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Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Proyecto Especial de Lectura BQ
INDICACIONES
Bueno chicas en abril iniciamos este proyecto especial de lectura, la ganadora fue la trilogía Legend de Marie Lu. Entonces este proyecto tendrá puntos especiales y medalla especial alusiva a la trilogía, la cual ya esta lista; por supuesto ganaran estos premios las que sigan por completo el proyecto especial de lectura, es decir las que lean aquí en conjunto y comentando, la trilogía. Aun así al terminar cada lectura igualmente ganaran los puntos y medallas normales.
Como son tres libros, voy a recibir ayuda de mis chicas increíbles @mariateresa y @yiniva quienes me van ayudar con la moderación.
RECUERDEN: que este es un proyecto especial, no nos vamos a regir por un cronograma especifico, ni tenemos fecha de culminación de cada lectura, una vez que se termine un libro voy a dar unos días de descanso y luego continuamos con el siguiente. Ustedes deciden si siguen la lectura o no. Solo que al final de toda la trilogía revisaré quien participó desde el inicio y se llevaran los puntos y medalla especial.
Además este proyecto es aparte de la lectura normal que hacemos todos los meses, en abril tomaremos el primer libro como lectura de abril y allí si les gusta la lectura decidieran si siguen o no. Y se seguiran haciendo las lecturas mensuales.
La segunda lectura será moderada por la espectacular
Última edición por Maga el Dom 6 Mayo - 14:09, editado 1 vez
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Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
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Última edición por Maga el Vie 18 Mayo - 11:03, editado 1 vez
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Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
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yiniva- Mensajes : 4916
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Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
ENERO 4. 1932 HORAS. HORA OCEÁNICA ESTÁNDAR.
TREINTA Y CINCO DÍAS DESPUÉS DE LA MUERTE DE METIAS.
Day despierta sobresaltado a mi lado. Su frente está cubierta de sudor, y sus mejillas están mojadas con lágrimas. Está respirando pesadamente.
Me inclino sobre él y le aparto un mechón de cabello mojado de la cara. La herida en mi hombro ha cicatrizado ya, pero mi movimiento la hace contraerse de nuevo. Day se sienta, se frota una mano con cansancio en sus ojos, y mira alrededor de nuestro tambaleante vagón como si buscara algo. Observa primero entre las pilas de cajas en un rincón oscuro, luego entre la arpillera que recubre el suelo y la pequeña bolsa de comida y agua puesta entre nosotros. Le toma un momento reorientarse, recordar que estamos robando un paseo en un tren con destino a Vegas. Unos segundos pasan antes de que él suelta su postura rígida y se deje apoyar contra la pared.
Toco suavemente su mano.
—¿Estás bien? —Esa se ha convertido en mi pregunta constante. Day se encoge de hombros.
—Sí —murmura—. Pesadillas.
Nueve días han pasado desde que huimos del Sector Batalla y escapamos de Los Ángeles. Desde entonces, Day ha tenido pesadillas cada vez que ha cerrado los ojos. Cuando nos alejamos por primera vez y pudimos conseguir unas horas de descanso en un patio de trenes abandonados, Day despertó sobresaltado y gritando. Tuvimos la suerte de que ningún soldado o policía callejera lo escuchara. Después de eso, he desarrollado el hábito de acariciar su cabello inmediatamente después para que duerma, de besar sus mejillas, frente y párpados. Todavía se despierta jadeando con lágrimas, sus ojos cazando frenéticamente por todo lo que ha perdido. Pero al menos lo hace en silencio.
A veces, cuando Day está así de tranquilo, me pregunto qué tan bien está colgando de su cordura. La idea me asusta. No puedo darme el lujo de perderlo. Me sigo diciendo que es por razones prácticas: tendríamos pocas posibilidades de sobrevivir solos en este punto, y sus habilidades complementan las mías. Además… no tengo a nadie que proteger. He tenido mi parte de lágrimas también, aunque yo siempre espero hasta que él se duerma para llorar. Lloré por Ollie anoche. Me siento un poco tonta llorando por mi perro cuando la República mató a nuestras familias, pero no puedo evitarlo. Metias fue el que lo llevó a casa, una bola blanca de patas gigantes y orejas caídas y ojos marrones cálidos, la más dulce criatura torpe que jamás había visto. Ollie era mi hijo, y yo lo dejé atrás.
—¿Qué sueñas? —le susurro a Day.
—Nada memorable. —Day se remueve, luego hace una mueca mientras se roza accidentalmente su pierna herida contra el suelo. Su cuerpo se tensa por el dolor, y puedo notar cuán duros son sus brazos por debajo de su camisa, nudos de músculo magro obtenidos de las calles. Una respiración dificultosa escapa de sus labios. La forma en que me había empujado contra aquella pared del callejón, el hambre en su primer beso. Dejo de concentrarme en su boca y me sacudo el recuerdo, avergonzada.
Él asiente hacia las puertas de los vagones.
—¿Dónde estamos ahora? Debemos estar acercándonos, ¿verdad?
Me levanto, contenta por la distracción, y me apoyo contra la pared meciéndose mientras me asomo a la ventana pequeña del vagón. El paisaje no ha cambiado mucho, interminables filas de torres de apartamentos y fábricas, chimeneas antiguas y carreteras arqueadas, todo ello bañado en tonos azules y morados grisáceo por la lluvia de la tarde. Todavía estamos pasando por los sectores marginales. Se ven casi idénticos a los barrios bajos de Los Ángeles. A lo lejos, un enorme embalse se extiende hasta la mitad a través de mi línea de visión. Espero hasta que una pantalla gigante pasa destellando, luego, entrecierro los ojos para ver las letras pequeñas en la parte inferior de la pantalla.
—Ciudad de Boulder, Nevada —digo—. Muy cerca ahora. El tren probablemente se detendrá aquí por un tiempo, pero después no debería tomar más de treinta y cinco minutos en llegar a Vegas.
Day asiente. Se inclina, desata el saco de comida y busca algo para comer.
—Bueno. Cuanto antes lleguemos, más pronto vamos a encontrar a los Patriotas.
Él parece distante. A veces Day me dice de qué van sus pesadillas: faltar a su Juicio o perder a Tess en las calles o huir de las patrullas de la peste. Pesadillas acerca de ser el criminal más buscado de la República. Otras veces, cuando está así y se guarda sus sueños para sí, sé que deben estar relacionadas con su familia: la muerte de su madre, o de John. Tal vez sea mejor que no me cuente sobre ellas. Tengo lo suficiente de mis propios sueños para atormentarme, y no estoy segura de tener el coraje de saber sobre los suyos.
TREINTA Y CINCO DÍAS DESPUÉS DE LA MUERTE DE METIAS.
JUNE
Day despierta sobresaltado a mi lado. Su frente está cubierta de sudor, y sus mejillas están mojadas con lágrimas. Está respirando pesadamente.
Me inclino sobre él y le aparto un mechón de cabello mojado de la cara. La herida en mi hombro ha cicatrizado ya, pero mi movimiento la hace contraerse de nuevo. Day se sienta, se frota una mano con cansancio en sus ojos, y mira alrededor de nuestro tambaleante vagón como si buscara algo. Observa primero entre las pilas de cajas en un rincón oscuro, luego entre la arpillera que recubre el suelo y la pequeña bolsa de comida y agua puesta entre nosotros. Le toma un momento reorientarse, recordar que estamos robando un paseo en un tren con destino a Vegas. Unos segundos pasan antes de que él suelta su postura rígida y se deje apoyar contra la pared.
Toco suavemente su mano.
—¿Estás bien? —Esa se ha convertido en mi pregunta constante. Day se encoge de hombros.
—Sí —murmura—. Pesadillas.
Nueve días han pasado desde que huimos del Sector Batalla y escapamos de Los Ángeles. Desde entonces, Day ha tenido pesadillas cada vez que ha cerrado los ojos. Cuando nos alejamos por primera vez y pudimos conseguir unas horas de descanso en un patio de trenes abandonados, Day despertó sobresaltado y gritando. Tuvimos la suerte de que ningún soldado o policía callejera lo escuchara. Después de eso, he desarrollado el hábito de acariciar su cabello inmediatamente después para que duerma, de besar sus mejillas, frente y párpados. Todavía se despierta jadeando con lágrimas, sus ojos cazando frenéticamente por todo lo que ha perdido. Pero al menos lo hace en silencio.
A veces, cuando Day está así de tranquilo, me pregunto qué tan bien está colgando de su cordura. La idea me asusta. No puedo darme el lujo de perderlo. Me sigo diciendo que es por razones prácticas: tendríamos pocas posibilidades de sobrevivir solos en este punto, y sus habilidades complementan las mías. Además… no tengo a nadie que proteger. He tenido mi parte de lágrimas también, aunque yo siempre espero hasta que él se duerma para llorar. Lloré por Ollie anoche. Me siento un poco tonta llorando por mi perro cuando la República mató a nuestras familias, pero no puedo evitarlo. Metias fue el que lo llevó a casa, una bola blanca de patas gigantes y orejas caídas y ojos marrones cálidos, la más dulce criatura torpe que jamás había visto. Ollie era mi hijo, y yo lo dejé atrás.
—¿Qué sueñas? —le susurro a Day.
—Nada memorable. —Day se remueve, luego hace una mueca mientras se roza accidentalmente su pierna herida contra el suelo. Su cuerpo se tensa por el dolor, y puedo notar cuán duros son sus brazos por debajo de su camisa, nudos de músculo magro obtenidos de las calles. Una respiración dificultosa escapa de sus labios. La forma en que me había empujado contra aquella pared del callejón, el hambre en su primer beso. Dejo de concentrarme en su boca y me sacudo el recuerdo, avergonzada.
Él asiente hacia las puertas de los vagones.
—¿Dónde estamos ahora? Debemos estar acercándonos, ¿verdad?
Me levanto, contenta por la distracción, y me apoyo contra la pared meciéndose mientras me asomo a la ventana pequeña del vagón. El paisaje no ha cambiado mucho, interminables filas de torres de apartamentos y fábricas, chimeneas antiguas y carreteras arqueadas, todo ello bañado en tonos azules y morados grisáceo por la lluvia de la tarde. Todavía estamos pasando por los sectores marginales. Se ven casi idénticos a los barrios bajos de Los Ángeles. A lo lejos, un enorme embalse se extiende hasta la mitad a través de mi línea de visión. Espero hasta que una pantalla gigante pasa destellando, luego, entrecierro los ojos para ver las letras pequeñas en la parte inferior de la pantalla.
—Ciudad de Boulder, Nevada —digo—. Muy cerca ahora. El tren probablemente se detendrá aquí por un tiempo, pero después no debería tomar más de treinta y cinco minutos en llegar a Vegas.
Day asiente. Se inclina, desata el saco de comida y busca algo para comer.
—Bueno. Cuanto antes lleguemos, más pronto vamos a encontrar a los Patriotas.
Él parece distante. A veces Day me dice de qué van sus pesadillas: faltar a su Juicio o perder a Tess en las calles o huir de las patrullas de la peste. Pesadillas acerca de ser el criminal más buscado de la República. Otras veces, cuando está así y se guarda sus sueños para sí, sé que deben estar relacionadas con su familia: la muerte de su madre, o de John. Tal vez sea mejor que no me cuente sobre ellas. Tengo lo suficiente de mis propios sueños para atormentarme, y no estoy segura de tener el coraje de saber sobre los suyos.
—Estás realmente enfocado en encontrar a los Patriotas, ¿cierto? —digo cuando Day saca un trozo duro de masa frita de la bolsa de comida. Esta no es la primera vez que me he cuestionado su insistencia en ir a Vegas, y soy cuidadosa con la forma en que me acerco al tema. La última cosa que quiero que Day piense es que no me preocupo por Tess, o que tengo miedo de reunirme con el grupo rebelde más conocido de la República—. Tess fue con ellos de buena gana. ¿No estamos poniéndola en peligro al tratar de traerla de vuelta?
Day no responde de inmediato. Desgarra la masa frita en dos y me ofrece un pedazo.
—Toma un poco, ¿sí? No has comido en mucho tiempo. Sostengo en alto una mano cortésmente.
—No, gracias —respondo—. No me gusta la masa frita.
Al instante deseo poder meter las palabras en mi boca. Day baja su mirada y pone la segunda mitad de nuevo en la bolsa de comida, entonces comienza tranquilamente a comer su parte. ¡Qué cosa tan estúpida de mi parte decir! No me gusta la masa frita. Prácticamente puedo oír lo que está pasando por su cabeza.
Pobre niña rica, con sus modales elegantes. Puede permitirse el lujo de disgustarle la comida. Me regaño a mí misma en silencio, y luego hago una nota mental para pisar con más cuidado la próxima vez.
Después de unos mordiscos, Day finalmente responde:
—Simplemente no voy a abandonar a Tess sin saber que está bien.
Por supuesto que no lo haría. Day nunca dejaría a nadie de quien se preocupe detrás, sobre todo, no la niña huérfana con la que ha crecido en las calles. También entiendo el valor potencial de encontrarse con los Patriotas, después de todo, esos rebeldes nos han ayudado a Day y a mí a escapar de Los Ángeles. Son muchos y bien organizados. Tal vez ellos tienen información sobre lo que la República está haciendo con el hermano menor de Day, Eden. Tal vez incluso pueden ayudar a curar la infectada pierna de Day; desde esa fatídica mañana cuando la comandante Jameson le disparó en la pierna y lo arrestó su herida ha estado en una montaña rusa, de estar cada vez mejor y después peor. Ahora su pierna izquierda es una masa quebrada de carne ensangrentada. Él necesita atención médica.
Sin embargo, tenemos un problema.
—Los Patriotas no nos ayudarán sin algún tipo de pago —le digo—. ¿Qué podemos darles? —Para enfatizar, meto la mano en mis bolsillos y desentierro nuestros magros alijo de dinero. Cuatro mil Billetes. Todo lo que tenía conmigo antes de salir huyendo. No puedo creer lo mucho que echo de menos el lujo de mi antigua vida. Hay millones de Billetes en nombre de mi familia, Billetes a los que nunca voy a ser capaz de acceder de nuevo.
Day se termina la masa y considera mis palabras con los labios apretados.
—Sí, lo sé —dice, pasándose una mano por su cabello rubio enmarañado—. Pero, ¿qué sugieres que hagamos? ¿A quién más podemos acudir?
Niego con la cabeza sin poder hacer nada. Day tiene razón sobre eso; tan poco como me gustaría ver a los Patriotas de nuevo, nuestras opciones son bastante limitadas. Antes, cuando los Patriotas nos habían ayudado a escapar al principio de la Intendencia de Batalla, cuando Day aún estaba inconsciente y yo estaba herida en el hombro, le había pedido a los Patriotas dejarnos ir con ellos a Vegas. Esperaba que continuaran ayudándonos.
Se habían negado.
—Nos pagaste para conseguir sacar a Day de su ejecución. No nos pagaste para llevar sus lamentables traseros todo el camino a Vegas —me había dicho Kaede—. Los soldados de la República están muy cerca de sus rastros, por el amor de Dios. No somos un comedor de servicio completo. No voy a arriesgar mi cuello por ustedes dos de nuevo a menos que haya dinero de por medio.
Hasta ese momento, casi había creído que los Patriotas se preocupaban por nosotros. Pero las palabras de Kaede me habían traído de vuelta a la realidad. Ellos nos habían ayudado porque yo le había pagado a Kaede 200.000 Billetes de la República, el dinero que había recibido como recompensa por la captura de Day. Incluso entonces, había requerido un poco de persuasión antes de enviar a sus compañeros Patriotas en nuestra ayuda.
Permitir a Day ver a Tess. Ayudar a Day arreglar su pierna mala. Darnos información sobre el paradero del hermano de Day. Todas estas cosas requerirán sobornos. Si tan sólo hubiera tenido la oportunidad de conseguir más dinero antes de irnos.
—Las Vegas es posiblemente la peor ciudad para nosotros pasearnos por nuestra cuenta —le digo a Day, mientras cautelosamente froto mi hombro en curación—. Y los Patriotas podrían ni siquiera darnos una audiencia. Sólo estoy tratando de asegurarnos que estamos pensando bien en esto.
—June, sé que no estás acostumbrada a pensar en los Patriotas como aliados — responde Day—. Fuiste entrenada para odiarlos. Pero son un aliado potencial. Confío en ellos más de lo que confío en la República. ¿Tú no?
]No sé si tuvo la intención de que sus palabras sonaran insultante. Day se perdió el punto que estoy tratando de hacer: que los Patriotas probablemente no van a ayudarnos y entonces estaremos atascados en una ciudad militar. Pero Day piensa que estoy dudando porque no me fío de los Patriotas. Que, en el fondo, sigo siendo June Iparis, la prodigio más famosa de la República… que sigo siendo fiel a este país. Bueno, ¿es eso cierto? Soy una criminal ahora, y nunca voy a ser capaz de volver a la comodidad de mi antigua vida. El pensamiento deja una enfermiza sensación de vacío en mi estómago, como si echara de menos ser la querida de la República. Tal vez lo hago.
Si ya no soy la querida de la República, entonces, ¿quién soy yo?
—Está bien. Vamos a tratar de encontrar a los Patriotas —digo. Está claro que no voy a ser capaz de convencerlo para que haga cualquier otra cosa.
Day asiente.
—Gracias —susurra. La sombra de una sonrisa aparece en su hermoso rostro, empujándome con su calidez irresistible, pero él no trata de abrazarme. No llega a mi mano. No se acerca más para dejar que nuestros hombros se toquen, no acaricia mi cabello, no susurra palabras tranquilizadoras a mi oído o descansa su cabeza contra la mía. No me había dado cuenta de lo mucho que he aprendido a anhelar estos pequeños gestos. De alguna manera, en este momento, nos sentimos muy aislados.
Tal vez su pesadilla había sido sobre mí.
Esto ocurre justo después de llegar a la avenida principal de Las Vegas. El anuncio.
En primer lugar, si hay un lugar en Vegas en el que no debemos estar, es la avenida principal. Pantallas gigantes (seis comprimidas en cada cuadra) se alinean a ambos lados de la calle más concurrida de la ciudad, sus pantallas reproduciendo un sinfín de noticias. Grupos cegadores de reflectores barren obsesivamente a lo largo de las paredes. Los edificios aquí deben ser dos veces más grandes que los que hay en Los Ángeles. El centro de la ciudad está dominado por imponentes rascacielos y enormes muelles de aterrizaje en forma de pirámide (ocho de ellos, bases cuadradas, lados del triángulo equilátero) con luces irradiando desde sus puntas. El aire del desierto apesta a humo y se siente dolorosamente seco; no hay huracanes para saciar la sed por aquí, no hay frentes de agua o lagos. Las tropas se dirigen de arriba abajo por la calle (en oblongas formaciones cuadradas, típicas de Vegas), soldados vestidos con negros uniformes de marina a rayas rotando hacia y del frente de guerra. Más lejos, más allá de la calle principal de rascacielos, hay filas de aviones de combate, todos alineados en posición en una amplia franja de la pista de aterrizaje. Dirigibles se deslizan por encima de nosotros.
Esta es una ciudad militar, un mundo de soldados.
El sol acababa de ponerse cuando Day y yo nos abrimos paso hacia la avenida principal y nos dirigimos hacia el otro extremo de la calle. Day se apoya fuertemente en mi hombro al tratar de mezclarnos con las multitudes, su respiración es superficial y su rostro trazado con dolor. Hago lo posible para apoyarlo sin parecer fuera de lugar, pero su peso me hace caminar en una línea desequilibrada, como si hubiera bebido demasiado.
Day no responde de inmediato. Desgarra la masa frita en dos y me ofrece un pedazo.
—Toma un poco, ¿sí? No has comido en mucho tiempo. Sostengo en alto una mano cortésmente.
—No, gracias —respondo—. No me gusta la masa frita.
Al instante deseo poder meter las palabras en mi boca. Day baja su mirada y pone la segunda mitad de nuevo en la bolsa de comida, entonces comienza tranquilamente a comer su parte. ¡Qué cosa tan estúpida de mi parte decir! No me gusta la masa frita. Prácticamente puedo oír lo que está pasando por su cabeza.
Pobre niña rica, con sus modales elegantes. Puede permitirse el lujo de disgustarle la comida. Me regaño a mí misma en silencio, y luego hago una nota mental para pisar con más cuidado la próxima vez.
Después de unos mordiscos, Day finalmente responde:
—Simplemente no voy a abandonar a Tess sin saber que está bien.
Por supuesto que no lo haría. Day nunca dejaría a nadie de quien se preocupe detrás, sobre todo, no la niña huérfana con la que ha crecido en las calles. También entiendo el valor potencial de encontrarse con los Patriotas, después de todo, esos rebeldes nos han ayudado a Day y a mí a escapar de Los Ángeles. Son muchos y bien organizados. Tal vez ellos tienen información sobre lo que la República está haciendo con el hermano menor de Day, Eden. Tal vez incluso pueden ayudar a curar la infectada pierna de Day; desde esa fatídica mañana cuando la comandante Jameson le disparó en la pierna y lo arrestó su herida ha estado en una montaña rusa, de estar cada vez mejor y después peor. Ahora su pierna izquierda es una masa quebrada de carne ensangrentada. Él necesita atención médica.
Sin embargo, tenemos un problema.
—Los Patriotas no nos ayudarán sin algún tipo de pago —le digo—. ¿Qué podemos darles? —Para enfatizar, meto la mano en mis bolsillos y desentierro nuestros magros alijo de dinero. Cuatro mil Billetes. Todo lo que tenía conmigo antes de salir huyendo. No puedo creer lo mucho que echo de menos el lujo de mi antigua vida. Hay millones de Billetes en nombre de mi familia, Billetes a los que nunca voy a ser capaz de acceder de nuevo.
Day se termina la masa y considera mis palabras con los labios apretados.
—Sí, lo sé —dice, pasándose una mano por su cabello rubio enmarañado—. Pero, ¿qué sugieres que hagamos? ¿A quién más podemos acudir?
Niego con la cabeza sin poder hacer nada. Day tiene razón sobre eso; tan poco como me gustaría ver a los Patriotas de nuevo, nuestras opciones son bastante limitadas. Antes, cuando los Patriotas nos habían ayudado a escapar al principio de la Intendencia de Batalla, cuando Day aún estaba inconsciente y yo estaba herida en el hombro, le había pedido a los Patriotas dejarnos ir con ellos a Vegas. Esperaba que continuaran ayudándonos.
Se habían negado.
—Nos pagaste para conseguir sacar a Day de su ejecución. No nos pagaste para llevar sus lamentables traseros todo el camino a Vegas —me había dicho Kaede—. Los soldados de la República están muy cerca de sus rastros, por el amor de Dios. No somos un comedor de servicio completo. No voy a arriesgar mi cuello por ustedes dos de nuevo a menos que haya dinero de por medio.
Hasta ese momento, casi había creído que los Patriotas se preocupaban por nosotros. Pero las palabras de Kaede me habían traído de vuelta a la realidad. Ellos nos habían ayudado porque yo le había pagado a Kaede 200.000 Billetes de la República, el dinero que había recibido como recompensa por la captura de Day. Incluso entonces, había requerido un poco de persuasión antes de enviar a sus compañeros Patriotas en nuestra ayuda.
Permitir a Day ver a Tess. Ayudar a Day arreglar su pierna mala. Darnos información sobre el paradero del hermano de Day. Todas estas cosas requerirán sobornos. Si tan sólo hubiera tenido la oportunidad de conseguir más dinero antes de irnos.
—Las Vegas es posiblemente la peor ciudad para nosotros pasearnos por nuestra cuenta —le digo a Day, mientras cautelosamente froto mi hombro en curación—. Y los Patriotas podrían ni siquiera darnos una audiencia. Sólo estoy tratando de asegurarnos que estamos pensando bien en esto.
—June, sé que no estás acostumbrada a pensar en los Patriotas como aliados — responde Day—. Fuiste entrenada para odiarlos. Pero son un aliado potencial. Confío en ellos más de lo que confío en la República. ¿Tú no?
]No sé si tuvo la intención de que sus palabras sonaran insultante. Day se perdió el punto que estoy tratando de hacer: que los Patriotas probablemente no van a ayudarnos y entonces estaremos atascados en una ciudad militar. Pero Day piensa que estoy dudando porque no me fío de los Patriotas. Que, en el fondo, sigo siendo June Iparis, la prodigio más famosa de la República… que sigo siendo fiel a este país. Bueno, ¿es eso cierto? Soy una criminal ahora, y nunca voy a ser capaz de volver a la comodidad de mi antigua vida. El pensamiento deja una enfermiza sensación de vacío en mi estómago, como si echara de menos ser la querida de la República. Tal vez lo hago.
Si ya no soy la querida de la República, entonces, ¿quién soy yo?
—Está bien. Vamos a tratar de encontrar a los Patriotas —digo. Está claro que no voy a ser capaz de convencerlo para que haga cualquier otra cosa.
Day asiente.
—Gracias —susurra. La sombra de una sonrisa aparece en su hermoso rostro, empujándome con su calidez irresistible, pero él no trata de abrazarme. No llega a mi mano. No se acerca más para dejar que nuestros hombros se toquen, no acaricia mi cabello, no susurra palabras tranquilizadoras a mi oído o descansa su cabeza contra la mía. No me había dado cuenta de lo mucho que he aprendido a anhelar estos pequeños gestos. De alguna manera, en este momento, nos sentimos muy aislados.
Tal vez su pesadilla había sido sobre mí.
Esto ocurre justo después de llegar a la avenida principal de Las Vegas. El anuncio.
En primer lugar, si hay un lugar en Vegas en el que no debemos estar, es la avenida principal. Pantallas gigantes (seis comprimidas en cada cuadra) se alinean a ambos lados de la calle más concurrida de la ciudad, sus pantallas reproduciendo un sinfín de noticias. Grupos cegadores de reflectores barren obsesivamente a lo largo de las paredes. Los edificios aquí deben ser dos veces más grandes que los que hay en Los Ángeles. El centro de la ciudad está dominado por imponentes rascacielos y enormes muelles de aterrizaje en forma de pirámide (ocho de ellos, bases cuadradas, lados del triángulo equilátero) con luces irradiando desde sus puntas. El aire del desierto apesta a humo y se siente dolorosamente seco; no hay huracanes para saciar la sed por aquí, no hay frentes de agua o lagos. Las tropas se dirigen de arriba abajo por la calle (en oblongas formaciones cuadradas, típicas de Vegas), soldados vestidos con negros uniformes de marina a rayas rotando hacia y del frente de guerra. Más lejos, más allá de la calle principal de rascacielos, hay filas de aviones de combate, todos alineados en posición en una amplia franja de la pista de aterrizaje. Dirigibles se deslizan por encima de nosotros.
Esta es una ciudad militar, un mundo de soldados.
El sol acababa de ponerse cuando Day y yo nos abrimos paso hacia la avenida principal y nos dirigimos hacia el otro extremo de la calle. Day se apoya fuertemente en mi hombro al tratar de mezclarnos con las multitudes, su respiración es superficial y su rostro trazado con dolor. Hago lo posible para apoyarlo sin parecer fuera de lugar, pero su peso me hace caminar en una línea desequilibrada, como si hubiera bebido demasiado.
—¿Cómo lo estamos haciendo? —murmura en mi oído, sus labios calientes sobre mi piel. No estoy segura de si está medio delirante del dolor o si es mi atuendo, pero no puedo decir que me importa su descarado coqueteo esta noche. Es un cambio agradable de nuestro incómodo viaje en tren. Él tiene cuidado de mantener la cabeza baja, los ojos ocultos bajo las largas pestañas e inclinado lejos de los bulliciosos soldados de ida y vuelta a lo largo de las aceras. Se remueve incómodo en su chaqueta militar y pantalones. Un gorro negro militar esconde su cabello rubio platino y bloquea una buena parte de su rostro.
—Bastante bien —le respondo—. Recuerda, estás borracho. Y feliz. Se supone que debes verte lujurioso por tu acompañante. Trata de sonreír un poco más.
Day plasma una gigante sonrisa artificial en su rostro. Tan encantador como siempre.
—Oh, vamos, cariño. Pensé que estaba haciendo un buen trabajo. Tengo mi brazo alrededor de la acompañante más bonita de esta cuadra; ¿cómo podría no estar lujurioso por ti? ¿No me veo como si estuviera lujurioso? Este soy yo, lujurioso. — Pestañea hacia mí.
Él se ve tan ridículo que no puedo evitar reír. Otros transeúntes me miran.
—Mucho mejor. —Me estremezco cuando él empuja su cara en el hueco de mi cuello. Permanece en el personaje. Concéntrate. Los dijes de oro que recubren mi cintura y tobillos tintinean mientras caminamos—. ¿Cómo está tu pierna?
Day se aleja un poco.
—Estaba bien hasta que sacaste el tema —susurra, y luego hace una mueca cuando tropieza con una grieta en la acera. Aprieto mis manos a su alrededor—. Voy a detenernos en nuestra próxima parada para descansar.
—Recuerda, dos dedos en la frente si necesitas parar.
—Sí, sí. Te dejaré saber si estoy en problemas.
]Otro par de soldados pasan más allá de nosotros con sus propias acompañantes, sonrientes chicas ataviadas con sombra de ojos brillantes y tatuajes faciales elegantemente pintados, sus cuerpos cubiertos apenas por trajes de bailarinas y plumas rojas falsas. Uno de los soldados me echa un vistazo, se ríe, y ensancha sus ojos vidriosos.
—¿De qué club eres, preciosa? —balbucea—. No recuerdo tu cara por aquí. —Su mano se dirige a mi cintura al descubierto, con hambre de piel. Antes de que me alcance, el brazo de Day sale volando y mantiene al soldado a distancia.
—No la toques. —Day sonríe y le guiña al soldado, manteniendo su actitud despreocupada, pero la advertencia en sus ojos y su voz hace que el otro hombre retroceda. Nos mira desconcertado a los dos, murmura algo entre dientes, y se tambalea alejándose con sus amigos.
Trato de imitar la forma en que esas acompañantes se ríen, luego le doy a mi cabello una sacudida.
—La próxima vez, sólo déjalo pasar —le siseo a Day al oído así como lo beso en la mejilla, como si fuera el mejor cliente alguna vez visto—. Lo último que necesitamos es una pelea.
—¿Qué? —Day se encoge de hombros y vuelve a su penosa caminata—. Sería una pelea bastante patética. Él apenas podía estar de pie.
Niego con la cabeza y decido no señalar la ironía.
Un tercer grupo de soldados se tambalean por delante de nosotros ruidosamente, estuporosos de ebriedad. (Siete cadetes, dos tenientes, brazaletes de oro con insignias Dakota, lo que significa que acaban de llegar aquí desde el norte y aún no han intercambiado sus brazaletes por otros nuevos con sus batallones de frente de guerra). Ellos tienen sus brazos alrededor de acompañantes de los clubes Bellagio: resplandecientes chicas con gargantillas escarlata y tatuajes en el brazo en forma de B.]
Estos soldados están probablemente destinados en los cuarteles por encima de los clubes.
Reviso mi propio atuendo de nuevo. Robado de los camerinos del Sun Palace. A primera vista, me veo como cualquier otra acompañante. Cadenas de oro y baratijas alrededor de mi cintura y tobillos. Plumas y cintas doradas puestas en mi trenzado cabello escarlata (pintado). Sombra de ojos ahumada cubierta con purpurina. Un tatuaje de un fénix feroz pintado por mi mejilla y párpado superior. Sedas rojas sobresalen de mis brazos, la cintura al descubierto, y cordones oscuros forran mis botas.
Pero hay una cosa en mi traje que las otras chicas no usan.
Una cadena de trece pequeños espejos brillantes. Están parcialmente ocultos entre los otros adornos alrededor de mi tobillo, y desde una distancia parecería como otra decoración. Totalmente olvidable. Pero de vez en cuando, cuando las farolas se reflejan, se convierte en una fila de brillantes luces centelleantes. Trece, el número no oficial de los Patriotas. Esta es nuestra señal para ellos. Deben estar vigilando la avenida principal de Vegas todo el tiempo, así que sé que van a por lo menos notar una fila de luces parpadeantes en mí. Y cuando lo hagan, ellos nos reconocerán como el mismo par que ayudaron a rescatar en Los Ángeles.
]Las pantallas gigantes recubren el rumor de la calle por un segundo. El juramento oficial debe comenzar de nuevo en cualquier momento. A diferencia de Los Ángeles, Vegas corre el juramento oficial cinco veces al día: todos las pantallas gigantes harán una pausa en cualquier publicidad o noticias que estén mostrando, reemplazándolos con enormes imágenes del Elector Primo, y luego interpretan lo siguiente en el sistema de altavoces de la ciudad: ¡Prometo lealtad a la bandera de la gran República de los Estados Unidos, a nuestro Elector Primo, a nuestros estados gloriosos, a la unidad contra las Colonias, a nuestra inminente victoria!
No hace mucho tiempo, solía recitar ese juramento por la mañana y por la tarde con el mismo entusiasmo que los demás, decidida a evitar que las Colonias de la costa este tomen el control de nuestra preciosa tierra de la costa oeste. Eso fue antes de que yo supiera sobre el papel de la República en las muertes de mi familia. No estoy segura de lo que pienso ahora. ¿Que las colonias ganen?
Las pantallas gigantes empiezan a transmitir un noticiero. Resumen semanal. Day y yo observamos los titulares atravesando en las pantallas:
La mayoría de ellos son bastante poco interesantes: los habituales titulares que llegan desde el frente de guerra, cambios en el clima y las leyes, notificaciones de cuarentena para Vegas.
Entonces Day da un golpecito en mi hombro y apunta a una de las pantallas.
—¿Los sectores Gema? —susurra Day. Mis ojos siguen fijos en la pantalla, a pesar de que el titular ha pasado—. ¿La gente rica no vive ahí?
No estoy segura de qué decir en respuesta porque todavía estoy tratando de procesar la información por mi cuenta.
Los sectores Esmerald y Opal… ¿Es esto un error? ¿O es que las pestes en L.A han llegado a ser lo suficientemente graves como para ser transmitido en las pantallas gigantes de Vegas? Yo nunca, jamás, he visto cuarentenas extendidas en los sectores de la clase alta. El sector Esmerald bordea Ruby, ¿significa que mi sector en casa va a estar en cuarentena también? ¿Qué pasa con nuestras vacunas? ¿No se supone que están para evitar este tipo de cosas? Pienso en las entradas del diario de Metias. Uno de estos días, había dicho él, habrá un virus desencadenado que ninguno de nosotros va a ser capaz de detener. Recuerdo las cosas que Metias había descubierto, las fábricas subterráneas, las enfermedades rampantes… las pestes sistemáticas. Un escalofrío me recorre. Los Ángeles la va a reprimir, me digo a mí misma. La peste va a amainar, como siempre lo hace.
Más titulares pasan deslizándose. Uno familiar es acerca de la ejecución de Day. Reproduce el fragmento en el patio del pelotón de fusilamiento donde el hermano de Day, John, recibió las balas destinadas para Day, y luego cayó boca abajo en el suelo. Day vuelve los ojos al pavimento.
Otro titular es más reciente. Dice lo siguiente:
DESAPARECIDA
SS Nº: 2001963034
---------------------------------- JUNE IPARIS
AGENTE, PATRULLA DE LA CIUDAD DE LOS ÁNGELES EDAD/SEXO: 15, FEMENINO
ALTURA: 5’ 4’’ CABELLO: CASTAÑO OJOS: CASTAÑO
VISTA POR ÚLTIMA VEZ CERCA DEL SECTOR BATALLA, LOS ÁNGELES, CA.
350.000 BILLETES DE LA REPÚBLICA DE RECOMPENSA
SI LA VEN, INFORMAR INMEDIATAMENTE A SU OFICIAL LOCAL
Eso es lo que la República quiere que su gente piense. Que estoy desaparecida, que esperan traerme de vuelta sana y salva. Lo que no dicen es que probablemente me quieren muerta. Ayudé a escapar al criminal más famoso del país de su ejecución, con la ayuda de los Patriotas rebeldes en un levantamiento organizado contra un cuartel militar, y di la espalda a la República.
Pero ellos no quieren que la información salga al público, de modo que me cazan sin levantar sospechas. El informe de desaparición muestra la foto de mi identificación militar: una toma de frente, mi rostro sin sonrisa, sin maquillaje pero con un toque de brillo, cabello oscuro recogido en una coleta alta, con una insignia dorada de la República brillando en contra del negro de mi chaqueta. Estoy agradecida de que el tatuaje del fénix oculta la mitad de mi cara en estos momentos.
Logramos llegar hasta el medio de la avenida principal, antes que los altavoces crepiten de nuevo para el juramento. Day y yo dejamos de caminar. Day tropieza una vez más y casi se cae, pero me las arreglo para atraparlo lo suficientemente rápido como para mantenerlo en posición vertical. La gente en la calle levanta la mirada a las pantallas gigantes (a excepción de un puñado de soldados que se alinean a los bordes de cada intersección con el fin de garantizar la participación de todos). Las pantallas parpadean. Sus imágenes se desvanecen en oscuridad, y luego son reemplazados por los retratos de alta definición del Elector Primo.
Prometo lealtad…
Es casi reconfortante repetir estas palabras con todo el mundo en las calles, por lo menos hasta que me recuerdo a mí misma de todo lo que ha cambiado. Vuelvo a pensar en la noche cuando capturé por primera vez a Day, cuando el Elector y su hijo vinieron a felicitarme personalmente por poner a un notorio criminal entre rejas. Recuerdo cómo se había visto en persona el Elector. Los retratos de las pantallas gigantes muestran los mismos ojos verdes, mandíbula fuerte, y rizados cabellos oscuros… pero dejan de lado la frialdad de su expresión y el color enfermizo de su piel. Sus retratos le hacen parecer paternal, con las saludables mejillas rosadas. No de la forma en que lo recuerdo.
… a la bandera de la gran República de América…
De repente se detiene la transmisión. Hay silencio en las calles, y luego un coro de murmullos confusos. Yo frunzo el ceño. Insólito. Nunca he visto el juramento oficial ser interrumpido, ni siquiera una vez. Y el sistema de pantalla gigante está conectado de modo que el corte de una pantalla no debe afectar al resto.
Day mira a las pantallas estancadas mientras mis ojos se mueven a los soldados que bordean la calle.
—¿Extraño accidente? —dice él. Su respiración trabajosa me preocupa. Aguanta un poco más. No podemos parar aquí.
Niego con la cabeza.
—No. Mira las tropas. —Asiento sutilmente en su dirección—. Han cambiado sus posturas. Sus rifles ya no están al hombro… los están sosteniendo ahora. Están preparándose para la reacción de la multitud.
Day sacude la cabeza lentamente. Se ve inquietantemente pálido.
—Algo ha pasado.
El retrato del Elector desaparece de las pantallas gigantes y es reemplazado inmediatamente con una nueva serie de imágenes. Muestran a un hombre que es la viva imagen del Elector… sólo que mucho más joven, apenas de unos veinte años, con los mismos ojos verdes y oscuro cabello ondulado. En un instante recuerdo el toque de emoción que había sentido la primera vez que lo conocí en el baile de celebración. Este es Anden Stavropoulos, el hijo del Elector Primo.
Day tiene razón. Algo grande ha sucedido.
El Elector de la República ha muerto.
Una nueva voz optimista, se hace cargo de los altavoces.
—Antes de continuar nuestro juramento oficial, debemos instruir a todos los soldados y civiles para reemplazar los retratos del Elector en sus hogares. Pueden recoger un nuevo retrato en la sede de la policía local. Inspecciones para asegurar su cooperación comenzarán dentro de dos semanas.
La voz anuncia los supuestos resultados de una elección nacional. Pero no hay ni una sola mención a la muerte del Elector. O de la promoción de su hijo.
La República ha movido simplemente al siguiente Elector sin perder el ritmo, como si Anden fuera la misma persona que su padre. Mi cabeza nada en confusión; trato de recordar lo que había aprendido en la escuela sobre la elección de un nuevo Elector. El Elector siempre escogía al sucesor, y una elección nacional lo confirmaría. No es ninguna sorpresa que Anden es el siguiente en la línea; pero nuestro Elector había estado en el poder durante décadas, mucho antes de que yo naciera. Ahora se ha ido. Nuestro mundo se ha desplazado en cuestión de segundos.
Al igual que yo y Day, todo el mundo en la calle entiende qué es lo más apropiado de hacer: como si fuera una señal, todos hacemos una reverencia ante los retratos en las pantallas gigantes y recitamos el resto del juramento que ha vuelto a aparecer en las pantallas. “¡… a nuestro Elector Primo, a nuestros estados gloriosos, a la unidad contra las colonias, a nuestra inminente victoria!” Lo repetimos una y otra vez durante el tiempo que las palabras permanecen en la pantalla, nadie se atreve a parar. Echo un vistazo a los soldados que bordean las calles. Sus manos se han tensado en sus rifles.
Finalmente, después de lo que parece una hora, las palabras desaparecen y las pantallas gigantes regresan a sus rondas de noticias habituales. Todos comenzamos a caminar de nuevo, como si nada hubiera pasado.
Entonces Day tropieza. Esta vez me siento temblar, y mi corazón se aprieta.
—Quédate conmigo —le susurro.
Para mi sorpresa, casi digo: Quédate conmigo, Metias. Trato de sostenerlo, pero él se desliza.
—Lo siento —murmura en respuesta. Tiene el rostro brillante de sudor, con los ojos cerrados con fuerza por el dolor. Se lleva dos dedos a la frente. Alto. Él no puede continuar.
Miro salvajemente a nuestro alrededor. Demasiados soldados; todavía tenemos mucho camino por recorrer.
—No, tienes que hacerlo —le digo con firmeza—. Quédate conmigo. Puedes hacerlo.
Pero no sirve de nada esta vez. Antes de que pueda atraparlo, él cae en sus manos y se derrumba en el suelo.
—Bastante bien —le respondo—. Recuerda, estás borracho. Y feliz. Se supone que debes verte lujurioso por tu acompañante. Trata de sonreír un poco más.
Day plasma una gigante sonrisa artificial en su rostro. Tan encantador como siempre.
—Oh, vamos, cariño. Pensé que estaba haciendo un buen trabajo. Tengo mi brazo alrededor de la acompañante más bonita de esta cuadra; ¿cómo podría no estar lujurioso por ti? ¿No me veo como si estuviera lujurioso? Este soy yo, lujurioso. — Pestañea hacia mí.
Él se ve tan ridículo que no puedo evitar reír. Otros transeúntes me miran.
—Mucho mejor. —Me estremezco cuando él empuja su cara en el hueco de mi cuello. Permanece en el personaje. Concéntrate. Los dijes de oro que recubren mi cintura y tobillos tintinean mientras caminamos—. ¿Cómo está tu pierna?
Day se aleja un poco.
—Estaba bien hasta que sacaste el tema —susurra, y luego hace una mueca cuando tropieza con una grieta en la acera. Aprieto mis manos a su alrededor—. Voy a detenernos en nuestra próxima parada para descansar.
—Recuerda, dos dedos en la frente si necesitas parar.
—Sí, sí. Te dejaré saber si estoy en problemas.
]Otro par de soldados pasan más allá de nosotros con sus propias acompañantes, sonrientes chicas ataviadas con sombra de ojos brillantes y tatuajes faciales elegantemente pintados, sus cuerpos cubiertos apenas por trajes de bailarinas y plumas rojas falsas. Uno de los soldados me echa un vistazo, se ríe, y ensancha sus ojos vidriosos.
—¿De qué club eres, preciosa? —balbucea—. No recuerdo tu cara por aquí. —Su mano se dirige a mi cintura al descubierto, con hambre de piel. Antes de que me alcance, el brazo de Day sale volando y mantiene al soldado a distancia.
—No la toques. —Day sonríe y le guiña al soldado, manteniendo su actitud despreocupada, pero la advertencia en sus ojos y su voz hace que el otro hombre retroceda. Nos mira desconcertado a los dos, murmura algo entre dientes, y se tambalea alejándose con sus amigos.
Trato de imitar la forma en que esas acompañantes se ríen, luego le doy a mi cabello una sacudida.
—La próxima vez, sólo déjalo pasar —le siseo a Day al oído así como lo beso en la mejilla, como si fuera el mejor cliente alguna vez visto—. Lo último que necesitamos es una pelea.
—¿Qué? —Day se encoge de hombros y vuelve a su penosa caminata—. Sería una pelea bastante patética. Él apenas podía estar de pie.
Niego con la cabeza y decido no señalar la ironía.
Un tercer grupo de soldados se tambalean por delante de nosotros ruidosamente, estuporosos de ebriedad. (Siete cadetes, dos tenientes, brazaletes de oro con insignias Dakota, lo que significa que acaban de llegar aquí desde el norte y aún no han intercambiado sus brazaletes por otros nuevos con sus batallones de frente de guerra). Ellos tienen sus brazos alrededor de acompañantes de los clubes Bellagio: resplandecientes chicas con gargantillas escarlata y tatuajes en el brazo en forma de B.]
Estos soldados están probablemente destinados en los cuarteles por encima de los clubes.
Reviso mi propio atuendo de nuevo. Robado de los camerinos del Sun Palace. A primera vista, me veo como cualquier otra acompañante. Cadenas de oro y baratijas alrededor de mi cintura y tobillos. Plumas y cintas doradas puestas en mi trenzado cabello escarlata (pintado). Sombra de ojos ahumada cubierta con purpurina. Un tatuaje de un fénix feroz pintado por mi mejilla y párpado superior. Sedas rojas sobresalen de mis brazos, la cintura al descubierto, y cordones oscuros forran mis botas.
Pero hay una cosa en mi traje que las otras chicas no usan.
Una cadena de trece pequeños espejos brillantes. Están parcialmente ocultos entre los otros adornos alrededor de mi tobillo, y desde una distancia parecería como otra decoración. Totalmente olvidable. Pero de vez en cuando, cuando las farolas se reflejan, se convierte en una fila de brillantes luces centelleantes. Trece, el número no oficial de los Patriotas. Esta es nuestra señal para ellos. Deben estar vigilando la avenida principal de Vegas todo el tiempo, así que sé que van a por lo menos notar una fila de luces parpadeantes en mí. Y cuando lo hagan, ellos nos reconocerán como el mismo par que ayudaron a rescatar en Los Ángeles.
]Las pantallas gigantes recubren el rumor de la calle por un segundo. El juramento oficial debe comenzar de nuevo en cualquier momento. A diferencia de Los Ángeles, Vegas corre el juramento oficial cinco veces al día: todos las pantallas gigantes harán una pausa en cualquier publicidad o noticias que estén mostrando, reemplazándolos con enormes imágenes del Elector Primo, y luego interpretan lo siguiente en el sistema de altavoces de la ciudad: ¡Prometo lealtad a la bandera de la gran República de los Estados Unidos, a nuestro Elector Primo, a nuestros estados gloriosos, a la unidad contra las Colonias, a nuestra inminente victoria!
No hace mucho tiempo, solía recitar ese juramento por la mañana y por la tarde con el mismo entusiasmo que los demás, decidida a evitar que las Colonias de la costa este tomen el control de nuestra preciosa tierra de la costa oeste. Eso fue antes de que yo supiera sobre el papel de la República en las muertes de mi familia. No estoy segura de lo que pienso ahora. ¿Que las colonias ganen?
Las pantallas gigantes empiezan a transmitir un noticiero. Resumen semanal. Day y yo observamos los titulares atravesando en las pantallas:
LA REPÚBLICA TRIUNFALMENTE RECUPERA MÁS DE MILES DE TERRENO DE LAS COLONIAS EN LA BATALLA POR AMARILLO, AL ESTE DE TEXAS
AVISO DE INUNDACIONES CANCELADO PARA SACRAMENTO, CALIFORNIA
LA VISITA DEL ELECTOR A LAS TROPAS DEL FRENTE DE GUERRA AL NORTE, ELEVA LA MORAL
La mayoría de ellos son bastante poco interesantes: los habituales titulares que llegan desde el frente de guerra, cambios en el clima y las leyes, notificaciones de cuarentena para Vegas.
Entonces Day da un golpecito en mi hombro y apunta a una de las pantallas.
CUARENTENA EN LOS ÁNGELES SE HA EXTENDIDO A LOS SECTORES ESMERALD Y OPAL
—¿Los sectores Gema? —susurra Day. Mis ojos siguen fijos en la pantalla, a pesar de que el titular ha pasado—. ¿La gente rica no vive ahí?
No estoy segura de qué decir en respuesta porque todavía estoy tratando de procesar la información por mi cuenta.
Los sectores Esmerald y Opal… ¿Es esto un error? ¿O es que las pestes en L.A han llegado a ser lo suficientemente graves como para ser transmitido en las pantallas gigantes de Vegas? Yo nunca, jamás, he visto cuarentenas extendidas en los sectores de la clase alta. El sector Esmerald bordea Ruby, ¿significa que mi sector en casa va a estar en cuarentena también? ¿Qué pasa con nuestras vacunas? ¿No se supone que están para evitar este tipo de cosas? Pienso en las entradas del diario de Metias. Uno de estos días, había dicho él, habrá un virus desencadenado que ninguno de nosotros va a ser capaz de detener. Recuerdo las cosas que Metias había descubierto, las fábricas subterráneas, las enfermedades rampantes… las pestes sistemáticas. Un escalofrío me recorre. Los Ángeles la va a reprimir, me digo a mí misma. La peste va a amainar, como siempre lo hace.
Más titulares pasan deslizándose. Uno familiar es acerca de la ejecución de Day. Reproduce el fragmento en el patio del pelotón de fusilamiento donde el hermano de Day, John, recibió las balas destinadas para Day, y luego cayó boca abajo en el suelo. Day vuelve los ojos al pavimento.
Otro titular es más reciente. Dice lo siguiente:
DESAPARECIDA
SS Nº: 2001963034
---------------------------------- JUNE IPARIS
AGENTE, PATRULLA DE LA CIUDAD DE LOS ÁNGELES EDAD/SEXO: 15, FEMENINO
ALTURA: 5’ 4’’ CABELLO: CASTAÑO OJOS: CASTAÑO
VISTA POR ÚLTIMA VEZ CERCA DEL SECTOR BATALLA, LOS ÁNGELES, CA.
350.000 BILLETES DE LA REPÚBLICA DE RECOMPENSA
SI LA VEN, INFORMAR INMEDIATAMENTE A SU OFICIAL LOCAL
Eso es lo que la República quiere que su gente piense. Que estoy desaparecida, que esperan traerme de vuelta sana y salva. Lo que no dicen es que probablemente me quieren muerta. Ayudé a escapar al criminal más famoso del país de su ejecución, con la ayuda de los Patriotas rebeldes en un levantamiento organizado contra un cuartel militar, y di la espalda a la República.
Pero ellos no quieren que la información salga al público, de modo que me cazan sin levantar sospechas. El informe de desaparición muestra la foto de mi identificación militar: una toma de frente, mi rostro sin sonrisa, sin maquillaje pero con un toque de brillo, cabello oscuro recogido en una coleta alta, con una insignia dorada de la República brillando en contra del negro de mi chaqueta. Estoy agradecida de que el tatuaje del fénix oculta la mitad de mi cara en estos momentos.
Logramos llegar hasta el medio de la avenida principal, antes que los altavoces crepiten de nuevo para el juramento. Day y yo dejamos de caminar. Day tropieza una vez más y casi se cae, pero me las arreglo para atraparlo lo suficientemente rápido como para mantenerlo en posición vertical. La gente en la calle levanta la mirada a las pantallas gigantes (a excepción de un puñado de soldados que se alinean a los bordes de cada intersección con el fin de garantizar la participación de todos). Las pantallas parpadean. Sus imágenes se desvanecen en oscuridad, y luego son reemplazados por los retratos de alta definición del Elector Primo.
Prometo lealtad…
Es casi reconfortante repetir estas palabras con todo el mundo en las calles, por lo menos hasta que me recuerdo a mí misma de todo lo que ha cambiado. Vuelvo a pensar en la noche cuando capturé por primera vez a Day, cuando el Elector y su hijo vinieron a felicitarme personalmente por poner a un notorio criminal entre rejas. Recuerdo cómo se había visto en persona el Elector. Los retratos de las pantallas gigantes muestran los mismos ojos verdes, mandíbula fuerte, y rizados cabellos oscuros… pero dejan de lado la frialdad de su expresión y el color enfermizo de su piel. Sus retratos le hacen parecer paternal, con las saludables mejillas rosadas. No de la forma en que lo recuerdo.
… a la bandera de la gran República de América…
De repente se detiene la transmisión. Hay silencio en las calles, y luego un coro de murmullos confusos. Yo frunzo el ceño. Insólito. Nunca he visto el juramento oficial ser interrumpido, ni siquiera una vez. Y el sistema de pantalla gigante está conectado de modo que el corte de una pantalla no debe afectar al resto.
Day mira a las pantallas estancadas mientras mis ojos se mueven a los soldados que bordean la calle.
—¿Extraño accidente? —dice él. Su respiración trabajosa me preocupa. Aguanta un poco más. No podemos parar aquí.
Niego con la cabeza.
—No. Mira las tropas. —Asiento sutilmente en su dirección—. Han cambiado sus posturas. Sus rifles ya no están al hombro… los están sosteniendo ahora. Están preparándose para la reacción de la multitud.
Day sacude la cabeza lentamente. Se ve inquietantemente pálido.
—Algo ha pasado.
El retrato del Elector desaparece de las pantallas gigantes y es reemplazado inmediatamente con una nueva serie de imágenes. Muestran a un hombre que es la viva imagen del Elector… sólo que mucho más joven, apenas de unos veinte años, con los mismos ojos verdes y oscuro cabello ondulado. En un instante recuerdo el toque de emoción que había sentido la primera vez que lo conocí en el baile de celebración. Este es Anden Stavropoulos, el hijo del Elector Primo.
Day tiene razón. Algo grande ha sucedido.
El Elector de la República ha muerto.
Una nueva voz optimista, se hace cargo de los altavoces.
—Antes de continuar nuestro juramento oficial, debemos instruir a todos los soldados y civiles para reemplazar los retratos del Elector en sus hogares. Pueden recoger un nuevo retrato en la sede de la policía local. Inspecciones para asegurar su cooperación comenzarán dentro de dos semanas.
La voz anuncia los supuestos resultados de una elección nacional. Pero no hay ni una sola mención a la muerte del Elector. O de la promoción de su hijo.
La República ha movido simplemente al siguiente Elector sin perder el ritmo, como si Anden fuera la misma persona que su padre. Mi cabeza nada en confusión; trato de recordar lo que había aprendido en la escuela sobre la elección de un nuevo Elector. El Elector siempre escogía al sucesor, y una elección nacional lo confirmaría. No es ninguna sorpresa que Anden es el siguiente en la línea; pero nuestro Elector había estado en el poder durante décadas, mucho antes de que yo naciera. Ahora se ha ido. Nuestro mundo se ha desplazado en cuestión de segundos.
Al igual que yo y Day, todo el mundo en la calle entiende qué es lo más apropiado de hacer: como si fuera una señal, todos hacemos una reverencia ante los retratos en las pantallas gigantes y recitamos el resto del juramento que ha vuelto a aparecer en las pantallas. “¡… a nuestro Elector Primo, a nuestros estados gloriosos, a la unidad contra las colonias, a nuestra inminente victoria!” Lo repetimos una y otra vez durante el tiempo que las palabras permanecen en la pantalla, nadie se atreve a parar. Echo un vistazo a los soldados que bordean las calles. Sus manos se han tensado en sus rifles.
Finalmente, después de lo que parece una hora, las palabras desaparecen y las pantallas gigantes regresan a sus rondas de noticias habituales. Todos comenzamos a caminar de nuevo, como si nada hubiera pasado.
Entonces Day tropieza. Esta vez me siento temblar, y mi corazón se aprieta.
—Quédate conmigo —le susurro.
Para mi sorpresa, casi digo: Quédate conmigo, Metias. Trato de sostenerlo, pero él se desliza.
—Lo siento —murmura en respuesta. Tiene el rostro brillante de sudor, con los ojos cerrados con fuerza por el dolor. Se lleva dos dedos a la frente. Alto. Él no puede continuar.
Miro salvajemente a nuestro alrededor. Demasiados soldados; todavía tenemos mucho camino por recorrer.
—No, tienes que hacerlo —le digo con firmeza—. Quédate conmigo. Puedes hacerlo.
Pero no sirve de nada esta vez. Antes de que pueda atraparlo, él cae en sus manos y se derrumba en el suelo.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Que difícil, hay gato encerrado con la muerte del Elector,y ahora están infectando mas sectores, no se que planean, acabar con todo el mundo o que? espero que Day saque fuerzas de donde no tiene y siga a delante, no se puede quedar ahí rodeado de todos esos soldados.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Bueno, me pondré a la tarea de terminar el primero y las alcanzo
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
DAY
Elector Primo ha muerto.
Toda esta pantalla parece bastante decepcionante, ¿verdad? Uno pensaría que la muerte del Elector iría acompañado de una opulenta marcha fúnebre de algún tipo, pánico en las calles, duelo nacional, soldados marchando y disparando salvas al cielo. Un enorme banquete, banderas ondeando a media asta, estandartes blancos colgando sobre cada edificio. Algo chiflado como eso. Pero yo no he vivido lo suficiente para ver a un Elector morir. Fuera de la promoción del último Elector sucesor deseado y algunas elecciones nacionales falsas para mostrar, no sabría cómo iba.
Supongo que la República sólo finge que nunca ocurrió y salta directo adelante al siguiente Elector. Ahora recuerdo haber leído acerca de esto en una de mis clases de primaria. Cuando llegue el momento para un nuevo Elector Primo, el país debe recordar a la gente a centrarse en lo positivo. El luto trae debilidad y caos. Dar cara al futuro es la única manera. Sí. El gobierno está así de asustado de mostrar la incertidumbre a sus civiles.
Pero sólo tengo un segundo para pensar en esto.
Apenas hemos terminado el nuevo juramento cuando una oleada de dolor golpea mi pierna. Antes de que pueda detenerme, me doblo y me derrumbo hacia abajo sobre mi rodilla buena. Un par de soldados vuelven la cabeza hacia nosotros. Me río tan fuerte como puedo, pretendiendo que las lágrimas en mis ojos son de diversión. June me sigue el juego, pero puedo ver el miedo en su rostro.
—Vamos —me susurra frenéticamente. Uno de sus brazos delgados se envuelve alrededor de mi cintura, y yo trato de tomar la mano que me ofrece. Las personas de todo alrededor de la acera nos están notando por primera vez—. Tienes que levantarte. Vamos.
Me toma todas mis fuerzas para mantener una sonrisa en mi cara. Concéntrate en June. Trato de ponerme en pie… y luego caigo de nuevo. Maldición. El dolor es demasiado. Una luz blanca apuñala la parte trasera de mis ojos. Respira, me digo. No te puedes desmayar en el centro de la avenida de Las Vegas.
—¿Qué te pasa, soldado?Un joven cabo de ojos color avellana se detiene delante de nosotros con los brazos cruzados. Puedo decir que está en cierto modo apurado, pero al parecer no es lo bastante urgente como para evitar comprobarnos. Levanta una ceja.
—¿Estás bien? Estás pálido como la porcelana, chico.Corre. Siento ganas de gritar a June. Vete de aquí… todavía hay tiempo. Pero ella me salva de hablar.
—Va a tener que perdonarlo, señor —dice ella—. Nunca he visto a un patrón de Bellagio beber tanto de una sola vez. —Sacude la cabeza con pesar y le señala que retroceda con una mano—. Es posible que desee dar un paso atrás —continúa—. Creo que tiene que vomitar. —Me encuentro sorprendido, una vez más, ante lo bien que puede llegar a ser otra persona. De la misma manera en que me engañó en las calles de Lake.
El cabo le da un ceño ambivalente antes de volverse hacia mí. Sus ojos se enfocan en mi pierna lesionada. A pesar de que está oculta bajo una gruesa capa de pantalones, la estudia.
—No estoy seguro que su acompañante sepa de lo que está hablando. Parece que te vendría bien un viaje al hospital. —Levanta la mano para llamar a un camión médico que pasa.
Niego con la cabeza.
—No, gracias, señor —me las arreglo para decir con una sonrisa débil—. Esta belleza me ha estado diciendo demasiadas bromas. Tengo que recuperar el aliento, eso es todo… y luego ir a dormir la mona. Estamos…
Pero él no está prestando atención a lo que digo. Maldigo en silencio. Si vamos al hospital, van a tomar nuestras huellas dactilares, y entonces ellos sabrán exactamente quiénes somos: los dos fugitivos más buscados de la República. No me atrevo a mirar a June, pero sé que ella también está tratando de encontrar una manera de salir de esta.
Entonces alguien asoma la cabeza por detrás del cabo.
Ella es una chica que tanto June como yo reconocemos de inmediato, aunque yo nunca la he visto en un recién pulido uniforme de la República antes. Un par de gafas de piloto cuelgan alrededor de su cuello. Ella camina alrededor del cabo y se para frente a mí, sonriendo con indulgencia.
—¡Oye! —dice—. ¡Pensé que eras tú, te vi dando tumbos como un loco todo el camino por la calle!
El cabo observa mientras ella me arrastra hasta mis pies y me palmea con fuerza en la espalda. Me estremezco, pero le doy una sonrisa que dice que la he conocido toda mi vida.
—Te he extrañado —me decido a decir.
El cabo señala con impaciencia a la chica nueva.
—¿Lo conoces?
La chica revolotea su negro cabello corto y le da la sonrisa más coqueta que he visto en mi vida.—¿Conocerlo, señor? Estuvimos en el mismo escuadrón en nuestro primer año. —Ella me guiña el ojo—. Parece que él ha estado haciendo de las suyas en los clubes de nuevo.
El cabo resopla en desinterés y pone los ojos en blanco.
—Niños de la Fuerza Aérea, ¿eh? Bueno, asegúrese de que no cause otra escena pública. Tengo casi decidido llamar a su comandante. —Entonces parece recordar por lo que había estado casi corriendo por hacer y se apresura a irse.
Exhalo. ¿Podríamos haber estado más cerca que una llamada?
Después de que él se va, la chica me sonríe atractivamente. Incluso cubierto por una manga, puedo notar que uno de sus brazos tiene un yeso.
—Mis cuarteles están muy cerca —sugiere. Su voz tiene un borde a lo que me dice que no está contenta de vernos—. ¿Qué tal si descansas un rato allí? Incluso puedes traer tu juguete nuevo. —La chica asiente hacia June cuando lo dice.
Kaede. No ha cambiado nada desde la tarde en que la conocí, cuando pensé que no era más que una camarera con un tatuaje en vid. De vuelta antes de que supiera que era un Patriota.
—Lidera el camino —le respondo.
Kaede ayuda a June a llevarme por otra cuadra. Ella nos detiene en las puertas delanteras talladas de Venezia, un conjunto de cuarteles elevados, luego nos introduce más allá de un aburrido guardia en la entrada y a través de la sala principal del edificio. El techo es lo suficientemente alto como para hacerme marear, y vislumbro banderas de la República y retratos del Elector colgando entre cada pilar de piedra que recubre las paredes. Los guardias ya se están apresurando para reemplazar los retratos por unos nuevos. Kaede nos guía a lo largo mientras parlotea sin parar de charlas al azar. Su cabello negro está aún más corto ahora, con un corte recto y a nivel de su barbilla, y sus suaves párpados están manchados con profunda sombra de ojos azul marino. Nunca me di cuenta de que ella y yo somos casi de la misma altura. Soldados pululan de ida y vuelta, y yo sigo esperando que uno de ellos me reconozca de mis anuncios de buscado y haga sonar la alarma. Notarán a June detrás de su disfraz. O se darán cuenta de que Kaede no es un verdadero soldado. Entonces van a estar todos encima de nosotros, y ni siquiera tendremos oportunidad contra ellos.
Pero nadie nos interroga, y mi cojera en realidad nos ayuda a mezclarnos aquí; puedo ver a varios otros soldados con brazos y piernas enyesados. Kaede nos guía hacia el ascensor, nunca he montado uno, porque nunca he estado en un edificio lleno de electricidad. Nos bajamos en el octavo piso. Menos soldados están aquí. De hecho, pasamos a través de una sección completamente vacía de pasillo.
Aquí, ella finalmente deja caer su fachada alegre.
—Ustedes dos se ven casi tan bien como ratas de alcantarilla —murmura Kaede mientras llama suavemente contra una de las puertas—. Esa pierna todavía sigue molestándote, ¿no? Eres muy terca si has venido hasta aquí para encontrarnos. —Se burla ella de June—. Esas extravagantes luces desagradables ensartadas en tu vestido casi me cegaron.
June intercambia una mirada conmigo. Sé exactamente lo que está pensando. ¿Cómo en el mundo puede un grupo de delincuentes vivir en uno de los mayores cuarteles militares de Vegas?
Algo hace clic detrás de la puerta. Kaede la abre de golpe, luego camina con los brazos extendidos.
—Bienvenidos a nuestro humilde hogar —declara con una gran barrida de sus manos—
. Por lo menos por los próximos días. No está mal, ¿no?
No sé lo que esperaba ver. Un grupo de adolescentes, tal vez, o una operación de bajo presupuesto.
En lugar de eso entramos en una habitación donde sólo otras dos personas están esperando por nosotros. Miro a mi alrededor, sorprendido. Nunca he estado en un verdadero cuartel de la República antes, pero éste debe ser reservado para oficiales: no hay manera de que usaran este para albergar soldados regulares. En primer lugar, no es una gran habitación con hileras de literas. Podría ser un apartamento de lujo para uno o dos funcionarios. Hay luz eléctrica en el techo y en las lámparas. Baldosas de mármol de plata y crema cubren el suelo, las paredes están pintadas en tonos de color hueso y un color vino profundo, y los sofás y las mesas tienen alfombras rojas gruesas amortiguando sus patas. Un pequeño monitor queda al ras contra una de las paredes, mostrando en silencio el mismo noticiero que se está reproduciendo en las pantallas gigantes en el exterior.
Dejo escapar un silbido.
—Nada mal en absoluto. —Sonrío, pero se desvanece cuando hecho un vistazo a June. Su rostro está tenso bajo su tatuaje del fénix. A pesar de que sus ojos se mantienen neutrales, ella está definitivamente infeliz y no tan impresionada como yo. Bueno, ¿por qué habría de estarlo? Apuesto a que su apartamento había sido tan bonito como este. Sus ojos vagan por la habitación en un barrido organizado, notando cosas que yo probablemente nunca vi. Aguda y calculada como buen soldado de la República. Una de sus manos persiste cerca de su cintura, donde guarda un par de cuchillos.
Un instante más tarde, mi atención se dirige a una niña de pie detrás del sofá central. Ella clava sus ojos en los míos y los entrecierra como si quisiera asegurarse de que está realmente viéndome. Su boca se abre en estado de shock, sus pequeños labios rosados conforman una O. Su cabello está demasiado corto para trenzarlo ahora, llega hasta la mitad de su cuello en un corte desigual. Espera un segundo. Mi corazón da un vuelco. No la había reconocido por ese cabello.
Tess.
—¡Estás aquí! —exclama. Antes de que pueda responder, Tess corre hacia mí y lanza sus brazos alrededor de mi cuello. Yo retrocedo cojeando, tratando de mantener el equilibrio—. Eres realmente tú… ¡no puedo creer que estés aquí! ¿Estás bien?
No puedo pensar con claridad. Por un segundo, ni siquiera puedo sentir el dolor en mi pierna. Todo lo que puedo hacer es envolver mis brazos apretados alrededor de la cintura de Tess, enterrar mi cabeza en su hombro, y cerrar los ojos. El peso en mi mente se levanta y me deja débil con alivio. Tomo una respiración profunda, tomando consuelo en su calidez y el dulce aroma de su cabello. La había visto todos los días desde que tenía doce años; pero después de sólo unas pocas semanas separados, puedo de repente ver que ella ya no es esa niña de diez años que conocí en un callejón. Ella parece diferente. Más adulta. Siento que algo se agita en mi pecho.
—Me alegro de verte, prima —le susurro—. Te ves bien.Tess solo me aprieta fuerte. Me doy cuenta de que está conteniendo la respiración; que está tratando de no llorar.
Kaede es quien interrumpe el momento.—Basta ya —dice ella—. Este no es el maldito teatro. —Nos separamos a reír torpemente el uno al otro, y Tess se seca los ojos con el dorso de su mano. Ella intercambia una sonrisa incómoda con June. Finalmente, se da la vuelta y se apresura de nuevo a donde otra persona, un hombre, está esperando.
Kaede abre la boca para decir algo más, pero el hombre la detiene con una mano enguantada. Esto me sorprende. A juzgar por la forma en que ella es mandona, hubiera asumido que Kaede está a cargo del grupo. No puedo imaginar a esta chica recibir órdenes de nadie. Pero ahora sólo frunce los labios y se deja caer en el sofá mientras el hombre se alza para hablarnos. Es alto, probablemente de unos cuarenta años, y constituido con un poco de fuerza en los hombros. Su piel es de color marrón claro y su cabello rizado está recogido en una coleta corta y muy rizada. Un par de lentes delgadas, de marco negro, descansa sobre su nariz.
—Así que… Tú debes de ser del que todos hemos oído hablar mucho —dice—. Encantado de conocerte, Day.
Me gustaría poder hacer algo mejor que estar de pie encorvado por el dolor.
—Lo mismo digo. Gracias por recibirnos.
—Por favor perdónenme por no acompañarlos a los dos hasta Vegas nosotros mismos
—dice en tono de disculpa, ajustándose las gafas—. Parece frío, pero no me gusta arriesgar a mis rebeldes sin necesidad. —Sus ojos se fijan en June—. Y supongo que eres la prodigio de la República.
June inclina la cabeza en un gesto que rezuma clase alta.—Aunque, tu traje de acompañante es muy convincente. Vamos a llevar a cabo una prueba rápida para comprobar tu identidad. Por favor, cierra los ojos.
June vacila un segundo, luego lo hace.
El hombre ondea una mano hacia el frente de la sala.
—Ahora da en el blanco en la pared con uno de tus cuchillos.
Parpadeo, entonces estudio las paredes. ¿Blanco? Ni siquiera me había dado cuenta de que una diana con un objetivo apuntado está en una de las paredes cerca de la puerta por la que entramos. Pero June no pasa por alto nada. Ella saca un cuchillo de su cintura, da la vuelta, y lo lanza directamente hacia la diana sin abrir los ojos.
Este golpea profundamente en el tablero, a pocos centímetros del centro de la diana.El hombre aplaude. Incluso Kaede profiere un gruñido de aprobación, seguido de entornar los ojos.
—Oh, por Dios —la escucho murmurar. June se vuelve de nuevo a nosotros y espera la respuesta del hombre. Permanezco sorprendido en silencio. Nunca en mi vida he visto a nadie manejar una cuchilla de esa forma. Y a pesar de que he visto un montón de cosas increíbles de parte de June, esta es la primera vez que he sido testigo de su uso de un arma. La vista provoca tanto una gran emoción como un escalofrío a través de mí, trayendo recuerdos que he forzado en un armario en mi mente, pensamientos que preciso mantener enterrados si quiero mantener la concentración, seguir adelante.
—Mucho gusto, señorita Iparis —dice el hombre, poniendo sus manos detrás de su espalda—. Ahora, dime. ¿Qué te trae por aquí?
June asiente hacia mí, así que hablo en su lugar.—Necesitamos su ayuda —digo—. Por favor. Vine por Tess, pero también estoy tratando de encontrar a mi hermano Eden. No sé para qué lo está utilizando la República o dónde lo están reteniendo. Pensamos que ustedes eran las únicas personas fuera de las fuerzas armadas que podrían ser capaces de obtener información. Y, por último, parece que mi pierna tiene que ser operada. —Tomo aire cuando otro espasmo de agonía abrasa mi herida. El hombre mira hacia abajo a mi pierna; sus cejas se frunce de preocupación.
—Esa es toda una lista —dice él—. Deberías sentarte. Pareces un poco inestable en tus pies. —Él espera pacientemente a que me mueva, pero cuando no lo hago, se aclara la garganta—. Bueno, se han presentado a sí mismos; es justo para mí hacer lo mismo. Mi nombre es Razor, y actualmente dirijo a los Patriotas. He estado dirigiendo la organización desde hace unos años, más de lo que tú has estado causando problemas en las calles de Lake. Quieres nuestra ayuda, Day, pero me parece recordar que declinaste nuestras invitaciones a unirte a nosotros. Varias veces.
Se vuelve hacia la ventana de vidrios polarizados que se enfrenta a los muelles de aterrizaje en forma de pirámide que recubren la zona. La vista desde aquí es increíble. Dirigibles se deslizan de ida y vuelta en el cielo nocturno, cubierto de luces, varias de ellas del acoplamiento justo por encima de la cima de las pirámides, como piezas de un rompecabezas. De vez en cuando vemos las formaciones de aviones de combate, negros de forma similar a un águila, despegando y aterrizando en las cubiertas de los dirigibles. Es una corriente sin fin de actividades. Mis ojos se lanzan de un edificio a otro; los muelles piramidales, en particular, serían los más fáciles de manejar, con ranuras cortadas en cada lado y crestas escalonadas bordeando sus orillas.
Me doy cuenta que Razor está a la espera de nuevo para que responda.—Yo no estaba del todo cómodo con el número de muertos de tu organización — ofrezco.
—Pero ahora, al parecer, lo estás —dice Razor. Sus palabras son reñidas, pero su tono es simpático mientras pone sus manos juntas y presiona las puntas de los dedos en sus labios—. Debido a que tú nos necesita. ¿Correcto?
Bueno, no puedo discutir con eso.
—Lo siento —digo—. Nos estamos quedando sin opciones. Pero créeme, lo entenderé si nos rechazas. Eso sí, no nos entregues a la República, por favor. —Fuerzo una sonrisa.
Él se ríe de mi sarcasmo. Me concentro en la protuberancia de su nariz torcida y me pregunto si se la ha roto antes.
—Al principio, tuve la tentación de dejar que ambos vagaran en Vegas hasta que fueran capturados —continúa. Su voz tiene la suavidad de un aristócrata, culto y carismático—
. Voy a ser franco contigo. Tus habilidades no son tan valiosas para mí como solían serlas, Day. Con los años, hemos contratado a otros corredores, y ahora, con todo el respeto, agregar a alguien a nuestro equipo no es una prioridad. Tu amiga ya sabe —se detiene para asentir a June—, que los Patriotas no son una obra de caridad. Nos está pidiendo una gran cantidad de ayuda. ¿Qué nos vas a dar a cambio? No puedes estar llevando mucho dinero.
June me da una mirada mordaz. Ella podría haberme advertido sobre esto en nuestro viaje en tren, pero no puedo rendirme ahora. Si los Patriotas nos rechazan, realmente vamos a estar por nuestra cuenta.
—No tenemos mucho dinero —reconozco—. No voy a hablar por June, pero si hay algoque pueda hacer a cambio de tu ayuda, sólo dilo.
Razor cruza sus brazos, luego camina hacia el bar del apartamento, un mostrador de granito elaborado incrustado en la pared y docenas de estanterías con botellas de vidrio de todas las formas y tamaños. Se toma su tiempo en verter una bebida; esperamos. Cuando termina su preparación, toma el vaso en una mano y se pasea de nuevo hacia nosotros.
—Hay algo que nos puedes ofrecer —comienza—. Afortunadamente, has llegado en una noche muy interesante. —Toma un sorbo de la bebida y se sienta en el sofá—. Como probablemente han aprendido mientras estaban allá abajo en la calle, el antiguo Elector Primo ha muerto hoy; algo que muchos en los círculos de élite de la República han visto venir. En cualquier caso, su hijo, Anden, es ahora el nuevo Elector de la República. Prácticamente un niño, y en gran medida repudiado por los senadores de su padre. —Se inclina hacia delante, diciendo cada palabra con cuidado y peso—. Pocas veces ha estado la República tan vulnerable como lo es ahora. Nunca habrá un mejor momento para iniciar una revolución. Tus habilidades físicas podrían ser prescindibles para nosotros, pero hay dos cosas que nos puede dar que los otros corredores no pueden. Uno: tu fama, tu condición de campeón entre la gente. Y dos —señala con su copa a June—, tu encantadora amiga.
Me tenso ante eso, pero los ojos de Razor son cálidos como la miel y me encuentro a la espera de escuchar el resto de su propuesta.
—Yo estaría encantado de recibirte, y los dos estarán bien cuidados. Day, podemos conseguirte un médico excelente, y pagar una operación que va a hacer que tu pierna mejore como nueva. No sé el paradero de tu hermano, pero podemos ayudarte a encontrarlo, y, finalmente, podemos ayudarlos a escapar en las Colonias, si eso es lo que quieren. A cambio, nos gustaría pedir tu ayuda con un proyecto nuevo. No se hacen preguntas. Pero ambos necesitarán prometer su lealtad a los Patriotas antes de que vaya a revelar ningún detalle acerca de lo que van a hacer. Estas son mis condiciones. ¿Qué piensas?
June ve de mí a Razor. Luego levanta la barbilla.
—Estoy dentro. Voy a jurar lealtad a los Patriotas.
Hay un ligero temblor en sus palabras, como si entendiera que está realmente dándole la espalda a la República. Trago saliva. No esperaba que ella aceptara con tanta rapidez; pensé que iba a necesitar algo de persuasión antes de comprometerse a un grupo que tan obviamente odiaba hace apenas unas semanas. El hecho de que dijo que sí tira de mi corazón. Si June se está dando a los Patriotas, entonces ella debe darse cuenta que no tenemos ninguna mejor opción. Y está haciendo esto por mí. Alzo mi voz.
—Yo también.Razor sonríe, se levanta del sofá, y sostiene su copa como si brindara con nosotros. Luego la deja en la mesa de café y viene a darnos a cada uno un firme apretón de manos.
—Ya es oficial, entonces. Van a ayudarnos a asesinar al nuevo Elector Primo.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Me dio mucho gusto que Day encontrara a Tess, Kaede siempre tiene una actitud horrible, espero que la cambie, o tal vez las circunstancias la hicieron así, pero bueno, no me fió mucho de Razor, pero por lo desesperados que Day y June están terminaron aceptando unirse a ellos, ahora tendrán que matar al nuevo Elector
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
El nuevo Elector Primo es el joven que conocio June en el baile, un poco rara y sorpresiva la muerte del padre.
No me fio ni de Keade ni de Razor. Que alegria que encontraron a Tess.
Gracias @yiniva por el capi
No me fio ni de Keade ni de Razor. Que alegria que encontraron a Tess.
Gracias @yiniva por el capi
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Capitulo June (Capitulo 1)
Mucha instrucción, creí que esa parte estaba cubierta del libro anterior…
Capitulo largo sin nada de avance… debería haber empezada este libro con algo ya construido y no solo con la continuación del anterior… es como si lo hubieran separado para que el tomo 1 no fuera tan largo.
Muchas cosas me recuerdan a Shatter Me de Tahereh Mafi .
Capitulo Day (Capitulo 2)
Los Patriotas son lo peor, en verdad el grupo de rebelde solo ayuda a cambio de dinero y si puedes hacer trabajos para ellos, pero de otra forma mejor olvidarlos. Con grupos de rebeldía tan poco solidario, perojos andar solo.
Razor jugo todas sus cartas en ellos dos… y lo peor es que gano sin mucho esfuerzo. Puede ser que la juventud que tienen especialmente June, ayuda en la trampa de este cobarde.
Mucha instrucción, creí que esa parte estaba cubierta del libro anterior…
Capitulo largo sin nada de avance… debería haber empezada este libro con algo ya construido y no solo con la continuación del anterior… es como si lo hubieran separado para que el tomo 1 no fuera tan largo.
Muchas cosas me recuerdan a Shatter Me de Tahereh Mafi .
Capitulo Day (Capitulo 2)
Los Patriotas son lo peor, en verdad el grupo de rebelde solo ayuda a cambio de dinero y si puedes hacer trabajos para ellos, pero de otra forma mejor olvidarlos. Con grupos de rebeldía tan poco solidario, perojos andar solo.
Razor jugo todas sus cartas en ellos dos… y lo peor es que gano sin mucho esfuerzo. Puede ser que la juventud que tienen especialmente June, ayuda en la trampa de este cobarde.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Cap. 1 entiendo que Day se preocupe por Tess, pero lo que está haciendo es suicidio y no veo una fuerte justificación para ello. El Elector primo murió y fue reemplazado por su hijo, nadie cuestiona, pero no entiendo cómo la tensión en los soldados aumenta en lugar de disminuir si se supone q es una ciudad militar, no creo q esperaran resistencia y ahora Day colapsa en medio de todos...
Cap 2: bueno, la han librado por poco gracias a la intervención de Kaede, me gustó el reencuentro de Day y Tess, aunque me sorprendió q Tess al ser una incorporación nueva estuviera ya al lado del líder de las colonias, se nota que June aceptó más por Day q otra cosa, pero ese plan de asesinar al nuevo elector es simplemente loco.
Cap 2: bueno, la han librado por poco gracias a la intervención de Kaede, me gustó el reencuentro de Day y Tess, aunque me sorprendió q Tess al ser una incorporación nueva estuviera ya al lado del líder de las colonias, se nota que June aceptó más por Day q otra cosa, pero ese plan de asesinar al nuevo elector es simplemente loco.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
JUNE
No confío en Razor.
No me fío de él porque no entiendo cómo puede darse el lujo de esconderse en esos cuarteles tan acogedores. En el cuartel de un oficial, en Vegas de todos los lugares. Cada una de estas alfombras tiene un valor de al menos 29.000 Billetes, hechas de una especie de lujosa piel sintética. Diez luces eléctricas en una sola habitación, todas encendidas. Su uniforme es impecable y nuevo. Incluso tiene un arma personalizada colgando de su cinturón. Acero inoxidable, probablemente ligera, embellecida a mano. Mi hermano solía tener armas como esas. Dieciocho mil Billetes y hasta más sólo por una. Es más, el arma de Razor debe estar hackeada. De ninguna manera la República le está rastreando por huellas dactilares o localizaciones. ¿De dónde consiguen el dinero los Patriotas y las habilidades para modificar esos equipos avanzados?
Todo esto me lleva a dos teorías:
Uno: Razor debe ser una especie de comandante en la República, un oficial de doble cruce. ¿De qué otra forma puede alojarse en este apartamento en el cuartel sin ser detectado?
Dos: Los Patriotas están siendo financiados por alguien con mucho dinero. ¿Las Colonias? Es posible.
A pesar de todas mis sospechas y conjeturas, la oferta de Razor sigue siendo lo mejor que vamos a conseguir. No tenemos dinero para comprar ayuda en el mercado negro, y sin ayuda, no tenemos ninguna posibilidad de encontrar a Eden o llegar a las Colonias. Además, ni siquiera estoy segura de que podríamos haber rechazado la oferta de Razor.
Desde luego, no nos ha amenazado de ninguna manera, pero dudo que simplemente nos deje regresar de nuevo a la calle.
Por el rabillo de mi ojo, veo a Day esperando mi respuesta a la declaración de Razor. Todo lo que necesito ver es la palidez de sus labios y el dolor lacerando en su rostro, sólo unas de las decenas de señales de su desvanecida fuerza. A este punto, creo que su vida depende de nuestro acuerdo con Razor.
—Asesinar al nuevo Elector —digo—. Hecho. —Mis palabras suenan extrañas y distantes. Por un momento, pienso cuando conocí a Anden y su difunto padre en el baile de celebración de la captura de Day. La idea de matar a Anden hace que se me revuelva el estómago. Él es el Elector de la República ahora. Después de todo lo que le ha pasado a mi familia, debería estar feliz por la oportunidad de matarlo. Pero no lo estoy, y eso me confunde.
Si Razor nota mi vacilación, él no lo demuestra. En cambio, asiente aprobatoriamente.
—Voy a hacer una llamada urgente por un médico. Probablemente no serán capaces de llegar hasta la medianoche; que es cuando se hace el cambio de turnos. Es lo más rápido que podemos hacer en un horario tan apretado. Mientras tanto, vamos a quitarles esos disfraces y darles algo más presentable. —Él mira hacia Kaede. Ella está apoyada en el sofá con los hombros encorvados y una mueca irritada, masticando distraídamente un mechón de su cabello—. Muéstrales la ducha y dales un par de uniformes nuevos. Después, tendremos una cena tardía, y podemos hablar más acerca de nuestro plan. —Él extiende los brazos—. Bienvenidos a los Patriotas, mis jóvenes amigos. Estamos contentos de tenerlos.
Y así, estamos ligados oficialmente a ellos. Tal vez no es tan malo, tal vez yo nunca debí haber discutido con Day de esto en primer lugar. Kaede nos insta a seguirla hacia una sala contigua en el apartamento y nos guía a un amplio cuarto de baño, con azulejos de mármol y lavamanos de porcelana, espejo e inodoro, bañera y ducha con paredes de cristal esmerilado. No puedo evitar admirarlo todo. Esta es una riqueza que va más allá incluso de lo que yo tenía en mi apartamento en el sector Ruby.
—No tienen toda la noche para esto —dice—. Tomen turnos, o pónganse cómodos y dúchense juntos, si es más rápido. Simplemente regresen allí en media hora. —Kaede me sonríe (aunque la sonrisa no llega a sus ojos), luego le da a Day un pulgar en alto mientras él se apoya en gran medida en mi hombro. Ella se aleja y desaparece por el pasillo antes de que yo pueda contestar. No creo que ella me haya perdonado por completo por romper su brazo.
Day se encorva al instante que Kaede se ha ido.
—¿Puedes ayudarme a sentarme? —susurra.
Bajo la tapa del inodoro y lo siento muy despacio sobre ella. Él extiende su pierna buena, entonces tensa su mandíbula cuando intenta extender la pierna herida. Un gemido escapa de sus labios.
—Tengo que admitirlo —murmura—, he tenido días mejores.—Por lo menos Tess está a salvo —le respondo. Esto alivia un poco el dolor en sus ojos.
—Sí —repite, suspirando profundamente—. Por lo menos Tess está a salvo. —Siento una punzada imprevista de culpa. El rostro de Tess se había visto tan dulce, tan absolutamente bien. Y los dos se separaron por mi culpa.
¿Yo estoy bien? Realmente no lo sé.
Ayudo a Day a quitarse la chaqueta y la gorra. Su largo cabello se extiende en cortina a través de mis brazos.
—Déjame ver esa pierna. —Me arrodillo, y saco un cuchillo de mi cinturón. Deslizo la tela de su pantalón hasta la mitad del muslo. Sus músculos de las piernas son delgados y tensos, y mis manos tiemblan cuando rozan a lo largo de su piel.
Cautelosamente, retiro la tela para exponer la herida vendada. Los dos contenemos la respiración. La tela tiene una masiva mancha de sangre oscura y húmeda, y por debajo de ella, la herida está exudando e hinchándose.
—Será mejor que esos médicos lleguen aquí pronto —digo—. ¿Estás seguro de que puedes ducharte por tu cuenta?Day aparta la mirada, y sus mejillas se vuelven rojas.
—Por supuesto que puedo. Levanto una ceja.
—Ni siquiera puedes estar de pie.
—Bien. —Vacila, luego se sonroja—. Supongo que me vendría bien un poco de ayuda. Trago fuerte.
—Bueno. Entonces, solo un baño. Vamos a hacer lo que tenemos que hacer.
Empiezo a llenar la bañera con agua caliente. Luego, tomo el cuchillo y corto lentamente a través de las vendas ensangrentadas envueltas alrededor de la herida de Day. Nos sentamos en silencio, ninguno de los dos mirando a los ojos del otro. La herida en sí misma está tan mala como siempre, una masa del tamaño de un puño de carne abierta que Day evita mirar.
—No tienes que hacer esto —murmura, rodando los hombros en un intento de relajarse.—De acuerdo. —Le dedico una sonrisa irónica—. Voy a esperar fuera de la puerta del baño y venir a ayudar después de que resbales y te golpees por tu cuenta.
—No —responde Day—. Quiero decir, no tienes que unirte a los Patriotas. Mi sonrisa se desvanece.
—Bueno, no tenemos muchas opciones, ¿verdad? Razor nos quiere a los dos a bordo, o no nos va a ayudar en absoluto.
La mano de Day toca mi brazo por un segundo, deteniéndome en medio de desatar sus botas.
—¿Qué piensas de su plan?—¿Asesinar al nuevo Elector? —Me doy la vuelta, concentrándome en desatar, y luego aflojar tan cuidadosamente como puedo cada una de sus botas. Es una pregunta que no he considerado todavía, así que la evado—. Bueno, ¿qué crees? Quiero decir, te esfuerzas en evitar dañar a otras personas. Esto debe ser un poco sorpresivo.
Me sobresalto cuando Day sólo se encoge de hombros.—Hay un momento y un lugar para todo. —Su voz es fría, más dura de lo habitual—. Nunca vi el punto de matar a soldados de la República. Quiero decir, los odio, pero no son la fuente. Ellos sólo obedecen a sus superiores. Sin embargo, ¿el Elector? No sé. Deshacerse de la persona a cargo de todo este elaborado sistema parece un pequeño precio a pagar por el inicio de una revolución. ¿No te parece?
No puedo dejar de sentir cierta admiración por la actitud de Day. Lo que dice tiene mucho sentido. Sin embargo, me pregunto si él habría dicho lo mismo hace unas semanas, antes de todo lo que había sucedido a su familia. No me atrevo a hablar de la vez que me presenté a Anden en el baile de celebración. Es más difícil de reconciliar para sí mismo matar a alguien que realmente has conocido, y admirado, en persona.
—Bueno, como he dicho. No tenemos otra opción.Los labios de Day se tensan. Él sabe que yo no le voy a decir lo que realmente pienso.
—Debe ser difícil para ti dar la espalda a tu Elector —dice. Sus manos permanecen holgadas a su lado.
Mantengo mi cabeza baja y empiezo a tirar de las botas.
Mientras dejo a un lado sus botas, Day se saca su chaqueta y empieza a desabrocharse el chaleco. Me recuerda a cuando lo conocí por primera vez en las calles de Lake. En aquel entonces, se quitaba el chaleco cada noche y se lo daba a Tess para utilizarlo como una almohada. Eso fue lo más que he visto desnudarse a Day. Ahora se desabrocha el cuello de su camisa, dejando al descubierto el resto de su garganta y un atisbo de su pecho. Veo el colgante atado alrededor de su cuello, el cuarto de dólar Estadounidense cubierto de metal liso en ambos lados. En el oscuro silencio del vagón, él me habló sobre su padre trayéndolo de vuelta desde el frente de guerra. Se detiene cuando termina de deshacer el último botón, luego cierra los ojos. Puedo ver el dolor cruzar por su rostro, y la vista me desgarra. El criminal más buscado de la República es sólo un niño, sentado frente a mí, de repente vulnerable, dejando al descubierto todas sus debilidades ante mi vista.
Me enderezo y llego hasta su camisa. Mis manos tocan la piel de sus hombros. Trato de mantener mi respiración nivelada, mi mente aguda y calculada. Pero a medida que le ayudo a quitar la camisa y revela sus brazos desnudos y pecho, puedo sentir las esquinas de mi lógica borrarse crecientemente. Day está en forma y delgado debajo de su ropa, su piel sorprendentemente suave a excepción de una cicatriz ocasional (tiene cuatro desvaneciéndose en el pecho y cintura, otra que es una línea diagonal fina que va desde la clavícula izquierda al hueso de la cadera derecha, y una costra de curación en su brazo). Él me sostiene con su mirada. Es difícil describir a Day a aquellos que nunca lo han visto antes: exótico, único, abrumador. Está muy cerca ahora, lo suficientemente cerca de mí para ver la diminuta imperfección ondulada en el océano de su ojo izquierdo. Sus respiraciones salen superficiales y calientes.
El calor sube hasta mis mejillas, pero no quiero girarme.—Estamos en esto juntos, ¿verdad? —susurra—. ¿Tú y yo? Tú quieres estar aquí, ¿cierto? Hay culpabilidad en sus preguntas.
—Sí —respondo—. Yo elegí esto.
Day me lleva lo suficientemente cerca para que nuestras narices se toquen.
—Te quiero.
Mi corazón revolotea con entusiasmo ante el deseo en su voz; pero al mismo tiempo, la parte técnica de mi cerebro se enciende al instante. Altamente improbable, se burla este. Hace un mes, ni siquiera sabías que existía. Así que dejo escapar:
—No, no lo haces. Todavía no.Day frunce el entrecejo, como si le hubiera hecho daño.
—Lo digo en serio —dice contra mis labios.
Soy impotente ante el dolor en su voz. Pero aun así. No son más que las palabras de un chico en el calor del momento. Trato de esforzarme por decirle lo mismo a él, pero las palabras se congelan en mi lengua.
¿Cómo puede él estar tan seguro de esto? Yo desde luego no entiendo todos estos nuevos y extraños sentimientos dentro de mí; estoy aquí porque lo amo, ¿o porque se lo debo?
Day no espera a mi respuesta. Una de sus manos vaga alrededor de mi cintura y luego la aplasta contra mi espalda, empujándome más cerca de modo que estoy sentada sobre su pierna buena. Un suspiro se me escapa. Luego él presiona sus labios contra los míos, y mi boca se abre. Levanta su otra mano hasta tocar mi cara y cuello; sus dedos son a la vez toscos y refinados. Day mueve lentamente sus labios para besar a un lado de mi boca, mi mejilla, luego la línea de mi mandíbula. Mi pecho está ahora firmemente contra el suyo, y mis muslos rozan la suave cresta del hueso de su cadera. Cierro los ojos. Mis pensamientos se sienten ahogados y distantes, escondidos detrás de una nube trémula de calidez. Una corriente subterránea de detalles prácticos en mi mente lucha hasta la superficie.
—Kaede se fue hace ocho minutos —suspiro a través de los besos de Day—. Esperan que volvamos en veinte y dos.
Day enrosca su mano a través de mi cabello y tira suavemente mi cabeza hacia atrás, dejando al descubierto mi cuello.
—Que esperen —murmura. Siento sus labios trabajar suavemente a lo largo de la piel de mi garganta, cada beso más duro que el anterior, más impaciente, más urgente, más hambriento. Sus labios vuelven a mi boca, y puedo sentir los restos de cualquier auto- control escapársele, reemplazado con algo instintivo y salvaje.
Te quiero, sus labios están tratando de convencerme. Me están debilitando tanto que estoy a punto de desplomarme en el suelo. He besado a unos cuantos chicos en el pasado… pero Day me hace sentir como si nunca hubiera besado a nadie antes. Como si el mundo se ha desvanecido en algo sin importancia.
De pronto se libera y gime suavemente en dolor. Lo veo apretar los ojos, luego tomar una respiración profunda, estremeciéndose. Mi corazón está golpeando con furia contra mis costillas. La pasión se ha esfumado entre nosotros, y mis pensamientos encajan en su lugar cuando recuerdo con una lenta sensación de hundimiento en dónde estamos y lo que todavía tenemos que hacer. Me había olvidado de que el agua seguía corriendo, la bañera está casi llena. Me acerco y doy vuelta a la llave. El suelo de baldosas se siente frío contra mis rodillas. Me estremezco por completo.
—¿Listo? —digo, tratando de estabilizarme. Day asiente sin decir nada. El momento ha terminado; el brillo de sus ojos se ha atenuado.
Vierto un poco de gel de baño líquido en la bañera y revuelvo el agua alrededor hasta que se forma espuma. Después tomo una de las toallas colgando en el baño y la envuelvo alrededor de la cintura de Day. Ahora viene la parte difícil. Él se las arregla para hurgar debajo de la toalla y aflojar sus pantalones, y yo le ayudo a bajarlos. La toalla cubre todo lo que tiene que estar cubierto, pero aun así aparto mis ojos.
Ayudo a Day —ahora con nada excepto la toalla y el colgante— a ponerse de pie, y después de algunas dificultades, conseguimos meter su pierna sana en la bañera, así lo puedo bajar suavemente en el agua. Tengo cuidando de mantener su pierna herida en alto y seca. Day aprieta la mandíbula para no gritar de dolor. En el momento en que se instala en la bañera, sus mejillas están húmedas por las lágrimas.
Lleva quince minutos frotarlo, y limpiar todo su cabello. Cuando terminamos, le ayudo a ponerse de pie y cerrar los ojos mientras agarra una toalla seca para envolver alrededor de su cintura. La idea de abrir los ojos ahora mismo y verlo desnudo ante mí envía a correr mi sangre con fuerza en mis venas. ¿Cómo se ve un chico desnudo, de todos modos? Estoy molesta por la forma obvia que el calor de mi rubor debe ser. Después, el momento ha terminado; pasamos unos minutos más tratando de sacarlo de la bañera. Cuando por fin ha terminado y se sienta en la tapa del inodoro, me acerco a la puerta del baño. No me había dado cuenta antes, pero alguien había abierto un poco la puerta y nos dejó un par de uniformes de soldado para nosotros. Uniformes del batallón de tierra, con botones de Nevada. Se va a sentir raro ser un soldado de la República otra vez. Pero los traigo adentro.
Day me da una sonrisa débil.—Gracias. Se siente bien estar limpio.
Su dolor parece traer de vuelta a lo peor de sus recuerdos de las últimas semanas, y ahora toda su emoción se despliega claramente en su rostro. Sus sonrisas se han convertido en la mitad de lo que solían ser. Es como si la mayor parte de su felicidad murió la noche en que perdió a John, y sólo una pequeña porción de él permanece… en su mayoría una parte que guarda para Eden y Tess. En secreto, espero que guarde una parte de su alegría para mí también.
—Date la vuelta y ponte tu ropa —le digo—. Y espera afuera del baño por mí. Voy a ser rápida.Regresamos a la sala de estar siete minutos tarde. Razor y Kaede nos están esperando. Tess se sienta sola en un rincón del sofá, con las piernas dobladas hasta la barbilla, mirándonos con una expresión reservada.
Un instante después, huelo el aroma de pollo y papas al horno. Mis ojos se lanzan a la mesa del comedor, donde cuatro platos llenos de comida están puestos cuidadosamente, haciéndonos señas. Trato de no reaccionar ante el olor, pero mi estómago ruge.
—Excelente —dice Razor, sonriéndonos. Él descansa su mirada sobre mí—. Se limpiaron muy bien. —Luego se gira a Day y sacude la cabeza—. Organizamos que trajeran un poco de comida para ser educados, pero ya que vas a tener una cirugía en las próximas horas, vas a tener que mantener tu estómago vacío. Lo siento, sé que debes estar hambriento. June, por favor, sírvete.
Los ojos de Day también se fijan en la comida.
—Eso es simplemente genial —murmura.
Me uno a los demás en la mesa, mientras Day se extiende en el sofá y se pone tan cómodo como puede. Estoy a punto de recoger mi plato y sentarme a su lado, pero Tess se me adelanta, sentándose en el borde del sofá de modo que su espalda toca el costado de Day. Mientras Razor, Kaede, y yo comemos en silencio en la mesa, de vez en cuando robo miradas al sofá. Day y Tess hablan y ríen con la facilidad de dos personas que se conocen desde hace años. Me concentro en mi comida, la pasión de nuestro encuentro en el baño sigue ardiendo en mis labios.
He contado hasta cinco minutos en mi cabeza cuando Razor finalmente toma un sorbo de su bebida y se inclina hacia atrás.
Lo observo con atención, todavía me pregunto por qué uno de los líderes de los Patriotas —el jefe de un grupo al que siempre había asociado con el salvajismo— es tan amable.
—Señorita Iparis —dice—. ¿Cuánto sabe acerca de nuestro nuevo Elector? Niego con la cabeza.—No mucho, me temo. —A mi lado, Kaede resopla y sigue excavando en su cena.
—Sin embargo, lo has visto antes —dice Razor, revelando lo que había esperado mantener oculto de Day—. Esa noche en el baile, ¿el que se llevó a cabo para celebrar la captura de Day? Le besó la mano. ¿Correcto? —Day se detiene en su conversación con Tess. Me estremezco interiormente.Razor no parece darse cuenta de mi malestar.
—Anden Stavropoulos es un joven interesante —dice—. El Elector difunto lo amaba mucho. Ahora que Anden es Elector, los senadores se sienten incómodos. La gente está enojada, y no les importa si Anden es diferente del último Elector. No importa qué discursos pueda dar Anden a favor de ellos, todo lo que van a ver es a un hombre rico que no tiene idea de cómo sanar sus sufrimientos. Están furiosos con Anden por permitir pasar la ejecución de Day, por cazarlo, por no decir una palabra en contra de las políticas de su padre, por poner un precio a la búsqueda de June… y la lista continúa. El Elector difunto tenía un férreo control sobre los militares. Ahora la gente sólo ve a un rey joven que tiene la oportunidad de levantarse y convertirse en otra versión de su padre. Estos son los puntos débiles que queremos explotar, y esto nos lleva al plan que tenemos en estos momentos en mente.
—Pareces saber mucho sobre el joven Elector. También pareces saber mucho acerca de lo que pasó en el baile de celebración —le respondo. No puedo contener mi sospecha por más tiempo—. Supongo que es porque fuiste también un invitado esa noche. Debes ser un oficial de la República, pero sin un rango lo suficientemente alto como para llegar a una audiencia con el Elector. —Estudio las ricas alfombras de terciopelo de la habitación y los mostradores de granito—. Estas son tus verdaderas oficinas en el cuartel, ¿no es así?
Razor parece un poco desilusionado por mi crítica a su rango (que, como siempre, es un hecho que yo no había tenido intención decir como un insulto), pero rápidamente lo deniega con una risa.
—Puedo ver que no habrá secretos contigo. Chica especial. Bueno, mi título oficial es comandante Andrew DeSoto, y manejo tres de las patrullas de la ciudad de la capital. Los Patriotas me dieron mi nombre de calle. He estado organizando la mayoría de sus misiones por un poco más de una década.
Day y Tess están escuchando con atención ahora.—Eres un oficial de la República —repite Day vacilante, con los ojos pegados a Razor—
. Un comandante de la capital. Hum. ¿Por qué estás ayudando a los Patriotas? Razor asiente, apoyando ambos codos en la mesa y juntando sus manos.
—Supongo que debería empezar por darles a ambos algunos detalles sobre la forma en que trabajamos. Los Patriotas han estado alrededor de treinta años más o menos; comenzaron como un conjunto disperso de rebeldes. En los últimos quince años, se han unido en un intento de organizarse y a su causa.
—La llegada de Razor cambió todo, por lo que he oído —ofrece Kaede—. Habían cambiado a través de líderes todo el tiempo, y la financiación siempre había sido un problema. Las conexiones de Razor con las Colonias han estado trayendo más dinero para las misiones que nunca antes.
Metias había estado aún más ocupado el último par de años tratando con los ataques de los Patriotas en Los Ángeles, recuerdo.
Razor asiente a las palabras de Kaede.
—Estamos peleando por reunificar las Colonias y la República, para recobrar a los Estados Unidos a su antigua gloria. —Sus ojos muestran una mirada determinada—. Y estamos dispuestos a hacer lo que haga falta para lograr nuestro objetivo.
Los antiguos Estados Unidos, pienso, mientras Razor continúa. Day me había mencionado los Estados Unidos durante nuestro escape de Los Ángeles, sin embargo yo aún permanecía escéptica. Hasta ahora.
—¿Cómo funciona la organización? —pregunté.
—Mantenemos un ojo en las personas que tienen talentos y habilidades que necesitamos, y luego tratamos de reclutarlos —dijo Razor—. Normalmente somos buenos atrayendo gente abordo, aunque algunas personas toman más tiempo que otras. —Hace una pausa mientras inclina el vaso en dirección de Day—. Soy considerado un Líder en los Patriotas; hay algunos de nosotros, trabajando desde adentro y estructurando las misiones rebeldes. Kaede aquí es una piloto. —Kaede ondea su mano mientras sigue devorando su comida—. Ella se nos unió después de que fue expulsada de la Academia de Aviación de las Colonias. El cirujano de Day es un médico certificado, y la joven Tess es un médico en entrenamiento. También tenemos luchadores, corredores, exploradores, hackers, escoltas, y más. Te colocaría como una luchadora, June, aunque tus habilidades parecen caer dentro de varias categorías. Y Day, por supuesto, es el mejor corredor que alguna vez he visto. —Razor sonríe un poco y termina su bebida—. Aunque, ustedes dos técnicamente deberían estar en una nueva categoría. Celebridades. Esa es la manera en la que serán de más utilidad para nosotros, y es por eso que no los arrojé a ambos de regreso a las calle.
—Tan amable de tu parte —dice Day—. ¿Cuál es el plan?
Razor me señala.
—Antes, te pregunté cuánto sabías acerca de nuestro Elector. Escuché algunos rumores hoy. Decían que Anden estuvo bastante prendado de ti en el baile. Alguien le escuchó preguntar si podrías ser transferida a una patrulla en la capital. Incluso existe el rumor de que quería que fueses entrenada como el próximo Princeps del Senado.
—¿El próximo Princeps? —Sacudí mi cabeza automáticamente, abrumada por la idea—. Probablemente nada más que un rumor. Ni siquiera diez años de entrenamiento serían suficientes para prepararme para eso.
Razor sólo se rio de mi declaración.
—¿Qué es un Princeps? —habló Day. Sonaba molesto—. Algunos de nosotros no somos muy versados en la jerarquía de la República.
—El Líder del Senado —contestó Razor en tono casual, sin voltear en su dirección—. La sombra del Elector. Él, o ella, es su compañero en el comando… y algunas veces más. Siempre resulta de esa manera al final, después del requisito de una década en entrenamiento. La madre de Anden fue la última Princeps, después de todo.
Miré instintivamente hacia Day. Su mandíbula estaba tensa, y estaba muy quieto, pequeñas señales que decían que prefería no estar escuchando lo que el Elector piensa de mí o que quizá me quiera como su futura compañera. Me aclaré la garganta.
—Esos rumores son exagerados —insistí de nuevo, tan incómoda con esta conversación como Day—. Aún si fueran ciertos, todavía sería uno de los muchos Princeps en entrenamiento; y te puedo garantizar que sus otras opciones serían senadores experimentados. Pero, ¿cómo planeas usar esa información en su asesinato?
¿Crees que yo voy a…?Kaede interrumpió mis palabras con una carcajada.
—Te estás sonrojando, Iparis —dice—. ¿Te gusta la idea de Anden enamorándose de ti?
—¡No! —digo un poco rápido. Ahora siento el calor subiendo por mi cara, aunque estoy bastante segura de que es porque Kaede está irritándome.
—No seas tan malditamente arrogante —dice ella—. Anden es un hombre muy guapo con mucho de poder y muchas opciones. Está bien sentirse halagada. Estoy segura de que Day entiende.
Razor me salva de responderle frunciendo el ceño en desaprobación.
—Kaede. Por favor. —Ella le hace un mohín y regresa a su comida. Yo echo un vistazo hacia el sofá. Day está mirando al techo. Después de una corta pausa, Razor continúa—
. Incluso ahora, Anden no puede estar seguro que tú hiciste todo en contra de la República, a propósito. Por todo lo que él sabe, podrías hacer sido tomada como rehén cuando Day escapó. O forzada a unirte a Day contra tu voluntad. Existe suficiente incertidumbre por su parte como para insistir que el gobierno te enlistara como una persona desaparecida en lugar de un buscado traidor. Mi punto es que: Anden está interesado en ti, y eso significa que puede ser influenciado por lo que le digas.
—Así que, ¿quieres que regrese a la República? —dije. Mis palabras parecieron hacerse eco. Desde la esquina de mi ojo, vi a Tess removerse infeliz en el sofá. Su boca tiembla con alguna frase no dicha.
Razor asiente.—Exactamente. Originalmente, iba a usar espías de mis propias patrullas de la República para acercarme a Anden; pero ahora tenemos una mejor alternativa. Tú. Tú le dirás al Elector que los Patriotas están tratando de matarlo; pero el plan del que le hables será un señuelo. Mientras todos estén distraídos con el plan falso, nosotros golpearemos con el real. Nuestro objetivo no es sólo matar a Anden, sino poner al país completamente contra él, para que así su régimen esté condenado aún si nuestro plan falla. Eso es lo que ustedes dos pueden hacer por nosotros. Ahora bien, hemos escuchado los reportes de que el nuevo Elector se estará dirigiendo al frente de guerra en las próximas semanas, para tener actualizaciones y reportes de progreso de sus coroneles. El dirigible Dynasty RS será lanzada hacia el frente de guerra pronto, mañana por la tarde, y todos mis escuadrones estarán en ella. Day se unirá a mí, Kaede, y Tess en ese viaje. Nosotros organizaremos el asesinato real, y tú guiarás a Anden a él.
Razor se cruza de brazos y estudia nuestras caras, esperando por nuestras reacciones. Day finalmente encuentra su voz y lo interrumpe.—Esto será increíblemente peligroso para June —argumenta mientras se apoya sobre sí enderezándose en el sofá—. ¿Cómo puedes estar seguro de que ella incluso alcanzará al Elector después de que los militares estén sobre su espalda? ¿Cómo estás seguro de que ellos no sólo empezarán torturándola para sacarle información?
—Confía en mí, sé cómo evitar eso —replica Razor—. No me he olvidado de tu hermano tampoco… si June puede acercarse lo suficiente al Elector, ella podría averiguar en dónde está Eden por su cuenta.
Los ojos de Day se iluminan con eso, y Tess aprieta su hombro.
—En cuanto a ti, Day, nunca he visto un seguimiento público detrás de nadie del modo en que lo hacen por ti. ¿Sabías que ese rayado rojo en tu cabello, se ha convertido en la última moda de la noche a la mañana? —Razor ríe y ondea su mano hacia la cabeza de Day—. Eso es poder. Justo ahora, tú tienes probablemente tanta influencia como el Elector. Quizá más. Si podemos encontrar un modo de usar tu fama para hacer que las personas entren en un frenesí al momento que el asesinato ocurra, el Congreso estará indefenso para detener la revolución.
—Y, ¿qué planeas hacer con esa revolución? —pregunta Day.
Razor se inclina hacia adelante, su cara se torna determinada, incluso esperanzada.
—¿Quieres saber por qué me uní a los Patriotas? Por la misma razón que tú has trabajado contra la República. Los Patriotas saben cuánto has sufrido; todos hemos visto los sacrificios que has hecho por tu familia, el dolor que la República te ha causado. June —dice Razor, asintiendo hacia mí. Me estremezco; no quiero un recordatorio de lo que le pasó a Metias—. He visto tu sufrimiento también. Tu familia entera destruida por la nación que una vez amaste. He perdido la cuenta del número de Patriotas que han venido de circunstancias similares.
Day mira nuevamente al techo cuando mencionan a su familia. Sus ojos están secos, pero cuando Tess se extiende y toma su mano, él aprieta sus dedos alrededor de los suyos.
—El mundo fuera de la República no es perfecto, pero la libertad y oportunidades existen ahí afuera, y todo lo que necesitamos hacer es dejar que esa luz brille sobre la República misma. Nuestro país está al borde, todo lo que necesitamos ahora es una mano para empujarlo. —Se levanta a mitad de su silla y apunta a su pecho—. Nosotros podemos ser esa mano. Con una revolución, la República empezará a derrumbarse, y junto con las Colonias podemos tomarla y reconstruirla en algo grandioso. Serán los Estados Unidos otra vez. Las personas vivirán libremente. Day, tu pequeño hermano crecerá en un lugar mejor. Eso es algo por lo que vale la pena arriesgar nuestras vidas. Eso es algo por lo vale la pena morir. ¿Cierto?
Puedo notar que las palabras de Razor están agitando algo en Day, persuadiendo un brillo en sus ojos que me hace retroceder por su intensidad.
—Algo por lo que vale la pena morir —repite Day.
Yo debería estar emocionada también. Pero, de alguna manera, aún, el pensamiento de la República derrumbándose manda una oleada de nauseas a través de mí. No sé, si es el lavado de cerebro, años de la doctrina de la República perforando mi cerebro. La sensación persiste, sin embargo, junto a un torrente de vergüenza y odio a mí misma.
Todo lo que me era familiar, se ha ido.
yiniva- Mensajes : 4916
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Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
bueno June no esta muy convencida con Razor y a Day no le agrada mucho el plan, no se si funcione, la verdad es que están muy pequeños para ser los mas buscados de la república.
yiniva- Mensajes : 4916
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yiniva- Mensajes : 4916
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Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
DAY
El médico aparece en algún momento frenético después de la medianoche. Ella me prepara.
Razor arrastra una mesa desde la sala de estar a una de las habitaciones más pequeñas, donde cajas de suministros al azar —comida, clavos, clips, cantimploras de agua, lo que sea, lo tienen— están apiladas en las esquinas. Ella y Kaede colocan una sábana de plástico grueso debajo de la mesa. Ellos me atan a la mesa con una serie de cintas. El médico dispone cuidadosamente sus instrumentos de metal. Mi pierna está expuesta y sangrando. June se queda a mi lado mientras ellos hacen todo esto, viendo al médico como si sólo con su supervisión se asegurará de que la mujer no se equivoque. Espero con impaciencia. Cada momento que pasa nos acerca más a la búsqueda de Eden.
Las palabras de Razor me avivan cada vez que pienso en ellas. No sé, tal vez debería haberme unido a los Patriotas hace años.
Tess va y viene de manera eficiente por la sala como asistente del médico, poniéndose guantes en sus manos después de fregar todo, entregando los suministros, observando el proceso con atención cuando no hay nada para que ella haga. Se las arregla para evitar a June. Puedo decir por la expresión de Tess que está nerviosa como el infierno, pero ella no pronuncia ni una sola palabra al respecto. Los dos habíamos charlado entre sí con bastante facilidad durante la cena, cuando se había sentado en el sofá junto a mí; pero algo ha cambiado entre nosotros. No puedo descifrar qué. Si no lo supiera mejor, pensaría que Tess estaba enamorada de mí. Pero es una idea tan extraña, así que rápidamente la descarto. ¿Tess, quien es prácticamente mi hermana, la pequeña niña huérfana de sector Nima?
Excepto que ella ya no es más una niña huérfana. Ahora puedo ver signos claros de adultez en su rostro: menos grasa de bebé, pómulos altos, ojos que no parecen tan enormes como los recuerdo. Me pregunto por qué no me di cuenta de estos cambios antes. Sólo tomó un par de semanas de separación para ser obvio. Debo ser un jodido tonto, ¿no?
—Respira —dice June a mi lado. Ella toma una bocanada de aire como para demostrar cómo se hace.
Dejo de darle vueltas a Tess y me doy cuenta de que he estado aguantando la respiración.
—¿Sabes cuánto tiempo va a tomar? —le pregunto a June. Ella acaricia mi mano con dulzura ante la tensión en mi tono, y siento un poco de culpa. Si no fuera por mí, ella estaría de camino a las Colonias en estos momentos.
—Unas pocas horas. —June se detiene cuando Razor toma lugar al lado del médico. Estrechan las manos, intercambiando dinero con ello. Tess ayuda al médico a ponerse una máscara, luego me da un pulgar en alto. June se vuelve hacia mí.
—¿Por qué no me dijiste que habías conocido el Elector antes? —le susurro—. Siempre has hablado de él como si fuera un completo desconocido.
—Él es un completo desconocido —responde June. Espera un rato, como si estuviera comprobando sus palabras—. Simplemente no vi el punto en decírtelo; no lo conozco, y no tengo ningún sentimiento especial hacia él.
Vuelvo a pensar en nuestro beso en el baño. Entonces vislumbro el retrato del nuevo Elector y me imagino a una June mayor de pie junto a él como la futura Princeps del Senado. Del brazo del hombre más rico de la República. ¿Y qué soy yo, algún sujeto sucio de la calle con dos Billetes en el bolsillo, pensando que realmente voy a ser capaz de aferrarme a esta chica después de pasar unas semanas con ella? Además, ¿he olvidado ya que June perteneció a una élite familiar; que estuvo mezclándose con gente como el joven Elector en fiestas y banquetes de lujo antes, cuando yo todavía estaba a la caza de alimentos en los contenedores de basura en Lake? ¿Y ésta es la primera vez que la he imaginado con hombres de clase alta? De repente me siento tan estúpido por decirle que la quiero, como si fuera capaz de hacer que me quiera en cambio como una chica común de las calles. No lo dijo en respuesta, de todos modos.
¿Por qué siquiera me importa? No debería doler tanto. ¿Debería? ¿No tengo cosas más importantes de qué preocuparme?
El médico se acerca a mí. June aprieta mi mano; soy reacio a dejarla ir. Ella es de un mundo diferente, pero lo dejó todo por mí. A veces me tomo esto por sentado, y entonces me pregunto cómo tengo el valor para dudar de ella, cuando está tan dispuesta a ponerse en peligro por mi causa. Ella fácilmente me podría dejar atrás. Pero no lo hace. Yo elegí esto, me dijo.
—Gracias —le digo. Es todo lo que puedo manejar. June me estudia, luego me da un beso en los labios.—Todo esto habrá terminado antes de que te des cuenta, y entonces, serás capaz de escalar edificios y correr por las paredes tan rápido como siempre lo has hecho. —Ella se queda por un momento más, luego se pone de pie y asiente hacia el médico y Tess. Luego se va.
Cierro los ojos y respiro tembloroso cuando el médico se acerca. Desde este punto de vista, no veo a Tess en absoluto. Bueno, sea como sea que esto se sentirá, no puede ser tan malo como recibir un disparo en la pierna. ¿Cierto?
El médico me tapa la boca con un paño húmedo. Me dejo llevar en un largo y oscuro
túnel.
Luces. Recuerdos de un lugar distante.
—Vamos a terminar esta página —murmura John, sólo escuchando a medias—. A menos que tú tengas que ir a la cama.
Eso hace que me siente más erguido.
—No estoy cansado —insisto.
Los dos nos inclinamos sobre las páginas de nuevo, y John lee la siguiente línea en voz alta.
—“En Denver —dice lentamente—, después de la… finalización… del Muro norte, el Elector Primo… oficialmente… oficialmente…”
—“Consideró” —le digo, ayudándole a seguir.
túnel.
Luces. Recuerdos de un lugar distante.
Estoy sentado con John en nuestra mesita en la sala de estar, ambos iluminados por la luz vacilante de tres velas. Tengo nueve. Él tiene catorce años. La mesa está tan inestable como siempre lo ha sido; una de las patas se está pudriendo, y cada dos meses o así, tratamos de extender su vida clavando más placas de cartón a la misma. John tiene un grueso libro abierto delante de él. Sus cejas están fruncidas en concentración. Lee otra línea, se tropieza con dos de las palabras, y entonces pacientemente sigue a la siguiente.
—Te ves muy cansado —le digo—. Deberías ir a la cama. Mamá va a estar enojada si te ve todavía despierto.—Vamos a terminar esta página —murmura John, sólo escuchando a medias—. A menos que tú tengas que ir a la cama.
Eso hace que me siente más erguido.
—No estoy cansado —insisto.
Los dos nos inclinamos sobre las páginas de nuevo, y John lee la siguiente línea en voz alta.
—“En Denver —dice lentamente—, después de la… finalización… del Muro norte, el Elector Primo… oficialmente… oficialmente…”
—“Consideró” —le digo, ayudándole a seguir.
—“Consideró… que es un crimen…” —John se detiene aquí durante unos segundos, y luego niega con la cabeza y suspira.
—“Contra” —digo.
John frunce el ceño en la página.
—No estoy tan entusiasmado con la escuela secundaria.
Una punzada de dolor me recorre. Ahora tengo diez. Estoy de vuelta en el laboratorio del Hospital Central de Los Ángeles, encerrado con quién sabe cuántos más, todos atados a camillas separadas, cegados por luces fluorescentes. Doctores con mascarillas se ciernen sobre mí. Entorno los ojos hacia ellos. ¿Por qué están manteniéndome despierto? Las luces son tan brillantes, me siento… lento, mi mente arrastrándose a través de un mar de niebla.
Salgo lenta, muy lentamente, de la oscuridad. La base de mi cuello palpita del modo en que lo hace cuando me estoy recuperando de uno de mis dolores de cabeza. Sé que he estado soñando, pero todo lo que recuerdo es una sensación persistente de miedo, de que algo horrible está al acecho detrás de una puerta cerrada. Una almohada está metida debajo de mi cabeza. Un tubo sobresale de mi brazo y corre a lo largo del suelo. Todo está fuera de foco. Me esfuerzo por aclarar mi visión, pero todo lo que puedo ver es el borde de una cama y una alfombra en el suelo, y una chica sentada allí con la cabeza apoyada en la cama. Al menos, creo que es una chica. Por un instante, creo que podría ser Eden, que de alguna manera los Patriotas lo rescataron y lo trajeron aquí.
La figura se mueve. Ahora veo que es Tess.
—Hola —murmuro. La palabra se arrastra fuera de mi boca—. ¿Qué pasa? ¿Dónde está June?
—¿Y bien? ¿Cómo se siente?
—Se siente como… nada. Ya no duele en absoluto. —Recorro un dedo tentativo sobre el frío metal, tratando de acostumbrarme a las partes extrañas incluidas en mi pierna—
. ¿Ella hizo todo esto? ¿Cuándo puedo volver a caminar de nuevo? ¿Realmente ha sanado tan rápidamente?
Tess se hincha un poco de orgullo.
—Ayudé al médico. Se supone que no debes moverte mucho durante las próximas doce horas. Para permitir que los bálsamos curativos se establezcan y hagan su trabajo.
Tess rompe en una sonrisa, luego suaviza mis mantas nerviosamente con una mano mientras yo continúo.
—Si todo sale según los planes de los Patriotas, y la República realmente cae, no quiero que quedemos atrapados en el caos. Eden, June, tú y yo. ¿Lo entiendes, prima?
—Entonces, ¿por qué no quieres venir? —le pregunto en voz baja. Estoy empezando a sentirme débil otra vez, y es difícil evitar que las cosas se tornen borrosas—. En Lake, siempre dijimos que íbamos a escapar a las Colonias juntos si teníamos la oportunidad. Mi padre me dijo que las Colonias deben ser un lugar lleno de…
—Libertad y oportunidades. Lo sé. —Tess niega con la cabeza—. Es sólo que…
—¿Qué?
—“Contra” —digo.
John frunce el ceño en la página.
—¿Estás seguro? No puede ser la palabra correcta. Está bien, entonces. “Contra. Contra el Estado entrar en el…” —John se detiene, se inclina hacia atrás en su silla, y se frota los ojos—. Tienes razón, Danny —susurra—. Tal vez debería ir a la cama.
—¿Qué te pasa?—Las letras siguen tornándose borrosas en la página. —John suspira y golpea un dedo contra el papel—. Me están mareando.
—Vamos. Nos detendremos después de esta línea. —Señalo a la línea donde se había detenido, y luego encuentro la palabra que le estaba dando problemas—. Capital — digo—. Un crimen contra el Estado por entrar en la Capital sin haber obtenido previamente autorización militar oficial.
John sonríe un poco mientras le leo la oración sin ningún problema.—Lo harás muy bien en tus pruebas —dice cuando termino—. Tanto tú como Eden. Si yo pasé por los pelos, sé que tú pasarás con gran éxito. Tienes una buena cabeza sobre tus hombros, chico.
Me encojo de hombros ante su alabanza.—No estoy tan entusiasmado con la escuela secundaria.
—Deberías. Al menos tendrás la oportunidad de ir. Y si lo haces lo suficientemente bien, la República podría incluso asignarte a una universidad y ponerte en el ejército. Eso es algo para estar entusiasmado, ¿no es así?
De repente, hay golpes en nuestra puerta. Yo salto. John me empuja detrás de él.
—¿Quién es? —grita. Los golpes se hacen más fuerte hasta que me tapo los oídos para bloquear el ruido. Mamá sale a la sala de estar, sosteniendo un soñoliento Eden en sus brazos, y nos pregunta qué está pasando. John da un paso hacia adelante como para abrir la puerta, pero antes de que pueda, la puerta se abre y una patrulla de la policía de calle armada irrumpe. Parada al frente está una chica con una larga y oscura cola de caballo alta y un destello dorado en sus ojos negros. Su nombre es June.
—Usted está bajo arresto —dice—, por el asesinato de nuestro glorioso Elector.Ella levanta su arma y le dispara a John. Luego le dispara a mamá. Estoy gritando a todo pulmón, gritando con tanta fuerza que mis cuerdas vocales colapsan. Todo se vuelve negro.
Una punzada de dolor me recorre. Ahora tengo diez. Estoy de vuelta en el laboratorio del Hospital Central de Los Ángeles, encerrado con quién sabe cuántos más, todos atados a camillas separadas, cegados por luces fluorescentes. Doctores con mascarillas se ciernen sobre mí. Entorno los ojos hacia ellos. ¿Por qué están manteniéndome despierto? Las luces son tan brillantes, me siento… lento, mi mente arrastrándose a través de un mar de niebla.
Veo los escalpelos en sus manos. Un enredo de palabras masculladas pasa entre ellos. Entonces siento algo frío y metálico contra mi rodilla, y lo siguiente que sé, es que arqueo mi espalda y trato de gritar. Ningún sonido sale. Quiero decirles que dejen de cortar mi rodilla, pero entonces algo penetra en la parte posterior de mi cabeza y el dolor hace que mis pensamientos estallen lejos. Mi visión se estrecha hacia un blanco cegador.
Entonces abro mis ojos y estoy yaciendo en un sótano oscuro que se siente incómodamente caliente. Estoy vivo por algún loco accidente. El dolor en mi rodilla me hace querer gritar, pero sé que tengo que permanecer en silencio. Puedo ver formas oscuras a mi alrededor, la mayoría de ellos yacen en el suelo e inmóvil, mientras que adultos en batas de laboratorio caminan alrededor, inspeccionando los bultos en el suelo. Espero en silencio, tendido con los ojos cerrados en pequeñas rendijas, hasta que aquellos caminando se marchan de la recámara. Entonces me empujo en alto sobre mis pies y arranco la pierna del pantalón para atarla alrededor de mi rodilla sangrando. Me tropiezo a través de la oscuridad y palpo a lo largo de las paredes hasta encontrar una puerta que conduce al exterior, a continuación me arrastro a mí mismo en un callejón. Salgo a la luz, y en esta ocasión June está ahí, serena y sin miedo, tendiendo su mano fría para ayudarme.
—Vamos —susurra, poniendo su brazo alrededor de mi cintura. La sostengo cerca—. Estamos en esto juntos, ¿verdad? ¿Tú y yo? —Caminamos hasta la calle y dejamos el laboratorio del hospital atrás.
Pero todas las personas en la calle tienen los rizos rubio platino de Eden, cada uno con una raya de sangre color escarlata atravesando los mechones. Todas las puertas que pasamos tienen una gran X roja, pintada con spray con una línea que pasa por su centro. Eso significa que todo el mundo aquí tiene la peste. Una peste mutante. Vagamos por las calles durante lo que parecen días, a través del aire espeso como melaza. Estoy buscando la casa de mi madre. A lo lejos, puedo ver las brillantes ciudades de las Colonias haciéndome señas, con la promesa de un mundo mejor y una vida mejor. Voy a llevar a John, a mamá y a Eden allí, y al fin seremos libres de las garras de la República.
Finalmente, llegamos a la puerta de mi madre, pero cuando la empujo para abrirla, la sala de estar está vacía. Mi madre no está allí. John se ha ido. Los soldados le dispararon, recuerdo bruscamente. Miro a mi lado, pero June ha desaparecido, y estoy solo en la puerta. Sólo queda Eden… está acostado en la cama. Cuando llego lo suficientemente cerca para que él me oiga llegar, abre los ojos y levanta sus manos hacia mí. Pero sus ojos no son azules. Son negros, porque sus irises están sangrando.
Salgo lenta, muy lentamente, de la oscuridad. La base de mi cuello palpita del modo en que lo hace cuando me estoy recuperando de uno de mis dolores de cabeza. Sé que he estado soñando, pero todo lo que recuerdo es una sensación persistente de miedo, de que algo horrible está al acecho detrás de una puerta cerrada. Una almohada está metida debajo de mi cabeza. Un tubo sobresale de mi brazo y corre a lo largo del suelo. Todo está fuera de foco. Me esfuerzo por aclarar mi visión, pero todo lo que puedo ver es el borde de una cama y una alfombra en el suelo, y una chica sentada allí con la cabeza apoyada en la cama. Al menos, creo que es una chica. Por un instante, creo que podría ser Eden, que de alguna manera los Patriotas lo rescataron y lo trajeron aquí.
La figura se mueve. Ahora veo que es Tess.
—Hola —murmuro. La palabra se arrastra fuera de mi boca—. ¿Qué pasa? ¿Dónde está June?
Tess agarra mi mano y se pone de pie, tropezando con su respuesta en su prisa.
—Estás despierto —dice ella—. Estás… ¿cómo te sientes?
—Lento. —Trato de tocar su rostro. Todavía no estoy del todo convencido de que ella es real.
Tess comprueba detrás de ella a la puerta de la habitación para asegurarse de que no hay nadie más allí. Ella sostiene un dedo sobre sus labios.
—No te preocupes —dice en voz baja—. No te sentirás lento por mucho tiempo. El médico parecía bastante feliz. Pronto estarás mejor que nuevo y podremos dirigirnos al frente de guerra para matar al Elector.
Es chocante oír la palabra matar viniendo con tanta facilidad de la boca de Tess. Luego, un instante después, me doy cuenta que mi pierna no duele, ni siquiera en lo más mínimo. Trato de levantarme para ver, y Tess empuja las almohadas detrás de mi espalda para que pueda sentarme. Echo un vistazo a mi pierna, casi asustado de mirar.
Tess se sienta a mi lado y desenvuelve las vendas blancas que cubren el área donde estaba la herida. Bajo la gasa hay placas lisas de acero, una rodilla mecánica donde solía estar mi rodilla mala, y hojas de metal que cubren la mitad de mi muslo. Mira boquiabierto. Las piezas de metal que se encuentra con la carne en mi muslo y mi pantorrilla se sienten bien moldeadas, juntas, pero sólo pequeños trozos de enrojecimiento e hinchazón bordean las orillas. Mi visión da vueltas.
Los dedos de Tess golpetean expectante en contra de mis sábanas, y se muerde la comisura del labio superior.—¿Y bien? ¿Cómo se siente?
—Se siente como… nada. Ya no duele en absoluto. —Recorro un dedo tentativo sobre el frío metal, tratando de acostumbrarme a las partes extrañas incluidas en mi pierna—
. ¿Ella hizo todo esto? ¿Cuándo puedo volver a caminar de nuevo? ¿Realmente ha sanado tan rápidamente?
Tess se hincha un poco de orgullo.
—Ayudé al médico. Se supone que no debes moverte mucho durante las próximas doce horas. Para permitir que los bálsamos curativos se establezcan y hagan su trabajo.
—Tess sonríe y la sonrisa arruga las esquinas de sus ojos de una manera familiar—. Es una operación estándar para los soldados heridos en el frente de guerra. Bastante impresionante, ¿no? Deberías ser capaz de utilizarla como una pierna normal después de eso, tal vez incluso mejor. La doctora que he ayudado es muy famosa en los hospitales al frente de guerra, pero también realiza trabajos en el mercado negro paralelo, lo cual es una suerte. Mientras estaba allí, me mostró cómo reponer el brazo roto de Kaede también, para que así sane más rápido.
Me pregunto hasta qué punto los Patriotas gastan en este tipo de cirugía. Había visto a soldados con piezas de metal antes, desde tan poco como un recuadro de acero en sus brazos tanto como una pierna entera sustituida por metal. No puede ser una operación barata, y de la apariencia de mi pierna, la doctora ha utilizado bálsamos curativos de calidad militar. Ya puedo notar cuánto poder tendrá la pierna cuando me recupere, y cuánto más rápido podré conseguir moverme alrededor. Cuánto más pronto podré encontrar a Eden.
—Sí —le digo a Tess—. Es increíble. —Estiro mi cuello un poco para poder enfocar en la puerta de la habitación, pero esto me marea. Me duele la cabeza como una tormenta desatada ahora, y puedo escuchar voces bajas proviniendo de lejos por el pasillo—.
¿Qué está haciendo todo el mundo?
Tess lanza una mirada por encima del hombro una vez más y luego de nuevo a mí.
—Están hablando de la primera fase del plan. Yo no estoy en ella, así que me senté afuera. —Ella me ayuda a descansar de nuevo contra la cama. Luego le sigue una pausa incómoda. Todavía no puedo acostumbrarme a cuán diferente se ve Tess. Ella me nota admirándola, vacila, y sonríe torpemente.
—Cuando todo esto haya terminado —comienzo—, quiero que vengas conmigo a las Colonias, ¿de acuerdo?Tess rompe en una sonrisa, luego suaviza mis mantas nerviosamente con una mano mientras yo continúo.
—Si todo sale según los planes de los Patriotas, y la República realmente cae, no quiero que quedemos atrapados en el caos. Eden, June, tú y yo. ¿Lo entiendes, prima?
La explosión inicial de entusiasmo de Tess se desvanece. Ella duda.
—No lo sé, Day —dice, mirando hacia la puerta.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de los Patriotas o algo así?
—No… han sido buenos para mí hasta ahora.
—Entonces, ¿por qué no quieres venir? —le pregunto en voz baja. Estoy empezando a sentirme débil otra vez, y es difícil evitar que las cosas se tornen borrosas—. En Lake, siempre dijimos que íbamos a escapar a las Colonias juntos si teníamos la oportunidad. Mi padre me dijo que las Colonias deben ser un lugar lleno de…
—Libertad y oportunidades. Lo sé. —Tess niega con la cabeza—. Es sólo que…
—¿Qué?
Una de las manos de Tess se desliza por debajo de la manta hasta encontrar la mía. La imagino como una niña otra vez, de vuelta a cuando la encontré por primera vez hurgando a través de ese cubo de basura en el sector Nima. ¿Es realmente la misma chica? Sus manos no son tan pequeñas como lo solían ser, aunque todavía encajan perfectamente entre las mías. Ella me mira.
—Day… estoy preocupada por ti. Parpadeo confuso.—¿Qué quieres decir? ¿La cirugía?
Tess me da una sacudida impaciente de su cabeza.
—No. Estoy preocupada por ti debido a June.
Respiro profundamente, esperando a que continuara, temeroso de lo que va a decir. El tono de voz de Tess cambia a algo extraño, algo que no reconozco.
—Bueno, ¿cómo te sientes acerca de lo que los Patriotas están planeando para ella?
¿Qué pasa con su relación con el Elector?
—¿Qué relación? —Levanto mis manos débilmente, tratando de fingir que no importa—. Todo esto es parte del juego. Ella ni siquiera lo conoce.
Tess se encoge de hombros.
La tensión finalmente pasa. El rostro de Tess se ablanda en su dulzura familiar, y mi irritación se esfuma tan rápido como había llegado.
—Siempre has cuidado de mí —le digo con una sonrisa—. Gracias, prima. Tess sonríe.
—No. Estoy preocupada por ti debido a June.
Respiro profundamente, esperando a que continuara, temeroso de lo que va a decir. El tono de voz de Tess cambia a algo extraño, algo que no reconozco.
—Bueno… si June viaja con nosotros… quiero decir, sé cuán ligado estás a ella, pero hace tan sólo unas semanas era simplemente un soldado de la República. ¿No ves esa expresión que pone de vez en cuando? ¿Como si ella echara de menos la República, o quisiera regresar o algo así? ¿Y si trata de sabotear nuestro plan, o te entrega mientras estamos tratando de llegar a las Colonias? Los Patriotas ya están tomando precauciones…
—Detente. —Estoy un poco sorprendido por lo fuerte e irritado que sueno. Nunca le he levantado la voz a Tess antes, y me arrepiento al instante. Puedo oír los celos de Tess en cada palabra que dice, la forma en que escupe el nombre de June como si no pudiera esperar por acabar de una vez—. Entiendo que sólo han pasado unas pocas semanas desde que todo ha pasado. Por supuesto que va a tener momentos de incertidumbre. ¿Cierto? Aun así, ella ya no es leal a la República, y estamos en un lugar peligroso, incluso si no viajamos con ella. Además, June tiene habilidades que ninguno de nosotros tiene. Ella me sacó de la Intendencia de Batalla, por amor de Dios. Ella puede mantenernos a salvo.
Tess se muerde los labios.—Bueno, ¿cómo te sientes acerca de lo que los Patriotas están planeando para ella?
¿Qué pasa con su relación con el Elector?
—¿Qué relación? —Levanto mis manos débilmente, tratando de fingir que no importa—. Todo esto es parte del juego. Ella ni siquiera lo conoce.
Tess se encoge de hombros.
—Lo hará pronto —susurra—. Cuando tenga que acercarse lo suficiente para manipularlo. —Baja la mirada de nuevo—. Yo iré contigo, Day. Iría a cualquier parte contigo. Pero sólo quería recordarte sobre… ella. En caso de que no hayas pensado en cosas como esas.
—Todo va a estar bien —me las arreglo para decir—. Sólo confía en mí.La tensión finalmente pasa. El rostro de Tess se ablanda en su dulzura familiar, y mi irritación se esfuma tan rápido como había llegado.
—Siempre has cuidado de mí —le digo con una sonrisa—. Gracias, prima. Tess sonríe.
—Alguien tiene que hacerlo, ¿no? —Ella señala a mis mangas enrolladas—. Me alegro de que el uniforme te quede, por cierto. Parecía demasiado grande cuando lo doblé, pero creo que salió bien. —De repente, ella se inclina y me da un beso rápido en la mejilla. Luego salta alejándose casi al instante. Su cara se torna de color rosa brillante. Tess me ha besado en la mejilla antes, cuando era más joven, pero esta es la primera vez que he sentido algo más en su gesto. Trato de imaginar cómo, en menos de un mes, Tess dejó atrás la niñez y se convirtió en un adulto. Toso incómodo. Es una nueva y extraña relación.
Entonces, ella se levanta y saca su mano. Mira hacia la puerta en vez de a mí.—Lo siento, deberías estar descansando. Vendré a verte más tarde. Trata de volver a dormir.
Fue entonces cuando me doy cuenta que Tess debe haber sido la que dejó los uniformes en el baño. Ella debe haberme visto besando a June. Trato de pensar a través de la niebla en mi mente, para decirle algo antes de que se vaya, pero ella ya ha salido por la puerta y desapareció por el pasillo.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Yo si creo que Tess sienta algo mas por Day, y que se preocupe por June, después de todo ya los traiciono una vez, me sorprendí con lo que le hicieron a su pierna
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Gracias por los caps
Cap 3: definitivamente yo tampoco confío en Razor, eso del doble agente no me gusta, el que sepa tanto y como ya tenía todo planeado y organizado es altamente sospechoso. La escena del baño simplemente .
Cap 4: definitivamente Tess siente algo muy profundo por Day y este nunca se dio cuenta. En la parte positiva que fue reparada su rodilla, y está sanando bien, pero, algo sigue sin gustarme.
Cap 3: definitivamente yo tampoco confío en Razor, eso del doble agente no me gusta, el que sepa tanto y como ya tenía todo planeado y organizado es altamente sospechoso. La escena del baño simplemente .
Cap 4: definitivamente Tess siente algo muy profundo por Day y este nunca se dio cuenta. En la parte positiva que fue reparada su rodilla, y está sanando bien, pero, algo sigue sin gustarme.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Alguien sabe que edad tiene Tess y Eden??
Me da mala espina que Tess se ponga celosa de June ovbiamente ella sien algo por el fueron muchos años en que solo eran los 2 y mas encima cuando llego June ella los traiciono. Y creo que el cambio de Tess tuvo mucho que ver con los Patriotas si al final estuvieron separados unas pocas semanas.
Sigo sin confiar en nadie!!!!
Gracias por el capi
Me da mala espina que Tess se ponga celosa de June ovbiamente ella sien algo por el fueron muchos años en que solo eran los 2 y mas encima cuando llego June ella los traiciono. Y creo que el cambio de Tess tuvo mucho que ver con los Patriotas si al final estuvieron separados unas pocas semanas.
Sigo sin confiar en nadie!!!!
Gracias por el capi
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
No recuerdo exactamente, sólo que menos de 10, porque aún no han presentado la prueba.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2
Hola buenos días, si mal no recuerdo June y Day tienen 15 años y Tess 13
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
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