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Lectura Mayo 2018

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Mensaje por Yani Sáb 26 Mayo - 20:22

Bueno, Jon ya podría dejar de dar vueltas y reconocer lo que siente por Delany, me molesta que tenga tanto consideración por Kitty que se portó re mal con él...aunque ahora parece haber recapacitado, en qué momento reaccionará este hombre??


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Mensaje por Yani Sáb 26 Mayo - 20:31

20 
Delaney no había estado interesada en volver a encontrarse con Kitty Beaumont. Ni un poco. Pero luego recordó que la felicidad de Jon era su prioridad en la vida, no ser una gran zorra. Así que cuando la otra mujer la llamó y la invitó a comer, Delaney apretó los dientes y aceptó. 
Se encontraron en un agradable lugar cercano a Central Park. Ella se sintió incómoda con su pantalón vaquero y sus zapatillas deportivas. Por supuesto, Kitty llevaba pantalón y cachemira, encajando a la perfección. Todavía llevaba el medallón dorado alrededor del cuello. Todavía se veía perfecta. 
La odio. No, no lo hago. No es culpa suya. Pero aun así. La odio
—¿Cómo estás? —preguntó Delaney con amabilidad. 
—No muy bien —murmuró Kitty, colocándose un mechón de su perfecto cabello rubio detrás de la oreja. Oh Dios. Ya está. Va a matarme. 
Jay le contó todo lo que sucedió y ahora ha venido a matarme finalmente. 
—Siento escuchar eso —contestó Del, mirando alrededor. 
—Quería decirte algo. —La rubia parecía estar luchando con sus palabras. Cada segundo estaba haciendo sentir a Delaney que quería vomitar, así que finalmente dejó salir un profundo suspiro. 
—No estamos juntos —soltó ella de golpe, sorprendiendo a Kitty—. Para nada. No lo he visto en unas dos semanas. Nunca quise interponerme entre ustedes, lo juro. Solo quería que ambos fueran felices juntos, y… 
—Estoy aquí para disculparme, Delaney —la interrumpió. Del se reclinó en su asiento, asombrada. 
—¿Qué? 
—Hice algo realmente malo —dijo Kitty—. Y tú no te lo merecías, Jon realmente no lo merecía, y me siento mal por ello. Delaney estaba realmente confundida ahora y su imaginación comenzó a funcionar a toda máquina. 

 
—¿Qué? ¿Sucedió algo? ¿Jon está bien? —preguntó, inclinándose hacia delante. 
—Él está bien, está bien. Te dije algunas cosas que no eran verdad. La última vez que nos encontramos —confesó Kitty.
 —Oh. ¿Como qué? 
—Solo tú… la forma en que te mira. Como si se estuviese buscando a sí mismo en tus ojos. ¡No podía soportarlo! Todavía no se habían acostado, pero sabía que iba a suceder. Solo quería detenerlo —farfulló. 
—¿Sobre qué mentiste, Kitty? —presionó Delaney. 
—En casi todo lo que te dije esa noche —respondió—. Quiero decir, sí, él estaba estresado, y sí, le hacía daño verte herida, pero él nunca quiso dejar de verte. Quiere recordarte. Creo que lo hace, de algún modo. No lo sabe, pero después de que lo encontrases, solía decir tu nombre en sueños. Comenzó a soñar contigo todo el tiempo. 
—Mentiste… —jadeó Delaney. Kitty se sonrojó, pero siguió hablando: 
—Estaba muy asustada de perderlo. Nunca lo hiciste sentir como si estuvieses intentando hacerle vivir en el pasado. Y sí, mi familia lo acogió, y él pasó mucho tiempo con ellos, pero… no fue como dije. Nunca estuvimos… nunca estuvimos… —Ella comenzó a tartamudear, y sus ojos marrones brillaron con lágrimas. 
—¿Nunca estuvieron qué? —preguntó Delaney. 
—Nunca estuvimos enamorados —susurró Kitty, bajando la mirada a su plato—. Pensé que iba a dejarme, así que le dije que lo amaba, pero él nunca me lo dijo a mí. Nunca me amó, jamás. Y no creo… no creo que yo realmente estuviese enamorada de él.
 Delaney se dejó caer en la silla. Por supuesto, ella había sabido que Jon había roto con Kitty. Él se lo había dicho justo después de que sucediese. Delaney se había sentido muy culpable. Allí estaba ella, haciendo promesas para mantenerlo feliz, y luego había ido y había roto su relación. Él le había dicho repetidamente que ella realmente no tenía nada que ver con ello, que aunque nunca lo hubiese encontrado, él y Kitty no habrían durado. Aun así, era duro para ella. 
Ella había mantenido las distancias con él desde entonces. Si él la quería, sabía dónde encontrarla, y él ciertamente no había estado alrededor. La había llamado alguna vez, y le enviaba mensajes de vez en cuando. A veces, pensaba que él sonaba solo, y le dolía en el alma pensar que pudiese estarlo. Pero nunca lo invitó a encontrarse. Nunca se ofreció a ir a verlo. Él parecía estar jugando al mismo juego, porque él tampoco le preguntó nada. En parte, ella había asumido que era por la forma en que habían acabado las cosas con Kitty. 
Una mentira. Me he sentido culpable durante tanto tiempo… 
—Así que… ¿solo querías sacarme de en medio? —Comprobó Delaney. 
Kitty asintió. 
—Ajá. Pensé que quizás sin ti ahí, el volvería a olvidarte de nuevo. 
—¿Y lo hizo?
 —No. —Kitty sonrió con tristeza—. En todo caso, hizo las cosas peores. Estaba obsesionado con averiguar dónde te habías ido. Yo… le dije que probablemente te habías ido porque te era difícil vernos juntos. 
—Lo siento mucho, Kitty —musitó Delaney. La rubia subió la cabeza de golpe y sus confusos ojos marrones se encontraron con los azules de Delaney. 
—¿Qué? ¿Por qué? No hiciste nada. Yo me estoy disculpando —señaló ella. 
—Lo sé, y acepto tus disculpas. Pero te causé mucho daño, y cuando estás herida, sé que Jon debe estarlo también, y odio eso. Estoy realmente arrepentida. A veces me pregunto… quizás él habría estado mejor si yo nunca lo hubiese reconocido. —Delaney ventiló sus temores. 
—Oh, no. Nunca digas eso. Estuve enfadada por un tiempo, pero ahora estoy realmente contenta de que se encontrasen. Pasaron grandes cosas a causa de ello. Escribió su libro, va a ir a Los Ángeles, tiene a su familia… 
—¿Va a ir a Los Ángeles? Otro silencio incómodo llenó la mesa. 
—¿No te lo dijo? —preguntó Kitty con cuidado. 
—No. Me envió un mensaje hoy temprano. Le conté que tú y yo íbamos a encontrarnos. Solo dijo que estaba contento, y que esperaba que pudiésemos ser amigas, pero nada sobre Los Ángeles —contestó Delaney. 
—Oh, bueno, quizás quiere sorprenderte, o algo. Lo siento si lo arruiné — farfulló Kitty. Delaney tomó una profunda bocanada de aire. 
—Estoy segura de que no lo hiciste, me lo dirá cuando esté preparado. 
—Así que… lo siento —repitió Kitty. Delaney logró volver a sonreír. 
—Yo también. 
—¿Amigas? 

 
—Tal vez. Algún día. 
—Tal vez. —Asintió Kitty—. Mi familia está organizando una fiesta de despedida para Jon. Por supuesto, tienes que estar allí. 
—Oh, no lo sé. —Delaney comenzó a sentirse nerviosa de nuevo—. Creo que sería un poco extraño. Dos exnovias en una habitación. 
—Sería extraño si tú no estuvieses allí. Eres la persona más importante en su vida.
 Kitty lo dijo sencilla y genuinamente, como si estuviese anunciando un hecho. Como si fuese la una de la tarde, el sol estuviese brillando y Delaney Carter fuera lo más importante en la vida de Jon Doherty. 
—Gracias. Lo pensaré —susurró Del. Kitty asintió y abrió su menú. 
—Además, técnicamente solo habría una exnovia en esa habitación — señaló ella, mientras miraba las opciones para la comida. 
—¿Disculpa? 
—Él rompió conmigo. Pero no contigo.


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Mensaje por Yani Sáb 26 Mayo - 20:37

Cronograma

7/5: Capítulo 1 / Antes
8/5: Capítulo 2/ Antes
9/5: Capítulo 3/ Antes
10/5: Capítulo 4/ Antes
11/5: Capítulo 5/ Antes
12/5: Capítulo 6/ Antes
13/5: Capítulo 7/ Antes
14/5: Capítulo 8/ Antes
15/5: Capítulo 9
16/5: Capítulo 10
17/5: Capítulo 11
18/5: Capítulo 12
19/5: Capítulo 13
20/5: Capítulo 14
21/5: Capítulo 15
22/5: Capítulo 16
23/5: Capítulo 17
24/5: Capítulo 18
25/5: Capítulo 19
26/5: Capítulo 20
27/5: Capítulo 21
28/5: Capítulo 22
29/5: Capítulo 23
30/5: Capítulo 24/ Epílogo.
31/5: Comentarios


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Mensaje por svenkok Sáb 26 Mayo - 21:22

¿Serán sinceras las disculpas de Kitty?

¿Lo de la fiesta es una trampa?

¡Gracias!
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Mensaje por Celemg Lun 28 Mayo - 21:53

17: Me fastidia Kitty, ke agradezka tener vida solo en el libro, de otro modo, la korro para golpearla... es tan manipuladora!!! Me enferma, no es nada buena
18: Delaney si ke lo esta pasando horrible, y Jay fue muy hiriente en su diskucion, ahora no se komo hace para seguir kon tanta kalma o al menos intentando kontenerla
19: Me resulta extremadamente raro el kambio de aktitud de Kitty, no se lo kreo mucho y kreo ke algo se trae... de todos modos estoy de akuerdo kon Jay, debe kedarse solo y konocerse a si mismo para saber al fin kien realmente es
20: Mmm.. me parece bien ke Kitty pida diskulpas a Delaney, pero aun kreo ke algo se trae.. y no me agrada.. 
Delaney ahora kreo ke esta konfundida y kien no lo estaria...


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Mensaje por Yani Mar 29 Mayo - 19:11

21 
Jon solo había estado una vez en el apartamento de Delaney, y se alegraba por ello… Nueva York estaba lleno de recuerdos de los dos. No habían pasado mucho tiempo juntos en la ciudad, pero todos los lugares le hacían pensar en Jon. Y estar en Brooklyn hacía que quisiera suicidarse. Estaba lleno de Jayson. 
Su dormitorio era su lugar seguro. Él solo había estado allí un par de minutos, así que no estaba contaminado con su presencia. Podía ir allí para escapar y ser solo Delaney por un rato. No Delaney y Jayson. No Delaney ayudando a Jon. Solo… ella. 
¿Acaso sé quién es “ella” ya? 
Así que cuando Jon llamó para que se encontraran ahí, quiso decir que no. Quiso sugerir que se vieran en otro lugar, cualquier otro sitio. Sin embargo, antes de poder objetar, él lo pidió por favor. Dijo que tenía cosas que decirle, ya estaba de camino y preguntó si eso estaba bien. 
Había cerrado los ojos e imágenes de su noche juntos se reprodujeron en su mente. Su sonrisa, su toque, y su alma. Limpió sus lágrimas y le dijo que sí, que podía venir.
 La alegró que no llevara traje de nuevo. La noche que la siguió estaba arreglado, y la última vez que había venido llevaba un traje. Era agradable verlo en vaqueros y camiseta. Le iba a costar más acostumbrarse al cabello, pero se veía bien.
 Mejor que bien. Se ve como lo mejor. Lo mejor que me ha pasado nunca. 
—¿Cómo estás? —le preguntó mientras lo guiaba al dormitorio. Se giró, un poco abrumada por cuán grande era en su habitación. Cuánto espacio ocupaba. 
—Estoy bien. Cansada… las cosas han estado agitadas en el restaurante. — Suspiró, sentándose junto a su escritorio. Él asintió y se sentó en la cama. 

—No puedo imaginar ser camarero… espera, ¿alguna vez fui camarero? — preguntó. Ella sonrió. 

 
—Sí, pero fue antes de conocernos —contestó. Él asintió y se frotó las manos. 
—Lamento no haber podido verte últimamente —dijo, mirando alrededor de la habitación. Estaba bastante segura de que no la había mirado ni una vez desde que entró en el apartamento—. Las cosas han estado muy ocupadas. Mucha gente está interesada en mi historia, en ese libro. Se me está yendo de las manos. Uh, quieren que vuele a Los Ángeles la próxima semana. Estaré allí por un tiempo. 
—Eso es realmente genial, Jon —dijo. Aún parecía incómodo y comenzaba a sentirse igual, así que no sabía qué hacer. Se inclinó hacia delante y le acarició la rodilla—. Es aterrador y loco, y probablemente demasiado, pero en serio, es genial. 
—Cuando sale de tu boca, casi puedo creerlo. —Rió entre dientes y su mano se deslizó sobre la de ella. Se sostuvieron por un segundo, luego ambos se retiraron al mismo tiempo—. Entonces, almuerzo con Kitty, ¿eh? ¿Cómo fue eso? —Delaney rió y él finalmente la miró. 
—Interesante —admitió—. Me dijo un montón de cosas que no sabía. Es la razón por la que desaparecí durante ese par de semanas. 
—Sí, lo sé. Me lo contó cuando rompimos. 
—Pero no estoy enojada. Lo entiendo un poco, ¿sabes? Puedo imaginar cómo debió sentirse—dijo en voz baja. Él asintió. 
—No me sorprende. Apuesto a que siempre eras comprensiva. —No digas eso. No has visto mi temperamento aún. 
—No sé, me parece que recuerdo a alguien abofeteándome y diciéndome que me joda, luego enseñándome el dedo medio. 
—¿Cuál vez? —Rió de nuevo, pero él pareció confuso. 
—¿Eh? 
—No importa. —Suspiró—. No sé si Kitty y yo alguna vez seremos mejores amigas, pero al menos nos entendemos ahora. Es bonita. Puedo ver por qué te enamoraste de ella. 
—Gracias. Sí, es bonita —murmuró, mirando sus manos. 
—Entonces, ¿cómo has estado? Te ves bien —dijo. Él sonrió.
 —Gracias. Me mudé del hotel, me estoy quedando con Sloany ahora. Eh, quiero decir, la señora Sloan —respondió. 
—Oh, bien. Ella realmente me gusta. 
—También le gustas. 

 
—Tiene un gusto excelente.
 Ambos rieron. 
—Creo que es mi turno de disculparme —dijo cuando se quedaron en silencio. Ella se quedó muy quieta. 
—¿Por qué? —preguntó, subiendo sus piernas para poder abrazar sus rodillas. 
—Por no hacer tiempo para ti —dijo—. Por no ser el chico que solía ser. Por no recordar. Por no saber qué quiero. Por no saber qué debería hacer en un momento dado.
 Era mucho para que lo soltara a la vez, la cabeza de Delaney daba vueltas. Tragó con fuerza, luego asintió y apoyó su barbilla en la parte superior de sus rodillas. 
—Está bien —dijo en voz baja. 
—Dios —gimió, pasándose las manos por el cabello. Al parecer, ahora que había empezado a hablar, estaba encontrando difícil detenerse—. Solo desearía que las cosas fueran diferentes. Quiero todas estas cosas buenas para todos. Sloany, tú, Kitty y no creo que pueda hacerlo por ustedes, chicas. Apenas puedo descubrir mi propio camino… ¿cómo puedo estar con alguien? 
—En serio, está bien, Jon —insistió—. Nadie espera nada de ti. Solo queremos que seas feliz. Eso es todo. 
—Pero no lo es. Sloany quiere que tenga éxito. Kitty quiere que me enamore. Y tú… solo… quieres… —tartamudeó. 
—Solo quiero que seas feliz —prometió.
 —¡Eso es casi peor! —espetó—. ¿Por qué ni siquiera te enojas? ¿No me odias, o a Kitty, un poco? —No. Ni un poco. En absoluto. 
—Pensaste que te había dejado, o muerto, y luego fui y encontré una nueva vida sin ti. ¿Eso no te enfada? —preguntó. Ella negó.
 —No, me alegra que estés vivo y sabía que sin importar qué, nos encontraríamos de nuevo. Ese es simplemente el tipo de personas que somos. Nos encontramos el uno al otro —dijo. Él negó. 
—No sé si creer eso. —Estaba respirando con dificultad—. No soy… no puedo recordar nuestra relación, y creo en todo lo que dijiste, que estábamos enamorados y éramos felices. Pero, Delaney… éramos vagabundos. Nos drogábamos todo el tiempo. Y entonces, más tarde, la primera vez que estuvimos juntos a solas, engañamos a mi novia. No éramos, no somos, saludables. Y por encima de eso, me asusta… me asusta que no ames a este chico tanto como amaste al otro. No quiero arruinar tus recuerdos de él. Delaney también respiraba rápido. No podía estar escuchando esto. No sabía cómo decirle que ya estaba arruinando esos recuerdos. 
—Entiendo —susurró, limpiando sus ojos—. Y como dije, no estoy pidiendo nada, y ciertamente no voy a intentar convencerte. Pero, Jon… Jayson no fue todo malo. Te lo juro. Drogados o no, nunca he sido más feliz en mi vida. Solo estar cerca el uno del otro era como la luz del sol cada día. Para ambos. Así que, por favor, lo que sea que pase entre nosotros de ahora en adelante, por favor, jamás digas que fue malo. ¿De acuerdo? Puedo manejar la mayoría de las cosas, pero eso es simplemente demasiado. Jon gimió y se levantó, luego empezó a pasearse.
 —Lo siento. Acabo de joderlo todo para nosotros, ¿no es así? —dijo, sus manos en su cabello. 
—No —replicó ella, poniéndose de pie también. 
—Delaney —dijo, volviéndose hacia ella—. Dios, he intentado tan duro recordar. Y es como si siempre estuvieras allí, al borde de mi visión, simplemente fuera de vista. Puedo sentirte y saborearte y olerte, pero no estás allí. Incluso sueño contigo, pero no puedo recordar. 
—¿Por qué me estás diciendo esto? —susurró, ignorando las lágrimas bajando por su rostro. 
—Porque no puedo… Delaney, simplemente no puedo. No te conozco. No sé si soy bueno para ti, o te merezco. Ni siquiera sé qué quiero, así que, ¿cómo puedes esperar que te dé lo que necesitas? Ojalá pudiera. Todos los días espero recordar. Levantarme y que estés junto a mí y que sea como antes. Pero no se puede. Simplemente no se puede. Ese momento de nuestras vidas ha terminado. Desaparecido. Olvidado —concluyó al fin.
 Estaba llorando demasiado para responder. Obviamente, ya se había dicho todas esas cosas a sí misma, pero era diferente oírlo de él. Oírlo de la única boca que siempre quería besar. 
Cuando sus brazos la rodearon, quiso apartarlo. Quiso arrojarlo a otro conjunto de vías. Pero en su lugar, se aferró a él y lloró en su pecho. Su corazón se estaba rompiendo por un hombre que ya no existía. Por un amor que debería haber durado para siempre. 
—Lo siento —susurró en su oído—. Lo siento mucho, Delaney.
 —Te extraño. —Sorbió—. Te extraño tanto. 
—Lo sé. Apuesto a que él también te extrañaría. 

 
Lloró incluso más fuerte. 
—¿Por qué nos sucedió esto? —dijo entre jadeos—. ¿Qué hicimos para merecer esto? Éramos felices. 
—Lo siento. Por favor, no llores más. Me mata. Por favor —rogó con los dientes apretados. Agarró sus brazos y gentilmente la apartó para poder mirar su rostro. 
—Ya no me queda nada. —Estaba llorando tanto que temblaba—. No hay nada para mí. 
—No digas eso —gruñó, inclinándose y presionando su frente contra la de ella—. No soy él, pero aún estoy aquí.
 —No puedo… no puedo… no puedo… —Ni siquiera podía respirar, mucho menos hablar. 
—Shhh. No llores. Por favor, nena, no llores —susurró. 
Nena. 
Jadeó y lo miró. Él la observó durante un segundo con sus ojos verdes acerados. Tan familiares y, aun así, tan distantes. Le devolvió la mirada, parpadeando para alejar las lágrimas. Entonces la estaba besando. Tiernamente, casi nervioso. Se quedó quieta, congelando su corazón. Negándose a dejar entrar a este extraño de nuevo. Él suspiró y sus brazos la rodearon otra vez, sosteniéndola cerca mientras la besaba de nuevo. 
—Por favor, por favor, por favor —susurró él contra sus labios. 
Desde la primera vez que conoció a Jayson, no había sido capaz de resistirse a él. Ni siquiera cuando fue un completo imbécil con ella, su actuación de chico duro había sido simplemente eso, una total actuación. Ahora, todo este tiempo después, incluso con toda la distancia entre ellos, seguía sin poder hacerlo.
 Lloró y le devolvió el beso, pasando las manos por sus hombros. Él se estremeció y su boca se abrió, su lengua deslizándose ligeramente por su labio inferior. 
—Jon, por favor… —exhaló. Le rogó. 
No prestó atención a sus palabras. Pareció estar sintonizado con su corazón solamente. La hizo retroceder hasta que estuvieron contra una pared, entonces su lengua estaba de vuelta en su boca. Ella gimió cuando sintió sus manos en las muñecas, luego sujetó sus brazos contra la pared sobre su cabeza. 
—Recuerdo esto. —Suspiró.  

—Sé que lo haces —replicó, arqueándose lejos de la pared para poder presionarse contra él.
 Esto era una mala, mala idea, lo sabía. Solo le causaría más dolor. La noche que habían compartido había sido asombrosa. Como un sueño. Como retroceder en el tiempo. Pero le había tomado días superarlo. Reconstruir sus muros y su fuerza. Recordarse que él ya no le pertenecía. Era libre, y tenía que dejarlo ir. 
Soltó sus muñecas y pasó las manos con intensidad sobre su cuerpo, presionando contra sus pechos y caderas. Ella peinó su cabello con los dedos, queriendo memorizar cada folículo. Se besaron de nuevo, empujando contra el otro. Intentando empujar a través del otro. 
Intentando recordar algo que ya no existe.
 —Te amé una vez —dijo mientras besaba su mandíbula—. Sé que lo hice. 
—Lo hiciste —concordó, rodeándolo con sus brazos y sosteniéndolo cerca. No queriendo soltarlo nunca.
 —Tal vez podría aprender a amarte de nuevo —susurró. Su corazón se hinchó y aleteó por un momento, luego cayó. Sonrió y enterró el rostro en su cuello. 
—No —susurró—. Ese tiempo terminó. Desaparecido. Olvidado.
 Dejó de besarla. Sus brazos rodearon su cintura y sus palmas se posaron en su espalda, pegándola a él. Dificultando su respiración. Ella apretó igual de fuerte, queriendo fundirse con él para siempre. 
Por última vez. 
—Pero te amé —dijo en su oído. Ella esnifó. 
—Y ahora necesitas amarte. Ve a Los Ángeles, ve a ver el mundo. Descubre quién es Jon Doherty. Tal vez pensará en mí a veces —dijo. 
—Piensa en ti todo el tiempo. 
—No puedo pedirte que te quedes —susurró—. Tenías razón. No nos conocemos. Ve y sé feliz. Haz todas las cosas que tenías intención de hacer, y si alguna vez te encuentras en Nueva York de nuevo, tal vez me busques. 
—Donde sea que vaya, te lo prometo, Jayson y Delaney estarán conmigo — aseguró. Ella sonrió y lo apartó con gentileza.
 —Bien. Me alegro. Odio pensar que podrías estar solo. 
Se separaron incómodamente. El momento había terminado. Muerto. Perdido, junto con la memoria de Jon. Nunca podría haber durado. Solo un brillante destello de reconocimiento, desapareciendo tan rápido como llegó. Dos extraños se miraron, echándose de menos ya.  
Sostuvo su mano mientras lo acompañaba a la puerta, egoístamente disfrutando de la sensación. Cuando estaba en el pasillo, apretó sus dedos y comenzó a soltarlo. 
—¿Vendrás la fiesta? —preguntó, aferrando sus dedos. 
—No lo sé, Jon. Kitty me invitó, pero no lo sé… —replicó, apoyándose contra el marco de la puerta. 
—Lo entiendo. Realmente lo hago. Pero, honestamente, significaría mucho para mí que fueras —dijo. Ella sonrió. 
—Creo que solo hará las cosas más difíciles —dijo. Él asintió. 
—Tal vez. Pero preferiría algo difícil antes que nada en absoluto. 
—Eso es tan tú —exhaló, y él frunció el ceño con confusión. 
—¿Qué? 
—Nada. —Negó, entonces finalmente se liberó de su agarre—. Lo intentaré. No te prometo nada, pero lo intentaré. 
—Eso es todo lo que puedo pedir. Me voy pronto, no sé cuándo te vería de nuevo —advirtió. Ella asintió. 
—Lo sé. ¿Y Jon? —preguntó mientras empezaba a alejarse. 
—¿Sí? —respondió, quedándose quieto.
 Ella se mordió el labio inferior por un momento, luego se puso de puntillas y lo besó rápidamente. 
—Fuiste lo mejor de toda mi vida. Gracias por eso —dijo. Pareció atónito por un segundo, luego sonrió. 
—Gracias. Creo… creo que me sentía de la misma manera sobre ti —replicó, y ella le devolvió la sonrisa. 
—También lo creo.


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Mensaje por Yani Mar 29 Mayo - 19:24

22 
Delaney no fue a la fiesta. 
Jon pasó la mayor parte de la noche buscándola, su cabeza siempre girando para mirar las puertas. Pero nunca apareció. A mitad del evento, recibió un mensaje.
 Lo siento. Sería demasiado duro para ambos, y no quiero hacer las cosas difíciles para ti. Solo tienes que saber que creo en ti, y te amo, y espero que donde sea que termines, seas feliz
Tenía razón, por supuesto. Había sido lo bastante duro en su apartamento. Su cerebro había estado en guerra con su cuerpo, creando una cacofonía de confusión. Si hubiera aparecido en la fiesta, solo lo habría empeorado. Habría llorado de nuevo, y eso habría sido lo peor. No le gustaba hacer llorar a las mujeres en general, pero cuando se trataba de Delaney, rompía su corazón. Lo hacía sentir enfermo del estómago. Lo hacía querer recogerla y llevarla atrás, al tiempo y lugar donde se habían conocido. 
Estoy tan roto, sin embargo. Perdido en esta niebla. No puedo arrastrarla aquí conmigo. Ella lo dijo… necesito encontrarme.
 Kitty hizo un buen trabajo distrayéndolo y no solo ayudándolo a mezclarse. Creyó todo lo que había dicho durante su cena, pero los viejos hábitos tardaban en morir. Se colgó de su brazo y pasó la mano por su corbata. Lo aduló, lo agobió. 
Me siento como si estuviera en una cita con mi madre.
 —Kitty, basta —gruñó, apartando sus manos. Ella había estado intentando arreglar el nudo de su corbata. 
—¡Lo siento! Solo quiero que te veas perfecto. Hay fotógrafos —le recordó. 
—No me importa. 
—Bueno, a mí sí… estaré en esas fotos también. ¿Quieres que luzcamos ridículos? 
Quiero que no salgamos juntos en las fotos. 
—Estoy demasiado cansado para tratar con esto —se quejó, mirando alrededor de la habitación—. ¿Sería horrible si me fuera a casa temprano? 

 
—¡Sí! ¡Jon, mis padres gastaron una fortuna esta noche! Por favor, solo quédate por otra hora, luego te llevaré a casa —le prometió. Entonces lo llevó alrededor durante otra hora, presentándole a gente que no le importaba y no recordaría. 
—Kitty —empezó a pedir después de que otra pareja al azar se alejara—. ¿Alguna vez piensas en los “y si”? 
—Oh, señor, todo el tiempo. ¿Y si hubiera perdido esa venta? ¿Y si hubiera ido a la escuela de veterinaria? ¿Y si no hubiera empezado a trabajar en el centro comunitario? —parloteó, terminando con una sonrisa. 
—¿Y si no hubiese caído en esas vías? ¿Qué crees que habría pasado?— Tenía curiosidad. Ella lo pensó por un segundo. 
—Probablemente habría dejado el centro comunitario después de Navidad —dijo—. Había estado pensando en volver a la escuela antes que aparecieras.
 —Entonces hay otra cosa que arruiné —murmuró. —¿Disculpa? 
—Nada. ¿Y qué hay de mí? ¿Dónde piensas que estaría? —preguntó. Ella sonrió tristemente.  
—No lo sé, en algún lugar de Brooklyn con Delaney. 
—¿Tú crees? 
—Lo sé. Seguramente haciéndolo horrible —añadió—. Pero probablemente muy feliz. 
—Nunca nos habríamos conocido. Jamás. Del dijo que casi nunca veníamos a la ciudad y nunca a Harlem. No existiría para ti —señaló. 
—Y no existirías para mí. ¿No es eso triste? 
Asintió por reflejo, pero su cerebro aún trabajaba. Habría sido triste, a pesar de todos sus fallos, realmente le gustaba Kitty. Tenían buenas conversaciones y a veces, incluso le gustaba la manera en que lo trataba maternalmente. 
Pero estar en Brooklyn con Delaney… ¿habría sido tan malo? No podía recordarlo, pero a veces, cuando la besaba, se sentía como si casi pudiera. Como si los sentimientos siguieran allí. Riendo y yaciendo con ella. Solo estando.
 —Sí —respondió finalmente—. Sería triste. 
Poco después se escabulleron. Detuvieron un taxi y le dieron la dirección de la casa de Sloany. Kitty se desplazó en el asiento, presionándose contra su costado y apoyando la cabeza en su hombro. 
—Voy a extrañarte, Jon. —Suspiró. Él asintió. 

 
—También te extrañaré. 
—Oh, tal vez, pero por poco tiempo. Luego la vida continuará. Habrá mucho que hacer y ver, mucha gente que conocer. ¿Pensarás en mí de vez en cuando? 
—Lo haré.
 El taxi se estaba deteniendo cuando acarició su rostro con la mano. Lo giró para que la mirara. Entonces presionó sus suaves labios contra los suyos, besándolo. Sus dedos se movieron por su cabello, curvándose en sus mechones oscuros. Dejó que sucediera, no la apartó. Dejó que sus labios se quedaran suaves y flojos. Pero no la tocó y no le devolvió el beso. Cuando finalmente se retiró, fue con un suspiro. 
—Una chica tiene que intentarlo. —Se rió suavemente, luego pasó su pulgar por el labio inferior de Jon, limpiando su brillo de labios. 
—Una actitud excelente. —Rió entre dientes, abriendo la puerta y saliendo—. Ahora empieza a aplicarla en alguien más.
 Tan pronto como cerró la puerta, ella bajó la ventanilla y se asomó. 
—Estaré aquí a las nueve de la mañana —le aseguró. Su avión salía a la una, Sloany iba a llevarlo al aeropuerto a las diez. En ninguna parte de esos planes se había mencionado que Kitty los acompañaría. 
—Oh, no, por favor, no lo hagas —dijo—. Tengamos solo esta noche, ¿de acuerdo? No quiero hacerlo más difícil de lo que ya es. 
—Por favor, no puedo dejarte ir sin decir adiós —replicó ella. 
—Pero podemos decirlo… 
—No vas a librarte de mí tan fácilmente, Jon Doherty. Solo un desayuno más juntos. Un viaje en auto más. Trata con ello, luego te desharás de mí. Te veo a las nueve —gritó, luego el taxi empezó a alejarse.
 Maldijo, luego pisoteó hacia la casa. Tomó un par de respiraciones profundas antes de entrar. Eran pasadas la una de la mañana, Sloany estaba dormida. Subió las escaleras de puntillas, luego se movió con cuidado mientras se desvestía, empacando su traje cuidadosamente en su equipaje. 
Llevando solo bóxer, se tumbó sobre el femenino edredón y miró al techo. Estaba asustado, podía admitirlo. Tan lejos como podía llegar en su memoria, no recordaba haber viajado. Nunca había estado en un avión. ¿Acaso alguna vez había vivido solo? No se le ocurrió preguntar a Delaney.
 Delaney. 

 
No se detuvo a cuestionar qué estaba haciendo, simplemente levantó su teléfono y le escribió un mensaje.
 ¿Alguna vez he vivido solo?
 Era muy tarde, cerca de las dos. No esperaba que respondiera, pero tampoco se sorprendió cuando su teléfono vibró. 
No lo creo. ¿Tal vez en la universidad? Te mudaste a Brooklyn con unos amigos cuando eras joven, a los veinte. Aún vivías con algunos de ellos cuando nos conocimos. 
Así que fui directo de casa de mis padres a la universidad, a compartir piso, y de ahí a vivir contigo.
 No te asustes, lo harás genial en Los Ángeles. 
A veces, podría jurar que era psíquica. 
Supongo que es mejor que ser un vagabundo. 
Oye, no lo deseches antes de haberlo intentado. 
Ven al aeropuerto mañana.
 Contuvo el aliento esperando su respuesta.
 No. 
¿Por qué?
 Porque… esto es algo que necesitas hacer solo. 
Estaré haciéndolo todo solo… simplemente quiero decirte adiós. 
Ya dijimos adiós.
 ¿Por favor? 
¿Puedo decirte algo acerca de Jayson Fairbanks?  
De acuerdo. 
Hubo una larga pausa. Los puntos parpadearon continuamente en la aplicación de mensajería, indicando que todavía estaba allí. Debía haber estado escribiendo una novela. Después de un minuto o así, finalmente llegó. 
Jay estaba jodido. Estaba demasiado metido en las drogas y nunca se tomaba nada lo bastante en serio. Olvidaba citas, no podía conservar un trabajo para salvar su vida y me enojaba mucho a veces, fantaseaba con matarlo. Pero también era valiente. No le importaba ni un poco lo que los demás pensaran de él. Te daría todo lo que tuviera y no pediría nada a cambio. Iba a su propio ritmo y hacía que la gente a su alrededor también lo quisiera. Se mudó a Brooklyn sin dinero, sin trabajo, nada. Ni siquiera había estado allí antes, no conocía a nadie, pero no dudó. Simplemente lo hizo porque todo es una aventura si lo miras desde el ángulo correcto. Así que solo ve, Jon, y ten tu propia aventura. 


 
Leyó su mensaje una y otra vez. Tarde en la noche, mucho después de que ella debiera quedarse dormida. Leyó hasta que la pantalla de su teléfono se atenuó y finalmente murió. Luego miró al techo otra vez. 
Dijo que fui valiente una vez. Tal vez pueda serlo de nuevo. 


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Mensaje por berny_girl Miér 30 Mayo - 3:49

Capítulo 17
Kitty actuó como se esperaba... No esperaba una reacción muy diferente... Hasta el punto de amenazarlo con su padre.

Capítulo 18
Del la está pasando realmente mal, lástima que Jon no puede recuperar sus recuerdo… creo que este nuevo cambio de vida todo para ello sería mucho mejor, siempre y cuando no vuelvan a su vida autodestructiva…
Capítulo 19
Que linda no despedida con Kitty, al final todo termina como amigo del tiempo… nada mejor que reencontrarse con quien de cierta forma te ayudo…
Al parecer Jon es más tierno y comprensible y abierto a que la gente lo quiera de lo que fue Jay… puede que esos son partes de los cambios que Del reconoce.
Capítulo 20
Es un poco extraño que las dos se juntes y ambas terminen pidiendo perdón a la otra, y más encima internar quedar de amigas… un poco bizarro… pero también se ve la generosas que al final son las dos… cada uno a su forma.
Capítulo 21
Creo que ambos están complicando un poco las cosas… por que no simplemente empezar de nuevo… son tan generosos y comprensible, que no me cabe que no puedan ser así con ellos mismo… al final ambos son la pareja que se amaba con locura, simplemente en otro escenario.
Capítulo 22
Enverad que Del está completamente enamorada, idolatra esos estupidez y apoyo esta forma de vida de Jay, que no los llevaba a ningún lado, y creo que Jon desea que eso no vuelva a ocurrir…


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Mensaje por Yani Miér 30 Mayo - 20:26

23 
—Bonito trasero. 
Jon se dio la vuelta y fulminó con la mirada a Sloany, apoyada contra el marco de su habitación y sonriéndole. Él solo llevaba una camiseta y ropa interior mientras rebuscaba en su maleta. 
—Cállate. Perdí algo —gruñó, buscando de nuevo en todo su equipaje. 
—¿Qué es? ¿Oro? Relájate, vas a romper algo —le advirtió. —Mi anillo de humor. 
—¿Tu qué? 
—Anillo de humor —gruñó, levantando toda la maleta y tirándola de nuevo—. Es una de las pocas cosas que tenía cuando me admitieron en el hospital. ¡No puedo jodidamente encontrarlo! 
—Jesús, Jon, cálmate. Iremos a una tienda y te compraremos otro —dijo ella. 
—Quiero ese. Entró en la habitación y sintió sus manos contra su espalda. 
—Empacaste todo del hotel, ¿verdad? —preguntó, él asintió—. Entonces está ahí. Solo relájate. Ven abajo y desayuna, tranquilízate. Cuando llegues a Los Ángeles, puedes desempacar completa y metódicamente. Según lo estás haciendo, probablemente caerá por la ventana o algo y ni siquiera lo sabrás. 
Por supuesto, tenía razón, pero no lo hizo sentir mejor. Quería el anillo con él. Quería sentirlo en su palma, solo para saber que estaba allí. Que existía. Un recuerdo tangible que podía sostener y llevar con él donde fuera. 
Se puso un pantalón y bajó con ella. Le había servido un gran desayuno… huevos, tocino, panqueques, salchichas y patatas fritas. Su estómago estaba cerrado, pero puso un poco de todo en un plato y se sentó. Podía superar una comida.
 —¡Holaaaa! —gritó Kitty de repente desde la entrada.
 Tal vez no.
 —Aquí —gritó en respuesta la señora Sloan antes de soplar su café caliente. 

 
Kitty pasó, sonriendo a todos, sus brazos llenos de bolsas. 
—Vengo cargando regalos.
 En realidad, eso lo animó un poco, sentarse alrededor de una mesa con dos personas por las que se preocupaba mucho, simplemente riendo y hablando. Kitty había comprado regalos con temática de California para todos. Sloany recibió una taza de café con forma de mujer en bikini. Cada vez que tomaba un trago, Jon reía. También había velas con esencia de mar y divertidas toallas para la playa. Incluso un calendario de “Hombres de California”, el cual la señora Sloan prometió colgar en su oficina del trabajo. 
Para Jon había bañadores y camisetas sin mangas. Un par de bonitas sandalias, y un realmente costoso par de gafas. Un bolígrafo con una chica en bikini, pero cuando lo ponía al revés, el bikini desaparecía. También recibió la taza, pero no cabría en su equipaje. Sloany se ofreció a guardarla por él. 
—Toda mi vida cabe en esas bolsas. —Suspiró, mirando la pequeña maleta y su bolsa de mensajero. Kitty se metió bajo uno de sus brazos y lo abrazó con fuerza. 
—Es bastante práctico. Cuando viajo, apenas puedo guardar la ropa en dos maletas y dos bolsas de mano. 
—Sí, pero esto, literalmente es mi vida —señaló. 
—Exactamente. Todo lo que te importa está ahí. Puedes llevarlo todo contigo siempre, a donde sea que vayas.
 Por favor, Dios, que el anillo de humor esté en mi bolsa
Todos entraron en el Corolla plateado. ¿Quién habría pensado que se sentiría nostálgico por un auto de mierda? Mientras conducían y Kitty charlaba desde el asiento trasero, bajó la ventanilla y pasó su mano por la puerta.
 —Llamarás tan pronto como aterrices, ¿verdad? —preguntó Kitty casi una hora después.
 —Jesús, ¡deja al hombre respirar! —Sloany rió, tomando la salida hacia el aeropuerto—. No es tu hijo marchándose a un campamento de verano. 
—Lo sé, solo me preocupo.
 —Bueno, preocúpate por algo más que un hombre adulto viviendo su vida. —Hubo silencio por un momento, luego Sloany carraspeó—. Llama tan pronto como llegues al hotel, en cambio. Todos rieron. 
Le alegró que la señora Sloan no tomara la salida para el estacionamiento del aeropuerto. En su lugar, condujo directamente hacía la puerta de salidas, lo cual significaba que no podrían entrar con él. Estaba bastante seguro de que, si hubieran estacionado, Kitty habría intentado llegar hasta la puerta de embarque con él. Posiblemente subir al avión. De esta manera, trataría con un adiós emocional en la acera.
 —Me dije que no lloraría. —Sorbió. Él rió entre dientes y le frotó la espalda.
 —Eres un maravilloso cliché, Kitty. —Suspiró. 
—Lo intento. ¿Te cuidarás? Come bien, por favor. Y ve al dentista… te perdiste la última cita. Y recuerda…
 —Kitty. —Empezó a reír de nuevo—. Ya no soy un caso de caridad sobre el que preocuparte, ¿recuerdas? 
—No. —Se alejó de él—. Eres mi amigo, así que siempre me preocuparé por ti.
 Se besaron rápidamente, luego se giró hacia Sloany. 
—No voy a besarte —advirtió ella. Sintió que era un desafío, así que la inclinó hacia atrás antes de besarla con fuerza. Ella se retorció todo el tiempo, empujando sus hombros. 
—¿Fue tan malo como pensabas? —preguntó cuando la enderezó. Ella lo fulminó con la mirada y arregló su traje pantalón. 
—Peor —gruñó, pero luego lo abrazó con fuerza—. Voy a extrañarte, niño. Ella tiene razón… cuídate. 
—Lo haré —susurró en respuesta, enterrando el rostro en su cabello rubio— . Has sido la mejor amiga que un chico puede pedir. Creo que eres a la que más voy a extrañar. 
—Honestamente, de alguna manera dudo eso.
 Ninguno dijo su nombre, pero ambos pensaban en Delaney. 
Un par de abrazos más y un firme adiós a Kitty cuando intentó entrar, y Jon era libre. No miró atrás mientras llevaba sus cosas hacia el mostrador de facturación. 
Se alegró al descubrir que su maleta era lo bastante pequeña para contar como equipaje de mano, así que optó por mantenerla con él. No la quería fuera de vista hasta que encontrara su anillo. 
Pasó por seguridad. Todo era extraño y confuso, pero raramente familiar al mismo tiempo. Se quitó su cinturón y zapatos, miró sus pertenencias pasar por los rayos X. Luego se vistió de nuevo y fue en busca de su vuelo.
 —El vuelo 267 a Los Ángeles… de United Airlines… ha sido trasladado a la… Puerta 34. 

 
Mientras escuchaba el anuncio por megafonía, miró su billete. Era su vuelo, así que empezó a dirigirse hacia la puerta 34. 
Qué locura de vida.
 Hace seis meses estaba en el hospital. Hace cuatro, intentaba convencerse de que podía enamorarse de Kitty. Hace dos meses, le fue dado un atisbo de su pasado y había empezado a escribir un libro sobre ello. Ahora estaba de camino a Los Ángeles para empezar una nueva locura de vida.
 Y hace un año, estabas enamorado de Delaney. 
Dejó de caminar, mirando fijamente hacia delante mientras la gente fluía a su alrededor. El aeropuerto estaba lleno, pero no veía a nadie. Empezó a hiperventilar ligeramente mientras su visión se oscurecía en los bordes y era transportado a través del tiempo.
 “Sabes que podrías tener algo mejor que yo. Eres hermosa, divertida, tan malditamente cariñosa…”
 “Gracias, pero creo que lo hice bastante bien contigo…”
 “Aun así, no soy ni de cerca lo bastante bueno para ti, nena, y, además, no soy lo suficientemente fuerte para dejar que eso me detenga. Jodidamente te amo, Delaney. Eres la primera cosa en la que pienso en la mañana y la última antes de ir a la cama. Quiero estar dentro de ti para siempre. Quiero yacer contigo y amarte y hacerte reír hasta que estemos viejos y canosos. Delaney Carter, ¿te casarás conmigo? Sé que este anillo no es mucho, y ni siquiera puedo prometerte que algún día lo haré mejor. Pero es para ti, y solo para ti.” 
“Es un anillo de humor. El azul significa amor.”
 “¿Lo hace?” 
“Sí. Oh, Dios mío, Jay. Sí. A todo. Para siempre. Tú y yo para siempre.” 
“Para siempre y toda la eternidad.”
 Fue mayormente audio, no imágenes. Pudo oír la voz de Delaney, sentirla en sus brazos, pero no pudo ver su rostro. Aun así, supo que era un recuerdo. De cómo le propuso matrimonio. De cómo se había sentido por ella.
 Dios, de cómo lo hacía… podía sentirlo fluyendo por sus venas, bombeando en su corazón. Jesús, ¿cómo podía alguien amar tanto a otra persona? No sabía que fuera posible. Se sintió débil. Se estaba apoderando de él, abrumándolo. La había amado. Tanto. Más de lo que era sensato o inteligente. Más que a cualquier otra cosa en el planeta. Jodidamente tanto.
 Cayó de rodillas con la maleta en el suelo. Una mujer dejó escapar un sobresaltado grito al tropezar con el asa y le dedicó un par de palabras vulgares. 

 
La ignoró y abrió el equipaje, luego empezó a rebuscar. A la mierda lo que Sloany dijo, tenía que encontrar ese anillo ahora. 
Lanzó su ropa -por todas partes, sin preocuparse de nada o de la escena que estaba causando. Sacó los bolsillos de sus pantalones y desgarró los de sus camisas. Se inclinó sobre zapatos y rebuscó entre los artículos de aseo.
 Finalmente llegó a una vieja chaqueta. Una que no había usado desde que salió del hospital. Tenía una mano en un bolsillo y estaba apretando el otro cuando lo sintió. Una pequeña bola dura en su mano. Luchó para liberarlo del material, luego lanzó la chaqueta bajo una fila de asientos. 
Se levantó y miró el anillo. Era barato, de un carnaval o una feria, con una banda ajustable. La piedra era negra opaca, nunca la había visto cambiar de color. 
Reconozco este anillo. Conozco a esa mujer. Sé qué es el amor. 
Sus manos temblaban cuando se puso el anillo. Forzó su mente para que los recuerdos llegaran. Repasó el de la propuesta de nuevo, luego rezó para que algo siguiera. Cerró los ojos y rogó a cada Dios en el que pudo pensar. 
Y aun así… nada. Solo un remolino de negrura y niebla. Sus voces aparecían y se desvanecían. Al igual que el recuerdo de ella en la camiseta dorada. Apenas un momento en el tiempo, rodeado de negro por todos lados.
 ¡¿Por qué?! ¿Cómo puedes mostrarme algo y no todo? ¿Sin explicación? ¿Qué significa esto? 
Abrió los ojos y miró al techo. Echó un vistazo a la gente observándolo. Bajó la mirada a sus pertenencias desparramadas por todas partes y luego se concentró en su mano. 
No quiero perder este sentimiento nunca. No quiero olvidarla nunca más.
 El anillo de humor estaba prácticamente brillando en su dedo, arremolinándose en un intenso y profundo azul. No podía apartar los ojos de él, observando mientras el color se hacía más pronunciado. Más intenso. Casi cegador. 
“Azul significa amor.” 
Jon volvió a seguridad antes de siquiera darse cuenta de que había empezado a correr. Su equipaje y toda su ropa estaban aún en una pila en el suelo frente a la puerta 34. No importaba. No subiría a ese avión.
 La administración de transporte le gritó, pero siguió corriendo. Aceleró al pasar los mostradores de billetes, luego se precipitó hacia la escalera mecánica que llevaba al nivel de las llegadas. Casi fue aplastado por los turistas y prácticamente derribó a una pequeña anciana para robarle su taxi. 
—Times Square. —Estaba jadeando. 

 
—El tráfico es una mierda por allí ahora mismo —comentó el taxista—. Es una advertencia justa. 
—Lléveme al centro lo más rápido posible y le pagaré cien dólares. 
Cuando alzó los billetes para probarlo, el conductor pisó el acelerador tan fuerte que Jon fue lanzado hacia atrás en su asiento. Prácticamente salieron volando del aeropuerto y forcejeó para ponerse el cinturón de seguridad. 
—También vivo —gritó—. Tan rápido como pueda, y vivo. 
—¿Y a qué se debe la prisa? —preguntó el tipo, dando una calada al cigarro que sostenía por la ventana. Jon respiró profundamente y miró a otros autos mientras los pasaban zumbando. 
—Tengo que decirle a una chica que la amo. De nuevo —replicó.
 —¿De nuevo? ¿Qué sucedió, rompiste con ella? 
 Jon sonrió para sí.
 —No. No, realmente nunca lo hice.


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Mensaje por Yani Miér 30 Mayo - 20:42

24 
Casi salió de un salto del taxi, lanzando un billete de cien dólares en el asiento delantero antes de correr entre la multitud. El taxista no había mentido, Times Square era una locura. Autos por todas partes y, buen Dios, muchísima gente. Arruinó más de una foto, sin molestarse en disculparse mientras corría a través de la plaza. 
—Delaney —dijo jadeando cuando llegó a la puerta de su restaurante—. Necesito hablar con Delaney Carter. Es camarera aquí. 
—Oh, no se encuentra aquí —dijo la anfitriona, pareciendo un poco sobresaltada. 
—¡¿Qué?!  
—Sí, uh… —Bajó la mirada al cuaderno frente a ella—. Cambió el turno con alguien. Debería estar aquí en… Dios, en cualquier momento.
 Jon miró un enorme reloj. Era casi la una. Maldijo y se dio la vuelta, saliendo por la puerta.
 Se quedó en la esquina por un momento, con las manos en su cabello, preguntándose qué debería hacer. Por supuesto, podía esperar que apareciera, era el siguiente paso lógico. Pero temía que, si dejaba de moverse, si ralentizaba, la sensación se desvanecería. Se deslizaría en la niebla y la manera en que se estaba sintiendo desaparecería para siempre.
 No puedo dejar que eso suceda. Nos recuerdo. No puedo dejarla ir
Salió corriendo por la calle, agradecido por todas esas carreras tempraneras con Gary Tupper. 
Sabía que Delaney normalmente caminaba hacia el trabajo, pero no necesariamente siempre. Si llegaba tarde, podría pedir un taxi o un Uber o algo. E incluso si iba caminando, no había garantía de que la viera. Las calles estaban llenas de gente disfrutando de la luz del sol y la carretera era amplia, si se encontraba en el lado opuesto, la perdería por completo. 
Mientras sus pies golpeaban el pavimento, imágenes y fotografías giraron en su mente. Kitty y él en Navidad, sintiéndose tan vacío. Delaney en el baño de su hotel, su brazo alrededor de ella. Kitty recordándole que todo estaba en su memoria muscular. Delaney llorando bajo la lluvia, queriendo estar con él. Kitty llorando en la habitación de hotel, teniendo que dejarlo ir. Delaney sonriéndole fuera de la casa de Crash. Tumbada con él en su habitación de hotel. Gritando en una montaña rusa. Sentada en su pequeño dormitorio. Simplemente amándolo. 
Sigue corriendo. Búscala. Recuérdala. Encuéntrala. 
Su apartamento estaba a unos veinte minutos a pie de Time Square, tal vez menos. Lo hizo en menos de diez. Giró la esquina de su calle y corrió hacia la puerta de su edificio, su mano extendida para presionar el timbre de su apartamento. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, la puerta se abrió y chocó con alguien. 
—¡Qué mierda! 
Rebotaron el uno en el otro, pero la adrenalina de Jon estaba bombeando demasiado fuerte para caer. Agarró el mango de la puerta para equilibrarse, luego avanzó y envolvió su brazo alrededor de la cintura de ella, atrapándola antes de que golpease el suelo. 
—Te tengo —exhaló. Delaney lo miró, sus ojos tan amplios como nunca los había visto antes. Los ojos más hermosos que alguna vez he mirado, y, de hecho, realmente lo sé. 
—¡Jon! —jadeó, apoyando las manos contra su pecho. Él se enderezó, atrayéndola contra él. 
—Delaney. —Se las arregló para contestar, su pecho subiendo y bajando contra el de ella. 
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en un avión como… —miró su reloj—… ahora mismo? 
—No —respondió, negándose a soltarla cuando intentó retroceder—. No, no necesito estar en ninguna otra parte. 
—¿Qué está pasando? ¿Estás bien? —preguntó, alzando su mano para apartar el alborotado cabello de su frente. 
Siempre amé cuando hacía eso. 
—Mejor de lo que jamás he estado. Necesito hablar contigo —dijo rápidamente. 
—De acuerdo, pero tendrás que esperar. Iba de camino al trabajo —dijo, haciendo un gesto al exterior. 
—No, esto no puede esperar. 
—Jon, tengo que ir a trabajar. Falté muchos días el mes pasado. 

 

—No importa. 
—Bueno, a mí sí. Mi sueldo fue inexistente. 
—No importa. 
—Jon —dijo, y sintió su palma contra su mejilla—. Volveré. 
No, no lo harás. Podrías desaparecer para siempre.
 Alguien bajó por las escaleras detrás de ellos y armó un escándalo intentando rodearles. Delaney intentó liberarse, moverse a la acera, y él entró en pánico. No la dejaría ir. Nunca más.
 Así que la levantó y lanzó su pequeña figura sobre su hombro. Chilló mientras subía las escaleras, llevándolos a los dos a la vez. 
—¿Qué estás haciendo? ¡Bájame! ¡Jon! —gritaba, luchando contra su agarre. En respuesta, él rodeó sus caderas con su brazo incluso más fuerte. 
—Solo quédate. —Jadeaba mientras se movía—. Solo quédate conmigo un poco más.
 Jodida subida. Tomó una eternidad. Cuando llegó a su piso, estaba sudando y luchando por aire, pero aún no la bajó. Buscó a tientas en el bolsillo de la chaqueta de ella. Finalmente encontró un conjunto de llaves y las sacó. Una tenía una etiqueta amarilla con CASA escrito con marcador. La metió en la cerradura y la giró, luego abrió de una patada. 
Una habitación llena de gente saltó y jadeó ante su inusual entrada. Caminó a través del lugar dejando la puerta abierta tras él. Ignoró a la pareja peleando en la cocina, y a la que follaba en el sofá, cuando se volvieron hacia él. Delaney se excusó, asegurándoles que estaba bien y que volvieran a lo que estaban haciendo. 
Una vez en su dormitorio, la dejó de pie tan abruptamente que se balanceó y cayó sobre la cama. Lo miró boquiabierta cuando empezó a rebuscar en los cajones de su escritorio. 
—¡¿Qué mierda crees que estás haciendo?! —exigió, poniéndose en pie. 
—¿Dónde está? —exhaló, revolviendo papeles y bolígrafos, mirando brevemente un folleto con su rostro. 
—¡Jon! ¿Tienes una crisis mental? ¿Debería llamar a la señora Sloan? — amenazó, moviéndose para quedar detrás de él. 
Cerró el cajón del escritorio con fuerza y se giró, pero no la miró. Sus ojos repasaron todo el pequeño y ordenado dormitorio. Todas las superficies estaban desnudas, sin dijes o joyería en ninguna parte. Mientras ella continuaba gritándole, cerró los ojos.
 Dónde está, dónde está, dónde lo pondría… 

 
La niebla cambió y se movió. Nunca desapareció por completo. Pero estaba ahí. En su sangre. En sus músculos. 
Abrió los ojos y fue directo a su cómoda. Se agachó en cuclillas y abrió el último cajón. Un tesoro de satén, encaje y algodón le devolvió la mirada. 
—Una crisis y te has convertido en un pervertido, genial —gruñó—. ¡Espera! ¿Qué estás haciendo? ¡Basta!
 La escuchó moverse detrás de él, recogiendo toda la ropa interior que lanzaba sobre su hombro. Sujetadores la pasaron volando también, haciendo que le gritara incluso más. La ignoró hasta que encontró lo que estaba buscando metido en el fondo del cajón. Un par de bragas de algodón blanco con corazones rojos por todas partes. Las desenrolló y atrapó el objeto que cayó de la tela. Luego se levantó. 
—Lo sabía —susurró, volviéndose para mirarla. 
—¿Estás loco? ¡Me estás asustando! ¿Por qué estás haciendo esto, Jon? Ya es lo bastante duro, lo sabes, ¡y esto solo lo empeora! Simplemente ve y… —Su voz se desvaneció cuando vio lo que había en su mano. 
—Te di esto —dijo él, levantando su anillo de humor. Cuando finalmente la miró, casi rió. Estaba más pálida que nunca y sujetaba un puñado de ropa interior contra su pecho.
 —Sí, lo hiciste. Te lo dije —replicó, su voz temblando. Él se acercó y con su mano libre separó sus brazos, haciendo que dejara caer las bragas y sujetadores. 
—Lo que no me contaste es cuánto llorabas —dijo, agarrando su mano izquierda—. Que hacía viento y te asustaste en las atracciones, pero te encantó. Todo lo que querías era ese ridículo algodón de azúcar y entonces te hice tirarlo. No dijiste que ni siquiera dudaste antes de contestar que sí, y que ya sabías lo que significaban todos los colores. 
—¿Cómo sabes eso? —susurró, su mano temblando mientras él deslizaba el anillo en su dedo. 
—Me dijiste que el azul significa amor —dijo simplemente, sonriéndole. 
¿Cómo puedes saberlo? —Lloró, mirándolo mientras dos grandes lágrimas caían por sus mejillas. 
—Porque no se trata solo de la memoria, Delaney. A veces, es más sobre cómo te sientes —le dijo. 
Ella respiró hondo. 
—¿Y cómo te sientes? 
—Como si nunca hubiera estado más enamorado en toda mi vida. De este día, de estos anillos, y de ti. 

 
Se derrumbó. Sus rodillas se debilitaron y mientras sollozaba, empezó a caer al suelo. Sin embargo, no la soltaría. Nunca más. Bajó con ella, arrodillado y apretando su mano. 
—No puedes hablar en serio —gimoteó—. No me recuerdas. No puedo soportar esto. 
—Lo digo en serio —aseguró, sosteniendo su nuca con la mano libre—. Y recuerdo lo suficiente. 
—Me estás matando —jadeó.
 —Entonces moriré contigo —susurró, acercándola. 
Todavía lloraba cuando la besó. Aun sollozando cuando tomó su rostro en sus manos y gentilmente la urgió a arrodillarse. Todo su cuerpo temblaba cuando la sostuvo fuertemente. 
—¿Cómo sucedió esto? —Respiró hondo—. ¿Es real? 
—Es como dijiste —replicó—. Para siempre significa para siempre. Puede que nunca lo recuerde todo, pero Dios, nunca te olvidaré, Delaney. Jamás. 
—Nunca jamás —repitió ella, sus labios temblando bajo los de él. 
—Mi cerebro no podía recordar —explicó—. Y mi corazón no estaba seguro. Pero mi alma… ¿cómo podría olvidar alguna vez que te pertenece? 
Finalmente le devolvió el beso. Como antes. Como siempre. Estaba llorando y era feliz y estaba enamorada, y él supo todo eso porque la recordaba. Podía leer su rostro mejor que el suyo propio. Ni la amnesia y heridas, otras personas y la distancia entre ellos, o toda la niebla en el mundo, podían mantenerlos separados. No podían hacerles olvidarse uno del otro. 
Porque cuando el verdadero amor encuentra su equivalente, siempre lo reconoce. 
Está todo en la memoria muscular…


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Mensaje por Yani Miér 30 Mayo - 20:44

Bueno, hasta que entró en razón, la verdad que nos hizo sufrir todo el libro con sus dudas e indecisión, dio más vuelta que una oreja...por suerte parece que las cosas se arreglaron, no me gustó la Delany del Antes pero la del presente era toda una mujer, sufrió demasiado y no se lo merecía, al fin y al cabo, él era el drogadicto que la proveyó de drogas a ella para que después se estuviera haciendo el puritano.


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Mensaje por svenkok Jue 31 Mayo - 1:12

Es cierto Yani, Delaney se transformó en una versión mejor de la anterior (antes del accidente). Qué bueno que Jay, va recordando detalles. Sobre todo cuando se le declaro y le entrego el anillo a Delaney.
 
Tal vez juntos se ayuden y sean la mejor versión de ellos mismos.

¡Gracias por los caps!
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Mensaje por berny_girl Jue 31 Mayo - 14:25

Capítulo 23
En el momento que comenzó a recordar... En un paso de tomar el avión que cambiará nuevamente su vida.
Capítulo 24
El comportamiento de Jon al inicio confunde a cualquiera y asusta... Pero al final todo sale como él quiere... No recuerda mucho pero si lo necesario para buscar su felicidad



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Mensaje por Celemg Jue 31 Mayo - 22:04

21: Es muy doloroso el lugar de Delaney.. y kuando Jon le dijo "nena" krei ke iba a rekordar algo.. pero esta parece ser una despedida
22: A estas alturas Kitty es realmente insufrible porke aunke el la aleja ella se pegotea komo un chikle en el kabello.. y ya kiere manejarlo todo y Jon nunka sabe ponerle un limite y por otro lado me enferma ke Jon juegue kon los sentimientos de Delaney preguntandole todo.. a kada rato.. pero aun asi insistiendo en ke no sabe ke kiere.. eso duele tambien
23: Al finnnn este hombre rekuerda algo! Ya kreia ke se iba y se akordaba tarde! Por Dios, si ke me ha hecho sufrir!
24: Maldito hijo de su madre! Era necesario ke la hiciera sufrir hasta el ultimo segundo?? No podria haberle dicho kuando la choko ke korria porke rekordo algo o lo ke fuera.. nooo senior.. tipo todo a la mierda mientras Delaney kasi se infarta kreyendo ke era una krisis! Al menos ahora sabe ke la ama y ella sabe ke la sigue amando!


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Mensaje por Yani Jue 31 Mayo - 22:37

Epílogo 
 
—¡Foto! —gritó Delaney—. ¡Foto, foto, foto! 
Jon gimió mientras la oía corretear. Estaba cargando una pesada caja llena de libros en sus brazos y se las arregló para bajarla justo antes de que ella se le lanzara. 
—¿Qué pasa contigo y las fotos? ¿Eras fotógrafa? —cuestionó, tambaleándose mientras intentaba mantenerlos derechos.
 —No, nunca. Maquillaba —le recordó, entonces envolvió su pierna alrededor de él y lo hizo tropezar, enviándolos al sofá cama en el suelo. 
Debería haber sido extraño, no recordar detalles básicos sobre el amor de su vida. Pero nunca lo era. Le hacía preguntas y ella siempre contestaba. A veces, volvían a él. La mayoría del tiempo, no lo hacían. Y nunca jamás importaba.
 Ella estaba sosteniendo una cámara voluminosa y moderna en sus manos. Casi pensó que era un juguete, pero le siguió la corriente. Se tumbó de espaldas en el colchón. Se acercó a él, inclinando su cuello al lado para que su cabeza estuviera en ángulo, casi contra su hombro. 
—Di queso —ordenó. Sonrió ampliamente y ella tomó la foto. Hubo un flash, un sonido de zumbido y luego una pequeña foto empezó a salir del lado de la cámara. 
Tomaba fotos de él constantemente. De ellos juntos. Nunca dijo por qué, pero sabía que era porque en el fondo, estaba asustada. Temía que pudiera olvidarlo todo de nuevo, así que quería todas las pruebas posibles para recordarle quién era, y cuán enamorados estaban.
 Podría no recordar nunca. 
Su agencia publicitaria no había estado feliz con que perdiera su vuelo, e incluso más molesta cuando había cancelado sus apariciones en Los Ángeles. Hubo montones de horribles llamadas telefónicas, y finalmente había hecho que la señora Sloan y un doctor escribieran cartas en su nombre, diciendo que la tensión del viaje era demasiado para un hombre con su condición médica. 

 
Además, Good Morning America lo quería en su programa tanto como cualquier otro, y estaban justo en el centro. 
Se quedó en Nueva York, se quedó con la señora Sloan mientras el trato por su libro estaba de nuevo en el aire. Fue a GMA, recibió mucho entusiasmo por su libro e hizo un par de charlas en universidades locales. Entonces Hollywood empezó a tocar a la puerta y, de repente, a su publicista no le importaba una mierda cuántos programas había cancelado. Harían una película sobre su vida, era casi tan bueno como prometieron. Su abogado renegoció su contrato y el futuro de Jon pareció considerablemente más brillante.
 Entonces el libro se publicó y su futuro fue casi malditamente cegador. Entró en todas las listas de mejor vendidos que había, e incluso encabezó un par. Fue invitado a participar en documentales sobre amnesia. Sus doctores le preguntaron si podían escribir sobre él en periódicos de colegas, si dejaría que sus estudiantes de medicina le hicieran preguntas. Dijo que sí a todo, siempre y cuando no tuviera que irse de Nueva York. 
Siempre y cuando no tuviera que dejar a Delaney.
 Era raro, pero una vez que volvieron a estar juntos, ella era la nerviosa. Actuaba como si estuviera tratando con un animal salvaje. Temía que él fuera a irse algún día. Simplemente desaparecer. Aún no había recuperado la mayoría de sus recuerdos… cuando el cumpleaños de ella vino y se fue sin una palabra de su parte, hubo una horrible confrontación con un montón de llanto. 
Le tomaría un largo tiempo recuperar su confianza. Ella siguió insistiendo en que sí confiaba en él, pero se refería a otro tipo de fe. No con la cabeza… su cerebro confiaba en él. Se refería al tipo de confianza que estaba en su corazón y en sus huesos, y no se hallaba allí para él. Aún no. Pero lo haría. Se la ganaría con trabajo duro, pruebas, y amor. 
El trato por la película se cerró en invierno, y creyó que ya había esperado suficiente, necesitaba convertirla en una mujer honesta. Además, tener sexo en casa de Sloany lo intimidaba, y la cama de Delaney era demasiado pequeña para él y sus desgarbados miembros. Así que pasó unos días con un agente de bienes raíces visitando viviendas del centro, Harlem y Flower District, pero nada le interesó. 
Entonces, un día salió por la puerta, tomó un tren, y de alguna manera terminó en Brooklyn. Sabía dónde habían vivido antes porque ella se lo había dicho, pero no quería volver allí. Ya no era Jayson Fairbanks, nunca podría volver. 
Así que tomó otro tren a cualquier otro sitio, y terminó en un vecindario que estaba bastante seguro de no haber visitado nunca antes. Después de un par de horas caminando, vio un cartel de una inmobiliaria con las palabras “En Alquiler”, llamó al número, hizo la visita, luego fue a casa y se encontró con Delaney para cenar. 
“Por cierto, nos he buscado una casa en Brooklyn Heights”, había dicho casualmente durante los aperitivos. Ella le había sonreído y solo hizo una simple pregunta: 
“¿Podemos mudarnos este fin de semana?” 
Así que en el caos que es el invierno en Nueva York, en medio de una temprana nevada de diciembre, habían llevado todas sus pertenencias a Brooklyn. De vuelta al principio. 
—Ooohhh, mira, te ves genial en esta. —Suspiró, sosteniendo la foto delante de ellos. Él la tomó y la miró. Su sonrisa lucía loca y sus ojos verdes estaban súper abiertos. Su cabello estaba alborotado y salvaje en la parte superior, aun así, arreglado y recortado en los lados. Mayormente Jon Doherty, pero con una pizca de Jayson Fairbanks. 
—No luces demasiado mal —le gritó cuando ella se puso de pie y saltó por los suelos de madera. Siguió mirando su imagen en la foto.
 Su cabello estaba recogido en un descuidado moño en la parte superior de su cabeza, aplastado contra el lado de su rostro. Sus grandes ojos azules estaban cruzados, y estaba haciendo labios de pescado. Se veía joven y ridícula, y tan hermosa que hacía doler su corazón. 
Se sentó y la miró al otro lado de la habitación. Llevaba una sudadera cortada y bóxer negros de chico. Hacía frío en el apartamento, estaba empezando a sospechar que su calefacción no funcionaba bien, aun así, ella corría alrededor medio vestida. Sonrió y se puso en pie, cruzando despacio la habitación hacia ella. 
Probablemente el noventa por ciento de sus recuerdos aún estaban perdidos. Apenas recordaba más ahora que cuando había perdido su vuelo. A veces, lo ponía un poco nervioso. ¿Estaba enamorada de alguien que ya no existía? ¿Podría esperar que lo amara, a Jon, tanto como había amado a Jayson? 
Porque no había duda para él… la amaba tanto como Jayson lo había hecho, tal vez incluso más. La había amado en sus dos vidas y seguiría amándola en cuantas más vinieran. Nada nunca cambiaría eso, ni un accidente, ni las drogas, ni toda la niebla en el mundo. 
—Tienes que vestirte —dijo, rodeándola por la cintura desde atrás. Apenas se estaba inclinando, así que ella se vio obligada a ponerse de puntillas. 
—¿Por qué? —preguntó, repasando una pila de libros. 
—Cena, ¿recuerdas? 

 
—Ugh —gimió, dejando caer los libros y recostándose contra él—. ¿Cómo eres tú el que tiene amnesia y aun así soy la que nunca puede recordar nada? 
—Mocosa —se burló, pellizcándola en el costado—. Vamos, tenemos un largo viaje en tren. 
—¿A dónde vamos a cenar? 
—Harlem. Te dije todo esto. 
—¿Harlem? Ugh. Bien. Fue a alejarse de él, pero la atrajo y la besó. Saboreó algunos de sus recuerdos por un segundo, luego la soltó. Ella le sonrió, apartó el cabello de su frente, luego entró al único dormitorio en el apartamento y empezó a rebuscar en maletas llenas de ropa.
 Delaney se ponía nerviosa cuando usaban el metro. Se había burlado de ello una vez, y recibió tal bronca que nunca lo había hecho de nuevo. Siempre se quedaba bien lejos del borde de la plataforma mientras estaban esperando, y se apresuraba a cruzar la puerta, solo para hacerla sentir mejor. Pero una vez en el tren, ella parecía estar bien. Él se levantaba y agarraba un asidero, y ella envolvía sus brazos en su cintura, usándolo para mantener el equilibrio.
  El vagón estaba lleno, pero no les importaba, y pasaron todo el viaje en su propio pequeño mundo, haciendo planes para su apartamento y su futuro. Una vez en el restaurante, se sentaron y comportaron mientras esperaban a sus invitados.
 Sloany apareció primero, apresurándose alrededor de las otras mesas para llegar a ellos. 
—¡Te ves genial! —chilló, extendiendo sus brazos. Jon dio un paso adelante para abrazarla, pero ella lo pasó corriendo y prácticamente tragó a Delaney. 
—¡Gracias! —Del rió—. ¡Tú también! Tu corte de cabello es increíble. Sloany arregló y palmeó su elegante y nuevo corte de cabello.
 —Gracias, gracias. Parece que ha pasado una eternidad desde que los he visto, chicos, lamento haber estado tan ocupada. Quiero ir a su nuevo apartamento pronto. De inmediato. Ayer. ¡No puedo creer que hayan vuelto a Brooklyn! —exclamó, finalmente dejando ir a Delaney. Jon frunció el ceño. 
—¡Hola! ¿Tu cliente? ¿El chico con amnesia? ¿Dormía en tu casa? ¿Nada? — preguntó, todavía extendiendo sus brazos. Ella puso los ojos en blanco y estrechó una de sus manos estiradas. 
—Es bueno verte, Jon. Ahora, Delaney, me estaba pregunt… 
Jon la agarró y le dio un abrazo de oso. Ella rió, pero le devolvió el abrazo con una ferocidad que lo tomó por sorpresa. 

 
—Siempre supe que harías lo correcto, niño —susurró. 
—Gracias, mamá —susurró en respuesta, y ella ni siquiera se enojó. 
Todos se sentaron y esperaron y hablaron. Y esperaron. Y luego esperaron un poco más. Jon frunció el ceño de nuevo y miró su reloj.
 —Odio cuando hace esto —gruñó. Delaney posó la mano en su brazo. 
—Oye, dale algo de cuerda —sugirió. 
—Lo sé, sé que está ocupada. Pero cuando acordamos una hora, no debería ser tan difícil llegar a tiempo. Si está tan ocupada, debería simplemente decir que no puede venir —replicó. Del le sonrió. 
—Eres un hombre difícil de resistir. 
Él puso los ojos en blanco, listo para darle una réplica listilla, pero entonces el objeto de su conversación finalmente entró en la habitación. 
Kitty Beaumont lucía bien, pero, por otro lado, siempre se veía bien. De hecho, él sabía que lucía bien a primera hora de la mañana e igual de bien después de un día duro de trabajo. Aun así, todavía continuó frunciendo el ceño cuando se dirigió hacia ellos. 
—¿Quién es ese? —preguntó Del en voz baja. Sloany se encogió de hombros. 
—No tengo ni idea.
 Pero Jon lo sabía. Había esperado a que esto sucediera. Kitty se movió hacia ellos, con un hombre siguiéndola. Abrazó a todos y les dio besos en el aire, luego presentó a su cita. Parecía lo bastante agradable, pero Jon olvidó su nombre casi tan pronto como lo aprendió. Después de hacer espacio para otro plato, todos tomaron asiento. 
—Entonces, ¿dónde se conocieron Kitty y tú? —preguntó Sloany en un tono educado, pero toda negocios.
 —Fue el destino, supongo. —El tipo rió—. Es un poco vergonzoso, sin embargo. 
—No, no, está bien —le aseguró Kitty, pasando su mano por el frente de su chaqueta. Él respiró hondo. 
—Salí de prisión hace un mes. Robo de autos. Me siento muy mal por ello, en realidad. Salí por buen comportamiento y fui puesto en esta casa y nos asignaron trabajos. Tenía que limpiar casetas de gato en una oficina veterinaria, y Kitty era una técnica veterinaria allí. Fue como ver un ángel —explicó.
 Jon observó a Kitty con mucho cuidado, notó el sonrojo que manchaba sus mejillas y se apresuraba al puente de su nariz. No podía estar demasiado molesto con ella. Recordaba su primer pensamiento cuando conoció a Kitty. Habían sido muy similares. Jon Doherty podría haber sido difícil de resistir, pero en cierta manera, Kitty Beaumont era mucho más difícil. No tenía duda de que ella rehabilitaría al ladrón de autos. Lo limpiaría y arreglaría y luego el chico estaría listo para la vida. 
Y entonces Kitty estaría sola de nuevo. 
Esta pobre, pobre chica. 
No permitió que lo abatiera, sin embargo. Este anárquico grupo de gente, que bajo circunstancias normales nunca se habrían conocido, eran familia. Para mejor o para peor. Sonrió cuando vio a Sloany reír ante algo que el señor Ladrón de Autos dijo. Sintió una calidez en su pecho cuando vio la cabeza oscura de Delaney inclinarse cerca de la de Kitty mientras compartían algún secreto.
 ¿Cómo podría alguien alguna vez olvidar este sentimiento? 
Mientras la cena se desarrollaba, todos hicieron planes para encontrarse por Navidad. Kitty, por supuesto, pasaría la noche con su familia. Jon y Delaney iban a ir a Connecticut para pasar toda la semana con sus padres. Sloan iba a Puerto Vallarta. Pero volvería el día de Navidad, así que todos acordaron ir a su casa. 
Después de que acabara la cena, Del no dijo nada. Solo se puso su chaqueta y de inmediato caminó hacia la cita de Kitty. Empezó a preguntarle de todo, simplemente charlando, dirigiéndolo hacia la puerta por delante de todos los demás, y lejos de Kitty. Jon les sonrió. 
Sabe qué estoy pensando antes que lo haga. Realmente es mi otra mitad. 
—Kitty —dijo, saliendo junto a ella mientras la señora Sloan tomaba una llamada de teléfono. 
—Gran cena, Jon. Siempre es bueno verlos, chicos. Me entristece que no hagamos esto más a menudo. —Suspiró, enganchando su brazo con el de él.
 Podía decir que hablaba en serio. Descubrir que Jon nunca había ido a Los Ángeles, y que él y Delaney estaban, de hecho, juntos de nuevo, había sido duro para ella. Se había tomado las noticias bien, con solo un par de ataques de llanto. Luego se sumergió en el trabajo y la escuela y pasó casi un mes antes de que hablaran de nuevo.
 Lo había molestado. Podrían haber tenido un final de mierda, pero Kitty era su amiga. No iba a forzar su amistad, sin embargo. Tomó una página del libro de Delaney y decidió que, si realmente quería a Kitty de alguna manera, la dejaría tener su propio espacio.
 Funcionó. Después de ese primer mes, Kitty había llamado y los invitó a almorzar. Del había intentado no ir y Jon tuvo prácticamente que cargarla hacia el restaurante. Pero había sido bueno. Estar en la escuela y tener expectativas reales puestas en ella misma había hecho milagros en Kitty. Parecía una mejor y más confiada versión de sí misma. Tenía altas esperanzas en que, tal vez, pudiera encontrar también su para siempre. Sin embargo, dudaba que su para siempre empezara con un ladrón de autos. 
—Entonces, ¿qué pasa con el tipo? —preguntó sin rodeos. Su sonrojo volvió, pero miró directamente hacia delante. 
—No es lo que piensas —insistió—. Lo ignoré durante los primeros dos días y apenas le he ayudado a hacer nada. En realidad, me siento atraída por él. 
—¿Estás diciendo que nunca te sentiste atraída por mí? —Jon fingió estar dolido, palmeando su pecho con sus manos. Su sonrojo se hizo incluso peor y lo golpeó en el estómago. 
—Creo que ambos sabemos exactamente cuán atraída estaba por ti — masculló. Luego miró alrededor y lo hizo detenerse—. Creo… quiero decir, sé que me gusta. ¿De acuerdo? Lo pienso un montón. 
—Kitty. —Jon suspiró, volviéndose para enfrentarla por completo—. ¿Cuáles son sus planes para Navidad? Olvida el sonrojo, su rostro estaba en llamas.
 —¿Por qué importa eso? —preguntó con tono susceptible. Él sonrió tristemente. 
—No trato de ser un imbécil, pero… ¿siempre llevas a chicos a casa por Navidad? Hubo una larga pausa. 
—Oh, Dios mío —exhaló—. Ni siquiera me di cuenta de eso. Solo… quiero decir, pasamos unas vacaciones geniales en casa. Siempre pensé, ¿quién no querría ser parte de ello? 
—Eres tan dulce, Kitty. Demasiado dulce. Deja de adoptar gente —le dijo. Ella frunció el ceño. 
—Oye, si no te hubiera adoptado, nunca habrías conocido a mis amigos y nunca te habría llevado al restaurante de Delaney —espetó. Eso le dio a Jon un momento de pausa. 
—Bueno, quiero decir… soy un caso especial, obvio —dijo finalmente y ella estalló en carcajadas—. Quiero decir, Jesús, Kitty, tengo amnesia. No cuento. 
—No, no existes, esa es la diferencia —replicó, pero estaba bromeando, así que se lo permitió. 

 
Todos se juntaron mientras esperaban al valet y los autos. Sloany tenía un nuevo Acura, y después de que lo trajeran, se puso tras el volante y arrancó el motor, gesticulando su despedida a través de un techo corredizo. Kitty y su cita subieron a un taxi, después de que Del y ella organizaran una cita para pasar el rato juntas. Del iba a hacer su maquillaje, y animarla un poco. 
Uh, tal vez el hermano ladrón de autos es bueno para ella. 
Hacía tiempo que Jon se podía permitir comprar un auto para ellos, y simplemente podrían haber conducido a casa. Incluso podrían haber tomado un taxi. Pero se tomaron de las manos y fueron a la parada del metro. Se colocaron en una esquina del tren e intercambiaron besos extremadamente inapropiados. 
—Tengo una pregunta. —Respiró, acercando más su rostro para que los bordes de su capucha los escondieran de la vista. 
—¿Qué? —preguntó con un jadeo, bajando la cremallera de su sudadera y metiendo sus manos bajo la tela.
 —¿Alguna vez tuvimos sexo en un vagón de metro? Ella rió. Ese hermoso sonido que su alma recordaba tan bien. 
—Hmmm, parece que no puedo recordar… 
—¿No recuerdas algo como ser follada en un tren? 
—Creo que necesitas ganarte la respuesta a esa pregunta —se burló. Era un juego que jugaba a menudo, pero siempre perdía. Él siempre conseguía la respuesta, de una u otra manera. 
—Éramos personas sucias, sucias. —Suspiró antes de mordisquear su labio inferior. 
—Sí, lo éramos, y era increíble. —Ahora parece bastante bueno para mí.
 —Ahora es asombroso también. 
Se transfirieron a otro tren, luego continuaron de la misma manera, poniendo a dos monjas que se sentaban delante de ellos muy incómodas. Delaney les guiñó un ojo, luego montó a horcajadas el regazo de él.
 Era un largo viaje de Harlem a Brooklyn, casi una hora en total. Habría sido más para llegar a Brooklyn Heights, pero por capricho, Del decidió sacarlo del tren en Bedford Avenue. Sugirió que caminaran hasta su apartamento.
 —Nena, son casi cinco kilómetros, como otra hora de camino… será la una de la mañana cuando lleguemos a casa —señaló, tambaleándose al cruzar la puerta del vagón detrás de ella. 

 
—¿A quién le importa? Será divertido, ¡tal vez salgamos en una aventura! —Se rió—. La noche en Brooklyn es mágica. Tal vez algo loco sucederá, nunca se sabe. 
—La última vez que di un paseo por Brooklyn por la noche, casi morí por anfetamina adulterada y un cráneo fracturado. 
—Eres tan deprimente.
 Delaney le había dicho todo sobre su pasado juntos. Lo bueno, lo malo y lo extremadamente horrible. Nunca suavizó nada, y respondió cada pregunta que tenía, sin importar cuán horrible o vergonzoso fuera. Él tenía que admitir que algunas de las historias lo hacían parecer como si se lo hubieran pasado muy bien. Pero muchas de ellas también lo hacían sentir avergonzado. Como si la hubiera arrastrado a un mundo sórdido y luego la hubiera mantenido allí. Ambos encerrados en él, demasiado drogados y borrachos de amor para salvarse. 
No la merecía entonces. Pero tal vez lo hago ahora. 
Se hicieron promesas sobre nunca ir por ese camino de nuevo. A Jon no le importaba beber en ocasiones, pero siempre con moderación. Delaney no tomaba nada, tuvo que rogarle que tomara Tylenol cuando se rompió un dedo un par de meses antes. Tenía una conciencia tan fuerte de sí misma que era impresionante. Esta pequeña chica, construida como acero, podía ser empujada y doblada y lanzada, pero nunca se rompería. Lo sostenía a él y a todo su mundo sobre sus hombros, y no le asustaba en absoluto. Sabía que nunca le dejaría caer. 
Cuando finalmente subieron del metro, Jon tuvo que admitirlo, todo tenía un aspecto bastante mágico. Finos copos de nieve estaban cayendo. No en una intensa tormenta. Más como delicados polvos de hada, convirtiendo la ciudad en un paisaje invernal. Haciendo todo brillante y limpio y bonito. 
—No será divertido caminar por aquí —advirtió Jon. 
Recibió una bola de nieve en el rostro en respuesta. 
Cuando salió del hospital, no había sido capaz de recordar si le gustaba o no la nieve. Tenía la sensación de que no lo hacía, y más tarde Delaney le dijo que había oído a Jayson quejarse a menudo, preocupándose del inminente invierno cuando había estado en la vivienda abandonada. 
Pero a Jon le encantaba. Amaba la vigorizante sensación en el aire, lo hacía sentir vivo. Amaba los copos de nieve cuando quedaban atrapados en el cabello de Delaney y en sus largas pestañas. Rió cuando ella echó la cabeza atrás y sacó la lengua, intentando atrapar los copos. Luego corrió después de sacudir la rama de un árbol y tirar una tonelada de nieve en su rostro. Casi resbaló y se rompió el culo, apenas manteniendo el equilibrio cuando ella lo tacleó desde atrás. 

 
Rodaron por un rato, luego se levantaron y se sacudieron antes de continuar su paseo, riendo todo el tiempo. 
Esto es perfecto. Caminar con ella. Hicimos esto antes, lo sé. Puedo sentirlo. Caminamos juntos. Caminamos a todas partes. Con apenas nada a nuestros nombres excepto el uno al otro, y era suficiente. Al igual que este momento, ahora mismo
Dejó de caminar y parpadeó con sorpresa. Claro, tenían mucho a su nombre ahora. Su muy lindo edificio de apartamentos estaba justo debajo de la calle, podía ver las luces de Navidad en su ventana. Pero justo en ese momento, en esa esquina de la calle, las únicas cosas que tenía eran ropa y la mano de Delaney en la suya. 
Esto es perfecto. Nunca serás capaz de recrear un momento como este. 
—Nena —exhaló. La palabra escapó en un soplo de aire, flotando en el cielo nocturno. 
—¿Hmmm? ¿Qué pasa? —preguntó, mirándolo. Aún sostenían sus manos, así que gentilmente la atrajo, haciendo que se deslizara hacia él en la escarcha. Todo a su alrededor brillaba, las luces de la calle rebotando en la nieve hacían todo suave y un poco difuso. Como un sueño.
 Como un recuerdo. 
—¿Puedo hacerte una pregunta? Era una frase que repetía un montón, y ella nunca, ni una vez, se molestaba por ello. Le sonrió. 
—Por supuesto. 
—En una escala de uno a diez… ¿cuán feliz dirías que estás con la vida ahora mismo? —preguntó. Pareció sorprendida al oír que no era una pregunta sobre su pasado, pero siguió sonriendo. 
—Once —respondió rápidamente, su sonrisa creciendo. Él no sonrió. Ella le había dado una respuesta idéntica una vez antes, cuando le había hecho la misma pregunta sobre su vida antes del accidente. 
—Pero qué hay… —Respiró profundamente—. ¿Eres más feliz ahora que antes? 
—Esa es una pregunta imposible de responder. —Negó—. Son dos tipos diferentes de felicidad. Qué tal… estoy tan feliz como antes. 
—¿En serio? Quiero decir, ¿de verdad? —verificó. 
—Estás aquí —insistió, presionando su mano contra el pecho de él—. Estás conmigo. Tú más yo es igual a felicidad, ¿de acuerdo? No me importa cuándo o dónde o cómo, o incluso qué nombre tienes. Tú más yo. 

 
Jon miró la mano en su pecho. Era su mano izquierda. Había dejado de llevar el anillo de humor hace tiempo… no porque hubiese querido, sino porque la piedra había caído de la banda un día. Aún tenían ambas piezas, y seguían insistiendo en que lo arreglarían, pero no había sucedido aún. 
—No me gusta esto —susurró, apartando la mano de su pecho y sosteniéndola en la suya. Su mano libre se metió en el bolsillo de su chaqueta. 
—¿Qué, mi mano? —Delaney rió, extendiendo sus dedos fuera de la palma de él.
 —No, esto —replicó, acariciando con su pulgar el dedo anular de ella. 
—Lo arreglaremos —prometió con voz suave. Él negó mientras sacaba el objeto de su abrigo. 
—No quiero arreglarlo. Lo había comprado durante la semana y nunca lo había sacado de su bolsillo. Estúpido, lo sabía. Podrían habérselo robado o haberlo perdido o… caído en unas vías de tren. Pero no lo había hecho. Seguía allí, todavía en la aburrida caja blanca, esperando por este momento perfecto. 
—¿Qué estás haciendo? —exigió Delaney. 
—Creo… quiero decir, realmente no puedo recordarlo todo claramente, pero creo… te dije una vez que no podía hacer nada mejor que ese anillo de humor, el cual había robado. Esto no es mucho mejor, pero no lo robé y es real. Es para ti, y solo para ti. 
Era un pequeño anillo para un dedo pequeño. Un zafiro de un profundo azul estaba en el centro, con dos pequeños diamantes a cada lado, todo puesto sobre una banda de oro blanco. Lo deslizó en su dedo, luego la observó mientras lo miraba. Sus ojos eran enormes, como platos. 
—Azul significa amor… —Su voz se desvaneció. Él sonrió. 
Ella siempre recuerda
—Quería hacer esto en Coney Island, pero pensé que tendría que esperar hasta que la nieve se derritiera. Quería… quería ser él de nuevo, solo por un momento. Solo para ti. Hubo silencio. Ella aún miraba el anillo. Sin moverse, sin hablar, sin llorar. Sin decir sí. 
Él respiró profundamente y se recordó que Jayson Fairbanks había sido valiente, entonces siguió hablando. 
—Pero este momento… la nieve, y tú, y toda esta magia a nuestro alrededor. Es perfecto para Jon, y solo puedo esperar que sea lo bastante bueno para ti. 

 
Todavía nada, Jayson Fairbanks podría haber sido valiente, pero Jon Doherty estaba empezando a sentirse aterrorizado. Entonces ella respiró profundamente y levantó sus ojos a los de él. 
—Niño tonto, tonto —exhaló, sorprendiéndolo por un momento. 
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó. 
—¿Por qué te estás proponiendo ahora mismo? —cuestionó. Él tartamudeó, inseguro de cómo responder, pero ella siguió hablando—. Ya dije que sí, hace mucho tiempo. 
—¿En serio? —preguntó, envolviéndola con sus brazos. Ella asintió. 
—¿Qué, solo porque no llevo un anillo significa que el compromiso terminó? Nunca te dejaría librarte tan fácilmente —se burló, pero sus ojos finalmente se llenaron de lágrimas. 
—Debería haberlo sabido. —Se rió. 
—Dijiste para siempre —susurró, rodeando su cuello con los brazos—. Para siempre significa para siempre, Jon. Jayson. Ambos. Todos. Para siempre y siempre y siempre y siempre… Él cerró los ojos y presionó su frente contra la de ella. 
—Recuerdo esto. —Suspiró—. Recuerdo este sentimiento. 
—¿Recuerdas esta parte? —preguntó, luego presionó sus labios contra los de él. 
—Nunca podría olvidar esa parte —replicó, luego la besó. Se besaron todo el camino hasta su apartamento. 
Se besaron durante los tres pisos de escaleras. Se besaron mientras luchaban para abrir su puerta y se besaron mientras caían en el sofá cama. 
—Odio el sofá cama —gimió Delaney mientras luchaba para quitarse su bufanda. Él sabía todo sobre la mierda del sofá cama de cuando lo habían estado ocupando… ella se había quejado un montón cuando Sloany les había dado en el que yacían ahora. 
—Es temporal —dijo, subiendo la camisa de ella por su cuerpo y besando su estómago—. La cama va a ser entregada mañana. 
—Dios, una cama. Una cama de verdad, de un tamaño normal y todo.
 —A la mierda el tamaño normal… nos compré una tamaño King. 
—Te amo jodidamente mucho —susurró ella, quitándose el suéter por su cabeza. 
Ambos rieron cuando quedó atrapada dentro del material, las mangas retorciéndose y envolviéndose alrededor de la otra. Mientras rogaba por ayuda, 

 
él estaba a punto de quitarle sus zapatos y pantalón, luego desnudarse él mismo. Ella empezó a retorcerse en su lucha por liberarse, rodando sobre su estómago. Él se puso a horcajadas sobre sus caderas y luego liberó sus miembros del suéter. Entonces se detuvo y miró su tatuaje. Apoyó sus manos a cada lado. 
—Amo esto —dijo, mirándolo por un momento más antes de desabrochar su sujetador. Gimió cuando masajeó su espalda—. No tienes más, sin embargo. 
—Nunca dijiste nada más que valiera estar marcado permanentemente en mi piel —se burló. Él le azotó el trasero, luego la ayudó a rodar de nuevo. 
—Digo montones de cosas buenas —le informó. Ella puso sus manos debajo de sí misma y empezó a moverse, desplazándose más en el colchón. Solo las luces de Navidad estaban encendidas, así que todo estaba bañado en verde y rojo y azul. 
—Dices las mejores cosas —aceptó, todavía moviéndose hacia atrás—. Tal vez releeré tu libro y encontraré algo y… ¡ay! 
Su exclamación los detuvo a ambos. Ella se movió, luego sacó algo de debajo de su trasero. Era la tosca gran cámara, la que había usado antes para tomar su foto. Se puso de rodillas y se giró, inclinándose hacia la luz para ver si la había dañado. 
—¿Estás bien? —preguntó, pasando su mano por su trasero mientras miraba sobre su hombro. 
—Estoy bien. Creo que también está bien —replicó, limpiando la lente con su mano izquierda. Las luces atraparon la superficie de zafiro en su dedo, haciéndolo brillar y resplandecer. 
—Ven aquí —dijo, alcanzando la cámara al mismo tiempo que le rodeaba la cintura con el brazo. La atrajo contra él, luego se sentó para que ella estuviera entre sus piernas. Se acomodó contra su pecho mientras él movía el brazo de su cintura para agarrar su mano izquierda. Entrelazó sus dedos, sintiendo el anillo clavarse en ellos, luego movió sus brazos juntos para que cubrieran el pecho de ella. 
—¿Qué estamos haciendo, Jon? —susurró, luego se quedó quieta cuando él empezó a levantar la cámara—. No, sin fotos de desnudos. 
—Solías tomarlas todo el tiempo para mí —señaló. Era verdad. Aún tenían una carpeta llena de ellas en su ordenador portátil. Las miraba más a menudo de lo que probablemente era normal. 
—Eso fue hace mucho tiempo. Ahora es diferente. Ni siquiera tenías un ordenador propio entonces. Ahora probablemente pondrás esta foto en tu billetera y se la enseñarás a la gente. —Se rió. 

 
—Oh, no —dijo él, alzando la cámara sobre ellos—. Nunca dejaría que nadie nos viera así, Delaney. Este es mi recuerdo y es solo para nosotros. 
Retuvo el obturador. El flash destelló, luego sonó el zumbido y la impresión. Gentilmente dejó la cámara en el suelo, luego la envolvió en sus brazos mientras Delaney sostenía la pequeña foto en sus dedos. Esperaron hasta que se desarrolló. 
—Pensé en ello —susurró ella de repente. 
—¿Pensaste en qué? —preguntó, apoyando su barbilla en su hombro. El pedazo blanco de película se estaba oscureciendo. Formas y colores empezaban a aparecer.
 —Mi siguiente tatuaje. Tus palabras perfectas —exhaló. Él tomó la foto y la elevó más cerca de su rostro.
 —¿Y son? —preguntó, mirando mientras aparecían. Era en realidad una toma de buen gusto, desde la altura de su pecho. Ambos estaban claramente desnudos de cintura para arriba, pero ni siquiera se veía la clavícula de ella. Sus brazos la bloqueaban. 
Más que eso, eran sus rostros los que robaban la atención. Jon miraba hacia abajo, un mechón de cabello rizándose sobre su frente, y estaba mirando sus manos. A su anillo. Delaney miraba hacia arriba, sus ojos fijos en él. Tan grandes, azules y hermosos. 
—Memoria muscular —dijo ella—. Siempre decías que es lo que te trajo de vuelta a mí. Que podías sentirme en tu piel y tus huesos y tus músculos. Que me recordaban, incluso cuando tu cerebro no podía. 
—Es perfecto —concordó él, luego lanzó la foto al suelo e inclinó su cabeza para besar su mejilla—. Ahora hagamos algunos nuevos recuerdos con nuestros músculos. 
Ella rió, luego gimió cuando gentilmente los rodó para que estuviera debajo de él. Su pie golpeó una toma de corriente, sacando un enchufe, y todas las luces de Navidad se apagaron de repente. Ella soltó una carcajada ronca y envolvió su cuello con los brazos. 
—Sé quién eres, Jon Doherty. Incluso en la oscuridad.
 Él respiró profundamente. 
—Puedes llamarme Jay. 
 

 
fin


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Mensaje por berny_girl Jue 31 Mayo - 23:08

Epilogo
Uno un poco largo... Pero todo termino mucho mejor de toda la locura en cómo comenzó... Todo fue un término tan perfecto, con una familia de elección quien los quieren a los dos.

Gracias por la lectura, la disfrute bastante.



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Mensaje por Yani Sáb 2 Jun - 20:36

Voy a hacer el cierre a pesar de que falta el último comentario de algunas lectoras que estuvieron hasta el final...gracias chicas por no abandonarme, quedamos las mejores jajajaja

Me gustó mucho el libro aunque a Jay tuve ganas de matarlo varias veces en la parte del presente y a Del la tuve ganas de matar en el Antes, tan irresponsables, los dos...pero terminaron muy bien.

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Mensaje por Maga Sáb 2 Jun - 20:42

Yani escribió:Voy a hacer el cierre a pesar de que falta el último comentario de algunas lectoras que estuvieron hasta el final...gracias chicas por no abandonarme, quedamos las mejores jajajaja

Me gustó mucho el libro aunque a Jay tuve ganas de matarlo varias veces en la parte del presente y a Del la tuve ganas de matar en el Antes, tan irresponsables, los dos...pero terminaron muy bien.

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Muchas gracias a todas por participar Wink Gracias @Yani por seguir la moderación. Pronto pongo medallas y puntos. 


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Mensaje por Celemg Dom 3 Jun - 21:36

Yo si deje mi komentario y puntuacion, kreo jajajaaj.. pero si me gusto


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Mensaje por svenkok Dom 3 Jun - 22:04

Qué bueno que Dalaney y Jay terminaron juntos. Son como un equipo cada uno hace al otro mejor ser humano. Me gustó mucho la lectura.


¡Gracias Yani!

También me daban deseos de ahorcarlos a los dos por momentos. Que irresponsables fueron. Y Kitty, la detesto.

¡Gracias!
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Mensaje por Celemg Lun 4 Jun - 0:08

No lo habia dejado jajajaja

[size=40]Epilogo: Bueno, kosto.. pero hubo final feliz y me resulto bastante bonito no?[/size]


Komentario final.. kreo ke Del es el personaje ke mas me toka.. pues es kien sufre, pelea y se keda... Jon es komo un poko imprevisible a veces y kreo ke a veces me saka de kicio.. Adore a Sloany y konstrui un enorme odio por la fastidiosa Kitty jaja..
Me ha gustado mucho y no me ha resultado cliche.. aunke los finales felices no son muy lo mio..
5/5


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Mensaje por Maga Miér 8 Ago - 10:17

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Mensaje por Maga Mar 14 Ago - 11:56

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