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Mensaje por carolbarr Mar 20 Mar - 21:36

Como dice Darius, es difícil creer que una humana pueda ser su affai y ser parte del mundo mágico y que además lo salve, ya veremos como suceden las cosas


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Mensaje por Veritoj.vacio Mar 20 Mar - 22:46

Como que a mi también me hizo falta algo, saber como llegaron, que hicieron que paso. Pero el primer encuentro ya estuvo candente


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Mensaje por yiany Miér 21 Mar - 10:48

 Capítulo Tres


Samantha gimió y movió agitadamente la cabeza de un lado a otro, necesitando alivio. Darius, sin embargo, no la dejaba irse. Su pelo negro y sedoso rozaba la parte interna de sus muslos mientras su lengua bailaba sobre sus pliegues y se hundía más, buscando su endurecido clítoris.
Una y otra vez la llevo a la cima, sólo para dejarla colgando peligrosamente cerca del borde.
-Dímelo, affai, cuánto me quieres –dijo espesamente él, el apasionado trueno de su voz alzándola a nuevas alturas.
-Te quiero, te quiero –ella alzó la cabeza, rozando con sus dedos su pelo mientras atraía su cabeza más cerca de su centro-. Por favor.
Ella sintió la completa sonrisa de él contra ella. Con un chillido se arqueó ante sus caricias, completamente cautivada por los lametones embriagadores y rápidamente llegó a la orilla del clímax.
Él succionó duramente su clítoris e introdujo un grueso dedo dentro de ella, aumentando la fricción contra su protuberancia hinchada. Un segundo dedo entró en ella, extendiéndola, preparándola, y ella ya no podía esperar más.
-Darius –gimió ella, una caliente humedad empapando sus dedos-. No puedo parar. Oh sí, sí –ella lloró y llegó, en un explosivo orgasmo mientras él seguía lamiéndola.
Él la montó entonces, sintiendo su grueso pene caliente contra la entrada de su cuerpo. Esperó hasta que ella miró perdidamente sus ojos, distinguiendo un brillo rojo fogoso, inhumano ,y lentamente entró…
-¿Está todo bien ahí dentro? –preguntó la voz de una mujer fuera de la puerta en el mismo momento en que el pomo se sacudía ruidosamente.
Conmocionada y confundida, le llevó un minuto a Samantha darse cuenta de lo que pasaba. Completamente avergonzada, se aclaró la garganta y habló lo suficientemente fuerte como para que se la oyera a través de la puerta.
-Si, lo siento. Solamente era una pesadilla.
-Bien, bien, entonces volveré después –el ruido de pasos y un chirrido de ruedas se fue desvanecieron en el silencio antes de que una puerta abajo del vestíbulo se abriera y cerrara ruidosamente.
Samantha miró el reloj despertador cerca de la cama. Las once en punto.
Limpiándose la frente sudorosa, tiró el objeto con un pesado alivio y bajo las piernas al suelo. Hizo una mueca al levantarse, con inquietud consciente de la humedad entre sus piernas.
Tuve un sueño erótico. Gran cosa. Salvo porque una de las criadas había oído sus gritos.
Samantha sintió el calor en su rostro e intentó restar importancia al bochorno mientras se dirigía al cuarto de baño. Pero aún no podía creer lo real que se había sentido el sueño. Mientras se lavaba bajo la ducha caliente, fácilmente podía recordar cada detalle acerca de Darius Storm, como se veía, como olía, como sabía.
Ella se calmó. No había tenido uno de esos sueños en meses.
Después un detalle de su sueño relampagueó ante ella. Darius Store se la había quedado mirando con ojos rojos. Inmediatamente se relajó, el sueño no era otra cosa sino su subconsciente sexualmente excitado pidiendo a gritos sexo.
Es solo un sueño, no una visión. No hay nada por lo que preocuparse.
Sacudiendo la cabeza para liberarse de esos pensamientos caprichosos, se obligó a centrar su atención en el aquí y ahora.
-Detalles normales –masculló ella mientras el agua masajeaba su cuero cabelludo-.
Encontrar un apartamento, averiguar sobre el almacenamiento, y olvidar los sueños sobre hombres atractivos y sus bocas increíblemente expertas –se pasó los dedos por el


pelo, enjuagando el jabón como si fuera un placer que hubiera advertido recientemente-. Y nada de más orgasmos.
Los orgasmos llevaban a las necesidades y los deseos en los que había estado trabajando duramente para suprimir. Infiernos, ya ni se tocaba a sí misma.
Después de estar durante un año con Josh “El culo”, se había decidido a no seguir buscando un pretendiente apropiado. El hecho era que seguía decidiendo sobre el señor adecuado ahora, a pesar de su deseo de no bajar sus estandartes.
Samantha no entendía su incapacidad para encontrar a alguien digno de su amor. No pedía mucho. Un hombre que la amara, respetara, y sobre todo, quería alguien en quien pudiera confiar. Pensó sobre sus necesidades y secretos, lo más profundo de su corazón que nunca había enseñado a nadie.
Sólo un hombre que realmente compartiese su espíritu comprendería lo que la movía. Un compañero fuerte, inteligente capaz de comprender las rarezas que formaban a la mujer que veía cosas que los demás no veían.
Cerró el grifo y tembló mientras buscaba una toalla. Secándose, no podía evitar pensar si Darius Storm tendría profundidades ocultas. En la superficie parecía un hombre de mundo lascivo demasiado confiado en su atractivo físico. Sin duda, tenía una cara hermosa con un cuerpo a juego, ¿pero había algo bajo esa cara perfecta?
A causa de los pensamientos sobre él su cuerpo latió y ella maldijo mientras se ponía los pantalones vaqueros y un grueso suéter. El hombre se había aprovechado de ella anoche, haciéndole insinuaciones sexuales después de asustarla tanto en el sótano. Así que ella estaba en extremo necesitada. Tenía sentido considerando el tiempo que había pasado sin sexo. Si se le sumaba Darius Storm la mezcla era como acercar una cerilla a una pila empapada en keroseno.
No, mejor vivía sin hombres, fortaleciéndose una segura vida tanto financiera como emocionalmente antes de pensar en tener citas de nuevo. Encogiéndose dentro de una delgada parka diseñada para mantener fuera el frío y se abrigaba el cuello con una bufanda, salió de la habitación con un nuevo punto de vista.
Había regresado a Seattle para comenzar nuevamente. Nuevo cliente, nuevo apartamento, nueva actitud. Sonriendo, Samantha bajó a la planta baja y dejó el hotel con una primavera a sus pasos, a pesar del clima invernal.
Evitando varios trozos de hielo, se dirigió a un pequeño pero moderno restaurante y ordeno un café grande y un desayuno.
Se sentó cerca de la ventana mientras comía, hambrienta no solo de la comida sino también de la familiar imagen de la ciudad que había perdido durante el último año. En el momento de su ruptura, había parecido simplemente la cura para su corazón roto.
Pero ahora que había regresado, se dio cuenta de cuanto había echado de menos su casa adoptiva.
Criada en el Nordeste, se había acostumbrado a los crudos inviernos y el tráfico denso. Seattle tenía un montón de nieve y embotellamientos de trafico, pero el aire libre y los espacios abiertos, el aire crujiente compensaba a la población creciente.
En ningún momento lamentó el trabajo que la había sacado de Filadelfia. Había sido excitante viajar a través del campo hasta Washington. Y la brillante mezcla de temperamento artístico y preocupación por el dinero de Seattle había hecho que su traslado desde la Costa Oeste extraordinariamente fácil. Sin embargo, después de tres años en J. Applet Financial se había movido hacia delante y hacia arriba.


Aunque sus posibilidades de ascenso había sido bloqueado gracias al correr sexista del negocio, había recibido bastante experiencia y había hecho suficientes contactos como para crear su firma de consultas, una que hasta hacía poco la había mantenido lejos de Seattle.
Escarbando su tortilla española con placer, comenzó a sentir como se renovaban sus energías cuando una conmoción fuera la distrajo.
Engullendo un trago de café, observó como una mujer vestida con un grueso abrigo de lana, que probablemente costaba cinco veces más que la parka de Samantha, discutía con un hombre bien vestido que estaba parado frente a la ventana del restaurante.
Su altura y postura le recordaban a Darius, pero no podía imaginar a Darius Storm poseyendo un traje elegante, y mucho menos llevando puesto uno. De lo que había oído a través de Gerry sobre él y visto anoche de él, era un hombre estrictamente de pantalones vaqueros y camisetas. Este hombre, sin embargo, llevaba un traje oscuro de diseñador, un impermeable sobre el brazo y un maletín.
Agitado, se puso el impermeable y se pasó una mano por el pelo grueso y negó expresando con gestos algo a la mujer. Maldición, deseaba que se girara para poder ver su cara.
Samantha miró a su alrededor, sorprendida al ver a otros –específicamente las clientes habituales mujeres- clavaban los ojos en la escena que se desarrollaba fuera. La voz de la mujer se había alzado haciendo que los gritos de ofensa se escucharan incluso a través del grueso cristal de la ventana del restaurante.
Negando con la cabeza, Samantha empujó la tortilla en su plato mientras observaba desmoronarse a la mujer. Se obligó a dar otro mordisco, esforzándose por distanciarse del dolor de la mujer.
Los hombres no valen la pena, la regañó mentalmente. Confíe en mi, señora, lo sé.
Cuando la mujer comenzó a llorar, el hombre se apartó de ella finalmente y caminó a largos pasos hacia el restaurante. Varios jadeos y “ah” flotaron a su alrededor, pero Samantha solo se podía quedar mirándolo fijamente asombrada.
Había estado equivocada.
Darius tenía un traje y se parecía a un millón de hombres llevándolo puesto.
Parecía tan peligroso como la última vez que le había visto, pero ahora tenía un sutil brillo de sofisticación que iba desde sus zapatos negros lustrados hasta su pelo elegantemente peinado. Un tiburón empresarial que simplemente había desgarrado el corazón de otra víctima mujer.
Imagina una relación con él. Josh “El culo” había sido difícil, pero era solo un hombre. Darius parecía bastante más que eso, un gran ladrón de corazones.
Él siguió hacia el restaurante y por un momento ella pensó que iba a entrar. Pero él siguió andando desenvueltamente, sus ojos entrecerrados, un ceño fruncido oscureciendo su duro rostro.
Sin embargo, antes de que saliera de su campo de visión él giro la cabeza para mirar fijamente el restaurante lleno de descarados y fervientes curiosos y masculló algo. Volviendo su atención a la acera, dio unos pasos y alejó su mirada, creando al mismo tiempo un gran alivio y una gran decepción.


Pero el recuerdo de esa cara pulida mirando perdidamente a través del cristal la había aturdido, y tuvo que obligarse a tragar los huevos que se enfriaban en su boca.
¿Desde cuándo tenía Darius Storm ojos azules?
 
 
 
* * * *
 
Darius maldijo al sol que entraba por la ventaba dando en su rostro. Le encantaba estar al aire libre, sobretodo el calor del sol en el cielo, pero no a primera hora de la mañana.
Gruñendo, tiró las sabanas y salió de la cama. Necesitando algo que apaciguara su gruñón apetito, se puso rápidamente unos pantalones vaqueros y bajó en estampida a la cocina. Nunca agradable por la mañana, hoy se sentía el doble de peor a causa de las ardientes fantasías sobre Samantha Brooks que había tenido durante toda la noche.
Al igual que sentía la atracción, ahora sentía la molestia, frustración y enfado por la indignante mujer que invadía sus sueños… un descanso que quería.
-Bien, bien, bien –dijo Cadmus arrastrando las palabras desde la mesa de la cocina. Estaba sentado con una taza grande de café humeante mientras estudiaba atentamente el periódico-. Es casi mediodía y estás finalmente despierto. Si no tuviera un mejor criterio pensaría que te vas a convertir en un Djinn nocturno.
Darius miró furioso a Cadmus y sutilmente enfocó su atención en la gran taza de su hermano, sin estar de humor para bromas. Con una maldición, Cadmus soltó la taza demasiado caliente ahora y le regresó la mirada furiosa.
-¿Qué te ha puesto tan irritado? Solamente te despertaste. Darius se sirvió algo de café y sonrió enseñando los dientes.
-Tuve una noche pésima, ¿de acuerdo? ¿Y que diablos haces tu aquí? Creía que tenías un trabajo.
Cadmus se encogió de hombros.
-He decidido probar otro trabajo. No encontraba mujeres construyendo casas – hizo una mueca-. Las primitivas técnicas de construcción de aquí aturden la mente.
-No tan primitivas –negó Aerolus mientras se les unía en la cocina-. Es bastante más fácil construir cosas cuando confías en la magia. Es más difícil crear con madera, arcilla y agua.
Darius y Cadmus compartieron una mirada.
-¿Y a que debemos este honor? –preguntó secamente Darius mientras observaba a Aerolus acomodarse al lado de Cadmus con una pequeña sonrisa en los labios.
-Arim contacto conmigo esta mañana.
Darius atacó de inmediato, la excitación reemplazando su frustración. Solo Arim podía devolverles a casa.
-¿Qué dijo? ¿Te dio un hechizo para que regresemos? –el maldito brujo mantuvo siempre el contacto con la promesa del regreso a Tanselm. Él y la reina seguían luchando contra el Netharat quién parecía que se había retirado para reagruparse.


-No –Aerolus hizo una pausa, sus ojos se clavaron en los de Darius-.
Aparentemente el hechizo está dentro de cada uno de nosotros, o “dentro de nuestro control” como lo dijo Arim. Tiene intenciones de hacernos una visita en cuanto la situación se establezca. Nuestros lanzadores de hechizos recientemente han reforzado las fronteras.
Cadmus bufó.
-Deberían haberlo hecho hace meses. ¿Qué diablos han estado haciendo durante nuestra ausencia? Sabía que nunca nos deberíamos haber marchado.
Aerolus suspiró.
-Cadmus, es como he dicho antes. Aquí el tiempo pasa bastante más rápido que en casa. Ha pasado un año aquí, pero solo algunas semanas en Tanselm. Para nuestro beneficio, eso nos da más tiempo para encontrar a nuestras affai.
-Sigue, Aerolus –le regañó Darius-. ¿Realmente no crees que las mujeres de aquí serán capaces de saciar a un Storm Lord? Incluso en Tanselm, solo algunas selectas pueden manejar nuestros poderes.
-Eso no impidió que te acostaras con tantas como pudiste encontrar –la mirada fija de Aerolus hizo que Darius se ruborizara, un incómodo sentimiento de culpabilidad abrumándole. ¿Pero por que debería sentirse culpable? Las mujeres con las que se había acostado habían disfrutado de cada minuto del deporte de cama y habían sabido exactamente lo que hacían cuando le invitaban.
Aerolus no hizo ni un parpadeo cuando añadió:
-Así que cuéntanos sobre tu aventura de anoche.
-¿Aventura? –Cadmus pasó la mirada de Aerolus a Darius-. ¿De que habláis ahora?
Sin saber por qué pero no queriendo discutir de Samantha con sus hermanos, Darius intentó no hacer caso de la pregunta.
-Dice tonterías, como siempre. Igual que cierto brujo que conocemos –miró a Aerolus-. Es obvio para ahora el parecido entre tú y Arim. Son molestos y acribillan a preguntas.
Cadmus se rió ahogadamente.
-Tiene un punto, Aerolus. Estás tan callado como un pez plano y lleno de las insinuaciones del brujo.
Darius se relajó. La atención había cambiado de posición.
-Puede que sí –concedió Aerolus con una sonrisa que inmediatamente puso a Darius a la defensiva-. ¿Pero ese silencio no explica el encuentro de Darius con cierta mujer anoche?
Cadmus inmediatamente cambió su foco de atención.
-Así que es esa mujer la que te tiene respirando fuego –disparó a Darius una mirada astuta, excesivamente curiosa-. Háblanos sobre esta mujer, Darius. ¿Cómo se ve ella? ¿Cómo se siente ella?
Mirándolo ceñudo, Darius se tragó el resto del café y llenó otra taza.
-Tuve un encontronazo con una mujer atractiva anoche, eso es todo. Y no tengo idea de cómo se siente ella.


Ella había tenido el humor del fuego, una combustible combinación de miel y calor más profunda que su sensual belleza. Viendo la curiosidad en las caras de sus hermanos, sin embargo, no tuvo escrúpulos en reservarse casi a Samantha para sí mismo durante un rato más.
Mirando furioso a Aerolus, gruñó:
-Es una mujer como cualquier otra. Y mantened vuestras narices fuera de mis asuntos.
-Solo tengo curiosidad.
-¿Cómo diantres supiste de ella de todas maneras? Aerolus se sonrojó.
-Arim la mencionó.
Darius vio claramente la incomodidad de Aerolus, y ese hecho hizo que se interesara más. Normalmente nunca tenía ninguna sospecha de nada que su hermano Aerolus no quisiese que viera.
-¿De verdad? –disparó a Aerolus una mirada dura-. Divertido cuando él lo comparte contigo y no con el resto de nosotros –Darius hizo una pausa-. ¿Estás seguro que no has experimentado ningún regalo más de nuestra madre que no has mencionado?
-No, solo la teleportación –Aerolus se veía decididamente inquieto, y por mucho que su hermano le molestara, Darius podía compadecerse. Cuanto más tiempo pasaba en este mundo, un poder más extraño parecía correr a través de él. La habilidad para imbuir fuera de su cuerpo el calor siempre había existido. Sin embargo, ahora se encontraba con que poseía un asombroso regalo y no deseado, uno que sin duda había heredado de la familia de su madre y Arim.
-Todos estamos experimentando extraños estallidos de poder desde que estamos aquí –Cadmus se pasó la mano por el pelo-. Fue mi habilidad para predecir esos números lo que nos permite vivir cómodamente aquí. ¿Quién hubiera imaginado que seis números podían dar tal prosperidad? –hizo una mueca-. Imaginad a Tanselm con una lotería. Un desperdicio de riqueza en la “suerte”.
-Y aun sin esa riqueza todavía vivimos en el bosque –Aerolus tomó un sorbo de café-. No es el mejor lugar para encontrar una compañera.
Aerolus hizo una pausa durante un momento en la idea.
-Recuerda lo que dijo Arim antes de que nos fuéramos. Y allí también encontraréis que la sangre de vuestra madre corre fuertemente en ti. Ahora sabemos que madre y Arim están relacionados, se aclara de donde vienen sus habilidades. Es una bruja, al igual que padre era un poderoso Storm Lord, imagina –dijo él repitiéndolo tanto para los demás como para sí mismo.
-Dinos algo que no sepamos –dijo sarcásticamente Darius. Debería haber esperado otra hora para levantarse. Cadmus podía ser un dolor en el culo, pero cuando Aerolus se ponía ensimismado, le daba dolor de cabeza.
-Piensa sobre ello –siguió Aerolus, haciendo que Darius gimiera-. Cadmus predijo los números que iban a salir en la lotería. Yo puede teletransportarme en grandes distancias. Y Marcus ha estado moviendo objetos con la mente.
-¿Lo hace? –parpadeó asombrado Darius.


-Le he visto practicar cuando él no sabía que le miraba –Aerolus y Cadmus se volvieron hacía Darius-.¿ Qué nos has traído tú?. ¿Qué más puedes hacer aparte de controlar el fuego? A pesar de haber nacido un minuto después de Darius y Marcus, y pocos segundos antes de Cadmus, Aerolus tendía a llevar la carga de un modo que a Darius le recordaba a su padre.
Negando con la cabeza, Darius contestó:
-Exactamente no estoy seguro –él equilibró los peligros, sin estar cómodo con los cambio que había experimentado desde la muerte de su padre el año pasado. La mayor parte de esos cambios habían sido externos: la muerte de su familia, enterarse de su relación con Arim, el ataque del Netharat, pero esta nueva habilidad residía dentro de él.
-Estamos esperando –le recordó Aerolus. Dirigiéndole un semblante ceñudo, Darius masculló:
-Creo que puedo sentir lo que piensan los demás. Cadmus se quedó mirándole fijamente.
-No estarás hablando en serio –él dejo su cara inexpresiva-. ¿En qué pienso ahora?
Darius soltó un suspiro.
-En realidad no puedo hacerlo –se frotó los ojos cansadamente-. No puedo leerte, Cadmus. O a Aerolus, o a Marcus. No es que lo haya intentado muy duramente
–cuando vio que ninguno de sus hermanos perdía el interés, pronunció una baja maldición por la derrota-. Algunas veces en la barra oigo cosas.
-Quizás por que las inhibiciones se reducen por el alcohol –le ofreció Aerolus.
-No sé, es posible –tenía sentido. Pero no explicaba la conexión que había compartido con Samantha, como había podido sentir su instantánea atracción hacia él, al igual que su sorprendente desinterés en el sexo opuesto o en una relación de cualquier tipo.
-Debe de ser realmente interesante adivinarlos pensamientos de las mujeres borrachas –Cadmus sonrió abiertamente-. Tal vez debería aparecer esta noche. Podrías apuntarme hacía algunos de los pensamientos más interesantes de esas mujeres a las que les gusta mimar demasiado.
Pero Samantha estaría allí esa noche. Los pensamientos de Cadmus haciendo reír a Samantha, llevándola hacía él con su encanto irresistible, volvió el genio de Darius aún más oscuro. Apretó sus manos contra el borde de la mesa para no ponerlas alrededor del cuello de Cadmus.
-¿Qué pasa, Cadmus? ¿No puedes utilizar tus artimañas sin emborracharlas primero?
En vez de actuar e insultar, Cadmus respondió con una sonrisa. Por desgracia no había mucho que le desalentara.
-De lo que deberías darte cuenta, hermano de fuego, es que al insultarme, te insultas a ti mismo. ¿Fallas también en darte cuenta de que tenemos el mismo aspecto?
–sonrió burlonamente, después maldijo mientras su taza volvía a calentarse.
-Me refería a tu horrible personalidad, imbécil –gruñó Darius.


-¿Imbécil? Me gusta eso –dijo serenamente Aerolus, un rápido movimiento en sus ojos grises-. Suena mucho mejor que comedor de ofcondus.
-Olvida esto –Darius se levantó, determinado a encontrar algo de paz aunque esto le matara-. Me vuelvo a la cama –entre sus hermanos y Samantha Brooks, estaba tan frustrado que podía desatar sus poderes e incendiar la casa.
Su vista comenzó a enrojecer, lanzó su taza grande al fregadero y salió a grandes pasos de la cocina. Los pensamientos sobre Samantha solo aumentaban sus deseos de volver a verla. Algo no calzaba bien con esa mujer, algo que sus sentidos interiores habían detectado. De otro modo no la hubiera encontrado tan cautivadora.
Tenía que dejar de ver sus ojos verde oscuro nublados por la pasión, dejar de imaginar sus pechos sonrojados e hinchados e implorando por su boca. Su pene se puso imposiblemente duro mientras volvía a su dormitorio. Pero a diferencia de anoche, se sentía completamente descansado y capaz de dominar sus deseos. Después de una ducha fría y algunos planes planificados se sentiría capaz de abordar cualquier cosa, sobretodo a Samantha Brooks.
 
* * * *
 
-Más enfadado de lo normal –Aerolus se sentó frente a Cadmus con un curioso destello en los ojos.
-Sí –Cadmus clavó los ojos en su hermano echándose hacia atrás-. Es esa mujer que mencionó Arim. ¿Qué hay tan especial sobre ella para que Darius este tan encendido? –sonrió abiertamente ante el juego de palabras y alzó la vista para ver que hacía Aerolus ante su chiste.
Como siempre, Aerolus permanecía inexpresivo. Comenzar a girar los ojos solo alentaría a Cadmus.
-No estoy seguro –clavó atentamente los ojos en la puerta de la cocina, preguntándose si lo que sospechaba podía ser cierto.
Exactamente no les había dicho a sus hermanos la verdad sobre sus nuevos poderes. ¿Pero como decirles a sus hermanos que podía compartir sus sueños?
Entrar en los sueños era tan intrusivo como la habilidad no deseada de Darius de leer las mentes. Aerolus miró ceñudamente ante el pensamiento de ese poder. Tenía que trabajar duramente para construir sus defensas interiores contra la intrusión mental. No era que desconfiase de Darius de cualquier manera, pero apreciaba la privacidad de sus pensamientos. Y si sus hermanos supieran tan siquiera la mitad de lo que pensaba, nunca le dejarían solo.
-Sabes más de lo que dices –los ojos de Cadmus se entrecerraron-. ¿Te dijo Arim algo que no has compartido?
-No –Aerolus se aclaró la garganta-. Arim solamente menciono vigilar a Darius. Algo sobre una mujer entrometiéndose en los pensamientos de Darius. Ella jugará un importante papel en su futuro, pero no puedo decir más.
-¿No puedes o no lo harás?
Los sueños de Darius. Eran más que solamente sexuales. La sangre de Aerolus corrió rápida mientras recordaba los rasgos de la mujer que había visto a través de los


ojos de Darius. La mujer era increíblemente bella, exótica y sensual. Pero la pura posesividad de Darius, su necesitada incertidumbre… estas emociones eran tan extrañas para los Cuatro Reyes que bien podían ser completamente alienígenas.
Aerolus parpadeó cuando Cadmus le llamo por su nombre.
-No puedo responderte, Cadmus. Según Arim, la mujer es importante para Darius, realmente para todos nosotros. Pero si ella es su affai, o alguien que puede llevarle a su affai, Arim no puede decirlo. Nunca sabes. Tal vez ella pueda conducirte a tu futura prometida –Cadmus deseaba tanto el matrimonio como un cuchillo en su garganta.
-Como si cualquier mujer alguna vez estuviera bien conmigo –dijo con desdén Cadmus-. Personalmente, espero que sea su affai. Quiero volver a Tanselm tan pronto como sea posible. Y una vez que Darius se una a ella, solo es cuestión de tiempo antes de que ella quede embarazada para cimentar el poder del Storm Lord.
-¿Pero quién puede afirmar que ella llevará a los Cuatro Reyes? Cadmus detuvo la taza que se había estado llevando a los labios.
-Pues bien, yo… supongo que nunca fuimos informados de quién se convertiría en el siguiente gobernante del Tetrarca. Siempre asumí que seria Darius. Él es el mayor, aunque solo sea por un minuto –un gesto de horror atravesó su rostro-. ¿Estás diciendo que cualquiera de nosotros cuatro puede convertirse en el rey de Tanselm?
-Según Arim nada es seguro en el futuro –Aerolus disfrutó viendo estremecerse lentamente a su hermano. Cadmus asumía demasiado y se deleitaba gastando bromas constantemente a los demás de ellos. Pues bien, ahora tenía algo que considerar cuidadosamente aparte del regreso a Tanselm.
Aparentemente una parte de su diversión debió ser visible, para que Cadmus se recuperara lo suficiente como para enviarle a Aerolus una pequeña sonrisa.
-Bastante bien, hermano. Sabes, das miedo. Eres más parecido a Arim de lo que había pensado.
-Hay peores personas con las que me podrías comparar.
-Cierto –Cadmus se rió, sus sombríos pensamientos sobre el matrimonio aparentemente tras él-. Toma a Darius. Él es más como un oscuro Djinn a punto de afrontar la luz del día… completamente insoportable. Por desgracia esta noche tengo una cita o visitaría el Outpour solamente para enfadarlo.
Aerolus sonrió abiertamente, aturdiendo a su hermano con una demostración honesta de sus sentimientos.
-No me importaría ver eso. Tengo el presentimiento de que no está interesado en compartir a esta mujer en concreto. Y si está tan frustrado como parecía antes, va a tomar todo su empeño no ahuyentarla.


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Mensaje por yiany Miér 21 Mar - 12:30

Cronograma





Lectura 1



Lunes 5/03 parte 1

Martes 6/03 parte 2

Miércoles 7/03 parte 3

Jueves 8/03 parte 4

Viernes 9/03 parte 5

Lunes 12/03 parte 6
Martes 13/03 parte 7
Miércoles 14/03 parte 8
Jueves 15/03 parte 9
Viernes 16/03 parte 10


Sábado 17 y Domingo 18 - Descanso y comentarios finales.




Lectura 2


Lunes 19/03 capítulo 1
Martes 20/03 capítulo 2
Miércoles 21/03 capítulo 3

Jueves 22/03 capítulo 4
Viernes 23/03 capítulo 5
Sábado 24/03 capítulo 6
Domingo 25/03 capítulo 7
Lunes 26/03 capítulo 8
Martes 27/03 capítulo 9
Miércoles 28/03 capítulo 10
Jueves 29/03 capítulo 11



Viernes 30/03 Comentarios finales
Sábado 31/03 Cierre


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Mensaje por berny_girl Miér 21 Mar - 12:42

Como que todos los personajes estan perdidos... Desde los 4 hermanos hasta Samantha que no sabe que le depara esa atracción tan desenfrenada que siente por Darius.

Que confusión que los 4 sean identicos, creo que sera un enteró problema y confusión para Samantha cuando los vea por separados

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Mensaje por yiany Miér 21 Mar - 12:49

Si, Berny, te imaginas cuatro gemelos 'identicos' cuya única diferencia es el color de ojos? eso realmente será una complicación y ese don de invadir los sueños de Aerolus, realmente será un problema, pero que quiere decir acerca de q sus hermanos no se despegarían de el si conocieran sus pensamientos???  Lectura Marzo 2018 - Página 7 1833188340 Lectura Marzo 2018 - Página 7 1833188340


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Mensaje por yiniva Miér 21 Mar - 14:02

valla que interesante, los cuatro con nuevas habilidades, a pesar de ser gemelos, sus personalidades son diferentes, gracias yiany


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Mensaje por mariateresa Miér 21 Mar - 21:20

Gracias Yiani.
Sospeche que Samantha tambien iba a soñar con el. Y creo que ella es como una clarividente me dio la impresion que tiene algo sobrenatural.
Al menos no son identicos 100% ya que todos tienen diferentes colores en los ojos dependiendo de su elemento. Seria un poco complicado diferenciarlos.


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Mensaje por Veritoj.vacio Miér 21 Mar - 22:43

Ay se queda en lo mas interesante, Samantha no carece de magia como Darius supone asi que se va a poner interesante


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Mensaje por yiany Jue 22 Mar - 9:49

Capítulo Cuatro
 
Hacía tres horas que se había hecho de noche y Samantha se sentía maravillosamente, en nada parecido a su anterior visita al Outpour. Gerry Huntington era tan agradable como había parecido en sus negociaciones telefónicas. Él personalmente había contratado a todos sus empleados y se los había presentado uno a uno. Sorprendentemente, encontrarse con Darius de nuevo había sido desilusionante. Salvo por el destello de sus ojos oscuros, había actuado amistosa y cortésmente, en nada parecido al hombre de mundo de la noche anterior.
Sin querer ahondar en sus anteriores relaciones con él, ella le había dirigido una mirada de advertencia y había seguido con las presentaciones de Gerry. Una bellísima rubia llamada Ellie era aparentemente su preferida, y por lo mucho que le había comentado sobre la mujer, Samantha claramente podía ver la razón.
Durante tres horas había observado, tanto a Ellie como a Darius trabajando sin parar. Igual de bombardeada por clientes masculinos como Darius lo estaba por femeninos, Ellie tenía una sonrisa lista y una acogedora eficiencia que alentaba las ventas al crear una atmósfera divertida.
Un hombre que llevaba tres bebidas se chocó con ella, cortando el hilo de sus divagaciones. Murmurando una disculpa, pulcramente se apartó de su camino y vio a Gerry conversando con uno de los clientes VIP en una plataforma elevada al otro extremo de la habitación. Inclinó la cabeza hacia ella y ella sonrió alentadoramente, sin necesitar fingir satisfacción por el enorme gentío que dominaba el Outpour. Ya había notado algunas cosas que él podría querer cambiar para aumentar las ganancias, pero hacer propaganda para aumentar la clientela no era una de ellas.
Notó el gran número de mujeres que no dejaba de molestar a los camareros detrás de la barra donde estaba Darius y se obligó a mantener su atención en la pista de baile.
 
Al minuto en que se había alejado tras la presentación de Gerry, había sentido sus ojos sobre ella. A pesar de no querer renovar sus relaciones, había estado tentada de atacarle por causar semejante escena en público esa mañana, incluso sabiendo que no tenía derecho de hacerlo. No podía ayudarla el recordar lo que se sentía al ser echada, y a Darius obviamente le importaba tan poco la mujer con la que estaba, que salió llorando en público, pues bien, le hacia sentirse mucho peor por responder a sus caricias anoche.
Un brazo salió disparado rodeándole su cintura, sobresaltándola y sacándola de sus divagaciones.
-Ven cariño, baila conmigo –un rubio guapo halagador tiró de ella hacia la pista de baile-. Alguien tan hermoso como tú no debería estar hablando sobre trabajos extra.
Ella recorrió con la mirada al sonriente desconocido y se encogió de hombros. ¿Por qué no? Vería como se sentía el club en medio de la abarrotada pista de baile.
Su compañero se presentó sobre la fuerte música como John, y mientras ella se acercaba para responder, sintió un deseo tangible de dar un paso atrás.
Un gruñido llegó de la nada, pero no vio a nadie cerca expresar interés por ella o por su pareja de baile. Sin saber por qué, sus ojos encontraron a Darius mirándola furiosamente desde la barra antes de que la descartase y se volviera a otra mujer que gritaba pidiendo su atención.


-Extraño –masculló . Le devolvió a John una sonrisa de disculpa-. Soy Samantha.
Él inclinó la cabeza. Después de varios minutos de bailar, él sonrió abiertamente cuando la música cambio a un ritmo más sensual y tiró de ella más cerca, permitiendo que sintiera cada matiz de su cuerpo despertado.
Desgraciadamente para John, su cuerpo aun no se había recuperado de Darius, ni ella tenía la inclinación de permitir sus atrevidas acciones.
-Gracias, pero tengo que volver al trabajo –dijo ella y fácilmente se desenredo. Quería gustarle. Parecía un tipo normal y ella encontraba agradable ese atractivo. Tal vez un pequeño revolcón en el heno disminuiría la irritante atracción que sentía por el macho tras la barra.
Otra vez la desaprobación paso como un relámpago por su cuerpo con el suficiente fuego como para hacerla aceptar. Se froto su estruendoso corazon miro a su alrededor, sin asombrarse de que nadie salvo John le prestara algo de atención.
-Lo siento, John. Pero gracias por el baile.
Él se encogió de hombros y finalmente se recostó con una abierta sonrisa destinada a seducir.
-Estaré aquí toda la noche, esperando y esperando un cambio de opinión – se relamió los labios en lo que debería haber sido tomado como una invitación pero que en vez de ello le hizo tener la idea de que él debería beber menos. Olía a cervecería.
Abriéndose paso a través del gentío, volvió al trabajo en la pista de baile, pensando cuidadosamente sobre su extraño subconsciente. Samantha siempre había escuchado la pequeña voz en su interior. Pero no podía imaginar porque su voz interior de pronto había conseguido un tono masculino. Quizás era más de su frustración sexual mostrándose. Suspiró. Lo que fuera. No estaba aquí para divertirse de todos modos.
Tenía metas, disciplina, y un trabajo que hacer.
Asqueada por su falta de voluntad, volvió a su personalidad profesional y a enfocar su atención en la dinámica dentro de el club.
Gerry tenía un fuego seguro con el Outpour. DJ, atmósfera y el alcohol fluían claramente dando testimonio de un negocio prospero. Y el potencial para las mejoras era enorme.
Saco una PDA pequeña y tomo notas sobre artículos y posibles mejoras que definitivamente quería enfatizar. Pasó una hora y comenzó a estar sedienta en medio de los cuerpos calientes y las pulsantes luces, así que se movió resueltamente hasta la barra que Darius no ocupaba para ordenar agua. Ellie, el camarero principal, le dio un vaso sin detenerse.
La mujer alta y rubia llevaba puesta una camisa ceñida azul que disparaba el brillante azul de sus ojos y un fino pircing perforaba su ombligo acentuando su vientre delgado. Ellie era muy inteligente y elocuente, trabajaba en el Outpour solo para “financiar su futuro”, como le gustaba decir a ella, significara lo que significara. Gerry había estado sufriendo por el hecho de perderla desde que había contactado con Samantha. Contratar a Darius había sido un paso adelante pero no curaría la herida cuando Ellie se fuera.
-Se ve caliente ahí fuera –dijo Ellie, inclinando la cabeza hacia la pista de baile mientras preparaba otra orden.


-Lo es –Samantha cerró los ojos y tragó el agua. Nada se había sentido nunca mejor-. ¿Así qué cómo va todo?
-Solamente un segundo –Ellie sonrió mientras trabajaba, con facilidad para hacer varias cosas al mismo tiempo mientras preparaba una orden de una camarera y atendía una orden de un cliente que se había echado sobre la barra para acercarse-. Amo las prisas –dijo ella mientras le daba a la camarera las bebidas y preparaba otra-. Por supuesto, no estoy tan atestada como Darius y Mike –inclinó la cabeza hacía la barra frente a ella-. Pero en una hora o así los hombres comenzarán a entrar como un diluvio por esas puertas sabiendo que hay mujeres aquí.
-¿Oh?
-Sí. Ocurre cada semana exactamente, o al menos es así desde que Darius comenzó aquí –Ellie hizo una pausa mientras se quedaba con la mirada fija-. Tendrías que estar muerta para no darte cuenta de lo ardiente que es.
Samantha miró por encima del hombro a donde estaba el hombre rodeado de mujeres.
-¿Así qué por qué no juegas tu misma? –ignorando el zumbido de los irracionales celos, estudió a Ellie-. Eres lo suficientemente popular, tienes tu parte de admiradores .- dijo ella, mirando a los hombres alrededor de Ellie intentando llamar su atención, y no solo por alcohol.
Ellie sonrió abiertamente.
-Hice un intento. Cortés pero firmemente me dijo que no.
Samantha se asombró, clavó los ojos en Darius. Ella no le había considerado tan juicioso, pero al recordar a la cara rubia con la que había estado él antes ese día, quizás era que sus gustos iban más sofisticados.
-Y para ser honesta, es lo mejor. No hay chispa.
-¿Nada de chispa?
´-¿Sabes, química? Cuando estoy cerca de él, solamente quiero mirarle –Ellie sonrió abiertamente-. Es guapo, pero no es mi tipo. Extraño, ¿huh?
Ignorando el alivio, Samantha preguntó si había algo en lo que pudiera ayudar cuando el número de órdenes aumentó.
-Si no te importa, ¿podrías coger algo más de Zinfandel y J.D. del sótano? Están apilados y deberían haber sido movidos hace rato, pero Sean y Maggie se han quedado atorados ayudándome.
-Seguro. Solo tienes que utilizar el elevador de carga, ¿de acuerdo?
Gerry se lo había mostrado antes, bajo las luces que funcionaban en el sótano.
-Sí. Una vez que lo subas, solo se lo dices a Sean –Ellie comenzó a atender al siguiente cliente y Samantha salió a buscar los suministros. Se negaba a mirar a Darius antes de salir, más decidida que nunca a evitarle en el futuro.
* * * *
En el minuto en que Samantha dejo la sala Darius se giró hacia Mike.

-Voy a coger más botellas de la cámara. ¿Necesitas algo mientras estoy fuera?


-Sí, un descanso –masculló Mike mientras otro cliente atrapaba su atención.
-Carla y Tod están trabajando de cabeza y aquí viene Dave a coger mi sitio –Darius alzó la voz para hacerse oír por encima de las mujeres que competían por su atención-. Lo siento, señoras –se disculpó e inclinó la cabeza hacia Dave-, pero tengo que hacer un recado. Vuelvo enseguida. Hasta entonces, Dave es su hombre.
Flotaron varias quejas pero Darius las ignoró. Había estado esperando toda la noche la oportunidad de arrinconar a Samantha. Y no hubiera podido pedir una ocasión mejor. Ella había desaparecido tras la puerta de “Solo empleados”, sin duda para ayudar a Ellie, quien parecía invadida de hombres que querían algo más que beber.
Negó con la cabeza y fue tras Samantha. También era malo que Ellie no pudiera calentar su sangre. Tenia un buen físico, materia gris, maldición, un cuerpo por el que matar. Pero había algo en ella que le dejaba frío. Samantha, por otra parte…
La encontró en el sótano luchando por soltar la carga y quedamente avanzó hacia su espalda.
-¿Otra vez en el sotano, hmm? –dijo él quedamente, sonriendo abiertamente cuando ella gritó y se giró para afrontarle. Él percibió un ligero soplo de su perfume.
Un perfume que se le subió a la cabeza e hizo estrechar su atención. Ella se veía lo suficientemente buena como para comérsela.
Sus ojos brillaron por la cólera y cruzó los brazos sobre el pecho, sus labios apretados en una fina línea.
-¿No tienes un trabajo que hacer? ¿Por qué estás aquí abajo cuando tu barra está sobrecargada de clientes?
Ella sonó alta y poderosa, su ronca voz sorprendentemente estirada. Ella hacía que deseara tirarla al suelo y follarla hasta que gritara su nombre, rogando piedad.
Parte de su deseo debió ser visible pues ella se echó hacía atrás nerviosamente.
-¿Darius? –ella se aclaró la voz y se plantó sobre sus pies, aunque el podía ver la tensión que marcaba su cuerpo-. Te hice una pregunta.
Él sonrió, un abierta sonrisa que no estaba destina a reconfortar.
-Te seguí aquí abajo, Samantha –sus labios imprimieron a su nombre un hambre derretida. Antes de que la noche finalizara, tenía la intención de conquistar a Samantha, para por una vez por todas sacarla de sus pensamientos-. ¿Ahora porque no terminamos lo que empezaste aquí? –le preguntó malhumoradamente y dio un paso adelante.
-¿Anoche? –ella echó hacía atrás la cabeza para mirarle-. ¿Qué empecé? ¿Estás diciendo que comencé esas caricias? ¿Esos abrazos? –ella le miró furiosamente y le dio en el pecho, los nervios desapareciendo en un instante-. Mírame, Darius, tu me hiciste insinuaciones sexuales –le miró ceñuda, haciendo que se preguntase que era lo que había encontrado tan asqueroso en su comportamiento anoche. Él claramente recordaba la respuesta de su cuerpo a su cercanía, y había hecho más que darle la bienvenida-.
¿Perdiste a la rubia este almuerzo, así que ahora quieres intentarlo con alguien de mi talla? Ni lo pienses.


Él frunció el ceño.
-¿Qué rubia? ¿Y de qué diablos estás hablando?
-¿Qué? –preguntó ella inocentemente-. ¿No puedes recordar el nombre? ¿O finalmente tu conciencia te está acusando por deshacerte de ella en público?
-No se de que hablas. La única mujer que últimamente está en mi mente es una irritante asesora con brillantes ojos verdes y cabello hilado en miel.
Antes de que ella pudiera decir algo, él tiró de ella bruscamente hacía si, presionándola contra él dejándola saber su intención. Sus ojos se ensombrecieron, un color de verte hoja tan oscuro que le hizo pensar en los bosques de sitios inexplorados de Tanselm. Y cuando sus pezones rozaron su pecho, ella creó una tormenta de necesidades que le hizo apretarse más duramente contra ella.
No sintió vergüenza en compartir su falta. Su pene se sentía insoportablemente lleno. Y a pesar de la furiosa batalla que se libraba dentro de ella, podía sentir que su pasión igualaba la suya. Cerrando los ojos, tomó un profundo aliento y olió el deseo femenino que emanaba desde su mismo centro.
Sin embargo, ella le empujó una vez, intentando desesperadamente romper su agarre. Cuando él bajo la mirada hacia ella, vio la confusión delineando sus rasgos, sus labios abiertos en una silenciosa pregunta. Ella encontró su feroz mirada y como un interruptor al que se hubiera dado, ella dejo de luchar, su mirada desviándose fijamente desde sus ojos a sus labios.
Aprovechándolo como una invitación, no perdió el tiempo. Con una rapidez que le quitó el aliento, se pegó a sus deliciosos labios, gimiendo ante el contacto. Ella sabía dulce, fresca y peligrosamente adictiva. En el primer momento su cuerpo se tensó, después de un momento se derritió entre sus brazos.
La feroz satisfacción le recorrió, haciendo que su cuerpo ardiera. La excitación aumentó hasta un punto febril mientras ella no solo le devolvía el beso, sino que encontraba su lengua con la propia en una agresiva lucha de voluntades.
Varias bombillas estallaron, dejando el sótano sumido en una completa oscuridad salvo por una tenue luz contra la pared. No podía creer que esta mujer tuviera este efecto en él. Con solo un beso le había hecho perder el control de sus poderes, le hacía querer desatar todas sus frustraciones y hambre en su cuerpo exuberante.
Él profundizó el beso, arrastrando sus labios por su mejilla hasta su garganta mientras llevaba su mano hasta su pecho. Ella gimió su nombre mientras él chupaba su cuello y jadeó cuando su mano se introdujo bajo su camisa ahuecándose para acariciar su pecho.
Meciéndose contra ella, dejó claro lo que intentaba. En el suelo frío, contra la pared, no importaba con tal de que pudiera sentirla derretirse a su alrededor. Y bendita la Luz que ella sentía lo mismo, porque sus manos se arrastraron alrededor de su cintura, tirando más cerca de él mientras una parte de ella lloraba, Más.
Tócame, respondió él, acercándolos mentalmente mientras devastaba su cuerpo.
Hábilmente desabrocho su sostén bajo la camisa y rápidamente le quitó ambas prendas. Después se quitó su camiseta, necesitando sentirla piel contra piel.
Ella dijo con voz áspera su nombre y su deseo se triplicó. Podía sentir la necesidad de ella planchándole, exigiendo que le diera a ella lo que deseaba. Alarmado por su respuesta, una que hubiera podido esperar si ella fuera de Tanselm, no podía respirar mientras observaba a la apasionada criatura ante él.


-Te quiero –dijo ella jadeando, mirando con ojos soñolientos su ancho pecho-. Te necesito dentro de mí.
Su cara estaba sonrojada y sus labios hinchados, ella le hacía pensar en todo lo que era femenino y delicado, todo lo que alguna vez podría desear un hombre.
No era capaz de entender el poderoso deseo de tomarla, pero sin embargo se quitó las ropas en un tiempo record y se arrodilló para terminar de desvestirla. De rodillas, bajo con fuerza su ropa, secándosele la boca cuando vio sus rizos dorados brillando de deseo… por él.
Incapaz de resistirse, abrió sus muslos lo suficiente como para empujar un dedo profundamente dentro de ella, glorificándose por su erótica respuesta. Ella se sentía tan apretada a su alrededor, su pasaje cremoso, su protuberancia tirante y madura. Frotó con el pulgar su clítoris y observo como se arqueaba con la cabeza hacía atrás mientras rogaba la liberación.
Tan apasionada, tan receptiva.
Perdió la paciencia y quitó las ropas que les quedaban antes de hacer que apoyara la espalda contra la cercana pared. Sus figuras jugaban con las sombras, y a pesar de la tenue luz que les rodeaba vio claramente un bello espíritu que brillaba solamente para él. Se dejo caer de rodillas y abrió sus muslos, esperando que ella volviera a mirarlo a los ojos.
-Mio –gruñó y presionó su boca contra su montículo.
Samantha se olvidó de cómo respirar, olvidó las preocupaciones por hacer el amor en un sitio público. Todo había dejado de existir en el momento en que se rindió a la abrumadora tentación y aceptó su oferta sexual.
Sentía como si su corazón fuera a salírsele del pecho mientras sentía su caliente boca lamer y moverse rápidamente sobre su clítoris. Su lengua, oh Dios mio. Él se presionó contra ella, bebiendo su deseo y ella sintió como su orgasmo llegaba rápidamente. Como una gigantesca ola, su clímax pareció crecer y crecer, volando antes de caer sobre ella.
Ella bajó la mirada a Darius, el frío en ella olvidado mientras veía sus ojos cerrados por el placer, su boca sepultada en su carne. Él se movía rápidamente y chupaba su clítoris y ella cogió su cabeza, pasando los dedos por su pelo suave urgiéndole a seguir. Nunca antes había estado quemándose así, tan completamente perdida en el otro.
Nada importaba salvo el infierno que Darius aumentaba, el completo éxtasis que sabía que la esperaba más allá de su alcance.
Tan cerca del borde, al borde del placer, y él se detuvo.
-Darius, por favor –ella se quedó sin aliento, necesitando desesperadamente llegar. Pero la mirada primitiva en sus ojos la congeló. Él se veía casi inhumano, sus ojos brillando con una extraña luz rojo que le recordaba su sueño.
En un borrón él se levantó y la atrapó entre sus brazos. La alzó del suelo, se situó entre sus muslos y envolvió su cintura con sus piernas. Gimiendo suavemente, ella cerró los ojos cuando sintió sus labios sobre un pezón.
Ella empujó contra él, arqueando las caderas, y fue recompensada cuando sintió la gruesa cabeza de su pene apremiante contra ella. Entonces hábil y necesitadamente, le acogió fácilmente hasta que se dio cuenta de que solo había tomado parte de él.

Él avanzó lentamente, como si esperara que le mirara. Mirando sus ojos, ella dijo:

 
-Sí –entonces sus bocas se juntaron. Él comenzó a meter su lengua fuertemente en su boca, repetidas veces mientras empujaba más dentro en su centro.
Más extendida y llena de lo que hubiera podido imaginar, gimió en su boca mientras se deslizaba completamente dentro. Él se paró durante un minuto, dejando que le sintiera entero. Pero su cuerpo ardía. Nada ni nadie existía salvo Darius y la forma en que la hacía sentir.
Apretándose contra la pared para aliviar su intrusión, repentinamente se apartó con un empujón hacía adelante, meciendo sus caderas contra las de él esperando poder recuperar la fricción deliciosa de su pene latiendo en su interior.
Él gimió y comenzó a empujar, imitando la acción con su lengua. Una oleada de calor intenso los rodeó, brillando tenuemente alrededor de Samantha como si fuera parte de un sueño. Era demasiado intenso, también envolvente para ser real, pero estaba demasiado ida como para darle importancia.
Su ingle frotaba su clítoris mientras él golpeaba contra ella, sus empujes más profundos mientras aumentaba el ritmo y la intensidad.
Él se apartó de su boca mientras empujaba, mirando perdidamente sus ojos.
-Llega a mi alrededor, fuego mío, tómame entero –dijo él con voz espesa. Samantha solo podía sujetarse mientras su cuerpo repentinamente estallaba.
Mirando perdidamente sus insondables ojos, llego al clímax violentamente, amarrándose a él mientras su cuerpo temblaba.
-Samantha –gimió él mientras empujaba una última vez, profunda y duramente. Paró y se estremeció, y ella verdaderamente podía sentirle latiendo dentro de sí. Como olas de un temblor secundario, su orgasmo realzó el propio, haciendo que le apretara más hasta que ambos estuvieron completamente saciados.
Durante unos eternos momentos estuvieron así, su cuerpo apoyándose pesadamente contra ella, inmovilizándola contra la pared mientras latía en su interior, empapando su vientre con su semilla caliente y húmeda.
Samantha finalmente consiguió respirar, ahora consciente del frío contra su espalda, de la humedad que se deslizaba desde sus piernas. Su respiración era trabajosa mientras se mantenían unidos, y él lentamente se retiraba. Ella cerró los ojos, extrañando ya su presencia en su interior. Cuando abrió los ojos, le encontró mirándola con una expresión oscura, la misma que había tenido la noche en que se conocieron.
Anoche.
En un instante, la realidad chocó contra ella. Acababa de tener relaciones sexuales, no, había tenido un sexo increíble, capaz de alterar la mente, con Darius Storm, un hombre que solo unas horas antes había destrozado el corazón de una mujer.
La humedad entre sus muslos la sobresalto más.
No podía creer el haber sido tan estúpida como para tener sexo sin protección con un desconocido. Incluso con Josh siempre había insistido en que utilizara un preservativo.


Confundida y más que un poco asustada de su intensa reacción hacia el imán sexual de cabello oscuro que clavaba los ojos en ella, tragó fuerte, sin estar segura de que decir.
La miró ceñudamente, estudiándola como un acertijo. Pero no habló. El silencio pronto se volvió embarazoso y su desnudez la hizo avergonzarse. Mientras la fea realidad volvía, se pregunto cuanto tiempo había pasado, si alguien había bajado al sótano y les había visto teniendo sexo.
Oh, Señor.
-Nadie vio nada –dijo Darius en voz baja. Seguía con la mirada fija en ella-. Estamos completamente solos.
Ella se arriesgó a echarle una mirada y se asombró al ver que él volvía a estar duro.
Distraída, finalmente apaciguó su curiosidad y le vio completamente desnudo por primera vez.
La imagen era impresionante.
Con hombros anchos y pesadamente musculoso, desde su pecho hasta sus muslos y pantorillas, Darius parecía la perfección masculina. Su pene estaba enorme, grueso y largo, refulgiendo por sus jugos, haciéndole aún más tentador.
Obviamente volvía a desearla, y para su asombro ella sintió como se humedecía por el deseo, pero negó con la cabeza. Ya había cometido un enorme error habiendo tenido sexo con él durante el trabajo. ¿Por qué empeorar el error?
-Tenemos que volver –dijo ella, lamiéndose los labios resecos. Él siguió el gesto como una serpiente a punto de atacar. Podía imaginar con demasiada malicia su boca aplastando la suya, tragándose sus gritos de pasión mientras lamía y acariciaba su boca.
Ella parpadeó para ordenar sus pensamientos y se dio cuenta de que aun le quedaba ropa por ponerse.
-No puedo creer que hiciéramos esto, -se quejo mientras se daba prisa para recoger y ponerse las ropas que encontraba. Hablando de pasión chispeante. Darius había tirado sus ropas por todas partes, y la falta de luz en el sótano no ayudaba mucho.
Una llama por encima de ella aclaró su búsqueda repentinamente y ella se congeló, creyendo que habían sido descubiertos.
-Soy solo yo –dijo quedamente Darius-. Veo algunas prendas por allí.
Ella rápidamente las cogió y se las puso, después se calzó calladamente los zapatos. No puedo creer que tuviera sexo increíble con Darius Storm. Se arriesgó a echar una mirada en su dirección y le vio completamente vestido, su mirada descansando fijamente en ella inquisitivamente.
Mientras se enderezaba, se encogió de miedo al sentir su ropa interior pegándose a ella. Él se corrió dentro de mi. El pánico de ello se juntó con los otros que la asaltaban.
¿En que diablos estaba pensando?
Las esquinas de los labios de Darius se alzaron.
-No tengo enfermedades sexuales.
-¿Qué? –pregunto inexpresivamente.
-No estoy enfermo. Y no tienes que preocuparte por bebés.


Clavó los ojos en él. ¿Le estaba leyendo la mente? La luz de sus ojos brillaba intermitentemente como si su humor, oscuro y perfectamente normal, y su confusión se transformaran en deseo. Desesperada por escapar antes de repetir su error, se mantuvo de pie y se obligó a lanzarle una mirada poco entusiasta. Mejor que acabara las cosas en sus propios términos a que le quitara toda su dignidad. Además, podía marcharse girándose, mejor dicho corriendo, recogiendo el poco control que creía tener.
-Ha sido divertido, Darius. Realmente increíble –añadió con una pequeña sonrisa, insípida, sus emociones eran un desastre. Solo pudo alegrarse de haber sonado convincente ya que él frunció el ceño-. Pero tengo trabajo arriba. Gracias por… todo.
Le dio la espalda y luchó por poner en marcha la plataforma. Cuando él la envolvió se tensó, pero él solo dio al pomo cerrado, liberándolo para moverse. Soltando el aire contenido, empujó el montículo de bebidas sobre el elevador de carga.
Cuando empezó a moverse el elevador de carga, no pudo evitar mirarle. Sin hablar, clavaron los ojos en el otro hasta que el elevador subió y ella ya no pudo verle. Una vez fuera de su vista, se dejó caer bruscamente contra la pared, sus emociones haciendo fuegos artificiales en su corazón.
No quería volver arriba como si nada hubiera ocurrido, pero se negaba a dejarle la mejor mano. No podía saber lo profundamente que la había afectado la intimidad, cuanto le costó sujetar sus brillantes sentimientos.
El resto de la noche pasó imperceptiblemente como un borrón desde que se mantuvo ayudando a Ellie y a los demás. Meticulosamente evitó a Darius y él hizo lo mismo, tanto aliviada como molesta de que no la buscase para decirle algo.
Cuando dieron las dos de la mañana, decidió que había tenido suficiente. Dejó el club después de hablar con Gerry y cogió un taxi hasta su hotel. Pero una vez fuera del bullicio, sus pensamientos se desviaron hacia Darius y se negaron a abandonarle.


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Mensaje por yiany Jue 22 Mar - 9:51

Cronograma


Lectura 1

Lunes 5/03 parte 1
Martes 6/03 parte 2
Miércoles 7/03 parte 3
Jueves 8/03 parte 4
Viernes 9/03 parte 5
Lunes 12/03 parte 6
Martes 13/03 parte 7
Miércoles 14/03 parte 8
Jueves 15/03 parte 9
Viernes 16/03 parte 10
Sábado 17 y Domingo 18 - Descanso y comentarios finales.


Lectura 2



Lunes 19/03 capítulo 1
Martes 20/03 capítulo 2
Miércoles 21/03 capítulo 3

Jueves 22/03 capítulo 4
Viernes 23/03 capítulo 5
Sábado 24/03 capítulo 6
Domingo 25/03 capítulo 7
Lunes 26/03 capítulo 8
Martes 27/03 capítulo 9
Miércoles 28/03 capítulo 10
Jueves 29/03 capítulo 11

Viernes 30/03 Comentarios finales
Sábado 31/03 Cierre


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Mensaje por yiany Jue 22 Mar - 11:33

bueno, eso fue arriesgado, y completamente irresponsable, pero definitivamente,  Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659 Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659 Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659.  Bueno, creo q esos gruñidos de la 'conciencia' de Sam es Daruis hablando directamente a su mente, ahora veremos q sucede.


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Mensaje por yiniva Jue 22 Mar - 13:51

pues si que estuvo muy  Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659 Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659

Por que le dijo que no se preocupara por los bebes, como que no entendí esa parte, eso quiere decir que ya la reclamó.


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Mensaje por yiany Jue 22 Mar - 14:51

yiniva escribió:pues si que estuvo muy  Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659 Lectura Marzo 2018 - Página 7 3586515659

Por que le dijo que no se preocupara por los bebes, como que no entendí esa parte, eso quiere decir que ya la reclamó.

Sii, yo he quedado igual, no se supone que la idea de conseguir su affai es engendrar al proximo tetrarca teniendo cuatrillizos de todas las cosas, entonces no entiendo como le dice q no se preocupe Lectura Marzo 2018 - Página 7 1833188340 Lectura Marzo 2018 - Página 7 1833188340


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Mensaje por Emotica G. W Jue 22 Mar - 15:40

Me unooo

Cap 1
Wow! Pobre chicos! Muchas cosas en solo dia...!
Y pobre Darius! En un mundo extraño para el!
Ya puedo imaginar los encontronazos que se llevara con los perros xD

Cap 2
Pos ya aparecio Samantha!
Y a ella definitivamente no le es indiferente!
Me pregunto como adquirieron el medio para la casa y los autos...
Y tambien como cosiguio el trabajo!


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Mensaje por yiany Jue 22 Mar - 16:25

Bienvenida @"Emotica G. W", espero que disfrutes la lectura.  :cow8:


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Mensaje por Emotica G. W Jue 22 Mar - 17:37

Cap 3
Bueno esos sueños humedos de ambos... Y tan testarudos por pensar en llegar a tener una relacion importante
Y como es eso de que ella puede ver lo que otros no???
Y a quien vio de traje??? Pienso que fue Marcus
Aerolus me intriga mucho

Cap 4
Ohhh... Eso fue...
No creo que puedan olvidar eso por nada del mundo y estoy muy segura que no va a ser el unico encuentro
Y como es eso de que no se preocupe por bebes???
Acaso hasta que se junten oficialmente no es "peligroso" tener sexo sin proteccion???
Me gustaria conocer mas de las costumbres de Tanselm


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Mensaje por berny_girl Vie 23 Mar - 1:33

Que hot el capítulo... Pense que pasaria un poco mas tira y afloja antes de llegar a la intemidad máxima...
Por que le dijo que no podia quedar embarazada? Si no es precisamente ese el motivó por el que se encuentra en ese mundo.
Estoy esperando que Samantha descubra que no es solo uno... Si no que 4 en total.

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Mensaje por Celemg Vie 23 Mar - 1:59

Ya me puse al dia, bien...
Kapi 1: No entiendo por ke su madre ke eskondio ke Arim era el hermano, eso me suena raro... Luego, no se ke pensar, osea si, buskan esposas y asi procrean, pero por ke ahora? Si ellos sabian ke eso iba a pasar, por ke no los obligaron antes!
Kapi 2: Me pregunto komo es ke Darius termino trabajando en un bar? Jajaja no imaginaba ke eso pudiera pasar... 
Komo es ke paso un anio sin mas datos? Y estoy de akuerdo kon las chikas sobre ke la madre puede ser de la tierra kizas...
Kapi 3: Bueno, siento ke el tiempo pasa en los kapis y a la autora le keda algo por decir en ese justo momento...
Okupo saber ke poder tiene Aerolus, y kual es el poder real de Darius..? Solo lee mentes de mujeres o leer mentes fue un decir?
Kapi 4: Me deja la misma duda ke a todas.. por ke karajo no se debe preokupar por un embarazo? inkreible.. ella ke se hacia la dificil y ni apenas se resistio jajaja


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Mensaje por yiany Vie 23 Mar - 10:18

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Mensaje por yiany Vie 23 Mar - 10:22

Capítulo Cinco
 
 
A la mañana siguiente Darius estaba mirando inexpresivamente por la ventana a la bahía con el débil contorno del Monte Olympus a lo lejos. Tras dos horas de moverse y girar, había perdido todas las esperanzas de dormir y había salido de su dormitorio.
Por desgracia, la imagen de las montañas no le tranquilizaba como hacía normalmente. Aun no podía dejar de pensar en ella.
Por mucho que había querido coger a Samantha y arrastrarla desde la barra esa noche, había necesitado tiempo para comprender que había pasado exactamente entre ellos. El sexo magnifico era una cosa, pero lo que habían compartido, bien, no sabía lo que era.
Uno de sus hermanos pasó por la ventana, rompiendo su concentración. Mierda.
Había tenido la esperanza de un poco de tranquilidad. Sus hermanos nunca se levantaban a esa hora. Clavó ceñudo la mirada en el intruso, queriendo maldecir pero dudando si hablarle.
 
A veces el ser uno de cuatro hermanos idénticos podía ser más que confuso, como ahora cuando uno de sus hermanos llevaba vaqueros y una camiseta blanca. Solo cuando el intruso giró la cabeza y sus ojos azules se dirigieron a él Darius se dio cuenta de que era Marcus el que había roto su soledad.
-Si no es mi hermano mayor el creador de fuego –dijo Marcus con esa voz de superioridad que rozaba los nervios de Darius. Cadmus y Aerolus eran lo suficientemente malos por la mañana, pero el complejo de superioridad de Marcus podía enfurecerle. A pesar de su irritación, una silenciosa parte de Darius se alegró. Se veía como si una pelea pudiera romper la frustración que le infestaba.
Lo miró colérico.
-¿No deberías estar desplumando a la gente, no aquí?
¿Maldición, es que ya no trabajaba ninguno de sus hermanos? Marcus se encogió de hombros.
-Me tome el día libre. Después de ayer, necesitaba desconectar. Darla hizo una escena.
-¿Darla?
-¿Recuerdas, la rubia a la que amaba apilar animales muertos? –él frunció la cara-. Solamente no podía soportar ya más. Además, ella comenzó a cultivar unión – Marcus hizo un falso estremecimiento-. Tenía que marcharme.
Algo de lo que Samantha había dicho apareció en su mente, y Darius estrechó su mirada sobre su hermano.
-No romperías con ella en público, ¿lo hiciste?
-Ella comenzó, ¿pero y qué?
-Así que fui al que se culpó por tu falta de discreción –gruñó él-. La próxima vez deja a tus mujeres en privado.
-¿De qué estás hablando? ¿Quién te ha culpado de qué? –Marcus entró en la cocina para preparar café, después se unió a él en el sofá. Después de escrutar a Darius, sonrió.
-¿Qué? –silenciosamente Darius alentó a su hermano a ser tan aborrecible como fuera posible para justificar una fuerte paliza.
-Nada –continuó Marcus sonriendo-. Te ves cansado.
-Terminé de trabajar hace solo unas horas.
-¿Entonces porqué estás despierto?
-Eres tan curioso como Aerolus –masculló Darius, enfadado. Por lo visto Marcus sentía su necesidad de pelear ya que sonrió abiertamente con aire de disculpa y alzó las manos en señal de rendición.
Maldición.
Ya que no se acercaba una pelea, y para apartar su mente de Samantha, Darius aguijoneó la mente de Marcus. Como con Aerolus y Cadmus, Marcus permanecía cerrado. Pero Darius podía sentir diversión junto con sorpresa.
-Sentí eso.
Darius no se movió.
 
-¿Sentiste qué?
-Ese intento superficial sobre mi mente. Tienes que practicar –Marcus bufó-. Como todos los demás, eres demasiado autoritario.
-¿Te importaría explicar eso? –preguntó él en voz baja.
-De ningún modo. No cuando tienes esa mirada en los ojos –Marcus giró la cabeza y enfocó su atención en la cafetera. Como si fuera controlada por cuerdas invisibles, la cafetera salió de la maquina y vertió el café en una taza. La taza flotó entonces suavemente, cruzando la distancia desde la cocina a los dedos extendidos de Marcus.
-Nunca te había visto hacer eso antes.
-He estado practicando –los ojos de Marcus se entrecerraron-. No pareces asombrado.
-Aerolus nos lo dijo ayer. Marcus frunció el ceño.
-Me lo imagino. Es casi imposible mantener algo en secreto para él. Gracioso, pero antes de saber de nuestra relación con Arim, siempre creí que Aerolus se parecía al brujo –dio un gran trago al café antes de que sus ojos se ampliaran viendo algo a la espalda de Darius-. Y hablando del diablo…
Darius sintió que el vello de su nunca se ponía de punta. Él se giró y vio un lago negro creándose, atrayendo la energía como un imán. Arim dio un paso a través de la oscuridad y con un destello el portal se cerró.
Al ver a Darius y Marcus, Arim frunció el ceño.
-¿Dónde estan los otros dos? No tengo mucho tiempo.
-Que bueno verte, también –Darius clavó ávidamente los ojos en Arim, necesitando la conexión con Tanselm casi más que respirar.
Airm lo miró como siempre, ardiendo a fuego lento, arrogante y peligroso, y llevando puesto el mando de magia. Ya no usaba ropa de batalla, sin embargo, haciendo que Darius creyera que la lucha se había calmado.
-Aun no –Arim mantuvo en alto una mano anticipando las preguntas deDarius-.
Convoca a los demás aquí de modo que solo tenga que explicarlo una vez, y hazlo rápido.
Darius clavo los ojos en Marcus hasta que su hermano “pequeño” comenzó a girar los ojos y maldijo bajo su aliento. A pesar de los pocos segundos entre sus nacimientos, Darius nunca dejaba de recordar a los demás que era el mayor, y estaba al mando. Una vez que Marcus saltó del sofá y corrió rápidamente subiendo las escaleras, Darius se giró hacía su tío.
-¿Y cómo está madre?
-Muy bien –contestó con voz ronca Arim, su mirada recorriendo la habitación-.
Por lo menos finalmente encontrasteis un sitio adecuado donde vivir –sus ojos brillaron, algo que debía tomarse por diversión iluminó su cara.
Darius se encogió de hombros, esforzándose por contener la impaciencia fogosa que se juntaba en su interior pero incapaz de reducir su hostilidad.
-Magia afortunada. Cadmus cree que una lotería arruinaría Tanselm.
Personalmente, no me importa. Solamente quiero volver a casa.
Su tono rudo hizo que el brujo frunciera el ceño.
-Sé que tienes poca paciencia para este mundo, Darius, y poca paciencia en general –Arim miró fijamente a Darius a los ojos-. Pero necesitas tener más paciencia si quieres regresar a casa.
Los demás se unieron a ellos, aprovechando la oportunidad para preguntar a Arim sobre lo que no había dicho.
-Bien, todos estáis aquí –Arim clavó los ojos en todos los hermanos, pareciendo contento cuando establecieron contacto visual con él-. Tengo buenas y malas noticias
–hizo una pausa-. Podrás volver a casa antes de lo que creías.
Darius parpadeó.
-¿Qué puede haber de malo en ello?
-Tenías que preguntar –masculló Marcus.
-Por mucho que os necesitemos en las cuatro esquinas de Tanselm fortaleciéndolas, os necesitamos vivos y sanos.
-Estamos bien –dijo Cadmus. Arim le silencio con una mirada.
-Estás bien por ahora. Uno de nuestros hombres de mayor confianza se ha infiltrado en la fortaleza de los Djinn y nos ha informado de que este mundo se ha visto comprometido.
Darius se quedó con la mirada fija.
-¿Comprometido? ¿Por quién, y por cuánto tiempo?
Arim lo miró ceñudo, la cólera radiando de él como una onda de calor.
-Djinn. Por lo visto se han dado cuenta de que estáis aquí.
Darius soltó un bramido de cólera e incredulidad, consciente de que sus hermanos se unieron a su furia. Incluso Aerolus, el más tranquilo del grupo, interrogó a Arim, pidiendo información.
-¿Cómo sabes qué esto es cierto? –pregunto él-. Si el Djinn estuvo aquí, seguramente nos hubieramos dado ya cuenta. Desde que llegamos hemos estado en guardia pero no hemos detectado magia. ¿Cómo sobrevive entonces el Djinn?
¿Aún más cuando no pueden vivir a la luz del día?
-Aún no estoy seguro –Arim no se veía feliz teniendo que admitirlo-. Pero es posible que la luz de este mundo no sea lo suficientemente fuerte para combatir su oscuridad, o quizás solo salen de noche. De todos modos, una vez que me enteré de la nueva amenaza, lo discutí con vuestra madre.
Cuando él no siguió hablando, Darius maldijo.
-¿Y?
-Y ella sigue creyendo que estáis más seguros aquí que en casa.
Incapaz de detenerse, Darius golpeó furioso. Su cólera fundió la cafetera, destrozando el vaso que había sobre la barra. Entrecerrando los ojos, Marcus enfrió el vaso con una repentina niebla.
-¿Pero tu que piensas? –le preguntó él al brujo.
 
-Por una vez no estoy de acuerdo con ella. Estáis en mayor peligro aquí. A pesar de la falta de magia en este plano, existe la suficiente como para soportar la presencia de Djinn, entonces existe la suficiente magia como para heriros.
-¿Pero y nuestras affai?
Darius puso los ojos en blanco; Aerolus tenía que preguntar.
-Estan aquí. Quería daros más tiempo, para cortejarlas adecuadamente, para probar su temple antes de que las llevarais a casa. Pero me temo que ya no podremos tener ese lujo –Arim saco un collar de cristal diamantino del interior de su túnica.
Aerolus respiró fuertemente. Marcus abrió mucho los ojos. Pero Darius se burló. Que típico de Arim el hacerles las cosas tan difíciles como fuera posible.
-Un Cristal del Saber –murmuró Cadmus.
-Una herramienta que nos hubiera sido útil cuando llegamos aquí hace un año – Darius lo miró coléricamente-. ¿Por qué diablos conservaste esto sabiendo que somos necesarios en casa?
Arim le ignoró e inclinó su cabeza hacia Cadmus.
-Sí, un Cristal del Saber. No estoy seguro de cómo funcionará aquí, pero aun contiene la energía y recuerdos de todos los Storm Lord antes de vosotros. Solamente llevadlo puesto alrededor del cuello y cuando hayáis encontrado a vuestras affai, lo sabréis.
-Pero teniendo solo un cristal, tres de nosotros quedaran a oscuras sobre nuestras potenciales compañeras –señalo Aerolus.
Darius incendió las cercanas cortinas, sin preocuparse por el desagrado de Arim.
-¿Por qué no nos lo diste antes de que nos fuéramos, bastardo?
Arim se calmó. Después frunció el ceño… un mal signo. La temperatura alrededor del grupo bajó y las cortinas se apagaron.
-Cuida tu tono conmigo, Darius. Familia o no, nadie le habla a un Valens así sin serias repercusiones.
Sin preocuparse por la cautela, Darius dio un paso al frente, solo para ser echado hacía atrás por sus hermanos.
-Esto no ayuda –se quejó Marcus en su oído-. Él no te matará, pero puede hacer tu vida miserable.
-¿Mas de lo que es ahora? –gruñó Darius. Pero vio el peligro en la postura de Arim, entendió la necesidad de reprimir su temperamento y ocuparse de la situación que afrontaban. Después cavilaría acerca del engaño de Arim. Inclinó la cabeza en una forzada disculpa a su tío, sin embargo se mintió aliviado cuando la temperatura de la habitación volvió a la normalidad.
-Aerolus –dijo Arim-, respondiendo a tu preocupación de que tendréis que utilizar el cristal uno a uno, por consiguiente quedando los otros tres en peligro de ignorar a sus compañeras, tengo una respuesta para ti. Observa el cristal –dejó el cristal y los demás vieron como comenzaba a girar, dando vueltas más y más rápido hasta que Arim lo sujetó.
 
Arim comenzó un conjuro y sus ojos obtuvieron la oscuridad de lo imposible.
Darius sintió el poder de Arim corriendo hasta él, era tanto emocionante como inquietante. Podía sentir al cristal tirando de él, buscando algo en su interior. Pero estaba indefenso para apartar su mirada de su cristalina belleza. Después de una eterna pausa, su mirada se deslizó a Arim, su mirada fija en la del brujo hasta que se tambaleó. Solo cuando Arim parpadeó hacia Darius se dio cuenta de su debilidad.
Incómodo ante el poder de Arim, se giró para ver que pensaban sus hermanos y entrecerró los ojos.
-¿Qué? –preguntó él, desconcertado por haber mostrado algún tipo de debilidad.
En todos los mitos que rodeaban a los Cristales del Saber, nunca había oído que alguien sintiera efectos secundarios ante su presencia. Miró suspicazmente a Arim.
-Darius lo llevará puesto primero –diciendo esto, Arim colocó el collar alrededor del cuello de Darius. Antes de que él pudiera protestar, Darius observó como el cristal se ponía rojo sangre, después se introducía a través de la camiseta y su pecho con la forma de un diamante rojo.
-¿Cómo se quita? –Darius siguió el nuevo tatuaje, con una corazonada de urgencia llenándole mientras sus dedos se demoraban sobre el cristal que ahora estaba incrustado en su carne.
-Se quitará solo después de que la verdadera unión se haya dado, entonces pasará al siguiente que lo necesite.
-Quieres decir que después de que Darius se una a su affai, uno de nosotros será escogido para encontrar a su supuesta compañera –dijo Marcus, clavando los ojos en su hermano mayor-. Infiernos, moriremos aquí –gimió él.
-Muy gracioso –Darius se asombró al ver un destello de satisfacción pasar por el rostro de Arim. La desconfianza aumentó rápidamente, seguida por algo de realización-
. Esto es más que un Cristal del Saber. ¿Qué me has hecho exactamente?
-Nada que tu no hubieras hecho por ti mismo ya.
-¿Qué diablos significa eso? –la cólera se enconó. Pero el cristal enturbiaba su mente, convirtiendo su cólera en una necesidad ardiente de descubrir… a alguien… alguien que llenara el vacío mental doloroso que aumentaba en él.
-Significa que ya has encontrado a tu compañera –respondió Aerolus, con la preocupación oscureciendo sus claros ojos grises-. Ahora tienes que encontrarla, unirte a ella, y convencerla para entregar todo lo que conoce para vivir contigo… en un sitio que no va a creer que exista… para siempre.
El silencio llenó la habitación y Arim desapareció como si nunca hubiera estado allí. Sus ojos se clavaron de uno a otro antes de de que Cadmus rompiera el silencio.
-Estamos condenados.
 
 
 
* * * *
 
 
 
Samantha gimió suavemente, el terror sacudiendo su sudoroso cuerpo en la habitación helada del hotel. Girando la cabeza de un lado a otro, intento salir de la pesadilla que la aprisionaba. En vez de ello, las imágenes infernales la bombardearon, y con ojos completamente abiertos y ciegos, miró perdidamente hacia la entrada cavernosa de una realidad incierta…
Como una imagen borrosa a la que le falta definición, la figura encapuchada brilló tenuemente mientras pasaba sobre los campos de hierbas altas y blancas. Todo lo que la figura tocaba, era destruido. Las hierbas se marchitaban en corrompidos montones putrefactos sobre el terreno gris rojizo… ya no era oscuro y rico en nutrientes. Ahora el terreno solo podía nutrir la descomposición.
Dejando una patente huella de descomposición en su velatorio, la nebulosa figura flotó ardiente a través de un portal dimensional a un plano nunca visto antes.
Pero parecido a un narrador omnisciente, Samantha observó como todo se desarrollaba con la mirada ardiente, incapaz de apartar de su vista el mal que abundaba en su sueño.
Los rasgos indefinidos de la criatura cubierta por la capa se perfilaron en una obra grotesca cuando se bajó la capucha. Sin ser oscurecidos ya en un mundo que no era el propio, la criatura prosperaba en su mundo anfitrión, en la oscuridad que ensombrecía la luz.
Sus ojos siguieron las garras de un amarillo enfermizo que se proyectaban desde las mangas deshilachadas que aun se aferraban a la capucha. Las huesudas manos lo hacían parecer un esqueleto vivo, apropiado para el oscuro ataúd de una habitación en la que había entrado. Ella siguió las manos, siendo pronto incapaz de apartar la mirada de la horrible cara de la criatura.
Una deformada cabeza sin pelo se sentaba como un trozo de cera derretida en un cuello tan fino como el papel. La criatura tenía dos orejas, ambas acabadas en punta y excesivamente largas, a gran altura a los lados de su cabeza. Y su cabeza… ella tembló. Su cabeza era un cúmulo de marcas negras y cardenales cetrinos, con dos enormes ojos, redondos y blandos que se asentaban sobre una boca abierta llena de dientes afilados y negros.
No tenía nariz para oler el persistente hedor a muerte que se extendía por la habitación, y Samantha tuvo que preguntarse si el olor llegaba de la criatura o de ese mismo oscuro lugar.
La criatura finalmente soltó su capa y anduvo arrastrando los pies, torpemente dando un paso hacia una figura doblaba sobre una mesa de mármol.
Con los ojos en blanco, vio que era un hombre tan hermoso que hubiera podido ser un ángel. El cabello rubio platino enmarcaba una cara perfectamente proporcionada, todo planos y ángulos y líneas masculinas. Los gruesos y rojizos labios sobresalían en la piel de alabastro, piel que parecía tan sedosa y fina como la de un bebé.
El hombre alzó la mirada a la criatura y la tristeza acechó en las profundidades azul añil de su mirada.
-Ah, Mirego, trajiste visita. Había esperado tanto que fueras más cuidadoso – negando con la cabeza, clavo sin pestañear los ojos en Mirego mientras rayos idénticos azules salían rápidamente desde sus ojos, haciendo que su sirviente estallara en llamas.


Mirego gritó, un sonido tan horrible que hizo que Samantha sintiera que su cabeza podía partirse en dos. Después la criatura se convirtió en cenizas, su cuerpo ardiendo lentamente a los pies del hombre.
El hombre alzó la mirada, parecía que directamente hacia Samantha. A pesar de que ella no estaba realmente allí, a pesar de que estaba soñando, el hombre la vio, la reconoció.
-Su fuego no te salvara, affai –susurró él, sus labios alzándose en una sonrisa abiertamente atractiva, sus ojos lacónicos y fríos-. El cariño del príncipe solo te traerá dolores que nunca has experimentado.
Sintió una quemazón en su garganta, haciendo que repentinamente no pudiera hablar o tragar. El frío la consumió, hasta que pensó que sería preferible la muerte a la ausencia de calor en su cuerpo.
-Únete a él y traerás la muerte a todo tu mundo –le avisó él.
Samantha abrió la boca para gritar por ayuda. Pero el hombre se movió acercándose y extendió la mano, sus labios juntándose para un beso que ella sabía que sería peor que la muerte.
-¿Por la suerte, quizás? –sonrió él, mostrando los blancos dientes.
Luchando contra el deseo de acercarse a él con todo lo que tenía, poco poco se dio cuenta del enérgico golpeteo. El ruido aumentó, ahogando por completo los rasgos del hombre y el nocivo lugar donde él estaba… entonces repentinamente ella clavó los ojos en el techo de la habitación de su hotel mientras alguien golpeaba violentamente su puerta.
-Maldición, Samantha, abre la puerta.
Con su corazón corriendo más rápido por la peor pesadilla que nunca había experimentado, Samantha intentó recobrar el aliento mientras se enderezaba en la cama.
-Espera –dijo ella tan fuerte como pudo, su voz un susurro atormentado. Se agarró firmemente el herido cuello, lentamente dejando tras de sí el atemorizante sueño.
Aclarándose la voz, dijo con voz más fuerte-. Ya voy. Espera un minuto.
Mientras la niebla poco a poco iba despejando su mente, reconoció los gritos de Darius. Agarrando firmemente su camisón de franela a la altura de su cuello para tranquilizar sus temblorosas manos, se arrastró inestablemente hasta la puerta.
Inspirando profundamente, luchó por calmarse. Después de la noche anterior necesitaría todo su ingenio para tratar con el rey de la tentación.
Él volvió a gritar su nombre y su nerviosismo desapareció bajo una oleada de irritación. Al paso que él iba, tendría a todo su piso quejándose sobre ella al gerente. Y eran solo, miro de reojo su reloj, sus ojos de ensancharon con subida desilusión, las ocho de la mañana. Abriendo la puerta, le agarró por el brazo y tiró bruscamente de él adentro, después cerró de un portazo.
-¿Por qué no respondiste antes? –preguntó con impaciencia él, sus ojos viajando interesados por su pelo desordenado y su fino camisón de franela.
-Son las ocho de la mañana. Aun estaba durmiendo –su tono seco no tuvo el efecto que ella deseaba ya que estaba luchando para no hablar con roncos susurros-. Tengo irritada la garganta. Debo bajar con algo.


Sí, el terror por un loco sueño sobre otro mundo lleno de malvados monstruos y demonios.
Él debía haber oído algo que ella dijera ya que frunció el ceño, sus ojos entrecerrándose como si le concerniera. Acortó la distancia entre ellos y apartó el cabello de su cuello, suavemente acariciando su garganta.
Después su caricia se detuvo.
-¿Qué es esto? –él presionó suavemente el lugar que atravesaba con dolor su garganta y ella se quedo sin aliento. Parecía como si una estalactita hubiera impactado con violencia contra su cuello, el frío bombardeándola desde el punto donde su pulgar tocaba su piel profundizando en su esófago.
-¡Páralo! –croó ella-. ¡Eso duele!
-Por la luz de Tanselm –dijo él con voz densa llena de preocupación y cólera-. Has sido marcada.
Antes de que ella pudiera preguntar a que se refería, él la cogió duramente de los hombres y tiró de ella acercándola, levantándola sobre sus pies de modo que sus caras casi se tocaron.
Sus ojos brillaban, un extraño rojo ardía a través de sus iris negros.
-Estás jugando con el peligro, Samantha. ¿Tienes una idea de lo afortunada que eres de estar viva? –como si se diera cuenta del rudo agarre que ejercía sobre los brazos de ella, él maldijo y aflojó su agarre.
-Echate atrás, hombre –dijo ella con voz áspera, intentando liberarse-. He tenido que ser maltratada. Como si el rubio no hubiera sido suficiente –se quejó ella y se frotó la garganta, sus ojos desafiándolo a volver a ponerse rudo con ella.
Su mirada se puso más curiosa.
-No tenía la intención de lastimarte –su disculpa sonó constreñida. Ella podía afirmar que no las daba a menudo-. ¿Cómo paso esto? No debería haber sido posible.
Él finalmente la soltó y ella salió disparada hacía la cama y se hundió en ella.
-Estoy realmente confundida –ella cubrió con su mano su garganta y tocó el lugar que había alertado a Darius. Con el tamaño de una moneda, un helado trozo de piel latía donde se tocó. Comenzó a mirarse en el espejo del tocador que había enfrente de la cama.
Nada arruinaba su piel, ninguna signo de herida o rojez. Pero el trozo estaba helado al tacto.
-Esto se pone más extraño a cada segundo que pasa –ella dirigió su mirada a Darius, notando la rigidez de su postura-. Un minuto estoy teniendo una pesadilla, al siguiente estás aporreando mi puerta, y repentinamente tengo un bloque de hielo alrededor de mis cuerdas vocales. ¿Y de qué hablas cuando dices que he sido marcada?
Cuidadosamente él borro toda expresión de su rostro, poniéndola más nerviosa que si hubiera vuelto a gritarle.
-Antes de explicarte, descríbeme a este rubio que has mencionado. ¿Qué te hizo exactamente?
La tensión aumentó en el dormitorio como una brillante hoguera.


-Es un poco, ah, complicado –ella sopesó los riesgos, sin querer profundizar en su extraña habilidad para soñar cosas sobre el futuro. Sin embargo, en este caso, el psicópata rubio la había maltratado en el presente. ¿Entonces de algún modo ahora sus sueños eran reales?
-No vas a creerme.
-Ponme a prueba -dijo él con voz tranquila.
Sus ojos brillaron con la verdad, y ella sintió una repentina compulsión de contarle todo.
Te creeré..
Ella parpadeó. Solamente no era posible que él hubiera dicho eso. Su boca seguía cerrada pero ella había escuchado su voz. Negó con la cabeza, intentando encontrar sentido a todo esto. Alzando la mirada a él, estudió su cuerpo alto e imponente. Debería haberse sentido aprensiva por el peligro que exudaba él. En vez de ello se sentía segura.
Maldición. Quizás se había vuelto loca finalmente. Las personas normales no veían el futuro, no oían voces, y sin duda no veían figuras demoníacas tan claramente como la vida real. Se frotó los ojos. Quizás la tensión nerviosa de manejar con el increíble sexo de la noche anterior había destrozado su cordura.
Dímelo, Samantha, volvió a decir Darius pero sin hablar. Ella suspiró.
-Genial. Pero te advierto que suena loco –ella le relató detallada y vacilantemente su habilidad, después el sueño, sin dejarse nada. Él guardó silencio durante todo su relato, solamente clavando los ojos en ella con una mirada fija e insondable-. Y cuando él estaba a punto de besarme –ella hizo una pausa y se estremeció-, llamaste a mi puerta. Honestamente no se que habría pasado si no hubieras estado aquí.
Ella frunció el ceño entonces.
-¿Qué haces aquí?
Él no respondió. En vez de ello se sentó a su lado en la cama y extendió la mano para acariciar su cuello. Sus dedos eran tan calientes, rozando su piel como las alas de una mariposa, al mismo tiempo aliviando la constricción en su garganta al hacer crecer las llamas del deseo que fácilmente había creado anoche.
Su cara se enrojeció y ella pensó que vio una llamarada en sus ojos. Que fácil hubiera sido echarse hacia delante y besar la experta boca de él.
Dios mío, ¿eso solo fue anoche?
Tragando saliva, se obligó a echarse atrás, necesitando conservar el poco ego que le quedaba. En pocos momentos le diría que estaba loca, o la llamaría algo peor, los hombres con batas blancas iban a ir a visitarla.
Él frunció el ceño cuando ella se echó atrás, y abrió la boca para hablar. Aquí viene, pensó ella.
-Samantha –hizo una pausa-. No estas segura aquí. Ella parpadeó.
-¿Qué?
-Quiero que vengas conmigo.


-¿No hay vuelta de hoja? ¿Es todo lo que quieres decirme? –ella le miró astutamente-. ¿Qué es lo que no me dices, Darius?
Él se levantó y se quedó con la mirada brillante por la familiar impaciencia sobre ella.
-Podemos hacer esto de la forma fácil o de la difícil, pero el resultado va a ser el mismo.
Ella se levantó, notando distraídamente que el abrumador dolor había desaparecido. Sus ojos se entrecerraron.
-Eres un bastardo arrogante, ¿lo sabías?
-No es arrogancia lo que te hace sentir así –y en un segundo silenció su protesta con un beso que destrozó su alma.
Sus labios como la seda rozaron los de ella, calientes y flexibles llenos de promesas. Como atrapar a un tigre por la cola, ella estaba bien y realmente acechada. Por mucho que quisiera negar lo que él le hacía, no podía resistirse.
-Dime que estoy solo en esto –masculló él mientras arrastraba la boca sobre su cuello, sus manos vagando más abajo-. ¿Es solo mi toque lo que nos hace arder? Me consumo por la necesitad, por el fuego de tenerte, sin importar el precio.
Diciendo esto volvió a buscar su boca, mostrándole con sus labios y lengua la pasión que reclamaba. Sus manos fueron a sus muslos, rozando y presionándola contra él, contra la dura longitud que aguijoneaba su vientre.
Él deslizó una mano entre sus piernas y gimió al tocar su piel desnuda.
Después zambulló un dedo en su interior, haciendo que ella se arqueara a pesar de la irritación de que él pudiera controlarla tan fácilmente.
-Estás tan ardiente, tan mojada –dijo él con voz poco clara y empezó a introducir su dedo índice dentro de ella, imitando el movimiento con su lengua dentro de su boca.
La necesidad fluyó dentro de ella, un deseo tan fuerte que rayaba con el dolor. Con manos temblorosas alcanzo la bragueta de sus vaqueros y su interior. Ante sus caricias gimió y se hinchó, su pene duro como el hierro, un testamento ardiente de la pasión entre ellos.
Rápidamente le liberó de sus vaqueros, disfrutando brevemente de su aterciopelada erección dura como el acero antes de que él tomara el control. Casi con desespero, él aparto sus manos y la tiró en la cama, siguiéndola de inmediato. Aterrizó entre sus muslos, enfocado de modo determinado e irrompible.
Sellando con su boca la de ella, se condujo profundamente al interior de ella, deslizándose en su acogedor calor con un gemido. Después comenzó a moverse, más y más fuerte, hasta que latieron. Repetidas veces se zambulló, montándola con una fiereza que daba pie a que ella liberara el calor animal que había en su interior.
-Samantha –dijo él con voz áspera y miró perdidamente sus ojos, su cuerpo golpeando el de ella-. Te necesito. No puedo detenerme… -su pérdida de control tiró más profundamente de ella hacía el abismo hasta que sintió como si su corazón fuera a explotar.
-Ahora, affai –él roto las caderas, la fricción contra su clítoris insoportable, y empujó duramente hasta que ella vio las estrellas. Ella gritó su nombre mientras llegaba al clímax, débilmente consciente de que él encontraba su propia liberación.


Cuando ella consiguió recuperar el aliento, se dio cuenta de que esta vez había sido mejor que la última, que no había imaginado su potencia sexual. Su aventura sexual de una noche se había convertido en dos, e inconsciente o no, se sentía demasiado débil, demasiado saciada como para lamentarlo.
-Bien. Lamentarse es intuir ya que no se puede deshacer –él se dobló y ella se mordió el labio, el sentirlo dentro de sí profundamente satisfactorio.
Por desgracia, él suspiró pesaroso y se retiró.
-Pero tenemos que ponernos en movimiento. Haces de mi disciplina un infierno, mujer –de pie, esperó mientras ella se enderezaba la ropa, entonces la ayudó a levantarse caballerosamente.
Sorprendida por sus modales después de su agresivo y sexual comportamiento, abrió la boca para gastarle una broma pero la cerró al darse cuenta de la rareza de sus comentarios. Le observó con temor mientras una oscura ceja se alzaba en un gesto arrogante que parecía haber perfeccionado.
¿Finalmente lo has resuelto?
Sus sienes latieron y su boca se secó. Como si los sueños sobre demonios y las voces no fueran suficiente, justamente acababa de hacer el amor con un lector de mentes, uno con brillantes ojos rojos que probablemente no era humano.


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Mensaje por yiniva Vie 23 Mar - 14:05

Todo el tiempo que perdieron buscando a sus parejas, y su tío pudo haber ayudado antes, que coraje, que miedo el sueño de Sam, quien sera el que trato de advertirle que se aleje de Darius, mientras el tiene que convencerla de que lo siga y confié en el.


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Mensaje por Emotica G. W Vie 23 Mar - 15:41

Bueno ese Arim como que le gusta complicar las cosas no??? Se ve que tiene buenas intenciones pero igual...
Y bueno ya se aclaro un poco algunas cosas pero no todo... Como es eso de la union???
Y sabia que fue Marcus al que vio Samantha!


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Mensaje por mariateresa Vie 23 Mar - 20:32

Sabia que ella tenia algo de magia en su interior...y Arim los ha tenido un año sufriendo por encontrar a sus parejas y pudo haberlo hecho mucho mas sencillo desde el principio.
Lo mas probable es que con quien soño Samantha sea el villano que quiere destruir su plano.
Gracias Yiany


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Mensaje por Veritoj.vacio Vie 23 Mar - 22:50

4. Esto va a toda velocidad,
5. Y si Samantha tiene magia, espero que crea lo que le va decir Darius y que no se ponga muy loca


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