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Lectura Febrero 2018
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura Febrero 2018
Yani escribió:Aquí tienen para que se maten de la risa, esa Andie es algo realmente jajajaja aunque por momentos su estupidez me parece exagerada.
Y que lo digas, iba leyendo en el bus y recibí unas cuantas miradas extrañas porque no podía contener las carcajadas, esa chica es caso aparte
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Febrero 2018
jajajaajaj esa Andie esto un show, que mori de la risa en sus intentos por jugar, al menos la suerte de principiante la acompaño todo el tiempo, que si todo el tiempo, hasta Mack termino cerquita de ella
IsCris- Mensajes : 1339
Fecha de inscripción : 25/10/2017
Edad : 26
Re: Lectura Febrero 2018
Andie es muy graciosa, todo el juego fue una experiencia muy extraña, pero ganadora al final. No creo que esa sea su personalidad todo es gracias al exceso de tragos encimas.
Deseo ver las artimañas de Mack, para obtener algo de la disponible Andie
Deseo ver las artimañas de Mack, para obtener algo de la disponible Andie
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Febrero 2018
Cap 9:
Jajajajaj deossss Andie!
Concuerdo con yani en que a veces su estupidez es un poco exagerada pero... bueno creo que yo tambien me veria un poco asi si estuviera en su lugar aunque preferirira sobria xD
Me agrada el anciano del costado!
Menos mal que no es ningun pervertido o aprovechador porque sino la pobre Andie estaria en serios problemas
Uhhh... Mack regreso....
Cap 10:
Uhhh...
Esto suena a contacto!
Bien por ti Andie!!!
Olvidalo lo que ese manicero de Puke no pudo hacerte sentir con el vaquerote sexy de Mack!
Mmm... Noche inolvidable!
Jajajajaj deossss Andie!
Concuerdo con yani en que a veces su estupidez es un poco exagerada pero... bueno creo que yo tambien me veria un poco asi si estuviera en su lugar aunque preferirira sobria xD
Me agrada el anciano del costado!
Menos mal que no es ningun pervertido o aprovechador porque sino la pobre Andie estaria en serios problemas
Uhhh... Mack regreso....
Cap 10:
Uhhh...
Esto suena a contacto!
Bien por ti Andie!!!
Olvidalo lo que ese manicero de Puke no pudo hacerte sentir con el vaquerote sexy de Mack!
Mmm... Noche inolvidable!
Emotica G. W- Mensajes : 2737
Fecha de inscripción : 15/11/2016
Edad : 27
Localización : Mi casa :D
Re: Lectura Febrero 2018
Gracias por los capis, me dio mucha risa. Igual tenia público cuandl los estaba leyendo y me quedaban mirando cuando me reía.
Esta muy bueno el libro
Esta muy bueno el libro
Maggiih- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 22/01/2018
Edad : 31
Re: Lectura Febrero 2018
Capítulo 11
Mack agarró la mayor parte de las fichas frente a nosotros y las puso en un vaso de plástico con el logo del casino. Le dio una ficha de veinte dólares al crupier.
―¿Estás lista para salir de aquí? ―Sonaba sorprendentemente sobrio considerando la cantidad de cervezas que había bebido.
―Pero, ¿qué pasa con estas? ―le pregunté, tocando a las fichas que dejaba atrás.
―Esas son los tuyas.
Debe estar confundido. O tal vez más borracho de lo que parece. Sentí un poco de pánico cuando me di cuenta de que tal vez no era confusión o cervezas… tal vez no sabía que yo había estado usando sus fichas todo el tiempo. Miré a los mil doscientos dólares de fichas multicolores frente a mí.
―Esas no son mías, son tuyas. Como que… tomé algunas de tus fichas en la primera ronda. Lo siento… me entró pánico. Dijeron que perderías tu lugar. ―Hice una mueca hacia él, preguntándome si acababa de echar a perder mi oportunidad de una aventura en el heno proverbial con el vaquero más sexy de este lado del Mississippi.
―Tú las ganaste en buena ley. Digamos que te respaldé por un rato, hasta que lograste mantenerte en pie.
Me mordí el labio inferior mientras consideraba si debía insistir en que tomara el dinero. Sin embargo pronto me di cuenta que quedarme sentada y concentrada así era un error; la habitación estaba girando demasiado para discusiones racionales y bien razonadas. Decidí que era más prudente enfocar mis energías en caminar en línea recta en lugar de negar cualquier derecho sobre el dinero. Había perdido la cuenta de cuántos cócteles gratis había bebido en la última hora que habíamos estado jugando, pero sabía por la forma en que rodaba y
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rodaba la fosa de juego que había bebido un par de más. Apilé las fichas y las encajé en la palma de mi mano. Mil doscientos dólares eran sorprendentemente livianos.
―Gracias, vaquero. Eso es increíblemente generoso de tu parte. ―Sonreí como una idiota borracha, que es exactamente lo que era―. Voy a tener que encontrar una forma de reembolsarte, supongo.
―Vamos, vamos a buscar un poco de aire fresco ―dijo, extendiendo su codo doblado para mí.
―¿Eso es lo que están pidiendo en estos días? ―le pregunté deslizándome del taburete, y empujando mi mano a través del agujero a su lado. Sólo le golpeé las costillas un poco. Fue cuando mis pies tocaron tierra firme y me dieron un mejor control sobre mi vértigo que me di cuenta de lo tonta que sonaba. Hablando de acerca de un estado de ánimo automático―. Lo hice otra vez, ¿no? ―le pregunté, suspirando. Ahí va el sexy vestido negro y el peinado a lo Jennifer.
―¿Hacer qué? No me di cuenta que hicieras nada. ¿Quieres ponerte los zapatos? ―Señaló el lugar bajo mi taburete donde los zapatos de Kelly yacían en una pequeña pila puntiaguda.
―Si por zapatos te refieres a los dispositivos de tortura del diablo de ahí abajo, entonces no. Definitivamente no me los quiero poner. ―Fruncí el ceño ante los zapatos de tacón demasiado alto, preguntándome en cuántos problemas me metería si simplemente los dejaba allí.
Se inclinó y los agarró, cruzándolos en el medio y sosteniéndolos con su mano libre.
―¿Qué tal si riño con ellos por ti hasta que te sientas como para volver a ponértelos?
―Buena idea. Probablemente debería ir a mi cuarto y cambiarme a algo más práctico de todos modos.
―¿Te estás quedando aquí? ¿En el hotel? ―Se detuvo, a unos pocos metros de distancia de la mesa de blackjack, haciendo que tropezara con él.
―Así es. En una suite espectacular.
―Hum.
―¿Tú no?
―Nop. ―Él no ofreció ninguna otra explicación y no pregunté. No importaba de todos modos, ¿no? No había necesidad de complicar las cosas.
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Empezó a caminar de nuevo. Nuestros cuerpos estaban uno al lado del otro, su brazo frotándose contra mi seno derecho. Incluso ese toque inocente enviaba un escalofrío a través de mi cuerpo, especialmente mientras me preguntaba si era intencional de su parte. No tenía que caminar tan cerca, pero lo hacía. O tal vez era sólo yo, aferrándome a él como un trozo de alga marina se aferra a una roca. ¡Dios, por favor, no quiero ser un alga!
―No he escuchado esa palabra en un largo tiempo. Espectacular. Me gusta.
―Quédate conmigo, vaquero. Te mostraré todo tipo de excelente material retro. Al igual que mi preparación Jennifer Anniston. ¿Te gusta? ―Tiré mi cabello hacia atrás y hacia adelante antes de mirar para ver si él estaba mirando.
―Es bonito ―dijo, sonriendo un poco. Se volvió y se detuvo, haciendo que mi brazo se saliera del de él.
Él estaba a escasos centímetros, mirándome. Colocando los zapatos en su mano con la copa llena de fichas, puso su mano libre sobre mi hombro, con su expresión de repente seria. Mi corazón se dejó caer con un golpe seco. Me va a decir me verá más tarde. Va a desaparecer. Lo sabía. Volar mi cabello a lo Jennifer Aniston fue demasiado. ¡Maldición!
―Escucha, Andie. Sé que has bebido mucho, por lo que siento que lo propio de un caballero es darte la oportunidad de marcharte… si eso es lo que quieres hacer. ―Él me miraba con esos malditos ojos azules brillantes suyos, y sentí como si estuviera siendo hipnotizada por ellos. Estar con él era mucho más fácil de manejar cuando no estaba mirándolo directamente; podía convertir lo sexy en algo manejable cuando su atención estaba en cualquier lugar menos en mí.
―¿Marcharme? ¿Alejarme de qué? ―Jugar un poco a la difícil de conseguir parecía lo más prudente de hacer sólo en caso de que estuviera siendo un buen samaritano por pasar el rato conmigo. Seguro que sonaba como uno ahora, y en mi experiencia, enamorarse de un tipo que no tiene ningún interés en mí es un proceso particularmente doloroso.
Él puso su mano libre en la parte superior de su sombrero y lo movió de atrás hacia adelante, haciendo que los rizos de atrás se movieran también.
―No sé lo que estoy diciendo. Esa última Bud fue directo a mi cerebro y lo confundió un poco, me temo.
―Confundió. Buena palabra. ¿Vienes conmigo arriba mientras me cambio mis zapatos? ―Tenía cero miedo de que Mack fuera el tipo equivocado de persona para invitar a mi habitación. Él no resultaba como material de violador. Yo, por otra parte, no estaba tan segura. Él era casi irresistible, y si puso a rodar la pelota, estoy segura que no iba a impedir que cayera recta cuesta abajo a mil kilómetros
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por hora. Sin embargo, sin importar qué, no quería dejar Las Vegas con ningún arrepentimiento. Si él quería que nos pusiéramos todos calientes y sudorosos juntos, entonces íbamos a hacer eso, no había dudas. A la mierda con los segundos pensamientos, a la mierda con los ex-novios que rompen por mensaje de texto y a la mierda con las complicaciones. Todo lo que quería era una noche de imprudente abandono para poder obtener toda esta locura fuera de mi sistema y volver a casa con un borrón y cuenta nueva, lista para patear traseros, preguntar luego, y seguir adelante con mi vida.
―¿Quieres que suba? ―preguntó.
A la mierda con hacerse la difícil.
―Sí. Vamos. ―Lo agarré de la mano y medio lo arrastré hasta un conjunto de ascensores―. Creo que mis amigas están allí. No tengo una llave así que será mejor que estén. ―Apreté el botón hacia arriba, temblando un poco por lo que estaba haciendo, concretamente llevando a un casi completo extraño a mi cuarto una hora después de conocerlo, así podría rasgar su ropa y ser una puta loca y salvaje. Estaba tan dispuesta a ser una prostituta justo ahora. Mil doscientos dólares definitivamente iban a comprarle una mamada. Todo lo que podía pensar era en cómo sería debajo de toda esa ropa de vaquero y si ese bulto que había visto bajando por la pierna estaría a la altura de mi imaginación.
―¿A tus amigas no les gusta apostar?
―Sí, pero una de ellas se puso demasiado borracha así que la otra estaba cuidando de ella.
―¿Te dejaron sola en ese vestido?
Traté realmente muy duro de no sonreír.
―Más o menos. En realidad no. ―Uno de los ocho ascensores sonó y se abrió. Cuando entré, dije―: Habría ayudado también, pero vi a este chico totalmente caliente con un sombrero de vaquero y me distraje un poco. ―Me encogí por la forma en que mis palabras se iban arrastrando juntas. Estaba tratando muy duro de estar bien, pero tenía miedo de estar cada vez más cerca de ser tonta. Al pulsar el botón del piso correcto, hice todo lo posible para actuar como si no acabara de revelar mi mano totalmente.
―¿Es así? ―preguntó―. ¿Tengo que ir a hablar con él?
Me di la vuelta, con una sonrisa disimulada en la cara. Incliné mi cabeza, dejando que mi cabello cayera suelto sobre mi hombro.
―Puede ser. ¿Qué le dirías?
Se acercó más.
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―Le diría que perdió. Que llegué antes y que se haga a un lado.
―¿Estás seguro de eso? ―le pregunté intentando no jadear como una perra en celo. Estaba tan cerca que podía sentir el atractivo saliendo de su pecho. Mis rodillas se estaban convirtiendo en gelatina sobre cuán alto y ancho de hombros era. Y ese estúpido sombrero de vaquero… Debería haberlo odiado. Debería haberle sacado todo el atractivo y convertirlo en palurdo pueblerino. Pero no era así. Lo hacía una cosa salvaje. Un extraño peligroso, salvaje. Totalmente indiferente a lo que pensaran los demás, y cómodo en su propia piel. Si no hubiera estado tan borracha habría estado demasiado intimidada incluso para hablar con él. En cambio, estaba dando pasos para encontrarlo a mitad de camino, mis ojos lo bebían y no estaba avergonzada de hacerlo.
Su voz se convirtió en un corto gruñido.
―La pregunta es: no si yo estoy seguro, sino si tú lo estás. Porque yo sé exactamente lo que quiero, y no soy el tipo de persona que tiene miedo de ir tras ello una vez que lo veo.
Dejó caer los zapatos y las fichas en un montón desordenado y estaba contra mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura cuando el ascensor sonó. Habíamos llegado a mi piso. Un segundo después, las puertas se abrieron.
Su cabeza descendió lentamente y el ala de su sombrero bloqueó la luz que venía de lo alto. Estábamos en un capullo de energía sexual, y yo no quería parar lo suficiente como para bajar del ascensor. Puse mis manos sobre su pecho, moviéndolas a lo largo de su suave camisa de algodón hasta los hombros, deleitándome con los músculos magros y fuertes que sentía allí. Envolviendo mis manos alrededor de su cuello, enterré mis dedos en los rizos en la parte posterior de su cabeza cuando él se dobló para encontrar sus labios con los míos.
Nuestras bocas se conectaron y la pasión que había estado construyéndose estalló fuerte y caliente. Nada acerca de nuestros coqueteos anteriores y toques no tan accidentales me había preparado para esto. Sus labios eran gruesos y suaves, pero exigentes en la forma en que presionaban contra los míos y se movían rápidamente en ángulo por más. No esperé una invitación, abrí la boca y dejé que mi lengua lamiera sus labios, retándolo a que saliera a jugar. Tomó mi reto con un gemido, su lengua audaz salió a la carga para enredarse con la mía. Nunca en mi vida había sido besada así.
Las puertas se cerraron. Mack se estiró y apretó el botón de mi piso otra vez, pero ya íbamos hacia abajo.
―Maldición, nos perdimos mi piso ―susurré contra su boca.
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Sus manos se deslizaron hasta mi trasero y apretó, enviando un escalofrío a mis lugares más calurosos, poniéndome mojada con anticipación. Empujé mis caderas hacia él, queriendo gruñir de satisfacción sobre la dura longitud que encontré allí. Él se movió contra mí mientras masajeaba mi culo, haciéndome querer gritar de deseo insatisfecho. Si la campana del ascensor no hubiera sonado justo en ese momento, podría haber tirado hacia arriba mi falda y saltado sobre su oferta. Pero sí lo hizo, y luego las puertas se abrieron, así que rápidamente me alejé y empujé hacia abajo la parte inferior de mi vestido. Tratar de lucir como si no acabara casi de follarme un vaquero en el ascensor de mi hotel era una de las cosas más difíciles que he hecho jamás. Estoy bastante segura de que no estaba haciendo un buen trabajo.
―¿Suben? ―preguntó una pareja mayor, luciendo un poco confundidos acerca de vernos allí de pie y no bajar.
―Ah, sí ―dijo Mack, teniendo que aclararse la garganta antes de continuar―. Vamos a subir. Todo el camino hacia arriba.
Hipé fuerte y tiré mi mano sobre mi boca, con mis ojos desorbitados. ¡Nada sexy! ¡Nada sexy!
La mujer puso la mano sobre el brazo de su marido, impidiéndole entrar en el ascensor con nosotros. Ella echó un vistazo a las fichas a nuestros pies y luego miró hacia arriba.
―Creo que tomaremos el siguiente. Sigan adelante chicos. ―Ella nos guiñó un ojo e hizo callar a su marido cuando empezó a quejarse.
Las puertas se cerraron y Mack vino hacia mí sin un segundo de retraso. Le di la bienvenida con los brazos y las piernas abiertas. Tan abiertas como podrían estar, de todos modos, en el maldito vestido apretado que me habían obligado a llevar. Era como una camisa de fuerza cuando lo único que quería hacer era saltar y envolver las piernas a su alrededor.
―¿Qué estamos haciendo? ―dije contra su boca. Era una pregunta estúpida, ambos lo sabíamos. Mi mente estaba girando y mis hormonas estaban furiosas. Lo necesitaba dentro de mí, y lo necesitaba ahora. Nunca había estado tan encendida en toda mi vida. Si Candice y Kelly estaban en nuestra habitación, sólo tendría que encontrar un armario de suministros en alguna parte.
―Parece como que estamos a punto de tener un poco de diversión ―dijo, sin un rastro de diversión en su voz―. Estoy dispuesto si estás dispuesta. ―El ascensor se sacudió un poco cuando empezó viajar de nuevo hacia arriba.
Me aparté, mirándole a los ojos, parpadeando para hacer que la falta de claridad se fuera.
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―Definitivamente estoy dispuesta. Sin duda, totalmente dispuesta.
Nos besamos de nuevo, y cuando movió sus manos hacia abajo por mi espalda esta vez, no se detuvo en mi trasero. Continuó hasta que llegó a mi muslo y al mismo tiempo me empujaba contra la pared del ascensor. Una vez que levantó mi pierna, mi centro caliente estaba en ángulo para apreciar totalmente la dureza que una vez más empujaba contra mí. Puse mi tobillo alrededor de la parte posterior de su cintura, gimiendo mientras me movía hacia arriba y abajo, frotándose contra él en un ritmo que no tenía control. Nuestras bocas se movían al unísono mientras mis caderas giraban, trayéndolo más cerca con cada embestida. Mi falda estaba alrededor de mi cintura, y mi ropa interior de encaje rojo estaba empapada cuando la campana del ascensor sonó de nuevo.
Él dejó caer mi pierna y deslizó sus manos por los lados de mis caderas y muslos, poniendo mi falda de nuevo a donde debería estar cuando estábamos en público. Recogió las fichas y los zapatos y salió al pasillo, tirando de mí con él. Tropecé, enredándome con mis propios pies, pero él me atrapó con su cuerpo y un brazo. Su mano que sostenía los zapatos cayó casualmente a mi cintura una vez que yo estaba de nuevo en posición vertical.
―¿Hacia dónde? ―preguntó, entrecerrando los ojos ante las señales en la pared.
―Habitación dos cero uno cuatro ―le dije, sonando como una completa borracha. Hice algunos ejercicios rápidos con la boca, tratando de precalentar mi mandíbula para poder hablar como la mujer educada que soy.
Él me sorprendió haciéndolo y se echó a reír.
―¿Podrías sostener estos por mí? ―Después de que depositó todas las fichas y los zapatos en mis manos, yo di un paso por el pasillo, hacia mi habitación.
―¡Wuup! ―El sonido salió volando de mi boca cuando me sorprendió como la mierda y me levantó, llevándome en una cuna hecha de sus fuertes brazos. Pasos largos nos llevaron por el pasillo hacia la última habitación de la derecha, mientras que el dinero sonaba dentro del vaso de plástico. Yo estaba, literalmente, siendo barrida de mis pies, y de no haber sido por el pasillo, las paredes, pisos y techo, girando, habría sido el punto culminante de mi noche.
¡Por favor, que Candice y Kelly estén de salida!
Él me puso sobre mis pies en la puerta y se apoyó en ella con una mano, tirando de mí en contra de él con la otra. Yo estaba sin aliento por el beso que siguió, casi sin poder mantener mis pensamientos juntos. Abajo cayeron las fichas y los zapatos otra vez, esparcidos por todo el suelo y a mis pies. Sólo abrí los ojos un par de veces durante el beso para mantener la sala giratoria bajo control.
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―Espera, espera ―le dije, cuando una puerta al final del pasillo se abrió y voces llegaron flotando por el pasillo. Llamé a mi puerta, mostrando desesperación a través de la intensidad tipo ametralladora del tap, tap, tap que estaba haciendo. Era incapaz de parecer genial en estos momentos. ¿Genial? Dile hola a Tonta.
―¿No tienes una llave? ―preguntó.
―¿Dónde crees que sería capaz de esconder una llave en este vestido? ―Mi pecho estaba prácticamente abarrotado por toda la respiración pesada que estaba haciendo. Estaba completamente aturdida y frustrada, mis manos se negaban a quedarse quietas. Podía sentir su paquete de seis a través de su camisa. Los músculos realmente se ondulaban cuando los tocaba. El bulto en su pantalón era enorme. Necesitaba ver a este hombre desnudo pronto o iba a tener un derrame cerebral causado por deseo sexual reprimido. Como combustión espontánea pero sin la parte del gas o el fuego.
Pasó los dedos más allá de mis costillas por mi espalda.
―Hmmm, ninguna llave aquí. ―Sus dedos siguieron a mi trasero―. No, aquí tampoco. ―Poniendo su mano justo debajo de mi pecho derecho, sonrió―. Y aquí tampoco. ―Agarró mi culo una vez y lo soltó―. Tienes razón. No tienes una llave. ―Él sonrió, haciendo que agarrara su cara entre mis manos y lo besara de nuevo.
La puerta se sacudió y saltamos apartándonos antes de que pudiera empezar mi próximo movimiento, es decir, sentir su bulto. Olvidé que los zapatos de Kelly estaban allí en el suelo y de alguna manera conseguí enredarme en ellos cuando traté de darme la vuelta. Caí al lado cuando la puerta se abrió, aterrizando en los brazos abiertos de Mack.
―Bueno, bueno, bueno. Pero si es La Señora Apostadora y su héroe vaquero ―dijo Candice, sonando un poco dormida y muy traviesa.
Empujé el pecho de Mack para volver sobre mis pies y me agaché para agarrar los zapatos de Kelly. Cuando me levanté, me balanceé sobre mis pies, y la habitación dio una vuelta completa frente a mí. Mack puso su mano en la parte baja de mi espalda y dio un paso adelante para poner su cuerpo más cerca al mío. Era reconfortante saber que si me caía, él estaría allí para atraparme.
―Whoopsy. Lo siento, perdí el equilibrio allí. ―Le sonreí a Candice, tratando de jugar con el hecho de que había aparecido en nuestra habitación con un tipo cualquiera―. ¿Qué te tomó tanto tiempo? ―pregunté, caminando junto a ella y arrastrando a Mack de la mano―. Esperé eternamente. Mira lo que gané. ―Levanté las fichas que había recogido del suelo un segundo antes de tirarlas sobre la mesa. Varias de ellas salieron rondando y cayeron al suelo.
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―Agradable. ―Ella sólo tenía ojos para Mack―. ¿Y ganaste fichas también?
Me moví por lo que estaba de pie a su lado.
―Ja, ja. No gané este vaquero, le gané en el blackjack. ―Resoplé una carcajada ante el ceño fruncido de él. Hice un gesto hacia el vaquero y luego a mi amiga―. Candice, él es Mack. Mack, ella es Candice.
Ella le estrechó la mano mientras levantaba una ceja.
―¿Mack? ¿Eres de verdad, ese es tu nombre?
―Mack es un apodo. La abreviatura de MacKenzie, mi apellido. ―Él sonrió, y vi el efecto que tuvo en Candice. Incluso su exigencia no era inmune a sus encantos. Me fundí contra él un poco y puso su brazo a mi alrededor.
―¿Dónde está tu casa? ―preguntó Candice, deslizándose sobre sus zapatos. Me di cuenta con un dejo de amargura que eran más bajos que a los que me había estado sometiendo.
―Baker City, Oregón.
―Estás muy lejos de casa, vaquero ―dijo ella, de pie con la espalda recta y empujando sus tetas en su sujetador.
―Lo estoy, señora.
La cara de Candice cayó y ella dejó su meneo, con los hombros caídos.
―Me acaba de llamar señora. Voy a ir a ahogar mis penas. ―Agarró su pequeño bolso de la mesa y se dirigió a la puerta, toda encorvada.
―¿A dónde vas? ―le pregunté, desconcertada.
―Voy a encontrarme un hombre. Uno más joven con un gran pene. Mantén un ojo en Kelly, si te apetece. De lo contrario, simplemente enciérrala. Ella va a estar bien. Está durmiendo su borrachera en el dormitorio de la izquierda. ―Salió por la puerta.
―Pero… ¡espera, Candice! ¡No tienes que irte!
Asomó la cabeza por la puerta, con su sonrisa de vuelta.
―Lo siento, cariño, pero tres son multitud. ―Guiñó un ojo―. Hasta luego, chicos. ―La puerta se cerró detrás de ella con un clic.
―Creo que tu amiga me dio luz verde ―dijo.
Sonreí grande.
―También creo que lo hizo.
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Él me barrió de mis pies de nuevo, sólo que esta vez el giro no fue tan malo ya que estaba mirando sus ojos todo el tiempo.
―¿Cuál es el camino a la habitación vacía? ―preguntó.
Señalé por encima de mi hombro.
―Por allá.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura Febrero 2018
Capítulo 12
Me senté en el borde de la cama para poder ver el espectáculo.
Lo primero que hizo fue quitarse la camisa, botón por botón. Estaba segura de que el sombrero de vaquero iba a volar primero, o que tal vez lo dejaría sobre la mesa antes de iniciar el striptease. Pero no… fue la camisa con lo que comenzó, y maldita sea, me alegré por ello. Nunca en mi vida he visto a un vaquero sin su camisa y con su sombrero puesto, pero decidí en ese mismo momento que quería experimentarlo regularmente por el resto de mi vida. Me hizo desear tener una cámara de video filmando para poder volver a vivir el escenario una y otra vez. Que este evento fuera sólo una aventura de una noche realmente comenzó a apestar en ese momento.
Las botas fueron las siguientes. Después de quitárselas con sus calcetines, estaba de pie en medio de la habitación en tan sólo un par de jeans muy gastados y un sombrero vaquero de color paja. Una enorme hebilla del cinturón color bronce descansaba en su cintura.
―Dios mío, ten piedad ―dije en apenas un susurro, incapaz de apartar la mirada. De alguna manera un acento sureño goteó en mi discurso. Parecía apropiado, viéndolo allí de pie en toda su gloria de hombre del campo. Hipé otra vez.
―Así de bien, ¿eh? ―preguntó él, con su sonrisa ensanchándose. Dio varios pasos hacia mí, y me moví hacia atrás sólo un poco―. ¿A dónde vas? ―preguntó, en voz baja. Me recordaba a un depredador y su presa.
―Yo… no lo sé ―dije, tartamudeando a través de mi repentino ataque de timidez. Era demasiado hermoso para palabras. Tenía miedo de estar desnuda en su presencia.
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―No tienes que tenerme miedo ―dijo, todavía avanzando. Tendió una mano, con la palma hacia abajo, en un gesto calmante―. Shhh, ven aquí, cariño. Déjame abrazarte. No tienes que hacer nada que no quieras.
Sus palabras me calentaron hasta los dedos de los pies. Tuve la sensación de que ahora sabía exactamente cómo se sentiría un caballo asustadizo en su presencia. Este hombre no quería hacerme daño. Alejarse sería la cosa más estúpida que podría hacer. De ninguna manera iba a vivir con ese arrepentimiento.
Estiré mi mano y dejé que nuestros dedos se entrelazaran.
―Estoy un poco nerviosa. Los encuentros de una sola noche nunca han sido realmente lo mío. ―Bueno, eso era una especie de mentira. En la universidad lo habían sido, pero no desde entonces. Seis años de relaciones dedicadas, todas con totales idiotas. No soy otra cosa sino coherente.
―Es el sombrero, ¿no es así? ―Él se lo quitó y lo dejó suavemente en el suelo cerca de nosotros, sin quitarme los ojos de encima.
―No era el sombrero ―le dije, mi voz se sentía forzada. Sin duda no era el sombrero. Mi pulso estaba aumentando el ritmo y mi instinto de luchar o volar estaba apareciendo. O tal vez era mi instinto de follar o volar; lo que era probablemente más apropiado teniendo en cuenta el aspecto que él me estaba dando.
―¿Es la hebilla? ―preguntó, apretándola entre sus dedos e inclinándola hacia mí.
―No es la hebilla ―susurré, mirando fijamente las letras grabadas en el frente de ella… algo en latín sobre un escudo de armas, tal vez. Estaba demasiado distraída para darle mucha atención. Se estaba acercando demasiado para que pudiera pensar correctamente. Estaba demasiado mareada por todo el alcohol, así que me paré, esperando que eso ayudara.
Él se detuvo a unos centímetros de distancia, no era tan alto sin las botas puestas, pero aun así tan alto que tenía que inclinar la cabeza para mirar sus ojos.
―Eres la mujer más bonita de toda esta ciudad, ¿sabes eso?
Me reí un poco, sin congraciarme pero dejando que me caliente, no obstante.
―Sé que bebiste unas seis cervezas en el espacio de una hora o dos, así que tengo que pensar que eso puede estar interfiriendo en tu juicio.
Negó.
―Nope. Tengo todas mis facultades.
―Maldición, hoy estás lleno de esas palabras de un cuarto, ¿no es así?
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Él me atrajo hacia su pecho en un movimiento rápido, recordándome el hombre fuerte que es y cuanta moderación había mostrado hasta ahora.
―¿Qué es una palabra de un cuarto? ―Bajó la cabeza y besó el lado de mi
boca.
―Es… es… ―intenté contestar, pero luego olvidé la pregunta. Los pequeños besos que estaba dejando como plumas alrededor de mi boca pusieron mi cerebro a volar.
―¿Hmmm? ¿Palabra de un cuarto? ―solicitó.
―Es una… gran palabra… que vale veinticinco centavos… ―Abrí la boca y traté de darme vuelta y encontrar sus labios, pero él se alejó y me dejó colgada. Su boca se movió a mi cuello donde sus labios succionaron un poco mi piel. Chupó el punto sensible y luego sopló en él un poco, provocándome piel de gallina por todo ese lado de mi cuerpo.
Me esforcé por estar más cerca de él, mis pechos latían con necesidad.
―Quiero verte desnuda ―susurró, sus manos iban detrás de mí para mover mi cabello a un lado y lentamente abrir la cremallera del vestido. Sus dedos seguían el rastro detrás de la cremallera, deslizándose por mi piel desde la parte superior de mi columna todo el camino hacia la parte baja de la espalda. El aire fresco de la habitación susurró en mi piel cuando los hombros de mi vestido se aflojaron y se deslizó por mis brazos. El calor de mi deseo se aterró y mi cara ardía con el temor de que viera mi cuerpo y lo juzgara como menos digno. Me quedé allí en sujetador y bragas, con mi cara volviéndose de color rojo brillante.
―Jesús, mujer… ―Él me atrajo hacia sí rudamente una vez más, la dureza de su deseo golpeó mi pelvis. Era el dolor más dulce que jamás había sentido. Un gemido escapó de mis labios y lo alentó.
Empujó mi vestido hacia abajo hasta que quedó arrugado a mis pies. Salí de él y le di una patada a la ligera a un lado, aferrándome a él todo el tiempo. No quería que nos apartáramos demasiado, pero él tenía otras ideas. Se apartó bruscamente, alejándome un poco por mis brazos.
―Espera… sólo por un segundo. Deja que te mire.
Dejé caer mi mirada al suelo, incapaz de encontrar sus ojos.
Él no dijo nada durante tanto tiempo, que tuve que mirar, sin poder soportar la presión de no saber. Él estaba escaneando mi cuerpo de la cabeza a los pies, y la tenue luz que brillaba desde el baño adjunto no me decía nada. Su expresión era seria. Peligrosa, incluso.
―¿Qué? ―dije, queriendo cruzar los brazos sobre mi cuerpo.
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―No, espera… no te cubras. Por favor. Déjame simplemente admirarte un poco más de tiempo.
Mi cara se puso roja de nuevo. Todo en lo que podía pensar era en mis pechos demasiado pequeños con dos senos de goma escondidos debajo de ellos, mis caderas anchas, y mi gran trasero.
―¿De qué estás hablando? ―Sentía como si estuviera atrapada a mitad de camino entre sentirme incómoda y sentirme sexy. Podría haber caído a cualquier lado con una sola palabra de él.
Negó con la cabeza.
―Pensaba que los cuerpos como éste estaban sólo vivos en mis fantasías. No me di cuenta que existían en la realidad. ―Él pasó la mano por mis costillas y cadera―. Curvas en todas partes. ―Me miró a los ojos―. El cuerpo de una mujer cien por ciento real.
Lo empujé en el pecho; la risa burbujeaba en mi garganta mientras el miedo se desintegraba y luego desaparecía completamente. ¡Le gustan las curvas!
―Fuera de aquí, lunático.
Me agarró las manos y me atrajo hacia él.
―Claro que no, no voy a ninguna parte. Me atrajiste aquí a tu guarida y ahora voy a permitir que te aproveches de mí.
Mi boca se abrió en ofensiva simulada.
―¿Yo te atraje hasta aquí? ¿Me estás tomando el pelo? ―Traté de luchar, pero él me agarró con fuerza, caminando hacia la cama.
―No juegues con mi corazón, Andie. Dime que no me trajiste aquí sólo para desnudar tus magníficos trozos y luego echarme. No creo que mi ego pueda soportarlo. Y tampoco podrían mis… otras partes de mi cuerpo.
Levanté la barbilla para ser descarada, pero él tomó ventaja de su altura y bajó a mis labios, silenciándome con su boca.
La idea de que encontraba mi cuerpo tan sexy encendió una especie de fuego dentro de mí. ¿Cualquiera fueran las dudas que podría haber tenido sobre traer un hombre a mi habitación, que nunca vería de nuevo después de esta noche? Sí… se fueron volando por la ventana y hacia la calurosa noche de Las Vegas. ¿Cualquier segundo pensamiento que podría haber estado elaborando sobre mi propio atractivo? Sí… se unió a esas dudas, dejando en su lugar una yo muy caliente y muy excitada. Andie la fiestera sin duda estaba de vuelta. Me meneé para salirme de mis interiores mientras me besaba y luego me alejé de él cuando estaba totalmente desnuda.
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―Vaya. ―Me miró fijo, sus ojos tomando cada detalle de mi cuerpo―. Hablando de tener suerte. La mesa de blackjack no era nada comparado con esto.
Mi corazón se elevó con sus elogios y una repentina oleada de energía entró por mí.
―¡Woo hoo! ―grité, empujándolo hacia abajo sobre la cama y saltando encima de él. Mi salto fue un poco demasiado entusiasta sin embargo, porque calculé mal mi aterrizaje y caí a un lado. Traté de agarrarme del borde de la cama, pero la estúpida cubierta de satén no me dio nada a lo que aferrarme. Me volqué de la cama y caí en el suelo con un ruido sordo. Me quedé allí por unos pocos segundos, esperando que la habitación dejara de girar.
―Mierda ―dijo, tratando de ocultar su risa mientras se inclinaba sobre el borde de la cama para mirarme―. ¿Estás bien?
Me puse de pie y le sonreí, decidida a seguir divirtiéndome sin importar el hecho de que era una completa idiota. Sostuve mis brazos por encima de mi cabeza y los extendí hacia el techo.
―¿Cómo estuvo eso para un desmontaje? ―le dije, dándole una sonrisa de superestrella.
Me agarró por la cintura y tiró de mí hacia la cama, saltando encima de mí.
―Digna de una medalla de oro. ―Su jean presionaba contra mi desnudez, ajustando las sensaciones eróticas otro par de niveles. Temía que mi tontería destruiría el estado de ánimo, pero todo lo que hizo fue hacerme dar cuenta que teníamos el mismo sentido del humor.
Lo empujé y gateé para llegar a estar sobre él.
―Estoy en la cima ―declaré.
―Vaya, chica ―dijo riendo mientras luchaba para sentarse. Me agarró por la cintura y me dio la vuelta sobre mi espalda con un movimiento suave. Él estaba encima ahora y cerniéndose sobre mí.
―Quítate esos pantalones ―ordené―. Y quédate allí en el medio de la habitación, para poder apreciarte. Ahora es mi turno de curiosear. ―Si hubiera tenido un látigo en ese momento, lo hubiera hecho sonar. Algo sobre estar con Mack esta noche me había puesto totalmente encendida. Si hubiera habido un toro en la habitación, habría sostenido y agitado una capa roja frente a él.
Retrocedió mientras se levantaba de la cama, sin quitar sus ojos de los míos.
―Sí, señora.
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A diferencia de Candice, no me importaba ser llamada señora. Él podía llamarme señora toda la noche si quería.
De pie en medio de la habitación, cerca del final de la cama, se desabrochó el jean, lentamente y con cuidado revelando una erección casi de aspecto doloroso. Era como la mañana de Navidad y mi cumpleaños todo en uno, la forma en que su regalo fue revelado sólo para mi placer.
Mis ojos se abrieron ante su vista. Dulce Jesús, es dotado. Eso es una especie de magia, la forma en que de alguna manera entra en esos pantalones.
Tiró de los jeans hasta el final, colocándolos en el suelo junto a él.
―Sin ropa interior ―dije, sin dejar de mirar su sección media. No podía pensar en nada más que decir, salvo: Dios mío, tienes un pene enorme… pero eso no parecía el más suave de los movimientos, así que me quedé con lo básico.
―Demasiado restrictiva ―dijo, viniendo hacia mí, su grosor y dureza exhibiéndose directamente a la altura de los ojos desde mi posición en la cama.
Me acerqué a la orilla, dejando caer las piernas por el borde, fascinada por el tamaño y la forma de él. Me mojé imaginando su longitud moviéndose dentro de mí. Su visión envió ondas de deseo a través de mi cuerpo. Solía pensar que los juegos preliminares eran realmente importantes, pero los habría saltado todos esta noche para ir directo al corazón de la cuestión sin mirar atrás. Pero entonces vi su pene de nuevo y sólo tenía que tocarlo. Me acerqué para tomarlo en mi mano, mirándolo para medir su respuesta.
Sus ojos ardían y su expresión era tan seria, que hubiera sido aterradora si no estuviera tan encendida y convencida de su atracción por mí. Me sentía poderosa y en control.
―¿Qué quieres? ―le pregunté, mi voz era apenas un susurro.
―Lo que quieras dar. ―Su voz era áspera, gruesa de deseo.
Los músculos de su mandíbula se apretaron cuando moví mi mano experimentalmente, primero acariciando hacia la base y luego de nuevo hacia la punta con un toque muy suave. Todavía no sabía si era uno de esos hombres que le gustaba un toque suave o prefería un agarre más firme, pero estaba segura de que lo averiguaría. Un pequeño movimiento de mi lengua en la punta lo hizo sacudirse ligeramente en respuesta con un silbido.
―Jesús ―fue todo lo que logró decir antes de cerrar los ojos.
Hice pequeños círculos con la lengua en la cabeza para mojarlo y luego lo tomé en mi boca mientras descansaba las yemas de sus dedos sobre mis hombros. Sentí que sus dedos se clavaban un poco mientras hice la única cosa que sabía en la
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que era muy buena en el dormitorio. Supongo que hay un beneficio en salir con un montón de perdedores egoístas… seguro que le enseña a una chica cómo dar una buena mamada.
Sus caderas comenzaron a moverse a tiempo con mi ritmo, y su respiración se aceleró. Tenía mi mano entre sus piernas, acariciando sus testículos. Por la forma en que se contraían y luego relajaban con cada caricia de mis labios, sabía que si seguía por mucho más tiempo él se volvería un desastre, más allá de todo pensamiento racional y sería masilla en mis manos. El pensamiento no había pasado antes por mi cabeza y luego él me empujó hacia atrás y se salió de mi boca. Mis labios se curvaron en una sonrisa ante la lujuria animal que vi en su expresión.
―Tengo que probarte ―dijo en un medio gruñido. Me empujó sobre la cama y se dejó caer de rodillas entre mis piernas. Ellas colgaban torpemente por el borde y quería moverme hacia atrás, pero no tenía tiempo. Empecé a decir algo, pero me detuve cuando su boca de repente estaba en mí, sin preámbulos, y casi sin previo aviso. Un segundo me estaba recuperando de una mandíbula cansada y al siguiente tenía el bello rostro de este hombre enterrado entre mis piernas, trabajando algún tipo de loca magia en mí.
―Oh, Dios mío ―dije, sonando casi como si estuviera llorando. Las sensaciones que se dispararon entre mis piernas hasta mi corazón y cerebro, y cualquier otra parte de mí eran como nada que jamás había sentido antes. Un largo y bajo gemido escapó de mi garganta y arqueé mi espalda, empujándome hacia él, rogando en silencio por más.
Su lengua se deslizó dentro de mí e hizo algo que me hizo retorcer de excitación pre orgásmica. Un dedo llegó para reemplazar a su lengua mientras su boca subía hacia uno de mis lugares más sensible y muy suavemente, muy suavemente hizo círculos lentos y movimientos hacia arriba y abajo. Levanté las piernas y descaradamente las puse sobre sus hombros, usando el impulso de ponerme más cerca de su increíble boca.
Él tomó la invitación con entusiasmo, gimiendo también mientras sus movimientos se volvían más rápidos y más duros. Normalmente pasaría de este tipo de enfoque, pero estaba completa y totalmente ida. Había caído en un torbellino sexual que se había hecho cargo hasta la última gota de vergüenza o miedo que podría haber tratado de levantar su fea cabeza. Quería abrir mis piernas tanto como podía y sentir cada único pedacito de lo que estaba haciéndome. Andy la puta estaba en casa.
Él gimió, un profundo estruendo contra mi parte más sensible, enviando delicadas vibraciones que se dispararon a mi núcleo y me hicieron jadear con sorpresa y pura alegría sin sentido. Podía sentir la ola viniendo… la que me
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llevaría a un lugar más alto, al final de nuestro viaje salvaje. Quería desesperadamente la satisfacción, pero entonces no la quería… no todavía. Quería que el placer durara toda la noche.
―Estás cerca ―dijo, su lengua no se detuvo pero sacó su mano. Apoyó ambas manos sobre mi estómago. Eran cálidas y abarcaban el ancho de mi cuerpo. Acarició mi piel y se estiró para tomar los dos pechos en sus manos, pellizcando los grandes pezones y haciéndome chillar de nuevo. Me esforcé en contra de cada parte de él, necesitando más de todo. Era codiciosa y totalmente desvergonzada.
―Sí ―grité, jadeando y gimiendo. No podía evitarlo. Todo estaba girando fuera de control.
―Quiero correrme cuando esté dentro de ti ―dijo con voz ronca.
―Sí. Por favor, Mack. Ven adentro. ―El pensamiento racional se había ido. Todo lo que quería era sentir que me llenaba completa, para disfrutar de la sensación de su pene estirándome al límite. Era mucho más grande que cualquier otro hombre con el que jamás hubiera estado antes, y le daba la bienvenida a la nueva experiencia con los brazos y las piernas abiertas.
De repente, él se había ido de entre mis piernas y oí un envoltorio de condones rasgándose. Luego estaba suspendido por encima de mí con los brazos rígidos, y sus palmas plantadas en la cama a mis costados. Uno de ellos pasó por debajo de mi cintura y me arrastró más cerca de la parte superior de la cama. Pasé mis manos sobre los abultados músculos de sus antebrazos y bíceps y serpenteé mis brazos alrededor de su cuello, tirando de él hacia mí. Me deleité con el olor de nuestra pasión en su boca.
Su dura longitud empujó contra mí, rogando por entrar mientras bajaba su cuerpo hacia el mío. Nos besamos y probamos lenguas de cada uno, la pasión seguía siendo tan fuerte como lo había sido cuando estaba entre mis piernas.
Estiré una mano hacia abajo junto con una de las suyas y juntos guiamos la cabeza de su erección a mi apertura. Estaba completamente lista para él.
―¿Está segura? ―preguntó.
Parecía una pregunta loca teniendo en cuenta dónde acababan de estar nuestras bocas, pero supongo que era uno de esos tipos que ponen el acto de sexo en un pedestal diferente.
―Sí, estoy segura ―dije entre pesados besos de lengua, segura de que no estaba arriesgando nada. Los cócteles probablemente tenían mucho que ver con eso, pero no me importaba en lo más mínimo. La pasión había anulado cualquier pizca de sentido común que podría haber tenido, que explicaba lo que este sexy extraño a quien acababa de conocer estaba haciendo en mi habitación ahora
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mismo―. Sólo colócalo en mí, por favor. ―Estaba rogando, pero no me importaba. Sinvergüenza sería mi nuevo nombre.
Al principio, hubo un poco de resistencia, mis pliegues tan cargados de pasión estaban bloqueando su entrada. Él estiró su mano una vez más para mover la punta alrededor, y guiarla lentamente con mano experta.
Grité, extendiendo mis piernas y empujando las caderas hacia adelante, instándole a entrar más profundamente.
―Mmmm, sé paciente ―dijo, con una sonrisa diabólica formándose bajo mis besos.
―No puedo ―supliqué―, por favor.
Se deslizó en mí sólo un poquito más y luego se salió, evitando hábilmente mis intentos de conseguir que entrara más profundamente.
―Me estás tomando el pelo ―le dije, esperando sin aliento por su próximo movimiento. Amaba y despreciaba al mismo tiempo lo que me estaba haciendo.
Empujó la cabeza un poco más lejos esta vez. Dejándola allí durante unos segundos, movió sus caderas en un pequeño círculo y luego se retiró de nuevo. Era como si se estuviera sumergiendo en una olla de miel o algo así, sólo consiguiendo una probada y luego desapareciendo. Era exasperante y delicioso.
―Eres malo ―le dije, poniendo mis manos en sus caderas. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para conseguir que fuera hasta el final, incluyendo obligarlo a bajar sobre mí.
―¿Ah, sí? ¿De verdad lo crees? ―Él empujó dentro de mí, parando cuando estaba a mitad de camino. Pulsó dentro y fuera pequeños movimientos cortos antes de salir de nuevo.
―Sí. Realmente, realmente lo creo ―le dije, respirando rápido mientras anticipaba su próximo movimiento.
Me retorcí con anticipación, volviéndome loca de no saber. ¿Sería esta vez? ¿Sería este el momento en que entrara hasta el final, hasta el fondo?
―Sííííí… ―susurré mientras lentamente hundía su completa longitud en mí. Seguía avanzando y avanzando, haciéndome pensar por unos locos segundos que no se iba a detener. Puse mis manos en su culo y lo empujé hasta donde llegaba, moliéndome en la parte baja de su abdomen y gritando con las sensaciones que creaba. Mover mis caderas en círculos y empujar contra él mientras estaba enterrado dentro de mí fue lo que lo logró, fue lo que me inició en el camino hacia ninguna y todas partes a la vez.
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Se retiró con lentitud agónica y entonces comenzó la tortura de nuevo, enterrándose hasta la empuñadura y haciendo una pausa durante unos segundos antes de salir de nuevo en un movimiento vertiginoso de puro sexo, y de pura necesidad animal. Una y otra vez, me empujaba contra él mientras retiraba el final de su retaguardia hacia abajo, obligándolo a ir profundo, para aumentar su ritmo y darme la fricción que necesitaba.
―Vas a hacer que me corra si sigues haciendo eso ―dijo, apretando los dientes por el esfuerzo de contenerse―. Santa mier… Dios, eso se siente muy bien. ―Terminó la frase casi sin aliento―. ¿Cómo estás haciendo eso?
No tenía idea de lo que estaba hablando. Todo lo que sabía era que una monstruosa ola de orgasmo se dirigía en mi camino, y estaba totalmente preparada y con ganas de ahogarme en ella. El alcohol debería haber hecho que esto fuera imposible; debería haberme puesto insensible y adormecida, pero parecía estar teniendo el efecto contrario. O tal vez era sólo él. Nunca había estado con un hombre tan increíblemente sexy en toda mi vida.
Sus movimientos se volvieron más fuertes y se quedaron más profundo. Mi protuberancia sensible tomó los golpes de su cuerpo con placer. Le di la bienvenida, encontrando cada una de sus embestidas con una propia. Nuestro ritmo era salvaje, indomable, crudo… una nueva experiencia completa en mi vida cuidadosamente decretada. Sus gruñidos y exclamaciones de entusiasmo apenas controlados reflejaban mi propia creciente ola de pasión.
―Oh, mierda, me voy a correr ―dijo, sonando enojado y arrastrado por su falta de control.
Fue una combinación de su pérdida de control y la sensación de estar llena que lo hizo para mí. Las sensaciones que se habían ido acumulando corrieron hacia mí todas a la vez, tomándome por sorpresa. Empecé a gritar, llorar, y jadear, con ningún control sobre lo que mi cuerpo estaba haciendo. Clavé mis uñas en su espalda, sin prestar atención a lo que le estaba haciendo a su piel. No quería caer en el oscuro abismo que me estaba llamando, preocupándome que una vez que estuviera allí, nunca sería capaz de volver. Mack me mantendría a salvo. Él evitaría que me ahogara.
Y entonces, cuando él gritó en voz alta y empujó dentro de mí, con varios golpes cortos y afilados, caí; me caí en la aterciopelada oscuridad que se arremolinaba dentro de mi cabeza. La sensación era totalmente bienvenida. Con este hombre llenándome y satisfaciéndome con cada centímetro de su cuerpo, no tenía otra opción.
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El tiempo se detuvo, cuando tomamos el emocionante viaje a la cima y luego bajamos en neutro a la tierra de nuevo. El reloj sólo comenzó a marcar de nuevo cuando nuestros orgasmos se apagaron totalmente.
Nuestros cuerpos se habían fusionado juntos, podía sentir cada centímetro de él, incluso como había perdido algo de su dureza. Él cayó encima de mí y apoyó la cara en la almohada al lado de mi cabeza.
―¿Estás bien? ―susurró y la pequeña brisa de su aliento me hizo cosquillas en la oreja.
Asentí, sin confiar en que mi voz funcionara correctamente todavía.
Empujó dentro de mí un poco.
Grité con el choque que me atravesó.
Él se rió entre dientes.
―¿Un poco sensible?
―Un poco ―admití, preguntándome si debería estar avergonzada por algo de lo que había hecho. No lo creía. Cualquier cosa que se sintiera tan bien no podría estar mal.
Sentimientos extraños se levantaron para ahogarme. Mi Plan de Vida se sentía muy, muy estúpido y vacío. Este hombre nunca encajaría en él, pero ahora me preguntaba cómo podría alguna vez volver a tipos como Luke cuando sabía que nunca podrían hacerme sentir de esta manera.
Sintiendo su cuerpo pesado sobre el mío, revolcándose en el resplandor del mejor sexo que había tenido, me preguntaba por primera vez qué demonios estaba haciendo con mi vida. Intenté reírme de mí misma, por tener estos pensamientos durante una aventura de una sola noche en Las Vegas, pero el humor no vino. Esto era real. Esta conexión con este vaquero no era sólo una cosa.
―¿Qué estás pensando ahora mismo? ―preguntó, deslizándose de mí hacia un lado, su pene mayormente flácido se deslizó fuera de mí y descansaba sin ganas en mi pierna. Se sacó el condón usado y lo puso en un pedazo de papel en la mesita de noche.
―Nada. Mi cerebro no está funcionando todavía. ―De ninguna manera iba a decirle lo que estaba pasando en mi mente. Correría hacia las colinas y nunca más lo volvería a ver. ¿Quiero verlo de nuevo? Sí. Creo que sí. No, sé lo que hago.
―Estás mintiendo ―dijo, pasando un dedo suavemente desde mi frente a la punta de mi nariz―. Puedo decir que estás mintiendo por la forma en que arrugas tu pequeña nariz. Dime qué estás pensando.
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―Oh, ¿así que soy Pinocho ahora? ―Traté de jugar, distraerlo de tratar de conseguir meterse dentro de mi cabeza, pero no estaba cayendo.
―Por favor, dime.
Sonaba tan sincero, que hizo que mi corazón dejara de latir. ¿Cómo podía un hombre tan bueno en la cama y así de hermoso, ser tan agradable? ¿No desafiaba eso las leyes de la naturaleza? Tal vez era un mutante evolucionado. Volví la cabeza, nuestras caras a sólo uno o dos centímetros de distancia.
―¿Por qué quieres saber?
―Porque. Estoy pensando en un montón de cosas también, y me pregunto si estás pensando en lo mismo.
―Tú primero ―dije, mi corazón aceleró su ritmo por alguna estúpida razón. De ninguna manera estábamos pensando lo mismo. Pero, ¿no sería genial si lo estuviéramos?
―Luceo no uro ―dijo―. Eso es lo que mi padre siempre decía.
―¿Qué significa eso? ―pregunté, bastante segura de que incluso aunque todavía estaba muy borracha, él no estaba hablando inglés.
―Significa que si quiero tener suerte contigo, debería simplemente tomar el riesgo y decirte lo que está en mi mente, porque fallar sería peor que nunca intentarlo.
Sonreí.
―Estoy bastante segura de que ya tuviste suerte, pero si estás buscando sexo pervertido, vas a tener que trabajar para convencerme de que es una buena idea. ―Por él, era bastante seguro de que haría cualquier cosa, pero no había forma de que se lo hiciera tan fácil con sólo decírselo.
―No es sobre sexo ―dijo, volviéndose todo sobrio conmigo―. Bueno, está bien, el sexo podría haber sido un poco la guinda del pastel, pero eso no es todo.
―Estás siendo muy misterioso ―le dije, ahora nerviosa como el infierno. Me gustaba mucho este vaquero. Mack. Pero no sabía una sola cosa sobre él que no fuera el hecho de que no usa ropa interior y tiene un gran quiquiriquí que definitivamente sabe cómo usar. Yee haw.
―No quiero ser misterioso. Supongo que no soy tan audaz como me gustaría ser a veces. La cosa es… ―Hizo una pausa y luego rodó sobre su espalda, descansando sus manos bajo su cabeza―… tengo algo en mi mente, y quiero decírtelo, a pesar de que sé que probablemente no va a hacer ninguna diferencia y que probablemente nunca te volveré a ver.
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La idea de que nunca estaríamos juntos otra vez me puso literalmente enferma del estómago, y estaba bastante segura de que no era el alcohol, a pesar de que el lecho estaba girando por sus efectos. Girando mucho, mucho.
―Sólo dilo ―insistí, mis palabras, arrastrándose un poco―. Tú primero y luego yo.
―Gallina ―bromeó, colocando su brazo debajo de mi cuello.
―Culpable. ―Me ubiqué cerca de él, girando sobre mi costado para poder descansar mi cabeza en su pecho. Sabía que era estúpido, pero en ese momento, me sentí cuidada. Algo que nunca había realmente experimentado con el hombre que había hace poco querido llamar Marido. Esta era una situación muy triste, por cierto. Me estaba enamorando de lujuria por un hombre de Oregón, y que vivía en el extremo opuesto del país. Nuestra situación no podía ser más complicada.
―Bueno, aquí va. Y si quieres que me vaya después de decirlo, entonces que así sea. Prefiero decirlo y tomar la carretera de la vergüenza que no decirlo y perderme algo.
―Está bien ya, dilo. ―Fingí un bostezo―. Estoy a punto de quedarme dormida aquí.
Él me hizo cosquillas en las costillas con la mano libre.
―Eres malhumorada. Me gusta eso de ti. ―Se inclinó y me besó el cuello, chupando lo suficientemente fuerte para dejar una marca. Probablemente debería haberme enojado, pero cuando mis pezones se pusieron duros como roca por la sensación que creaba, la emoción contraria vino a mí.
Dejó mi cuello y se acostó sobre su espalda.
―Lo que está pasando por mi mente es que no quiero que esto termine. Hay algo en ti que simplemente enlazó mi corazón o mi sentido común o algo así y me temo que no seré capaz de recuperarlo hasta que lo dejes ir.
Mi corazón se apoderó de mi pecho. Los latidos no venían. Y entonces me quedé sin aliento, la necesidad de oxígeno era demasiado abrumadora. Había estado conteniendo el aliento sin darme cuenta.
―¿En serio? ―dije con voz ahogada. Nunca nadie me había dicho nada ni remotamente parecido antes. Ni siquiera de los hombres que decían amarme.
―En serio. ¿Eso te hace querer salir corriendo a México?
―¿México? ―Me reí.
―Ese es el lugar más lejano de aquí que se me ocurrió. Dame unos minutos más para recuperar la sobriedad y lo haré mejor.
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Levanté mi codo y apoyé mi cabeza en mi palma.
―Tal vez es sólo la cerveza la que está hablando. Tal vez no soy tan impresionante como crees que soy en la sobria luz del día.
Me atrajo hacia sí y me besó profundamente.
―No. No es la cerveza. Podría estar un poco fuera de ella, pero no me hace sordo, mudo y ciego. Eres algo especial. ¿No lo sentiste? ¿La forma en que encajamos tan perfectamente? ―La expresión de su rostro era vulnerable. Como si esto fuera importante para él.
―Sí ―dije en voz baja, tan emocionada de estar oyendo estas cosas saliendo de su boca que no podía hablar adecuadamente. Ni siquiera podía pensar con claridad. Las campanas estaban golpeando y las alarmas se disparaban en mi cerebro. ¡Le gusto! ¡Mucho! ¡Realmente le gusto! ¡Y está dotado como un caballo!
―Te diré que… ―dijo, tirando de mí para subirme encima de él―… ahora quiero hacer dos cosas contigo, pero no me puedo decidir cuál hacer primero. ―Él me sonrió maliciosamente, mi cabello colgaba hacia abajo para crear una cortina que nos rodeaba.
―¿Qué? ¿Sexo anal? ―le pregunté.
Él se rió fuerte y largo. Entonces me pegó en ambas mejillas antes de frotarlas y apretarlas suavemente. Empujó sus caderas hacia mí, haciendo que su semi dureza empujara entre mis pliegues.
―No, loca, eso no es lo que estaba pensando. Tomaré un vale sobre eso, sin embargo. ―El hoyuelo en su mejilla salió por primera vez desde que jugamos blackjack.
―Bueno, ¿y qué estabas pensando, entonces, si no era el amor trasero? ―Me froté ligeramente a lo largo de su longitud y me sorprendí al ver que la idea de otra ronda de sexo tan pronto no era del todo desagradable. De hecho, era todo lo contrario. Se puso más duro con el paso de cada segundo.
Se estiró entre nosotros y colocó su erección en ángulo hacia arriba, la punta acariciaba mi bajo vientre. Él no dijo nada; se limitó a esperar a ver lo que yo haría.
Me coloqué encima de él. Moviendo las caderas en pequeños círculos, coloqué la cabeza de su pene dentro de mi calidez. Bajé lentamente, pasando la apertura para llevarlo todo el camino hacia adentro. Sólo me detuve cuando estaba totalmente empalada, con su cabeza presionando contra el extremo de la carretera.
―Maldición, chica ―fue todo lo que pudo decir. Inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras sus caderas se movían en un ritmo que inmediatamente lanzó todas las ideas de la conversación por la ventana.
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Todavía estaba sensible e hinchada de nuestra sesión anterior, por lo que no pasó mucho tiempo para que consiguiera acercarme al orgasmo. Pero las sensaciones eran diferentes esta vez.
Afilado. Salvaje. Mucho fuera de control. Necesitaba velocidad y embestidas, no movimientos suaves y dulces. Me moví hacia arriba y abajo por su longitud, aterrizando duro para darle a mi cuerpo el dolor que deseaba.
Él me encontraba en cada embestida, su erección se sentía tan firme como el acero. Grité un par de veces en mi frustración, sin ser capaz de conseguir lo que buscaba. Algo… algo… no sabía qué. Se quedaba fuera de mi agarre. Lo necesitaba, pero no sabía lo que era.
Él gruñó una vez en voz alta y se sentó, volcándome sobre mi espalda en un movimiento suave. Luego salió fuera de mí y me volvió sobre mi estómago.
―Pon tu culo en el aire ―ordenó, agarrándome debajo de mis caderas y levantando mi trasero hacia arriba.
Accedí sin un sonido. Quería esto. Esto era todo.
Separó mis pliegues con sus pulgares y se enterró en mí una vez más. Moviendo sus rodillas dobladas ligeramente por debajo de mí, utilizó la parte superior de mis muslos para hacer palanca mientras golpeaba en mí, lanzando mi cuerpo contra las almohadas en la cabecera de la cama con cada golpe.
Yo estaba en ángulo tan hacia arriba, y podía sentir sus bolas golpeando mi clítoris. Sólo el ligero toque, toque, toquecito me estaba volviendo salvaje. No era suficiente. Pero sus duras embestidas eran exactamente lo que había necesitado, a pesar de que no lo sabía hasta ahora.
―¡Sí! ¡Sí! ―grité, sin importarme que me oirían en los pasillos y, posiblemente, en el piso inferior también.
―Dios, me encanta follarte ―dijo entre dientes apretados, el sonido de nuestros cuerpos golpeando uno contra el otro hacían eco en la habitación.
―¡Sí, fóllame, por favor, fóllame! ―Estaba rogando sin vergüenza, pero se sentía tan bien. Quería ser suya, ser tomada por él todas las noches de mi vida. Sentí como si no hubiera realmente vivido como una mujer hasta este momento.
Estaba montando la cresta de una ola que no entendía. Estaba obteniendo satisfacción de una follada dura, algo que nunca me había gustado antes. ¿De dónde estaba viniendo este placer? Tenía que ser de la parte más básica y animal en mí. La pasión era salvaje, llevándome a otro lugar y haciéndome pensar, decir y hacer cosas que nunca hubiera pensado que fuera capaz de hacer.
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―¡Aaaaarrrrhh! ―gritó, sonando como un hombre salvaje lanzando su grito de guerra.
―¡Aaahhhh! ―grité. Estaba tan cerca, ¡tan cerca!
Se dejó caer encima de mí, atrapando su mano debajo de mi cuerpo. Su dedo subió a frotar mi clítoris mientras golpeaba en mí con movimientos espasmódicos, gruñendo y rugiendo con cada golpe.
Ese simple toque. Esos dos dedos apenas tocándome de la manera menos elegante mientras me llenaba completamente. Eso es todo lo que necesité para desaparecer en mí misma, para caer en la pasión que amenazaba con abrumarme y tragarme entera. Abrí mis piernas tanto como pude, colocando mi culo en ángulo lo más posible, y monté la ola tan alto y tan fuerte como pude, gritando todo el camino.
Él se corrió dentro de mí por segunda vez esa noche, y yo experimenté un orgasmo como nunca había siquiera soñado tener, incluso con mi muy vívida imaginación.
Minutos más tarde, o tal vez fueron horas, Mack se bajó de mí y se puso de lado junto a mí. Levanté la vista hacia él, mi cabello era un enredo sobre mi cara.
―¿Qué estás mirando? ―le pregunté en un tono listillo.
―Una mujer hermosa que me hace pensar que puedo volar.
―Entonces, ¿qué sigue? ―le pregunté, temiendo la respuesta. Era pasada la medianoche y Candice seguramente estaría de vuelta pronto.
―Tengo una idea muy salvaje, muy loca, y muy estúpida.
―¿Qué, como tener relaciones sexuales sin condón?
Hizo una mueca.
―Lo siento por eso. ¿Va a… va a ser un problema?
―No te disculpes, fue mi culpa. Y estoy tomando la píldora.
―Yo estoy limpio, si te hace sentir mejor. Así lo dice el doctor.
―Yo también.
―Bueno. Pero de nuevo en marcha… eso no era de lo que estaba hablando.
Me levanté sobre mis codos, soplando mi cabello fuera de mi cara.
―Está bien, entonces, tíramelo, cosa caliente.
―¿Estás segura?
Señalé mi cara.
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―¿Acaso me veo como una mujer que no sabe lo que quiere?
Me derribó sobre mi espalda, y forzó un beso. Dejé que se fundiera en más calor durante unos segundos antes de poner mis manos a los lados de su cara y alejarlo.
―Deja de atascarte y dime.
Saltó de la cama y empezó a ponerse sus pantalones.
―Vamos. Vamos a salir.
Me senté, confundida.
―¿Fuera? Pensé que íbamos a acurrucarnos.
―Sí. Fuera ahora, acurrucarse más tarde. ―Tomó mi vestido y lo tendió hacia mí.
Me moví lentamente hacia el borde de la cama, estirando mi mano por el vestido. Lo tomé cuando él lo acercó, no muy segura de cómo me sentía por esta repentina explosión de energía y misterioso viaje fuera. Los cócteles y el sexo eran como una poción para dormir, y lo único que quería era descansar.
Él no soltó el vestido, obligándome a mirarlo a los ojos.
―¿Confías en mí?
Asentí sin dudarlo. No debería confiar en él. Es un extraño. Conocía su cuerpo y el hecho de que es una bestia sexy, pero nada más. Casi me reí a carcajadas ante lo ridículo que era todo. Pero el hecho era que sí confiaba en él. Implícitamente. Con él, sabía que podía ser yo misma. Podía ser confiada, sexy y en control. Podía soñar en una vida que no involucraba un plan que tuviera que seguir por los próximos diez años. Podía olvidar de dónde venía y qué había dejado atrás para convertirme en la mujer que era ahora.
―Sí. Confío en ti ―dije finalmente.
―Está bien, entonces, vístete. Tengo una sorpresa para ti y espero como el infierno que vayas a querer hacerlo.
―¿Puedo obtener una pista sobre lo que es? ―le pregunté, deslizándome fuera de la cama.
―Por supuesto. Aquí está tu pista: Brillar, no quemar.
Cuando él sonrió y me guiñó un ojo, mi corazón se derritió en un charco en el suelo. Me di cuenta en ese momento que estaba enamorándome fuerte de este extraño vaquero.
Yani- Mensajes : 5497
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Yani- Mensajes : 5497
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Re: Lectura Febrero 2018
jajaja esa Andie toda torpe, cuando se cayo de la cama pense hasta aqui llego todo
Pero noo La pasion por aqui esta a tope. Ahora sera que Mack tiene pensado irse a casar con Andie??
Pero noo La pasion por aqui esta a tope. Ahora sera que Mack tiene pensado irse a casar con Andie??
IsCris- Mensajes : 1339
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Edad : 26
Re: Lectura Febrero 2018
Jajajaja disfruté muchísimo de estos cuatro capítulos, me reí muchísimo, desde ella toqueteandole delante de todos, no saber jugar black jack y su suerte de principiante hasta la caída de la cama! Demasiado cómica!
Todo se puso muy caliente, uffff .. Pense que Mack seria menos espontáneo pero veo que el amor pego fuerte
Gracias!!!
Todo se puso muy caliente, uffff .. Pense que Mack seria menos espontáneo pero veo que el amor pego fuerte
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carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Febrero 2018
Bueno, lad cosas realmente se calentaron rápido aquí, jajaja, pero no se como Mack puede considerar restrictiva la ropa interior y no incómodo tener la mezclilla del jean rozando directamente y más montando un caballo a diario o cómo se quito Andie el sujetador sin revelar el relleno.
Por otro lado creo q van directo a la capilla justo ahora.
Por otro lado creo q van directo a la capilla justo ahora.
yiany- Mensajes : 1938
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Edad : 41
Re: Lectura Febrero 2018
Cap 11:
Uh...!!!
Alguien un poco de aire que esta haciendo calor!
Mmm...
Yo diria que Andie hizo un touchdown aqui!
Yo quiero mi vaquero sexy!!!
Cap 12:
Sigo esperando mi vaquero sexy!!!
Aparte de caliente como el infierno y experimentado aparte es tierno y perfecto y...
Tmrrr
Maldita Andie... Que lo aproveche!
Ya encontro a su principe despues de haber estado besando sapos imbeciles toda su vida!
Uh...!!!
Alguien un poco de aire que esta haciendo calor!
Mmm...
Yo diria que Andie hizo un touchdown aqui!
Yo quiero mi vaquero sexy!!!
Cap 12:
Sigo esperando mi vaquero sexy!!!
Aparte de caliente como el infierno y experimentado aparte es tierno y perfecto y...
Tmrrr
Maldita Andie... Que lo aproveche!
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Emotica G. W- Mensajes : 2737
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Yani- Mensajes : 5497
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Re: Lectura Febrero 2018
Capítulo 13
Me di la vuelta y gemí. Mi cabeza palpitaba, y sentía como si fuera a vomitar. El sonido de ronquidos me sacó completamente de mi estado medio consciente. Forcé para abrir mi ojo seco y capté la visión borrosa del arruinado cabello rubio a mi lado en la cama.
―¿Candice? ―pregunté. Mi voz sonando como una rana. ¿Qué? ¿Comencé a fumar anoche?
―¿Qué…? ―balbuceó, su rostro enterrado en la almohada.
―¿Dónde estamos? ―pregunté. Tenía miedo de sentarme. La cama estaba dando vueltas alrededor de la habitación demasiado para esto.
―Las Vegas.
―¿Dónde en Las Vegas?
Ella levantó su cabeza, su cabello un nudo gigantesco colgando en su rostro.
―En la habitación del hotel. ―Ella dejó caer su rostro otra vez en la cama. Momentos más tarde roncaba nuevamente.
Rodé sobre mi lado alejándome de ella y miré a la mesa de noche junto a mí, tratando de recordar qué diablos había hecho ayer por la noche. Mi mente consciente vagó a través de los pasillos de mis recuerdos, tratando de recoger hechos y separarlos de la falta de claridad general y de las cosas que no tenían nada de sentido.
Recordé ir abajo con Candice y Kelly. Aquella parte estaba muy clara. Puse mis manos sobre mis pechos desnudos, contenta de saber que no me había dormido con esos gel puestos. Mis pechos seguramente habrían caído debido a la falta de circulación después de todo ese tiempo. Noté que mis pezones estaban sensibles.
Sexo. ¿Había tenido sexo? Las visiones del vaquero resurgieron.
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―Oh, mi Dios. Tuve sexo loco y salvaje con un vaquero.
Kelly estaba en la entrada.
―¿Qué acabas de decir? ¿Algo sobre tener sexo con un salvaje?
Me senté con cautela, sosteniendo mi frente cuando el esfuerzo era demasiado.
―No. Dije que tuve sexo loco y salvaje con un vaquero no con un salvaje.
―¿Por qué tuviste sexo salvaje entonces, si no había ningún salvaje involucrado?
Ella se sentó en el extremo de la cama, moviendo el pie de Candice. Candice lo alejó con un gemido.
―Cállate. Tengo un dolor de cabeza terrible. ―Alcé la vista hacia ella a través de los ojos probablemente muy inyectados de sangre―. ¿Qué hice anoche?
Ella se encogió.
―No me preguntes. Bajé al casino y terminé en otra cama esta mañana. Yo misma no recuerdo mucho.
Candice habló en la almohada.
―Tú te emborrachaste, peso ligero. Perdí una hora de ir a la caza de hombres buenos por cuidar tu lamentable trasero. Vomitaste como tres veces.
―Oh ―dijo Kelly, chasqueando su lengua y el contorno de sus labios―. No me extraña que mi boca sabe como a popó de gato.
―¿Qué hay de mí? ―dije, dándole un codazo en el brazo a Candice―. ¿Qué hice anoche?
Candice se sentó con un gran suspiro molesto.
―¿Cómo voy a saberlo? Viniste con el vaquero, me fui cuando esto se llenó de gente, y luego cuando regresé aquí te fuiste. Me fui a dormir, sola, debo añadir. Esta ciudad es totalmente aburrida para los hombres buenos.
Una comezón abajo entre mis piernas decía lo contrario, pero no discutí. No tenía la suficiente memoria para hacerlo correctamente. Las partes de mi noche en esta habitación con el vaquero goteaban pieza por pieza. Mi rostro sonrosado ante los recuerdos. Me paré, para entrar al baño, agarrando mi teléfono móvil en el camino.
―No puedo recordar mucho de lo que hice ―dije, cerrando la puerta.
―¡Puede que sea lo mejor! ―dijo Kelly gritando, así podría escucharla a través de la puerta. Me miré en el espejo. Tenía un chupetón en el cuello. Dejé mi
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teléfono móvil al dorso del inodoro y levanté mi cabello para ponerlo en una cola de caballo. Dos chupetones.
Uno en el otro lado. Genial. La última vez que lucí uno de esos estaba en octavo grado.
―Sí. Probablemente tienes razón ―respondí.
Me desnudé y entré en la ducha, enjabonándome mientras trataba de recomponer mi memoria. Encontré al vaquero alrededor de las nueve anoche… ¿cuál era su nombre? ¿Mike? ¿Mick? Y luego vinimos aquí y tuvimos sexo…. Sí, definitivamente tuvimos sexo.
Me toqué allí abajo y noté que mis partes sensibles se sentían usadas, como que podría haber tenido realmente un buen momento anoche. ¿Destellos de él desnudo, de él con un sombrero y vaqueros, de él sosteniéndome en sus brazos…? ¿Es posible? Todos los recuerdos eran calientes y me hicieron sentir… amada.
¿Había tomado Éxtasis? ¿Fui drogada? Maldición si pudiera recordar qué vino a continuación, después de que el sexo aparentemente feliz había sacudido mi mundo.
Lavé con champú mi cabello y fruncí el ceño en concentración.
¿Dónde está él ahora? ¿Simplemente salió después de que nos echamos un polvo y dijimos, “Nos vemos, gracias por el revolcón”? ¿Dónde fui después? ¿Por qué no estaba aquí cuándo Candice regresó? ¿Qué estaba haciendo y con quién lo hacía?
No tenía las respuestas, y eso me molestó en varios niveles, sobre todo porque sentía como que realmente debería recordar. Como que algo importante había pasado, tal vez incluso más importante que el sexo loco salvaje.
Candice entró y se sentó en el inodoro.
―Parezco como calentada en mierda de gato ―dijo ella, pegando con la mano en el rollo de papel higiénico, tratando de hacer girar el papel. Este no cooperaba.
―Te ves ligeramente mejor que una, sin embargo ―dije, el diablo tomando mi lengua y torturando a mi amiga con ella.
―Sí, bueno, apresúrate y sal de allí así puedo tener mi turno.
―¿No hay otro baño en esta suite de lujo? ―pregunté enjuagando el acondicionador de mi cabello.
―Sí, pero eso huele como a los vómitos de Kelly, así que no gracias.
Exprimí el exceso de agua de mi cabello y agarré una toalla, envolviéndola a mi alrededor.
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―Bien, aquí tienes. Ya he terminado. ―Salí de la ducha y la dejé en su asunto.
Cuando salí a la habitación, encontré a Kelly de pie en el extremo de la cama mirando un trocito de papel.
―¿Qué es eso? ―pregunté sacando ropa interior de mi bolso y deslizándola bajo mi toalla.
―No estoy segura. ―Ella lo extendió―. Una especie de comprobante de reclamo, creo.
Me acerqué y lo tomé de ella. Todo lo que tenía era un número en él, ningún otro identificador.
―¿Pusimos nuestro equipaje, un abrigo o algo en algún sitio?
Kelly negó.
―No recuerdo hacerlo, pero imagino que es posible.
Puse el papel en mi bolsa.
―Lo guardaré por si acaso.
Kelly se encogió de hombros.
―Bien. Voy a vestirme. ¿Cuándo sale nuestro avión?
Miré el reloj sobre la mesita de noche.
―En tres horas. Mejor apresúrate. Tengo que comer algo. ―Esperaba poder calmar mi estómago poniendo algo de alimento en él. No podía recordar teniendo alguna vez una resaca―. Esas margaritas o lo que sea patearon mi trasero.
―Tequila se pronuncia para-matar-te11. No es una broma.
Kelly dejó la habitación.
Estuve de pie allí durante un segundo en silencio. La sensación persistente de que este papel que Kelly había encontrado era importante no desaparecía. Caminé de regreso a la bolsa y saqué el boleto. ¿De dónde vienes?, pregunté. El boleto no respondió.
Recogiendo el teléfono, pulsé el botón para el recepcionista. Cuando un hombre con un acento indio contestó usé mi mejor voz de abogado realizando un descubrimiento.
―Aló. Hola. Esta es Andie Marks en la habitación… oh, ya lo sabe. Bueno, ¿la razón por la que estoy llamando es que encontré un comprobante de reclamo creo,
11 Juego de palabras: en este caso, refiere a la similitud entre la pronunciación de la palabra “tequila” y la expresión en inglés ta-kill-ya, que significa para matarte.
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en mi habitación, y me preguntaba si usted podría decirme lo que le pedí guardar allí… en su sala de equipaje, tal vez? La noche pasada está un poco confusa para mí.
―¿Cuál es el número del comprobante de reclamo, por favor? ―Se lo leí y permanecí en espera. Mientras escuchaba la música de espera, un quejido y un grito vino del baño.
―¿Qué pasó? ―grité a Candice a través de la puerta. No podía estirar el teléfono lo suficiente como para ir a mirarla.
―Lo siento, Andie, realmente lo hago ―gritó Candice de vuelta, su voz un poco amortiguada.
―¿Sobre qué?
―¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Accidentalmente hice caer tu teléfono celular en el inodoro.
―Bueno, ¡sácalo! ―grité. Un sentimiento de temor se extendió sobre mí. Todos mis contactos de clientes estaban allí y un millón de correos electrónicos. Tenía una copia de seguridad de todos ellos, pero esto significaría un día completo de estar fuera de contacto con mi oficina.
Hablando acerca de pesadillas.
―¡Lo hice! ―Ella sacó su cabeza hacia fuera de la puerta―. Pero creo que lo averié. Lo siento, lo siento mucho. ―Ella estaba lista para llorar.
Estaba a punto de darle un serio viaje de culpa, aun cuando fuera más o menos mi culpa por dejar la estúpida cosa en la parte posterior del inodoro, pero el tipo de la recepción volvió sobre la línea entonces solamente la miré frunciendo el ceño severamente y agité la mano a un lado.
―¿Señora, todavía está allí? ―Él sonaba posiblemente nervioso.
―Sí, todavía estoy aquí. ―Todavía aquí y ahora doblemente molesta.
―Bueno… parece haber un pequeño problema. ―Sí, él estaba definitivamente, absolutamente nervioso.
―¿Cómo es eso? ―pregunté, los sentimientos de incertidumbre invadiéndome. ¿Qué dejé en la recepción? Por favor no dejes que sea un salvaje.
―Bien, algunos caballeros llegaron a la recepción esta mañana insistiendo que nosotros guardamos sus bolsas para ellos ayer, pero fueron incapaces de entregar un comprobante de reclamo. Les permitimos entrar la sala de equipaje y, bueno…
Suspiré.
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―Escúpalo. No voy a estar enojada. ―Al menos no pensé que fuera a estarlo.
―Bueno, identificaron lo que decían ser sus maletas y les permitimos que se las llevaran.
―¿Qué aspecto tenían las maletas?
Él le susurró a alguien al final antes de contestar.
―Cuatro bolsas de lona, señora. Como bolsas de deportes.
Fue el señora que él usó lo que hizo pulsar algo en mi cabeza.
―¿Llevaba uno de ellos un sombrero de vaquero?
―¡Sí! De hecho, todos ellos lo hacían. ―Asentí, la tristeza inundándome. Él se había marchado. Sin siquiera un adiós. O tal vez con un adiós pero uno que no recordaba.
―Está bien. Era la bolsa de mi amigo. Usted es genial, no estoy enojada.
Él exhaló un suspiro de alivio audible.
―Oh, bueno, bueno, bien, es una noticia maravillosa. Y por sus problemas y estrés, por favor, permítame ofrecerle a usted y sus invitados un cupón gratuito para su estadía de otra noche con nosotros.
Levanté una ceja ante eso.
―Me marcho hoy.
―No tiene expiración. ¿Seguramente usted volverá algún día, sí?
No.
―Seguro, tal vez. Voy a buscarlo cuando salga.
―Maravilloso, perfecto. Gracias, señorita Andie.
―De nada. Adiós.
Colgué el teléfono, mirando el boleto de reclamo. ¿Por qué me molestaba tanto que el vaquero hubiera tomado sus maletas y se hubiera ido? Miré la papeleta y estiré mi mano para tirar el boleto, pero en el último segundo, no lo hice. En cambio, caminé lentamente hacia mi bolsa y lo metí en el bolsillo del lado.
Sacudiendo mi cabeza ante mi propia estupidez, fui por el trabajo de prepararme para salir. Nuestro vuelo saldría pronto y teníamos el desayuno para discutir y un taxi para contratar. Ignoraba los inquietantes recuerdos que me decían que debía recordar algo.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura Febrero 2018
Capítulo 14
Dos años más tarde...
Fruncí el ceño ante el montón de mensajes en mi escritorio. Cada uno era peor que el anterior, algunos sin el número de teléfono, nombres mal escritos, a veces con nada más que un nombre. Leí el último con incredulidad mientras presionaba el botón en el teléfono que haría que una luz destellara sobre Ruby: Alguien te llamó por algo relacionado con el archivo Blakenship.
―Sí ―salió su voz entrecortada.
―Rubes, ¿puedes venir aquí?
―Mi nombre es Ruby.
―Está biennnn. Ruby, ¿puedes venir aquí, por favor?
―Estaré allí en un momento.
Ese momento resultaron ser diez largos minutos, y apostaría una caja de donas que fingió estar ocupada todo el tiempo sólo para poder hacerme esperar. En estos días, Ruby hacía todo lo posible para hacerme enojar. Sin embargo, esto tenía que parar ahora. Teníamos que tener el enfrentamiento que se venía construyendo durante meses. Tenía demasiadas cosas en mi plato como para lidiar con su mierda.
Ella se paró en la puerta, con la espalda tan rígida que parecía que tenía un taco de billar metido en su gran trasero. Ya nunca se relajaba a mi alrededor. Era todo negocios, todo el tiempo. Ya ni siquiera me permitía llamarla Rubes.
―Toma asiento, por favor. ―Hice un gesto hacia las sillas delante de mí.
―Prefiero estar de pie ―dijo, levantando la barbilla una fracción más arriba.
Suspiré con fuerza.
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―Ruby, por favor. No me hagas perder los estribos otra vez. He tenido un día muy largo y una semana muy larga, también.
Una falsa expresión confusa floreció a través de su cara.
―Oh, lo siento. ¿Soy la culpable de tu humor ahora? Supongo que también soy culpable de tu pérdida de la moción de Goldman y porque consiguieras esa multa por exceso de velocidad en tu camino al trabajo la semana pasada. ―Cruzó sus manos de forma casual delante de su amplia cintura―. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Pedir disculpas? O tal vez quieres que renuncie. ―Alzó las cejas hacia mí, aún con falsa inocencia. Me dieron ganas de sacarle la mirada de la cara de una bofetada.
Sus palabras dolieron, cortándome con sus malos, bordes dentados. Levanté la pila de mensajes que ella había tomado mientras yo estaba fuera.
―Tú tienes la culpa de muchas cosas, pero ahora sólo me gustaría hablar sobre estos. ―Decidí guardar la conversación sobre las cartas nunca enviadas y los formularios mal archivados para otro día. Ella era una niña problemática cuando estaba de mal humor y en este momento, definitivamente estaba de mal humor.
No dijo nada, se quedó allí dándome la actitud del silencio.
―Ruby, por favor, no me hagas preguntar de nuevo. Entra, cierra la puerta y siéntate.
Dudó unos segundos más, sólo para dejarme saber que podía y lo haría, y luego hizo lo que le pedí.
Una vez que se instaló en la silla frente a mí, dejé salir algo del calor de mi
voz.
―¿Qué está pasando? ¿Puedes por favor decirme? No puedo aguantar mucho más la tensión, tengo que ser honesta contigo.
Ella rompió el contacto visual conmigo y se quedó mirando un pisapapeles en mi escritorio.
―No estoy segura de lo que quieres decir.
―Ruby, por favor mírame.
Ella miró al techo, parpadeando deliberadamente.
―Quiero saber qué pasó.
Encogiéndose de hombros, dijo:
―Tomaste un largo almuerzo con Bradley y un montón de gente llamó mientras no estabas. Tomé los mensajes. No sé qué más quieres de mí. ―Golpeó sus largas uñas en los apoyabrazos de la silla.
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―¿Tienes que decir su nombre así? Es mi prometido, Ruby. Me duele cuando lo dices con tanto desdén.
Se movió en su asiento un poco, pero no respondió. El golpeteo de la uña comenzó de nuevo.
―No me refería a los mensajes ―le dije, a pesar de que era uno de los muchos síntomas de nuestro problema―. Estoy hablando de lo que pasó entre nosotras.
Finalmente me miró, levantando una ceja arrogante.
―¿Nosotras? ¿Qué quieres decir? ―Otra vez con el acto inocente.
Quería gritar, pero me contuve. La ira haría que Ruby continuara aún más, haciéndola más insensible hacia mí de lo habitual.
―Me refiero a nosotras. Tú, como Ruby, yo como Andie. Solíamos llevarnos bien. Me encantaba trabajar contigo, y creo que te gustaba trabajar conmigo. Pero durante mucho tiempo, las cosas han ido cuesta abajo. ―El tono de mi voz se elevó a un nivel superior―. Y ahora están en el punto en el que casi ya no creo que podamos trabajar juntas. ―Le di mi mejor mirada de súplica. Funcionaba muy bien en los jurados.
Sus fosas nasales se dilataron, pero no dijo nada.
―¿Me estás escuchando, Ruby? ―Mi corazón se contrajo con el dolor del rechazo. Ruby me odiaba, pero yo todavía la amaba y la respetaba. Había sido tan buena conmigo una vez. Sin ella no estoy segura de cómo habría hecho mi camino aprendiendo a navegar en el pantano del procedimiento civil. Ella es una experta en su campo, y yo no soy la única abogada joven que ella ayudó a moldear y convertir en una máquina litigante. Pero ahora, en lugar de ayudarme, parecía pasar cada minuto de su tiempo tratando de hacerme enfadar al deshacer mi trabajo o hacer mi trabajo el doble de difícil de lo que debería haber sido.
―Sí, te estoy escuchando. ―Finalmente me miró―. La pregunta es, ¿te estás escuchando a ti misma?
Fruncí el ceño. Esto, no lo esperaba.
―Creo que lo estoy.
Ella se encogió de hombros sólo en lo más mínimo.
―Creo que no.
―Explica ―le dije, curiosa.
―No, gracias. ―Ella puso sus manos sobre los brazos del asiento, como para levantarse―. ¿Eso es todo?
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Señalé la silla.
―No. No te levantes. No he terminado.
―Oh, y es todo sobre lo que tú quieres, ¿no?
Ahora estábamos llegando a alguna parte.
―No todo el tiempo, pero yo soy la abogada y tú eres mi asistente. ¿Qué es lo que te molesta acerca de nuestra relación?
―Si estás hablando sobre ser tu asistente, entonces nada me está molestando. Ni una sola cosa.
―¿Qué pasa si no estoy hablando sobre ser mi asistente? ―Estaba pescando ahora. No tenía idea de a dónde estaba llegando, pero estaba malditamente segura que quería saber. Si pudiera arreglar lo que sea que estuviera roto entre Ruby y yo, convertiría mi vida en un lecho de rosas de nuevo, sobre todo teniendo en cuenta las muchas horas que trabajaba en este lugar. O casi un lecho de rosas. Sí, aún habría algunas espinas, pero podría vivir con algunas espinas. Una chica tiene que vivir con algunas de esas si va a casarse con un hombre. Había aceptado eso, como simple hecho de la vida. Un mal necesario que iba con estar en torno a un hombre.
Ella aclaró.
―¿No como tu asistente? Está bien, entonces, si estás hablando de nosotras como dos mujeres que mutuamente se admiran entre sí, entonces eso es una historia diferente por completo. Hay mucho que me molesta en cuanto a eso concierne.
Eso hirió mis sentimientos. Me enorgullecía de las habilidades de mi gente. Yo era conocida como la Hacedora de Negocios en la empresa, sin ayuda incorporé nuevos clientes más que cualquier otro socio menor en los últimos dos años seguidos. Le gustaba a todo el mundo. Me invitaban a todas las fiestas y eventos de contactos.
―¿Cómo es eso? ―le pregunté.
―Me gusta mi trabajo.
Analicé su respuesta unos pocos segundos, pero no ayudó a aliviar mi confusión en lo más mínimo.
―¿Qué tiene que ver con todo esto que te guste tu trabajo?
―Todo tiene que ver con todo. Si no hubiera sido por mi necesidad de este trabajo, no habrías... hecho las cosas que has hecho tal vez, o ya no estaría trabajando aquí.
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Dejé caer mi cabeza en mis manos, tratando de mantener a raya la frustración que se arremolinaba dentro de mí. No tenía ninguna idea de a dónde quería llegar, pero no había manera de que pudiera dejarlo ir hasta que lo hubiera descubierto. Finalmente me estaba hablando, después de más de un año de ley del hielo o a veces incluso falta de respeto. Había llegado el momento de poner todo sobre la mesa.
Mi voz salió ahogada, cuando luchó para salir a través de mis dedos.
―Por favor, dime de qué diablos estás hablando, Ruby.
―Ves, ese es uno de los problemas justo ahí. Tu boca.
―¿Mi boca? ―Levanté la cabeza y la miré de nuevo.
Ella apretó los labios y negó con la cabeza.
―Hm-um. No voy a decir nada más. Necesito este trabajo.
―¿Estás diciendo que sientes que no puedes hablar conmigo porque si lo haces, serás despedida?
Ella me dio una sonrisa forzada.
―Eso es exactamente lo que estoy diciendo. Mira, eres una chica inteligente. ―Se puso de pie―. Tengo archivos en los que trabajar, así que si no te importa...
Estaba enfadada ahora.
―Me importa. Siéntate.
―¡No me hables así! ¡No soy tu perro! ―Su acento sureño salió hacia el final, el que trabajaba para mantener fuera de su voz en el trabajo cuando estaba rodeada por nosotros los abogados.
Me puse de pie, mi voz era más fuerte de lo que debería haber sido.
―¡Sé eso, Ruby! ¡Sé que no eres mi perro! ¡Sólo te estoy pidiendo que te sientes y tengas una conversación civilizada conmigo para variar!
La puerta se abrió y apareció la cabeza de Bradley.
―¿Algún problema, cariño?―preguntó, sin siquiera mirar a Ruby.
―No ―lo despedí con un gesto―. Estoy bien. Sólo danos unos minutos.
―Sí, claro ―dijo entrando en la habitación.
Por el rabillo de mi ojo, me di cuenta que Ruby rodaba los ojos.
―¿Sólo quería reafirmar nuestra cita en el club con el Grupo Coral? Mañana a las siete en punto. No podemos llegar tarde.
―Sí, lo recuerdo. Está en mi agenda.
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―Está bien, genial. ―Me mostró su sonrisa de bien hecho, la que solía hacerme sentir toda caliente por dentro, pero ahora sólo me daban ganas de darle una bofetada. Inmediatamente me sentí culpable. Una chica probablemente no debería sentir eso por el hombre con el que se va a casar en tan sólo un par de semanas.
―¿Te importa? ―le dije, tratando de no sonar tan molesta como me sentía―. Estamos teniendo una pequeña reunión justo ahora. Si necesitas hablar, saldré en un minuto.
―Oh, ¿quieres que me vaya? ―Él miró a Ruby―. ¿Qué te pasa, Rube? ¿Arruinaste algo otra vez? ―Él le dio su mejor sonrisa cursi de estrella de cine. Cuando Candice y Kelly aún hablaban conmigo, decían que era demasiado perfecta. En ese momento discutí. Ahora, al verlo aquí acosando a Ruby, no estaba tan segura.
Ruby estaba a mitad de su asiento antes de que yo interviniera.
―Bradley, vamos, sólo danos un respiro, ¿sí?
Él puso sus manos en alto.
―Hey, es sólo una broma. Vamos, señoras, aligérense. ―Salió de la habitación y pasó por la puerta caminando hacia atrás, deteniéndose cuando todo menos su cabeza estaba fuera de mi oficina. Su voz pasó de jocosa a profesional. ―Ruby, en serio, sin embargo... Hazme saber cuando esté libre, así puedo pasar y charlar con ella, ¿sí?
Ella ni siquiera tomó conocimiento. Bradley se fue después de guiñarme un ojo, y darme un pulgar hacia arriba y señalando la espalda de Ruby. Probablemente pensó que iba a despedirla. Decir que él y Ruby no se llevan bien sería un gran eufemismo.
―Está bien, así que, ¿dónde estábamos? ―le pregunté.
―Te estaba diciendo que estoy ocupada y tú me estabas excusando de esta reunión.
―No, eso no es donde estábamos. ―Dejé el espacio detrás de mi escritorio y di la vuelta para reunirme con ella, tomando la silla a su izquierda.
Ella me dio la espalda, enfrentando la pared de estanterías que corría al lado de mi escritorio.
―Ruby, si estás preocupada que ser honesta conmigo hará que pierdas tu trabajo, quiero que sepas que no va a suceder. Nunca te dejaría ir por ser honesta. Además… los socios mayores te aman. Tienes protección total de tu trabajo aquí.
Giró la cabeza lentamente hacia mí.
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―¿Puedo recibir eso por escrito?
―Mierda, Ruby, conoces la ley tanto como yo. Tu trabajo está seguro. Vamos, habla conmigo.
Ella suspiró.
―No quiero molestarte. ―Su tono no era tan duro. Era la cosa más amable que me había dicho en seis meses, y me dio esperanza.
―Por favor, si va a ayudarnos a llegar al fondo de este lío, no me importa. Moléstame.
Ella me miró largo y tendido antes de exhalar un suspiro realmente largo y muy triste.
Sólo eso me hizo querer llorar. Casi no quería oír lo que tenía que decir ahora, sabiendo que estaba preparándose para entregar muy malas noticias.
―Está bien, voy a confesarme y decirlo, porque esto es algo que tienes que escuchar. Y ya que no hablas más con tus amigas, está sobre mis hombros hacerlo. ―Apretó los labios y se sentó erguida. Entonces miró al techo antes de murmurar―: Señor Jesús, por favor perdóname por ser tan valiente y honesta, pero sabes que lo estoy haciendo por las razones correctas, y que mi corazón es sincero.
Mi corazón perdió un par de compases. Vomité una oración de las mías. Estimado Niñito Jesús, por favor dame la fuerza para no arrancarle la cabeza a Ruby, porque tengo la sensación de que voy a querer hacerlo antes de que ella haya terminado. La expresión de Ruby era parte compasión y parte ira.
―Has cambiado y no para mejor ―espetó. Sus ojos se abrieron y parpadeó un par de veces. Una media sonrisa cruzó sus labios―. Bueno, eso acaba de salir todo atrevido ¿no? ―Se rió nerviosamente―. Lo que quiero decir es que, desde que volviste de la boda de Kelly, has cambiado. Toda tu vida ha cambiado. Dejaste de hablar con tus amigas, dejaste de hablar conmigo, comenzaste con ese Bradley…
―Ya estamos otra vez… diciendo su nombre en ese tono de nuevo. Sabes que me hace rechinar los dientes, Ruby. ―El Niñito Jesús me había abandonado en mi hora de necesidad. La cabeza de Ruby ya estaba en peligro de ser eliminada y ella apenas había empezado.
Ella se inclinó y me miró directamente a los ojos.
―Él solía hacerte rechinar los dientes. ¿Te acuerdas? Ambas odiábamos a ese hombre. ―Me dio un codazo en el brazo―. Ahora sólo todo el mundo lo odia y tú… duermes con él. ―Su labio se curvó con disgusto ―. ¿Y ahora estás hablando sobre casarte con él? ¿Has perdido la cabeza, bebé? ¿Cómo puedes hacerte eso? Ni
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siquiera está lo suficientemente cerca de bueno para ti. Ni siquiera es lo suficientemente bueno para lavar tu auto.
Me sentí avergonzada, enojada, y enferma.
―Lo amo, Ruby. ―Casi me atraganté con las palabras. Ellas no querían salir.
Ella frunció el ceño.
―Oh, chapuzas. No amas a ese hombre. Amas la idea de estar casada con un hombre. Cualquier viejo servirá.
Mi rostro se sonrojó de un rojo furioso cuando me senté deprimida.
―No puedo creer que me estés diciendo esas cosas. ¿Qué te da el derecho?
Ella extendió la mano y agarró mi muñeca, tirando de mi mano en su regazo y haciéndome inclinar hacia delante torpemente. Su discurso era apasionado.
―Te diré qué me da derecho… me preocupo por ti, Andrea Lynn. Eres una buena chica. Eres una gran abogada y una mujer fuerte. ¿Pero ese Bradley?... Lo siento, pero simplemente te chupa la vida, niña. Te tiene con una correa, como un domesticado perro faldero, y no voy a sentarme y dejar que te ates a él de por vida sin saber en lo que te estás metiendo. Es mi deber como tu amiga que te diga las cosas que necesitas saber. Y si quieres ir a buscar una nueva asistente, lo entenderé. Pero buena suerte en encontrar una aquí. Tienes una reputación ahora, sabes. ―Asintió lentamente, siempre la sabia de la oficina.
Traté de tirar de mi mano, pero ella la aferró con un agarre de hierro.
Mi tono era furia contenida.
―Sé en lo que me estoy metiendo, Ruby. Soy una mujer adulta. ―Las palabras sabían amargas, como fruta verde en mi lengua.
―Tal vez en el exterior, estás completamente desarrollada, pero por dentro, sigues siendo una niña en busca de amor y tomando terribles sustitutos en su lugar. ¿Por qué no puedes ver lo que yo veo, y lo que Candice y Kelly ven? Eres inteligente, eres hermosa, eres fuerte… ¿por qué tienes que actuar tan sorda, muda y ciega cuando se trata de los hombres?
Me eché a reír amargamente.
―Vaya. Una auténtica tripleta de horror. Un arte de magia que apesta. Gracias por eso.
―No. ―Sacudió su dedo en mi cara―. No, señora, no vas a jugar ese juego conmigo.
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―¿Qué juego? ―La culpa era casi abrumadora; me había quebrado al intentar utilizar mis destrezas de litigación en ella, una amiga, una mujer que respetaba. Estaba desesperada por no escuchar sus verdades.
―Sabes de lo que estoy hablando. Ese juego que juegas. Donde te pones toda fría y calculadora y haces las cosas que Bradley te enseñó. Él es una mala influencia, Andie. Una muy mala influencia. Te ha convertido en una persona fría que no se preocupa acerca de los sentimientos de otras personas. Ya ni siquiera sabes lo que es importante. ―Su expresión y tono eran un poco desesperados―. ¿No lo sientes? Sé que no puedes verlo, pero, ¿no puedes al menos sentirlo?
Tiré mi mano.
―Sé lo que es importante. He tenido un Plan de Vida cuidadosamente elaborado guiando mis acciones desde que tenía quince años: ir a la universidad, ir a la escuela de leyes, ser socia, casarme, tener hijos. Es absolutamente normal y está bien. Todas esas cosas son importantes y valiosas para cualquier persona sana. Tienen totalmente sentido en los papeles.
Ruby se encogió.
―¿Te oyes? ¡Tu vida no puede estar escrita en un papel! ¡Las personas con corazones y cerebros no funcionan de esa manera!
Me puse de pie.
―¡Por supuesto que me oigo! ¡Estoy orgullosa delo que estoy diciendo, lo que estoy haciendo y lo que he hecho! Soy la socia menor más joven que esta firma ha tenido. ¡Soy la generadora de negocios por amor de Dios!
Ella sacudió la cabeza con decepción.
―No. Eres una chica que ha perdido su camino. Una serpiente en la hierba que silba muchas nuevas palabras sucias que aprendió de otra serpiente en la hierba. ―Resopló con disgusto―. Ese Bradley, es el Rey Cobra de las serpientes. ―Se puso de pie y me dio la espalda para caminar hacia la puerta. Justo antes de salir de mi oficina, me atacó con sus tiros de despedida―. Tal vez antes de decirle “sí, quiero” al Rey Cobra, deberías hacerte estas preguntas: ¿por qué todas tus amigas, todas esas chicas buenas, te abandonaron? ¿Por qué estás más sola ahora de lo que alguna vez has estado antes? ¿No deberías estar llena de alegría y compartir esa alegría con los demás cuando estás a punto de casarte, en lugar de hacer una lista de invitados llena de extraños? ―Sacudió la cabeza―. Tu matrimonio va a ser más como un funeral, y por mi parte no voy a ser parte de ello.
La puerta se cerró detrás de ella, y yo me quedé allí en medio de mi oficina con las lágrimas corriendo por mis mejillas. No había querido escuchar nada de esa basura. Sólo quería saber por qué estaba haciendo un trabajo tan horrible como mi
99
asistente y por qué había dejado de ser mi amiga. En lugar de eso había conseguido un montón de mierda sobre mi cabeza y mi corazón partido en dos.
Metí las sillas en su posición, haciendo caso omiso del hecho de que las patas no estaban de nuevo en las hendiduras de la alfombra donde siempre descansaban. Caminando alrededor del escritorio, sacudí la cabeza con disgusto. Ruby estaba tan llena de mierda. Bradley no había hecho más que hacerme avanzar en mi carrera y mi estatus en la empresa. Nos unimos al club de campo juntos y jugábamos al tenis los fines de semana con otras parejas. Comíamos fuera todo el tiempo e incluso hablábamos de mudarnos juntos antes de la boda. Me contuve por alguna estúpida razón, pero ahora no podía recordar por qué. Bradley era el único que entendía mi Plan de Vida y estaba totalmente a bordo con él. Él era como yo: organizado, determinado, inteligente. Los dos sabemos lo que queremos y que no tenemos miedo de ir tras ello. Demasiado malo para el resto del mundo. Si no comprenden el valor de la planificación y la unidad, que se jodan. No necesitaba a nadie ni nada, sólo a Bradley y a la empresa.
Ignoré los dolores físicos que atravesaron mi pecho ante ese pensamiento.
El sonido de mi teléfono me dijo que Ruby me estaba llamando. Me incliné a la esquina de mi escritorio, agarrando el tubo del teléfono, esperando escuchar su disculpa. Planeaba ser atenta y actuar como si las cosas que dijo no me hubieran cortado hasta el hueso. Entonces podríamos seguir como antes, pero con ella haciendo un mejor trabajo. Una tensa sonrisa se instaló en mi cara.
―¿Sí? ―dije, el frío orgullo llenaba mi voz.
―Línea tres es para ti. Alguien del Palacio de Justicia.
―¿Quién es, Ruby? ―le pregunté, al instante irritada. Ella tenía un infierno de coraje al transferirme una llamada de mierda después de nuestra pequeña discusión. Sabía que como mínimo necesitaba un nombre, un departamento, y la referencia al archivo del caso. Jesús, ¿cuál es su maldito problema?
La voz de Ruby era tan tranquila, tan casual, como si no acabáramos de tener una reunión dos minutos antes.
―No sé quién es ―dijo ella―. Alguien de la división de licencias de matrimonio.
―Oh. ―Fruncí el ceño, el viento saliendo completamente fuera de mis velas―. ¿Por qué me estarían llamando ahora? Mi cita para recoger la licencia no es hasta finales de esta semana. Nunca hacen las cosas tan rápido o antes de tiempo.
Ruby sólo respiró en su teléfono.
100
―Pásamela―le dije, renunciando a tener una conversación civilizada con
ella.
Esperé a que la llamada se conectara, mientras mi mente corría con preguntas. Bradley estaba encargado de organizar el catering, y yo estaba a cargo de los aspectos legales y la banda. Nuestra lista de invitados eran en su mayoría nuestros clientes de alto valor y compañeros de trabajo, lo que significaba que no podíamos escatimar ni cometer errores. Si no conseguía esa licencia a tiempo, estaríamos totalmente jodidos. Nada podría ser reprogramado sin perder un montón de dinero y causar muchos dolores de cabeza.
La llamada se conectó a través de un clic.
―Hola, soy Andy Marks. ¿En qué puedo ayudarle?
―Hola, Sra. Marks, soy Latisha. ¿Es quien solicitó una licencia de matrimonio? Annnnndrea… uh… Marks. Lo siento, no puedo leer su letra. Realmente debería escribir más ordenado en estos formularios.
No hice caso de su regaño. Shuh, claro. Como si una secretaria de salario mínimo en la corte va a darme lecciones sobre llenar formularios. Levanta la mano si fuiste a la escuela de leyes.
―Sí, eso es correcto. Esa soy yo.
―¿Y su segundo nombre es Lynn y su número de seguro social es 078-051120?
―Sí, eso también es correcto. ¿Hay algún problema?
―Sí. Es por eso que estoy llamando. Hay una pregunta en el formulario que ha respondido incorrectamente, por lo que necesito que vuelva y complete otro formulario e incluya su sentencia de divorcio con él. No puedo procesarlo hasta que esté completo y sin esa sentencia, no va a funcionar. El sistema ni siquiera lo aceptará, así que ni siquiera voy a intentarlo. Y no me pida que lo cambie por usted, porque no es así como funciona.
―Espera… ¿qué? ―Mi cerebro estaba fallando, tratando de juntar sus palabras sin sentido en una frase que significaría algo para mí.
La mujer suspiró ruidosamente.
―No juegue. En serio, no tengo tiempo para jugar al abogado hoy, ¿de acuerdo? Tengo quince… no, dieciséis formularios que procesar antes de salir por hoy, y si no lo tengo hecho el líder del equipo estará encima de mí, ¿sabe lo que estoy diciendo?
―Sí, lo sé… pero no, no estoy jugando. Lo digo en serio. Nunca he estado casada en mi vida. ―Un enorme hoyo se abrió en mi estómago, y ese hoyo se llenó
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de lava fundida. Esto no puede estar pasándome. Bradley cagará hámster si hay un problema técnico. Ha previsto una fiesta de golf de soltero y todo, con hermanos de la fraternidad viniendo de todas partes del mundo para asistir.
―¿Está segura de que no está casada? ―preguntó, sonando dudosa.
―Segura ―le dije, sinceramente irritada con esta idiota en el palacio de justicia que, obviamente, no había ido a ninguna parte después de la secundaria, excepto tal vez a la universidad de hamburguesas de McDonalds―. Créeme, lo sabría si hubiera estado casada con alguien que no sea mi prometido.
―¿Nunca ha estado en Nevada? ―preguntó, con el sonido de una sonrisa malvada en su voz.
Mis oídos quemaron cuando los recuerdos me bañaron y amenazaron con ahogarme de miedo. Casi no pude sacar la palabra. He estado en Nevada. ¡Oh mierda, he estado en Nevada!
―Puede ser. Una vez.
―¿Cuándo? ¿Alguna posibilidad de que haya sido hace dos años?
Mi corazón latía como un bombo muy fuerte y rápido. Literalmente podía sentir mi pulso en el cuello sin siquiera tocarlo.
―¿Quizás? ―Mi voz era sólo capaz de chirriar en este punto. Hace dos años. ¡Esa fue la despedida de soltera de Kelly! ¡No, esto no puede estar pasando!
―Aquí dice en mi sistema que se casó con un hombre con el nombre de… Gavin MacKenzie, el diez de abril, de dos mil once. La firma coincide con la que puso en el formulario, tal vez un poco más desgarbada, pero es la misma. ¿Ese nombre le suena? ¿Gavin MacKenzie? ¿Qué es eso? ¿Escocés?
Mi cerebro y mi corazón se sentían como que iban a explotar ahora. Mi visión se puso borrosa y me quedé boquiabierta mientras toda la sangre era drenada de mi cabeza.
―¿Señora? ¿Está ahí? ―preguntó, sonando aburrida y muy lejos.
El teléfono se cayó de mi mano y golpeó la mesa. Una pequeña voz venía desde abajo, cerca de mi secante12.
―¿Señora Marks? ¿Está ahí? ¿Está bien? ¿Hola? Voy a colgar este teléfono, sabe. No tengo tiempo para estos juegos, ya se lo dije.
12 Secante: El Papel secante, a veces llamado simplemente secante, es un tipo de papel muy absorbente. Se utiliza para absorber un exceso de sustancias líquidas (por ejemplo, tinta o petróleo) de la superficie del papel de escritura o de otros objetos
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La habitación empezó a dar vueltas y parpadeé varias veces, tratando de que mi visión regresara. Pero simplemente siguió estrechándose, un túnel largo gris con sólo un punto de luz al final.
Eso es lo último que recordaba haber visto antes de despertar de nuevo en el suelo con la cara preocupada de Ruby colgando sobre mí.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura Febrero 2018
Y así llegamos al presente, las cosas han cambiado mucho en la vida de Andie y no para bien, ese objetivo de vida que se ha trazado la ha llevado a tomar malas decisiones y convertirse en una persona un tanto desagradable...veremos qué medidas toma ahora que descubrió ese pequeño detalle de que ya tiene un marido jajaja
5/2: Capítulos 1 y 26/2: Capítulos 3 y 47/2: Capítulos 5 y 68/2: Capítulos 7 y 89/2: Capítulos 9 y 1010/2: Capítulos 11 y 12
11/2: Capítulos 13 y 14
LISTA DE CAPÍTULOS
12/2: Capítulos 15 y 16
13/2: Capítulos 17 y 18
14/2: Capítulos 19 y 20
15/2: Capítulos 21 y 22
16/2: Capítulos 23 y 24
17/2: Capítulos 25 y 26
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19/2: Capítulos 29 y 30
20/2: Capítulos 31 y 32
21/2: Capítulos 33 y 34
22/2: Capítulos 35 y 36
23/2: Capítulos 37 y 38
24/2: Capítulos 39 y 40
25/2: Capítulos 41 y 42
26/2: Capítulos 43 y 44
27/2: Capítulo 45 y Epílogo
28/2: Descanso y comentarios.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura Febrero 2018
Dos años!!! Es bastante y hasta ahora ni recuerda ni se han comunicado.
La vida no la ha tratado muy bien, como es posible que prefiera a un hombre en lugar de sus amigas.
Gracias!
Felices carnavales
La vida no la ha tratado muy bien, como es posible que prefiera a un hombre en lugar de sus amigas.
Gracias!
Felices carnavales
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Febrero 2018
Muchas gracias porlos capis
Ha pasadi mucho tiempo!! Que pena como esta llevando su vida... que se haya alejado de todos... al menos ruby se lo dijo todo bien clarito
Ha pasadi mucho tiempo!! Que pena como esta llevando su vida... que se haya alejado de todos... al menos ruby se lo dijo todo bien clarito
Maggiih- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 22/01/2018
Edad : 31
Re: Lectura Febrero 2018
Yani escribió:Chicas, mañana no voy a estar así que les dejo los capítulos ahora!
Gracias
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Febrero 2018
Bueno, al parecer si se casaron en esa salida extraña, pero, que pasaría después, porque Mack se fue sin despedirse y porqué no se puso en contacto con ella?
Por otro lado Andie por seguir su absurdo plan de vida se ha alejado de sus amigas? Hace más de un año que no se hablan, que está mal con ella que prefiere organizar una boda llena de prefectos desconocidos que arreglar las cosas con sus amigas? Al menos Ruby tuvo el coraje de decirle las cosas de frente. Ahora muero de ganas de leer el reencuentro.
Por otro lado Andie por seguir su absurdo plan de vida se ha alejado de sus amigas? Hace más de un año que no se hablan, que está mal con ella que prefiere organizar una boda llena de prefectos desconocidos que arreglar las cosas con sus amigas? Al menos Ruby tuvo el coraje de decirle las cosas de frente. Ahora muero de ganas de leer el reencuentro.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Febrero 2018
Yiani, acuerdate qu3 a andy se le echó a perder el celular por lo que el unico contacto que pudo haber tenidomurió ahí mismo en las vegas
Maggiih- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 22/01/2018
Edad : 31
Re: Lectura Febrero 2018
Parece que ya sabe que era lo que tenia que recordar de esa noche que era tan importante....un Marido jajajaja
Ufff 2 años ya pasaron y por lo visto su plan de vida la ha convertido en otra persona y no para mejor hasta sus amigas la dejaron de lado.
Lo mas probable es queMack le haya dejado su numero en el celu el haya estado llamando y como Candice lo hecho a perder nunca se pudieron comunicar. Al final Mack no estaba tan borracho. Lo que me intriga es por que no despertaron juntos despues de todo lo bien que lo pasaron.
Gracias yani por los capi
Ufff 2 años ya pasaron y por lo visto su plan de vida la ha convertido en otra persona y no para mejor hasta sus amigas la dejaron de lado.
Lo mas probable es queMack le haya dejado su numero en el celu el haya estado llamando y como Candice lo hecho a perder nunca se pudieron comunicar. Al final Mack no estaba tan borracho. Lo que me intriga es por que no despertaron juntos despues de todo lo bien que lo pasaron.
Gracias yani por los capi
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Febrero 2018
Maggiih escribió:Yiani, acuerdate qu3 a andy se le echó a perder el celular por lo que el unico contacto que pudo haber tenidomurió ahí mismo en las vegas
No se, el que quiere puede, se casaron, por Dios Santo, podría haber buscado su número en la guía telefónica o redes sociales, el celular no es el único medio de contacto de una persona y él parecía bastante interesado, además porque se fue antes, sin despedirse?? Ella estaba bastante ebria, pero el no, creo q algo más pasó para q no terminarán la noche acurrucados
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Maggiih- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 22/01/2018
Edad : 31
Re: Lectura Febrero 2018
Ya llega lo bueno en esta historia, y bueno dos años que no le sentaron para bien a Andie, ya quiero leer su encuentro con Mack, y como resuelven este gran lio.
IsCris- Mensajes : 1339
Fecha de inscripción : 25/10/2017
Edad : 26
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