Únete a un Staff
Últimos temas
Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
+13
Macs
RRZOE
LuVelitta
Evani
Erienne
carolbarr
mariateresa
Yani
DESI
Vela
wordsofthisgirl
ecbermudez
Maga
17 participantes
Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
Página 6 de 8.
Página 6 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Esto es tan doloroso, pobre archer y bree ;( y maldito Travis. Todo iba tan bien ....
Invitado- Invitado
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Evidentemente, Travis es igual a la madre, manipulador...Hace las cosas de callado y queda bien parado...Un idiota importante
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Yani escribió:Evidentemente, Travis es igual a la madre, manipulador...Hace las cosas de callado y queda bien parado...Un idiota importante
Exactoooo !!!!!!
Ahora quiero una aclaracion (por que siempreee me pierdo jejeje) el pueblo es del proximo Hale que tenga 25 años ????? (Bueno las tierras de la familia) Y Archer es 3 meses mas grande que travis ???? Por eso la cosa de tratarlo mal y hacerlo pasar por loco ???
Emocionada al mil % por que ya mañana 3 capis
Invitado- Invitado
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
No sé si del próximo Hale o del hijo de Connor porque él era el dueño del pueblo por ser el mayor
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Oh ya !!!!!!!!
Pues esperemos sea el proximo Hale
Pues esperemos sea el proximo Hale
Invitado- Invitado
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Lo bueno es que Bree sabe que fue culpa de Travis, y aunque se sienta dolida, extraña a Archer y podrá perdonarlo más fácil...
Amé la bofetada que le dio a Travis!!
Amé la bofetada que le dio a Travis!!
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
El hijo mayir de connorYani escribió:No sé si del próximo Hale o del hijo de Connor porque él era el dueño del pueblo por ser el mayor
eilyno- Mensajes : 582
Fecha de inscripción : 07/01/2016
Edad : 45
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
por algo no me caía bien Travis, no puedo creer lo que hizo y lo peor meterle todas esas dudas en la cabeza a Archer y hacer que se fuera con otra mujer en serio? porque le cae mal Archer? no puede aceptar que le halla ganado a Bree...
ugh no me gusta para nada Travis
espero que puedan superar esto Archer y Bree
ugh no me gusta para nada Travis
espero que puedan superar esto Archer y Bree
Macs- Mensajes : 450
Fecha de inscripción : 11/09/2016
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
21
Bree
A las ocho de la noche, la lluvia caía con fuerza y los truenos estaban en su apogeo. Un rayo iluminó el cielo en zigzag.
Me senté acurrucada en mi habitación, con Phoebe en el regazo. Tenía la sensación de que la noche fluía por encima de mí mientras estaba allí sentada. Ahora era capaz de controlarme mejor, pero aquella fuerte tormenta que rugía sobre mi tejado me recordaba lo sola y desamparada que estaba.
Había encendido varias velas y las había distribuido por la habitación por si acaso se iba la luz. Por lo general, las velas tenían un efecto calmante por el ambiente romántico que creaban, pero esa noche, las sombras que proyectaban en las paredes hicieron que la tormenta resultara todavía más aterradora y desconcertante.
Escuché un suave golpe en la puerta y me asusté. Phoebe enderezó las orejas, animada y ladró, por lo bajo. ¿Quién demonios sería?
Debido a la tormenta, lo tenía a él rondando en el fondo de mi mente, por lo que cuando me levanté de la cama y recorrí el pasillo de puntillas, con Phoebe pisándome los talones, se me aceleró el ritmo cardíaco.
Me acerqué a la ventana delantera y retiré la cortina para asomarme y ver el porche delante de mi puerta. Archer estaba allí inclinado, mirándome mientras yo lo observaba fijamente. El corazón se me aceleró cuando me fijé en que estaba empapado. Tenía los vaqueros y la camiseta blanca pegados al cuerpo. ¡Oh, Dios! Había venido bajo el aguacero.
No vacilé ni un segundo y me apresuré hacia la puerta. La abrí y el sonido de la lluvia golpeando el suelo de madera inundó mis oídos. Un fuerte estruendo sacudió la casa, haciéndome estremecer y haciendo que Archer diera un paso hacia mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.
—No te gustan las tormentas.
Lo miré de lado, confundida.
—¿Has andado casi dos kilómetros bajo la lluvia porque no me gustan las tormentas?
Él dudó durante un segundo y giró la vista hacia otro lado, frunciendo un poco el ceño. Luego se volvió hacia mí.
—Sí. —Hizo una pausa en la que esbozó una mueca avergonzada —. Sé que seguramente soy la última persona que quieres ver en este momento, pero se me ocurrió que, si me quedaba sentado en el porche, estarías menos asustada. Y no estarías sola.
¡Oh, Dios!
No pude evitarlo, hice un puchero y empecé a llorar.
Archer dio un paso vacilante hacia mí y me pidió permiso en silencio, mirándome a los ojos. Asentí, reconociendo la pregunta no formulada. Me apreté contra él cuando me tomó en sus brazos.
Le rodeé el cuelo y enterré allí la cara, aspirando su limpio aroma a lluvia. Lloré en silencio contra su piel durante varios minutos mientras él me abrazaba, trazando círculos tranquilizadores en mi espalda, respirando junto a mi oreja, mojándome con su ropa empapada. Durante ese tiempo fui ajena a los truenos y la lluvia que caía de forma ruidosa a nuestro alrededor; durante ese tiempo, solo existimos él y yo.
No sabía qué pensar. Solo que aquello era bueno. Seguía siendo mi mejor amigo, mi dulce y silencioso muchacho, y lo había echado tanto de menos que me dolía. Él me había hecho daño, pero me aferraba a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello.
Después de unos minutos, me eché hacia atrás y lo miré a la cara. Él me contempló con tanta dulzura, con tanta ternura, que el corazón se me encogió en el pecho.
—Me has hecho daño —dije, dando un paso atrás.
Su expresión se volvió triste, y asintió con un gesto, reconociendo su falta.
—Lo arreglaré —aseguró—. Por favor. Quiero arreglarlo. ¿Qué puedo hacer?
Solté el aire y dejé caer los hombros.
—Has mantenido relaciones sexuales con otra mujer.
Él lo negó con la cabeza.
—No. No he tenido relaciones sexuales con ella. Solo… solo estuve con ella.
Arrugué la frente y alcé la cabeza.
—¿Qué? Pensé que habías… Espera… ¿Qué significa que estuviste con ella exactamente? —No sabía lo que iba a contarme, pero el alivio se apoderó de mí al darme cuenta de que no se había acostado con esa mujer.
Suspiró, pasándose la mano por la cabeza mojada, y luego comenzó a moverla.
—Es que… —suspiró otra vez—. Me llevó al cuarto de atrás y me besó en el cuello. Luego puso mis manos en sus pechos y mi cuerpo… reaccionó. —Cerró los ojos durante un par de segundos y luego los abrió—. Me contó que Travis le había pagado para que mantuviera relaciones sexuales conmigo, pero no me pareció bien y me fui. Eso es lo que pasó. Lo siento. Sabía que no estaba bien, y no quería hacerlo con ella. Es decir… ¡Dios…! —Vi su mirada avergonzada antes de que bajara la vista al suelo.
Solté el aliento que había estado conteniendo y me reí por lo bajo, sacudiendo la cabeza. Archer me sujetó la barbilla con sus dedos fríos y me subió la cabeza para mirarme de forma interrogativa.
—Te fuiste con una stripper, Archer, se te insinuó. Pero la rechazaste y se fue. —Lo estudié durante un segundo—. ¿Por qué la rechazaste? Dímelo.
Se mantuvo en silencio durante un rato antes de comenzar a mover las manos.
—Porque solo quiero estar contigo. No quería estar con ella, solo contigo. Solo te deseo a ti, Bree.
Mientras estábamos allí, en mi puerta, mirándonos a los ojos, me di cuenta de que estaba temblando y que sus labios estaban poniéndose azules. Bajo sus pies había aparecido un charco de agua.
Tiré de él hacia dentro.
—¡Oh, Dios mío! Estás congelado —le dije, con las manos ocupadas tirando de él—. Tenemos que hacer que entres en calor.
Entré en el cuarto de baño y abrí la ducha; el vapor flotaba en el aire al poco tiempo. Comencé a quitarle la ropa; la sudadera, la camiseta…, y él me dejó, con los ojos clavados en mi cara, ayudándome solo cuando era necesario. Se quitó los zapatos y me arrodillé ante él para tirar de sus calcetines mojados. Luego me puse en pie y desplacé los ojos por su pecho y su abdomen mientras me iba incorporando. De pronto, allí hacía más calor. Me mordí el labio inferior cuando subí los ojos a su cara.
—Métete en la ducha —le dije cuando se quedó ante mí solo con los vaqueros—. Yo también tengo que cambiarme. —Indiqué mi camisón mojado.
Él asintió con la cabeza, y yo me giré con brusquedad para salir del cuarto de baño. Cerré la puerta a mi espalda y me apoyé en ella durante un segundo, mordiéndome los labios de nuevo. Ahogué un gemido.
—Solo a ti, Bree —me dije por lo bajo—. Solo a ti se te ocurre enamorarte del ermitaño mudo del pueblo. —Luego sonreí. Sí, el ermitaño mudo del pueblo; pero era mi ermitaño mudo.
Me deshice de las prendas mojadas y me puse un camisón limpio. Luego fui a la cocina para hacer té. Me quedé mirando por la ventana cómo caía la lluvia mientras esperaba que sonara el pitido de la tetera.
Un par de minutos después, dejé de escuchar el agua de la ducha, y poco después abrió la puerta.
—Estoy en la cocina —lo llamé en voz baja.
Entró con solo una toalla rodeando sus estrechas caderas. Se pasó la mano por el pelo al tiempo que me miraba con agudeza. Yo examiné su pecho desnudo —que haría babear a cualquiera— y la forma en que se le abultaba la toalla, que dejaba poco espacio a la imaginación en cuanto a sus atributos masculinos.
—Estoy terminando de hacer té —dije, cogiendo unas bolsitas—. Si te parece, puedes recoger tu ropa y meterla en la secadora, está en el cuartito del pasillo.
Él hizo un gesto afirmativo y salió de la cocina. Cuando terminé, llevé las tazas al salón, en la parte delantera de la casa. Archer cogió una y nos sentamos juntos en el sofá, bebiendo el té caliente en confortable silencio.
Por último, dejó la taza en la mesita de café que había junto al sofá y se volvió hacia mí.
—¿Puedo decir algo?
Lo miré y asentí.
—Por supuesto —dije antes de tomar otro sorbo de té.
Respiró hondo, como si estuviera organizando sus pensamientos.
—He pensado mucho durante los últimos días, y… he tratado de ser lo que querías que fuera, pero… pero ha sido demasiado para mí, Bree. —Sacudió la cabeza—. Odié todo lo que ocurrió esa noche; el ruido, ver a gente del pueblo, no poder hablar… —Se quedó en silencio un instante antes de mirarme a los ojos—. Quiero hacerte feliz por encima de todo, pero… —Se volvió a pasar la mano por el pelo.
Puse mi taza de té en la mesita de café y me acerqué más a él.
—Archer, te he hecho sentir como si fueras un proyecto para mí. Como si tal y como eres… no fueras suficiente. —Bajé la vista antes de volver a mirarlo a los ojos—. Lo siento mucho.
Cogió mis manos, las apretó y las soltó.
—No, no es culpa tuya. Sé que estabas tratando de que me abriera al mundo. Pero tengo que hacerlo cuando esté preparado, ¿de acuerdo? La cosa es que no sé cuándo estaré listo. Es posible que me lleve mucho tiempo, Bree.
Asentí con los ojos llenos de lágrimas.
—Está bien —solté una risita y me subí a su regazo, poniéndome a horcajadas sobre él e inclinándome hacia delante para estrecharlo con fuerza—. Sin embargo, quiero dejar clara una cosa —susurré contra su cuello, poco dispuesta a renunciar a ese momento.
Él esperó hasta que me eché hacia atrás.
—La única mujer que baila en tu regazo soy yo.
Sonrió, en sus ojos aparecieron unas brillantes chispitas. Aquella sonrisa podría provocar que una mujer cayera redonda por insuficiencia cardíaca por una sobredosis de belleza. Le devolví la sonrisa, me incliné y lo besé con intensidad.
Se escuchó retumbar un trueno y un rayo iluminó la estancia durante unos segundos. Suspiré feliz y deslicé la lengua en la cálida boca de Archer. Sabía a una mezcla de pasta de dientes y la miel del té. Su lengua se encontró con la mía y se frotó contra ella de forma deliciosa, arrancándome un gemido de lo más profundo de la garganta. Tomó mi cara entre sus manos y me inclinó la cabeza para hacerse cargo del beso y explorar mi boca lentamente, hasta que jadeé y me froté contra su gruesa y firme erección.
Archer se mostraba tímido e inseguro durante gran parte del tiempo, pero cuando se trataba de algo que había llegado a dominar, era firme y confiado. Me pregunté si él mismo se daría cuenta.
Interrumpí el beso en busca de aire y ladeé la cabeza para darle acceso a mi cuello. Me besó y mordisqueó la piel mientras yo le pasaba los dedos por el pelo. Sus manos llegaron a mis pechos y me frotó los pezones perezosamente por encima del fino algodón del camisón. Suspiré de placer, aferrándome a sus cabellos.
Sentí que su erección crecía todavía más bajo mis ingles. Solo nos separaban el tejido, ahora húmedo, de mi ropa interior y la toalla.
Deslicé la mano entre nuestros cuerpos y arrastré los dedos con suavidad por sus duros abdominales. Él respiró, tensando los músculos bajo mi contacto. Moví la mano todavía más abajo y le acaricié por encima de la toalla mientras me miraba con los ojos entrecerrados. ¡Oh, Dios! Era impresionante. La humedad creció entre mis muslos al tiempo que un furioso ramalazo de deseo estallaba en mi sexo, que necesitaba ser llenado.
—Archer…, te deseo —susurré.
Sin vacilar ni siquiera un segundo, me tomó en brazos y se puso de pie para dirigirse a mi dormitorio. Me reí mientras le rodeaba el cuello.
—Supongo que eso es un sí —comenté.
Me sonrió, aunque parecía un poco tenso y nervioso.
Cuando llegamos a mi habitación, me depositó con suavidad en la cama y se quedó mirándome con una mezcla de ternura y deseo en su cara. El corazón me retumbaba en los oídos.
Se volvió hacia la pared y apagó la luz. Las velas seguían encendidas y arrojaban un mágico resplandor a la habitación. ¡Qué diferencia con media hora atrás!, pensé, recordando que había estado sentada allí mismo hacía solo un rato, sintiéndome sola y asustada.
Archer se volvió y dejó caer la toalla que rodeaba su cintura, y tuve un breve vistazo de su cuerpo desnudo al completo antes de que pusiera una rodilla sobre la cama y se situara sobre mí. ¡Dios mío! Construir patios de piedra, cortar leña y e ir andando a todas partes era un entrenamiento digno de ser tenido en cuenta. Tan pronto como fuera posible.
Cubrió de nuevo mi boca con la suya y me besó durante muchos minutos antes de desplazar los labios a mi cuello cuando ambos necesitamos coger aire. Me chupó la piel con suavidad y arqueé el cuello, dándole acceso al tiempo que impulsaba las caderas contra su dureza. Contuvo el aliento y levantó la cabeza para mirarme a los ojos.
Estaba apoyado en los antebrazos, sosteniéndose por encima de mí, por lo que no podía utilizar las manos para hablar. Yo elegí no decir nada tampoco; la expresión de su cara me decía todo lo que necesitaba saber. En ese momento, no había ningún otro lugar en el mundo en el que quisiera estar, a punto de hacer lo que íbamos a hacer. Y mientras miraba sus ojos, oscuros de lujuria y una tierna emoción, supe que no había ningún otro lugar en el que prefiriera estar.
Subí los brazos, indicándole que debía quitarme el camisón. Se inclinó y cogió el borde para deslizarlo hacia arriba lentamente, por mis brazos y mi cabeza, y lo arrojó al suelo, junto a la cama.
Luego se incorporó de nuevo y me miró a los ojos antes de desplazar los dedos a los lados de mi ropa interior y bajármela por las piernas. Llevé la vista desde sus ojos hasta su duro miembro, y noté un intenso palpitar en mi núcleo.
Se quedó mirándome, y me retorcí levemente mientras él recorría mi cuerpo de arriba abajo. Nunca me había quedado quieta mientras alguien estudiaba mi desnudez.
—Eres preciosa —me dijo cuando nuestros ojos se encontraron. Me relajé al ver que le temblaban un poco las manos.
—Y tú también —susurré mientras se volvía a colocar sobre mí, doblando los codos para apoyarse en los antebrazos antes de inclinar la cabeza para buscar de nuevo mi boca.
Le pasé las manos lentamente de arriba abajo por las duras aristas de sus brazos y luego por los anchos hombros. Más tarde acaricié la suave piel de su espalda musculosa, terminando en las nalgas, que agarré con ligereza para empujarlo hacia abajo, hacia mí. Lo sentí sonreír contra mis labios.
Me liberé de su boca sonriente, y me besó de nuevo en el cuello.
—¿Te gusta que te agarre del culo? —pregunté con una sonrisa. Él curvó los labios contra mi cuello.
Así que volví a llevar las manos de nuevo a su duro trasero y lo amasé con suavidad al tiempo que presionaba las caderas hacia su erección, dura contra mi vientre y deliciosamente caliente. Me estremecí de deseo.
Bajó la cabeza hasta mis pechos y capturó un pezón con su cálida boca antes de rodearlo con la lengua.
—¡Oh, Archer! —jadeé con la voz entrecortada—. Por favor, no te detengas.
Él movió la mano y me acarició un pezón mientras succionaba juguetonamente el otro con los labios y la lengua; luego cambió de lado.
Gemí y arqueé las caderas hacia arriba, buscando alivio a la dolorida necesidad que latía entre mis piernas. Tenía el clítoris tan hinchado que estaba segura de que me correría en el momento en que me tocara.
Archer llevó una mano entre mis piernas e introdujo un dedo en mi humedad, empapándolo en mi esencia antes de llevarlo sobre el pequeño manojo de nervios y utilizarlo para trazar lentos círculos sobre él, como le había enseñado. Ahogué un grito, que se convirtió en un ronco gemido al tiempo que contoneaba las caderas hacia arriba, apretándome contra su mano y suplicando una liberación que estaba a punto de alcanzar. De hecho, sentía que empezaba con pequeños chispazos.
—¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! —canturreé, moviendo la cabeza. Sentí la polla de Archer contra mi vientre y fue todo lo que necesité para saltar por el borde.
El orgasmo me atrapó con rapidez, atravesando mi cuerpo con deliciosa lentitud mientras gemía sin descanso.
Cuando abrí los ojos, Archer me estaba mirando con aquella expresión de asombro y ternura que amaba tanto que me dolía.
—Quiero sentirte dentro de mí —susurré.
Siguió mirándome a los ojos mientras movía las caderas entre mis muslos, se cogía el pene con la mano y lo guiaba hasta mi entrada. Tragó con fuerza mientras doblaba las rodillas y las separaba para tener más fácil el acceso.
Nuestros ojos se encontraron de nuevo y algo pasó entre nosotros, ese mismo algo indescriptible que había notado la primera vez que nos vimos, solo que multiplicado por diez.
Me apoyé en los codos y lo observé mientras me penetraba lentamente, empujando en mi interior cada centímetro, dilatándome…, llenándome… Cuando se detuvo y me miró a la cara, su expresión era de puro placer, y tan cruda y marcada que solo pude quedarme observándolo, al límite. Era yo la que ponía esa mirada en su rostro. Palpitó dentro de mi cuerpo y luego, con un solo golpe, se hundió hasta el fondo. Me dejé caer hacia atrás, gimiendo con suavidad cuando empezó a entrar y salir lentamente. Lo miré hipnotizada por todas las emociones que brillaban en sus rasgos mientras incrementaba sus embestidas hasta alcanzar un ritmo impresionante, voraz. Noté que intentaba mantener el control, pero que al final se rendía al placer; cerró los ojos y se clavó en mí más y más profundo, jadeando con fuerza.
Arqueé las caderas hacia arriba, rodeándole la cintura con las piernas. Sus ojos se ampliaron por un breve segundo antes de que enterrara la cara en mi cuello. Sus embestidas crecieron de forma desigual hasta que dio una estocada final y se presionó contra mí. Hice girar las caderas muy despacio para ordeñar su placer.
Permanecimos tumbados durante largos minutos, con Archer jadeando contra mi cuello y yo mirando el techo, sonriente.
Por último, bajé las manos y le arañé el culo con las uñas antes de apretárselo con suavidad. Lo sentí sonreír contra mi piel, pero no levantó la cabeza ni intentó moverse. Su cuerpo estaba medio tumbado sobre mí y la otra mitad en la cama, así que no estaba aplastándome.
—¿Eh? —susurré—. ¿Hay alguien vivo ahí arriba?
Sentí otra lenta sonrisa contra mi cuello antes de que negara con la cabeza. Solté una risita, y él levantó la cabeza con una dulce sonrisa en los labios.
Encerró mi cara entre las manos y me besó con suavidad durante varios minutos antes de sentarse.
Yo también me senté. Tenía que limpiarme.
Ahuequé la mano sobre su mejilla y volví a besarlo antes de levantarme para dirigirme desnuda al cuarto de baño. Miré de nuevo a Archer y vi que me estudiaba, con los ojos clavados en mi trasero desnudo. Corrí al baño y me limpié antes de regresar al dormitorio, donde Archer seguía sentado en la cama, con una expresión algo insegura.
—Ahora llega la parte en la que me abrazas. —Sonreí, me sonrió y respiró hondo al tiempo que se tendía sobre la cama. Me atrajo hacia él y nos cubrió con las mantas. Nos giramos hacia la ventana, donde seguía lloviendo, ahora con un poco más de suavidad.
Había dejado las persianas abiertas porque más allá solo estaba el lago, nadie podía ver el interior. Un trueno retumbó en la distancia y, segundos después, un relámpago iluminó el cielo; la tormenta se alejaba de nosotros. Suspiré ahora con satisfacción mientras Archer me atraía con más fuerza hacia él.
Nos quedamos así durante largos minutos hasta que, por fin, me volví hacia él.
—Te he echado mucho de menos estos últimos días —susurré.
Él asintió con la cabeza y rodó sobre su espalda para usar los signos.
—Yo también. Casi me vuelvo loco.
Me incliné y le besé en el pecho antes de apoyar allí la cabeza, escuchando el latido de su corazón durante unos minutos mientras él jugaba con mi pelo.
—¿Quieres saber qué fue lo primero que pensé de ti cuando nos conocimos, además de lo guapa que eres?
Vi que sus manos se movían a mi lado, y levanté la cabeza para observarlo de forma inquisitiva. Me miró con sus ojos de color ámbar con una cálida expresión.
—Actuaste como si estuvieras avergonzada, te mostraste tímida, incluso te ruborizaste por culpa de las chocolatinas. —Sonrió y subió la cabeza para besarme en la frente. Se me aceleró el corazón—. Fue la primera vez en mi vida —continuó— que alguien se avergonzaba delante de mí. La gente había sentido vergüenza por mí, pero nunca por algo que habían hecho delante de mí. Me hiciste sentir una persona real, Bree. Hizo que pensara que había algo en mí que te importaba.
Tragué con fuerza.
—Archer, eres una persona real. De hecho, eres la mejor persona que conozco —susurré, sin levantar la cabeza de su pecho.
Me abrazó de nuevo y nos quedamos así durante lo que pareció mucho tiempo, disfrutando de estar juntos, piel con piel, con los corazones latiendo al unísono.
Después de un rato, apreté la nariz contra su torso e inhalé su olor limpio y masculino. Sonreí contra él y lamí su piel otra vez. Movió la mano y me agarró el culo. Solté una risa de sorpresa. Cuando lo miré, estaba sonriendo.
—¡Eh!, eso te gusta a ti —me reí.
—¿Y a ti qué te gusta? —preguntó antes de darme la vuelta y apoyar los codos a mis lados para poder hablar por signos.
—No estoy muy segura —dije en alto, porque mis manos habían quedado atrapadas—. Pero te apuesto lo que quieras a que lo descubrirás. —Le sonreí y él arqueó una ceja, aceptando mi reto.
Busqué por debajo de las sábanas y le acaricié con suavidad, notando cómo se ponía rígido bajo mi contacto.
—Y bien, ¿ha sido como esperabas? —Sonreí.
Me devolvió la sonrisa antes de suspirar con fuerza cuando le rocé el glande con el dedo. Dijo que sí con un gesto de forma vigorosa.
—Más.
Mientras lo observaba le vi fruncir el ceño.
—¿Qué te pasa? —pregunté.
—Creo que debería ir a comprar condones —respondió, mirándome con cierto nerviosismo.
Lo miré, preguntándome si su tío habría hablado con él sobre el control de la natalidad. Se me ocurrió que debería haber sido yo quien lo hubiera pensado.
—Tienen una efectividad del noventa y ocho por cierto en la prevención del embarazo —informó sin dejar de mirarme a los ojos—. Lo dice el anuncio que hay en la parafarmacia.
No pude reprimirme y solté una carcajada.
Arqueó una ceja sonriendo.
—¿Estás burlándote de mí? —preguntó, aunque no parecía molesto.
Le puse la mano en la mejilla.
—No, jamás. —Lo negué con un gesto—. Es que estoy tomando la píldora.
—¿La píldora?
Asentí.
—Impide que me quede embarazada. —Al ver que seguía mirándome, continué—. Acabo de pedir la receta porque tengo periodos irregulares, y…, bueno…
Hizo un gesto de comprensión y bajó la cara para acariciarme la nariz con la suya, besándome los labios y luego ambos párpados antes de regresar a la punta de mi nariz. Me dedicó una sonrisa que hizo que me diera un vuelco el corazón.
Subió las manos y me colocó un mechón de pelo mientras lo miraba a los ojos. Estudió mi rostro durante un buen rato, como si estuviera memorizándolo.
—¿Cuáles son tus sueños, Archer? —susurré, queriendo saber qué había en su corazón.
Me miró durante dos segundos más y luego se arrodilló entre mis piernas y tiró de mí para que me sentara a horcajadas sobre su regazo. Sonreí y le rodeé el cuello con los brazos, pero sin pegarme a él, para que pudiera hablar.
Alzó las manos.
—No sabía lo suficiente como para soñar contigo, Bree, pero de alguna manera se hizo realidad. ¿Cómo ocurrió? —Se frotó la nariz mientras hacía una pausa y luego siguió hablando—. ¿Quién leyó mi mente y supo que tú eras justo lo que quería incluso cuando yo no lo sabía?
Respiré hondo, intentando tragar el nudo de mi garganta. Sonreí contra sus labios.
—Siento lo mismo. También eras mi sueño, tal y como eres.
Me miró de nuevo a los ojos y luego me atrajo hacia él para besarme profundamente, girando la lengua dentro de mi boca, degustándome por completo. Sentí que se hinchaba y endurecía debajo de mí, y me incorporé un poco para guiarlo hacia mi entrada. Luego bajé sobre él hasta que estuvo enterrado en mi interior por completo. Contuvo el aliento y me sostuvo holgadamente por la cintura cuando empecé a mecerme despacio, moviéndome arriba y abajo por su dura longitud.
Cada vez que descendía, mi clítoris se frotaba contra él, enviando deliciosas chispas de placer a cada parte de mi cuerpo. Empecé a jadear cuando bajaba, dejando caer la cabeza y acelerando el ritmo más y más.
Archer se inclinó hacia delante y me chupó un pezón, que quedaba justo a la altura de su rostro, y lo rodeó con la lengua, lo que añadió más placer a mi cuerpo.
Podía sentir el orgasmo cada vez más cerca, y corrí para reclamarlo. Su aliento impactaba contra mí mientras movía la boca entre mis pechos, lamiendo y chupando los duros picos, casi volviéndome loca de lujuria.
Me tensé y comencé a palpitar a su alrededor cuando el orgasmo me atravesó, y grité su hombre, estremeciéndome de felicidad.
Abrí los ojos y lo miré. Los suyos estaban medio cerrados y oscuros por el deseo. Se hizo cargo y empujó hacia arriba mientras me aferraba a él, gimiendo bajo el efecto de las pequeñas réplicas del éxtasis.
Después de un par de envites, sentí que se hinchaba todavía más dentro de mí, y separó los labios. Cerró los ojos cuando alcanzó el clímax, respirando profundamente.
Era hermoso. Sentí que algo se removía dentro de mi pecho, y supe que era por él.
Lo rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mí. Permanecí sentada sobre él varios minutos, hasta que nuestros alientos se calmaron. Entonces me retiré con un gemido ante su pérdida que le hizo sonreír.
Correspondí a su sonrisa al tiempo que me desplomaba en la cama con un suspiro de satisfacción.
Archer se sentó a mi lado.
—¿Existe alguna razón por la que debamos salir de esta cama durante los próximos… tres meses más o menos?
Me reí y alcé la mirada a la suya.
—No, no, de verdad. Quiero decir, aparte de que perdería el trabajo, no pagaría el alquiler y esta cama comenzaría a oler mal en algún momento —dije por signos.
Sonrió y su pecho se movió en una carcajada silenciosa. Durante un segundo deseé casi desesperadamente poder escuchar su risa. Estaba segura de que sería profunda y gutural, un hermoso sonido. Pero descarté el pensamiento tan rápido como llegó. Lo quería como era. Nunca había escuchado su risa, pero no pasaba nada. Tenía su corazón, sus pensamientos y a él. Era más que suficiente. De hecho, lo era todo.
Lo rodeé con mis brazos y lo estreché con fuerza. Luego me aparté.
—Ven a ducharte conmigo —lo invité.
Sonrió y me acompañó al cuarto de baño, donde me recogí el pelo con rapidez mientras se calentaba el agua y me metí en la bañera.
Archer me siguió, y nos turnamos para enjabonar el cuerpo del otro. Me tocó con ternura, casi con reverencia, cuando frotó el gel sobre mi piel. Me limpió cada parte, incluso entre los dedos, mientras yo me reía, intentando apartarlo.
—Ahí tengo cosquillas —protesté.
Él sonrió al ponerse en pie y me besó en la boca antes de que yo lo enjabonara, desde los hombros hasta los dedos de los pies. Me entretuve un poco más en sus musculosas nalgas, pero fue por puro egoísmo. Tenía un culo de infarto.
Cuando el agua comenzó a enfriarse, nos enjuagamos y salimos para secarnos mutuamente.
Soplé las velas y me metí bajo las sábanas, junto a él, los dos desnudos. Archer me abrazó cuando apoyé la cabeza en su pecho, dibujando perezosos círculos sobre su piel con el dedo índice.
Fuera, la lluvia caía ahora mansamente, y la luna brillaba sobre el lago, proyectando luz suficiente para que pudiera ver las manos de Archer cuando las levantó para hablar.
—Eres todo mi mundo, Bree.
Me incliné y miré su rostro en la penumbra. ¿Cómo era posible que pareciera feliz y triste a la vez?
—Y tú eres el mío, Archer —aseguré—. Lo eres todo. Y ahora —añadí, medio dormida—, cuando haya una tormenta, pensaré en ti y solo en ti.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
eilyno- Mensajes : 582
Fecha de inscripción : 07/01/2016
Edad : 45
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
22
Bree
Durante la siguiente semana, caímos en una cómoda rutina, tan absortos el uno en el otro que apenas podía aguardar a salir del trabajo para correr a casa, ducharme, recoger a Phoebe y dirigirme a casa de Archer. La sonrisa con la que me saludaba cada día me hacía sentir adorada mientras corría hacia sus brazos, con la certeza tanto en mi cabeza como en mi corazón de que había llegado por fin a casa.
No era el lugar, sino sus brazos. Los brazos de Archer eran mi hogar, el único lugar en el que quería estar, en el que me sentía segura. Donde me sentía amada.
Hicimos el amor por todas partes, nos pasamos largas noches explorando mutuamente nuestros cuerpos y aprendiendo qué era lo que más satisfacía al otro. Y, como siempre, Archer se convirtió en un maestro en el arte de hacer el amor, consiguiendo dejarme lánguida y drogada por el placer al final de cada encuentro. No se trataba solo de que supiera volverme loca de deseo con las manos, la lengua y sus impresionantes atributos masculinos, sino que había descubierto que cuando me pasaba las uñas por la parte de atrás de las rodillas me ponía a ronronear como una gatita y que me relajaba por completo cuando deslizaba los dedos en mi pelo. Era como si mi cuerpo fuera un instrumento y hubiera aprendido a tocarlo tan bien que la melodía vibraba dentro de mi alma. No solo por el placer que me hacía sentir, sino porque se preocupaba por conocer cada pequeño detalle sobre mí.
Un día, me puso una fuente con patatas fritas mientras estaba preparando el almuerzo, y cuando comencé a comerlas me di cuenta de que todas estaban dobladas, como a mí me gustaban. Aunque por lo general las tenía que buscar.
Miré las patatas y luego a Archer, confundida.
—Están todas dobladas —comenté, pensando que parecía una locura.
—¿Y no son esas las que más te gustan?
Asentí con la cabeza lentamente mientras me daba cuenta de que había vaciado varias bolsas para escoger las que a mí me gustaban. Al pensar que había hecho eso por mí, no supe si reír o llorar. Pero así era Archer. Quería complacerme, y haría cualquier cosa para conseguirlo.
A veces estábamos haciendo algo en su propiedad cuando me quedaba mirándolo, y ver que él también me observaba con aquella mirada perezosa que significaba que él estaba pensando en lo que le gustaría hacerme, hacía que me sintiera al instante mojada y excitada, y que mis pezones se erizaran bajo sus silenciosos ojos.
Y entonces me cogía en brazos y me llevaba a la cama, si llegábamos, o me tomaba justo donde estábamos, sobre una manta en el césped, bajo los brillantes rayos de sol, o sobre una hamaca para dos, o en la arenosa orilla del lago.
—Soñaba con esto, Archer. Soñaba con nosotros así —confesé casi sin aliento después de una sesión de esas, mientras mi cuerpo todavía se estremecía con el orgasmo que me había hecho alcanzar.
Sus ojos se clavaron, ardientes, en los míos cuando se inclinó para estudiarme durante largos minutos. Después me besó con tanta ternura que pensé que mi corazón se iba a romper.
Rodé sobre la arena mojada, sonriendo contra sus labios también curvados. Y entonces los dos estallamos en carcajadas. Apoyé la cabeza en su pecho y viví aquel momento, agradeciendo el aire que inundaba mis pulmones, los rayos de sol que me calentaban la espalda y el atractivo hombre que rodeaba con mis brazos. Sus dedos rozaron mi piel, y tardé unos minutos en darme cuenta de que estaba escribiendo: Mi
Bree… Mi Bree… una y otra vez.
Comenzaba a refrescar, así que poco después nos trasladamos al interior riéndonos temblorosos y nos metimos en la ducha para quitarnos la arena.
Luego nos acurrucamos en el sofá y Archer encendió la chimenea. Nos quedamos allí abrazados durante un buen rato antes de apartarme un poco para mirarlo. Archer tenía una forma de hacer las cosas que resultaba muy sexy y masculina, pero lo que hacía que me diera un vuelco el corazón cada vez que lo veía era que él no lo sabía. Apoyaba la cadera en la encimera de una manera determinada, o se quedaba de pie en el umbral de una puerta y se aferraba a su marco superior mientras me observaba sin tener ni idea de cómo me afectaba. Era simplemente él y, de alguna forma, eso lo hacía todavía más atractivo. No pensaba decírselo. Me encantaba tener ese secreto, que todo eso fuera solo mío, y no quería afectar a sus acciones haciéndole consciente de ellas. En cuanto a mí…, bueno…, era una causa perdida en lo referente a Archer Hale.
Eso me hacía preguntarme en qué clase de hombre se habría convertido si no hubiera sufrido aquel terrible accidente, si no hubiera perdido la voz… ¿habría sido el quarterback del equipo de fútbol del instituto? ¿Habría ido a la universidad? ¿Habría montado su propio negocio? Le había tomado el pelo en una ocasión sobre lo bueno que era en todo lo que hacía…, y lo era de verdad. Sencillamente, él no se daba cuenta. No creía tener mucho que ofrecer.
Todavía no se había abierto a mí sobre el día en el que perdió a sus padres, y no le había vuelto a preguntar al respecto. Quería saber qué había pasado ese día, pero prefería esperar a que se sintiera preparado para contármelo.
—¿Qué estás pensando? —preguntó, arqueando las cejas.
Sonreí.
—En ti —confesé—. Estaba pensando en cómo darle las gracias a mi buena estrella por haber terminado aquí…, aquí, contigo.
Él esbozó aquella dulce sonrisa que hacía que sintiera mariposas en el estómago.
—Yo también. —De pronto frunció el ceño y miró hacia otro lado.
—¿Qué ocurre? —pregunté, tomando su barbilla y obligándolo a mirarme.
—¿Te quedarás aquí? —preguntó—. ¿Te quedarás conmigo?
En ese momento me pareció un niño, y me di cuenta de lo mucho que necesitaba que le dijera que no iba a desaparecer como el resto de las personas de su vida.
Asentí con la cabeza.
—Sí —dije—, sí. —Y era de corazón. Mi vida estaba allí, mi vida era ese hombre. Y eso significaba que no iría a ninguna parte.
Me miró a los ojos como si tratara de decidir si estaba siendo sincera por completo y pareció quedarse satisfecho con lo que vio. Hizo un gesto afirmativo y me atrajo hacia él para abrazarme con fuerza.
No me había dicho que me amaba, y yo tampoco se lo había dicho a él. Pero fue ese el momento en el que supe que estaba enamorada de él. Tan profundamente enamorada que la declaración casi se me escapaba por los labios, y tuve que cerrarlos con fuerza para no gritarlo. Por alguna razón creía que debía ser él quien lo dijera. Si estaba enamorado de mí, debía darse cuenta solo. Archer había vivido sin disfrutar de la bondad humana, sin que lo tocaran ni lo atendieran. Tenía que resultar abrumador para él. No habíamos hablado al respecto, pero lo había visto en sus ojos cada vez que habíamos hecho cosas simples durante la semana pasada, como tumbarnos en el sofá a leer, comer juntos o pasear por la orilla del lago, y era como si estuviera tratando de organizar todos los pensamientos y sentimientos en su mente.
Dieciséis años de orden emocional que actualizar. Quizá debíamos hablar de ello, quizá eso lo habría ayudado, pero, por alguna razón, no lo hicimos. En mi interior, mi más profunda esperanza era que mi amor fuera suficiente para sanar su corazón herido.
Al cabo de un minuto me soltó, se sentó y me miró. Tenía una sonrisa en la cara.
—Tengo que pedirte un favor —me dijo.
Fruncí el ceño.
—Vale —repuse, observándolo con incertidumbre.
—¿Podrías enseñarme a conducir?
—¡Claro que sí! ¿Quieres aprender a conducir?
Él asintió.
—Mi tío tenía una pickup. La guardo en un garaje en el pueblo. La sacan de vez en cuando y le dan una vuelta. Siempre he querido venderla, pero no he llegado a hacerlo nunca…, realmente no sabía cómo. Quizá ahora pueda usarla.
Me sentía emocionada, y casi daba saltos en el sofá. Era la primera vez que Archer mencionaba que tenía ganas de hacer algo que lo alejaría de su propiedad, y que no fuera ir al supermercado.
—¡Sí! ¿Cuándo? —pregunté—. Mañana no tengo que trabajar.
—De acuerdo, entonces mañana —repuso sonriendo.
Y así fue como Archer se puso detrás del volante de una enorme pickup medio destartalada mientras yo estaba sentada en el asiento del copiloto, tratando de enseñarle las reglas de tráfico y el manejo de una caja de cambios. Habíamos elegido para ello un gran espacio abierto un par de kilómetros más abajo de su casa, en la carretera junto al lago.
—¿Hueles eso? —pregunté—. Es el olor que desprende el embrague cuando se quema. Así que cambia de marcha.
Después de aproximadamente una hora de práctica, Archer casi lo tenía dominado, salvo algunos bandazos que me hicieron echar el freno mentalmente y reírme a carcajadas.
Él me miró sonriente, bajando los ojos hasta mis piernas desnudas. Seguí la dirección de su vista y las crucé, haciendo que la falda se me subiera un poco en el proceso, antes de volver a mirarlo. Sus pupilas estaban dilatadas, lo que hacía que sus ojos parecieran más oscuros y pecaminosos. ¡Oh, Dios! Me encantaba esa mirada.
Implicaba cosas muy, muy satisfactorias para mí.
—Conducir es un asunto muy serio, Archer —bromeé—. No concentrarse en la tarea puede ser muy peligroso para todos los involucrados. —Me reí por lo bajo al tiempo que me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.
Arqueó las cejas con una expresión divertida y se volvió hacia el parabrisas. La pickup avanzaba, y Archer cambió con agilidad a segunda. El área de terreno en la que estábamos no era tan grande como para que pudiera pasar a cuarta, pero sí puso tercera mientras seguíamos trazando amplios círculos. Aunque se desconcentrara, no había peligro.
Dejé que mi dedo dibujara una línea por mi muslo, deslizándose bajo la falda hasta mostrar mis braguitas de color rosa con lunares.
Observé a Archer de reojo y vi que tenía los labios entreabiertos y que esperaba con una expresión voraz a lo que yo pensara realizar a continuación. A decir verdad, nunca había hecho nada así antes. Pero Archer me había hecho sentir lo que no había conseguido nadie antes: me había hecho sentirme sexy, experimentada y segura. Me había hecho sentirme más viva que nunca en mi vida.
Mientras yo lo observaba, tragó saliva y miró por el parabrisas antes de clavar de nuevo la vista en mí.
Pasé los dedos por la parte de delante de la ropa interior y apoyé la cabeza en el respaldo, cerrando los ojos y gimiendo con suavidad. Escuché que Archer contenía el aliento.
Arqueé las caderas hacia arriba al tiempo que deslizaba los dedos más abajo, alcanzando por fin la resbaladiza humedad entre mis muslos. Esparcí un poco por la pequeña protuberancia, haciendo que las oleadas de placer me atravesaran. Gemí de nuevo y la pickup hizo un brusco movimiento.
Usé el dedo para acariciarme. El placer me hizo jadear, y me moví hacia mi mano. De pronto, me vi impulsada hacia delante cuando la pickup se detuvo bruscamente. Archer ni siquiera redujo la marcha, levantó el pie del embrague y el vehículo se detuvo. Abrí los ojos a tiempo para verlo tirar del freno de mano. Empujó mi asiento hacia atrás y se colocó sobre mí.
Lo miré mientras me movió para que apoyara la cabeza en la puerta del copiloto y se retiró. La expresión de su rostro era tensa y primitiva, y al verla se me anudaron las entrañas. Se inclinó para besarme en el vientre mientras yo enredaba los dedos en sus suaves cabellos y gemía.
Se inclinó sobre mí para bajarme las bragas, y arqueé las caderas para que las deslizara sin problema por mi trasero y mis piernas. La necesidad me hacía vibrar de pies a cabeza, y sentía un intenso latido entre las piernas.
Archer se echó atrás y me separó los muslos, mirándome fijamente la zona que acababa de descubrir antes de inclinarse sobre mi sexo sin apenas respirar. Jadeé al sentir que me frotaba el clítoris con la nariz y que su cálido aliento hacía arder mis partes más sensibles.
—Por favor —gemí, hundiendo los dedos en su pelo una vez más.
Me había dado placer de muchas formas durante la semana anterior, pero eso todavía no lo había probado. Esperé, conteniendo la respiración, y cuando rozó mis pliegues con la lengua, me impulsé hacia arriba con un suave gemido. El latido de mi clítoris se hizo más intenso y la necesidad se incrementó cuando comenzó a rodear la pequeña protuberancia con la lengua como le había enseñado a hacer con los dedos.
Se movió cada vez más rápido, extendiendo la cálida humedad de su lengua sobre mí y arrojando el aliento en mi inflamada carne mientras sus manos se apoderaban de mis muslos, abriéndome más para su boca. ¡Oh, Dios! Era increíble. El orgasmo brilló a mi alrededor como pulsos de luz justo antes de que me corriera, ofreciéndole mi sexo abierto y gritando su nombre sin cesar.
—¡Archer! ¡Oh, sí, Archer!
Me recuperé un poco cuando sentí su aliento caliente contra mi vientre y su sonrisa en la piel.
Sonreí también, acariciándole el pelo, todavía incapaz de formar palabras.
De repente, sonó un fuerte golpe en la ventanilla y nos sobresaltamos. El pánico me inundó…, ¿qué demonios ocurría? Bajé las piernas al tiempo que Archer se incorporaba limpiándose la boca con la camiseta. Me subí las bragas y me coloqué la falda. Gracias a Dios las ventanillas estaban empañadas… O quizá no. ¡Oh, no! Miré a Archer llena de vergüenza y él me señaló la manivela de la ventanilla con la mano para que yo la girara. La ventanilla descendió; al otro lado estaba Travis de uniforme, con una expresión dura que afeaba sus atractivos rasgos. Se inclinó para observarnos.
El olor a sexo flotaba, pesado, en el aire de la cabina. Cerré los ojos brevemente y noté que me sonrojaba; luego los abrí.
—Hola, Travis —le saludé tratando de sonreír, aunque fui consciente de que había hecho una mueca.
Travis se fijó en uno y en otro varias veces antes de clavar la mirada en mí, bajarla a mi regazo y luego subirla de nuevo a mis ojos.
—Bree…
Ninguno de los dos dijo nada durante un segundo, y su expresión se hizo más dura. Miré hacia delante, sintiéndome como una niña a punto entrar al despacho del director.
—Me han llamado para decirme que había una pickup aquí parada —explicó—. Estaba por la zona y me he acercado a ver si podía ayudar.
Me aclaré la garganta.
—Ah…, er…, bueno… —Miré a Archer y me mantuve un segundo en silencio mientras lo hacía. Estaba sentado con aire casual, con la mano apoyada en el volante, como un gato que acabara de comerse a un canario. Y en este caso, el canario era, definitivamente, yo.
Contuve una risita histérica, y me limité a mirarlo con los ojos entrecerrados. Su expresión de suficiencia se hizo más intensa.
—Estaba enseñando a Archer a conducir —expliqué, volviéndome hacia Travis, que permaneció en silencio un segundo.
—Ajá… ¿Tienes permiso de conducir? —preguntó arqueando las cejas, sabiendo de sobra que no lo tenía.
Dejé escapar un suspiro.
—Travis, estamos en un prado abierto. No voy a dejar que ande por la carretera ni nada.
—No importa. Necesitáis un permiso.
—Venga, Travis —dije en voz baja—. Lo único que quiere es aprender a conducir.
Travis entrecerró los ojos.
—Y puede aprender —aseguró lentamente—, pero tiene que cumplir las reglas. —Observó a Archer—. ¿Crees que puedes hacerlo, tío?
Me fijé en Archer; la mirada de suficiencia de antes había sido sustituida por otra de irritación, y tenía los dientes apretados. Levantó las manos.
—Eres idiota, Travis —dijo por signos.
Solté una risita nerviosa y me giré hacia Travis.
—Ha dicho: «Claro, sin problema» —mentí. Oí que Archer se movía en su asiento—. De todas maneras —continué, levantando la voz—, tenemos que volver. Gracias por tu comprensión, Travis. Pediremos ese permiso antes de la siguiente lección. Nos vamos a casa, ¿vale? —Esbocé lo que esperé que fuera una dulce sonrisa.
La situación era humillante, a pesar de que seguía enfadada con Travis por lo que le había hecho a Archer en el club de striptease.
Travis se quedó allí mientras pasaba por encima del enorme cuerpo de Archer. Sentí su mano en el muslo desnudo mientras se movía debajo de mí y cuando lo miré, vi que estaba observando a su primo. Resoplé para no suspirar y me dejé caer en el asiento para girar la llave en el contacto.
Miré por la ventanilla a Travis mientras metía primera; seguía con la misma expresión tensa y un poco enfadada. Archer también lo observaba, con la cabeza girada. Me obligué a sonreír y arranqué.
Cuando regresamos al camino, miré a Archer. Él me devolvió la mirada por un instante antes de apartar la vista. Después de un segundo me fijé en que se estremecía con una carcajada silenciosa.
—Me gusta conducir —aseguró con una sonrisa.
Yo también me reí al tiempo que sacudía la cabeza.
—Ya, seguro que sí. —Luego le di un suave puñetazo en el brazo—. Me gusta cuando conduces, pero quizá deberías hacerlo en un lugar más privado la próxima vez. —Arqueé las cejas.
Siguió riéndose, haciendo que viera sus dientes y aquellos atractivos pliegues que se formaban en sus mejillas. Estudié el perfil de Archer mientras él miraba feliz por la ventanilla. Se le veía contento por lo que había pasado entre nosotros, pero también se alegraba de que Travis nos hubiera pillado. Me mordí el labio, pensando en ellos dos y en que seguramente Archer no había tenido muchos motivos en la vida para regodearse de algo.
—Archer —dije después de un rato—, espero que sepas que no tienes que competir con Travis. Creo que he dejado claro que te he elegido a ti. Solo a ti.
Me observó con una expresión muy seria. Se inclinó sobre el asiento para cogerme la mano y me la apretó. Volvió a mirar por la ventanilla. Le devolví el apretón sin soltarlo, y conduje con una sola mano durante el resto del camino a casa.
El día siguiente fue uno de los más activos desde que había comenzado a trabajar en la cafetería. A eso de la una y media, cuando por fin comenzó a bajar el número de clientes, entraron Melanie y Liza y se sentaron frente a la barra, donde se habían puesto la primera vez que las vi.
—¡Hola! —las saludé sonriente.
Me devolvieron el saludo con una enorme sonrisa.
—¿Qué tal va todo? —preguntó Melanie.
Apoyé la cadera en la barra.
—Aggg… Un día… —bajé la voz hasta convertirla en un susurro— infernal. He corrido de un lado para otro como pollo sin cabeza.
—Sí, en esta época del año hay más clientes porque la gente que trabajaba en el otro lado del lago durante el verano ahora pasa más tiempo aquí. Norm hablaba el otro día de contratar a alguien más para el turno de las cenas y mantener el comedor abierto después de las tres, pero imagino que lo ha pensado mejor. Claro que con todos esos proyectos de expansión, nadie sabe lo que pasará, ¿quién puede culparlo?—Se encogió de hombros.
—Mmm…, no lo sabía —comenté, arrugando la frente.
Lisa asintió, y me centré en mi trabajo.
—Bueno, ¿qué queréis tomar?
Pidieron hamburguesas y té helado, así que me di la vuelta hacia la máquina de té que tenía a la espalda y comencé a prepararlo. Un par de segundos después, escuché la campanilla de la puerta.
—¡Madre del amor hermoso! —dijo Melanie.
—¡Guau! —convino Liza en un susurro.
Puse un limón en cada vaso. El local parecía haberse quedado muy silencioso. ¿Qué demonios ocurría?
Fruncí el ceño y me giré, preguntándome confundida qué estaba pasando. Y fue entonces cuando lo vi. Sí, a Archer. Tomé aire y, al instante, una sonrisa se extendió por mi cara. Sus ojos estaban clavados en mí mientras permanecía inmóvil en la puerta, con aquel aspecto… ¡Oh, Dios! Era increíble. Al parecer, se había comprado ropa nueva: unos vaqueros que le sentaban como un guante y que marcaban sus largas
piernas musculosas, un jersey negro de manga larga y una camiseta gris que asomaba por el cuello del jersey.
Estaba recién afeitado y con el cabello perfectamente peinado, a pesar de que se lo había cortado en la cocina una chica que estaba tan emocionada que apenas podía ver. Mi sonrisa se hizo todavía más grande. ¡Estaba allí!
—¿Y ese quién es? —escuché que preguntaba en voz alta la señora Kenfield, sentada en una mesa junto a la puerta. Tenía casi un siglo de edad, pero, aun así, era demasiado… maleducada. Su nieta mayor, Chrissy, la acalló.
—Es Archer Hale, abuela —susurró por lo bajo—. ¡Dios mío! Es increíble —se maravilló en voz todavía más baja.
—¿El mudo? —preguntó, haciendo que Chrissy gimiera y le lanzara a Archer una mirada de disculpa antes de fulminar a su abuela con los ojos. Pero él no estaba observándola.
Dejé los tés helados sobre el mostrador sin dejar de contemplar a Archer ni un segundo, me limpié las manos en las caderas y sonreí de oreja a oreja.
Rodeé la barra y cuando salí al comedor aumenté la velocidad, andando más rápido el resto del trayecto hacia él, riéndome en voz alta antes de lanzarme a sus brazos. Él me cogió mientras una expresión de alivio se extendía por sus hermosos rasgos; luego hundió la nariz en el hueco de mi cuello y me estrechó con fuerza.
Sin duda la persona más apropiada para que le dijeran que lo querían era Archer en ese momento.
Mientras estaba ahí, abrazada a él, se me ocurrió que no todos los grandes actos de valor son evidentes desde fuera. Pero en ese momento lo vi: aquel chico que nunca había buscado la compañía de los demás se había presentado allí para pedir que lo aceptaran. Aquello hizo que mi corazón se hinchara de orgullo por el hermoso acto de valentía que había realizado Archer Hale al entrar en una simple cafetería.
El silencio era tal que se podría haber escuchado caer un alfiler. No me importó. Me reí de nuevo y eché la cabeza hacia atrás para mirarlo a la cara.
—Estás aquí —susurré.
Él asintió, deslizando la vista por mi rostro con una dulce sonrisa en los labios.
Me dejó en el suelo.
—Estoy aquí por ti —dijo por signos.
Sonreí. Eran las mismas palabras que me dijo el día que vino a buscarme a la salida de la cafetería, unas semanas atrás.
—Yo también estoy aquí por ti —repuse bajito, sonriendo de nuevo. Y era cierto en tantos sentidos que no podía ni empezar a enumerarlos. Nos miramos a los ojos durante varios segundos y, de pronto, me di cuenta de que el comedor seguía muy silencioso. Me aclaré la garganta y escruté a mi alrededor.
La gente nos observaba; algunos con pequeñas sonrisas, otros parecían perplejos y los demás apartaron la vista y volvieron a lo que estaban haciendo. El sonido de voces en la cafetería comenzó a elevarse de nuevo, y supe sobre qué estaban hablando.
Cogí a Archer de la mano y lo guié hasta el mostrador para ponerme del otro lado. Melanie y Liza lo miraron y sustituyeron sus expresiones de sorpresa por grandes sonrisas.
Melanie le tendió la mano.
—Soy Melanie. No nos hemos conocido de manera correcta hasta ahora.
Él le tomó la mano y le sonrió con cierto recelo.
—Archer —dije—, ella es Liza, la hermana de Melanie. —Liza se acercó también y se inclinó sobre Melanie para estrecharle también la mano.
Él asintió y luego me miró.
—¿Puedes esperar un minuto? Atiendo a unos clientes y vuelvo.
Le entregué un menú. Él se puso a leerlo mientras yo servía la comida que acababan de pasar por la ventanilla y llenaba un par de vasos. Cuando volví estaba lista la comida de Liza y Melanie, por lo que les puse las hamburguesas delante antes de girarme hacia Archer.
—¿Tienes hambre? —pregunté por signos.
—No. Estoy guardándome el apetito para cenar con una chica muy especial. — Sonrió—. Solo quiero… —Miró por detrás de mí a las máquinas de refrescos.
—¿Leche con cacao y una pajita? —pregunté, arqueando una ceja.
Él se rio silenciosamente.
—Café —me corrigió, guiñándome un ojo.
—¡Dios, qué sexy! —gimió Melanie—. Es como si estuvierais todo el rato diciéndoos guarradas.
Archer sonrió y yo me reí al tiempo que sacudía la cabeza.
—Quizá deberíais aprender el lenguaje de signos para poder uniros a nosotros —propuse.
Liza y Melanie se carcajearon. Me giré y cogí la cafetera para servirle a Archer una taza, y luego lo observé verter la leche.
Maggie se acercó a mí y le tendió la mano a Archer.
—Hola. —Sonrió, y me miró con rapidez—. Soy Maggie. Gracias por venir.
Archer sonrió con timidez mientras se estrechaban las manos.
—Por favor, dile que me alegro de conocerla —me dijo acto seguido.
Cuando lo hice, ella se mostró contenta.
—Te conocí hace muchos años, cariño. Tu madre te traía por aquí cuando eras pequeño. —Llevó la vista a lo lejos, como si estuviera recordando algo—. Tu madre era tan guapa como dulce, y sí, te adoraba. —Suspiró, volviendo al presente—. Bueno, de todas maneras, me alegro de que estés aquí.
Archer la escuchó con los labios curvados, como si bebiera sus palabras. Hizo un gesto afirmativo, y Maggie continuó.
—Bueno, Archer —dijo mirándome—, esta chica ha trabajado muchas horas durante los últimos días, creo que se ha ganado salir antes. ¿Crees que podrás ocuparte de ella?
—Caray, Maggie, haces que suene perverso —resopló Liza.
Archer trató de no sonreír y desvió la mirada hacia otro lado, cogiendo una taza de café mientras Maggie ponía los brazos en jarras y escrutaba a Liza mientras nos partíamos de risa.
—Es tu mente la que es perversa —la acusó con los ojos brillantes.
Archer me miró.
—¿Crees que podríamos hacer alguna guarrada esta tarde? —preguntó, sonriéndome. Me mordí el labio para reprimirme.
—¿Ves? —dijo Melanie—. Sabía que os estabais diciendo guarradas. Quiero aprender ya a hablar por signos.
Sonreí.
—Solo me ha preguntado si me gustaría pasar la tarde en el campo —mentí con expresión neutra.
—¡Cierto! —convino Liza, soltando una carcajada—. ¡Una tarde en el campo desnudos!
Me reí y Maggie bufó, haciendo que Archer sonriera más.
—Cómo sois, chicas … Venga, y vosotros, largaos de aquí —dijo Maggie, empujándome.
—Vale, vale, pero ¿y las ensaladas que tengo que…?
—No te preocupes —repuso—. Puedes hacerlas mañana.
Miré a Archer.
—Bien, pues nada. ¡Vámonos!
Él metió la mano en el bolsillo para pagar el café, pero Maggie lo detuvo poniéndole la mano en el brazo.
—Invita la casa —le dijo.
Archer hizo una pausa, mirándome, y luego asintió con la cabeza.
—En serio —insistió ella, sonriendo.
Salí de detrás de la barra y nos despedimos de Melanie, Liza y Maggie antes de salir juntos por la puerta.
Cuando estuvimos fuera, miré a la acera de enfrente y vi una figura que me resultó familiar. Victoria Hale acababa de salir de una tienda acompañada por una mujer mayor de pelo oscuro. Supe en qué momento me vio con Archer… La temperatura en la calle pareció descender de golpe varios grados y me estremecí.
Pasé los brazos por la cintura de Archer, que me sonrió mientras me atraía hacia su cuerpo para besarme en la sien. Y, de pronto, Victoria Hale dejó de existir.
Esa misma noche, Archer encendió una hoguera a la orilla del lago y nos sentamos en dos antiguas hamacas de madera que su tío había construido muchos años atrás.
Habíamos llevado una botella de vino tinto y mantas para protegernos del frío; comenzaba a refrescar, en especial por las noches. Archer bebía de un vaso pequeño, yo tenía uno más grande, y él degustaba el vino como si fuera un licor. Había muchas cosas que yo daba por sentado que para él eran nuevas.
Permanecimos en silencio durante un rato, bebiendo el vino y mirando cómo danzaban las llamas. Me sentía feliz y relajada, con la sangre caliente por la bebida.
Apoyé la cabeza en el respaldo de la silla y estudié el hermoso perfil de Archer, iluminado por el resplandor del fuego. Por un segundo me pareció un dios, quizá del sol, con aquella hermosa pátina dorada; su propia magnificencia superaba a la de las llamas danzarinas. Me reí para mis adentros, sintiéndome un poco borracha tras haber bebido solo un vaso de Merlot. Borracha de él, de la noche, del destino, del valor, de la vida. Me puse en pie; dejé caer en la silla la manta que me cubría y puse mi vaso en la arena. Me acerqué a Archer y me senté en sus rodillas con una sonrisa. Luego le encerré la cara entre las manos y lo miré fijamente durante un segundo antes de cubrir sus labios con los míos y saborear aquella mezcla de vino tinto y Archer, una deliciosa ambrosía que me hizo gemir y ladear la cabeza para dejar que fuera él quien se hiciera cargo del beso y me entregara un poco más de sí mismo. Lo hizo, apoyándose en mí y jugando con mi lengua. Me coloqué mejor en su regazo al tiempo que suspiraba contra sus labios. Él respondió a mi suspiro y hundió la lengua dentro de mi boca lentamente, imitando el acto sexual y haciendo que se me acelerara el pulso. Casi al instante estaba húmeda y resbaladiza, preparada para que me llenara y saciara la profunda necesidad que hacía que me retorciera anhelante sobre él.
Sonrió contra mi boca; sabía muy bien lo que estaba provocando en mí, y le gustaba. Era muy fácil perderse en él, en la forma en que me atendía, en la manera en que me miraba —como si me adorara—; su intensa sensualidad era natural y desenfadada porque no era consciente de ella. Pero estaba aprendiendo, y de alguna manera lamentaba la pérdida del hombre inseguro que quería que le enseñara cómo darme placer, que quería que le dijera qué necesitaba de él. Sin embargo, otra parte de mí se vanagloriaba de aquella nueva confianza en sí mismo, de la manera en que se ocupaba de mi cuerpo y me dejaba débil por el deseo.
Unos minutos después, me eché hacia atrás. Los dos respirábamos con dificultad, jadeantes. Lo besé una vez más con ligereza en la boca.
—Me pones a cien —confesé.
Subió las manos.
—¿Y eso es malo? —preguntó. Sus ojos me decían que lo quería saber de verdad, no de forma retórica.
Pasé el pulgar por encima de su labio inferior.
—No —repuse en voz baja al tiempo que negaba con la cabeza.
Vi su cicatriz bajo la luz de las llamas, tintando su piel dorada de un intenso tono rojizo. Me incliné y la besé, haciendo que se estremeciera ligeramente. Cuando pasé la punta de la lengua por ella, se puso tenso.
—Eres hermoso por todas partes, Archer —susurré contra su cuello.
Dejó salir un suspiro y apoyó despacio la cabeza en el respaldo de la silla para darme acceso, dejando al descubierto su cicatriz ante mí, en un hermoso acto de confianza.
—Cuéntame qué ocurrió —susurré, frotando mis labios arriba y abajo de la piel arrugada, empapándome en su aroma—. Cuéntamelo todo. Quiero conocerte —dije, echándome hacia atrás y mirándolo.
Su expresión era una mezcla de tensión y reflexión mientras me examinaba la cara. Suspiró y levantó las manos.
—Hoy… me he sentido casi normal. En la cafetería… —Hizo una pausa—. Esta noche no quiero recordar que estoy roto, Bree. Por favor. Solo quiero abrazarte aquí, y luego llevarte dentro para hacerte el amor. Sé que es difícil de entender, pero, por favor, déjame disfrutar de esto.
Lo estudié. Lo entendía. Yo había pasado por lo mismo. Me había costado mucho volver a sentirme normal después de la muerte de mi padre. Me había costado mucho no saltarme las salidas de la autopista por ir en una nube, dejar de andar sin rumbo por el supermercado, detenerme delante de las naranjas mirando al vacío…, me había costado muchísimo volver a sentir algo que no fuera puro dolor. Y no importó lo mucho que me lo pidieran, lo mucho que me amaran, no pude hablar sobre ello hasta que estuve preparada. Archer había vivido con su dolor durante muchísimo tiempo, y pedirle que lo recordara para contármelo no era justo. Esperaría. Esperaría todo lo que él necesitara.
Le sonreí, le retiré el pelo de la frente y lo besé de nuevo con ternura.
—¿Recuerdas que me dijiste que luché la noche que mataron a mi padre y me atacaron? —le pregunté cuando me eché hacia atrás.
Él asintió. Sus ojos eran oscuros en la penumbra, fuera del alcance del fuego.
—Tú también lo has hecho —confesé en voz baja—. No sé lo que te ocurrió, Archer, espero que me lo cuentes algún día, pero lo que sí sé es lo que me dice esta cicatriz; luchaste para seguir vivo. —Pasé el dedo con suavidad por la piel arrugada y sentí cómo tragaba saliva—. Mi sanador herido, mi precioso Archer.
Sus ojos brillaron y después de un par de segundos en silencio, me dejó en el suelo para cubrir el fuego con arena. Luego me tomó en brazos mientras yo me reía y me aferraba a él para llevarme a la colina, a su casa…, a su cama.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
23
Bree
Al día siguiente me marché dejando a Archer enredado entre las sábanas de su cama.
La sábana apenas cubría sus musculosas nalgas; Archer rodeaba con los brazos la almohada, bajo la que escondía la cabeza. Su hermosa espalda, toda surcos y duros montículos, quedaba a la vista. Me planteé brevemente despertarlo para disfrutar de nuevo de aquellos músculos, pero sabía que Phoebe tenía que salir a hacer sus cosas, había descuidado mi casa y no tenía ropa interior limpia. Así que me tocaba llevar a cabo algunas tareas necesarias; di un ligero beso en el hombro de Archer antes de marcharme. Estaba cansado; la noche anterior había gastado mucha energía. Apreté los muslos al recordarlo y me obligué a salir del dormitorio.
Cuando llegué a casa, dejé salir a Phoebe y me di una larga ducha caliente. Después me vestí, encendí el móvil y vi que tenía un par de mensajes de Natalie. Me decía que el detective que llevaba la investigación sobre el asesinato de mi padre la había llamado preguntando por mí un par de veces, y que debía ponerme en contacto con él. Respiré hondo y me senté. Durante los meses que siguieron a aquella fatídica noche, había llamado muchas veces al detective, y él nunca había encontrado ni una sola evidencia. Una vez que me marché, no volví a contactar con él. No pensé que fuera necesario. Pero ahora, de repente, había algo nuevo. ¿Por qué?
Marqué el número, que todavía me sabía de memoria, y cuando el detective McIntyre descolgó me identifiqué.
—¡Hola, Bree! ¿Qué tal va todo? —me saludó calurosamente.
—Bastante bien, detective. Sé que hace tiempo que no hablamos, y que he cambiado el número de teléfono, y no…
—No te preocupes. Me alegro de que me dieras el número de teléfono de la chica con la que te alojaste después del crimen. —Fui consciente de que no dijo «asesinato».
—¿Hay algo nuevo? —pregunté, yendo al grano.
—En realidad, sí. Tenemos a un sospechoso, y nos gustaría que vieras algunas fotos —me informó con suavidad.
El corazón se me aceleró en el pecho.
—Ah… —suspiré. Luego permanecí en silencio.
El detective se aclaró la garganta.
—Lo sé, es sorprendente después de tantos meses, pero en realidad la información nos la facilitó un camello de poca monta que trataba de ahorrarse algún tiempo en la cárcel.
—De acuerdo —convine—. ¿Cuándo quiere que vaya?
—En cuanto te sea posible. ¿Cuándo podrías estar aquí?
Me mordí el labio.
—Mmm… —Lo consideré durante un momento—. ¿Dentro de tres días?
—Si es lo más pronto que puedes venir, tendrá que ser así.
Me sentí un poco adormecida.
—De acuerdo, detective, lo llamaré en cuanto esté en la ciudad.
Nos despedimos y colgamos. Permanecí sentada en la cama durante mucho tiempo, mirando por la ventana mientras sentía como si mi burbuja acabara de explotar. Sin embargo, no sabía bien cómo tomármelo; estaba feliz porque podría ser un gran avance en el caso de mi padre. Si habían arrestado a alguien…, ya no tendría que andar preguntándome si… por fin podría sentirme segura. Y mi padre tendría la justicia que se merecía.
Cogí el teléfono y marqué el número de Natalie para contarle la noticia. Cuando terminé, soltó un gran suspiro.
—¡Dios mío, Bree! No quiero hacerme demasiadas ilusiones, pero… espero que… —No terminó la frase.
—Lo sé —dije—. Lo sé… Y yo también.
Ella guardó silencio durante un segundo.
—Mira, tengo una idea —soltó finalmente—. ¿Qué te parece si cojo un avión hasta allí y luego vuelvo contigo en el coche para hacerte compañía?
Suspiré.
—¿No te importa?
—Claro que no. Además, mi madre tiene millones de puntos por todos los viajes que hace. No me va a costar nada.
Sonreí.
—Eso sería…, me encantaría. Así tendremos un largo viaje en coche para ponernos al día.
—Vale —dijo con voz risueña—. Lo arreglaré. ¿Vas a poder pedir días libres en el trabajo?
—Sí, no creo que haya problema. La gente para la que trabajo es genial, y en cuanto se lo explique…
—Bree, saben estás ahí de forma temporal, ¿verdad?
Me tomé un tiempo y me tumbé en la cama.
—No se lo he mencionado, la verdad. —Me puse la mano en la frente—. Y creo que no es temporal. He… he decidido quedarme. —Cerré los ojos, esperando su reacción.
—¿Qué? ¿Te vas a quedar ahí? ¿Lo dices en serio? ¿Es por el tío ese que mencionaste? —parecía sorprendida y confusa.
—Sí, es por él. Es que… Es bastante complicado. Te lo contaré todo durante el viaje en coche, ¿de acuerdo? ¿Te parece bien?
—De acuerdo, vale. Tengo muchas ganas de verte, cielo. Te enviaré un mensaje con los detalles de mi vuelo.
—Bien. Gracias. Te quiero.
—Yo también te quiero, cielo. Estamos en contacto.
Cortamos la llamada y me quedé allí quieta durante unos minutos, agradeciendo que mi mejor amiga hubiera decidido hacer el viaje conmigo. Eso facilitaría las cosas. Y luego regresaría. Le había dicho a Natalie que me iba a quedar aquí. Y al
decírselo a alguien que no era Archer, me di cuenta de lo bien que me sentía. No pensaba volver a Ohio. Mi vida estaba aquí. Mi vida estaba con Archer, y, a pesar de lo que eso significaba, sabía que era verdad.
A la mañana siguiente, le conté a Maggie de forma vacilante cuál era la situación en Ohio y por qué necesitaba volver. No había compartido con ella los detalles de la muerte de mi padre, pero se mostró tan comprensiva y simpática como esperaba. Sus cálidos abrazos y sus reconfortantes palabras me consolaron; hacía mucho tiempo que no sentía esa clase de afecto maternal.
Aunque estaba agradecida de que hubiera avances en el caso, ya que había pasado mucho tiempo y era un hecho extraño, me preocupaba que regresar a Ohio sacara a la luz de nuevo mis sentimientos de dolor y falta de esperanza. Me sentía segura en Pelion, me sentía segura con Archer. Todavía tenía que contarle lo que había pasado. El día anterior había arreglado cosas por casa y luego me había ido a la cama a las siete, porque no me tenía en pie del cansancio. Odiaba no tener manera de comunicarme con él cuando no estábamos juntos, pero sabía que era bueno para nosotros pasar un día separados. Habíamos sido prácticamente inseparables durante las últimas semanas, y darnos un poco de distancia era algo muy saludable.
Cuando ya acababa mi turno, sonó la campanilla de la puerta y alcé la vista. Vi que entraba Travis, de uniforme y con gafas de sol de aviador. Casi puse los ojos en blanco al ver lo ridículamente guapo que era, no porque lo fuera, sino porque era obvio que él lo sabía.
—Travis —lo saludé, sin dejar de limpiar el mostrador.
—Hola, Bree —repuso, curvando los labios en lo que parecía una sonrisa sincera.
—¿Qué te pongo? —pregunté.
—Un café.
Asentí con la cabeza y me giré para servirle una taza. Después de hacerlo, la dejé delante de él y me alejé.
—¿Todavía estás enfadada conmigo? —inquirió.
—No estoy enfadada, Travis. Sencillamente no entiendo la forma en que tratas a tu primo.
Él frunció los labios.
—Mira, Bree, es mi primo, y, aunque puede que no nos hayamos hablado durante muchos años, no solo ha sido culpa mía. Cuando éramos niños, Archer y yo siempre nos mostramos muy… competitivos. Quizá eso haya llegado demasiado lejos al tratarse de ti. Lo admito. Pero él también ha jugado, créeme.
—¿Competitivos? —me burlé—. ¡Por Dios, Travis! —Alcé un poco la voz, haciendo que me miraran varias personas, a las que brindé una sonrisa forzada antes de volver la vista a Travis—. ¿Y no crees que Archer se merecía ganar por una vez en la vida? ¿ No crees que se merece a alguien que lo ayude en lugar de que compita contra él? ¿No podías haber intentado ser esa persona?
—¿Eso es lo que es para ti? ¿Alguien digno de lástima?
Cerré los ojos y respiré hondo para no lanzarle la taza de café a la cara.
—No, no necesita la compasión de nadie. Es… es increíble, Travis.—Lo vi en mi mente, su suave mirada y la forma en que su rostro se iluminaba con una sonrisa cuando era realmente feliz—. Es increíble —repetí antes de bajar la vista, notando de repente cierto embarazo.
Travis permaneció en silencio durante un segundo y abrió la boca para responder justo cuando la campanilla de la puerta tintineó de nuevo. Miré hacia allí y abrí los ojos como platos.
Allí estaba Natalie, y un poco detrás de ella, nuestro amigo Jordan, con las manos en los bolsillos, como si sintiera un poco de vergüenza.
Se me cayó el menú de la mano, y salí corriendo del mostrador.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué estáis haciendo aquí? —grité. Todavía seguía esperando un mensaje que me indicara cuál era su vuelo. Natalie me salió al encuentro y nos abrazamos, riendo.
—¡Sorpresa! —gritó, estrechándome con fuerza—. Te he echado mucho de menos.—
Yo también —repuse. La sonrisa se desvaneció de mi cara cuando vi a Jordan, que todavía no se había movido de la puerta.
Natalie lo miró y volvió la vista a mi cara.
—Me rogó que lo trajera conmigo. Quería disculparse contigo en persona.
Emití un suspiro y le indiqué a Jordan que se acercara. Se aproximó, vacilante, con una expresión de alivio, y lo abracé.
—Lo siento mucho, Bree —dijo con voz grave. Me estrechó con fuerza y me di cuenta de lo mucho que lo había echado de menos a él también. Jordan era uno de mis mejores amigos. Jordan, Natalie, yo y nuestro amigo Avery habíamos sido inseparables desde primaria. Habíamos crecido juntos. Pero había sido Jordan el que provocó que metiera mis cosas en la mochila y saliera por pies de la ciudad.
Cuando más confusa y dolorida estaba emocionalmente, cuando necesitaba que fuera mi amigo, me había acorralado para besarme, sin soltarme a pesar de que me resistí, diciéndome que estaba enamorado de mí y rogándome que le permitiera cuidarme. Había sido la gota que colmó el vaso, lo último que necesitaba en ese momento.
Natalie nos rodeó con sus brazos y todos nos reímos antes de separarnos. Eché un vistazo a mi alrededor y vi que solo había un par de personas en el comedor, y que Maggie estaba en la parte de atrás con Norm, que ya había cerrado la cocina.
—Sentaos en la barra mientras termino —los invité.
Natalie se sentó junto a Travis, que la miró por encima de su taza de café mientras tomaba un sorbo.
—Hola —lo saludó ella, sacudiendo su largo pelo rubio y cruzando las piernas mientras giraba el taburete hacia él. Le brindó su mejor sonrisa, haciéndome resoplar.
Ninguno de ellos me vio hacerlo.
—Travis Hale —se presentó él tendiéndole la mano.
Sacudí la cabeza y le presenté también a Jordan.
Todos se saludaron y, finalmente, Travis se puso en pie y dejó un billete de cinco dólares encima del mostrador.
—Bree… —se despidió, mirándome—. Natalie, Jordan…, espero que disfrutéis de vuestra estancia en Pelion. Encantado de conoceros. Bree, saluda a Maggie de mi parte. —Luego se giró y se dirigió hacia la puerta.
Me volví hacia Natalie, que siguió examinando el culo de Travis mientras él iba hacia el coche patrulla. Luego me espetó:
—Bueno, no me extraña que quieras quedarte aquí.
Me carcajeé.
—Él no es el motivo de que quiera quedarme.
Natalie observó a Jordan, que estaba revisando el menú. Me puse seria y cambié de tema. Sabía desde hacía años que Jordan sentía debilidad por mí, pero nunca había imaginado que creyera estar enamorado. Yo lo quería, pero no de esa manera, y sabía que nunca lo haría. Esperaba que pudiéramos volver a recuperar nuestra amistad de alguna manera. Lo echaba de menos.
—¿Habéis comido? —pregunté. Aunque la cocina estaba cerrada, podía prepararles un sándwich o algo así.
—Sí, picamos algo hace una hora. —Natalie se giró hacia Jorda—. Tú no tendrás hambre otra vez, ¿verdad?
Levantó la vista.
—No, solo estoy leyendo la carta. —Dejó el menú, todavía un poco incómodo.
Me aclaré la garganta.
—Está bien, dejad que me despida de Maggie y que coja mis cosas.
Quince minutos después estábamos en mi coche, camino de casa.
Instalé a Jordan en el salón y Natalie metió sus pertenencias en mi habitación.
Hicimos turnos para ducharnos y luego nos sentamos en el salón a conversar, riéndonos de las historias que nos contaba Natalie sobre su nuevo jefe. Jordan parecía ya más relajado y yo estaba muy feliz de tenerlos allí.
—¿Queréis ir a cenar al pueblo? —les pregunté—. Voy a acercarme a preguntarle a Archer si le gustaría venir con nosotros mientras os preparáis.
—¿Por qué no lo llamas? —preguntó Natalie.
—Bueno, es que no habla —repuse en voz baja.
—¿Cómo? —respondieron ambos al unísono.
Les conté la historia de Archer, cómo había crecido, añadiendo algunos detalles sobre su tío y lo que sabía sobre el accidente, a pesar de que él no me había dicho nada personalmente todavía.
Los dos me observaban con los ojos muy abiertos.
—Caray, cielo… —suspiró Natalie.
—Lo sé, chicos —añadí—, es una historia brutal, y todavía no lo sé todo. Pero esperad a conocerlo. Es tan dulce… e increíble. Voy a tener que hacer de intérprete, pero se expresa muy bien por signos.
—¡Guau! —dijo Jordan—. Pero si no ha salido de su finca durante años y no habla, ¿qué tiene pensado hacer con su vida?
Bajé la mirada.
—Todavía lo está pensando —expliqué, poniéndome a la defensiva—. Pero lo hará. Tiene que afianzar algunos conceptos básicos.
Me miraron, y me sentí avergonzada por alguna razón.
—De todas maneras —añadí—, iré a contarle nuestros planes, y espero que acepte acompañarnos. —Me levanté para ponerme los zapatos y el abrigo.
—Vale —convino Natalie—. ¿Me pongo unos vaqueros y una camiseta o debo vestirme más elegante?
Me reí.
—Sin duda los vaqueros y la camiseta.
—¿Crees que nos encontraremos con Travis? —preguntó.
Gruñí.
—Venga, chicos, tenemos que ponernos al día. Vuelvo en cuanto pueda, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —canturreó Natalie, poniéndose en pie.
Jordan comenzó a rebuscar en su bolsa.
—Vale —respondió él también sin mirar.
Salí y me monté en el coche para dirigirme a casa de Archer.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
eilyno- Mensajes : 582
Fecha de inscripción : 07/01/2016
Edad : 45
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Ahora sabemos que no escapaba de un ex novio que supuestamente la engaño, sino de un amigo que quiso ser su novio y ella no correspondía sus sentimientos.
Se irá Bree? Tendrá que viajar, qué hará Archer? Irá con ella o la esperará?
Se irá Bree? Tendrá que viajar, qué hará Archer? Irá con ella o la esperará?
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Gracias !!!!!!
Esto esta cada vez mejor y me encanto cuando los encontro Travis en el camoo en la leccion de conducir jijiji
Espero le pida que vaya con ella.
Esto esta cada vez mejor y me encanto cuando los encontro Travis en el camoo en la leccion de conducir jijiji
Espero le pida que vaya con ella.
Invitado- Invitado
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Gracias por los capis!!
Me encantaron!!
La dulzura de Archer al ir a su casa para acompañarla en la tormenta... ellos estando juntos... la clase de manejo... Travis encontrándolos jajaj
Y ahora Bree debe volver a Ohio por un tiempo!! Sería genial si Archer la pudiera acompañar!!
LuVelitta- Mensajes : 3002
Fecha de inscripción : 28/08/2016
Edad : 35
Localización : Perdida en el medio de la nada...
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
24
Archer
Me acerqué al fregadero y bebí con sed un vaso de agua. Acababa de regresar de correr por la orilla con los perros. Una vez que el clima empeorara no podría seguir haciéndolo.
Pensé en lo que podía hacer ese día, percibiendo una pesadez en mi interior que no sabía muy bien cómo manejar. La había notado también antes de la carrera, y había pensado que el ejercicio me despejaría la cabeza. No había sido así.
Me sentía inquieto, era así de simple. Y no se trataba de una inquietud física; al parecer, era mental. Cuando desperté por la mañana, con el olor a Bree impregnado en las sábanas enredadas, estaba feliz y relajado. Pero luego, al darme cuenta de que ella se había marchado, me levanté y pensé qué podía hacer durante el día. Podía trabajar en muchos proyectos, pero no había ninguno que me interesara. Tenía la vaga intuición de que debía considerar seriamente ese tema. «¿Qué vas a hacer con tu vida, Archer?». Bree había sacudido mi mundo, y en ese momento me sentía molesto. Nunca había esperado que entrara alguien y ampliara mis horizontes, pero así había ocurrido.
Y ahora se desplegaban ante mí muchas posibilidades que no había tenido en cuenta antes. Pero todas giraban a su alrededor. Y eso me asustaba. Me daba terror.
Escuché un golpe en la puerta y dejé el vaso. ¿Bree había llegado antes de tiempo?
Atravesé la casa hasta la puerta y vi que Travis recorría el camino de acceso hacia mí.
Esperé a que se acercara, preguntándome qué demonios quería.
Levantó las manos como si estuviera diciéndome «no dispares» y ladeé la cabeza.
Sacó un papel doblado del bolsillo trasero, y cuando llegó a mi lado me lo entregó. Lo cogí, pero no lo abrí.
—Es la solicitud para pedir permiso para aprender a conducir —dijo—, solo tienes que llevar la partida de nacimiento y un comprobante de tu domicilio. El recibo del agua o lo que sea.
Arqueé las cejas y bajé la mirada al papel. ¿Qué estaría tramando?
—Te debo una disculpa por lo que ocurrió en el club. Fue… inmaduro, y estuvo fuera de lugar. Me alegra ver que lo tuyo con Bree va adelante. Creo que le gustas de verdad, tío.
Quería preguntarle cómo sabía él eso; yo notaba el aprecio de Bree, quizá hasta sentía algo más profundo por mí, pero deseaba escuchar lo que le había dicho a Travis sobre mí. Por supuesto, no debía de ser algo positivo para él; le encantaba meterse conmigo. Sin embargo, no encontraba la forma de hablar de sentimientos con Bree. Era consciente de que el sexo no era lo mismo que el amor, así que ¿cómo iba a saber que me amaba si no me lo decía? Y, si no me lo decía, ¿significaba que no me amaba? Todo era muy complicado, y no tenía con quién comentarlo.
Lo peor de todo era que yo la amaba con ferocidad, con todo mi corazón, incluso con las partes rotas, incluso con las que no eran dignas de ella y no tenían valor. Y quizá esas fueran las más numerosas.
—Entonces… —continuó Travis—, ¿hacemos las paces? ¿Paz, amor y todo eso? Después de todo, tú has ganado. Te has llevado a la chica. No puedes culparme por intentarlo, ¿verdad? ¿Sin resentimientos? —Me ofreció la mano.
Lo miré. No me fiaba de Travis, pero quizá había llegado el momento de poner fin a esa especie de guerra que había entre nosotros. Tenía razón; yo había ganado. Bree era mía. Solo de pensarlo, una fiera sensación de posesión rugió a través de mí.
Le estreché la mano, todavía con desconfianza. Lo vi meter los pulgares en el cinturón de la pistola.
—Supongo que ya sabes que han llegado al pueblo los amigos de Bree. Sus amigos de la ciudad.
Fruncí el ceño y levanté un poco la cabeza justo a tiempo de ver la expresión de «¡Oh, joder!» que ponía Travis.
—Mierda…, ¿no te lo ha dicho? —preguntó. Miró hacia otro lado antes de girar la cabeza hacia mí—. Bueno, estoy seguro de que debe de ser duro para ella. Es decir, está aquí, le gustas, pero en algún momento deberá regresar a su casa, a su vida real. Es una posición difícil.
¿A su casa? ¿A la vida real? ¿De qué demonios estaba hablando?
Me estudió y emitió un suspiro al tiempo que se pasaba la mano por el pelo.
—Joder, tío, no habrás pensado que ella va a quedarse aquí, trabajando en una cafetería de mierda durante toda su vida… ¿O quizá pretendes que se venga a vivir a esta choza que llamas casa y tenga un montón de bebés que no tienes forma de mantener? —Se echó a reír, pero cuando dejó de hacerlo su sonrisa fue sustituida por una mirada de lástima—. Oh, joder…, parece que es justo lo que esperas, ¿no?
La sangre me rugió en los oídos. No había imaginado nada de eso, pero el pensamiento de que ella pudiera dejarme hizo que la sangre se me helara en las venas.
—¡Joder! Mira, Archer, cuando te dije que la habías ganado, solo quería decir a corto plazo, por unas cuantas noches, un par de polvos en la pickup… Quiero decir que, bueno…, venga…, te lo mereces, tío. Pero no se te ocurra fantasear con algo más. Es posible que te diga que se va a quedar aquí, y seguramente lo haga durante un tiempo. Pero una chica como Bree, que ha ido a la universidad, querrá hacerse una vida con el tiempo. Está aquí para alejarse de manera de temporal, para sanar una herida, y luego se marchará. ¿Por qué no iba a hacerlo? ¿Qué es lo que puedes ofrecerle en realidad? Bree siempre encontrará a un hombre que la quiera y que le pueda dar más. —Sacudió la cabeza—. ¿Qué puedes darle tú, Archer? Venga, en serio…
Me quedé allí, paralizado frente a aquel imbécil. No era tan estúpido como para no darme cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba jugando sus cartas. Pero, por desgracia para mí, no estaba yendo de farol. Tenía una mano ganadora, y lo sabía.
Para eso había venido aquí, para destruirme con la verdad. Para recordarme que yo no era nada. Y quizá fuera un buen recordatorio.
Ni siquiera sabía si él seguía deseándola. Era posible que no. Pero ahora se trataba de que yo no podía tenerla. Él iba a ganar de una manera u otra. Lo veía…, lo sabía… Había visto aquella misma mirada en el rostro de otro hombre en una ocasión. Y recordaba muy bien lo que significaba.
Respiró hondo, parecía un poco avergonzado…, o quizá estaba fingiendo. Se aclaró la garganta.
—Bueno… —señaló la hoja que yo sostenía en la mano—, suerte con el permiso. No deberías tener que ir andando a todas partes. —Se despidió con un gesto de la cabeza—. Buena suerte, Archer.
Luego se volvió y salió de mi casa por la puerta de la valla. Me quedé allí durante un buen rato, sintiéndome muy pequeño, imaginando que ella se marchaba y tratando de acordarme de cómo se respiraba.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
25
Bree
Conduje hasta la propiedad de Archer y lo llamé en voz alta en cuanto atravesé el umbral. No hubo respuesta, por lo que me dirigí a la puerta de la casa y la golpeé al tiempo que gritaba su nombre otra vez. Seguí sin obtener señales de él, aunque la puerta no estaba cerrada con llave, así que entré y miré a mi alrededor. Estaba limpio y ordenado, como siempre, pero no había ni rastro de él. Debía de estar en algún lugar de la finca, demasiado lejos para escucharme, o quizá se había acercado al pueblo.
Cogí un trozo de papel y un lápiz para contarle que mis amigos habían aparecido en el pueblo y que le explicaría el resto cuando lo viera. Añadí el nombre del lugar donde pensábamos cenar y le pedí que se uniera a nosotros. Yo deseaba que lo hiciera. Esperaba que haber venido a la cafetería lo hubiera hecho sentir lo suficientemente cómodo para volver a acudir al pueblo. Quería presentarle a mis amigos. Quería que formara parte de todos los aspectos de mi vida. Regresé a casa para terminar de arreglarme y luego me fui con Natalie y Jordan al pueblo, para disfrutar de una cena informal en la pizzería local, que también era salón de juegos.
Pedimos una pizza gigante y nos la trajeron a la mesa junto con los dardos para echar unas partidas.
Todavía no habíamos vaciado la primera cerveza cuando levanté la mirada y vi a Archer en la puerta. Sonreí de forma instantánea y dejé caer el dardo para correr hacia él. Le rodeé el cuello con los brazos y lo besé en la boca.
Él emitió un suspiro que parecía haber estado conteniendo todo el día. Me eché atrás para mirarlo a la cara, y aprecié una tensión a la que no estaba acostumbrada.
—¿Te encuentras bien? —pregunté.
Dijo que sí con la cabeza y su expresión se relajó. Me alejé para que pudiera hablar.
—No me has dicho que tus amigos iban a venir.
—Lo supe ayer, después de salir de tu casa. Han cogido un avión a primera hora de la mañana. Archer, tienen un sospechoso en el caso de mi padre. Ayer hablé por teléfono con el detective que lleva la investigación y quiere que vaya para identificar unas fotos. Podrían arrestarlo —terminé, mirándolo a los ojos,
repentinamente emocionada, después de haber comentado la posibilidad en voz alta.
—Bree, eso es genial —dijo—. ¡Realmente genial!
Asentí.
—Voy a tener que irme a casa durante unos días. Natalie y Jordan me acompañarán, pero luego volveré. —Fruncí el ceño de nuevo, pensando en cómo me sentiría al estar de vuelta en Ohio. Cuando miré a Archer, él me examinaba fijamente, con aquella expresión tensa.
—Podrías acompañarnos.
Sus ojos se suavizaron durante un momento, pero luego suspiró.
—No creo, Bree. Tienes que ponerte al día con tus amigos.
—Venga, Bree, ¡no nos hagas esperar más! ¡Es tu turno! —gritó Natalie.
Sonreí y cogí a Archer de la mano.
—Ven a conocer a mis amigos —le dije—. Te van a adorar —añadí en voz baja.
Archer pareció vacilar, pero finalmente dibujó una sonrisa en su cara y dejó que lo llevara a la mesa donde estaba nuestra pizza.
Le presenté a Natalie y Jordan, y los chicos se estrecharon la mano.
—Pero ¿qué demonios tiene el agua en este pueblo? —preguntó Natalie retóricamente, ladeando la cabeza—. ¿Algún mineral que convierte a los chicos en macizos? Creo que voy a mudarme.
Me reí y me apoyé en mi macizo, respirando y sonriendo contra su cuello. Jordan agrandó los ojos y palideció. ¡Dios!, odié que verme con otro chico lo hiciera sentirse incómodo. Quizá tendría que hablar con él un poco más. Miré a Archer, que estudiaba a Jordan con los ojos entrecerrados; él también había percibido su reacción. Archer Hale no perdía nunca el más mínimo detalle. Desde que lo conocía, había pensado más de una vez que sería mucho mejor que todos observáramos, escucháramos y cerráramos la boca un poco más y dejáramos de tratar de escuchar constantemente nuestra propia voz.
Jugamos a los dardos mientras conversábamos y comíamos pizza. Archer sonrió cuando Natalie contó historias sin parar, pero su silencio fue más pronunciado de lo habitual. Traté de que se abriera, pero parecía preocuparle algo que no había compartido conmigo.
Natalie le hizo algunas preguntas y yo actué de intérprete. Fue muy amable y respondió a todo lo que ella pidió, pero noté que estaba algo distraído, y yo no sabía por qué. Tendría que preguntarle más tarde. En un bar, delante de mis amigos, no eran
el momento ni el lugar.
Pedimos otra jarra de cerveza y Archer pidió un vaso de agua. Cuando se excusó para ir al cuarto de baño, Jordan se acercó a mí.
—¿Podemos hablar un minuto? —preguntó. Dije que sí con un gesto, pensando que era justo lo que necesitábamos. Había estado mirando a Archer con resentimiento durante toda la noche, y estaba harta.
Me llevó a un lado, donde Natalie no pudiera oírnos, y respiró hondo.
—Escucha, Bree, lamento lo que hice en Ohio. Fue una idiotez. Sabía que estabas en un momento… de debilidad y que te enfrentabas a un infierno, y me aproveché de ello. No voy a mentir y a negarlo. De todas formas, lo sabrías. —Se pasó la mano por el cabello rubio oscuro, dejándoselo de punta de una forma encantadora—. Sé que me consideras solo un amigo, y eso es suficiente para mí. De verdad, lo es. Es lo que quería transmitirte al venir aquí, y vuelvo a actuar como un gilipollas. No me resulta
fácil verte con otro hombre…, nunca lo ha sido, pero intentaré superarlo. Tu amistad significa para mí más que cualquier otra cosa, y también lo supone tu felicidad. Eso es todo lo que quería decirte. Quiero que seas feliz, y si puedo ayudarte a que lo consigas, como amigo, pues lo haré. ¿Me perdonas? ¿Serás dama de honor en mi boda cuando encuentre a otra mejor que tú?
Solté una risita, casi un gemido, al tiempo que asentía.
—Sí, Jordan. Te perdono. Y encontrarás a alguien mejor que yo. Soy demasiado… difícil y me pongo de muy mal humor cuando no consigo lo que quiero.
Él sonrió.
—Mientes, pero gracias. ¿Amigos? —Me tendió la mano.
Asentí con la cabeza, tomando su mano y tirando de él para darle un abrazo.
—Sí —susurré en su oído—. Y deja de lanzar esas miradas a mi novio. Si no estuvieras tan pendiente de él, te habrías dado cuenta de que la rubia de la mesa de al lado no para de observarte. —Me retiré y le guiñé un ojo.
Jordan se rio, echó un vistazo de reojo a la mesa donde estaba sentada esa chica y luego volvió la vista hacia mí. Se aclaró la garganta con expresión seria.
—¿Qué? ¿No está buena? —pregunté, tratando de no mirar en dirección a la joven, para que no supiera que estaba hablando de ella.
—Oh, sí, está buena —confirmó—. Y tu novio parece cabreado. Ahora mismo me mira como si quisiera matarme.
Volví la cabeza hacia nuestra mesa y vi que Archer había vuelto y que estaba bebiendo un vaso de cerveza.
—Voy a hablar con él. Gracias, Jord. —Sonreí y fui hacia la mesa.
Cuando llegué allí, me incliné sobre Archer.
—Hola —le dije antes de besarle el lateral del cuello. Le puse las manos en la cintura y apreté. No había ni un gramo de grasa por allí, solo músculos duros y tensos.
Aspiré su aroma… ¡Dios! ¡Qué bien olía! A jabón y hombre… Mi hombre. Él esbozó aquella sonrisa de medio lado que reflejaba su inseguridad y clavó sus ojos en los míos antes de mirar para otro lado.
—¡Eh! —susurré—. ¿Te he dicho ya lo mucho que me alegro de que estés aquí? —Sonreí, tratando de arrancarlo de aquel estado de ánimo. Me imaginé que estaba un poco tenso ante la evidente incomodidad de Jordan, pero no era el mejor momento para explicarle la situación. Iba a tratar de tranquilizarlo prodigándole toda mi atención. No tenía que preocuparse de nada, Jordan no suponía una amenaza para él.
De pronto, Archer se levantó, me cogió de la mano y me condujo a los baños, en la parte de atrás. Lo seguí, aunque sus largas piernas me hacían moverme más rápido para mantener el paso de sus zancadas.
Nos detuvimos en el pasillo donde se encontraban los cuartos de baño y él miró a su alrededor, aunque no supe lo que buscaba.
—¿A dónde me llevas, Archer? —pregunté con una risita. Aquello parecía una misión.
No me respondió, solo me empujó al otro extremo, donde había una puerta más hundida en la pared. Me apretó contra la hoja y se apoyó en mí para apoderarse de mi boca con un beso que se hizo profundo y posesivo al instante. Gemí, arqueándome hacia su dura figura. Esa era una nueva faceta de Archer, y no sabía muy bien lo que estaba pasando. Su intensidad me confundía, pero me dejé llevar por ella. Supuse que siempre lo haría con ese hombre.
Subió la mano y la ahuecó sobre uno de mis pechos para frotar el pezón por encima de la tela de la camiseta. Ahogué un grito al que subía los brazos para enredar los dedos en su pelo y tirar con suavidad. Arrancó los labios de los míos y respiró contra mi boca un segundo antes de echar la cabeza hacia atrás. Apoyó el antebrazo en la puerta para inclinarse hacia mi cuello, que besó y lamió con suavidad.
—Archer… Archer… —gemí.
De pronto me estremecí cuando comenzó a chuparme la piel del cuello, rozando la zona, ahora más sensible, con los dientes. Bajé la cabeza y la neblina de lujuria se aclaró cuando vi su cara y su expresión arrogante.
Me llevé la mano al cuello.
—¿Me has… me has hecho un chupetón?
Él miró a mi cuello y luego a mi cara con los ojos brillantes y desafiantes.
—¿Cuántos hombres de los que conoces quieren estar contigo? —preguntó tras retroceder un poco—. Porque supongo que yo, Travis y Jordan no somos los únicos. ¿Cuántos más? —Tensó la mandíbula.
Fijé mis ojos en él durante un segundo, sin asimilar sus palabras.
—No sé… ¿Estás de broma? —pregunté—. Ninguno… Pero ¿qué importa cuántos hombres quieran estar conmigo? He dejado claro que te he elegido a ti. ¿Qué importan los demás? —terminé en tono evidentemente dolorido, incluso para mis oídos. Me miró con confusión en su rostro justo antes de volver a endurecer los rasgos.
—Sí, importa. Sí, joder, importa mucho. —Apretó los dientes.
Abrí mucho los ojos. Archer jamás había hablado así antes, y eso me sorprendía. Respiró hondo mientras me miraba con una expresión vulnerable.
— Ni siquiera puedo decirles que se mantengan alejados de ti, Bree. Tengo que quedarme ahí sentado dándome cuenta de todo y sin poder hacer nada. —Se apartó de mí, y a pesar de que estaba enfadado y de que no me gustaba así, eché de menos su calor, como si alguien me hubiera tirado un cubo de agua helada por encima. Se pasó la mano por el pelo y me miró; tenía el corazón en los ojos—. No soy un hombre. Ni siquiera puedo luchar por ti.
—¡Basta! —dije en voz alta—. No tienes que luchar por mí. No tienes que pelear contra nadie para que sea tuya. Ya lo soy. —Cerré la distancia que nos separaba y le rodeé la cintura con los brazos. No se resistió, aunque tampoco me devolvió el abrazo. Un minuto después, di un paso atrás.
—Siempre habrá algún tío —aseguró.
Alcé la vista hacia él y luego me alejé, respirando hondo. Justo en ese momento, Jordan apareció por la esquina del pasillo. Se detuvo y entrecerró los ojos para visualizar mejor en el pasillo oscuro.
—¿Estás bien, Bree?
Noté que Archer se tensaba y cerré los ojos, bajando la vista. Luego miré su espalda mientras se alejaba hacia el fondo del pasillo, más allá de Jordan.
—¡Archer! —lo llamé, pero no se dio la vuelta—. ¡Dios! —gemí, poniéndome la mano en la frente.
Me acerqué a Jordan.
—Lo siento, Bree, no he pensado que pudiera estar interrumpiendo algo. Iba al baño y os he visto en lo que parecía un callejón sin salida.
Sacudí la cabeza.
—No era una discusión. Es que Archer…, no sé… Tengo que hablar con él. ¿Estáis preparados para marcharnos?
—Natalie lo está. Yo ya iré por mi cuenta. —Sonrió, algo avergonzado. A pesar de que estaba molesta por Archer, le di un apretón cariñoso en el brazo.
—Este es el Jordan que conozco y quiero —alabé—. ¿Estás seguro de que estás bien?
—Sí —se rio—. Creo que podré defenderme si la rubia intenta atacarme —aseguró guiñándome el ojo.
Sacudí la cabeza.
—Bien…
Lo abracé.
—Lo siento —se disculpó de nuevo—. Por cierto, bonito chupetón. No te había visto ninguno desde que teníamos quince años.
Solté un bufido.
—Creo que es la manera que tiene Archer de decirte a ti y a cualquier otro tipo en las cercanías que estoy pillada. —Suspiré.
Jordan sonrió.
—Bueno, asegúrale que no es necesario. Los hombres podemos comportarnos como auténticos gilipollas cuando nos sentimos inseguros y necesitados.
Lo miré extrañada.
—¿En serio?
Se rio por lo bajo y me apretó el brazo.
—Lo conseguirás. Nos vemos por la mañana.
Asentí y le di también un apretón antes de volver al bar, donde Natalie me esperaba.
—Buenas —me saludó—, tu juguetito acaba de salir por la puerta.
Suspiré con pesadez.
—No es mi juguetito, Nat. No sé lo que está pasando con él.
La vi arquear las cejas.
—Bien, si quieres mi experta opinión, diría que está enamorado y no sabe qué hacer al respecto.
—¿Tú crees? —le pregunté.
Lo afirmó con un gesto.
—Sí. He visto todas las señales. Mandíbula tensa cuando se aproximan a ti otros hombres, impredecible comportamiento protector, el chupetón… —Señaló mi cuello—. ¿Vas a sacarlo de su confusión o no?
Me reí, aunque terminé soltando un gemido. Me mantuve allí sentada durante unos segundos, sopesando la situación.
—Espero que sí —convine finalmente—. ¿Preparada?
Fuimos hasta el coche y le di las llaves a Natalie, ya que habíamos decidido que sería ella la que no bebería esa noche.
—Por cierto —dijo después de arrancar el coche—, ya sé que no es un juguetito para ti. Me he fijado en cómo lo miras. Y entiendo por qué te gusta. Y esa cicatriz…—murmuró la última palabra— me da ganas de cobijarlo entre mis brazos y luego lamerlo de arriba abajo.
Me reí.
—¡Guau! Mucho cuidadito o será mi mandíbula la que se tense y me mantendré pensativa todo el camino a casa.
Ella se rio, pero después de un segundo me miró taciturna.
—Me estaba preguntando… ¿Te ves a largo plazo con él? Quiero decir, ¿cómo funcionaría exactamente? —Su voz era suave.
Suspiré.
—No lo sé. Todo es nuevo. Y sí, su situación es diferente. Resulta todo un desafío. Sin embargo, quiero probar. Lo sé, sé lo que eso significa…,. pero en el momento en que lo vi, mi vida empezó. En el instante en que comencé a amarlo, todo encajó en su lugar. A pesar de lo confusa que pueda ser nuestra relación, en mi interior es perfecta.
Natalie permaneció en silencio durante un segundo.
—Bueno, eso es poesía, chica, y me creo cada palabra que dices, pero la vida no siempre es tan poética. Sé que lo sabes mejor que nadie. Solo quiero que seas realista sobre este tema. ¿De acuerdo?
Me miró con intensidad antes de continuar.
—Archer está herido, cariño, y no me refiero solo a sus cuerdas vocales. Me refiero, ya sabes, a todo lo que me contaste; creció en un hogar disfuncional, su tío le disparó, sus padres murieron delante de él y luego un tío loco lo mantuvo aislado hasta que cumplió diecinueve años, por no mencionar que padece una lesión que lo mantiene encerrado en su propia mente a pesar de todos los intentos y propósitos… Está herido, cariño. ¿Te extraña?
Emití un enorme suspiro y apoyé la cabeza en el respaldo.
—Lo sé —susurré—. Y cuando lo expones así, parece una locura creer incluso que nuestra relación pueda funcionar…, que él pueda funcionar con cualquiera, pero, de alguna manera…, tengo fe. Ni siquiera tengo manera de explicártelo sin decirte que a pesar de todo lo que acabas de decir sigue siendo bueno y amable, valiente e inteligente, y, a veces, incluso divertido. —Sonreí—. Quiero decir, piensa en la fuerza de espíritu que ha que tener para pasar lo que ha pasado él y no estar como una cabra, para conservar un corazón tierno.
—Es cierto —convino ella—. Sin embargo, las personas heridas hacen cosas porque no pueden confiar o creer que van a tener algo bueno. Nunca lo han tenido. Estoy más preocupada por ti que por sus locuras. Dónde trabajará o qué hará de su vida es lo más fácil de solucionar si lo comparamos con su bagaje emocional.
La miré, mordiéndome el labio.
—Yo también tengo lo mío, Nat. Yo también estoy herida. ¿Acaso no lo estamos todos?
—No hasta ese punto, cariño. No hasta ese punto.
Asentí con la cabeza y la apoyé en el respaldo.
—Y, de todas formas, ¿desde cuándo eres tan profunda? —pregunté burlona.
—Soy un alma vieja, cariño, ya lo sabes. —Me guiñó un ojo y sonrió.
Nos detuvimos frente a mi casa y nos abrazamos para darnos las buenas noches antes de que se bajara con mis llaves bailando en la mano. Rodeé el vehículo y me puse detrás del volante. No pasaba nada por que condujera hasta casa de Archer, estaba totalmente sobria.
Cuando llegué, aparqué junto a la puerta y me dirigí a la casa. Llamé con suavidad y unos segundos después me abrió vestido solo con unos vaqueros y frotándose el pelo con una toalla.
Me quedé paralizada mientras él se estaba allí, tan atractivo como inseguro.
Me reí por lo bajo.
—Hola —suspiré, entrando en su casa y volviéndome para mirarlo cuando oí que cerraba la puerta.
—¿Por qué te ríes? —preguntó.
Sacudí la cabeza y alcé las manos.
—Porque me gustaría que pudieras verte a través de mis ojos. Me gustaría que pudieras leerme la mente, porque así sabrías lo mucho que te quiero, a ti y a nadie más. Podría tener trescientos hombres pretendiéndome en este momento y daría igual; ninguno de ellos es Archer Hale. —Dejé caer las manos durante un segundo y enseguida las volví a subir—. Ninguno de ellos es el hombre que amo. —Me agité ligeramente antes de continuar—. Iba a esperar a que estuvieras listo y me lo dijeras tú, pero… pero no puedo. Y es que quiero gritarlo, literalmente, a todas horas. No
pasa nada si no me amas, o si no estás seguro de amarme. Pero yo sí estoy segura, y no puedo soportar estar un minuto más sin decírtelo. Te amo. Te amo a ti. Te amo con todo mi corazón.
Se mantuvo muy quieto mientras yo soltaba aquella divagación, pero cuando dije las últimas palabras, atravesó el espacio que nos separaba con tanta rapidez que contuve el aliento y dejé caer las manos. Me cogió y me estrechó contra su cuerpo con fuerza haciéndome soltar un chillido, un sonido agudo a medio camino entre una risa y un sollozo.
Me alzó entre sus brazos y enterró la cara en mi cuello mientras yo lo abrazaba, y él me apretó con fuerza. Apoyé la cabeza en su hombro y respiré su singular aroma. Permanecimos así varios minutos.
Por último, me aparté, lo cogí de la mano y lo llevé hasta el sofá para que nos sentáramos.
—Lamento lo que ha pasado en el bar. ¿Puedo explicártelo? —Él asintió con la cabeza al tiempo que fruncía los labios un poco—. Jordan es mi amigo, lo es desde siempre. Crecimos juntos; lo conozco desde los doce años. Hace tiempo que soy consciente de que está enamorado de mí, pero siempre le he dejado claro que para mí siempre ha sido y será un amigo. —Hice una pausa antes de continuar—. Intentó presionarme en ese sentido cuando mi padre murió, y esa fue la gota que colmó el vaso, lo que hizo que me fuera. —Sonreí —. Así que supongo que en el fondo tienes
que darle las gracias a Jordan de que yo llegara aquí. —Archer sonrió también y se miró las manos, que tenía inmóviles en el regazo. Cuando empecé a hablar de nuevo, volvió a mirarme—. De todas formas, eso es lo que has visto esta noche, él daba por hecho que no volveríamos a ser amigos, pero lo he sacado de ese error. Eso es todo.
Archer hizo un gesto afirmativo y se pasó las manos por el pelo.
—Lo siento —dijo después—. A veces todo lo que siento me supera. Me hace sentir… débil y enfadado, que no soy digno de ti. Que no soy digno de nada.
Cogí sus manos con rapidez y luego se las solté.
—No, no te sientas así. Por favor…, no lo hagas. ¡Por Dios!, date un respiro. Mira todo lo que has logrado ya. Mira quién eres a pesar de todo lo que tenías en contra. —Le puse la mano en la mejilla y él cerró los ojos, volviéndose hacia mi palma—. ¿Te he mencionado ya que te amo? —susurré—. Y no tengo por costumbre amar a personas indignas. —Esbocé una leve sonrisa.
Abrió los ojos y recorrió mi cara durante varios instantes con una expresión casi reverente antes de hablar.
—Yo también estoy enamorado de ti. —Suspiró—. Estoy desesperadamente enamorado de ti. —Abrió mucho los ojos, como si lo que acababa de decir fuera una sorpresa para él. Separó los labios—. ¿Es suficiente, Bree? —preguntó con las manos.
Dejé salir un suspiro y sonreí, tomándome un minuto para regocijarme en la certeza de que aquel hombre atractivo, valiente y sensible me amaba.
—Es un buen comienzo —dije después de un segundo. Sacudí la cabeza ligeramente y bajé la vista—. El resto lo iremos averiguando, ¿vale? —Tomé sus manos entre las mías.
Su expresión se volvió vulnerable mientras asentía, con el rostro lleno de dudas. Se me oprimió el corazón.
—¿Qué pasa, Archer?
Después de unos segundos, se inclinó hacia delante, encerró mi cara entre sus manos y me besó con ternura en la boca, dejando allí los labios mientras apoyaba la frente en la mía. Cerró los ojos un momento antes de echarse atrás.
—Te quiero tanto que me duele —confesó. Y parecía realmente afligido.
Sonreí con ternura mientras le ponía la mano en la mejilla. Él volvió a cerrar los ojos antes de que la retirara.
—El amor no tiene que doler.
Él inspiró profundamente.
—Sin embargo, me duele. Me duele porque tengo miedo de amarte. Temo que me dejes, temo volver a estar solo. Será cien veces peor porque sabré lo que me falta. No puedo… —Tomó aire de forma entrecortada—. Quiero ser capaz de amarte más de lo que temo perderte, y no sé cómo. Enséñame, Bree. Por favor, enséñame. No dejes que esto me destruya. —Me miró suplicante, con el dolor grabado en cada rasgo.
«¡Oh, Dios, Archer!», pensé, con el corazón en un puño. ¿Cómo se puede enseñar a un hombre que lo ha perdido todo que no tema que le vuelva a ocurrir? ¿Cómo enseñar a alguien que confíe en algo que nadie puede garantizar? El hombre que amaba estaba mostrándome lo roto que estaba mientras trataba de expresar su amor por mí, su devoción. Deseaba que eso fuera algo feliz para él, pero entendía por qué le dolía.
— Amar a otra persona implica que puede hacerte daño. Se puede evitar la posibilidad de sufrir, sí…, pero ¿acaso no merece la pena correr el riesgo? ¿No vale la pena darle una oportunidad? —pregunté.
Me miró a los ojos y asintió, pero su mirada decía que no estaba convencido de ello. Respiré hondo. Yo quería conseguir que lo creyera de verdad. Yo, sin duda, creía con la suficiente firmeza en nosotros dos para hacerlo. Lo abracé, aunque luego lo solté para poder subirme a su regazo y acariciarlo más de cerca.
—Te amo, te amo, te amo… —susurré, sonriendo, tratando de conseguir que ese fuera un momento feliz.
Él me devolvió la sonrisa y apretó los labios contra los míos.
—Yo también te quiero —vocalizó contra mi boca, como si estuviera aspirando el amor de mi cuerpo.
Seguí respirando contra él, y después de un rato comencé a juguetear un poco, acoplándome en su regazo. El pulso se me aceleró cuando mi cuerpo reaccionó a su cercanía, a su olor, a las sensaciones que provocaba su cuerpo grande y duro en el mío, y, específicamente, algo tieso y caliente que me presionaba en la cadera.
Bajé la mano y froté el bulto que llenaba la parte delantera de sus pantalones, sonriendo contra su cuello.
—¿Es que estás siempre duro? —pregunté con los labios contra su piel.
Lo sentí reír contra mi pecho silenciosamente, y sonreí al ver que la tensión y la tristeza de minutos antes parecían disolverse con el calor de nuestros cuerpos. Me eché atrás y lo miré con ternura y deseo. Él levantó las manos.
—Sí, cuando estás cerca; por eso siempre estoy haciendo muecas. —Fingió un gesto de dolor.
Ladeé la cabeza.
—Pensaba que formaba parte de tu expresión natural.
—Ah, eso también.
Me reí, y cuando hice más presión en el bulto que provocaba las muecas, apretó los labios y cerró los ojos.
—¿Echas de menos escuchar los sonidos que podría hacer mientras mantenemos relaciones sexuales? —preguntó cuando abrió los ojos.
Me miró mientras yo lo pensaba.
Aparté el pelo de su frente antes de sacudir la cabeza lentamente.
—No, no lo creo. No creo mucho en lo que hacen pensar esos sonidos. Prefiero lo que transmiten tu rostro y tus ojos. —Me incliné y rocé los labios contra su boca antes de echarme atrás—. Me gusta fijarme en tu respiración y en la forma en que clavas los dedos en mis caderas cuando estás a punto de correrte. Hay muchas maneras de expresar el placer, Archer Hale. Y me encantan todas las tuyas.
Sus ojos brillaron al mirarme antes de inclinarse de pronto, apresar mi rostro entre sus manos y tumbarme en el sofá. Se tendió sobre mí y tuve la impresión de que ya no era el momento de hablar. Miles de mariposas aletearon en mi estómago y en mi
vientre. Gemí, un sonido profundo y entrecortado que surgió de mi garganta cuando le permití tomar el control. Me arqueé al notar que mi núcleo comenzaba a palpitar de forma insistente. ¿Cómo era posible que alcanzara más placer con ese hombre, que
acababa de empezar a mantener relaciones sexuales hacía dos semanas, y solo conmigo, que con cualquier otro con el que hubiera estado antes? Porque era Archer.
Sonreí contra su boca y él hizo lo mismo contra la mía, aunque no se apartó para preguntarme por qué lo hacía. Introduje la lengua en su boca; su sabor era tan delicioso que al instante me volví loca de deseo. ¿Cómo era posible? Habían pasado horas desde que bebí la última cerveza, pero me sentía borracha… por él, ebria de
amor, de lujuria, de algo indescriptible a lo que no podía dar nombre y, sin embargo, era suya en cuerpo y alma; una conexión primaria que debía de existir desde antes de que yo naciera, antes de que existiéramos cualquiera de los dos, de que respiráramos el mismo aire. Algo escrito en las estrellas.
Apretó la erección contra mi núcleo, haciéndome jadear y apartarme de su boca, gimiendo. Dejé caer la cabeza hacia atrás ante el intenso placer que vibraba en mis
venas.
—Archer… Archer… —suspiré—. Nunca habrá nadie más para mí.
Mis palabras parecieron encenderlo; su respiración se aceleró cuando tiró de mi camiseta y abrió el sujetador con un fluido movimiento, liberando mis pechos.
Capturó un pezón con su cálida boca mientras yo gemía y enredaba los dedos en su pelo. Desde el erguido brote pareció irradiar una corriente que fue directa a mi hinchado clítoris. Mis caderas se arquearon hacia arriba, buscando su dureza, y él suspiró entre dientes mientras se retiraba para mirarme a los ojos. Mi núcleo se humedeció todavía más al ver la expresión de su rostro, y entreabrí los labios. La intensidad y la lujuria eran palpables en sus rasgos, pero también lo era su amor por mí. Nunca había visto nada igual. El poder de su expresión era tan asombroso que solo pude mirarlo fijamente durante unos segundos mientras la sangre bajaba a mi sexo, haciéndome sentir desesperada de deseo. Era como si mi cuerpo fuera un alambre, y también mi corazón. Resultaba casi demasiado abrumador.
De pronto, Archer se incorporó e hizo un gesto para que subiera los brazos por encima de la cabeza. Lo hice y me quitó la camiseta. Luego se dedicó a los vaqueros, que desabrochó para deslizarlos por mis piernas. Me quitó también los zapatos para
poder despojarme de los pantalones. Lanzó todo al suelo y se inclinó sobre mí durante unos segundos, respirando con dificultad con los vaqueros tensos a la altura de la bragueta y su pecho expuesto mientras admiraba mi cuerpo. Abrí más los ojos cuando comenzó a palpitarme el clítoris como respuesta a su mirada. No pude evitarlo, llevé una mano entre mis piernas e introduje un dedo en mi necesitada y húmeda abertura.
Gemí ante la sensación. Las pupilas de Archer se dilataron al verme mover los dedos y se inclinó sobre mí, girándome para que mi vientre estuviera sobre el sofá mientras él jadeaba sorprendido. Miré por encima del hombro cómo se despojaba de los vaqueros antes de descender de nuevo sobre mí, gravitando sobre mi cuerpo de manera que podía sentir su calor, pero no su piel.
Volví a mirar por encima del hombro y comprobé que seguía mostrando aquella intensa mirada. Mi cerebro estaba nublado por la lujuria, pero reconoció que, aunque me encantaba el dulce y suave Archer, adoraba que tomara las riendas. Giré la cabeza cuando me abrazó, quería más.
—Por favor —susurré suplicante al ver sus ojos sobre los míos. Parecía como si estuviera saliendo de un trance.
Se cogió el pene con la mano y frotó la dura erección contra la hendidura entre mis nalgas, de arriba abajo, hasta que comencé a jadear y me presioné contra los cojines.
Buscó mi abertura y empujó dentro con suavidad, centímetro a centímetro, mientras yo gemía aliviada. No podía abrir las piernas por la forma en que estábamos situados, por lo que la sensación mientras me penetraba era casi demasiado placentera. Yo estaba demasiado cerrada, y aquello era muy grande para poder entrar fácilmente desde ese ángulo. Se quedó quieto durante un minuto, dejando que mi cuerpo se adaptara, y, cuando suspiré, comenzó a moverse dentro y fuera de mí con golpes pausados y rítmicos.
Puse los brazos debajo de un cojín que usé como almohada y giré la cara a un lado. Él se inclinó más y se apoderó de mis labios en un beso abrasador, lamiendo y chupando mi lengua al mismo ritmo que su polla se deslizaba dentro y fuera de mi húmedo núcleo. Cuando interrumpió el beso y se echó atrás, vi nuestro reflejo en la ventana; cualquiera podría vernos, pero, por supuesto, nadie podía atravesar la valla y entrar en la propiedad, así que no me preocupé por ello. Clavé los ojos en la imagen que ofrecíamos, hipnotizada por la vista y las emociones.
Archer tenía una rodilla en el sofá, al otro lado de mis piernas, y el otro pie todavía en el suelo; flexionaba la rodilla cuando me embestía desde atrás. La imagen era impactante y la sensación, deliciosa; cada vez que su enorme polla se hundía en mi interior, el impulso hacía que mi clítoris se rozara contra el sofá. Era como si quisiera poseerme, absorberme, unir nuestros cuerpos hasta que fueran un solo ser. No podía moverme, solo tomar lo que me estaba dando, confiarle mi cuerpo y mi corazón.
Y lo hice. Me entregué por completo.
Volví la cara contra el cojín y lo mordí. No quería correrme todavía, quería seguir, y seguir… y seguir…
«Me ama —cantaba mi corazón—. Y yo lo amo, me posee en cuerpo y alma». No importaba nada más. Todo se resolvería. Y en ese momento, lo creía con cada fibra de mi ser.
Archer comenzó a moverse más rápido, embistiendo con más fuerza, casi castigándome, y me encantaba, me gustaba tanto que no pude detener el orgasmo que me atravesó de repente, extendiéndose por mis músculos internos casi con dolorosa lentitud y que irradió hacia el exterior a través de mi núcleo, alcanzando hasta las puntas de mis pies. Grité contra el cojín, enterrando la cara en él mientras mi cuerpo sufría un espasmo y se convulsionaba, presa del éxtasis.
Los envites de Archer se aceleraron de forma desigual, su respiración se hizo más fuerte y sentí una réplica en mi interior al saber que también él estaba a punto de correrse.
Tres largas penetraciones más, exhalando un grito silencioso con cada una de ellas mientras se apretaba contra mí, con las manos apoyadas a cada lado de mi cuerpo en el sofá para sostener su peso. Sentí que se hacía más grande en mi interior, dilatándome, justo antes de que me inundara con su cálida liberación. Se desplomó sobre mí, aunque la mitad de su peso cayó sobre el borde del sofá. Nos concentramos en seguir respirando durante un buen rato, consiguiendo que se ralentizaran nuestros ritmos cardíacos. Archer frotó la cara contra mi nuca antes de besarme la columna vertebral todo lo que podía sin mover su cuerpo. Me sosegué bajo la sensación que provocaba su cálida boca; cerré los ojos y suspiré con satisfacción. Pasó la nariz por mi piel y sentí el movimiento de sus labios mientras formaban las palabras «Te amo, te amo, te amo…».
Continúa
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Más tarde, después de habernos ido a la cama, me desperté sola. Me senté en el lecho, aturdida, y miré a mi alrededor, pero Archer no estaba a la vista. Me levanté y envolví mi cuerpo desnudo en la sábana para ir en su busca. Lo encontré sentado en una silla en el salón, vestido solo con los vaqueros, y con su piel dorada brillando bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. La hermosa imagen de un ser quebrado, con los codos apoyados en las rodillas mientras se masajeaba con la mano la nuca mientras miraba el suelo.
Me acerqué y me arrodillé ante él.
—¿Qué te ocurre? —pregunté.
Me miró y esbozó una dulce sonrisa que me recordó al hombre inseguro que apareció ante mí justo después de afeitarse. Me apartó un mechón de pelo de la cara.
—¿Quieres tener hijos, Bree?
Fruncí el ceño y sacudí levemente la cabeza al tiempo que emitía una risita.
—Sí, con el tiempo sí. ¿Por qué lo preguntas?
—Tenía curiosidad. Imaginé que querrías tenerlos.
Me sentí confusa.
—¿No quieres tener hijos, Archer? Yo no…
Él meneó la cabeza.
—No se trata de eso. Es que… ¿cómo voy a mantener una familia? No podría, apenas puedo subsistir aquí. Tengo algo de dinero de la póliza del seguro de mis padres, pero la mayoría se destinó a mis gastos médicos. Mi tío pagaba las cuentas con la pensión que recibía por su incapacidad en el ejército, y ahora… tengo una pequeña póliza de seguro que me durará un tiempo porque no derrocho el dinero…, pero eso es todo. —Volvió la mirada hacia la ventana.
Suspiré y dejé caer los hombros.
—Archer, conseguirás un trabajo, podrías hacer algo que te guste. ¿No sabes que las personas con cualquier tipo de discapacidad también lo consiguen? Son…
—¿Quieres saber cuándo fue la primera vez que fui al pueblo por mi cuenta? —preguntó, interrumpiéndome.
Estudié su rostro y le hice un gesto afirmativo. Una profunda tristeza me inundó de repente y no supe por qué.
—Mi tío falleció hace cuatro años. Preparó su propio entierro, fue incinerado. La funeraria vino a recoger su cuerpo y devolvió sus cenizas una semana después. No vi a otra persona en los seis meses siguientes.
»Mi tío tenía una reserva de alimentos en el sótano debido a su paranoia y me alimenté gracias a eso. Me dejé crecer el pelo…, la barba… No supe exactamente por qué en ese momento, pero ahora pienso que era otra manera de esconderme de la gente, de no tener que enfrentarme a ella. Una locura, ¿verdad? —Sus ojos
buscaron los míos de nuevo.
Sacudí la cabeza de forma vigorosa.
—No, no es una locura. Para nada —dije en voz baja.
Hizo una pausa, mirándome, antes de continuar. Contuve la respiración. Esa era la primera vez que se había abierto a mí él solo, sin preguntarle ni presionarlo.
—La primera vez que fui al supermercado, tardé dos horas en tener valor para salir de mi propiedad, Bree —confesó con la voz entrecortada—. Dos horas.
—¡Oh, Archer! —jadeé con los ojos llenos de lágrimas, con las manos en sus muslos para sujetarme—. Sin embargo, lo hiciste. Fue difícil, pero lo hiciste.
Él asintió.
—Sí, lo hice. La gente me miraba, susurraba. Compré pan y mantequilla de cacahuete y viví de eso durante una semana, hasta que reuní el coraje para volver a salir de nuevo. —Emitió un suspiro con una expresión dolorida—. No había salido de esta propiedad desde que tenía siete años, Bree.
Miró más allá de mí durante un minuto, sin duda recordando.
—Después de un tiempo, sin embargo, todo mejoró. No hice caso de la gente, y me ignoraron. Se acostumbraron a mí, supongo. Si alguien me hablaba, miraba hacia otro lado. Después todo fue bien. Empecé algunos proyectos en la propiedad y estuve ocupado. Pero estaba solo, jodidamente solo. —Se pasó una mano por el pelo con expresión torturada—. Me cansé de estar solo todos los días…
Sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas, que entendía por fin la valentía que había tenido Archer para dar un paso fuera de esas tierras.
—Desde entonces…, has salido con Travis…, has ido a la cafetería… —le recordé—. Lo hiciste, Archer. Fue algo muy valiente.
Suspiró.
—Sí, lo hice. Pero para entonces ya habían pasado cuatro años. Me llevó cuatro putos años dar un paso más, y ni siquiera me gustó.
—No te gustó salir con Travis porque no era la persona indicada. No es de fiar, pero sí que te ha gustado cuando has estado conmigo, ¿verdad? Entonces te lo has pasado bien, ¿no?
Él me miró con ternura y me puso la mano en la mejilla durante un segundo antes de dejarla caer.
—Sí, contigo siempre estoy bien.
Me incliné hacia él.
—No te dejaré, Archer —susurré, parpadeando para secar las lágrimas mientras lo miraba.
Cuando clavó los ojos en mí su expresión era muy tierna.
—Eso es una gran carga para cualquiera, Bree. Como si por dejar a una persona toda su vida se convirtiera en polvo. En eso estaba pensando. En la carga que puedo llegar a ser para ti, la presión que sentirás al amarme.
Sacudí la cabeza.
—No —dije, pero el corazón me martilleaba en el pecho porque entendía lo que quería decir. No estaba de acuerdo, y en ese momento sabía que no existía ninguna razón en la tierra que pudiera hacer que lo dejara, pero su inseguridad fue un golpe en
las entrañas, porque tenía sentido. Archer se agachó e inclinó la cabeza un poco, clavando los ojos en mi cuello, en el punto en el que me había hecho el chupetón. Estaba segura de que era visible
incluso en la oscuridad. Él se encogió y me soltó para levantar las manos.
—No sé hacer nada. Te mereces algo mejor de lo que yo puedo ofrecerte. Pero me duele todavía más pensar en dejarte marchar. —Suspiró al tiempo que deslizaba los ojos por mi cara—. Siento que todavía tengo muchas cosas que averiguar, y que es mucho lo que tenemos en contra. —Subió el brazo y se pasó los dedos por el pelo con expresión de tristeza—. Me duele la cabeza cuando pienso en todo esto.
—Entonces no pensemos en ello ahora —dije con suavidad—. Vamos a vivir cada día y a entenderlo según venga, ¿de acuerdo? Ahora te sientes abrumado porque estás enfrentándote a todo a la vez. Pero avanzaremos día a día.
Me miró durante varios segundos y luego asintió con la cabeza. Me puse en pie y me senté en su regazo para abrazarlo, enterrando la cabeza en su cuello.
Permanecimos así varios minutos más y luego me cogió en brazos y me llevó a la cama. Mientras me quedaba dormida entre sus brazos, se me ocurrió entre sueños que había pensado que decir que nos amábamos nos haría más fuertes, pero, sin embargo, para Archer, solo había elevado las apuestas.
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Pobre de Archer quiero matar a Travis siempre con sus tarugadas hijo de su ..... bruja madre que tenia que ir a meterle esas inseguridades al pobre de Archer, lo bueno es que siempre estara Bree y no le hara falta nada ....
Estos dos capis fueron muy duros y tristes
Estos dos capis fueron muy duros y tristes
Invitado- Invitado
eilyno- Mensajes : 582
Fecha de inscripción : 07/01/2016
Edad : 45
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
26
Bree
A la mañana siguiente, me levanté temprano para ir a trabajar y Archer se levantó conmigo. Cuando me besó en la puerta tenía una expresión de sueño tan sexy que tardé en marcharme unos minutos más de los que debía. Me recreé en sus labios, frotándolos con los míos. Pero todavía tenía que pasar por casa para ducharme y ponerme el uniforme. Esperaba que Natalie hubiera sacado a Phoebe y que le hubiera dado de comer.
—Natalie y Jordan me recogerán después del trabajo —dije cuando por fin di un paso hacia la puerta—. Así que nos vemos cuando vuelva, ¿vale?
Él asintió con expresión seria.
—Venga —bromeé—, aprovecha estos días para dormir. Piensa en ellos como en un largo descanso antes de tener que atender mis insaciables necesidades sexuales.
Esbozó una sonrisa somnolienta.
—Me encantan tus insaciables necesidades sexuales. Vuelve pronto.
Solté una risita.
—Lo haré. Te amo, Archer.
—Te amo, Bree. —Sonrió dulcemente y me quedé allí parada, reacia a despedirme. Por último, me dio una juguetona palmada en el trasero—. Venga, vete.
Me reí y le dije adiós con la mano mientras recorría el camino, soplándole besos antes de cerrar la puerta a mi espalda. Él permaneció allí, en vaqueros y sin camisa, con las manos en los bolsillos delanteros, con una sonrisa en la cara.
¡Dios mío, cómo lo iba a echar de menos!
En la cafetería fue un día ajetreado, lo que fue positivo porque las horas transcurrieron con rapidez, y no tuve demasiado tiempo para pensar en cuánto iba a echar de menos a Archer… ¡Demonios! Iba a echarlos de menos a todos. A pesar de que no hacía muchas semanas que vivía en el pueblo, allí me sentía en casa. Añoraba a mis amigos de Ohio, pero era consciente de que mi vida estaba en Pelion. Natalie y Jordan me recogieron a las tres. Me cambié el uniforme por unos vaqueros y una camiseta en el cuarto de baño y me despedí a toda velocidad de Maggie y Norm. Nos montamos en el coche, Jordan al volante y Phoebe gimiendo a mi lado en el trasportín. Nos incorporamos a la carretera.
—¿Qué habéis hecho durante todo el día? —pregunté, intentando olvidar el nudo que se me había puesto en la garganta desde el momento en que comenzamos a alejarnos de Pelion.
—Hemos paseado un rato junto al lago —explicó Natalie—, pero hacía tanto frío que nos hemos dado la vuelta enseguida. Hemos ido a la otra orilla para almorzar y hemos visitado algunas tiendas. Es un lugar agradable, Bree, entiendo que te guste estar aquí.
Asentí.
—El verano es precioso, pero el otoño… —Sonó mi teléfono, interrumpiéndome.
Fruncí el ceño. ¿Quién sería? ¿Avery? Las únicas personas además de él que me enviaban mensajes estaban sentadas en el coche conmigo.
Cogí el móvil y vi que se trataba de un mensaje de texto de un número desconocido. Lo abrí.
¿Es demasiado pronto para comenzar a echarte de menos?
Archer.
Abrí los ojos como platos y me recliné en el asiento, sorprendida. Contuve la respiración. «¿Archer?». ¿Cómo demonios…?
Levanté la mirada al asiento del pasajero, donde estaba sentada Natalie.
—¡Archer me acaba de enviar un mensaje! —dije—. ¿Cómo es posible?
Mi amiga sonrió con una expresión de complicidad.
—¡Oh, Dios mío! —exclamé, mirándola boquiabierta—. ¿Le has comprado un móvil?
Natalie sacudió la cabeza sonriente, y señaló a Jordan, que miraba al frente pendiente del volante. Él me miró con timidez por el retrovisor.
—¿Le has comprado un móvil a Archer? —susurré, incapaz de contener las lágrimas.
—Venga, venga…, no te me pongas así. Solo es un móvil. ¿Cómo, si no, os vais a comunicar mientras estás fuera? Me sorprende que no se te ocurriera a ti.
Las lágrimas se deslizaban incontenibles por mis mejillas, y contuve una risita al tiempo que sacudía la cabeza.
—Eres… No puedo… —farfullé, mirando a Natalie, que lloraba y reía como yo, con la piel mojada por las lágrimas.
—¿A que es un cielo? —preguntó.
Asentí con la cabeza mientras un nuevo torrente de lágrimas caía de mis ojos. Me reí y me sequé las mejillas. Aquello era un desastre, con las dos presas del llanto y la risa.
Miré a Jordan por el retrovisor y lo pillé pasándose los dedos por los ojos.
—Se me ha metido algo en el ojo —se disculpó encogiendo los hombros—. Venga, va, dejad de lloriquear. Dais pena. Respóndele al mensaje, que seguro que está esperándolo.
—¿Qué te dijo cuando se lo llevaste? —pregunté con los ojos muy abiertos.
Jordan se encogió de hombros otra vez al tiempo que me miraba por el retrovisor.
—Me miró como si estuviera preguntándose qué motivos ocultos tenía para regalárselo. Pero me limité a enseñarle a usarlo y me largué. —Volvió a subir los hombros como si no fuera nada.
—Te adoro, Jordan Scott —confesé, inclinándome hacia él para besarlo en la mejilla.
—Ya lo sé —dijo satisfecho mientras me sonreía por el espejo—. Echar un polvo con una rubia espectacular mejora de una manera increíble mi estado de ánimo, y me vuelvo generoso. Así que aprovecha.
Me reí, conteniendo un sollozo, y bajé la mirada al móvil.
Yo: Espero que no, porque yo he empezado a echarte de menos antes. Estamos a veinte minutos del pueblo. ¿Qué estás haciendo?
Esperé unos minutos su siguiente mensaje.
Archer: Leyendo. Ha empezado a llover. Espero que te hayas librado.
Yo: Creo que sí. Hacia delante el cielo está despejado. Ojalá pudiera acurrucarme a tu lado. ¿Qué estás leyendo?
Archer: A mí también me gustaría. Pero estás haciendo algo importante. Estoy leyendo Ethan Frome, de Edith Wharton. ¿Lo has leído?
Yo: No. ¿Está bien?
Archer: Sí. Bueno, no. Está bien escrito, pero seguramente sea uno de los libros más deprimentes del mundo.
Yo: LOL. ¿Ya lo has leído? ¿Por qué relees algo que es deprimente? ¿De qué va?
Archer: ¿Qué significa LOL?
Hice una pausa y sonreí, dándome cuenta de que Archer era totalmente novato escribiendo mensajes de texto. Claro que no sabía qué significaba LOL.
Yo: Son las iniciales de «reírse a carcajadas» en inglés. «Laughing Out Loud». Una abreviatura que se usa cuando se escriben mensajes.
Archer: Ah, vale. No estoy seguro de por qué he elegido este libro hasta hoy. A mi tío le gustaba. Trata de un hombre que está atrapado en un matrimonio sin amor y se enamora de la prima de su mujer. Intentan suicidarse para estar juntos, pero solo acaban destrozados, paralizados y más desgraciados.
Yo: ¡Oh, Dios! Es horrible… Deja de leer algo tan deprimente, Archer.
Archer: LOL.
Me reí a carcajada limpia al ver su respuesta.
—Me dan ganas de llevarte de vuelta —gruñó Natalie sin abrir los ojos, pero con una suave sonrisa mientras giraba la cabeza hacia el asiento trasero. El teléfono sonó de nuevo, anunciando otro mensaje de Archer.
Archer: No, en serio, trata del aislamiento y de que una mujer representa la felicidad para un hombre que nunca la ha disfrutado. Supongo que me identifico con la trama.
Tragué saliva, con el corazón encogido por el hombre que amaba.
Yo: Te amo, Archer.
Archer: Yo también te amo, Bree.
Yo: Vamos a parar en una gasolinera. Hablamos luego.
Archer: De acuerdo.
Yo: ¿Qué cosas te hacen feliz?
Archer: ¿Qué cosas me hacen feliz?
Yo: Qué cosas sencillas hacen que te sientas feliz.
Mi móvil permaneció en silencio durante unos minutos antes de volver a sonar.
Archer: El olor de la tierra después de la lluvia. La sensación antes de quedarme dormido. El lunar que tienes en el interior del muslo derecho…¿Y a ti?
Sonreí y apoyé la cabeza en el asiento.
Yo: Las tardes de verano nubladas, cuando el cielo está cubierto y de repente se abre paso un rayo de sol. Saber que eres mío.
Archer: Siempre.
Volví a recostarme en el asiento con una sonrisa soñadora en la cara. Después de un par de minutos, mi móvil volvió a sonar.
Archer: ¿A qué hora llegaréis a Ohio?
Yo: Mañana, a eso de las ocho. Me va a tocar conducir, así que voy a intentar descansar un rato. Te iré enviando mensajes para que sepas lo que estamos haciendo, ¿vale?
Archer: Vale. ¿Puedes darle las gracias a Jordan de mi parte por el móvil? Me gustaría pagárselo. No se me ocurrió cuando vino a dármelo.
Yo: Dudo que lo hubiera aceptado. Pero se lo diré. Te amo.
Archer: Yo también a ti.
Yo: He dormido un par de horas. He soñado contigo. Vamos a parar para cenar, y luego me tocará conducir durante las siguientes cinco horas.
Archer: ¿Has soñado conmigo? ¿El qué?
Me reí.
Yo: Era un sueño muy, muy bueno. ¿Recuerdas aquella noche a la orilla del lago?
Archer: No la olvidaré nunca. Me tuve que quitar arena de lugares en los que no debería estar durante una semana.
Yo: LOL. Valió la pena, ¿verdad? Te echo de menos.
Archer: Mucho. Yo también te echo de menos. ¿Sabes qué? He bajado al pueblo a por un par de cosas y ahora estoy enviándote mensajes mientras voy andando por la calle. Creo que a la señora Grady casi le da un ataque al corazón. He oído que se referían a mí como «Unabomber Jr.2» cuando he pasado junto al supermercado. He ido a buscarlo a la biblioteca. No ha sido precisamente un cumplido.
Gemí, sin saber si reír o llorar. Algunas personas podían ser muy malas. No entendía que lo compararan con ese loco que se dedicaba a enviar cartas bomba como manifiesto contra la sociedad moderna. Imaginé al valiente adolescente que se obligó
a atravesar la puerta para enfrentarse al mundo por primera vez desde que era un niño, y la percepción que habría tenido. Se me encogió el corazón. Cada célula de mi cuerpo quería protegerlo, pero no podía hacerlo. Ya había ocurrido. Entonces, ni siquiera sabía que él existía, pero el hecho de no haber estado allí hizo que de todas formas me atravesara una sensación de culpabilidad y pesar. No era racional…, era amor.
Yo: Yo hubiera leído tu manifiesto, Archer Hale. Cada palabra. Y estoy segura de que sería genial.
Archer: LOL. Que en mi caso debería ser «riéndome silenciosamente» y no «a carcajadas».
Yo: ¿Intentas ser gracioso?
Archer: Sí. ¿Qué cosas te hacen gracia?
Sonreí, pensándolas durante un segundo antes de escribirlas.
Yo: Ver retozar a los cachorros sobre sus vientres redondos, ver reír a la gente (es contagioso), las inocentadas. ¿Y a ti?
Archer: La peluca torcida del señor Bivens, la mirada de un perro cuando saca la cabeza por la ventanilla de un coche. La gente que rebuzna cuando se ríe.
Yo: Ahora estoy riéndome (o quizá rebuznando) mientras voy hacia el restaurante. Mañana seguimos ♥♥♥
Archer: De acuerdo. Buenas noches ♥♥♥
—Bree, no pensé que ibas a escribir una novela a base de mensajes de texto. Se te van a cansar tanto los dedos que no vas a poder usarlos para nada agradable cuando vuelvas —bromeó Natalie.
Me reí y suspiré, imaginé que había sido un poco obsesiva. Natalie puso los ojos en blanco.
—Me encanta. De esta forma estoy conociéndolo todavía mejor.
Natalie me rodeó los hombros con los brazos y me atrajo hacia ella. Entramos en el restaurante sonriendo.
Yo: ¡ Buenos días! ¿Estás despierto? Estamos a punto de llegar. Nat está conduciendo ahora.
Archer: Sí, estoy levantado. Paseo por la orilla con los perros. Hawk acaba de comerse un pez muerto. Y no va a entrar en casa hoy.
Me reí, todavía somnolienta. Me incorporé y moví el cuello hacia los lados. Dormir en el asiento delantero de un coche no era demasiado cómodo. Natalie estaba ahora al volante, bebiendo una taza de café de McDonald’s, y Jordan roncaba en el asiento de atrás.
Yo: ¡Agg! ¿Hawk? ¿Qué es lo que te da más asco?
Archer: Las uñas largas y curvas, los percebes, las setas. ¿Y a ti?
Yo: Espera un momento… ¿No te gustan las setas? Cuando vuelva te voy a cocinar unas setas que te vas a chupar los dedos.
Archer: No, gracias.
Me reí.
Yo: El aliento con olor a tabaco. Los gusanos. Los cuartos de baño de las gasolineras.
Archer: Voy a volver. Necesito ducharme.
Yo: LOL.
Hice una pausa antes de escribir de nuevo.
Yo: Gracias. Necesitaba reírme. Estoy un poco nerviosa por lo que pueda pasar.
Archer: Todo irá bien. Te lo prometo, todo irá bien. Tú puedes.
Sonreí.
Yo: ¿Puedes hacerme un favor? Si te llamo justo antes de entrar en la comisaría y meto el móvil en el bolsillo, ¿puedes estar conmigo?
Archer: Sí. Sí. Claro. Y te prometo que no diré nada…
Yo: Muy gracioso. ♥♥♥ Archer.
Archer: ♥♥♥ Bree.
Me senté en la comisaría y miré las fotos que el detective había desplegado ante mí mientras él se sentaba detrás de la mesa y me observaba con las manos cruzadas.
Clavé los ojos en la cara que jamás olvidaría. «Túmbate», recordé la orden mentalmente. Cerré los ojos y respiré hondo, sintiendo la presencia de Archer al otro lado de la línea como si estuviera allí mismo, abrazándome, susurrándome al oído «Puedes hacerlo, eres valiente, puedes hacerlo». Y allí sentada, su voz se hizo más y
más fuerte…, hasta que no oí nada más.
—Ese —dije al tiempo que señalaba con el dedo al hombre de la fotografía. Ni siquiera vacilé.
—¿Está segura? —preguntó el detective.
—Al cien por cien —le afirmé con calma—. Ese es el hombre que mató a mi padre.
El detective asintió y guardó las fotos.
—Gracias, señorita Prescott.
—¿Van a arrestarlo?
—Sí. Se lo comunicaremos en cuanto lo hagamos.
Hice un gesto afirmativo.
—Muchas gracias, detective.
Veinte minutos más tarde, después de completar algunos trámites más, bajaba las escaleras de la comisaría. Saqué el móvil del bolsillo.
—¿Lo has oído, Archer? —dije a la línea—. Lo he reconocido. Ni siquiera he vacilado. He visto la fotografía y he sabido que era él en ese mismo instante. ¡Oh, Dios mío! Ahora estoy temblando como una hoja. —Me reí por lo bajo—. Gracias por estar ahí. Gracias a ti he podido hacerlo. Voy a colgar para que me envíes un mensaje. ¡Dios, te amo! Gracias.
Un segundo más tarde, sonó mi teléfono.
Archer: Lo has hecho muy bien, Bree. Todo irá bien ahora. Sé que ha sido muy duro. Me gustaría poder abrazarte.
Yo: Lo sé, lo sé. Archer, yo también quiero eso. ¡Menos mal! Respiro hondo. ¡Oh, Dios! Estoy empezando a llorar, pero me siento feliz. No puedo creerlo. Habrá justicia para lo que le hicieron a mi padre.
Archer: Me alegro mucho por ello.
Yo: ¡Oh, Dios! Yo también. ¿Qué estás haciendo ahora? Tengo que hablar de otra cosa o no me calmaré jamás.
Archer: Acabo de ponerme a correr.
Me reí entre sollozos.
Yo: ¿Corres y escribes mensajes a la vez?
Archer: Ya soy un as con los mensajes de texto.
Yo: No es ninguna broma, tiene mucho mérito. ¿Por qué no me sorprende?
Archer: ¿Porque la tecnología me adora?
Me reí y luego lloré un poco más, superada por las emociones.
Yo: Gracias por estar conmigo. Gracias a ti fue diferente, conseguiste que fuera valiente.
Archer: No. Ya eras valiente antes de conocerme. Dime, ¿cuáles son las cosas que te tranquilizan?
Respiré hondo, pensando en las cosas que me tranquilizaban, me sosegaban y consolaban mi corazón.
Yo: El sonido de agua del lago al golpear contra la orilla. Una taza de té caliente. Tú… ¿Qué cosas te tranquilizan a ti?
Archer: Las mantas de franela. Mirar las estrellas. Tú.
Yo: Veo a Natalie en la acera. Vamos a ir a casa de mi padre a recoger algunas cosas más. Te enviaré un mensaje más tarde. Gracias, gracias ♥♥♥
Archer: ♥♥♥
Yo: ¿Sabes qué? Ya estoy de camino
Archer: ¿Qué? ¿Cómo?
Yo: Te echo de menos. Tengo que volver a casa.
Archer: ¿Esta es tu casa, Bree?
Yo: Sí, Archer, mi casa está donde tú estés.
Archer: ¿Has dormido bien esta mañana? No deberías conducir si estás cansada.
Yo: Estoy bien. Haré muchas paradas para tomar café.
Archer: Conduce con prudencia. Ten cuidado. Vuelve a mí. Bree. Te echo tanto de menos que es como si me faltara un trozo.
Yo: También yo, Archer. Mi Archer. Vuelvo contigo. Pronto estaré ahí. Te amo.
Archer: Yo también te quiero. Siempre.
Archer: No me envíes mensajes mientras conduces, pero la próxima vez que te detengas, dime dónde estás.
Archer: ¿Bree? Han pasado dos horas y no he sabido nada de ti…
Archer: ¿Bree? Me estás asustando. Por favor, ¿estás bien?
Archer: Bree… Por favor…, me estoy volviendo loco. Por favor, envíame un mensaje. Por favor, que estés bien. Por favor, que estés bien. Por favor, que estés bien…
2 Unabomber: Sobrenombre del filósofo estadounidense Theodore John Kaczynski, conocido por enviar cartas bomba motivado por su crítico análisis de la sociedad moderna tecnológica. (N. de la t.)
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Día 13: Capis 27, 28 y 29
Día 14: Capis 30, 31 y 32
Día 15: Capis 33, 34 y 35 + Epílogo
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Y se las dejé en la peor parte muajajajajajajamuajjajajajaj (risa macabra)
Qué le habrá pasado a Bree?? Pobre Archer, cómo debe estar sufriendo!!! Por favor, que esté bien!!
Qué le habrá pasado a Bree?? Pobre Archer, cómo debe estar sufriendo!!! Por favor, que esté bien!!
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #1F Archer's Voice-Mia Sheridan
Jaja bellaca, donde andará BreeYani escribió:Y se las dejé en la peor parte muajajajajajajamuajjajajajaj (risa macabra)
Qué le habrá pasado a Bree?? Pobre Archer, cómo debe estar sufriendo!!! Por favor, que esté bien!!
eilyno- Mensajes : 582
Fecha de inscripción : 07/01/2016
Edad : 45
Página 6 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Temas similares
» Lectura #1 Junio 2017
» Lectura #5 -2020 Hermanastra-Jennifer Donnelly
» Lectura #1 - 2020 The Outskirts-T.M. Frazier
» Lectura Agosto 2018
» Lectura #2 2020 Stuck with You-Anna Premoli
» Lectura #5 -2020 Hermanastra-Jennifer Donnelly
» Lectura #1 - 2020 The Outskirts-T.M. Frazier
» Lectura Agosto 2018
» Lectura #2 2020 Stuck with You-Anna Premoli
Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
Página 6 de 8.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 6:58 por adricrisuruta
» Cuenta Regresiva de 500 a 0
Lun 11 Nov - 21:47 por vientoyletras
» Cuenta de 1 en 1 hasta 100
Dom 10 Nov - 17:30 por johanaalove
» ABC de Nombres
Mar 5 Nov - 17:45 por citlalic_mm
» Di cómo te sientes con Emoticones
Mar 5 Nov - 17:42 por citlalic_mm
» ABC de Frutas y Verduras
Mar 5 Nov - 17:41 por citlalic_mm
» ABC de Todo
Mar 5 Nov - 17:41 por citlalic_mm
» Cuenta de 2 en 2 hasta 10.000
Vie 25 Oct - 13:12 por DESI
» Cuenta de 5 en 5 hasta 500
Mar 22 Oct - 16:26 por adricrisuruta