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Mensaje por Maggiih Vie 16 Feb - 21:57

si esta traducido... yo ya lo tengo descargado en mi pc listo para leer!!! wiii
Maggiih
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Lectura Febrero 2018 - Página 8 Empty Re: Lectura Febrero 2018

Mensaje por yiany Vie 16 Feb - 22:05

dance dance dance dance dance dance baile feliz dance dance dance dance


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Mensaje por svenkok Vie 16 Feb - 22:51

Emotica G. W escribió:Cap 22:
Owww!!!
Como que mal momento para sus chicos???
Por que Ian sigue ahi??? Significa que no se caso??? Por que???
Hay demasiadas preguntas y aun muy pocas respuestas!
Y la foto que menciono Andie antes de quien era???
Maeve el pepe grillo de de Andie!
Ojala la haga cambiar de opinion!
Esta muy emocionante todo!!!
svenkok
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Lectura Febrero 2018 - Página 8 Empty Re: Lectura Febrero 2018

Mensaje por svenkok Vie 16 Feb - 22:53

Me dieron antojos las costillas que Maeve preparo.   Aunque imaginando la barba de Boog con salsa pierdo todo apetito.

Ahh! Estos cap me dejan con intriga.
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Lectura Febrero 2018 - Página 8 Empty Re: Lectura Febrero 2018

Mensaje por mariateresa Vie 16 Feb - 23:30

Pobres terneritos!! Lo de la castracion debe de ser muy doloroso. Y despues Boog se come sus nueces!!.
Esperemos que ahora si hablen lo necesitan asi rellena el espacion en blanco que tiene y que le haga sentir todo lo que sintio en las vegas y cambie su caracter de mierda que tiene ahora.
Pense que Giny habia muerto y por eso no se casaron pero veo que no.
Apenas terminemos este sigo con Ian.
Gracias por los capi


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Mensaje por Yani Sáb 17 Feb - 8:09

Capítulo 25 
 
El sonido de botas subiendo la escalera me despertó. Me senté de golpe, tratando de averiguar dónde demonios estaba y qué estaba pasando. Mirándome a mí misma, vi que todavía estaba completamente vestida, no sólo con la ropa, sino también con la gruesa capa de sudor y polvo que había puesto una rigidez incómoda por todo mi cuerpo. El muñeco duende estaba apretado en mi puño. Oh, mierda. Me olvidé de llamar a Bradley. Puse el muñeco en la mesita de noche y tomé mi cartera de la cama, tirando de mi teléfono. Muerto. Mierda. Y dejé el cargador en mi habitación de hotel.  
Una sensación de alivio me recorrió y me asusté al darme cuenta de que era porque estaba contenta de tener una excusa decente para no llamarlo. Tenía cero ganas de hablar con él, y no sólo porque no quería que supiera lo que estaba haciendo. Todo en lo que podía pensar era en lo mucho que él odiaba a Ruby y en lo mucho que yo la quería como amiga. Había algo seriamente mal con cualquier persona que odiara a Ruby. ¿Por qué no pensé en eso antes? 
Se abrió una puerta en algún lugar y luego se cerró suavemente. Me levanté de la cama y fui silenciosamente de puntillas a la entrada de mi habitación. Abrí la puerta y me asomé al pasillo; no vi a nadie. Había una luz que venía de debajo de una puerta en el lado opuesto del pasillo.  
Maeve había dicho que Ian ya no se quedaba aquí en la casa y que el dormitorio principal estaba en la planta baja, por lo que tenía que ser Mack a quien estaba escuchando. Tiré mi cabeza hacia atrás de la puerta y me quedé allí, escuchando los sonidos de sus acciones. Quería ir al baño, tal vez incluso tomar 


 
171 
una ducha de madrugada para poder dormir cómodamente, pero si él todavía tenía que usarlo no quería interferir. 
Después de que pasaron varios minutos, miré de nuevo. 
La luz ya no brillaba por debajo de su puerta. Mi vejiga pesada no iba a dejar que me escabullera, así que salí de la habitación y me acerqué de puntillas por el pasillo, tratando de no hacer un sólo sonido. Una vez en el cuarto de baño, cerré la puerta y la trabé. 
Una toalla esponjosa de color rosa estaba bajo el lavabo como me habían prometido, los bordes de la bañera tenían varios productos para el cabello y jabones que prometían deshacerse de la mugre de Baker City. 
Rápidamente me quité la ropa y me metí en una ducha caliente, mis ojos se cerraron automáticamente cuando el calor se apoderó de mí y me hizo cosquillas en la piel. El líquido goteaba por mi cabello grueso y se filtraba hacia abajo desde mi cuero cabelludo, dándome piel de gallina. 
Tomé el gel de ducha que olía a rosas y apreté una generosa cantidad en mi mano. Había trabajado seriamente con la espuma, restregando la suciedad de mis piernas y pies, cuando oí un sonido fuera de la cortina. Parecía venir de demasiado cerca como para no estar en el interior del cuarto de baño, pero estaba segura de que había cerrado la puerta. Me quedé inmóvil en mi lugar. 
―¿Quién está ahí? ―dije en voz baja. 
La puerta se cerró. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué pasó con la maldita cerradura? 
Crucé las manos jabonosas sobre mis pechos. 
Estaba toda resbaladiza y cubierta de burbujas, la ducha colocada muy por detrás de mí y no en condiciones de limpiar mi cuerpo antes de tiempo. Anteriormente eso había sido algo bueno, ahora no tanto. 
―¿Hay alguien ahí? ―pregunté. Debería haber agarrado la cortina y comprobado alrededor del borde de la misma, pero no me podía mover. La idea de que estaba de pie en la ducha, desnuda mientras un hombre estaba al otro lado de la delgada cortina era a la vez aterrador y sensual. Sólo había una persona que 

 
172 
podría ser. Pero él no haría eso… entrar en un cuarto de baño cerrado cuando estaba desnuda en el mismo. 
¿O sí? 
―Dijiste que querías hablar. ―Su voz era profunda y no muy alta, pero me envolvió como cadenas y me mantuvo cautiva. Debí haber corrido. Debería haber estado enojada y ofendida. Pero no lo hice y no lo estaba y las palabras no salían de todos modos. 
―Estoy… estoy en la ducha. ―Apreté mis ojos cerrados, avergonzada de que esto fue lo mejor que se me pudo ocurrir. Debería haber estado gritándole para que saliera pitando. 
―Puedo ver eso. Pero tengo que hacer un recado en la mañana después de las tareas, así que pensé que te gustaría hablar ahora en lugar de esperar otro día. 
Asentí rápidamente, su razonamiento teniendo perfecto sentido… excepto por el hecho de que estaba desnuda en la ducha y era la mitad de la noche.  
―Está bien ―dudé, mis manos aún sobre mi pecho―. Pero nada de mirar. 
―Está bien. Aunque ya te he visto completamente desnuda y algo más. 
Oí un movimiento y retrocedí, entrando un poco en el agua. 
El jabón que había puesto en la parte de atrás de mi cuello estaba corriendo y viajando entre mis nalgas. El deslizamiento de las burbujas en mis partes sensibles y el hecho de que Mack estuviera al otro lado de la cortina le daba a todo una sensación erótica. 
Incluso mis propias manos en mis pechos se sentían sexualmente cargadas. 
Di un paso adelante y me asomé por la cortina. Estaba sin camisa y sin botas, vestido con pantalones vaqueros desabrochados y apoyado contra el lavabo. Tragué saliva, tratando de concentrarme en mi respuesta en lugar de hacerlo en su grueso pecho, abdominales, hombros anchos, musculosos, y su cara adorable.  
―¿Qué se supone que significa eso… y algo más? 
Se encogió de hombros y me dio una perezosa sonrisa sexy.  

 
173 
―Y algo más significa que tú estabas desnuda, yo estaba desnudo, y nosotros dos hicimos cosas con el cuerpo desnudo del otro que no dejó nada a la imaginación. Sé cómo te sientes por dentro. ―Sus labios se curvaron aún más, y juro que recordé en ese momento cómo se sentía su lengua entre mis piernas. 
Tiré de la cortina para cerrarla, ocultando mi cara ardiente, y me cubrí los pechos con las manos de nuevo.  
―Guau. ―Fue lo mejor que pude decir. Ninguna otra palabra vino a mi mente. Me zumbaban los oídos y mis piernas se sentían lo suficientemente débiles como para que me preocupara el caerme. Me aferré al sostén del jabón con una mano sólo para estar segura de que no lo haría. 
―Lo siento… ¿demasiado rápido para ti? ―preguntó. 
Era evidente que él estaba perfectamente bien con todo, sin mostrar ninguna emoción que no fuera la ligera diversión en su tono. 
―Tal vez ―admití. Definitivamente. Mierda, ¿cómo me convertí en una tonta-boba virgen por estar él allí de pie en jeans y coqueteando un poco? ¿Cuál es mi maldito problema? ¿Está realmente coqueteando? 
―No veo por qué debería ser demasiado rápido, ya que afirmas que estamos casados. Las personas casadas hacen todo el tiempo cosas como las que nosotros hicimos. 
Ahora estábamos en terreno más sólido. Argumentar era algo que podía hacer, especialmente cuando tenía evidencia para apoyarme.  
―Estamos casados, sé que lo sabes, y sí, eso es cierto, las personas casadas hacen esas cosas. Pero cuando hicimos esas cosas aún no estábamos casados, así que técnicamente nunca consumamos. Y ahora mismo, estoy comprometida para casarme con otra persona, así que… ―Quería terminar la frase con una amenaza, con una demanda de propiedad, pero las palabras no salieron de mis labios. Habrían sido mentiras y ya había dicho suficientes mentiras por un día. 
―Así que… ¿qué? Estás comprometida, ¿así que tengo que dejarte? 

 
174 
―Sí ―dije, levantando mi barbilla. Era más fácil cuando él decía las palabras y yo sólo tenía que estar de acuerdo. Gallina de mierda. 
―Y yo no debería estar más cerca de la ducha, ¿verdad? ―Su voz ya no venía de la zona del lavabo. Sin oír sus pasos, sabía que estaba de pie justo al otro lado de la cortina y de mí. Mis pezones dolían por el conocimiento de que no estaba a más allá de un brazo de distancia de tocarme. 
―No ―dije en un medio susurro―. No debes estar más cerca. 
―Y no debería quitarme la ropa y entrar allí contigo, supongo. 
―No, ninguno de los dos ―dije, respirando con dificultad, orgullosa de que mis palabras finalmente me estuvieran sirviendo de nuevo, pero avergonzada de admitir que estaba esperando que las ignorara. Yo era una mala persona. Todo lo que el novio de mi madre había predicho para mí se estaba haciendo realidad. Mentirosa. Puta. 
No respondió. Esperé unos segundos su siguiente comentario burlón, pero no vino. 
―¿Mack? ¿Todavía estás ahí? 
La cortina voló a un lado y grité en estado de shock. 
―¡Ahh! Oh mi… ¡mierda santa! ―Crucé los brazos sobre mi cuerpo en varias formas diferentes, haciendo todo lo posible para protegerme―. ¿¡Qué estás haciendo, maníaco!? 
Estaba allí de pie en medio del cuarto de baño, completamente desnudo, su pene como un misil apuntando directamente hacia mí. 
Sonrió ampliamente.  
―Estoy entrando en la ducha con mi supuesta esposa. ―Se acercó a mi lado, acorralándome bajo la fuerte corriente de agua. 
―Tú… ―El agua gorgoteaba en mi boca, haciéndome sonar como una sirena loca. La escupí mientras trataba de discutir―. ¡No puedes entrar aquí! ¡Estoy desnuda! 

 
175 
―Sí, lo estás ―dijo, cerrando la cortina detrás de él. Luego se volvió hacia mí y puso una mano en mi cintura. 
La alejé de un golpe. 
―¡No me toques, o voy a gritar! 
Podría haber empujado la cortina a un lado y salido. Podría haberlo pateado o arrojado jabón en sus ojos. Había cualquier cantidad de otras maneras en las que podría haber escapado de sus manos, pero no hice ninguna de ellas. Me quedé allí con el agua corriendo sobre mi cabeza, cara y hombros mientras él se acercaba más, con la esperanza de que me tocara de nuevo. Estaba mal, mal, mal estar aquí con él y estar deseando esto, pero negarlo era ridículo. 
Las emociones fuertes son imposibles de negar. 
―Que gritaras podría ser divertido. Si realmente quieres que pare de tocarte, lo haré. Te lo juro. ―Puso su otra mano sobre mi otra cadera, sus dedos clavándose en mí y empujándome hacia él―. Pero si quieres que siga tocándote, todo lo que tienes que hacer es decir por favor y lo haré. Te tocaré toda la noche. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. 
No sonrió. Me estaba haciendo una promesa, eso estaba claro. 
Estábamos tan cerca que su erección se me estaba clavando en el estómago. Se movió para hacerla descansar de lado contra mi estómago y me atrajo aún más cerca. 
Yo estaba demasiado aturdida para hablar. Algo del jabón estaba todavía en mi piel, y sus manos habían juntado un poco de él. 
Sus dedos se deslizaron por mi espalda y hasta mi culo, masajeando mi piel con pesados caricias mandonas. Una cálida humedad vino desde dentro de mí para lubricar mis pliegues, casi como una liberación, como si desde el momento en que había puesto los ojos en él hoy, la pasión hubiera estado esperando a ser liberada. 

 
176 
―Realmente no deberíamos estar haciendo esto ―dije en un susurro ronco, mirando el cabello que se curvaba húmedamente en los extremos alrededor de su cara. 
―¿Por qué? ―preguntó, inclinando la cabeza hacia abajo para lamer mi oreja. Con ese simple toque, la piel de gallina subió de nuevo por todo ese lado de mi cuerpo. 
―Porque… ―dije en su pecho, mis manos saliendo de sus posiciones protectoras y cayendo para descansar en sus brazos―… estoy comprometida. ―Con un hombre que no me importa lo suficiente, al parecer. Soy una persona terrible. 
Me tiró contra él, su polla presionándose en mi abdomen.  
―No, no lo estás ―gruñó en mi cuello―. Estás casada. Conmigo. Nosotros estamos primero, no él. 
Sus bíceps se flexionaron duramente bajo mis dedos. Eran más grandes de lo que recordaba. Más gruesos.  
―No hay nada malo en dormir con tu marido ―insistió. 
Gemí, incapaz de detener que el sonido saliera. 
Me estaba ofreciendo el perdón a pesar de que no era suyo para darlo, y yo estaba dejando que eso me influenciara de todos modos. 
Sus labios pasaron de mi oreja a mi boca, dejando un rastro de besos en el camino. Moví mi boca hacia la suya con entusiasmo, con hambre, más que lista y dispuesta a sentir sus labios sobre los míos. Pero justo cuando estaban a punto de encontrarse, él se apartó. Estábamos tocándonos en las cinturas, pero su torso se inclinaba hacia atrás ahora, dejando mis pechos solos y pesados, los pezones pidieron ser chupados y rodados entre sus dedos. 
Se quedó allí, mirándome. 
―¿Qué estás haciendo? ―pregunté. 
―Estoy esperando a que digas la palabra. 

 
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Mis fosas nasales se dilataron y mi barbilla sobresalió con rebeldía. 
―No. ―Empujé su pecho, pero no se movió. 
―No, ¿qué? 
―No voy a rogarte. Esto está mal. 
Me agarró por la parte posterior de la cabeza con una mano y obligó a mis labios a ir a los suyos, abriendo su boca y enviando su gruesa lengua a invadir la mía. Mis brazos se alzaron para envolverse alrededor de su cuello mientras empujaba mis caderas contra las suyas. Suspiré contra su boca. Esto en cuanto a la resistencia. 
El jabón en mis pechos me hizo muy fácil moverme contra él, tan húmedo y resbaladizo. Todo lo que tenía que hacer ahora era angular la parte inferior de mi cuerpo de alguna manera y encontrar ese dulce alivio que sabía que sólo él podía ofrecer. Los recuerdos de su pesado cuerpo sobre el mío asaltaron mi mente, haciéndome admitir que nada había sido tan bueno desde esa noche en Las Vegas. 
―Dilo ―gruñó contra mis labios. 
―No ―gruñí de nuevo―. No lo haré. ―Era un error, lo que estábamos haciendo. No iba a empeorar la situación pidiéndolo. En el fondo de mi mente estaba pensando que si no lo pedía, podía culpar de todo esto a la pasión, a la confusión que se metía en mi cerebro durante cualquier momento que Mack estuviera en el mismo espacio que yo. No podía evitarlo. No podía ser culpada. Sólo era una pequeña puta lastimera que no podía controlar su libido. 
Tomó uno de mis muslos y lo levantó, arrastrándolo por encima de su cadera. Guió su polla hasta mis pliegues y estuve a punto de llorar de alegría cuando hizo contacto. Deslizó la cabeza hacia arriba y hacia abajo, moviéndose a través y alrededor de mi entrada, dando pequeños golpecitos hacia adelante como una tomadura de pelo cuando llegó al centro. 
―Sólo una palabra, eso es todo lo que necesito ―dijo. Su voz era tan tranquila y segura. Era enloquecedor en su tono como de negocios. Él no tenía nada más que el control, y sin embargo me tenía apenas aferrada. Lo único que 

 
178 
podía hacer era negarme a pedirlo, pero por lo demás, estaba completamente en ello.  
Condenado seas, Plan de Vida. 
Puso su otra mano en mi espalda baja y me atrajo hacia él mientras se sostenía a sí mismo con la otra mano. La punta se deslizó sin resistencia, completamente cubierta de mi humedad resbaladiza que la ducha no se las había arreglado para lavar. 
―Oh, Dios mío ―dije, sosteniéndome con sus hombros, mirando hacia abajo a donde nos uníamos―. ¿Qué está pasando? 
―Voy a entrar en ti ahora ―dijo. 
Miré hacia arriba para ver una expresión feroz observándome. Sus fosas nasales se dilataron y su mandíbula se apretó. Sus ojos azules eran tormentosos, con pasión, su cabello empapado y colgando sobre su frente. Me dejé llevar por todo eso, su estado de ánimo oscuro, el desafío, la presencia imponente de este hombre que había invadido mi ducha, mis lugares privados, el que tomara lo que quería y exigiera lo que yo cedía. 
Una simple palabra. Eso era todo lo que se necesitaría. 
―No ―dije. 
Pero ambos sabíamos que no quería decir eso. 
Su polla entraba lentamente, lentamente. Pensé que iba a parar, un vago recuerdo de nuestro último encuentro en el que me decía que así era como él hacía lo suyo… pero no se detuvo. Siguió su camino, llenándome hasta que no quedó nada. 
Me apreté contra él torpemente, tratando de llegar lo más cerca posible. La ducha era muy pequeña y no había nada de lo que colgarse. Agarré la cortina cuando se retiró y volvió a entrar, y me las arreglé para tironear todas las cosas encima de nuestros hombros. 
Empujó el plástico a un lado y siguió su camino, evitando el agua y el caos, ni siquiera causando un tartamudeo en su ritmo.  

 
179 
Y todo el tiempo que se precipitó hacia mí, nunca miró hacia otro lado; me miró a los ojos como si estuviera volviendo a casa en ese momento. Sentí en ese momento que él lo estaba haciendo con cada embestida. Estaba tomando posesión de mí, riéndose en la cara de cualquier plan que hubiera hecho antes de venir aquí. Él tenía la última palabra, no yo. 
Cogió velocidad en su ritmo, nuestros cuerpos mojados haciendo sonidos de bofetadas cuando se encontraban. No me importaba. El acto era aún más erótico sabiendo que estábamos haciendo un lío y siendo ruidosos. 
Cuando sentí el calor construirse entre mis piernas y salir de mi interior, de repente sentí la necesidad de protestar. Nunca nadie me había hecho sentir de esta manera y estaba mal. Tenía que estar mal. Hacía que mis otras experiencias con otros hombres parecieran aburridas y falsas. Él iba a arruinar todo. 
―Tenemos que parar. No debería… 
Con cada golpe, me dio su respuesta.  
―Tú. Eres. Mi. Esposa. ―La última palabra salió como un gruñido. 
Me aferré a él, sin importarme ya si era correcto o incorrecto. Todo lo que quería era que el sentimiento siguiera por siempre. Me preocuparía por las consecuencias más tarde. 
Se detuvo de repente, cuando estaba totalmente enterrado dentro de mí, y se inclinó. Cerró la perilla del agua y mordió mi cuello al mismo tiempo. 
―¡Ay! ―chillé―. ¿Qué estás haciendo? 
―Saliendo de la ducha ―dijo, saliendo de mí con un golpe suave, rápido. 
Inmediatamente me sentí vacía y abandonada.  
―¿Qué? 
Mi cerebro iba en unas cinco direcciones diferentes, completamente confundido en cuanto a lo que estaba haciendo. 
Salió de la ducha, su erección completamente llena de sangre.  

 
180 
―Fuera. Pon las manos sobre el lavabo e inclínate sobre él. ―Mis ojos se desorbitaron un poco, pero no discutí. Estaba más allá de cualquiera de esas tonterías. Salí, evitando cautelosamente la cortina, e hice lo que había dicho. Le di la espalda, el aire fresco haciéndome temblar. Mis pezones se pusieron duros mientras él daba un paso por detrás de mí y me inclinaba por la cintura. 
―¿Qué estás haciendo? ―susurré, mirando hacia abajo al lavabo. Era una pregunta tonta. Los dos sabíamos lo que estaba haciendo. Yo estaba jugando a la víctima inocente y él al merodeador conquistador. Funcionaba para aliviar la culpa. 
―Shhhhh. Quédate ahí parada, y cuando estés lista para decir por favor, terminaremos. Hasta entonces, estarás en silencio mientras te toco. ―Sus grandes manos se deslizaron alrededor y a través de mis pechos, tomándolos plenamente en sus manos y apretándolos una vez que llegó a la parte delantera. Mis pezones estaban entre sus dedos, y los pellizcó juntos mientras apretaba mis pechos una y otra vez. Un gemido escapó de mi garganta y cerré los ojos, perdida en las sensaciones que iban desde mi pecho hasta otros lugares de mi cuerpo, poniéndome más húmeda que nunca. Mis entrañas latían con la necesidad de sentirlo allí, acariciando, deslizándose. 
Su erección estaba entre mis cachetes. Empujé hacia él, esperando que terminara lo que había empezado. Una mano salió de mi pecho para angular su pene hacia abajo. Se movió entre mis piernas ahora, y mientras se inclinaba sobre mí para pellizcar mis pezones una vez más, se deslizó entre mis muslos hacia el lavabo. Estaba lo suficientemente cerca como para provocar, pero no lo suficientemente cerca como para darme satisfacción alguna. Era enloquecedor. 
―Me estás torturando ―dije, inclinando mi cabeza hacia atrás, contra él mientras dejaba caer sus labios en mi cuello y lo chupaba. Mordió y luego lo besó.  
Lamió y chupó de nuevo mientras apretaba mis pechos. Puse mis manos sobre la pared a cada lado del espejo, dándole un mejor acceso. 
―La tortura puede parar en cualquier momento que desees. Simplemente di por favor. 
Negué lánguidamente, rechazándolo una vez más. 

 
181 
―Nunca. ―Sonaba y me sentía borracha. 
Dejó caer una mano y luego la cabeza de su pene se inclinó hasta dar masajes a mi entrada.  
―Nunca digas nunca, nena. Nunca hagas eso. 
―Nunca ―susurré, atrapada en algún país de las maravillas en el que casi me estaba llenando de nuevo. Ya sabía cómo se iba a sentir y no podía esperar para experimentarlo de nuevo. 
Empujó mi espalda superior, entre mis omóplatos, obligándome a inclinarme más. Bajé con mucho gusto, abriendo las piernas más ampliamente y ofreciendo mi culo levantado para que lo tomara. Él vino a mí entonces, frotando la punta alrededor de mis pliegues, poniéndolos mojados y resbaladizos. 
―Te sientes tan bien ―dijo―. Y tu culo. Dios mío, me encanta tu culo. ―Apretó una de mis nalgas y la bofeteó. La picadura se sintió mucho mejor de lo que debería haber hecho. 
―Es demasiado grande ―dije, dejando caer mi cabeza, haciéndolo retroceder un poco, pidiendo en silencio que entrara. Esta espera me estaba matando. 
―Vamos a ver eso. ―Me agarró por las caderas y se empujó dentro de mi entrada resbaladiza, tirando de mí hacia atrás contra él y enfundándose  por completo en mi calor―. Oh, Dios, sí. ―Me apretó las caderas―. Ese culo. ¡Mmm! ―Golpeó mi nalga una vez más antes de agarrar mis caderas y moverme hacia adelante y hacia atrás. Sus brazos se flexionaron y se extendieron, moviendo mi parte inferior del cuerpo para que se deslizase hacia atrás y hacia adelante sobre su cuerpo entero―. Oh, no, nena. ―Sus brazos bombearon más rápido, empujando sus caderas hacia delante y hacia atrás con ritmo―. Este culo es perrrrfecto exactamente cómo es. 
Sus bolas estaban golpeando mi clítoris, haciéndome gemir por la necesidad insatisfecha. Moví mi mano para tocarme a mí misma y dejó de moverse. Agarrándome la muñeca, susurró: 

 
182 
―No. Mantén las manos donde pueda verlas. ―Obligó a mi mano a ir hasta el borde del lavabo y la empujó hacia abajo, no soltándola hasta que envolví mis dedos alrededor del borde del mismo. 
Volvió a bombearse en mí, apretando mis caderas en sus puños de hierro y obligándome a que me quedara donde él me quería. Estaba a su merced, a medio camino de estar contenta y en su mayor parte frustrada, a la vez amando la manera en que él estaba tomando el mando y obligándome a hacer cosas que había estaba fingiendo que no quería hacer. 
―Tócame ―exigí. 
Chocó contra mí con más fuerza, nuestros cuerpos golpeándose más fuerte con el impacto.  
―Pídemelo ―desafió. 
―No ―dije, pero con mucha menos fuerza de convicción en esta ocasión. El calor se estaba construyendo y su eje fue haciéndose más grande, más grueso. Él estaba cerca. Los dos estábamos cerca. Pero él iba a llegar primero. 
―Hazlo ―gruñó―. No puedo aguantar mucho más tiempo. ―Respiraba con dificultad―. Jesús, tu culo es jodidamente increíble. ¡Maldita sea! 
Mi botón palpitaba de deseo, hinchado al máximo y rogando por su tacto. Mi mente se arremolinaba con las implicaciones. Estábamos follando como animales en el baño de sus padres cuando se suponía que debía estar ya de vuelta en Florida. Pero su cuerpo se sentía como si hubiera sido hecho para mí y encajábamos como si así estuviera destinado a ser. Esto era lo que yo quería. Nada más en el mundo importaba en este momento excepto la búsqueda de la liberación de este hombre dentro de mí. 
Estaba sin aliento, apenas era capaz de pronunciar las palabras. 
―Por favor, Mack, por favor. ¿De acuerdo? Por favor. ―Mi rendición estuvo completa con una simple palabra―. Por favor ―dije de nuevo, casi gimiendo de deseo. 
Salió de un tirón y me hizo girar bruscamente. 

 
183 
―¿Qué? ―lloré, pensando que estaba siendo echada. 
No tuve tiempo para averiguar lo que iba a hacer antes de que me hubiera levantado y sentado en el lavabo, abriendo ampliamente mis piernas y poniendo su polla de nuevo en mí. 
Ahora estábamos cara a cara, ojo a ojo y nariz con nariz. Sus ojos azules se clavaron en los míos, la pasión y la emoción imposibles de pasar por alto. 
―Tú eres mi esposa ―dijo, a sólo unos centímetros de distancia, su aliento caliente arrastrándose sobre mis labios―. Te casaste conmigo en Las Vegas hace dos años. 
―Sí. 
―Y yo soy tu esposo. 
Asentí, las lágrimas saliendo. 
Apretó los dientes y gruñó: 
―Y esto es nosotros consumando nuestro matrimonio. ―Se enterró dentro de mí y me acercó por la espalda baja, asegurándose de que estaba presionada agradable y firmemente contra la base de su pene. 
 
Él entraba y salía, golpeándose en mí y llenándome, enviándome por el borde con cuatro fuertes embestidas. 
―¡Oh, Mack! ―grité, aferrándome a él por los hombros. 
―¡Ahhrrrrrr! ¡Joder! ―rugió, encorvándose y sacudiéndose contra mí, con su cabello haciéndole cosquillas a mi nariz mientras mordía mi hombro. 
Clavé las uñas en su espalda mientras cabalgaba ola tras ola de orgasmo. Justo cuando pensaba que todo habría terminado, se empujó dentro de mí otra vez y me envió a otro espasmo de placer. Estaba perdida y no quería volver. Estaba mareada y confundida, vagando alrededor de un caleidoscopio de colores en mi mente, ni siquiera segura ya de dónde estaba ni de quién era. 

 
184 
Envolvió sus fuertes brazos alrededor de mí y me sostuvo. Se estremeció varias veces, respirando pesadamente en mi oído, sonando como un toro furioso o un tren de carga. Dejé que la emoción me llevara lejos, oyendo sólo los sonidos de su respiración y nada más.  
Era reconfortante. Peligrosamente atractivo. 
Después de lo que pareció un largo tiempo, cuando por fin había dejado de moverse y mi cuerpo había dejado de traicionarme, mis gritos de pasión se desvanecieron en gemidos que luego se disolvieron en lágrimas. 
Él respiró hondo y apartó sus dientes de mi piel, apoyando su frente en mi cuello mientras suspiraba profundamente. 
―Te amo ―dijo simplemente, su aliento haciéndome cosquillas en la oreja. 
Mi corazón se estremecía dolorosamente en mi pecho.  
―Por favor, no digas eso ―dije en voz baja, las lágrimas amenazándome. 
―Sí ―dijo, con la voz ronca por la emoción―, lo entiendo. ―Sacó su longitud ahora blanda fuera de mí y se dio la vuelta, con la mano ya en la puerta. 
―¿A dónde vas? ―pregunté, mi voz revelando la tristeza y la confusión. Me hundí contra el espejo. 
―Fuera. Hablaré contigo mañana a las nueve. 
Y luego se fue. La puerta se cerró detrás de él y me dejó sola en el baño de la pasión-guerra. Durante mucho tiempo, me quedé allí sentada, finalmente dándome cuenta de cómo se sentía un corazón roto.  
Había pensado antes que lo sabía. Cuando Luke había roto conmigo por mensaje de texto, cuando otras personas me habían defraudado cuando era niña, me había dolido. Mucho. Pero había estado equivocada en esos momentos dolorosos. Habían golpeado mi corazón, sí. ¿Pero esto de aquí? Esto era dolor real. Esta era pena real. 
Sabía sin ninguna duda que estaba viendo al único hombre que podría hacerme sentir de esta manera salir por la puerta para ir a firmar nuestros papeles 

 
185 
de divorcio, y ese era un dolor verdadero como ningún otro. Me gustaría hacer de nuevo este viaje a Baker City, Oregón y saber que Gavin MacKenzie sería el hombre que rompería mi corazón en mil pedazos. Y que yo sólo iba a dejar que lo hiciera. No tenía otra opción. 
Me bajé del lavabo y me moví lentamente hacia la ducha para poner la cortina, mi corazón entumecido por el dolor. Me enjuagué, saltando cuando mis dedos tocaron partes ahora excesivamente sensibles entre mis piernas. 
Todo estaba abultado e hinchado ahí abajo todavía, y me di cuenta por primera vez, mientras trataba de lavar todo, que habíamos tenido relaciones sexuales sin protección. 
Oh, Jesús, ¿cuán estúpida puedo ser?  Me quedé mirando al techo mientras las lágrimas goteaban y llenaban mis orejas. 
¿Qué voy a hacer ahora? 


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Mensaje por Yani Sáb 17 Feb - 8:11

Capítulo 26 
 
No sé cómo me dormí. Tal vez fue el agotamiento del sol o los cubos de lágrimas que lloré, pero mis ojos no se abrieron bien hasta después de las nueve. Salté de la cama y me contoneé de nuevo dentro de mis ropas sucias. Corriendo por las escaleras después de una rápida mirada en el espejo, fui de habitación en habitación buscando a Mack. Lo de anoche fue un error. Tenía que decirle eso. Tenía que decirle que teníamos que dejar de lado las expectativas irracionales y vivir la vida para la que habíamos nacido. La suya estaba aquí y la mía en la otra punta del país. Éramos completamente incompatibles. 
―Bueno, buenos días, luz del sol ―dijo Angus, apoyándose contra el mostrador y bebiendo lo que parecía una taza de café. Apuntó a una máquina al lado del fregadero―. Sírvete. Las tazas están en el gabinete de arriba. 
Me arrastré y saqué una taza. 
―¿Está Mack? ―pregunté, sirviéndome una taza de café negro. Hoy me saltaré la crema y el azúcar, necesitaba cafeína directo en mis venas. 
―Nop. Se fue a la ciudad. 
Me di la vuelta. 
―Pero… teníamos una cita. 
Angus se rió entre dientes. 
―Por lo general no tenemos citas aquí. 
―Está bien, teníamos un acuerdo para encontrarnos a las nueve, así podríamos hablar. 
―¿Acerca de tu negocio de genealogía? 
Asentí, tomando un sorbo de mi café. Según mi cerebro somnoliento, asentir no era exactamente mentir. 
 

 
187 
―Me puedes preguntar a mí si lo deseas. Estoy disponible por la siguiente media hora, y soy un MacKenzie. 
―¿No tiene vacas que destestícular? 
Se rió de nuevo. 
―Nop, todavía no. Necesito a Mack para eso y él se tuvo que ir. 
―¿A dónde se fue? ¿Sabes cuándo estará de vuelta? 
Angus miró a su taza, frunciendo el ceño un poco. 
―No estoy seguro exactamente. 
Me di cuenta de que Angus estaba mintiendo, pero era probablemente cierto que nada de eso era asunto mío. Sólo era la chica tratando de separarme del magnetismo animal de Mack y obtener de vuelta mi vida real. 
―¿Hay alguna posibilidad de que pudiera conseguir un aventón a la ciudad para poder llegar a mis números de teléfono, cargador y mis cosas?  
―En realidad, todas tus cosas están en el vestíbulo. Boog las trajo esta mañana temprano. 
Puse mi taza sobre la mesa sin decir una palabra y salí de la cocina hacia la puerta principal. Mi mandíbula cayó ante la vista de todas mis cosas allí colocadas en el suelo. ¿Cómo demonios…? 
Angus estaba detrás de mí. 
―Consiguió remolcar tu coche al garaje. Tiene un eje doblado. Va a pasar un tiempo antes de que sea arreglado. Puesto que no tienes ningún transporte, nos dimos cuenta de que te gustaría tener tus cosas mientras estés aquí. Boog conoce a la chica de la recepción, así que lo dejó entrar en tu habitación. 
Me di la vuelta para mirarlo, ni siquiera segura de lo que iba a decir. La expresión de su rostro hizo parar las palabras que estaban a punto de salir volando de mi boca. Lucía… triste. 
Fruncí el ceño, confundida. Nada de esto tenía sentido. 
―Sí… así que… Voy a ir al establo. Maeve estará en la cocina en pocos minutos. Acaba de ir a recoger algunos huevos. ―Me dejó allí de pie en el pasillo. 
Dejé todo donde estaba, excepto el cargador de mi teléfono, con el cual subí a la habitación de Ian y lo conecté a mi teléfono y a la pared. Tan pronto como hubo suficiente energía para alimentar el teléfono, revisé mis mensajes. Había cuatro mensajes de texto de Bradley, uno de Ruby, y uno de Candice. Ni siquiera me molesté en comprobar los diez mensajes de voz. Revisé el mensaje de texto de Candice primero. 

 
188 
Candice: ¿¿¿He oído que estás en Oregón??? Llámame, perra. Candice: Bueno, sabes que sólo estaba bromeando acerca de lo de perra, ¿no? Llámame. Perra. 
Sonreí mientras presionaba su número. Bradley podía esperar. La oficina podía esperar. No había hablado con mi mejor amiga en meses. 
―¿Hola? ¿Eres tú realmente? ―dijo Candice, casi gritando. 
―Sí, soy yo realmente. ―No me di cuenta hasta ese momento lo mucho que había echado de menos sus locuras. 
―Y me estás llamando desde Oregón y Bradley no está contigo, ¿verdad?  
―Sí, así es. 
―¡Squeeeeee! ―El teléfono se cayó y oí una fuerte explosión y algo susurrando alrededor―. Ups, lo siento por eso ―dijo, ahora un poco sin aliento―. Acabo de perder mi mierda por un segundo. ¿Rompieron? ¿Estás corriendo tras tu amorrr? 
―¿De qué estás hablando? 
―Ruby me lo contó todo. Vamos, confiesa. ¿Cómo es él? ¿Movió su sombrero vaquero cuando apareciste? 
Mi corazón se aceleraba. 
―Espera un segundo, Candice. ¿Cómo sabes todo esto? Nadie sabe de esto, ni siquiera Ruby. Todo lo que ella hizo fue hacer mis arreglos para el viaje. 
Ella soltó un bufido. 
―Cómo así. ¿Has olvidado para quién trabajas? 
―Umm… no. ―¿Qué podría tener que ver mi bufete de abogados con todo esto? 
―Ruby. Trabajas para Ruby. Ruby lo sabe todo, Ruby lo ve todo, Ruby me cuenta todo. Ruby tiene la contraseña de los archivos de tu computadora, duh. 
Cerré los ojos y suspiré, poniendo en ello toda mi frustración, preocupación y sentimientos de impotencia. 
―¿Estás enojada? No estés enojada con ella. Sólo estaba haciéndote un gran, gordo favor, créeme. 
―¿Qué hizo? ―Las palabras apenas habían salido. 
―Nada. Sólo nos contó a Kelly y a mí lo que pasaba en caso de que pudiéramos, ya sabes, ayudar si es necesario. 
Apoyé la frente en mi mano. 

 
189 
―Créeme, su ayuda es la última cosa que necesito. 
―Por favor, no cuelgues ―suplicó―. Finalmente te tengo de nuevo, no seré capaz de soportar que me dejes otra vez. 
―¿Qué te deje? ―Me senté de nuevo. Ella no tenía ningún sentido. 
―Sí. Me dejaste. ―Ella tenía esto muy claro al parecer―. Desde que empezaste a salir con ese Bradley, dejaste a todas tus amigas. ¿O es que no te diste cuenta de que tienes cero gente normal en tu vida? 
Poner a Candice en la categoría de normalidad era igual que poner a Ruby en la categoría de los tímidos respetuosos de la privacidad, y eso era un montón de caca de vaca. 
―Me di cuenta de que tú y yo no hemos almorzado en mucho tiempo. 
―¿Mucho tiempo? Prueba un año, mi amiga. Un puto año. Y ahora mira… ¡me hiciste maldecir! Me hiciste romper totalmente mi promesa de no maldecir esta semana. Espero que estés feliz. De todos modos, basta de eso… háblame de tu hombre. 
Me dieron ganas de llorar. 
―No es mi hombre. Estoy esperando que firme los papeles del divorcio. 
―Así que realmente te casaste con él ―susurró―. ¡Oh, Dios mío, eso es tan romántico! ―chilló de nuevo, pero por suerte esta vez no lo hizo justo en mi oído. 
Cuando regresó, le aclaré:  
―No es romántico, es horrible. Es terriblemente horrible. ―Las lágrimas acudieron a mis ojos. 
―Oh, cariño, ¿qué está mal? ¿Por qué lloras? 
―No estoy llorando ―insistí, secándome las lágrimas de mis mejillas―. Sólo estoy frustrada. 
―Habla conmigo. Dime lo que está pasando. Estoy segura de que puedo ayudar. 
―No puedes, realmente no puedes. Es sólo… muy complicado. 
―¡Dime! Soy buena con la gente. Puedo ayudarte a descomplicarlo, te lo prometo. Por favor, por favor, por favor, por favor, ¿por favoooooor? 
Ella me ganó por cansancio con su ruego, y realmente necesitaba sacarme el secreto del pecho. Me estaba matando no tener a nadie que me hiciera entrar en razón. 

 
190 
―Está bien, de acuerdo. Aparentemente me casé con él hace dos años, después de que tú nos dejaras y tuviéramos sexo salvajemente animal. 
―Oh, hombre. Eso debe haber sido bastante sorprendente para que fueras a casarte con el hombre. 
―Lo sé, ¿verdad? Sin embargo no tengo idea de lo que pasó, porque al día siguiente se había ido. 
―¿A dónde se fue? 
―¡No tengo ni idea! Encontré un cheque de reclamo en la habitación y llamé a la recepción. Ellos dijeron que él salió, tomó su equipaje de la planta baja y se fue. Nunca escuché de él de nuevo, así que no sé nada más. 
―Y ya que ni recuerdas casarte, no hiciste nada. 
―Claro. Quiero decir, estaba algo triste de que él no hubiera llamado o algo así, pero seguí adelante. Sabes que tenía el asunto con Luke con el que tratar y luego… bueno, la vida se puso en mi camino. 
Ella soltó un bufido. 
―Quieres decir que tu estúpido Plan de Vida se puso en el camino. ¿Cuándo vas a tirar esa cosa en la trituradora y seguir adelante con tu verdadera vida? ¿Una vida sin guión? 
―No lo sé ―dije con voz débil. 
―¡Bueno, ahora eso, es un progreso! Es la primera vez que te escucho siquiera considerar triturar a las Fuerzas Oscuras. ¡Bien por ti! Creo que quizás Oregón sea bueno para ti. 
Me reí. 
―¿Fuerzas Oscuras? 
―Sí ―dijo con convicción―. Ese maldito Plan de Vida no ha hecho más que enviarte por el mal camino desde el primer día. Fuerzas Oscuras. La maldad encubierta. 
―Me hizo entrar en la universidad y la escuela de leyes. 
―Por supuesto, te hizo entrar en la universidad que es donde nos conociste a Kelly y a mí, pero aparte de eso, mierda. ¿Qué hizo la escuela de leyes por ti además de convertirte en una insensible, perra analítica? 
Casi me atraganté con mi indignación. 
―¡Oye! ¡Eso está fuera de lugar! Incluso para ti, Candice. 

 
191 
―¡Oye! Sólo te estoy dando el amor duro que has necesitado por años. Ahora escucha, porque sé que mi tiempo está a punto de ser cortado. Esto es una mierda difícil de escuchar, pero necesitas oírlo. Tienes un pésimo gusto en los hombres, porque siempre estás tratando de conseguir que quepan en una caja. Te enamoras del potencial en lugar de la realidad. Te sientes atraída a las características en los papeles en lugar del verdadero hombre debajo. Deja de poner a los hombres en categorías. ¡Deja de hacer listas de verificación y medir a los hombres con ellas! Luke era un vómito y Bradley es un sándwich de mierda. Él no se preocupa por ti; se preocupa por lo que sus amigos piensen de ti. Es desagradable, y un día va a ser expulsado del Colegio de Abogados porque apuesto a que hace trampa. ¡Apuesto a que recorta presupuesto! Eres demasiado buena para él y todos esos imbéciles con los que has salido. Pero tal vez no éste vaquero. Tal vez este tipo es el auténtico. ―Terminó en una voz más suave―. Él parecía agradable cuando lo conocí. 
Yo había empezado a llorar a mitad de su discurso y ahora me quedé allí sentada, bloqueada. El dolor era terrible, no tanto debido a las palabras que habían salido de la boca de alguien que me importaba, sino porque estaban en lo cierto. Sabía que eran la verdad, pero también sabía que no era lo suficientemente fuerte como para hacer nada al respecto sino ignorarlas. 
―Gracias por la llamada, Candice. Me tengo que ir. 
―¡Oh, no, no lo harás! ¡De ninguna manera voy a vivir con otra sequía de amistad! Habla conmigo. ¡Dime lo que estás pensando en este instante! 
―Estoy pensando en que me tengo que ir. 
―No. No acepto eso. Inténtalo de nuevo. 
Dejé escapar un suspiro largo y tembloroso. 
―No sé lo que quieres de mí, Candice. 
―Honestidad. Dime ahora mismo, con toda honestidad, cómo te sientes sobre el vaquero. ¿Cuál es su nombre, por cierto? 
―Su nombre es Mack. ¿Y cómo me siento por él? No lo sé. Es confuso. 
―Dame una lista de ítems. Te gustan las listas. 
―Cállate. 
―No, lo digo en serio. Lista de ítems. Dale. 
―Está bien. ¿Quieres una lista de ítems? Aquí está: Sexy. Hermoso. Inteligente. Sexy. Atractivo. Persuasivo. Musculoso. Buena familia. Confiado. Educado. Sexy. 

 
192 
―Estoy recibiendo la impresión de que hay algo de química pasando allí. ―Me di cuenta de que estaba sonriendo por el tono de su voz. 
Tomé otra respiración temblorosa, con miedo de admitir lo que había hecho pero sabiendo que era relevante. Tenía muchas ganas de confesar mis pecados al Padre Candice. 
―Dime lo que no me estás diciendo ―insistió. 
―¿Eres lectora de mentes ahora, también? 
―Sí. Siempre lo he sido. ¿Te has acostado con él? 
―¿En Las Vegas? Sí. 
―No, tonta, en Oregón. No juegues conmigo. Tengo un color y corte en diez minutos. 
―Ve por ello. Tengo que llamar a Bradley. Me ha dejado un montón de mensajes. 
―Puedo subir a un avión y estar allí en menos de seis horas. ―Ella me estaba amenazando. 
―No. No te muevas. Ya estoy haciendo malabares con los suficientes problemas que hay aquí. No necesito agregarte a la mezcla. 
―Entonces dime. Has tenido relaciones sexuales otra vez, ¿no? 
―Prométeme que no chillarás en el teléfono de nuevo. 
―¡Squeeee! ¡Totalmente lo hiciste, grandísima puta! ―Ella se reía en voz alta, probablemente en medio de su salón. 
―Sí. Ayer por la noche. Fue increíblemente erótico y algo que no debía hacer y… ¡mierda, Candice! ¡No sé qué diablos estoy haciendo! ―Me sentía y sonaba como si estuviera al límite de la cordura. 
―¡Por supuesto que sí! ¡Estás yendo con tu corazón y tu vagina en lugar de tu cabeza para variar! ¡Bien por ti! Ya era hora. Maldición, cuando estábamos en Las Vegas pensé que por fin lo entenderías. Pero entonces volvimos y pusiste tu cabeza de nuevo dentro de tu culo. Ruby, Kelly y yo pensamos que eras un fracaso. Pero ahora estás de vuelta, bebé, ¡estás de vuelta! No renuncies a nosotras ahora. Hay demasiado en juego en esto. 
―¿Demasiado qué? ―Yo estaba sonriendo a través de mis lágrimas. Candice tenía tal habilidad con las palabras. 
―Demasiada felicidad, cariño. Creo que este vaquero podría hacerte feliz. ¿Por qué no le das una oportunidad? 

 
193 
―No puedo ―susurré, mirando las fotografías en los estantes de Ian. 
―¿Por qué no? ―Candice parecía que iba a llorar junto conmigo. 
―Porque creo que él tiene una novia. Creo que es su compañera de piso. 
―Bueno ―dijo Candice, desatándose de nuevo―, entonces ella se tiene que ir. Tú llegaste primero, eres su esposa. 
―No es así de simple. 
―Claro que lo es. ¿Si él tenía una novia que significaba algo, se habría acostado contigo anoche? 
―Tal vez no. O tal vez durmió conmigo para darme una lección. 
―¿Una lección? ¿Una lección sobre qué? 
―No lo sé. Parecía enojado conmigo desde el momento en que me vio. 
―¿Recordaba que estaban casados? 
―Sí, creo que sí. 
―Pero estaba enojado contigo, a pesar de que se fue y nunca llamó. 
―Sí. 
―Hmmmm… Bueno, ¿cómo es que nunca lo llamaste? ¿No tenías siquiera curiosidad de por qué desapareció? 
Me encogí de hombros, sentada sola en la habitación de Ian, tratando de recordar de nuevo a ese día hace dos años en la habitación de hotel. 
―No pude. 
―¿No pudiste qué? 
―Llamarlo. No tenía su número. 
―¿Estás segura? Te desmayaste en la mitad de la noche. Te desmayaste durante toda la condenada boda. Seguramente podría haber puesto su número en tu teléfono y tú no lo habrías recordado tampoco, ¿verdad? 
Mi cara quemó junto con mi estómago. 
―Yo… yo no recuerdo haber visto un número extraño allí. 
―Pfft. Hay como un millón de números en tu teléfono. ¿Ni siquiera se te ocurrió buscar su nombre? 
Un recuerdo vino corriendo. 
―¡No podía! 
―¿Por qué? 

 
194 
―Porque se te cayó mi maldito teléfono en el baño, ¡¿no te acuerdas?! ―Yo estaba agarrando las sábanas, sintiendo que podía destruirlas con mis uñas. 
―Oh, mierda. Sí recuerdo eso. Oh, hoooombre. Y todos tus contactos tuvieron que ser cargados en un nuevo teléfono cuando volviste a tu oficina. 
―A excepción del único que fue añadido en Las Vegas, ya que no estaba guardado en mi oficina ―dije con tristeza―. Suponiendo que hubiera sido añadido en Las Vegas. 
―Supongo que tienes una misión, entonces ―dijo Candice―. Tienes que preguntarle si te dio su número. Tal vez se suponía que lo llamarías, y cuando no lo hiciste, él se enojó. 
―Pero, ¿por qué yo no le habría dado mi número? Si quería hablar conmigo, podría simplemente haberme llamado, ¿no? 
―Nunca lo sabrás hasta que le preguntes. ―La voz de un extraño habló en voz baja junto a Candice―. Mierda, me tengo que ir. Mi siguiente cliente está aquí. Hablaremos más sobre esto más tarde. ¡Prométeme que no vas a desaparecer! 
―Lo prometo. ―Quería acurrucarme en la cama y dormir todo el día. Esto era un real desastre, y ahora me daba cuenta que encima de todo lo demás, básicamente, casi había tirado a mis mejores amistades en la basura. Cuando la mierda del hombre golpea el ventilador, las amigas son las únicas que pueden mejorar las cosas. ¿Por qué las había dejado ir por Bradley? 
―Bien. ¡Anímate, chica hermosa! Vamos a resolver esto. Mientras tanto, voy a traer a Kelly al circuito y mantenerme actualizada por Ruby. 
―¡No! ¡No sé lo que Ruby está haciendo allá, pero Bradley no puede saber lo que está pasando aquí! 
―Uhhh, podría ser demasiado tarde para eso. Me tengo que ir, amante de las hamburguesas. ¡Tah-tah! ―La línea se cortó.


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Mensaje por yiany Sáb 17 Feb - 9:46

Gracias por los capis. Bueno esa "conversación" en la ducha estuvo interesante  pero realmente, realmente, realmente deberían sentarse y hablar, joder. Al menos todo eso sirvió para q Andie empiece a repensar toda la farsa con Bradley y q recupere a sus amigas, que nunca debió dejar. Candice me fascina, jajajaja, esa locura y desenfado ponen el toque fresco a la cuadrícula de Andie.


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Mensaje por Maggiih Sáb 17 Feb - 10:12

Al fin andie esta pensando en cambiar... vaya escena esa de la ducha... asi dan ganas de ducharse bien seguido xD y que bueno que esté en coversaciones con susxamigas de nuevo
Gracias por los capis
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Mensaje por Yani Sáb 17 Feb - 14:16

Yaaaaa me he puesto al día, me encanta Candice, le canta la justa sin pelos en la lengua, mejor que Andie comience a recapacitar...y qué fue a hacer Mack al pueblo??? Bueeeenooo me cuesta comentar en esta lectura sin caer en el spoiler, creo que me acuerdo el motivo del viaje así que no haré conjeturas.

Calenchu calenchu la escena del baño Lectura Febrero 2018 - Página 8 3586515659


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Mensaje por IsCris Sáb 17 Feb - 19:38

Esa ducha estuvoooo:OnionHot: : Lectura Febrero 2018 - Página 8 3586515659 

Andie, al menos ya habla con Candice, Bendita sea Ruby.


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Mensaje por mariateresa Sáb 17 Feb - 20:32

Ya no se puede quejar de que no se acuerda de haber consumado el matrimonio. Jijiji
Candice eres mi idola por fin alguien le canto las 40 y le hizo ver que su plan de vida no sirve mucho.
Sin spoliar el libro de Ian es con Candice...lo quiero leer ...
Gracias por los capi


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Mensaje por Maga Sáb 17 Feb - 20:52



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Mensaje por Emotica G. W Sáb 17 Feb - 21:39

Cap 25:
Oh vamos...!
Ya rindete de una vez Andie!!!
Este vaquero sexy amoroso sexy tierno apasionado sexy... ya dije sexy??? te dice que te amo y lo unico que dices es no lo digas??? NO LO DIGAS???
EN QUE CLASE DE MUNDO VIVE???!!!

Cap 26:
AMO A CANDICE!!!
Aunque sea un poco hueca tiene mas sentido comun que esta Andie!
Si este jodido vaquero ardiente la hace feliz por que **** no se queda con el y ya???
Por que siquiera consideraria seguir con el estupido de Bradley y no quedarse con Mack!
Deosss!!!
Estoy tan furiosa ahora!
Y de verdad estos dos necesitan hablar! Ya basta de jugar al gato y al raton!


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Mensaje por Yani Dom 18 Feb - 10:15

Capítulo 27 
 
Mis dedos temblaban mientras marcaba el teléfono. Si Ruby le había dicho a Bradley, mi barco estaba hundido. No sólo el barco de mi Plan de Vida, sino mi barco de trabajo, también. Había construido una reputación como mujer trabajadora y profesional, y el rumor de que me había casado con un tipo que ni siquiera conocía durante una borrachera en Las Vegas, destruiría todo. ¡Puf! Seis años, por la ventana. Volver al punto de partida sin ningún plan para el viaje, y la vergüenza como mi equipaje. 
Ni siquiera esperé a que la recepcionista terminara su presentación de la empresa. 
―Jackie, ¿me puedes pasar a Ruby? Soy Andie y es una especie de emergencia. 
―Claro, Andie, espera un segundo. ―No obtuve ninguna indicación de que ella supiera algo de lo que me estaba pasando, a través de su tono, pero eso no significaba nada. Jackie era tan profesional como debía. Ella podría saber quién asesinó al presidente y todavía se sentaría allí con una mirada suave en su cara y actuaría desorientada. 
Esperé por lo que pareció una eternidad antes de que el teléfono se conectara de nuevo. 
―¿Andie? 
Mi corazón se hundió. La voz era demasiado profunda para ser Ruby. 
―Sí… ―chillé, apenas un poco más que un susurro. 
―Andie, soy Bradley. ¿Dónde diablos estás? ―Sonaba tanto preocupado como enojado. 
Tragué saliva. 
―Más o menos en el medio de la nada. ¿Dónde estás tú? ―Quería golpearme en la frente. ¡Vaya forma de sonar confiada, Andie! 


 
196 
―¿Qué quieres decir, dónde estoy? Estoy en el trabajo, donde deberías estar tú. 
―Pero, ¿qué estás haciendo contestando el teléfono de Ruby? 
―Escuché que eras tú e intercepté la llamada. No sé por qué la estás llamando a ella y no a mí. Algo está pasando, Andie, y quiero saber lo que es. 
Podía oír la voz de Ruby en el fondo ahora, y no parecía feliz. Gracias a Dios por Ruby. 
―Sólo tengo que hablar con Ruby sobre unos papeles y luego te llamaré. Mi teléfono estaba muerto y mi cargador no estaba disponible, así que por eso no he llamado. ―Y estaba con otro hombre. ¡Ahhh! Esto es horrible. Voy a ir al infierno seguro. Tengo que confesarme. Mis oídos quemaban con la idea de decir todo, pero era la única manera de manejar esto ahora. Mentir era incorrecto e injusto, y no soy así. 
Bradley no estaba feliz. 
―Ruby me está amenazando con empalarme con su pluma, así que me tengo que ir. Llámame inmediatamente, Andie, lo digo en serio. Tan pronto como hayas terminado con ella. 
―Está bien, te llamaré tan pronto como termine con Ruby. Lo prometo. Tenemos que hablar. 
―Tienes toda la razón, tenemos que hacerlo. Aquí tienes. ―Pasó el teléfono y la voz de Ruby se puso al teléfono. 
―Estoy presentando una queja, Bradley. ¿Me escuchas? Una queja oficial. Has ido demasiado lejos. 
Bradley respondió, pero no capté las palabras. 
―¿Ruby? 
―Sí, Andie, estoy aquí. ¿Puedes creer el descaro de ese hombre? ¿Recibiendo mis llamadas en mi teléfono y poniendo su nariz en mis asuntos? Él va a pagar por eso. He tenido hasta aquí de él. 
―Ruby, cálmate. No puedes reportarlo por eso. Él está molesto conmigo, es mi culpa. 
Ruby suspiró profundamente. 
―¿Cuándo vas a aprender que no eres responsable de la conducta de los hombres con los que sales? Él es grande. Toma sus propias decisiones. 
―No lo he llamado en más de veinticuatro horas. Estaba preocupado, sobre todo cuando a la primera persona que llamé no fue él. 

 
197 
Bajó más la voz. 
―¡Bien por ti! ¿Esto significa que finalmente vas a deshacerte de su lamentable trasero? 
―No. Puede ser. Mierda, Ruby, no lo sé. No es por eso que llamé. ―Me temblaban las manos tanto, que apreté en un puño la que tenía libre y golpeé la cama con ella un par de veces. 
―Mmm-mmm-mmm, todavía no has limpiado ese lenguaje, por lo que veo. 
―Para. En serio. ¿Fuiste a mi computadora y miraste mis archivos? 
Silencio. 
―Ruby, sé que lo hiciste. Ya he hablado con Candice. ¿Qué has visto? 
―Bueno… ―Se detuvo allí. 
―Vamos, Ruby. No tengo todo el día. 
―Está bien. Vi tu… ―bajó la voz a un susurro―… licencia de matrimonio. ―Levantó la voz de nuevo―. ¿Es real? ¿Realmente hiciste eso? 
Las lágrimas amenazaron. 
―Sí, realmente lo hice. No sé en qué demonios estaba pensando, pero me casé prácticamente con un extraño hace dos años en esa estúpida despedida de soltera a la que tú me hiciste ir, y ahora estoy aquí tratando de desenrollar el desastre antes de mi boda con Bradley. 
―¿Me estás culpando por esto? 
―No. Sólo puse eso ahí para que te sientas culpable. 
Ella soltó un bufido. 
―Eh, como si eso funcionaría. Estoy orgullosa de que lo hice. Me alegro de que lo hice. Cualquier cosa para que te deshagas de ese Bradley es buena. 
―Escucha, Ruby, él no hizo nada malo, ¿de acuerdo? Ha sido un buen novio. Estaba por casarme con el hombre por… el amor de caca. 
―¿Estabas por casarte con él? ¿Así como en tiempo pasado? ―Estaba de nuevo susurrando-gritando. 
Negué y respiré profundo, lista para berrear de nuevo. 
―No sé qué demonios voy a hacer. Tengo que hablar con Bradley, y tengo que hablar con Mack. Está bastante fuera de mis manos en este momento. Mi Plan de Vida está girando por el inodoro mientras hablamos. 
―¿Quién es Mack? ¿Es tu marido?  

 
198 
El corazón me dio un vuelco ante la palabra marido. Mack es mi marido. La idea me dio escalofríos y trajo montones de miedo junto con él también. 
―Sí. Lo es. 
―Oh mi querido Señor… esto es un problema, ¿no es así? ¿Quieres que empiece a cancelar cosas? Quizá podamos recuperar algunos de tus depósitos. 
―¡No! No, no canceles nada. Sólo tienes que transferirme a la línea de Bradley, por favor. ¿Y Ruby? Por favor, no le digas nada a nadie. Candice está bien, pero nadie más puede saber. Arruinará todo en el trabajo. 
―Oh, no te preocupes, niña. Tus secretos están a salvo conmigo. 
Puse los ojos en blanco. 
―Sí, claro. Adiós, Rubes. Hablamos luego. 
―Por favor espera ―dijo con su voz de secretaria profesional, enviándome a la línea de Bradley.


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Lectura Febrero 2018 - Página 8 Empty Re: Lectura Febrero 2018

Mensaje por Yani Dom 18 Feb - 10:23

Capítulo 28 
 
—Bradley.  
Esa única palabra lo dijo todo. Fuerte. Firme. Despiadada. A él nunca le había importado a quién pisoteaba para conseguir lo que quería. Lo que me atraía de él, finalmente, era el hecho de que no se disculpaba por quién era. Era tan decidido y controlado. Estuve celosa de ello durante mucho tiempo, hasta que me volví de esa manera. Ahora sabía que había cometido un error. Me había perdido a mí misma en algún lugar a lo largo del camino, junto con mis dos mejores amigas y el respeto de mi colega, Ruby. Era el momento de terminar de destruir mi vida.  
―Hola, soy yo, Andie. ―La línea quedó en silencio durante tanto tiempo que pensé que lo había perdido―. ¿Bradley?  
―Todavía estoy aquí. Esperando una explicación. ―Su voz era tan fría que me hizo sentir mal. Le había hecho daño. Él era un idiota a veces, pero eso no significaba que mereciera ser engañado o que le mintiera.  
―Tengo algo que confesar. Algo grande.  
―Estás con otro hombre, ¿verdad? ¿Durante cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?  
Suspiré, tratando de reunir el coraje para decirlo todo claro y por completo. Vi mi futuro desmenuzarse en pequeños fragmentos justo en frente de mis ojos, mi Plan de Vida y toda la solidez y la seguridad que ofrecía desapareciendo en el viento. Mi futuro era ahora una nube de partículas de polvo que flotaban alejándose hasta llegar a tapar las fosas nasales de un desconocido…  
―Andie, no voy a sentarme en esta línea para siempre. Tengo trabajo que hacer.  
―Lo siento. Yo sólo… no importa. ―Me aclaré la garganta. Era hora de hacer lo correcto―. ¿Te acuerdas de cuando empezamos a salir? 


 
200 
―Por supuesto. Había estado intentando conseguir que aceptaras salir conmigo durante meses. Conseguir aquel primer sí de ti fue un verdadero trofeo.  
Sonreí con tristeza. 
―Creo que… podría haber dicho que sí por razones que no eran necesariamente las correctas. 
―¿Qué se supone que significa eso? ¿Vamos a hablar en acertijos ahora, Andie? Porque realmente no tengo ni el tiempo ni la paciencia para ello.  
Típico de Bradley. Me estaba haciendo un favor al ser brusco. Sólo tenía que hacerlo y ya.  
―Hace dos años fui a Las Vegas con Candice y Kelly. 
―Las rubias tontas. 
―No, Bradley, no son rubias tontas. 
―No estoy de acuerdo. De todos modos, como decías…  
―Fui a Las Vegas con mis dos mejores amigas. Y mientras estaba allí, algo sucedió. 
―Terminaste con Luke y tuviste sexo. No es gran cosa, Andie, la gente lo hace todo el tiempo. ―La forma en que lo dijo me dio una sensación extraña, como si estuviera a la defensiva en lugar de comprensivo. No lo tomé en cuenta, porque toda esta basura tenía que decirse y yo estaba de buena racha.  
―Sí, bueno, fue más que eso. 
―¿Qué? ¿Te enamoraste del tipo? ¿Quieres volver con él? Por favor, eso es un montón de mierda. Has estado conmigo durante dos años, Andie. He invertido dos largos años de mi vida profesional y personal contigo. ¿Sabes lo que son dos años en mi vida? Son como los años perros. Multiplícalos por siete y ese es el tiempo que hemos estado en esto juntos. Catorce años es demasiado tiempo para jugar. Simplemente dímelo directamente, porque ahora mismo no entiendo lo que estás tratando de decir.  
¿Años perros? ¿Desde cuándo nuestra relación se mide en años perros? 
―Estoy tratando de decirte, pero sigues interrumpiéndome.  
Ahora estaba irritada, lo que me hacía ver algunas de las cosas que Ruby veía en él, recordándome las cosas que solían molestarme antes de que empezáramos a salir. 
―Lo siento ―dijo, atenuando un poco la brusquedad―. Por favor, continúa. Voy a esperar hasta que hayas terminado antes de comentar de nuevo.  

 
201 
―Gracias. Como iba diciendo… fui a Las Vegas. Luke rompió conmigo por mensaje de texto cuando iba de salida, como puedes recordar. Me emborraché mucho y conocí a un tipo llamado Gavin. Él es de Oregón y sí, tuvimos sexo. Y entonces lo siguiente que recuerdo fue despertarme en la habitación del hotel con Candice junto a mí y Kelly en la otra habitación. El chico se había ido hacía rato y nunca lo vi ni supe de él otra vez.  
―¿Entonces?  
―Entonces, cuando me presenté por nuestra licencia de matrimonio la semana pasada, me enteré de que hay una licencia de matrimonio con mi nombre en él en Nevada.  
―¿Qué? ¿Qué significa eso?  
―Significa que me casé con él. Me casé con el desconocido. 
―Tú dijiste que te lo follaste.  
―Bueno, no dije eso exactamente, pero sí, esa es la idea.  
―Entonces él no era un extraño. Y tú estás con él ahora, también, ¿verdad?  
―Sí. Vine hasta aquí para hacerle firmar los papeles del divorcio.  
―Está bien, de acuerdo. Entonces haz que el idiota firme los papeles y luego trae tu culo de vuelta aquí. Tenemos una boda que organizar.  
Alejé el teléfono y lo miré, sin creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podía ser tan casual al respecto? Fruncí el ceño. Probablemente porque no sabía lo peor aún. Respira hondo. Tú puedes hacer esto.  
―¿Escuchaste lo que dije? ―me preguntó cuándo coloqué el teléfono en mi oreja.  
―Sí, pero… No creo que eso vaya a suceder.  
―¿Qué quieres decir con que no va a suceder? ¡Hemos estado planeando esto durante seis meses! La gente ya tiene sus billetes de avión en la mano. Los cuales no son reembolsables. 
―Lo sé, pero… Lo siento, Bradley… yo… mierda. ―Apreté los dedos en mi frente y cerré mis ojos con fuerza―. Me acosté con él de nuevo. Ayer por la noche. ―Dejé escapar un enorme suspiro―. Estoy tan, tan, tan apenada. No te merecías eso. Soy una idiota total, lo sé. ―Tuve que tragar varias veces para mantener la bilis abajo. Admitir que era una puta con cero moral era un gran paso en retroceso para mí. Había esperado que fuera un poco purificador, pero en lugar de eso sólo me sentí sucia.  

 
202 
―¿Fuiste allí a hacer eso? ―Su tono se había calmado considerablemente, lo que hacía que fuera aún más aterrador de lo que habría sido su ira.  
―No. Diablos, no. Vine hasta aquí para divorciarme, eso es todo.  
―Eso es interesante, ¿no crees? Fuiste allí para divorciarte y en vez de ello, ¿lo follaste?  
―Bradley, por favor, no. ―Suspiré con voz temblorosa. Esto iba a ponerse feo. Me lo merecía, así que me senté allí, preparándome para aceptarlo. Mi castigo. 
―¿Por qué? ¿Por qué no debería simplemente decirlo directamente de una vez? Es lo que todo el mundo va a decir. Bradley no pudo aferrarse a su mujer. Ella se casó con algún idiota provinciano del oeste y plantó su culo en el altar.  
―Nadie va a decir nada, porque los únicos que lo sabemos somos tú, yo, él y Ruby.  
―Oh, apuesto a que Ruby está bailando una condenada jiga23 debido a esto. ―Me podía imaginar a Bradley pasándose las manos por su cabello corto con frustración. Lo hacía cuando estaba molesto y sólo fuera de la vista de otras personas.  
―No lo hace, Bradley. Podría ser que esté contenta de que estemos terminando, pero no está feliz de que te haya hecho daño.  
―¿Terminar? No estamos terminando. No seas ridícula.  
Mis ojos casi se me escapan. 
―¿Qué?  
―Ya me has oído. Nos vamos a casar. Esto no cambia nada. 
―¿Estás loco? ¡Por supuesto que cambia las cosas! ―Me reí un poco histéricamente.  
―No tiene por qué. ―Pasó de enojado a tan persuasivo como si estuviera en un juicio, todo en el espacio de medio segundo―. Escucha, seamos honestos… somos el uno para el otro. Los dos tenemos los mismos objetivos, la misma determinación, la misma reputación. ―Quería discutir este último punto, pero él habló y me pasó por encima―. Así que cometiste un error. Todos cometemos errores. Yo sé que he cometido un par. Así es la vida. Pero una vez que digamos los votos, sabemos que se acabó la diversión. Seremos monógamos, nos dedicaremos a nuestros objetivos como una pareja. Dedicaremos otros cinco años a la empresa, entonces o seguimos adelante si los bonus son buenos o empezamos nuestra propia firma. En este momento, podríamos llevarnos a la mitad del lugar 
                                                          
 23 Jiga: Danza movida. 

 
203 
con nosotros. Entonces, tendrás un par de niños, nos compramos un lugar en Colorado para la temporada de esquí y boom, estamos establecidos.  
―Lo tienes todo planeado, ¿eh? ―Mi voz se fue debilitando y me odié a mí misma por ello. Él me estaba ofreciendo una salida. Una manta de perdón por todos mis pecados. Y yo, a cambio, tendría que ofrecerle lo mismo. Me pregunté cuáles podrían ser sus pecados, teniendo en cuenta lo magnánimo que estaba siendo. Estaba segura de que realmente no quería saberlo. Parecía emocionado ahora. Casi de un modo entrañable.  
―Sí, ya lo tengo todo planeado. Es por eso que me amas, ¿no? Plan de Vida, nena. Tú eres la que me habló de todas esas cosas. ¿Soy o no soy el único hombre con el que alguna vez has estado que puede apreciar el Plan de Vida?  
Asentí tristemente. 
―Sí, lo eres. Y creo que es por eso que tenemos que terminar.  
―¡¿Qué?! Al diablo con eso. No, no acepto eso. No estamos terminando. Separarnos no es una opción.  
―Bradley, no hagas esto más difícil de lo que debe ser. En serio. Metí la pata a lo grande… demasiado como para arreglarlo. Te mereces algo mejor que yo. No te amo como debería. He llegado a admirarte y pasar por alto tus problemas, pero eso no es suficiente.  
―No te casas con alguien que simplemente admiras. Tú me amas, Andie. Lo has dicho cientos de veces. Y aceptaste casarte conmigo.  
―Sin embargo, no creo que supiera lo que significaba el amor cuando lo dije.  
―¿Hasta ahora? ¿Hasta que te revolcaste con ese pueblerino? Por favor.  
―Él no es un pueblerino. Escucha, tengo que irme.  
―Salgo para allí, Andie. ―Mi corazón dejó de latir por un total de tres segundos.  
―¡No! No vengas aquí Bradley.  
―O vuelves a casa para que podamos tener esta boda de una vez, o voy a ir hacia ahí. No te preocupes… estoy seguro de que puedo convencer al tipo de darte el divorcio una vez que estemos cara a cara. 
―Bradley, no. No estoy bromeando. Esto no es negociable. Hemos terminado. Lamento tener que decirlo por teléfono, porque sé lo mucho que apesta, pero lo digo en serio. Nosotros no vamos a casarnos y tú no puedes venir aquí.  
―No eres tú misma, Andie. Has estado bajo mucho estrés, y eso es culpa mía. Asumo toda la responsabilidad por poner toda la planificación en tus manos y 

 
204 
andar tonteando por ahí con… cosas. Pero no voy a permitir que mi inversión en ti y en nosotros se vaya por el desagüe. Estoy reservando el billete. Te veré mañana.  
―¡NO! ―Mi grito fue en vano. Ya estaba fuera de línea―. Jodida mierda, jodida mierda ―me lamenté, empujando desesperadamente los botones de mi teléfono―. Vamos, Ruby, atiende, atiende, atiende… 
“Hola, usted ha llegado al buzón de voz de Ruby, asistente de la abogada Andrea Marks…” 
Colgué el teléfono y a continuación marqué a Candice.  
“Hola, habla Candice, ¡ya sabes qué hacer! BEEP.”  
Lancé el teléfono sobre la cama. 
―¡Maldita sea!  
―¿Te puedo ayudar con algo? ―Maeve estaba de pie en la puerta y yo no tenía ni idea de cuánto tiempo había estado allí.


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Mensaje por Maggiih Dom 18 Feb - 10:26

Definitivamente no me gusta bradley... al menos andie ya decidió separarse de él, y él diciendo que no permite que separen que era slgo tonto? Ppft ya quiero ver que llegue s la casa de ellos... quizás que escsndolo va a hacer el muy...
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Mensaje por Yani Dom 18 Feb - 10:31

Qué mal que me cae ese Bradley, solo le interesan las apariencias, no le preocupa Andie ni la quiere, menos mal que ya se decidió a dejarlo...además prácticamente le confesó que le fue infiel un par de veces y ella ni se inmutó.

¿Cuánto habrá escuchado Maeve? Sabrá que ella es la esposa de su hijo??

LISTA DE CAPÍTULOS
5/2: Capítulos 1 y 2
6/2: Capítulos 3 y 4
7/2: Capítulos 5 y 6
8/2: Capítulos 7 y 8
9/2: Capítulos 9 y 10
10/2: Capítulos 11 y 12
11/2: Capítulos 13 y 14
12/2: Capítulos 15 y 16
13/2: Capítulos 17 y 18
14/2: Capítulos 19 y 20
15/2: Capítulos 21 y 22
16/2: Capítulos 23 y 24
17/2: Capítulos 25 y 26
18/2: Capítulos 27 y 28
19/2: Capítulos 29 y 30
20/2: Capítulos 31 y 32
21/2: Capítulos 33 y 34
22/2: Capítulos 35 y 36
23/2: Capítulos 37 y 38
24/2: Capítulos 39 y 40
25/2: Capítulos 41 y 42
26/2: Capítulos 43 y 44
27/2: Capítulo 45 y Epílogo
28/2: Descanso y comentarios.


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Mensaje por Emotica G. W Dom 18 Feb - 14:57

Cap 27:
Oh vamos!
De verdad se sigue culpando???!!!
Ruby tiene razon! EL es un ADULTO y tiene responsabilidad sobre SUS acciones! El elige ser un idiota en vez de valorar la mujer que tiene como prometida!
Y no se por que sigue queriendo divorciarse de Mack...

Cap 28:
Bueno...
Al menos hizo el intento de dejarlo(?
Es que este Bradley no puede ser más idiota???!!!
Ugh... Como me cargan tipos como el!
Ah pero sus errores solo son esos errores y todo se puede borrar y blah blah blah
O sea la engaño y ella todavia no la capta!
Ojala llegue mama Maeve al rescate...!
Oh! Y por ahi que Mack le de su buena paliza


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Mensaje por IsCris Dom 18 Feb - 22:03

ya veo porque Andie esta con Bradley, si hasta cierto punto ella era igual que el, ambos querían lograr metas, metas que a fin de cuentas no les lleva a nada mas que después lamentarse Sad
Ojala toda salga bien con Bradley, y ya me huelo a que Mae escuchó todo


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Lectura Febrero 2018 - Página 8 Empty Re: Lectura Febrero 2018

Mensaje por yiany Dom 18 Feb - 23:50

Bueno ese Bradley tiene la cabeza llena de serrín, que clase de hombre se entera q su prometida está casada con otro y que además le ha sido infiel y se lo toma tan deportivamente? Se nota q ese compromiso y matrimonio era para ambos solo un check en su lista de objetivos pero el amor nunca estuvo en la ecuación.


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Mensaje por Yani Lun 19 Feb - 11:42

Capítulo 29 
 
Limpié rápidamente las lágrimas en mis mejillas y miré a Maeve, que estaba de pie en la puerta de la habitación de Ian. 
―Oh, hola. No te había visto. ―Me aclaré la garganta para 
sacar la rana en ella. 
―Acabo de llegar de recoger huevos. Tengo que ir a la ciudad para conseguir algunas cosas para el picnic. ¿Quieres venir conmigo? ―Su expresión no me decía nada acerca de si había oído algo de mi conversación. 
Miré alrededor de la habitación y hacia mi teléfono, con la amenaza de Bradley pesando fuertemente sobre mi cabeza. ¿Y si realmente viene por aquí? ¿Cómo va a encontrarme? Estoy en medio de la nada. 
Pero subestimar su determinación sería un error, ya lo sabía. Tendría que estar haciendo mi camino de regreso a la Costa Este antes de que él llegara aquí. Sería la única manera de evitar una enorme y fea escena. 
―Creo que será mejor que me quede por aquí ―le dije―. Necesito hablar con Mack. 
―Bueno, Mack está en la ciudad, así que si quieres hablar con él, será mejor que vengas conmigo. ―Salió de la habitación antes de que tuviera tiempo para discutir. La conversación que Mack y yo necesitábamos tener, no era una que debiera darse con su madre parada cerca, pero la idea de esperar en el rancho a que apareciera quién sabe cuándo era aún menos atractiva. Si me lo encontraba en la ciudad, tal vez podría hacer que él me llevara a un lugar privado donde 


 
206 
finalmente pudiéramos terminar toda esta cosa con la menor cantidad de dificultades que fuera posible. 
Agarré mi mochila, me calcé los mocasines que Maeve me había prestado la noche anterior, y seguí el sonido de sus pasos bajando las escaleras. 
―Sólo voy a cambiarme ―dije. 
―Estaré fuera ―respondió desde el porche. 
Agarré mi bolsa de viaje del suelo y saqué una camiseta y unos pantalones cortos, poniéndomelos en el baño. Me lavé los dientes e hice lo que pude con mi cabello antes de unirme a Maeve en el exterior. 
―¿Tienes coche? ―pregunté mientras iba hacia el camino de entrada, dirigiéndome a una camioneta en la que Maeve ya se estaba metiendo. 
―Tenemos un par de coches aquí, pero supongo que podría llamar mío a este. Es el que conduzco más a menudo. 
Me detuve en la puerta del pasajero, mis dedos sobre la empuñadura. 
―Probablemente podría haberte pedido a ti que me llevaras ayer por la noche en lugar de pedírselo a Boog, ¿eh? ―Era lo más cerca que podía llegar de regañarla por no ofrecerse sin convertirme una completa idiota. 
―Podrías haberme preguntado, pero te hubiera dicho que no, por desgracia. ―Cerró su puerta y tomó el cinturón de seguridad―. No puedo conducir después del atardecer. Tengo problemas de visión nocturna. ―Sonrió con tristeza mientras me subía a su lado. 
―Oh. Bueno, eso es… un inconveniente. ―Me puse mi cinturón de seguridad y examiné el salpicadero. Había polvo por todas partes. 
Junté las manos en mi regazo para no limpiarlo. 
En cambio, me ocupé de buscar el cepillo en mi cartera y de trabajar sobre los nudos de mi cabello. 
―No, en realidad no. ―Encendió el motor, que rugió a la vida―. Cuando salgo por la noche, siempre estoy con Angus o con uno de los muchachos, de todos 

 
207 
modos. Prefiero cuando ellos conducen. Entonces sólo puedo andar y mirar el paisaje. ―Retrocedió para salir del patio y giró hacia la carretera de tierra que conducía a la puerta de entrada de la propiedad. 
Levanté una ceja pero mantuve la boca cerrada sobre el llamado paisaje, negándome a dejar que mi mal día arruinara  el de ella también. 
Por lo que podía ver, todo el paisaje estaba formado por arbustos secos y suciedad. No había mucho que perderse, excepto tal vez las montañas en la distancia. 
―¡Hey! ―gritó una voz desde el otro lado de la casa, justo cuando estábamos llegando a la puerta. Maeve detuvo el camión y bajó mi ventana. Boog estaba saliendo por el frente de donde estaban estacionados los camiones. 
―¿A dónde vas? ―preguntó. 
―A la ciudad. A la tienda de comestibles. ¿Necesitas algo? 
―No me quejaría si me trajeras un poco de mascar. 
―Veré lo que puedo hacer ―prometió Maeve. 
La ventana se cerró mientras Boog sacaba un teléfono celular de su bolsillo y comenzaba a hacer una llamada antes de volver por el lado de la casa y salir de la vista. 
Nos embarcamos en el camino de tierra que casi me había matado ayer, los amortiguadores del camión hacían muy poco para mantener los dientes en sus encías. Tenía dolor de cabeza para el momento en que llegamos a la carretera principal. 
―Por supuesto, espero que seas capaz de quedarte para el picnic. Es un gran acontecimiento para la familia, y ya que tienes alguna conexión con los MacKenzie en algún lugar de tu línea, sería bueno para que todo el mundo pudiera conocerte. Tenemos MacKenzies que vienen de otros condados, no sólo del área limítrofe. 
Genial. Más gente para presenciar mi vergüenza. 

 
208 
―Realmente no puedo. Tengo que volver al trabajo tan pronto como sea posible. Después de hablar con Mack, voy a estar saliendo. 
Maeve frunció el ceño, pero no dijo nada en respuesta. 
Después de un rato, el silencio comenzó a carcomerme. 
―Así que… ¿Sabes por qué Mack tuvo que ir a la ciudad? ―Estaba tratando de sonar casual y amigable al respecto―. Él me había dicho que podíamos sentarnos a charlar a las nueve, así que me sorprendió oír que no estaba en casa. 
―Tengo una idea de por qué, pero no estoy segura de estar en lo correcto. 
Me mordí el labio. 
―Espero que no fuera una emergencia. Quiero decir, nada malo. ―Me encogí por mi absoluta falta de delicadeza. Maeve no pareció darse cuenta. 
―Él sólo tiene algunos cabos sueltos en la ciudad a los que ha estado posponiéndoles su atención. Supongo que decidió que ya era hora y consiguió un insecto en sus panecillos por no haberlo hecho de inmediato. 
―¿Con Hannah Banana? ―Lo hice. Estoy totalmente fuera por esto. Y ahora que mi boca había saltado delante de mi cerebro, una vez más, iba a tener que vivir con las consecuencias. 
Esperé en ascuas la respuesta de Maeve. 
Ella me miró bruscamente antes de volver a enfrentarse al parabrisas. 
―¿Cómo supiste de Hannah? ¿Mack te dijo acerca de ella? 
Me encogí de hombros.  
―La vi en el restaurante cuando fui por un café ayer, y luego vi las fotos de ella y Mack en tu sala de estar. Sólo sumé dos más dos. 
Los estúpidos celos me estaban comiendo viva. Antes que Hannah estuviese en la vida de Mack había sido sólo una sospecha, algo que tenía previsto utilizar para forzar su  mano y hacer que firmara los papeles. Ahora era algo 

 
209 
completamente distinto. ¿Él la ama? ¿Quiere casarse con ella? ¿Por qué me importa?  
Maeve suspiró profundamente. 
―Hannah es… ¿cómo puedo decir esto agradablemente…? ―Apretó sus labios durante unos segundos―. Hannah ha estado colgada de la idea de que ella y Mack estarían juntos desde que tenía catorce años. 
―Eso es… ―Hice una pausa para calcular los años. 
―Mucho tiempo ―terminó Maeve por mí―. Y en todos esos años, Mack nunca ha correspondido el sentimiento. 
―¿Pero no viven juntos? 
―Sí, pero no como pareja. 
Solté un bufido. Las madres podían ser tan despistadas. 
Maeve me frunció el ceño durante una fracción de segundo. 
―No, en serio. No estoy al tanto de todos sus momentos privados, pero conozco a mi hijo. 
Asentí sin comprometerme, sin creerme una palabra de eso.  
Maeve sí lo creía, pero eso era sólo la ingenuidad de una madre que quería que fuera verdad. Un hombre como Mack y una mujer enamorada de él durante más de diez años no podrían vivir juntos y ser sólo amigos. Habría tenido que alejarla con un palo, y era un tipo demasiado agradable como para hacer eso. 
Sacudí la cabeza, luchando contra las lágrimas. Figúrate. Había tenido el mejor sexo de mi vida con un hombre que ya había dado su palabra, y la educación sexual que me había proporcionado fue suficiente para darme cuenta de que el hombre con el que había planeado casarme no era el hombre para mí. O tal vez lo era. Tal vez estaba mejor con un tipo que era frío, calculador y absolutamente seguro acerca de cómo encajaba yo en su vida. 

 
210 
Ya nada tenía sentido. Estaba tan confundida. Los papeles de divorcio en mi bolso eran o mi boleto a la felicidad o mi condena, pero no tenía forma de saber cuál. 
Invertir en una bola mágica cuando llegáramos a la ciudad parecía ser el mejor plan de acción a este punto. Pedirle que resolviera mis problemas probablemente me pondría en mejor control de lo que sería capaz de manejar por mí misma. 
―Mientras crecían, Hannah estaba siempre en la periferia de los juegos de mis hijos. Los observaba haciendo sus rodeos cuando se hicieron mayores, iba a sus eventos deportivos… pero ni una sola vez Gavin le dio siquiera la hora del día. Él no la respetaba, eso era lo que siempre me decía. Ella se casó con otro hombre, un amigo de Gavin, y luego eso terminó de una muy mala manera hace un par de meses atrás, por lo que él le ofreció un lugar para quedarse. Lo hizo a petición de su amigo, no por Hannah. Sólo estaba siendo un buen amigo. 
―Mmm-hmm ―le dije, mirando por la ventana. Maeve estaba empujando un cuchillo en mi pecho con cada palabra. A continuación, probablemente me diría acerca de cómo tendrían que compartir dormitorio y todo eso porque Mack es un buen tipo. Un verdadero santo con jeans ceñidos y sombrero de vaquero. 
―Deberías hablar con él al respecto. Te lo explicará. 
―No tiene por qué ―dije, tratando de mantener la tristeza fuera de mi voz―. No tiene nada que ver conmigo. 
―¿Estás segura de eso? ―Maeve se había detenido en la ciudad delante de un semáforo en rojo. Me miró antes de conducir a través de la intersección despejada. 
―Estoy segura ―dije, sabiendo que no era cierto. Mack y Hannah tenían mucho que ver conmigo. Él era mi marido, pero debía de estar con la chica que lo había amado durante la mitad de su vida, no con la que ni siquiera podía recordar que se había casado con él. 
Meterse en medio de eso no sería justo. 

 
211 
Gran sexo no hace una relación, y además, éramos opuestos en todos los sentidos. Él era un vaquero, yo era una abogada. Él vivía en el polvo y yo vivía en el asfalto. Él montaba un caballo y yo conducía un auto Smart con una ruidosa bocina de payaso. 
Maeve se detuvo en un estacionamiento.  
―Aquí está la tienda de comestibles. Ven conmigo y agarremos un par de cosas antes de que nos dirijamos hacia el lugar de artículos para fiestas. 
Me bajé de la camioneta y la seguí con mis ojos fijos en el suelo delante de mí mientras reflexionaba sobre mi situación. 
No vi a Hannah hasta que estuvo casi encima de mí.


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Mensaje por Yani Lun 19 Feb - 11:46

Capítulo 30 
 
—Miren, pero si es la forastera. Qué casualidad encontrarte aquí. ¿Cómo lo estás pasando, Annie? 
Hannah paseaba en un par de pantalones cortos-cortos de mezclilla y una blusa roja atada en la parte inferior a lo Daisy Duke24. Había abandonado su carrito de la tienda de comestibles cerca de una pila de libros acomodados en una vitrina junto a la puerta delantera. La única cosa que le faltaba era las colas de caballo a cada lado de su cabeza; en cambio, había dejado su cabello rizado y suelto.  
Parecía menos vulgar que la última vez que la había visto, lo que me hizo pensar que había pasado bastante tiempo en el salón de belleza. Miré hacia abajo, hacia la parte inferior de sus largas piernas con sus lindas botas de vaquera bordadas con múltiples colores.  
De donde yo venía, ella habría sido el hazmerreír por parecer una campesina estúpida. Pero aquí, toda esa apariencia la hacía lucir como una cantante de country. Una muy bonita. Tal vez incluso sexy, también. Mi corazón se hundió de pronto, viéndola a través de los ojos de Mack. Ella era como el sueño húmedo de todos los vaqueros, justo ahí, en carne y hueso. Probablemente sabía cómo hornear pasteles, también. Yo no sabía nada acerca de eso. Era más del tipo de chica que compra y descongela. 
                                                          
 24 Daisy Duke: Personaje ficticio que aparece en la serie televisiva estadounidense llamada los Dukes de Hazzard. 
  

 
213 
―Su nombre es Andie, no Annie ―corrigió Maeve. 
Ella parecía engañosamente tranquila y casual para ser la chica de la que habíamos estado hablando en la camioneta de una manera no muy elogiosa. 
Hannah quitó sus ojos de mí para reconocer a Maeve, quien estaba de pie a no más de un metro de distancia de ella.  
―Oh, hola, señorita Maeve, no la vi ahí. ¿Está actuando como guía para la visitante? 
Miré nerviosamente alrededor del área inmediata, preguntándome si Mack estaba de compras con ella. Una parte de mí quería verlo porque me hacía flaquear con su atractivo sexual, pero otra parte, la que tenía un cerebro funcional, quería unos pocos Estados separándonos. 
Especialmente con Hannah Banana alrededor, vigilando su reclamo y haciéndome sentir como una propaganda de la Chica Nerd Mensual en mi sencilla camiseta, pantalones cortos y mocasines prestados. 
―Creo que sí se podría decir que soy guía turística. ―Maeve me sonrió―. Sólo estábamos abasteciéndonos para el picnic. ―Le dio una mirada menos sonriente a Hannah―. Vienes este año, supongo. 
Hannah sonrió tan ampliamente que parecía estar audicionando para el personaje de El Guasón. Sus ojos aún brillaban. 
―No me lo perdería por nada del mundo. He estado en todos desde que era una cría. Me encanta ser parte de la familia MacKenzie. 
Mis fosas nasales se dilataron ante la idea, y mis garras de gata salieron antes de que pudiera pensar en esconderlas.  
―¿Eres una MacKenzie? ¿Oficialmente? 
La sonrisa de Hannah se volvió apretada en las esquinas.  
―Soy una por ósmosis. He pasado toda mi vida al lado de Mack, por lo que sí, soy más o menos una MacKenzie. 

 
214 
Me tragué la réplica que era mi primera respuesta y dejé escapar en su lugar la que más probablemente me llevaría a casa con mis ojos sin arañazos de una camarera celosa.  
―Eso es genial. 
Ella levantó su barbilla.  
―Lo es, realmente. Mack es un muy buen tipo. ¿Te vas a quedar en la ciudad mucho tiempo? Tal vez tú y yo podríamos almorzar en algún momento. 
Maeve empujó su carrito hacia adelante.  
―Andie, voy a buscar esas galletas que te mencioné, por si quieres venir a 
ver. 
¿Galletas? ¿Qué galletas?  
La comprensión amaneció unos segundos más tarde, y yo aproveché el escape que Maeve me estaba ofreciendo. 
―Sí, voy. ―Me alejé, mirando por encima de mi hombro hacia Hannah mientras me iba―. Sólo estaré aquí un día más o menos, así que voy a tener que pasar del almuerzo. Pero gracias por la oferta. 
―¿No te veré en el picnic? ―El brillo esperanzador en sus ojos era imposible de pasar por alto. 
―Nop. Tengo que volver a trabajar. 
―¡Ohhh, qué mal! ¡Que tengas un buen viaje de regreso, sin embargo! ―Giró su carro y lo empujó hacia el primer pasillo a un ritmo rápido. Estaba bastante segura de que acababa de añadir champaña y pastel a su lista de compras así realmente podría celebrar mi partida con estilo. 
―Gracias por eso ―le dije a Maeve mientras me ponía al lado de ella y su carrito. Volteamos en el pasillo cinco. 
―No hay de qué. Hannah, esa pobre chica equivocada, a veces simplemente se pone un poco llena de sí misma. 

 
215 
―¿Qué…? ¿Quieres decir que no te inscribiste para adoptar a Hannah como tu hija perdida hace mucho tiempo? 
Maeve se rió entre dientes.  
―No. Definitivamente no. Es una chica dulce cuando quiere serlo, pero ha tenido sus garras clavadas tan profundas en el brazo de mi hijo que me pone un poco molesta a veces. Pero sólo soy la mamá, así que tengo que guardarme mis opiniones para mí misma. 
―Tal vez Mack sólo debería ceder ―sugerí, triste con la idea, pero pensando que tenía que ser madura al respecto―. Ella parece realmente dedicada a él. 
Maeve dejó de empujar el carro.  
―¿Ceder y salir con una chica que no le importa? ¿Qué va a hacer cuando la chica con la que está destinado a estar venga, entonces? Suena como una vida de dolor para mí. ―Sacudió la cabeza―. No, gracias. No quiero eso para mis hijos. La vida es demasiado corta como para conformarse con el segundo mejor. 
―Tal vez es la chica adecuada para él, sin embargo. Ella de seguro parece pensar que sí. 
―Solo porque una persona esté obsesionada con la idea de algo, no significa que sea correcto o incluso bueno para ellos. ―Se detuvo y comenzó a explorar los estantes en busca de algo específico―. Desafortunadamente, las personas obsesionadas también son sordas, mudas y ciegas la mayor parte del tiempo, por lo que rara vez funciona tratar de ayudarles a ver la luz. Mack es demasiado amable. Él tiene dificultades para simplemente ir al grano y decir lo que hay que decir a veces. 
Sus palabras eran como campanas gigantes de libertad sonando en el interior de mi cabeza. Tanto si se daba cuenta de eso como si no, no estaba hablando solamente de Hannah. Estaba hablando de mí y de mi estúpida obsesión con mi Plan de Vida. ¿Por qué tuve que poner tanto de mí en la idea de que podría hacer un cuidadoso guión de todo? 
Sabía la respuesta. Como Maeve había dicho ayer, a veces, cuando la vida de una persona está tan aterradora y fuera de control, lo único que puede darle algún 

 
216 
sentido o significado es la estructura. Mi vida como adolescente había sido un desastre, había hecho lo que tenía que hacer para salir con mi salud mental intacta. Había creado una nueva realidad para mí, así podría sobrevivir cuando la supervivencia era lo mínimo que podía esperar alguna vez. 
Suspiré pesadamente. Por mucho que hubiera trabajado en evitar que sucediera, mi pasado todavía estaba logrando deslizarse en mi presente para proyectar su sombra oscura. 
―¿Por qué el gran suspiro? ―preguntó Maeve, llegando al final del pasillo de las galletas. Sacó dos cajas de la estantería y las mantuvo en alto mientras me guiñaba un ojo. 
Tomé una y me quedé mirando la etiqueta, sin ver en realidad lo que estaba 
allí.  
―Estaba pensando en mi madre. ―Me encontraba perdida en mis recuerdos y había empezado a hablar sin darme cuenta de lo que estaba diciendo. Maldición. Demasiado tarde para retractarme. Odiaba compartir mi pasado con la gente. Era vergonzoso y me hacía sentir como de segunda clase para la gente de calidad como Maeve y su familia. La vergüenza coloreó mis mejillas de rosado. 
―¿Eres cercana a ella? ―Tomó las galletas de mi mano y las puso en el carrito; o bien no notó que estaba nerviosa o ignoró educadamente mi angustia. De cualquier manera, estaba agradecida por ello. 
Miré al otro lado del pasillo, hacia el cereal, pretendiendo estar interesada en uno de esos alimentos de desayuno azucarados.  
―No, no somos cercanas en absoluto. Lo fuimos cuando era más joven, pero ella salía con un tipo que… se interpuso entre nosotras. No he hablado con ella en años. 
―Oh, eso es muy malo. ―Maeve sonaba como si realmente quisiera decir eso y no sólo como si estuviera siendo amable―. ¿Dónde está? ¿Vive cerca de ti? 
―No, de hecho vive más cerca de ti que de mí. En Seattle, según lo último que escuché. 

 
217 
―Bueno, ¿y por qué no pasas a visitarla antes de volver al Este? ―Maeve puso su mano en mi brazo―. No importa lo que sucedió en el pasado, estoy segura de que a ella le encantaría verte. Las madres nunca dejan de extrañar a sus hijos, incluso aunque estén en el pueblo de al lado. 
Hice una mueca.  
―No, gracias. Ella no es alguien con quien quiera pasar mi tiempo. ―Casi me estremecí, pero me contuve. No había necesidad de sacar esos esqueletos en particular del armario. Ya bastante mala impresión estaba dando hasta ahora.  
Maeve dejó caer su mano.  
―Eso es muy malo. ―Ella empujó el carro hacia adelante y dobló la esquina, golpeándose contra algo muy fuertemente―. ¡Oh! ―jadeó, y luego su tono de voz se convirtió en uno de ira―. Hannah, ¿qué estás haciendo merodeando por aquí? 
―¿Merodeando? No estoy merodeando. ¡Solo estoy buscando mis comestibles! ―Hannah Banana era la viva imagen de la inocencia, sus cejas estaban tan alto que prácticamente llegaban a la línea de su cabello. 
―¿Ah, sí? ―Maeve miró fijamente el carrito de Hannah. La cesta entera estaba vacía, y Hannah ya había recorrido las tres cuartas partes del camino a través de la tienda. Me puse nerviosa, preguntándome cuánto de mi conversación con Maeve había oído. 
―Sí, así es. Estoy aquí para conseguir carne para la barbacoa de esta noche. El viejo grupo va a reunirse. Mack, Ian, Ginny y yo. 
Maeve resopló.  
―¿Estás lanzando una fiesta o un funeral? 
La mandíbula de Hannah se abrió por un segundo antes de que se recuperara.  
―¿Qué se supone que significa eso? 
Maeve sacudió su cabeza, maniobrando su carrito alrededor del de Hannah.  

 
218 
―Nada. Nada en absoluto. ¿Comprobaste con mis hijos antes de hacer tus planes? Porque tenemos terneros en los que trabajar. 
―Todavía no, pero estoy segura de que van a venir. Tengo una sorpresa para ellos. ―Su sonrisa arrogante me hizo querer darle una bofetada. Tenía la impresión de que pensaba que su influencia sobre los hombres MacKenzie era más fuerte que la de su madre. No los conocía así de bien, pero no podía imaginar que ese fuera el caso. 
Atrapé a Maeve a tiempo para verla rodar sus ojos. Ella ya se estaba moviendo hacia el siguiente pasillo. 
―Bien, bueno, disfruta de tu fiesta ―dijo sin mirar atrás. 
Hannah me miró, una sonrisa empalagosa estirando sus labios mientras hablaba lo suficientemente alto como para que la mitad de la tienda escuchara.  
―Te invitaría, Angie, pero tengo un lugar muy pequeño y Mack realmente no es de salir mucho con extraños. A él le gusta mantenerlo más sencillo, ¿sabes? ―Su cabeza se inclinó hacia un lado, como si esperara que le respondiera. 
Me detuve a mitad de camino por el pasillo.  
―Es Andie, no Angie. Y si me hubieras invitado habría declinado de todos modos. Me voy de la ciudad después de hablar con Mack hoy. 
―Ohhh, qué fastidio. Está bien, que tengas un buen vuelo. ―Agitó algunas de sus uñas de acrílico pulido en mi dirección y empujó su carrito, desapareciendo al final del pasillo. 
Maeve estaba murmurando para sus adentros cuando la alcancé. 
―¿Algo que pueda buscar por ti? ―pregunté, sujetando ligeramente el borde del carrito. 
―No, ya casi termino. Acabo de conseguir el último ingrediente para mis famosas barras de limón. Vamos, salgamos de aquí antes de que le diga algo estúpido a alguien que debería estar ignorando. Agarraré el queso crema por el camino. 

 
219 
Fuimos hacia el frente de la tienda a través del pasillo de refrigerados y pagamos por las compras. Mueve se negó a dejarme contribuir, diciendo “tú eres nuestra invitada y los huéspedes no pagan”, a pesar de que ya había tenido por lo menos dos comidas a base de su hospitalidad y probablemente habría una más antes de irme. 
La alegría por su generosidad sólo duró unos cinco segundos. Mientras estábamos caminando hacia la puerta, noté una figura conocida caminando a grandes zancadas hacia la parte delantera de la tienda. 
Su arrogancia era imposible de pasar por alto. 
―Ahí está él. ―Maeve le hizo un gesto―. ¡Mack! 
El hombre con el sombrero de vaquero volvió la cabeza y sonrió. Entonces me vio y la sonrisa desapareció. 
Dios mío, él es tan hermoso que debería ser ilegal.  
Diez mil mariposas fijaron su residencia en mi estómago y comenzaron un pequeño rodeo cuando el recuerdo de lo que habíamos hecho anoche se precipitó de nuevo hacia mí.


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Mensaje por Yani Lun 19 Feb - 12:08

Maldita Hanna Banana, espero el momento en que se entere que en realidad Angie es la esposa de Mack, yo ya se lo hubiese gritado en la cara...qué odio me da!!!


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Mensaje por Maggiih Lun 19 Feb - 12:52

que mal me cae esa hanna... al menos la suegra de andie esta con ella en esto... y pareciera que sabe mas de lo que demuestra
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