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Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2

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Mensaje por mariateresa Mar 29 Mayo - 6:44

Por fin algo bueno siempre les pasa todo lo malo, apenas consigieron salir de las Colonias.
Gracias Yiniva


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Mensaje por yiniva Mar 29 Mayo - 10:32

JUNE

En un par de minutos llegamos a la frontera de la República. Eso significa que, a la velocidad que vamos (fácilmente más de 1200 kilómetros por hora; todos sentimos un cambio brusco de presión a medida que rompemos la barrera del sonido, como siendo arrastrados fuera de lodo profundo), sólo estamos a dos docenas o así de kilómetros del frente de guerra y a varios cientos de Denver. Day me dice todo lo que Kaede compartió con él, sobre los Patriotas y las verdaderas intenciones de Razor, sobre Eden, luego la determinación del Congreso para derrocar al Elector. Todo lo que había descubierto y algo más. Mi cabeza estaba en una niebla perenne cuando habíamos saltado de la habitación y nos dirigimos a la azotea del hospital. Ahora, después del aire frío del exterior y la velocidad de maniobra aérea de Kaede, puedo
calcular detalles con un poco más de claridad.
 
—Nos estamos acercando al frente de guerra —dice Kaede. En el instante en que esas palabras salen de su boca, oigo el sonido lejano de explosiones. Suenan amortiguadas, pero debemos estar a miles de metros en el aire y todavía puedo sentir el impacto cada vez que estallan. Hay una elevación repentina y me presiono en mi asiento. Ella está tratando de empujar el avión tan alto como puede ir, para que así no nos disparen y seamos derribados del cielo por misiles de tierra. Me obligo a tomar respiraciones profundas, tranquilizadoras, a medida que continuamos elevándonos. Mis oídos se destapan al final. Veo que Kaede cae en formación con un escuadrón de aviones de las Colonias—. Vamos a tener que separarnos de ellos pronto —murmura. Hay dolor en su voz, probablemente de su herida de bala—. Aguanten firmes.
—¿Day? —Me las arreglo para decir en voz alta.
 
No oigo nada, y por un segundo creo que perdió el conocimiento. Entonces él responde:


—Todavía aquí. —Suena distante, como si estuviera luchando por mantenerse consciente.
—Denver está a pocos minutos de distancia —dice Kaede.
 
Nos estabilizamos de nuevo. Cuando me asomo fuera de la cabina hacia abajo en los saquillos de nubes muy por debajo de nosotros, se me atasca el aliento. Dirigibles (fácilmente más de ciento cincuenta, en la medida que el ojo puede ver) salpican el cielo como puñales en miniatura alzándose a través del aire, extendidos en líneas hacia el horizonte. Todas las naves de las Colonias tienen una raya dorada distintiva a la mitad de sus rieles que podemos ver incluso desde aquí arriba. No muy lejos delante de ellos hay una amplia franja del espacio aéreo vacío donde chispas de luz y humo van y vienen, y en el otro lado hay filas de dirigibles que puedo reconocer: dirigibles de la República, marcadas con una estrella de color rojo sangre a un lado de cada casco. Aviones vuelan furiosamente en una lucha salvaje por todo el lugar. Debemos estar a unos buenos ciento cincuenta metros por encima de ellos, pero no estoy segura de si esa es una distancia lo suficientemente segura.
Una alarma suena en el tablero de control de Kaede. Una voz resuena en la cabina.
 
—Piloto, usted no está autorizado para esta zona —dice. Masculina, con acento de las Colonias—. Este no es su escuadrón. Se le ordena aterrice en DesCon Nueve de inmediato.
—Negativo —responde Kaede. Eleva nuestro jet y sigue subiendo.
 
—Piloto, se le ordenó aterrizar en DesCon Nueve de inmediato.
 
Kaede apaga su micrófono por un instante y nos mira. Parece un poco demasiado feliz sobre nuestra situación.
—Los benditos habladores nos están siguiendo —dice en un tono autoritario falso—. Tenemos dos pegados a nuestra cola. —Luego enciende el micrófono de nuevo y responde alegremente—. Negativo, DesCon. Voy a dispararles desde el cielo.
La persona en el otro avión parece sorprendida y enojada esta vez.
 
—Cambie de rumbo y haga que éste… Kaede deja escapar un grito ensordecedor.
—¡Muerdan el polvo, muchachos! —Ella nos abalanza hacia adelante y hacia arriba a una velocidad cegadora, luego hace un trompo. Vetas de luz pasan más allá de las ventanas de la cabina: los dos aviones siguiéndonos deben haber conseguido acercarse lo suficiente para abrir fuego. Siento que mi estómago cae mientras Kaede va en picada repentinamente, apagando nuestro motor en el proceso. Bajamos a un ritmo que vuelve mi visión en blanco y negro. Me siento desvanecer.
Un instante después, me despierto sobresaltada. Debí desmayarme.
 
Estamos cayendo. Estamos desplomándonos a la tierra. Los dirigibles por debajo de nosotros crecen en tamaño, parece que nos dirigimos directamente a la cubierta de uno de ellos. No, vamos demasiado rápido; nos destrozaremos en pedazos. Más vetas de luz acometen al pasar. Los jets que nos siguen están zambulléndose detrás de nosotros.
 
Entonces, sin previo aviso, Kaede enciende los motores de nuevo. Ellos rugen a la vida. Ella retrocede con fuerza una palanca y todo el jet gira en un medio círculo de modo que el frente mira hacia delante de nuevo. Casi traspaso mi silla ante el cambio repentino. Mi visión se desvanece de nuevo, y esta vez no tengo ni idea de cuánto tiempo ha pasado. ¿Unos pocos segundos? ¿Minutos? Me doy cuenta de que estamos cargando de nuevo hacia el cielo.
Los otros jets zumban hacia abajo. Están tratando de elevarse, pero es demasiado tarde. Detrás de nosotros, una gran explosión nos sacude duro en nuestros asientos, los aviones deben de haber golpeado la cubierta del dirigible con la fuerza de una docena de bombas. Fuego naranja y amarillo se agita elevándose de una de las naves de las Colonias. Estamos ahora zumbando a través del espacio aéreo vacío entre los dos países, y Kaede nos envía a otro giro que nos salva de una lluvia de fuego. Cruzamos el espacio aéreo y cortamos a través del cielo por encima de los dirigibles de la República.
Un solitario jet de las Colonias, perdido en el caos. Me quedo boquiabierta ante la escena exterior, preguntándome si la República está confundida ya que las Colonias han atacado a uno de sus propios aviones. En todo caso, eso es lo que nos dio tiempo suficiente para cruzar el espacio del frente de guerra.
—Apuesto a que es el mejor giro en S que hayan visto —dice Kaede con una sonrisa. Suena más tensa de lo habitual.
No muy lejos de nosotros están las torres amenazantes de Denver y su imponente Armadura, envuelta en un mar permanente de humo y niebla. Detrás de nosotros, escucho los primeros sonidos de disparos a medida que los aviones de la República empiezan a seguirnos en un intento de derribarnos.


—¿Cómo vamos a entrar? —grita Day cuando Kaede hace girar el avión, envía un misil hacia atrás, y nos empuja a ir más rápido.
—Nos haré entrar —le grita en respuesta.
 
—No podemos hacerlo si vamos por encima —respondo—. La Armadura tiene misiles que recubren cada lado del muro. Nos van a derribar antes de que siquiera logremos entrar en la ciudad.
—Ninguna ciudad es impenetrable. —Kaede envía al avión mucho más bajo incluso cuando los jets de la República siguen persiguiéndonos—. Yo sé lo que estoy haciendo.
Nos estamos acercando rápidamente a Denver. Puedo ver las amenazantes paredes grises de la Armadura que se levanta ante nosotros, una barricada como ninguna otra cosa en la República, y los pilares grises pesados (a cada treinta metros de distancia el uno del siguiente) alineados a sus lados. Cierro los ojos. De ninguna manera, de ninguna manera, Kaede puede llevarnos sobre eso. Un escuadrón de aviones podría superarlo, tal  vez,  e  incluso  entonces  será  una  posibilidad  remota.  Me  imagino  un misil golpeándonos y nuestros asientos expulsándonos a lo largo de los cielos de la ciudad, los disparos que van a enviar hacia nuestros paracaídas, nuestros cuerpos cayendo al suelo. La Armadura está cerca ahora. Deben habernos visto acercándonos por un tiempo, y sus armas estarán apuntadas hacia nosotros. Apuesto a que nunca han visto a un sagaz jet de las Colonias antes.
Entonces Kaede cae en picada. No cualquier zambullida — ella se dirige hacia abajo casi en noventa grados— lista para enviarnos a estrellarnos contra la tierra. Detrás de mí, Day toma aire. Los edificios de abajo corren a toda velocidad hacia nosotros.
Ella perdió el control del avión. Lo sé. Hemos sido golpeados.
 
En el último segundo, Kaede se eleva. Nos deslizamos por encima de los edificios a la velocidad de la luz, tan cerca que los techos parecen que van a rasgar la parte inferior derecha de nuestro avión. Inmediatamente Kaede comienza a frenar el avión, hasta que estamos navegando a una velocidad apenas lo suficientemente rápido como para mantenernos en el aire. De repente me doy cuenta de lo que va a hacer. Es completamente estúpido. Ella no está llevándonos por encima de la muralla blindada en absoluto, está tratando de apretujar el jet a través de la abertura que los trenes usan para entrar y salir de Denver. Los mismos túneles que había visto cuando había tomado aquel tren con el Elector. Por supuesto. Los sistemas de misiles tierra-aire montados a lo largo de la Armadura no están diseñados para acabar con ninguna cosa como nosotros desde el suelo, ya que no pueden disparar en un ángulo tan bajo. Y las ametralladoras en la pared no son lo suficientemente potentes. Pero si Kaede no apunta exactamente directo, explotaremos contra la pared y estallaremos en llamas.
Estamos lo suficientemente cerca para ver a los soldados corriendo de ida y vuelta en la parte superior de la pared de la Armadura. Sus comunicaciones deben estar volando rápido.
Pero no importa a este ritmo. En un momento la Armadura está a varios cientos de metros por delante de nosotros, y al siguiente, estamos yendo a toda velocidad hacia la oscura entrada de un túnel del tren abierto.
—¡Sujétense! —grita Kaede. Empuja el jet más bajo, como si eso fuera posible. La entrada se abre ante nosotros con su boca abierta.
No vamos a lograrlo. El túnel es demasiado pequeño.
Entonces estamos en el interior, y por un instante todo el túnel está a oscuras. Chispas brillantes estallan de cada extremo del avión a medida que las alas rasgan a través de los lados de la entrada. Un estruendo proviene de arriba de nosotros. Están corriendo a cerrar la puerta, me doy cuenta, pero es demasiado tarde.
Otro segundo. Nos alejamos zumbando de la entrada y entramos a Denver. Kaede empuja la palanca del jet en sentido contrario en un intento de reducir la velocidad aún más.
—¡Elévate, elévate! —grita Day. Los edificios zigzaguean por delante de nosotros. Vamos demasiado cerca del suelo, y dirigiéndonos directamente hacia el costado de un cuartel alto.
Kaede vira bruscamente hacia un lado. Eludimos el edificio por un pelo. Luego vamos bajo, muy abajo.
El avión se estrella contra el suelo y patina, lanzando nuestros cuerpos hacia delante con fuerza contra el cinturón de seguridad. Siento que mis piernas son desgarradas. Los civiles y soldados por igual salen corriendo fuera del camino a ambos lados de la calle. Unas cuantas chispas crujen en la cabina; son disparos al azar, me doy cuenta, de los soldados sorprendidos. Multitudes se alinean en los caminos a varias cuadras de distancia de nosotros, miran con la boca abierta el jet inclinándose a través del pavimento.
Finalmente, llegamos a un punto muerto cuando una de las alas queda atascada de la pared de un edificio, enviándonos a chocar lateralmente en un callejón. Me sacudo bruscamente contra mi asiento. Nuestra cubierta se abre antes de que pueda recuperar el aliento. Me las arreglo para deshacer el cinturón de seguridad y saltar vertiginosamente hasta el borde de la cabina.
—Kaede. —Estoy entrecerrando los ojos para verla y a Day a través del humo—. Tenemos que…
Mis palabras mueren en mi lengua. Kaede está apoyada contra el asiento del piloto, su cinturón todavía envuelto alrededor de ella. Sus gafas de piloto descansan en la parte superior de su cabeza, supongo que ni siquiera se molestó en ponérselas. Sus ojos apuntan ausente a los botones de su panel de control. Una pequeña mancha de sangre empapa la parte delantera de su camisa, no lejos de la herida que había recibido cuando llegamos por primera vez al avión. Una de las balas perdidas había traspasado directamente a través de la cubierta y dentro ella cuando se estrelló al aterrizar. Kaede, quien hace unos minutos parecía invencible.
 
Por un momento, me congelo. Los sonidos del caos a mi alrededor me entumecen, y el humo cubre todo excepto a mí y al cuerpo de Kaede atado por el cinturón en el asiento del piloto. Una pequeña voz logra hacerse eco en mi mente, penetrando en la niebla negra y blanca de adormecimiento, una luz familiar, pulsante que me pone en marcha de nuevo.
Muévete, me dice. Ahora.
 
Despego mis ojos, entonces busco desesperadamente a Day. Él ya no está sentado en el avión. Me apresuro por el borde del ala y me deslizo ciegamente a través del humo y los escombros hasta que caigo al suelo sobre mis manos y rodillas. No puedo ver nada.
A continuación, a través del humo, Day se precipita hacia mí. Él me alza a mis pies. De repente me acuerdo de la primera vez que lo había visto, materializándose de la nada con sus ojos azules y el rostro cubierto de polvo, con la mano extendida hacia mí. Su rostro está reducido con agonía. También debe haber visto a Kaede.
—Allí estás… pensé que ya habías salido —susurra a medida que tropezamos a través de los restos del avión—. Que te habías dirigido a la multitud. —Me duelen las piernas. Nuestro aterrizaje de emergencia debe haberme provocado heridas desde la cabeza a los pies.
Hacemos una pausa debajo de una de las alas destrozadas justo cuando los primeros soldados se apresuran al jet. La mitad de ellos forman una barrera improvisada para mantener a los civiles apartados, de espaldas a nosotros. Otros soldados apuntan sus linternas a través del humo y el metal retorcido, explorando en busca de los sobrevivientes. Uno de ellos debe haber visto a Kaede porque grita algo a los demás y les indica que se acerquen.
—Es un avión de las Colonias —grita en tono incrédulo—. Un avión pasó más allá de la Armadura y entró directo a Denver. —Estamos escondidos temporalmente de la vista bajo esta ala, pero nos verán de un momento a otro. La barricada improvisada de soldados nos separa de la multitud.
Todo lo que se escucha a nuestro alrededor y en toda la ciudad son los sonidos de cristales rotos, fuego rugiendo, gritos, charlas de personas, sólo los más cercanos a los restos de nuestro jet parecen darse cuenta de que un avión de las Colonias se estrelló. Echo un vistazo a donde la Torre del Capitolio se vislumbra. La voz de Anden está resonando en cada cuadra de la ciudad y desde todos los altavoces: una transmisión en vivo de su imagen debe estar siendo transmitida en cada pantalla gigante en la ciudad… y en la nación. Miro a varios manifestantes furiosos lanzar cócteles molotov a los soldados. La gente no tiene idea de que el Congreso está sentado atrás, esperando que su ira se derrame lo suficiente para poner a Razor en el lugar de Anden. No hay
manera de que Anden sea capaz de calmar a esta gente. Me imagino las mismas protestas esparciéndose en todo el país, en todas las calles y la ciudad. Si los Patriotas hubieran logrado difundir públicamente la muerte del Elector desde los altavoces de la Torre del Capitolio, ya habría habido una revolución.
—Ahora —dice Day.
 
Corremos desde debajo del ala, tomando a la barricada de soldados con la guardia baja. Antes de que cualquiera de ellos pueda agarrarnos o dispararnos, ya hemos pasado, esquivando a la multitud y fusionándonos con la gente.
Al instante Day baja su cabeza y nos empuja a través de los pocos espacios entre brazos y piernas. Su mano aprieta fuertemente alrededor de la mía. Mi aliento sale entrecortado y forzado, pero me niego a retrasarnos ahora. Sigo adelante. La gente grita de sorpresa a medida que traspasamos a través de ellos.
Detrás de nosotros, los soldados levantan la alarma.
 
—¡Ahí! —grita uno. Unos pocos disparos resuenan. Vienen por nosotros. Nos abrimos paso hacia delante a través de la multitud. De vez en cuando oigo exclamar—: “¿Ese es Day?”  “¿Day ha  regresado  en un avión  de  las  Colonias?”  —Cuando  miro  hacia  atrás, puedo decir que la mitad de los soldados se dirigen por el camino equivocado, incapaz de decir qué dirección tomamos. Un par de otros están todavía justo detrás de nosotros. Estamos a sólo una cuadra de la Torre del Capitolio ahora, pero a mí me parece a kilómetros.
De vez en cuando, aparece un atisbo de la misma a través de todos los cuerpos empujándose alrededor. Las pantallas gigantes muestran a Anden de pie en un balcón, una pequeña y solitaria figura vestida de negro y rojo, con las manos en un gesto de súplica.
Él necesita la ayuda de Day.
 
Detrás de nosotros, cuatro soldados están ganando terreno poco a poco. La persecución extrae lo último de mis fuerzas. Estoy jadeando, luchando por respirar. Day ya está desacelerando su ritmo para igualarlo al mío, pero puedo notar que nunca lo lograremos a este ritmo. Aprieto su mano y niego con la cabeza.
—Tienes que seguir adelante —le digo a Day con firmeza.
 
—Estás chiflada. —Aprieta los labios y nos empuja hacia adelante más rápido—. Ya casi estamos ahí.
No. —Me inclino más cerca de él a medida que continuamos abriéndonos paso a través de las personas—. Esta es nuestra única oportunidad. Ninguno de nosotros va a lograrlo si nos sigo retrasando.
Day vacila, desgarrado. Ya hemos estado separados una vez antes, ahora se está preguntando si dejarme ir significa que nunca me verá de nuevo. Pero no tenemos tiempo para que él lidie con esto.
—No puedo correr rápido, pero puedo ocultarme en la multitud. Confía en mí.
 
Sin previo aviso, agarra mi cintura, me tira en un fuerte abrazo, y me besa con fuerza en los labios. Están muy calientes. Lo beso ferozmente y corro mis manos por su espalda.
—Lamento no haberte creído —suspira—. Ocúltate, mantente a salvo. Nos vemos. — Entonces él me aprieta la mano y desaparece. Aspiro una bocanada de aire helado. Muévete, June. No hay tiempo que perder.
Me detengo donde estoy, doy la vuelta, y me agacho justo cuando los soldados me alcanzan. El primero de ellos ni siquiera me ve llegar. En un segundo está corriendo… al siguiente lo he empujado y cae de espaldas. No me atrevo a parar para mirar, en cambio, me tambaleo entre la multitud furiosa, entretejiendo mi camino a través de las personas con la cabeza baja hasta que los soldados han quedado muy atrás. No puedo creer cuántas personas están aquí. Las peleas entre civiles y policías callejeros están estallando en todas partes. Por encima de todo, las pantallas gigantes muestran imágenes en directo de la cara de Anden, su expresión seria, está rogando desde atrás del cristal protector.
Seis minutos pasan. Estoy a sólo una docena de metros de la base de la Torre del Capitolio cuando me doy cuenta que la gente a mi alrededor está cayendo poco a poco en silencio. Ellos ya no están concentrados en Anden.
—¡Allí arriba! —grita una persona.
 
Están apuntando a un chico con el cabello brillante como una antorcha, que está encaramado en un balcón de la Torre en el lado opuesto del mismo piso que Anden. El cristal protector del balcón atrapa algunas de las luces de la calle, y desde allí, el chico está brillando. Contengo la respiración y me detengo. Es Day.


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Mensaje por yiniva Mar 29 Mayo - 10:37

DAY

Cuando llego a la Torre del Capitolio, estoy empapado en sudor. Mi cuerpo quema del dolor. Rodeo uno de sus lados que no está frente a la plaza principal, y luego examino la multitud mientras la gente empuja delante de mí en ambas direcciones. A nuestro alrededor están un montón de pantallas gigantes, cada una visualizando exactamente la misma cosa: El joven Elector, suplicando en vano que la gente regrese a casa y esté a salvo, que se dispersen antes que las cosas se salgan de control. Él está tratando de consolarlos dictando sus planes de reforma para la República, suprimiendo las Pruebas y cambiando la forma en que reciben sus asignaciones profesionales. Pero puedo decir que esta bendita charla política pacífica no va a satisfacer a la multitud. Y a pesar de que Anden es más viejo y más sabio que June y yo, no nota la pieza crucial.
La gente no le cree, y no creen en él.
 
Apuesto a que el Congreso está viendo todo esto con alegría. Razor también. ¿Anden siquiera sabe que Razor es el que estaba detrás de la trampa? Entrecierro mis ojos, y luego salto para agarrar la segunda cornisa baja del edificio. Trato de fingir que June esta justo detrás de mí, animándome.
Los altavoces parecen estar conectados de la manera que Kaede había descrito cuando estábamos en Lamar. Me inclino hacia la cornisa justo debajo de la azotea para estudiar los cables. Sip. Están casi de la misma manera que la noche que conocí a June en el callejón a medianoche, donde le había pedido la vacuna para la peste a través del sistema de altavoces recableado. Sólo que esta vez, voy a estar hablando no a un callejón, sino a toda la capital de la República. Al país.
El viento pica en mis mejillas y silbidos pasan más allá de mis oídos en vendavales, me obliga a ajustar constantemente mi equilibrio. Podría morir ahora mismo. No tengo forma de saber si los soldados en los tejados me van a derribar antes de que pueda llegar a la relativa seguridad detrás del cristal protector del balcón, a decenas de metros por encima del resto de la multitud. O tal vez van a reconocer quién soy y abrirán fuego.
Subo hasta llegar al décimo piso, el mismo piso del balcón del Elector, entonces paro por un segundo para mirar hacia abajo. Estoy lo suficientemente arriba; al instante que de vuelta a la esquina del edificio, todo el mundo me verá. Las masas se concentran más en este lado, con los rostros vueltos hacia el Elector, los puños levantados en ira. Incluso desde aquí, puedo ver cómo muchos de ellos tienen ese mechón escarlata pintado en sus cabellos. Al parecer, los intentos de la República por mantener la ley al margen no funcionan tan bien cuando todo el mundo quiere hacerlo.
En los bordes de la plaza, la policía callejera y los soldados están golpeando sin piedad con sus garrotes, empujando a la gente hacia atrás con hileras de escudos transparentes. Me sorprende que no haya disparos. Mis manos comienzan a temblar de rabia. Hay pocas cosas tan intimidantes como cientos de soldados de la República vestidos con uniformes antidisturbios sin rostros, de pie en las líneas sombrías, oscuros contra una masa de manifestantes desarmados. Me aplano contra la pared y tomo unas cuantas respiraciones de aire frío de la noche, tratando de mantener la calma. Luchando por recordar a June y al hermano de June y al Elector, y que detrás de algunos de los sin rostro de la República hay buenas personas, con padres y hermanos e hijos. Espero que Anden sea la razón de que los disparos no hayan iniciado… que él haya dicho a sus soldados que no disparen contra esta multitud. Tengo que creer eso. De lo contrario, nunca voy a convencer a la gente de lo que voy a decir.
—No tengas miedo —me susurro a mí mismo, mis ojos fuertemente cerrados—. No puedes permitírtelo.
Entonces salgo de las sombras, apresurándome por la cornisa hasta que llego a la esquina del edificio, y salto al balcón más cercano que puedo encontrar. Me enfrento a la plaza central. El cristal protector del balcón termina a un pie por encima de mi cabeza, pero todavía puedo escuchar el viento desde arriba. Me quito el gorro y lo tiro por encima del borde superior. Se desliza por el suelo, llevado por el viento. Mi cabello fluye hacia fuera y a mí alrededor. Me agacho, tuerzo uno de los cables de los altavoces, y sostengo el altavoz como un megáfono. Entonces espero.
Al principio nadie me nota. Pero pronto una cara se voltea en mi dirección, probablemente atraídos por el brillo de mi cabello, y luego otra cara, y luego otra. Un pequeño grupo. Crece en varias docenas, todos ellos apuntando hacia mí. Los rugidos y exaltaciones enojadas a continuación comienzan a disminuir. Me pregunto si June me ve. Los soldados se alinean en los otros techos con sus armas fijas en mí, pero no disparan. Están atrapados conmigo en este incómodo y tenso limbo. Quiero correr. Hacer lo que siempre hago, siempre he hecho, en los últimos cinco años de mi vida. Huir, escapar hacia las sombras.
Pero esta vez, me quedo en mi sitio. Estoy cansado de correr.
 
La gente se tranquiliza a medida que más y más giran el rostro para verme. Al principio, escucho charlas incrédulas. Incluso algunas risas. Ese no puede ser Day, los imagino murmurando para sí. Algún impostor. Pero cuanto más me quedo aquí, más fuertes se escuchan. Todo el mundo se volvió hacia mí. Mis ojos se pierden hacia donde Anden está en su balcón; incluso él me está mirando ahora. Aguanto la respiración, esperando que no decida dispararme. ¿Está de mi lado?
 
Luego todos están coreando mi nombre. ¡Day! ¡Day! ¡Day! Casi no puedo creer lo que oigo. Están exclamando por mí, y sus voces se hacen eco en cada cuadra y alcanzan todas las calles. Me quedo helado donde estoy, todavía aferrándome a mi megáfono improvisado, incapaz de apartar los ojos de las multitudes. Levanto el altavoz hasta mis labios.
—¡Habitantes de la República! —grito—. ¿Me escuchan?
 
Mis palabras resuenan desde todos los altavoces en la plaza… probablemente desde todos los altavoces en el país, por lo que sé. Eso me asusta. Las personas abajo dejan escapar un grito de júbilo que hace temblar el suelo. Los soldados debieron haber recibido una apresurada orden de alguien en el Congreso, porque veo a algunos de ellos elevar sus armas más alto. Una sola bala pasa volando por el aire y golpea el vidrio, soltando chispas de hecho. No me muevo.
El Elector hace un gesto rápido a los guardias parados con él, y todos presionan una mano en sus oídos y hablan en sus micrófonos. Tal vez él les está diciendo que no me hagan daño. Me obligo a creerlo.
—Yo no haría eso —grito en dirección a donde había venido la solitaria bala. Mantente firme. Los gritos de las personas se convierten en un rugido—. No quieren un levantamiento, ¿o sí, Congreso?
¡Day! ¡Day! ¡Day!
 
—Hoy, a los del Congreso, les doy un ultimátum. —Mis ojos se desplazan hacia las pantallas gigantes—. Han arrestado a un grupo de Patriotas por un crimen del que ustedes son responsables. Libérenlos. A todos ellos. Si no lo hacen, llamaré a su gente a la acción, y tendrán una revolución en sus manos. Pero probablemente no del tipo que ustedes esperaban. —Los civiles gritan su aprobación. Las exclamaciones siguen en un tono febril.
—Habitantes de la República. —Ellos me animan a medida que continúo—. Escúchenme. Hoy, les doy a todos ustedes un ultimátum.
Sus exclamaciones continúan hasta que se dan cuenta de que me he quedado en silencio, y entonces ellos también comienzan a calmarse. Sostengo el altavoz más cerca.
 
—Mi nombre es Day. —Mi voz llena el aire—. He luchado contra las mismas injusticias por las que ustedes están aquí para protestar en estos momentos. He sufrido las mismas cosas que ustedes han sufrido. Como ustedes, he visto a mis amigos y familiares morir a manos de los soldados de la República. —Parpadeo para alejar los recuerdos que amenazan con sobrepasarme. Sigue adelante—. He estado muerto de hambre, he sido golpeado y humillado. He sido torturado, insultado y reprimido. He vivido en los suburbios con ustedes. He arriesgado mi vida por ustedes. Y ustedes han arriesgado sus vidas por mí. Nosotros hemos arriesgado nuestras vidas por nuestro país, no el país en el que vivimos ahora, sino el país que esperamos tener. Todos ustedes, cada uno de ustedes, son héroes.
Alegres vítores me responden, incluso mientras los guardias abajo tratan en vano de derribar y detener a los rezagados, mientras que otros soldados están tratando infructuosamente de desactivar el sistema de altavoces recableado. El Congreso tiene miedo, me doy cuenta. Tienen miedo de mí, como siempre lo han tenido. Así que sigo adelante: le cuento a la gente lo que le había sucedido a mi madre y hermanos, y lo que le había pasado a June. Les hablo de los Patriotas, y sobre el intento del Senado de asesinar a Anden. Espero que Razor esté escuchando todo esto y esté furioso. A lo largo de todo, la atención de la multitud nunca titubea.
—¿Confían en mí? —grito. El público responde con una voz unificada. El mar de gente y sus rugidos ensordecedores son abrumadores. Si mi madre todavía estuviese aquí, si papá y John estuviesen aquí, ¿estarían sonriéndome en este momento? Tomo un profundo y tembloroso suspiro. Termina lo que viniste a hacer aquí. Me centro en la gente, y en el joven Elector. Reúno mis fuerzas. Entonces digo las palabras que nunca pensé que diría.
—Habitantes de la República, conozcan a su enemigo. Su enemigo es la forma de vida de la República, las leyes y las tradiciones que nos retienen, el gobierno que nos ha traído aquí. El difunto Elector. El Congreso. —Levanto mi brazo y apunto hacia Anden—. Pero el nuevo Elector… ¡No. Es. Su. Enemigo! —Las personas se vuelven silenciosas. Sus ojos están siempre fijos en mí—. ¿Creen que el Congreso quiere poner fin a las Pruebas, o ayudar a sus familias? Es una mentira. —Señalo a Anden cuando digo esto, queriendo, por primera vez, confiar en él—. El Elector es joven y ambicioso, y no es como su padre. Quiere luchar por ustedes, como yo lucho por ustedes, pero primero necesita que ustedes le den la oportunidad. Y si ponen sus fuerzas detrás de él y lo levantan, él nos levantará. Él cambiará las cosas para nosotros, un paso a la vez. Él puede construir ese país que todos esperamos que podamos tener. Vine aquí esta noche por todos ustedes… y por él. ¿Confían en mí? —Levanto mi voz—: Habitantes de la República, ¿confían en mí?
Silencio. Luego, unas pocas exclamaciones. Más se unen. Ellos levantan sus ojos y puños hacia mí, sus gritos incesantes, una marea de cambio.
 
—Entonces, levanten sus voces por su Elector, como yo lo he hecho, ¡y él levantará la suya por ustedes!
Los gritos son ensordecedores, ahogando cualquier cosa y todo. El joven Elector mantiene sus ojos fijos en mí, y me doy cuenta, por fin, que June tiene razón. No quiero ver a la República colapsar. Quiero verla cambiar.


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Mensaje por yiniva Mar 29 Mayo - 15:10

entendí bien y murió Keade, si fue asì que triste, ella los ayudo mucho, estuvo super bien el discurso de Day, pero no me gusto que se separan de nuevo


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Mensaje por yiniva Miér 30 Mayo - 10:13

JUNE

Dos días han pasado. O, más precisamente, cincuenta y dos horas y ocho minutos han pasado desde que Day subió a la cima de la Torre del Capitolio y anunció su apoyo a nuestro Elector. Cada vez que cierro los ojos, todavía puedo verlo ahí, su cabello brillando como un faro de luz contra la noche, sus palabras sonando fuerte y claramente a través de la ciudad y el país. Siempre que sueño, puedo sentir la abrasión de su último beso en mis labios, el fuego y el miedo detrás de sus ojos. Cada persona en la República lo oyó esa noche. Le dio el poder de vuelta a Anden, y Anden ganó por todo el país, todo en un solo golpe.
Este es mi segundo día en una cámara del hospital en las afueras de Denver. La segunda tarde sin Day a mi lado. En una habitación varias puertas abajo, Day está experimentando las mismas pruebas, tanto para asegurar su salud como para asegurar que las Colonias no implantaron dispositivos de control en su cabeza. Va a reunirse con su hermano en cualquier momento. Mi médico ha llegado para comprobar mi recuperación, pero no lo hará en algún tipo de privacidad. De hecho, cuando estudio el techo de mi habitación, veo cámaras de seguridad en cada esquina, transmitiendo mi imagen directa al público. La República tiene miedo de dar a la gente el más mínimo sentido de que Day y yo no estamos siendo cuidados.
Un monitor en la pared me muestra la habitación de Day. Es la única razón por la que acepté ser separada de él por tanto tiempo. Me gustaría poder hablar con él. Tan pronto como dejen de pasar los rayos X y sensores en mí, me pongo un micrófono.
—Buenos días, señorita Iparis —dice mi médico mientras las enfermeras salpican mi piel con seis sensores. Murmuro un saludo a cambio, pero mi atención permanece en el montaje de la cámara de Day hablando con su propio médico. Sus brazos se cruzan en una postura desafiante y su expresión se muestra escéptica. De vez en cuando su atención se centra en un punto en la pared que no puedo ver. Me pregunto si él me está mirando a través de una cámara también.
Mi médico se da cuenta lo que me está distrayendo y responde a mi pregunta con cansancio antes de que pueda hacerla.
—Lo verá muy pronto, señorita Iparis. ¿De acuerdo? Lo prometo. Ahora, conoce el mecanismo. Cierre los ojos y respire profundamente.
Me muerdo mi frustración y hago lo que dice. Luces parpadean detrás de mis párpados, y luego una fría, sensación de hormigueo corre a través de mi cerebro y mi columna vertebral. Ponen una máscara de gel sobre mi boca y nariz. Siempre tengo que decirme a mí misma que no entre en pánico durante esta secuencia, que luche contra la claustrofobia y la sensación de ahogo. Sólo me están haciendo pruebas, repito en voz baja. Me están haciendo pruebas por cualquier resto del lavado de cerebro de las Colonias, para una estabilidad mental, para que el Elector —la República— pueda o no confiar en mí completamente. Eso es todo.
 
Las horas pasan. Finalmente, se detiene, y el médico me dice que puedo volver a abrir los ojos.
 
—Bien hecho, Iparis —dice mientras escribe algo en su libreta—. La tos puede durar más, pero creo que has sobrevivido a lo peor de la enfermedad. Puedes permanecer más tiempo aquí si desea —sonríe ante el gesto de exasperación de mi cara—, pero si prefieres ser dada de alta a tu nuevo apartamento, también podemos arreglar eso hoy. En cualquier caso, el Elector está ansioso de hablar contigo antes de que salgas de aquí.
—¿Cómo está Day? —pregunto. Es difícil detener que la impaciencia se note en mi voz—. ¿Cuándo puedo verlo?
El médico frunce el ceño.
 
—¿No acabamos de discutir esto? Day será liberado un poco después de ti. Primero necesitará ver a su hermano.
Estudio su rostro cuidadosamente. Hay una razón por la que el médico dudó justo ahora, algo acerca de la recuperación de Day. Puedo ver el sutil temblor bajo los músculos faciales del médico. Él sabe algo que yo no.
El médico me devuelve a la realidad. Deja caer su cuaderno a su lado, se endereza, y planta una sonrisa artificial en su rostro.

—Bueno, eso es todo por hoy. Mañana empezaremos tu integración formal de nuevo a la República, con tu nueva asignación profesional. El Elector llegará en pocos minutos, y tendrás tiempo de antemano para recuperar tu orientación. —Con eso, él y las enfermeras se llevan sus sensores y máquinas y me dejan en paz.
Me siento en la cama y mantengo los ojos en la puerta. Una capa de color rojo oscuro está envuelta alrededor de mis hombros, pero todavía no me siento del todo caliente en la habitación. En el momento en que Anden viene a verme, estoy temblando.
Da un paso al interior con su gracia habitual, usando unas silenciosas botas oscuras y un pañuelo negro y un uniforme, con los rizos del cabello perfectamente arreglados, gafas de fina montura acentuándose perfectamente en su nariz. Cuando me ve, sonríe y saluda. El gesto me recuerda dolorosamente a Metias, y tengo que centrarme en mis pies durante unos segundos para serenarme. Afortunadamente, él parece pensar que estoy haciendo una reverencia.
—Elector —lo saludo.
 
Sonríe; sus ojos verdes barren sobre mí.

—¿Cómo te sientes, June? Sonrío en respuesta.
—Lo suficientemente bien.
 
Anden ríe un poco y baja la cabeza. Da un paso más cerca, pero no trata de sentarse a mi lado en la cama. Todavía puedo ver la atracción en sus ojos, la forma en que merodea ante cada palabra que digo y cada movimiento que hago. Seguramente ya debe haber oído rumores acerca de mi relación con Day. Sin embargo, si lo sabe, no lo revela.
—La República —continúa, avergonzado de que lo he pillado mirándome—, es decir, el gobierno ha decidido que estás en condiciones de regresar a los militares con tu rango original intacto. Como un agente, aquí en Denver.
Por lo tanto, no voy a volver a Los Ángeles. Lo último que supe, fue que la cuarentena en los Ángeles había sido levantada después de que Anden comenzara una investigación hacia los traidores del Senado; y tanto Razor como la comandante Jameson fueron arrestados por traición. Sólo puedo imaginar cuánto nos ha de odiar Jameson a Day y a mí… incluso el pensamiento de cómo debe lucir la furia en su rostro envía un escalofrío por mi espalda.
—Gracias —digo después de un rato—. Estoy muy agradecida. Anden le resta importancia a mis palabras.
—No es necesario. Tú y Day me han hecho un gran servicio.
 
Le doy un saludo informal y rápido. La influencia de Day ya es percibida; después de su discurso improvisado, el Congreso y los militares obedecieron a Anden en permitir a los manifestantes regresar a sus hogares sin castigo y en liberar a los Patriotas que habían sido detenidos durante el intento de asesinato (en condiciones controladas). Si el Senado no temía a Day con anterioridad, ahora lo hacen. Él tiene el poder para el momento de encender una revolución a gran escala con sólo unas pocas palabras bien escogidas.
Pero… —El volumen de Anden cae y saca las manos de los bolsillos y las cruza frente a su pecho—. Tengo una propuesta diferente para ti. Creo que te mereces un puesto más importante que agente.
 
Un recuerdo llega a la superficie de cuando estuve en ese tren con él, de la oferta tácita colgando de sus labios.
—¿Qué tipo de puesto?
 
Por primera vez, decide sentarse conmigo en el borde de mi cama. Está tan cerca ahora que puedo sentir el leve susurro de su aliento en mi piel y ver la sombra de la barba en su barbilla.
—June —comienza—, la República nunca ha estado más inestable que ahora. Day la trajo de vuelta desde el borde del colapso, pero todavía estoy gobernando en tiempos peligrosos. Muchos de los senadores están luchando por el control entre ellos, y muchas personas en el país están esperando que haga un movimiento en falso. — Anden se queda en silencio por un segundo—. Un momento no me mantendrá con el favor del pueblo para siempre, y no puedo mantener unido al país solo.
Yo sé que él está diciendo la verdad. Puedo ver el cansancio en su rostro, y la frustración que viene al ser responsable de su país.
—Cuando mi padre era un joven Elector, él y mi madre gobernaron juntos. El Elector y su Princeps. Nunca fue más poderoso de lo que fue en ese momento. También me gustaría un aliado, alguien inteligente y fuerte a quien le pueda confiar más poder que a cualquier otra persona en el Congreso. —Mi respiración se vuelve superficial mientras percibo la oferta a la que está dando vueltas—. Quiero una compañera que tenga control de la gente, una persona extraordinariamente talentosa en todo lo que hace, y alguien que comparta mis ideas sobre la creación de una nación. Por supuesto, alguien no puede pasar de agente a Princeps en un abrir y cerrar de ojos. Sería necesario un intenso entrenamiento, instrucción y educación. Una oportunidad para crecer en la posición a lo largo de muchos años, décadas, para aprender primero como senador y luego como líder del Senado. Este no es un entrenamiento para otorgar a la ligera, especialmente a alguien sin experiencia del Senado. Por supuesto, habría otro Princeps- Electo a mi sombra también. —Se detiene aquí; su tono cambia—. ¿Qué piensas?
 
Sacudo mi cabeza, todavía no estoy muy segura de qué exactamente me está ofreciendo Anden. Ahí está la oportunidad de ser la Princeps, una posición sólo superada por el Elector. Pasaría casi todo el tiempo de mi vida en compañía de Anden, a la sombra de cada paso suyo durante al menos diez años. Nunca vería a Day. Esta oferta hace que la vida que me había imaginado con él vacile inestablemente. ¿Anden está ofreciéndome esta promoción puramente basado en lo que él piensa de mis capacidades… o está dejando que sus emociones influyan, al promoverme con la esperanza de que podría tener la oportunidad de pasar más tiempo conmigo? Y, ¿cómo puedo competir con los otros posibles Princeps-Electos, algunos de los cuales probablemente tendrán más décadas que yo, tal vez ya senadores? Respiro hondo y trato de preguntarle de manera diplomática.
—Elector —empiezo—. No creo…
 
—No voy a presionarte —me interrumpe, luego traga y sonríe tímidamente—. Tienes toda la libertad para rechazarlo. Y puedes ser una Princeps sin… —¿Anden está sonrojándose?—. No tienes que hacerlo —dice en su lugar—. Yo, la República, simplemente estaríamos agradecidos si lo hicieras.
—No sé si tenga ese tipo de talento —le digo—. Necesitas a alguien mucho mejor de lo que yo podría llegar a ser.
Anden toma mis manos entre las suyas.
 
—Naciste para sacudir la República. June, no hay nadie mejor.


Última edición por yiniva el Miér 30 Mayo - 10:20, editado 1 vez


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Mensaje por yiniva Miér 30 Mayo - 10:17

DAY

Los médicos no me gustaron al principio. El sentimiento era bastante recíproco, por supuesto, no he tenido exactamente las mejores experiencias en los hospitales.
 
Hace dos días, cuando finalmente lograron sacarme del balcón de la Torre del Capitolio de Denver y calmar a la multitud enorme de gente animándome, me ataron a una ambulancia y me llevaron directamente al hospital. Allí, rompí los lentes de un médico y le di patadas a las bandejas de metal de mi habitación cuando trataron de revisar mis lesiones.
—Si ponen una mano sobre mí —les espeté—, romperé sus benditos cuellos. —El personal del hospital tuvo que atarme. Me gritaba a mí mismo roncamente por Eden, exigiendo verlo, amenazando con quemar todo el hospital si no lo entregaban. Grité por June. Grité por una prueba de que los Patriotas fueron puestos en libertad. Pedí ver el cuerpo de Kaede, rogándoles que le dieran un entierro apropiado.
Ellos transmitieron mis reacciones en vivo al público debido a que las multitudes se habían reunido en el hospital, exigiendo ver que estaba siendo tratado adecuadamente. Pero poco a poco me calmé, y después de verme con vida, las multitudes en Denver comenzaron a calmarse también.
—Ahora, esto no significa que no serás vigilado muy de cerca —dice mi médico mientras me es dado un conjunto de camiseta con cuello y pantalones militares de la República. Él murmura, por lo que las cámaras de seguridad no pueden captar lo que está diciendo. Apenas puedo ver sus ojos a través de la mirada a lo largo de sus diminutas gafas redondas—. Pero has sido completamente perdonado por el Elector, y tu hermano Eden debería estar llegando al hospital en cualquier momento.

Me quedé tranquilo. Después de todo lo que pasó desde que Eden fue atacado por primera vez por la peste, apenas puedo comprender que la República va a devolvérmelo. Todo lo que puedo hacer es sonreírle al médico con los dientes apretados. Sonríe hacia mí con una expresión llena de aversión a medida que él continúa hablando sobre los resultados de mis exámenes y en dónde voy a vivir después de que todo esto termine. Sé que él no quiere estar aquí, pero no lo dice en voz alta, no con todas esas cámaras dentro. Por el rabillo de mi ojo puedo ver el monitor en la pared que me muestra lo que le están haciendo a June. Ella parece estar a salvo, soportando las mismas inspecciones que yo. Pero la angustia en mi garganta se niega a desaparecer.
—Hay una última cosa que me gustaría decirte en privado —continúa el médico. Yo escucho sin mucho entusiasmo—. Muy importante. Algo que hemos descubierto en tus radiografías, sobre lo que deberías saber.
 
Me inclino hacia adelante para oírle mejor. Pero en ese instante, el intercomunicador retumba a la vida en la habitación.
—Eden Bataar Wing está aquí, doctor —dice—. Por favor, informe a Day.
 
Eden. Eden está aquí.
 
De repente no podría importarme menos lo que mis resultados de rayos X dicen. Eden está fuera, justo detrás de la puerta de mi celda. El médico trata de decirme algo, pero sólo me empujo por delante de él, hacia la puerta abierta, y me precipito al pasillo.
Al principio no lo veo. Hay muchas enfermeras que vagan por los pasillos. Entonces noto la pequeña figura balanceando sus piernas en una de las bancas del pasillo, su piel saludable y la cabeza llena de rebeldes rizos rubio-claro, vestido con un uniforme demasiado grande y botas de talle infantil. Parece más alto, pero tal vez eso es porque es capaz de sentarse erguido ahora. Cuando se voltea hacia mí, me doy cuenta de que está usando un par de gruesas gafas de marco negro. Sus ojos son de un ligero púrpura claro, que me recuerda al niño que había visto en el vagón en esa fría noche llena de aguanieve.
—Eden —le llamo con voz ronca.
 
Sus ojos permanecen desenfocados, pero una impresionante sonrisa brota en su rostro. Se levanta y trata de caminar hacia mí, pero se detiene cuando parece que no puede decir exactamente dónde estoy.
—¿Eres tú, Daniel? —dice con inestable vacilación.

Corro hacia él, lo recojo en mis brazos y lo mantengo apretado.
 
—Sí —le susurro—. Es Daniel.
 
Eden simplemente llora. Los sollozos arrasan su cuerpo. Él aprieta sus brazos alrededor de mi cuello con tanta fuerza que no creo que alguna vez me deje ir. Tomo una respiración profunda para contener mis propias lágrimas. La peste ha arrebatado la mayor parte de su visión, pero él está aquí, vivo y sano, lo suficientemente fuerte como para caminar y hablar. Eso es suficiente para mí.
—Me alegro de verte de nuevo, muchacho —digo de forma estrangulada, revolviendo su cabello con una mano—. Te extrañé.
No sé cuánto tiempo nos quedamos allí. ¿Minutos? ¿Horas? Pero eso no importa. El tiempo corre un largo segundo tras otro, y yo hago que el momento se estire tanto como puedo. Es como si estuviera aquí de pie y abrazando a toda mi familia. Él es todo lo que significa algo para mí. Al menos tengo esto.
 
Oigo una tos detrás de mí.
 
—Day —dice el médico. Está apoyado contra la puerta abierta de mi celda, su rostro grave y ensombrecido bajo la luz fluorescente. Gentilmente pongo abajo a Eden, manteniendo una mano en su hombro—. Ven conmigo. Esto será rápido, lo prometo. Yo, eh… —Se detiene ante la visión de Eden—. Te recomiendo que mantengas a tu hermano aquí. Sólo por ahora. Te aseguro que estarás de vuelta en pocos minutos, y luego ambos serán conducidos a tu nuevo apartamento.
Me quedo donde estoy, no dispuesto a confiar en él.
 
—Lo prometo —dice de nuevo—. Si estoy mintiendo, bueno, tienes el poder suficiente para pedirle al Elector que me arreste por ello.
Bueno, eso es básicamente cierto. Espero algún tiempo más, masticando el interior de mi mejilla, y luego doy una palmadita en la cabeza de Eden.
—Volveré pronto, ¿de acuerdo? Quédate en el banquillo. No vayas a ningún lado. Si alguien trata de hacer que te muevas, grita. ¿Entiendes?
Eden limpia con una mano su nariz y asiente.
 
Lo guío de nuevo a la banca, a continuación, sigo al médico dentro de mi celda. Él cierra la puerta con un suave clic.


—¿Qué es? —digo, impaciente. Mis ojos no pueden dejar de volverse hacia la puerta, como si fuera a desaparecer en la pared si no me permanezco vigilante. Contra la pared de la esquina, el monitor de June la muestra esperando sola en su habitación.
Pero el médico no parece molesto conmigo esta vez. Teclea un botón en la pared y murmura algo acerca de cómo activar el sonido de las cámaras.
—Como estaba diciendo antes de que te fueras… Como parte de tus exámenes, revisamos tu cerebro para ver si había sido alterado por las Colonias. No encontramos nada de qué preocuparse… pero nos encontramos con algo más. —Se da la vuelta, teclea un dispositivo pequeño y apunta a una pantalla iluminada en la pared. Se muestra una imagen de mi cerebro. Frunzo el ceño ante ella, incapaz de comprender lo que estoy viendo. El médico apunta a una mancha oscura en la parte inferior de la imagen—. Vimos esto cerca de tu hipocampo izquierdo. Creemos que es viejo, probablemente de años, y ha estado empeorando lentamente con el tiempo.
 
Yo me desconcierto sobre ello por un momento, luego me vuelvo hacia el médico. Todavía parece trivial para mí, especialmente cuando Eden está esperando en el pasillo. Especialmente cuando voy a ser capaz de ver otra vez a June.
—¿Y? ¿Qué más?
 
—¿Has tenido fuertes dolores de cabeza? ¿Últimamente, o en los últimos años?
 
Sí. Por supuesto que sí. He tenido dolores de cabeza desde la noche en que los del Hospital Central de Los Ángeles me realizaron exámenes, la noche en que se suponía que debía morir, cuando me escapé. Asiento.
Se cruza de brazos.
 
—Nuestros registros indican que has sido… usado para experimentación después de que fallaras en tu Prueba. Hubo algunos estudios efectuados en tu cerebro. Tu… eh…
—Tose, luchando por encontrar las palabras correctas—, estabas destinado a sucumbir con bastante rapidez, pero sobreviviste. Bueno, parece que los efectos han comenzado finalmente a alcanzarte. —Él cambia a un susurro—. Nadie sabe acerca de esto; ni siquiera el Elector. No queremos que el país se lance nuevamente a un estado revolucionario. Al principio pensábamos que podríamos curarlo con una combinación de cirugía y medicación, pero cuando estudiamos las áreas problemáticas más de cerca, nos dimos cuenta de que todo está tan entrelazado con la materia sana en tu hipocampo que sería imposible estabilizar la situación sin perjudicar gravemente tu capacidad cognitiva.

Trago saliva.
 
—¿Entonces? ¿Qué significa eso?
 
El médico se retira sus gafas con un suspiro.
 
—Significa, Day, que estás muriendo.


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Mensaje por yiniva Miér 30 Mayo - 14:10

No me gusta para nada lo que quiere Anden con June, se presento la oportunidad y que dice de aquí soy pues nooooo, aunque presiento que aceptara, y no puede ser Day se reencontró con su hermano y ahora esta muriendo  llorón llorón llorón


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Mensaje por mariateresa Miér 30 Mayo - 16:13

No puede ser eso pobre acaba de recuperar a su hermano y ahora por la culpa de los experimentos se esta muriendo!!!! No!!!!
Medios xapi de accion hubieron una pena que Kaede haya muerto no lo merecia.
Espero que June no acepte el trabajo con el elector para que pueda hacer su vida. Con Day. Se que no va a ocurrir ya que falta el ultimo libro. Pero ya quiero que tengan sus felices para siempre. Los dos han sufrido mucho.
Gracias yiniva ranguitos


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Mensaje por yiniva Jue 31 Mayo - 9:52

JUNE

2007  HORAS.
DOS  DÍAS  DESDE  MI  LIBERACIÓN. TORRE  OXFORD,  SECTOR  LODO,  DENVER.
22°C  EN  EL  INTERIOR.

Day fue dado de alta ayer a las 7 a.m. Lo había llamado tres veces desde entonces, cada vez sin ninguna respuesta. No fue sino hasta hace un par de horas que por fin escuché su voz en mi auricular.
—¿Estás libre hoy, June? —Me estremecí ante la suavidad de su voz—. ¿Te importa si me paso por allí? Quiero hablar contigo.
—Ven —respondí. Y eso fue más o menos todo lo que nos dijimos el uno al otro.
 
Él estará aquí pronto. Me avergüenza admitir que aunque intenté mantenerme ocupada la última hora al poner en orden el apartamento y cepillé el pelaje de Ollie, en lo único que puedo pensar es sobre qué quiere discutir Day.
Es extraño tener una espaciosa sala de estar que es mía de nuevo, amueblada con una multitud de cosas nuevas y desconocidas. Sillones elegantes, candelabros elaborados, mesas de vidrio, pisos de madera. Artículos de lujo que ya no me siento del todo cómoda poseyendo. Fuera de mi ventana, una ligera nieve de primavera cae. Ollie duerme a mi lado en uno de los dos sofás. Después de mi salida del hospital, soldados me escoltaron en jeep hasta la Torre Oxford; y lo primero que vi cuando entré fue a Ollie, meneando su cola como loco, su nariz empujando con entusiasmo en mi mano.


Me dijeron que el Elector hace tiempo había pedido que mi perro fuera enviado a Denver y fuera cuidado. Justo después de que Thomas me había detenido. Ahora lo habían devuelto, este pequeño pedazo de Metias, a mí. Me pregunto lo que Thomas piensa de todo esto. ¿Él sólo seguirá el protocolo como siempre y se inclinará la próxima vez que me vea, prometiendo su lealtad eterna?
Quizás Anden ha ordenado su arresto junto con los de la comandante Jameson y Razor. No puedo decidir cómo me hace sentir eso.
Ayer enterraron a Kaede. La habrían cremado y le habrían dado un pequeño marco simple en la pared de una torre funeraria, pero insistí en algo mejor. Una verdadera parcela. Un metro cuadrado de su propio espacio. Anden, por supuesto, cedió. Si Kaede estuviera viva, ¿en dónde estaría? ¿La República finalmente la habría incluido en su fuerza aérea? ¿Ya Day ha visitado su tumba? ¿Se culpa a sí mismo por su muerte, como yo me culpo a mí misma? ¿Es esto acaso el por qué ha esperado tanto tiempo después de su alta hospitalaria para ponerse en contacto conmigo?
 
¿Qué sucede ahora? ¿A dónde vamos desde aquí?
 
2012 horas. Day llega tarde. Tengo los ojos pegados a la puerta, incapaz de hacer otra cosa, temiendo pasarlo por alto si parpadeo.
2015 horas. Una campana suave se hace eco a través del apartamento. Ollie se remueve, eleva sus orejas, y se queja.
Él está aquí. Prácticamente salto del sofá. Day es tan ligero sobre sus pies que hasta mi perro no pudo oírle caminando por el pasillo.
Abro la puerta, luego me congelo. El “hola” que preparé se detiene en mi garganta. Day está de pie delante de mí, con las manos en los bolsillos, impresionante en un flamante uniforme de la República (negro, con rayas de color gris oscuro corriendo por los lados del pantalón y alrededor de la parte inferior de sus mangas, un grueso cuello diagonal en su chaqueta militar, que es el corte en el estilo de las tropas de la capital de Denver, y elegantes guantes de neopreno blancos que puedo ver asomando de los bolsillos del pantalón, cada uno decorado con una fina cadena de oro). Su cabello se derrama más allá de sus hombros en una hoja brillante, y está espolvoreado con la suave nieve de primavera que cae fuera. Sus ojos están brillantes, de un sorprendentemente azul, y encantadores, unos pocos copos de nieve resplandecen en las largas pestañas que los bordean. Apenas puedo soportar la vista. Sólo ahora me doy cuenta que nunca lo he visto en realidad vestido en ningún tipo de traje formal, por no hablar de vestimenta militar formal. No había pensado en prepararme para una visión de este tipo, para en cómo su belleza podría verse en circunstancias en que realmente la demostrara.
Day nota mi expresión y me ofrece una sonrisa irónica.
 
—Fue para una foto rápida —dice, señalando su atuendo—, de mí estrechando la mano del Elector. No fue mi elección. Obviamente. Será mejor que no me arrepienta de lanzar mi apoyo en este tipo.
—¿Eludiste la multitud reunida afuera de tu casa? —digo finalmente. Me recompongo lo suficiente como para torcer mis labios en una sonrisa en respuesta—. Se rumorea que la gente está clamando que seas el nuevo Elector.
Frunce el ceño exasperado y hace un sonido de mal humor.
 
—¿Day para Elector? Claro. Ni siquiera me gusta la República todavía. Me tomará algún tiempo acostumbrarme a eso. Ahora, la evasión es algo que puedo hacer. Prefiero no enfrentarme a la gente en estos momentos. —Oigo un dejo de tristeza ahí, algo que me dice que, efectivamente, visitó la tumba de Kaede. Se aclara la garganta cuando se da cuenta que lo estaba estudiando, luego me entrega una caja de terciopelo pequeña.
Hay una distancia cortés en su gesto que me desconcierta.
 
—Lo recogí en mi camino. Para ti, cariño.
 
Un pequeño murmullo de sorpresa se me escapa.
 
—Gracias. —Tomo la caja con cautela, admirándola por un momento, y luego inclino la cabeza hacia él—. ¿Cuál es la ocasión?
Day se mete el cabello detrás de su oreja y trata de parecer indiferente.
 
—Sólo pensé que se veía bonito.
 
Abro la caja con cuidado, y luego tomo una respiración aguda cuando veo lo que hay dentro: una cadena de plata con un pequeño pendiente de rubí en forma de lágrima rodeado de pequeños diamantes. Tres cordones de plata delgados se envuelven alrededor del propio rubí.
—Es… hermoso —le digo. Mis mejillas arden—. Esto debe haber sido muy caro. —
¿Desde cuándo empecé a utilizar las cordiales sutilezas sociales cuando se trata de Day? Sacude la cabeza.


—Al parecer, la República está arrojándome dinero para hacerme feliz. El rubí es tu piedra de nacimiento, ¿no? Bueno, sólo pensé que deberías tener un recuerdo más bonito de mí que un tonto anillo hecho de sujetapapeles. —Él acaricia a Ollie en la cabeza, luego hace una demostración de admirar mi apartamento—. Bonito lugar. Muy parecido al mío. —A Day le han dado un apartamento similar, fuertemente custodiado a un par de cuadras por la misma calle.
—Gracias —le digo de nuevo, poniendo cuidadosamente la caja en el mostrador de mi cocina, por el momento. Luego le guiño un ojo—. Sin embargo, todavía prefiero mi anillo de sujetapapeles.
Por una fracción de segundo, la felicidad cruza su rostro. Quiero lanzar mis brazos alrededor de él y tirar de sus labios sobre los míos, pero, hay un peso en su postura que me hace sentir como si tuviera que mantener mi distancia.
Aventuro una conjetura vacilante de lo que le está molestando.
 
—¿Cómo está Eden?
 
—Lo está haciendo bastante bien. —La mirada de Day recorre la habitación una vez
más, luego deja que sus ojos se fijen en mí de nuevo—. Considerando todas las cosas, por supuesto.
Bajo mi cabeza.
 
—Yo… lamento escuchar lo de su visión. Él…
 
—Está vivo —me interrumpe Day suavemente—. Estoy bastante contento por eso. — Asiento estando de acuerdo incómodamente, y caemos en una larga pausa.
—Querías hablar —digo finalmente.
 
—Sí. —Day baja la mirada, juega con sus guantes, y luego mete las manos en los bolsillos—. Me enteré de la promoción que Anden te ofreció.
Me doy la vuelta y me siento en mi sofá. Ni siquiera han pasado cuarenta y ocho horas y ya he visto las noticias aparecer dos veces en las pantallas gigantes de la ciudad:
JUNE  IPARIS  ENTRENA  PARA  LA  POSICIÓN  DE  PRINCEPS
 
Debería estar feliz de que Day fue el que sacó el tema; he tratado de encontrar una buena manera de abordar el asunto, y ahora no tengo que hacerlo. Aún así, mi pulso se acelera y me encuentro sintiéndome tan nerviosa como temía. Tal vez él está molesto de que no lo mencioné en seguida.


—¿Cuánto has oído ya? —pregunto mientras él se acerca a sentarse a mi lado. Su rodilla roza suavemente mi muslo. Incluso este ligero toque envía mariposas bailando en mi estómago. Echo un vistazo a su rostro para ver si lo hizo a propósito, pero los labios de Day dibujan una línea incómoda, como si supiera a dónde le va a llevar esta conversación, pero no quiere hacerlo.
—He oído rumores de que tendrías que ser la sombra de Anden a cada paso, ¿cierto? Te entrenas para convertirte en su Princeps. ¿Todo eso es verdad?
Suspiro, hundiendo mis hombros, y dejo que mi cabeza se hunda en mis manos. Escuchar a Day decir esto me hace sentir la gravedad del compromiso que tendría que hacer. Por supuesto que entiendo las razones prácticas del por qué Anden me aprovecharía para esto: espero ser alguien que pueda ayudar a transformar la República. Todo mi entrenamiento militar, todo lo que Metias alguna vez me dijo, que soy un buen ajuste para el gobierno de la República. Pero…
 
—Sí, todo es verdad —le respondo, luego añado rápidamente—: No es una propuesta de matrimonio; nada de eso. Es una posición profesional, y sería uno de los varios que compiten por el puesto. Pero significaría estar semanas… bueno… meses lejos cada vez. Lejos de… —Lejos de ti, quiero decir. Pero suena muy cursi, y decido no terminar la frase. En su lugar, le doy todos los detalles que han estado corriendo por mi mente. Le hablo del extenuante calendario de un Princeps-Electo, cómo me pienso entregar por completo si tuviera que estar de acuerdo con todo, que estoy insegura de cuánto de mí misma quiero dar a la República. Después de un tiempo sé que he empezado a balbucear, pero se siente muy bien sacar todo fuera de mi pecho, desnudar mis problemas con el chico que me importa, de modo que no trato de evitarlo. Si alguien en mi vida merece saber todo, ese es Day.
—No sé qué decirle a Anden —termino—. Él no me ha presionado, pero tengo que darle una respuesta muy pronto.
Day no responde. Mi torrente de palabras cuelga en el silencio entre nosotros. No puedo describir la emoción en su rostro: algo perdido, algo arrancado de su mirada y esparcido por el suelo. Una profunda tristeza silenciosa que me destroza. ¿Qué pasa por la mente de Day? ¿Me cree? ¿Cree, como yo lo hice cuando lo escuché por primera vez, que Anden está ofreciéndome esto debido a un interés personal en mí?
¿Está triste porque significaría diez años de apenas vernos? Lo observo y espero, tratando de anticipar lo que va a decir. Por supuesto que va a estar descontento con la idea, por supuesto que va a protestar. No sería feliz conmigo misma con…


Day de repente habla.
 
—Toma la oferta —murmura.
 
Me inclino hacia él, porque no creo haberlo escuchado correctamente.
 
—¿Qué?
 
Day me estudia cuidadosamente. Su mano se retuerce un poco, como si quisiera levantarla y tocar mi mejilla. En cambio, permanece a su lado.
—He venido aquí para decirte que tomes su oferta —repite en voz baja.
 
Parpadeo. Me duele la garganta, mi visión nada en una nube de luz. Esa no puede ser la respuesta correcta, esperaba una docena de respuestas de Day a excepción de esa. O tal vez no es su respuesta lo que me impresiona tanto sino la forma en que lo dijo. Como si estuviera rindiéndose. Lo miro fijamente por un momento, preguntándome si me lo he imaginado. Pero su expresión —triste, lejana— permanece igual. Me doy la vuelta y me traslado a la orilla del sofá, y por medio de la sensación de adormecimiento en mi mente sólo puedo recordar susurrar:
—¿Por qué?
 
—¿Por qué no? —pregunta Day. Su voz es descuidada, retraída como una flor muerta.
 
No entiendo. Tal vez está siendo sarcástico. O tal vez él va a decir que todavía quiere encontrar una manera de estar juntos. Pero él no añade nada a su respuesta. ¿Por qué me pediría que acepte esta oferta? Había pensado que él estaría muy feliz de que todo esto haya terminado, que podríamos probar algo parecido a una vida normal una vez más, sea lo que sea eso. Sería tan fácil para mí imaginar algún tipo de compromiso con la oferta de Anden, o incluso simplemente rechazarla por completo. ¿Por qué no sugiere eso? Pensé que Day era el más emotivo de los dos.
Day sonríe amargamente cuando no respondo de inmediato. Nos sentamos con las manos separadas, dejando que el mundo cuelgue pesadamente entre nosotros, escuchando los segundos sin hacer ruido al pasar. Después de unos minutos, toma una respiración profunda y dice:
—Yo, eh… tengo algo más que debo decirte también.
 
Asiento en silencio, esperando a que continúe. Temerosa de lo que va a decir. Asustada de que explique el por qué.


Duda por un largo tiempo, pero cuando intenta hablar, sacude la cabeza y me da una pequeña risa trágica. Puedo notar que ha cambiado de parecer, tomando un secreto y guardándoselo de nuevo en su corazón.
—Sabes, a veces me pregunto cómo serían las cosas si yo simplemente… te hubiera conocido un día. Como hacen las personas normales. Si tan sólo hubiera tropezado contigo en alguna calle una mañana soleada y pensara que eras linda, me hubiera detenido, estrechado tu mano, y dicho: “Hola, soy Daniel.”
Cierro los ojos ante tal pensamiento tan dulce. Cuán liberador sería eso. Cuán fácil.
 
—Si tan sólo —susurro.
 
Day recoge la cadena de oro en su guante.
 
—Anden es el Elector Primo de toda la República. Puede que jamás haya otra oportunidad como esta.
Sé lo que está tratando de decir.
 
Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2 - Página 4 Clip_image001
—No te preocupes, no es que no pueda influir en la República si rechazo esta oferta, o encuentre un término medio. Esta no es la única manera…
—Escúchame, June —dice suavemente, levantando ambas manos para detenerme—. No sé si voy a tener las agallas para decir todo esto otra vez. —Tiemblo ante la forma en que sus labios forman mi nombre. Él me da una sonrisa que sacude algo dentro de mí. No sé por qué, pero su expresión es como si me viera por última vez—. Vamos, tú y yo sabemos lo que debe suceder. Sólo nos conocemos desde hace un par de meses. Pero me he pasado toda mi vida luchando contra el sistema que el Elector ahora quiere cambiar. Y tú… bueno, tu familia sufrió tanto como la mía. —Hace una pausa, y sus ojos adquieren un aspecto lejano—. Podría ser bueno en arrojar discursos desde lo alto de un edificio, y en trabajar una multitud. No sé nada de política. Sólo puedo ser una figura decorativa. Pero tú… siempre has sido todo lo que el pueblo necesita. Tú tienes la oportunidad de cambiar las cosas. —Toma mi mano y toca el punto en mi dedo en donde su anillo solía estar. Siento los callos en sus manos, la dulzura dolorosa de su gesto—. Es tu decisión, por supuesto, pero sabes cómo tiene que ser. No tomes una decisión sólo porque te sientes culpable o algo más. No te preocupes por . Sé que es por eso que te estás frenando… puedo verlo en tu rostro.
Sin embargo, no digo nada. ¿De qué está hablando? ¿Qué ve en mi rostro? ¿Cómo me veo en este momento?


Day suspira ante mi silencio. Su rostro es insufrible.
 
—June —dice lentamente. Detrás de sus palabras, su voz suena como que podría romperse en cualquier momento—. Nunca, jamás va a funcionar entre nosotros.
Y aquí está la verdadera razón. Niego con la cabeza, incapaz de escuchar el resto. No esto. Por favor, no lo digas, Day, por favor no lo digas.
—Encontraremos una manera —empiezo a decir. Los detalles vienen derramándose—. Puedo trabajar en las patrullas de la capital por un tiempo. Eso sería una opción más viable, de todos modos. Ser la sombra de un senador, si realmente quiero entrar en la política. Doce de los senadores…
Day no puede ni siquiera mirarme.
 
—No estábamos destinados a estar juntos. Hay solo… demasiadas cosas que han sucedido. —Se pone más tranquilo—. Hay demasiadas cosas.
 
El peso de ello me golpea. Esto no tiene nada que ver con la posición de Princeps, y todo que ver con otra cosa. Day estaría diciendo todo esto, incluso si Anden nunca me hubiera ofrecido nada. Nuestra discusión en el túnel subterráneo. Quiero decir lo equivocado que está, pero ni siquiera puedo discutir su punto.
Porque tiene razón. ¿Cómo iba a pensar posiblemente que nunca sufriríamos las consecuencias de lo que le había hecho? ¿Cómo pude ser tan arrogante como para asumir que todo saldría bien para nosotros al final, que haciendo un par de buenas acciones podría compensar todo el dolor que le causé? La verdad nunca va a cambiar. No importa lo mucho que lo intente, cada vez que me mira, verá lo que pasó con su familia.
Verá lo que hice. Esto siempre le perseguirá, esto estará por siempre entre nosotros.
 
Tengo que dejarlo ir.
 
Puedo sentir las lágrimas amenazando con derramarse de mis ojos, pero no me atrevo a dejar que caigan.
—Entonces —susurro, con la voz temblando por el esfuerzo—. ¿Eso es todo? ¿Después de todo? —Incluso mientras lo digo, sé que no tiene sentido. El daño ya está hecho. No hay vuelta atrás.
Day se encorva y presiona sus manos contra sus ojos.
 
—Lo siento mucho —susurra.


Largos segundos pasan.
 
Después de una eternidad, trago duro. No voy a llorar. El amor es ilógico, el amor tiene consecuencias, me hice esto a mí misma, y debo ser capaz de soportarlo. Así que asúmelo, June. Yo soy la que debería sentirlo.
Finalmente, en lugar de decir lo que quiero decir, me las arreglo para luchar con el temblor en mi voz y le doy una respuesta más adecuada. Lo que debo decir.
—Le dejaré saber a Anden.
 
Day se pasa la mano por su cabello, abre la boca para decir algo, y la cierra de nuevo. Puedo decir que hay otra parte de toda esta situación que no me está diciendo, pero no lo presiono. No haría ninguna diferencia, de todos modos; ya hay suficientes razones por las que no estábamos destinados a estar juntos. Sus ojos captan la luz de la luna derramándose por las ventanas. Otro momento pasa entre nosotros, lleno de nada más que el susurro de nuestras respiraciones.
 
—Bueno, yo… —su voz se quiebra, y aprieta los puños. Se queda allí por un segundo, armándose de valor—. Debería dejarte dormir un poco. Debes estar cansada. —Él se levanta y endereza su abrigo. Intercambiamos un último asentimiento en despedida. Luego me da una cortés inclinación de cabeza, se da la vuelta y empieza a caminar—. Buenas noches, June.
Mi corazón está desgarrado, destrozado, goteando sangre. No puedo dejar que se vaya así. Hemos pasado por mucho para convertirnos en extraños. Una despedida entre nosotros debería ser más que una cortés inclinación de cabeza.
De repente me encuentro de pie y corro hacia él justo cuando llega a la puerta.
 
—Day, espera…
 
Él se da la vuelta. Antes de que yo pueda decir algo más, él da un paso adelante y toma mi rostro entre sus manos.
Entonces me besa por última vez, me abruma con su calidez, llenándome de vida y amor y dolorosa tristeza. Pongo mis brazos alrededor de su cuello mientras él envuelve los suyos alrededor de mi cintura. Mis labios se abren para él y su boca se mueve desesperadamente contra la mía, devorándome, tomando cada aliento que doy. No te vayas, ruego sin palabras. Pero puedo saborear el adiós en sus labios, y ahora ya no puedo contener las lágrimas. Él está temblando. Su rostro está mojado. Me aferro a él como si desapareciera si lo dejo ir, como si me quedara sola en este cuarto oscuro, de pie en el aire vacío. Day, el chico de las calles, sin nada excepto la ropa en su espalda y la sinceridad en sus ojos, dueño de mi corazón.
Él es hermoso, por dentro y por fuera.
 
Él es el rayo de luz en un mundo de oscuridad. Él es mi  luz.
 
Fin  del  Libro


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Mensaje por yiniva Jue 31 Mayo - 10:00

BUENO ESTE FUE EL ULTIMO CAPITULO
Lectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2 - Página 4 Tenor


MUCHAS GRACIAS @Maga POR PERMITIRME AYUDARTE 

A TI @Mariateresa POR CONTINUAR LA LECTURA CONMIGO,


 @ Celemg,  @berny_girl y @yiany QUE SE QUEDARON  EN EL CAMINO PERO ESTOY SEGURA QUE LOGRARAN ALCANZARNOS PRONTO 


NOS VEMOS EN CHAMPION
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Mensaje por Celemg Jue 31 Mayo - 14:00

Esperenme ke me pongo al dia en un plis.. es ke ando kon algunos lios jaja ya voyyyy


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Mensaje por mariateresa Jue 31 Mayo - 14:06

@yiniva este no puede ser el final del libro !!!!
Llore con este capitulo el se esta separndo de ella por que lo diagnosticaron terminal estoy segura que es por eso buaaaa!!! Lo siento me voy hacer algo de spolier con el proximo quede muy enganchada.
Gracias por la lectura espero que el siguiente venga rapido y a si terminarlo juntas @yiniva.
Nos vemos en la proxima lectura


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Mensaje por Celemg Jue 31 Mayo - 16:42

6: Kreo ke fue muy ingenioso de parte de Day poner esa exkusa, y no kreo ke a Kaede le desagrade tanto..
7: No entendí.. O sea, si.. Metias amaba a Thomas.. pero era korrespondido? Ya todos sabemos ke Jameson es una divina perra, asi ke kizas ella lo hizo para romper a Thomas
8: No puedo kreer ke eso de ke la Republika derroto a las Colonias aki y allí también sea parte de la gran mentira… por ke alguien haría realmente eso?
Pobre Tess.. ke vida de la mierda ha tenido, encima enamorarse de alguien ke la ve komo hermana menor, Kaede hizo bien en decirlo..
Odio ke Day kiera a June, no me agrada ella…
Ke Day le dispare al Elektor? Whattttt??? Kreo ke Day puede desmayarse…
9: He aki kuando me empieza a interesar la trama del segundo libro, el kual me venia resultando odiosamente lento e hiper detallista…
June ha kedado enganchado kon ke Anden le mostro ser.. pero Anden será diferente a su padre o mantiene su propio enganio a kosta de June?


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Mensaje por Maga Sáb 2 Jun - 20:30

yiniva escribió:
BUENO ESTE FUE EL ULTIMO CAPITULO
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MUCHAS GRACIAS @Maga POR PERMITIRME AYUDARTE 

A TI @Mariateresa POR CONTINUAR LA LECTURA CONMIGO,


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Mil gracias a las pocas que participaron. Serán recompensadas Wink  Les informó que el próximo libro iniciará la semana que viene. Pendientes. Millones de Gracias @yiniva por moderar y no abandonar. 


Nueva Lectura en el Club BQ
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Mensaje por Celemg Dom 3 Jun - 21:38

Ya voyy, solo aguarden jaja
DEBO terminar antes de ke komience el ke sigue


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Mensaje por Celemg Mar 5 Jun - 17:43

10: Al parecer Tess ya no kiere kallarse y ha explotado contra June y los sentimientos de Day hacia ella..
Realmente kreo ke Day salvaría a June.. no se por ke, pero eso kreo.
11: Tal kual imaginaba, June se ha echado atrás kon matar a Anden y ya ha tenido kontakto mas intimo kon el…
Day es inteligente komo para entender su senial, eso seguro…
De todos modos, no konfio en Anden.. y tampoko en June..
12: Me pregunto ke kosas le hacen a esos ninios infektados y no entiendo komo Day tuvo korazon de dejarlo solo, se ke yo no hubiera podido.. pobrecito, solo enfermo y ve a saber kuantas kosas paso…


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Mensaje por Celemg Jue 7 Jun - 11:29

13: Siento ke June traiciona en todo a Day, o sea, no puede decidir o kerer decidir por el siempre.. y si ambos trabajaramos para la republika?.. Day sufrió a manos de la republika demasiado y ella no puede pretender ke porke ella kree en Anden, el krea.. siento ke apenas esta buskando su propia komodidad y su manera de llegar a las kosas
14: Las palabras de Tess son duras, pero no kreo ke sean erradas, June esta jugando para si misma, y lo romperá…
15: Kreo ke Razor es mas astuto de lo ke parece y al menos esta vez le ha ganado a June.. Por otra parte me pregunto de ke se esta enfermando ella… y si realmente lograran matar a Anden?


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Mensaje por yiany Jue 7 Jun - 14:16

Bueno, que me he quedado colgada como dices Yiniva y no he podido continuar capi a capi, pero me lo consumido de un jalón, no puedo creer todo lo que han pasado, ya sabíamos q Razor traía su guardado, y en especial eso de querer asesinarlo aun sabiendo q no era querido en el consejo debió haber despertado las alarmas. 
Las Colonias, realmente me parecieron un espejismo, dan una apariencia de productividad y desarrollo, pero en el fondo son solo una clase diferente de jaula para mantener al pueblo oprimido y explotado.
Me dolió la muerte de Kaede, pese a todo lo tosca que era en su trato en el fondo siempre mostró su lado bueno, primero cuidando de Tess y luego ayudando a June y Day, y aunq se decía mercenaria, realmente quería un cambio.
Lo de Eden fue realmente sorprendente, que lo usaran así como arma química y aunq recuperó su libertad al final, es claro que la experiencia le dejará marcado y no solo por la perdida de su vision, sino por todo lo q vivió. 
Pero lo que más me entristece es la enfermedad terminal de Day, cómo después de sobrevivir lo indecible vayan a darle una muerte tan trágica y seguro que es por eso que se aleja de June. 
Me da coraje que aun con todo lo que han pasado sigan teniendo tan grandes problemas de comunicación. grrr.

uff. bueno, por fin me he desahogado, espero poder alcanzarlas pronto en el siguiente,  Bye Bye Bye


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Mensaje por yiany Vie 8 Jun - 9:49

pregunta, pregunta, pregunta, también tenemos el 0.5 y el 3.5?


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Mensaje por Celemg Vie 8 Jun - 9:50

El 3.5 kreo ke no se ha traducido, lo buske en BZ ke llevo esos, y no esta y el 0.5 kreo ke lo tengo, pero no entra en lo ke leeremos hasta donde se


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Mensaje por yiany Vie 8 Jun - 10:08

Gracias @CelemgLectura de Trilogía: Prodigy-Marie Lu #2 - Página 4 3683771782


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Mensaje por berny_girl Dom 10 Jun - 12:01

Por problemas de tiempo, no pude continuar con esta lectura, si me pongo al día esta semana, aun puedo continuar como una participante en esta lectura??


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Mensaje por Maga Dom 10 Jun - 12:11

berny_girl escribió:Por problemas de tiempo, no pude continuar con esta lectura, si me pongo al día esta semana, aun puedo continuar como una participante en esta lectura??
Si claro berny  Laughing
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Mensaje por Celemg Lun 11 Jun - 22:09

16: No puedo kreer ke al final June logro su kometido y Day se ha metido en serios problemas… Me hizo doler el estomago este kapi.. por ke Kaede los ayudo? Tess perdonara a Day por traicionar a los patriotas a kausa de June?
17: Y ya era hora de ke June asumiera todo lo ke hizo y jodio a Day… Realmente odio su soberbia, me enferma su lealtad a Anden, y no me fio de el, a ver si me demuestra lo kontrario


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Mensaje por berny_girl Lun 11 Jun - 22:32

Capitulo June (Capitulo 3)

Entre más leo este libro... Mas similitud le encuentro con "Shatter Me"

Personalmente no confío en nada en Razor, presiento que ayuda en verdad no quiere... Solo quiere utilizarlos para un bien propio... Y June es la que está arriesgando más en este plan tan poco creíble.

Capitulo Day (Capitulo 4)

Que será que esconde la República en contra de la familia de Day??... ¿Qué le habrán puesto en la pierna y ojo?? ¿Porque precisamente ellos son el blanco de todo??... ¿Debido a que lo rechazaron de la prueba, siendo que saco la puntuación perfecta?? Es todo tan tránsfuga que da un poco miedo.

Como que con esta rara relación que está iniciando nuevamente con Tess... Para Day las cosas se complican entre su familia de vida y su amor por June.

Capitulo June (Capitulo 5)

Pobre chica... En verdad que está metida en un lio más o menos complicado y presiento que empeorará cuando conozca en verdad el Elector...

Day que tierno, pero como que aún le falta comprender que su amada no tiene mucho tino para decir las cosas.

Capitulo Day (Capitulo 6)

Al parecer todo salió como se esperaba, aunque creo que nadie esperaba que Thomas y la comandante estuvieran presente... Y más encima que Thomas llevara el perro de Metia...

En el plan de Razor los únicos que están al frente de todo son June y Day... Mientras todos los demás siguen escondidos detrás de ellos...

Capitulo June (Capitulo 7)

Thomas es el típico personaje que le lavan el cerebro... Aunque las sospechas fueron reales, no puedo imaginar que siendo su amigo y hasta posible amante fuera capaz de matarlo...

June tiene más razón para detestar todo lo que tiene que ver con la República... Estoy esperando que de encuentre con Elector.

Capitulo Day (Capitulo Cool

Todo esto nuevo que está descubriendo Day es para impresionar a cualquiera... Pero aun con el buen recibimiento de todos.... Sigo pensando que todos los planes que tienen para la muerte del Elector, solo recae en June y Day... Mientras que los que más desean que desaparezca se esconden.


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