llevó su cuchillo a mi pecho y
apuñaló continuamente. Sonrió todo el maldito momento.
»Debo haberme desmayado por el dolor, porque cuando finalmente
desperté, ya no estaban. Tal vez habían pensado que estaba muerto, o tal
vez simplemente no les importaba comprobarlo. Pero Haley... estaba
muerta. La habían apuñalado varias veces en el pecho cuando yo estuve
inconsciente y, luego descubrí que la habían estrangulado hasta la
muerte. Ella murió sola y con dolor.
Permanece en silencio durante un largo rato antes de volver a hablar:
—No mucho después que desperté, fuimos encontrados por un
transeúnte que salía tarde para pasear a su perro. De alguna forma,
sobreviví. Algunos días, desearía no haberlo hecho.
Su mirada va hacia mí. Su expresión es ilegible.
—Así que ya lo sabes todo.
Se pone de pie abruptamente.
Me levanto temblorosamente.
—Kas...
—No. —Levanta una mano, deteniéndome de continuar, aunque no
tengo idea qué decir—. No necesitas decir nada, Daisy. No lo dije por ser
un bastardo o lastimarte o que sientas lástima por mí. Querías saber, y
ahora, lo sabes. Ya sabes lo peor de mí.
Luego, sale de mi salón y de mi apartamento.
Y lo dejo ir.


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:46

30



No fui a trabajar hoy. Después de lo que Kas me dijo antes de dejarme
en la forma en que lo hizo, no estaba segura de que me quisiera ahí. Pensé
que él necesitaría tiempo para sí mismo. Haría las horas este fin de
semana. Sólo quería darle espacio lejos de mí, y honestamente, necesitaba
tiempo para procesar.
Las palabras de Kas habían estado atormentándome todo el día,
conjurando las imágenes de lo podría haber pasado esa noche. Con lo que
todavía vive cada noche.
“De alguna forma, sobreviví. Algunos días, desearía no haberlo hecho”.
Esas palabras se habían quedado conmigo y me afectaban más que
nada.
Quería que fuera feliz. Quería ser quien lo hiciera feliz.
Es tan tranquilamente fuerte con todo lo que le sucedió. Me llama
fuerte, pero él es quien lo es. Es tan valiente.
Saber todo esto me ha hecho darme cuenta lo que de verdad significa
para mí. Eso ha puesto todo en perspectiva.
Sabía que me preocupaba por Kas. Simplemente no me di cuenta qué
tanto.
Estoy enamorándome de él.
Escucharlo esta mañana, saber qué le había sucedido... estaba
lastimada por él. Sentí cada dolor que él sintió. Y quise matar a esos
bastardos con las manos limpias por lo que le habían hecho a él... a ella.
Las profundidades de cómo me destruyó no sólo era por la empatía
por otro ser humano. Es porque estoy enamorándome de este hermoso,
roto y complejo hombre.
Es por eso que me encuentro tomando el tren a Westcott de las seis
de la noche.
Sólo necesito verlo. Hablar con él.
Saliendo del tren en mi parada, camino los veinte minutos a la finca
Matis.
Y entonces estoy de pie fuera de las puertas antes de saberlo.
Ingreso el código en el tablero, y tan pronto como las puertas se
abren, me deslizo entre estas y camino por la gran entrada hacia la casa.
Cuando llego a la casa, veo el auto de Kas estacionado enfrente, así
que sé con certeza que está en casa. No sé qué estaba planeando hacer si
no estaba. Probablemente esperar aquí hasta que apareciera.
Camino a la puerta principal y golpeo. Luego, espero.
No ha pasado mucho tiempo antes de escuchar pasos acercándose, y
la puerta se abre.
—Daisy. —No parece en absoluto sorprendido de verme.
Hasta donde sé, no tienen cámaras en la finca Matis, así que no
podría saber que venía.
Qué raro.
—Hola. —Sonrío tentativamente.
Está vestido con un pantalón ancho negro y una camiseta negra. Sus
pies están descalzos.
Se ve hermoso. Cansado, pero hermoso.
Mi hermoso y roto hombre.
Se para a un lado para dejarme entrar y cierra la puerta una vez estoy
dentro.
—¿Puedo conseguirte algo de tomar? —pregunta suavemente.
—Café sería genial.
Kas va hacia la cocina. Me quito los zapatos y cuelgo el abrigo antes
de ir tras él.
Cuando llego allí, está preparando los cafés. Apoyo mi cadera contra
la isla central, mirándolo moverse alrededor de la cocina.
Camina hacia mí con una taza en cada mano y me entrega una.
—Gracias. —Sonrío.
—¿Quieres sentarte en el salón? —pregunta.
—Seguro.
Lo sigo hacia el salón en silencio.
Hay está clara incomodidad entre ambos, por obvias razones. Sólo
espero que pueda despejarlas y ponernos de nuevo en el buen camino. Con
suerte, juntos.
Kas se sienta en el sofá doble a un costado del cuarto. Se coloca en el
centro del sofá.
Siento la impresión de que no quiere que me siente a su lado. Así que,
tomo asiento en el sofá opuesto a él.
Se inclina hacia adelante. Con los codos en las rodillas, la taza
acunada en ambas manos, me mira.
Me inclino hacia adelante, dejo mi taza en la mesa de centro que está
entre ambos.
—Lamento haberme aparecido —empiezo—. Pero quería hablar
contigo, y no quería hacerlo por teléfono.
—Está bien. —Estira la mano y deja su taza en la mesa sin tomar un
trago—. Mira, Daisy, sé que viniste aquí para hablar, pero hay algo que
quiero sacarme de mi pecho primero.
—Bien... —digo con duda, mordiéndome el labio.
—Bueno, esta mañana, no pude decirlo, pero lamento mucho
haberme aparecido en tu casa borracho anoche.
—Kas, está bien. —Ofrezco una sonrisa—. Era mi turno cuidarte
borracho de todos modos. —Estoy intentando aligerar el ambiente,
refiriéndome a mi estado de ebriedad cuando él cuidó de mí, pero
claramente no funciona, mientras su expresión permanece estoica.
Aparta sus ojos de mi cara y mira sus manos, las cuales están
agarradas con fuerza entre sí.
—También quiero decir que lo siento por dejarte en Súper humanos.
Estuvo mal de mi parte simplemente abandonarte como lo hice.
—Difícilmente me abandonaste. Y estabas molesto. Era entendible.
—Eso podría ser, pero eso no me pone bien.
—Kas, está bien. Honestamente, estaba bien.
Sus ojos vuelven a los míos.
—Pero pudiste no haberlo estado, y eso lo sé mejor que nadie. Te dejé
sola y llorando en una zona industrial. Simplemente me fui y te dejé.
Cualquier cosa podría haberte sucedido.
—Pero no pasó —dije suavemente—. Estoy bien. Estaba en tu edificio.
Nada iba a sucederme.
Asiente, pero puedo ver que no va a perdonarse por eso. Y entiendo
por qué piensa de la forma en que lo hace. Después de lo que le sucedió,
no creo que yo sería capaz de dejar la casa, mucho menos permitiendo que
las personas que me importar se muden al otro del mundo.
—¿Cómo llegaste a casa? —pregunta en voz baja.
—Cece vino y me recogió.
—Dios. —Se ríe con un sonido sin humor—. Apuesto a que cree que
soy un verdadero ganador. Dejándote sola en nuestra cita y luego
apareciéndome borracho en tu apartamento.
Frunzo el ceño por sus malas palabras para sí mismo.
—Cece no piensa mal de ti, Kas.
Ojos negros se mueven hacia mí. Veo el pánico en estos.
—¿Sabe qué me sucedió?
—No. —Sacudo vehementemente la cabeza—. Puede que sea una
fisgona, pero nunca le diría a nadie más lo que me dijiste. Es tu historia
para contar... no la mía. Lo único que Cece sabe es que crucé una línea, y
te molesté.
Asiente en aceptación por lo que dije.
—Kas, puedo preguntar... ¿o debería asumir que nadie más aquí
sabe?
Sacude su cabeza.
—Después de que esto sucedió y fui liberado del hospital y regresé a
casa, fue... difícil para mí. Mis padres tomaron la decisión de mudarnos de
Londres y comenzar de cero. Mi papá tenía un buen trabajo; le pagaba
bien. Él y mi mamá nunca fueron derrochadores, así que tenían muchos
ahorros. Vendieron la casa en Londres, y eso les dejó una sustancial
cantidad de dinero. Así que, compraron este lugar. Querían que estuvieran
en alguna parte en que me sentiría a salvo... o donde no tuviera que
preocuparme por mi seguridad.
—Tus padres parecen geniales. —Sonrío con suavidad.
—Sí, ellos lo son. Lo que sucedió también los afectó. Mi mamá ya no
volvió a Londres... —Se calla—. Es sólo recientemente que han empezado a
ir a Grecia por periodos extendidos de tiempo sin mí. Incluso aunque
ambos me llaman diario para ver cómo estoy. —Sacudiendo su cabeza, se
ríe ligeramente.
—Me alegra que los tengas —le digo.
Me mira, y por un momento, me pierdo en su mirada.
—Entonces, mmmm... vine aquí a hablar... bueno, a decirte unas
cosas. —Me muevo al borde del sofá, curvando mis dedos en el cojín—.
Primero, sólo para sacarlo del medio, no vino a trabajar hoy, ya que pensé
que necesitarías algo de tiempo y espacio. Y, honestamente, necesitaba
procesar todo.
—No me importa el trabajo, Daisy.
—Bueno, a mí sí. Y quiero que sepas, que compensaré el tiempo el fin
de semana.
Sabiendo lo que tenía que decir después, me boca de repente se secó,
así que tomé el café y bebí un sorbo.
Todavía está mirándome cuando bajo la taza.
Mi corazón empieza a latir a un rápido ritmo en mi pecho.
Sosteniendo mis manos en mí regazo.
—Pero dejando el trabajo a un lado, es por eso que vine a verte. Sólo
quería decirte que... bueno, no, no decirte. —Estoy balbuceando. Deja de
balbucear, Daisy—. Quiero que sepas lo significas para mí. Y yo, mmm...
bueno.
Estoy girando mis manos en mi regazo. Lamo mis labios secos y tomo
una profunda inhalación.
—Yo... me preocupo por ti. —Estoy enamorándome de ti—. Y quiero
que lo sepas. —Y, claramente, estoy demasiado acobardada para decirte
que estoy enamorándome de ti—. Y sé que rompí tu confianza, husmeando
en tu vida como lo hice, y estoy más que apenada por eso. Y simplemente
quería que supieras lo mucho que significas para mí... y que quiero estar
contigo... más que nada.
No está hablando. Sólo está mirándome, sin expresión.
Y mi corazón se hunde.
—Bien... bueno, supongo que debería irme. —Me pongo de pie
rápidamente y comienzo a caminar rápidamente hacia la puerta.
—Espera.
La estúpida esperanza hace que mi corazón se detenga.
Me volteo hacia él. Está de pie ahora.
—No quiero que te vayas —susurra.
—¿No quieres?
—No.
Mi cuerpo tiembla mientras lo veo lentamente caminar hacia mí.
Mi corazón está haciendo un esfuerzo por subirse por mi garganta.
Nerviosamente trago.
Kas se detiene frente a mí y acuna mi rostro en sus manos.
Su aroma me rodea. Su aliento sopla suavemente en mi cara.
—Daisy... no he sentido nada en mucho tiempo. Estaba muerto por
dentro. Supongo, que, a un gran grado, todavía lo estoy. Pero al momento
en que entraste en mi vida, fue como si... tomara aire por primera vez en
siete años. —Presiona su frente contra la mía, cerrando sus ojos—. No
quería sentir nada por ti, así que luché contra mis sentimientos y te
aparté, pero el alejarte y pelear no cambia el hecho de que te quería más
de lo que he querido a nada ni nadie. —Mirándome, inhala suavemente—.
Yo... me preocupo por ti también. Y no quiero perderte.
—Estoy aquí, y no voy a ir a ninguna parte.
Presiono mis manos en su pecho, y él inhala profundamente. Casi
como si mi toque lo quemara. Y sé cómo se siente porque todo mi cuerpo
arde por él.
—Es egoísta, y sé que no te merezco... pero te quiero demasiado.
—Kas... —susurro, cerrando mis ojos—. También te quiero.
Demasiado.
Toma una respiración superficial. Siento su rostro apartarse del mío.
Parpadeo abriendo mis ojos y lo miro. La mirada en sus ojos me hace
detenerme. Mi pulso empieza a tamborilear.
—Hay algo que debes saber.
—Bien... —digo, mi voz traicionando mis nervios.
—Daisy, después de lo que sucedió anoche... no fui capaz de... —Sus
ojos se apartaron de los míos. Mirando más allá de mí, toma aire
profundamente—. No he estado con una mujer en casi siete años.
Oh. Vaya.
—Haley fue la última persona que yo... —Dejó que sus palabras se
callaran—. Después de esa noche, lo que le hicieron a Haley... lo que vi...
me atormentó. Estuve jodido por mucho tiempo. Y tenía problemas... con
las cicatrices en mi cuerpo. Todavía lo hago. Pero, mientras los años
sucedían y con la ayuda de terapia... bueno, por un par de años ahora, no
es que no quiera sexo. Es más que quería que fuera con alguien que me
importara, y nadie me ha importado... hasta ti.
Yo importo.
Mi corazón se llena de alegría.
Moviendo una mano de su pecho, la presiono contra su mejilla. Miro
sus ojos.
—No tenemos que tener sexo, Kas. Podemos tomarnos esto tan
despacio como necesites. Mientras estemos juntos, eso es todo lo que me
importa.
Sus ojos negros me perforan.
—Pero eso es todo. No quiero esperar más. Ya he esperado mucho
jodido tiempo por ti, Daisy. Te quiero ahora... esta noche. —Me acerca
más, rozando sus labios sobre los míos—. Pasa la noche conmigo.


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Mensaje por mariateresa Vie 26 Ene - 15:50

31




—Sí.
Es una palabra simple, pero decirla significa que todo está a punto de
cambiar entre Kas y yo.
Y es lo que quiero. Más que nada.
Pero el sexo siempre ha sido algo grande para mí. Nunca he sido del
tipo de acostarse con cualquiera y no he dormido con mucha gente. Dos,
para ser exactos.
Y, obviamente, el sexo es una gran cosa para Kas, lo que hace que sea
algo más importante para mí.
Él no ha tenido sexo en siete años, y la última persona con la que
durmió fue Haley. Yo estoy cerca de dos años sin sexo.
Cristo, es como si ambos fuéramos vírgenes.
Entonces, sin presiones.
Los nervios retuercen mi estómago. Pero son rápidamente borrados
cuando Kas sonríe contra mis labios antes de besarme más fuerte, su
lengua deslizándose sobre mis labios, buscando entrada. Separo mis
labios, dejándolo entrar, y su lengua pasa sobre la mía, haciéndome
temblar.
Sus manos grandes van a mi trasero. Acariciándolo, me levanta, como
si no pesara nada. Me gusta la forma en que me hace sentir. Envuelvo mis
piernas alrededor de su cintura y mis brazos alrededor de su cuello.
Él deja un sendero de besos sobre mi mejilla.
—Te quiero en mi cama —susurra en mi oído.
—Sí.
Luego, nos estamos moviendo. Me lleva desde el salón a su habitación
escaleras arriba.
Está oscuro cuando entramos en su dormitorio. Me pone suavemente
en pie en el medio de su habitación, se acerca y enciende la lámpara en su
mesita de noche. Un suave resplandor ilumina la habitación.
Sus ojos no abandonan los míos mientras camina hacia mí.
Mi cuerpo comienza a temblar de nerviosismo y necesidad.
Me alcanza, toma mi cara en sus manos y me mira fijamente.
—Nunca he querido a nadie de la manera que te quiero, Daisy.
Un estremecimiento involuntario me atraviesa. Sé que lo percibe
porque su boca se levanta en la esquina.
Pasa su pulgar sobre mis labios, sus ojos siguiendo el movimiento.
Luego, pone su boca donde estaba su pulgar y me besa.
Es profundo, húmedo y sucio y es el beso más caliente que he tenido
en mi vida.
Mis manos se envuelven en su cabello mientras sus manos recorren
mi cuerpo, como si no supiera qué parte de mí tocar primero.
Su evidente necesidad de mí me hace sentir sexy y segura.
Rompiendo nuestro beso, retrocedo lejos él.
Los ojos lujuriosos y turbios me miran fijamente.
Levantando el dobladillo de mi blusa, lo paso por encima mi cabeza,
quedándome en el sujetador blanco. No es muy sexy, pero no esperaba
tener sexo esta noche.
El calor resplandece en sus oscuros ojos. Queda claro que le agrada la
vista. Pero no hace ningún movimiento para tocarme.
Aunque está excitado. Su erección es visible detrás del fino material
de su pantalón.
Eso refuerza mi confianza para seguir adelante.
Regresando mis ojos a su cara, arrastro los dientes por mi labio.
Luego, desabrocho mi pantalón y bajo la cremallera. El sonido es fuerte en
nuestro silencio. Engancho mis pulgares en la pretina y los empujo hacia
abajo sobre mis caderas hasta que llegan al suelo.
Y entonces estoy de pie ante él con mi sujetador y mi ropa interior.
Mi cuerpo está vibrando de excitación y nervios.
Por el ejercicio que hago, sé que estoy físicamente en buena forma,
pero eso no me impide sentir temor por lo que Kas piensa de mí... sobre mi
cuerpo.
Pateo mis vaqueros a un lado y miro hacia abajo.
Oh Dios mío.
Estoy usando mi ropa interior de Minnie Mouse. Literalmente, tengo a
Minnie cubriendo mi mini.
Pensé que era gracioso cuando las compré. No me siento tan gracioso
ahora.
—Oh Dios —gemí—. Ignora la ropa interior. No es nada sexy.
—¿Tienes puesta la ropa interior? —Se acerca—. No me di cuenta.
Todo lo que puedo ver es a ti.
—Que delicado. —Inclino la cabeza hacia atrás.
—Sí, pero dije en serio las malditas palabras. Eres todo lo que veo.
Él me jala a sus brazos, y sus labios bajan sobre los míos.
Me derrito en su beso. Envolviendo mis brazos alrededor de él, doblo
mis dedos en la tela de su camiseta, ahora muy consciente del hecho de
que estoy casi desnuda y él está completamente vestido.
Sé que dijo que tiene problemas con las cicatrices en su cuerpo y su
comportamiento anterior cuando traté de tocar su cuerpo o quitar su
camiseta tiene mucho más sentido ahora.
No quiero presionarlo sobre ello, pero también quiero su piel sobre la
mía, y él como que tiene que estar desnudo para que podamos realmente
tener sexo.
Así que, decido que el mejor curso de acción no es tratar de quitarle la
ropa, sino pedir.
—Quiero verte —digo junto a sus labios.
Se congela, así que muevo un poco la cabeza hacia atrás, mirándolo a
los ojos. Puedo ver una pizca de pánico en los suyos.
—Quiero sentir tu piel contra la mía, Kas. Quiero sentirte.
Él sostiene mi mirada, y luego parece tomar una decisión. Se aleja de
mí.
Veo que su garganta trabajar nerviosamente y me siento mal por él.
—Sólo pantalón, ¿si eso es más fácil? Puedes dejarte la camiseta.
—No. —El tono feroz en su voz me sorprende.
Entonces, miro mientras él estira su mano hacia atrás y saca la
camiseta por la cabeza.
Se detiene, sujetándola contra su pecho, con los brazos aún a través
de las mangas.
Puedo ver que está visiblemente temblando, así que lo miro a los ojos.
—No tienes que hacer esto, si no estás listo —susurro.
Sus infinitas piscinas de oscuridad me miran fijamente. Veo
determinación en ellos. Luego, él está jalando el resto de su camiseta y la
deja caer al piso.
Mis ojos se mueven sobre él.
—Eres hermoso, Kas.
Y lo es.
Sí, hay cicatrices extensas en su cuerpo. Los restos de esa noche.
Pero no veo las cicatrices. Sólo veo al hombre que amo. La hermosa piel de
oro que cubre su cuerpo, las ondas de los músculos que conducen a su
muy lamible V en el sendero feliz que desaparece en su pantalón.
Se ejercita y se nota en su cuerpo. En sus hombros y brazos... Dios
mío, no me hagas empezar. Pero te diré esto... mi lengua planea pasar
mucho tiempo conociendo esas venas que corren a través de sus fuertes
antebrazos.
Levanto mis ojos hacia los suyos, y la emoción en ellos casi me mata.
—¿Puedo tocarte? —pregunto suavemente.
Miro su manzana de Adán que se mueve de arriba abajo mientras
traga con brusquedad. Asiente ligeramente.
Doy un paso adelante, levantando la mano. Presiono las puntas de los
dedos en su pecho.
Inhala un suspiro.
Su piel es caliente al tacto. Recorro con las yemas de mis dedos su
pecho, las cicatrices y la piel sin marcas, trazando sus abdominales bien
definidos.
—Hermoso —susurro. Lo miro a los ojos.
Algo se rompe y luego ruge a la vida en su mirada.
Agarra mi cabeza entre sus manos y golpea su boca contra la mía,
besándome; no, devorándome, y de buena gana le dejo que me tome.
Porque soy suya.
Y él es mío.
Deslizo las manos hacia arriba por los brazos y por los hombros. Lo
sostengo, mis uñas excavando en su piel, necesitando más de él... todo de
él.
Su erección se presiona contra mi estómago y es una provocación.
Quiero verlo... sentirlo.
Bajando una mano entre nosotros, tiro de la cintura de su pantalón.
—El pantalón, también. —Respiro contra sus labios.
Una pequeña risita escapa de sus labios, y el sonido me emociona.
—Mandona —murmura.
—Acostúmbrate. —Sonrío.
Sus manos dejan mi cabeza y se quita el pantalón.
Es en este momento que descubro que Kas no usa boxers.
—Oh... vaya —susurro, tragando nerviosamente.
He conocido tamaño promedio. Pero nunca grande.
Kas es grande.
Su mirada caliente se encuentra con la mía. Veo la chispa de una
sonrisa en sus ojos.
Luego, mira hacia abajo a su polla de tamaño impresionante.
—¿Es aceptable para ti?
Casi me trago la lengua por sus palabras descaradas.
—Ajá —chillo.
Su boca sonríe, y se ríe entre dientes. Pero, muy rápidamente, esa
risa desaparece cuando me quito el sostén.
—¿Aceptable? —Inclino la barbilla a mi escote, jugando su propio
juego.
Veo su garganta trabajando al tragar.
—Sí, podrías decir eso. —Sus palabras salen sin aliento, su voz llena
de seriedad.
Me hace reír.
Esa risa desaparece rápidamente cuando Kas se mueve tan rápido
que me asusta. Me levanta y me lanza sobre su cama.
Sube a la cama y se arrodilla entre mis piernas separadas. Me apoyo
en mis codos y lo miro fijamente.
Es magnífico. Como un dios.
Se inclina hacia adelante y engancha sus dedos en mi ropa interior.
Puede que no lo merezca, pero lo tengo. Y, egoístamente, voy a
quedarme con él.
Me inclino hacia atrás, levantando mis caderas, dándole un mejor
agarre para quitarme la ropa interior.
Miro, nervios nadando en mi estómago, mientras él lentamente tira
mis braguitas por mis piernas.
Sus ojos están en llamas y se fijan únicamente en el lugar entre mis
piernas. Tira mis bragas al piso, ni una vez apartando los ojos lejos de mí.
Sus ojos recorren mi estómago, sobre mis pechos, y finalmente
descansan en mi cara.
—Eres tan jodidamente hermosa. No te merezco, Daisy.
Sus palabras aprietan mi corazón con fuerza.
—Sí, lo haces. —Mis palabras salen llenas de emoción.
Inclinándose hacia delante, planta sus manos en la cama, rodeando
cada lado de mis caderas, y presiona un beso en mi estómago. Mis manos
van sobre su cabeza, los dedos deslizándose en su cabello. Lame y besa y
mordisquea un sendero hacia arriba hasta que alcanza mis pechos.
Descansa su barbilla entre el valle de mis pechos y me mira.
Me muerdo el labio, mi pecho subiendo y bajando de excitación.
Sus labios se alzan en la esquina. Luego, ahueca una mano alrededor
de mi pecho y toma mi pezón en su boca.
—Oh Dios. —Un rayo de deseo se dispara entre mis piernas, y mis
caderas se levantan de la cama, necesitando contacto con él, mi clítoris
palpitante de necesidad.
Su mano sale de mi pecho y se desliza hacia abajo entre mis piernas.
Con mi pezón todavía en su boca, sus ojos se elevan hacia los míos.
Oscuros y peligrosos y tan llenos de deseo por mí.
Hace que mi estómago dé una voltereta.
Sus dedos se deslizan en mí, corriendo sobre mi clítoris. Estoy
locamente mojada, y ni siquiera estoy avergonzada por eso. Quiero que
sepa lo que me hace. Cuánto lo quiero.
Sus ojos llamean al sentirme. Suelta mi pezón de su boca.
—Estás empapada —dice con voz ronca.
Mi boca se levanta.
—Bueno, eres un poco sexy, y me excitas.
Una profunda risa retumba en su pecho.
—Lo mismo digo, nena.
Luego, desliza un dedo dentro de mí, y todo el humor entre nosotros
se ha ido.
—Estás tan caliente y apretada. —Su voz suena devastada por la
necesidad.
—Kas... —gimo, mis uñas enterrándose en su brazo.
Leyendo lo que necesito, comienza a mover su dedo dentro y fuera,
moviéndose más rápido, follándome con él. Su pulgar presiona sobre mi
clítoris, frotando en círculos sobre él. Su lengua lame sobre mi pezón antes
de chuparlo de nuevo en su boca, ahuecando sus mejillas.
Estoy retorciéndome y jadeando, necesitando esto y a él y más,
mucho más.
Entonces, deja mi pecho y besa su camino abajo de mi cuerpo,
desplazándose más abajo. Su dedo alojado dentro de mí, lo mantiene y
pone su boca en mí. Su lengua roza mi clítoris y grito.
Mis piernas se abren desvergonzadamente. Mis dedos se deslizan en
su cabello de nuevo, y empujo los mechones detrás de sus orejas.
Sus ojos se elevan momentáneamente hacia los míos, y la mirada en
ellos casi me trae al orgasmo. Nunca he visto tal mirada de pura necesidad
y deseo y ganas.
Lame y chupa mi clítoris, y comienza a follarme con su dedo de
nuevo, conduciéndome más y más alto.
Agarro el edredón, con los dedos de mis pies curvados, mis ojos
cerrados, mientras muevo mis caderas al ritmo con su lengua, y luego...
—¡Me vengo! —grito, con mis caderas levantadas de la cama.
Kas me sujeta con sus manos, su lengua lamiendo despiadadamente
mi clítoris, hasta que estoy seca y rogándole que se detenga porque ya no
puedo aguantar más.
Parpadeo abriendo mis pesados ojos, viendo a Kas levantarse de mí.
Se endereza y se apoya sobre sus talones.
Su boca resplandece por mí. Con los ojos todavía fijos en mí, se pasa
la lengua por los labios antes de presionar la palma de su mano en su
boca.
Es la cosa más sexy que he visto. Él es lo más sexy que he visto.
Parece tan imponente allá arriba, mirándome con ojos negros llenos
de lujuria.
—Sabes mejor de lo que imaginé —me dice con voz grave.
—¿Te lo imaginabas?
—Cada maldita noche desde el primer día que pasaste por mi puerta
principal.
—Bueno, ya no tienes que imaginarlo. Puedes tenerme. Soy tuya.
Espero que sonría, pero no lo hace. Sus ojos se quedan pegados a los
míos mientras su mano va a su polla, y comienza a acariciarse.
De acuerdo, retiro lo que dije antes. Esta es la cosa más sexy que he
visto.
Lentamente levanta su mano arriba y abajo de su polla, y estoy
fascinada.
Trago bruscamente.
—¿Es esto lo que hiciste mientras imaginabas?
—Sí.
—Y, en tu imaginación, ¿qué me estabas haciendo?
—Follándote duro mientras gritabas mi nombre.
Santa mierda.
Creo que me acabo de volver a venir.
Me encanta este lado de él; confiado y al mando. No estaba segura de
cómo iban a ser las cosas, pero santo infierno, Kas está lleno de sorpresas.
Sorpresas sexuales.
Y soy una chica, muy, muy afortunada.
Los escalofríos estallan por toda mi piel, poniéndome los pelos de
punta.
Arrastro mis ojos hasta su rostro y le doy una sonrisa arrogante.
—Así que, ¿por qué estás tan lejos cuando podrías estar aquí —pongo
mi mano sobre mí misma—, follándome duro y haciéndome gritar tu
nombre?
Veo sus ojos destellar, y entonces está encima de mí. Agarra mis
manos y las fija sobre mi cabeza. Su boca está sobre la mía, su erección
presionada entre mis piernas. Suspiro contra sus labios.
Así es como se siente el cielo.
Un cielo sexy. Y un cielo en el que realmente quiero estar. O tener su
cielo dentro de mí.
Jesús, Daisy, ¿podrías ser más sentimental ahora mismo?
Sus besos son calientes y sucios, y está prácticamente jodiendo mi
boca con su lengua.
Alzando mis caderas, me presiono contra su polla, deseando que su
polla me folle. En el ángulo, su polla se desliza entre los labios de mi coño.
—Mierda. —Se ahoga—. No puedo esperar más. Necesito estar dentro
de ti.
Presiono mi mano en su mejilla.
—No quiero que esperes. Te necesito, bebé.
Sus ojos llamean con mi palabra cariñosa. Entonces, se aleja, fuera
de mí.
—¿A dónde vas? —Lo detengo con mi mano en su brazo.
—Sólo iba a coger un condón.
—¿Tienes alguno? —Levanto una ceja.
Sus mejillas enrojecen.
—Compré algunas cuando tú y yo... —Se encuentra con mi mirada de
frente—. No estaba siendo presuntuoso. Sólo... esperanzado.
Sus labios se alzan en una sonrisa infantil, y suelto una risita.
Entonces, dudo, mordiéndome el labio.
—Tengo el implante anticonceptivo. Lo hice hace dos años. Tiene una
duración total de tres años. No he tenido sexo durante casi dos años.
Estoy limpia. Había usado condones antes, pero después, me revisé. Por lo
tanto, no tienes que usar uno, si no quieres. Pero entiendo si lo haces.
Su mirada se suaviza en mí.
—Confío en ti. —Frota sus labios sobre los míos—. Y estoy limpio,
como probablemente has adivinado.
—Entonces, vamos a...
—Sí, bebé, vamos.
Mueve su mano entre nuestros cuerpos y alinea su polla con mi
entrada, empujando contra mí. Entonces, toma asimiento de mis manos,
los dedos enlazándose con los míos, presionándolos en la almohada. Con
nuestros ojos bloqueados, aplica más presión y empieza lentamente a
empujar dentro de mí.
—Oh Dios. —Respiro mientras me estira y llena.
Sus rasgos están estirados, apretados, y su mandíbula está tan
apretada que podría romperse
Entonces, cuando está todo el camino dentro hasta la empuñadura,
se detiene. Aprieta sus ojos cerrados, como si estuviera sufriendo, y me
preocupa que esto sea demasiado difícil para él, que los malos recuerdos
están invadiendo y tomando el control. Lleva su cara hacia abajo y apoya
su frente contra la mía, respirando profundamente.
Necesito tanto que se mueva, pero necesito más que esté bien.
Aprieto mis dedos alrededor de los suyos.
—Kas. —Suspiro.
Sus ojos se abren. Busco su mirada, buscando algo que me diga que
está bien.
—No voy a durar. Ha pasado demasiado tiempo, y te sientes tan
jodidamente bien. No me atrevo a moverme.
Me río con alivio.
Sus cejas se juntan.
Y me apresuro a decir:
—No me estoy riendo por eso. Me siento aliviada. Pensé que tal vez
estabas... luchando... —aludo.
La comprensión parpadea a través de sus ojos.
—Estoy luchando por no correrme porque eres tan jodidamente
increíble.
Mi sonrisa se ensancha.
—Te quiero; ya sea por dos segundos...
—Puedo durar más de dos segundos —gruñe—. Dame algo de crédito.
—Ya sabes a qué me refiero. Y deja de discutir conmigo cuando estás
dentro de mí. —Levanto mi cara a la suya, suavemente presionando mis
labios sobre los suyos—. Sólo muévete, Kas. Acompáñame, por el tiempo
que sea. Entonces, vuelve a estar conmigo. Y otra vez. Estoy aquí. No voy a
ninguna parte.
Me mira fijamente, con la emoción recubriendo sus ojos, la lujuria
llenándolos.
—Fóllame, Kas —susurro.
Esas palabras parecen empujarlo por el borde porque se mueve,
retirando la empuñadura y estrellándose de nuevo dentro. Empujes
rápidos, cortos, cada vez más rápido y más intenso. Sus manos agarran
las mías hasta el punto de casi dolor.
—Daisy... yo... Jesús... yo... tú me destrozas. Eres tú... siempre serás
solamente tú.
La emoción se agarra fuertemente en mi pecho.
—Tú también me destrozas —susurro.
Una de sus manos deja la mía y ahueca mi trasero, levantándome e
inclinándome. Comienza a moverse con abandono salvaje, empujando
dentro y fuera de mí. Follándome. Tomando lo que necesita.
—Jesús, Daisy... joder... me vengo... —Su boca se estrella contra la
mía—. Me vengo. —Suspira contra mí, sus caderas yendo a parar contra
las mías, sacudiéndose, mientras se corre dentro de mí.


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Mensaje por yiniva Vie 26 Ene - 19:14

oh que genial por fin hablaron y saben que ninguno va a ir a otro lado, fue muy fuerte por lo paso Kas, ahora ya se porque tenia es actitud


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Mensaje por svenkok Vie 26 Ene - 20:50

Me dejo un poco impresionada la clase de parkour e intrigada. ¡Quiero hacerlo!
También me dio miedo cuando Kas se dio cuenta de la foto de Haley.
Jaja un poco de humor en una situación tan triste y lamentable: -“no estoy borracho, estoy feliz…”
Que trágico lo sucedido la noche de graduación de Kas y Haley, cruel por demás. Le destruyeron las esperanzas, futuro y sentimientos. Es entendible porque no quiere sentir y tener una relación con alguien. 
Aun con todo su dolor, lo cambios de humor son para tener miedo. No sé cómo Daisy después de todo lo que ha sucedido en su vida confía tan fácilmente en él. Tal vez le pego duro lo del “amor”. Eso sí, la escena de sexo, estuvo muy caliente  Lectura Enero 2018 - Página 5 263a  Lectura Enero 2018 - Página 5 1f62f  Lectura Enero 2018 - Página 5 1f60e  …
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Mensaje por Veritoj.vacio Vie 26 Ene - 22:09

Oh bueno estos capitulos tuvieron de todo, que bueno que hablaron y se arreglaron


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Mensaje por Yani Vie 26 Ene - 22:55

Bueno, han pasado muchas cosas, terrible lo que vivió Kas, realmente horrible, pobre chico, es muy difícil superar algo así, pero al menos ya se reconciliaron y cómo...espero que ahora no pase nada malo que joda lo que tienen.


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Mensaje por IsCris Sáb 27 Ene - 0:57

La cita del Parkou muy bien pues hasta la discusión claro, y no se tengo sentimientos encontrados en esa parte como que Kas exageró dejándola varada, pero también Daisy no respetó su privacidad al tomarle la foto 

Y que fuerte lo que tuvo que pasar Kas y pobre chica, que forma tan cruel de morir. Y porque a ellos!

Y baia baia que se prendió esto Lectura Enero 2018 - Página 5 3586515659


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Mensaje por Maga Sáb 27 Ene - 23:10

Sabía que la curiosidad de Daysi le traería problemas, lo que le pasó a Kas fue como uuufff super horrible, y por lo menos creo que las cosas entre él y Daysi estan mejorando. 


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Mensaje por berny_girl Dom 28 Ene - 5:34

Que carga tiene Kas encima, como se transforme una noche bella y esperada... en la peor de su vida. 
Daysi para mi sigue siendo imprudente y demasiado curiosa con los cosas de los demás...
Que bueno que al final pudieron solucionar sus pequeñas diferencia. 


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Mensaje por mariateresa Dom 28 Ene - 19:13

32




Kas permanece en mi interior, su cuerpo temblando contra el mío.
Paso una mano por su espalda, trazando patrones descuidados con los
dedos, mientras él respira pesadamente contra mi cuello.
Levanta la cabeza, mirándome a los ojos.
—¿Estás bien? —susurro.
Sonríe y siento esa sonrisa en todas partes.
—Más que bien. —Me da un suave beso en los labios—. ¿Tú estás
bien? No te hice daño, ¿no?
—No. Probablemente estaré un poco dolorida, ha pasado un tiempo,
pero valió la pena totalmente. —Presiono una mano en su mejilla.
Tomando mi mano, gira el rostro y me besa la palma.
—Fue... increíble. —Cuando vuelve a poner su mirada en mí, la
mirada en ellos es reverente.
—¿Seguro?
—¿No estás segura? —reta, con diversión en sus ojos.
—No. Solo... no has desde... —Dejo la frase a medias, dejando que las
palabras que no quiero decir cuelguen―. Y yo no lo he hecho en dos años y
nunca fui exactamente una estrella del porno antes de esto.
Estalla en risas.
Aunque amo ese sonido, me está molestando ahora mismo.
—¡Oye! —Lo golpeo en el brazo.
—Lo siento. —Me da una sonrisa discreta.
Luego, pasa sus labios sobre los míos. Los mantengo obstinadamente
cerrados durante unos dos segundos antes de ceder y devolverle el beso.
—Esto... tú y yo, juntos... es increíble. Nunca he conocido nada como
lo que acabo de sentir conmigo.
Quiero preguntar, ¿ni siquiera con Haley?
Pero no quiero sacarla a colación y matar el humor, así que no digo
nada.
Debe haber leído algo en mi mirada porque comenta:
—Haley y yo simplemente éramos niños. Claro, no fue mi primera.
Había perdido la virginidad cuando tenía catorce años con una chica que
era un poco mayor que yo, y había dormido con unas cuantas chicas ese
año antes de que Haley y yo estuviésemos juntos. Así que sí, tenía un poco
de experiencia, pero aún éramos jóvenes y no tenía ni idea de qué
estábamos haciendo. Aún no la tengo. Y debería ser yo el que se
preocupase si fui lo suficientemente bueno para ti. Nunca he estado en la
cama con una mujer antes de ti, Daisy. —Me acaricia la cadera con la
mano.
—Confía en mí, —levanto la cabeza y lo beso en los labios—,
definitivamente sabes lo que estás haciendo.
—Supongo que todos esos años de mirar porno finalmente han valido
la pena.
Es mi turno para estallar en risas.
Kas me rodea con los brazos y me besa.
—Déjame limpiarme, volveré enseguida. —Me toca la nariz con la
suya antes de darle un beso en la punta y luego sale de mí.
Me encojo ante el dolor, pero odio más la pérdida de él en mi interior.
—¿Puedes traerme una toalla para limpiarme? —pregunto.
—Claro.
Lo miro caminar hacia el baño y suspiro. Tiene un gran trasero.
Realmente apretado y firme. Y esos hombros... babeo.
Kas desaparece dentro. Escucho el agua correr. No se va demasiado
tiempo ante de que esté de vuelta con una toalla en la mano.
Estiro el brazo para tomarla, pero aparta la mano.
—Déjame. ―—Presiona la caliente toalla húmeda entre mis piernas,
limpiándome suavemente.
Lo observo, asombrada por las profundidades de mis sentimientos por
este hombre al que me refería como Kas-túpido.
—La primera vez que te conocí... nunca pensé que estaríamos aquí.
Deja de limpiarme y me mira con ojos cariñosos.
—Estoy contento de que lo estemos.
—Sí, yo también —susurro mientras el corazón me golpea torpemente
en el pecho.
—¿Todo limpio? —comprueba.
Asiento.
Lleva la toalla de nuevo al baño. Me meto bajo el edredón. Kas regresa
y se mete a mi lado en la cama. Me rodea con los brazos, así estamos
frente a frente.
Me besa suavemente. Presiono una mano en su pecho, tocando sus
cicatrices. Lo siento tensarse.
—No las veo —susurro—. No te miro a ti y a esas cicatrices
inmediatamente. Solo te veo a ti.
—Yo las veo —murmura—. Y las odio.
Deslizo una mano por su pecho y hacia su espalda.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Claro —responde, pero sus ojos no se ven seguros.
Pero tengo que preguntarlo, así que tomo una respiración y comienzo
a hablar:
—Quiero decir, creo que entiendo por qué no quieres que vea las
cicatrices. Por la forma en que te hacen sentir a ti mismo y las odias. Pero
entonces recuerdo el día cuando entré y tú y Jude estaban boxeando.
Estabas de espaldas a mí y no tenías la camiseta puesta ese día. Fuiste y
te pusiste una antes de que viese nada, pero obviamente, has estado sin
camiseta alrededor de Jude. Así que, ¿por qué no te sientes bien con que
yo las vea?
Cierra los ojos brevemente antes de reabrirlos.
—Bueno, en primer lugar, no quería tener sexo con Jude. —Me da
una débil sonrisa—. Y Jude sabe todo lo que pasó. Es la única otra
persona que lo sabe, además de mis padres y, por supuesto, tú.
—¿Desde cuándo lo conoces?
—Nos conocimos en un grupo de terapia cuando teníamos dieciocho
años. Yo estaba viendo a un terapeuta, pero también llevaba una sesión en

grupo para gente que estaba sufriendo varios tipos de estrés post-
traumático. Pensó que sería bueno para mí unirme a su grupo. Jude

también era un paciente en la sesión en grupo. Llegamos a hablar y
simplemente congeniamos. Él fue quien me introdujo en el parkour.
—¿Qué hay del MMA?
—Ese fui yo. Quería ser capaz de... —aparta la mirada de mí—, ser
capaz de defenderme y a la gente que me preocupa. Jude vino conmigo y
descubrió que también le gustaba.
—Son un equipo. —Sonrío suavemente.
—Sí. —Vuelve a mirarme—. Es un buen amigo.
No pregunto por qué Jude estaba en terapia, porque no es de mi
incumbencia. Solo estoy contenta de que Kas lo tenga en su vida.
Se queda callado por un momento y luego dice con voz suave:
—Estaba asustado... de que me vieses. Pensé que, si veías mi
verdadero yo... entonces no me querrías.
Presiono una mano en su rostro.
—Verdaderamente me gusta tu yo verdadero. Era el Kas-túpido el que
no me gustaba.
Me da una mirada de sorpresa. Lucho con retener la risa.
Lo siguiente que sé, es que estoy sobre la espalda y Kas está entre mis
piernas con las manos en mi estómago, haciéndome cosquillas.
—¡No! ¡Para! —chillo, intentando peor sin conseguir salir de su
agarre—. ¡Realmente tengo muchas cosquillas! —Jadeo.
—Sí, puedo verlo.
Me hace cosquillas otra vez y chillo.
—¡Para! —Estoy jadeando por aire porque me estoy riendo con fuerza.
Y él se está riendo. El sonido es hermoso y se está tejiendo alrededor
de mi ruidoso corazón.
—¡Lo siento!
Se detiene y levanta la mirada hacia mí.
—Dije que lo siento. —Jadeo.
—¿Por? —Cierne una mano amenazadora sobre mi estómago.
—Por llamarte Kas-túpido. —No puedo evitar sonreír cuando digo el
nombre.
Su sonrisa imita la mía.
—No lo sientes realmente, ¿no es así?
Juntando los labios, cerrando mi sonrisa, niego.
Le brillan los ojos con malicia.
En un instante, tengo los brazos pegados a los costados y su boca
sobre mi estómago.
Luego el bastardo hace una pedorreta.

—¡Arg! —chillo con una risa—. ¡Lo siento! ¡No volveré a llamarte Kas-
túpido!

Pero en cuanto pronuncio el nombre el asalto de pedorretas empeora.
—¡Para! ¡Me mearé encima! —Me río, con lágrimas en los ojos.
Me estoy retorciendo, intentando liberarme, pero es increíblemente
fuerte.
—¡Está bien! —Jadeo—. ¡Me rindo! ¡Nunca volveré a decir la palabra
K-túpido de nuevo, lo juro!
Se detiene y levanta la cabeza.
—¿Te rindes?
Algo oscuro y sucio destella en sus ojos, me da un vuelco en el
estómago. Y ahí es cuando noto algo largo y duro presionando contra mi
pierna.
Vuelve a estar duro por mí.
—Me rindo —susurro sin aliento.
—Así que, eso significa que eres mía para hacer contigo lo que quiera.
Sostengo su mirada. Mordiéndome el labio, asiento.
Se roza el labio inferior con los dientes. Me muevo nerviosamente.
—¿Qué quieres hacer conmigo? —cuestiono en un cálido susurro.
Se agacha, manteniendo mis manos sujetas a mis costados y no
responde con palabras. Me responde por medio de su lengua,
presionándola contra mí, haciéndome gimotear con placer.


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Mensaje por mariateresa Dom 28 Ene - 19:16

33


Oigo un zumbido. Por un momento, creo que estoy de vuelta en la
cárcel, escuchando el timbre en la mañana que venía justo antes de que
mi puerta se abriera, dándome esa libertad momentánea. El zumbido se
detiene, pero el clic nunca llega.
Y luego registro el cálido y duro cuerpo presionado contra mi espalda.
Kas.
Los recuerdos de la noche anterior inundan mi mente.
Tuvimos sexo. Mucho sexo. Sexo insaciable, loco, caliente hasta que
nos desmayamos en los brazos del otro.
Y, ahora, estoy aquí con su pecho presionado contra mi espalda. Sus
piernas enredadas con las mías. Su brazo deslizado alrededor de mi
cintura. Su mano presionando suavemente contra mi estómago.
Una sonrisa curva mis labios. La felicidad que nunca pensé que
alguna vez sentiría se propaga a través de mí.
Entonces, oigo el zumbido otra vez.
¿Qué es eso?
A regañadientes, me muevo, girando en los brazos de Kas,
despertándolo ligeramente. Suelta un gruñido somnoliento mientras se da
la vuelta sobre su espalda, retirando su brazo de mí.
Veo su teléfono parpadeando y vibrando en la mesilla de noche. Me
asomo un poco más para ver quién está llamando. La pantalla dice: Portón.
¿Portón?
Me toma unos segundos entender que no es alguien llamado Portón,
sino que en realidad es alguien timbrando en la entrada principal de la
casa.
Dah.
En lugar de despertarlo, decido responder a la llamada. Me acerco y
toco su teléfono. Presionando Aceptar, digo:
—¿Hola?
—Daisy, ¿eres tú? Es Toby. Estoy aquí para nuestra cita.
¿Eh...Toby? ¡Cita!
¡Santa mierda!

228

Él cambió nuestra cita la semana pasada porque no pudo venir en
nuestro día habitual.
Mi oficial de libertad condicional está aquí. Y estoy desnuda y en la
cama con Kas.
Estoy frita.
—Sí. —La palabra sale sonando estrangulada. Me aclaro la garganta—
. Voy a... abrirte la puerta. Solo dame un sex... quiero decir, ¡un segundo!
Cuelgo el teléfono—. ¡Kas! —Lo sacudo.
Sus ojos se abren, sorprendido y completamente despierto.
—¿Qu...?
—Toby está aquí para mi cita.
Parpadea rápidamente, como tratando de procesar esa información.
Trato de no quedar atrapada en lo adorable que se ve en este momento con
el cabello revuelto y ese lindo surco de confusión en su frente.
De alguna manera no creo que Kas apreciaría ser llamado adorable.
—Mi oficial de libertad condicional —digo para acelerar el proceso, a
pesar de que sabe quién es Toby.
—Pensé que él venía los...
—Lo hace normalmente —le corté—. Pero cambió el día, ¡y me olvidé!
¡Mierda! Estamos desnudos, y él está ahí afuera.
Los ojos de Kas se lanzan a la puerta cerrada de su dormitorio, como
si esperara que Toby estuviera esperando al otro lado.
—Fuera de la puerta principal —aclaro.
Se empuja para incorporarse.
—¿Lo has dejado entrar?
Me encuentro momentáneamente distraída por su pecho desnudo y
los músculos ondulando sobre sus pectorales.
Dios, es sexy.
—¿Daisy?
—¿Mmhmm?
—¿Le has abierto?
Mis ojos se elevan hasta los suyos sonrientes.
—Um... mierda, no. —Parpadeo—. Tu teléfono estaba vibrando, y
cuando vi que era la puerta, le respondí. Tengo que bajar y hacerlo entrar.
—No es necesario. —Kas toma su teléfono de mi mano. Toca la
pantalla y luego hace algo—. Las puertas están abiertas —me dice.
—¿Lo dejaste entrar? ¡Pero estoy desnuda! —Salto de la cama.

229

Una risa baja retumba de él.
—Puedo ver eso.
Enrojezco mientras sus ojos me recorren lentamente, haciéndome
sonrojar.
—Detente. —No puedo evitar la sonrisa que se forma en mis labios.
Los labios de Kas se curvan hacia arriba en una sonrisa sexy.
—No estoy haciendo nada. Todavía.
Se acerca y arrastra su dedo índice por mi muslo, haciéndome
temblar.
Le golpeo la mano
—Compórtate. Tengo que vestirme. Estará en la puerta en menos de
cinco minutos.
Él me da una mirada de descontento que elijo ignorar.
Empiezo a correr, recogiendo mi ropa y poniéndome la ropa interior.
Kas está sentado en la cama, observándome, con las manos detrás de
la cabeza, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
Pero entonces, supongo que no. No es su oficial de libertad
condicional quien, en este momento, está caminando por la entrada y
hacia la puerta principal.
Vestida, entro volando en su cuarto de baño.
¡Jesús, tengo el cabello de recién follada! Está todo revuelto.
Paso mis manos por él, tratando de alisarlo. Cuando diviso una goma
de Kas para el cabello, en el lavabo, la tomo prestada y sujeto mi cabello
en un moño desordenado.
Agarro su pasta de dientes, aprieto un poco en mi dedo índice, y me lo
froto por los dientes. No es la mejor manera de lavarme los dientes, pero la
necesidad manda.
—Podrías haber usado mi cepillo de dientes. —Kas se acerca detrás
de mí, presionando su cuerpo aún muy desnudo contra el mío. Sus manos
se deslizan alrededor de mi estómago.
Inclinándome hacia adelante, escupo en el lavabo, empujando mi culo
contra él. Siento que se presiona, agradable y duro contra mí, y mis partes
femeninas se despiertan para decir hola.
Abajo, chica. Mi oficial de libertad condicional está en camino.
Agarro el enjuague bucal y tomo un trago. Lo agito en mi boca y lo
escupo. Finalmente, le respondo:
—No voy a usar tu cepillo de dientes. —Abro el grifo, limpiando el
lavabo.

230

—¿Por qué no?
Encontrando sus ojos en el espejo, digo:
—Um, porque eso sería asqueroso.
—Has tenido esta boca... —apunta un dedo a su boca sexy e
increíblemente talentosa—, y la lengua.... —la saca, haciéndome temblar—
, sobre y dentro de tu coño, saboreándote y haciéndote venir, por la mayor
parte de la noche. Has tenido mi polla en tu hermosa boca. Pero, ¿usar mi
cepillo de dientes sería asqueroso? Claro, eso tiene sentido, nena. —
Levanta una ceja.
Santo Jesús.
Estoy prácticamente en llamas. Ardiendo, estoy lista para caer de
rodillas y llevarlo de vuelta en mi boca, que de repente se hace agua.
—Los cepillos de dientes limpian los dientes —Mi voz se entrecorta, y
me aclaro la garganta—. La lengua...
—Lame —susurra. Me da una buena demostración de lo que puede
hacer esa lengua mágica suya cuando la corre sobre el pulso en mi cuello,
enviando a gritar mis terminaciones nerviosas y haciendo que se mojen
mis bragas. Entonces, sus dientes empiezan a mordisquear mi cuello.
—Kas —digo, pero sale más como un gemido—. No podemos...
—Él puede esperar. Yo no. Te quiero ahora. —Un brazo se aprieta a
mi alrededor, mientras su otra mano encuentra mi cara y le da vuelta a un
lado. Me besa. Exuberante, húmedo y profundo.
Empiezo a caer en él y en el momento. Es tan malditamente adictivo.
No puedo tener suficiente.
Está bien, tal vez Toby puede esperar.
Su mano se desliza por mi estómago y el botón de mis vaqueros.
Ahí es cuando el sonido estridente del timbre rompe el momento.
Él suspira en mi boca.
Inclino mi cabeza hacia atrás.
—¿En otro momento?
Emite un sonido de asentimiento. Luego, me libera.
Su mano golpea mi culo al salir. Le muestro una gran sonrisa por
encima del hombro.
Entonces, soy un rayo por las escaleras para contestar a la puerta. La
abro.
—Hola. Lo siento. Estaba arriba... limpiando... el inodoro.

231

¿Limpiando el inodoro? ¿Por qué no podría haber dicho que estaba
limpiando el baño o la ducha? Supongo que lo bueno es que no dije que
estaba limpiando el interior de la boca de Kas con la lengua.
—Hola, Daisy. —Toby me sonríe.
Devolviéndole la sonrisa, me aparto, dejándolo entrar. Cierro la puerta
detrás de nosotros.
Lidero el camino hacia la cocina donde usualmente tenemos nuestra
reunión.
—¿Café? —le pregunto.
Toby toma su asiento habitual en la mesa de la cocina.
—Por favor.
Me dispuse a hacer el café, preguntándome si Kas querría un poco.
Probablemente bajará. Pero podría estar duchándose ahora mismo.
Kas mojado. Kas desnudo y mojado.
Y, ahora, mi mente está corriendo con un Kas desnudo y todas las
cosas que hicimos anoche y todas las cosas que me hizo.
Puedo sentir que mi piel empieza a arder.
Deja de pensar en cosas sexuales sobre Kas, o Toby notará que pasa
algo.
—Entonces, ¿cómo está todo? —Me pregunta Toby.
—¡Genial! —La palabra sale chirriante, así que voy por un rápido
cambio de tema—. ¿Galletas? —le pregunto.
—Me conoces. —Se ríe—. No puedo decir que no a una galleta.
Sí, al igual que no puedo decir que no a un muy sexy hombre griego,
arriba. No es que alguna vez quiera decirle que no a Kas. Dios, las cosas
que el hombre puede hacer con la lengua.
Como si lo conjurara, aparece en la cocina. Descalzo, vestido con
vaqueros de color azul claro y un suéter gris con cuello en V, el cabello
húmedo de la ducha. Se ve muy serio.
—Buenos días, Kas. —Toby le sonríe.
—Buenos días. —El timbre profundo de su voz, ondea a través de mí.
Este hombre estaba dentro de mí, solo hace horas.
Jesús.
Agarro la caja de las galletas y la llevo a la mesa, tratando de evitar
cualquier contacto visual con Kas. Estoy bastante segura de que, si lo
miro, me voy a delatar y Toby sabrá que hemos tenido relaciones sexuales.
—¿Sin uniforme hoy? —dice Toby mientras pongo la caja de galletas
sobre la mesa.

232

—Mmmm, ¿qué? —Miro hacia abajo a mi ropa.
Maldita puta mierda.
Tengo los vaqueros y la camiseta con los que vine anoche. Siempre
tengo mi uniforme cuando Toby me ve.
Oh Dios.
—Viernes casual —digo.
¿Viernes casual? ¿Qué diablos, Daisy? Soy el ama de llaves. ¿Las
amas de llaves tienen incluso viernes casuales?
—¿Viernes casual? —Hace eco Toby.
—Todos los empleados han puesto un poco de dinero para usar ropa
casual hoy, y estamos donando el dinero a una obra de caridad —dice Kas
con calma.
Mis ojos se lanzan a los suyos. Veo la sonrisa en ellos. Rápidamente
miro a Toby.
—Suena como una gran idea. ¿Qué obra de caridad? —me pregunta
Toby.
Mi boca se seca.
—RSPCA6 —responde Kas por mí.
—Nunca lo hemos hecho en la oficina. Voy a sugerirlo en la próxima
reunión. —Toby sonríe, viéndose considerablemente feliz consigo mismo.
Abre la caja de galleta sirviéndose una él mismo.
Me vuelvo, atrapando los ojos de Kas que, todavía me están
sonriendo, pero también llenos de calor. Tanto calor.
Mierda.
Mirando hacia otro lado, trago nerviosamente.
—¿Café? —le pregunto a Kas mientras cruzo la cocina, volviendo a la
máquina de café.
—Claro —contesta, su voz es como lava fundida.
Tomo tres tazas del armario.
—Entonces, ¿cómo van las cosas contigo, Kas? —le pregunta Toby.
—Bien.
—¿Están saliendo bien los negocios?
—Síp. ¿Daisy?
Interrumpo lo que estoy haciendo y le devuelvo la mirada por encima
del hombro.

6 RSPCA: Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales. En
Inglaterra y País de Gales.

233

Su rostro es impasible, pero los recuerdos de anoche son evidentes en
sus ojos. Mi estómago da volteretas.
—Trae el café a mi despacho.
Si no lo conoces tan bien como yo, entonces pasas por alto la curva
sugestiva de sus labios y la intención sexual en su voz. Pero lo conozco, y
sé por qué me está diciendo que vaya a su oficina.
El calor aflora en mi cara y mis partes femeninas.
—Bien. —Trago.
No lo veo salir de la cocina porque estoy demasiado ocupada tratando
de controlar mis hormonas revolucionadas.
De alguna manera manteniendo la compostura, termino de hacer los
cafés y llevarlos a la mesa. Pongo la taza de Toby frente a él.
—Voy a llevar esto a Kas. —Levanto la taza de café de Kas en señal.
Toby levanta la vista de los papeles que tiene frente a él, y luego
sonríe y asiente.
Ver los apuntes de mi caso expuestos en la mesa, me recuerda por
qué estoy aquí.
No estoy aquí porque soy la novia de Kas. Bueno, de hecho, no soy su
novia.
Mírenme, adelantándome a todo. Hemos tenido una cita fallida y sexo.
Pero, en última instancia, soy su empleada, y estoy aquí porque mi
libertad condicional lo juzgó conveniente.
Con el entusiasmo disminuido, me dirijo a la oficina de Kas, con el
café en la mano. Al llegar a la puerta cerrada de su estudio, llamo.
No he estado en su despacho desde que me prohibió entrar aquí,
también fue la primera vez que nos besamos.
Dios, parece que hubiera sido hace una eternidad.
El recuerdo de ese beso hormiguea a través de mí, encendiéndome, al
igual que el sonido de su timbre profundo cuando me dice que entre. Abro
la puerta antes de cerrarla detrás de mí.
Kas está sentado en la silla detrás de su escritorio.
—Su café, señor. —Sonrío mientras camino hacia el escritorio y coloco
la taza humeante delante de él—. ¿Eso es todo? ¿O necesita algo más de
mí? —Mi tono sale sonando seductor, aunque no fue mi intención. O tal
vez sí.
—Hay algo más que necesito. —Se pone de pie y rodea el escritorio,
dirigiéndose hacia mí.
El calor se despliega en mi vientre cuando se acerca.

234

Curvando su mano alrededor de mi nuca, me arrastra inclinándome
para darme un beso. Su lengua corre a lo largo de la mía, y canturrea un
delicioso sonido con la boca que envía escalofríos hasta los dedos de mis
pies.
Sabe a menta y a algo tan seductoramente suyo.
Los besos de Kas siempre envían un cortocircuito a mi cuerpo, pero
estar aquí, con él, sabiendo que Toby está justo al final del pasillo, en la
cocina, hace que se sienta travieso y peligroso, y me enciende aún más.
Dios, lo quiero ahora mismo.
Supongo que, a esta chica, le gustan sus hombres con un lado
peligroso.
Mis manos se mueven por su ancho pecho, sintiendo sus bordes
firmes. Yendo alrededor de su espalda, me aferro a él.
Sus brazos libres me rodean la espalda, acercándome. Se da la vuelta,
así que está apoyado contra su escritorio, y estoy presionada contra toda
su deliciosa e increíble sensualidad.
Sus besos van de mi boca a mi mandíbula hasta que su boca, está en
mi oreja.
—Al segundo que Toby se haya ido, quiero que vayas directamente
arriba, te quites toda la ropa y me esperes en mi cama.
Santo... escalofrío.
—¿Es una orden? —Mi voz está ronca de excitación. Pero, en serio,
¿quién no se excitaría después de escuchar eso?
Él besa mi mandíbula, y sus dientes pasan sobre mi piel, haciéndome
estremecer.
—¿Quieres que lo sea?
Demonios sí. Inclino mi cabeza hacia atrás y miro a sus ojos
empañados por la lujuria.
—Sólo si haces que me venga.
—Varias veces —promete.
—Entonces, sí, por favor.
Él gruñe. En realidad, gruñe, y luego me besa de nuevo, devorando mi
boca, y es ardiente como la mierda.
Pero también soy consciente de que el tiempo está pasando, y Toby
está en la otra habitación.
Interrumpo el beso.
—Debo ir.
Trato de apartarme, pero Kas me mantiene allí.

235

—Cuanto antes termine con Toby, antes podré estar arriba,
esperando en tu cama; desnuda —susurro esa última palabra.
Su mano se desliza de alrededor de mi cuello y acuna mi barbilla.
Presiona firmemente sus labios contra los míos, suavemente chupando mi
labio inferior.
—Me vuelves loco —murmura.
Lo tomo como una buena cosa porque él envuelve sus brazos
alrededor de mí, sosteniéndome apretada.
Me encanta cuando me abraza.
Me elevo sobre los dedos de los pies y descanso mi barbilla en su
hombro, y algo muy duro empuja en mi estómago. Me río
—¿Qué? —Su voz interrogante es un estruendo.
Empujo mi vientre contra su erección, y se ríe entre dientes profundo
y bajo.
—Si ayuda, mis bragas están completamente empapadas.
Gime.
—No, eso jodidamente no ayuda en absoluto.
Me río.
—Lo siento. —Presiono un beso en la piel en la base de su cuello. Al
levantar la cabeza, noto algo—. Oye, ¿a dónde se ha ido la puerta?
Siento que el cuerpo de Kas se paraliza inmediatamente debajo de mí,
cambiando todo su comportamiento. Se ha ido el calor, y siento
desprenderse un frío de él que no puedo explicar.
Pero ese frío me hace apartarme de él.
Cuando miro su cara, está en blanco.
—¿Qué puerta? —Su voz está tan vacía como su expresión.
—La puerta que estaba allí. —Señalo por encima de su hombro al
lugar donde la puerta solía estar, pero ahora, es una repleta biblioteca de
la pared al techo.
Curvando sus manos alrededor del borde de su escritorio, dice:
—Nunca hubo una puerta allí.
—Mmmm... —Suelto una risa insegura—. Estás bromeando, ¿no?
—Cariño, no, no estoy bromeando. Honestamente, no estoy seguro de
lo que estás hablando.
Me froto la cabeza.
—La puerta. —Señalo hacia el lugar otra vez—. Estaba justo ahí,
donde está la estantería. Tuvimos una discusión por esa puerta. Bueno,
más o menos. Llegué aquí para dejarte café y muffins, y estabas entrando

236

por esa puerta. —Señalo a donde estaba de nuevo—. Me reñiste por entrar
en tu despacho. Te pregunté si debería limpiar esa habitación. Me
sermoneaste de nuevo por eso, diciéndome que no. También fue el primer
día que nos besamos.
La expresión de su cara es como si creyera que he perdido la cabeza.
¿Será cierto?
No, definitivamente había una puerta allí.
—No sé qué decirte, nena, pero nunca ha habido una puerta allí.
Siempre ha sido una estantería.
—Yo... —Me froto la cabeza, confundida.
Extiende la mano, atrayéndome de regreso hacia él y suavemente roza
sus labios con los míos.
—Tal vez lo estás confundiendo con otra cosa. Quizás, la biblioteca.
No.
Quiero argumentar que no estoy confundiéndolo con la biblioteca.
Recuerdo ese día claramente porque es el día, en que me besó.
Bueno, la mierda de antes y después no fue genial, pero fue la
primera vez que me besó, y siempre lo recordaré.
Podría no ser la persona más inteligente de la habitación, pero tengo
una buena memoria. Recuerdo los detalles. Usualmente porque me gusta
repetirlos de nuevo con Cece. Pero lo que sea. Recuerdo específicamente el
desacuerdo que tuvimos Kas y yo, su reacción ante mi pregunta sobre la
habitación detrás de esa puerta, él prohibiéndome volver a su despacho, y
luego verlo cerrar la puerta con llave.
Había una jodida puerta allí, no una maldita estantería.
Pero no voy a discutir con él porque mi intuición me dice que seguirá
mintiendo, y tengo a Toby esperándome en la cocina.
—Sí, probablemente tengas razón. —Presiono mi mano contra su
pecho antes de retroceder—. Debería volver. Toby me está esperando.
Sus ojos permanecen enfocados en mí. Trato de leerlos, pero como de
costumbre, no consigo nada.
Odio que nunca pueda determinar lo que está pasando por su cabeza.
Puede tan fácilmente controlar la expresión de su cara y esconder lo que
hay detrás de sus ojos.
Bueno, puede ocultar lo que quiera. Pero, sí sé que es un hecho que
simplemente me mintió, y no me gusta eso.
La comprensión de qué Kas acaba de mentirme, me golpea, y mi
estómago se hunde.

237

—Oye, ¿estás bien? —Sonríe. Es una sonrisa brillante, pero algo se
siente mal.
Todo acerca de este momento se siente mal.
Oh, qué rápido las cosas pueden cambiar. Hace un momento estaba
feliz, y ahora, estoy tratando de averiguar por qué el hombre por el que
estoy loca, me está mintiendo; sobre una puerta, de todas las cosas.
—Por supuesto. —Le doy una sonrisa fabricada—. Nos vemos arriba
en una hora. —Reboto sobre los dedos de mis pies y salgo de su despacho
con paso ligero, para que no sepa que algo está mal conmigo.
Al segundo que cierro la puerta de su estudio detrás de mí, la sonrisa
cae de mi rostro, y esa sensación de hundimiento en mi estómago, regresa
con toda su fuerza.
Kas me mintió.
No lo puedo creer.
Me mintió descaradamente e hizo que pareciera como que estaba
perdiendo la cabeza, y quiero saber por qué.
Me enamoré de un mentiroso en otra ocasión. No me resultó muy
bien.
Tonta Daisy una vez; estúpida Daisy. Tonta Daisy dos veces... sí, no va
a pasar.
No seré tan boba para dejar que eso vuelva a suceder.
Así que, voy a averiguar exactamente lo que Kas esconde de mí,
porque no seré una persona tonta nunca más.


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Mensaje por mariateresa Dom 28 Ene - 19:18

34


Tener sexo con Kas después de saber que me había mentido no era
una opción. Así que, mentí un poco y le dije que había comenzado mi
período.
Nada disuade a un hombre del sexo más rápido que oír que la tía Flo
vino de visita.
No era ideal, pero el tipo acababa de mentirme, y estaba enojada. Lo
tomó bien. No parecía sospechoso en absoluto. Simplemente me besó, muy
dulcemente de hecho, y luego desapareció de nuevo en su oficina.
Pasé unos buenos minutos observando la puerta de su oficina antes
de comenzar con mi trabajo.
Estaba tan concentrada que ni siquiera llamé a Cece para decirle que
Kas y yo habíamos dormido juntos.
Pero creo que eso es lo que más dolía. Le había entregado todo de mí
anoche, y pensé que él me había dado lo mismo a cambio.
¿Cuán equivocada estaba?
Había pasado la noche en sus brazos, y la mañana siguiente, me miró
directamente a los ojos y me mintió.
Podría haberle enfrentado por la mentira, pero sabía que sería inútil.
No me habría mentido e intentado hacer que pareciera que estaba
perdiendo la cabeza si alguna vez planeó decirme la verdad.
Simplemente no entiendo. ¿Por qué mentir sobre la existencia de una
puerta, una puerta que sé que estaba allí?
Eso sólo me dio más curiosidad, lo que no es necesariamente algo
bueno. Ahora, quiero saber lo que hay detrás de esa puerta, o estantería,
como ahora. Mi curiosidad está ardiendo, y voy a averiguarlo.
Puede que no haya nada allí, y mi búsqueda podría ser infructuosa.
Pero mintió por una razón, y quiero saber esa razón.
Con la frustración y energía inquieta ardiendo a través de mí, me
agacho y ato los cordones de mis zapatillas antes de salir de mi
apartamento. Me voy por una caminata matutina antes de trabajar.
Necesito limpiar mi cabeza, y correr es la única manera de hacerlo.
Corro por las escaleras de mi edificio y salgo por la puerta principal.
El aire frío de la mañana golpea mi rostro, refrescando mis mejillas.
Dejando la puerta cerrarse detrás de mí, permanezco allí por un
momento. Con las manos en las caderas, inclino mi cabeza hacia atrás

239

para encarar el cielo, observando que las nubes se desvían, mientras tomo
algunas respiraciones profundas de aire fresco.
Respiraciones constantes, dentro y fuera.
¿Ves? Ya estoy empezando a sentirme mejor.
—Daisy.
Mi cuerpo se congela ante el sonido de esa voz. Conozco esa voz. Lo
conozco bien.
Y ahí va mi buena sensación.
Con el corazón palpitando, bajo la cabeza y mis ojos se encontraron
con la única persona a la que nunca quise volver a ver.
—Jason.
Está de pie a pocos metros de distancia, y me alegro de decir que se
ve terrible. Sus ojos están inyectados en sangre, anillos oscuros los
rodean. Su cabello parece que no ha sido lavado o cortado desde la última
vez que lo vi, y su ropa está arrugada. Parece un desastre.
—¿Qué estás haciendo aquí? —No me sorprende el nivel de ira en mi
voz.
—Daisy. —Da un paso adelante.
Todo dentro de mí grita por alejarse, pero el odio y orgullo tienen mis
pies firmemente en su lugar.
La brisa sopla entre nosotros, y siento un fuerte olor a alcohol.
—¿Estás borracho? —Frunzo el ceño.
Deja escapar una carcajada. Suena lamentable. Como era de esperar,
no puedo encontrar una pizca de simpatía por él.
—Si bebes constantemente, ¿eso cuenta como estar borracho, o es
sólo un estado normal?
—No estoy de humor para juegos, Jason. ¿Por qué mierda estás aquí?
—Es la primera vez que te oigo maldecir.
—Sí, bueno, la prisión cambia a una chica. Ahora. ¿Qué. Quieres? —
Mis manos están apretadas en puños a mis costados.
—Sólo... —Niega suavemente—. Sólo oí que estabas fuera, y
necesitaba verte. Necesitaba ver que estabas bien.
Le doy una bofetada. Fuerte.
El sonido suena en el silencio que nos rodea. Y mi mano pica como
una perra.
Es la primera vez que golpeo a alguien.
No me siento mejor por ello.

240

Mi adrenalina aumenta, mi cuerpo está temblando, y mi pecho está
palpitando con fuertes respiraciones, como si acabara de correr un
maratón.
Quiero llorar. Y gritar.
En serio, nunca llueve, pero jodidamente empieza a gotear. Me
entrego a Kas, y él me miente. Y, a la mañana siguiente, mi ex bastardo
mentiroso aparece en mi puerta.
Tengo la peor suerte del mundo.
Su mirada desconcertada vuelve a mí.
—Lo merezco. —Sus palabras son suaves.
—Te mereces más —grito.
Asiente suavemente, su mirada desenfocada.
Todo en mí comienza a doler de los malos momentos que me hizo
pasar, todo lo que tuve que soportar, y todo lo que perdí por él.
—¿Por qué, Jason? —Ni siquiera me doy cuenta que estoy llorando
hasta que una lágrima baja por mi barbilla. La limpio con el dorso de mi
mano—. Lo perdí todo. Perdí a Jesse, lo más importante de mi vida, ¡y fue
puesto en una casa de acogida! ¡Una jodida casa de acogida! —Mi voz está
aumentando con cada palabra enérgica que digo—. Y ni siquiera puedo
recuperarlo ahora. Puedo verlo los fines de semana mientras le demuestro
a los Servicios Sociales que estoy en condiciones de cuidarlo. ¡Y eso es todo
por tu culpa!
Empujo mis manos en su pecho, y da un paso atrás.
—¡Me engañaste! ¡Fui a la cárcel por tu culpa! Y sé que fuiste tú
porque no había nadie más que podría haberlo hecho. ¡Y verte aquí solo lo
confirma! ¿Y tienes la jodida osadía de venir aquí porque necesitabas saber
que estoy bien? Bueno, no, ¡no estoy bien! —grito esa última parte. Y no
me importa si despierto a todo el maldito edificio. Me he ganado el derecho
de gritar.
Su mirada va hacia todos lados.
Me recuerda que Cece está a solamente unos pocos pisos arriba, y
ella podría oír. No quiero meterla en esto. Si descubre que Jason está
aquí... Dios lo ayude. Y no quiero que Cece vaya a la cárcel por asesinato.
Mirando al pavimento, doy unas cuantas respiraciones calmantes,
apretando los puños.
Levanto la mirada y observo su rostro lamentable.
No puedo ver al Jason que conocía.
Dios, este hombre me importaba. Confiaba en él. Y, en este momento,
no puedo ver una sola razón para justificar eso.

241

—No debería haber venido —susurra—. Fue un error.
—Sin duda, Sherlock —espeto.
—Lo siento —murmura mientras empieza a alejarse.
—Sí, y lamento haberte conocido.
Se detiene, levantando su mirada de culpabilidad a la mía.
—Lamento que me hayas conocido también, Daisy. Fuiste lo mejor
que me pasó...
—Entonces, ¿por qué? —Golpeo las manos contra su pecho—. Me
arruinaste la vida, Jason. Fui a la cárcel por tu culpa.
—Lo siento...
—Sigues diciendo eso, pero no lo sientes. Si lo hicieras, entonces me
dirías la verdad. Admitirías que me engañaste. Me dirías quién más estaba
involucrado.
—Yo... Jesús... —Pasa las manos por su cabello, jalando mechones—.
No tuve elección, ¿de acuerdo? Nunca quise lastimarte.
¿No tenía elección?
—¿Qué quieres decir con que no tenías opción?
Su mirada se aparta de mí.
—Nada. Olvídate que dije algo.
—No. —Me acerco a él—. ¿Quién? —No dice nada, así que decido
seguir presionando—. ¿Fue... Damien?
Sé que di en el clavo porque sus ojos asustados y en pánico me
miran.
La ira inunda mis venas.
Siempre supe que fueron los dos, y ver la confirmación en el rostro de
Jason... me da ganas de darle una bofetada una y otra vez. Y luego llevar
su culo borracho y patético a la comisaría y obligarle a decirles la verdad.
—Tengo razón, ¿no? —Doy un paso más, la furia me anima—. Fue
Damien. Él te hizo sacar esa llave de mi bolso mientras dormía, y tú se la
diste. Robó la joyería, y luego te devolvió la llave. Lo guardaste en mi bolso
y plantaste las joyas en mi apartamento, así la policía las encontraría.
Dios, tengo razón, ¿no? Sólo admítelo, Jason. ¡Por una vez en tu miserable
pequeña vida, di la verdad!
Sé que lo he presionado demasiado y demasiado duro cuando veo la
furia llegar a sus ojos. Una expresión pasa por su rostro que hace que mi
corazón se detenga.
Jason no es como Kas. En realidad es mucho más delgado de lo que
era cuando estábamos juntos, pero sigue siendo un infierno mucho más
grande que yo.

242

Y, ahora, estoy calculando rápidamente la distancia para ver si puedo
regresar a mi edificio antes que pueda atraparme.
Está borracho. Podría lograrlo.
Y es como si me leyera la mente porque toma mi brazo, agarrándome
con fuerza, sus dedos apretando mi piel.
Nunca fue violento conmigo mientras estábamos juntos, pero no estoy
tan segura que no lo sería ahora.
Se acerca, tanto que puedo oler el hedor a alcohol en su aliento.
—Déjame ir —espeto, dientes apretados.
Pero no me deja ir. Trato de apartar el brazo, pero no funciona. Es
como si ni siquiera me sintiera ahora mismo.
—Dios, te he amado, Daisy. Tanto. Eras tan buena. Tan pura.
Demasiado buena para gente como yo, pero te quería de todos modos. Y la
forma en que solías mirarme...
—¿Amor? —Río amargamente—. No sabes el significado de esa
palabra. Y, honestamente, preferiría tener tu odio, porque mira lo que me
diste con tu tan llamado amor, una habitación de seis por ocho en un
bloque de prisión.
La culpa parpadea en sus ojos. Aparta la mirada de mí.
—Hice lo mejor que pude por ti.
Río sin ganas de nuevo.
—Vete a la mierda, Jason. Hiciste lo mejor para ti mismo. —Lo miro
de arriba abajo—. Dios, eres patético. Una excusa borracha y patética de
hombre.
Sé que no debería seguir presionándolo, pero no puedo detenerme.
—¡Tú y tu bastardo hermano me robaron mi libertad! —espeto—. Me
engañaron por ese robo y luego simplemente se alejaron, limpios. Y viniste
aquí, ¿para qué? ¿Para decir que lo sientes? Bueno, vete a la mierda. Si
estás tan arrepentido como dices, entonces irás a la comisaría, y les dirás
la verdad. Ve a la policía ahora y diles que fuiste tú y Damien. Que ambos
me engañaron. Que robaste la tienda.
Sus ojos brillan con peligro, y su agarre en mi brazo aumenta,
haciéndome gemir de dolor.
Se inclina hacia mi rostro.
—No sé de qué estás hablando, Daisy. —Su voz es baja, pero
tranquila y estable—. Mi hermano y yo no tuvimos nada que ver con lo que
pasó esa noche. Todo lo que sé es lo que todos saben, que tú robaste.
Usaste tu tarjeta de acceso para entrar en la tienda. Tenías algunas joyas
robadas en tu apartamento.

243

Encontrando fuerza, la aparto de mí, empujándolo hacia atrás.
—¡Vete a la mierda! —siseo—. ¡Te odio, desgraciado!
—Deberías odiarme —dice tranquilamente—. Y deberías tener miedo
también. El miedo mantiene a la gente callada, y deberías callarte, Daisy.
Envuelvo mis brazos temblorosos alrededor de mí.
—¿Esa es una amenaza? —de alguna manera consigo mantener mi
voz firme. Dios sabe cómo, porque mis entrañas están retorciéndose.
—No —dice suavemente, dando un lento movimiento de cabeza, como
si el pensamiento fuera inconcebible—. Te amo, Daisy. Nunca te haría
daño. Soy yo el que intenta mantenerte a salvo.
—¿A salvo de quién? ¿Damien?
Jason sostiene mi mirada por un largo momento antes de apartarla.
—Ten cuidado, Daisy. Y, recuerda, el silencio es de oro. —Mete sus
manos en los bolsillos, gira y se aleja.


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Mensaje por Maga Dom 28 Ene - 20:23



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Mensaje por Veritoj.vacio Lun 29 Ene - 1:00

Daisy es demasiado curiosa, a ver que sale de eso, y no puedo creer que Jason tuviera la caradura de presentarse


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