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Mensaje por Maga Mar 12 Ene - 20:21

Saludos tenemos una nueva lectura de la mano de berny girl 


Les notifico que se modificaron las normas del club. De ahora en adelante los puntajes quedan así.


Lectoras: 4000 puntos

Moderadoras: 5000 puntos. 



OJO esto es cumpliendo como lo dicen las reglas, ya que hay lectoras que inician las lecturas y las abandonan, si eso sucede no recibirán ni medalla ni puntos.  NO se otorgará medallas ni puntos a participantes que de una lectura de más de 20 capítulos solo comenten unas 5 veces o digan solo "gracias". NO es la idea. El Club de Lectura es para compartir opiniones de la lectura que se esta leyendo. 
Lean las normas AQUÍ


Última edición por Maga el Lun 1 Mar - 20:31, editado 2 veces


Nueva Lectura en el Club BQ
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Mensaje por Maga Mar 12 Ene - 20:23

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 39895320._SY475_

Beneath Your Beautiful
Beautiful #1
Emery Rose


Eden
Todo lo que quería era un nuevo comienzo en una nueva ciudad... y un trabajo de barman. Nunca tuve la intención de enamorarme del sexy y tatuado dueño del bar.
Oscuro.
Pensativo.
No disponible emocionalmente.
Pero Killian Vincent es un desafío del que no puedo alejarme.
Él teme que, si cavo demasiado profundo, no me gustará lo que encuentre. Pero está equivocado, y estoy decidida a demostrarlo.
 
Killian
El amor puede destruir a un hombre. Ponerlo de rodillas. Por eso nunca dejo que nadie se acerque demasiado.
Hasta Eden.
Luchadora.
Obstinada.
Irresistible.
Ella está en una misión para derribar mis paredes. Desenterrar verdades que es mejor mantener enterradas.
Necesito convencerla de que alejarse es la elección correcta... antes de que nos destruya a los dos.


Nueva Lectura en el Club BQ
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Mensaje por berny_girl Mar 12 Ene - 23:11

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 2f6701ea058d19463736eb00363d94e1

Bienvenidas a todas a la primera, espero de que muchas Lecturas que tendremos este año... Esta lectura cuenta con 42 capítulos + 1 Epilogo, los cuales no son tan largo, por lo que publicaremos 2 capítulos diarios, iniciaremos el Jueves 14 de Enero las publicaciones.


Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose BaegWCYLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose New_pr10Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 3bKArLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Firma210Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 3adPbLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Firmas14Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose New_pr10Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Firma-HAFY-2020-BQLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Mosb11Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Firma_11Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Firma-TOH-BQLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 1_play10Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose 1PwVFSVLectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Biblio10Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Giphy
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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por martenu1011 Miér 13 Ene - 20:01

Me sumo a la lectura...
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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Vie 15 Ene - 15:36

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur19
Quité la nieve de mi chaqueta y me reí del Santa Claus inflable que colgaba de las vigas del porche mientras abría la puerta principal. Trevor, uno de los compañeros de casa de Luke, estaba sentado en el sofá, con los pies apoyados en la mesa de café, una rebanada de pizza en una mano y el control remoto en la otra.
—Hola, Trev. —Me quité el gorro y dejé caer mi cabello rubio—. ¿Estudiando duro para los finales? —bromeé.
Lanzó la pizza en la caja y saltó por encima del sofá.
—Impresionante. ¿Haces eso por todas las chicas? —me burlé.
Pasó una mano por su despeinado cabello, sus ojos dando vueltas por la habitación, mirando a todo menos a mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? Es jueves.
Reí.
—¿No se me permite pasar los jueves? ¿Es una regla de la casa?
—Normalmente tienes clase todo el día.
Cierto. Estaba faltando a clases esta tarde. El mensaje de Luke selló el trato. Deshazte de tu próxima clase. Te necesito. Ahora. Nunca me pedía que faltara a clase por sexo. Estaba tan emocionada de que finalmente dejara salir a su rebelde interior, que prácticamente corrí hasta aquí.
—¿Está en su habitación?
—Uh, no… está fuera.
Arrugué la frente.
—Dijo que estaría aquí.
—Vamos a tomar una cerveza. Yo invito.
—Todavía me estoy recuperando de la celebración del cumpleaños de anoche.
—Para curar la resaca.
El sexo con resaca sería una mejor cura, pero me lo guardé para mí.
—Esperaré en su habitación. —Pasé por delante de él—. Nos vemos luego.
La mano de Trevor envolvió mi brazo y me dio un tirón.
—No quieres ir allí arriba.
Levanté la mirada, el miedo abriéndose paso en mi estómago.
—¿Por qué no? —susurré.
—Solo.... no lo hagas.
Sacudí mi brazo y subí silenciosamente las escaleras. Mientras me arrastraba por el pasillo, las voces salían del dormitorio de Luke. Su puerta estaba abierta, y me quedé fuera, esforzando mis oídos para oír.
—¿Cuándo se lo vas a decir? —Después de tres años de escuchar la voz de Lexie en la oscuridad mientras hablábamos hasta altas horas de la noche, lo sabía bien.
—Pronto —dijo Luke—. Solo necesito más tiempo. No pude decírselo en su cumpleaños. Y con los finales a la vuelta de la esquina...
—Esto me está volviendo loca —dijo Lexie—. Me siento tan culpable. Cada vez que la miro, siento que lo sabe.
Yo no lo sabía. No tenía ni idea.
Esto no puede estar pasando.
—No llores, Lex. Hablaré con ella. Es solo que... es difícil.
Oh Dios. ¿Cuándo? ¿Cómo? Devanándome los sesos, traté de averiguar cómo era posible todo esto.
—¿Todavía la amas? —preguntó ella, sorbiendo su nariz.
Cerré los ojos, conteniendo la respiración mientras esperaba la respuesta.
—Todavía me preocupo por ella.
¿Todavía se preocupaba por mí? ¿Eso fue lo mejor que pudo reunir? En nuestro último año de secundaria, me rogó que fuera a Penn State con él. Como la tonta que era, lo había seguido a la universidad, diciéndome que el arte era solo un pasatiempo. Podría hacerlo sin el título de lujo. No es que mi padre hubiera pagado por la escuela de arte. Aun así, podría haber intentado entrar, y habría encontrado la manera de pagarlo por mi cuenta. Pero no, había tirado los folletos de la escuela de arte a la basura.
Todo porque Luke era mi primer amor.
—Luke... yo... hay algo que necesito decirte.
—¿Qué es? —Su voz estaba amortiguada. ¿Estaba su rostro enterrado en el cabello de ella? ¿La estaba abrazando? ¿Besándola? Mis manos se convirtieron en puños, mis uñas clavadas en las palmas de mis manos. Luché para que el aire entrara en mis pulmones. Me dolía tanto el corazón que apenas podía respirar.
—Prométeme que no te enojarás —suplicó—. Fue un accidente. Ni siquiera sé cómo sucedió. Pero... estoy embarazada.
Me apoyé en la pared buscando soporte. ¿Embarazada? ¿No sabía cómo ocurrió? La bilis subió por mi garganta. Tragué la amargura y me puse de pie.
La ira inundó mis venas.
Abrí la puerta, estrellándose contra la pared. Poniendo mis manos en mis caderas, miré toda la escena. Luke la estaba abrazando, y ella estaba de frente a la puerta, con una sonrisa engreída en su rostro. Lucía triunfante, y no se sorprendió en lo más mínimo al verme. Lexie debía haber enviado ese mensaje desde el teléfono de Luke. Ella era la ganadora, y estaba emocionada por su victoria.
El rostro de Luke estaba helado de asombro, sus ojos marrones muy abiertos, su boca colgaba abierta como si lo hubiera atrapado a mitad de la frase. Las cortas capas de su cabello castaño dorado estaban erizadas como si Lexie hubiera estado pasando sus dedos por ellas. Desvié la mirada. No podía soportar mirar al chico que había amado durante cinco años. Cinco años.
—¿Interrumpo? —pregunté, sorprendida por lo tranquila que sonaba.
Luke se puso de espaldas y se cubrió el rostro con las manos. Cobarde. Si su ropa esparcida por el suelo era un indicio, estaba desnudo bajo esas sábanas. Y ahora se hizo dolorosamente claro por qué nuestra vida sexual había disminuido en los últimos meses. Lo estaba consiguiendo de otra persona: mi mejor amiga.
—Eden... no es lo que piensas. —Sonaba tan patético que reí mucho—. Puedo explicarlo.
—Guárdalo para alguien a quien le importe.
Yo te amaba. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Y Lexie, la traidora, había sido mi compañera de cuarto desde primer año. La llevé a casa conmigo durante las fiestas porque dijo que sus padres no se preocupaban por ella. Le presté mi ropa. Mis amigos se convirtieron en sus amigos, y ahora, mi novio era su novio.
Mi corazón se estaba rompiendo en tantos pedazos que no sabía cómo volver a juntarlos. Pero me negué a darle a Lexie la satisfacción de verme desmoronada. Era hora de actuar, no de llorar. Abrí el armario de Luke y busqué dentro un bate de béisbol. Elegí el Combat Maxum, un bate para los bateadores de potencia, y salí balanceándolo. Lexie se acobardó, abrazándose para protegerse.
Eeí.
—No te preocupes, Lexie. No vale la pena ser arrestada por asalto y agresión.
Salí de la habitación, con la cabeza bien alta. Cuando llegué al pasillo, bajé corriendo por las escaleras y salí por la puerta principal. Bajé volando por los escalones del porche y doblé la esquina, mis pies resbalando y deslizándose sobre la nieve recién caída mientras me detenía frente al BMW plateado de Luke, un regalo de graduación de la secundaria de sus padres. Todo en la vida de Luke Prescott le había sido entregado en bandeja de plata. Hijo único de padres cariñosos que lo pusieron en un pedestal, malcriándolo. Deberían haberle dado a su hijo valores en lugar de posesiones materiales. ¿Quién consigue un BMW por graduarse de la secundaria?
Levante el bate, y conectó con el capo. Crujido. Otro golpe fuerte, y quité un faro. Mi cuerpo estaba envuelto de rabia. Necesitaba desatarla. La ira era mejor que la alternativa: enrollarme como una pelota y llorar lo suficiente como para llenar un océano.
—Eden. ¡Detente! —gritó Luke. Lo ignoré y golpeé contra el otro faro. ¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! Seguí lanzando golpes, el metal crujiendo bajo mi bate. El infierno no tenía una furia como la de Eden Madley despreciada. No es que fuera una persona violenta. Pero imaginaba la sonrisa triunfante de Lexie, y eso avivaba mi ira.
Levanté el bate, lista para infligir más daño.
Luke me abrazó por detrás y me arrastró a una distancia segura del auto.
—¿Qué has hecho? —Luke se lamentaba, sonando como un bebé grande y gordo.
—Lo mismo que le hiciste a mi corazón.
Luché para liberarme de su agarre y tiré el bate al suelo. Crisis detenida, se acercó para inspeccionar los daños, limpiando la nieve con sus manos. No era suficiente. Pero la derrota y el dolor habían agotado la lucha.
—Lo siento —dijo, dándome la espalda. Ni siquiera tuvo las agallas para mirarme a los ojos—. Lo siento mucho, Eden.
—Vete a la mierda, Luke. Toma tu disculpa y métetela por el culo. —Me alejé, con los hombros rectos y la cabeza bien alta, tratando de aferrarme a la dignidad que me quedaba. Las lágrimas se alojaron en mi garganta, pero me las tragué. En el camino hacia aquí, pensé que la nieve se veía bonita. Como estar dentro de una bola de nieve. Ahora la nieve picaba en mi rostro, impidiendo mi progreso. Me puse la chaqueta y metí las manos en los bolsillos.
—Oye, Eden —llamó Trevor, corriendo para alcanzarme. Sabía lo que estaba pasando bajo su techo. Fui la última en enterarme. ¿No era siempre así?— Por si sirve de algo, creo que te mereces algo mucho mejor. Si alguna vez quieres tomar una cerveza, llámame.
Asentí y seguí caminando, conteniendo las lágrimas. Me desabroché el brazalete que Luke me regaló ayer en mi cumpleaños número veintidós, lo tiré al suelo y lo aplasté bajo la suela de mi bota. Había llegado en una caja azul de Tiffany's, un brazalete de plata pura con un medallón en forma de corazón.


Última edición por berny_girl el Vie 15 Ene - 16:46, editado 1 vez


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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Vie 15 Ene - 16:45

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur20
Salí completamente de Joss y me quité el condón, retirándome a su baño. Después de tirar de la cadena, me lavé las manos y usé su jabón elegante y mis dedos para quitarme las manchas de maquillaje en su lavabo. El baño era enorme, pero aparentemente no lo suficientemente grande como para acorralar toda su mierda de maquillaje, laca para el cabello, perfume, lociones y pociones que llenaban todos los estantes y todas las superficies disponibles. Las toallas estaban tiradas descuidadamente en un montón en el piso de baldosas de piedra caliza, como si estuviera esperando a que la criada las reemplazara por otras nuevas. Doblé las toallas y las colgué de la barandilla. Ni siquiera sabría por dónde empezar a limpiar el resto de la mierda aquí.
Volví a la habitación de Joss, esquivando una montaña de ropa desechada. Estaba tumbada en su cama desnuda, con un cigarrillo encendido entre los labios. Fuera de su pared de ventanas, el Bajo Manhattan estaba iluminado como el 4 de julio. Joss vivía en un condominio de lujo en Brooklyn Heights. Nunca había visto su apartamento a la luz del día, nunca la había visto a ella a la luz del día.
Joss nunca pedía charla de almohada o abrazos. No tenía ningún interés en una relación, y esa era la única razón por la que había durado tanto tiempo. No se metía en mis asuntos, nunca hacia preguntas y no trataba de analizarme. Pero esta noche, el sexo me dejó sintiéndome vacío. O entumecido. Ni siquiera podía encontrar una palabra para esta aburrida y dolorosa nada. No sabía por qué vine esta noche. Fue un error, y lo supe en cuanto entré por la puerta.
Ella me miraba a través de los ojos entrecerrados mientras me vestía, el humo de su cigarrillo se elevaba y entraba en el aire rancio. Joss me dijo una vez que tenía un fondo fiduciario enorme. No trabajaba, y no tenía ni idea de lo que hacía en todo el día. Tal vez dormía, o iba de compras, o se hacia la manicura. Nunca me importó lo suficiente como para preguntar.
—¿Conociste a alguien especial? —preguntó. Tomó otra calada de su cigarrillo, echando el humo por la boca.
—Deberías conocerme mejor que eso. —Ella no me conocía en absoluto, pero dejé las reglas claras desde el principio. Nada de preguntas personales.
Se encogió de hombros.
—Las cosas cambian.
—¿Cambiaron para ti? —Me senté en el borde de su cama para atar los cordones de mis botas de combate. Las tenía desde la secundaria y estaban tan desgastadas y maltratadas como yo. Demasiado joven para sentirse tan jodidamente viejo. Esa frase viene de una canción country que oí en Fat Earl's una vez. Odiaba ese bar. Mi viejo solía frecuentarlo antes de que los hipsters invadieran, cuando Earl aún estaba vivo y se hacia la vista gorda. Pero incluso ahora, con un nuevo dueño y una multitud diferente, el lugar probablemente no había cambiado mucho. La música country probablemente todavía resonaba en la rocola, y probablemente todavía olía a cerveza rancia y comida frita. Mi estómago aún se anudaba de miedo cada vez que pasaba por allí.
—No necesito que me quieras —dijo Joss. ¿Amor? Me molestó la palabra. Ella nunca había sacado nada de esto a colación y yo no sabía qué la impulsaba a hacerlo ahora. Este nunca había sido nuestro trato, y ahora sabía con seguridad que era hora de largarme—. Pero no soy estúpida. Mantuviste los ojos cerrados.
—Éxtasis orgásmico. —Una mentira. Había hecho el trabajo, pero no era éxtasis. Sentí como si estuviéramos atravesando las formalidades, como dos máquinas bien engrasadas. Todo mecánico, nada de emociones.
Eso es lo que querías, imbécil.
—Mentira —dijo—. Estabas fingiendo que yo era otra persona.
Equivocada. Yo estaba fingiendo ser otra persona. Me puse de pie y me giré para mirarla.
—Es hora de que sigas adelante.
—Tal vez ya lo he hecho. —Dejó que una cortina de cabello castaño cayera en su rostro para enmascarar su dolorosa expresión. Jesús. ¿Creía que estaba enamorada de un tipo que la llamaba a las dos de la mañana para tener sexo? Ni siquiera sabía mi apellido ni a qué me dedicaba.
—Nunca hice ninguna promesa —dije.
Joss río, pero sonó fuerte en su tranquila habitación.
—Conocía el trato. Pero aun así esperaba... que fuera diferente.
Me froté la nuca y exhalé. ¿Qué demonios podría decir? No podía fingir que la amaba. No sabía cómo se sentía el amor, pero sabía que no era esto. Nunca pensaba en ella después de irme. Nunca pregunté sobre su familia, nunca pregunté qué hacía en su tiempo libre, nunca pregunté nada sobre su vida. Nos conocimos en un club hace seis meses. Estaba borracho y más que jodido. Buscaba pasar un buen rato sin ataduras. Ella me trajo a casa, y follamos. Lo hemos estado haciendo desde entonces, pero nunca sentí la necesidad de conocerla mejor.
—Puedo vivir sin las llamadas de las tres de la mañana. —Levantó la barbilla—. Además, me merezco algo mejor. Mi psiquiatra me lo dijo, así que debe ser verdad.
Tenía un psiquiatra. Y se merecía algo mejor. Alguien que se quedara a pasar la noche y le importara una mierda.
—No volveré a llamar.
Mi mano estaba en el pomo de la puerta, listo para salir cuando sus palabras me detuvieron.
—¿Pensaste que no sabía que eras Killian “La Muerte” Vincent, campeón del Octógono?
Me quedé quieto, con el cuerpo tenso. Me alejé de las peleas justo antes de conocerla. Los medios de comunicación habían estado por todas partes, así que no debería haberme sorprendido que supiera quién era, pero nunca lo había mencionado. Y eso era algo bueno. Odiaba que me recordaran lo que solía ser.
—Alguien en el club te señaló la noche que nos conocimos —dijo Joss—. ¿Realmente crees que hubiera ido por ti si no hubieras sido nadie?
Era un don nadie. ¿Qué pensó que pasaría? Que la llevaría conmigo a mis peleas, la dejaría disfrutar del centro de atención como esas otras chicas sin nombre que se apegaron a mí por lo que pensaban que era. Ninguna de ellas me conocía. Ninguna de ellas quería conocerme. Solo querían ser vistas conmigo y follarme.
—Ya no peleo.
—Lo sé. Y estoy decepcionada. Quería estar con un campeón, pero terminé con un fracasado que dirige un estúpido bar. —Fingió un bostezo—. Aburrido.
Todo el tiempo, Joss se había estado follando a otra persona. Bien, era yo. Pero a veces, sentía que era más como un alter ego. Había sido un showman que hizo que la multitud me amara y me apoyara, cantando mi nombre. Un actor, interpretando un papel, todo fanfarrón y bravucón, pero lo había respaldado con un agotador programa de entrenamiento, y cumplía con lo prometido. Mi hermano Connor me preguntó una vez si estaba luchando contra mi oponente o contra mis propios demonios. No me molesté en responderle. Si lo hubiera hecho, habría dicho que contra ambos.
Ella me dio la espalda y me fui. Estaba aliviado de que se hubiera acabado, pero me sentí mal por ello. Mi viejo me diría que era el precio que pagaba por tener conciencia.
Él nació sin una, pero la mía era lo suficientemente grande como para asumir la culpa de todo el maldito mundo.
El árbitro lo llamo un golpe limpio —dijo mi papá.
—Me importa una mierda cómo lo llamó el árbitro. Maté a un hombre.
—No seas dramático. Todavía está vivo.
—Está en un maldito coma.
—Deja de ser un marica.

Ese era uno de sus nombres favoritos para mí. Marica. Idiota. Cabeza de mierda. Creía que algunas personas en este mundo se proponían destruirte solo porque pensaban que podían hacerlo. Mi padre era una de esas personas. Pero aprendí hace mucho tiempo que, si no dejabas que nadie se acercara lo suficiente, no podían hacerte daño. No de ninguna manera que importara. No fueron los puños los que hicieron el mayor daño. Era el amor el que podía poner a un hombre de rodillas. Una mujer derribó a Seamus Vincent, y él se volvió hacia la botella para aliviar su dolor. Era un borracho desagradable con una memoria selectiva. A veces, casi creía que no tenía idea de lo que hacía cuando estaba borracho. Tal vez no lo hacía. Lo que ocurría a puerta cerrada, se quedaba a puerta cerrada. ¿A quién se lo iba a decir, de todos modos? ¿A la policía?

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur24

Respiré profundamente y presioné el botón de llamada. Ella contestó el teléfono de su casa al segundo timbre. Al fondo, oí llorar a un bebé. El bebé de Johnny Ramírez, un niño al que nunca tuvo la oportunidad de conocer.
—Anna.
—¿Quién es? —preguntó, sonando cautelosa. Ella sabía quién era. Conocí a Anna primero, en un club nocturno en la cima del MGM Grand en Las Vegas hace cuatro años. Rápidamente se dio cuenta de que yo era un tipo de una noche, pero Johnny era un tipo para siempre. Seis meses después, se casaron y fui su padrino. Brindé por su salud, felicidad y una larga vida juntos.
—Es Killian. No has cobrado el cheque que te envié.
—Tu dinero no traerá a Johnny de vuelta.
—Ya lo sé. —Cobra el maldito cheque. Cómprate algo para ti. Para tu hijo. Maldita sea. Déjame hacer algo por ti—. Anna. Por favor.
Estaba pidiendo perdón, pero ella no podía dármelo. Yo fui el hombre que arruinó su vida, y nada de lo que decía o hacia podría cambiar eso.
—No me vuelvas a llamar. —Cortó la llamada y yo hice un agujero en la pared de la sala de estar de la casa de mierda que alquilé en Greenpoint. Quería quemar la casa hasta que se incendiara todo el mundo. Pero eso no traería a Johnny de vuelta. Nada lo haría.
Oí la puerta principal abierta y el ruido de un motor Harley en el pasillo. Maldito Connor. ¿Por qué no podía estacionar en la calle? En vez de ir por el pasillo hacia el patio trasero como siempre, apagó el motor. Unos segundos después, oí su voz.
—¿Tienes lo que necesito?
Me acerqué al pasillo y lo tomé por sorpresa. Sonrió y me hizo un saludo simulado. Él se sentía bien. Demasiado bien.
—Buen trato. Y agrega algunos panqueques adicionales para el pato crujiente —le dijo Connor a la persona por teléfono, sin duda para mi beneficio—. Nos vemos en 30 minutos.
Connor giró su teléfono para cerrarlo. Un teléfono desechable con los números de los “restaurantes chinos” y “pizzerías” que no vendían pato crujiente o pizza.
—Pensé que estarías en el trabajo —dijo, crujiendo su cuello.
—No hagas esa recogida. No necesitas esa mierda. Te pondré en la mejor rehabilitación que el dinero pueda comprar.
Se bajó de la motocicleta y puso el casco en el asiento.
—Ve a trabajar. Es solo comida china para llevar.
Lo agarré de su chaqueta de cuero negra y lo golpeé contra la pared. Parecía la versión más joven de mí: cabello oscuro, piel de olivo, ojos azules. La misma altura, constitución similar. Pero su cuerpo estaba lleno de tantos químicos tóxicos, que era solo cuestión de tiempo antes de que lo mataran. Durante el último año, debe haber perdido diez kilos. Su chaqueta de motocicleta, una vez ajustada a su cuerpo, colgaba más suelta de su cuerpo y su rostro parecía demacrado.
—Esta mierda tiene que parar.
—Pégame si te hace sentir mejor. —Levantó la barbilla—. Adelante. Puedo soportarlo.
Solté mi agarre y di un paso atrás. Nunca lastimaría físicamente a Connor. Golpearlo no resolvería nada.
—¿Qué te ha pasado?
—Lo mismo que te pasó a ti. La vida. —Miró mi mano derecha—. ¿Hiciste otro agujero en la pared? ¿Te hizo sentirte mejor?
Pasó por delante de mí y subió las escaleras de dos en dos.
La puerta del baño se cerró detrás de él, y flexioné mi mano, sin sentir el escozor de los cortes en mis nudillos.
Estaba perdiendo a mi hermano, la única persona en este mundo a la que amaba. Pero no sabía cómo salvarlo. Y no sabía cómo arreglar lo que estaba roto dentro de él.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Sáb 16 Ene - 3:33

Esa Lexie y el tal Luke son un par de fichas hipócritas. Gracias por los capítulos.🤬🤬😡😡


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Mensaje por Yani Sáb 16 Ene - 8:09

Gracias, odio cuando las infidelidades de los ex son con las mejores amigas, qué les pasa a las mujeres que hacen eso??? Habiendo tantos hombres, meterse con el de las amigas...no hablo de esos hombres porque ni valen la pena, terminan quedándose con lo que se merecen.

Y killian entiendo que mató a su amigo en una pelea??

Los capítulos no tienen número ni PoV? Me desorienta que no los tenga.


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Mensaje por Maria-D Sáb 16 Ene - 8:35

sunny   Muchas gracias por los capis @berny_girl.
    No sé si podré seguirlas, pero lo intentaré.


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Mensaje por berny_girl Sáb 16 Ene - 14:58

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur25
Seis meses después
Otro bar, otro rechazo. Había estado en bares de copas, antros, clubes nocturnos, y ahora en este bar de azotea. Todos querían a alguien con experiencia. ¿Cómo obtienes experiencia a menos que alguien te diera una oportunidad? Consideré mis opciones mientras me lavaba las manos en el baño. Solo había estado en Brooklyn tres semanas, pero estaba quemando mis ahorros. Los sueños no eran baratos. Tampoco los apartamentos de mierda en Williamsburg.
Estudié mi reflejo en el espejo. ¿Apestaba a desesperación? Nunca antes había tenido problemas para conseguir un trabajo. Miré mi atuendo, un minivestido de estampado floral y botas hasta los tobillos de gamuza. ¿Quizás no estaba enviando el mensaje correcto?
¿Qué es lo que me pasa? Solía tener confianza.
—Hey —dijo una chica, entrando al baño.
—Hola.
Se detuvo frente a mí y me dio una gran sonrisa. Era guapa, con el cabello castaño y un poco de pecas en la nariz.
—Soy Hailey.
—Eden.
—Estaba sentada con unos amigos, y puede que haya estado escuchando a escondidas. Estás buscando trabajo de bartender, ¿verdad?
Asentí, aunque estaba pensando que debía ampliar mi búsqueda de trabajo a otras áreas.
—Todo se trata de a quién conoces. La mayoría de estos trabajos son tomados antes de que llegues a la puerta. Pero sé que uno de los camareros del Trinity Bar fue despedido anoche, así que tienes que ir allí pronto.
—¿Por qué despidieron al camarero?
Se encogió de hombros.
—No puedo decirlo. Estaba muy ocupada enamorándome del otro camarero, Zeke. Es todo un encanto para la vista. De todos modos... el tipo con el que tienes que hablar es Killian Vincent. Él es... —Hailey frunció el ceño y golpeó su dedo contra su barbilla. Cuando no pudo encontrar las palabras para describirlo, se encogió de hombros, derrotada—. No estoy segura de lo que es. También es un deleite para la vista, si te gustan oscuros y melancólicos. Personalmente, me atraen más el sol y la luz. A cada uno lo suyo. Dame tu teléfono. Escribiré la información.
Le di mi teléfono, y ella abrió la app de Google maps.
—Aquí tienes. —Hailey devolvió mi teléfono y sonrió—. Buena suerte.
—Gracias. Te lo agradezco mucho.
—No hay problema. Espero verte detrás de la barra la próxima vez que pase por aquí —dijo, desapareciendo en un cubículo.
Veinte minutos más tarde, estaba parada detrás de la cabina de una camioneta blanca al otro lado de la calle del Trinity Bar mirando a un tipo que hablaba por su celular. Retrocedió hasta el borde de la acera y miró las enormes torres de acero del puente Williamsburg que se elevaban al fondo, o el techo plano del edificio, no estaba segura. Lo que fuera que estuviera mirando, no le hacía feliz. Estaba caminando de un lado a otro en un área pequeña, como un animal atrapado en una jaula. Un animal elegante y poderoso.
Una camiseta negra acentuaba sus anchos hombros y bíceps, y el dobladillo raspaba la cintura de sus vaqueros oscuros. Una manga de tatuaje cubría su brazo izquierdo. Cabello oscuro y rebelde, cortado en largas capas, llegaba hasta la nuca. Su perfil era fuerte. Mandíbula cincelada. Nariz recta. Pómulos prominentes. Incluso sin ver su rostro claramente, sabía que era hermoso. No podía dejar de mirarlo.
Era Killian Vincent. Estaba segura de ello.
Cuando cortó la llamada, se metió el teléfono en el bolsillo y se pasó ambas manos a través del cabello, sosteniendo la parte posterior de su cabeza como si su frustración fuera demasiado grande para contenerla. No era el momento ideal para acercarme a él en busca de trabajo, pero de todos modos lo estaba haciendo. Sin agallas, no hay gloria. Lo peor que podía hacer era decir que no. levanté mis hombros, mantuve la cabeza en alto y crucé la calle. Mi misión número uno era conseguir un trabajo.
Un minuto, mi cuerpo se movía. Al siguiente, estaba tirada en la carretera, con todo el aire fuera de mis pulmones.
—¿Estás bien?
Levanté la cabeza, aturdida. Las estrellas flotaban delante de mis ojos. Cuando se me aclaró la cabeza, me encontré con unos ojos tan azules que no parecían reales. Como el agua tropical en lugares exóticos que solo había visto en las fotos. Rodeado de pestañas largas y gruesas, casi demasiado bonitas para su rostro robusto y guapo. Sus ojos se fijaron en los míos, y durante unos segundos, todo se quedó completamente inmóvil.
—¿Estás bien? —preguntó de nuevo. Su mirada cubrió mi rostro, las cejas oscuras se arrugaron, y el mundo regresó apresuradamente. A tres metros de distancia, un auto estaba parado, esperando a que me quitara del camino.
—Estoy bien —dije, quitándome la grava de las manos. Estúpido bache. ¿Cómo se me había pasado eso por alto? Me puse en pie. Un dolor punzante se disparó desde mi tobillo izquierdo, y me fallaron las piernas; el mismo tobillo que me torcí en un accidente de motocicleta cuando tenía trece años. Los brazos del tipo me rodearon, y me presionaron contra su duro pecho. Olía bien. Algo caliente y ligeramente picante. Masculino. Intoxicante.
Se movió a mi lado y deslizó un brazo alrededor de mi cintura.
—Apóyate en mí.
Apreté los dientes y cojeé junto a él. Bajé mi pie izquierdo y mi pierna se tambaleó. Su brazo a mi alrededor se apretó, y murmuró algo en voz baja. Antes de que pudiera detenerlo, deslizó un brazo bajo mis rodillas y me levantó del suelo, llevándome en sus brazos, con su paso largo y seguro.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté, finalmente entrando en razón. Luché para liberarme de su influencia, pero no me soltó.
—Deja de pelear conmigo. Te vas a lastimar. —Su voz era profunda y algo grave. Sexy.
—Te vas a lastimar al cargarme —dije inútilmente.
—Pesas nada —se burló.
No pesaba nada, pero en sus brazos me sentía ligera como una pluma. Podía sentir los músculos de sus brazos flexionándose y el calor de su piel a través de la fina tela de mi vestido. Su cercanía me hacía perder la razón, pero al mismo tiempo, me hacía sentir segura, como si nada malo me pudiera pasar mientras estuviera con él. Lo que era raro. Era un completo extraño.
Me llevó al bar, y en unos largos pasos, llegamos a un sofá de cuero. Me bajó sobre él, su rostro flotando a centímetros por encima del mío. Me quedé sin aliento mientras miraba sus labios llenos y sensuales y la oscura barba en su mandíbula cincelada que daba la impresión de que una afeitada limpia no duraba más que unas pocas horas. Un caleidoscopio de mariposas había invadido mi estómago, y los sentimientos que yacían dormidos se arremolinaron dentro de mí. Él se aferró a mí unos segundos demasiado largos antes de soltarme y se alejó, pasando su mano por las desordenadas ondas de su cabello.
—Necesito quitarte la bota. —Sin esperar mi permiso, me quitó cuidadosamente el zapato y el calcetín. Me mordí el labio para no quejarme. Él sostenía mi pie descalzo en sus manos cálidas, callosas, fuertes y capaces, con venas gruesas y cicatrices blancas en los nudillos. ¿Cómo se hizo las cicatrices? Tal vez tenía mal genio y se ponía furioso. Eso debería haberme asustado, pero no lo hizo.
Su tacto era firme, pero sorprendentemente suave. Lentamente giró mi pie, su ceño fruncido mientras evaluaba el daño. Menos mal que ayer me pinté las uñas de los pies de coral brillante. Lo que fue una cosa estúpida en la que pensar. Sus dedos rozaron el punto sensible justo debajo de mi tobillo, y aspiré, mis manos dobladas en puños.
—¿Estás bien? —Levantó sus ojos hacia los míos, y mi corazón tartamudeó. Una persona podría ahogarse en esos ojos. Era como estar bajo el agua y mirar a la luz del sol.
—Estoy bien.
Colocó mi pie en el suelo con cuidado, como si fuera de cristal.
—Solo torcido. No roto —dijo, como si fuera un experto en el tema—. Traeré hielo y te limpiaré la rodilla.
Miré mi rodilla. Sangre brotaba de ella. Ugh. Esto no iba según lo previsto. Vine por un trabajo. En vez de eso, estaba haciendo el papel de invalida patética.
—Estoy bien. De verdad —dije rápidamente, balanceando mis piernas sobre el costado del sofá.
Frunció el ceño hacía mí. —Quédate donde estás.
—No te molesto más. Estoy segura de que tienes un millón de cosas que hacer, así que no te preocupes.
Cruzó los brazos por encima de su ancho pecho y fulminó con la mirada. Impresionante. Este tipo lleva el ceño fruncido y las malas miradas a un nuevo nivel de maldad.
—Tengo un montón de cosas que hacer. Pero te caíste justo delante de mí. ¿Esperas que te mande a casa y que no te ayude?
—Mucha gente habría mirado para otro lado.
—Sí... bueno, yo no. —Apartó la cabeza y exhaló bruscamente—. Enseguida vuelvo. No te muevas —ordenó. Lo vi caminar hacia la parte trasera de la barra, notando su perfecto torso en forma de V que se estrechaba hacia abajo hasta llegar a unas delgadas caderas y una cintura estrecha. Los dioses griegos no tenían nada contra este hombre.
¿Qué está pasando conmigo? ¿Me había golpeado la cabeza cuando me caí? Vine a Brooklyn para encontrarme y hacer realidad mis propios sueños. Lujuria por este tipo no me ayudaría a hacer eso. Mi corazón está cerrado al tema, y si mi cuerpo me traicionaba... bueno, eso es una lástima.
Trabajo, trabajo, trabajo, trabajo. Mantente concentrada.


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Mensaje por berny_girl Sáb 16 Ene - 15:33

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Respirando un poco, miré alrededor del edificio. Paredes de ladrillo expuesto y techos altos. Una barra de zinc con estantes de vidrio de licor y respaldos de espejos antiguos salpicaban la pared frente a mí.
La luz del sol entraba por un conjunto de puertas abiertas en la parte de atrás, dando a los pisos de madera un brillo como de miel. Una cálida brisa de junio traía un aroma a menta y lavanda y algo dulce... ¿me estaba imaginando eso? Era un bar, no un jardín de hierbas. Estiré mi cuello para ver el exterior. Las paredes de ladrillo encalado encerraban un patio pavimentado, y el follaje verde oscuro se enroscaba alrededor de las vigas de madera. Un camión de comida pintado de colores brillantes decía Tacos de Jimmy.
El tipo que asumí que era Killian regresó, cargado con suministros: paquete de hielo, botiquín de primeros auxilios, agua y una sudadera con capucha negra colgada sobre su hombro. Puso todo sobre la mesa y me dio una botella de agua y dos Tylenol.
—Gracias. —Tragué las píldoras con unos sorbos, cerré la tapa y puse la botella en el piso junto a mi mochila de cuero. Debe haberla traído él. Ciertamente yo no lo había hecho.
Enrollando la capucha como si fuera una almohada, apoyó el tobillo y colocó la bolsa de hielo sobre ella con una toalla de bar debajo. Mientras limpiaba mi rodilla, miré la cicatriz en su cuello, blanca contra su bronceada piel aceitunada. Gruesa y levantada. Dentada como un alambre de púas. Como si alguien hubiera ido a por la yugular.
Colocó el paño húmedo sobre la mesa y rebuscó en el botiquín de primeros auxilios, saliendo con toallitas antisépticas.
—Esto podría arder —dijo, abriendo el paquete con los dientes. Dios, eso fue sexy. Le imaginé haciendo lo mismo con un envoltorio de condón—. ¿Necesitas un whisky?
Eeí un poco. Me vendría bien un whisky, pero no por mi rodilla. Las raspaduras, los moretones y los esguinces fueron una ocurrencia regular en mi infancia, gracias a mi hermano Sawyer, que fue muy bueno para realizar actos de audacia. Estúpida de mí, lo seguía hasta el fuego cada vez.
—Estaré bien.
Me dolió un poco, pero una vez más, fue gentil. Tiró las toallitas en el cubo de la basura detrás de la barra y se sentó en la mesa de café frente a mí. Me senté más recta y dirigí mi cuerpo hacia él.
—¿Cómo te llamas? —preguntó.
—Eden. Eden Madley
—Killian —dijo, sin molestarse en mencionar su apellido.
—Lo sé. Por eso estoy aquí. —Sus ojos se entrecerraron en acusación, como si lo hubiera engañado y estuviera tratando de averiguar qué es lo que yo quería de él—. Por un trabajo —dije rápidamente, lo que no parecía tranquilizarle—. Escuché que tal vez estés buscando un bartender. Y estoy buscando ser bartender.
Se frotó la mandíbula y entrecerró los ojos ante algo en la distancia. Parecía que estaba librando una batalla consigo mismo.
—No pongo mujeres detrás de la barra.
—¿Crees que es un trabajo de hombres?
Se encogió de hombros. —Tal vez.
—Eso suena sexista, sabes.
Frunció el ceño.
—Los camareros se quedan hasta tarde. Entre las dos y las cuatro de la mañana. Son tiempos peligrosos.
—Vivo muy cerca. A solo 15 minutos caminando de aquí, así que no es gran cosa...
—¿Caminando? —Parecía horrorizado, como si hubiera sugerido saltar del puente de Brooklyn—. No vas a caminar a ninguna parte a esa hora de la noche.
—Bien. Tomaría un taxi. No puedes discriminarme solo porque soy mujer.
Abrió la boca para hablar, pero me apresure antes de que tuviera la oportunidad de derribarme.
-Si alguien… me diera una oportunidad, sé que sería buena como bartender.
Negó con la cabeza.
—¿No tienes experiencia? —preguntó, sonando exasperado.
—No. Pero tomé un curso. Y he trabajado en muchos trabajos en la industria de servicios. Fui mesera durante un tiempo y sé cómo usar una caja registradora. Soy buena con la gente. Soy de fiar. Puntual. Una gran trabajadora. Y normalmente no soy tan torpe. No tengo ni idea de cómo sucedió esto.
—Es el camino. —Sacó su teléfono y escribió algo en él—. Me encargaré de ello. —Tenía el presentimiento de que este tipo podría encargarse de cualquier cosa. Me lo imaginaba llamando y haciendo que la ciudad se enfureciera por el bache de la carretera.
—Déjame trabajar una noche. Si no funciona, puedes pedirme que me vaya. No tienes nada que perder. —Le mostré una gran sonrisa. No parecía impresionado, pero no estaba por encima de mendigar. Realmente quería trabajar aquí. De todos los bares que había visitado, mi instinto me decía que éste era el adecuado para mí—. Todo el mundo necesita empezar por algún lado, ¿verdad? Solo estoy pidiendo una oportunidad. Por favor.
—¿Cuántos años tienes?
—Veintidós. ¿Cuántos tienes tú?
—No estoy buscando trabajo.
Era más hombre que chico, y no parecía viejo, pero tampoco parecía joven. Si tuviera que adivinar, probablemente tenía la edad de mi hermano Garrett.
—¿Veintiséis?
—Veintisiete en agosto —dijo, sin querer reconocer que tenía razón. Todavía tenía veintiséis años y no tendría veintisiete hasta dentro de dos meses—. ¿Estás en la universidad?
—Acabo de graduarme en Penn State en mayo.
—¿Qué haces en tu tiempo libre? —preguntó.
¿Era una entrevista o solo estaba haciendo una pequeña charla? No me pareció que fuera de los que hablan de cosas triviales.
—Desde que me mudé a Brooklyn, he estado revisando los vecindarios. Tomando fotos. Y visitando galerías de arte. Corro todos los días. Y dibujo y pinto. —No estaba segura de por qué dije eso. Solía dibujar y pintar, pero habían pasado seis meses desde que agarré un lápiz o un pincel.
—¿Qué artistas te gustan? —Inclinó la cabeza, como si la respuesta realmente le importara.
No sabía qué tipo de respuestas estaba buscando, o cómo esto tenía algo que ver con ser bartender.
—Me gusta Picasso. Especialmente su Período Azul. Frida Kahlo. Willem de Kooning. Las esculturas de Rodin. y el arte callejero y el grafiti en Brooklyn.
Me quedé mirando los tatuajes de tinta negra y gris en su brazo izquierdo. Los añadiría a mi lista de arte que me gustaba. Intrincados diseños, entretejidos con gruesos remolinos y cadenas. Un escudo de armadura en la parte superior del brazo. Un corazón anatómico y una daga. Una cruz celta. Una pancarta en el antebrazo, con palabras escritas en un guion. No era inglés. ¿Latín? Quería saber lo que decía y significaba para él.
—¿Por qué debería arriesgarme contigo? —me preguntó, recordándome la razón por la que vine aquí en primer lugar.
Lo miré fijamente. Dios, era guapísimo. Su rostro era un estudio de simetría. Mis dedos picaban por sostener un lápiz de carbón para poder dibujarlo.
—Estoy buscando un nuevo comienzo. —Algo así como el reconocimiento parpadeó en sus ojos, pero fue tan efímero que podría haberlo imaginado—. Por eso me mudé a Brooklyn.
—¿Sola? —preguntó.
Asentí.
—Eso es valiente.
No estaba segura de la parte valiente. Hasta ahora, me sentía sola. Y era mucho más difícil de lo que esperaba.
—Realmente necesito este trabajo. Brooklyn es caro. Y no puedo ir a casa. Simplemente... no puedo.
Estudió mi rostro y me pregunté qué vio allí.
—Estas son las reglas. Número uno: no me mientas. Número dos: no me robes. No hablas por teléfono mientras sirves bebidas. No le das bebidas gratis a tus amigos. Número tres: nada de drogas. Si rompes alguna de mis reglas, estás fuera. ¿Tienes algún problema con algo de lo que dije?
—¿Me estás ofreciendo un trabajo? —pregunté, agarrando mi labio inferior entre los dientes para no sonreír. Su mirada se dirigió a mi boca y se quedó allí antes de negar con la cabeza y mirar hacia otro lado.
—Te estoy ofreciendo una oportunidad. No todo el mundo está hecho para ser camarero. ¿Y bien?
—No miento, robo ni tomo drogas. —Las dos veces que fumé marihuana con Trevor no parecieron dignas de mención.
Mantuve la mirada de Killian hasta que asintió, satisfecho de que estuviera diciendo la verdad. Mi rostro rompió en una sonrisa, pero él levantó su mano para evitar que me emocionara demasiado.
—Tendrás tipos que te molesten. Cuando se emborrachen, dicen y hacen estupideces. No estoy diciendo que esté bien —se encogió de hombros—, pero no eres poco atractiva, así que tendrás que lidiar con eso.
¿No soy poco atractiva? ¿Siempre eres tan encantador?
—Si buscas al príncipe azul, no soy yo, Sunshine.
¿Sunshine? Al menos no hizo promesas vacías o fingió ser algo que no era.
—No creo en cuentos de hadas. O felices para siempre. El príncipe azul era un villano malvado disfrazado, y Cenicienta era un felpudo en el que se limpiaba los pies. —Sus cejas subieron un poco—. Así que, no te preocupes. No estoy buscando al Príncipe Azul. Tampoco busco a un tipo que me haga perder la cabeza. Solo estoy buscando trabajo. Y puedo soportar que los chicos me molesten. Mi padre y dos hermanos mayores me enseñaron a valerme por mí misma.
Levantó una ceja escéptica.
—¿Lo hicieron?
—Sí, lo hicieron. Mi padre y mi hermano son agentes de la policía estatal y mi otro hermano es un marine. Crecí en una casa llena de testosterona con suficiente maldad como para contagiarme.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, mostrando sus dientes rectos y blancos... y... Dios, hoyuelos. Tiene hoyuelos. Pero la sonrisa se desvaneció demasiado rápido, como si se hubiera dado cuenta de que estaba haciendo algo que no debía, y la máscara se volvió a colocar firmemente en su sitio.
—¿Alguna pregunta?
Tenía un millón de preguntas, pero me abstuve de hacer algo demasiado personal. Ahora que había conseguido un trabajo, no quería arruinarlo con mi boca sin filtro.
—¿Por qué lo llamaste Trinity Bar?
—No lo hice. Mi compañero lo hizo. Su madre es de Trinidad.
—¿Tienes un compañero? ¿Necesita entrevistarme?
—Está fuera. Si sigues aquí al final de la semana, lo conocerás.
Gracias por el voto de confianza.
—Seguiré aquí.
Me dio una mirada que decía “ya veremos” y me dijo que tenía que conseguirme una solicitud. Cuando desapareció a la vuelta de la esquina, me quité la bolsa de hielo. De pie, puse peso sobre mi pie izquierdo, probándolo. Todavía me dolía, pero no era un dolor candente. Si lo vendaba bien apretado, estaría bien para irme. Me senté y puse el botiquín de primeros auxilios en mi regazo.
Cuando Killian regresó, había terminado de vendarme el tobillo. Me puse mi calcetín y empujé mi pie dentro de la bota. Se sentía como si fuera dos tallas demasiado pequeña ahora. Por dentro, gritaba de dolor, pero oculté mi expresión.
—Necesitas descansar el tobillo —dijo.
—Necesito caminar sobre él. —Tomé algunas medidas provisionales. Este siempre había sido el método de Sawyer para tratar una lesión, así que debería haber sabido que dolería muchísimo. Lo había visto vendarse las costillas fracturadas y las piernas rotas, escondiéndolas del entrenador, y siempre volvía a ese campo de fútbol, fingiendo que estaba en forma—. Estoy lista para irme.
Me miró con escepticismo y me dio la solicitud.
—Rellénala en casa y tráela de vuelta.
Puse la solicitud en mi mochila.
—¿Quieres que empiece esta noche?
Me miró como si hubiera perdido la cabeza. Pensé que, tal vez, lo había hecho. No me había sentido yo misma desde que lo vi.
—No. Regresa mañana a las cinco. Los camareros pasan muchas horas de pie. Si tu tobillo no está mejor...
—Mi tobillo estará bien.
Me dio una camiseta negra con letras blancas que decía Trinity Bar. Revisé la etiqueta del cuello (Medium de hombres) y la puse delante de mí. Me quedaría como un minivestido.
—Póntelo por ahora —dijo—. Te llamaré un taxi. —Me hizo un gesto para que me sentara de nuevo, y me dejé caer en el sofá, reconociendo la derrota. Pelear con él por esto sería un estúpido orgullo de mi parte. La caminata de quince minutos hasta mi apartamento me tomaría el doble de tiempo, y no me ayudaría para el tobillo.
—¿Dónde vives? —preguntó, con el teléfono apretado en la oreja.
Le di mi dirección y las calles peatonales, y él transmitió la información antes de colgar.
—Cinco minutos.
Alguien llamó a la puerta y Killian la abrió de par en par.
—¿Qué pasa, hombre? —preguntó el tipo en la puerta, golpeando a Killian con los puños. Se sacó un bolígrafo de detrás de la oreja y se lo entregó a Killian, junto con un portapapeles.
—Te avisaré cuando llegue el taxi —dijo Killian.
Asentí y le di a él y al repartidor una sonrisa.
—Gracias.
Miré a través de la puerta principal abierta mientras Killian subía a la parte trasera del camión de reparto. Un tipo con una cola de caballo oscura y barba gritó un saludo a Killian de camino al bar.
—Hola. Soy Jimmy.
—Soy Eden. ¿Ese es tu camión de tacos?
—Claro que lo es. Si vuelves más tarde, te haré el mejor taco que hayas comido.
—Eden. Taxi.
Killian me guio a la puerta con su brazo alrededor de mi cintura. Era alto, medía 1,90 cm o 1,80 cm, y su físico era abrumador. Con casi un metro setenta, no era bajita, pero él me empequeñecía. Estaba tratando de decirme a mí misma que él solo estaba siendo útil, un buen samaritano, y que su cercanía no me molestaba. Mantuvo la puerta del taxi abierta, y me deslicé en el asiento trasero, agradecida de poner un poco de distancia entre nosotros. Tal vez ahora podría empezar a respirar de nuevo. Antes de cerrar la puerta, Killian me dio su teléfono celular.
—Escribe tu número.
Ingresé mi número y le devolví su teléfono. Mi teléfono sonó una vez y se detuvo.
—Llámame si no puedes venir.
—Estaré aquí. Y gracias por darme una oportunidad. Te lo agradezco mucho.
Asintió una vez, cerró la puerta y dio un paso atrás. Cuando el taxi se alejó, incliné la cabeza contra el asiento y traté de procesar lo que acababa de suceder. La única parte que estaba clara era que tenía un trabajo. O, al menos, una oportunidad de probarme a mí misma.
El conductor se detuvo frente a mi edificio, una casa de ladrillo de tres pisos, y busqué algo de dinero de mi bolso. Se lo ofrecí mientras él me daba dinero a mí.
—¿Qué es eso?
—Tu cambio. O el cambio del tipo.
—¿Él pagó? ¿Por mi taxi? —le pregunté, tomando el dinero de su mano.
—¿Tienes algún problema con eso? ¿Eres una de esas feministas furiosas o algo así?
—No. Quiero decir, sí, soy feminista. Pero no tiene nada de furioso. —Puse los ojos en blanco y apreté los labios para evitar salirme por la tangente. Había tenido esta discusión demasiadas veces en la mesa de mi familia—. Solo estoy sorprendida. Eso es todo.
Él resopló.
—Una chica como tú... pensé que tendrías muchos viajes gratis.
Le di una propina de dos dólares, más de lo que se merecía por ese tipo de charla sexista, y cerré la puerta con más fuerza de la necesaria.
El sudor se apoderó de mi frente mientras subía las escaleras con el pie derecho, usando la barandilla de madera como muleta. Cuando llegué al tercer piso, sentí que acababa de escalar el Everest. Entré en mi nuevo apartamento, cerré la puerta con doble llave y aseguré con la cadena. Este lugar era seguro como el Fuerte Knox. Cuando Garrett y mi papá me mudaron, hicieron una examinación de seguridad completo y encontraron que faltaba. Mi papá instaló una cerradura adicional con un cerrojo y me hizo prometer que estaría atenta a cerrar. Si fuera por él, también habría barrotes en las ventanas. Mi padre me mandaba mensajes todos los días para asegurarse de que estaba bien. Insistió en una palabra clave si alguna vez tenía problemas. Nadie sabe cómo me rescataría a seiscientos kilómetros de distancia, pero si eso le ayudaba a dormir por la noche, no me negaría.
Tirando mi bolso al suelo, me desplomé en mi sofá blanco de Ikea; el único mueble de mi salón, y me quité las botas y los calcetines. Mi tobillo estaba hinchado, y los moretones habían aparecido justo debajo del tobillo.
Me estiré en el sofá y cerré los ojos, cubriéndolos con el brazo para bloquear la luz del sol de la tarde y todos los pensamientos confusos de mi cerebro. Pero vi su rostro y su cuerpo, sus cicatrices y tatuajes, tan claramente en mi mente, como si estuviera quemado en mi memoria. Todavía podía sentir sus brazos a mi alrededor cuando me llevaba, la flexión de sus músculos, el calor de su cuerpo, su perfume embriagador.
El teléfono me despertó. Parpadeé en la oscuridad y contesté sin revisar la pantalla.
—Eden —dijo Luke, su voz me llevó brevemente a otro tiempo y lugar antes de que él y Lexie hicieran añicos mi ilusión de felicidad. Pero la realidad volvió a entrar, como siempre—. Tenemos que hablar.
—Ve a hablar con la mamá de tu bebé.
—Nunca hablamos de esto, y quiero explicar.
Golpeé el botón de desconexión y lancé mi nuevo teléfono por toda la habitación. Golpeó la pared y cayó al suelo de madera con un ruido. Buena jugada, Eden. Cojeé por la habitación y tomé el aparato. Incluso en la oscuridad, podía ver la grieta en la pantalla. Genial. Rompí mi nuevo teléfono. Seis meses después, ¿y seguía haciendo berrinches? Yo era mejor que eso. Esto tenía que terminar. Aquí mismo. Ahora mismo. Mi teléfono empezó a sonar de nuevo y lo dejé ir al buzón de voz. No quiso dejar un mensaje. Nunca lo hacía.
¿Quién le dio mi número?
Diez minutos después, el nombre de Cassidy apareció en la pantalla. Por supuesto.
—¿Por qué le diste a Luke mi nuevo número? —le pregunté, saltándome el saludo.
Ella suspiró.
—Pasó por mi casa y me rogó. —Cassidy siempre había sido una idiota con Luke. Todo el mundo lo era—. ¿Hablaste con él?
—No. Colgué, luego lancé mi teléfono contra la pared y rompí la pantalla.
—¿Eso te dio alguna satisfacción?
—Un poco —admití—. Pero ahora tengo una pantalla rota.
Ella río.
—¿Cómo está Brooklyn?
—Genial —dije brillantemente. Finge hasta que lo consigas. Pero oye, tenía un apartamento. Y un trabajo. Estaba organizando mi vida. No más ir a la parte más profunda. No más llantos en mi cerveza. No estaba perdiendo más tiempo o energía en eso. Había seguido adelante. Nueva vida. Nueva yo. Y un mundo de posibilidades, todo por mi cuenta—. Hoy conseguí un trabajo de bartender.
—Eso es genial —dijo, pero su alegría fue forzada, y eso dolió.
Cassidy y yo éramos amigas desde la secundaria. Se había quedado en nuestra ciudad natal para ir a la universidad, pero solía visitarme en Penn State todo el tiempo. Ahora trabajaba para una empresa de contabilidad y vivía en casa para ahorrar dinero mientras trabajaba en su CPA. Tenía toda su vida planeada: conseguir un trabajo en una de las mejores firmas de contabilidad de Pittsburgh y casarse con un hombre rico y guapo. Alguien muy parecido a Luke.
A pesar del bebé en camino, no arruinaba la vida de Luke ni su futuro. En el otoño, empezaría la escuela de derecho en Duquesne. Él y Lexie vivían con sus padres cariñosos, y yo estaba segura de que lo único que se requería de ella era que se quedara en la piscina y se cuidara a sí misma. Y a su hijo nonato. No podíamos olvidarnos de eso.


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Mensaje por yiniva Sáb 16 Ene - 15:51

Que coraje que te engañen con alguien que conoces, cómo es posible 5 años de relación y así terminan, y luego todavía el busca darle una explicación pues si ya embarazó a la otra que quire. Eden está muy decidida a salir adelante, me gusta su determinación.


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Mensaje por Lola Luna Sáb 16 Ene - 19:33

Me uno!




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Mensaje por Maga Sáb 16 Ene - 21:09

Lola Luna escribió:Me uno!
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Mensaje por Yani Dom 17 Ene - 23:30

Gracias!!! Por qué Luke la llama si está con Lexi y encima espera un hijo??? Qué tipo de porquería, sospecho que el hijo no es de él...

En cuanto a killian, es obvio que está interesado, demasiado atento con una desconocida.


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Mensaje por berny_girl Lun 18 Ene - 1:51

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur28
—Contraté a un nuevo camarero —le informé a Louis mientras almacenaba un estante de vodka con una sola mano.
—Espera. He estado fuera dos días. ¿Y despediste a un bartender y contrataste uno nuevo?
—Ajá. —Puse mi celular en altavoz y lo coloqué en el estante para trabajar de manera más eficiente. Teníamos un sistema y funcionaba. Nada peor que una sala de suministros desordenada cuando era hora de hacer un inventario o necesitabas una botella a toda prisa.
—¿Tengo un voto en esto? —preguntó Louis.
—Contrataste a Chad, el ladrón. Entonces no. Tu detector de mierda está deformado.
Louis murmuró algo que no entendí. Sonaba como “Killian, eres un imbécil”.
—Tenía que hacerse —le recordé.
—Chad es mi primo.
—No te gusta ese lado de la familia.
Louis rio entre dientes.
—Cierto.
Chad estaba guardando el dinero en efectivo en lugar de contabilizar las bebidas, y sospeché que lo había estado haciendo por un tiempo. No estaba sumando. Las ventas de los cajones no coincidían con el inventario en las noches que trabajaba. Anoche, lo había atrapado con las manos en la masa y me había mentido. Zeke también lo vio, así que tenía un testigo. Dos de las tres reglas rotas en una noche. Las reglas fueron idea mía. Louis es un buen bartender, una buena persona y mi mejor amigo, pero a veces es demasiado amable y la gente se aprovecha de eso. Ahora me deja el trabajo sucio. No busco pelear, pero tampoco lo evito.
Louis siempre había soñado con abrir un bar. Por qué, no tenía idea. Dirigir un bar era lo último que quería hacer. Pero hace dieciocho meses, cuando estaba listo para abrir este bar, me pidió que invirtiera en él. Tenía el dinero y quería ayudarlo, así que lo hice. El negocio era bueno; Trinity Bar era uno de los mejores bares de Williamsburg, pero tomaría años en obtener ganancias, y lo sabía. Había firmado como socio silencioso. Pero ya no podía permitirme estar en silencio. Tenía mucho dinero invertido en esta empresa, y ahora no tenía otra fuente de ingresos.
—¿A quién contrataste? —preguntó Louis. En el fondo, escuché las voces agudas de los niños gritando. Louis estaba en Virginia Beach con su madre, dos de sus hermanas y sus cinco hijos. Eran las primeras vacaciones reales que había tomado desde que abrió el bar, y tenía la sensación de que serían las últimas.
—Tío Louis —gritó una niña—. Jordan tiró de mi cabello.
—Ella me pateó —dijo un niño.
—Eres un bebé grande y gordo —dijo.
Reí entre dientes cuando Louis dejó escapar un suspiro cansado.
—Oye, tío Louis. Te veo el sábado.
—El sábado no puede llegar lo suficientemente rápido —murmuró Louis—. ¿Quién es el bartender?
—Si todavía está aquí para el sábado, la conocerás.
¿La? ¿Te escuché bien? ¿Qué pasó con tu política de “no hay mujeres detrás de la barra”?
Otra de mis reglas, y yo mismo la había roto.
—Tengo que correr —dije, cortando la llamada.
Mierda. Olvidé contarle sobre las cotizaciones para el nuevo techo. Le envié un mensaje con las malas noticias. Él respondió con una serie de maldiciones y una amenaza de regresar antes.
No cambiará nada. Quédate y disfruta de tu familia, respondí.
—¡Zeke está en casa!
Abrí la puerta de la sala de suministros de licor.
—Sala de licores —le dije, desempacando una caja de whisky.
Zeke se detuvo en la puerta.
—¿Qué pasa? ¿Necesitas ayuda?
—No. —Louis y yo éramos los únicos con llaves de la sala de licores, y los únicos a los que se les permitía aventurarse aquí. Si los camareros necesitaban una botella durante el servicio, tenían que preguntarnos a uno de nosotros. Era una molestia, pero habíamos tenido demasiados problemas con el robo para relajar esa política—. Contraté una nueva bartender. Se llama Eden. Comienza mañana.
—¿Es sexy? —preguntó Zeke.
¿Es sexy? No podía pensar con claridad cuando estaba cerca de mí. Quería mantenerla hablando para poder escuchar su voz ronca y sexy y ver sus labios rosados y exuberantes moverse. Largas ondas de cabello rubio dorado caían por su espalda, y me lo imaginaba en mi puño. Ojos verdes vívidos como un gato... Nunca notaba el color de los ojos, pero noté todo sobre Eden. Su cuerpo delgado y tonificado, las piernas que duraban kilómetros, sus senos redondos y perfectos y el balanceo de sus caderas al cruzar la calle. El conjunto de sus hombros y la forma en que mantenía la cabeza en alto como si necesitara demostrar que tenía confianza. Funcionó, hasta que cayó en ese maldito bache.
¿Qué me poseyó para levantarla y llevarla? Fue mi ruina. Si la luz del sol tuviera un olor, olería a Eden.
Si solo hubiera sido una atracción física, lo entendería. Pero quería saber todo sobre ella, quién la lastimó en el pasado y la hizo sentir como si los cuentos de hadas no pudieran hacerse realidad. Parecía una chica que debería creer en los cuentos de hadas, el tipo de chica que podría vivir en uno. Después de que se fue, busqué en Google a Picasso, centrándome en su período azul. Luego me acerqué a Rodin y hojeé las fotos de sus esculturas antes de cerrar la pantalla, maldiciéndome.
¿Qué diablos me pasaba? Nunca dejo que las mujeres se metan en mi cabeza.
—Ella está fuera de los límites. No me importa a quién folles fuera del trabajo. Pero mantenlo profesional con la nueva bartender. Ella está permanentemente en una zona de amigos. ¿Entiendes?
Zeke sonrió. Sus sonrisas eran fáciles y frecuentes. Era uno de mis empleados, y había visto lo suficiente como para saber lo bueno de lo malo a los pocos minutos de hablar con una persona. Zeke era uno de los buenos, pero estaba abriéndose paso a través de todas las chicas calientes en el área de los Tres Estados. No tenía espacio para juzgar, pero no quería que se concentrara en Eden.
—Es sexy —dijo Zeke, y lo fulminé con la mirada. Levantó las manos y retrocedió hacia el pasillo—. Pero está fuera de los límites. Lo tengo.
Le di un breve asentimiento.
—¿Se aplica la misma regla a ti? —preguntó con una sonrisa. Quería golpearlo. Pero no lo haría. No dejaría que mis puños hablaran una vez más. Puse esa vida detrás. Nuevo y mejorado Killian. Usaba mis palabras ahora, aunque eran escasas. No mucho salió de mi boca.
En lugar de golpearlo, le cerré la puerta en la cara y lo escuché reír al otro lado.
—Todavía te amo, hombre. Eres una bomba.
Dios sabía lo que había hecho para ganar su alabanza. Nada de lo que decía o hacía ofendía a Zeke. Era como el teflón. Todo rebotaba directamente de él. Ping. Ping. Ping. Me habría encantado caminar un kilómetro en sus zapatos y ver cómo se sentía. Zeke era un niño rico de Connecticut. Sus padres lo amaban y solo querían que fuera feliz. Me lo había dicho en nuestra entrevista cuando le pregunté por qué quería ser bartender en lugar de usar su elegante título universitario.
—¿Por qué ser bartender te haría feliz?
—Soy una persona de personas. Claramente —dijo, dándome una de sus sonrisas de mierda—. La idea de quedar atrapado en una oficina por el resto de mi vida me hace sentir como si me estuviera sofocando. Y desde mi punto de vista, tus veintes son el momento de explorarte a ti mismo y descubrir quién eres y qué quieres de la vida. Cuando salga del trabajo, no quiero la molestia de pensar en ello, ¿sabes? Solo quiero relajarme y divertirme.
Bueno, bien por él. Si Eden estaba buscando al Príncipe Azul, aunque decía que no, Zeke era su hombre, un chico guapo que usaba sus encantos y líneas cursis para recoger a todas las mujeres a las que servía en el bar. Era un jugador y le encantaba el juego. Exactamente la razón por la que ella estaba fuera de los límites para él. Estaba fuera de mi alcance por una razón completamente diferente.
La puerta se abrió y Ava asomó la cabeza.
—Eres un imbécil —dijo, confirmando algo que ya sabía. Se apoyó contra el marco de la puerta, sosteniendo una bolsa de Doritos Cool Ranch más grande que ella. Ava era unos veinte centímetros más baja que yo, pequeña y de aspecto delicado. Pero las apariencias eran engañosas. Ella era más fuerte de lo que parecía—. ¿Le acabas de cerrar la puerta en la cara a Zeke?
Rompí las cajas vacías, sin molestarme en responder.
»Qué bueno que te quiero tanto —dijo Ava.
Era algo bueno que Ava fuera una amiga leal y soportaba mi mal humor y todo mi equipaje. Cuando tenía catorce años y yo dieciocho, la había rescatado de ser intimidada, y desde entonces había sido mi partidario más leal. Incluso cuando la jodí o herí sus sentimientos al dejarla afuera, ella se puso de mi lado. Desafortunadamente, a veces lo llevaba demasiado lejos. Ava era un genio de las redes sociales y se encargó de ser la Killian Vincent virtual. Se disparó a la fama y creó un gran número de seguidores. Ante mi insistencia, cerró esas cuentas, pero no se pudo borrar el historial virtual. En un momento de debilidad, me busqué en Google hace unos nueve meses y ahogué mi odio en una botella de Jameson.
—¿Has tenido noticias de Connor? —preguntó Ava, abriendo la bolsa de Doritos. Hacía la misma pregunta todos los días.
Rodé mis hombros.
—No. —Mi trabajo era proteger a Connor y cuidarlo, pero de alguna manera, le fallé. Otra vez. Y ahora no sabía dónde demonios estaba.
—Volverá pronto —Otra cosa que repetía a diario, pero su voz carecía de convicción. Érase una vez, Ava era la chica de Connor. Había afirmado que era su mundo entero, pero los hombres Vincent tenían una habilidad especial para arruinar todo lo bueno.
Dos meses y ni una palabra de Connor. Tres días después de salir de rehabilitación, limpio y sobrio, desapareció. Cinco días después, me dejó un mensaje de voz de un número desconocido: “Voy a encontrar una manera de mejorar las cosas. Gracias por todo lo que has hecho por mí. Te lo devolveré. Lo prometo. Te veo luego”.
Ava me tendió la bolsa de Doritos, pero la rechacé. No había tocado la comida chatarra en años, pero ella siempre la ofrecía. Por alguna razón, le molestaba que siempre me negara.
—Ya no estás entrenando —resopló, metiéndose un puñado de Doritos en la boca. Los aplastó entre los dientes como si merecieran un castigo por mi negativa.
Mi dieta no era tan estricta como solía ser, y mis sesiones de entrenamiento actuales eran una broma en comparación con las horas agotadoras que había pasado antes, pero aún no veía la necesidad de llenar mi cuerpo de basura.
—Vi a Seamus antes —dijo, e hizo una mueca como si físicamente le doliera mencionar su nombre—. Me preguntó si había tenido noticias de Connor.
Seamus Vincent. El nombre de mi padre no me asustaba. Ya no. Pero si llegó a Connor antes que yo, eso sería malo. Connor no estaba construido como yo, y no me refería a tamaño y volumen. No fue hecho para ensuciarse las manos. Connor era inteligente y sensible. Un artista. A veces todavía pensaba en él como un niño dulce con una inocencia que intentaba proteger a toda costa. Pero crecer en nuestra casa fue un mal sueño del que no podías escapar sin importar cuánto lo intentaras. Aunque Connor rara vez tenía una mano sobre él, no era menos destructivo para el alma. Llevaba sus diseños en mi brazo y mi espalda. Solía mantener sus cuadernos de bocetos escondidos debajo del colchón. De lo contrario, habrían sido ridiculizados y destrozados. Los insultos no rodaron por la espalda de Connor como había fingido. Lo había internalizado, lo había tomado muy en serio y creía cada palabra.
Su adicción a los opiáceos comenzó cuando tenía diecisiete años, pero había estado demasiado ocupado persiguiendo mis sueños para notar las señales. Cuando tenía veinte años, debuté en UFC y dediqué todo mi tiempo y energía a convertirme en el mejor, pero tuvo un precio. Había sacado a Connor de la casa de mi padre, pero rara vez estaba en casa, así que lo habían dejado solo. Cuando descubrí que estaba en problemas, había pasado a la heroína, y la parte de mierda era que Ava había necesitado darme una pista. ¿Cómo diablos me había perdido algo tan obvio? Decir que le fallé era la subestimación del siglo.
Ava colocó su cabello púrpura pálido detrás de la oreja.
—Háblame de esta chica que contrataste.
—¿Reservaste esa banda? —No podía recordar su nombre. Ava se ocupaba de todo eso.
—Todo listo. Está en nuestro sitio web, Twitter, Facebook... todas las cosas que nunca miras.
—El edificio reg…
—El archivo está en tu escritorio. ¿Cuál es el trato con Eden? —preguntó, tocando su teléfono mientras hablaba.
—No hay trato. Ella necesitaba un trabajo. Necesitábamos un bartender.
Ava sonrió y siguió escribiendo. Tap. Tap. Tap. Lo más probable es que estuviera promocionando el bar, haciendo que pareciera el lugar en el que todos debían estar, incluso si aún no lo sabían.
—¿Eden jugó la carta de damisela en apuros? Eres un tonto por eso.
No era un tonto, a menos que fuera genuino. Eden no lo hizo intencionalmente, pero había sucedido. Reí del recuerdo, y las cejas de Ava se alzaron como si el sonido fuera extraño para ella.
—¿Estás planeando ser su caballero blanco?
No era el caballero blanco de nadie, pero cuando Eden se estrelló contra mi vida, todos mis instintos protectores se habían acelerado. Sus ojos eran claros y brillantes. Su rostro era descuidado, revelando todas sus emociones. Si me hubiera mentido, habría podido leerlo en su rostro en un instante. Pero ella quería un nuevo comienzo, y yo haría todo lo posible para ver que lo consiguiera. Lo mejor que podía hacer por ella era mantenerla a salvo de tipos como yo y de todos los otros lobos que la estarían acosando.
Cristo. ¿Qué estaba pensando? ¿Necesitaba otra persona de la que preocuparme?Diablos, no.


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Mensaje por berny_girl Lun 18 Ene - 2:11

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur29
Un chico con el cabello rubio desaliñado y los auriculares metidos en los oídos se unió a mí fuera de la puerta del Trinity Bar, donde mis golpes no habían recibido respuesta. Era guapo de una manera bonita, y supuse que podría ser el sol y la luz de Hailey. Se colocó los auriculares alrededor del cuello y cruzó las manos como si rezara.
—Debe haber un Dios. El cielo me envió un ángel.
Reí de su cursi línea, y él me recompensó con una sonrisa.
—Necesitas usar el golpe secreto. —Sacó su teléfono y envió un mensaje.
—¿Eres Zeke?
—Mi reputación me precede. Pero sé que nunca nos hemos conocido porque lo recordaría. —Movió las cejas.
—Soy Eden. La nueva bartender.
—Whoa. —Puso su mano sobre su corazón y se tambaleó—. No vi venir eso. —Levantó una mano e inclinó la cabeza—. Solo dame un minuto para recuperarme.
No pude evitar reír de nuevo.
—¿Estás bien ahora?
—Sí. La conmoción se ha desvanecido.
—¿Por qué es tan importante?
—Solo estoy jugando contigo. La camiseta te delató. —Miré la camiseta que até con un nudo a mi ombligo. La combiné con shorts de mezclilla y botas de moto negras lisas. La basura de remolque que encuentras en la tienda vintage—. Killian me habló de ti, así que supongo que deberíamos mantener una relación profesional de trabajo.
—Parece un buen plan.
Zeke chasqueó los dedos.
—Maldita sea. Ahora siempre serás tú quien se escapó.
—Tengo la sensación de que lo superarás.
Suspiró.
—Sí. Caigo en la lujuria al menos tres veces por noche. Es un riesgo laboral.
Negué, riéndome cuando la puerta se abrió, y un tipo con un bronceado profundo y oscuro y shorts cortos nos dejó entrar.
—Este es Brody. Viajero mundial residente y holgazán. Eden es la nueva bartender.
Brody negó con la cabeza.
—Genial.
—Eso es todo lo que dice —susurró Zeke mientras seguíamos a Brody al interior—. Es monosilábico.
—Escuché eso, amigo. Estamos afuera esta noche. Vigila tu espalda.
Zeke rio y me deseó suerte mientras me señalaba en dirección a la oficina de Killian.
—¡Zeke está en la casa! —gritó mientras salía.
Seguí el sonido de voces y me detuve frente a la puerta abierta de una oficina sin ventanas con un archivador y estantes llenos de carpetas. Killian estaba apoyado contra el escritorio, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Llevaba una camisa negra abotonada, con los puños enrollados hasta los codos, vaqueros negros y botas de combate negras. Parecía una estrella de rock y, a pesar del ceño fruncido, se veía tan bien como lo recordaba. Quizás incluso mejor. La chica sentada en la silla giratoria frente a él parecía tener más o menos mi edad, con cabello largo color lavanda y rasgos delicados. Tenía la piel cremosa y su delineador negro era grueso y alado. Azulejos atrapados dentro del alambre de púas envuelto alrededor de su bíceps derecho. Parecía una muñeca de porcelana con un borde rockero.
Estaban tan absortos en su discusión que no me habían notado.
—Quita mis fotos —gruñó Killian.
—Eres tan raro con las redes sociales. A los clientes les encanta ver tu rostro bonito. Es bueno para los negocios.
Él la fulminó con la mirada.
Llamé al marco de la puerta, anunciando mi presencia, y ambos giraron en mi dirección.
Los ojos de Killian se clavaron en los míos, y todo el aire quedó atrapado en mis pulmones. Sostuvo mi mirada por unos segundos antes de frotar sus manos sobre su rostro, como si estuviera tratando de borrar el recuerdo. Conocía el sentimiento. Había hecho lo mismo anoche cuando él seguía invadiendo mis pensamientos.
—Debes ser Eden —dijo la chica. Giré mi atención hacia ella y asentí, incapaz de hablar. Mi corazón latía tan fuerte contra mi pecho que probablemente podía escucharlo. Esto era ridículo. Ella me dio una sonrisa que me hizo sentir como si tuviera un secreto del que no estaba al tanto—. Soy Ava. El cerebro detrás de esta operación.
Killian resopló y Ava le sonrió.
—Encantada de conocerte —le dije a Ava.
—Igualmente.
Rebusqué en mi mochila hasta que encontré la aplicación doblada. Ava me miró con curiosidad, con la cabeza inclinada y el dedo índice apretado contra los labios. Alisé los pliegues y Ava me quitó la aplicación. Sacando el billete de veinte dólares de mi bolsillo, se lo tendí a Killian.
—¿Qué es eso? —preguntó, con los brazos cruzados, sin hacer ningún movimiento para tomar el dinero.
—Tu dinero. No necesitabas pagar mi taxi.
Sacudió la barbilla hacia Ava.
—Dáselo a Ava para su taxi esta noche.
Le ofrecí el dinero.
—Me pagan un salario. No necesito dinero para el taxi.
Killian me arrebató el billete de la mano y lo forzó hacia Ava. Con un giro de sus ojos, se guardó el dinero en efectivo, gruñendo:
—Eres un ogro. —Sin embargo, su sonrisa me dijo que no lo decía en serio.
—Ven conmigo —dijo Killian, indicándome que lo precediera—. ¿Cómo está tu tobillo? —Su mirada viajó desde la gran costra en mi rodilla hasta mi tobillo mientras caminábamos por el pasillo. Hice un esfuerzo para no cojear.
—Está bien. —Todavía me dolía un poco, pero lo descansé todo el día y lo vendé. Me dio una mirada escéptica que decidí ignorar.
Lo seguí detrás de la barra y guardé mi bolso en un armario que Killian cerró. Me presentó a Chris, un tipo alto y desgarbado que llevaba una gorra de béisbol al revés, que estaba revisando las líneas en busca de los barriles.
Killian me mostró la configuración y me habló de la lista de vinos, todos los diferentes tequilas, siete cervezas artesanales de barril y una selección de cervezas embotelladas. La hora pasó volando mientras realizaba los deberes de apertura en la lista de verificación junto a Chris: picar fruta para decorar, llenar los recipientes de hielo, contar los vasos limpios, levantar los vasos altos. Cuando dieron las seis en punto, estaba organizada y lista. O eso me decía a mí misma.
—¿Es bueno trabajar para Killian? —le pregunté a Chris, manteniendo la voz baja mientras Killian fue a abrir la puerta principal.
—Si sigues sus reglas, es genial. Sin embargo, no tomará tu mano. Es el bautismo de fuego.
—Oh Dios. No quiero caer en llamas.
Chris rio.
—No te dejará meterte en la maleza. Es demasiado fanático del control.
De acuerdo, todavía no me tranquilizó. Habla sobre mensajes mixtos. ¿Era un fanático del control o alguien que te arrojaba al fuego para ver cómo lidiabas con las quemaduras?
Aquí no pasa nada, pensé mientras un grupo entraba al bar.
No hay necesidad de entrar en pánico. Tengo totalmente esto. Todo en lo que necesitaba concentrarme era en mezclar bebidas, servirlas y entregarlas. ¿Qué tan difícil podría ser?
Resultó que era más difícil de lo que parecía.
Killian no estaba impresionado con mis mojitos. Aparentemente, no mezclé la menta lo suficiente. Me mostró cómo hacerlo de la manera correcta, a su manera. No mucho después del tutorial de mojito, agarré dos botellas de licor del estante superior, me di la vuelta y embestí contra el pecho de Killian. Me estabilizó con las manos en la parte superior de mis brazos, pero rápidamente dejó caer los brazos a los costados como si mi piel lo quemara.
—Lo siento. ¿Te lastimé? —pregunta estúpida. Killian estaba hecho del mismo acero que Sawyer, forjado por horas de ejercicio y acondicionamiento. No conseguías un cuerpo como el suyo sin dedicarle mucho tiempo y trabajo. Era todo músculo magro sin una onza de grasa.
—Cuando alguien dice detrás de ti, presta atención.
—Lo siento. No te escuché.
—Solo tómalo con calma —dijo, su tono más suave—. La vida de nadie está en juego.
Entonces, dejé de intentar correr como un pollo sin cabeza, y funcionó mucho mejor. La música rock indie estaba sonando desde el sistema de sonido, y había entrado en ritmo. Tenía un sistema funcionando, dando un guiño a los nuevos clientes para que supieran que los había visto y sirviendo a los que habían estado esperando más tiempo.
Un hombre en la esquina me llamó. Era mayor que el resto de la multitud, a principios de los cincuenta tal vez. Un hombre corpulento, todo músculo abultado, con cabello oscuro muy corto y un rostro duro, como si hubiera sido cincelado en granito.
Puse un reposa vasos frente a él.
—¿Qué puedo servirte?
—Jack y Coca-Cola —dijo, su mirada se centró en Killian.
Mezclé su bebida, mirando de reojo a Killian, que estaba sirviendo margaritas a un grupo de mujeres en el otro extremo del bar. Se le dirigía un montón de sacudidas y risitas, pero fue en vano. Estaba ajeno o no le interesaba. Cuando puse el Jack y la Coca-Cola frente al hombre, me miró de arriba abajo, sus ojos azul acero no contenían calor.
—¿Has estado trabajando aquí mucho tiempo?
—Es mi primera noche.
—¿Eres una de las groupies de Killian?
—¿Groupie? ¿Qué…?
El hombre negó con la cabeza y resopló con disgusto.
—Él nunca aprende, ¿verdad?
—¿Qué significa eso? —pregunté, a pesar de que sentí que debería mantener la boca cerrada y recoger su dinero. ¿Cuándo voy a aprender?
—Las mujeres hermosas no son más que problemas. Él ya debería saber eso. Pero nunca ha sido el chico más listo.
Bien, estaba lidiando con un misógino que solo nos insultó a Killian y a mí. ¿Qué quiso decir con groupie? Planté mis manos en mis caderas. Levantó las cejas, esperando que dijera algo de lo que se arrepintiera. Reprimí las palabras que tuve la tentación de decir y adopté un tono profesional.
—Serán ocho…
Una mano en mi brazo me alejó. Miré a Killian, cuya mirada estaba fija en el hombre.
—Toma un descanso. Jimmy te dará comida.
—Necesito…
—Vuelve en quince minutos.
—Pero…
—Vete —me interrumpió Killian, su tono agudo y su rostro severo.
¿Pensó que no podía manejarlo? Killian me dio la espalda y ocupó mi lugar frente al hombre, bloqueando mi vista con su cuerpo.
—Conseguiste un bar elegante con todas estas personas bonitas —dijo el hombre—. No perteneces aquí, muchacho. No estás hecho para esta vida. Y córtate el cabello. Te ves como un maldito marica.
—¿Qué quieres? —preguntó Killian, su voz carente de toda emoción.
—¿Cuándo vas a prepararte y volver a pelear? Es lo único en lo que eres bueno.
Killian mantuvo su voz baja, así que no pude captar más la conversación. No es que estuviera destinada a mis oídos de todos modos.


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Mensaje por yiniva Lun 18 Ene - 12:45

Oh, Killian ha pasado un tiempo difícil, no se lleva bien con su papá y tiene a su hermano desaparecido. Gracias Berny


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Mensaje por Yani Lun 18 Ene - 14:04

Gracias! Así que el hermano de Killian anda desaparecido y es el amor de Ava, tendrán su propio libro? 
Y ese hombre mayor seguro es el padre de Killian, se nota que es desagradable


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Mensaje por martenu1011 Lun 18 Ene - 18:01

Me puse al día con la lectura...
Lindo comienzo. Pobre Edén! 
Kiliam y todos sus demonios y esto recién comienza. Espero que du hermano esté bien. Ya tiene bastantes culpas sobre sus hombros.  
Imagino que el hombre que llegó al bar es su representante.
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Mensaje por evanescita Lun 18 Ene - 18:06

Me uno un poquito tarde, pero es que me agarro la lectura con mi fin de semana de locos. Ya me pongo al día.


Capítulo 1 y 2


Comienzo muy jodido para Eden, mira que encontrar a tu novio y mejor amiga traicionándote fue una total mierda, que les den a ambos por  pendejos aparte de que son tal para cual, que les aproveche. Fue tan genial que le destrozara el auto, era lo mínimo que podía hacer para liberar la ira que estaba sintiendo.

Por otro lado Killian no lo esta pasando nada bien, hay demasiada tragedia en su vida que siento tanta pena por él, y si que no la ha tenido fácil, igual esa perra de Josh no tenía que humillarlo de tal manera, ella sabía en lo que se estaba metiendo así que se joda y lo supere. Ahora su hermano es otro tema, que le  habrá sucedido, solo espero que Killian logre encontrar la forma de ayudarlo.

Hasta Laters.


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Mensaje por Lola Luna Lun 18 Ene - 18:58

Gracias




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Mensaje por evanescita Lun 18 Ene - 22:02

Capítulos 3 y 4


Concuerdo con Eden si nadie te da la oportunidad como podrías adquirir experiencia? por eso es tan difícil encontrar un trabajo al salir de la universidad. Por otro lado fue muy afortunado que esa chica estuviera en el momento indicado, gracias a ella y el pasado de Eden fue que pudo conseguir el empleo, Killian fue un lindo ayudándola con su accidente. Ahora ese Luke resulto ser bien cara dura no? después de su traición y además de que esta esperando un hijo quiere arreglar las cosas, en serio se paso de pendejo. Esperemos que Eden haga bien su trabajo yse quede.

Hasta tomorrowland.


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Mensaje por berny_girl Mar 19 Ene - 6:13

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur30
Cuando salí del baño de empleados, me encontré con Ava que salía de la oficina.
—¿Estás tomando un descanso?
Asentí.
—Yo también. Soy adicta a los tacos de Jimmy. Es un problema grave.
Miré su delgado cuerpo y reí. Ava era pequeña, construida como una bailarina de ballet y unos centímetros más baja que yo.
—No me parece un problema.
El patio estaba abarrotado de gente llenando las mesas de picnic. Zeke y Brody estaban preparando bebidas congeladas, y un grupo al que había servido antes bailaba bajo cientos de luces colgadas de las vigas cubiertas de follaje.
Nos alineamos detrás de unas pocas personas que esperaban tacos, y estudié el menú al costado del camión de Jimmy.
—¿Qué recomiendas? —le pregunté a Ava—. Como eres una adicta.
—El chorizo. O los camarones y el mole. O las carnitas... —Se detuvo y se echó a reír—. Todos están bien.
—Iré con tu primera opción.
Jimmy tomó nuestras órdenes y, unos minutos después, nos entregó nuestros tacos en contenedores de cartón. Mi taco suave estaba cargado de guacamole, crema agria, queso, lechuga y salsa verde.
—Vuelve y dime que es el mejor taco que jamás hayas comido. —Jimmy me señalo—. O no hay más tacos para ti —rio para dejarme saber que era una broma.
Ava y yo encontramos un lugar tranquilo a lo largo de la pared del fondo y nos sentamos en el suelo, nuestras piernas estiradas frente a nosotras. Mientras trabajaba, me había olvidado de mi tobillo, pero ahora que estaba sentada, me dolía.
Doblé mi taco, tratando de contener todos los ingredientes, ya que las palabras de ese hombre pasaron por mi cabeza. ¿Por qué había menospreciado a Killian? Quería entrar y defenderlo, no es que él lo permitiera o incluso lo quisiera. Ni siquiera conocía a Killian. ¿Por qué me sentí tan a la defensiva por él? ¿Y de qué tipo de pelea estaba hablando el hombre?
—¿Cómo va tu primera noche? —preguntó Ava.
—Está bien. Me estoy divirtiendo. —Excepto por algunos problemas técnicos y ese hombre. ¿Podría ser el padre de Killian?
Tomé un gran bocado de mi taco, sin darme cuenta de lo hambrienta que estaba. Estaba delicioso, y nada como los tacos del Viejo El Paso que solíamos hacer de un kit cuando estábamos creciendo.
—¿Cuánto tiempo ha estado abierto este bar? —pregunté.
—Un año y medio. Pero Killian no se involucró activamente hasta hace un año. Puso el dinero desde el principio, pero no pasó tanto tiempo aquí al principio. Ahora, prácticamente vive aquí.
—¿Siempre ha estado en el negocio de los bares?
—Hizo otras cosas también —dijo vagamente.
Esperé a que siguiera, pero no lo hizo. Supuse que esa era toda la información que iba a obtener.
—Entonces, ¿Cuál es tu trabajo aquí? —pregunté, tomando otro bocado de mi taco.
—Hago las redes sociales y las promociones. Reservo el entretenimiento, la contabilidad, el trabajo de oficina general... lo que necesiten.
—Parece que realmente eres el cerebro detrás de la operación.
Rio.
—Fue un chiste. Es un montón de trabajo dirigir un bar, y entre tú y yo, Louis, el otro propietario, es un buen líder. Es ecuánime y un buen tipo en general. Pero Killian es mejor para hacerse cargo y manejar las cosas. —Escuché el orgullo en su voz, pero no podía decir si estaba enamorada de Killian, si era su novia o si era algo más.
—¿Has conocido a Killian desde hace mucho tiempo?
—Desde noveno grado. Killian era un senior. Quiero decir, sabía quién era antes de eso. Crecimos en el mismo vecindario en Bay Ridge y fuimos a la misma escuela. Pero no lo conocí hasta que me rescató de ser acosada. Nadie se metió conmigo después de eso. Si lo intentaban, primero tendrían que pasar por encima de él. Buena suerte con eso.
No podía imaginar a nadie metiéndose con Killian. Excepto, tal vez, el hombre al que serví antes.
—Creo que le serví a su papá antes. Quiero decir... solo tengo la sensación…
—¿Gran hombre? ¿Parece un toro?
—Eso suena bien.
Su rostro se oscureció.
—Odio a ese hombre. No sé por qué Killian incluso habla con él.
Me hubiera encantado saber más, pero ya había terminado de hablar de eso. Terminamos de comer nuestros tacos y me limpié las manos y la boca con las servilletas de papel.
—Tengo que volver —dije, recogiendo nuestros contenedores de cartón.
—Sí. Me voy de aquí.
Mientras tiraba nuestra basura en el basurero junto al camión, le dije a Jimmy que era el mejor taco que había comido. Me dio un pulgar hacia arriba.
—Nunca te llevaría por el mal camino.
Cuando regresé al bar, el padre de Killian se había ido, y Killian no lo mencionó. El resto de la noche transcurrió sin problemas, y tuvimos una multitud constante pero manejable.
Ahora estaba sentada sola en un taburete esperando a Killian, que me había ofrecido llevarme a casa. No solo se ofreció, había insistido en ello.
—Te llevo a casa. Espérame.
—Puedo tomar un taxi.
—Te llevo a casa. Toma asiento.
—No puedes simplemente emitir órdenes y esperar que las siga.

No estaba segura de por qué había peleado con él por eso. Tal vez fue la forma en que lo había dicho, en un tono brusco que implicaba que era su obligación, más que su placer, llevarme a casa.
—Puerta está cerrada. Yo tengo las llaves. Siéntate y espérame.
No había estado bromeando: no era el Príncipe Azul. Pero ya no confiaba en el Príncipe Azul, así que me senté y esperé. Estaba tranquilo ahora, excepto por el zumbido de los refrigeradores, pero mis oídos todavía resonaban por la música anterior, y mi cuerpo zumbaba con energía. Revisé mi teléfono cuando recibí un mensaje Killian y sonreí cuando vi que era mi horario.
—Vamos —dijo Killian, pasando a mi lado.
Llevé mi bolso a mis hombros y lo seguí afuera.
—No necesitas llevarme a casa todas las noches que trabajo —dije mientras bajaba la puerta de metal sobre el edificio. No era como si no quisiera que me llevara a casa. Simplemente no quería que se sintiera obligado.
—¿Vas a pelear conmigo en todo? —preguntó, sonando exasperado.
—No. Solo si no eres razonable o estás actuando como un matón —dije mientras caminábamos por South Fourth Street.
—No soy un matón. —Un momento después, preguntó—: ¿Crees que soy un matón?
Después de trabajar con él toda la noche, tuve la sensación de que pedirle la opinión a alguien era raro para él.
—No lo sé. Dímelo tú. ¿Eres un matón?
—Eres mi empleada. Es mi trabajo protegerte y asegurarme de que llegues a casa de forma segura.
Guau. Mi padre estaría encantado de que estuviera trabajando para un fantástico hombre que consideraba su deber protegerme.
—Williamsburg me parece bastante seguro.
—¿Eres de Brooklyn? —preguntó Killian.
—No.
—¿Creciste en una ciudad?
—No.
Levantó las cejas como si hubiera logrado una victoria.
—¿Alguna vez has estado en una fiesta de fraternidad? —pregunté
Killian hizo sonar las cerraduras de un Jeep Wrangler negro y me abrió la puerta del pasajero.
—No.
—¿Alguna vez te ha perseguido un oso? —pregunté.
—¿Qué diablos?
Reprimí una carcajada y subí al Jeep, dejando mi mochila a mis pies. Nos abrochamos los cinturones de seguridad y Killian giró la llave en la ignición. La música bombeó por los altavoces, una banda y una canción que no reconocí. Grunge1 con letras crípticas. La canción me recordó a Killian, aunque no podría decir por qué.
—¿Qué es esto? —Señalé a su sistema de sonido.
—Bush. “Greedy Fly”.
Bajamos las ventanas, dejando entrar el cálido aire nocturno y el olor a asfalto y basura, el olor del verano en Brooklyn. Killian era un conductor rápido. Una mano en el volante y la otra en la palanca de cambios, su rostro iluminado por el resplandor del tablero.
—¿Has sido perseguido por un oso? —preguntó, girando a la izquierda en Berry Street.
—Sí. Eran las vacaciones familiares favoritas de mi hermano Sawyer. Es un adicto a la adrenalina y le encantaba la emoción. Afortunadamente, él y yo éramos buenos trepadores de árboles.
—Jesucristo. ¿Quién eres tú?
—Depende de a quién le preguntes. Mis hermanos solían llamarme un imán de problemas. Solo porque era la compañera de Sawyer en el crimen. Mal movimiento. Por lo general, me dejaba luchando por mi vida.
Su pecho retumbó de risa. El sonido llenó el Jeep y resonó en el aire nocturno. Era la primera vez que lo había escuchado reír, y era el mejor sonido de todos.
—Nunca te agradecí por el otro día —dije—. Por cuidar mi tobillo y rodilla.
Me miró brevemente, luego volvió a fijar su mirada en la carretera.
—No fue gran cosa.
—Fue algo agradable de hacer.
Se encogió de hombros, descartándolo, como si fuera difícil aceptar un cumplido. Los escaparates, bares y cafeterías pasaban borrosos, y a esta hora, las calles eran nuestras. Una pareja salió de Fat Earl's, un bar en la esquina, y comenzó a besarse contra la pared de ladrillo.
—Puedes dejarme en la siguiente esquina. Mi calle es de un solo sentido...
Pero ya estaba doblando North Fifth Street para poder tomar Driggs y conducir por mi cuadra. Cuando giró en North Sixth, lo dirigí más arriba en la cuadra. Se detuvo frente a mi edificio y lo miró por la ventana.
—¿En qué piso estás?
—El penthouse. Tercer piso.
—Dejaste las ventanas abiertas.
—Hace calor y sofocante.
—Bloquea y cierra las ventanas cuando salgas. Es peligroso.
—¿Crees que Spiderman va a lanzar una red y escalar la pared?
Frunció el ceño hacía mí. —Cierra las ventanas.
—Está bien.
—¿Está bien? ¿Sin discusión?
—¿Decepcionado? —pregunté mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad y agarraba mi bolso, que tenía mucho más efectivo del que había esperado llevar el martes por la noche.
—Sospechoso.
Reí. —Me mostraste el error de mis maneras. Gracias por el aventón.
—Te llevaré a casa cuando trabajes. Ahórrate el dinero del taxi.
—¿Dónde vives? —No quería salir del auto. Quería seguir hablando con él. Seguir conduciendo por las calles, escuchando su música y observando la ciudad pasar borrosa por nuestras ventanas en una neblina de neón—. ¿Está por tu camino?
—Greenpoint. Y sí.
—¿Era tu papá quien vino antes?
—A-ja —dijo, mirando directamente al parabrisas.
—Me gusta tu cabello. Tienes un cabello excelente. —Dejé salir, e inmediatamente me arrepentí. ¿Por qué había dicho eso? ¿Dónde estaba mi filtro?
Apretó la mandíbula con tanta fuerza que escuché sus molares rechinar.
—La próxima vez que te envíe lejos, no te quedes escuchando a escondidas. Esa conversación no era asunto tuyo.
—Lo sé. Lo siento. No sabía…
—Ahora sí —dijo, su tono áspero y su mandíbula apretada. Sabía que todo lo que quería era que saliera de su auto y lo dejara solo, así que eso fue lo que hice.
Cuando estaba abriendo la puerta de entrada de mi edificio, escuché su motor. No me sorprendió por completo que esperara hasta que estuviera adentro, pero supongo que era agradable que se preocupara por mi seguridad. Cuando entré, miré a través de la ventana de vidrio esmerilado mientras Killian se alejaba, y seguí mirando hasta que desaparecieron sus luces traseras.
Arriba, saqué todos mis suministros de arte, instalé mi caballete y taburete en una esquina junto a la ventana de la sala de estar, y pegué un lienzo nuevo a una pieza de madera contrachapada con un fuerte clip. Exprimí los tubos de pinturas en mi paleta, mezclé los colores y pinté. Pinceladas en negrita. Grandes lavados de color. Curvas y líneas discontinuas. Construyendo la superficie y destruyéndola nuevamente. Moviendo la pintura por toda la superficie. Seguí pintando, perdiendo toda noción del tiempo, hasta que el cielo fuera de mi ventana estaba veteado de naranja y rosa, luego cambió a un amarillo pálido.
Fuera del caos, algo parecido al arte comenzó a surgir. Cuando me aparté y miré mi trabajo, la pintura me recordó a Killian. Era salvaje y turbulento, oscuro y lleno de tensión, con astillas de luz que se veían a través de las grietas. Un hermoso y caótico desastre.


1 Grunge: Género de música.


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Mensaje por berny_girl Mar 19 Ene - 7:21

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—Qué es esto? —preguntó Killian, mirando el contenedor de Tupperware que puse en el escritorio al lado de su computadora. Estaba sentado en la silla giratoria de cuero, escribiendo algo. Me di cuenta de que usaba el método de “Hunt and Peck” 2, escribiendo con los dedos índice.
—Galletas con chispas de chocolate. Son para ti. Quiero decir, podrías compartir, pero las horneé para ti.
Se reclinó en su silla y puso el contenedor en su regazo.
—¿Las horneaste? ¿Para mí? —Por la forma en que lo dijo, uno pensaría que le acabo de dar el Taj Mahal. Abrió la tapa y miró dentro, con una mirada perpleja en su rostro.
—¿Te gustan las galletas con chispas de chocolate?
—Sí. Me gustan. ¿Pero por qué? —preguntó con el ceño fruncido, como si no pudiera entender por qué alguien haría algo bueno por él.
Me encogí de hombros. No estaba completamente segura de por qué le horneé galletas. Estaba en la tienda de comestibles, vi la bolsa de chispas de chocolate Nestlé y pensé en las cosas que el padre de Killian le dijo. Como había sido yo quien lo mencionó en el auto, quería mejorarlo. Cuando éramos niños, si teníamos un mal día en la escuela, mi mamá siempre horneaba con nosotros. Mientras horneábamos galletas, cupcakes o brownies, hablábamos sobre nuestros problemas y cuando terminábamos de lamer el tazón y las cucharas, siempre nos habíamos sentido mejor. Las galletas con chispas de chocolate no quitarían el aguijón de las palabras de su padre, pero las ofrecí de todos modos.
—Solo para decir gracias —dije—. Por darme un trabajo.
Ava entró en la oficina y miró dos veces. Miró las galletas, luego a Killian, luego a mí y de nuevo a Killian.
—¿Estás comiendo galletas? —Ella levantó las cejas cuando Killian le dio un mordisco.
Él no respondió, porque era obvio que lo estaba.
—Guau. Esto es épico. ¿Puedo tomar una foto?
Killian entrecerró los ojos, pero no respondió. No entendí cuál era el problema, y nadie se molestó en explicármelo. Pero Killian parecía feliz con sus galletas, así que eso era lo suficientemente bueno para mí. Solo me di cuenta más tarde: nunca había horneado galletas con chispas de chocolate para Luke.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose Captur24
Mi quinto turno en el bar y comencé a sentirme más competente. Estaba trabajando con Killian y Louis, que no era ajeno al gimnasio. Tenía la cabeza rapada, su piel oscura tan lisa y brillante que tuve la tentación de preguntarle si se la depilaba.
Afortunadamente, Louis era un buen tipo, y estaba de acuerdo con que Killian me contratara.
Aunque eran copropietarios del bar, todo el personal llevaba sus problemas a Killian primero. No sabía si era porque Killian era el macho alfa dominante, un líder natural o simplemente un monstruo de control más grande que Louis, que era más relajado y tranquilo.
La primera noche que trabajé con Louis, respondió la pregunta sin que yo tuviera que preguntar.
—Killian necesita tomar el control de una situación. No conoce otra forma.
—¿No te molesta?
—Dejo que Killian haga lo que necesita hacer. Pero cuando él lo lleva demasiado lejos, entro y lo hago bien con la gente que lo molesta.
Reí. —¿Pero ustedes son buenos amigos?
—Sí. Es un fastidio, pero es buena gente y no podría haberlo hecho sin él.
La semana pasada, aprendí algunas cosas sobre Killian. En nuestro viaje a casa, hablamos. Hablé la mayor parte del tiempo, pero a él no parecía importarle. Y de vez en cuando, salía con una observación perspicaz.
¿Es el arte como una terapia para ti?—Había preguntado una noche, realmente interesado en mi respuesta. Killian no entablaba conversación solo para escucharse a sí mismo hablar, y no desperdiciaba sus palabras en una charla inactiva.
Sí lo es. Supongo que a veces es más fácil expresar tus sentimientos pintando. Puedes tomar toda la mierda dentro de ti y ponerla en el lienzo. Y créeme, pongo mucha mierda en el lienzo.
Apuesto a que no es una mierda —había dicho, aunque no había tenido idea de qué lo haría pensar que era buena.
También sabía que Killian trabajaba en el gimnasio todos los días y corría en McCarren Park como yo, aunque nuestros caminos nunca se habían cruzado. Parecía tranquilo en la superficie, pero me di cuenta de que trabajaba duro para controlar su temperamento. Tuve la sensación de que se estaba escondiendo mucho en sí mismo, y bloqueaba sus emociones, como Sawyer, como todos los muchachos de mi familia. Ya debería haberme acostumbrado para ahora, pero todavía me sentía obligada a profundizar, uno de mis defectos trágicos.
Desde que me mudé a Brooklyn, había estado investigando mucho, no solo tratando de averiguar dónde nos equivocamos Luke y yo, sino lo que quería de mi vida. Al crecer en un pueblo pequeño, la gente te etiquetaba y te metía en una caja. En la secundaria, representé el papel que me asignaron. Líder de las animadoras saliendo con el capitán del equipo de fútbol. Reina del baile. La hermana menor del receptor abierto, el chico malo de la escuela que dejaba un rastro de corazones rotos a su paso. La escuela secundaria fue un concurso de popularidad que había fingido no jugar.
Siempre había amado el arte con pasión, pero lo había mantenido en privado y nunca salí con los chicos artísticos. Salí con los deportistas y las porristas e intenté reconciliar a esas dos personas muy diferentes. La universidad no había sido muy diferente. Gente similar, entorno similar, pero a mayor escala.
Ahora, vivía y trabajaba en un bar en Williamsburg, un barrio joven, artístico y vibrante, y nadie tenía ideas preconcebidas sobre quién era yo. Podría ser yo misma, en toda mi imperfecta gloria, y era liberador. Hacerse cargo de mi propia vida. Descubrir lo que realmente me hacía feliz y rodearme de personas con las que me gustaba salir.
Puse una cerveza de barril frente a un chico con corte rapado rubio y coloridas mangas de tatuajes y tomé su dinero. Cuando regresé con su cambio, él y Killian estaban hablando.
—Si alguna vez necesitas un tatuaje, ven a verme a Forever Ink. Me llamo Jared. —Jared extendió la mano por encima de la barra y estrechó mi mano—. Puedes ver mi obra maestra allí en el brazo de Killian.
—Esa es una buena publicidad —dije—. Su brazo es una obra de arte.
Killian me lanzó una mirada de reojo. —¿Eso crees?
—Es hermoso.
Jared me guiñó un ojo. —Me gusta una chica que aprecia la buena tinta.
—Eden es una artista —le dijo Killian a Jared.
Levanté las cejas. ¿Un artista?
Killian levantó sus cejas. Sí. Porque dije eso.
Lo dijo como si tuviera cuadros exhibidos en galerías. Mientras tanto, lo único que Killian sabía sobre mi arte era lo que le había dicho.
—¿Cuándo volverá Connor? —le preguntó Jared a Killian—. La tienda está ocupada. Podría usarlo.
Killian aclaró su garganta. —Pronto.
—¿Quién es Connor? —pregunté. Killian se tensó, y aunque ninguna parte de su cuerpo tocaba el mío, aún podía sentirlo. Sin embargo, así era para mí. Podía sentirlo incluso cuando estaba al otro lado de la habitación. Nunca antes había experimentado eso con nadie, y no entendía por qué estaba tan en sintonía con su estado de ánimo.
—El hermano menor de Killian —dijo Jared—. Él también es artista. Un espíritu libre. No siempre puedo acorralarlo.
Killian se frotó la nuca. La conversación lo estaba incomodando. Tiempo para un cambio de tema.
—Estoy pensando en hacerme un tatuaje —dije.
—Hazlo. Tinta es crecer —dijo Jared.
—¿Quieres un tatuaje? —preguntó Killian, sonando intrigado por la idea.
Lo había considerado antes, pero nunca tan en serio.
—Sí, quiero un tatuaje. —Jared me entregó su tarjeta y la guardé en mi bolsillo.
Poco después, Killian me preguntó dónde me haría el tatuaje. Puse mi mano en mi cadera derecha, justo debajo de la cintura de mis shorts. Sus ojos se oscurecieron, y necesitaba alejarme de él antes de quemarme.
Trabajar en estrecha colaboración con Killian estaba resultando difícil. Su brazo rozó el mío, enviando una descarga eléctrica a través de mi cuerpo. Su pecho presionaba contra mi espalda cuando necesitaba pasar a mi lado. Hicimos este baile toda la noche, todas las noches trabajé con él.
Era pasada la medianoche, y Killian había cambiado la música a psicodélico trip-hop, dando al bar un ambiente relajado. Un chico entró en el bar y me llamó. Tenía un aspecto de niño rico de muy buen gusto, clásico, bien parecido, con cabello castaño cortado en capas cortas. Su traje gris a medida parecía que había costado más que mi renta. Limpié los vasos vacíos frente a él y limpié la barra. Pidió un Tecate y un trago de tequila.
—Comienza una cuenta —dijo, entregándome su tarjeta de crédito—. ¿Quieres beber un trago conmigo?
—No, gracias. Estoy bien.
Empecé una cuenta y puse la cerveza y el tequila delante de él. Bajó el trago, dejó el vaso sobre el mostrador y pidió otro. Traje la botella y le serví.
Cuando serví cuatro ginebras y tónicos a un grupo más allá de la barra, él estaba listo para otra ronda.
—¿Mal día? —pregunté, colocando la cerveza frente a él. Se había quitado la chaqueta del traje y la había colgado sobre el respaldo del taburete.
—Día de mierda. Perdí mucho dinero. Soy un operador de un fondo de cobertura. —Asentí como si tuviera mucho sentido, a pesar de que no sabía mucho sobre el mundo financiero, y nunca me había interesado especialmente.
—Además de los días en que pierdes dinero, ¿te gusta tu trabajo? —pregunté, porque la satisfacción laboral era un tema que me interesaba.
—Soy bueno en lo que hago. Y me gusta el dinero. Cualquiera que diga que no le importa el dinero está mintiendo. —Subió las mangas de su camisa blanca, revelando un Rolex en su muñeca izquierda—. El que tenga más juguetes gana.
—Y supongo que quieres ser el mayor ganador.
—Tengo muchos juguetes. —Me lanzó una sonrisa, confiado en su habilidad para encantar. Estaba segura de que muchas chicas caerían en ello. Pero ganar dinero por el amor de Dios no me impresionó. Tampoco alardear de sus juguetes.
Lo dejé tragando su cerveza y me moví a otros clientes, pero siguió llamándome.
—¿Cuál es tu nombre?
—Eden.
—Si me ofrecieras una manzana, sucumbiría a la tentación.
—Esa fue Eva.
—Pero la manzana vino de tu jardín, Eden.
—No sostengas eso en mi contra.
—No lo haré. Mi nombre es Adam, por cierto.
—¿De verdad?
Rio. —De verdad. Adam y Eden —dijo.
—Era Eva.
—Eva. Eden. —Alcanzó mi mano y presionó un beso en ella. Fue un beso suave, solo un roce de sus labios, pero se sintió extraño, y no del todo bienvenido, así que aparté mi mano. Sin inmutarse, Adam levantó su cerveza en el aire, brindándome—. La bella Eva. Brindaré por eso.
Siguió avanzando a través de sus tragos y cervezas como si estuviera en una misión para ver qué tan rápido podría emborracharse. A pesar de todos sus juguetes y dinero, estaba en un bar, bebiendo solo.
—Eden —gritó Adam, un poco más tarde—. Te necesito.
—¿Ese tipo te está molestando? —preguntó Killian mientras llamaba una orden de bebidas. Deslicé la pestaña debajo de la tarjeta de crédito y miré por encima del hombro a Adam. Sus ojos eran brillantes y desenfocados. Había bebido mucho alcohol en poco tiempo, pero ahora pensaba que había comenzado mucho antes de venir aquí.
—Es inofensivo. Aunque lo cortaré.
—Me encargaré de ello.
Agarré su brazo para detenerlo. Bajó la mirada hacia mi mano y la dejé caer a mi lado.
—Yo puedo con esto.
Frunció el ceño.
—¿Hubieras intervenido si yo fuera Zeke?
—Zeke no tiene muchachos que lo molesten —se burló.
—Oye, Killian —dijo Louis y ambos lo miramos—. Si te vuelves loco por cada chico que la mira, estarás demasiado ocupado para atender a los clientes.
Killian pasó su mano por su cabello.
—Mierda. Esto es exactamente por qué no debemos poner a las mujeres detrás de la barra.
Puse los ojos en blanco. Louis me guiñó un ojo. Killian frunció el ceño. Regresé a Adam.
—Necesito más tequila —dijo Adam, arrastrando las palabras.
—Ya has tenido suficiente —dije con firmeza.
Cerró los ojos y negó con la cabeza.
—Necesito más —Abrió los ojos y agarró mi mano otra vez, pero esta vez su agarre era fuerte e intentó acercarme—. Te necesito. Ven a casa conmigo. Sabes cómo mejorar las cosas, ¿verdad, Eve?
Saqué mi mano libre. —No. No lo sé.
Killian gruñó. Sí, gruñó. —Mantén tus malditas manos lejos de ella.
Adam se recostó en su asiento y se cruzó de brazos.
—Mis manos no están sobre ella —dijo, su tono hosco—. Necesitas calmarte.
Killian fulminó con la mirada a Adam y me siguió hasta la caja registradora, justo en mi espacio mientras cerraba la cuenta de Adam.
—Eso fue innecesario —dije, mirándolo a los ojos. Estábamos tan cerca que podía ver el delgado borde negro alrededor del exterior de su iris. ¿Por qué tenía que oler tan bien? Era como si se hubiera marinado en feromonas. Estuve tentada de retroceder unos pasos para combatir esta reacción química, pero me mantuve firme—. Te dije que podía manejarlo. Golpear el pecho y actuar como un hombre de las cavernas no es genial. No para mí, de todos modos. —No estaba demasiado impresionada con Adam, pero Killian tampoco necesitaba convertirlo en un problema importante.
Entrecerró sus ojos muy azules hacia mí.
—Es mi trabajo protegerte de los imbéciles. Es tu trabajo servir bebidas. No jugar al psiquiatra.
Puse los ojos en blanco y rodeé la montaña de músculos que era Killian. Colocando la tarjeta y el recibo de Adam frente a él, le entregué un bolígrafo.
—¿Es tu novio? —preguntó Adam.
—No. —Pude sentir los ojos de Killian perforando un agujero en la parte posterior de mi cabeza.
Adam metió su tarjeta de crédito en su billetera y arrojó un fajo de billetes por una propina.
—Dame tu número. Te llevaré a cenar.
Negué con la cabeza y tomé su cuenta y recibo. Con mi bolígrafo todavía en la mano, agarró mi brazo y escribió su número en él.
››Llámame.
No tenía intención de llamarlo nunca, y no quería su número en mi brazo. Pero Adam sonrió como si hubiéramos llegado a un acuerdo antes de darse la vuelta y tropezar hacia la puerta.
—Buenas noches, Eve —gritó sobre su hombro.
De camino a casa, Killian volvió a traer a tema a Adam.
—Ese tipo estaba sobre ti. No me gustó.
¿Estaba celoso? Era difícil saberlo con él.
—Estaba tratando de ser amable con él.
—Demasiado amable. —Miró mi brazo donde el número de Adam todavía estaba escrito con tinta—. ¿Ese es el tipo de chico que te gusta?
—No, no es el tipo de chico que me gusta. —Adam tenía el mismo aspecto de niño dorado que Luke, y hubo un momento en que me sentí atraída por ese tipo. Pero Luke y yo nos habíamos conocido jóvenes, y su comportamiento idiota, su búsqueda de poder y dinero, y su sentido de derecho, aún no se habían desarrollado por completo. Adam ya me había mostrado ese lado de sí mismo, y sabía que no era algo que quisiera.
—No borraste su número —dijo Killian.
—No tuve tiempo. —Había estado ocupado con mis deberes de cierre y casi me había olvidado de eso. Tan pronto como llegara a casa, me lo quitaría.
Esperaba que Killian dejara el tema, pero continuó presionando.
—¿Quieres que te lleve a cenar?
—¿Por qué te importa? —pregunté, molesta con esta conversación y su persistencia.
En lugar de responder, apretó los labios. Si se le dejara a él, el resto del viaje estaría en silencio.
—Oye, Killian.
Gruñó. Estilo hombre de las cavernas.
—¿Duele hacerse un tatuaje?
Killian se encogió de hombros.
—Simplemente se siente como una aguja rascándote la piel. Molesto más que nada. Pero no duele. No para mí, de todos modos.
—Chico duro, ¿eh?
—Piel gruesa. No tan delicada como la tuya.
—Soy bastante dura.
—También eres terca. Probablemente dirías que no duele incluso si lo hace.
—Probablemente. Crecí con chicos. No me habrían dejado salir con ellos si hubiera sido una llorona. Lo que sea que pudieran hacer, yo podía hacerlo mejor.
—¿Y eras... mejor?
Reí, pensando en algunas de las estúpidas acrobacias que había hecho. Nueve de cada diez veces contraatacaron. Como ese accidente de moto de tierra. Sawyer y yo hicimos saltos en el bosque detrás de nuestra casa. Cuando hice el salto, me jacté “Estoy volando tan alto que puedo ver directamente al próximo condado”.
Desafortunadamente, no pude dar en el aterrizaje. —No. Pero no por falta de intentos.
—¿Por qué no me sorprende eso?
Cuando se detuvo frente a mi edificio, dije:
—A veces solo eres un hombre de las cavernas. Cuando hablamos, eres un buen conversador. Y tienes encanto. Te he visto encantador, así que sé que eres capaz de eso y...
—No necesitas mentir para proteger mis sentimientos.
—No estoy mintiendo. Debajo de tu duro exterior, sé que...
—No soy un malvavisco pegajoso debajo. No te engañes pensando que lo soy.
Podía tratar de ocultarlo todo lo que quería, pero sabía que era una buena persona. Había defendido a Ava contra los matones. Me había dado un trabajo a pesar de que tenía cero experiencia de barman. Y Jimmy me había dicho que Killian había contratado su camión de tacos para el patio. Antes de eso, Jimmy dijo que apenas había llegado a fin de mes, pero que ahora los negocios iban bien y tenía un trabajo constante.
También sabía que los tatuajes en el brazo de Killian significaban algo para él, y él no habría entintado su piel si no lo hubieran hecho. Alguien le rompió el corazón. Lo apuñaló con una daga. A pesar de que su rostro estaba generalmente cerrado, había visto momentos fugaces en los que no lo estaba. Y en el poco tiempo que lo conocía, comencé a preocuparme por él, y tuve una urgencia abrumadora de proteger todos los sentimientos que él intentaba tanto ocultar. No entendía por qué. Lo acabo de hacer.
—¿Dónde está tu hermano? —pregunté en voz baja.
—No lo sé —Rodó sus hombros—. Es un corredor. Despega cuando las cosas se ponen difíciles.
Apuesto a que Killian nunca huiría de los problemas. Apuesto a que se quedaría y lucharía por su esquina, incluso si todas las probabilidades estaban en su contra.
—Todos tienen sus modos de enfrentar las cosas.
—Supongo que sí.
—Si alguna vez quieres tirar un poco de pintura sobre un lienzo, puedo conectarte. Es una buena terapia, aparentemente.
Rio por lo bajo. —Gracias.
—En cualquier momento.


2 Hunt and Peck: Método de escribir a computadora con los dedos índice, mientras se observa el teclado.


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