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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Miér 27 Ene - 19:14

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur47
Zona de amigos —dijo Zeke. Estaba recostado en una silla del patio, absorbiendo los rayos de sol y bebiendo un Gatorade mientras yo pintaba mi campo de amapolas.
—Te envíe a la zona de amigos y eso está resultando bien.
—Sin ofender, pero yo te envié a ti a la zona de amigos. Killian me dio instrucciones estrictas de que estabas fuera de los límites. Quiero mantener mi trabajo. Es agradable.
—¿En verdad dijo eso? ¿Por qué? —Me giro para mirar a Zeke, cuyos ojos están cerrados.
—Probablemente porque sabe que soy un gigoló. —Zeke sostuvo sus manos en alto—. Ni siquiera me disculpo por eso.
—No puedo creerlo de Killian. Esa debería haber sido mi decisión, no suya. —Lo que era cierto. ¿Pero él sintió que había una conexión desde la primera vez que nos vimos? Nunca había tenido sexo de esa manera. Fue tan intenso, tan extraordinario, tan todo. Sabía cómo jugar con mi cuerpo, cómo hacer que rogara por más. Con él, tenía la sensación de que siempre querría más. Pero anoche fue más que sexo. Me sostuvo entre sus brazos durante toda la noche, mi espalda contra su pecho, y se sintió tan bien y tan correcto. Era difícil creer que habíamos tomado tantos desvíos para llegar a este lugar. Pertenecía a sus brazos, de una forma que nunca me había sentido antes, ni siquiera con Luke.
—¿Hubieras ido por mí? —preguntó Zeke.
—No. Te pareces demasiado a mi hermano Sawyer. —En realidad no se parecía a Sawyer, pero Zeke no me atraía y no quería herir sus sentimientos.
—Tu hermano debe ser un semental —dijo Zeke.
—A él le gustaría pensar eso.
Zeke resopló con disgusto.
—Mi ego está siendo aplastado y molido. He sido relegado al amor fraternal. Y a la zona de amigos. ¿Qué demonios?
—Solo acepta el desafío. ¿No te aburres de ir de chica en chica?
—Nop. Todas las mujeres son diferentes. Eso es lo divertido. Me gusta mantener mi vida simple. Sin emociones complicadas que me la dificulten. Si Hailey cree que soy profundo, lamentablemente está equivocada.
—¿No temes que descubra que eres solo una cara bonita? —bromeé.
—Oye. Eso no es justo. También tengo un cuerpo asombroso. Mi cuerpo es mi templo y ella debería adorarlo en lugar de tratarme como un… amigo —dijo, como si la palabra “amigo” fuera algo horrible.
—Entonces olvídate de Hailey. Nadie te obliga a ser su amigo.
—Sé que tú la convenciste de esto.
Me encogí de hombros.
—Solo lo sugerí. Fue la decisión de Hailey.
Zeke suspiró.
—Como dije, mi reputación me precede.
Di un paso atrás para estudiar mi campo de amapolas rosadas abstractas.
—Tu mural se ve increíble.
No estaba tan segura, pero era bueno escucharlo.
—Gracias.
—Debo irme —dijo Zeke, tomando su patineta—. Te veo más tarde.
—Nos vemos.
Unos minutos más tarde, miré dentro del bar y vi a Zeke hablando con Killian. Sonreí para mí misma cuando los oí reír.
Me coloqué los auriculares y regresé a mi mural. El ladrillo estaba agrietado en algunas partes, la pared derruida en otras. Me gustaba que no fuera perfecto y que mi mural pareciera un grafiti. Cuando lo terminara, trabajaría en mi próxima pieza: arte callejero.
—Es hora de un descanso —gritó Ava desde la puerta.
—Tengo que terminar.
Me alejó de allí y me obligó a comer con ella. No me di cuenta de que estaba tan hambrienta hasta que desenvolvió los sándwiches de fiambre y me arrojó una bolsa de patatas fritas. Compró suficiente comida para alimentar a un país pequeño. Le ofrecí dinero, pero lo rechazó.
—Killian y Louis me dieron dinero. Se comerán la mayor parte, así que acábalo antes de que lleguen.
Sabía lo que era pelear por la comida en una casa de hombres así que, después de revisar la selección, tomé un sándwich de pavo y queso suizo y abrí la bolsa de patatas.
—¿Quieres hacer mitad y mitad? —preguntó Ava, sosteniendo la mitad de su sándwich.
—¿De qué es?
—Atún y queso fundido.
Cambié la mitad de mi sándwich por la mitad del suyo y le di un gran mordisco al sándwich de pavo.
Killian y Louis salieron con botellas de agua y Killian se sentó a mi lado. Louis lo hizo junto a Ava. La mano de Killian encontró mi muslo bajo la mesa y la reposó allí, sobre mi piel desnuda, como si su mano perteneciera a mi muslo. Una pequeña emoción vibró a través de mí. Me encantaba que su mano perteneciera allí.
—¡Sí! —dijo Ava, alzando un puño al aire en señal de victoria—. Mi cita para un café funcionó.
Louis soltó una risita.
—Fue un esfuerzo conjunto.
Killian resopló. Me concentré en mi comida, pero con la mano de Killian acariciando mi piel, no era una tarea fácil. Mi pulso comenzó a acelerarse y mi estómago se revolvió mientras me atiborraba de comida que ya no deseaba comer.
Miré de reojo a Killian. ¿Sabes que tu mano está provocando un incendio en mi interior?
Sonrió. Sí. Sé lo que te estoy haciendo.
Intenté no pensar en su cuerpo desnudo o lo que podía hacerme. Su mano viajo al interior de mi muslo y se movió unos centímetros hacia arriba. Me retorcí en mi asiento y aparté su mano.
—¿Patatas? —preguntó Ava, balanceando la bolsa frente al rostro de Killian.
Las descartó. Arqueó las cejas hacia mí, como si dijera “te lo dije”.
—¿No comes patatas? —pregunté, tomando una de la bolsa y arrojándola a mi boca.
—Ni patatas —dijo Louis—. Ni galletas, dulces, pasteles, brownies…
—Entendió el punto —dijo Killian.
—Incluso tiene un problema con los sándwiches —comentó Ava—. Mira cómo escogió los que tienen pan de semillas y vegetales crudos Eché un vistazo a sus elecciones. Por supuesto, había elegido dos que yo había descartado. Uno tenía pan con semillas y el otro era un burrito de vegetales crudos y coles de Bruselas.
—Casi no los pido —dijo Ava—. En señal de protesta.
—Ahorra tu energía para algo que importe —le aconsejó Killian, mientras su mano regresaba a mi muslo. Sus dedos trazaron el contorno de mi ropa interior y se deslizaron dentro, hurgando entre mis pliegues. Casi me ahogué con mi sándwich y comencé a toser, mis ojos llenándose de lágrimas. Sacó su mano para darme unos golpecitos en la espalda.
—Bebe un poco de agua —dijo Killian, todo inocente, ofreciéndome su botella con agua. Tosí un par de veces y luego le di un sorbo a mi Coca Cola, mirándolo. Fingió acobardarse. Qué cómico.
—El sándwich de pavo puede ser peligroso —dijo Louis, arqueando las cejas. Sabía lo que ocurría debajo de la mesa.
—En especial cuando queda atorado en tu garganta —dijo Killian, haciéndolo sonar sucio.
—Incluso un pequeño sándwich de pavo puede generar un daño corporal —añadió Louis.
—Solo piensa lo que podría hacer uno grande —continuó Killian.
—Ahogarte —dijo Louis—. Qué bueno que tú no tienes ese problema.
—Exactamente —respondió Killian—. No como sándwiches de pavo. ¿Algo que necesites compartir, Louis? ¿Carmen sabe sobre esto?
Puse mis ojos en blanco.
—¿Ya terminaron de comparar el tamaño de sus penes? —dijo Ava.
—¿De qué está hablando? —le preguntó Louis a Killian.
El aludido se encogió de hombros.
Alguien tiene una mente sucia. —Me dio un apretón en el muslo y le aparté la mano. Se rio.
Ava y yo negamos con la cabeza mientras nos levantábamos de la mesa.
—Dejaremos que sigan compitiendo por el resto de mi sándwich de pavo.
—Qué mal que no sea un sándwich de salchicha gorda —dijo Ava.
Reí. —O un perrito caliente largo como un pie.
Regresé a mi mural, partiéndome de la risa por la estúpida conversación en la mesa de picnic.
Horas más tarde, di un paso atrás para evaluar el producto terminado. Las palomas emergían de una granada y volaban a través de la ventana rota de un almacén en ruinas y hacia el cielo azul cerúleo. Había pintado un paisaje, una pequeña parte de Brooklyn, pero lo combiné con un campo abstracto de amapolas. Un alambre de púas zigzagueaba por toda su extensión. No sé qué me había llevado a pintar esta pared de paz o si incluso tenía sentido.
—Es un tema de conversación —dijo Brody, almacenando el hielo en la barra exterior.
—Sí, pero no sé cómo lo interpretará la gente —dije.
—Esa es la belleza del arte. Pueden interpretarlo de la forma que quieran —opinó Brody—. Es genial.
—Gracias, Brody. —Él era agradable. La semana pasada, trabajamos juntos y me contó sobre sus viajes a lugares remotos, buscando centros de buceo en aguas profundas. Le pregunté si toda la cosa de respirar lo asustaba. Dijo que solo calmarte y dejarte llevar.
—Tienes que firmarlo, Picasso —gritó Zeke mientras tomaba fotos.
¿Picasso? Ojalá.
Firmé con mi nombre en letras minúsculas en el rincón derecho. No necesitaba gritarlo al mundo. Cuando me enderecé y di unos pasos atrás, golpeé una pared de ladrillos. Los brazos de Killian me encerraron y me atrajeron hacia él.
—Es asombroso —murmuró en mi oído, enviando escalofríos por mi espina dorsal. Las cejas de Zeke se dispararon hasta la línea de su cabello, pero fingí no notarlo. Me acribillaría a preguntas más tarde. Estaba segura.
—Oye, Killian —lo llamó Zeke.
Killian le echó un vistazo.
—¿Sí? —dijo, como si sostenerme en sus brazos fuera lo más normal del mundo. No pude ver la mirada en el rostro de Killian, pero probablemente no estaba abierto a preguntas. Zeke rio y negó con la cabeza.
Killian me llevó más cerca del mural y estudió cada detalle.
—Pintar así… es un don.
—Gracias. Tú también eres bastante talentoso.
—Ah ¿sí?
—Mmm —murmuré—. Tienes habilidades.
Acarició mi cuello con su nariz.
—Las usaré esta noche.


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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Miér 27 Ene - 19:17

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur48
—¿Listo? —pregunté, acomodando mi obra de arte enrollada bajo mi brazo. Me estiré hacia la parte trasera para agarrar mi bolso de mano y Killian tomó la cubeta con pegamento de mi mano. Lo había llevado entre mis pies en el camino a Bushwick.
—Nací listo —dijo Killian, cerrando la escotilla.
—¿Cómo sabía que dirías eso?
Me dio una palmada juguetona en el trasero.
—¿Qué necesitas que haga?
—Solo vigila. Lo tengo.
Se apoyó contra la pared del almacén en ruinas que había considerado perfecto para mi arte luego de que lo hice conducir por Bushwick hasta encontrarlo, sus brazos cruzados sobre el pecho, las botas en sus pies cruzadas a la altura del tobillo.
—Deja de distraerme —dije, poniéndome los guantes de látex porque este pringue era un asco. Estaba vestida toda de negro, como un ninja en una misión secreta. Killian estaba vestido todo de negro porque ese era su atuendo habitual—. ¿Por qué eres tan sexy?
Killian sonrió, sosteniendo una mano sobre su frente como si fuera una visera, y miró a ambos lados de la calle.
—No hay moros en la costa, Doctora Madley. ¿Está preparada para la cirugía?
Resoplé, riendo, y mantuve mis manos en alto, las palmas hacia mí.
—Estoy en ello.
Rio entre dientes mientras yo sumergía mi pincel de mango largo en la cubeta de pegamento que había mezclado más temprano en la cocina y lo aplicaba en la pared con largas y extensas pinceladas. ¿Quién diría que hacer un grafiti con Killian a las tres de la mañana sería tan divertido? ¿Quién diría que Killian podía ser tan divertido?
En las tres semanas desde nuestra cita, todo había cambiado. Para alguien que nunca antes había estado en una relación, Killian asumió el rol de novio con facilidad. Pasamos la mayoría de las noches juntos, y su talento en la cama era un premio extra. Mi vida sexual nunca antes fue tan activa o buena. Pero sus talentos iban más allá de la cama. El Señor Arregla-Todo reparó cosas en mi apartamento que no sabía que estaban rotas o necesitaran reparación. Las bisagras de mis puertas ya no chirriaban, e hizo algo con el cabezal de la ducha que aumentó la presión del agua. Reparó el cuarto quemador de mi estufa que nunca me había molestado en usar porque no encendía. La semana pasada, lo arrastré a un viaje de compras y regresé a casa con una alfombra vintage excesivamente colorida y algunos cojines pequeños que le dieron vida a mi sala de estar.
El mismo día que me picó el bicho de la diseñadora de interiores, Killian me llevó a la tienda de arte y me abasteció con papel de carnicero, marcadores acrílicos y cuchillos bisturí X-ACTO.
Ahora trabajaba con rapidez, sería un fiasco que nos atraparan. Mi padre no estaría impresionado. Sabía lo que pensaba sobre los grafitis. Los consideraba vandalismo, no arte. Desenrollando mi arte, me paré sobre las puntas de mis pies para pegar la parte superior con el pegamento. Killian me hizo a un lado.
—Oye.
—Pondré la parte de arriba. ¿Lo quieres aquí? —No necesitaba ponerse de puntillas. Era un gigante entre los hombres.
—Sí. Solo pasa las manos por la parte superior para quitar las burbujas y… —No necesitó más instrucciones. Era bueno con las manos. Cuando aseguró la parte superior, trabajamos en conjunto con el resto hasta que toda la pieza quedó adherida a la pared. Con suerte, lo habíamos pegado derecho. Este pegamento se secaba rápido, y rasgaría el papel si intentaba moverlo. Luego de bosquejar y pintar las dos piezas por separado, las cortaría meticulosamente y las pegaría superpuestas, buscando un efecto 3-D.
Di otra mano de pegamento a la parte superior para sellarla y listo. Saqué la cámara de mi bolso de mano. Killian me lo arrebató y guardó todos los suministros en la parte trasera del Jeep.
—Oculté la evidencia —dijo, uniéndose a mí en la acera.
—Eres el mejor. —Me estiré hacia adelante para besarlo. Me levantó del suelo y lo envolví con las piernas, aferrándome a su cintura. Este se estaba convirtiendo rápidamente en mi medio de transporte favorito. Si Killian pudiera llevarme a todas partes, probablemente lo haría. Solté una risita ante el pensamiento.
—¿Qué es tan divertido, Risitas?
—Tú. Lo hicimos. —Estaba tan nerviosa que apenas podía contener la alegría que burbujeaba en mi interior.
Qué. Adrenalina.
lo hiciste. Y es asombroso.
Salté al suelo.
—Tengo que tomar unas fotos.
No solo estaba emocionada por haberme salido con la mía, sino que ahora mi arte formaba parte de esta pared, esta calle, la fábrica de este vecindario. El papel se pelaría con el tiempo. Los elementos lo atacarían. Recordatorios de que nada es para siempre. Pero, ahora, mi mamá en tamaño gigante vive en una pared de Bushwick.
No tenía idea de lo que se sentía al ver tu obra de arte exhibida en una galería, pero no estaba segura de cómo podía compararse con esto. Muchos artistas callejeros sobre los que leía dijeron que hacen lo que hacen no solo por el golpe de adrenalina, sino porque el arte debería ser accesible para todos. El arte es subjetivo, por lo que sería engreído pensar que todos apreciarán lo que puse en esta pared. Plasmar a mi madre allí fue algo tan personal. Pero elegir hacerlo público fue un riesgo que decidí tomar. Sin importar qué ocurriera, no me permitiría lamentarme.
Tomé fotos, haciendo zoom para poder obtener toda la pieza completa en una foto. Mi madre usaba una pañoleta azul, sosteniendo un pincel fino equilibrado sobre la flor de loto rosa oscuro del mándala, como si estuviera poniéndole los toques finales. Pasé la mayor parte del tiempo trabajando en sus manos, para asegurarme de hacerlas bien: los dedos largos y delgados, las venas, las uñas en forma de medialuna. Sus ojos verdes eran vívidos y una sonrisa adornaba sus labios, sin estar completamente formada. La delgadez de su rostro hacía que sus pómulos se vieran prominentes, y recuerdo pensar, en los momentos posteriores a su muerte, que nunca se había visto más hermosa. Como si estuviera en paz.
Estábamos todos allí cuando murió, reunidos alrededor de la cama del hospicio y, por algunos momentos, una calma escalofriante me había invadido. Sentí como si estuviera sosteniéndome la mano y susurrándome en el oído que todo estaría bien. Físicamente, ya se había ido, pero sentí su presencia en la habitación como una fuerte vibración que me rodeaba. Me bastó una mirada al rostro afligido de Sawyer para saber que él no sentía lo mismo que yo. Minutos más tarde, Sawyer se puso de pie y pateó su silla. Pateó y golpeó cada objeto inanimado de la habitación antes de anunciar que se iría a casa y dar un portazo. Garrett intentó ir tras Sawyer, pero mi padre lo detuvo.
—Déjalo. El luto es diferente para todos.
Cuando llegamos a casa desde el hospicio, me dirigí al bosque en la parte posterior. Lo encontré recostado sobre las hojas muertas, mirando el cielo, las manos apretadas en puños. Todavía estaba enojado y maldecía a un Dios en el que había dejado de creer. Me recosté a su lado y ninguno de los dos dijo una palabra. Para ese entonces, aquellos pocos momentos de energía positiva luego de la muerte de mi madre habían desaparecido y habían sido reemplazados con la realidad: mamá había muerto y no regresaría. Tuve un abrumador sentimiento de pérdida y tristeza.
—¿Estás bien? —preguntó Killian, sacándome de mis recuerdos.
—Sí. Solo pensaba en mi madre.
Me atrajo frente a él y me abrazó por la cintura.
—Eres muy parecida a ella. Era hermosa.
—Gracias.
—Tu arte también lo es.
—¿Eso crees?
—No lo creo, lo sé. Está tan repleto de color. Como tú. Pero también es pacífico. Así es como me haces sentir a veces.
Estaba tan feliz de hacerlo sentir así que casi lloro. Killian había cambiado mucho, y no sabía si era porque habíamos declarado verbalmente nuestra relación, pero ahora hablábamos con mayor libertad. Ya no se encerraba en sí mismo como antes, no ocultaba tanto sus sentimientos, y me encantaba.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
—¿Es una pregunta engañosa?
—Tú y tu mente sucia. ¿Te gustan las empanadas?
—Nunca comí una.
—Oh, hombre. Eso no está bien.
—Tendrás que enseñarme.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21
Lo monté a horcajadas y presioné mis labios contra la cicatriz de su cuello. Su respiración se atascó, y pude sentir su pulso latiendo salvajemente contra mis labios. Tensó los brazos a mi alrededor mientras trazaba un sendero de besos suaves como una pluma, siguiendo el patrón de la cicatriz, pero no me apartó ni intentó detenerme.
—¿Cómo te la hiciste? —pregunté.
—Una botella rota.
—¿Qué ocurrió?
—Me metí en una pelea con un drogadicto. —Su respuesta salió con tanta simpleza, tan bien ensayada, que sabía que era la respuesta que le daba a todos los que preguntaban. También sabía que estaba mintiendo, pero no lo presioné por la verdad. Al igual que nunca le pregunté qué tipo de luchador era o lo que hacía antes de comenzar a dirigir el bar, o cómo era la relación con su padre. Decidí que algunas cosas debían provenir directamente de él. Cuando estuviera listo, y sin que lo presionara, esperaba que confiara en mí y me dijera la verdad. Tenía la sensación de que las cosas que había mantenido ocultas habían estado allí por un largo tiempo, y su dolor estaba muy arraigado.
Me giró sobre mi espalda y puso los brazos a ambos lados de mi cuerpo.
—¿Me deseas?
—Siempre.
Killian sostuvo su peso sobre un brazo y deslizó dos dedos en mi interior.
—Siempre estás tan mojada.
—Solo para ti.
Buscó un condón en la mesa de noche. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y atraje su cabeza hacia mí.
—No lo necesitamos. Estoy tomando la píldora —murmuré contra sus labios.
—Nunca lo he hecho sin condón.
—Bien. Puedo ser tu primera
—¿Estás segura?
—Sí. Nunca la olvido. Lo prometo. Quiero sentirte dentro de mí.
Retrocedió y estudió mi rostro. Le ofrecí una sonrisa tranquilizadora y rodeé su cintura con mis piernas. Siguió observando mi rostro mientras entraba en mí. Solo la punta. Luego se deslizó dentro. Tan. Lentamente. Como si no tuviera prisa. Cerró los ojos mientras empujaba toda su longitud y se detuvo.
—Jesús. Te sientes tan bien. —Contraje los músculos a su alrededor—. Esto es… mieeerda.
Empujé mis caderas, pero él controlaba el ritmo, deslizándose todo en mi interior y luego saliendo casi hasta el final como si quisiera que durara para siempre. Era lento, pero tan poderoso, tan gentil. Abrió los ojos y encontró mi mirada. En las tenues sombras de mi habitación, vi sus emociones crudas, su vulnerabilidad, su necesidad por mí y algo más que no pude identificar. Me pregunté si veía lo mismo en mi rostro. Si estaba desnuda, más desnuda de lo que nunca había estado con él.
Bajó la cabeza y me besó, nuestras lenguas entrelazándose, nuestros cuerpos moviéndose en una danza grácil. Lenta y rítmica, casi como si estuviéramos en trance. Mis brazos y piernas lo mantenían cerca, mis senos presionados contra su pecho duro. Nuestro ritmo se aceleró y embistió con más fuerza y rapidez, mis caderas chocando contra las suyas, desesperados por conseguir la dulce liberación.
—Killian —grité.
Acabamos al mismo tiempo. Onda tras onda, mi cuerpo convulsionó contra el suyo. Me llenó por completo, y era todo y nada a la vez. Abrumada por las emociones, las lágrimas sin derramar se alojaron en mi garganta. Me asustó lo rápido y profundo que me había enamorado, y cómo ya no podía imaginar mi vida sin él.
Me aferré a él, sosteniéndolo cerca, amando la sensación de su peso sobre el mío y de tenerlo en mi interior.
—Me estás matando, nena —dijo, su voz baja y ronca.
Nena. Me encantaba la manera en que sonaba rodando de su lengua.
—Amablemente, espero.
—A veces es la peor manera.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21
—Dos margaritas —gritó una morena por encima de la música del DJ. La miré dos veces. La chica se parecía mucho a Joss. Alta y esbelta, con pómulos definidos y senos que sobresalen de su escote bajo. Afortunadamente, no era ella—. Y un Cosmo.
—Quizás tomaré una piña colada —dijo su amiga.
—Mi margarita que sea sin sal —dijo la otra amiga.
—Yo quiero un té helado Long Island.
—Dos margaritas, uno sin sal. Un Cosmopolitan. Una piña colada. Y un té helado Long Island —repetí.
—Espera —dijo la morena—. Esos son… —Frunció el ceño en concentración—. Seis tragos.
—Son cinco —dije.
—Eh, o sea. —Se echó el cabello hacia atrás e hizo una mueca como si yo fuera idiota—. Somos cuatro.
¿Eh, o sea? ¿Habíamos regresado a la secundaria? No era mi culpa que no supiera contar.
Se giró para preguntarle a sus amigas lo que querían, pero se distrajeron en una conversación sobre la cera brasilera. Eso fue todo para ellas.
—Es lo mejor. Conozco el mejor lugar en…
Me moví hacia un chico que me pidió tres cervezas artesanales sin convertirlo en un debate impresionante. Facilitó mi trabajo. Sin problemas, sin quejas, sin preguntas estúpidas. No podía contar la cantidad de veces que las personas se habían parado frente a los grifos claramente etiquetados y me preguntaban qué cervezas teníamos.
Serví las cervezas, las coloqué sobre la barra y acepté el dinero del chico. Cuando regresé con su cambio, la mujer que se parecía a Joss me gruñó.
—Yo estaba primero.
—¿Qué puedo conseguirte? —pregunté con calma. A veces los camareros teníamos la paciencia de un santo.
—Quizás una camarera decente.
Apreté los dientes e intenté no mostrarle que estaba poniendo a prueba mi paciencia limitada. Estaba a punto de saltar la barra y abofetearla. No es que lo hiciera. Pero estaba tentada.
—Haz tu pedido y te serviré los tragos. —Forcé una sonrisa tan falsa como sus tetas. Ahora estaba siendo malvada. Pero en verdad pensaba que eran falsas. No pasaban desapercibidas y desafiaban la gravedad.
—Un Cosmo. Dos té helados Long Island. Y una margarita. ¿Crees que puedes con ello?
Lo que no podía era lidiar con su tono brusco. Respira profundo. Mantén la calma. La violencia física no resolvería el problema. Tampoco lo haría una mala actitud. Le repetí el pedido con mi voz más profesional y pregunté:
—¿Quieres la margarita con o sin sal?
—Como sea. —Hizo un ademán con su mano con manicura, desechándome. Deposité los vasos sobre el individual de la barra. Haría la mitad del trago con sal y la otra mitad sin ella. Si se quejaba por ello, tendría que aguantársela. Si no tuviera que preocuparme por el trato con los clientes y el profesionalismo, la pondría en su lugar.
—Abre una cuenta —dijo, cuando coloqué los tragos frente a ella, luego me dio la espalda.
—Necesitaré tu tarjeta.
Volvió a girarme e hizo una mueca.
—Como si alguna vez pagáramos nuestras propias bebidas.
—No puedo abrir una cuenta sin una tarjeta —dije con firmeza.
—Perra —siseó, rebuscando en su bolso y arrojándome dos billetes de veinte dólares sobre la barra.
Louis rio entre dientes mientras apretaba cada elemento de la pantalla táctil con más fuerza de la necesaria.
—Supéralo —dijo, algo así como un lema para él.
—Me dijo perra —murmuré—. En verdad quiero golpearla.
Volvió a reír y me dio un apretón en el hombro.
—Haz arte, no la guerra.
Suspiré. —Lo intentaré.
Por algún motivo, el clon de Joss había elegido ser la pesadilla de mi existencia esta noche. Cuando coloqué el segundo Cosmo frente a ella, giró rápidamente y lo volteó con su codo.
—Oh, Dios mío —gritó—. ¿Cuál es tu problema?
Una vez más, apreté los dientes y me mordí la lengua mientras arrojaba toallas de papel para embeber la bebida derramada. Estaba tomando una fuerza sobrehumana no ser cruel con ella. Limpié su vaso ahora vacío y arrojé las toallas al cesto de basura.
—Me debes una bebida —dijo mientras limpiaba la barra pegajosa.
—Tú la derribaste con tu codo. —Le recordé—. Así que te costará diez dólares. —Le ofrecí una gran sonrisa y enrosqué mi cabello en un dedo. No podía superarlo. Había regresado a la secundaria y me estaba poniendo a su nivel.
—No soy buena en matemáticas. Pero creo que son veinte dólares si quieres otra bebida.
Me miró con furia.
—Eso es todo. Estoy harta de tu actitud. Tengo que hablar con… —Sus ojos se ampliaron—. Oh. Dios. Mío. Es Killian Vincent.
Seguí su mirada. Killian y Mitch, uno de los porteros, escoltaban a dos tipos fuera del bar.
—Oye, hombre, él comenzó —dijo uno de ellos.
—Me importa una mierda quién comenzó —dijo Killian—. Ambos, afuera.
Con eso, cerró la puerta tras ellos. Minutos más tarde, Killian regresó solo y fue detrás de la barra para hablar con Louis. Mientras tanto, el clon de Joss había arrojado veinte dólares sobre la barra como si pagar por sus bebidas nunca hubiera sido un problema.
Coloqué su nuevo Cosmo frente a ella, pero estaba demasiado ocupada comiéndose a Killian con los ojos para notarlo.
Gritó su nombre y él giró la cabeza en su dirección.
—Soy Darcy. Estaba en Las Vegas en una despedida de soltera. Fuimos a una de tus peleas y más tarde… ¿recuerdas? Fue una noche increíble… —Le sonrió. Sonrió.
Mi mandíbula cayó al suelo. ¿Durmió con ella? Killian se pasó la mano por el cabello y murmuró algo bajo su aliento. ¿Qué demonios? Tenía ganas de vomitar.
Killian agarró mi antebrazo e intentó atraerme cerca.
—Eden…
Nop. No podía ir allí ahora. Lo deseché.
—Estoy ocupada.


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Mensaje por Maga Miér 27 Ene - 22:23

Bueno, sin mucho que decir, ya andan de noviecitos perfectos con una nube de felicidad. Esta bien que exprese su arte, pero deberia de dejar de dudar que es buena. 
A Kill las cosas se le van a complicar si no le cuenta sus cosas a Eden.


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Mensaje por yiniva Jue 28 Ene - 15:34

Eso Maguita, debe de contarle su pasado si sabe que Eden viene de un engaño no le gustara que le oculte cosas


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Mensaje por Lola Luna Jue 28 Ene - 19:09

Gracias




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Mensaje por berny_girl Vie 29 Ene - 4:32

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur50
Vine con ella a la costa con el pretexto de ver el amanecer. Ella sabía que era una mentira y que no estaba tratando de ser romántico. Estaba buscando una ubicación neutral. Nos sentamos en un banco de madera en el paseo marítimo, las torres de vidrio y acero detrás de nosotros y una vista sin obstáculos del horizonte de Manhattan frente a nosotros, el cielo azul oscuro veteado de rojo. Acercó las piernas al pecho y las abrazó.
—Realmente eliges a las ganadoras —dijo—. Primero Joss y ahora… Darcy. —Hizo una mueca como si solo diciendo el nombre la enfermara del estómago.
Louis me contó más tarde mientras contábamos el efectivo de la caja registradora en la oficina. Aparentemente, esta chica Darcy había sido malvada con Eden. Solo tenía un vago recuerdo de Darcy. Ni siquiera recordaba su nombre, pero dudaba que mencionar eso ayudara a mi causa.
Darcy no mencionó a Johnny, afortunadamente. En cambio, no paraba de hablar sobre la increíble noche que compartimos. Para entonces, ella me había seguido fuera del bar donde yo estaba trabajando, por lo que Brody había conseguido un sermón, pero Eden no tenía que escuchar nada al respecto.
—¿Le dijiste a Darcy que era tu novia? —preguntó Eden.
—Sí, le dije.
Eden se encogió de hombros.
—Supongo que eso es algo, al menos.
—No tienes nada de qué estar celosa.
—Parece que tienes un tipo y yo no lo soy.
Estaba concentrada en la aventura de una noche, que era la menor de mis transgresiones.
—No significa nada para mí. Fue una noche, hace casi dos años. —Solo lo sabía porque Darcy me lo contó todo—. Mucho antes de conocerte.
Sus hombros cayeron.
—Lo sé. Es solo que… ugh. Odio pensar en ti con alguien más.
Conocía el sentimiento.
—No pienses sobre eso. Te dije que nunca te engañaría. —Al menos esa era una promesa que podía cumplir. No podía imaginar atrapar a Eden con otro chico. Ni siquiera quería hacerlo. Nunca le haría eso a ella. Casi me destruyó cuando vi a mi madre con otro hombre. Era demasiado joven para entender lo que estaban haciendo, pero sabía que estaba mal. Nunca le había dicho una palabra a nadie. Ni siquiera a Connor.
Ella apoyó la barbilla sobre las rodillas. Casi podía ver las ruedas en su cabeza girando.
—Tu papá mencionó algo sobre pelear… la noche en que entró. Me preguntó si era una de tus fans.
Maldito Seamus.
››Estaba esperando que me lo contaras tú mismo. Por eso nunca pregunté.
Miré hacia el horizonte, a las luces que nunca parecían apagarse, en oficinas y edificios de apartamentos. Todas esas personas, viviendo sus vidas, con sus propios dramas y dificultades.
Mierda. Esto era muy difícil de decir. Nunca se lo dije a nadie. Nunca dije las palabras en voz alta. Todos los que habían estado en mi vida ya lo sabían, y nadie más necesitaba saberlo. Hasta ahora. Necesitaba escucharlo de mí, no de otra persona.
—Solía ser un luchador de MMA. Estaba en la UFC.
—¿Qué pasó?
Tenía que ir justo al punto, exponer los hechos y terminar de una vez. Arrancar el maldita curita.
—Mi última pelea fue contra Johnny Ramírez. Era mi compañero de equipo, mi amigo… un gran luchador. Uno de los mejores. —Tragué y me obligué a seguir—. Lo golpeé en la sien. Por lo general, trataba de evitar golpes en la cabeza. Yo no estaba… —Para matarlo. Me había tenido sobre la colchoneta, con las piernas bloqueadas. Había sido un gancho salvaje desde una posición sumisa. No había pensado que acumularía tanto poder—. El equipo médico le dio permiso para seguir luchando. Fuimos dos rondas más y gané. Después, estaba enojado porque perdió, pero parecía estar bien de otra manera. Caminando y hablando. Más tarde esa noche, se quejó de que estaba mareado y cansado, y lo llevaron a la sala de emergencias.
››Fue un hematoma subdural. Lesión cerebral traumática. Le realizaron una craneotomía de emergencia y estuvo en estado de coma. Tres días después, murió. —Mi voz sonó automatizada, como si no me importara una mierda. Como si las palabras que estaba diciendo no me afectaran, no tuvieran nada que ver conmigo.
—Killian —dijo, su voz suave—. No fue tu culpa.
Negué con la cabeza y solté una risa áspera.
—Fue completamente culpa mía. —Alcé las manos y las flexioné—. Lo maté.
—Fue un accidente. Un horrible accidente No puedes culparte a ti mismo.
Podía, y lo hacía.
—Tenía una esposa y un hijo que nació después de su muerte.
Eden se sentó a horcajadas sobre mí en el banco y rodeó mi cuello con sus brazos. Mis brazos rodearon su cintura. Ella no podía hacer ni decir nada para mejorarlo, pero de alguna manera, lo hizo. Solo por estar aquí. La tensión en mis músculos se relajó y la respiré.
Se echó hacia atrás y sostuvo mi rostro en sus manos.
—Lo que me dijiste no cambia lo que siento por ti.
Cerré mis ojos.
—Eden. —Presionó sus labios contra los míos. Ninguno de nosotros intentó convertirlo en un beso. Era casi más íntimo que un beso.
Cuando nuestros labios se separaron, se bajó de mí y se sentó a mi lado. Envolví mi brazo a su alrededor y apoyó su cabeza sobre mi hombro. Nos sentamos en silencio mientras los azules y rosas del crepúsculo se convertían en un resplandor anaranjado que se reflejaba en los edificios del horizonte de Manhattan.
—Es un nuevo día —dijo en voz baja—. Un mundo de posibilidades. ¿Crees eso?
—No lo sé. —Pero me gustaría.
No dijo nada durante unos minutos.
—¿Killian? ¿Qué habría hecho Johnny?
—¿Qué?
—Si los roles hubieran sido al revés… ¿qué habría hecho Johnny? ¿Habría llorado tu pérdida y seguido luchando? ¿Habría renunciado a algo que amaba?
No tenía una respuesta porque Johnny no estaba aquí para preguntarle.
—Una vez me dijo que, si tuviera que dejar de pelear, ya no sería Johnny Ramírez.
—¿Es así como te sientes?
—A veces. —Todo el tiempo—. Pero esa vida ha terminado. No puedo volver a eso.
—Sawyer sigue volviendo a las zonas de combate.
—No tiene otra opción.
—Tuvo una opción. Se volvió a alistar.
Ella no podía entender eso, pero yo entendía de dónde venía Sawyer. No lo conocía, pero tenía la sensación de que estar en una zona de combate era su nueva normalidad. La gente vuelve a lo que conoce. Nunca había estado en la guerra, pero a veces sentía que había vivido una, así que entendí por qué no hablaba de eso. No era el tipo de cosas que compartías con personas que no habían estado allí.
—¿Killian?
—¿Sí? —pregunté, esperando que lo dejara estar. Estaba hecho. Le dije lo que necesitaba decirle y ahora quería dejarlo atrás. Seguí imaginando el rostro del bebé Leo, sus grandes ojos marrones tan confiados. Todavía no entendía el dolor y el sufrimiento. No sabía que el mundo no era justo o que la gente que amas podía ser arrebatada en un instante. Quería protegerlo de este universo irracional. Irónico, de verdad. Yo era el villano en el cuento de hadas de Leo.
—¿Fue tu pasión la MMA? ¿Lo que debías hacer?
Sí. Y no. Me había costado todo.
—Solía pensar así.
—Si no puedes volver a pelear, necesitas encontrar una nueva pasión. Es importante.
—No es una necesidad vital.
—Quizás no para todos, pero lo es para ti. Porque lo encontraste una vez y te lo quitaron.
—No me lo quitaron —dije, con los dientes apretados. Ella no hizo caso de la advertencia en mi voz.
—¿Crees que Johnny se estaría castigando a sí mismo? ¿O reconocería que fue un accidente y seguiría haciendo lo que amaba? ¿Crees que esto es lo que él querría para ti? Saber que renunciaste a algo…
—Eden —dije, con voz dura—. Detente. No tienes ni idea de lo que estás hablando. —Froté mi nuca, lamentando haberle dicho alguna vez. Me puse de pie y me alejé sin esperarla ni mirar atrás para ver si me seguía. Seguí caminando hacia North Sixth Street, con la intención de subirme a mi maldito auto y alejarme.
Me alcanzó, pero se quedó dos pasos atrás. Hice sonar mis cerraduras y abrí la puerta del conductor. Agarró mi brazo para detenerme.
—¿Qué estás haciendo? ¿Huyendo cuando las cosas se ponen difíciles? Eso no es lo que eres. No es lo que haces.
—¿Cómo demonios sabrías quién soy o qué hago? —Quité su mano de mi brazo y me subí al asiento del conductor.
Bloqueó la puerta con su cuerpo.
—No te estas yendo. No así.
Apreté la mandíbula. —Hazte a un lado.
—No. —Eden se cruzó de brazos, sin moverse—. Quiero que vengas a casa conmigo. A Pensilvania.
En tres días, Sawyer regresaba a casa con permiso y no quería perderse su regreso a casa. Le ofrecí mi Jeep, pero ahora ella también me quería. Nunca antes me habían llevado a casa para conocer al padre de nadie. Y este parecía un momento de mierda para mencionarlo.
Se mordió el labio inferior.
—¿Lo harías? A mi padre y a mis hermanos realmente les gustarás. Y quiero celebrar tu cumpleaños contigo.
Mi cumpleaños. ¡Hurra! Malditos cumpleaños. A la mierda todo. Puse mi llave en la ignición.
—No actúes como un imbécil. Te necesito.
Te necesito. La miré a su rostro.
—¿Por qué?
—Simplemente… lo hago. Killian, te pedí que no me dejaras afuera. Lo que me dijiste fue difícil para ti. Sé eso. Pero estaba tratando de decirte que mereces ser feliz.
—Sí, recibí el mensaje. No eres tan sutil.
—Nunca dije que lo fuera. Tal vez deberías pensarlo. Y tal vez la próxima vez que me digas algo importante, podrías considerar mis sentimientos.
—¿Tus sentimientos?
—Me preocupo por ti. ¿Qué tan claro necesito hacerlo? ¿Debo pintar las palabras en las paredes de Bushwick? ¿Al otro lado del puente de Brooklyn? Tus palabras y acciones también me afectan. Lamento que hayas tenido que renunciar a algo que amabas. Lamento que tu amigo se haya ido. Desearía que hubiera algo, cualquier cosa, que pudiera hacer para mejorarlo. Pero a veces lo único que puedes hacer es estar allí para la otra persona. Y estoy aquí para ti. Tal vez nunca tuviste eso antes, así que no sabes cómo funciona. En una relación, somos dos. Estamos en el mismo equipo. Siempre estaré en tu esquina…
Agarré la parte de atrás de su cabeza y la atraje hacia mí para un beso, encerrándola efectivamente. Me devolvió el beso, sus labios suaves y cálidos. Ella dio, y yo tomé. Saboreando su dulzura, su cuerpo cedió ante mí cuando me puse de pie y la acerqué, mi mano se enredó en su suave y sedoso cabello. Era un nuevo día. Un mundo de posibilidades. Y yo era un idiota porque esta chica… era la mejor cosa que me había pasado.
—Me besaste para acallarme —dijo cuando nuestros labios se separaron.
La atraje hacia otro beso.
—Lo que sea necesario.
—¿Eso significa que vendrás conmigo?
Sonreí contra sus labios.
—Lo que sea que quieras, Sunshine.
—Te quiero a ti.
La acompañé a la acera, mis manos recorrían las curvas de su cuerpo.
—Pero primero necesito mostrarte el error de tus maneras —dijo, mientras subíamos los escalones hasta su puerta principal, su cuerpo pegado al mío.
Eso debería ser divertido.
—¿Qué más me vas a mostrar? —Tomé las llaves de su mano para abrir la puerta.
—Ugh. —Plantó sus manos en sus caderas—. Soy capaz de abrir mi propia cerradura.
—Pero no es necesario porque me tienes a mí para hacerlo por ti.
—¿Lo hago? ¿Tenerte? —preguntó, camino al tercer piso.
—Me tienes. ¿Cómo puedo probarlo?
—Arrastrarte sería un buen lugar para comenzar.
—Si te pones sobre tus manos y rodillas por mí, me arrastraré.
—Trato. —Escondí mi sorpresa. No esperaba que se rindiera tan fácilmente. Pero entonces, ella esperaba que me arrastrara—. Mejor que sea bueno.
—Mis pensamientos exactamente. Dime qué me vas a hacer —dije mientras abría la puerta de su apartamento.
Esperó hasta que la puerta estuvo cerrada y bloqueada detrás de nosotros para decirme. Cuando llegamos a su habitación, estaba tan duro que mi polla se sentía como el concreto.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21
Horas después, me desperté con sus dedos trazando las líneas del tatuaje del fénix en mi hombro y espalda. Rodé sobre mi costado, y plantó un suave beso en la parte superior de mi espalda, luego me rodeó con el brazo y moldeó su cuerpo contra el mío. Si estaba yendo a casa con ella, tenía que decírselo a Louis. Tomé mi teléfono de su mesita de noche, pero Eden me lo quitó de la mano.
—Todo está arreglado —dijo—. Hablé con Louis.
Me reí por lo bajo. Además de sus otros talentos, estaba leyendo mi mente y arreglando mi vida para satisfacer sus necesidades.
—¿Cuándo hiciste esto?
—Hace dos noches. —Me podía imaginar, sin girarme a mirar, que su sonrisa satisfecha coincidía con su voz—. Le pedí que no te lo dijera.
—¿Cómo sabías que estaría de acuerdo?
—Soy la optimista en este dúo.
No podría discutir con eso. Incluso cuando sucedían cosas de mierda, su vaso estaba medio lleno.
—Todavía no te has arrastrado. —Me recordó.
—Me distraje con la nena caliente que pidió nalgadas.
—Excusa verosímil —dijo, y miré por encima del hombro porque sabía, solo sabía, que se sonrojaría. Sí. Dios, me encantaba eso. Podía hablar sucio, tener sexo al estilo perrito, pedir nalgadas y aún sonrojarse. Eso es lo que la hacía tan especial. Era tantas cosas, todo en un paquete perfecto: traviesa y agradable, dulce y sensual, sucia e inocente.
Me di la vuelta para mirarla y apoyé mi cabeza en mi mano, trazando las curvas de su rostro con la punta de mis dedos.
Levantó las cejas.
—Todavía estoy esperando que cumplas con tu parte del trato. Quid pro quo.
—Mírate a ti y a tu Latín elegante.
Eden puso los ojos en blanco.
—Deja de posponer.
—¿Cómo funciona esta cosa de arrastrarse?
—Te disculpas profusamente. Pero debe ser sincero y genuino.
Sincero y genuino.
—Lamento haberme alejado.
Hizo un gesto con la mano para que continuara.
—Lamento haberte alejado cuando solo estabas tratando de ayudar. Y lamento haber herido tus sentimientos.
Su rostro se iluminó con una sonrisa.
—Nada mal para un novato.
En mi vida, rara vez me disculpaba por algo, a pesar de que hubo cientos de veces en las que debería haberlo hecho. Ahora entendía cómo una mujer podía poner de rodillas a un hombre. Si tuviera que hacerlo, gatearía hacia ella, arrastrándome, solo para poner esa sonrisa en su rostro. ¿Cómo se había infiltrado en todas las facetas de mi vida tan rápido?
—Solo para que conste, antes de conocerme… tenías un pésimo gusto en mujeres.
—Podría decir lo mismo sobre tu gusto por los hombres —respondí.
Agarró mi dedo índice, lo guio a su boca y me mordió con fuerza. Reí.
—Diabla.
—Dime que soy lo mejor que has tenido.
—Eres lo mejor que he tenido. —No era una mentira. Era la mejor, en todos los sentidos.
—¿Alguna vez podremos volver a hablar de esto?
Sabía a qué se refería, Johnny, mi culpa, su búsqueda para ayudarme a encontrar una nueva pasión en mi vida.
—Algún día. Pero no hoy.
Sus ojos buscaron mi rostro y luego sonrió.
—Bueno. Algún día suena bien.
El hecho de que incluso hubiera usado la palabra algún día implicaba que teníamos un futuro. Y en tres días conocería a su papá. Jesús. Sé valiente, guerrero.
Esa noche, tenía una sorpresa para ella. A juzgar por la expresión de su rostro cuando entró en la oficina, no fue buena.
—Te cortaste el cabello —gritó. Pensé que iba a estallar en lágrimas—. Te ves como… un modelo GQ ahora.
—Lo odia —dijo Ava, deteniéndose en la puerta. Le ofreció a Eden un Twizzler para aliviar su dolor.
—Voy a necesitar más de una tira de regaliz para superar esto —murmuró Eden, rasgando el regaliz con los dientes y masticando furiosamente, sus ojos aún pegados a mi cabello corto.
Ava le arrojó todo el paquete, y Eden lo atrapó con una mano, sin apartar sus ojos de mí. Habilidades.
—Está… bien —dijo Ava, retrocediendo—. Creo que me necesitan en el patio.
Me pasé la mano por el cabello. No había pasado tanto tiempo desde mis días de MMA, lo que significaba que lucía más a lo que solía ser cuando era un luchador. No estoy seguro de que eso funcione a mi favor. La idea era hacerme ver más respetable. No tenía idea de cuán conservador era su padre, pero él era un agente estatal y vivían en un pequeño pueblo. No podía hacer mucho por la cicatriz o los tatuajes. Probablemente todavía parecía un matón que creció en el lado equivocado del bien.
—¿Vas a dejar mi trasero en Brooklyn, nena? —Todavía me estaba mirando, sin palabras.
—No. Tu trasero viene conmigo. Pero quiero que te dejes crecer el cabello.
Reí y me recosté en la silla giratoria.
—Eres tan superficial. Si hubiera sabido que solo estabas conmigo por mi cabello…
—Cállate. —Vino a pararse entre mis piernas—. No estoy solo contigo por tu aspecto o tu cuerpo, aunque… bueno, son una buena ventaja. Sigues siendo hermoso. Es solo que… te ves muy diferente.
Capturé sus manos en las mías y la acerqué más.
—¿Me llamaste hermoso? No soy una niña. Soy un hombre. Toma asiento en mi regazo. Te mostraré que sigo siendo el hombre que era antes de que me cortaran el cabello.
Puso los ojos en blanco, pero no pudo ocultar la sonrisa.
—Necesito ir a trabajar. —Puso sus manos sobre mis hombros y me besó—. Mi jefe se enojará si me aflojo en el trabajo.
—Tu jefe podría darte unas nalgadas —murmuré contra sus labios.
Sus dedos tentativos se cernieron sobre mi cabello.
—No hay mucho para aferrarse.
—Tengo muchas cosas a las que puedes aferrarte. Eres bienvenida a todos ellos. —Guie su mano hacia mi entrepierna donde, como siempre, estaba dura para ella—. Esto está así por ti. Todo. El. Tiempo.
—Suena como un problema. Deberías revisar eso.
Palmeé su trasero.
—Ponte a trabajar antes de que cierre la puerta y te tome aquí mismo. Ahora mismo.
—Te veré aquí al final de la noche —dijo con un guiño. Luego salió de la oficina y me dejó preguntándome cómo pasaría las siguientes nueve horas con una furiosa erección. Estaba empezando a sentirse como una adicción. Eden era mi crack. Lo que me hizo pensar en Connor. Lo que me sacó de la oficina y detrás de la barra donde podía estar ocupado y no tener que pensar en nada.


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Mensaje por berny_girl Vie 29 Ene - 4:33

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur49
Distinguí el camuflaje del desierto haciendo su lento y tortuoso camino por la escalera mecánica en el aeropuerto de Pittsburgh. Estaba detrás de dos tipos enormes que vestían camisetas y gorras de béisbol, sorbiendo bebidas de gran tamaño. Sawyer bajó por la escalera mecánica y me dio una gran sonrisa que me recordó al niño que solía ser. Me apresuré y envolví mis brazos alrededor de él, prácticamente derribándolo. Sus brazos rodearon mi cintura para estabilizarnos a ambos.
—¡Oh! Tranquila chica. Uno pensaría que estuve en la guerra o algo así.
—Cállate. Eso ni siquiera es gracioso.
Abracé todo su metro ochenta y dos centímetros, de músculo sólido demasiado fuerte y por demasiado tiempo. Me devolvió el abrazo sin quejarse ni alejarse. Cuando estuve segura de que era real y sólido, lo solté y le di un pequeño golpe en el hombro.
—Debería haber traído globos y una banda de música —bromeé.
—Estoy contento de que no lo hicieras. Pero podrías haber traído a las porristas. Dame una bienvenida adecuada. —Meneó sus cejas.
Resoplé.
—Eres un perro con cuernos.
Rio, pero no se molestó en negarlo.
—Es bueno tenerte en casa. —Miré sus ojos verdes, muy parecidos a los míos, pero no me gustó lo que vi en ellos.
—Es bueno estar aquí —dijo, pero sabía que estaba mintiendo. Estar en casa ya no se sentía como un hogar para él.
Nos dirigimos a reclamo de equipaje y nos detuvimos frente al carrusel para esperar su mochila.
—Entonces... conocí a alguien —dije, porque nunca le había contado de mi vida amorosa. O a cualquiera de mi familia—. Es copropietario del bar donde trabajo y nos está esperando afuera. Se quedará con nosotros unos días.
Sawyer rio entre dientes.
—¿Sabe que se está quedando en la antigua habitación de Garrett?
Puse los ojos en blanco.
—Tengo veintidós años y vivo sola. Papá no nos hará dormir en habitaciones separadas.
—Lo hará totalmente.
Cada vez que Luke entraba, si estábamos allí, tenía que mantener la puerta de mi habitación abierta. Como de costumbre, mi padre hacía la vista gorda cuando Sawyer y Garrett traían chicas a la casa. Otro ejemplo más de la desigualdad de sexos, que siempre discutí. Y no me había llevado exactamente a ninguna parte.
—No es otro riquillo, imbécil titulado, espero.
—Ni siquiera cerca. —Aclaré mi garganta como si estuviera haciendo un anuncio importante—. Su nombre es... Killian Vincent.
Lo miré para ver si el nombre sonaba como una campana. Lo hizo. Sawyer era fanático de las Artes Marciales Mixtas. Igual que Garrett. Igual que mi papá. Todavía no les había dicho el apellido de Killian, así que sería una sorpresa. ¡Hurra!
—¿Killian “La Muerte” Vincent? ¿Como la superestrella de UFC Killian Vincent? —Fue divertido. Sawyer parecía impresionado por una pequeña estrella. Muy pocas personas impresionaban a Sawyer, pero por la expresión de su rostro, creo que la destreza de lucha de Killian era impresionante.
¿La muerte? Ugh.
—Uh, sí, ese es.
—Bueno, maldición —dijo Sawyer, y luego se echó a reír. Una gran carcajada. Era un buen sonido, pero sentí que era la peor parte de una broma que no había escuchado.
—¿Qué es tan divertido? —pregunté, plantando mis manos en mis caderas.
Negó con la cabeza, todavía riéndose demasiado fuerte para responder.
››Eres un idiota. —Puse los ojos en blanco y crucé los brazos, esperando que se recuperara.
—¿Sabe “La Muerte” que está saliendo con Chicken Little?
—No lo llames “La Muerte” —murmuré—. Ya no es un luchador.
Su humor se desvaneció.
—Lo sé. Vi esa pelea. Aunque era bueno. Uno de los mejores.
—Era... se siente culpable, como si fuera su culpa.
—No fue su culpa. Pero eso no hace que esa mierda sea más fácil.
—No vi la pelea —dije—. O cualquiera de sus peleas. Nunca lo he buscado en Google.
—¿Me estás jodiendo?
Me encogí de hombros.
—No. Nunca sentí la necesidad.
—Tú eras la que solía husmear buscando los regalos de Navidad.
Cierto. La anticipación solía matarme. Mi papá siguió encontrando lugares nuevos y creativos para esconder los regalos. Un año, puso una trampa explosiva. Cuando bajé la escalera del desván en el garaje, me mojo con un balde de agua fría.
Sawyer se estaba riendo, probablemente recordando lo mismo que yo.
—Eso fue divertido como el infierno —dijo Sawyer.
La bolsa de marine de Sawyer cayó por la rampa y la agarró de la cinta transportadora y se la colgó al hombro. Caminaba alto y orgulloso, con los hombros cuadrados, la cabeza en alto y mucha arrogancia.
Salimos a través de las puertas corredizas de vidrio hacia un deslumbrante sol. Deslicé mis gafas de sol desde la parte superior de mi cabeza hasta mi rostro y Sawyer se puso un par de aviadores.
—Es el Jeep Wrangler. —Señalé el Jeep de Killian estacionado en el área de recogida donde se suponía que nadie debía estacionar y esperar, pero lo hicimos de todos modos.
Killian nos recibió en la acera y Sawyer me sorprendió al darle a Killian un abrazo de chicos, combo de apretón de manos. Raramente era demostrativo. Ese abrazo en el aeropuerto había sido un esfuerzo de su parte. Nunca le había dado la mano a Luke, pero aquí estaba volviéndose muy amable con un perfecto desconocido.
—Encantado de conocerte, hombre —dijo Sawyer.
—Igualmente —dijo Killian, abriendo la escotilla y Sawyer guardó su bolso dentro. Los miré uno al lado del otro, con complexiones poderosas y similares, todo músculo sin grasa, y Killian era tal vez una unos centímetros más alto, pero apenas se notaba.
—Oye, Killian —dije—. Dame las llaves. Yo conduciré.
Sawyer resopló.
—¿Qué tan valiente te sientes hoy?
—¡Oye! Eso me molesta —dije—. Soy una excelente conductora.
Sawyer negó con la cabeza.
—Ella es una conductora de mierda —dijo, subiéndose al asiento del pasajero. Sin importar quién conducía, Sawyer ya había reclamado el lugar del copiloto. Típico. En realidad, eso no era cierto. Cada vez que íbamos juntos a algún lado, Sawyer reclamaba el asiento del conductor.
Ignoré el comentario de Sawyer y moví los dedos para que Killian me entregara las llaves.
—Has estado conduciendo durante seis horas y dormí la mayor parte del camino. Apenas dormiste anoche.
—¿De quién fue la culpa?
Envolví mis brazos alrededor de él, endulzando la oferta.
—Puedes dormir en la parte de atrás. La tendrás toda para ti y no te perderás nada. Es un viaje aburrido. Y es posible que necesites tu energía para más tarde. —Le guiñé un ojo como si fuera una promesa de cosas buenas por venir.
Dio la vuelta a sus llaves, lo que me sorprendió: debe haber estado más cansado de lo que pensaba.
—Eso fue fácil. —No pude resistirme a decirle.
—Soy como Sansón. Toda mi fuerza estaba en mi cabello.
Solté una carcajada.
—Eso me hace tu Dalila —dije sobre mi hombro. Me gustaba como sonaba eso. Y me estaba acostumbrando a su cabello. Todavía se veía hermoso, más adulto, su rostro más cincelado.
Me subí al asiento del conductor y lo ajusté para acomodar mis piernas más cortas. Sawyer ya estaba comiendo el emparedado de Panera Bread que le habíamos traído. Y le había dejado un té dulce en el portavaso.
—No digas que nunca te di nada.
—¿Tienes una cerveza fría para acompañar esto? —preguntó.
—No tientes tu suerte.
—¿Cómo está tu seguro de vida? —preguntó Sawyer a Killian mientras me alejaba de la acera.
Le di el dedo a Sawyer y Killian se echó a reír. Hablaron entre ellos por un tiempo, y me hizo feliz que se llevaran bien, como sospechaba que lo harían. Quince minutos después, se quedó en silencio, y revisé el espejo retrovisor.
—Está fuera —dijo Sawyer—. Debes haberlo agotado con todo lo que hablas.
—Dormí la mayor parte del camino. —Salir de Brooklyn a las siete de la mañana no era mi idea de diversión, especialmente después de dos horas de sueño.
Escuché la música, entrando y saliendo del tráfico de la tarde mientras Sawyer comía su sándwich y bebía su té. Tan pronto como salimos del túnel, Sawyer apagó el aire acondicionado y ambos bajamos las ventanas.
Se pasó una mano por el cabello rubio, corto en la parte superior y afeitado a los lados. Odiaba su corte de cabello militar. Odiaba la forma en que su rostro se veía más duro y sus ojos parecían atormentados, como si hubiera visto demasiado, y no pudiera sacudir las imágenes.
—¿Te ofreciste para esta última misión? —pregunté.
—Soy un marine, Eden. Voy a donde me dicen que vaya.
No sabía cómo operaban los infantes de marina, pero estaría dispuesta a apostar las propinas de una semana a que se presentó voluntario para este último despliegue.
—Nadie se despliega de manera consecutiva así. Solo tuviste unos pocos meses entre... —Dejé que mi voz se apagara. Habían pasado cinco meses, para ser exactos, entre él perdiendo a su mejor amigo y enlistándose de nuevo. Pero no sabía nada sobre lo que hicieron y no hicieron los marines. Hicieron lo que quisieron. Increíblemente, después de cinco años en el Cuerpo y tres despliegues, Sawyer todavía estaba bebiendo Kool-Aid. Este era el tipo que solía creer que las reglas se hicieron para romperlas. Había pasado tanto tiempo en la oficina del director que la secretaria hizo una etiqueta y la pegó en una silla: Reservado para Sawyer Madley.
Sawyer miró hacia el río y los puentes de Pittsburgh, y me pregunté qué tan diferente le parecería el mundo ahora. Después de recoger su envoltorio de emparedado vacío y arrojarlo en la bolsa, sacó mi teléfono de mi bolso e ingresó mi contraseña, dándole acceso total a toda la información en mi teléfono celular. Necesitaba mejorar la seguridad. Todos, como Killian y Sawyer, conocían mi contraseña y no tenían miedo de usarla.
Vi de reojo como Sawyer se desplazaba por las fotos de mamá en mi muro.
—La próxima vez agrégale cabello —dijo.
—La próxima vez tendrá alas.
—Papá, ¿vio esto? —preguntó
—No. Estaría enojado.
—En secreto, él pensaría que lo hiciste bien.
Sabía que esa era la forma en que Sawyer me decía que pensaba que lo hacía bien. Secretamente, también amo tus agallas, Sawyer.
Continuó viendo algunas fotos sinceras de Killian que tomé la semana pasada y algunas selfies de nosotros juntos. Killian odiaba que le tomaran una foto, pero me siguió la corriente. Uh oh. Sawyer había encontrado mi muro de la paz. Seguí mirándolo furtivamente, tratando de evaluar su reacción.
—¿Dónde está?
—En el bar de Killian. En el patio.
—El mundo es un lugar jodido —dijo, sonando cansado y mucho más viejo que sus veintitrés años. Si pudiera reemplazar su dolor con alegría, lo haría. Haría cualquier cosa para ver sus ojos brillar con picardía o iluminarse de felicidad como solían hacerlo. Pero no tenía ese tipo de poder. No sabía cómo hacerlo para Sawyer o para Killian. Tal vez por eso sentí que entendía a Killian tan bien. Había visto algo en él que me recordaba a Sawyer, y me hizo querer calmar su alma torturada.
Arrojó mi teléfono en mi bolso y se recostó contra el asiento, con los brazos cruzados sobre el pecho. Nos quedamos en silencio, perdidos en nuestros propios pensamientos mientras conducía en piloto automático. ¿Por qué el mundo era un lugar tan jodido?
Tomé la salida de la Avenida Wayne, un camino que conocía muy bien, pero Indiana, Pennsylvania, me parecía muy diferente ahora. No tenía la determinación ni el factor genial ni la arquitectura de Brooklyn. Todo parecía estéril. Fabricado. Aburrido.
Por encima de la música que salía de los altavoces, escuché una sirena. Revisé mi espejo retrovisor y gemí. El policía estatal estaba justo detrás de mí, las luces parpadeaban.
—Debe ser tu comité de bienvenida —grité sobre la música.
—Sí, es bueno estar en casa —dijo Sawyer. Nos lanzamos una sonrisa, y esta vez creí que lo decía en serio.
Me detuve en el arcén, apagué la música y miré por el espejo lateral al oficial que se acercaba. Nos paró a dos millas de casa. ¿No fue siempre de esta manera?
—¿No tiene nada mejor que hacer?
—Vive para esta mierda. ¿Habías acelerado? —preguntó Sawyer, no particularmente preocupado.
—No tengo idea de lo rápido que iba.
Sawyer se encogió de hombros. Ninguno de nosotros estaba prestando atención al velocímetro. Los dos teníamos pies de plomo.
El oficial se detuvo afuera de mi ventana abierta, y le di una gran sonrisa. Me frunció el ceño.
—Hola, oficial. ¿Hay algún problema?
Se puso las manos en las caderas.
—¿Sabe lo rápido que iba?
—No lo suficientemente rápido —dije—. Me atrapó.
Sawyer resopló y Garrett nos dirigió una mirada severa que nos hizo reír.
—Necesitaré ver su licencia y registro.
—¿En serio? —Lo miré. O hablaba en serio o era bueno en el juego de roles porque no había roto el personaje. Se parecía a papá: cabello castaño, mandíbula cuadrada con una hendidura, ojos color avellana. Mi hermano Garrett se parecía a Superman y nada parecido a Sawyer y a mí.
—Estás llevando esto demasiado lejos.
Extendió la mano y meneó los dedos para que yo entregara los documentos. Puse los ojos en blanco mientras recuperaba la licencia de mi bolso y Sawyer me entregó el registro de la guantera. El registro de Killian, podría agregar.
—Ponle a un chico el uniforme, y se le va directo a la cabeza —murmuré.
—Eden Madley. Dame una buena razón por la que no debería ponerte una multa hoy. —Ni siquiera se molestó en inspeccionar la licencia o el registro.
—Hmm... déjame pensar. —Chasqueé los dedos—. Te daré dos buenas razones. Este no es mi auto, así que no soy responsable del exceso de velocidad. —Sawyer rio—. Y nuestro rebelde está de regreso. Entonces, tenemos que llegar a casa y comenzar la fiesta. —Me deslicé las gafas de sol por la nariz y le guiñé un ojo.
—Una fiesta no es una fiesta hasta que aparecemos —alardeó Sawyer, y me giré en mi asiento para chocar los cinco.
Garrett negó con la cabeza a nuestra exhibición. Nada había cambiado. Siempre fue el sensato. Mamá solía decirnos que se sentía excluido, que tres son una multitud. Pero Garrett era cuatro años mayor e infinitamente más sabio, y nunca mostró ningún interés en unirse a nuestras travesuras, como las llamaba.
—Tienes mucha suerte de que fuera yo.
—Oh por favor —me burlé—. Te vi a una milla de distancia. Papá es mucho mejor que tú. —No era broma. Nuestro padre nos detuvo a Sawyer y a mí más veces de las que queríamos recordar. Nunca vi a Garrett, pero no iba a mencionar eso—. Si intentabas esconderte y atrapar víctimas desprevenidas, hiciste un trabajo de mierda.
—Cuida tu boca, niña. Estás hablando con un oficial de la ley.
—Parece que tienes un palo en el culo con ese uniforme —dijo Sawyer.
—Buen corte de cabello —dijo Garrett—. ¿Alguien te persigue con una sierra circular?
Iban y venían, compartiendo su propia forma de amor fraternal. Cuando agotaron su arsenal de insultos, Garrett me señaló con el dedo como el severo hermano mayor que me castiga con el infierno
—No deberías ir tan a tanta velocidad. ¿De quién es este auto?
—¿Nos detuvieron, Sunshine? —preguntó Killian. Los tres nos giramos a mirarlo mientras se sentaba, pasando una mano por su cabello mucho más corto.
—Pfft. Sucede todo el tiempo en este pedazo del bosque —dije, quitándole importancia—. Este oficial es demasiado entusiasta. Necesita cumplir con su cuota semanal.
Killian bajó la ventanilla y miré a Garrett, cuya mandíbula casi se había caído al suelo.
—¿Killian “La Muerte” Vincent?
—Culpable —respondió Killian, estrechando la mano que Garrett ofreció a través de la ventana trasera.
—No lo llames La Muerte —murmuré, pero nadie me estaba prestando atención. Garrett estaba demasiado ocupado presentándose, estrechando la mano de Killian y dando vueltas sobre él.
—¿Te llamó Sunshine? —preguntó Sawyer, mientras Garrett repasaba algunos de los aspectos más destacados de la carrera de Killian, como si Killian no estuviera al tanto de sus estadísticas. No tenía idea de que Garrett era tan fanático o tan bien informado sobre el tema, pero, lamentablemente, lo estaba.
Asentí. —Soy el Sunshine de Killian.
Sawyer resopló una carcajada.
—Eres más como un huracán o un tornado.
Mi puño conectó con su bíceps. Sin embargo, rebotó y Sawyer rio de mí.
—Buen intento, Chicken Little.
—Sí, como en los viejos tiempos.
Pero me hacía feliz cuando Sawyer actuaba como un idiota adolescente.
—¿Podemos irnos ahora, oficial? —pregunté, tamborileando con los dedos en el volante.
—Conduzca con cuidado —dijo Garrett—. No más velocidad.
—Atrápame si puedes —grité por la ventana antes de salir del arcén e incorporarme por la carretera. Pero solté el acelerador y me mantuve en el límite de velocidad. Si Garrett me atrapaba de nuevo, no me dejaría ir fácilmente. Mi padre nunca lo hizo, por lo que Garrett tenía zapatos grandes que llenar.
Me detuve en el camino de entrada de nuestra casa de dos niveles de ladrillo y paredes blancas con el césped perfectamente cuidado. Papá se enorgullecía de sus habilidades para cortar el césped. Las líneas eran tan rectas como siempre. Sawyer miró la bandera de estrellas y rayas, balancearse con la brisa en la asta en nuestro patio delantero. Me preguntaba si estaba tentado a saludarla.
Salté del Jeep y envolví mis brazos alrededor de Killian.
—¿Estás preparado para esto?
Me besó en los labios. —¡Vamos!


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Mensaje por yiniva Vie 29 Ene - 16:44

Fue un accidente la muerte dedel amigo, Killian no deberia sentirse culpable, los hermanos de Eden son super buena onda. Gracias berny


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Mensaje por Lola Luna Vie 29 Ene - 18:52

Gracias




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Mensaje por Maga Vie 29 Ene - 22:13

Bueno, afortunadamente Eden es una chica dura y fuerte y hace que Killian le hable aunque no le guste y eso lo enoje. Así se aclararon las cosas. Es triste y lamentable lo de su amigo pero ese tipo de deporte conlleva muchos riesgos como esos. Por eso no me gustan 
Me encantan los hermanos de Eden, en especial Sawyer, es tan divertido y me gusta como se lleva con Eden, es obvio que la quiere mucho. 
Oye   @berny_girl sabes si hay libro de él ????


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Mensaje por berny_girl Sáb 30 Ene - 5:50

Maga escribió:Bueno, afortunadamente Eden es una chica dura y fuerte y hace que Killian le hable aunque no le guste y eso lo enoje. Así se aclararon las cosas. Es triste y lamentable lo de su amigo pero ese tipo de deporte conlleva muchos riesgos como esos. Por eso no me gustan 
Me encantan los hermanos de Eden, en especial Sawyer, es tan divertido y me gusta como se lleva con Eden, es obvio que la quiere mucho. 
Oye   @berny_girl sabes si hay libro de él ????
También me gustaria un libro del, pero no hay. En total don tres tomo, el segundo corresponde a Conner y el tercero a Deacon


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Mensaje por berny_girl Sáb 30 Ene - 6:19

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur52
—¿Estás decente? —Sawyer gritó al otro lado de la puerta de mi dormitorio mientras me daba un vistazo en el espejo de cuerpo entero en la parte de atrás de la puerta de mi armario. Mi padre siempre daba una fiesta de bienvenida a casa para Sawyer y esta noche no fue la excepción. Sawyer entró en mi habitación sin esperar una respuesta, una cerveza abierta en la mano y dos latas más en los bolsillos de sus pantalones cortos. Sus ojos estaban brillantes, y me preguntaba cuánto había bebido.
Me lanzó una cerveza y yo la atrapé con una mano y golpeé la parte superior antes de abrirla, atrapando la espuma en mi boca. Sawyer se desmayó en mi cama, sin prisa por unirse a esta fiesta. Miré por la ventana de mi dormitorio hacia el patio trasero, nuestra propiedad de dos acres se extendía hasta el bosque, donde solíamos pasar mucho tiempo cuando éramos niños.
Mi papá y sus amigos estaban reunidos alrededor de la parrilla en la terraza debajo de mi ventana, el humo se acumulaba en el aire, el aroma de hamburguesas asadas y perritos calientes entraba por la ventana de mi segundo piso. La música rock clásica de papá estaba sonando por los altavoces y Springsteen estaba cantando sobre cómo salir de la escuela y no rendirse. Kate, bonita y pequeña con un vestido amarillo, su cabello oscuro, liso y brillante, le tocó el hombro. Cuando la vio, la sonrisa en su rostro era igual a la de ella. Envolvió el brazo alrededor de su cintura y la besó en la boca. Me alejé de la ventana, con una pequeña sonrisa.
Me refugié en mi gran sillón estilo puff y tiré del dobladillo de mi mini vestido de algodón azul.
—¿Has visto a Killian? —Como se predijo, Killian había sido instruido para quedarse en la antigua habitación de Garrett. Cuando llegamos, tomamos siestas por separado y no lo había visto desde entonces.
—Está en la ducha —dijo Sawyer, bebiendo su cerveza como si estuviera en una misión para ver qué tan rápido podía emborracharse. Bajó su cerveza y tiró la lata vacía en la papelera al lado de mi cómoda y luego abrió otra cerveza.
—¿Lo amas?
Amor. Esa es una gran palabra. Pero sentí que podía amarlo. Killian sería fácil de amar. Es fácil para mí amar.
—No lo sé. Pero estoy loca por él. Me siento como...
Sawyer y yo nunca habíamos hablado de nuestras vidas amorosas. Tan cerca como siempre, esa era un área en la que nunca nos aventuramos.
—Sobre el papel, Luke era perfecto, ¿sabes? Pero con Killian, siento que me acepta por lo que soy, mis defectos y debilidades, y no está tratando de cambiarme.
—Bueno, tú eres su Sunshine.
Sonreí. —Exactamente.
—Me alegro que seas feliz —dijo roncamente.
—Gracias. ¿Estás...?
—¡Iuju! —escuché al otro lado de mi puerta y luego Cassidy estaba en mi habitación, con Brianna y lo que parecía ser el resto de mi antiguo equipo de porristas.
—Oh. Dios mío —susurró Brianna con los ojos muy abiertos—. ¿Quién es este?
Miré a Killian de pie en la entrada. Sin camisa.
—¿Dónde está tu camisa?
—En la habitación.
—Ve a ponértela. —Lo eché por la puerta con las manos, aunque yo estaba al otro lado de la habitación, todavía metida en mí sillón.
Rio y se pavoneó por el pasillo. La mitad del equipo de animadoras giró sus cabezas para vigilarlo. La otra mitad miró a Sawyer tumbado en mi cama, y Brianna se tiró encima de él.
—Hola, nene —dijo Bri, dándole un gran beso en los labios—. Te extrañé.
—¿Ah, ¿sí? ¿Quieres mostrarme cuánto?
Me quejé, y segundos después un grupo de chicos del equipo de fútbol de la secundaria de Sawyer se metieron en mi habitación. Era demasiado pequeño para acomodar todo el sudor y hormonas, sin mencionar la loción para después de afeitarse que alguien había usado en exceso. Cameron, el ex defensa, y el mejor amigo de Sawyer de la secundaria, me levanto de mi sillón y me arrojó sobre su hombro.
—Bájame. —Lo golpeé la espalda. Estaba construido como un refrigerador, casi demasiado ancho para pasar por mi puerta.
Este era uno de sus trucos de fiesta. No me sacrificaría hasta que estuviera fuera en el patio trasero, después de haber hecho la vuelta de la victoria. Esta solía ser mi vida. Suspiré.
—Killian —grité mientras Cameron pasaba trotando por la vieja habitación de Garrett—. Rescátame de este bruto. —Dado que estaba riendo, no creí que Killian se lo tomara en serio.
Cameron giró en círculo. Levanté la cabeza y miré por encima del hombro a Killian de pie en la entrada. Me alegró saber que se había puesto una camiseta.
—Mierda —dijo Cameron—. Soy un gran fan, amigo.
Me quejé. Killian lograba evitar esto en Brooklyn, pero unas horas en el oeste de Pensilvania y estaba siendo sometido a su peor pesadilla. La fiebre de Killian Vincent había alcanzado un nivel muy alto. Pero vi mi estrategia de salida, y como era una oportunista, la tomé.
—Cam, bájame. Te lo presentaré.
Cameron me bajó sin luchar y Killian me arropó a su lado. Sentí que él necesitaba el apoyo más que yo.
Hice las presentaciones y Killian conoció al equipo de fútbol y a las animadoras. Ambos se lo comieron con los ojos de igual manera.
—Yo fui su primer beso —le dijo Cameron a Killian cuando todos salimos, con cerveza en la mano.
—El beso más incómodo del planeta —dije.
—Está exagerando. —Cameron me guiñó un ojo—. Pero no por mucho.
Todos bebimos y bromeamos, hablamos y nos reímos, y todos superamos el hecho de que Killian era un ex luchador de la UFC. Nadie mencionó a Luke o Lexie o al bebé que ya debía haber nacido.
Killian puso un brazo alrededor de mi hombro y lo miré con una gran sonrisa en el rostro.
—Es tan raro verte aquí. Pero en el buen sentido.
Desde la cubierta, los acordes de apertura de “Bleed It Out” de Linkin Park se dispararon desde el sistema de sonido. Cameron estaba a cargo de la música y bombeaba en el aire.
—Sintoniza —gritó, apuntando con su brazo a Killian.
Una mirada pasó entre Sawyer y Killian que frotaba su nuca.
—Cámbialo, Cam —ordenó Sawyer.
—Está bien —dijo Killian.
—Cámbialo —dijo Sawyer otra vez.
Cam parecía perplejo, pero cambió la música.
—¿Qué tiene de malo esa canción? —pregunté a Killian.
—Era mi canción de salida. No es gran cosa.
Puse un brazo alrededor de su cintura y tomé un sorbo de mi cerveza.
—¿Esto es difícil para ti?
Me besó en los labios. —No.
Pero no le creí. Todo el mundo le recordaba la vida que había tenido antes, una vida que había amado, pero a la que no podía volver porque se sentía demasiado culpable. Si, por alguna razón, no pudiera hacer más mi arte, estaría un poco perdida. Tal vez no era lo mismo, y no se podía comparar, pero el arte era mi pasión de la misma manera que las MMA lo había sido para Killian. Desde que me mudé a Brooklyn, se había vuelto aún más importante en mi vida. Jared me pidió que pintara un mural en el costado de su tienda de tatuajes cuando volviera a Brooklyn. Sabía que fue idea de Killian, y que le había preguntado a Jared si yo podía hacerlo. Solo lo sabía porque Jared me lo dijo. Quería encontrar una manera de ayudar a Killian a encontrar una nueva pasión, pero no tenía idea de cómo hacerlo.
Me puso delante de él y me envolvió con sus brazos, mi espalda contra su pecho.
—Deja de preocuparte —murmuró en mi oído.
Me recosté contra él y hablamos y bromeamos con mis viejos amigos y mis hermanos.
—Eden era la abeja reina de nuestra secundaria —dijo Cassidy, y capté un tono en su voz que cruzó la línea de amistoso. Obviamente estaba en el campamento de Lexie ahora.
—Bueno, sí —dijo Brianna, en mi defensa—. Eden es lo máximo.
—Lo hicimos genial juntas —dije.
—Sí, lo hicimos, cariño. —Me sonrió y luego movió la cabeza hacia Cassidy, levantando las cejas.
Me encogí de hombros. Sawyer y Garrett contaron unos cuantos cuentos estúpidos de la infancia, todos a mi costa, que nos hicieron reír y disiparon la tensión que Cassidy había creado.
—Era un infierno sobre ruedas —dijo Sawyer a Killian—. Espero que sepas en lo que te has metido.
—Me he calmado mucho. Ahora soy una adulta madura y responsable.
Sawyer y Killian se rieron por eso, aunque yo no había estado tratando de ser graciosa. Le di un codazo a Killian en las costillas.
—Solo por eso, comerás pastel mañana.
—No hay pastel.
Reí.
—Vas a recibir el especial de cumpleaños de Eden Madley.
Se inclinó y me susurró al oído.
—¿Tu cuerpo desnudo envuelto en un lazo?
—Eso se puede arreglar.
—Tú eres el regalo que no se devuelve.
—Y no lo olvides.
Más tarde esa noche, sola en mi habitación, vi a través de mi ventana abierta como Sawyer y Killian desaparecieron en el bosque detrás de nuestra casa, con una botella de Jack Daniels en la mano de Sawyer. Se habían unido como yo esperaba que lo hicieran.
Me puse una camiseta sin mangas y shorts para dormir y me acosté en mi cama como una estrella de mar, mi cuerpo pegajoso por el calor y la humedad de agosto. Estaba tan tranquilo aquí. Echaba de menos el ruido de la ciudad, la canción de cuna que ahora me hacía dormir, los camiones de basura de la madrugada, las sirenas y el constante zumbido de las voces y el tráfico. Extrañaba el olor de Brooklyn, el penetrante aroma de queso de la tienda frente a Brickwood Coffee, el cerdo tostado del camión de tacos de Jimmy, la basura y el asfalto, el olor del pan recién horneado en Greenpoint los domingos por la mañana temprano, cuando me quedaba en casa de Killian.
Por mucho que ame a mi familia, estar aquí me hizo darme cuenta de que Brooklyn es mi hogar ahora. Estaba agradecida de no estar atrapada en un pueblito de Pensilvania, viviendo con los padres de Luke, cuidando de un bebé a la edad de veintidós años.
Luke fue una mierda y me había hecho daño, pero mi corazón no estaba roto como yo creía. Quería ser una chica diferente, expandir mis horizontes y explorar el más allá, pero con Luke me mantuve en un patrón de espera, sin crecer o cambiar. Me había aferrado mucho a él, confinada a esa caja en la que me había encerrado.
Con Killian, había sido yo misma desde el principio, sin retener nada. Y yo le gustaba tal como era.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21
Por supuesto, me colé en la habitación de Garrett y me quedé con Killian. Lo que mi padre no supiera no le haría daño. Desafortunadamente, una llamada de atención a las seis y media de la mañana llego en forma de Sawyer golpeando la puerta de la habitación. Me escondí bajo las sábanas cuando la puerta se abrió de golpe. La privacidad, en nuestra casa, era una broma.
Algo golpeó mi brazo, forzándome a descubrir mi escondite que no me había escondido en absoluto. Bajé las sábanas, agarré la zapatilla de Sawyer y se lo arrojé a la cabeza. Él se agachó y golpeó la puerta del dormitorio con un golpe.
—Esto es la guerra —declaré—. Tú te lo buscaste.
Sawyer rio de mi ridícula declaración, y también Killian. Miré a uno y luego al otro antes de tirar las sábanas, salté de la cama y volé hacia Sawyer, tratando de derribarlo. No había ninguna posibilidad de que eso sucediera. Me arrojó sobre su hombro y me depositó en la cama.
Caí de nuevo sobre la cama. Esto era demasiado para esta hora de la mañana. Apenas había luz afuera. Olfateé el aire.
—¿Eso es tocino?
—Papá está de servicio en KP —dijo Sawyer y luego miró a Killian—. ¿Listo para esa carrera?
—Dame dos minutos —dijo Killian.
—Nos vemos en la parte de atrás.
—¿Hicieron este plan sin mí? Voy contigo —dije, aunque correr a esta hora era lo último que quería hacer.
—¿Qué te dije? —preguntó Sawyer, y Killian río, compartiendo una broma interna que yo no conocía—. Odia que la dejen fuera de todo.
—Dímelo a mí —dijo Killian.
Después de que Sawyer se fuera, le di un codazo a Killian en las costillas.
—Estás en mi equipo. No desertando al Equipo Sawyer.
—Lo que tú digas, Sunshine.
—Feliz cumpleaños, nena.


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Mensaje por berny_girl Sáb 30 Ene - 6:19

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur51
—¿Cómo te gusta la carne, hijo? —preguntó Jack Madley, mientras encendía la barbacoa. Una bandeja apilada con cinco de los filetes más grandes y gruesos que había visto se encontraba en el estante al lado de la parrilla.
Miré a Sawyer que estaba cargando una hielera en la terraza y luego a Garrett que estaba entretenido en su teléfono. Ninguno de los dos respondió.
El papá de Eden rio entre dientes.
—Sé cómo les gustan sus bistecs. Yo esta…
—A Killian le gusta su bistec casi crudo —dijo Eden, colocando una ensalada en la mesa y haciendo una mueca—. ¡Iugh!
No era un gran fan de los bistecs, pero habían elegido el menú, diseñado específicamente para mí. Estaba recibiendo el tratamiento especial de cumpleaños de Eden Madley, y los hombres Madley estaban más que felices de aceptarlo. Les encantaba el bistec, cuanto más grande el hueso, mejor.
—Lo siento, señor, pensé...
—Es Jack —gruñó. Me corrigió varias veces, pero seguí recurriendo a señor, por razones que no podía entender. Nunca había llamado a nadie señor en toda mi vida, pero el hombre merecía mi respeto. Jack Madley me había abrazado como el novio de su hija, sin juzgarme. No sabía cómo manejar eso, como tampoco sabía cómo manejar toda esta situación. Eden podría haber querido alejarse de su casa, y pude entender por qué ella no quería vivir en un pueblo pequeño o en cualquier lugar cerca de ese imbécil, pero esta casa era un hogar. A los pocos minutos de conocer a su familia, estaba claro que todos la tenían cubierta y que había sido criada con amor.
Estaba tomando una cerveza fría en la terraza a la luz del sol de la tarde porque me habían dicho que los cumpleaños son especiales en la casa de los Madley, lo que significaba que no se me permitía levantar un dedo para ayudar. Miré la extensión verde de su patio trasero y los bosques donde había pasado el rato con Sawyer anoche después de que Eden se hubiera acostado, un plan astuto para que pareciera que estaba cumpliendo los deseos de su padre.
—¿Alguna vez cuando estás rodeado de gente que se divierte sientes que realmente no estás allí? ¿Cómo si estuvieras entumecido? —Me había preguntado Sawyer.
—Sí, conozco ese sentimiento.
—Tendré veinticuatro en octubre, pero siento que soy mayor que los chicos con los que crecí por décadas.
—Conozco ese sentimiento.
—Pensé que lo harías —Tomó un trago de whisky y miró la botella en la mano—. Mi segundo despliegue... estábamos patrullando, cruzando un campo. Mi amigo Casey y yo teníamos detectores de metales, escaneando el área. Estábamos a punto de cruzar un camino de tierra. Parecía que habían desenterrado algo en la tierra aun fresca, así que le dije a Casey y Jonesy que se quedaran atrás y que yo lo inspeccionaría. Lo siguiente que supe fue que volé como loco. Desperté en el campo y contemplé el sol abrasador. Por un minuto, pensé que estaba muerto. Estaba tan jodidamente tranquilo. Pero entonces escuché voces y supe que no estaba muerto. El IED había volado un cráter en la carretera. Salté y lo primero que vi fue una pierna. Entonces vi a Jonesy. Le arranco las dos piernas, pero él hablaba sobre el auto que planeaba comprar cuando llegara a casa. Sus piernas habían desaparecido, y él estaba hablando de un auto mientras yo le decía que todo iba a estar bien. “Conseguirás ese auto”. Algunos chicos llegaron para ayudar. En mi cabeza, me decía a mí mismo que Casey O’Malley estaba en algún lugar de ese campo. Y que estaba bien. Pero vi su bota sobresaliendo de la tierra y comencé a sacarlo...
Mientras me contaba la historia, usó la misma voz automatizada que usé cuando le conté a Eden mi historia de Johnny Ramírez.
—Llevamos a Casey de regreso al campamento base en una bolsa negra para cadáveres. Mi mejor amigo estaba muerto, a Jonesy le volaron las piernas y yo terminé con un tobillo torcido y algunos rasguños. He repetido esto muchas veces en mi cabeza y siempre me pregunto qué podría haber hecho de otra manera. ¿Dispare esa IED? ¿Por qué les sucedió eso a ellos y no a mí?
Jesucristo. ¿Cómo vivía con esas imágenes? Cerré los ojos y me recosté contra el tronco del árbol.
—No fue tu culpa —dije finalmente, y lo dije en serio.
Eché la cabeza hacia atrás y miré las estrellas tambaleándose en el cielo nocturno. Era increíble que el mundo siguiera girando. Las estrellas aún salían por la noche. El sol salió y se ponía todos los días en este universo irracional.
—Nunca le conté esa historia a mi familia o amigos —dijo Sawyer en voz baja.
—¿Por qué me lo dijiste? —Aunque tenía una idea.
—Parece que has ido al infierno y regresado.
—Me veo tan bien, ¿eh? —bromeé.
—Como si te hubieran montado duro y te guardaron mojado —bromeó de vuelta a mí.
—No deberías hablar de tu hermana de esa manera.
Levantó la mano. —Ahórrame los detalles.
—No ibas a conseguir ninguno.
—Ella cambió, eso es malditamente cierto —dijo Sawyer.
—¿Es él tan imbécil como creo que es?
Sawyer me pasó la botella de whisky y tomé un trago. El Jack Daniel's, no es mi favorito. Se la devolví y crucé los brazos sobre mi pecho, esperando una respuesta.
—Nunca me gustó. Todos en este pueblo lo trataban como si fuera el regalo de Dios. Los llamaron a Luke y Eden la pareja dorada, pero era una mierda de secundaria. Luke es superficial. Nunca conoció a la verdadera Eden. Mi hermana es un dolor en el culo, pero es genial como la mierda.
Ya sabía eso.

Eden colocó una carga de regalos envueltos frente a mí. Oh diablos, no.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—¿Cómo se ven? Tus regalos de cumpleaños.
—Te dije que no me compraras nada.
—Sí, bueno, no eres mi jefe, así que te ignoré.
Sawyer y Garrett resoplaron y se sentaron a la mesa.
—Acostúmbrate —dijo Jack Madley, arrojando los bistecs a la parrilla—. Ha estado ignorando mi buen consejo durante veintidós años.
Eden puso los ojos en blanco.
—Tengo una acusación falsa por aquí. —Me golpeó en el hombro—. Abre tus regalos. No son solo míos.
—La camiseta es mía —dijo Sawyer.
—El whisky es mío —dijo Garrett.
—Ustedes son los peores —resopló Eden—. Se supone que es una sorpresa.
Se encogieron de hombros y se acomodaron con sus cervezas. Eden se sentó frente a mí y tomó una foto. Levanté la mano.
—No.
Más resoplidos al unísono de los hombres Madley.
—Bien. —Arrastró su silla a mí—. Abre tus estúpidos regalos.
Abrí el Jameson y le agradecí a Garrett que me informó que Eden le dijo qué comprar. Abrí la caja con una camiseta negra de Harley Davidson y agradecí a Sawyer.
—Lo elegí por mi cuenta —afirmó.
Como habíamos pasado todo el día haciendo "cosas de hombres" y comprando la nueva motocicleta de Sawyer, me resultó difícil de creer. Como regalo de cumpleaños, me dejó llevar su Kawasaki Ninja en un alegre paseo. Solía tener una Ducati, una de las pocas cosas que me había comprado, pero la vendí después de la muerte de Johnny.
—Esa se parece mucho a la camiseta que te compré para tu cumpleaños de hace dos años —dijo Eden.
Sawyer rio.
—¿Regalaste algo que yo te regalé? —preguntó Eden.
Le arrojé la camiseta a Sawyer. La atrapó y me la arrojó.
—Es una camiseta genial —dijo, para suavizar el golpe—. Pero tengo un millón de camisetas y no tengo tiempo para usarlas.
—Se verá mejor en Killian, de todos modos. —Eden se cruzó de brazos y se dejó caer en su asiento.
El siguiente regalo que abrí fue una herramienta multiuso Leatherman de acero inoxidable.
—Papá, te di eso para Navidad —dijo Eden.
—No necesitaba dos de ellas, chica.
A estas alturas, los chicos y yo estábamos muriendo de risa. Eden levantó los brazos.
—Ustedes no tienen esperanza.
Quedaban dos regalos sin abrir: un cilindro largo y una caja pequeña.
—Apuesto a que ella enrolló mis viejos carteles de chicas desnudas y los volvió a regalar —dijo Sawyer mientras desenvolvía el cilindro de cartón.
—Como si quisiera que Killian cubriera sus paredes con carteles de chicas desnudas —se burló.
Abrí la tapa de plástico. Sabía lo que había allí, y casi no quería sacarlo. Pero ella me lo dio y quería que lo tuviera, así que lo saqué, lo desenrollé y miré la pintura que había visto en su caballete la noche en que dibujó mi rostro.
—Puedes guardarlo en tu armario —dijo, mordiéndose el labio inferior.
La rodeé con el brazo y la besé en la mejilla.
—No va en el armario. Me encanta. Gracias.
—De nada. —Me dio una gran sonrisa feliz—. Cuando lleguemos a casa, puedo estirarlo y ponerlo en un marco. Si tú quieres.
—¿Puedes hacer eso?
—Sí. Es fácil.
El último regalo fue un llavero: un globo plateado. Lo giró en mi palma hacia el lado liso, para que yo pudiera leer el grabado: Cada nuevo día es un mundo de posibilidades.
—Sé que es totalmente cursi. —Se encogió de hombros—. Pero me decidí con esa frase. Tenían que hacer la escritura pequeña para que quepa todo. Siempre tengo mucho que decir.
—No me digas —dijo Sawyer.
No tenía nada que decir. Ni una maldita cosa. La tortura de un especial de cumpleaños de Eden Madley continuó. Después de la cena, llevó a cabo el pastel, encendió las veintisiete velas y me cantó feliz cumpleaños, insistiendo en que su padre y sus hermanos se unieran.
Cuando la canción finalmente terminó, me dio un codazo en el brazo, riendo.
—Parece que estas sufriendo.
Froté mi rostro con las manos. Estaba sufriendo. Nadie había hecho esto por mí. Observé el pastel, la cera de las velas goteando, luego su rostro, todo iluminado por el resplandor, sus ojos verdes brillando. Tan hermosa.
—Necesitas pedir un deseo y apagar las velas, cumpleañero.
Un deseo. La miré de nuevo e hice mi deseo. Quería que cada nuevo día la incluyera. Ella era un mundo de posibilidades y era un mundo en el que quería vivir.
Al día siguiente, antes de que nos fuéramos, Jack Madley preguntó si podía hablar conmigo. Estaba tan estúpidamente nervioso de que me diera un infierno por acostarme con Eden bajo su techo después de que me había dado instrucciones de que durmiera al otro lado del pasillo. Lo seguí hasta la cubierta y esperé a que se lanzara sobre mí. Nos paramos uno al lado del otro, de frente al bosque. Estaba tan tranquilo aquí. Podía escuchar los pájaros cantando desde el roble en su patio trasero y el zumbido de un cortacésped en la distancia.
Jack me puso una mano en el hombro y me sobresalté. Rio entre dientes.
—No te creí del tipo nervioso.
Reí.
—No lo soy habitualmente. —Dejó caer el brazo a su lado. Me limpié el sudor de la frente con el dorso del brazo. Eran solo las nueve de la mañana, pero el calor y la humedad ya eran sofocantes.
—No me convenció su idea de mudarse a Brooklyn sola.
—Puedo entender eso.
—Podrías pensar que ya ha crecido, pero siempre será mi niña.
Lo miré de reojo. ¿Me iba a decir que me mantuviera alejado de ella?
—Cuídala —dijo—. Asegúrate de que se mantenga fuera de problemas.
Mis hombros se relajaron. —Lo haré.
Asintió y me pidió que guardara su número. Lo ingresé en mi teléfono y lo guardé en el bolsillo.
—Con suerte, no la llevaras a la sala de emergencias pronto. Pero en caso de emergencia, asegúrate de llamarme. Criar a una hija es muy diferente a criar hijos. Me preocupo más por su seguridad. Siempre lo he hecho. —Negó con la cabeza—. Ella me llamaría sexista por decir eso.
Reí, recordando la vez que me acusó de lo mismo.
—No dejaré que nada le pase.
—Bueno. Me aferraré a eso. Y no menciones que hemos tenido esta pequeña charla o estaré escuchando mucho tiempo sobre ella.
—Lo guardaré para mí.
—Y la próxima vez que nos visites, tus puertas serán trampas explosivas. Nada como un cubo de agua helada cayendo sobre tu cabeza en medio de la noche.
Me mordí el labio inferior para no reírme. Dios, amaba a esta familia. Eran todo lo que nunca había tenido, pero siempre había deseado. Apoyo. Diversión. Amor. Protección. Lealtad. Aunque la madre de Eden había muerto demasiado joven, esta familia no se desmoronó. Su padre no se había emborrachado para ahogar sus penas. Se mantuvo fuerte, como ese roble en el patio trasero. Y había transmitido esa fuerza a sus hijos.
Aspiraba ser un hombre como Jack Madley.
Algún día.
Tal vez.


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Mensaje por yiniva Sáb 30 Ene - 17:18

Que bien se llevan todos, aunque le recuerden el pasado a Killian, gracias berny


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Mensaje por Lola Luna Sáb 30 Ene - 19:37

Gracias




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Mensaje por carolbarr Sáb 30 Ene - 19:54

Ya me puse al día, sabia que me gustaría la familia de Eden

Que peso tan grande lleva Kilian y Swayer, no quiero ni imaginarlo

Me gusta como ha cambiado Kilian

Gracias


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Mensaje por berny_girl Dom 31 Ene - 4:33

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur54
Jared quería una calavera, rosas y alas, así que eso es lo que estaba pintando al costado de su edificio de ladrillo de dos pisos que albergaba el salón de tatuajes en el primer piso y su departamento en el segundo piso. Era el martes después del Día del Trabajo, pero todavía parecía verano en Brooklyn. El sudor goteaba entre mis omóplatos y fantaseaba con una ducha fría cuando Zeke me gritó.
—Oye, ¿qué pasa, Picasso?
Miré a Zeke desde mi lugar en la mini torre de andamios. Llevaba una camisa hawaiana de flores, bermudas a cuadros y zapatillas, su patineta debajo del pie. De alguna manera, hizo que el atuendo loco funcionara para él. Acababa de regresar de unas vacaciones de una semana en “El Viñedo de Martha” con su familia, y lucía un bronceado dorado, con el cabello teñido más claro por el sol y el agua salada. Dejé mi pincel y bajé del andamio para darle un fuerte abrazo.
—Te extrañé —dije, abrazándolo con mi yo sudoroso y sucio.
Zeke sonrió.
—También te extrañé. ¿Te llego mi postal?
—Ojalá estuvieras aquí —cité, que era todo lo que decía la postal, y descubrí que envió el mismo mensaje a todos los camareros, incluida también Ava, ya que envió todas las postales al bar y comparamos las notas—. ¿Buen viaje?
—Excelente. Pasé tiempo con la familia. Me enganche con una chica atractiva. Navegué un poco. La vida es buena en el mundo de Zeke.
—¿Alguna vez es malo el mundo de Zeke? —bromeé. Era imposible no amar a Zeke. Seguía esperando atraparlo de mal humor, pero nunca lo hice.
—No. Mi vida es asombrosa.
Reí y negué con la cabeza, pero en este momento, mi vida también era increíble.
—Hablando de increíble —dijo Zeke—. Este muro es la bomba.
Retrocedí en la acera para ver lo que había hecho hasta ahora. La semana pasada, Killian había lavado la pared y me ayudó a pintar la capa inferior porque era el maestro de todos los oficios. Mi cráneo tenía tres metros y medio de alto, con rosas en las cuencas de los ojos, también alrededor de la base, y una pancarta debajo con el nombre de la tienda de tatuajes de Jared: Forever Ink. Las alas, en las que estaba trabajando ahora, se extendían desde cada lado del cráneo y abarcaban el ancho de la pared.
—Gracias, Zeke.
—¿Quieres que te compre algo de almorzar y te lo traiga? —preguntó Zeke justo cuando Killian se detenía en la acera. Apagó el motor y salió del Jeep, dándole un vistazo rápido a Zeke. Su mirada se giró hacia mí y me dio una gran sonrisa como si estuviera feliz de verme y hubiera pasado mucho tiempo. Cuando en realidad, nos despertamos juntos hace unas pocas horas y me dejó aquí con un café helado, un panecillo y botellas de agua para mantenerme hidratada. Había pasado un rato hablando conmigo y Jared mientras pintaba.
—Hola, nena —dijo, tirando de mí a sus brazos.
—¡Hola! —Me incliné hacia él y le di un beso—. Estoy toda caliente y sudorosa. —murmuré contra sus labios.
Acarició mi cuello.
—Me encanta tu sudor. —Me acurrucó a su lado y nos acercó a Zeke, que tenía una gran sonrisa en su rostro.
—¿Cómo estuvo Hawái? —preguntó Killian. Le di un codazo en las costillas.
—El viñedo de Martha —dijo Zeke con una sonrisa—. Todo estuvo bien. —Meneó las cejas—. Pero siento que me he perdido mucho... viviendo en la zona de amigos permanentes.
Killian giró su llavero globo alrededor de su dedo.
—Espero que estés disfrutando de tu estadía.
—Como si tuviera otra opción.
—Siempre hay otra opción —dijo Killian—. Tomaste la correcta.
—Un montón de peces en el mar de Zeke. —Zeke nos sonrió, luego volteó su patineta—. Voy a pescar. Te veo luego.
—Adiós Zeke —grité mientras se dirigía calle abajo con el brazo en alto.
Killian negó con la cabeza.
—¿Qué demonios lleva puesto?
Me eché a reír.
—Su atuendo de pesca. Obviamente. Deberías ser más amable con él.
—Ese, fui yo siendo amable. Si quisiera ser malo, le habría preguntado qué demonios llevaba puesto.
Observé los shorts de cargo de Killian y la camiseta gris.
—Su guardarropa tiene más colores que el negro, blanco, gris y caqui.
—¿Quieres que use diferentes colores?
—No. Me gustas tal como eres.
Tirando de mí contra él, tomó mi trasero en sus manos.
—Me gustan estos shorts naranjas y esta blusa azul. Y todos los colores de tu piel.
Reí. Mis shorts eran color coral, mi camiseta sin mangas era azul marino, y mis brazos y piernas estaban salpicados de puntos de pintura. Killian tiró de mi labio inferior entre sus dientes y lo chupó. Gemí y presioné mi cuerpo contra el suyo y envolví mis brazos alrededor de su cuello.
—Mmm. —Mordí su labio y apreté mi cuerpo contra el suyo. Nos hizo retroceder, por lo que estaba apoyado contra la puerta de su Jeep—. Sabes tan bien. Quiero comerte para el desayuno, el almuerzo y la cena.
—Me encanta cuando hablas sucio —dijo, pasando sus besos por mi cuello.
—Aprendí del mejor.
—¿Quieres escuchar lo que te voy a hacer después?
—Sí.
Alguien se aclaró la garganta y me di vuelta para mirar a Ava.
—¿Interrumpo?
—Sí —dijo Killian, dándome la vuelta en sus brazos para que estuviera de pie frente a él, con la espalda contra su pecho. Lo más probable es que cubriera la erección que estaba luciendo. Empujé mi trasero contra él y reí cuando gimió.
—No sé cómo Eden hace el trabajo con todos sus visitantes —se quejó Killian.
Ava le sonrió con suficiencia.
—No la distraemos tanto como tú.
—Doy la bienvenida a todas las distracciones. —Meneé mi trasero contra él nuevamente.
—Vas a pagar por esto más tarde —susurró en mi oído.
—Lo espero con ansias.
Ava aplaudió.
—¿Quién está preparado para almorzar?
—Killian está preparado para cualquier cosa —dije.
—Apuesto a que lo está —dijo ella, arqueando las cejas—. ¿Shake Shack? Hamburguesas, papas fritas y batidos.
—Es un día de ensalada —dijo Killian, alejándose de mí. Abrió la escotilla y saco una bolsa que sin duda contenía recipientes Tupperware llenos de ensaladas. Él me había estado trayendo el almuerzo todos los días, y así fue como aprendí que era un loco por la salud. Proteína magra, muchas verduras y granos de los que nunca había oído hablar, todo preparado por él en su cocina.
En el menú de hoy, una ensalada de quinua con pollo, pistachos, arándanos secos y menta. Y una ensalada verde con toneladas de verduras crudas y un aderezo de vinagreta de mostaza. Ayer comimos cuscús con verduras asadas. El día anterior fue una ensalada de arroz salvaje con salmón. El día anterior fue una ensalada griega.
Ava puso los ojos en blanco mientras desempacaba las ensaladas.
—Sabía que las galletas eran únicas —se quejó.
—La próxima vez hornearé brownies y podremos comerlos todos —le dije.
Ella chocó los cinco conmigo.
—Ahora estamos hablando un idioma que entiendo.
Nos sentamos en el suelo con la espalda apoyada contra la pared y comimos nuestras ensaladas al aire libre que se habían convertido en nuestra pequeña rutina. Ava arrugo la nariz ante las ensaladas, pero se quedó y habló mientras Killian respondía llamadas telefónicas relacionadas con bares y yo enterré el rostro en el recipiente porque me encantaban sus ensaladas.
—Te recojo a las cuatro —dijo Killian, dándome un casto beso de despedida. Algo más comenzó un incendio dentro de mí, y necesitaba concentrarme en pintar mi pared. Sin mencionar que necesitaba conservar mi energía para trabajar esta noche. El sol, el calor y Killian me convirtieron en un fideo flojo.
Después de que se fueron, volví a subir al andamio y volví al trabajo. Mientras pintaba, traté de recordar un momento en que fuera así feliz y no pude. A menos que volviera a la infancia, pero ese era un tipo de felicidad completamente diferente. Mi vida era tan buena ahora que daba miedo.
Cualquier sentimiento que había albergado por Luke había desaparecido. Finalmente hablé con él por teléfono e intentó explicar su versión de la historia. Mientras hablaba, esperé a que el dolor cavara sus garras. Cuando no lo hizo, sonreí al teléfono, agradecida de haberlo dejado atrás y seguir adelante.
Ahora estaba pintando una pared en Williamsburg, tenía un trabajo de barman que amaba, amigos geniales y lo mejor de todo, tenía a Killian. Es difícil de creer que alguna vez hayamos hecho ese estira y afloja porque ahora estábamos dentro.

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21

Estaba acostada desnuda en la isla de la cocina de Killian, mi cabello se abría a mi alrededor como una sirena en la playa, mis piernas sobre sus hombros desnudos. Mi cuerpo era su banquete para deleitarse y yo era Lady Bountiful.
Un remix de David Guetta estaba sonando en su sistema de sonido, el ventilador de techo giraba sobre mí. Una brisa fresca soplaba sobre mi piel, y un delicioso escalofrío recorrió mi cuerpo. Sin embargo, no tenía frío. Yo era un infierno furioso.
Su lengua rodeó el borde de mi ombligo y se sumergió dentro. Vueltas y vueltas. El calor se acumuló entre mis piernas. Mis músculos se apretaron, y un gemido bajo escapó de mis labios. Su lengua se deslizó por mi vientre, lenta y tortuosamente. El rastrojo en su mandíbula arañando mi piel, haciendo que todas las neuronas en mi cuerpo se dispararan en todas las direcciones. Su lengua rodeó mi pezón y se burló de él. Se deslizó sobre el oleaje de mi pecho y pasó al siguiente, donde continuó torturándome.
Mi espalda se arqueó y estaba gimiendo, retorciéndome. Me está volviendo loca. No era suficiente. Era demasiado.
—Tienes que parar —gemí.
—¿Quieres que pare? —preguntó, levantando la cabeza para mirarme.
—Sí. Quiero decir, no. Quiero... más de lo que me estás dando.
Rio entre dientes.
—Tan codiciosa e impaciente.
Estaba tratando de matarme, estaba segura de eso. Su lengua se deslizó por mi muslo interno. Avanzando poco a poco hasta donde lo quería. Mi cuerpo temblaba, mis palmas estaban sudorosas. Se detuvo cerca de la marca y comenzó con la otra pierna. La punta de su lengua encontró mi clítoris y lo golpeó una vez. Mi cuerpo se contrajo. Lo hizo de nuevo. Y otra vez. Dos dedos se deslizaron dentro de mí, curvándose, alcanzando, frotando contra el lugar que no necesitaba un mapa para encontrar. Tenía todas las terminaciones nerviosas y el calor resbaladizo. Palpitante, pulsante, de dolorosa necesidad.
—Yo. Quiero. Tú… —gruñí.
Retirando la mano, frotó la punta entre mis pliegues.
Levanté la cabeza para mirarlo. Sus ojos estaban en mi rostro, sus labios ligeramente separados mientras se guiaban dentro de mí. Despacio. Despacio. Cerré los ojos y todos los pensamientos se evaporaron cuando entró y salió llenándome. Otra vez. Y otra vez. Empujó profundamente dentro de mí.
—Oh... Dios —grité con voz ronca.
Mi cuerpo explotó, mis músculos se apretaron alrededor de él, las convulsiones sacudieron mi cuerpo. Como si fuera de algún lugar lejano, escuché su respiración irregular. Sus manos se apretaron en mis caderas, los dedos se clavaron en mi carne, mientras se corría. Presionó un beso en mi vientre, el rastrojo en su mandíbula arañó mi piel, antes de salir de mí.
Mis piernas se sentían como de goma cuando me bajó al suelo, y me vestí con mi camiseta sin mangas y ropa interior.
Me tomó de la mano y me llevó escaleras arriba a su habitación. A diferencia de mí, no se había molestado en ponerse la ropa. Le eché un buen vistazo a su trasero perfecto, firme y redondo, merecedor de una foto pegada en el Puente de Brooklyn. En vallas publicitarias, en todo el país. Era tan bueno. Mi mirada viajó hacia los hoyuelos en su espalda baja y al tatuaje del fénix.
—¿Cómo vas a hacer tus ensaladas en esa isla ahora? —pregunté.
—Las ensaladas de mañana serán más saladas.
—Oh Dios —dije, riéndome.
Nos turnamos en el baño y nos encontramos en su cama. No había visto la habitación de Connor, pero la de Killian era pequeña, con dos ventanas que daban al patio trasero. Su habitación era limpia pero básica, con una cama tamaño queen, una cómoda y mesitas de noche. Me recosté en sus sábanas verde bosque y miré mi pintura en la pared. Estiré el lienzo sobre un marco de madera y lo colgó frente a su cama, por lo que sería lo último que vería antes de irse a dormir y lo primero cuando se despertara.
Killian se deslizó debajo de las sábanas, apagó la lámpara y tiró de mi espalda contra su pecho. Dobló las rodillas, trayendo las mías con ellas, y me acurruqué en la curva de su cuerpo. Su mano encontró la mía y entrelazó nuestros dedos. Así es como nos dormimos todas las noches. No nos despertamos de esta manera. Killian dormía boca abajo, con los brazos alrededor de la almohada. Usualmente me despertaba de costado, con el brazo debajo de la almohada, frente a él. Pero así era como nos quedábamos dormidos y me encantaba.
—Buenas noches nena.
—Buenas noches, Killian. —Apenas había pronunciado las palabras antes de quedarme dormida con una sonrisa en mis labios.
La mañana siguiente me despertó una lengua que se arremolinaba alrededor de mi pezón. Veinte minutos después, salimos juntos de la ducha, una nube de vapor ondeando detrás de nosotros.
Quince minutos después, íbamos de camino a la tienda de tatuajes de Jared, con un café helado en la mano. Me había trenzado el cabello mojado y me vestí valientemente con shorts blancos y una camiseta azul claro porque tenía problemas para lavar la ropa, ya que necesitaba llevar toda mi ropa sucia a la lavandería. Lo cual, lamentablemente, planeé hacer esta noche, en mi noche libre.
—Lo recogeremos ahora —dijo Killian, cuando lo mencioné.
—¿Por qué?
—Lo llevaré a mi casa.
—¿Por qué? —pregunté, aún sin darme cuenta.
—Tengo una lavadora y secadora. Pondré tus cosas mientras preparo el almuerzo.
—No puedes lavar mi ropa, preparar mi almuerzo, manejar el bar, llevarme por toda la ciudad y... —Todavía protestaba cuando se detuvo frente a mi edificio de apartamentos.
—Ve. Estás perdiendo el tiempo.
—¿Perdiendo el tiempo?
Golpeó el volante con los dedos.
—Tengo mucho que hacer.
—Exactamente ese es mi punto —dije, sin hacer un movimiento para irme—. No tienes tiempo para hacer todas estas otras cosas. Compraré el almuerzo en la tienda hoy. Y si me dejas pasar el rato en tu departamento esta noche, lavaré mi ropa y te estaré esperando cuando llegues a casa.
Se animó ante esa sugerencia.
—¿Desnuda?
—Tal vez.
—Desnuda —repitió.
—Bueno. Bien. —Aunque no tenía intención de sentarme desnuda en su casa—. Y también cocinaré la cena. Podemos comer a las dos de la mañana.
—¿Sí?
—Sí. Pero tendrás que comer lo que yo cocine.
Sonrió.
—Trato. —Se inclinó sobre mí y abrió mi puerta—. Consigue tu ropa.


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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Dom 31 Ene - 4:37

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur53
Connor estaba en casa. Llegó al bar esta tarde, apareciendo en la puerta como si nunca se hubiera ido.
—¿Dónde diablos has estado? —rugí cuando abrí la puerta y lo vi de pie al otro lado, con una bolsa de lona colgada sobre su hombro, con un maldito bronceado. ¿Un bronceado? ¿Había estado tumbado en la playa todo este tiempo?
—Miami.
—Miami —repetí, mirándolo a los ojos. Estaban claros. Enfocado. Se veía bien, como si hubiera ganado algo de peso y músculo—. ¿Cómo llegaste allí y regresaste?
—Greyhound.
Que mierda. Su Harley todavía estaba estacionada en el patio trasero, cubierta con una lona. Pero su modo de transporte era la menor de mis preocupaciones.
—¿No tienen teléfonos en Miami? —Inspeccioné sus brazos en busca de nuevas marcas. No había ninguna.
—Estoy limpio. Lo he estado por seis meses. No tomé ninguna droga después de salir de la rehabilitación.
Eso no tenía sentido. Si había estado limpio todo este tiempo, ¿por qué se había alejado tanto tiempo?
—Entonces, te fuiste de vacaciones y a la mierda con todos los demás. ¿Es así?
Miró por encima de mi hombro.
—¿Ava está aquí?
—No.
Connor bajó la cabeza y se frotó la nuca, dejando escapar un suspiro.
—¿Me vas a dejar entrar?
—¿Me vas a decir qué demonios has estado haciendo durante cinco meses?
Me empujó más allá. Cerré la puerta de golpe y lo seguí al patio.
—El lugar se ve bien. ¿Ava hizo eso? —preguntó, señalando con la barbilla la madreselva que trepaba el enrejado de madera en la pared lateral.
Ava lo plantó, junto con la menta y la lavanda que seguían siendo pisoteadas por borrachos y regadas con cerveza y cócteles. Pero solía hacerlo todos los días. Al igual que Eden, Ava era optimista.
—Sí.
La mirada de Connor giró hacia la pared que Eden pintó. Vi su rostro mientras observaba todos los detalles. Cruzó el patio y se agachó frente a la pared, estudiando su mural de cerca y a nivel de los ojos. Connor miraba el mundo a través de los ojos de un artista. Se daba cuenta de cosas que yo no podía, pero también se perdió mucho. Cuando éramos niños, vivía dentro de su cabeza, un mundo de ensueño que había creado para escapar de la realidad.
A veces pensaba que se necesitaban pelotas para drogarse justo debajo de la nariz de Seamus Vincent, pero otras veces lo reconocí por lo que era, otra forma de Connor para escapar del mundo real. Cuando estaba drogado, no le importaba a quién lastimaba o a quién decepcionaba. Todo lo que le importaba era perseguir su próximo subidón. Me había robado, mentido y pedido ayuda. Siempre había llegado a Connor antes que Seamus, lo cual era un milagro. Pero entonces, obtuve toda la atención de Seamus, y Connor no recibió ninguna. Yo era el escudo humano de Connor, su capa de invisibilidad.
—Ahora que he vuelto, comenzaré a ir a las reuniones de NA —dijo Connor mirando el muro—. Y conseguiré un patrocinador.
—Te estoy dando una última oportunidad, Connor. Si metes la pata otra vez, no puedo ayudarte más. —¿A quién estaba engañando? Le seguiría dando oportunidades hasta que lo haga bien. Pero si desaparecía de nuevo o volvía a las drogas, no quería volver a pasar por eso. Le ayudé a desintoxicarse en casa hace unos años. Me había quedado con él toda la noche. Sostuve su cuerpo en mis brazos para tratar de detener el temblor. Limpié su vómito. Lo ayudé a entrar en la ducha, aferrándome a su brazo para que no se cayera y se abriera la cabeza. Lo había convencido de que no quería suicidarse cuando todo lo que quería era morir. Horrible ni siquiera comenzó a describir esos espantosos días y noches en los que lo había vigilado. Finalmente, lo había llevado a una clínica de desintoxicación y lo habían dosificado con metadona, algo que debimos haber hecho desde el principio. Un mes después, después de ir al infierno y volver, empezó a tomar drogas de nuevo.
Asintió. —Lo sé. Es algo que debo hacer por mí mismo.
Tal vez debería haber cuestionado su respuesta, pero era la primera vez que reconocía que era su responsabilidad. Quería creer en él. Necesitaba creer en él. Cuidar de Connor era mi trabajo, y odiaba haberle fallado.
—Haré todo lo que esté en mi poder para apoyarte —dije.
—Siempre lo haces —dijo, sin dejar de mirar la pared de Eden—. No sé cómo lo haces, Killian.
—¿Hacer qué?
—Ser tú. —Se dio la vuelta para mirarme—. No sé cómo lo haces. ¿Apagas un interruptor? ¿Bloquearlo? ¿Cerrarlo? ¿Está todo por dentro, comiéndote? ¿O golpeaste y le diste una patada?
Apreté la mandíbula
—Tengo cosas que hacer. No tengo tiempo...
—No soy el único con un problema de adicción.
—No tengo un problema de adicción.
—Eres adicto al dolor.
—Jódete. —Lo dejé en el patio, caminé por el pasillo hasta la oficina, cerrando la puerta detrás de mí.
Eres adicto al dolor.
¿Quién te hizo esto, Killian?
Nunca te haría daño, Killian.

La puerta se abrió y Connor llenó la entrada
—No me iré de nuevo. Ya terminé de correr. —No respondí—. ¿Me has oído?
—Te oí. ¿Quieres una medalla? ¿Debería organizar una fiesta?
—¿Quién pintó la pared? —preguntó—. ¿Quién es Eden?
¿Quién es Eden? Ella es todo. Pero ella todavía no tenía idea de lo jodido que estaba. Todos los días me hacía más feliz que el día anterior, y todos los días me preocupaba que nos arruinara. Que un tipo como yo no estaba preparado para una relación saludable y funcional. No tenía pautas, ningún plan a seguir, ni modelos a seguir que emular. Todo lo que tenía era mi instinto que me decía que esto era real, que era bueno y que nunca había tenido algo así. Quería aferrarme a ello todo el tiempo que pudiera antes de que el castillo de naipes se derrumbara.
—La contraté en junio —dije—. Ella es un barman.
—¿Un barman?
Como si fuera una señal, sonó mi teléfono celular.
—Hola, nena —respondí, sin pensar.
—Hola nene de vuelta para ti.
—¿Todo bien?
—Simplemente tomando un descanso para tomar agua. Alguien me dijo que necesito mantenerme hidratada.
—Alguien te está dando buenos consejos.
—Siempre los tomo también.
Reí. —No, no lo haces.
Ella rio. —Generalmente.
—¿Cuántos visitantes desde la última vez que te vi? —Los amigos siempre se detenían a pasar el rato con ella: Hailey, Ava, Chris, Brody, Zeke... incluso su barista favorito que repartía su café. Sin mencionar que Jared y los otros tatuadores salieran a charlar.
—No tantos. Casi termino.
—Llámame cuando termines. Te recogeré.
—Está bien —dijo—. Me tengo que ir. Jared está aquí para inspeccionar el daño.
—No es el daño. La pieza maestra.
—Me quedo con la corrección.
—Hasta pronto —dije.
—No puedo esperar.
Cuando corté la llamada, Connor me sonrió.
—Mierda. No puedo creer lo que acabo de escuchar. ¿Killian Vincent, la pareja ambulante de una noche, tiene novia?
Entrecerré mis ojos hacia él.
—No digas esa mierda delante de ella.
—Whoa. Hablas en serio sobre esta chica. ¿Es fanática de las MMA?
—No.
—Ella es una barman. Y un artista —adivinó—. ¿Eden?
—No me jodas esto, Connor.
—Actúas como si no quisiera que fueras feliz.
—¿Por qué iba a pensar eso? ¿Tus actos de desaparición? ¿El dinero que me robaste? ¿Las mentiras y las drogas? Tienes un don, Connor. Tuviste una beca para la escuela de arte. Y tuviste a Ava. Tuviste todo. Pero lo tiraste todo por la borda.
—Te lo dije. Estoy arreglando las cosas. Y voy a pagar cada centavo que te debo.
No me importaba el dinero. Necesitaba respuestas.
—¿Qué estabas haciendo en Miami?
—Trabajando en un salón de tatuajes.
Esto no estaba cuadrando. ¿Por qué fue a Miami cuando tenía un trabajo aquí? Un trabajo que amaba.
—¿Por qué no me llamaste?
—Estaba trabajando en algunas cosas y necesitaba espacio —dijo, sin mirarme a los ojos. Estaba mintiendo sobre algo, pero no sabía qué o por qué—. Necesitaba tiempo. Pero lo juro por mi vida, todo será diferente ahora. Voy a hacer mi trabajo. Sé que mi palabra ya no es buena. Pero te lo voy a demostrar. Un día a la vez. Solo te pido que tengas un poco de fe en mí.
Un poco de fe. Sí, supongo que eso era lo que necesitaba tener. No importaba lo que hiciera, seguía siendo mi hermano, y no había nada en este mundo que no hiciera por él. Él lo sabía.
—Necesito hablar con Jared —dijo—. A ver si me quiere de regreso.
—Lo hará. Eden está allí ahora.
—¿Ella también es tatuadora?
Me encontré con su mirada. —No.
—El muro de Jared —dijo Connor, apretando su mandíbula.
Eso es lo que sucede cuando te vas de la ciudad.
Se suponía que era la pared que Connor iba a pintar. Jared quería esperar a que Connor regresara. A pesar de todas las drogas que Connor había tomado a lo largo de los años, de alguna manera había logrado mantener su trabajo. Por la forma en que Jared habló de Connor, uno pensaría que era un prodigio. Un genio artístico. Brillante con una racha de locura. Jared lo llamó un espíritu libre. Drogadicto fue la palabra que dejó fuera.
Convencí a Jared para que dejara que Eden pintara la pared. No habría dicho que sí, si no creyera que era buena, pero Eden no necesitaba saber que Jared prometió el muro a Connor. Jared le pidió que pintara un cráneo, rosas y alas, la idea de Connor. Pero Connor nunca esbozó nada de antemano, así que Eden podría hacer su propia versión de ella.
—Ella es buena —dijo Connor.
—Lo sé.
—Killian —grito Ava—. He estado en la tienda…
—Ava Blue —dijo Connor
La llamaba Blue por Bluebird. A Connor le encantaban los pájaros. No hay misterio allí.
—Connor —dijo ella, en voz baja.
La envolvió en sus brazos, y se veía tan pequeña y tan frágil.
—Te odio —susurró.
—Lo sé.
Desaparecieron e hice un pedido al distribuidor de cerveza. Se arregló un dispensador de jabón roto en el baño de hombres. Realicé un inventario en la sala de licores. Anote una lista de tareas para Ava. Conocía el ejercicio. Sería un desastre durante los próximos días, y su cerebro organizado sería arrojado al caos. Después de la charla de hoy, se negaría a hablar con Connor. A veces eso continuaba durante semanas o incluso meses. Se habían separado hace más de tres años, justo cuando Connor se había limpiado la primera vez, pero yo había renunciado a tratar de entender su relación.
Eden llamó para decirme que había terminado, así que me fui. No sabía por qué pasaba tanto tiempo trabajando en el bar, asumiendo todos los problemas. Louis dijo que yo era adicto al trabajo. Connor dijo que era adicto al dolor. Eden dijo que todos tenían sus propios mecanismos de supervivencia. Mantenerme ocupado, ocuparme de los problemas que podía solucionar, era lo que hacía.
—Espera —dijo Connor, mientras salía por la puerta—. Iré contigo.
Condujimos en silencio. Lo observé de reojo, tratando de medir su estado de ánimo. No podía pensar en nada que decir que no saliera sonando enojado, así que mantuve la boca cerrada. Más adelante, vi a Eden cruzando la calle desde su pared, tomando fotos. Por la forma en que el sol la golpeó, ella brillaba como el oro, lo juro por Dios. Solté el acelerador cuando nos acercamos. Si fuera artista o fotógrafo, me gustaría capturarla en este mismo momento.
—Jesucristo —dijo Connor—. ¿Es ella?
—Esa es ella.
Me detuve en un lugar más arriba de la calle, para no arruinar sus fotos y apagué el motor. Bajó la cámara y miró al Jeep, sus labios se abrieron en una sonrisa. Su mirada se dirigió al asiento del pasajero y su boca formó una O.
—¿Sabe ella de mí? —preguntó Connor.
Asentí. Eden no lo sabía todo. Pero sabía sobre las drogas y la rehabilitación, y sabía lo preocupado que había estado de que no me hubiera contactado.
—Ella es hermosa —dijo Connor.
—Si, lo es.
—¿Eso es una sonrisa? —preguntó—. Mierda. Es una sonrisa ¿Puedo obtener una foto?
Golpeé su brazo, me devolvió el golpe y nos sonreímos como dos idiotas. Luego salimos del Jeep y nos unimos a Eden en la acera. Siendo Eden, lo recibió con los brazos abiertos y le dijo lo feliz que estaba por regresar a casa. Ella dijo todas las cosas que quería decirle a Connor, pero no pude, simplemente no podía.
Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur21
Abrí la puerta principal y entré. La risa y la música salieron de la cocina y me detuve en el pasillo, escuchando. No sabía lo que cocinaba Eden, pero fuera lo que fuera, hacía que esta casa de mierda oliera a hogar. Se sentía como un hogar. Todo porque Eden estaba en ella. No sabía qué hacer con este sentimiento, así que salí por la puerta por la que acababa de entrar y me paré en los escalones de la entrada. Los almacenes se alineaban en la calle frente a mí, sus puertas de metal corrugado cerradas por la noche. La vieja torre de agua se alzaba detrás de ellos, al lado de un almacén abandonado de ocho pisos con ventanas quemadas. Aquí, olía a goma quemada y aceite de motor. Por dentro, olía a hogar.
Respiré hondo y volví a entrar.
—¿Killian? —llamó Eden. Caminó hacia el pasillo, descalza con un pequeño vestido azul de algodón, sus ondas sueltas de cabello rubio cayendo sobre sus hombros. Su rostro se iluminó con una sonrisa solo para mí, y sentí como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el estómago. Saltó a mis brazos y la atrapé, agarrándome con fuerza mientras envolvía sus piernas alrededor de mi cintura. Eden sostuvo mi rostro en sus manos y lo miró, viendo demasiado, como siempre—. Oye. ¿Estás bien?
—Sí. —Forcé una sonrisa. No estaba bien, pero no sabía cómo articular lo que sentía. No entendería por qué la felicidad me asustaba. En mi vida, cuando algo había salido bien, siempre estaba esperando que cayera el otro zapato. Siempre lo hacía. Pero tal vez esta vez sería diferente. Connor estaba en casa, no estaba consumiendo, y Eden y yo íbamos camino a algo tan bueno que no tenía una palabra para eso.
—Espero que te guste la lasaña —dijo—. También hice ensalada y brownies, pero Connor se comió la mitad de la bandeja de brownies.
—No me dejaba tocar la lasaña hasta que llegaras a casa —gritó Connor desde la cocina—. Entonces, mete tu trasero aquí. Estoy hambriento.
Eden rio y me besó en los labios. Se deslizó de mis brazos, tomó mi mano entre las suyas y me llevó a la cocina. La isla estaba preparada para cenar con dos copas de vino y agua para Connor.
—Eden lavó toda la ropa. —Connor tomó una rodaja de pepino de la ensalada y se la echó a la boca.
—¿Qué quieres decir con toda la ropa? —pregunté.
—Suya, mía, tuya. Todo ello.
—No quiero que laves nuestra ropa.
—Siéntate y cállate —dijo Eden, sirviendo la lasaña.
Acerqué un taburete frente a Connor.
—¿Qué estabas haciendo mientras ella cocinaba y lavaba toda la ropa?
—Connor me ayudó —dijo Eden, poniendo un plato de lasaña frente a mí.
Connor negó con la cabeza.
—Tú llevaste las bolsas de la compra. Y me ayudó a comprar. Y me hiciste compañía.
—Y se comió la mitad de los malditos brownies —me quejé.
—Ni siquiera comes brownies —dijo Eden, sentándose a mi lado.
—No es la cuestión.
—Nadie se ha ocupado de Killian. No sabe cómo manejarlo —dijo Connor, mientras se metía una enorme mordida de lasaña en la boca.
No mentía sobre las drogas. Cuando Connor consumía drogas, no comía como si se estuviera muriendo de hambre. Y tenía razón. No sabía cómo manejarlo.
Eden vertió vino en mi copa y le dio a Connor una sonrisa de disculpa.
—Te dije que estaba bien —dijo—. De verdad. Ni siquiera me gusta el vino.
Probablemente era cierto. El alcohol nunca había sido su problema.
Eden me dio un codazo en el brazo.
—Come tu cena y bebe un poco de vino. Y acostúmbrate a ello. Me gusta hacer cosas por ti.
Connor me sonrió.
—Eden es lo mejor que te ha pasado.
Ella rio como si fuera una broma, pero Connor no estaba bromeando. Era la verdad.
Después de la noche que ella cocinó para mí y Connor, Eden vivía prácticamente con nosotros. Su champú, acondicionador y gel de ducha vivían en nuestra ducha, su cepillo de dientes en el soporte, su maquillaje y perfume en la parte superior de mi tocador, su ropa en una bolsa de lona en el piso de mi habitación. Después de cuatro días de verla hurgar en su bolso para encontrar ropa, abrí espacio en mi armario y le di uno de mis cajones. Ella desempacó sus cosas y las guardó. Nunca habíamos discutido este nuevo arreglo de vivienda, pero sabía que me preocupaba dejar a Connor solo cada noche y quería pasar mis noches con ella.
—¿Ya se cansaron de mí? —preguntó un lluvioso y perezoso domingo por la tarde, aproximadamente una semana en este nuevo arreglo de vivienda mientras estábamos viendo una de las películas Rápidos y Furiosos. Connor nos pidió que la pausáramos mientras él hacia sus palomitas de microondas. Eden y yo estábamos en el sofá, con la cabeza apoyada en mi regazo, y bajé la barbilla para mirarla a los ojos.
—No creo que alguna vez me canse de ti —dije, y lo dije en serio. No podría imaginar un día en que no quisiera ver su rostro, escuchar su conversación, solo estar con ella.
Sonrió. —Es agradable verte relajado.
—Me dijiste que era obligatorio.
—¿Alguna vez te asustas?
Envolví un mechón de su cabello alrededor de mis dedos.
—¿De qué?
—Nosotros. Es solo que... todo es tan bueno entre nosotros. Se siente tan bien.
Miré a la esquina, a la obra de arte que estaba enrollada cuando no estaba trabajando en ella. Quería pegarla en la torre de concreto en la parte superior del almacén quemado de ocho pisos. Hasta ahora, había esbozado el rizo de la ola con una chica surfista dentro del barril. Parecía que la ola estaba a punto de chocar sobre su cabeza. O, si fueras optimista, la chica la montaría. Eden lo llamó: Encontrar la paz en el caos.
—¿Eso te asusta? —Me sorprendió que ella tuviera los mismos temores que yo.
—A veces. Ahora que te tengo, no quiero perderte. Creo que... —Se mordió el labio—. Mi corazón en verdad se rompería.
Jesús.
—No me vas a perder. Estás atrapada conmigo. —Esperaba que fuera una promesa que pudiera cumplir.
—¿Palomitas de maíz? —preguntó Connor, extendiendo el tazón. Eden se sentó y hundió su mano en el tazón, saliendo con un gran puñado.
—Gracias Connor.
Negué al tazón desde lejos. Connor siempre derretía toneladas de mantequilla y a veces rociaba azúcar y canela.
—Mmm, dulce y mantecoso —dijo Eden—. Esto es tan bueno.
Connor me sonrió y se derrumbó en su silla, dejando el tazón en la mesa de café para que él y Eden compartieran. Se acercó más para tener un mejor acceso a las palomitas de maíz y presioné reproducir en el control remoto y fingí ver la película.
Antes de Eden, no sabía cómo se sentía el amor. Ahora lo hacía.


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Mensaje por carolbarr Dom 31 Ene - 7:27

Y llegó Connor, realmente esperaba eso, que estuviese trabajando en dejar las drogas y volver a su vida ya su familia

Eden por lo visto es de esas personas que se lleva bien con todo el mundo y Connor no sería la excepción

Gracias


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Mensaje por Lola Luna Dom 31 Ene - 19:25

Gracias




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Mensaje por yiniva Dom 31 Ene - 21:12

Pues regreso Connor y Eden esta haciendolo sentir bienvenido, espero que no le cause problemas a Killian


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Mensaje por Maga Lun 1 Feb - 1:42

Me encantó la familia de Eden y como de bien se llevaron con Kill. Fue tan gracioso lo del cumpleaños. Es una lástima que no tengamos libros de los hermanos. De Eden.
Bueno Connor ya está presenta, a ver que onda con él y su vida.


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Mensaje por berny_girl Lun 1 Feb - 3:29

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Los créditos rodaban y me acurruqué contra el lado de Killian. Connor estaba dormido en la silla, sus largas piernas estiradas frente a él, los brazos cruzados sobre su pecho. Parecía la versión más joven de Killian. Cabello oscuro corto a los lados y puntiagudo en la parte superior, y los mismos ojos azul eléctrico. Nariz recta. Mandíbula cincelada. Igualmente, bello. Con un hoyuelo, en lugar de dos.
La manga del tatuaje en su brazo izquierdo era de pájaros en vuelo y peces que encajaban como un rompecabezas entintado en azul y negro.
—M.C. Escher —había dicho Connor, cuando me sorprendió mirando su manga de tatuaje el día que nos conocimos—. Se basa en el cielo y el agua.
Killian apuntó con el control remoto al televisor y lo apagó, dejando la habitación en silencio.
—He estado pensando en hacerme otro tatuaje —dijo.
Me animé con eso. Me había convertido en una gran fanática de la tinta, especialmente en el cuerpo de Killian. Tenía el lienzo perfecto para trabajar.
—¿Dónde?
Tomó mi mano entre las suyas, las cerró en un puño y las sostuvo sobre su corazón.
—¿Lo diseñarás?
Mi respiración se detuvo en la garganta. Un tatuaje sobre su corazón, y me estaba pidiendo que lo diseñara. Eso es algo enorme. Giré la cabeza para mirarlo al rostro.
—¿Qué quieres?
—Lo que sea que diseñes. Connor puede trabajar desde tu boceto.
Un tatuaje diseñado por mí y entintado por su hermano. Sabía que Connor había diseñado todos los tatuajes de Killian. También sabía que se suponía que Connor debía pintar la pared de la tienda de Jared. Jared lo había dejado pasar. El otro día, cuando estaba a solas con Connor, hojeando sus cuadernos de bocetos, le pregunté si estaba de acuerdo. Sentí que había robado algo que le habían prometido. Connor me aseguró que estaba bien con eso, y que era culpa suya por dejar la ciudad.
—Se suponía que Connor debía pintar la pared —dije.
—¿Te dijo eso?
—No. Jared lo hizo.
—Se suponía que no debías saber sobre eso.
Pasé mi mano por su pecho.
—Tenía razón. Debajo de ese exterior resistente, eres un malvavisco.
—¿Cómo imaginas eso?
—Estabas tratando de proteger mis sentimientos. —Puse mis dedos sobre sus labios—. Ni siquiera trates de negarlo.
Gruñó y mordió mi dedo.
—Subamos las escaleras. —Antes de que pudiera responder, él estaba fuera del sofá, levantándome y arrastrándome escaleras arriba.
—Me sorprende que no me hales por el cabello.
—¿Te gustaría eso?
Reí. —No.
Cerró la puerta de un puntapié, me levantó y me arrojó sobre la cama. Luego estuvo encima de mí, su cuerpo cubriendo el mío. Con los brazos envueltos alrededor de mí, rodó sobre su espalda, llevándome con él. El aire fresco y húmedo entró por las ventanas abiertas de su habitación. Afuera, los cielos eran grises y la lluvia se había reducido a llovizna, pero el patio trasero parecía un pozo de barro.
Me di la vuelta y tiré del dobladillo de su camiseta.
—Quítatela.
Sus labios se arquearon con diversión, pero sacó la camiseta sobre su cabeza y la arrojó al suelo. Mis dedos bailaron sobre su pecho desnudo como si estuviera tocando un piano, un instrumento finamente afinado. Estudié los tatuajes en la parte superior de su brazo e imaginé el diseño extendiéndose a su pecho izquierdo. Deslicé mi mano por su pecho, sobre las crestas de sus músculos, su piel suave y cálida.
Apoyando la cabeza en mi mano, tracé las curvas de su rostro con la punta de mis dedos. Conocía su rostro y su cuerpo de memoria ahora. Si me vendaran los ojos y tuviera que identificarlo solo con el tacto, sabría que era él. Pensé que me había traído aquí para tener sexo, pero ahora me doy cuenta de que era más que eso.
Rodó sobre su costado para mirarme.
—Eden, lo que dijiste antes... no quiero romperte el corazón. No quiero hacer nada que arruine lo que tenemos.
—No lo permitiré —dije.
—¿Me lo prometes?
—Prometido. Te amo, Killian.
Sus ojos buscaron mi rostro y contuve el aliento. No había planeado decir eso, aunque lo sabía por un tiempo. Rodó sobre su espalda y miró al techo. La habitación estaba tan quieta y silenciosa, el aire cargado aún con mis palabras colgando entre nosotros.
—Yo también te amo —dijo tan suavemente que casi no lo escuché—. Tú me posees, Eden. Cuerpo, corazón, alma. Soy tuyo.
Casi lloré por sus palabras. Giró la cabeza para mirarme.
—Eso bastante profunda para un domingo de flojera.
Reí, y me tiró encima de él, envolviendo sus brazos alrededor de mí, mi mejilla presionada contra su pecho, justo encima de su corazón.
—Entonces, ¿qué será este tatuaje? —preguntó unos minutos después. Acababa de acostarme encima de él, respirándolo, perdida en mi propia burbuja de amor feliz mientras sus manos masajeaban mi espalda, haciéndome ronronear como un gatito.
—Mi nombre —bromeé.
—¿Sí?
Reí. —No. Te daré algo mejor que eso.
—Puedes trabajar en el diseño.
—¿Te tatuarías mi nombre sobre tu corazón?
—Me encanta tu nombre, así que... sí.
Guau. Simplemente guau. La tinta era para toda la vida. Esto fue casi más monumental que escucharlo decir "Te amo". Escucharlo decirme que lo poseía. No pensé que nadie hubiera sido dueño de Killian. Levanté la cabeza y él bajó la barbilla para mirarme.
—Killian —susurré.
—Lo sé. —Apoyó la cabeza sobre la almohada—. Esto es todo tipo de locura. —Comenzó a reír, su pecho retumbó debajo de mi cuerpo, el sonido llenó la habitación silenciosa. Me reía con él y no tenía idea de por qué, pero me sentía bien de ser tan feliz. Mi corazón se infló como un globo, llenándose tanto que pensé que podría estallar de alegría.
Nuestra risa fue interrumpida por un golpe en la puerta. Connor gritó escaleras arriba que lo conseguiría. Escuché que se abría la puerta, seguida de una voz que conocía muy bien, a pesar de que habían pasado meses y solo habíamos hablado durante unos minutos en un ruidoso bar.
—¿Qué quieres? —preguntó Connor, sonando tanto como Killian.
—Quédate aquí —dijo Killian, dirigiéndose a la puerta.
—¿Dónde has estado, pedazo de mierda? —preguntó Seamus a Connor.
Abajo, escuché una pelea, seguida de un gruñido.
—Quítale las manos de encima —rugió Killian.
Salté de la cama y me paré en la puerta abierta, escuchando, con el corazón acelerado.
—Al igual que en los viejos tiempos —dijo Connor—. ¿Por qué lo haces, Killian? ¿Por qué siempre necesitabas ser el héroe?
—Cállate, Connor —advirtió Killian.
—Cállate, Connor. Escóndete en el armario hasta que vaya por ti, Connor —remedó Connor.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Killian.
—Te dije que me llamaras cuando tu hermano regresara. Tuve que escucharlo de otra persona. Respóndeme. ¿Dónde has estado?
—¿Realmente no tienes idea? —preguntó Connor.
—No juegues conmigo, muchacho. ¿Dónde has estado?
—Simplemente hice un viaje por carretera a ningún lugar especial. Viajé alrededor. Seguí moviéndome.
Connor estaba mintiendo, pero Killian no lo negó. No entendí la respuesta de Seamus, pero escuché la siguiente parte fuerte y clara.
—Te vi a ti y a tu pequeña novia el otro día en el salón de tatuajes —dijo Seamus, y me tensé—. ¿Qué te pasa, muchacho? Los artistas están jodidos. Mira a tu hermano aquí. Arruinado de la cabeza. Tiene todos los cables cruzados.
—Cualquier juego enfermo y retorcido que estés jugando, déjalo fuera de él —dijo Killian.
—Tú eres el que está jodido de la cabeza —dijo Connor—. ¿Qué hizo Killian para molestarte tanto que lo atacaste con una botella rota? Había tanta sangre. Estaba inconsciente.
Mi mano voló a mi boca. Oh Dios mío. No. ¿Su padre le hizo eso?
—Cállate —advirtió Killian.
—Eso no fue lo que pasó, muchacho —gruñó Seamus—. Fue ese drogadicto. Tú lo sabes.
—Tenía doce años —dijo Connor—. Le hiciste creer a todos que fue ese drogadicto. Guardamos tus secretos. Mentiras contadas para protegerte. Killian escondió todos sus moretones, y todos pensaron que era otra pelea callejera. Tenía miedo de que nadie le creyera si decía la verdad. Asustados, iríamos a hogares de acogida y nos separaríamos. Por eso lo tomó. Una y otra vez. ¿Cuántos golpes recibiste, Killian? ¿Cuántas veces te noqueó? ¿Rompió tus costillas? ¿Dejarte inconsciente en el piso de la cocina?
—No sabes de qué estás hablando —dijo Seamus—. Has tomado tantas drogas que tu cerebro está enredado.
Mis pies me llevaron a las escaleras sin mi permiso. Me senté en el escalón superior y apoyé mi hombro contra la pared, obteniendo una vista clara del pasillo y los tres hombres parados en él.
—Intentaste romperlo, pero no pudiste —dijo Connor—. Nunca te perdonaré por lo que le hiciste a él, y nunca lo olvidaré. Puedes irte a la mierda.
Seamus se abalanzó sobre Connor, pero Killian lo bloqueó y clavó a Seamus contra la pared, justo frente a su rostro.
—Tocas a mi hermano o te acercas a esta casa o a mi novia, y te arrepentirás.
—¿Es eso una amenaza? —preguntó Seamus.
—Es una promesa.
Seamus empujó a Killian y miró hacia las escaleras. Nuestros ojos se encontraron por una fracción de segundo. Esperaba que él pudiera ver cuánto lo odiaba.
—Piensa mucho antes de meterte conmigo, muchacho —amenazó Seamus antes de salir y cerrar la puerta detrás de él.
—Killian —dijo Connor.
Killian levantó la mano. —No me hables.
—Tenía que decirlo —dijo después de Killian, que ya estaba subiendo las escaleras, con su rostro asesino—. No puedes seguir fingiendo que nunca sucedió.
—Ninguna. Otra. Maldita. Palabra.
Me hice pequeña para dejar pasar a Killian y miré por las escaleras a Connor. Agachó la cabeza y se apoyó contra la pared. Estaba dividida entre querer mejorarlo para Connor y perseguir a Killian. Elegí a Killian y me quedé en la puerta, mirándolo.
—¿Estás lista para el trabajo? —preguntó, poniéndose una camiseta negra.
—¿Trabajo? —repetí.
—Tienes cinco minutos. —Sacó unos vaqueros del cajón. Calcetines. Sus botas de combate del armario.
Me quedé allí, mirándolo, con los pies clavados en el lugar mientras él se vestía como si nada hubiera pasado. Su rostro estaba cerrado, y ahora entendía por qué había perfeccionado el arte de bloquearlo. Mi corazón se estaba rompiendo por el niño que había sido, por el hombre en el que se había convertido, enterrando todo el dolor, las mentiras y los secretos en el fondo.
—Killian.
—Me voy en tres minutos —dijo bruscamente.
Miré el reloj en su mesita de noche.
—Son solo las tres cuarenta y cinco.
Sacó su billetera, dejó un billete de veinte dólares en el tocador y se sentó en el borde de la cama para ponerse las botas.
—¿Para qué es eso?
—Dinero para el taxi.
—No necesito tu dinero. Tenemos que hablar de esto.
—O vienes conmigo o tomas un taxi. Tú eliges. Se puso de pie, y cerré la puerta de golpe, bloqueando su salida con mi cuerpo.
—No estoy hablando del taxi y lo sabes.
Cruzó los brazos sobre el pecho.
—Te dije que te quedaras en la habitación. No lo hiciste. Te dije que te prepararas para el trabajo, así podría darte un maldito aventón. Tampoco estás haciendo eso.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Lágrimas silenciosas corrieron por mi rostro—. Dices que me amas, pero me ocultaste este gran secreto y…
—No tengo tiempo para esta mierda. —Me levantó del suelo, me dejó a un lado, luego abrió la puerta del dormitorio y salió. Escuché sus pasos en las escaleras, sus botas golpeando cada paso en un ritmo como si estuviera corriendo por ellas.
—Si te vas ahora, empacaré mis cosas y me iré —dije lo suficientemente fuerte como para que él lo escuchara. No quería que se fuera, y tampoco quería dejarlo. Sus pasos se detuvieron, luego comenzaron de nuevo—. Por favor, vuelve —susurré, envolviendo mis brazos a mi alrededor.
La puerta principal se abrió y forcé los oídos, escuchando. Ahí estaba... el sonido de la puerta cerrándose detrás de él y las cerraduras haciendo clic en su lugar. Me dejé caer al suelo, acerqué mis piernas a mi pecho y envolví mis brazos alrededor de ellas, las palabras de Connor resonaban en mi cabeza.
¿Cuántos golpes recibiste, Killian? ¿Cuántas veces te noqueó? ¿Rompió tus costillas? ¿Te dejó inconsciente en el piso de la cocina?
Intentaste romperlo, pero no pudiste.

Mis lágrimas silenciosas se convirtieron en sollozos que sacudieron mi cuerpo.


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Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Empty Re: Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose

Mensaje por berny_girl Lun 1 Feb - 3:30

Lectura #1 - 2021 Beneath Your Beautiful-Emery Rose - Página 4 Captur55
Escuché pasos en las escaleras, más lentos y cuidadosos que la forma en que él había descendido y luego estaba parado frente a mí. Me levantó y me rodeó con sus brazos, abrazándome. Killian siempre me había hecho sentir segura. Pero nunca había estado a salvo, ni siquiera en su propia casa. Quería ser fuerte por él, pero fui yo quien rompió a llorar, llorando por la infancia perdida de Killian, y fue él quien me mantuvo estable.
¿Cómo podría alguien lastimar a un hermoso Killian? Su padre era un monstruo.
Tomé un respiro tembloroso.
—Lo odio por lo que te hizo.
—Fue hace mucho tiempo.
No importaba cuánto tiempo hubiera pasado. Había sucedido, y su padre se había salido con la suya. Killian no había querido que escuchara nada de eso, al igual que nunca quiso que escuchara la conversación con su padre en el bar. Si Connor no hubiera dicho algo hoy, ¿Killian me lo habría dicho alguna vez?
—No te enojes con Connor —dije—. Él te quiere mucho.
Killian exhaló bruscamente.
—Debería haber mantenido la boca cerrada.
—Él tiene razón. Tenía que ser dicho.
—¿Cómo puede ayudar el desenterrar una historia del pasado?
—No lo sé. Solo que... debería hacerse responsable de sus acciones.
—Fue hace mucho tiempo —dijo Killian, sonando cansado.
Me aparté un poco de él y puse mis manos sobre su pecho. Tomó mi rostro entre sus manos y pasó los pulgares por debajo de mis ojos, secándome las lágrimas.
—No llores por mí —dijo besando suavemente mis labios.
—No puedo evitarlo. —Mis dedos trazaron la cicatriz en su cuello. Envolvió su mano alrededor de mi muñeca y retiró mi mano. Durante quince años, había vivido con este recordatorio. Durante quince años, había estado mintiendo sobre cómo lo consiguió.
—Estoy bien —dijo.
No sabía cómo eso podría ser cierto. Pero lo amaba aún más ahora que antes. Lo amaba por sus cicatrices, sus heridas y su corazón maltratado, por su fuerza y su lealtad a Connor, y ahora entendía el significado del ave fénix tatuada en su espalda. Killian se había levantado de las cenizas y había hecho algo de su vida, a pesar de la vida que le habían dado.
—Desearía poder mejorar las cosas para ti.
Sus manos se movieron a un lado de mi cuello.
—Ya lo haces. —Y luego me estaba besando, sus dedos deslizándose por mi cabello, su mano sosteniendo la parte posterior de mi cabeza. Tiró de mis pantaloncillos y ropa interior. Salí de ellos y los pateé a un lado, desabrochándole los vaqueros. Nos separamos el tiempo suficiente para arrojar el resto de nuestra ropa a toda prisa. Killian me acompañó hacia atrás, sus labios sobre los míos, nuestras lenguas girando juntas, hasta que la parte posterior de mis piernas golpeó el costado de su cama.
Me deslicé en la cama y me acosté en su almohada, y me cubrió con el peso de su cuerpo. Le di mi cuerpo, mi corazón y mi alma. Le di todo de mí. Por un momento, el mundo desapareció, y solo éramos nosotros dos viviendo en un hermoso momento. Sin pasado, lágrimas, tristeza ni dolor. Éramos nuestros cuerpos: piel, músculos, huesos. Éramos nuestros corazones: fuertes, resistentes, latiendo constantemente. Éramos nuestras almas: puras, anhelantes, conectadas. Éramos todo.
Luego, nos abrazamos y el mundo volvió de repente.
—¿Estás bien ahora? —preguntó.
—Sí. —No estaba cien por ciento bien, por todo lo que había escuchado abajo. Pero estaba bien porque él regresó y no escapó de mí, aunque quería. Significaba algo para él. Mis sentimientos le importaban. Después de que todos sus secretos habían sido revelados, se quedó. Para mí. Pero, aun así, no podía dejarlo ir.
—¿Estás escondiendo algo más de mí?
—¿Estás buscando sacudir más esqueletos en el armario?
—¿Hay alguno?
—No. —Levantó la cabeza y miró por encima de mi hombro el reloj en su mesita de noche—. Tenemos que irnos.
Estaba vestido y listo en dos segundos. Mientras terminaba de prepararme para el trabajo, él se recostó en la cama, haciendo algo en su teléfono. Lo más probable es que estuviera consultando a Louis para asegurarse de que todo estuviera bien sin él. Me puse unos vaqueros, una camiseta del Trinity Bar y mis botas moteras. Me cepillé el cabello, apliqué algunas capas de rímel, me coloqué rubor en las mejillas y me apliqué un poco de brillo rosado. Estuve lista en cinco minutos. Nada mal.
Killian seguía descansando en la cama, con los dedos entrelazados detrás de la cabeza, mirándome.
—¿Qué?
Negó con la cabeza. —Nada. ¿Lista?
—Nací lista. —Le di un guiño coqueto, pero su rostro era serio. Me preguntaba si estaba pensando en lo que sucedió antes con Seamus, o si estaba haciendo un mal viaje por el carril de los recuerdos.
—¿En qué estás pensando? —pregunté, sabiendo que los chicos odiaban esa pregunta. Mis hermanos me dieron pistas hace años. Garrett me dijo que a veces los chicos no piensan en nada, pero las chicas siempre asumen que están pensando en algo denso, profundo y real. Sawyer nunca se molestó en explicar nada. Usualmente me decía que no me entrometiera en sus asuntos, o simplemente se marchaba sin responder.
—Tú —dijo Killian—. Estaba pensando en ti.
—¿Cosas buenas o malas? —pregunté mientras bajábamos las escaleras. La televisión sonó en la sala de estar, y sonó como una película de acción con cosas explotando.
—Buenas.
—Adiós, Connor —grité en la sala de estar.
—Adiós, Eden. Te veo luego, Killian.
Killian no respondió. Le di un codazo en el brazo, pero me guio por la puerta sin decir adiós.
—Quedémonos en tu casa esta noche —dijo.
—Pero Connor…
—Es un niño grande. No necesita una niñera.
Me subí al Jeep y me abroché el cinturón de seguridad.
—Necesitas hablar con él —dije, atreviéndome a aventurarme en territorio peligroso—. Es tu hermano. Estaba tratando de defenderte y...
—No necesito a nadie que me defienda. —Killian se apartó de la acera, con la mandíbula apretada. Suspiré fuerte. Subió el volumen de la música para cortar cualquier conversación. Rápidamente lo apagué. Me fulminó con la mirada. Lo ignoré
—Esto es lo que haces —dije—. Te cierras y excluyes a la gente.
—¿Te dejé fuera?
—Lo intentaste. —Me senté en silencio por unos segundos, tratando de encontrar las palabras correctas, pero tal vez no había ninguna. Solo necesitaba compartir mi opinión—. Lo que te sucedió cuando estabas creciendo fue horrible...
—Pensé que habíamos terminado de hablar de eso.
—Solo déjame terminar. Fue horrible para ti, pero también debe haber sido horrible para Connor. Se siente culpable por eso. Nunca lo dejas...
—Maldito infierno, Eden. Estaba tratando de protegerlo. ¿Se supone que debo sentirme mal por eso?
—No. Eso no es lo que estoy diciendo. Te ama por protegerlo, por estar siempre ahí para él, pero quiere encontrar una manera de compensarte.
—¿Lo conoces... hace cuánto... una semana?
Once días, pero da igual.
—Hablamos las noches que trabajas. —Connor se sintió culpable por las drogas y todas las veces que Killian tuvo que limpiar su desorden, pero ahora sabía que era algo más profundo.
—Hablan —dijo Killian sarcásticamente—. Por supuesto que sí. Probablemente derrama todos sus pensamientos y sentimientos. Apuesto a que te encanta eso. Lamento decirte que no soy Connor. No me siento a analizar cada detalle de mi vida y me organizo una fiesta de lástima como él lo hace.
Respiré profundamente para calmarme.
—Connor no...
—A la mierda Connor. Dijiste que estábamos bien. ¿Por qué estamos hablando de él?
—Porque no quiero que lo excluyas. Se necesitan el uno al otro. Él es la única familia real que tienes. Sé que lo sabes, así que no necesito decírtelo...
—Pero me lo estás diciendo de todos modos.
Me encogí de hombros. —Sí.
Estacionó calle abajo del bar y apagó el motor.
—¿Algo más?
—Creo que es todo.
Killian se mordió el labio superior.
—He estado así la mayor parte de mi vida, así que no esperes milagros de la noche a la mañana.
—No lo haré. Pero estás mejorando.
Rio entre dientes y negó con la cabeza.
—¿Tú crees?
—No lo creo. Lo sé.
Killian se giró en su asiento para mirarme.
—¿Cómo tienes siempre las cosas correctas para decirme? Y todas las cosas que haces... solo por mí... Eden, ¿qué hago por ti?
—¿No sabes lo que haces por mí?
—Aparte de ser un dolor de cabeza y hacerte llorar... estoy en blanco.
Hablaba en serio. Giré mi cuerpo, descansando mi hombro y mi mejilla contra el asiento.
—Me devolviste mi arte. El día que entré, pidiendo un trabajo, no había pintado ni dibujado algo en meses. Después de que sucedió todo lo de Luke, yo solo... no sé, me di por vencida. Tal vez me retraje porque no quería sentir. Me preguntaste si el arte era mi terapia, pero no había recurrido a mi arte. Solo comencé a pintar nuevamente después de la primera noche que trabajé contigo. Porque incluso entonces, me hiciste sentir mucho de todo. Es difícil de explicar…
—Inténtalo —suplicó, y sabía que esto era importante para él, así que traté de ponerlo en palabras.
—Cuando estoy contigo, incluso en días malos, incluso en días perfectamente normales, no hay otro lugar en el que prefiera estar. Eso nunca me ha pasado antes. Pasé la mayor parte de mi vida soñando con lugares en los que preferiría estar. Pero contigo, me di cuenta de que no tiene nada que ver con la ubicación... sí estoy contigo, no importa en dónde estemos. Cuando estoy contigo, veo todos los colores. Y no le tengo miedo a la oscuridad, porque también hay mucha luz dentro de ti. Cuando me dejas verte, realmente te veo, no hay nada en este mundo más hermoso que tú, Killian.
—No es hermoso dentro de mí. Es un lugar jodido para vivir.
—Prefiero vivir allí, contigo, que en cualquier otro lugar del planeta. Desearía que pudieras verte como yo.
—Desearía que todas las personas en el planeta pudieran mirar el mundo como lo haces tú. No sé qué hice para merecerte, pero haré todo lo posible para hacerte feliz.
—Ya lo haces —dije.
Se inclinó sobre la caja de cambios, envolvió su mano alrededor de mi cuello y me besó suavemente en los labios.
—Eres hermosa, Sunshine.


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Mensaje por yiniva Lun 1 Feb - 15:38

Que padre tan horrible tienen, que maldito, por qué KilliKillian es tan cabezon me desespera que no se abra y quiera cargarr con todo. Graciasas berny


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