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Lectura Mayo 2018

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Mensaje por Yani Jue 17 Mayo - 18:52

Algo sobre Nueva York en marzo. 
Jon no podía asegurarlo, pero se sentía... especial. Quizás era porque el clima era ocasionalmente agradable. A veces el frío estaba casi fuera del aire. O tal vez era el saber que la primavera estaba a la vuelta de la esquina. No podía asegurarlo, pero podía sentirlo. Había sido capaz de sentirlo en febrero, cuando había estado anticipando marzo. Se lo había contado a Kitty y, sin saberlo, se había aferrado a la información y había corrido con ella.
 —¡Sorpresa!
 John Doe no cumplía años, pero Kitty no entendía por qué Jon Doherty no podía hacerlo. Él había dicho que marzo se sentía especial, quizás era porque había nacido en ese mes. 

Ella les había dado boletos para un juego de los Yankees. Fueron con un gran grupo de personas, un grupo de amigos a los que, por lo general, toleraba bastante bien. Tuvieron excelentes asientos y fue realmente un día increíble. Bebieron cerveza, comieron salchichas y gritaron a los equipos. 
—¿Lo disfrutas? —le había preguntado durante el tramo de la séptima entrada. 
—Mucho. Gracias nena —él había respondido y ella había arrugado la nariz. 
—¿Nena? Ew, no me gusta, me hace sentir como una muñeca. 
—Lo siento. El hábito. 
—¿Cómo? Nunca me has llamado nena antes. 
Luego, un bateador había conseguido un home run y no había desperdiciado demasiado tiempo pensando en esa palabra. Supuso que era extraño: ¿cómo podría decir "nena" como un hábito, cuando nunca lo había dicho? Oh, bueno, simplemente se aseguraría de no volver a decirlo. 
Después del juego, todos se separaron. Normalmente, él pasaba el 99% de su tiempo social con Kitty, y solo ella. Ella había tenido la amabilidad de darse cuenta de que tal vez un poco de unión masculina sería buena para él. Por lo que las chicas emprendieron su propia aventura, y los hombres fueron dejados a su suerte. 
Como Jon no podía recordar si alguna vez había estado en Times Square o no, todos pensaron que sería divertido ir allí. Celebrar su supuesto cumpleaños e ir a ser turistas. Incluso podía beber tanto como quisiera, Kitty les había conseguido una habitación de hotel para la noche, de forma que no tuviera que volver al centro de reinserción. 
Tomaron una mesa alta en la parte trasera de un gran restaurante. Todo era caro porque, hola, Times Square, pero a ninguno de los otros les importaba. Todos venían de familias con mucho dinero, ganaban mucho dinero, tenían mucho dinero. Ya que era el cumpleaños de Jon, todos trataban. Las alitas de pollo seguían saliendo de la cocina y las cervezas seguían fluyendo, y fue realmente un buen momento.
 —Salvaje, hombre. —Un tipo estaba riendo—. Sin memoria en absoluto. Todavía no puedo creerlo. 
—Créelo. —Se rió Jon—. ¿Quieres ver la cicatriz? 
—No, estoy demasiado ebrio por esa mierda. 
El tipo no estaba mintiendo, apenas podía sostenerse en su taburete. No eran ni las siete, pero Jon pensó que tal vez era hora de comenzar a recogerse. Siguió mirando su teléfono, preguntándose cuándo le enviaría Kitty un mensaje de texto, o si debería enviárselo él. 
—Entonces, tú y Kitty han estado juntos por un tiempo, ¿eh? —preguntó un hombre mientras otros llevaban a Borracho al baño. 
—¿Huh? Oh, uh, ¿tal vez? ¿Qué es un tiempo? Desde finales de diciembre —respondió, tratando de recordar. 
—Tres meses, no está mal, no está mal. Una chica muy agradable —comentó el tipo, y Jon asintió. 
—Ella es muy dulce. Demasiado dulce, ¿sabes? No soy lo suficientemente bueno para ella —respondió. El tipo se encogió de hombros.
 —No te vendas como poca cosa, hombre. De aquí a tres años, estarás en un estreno de Hollywood para ver una película sobre tu vida. 
—¿No sería genial?
 —Jon se echó a reír. Sin embargo, antes de que pudieran seguir siendo fanfarrones, el resto de su grupo regresó. Bueno, todos menos uno. 
—Mierda, tenemos que largarnos. Reggie está vomitando las tripas. 
—Voy a llamar a un taxi. —El tipo con el que había estado hablando suspiró, luego sacó una tarjeta de crédito de su billetera y se la dio a Jon—. Ve a pagar la cuenta, ¿quieres? 

 
Jon echó una ojeada a un mesero o camarera que se encontrara cerca, pero el restaurante estaba lleno. Había una gran barra redonda en el centro del salón. Pensó que, si se dirigía allí, podría buscar su cuenta y hacerse cargo. Entonces, después de que los otros chicos hubieron sacado a un borracho Reggie, Jon comenzó a cruzar la habitación. 
La barra estaba repleta, y parecía que había un solo barman detrás. Jon frunció el ceño. Tardaría mucho en llamar su atención. Pero mientras él todavía estaba a medio cuarto de distancia, una camarera entró abruptamente, apresurándose hacia la estación P.O.S. en el extremo de la barra. Él comenzó a caminar más rápido, con la esperanza de atraparla, pero ya era tarde. Ella se alejó de la caja registradora y comenzó a caminar hacia él, pero en el lado opuesto de la habitación. Su cabeza estaba agachada mientras miraba un pedido en su mano. 
Oh bien. Será el barman. 
Dio cuatro pasos más cuando ella levantó la cabeza. No sabía por qué le llamó la atención, pero lo hizo. Ella se enderezó y él la miró. Sus ojos se encontraron y ambos dejaron de moverse.
 Esa sacudida. Esa sensación de hundimiento, solo una en un millón. Infinidad de veces. 
Conozco a esta mujer 
Ella lo estaba mirando con los ojos azules más grandes y brillantes que había visto en su vida. Piscinas, amenazando con ahogarlo. Ella levantó una mano y la presionó contra su pecho. 
Conozco a esta mujer
 El tiempo se detuvo. No había nadie más en la habitación, solo ellos. Él siguió mirando y luchando por respirar e intentando tan duro encontrar el camino de regreso a ella. ¿Ella? ¿Ella quién? 
¿Quién eres tú?
 Ella parecía estar teniendo el mismo problema. Respiraba deprisa, con la mano todavía en el pecho, aferrándose a la parte delantera de la camisa. Parecía aturdida, como si estuviera mirando a un fantasma. Luego abrió la boca e, incluso antes de hablar, supo cómo sonaba su voz. 
—¿Jay? 
Él no reconoció el nombre, pero reconoció su alma. Dieron un par de pasos vacilantes uno hacia el otro, y luego anduvo a grandes zancadas. Y luego ella estaba corriendo. Y luego se chocaron el uno con el otro, abrazándose. Se sorprendió al darse cuenta de que estaba llorando. 

 

—¿Dónde has estado? —Estaba sollozando—. ¡Busqué por todas partes! ¡En todos lados! ¡Dios, creí que estabas muerto! Te extrañé.
 —Yo... —Ya no sabía cómo hablar. Su garganta se redujo a cenizas. Se atragantó con palabras que no podía recordar cómo decir—: Yo...
 —¿Estás bien? —preguntó, alejándose para poder mirarlo. La echó de menos al instante. 
Ni siquiera la conoces. 
—No lo sé —susurró. Ella alzó una mano y deslizó suavemente sus dedos sobre su frente. Un gesto tierno e íntimo. Familiar, pero completamente ajeno. 
—Jay, no puedo creer que seas tú. ¡Te ves tan diferente! —jadeó, aferrándose a sus brazos—. ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Tú... Jay? ¡Jayson!  
No conozco a ningún Jason.
 Los bordes de su visión comenzaron a tornarse negros. Cuanto más decía ella, peor era, y cuando ella le decía ese nombre, ese nombre que no conocía, no podía soportarlo más. Sus ojos se arremolinaron en su cabeza y comenzó a caer hacia atrás. Ella se aferró a él, pero sabía que no tenía sentido. 
Ella es tan pequeña ¿Cómo podría evitar que me caiga? 


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Mensaje por svenkok Jue 17 Mayo - 21:34

¡Al fin!

Toma esa Kitty!


¡Gracias por el capítulo!
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Mensaje por Celemg Sáb 19 Mayo - 3:12

Aparecio Delaney!!! A la mierda kon perra Kitty! Mujer odiosa y kontroladora, adore el enkuentro...
Komo es ke ella nunka se entero ke fue de el? Ke le puede haber pasado kon la kaida?


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Mensaje por Invitado Sáb 19 Mayo - 10:49

yo tambien la empiezo a leer
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Mensaje por Yani Sáb 19 Mayo - 21:44

10 
Dios, odiaba los hospitales. 
Cuando él se despertó por primera vez, había estado seguro de que estaba en alguna versión del infierno y que estaba despertando del accidente de nuevo. 
Pero pronto se dio cuenta de que no estaba en Lenox Hill, y su accidente había pasado hace meses. Estaba mejor, ¡yup yup yup! Bueno, todo, excepto por su maldita falta de memoria. ¡Maldito cerebro suyo!
 —Estoy muy emocionada, ¿sabes? La voz lo sacó de su compasión y sacudió la cabeza hacia un lado. Estaba asustado de ver más fantasmas, pero era sólo la señora Sloan. 
—¿Qué? —gruñó. Su voz era ronca, su garganta estaba seca. 
—Me listaste como tu contacto de emergencia. Me llamaron en el mismo momento en que llegaste aquí —explicó ella, entrando en su habitación y tomando asiento cerca de la cama. 
—Bueno, eres como mi mamá. —Se rió. Ella sonrió, luego extendió la mano y agarró la suya.
 —En realidad, tu madre tiene cuarenta y siete años. Su nombre es Claudia Fairbanks —le dijo. Él se limitó a mirarla, y cuando no dijo nada, siguió hablando—: El nombre de tu padre es Lucas Fairbanks y tiene cincuenta y ocho años. Viven en Cedar Rapids, Iowa. Te tuvo cuando tenía sólo veintidós años. Jon tomó una respiración profunda e hizo algunas matemáticas rápidas. 
—¿Así que tengo veinticinco años? —preguntó. Ella apretó sus dedos. 
—Sí. Tendrás veintiséis años el 18 de julio —le informó. Él se rió, pero se detuvo antes de que pudiera convertirse en un sollozo. 
—Veintiséis —susurró. Luego miró a su alrededor, de repente frenético—. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? ¿Alguien llamó a Gary Tupper? ¿Y dónde está Kitty? Alguien debería haberla llamado, debería estar aquí. ¿Y dónde está... —Su voz murió en algún lugar más allá de sus labios. 

 
No puedes recordar su nombre porque no eres digno de ella. 
—Kitty estuvo aquí, pero la enviamos a casa. Quería quedarse, pero tanto tu madre como yo sentimos que necesitabas descansar —explicó la señora Sloan, con su calmada voz trabajando a toda velocidad.
 —No quiero que se preocupe —dijo él, recostándose. Se mantuvo convulsivamente apretando los puños.
 —Ni siquiera lo pienses, Jon. Quiero decir, por supuesto que está preocupada, pero sólo quiere que te sientas mejor. 
—¿Qué pasó? 
—Te desmayaste. Te golpeaste la cabeza bastante fuerte con el lado de una mesa, has estado fuera por aproximadamente tres horas —dijo, y él miró un reloj. Eran poco más de las once de la noche—. Los médicos estaban preocupados, teniendo en cuenta tu historia, por lo que querían dejar que despertaras naturalmente. Te quedarás esta noche y mañana en observación, pero hicieron un montón de escaneos, y todo parece estar bien.
 Él se rió de su declaración. 
—Sí, está bien, excepto que no recuerdo ninguna de las cosas que me acabas de contar. 
—¿Cómo te sientes? —preguntó ella. Él respiró hondo y miró hacia arriba. 
—Como si me hubieran golpeado un camión —respondió con sinceridad. 
—Te ves así —respondió ella con honestidad, y él soltó una carcajada. Bien por la vieja Sloany, haciéndolo sentir mejor aun cuando se sentía de muerte. Era justo lo que necesitaba para tener el coraje de hacer su siguiente pregunta.
 —¿Ella está aquí? 
No necesitaba explicarse. 
—Sí —respondió la señora Sloan—. Ha estado esperando todo este tiempo. Tanto el médico como yo le explicamos cómo podría ser difícil para ti y cómo podrías no querer verla. Dijo que lo entendía, y que sólo quería asegurarse de que estabas bien. ¿Quieres que le diga que se vaya a casa? 
Quiero que le digas que no exista. La vida era menos aterradora cuando todo estaba en blanco. 
—No. Quiero conocerla.  
—Jon, realmente creo que debes descansar. Has estado…
 —Que entre. 
Sloany apretó los labios y pudo decir que pensó en discutir, pero luego soltó un suspiro y se levantó. Sostuvo su mano por un poco más de tiempo. 

 
—Le contamos tu historial médico. Lo que te pasó, tu condición. Entiende que no la recuerdas, pero Jon... También le molestará. Por favor, tenlo en cuenta —dijo, apretando los dedos con fuerza. 
—Lo intentaré. Lo haré —insistió. 
—Bien. ¿Quieres que esté aquí? 
—No, gracias.  —Bien. Estaré en la estación de enfermeras. Simplemente presiona el timbre si nos necesitas.
  —Lo haré. Y Sloany... gracias. Me alegra que estés aquí. No hay nadie a quien quiera más —dijo, apretándole la espalda. 
Ella sonrió y le dio unas palmaditas en el dorso de la mano. 
—Sólo intentas tentarme. Sé que llevas uno de esos trajes de hospital sin espalda. Mantenlo en tus pantalones. —Se burló de él, luego dejó caer su mano y salió de la habitación.
 Un ataque de pánico comenzó a descender sobre él de inmediato. Agarró sus mantas y luchó por respirar. Entonces pensó en la voz de la señora Sloan, dejó que lo recorriera y lo tranquilizara. La sonrisa retratada de Kitty y sus suaves toques. 
Imagina los ojos azules que te adoran, y la piel tan prístina que no se te permite tocarla.
 Hubo un golpe suave en la puerta, luego pasos ligeros caminando a través de los azulejos del piso. Se detuvieron al pie de su cama y finalmente alzó la cabeza. 
Ella era baja, recordándole mucho al restaurante. De constitución delgada, también, pero de tipo de redondeado. Suave. Llevaba uniforme, pantalón de vestir negro y una camisa abotonada con el logo del restaurante encima. Incluso todavía tenía un delantal con su libro de notas. Tenía el cabello oscuro y rebelde, una masa espesa. Se lo había agarrado todo a un lado en alguna trenza intrincada y desordenada de algún tipo y suelta para que deslizara sobre su hombro. No llevaba maquillaje, pero no lo necesitaba, con ojos como los de ella, podía penetrar su alma. 
—Hola —dijo con una voz suave que le dolió el corazón—. ¿Cómo te sientes? 
—Estoy bien —respondió él, y luego se aclaró la garganta—. La cabeza me duele un poco.
 —Sí, te la golpeaste muy duro en tu camino hacia abajo. Traté de detenerte, pero... 
—Era demasiado pesado. —Terminó por ella. 

 
Ella logró sonreír. 
—Sí.  
Hubo un pesado y torpe silencio. Jon no pudo soportarlo. 
—Por favor —dijo, señalando la silla que Sloany había dejado vacía—. Siéntate.  
Ella hizo lo que le dijo, cruzando los pies en los tobillos y deslizándolos debajo de la silla. Luego puso sus manos en su regazo y miró por todas partes alrededor de la habitación, excepto a él. 
—Tu amiga, la señora Sloan —dijo ella por fin—. Parece muy agradable.  
—Es realmente agradable. —Estuvo de acuerdo. Entonces decidió que sería mejor acabar con esto—. Realmente lo siento, ¿sabes?  Ella finalmente lo miró. 
—¿Qué? 
—No recordar —dijo simplemente—. Desaparecer. No sé qué clase de persona era antes, pero espero... me gusta pensar que no te hice eso a propósito.
 Ella le sonrió y le rompió el corazón.
 —Nunca habrías hecho algo así, nunca lo pensé ni por un momento —le aseguró. Él tomó varias respiraciones profundas y tuvo que apartar la mirada de ella. Apoyó la cabeza en la almohada y miró el techo. 
-—¿De verdad? ¿Qué era?... ¿Cómo era? —preguntó. 
Ella permaneció en silencio durante mucho tiempo. Una lágrima grande escapó de su ojo y rodó por el lado de su rostro. Entonces sintió que su mano se curvaba en la suya. 
—Eras... la vida —dijo simplemente—. Eras gracioso y generoso. Tenías una boca inteligente y un temperamento caliente. Una gran risa, y una sonrisa aún mejor. Cualquiera que te conocía, te quería. Podías hacer amigos simplemente entrando en una habitación. 
 —¿En verdad? —susurró él, y sin mirar, supo que asintió. 
—Lo es.  
—Entonces, ¿por qué nadie me buscó? —exclamó, aplastando los dedos en su agarre. Ella no movió un músculo
—Nuestros amigos... No voy a mentir. No eran las mejores personas. Quizás no éramos los mejores, no lo sé. Pero te busqué, Jay. Eso es todo lo que he estado haciendo desde octubre —le dijo. 
No pudo controlarse. Todas las emociones de los pasados cinco meses salieron de él y se volvió para mirarla. 
—¿Oh, en serio? ¿Es todo lo que has estado haciendo? Entonces, ¿por qué no pudiste encontrarme? Estuve en los periódicos, ¡en las noticias! ¿No revisaste los hospitales? ¿Dónde estabas cuando esto pasó? ¿Por qué estaba solo? —preguntó. 

 
Ella lo tomó con calma. No parecía asustada, molesta u ofendida. Sólo aferró su mano y mantuvo esa simple y dulce sonrisa en su rostro. Lo hacía sentir tener ganas de morir. Si algo merecía ser recordado, era su sonrisa. 
—No sabía nada de la amnesia —dijo simplemente—. Vivimos en Brooklyn. Ahí es donde te caíste, así que ahí es donde busqué. Miré en cada sala de emergencias de Brooklyn, te lo juro. Fui expulsada de más de unas pocas. 
— ¿Y ninguna sabía dónde estaba? 
—No lo sé. —Suspiró—. Yo no estaba... Entonces no estaba en un buen lugar. No sé si no sabía las preguntas correctas que hacer, o qué. Tal vez no sabía dónde buscar. Siempre preguntaba por tu nombre, pero por supuesto, nadie sabía tu nombre. Me siento estúpida ahora. Pero te busqué, lo juro. Nunca dejé de buscar. Él se volvió para apartar la mirada de ella. 
—Cuéntame sobre el accidente. Ella respiró hondo y lo soltó lentamente, luego dejó ir su mano. 
—Fue en Halloween —comenzó.
 —Sé que fue cuando me admitieron —dijo él. 
—Habíamos estado en un grupo de fiestas. Eres como el rey de las fiestas —le dijo—. Nosotros solo... bebimos mucho, y nos pusimos demasiado drogados con muchos tipos de drogas. Estábamos tratando de ir a casa, y no podía... No podía sostenerte. Seguías diciendo que podías volar, y seguí tratando de abrazarte, pero Jay, eres mucho más grande que yo. Te sostuve, pero seguiste cayendo. —Estaba llorando en sus manos. Estaba llorando en silencio mientras miraba hacia arriba. 
—Mi nombre es Jon —susurró, y ella lloró aún más. 
—Te caíste y me tiraste abajo contigo —ella se las arregló para jadear—. Ambos llegamos a las pistas. Me rompí el tobillo, pero tú, oh Dios mío. Había tanta sangre. Pensé que estabas muerto y empecé a gritar. Un hombre saltó y me recogió, me llevó de nuevo a la plataforma, pero tenían miedo de moverte. Pensé que tal vez te habías roto el cuello. Así que, en su lugar, cerraron las líneas y llamaron una ambulancia. Alguien me llevó de regreso a la calle, pero no pude dejar de gritar. Los paramédicos aparecieron y finalmente me sedaron. Me llevaron a cirugía por mi tobillo, y cuando me desperté, ya ni siquiera estaba en Nueva York. Mis padres habían sido llamados, me habían transferido de regreso a Connecticut, de donde soy. 
»Dios, quería ir a buscarte. Tuvieron que meterme en cama. Luego me llevaron a la casa de mis padres, con el pie enyesado, y no se me permitió hacer nada. Estaban tan asustados que no tenían idea de cómo había estado viviendo. No sabían sobre las drogas y las fiestas. Me hicieron desintoxicar por semanas en su jodida casa. Después, no estuve en condiciones de hacer nada. Tuve que esperar hasta que pudieran quitarme el yeso. Saliste en las noticias locales en Nueva York, pero supongo que no en Connecticut, así que no tenía ni idea de lo que te había pasado. Ahora casi me pregunto... tal vez mis padres también me mantuvieron desinformada. Mi teléfono se desconectó justo antes del accidente porque no podíamos pagarlo, así que simplemente no... no sabía. Pero en el momento en que tuve una bota, tomé el primer tren a Nueva York, y pasé días en cada hospital de Brooklyn, incluso llamé a un par de estaciones de policía, pero estaba asustada. Habías tenido drogas en ti cuando caíste, y si no lo sabían ya, no quería meterte en problemas. De todos modos, no importaba. Nadie pudo, o realmente quiso, ayudarme. Era como si hubieras desaparecido. Como si te hubieras ido.  
Todavía estaba llorando, sus hombros se agitaban con el acto, pero no sabía qué hacer. Una parte de él quería abrazarla, pero otra parte sabía que no estaría bien. Podría asustarlos a los dos más allá de la reparación. Así que se quedó quieto. 
—Me pregunto —dijo, mientras ella se secaba la cara—. ¿Dijiste que tenía drogas en mí? 
—Sí —dijo ella, luego hipó—. Sí, las tenías. 
—Me pregunto qué les pasó, porque no estaban con ninguna de las cosas que conseguí cuando salí del hospital.  Hubo un momento de silencio. 
—Alguna enfermera debió pasar un buen rato. Primero se echó a reír, lo que la alejó, y luego ambos estuvieron histéricos. Su risa era magnífica, como notas en una escala, y su rostro estaba destinado a sonreír. 
—Es raro, pero no recuerdo ser un drogadicto en absoluto. —Finalmente comenzó a hablar—. Dijeron que me desintoxiqué mientras estuve inconsciente.  
—Tienes suerte. —Suspiró ella, inclinándose y cruzando los brazos sobre su cama, luego apoyando su barbilla encima de ellos—. No es agradable. 
—¿Ambos éramos adictos a la anfetamina? —preguntó casualmente, tratando tomárselo con calma. 
Ella hizo una mueca
 —¿Qué? No. Sólo la había usado dos veces antes de esa noche —contestó. Miró hacia su brazo, ante la cicatriz, que ahora estaba descolorida, de una marca de aguja. 
—Parece que inyectarse es bastante grave. Pensé que era adicto —dijo él. 
—¿Inyectarte? ¿De qué estás hablando? 

 
Él le mostró la cicatriz y le contó lo que los médicos habían dicho. Ella examinó el lugar, sosteniendo su brazo en sus manos. Pequeños tornillos de electricidad se dispararon bajo su piel. 
—Eso tiene que serlo —dijo. Ella asintió, frunciendo el ceño, haciendo un pliegue en su frente. 
—Crash. —Suspiró ella—. La última fiesta de Halloween, te quedaste dentro después de que me fui. Cuando por fin saliste, eras como un cable vivo. Debe haberte inyectado. 
—Suena como un tipo encantador. Los doctores dijeron que había un cóctel entero de drogas en mi sistema —dijo. Ella asintió. 
—Sí. Éramos... éramos bastante locos. 
 —Éramos? 
—No he tocado nada desde esa noche —dijo ella con voz solemne—. Nada de drogas, ni alcohol, nada. Ni siquiera tomé nada más fuerte que Tylenol para mi tobillo. 
—He bebido un par de copas desde entonces —admitió él—. Fumado un par de cigarrillos, pero eso es todo. Ni siquiera tengo ganas de usarla. 
—Bueno. Eso es tan bueno de oír. —Suspiró ella. Hubo otro largo silencio, luego soltó una tos incómoda—. Vi a tu... novia. Es muy bonita.
  El tema que había estado temiendo y a la vez muriendo por cubrir. 
—¿Kitty? —preguntó. Ella asintió. 
—Supongo... ¿Katherine? Eso es lo que dijo la señora Sloan. 
—Sí, Katherine. Todo el mundo la llama Kitty para abreviar. Nos ofrecimos como voluntarios en un centro comunitario juntos. 
—Voluntariado, guau. Eso es increíble. Estoy tan... estoy muy orgullosa de ti. Y ella parece una gran chica en tu vida. Él respiró profundamente. 
—¿Y qué hay de ti? 
—¿Qué hay de mí? 
—¿Fuiste una vez una gran chica en mi vida? 
Otro silencio, tanto tiempo que se preguntó si se habría dormido. Pero no lo había hecho. Estaba mirando las manos en su regazo, respirando hondo. 
— Creo… —susurró, y pudo ver una lágrima cayendo de su rostro—. Creo que realmente lo fui. Una de las mejores. 
 Él inclinó la cabeza hacia delante y se dio cuenta de lo que estaba mirando: un enorme anillo en su mano izquierda. Idéntico al que él poseía. Se dio cuenta tardíamente de que debía habérselo dado, o debían haberlos intercambiado. Significaban algo importante para los dos. 
Una de las mejores. 
—Deja de llorar —exclamó con voz suave. Ella se echó a reír y al final levantó la cabeza, limpiándose las mejillas mientras se movía.
 —Lo siento. —Lloró—. Me dije que no me enfadaría, y que si lo hacía, me iría para no molestarte. 
 —Detente —declaró él, entonces ni siquiera pensó en lo que hizo después. Se dirigió hacia la derecha, lo que le permitió moverse en la diminuta cama del hospital, y sostuvo el brazo sobre su lado izquierdo—. Ven a acostarte.
 Ella lo miró por un segundo, su labio inferior temblando. Él correspondió la mirada. No sabía qué era correcto o estaba mal, pero necesitaba este momento. Y pensó que tal vez ella también. 
Ella se levantó de la silla y se metió en la cama. Rodó sobre su costado y se acurrucó contra su pecho. 
—Dios, extrañé esto —susurró, presionando su rostro contra su bata de hospital. 
—Creo que… —comenzó a susurrar, y apoyó suavemente la mano en su cabeza—. Creo que también lo he extrañado.


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Mensaje por Yani Sáb 19 Mayo - 22:05

11 
—¿Su nombre es cuál? 
Jon puso los ojos en blanco y luego siguió caminando de un lado a otro. 
—Ya te lo dije, Delaney. Delaney Carter. 
—¿Qué tipo de nombre es ese? 
—No sé, el tipo de nombre que les ponen a las personas en Connecticut. 
—¿Y realmente la reconociste? —preguntó Kitty. Estaba sentada a los pies de la cama del hotel, mirándolo mientras usaba la alfombra. 
—Sí. No lo sé, quizá. Es muy difícil de explicar. Es como... ¿sabes cuándo tienes un sueño? —preguntó él, finalmente se detuvo y se giró para mirarla. Ella asintió. —Sí seguro. ¿Estás diciendo que esta chica es tu sueño? —preguntó. 
—No, Jesús. Mira, a veces tienes un sueño. Y puedes verlo en tu cabeza, pero cuando vas a describirlo, no hay palabras. Es extraño y frustrante y no puedes resolverlo. El sentimiento y el tono y las emociones, todos están ahí, pero no puedes decirlo. Esto es así. Es como... Nunca la había visto en mi vida, pero la conozco, pero no puedo explicar por qué. No puedo encontrar las palabras — soltó. 
Kitty se quedó en silencio por un segundo, luego se cruzó de brazos. 
—No me gusta esto. —Sollozó. Él estaba impresionado.
 —¿No te gusta qué? ¿Qué recupere mi verdadera identidad? ¿A mi familia? ¿Estás loca? —soltó bruscamente. Su cara cayó y al instante se sintió mal. 
—Sueno como un monstruo cuando lo pones de esa manera. No, quiero todas esas cosas para ti, pero esta chica... solo sé que era una novia. Alguien especial. ¿Vas a dejarme por ella? —preguntó, limpiándose los ojos. 
—Kitty. —Suspiró, y se agachó frente a ella—. Te conozco. En este momento, no la conozco a ella. Y realmente no sé lo que traerá mañana. Pero sé que me preocupo por ti y nunca haría nada para lastimarte. 

 
Sus palabras parecieron tranquilizarla, lo cual era bueno. Solo tenían quince minutos. Jon se cambió la camisa por centésima vez y Kitty entró al baño para limpiarse la cara. Acababa de cerrar el agua cuando alguien llamó a la puerta. Jon cruzó la habitación y la abrió.
 —¡Hola, hola! —cantó la señora Sloan mientras pasaba rozando a su lado. Delaney la siguió, sosteniendo una caja en sus manos—. ¡Es una casa loca allá abajo! ¿Lo has visto? 
La prensa realmente quería la historia de Jon / Jay. La familia de Kitty lo había puesto en un hotel, pensando que sería mejor que quedarse en la casa de reinserción, y le permitiría un poco más de privacidad. Era agradable tener una suite preciosa para él, a la que Kitty tuviera acceso las veinticuatro horas, pero también extrañaba la vida con los chicos. Perdía su mierda en la pequeña habitación. 
—Sí, cometí el error de ir a buscar agua antes. —Se rió, luego dirigió su atención a Delaney—. ¿Cómo estás? 
Ella le sonrió y se apresuró a ir a un sofá al otro lado de la habitación. Habían pasado toda la noche envueltos alrededor del otro en el hospital, y no se habían tocado desde entonces. 
—Estoy bien. Traje algunas de tus cosas. 

Sloany y él se sentaron a cada lado de la pequeña chica. Kitty se quedó un momento, luego se sentó en el apoyabrazos al lado de Jon. 
Primero sacó una computadora portátil, que Delaney depositó en los cojines detrás de ella. Luego un diario encuadernado en piel, que le entregó. Él echó una ojeada a la caja y vio varios como ellos. 
—Te gustaba escribir —explicó—. Estas son todas tus publicaciones personales, llenas de historias y observaciones, todo. 
—¿Las leíste? —preguntó, girando el pequeño libro en sus manos. 
—Sí. No teníamos televisión, no había cable, así que la mayoría de las noches nos quedábamos allí y me las leías —explicó. 
—Guau. Pensé que se suponía que los diarios debían ser privados. —Rió entre dientes. Ella se encogió de hombros.
 —Parecía natural, siempre nos decíamos todo. Realmente no guardábamos secretos, no uno del otro. 
Lo dijo de manera tan simple, pero aterrizó en la habitación como una granada. Podía sentirla tensarse a un lado de él, y a Kitty tensarse en el otro. Se aclaró la garganta con torpeza y miró el tatuaje de plumas que tenía en la mano. 

 —Entonces, era escritor, ¿eh? Supongo que es por eso —dijo, moviendo su pulgar, haciendo que el tatuaje se doblara y se moviera. Ella asintió. 
—Sí. 
—¿Qué pasa con el que está en tu pecho? —interrumpió Kitty—. Tiene un guión latino allí, un médico lo tradujo para nosotros. Pero no sabemos lo que realmente significa, ¿por qué obtendría algo tan aleatorio?  
Delaney bajó la cabeza y comenzó a hurgar en la caja, pero Jon pudo ver el rubor en sus mejillas. 
—Nunca me lo explicó —dijo rápidamente—. ¡Oh, mira, una de tus rastas! 
Era buena en los deportes, Delaney. Manejaba bien las preguntas de todos, nunca se rompía ni se molestaba. Jon distraídamente envolvió su brazo alrededor de las caderas de Kitty en un punto, luego instantáneamente se sintió culpable. Delaney los estaba mirando, pero sonrió y pasó a algunas cosas más. 
Una vez que la caja estuvo vacía, la computadora portátil fue sacada nuevamente. Había cargado en ella todas las fotos de su teléfono y del teléfono anterior de él para poder ver cómo había sido su vida antes. Cuando la máquina arrancó, Sloany de repente se puso en pie de un salto. 
—¡Bien! Estoy sedienta. Vamos, Kitty, vayamos a tomar unas copas en el bar. 
—¿Qué? —La mandíbula de Kitty cayó—. No, quiero ver lo que Jon...  
—Kitty, tal vez sea lo mejor, que tú y yo podamos…
 Jon comenzó a abrir la boca. 
—Realmente, está bien —dijo Delaney por encima de todos—. Yo no...  las fotos están separadas en carpetas. Está bien. Kitty finalmente se dio cuenta de por qué Jon y Sloany no la querían allí. Las fotos de Jayson Fairbanks y Delaney Carter juntos podrían ser difíciles de ver. Cerró la boca y salió de la habitación, agarrando su bolso en el camino. 
—Media hora ¿de acuerdo? No estoy seguro de poder contenerla más tiempo —dijo la Sra. Sloan mientras se apresuraba detrás de la rubia. La puerta se cerró de golpe detrás de ellas. 
—No tenemos que hacerlo… —Del comenzó a hablar cuando él la interrumpió. 
—Muéstramelas todas. El hombre en las fotos era completamente extraño. Ella las había organizado cronológicamente y empezaban cuando comenzaron a salir, casi exactamente hace un año. No había tenido rastas entonces, pero su cabello había sido melenudo. Largo y descuidado. 

 

—Guau. —Suspiró, inclinándose cerca de la pantalla. Ella sonrió e hizo clic en la siguiente foto.
 —Sí. Eres muy diferente ahora. Siempre fuiste tan flaco antes, pero ahora estás un poco llenito. ¡Y tu cabello! Te ves tan limpio, que temo ensuciarte — bromeó. Era el mismo tipo de broma que a menudo hacía a expensas de Kitty. Sin embargo, no le gustaba cuando la broma era sobre él. Después de la marca de dos meses, había muchas más fotos. Podía decir que era difícil para ella mirarlas, pero continuó. Sonriendo y respondiendo a cualquiera de sus preguntas. 
—No puedo creer que hayas salido con este tipo —murmuró él, tocando suavemente la pantalla. 
Era una foto de ellos juntos, fuera de algún club nocturno. Delaney se veía genial con un lindo atuendo, con el cabello recogido en un moño en la parte superior de la cabeza. El tipo con ella, sin embargo, este personaje de Jayson, parecía completamente poco confiable. Llevaba una larga chaqueta verde oliva con un suéter de punto negro debajo, un par de jeans con agujeros y un par de botas grandes. Acababa de tener su cabello arreglado, y miraba fijamente a la cámara con los ojos cerrados, sin siquiera un toque de sonrisa. No todas eran así, sin embargo. Había muchas sonrientes juntos. Siendo tontos juntos. En fiestas, en tiendas, en restaurantes. Una de ellos jugando a Guitar Hero juntos lo hizo reír, y ella le informó que apestaba en el juego. 
Casi habían visto todas las fotos cuando se dio cuenta de que no había visto nada de ellos besándose. Muchas con sus brazos alrededor del otro, pero nada realmente íntimo. 
—Espera, espera, espera —dijo—. Dije que quería verlas todas.
 —Estas son todas —insistió ella, inclinando la pantalla hacia él. Él sacudió la cabeza. 
—No, Delaney. Todas. 
Ella lo miró por un segundo, sus labios en una línea dura. Luego suspiró y abrió una carpeta diferente. 
—No quería molestar a tu novia —dijo con voz suave. Las miniaturas eran demasiado pequeñas para que pudiera verlas con claridad. 
—Mi novia no está aquí, así que me gustaría verlas.
 —Yo... no sé si puedo —susurró, y la miró—. Fue bastante difícil separarlas. Lo siento, Ja… quiero decir, Jon.  
—Está bien. ¿Te importa si veo? 
—No, las guardé para ti. 

 
Ella se levantó y caminó hacia el baño. Él se movió hacia el centro del sofá y balanceó la computadora portátil sobre sus rodillas, luego hizo clic en la primera foto.
 Estaban parados al lado de la entrada a una parada de metro. Él tenía el rostro de ella entre sus manos y la besaba. Incluso a través de los píxeles, podía sentir la pasión. Tenía la boca abierta, el labio inferior de ella atrapado entre los suyos. Verlo envió un escalofrío por su espalda y le hizo hundir el estómago. 
Querías ver estas fotos, pediste esto
Había tantas. La mayor parte eran selfies, pero había un grupo obviamente tomado por amigos y luego enviado a ellos. Besos en restaurantes, bares, taxis, trenes. En todos lados. En cualquier sitio. Abrazándose, tocándose. Había una de ella a horcajadas sobre su regazo. Mientras estaban en una cabina en un bar. Él estaba de rodillas y tenía las manos en la parte trasera de su camisa, y se miraban tan intensamente que le quitó el aliento un poco.
 ¿Cómo podría olvidar algo así?
 Pero si pensaba que eso era intenso, el siguiente lote lo fue aún más. Tomadas en una habitación oscura, el flash los había iluminado como faros, dejando que todo lo demás en la toma se ahogara en la oscuridad. Estaban en un colchón que estaba plano en el suelo, si no se equivocaba. Todas en ángulos incómodos, pero aún hermosas de maneras extrañas. Él había sido el que tomaba las fotos. La boca de Delaney estaba en la parte superior de una toma, con el labio inferior rojo brillante atrapado entre sus dientes. Sus brazos estaban elevados, desapareciendo del marco. Llevaba un jersey de punto dorado, ligero y ajustado, sin sujetador y ropa interior negra. Estaba otra vez a horcajadas sobre su regazo, y su mano libre estaba debajo de la camisa de ella, acunando su pecho. 
Se miró la mano derecha y la palma de la mano. Podía sentir un cosquilleo. Podía jurar que recordaba la suavidad de su piel.
 En la siguiente toma, ella estaba inclinada y su mano estaba en su trasero, y en la siguiente había cambiado de posición por completo. Estaba entre sus piernas, la espalda de ella contra su pecho. Su brazo estaba en la parte delantera del cuerpo de ella, su mano dentro de esas bragas negras.
 La sensación de hormigueo creció.
 No llevaba blusa en un par de fotos, y eso le dio sentimientos extraños. Como si estuviera violando su privacidad al verla en tal estado, pero también como si mereciera verla. Como si sus pechos le pertenecieran tanto como a ella. Pasó los dedos por la pantalla, y al instante se sintió culpable. 
Su foto favorita, sin embargo, era sorprendentemente dócil en comparación. 
 

Estaban en un baño de hombres en algún lugar, estaba muy claro que no habían sentido vergüenza cada vez que habían estado juntos. Delaney estaba sosteniendo su teléfono, tomando una foto de su reflejo en un espejo de cuerpo entero. 
Estaba contra una pared, arqueando su cuerpo y presionándose hacia él. Él estaba inclinado sobre ella, una presencia imponente tan alta comparada con su diminuta figura. Tenía una mano en el cabello de ella, en la base de su cráneo, y tiraba de él. Bastante duro, a juzgar por el aspecto. Su otra mano estaba en su cadera, manteniendo su pelvis al ras con la suya. Su boca estaba abierta en un grito ahogado y tenía el labio inferior atrapado entre los dientes, apartándolo un poco. 
Sin desnudos. Sin sexo. Aun así. Era como si la foto contuviera todo lo que había estado perdiéndose durante los pasados cinco meses. Sensualidad, agresión, placer, pasión, sucio, crudo, travieso, desagradable, amor. 
Amaba a esta mujer. 
El pulso de Jon estaba latiendo en sus oídos. Las fotos no devolvían nada, no en un sentido literal. No sabía dónde se habían tomado, no podía recordar ese baño y no tenía idea de por qué habían estado allí. 
Pero algo estaba sucediendo. 
Se puso de pie lentamente y comenzó a caminar por la suite. Delaney había dejado la puerta del baño abierta y podía oír el grifo correr. Cuando llegó a la puerta, la miró. 
Ella tenía las manos en la parte superior del mostrador y estaba inclinada sobre el fregadero. El agua caliente salía del grifo, haciendo que el espejo se empañara en el fondo y que el vapor se elevara. Estaba curvándose alrededor de su cabeza inclinada. Respiraba profundamente y, aunque no podía ver su rostro, sabía que tenía los ojos cerrados. No pareció darse cuenta de que estaba allí. 
Dejó que sus ojos vagaran sobre ella, confiando todo a su memoria. De nuevo. Ella era familiar para él de una manera extraña e indefinible. Su cabello estaba en un moño desordenado. A pesar de que hacía frío afuera, llevaba una camiseta sin mangas marrón sobre un sujetador deportivo negro, vaqueros negros, y se había quitado un par de botines negros mientras estaban revisando las fotos. Mientras estaba parada descalza frente a él, se sorprendió de lo pequeña que era en realidad, prácticamente podía caber dentro de él. 
Eso no era lo más sorprendente de ella, sin embargo. Cuando llegó por primera vez a la habitación del hotel, llevaba una especie de chaqueta deportiva, con la cremallera hasta la barbilla. Se la había quitado en el baño, podía verla en el suelo a sus pies. La parte superior del top exponía gran parte de su piel lisa y pálida, y sus ojos se enfocaron en un tatuaje en su espalda, justo en la base de su cuello. 
No cuestionó lo que estaba haciendo, no se detuvo a pensar si era apropiado o no. No pensó en nada. Dio un paso adelante para estar justo detrás de ella y colocó su palma contra su espalda, justo al lado de la tinta negra. Delaney no se movió, ni siquiera se inmutó. Debió haber sabido que estaba allí todo el tiempo. 
—Mentiste —respiró, leyendo el guión garabateado. 
—Lo sé —le susurró.
 En el Amor Confiamos 
El tatuaje de Delaney estaba en inglés y el de Jon en latín, pero eran las mismas palabras. La misma fuente, incluso. Se acercó a ella, mirando el tatuaje como si pudiera darle todas las respuestas.
 Dime quien es esta chica. Recuérdamela. 
—¿Por qué? —preguntó, y soltó una risita, luego levantó la cabeza lo suficiente como para mirar su reflejo. 
—Estoy tratando muy duro aquí, Jay, quiero decir, Jon —dijo ella—. Pero no es fácil para mí. Algunas cosas son sagradas, ¿sabes? Y que no recuerdes... hace que parezca no tan especial. Algunas cosas creo que las quiero mantener sagradas. 
Él se quedó en silencio por un largo tiempo, todavía mirando la tinta de su piel. Ella estaba equivocada, era sagrado. Tal vez incluso más ahora. Era como un ícono. Una reliquia. Una de las únicas cosas que lo ataban a una forma de vida que no recordaba. 
Ella, bruscamente dejó escapar un suspiro estremecedor y su cabeza cayó hacia atrás. No lo estaba mirando, solo al techo, y estaba parpadeando rápidamente. Sus bellos ojos azules estaban brillantes con lágrimas no derramadas, y eso lo puso triste. Que fuera el que la hacía llorar, causaba que su alma le doliera. No sabía cómo ni por qué, pero quería consolarla. Quería llevarse todos sus males y sus miedos. 
Volvió la mirada hacia su reflejo y su cuerpo una vez más se encendió en piloto automático. La mano que tenía sobre su espalda se deslizó sobre su hombro lentamente, y luego cruzó su pecho. Mientras lo miraba en el espejo, sus párpados se cerraron. Su mano seguía moviéndose sobre su piel, deslizándose debajo de la parte superior de su top y de la correa del sujetador, y luego enganchándose alrededor de su costado, sus dedos bajo su brazo. 
Ella suspiró suave y casi imperceptiblemente comenzó a inclinarse hacia él. Cuando su espalda entró en contacto con su pecho, la miró. Su brazo se estiró a lo largo del pecho de ella, apoyándola contra él. Soltó un suspiro tembloroso e inclinó la cabeza hacia abajo, acercándose a su oreja. 
Puedes llamarme Jay —susurró. 
No sabía lo que estaba haciendo, no sabía lo que estaba sucediendo. Su mente no la recordaba en absoluto, pero su cuerpo parecía conocer cada centímetro de ella. Todo lo que sabía era que su piel se sentía como en casa y que cuando respiraba, él tomaba oxígeno. 
Tampoco sabía lo que habría sucedido después ni lo lejos que habían ido las cosas entre ellos en ese pequeño baño. Ella acababa de encontrar su mirada en el espejo cuando se escuchó un sonido desde el exterior. Gente en el pasillo, hablando. Kitty y la Sra. Sloan. 
Cualquiera que fuera la magia que había estado sucediendo, esas voces rompieron el hechizo. Mientras se miraban, lentamente apartó su brazo de ella y ella dio un paso adelante. Fue la primera en mirar hacia otro lado, metiendo las manos debajo del agua corriente y enjuagándolas. Jon salió del baño, pero no podía dejar de mirarla. Ni siquiera cuando la puerta de entrada se abrió y las otras mujeres entraron. 
—Lo siento, cariño. —Suspiró Kitty—. Hay todos estos periodistas allí y nos reconocieron. La Sra. Sloan pensó que no sería una buena idea hablar con ellos sin tu permiso, así que creí que debíamos volver a subir. 
Jon no dijo nada, simplemente siguió mirando el baño. La mirada de Kitty se movió entre él y la chica en la otra habitación. La Sra. Sloan comenzó a parlotear, tratando de matar el incómodo silencio. Mientras tanto, Delaney terminó de lavarse las manos y se volvió hacia el grupo, con su sonrisa perfecta en su lugar, sus ojos brillantes y claros. 
—¿Listas para ver cómo se veía Jon con los rastas? —preguntó a Kitty y luego regresó a la suite. Las otras dos mujeres la siguieron felizmente, riéndose de la idea del corte limpio de Jon Doherty con rastas. 
Mientras tanto, Jon permaneció clavado en su lugar, mirando un espacio vacío donde ella solía existir.


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Mensaje por Yani Sáb 19 Mayo - 22:07

Me provoca tanta tristeza esta situación para Del, se está portando como una reina, la verdad, tan fuerte y sin presionar a Jay sobre su relación, aceptó de una que él encontró a otra y no hizo ninguna escena, yo creo que la habría agarrado de los pelos jajajaja...me da bronca que él no tenga bien claro que la quiere y siga insistiendo con Kitty que hasta el nombre me cae mal...cada vez me cae peor.


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Mensaje por Yani Sáb 19 Mayo - 22:15

12 
Delaney Marie Carter había nacido en los suburbios de Hartford, Connecticut. Su primer nombre era en realidad el nombre de soltera de su madre. Era hija única, nació después de muchos años de tratamientos de fertilidad y fue adorada por sus padres. 
Creció en un buen vecindario y fue a buenas escuelas. Se crió en un ambiente cariñoso y amoroso y alentador. Le habían enseñado a tratar a otras personas como deseaba ser tratada. Haciéndole entender que cada día era un regalo. Siempre le dijeron que, en alguna parte, alguien lo tenía peor que ella, así que siempre debería estar agradecida. 
Como resultado, tenía una perspectiva excepcionalmente positiva de la vida. Un espíritu que era casi imposible de aplastar. Cada vez que sucedía algo malo, casi siempre podía encontrar un forro de plata. Encontrar una forma de evitarlo o atravesarlo, o una forma de reírse y aprender de ello. 
Pero incluso Delaney Carter tenía sus límites. 
Miró las fotos de “Aptas para todo público” con Kitty y la Sra. Sloan. Se reían, jadeaban e incluso estaban un poco llorosas, mirando a su amigo Jon en su vida anterior. Él había sido tan diferente, se mantenían señalando. Una persona diferente por completo.
 Realmente él también lo era. En todo el tiempo que había conocido a Jayson, probablemente solo lo había visto afeitado un puñado de veces, y nunca con el cabello corto. Siempre con ropa suelta, de segunda mano y zapatos desgastados. Siempre bohemio, encajaba dondequiera que fueran en Brooklyn. 
Jon era todo lo contrario. Tenía el cabello limpio y tenía que admitir que se veía bien en él. Era de color oscuro suave, y sus lados se habían cortado, con la parte superior gruesa. Simplemente rogando que dedos pasasen sobre él. Y las dos veces que lo había visto, había estado usando bonitos jeans, zapatos de aspecto caro y camisas polo que se extendían sobre su amplio pecho. Se veía como en casa en Midtown.
 Lucía bien, podía admitirlo. Genial, incluso. Más saludable que nunca. Sus ojos estaban brillantes y alertas, su ingenio más agudo que nunca. Y parecía estar  rodeado de buenas personas. A Delaney le gustaba realmente la Sra. Sloan, y suponía que Kitty era una persona muy amable. Una rubia tipo Upper East Side, que se preocupaba y adulaba a Jon. Había estado allí desde casi el comienzo de su terrible experiencia. 
Después de que Del había cerrado su computadora portátil, les dio excusas para irse. Se despidió de Kitty y abrazó a la Sra. Sloan. Jon no había hablado ni una vez desde que las otras mujeres habían regresado a la habitación, así que solo le sonrió reconfortantemente, sin querer causarle más estrés. Entonces ella recogió sus cosas y se fue. 
Había sido escoltada fuera del hotel por una puerta trasera, para evitar a los periodistas. La historia de Jon era una gran noticia, y tanto Delaney como Kitty formaban parte de su historia: había recibido llamadas telefónicas de los periódicos pidiendo entrevistas. Los rechazó a todos. 
Una vez fuera, llamó un taxi que la llevó a su apartamento en el corazón del Flower District. Estaba a poca distancia, pero no tenía ganas de salir bajo la lluvia o de ser perseguida por los reporteros. 
Sonrió y saludó a todos sus compañeros de habitación. Alquilar en cualquier lugar de Nueva York era caro, pero tan cerca de Midtown era prácticamente imposible siquiera vivir. Había respondido a un anuncio de Craigslist para un “apartamento espacioso, soleado y asequible. Completamente amoblado, ¡tenga su propia habitación! Costos divididos”. 
Espacioso y soleado era ser generoso, pero era asequible y, técnicamente, tenía su propia habitación. Tenía sus sospechas de que en realidad era un gran armario de escobas, pero no le importaba. Tenía cama, un pequeño escritorio, y había logrado meter una cómoda alta en el espacio al final de la habitación. Eso era todo lo que necesitaba. Apenas veía a las otras personas que vivían allí, dos parejas ocupaban las otras dos habitaciones y ocasionalmente alquilaban su sofá en Airbnb4. Todo estaba bien con ella. Cerraba la puerta cuando se iba y mantenía su espacio limpio y pagaba su alquiler a tiempo. 
Entró a su habitación y puso su bolsa de mensajero encima del escritorio. Luego colgó la chaqueta para secarla, ya que se había empapado durante el breve trote del taxi hasta su edificio. Después de eso, se quitó las botas y las colocó cuidadosamente al pie de la cama, para no tropezar con ellas más tarde. Luego se sentó y respiró hondo.
 Y comenzó a llorar. 
¿¡Por qué!? Por qué, Dios, por qué, esto es casi peor... 
                                                        4 Airbnb: Es una empresa y una plataforma de software dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos. El nombre es un acrónimo de airbed and breakfast. 

 

Se acurrucó en posición fetal y sollozó. No quería ser agradable o soleada o positiva. Odiaba a Kitty, con su cabello rubio perfecto y su dinero. Incluso quería odiar a la Sra. Sloan, por ser la mejor amiga perfecta. Y, sobre todo, quería despreciar a Jay. Jon. Dios, joder. Para siempre significaba... para siempre, maldita sea, y él se había ido y olvidado todo. 
¿Cómo se suponía que debía vivir así? Todavía estaba enamorada, tanto como lo había estado alguna vez antes del accidente. Jayson estaba vivo y real y presente todos los días, en lo profundo de su corazón. Todavía era la segunda mitad de su ser. ¿Qué se suponía que debía hacer si era solo media persona? 
Cuando la había tocado en el baño, casi la había roto. Quiso saltar por la ventana. Hacer que todo terminara. Demandar que dejara a la estúpida rubia. Rogarle que la amara a ella, Delaney. Solo que fingiera quererla, por favor, y tal vez... tal vez aprendería a amarla de nuevo. 
Esto es mucho peor. 
Se atragantó y quiso vomitar, pero se contuvo. Rodó sobre su espalda y puso sus manos sobre su rostro, tratando de respirar mientras los sollozos continuaban rasgando su pecho. Los celos, la ira y el odio por sí misma la golpeaban. Una oleada de odio, amenazando con tirar de ella y ahogarla. 
Ya no quiero sentirme así
Malos pensamientos. Pensamientos peligrosos. Delaney había estado diciendo la verdad, no había usado drogas desde el accidente, pero eso no significaba que no hubiera querido hacerlo. Nunca lo mostraba, pero había algunos lugares oscuros en su mente. Desde que lo había perdido a él, había pasado mucho tiempo en esos lugares. Deseando poder usarla. Deseando poder escapar.
 Deseando poder terminar con todo... ¿qué soy sin él?
 Dejó caer sus manos y miró el techo. No. No tendría ese tipo de pensamientos, no era ese tipo de persona. Todavía tenía a sus padres, que habían sido muy comprensivos con todo. Tenía amigos, algunos viejos y muchos otros nuevos, a todos los cuales les importaba. 
Y Jayson había vuelto. Puede que no fuera él mismo. Tal vez Jon nunca sería tan cercano a ella como Jay, pero estaba vivo. Eso era suficiente. Aprendería a vivir de ese conocimiento. Eso es lo que hacía el amor. Sobrevivía. 
Estaba respirando, viviendo y feliz. Dios, verlo feliz hacía que su corazón quisiera estallar. Entonces se concentró en ese sentimiento. Sería su nuevo propósito. Si ya no podía ser el amor de su vida, lo ayudaría a amar la vida. Lo haría sonreír y reír, lo alentaría y compartiría con él. Sería amable con Kitty, y si fuera así, organizaría su boda algún día, y luego cuidaría a sus hijos. 

 
Porque eso es lo que hacía el verdadero amor: en todas las cosas, se esforzaba por la completa y absoluta felicidad de su contraparte. 
No tenía celos o rabia o malicia.
 Era felicidad. 
Entonces trabajaría para ayudar a Jon a encontrar la verdadera felicidad.
 Y luego, tal vez, podía pensar en lo que significaría para ella.


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Mensaje por Yani Dom 20 Mayo - 14:47

13 
Conocer a sus padres de nuevo fue, de lejos, uno de los momentos más extraños en la breve memoria de Jon, lo cual él sintió que era decir algo. No los reconoció en absoluto. Ni una sola punzada de remembranza, ni una emoción de un recuerdo.
 Sloany los había llevado al hotel y los había dejado entrar a la suite. Jon había levantado la vista desde su ordenador portátil para encontrar a una mujer caminando lentamente hacia él. Mayor, pero aún joven en el rostro. Era muy oscura, una especie de hispana, con cabello castaño grueso como el suyo, solo que mucho más oscuro. 
Detrás de ella había un hombre ridículamente alto, incluso más alto que Jon. Era mayor que la mujer y, a diferencia de ella, su rostro lo mostraba. Tenía el cabello rubio canoso y llevaba gafas con bordes plateados delgados. Era muy elegante y lo mostraba, con un cuerpo como el de Jon. 
—Hola, Jayson —dijo la mujer con voz lenta. Él se puso una sonrisa en el rostro y se puso de pie. 
—Hola madre.
 No estaba seguro de lo que había estado esperando cuando le dijeron que sus padres volaban para encontrarse con él. Tal vez una reacción similar a la que había tenido con Delaney. Eso había sido como un tren de carga de emociones golpeándolo. Pero no había nada de eso con sus padres. Se sentía como si estuviera sentado en la habitación con dos extraños. 
Hablaron durante mucho tiempo, con la Sra. Sloan sentada en silencio con ellos, mirando a Jon con cuidado para asegurarse de que no se molestara. Sus padres dijeron muchas cosas que no le gustó escuchar, pero en realidad no le molestó demasiado porque no recordaba nada de eso. Era como si estuvieran hablando de otra persona. Se disculpó por todo lo que Jayson Fairbanks les había hecho, pero sabía que sonaba vacío. 
—Sé que esto suena horrible —comenzó su madre, y apoyó una mano sobre la suya—. Pero en cierto modo, estoy... me alegro de que tuvieras el accidente. 

 
—¡Claudia! —irrumpió su padre. Sloany se inclinó hacia adelante, lista para intervenir. 
—¿Lo estás? —preguntó Jon, manteniendo el tono de voz, a pesar de que estaba un poco sorprendido. 
—Es como recuperar a nuestro pequeño —exclamó—. ¡Has estado perdido para nosotros por tanto tiempo! No hablamos en cuatro años, Jayson. Todos los días, seguí esperando recibir una llamada en la que me dijeran que habías tenido una sobredosis. Todos los días, esperé escuchar que estabas muerto. ¡Pero ahora tienes la oportunidad de comenzar de nuevo! ¡Volver a intentarlo! Y estás rodeado de gente tan buena, Katherine es una chica tan buena. Estoy tan feliz por ti. 
Kitty había estado allí cuando entraron, y luego se había ido. Por supuesto, ella había sido la novia perfecta, diciendo todas las palabras correctas, sonriendo con esa sonrisa suya que había amado tanto cuando la conoció por primera vez. Y, sin embargo, no pudo evitar preguntarse... 
Me pregunto qué pensarían de Delaney. 
—Ella no quiere decir eso, hijo —habló su padre rápidamente—. Estamos contentos de que tal vez todos podamos comenzar de nuevo. Todos podemos tener la oportunidad de ser mejores. 
Jon miró a su padre. Se dio cuenta de que sus ojos eran idénticos. Había obtenido su tamaño, forma y ojos de su padre. Su color y cabello y la risa de su madre. 
¿Nosotros? ¿Podemos qué? ¿Ser una familia feliz? Ni siquiera conozco a estas personas.
 Le mostraron fotos de sus hermanas, dos mujeres jóvenes de veintidós y veinte años. Incluso le habían enviado un video, y se rio mientras las miraba en el teléfono de su madre. Todos los niños Fairbanks lucían iguales, con sus ojos verde grisáceo brillando contra su piel color canela. Las chicas también parecían compartir su sentido del humor. No hubo mucho llanto, hubo mucha risa, y dijeron que esperaban verlo pronto. 
Tampoco las conozco. 
Sus padres estarían en la ciudad el resto de la semana. Hizo planes para ir a cenar con ellos y llevar a Kitty. Tal vez antes de irse, podría presentarles a los padres de Kitty. 
Más extraños conociendo a más extraños. 
Cuando cerró la puerta detrás de ellos, Sloany dejó escapar un gran suspiro. 
—Bueno, eso no fue raro en absoluto. 

 
Se giró y la encontró hundida en su silla, con los brazos colgando a sus costados. 
—Deberías estar en mi pellejo —sugirió, caminando y colapsando en la silla al lado de ella—. Me siento más cómodo llamándote mamá a ti que esa mujer. 
—Cuidado —espetó, golpeándolo en el brazo—. Realmente soy diez años mayor que tú. 
—Muy joven para tener hijos, Sloany. 
—Cállate. ¿Has oído algo de Delaney? 
Miró a la trabajadora social. Se había enderezado y estaba con su móvil, sin mirarle.
 —No hoy, no —respondió. 
—¿Ayer? 
—¿Por qué preguntas? —preguntó, poniéndose en guardia. Ella se encogió de hombros y finalmente le miró. 
—Ella me gusta. Creo que ella es buena para ti.
 —No juegues a ser casamentera —dijo él rápidamente—. Ya es lo suficientemente raro tal y como es. 
Ella levantó sus manos. 
—¿Quién dijo algo sobre casamenteros? Es solo que... 
Él sabía que lo estaba presionando. Quería contarle algo que sabía que él no quería oír, pero también sabía que no podía resistirse a saberlo, así que lo obligó a pedirlo. 
Bueno, esta vez no, Sloany, ¡HA! 
Pasaron unos segundos.
 —¿Es solo qué? —exigió con un gemido. 
—Es como si toda tu presencia cambia cuando está cerca, Jon —explicó, sentada en el borde de su asiento—. No puedo explicarlo. Quiero decir, pensé que te conocía, pero cuando los dos están juntos, es como si finalmente estuviera viendo al tú real. 
—Entonces, el verdadero yo es raro como la mierda, porque hace que mi piel pique. 
Lo que no explicó era cómo Delaney hacía que su piel picara de tal manera que quería salirse de su propia piel y entrar en la de ella. Como si él perteneciera dentro de ella. 

 
—¡No seas grosero! —espetó la Sra. Sloan—. ¿Tienes alguna idea de lo que ha pasado esa pobre chica? ¿Por lo que está pasando? Ella viene aquí, llueva o haga sol, cada vez que llamas. En un segundo. Contesta todas tus preguntas, todas mis preguntas y todas las de Kitty. El amor de su vida ni siquiera la recuerda, y tiene que verlo desfilando con otra mujer, y lo hace todo con una sonrisa. Con una sonrisa, Jon. Una verdadera maldita sonrisa. Así que es mejor que la trates con respeto, o que Dios me ayude, te devolveré a ese hospital. 
Él estaba sorprendido. Sloany rara vez hablaba tan apasionadamente de nada. Incluso cuando habían tenido su pelea, ella no se había puesto tan nerviosa. Pero se veía muy enojada. Como si quisiera golpearlo. 
—Jesús. De verdad te gusta, ¿no? —preguntó. Ella lo fulminó con la mirada por un segundo y luego se dio la vuelta. 
—Sí, lo hace —respondió ella. Él respiró hondo y se miró el regazo. 
—Sí. Sí, creo que a mí también —susurró. 
—Me gusta muchísimo más que Kitty —comenzó. No expresó su acuerdo, pero ambos pudieron sentirlo—. Y sinceramente, Jon. Me gusta más para ti. 
—Detente, ahora mismo —dijo en voz baja—. Somos amigos, y quiero que sigamos siendo amigos, pero esta es una mierda personal. No necesito que nadie más juegue con mi cabeza en este momento. No la conoces, Sloany, y yo tampoco. Ninguno de nosotros. Solíamos meternos drogas juntos. ¡Ella dijo que no teníamos hogar! ¿Cómo podría ser buena para mí? Casi nos matamos el uno al otro. Probablemente estaría haciéndonos un favor a ambos si dijera que nunca más quiero volver a verla.
 —Si le dices eso, entonces será mejor que estés preparado para decírmelo a mí. 
Apretó los dientes y empuñó sus manos. No, no iba a decirle eso a Delaney. La necesitaba, y no solo porque ella tenía todos sus recuerdos. No solo porque era el único enlace a su pasado. La necesitaba porque... porque...
 Porque, para bien o para mal, es la parte más importante de ti 
 
***
Casi dos semanas después de haberse topado con su pasado, él y Kitty trataron de tener relaciones sexuales nuevamente. Él lo inició. Tenía que hacer algo. Los fantasmas se habían instalado en su cerebro, y estaban empeorando. Torturándolo. La necesitaba para quemarlos con su calor y pasión. 

Podía decir que ella también estaba sintiendo la tensión. Estaba mucho más tímida a su alrededor que nunca. Muy complaciente. Estaba bastante seguro de que, si le hubiera pedido que limpiara el piso del baño con la lengua, lo habría hecho. Nunca antes había sido así, era extraño. 
Porque tiene miedo de perderte. 
Fueron a cenar y a ver una película. El rumor sobre él se había calmado y los reporteros lo dejaban en paz. Había un periodista persistente del Times que llamaba todo el tiempo, el mismo que había hablado con él en el hospital, justo después de su accidente. El hombre animó a Jon a escribir un libro, pero eso fue todo. Entonces, Jon y Kitty eran libres de deambular por allí nuevamente. 
Cuando volvieron al hotel, él tomó su mano durante el viaje en ascensor. La besó en el pasillo, empujándola contra la pared junto a la puerta. Ella gimió y presionó sus pechos nuevamente contra él, y se dio cuenta por primera vez que no había usado un sujetador toda la noche. Un comportamiento impactante para Kitty. 
Tropezaron por la habitación y se quitaron los zapatos. Él la empujó a la cama y luego comenzó a desnudarlos. Ella gemía y se retorcía debajo de él, pero casi parecía... fingido. Apenas la había tocado, y estaba actuando como si se estuviera por correrse. Normalmente, un impulso al ego de cualquier hombre, pero no para él. No esa noche. Ya no. 
—Lo siento. —Suspiró, tendiéndose sobre ella. Ambos estaban apenas en ropa interior. 
—¿Por qué? —jadeó. Él se deslizó lejos de ella, luego se sentó en el borde del colchón. 
—No puedo hacer esto —dijo en un respiro, poniendo la cabeza entre sus manos. 
—¿Qué? —preguntó, y él escuchó cuando se sentaba—. ¿Qué quieres decir? Pensé que las cosas iban bien. 
—No, sí, lo están —tartamudeó, mirándola por encima de su hombro. Estaba arrodillada detrás de él, la luz de la luna chapoteando sobre sus bronceados y rosados pezones. 
Estoy loco. ¿Cómo la estoy rechazando?
 —Si lo están, ¿por qué te detienes? ¿No me deseas? —preguntó, su voz llena de lágrimas mientras se arrastraba a su lado. 
—Por supuesto —dijo, mirándola—. Es solo que... han sido un par de semanas difíciles, ¿de acuerdo? Estoy cansado y estresado y realmente lo siento. 
—Es ella, ¿no es así? —dijo Kitty con voz apagada. 

—No —respondió. 
—Lo es. —Negó—. Has estado diferente desde que te encontró. ¿¡Todavía la amas!? 
—Kitty, ni siquiera la conozco. No mejor que tú —mintió—. ¿Cómo puedo amar a alguien a quien no conozco? 
—Puedo ser como ella —dijo Kitty, moviéndose de la cama y parándose frente a él—. Sé que te gustan... otras cosas. Cosas sucias. Puedo ser sucia.
 —Kitty, detente —urgió, levantando su mano, queriendo evitar que este vergonzoso tren saliera de la estación. 
—¿Por qué no me haces detener, tú... tú chico malo? —gritó ella, luego le dio una bofetada suave en el costado de su rostro. Podría haber sacado una pistola y se habría quedado menos sorprendido.
 —¿Que acabas de decir? 
—Me escuchaste. 
—Kitty, por favor, solo...
 Ella lo abofeteó nuevamente, luego tomó su mano y la colocó contra uno de sus pechos. 
—Kitty —ronroneó su nombre—, ha sido una niña muy traviesa. Ella necesita ser castigada —comenzó a arrastrar la mano de él por su cuerpo, empujándola torpemente por la parte delantera de sus bragas. 
—Esto no puede ser la vida real —susurró él. 
—Así es, acaricia a Kitty. Ella ha sido una mala, muy mala... gatita.
 No pudo evitarlo, se echó a reír. Él sabía que estaba mal y probablemente la marcaría de por vida y lo enviaría al infierno, pero no pudo evitarlo. Era tan ridículo, y tan no ella. Tan, no ellos. 
—¡Deja de reírte de mí! —gritó, golpeando con los pies. Tenía lágrimas en los ojos mientras la miraba.
 —¿¡Acaricia a Kitty !? —jadeó buscando aire. 
Él sabía que debería dejar de reír, pero no podía, por lo que estuvo extremadamente agradecido cuando ella también comenzó a reír. Él quitó su mano de las bragas y ella se inclinó sobre su cintura, riendo tan fuerte que no podía respirar.
 Cuando su risa se calmó, él buscó un poco de ropa y terminó de entregarle su camisa. Kitty era bastante alta, casi uno setenta y ocho, pero aún era grande en ella. La colocó en su lugar y luego se sentó a su lado.
 —Lo siento. —Suspiró, tomando su mano—. Lo intenté. 

 
—Lo sé. Gracias. ¿Puedo ser honesto? 
—Por supuesto. 
—Por favor, no vuelvas a intentarlo nunca más. 
Ambos se rieron de nuevo por un minuto. 
—Solo. —Suspiró cuando se quedaron en silencio—. No quiero perderte, Jon. Has sido mi propósito estos últimos meses. No sé qué haría sin ti. 
Frunció el ceño en la oscuridad, pero le apretó la mano. No quería ser el propósito de alguien. Eso lo hizo sonar como un trabajo. ¿Era así como Kitty lo veía? Sabía que estaba tratando de expresar sus sentimientos, así que lo dejó ir. 
—No me estás perdiendo —le aseguró. 
—Se siente como si lo estuviera haciendo —susurró. 
Jon se levantó de la cama y se arrodilló frente a ella. Él no le mentiría, podría haber sido un perdedor drogadicto en su última vida, pero en esta, él era un tipo directo. Tomó sus manos entre las suyas y la miró directamente a los ojos. 
—No voy a ninguna parte —prometió—. Te voy a decir la verdad, no sé qué nos depara el futuro. No puedo predecir eso, y tienes razón, las cosas han cambiado. Ella es alguien especial para mí. Realmente no sé cómo ni por qué, pero lo es, no puedo negarlo. Pero Kitty, tú también eres especial. Nadie puede ocupar tu lugar. Me diste una familia cuando ni siquiera tenía una identidad. Me aceptaste desde el primer momento que me conociste, eso es una gran cosa. No lo olvidaré nunca, sin importar lo que nos pase a los dos. No importa cuántos recuerdos consiga de vuelta, nada nos puede quitar eso. 
Ella lo miró, sus ojos tan grandes y abiertos y llenos de amor que no se sorprendió por lo que dijo a continuación. 
—Te amo, Jon Doherty —dijo. Él le sonrió con tristeza y le apretó las manos. 
—Eso es porque tienes el corazón más grande de alguien que haya conocido —le susurró—. No puedes evitar amar a todos los que te rodean, y estoy muy agradecido por eso. Gracias por amarme, Kitty. Gracias por cuidarme. 
Se arrastraron a la cama y él la rodeó con sus brazos y la abrazó con fuerza. Ella sonrió y le contó historias divertidas sobre sus primeras impresiones de él. Se disculpó por no poder hacer el amor, y ella dijo que estaba bien, que tampoco había querido hacerlo. En otro momento quizás. 
Quizás...
 Mucho tiempo después de que ella se quedara dormida y girara sobre su espalda, Jon la miró fijamente. Estaba sentado con la espalda apoyada en la cabecera de la cama, y  se agachó para quitarle un mechón del rostro. Ella realmente era una chica hermosa. Se preguntaba si alguna vez trató de modelar, con sus largas piernas y su impresionante belleza. Se preguntó por qué alguien aún no la había pillado, habían descubierto que en realidad era un año y medio mayor que Jon. Ella era muy especial, no merecía estar sola.
 —Lo siento, Kitty —le susurró. 
¿Cómo podía esperar que él la amara, cuando ni siquiera sabía lo que era el amor? 
Mentiroso. Viste el amor una vez. En un espejo de baño húmedo con una extraña que solías conocer. 


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Mensaje por Yani Dom 20 Mayo - 14:58

14 
Katherine Beaumont no era la típica persona nerviosa. Había asistido a grandes escuelas de élite y generalmente sabía cómo manejarse en cualquier situación.
 No ese día, sin embargo. Se sentó en un bar a un par de cuadras del hotel de Jon y sus pies golpeteaban un nervioso ritmo contra su taburete. Incluso había empezado a mordisquearse la uña del pulgar, arruinando su manicura de noventa dólares. Entonces la causa de sus nervios entró en la habitación y ella respiró profundamente. Puso su mejor sonrisa y se levantó. 
—¡Hola! Me alegra tanto que pudieras venir —dijo mientras Delaney Carter se apresuraba hacia ella. 
—Oh, Dios, siento llegar tarde —exhaló la otra chica, quedándose quieta mientras Kitty se inclinaba para besar sus mejillas en el aire—. La otra camarera llegó tarde al trabajo, me retuvieron. 
—No pasa nada, no hay problema. Por favor, siéntate. Ordené algunos aperitivos.
 Kitty miró mientras Delaney se quitaba su chaqueta. Se sentía un poco incómoda al estar con alguien tan baja. En sus tacones, Kitty medía metro ochenta y normalmente la hacía sentir como una supermodelo ser tan alta. Pero Delaney medía tal vez uno sesenta, como máximo, y sus simples zapatos negros de camarera no promovían su altura en absoluto. Era pequeña y linda con rostro angelical, y de repente Kitty se sintió como un ogro jorobado, pisando fuerte alrededor de alguna hermosa hada. 
Te odio, te odio, te odio.
 —¡Oh, gracias! ¿Qué es eso? —preguntó Delaney, haciendo un gesto a la bebida de Kitty. 
—Oh, Martini Blood Orange, para morirse. Deberías pedir uno totalmente.
 —Parece delicioso, pero ya no bebo. Sólo pediré un té. 

 
Un camarero apareció y tomó la orden de Delaney, luego las dejó en incómodo silencio. La pequeña chica miró alrededor de la habitación, luego rápidamente pasó su mirada por Kitty. 
—Me gusta tu collar —la halagó. Los buenos modales dictaban que Kitty devolviera el cumplido, pero la primera pieza de joyería en la que sus ojos se posaron fue en un enorme anillo de color cambiante en la mano izquierda de Delaney. Jon poseía un anillo de color cambiante, lo había llevado desde antes de su accidente. Fríos y amargos celos rabiaron en el pecho de Kitty y presionó su mano sobre el simple medallón de oro colgando de su cuello. 
—Gracias, Jon me lo compró. Para el día de San Valentín —dijo, luego al instante lo lamentó. No era una persona desagradable, no quería herir a Delaney. Mucho. 
—Bueno, es muy bonito. Tiene buen gusto —replicó, su serena sonrisa aún en su lugar. 
Eso mató a Kitty. ¡¿Cómo podía Delaney estar tan tranquila todo el tiempo?! Kitty había visto las fotos. Había ido al hotel temprano una mañana y Jon había estado en la ducha. Él había dejado su ordenador portátil abierto. Algún documento de Word había estado abierto, lleno con lo que parecían notas sobre su accidente y su vida con amnesia, pero eso no era lo que interesaba a Kitty. 
Había ido de inmediato a la carpeta de fotos, luego a la subcarpeta etiquetada como “Jayson. Privado” y la había abierto. 
Oh, había sido grosero. Gracias a Dios que Jon se tomaba largas duchas, porque Kitty se había derrumbado mientras miraba las fotos. Sollozó mientras veía a su novio más enamorado de alguna chica, alguna extraña, de lo que alguna vez había estado de ella. 
¿Cómo puede mirarme? La odio por amarlo y duermo con él por la noche. ¿Quiere asesinarme en secreto? 
—Sé que las cosas han sido incómodas. —Kitty suspiró, jugueteando con un palito de pan. 
—Creo que eso es un eufemismo —dijo Delaney, pero se rió, así que Kitty también. 
—Sí. Sí, lo es. Sólo… sé cuán especial es Jon para ti. Jayson, lo que sea. Y realmente estoy feliz de que se hayan encontrado —insistió, balbuceando un poco. 
Realmente no sabía qué iba a decir, sólo sabía que tenía que hacer algo para mantener a Jon. Cada día podía sentirlo alejándose más y más de ella. Había puesto mucho esfuerzo para perderlo ahora. 

 

—Gracias —dijo Delaney lentamente—. También me alegra. Y quiero que sepas, Kitty, que estoy genuinamente feliz por ustedes. Nunca, jamás, intentaría interponerme entre ustedes. Nosotros dos… terminamos en esas vías de tren. Lo sé. Es tu novio. Sólo quiero que sea feliz. Es todo. Sólo… feliz. 
Estaba sonriendo y ciertamente parecía sincera, pero había una tristeza detrás de su voz. Realmente hacía a Kitty sentirse mal porque podía imaginar cómo se sintió Delaney cuando perdió a Jayson. Ambas amaban al mismo hombre, el dolor se sentiría igual, estaba segura. Pero sabía que al final, su dolor sería mayor, porque Delaney lo habría perdido y ahora lo tendría de vuelta… después de que Kitty lo hubiera arreglado. Kitty, sin embargo, sólo lo perdería para siempre. Y no podía manejar eso. 
—¿Puedo ser honesta contigo? —preguntó, dejando caer el palito de pan al suelo. Delaney lo miró, luego de nuevo a Kitty.
 —Por supuesto. Por favor, siempre. Aprecio la honestidad —replicó. 
—Si quieres que Jon sea feliz, entonces deberías… —Kitty respiró profundamente—. Deberías dejarlo en paz.
 El comentario pareció sobresaltar a Delaney. Parpadeó rápidamente un par de veces, echándose hacia atrás en su asiento. 
—¿Dejarlo en paz?  
—Sí. —Kitty asintió—. Es duro para él verte. Se siente tan culpable porque… porque simplemente no te recuerda. Lo mata pensar que te hirió y ahora ni siquiera puede recordarte. 
—¿En serio? —Delaney exhaló, su rostro palideciendo incluso más de lo normal. Kitty sabía que iba por el camino correcto.
 —Sí. Lo está destrozando. Se estresa sobre ello, trata de recordar. Le dan dolores de cabeza, pesadillas —explicó, y esa era la completa verdad—. Después de que te vas, cada vez, simplemente está tan molesto que apenas puede funcionar. Lo está matando. Los ojos de Delaney se llenaron de lágrimas, sorprendiendo un poco a Kitty. 
—Nunca quise herirlo. —Sorbió—. Sólo quería… quería ayudarlo. Hacerlo feliz. Y, sí, estar cerca de él. Pero nunca herirlo. 
—Bueno, lo haces, Delaney. Lo hieres cada vez que vas a verlo. 
—No quiero eso. —Lloró la otra chica, secando sus mejillas mientras las lágrimas caían. 
—Él era feliz antes, sabes. También tengo fotos. Carpetas llenas de ellas. Pasamos Navidad y Año Nuevo juntos, prácticamente es parte de mi familia ahora. Quiero decir, estamos enamorados —dijo. 

 
Por supuesto, Jon nunca se lo había dicho. La volvía loca. Ella lo había dicho la otra noche. Había estado desesperada, dispuesta a hacer cualquier cosa para mantenerlo. Él no había correspondido. Le había dado un muy hermoso discurso que la había hecho feliz en el momento, pero cuando lo había pensado, había sonado un poco como si estuviera rompiendo con ella. 
Y eso no puede pasar. 
—Sólo quiero que sea feliz —susurró Delaney.
 —Entonces déjalo ser feliz —musitó Kitty en respuesta—. Deja que viva su vida en el presente. Deja de intentar hacerle vivir en el pasado.
 Delaney respiró profundamente, luego miró alrededor, como si se diera cuenta de dónde estaba por primera vez. Prácticamente se cayó de su taburete y sus manos temblaron mientras se ponía su chaqueta.
 —Lo siento tanto —exhaló—. No tenía ni idea. Sólo… lo siento mucho. Dile a Jay… Jon que lo siento muchísimo. Nunca jamás tuve intención de causarle dolor. 
—Por supuesto que no lo hiciste —dijo Kitty, levantándose también y ayudando a la otra chica con su abrigo. 
—Dile que, si alguna vez me necesita, siempre estaré ahí para él. Y le… lo siento, pero, ¿le enviarás mis recuerdos? —preguntó Delaney mirándola. Kitty le devolvió la mirada. A esos grandes ojos tan llenos de amor y dolor y angustia, no pudo soportarlo. Sus propios ojos empezaron a llenarse de lágrimas. 
No hay ni una maldita posibilidad. 
—Por supuesto —susurró. Se sorprendió cuando Delaney la abrazó. 
—Cuida de él. Asegúrate de que sea feliz, ¿de acuerdo? 
—Por supuesto. 
Y entonces se fue. Una vez un hada feliz, su brillo ahora era un poco más atenuado. Kitty sintió una punzada de remordimiento. Una ola de culpa. Pero un incluso mayor muro de resistencia se levantó.
 Lo amo. Sé que lo hago. Y sé que él también me amará.


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Mensaje por Yani Dom 20 Mayo - 15:00

Qué persona más rastrera resultó ser Kitty, me cae tan pero tan mal...y pienso que ni siquiera lo quiere, Sloany tiene razón, solo quiere un caso de caridad para sentirse útil, superior, ojalá no tarde en darse cuenta Jay porque mientras él está con que la quiero pero no la recuerdo y no sé si la quiero, Delany no deja de sufrir...y sigue portándose como un reina!


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Mensaje por Yani Dom 20 Mayo - 15:03

Cronograma

7/5: Capítulo 1 / Antes
8/5: Capítulo 2/ Antes
9/5: Capítulo 3/ Antes
10/5: Capítulo 4/ Antes
11/5: Capítulo 5/ Antes
12/5: Capítulo 6/ Antes
13/5: Capítulo 7/ Antes
14/5: Capítulo 8/ Antes
15/5: Capítulo 9
16/5: Capítulo 10
17/5: Capítulo 11
18/5: Capítulo 12
19/5: Capítulo 13
20/5: Capítulo 14
21/5: Capítulo 15
22/5: Capítulo 16
23/5: Capítulo 17
24/5: Capítulo 18
25/5: Capítulo 19
26/5: Capítulo 20
27/5: Capítulo 21
28/5: Capítulo 22
29/5: Capítulo 23
30/5: Capítulo 24/ Epílogo.
31/5: Comentarios


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Mensaje por svenkok Dom 20 Mayo - 18:03

Siempre sospeche que Kitty no era tan leal. ¡Ojala y Jon se entere. ¡Ugh!
 
 



¡Gracias!
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Mensaje por Yani Mar 22 Mayo - 15:19

15 
Jon sentía que se estaba volviendo loco. 
Habían pasado dos semanas desde la fallida charla sucia y no lo habían intentado de nuevo, aunque Kitty estaba más que dispuesta. Una noche, mientras cenaban fuera, nada menos que con los padres de ella, deslizó la mano de él debajo de su falda, revelando el hecho de que no estaba usando ropa interior. Hubo una vez, que eso hubiera sido sexy. En este momento, sin embargo... solo había apretado su muslo y le había guiñado un ojo, luego puso su mano de nuevo sobre la mesa. 
Casi nunca salía de la habitación del hotel. Había decidido seguirle al periodista la idea de escribir un libro, y el tipo se puso a disposición de Jon para cualquier pregunta que tuviera, y tenía muchas. Qué tipo de programa usar, qué debería escribir, cómo debería comenzar, si necesitaba un agente, todo. 
Una vez que comenzó, le resultó difícil detenerse. Escribiría hasta altas horas de la noche. Nueva York era la ciudad que nunca dormía, pero a veces sentía como si fuera la única persona en el mundo que estaba despierta. Miraba la calle, y taxis pasaban de vez en cuando por allí y luego volvía a escribir. Solo una cosa estaba arruinando su concentración que evitaba que terminara. 
Delaney.
 No había hablado con ella en más de dos semanas. Era como si hubiera desaparecido de nuevo. Ella no respondía sus llamadas telefónicas ni mensajes. Había pasado por su trabajo un par de veces, los días en que sabía que debería estar allí, pero siempre estaba ocupada en la cocina o había llamado para decir que estaba enferma. 
Él se estaba maldiciendo por nunca obtener su dirección. 
No lo entendía. ¿Qué había pasado? Se habían estado reuniendo cada dos días, hablando y revisando sus diarios o las fotos. Ella le contaba historias que Jayson le había contado una vez sobre sí mismo, completando los pequeños detalles de su vida. ¿Había sido demasiado para ella? ¿Verlo era demasiado difícil? 

 
No importaba Incluso si lo fuera, ella le debía una explicación. Él fue quien se quedó atrás. Él era el único que no podía recordar. Ella era su memoria, y cómo se atrevía a llevársela. 
—¡¿Dónde demonios está?! —Se enfureció un día con Sloany. Ella levantó sus manos. 
—No lo sé, Jon. Tampoco responde mis mensajes. 
—Podrías ir allí, ¿sabes? 
—Al contrario de lo que puedas pensar, mi vida no gira en torno a ti, Jon. ¡No tengo tiempo para correr constantemente de Harlem a Midtown, buscando a tu ex novia!  
¿Ex? ¿Pero cuando nos separamos? ¿Cuándo estuvimos juntos? 
—Cariño, tal vez solo necesites dejarla ir —instó Kitty otro día cuando se había enojado. 
—¿Por qué debería? Ella es mi único vínculo con mi pasado, Kitty —espetó. Ella había comenzado a masajearlo. 
—Eso no es cierto. Tienes a tus padres, y te dio los números de algunos de tus viejos amigos. 
Cierto. Un par de extraños con los que compartía ADN, y un grupo de personas que no habían estado muy emocionados de saber de él. Solo querían saber si podía ayudarlos a anotar. 
—No es justo —respiró—. La necesito. Necesito que recuerde por mí. Sin ella es como... como si empezara de nuevo. —En esa declaración, las manos de Kitty se habían quedado inmóviles. 
—Sabes, esto probablemente también ha sido difícil para ella, Jon. Verte de nuevo, aun estando enamorada de ti, luego viéndonos juntos. No puedes pedirle que se someta a ese tipo de dolor. Quiero decir, si tuviera que verte con otra mujer, preferiría morir. 
Un punto muy válido, pero aún no lo suficientemente bueno para Jon. Ninguna excusa era suficiente, y no sabía por qué. No podía entender por qué sentía que no le permitía alejarse. Después de todo, técnicamente no la recordaba, por lo que no le debía nada. Él no era más que dolor y angustia para ella.
 Y, aun así, incluso reconociendo todo eso, simplemente no podía aceptar que ella desapareciera. 
Nos lo prometimos el uno al otro, y ella regresará... ¿qué prometimos?
 Finalmente se volvió loco. Esperó hasta tarde en la noche de un martes. Llovía a cántaros y hacía frío, Times Square estaría muerto. Había cenado con la familia de Kitty más temprano en la noche. Ella había tratado de invitarse sola,  había sido tan provocativa como sabía ser, pero no había mordido el anzuelo. En el estado de ánimo en que se encontraba, si tenían sexo, probablemente la asustaría de por vida. Quería herir algo. Poco después de deshacerse de Kitty, pasada la medianoche, se quitó la chaqueta y se puso un abrigo largo. No tenía paraguas, pero no le importaba. Se levantó el cuello y salió a la lluvia.
 Times Square estaba a solo unas pocas cuadras de distancia. Su restaurant estaba en un extremo, entre Broadway y 7th Avenue. Era una cadena popular con bebidas baratas, por lo que normalmente estaba llena de turistas y trabajadores locales. Por suerte para él, el frío y la lluvia los estaban alejando a todos. Así que se instaló frente al restaurante y esperó. 
Tardó alrededor de una hora. Cerraron la tienda temprano. Todas las luces parpadearon, una a una, luego los trabajadores comenzaron a abrir una entrada lateral en la 7ma. Se quedó allí por un tiempo, pero cuando la multitud disminuyó y todavía no había salido Delaney, se movió hacia Broadway, donde se encontraba la puerta principal. 
Diez minutos después, ella salió. Llevaba una chaqueta verde oliva de gran tamaño que reconoció como suya, basada en las imágenes que le había mostrado. Tenía un paraguas debajo del brazo y se estaba colocando una bufanda alrededor del cuello mientras se paraba en la acera, casi directamente frente al escondite de Jon. 
Un hombre salió tras ella, riéndose de algo que había dicho. Cerró la puerta en varios lugares, luego se volvió hacia Delaney. Presionó su mano en la parte baja de su espalda, instándola a cruzar la calle transversal, y comenzaron a caminar juntos.
 Los celos se abalanzaron sobre Jon con una ferocidad sorprendente. ¿Quién era este tipo, y qué demonios creía que estaba haciendo, tocando la propiedad de Jon? Apretó los puños y los dientes. Entonces se dio cuenta de lo idiota que estaba siendo. ¿¡Propiedad!? A veces le costaba recordar su apellido. Además, él y Kitty se habían besado frente a Delaney, así que, ¿por qué estaba celoso de que ella se fuera a casa con un compañero de trabajo? 
Con los celos apaciguados, la locura regresó con toda su fuerza. Echó un vistazo alrededor, luego cruzó la calle corriendo y comenzó a seguirlos. 
Mantuvo como una cuadra de distancia entre ellos por lo que pareció una eternidad. Caminaron en línea recta, afortunadamente, pero la lluvia no cesó. Después de unos diez minutos, se sorprendió al descubrir que estaban en Hell's Kitchen, dirigiéndose hacia el agua. Hell's Kitchen, los había seguido a un  
vecindario completamente diferente. Jon se dio cuenta de lo loco que estaba. Siguiendo a estas dos personas, dos compañeros de trabajo, en el medio de la noche. Ridículo. 
Aunque no quería dejarla ir. No ahora que la tenía en su punto de mira. Quería que ella le diera una explicación de su desaparición, quería oírlo de sus labios. Entonces comenzó a acelerar, alargando su paso para alcanzarlos. 
Ese tramo de la calle estaba bastante muerto. Estaban rodeados de edificios, pero nadie parecía querer estar afuera. Solo un mapache aventurero estaba desafiando la noche, deteniéndose para oler algo de basura antes de entrar corriendo a un jardín comunitario. Observó al animal por un momento, luego la voz de Delaney llamó su atención. 
—Detente.
 Jon dejó de caminar. Estaba bastante seguro de que su corazón incluso se detuvo por un segundo. Ella tenía su paraguas levantado y la varilla en su hombro. El amplio círculo negro cubría su cuerpo hasta su trasero, por lo que no se había dado cuenta antes, no cuando había estado tan lejos. Pero ahora podía ver cómo el tipo seguía tratando de poner su brazo alrededor de su cintura. 
Olvídate de los celos. Una ira fría y dura llenó sus venas e inundó su visión. 
—¡Dije, detente! —gritó de repente, girando hacia el tipo y sosteniendo su paraguas frente a ella—. Accedí a ir contigo a la casa de tus amigos, no a follarte. 
—Eres tan bromista, Del.  —Rió el chico, tratando de alcanzarla de nuevo. Clavó la punta del paraguas en su pecho. 
—Intenta tocarme una vez más, y ya verás  —gruñó, pinchó la punta del paraguas en su pecho. 
—¿Qué diablos, Del? Cuando te invité esta noche, pensé que sabías de qué se trataba —espetó. 
—Sí, ¡sabía que me habías invitado a una noche de películas con tus amigos! ¡Eso es todo, hermano! ¡En ninguna parte de esa invitación mencionaste que se requería sexo! —le gritó. 
—¿En qué año estás viviendo? ¿Por qué te invitaría si pensara que no te acostarías conmigo? Salgamos de aquí. Vamos, podemos pasar un buen rato juntos. Lo prometo —dijo, sus palabras cubiertas de baba mientras deslizaba sus manos sobre las caderas de ella. 
Incluso desde un par de puertas de distancia, Jon vio la expresión que cruzó su rostro. De alguna manera, sabía lo que significaba. Sabía que su compañero de trabajo probablemente debería comenzar a correr. Las cosas estaban a punto de ponerse feas. Él comenzó a caminar de nuevo. 

 
—¡Lárgate de aquí! —gritó, balanceando el paraguas y golpeándolo en el brazo—. ¡Y nunca te atrevas… —puntuó cada pausa con un balanceo—… a tocarme... otra vez! 
—¿¡Estás loca!? ¡Detente, perra estúpida! —gritó el tipo, luego empujó a Delaney. Tan fuerte que se tambaleó hacia atrás en una valla de hierro forjado que rodeaba el jardín. 
La visión de Jon se volvió roja y estuvo sobre el tipo en un segundo. Sin anuncio, sin gritos. Con su puño derecho, golpeó la cara del compañero de trabajo y lo envió al suelo.
 —¡No la toques! —comenzó a gritar, agarrando al tipo por el cuello. Esta vez estaba en el ángulo correcto, y fue su mano izquierda la que lanzó el siguiente golpe. Su mano dominante. Todos esos entrenamientos en el sótano del centro de rehabilitación entraron en juego, y el chico gimió de dolor, escupiendo sangre cuando su cabeza voló hacia atrás. 
—¡Jayson! —jadeó Delaney detrás de él. Sintió que ella lo agarraba por los hombros, pero él la sacudió y metió otro gancho de izquierda. 
Su segundo intento de detenerlo funcionó. Se puso de rodillas, moviendo su cuerpo entre él y el otro hombre. Lo obligó a ponerse de pie, luego le envolvió sus brazos alrededor de la cintura. Detrás de ella, el compañero de trabajo se levantó lentamente, secándose la sangre de la barbilla. 
—Estás jodidamente loca. ¡Nunca dijiste que tenías novio, Del! ¿Quién coño es este tipo? —gritó el hombre. 
—¡Este es el tipo que te va a arrancar la maldita cabeza! —gritó Jon, tirando de los brazos de Delaney, tratando de liberarse. Queriendo terminar lo que había comenzado. 
—¡Detente! Déjalo ir —siseó. Él la miró por un segundo. 
—¿Dejarlo ir? Te tocó. 
—Lo que sea. De todos modos, es una maldita perra calienta polla —maldijo el compañero de trabajo. No hubo forma de detener a Jon después de eso, se lanzó hacia adelante, arrastrando a Delaney junto con él como si no fuera nada más que un cinturón de peso. El otro hombre dio un grito, y luego comenzó a correr por la calle. 
—Se fue. ¡Se fue! Por favor, para —suplicó Delaney, tratando de poner sus pies debajo de ella. 
Jon finalmente dejó de moverse y ella se enderezó, alejándose de él al mismo tiempo. Su paraguas había caído al suelo en la lucha y su bufanda estaba suelta, la mayor parte colgando por la espalda. 

 
—¿Quién demonios era él? —preguntó Jon, sin aliento.
 —Es un bartender del trabajo. ¿Qué estás haciendo aquí?
 —¿Alguna vez ha intentado una mierda así antes? 
—Jon. 
—Lo mataré si lo hizo. 
—¡Jon! —gritó su nombre—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí? Parpadeó ante su arrebato y luego miró a su alrededor. ¿Qué estaba haciendo? Jesús, ¿qué acababa de pasar? Miró hacia abajo a sus nudillos y siseó. 
—Mierda —gruñó, mirando los arañazos y la sangre. ¿Cómo iba a esconder eso de Kitty? 
—¿Me estabas siguiendo? —exigió Delaney. Él la miró. 
—Sí —respondió honestamente. Su mandíbula cayó. 
—¡Cómo te atreves! ¿Por qué? —preguntó.
 —¿Por qué? ¿Por qué? ¡Porque no me hablabas, por eso! ¿Qué demonios está pasando? ¡No puedes hacer eso! —gritó. Ahora era su turno sorprenderse. 
—Yo… —Parecía estar buscando palabras—. He estado ocupada. 
—Mentira. ¿Qué pasó? La última vez que te vi, todo estaba bien. 
Y lo había estado. Le había pedido que viniera a ver las cosas que había tenido con él cuando estuvo en el hospital. El collar de cáñamo, le había explicado, había sido un regalo de un tipo llamado Crash. Los pendientes eran un par que siempre había usado, ella nunca lo había visto sin ellos.  ¿Y el anillo de humor? Ella miró hacia abajo al que le hacía juego durante un largo rato. Luego, con calma, le dijo que era uno de esos recuerdos sagrados que aún no estaba dispuesta a compartir. Algún día lo haría, pero no ese día. Luego vieron la televisión y ella le recordó cuáles habían sido sus programas favoritos y se fue con la promesa de tomar un café al día siguiente.
 Estábamos bien. ¿Qué nos pasó? 
—Estuvo bien. —Estuvo de acuerdo, nerviosamente metiendo algunos mechones sueltos de cabello detrás de las orejas—. Y luego... no fue así. Lo lamento.
 —¿Lo lamentas? —La miró boquiabierto—. ¿¡Lo lamentas!? ¡Simplemente te fuiste! Mi único vínculo con la vida real, ¡y simplemente desapareciste! ¿Tienes alguna idea de cómo se siente eso? 
Ella lo sorprendió al estallar en carcajadas. 

 
—¿Es eso una jodida broma? Sí, Jon, sé exactamente cómo se siente eso. ¡Solo que, a diferencia de ti, mi persona desapareció y tengo que ver una copia de él todos los días! ¡Así que imagina cómo se siente! —gritaba al final, temblando de ira. 
—¿Una copia? —gritó. La lluvia caía a baldazos ahora, empapándolos, pero él apenas lo notó—. ¿Sabes cómo se siente eso? ¿No ser una persona real? ¿No estar completo? 
 —Sí, Jon. Sí, sé lo que se siente no estar completo. 
Ahora él estaba realmente enojado. Hizo movimientos cortantes con los brazos. 
—¡No tienes idea de cómo se siente esto! ¡Cómo ha sido para mí! ¡No tengo nada! —gritó, golpeando un lado de su cabeza—. ¡Ni una maldita cosa, excepto una cicatriz y niebla! Meses y meses de niebla, ¡preguntándome si alguien se preocupaba por mí! 
Ella gimió y se acercó a él. 
—Me preocupaba por ti —gritó—. Lo juro, lo hice.
 —¡No lo suficiente para encontrarme! ¡Para quedarte conmigo! ¡Estaba solo! —siguió gritando. Ella agarró su chaqueta. 
—Nunca estuviste solo —prometió—. Todos los días en los que tenías miedo, yo también. Todos los días en que te sentías solo, yo también. 
—No es lo mismo —gruñó, alejándose de ella—. Y luego apareces, y todo está jodido, porque no puedo recordarte, pero puedo sentirte, ¿y qué fuimos nosotros? 
—Fuimos perfectos —susurró, empezando a temblar. Él soltó una carcajada.
 —¿Perfectos? ¡Fuimos unos malditos drogadictos sin hogar! ¡Un par de meses más, y uno de nosotros probablemente habría tenido una sobredosis! Y míranos ahora —dijo. Ella negó. 
—Por favor, no hagas esto —suplicó. 
—Tienes un buen trabajo, vives en un lugar agradable, te ves genial. Y la gente realmente piensa que soy un buen tipo, que soy productivo e inteligente. Fuimos horribles juntos.
 —No digas eso —gritó, llevándose las manos al rostro. 
Fue entonces cuando lo notó. Ya no llevaba puesto el anillo de humor. Una oleada de tristeza y soledad se estrelló sobre él. Desearía poder olvidarlo todo de nuevo. 
 
Ojalá pudiera olvidar todo de nuevo. 
—Estamos jodidamente mejor separados —él le informó, pasando sus manos por su cabello mojado—. Fuimos tóxicos. Nos hacíamos peor. Probablemente salvé nuestras vidas cuando caí en esas vías. Me alegra habernos olvidado.
 La mentira más grande que he contado en toda mi vida. 
Las manos de Delaney cayeron de su rostro y la ira brilló en sus ojos. Estaba empapada por la lluvia, pero estaba seguro de que la mayor parte de la humedad en su rostro era de lágrimas. 
—¿Cómo te atreves a decirme eso? —dijo, temblando por todos lados—. ¿Sabes qué? Puedes olvidarme de nuevo, porque no eres ni la mitad de hombre que era Jayson Fairbanks. Vuelve a tus torres de marfil y a tus princesas rubias. Vuelve a tu niebla. Porque sabes qué, estaba equivocada, tú no eres él. Él nunca tuvo miedo de nada, y todo lo que veo cuando te miro es un pequeño niño asustado. ¡Te odio! ¡Lo mataste y te odio!
 —¡Oh, jódete! ¿Cómo puedes odiar a alguien que ni siquiera conoces? Y tienes razón, no soy él, ¡así que deja de compararme! ¡Él se fue! ¡Supéralo! —gritó. 
Ella le dio una bofetada con fuerza, luego se giró, perdiendo su bufanda en el proceso. Y comenzó a alejarse, levantando su dedo medio en el aire mientras avanzaba. 
—¡Chúpate eso! 
Por alguna razón, por solo una fracción de segundo, él quiso reírse. De alguna manera era muy de ella terminar una pelea así, y sin embargo... él no sabía lo que era "muy" ella.
 Entonces la ira regresó y soltó un grito enfurecido, pateando un bote de basura. Se alejó en la dirección opuesta, casi corriendo. 
Que se joda. Ni siquiera la conoces. Era solo alguien con quien solías drogarte, era repugnante. Probablemente no fue nada. ¿Cómo podría ser algo? Ella se sienta allí y sonríe mientras tú tomas de la mano a Kitty. ¿Cómo podría alguien que es algo quedarse sentada con una sonrisa? 
Llegó a la siguiente intersección y pateó el poste de luz. Una pareja que pasaba por allí lo miró extrañada y estuvo tentado de gritarles. ¿Qué sabían ellos, de todos modos? ¿Qué derecho tenían a verse tan felices cuando todo era una mierda? No era justo. ¿Qué derecho tenía ella para quitarle sus recuerdos? No era su culpa que no pudiera recordarla. Realmente lo había intentado. ¿Cómo podría ella sostener eso en contra de él? 
Empezó a correr por el camino por donde había venido. Delaney no había llegado muy lejos. Observó mientras recogía su paraguas y luchaba con él. 

 
Parecía que no se abría, así que dejó escapar un grito y lo tiró a la pared antes de continuar caminando. 
—¡Espera! —gritó cuando estaba un par de edificios lejos ella y aumentó su ritmo. 
—¡Lárgate! —gritó. 
—¡Dije alto! Giró, caminando hacia atrás.
 —¡¿Qué quieres ?! —gritó—. ¡Deja de atormentarme! 
Él corrió directamente hacia ella, casi a punto de derribarla. Agarró su chaqueta, manteniéndola en su lugar antes de que pudiera escapar. Ella luchó contra su agarre, empujándolo y abofeteándolo. 
—¡Basta! —gruñó, finalmente envolviendo sus brazos alrededor de ella y levantándola. Se retorció mientras él la arrastraba. 
—¡No me toques! —gritó, liberando un brazo y golpeándolo en el hombro— . ¡Nunca llegues a tocarme otra vez! 
Esas palabras. Cortaron una rebanada a través de su alma. ¿No tocar a Delaney? Imposible. Entonces, mientras luchaba, golpeaba y lloraba, él hizo lo único que tenía sentido.
 La besó. 
—No. —Sollozó contra su boca—. Por favor. No me hagas esto. Detente. 
—No puedo. —Respiró, metiendo los dedos en su cabello. 
Chocaron contra una pared, sus cuerpos húmedos juntos. Sintió las manos de ella en su espalda, dentro de su chaqueta. Palmas cálidas contra la tela húmeda. Prendiéndole fuego. Tropezaron a un lado, en un callejón. Una canaleta les arrojó un torrente de agua, empapando la pierna de su pantalón, pero no le importó. 
Esto es lo que se siente estar entero de nuevo. 
Inclinó el rostro de ella hacia arriba y se dio un festín con su boca. Dios, se sintió como volver a casa. Ella gimió alrededor de su lengua y sus uñas se clavaron en su espalda. Envió ondas de reconocimiento por toda su columna. 
Conozco a esta mujer. 
Ella estaba jadeando y tirando de su camisa, sacándola de su pantalón. Él le empujó la chaqueta, sacándola de sus hombros. Entonces sus manos estaban sobre unos pechos que fueron hechos para caber en sus palmas. Estaba besando labios que habían sido esculpidos para que coincidieran con los suyos. Todo en su cuerpo le decía exactamente qué tan correcto era este momento, cuando finalmente, salió de la niebla.
 No quiero dejar ir este momento. Por favor, solo déjame recordar por un poco más de tiempo. 
Salieron del callejón y se besaron en un lado de la calle mientras él paraba un taxi. Se mordieron el uno al otro mientras estaban en el asiento trasero, quitándose las chaquetas mientras iban hacia su hotel. La levantó y la presionó contra la pared en el ascensor, y sus piernas se envolvieron alrededor de él como si fuera a donde pertenecían. 
Entraron la habitación del hotel, la puerta golpeando la pared detrás de ella. Él ni siquiera quitó su boca de ella, solo pateó la puerta detrás de ellos e inmediatamente comenzó a desabrocharse la camisa empapada. Ella se dejó caer al suelo y lo ayudó a avanzar, tirando del material mojado hasta que se le cayó de los brazos. 
—No lo dije en serio —susurró—. Nada de eso. No estoy contento. Ojalá... desearía poder recordar todo. Quiero hacerlo. Lo siento mucho. 
—Está bien, sé que no lo decías en serio —aseguró—. Y no te odio. No mataste a nadie. Estás justo aquí. 
—No está bien —respondió, finalmente quitándose la camisa por la cabeza y dejándola caer al suelo—. Y sé que no me odias. También tendrías que odiarlo, porque somos el mismo. 
—Eres tan diferente —susurró en la oscuridad, con las puntas de sus dedos subiendo por sus abdominales. 
—Te sientes exactamente igual —susurró, pasando su mano por su lisa espalda. 
—No recuerdas eso. —No, pero recuerdo esto. 
Presionó ligeramente sus labios con los de ella, saboreando el momento. Ella suspiró contra él, entonces el momento había terminado. Su lengua estaba entre sus labios, tocando todos los puntos correctos, y sus manos estaban en su cinturón. 
Cuando su pantalón cayó a sus pies, ella se alejó apresuradamente de él, luchando por quitarse su propio pantalón. Estaba peleando por apartar el material empapado de sus pies cuando él se acercó por detrás de ella. Tenía una mano en la cama, para mantener el equilibrio, y estaba mirando hacia abajo. Le pasó suavemente la mano por el tatuaje, arrastró los dedos entre los omóplatos hasta el trasero y luego volvió a subir. Pensó en todas las cosas que quería hacerle, y luego en cómo no debería hacerlo. No podía. Sería demasiado. Muy intenso. Demasiado rápido. 
Esta es Delaney. Nada es demasiado para ella.
 La empujó abruptamente hacia adelante, manteniendo su palma sobre su espalda. Ella aterrizó en el colchón y se inclinó sobre el borde. Gimió y arqueó las caderas hacia él, luego estiró sus brazos sobre su cabeza. 
—Dios, extrañaba esto —suspiró. Él arrastró sus dedos hacia su ropa interior y comenzó a jalar el material sobre sus caderas. 
—¿Cómo te conozco? —susurró, palmeándole la mejilla—. ¿Cómo conozco esto? 
—Porque... algunas cosas son para siempre —susurró ella. 
Él la agarró por las caderas y la hizo rodar. Terminó de quitarle las bragas de su cuerpo y se acostó encima de ella. Era tan pequeña y suave, curvilínea y perfecta. Absoluta y jodidamente perfecta. Como una sinfonía, y su cuerpo estaba tarareando. 
—Eres tan hermosa. —Suspiró en su escote mientras recorría con los dedos sus brazos extendidos. 
—Ni la mitad que tú. Enciende las luces —instó. 
—¿Qué? —preguntó, un poco sorprendido. Él levantó la cabeza para ver si ella estaba bromeando.
 —Por favor —gimió, frotando su cuerpo contra él—. Quiero verte. Quiero que nos veamos. Ha pasado tanto tiempo. 
Prácticamente se cayó del colchón en su prisa por alcanzar la lámpara. Cuando lo consiguió, se giró hacia la cama. Delaney estaba de espaldas a él y se había movido así que estaba sentada sobre sus rodillas, con las piernas abiertas. Mientras él miraba, ella se sacó el cabello de la coleta. Todo su hermoso cabello caía en cascada por su espalda y él se arrastró detrás de ella, enterrando su cara en un lado de su cuello. 
—Quiero perderme así —dijo en un jadeo, envolviendo sus brazos alrededor de ella. 
—Yo también. —Suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás. Sosteniéndola fuertemente, se puso de rodillas, obligándola a hacer lo mismo. Luego, con una mano, le desabrochó el sujetador y la ayudó a deslizar el material de sus brazos. Después de arrojarlo al suelo, ahuecó sus pechos desnudos en sus manos y ambos gimieron. 
—No puedo... —luchó por hablar, y ella se quedó quieta ante sus palabras— . No sé si esto es correcto, Delaney. No puedo prometerte nada. 
 
—No estoy pidiendo nada —respondió. 
—No te recuerdo. No lo hice antes, y no lo haré después —advirtió—. Pero te lo juro, recuerdo esto. Nos recuerdo. 
—Entonces, recordemos juntos. Incluso si es solo por esta noche. 
—No quiero hacerte daño —dijo con voz temblorosa, y se sorprendió al escuchar su risa. 
—Moriste en mí una vez. Nada puede doler más que eso. 
—No quiero asustarte. 
—Te he visto en tu peor estado, Jay. Jon. Quien sea. Y te he visto en tu mejor momento. Y nunca podrías asustarme.
 Ella lo conocía mejor que nadie. Era técnicamente la única persona que lo conocía, así que pensó que también sabía leer entre líneas. No quería acostarla suavemente y hacerle el amor dulce, luego abrazarla mientras ambos lloraban. 
No, quería hundir sus dientes en ella y destrozarla y sacar todos los recuerdos de ella, uno por uno. Quería averiguar si algo podía sentirse tan bien como sus músculos lo seguían prometiendo. Lo hará, siempre le susurraban. Con el tiempo, siguieron diciéndole. Su paciencia se había agotado, había terminado con la espera. 
He esperado toda mi vida por ella.
 Cayeron juntos sobre el colchón, rodaron hasta que estuvo encima de él. Él se sentó, abrazándola con un brazo y metiendo la otra mano en su espeso cabello. Agarró un puñado y tiró hacia atrás. Ella soltó un grito cuando su cabeza fue forzada a retroceder, luego gimió cuando él mordió con fuerza su labio inferior. 
—¿Siempre fuimos así? —susurró, besando su camino hacia sus pechos.
 —Sí —gimió, y luego chilló cuando mordió un pezón. —Imposible. Nada se puede sentir bien por mucho tiempo. 
—Nosotros lo hicimos. 
—¿Siempre fui duro? —preguntó, moviendo su brazo y abofeteándola en el culo. Ella sonrió, pero aún no podía mirarlo porque él seguía tirando de su cabello. 
—Tan duro como podía hacerte ser —ronroneó. 
—Fuiste tú —susurró de repente, mirándola. La dejó ir para que pudiera mirarlo a los ojos. 
—¿Qué era yo? —preguntó ella, jadeando ligeramente. 

 
—Tuve este momento... tal vez un mes después de salir del hospital. Estaba en mi trabajo voluntario y llamé... llamé a alguien una chica mala, y fue como que... sabía esas palabras. Como que se las dije antes a alguien —dijo. Ella apoyó su frente contra la de él, su cabello húmedo se convirtió en una cortina alrededor de ellos. 
—Mmm, siempre dijiste que era una buena chica —dijo, trazando su lengua a lo largo de su labio inferior. Él rió y le apretó el trasero.
 —Lo dudo mucho. 
—Yo no. Dios, siempre fui tan mala contigo —gimió, meciendo sus caderas contra las suyas, atrapando su erección entre ellas.
 —Quiero que seas mala otra vez —susurró, pasando las uñas por su trasero. 
En respuesta, ella envolvió su mano alrededor de su pene y comenzó a acariciarlo. Él comenzó a gemir, pero fue cortado por sus labios. Su lengua se deslizó dentro y fuera de su boca al ritmo de sus golpes. Ella agarró una de sus manos y la colocó sobre su pecho, forzándolo a apretar, haciéndole pellizcar su pezón.
 —Jay. —Respiró en él, y ni siquiera la corrigió sobre su nombre. 
—¿Qué? Lo que sea. —Suspiró, envolviendo su mano libre con la de ella y haciéndola bombear más rápido. 
—Por favor —jadeó, moviendo las caderas más cerca para que su mano rozara su núcleo con cada barrido hacia arriba y hacia abajo—. Por favor, quiero que me folles. Ahora mismo. Demasiado. 
Casi explotó en su mano. Joder, eso estuvo excitante. Más excitante de lo que podría haber imaginado. Gruñó y soltó su mano, abrazándola por un segundo. Luego la levantó, obligándola a ponerse de rodillas otra vez. 
Ella se aferró a su polla mientras él la bajaba sobre él. Lo miró directo a los ojos mientras se deslizaba dentro de ella. Su boca se abrió y su frente se arrugó con el esfuerzo que estaba ejerciendo para acomodarlo, pero no se detuvo. No hasta que ella estaba completamente sentada en su regazo y su polla estaba donde pertenecía. 
—Dios, te sientes tan... malditamente... bien —gimió, y se mantuvo inmóvil para no venirse en ese momento. 
—Mentí —susurró—. No eres diferente. No has cambiado ni un poco. 
Ella movió sus caderas lentamente contra él una vez, volviendo a conectarlas entre sí. Luego aceleró la velocidad. Puso sus manos en la cama detrás de ella y se inclinó hacia atrás para poder ir más rápido. Jon la agarró por las caderas y la sostuvo para que ambos pudieran empujar más fuerte. Ella gimió y él vio su cabeza caer hacia atrás. Miraba sus pechos mientras rebotaban arriba y abajo. 
—Joder —maldijo cuando un temblor hizo que su coño se aferrase a él—. Joder, tenemos que parar. Es demasiado, lo voy a perder. 
—No —gimió, pasándose la mano por el estómago—. Acabamos de empezar. 
Cuando ella comenzó a tocarse, casi perdió la cabeza. Iba a obligarlo a venirse, y era demasiado pronto para eso. No quería que la noche terminara pronto, quería estar dentro de ella para siempre. Pero eso no era posible, entonces se inclinó hacia adelante y la envolvió con sus brazos, luego los hizo girar. Gritó mientras rodaba sobre su espalda, agarrando el cabello e intentando apartarlo de su cara.
 —Cuando digo algo —jadeó, besando su camino por las costillas—. Quizás deberías escuchar.
 —Tal vez deberías hacerme escuchar —jadeó. Él torció su pezón en respuesta, haciéndola gritar. 
Luego continuó besando y lamiendo su camino por su estómago. Se preguntó si ella lo detendría. Si era "demasiado íntimo" para su primera vez juntos. Pero entonces su mano estaba en su cabello, retorciendo y tirando los gruesos mechones, y luego empujándolo suavemente hacia abajo de su cuerpo. 
No necesitaba más impulso. Agarró con fuerza sus muslos y los abrió de par en par, forzando sus piernas arriba. Luego cayó sobre ella como si su coño fuera su postre favorito.
 Probablemente porque lo es.
 Ella realmente gritó, y luego ambas manos estaban en su cabello. Tirando y empujando y acariciando. Comenzó a temblar y balbucear, su boca parecía funcionar independientemente de su cerebro. 
—Oh, Dios mío... sí... allí mismo... mierda santa, me olvidé de lo que tu lengua puede hacer... más rápido... más rápido... más rápido... mierda, así, así... allí mismo... así ...  
Cuando comenzó a empujar dos dedos dentro de ella al mismo tiempo que su lengua dibujaba círculos, el balbuceo se convirtió en chillidos incoherentes. Puso una mano el colchón y alternativamente gritó sus dos nombres. Movió su boca por un segundo para morder el interior de su muslo, y eso lo hizo. Ella entró en una serie de gritos y sollozos. Presionó las manos sobre su rostro mientras todo su cuerpo parecía derrumbarse.
 —Dios, ¿así? —susurró, sentándose, pero aun bombeando sus dedos en ella—. Te corriste así como así. 

—Siempre —jadeó cuando su orgasmo se redujo—. Siempre así para ti. 
Sintió que su deber había sido cumplido, y ahora era realmente su turno. Cayó encima de ella, la besó con fuerza y luego la hizo chupar sus dedos cubiertos de rocío. Ella lo hizo felizmente, mientras acariciaba su polla de nuevo. Cuando volvió a poner sus rodillas debajo de él, ella ni siquiera esperó. Lo alineó y lo llevó a casa, haciéndola gritar de nuevo con lo duro que la golpeó.
 —Joder, ¿cómo sé todo esto? —gritó, sentándose y agarrándola por las pantorrillas, manteniendo sus piernas separadas mientras la follaba. 
—Porque siempre me has conocido —gimió, sus manos sobre sus pechos mientras lo miraba. 
—Sé que te encanta —jadeó—. Sé que te encanta lo duro. Sé que me dejarás hacer lo que quiera. 
—Todo lo que quieras. 
—Sé que te gusta cuando te llamo mi puta sucia. 
No hubo palabras en ese momento, ella solo gimió cuando sus ojos se cerraron y sintió que se abrazó nuevamente alrededor de él. Él soltó sus piernas y se inclinó para que su rostro estuviera junto al suyo, sus labios contra su oreja. Sintió sus talones en el trasero, instándolo a moverse más rápido. 
—Sé que te encanta cuando te follo —siseó en su oído, y fue recompensado con uñas afiladas arrastrándose en su espalda—. Y que amas cuando acabo dentro de ti. 
—Sí —sollozó—. Dios, te amo. Por favor, córrete. Hazme venir otra vez. Cualquier cosa, simplemente no te detengas nunca. Te amo. 
Se alejó y se agarró a la cabecera, luego no se contuvo. Estaba gritando mientras la golpeaba, sus caderas la empujaban hacia arriba sobre el colchón y hacia las almohadas. Ella gritaba y agarraba su cintura con sus manos, sus muslos apretaban sus caderas fuertemente. 
Él iba a estallar. En cualquier momento. El sudor goteaba de él. No pudo contenerlo por mucho más tiempo. Se inclinó, agarró una de sus manos y la alejó de su cuerpo. Luego la empujó entre ellos, forzando sus dos dedos y alrededor de su humedad. 
—Tienes que venirte para mí, cariño. —Estaba jadeando por aire—. Joder, déjame ver esa perfección otra vez. Haz esto conmigo. Oh, joder. Me estoy viniendo.
 Todo su cuerpo se sentía como si estuviera estallando. Como una cuerda de guitarra que había sido tensada demasiado y finalmente se rompió. Se vino con un rugido, su mano volviendo a la cabecera. Clavó sus dedos con tanta fuerza que estaba seguro de que iba a romper un pedazo. 

 
Podía sentir su polla creciendo y palpitando dentro de ella. Sus dedos estaban trabajando contra ellos, y luego ella también se corrió. Gritó de nuevo y su coño entró en modo de bloqueo, casi matándolo. Se sintió débil mientras su orgasmo continuaba. No creía que se hubiera corrido tanto en toda su vida. 
Bueno, de hecho, ella sabría si eso era cierto o no. 
Cuando finalmente terminó y su cuerpo ya no tenía más para dar, gimió y se derrumbó sobre ella. No le importaba que fuera mucho más grande y más pesado. Solo necesitaba morir por un segundo.
 Sin embargo, a ella no pareció importarle. Tenía los brazos a los costados e intentaba recuperar el aliento. Cuando volvió la cabeza para mirarla, casi se rió. Tenía los ojos cerrados, el cabello en todas partes y estaba cubierta de un fino brillo de sudor. Pero estaba sonriendo. Reunió suficiente energía para acercarse y besarla.
 —Ese fue, sin lugar a dudas, el mejor sexo que he tenido —jadeó y ella bufó.
 —Considerando que tu memoria tiene solo seis meses, no hay muchas bases para comparar —respondió, pero estaba bromeando. 
—Bien, Señorita Sabelotodo. Supongo que solíamos tener mucho sexo — dijo. Ella se lamió los labios y asintió, y él sintió sus caderas moviéndose en círculo debajo de él. 
—Mmm hmmm, lo hicimos. Mucho, mucho y mucho...  
—Entonces, ¿qué piensas? ¿Estuvo al menos “bien” en comparación con todo el sexo increíble que aparentemente solíamos tener? —preguntó. Su sonrisa fue aún mejor. 
—Fue jodidamente increíble —dijo con voz soñadora—. El mejor. 
—Te lo dije —susurró, arrastrando su lengua por el borde de su oreja. 
—Bueno. —Comenzó, y sus caderas comenzaron a moverse nuevamente— , el mejor hasta ahora. 
Él gimió y le mordió el lóbulo de la oreja. 
—¿Sabes qué? Me gusta la forma en que piensas. 
—Siempre lo hiciste.


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Mensaje por svenkok Mar 22 Mayo - 15:49

Que triste que el único vínculo que tenga con su vida anterior sea Delaney. Y que para ella sea tan dolorosa estar ahora en la vida de “Jon”.
 
Al menos recuerda extractos de su vida.
 
Si pudiera borrar a Kitty también, lol
 
¡Gracias!
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Mensaje por Yani Mar 22 Mayo - 20:45

A mí me enferma que le tenga tanta consideración a Kitty pero no a Delany, después de todo su novia era Delany no Kitty, a la que debería dejar de lado es a la otra!


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Mensaje por Celemg Jue 24 Mayo - 0:22

10: Pobre, Delaney... debe ser feo ke no te rekuerden y mas si esa persona signifiko tanto... kreo ke Jay hizo mal en abrazarla, le da esperanzas ke sabe Dios si sean reales..
Sigo desde el movil jaja


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Mensaje por berny_girl Jue 24 Mayo - 16:28

Capítulo 3
La casa es igual que estar en un regimiento, con la diferencia que tiene puertas jajaja… te amenaza con quitar la puerta por cualquier cosa, casi hasta por respirar… y si se repite te expulsan, un poco extremo.
Antes
Estos eran muy pasionales, pero creo que eso no es suficiente... Algo se esconde detrás de toda esa pasión y consumo...
Capítulo 4
Kitty será quien venga que mover todo su mundo y descubrir todo lo perdido... Tengo expectativa con ese personaje.
Antes
Jay es la oveja negra de su familia.... Chico con todo potencial, echado por la borda gracias a las drogas... Y para más remate se enamora de alguien que tiene toda la pinta de ser igual.
Capítulo 5
Puede se sienta atraído por Kitty por lo que sintió alguna vez por Delaney, que su subconsciente reconozca algo…
Creo que Kitty será quien lo ayude a descubrir quién es, pero solo por casualidad, como eso de la “niña mala”
Antes
Estos dos son la perdición para el otro… Delaney es imparable pero no en el buen sentido, y el un baboso que en ocasiones tiene momento de lucidez, pero se deja guiar por Delaney y jode lo poco bueno que se le puede ver.
Capítulo 6
Primer síntomas de quien es, el sexo loco y desenfrenado es lo del… y no el romántico y dedicado que es el que desea Kitty… puede ser que su deseo por satisfacer las expectativa de ella afecten en realidad quien es el verdad y perjudique que sus recuerdo vuelvan…
Antes
Estos dos están son de otro mundo... Su vida depende del consumo y lo incorporan en su rutina como si fuera relevante para su existencia...  
Amor y droga mala combinación para la realidad...
Se sorprende que teniendo tanto significado el anillo, no le ayude para poder recuperar la memoria, será una auto defensa para olvidar todo el mal que se causaron con Del
Capítulo 7 
Sloany tiene mucha razón en cuanto a la familia de Kitty, creo que Jon ahora vera todo esas cosas que lo tenían segado.
Reconoce otra acción que lo permita descubrir quién era en su vida anterior... Pero creo que antes o ahora sigue siendo un total desastre.
Antes
Jay es quien los hunde cada vez más es en las droga probando todo lo que se pone por enzima... Ya sea en la euforia de la felicidad o la depresión máxima... 
Estos dos son autodestructivo.
Capítulo 8

Aunque se demoró Jon en descubrir que la jodio con Sloany, al final se revindico de una forma muy dulce, espero que todo sigue bien para él, aunque su pasado es más pesado de lo que en realidad se esperaba.
Antes
Eso no lo esperaba, al final fue el quien se tiro… pero entonces que paso con Del… murió por que no se sabe nada de ella… esto cada vez es más enredado.
Capítulo 9
Se encontraron, aun así él no la reconocer pero sabe que algo tiene que ver con su pasado, colapsa… cómo es posible que el tuviera un accidente tan grabe y ella nunca se enteró… todo cada vez es más extraño.
Ahora con las dos en su vida, su paso y presente juntos, no pinta para nada bueno.
Capítulo 10
Por lo menos ambos están sin tanto droga encima, puede que sea un nuevo comienzo… aunque con Kitty por ahí será más complicado…
Espero que recupere su memoria, pero que solo traiga cosas buenas en ellos y no caigan en ese hoyo otra vez.
Capítulo 11
Kitty definitivamente será un problemas, espero que Sloan pueda ayudarlo con todo esto que le está pasando con eso de recuperar su memoria emocional y la no peles de estos chicas tan diferente.
Capítulo 12
Del es más entregada al amor de lo que se cree, da todo por él, pero aún falta que Jay recupera sus recuerdo y todo dará in giro que cambiara todo…
Capítulo 13
Comenzó a desinflarse todo con Kitty… esperaba una rabieta por parte de ella, pero fue más dulce y consiente de los que esperaba… aunque no creo que sea fácil para ella cuando Jon descubra que está completamente enamorada de Del


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Mensaje por Yani Jue 24 Mayo - 21:12

16 
Jon estaba paseando de nuevo. No sabía si había sido un hábito en su vida anterior, pero era un hábito ahora.
 Sloany estaba sentada a la pequeña mesa de su habitación de hotel, tenía las manos juntas en su regazo. No estaba diciendo nada. Sabía que él hablaría cuando estuviese preparado. 
Joder, ¿qué se supone que diga? 
—¿Qué se supone que diga? —espetó él, girándose para enfrentarla. 
—Bueno, para empezar, podrías decirme qué te tiene tan exaltado —sugirió ella. Él gimió y comenzó a pasearse de nuevo. No podía contarle eso.
 Delaney se había quedado toda la noche y buena parte de la mañana siguiente. Hablaron, tuvieron sexo, vieron dibujos animados, follaron, pidieron comida al servicio de habitaciones e hicieron el amor. Todo. Nada. Todo. 
Tomaron una ducha juntos y casi rompieron el cabezal de la ducha. Él la apoyó contra una ventana y ella le rodeó la cintura con las piernas, y él ahora sabía qué se sentía tener un orgasmo mientras miraba hacia abajo unos cuarenta pisos. Él se sentó en el sofá y ella le mostró sus increíbles habilidades con la garganta. Él no podía recordar haberse corrido en la garganta de alguien, pero asumió que era así de épico cada vez. 
Mientras descansaban en la cama, se habían susurrado el uno al otro. Ella le contó qué significaba el anillo de humor, y él había llorado con ella, luego borró las lágrimas de ella a besos. Se disculpó por ya no ser ese hombre, y el hecho de que no sabía si alguna vez podía serlo. No era justo, y no solo para él, sino incluso más para ella. Delaney era realmente una buena persona, ella se merecía su felices para siempre. 
Ella también le había contado que se había quitado su anillo después de que hubiese hablado con Kitty. No le diría de qué trató exactamente la conversación, solo que era privada y le había hecho darse cuenta de que podía haber estado haciendo más mal que bien al aferrarse a un recuerdo. Ella solo quería que él fuese feliz, se lo dijo. Eso era todo. Incluso a expensa propia. Y si la felicidad significaba estar con Kitty, entonces ella se alejaría para que él lo consiguiese. 


 
Durante una de las pocas veces que ella se había quedado dormida, él se había sentado con las manos en su cabello. Joder, Kitty. ¿Qué demonios iba a hacer? Acababa de serle infiel a su novia. Su dulce, amable y educada novia que no había hecho otra cosa que intentar ayudarlo. Pensó en la noche de hacía unas semanas, cuando ella se había ofrecido a ser mala para él. Ofrecido a hacer todas las cosas para él que ella había pensado que Delaney haría. Él la había rechazado, luego salió y obtuvo lo que ella le estaba ofreciendo de otra persona. 
Esto es un infierno. Me caí en esas vías, morí y esto es el infierno.
 Él le dijo todo eso a Delaney cuando finalmente se vistieron al día siguiente. Le explicó que Kitty era una buena persona y dijo que ella había hecho mucho por él. Le dijo que sabía que le debía algo a Delaney, algo de su pasado, pero también le debía algo a Kitty, de su presente. Que todo era confuso, y ninguna cantidad de sexo cambiaría eso para él. Simplemente no sabía cómo se sentía. No sabía nada. 
Él sabía que cualquier otra mujer se habría enfadado. Le habría pedido que tomase una decisión. Lo habría acusado de intentar tener su tarta y también intentar comérsela. Pero no Delaney. Ella le sonrió con dulzura, luego le dio un largo beso lento. Hizo que su corazón latiese de ese modo familiar y a la vez aterrador. Como si estuviese haciendo algo que él hubiese hecho toda su vida, la cosa más correcta que posiblemente pudo hacer jamás, y aun así no tenía recuerdos de hacerlo antes de ese momento. Era la misma sensación que tuvo cuando practicaron sexo. Cuando ella hacía determinado sonido o se reía de la forma correcta.
 Conozco a esta mujer.
 Ella le dijo que no se preocupase. Que lo entendía. Que no eran más que dos barcos viajando en la noche. Dos amantes reencontrándose de nuevo y perdiéndose por un momento. Ella nunca le pediría más de lo que él pudiese darle. Ella nunca sería la causa de su dolor. Ella estaba enamorada de él, lo admitió. Siempre había estado enamorada de él, y siempre lo estaría —su accidente había probado que eso nunca cambiaría. 
Pero estaba bien. Ella lo había besado una vez más. Él le había preguntado si estaría bien que volviesen a verse de vez en cuando. Ella le respondió que dependía de cómo se sentía él. Entonces le había deseado suerte con el libro que había escrito. 
—Siempre supe que lo conseguirías.
 Y se había ido. Sonriéndole mientras las puertas del elevador se cerraban y los separaban. 
¿Ahora esto es para siempre? 


 
Por supuesto, lo que él nunca sabría era cómo ella había sollozado todo el camino a casa y que no había ido a trabajar el resto de la semana. 
—Jon —espetó Sloany, trayéndolo de vuelta al presente—. Vas a hacer un agujero en la alfombra. Comienza a hablar o siéntate. 
—¿Puedes estar enamorado de dos personas a la vez? —preguntó. Ella lo sorprendió estallando en risas. 
—No estás enamorado de Katherine Beaumont—resopló ella. Él notó que no dijo nada sobre la otra persona que estaba en su mente. 
—Podría estarlo —insistió él—. Es increíble, y considerada, y desinteresada, y… y… increíble. 
—Ya dijiste eso. 
—Cállate —masculló, sentándose finalmente. 
—¿Piensas que estás enamorado de ella? —preguntó Sloany, inclinándose hacia él. 
—¿Tal vez? Joder, no. Pero creo que podría estarlo, algún día —ofreció. Ella negó. 
—Justo lo que toda chica quiere escuchar. “¡Te amo, Jon!” “Y puede que yo también te amé, algún día” —se mofó ella. 
—Bueno, no estoy enamorado de Delaney. —Determinó él. Ella arqueó las cejas. 
—¿Oh? ¿Finalmente te pusiste en contacto con ella? 
He estado en contacto con cada centímetro de ella. 
—Sí, contactamos. 
—Y si ni siquiera estás seguro de si puedes estar enamorado de Kitty, ¿entonces cómo sabes que no estás enamorado de Delaney? —cuestionó la señora Sloan. 
—¿Cómo puedo estar enamorado de alguien a quien no conozco? A pesar de lo que a todos les gustaría pensar, de verdad, de verdad que no lo hago. A veces olvido su apellido. No sé qué clase de música le gusta, cuál es su comida favorita, dónde fue a la escuela. ¡Ni siquiera recordaba su tatuaje! —exclamó. Ni siquiera recuerdo mis propias palabras en su cuerpo. No recuerdo prometerle mi corazón y mi alma. 
—Eres increíblemente apasionado sobre alguien de quien no te preocupas —señaló ella. Él gimió de nuevo y se levantó. 
—Nunca dije que no me preocupase por ella —contestó—. Simplemente… no puedo explicarlo. 


 
—¿Explicar qué? —Cómo me siento por ella. —Inténtalo —sugirió la señora Sloan. 
—Es como… no la conozco, pero puedo sentirla. Buen Dios, puedo sentirla. Cuando me despierto, cuando me voy a dormir. Encima de mí, a mi alrededor, dentro de mí —explicó él, presionándose la palma en el pecho—. No la conozco, pero está en mi sangre, en mis huesos y en mi cuerpo. Me despierto alcanzándola, pero no puedo recordarla estando aquí. Me giro para buscarla, luego me doy cuenta de que nunca estuvo conmigo. Es mi fantasma, me persigue. No la recuerdo, pero la conozco. 
Hubo un largo silencio después de eso. Jon estaba respirando con fuerza, mirando directamente a Sloany. Ella lo estaba mirando con los ojos como platos. Después de unos instantes, ella finalmente se lamió los labios y se reclinó en su asiento. 
—Bueno —dijo con voz ronca—. Me parece que puedes explicarlo muy bien. 
Él la miró fijamente, luego comenzó a pasearse. 
—El buen sexo no es amor —le informó él—. Podría follarme a docenas de chicas y probablemente podrían volverme loco. Eso no significaría que las amase. 
—¿Quién dijo algo respecto al sexo? —preguntó ella. 
—Eso es lo que es —acentuó él—. Mis músculos, mi piel, la están recordando. No mi cerebro, sino mi cuerpo. La forma en que se mueve y sabe, esos sonidos que hace, los reconocí todos.
 Otro silencio. 
—Reconociste, ¿eh? Estás usando el tiempo incorrecto si estás intentando esconder algo —mencionó ella. Él se negó a sonrojarse.
 —No estoy escondiendo nada. 
—¿Cuándo sucedió? 
Finalmente se detuvo y miró por la ventana. 
—Hace una semana —murmuró. 
—¿Kitty lo sabe? —preguntó ella, sin juicio en su tono. 
—No, no la he visto aún. Está en el norte, visitando a una tía enferma. Se lo contaré —prometió. 
—¿Vas a ver a Delaney de nuevo? —Ella abordó el tema con un tono delicado. 


 
—No la he visto desde entonces. Le mandé un mensaje, y ella me contestó, pero… —Dejó la frase a medias. 
—Pero… no sabes qué quieres, así que no quieres arrastrarla. —Terminó Sloany por él. Él la miró sobre el hombro y asintió. 
—Sí. ¿Voy a ir al infierno? —preguntó. Ella comenzó a reírse de nuevo. 
—¿Estás bromeando? Jon, averigüé que mi exmarido iba a clubs de sexo a mis espaldas. Estás atrapado entre dos mujeres, y has sido muy claro con ambas sobre no hacer promesas. No eres un ángel, pero lo estás haciendo bastante bien —le aseguró ella. 
—¡¿Estuviste casada, Sloany?! Siento que toda mi vida ha sido una mentira. Ni siquiera puedo estar contigo ahora —jadeó él, llevándose la mano al pecho mientras se giraba para enfrentarla. 
—Maldición, estoy taaaaaaan triste —gimió ella, el sarcasmo tan notable que él podía cortarlo con un cuchillo. 
—No lo planeé, simplemente ya sabes. Nunca hice algún movimiento con ella. —Comenzó él de nuevo con el tema—. Siempre fui respetuoso. Amable. Me viste. Fui a su restaurante solo para… hablar con ella, averiguar qué había sucedido. Por qué dejó de hablarme. 
—¿Y ella dijo qué sucedió? 
—Algo sobre Kitty hablando con ella, pero no me diría qué. De todos modos, dijo algo, ni siquiera puedo recordar qué. Simplemente me enfadé mucho, ¿sabes? Enfadado de que hubiese esta persona que mi cuerpo claramente recuerda, pero yo no puedo, pero ella puede, y Dios, estaba tan jodidamente cabreado. Ella había estado caminando con ese tipo de su trabajo, él comenzó a tocarla, y yo… perdí la cabeza. Como una ola de rabia y celos, quería destrozarlo. Después de que lo asustase, ella y yo comenzamos a gritarnos. Nunca había peleado con nadie de ese modo —explicó él. 
—No suena como un buen comienzo. ¿Cómo terminó en la cama? — interrogó. La buena vieja Sloany no se avergonzaba de nada. 
—Fue una locura. Ella estaba gritando, yo estaba gritando, y fue como ¡puff! La besé como si estuviese tomando una respiración. Todo se sintió muy… natural. No hubo un momento extraño. Como hay normalmente la primera vez con alguien, había asumido que sería extraño. Entendiendo alguna mierda, aprendiendo lo que le gusta al otro, blablablá. No con esta chica. Sabía qué punto golpear, qué arte tocar, qué decir, cómo moverme —comentó él. Ella levantó una mano. 
—No necesito los detalles gráficos, gracias. Me compraré el porno cuando salga. 


 
—Lo siento. —Se rio él—. Solo estoy intentando decir, no lo hice a propósito. No fue como “¡Engañemos a Kitty ahora!” ni nada por el estilo. Literalmente simplemente… sucedió. Simplemente la respiré. 
—Estoy sorprendida de estar diciendo esto, pero tú, Jon, eres un romántico —informó ella. 
—¡¿Yo?!
 —Sí. Creo que ella lo provoca. 
—Bueno, desearía que se detuviese.
 —¿De verdad? 
No quiero que ella se detenga jamás. 
Él permaneció en silencio y ella entendió el mensaje. 
—Suena como si de toda esta situación solo puedes sacarte tú mismo. —Ella suspiró— Así que hablemos de otra cosa. ¿Cómo está yendo el libro? 
Él todavía estaba eufórico por la llamada telefónica que había recibido el otro día. Le había enviado el borrador al escritor del Times a principios de semana, y el tipo se lo había entregado a algunos amigos en la industria editorial. Todo el mundo dijo que era bueno. Por supuesto, necesitaba un buen editor, pero eso no sería un problema. Ya había ofertas de editoriales y el periodista le había arreglado a Jon un encuentro con un abogado especializado en derecho literario. 
—Va a ser publicado —dijo él. Ella jadeó. 
—¡No! ¿Lo dices en serio? ¡No! —dijo ella efusiva. Él sonrió y asintió. 
—Sí. Un par de editoriales preguntaron por él. Lo reduje a dos ofertas que pensaba que estaban bastante bien y voy a repasarlas con este abogado —explicó. Entonces, sucedió la cosa más sorprendente de todas, a la señora Sloan se le llenaron los ojos de lágrimas. 
—Jon, estoy tan increíblemente feliz por ti —murmuró—. No le podía haber sucedido a una persona mejor. 
—Sloany, soy un vagabundo adicto a las drogas que acaba de engañar a su novia con una mujer que técnicamente no conozco. 
Ella estiró la mano y lo golpeó en el estómago. 
—Y un imbécil, no lo olvides. 
 
Dos días después, Jon casi saltaba por la calle. 


 
No podía creerlo. Oficialmente había firmado con la editorial Big 5, y le iban a entregar un gran adelanto. Lo mejor de todo, no necesitaría que Sloany se ocupase de ello por él —Delaney había encontrado la cartera de él entre sus cosas. Oficialmente volvía a ser Jayson Fairbanks, residente del estado de Nueva York. 
Aunque todavía se presentaba como Jon. 
No estaba seguro de qué hacer consigo mismo. Quería gritar, correr y saltar. ¡Era un miembro productivo y contribuyente de la sociedad! Tenía que celebrarlo. ¿Pero dónde? ¿Cómo? 
Kitty iba a volver ese día, iba a llegar a casa por la tarde. Iban a cenar más tarde. El simple pensamiento de la conversación que iban a tener apagó un poco su espíritu. 
Caminó por Times Square, gritando un poco, sonriendo a la concurrida plaza y a todos los ocupados turistas. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo y silbó una canción mientras seguía caminando. Sloany estaba ocupada, lo sabía, y Gary Trupper y los chicos de Benson House estaban demasiado lejos —no quería viajar hasta Harlem tan tarde, sabiendo que tendría que volver a tiempo para encontrarse con Kitty. 
Simplemente estaba feliz de estar vivo, así que caminó sin rumbo por un tiempo. O eso pensaba. Cuando se dio cuenta de que estaba a unas manzanas de Penn Station, supo exactamente dónde lo habían estado llevando sus pies. 
Delaney. 
Ella le había dado su dirección, “solo en caso” de que él alguna vez la necesitase. Estaba escrita en un trozo de papel en su habitación de hotel, ni siquiera se había dado cuenta de que la había memorizado. También sabía que no se suponía que ella estuviese en el trabajo ese día. Luchó consigo mismo por un momento. No quería darle a ella —o a él—, ninguna falsa esperanza. Tampoco quería seguir haciéndole daño a Kitty más de lo que ya había hecho.
 Pero también tengo que darle a alguien esta noticia. 
Lo siguiente que supo, estaba cruzando la puerta de seguridad del edificio de Delaney cuando otro inquilino salía. Se apresuró por las escaleras y llamó a la puerta de su apartamento. 
—¡Yo atiendo! —gritó una voz mientras se abría la puerta. La chica de apariencia enfadada con cabello castaño lo estaba mirando—. ¿Puedo ayudarte en algo?
 —Eh, ¿Delaney… Carter vive aquí? —preguntó él, mirando sobre su cabeza. 
—¿Quién? —preguntó ella, arrugando la nariz. 


 
—¡Del! —gritó una voz desde el interior—. ¡Jesús, déjalo entrar! 
La puerta se abrió del todo y él entró en el apartamento. Había un gran sofá de apariencia cómoda enfrentando una televisión de un tamaño ridículamente enorme. Una pareja se sentaba en el sofá, besuqueándose con violencia, ignorando completamente al invitado en su casa. 
La chica que le había abierto la puerta caminó a la cocina, removiendo algunas cacerolas y sartenes. Ocasionalmente volvió a mirar a la sala al hombre joven sentando en una silla reclinable junto al sofá. Él estaba haciendo un rompecabezas y levantó la mirada hacia Jon. 
—Su puerta está justo ahí —comentó, señalando al otro lado de la habitación. Jon le sonrió con agradecimiento y se acercó y llamó a la puerta. 
—Por favor. —Su voz ahogada vino desde dentro y él escuchó sonido en la habitación—. Te lo dije, no quiero ser molestada. No… —Se quedó boquiabierta cuando abrió la puerta y lo vio allí de pie—. ¡Jon! ¿Qué estás haciendo aquí? 
—Quería decirte algo. ¿Estás bien? —preguntó, de repente preocupado. Ella tenía la nariz roja y los labios y ojos hinchados—. ¿Estás enferma? 
Ella pestañeó hacia él unos segundos, luego abrió la puerta ampliamente y le hizo un gesto para que entrase en la habitación. El espacio era muy limpio y ordenado, excepto por un par de pañuelos arrugados alrededor de la cabecera de la cama. 
—Uh, sí. Creo que fue por estar bajo la lluvia. Un estúpido resfriado — contestó ella. Apresurándose a su alrededor y tomando los pañuelos, lanzándolos a un limpio cubo de basura. 
—Lo siento. Siento que es culpa mía —comentó él. Ella sacudió la mano, luego apartó la silla del escritorio.
 —¿Qué? Eso es una tontería. Estuve caminando bajo la lluvia un tiempo antes de que aparecieses. Por favor, siéntate. ¿Qué sucede? —preguntó ella, dejándole la silla y sentándose con las piernas cruzadas en la cama. 
Jon miró la silla y el escritorio. El espacio estaba muy ordenado, con una ordenada pila de papeles en una esquina. Detrás había un mapa del metro de la ciudad de Nueva York clavado a la pared. Había docenas de alfileres, y también había clavada la hoja de una libreta. Se inclinó y vio los nombres de los hospitales, la mayoría con marcas de comprobación en ellos. 
—Realmente buscaste en todas partes —murmuró, su mirada flotando entre los numerosos alfileres. 


 
No estuve solo. Ella siempre estuvo ahí. Siempre buscándome. Preocupándose por mí. Nunca estuve solo. 
—Lo Hice. —Suspiró, luego la escuchó golpear la silla del escritorio—. Vamos, siéntate, descansa un poco. Jay se giró y miró entre ella y la silla, luego se sentó al borde de la cama. 
—Tengo algunas grandes noticias, y… quería compartirlas con alguien. Estaba paseando y me di cuenta de que había venido aquí. Espero que no te importe —comenzó él. 
—¿Importarme? Por supuesto que no. Te lo dije, en cualquier momento. ¿Cuáles son las noticias? —preguntó.
 —¿El libro que escribí? ¿Sobre el accidente y mi amnesia? Va a ser publicado —explicó él. 
Ella dejó salir un grito, asustándolo, luego se echó hacia delante y lo abrazó. Casi se cayeron de la cama, pero él logró mantenerlos derechos. 
—¡Lo sabía! —Ella se rio en su oreja—. ¡Sabía que podías! ¡Estoy tan feliz por ti, Jon! 
—Tal vez espera hasta que lo leas —se burló él, después de que ella se hubiese apartado—. Estás en él, ¿sabes? 
—No me importa qué escribiste sobre mí. —Ella le quitó importancia—. Estás haciendo lo que siempre soñaste hacer. Eso es lo que me importa. 
—Eres una mujer increíble, Delaney —indicó él con una sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa.—Malditamente correcto que lo soy. ¿Qué dijo Kitty? Él se detuvo por un momento, luego nerviosamente tiró del cuello de su camisa. 
—Yo, uh, no he hablado con ella. Aún. Ha estado fuera de la ciudad. Aunque la veré esta noche —dijo, sintiéndose muy incómodo. 
—Bueno, estoy segura de que ella estará el doble de feliz que yo —contestó Delaney. A veces, solo a veces, él deseaba que ella no fuese tan pragmática. 
—Sí, tal vez. Mira, no quería irrumpir aquí, no quiero molestarte mientras estás enferma. Solo quería contarte las noticias y, uh… ver cómo estabas — balbuceó. La gran sonrisa de ella disminuyó un poco, pero seguía siendo igual de hermosa. —Sigo igual —afirmó ella. Él frunció el ceño. 


 
—No… ¿tengo que disculparme por algo? —preguntó, repentinamente nervioso. 
A ella se le sonrojaron las mejillas, pero no apartó la mirada de él. No perdió su sonrisa. 
—Espero que no. ¿Has hecho algo malo? —se burló ella, finalmente consiguiendo una sonrisa de él. Él se levantó. 
—Gracias, Delaney. 
—¿Por qué? —preguntó, levantándose también.
 —Por ser una gran amiga. Una amiga increíble —se corrigió. La sonrisa de ella cayó un instante, pero luego se aclaró la garganta y estuvo de vuelta. 
—Lo intento —dijo ella, luego bajó la mirada al pecho de él—. ¡Mírate! ¡En un traje! Nunca jamás te habría imaginado con un traje. 
—¿Te gusta? —preguntó, manteniendo su abrigo abierto—. Quería parecer profesional, me encontré con un grupo de gente hoy para el trato del libro. 
—Me encanta —aseguró ella, estirando la mano y pasándola por su corbata—. Te ves increíble. 
—Me siento increíble. Mira, las cosas van a estar un poco locas la semana que viene, pero… ¿puedo llamarte? —preguntó él. 
—Será mejor que lo hagas. Voy a conseguir mi tiempo contigo ahora, antes de que seas grande y famoso. —Ella se rio. Lo mismo hizo él inclinándose y abrazándola. Ella lo rodeó con los brazos y le devolvió el abrazo.
 Fue un momento puramente platónico. Solo dos amigos, abrazándose. Aunque cuando él se apartó, algo lo detuvo. Él había tenido la mejilla apoyada en la frente de ella, las manos en sus caderas, y se congeló. Ella tenía las manos apoyadas en su espalda y la nariz contra su clavícula, y también se congeló. 
Ese viejo martillo, llegaba a él cada vez. Él se sentía como si no pudiese respirar mientras destellos comenzaban a pasar por su mente. 
Delaney en su suéter dorado y bragas negras, de las fotografías que ella le había dado. Pero esto era la vida real. Ella se estaba mordiendo el labio, luego susurrando su nombre. Arrastrándose y girando alrededor de él, suplicándole que la tocase. Él sabía que con el tiempo le había arrancado las bragas negras para atarle las muñecas a la tubería del fregadero. Luego él había hecho todo lo que había querido con ella. 
Él volvió a contener la respiración y dio un paso atrás. Ella lo estaba mirando, su mirada llena de preocupación. 
—¿Estás bien? —preguntó ella, pasando los dedos por la frente de él. Fue muy intenso, demasiado pronto. Se apartó de repente, tambaleándose hacia la puerta. 


 
—Sí, sí, bien —murmuró él, jugueteando con la manilla—. Solo… recordé algo que olvidé. Tengo que irme. Te llamaré, ¿está bien? 
—Está bien. Cuídate, Jon —dijo ella con una suave voz. Él le dio una tensa sonrisa, luego salió por la puerta. 
Él corrió por unas cuantas manzanas antes de detenerse y descansar. Se apoyó contra una pared levantó la mirada al cielo. 
¿Qué demonios había sido eso? Un recuerdo. No podía ser. Él nunca recordaba nada, excepto fumar, lo que ni siquiera hacía ya. ¿Por qué recordaría repentinamente algo? ¿Y tan al azar? 
Si iba a recordar algo como tener sexo con Delaney, ¿no lo habría recordado cuando la había estado follando activamente? ¿Por qué demonios algo tan simple como una sonrisa serviría de disparador? 
Era una fantasía. Eran esas fotografías. Había muchas de esa noche, ella con el jersey dorado, con esos labios rojos. Habían quedado en su mente, por razones obvias, y ahora su cerebro las había convertido en un libro animado. Tomó prestados recuerdos de su noche juntos a principios de semana y los enlazó con las fotografías. Eso era. Nada importante. 
Sí, nada importante. Esta furiosa erección no significa nada.


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Mensaje por Celemg Vie 25 Mayo - 2:36

11: Fue muy tierno ese enkuentro, debe ser muy loko no rekordar a la persona pero si la vibracion ke te provoka.. adore
12: Kuanto amor ke tiene Delaney por Jay ke es kapaz de sakrifikarse por verle feliz
13: Kitty ademas de TOOOODOO es una ridikula, el no le respondio kuando le dijo ke lo amaba, sooo, a la mierda.. manipuladora, obsesionada kon el kontrol..
14: Komo se atreve a decirle a Delaney ke es mejor ke ya no aparezka? Maldita perra resentida! Ay, ke odio me provoka! Es una basura esta mujer, no tiene eskrupulos 
15: Luego de esta noche de pasion, dudo ke Jay pueda kitarse a Delaney de la kabeza, kada vez estamos mas cerka de decirle adios a Katherine
16: Kreo ke ke le haya dicho "amiga" hasta a mi me dolio.. no imagino komo hara para kontarle a Kitty lo ke paso, y dudo ke Kitty realmente valore el hecho de ke logro eskribir el libro, pero en fin... a esperar el proximo kapi


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Mensaje por berny_girl Vie 25 Mayo - 12:58

Capítulo 14
No esperaba menos de Kitty, sabía que no sería tan fácil dejar a Jon... Como dijo Sloar esta chica ni es tan desinteresado...
Pobre Del en verdad me dio mucha tristeza su posición... Eso es definitivamente un amor desinteresado... De esos que pasan poco veces
Capítulo 15
Jay definitivamente no puede cambiar su pasado y Del es una parte presencial en ella... Aunque comparto que juntos son un mal para el otro.
El rencuentro fue tan ellos, fogoso y desenfrenado... ni la falta de memoria impide que se deshagan en su lujuria.
Capítulo 16
Jon está teniendo una lucha interna con Jon… como que no quiere recuperar al que fue, y lucha constantemente con dejar el pasado atrás… pero como que lo hace por inercia, aunque se marca más con la presencia de Kitty y Del en su vida…


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Mensaje por Yani Vie 25 Mayo - 19:04

17 
Pareces distraído. Jon pareció regresar y miró a Kitty. 
—¿Hmmm? Oh, lo siento. Es solo... hoy fue un gran día. —le dio una excusa, y ella le sonrió. 
—Lo fue. Estoy muy orgullosa de ti. ¿Me preguntó si te enviaran a una gira de libro? Tendré que comprar un nuevo guardarropa. —Suspiro soñadoramente, y se acurrucó más. 
Ella había llegado temprano y le había dicho sobre su contrato. Después de muchos chillidos de emoción y no dejar de hablar de eso, ella le ofreció champagne para celebrar. Ahora se encontraban sentados en el sofá de su habitación. Corrección, en la Suite del hotel. Él la abandonaría pronto, de eso estaba seguro. El adelanto había sido lo suficientemente grande para que consiguiera su propio departamento, solo tenía que decidir dónde. ¿De regreso a Harlem? ¿Quedarse en Midtown? ¿Revisar el Flower District?
 Quizás Brooklyn… 
—¿Por qué necesitarías un nuevo guardarropa? —pregunto, mirando fijamente a la ventana y jugando con un mechón de su cabello. 
—Si voy a viajar contigo a todas partes, y voy a estar en la televisión, tengo que verme bien, tontito —se burló ella. Él frunció el ceño y la volvió a mirar. 
Nadie había mencionado una gira con el libro, y ella ya estaba planeando, ¿el aparecer en cámaras con él? Algo en eso realmente le molestó. Este era su momento. Su logro. Ella había ayudado, y él estaba agradecido, pero ¿porque lo estaba convirtiendo en el momento de ella? 
¿Por qué siempre hace eso? 
—Kitty. —Suspiró él, dándose cuenta de que el momento que había evitado toda la noche ya había llegado. Lentamente se separó de ella para poder mirarla de frente—. Creo que tenemos que hablar. 
—Dios mío —susurró, el color desapareciendo de su rostro—. Esa es la peor cosa que una persona puede decir. ¿Qué? Dios mío, esto es todo, ¿verdad? 

 
—Si me dejaras hablar, podría decirte —dijo, moviendo la mano para tomar la suya—. Este libro… no quiero que me cambie. Siempre voy a ser Jon, el chico con la loca historia. Si el libro es un fracaso, si el libro es un éxito. Solo Jon. No ha existido charla sobre una gira con el libro, e incluso si existiera, no estoy seguro de que quiera ir. No sé si esté listo para salir de New York. 
—¿Listo para salir? Jon, hemos hablado de salir de New York muchas veces. Hemos hablado de ir a las Bahamas por mi cumpleaños en agosto —señaló—. Así que, ¿Qué sucede realmente? ¿Qué cambió? ¿Por qué no quieres irte? Él ni siquiera podía responderse esa pregunta. 
—No lo sé, solo que no estoy seguro de estar listo —dijo. Ella frunció el ceño y la dejó ir de sus brazos. 
—Es por ella, ¿no es así? —reclamó. Él suspiró y se frotó los ojos. 
—No, pero quizás deberíamos hablar de ella —dijo. 
—¿Qué? ¿Ella estuvo aquí? ¿La viste cuando yo no estaba? Lo hiciste, no es así. —Lo acusó. No tienes idea. 
—Sí, la vi. Estuvo aquí. —Fue honesto. Kitty dejó escapar un grito ahogado y saltó del sofá. 
—¡Lo sabía! —lloró—. ¡Simplemente lo sabía! Sabía que no podía alejarse. Debiste ver su cara cuando hablé con ella. Ella nunca dejó de amarte, te quiere solo para ella. 
—Espera, espera, espera —dijo levantando la mano—. Ella mencionó que hablaste con ella. 
—Oh, sí, lo hice. ¡Enorme favor que me hizo! Solo espero a que me fuera, para acercarse a ti. ¿Qué hizo? ¿¡Apareció en un abrigo y sus bragas, o algo así!? —preguntó, sus ojos llenos de lágrimas. 
—¿Qué? No, yo la traje aquí. No podía entender por qué había dejado de hablar conmigo, así que fui a buscarla. Kitty, ¿Qué le dijiste? —preguntó, lentamente poniéndose de pie. 
—Te amo Jon. —lloró—. ¡Y no es justo! ¡Yo fui quien te ayudo a recuperarte! 
—¿De que estas hablando? Estaba en perfecta salud cuando nos conocimos, Kitty. ¿Qué demonios le dijiste a Delaney? —exigió. Ella se secó las lágrimas. 
—Le dije lo que tenía que escuchar —respondió de manera simple. 
—¿Y qué, exactamente, fue? 
—Que estamos enamorados —declaró—. Y que se está metiendo entre nosotros. Es la verdad, ¿no es así? 

 
La miró boquiabierto. 
—¡¿Le dijiste eso?! —gritó. 
—Si. Le dije que el estrés de tenerla cerca te estaba matando. Lo hacía Jon, lo podía ver, ¡porque me preocupo por ti! —gritó también. 
—¡Suenas como una completa loca! ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Qué si ya no regresa? —siguió gritando. 
—¡Entonces continuaremos siendo felices juntos, por siempre! —chilló. 
—¡Nunca podré ser feliz contigo! 
Sus palabras rompieron algo. Como si se hubiera roto y caído alrededor de ellos, permanecieron en silencio. Mirándose el uno al otro. Yo y mi boca. Tengo que aprender a controlarlo. 
—¿Lo dices en serio? —susurró. Él gruñó y dejó caer la cabeza. 
—No. Si. No lo sé, Kitty —dijo suspirando su nombre—. Yo… me preocupo por ti. Jodidamente demasiado. Eres una de las mejores cosas que me ha sucedido en la vida. Pero las cosas son confusas en este momento. No sé qué está sucediendo, o qué quiero. 
—¿Te acostaste con ella? —preguntó, su voz muy elevada. Tomó una gran bocanada de aire. 
—Si. 
—¿Me estas dejando por ella? 
—No —dijo—. Solo la he visto una vez desde que sucedió. Solo hoy, y solo para hablar del libro por dos minutos. Es todo, lo juro. 
—No tendríamos que terminar Jon. Podemos hacerlo funcionar—insistió, y su corazón se hundió. 
—Es solo que no lo tengo en mí en este momento. Para nadie —le dijo—. Le dije lo mismo, y ella lo entiende. 
—Oh, estoy segura de que lo entiende. Entiende cómo robarle a alguien su novio. 
—Ella no robó nada, todo es mío, ¿está bien? Yo fui a buscarla. No la dejaría sola. La besé. La traje aquí. Yo. Ella me dijo que te dijera que lo sentía, pero no creo que le creas —le dijo todo. Kitty comenzó a llorar más. 
—Te amo —sollozó. 
—Si eso fuera verdad. —Habló en voz baja—. ¿Entonces cómo pudiste hacer eso? ¿Cómo pudiste asustarla, para alejarla? Te guste o no, ella es mi único recuerdo, y tu intentaste destruir eso. Tú sabes lo que significa recuperar mis recuerdos. ¿Cómo pudiste arruinar eso? Eso no es amor. 
—¡Tú no sabes lo que es el amor! —gritó. }
—No, probablemente no. Quería aprender contigo. Lamento haberlo arruinado. —Se disculpó. Ella respiró con dificultad y se apresuró a él. 
—No, lo siento. Tú no arruinaste nada, no todavía. Podemos trabajar en nosotros —le aseguró. 
—Creo que tengo que trabajar en mí primero. Debí hacer eso desde el inicio. 
—Por favor, ¡No me dejes! ¿Qué dirá mi familia? 
—Probablemente que no quieren a su hija en una relación con un chico que no la ama y la engañó. —Trató de adivinar. Ella le dio una cachetada, y él no pudo negar que lo merecía.
 —Jódete Jon. Mi familia va a estar furiosa. Mi madre va a estar tan avergonzada, ¡y mi padre! Después de todo el tiempo que invirtió contigo, ¿Así es como lo tratas? —exclamó. 
—¿Tratarlo? 
—Él es un hombre muy poderoso. No quieres estar en su contra, solo piensa en ello. 
—Disculpa, ¿es una amenaza Kitty? —preguntó, observándola con una mirada diferente. Ella sorbió su nariz y se dirigió al sofá, tomando su bolso.
 —No, es un hecho. Mira, ambos estamos molestos en este momento y estamos siendo estúpidos. Me voy a ir a casa y vamos a calmarnos, luego lo discutiremos —le avisó. 
—Creo que ya lo discutimos —respondió él. Ella sacudió su cabello sobre su hombro y salió furiosa por la puerta. 
—¡Esto no ha terminado Jon! —exclamó mientras salía al pasillo—. ¡Puedo luchar por ti, tanto como ella!
 Luego la puerta se azoto y se quedó solo, sus manos sobre sus caderas y su mente girando. 
¿Luchar por mí? Ella me dejó ir y me deseó lo mejor.


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Mensaje por Yani Vie 25 Mayo - 19:21

18 
Delaney se sentó en la escalera de incendios y tomó una respiración profunda. El aire estaba frío, pero aun con solo un toque de invierno en él. 
¿Qué estaba haciendo el año pasado en este momento? A principios de mayo… Estaba en la escuela de belleza. Jason me había besado por primera vez justo hacía unas semanas, y las cosas se estaban poniendo serias entre nosotros. 
Ella frunció el ceño y bajó la mirada a la calle.
 Su pelea de la otra noche seguía reproduciéndose en su cabeza. ¿Él realmente se sentía de ese modo? ¿Que habían sido tóxicos el uno para el otro? Claro, eso parecería para alguien de fuera. Incluso ella lo veía con diferentes ojos. Ella era mayor, había pasado un par de años asustada de su vida y estaba sobria. Sí, podía admitir que había ciertos aspectos pocos saludables en esa relación.
 Pero ambos habían estado sobrios cuando se conocieron. También habían pasado mucho tiempo sobrios juntos. No era como si estuviesen drogados todo el tiempo. Solo hacia el final, cuando las cosas se habían puesto realmente duras. No estaba bien, pero eso no invalidaba su relación.
 Ella sabía sin ningún tipo de duda que amaba a Jason Fairbanks, igual como sabía que estaba completamente enamorada de Jon Doherty. Con o sin drogas, con o sin recuerdos, ella lo amaba. Por dentro y por fuera. 
—Estoy contento de olvidarnos. 
Cuando él había dicho esas palabras, su corazón se había roto realmente. Por primera vez. Ella nunca se había dado por vencida, ni una vez. No cuando él se había caído, no cuando no había sido capaz de encontrarlo y no cuando volvió a encontrarlo en una persona diferente. 
Pero esas palabras. 
Más tarde esa noche él se había disculpado por eso. Le había dicho que no lo decía en serio, que simplemente había intentado hacerle daño. Le explicó cómo desearía poder recordarlos y que quería recordar. Sabía que el no recordar le causaba mucho dolor a ella, y eso lo mataba a él. 

 
Él quiere recordar por mí… pero no por él.
 —Estoy contento de olvidarnos.
 A veces, solo a veces, Delaney también deseaba poder olvidar. 
—¿Qué estás haciendo? 
Eric, su compañero de piso entusiasta de los rompecabezas se retiró de la ventana y se sentó junto a ella en la salida. Ella le sonrió y se rodeó con los brazos. 
—Nada, solo sentándome. Pensando —respondió. 
—Así que, el otro día, ¿ese era el tipo? —preguntó él, sacando la cosas para hacerse un cigarro. Ella asintió. 
—Sí, ese era el tipo.
 Todo el mundo sabía sobre su exnovio, el amnésico. 
—Parecía lo suficiente agradable, pero muy alto —bromeó. Eric solo medía metro sesenta y siete. 
—Es alto. —Coincidió ella. 
—¿Van a volver juntos? 
—No. 
—¿Por qué no?
 —Tiene novia. 
—¿De verdad? 
—Bueno, solía tenerla. Creo que rompió con ella —comentó Del—. O, al menos, iba a hacerlo. 
—Obviamente, está haciendo eso por ti, así que, ¿qué te está deteniendo de volver con él? —preguntó él, amontonando el tabaco sobre un trozo de papel.
 —Él no me quiere de vuelta. —Suspiró. 
—Eso no fue lo que me pareció.
 —¿Disculpa? 
—Solo por la forma en que te miraba cuando estuvo aquí. Piénsalo bien, todavía está enamorado de ti —explicó Eric. Ella sonrió. 
—Es un pensamiento agradable, pero no. Él no sabe lo que quiere, ¿y sabes qué? Está bien. Quizás nunca lo hará, y eso también está bien. Porque no está muerto. Puedo caminar en un mundo en el que él esté, y respirar el mismo aire que él, y eso es suficiente para mí. 
—Y una mierda. 
Ella giró la cabeza a un lado para mirarlo. 
 
—¡¿Qué acabas de decirme?! —exclamó ella. 
—Dije que y una mierda —respondió él, lentamente enrollando el cigarro— . Nadie se siente realmente de ese modo. Lo quieres, y él está demasiado jodido ahora mismo para darse cuenta de que también te quiere. Golpéaselo en la cabeza, hombre. 
—No es así como funciona. Mira, él tomó una decisión, y la respeto. Quiere descubrirse a sí mismo, averiguar qué quiere en la vida. Si es a mí, estaré completamente feliz, pero si no lo es, bueno… también tengo que proteger mi corazón —indicó ella. 
—¿Cómo? ¿Dejándolo a un lado? 
—¿Dejándolo a un lado? Eric, tuvimos sexo durante casi trece horas seguidas. Me expuse tanto como sé. —Se rio. 
—Trece horas, ¿eh? Me estoy acostando con la compañera de piso equivocada —murmuró él, haciéndola reír más fuerte. 
—Lo admito, no me gusta. Lo odio. Quiero gritar, y sí, golpearle la cabeza contra la pared. Pero eso no cambiará nada, excepto que lo confundirá más y lo hará querer alejarse más. Es un cliché, pero es la verdad… preferiría tenerlo como amigo a no tenerlo —mencionó ella. Él resopló. 
—Desearía que mis amigas me follasen trece horas seguidas. 
Él encendió el cigarro y tomó una gran bocanada. Ella cerró los ojos e inhaló el olor. Delaney nunca había fumado, pero Jason sí. No mucho, solo ocasionalmente o socialmente. Ella siempre había intentado que él dejase el hábito, pero había sido imposible. Ahora el olor, tan asqueroso como era, la hacía sentirse bien. Le recordaba el tiempo en su vida en que había sido completamente feliz. 
No tenemos nada. Nada de nada, apenas dos centavos, pero somos felices. Ese es el amor verdadero.
 —Bueno. —Suspiró Eric, lanzando las cenizas a la calle de abajo—. Todavía digo que una mierda. La nobleza es para los imbéciles. Dile exactamente cómo te sientes y que morirás si no vuelve contigo. 
—Incluso yo tengo más orgullo que eso —farfulló ella—. Además… no sería justo. Él lo ha tenido suficientemente difícil. No voy a ser otro problema con el que tenga que lidiar. No podría soportarlo. 
—Una mierda. 
Tan estimulante como era la conversación, Delaney se excusó y volvió dentro. Sonrió a la novia de Eric, que siempre estaba enfadada con él. Ignoró a la otra pareja que parecían estar permanentemente atados por la boca. 

 

Se sentó en su habitación y contempló su pequeña existencia. Tan controlada, tan vacía. Hubo una vez en que su habitación estaría llena de cosas. Ropa por todas partes y el escritorio lleno de maquillaje. Ahora, ni siquiera tenía un espejo en su habitación, mucho menos deseo de maquillarse. 
No, el escritorio estaba lleno de montones de papeles, y había un mapa en la pared de atrás. En el que había alfileres rojos, uno clavado en cada hospital en el que ella había ido a buscar a Jason. Se levantó y puso las manos sobre el escritorio, mirando el mapa. 
El Hospital Lenox Hill. Aún no había llegado tan al norte. Había malgastado mucho tiempo en Brooklyn. Aunque al menos por aquel entonces, ella no había tenido un trabajo que la interrumpiese. Había llegado en tren todos los días desde Connecticut, temprano por la mañana, y se quedaba hasta que regresaba el último tren. Cuando había decidido llevar su búsqueda a la ciudad, había tomado la decisión de simplemente mudarse allí, lo que significaba conseguir un trabajo. Ocho horas al día en las que ella no podía buscarlo. 
Resopló y golpeó la pila de papeles con la mano, haciéndolos volar por la habitación. Un montón de excusas, ella había estado buscando a una persona que ya no existía. Incluso si alguien lo había visto, y luego veían su panfleto con la fotografía de él, no habría ayudado. Él parecía dos personas completamente diferentes. Respondía a un nombre completamente diferente. ¡Claro que ella no había sido capaz de encontrarlo! Preguntando a todos los malditos médicos “¿Ha visto a un hombre llamado Jason Fairbanks?” cuando por supuesto no lo habían hecho, Jason Fairbanks nunca había estado en ningún hospital de Nueva York, y ella no había sabido preguntar por John Doe. 
Por Jon Doherty. 
Se dejó caer de rodillas y apoyó la frente en la mesa. Los ataques de pánico eran algo común en su vida ahora. El Xanax ayudaría, su médico se lo había dicho, pero se negaba a tomar nada. Así que simplemente tenía que sobrellevarlos lo mejor que podía.
 Día tras día, tras día. 
Lo amo. Lo amo tanto. Es como si él estuviese muriendo de nuevo. Como si yo estuviese muriendo. Dios, por favor, ayúdame. Ayúdame a pasar por esto. Haz que recuerde, o haz que se aleje, porque no sé cuánto más podré soportar. 


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Mensaje por svenkok Vie 25 Mayo - 23:04

¡Que odiosa Kitty! Que la deje ya de una vez.

Que triste es la situación desde el punto de vista de Delaney.  No es que sea fácil para Jayson pero, él puede tomar “buenas” decisiones. Delaney no puedo terminar la relación por el o decidir en su lugar.
 
¡Gracias!
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Mensaje por Yani Sáb 26 Mayo - 20:20

19 
A Jon se le avisó, de manera muy educada, que su estancia en el hotel tenía que finalizar.
 Kitty debe haberle hablado a su padre sobre la conversación que ella había mantenido con Jon. Los Beaumont estaban dejando de pagar por su habitación de hotel. 
No importaba mucho. Ahora él podía afrontar pagársela él mismo, y de hecho planeaba devolverle el dinero al señor Beaumont. Pero Jon no quería seguir quedándose allí. Era una habitación llena de recuerdos de gente que realmente no conocía. Kitty. Delaney. Él mismo.
 De nuevo, echaba de menos la casa de reinserción. Había sido una mierda, y no había tenido intimidad real, pero cada recuerdo era uno que había realizado él mismo. Por sí mismo. Solo Jon. Aunque no era posible volver atrás. Había otra gente que realmente necesitaba la ayuda que proporcionaban Benson House y Gary Tupper. Jon no conseguiría una habitación solo porque se estuviese sintiendo deprimido.
 De nuevo, Sloany resolvió el problema invitándolo a quedarse con ella. Ella dijo que desde que su caso estaba cerrado, ya no había conflicto de intereses. No sería considerado poco profesional. Se había encariñado mucho con ella durante los meses juntos. A ella le gustaba estar a su alrededor, así que no le importaba compartir su espacio personal. Además, él no se quedaría durante mucho tiempo. 
—Así es exactamente cómo me imaginaba tu casa —comentó él en cuanto atravesó la puerta principal. 
—Así que te has estado imaginando dónde vivo, ¿eh? Jesús, debes estar desesperado. 
Ella lo empujó por el hombro cuando pasó a su lado, dándole una vuelta general por la casa. Era una pequeña casa estilo Craftsman, solo avergonzada de estar en el lado apropiado del Upper East Side. Aparentemente su marido había sido muy rico. Ella había salido bien parada en el divorcio, consiguiendo una pensión alimenticia impresionante y su pintoresca casita. 

 

Había un salón a la izquierda, un estudio a la derecha, la cocina en la parte de atrás. Por unas escaleras que crujen perfectamente, ella lo había guiado a una habitación de invitados. Todo era en suaves tonos blancos y el edredón tenía pequeñas rosas bordadas. Él arqueó una ceja hacia ella. 
—Cállate. El señor Sloan tenía una sobrina que venía todo el tiempo. Además, el rosa encaja con tu tez y tu actitud de llorón. 
Él le cerró la puerta en la cara y escuchó mientras ella se reía por las escaleras.
 A él no le importaban los colores en la habitación. Era agradable y le pertenecía a una buena amiga. Una amiga que él recordaba, en la que confiaba y conocía, completamente. Eso era todo lo que importaba. 
Miró su maleta por un tiempo. Sloany la había conseguido para él. Era negra, pequeña y tenía ruedas que giraban en todas direcciones. Entre ella y la mochila, fue capaz de llevarse todas sus posesiones con él. Lo que era práctico, porque no se quedaría mucho en Nueva York.
 Había mucho interés en su libro, aunque todavía no se había publicado. Después de que Delaney lo hubiese encontrado, su historia había aparecido en las noticias nacionales. Todo el mundo quería conocer a Jon/Jay. Su abogado, ahora actuando como su manager, tenía ofertas para que Jon apareciese en ocho programas de entrevistas diferentes, y estaban llegando más cada día. 
Hasta ahora, todas eran en Los Ángeles. Su publicista quería que él volase allí y se estableciese ahí, luego organizar una conferencia de prensa apropiada. Después de eso, él estaría visitando los programas de entrevistas, promocionando su libro y hablando de lo que había sucedido.
 Todos querían que Kitty fuese al programa, pero él había dicho que no. Y por supuesto, Delaney era necesaria. ¿Una mujer buscando a su gran amor perdido y descubriendo que él tenía amnesia? ¡Era de lo que estaban hechos los programas diarios ganadores de un Emmy! La historia de ella era casi tan deseada como la de él. El pensamiento lo había puesto enfermo, así que estuvo agradecido cuando ella rechazó con fuerza la oferta. Ella tenía un gran miedo escénico, había comentado, no estaba interesada en volverse famosa. 
Él quería que Sloane lo acompañase, pero ella no quería dejar su trabajo. Durante una conversación íntima a altas horas de la noche, ella le había dicho que, si él realmente quería que fuese, pediría una excedencia en el trabajo e iría con él. Pero él no podía hacerle eso. Sentía como si ya hubiese desbaratado suficientes vidas. Así que simplemente le había dicho que la llamaría después de que llegase allí, y ella le había hecho prometer que realmente lo haría. 

 
También le había hecho prometer que volvería a hablar con Delaney antes de irse, y le hizo prometer que no caería por las tonterías de Kitty. 
Jon bajó la mirada a su teléfono móvil cuando comenzó a vibrarle en la mano. Kitty. No iba a ignorarla, no le haría eso después de todo lo que ella había hecho por él. Pero no iba a volver con ella. De ningún modo. Esa parte de su vida estaba tan terminada como todo antes del accidente. Habían hablado por teléfono numerosas veces, largo y tendido. A veces era bueno. La mayoría de las veces era malo y terminaban gritándose el uno al otro.
 Por favor, deja que sea un buen momento. 
—¿Hola? —respondió él. 
—¿Cómo estás? —preguntó ella con voz suave. 
—Estoy bien. ¿Cómo estás tú? —respondió él, tumbándose en el colchón. 
—No tan bien. Lo siento, Jon. 
—¿Por qué?
 —Papá me dijo que dejó de pagar tu habitación de hotel. 
—Está bien —le aseguró—. Soy un hombre mayorcito, no debería estar viviendo de tu padre. Ya lo he arreglado para devolverle todo el dinero que se gastó en mí. 
—No tienes que hacerlo —insistió ella. 
—Lo hago. Realmente lo hago, Kitty —murmuró. 
—Y… —A ella le falló la voz. Él estaba preocupado por el momento en que volviese a llorar. Luego tomó una profunda respiración—. Siento por cómo terminaron las cosas entre nosotros. 
—Está bi… 
—¡Deja de decir eso! —espetó ella, luego tomó más respiraciones profundas— Lo siento. Es solo… no está bien. Fui horrible. Real y verdaderamente lo fui, y estoy muy avergonzada de mí misma. Simplemente me preocupaba tanto por ti. Sentí como… no lo sé… 
—Yo también me preocupaba por ti. Todavía lo hago. Siempre lo haré. — Prometió él, y era la absoluta verdad. 
—Realmente creía que estaba enamorada de ti —comentó. Y él se alegró de escuchar eso. 
—Pero no lo estabas. —Terminó él. Ella dejó salir un fuerte suspiro. 

 
—No lo sé. Seguro que se siente como amor. Solo… quería estar a tu lado y verte crecer, florecer y convertirte en esta persona increíble que yo simplemente sabía que ibas a ser —explicó ella. 
—Kitty, eso es genial. Y me ayudaste a crecer y todo eso. Pero deberías querer estar con alguien porque quieres estar con ella, no por lo que crees que puedes hacer por ella, o en lo que crees que puedes convertirla. Eres increíble, aun así, simplemente te lanzas a todo y a todos a tu alrededor. Deberías relajarte. Dejar que alguien se ocupe de ti por un tiempo —sugirió él. Hubo un largo silencio. 
—¿Y tú no podías ser esa persona? —susurró ella. 
—No. Apenas puedo cuidarme a mí mismo. 
—Voy a echarte de menos, Jon. Mucho. 
—No sé por qué, porque nunca vas a poder deshacerte de mí —bromeó él, y su corazón se hinchó cuando ella finalmente se rio. 
—¿Podemos tener una cena? ¿Antes de que te vayas? —preguntó ella. 
—No sé si es una buena idea —comentó él, inmediatamente en guardia. 
—Solo como amigos. Puedes invitar a la señora Sloan —ofreció ella. 
—Kitty… —él susurró su nombre.
 —Incluso puedes invitar a Delaney —sugirió, su tono suave y triste. Él cerró los ojos e intentó ignorar el dolor en su pecho.
 —Está bien —aceptó— Iré a cenar. Solo nosotros dos. 
—¿De verdad? 
—De verdad. 
—Me gustaría eso, Jon. —Suspiró—. Realmente me gustaría. 
 
Jon estaba nervioso por la cena. ¿Ella se le lanzaría? ¿Lo amenazaría de nuevo? ¿Haría una escena? ¿Alguna o todas las anteriores? Él resistió la urgencia de mordisquearse las uñas, luego seguir y morderse el pulgar. Afortunadamente, ella entró en el restaurante antes de poder hacer algún daño real. 
—Es bueno verte —comentó ella, prácticamente corriendo hacia él y dándole un gran abrazo. Él dudó solo por un segundo, luego le devolvió el abrazo. Apretándola. Aplastándola contra él. Se habían visto casi cada día durante cuatro meses, y luego habían pasado las últimas dos semanas sin verse en absoluto. 
La echaba de menos. 
—Tú también. Te ves genial. —La halagó cuando se apartó. Y lo decía en serio. Ella tenía el cabello suelto y probablemente llevaba la misma ropa que vestía durante el voluntariado. No se había vestido para él, lo que lo hacía sentirse bien. Como si ella no estuviese intentando nada. 
Ambos se sentaron y pidieron de beber. Charlaron de cosas sin importancia como el trabajo de ella, la señora Sloan, todo excepto el elefante en la habitación. 
—Así que… —Ella se aclaró la garganta—. ¿Cómo está Delaney? ¿Están los dos…
 —No —respondió él rápidamente—. No la he visto desde que tú y yo rompimos. 
—Oh, vaya. —Ella parecía genuinamente sorprendida—. ¿Ni una vez?
 —No. 
—Pero hablan, por supuesto —mencionó ella, y él asintió lentamente.
 —Sí, nos mandamos mensajes de texto una vez al día —respondió él. 
—Eso es bueno. Pero por qué… lo siento, esto es personal —se interrumpió ella misma. Él negó. 
—No, está bien. No me importa decírtelo. Ya sabes todo lo demás sobre mí. —Él logró reírse—. Solo decidí… todo es muy complicado ahora mismo. Estaba contigo, y lo que ella y yo hicimos no fue correcto. Y aparentemente, eso era algo normal en la relación que solíamos tener, hacer lo que no es correcto. Ambos estamos en un buen lugar ahora mismo. Tampoco quiero involucrarme en algo cuando no sé si puedo ofrecer lo mejor de mí mismo, y ella se merece lo mejor. 
Kitty dejó salir un profundo suspiro y lo miró con tanto amor que él casi se sintió culpable. 
—Eres realmente una buena persona, Jon —susurró ella. Luego se aclaró la garganta de nuevo—. Y no deberías… no deberías subestimarte tanto. Tienes mucho que ofrecer, y claramente te preocupas por ella. Creo que quizás todavía estás enamorado de ella. 
—Me preocupo por ella —confirmó él, sintiéndose incómodo con la conversación—. ¿Pero cómo puedo posiblemente enamorarme de alguien que apenas conozco?
 Ella lo pensó por un segundo, jugueteando con la servilleta. Luego comenzó a sonreír. 
 
—Bueno, es justo como dijiste, ¿no es así? 
—¿Qué? 
—Todo está la memoria muscular. 
Les sirvieron la comida y se centraron en temas más mundanos. Ella estaba pensando en volver a la universidad y mudarse de casa de sus padres. Él le aseguró que era una buena idea. Él le habló sobre mudarse a Los Ángeles, y aunque claramente la puso triste escuchar que él se iba tan lejos, estuvo genuinamente feliz por él.
 —Y no será para siempre. Nueva York es mi hogar —mencionó él, reclinándose, así un camarero pudo recoger la mesa. 
—Sí, pero serás muy diferente cuando vuelvas. —Ella suspiró—. Mucho más… tú. 
—Dios, eso espero —se burló él—. Tengo que preguntar, Kitty; ¿de dónde viene este cambio? ¿Qué cambió en tu mente? 
Ella sacudió la mano y él sonrió cuando ella empezó a sonrojarse. 
—Simplemente tuve una larga charla conmigo misma y Geraldine. 
—¿Quién?
 —Geraldine, la señora que trabajó con nosotros en la cocina, ¿cuando hiciste voluntariado por primera vez? 
—¿La gruñona? —Él estaba sorprendido. Se había olvidado por completo de ella. 
—Sí. Me atrapó llorando en la oficina y me preguntó qué sucedía, así que eché pestes sobre ti. Gran error. Ella también está medio enamorada de ti —se burló ella. 
—¡¿Yo?! 
—Sí. Siempre le gustaste. Y dijo que estaba siendo una estúpida, y cómo me habría enamorado de un pajarito que cayó en mi regazo, y que no estaba bien poner tanta presión sobre alguien en tu posición. Luego me dijo que iba a ir al infierno por lo que le había hecho a Delaney, y eso realmente me asustó un poco. Pensé en ello por un tiempo y… bueno… me di cuenta de lo egoísta que estaba siendo, y cómo no estaba más cerca de recuperarte. Te estaba alejando. Supongo que preferiría tenerte como amigo que no tenerte en mi vida. No quiero perderte. —Terminó ella.
 Jon la miró por un largo segundo, luego se levantó repentinamente. Mientras rodeaba la mesa, ella preguntó qué estaba mal, pero él la ignoró. Solo la agarró de los brazos y tiró de ella en un abrazo 

—¿Sabes qué, Kitty? —susurró mientras la sostenía apretadamente—. Te quiero, y no te deseo nada más que cosas buenas, y nada podría hacer que me perdieses. 
Ella le devolvió el abrazo, apoyando el rostro en su cuello. Él pudo sentir sus lágrimas. 
—Yo también te quiero —dijo ella con una voz temblorosa—. Aunque siento que no podamos estar enamorados.
 —Yo no. En absoluto, porque de este modo, podemos tenernos el uno al otro para siempre. 
—Eso es cierto. Tienes un modo muy bonito de ver las cosas. 
—Gracias, Kitty. Muchas gracias. 
—De nada, Jon.


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