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Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Saludos tenemos una nueva lectura de la mano de @Eadlyn Shaw
Les notifico que se modificaron las normas del club. De ahora en adelante los puntajes quedan así.
Lectoras: 4000 puntos
Moderadoras: 5000 puntos.
OJO esto es cumpliendo como lo dicen las reglas, ya que hay lectoras que inician las lecturas y las abandonan, si eso sucede no recibirán ni medalla ni puntos. NO se otorgará medallas ni puntos a participantes que de una lectura de más de 20 capítulos solo comenten unas 5 veces o digan solo "gracias". NO es la idea. El Club de Lectura es para compartir opiniones de la lectura que se esta leyendo.
Lectoras: 4000 puntos
Moderadoras: 5000 puntos.
OJO esto es cumpliendo como lo dicen las reglas, ya que hay lectoras que inician las lecturas y las abandonan, si eso sucede no recibirán ni medalla ni puntos. NO se otorgará medallas ni puntos a participantes que de una lectura de más de 20 capítulos solo comenten unas 5 veces o digan solo "gracias". NO es la idea. El Club de Lectura es para compartir opiniones de la lectura que se esta leyendo.
Lean las normas AQUÍ
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
River Tate es un dios en el campus.
El rey del fútbol.
Un chico malo tatuado con ojos color bronce que ven a través de ti.
La única grieta en su armadura es ELLA, la chica con la que finge que no existe, la prohibida de sonrisa tímida y cabello lavanda.
Anastasia Bailey es una don nadie.
La reina de la nada.
Una extraña con cara de ángel y un cuerpo hecho para el pecado.
La única grieta en su armadura es ÉL, el hermano de fraternidad de su novio, el jugador de fútbol que la odia.
Pero cuando la vida de Anastasia se desmorona, River es quien la salva.
Dividido entre la lealtad, las mentiras y los secretos, lucha contra la tentación de quitarle todo cuando hacen su pacto de venganza.
No puede decirle que no.
Porque la venganza (o el amor) es dulce, y una vez que se prueba, el deseo nunca termina.
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Hola niñas!!! espero que se encuentren bien, les dejo la firma para que la puedan usar para apoyar la lectura
Espero poder unirme a la lectura!!!
- Código:
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Espero poder unirme a la lectura!!!
bruja_luna_- Mensajes : 370
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Tibisay Carrasco- Mensajes : 358
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berny_girl- Mensajes : 2842
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evanescita- Mensajes : 1331
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yiniva- Mensajes : 4916
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Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
CRONOGRAMA
Última edición por Eadlyn Shaw el Miér 17 Mar - 23:24, editado 11 veces
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
PRÓLOGO
¿Ves a esos tres chicos de ahí?
¿Ves a esos tres chicos de ahí?
Sí ¿Los reyes del fútbol?
¿Los que están con la cabeza en las manos, bebiendo sus cervezas y tratando de averiguar qué demonios pasó con su temporada?
Se han ahogado.
Así es. Estos All-Americans se convirtieron en el mayor disgusto del fútbol universitario y en una completa vergüenza para su ciudad.
¿Realmente puede ser tan malo?
Sí.
El anterior campeón nacional, Braxton College, fue aniquilado este año.
No, no sólo aniquilado, sino total y absolutamente destruido.
Tres juegos.
Eso es todo.
Han ganado tres juegos en toda la temporada.
Intercepciones. Balones perdidos. Bloqueos fallidos. Fallos. Nómbralo, lo hicieron.
Primero, está River Tate, el popular chico de la fraternidad. Se suponía que era un receptor superestrella, pero dejó caer más pases de los que atrapó.
El siguiente es Crew Smith, el protector. Alguna vez, aspirante a la NFL, ahora ostenta el récord de intercepciones en una temporada para un mariscal de campo.
Y completando la trifecta de mierda está Hollis Hudson, el misterioso ala cerrada que mantiene todo cerrado. No pudo ejecutar una ruta para salvar su vida este año.
Los chicos querían ser ellos.
Las chicas querían sus corazones.
Pero en este punto, no estoy seguro de que alguien los toque ni con un palo de tres metros.
La verdad es que han estropeado sus posibles carreras en la NFL.
Tal vez, sus vidas por completo.
Hay tres historias que contar…
Esta es la de River
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
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Localización : Con Noah Shaw
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Capítulo 1
River
A las seis y media, me despierto de golpe y mi primera clase no es hasta las nueve. Típico. Una vez que mi cabeza se despierta, no hay forma de apagar el carrete de repetición. Oscuro y feo, nuestro último partido de fútbol se precipita sobre mí y mis manos aprietan las sábanas.
¿El resultado? Cuarenta y siete a catorce.
Nos han aniquilado.
Al diablo con eso.
Me levanto de un salto, me pongo los auriculares y escucho “My Own Worst Enemy” de Lit mientras mis dedos rodean una barra de dominadas que tengo en la puerta. Cuento hasta cincuenta, bajo de un salto, y giro mi cuello. La sangre corre por mis venas, la adrenalina entra y borra los pensamientos oscuros. Miro el espejo. Mi rostro grita agotamiento y mis “famosos” labios están en una línea delgada y tensa.
Buenos días, mundo. River Tate está listo para patear traseros.
Sí. Sigue diciéndote eso.
La antigua casa de estilo Craftsman que comparto con mis compañeros de equipo, Crew y Hollis, está en silencio cuando camino por el pasillo hacia el baño. El silencio me pincha, arrastrándose como arañas, recordándome a una funeraria. Me trae recuerdos no deseados de mi padre, alejo esos desagradables pensamientos. Un hombre sólo puede manejar tantas pérdidas en su cabeza a la vez.
Después de mi ducha, aparto la cortina que cuelga alrededor de la vieja bañera de patas.
—¡Maldita sea! —He olvidado mi ropa. Otra vez. Mi cerebro es realmente el Triángulo de las Bermudas. La información entra y puf, desaparece. Tengo una excelente memoria para las cosas más extrañas. ¿Rituales de apareamiento de los animales? Chequeado. ¿Estadísticas de fútbol? Asegurado y cargado. ¿Frases de
películas? Catalogadas en mi cráneo. ¿Mis clases en Braxton? Un maldito pueblo fantasma con plantas rodadoras que lo atraviesan. Ese avión ha volado sobre el Triángulo y ha desaparecido.
Mi cerebro va demasiado rápido como para concentrarse en pequeños detalles como la ropa interior.
Enrollo una toalla alrededor de mi cintura y abro la puerta, el agua gotea sobre la madera.
Perderías la cabeza si no estuviera atornillada, diría mamá. Luego se reirá y dirá: Ahora, ¿qué diablos estaba haciendo? Me viene a la cabeza una imagen de ella, con el cabello castaño brillante, sus ojos azules y la mejor sonrisa del planeta. Mi pecho se oprime. Todavía no se ha despertado o la llamaría. Duerme hasta el mediodía, me dijo mi hermana Rae.
Un viaje a mi armario me dice que no he lavado ropa desde hace tiempo. La única camiseta que pasa la prueba es una del segundo año. Es morada con nuestra mascota, un tejón marrón en el bolsillo. Que se jodan los haters que quieren juzgarnos por una temporada de mierda. ¡Badgers por siempre! La saco y me la pongo.
—Al menos tengo ropa interior limpia —murmuro mientras meto las piernas en unos jeans negros ajustados y subo la cremallera.
Encuentro las converse que me apetecen hoy, tengo diez pares diferentes, me las pongo y luego busco en el suelo mi novela y mi mochila.
—¡Sí! —Grito al encontrarlos bajo un montón de ropa en mi armario. Tiene sentido. El jueves, antes de que voláramos a Luisiana para el partido, entré en mi habitación como un tornado. Apenas recuerdo haber hecho la maleta y haber salido corriendo por la puerta.
Mi cabeza estaba en un lugar extraño después de verla en el campus. No hablé con ella, oh no, no puedo hacer eso, pero la vi en el centro de estudiantes. ¿Ella estaba triste? Joder si lo sé. Tenía la cabeza gacha mientras leía un libro, sin reírse con sus compañeras de cuarto mientras estaban sentadas en una de las áreas de descanso. Inexplicablemente, miró hacia arriba (tal vez sintiendo la intensidad de mi mirada), me vio, y luego su mirada se movió, sin detenerse. Eso lo puedo soportar. Es lo de siempre. Lo hemos hecho durante un año. Pero ¿Por que no sonríe? WTF. La chica tiene el mundo. Es inteligente. Hermosa. Tiene el novio perfecto.
Me detengo en la puerta de Crew y la golpeo.
—Levántate y brilla, Hollywood.
Sólo necesito ver el rostro de alguien antes de salir. Es una cosa. Y él lo sabe.
—Vete —gime.
Golpeo la puerta de Hollis.
—Oye, hombre. ¿Estás bien ahí dentro? ¿Tienes hambre? —Código para “Ven a hablar conmigo”.
—Imbécil —es la respuesta baja.
Sonrío. Anoche nos tomamos unas cuantas copas de más en nuestro bar favorito, The Truth Is Out There[1]. Es un nombre apropiado para un antro universitario dedicado a los recuerdos de Expediente X y a los recortes de periódicos de supuestos avistamientos de extraterrestres que tuvieron lugar en Walker en los años ochenta.
De lo contrario, en Walker, Georgia, se encuentra el Braxton College, una prestigiosa escuela D1 con uno de los mejores programas de fútbol del país.
Ya no.
Me trago la áspera amargura.
Gimo en voz alta cuando veo que nuestros armarios están casi vacíos. Hay un trozo de pan (no como las sobras), una caja vacía de galletas Ritz y una bolsa de Funyuns. Esas cosas asquerosas pertenecen a Crew y se asustará si me las como, aunque no lo haría. Tengo estándares.
En la nevera, encuentro restos de pizza de piña (Hollis escribió su nombre en la caja) y una caja de fideos pad thai (la mía) que tienen pelusas verdes por encima. Vaya mierda.
—Hoy voy a Big Star —murmuro mientras tomo lo único comestible, un medio paquete de tocino. Lo estoy metiendo en el microondas cuando Crew, nuestro mariscal de campo saca la cabeza de su habitación.
—Sólo salí para que pudieras ver mi rostro. No eres normal. —Agarra una gorra del gancho en el pasillo y se la pone al revés.
—Completamente consciente. Buenos días. —Esbozo una sonrisa, pero es más bien una mueca.
Gruñe su respuesta mientras se acerca a la cocina.
—Jesús. ¿Cómo puedes comer?
Sonrío.
—El tocino es maná del cielo. Además, la grasa es justo lo que necesito después de la resaca. Hoy iré al supermercado. Me toca a mí. —Hago una pausa—. ¿Te acuerdas de anoche?
Él entrecierra los ojos.
—¿Quiero hacerlo? ¿Aleve[2]?
—Tal vez no. —Le lanzo los analgésicos que agarré antes para mí junto con una botella de agua de la nevera.
Rara vez nos emborrachamos. Claro que bebemos un poco, pero una vez que comienza el campo de entrenamiento en el verano, nos atenemos a la línea. Anoche fue diferente.
Nuestra temporada ha terminado oficialmente antes de Navidad. Ni siquiera un juego de tazón.
Se bebe el agua de un trago, luego la deja caer y me mira, con una arruga en la frente.
—Espera un maldito minuto, ¿el Loco Carl salió con nosotros?
—Síp. —El loco Carl es un habitual de The Truth Is Out There. Tiene más de sesenta años y está un poco loco.
—Está empezando a volver… como una pesadilla. —Se sienta en un taburete en la isla de la cocina y se frota los ojos.
Asiento.
—Dijo que parecías triste y quería hacer un karaoke contigo, un dúo de Lady Gaga. Tuviste el sentido común de decir que no. Hollis, en cambio, cantó “Hello” de Adele. Derribó la casa. El chico puede cantar, no puedo negarlo, pero era como un grito de ayuda. — Agarro un trozo de tocino y lo como rápido—. El bar estaba lleno. Creo que la gente sólo quería ver si aparecíamos en nuestro lugar habitual de los domingos. Carl fue el único lo suficientemente valiente como para decir que teníamos que organizarnos.
La verdad es que me gusta Carl. Está loco, pero dice cosas sabias. ¿Tiene eso algún sentido? No, no lo tiene.
Crew hace una mueca.
—Demasiado tarde. El fútbol se acabó, hombre.
Me apoyo en la encimera, necesito hablar para soltar algo de energía.
—Se refería a nuestros problemas personales. Luego divagó un poco y me contó una historia sobre un extraterrestre que vio una vez. La gente de esta ciudad se vuelve loca con esas cosas. ¿Sabías que jugó para los Badgers cuando estaba en Braxton? Liniero defensivo. Un jugador de fútbol americano. Apuesto a que era bueno. Es grande.
Deja escapar un gemido de dolor.
—Somos los All-Americans. ¿Realmente se acabó para nosotros?
—No quieres que responda a eso.
La prometedora charla sobre nuestra irrupción en el fútbol profesional se han esfumado.
Este año somos seniors, pero a diferencia de Crew y Hollis, estoy considerando volver a Braxton por un quinto año (y otra temporada). Me pusieron de suplente en mi primer año y sólo jugué cuatro partidos, lo que me da un año más para jugar.
Hollis, nuestro ala cerrada, sale a trompicones de su habitación y se apoya en la pared. Es alto y fornido, con cabello oscuro desordenado.
—¿Pueden dejar de gritar, imbéciles?
Crew y yo nos reímos. Canto la primera línea de “Hello” (mi voz no es ni de lejos tan buena como la suya) y él me hace un gesto obsceno.
—Supongo que lo recuerdas —digo secamente.
Él gruñe.
Suspiro mientras los contemplo, y parte de la tensión en mi pecho se afloja. Somos mejores amigos desde el primer año.
Me encanta la mierda de ellos.
Los Tres Amigos en el campo.
Yo soy el que no puede callar, Crew es la gallina madre y Hollis es el misterioso. Somos dioses en el campus. Huh… bueno, ex dioses.
Hollis levanta un antebrazo musculoso y parpadea ante las luces de la cocina.
—Dios, hay mucha luz. Agua —grazna—. Mi cabeza está a punto de explotar.
—Parece vivo —comento y le lanzo una botella de agua fría de la nevera.
—Necesitarás esto, hermano. —Crew le lanza el Aleve a Hollis, pero éste está haciendo malabares con el agua y pierde el envase de las pastillas. Deja escapar una jugosa maldición mientras se agacha y lo levanta del suelo.
—Ni siquiera puedo atrapar un maldito lanzamiento —murmura mientras se deja caer en un taburete junto a Crew. Exhala una bocanada de aire—. Apestamos y mucho.
—Síp —afirmo, con un tono sombrío.
Hemos decepcionado a nuestra escuela, a nuestro equipo, a nosotros mismos. Incluso al Loco Carl.
Mis dedos giran el anillo de serpiente de plata esterlina en mi dedo índice que perteneció a mi padre. Él jugó en los New York Pythons antes de romperse la rodilla a los cinco años de su carrera en la NFL. Cuando yo tenía quince años, murió en un accidente automovilístico, dejando un gran vacío en nuestra familia. Luego mi madre tuvo cáncer. Como la gran luchadora que es, lo venció, pero…
Froto mi pecho.
Vete, vete…
Me alejo de ellos y miro por la ventana de la cocina. Cada vez es más difícil fingir que estoy bien. Soy una ficha de dominó, a punto de caer y hacer que toda la hilera se derrumbe. El elefante en mi pecho apareció cuando el cáncer de mamá regresó esta primavera, y luego esa presión aumentó con cada partido que perdimos.
Por la ventana, un halcón de cola roja se posa en un árbol desnudo, con un aspecto de lo más feliz en pleno invierno. Sus plumas se agitan ligeramente con el viento mientras sus ojos examinan la zona. Tienes que volar más al sur, le digo, pero ignora mi telepatía mental y acecha a lo largo de la rama. Es un luchador.
¿Soy yo?
Cierro mis ojos brevemente.
Sólo hay que pasar este semestre.
Vuelves el próximo año.
Juegas mejor la próxima temporada.
Obtienes tu título.
Haz lo que puedas controlar.
Las palabras de mamá del sábado se arremolinan en mi interior. Me llamó en cuanto terminó el partido, con una voz débil pero segura. Acaba con tus demonios, River. Todo es posible. Creo en ti.
Lo entiendo, pero soy un barco sin timón y me aterra hundirme en el fondo del mar. No tengo un futuro, no puedo ver lo que viene, no puedo comprender lo que tengo que hacer por el resto de mi vida.
Y mamá, mi hermosa y luchadora madre…
Si ella muere…
Dejo de lado el oscuro pensamiento y pienso en mi primera clase. Como siempre, un cosquilleo de electricidad me recorre, sabiendo que estaré cerca, pero no demasiado.
No puedo tocarla, pero…
Cinco filas delante de mí, ella estará allí.
La chica Rainbow.
Cabello como seda hilada.
Ojos verdes.
Boca exuberante.
Faldas cortas.
Cuerpo impactante.
No es mía.
Mi inquietud aumenta cuando miro fijamente mi ejemplar de El amante de Lady Chatterley. La portada está impecable porque nunca lo he abierto. Es un montón de palabrerías, las palabras están todas juntas.
Por centésima vez este semestre, me pregunto…
¿Por qué diablos tomé esta clase?
Tengo TDAH[3], dislexia y discalculia[4], un trío de puro infierno. Mi déficit de atención y mi hiperactividad hacen que la “decodificación” sea aún más difícil. ¿Conoces esos artículos que escriben sobre los deportistas que se escabullen académicamente porque tienen talento deportivo? Hola, soy River. Atrapo balones de fútbol.
Mi nivel de lectura ha sido probado en… no puedo decir que sea tan malo. En un momento de debilidad, se lo dije a Blair, mi ex, y se rio en mi cara. Ella se rio convencida de que estaba bromeando. Sí, sólo bromeaba fue mi respuesta, y juré no volver a decírselo a una chica. Que piensen que soy igual que ellas.
Presionando mis dedos contra la tapa, lo hago girar en la isla. La frustración me invade. Hay días, como hoy, en los que desearía ser como los demás.
Ese chico no sabe pronunciar palabras.
No sabe de números.
Habla demasiado.
Mis profesores tenían mucho que decir sobre mí en la escuela primaria.
Entonces, papá puso un balón de fútbol en mis manos.
Hollis y Crew se trasladan a la sala de estar y se acomodan en el sofá, con las piernas apoyadas en la mesa de café. Los sigo, demasiado ansioso para sentarme, así que camino.
Crew toma el control remoto, ve mi rostro y luego lo suelta como si fuera una granada.
Suspiré.
—No vale la pena ver nuestras caras en toda la ESPN.
Cierra los ojos y apoya la cabeza en el sofá.
Hollis ha agarrado un pastelito ¿de dónde lo consiguió? Y se lo come en dos bocados.
—¿Cuándo termina este horrible semestre?
—Dos semanas más hasta las vacaciones de invierno —digo con fuerza mientras tomo mi mochila y una bolsa de ropa sucia que he juntado para dejarla en casa de los Kappa, donde hay lavadora y secadora.
Soy el presidente de los Kappa y alterno entre pasar tiempo aquí y en la casa de la fraternidad. Un resoplido sale de mí. Solía quedarme en mi habitación de vez en cuando (tengo una gratis desde que soy oficial), pero no desde que ella apareció en escena.
Hollis endereza su postura y limpia las migas de chocolate que tiene alrededor de su boca.
—Santa mierda… —Su voz se eleva—. ¿El Loco Carl… me besó?
Crew, que estaba navegando por su teléfono, levanta su móvil y hace un ruido de beso.
—Un gran beso en la mejilla. Tengo una foto que lo demuestra.
—Publica eso y morirás. —Hollis frota su rostro—. No volveré a beber.
Vuelvo a sentir la opresión en mi pecho mientras los observo.
Giro el anillo, mi cabeza da vueltas mientras las palabras de mamá bailan en mi mente.
Acaba con tus demonios.
La idea ha estado pinchándome desde que me metí en la ducha. Es donde mejor pienso. Si me pongo nervioso, me desnudo y dejo que el agua me bañe. El espacio reducido, el vapor y el hecho de estar desnudo me ayudan a concentrarme. Hago un promedio de tres duchas al día, mañana, tarde y noche. Puede que mis notas sean una mierda, pero posiblemente soy la persona más limpia en Braxton. Esta es también la razón por la que me quedo sin ropa constantemente.
—Estuve pensando.
Los chicos me miran. Parte miedo, parte anticipación.
—No parezcas tan asustado —digo.
Hollis se mete un segundo pastelito en la boca.
—Hemos visto tu forma de pensar. Tus ideas pueden dar mucho trabajo.
—Todavía estás enojado por el concurso de lanzamiento de pasteles en la casa Kappa —comento—. Se recaudó un montón de dinero. Siento que te hayas llevado un montón de crema en la cara, Hollis.
Gime.
—Ni siquiera puedo mirar una tarta sin estremecerme. Sabes que me encantan los dulces.
—Te ofreciste como voluntario —le recuerda Crew.
Hollis me señala.
—¡Él me ha convencido! Dijo que habría chicas hermosas en bikini lanzando tarta. Se olvidó de mencionar que también habría una fila de las Pi Kappa y Alpha Tau Omega que querrían un trozo de mí. Tuve los ojos morados durante una semana.
Crew sonríe.
—River podría convencer a una monja de que deje sus bragas.
—¿Por qué iba a hacerlo cuando tengo una fraternidad entera con la que meterme? —digo entre risas mientras cambio mi peso de un pie a otro, moviendo mis hombros con nerviosismo—. En fin… hoy es lunes, y aunque nuestra temporada ha terminado, es un nuevo comienzo. Se acerca un nuevo año, y necesito algo, no realmente una resolución, pero… —Hago una pausa, reflexionando en mi cabeza—. Necesito resolver mi futuro. Estoy en una encrucijada.
—Me siento igual —murmura Crew.
—Amigo —proviene de Hollis—. Es demasiado pronto para hablar de la mierda pesada.
Nos reímos.
Más tarde, después de despedirme de ellos, salgo del porche y mis dedos agitan las llaves, asustando al halcón de su árbol. Pasa zumbando junto a mí mientras vuela por el patio. Vuela, hombre. Encuentra una nena caliente y ten unos bebés pájaros.
Luego me sumerjo en la madriguera de un conejo preguntándome si los halcones se aparean de por vida.
Me subo a la camioneta y la pongo en marcha.
Sé cuáles son mis monstruos.
No puedo agitar una varita mágica y curar a mamá.
No puedo retroceder en el tiempo y arreglar una temporada de fútbol desastrosa.
No puedo arreglar mis problemas de aprendizaje.
Pero…
Puedo aprobar esta clase.
No puedo dejar de pensar en esa chica de mi clase. Hace que la piel y los vellos de mis brazos se ericen. Incluso mi cuero cabelludo hace cosas raras cuando la veo.
Odio ese sentimiento. Va en contra de todo lo que creo sobre la hermandad. Es desleal como la mierda, y quiero borrarlo de mi piel.
Ella no me pertenece.
Ella lo ama.
Mi amigo. Mi hermano de fraternidad.
Mis manos aprietan el volante.
—Tú no existes, Anastasia Bailey. No. Eres. Nadie. Para. Mí.
Sí.
Lo he estado diciendo desde el momento en que la vi.
Luchando contra la atracción de mis pensamientos, miro fijamente las letras entintadas en ambos pares de dedos que deletrean TRES bajo los nudillos. Es mi número de camiseta y el de papá. Representa la tríada familiar: hombre, mujer, niño; es el nacimiento, el amor y la muerte.
Me concentro en tres cosas por las que estoy agradecido: a pesar de mis problemas de aprendizaje, mi coeficiente intelectual es superior a la norma (sorpresa); tengo la fraternidad; y tengo mi equipo.
No la tengo.
Pero es suficiente.
¿Verdad?
______________________________
[1] La verdad está ahí afuera. Famosa frase de la serie de televisión Expediente X.
[2]Analgésico.
[3]Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
[4]La discalculia es un trastorno del aprendizaje que se manifiesta con una baja capacidad para entender los números, para el cálculo mental y para el procesamiento matemático.
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
mmm no creo que sea suficiente
Gracias por el capi
Gracias por el capi
bruja_luna_- Mensajes : 370
Fecha de inscripción : 24/04/2019
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Esta hermosa, muchas graciasbruja_luna_ escribió:Hola niñas!!! espero que se encuentren bien, les dejo la firma para que la puedan usar para apoyar la lectura
- Código:
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Espero poder unirme a la lectura!!!
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Interesante los problemas de aprendizaje de River. Gracias por el capitulo
Tibisay Carrasco- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 05/01/2020
Edad : 61
Localización : Broward Florida
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Ese partido estuvo del asco, porque estuvieron tan mal me pregunto, pero tienen que superarlo y hacerlo mas que genial en su último año.
Ahora quien es Anastacia y novia de quien es? espero que no de Crew ni Hollis, y es lindo que tenga bien marcados sus limites, aunque no creo que sirva de mucho, por otro lado el cáncer de su mamá es algo con lo que lamentablemente tiene que lidiar, espero que logre vencerlo.
Hasta laters...
Ahora quien es Anastacia y novia de quien es? espero que no de Crew ni Hollis, y es lindo que tenga bien marcados sus limites, aunque no creo que sirva de mucho, por otro lado el cáncer de su mamá es algo con lo que lamentablemente tiene que lidiar, espero que logre vencerlo.
Hasta laters...
evanescita- Mensajes : 1331
Fecha de inscripción : 01/06/2020
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Je, je pésimo partido, me gusta la forma en que se expresa de su mamá
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Capítulo 2
Anastasia
¡ANA! ¡Recibí el email de aceptación a Harvard! ¡Voy a ir a la mejor escuela de leyes del país! ¡Tenía que decírtelo primero!!!!! es el texto que recibo de Donovan mientras subo los escalones del Edificio de Humanidades de Wyler.
La felicidad brilla con intensidad con las noticias de mi novio. Sonrío por su excesivo uso de exclamaciones. Debe estar extasiado. Me detengo abruptamente y suelto un grito mientras lanzo un puño victorioso al cielo. ¡Bien por él!
Un tipo alto y musculoso con una camisa púrpura choca conmigo y murmura algo en voz baja mientras su brazo roza el mío. Un estremecimiento baja por mi columna vertebral. Sin levantar la vista, murmuro “Lo siento” a su espalda mientras dejo que mi mochila caiga en los escalones y escribo una respuesta.
¡Sabía que lo conseguirías desde el primer día! Termino con varios emojis de corazón. Estoy a punto de enviar otro texto sugiriendo que nos encontremos cuando llega uno de él.
¿Ya has recibido tu email?
La euforia por él cae en picada como un rizo a mi alrededor, grueso y pesado. Mi garganta se aprieta como si las agujas la estuvieran pinchando. Aplicamos a la Escuela de Leyes de Harvard el mismo día, ambos con nuestras computadoras portátiles sobre las rodillas mientras nos sentábamos en su cama en la casa de los Kappa y simultáneamente presionamos el botón. Hizo una gran producción de ello, dándome un beso de la suerte después. Incluso nos compró camisetas Harvard carmesí y negras a juego que ordenó por internet. Esa camiseta ahora está colgada en mi armario, burlándose de mí.
Mi puntaje de LSAT está entre los diez más alto del país, pero no tengo las actividades de voluntariado, fundaciones de caridad hechas por mí misma, o los clubes sociales. Entre mis clases y el trabajo de mesera, apenas tengo tiempo para salir con Donovan.
Él ha estado planeando ir a Harvard desde que se matriculó en la Universidad de Braxton. En su primer año estableció una organización benéfica para donar tenis a niños necesitados en Honduras. Es un genio. Invirtió cinco mil dólares en el sitio web, alquiló un almacén, contrató un pequeño equipo para enviarlas, todo mientras recaudaba dinero para los patrocinadores. Shoes for Children lleva tres años y medio funcionando a pleno rendimiento. No se sabe cuánto de su propio dinero ha invertido. Porque su familia es rica, me recuerdo. Son ex alumnos de Harvard. Eso tuvo que haber ayudado a su solicitud.
¿Ana? ¿Estás ahí?
Un bulto de cemento se arremolina en mis entrañas mientras miro sus palabras.
Mi email de rechazo llegó hace cinco días. Ni siquiera estoy en la lista de espera.
Mi carta oficial llegó al día siguiente, como si necesitara una confirmación física de ser una rechazada. Un pozo de vacío tira de mí y lo aparto antes de que sus tentáculos puedan cavar demasiado profundo.
—No podrías permitirte Harvard de todas formas —murmuro en voz baja. Con la matrícula y los gastos de manutención, el total ascendía a noventa y ocho mil dólares al año. Mi corazón se hunde ante la idea de pagar un título de casi medio millón de dólares. Si no fuera por mi beca en Braxton, nunca sería capaz de pagar los cincuenta mil dólares al año aquí.
¿Ana?
Respiro profundamente, ignorando la opresión en mi pecho. Por supuesto que estoy feliz por Donovan. Harvard es su sueño.
Ni una palabra aún, respondo, añadiendo un emoji de pulgares hacia arriba.
Debería decírselo. Realmente debería.
Entrarás. Lo sé. Ojalá pudiera verte esta noche para celebrarlo, pero estaré investigando en la biblioteca. ¿Fiesta de toga el viernes?
Parpadeo. ¿En serio? Eso es dentro de cinco días. ¿Seguro que quiere verme antes? Debo estar malinterpretándolo.
Es sólo que…
No nos vimos este fin de semana porque condujo a Atlanta para ver a su familia, sin mí, lo que es absolutamente genial. Tuve que trabajar “La verdad está ahí fuera”.
—Y sus padres piensan que eres una cazafortunas —me digo a mí misma.
Así que... Sí.
Su familia tiene riqueza generacional, y aunque no soy indigente, tampoco crecí con Rembrandts en la pared. El verano pasado estuve allí para la gala del cincuenta aniversario de boda de sus abuelos. En la mesa había innumerables platos, tenedores, cucharas y vasos de cristal. Los arreglos florales medían un metro de altura. Tuve que mirar a mi alrededor para ver a Donovan, que no estaba sentado a mi lado, sino al otro lado de la mesa, junto a una chica elegible del círculo de amigos de sus padres. Mi vestido retro de terciopelo amarillo no encajaba con los vestidos negros de cóctel que llevaban las otras mujeres. Mis botas negras de tacón alto eran de cuero barato. Mi cabello color lavanda hacía que todos entrecerraran los ojos.
Su abuela pasó a mi lado en el pasillo antes de la cena, me miró de arriba abajo y frunció sus labios. Querida, el personal del catering se queda en la cocina, y ¿no deberías recogerte el cabello y ponerte algo más apropiado? Luego me pidió que le rellenara su champán.
La persona de la alta sociedad que se sentó a mi lado durante la cena no paraba de hablar del baile de debutantes de su hija mientras el hombre a mi otro lado (su marido) apoyaba su mano en mi espalda cada vez que mencionaba una de sus casas de vacaciones o su cartera de inversiones, que era mucho. Donovan no se encontraba con mi mirada al otro lado de la mesa, y un sentimiento de ansiedad comenzó a crecer y crecer y crecer. Cuento corto: Bebí demasiado champán, comí tiramisú con un tenedor de ostras, y luego pedí A.1. Salsa de carne para mi filete.
Habrías pensado que maté a alguien de la forma en que su madre me miraba.
El viento frío de diciembre azota mi cabello alrededor de mi rostro, oscureciendo mi vista mientras agarro mi teléfono. Mis hombros se desploman mientras mis dedos se ciernen sobre mi celular, esperando un mensaje de texto de él, el que necesita enviar malditamente ahora mismo.
Espero un minuto completo. Cri Cri.
Levanto mi mochila y camino.
Él no mencionó mi cumpleaños.
Subiendo los escalones, muerdo mi labio inferior mientras lucho con mis emociones. Es olvidadizo. Además de sus clases y trabajo voluntario, es también el vicepresidente de la fraternidad Kappa.
Está bien, lo racionalizo. Acaba de llegar de un fin de semana fuera de la ciudad, vio que entró en Harvard, y eso es todo en lo que está pensando.
Tal vez esté planeando algo y quiera sorprenderme más tarde. Me estremezco. Realmente no es un chico de sorpresa, excepto por nuestro lindo encuentro. Me ablando al recordar esa noche en la biblioteca.
Estaba con sus hermanos de la fraternidad en una mesa junto a la mía, sus ojos marrones detrás de un par de marcos negros modernos me examinaron. Cuando me levanté de mi mesa para buscar un libro, volví para encontrar una nota en mi copia de The Outsiders.
Tengo su mensaje memorizado.
DEBERIAS SER besada a menudo, y por alguien que sepa cómo hacerlo.
Permíteme presentarme. Soy tu próximo novio. Sí, deja que esa horrible frase de inicio se asimile, pero el sentimiento es sincero. Lo juro por mi corazón y espero morir, no realmente, pero sabes a lo que me refiero.
Hay tres cosas de ti que me llamaron la atención. Hueles a sol, tu cabello necesita mis manos en él, y seré honesto... me encantan tus zapatos. Esas Converse brillantes son un iniciador de conversaciones.
¿De dónde eres?
¿Eres nueva aquí?
¿Qué harás después de esto?
Por favor, dime que eres soltera.
Además… no soy un asesino en serie.
O un extraterrestre. (A la gente en Walker le gustan esas cosas.)
O un jugador.
O un imbécil.
O un idiota.
Espera ¿Esos tres últimos son más o menos lo mismo? ¿Quizás? De todas formas...
Sólo soy el chico que está frente a ti, en una mesa en la biblioteca, desnudando su alma.
Te esperaré afuera cuando la biblioteca cierre. Si recoges tus cosas y te vas ahora, sabré que es un no.
Tu primera reacción ante esta nota puede ser correr tan lejos como puedas, pero sólo se vive una vez y ¿qué tienes que perder?
El destino tiene una forma de unir a las personas, y tal vez estamos destinados a estarlo. Dame la oportunidad de demostrar que soy mucho mejor en persona que en papel. No te he visto sonreír y quiero hacerlo.
Chico Kappa (en la mesa de enfrente)
CUANDO AGARRÉ el mensaje garabateado para estudiarlo, miré y dos de los tres chicos de la mesa de los Kappa se congelaron.
Tenía que ser de uno de ellos.
El autor de la nota notó que no sonreí. Como estudiante transferida, estaba abatida esa noche, preocupada por las deudas de la tarjeta de crédito y por hacer amigos, todo mientras intentaba adaptarme a una gran universidad de clases en línea.
¿La nota era cursi, ridícula y exagerada? Oh, sí.
Pero…
Fue la cita de Lo que el viento se llevó lo que selló el trato.
¿Un chico que ha leído uno de mis libros favoritos? Hola guapo.
Además, fue divertido de una manera encantadora que me hizo reír, como si tuviera vómito verbal y escribiera pensamientos al azar.
Mis ojos revolotearon hacia ellos. Estos tres chicos estaban calientes de diferentes maneras, cada uno de ellos con cuerpos duros como si entrenaran veinticuatro siete, con sus camisas Kappa negras y doradas apretadas en sus pechos.
Escuché que eran la fraternidad más popular del campus, todos chicos ricos y atletas superestrellas. ¿Pero por qué uno de ellos estaría interesado en mí? Esa noche, mi rostro pálido estaba desprovisto de maquillaje y mi cabello estaba en un desastroso nudo en forma de tornado. Llevaba mis grandes gafas blancas, un par de leggings desteñidas y una sudadera rosa de Nirvana. En otras palabras, un desastre nada caliente.
Los estudié lo más discretamente posible con la cabeza inclinada, escaneándolos con mis ojos. Estaba el tipo de cabello rubio y gafas (Donovan), otro chico con el rostro más devastadoramente perfecto que jamás había visto, y un chico de cabello rubio que estaba medio dormido.
Lo reduje a “Gafas” o “El chico perfecto”. Ambos miraban abiertamente mientras agarraba la nota.
A mi cuerpo le gustaba el Chico Perfecto, tenía tatuajes y sus labios estaban para morirse, pero él me ponía muy nerviosa. Temprano en la noche, había visto a una corriente de chicas de la hermandad adulándolo cuando dejó caer su bolígrafo. Él estaba fuera de mi alcance. Demasiado caliente. Demasiado popular.
Al final, esperé hasta que sonó la campana de la biblioteca indicando que estaba cerrando. Los chicos se levantaron y se fueron. Ansiosa pero emocionada por saber cuál de ellos era, les di cinco minutos.
Cuando salí de la biblioteca con el spray de pimienta en la mano porque una chica tiene que tener cuidado, Gafas (Donovan) era el que estaba sentado en la fuente del patio con una gran sonrisa en su rostro. Se acercó a mí y agarró mis manos.
—Eres la chica más hermosa que he visto.
No era verdad, pero me reí de todos modos, y hemos estado juntos desde entonces. Nos hicimos amigos primero, luego amantes.
Gracioso. Ojalá dejara más notas como esa.
—Pero no lo hace —murmuro en voz alta. Un estudiante que pasa se sobresalta y me mira de reojo.
—Sí, hablo conmigo misma —digo a su espalda—. Tuve una infancia solitaria.
El aire caliente me golpea mientras camino por el vestíbulo y corro hacia el ascensor. Llego tarde. Gimo sabiendo que tendré que entrar en la conferencia del doctor Whitman mientras está hablando. El hombre es despiadado.
Aprieto el botón del ascensor y el aire cambia detrás de mí, crepitando. Mis hombros se ponen rígidos. Sólo hay una persona en el mundo que hace que los vellos de mi nuca se ericen. Él. Y por él, me refiero a ese chico malo egoísta que cree que es un regalo de Dios. River Tate, también conocido como el Chico Perfecto de la noche que conocí a Donovan.
¡Ah! Fue el chico que chocó conmigo en las escaleras. Debería haberlo sabido. Ya ha pasado antes, un ligero golpe aquí, un roce allá. Nunca lo veo venir, pero sí, siempre siento los efectos.
Ninguno de los dos habla mientras se abren las puertas, pero puedo sentir el desdén en su mirada justo entre mis omóplatos. ¡Si! Ahí está, el chico universitario sexy de 1,80 mts de altura, de hombros anchos que lleva una camiseta púrpura de Braxton Badgers tallada en su pecho, aferrándose a sus musculosos brazos. Desafortunadamente, el color también hace que sus ojos resalten y complementa su tono de piel. ¿Y el cabello? Ugh. Es grueso y oscuro y perfectamente desordenado como si acabara de salir de un reventón en el salón. El color es caoba oscuro con destellos dorados del sol, y enmarca su rostro, acentuando los pómulos altos y el mentón cuadrado. Su cuerpo es macizo y enorme, un gladiador con piernas larguísimas.
Él. Es. Devastador.
Sí, me he dado cuenta.
Puedo ver.
Una persona que puede apreciar el arte de los cielos.
La luz del sol también es bonita. También te quema los ojos.
—Bien jugado, Dios, bien jugado —murmuro en voz baja, apenas audible—. Tiene un club de fans dedicado enteramente a sus labios, pero podrías haberlo hecho amable para que lo aceptara. Oye, tal vez tengas un plan para él, no lo sé. Lo que sea. No estoy juzgando. Te lo dejo a ti.
Está hablando por teléfono, sus labios hacen una mueca mientras su voz profunda retumba.
—Sí. Te llevaré algo especial, niña.
Nauseas.
Sin reconocerme, se ríe de la respuesta del otro lado, el sonido es ronco y profundo.
—Mhmm, tengo tu pequeño regalo. Sonrío cada vez que lo miro.
Probablemente un espejo.
Él sonríe al teléfono, un hoyuelo aparece de un lado de su mandíbula.
Eso no me afecta en absoluto.
Nada de él me hace desvanecer.
Inclina la cabeza hacia atrás para mirar al techo.
—¿Quieres uno grande? —Se ríe—. ¿Por qué no me sorprende? Siempre entrego lo que quieres, ¿no?
¡Consigue una habitación!
Me aclaro la garganta y le envío una mirada que no nota porque no me está mirando.
Su voz es baja.
—Tengo clase. Te veré pronto, niña. —Hace un ruido de besos en el teléfono, presiona finalizar llamada y lo mete en el bolsillo de sus jeans.
Sus ojos revolotean hacia mí y luego se apartan mientras mira al suelo. Sisea para sí mismo, pareciendo perdido en sus pensamiento y fastidiosamente feliz.
Doy una palmada en el botón del sexto piso. Dios sabe que él no lo hará, aunque vayamos a la misma clase. Todos los lunes, miércoles y viernes, es el mismo escenario. Subo al ascensor y él me sigue. Nunca hablamos. Pero, oh la tensión es espesa. De mi parte. Él, apenas se da cuenta.
Además de ser el receptor de Braxton, es el presidente de Kappa. Pensarías que sería amigable conmigo ya que salgo con Donovan y estuvo ahí para nuestro lindo encuentro, pero River hace todo lo posible por evitarme. El primer día de clase, llegó tarde con la cabeza inclinada mientras se sentaba a mi lado. Miró hacia arriba, se encontró con mi mirada, murmuró Oops, no puedo hacerlo, luego se levantó rápidamente y caminó a otro escritorio cinco filas detrás de mí. Tuve que oler discretamente mis axilas.
Caso en cuestión: el pasado mes de mayo, cuando Donovan me dio su broche de Kappa (prácticamente como un pre- compromiso si eres griego), River levantó una ceja con exasperación y lanzó una lenta mirada sobre mi diminuto top y mi minifalda, luego se burló. ¡Se burló! El broche me convirtió en hermana menor honoraria, pero a juzgar por su rostro, no lo califiqué. Está bien. ¡Totalmente! No todo el mundo es fan de Ana.
No estoy en una fraternidad.
No soy lo suficientemente buena para uno de los dioses del campus.
El ascensor se detiene en el segundo nivel y suben tres chicas, todas Deltas. He estado en suficientes fiestas en la casa de los Kappa el año pasado para conocer sus rostros. Sin siquiera mirarme, se precipitan hacia River mientras lo rodean. Doy un paso hacia atrás, poniendo distancia entre nosotros.
Mi mirada se fija en una en particular, Harper Michaels. Ella mira por encima de su hombro y su mirada fría se encuentra con la mía.
Oh, no, chica, no voy a retroceder, dice mi rostro. Hoy no. Tráelo.
Sostengo su mirada durante varios segundos hasta que ella aparta la suya.
Con su cabello rubio blanquecino (no de botella) un cárdigan azul pálido, y lápiz labial rosa, ella es hermosa de una manera clásica que nunca podré ser. Proveniente de la misma escuela preparatoria de Atlanta que Donovan, vinieron a Braxton como novio y novia, pero rompieron justo antes de que yo llegara. Su hermandad me consideraba la “rompe-hogares” de su relación, lo cual es ridículo. Estaba soltero cuando lo conocí y él me persiguió. Mi pecho se oprime. Ella es pre-leyes, y me pregunto si entró en Harvard.
Escucho a escondidas su conversación. Es difícil no hacerlo en un ascensor.
—Eres increíble, River, y lo sabes —dice una de las Deltas. Mellany algo. Su cabello es rojo y rizado como las olas de la playa. Acaricia su brazo con una mano como si lo hubiera hecho antes. Probablemente lo haya hecho.
—Te lo agradezco, Mel, pero se me cayeron cinco pases —es su respuesta—. Sólo ganamos tres partidos en toda la temporada. Ni siquiera una final. Ha sido el peor año… —Sus palabras se desvanecen. Se pone inquieto mientras gira el anillo de plata en forma de serpiente en su dedo índice izquierdo. El hombre está moviendo
constantemente su cuerpo, tocando ese anillo, tocando sus piernas, o moviendo sus hombros.
Como trío, lo aplacan por la derrota del sábado pasado.
—Dios, dime, ¿por qué caen a sus pies? —Murmuro para mí misma—. Es precioso, lo entiendo, pero tan condenadamente malvado. ¡Ups! Lo siento, maldije. —Me miro los zapatos mientras me quejo en silencio, pero cuando levanto la vista, creo que él me ha estado mirando. No estoy segura. No me escuchó porque no era audible, pero mi rostro se calienta.
—Aw, no estés triste —la morena pechugona murmura con voz sexy mientras se inclina hacia él. Audrey algo—. Además, puedo compensarte.
—Esa es una invitación, si es que alguna vez la he oído —susurro para mí misma—. Pobre pequeño jugador de fútbol. Déjame frotarte los hombros y tal vez tu pequeña polla…
Él gira la cabeza y me mira. Me congelo a mitad de oración y luego toso.
—Alergias —murmuro.
Aparta los ojos de mí y mira a Audrey.
Sip.
Se ha enrollado con ella. Los encontré arriba en un baño de la casa de los Kappa al principio del semestre. Era una mezcla de todo el campus, y la fila para el baño era larga, así que me deslicé hasta el último piso donde estaba más silencioso. Abrí la puerta, y él la tenía inclinada sobre el tocador, sujetando su cabello con un puño mientras la tomaba por detrás, ella completamente vestida, él, con los pantalones abiertos y colgando de sus caderas.
Nuestros ojos se encontraron en el espejo mientras él se la follaba.
Todavía como una estatua, me quedé allí demasiado tiempo mientras nuestros ojos se aferraban. Puedo recordar cada matiz de ese incidente, su sí, sí, sí, el fuerte rugido en mi cabeza, la oleada de calor que brilló sobre mí. Con mi pecho elevándose rápidamente, me quedé paralizada mientras él llegaba al orgasmo, sus ojos bajos y pesados nunca abandonaron mi rostro. Entonces tuvo la audacia de sonreír. Sí. He visto la cara O de River Tate. Se muerde el labio inferior.
Saco la imagen no deseada de mi cabeza.
El ascensor se detiene en el cuarto nivel y las chicas se bajan. Audrey le da a River un beso en la mejilla y le susurra algo al oído.
No hay duda de lo que se trataba.
Al salir, el rostro de Harper es inexpresivo mientras olfatea mirando mis calcetines rosas, la minifalda de terciopelo negro y el suéter corto de la Torre Eiffel. Levanto mis gafas en desafío. Pruébame, chica de hermandad.
Me da una sonrisa maliciosa y levanta la mano para apartar un mechón de cabello de su rostro. Mi respiración se acelera cuando veo el brillo del brazalete de diamantes que Donovan le regaló para su cumpleaños. Es brillante con dos hileras de joyas. El peso total es de tres quilates. No es de mi gusto, pero ella nunca pierde la oportunidad de mostrarlo en cada fiesta y tener conversaciones en voz alta al respecto…
Donovan fue el novio más atento. Él compra los mejores regalos, les comentó a sus hermanas Delta mientras, una vez más, mostraba su brazalete. No puedo creer que esté saliendo con esa chica. Luego, sonreía, reía y se marchaba.
Justo como ahora.
Lo que sea.
Generalmente los ignoro, pero hoy, bueno, hoy, mi paciencia se está acabando con cada minuto que pasa, como un equilibrista a punto de caer.
¿Por qué tuve que verla hoy?
Maldición. ¿Cómo pudo olvidar mi cumpleaños?
La puerta se desliza hasta cerrarse. Finalmente.
River saca su teléfono de sus jeans ajustados. Supongo que estaba en silencio. Se ríe suavemente mientras responde.
—Niña, tienes que dejar de llamarme. Vístete, ¿sí? Está bien, está bien, usa el que tiene lentejuelas. Lo sé, niña. Pronto. No puedo esperar a verte. Tú también sacudes mi mundo. —Otro beso en el teléfono.
Cuelga y murmura algo en voz baja, sin ninguna preocupación en el mundo, y mi equilibrista dice: A la mierda y se cae de la cuerda floja.
Suelto una carcajada.
—Wow. Dos chicas en el gancho, una en el teléfono y la otra en el ascensor, y es sólo un día normal para ti, a pesar de perder ante un equipo de cupcakes de ninguna parte de Louisiana este fin de semana. Tu juego apestó. Tu temporada apestó. Además, estoy sorprendida de que no hayas llamado a Audrey niña. Déjame educarte: ese término es infantilizante. Una niña es algo real y usarlo como un término cariñoso es asqueroso. ¿Y si te llamara niño? No es lo mismo, ¿verdad?
Él se gira hacia mí lentamente. Sus labios se separan como si me hubieran salido dos cabezas.
Quiero pisar fuerte. Finge que no estoy aquí, cuando puedo verme claramente en las paredes espejadas.
—Sí, ya ves cómo eso no funciona —añado ya que parece sin palabras—. Si necesitas un nombre de mascota, intenta con: “querida” o “amor” o, no lo sé, “cariño” o "tesoro". Cualquier cosa menos desagradable, pero oye… Tú. Eres. Desagradable.
Hay un silencio mortal en el ascensor.
Oh mierda, me he pasado de la raya.
Él y yo no abordamos la tensión entre nosotros.
—Anastasia. —Dice mi nombre como si lo estuviera saboreando, se demora y arrastra las cuatro sílabas.
—¿Qué? —respondo bruscamente.
—¿Infantilizante? Qué palabra. —Él cierra los ojos—. Allí. Tal vez se pegue. —Los abre y me da una mirada lenta, de arriba abajo—. Esto puede ser lo máximo que me has dicho en un tiempo. ¿Tienes un mal día?
—Mi día es jodidamente perfecto.
—¿Estás celosa de mi “niña”?
Sacudo la cabeza para aclararla.
—¡No! Y lo más que he dicho nunca, por favor. Estoy en la casa constantemente. He estado en tu clase todo el semestre. Estoy cerca de ti todo el tiempo, pero…
—Pero ¿qué?
—Tú… —Mi voz se desvanece.
—Sí, ¿yo? Sigue hablando.
No, no puedo (es el hermano de fraternidad de Donovan), así que, en vez de seguir hablando, miro hacia otro lado. Mis hombros se desploman cuando una larga exhalación sale de mi pecho.
¿Qué estoy haciendo? Esta no soy yo.
No arremeto contra otros para hacerme sentir mejor. No soy impulsiva o descarada como mis compañeras de cuarto. Me desvío hacia el lado dócil a menos que lastimes a alguien que me importa.
Miro fijamente al suelo, esperando que me trague. Mi vida es tan incierta, y todo lo que pensé que iba a pasar no lo hará. No habrá Harvard el próximo otoño. Una relación que está a punto de terminar.
No es su culpa que tenga un día terrible.
—No importa —digo—. No debería haberlo… Sólo olvídalo.
—No.
—Sí. Olvida que hablamos. Por favor.
—No.
—De acuerdo, sigue diciendo que no, pero lo estoy olvidando. —Para probar esto, miro fijamente a mi teléfono celular, fingiendo desplazarme.
—Si hubiera sabido que lo único que hacía falta para provocarte era tener una conversación con mi sobrina de cuatro años, habría estado hablando con ella todo el tiempo. Está nerviosa por el preescolar y no deja de llamarme. También quiere que le compre un gran unicornio de peluche para Navidad. Cada camiseta que posee tiene un caballo, un perro o un unicornio. Con lentejuelas. Es la más dulce. A diferencia de ti. —Hace una pausa—. La he estado llamando niña desde el día que la tuve en mis brazos en el hospital.
Lo miro rápidamente.
—Una historia probable. Has estado provocándome durante un año.
Silenciosamente. Sigilosamente. Lo suficiente para que no sea demasiado obvio.
Si estamos en un grupo hablando en la casa de los Kappa, se mira las uñas o me mira fijamente por encima del hombro. Hace dos semanas, entré en la casa mientras él jugaba al póquer con algunos de los chicos en el sótano. Me invitaron a jugar la siguiente ronda, y dije que sí ya que Donovan estaba tomando una siesta. River saltó de la mesa en cuanto me senté, agarró a una chica cualquiera, la puso en su regazo y se sentó en el sofá. Perdí dos rondas porque no podía dejar de verla casi estrangularlo con la lengua.
Mi teléfono suena con un texto de Donovan y aparto los ojos a River para leerlo, esperando que lo recuerde. ¿Ana? No me has contestado. ¿Vas a venir a la fiesta de la toga? Podemos celebrar mi aceptación. Pensé que tal vez podrías ¿trabajar? Por cierto, busqué apartamentos cerca de Harvard en algunos vecindarios. ¿Qué opinas de Longwood? ¿O Mission Hill? Déjame enviarte algunos enlaces.
¿Celebrar su aceptación?
Mi pecho se oprime cuando la decepción se convierte en un profundo dolor.
River dice mi nombre otra vez, trayéndome de regreso. Me mira fijamente, y vuelve a girar el anillo alrededor de su dedo. Frunce el ceño.
—Pensé que la puerta del baño estaba cerrada con llave esa noche.
Y volvemos a eso. La ira corre por mis venas.
—¡No lo estaba!
Me mira con incredulidad.
—¿Por qué gritas? No te invité a mirar.
—¡No lo sé! Estoy teniendo un mal día. ¿Por qué este ascensor es tan lento? —Pellizco el puente de mi nariz.
Él mira mi celular, luego a mí. Su voz es baja cuando habla.
—¿Qué pasa?
Yo trago saliva con mucha fuerza.
—Nada.
—No, es algo. Tu rostro está rojo y estás apretando el teléfono. Algo te ha hecho enojar. No fui yo… no he hecho nada más que ser yo mismo.
Exactamente.
—Finges que no existo. No lo niegues.
—No lo hago —expresa en voz baja.
Respiro profundamente, siento como una puñalada en mi pecho. Parpadeo rápidamente. Quiero decir, lo sabía, pero hoy realmente duele.
¿Qué le he hecho? ¿Por qué me odia?
—Anastasia…
—Es Ana. —Rechino los dientes—. Eres la única persona que me llama Anastasia además de mis padres.
—¿Preferirías niña?
—Es inútil hablar contigo.
La puerta se abre en el sexto piso y sólo puedo pensar en escapar de su proximidad. Salgo corriendo y él me sigue, más cerca de lo que esperaba.
Huele a cítricos, a hombre y… a sexo. No como el sexo real, pero inducido por feromonas soy el macho alfa que tu cuerpo anhela de alguna manera. Gah, eso no tiene sentido. Me concentro en Donovan. Huele a canela. Bueno, honesto, limpio.
Donovan fue el novio más atento resuena en mi cabeza.
¿Sí? Si es así, entonces ¿dónde está mi maldito regalo?
No me malinterpretes, no se trata del regalo. Nunca he necesitado cosas bonitas y caras. No son parte de las metas de mi vida. Sólo anhelo ser feliz, tener un hogar y amor.
¿Es demasiado pedir un simple Feliz Cumpleaños, Ana de parte de Donovan?
—Anastasia —dice y luego murmura en voz baja—Jesús, dije que no iba a hacer esto.
—¿Hacer qué? —No sé de qué está hablando.
Casi llego a la puerta de la sala de conferencias cuando toma mi codo, su mano me envuelve mientras su pulgar presiona la parte interna de mi brazo.
—Espera —dijo con cautela, y me estremecí.
¿Espera?
El pasado tira de mí. Recuerdo la última vez que dijo esa palabra…
LA PUERTA DEL DORMITORIO está medio abierta y la empujo el resto del camino, deteniéndose en el centro, justo cuando Chico Perfecto sale del baño. Lleva una toalla alrededor de su cintura y frota otra sobre su cabello húmedo. Veo parte de un tatuaje de serpiente que se envuelve alrededor de su muslo derecho, el patrón dorado y negro de la piel se enrolla alrededor de los gruesos músculos y desaparece en la parte de atrás. Su pecho es una obra de arte, sus abdominales cortados como diamantes y profundas V en sus caderas.
Está tarareando una canción con la cabeza hacia abajo.
Sé sigilosa. Retrocede lentamente.
Él nunca lo sabrá.
Estoy casi fuera cuando lo miro. ¿Cómo puedo resistirme a un último vistazo?
Levantó la cabeza y me miró fijamente, sus ojos se posaron en mí, persistiendo en mi minifalda, antes de volver a mi rostro.
—Espera —proviene de él, un ronroneo.
Mi cuerpo vibra, y ni siquiera puedo explicar la sensación excepto, que es muy posible que sea el hombre más hermoso que he visto.
Carraspeo.
—Lo siento. Estaba… buscando la habitación de Donovan. Hay tantas puertas aquí arriba, y no era mi intención atraparte después de una ducha. —Agito mis manos hacia él—. Me iré.
—No. Espera.
Me doy la vuelta.
Me mira fijamente, frunciendo el ceño como si estuviera descifrando un rompecabezas. Mi mano se aferra al pomo de su puerta mientras siento que mi rostro se vuelve rosa. Pasan diez segundos. ¿Por qué no dice nada?
—Um, no nos hemos conocido oficialmente. Quiero decir, te vi en la biblioteca hace unos días…
—Cuando conociste a Donovan —termina y su mirada se endurece—. Sí. Tuve que irme. —Me da la espalda y camina hacia una cajonera. Mi boca se abre cuando veo en su espalda la cabeza de la pitón, con su boca abierta lista para atacar y colmillos goteando veneno. Es un tatuaje enorme y me pregunto cuánto tiempo tardó en hacérselo y qué significa. No te comprometes con obras de arte así a menos que haya una razón.
Saca ropa interior negra. Es del tipo sedosa, del tipo que se aferra a sus caderas y muestra el contorno de su entrepierna. Mi mente divaga, imaginándolo, y cuando se da la vuelta, empiezo a reírme con nerviosismo, manteniendo la mirada fija en su rostro.
—Lo siento. Otra vez. Habitación equivocada. Me alegro de verte de nuevo.
—Soy River.
—Donovan te mencionó. —Brevemente. Sólo hemos tenido una cita desde la biblioteca. Esta noche es la segunda.
—¿Lo hizo? —pregunta, clavando los dientes superiores en su labio inferior—. Él te mencionó. Eres Ana.
—Abreviatura de Anastasia en realidad. A-N-A no A-N-N-A.
Sus ojos brillan.
—¿Pasa algo malo?
Su pecho se eleva y una mirada de incredulidad aparece en su rostro.
—¿Anastasia, dices? ¿Estás segura?
Me tenso, la incertidumbre aumenta ante su reacción.
—Sí, estoy segura de que ese es el nombre que me dieron mis padres.
—Joder.
Okayyyy.
—Um, es griego, en realidad, y significa resurrección. Es más popular en Rusia. Mi madre pasó un verano en Moscú y se metió de lleno en la historia de su famosa Anastasia, la hija del último zar. La gente pensó que la princesa escapó de los asesinatos, pero bueno, ahora sabemos que no lo hizo… —Me detengo. Su rostro está súper raro ahora mismo.
—Es el nombre —él afirma.
—¿Qué? ¿Te gusta la historia rusa?
—No.
Parpadeo.
—Odias el nombre. Ya veo.
—No —repite.
—Entonces explica…
—No. —Gira el anillo en su dedo mientras mira hacia otro lado—. Personajes —murmura para sí mismo—. El karma es realmente una perra.
—Ah, lo entiendo. ¿Tienes una ex con ese nombre? Intentaré mantenerme fuera de tu camino.
—No — dice mientras gira su cabeza hacia mí—. Cierra los ojos.
—No —digo automáticamente, un instinto. Es fascinante, y no sólo visualmente, además la reacción de la cosa del nombre me está intrigando. La verdad es que, en el fondo, pensé que él era el que escribió mi nota en la biblioteca, pero no fue así.
Nos miramos el uno al otro. Un zumbido baila sobre mi piel.
—¿Vas a ver cómo me visto? —expuso.
La mortificación me abruma.
—Oh Dios. N-no sabía que querías vestirte. Sólo estaba siendo… divertida. Seguiste diciendo que no antes, y pensé que, si lo decía, ya sabes, sería divertidísimo y podríamos unirnos y tal vez superar la tensión de verte casi desnudo…
—Lo entiendo. Cierra los ojos.
No lo hago.
—Anastasia, cierra los ojos —sus palabras salen arrastradas.
—Bien. —Lo hago, los sonidos de la ropa crujiendo llegan a mis oídos.
—Estoy decente.
Mis ojos se abren, él tiene puesto una camiseta sin mangas negra y pantalones cortos grises con cordón. Sus musculosos brazos están cruzados sobre su pecho y su rostro está inexpresivo.
—¿Tú y Donovan? ¿Cómo va todo?
—Es un chico agradable… —y nunca he tenido uno.
Se ríe, pero no es un sonido de diversión.
—Sí. Esa pequeña nota fue genial.
—Me llamó la atención. —Mis dedos tiran con nerviosismo de mi falda—. Me gustó la cita al principio…
—Como sea.
Frunzo el ceño. River es una especie de imbécil.
Se acerca a mí, su brazo roza el mío, y jadeo ante el hormigueo que hace los vellos de mi brazos de ericen. Su brazo también tiene la piel de gallina.
Abre la puerta completamente con su rostro en blanco.
—Nos hemos conocido y ahora está hecho y terminado. Un consejo: no vuelvas a entrar en mi habitación, Anastasia.
Resoplo.
—Como dije, hay muchas puertas aquí arriba. Mi error.
—¿Sí? Bueno, ahora que sabes dónde estoy, no cometas otro error.
—Hmmm. ¿Es porque tienes algo con mi nombre, o es porque eres un idiota?
Desliza sus ojos sobre mí, de la cabeza a los pies, luego termina en mis labios.
—Lo averiguarás.
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
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Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Capítulo 3
Anastasia
Me deshago del recuerdo del día en su dormitorio y me quedo boquiabierta.
En realidad, me está tocando a propósito. Mido un metro setenta, pero tengo que levantar la cabeza para mirarlo. Miro fijamente su mano.
—¿Qué estás haciendo?
Su frente se arruga.
—¿Donovan hizo algo?
Está misteriosamente cerca de la verdad. Me aparto de su alcance.
Deja caer su mano.
—No quise tocarte.
Sin saber qué decir, miro fijamente sus Converse color lavanda. Están desgastadas pero limpias, los cordones son tan blancos que parece que han sido reemplazados. Son unas zapatillas que le gustan a un hombre. ¿Es extraño que llevemos casi el mismo par? Las mías tienen un poco de tacón y los suyos no.
—Anastasia, mírame. —Junta las manos mientras me mira, llamando la atención sobre las letras tatuadas allí. Escritas debajo de sus nudillos, las letras forman la palabra TRES en ambas manos, una letra por cada dedo.
—¿Terminaron?
—No necesito tus consejos sobre relaciones.
—Tal vez necesites un psiquiatra. Hablas mucho contigo misma. ¿Qué fue esa mierda en el ascensor?
—Lo sabía. No puedes evitar ser un imbécil.
—Déjame educarte. Imbécil es poco imaginativo, no es muy infantil, pero está cerca ya que insinúa inmadurez emocional. Se supone que eres inteligente. ¿No se te ocurre algo, no sé, más desagradable?
Ni siquiera puedo. Mí ni siquiera acaba de hacer “boom”.
—Idiota.
—No, inténtalo de nuevo.
—Eres más decepcionante que un pretzel sin sal.
—Patético. Resulta que me gustan mis pretzels mojados en mostaza, con o sin sal.
—Olvidé que el mundo gira a tu alrededor. Lo siento, qué tonta soy.
Él entrecierra los ojos.
—Me has decepcionado. Necesito que lo dejes salir de verdad, nena.
—Eres la versión humana de mis calambres.
—Asqueroso, pero carece de convicción. ¿No te has enterado? Todo el mundo me adora. Pensé que tenías algo de fuego bajo esa cabeza púrpura tuya.
Mis puños se aprietan.
—¡Es lavanda! ¡Bien! Eres un idiota arrogante y salta camas.
Él sonríe.
—Ouch, fuiste al sexo... dejando la puerta abierta para mí. Supongo que estás insinuando que tengo mucho sexo. Oh, espera, me has visto. Estuviste ahí mucho tiempo, Anastasia. Captaste la mejor parte. Nuestras miradas se encontraron. Y se sostuvieron. Tal vez deberías haberte quedado para el segundo asalto...
—Vete a la mierda para siempre, River Tate —espeto.
—Vete a la mierda para siempre, eso es nuevo. Por fin —Deja salir una risa ruda—. ¿Te sientes mejor?
Parpadeo.
—Tal vez.
—Necesitas desahogarte. Uso el saco de boxeo del sótano de la casa de los Kappa. Y duchas. Dime qué pasó para arruinarte el día. Cuanto más hables de ello, más fácil será.
Rompo nuestra mirada. Tiene una manera de ser, un don para animar a los demás y hacer que se animen. A mí no, por supuesto.
Como jugador de fútbol, es un candidato poco probable para ser presidente, pero él y Donovan funcionan bien juntos. River tiene grandes ideas y a Donovan le encanta ejecutarlas. Al principio del semestre, River trajo a varios peces gordos del mundo de los negocios de Atlanta para que hablaran en un acto del campus. Luego, se le ocurrió un concurso de baile para los Greeks. Cada hermandad y fraternidad se inscribió e hizo un espectáculo completo. Disfraces, música... lo que sea. Recaudó veinte mil dólares para un refugio para indigentes. Donovan escribió el evento en su currículum con alegría.
—Donovan... —Me muerdo el labio, no sé qué decir.
—¿Qué hizo?
—Se olvidó de mi cumpleaños. —Reviso mi teléfono de nuevo, esperando un mensaje de su parte. No hay nada—. No es para tanto —miento.
Frunce el ceño.
—Eso apesta. Debe doler.
Aparto la mirada. Ni siquiera menciono a mis padres y lo mucho que los extraño últimamente. Llevan un año en Grecia y aún no me han llamado por mi cumpleaños, lo que no es muy sorprendente. Mis padres son artistas que apenas siguen el ritmo del día de la semana.
Al crecer, mamá se despertaba en un día normal y empezaba a hacer las maletas. Vivamos en una casa flotante en Seattle. Unos meses allí y nos iríamos a un nuevo lugar. No tengo un hogar real y nunca fui a una escuela real. Solo vine a Braxton los últimos dos años porque se vería bien en las solicitudes de la escuela de leyes.
Mis padres me enseñaron a depender de mí misma. A ser fuerte.
Pero, a veces, Jesús, solo desearía que ellos estuvieran... aquí. Cuando no entre en Harvard. Cuando el dinero es escaso. Cuando el tipo que amo se olvida...
Detengo la espiral en mi cabeza.
—Probablemente lo verás en la casa, pero no le digas que lo olvidó, ¿de acuerdo? Yo solo... —no quiero involucrar a River.
—Olvidar algo tan importante no es propio de él. Es mi mano derecha. —Hace una pausa, con sus ojos en mis labios—. Y un buen amigo.
—Está abrumado este semestre. Lo mantiene ocupado.
La mandíbula de River se flexiona.
—Qué puedo decir, es súper organizado. No podría haber ocupado el cargo sin él. Somos opuestos, pero encajamos.
—Todo el mundo hace clic contigo. Excepto yo.
—¿Tú crees? —Se acerca y yo doy un pequeño paso atrás, chocando con la pared. Con su altura, se eleva sobre mí y me hace sentir frágil y pequeña, cuando normalmente no lo hago.
—Um... —digo y me detengo, asimilando los colores de sus ojos. Índigo sumergido en humo. Zafiros envueltos en una tormenta. Trago con fuerza, tomando sus pestañas gruesas, sus cejas oscuras, y los ángulos agudos de su cara—. ¿Podrías, um, dar un paso atrás, por favor?
No lo hace.
—¿Cuántos años tienes hoy?
—Veintiuno.
Asiente con la cabeza.
—Voy a tener veintidós. Tuve que repetir el jardín de infantes. Casi tuve que repetir séptimo y undécimo, pero mi entrenador lo arregló. Dicen que los años impares en la escuela son los más difíciles. Pensé que todos apestaban. —Sus labios son extraños.
Parpadeo. Además del hecho de que no está retrocediendo cuando se lo pedí, estoy definitivamente en un universo paralelo donde River es algo bueno para mí. No te acostumbres, me recuerdo a mí misma. Probablemente haya una razón. Tal vez tuvo una conmoción cerebral en el juego este fin de semana. Tal vez tenga un aneurisma. Tal vez él...
Escucho la voz del profesor pasando lista.
—Deberíamos ir a clase —digo.
Ninguno de los dos se mueve.
Se pasa una mano por el cabello. Parece suave, la parte superior más larga que los lados, la parte de atrás rizada alrededor de su cuello.
—¿Sabes lo que hago cuando mi día es una mierda? Recuerdo tres cosas por las que estoy agradecido. Cualquier cosa. Podría ser el hecho de que el Wi-Fi en la casa de los Kappa funcione. Podría ser la ropa interior limpia. Podría ser una llamada de Callie, que es mi sobrina. ¿Cuál es la tuya?
—¿Tiene el alto y poderoso River Tate un diario de gratitud?
—En mi cabeza.
—¿Es realmente con quien estabas hablando por teléfono?
—Vamos. Inténtalo. Dame una cosa por la que estés agradecida. —Su dedo golpea el alfiler Kappa de mi sudadera, su toque fantasmagórico sobre mi garganta—. ¿Esto?
La electricidad chispea, y yo jadeo, alejándome del hormigueo. Esos pequeños choques no significan nada. Sí, me ha tocado accidentalmente antes, y siempre se aleja con un parpadeo.
Entonces, ¿por qué está tan cerca de mí hoy?
—No lo sé. Te dije que te fueras a la mierda. Te lo merecías.
—Tal vez sí. —Sonríe, pero no es la encantadora; no, es la letal. Lo dice en serio. Somos enemigos. Su mirada se desliza sobre mí, volviendo a mi cara y luego se queda en mi alfiler de Kappa—. Te tolero porque llevas su pin. De lo contrario, no quiero estar cerca de ti.
En realidad, me está tocando a propósito. Mido un metro setenta, pero tengo que levantar la cabeza para mirarlo. Miro fijamente su mano.
—¿Qué estás haciendo?
Su frente se arruga.
—¿Donovan hizo algo?
Está misteriosamente cerca de la verdad. Me aparto de su alcance.
Deja caer su mano.
—No quise tocarte.
Sin saber qué decir, miro fijamente sus Converse color lavanda. Están desgastadas pero limpias, los cordones son tan blancos que parece que han sido reemplazados. Son unas zapatillas que le gustan a un hombre. ¿Es extraño que llevemos casi el mismo par? Las mías tienen un poco de tacón y los suyos no.
—Anastasia, mírame. —Junta las manos mientras me mira, llamando la atención sobre las letras tatuadas allí. Escritas debajo de sus nudillos, las letras forman la palabra TRES en ambas manos, una letra por cada dedo.
—¿Terminaron?
—No necesito tus consejos sobre relaciones.
—Tal vez necesites un psiquiatra. Hablas mucho contigo misma. ¿Qué fue esa mierda en el ascensor?
—Lo sabía. No puedes evitar ser un imbécil.
—Déjame educarte. Imbécil es poco imaginativo, no es muy infantil, pero está cerca ya que insinúa inmadurez emocional. Se supone que eres inteligente. ¿No se te ocurre algo, no sé, más desagradable?
Ni siquiera puedo. Mí ni siquiera acaba de hacer “boom”.
—Idiota.
—No, inténtalo de nuevo.
—Eres más decepcionante que un pretzel sin sal.
—Patético. Resulta que me gustan mis pretzels mojados en mostaza, con o sin sal.
—Olvidé que el mundo gira a tu alrededor. Lo siento, qué tonta soy.
Él entrecierra los ojos.
—Me has decepcionado. Necesito que lo dejes salir de verdad, nena.
—Eres la versión humana de mis calambres.
—Asqueroso, pero carece de convicción. ¿No te has enterado? Todo el mundo me adora. Pensé que tenías algo de fuego bajo esa cabeza púrpura tuya.
Mis puños se aprietan.
—¡Es lavanda! ¡Bien! Eres un idiota arrogante y salta camas.
Él sonríe.
—Ouch, fuiste al sexo... dejando la puerta abierta para mí. Supongo que estás insinuando que tengo mucho sexo. Oh, espera, me has visto. Estuviste ahí mucho tiempo, Anastasia. Captaste la mejor parte. Nuestras miradas se encontraron. Y se sostuvieron. Tal vez deberías haberte quedado para el segundo asalto...
—Vete a la mierda para siempre, River Tate —espeto.
—Vete a la mierda para siempre, eso es nuevo. Por fin —Deja salir una risa ruda—. ¿Te sientes mejor?
Parpadeo.
—Tal vez.
—Necesitas desahogarte. Uso el saco de boxeo del sótano de la casa de los Kappa. Y duchas. Dime qué pasó para arruinarte el día. Cuanto más hables de ello, más fácil será.
Rompo nuestra mirada. Tiene una manera de ser, un don para animar a los demás y hacer que se animen. A mí no, por supuesto.
Como jugador de fútbol, es un candidato poco probable para ser presidente, pero él y Donovan funcionan bien juntos. River tiene grandes ideas y a Donovan le encanta ejecutarlas. Al principio del semestre, River trajo a varios peces gordos del mundo de los negocios de Atlanta para que hablaran en un acto del campus. Luego, se le ocurrió un concurso de baile para los Greeks. Cada hermandad y fraternidad se inscribió e hizo un espectáculo completo. Disfraces, música... lo que sea. Recaudó veinte mil dólares para un refugio para indigentes. Donovan escribió el evento en su currículum con alegría.
—Donovan... —Me muerdo el labio, no sé qué decir.
—¿Qué hizo?
—Se olvidó de mi cumpleaños. —Reviso mi teléfono de nuevo, esperando un mensaje de su parte. No hay nada—. No es para tanto —miento.
Frunce el ceño.
—Eso apesta. Debe doler.
Aparto la mirada. Ni siquiera menciono a mis padres y lo mucho que los extraño últimamente. Llevan un año en Grecia y aún no me han llamado por mi cumpleaños, lo que no es muy sorprendente. Mis padres son artistas que apenas siguen el ritmo del día de la semana.
Al crecer, mamá se despertaba en un día normal y empezaba a hacer las maletas. Vivamos en una casa flotante en Seattle. Unos meses allí y nos iríamos a un nuevo lugar. No tengo un hogar real y nunca fui a una escuela real. Solo vine a Braxton los últimos dos años porque se vería bien en las solicitudes de la escuela de leyes.
Mis padres me enseñaron a depender de mí misma. A ser fuerte.
Pero, a veces, Jesús, solo desearía que ellos estuvieran... aquí. Cuando no entre en Harvard. Cuando el dinero es escaso. Cuando el tipo que amo se olvida...
Detengo la espiral en mi cabeza.
—Probablemente lo verás en la casa, pero no le digas que lo olvidó, ¿de acuerdo? Yo solo... —no quiero involucrar a River.
—Olvidar algo tan importante no es propio de él. Es mi mano derecha. —Hace una pausa, con sus ojos en mis labios—. Y un buen amigo.
—Está abrumado este semestre. Lo mantiene ocupado.
La mandíbula de River se flexiona.
—Qué puedo decir, es súper organizado. No podría haber ocupado el cargo sin él. Somos opuestos, pero encajamos.
—Todo el mundo hace clic contigo. Excepto yo.
—¿Tú crees? —Se acerca y yo doy un pequeño paso atrás, chocando con la pared. Con su altura, se eleva sobre mí y me hace sentir frágil y pequeña, cuando normalmente no lo hago.
—Um... —digo y me detengo, asimilando los colores de sus ojos. Índigo sumergido en humo. Zafiros envueltos en una tormenta. Trago con fuerza, tomando sus pestañas gruesas, sus cejas oscuras, y los ángulos agudos de su cara—. ¿Podrías, um, dar un paso atrás, por favor?
No lo hace.
—¿Cuántos años tienes hoy?
—Veintiuno.
Asiente con la cabeza.
—Voy a tener veintidós. Tuve que repetir el jardín de infantes. Casi tuve que repetir séptimo y undécimo, pero mi entrenador lo arregló. Dicen que los años impares en la escuela son los más difíciles. Pensé que todos apestaban. —Sus labios son extraños.
Parpadeo. Además del hecho de que no está retrocediendo cuando se lo pedí, estoy definitivamente en un universo paralelo donde River es algo bueno para mí. No te acostumbres, me recuerdo a mí misma. Probablemente haya una razón. Tal vez tuvo una conmoción cerebral en el juego este fin de semana. Tal vez tenga un aneurisma. Tal vez él...
Escucho la voz del profesor pasando lista.
—Deberíamos ir a clase —digo.
Ninguno de los dos se mueve.
Se pasa una mano por el cabello. Parece suave, la parte superior más larga que los lados, la parte de atrás rizada alrededor de su cuello.
—¿Sabes lo que hago cuando mi día es una mierda? Recuerdo tres cosas por las que estoy agradecido. Cualquier cosa. Podría ser el hecho de que el Wi-Fi en la casa de los Kappa funcione. Podría ser la ropa interior limpia. Podría ser una llamada de Callie, que es mi sobrina. ¿Cuál es la tuya?
—¿Tiene el alto y poderoso River Tate un diario de gratitud?
—En mi cabeza.
—¿Es realmente con quien estabas hablando por teléfono?
—Vamos. Inténtalo. Dame una cosa por la que estés agradecida. —Su dedo golpea el alfiler Kappa de mi sudadera, su toque fantasmagórico sobre mi garganta—. ¿Esto?
La electricidad chispea, y yo jadeo, alejándome del hormigueo. Esos pequeños choques no significan nada. Sí, me ha tocado accidentalmente antes, y siempre se aleja con un parpadeo.
Entonces, ¿por qué está tan cerca de mí hoy?
—No lo sé. Te dije que te fueras a la mierda. Te lo merecías.
—Tal vez sí. —Sonríe, pero no es la encantadora; no, es la letal. Lo dice en serio. Somos enemigos. Su mirada se desliza sobre mí, volviendo a mi cara y luego se queda en mi alfiler de Kappa—. Te tolero porque llevas su pin. De lo contrario, no quiero estar cerca de ti.
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
pobre tenia todos los planes pero el dinero es el que manda
Gracias por los capis
Gracias por los capis
bruja_luna_- Mensajes : 370
Fecha de inscripción : 24/04/2019
martenu1011- Mensajes : 351
Fecha de inscripción : 05/06/2014
Edad : 41
Tibisay Carrasco- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 05/01/2020
Edad : 61
Localización : Broward Florida
Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills
Tengo la sospecha de que fue River quien escribió la nota, aunque con su problema de dislexia no se... igual ya veremos. Ahora lo del olvido de Donovan apesta si a eso le sumas el rechazo de Harvad todo lo malo se junta, y se vuelve demasiado desde que esta tan sola. Pobre Ana.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
evanescita- Mensajes : 1331
Fecha de inscripción : 01/06/2020
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