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Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills

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Mensaje por Eadlyn Shaw Lun 15 Mar - 1:52

Capítulo 23
Anastasia 

La preocupación me corroe las entrañas cuando subimos a la camioneta de River. Tomo el frente y Benji se pone detrás. Tiene a Oscar en su regazo y un lagarto en su hombro. Debería ser divertido, pero mi cabeza no procesa el humor.
River tiene mi mano apretada en la suya, la izquierda en el volante mientras conduce hacia Walmart. Rodeamos el estacionamiento tres veces, conduciendo hacia la parte trasera donde están estacionados las plataformas de carga y los semirremolques. Salimos y miramos detrás de un par de contenedores de basura. Nada.
Regresamos a la camioneta y el aguanieve golpea el parabrisas, más fuerte y más rápido que antes, y me estremezco. Él me lanza una mirada y aumenta el calor, luego alcanza mi mano de nuevo, entrelazando nuestros dedos.
—Ella no está aquí —digo tristemente.
Benji se inclina entre nosotros.
—Entonces, ¿esta dama? Cuéntame sobre ella.
—Ella está en sus sesenta, rabo verde — le digo.
Él sonríe.
—Solo intento levantar el ánimo.
Yo exhalo.
—Lo aprecio. Estoy nerviosa. —Otro largo suspiro viene de mí—. Lleva una gorra de los Halcones de Atlanta. Es menuda y pequeña... —Me detengo, el miedo se acumula en mi estómago. ¿Y si está desorientada? ¿Qué pasa si ella está en el patio trasero de alguien, lentamente muriendo de frío? ¿Y si… River lleva nuestras manos juntas a sus labios? —. La encontraremos.
Hace un círculo más alrededor del estacionamiento, pasando lentamente por delante de la tienda. Examinamos a las personas que van y vienen, luego salgo y corro adentro para hablar con la persona que recibe a los empleados. Le pregunto si la ha visto y dice que sí, la ha visto antes, pero no esta noche.
—Prueba en Big Star —murmuro mientras vuelvo a la camioneta.
Salimos y conducimos los dos kilómetros hasta la tienda de comestibles, mis ojos recorriendo las aceras y los negocios en el camino, deseando que no fuera tan tarde.
Big Star está cerrado y no hay autos en el estacionamiento. River sube y baja por la parte delantera del edificio, luego va a la parte trasera. Se detiene, estaciona y salgo del auto, comprobando detrás de un contenedor de basura y debajo de las plataformas de carga. Me ayuda, corriendo de un lado a otro. Se resbala una vez en el hielo y me estremezco, pero se endereza y me envía una sonrisa.
..No puedo atrapar una pelota este año, pero tengo un gran equilibrio.
Vamos de camino de regreso a la camioneta cuando me rodea con un brazo y me tira por debajo de uno de los aleros de la tienda.
—No te preocupes, conozco esta ciudad al derecho y al revés.
—No puedo ir a esquiar hasta que ella esté a salvo.
Él asiente.
—Mañana buscaremos todo el día si no la encontramos. Me saltaré el viaje y volaré a casa desde aquí. No descansaré hasta que esté a salvo, Anastasia.
Una ola de emoción me golpea cuando lo miro.
No tiene por qué conocer a June; solo le importa.
Las lágrimas punzan en mis ojos.
—¿Qué? —pregunta suavemente.
Trago saliva.
—¿No me vas a preguntar por qué vine a la casa Kappa?
Una mirada vacilante cruza su rostro.
—Estaba esperando hasta que encontráramos a June.
Estiro el cuello para mirarlo, la mandíbula cincelada, esos ojos de zafiro humedecidos.
—Me llamó para disculparse. Quería que fuera público, y esos chicos son importantes para mí. Quería que ellos escucharan. Esa casa me ha parecido un hogar durante un año. No me sirve de nada pensar en cómo rompió conmigo. —
Hago una pausa—. Se ofreció a ir a Derecho en Brooklyn. Dijo que iría en contra de sus padres y trabajaría en nosotros…
—¿Cómo te sientes sobre eso? —Me estudia con atención.
La respuesta es automática.
—Mal por él. Nunca lo consideré, River, ni siquiera un poco. Él no es mío. —Sostengo su mirada, queriendo estar segura de que él entiende cuál es mi posición sobre esto—. Él y yo, nunca hubiéramos durado, con o sin tu interferencia. Le diste buenos consejos. Te sientes culpable porque tenías un motivo.
Pasan unos segundos.
—¿Lo tocaste? —gruñe.
—No. Nos despedimos y le di su pin.
Él exhala lentamente.
—Ya veo.
¿Lo haces?
Realmente no creo que River entienda cómo me siento.
Incluso ahora, estoy aterrorizada por las fuertes emociones que estoy experimentando.
Desde el momento en que lo conocí, algo cambió en mi corazón y nunca se fue.
—Él no es la persona con la que estoy destinada a estar.
Él aparta la mirada de mí por un momento y luego regresa a mí.
—De acuerdo.
—Eres, River, eres tú —digo en voz baja.
—De acuerdo.
—Si dices de acuerdo una vez más…
Me besa, haciendo estragos en mi boca, áspero y duro. Sus labios son ásperos, su lengua acaricia, chupa y toma. Su boca se inclina sobre la mía, resbaladiza y caliente, y gimo, mis manos serpentean alrededor de su cuello. Se mete debajo de mi falda y me levanta mientras mis piernas rodean su cintura. Sus labios, su aroma, sus fuertes brazos, cada uno de sus toques... es hogar, hogar, hogar.
Benji toca el claxon y nos separamos. River presiona un beso en mi frente.
—Hace frío aquí. Vamos. Busquemos a tu abuela.
Para cuando llega la medianoche y todavía no la hemos encontrado, me muerdo las uñas.
Miro por la ventana mientras llegamos a Henning Park.
—Ella mencionó venir aquí con Oscar —les digo.
Benji sigue cuidando a los animales, así que River y yo nos abrigamos y nos separamos mientras caminamos por el parque. Las farolas no iluminan bien el área, por lo que River saca dos linternas de una caja de herramientas de la parte trasera de su camioneta. Me dirijo a las barras del lado derecho mientras él va a la izquierda hacia la colina que subimos la semana pasada. Grito el nombre de June y lo escucho hacer lo mismo.
Unos minutos después, grita mi nombre y salgo corriendo por la hierba mojada.
Está al lado de una zona de aperitivos. Es un edificio pequeño, obviamente cerrado con llave, pero hay un voladizo y un cuerpo pequeño está acurrucado allí, con la cabeza inclinada mientras se agarra las rodillas al pecho.
El alivio llega tan rápido que tengo que agarrarme el pecho.
—June —digo sin aliento, arrodillándome junto a ella mientras River da un paso atrás para darnos espacio.
Le faltan los zapatos, su gorro se ha ido y se estremece en el aire frío. Tiene los pantalones rotos a la altura de las rodillas, sangre apelmazada por un rasguño. Incluso sus guantes se han ido. Me quito la chaqueta de River y se la pongo sobre los hombros.
—June, soy yo, Ana. Te estuve buscando. ¿Estás bien?
Toco sus hombros, sus brazos, sus manos, haciendo una mueca por el frío.
Su cabeza todavía está inclinada sobre sus rodillas cuando habla.
—Vinieron a buscarme. Vinieron y tuve que defenderme. Me caí.
—Ya veo. Lo siento. —Ignorando el frío, me siento en la acera de cemento junto a ella—. Estoy aquí ahora.
—No estás sola. —Se levanta y sus ojos pasan rápidamente a mi lado, entrecerrando los ojos hacia River. Sus dientes castañetean por el frío—. ¿Es Bruce Willis?
Aprieto su mano.
—Su agente dijo que estaba ocupado. ¿Puedes creerlo? Que descaro. Estrellas de cine en estos días.
—Probablemente esté grabando —dice mientras una lágrima solitaria se desliza por su rostro—. ¿Oscar?
Aprieto su hombro.
—En la camioneta. Te extraña. Déjame ayudarte a levantarte para ir a verlo. —Se aferra a mis manos mientras la pongo de pie. Su cabello está enredado y lo acaricio con la mano—. Quiero mirar tus rodillas cuando entremos en la camioneta. ¿Te golpeaste la cabeza? ¿Se siente algo roto?
Ella niega con la cabeza.
—No, solo raspado… —Se inclina hacia atrás contra el edificio y observa a River, dándole una mirada—. ¿Este es el chico malo?
—Si. Él también quiere ayudarte.
—¿No va a intentar ponerme en un refugio? La gente roba tus cosas allí. Te despiertas y tus zapatos se han ido. Y el último lugar tenía piojos.
—Y te ponen dispositivos de rastreo en los oídos —agrego con una pequeña sonrisa.
Ella bufa.
—No, no lo hacen. Eso es tonto. Dije eso para que lo dejaras pasar.
Suelto una carcajada.
—Te dije que hay habitaciones privadas en el refugio en Walker. Tal vez…
—Ana. No me gustan. —Ella tira de su suéter holgado y su garganta se mueve—. Había un refugio en Atlanta, hace un tiempo. Se quemó y tres personas nunca salieron.
Escalofríos se apoderan de mí.
Ella suspira.
—Uno de ellos era mi hijo.
Mis ojos están llenos de lágrimas y lucho por contenerlas. Mi voz se ahoga.
—Lo siento mucho, June.
Se limpia la nariz con la mano.
—Él... tenía problemas de aprendizaje desde que nació. No hubo suficiente oxígeno. Él tenía cuarenta años, era diferente y era todo lo que yo tenía. Estaba dormido y salí a ver cómo estaba Oscar cuando sucedió... —Se le corta la respiración—. No pude llegar a él.
La envuelvo en mis brazos y le doy palmaditas en la espalda.
—Lo siento mucho. No haremos nada que no quieras. Puedes quedarte en un motel. Me quedaré en una habitación junto a ti durante un par de días si quieres. —Puedo conseguirle una habitación con mi tarjeta de crédito, pagarla durante una semana más o menos y luego averiguar el futuro cuando lleguen mamá y papá.
Ella hace una mueca.
—Eres demasiado amable conmigo. No puedo hacer eso.
—No puedes volver al complejo —le digo suavemente—. Ellos lo sabrán. Puedo traerte tus cosas, tus mantas y lo que tenías en la tienda, pero el propietario no está contento.
River se acerca, sus movimientos lentos y fáciles.
—June, no me conoces, pero tengo una idea de dónde puedes quedarte. Es silencioso y algo alejado de la gente.
Ella se frota los brazos y lo mira con recelo.
—Vamos a meterte en la camioneta y hablar de ello allí —continúa.
Ella se muerde el labio.
—Está bien, pero solo te escucho porque le deseaste feliz cumpleaños a Ana. Y me diste veinte dólares en Big Star.
Empiezo a mirar a River, que está sonriendo.
—No pensé que me reconocías —dice en voz baja.
—No eres Bruce, pero funcionarás.
Él sonríe, con dulzura.
—¿Puedo cargarte?
Ella asiente, otra lágrima escapa cuando mi pecho se aprieta.
—Si.
***

—¿Qué piensas de los extraterrestres? —le pregunta Carl a June—. ¿Reales o falsos?
Lo reflexiona mientras toma un sorbo de café, sus ojos recorren el estudio, aterrizando en mí mientras me paro junto a la encimera y luego de nuevo hacia Carl. Ella está tratando de entenderlo mientras se sientan en la mesa de su cocina.
—Nunca conocí a uno, pero quién soy yo para decir la verdad. La mitad del pueblo lo cree. Incluso hay una especie de museo en el centro.
—La verdad está ahí afuera —dice Carl con voz seria.
—Trae turistas, supongo —dice, y la conversación es tan mundana que no puedo dejar de mirarla—. Soy de Atlanta, pero terminé aquí para escapar.
Oh, June. Su hijo…
Mi garganta se aprieta. No es un tema por ahora, pero tomo nota para hablar con ella sobre su hijo más tarde. Tendré que relajarme en ello; Sé que tiene límites. Hablar no hace que el dolor desaparezca, pero le da a la persona que murió un nombre en el universo y la hace importante. Quiero su historia completa algún día. Quiero que me deje amarla.
Muerde una tostada que Benji hizo antes. Untó jalea de fresa por todas partes y se la dio como si fuera un filete. Mira a Carl por debajo de sus pestañas.
— Aunque creo que podrías estar loco.
Él sonríe.
—Todas las mejores personas lo están.
Ella ladea la cabeza.
Él le da otra sonrisa.
Parpadea rápidamente y acaricia a Oscar, que está acurrucado en su regazo.
River nos llevó a la casa de Carl hace aproximadamente una hora, un pequeño lugar de ladrillos en las afueras de la ciudad. Llamó a la puerta de Carl mientras estábamos sentados en la camioneta, esperando mientras River hablaba con él. No estoy seguro de lo que dijo, pero Carl escuchó, luego abrió la puerta y gritó: Adelante, amigos.
Ella tiene las rodillas vendadas y tiene un gorro nuevo en la cabeza, uno que Carl le ofreció, un viejo gorro Braxton. Como tenía la ropa empapada, se puso unos pantalones de correr grises, unos calcetines peludos y una de las camisas de franela de Carl.
River y yo nos quedamos en la cocina, tomando café. Son las dos de la mañana, pero ninguno de los dos parece tener prisa. Benji está desplomado en el sillón reclinable del estudio, roncando, Spike pegado a él como una garrapata.
River tiene una mano detrás de mi cuello, sus dedos jugando con el cabello en la parte de atrás de mi cabeza. Suspiro y me apoyo en él mientras los escucho. Carl y June parecieron ver algo el uno en el otro desde el momento en que ella entró, un parentesco, dos personas que no son como todos los demás. Una vez que hayas experimentado la soledad, la verás en los demás.
Carl le cuenta a June sobre la caravana de caravanas que tiene en su patio trasero, cómo tiene electricidad y agua y que a ella le gustaría quedarse allí.
—No lo sé —dice ella lentamente.
—Hay un tragaluz —agrega—. Quiero decir que probablemente esté polvoriento y esas cosas, pero podemos limpiarlo. Podría ayudarte a sentirte como si estuvieras afuera. Y no me importa si Oscar se queda contigo. —Su voz es ronca y creo que está sintiendo su sensación de impotencia. Quizás ha estado ahí.
River masajea mi cuero cabelludo, sus dedos se clavan como si sintiera mi tensión.
June traga con dificultad, luego un largo suspiro abandona su pecho.
—Me gustaría mirarlo. Y si a Oscar le gusta…
Carl sonríe.
—Excelente.
—Ella está bien —me promete River en voz baja, su voz baja en mi oído—. Carl no le haría daño a una pulga, y ella tendrá su espacio. Puedes venir a ver a tu familia cuando quieras.
Lo miro, el rostro fuerte, esos hombros anchos.
Mi corazón se aprieta. Él también es mi familia.
Agarro su rostro y lo beso largo y tendido allí mismo, en la destartalada cocina de Carl.
—Gracias por ayudar —murmuro mientras froto mi pulgar por su mandíbula.
—Yo no hice nada.
Está tan equivocado.
Fue increíblemente fuerte y solidario, mientras se preguntaba qué pasó entre Donovan y yo.
—Ojalá estuviéramos en un lugar fresco, como una azotea con las estrellas mirándonos, para poder contarte todo lo que necesito decir. Ojalá no me hubieras dejado anoche, River. Está... quiero decir, ¿estamos bien?
—Eres mía, Anastasia. No puedo dejarte ir. Lo hice una vez.
—Debería haber terminado con Donovan después de este verano, pero parte de eso era no querer renunciar a estar en la casa, verlos a todos, verte a ti… —Me detengo, la incertidumbre tira de mí, por cómo tomará mis palabras—. Lo amaba, pero no es nada como... —esto—. ¿Soy una persona terrible?
—Nunca. —Me atrae hacia él, abriendo las piernas para que pueda caber allí. Me mira.
—¿Qué? —digo cuando no ha dicho nada, solo mirando su rostro.
—Rainbow, te amo —dice en voz baja—. Locamente. Enfermamente. No puedo sacarte de mi cabeza desde esa noche en la biblioteca. Todo sucedió tan rápido, y yo estaba buscando a Donovan... luego apareciste en mi habitación, y averigüé tu nombre, y supe que la había jodido. Verte con él casi me mata, lo hizo, y salí adelante, pero eso está hecho. Tú, tú... me matas, niña.
La emoción me azota, se cuela y se envuelve alrededor de mi corazón. Una lágrima se desliza por mi rostro y la limpia.
—Ah, no llores.
Me enamoré de él hace mucho tiempo, la sensación nació en ese momento en la biblioteca cuando dejó caer su bolígrafo. La forma en que me miró, como si no pudiera apartar los ojos de mí, la forma en que fingió estar leyendo un libro. Oh, traté de apartarlo de mi mente, de olvidarlo, porque era lo correcto por Donovan, pero no pude. Siempre ha sido parte de mis pensamientos, al acecho, con ganas de salir a la superficie. Ese sentimiento floreció y se solidificó la mañana que compartió el amanecer conmigo.
Sigues siendo oro, Anastasia, respiras cada respiración, lees todos los libros, ingresas a la escuela de leyes, mandas al carajo a los enemigos y te mantienes hermosa.
¿Quién dice cosas así? ÉL LO HACE.
Él cree en mí. Me acepta tal como soy.
Estoy enamorada de su personalidad aleatoria, la forma tierna en que habla de su mamá, su complejidad como persona, su vulnerabilidad, sus tres cosas que lo guían...
La verdad es que nunca tuve estos sentimientos por Donovan. Esta necesidad consumidora. Este sentimiento de estar conectado por algo más grande que yo.
—Te amo, Snake. —Otra lágrima se escapa y me muerdo el labio—. Lo siento. Es solo que… —Hago una pausa, dando vueltas a algo que creo lo ha estado preocupando—. Sé que no hemos pasado mucho tiempo uno a uno, pero no teníamos que hacerlo. A veces, los grandes momentos ocurren en un abrir y cerrar de ojos, como la biblioteca. Creo en el destino y la suerte, lo creo. Incluso cuando fingiste odiarme y no me miraste, mi cuerpo supo el momento exacto en que subiste al ascensor detrás de mí. Estoy diciendo cosas que se sienten demasiado pronto, lo sé, y no quiero presionarte. Sé que tienes suficiente, lo tienes, y yo también, pero las cosas avanzan rápido, es el final del trimestre y nos sentimos tan frágiles, pero…
—¿Pero?
—¿Tu y yo? Vamos a seguir siendo oro, juntos. ¿Puedes verlo? —Se me corta la respiración.
Una lenta sonrisa curva sus labios.
—Cuando todo esto termine, te contaré sobre un sueño que tuve una vez sobre mi papá, tal vez no un sueño, lo que sea, pero sí, lo veo. Oro. Se siente bien, niña. —Me besa suave y fácilmente, tomándose su tiempo, su lengua se enreda con la mía mientras mis manos se enroscan alrededor de su cuello.


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Mensaje por evanescita Lun 15 Mar - 17:24

Capi 18 y 19

Ellos son tan lindos juntos, los celos de River no pueden ser mas obvios... para luego llegar al punto de compartir cosas muy intimas, hasta que River no soporto mas y la invito a una cita. Ahora lo de la pizzeria fue ta dulce que no se como River puede tener tanta fuerza de voluntad, que termino rechazadola, eso dolió y todavía por alguien que no la merece, después de todos las mentiras.

Hasta laters.


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Mensaje por evanescita Lun 15 Mar - 17:54

Capi 20 y 21


Lo de usar a ese tipo para su venganza fue un fiasco, además de ser un idiota pfff, creo que Ana debe dejarla de lado, no vale el esfuerzo, aunque eso sirvió para que River dejara todo de lado y por fin se ridiera ante sus sentimietos, que dería darse cuenta son los mismos de Ana, todo fue tan hot que fue una mierda que justo en ese momento llamara el idiota de Donovan, si emargo es un avance y tiene que reaccioar porque en serio que crea que Ana lo utilizaría como rebote esta lejos de ser cierto y él lo sabe. 


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Mensaje por Eadlyn Shaw Mar 16 Mar - 0:00

Capítulo 24
River 

Al día siguiente, subo los escalones hacia la clase. No puedo dejar de sonreír. Hay una chica frente a mí, detenida en los escalones. Lleva una minifalda y unos Chucks con taco que combinan con su cabello. Me deslizo junto a ella, sintiendo hormigueo por su proximidad. No hablamos, nuestras manos se rozan mientras entramos y nos dirigimos al ascensor.
La dejo subir primero, luego la sigo. Toca el botón de nuestro piso. Dejo caer mi bolso, la apoyo contra la pared e inclino su rostro para arriba. Nos besamos, mis labios comiendo los suyos, mi hambre aumentando, para sentirla por completo, para consumirla. Quiero tomarme las cosas con calma, saborearnos, pero es difícil.
No dejamos lo de Carl hasta pasadas las tres de la mañana, todos locos de cansancio. Anastasia dudaba en ir, pero June estaba agotada después de un recorrido de la casa rodante. Carl lo tenía estacionado en la parte trasera de su propiedad rodeado de árboles. Lo sabía porque me había dicho que siempre había querido conducirlo hacia el oeste para encontrar el Área 51. Había estado vacío por un tiempo. Anastasia cambió las sábanas de la cama y sacudió las alfombras mientras Carl, Benji y yo movíamos algunos de los cómics que él había traído de su garaje.
June estaba callada, siempre mirando, pero vi esperanza en sus ojos, esa mirada de “va a estar bien.” Hizo un trato con Carl para “alquilar”. Ella dijo que estaría pendiente de las naves espaciales, y él dijo que funcionaría. ¿Es un lugar permanente para ella? El tiempo dirá. Es un buen comienzo y quizás Carl también necesite a alguien. Soledad los ha seguido a ambos. Amigos son una posibilidad definitiva.
Después, llevé a Anastasia a casa, luego a Benji, luego volví a su casa y nos metimos en su cama. No tuvimos sexo —estoy esperando algo especial— pero la abracé mientras hablábamos de nada y de todo. Le hablé de la "visita" de mi padre cuando tenía quince años. Ella lloró, en parte pena por mí, en parte felicidad por verlo, en parte asombro de que dijera su nombre. A las siete, me fui a casa, hice
ejercicio, me duché, luego desperté a Crew y Hollis para poder verles la cara y despedirme de ellos. También les dije mi decisión sobre la escuela. No voy a volver ¿Hablar con mi madre y mi hermana el jueves y luego con el reclutador? Dejó todo muy claro.
¿Y Anastasia? ¿Dejarla?
No puedo pensar en eso sin enloquecer, así que lo he empujado hacia abajo.
—¿Me pregunto si un Delta subirá al ascensor hoy? —murmura mientras nos alejamos, sus labios hinchados por mis besos.
Le aparto un mechón de pelo de los ojos.
—Estarán subiendo las escaleras.
Ella sonríe. —No puedo creer que hayas amenazado con ponerlos en la lista negra. ¿Tienes tu papel?
Asiento con la cabeza. —¿Tu?
—Mhmm.
Entramos en clase y esperamos en la fila para entregar nuestros ensayos. Hoy no hay conferencia, solo entregarla y se acabó. Es anticlimático después de la confusión que me causó esta clase durante cuatro meses.
—Nunca me dijiste por qué tomaste esta clase. —dice con una mirada inquisitiva.
—Porque lo hiciste.
Una pequeña sonrisa curva sus labios, sus ojos bailan. —Y te tomó todo el semestre.
—Niñita, ahora, sabes que me querías desde el primer día.
Me golpea en el brazo y me río.
Whitman se sienta en su escritorio, su cabeza baja mientras le entrego la mía. Sus ojos redondos se agudizan mientras mira de mi a Anastasia.
—¿Su trabajo, señor Tate?
—Siempre —murmuro.
Lo toma con un gruñido.
—Ya veremos.
—¿De qué sirve si no lo hago yo mismo?
Levanta una ceja.
—Tienes todas las cosas servidas. No soy el profesor que te pasa por alto porque eres un deportista famoso.
Huh. Quizás me hayan dado algunas cosas. Crecí con dos padres increíbles que me amaban. Teníamos dinero. Por otro lado, perdí a mi papá y podría perder a mi mamá.
—La vida es dura, señor Tate. Lo descubrirás una vez que termines la universidad.
Oh, hombre, tenía que ir ahí.
—De acuerdo, la vida rara vez es justa. —Asiento con la cabeza mientras me meto las manos en los bolsillos —. Pero la próxima vez que sepa que un chico tiene problemas en su clase, tal vez intente comprenderlo. No hablo de un deportista como yo. Puede que sea una persona normal, del tipo que tiene talento en otros aspectos, pero si alguien les pide que lean, se les cierra la garganta. Esta clase fue una montaña para mí, Dr. Whitman. Lo subí. Sin trampas.
Frunce el ceño.
—Señor Tate...
No puedes cambiar idiotas. Generalmente. Pero lo intenté.
—Piénselo. Que tenga una gran Navidad.
Farfulla y sigo caminando, dejando que la siguiente persona se acerque a su escritorio.
Camino hacia donde espera Anastasia. Se muerde el labio.
—No le arrojaste una lapicera, pero aun así épico.
Sonrío, sintiéndome confiado. Ella leyó mi papel anoche. Dijo que está bien. ¿Sabes lo que significa saber que escribí algo y que ella diga que es bueno? Me hace sentir que puedo afrontar cualquier cosa.
Benji prácticamente entra corriendo a la habitación, su camisa al revés, su cabello hecho un desastre. Golpea su papel sobre el escritorio de Whitman y luego se acerca a nosotros como si eso estuviera bien.
Me río y Anastasia se me une. Creo que ambos tenemos una energía extraña, pero claramente Benji no.
—Buenos días —decimos al mismo tiempo.
Gime.
—Apenas lo logré. Qué noche, pero bueno, hoy es el final del trimestre. ¿A qué hora es tu vuelo, Ana? El nuestro es a las cinco de la mañana. Mierda. ¿Quieren ir al bar por unas horas después de clases?
Anastasia le dice que el suyo es a las seis de la tarde. —Um, estoy ocupada. Tengo que hacer las maletas y ver a June.
Benji me mira.
—¿Planes hoy? Necesito un amigo.
—Empacar y ...cosas. —digo vagamente.
Entrecierra los ojos mientras lanza sus ojos entre nosotros. — Ah, entiendo. El empaque es el código.
—No, tengo que empacar. — insisto.
— Uh-huh. — exhala—. Supongo que nuestros días de juego de carrera se han ido, y eso es genial, lo apruebo. Puedo obligar a Parker a que vaya al bar conmigo. Es un buen momento.
Le doy una palmada en la espalda, nos despedimos, luego Anastasia y yo salimos y nos metemos en el ascensor.
Ella está en mis brazos antes de que se cierre la puerta. Me besa como loca y mi corazón late con fuerza. Quiero más de ella, tan jodidamente...
El ascensor se abre y nos separamos. Salimos del edificio, preparándonos para el viento frío mientras caminamos hacia su próximo examen. Antes de que entre, tomo su mano y entrelazo nuestros dedos.
—Le voy a decir. Antes de que se vaya a Atlanta.
Asiente con el alivio en su rostro. Como yo, quiere que esto termine para que podamos realmente empezar.
***


Está en su habitación, en su escritorio, escribiendo cuando llamo a la puerta y entro. Hay una maleta abierta sobre la cama, ropa envuelta por la habitación, libros por todas partes.
—Oye —digo—. ¿Qué pasa?
—Oye. —Se endereza en su asiento, apaga su computadora portátil y hace una mueca—. No mucho. Visitando Harvard, todavía estoy buscando un lugar para
vivir el próximo otoño. Los buenos lugares se llenan rápido. Todos mis exámenes están terminados. ¿Tú?
Mis ojos rebotan por la habitación, tomando la foto enmarcada que tiene de él y Anastasia en su mesita de noche. Fue tomada la noche en que le dio el pin. Una parte de mí quiere levantarlo y mirarla a la cara, pero la otra parte quiere reducirlo a cenizas.
Sigue mi mirada y se pasa la mano por el pelo.
—Si. Aún no he sacado eso. —Una larga exhalación sale de su pecho.
Me preparo, mi voz se torna forzada mientras le digo la decisión que tomé.
—Eso es todo. Mi último día. Mi mamá me necesita. No lo dirá en voz alta, pero lo hace.
Sus ojos brillan y se pone de pie, leyendo la vibra seria en mi voz.
—De ninguna manera. Quiero decir, sabía que estabas tonteando, pero siempre imagine que...
—¿Volver a Braxton?
—Sí, al menos el próximo semestre. Toma asiento. ¿Y el fútbol? —Mueve la ropa para hacer espacio en su cama, y yo niego con la cabeza y rechazo su oferta de sentarse. Estoy demasiado nervioso.
—Sí, voy a arriesgarme en el draft. ¿Podemos hablar un minuto? —Entrar, decirlo y salir.
—Por supuesto.
Miro por su ventana y busco palabras. Dejo los brazos sueltos a los lados, pretendiendo estar relajado. Exhalo.
—Vas a ser presidente. Los muchachos te admiran, tienes habilidades de liderazgo y nos ayudarás durante la primavera. Puede que pueda escapar y visitarte, pero… —Va a ser difícil. Hay mil millas entre Vermont y Braxton—. ... Me centraré en mamá, poniéndome en forma para el combinado, luego el draft".
Se sube las gafas.
—Haré un buen trabajo. Quiero decir, serás extrañado. —Su boca se estira hacia abajo y una expresión incierta destella en su rostro. —Se siente como si estuvieras tramando algo. —Se queda extrañamente quieto, luego vuelve a mirar la foto. —¿Se trata de Anastasia?
Empiezo por el nombre que usa, y lo ve, una expresión dura creciendo en su rostro mientras me da una mirada.
—Como si no me diera cuenta. Nunca le quitaste los ojos de encima.
Meto las manos en los bolsillos de mis jeans.
—Donovan, sí.
Traga, su pecho se eleva rápidamente.
—Sólo dilo.
Mierda, aquí viene.
—Estoy con ella. Quería que lo supieras antes de que la gente nos vea en el viaje de esquí.
Su mandíbula estalla, un rubor subiendo por sus mejillas. Sus ojos marrones se endurecen, sus puños apretados. Pasan diez largos segundos. Sus cejas se juntan.
—Entonces, ¿todo este tiempo ... esa noche que estuviste en su apartamento, la vez que hablamos de ella en el sótano, luego el día de la fiesta? —Se detiene y se frota la cara—. Me dijiste que rompiera con ella. me dijiste que necesitaba espacio. Cada conversación que tuvimos...Mierda.
—Si realmente la necesitaras… —como yo—… no habría importado lo que yo dije. Me habrías ignorado. —Mi voz se endurece.
Se pone en mi cara, su dedo me golpea en el pecho.
—La has querido desde el primer día.
¡Y debería haberla tenido!
Elevándome sobre él, empujo sus hombros con ambas manos y él se tambalea hacia atrás.
—Apártate.
Se endereza.
—¿O qué? ¿Me vas a dar una paliza? Buena manera de acabar con nosotros, River.
—No estoy aquí para pelear —le digo secamente—. Esperé hasta que terminó, y se terminó.
—¡Ha sido una semana! ¡No volverás y ella se quedará! —grita —. ¿Cómo va a funcionar? Quiero decir, ¿hablas en serio acerca de ella? —La incredulidad colorea sus palabras. Algo que lee en mi cara le hace abrir la boca —. No te creo. Eres un puta, River, y ella se dará cuenta. ¡No puedes guardarlo en tus pantalones!
—¡Pude con ella! —Apenas.
El niega con la cabeza.
—Así que estás como, ¿qué ... enamorado de ella?
—Si.
La primera vez que la vi, antes incluso de saber su nombre, nació algo. Estoy enamorado de su lado soñador, su peculiar aleatoriedad, la forma en que arquea las cejas, su pasión por los libros, su inteligencia, la forma en que se preocupa por los demás, sin importar quiénes sean. Ella es un comienzo para mí, un futuro que quiero.
Camina por la habitación, deteniéndose periódicamente para mirarme y sacudir la cabeza. Un sonido de incredulidad sale de su garganta.
—Jesús, eres una broma como presidente. Ustedes dos se merecen el uno al otro. Disfruten. Solo sé que estuve allí primero y fue jodidamente espectacular.
Le doy un puñetazo en la cara y él vuelve a caer en la cama, sujetándose el ojo.
Gruñe.
—Eres un bastardo, el peor tipo de hermano. Pones a una chica antes que nosotros. Desleal como el infierno.
Quizás yo estaba ...
—Valió la pena.
—Ella estará aquí. Estarás allí. No puedes aferrarte a una chica como ella.
Ha tocado un nervio, y mis manos se cierran, anhelando golpearlo, todas las preocupaciones reprimidas que no quiero pensar en estallar.
Pienso en mis tres cosas para mí, luego le doy las suyas.
—Hazlo bien en Harvard. Se abogado y ayuda a los demás. Y déjanos solos. Una palabra a Anastasia, una cosa, solo una, y volveré y te destrozare.
No quería que esto fuera feo, no quería, porque era mi amigo, pero cuando se trata de asuntos del corazón, los lazos se cortan y estoy rompiendo este por la mitad.
—Fuera de mi habitación. —dice mientras se pone de pie.
—Con gusto. —Un largo suspiro viene de mí mientras me alejo y lo dejo allí.
No me sigue, y escucho el portazo de su puerta cuando llego a la escalera.
Luchando con mis emociones por control, tomo asiento en un escalón, mi pecho elevándose mientras pienso en Anastasia. Ese anillo de oro alrededor de su iris. La forma en que se siente en mis brazos. La calma se apodera de mí lentamente, hundiéndose en mis huesos.
Después de tomar mis cosas de mi habitación y ponerlas en una bolsa de lona, llego al sótano y saludo a los no iniciados y a algunos hermanos que estaban merodeando. Le digo a Benji que no voy a volver, pero no puedo decírselo a nadie más. Si lo hago público ahora, los medios se darán cuenta, entonces se desatará el infierno. Les doy abrazos que significan Esta podría ser la última vez que te vea. ¿Donovan arrastrará mi nombre por el barro? Probablemente, y está bien. Los que me conocen, los que me ven por lo que soy, lo entenderán.
Ella no es temporal.
Ella es el objetivo final.
Sí, la estoy dejando, y sé que la corta, tiene que hacerlo, pero tengo que hacerlo.
Una hora más tarde, salgo y me paro en el jardín delantero para mirar la casa, la tristeza tira de mí.
Vine.
Lo vi.
No conquisté.
Pero es hora de seguir adelante.
Obtener un título nunca fue mi sueño. Jugar al fútbol y Anastasia lo son, y voy a hacer lo que dijo mamá: poner mis manos sobre él y tomarlo, tomarlo.
***


Esa tarde, camino por mi casa, con la cabeza dando vueltas. Hablé con mamá y Rae por teléfono. Me he puesto en contacto con el entrenador Taylor y hemos hecho un plan para hacer un anuncio a la prensa después de las vacaciones. Hice algunos ajustes en mi reserva en el albergue de esquí y ahora estoy deseando verla. Solo nos quedan un par de días.
Cuando aparece en mi puerta, la serenidad reemplaza los nervios. Sus mejillas se sonrojan mientras sonríe y me muestra las cajas planas y la cinta de embalaje. Lleva una bolsa de la compra colgada del brazo. —Tengo suministros para el empaque de último minuto y comida para nosotros esta noche.
—Excelente. También recogí algunas cajas.
Estudia mi cara cuando entra por la puerta y la ayudo con las bolsas. —¿Estás bien?
—Si. Se siente bien haberlo hecho. —Dejo las compras en la encimera de la cocina.
No pregunta cómo fue. Le diré más tarde. Él es irrelevante ahora.
Se mueve para pararse a mi lado y toma mi mano.
—¿Cuántas cosas tienes que enviar a casa?
—No mucho: mi ropa, zapatos, trofeos, regalos que recogí para Callie. Los muebles de mi dormitorio son baratos y los dejaré. Tengo que advertirte —mi mierda está en todas partes. Mi armario ... puede que necesites un traje de materiales peligrosos. Tengo más zapatos y ropa que la mayoría de las chicas. —Hago una pausa, sintiéndome fuera de lugar—. Gracias por ayudarme a empacar tres años y medio.
Me mira fijamente, pareciendo leer mi estado de ánimo. —No me arrepiento, River. Me tomaría un día contigo sobre más de un millón de días con cualquier otra persona.
La inquietud aumenta y suspiro.
—Veo la preocupación en tu rostro. No sabemos cómo terminará esto. —termina en voz baja.
La atraigo hacia mí.
No sé lo que depara el futuro, pero ella lo tiene.
—Siempre terminará contigo. —respondo, estudiando su rostro —. Esperaré.
Su garganta se mueve, y la miro mientras toma una respiración larga y luego asiente. Nuestra separación es un tema que ninguno de los dos quiere abordar.
—Después de empacar, prepararé la cena. ¿Un sándwich de bacón, lechuga y tomate de suena bien?
Asiento con la cabeza.
—Puedo comer bacón todo el día. ¿Viste a June?
Una sonrisa encrespa sus labios.
—Si. Carl le encontró un televisor y lo instaló. Cuando me fui, lo estaba dejando pararse en la puerta de la casa rodante y mirar con ella.
—La conquistará en poco tiempo. —digo—. Lo voy a extrañar. Lo he visto casi todos los domingos durante años. —Beso su palma—. ¿Qué tal tu día?
Ella deja escapar una risa entrecortada.
—Recibí algunos correos electrónicos de aceptación.
—¿Oh?
Ella asiente, con la espasmódica.
—Brooklyn Law, medio me lo imaginaba. Emory en Atlanta, de primera categoría, Wake Forest en Carolina del Norte y Pepperdine en California. Todos fueron disparos al azar en la oscuridad cuando apliqué, pero me quieren.
Un trozo de cemento aterriza en mi pecho.
—Lo veo. ¿Cuál elegirás?
—No lo sé. —dice, apartando la mirada por un momento antes de encontrar mis ojos—. Emory es prestigiosa y están ofreciendo una beca. No está lejos de Braxton y se siente familiar. Está cerca de Carl y June por si necesitan algo. Quiero decir, nunca he tenido un hogar, pero Georgia se siente como en casa de una manera extraña. Es el lugar en el que he vivido más tiempo. Es donde me hice amiga de Lila y Colette. Te conocí.
La imagino en una elegante facultad de derecho. Sin mí ahí.
Este es su sueño, River. Suyo. Tienes fútbol; ella tiene esto.
—Sí, eso es genial. Felicidades. Entonces deberías elegir ese.
La verdad es que no sé dónde estaré en otoño.
Sonríe.
—En cuanto al resto del día, hice los exámenes y empaqué para el viaje de esquí. Ni siquiera he dormido la siesta y debería estar exhausta, pero me siento un poco loca, como si pudiera levantar un coche con mis propias manos. ¿Eso es raro? Es solo...estar contigo, este sentimiento, no se parece a nada que haya tenido.
Ésos somos nosotros, Rainbow.
—Es asombroso, ¿no? — Digo con asombro en mi voz mientras la meto entre mis piernas y siento la magia asentarse a nuestro alrededor. Ella es el centro de mi tormenta, mi tranquilidad.
—Sí. — susurra justo antes de que la bese.


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Mensaje por Eadlyn Shaw Mar 16 Mar - 0:03

Capítulo 25
Anastasia  

—¡Finalmente estás aquí, perra! ¡Ya era hora! —grita Lila mientras camino por el vestíbulo de la cabaña de esquí en White Face Mountain. Mi Uber acaba de dejarme después de mi vuelo. La emoción se encrespa dentro de mí, y grito su nombre, suelto el asa de mi maleta y corro hacia ella justo cuando Colette llega a la esquina con una bebida en la mano, nos ve y se une a nosotras, chillando.
Me río mientras saltamos arriba y abajo.
—¡Me alegro que las clases hayan terminado y podamos estar juntas! —exclama Lila, gritando mientras toma un sorbo de su cosmos. Mucho más elegante que Fireball. Me río.
—Aún desearía que vinieras a casa con nosotros, pero lo entiendo —agrega Colette—. Los padres y toda esa mierda.
—Te veré en enero con el comienzo del semestre. —le recuerdo. No quiero pensar que no veré a River en enero—. Y tenemos este viaje.
—Nuestro vuelo llegó muy temprano —se queja Lila—. Alégrate de haber podido dormir hasta tarde.
Asiento. Apenas dormí.
No pude.
Estoy aterrorizada de perderme un momento con él.
Anoche empacamos sus cosas en un tiempo récord, las llevamos a la oficina de correos, luego regresamos y cenamos. Después de limpiar, cerró con llave y fuimos a mi casa y colisionamos. Nos metimos en mi cama y, entre besos, hablamos. Yo hablé. No podíamos callarnos, tratando de ponernos al día con esas pequeñas cosas de la persona que amas. Odia la comida verde. Su color favorito es el azul. No hace política. Quiere tener cuatro hijos algún día. Sueña con vivir en la misma
montaña donde creció. Dormimos intermitentemente, su cuerpo se acurrucó alrededor del mío protectoramente, y cuando me despertó a las dos de la mañana para llegar al aeropuerto, me besó tanto tiempo que pensé que podría perder su vuelo.
Miro alrededor. Es de noche, y la gente va y viene en el vestíbulo, la mayoría vestida para la cena. Hay un restaurante a mi izquierda y un área abierta a mi derecha que es un bar. Las ventanas del piso al techo alinean las paredes, proporcionando una vista de las montañas cubiertas de nieve justo fuera. Es un país de maravillas invernales y mi respiración se entrecorta. No es de extrañar que le guste este lugar.
Tenemos esta noche.
Mañana él se va para estar con su familia, y yo me quedo para estar con Lila y Colette y luego volar a casa para reunirme con mis padres.
No quiero pensar en no verlo todos los días.
No quiero pensar en que no estaremos en la misma ciudad.
—¿Cómo están las pistas? —le pregunto a Lila mientras nos dirigimos al vestíbulo, mi mirada se fija en el elegante interior—. Este lugar es precioso. —Candelabros de cuernos gigantes cuelgan del techo, y una chimenea rústica de madera y piedra crepita alrededor de una lujosa sala de estar salpicada de sofás y sillas de cuero oscuro. Veo a algunos estudiantes de Braxton, mis ojos vagando mientras lo busco.
Lila se ríe.
—Fantástico para las personas que saben esquiar. Probé la cosa del conejito, conseguí un instructor, un poco atractivo, pero me caí de culo más veces de las que puedo contar. Benji esquía como un profesional, por supuesto. Tan exasperante. Gracias a Dios, dejó ese lagarto con Marilyn del bar. ¿Debería acostarme con él?
—Me voy a quedar fuera de eso —murmuro mientras escaneo el área de la barra. Veo a Kian bebiendo una cerveza. Se da cuenta y envía un saludo vacilante.
Bufo y le devuelvo el saludo.
Ella sigue mi mirada y se ríe.
—Sabía que no funcionaría, pero tienes que admitir que esa cosa de la venganza funcionó para River y para ti.
Asiento.
—¿Cómo está la habitación?
Alguien se separa de la barra y mi corazón da un vuelco. Es alto con hombros anchos, ojos entornados en mí mientras acecha hacia nosotras.
Lleva jeans, un suéter de pescador color crema y botas pesadas. Su cabello está revuelto, sus mejillas sonrojadas. Solo tiene ojos para mí cuando nos alcanza y me abraza, su nariz en mi cabello, y me hundo en él.
—Oh —murmura Lila—. Um, no creo que te quedes con nosotros. O eso es lo que me dijiste antes. —Ella le sonríe a River y luego a mí—. Voy a tomar otra copa. ¿Nos vemos más tarde? Mañana, eres toda mía. —agrega con un brillo en los ojos.
Asiento distraídamente mientras Colette y ella corren hacia la barra y se sientan en una mesa con Benji y algunos otros Kappas.
River toma mis manos.
—Sorpresa. No te vas a quedar con ellas. Me he cambiado a una habitación privada. Honestamente, no echaré de menos chocar con Benji. Ronca como un tren.
Me río, un sonido burbujeante cuando toco su rostro, viendo el color rosa en sus mejillas.
—Suena grandioso. Has tomado un poco de sol. ¿Cómo estuvo el esquí?
—Hermoso. Bajar esa montaña me hace feliz. —Desliza sus manos en mi cabello y toma mi nuca, y me estremezco por la posesión que siento en sus manos.
—Todos nos están mirando —murmuro, observando alrededor y viendo la mirada de cada persona de Braxton en el bar.
—Acostúmbrate. Les dije a todos los chicos que están aquí que estás conmigo. Feliz Navidad. —Él sonríe, luciendo feliz.
—¿Y?
—Quieren que seamos felices. —Una expresión de tristeza llena sus rasgos—. Estoy seguro que sería una dinámica extraña en la casa si volviera a la escuela, pero no es así. Supongo que eso es lo único positivo de que me vaya.
Levanto una sonrisa.
—Sí.
Me acerca más y roza sus labios con los míos, luego me mira, buscando mi rostro.
—Las pistas están abiertas. ¿Qué te parece el esquí nocturno? Podemos ubicarnos en la habitación, prepararnos y luego tomar el ascensor. Solo tú, yo y la nieve.
—Parece que has pensado un poco en esto.
—Sí. Esta es nuestra noche.
Mi corazón se hunde y tengo que empujar hacia abajo la ansiedad que quiere apoderarse, el conocimiento de que esto es todo para nosotros.
—No pienses en eso —murmura en voz baja.
Asiento.
—La vista de las estrellas es increíble —dice—. Es silencioso y pacífico, con solo el viento en la cara y la nieve bajo los pies.
—Lidera el camino.
Estoy en esto con él, todo el camino, no importa cómo termine...


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Mensaje por yiniva Mar 16 Mar - 0:14

Que bonis por fin estaran juntos, que bueno que fueron por June, a disfrutar del viaje


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Mensaje por Tibisay Carrasco Mar 16 Mar - 2:29

Gracias por los capitulos


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Mensaje por evanescita Mar 16 Mar - 12:14

Capi 22 y 23

Ok ellos tanto Ana como Donovan necesitaan un cierre, y ahora que a River ya no le importa, estaran juntos y porque se aman, eso es lo mas importante. Por otro lado es genial que pudieran encontrar a June y darle esa estabilidad que tanto quería Ana, con Carl, las cosas van tomando su rumbo.

Hasta laters.


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Mensaje por evanescita Mar 16 Mar - 12:29

Al día.
Después de aclarar las cosas con Donovan, ya o tedrán que esconderse, pueden gritarlo a los cuatro vientos y que mejor que disfrutar de su amor en ese lugar tan hermoso. Ahora solo queda el tema de vivir su relación de lejos porque River tendrá que prepararse para jugar en la nfl, tiene que haer una forma para que lo hagan funcionar, se van a extrañar jodidamete mal y es demaciado triste ahora que recien estan comenzado.

Hasta tomorrowland.


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Mensaje por Eadlyn Shaw Miér 17 Mar - 0:38

Capítulo 26
River

Sin ropa interior. Maldita sea. Envuelvo una toalla blanca y esponjosa de hotel alrededor de mi cintura y abro la puerta del baño. Anastasia se fue antes para entrar en la habitación de Lila y Colette. Antes de eso, pasamos dos horas en las pistas, cenamos en el restaurante y luego volvimos a la habitación.
Es una de las suites del penthouse con una enorme cama tamaño king, una sala de estar y chimenea, incluso una cocina. No podré disfrutarlo, pero pagué para que ella se quedara aquí mientras yo no estoy.
Parpadeo en la oscuridad, ajustando mis ojos. Goteando agua, me dirijo hacia donde está el interruptor de la luz, luego me detengo cuando escucho que “Iris” comienza a reproducirse en los parlantes de la habitación.
Me doy la vuelta y la veo, recortada contra la gran ventana que da a las montañas.
—¿Ya regresaste? —digo tontamente—. Quiero decir, sí, por supuesto que regresaste.
—Mhmm —dice por encima de la música suave.
Mi pecho se eleva a medida que la contemplo, la sangre en mis venas corre.
Mitad en la sombra, mitad iluminada por las llamas de la chimenea, lleva mi sudadera con capucha de la noche en la azotea. Me da la espalda mientras se balancea con la música, con las manos en su cabello mientras lo levanta.
Mi corazón se acelera cuando se da la vuelta lentamente, mirándome mientras desliza un hombro fuera de la chaqueta abierta. No lleva nada debajo, aun así, mi mirada devora su rostro, la curva de su mejilla, el arco de sus cejas, la curva de sus labios rojos. La amo. A ella. No se trata de sexo, aunque eso será algo fuera de este maldito mundo; no, se trata de quién es ella.
Esta chica sabe moverse. Juega con el cuello de la sudadera y luego lo suelta con sus dedos, deslizando su hombro fuera del otro brazo. Lo sostiene frente a ella, bajándolo, revelando sus senos, la inclinación de sus caderas, la piel de sus muslos.
Mis manos se aprietan.
—Nena… —Mi voz es ronca, llena de emoción. Nunca la he visto completamente desnuda y es increíblemente hermosa.
—Querías mirar —dice a la vez que deja caer la sudadera con capucha y hace un giro frente a mí, y gimo cuando veo su exuberante trasero, esa hendidura en la parte inferior de su columna, el lugar donde quiero poner mi lengua.
La canción suena suavemente, y camino hacia ella, la necesidad elevándose. Le doy la vuelta y acuno su rostro. Mis pulgares se deslizan sobre sus mejillas, mis dedos se sumergen en su cabello mientras la acerco y la beso. Es un beso sucio, con la boca abierta, erótico y profundo. Quiero consumirla, follarla, amarla. Su lengua se enreda con la mía, luego sus dientes tiran de mi labio inferior. Mis manos la levantan y la sostienen mientras sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura.
—Eso fue un striptease corto y te iba a hacer una mamada. —Se ríe contra mis labios mientras caigo de nuevo en la cama con ella encima de mí.
—Más tarde. —Me doy la vuelta y la miro. Su cabello lavanda se extiende detrás de ella y sus ojos verdes brillan en la tenue luz.
—Hmmm, pensé en sorprenderte en la ducha, pero como quería ser buena, pensé que haríamos tu fantasía primero. —Pasa sus manos por mi cabello y suspira. Su tacto vaga hasta mi rostro—. Me encanta tu cabello. Tus ojos. Estos labios. Estoy lista para la magia —murmura—. Sorpréndeme con tus vastas habilidades.
Suelto una carcajada.
—Sin presión en absoluto.
Hemos tenido la charla sobre sexo seguro. Estoy limpio debido a un examen físico de fútbol y siempre he usado condón. Ella ha tenido un chequeo reciente y está tomando la píldora.
—Déjame tocarte como he estado pensando —digo en voz baja.
La coloco sobre las almohadas y me coloco sobre ella a la vez que me quito la toalla y pongo las rodillas a cada lado de ella. Cabello largo, ojos expresivos, pestañas oscuras, senos turgentes con pezones oscuros, piernas largas, la V entre sus piernas, la que ya probé y no me puedo sacar de la cabeza.
Se ríe nerviosamente.
—Estás mirando.
—Eres hermosa. —Paso mis dedos por donde está su corazón—. En el exterior. Y aquí. Aquí mismo. —Trazo un corazón allí.
Su garganta se mueve mientras traga.
—Te amo.
No sé si alguna vez me acostumbraré a cómo me hacen sentir esas palabras.
—Tócame —suplica.
Me cierno sobre ella, mi cuerpo más grande envuelve el suyo. Beso su frente, su nariz, su barbilla, luego sus labios. Y estoy perdido. En la sensación de su cuerpo contra el mío, en su olor, en el anhelo y la urgencia de su lengua. Presionando sus manos junto a su cabeza, entrelazo nuestros dedos y la beso una y otra vez, largo, lento y perezoso.
—River… —jadea.
Chupo su cuello y su cuerpo se arquea contra el mío.
—Manos para ti —susurro mientras desenredo nuestros dedos y ahueco sus senos, llevándolos a mi boca—. Te esperé un año. Voy a darme un festín.
Deja escapar un suspiro tembloroso mientras rozo con mis dientes la tierna carne de su pezón. Succiono hasta que sus pechos están rosados, hasta que se retuerce y alarga sus manos hacia mí. Voy bajando por su cuerpo, sin dejar ninguna parte de ella sin tocar. Mis labios, dientes y lengua encuentran su clavícula, el costado de su cintura, sus caderas, la peca en su costado, su ombligo, la parte interior de sus muslos.
Estoy de rodillas al final de la cama y ella está frente a mí, con las piernas abiertas. La pruebo, mis dedos la separan mientras tomo lo que es mío. Mi lengua baila sobre ella a la vez que hundo mi dedo dentro.
—Tan húmedo para mí —gimo contra ella—. Te voy a follar una y otra vez…
Gime y pone sus manos en mi cabello. Mi pulso palpita mientras bombeo lentamente con mis dedos, sus jadeos entrecortados excitándome más.
—Tan expresiva, Anastasia… —digo a medida que mi dedo frota la parte superior de su clítoris, el lugar que toqué en la azotea que la envió al límite—. ¿Quieres correrte en mis dedos? —pregunto con voz ronca mientras miro hacia arriba y sostengo sus ojos. Los suyos están agrandados, completamente dilatados.
—Sí —susurra mientras se retuerce en la cama.
—Hmmm, me alegro de que sea nuestra primera vez aquí, con la nieve y las estrellas. —Chupo su perla en mi boca, mis dientes rozan la piel.
Gimotea y se tensa, su cuerpo tensándose.
—Eso es —ronroneo.
—River… —Sus manos bajan y agarran el edredón, apretándolo en sus puños mientras se arquea y dice mi nombre de nuevo. Su núcleo se aprieta, sufriendo de espasmos alrededor de mis dedos mientras su cuerpo se sonroja de un color rosa. Su cabeza se mueve de un lado a otro, sus labios se separan mientras trata de respirar.
—Anastasia… —gruño—. Maldición. Hermosa.
Su cuerpo vibra, aun reverberando por las réplicas mientras me tomo mi tiempo, subiendo mis manos por sus muslos hasta su cintura y su pecho.
—Tómame. Poséeme de verdad —dice.
Deslizándome entre sus piernas, tomo sus caderas y rozo mi miembro sobre su entrada, luego subo a su clítoris, moviéndome a través de la humedad.
Se estremece.
—No me provoques…
No puedo. La deseo demasiado. Ese primer bombeo es lento, mitad dentro, y mi corazón late con fuerza cuando hago una pausa y digo con brusquedad:
—Pon tus ojos en mí, cariño. Nunca apartes la mirada. Todos esos días que pasé tratando de no mirarte, lo quiero todo ahora. —Empujo y me deslizo más profundamente, girando mis caderas para girar dentro de ella.
Se muerde el labio y sostiene mi mirada.
Bajo mi cabeza hacia la de ella, presionando nuestras frentes mientras empujo hacia adentro y hacia afuera, más rápido, luego más fuerte. Mis dedos se clavan en sus caderas, sosteniéndola mientras lo toma.
Los detalles vuelan hacia mí: la canción que se repite, su aroma, el sudor entre nosotros, el sonido que hace cuando me deslizo hacia afuera y luego vuelvo a entrar…
Sus manos aprietan mis hombros, sus uñas se clavan, dejando marcas.
—River… —grita mientras sus piernas me rodean.
Ella es mía, completamente mía.
—Te sientes tan bien… —susurro mientras inclino sus caderas hacia arriba para ir más profundo, nuestros ojos nunca dejan de mirarse. Veo el futuro allí, no sé cómo va a funcionar, no sé cuándo volveré a tenerla en mis brazos así, pero esto, esto, dame todo esto, cada instante.
Mi pulgar hace círculos sobre su clítoris mientras me muevo dentro de ella.
Clava sus talones en mi espalda, arqueándose, queriendo más.
—River…
—Estoy ahí, nena, ahí, déjate ir, déjate ir…
Se pone rígida, estremecedores suspiros salen de su boca mientras se retuerce y se lanza por el borde, y voy con ella, rugiendo su nombre mientras grito mi liberación al universo.
***


Mucho más tarde, terminamos en el suelo frente a la chimenea crepitante con una colcha debajo y una manta de piel encima. Yace frente a mí, no podemos dejar de mirarnos, y mi brazo está alrededor de su cintura, mi pierna metida entre las suyas. Pasa sus manos por mi rostro, tarareando a medida que traza mis cejas, las líneas de mi mandíbula, mis labios. La muerdo con mis dientes y se ríe.
—No estabas bromeando sobre que el sexo significaba más cuando te preocupas por alguien. Nunca ha sido así para mí —digo en voz baja.
El color se precipita a su rostro.
—Igual yo. ¿Sentimientos reprimidos finalmente liberados después de un año?
—Mhmm. —Después de un beso prolongado, me siento tranquilamente, agarro mi ropa interior y me la pongo.
Arquea una ceja.
—¿Hemos terminado?
Me río.
—Pequeña, para el carro. Este bombón de venganza no va muy lejos.
Me arroja una almohada y la esquivo, entonces la agarro y se la devuelvo. La golpea en la cara. Resopla mientras se levanta, se envuelve con la manta y se lanza hacia mí. Choca contra mi pecho, tropiezo y caigo hacia atrás, golpeando la cama con ella encima de mí. Empezamos a carcajearnos
—¡Tackleé al jugador de fútbol! —Levanta el puño en el aire.
Le doy la vuelta y le hago cosquillas hasta que jadea y se retuerce.
—Para… por favor… lo siento…
Me río y me recuesto.
—De acuerdo. Pausa por un segundo.
—De acuerdo —dice dulcemente, y luego arroja una almohada a mi espalda. Me doy la vuelta y la miro.
—Pagarás por eso.
Pone los ojos en blanco.
Busco en mi maleta y saco lo que necesito.
Me dejo caer en la cama y dejo el paquete frente a ella con manos ligeras, pero por dentro, los nervios vuelan…
Se muerde el labio inferior.
—Está envuelto en papel navideño. River… No sabía que íbamos a darnos regalos. No tuve tiempo de traerte nada…
—Nah, no se trata de eso. De todos modos, he tenido parte de esto por un tiempo. —Lo empujó hacia ella—. No nos veremos por un tiempo y… —me está matando—, quería que tuvieras algo que pudieras mirar durante las vacaciones.
Me lanza una mirada persistente, luego abre la caja rectangular con manos cuidadosas, tirando lentamente hacia atrás de la cuerda plateada que la rodea. Saca el libro y lo voltea para leer el título.
—River, oh, Dios mío… The Outsiders… en tapa dura también, y firmada para mí. —Sus ojos brillan de emoción.
Me acuesto a su lado.
—Mhmm. Supuse que, dado que me disté el tuyo, y lo arruiné y escribí en él, había pedido uno nuevo del sitio web de la autora.
—¿Has tenido esto? —Lo aprieta contra su pecho, su sonrisa es enorme.
—Después de terminar el libro, comencé a buscar una nueva copia para ti. —Hago una pausa—. Hay algo dentro.
Lo abre y un trozo de papel cae sobre la cama. Agachando la cabeza, lo levanta y lo escanea, sus pestañas moviéndose contra sus mejillas.
—¿Escribiste una nota?
—Mhmm. Lo escribí. No puedo escribir nada que valga la pena.
Se gira hacia mí y se acomoda contra mí, acurrucándose de espaldas a mi pecho. Mi brazo la rodea mientras lo lee.
Sé exactamente lo que dice.
Llamé a Lila mientras Anastasia estaba en clase el viernes, luego fui a su apartamento para ver la nota original que le dicté a Donovan. Lila sabía exactamente dónde estaba, en su mesa de noche, y le tomé una foto y luego me fui a casa para ir al trabajo. Me senté en mi escritorio durante dos horas, revisando mi ortografía una y otra vez, antes de que ella viniera a ayudarme a empacar.
Deberías ser besada y a menudo, por alguien que sepa cómo.
Déjame presentarme. Soy River. Soy tu novio actual. Lo juro por mi vida y espero morir… no realmente, pero sabes a lo que me refiero.
Hay tres cosas sobre ti que me llamaron la atención:
Primero, eres inteligente, demasiado inteligente para mí, pero por alguna razón, no te importa.
Dos, si tuvieras alas, serían los colores del arco iris.
Tres, me tocas y tengo paz. Eres una susurradora de River. Papá me dijo que cuidara a mamá, fuera un buen hermano para Rae y esperara a Anastasia. De alguna manera sabía que eras mía.
¿De dónde eres?
Al parecer, de todas partes. ¿Sabes lo genial que creo que eres? Crecer mudándose debe haber sido difícil, pero creó una mujer que mira a alguien y ve debajo las partes que otros no ven.
¿Qué vas a hacer después de esto?
Espero que después de esta noche, en el futuro, estemos juntos, en alguna ciudad, locamente enamorados.
Por favor, dime que estás soltera.
No estás soltera, Anastasia. Eres mía.
Además… no soy un asesino en serie. Verdad.
O un extraterrestre. (A la gente de Walker le encantan esas cosas). Verdad.
O un mujeriego. Tuve mis momentos.
O un idiota. Nuevamente, tuve algunos momentos.
O un imbécil. Está bien… tal vez una o dos veces.
Solo soy el chico frente a ti en una montaña cubierta de nieve, que le muestra su alma a la chica más hermosa del mundo.
Tienes sueños y los entiendo. Te esperaré por siempre. No importa cuánto tiempo nos lleve volver a un lugar donde podamos estar juntos de verdad.
Tu primera reacción a esta nota puede ser correr lo más lejos que puedas, pero solo vives una vez y no podemos perder lo que tenemos.
El destino tiene una forma de unir a las personas y, pequeña, estamos destinados a suceder.
Chico Kappa Alias River Tate Alias Snake Alias Falso River Alias Hombre de Anastasia.
Se vuelve hacia mí, sus ojos brillantes por las lágrimas no derramadas.
—Lo amo tanto. —Una lágrima escapa y baja por su rostro antes de que se la limpie—. Nunca he llorado tanto en mi vida. —Se ríe.
—Me alegra que te guste.
Lo recorre con la mirada de nuevo, luego lo dobla con cuidado y lo vuelve a guardar en el libro.
—Lo conservaré para siempre.
—Aceptaré esa mamada ahora —bromeo con una sonrisa.
Me arroja una almohada y rebota en mi pecho.
—¡Olvídalo! ¡Tú regalo es demasiado bueno y no tengo nada para ti! ¡No puedo hacerlo mejor que esto!
—Creo que esta cama tiene demasiadas almohadas —le digo entre risas mientras lanza otra y la esquivo—. Y me diste un lápiz de unicornio.
—¡No fue nada comparado con tu nota! —Se acerca y balancea sus piernas, perdiendo su manta en la confusión, luego se sienta encima de mí.
—Podría acostumbrarme a este tipo de pelea —murmuro mientras mis manos abarcan su cintura.
—Estoy enojada de que no me dijeras que íbamos a darnos regalos, pero te perdono —dice en un tono serio—. Estamos al principio de la relación y ocurrirán contratiempos, pero necesito saber acerca de los regalos. —Hace pucheros—. ¡El tuyo fue tan significativo! ¡Me siento terrible!
—Me ayudaste a empacar y me ayudaste a escribir ese maldito ensayo. Obtuve una A, por cierto. Lo revisé en línea antes. —Me río—. Sin embargo, me gusta que te enojes. Me recuerda al ascensor.
Finge mirarme con enfado.
—¿Quieres tener sexo enojado, pequeña? —ronroneo mientras deslizo mis manos por su cintura y chupo un pezón en mi boca, mis ojos en su rostro.
—Sí. —Su respiración es pesada mientras me empuja hacia abajo—. Primero, voy a lamer tu pitón, luego te volveré loco con un regalo especial. Venganza por no decirme…
Gimo por el calor en sus ojos.
—Dame tu regalo de venganza, Rainbow.
Baja por mi cuerpo, una sonrisa malvada en su rostro.


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Mensaje por Eadlyn Shaw Miér 17 Mar - 0:42

Capítulo 27
River 

—¡Oh Dios mío! ¡River! —grita mi hermana Rae cuando atravieso la puerta. La planta de la casa es espaciosa, un amplio estudio que se abre a la cocina moderna. Corre a través de la habitación hacia mí, esquivando un montón de tela blanca y vaporosa antes de saltar hacia mí—. ¡Hermanito! ¡Finalmente! ¡Ya era hora de que traigas tu trasero aquí!
Mi corazón se enorgullece cuando la abrazo. Es cinco años mayor que yo, alta como mamá, con el mismo cabello castaño brillante y ojos azules. Se inclina hacia atrás para contemplarme, recorriéndome con los ojos de esa manera directa que también recibió de mamá.
—Te ves bien. Relajado. Lo que es bueno. Necesito cosas. Empezamos con todo, así que es una locura. Tengo que ir al lugar de los retoques hoy, como ya mismo, para mi última prueba, Jagger necesita que vayas a la tienda de esmoquin esta tarde antes de las cuatro, las flores son terribles, y el proveedor de comida necesita saber cuántas personas van a venir y si soy honesta, no lo sé. Llamé a todos, o lo intenté, pero son las festividades y todos tienen planes así que podemos tener mil camarones que nadie come y no estoy segura de que podamos decorar alrededor del árbol gigante que colocamos y Callie está en todas partes porque terminaron las clases y nos vamos a Hawái después de la boda, esa fue una diversión de último minuto, y odio que no estemos aquí, como unas verdaderas festividades, pero es lo mejor y luego volveré… —Se detiene y toma aire—. Ni siquiera comenzaré con las decoraciones. Quería un poco de tul y luces de colores en el techo, pero no tenemos los enchufes eléctricos y la organizadora de bodas está perdiendo la cabeza. Quiero decir, es de esperar. Todo esto es tan de último minuto…
Mi hermana puede hablar. Bueno, ambos podemos. La interrumpo antes de que se desmaye.
—Te he echado de menos, y sí, puedes darme órdenes para hacer las cosas de tu boda, pero, mamá…
Me da una sonrisa lánguida y un beso en la mejilla.
—Correcto. Está en el porche, esperándote. —Me agarra del brazo antes de que me vuelva hacia allí—. Oye, me alegro de que estés aquí, de verdad. —Se le humedecen los ojos—. Debe haber sido difícil dejar Braxton, pero esto significa mucho… —Su voz se interrumpe—. River, es tan incierto. Esta boda… yo mudándome… es lo que ella quiere. Quería ir y venir entre aquí y Nueva York, pero ella quiere que continúe con mi vida…
—Y tu vida será grandiosa.
Asiente, luego respira hondo.
—Tengo que apurarme, pero tengo que ir a ponerme ese vestido, luego recoger al perro en la peluquería… —Me abraza de nuevo, presionando su cara contra mi cuello—. Volveré, ¿de acuerdo? Nos traeré comida para llevar. La casa es un desastre, así que…
Sale corriendo por la puerta, y me dirijo a través de la casa cuando Callie se apresura hacia mí desde el estudio y la levanto. Planta un beso en mi cara.
—River, River, River, déjame contarte algo.
—¿Qué?
—La obra de Navidad. Eso es qué. ¡Fui un elfo y mamá y Nana dijeron que fui la mejor! No lo arruiné, no mucho, tal vez un poquito, ¡pero tuve que dar regalos a la clase de bebés! ¡Me dejaron! ¡Yo! Soy una chica grande, muy, muy grande. —Separa sus manos dramáticamente—. ¿Puedes notar que crecí?
—¡Eres casi tan alta como yo! —La hago girar y chilla.
La dejo después de prometerle que jugaría con ella más tarde. Corre hacia su habitación para encontrar lo que quiere jugar, y respiro profundamente mientras recorro la casa con la mirada, contemplándola, sintiendo que Ah, sí, esta es la casa que tanto he extrañado. Paso junto a la foto enmarcada de papá, Rae, mamá y yo y la rozo con mis dedos.
Salgo al porche, una gran adición que hizo papá cuando yo era niño. Calentado con muebles cómodos y un televisor de pantalla grande, las ventanas dan al oeste, el sol brilla dentro. La vista es de colinas cubiertas de nieve.
Está dormida en uno de los sofás, con una manta envuelta alrededor de sus hombros. Me acomodo al final, haciendo silencio y moviendo sus piernas para que descansen en mi regazo. Su rostro está pálido y delgado, pero hay paz en ella.
—Pequeño diablo —murmura aturdida mientras se mueve y abre los ojos.
—Sí. He llegado —digo ostentosamente, extendiendo los brazos—. El hijo favorito. Asesino de peces de colores, amante de las mofetas y alborotador multifunción.
Se sienta y se acerca a mí, tirando de la manta alrededor de ella. Su mirada recorre mi rostro, escrutadora.
—Esquiaste. Tu cara… —Su voz está llena de asombro—. Gracias.
—Apenas he dormido los últimos días. —Sonrío.
—¿Cómo estuvo anoche?
Siento un lento rubor subiendo por mis mejillas.
—Um… ¿bien?
—No voy a pedir los detalles. —Se ríe, el sonido es tan libre que me golpea en el estómago.
Paso mi brazo alrededor de sus hombros y tiro de ella contra mí.
—Quiero conocerla —murmura.
—La adorarás. —Mi mente vuelve a esta mañana cuando dejé a Anastasia en nuestra cama. Salir de esa habitación y alejarme de ella me agotó mentalmente. Requirió de un viaje de tres horas hasta aquí en un auto de alquiler para recomponerme, e incluso entonces, apenas lo logré. Podría haberle pedido que viniera conmigo, podría haberlo hecho, pero no era justo alejarla de Lila y Colette, además tiene que volver con sus padres, y entre la boda y las festividades, la logística no funcionaría.
Cuida a tu mamá, sé bueno con tu hermana, espera a Anastasia…
Lo estoy haciendo…
Pero, ¿el rostro de Anastasia cuando me fui?
Devastado.
Quiero decir, ella no lo dijo, no lo haría, porque es valiente por mí, pero…
—Vuela de regreso después del viaje de esquí para ver a sus padres.
—¿Cuándo volverás a verla?
No lo sé y lo odio.
—Nos lo tomamos día a día.
—Porque quieres estar conmigo. —Se muerde el labio.
—Por ti, por el fútbol, por mí. La escuela no era lo mío, mamá. ¿Te vas a enojar conmigo?
Mira las colinas y veo un destello de lágrimas en sus pestañas.
—No, mi malhumor desapareció en el momento en que abrí los ojos y te vi. Me alegra que estés aquí para quedarte. —Sus hombros se encorvan, una vulnerable inclinación en ellos mientras me mira—. Solo quería que las cosas fueran normales, pero no lo son. Te he extrañado mucho. Mi espíritu te necesita, lo hace, y no te he visto en meses, y ahora estás aquí y verte en persona… —Se detiene, su garganta moviéndose—. Necesito tus tres cosas para seguir adelante, hijo, todos los días.
La abrazo más cerca y presiona su cara contra mi pecho y llora.
—Estoy aquí, mamá. No me voy —murmuro suavemente.
Unos minutos más tarde, se aleja y toma mi mano. La suya es delgada, las venas azules y rígidas contra su piel, los huesos afilados. Entrelaza nuestros dedos.
—Cuéntame sobre ella.
—Lo haré, lo haré, pero primero dime cómo estás…
—Eres como tu papá.
—Mamá, te equivocas. No era terco. Tú lo eres y soy como tú. —Me río a través de la opresión en mi pecho.
Sonríe.
—Tengo noticias. Hablé con mi médico hoy. Hay un ensayo clínico en Johns Hopkins en Baltimore. No es seguro, necesito pruebas, pero…
La esperanza brota dentro de mi pecho.
—¿Cuándo?
—Después de Navidad. No quiero hacerme ilusiones, pero… —Hace una pausa y aprieta mi mano—. ¿Qué ves cuando me miras?
Mis ojos se empañan.
—Una luchadora.
—Eso es cierto. Soy una perra de la puta madre.
Suelto una carcajada.
Ella sonríe, luego se pone seria.
—Tengo demasiado que dejar ir, River: tú, Rae y Callie, e incluso Anastasia. ¿Cómo diablos descansaría en paz sabiendo que todavía no me has dado un nieto? ¡No lo haría! Me enfadaría y Dios o el diablo, es tema de debate, me rogarían que me fuera. No voy a ninguna parte, ni ahora, ni ahora, ni siquiera cuando estoy en mi punto más bajo me permito considerarlo… —Una lágrima cae por su mejilla, pero está sonriendo—. ¡Y te tengo en casa! Yo… Significa mucho para mí, River, muchas gracias… —Apoya su cabeza en mi hombro y la abrazo.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Miér 17 Mar - 2:20

Gracias por los capitulos


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Mensaje por evanescita Miér 17 Mar - 12:15

Fue increíble su primera vez, que Ana recordara su fantasia y la hiciera realidad... fue demasiado bonito awww y esa nota? fue mucho mejor que la que escribió por Donovan. Y ahora que se ha ido, no se como van a poder soportar estar separados después de esa noche, solo espero que haya mucha paciencia y amor para que se sigan amado mientras están lejos y cumpliendo sus sueños.

Hasta Tomorrowlad


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Mensaje por yiniva Miér 17 Mar - 23:14

La nota fue super linda, me gustaría que su madre mejore


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Mensaje por Eadlyn Shaw Miér 17 Mar - 23:31

Capítulo 28 
Anastasia 

—¿Dónde pongo esta cazuela de camote? —pregunta mi mamá alegremente a la vez que se voltea frente al horno dentro de la cocina de Carl—. Las encimeras están cubiertas, cariño —tararea—. ¡Aquí! —Lo coloca en la pequeña isla del medio—. Junto a los rollos. ¡Qué fiesta! Gracias a Dios que eres una buena cocinera.
Cociné el pavo, el puré de patatas y la cazuela. Ella hizo los rollos. Me río.
—¡Hice esa ensalada de manzana! —grita Carl mientras él y papá trabajan en la mesa, colocando los platos blancos y gastados de Carl junto a los cubiertos y las servilletas de papel. Es una diferencia tan marcada con el arreglo de la mesa en lo de Donovan el verano pasado que parpadeo. Vaya, esto es mucho mejor.
—¡Sí, lo hiciste! —le digo. Puso demasiada mayonesa en la ensalada Waldorf, pero nunca dije una palabra.
Vuelven a hablar de fútbol, de lo que mi padre no sabe nada, pero asiente en todos los lugares correctos.
June está acurrucada en el sillón reclinable de Carl con Oscar, Duro de Matar en la televisión.
Ella nos mira con desconfianza, nos envía miradas de vez en cuando, pero está contenta, y tener la Navidad aquí con ellos era mejor que mi apartamento. Además, puede levantarse y regresar a su RV cuando quiera.
Mi mamá me da un abrazo de costado y sonrío. Los recogí hace un par de días y hemos pasado tiempo juntos. Incluso los llevé al museo alienígena. Papá quiere pintar un cielo nocturno inspirado en los recortes de periódicos y mamá declaró que va a diseñar algunas joyas intergalácticas. No es el lugar más fascinante que han visitado, pero les encantó. Caminamos por el campus y les mostré los edificios principales y les hablé de mis clases favoritas. Cenamos en The Truth Is Out There.
Mi teléfono suena y corro hacia él, abriendo la llamada de FaceTime.
—Hola. —Exhalo mientras observo el rostro cincelado de River, la luz suave en sus ojos. Suelto un largo suspiro. Está contento allí, una calma en sus rasgos que ni siquiera me di cuenta de que poseía. Estar con su mamá le ha dado un propósito y claridad. Desearía tener esos mismos sentimientos aquí en Georgia, pero no es así. Adoro tener a mis padres cerca y pasar las festividades con June y Carl, pero una aguda sensación de soledad atraviesa mi corazón cuando me acuesto por la noche. Nuestro tiempo no fue suficiente.
—Pequeña —dice, su mirada vagando por mi cabello y mi cara—. Feliz Navidad.
Carl interviene.
—¡Te extraño, hombre! ¡Felices vacaciones!
Mamá y papá asoman la cabeza.
—River, ¿cómo estuvo la boda? —pregunta.
—Sucedió sin inconvenientes —le dice, luego saluda a mi papá.
Las llamadas diarias son para lo que vivo, a veces varias veces al día.
Le hago un barrido de la habitación para que pueda ver nuestra mesa y a June. Ella le frunce el ceño y él solo sonríe. Él sabe que le gusta.
Voy a la puerta trasera de Carl y salgo.
—Te extraño.
Veo una exhalación salir de su pecho.
—Siento lo mismo.
Lo pongo al día sobre los planes de mis padres de volar el día antes de que comiencen las clases para un festival de artistas en Seattle. Tienen la intención de vivir en la casa flotante durante unos meses y ahorrar dinero para su próximo destino. Me cuenta sobre la cita con el médico de su madre el día 28 en Baltimore. Van a volar temprano y pasarán un par de días allí para que Nina pueda hacer pruebas para ver si puede calificar. Consideré volar para reunirme con ellos antes de que comiencen las clases, pero no tengo el dinero. Se ofreció a dármelo, pero tampoco quiero librarme de mis padres durante las vacaciones.
Callie se conecta y me entretiene con las fotos que su madre le ha enviado desde Hawai. Me agradece por el unicornio de peluche que le envié por Navidad. Lo compré en el albergue de esquí y lo envié desde allí.
—Me reuniré con un cazatalentos después del Año Nuevo —me dice River en voz baja cuando vuelve—. No Dan, el tipo que conocí en Braxton, sino uno de los New York Pythons. Escuchó que estaba en la ciudad y llamó. Nos reuniremos en Montpelier.
La alegría por él aumenta.
—¡River! ¡Eso sería perfecto para ti y tu mamá!
—No te emociones. No significa nada. Cualquier cosa puede pasar en el draft.
—Houston no es tu primera opción.
—No. Prefiero quedarme cerca de mi casa y de mamá. ¿Sigues atrapada en Emory? —Su voz es tranquila, sus ojos intensos.
Mi garganta se aprieta.
—No puedo rechazar la beca.
—Cierto. No deberías. Es tu sueño. —Asiente, luego frunce el ceño mientras mira hacia otro lado por un momento—. Te extraño, cariño, mucho. Ojalá esto fuera más fácil, pero…
Sí. No lo es.
***


—Feliz año nuevo, pequeña —me murmura River—. Es oficialmente medianoche.
Beso la pantalla del teléfono.
—Igualmente.
—Ojalá estuviera allí, besándote de verdad —dice, sosteniendo mi mirada.
Mis ojos se cierran ante la necesidad que veo en su rostro.
Este sentimiento de vacío solo se hace cada vez más grande.
Todos a mi alrededor están felices y yo no.
Mi mamá baila alrededor de mi estudio, agitando una guirnalda de Navidad, luego aterriza en los brazos de mi papá y se besan.
River se ríe, pero suena forzado.
—Veo de dónde lo heredaste. ¿Fumó algo de marihuana?
Muestro una sonrisa.
—Lila y Colette todavía están en Ellijay. Mamá fumó uno del escondite de Lila. Estoy segura de que Lila la amaría.
Asiente.
—Oye, me dirijo a Indianápolis el último fin de semana de febrero para el combinado. Los cazatalentos y agentes me verán. Es un viaje de diez horas para ti, y pensé, tal vez, podrías venir. Quiero decir, no podré hacer mucho turismo… pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en el campo de fútbol… —Su voz se apaga.
Niego con la cabeza.
—Se supone que debo reunirme con mi asesor de Emory ese viernes por la mañana. Es cosa de grupo conocer la facultad y mis compañeros. Después, puedo explorar algunos vecindarios en busca de un lugar para vivir. —Suspiro, sintiéndome ansiosa—. Las vacaciones de primavera son la primera semana de marzo.
—Mamá y yo iremos a Baltimore esa semana. Su ensayo clínico comienza entonces.
—Me alegra tanto que haya entrado. —Sonrío ampliamente. Ayer me dijo que fue admitida pero no sabía las fechas.
—Podría ser un punto de inflexión, Anastasia.
Veo la esperanza en su rostro y mi corazón se estruja. Envío una oración en silencio, Por favor, permite que funcione.
Suspira.
—El draft es a fines de abril, pero ¿tal vez podamos acordar un fin de semana a principios de mes? Podría volar para verte. Mucho depende de mamá y su horario. Todo está… en el aire, cariño. Pensé en volar para verte a mediados de enero, pero Rae y Jagger se mudarán entonces y no creo que pueda lograrlo.
Mi garganta se aprieta.
—Por supuesto. Lo veremos en abril cuando sepas más. Me gradúo el 15 de mayo.
A cuatro meses y medio…
—No importa lo que pase, te veré caminar.
—Esto es difícil —susurro, buscando su rostro. Hay más que podría decir: te extraño tanto que es un golpe físico, no puedo dejar de pensar en nosotros esquiando, en nosotros haciendo el amor, o en cómo lucía tu cara cuando te marchaste…
No puedo porque no quiero que se sienta más culpable por irse, no quiero eso en absoluto. Su mamá lo necesita, y lo entiendo, lo entiendo…
Exhala mientras me mira, viéndome.
—También lo siento, pero estoy aquí. Esperando por ti.
***


Abrazo a mis padres afuera del aeropuerto el 5 de enero.
Papá me da un beso y lleva su equipaje adentro mientras mamá se queda atrás. Toma mis manos y me da una sonrisa trémula.
—Gracias por el regalo de tu compañía estas últimas semanas. Estoy tan increíblemente orgullosa de ti, sol. River parece maravilloso. La forma en que te habla…
Sonrío débilmente.
—Papá te está haciendo señas para que vayas —le digo entre risas después de que ella sigue mirándome, sin soltar mis manos.
Le lanza un beso y luego me mira.
—Escucha, cuando te gusta una flor, la arrancas. Cuando amas una flor, la riegas a diario, la abrazas, le cuentas tus secretos y la observas florecer y crecer fuerte. Te haces fuerte con eso.
—Buda.
Se encoge de hombros.
—Algo así. Lo mezclé con algo propio.
Me muevo, inquieta.
—¿Qué estás tratando de decirme? ¿Se trata de River?
Ladea su cabeza.
—Estás muy triste, Anastasia. Me preocupa. Nunca te había visto así. Pareces… perdida.
Me muerdo el labio.
—Lo siento, traté de ser…
—No, no, no te disculpes por tus sentimientos. Conozco a mi niña y cuando está sufriendo. —Acuna mi rostro—. Solo… si él lo es, abrázalo fuerte. Todo lo demás vendrá.
Hago una pausa.
—¿Todo?
Asiente.
—El amor es primero, cariño. Es raro encontrar a tu persona. Riégalo.
***


Al día siguiente, estoy subiendo las escaleras del edificio Wyler, con mi horario de clases apretado en mi mano. Sexto piso. Dr. Miles. Un estudio de los poetas románticos. Justo lo que necesito. Bienvenidos al primer día de clases.
Entonces, ¿por qué tengo una sensación de vacío en el estómago?
El viento frío me roza mi cabello cuando llega un mensaje de texto. Que tengas un buen primer día. Voy de camino a encontrarme con el cazatalentos. Te extraño. Te amo.
Ese pozo vacío dentro de mí se hace un poco más grande. Con kilómetros entre nosotros, casi se siente como si lo nuestro nunca hubiera pasado.
Lo extraño viendo las pequeñas cosas que tienes que experimentar en persona.
En el momento en que Carl corrió hacia mí en el bar y me dijo que June llegó a su casa y les preparó la cena.
River no estaba allí la noche que me habló de Roland, su hijo. Nos sentamos en su casa rodante y ella contó su historia, las luchas de criar a un hijo sin su padre, la pérdida de un trabajo y su hogar, luego el incendio del refugio.
Extrañó ver a Benji aparecer en el bar anoche con Spike. El lagarto se asustó por algo, saltó sobre la mesa y aterrizó sobre la cabeza de Parker. Luego mordió su oreja. De acuerdo, no es gracioso. Él está bien ¿Lila persiguiendo a Spike por la barra? Ahora eso fue muy gracioso. Ella arrojó un cuenco de metal encima de él y
luego bailó como si fuera algo cotidiano. Más tarde, salí a tirar un poco de basura y miré a Benji y Lila mientras se besaban junto a su camioneta.
No experimentó ninguna de esas cosas.
Y estoy aquí.
Sola.
Entro en el ascensor y mi corazón late con fuerza, deseando, esperando a un hombre que no va a aparecer de repente. No puede. Tiene compromisos, unos compromisos reales que le cambian la vida.
Se sube un chico, un ATO. Me sonríe, luego presiona el botón de su piso y hago una mueca. Siempre lo presioné para mí y River.
—¿Estás bien? —pregunta.
Parpadeo rápidamente, dándome cuenta de que debe haberme preguntado algo.
—Eh, ¿qué piso? —pregunta.
—Oh, sexto.
Lo presiona. Y no es él, no es él, no es él.
Estoy aturdida cuando entro al salón de clases, el mismo del semestre pasado. Eso me provoca un jadeo. Ni siquiera lo noté en mi agenda.
Benji me saluda con la mano y me dirijo hacia él y me siento a su lado.
—No puedo creer que me convenciste para que agregara esto en el último minuto —se queja—. A este ritmo, podría ser un estudiante de español.
Dejo escapar una carcajada. Ha estado entrando y saliendo de mi apartamento durante los últimos días; con Lila. Estoy feliz por ellos, lo estoy, pero…
Extraño mucho a River.
La profesora comienza la clase y trato de concentrarme mientras repasa el programa de estudios.
No la escucho. Me he devanado la cabeza por encontrar una forma de encajar en su vida y no puedo encontrarla.
Si supiera dónde iba a terminar, podría intentar encontrar una escuela de derecho allí, pero la mayoría de las universidades ya cerraron sus admisiones para el otoño.
Benji se inclina.
—Oye, me dijo que te diera esto, dijo que quería que comieras algo el primer día. Dictó y yo lo escribí. El chico es un poeta si me preguntas. Nunca supe eso de él. —Desliza una nota y la tomo con dedos temblorosos.
Anastasia,
Me despierto todos los días y mi primer pensamiento es, preguntarme qué falda llevarás. Luego, me voy a dormir y sueño contigo. Los momentos felices que tendremos. Algún día se harán realidad.
Mis tres cosas para ti hoy: vivir sin remordimientos; respira, nena, solo respira; y como dijo tu mamá, una jarra se llena gota a gota y, pronto, la nuestra estará llena.
Solo toma tiempo. No te des por vencida con nosotros.
Te siento. Incluso desde aquí te siento y te amo.
Me paro en mi escritorio, mi pecho agitado. Me está matando con esto.
Se fue y lo entiendo, en verdad lo entiendo, pero ¿qué estoy haciendo? No quiero estar tan perdida sin él. ¡No quiero!
¿Y si… y si yo…
—¿Ana?
Parpadeo rápidamente y miro a Benji.
—No puedo hacer esto.
Sus ojos se ensanchan.
—¿Qué quieres decir? ¡Ana, espera! ¡Necesitas ayudarme en esta clase!
Pero me voy, salgo corriendo por la puerta, pasando junto a la profesora, pasando junto a los estudiantes. Estoy en el ascensor, me tiemblan las manos mientras corro desde el único lugar al que he llamado hogar, porque ya no lo es, simplemente no lo es.
Me dijo que viviera sin remordimientos, que respire y que deje que se llene la jarra, pero…
Quiero que la jarra esté llena. Ahora.
***

Después de reunirme con mi asesor durante una hora, después ir a la oficina de admisiones y completar formularios, subo a mi automóvil y conduzco las dos horas hasta Atlanta. Una vez que estoy en el aeropuerto, mi adrenalina se dispara y apenas recuerdo haber usado mi tarjeta de crédito para comprar un vuelo directo a Albany. El vuelo pasa en un borrón.
Mi mente está frenética cuando aterrizamos. Me apresuro a pasar el equipaje y consigo un coche de alquiler. Lo cargo. ¿A quién le importa?
Son tres horas más tarde cuando llego a la casa colonial blanca de dos pisos. La dirección está en mi teléfono; es donde envié regalos para River y su familia para Navidad. Una manta de piel para su mamá, un unicornio para Callie, una bufanda para su hermana, una foto mía y River esquiando para él.
Mi teléfono está muerto y no he podido llamarlo, lo cual está bien, tal vez sea lo mejor. Podría haberme convencido de que no lo hiciera.
Su camioneta está aquí. Bien. Su reunión con el cazatalentos ha terminado.
Los nervios me atacan y reprimo mi ansiedad.
Llamo a la puerta y luego me muevo nerviosamente mientras me ajusto la falda y el suéter morado. El viento sopla y me pongo su chaqueta universitaria, la que me dejó.
La abre una niña. Callie. ¡Es adorable en persona!
Ella parpadea. Y parpadea. Luego sonríe.
—¡Guau! ¡Es tan lindo!
Está mirando mi cabello.
Me río, luego me muerdo el labio.
—Tú también. Es bueno verte, Callie.
—¿Quién está ahí? —viene la voz de una mujer, una que reconozco de FaceTime.
Se acerca a la puerta usando un bastón para caminar. Lleva mallas con una sudadera holgada de los Pythons y su cabello es una suave pelusa en la parte superior. Sus ojos son azules, sorprendiéndome con la fiereza.
Deja escapar un grito de sorpresa, luego extiende la mano y me empuja hacia adentro. No habla, ni una palabra, durante todo un minuto, simplemente me hace entrar, sus manos sobre mis hombros, mirándome, leyéndome. Una lenta sonrisa cruza su rostro.
—Guau. Hiciste algo inesperado, ¿verdad, Anastasia?
Asiento, sintiendo el tirón de las lágrimas en mis ojos.
—No voy a volver. Simplemente no puedo ir otro día. Ya no es lo mismo. June y Carl están allí, pero no es mi hogar. Pensé que lo era, pero no lo es.
—Cuéntame sobre eso —murmura sabiamente y me recuerda tanto a River que me quedo sin aliento.
Entonces todo sale a la luz.
—Mi mamá dijo esto sobre una flor y mantenerla regada, y sé que eso es confuso, tendrás que conocerla para entenderlo, pero me estoy marchitando sin él. Lo extraño, lo amo, solo tuvimos una noche, y pensé que podría vivir de eso por unos meses, solo esperar y ver, pero no puedo, e incluso entonces, quién diablos sabe dónde estará, y no me importa dónde esté realmente, cualquier ciudad servirá. Siempre quise un hogar, pero el hogar es él y donde sea que esté. No voy a volver a Braxton… —Me detengo y me limpio las lágrimas que no puedo dejar de derramar.
Se ríe en voz baja.
—¿Dos desertores universitarios? Locura. ¿Tienes un plan?
—Ni siquiera tengo equipaje.
—¿Hotel?
—No. ¿Tienes alguno cerca?
Se ríe.
—Debes quedarte con nosotros, querida. Insisto. ¿Qué pasa con la escuela de derecho? River dice que entraste en Emory. No sé mucho sobre leyes, pero esa es una de las mejores universidades del país…
—Es un placer conocerla en persona, Sra. Tate…
—Llámame Nina. Por favor.
—… Pero no me disuadirás de dejar la escuela y él tampoco. Me reuní con mi asesor y aceptó dejarme terminar mis últimas clases en línea. Puedo ir a cualquier facultad de derecho. No me importa dónde esté. Ni un ápice. Podría tomarme un año sabático, hacer algunas cosas como voluntaria para reforzar mi solicitud. Dejó una nota para mí, sus tres cosas, y estuvo bien, muy bien, pero ¿sabes lo que necesito? Necesito su rostro. —Se me estruja el alma.
Ella sonríe.
—Él hace que el mundo esté bien.
Asiento y me limpio las lágrimas de la cara.
—Lo necesito a mi lado. Mucho. Necesito que no se pierda las pequeñas cosas. Necesito que me cuente en persona mis tres cosas. Le dije el día del amanecer que necesitaba que alguien me mirara a los ojos y me las dijera, pero no creo que realmente entendiera que renunciaría a nada por él. Emory es solo una escuela. River es él. Es el tipo de persona que no me lo pediría porque está esperando y ha esperado… durante más de un año. —Le doy una mirada suplicante.
Deja escapar una risa suave.
—Guau, vaya si hablas.
—Deberías verme drogada. —Mi voz se entrecorta mientras aprieto mi bolso con fuerza, mi necesidad aumenta cada vez más—. ¿Crees que estoy loca?
—No, querida. Yo habría hecho lo mismo por mi marido. Nunca me gustó estar lejos de él. Debes amar mucho a River.
Pestañeo.
—Mucho. ¿Dónde está él?
—¿Te refieres al tío River? —pregunta Callie. Ella toma mi mano y me mira—. Él está ahí. —Señala y mis ojos la siguen, encontrándolo a la derecha de pie en el pasillo. Respira con dificultad, su cabello mojado por la ducha, una toalla alrededor de su cintura.
—Ropa interior, hijo —murmura Nina—. Tsk, tsk. Perderías la cabeza si no la tuvieras pegada al cuello.
—¿Anastasia? —pregunta en voz baja, con los ojos muy abiertos. Su garganta se mueve—. ¿Qué estás haciendo… tuviste clase hoy?
Un sonido estrangulado proviene de mí mientras corro hacia él, directo a sus brazos abiertos.
***

—Necesito hacer macarrones con queso para Callie. Lo prometí —me murmura River más tarde. Hemos estado escondidos en su habitación durante los últimos minutos. Besándonos. Tocándonos. Se puso unos pantalones deportivos y una camiseta de entrenamiento y nos acostamos en su cama. Se apoya en su codo
y retuerce un mechón de mi cabello alrededor de su dedo—. ¿Te gustan los macarrones con queso?
Lo miro, mis ojos empapándose de él.
—Me muero de hambre. Honestamente, estoy deseando verte cocinar y consentir a Callie y tu mamá.
Agacha la cabeza y toma mis labios, inclinándolos para llegar más lejos, para ir más profundo. Su nariz recorre mi cuello.
—Verte en mi puerta, escuchar esas palabras… no puedo explicar cuánto significan para mí… —Sostiene mis ojos—. ¿Qué hay de Emory?
—La escuela de derecho puede estar en cualquier parte, siempre que sea donde estés tú. Una vez dijiste que era demasiado, demasiado pronto… —Exhalo—. ¿Tienes miedo de esto? Quiero decir, básicamente estoy apareciendo en tu puerta sin ser invitada…
—Nena. Siempre eres bienvenida aquí, pero estás renunciando a Emory por mí…
—Hay otros lugares. ¿Sigues esperando, River, por mí? Yo no. Sé que esto es repentino, pero te necesito en mi vida. Necesito a tu mamá. Tu hermana. Callie. La gente me deja, me dejan y los dejo ir. Me despido de mis padres y ellos hacen lo suyo, pero tú, eres mío, mi flor, como dijo mamá, y no podemos separarnos. Simplemente no podemos —digo con seriedad.
Su cabeza baja, entonces me mira con una mirada angustiada en su rostro.
—Alejarme de ti fue lo más difícil que he hecho en mi vida y, Jesús, te extrañé mucho. Siempre estás en mi cabeza. Cada segundo del día. Me he estado diciendo a mí mismo que todo estaría bien, pero estaba aterrorizado de que siguieras adelante sin mí…
Esbozo sonrisa trémula.
—Estoy aquí. Y no me iré.
El asombro destella en su rostro mientras sus brazos se aprietan y supongo que finalmente lo está asimilando.
—¡No puedo creer esto! Nena, nena, te tengo, te tengo, estás aquí en mis brazos y no puedo dejarte ir. Nunca te hubiera pedido que abandonaras a Emory, no te lo pediría, pero maldita sea, gracias por venir, gracias, nena… —Se detiene, con una mirada llorosa en sus ojos.
La emoción me golpea al ver el amor en su mirada.
—La espera ha terminado —digo sin aliento mientras lo beso—. Pero necesito un lugar donde quedarme. Y algo de ropa. Y un trabajo. ¿Hay un bar aquí donde
pueda servir mesas? —Se me escapa una risa—. Demonios, dejé mi coche. Lila tiene un juego de llaves extra al menos…
Tira de mi barbilla hacia él.
—Lo buscaremos cuando podamos. Lila enviará tus cosas y Rae tiene algunas. Te quedarás con nosotros. Mamá te pondrá en una habitación de invitados en la que pueda colarme. Ella sabe que tuvimos relaciones sexuales, por cierto, así que no hay reparos en eso si estás preocupada. Es bastante tolerante con esas cosas.
El color inunda mi rostro.
River se ríe.
—Mamá te quiere aquí y te va a amar. Irás al combinado conmigo, a Baltimore, al draft, y cuando me mude, nos mudaremos juntos. Intentaremos convencer a mamá para que nos acompañe. Puedes conseguir un trabajo si quieres, pero estar aquí con mi mamá y conmigo sería genial. Tengo dinero. Muy pronto, mucho. Nos instalaremos y podrás ir a la escuela. Puedo ayudarte a pagar la escuela de leyes…
—Puedo conseguir otra beca.
—Mi chica inteligente. —Sus labios se ciernen sobre los míos, sus ojos arden de emoción—. El destino nos unió. Te amo. Por favor. Sólo. Nunca me dejes.
Mi corazón se llena de alegría, por él, por nosotros, de esperanza por su mamá, por nuestro futuro juntos. Deslizo mis manos en su cabello.
—Te amo.
Nos besamos, largo y lento.
La vida con él será maravillosa.
Y lo fue…


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Mensaje por Eadlyn Shaw Miér 17 Mar - 23:35

Epílogo 
River 
CUATRO AÑOS DESPUÉS

—Amigo, ¿le compraste un suéter de Navidad a Spike? —le pregunto a Benji entre risas. Está sentado frente a mí en The Truth Is Out There con el lagarto en sus brazos como un bebé. El suéter, más bien una capa, es de color verde lima con un bastón de caramelo y una media en la espalda. ¿Cómo encuentras algo así?
Lila se inclina sobre la mesa.
—No, la verdadera pregunta es… ¿por qué se compró uno a juego? Pedido personalizado de Etsy. Mi novio está trastornado.
—Aw, estás celosa porque no te compré uno. —Benji le da un beso en la mejilla.
—Como si me lo pusiera —se queja, luego sonríe.
Los ojos de Benji brillan mientras mira su propio suéter.
—El verde es mi color. Hace que mis ojos resalten.
—Pregunta —digo—. ¿El lagarto duerme con ustedes?
Lila me mira.
—No.
Me eché a reír. Sin embargo, apuesto a que está en la habitación.
Benji, Lila y Colette viven juntos en Los Ángeles. Lila sirve mesas y escribe guiones, Colette trabaja en una galería de arte y Benji está en la escuela de posgrado. Los vemos una o dos veces al año. Este fin de semana es especial. Han volado para la sorpresa del vigésimo quinto cumpleaños de Anastasia.
—¡Ella está aquí! —dice Carl mientras salta de nuestra mesa en la parte de atrás y mira por la ventana hacia el estacionamiento. Nos aplaude mientras se da la vuelta—. ¡A sus lugares, gente, a sus lugares! Pónganse detrás de esa esquina para que no nos vea. Lila, arregla ese globo, parece inestable. Además, hay que decirlo, no saques la hierba. Estamos en público. Colette, abre los pastelitos para que los vea. June, ¿dónde dejaste mi regalo? Es una foto enmarcada de nosotros.
—Lo tengo, no te preocupes —dice June mientras se pone de pie y nos sigue mientras nos movemos hacia una puerta en la parte de atrás que nos esconde de la entrada.
June todavía vive en la casa rodante de Carl y está atenta a las naves espaciales para él. A ella no le gustan las multitudes, pero su asesoramiento ha ayudado. Anastasia arregló eso para ella, encontró a alguien que vendría a casa rodante. Cuando Carl le preguntó a June si quería ir al bar para la sorpresa, ella dijo: yo haría cualquier cosa por Anastasia.
Durante la temporada baja, volamos y pasamos el rato en la casa de Carl durante un par de semanas. Luego, nos dirigimos a cualquier destino de playa que Crew y Hollis hayan preparado para nuestras vacaciones anuales con ellos. Crew es todavía una gallina; Hollis todavía dice que sus abdominales son más bonitos que los míos. No lo son.
Echo un vistazo a la barra. Extraño este lugar, los domingos cuando salía con mis hermanos y miraba a Anastasia. Llegamos ayer y fui a la casa Kappa. Quiero decir, no conocía a ninguno de los nuevos, pero mis fotos todavía están en la pared. Sabían quién era yo. Buen presidente. Un futbolista. No un rey o un dios, sino un tipo normal que se preocupaba por sus hermanos.
Después de dejar Braxton, fui reclutado por los New York Pythons. Houston se fue con el receptor de Alabama, dejando la puerta abierta para Nueva York, y me recogieron en la segunda ronda. Es una franquicia familiar y varios miembros del personal conocían a mi padre. Se siente como en casa y mi número de camiseta es el número tres. Para papá.
No obtuve un gran pago como lo hace una selección de primera ronda, pero en los últimos años, me abrí camino hasta la primera fila y ajusté mi contrato.
Con un minivestido rojo y botas altas, Anastasia entra al bar, con mi madre a su lado. Sus cabezas están inclinadas una cerca de la otra mientras se ríen de algo.
Mi corazón tartamudea mientras las asimilo. Maldita sea. Soy un hombre afortunado.
El ensayo clínico de mamá y el nuevo tratamiento pusieron en pausa su cáncer. Ella está en remisión, toma dosis más pequeñas de su medicamento y se somete a controles regulares. Sus últimos escaneos fueron claros. Ella todavía está aquí, con nosotros, experimentando mi vida con Anastasia.
Anastasia sonríe, una de esas más suaves, y yo le devuelvo la sonrisa a pesar que todavía no nos ve.
Ella es...
Yo suspiro.
Maravillosa.
Asombrosa.
Amable.
Mía.
Anastasia se mudó con nosotros hace cuatro años y la transición fue perfecta, como si siempre hubiera sido parte de la familia. Ella ayudó a cuidar a mamá mientras yo iba al campo de entrenamiento después del draft. Ese otoño nos eligió un apartamento en Brooklyn, cerca de Brooklyn Law y del estadio. Tal como salieron las cosas, no tuvo que tomarse un año sabático, e insistí en pagar la matrícula. Sí. Eso fue un buen sexo enojado. Me sonrío a mí mismo.
Mamá se negó a mudarse con nosotros. Afortunadamente, para entonces se sentía mejor. Estamos a unas cinco horas de ella, y la vemos todo lo que podemos, o viene para quedarse con nosotros. Lo que más le gusta es volar a los partidos fuera de casa con Anastasia.
Mi chica se cepilla el cabello lavanda de la cara y percibo el brillo del anillo de compromiso de diamantes y amatistas que le di seis meses después que se mudara. Era verano, justo antes del campo de entrenamiento, y ese anillo había estado quemando mi bolsillo. Estaba nervioso, preguntándome si pensaría que era demasiado pronto. Sabía, oh, sabía que la quería para siempre. Un amor como el nuestro solo aparece una vez. Es conmovedor, absorbente y está destinado a durar.
El plan de la propuesta era dar un paseo bajo las estrellas en casa de mamá y luego arrodillarme, pero mi TDAH(12) comenzó y terminé soltándolo durante la cena frente a mamá, Rae, Jagger y Callie.
Sé que esto es rápido, está bien, lo es, pero mi mamá y mi papá lo hicieron rápido. Cuando lo sabes, lo sabes, y lo entiendo con nosotros. Tienes un sueño, vas a ser una abogada genial, y yo voy a jugar profesionalmente, y será un trabajo duro, pero podemos hacerlo. Somos oro, chica, y vamos a ver todos los amaneceres y atardeceres. Te amo y no puedo pasar un día más sin saber que siempre serás mía.
Dejó el tenedor, sonrió trémula y dijo que sí. Mamá lloró, Rae se río y Callie se levantó de un salto y bailó. Allí mismo, en la mesa, me arrodillé y deslicé el anillo en su dedo.
Nos casamos en casa de mamá un mes después. Mamá y Rae querían hacer una gran fiesta, pero Anastasia solo se rió. Ella no quiere cosas elegantes. Era simple, solo nosotros y nuestras familias. Sus padres volaron y pagué para que viniera Carl. June no estaba lista para un avión.
Ella llevaba un sencillo vestido blanco; yo un traje. Callie era nuestra niña de las flores. Pasamos la luna de miel en una cama y desayunando a unas horas de distancia, luego me fui al campamento de verano.
—Ella viene... uno, dos, tres... —susurra Carl mientras nos acurrucamos alrededor de la esquina de la barra—. ¡Y vamos!
—¡Feliz cumpleaños! —gritamos cuando entramos a la vista.
Mamá se ríe de la cara de sorpresa de Anastasia.
—Sorpresa, querida. El museo alienígena fue una artimaña, aunque lo disfruté.
Anastasia mira a su alrededor, sus ojos se empañan mientras observa a todo el equipo. Su pecho se eleva, sus pestañas revolotean. Técnicamente, celebramos su cumpleaños ayer en lo de Carl con mamá y June, así que ver a Lila, Colette y Benji es una sorpresa total.
Corre hacia mí y la tomo en mis brazos, enterrando mi rostro en su cabello.
—Te amo, Rainbow
—le susurro al oído.
Ella se inclina hacia atrás, con una gran sonrisa en su rostro.
—Gracias, gracias, por traerme a mi gente favorita.
La beso mientras Benji brama.
—Mantenlo apto para todo público o tendré que taparle los ojos a Spike.
Suelto una carcajada y la dejo ir mientras Lila y Colette se acurrucaban alrededor de ella y todas chillan.
Más tarde, cuando nos acomodamos en la mesa, Lila pone un regalo en sus manos.
—Insisto en que abras el mío primero.
Sentada a mi lado, Anastasia lo abre, parpadea y luego se ríe de la libreta encuadernada que saca. Ella la mira.
—¿Legalmente lavanda? ¿Lo terminaste?
—Actualmente lo puedes comprar en Los Ángeles. —Lila sonríe—. Algún día será una película.
Pongo un brazo alrededor de mi chica.
—¿Hay algún pacto de venganza ahí?
Lila se encoge de hombros.
—Por supuesto. Después de todo, fue idea mía. Y sí, estoy en el guión como yo misma. Algunos nombres han sido cambiados para proteger al inocente. —Ella se ríe.
Anastasia la abraza contra su pecho y se ríe.
Y…
Maldición.
No puedo apartar los ojos de ella, la forma en que arquea las cejas, el sonido de su risa...
Al día siguiente, subimos las escaleras del edificio Wyler, tomados de la mano.
—Gracias por complacerme —dice mientras pasamos rápidamente por delante de los estudiantes que no conocemos.
—Ojalá se me hubiera ocurrido.
—Pensaste en la biblioteca. Eso fue divertido, posar para selfies en la mesa donde nos conocimos. Obtuvimos algunas miradas.
Me río.
—Si supieran la historia...
Esperamos hasta que el vestíbulo está despejado, luego entramos en el ascensor vacío. Me paro a un lado mientras ella está del otro. Aprieta el botón del sexto piso. Fingimos ignorarnos el uno al otro, luego me vuelvo hacia ella y le echo un vistazo. Ella sonríe.
La apoyo contra la pared, meto mis manos en su cabello y la beso larga y lentamente.
—Eres mi aire, chica —le susurro—. Te amaré por siempre.
Sus ojos sostienen los míos.
—Siempre.
Cuando se abren las puertas en el sexto piso, ella todavía está en mis brazos...
_______________________
(12) El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una afección crónica que afecta a millones de niños y a menudo continúa en la edad adulta. El TDAH incluye una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo.


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Mensaje por Eadlyn Shaw Miér 17 Mar - 23:40

Epílogo II 
River
ESTA ESCENA TIENE LUGAR DESPUÉS DEL EPÍLOGO AL FINAL DE REVENGE PACT

—¡Su rey ha llegado! —grito mientras abro la puerta con una enorme sonrisa. Me recibe el silencio. Maldita sea. Esperaba que estuviera aquí. Trabaja en un bufete de abogados en Manhattan y su horario se divide entre la oficina y nuestra casa. Su horario es flexible, lo cual es bueno. Le permite estar conmigo cuando el equipo viaja. No hay nada que me guste más que mirar hacia las gradas y verla en la sección familiar.
La decepción me golpea cuando dejo caer mi bolso en el pasillo y entro en nuestro apartamento de Brooklyn. Está decorado en tonos azul pálido y blanco. Anastasia, animada por mamá, contrató a un decorador hace un par de años y tiene un aspecto de granja moderna, lo que sea.
La cocina está vacía mientras me quito los zapatos, los pongo en la cesta del pasillo y vuelvo a la nevera. Suelto un suspiro. La verdad es que la extraño cada vez que no estamos juntos.
Mi pie aterriza sobre algo blando. Me agacho y levanto un muñeco de peluche azul. Se me dibuja una sonrisa en los labios y luego frunzo el ceño. Si Roan se ha dejado aquí su juguete favorito, se va a armar un lío cuando quiera abrazarlo y no pueda.
Agarro un Gatorade y lo bebo mientras me dirijo a la sala de estar. El campamento de verano de hoy fue despiadado, pero bueno. Me encanta mi equipo. El año pasado estuvimos a un partido de la Super Bowl. Este otoño que viene... estamos listos para llevárnoslo todo.
Dejo la botella vacía en la mesa de café, me quito la camiseta de entrenamiento y los pantalones cortos. Para cuando llego a nuestro dormitorio, estoy en ropa interior.
—Y has dejado un rastro. Debes recordar recoger tu mierda —me murmuro en voz alta mientras retrocedo y recojo mis cosas. Como le gusta decir a Anastasia: No tenemos criada, campeón. Recoge tus cosas. Me río en voz baja. Han pasado seis años y cada día parece que estoy viviendo un sueño. Mi chica. Mi madre. Mi hermana. Mi hijo. MI HIJO.
—Papá, sé que estás ahí arriba, en algún lugar, y espero que estés orgulloso de mí, del padre en el que me he convertido —digo mientras me dirijo al otro lado de la habitación. Sí, he tomado la costumbre de hablar solo.
De la mesita de noche, tomo el diario de agradecimiento que me regaló Anastasia. Encuadernado en cuero y con hojas de papel grueso, hago garabatos en él de forma intermitente; la mayoría de las palabras están probablemente mal escritas, pero ¿a quién le importa? Lo uso cuando las cosas por las que estoy agradecida necesitan salir de mi cabeza y estar en el universo. Algún día, mi hijo podrá tenerlo. Para que sepa quién soy. Un legado para que mi familia lo atesore. La entrada de la semana pasada: El cáncer de mamá sigue desapareciendo, Rae está embarazada después de intentarlo durante años, el guión de Lila fue seleccionado para Netflix por la gente que hizo Legalmente Rubia, y Roan dijo Dada muy claramente por primera vez.
Mis ojos rebotan por la habitación. La cama está arreglada, con el edredón un poco revuelto como si Anastasia y Roan hubieran estado jugando, su costumbre por las mañanas. Agarro mi teléfono para enviarle un mensaje de texto para ver cuánto tiempo va a estar en el trabajo cuando un pequeño gemido proviene del monitor junto al lado de la cama donde duerme Anastasia. No he mirado en su habitación porque pensaba que no estaban aquí.
Salgo de puntillas de nuestro dormitorio y camino lentamente al pasillo hasta la habitación del bebé. Decorada en tonos grises y amarillos, sí, no queríamos saber el sexo del bebé, es una habitación pequeña con una cuna blanca y una cómoda a juego. Hay un mural de un precioso amanecer pintado en la pared. Ese amanecer es lo primero que ve Roan cuando se despierta. Stay Gold(13), Roan está escrito en la parte superior del mural con elegantes remolinos. Contratamos a un artista para que hiciera el amanecer, pero Anastasia insistió en que escribiéramos nuestras tres cosas y firmáramos con nuestros nombres al pie de la cita. Eres un regalo. Eres deseado. Eres amado, dice. Entonces escribimos nuestros nombres al pie. La emoción se apodera de mí mientras me inclino sobre la cuna y contemplo a mi hijo de nueve meses durmiendo. El pequeño ya ha descubierto cómo salir cuando quiere. Diablos, ¡ya camina! El orgullo me invade. Va a ser un niño muy bueno. Como yo.
Paso las manos por su cabello oscuro en la parte superior de la cabeza. Algo debe haberlo asustado, probablemente yo, cuando entré y los llamé. Vuelve a gemir y su mano acaricia la sábana de fútbol del colchón. No puede dormir sin Blue. Vuelvo corriendo a la cocina y recojo el muñeco que había puesto sobre la mesa, luego vuelvo corriendo a su habitación y lo coloco junto a él.
Sin abrir los ojos, Roan sonríe en sueños y presiona el muñeco de peluche contra su pecho. Suelto una carcajada. Es precioso.
No lo he visto desde esta mañana, cuando me fui a las cinco. Ni siquiera estaba despierto todavía, pero me senté en la habitación con él mientras tomaba mi café, devorándolo con mi mirada. Sinceramente, hay lugares en mi corazón que no sabía que existían hasta el día en que nació.
Anastasia se puso de parto en un partido de fútbol y, en cuanto mi entrenador me lo comunicó, salí del estadio preso del pánico. Apenas recuerdo haber conducido por la interestatal. Me presenté en el hospital, con un aspecto golpeado y sudoroso, y mi uniforme hizo que los aficionados se arremolinaran en torno a mí. Les grité a todos que se calmaran y corrí hacia la sala de enfermeras. Finalmente, encontré su habitación y estuve con ella durante quince horas (fue un parto largo), ayudándola a “pujar”. Sonrío. Todos sabemos que no ayudé. Sí balbuceé sobre los rituales de apareamiento de los animales para mantenerla distraída. También hice citas tontas de películas y le recordé que nuestra vida era dorada, pero ella hizo todo el trabajo y dio a luz a un bebé de tres kilos.
Mis ojos se dirigen a Roan. Una parte de mí anhela que se despierte y me mire con sus grandes ojos verdes (como los de ella), con los brazos extendidos hacia mí. Pero necesita su siesta. El pequeño demonio puede ser un terror sin una. Sonrío. Uno de los mejores momentos del día es darle comida nueva, aunque Anastasia se puso un poco nerviosa la semana pasada cuando le dejé probar un pequeño bocado de una patata frita. Él escupió y ella aplaudió. Ja.
—Mamá dice que puedes probar el helado a los doce meses, amigo. Estoy contando los días —le digo suavemente.
Unos brazos rodean mi cintura por detrás mientras Anastasia apoya su mejilla en mi espalda. Huele a sol y a cosas buenas, a cosas perfectas. Créeme, sé que la vida no es perfecta. Nadie tiene una vida perfecta y si te dicen que la tienen, están mintiendo. Pero, joder, es lo más parecido posible, incluso las partes imperfectas.
Cubro sus manos con las mías más grandes y las entrelazo.
—Sin palabras, ¿verdad? —murmura suavemente—. Tú, él y yo.
—Hmm. No sabía que estabas en casa hoy —comento en voz baja mientras me giro para mirarla. Tiene el cabello mojado y una toalla alrededor del cuerpo—. Debes haber estado en la ducha. —La beso por un largo momento y lentamente, profundizando, saboreando sus labios, alargando el beso.
Ella se relaja contra mí.
—Mi cliente de la mañana canceló y vine a casa. Pensé que te quedarías en el estadio hasta tarde, si no, te habría mandado un mensaje.
La tomo en mis brazos y grita de sorpresa. Dirige sus ojos a Roan, y su mano vuela sobre su boca para no despertarlo. Su toalla se desata en la parte superior de su pecho y se abre.
—Bonitas tetas.
Ella pone los ojos en blanco.
—Me gusta el cavernícola que hay en ti, pero si lo despiertas...
—¿Cómo conseguiste que se durmiera sin Blue?
—Se durmió mientras lo mecía, luego necesité una ducha... Quería ir a buscar a Blue, pero me alegro de que lo hayas encontrado. —Cubre sus pechos con las manos—. No quiero que nuestro hijo me vea desnuda. ¿Podemos irnos?
Mi pecho retumba de risa reprimida mientras la saco al pasillo.
—Mujer desnuda. En mis brazos. Eres como un sacrificio. ¿Esto me convierte en un dios? Definitivamente en un rey. —Sonrío—. Me siento como un rey.
Su expresión se suaviza mientras me mira, examinando mis rasgos.
—Te extrañé. No estabas cuando me desperté. —Un mohín se forma en sus labios—. Me gusta que me despiertes...
La detengo con un beso y sigo besándola mientras atravieso el pasillo hacia nuestro dormitorio y entro en el baño principal. La tranquilizo.
—Era temprano y necesitabas descansar. —Ella se levanta con Roan (a él le gusta despertarse sobre las dos de la mañana sin motivo aparente) y normalmente nos turnamos, pero con el campamento de verano, ha insistido en que duerma más. Supongo que eso es el matrimonio, dar y recibir aquí y allá, ayudando a la persona que amas. Y mi chica es una dadora con alma de guerrera y corazón de ángel.
—¿Te vas a duchar? —pregunta mientras toma su bata del gancho de la puerta.
—Hmm. —Me quito la ropa interior y señalo mi dura hombría.
Sus labios se mueven.
—¿Oh? ¿Quieres que te diga que es magnífico?
—Lo sabes. Se me puso dura en cuanto me tocaste.
Una mirada juguetona aparece en su rostro.
—¿Qué tienes en mente?
Le quito la bata de las manos y la tiro al suelo.
—Una ducha contigo. Fantasía, ¿recuerdas? —Abro el grifo y sale agua caliente de la boquilla.
Ella se ríe.
—Has cumplido esa fantasía unas cien veces...
—Después de hoy, ciento uno. —Acaricio su rostro, su dulce, delicada y hermosa cara, y la beso. Me apropio de su boca, mis dientes se clavan en su labio inferior y tiran, haciéndola gemir mientras sus brazos se enroscan alrededor de mis hombros. Ella me devuelve el favor, buscando las profundidades de mi boca, los detalles de mis labios. No hay nada suave en nuestros primeros besos, y quizá eso sea sólo cosa nuestra, este amor intenso, esta pasión y deseo insano.
Desciendo por su cuello, chupo el costado de su garganta mientras mis manos la atraen hacia mí. Ella es mi imán, mi única persona, mi todo. ¿Sabes qué es una locura? Solía pensar que el fútbol era lo único en lo que era bueno. Es un error. Soy el mejor en amarla. En amar a Roan. En amar a la familia.
—Ojos, niña, dámelos —susurro.
Ella inclina la cabeza hacia arriba y me mira, y no sé cuánto tiempo se aferran nuestras miradas, tal vez un minuto entero en el que la memorizo. Sus ojos son... Esmeraldas de fuego. Una hermosa ventana donde veo su alma. Sueno estúpido, ¿sí? Joder, no. La gente que piensa eso no tiene lo que yo tengo. A ELLA. Podría escribir mil sonetos sobre sus ojos, su rostro, el arco de sus cejas, la forma en que su cuerpo se acurruca en el mío por la noche.
La arrastro hacia la ducha, es un espacio enorme con azulejos de mármol blanco y paredes de cristal.
La atraigo hacia mí, deleitándome con el zumbido que crean nuestros cuerpos al tocarse.
—Estás mojada —ronroneo mientras mis dedos acarician su entrada y luego se deslizan por su clítoris, golpeándolo ligeramente.
Se le escapan pequeñas bocanadas de aire mientras engancha una pierna alrededor de mi cadera.
—Es una ducha. Todo está mojado.
—Pero tu coño es el más húmedo, y el más dulce —murmuro contra su piel mientras acaricio su pezón con la lengua, succionando el capullo sonrosado en mi boca y colmándolo de atenciones.
—No. Puedo. Resistir. La. Charla. Sucia. —Su cabeza cae hacia atrás, su pecho se agita cuando mis dedos se deslizan más dentro de ella y bombean en su entrada resbaladiza. Se mueve con mi mano mientras se aferra a mis hombros.
—River... —jadea.
—¿Hmm? ¿Te gusta esto, Rainbow? —Bajo mi cabeza hasta donde su hombro se une a su cuello y la beso allí.
—Sí —gime.
La levanto y sus piernas me rodean. Lo hemos convertido en una ciencia, ella y yo en la ducha, y cada vez es como algo nuevo. Uno pensaría que tantas veces como hemos tenido sexo, se volvería viejo. Pero no es así. No lo hace.
Mi pie choca con algo resbaladizo en el suelo de la ducha (probablemente restos de jabón) y resbalo en el azulejo. Ella grita mientras caigo hacia atrás, sus manos se aferran como una prensa a mis brazos. Por suerte, hay un banco para atraparme.
—No hay nada que ver aquí. Sólo te mantengo alerta —digo con una sonrisa tímida.
Ella tiembla de risa mientras se sienta a horcajadas sobre mi regazo.
—Casi lo pierdes ahí, Snake.
—Podrías haber fingido estar preocupada. Podría haberme roto algo. La carrera de la NFL desaparece. Puf. Todo porque exiges sexo en la ducha.
—¿Exigir? Ja. Has hecho de esto un hábito. Y esto no se rompe —dice sin aliento mientras se arrodilla en el banco, acaricia mi gruesa polla y la introduce en su interior. Lenta y fácilmente, se desliza por mi eje mientras sostengo sus caderas y la observo. Mía. Completamente mía. Hasta mi último aliento. E incluso entonces, incluso entonces, ella siempre estará conmigo.
Ella sostiene mi mirada mientras se mueve, girando sus caderas. Empujo hacia arriba y profundizo, ahuecando con mis manos su trasero. La beso, guiando su cintura, haciéndola caer sobre mi pelvis, girando mis caderas para llegar a ese punto dentro de ella que la vuelve loca. Jadea mi nombre mientras mi pulgar rodea su clítoris con toques lentos y enloquecedores. Arquea la espalda para dejarme más espacio.
—Tan bueno… —Exhalo mientras la acaricio por dentro, saliendo por completo y volviendo a entrar. Sus uñas se clavan en mis hombros.
Eso es. Tómalo. Toma todo de mí. Déjame sacudir tu mundo, Rainbow.
Estoy embriagado de ella, de lo que siente, de nosotros.
—Anastasia... te amo... —Gimo mientras lamo un rastro de agua en su pecho. Muerdo con suavidad su hombro, hundiendo mis dientes lo suficiente como para hacerla jadear.
—Te amo... —Su cuerpo tiembla y su núcleo se aprieta a mi alrededor mientras se llega al orgasmo. Grita mi nombre, con su cuerpo ondulándose sobre mí. De alguna manera, consigo que mis piernas funcionen, me pongo de pie y la presiono contra la pared.
—Es mi turno —murmuro y la follo, con una mano agarrada a su cabello mientras tiro su rostro hacia atrás, la otra en su trasero. Nos besamos salvajemente, nuestras lenguas se enredan mientras la hago mía. La embisto con fuerza, hasta que jadea y mi pecho se agita—. Vente otra vez. Conmigo —gruño mientras mi palma presiona la parte superior de su montículo y lo frota, estimulando su clítoris.
Ella jadea y sus piernas se tensan a mí alrededor mientras mi polla se engrosa aún más.
—River —suspira.
Los sonidos que provocamos me llevan más alto, sus jadeos en mi oído, la sensación del agua en mi espalda, la presión de sus manos en mis hombros.
—Siempre te amaré —grito guturalmente mientras el calor sube por mi columna vertebral. Su coño se aprieta a mi alrededor mientras grita. Volamos juntos, mis embestidas se ralentizan gradualmente. Me estremezco cuando los temblores se apoderan de todo mi cuerpo. Tomo aire. —Eres perfecta, Rainbow y toda mía —digo bruscamente.
—Quiero un bebé —susurra en mi cuello unos segundos después.
Me alejo, bajándola lentamente.
—No es lo que esperaba que dijeras —comento con una pequeña risa—. Benji dijo que nos iba a regalar un dragón barbudo. Spike está a punto de ser padre.
Ella muerde su labio, con los ojos fijos en mi rostro.
—Ya sabes lo que quiero decir.
Hay un silencio durante unos momentos.
—¿De verdad? —Pregunto y mi corazón (que ya estaba fuera de control) se acelera a un nivel insano.
—Sí. ¿Estás bien? —interroga mientras retrocedemos y me dejo caer en el banco con ella en brazos.
Parpadeo. Sí, estoy totalmente bien. Sólo intento recuperar el aliento.
Me besa suavemente.
—Puedo trabajar a tiempo parcial y la mayor parte de la investigación la puedo hacer aquí en casa. Estás ganando más dinero del que podría imaginar, y sí, sé que hablamos de esperar hasta que Roan fuera un poco mayor, pero River, tenemos tanto amor. Mira qué suerte tenemos... —su voz se desvanece—. ¿Te estoy asustando?
Me imagino una casa cerca de las montañas. Con mi madre, Rae, Callie y su nuevo bebé, June y Carl, y todos nuestros hijos. Es decir, siempre he querido tener hijos, tal vez porque mis propios padres eran increíbles, pero pensé que ella quería esperar.
—No tengo miedo de nada cuando se trata de nosotros —susurro, apartando el cabello de su rostro—. Es sólo que... a veces me quedo alucinado, ¿sabes? Como, nunca imaginé que podría tener esto, tú, y una familia... Sí. Así que... Hagámoslo. Una niña tal vez esta vez, pero realmente no me importa, pero si es una niña, podemos darle un nombre con A. ¿Amelia? ¿Aria? ¿Aurora? Espera, ¿no era esa una princesa de una de esas películas de Disney? Callie insistió en que la viera con ella.
—Hmm, me gusta Aurora.
Beso sus labios con ternura.
—Quiero todo contigo. Sólo que no quería poner demasiado sobre ti tan pronto. Estás empezando en el bufete de abogados...
—Es cierto, pero la familia siempre es lo primero y hay que regarla y dejarla crecer. —Me lanza una mirada dubitativa—. ¿Recuerdas cuando tuve que tomar esos antibióticos hace un tiempo...?
—Sí.
—Bueno. A veces pueden interferir con los anticonceptivos. Esta mañana me levanté con náuseas y aún me quedaba una prueba desde Roan, así que me la hice. ¡Sorpresa! Estoy embarazada.
Mis ojos se agrandan.
—¿Qué? Como... ¿ahora?
—Sí. No fue planeado, pero esas son las mejores cosas de la vida. River, hemos hecho otro bebé —exclama emocionada—. Hmm. Puede que necesitemos un apartamento más grande y una minivan o un todoterreno. Todavía podemos tener el bebé dragón barbudo también. A Roan le encantará. —Hace una pausa, examinando mi rostro—. Pareces conmocionado. ¿Qué estás pensando?
La aprieto contra mí. Con fuerza. Mi pecho estalla de amor.
—Estoy repasando todas las cosas que agradezco en mi vida. Y ahora tengo algo que añadir a mi lista. Un nuevo bebé. —La emoción se atasca en mi garganta. ¿Cómo puede un hombre ser tan afortunado? Yo, ella, Roan y una pequeña
sorpresa. Cuatro cosas. El tres siempre será mi número mágico, pero el cuatro también es bastante impresionante.
La beso.
______________________________________
(13) El significado de la frase “Stay Gold” en The Outsiders alude al poema “Nothing Gold Can Stay” de Robert Frost, que habla de la importancia de conservar la inocencia y el optimismo infantil en un mundo frío e implacable.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Jue 18 Mar - 3:05

Gracias por la traducción🥰🥰🥰🥰


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Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills - Página 4 Empty Re: Lectura #2 - 2021 The Revenge Pact- Ilsa Madden-Mills

Mensaje por evanescita Jue 18 Mar - 11:16

Bueno aunque hoy en día nosotras luchamos por la igualdad de genero, es valido también luchar por nuestra felicidad, eso no quiere decir que dejamos de lado nuestros sueños por los de alguien mas no, si no que creamos nuevos y ese fue el caso de Ana, quería luchar por los suyos pero al lado del tipo que amaba y estoy bien con eso, porque al final pudieron cumplir con todo lo que querían de la vida juntos y ser felices como familia y sus bebes. Otra cosa que me alegro mucho también es que su madre superara el cáncer eso fue genial porque River no necesitaba pasar por mas perdidas. Me encantaron los espilogos.

Muchas gracias  @Eadlyn Shaw por traernos un libro ta lindo, lo ame.

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Mensaje por yiniva Jue 18 Mar - 19:30

Que bonita historia, al final tomaron muy buenas decisiones


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Mensaje por Eadlyn Shaw Vie 19 Mar - 22:57

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Mensaje por Maga Dom 21 Mar - 7:00

Eadlyn Shaw escribió:
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Mensaje por martenu1011 Mar 23 Mar - 17:37

Por problemas con Internet no pude seguir la lectura diaria. Descargué el libro y lo fui leyendo poco a poco. Pero no podía participar.
Me gustó mucho la historia! Qué bueno que la madre de River se mejoró! Y qué bueno que June encontró un lugar para vivir...
La amistad le da un valor extra a la novela!
Qué puedo decir de la historia de amor entre River y Anastasia? Creo que son el tipo de personas que queremos en nuestra vida. Ser protagonista de un amor así, no hay nada comparable.
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Mensaje por martenu1011 Mar 23 Mar - 17:38

Nos encontramos en la próxima novela!
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Mensaje por Maga Sáb 27 Mar - 10:13

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