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Lectura #1 Julio 2017
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya
Al día siguiente en la oficina, seguían llegando en masa. Docenas de rosas. Rosadas, rojas, amarillas. Una nueva docena era entregada cada hora. Me costó un poco entender por qué lo estaba haciendo. Fue la historia que le conté sobre mi padre y la ceremonia de la rosa. Más tarde encontré una carta, que había caído de la primera docena, que decía, Estas son de hace mucho tiempo. Mi corazón se sintió pesado y lleno de algo inidentificable al mismo tiempo.
Esta noche era la gala a la que se suponía iba a asistir con él. Iba a
estar fuera de mi zona de confort, los nervios me siguieron todo el día. Había escogido dos diferentes vestidos formales en Bergdorf’s en mi hora del almuerzo.
Cuando regresé a la oficina, había un plato de comida india en mi
escritorio. El olor a curry era nauseabundo.
—¿Ida? ¿Cómo llegó esta comida aquí?
—Un chico de entrega lo dejó, dijo que era para ti. Creí que lo habías
ordenado.
—Compro comida india para ti, pero sabes que la odio.
Entonces, un pensamiento cruzó mi mente. Saqué mi teléfono.
Soraya: No me compraste comida india, ¿verdad?
Graham: Lo hice.
Soraya: ¿Por qué?
Graham: ¿Pensé que te gustaba? Te vi yendo a recogerla.
Soraya: Um… ¿Cómo es eso? ¿Me estabas siguiendo?
Graham: Solo fue una tarde. Extrañaba tu rostro. Iba a acercarme como el Sr. Big, sorprenderte y llevarte a almorzar. Entonces te vi salir corriendo de Masala Madness y pensé que ya tenías planes.
Soraya: LOL. Estaba comprando el almuerzo para Ida. La comida india me da acidez.
Graham: Necesito trabajar en mis habilidades de acecho.
Soraya: Aunque, fue muy amable de tu parte.
Más tarde ese día, Graham me envió otro mensaje.
Graham: Oye, escuché que cambiaron el nombre de la gala en mi honor.
Soraya: ¿En serio?
Graham: Ahora se llama Gran Bola Azul.
Soraya: LOL.
Graham: Están regalando bolsas con hielo e ibuprofeno.
Soraya: Estás loco.
Graham: Por ti, lo estoy.
Soraya: ¿A qué hora me recoges?
Graham: Santa mierda. ¿De verdad se me permite ir a tu puerta?
Soraya: Sí.
Graham: Entonces 7:30
Soraya: Necesitaré tu aprobación para mi atuendo. Tengo dos vestidos en espera en Bergdorf’s y todavía no puedo decidir.
Graham: Sabes que voy a vetar lo que sea, solo para ver cómo te desnudas.
Soraya: ¿Cómo está tu tatuaje?
Graham: Bien. Podemos jugar Yo te muestro el mío, tú me
muestras el tuyo más tarde si quieres.
Soraya: Tengo algunos que no has visto.
Graham: Soy dolorosamente consciente de eso.
Soraya: Tal vez si eres bueno esta noche, te dejaré ver uno.
Graham: Y si tú eres buena, te dejaré ver debajo de la mesa.
Soraya: LOL.
Graham: Eres malvada, Soraya Vendetta. Burlándote de mí con
tus tatuajes. ¿Cómo diablos se supone que voy a trabajar ahora?
Soraya: ;—)
Después del trabajo, pasé por Bergdorf’s a comprar mi vestido. Tenía dos en espera y no había decidido cuál me gustaba más. En el probador, di mi nombre y esperé a que la vendedora volviera con mis selecciones.
—Aquí tienes, querida.
—Gracias. Pero ese no es mío. —Señalé un precioso vestido verde. En
realidad, era el primer vestido que me había llamado la atención más
temprano, pero era un diseño que nunca me podría permitir. El precio era casi diez veces los otros dos juntos.
—Ese es el que su esposo agregó está tarde.
—¿Mi esposo?
—Supuse que era su esposo. Lo siento, no pregunté su nombre. ¿Novio, tal vez? No son muchos los hombres que lucen así, los que entran a una tienda de vestidos para mujeres. O pagar la factura para el caso.
—¿Pagar la factura?
—El caballero que agregó este vestido a sus selecciones. También pagó la factura por el verde. E instruyó al gerente a poner cualquier otro vestido que le guste también a su cuenta. También nos pidió que escogiéramos los zapatos para combinar con el verde y pagó por ellos. —Colgó los vestidos en un probador y desapareció por un momento. Cuando volvió, abrió la caja para mostrarme un par increíble de Louboutins que nunca podría permitirme.
Mandé un mensaje antes de quitarme la ropa.
Soraya: ¿Haces compras en el área de mujeres a menudo?
Graham: Eso fue una primera vez. Deberías ver los artículos que llevé conmigo.
Soraya: ¿Compraste otros artículos?
Graham: Sí. La mujer de lencería me miró como si pensara que
estaba jugando a disfrazarme.
Soraya: LOL. ¿También fuiste a lencería? ¿Qué compraste?
Graham: Esas compras no podrás verlas pronto. Ya que todavía
no voy a verlos siendo modelados. A menos que hayas cambiado de opinión…
El pensamiento de Graham yendo de compras al departamento de
lencería me divertía y me excitaba. Me lo imaginé pasándose la mano por el cabello con frustración, odiando completamente lo que estaba haciendo, pero sin poder detenerse.
Soraya: El vestido verde es hermoso, pero no puedo aceptarlo. Es demasiado.
Graham: Es la venta final. Dónalo si no te gusta.
¿En serio? El vestido costaba casi tres mil dólares.
Soraya: Estás loco, lo sabes.
Graham: ¿Te queda?
Soraya: Aún no me lo he probado.
Los rápidos mensajes que intercambiábamos se detuvieron durante unos minutos.
Soraya: ¿Todavía estás ahí?
Graham: ¿Estás en el probador?
Soraya: Sí.
Graham: Acabo de tener una pequeña fantasía sobre ti de pie en el probador, mirando a tu hermoso cuerpo desnudo en el espejo.
Soraya: Y…
Graham: ¿Quieres escuchar más de mi fantasía?
Soraya: Podría…
Graham: Me gustaría unirme a ti en ese probador. Inclinarte, con
las manos presionadas contra el espejo, los dedos extendidos, y
tomarte desde atrás mientras nos observas. Todavía estarías usando
los zapatos que elegí.
Esta vez, fui yo quien se quedó callada. Miré al espejo y vi a Graham parado detrás de mí. Si la ilusión era así de caliente, había una buena posibilidad que me derritiera cuando sucediera en realidad. Cuando. Ya ni siquiera intentaba engañarme diciendo si. Finalmente, mi teléfono zumbó.
Graham: Sé lo que estás haciendo.
Soraya: Le veo esta noche, Sr. Gran Imbécil.
Cuando llegué a mi apartamento cargando una bolsa de ropa, noté una limusina negra estacionada afuera. Cuando me acerqué, el conductor uniformado salió. El conductor de Graham.
—Srta. Vendetta, el Sr. Morgan pidió que le entregara esto. —Me entregó dos sobres de manila cerrados.
—¿Qué es?
—No lo sé, señorita. Recibí instrucciones de entregarlo, así que aquí
estoy. —Asintió cortésmente y abrió la puerta del auto—. Tenga una buena tarde.
Mis manos estaban llenas, así que esperé hasta estar arriba antes de
abrir los sobres. Después de colgar mi vestido, me senté en la cama y abrí el primero de los paquetes. Dentro había una caja La Riche Alpine Green de tinte para el cabello. El color era la combinación exacta para el vestido.
Graham J. Morgan tenía un gran lado dulce.
Curiosa, abrí el siguiente sobre. Era una caja Betty Down There Hair
Color 9 verde con una nota pegada que decía, No estaba seguro si la alfombra coincidía con las cortinas.
Sonriendo de oreja a oreja, pensé, lo vas a descubrir por ti mismo muy
pronto si continúas esto.
El timbre sonó puntualmente a las siete treinta. Hablé por el intercomunicador antes de presionar el botón para abrir la puerta principal de abajo.
—¿Aquí es, Célibe en Manhattan?
—Por desgracia, sí.
Lo dejé entrar y desbloqueé mi puerta para esperar.
Caminando por el pasillo desde el ascensor hasta mi apartamento, tomó pasos rápidos y seguros. Cada uno hizo que mi pulso latiera un poco más rápido. Llevaba un esmoquin oscuro y era muy posiblemente el hombre más hermoso que jamás había visto. No había ninguna duda en mi mente de que podría causar un atasco en el tráfico caminando por las calles de Manhattan vestido así. Literalmente me lamí los labios.
Mientras estaba allí, salivando, Graham tomó mi rostro en una mano y
apretó.
—Vas a ser mi muerte, mirándome así. —Luego me besó hasta que no
hubo duda de que lo que sentía era mutuo.
Parpadeé de nuevo a la realidad cuando me soltó.
—Necesito vestirme. Ven dentro.
—No he podido pensar en nada más que en venirme en ti desde que me hablaste de la cita con tu doctor para renovar tu control de natalidad.
Puse los ojos en blanco por ser un pervertido, a pesar que en secreto amaba cada palabra sucia.
—Solo necesito un minuto para vestirme.
—¿Quieres ayuda con eso?
Señalé una silla en la cocina.
—Siéntate. Quieto.
—¿Soy un perro? Estoy dispuesto a rogar.
Desaparecí en mi habitación y me puse el vestido verde. Era la cosa más cara que había tenido. Graham no estaba mintiendo cuando dijo que el vestido era la venta final. De lo contrario, no lo usaría. Pero tenía que admitirlo, los otros vestidos que elegí no podían compararse con la belleza del que él había comprado.
A diferencia de Graham, quien caminaba hacia mí con la seguridad de conocer su lugar en la cima de la cadena alimenticia, estaba nerviosa de salir de mi dormitorio. El vestido era precioso; abrazaba cada curva y mostraba la cantidad perfecta de piel para ser atractivo sin ser vulgar, aun así, no estaba en mi zona de confort. Mirándome en el espejo, mi reflejo era hermoso, pero lo que no reflejaba era… yo.
Cualquier duda que tuviera fue casi completamente borrada cuando vi el rostro de Graham. Estaba sentado a la mesa de mi cocina jugando con su teléfono y se puso de pie cuando me vio.
—Te ves jodidamente increíble.
—El vestido es increíble. Todavía no puedo creer cuánto pagaste por él.
—No es el vestido, Soraya. Es la mujer que lo usa.
—Eso es dulce. Gracias.
—El verde es definitivamente tu color. —Extendió la mano y me tocó el
cabello—. No puedo ver si tus puntas coinciden con este peinado. —Había fijado mi cabello en un giro francés, y metido las puntas coloridas por debajo.
Sonreí.
—Combinan. Pero no quería resaltar como un pulgar hinchado. Nunca
antes he estado en una gala, pero algo me dice que sería la única con verde en su cabello.
—¿No te gusta tu cabello recogido?
—De hecho, me gusta más suelto.
—Date la vuelta. Déjame ver. —Cuando obedecí, Graham deslizó los pasadores que estaban sujetando mis trenzas gruesas. Mi cabello largo cayó en ondas. Me guió para darme la vuelta—. Vas a destacar con él recogido o suelto, y no tiene nada que ver con el color de tu cabello.
—¿No te importa?
—¿Importar? Soy un imbécil arrogante. Me gusta cuando otros envidian lo que tengo.
—Solo dame un segundo para arreglarlo. —Fui al baño y alisé mi cabello. En verdad me gusta mi cabello suelto. Cuando regresé, Graham tomó mis dos manos.
—Entonces, ¿coincide?
—Sí. El color es bastante parecido, ¿no crees? —Levanté mis puntas contra la parte superior de mi vestido. Los verdes eran casi del mismo tono.
—No estaba hablando del vestido.
—Oh. No. Gracias por el Betty Down There, pero las cortinas no
coinciden.
—Es una lástima.
Sonreí con suficiencia.
—¿De verdad? Pensé que te podría gustar mi creación allá abajo.
—¿Tu creación?
Besé sus labios con suavidad, luego hablé contra ellos:
—No hay nada que teñir. Estoy completamente desnuda ahí abajo.
Graham tenía razón en una cosa; definitivamente estábamos atrayendo atención. A pesar que dudaba que cualquiera de las mujeres, follando con los ojos al hombre que estaba a mi lado, incluso notara mi cabello. Graham parecía ajeno a ello mientras me dirigía hacia el bar.
—Parece que tienes un club de fans.
—Es más como un club de odio. Mi negocio es muy competitivo.
Vi a una mujer que estaba observándonos descaradamente mientras caminábamos. Llevaba un vestido rojo, y su cabeza estaba siguiendo cada uno de nuestros pasos.
—Parece más lujuria que odio.
Graham siguió mi línea de visión. Me acercó a su lado:
—Mantente alejada de esa.
Ese comentario solo me hizo mirar por más tiempo.
—¿Por qué?
—No quiero que manche tu opinión sobre mí, más de lo que pueda lograr por mi cuenta.
En el bar, Graham ordenó su elegante bebida y el vino que tomé en la
cena de la semana pasada. Ganó un punto por recordar lo que me gustaba. Mientras esperábamos, miré la habitación. El Met era un lugar increíble. Había estado dentro antes para las exposiciones, pero nunca en este salón en particular. Los techos abovedados eran una obra de arte por sí mismos. Era abrumador asimilarlo todo. La gente. El lugar. El hombre junto a mí, más que nada.
Graham me entregó mi bebida:
—¿Cuánto dinero recaudará algo como esto?
—Creo que el año pasado consiguió cinco millones.
Casi me ahogué bebiendo mi vino. La mujer del vestido rojo que había
estado mirándonos se acercó al bar.
—Hola, Graham.
Él asintió. Su respuesta fue brusca, y sentí que su cuerpo se tensaba.
—Avery.
Oh, mierda. La mujer a la que llamé.
—¿No vas a presentarme a tu amiga?
Me acercó más a su lado:
—De hecho, no. Estábamos a punto de bailar. Discúlpanos.
Graham me apartó bruscamente del bar y de la mujer. Me sentí aliviada de alejarme de ella, pero curiosa por la relación. Había una pista de baile, grande y casi vacía, en un lado de la habitación. En nuestro camino, hicimos una parada en la mesa número cuatro y Graham colocó nuestras bebidas.
En la pista de baile, Graham me acercó más. No me sorprendió descubrir que sabía bailar. La forma que dirigió con una mano fuerte, definitivamente se adaptaba a su personalidad dominante.
—Entonces… vestido rojo. ¿Asumo que ustedes tienen historia?
—La tenemos. Pero no es lo que piensas.
—¿Qué quieres decir? ¿Que no la has follado?
Echó la cabeza hacia atrás y arqueó su ceja.
—¿Celosa?
Aparté la vista. La idea de que estuviera con alguien más movió algo irracional en mi interior. Graham se agachó y pasó su nariz por mi garganta.
—Me gusta que estés celosa. Significa que eres posesiva conmigo. Me siento de la misma manera sobre ti.
Mis ojos se encontraron con los suyos. Nuestras miradas se sostuvieron por un largo tiempo antes que volviera a hablar:
—No. No he dormido con Avery. Nunca le puse un dedo encima. Ella no está feliz por la forma en que manejo una adquisición de empresas.
—Oh.
Se inclinó más cerca, hablando áspero en mi oído.
—Pero hablando de follar. La he tenido dura desde que me dijiste que estabas desnuda. —Con su mano en mi espalda baja, me presionó firmemente contra él. Podía sentir su erección enterrándose en mi cadera.
El hombre estaba atacando todos mis sentidos a la vez; el sonido de su voz necesitada, el olor que era tan masculino y distintivo de él, el toque de sus manos en mi piel desnuda… Dios, quería probarlo. No ayudó la forma en que su cuerpo controlaba al mío mientras arrasábamos fluidamente por la pista de baile, me recordaba lo dominante que probablemente sería en la cama. Había un armario cerrado en algún lugar cercano, estaba segura de ello. Sería tan fácil ceder a él en este momento. Pero en cambio, obligué a mi perra interior a través de la bruma de lujuria que amenazaba con tragarme.
—Tal vez deberías ver a un doctor acerca de eso. Parece que constantemente tienes una erección. ¿Demasiada Viagra, tal vez?
—Puedo asegurarte, que no hay ayuda artificial necesaria para hacer que mi polla se hinche cuando estoy a tu lado, Soraya. Y he visitado a mi doctor recientemente. De hecho, hace algunos días. Tomé algunos consejos de una columnista que sigo y me preparé ante la remota posibilidad que se me permita romper mi voto de celibato. Estoy limpio y tengo los papeles para demostrarlo.
—Suenas ansioso. ¿Los llevas contigo en este momento? —Estaba
bromeando, pero Graham se echó hacia atrás y acarició su bolsillo de la chaqueta donde estaría el bolsillo interior. Me atraganté—. ¿Es en serio? De verdad no los tienes contigo, ¿verdad?
—Por supuesto, es en serio. No hay nada que quiera hacer más que correrme en tu interior. Ni de broma iba a perder una oportunidad por no estar preparado si se presentaba la ocasión. Los he llevado conmigo durante tres días.
Su admisión fue extrañamente encantadora. Otra canción empezó, y bailamos en silencio por un rato, nuestros cuerpos balanceándose al unísono.
Apoyé mi cabeza en su pecho y suspiré.
—Me gusta esto. No lo esperaba, para ser sincera.
Me acarició con su nariz.
—Yo también. Normalmente odio esas cosas.
Mi guardia estaba deslizándose por este hombre. No tardé mucho en
recordar levantarla y protegerme.
Estábamos sentados a una gran mesa redonda preparada para
acomodar al menos una docena de otros invitados. Graham me presentó a las parejas que nos rodeaban a ambos lados, pero algunas de las sillas todavía estaban vacías.
—Entonces, ¿qué haces? Soraya, ¿verdad? —Braxton Harlow se sentó a mi izquierda. Era un caballero viejo, pero guapo, con el cabello plateado que contrastaba con su rostro bronceado. Graham estaba hablando de negocios con el hombre a su otro lado.
—Trabajo para una columnista de consejos. Pregunta a Ida.
—Eres una escritora. Qué maravilloso.
—No exactamente. Es más como que hago recados de mierda para el escritor y algunas veces me da la oportunidad de responder algunas de las cartas que recibimos.
—Ya veo.
—¿Qué haces?
—Soy dueño de una compañía farmacéutica.
—¿Eres un proveedor legal de drogas?
Se rió entre dientes.
—Supongo que lo soy
—¿Eso significa que eres médico?
—Sí.
—Bueno, tal vez puedes hablar con Graham aquí, parece tener un problema médico.
En ese momento, Graham se unió a nuestra conversación.
—Escuché mi nombre. ¿Están hablando sobre mí?
Braxton respondió:
—Soraya estaba a punto de contarme sobre un problema médico que estás teniendo. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Graham?
Graham me miró de reojo y luego tomó lo último de su bebida.
—No lo sé, ¿tratas bolas azules?
Al principio, el hombre pareció confundido, pero rápidamente se convirtió en una risa efusiva. Después de eso, los tres caímos en una conversación fácil. La mano de Graham estaba siempre en el respaldo de mi silla, sus dedos trazando ligeramente una figura de ocho a lo largo de mi hombro desnudo. De hecho, estaba empezando a relajarme y disfrutar, hasta que vi un destello de rojo a través de la mesa. Avery estaba sentada directamente frente a nosotros. Graham y el hombre que la acompañaba hicieron ese asentimiento silencioso que hacen los hombres.
—Parece que vamos a compartir una comida con tu amiga. —Me incliné hacia Graham.
—Ignórala.
Eso era más fácil de decir que de hacer. Sentía su mirada fulminante, incluso cuando no estaba mirando a escondidas. Por algún motivo, la mujer estaba disfrutando haciéndome sentir incómoda. No hizo ningún esfuerzo para hablarle a nadie más en la mesa.
Después de la cena, me disculpé para ir al servicio de señoras. Me encerré en una casilla e intenté averiguar la mejor forma de ir al baño sin zambullir mi costoso vestido en el agua del inodoro, ni tocar el asiento, o dejar caer mi bolsa, o caer hacia adelante mientras me cernía en mis tacones de aguja de doce centímetros. Había pensado que era una tarea mucho más fácil.
El baño había estado vacío cuando entré. Escuché la puerta de entrada abierta, luego cerrada, y luego el clic clac de los tacones se detuvieron en algún lugar cerca de mi casilla. Mi intuición me dijo quién estaba al otro lado. Tomando una respiración profunda, salí y un destello de rojo me asaltó inmediatamente. Avery estaba revistiendo sus labios rojos en el espejo, pero su mirada estaba fija en mí cuando salí.
—Mira si no es el último juguete de Graham Morgan.
—¿Es así como te diviertes? Siguiendo a las mujeres hasta el baño para hablar mal de sus citas.
Se frotó los labios para igualar el color rojo encendido, manchó un pañuelo, y luego tapó su lápiz labial.
—Estoy proporcionando un servicio al género femenino, al advertir a las mujeres sobre ese hombre.
—¿Qué pasa? No te gusta la forma en que maneja sus negocios, ¿así
que necesitas advertirme?
Su boca se extendió en una sonrisa maliciosa.
—¿Eso es lo que te dijo? ¿Que simplemente no me gusta la forma en que maneja sus negocios?
Odiando la sensación de que sabía algo que yo no, no dije nada. En cambio, me lavé las manos y tomé mi propio lápiz labial. Cuando
terminé, ella todavía estaba parada allí. Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Bueno, adelante. Dime lo que te estás muriendo por informarme.
Dio algunos pasos, deteniéndose detrás de mí para estudiar mi reflejo en el espejo. Entonces habló directamente a mis ojos.
—Pensándolo bien, no vales mi tiempo. Eventualmente, lo vas a descubrir por tu cuenta. O tal vez puedes preguntarle a Graham por qué está decidido a destruir la compañía del esposo de mi mejor amiga.
Me tomó un minuto componerme después que Avery saliera. Era una gran perra, no me equivoqué al llamárselo el día que encontré el teléfono de Graham en el tren. Quería atribuir su advertencia a una fiera competencia entre compañías rivales, pero no me sentó bien. Era personal para esa mujer en alguna forma.
Graham me estaba esperando fuera del baño.
—¿Está todo bien? Vi a Avery seguirte.
—Bien. —Forcé una sonrisa. Después de algunos pasos, decidí que
tenía que saber más—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Quién es la mejor amiga de Avery?
Graham se pasó una mano a través de su cabello peinado hacia atrás.
—Su mejor amiga es mi ex, Genevieve.
9 Tinte para el vello púbico.
Soraya: ¿En serio?
Graham: Ahora se llama Gran Bola Azul.
Soraya: LOL.
Graham: Están regalando bolsas con hielo e ibuprofeno.
Soraya: Estás loco.
Graham: Por ti, lo estoy.
Soraya: ¿A qué hora me recoges?
Graham: Santa mierda. ¿De verdad se me permite ir a tu puerta?
Soraya: Sí.
Graham: Entonces 7:30
Soraya: Necesitaré tu aprobación para mi atuendo. Tengo dos vestidos en espera en Bergdorf’s y todavía no puedo decidir.
Graham: Sabes que voy a vetar lo que sea, solo para ver cómo te desnudas.
Soraya: ¿Cómo está tu tatuaje?
Graham: Bien. Podemos jugar Yo te muestro el mío, tú me
muestras el tuyo más tarde si quieres.
Soraya: Tengo algunos que no has visto.
Graham: Soy dolorosamente consciente de eso.
Soraya: Tal vez si eres bueno esta noche, te dejaré ver uno.
Graham: Y si tú eres buena, te dejaré ver debajo de la mesa.
Soraya: LOL.
Graham: Eres malvada, Soraya Vendetta. Burlándote de mí con
tus tatuajes. ¿Cómo diablos se supone que voy a trabajar ahora?
Soraya: ;—)
Después del trabajo, pasé por Bergdorf’s a comprar mi vestido. Tenía dos en espera y no había decidido cuál me gustaba más. En el probador, di mi nombre y esperé a que la vendedora volviera con mis selecciones.
—Aquí tienes, querida.
—Gracias. Pero ese no es mío. —Señalé un precioso vestido verde. En
realidad, era el primer vestido que me había llamado la atención más
temprano, pero era un diseño que nunca me podría permitir. El precio era casi diez veces los otros dos juntos.
—Ese es el que su esposo agregó está tarde.
—¿Mi esposo?
—Supuse que era su esposo. Lo siento, no pregunté su nombre. ¿Novio, tal vez? No son muchos los hombres que lucen así, los que entran a una tienda de vestidos para mujeres. O pagar la factura para el caso.
—¿Pagar la factura?
—El caballero que agregó este vestido a sus selecciones. También pagó la factura por el verde. E instruyó al gerente a poner cualquier otro vestido que le guste también a su cuenta. También nos pidió que escogiéramos los zapatos para combinar con el verde y pagó por ellos. —Colgó los vestidos en un probador y desapareció por un momento. Cuando volvió, abrió la caja para mostrarme un par increíble de Louboutins que nunca podría permitirme.
Mandé un mensaje antes de quitarme la ropa.
Soraya: ¿Haces compras en el área de mujeres a menudo?
Graham: Eso fue una primera vez. Deberías ver los artículos que llevé conmigo.
Soraya: ¿Compraste otros artículos?
Graham: Sí. La mujer de lencería me miró como si pensara que
estaba jugando a disfrazarme.
Soraya: LOL. ¿También fuiste a lencería? ¿Qué compraste?
Graham: Esas compras no podrás verlas pronto. Ya que todavía
no voy a verlos siendo modelados. A menos que hayas cambiado de opinión…
El pensamiento de Graham yendo de compras al departamento de
lencería me divertía y me excitaba. Me lo imaginé pasándose la mano por el cabello con frustración, odiando completamente lo que estaba haciendo, pero sin poder detenerse.
Soraya: El vestido verde es hermoso, pero no puedo aceptarlo. Es demasiado.
Graham: Es la venta final. Dónalo si no te gusta.
¿En serio? El vestido costaba casi tres mil dólares.
Soraya: Estás loco, lo sabes.
Graham: ¿Te queda?
Soraya: Aún no me lo he probado.
Los rápidos mensajes que intercambiábamos se detuvieron durante unos minutos.
Soraya: ¿Todavía estás ahí?
Graham: ¿Estás en el probador?
Soraya: Sí.
Graham: Acabo de tener una pequeña fantasía sobre ti de pie en el probador, mirando a tu hermoso cuerpo desnudo en el espejo.
Soraya: Y…
Graham: ¿Quieres escuchar más de mi fantasía?
Soraya: Podría…
Graham: Me gustaría unirme a ti en ese probador. Inclinarte, con
las manos presionadas contra el espejo, los dedos extendidos, y
tomarte desde atrás mientras nos observas. Todavía estarías usando
los zapatos que elegí.
Esta vez, fui yo quien se quedó callada. Miré al espejo y vi a Graham parado detrás de mí. Si la ilusión era así de caliente, había una buena posibilidad que me derritiera cuando sucediera en realidad. Cuando. Ya ni siquiera intentaba engañarme diciendo si. Finalmente, mi teléfono zumbó.
Graham: Sé lo que estás haciendo.
Soraya: Le veo esta noche, Sr. Gran Imbécil.
Cuando llegué a mi apartamento cargando una bolsa de ropa, noté una limusina negra estacionada afuera. Cuando me acerqué, el conductor uniformado salió. El conductor de Graham.
—Srta. Vendetta, el Sr. Morgan pidió que le entregara esto. —Me entregó dos sobres de manila cerrados.
—¿Qué es?
—No lo sé, señorita. Recibí instrucciones de entregarlo, así que aquí
estoy. —Asintió cortésmente y abrió la puerta del auto—. Tenga una buena tarde.
Mis manos estaban llenas, así que esperé hasta estar arriba antes de
abrir los sobres. Después de colgar mi vestido, me senté en la cama y abrí el primero de los paquetes. Dentro había una caja La Riche Alpine Green de tinte para el cabello. El color era la combinación exacta para el vestido.
Graham J. Morgan tenía un gran lado dulce.
Curiosa, abrí el siguiente sobre. Era una caja Betty Down There Hair
Color 9 verde con una nota pegada que decía, No estaba seguro si la alfombra coincidía con las cortinas.
Sonriendo de oreja a oreja, pensé, lo vas a descubrir por ti mismo muy
pronto si continúas esto.
El timbre sonó puntualmente a las siete treinta. Hablé por el intercomunicador antes de presionar el botón para abrir la puerta principal de abajo.
—¿Aquí es, Célibe en Manhattan?
—Por desgracia, sí.
Lo dejé entrar y desbloqueé mi puerta para esperar.
Caminando por el pasillo desde el ascensor hasta mi apartamento, tomó pasos rápidos y seguros. Cada uno hizo que mi pulso latiera un poco más rápido. Llevaba un esmoquin oscuro y era muy posiblemente el hombre más hermoso que jamás había visto. No había ninguna duda en mi mente de que podría causar un atasco en el tráfico caminando por las calles de Manhattan vestido así. Literalmente me lamí los labios.
Mientras estaba allí, salivando, Graham tomó mi rostro en una mano y
apretó.
—Vas a ser mi muerte, mirándome así. —Luego me besó hasta que no
hubo duda de que lo que sentía era mutuo.
Parpadeé de nuevo a la realidad cuando me soltó.
—Necesito vestirme. Ven dentro.
—No he podido pensar en nada más que en venirme en ti desde que me hablaste de la cita con tu doctor para renovar tu control de natalidad.
Puse los ojos en blanco por ser un pervertido, a pesar que en secreto amaba cada palabra sucia.
—Solo necesito un minuto para vestirme.
—¿Quieres ayuda con eso?
Señalé una silla en la cocina.
—Siéntate. Quieto.
—¿Soy un perro? Estoy dispuesto a rogar.
Desaparecí en mi habitación y me puse el vestido verde. Era la cosa más cara que había tenido. Graham no estaba mintiendo cuando dijo que el vestido era la venta final. De lo contrario, no lo usaría. Pero tenía que admitirlo, los otros vestidos que elegí no podían compararse con la belleza del que él había comprado.
A diferencia de Graham, quien caminaba hacia mí con la seguridad de conocer su lugar en la cima de la cadena alimenticia, estaba nerviosa de salir de mi dormitorio. El vestido era precioso; abrazaba cada curva y mostraba la cantidad perfecta de piel para ser atractivo sin ser vulgar, aun así, no estaba en mi zona de confort. Mirándome en el espejo, mi reflejo era hermoso, pero lo que no reflejaba era… yo.
Cualquier duda que tuviera fue casi completamente borrada cuando vi el rostro de Graham. Estaba sentado a la mesa de mi cocina jugando con su teléfono y se puso de pie cuando me vio.
—Te ves jodidamente increíble.
—El vestido es increíble. Todavía no puedo creer cuánto pagaste por él.
—No es el vestido, Soraya. Es la mujer que lo usa.
—Eso es dulce. Gracias.
—El verde es definitivamente tu color. —Extendió la mano y me tocó el
cabello—. No puedo ver si tus puntas coinciden con este peinado. —Había fijado mi cabello en un giro francés, y metido las puntas coloridas por debajo.
Sonreí.
—Combinan. Pero no quería resaltar como un pulgar hinchado. Nunca
antes he estado en una gala, pero algo me dice que sería la única con verde en su cabello.
—¿No te gusta tu cabello recogido?
—De hecho, me gusta más suelto.
—Date la vuelta. Déjame ver. —Cuando obedecí, Graham deslizó los pasadores que estaban sujetando mis trenzas gruesas. Mi cabello largo cayó en ondas. Me guió para darme la vuelta—. Vas a destacar con él recogido o suelto, y no tiene nada que ver con el color de tu cabello.
—¿No te importa?
—¿Importar? Soy un imbécil arrogante. Me gusta cuando otros envidian lo que tengo.
—Solo dame un segundo para arreglarlo. —Fui al baño y alisé mi cabello. En verdad me gusta mi cabello suelto. Cuando regresé, Graham tomó mis dos manos.
—Entonces, ¿coincide?
—Sí. El color es bastante parecido, ¿no crees? —Levanté mis puntas contra la parte superior de mi vestido. Los verdes eran casi del mismo tono.
—No estaba hablando del vestido.
—Oh. No. Gracias por el Betty Down There, pero las cortinas no
coinciden.
—Es una lástima.
Sonreí con suficiencia.
—¿De verdad? Pensé que te podría gustar mi creación allá abajo.
—¿Tu creación?
Besé sus labios con suavidad, luego hablé contra ellos:
—No hay nada que teñir. Estoy completamente desnuda ahí abajo.
Graham tenía razón en una cosa; definitivamente estábamos atrayendo atención. A pesar que dudaba que cualquiera de las mujeres, follando con los ojos al hombre que estaba a mi lado, incluso notara mi cabello. Graham parecía ajeno a ello mientras me dirigía hacia el bar.
—Parece que tienes un club de fans.
—Es más como un club de odio. Mi negocio es muy competitivo.
Vi a una mujer que estaba observándonos descaradamente mientras caminábamos. Llevaba un vestido rojo, y su cabeza estaba siguiendo cada uno de nuestros pasos.
—Parece más lujuria que odio.
Graham siguió mi línea de visión. Me acercó a su lado:
—Mantente alejada de esa.
Ese comentario solo me hizo mirar por más tiempo.
—¿Por qué?
—No quiero que manche tu opinión sobre mí, más de lo que pueda lograr por mi cuenta.
En el bar, Graham ordenó su elegante bebida y el vino que tomé en la
cena de la semana pasada. Ganó un punto por recordar lo que me gustaba. Mientras esperábamos, miré la habitación. El Met era un lugar increíble. Había estado dentro antes para las exposiciones, pero nunca en este salón en particular. Los techos abovedados eran una obra de arte por sí mismos. Era abrumador asimilarlo todo. La gente. El lugar. El hombre junto a mí, más que nada.
Graham me entregó mi bebida:
—¿Cuánto dinero recaudará algo como esto?
—Creo que el año pasado consiguió cinco millones.
Casi me ahogué bebiendo mi vino. La mujer del vestido rojo que había
estado mirándonos se acercó al bar.
—Hola, Graham.
Él asintió. Su respuesta fue brusca, y sentí que su cuerpo se tensaba.
—Avery.
Oh, mierda. La mujer a la que llamé.
—¿No vas a presentarme a tu amiga?
Me acercó más a su lado:
—De hecho, no. Estábamos a punto de bailar. Discúlpanos.
Graham me apartó bruscamente del bar y de la mujer. Me sentí aliviada de alejarme de ella, pero curiosa por la relación. Había una pista de baile, grande y casi vacía, en un lado de la habitación. En nuestro camino, hicimos una parada en la mesa número cuatro y Graham colocó nuestras bebidas.
En la pista de baile, Graham me acercó más. No me sorprendió descubrir que sabía bailar. La forma que dirigió con una mano fuerte, definitivamente se adaptaba a su personalidad dominante.
—Entonces… vestido rojo. ¿Asumo que ustedes tienen historia?
—La tenemos. Pero no es lo que piensas.
—¿Qué quieres decir? ¿Que no la has follado?
Echó la cabeza hacia atrás y arqueó su ceja.
—¿Celosa?
Aparté la vista. La idea de que estuviera con alguien más movió algo irracional en mi interior. Graham se agachó y pasó su nariz por mi garganta.
—Me gusta que estés celosa. Significa que eres posesiva conmigo. Me siento de la misma manera sobre ti.
Mis ojos se encontraron con los suyos. Nuestras miradas se sostuvieron por un largo tiempo antes que volviera a hablar:
—No. No he dormido con Avery. Nunca le puse un dedo encima. Ella no está feliz por la forma en que manejo una adquisición de empresas.
—Oh.
Se inclinó más cerca, hablando áspero en mi oído.
—Pero hablando de follar. La he tenido dura desde que me dijiste que estabas desnuda. —Con su mano en mi espalda baja, me presionó firmemente contra él. Podía sentir su erección enterrándose en mi cadera.
El hombre estaba atacando todos mis sentidos a la vez; el sonido de su voz necesitada, el olor que era tan masculino y distintivo de él, el toque de sus manos en mi piel desnuda… Dios, quería probarlo. No ayudó la forma en que su cuerpo controlaba al mío mientras arrasábamos fluidamente por la pista de baile, me recordaba lo dominante que probablemente sería en la cama. Había un armario cerrado en algún lugar cercano, estaba segura de ello. Sería tan fácil ceder a él en este momento. Pero en cambio, obligué a mi perra interior a través de la bruma de lujuria que amenazaba con tragarme.
—Tal vez deberías ver a un doctor acerca de eso. Parece que constantemente tienes una erección. ¿Demasiada Viagra, tal vez?
—Puedo asegurarte, que no hay ayuda artificial necesaria para hacer que mi polla se hinche cuando estoy a tu lado, Soraya. Y he visitado a mi doctor recientemente. De hecho, hace algunos días. Tomé algunos consejos de una columnista que sigo y me preparé ante la remota posibilidad que se me permita romper mi voto de celibato. Estoy limpio y tengo los papeles para demostrarlo.
—Suenas ansioso. ¿Los llevas contigo en este momento? —Estaba
bromeando, pero Graham se echó hacia atrás y acarició su bolsillo de la chaqueta donde estaría el bolsillo interior. Me atraganté—. ¿Es en serio? De verdad no los tienes contigo, ¿verdad?
—Por supuesto, es en serio. No hay nada que quiera hacer más que correrme en tu interior. Ni de broma iba a perder una oportunidad por no estar preparado si se presentaba la ocasión. Los he llevado conmigo durante tres días.
Su admisión fue extrañamente encantadora. Otra canción empezó, y bailamos en silencio por un rato, nuestros cuerpos balanceándose al unísono.
Apoyé mi cabeza en su pecho y suspiré.
—Me gusta esto. No lo esperaba, para ser sincera.
Me acarició con su nariz.
—Yo también. Normalmente odio esas cosas.
Mi guardia estaba deslizándose por este hombre. No tardé mucho en
recordar levantarla y protegerme.
Estábamos sentados a una gran mesa redonda preparada para
acomodar al menos una docena de otros invitados. Graham me presentó a las parejas que nos rodeaban a ambos lados, pero algunas de las sillas todavía estaban vacías.
—Entonces, ¿qué haces? Soraya, ¿verdad? —Braxton Harlow se sentó a mi izquierda. Era un caballero viejo, pero guapo, con el cabello plateado que contrastaba con su rostro bronceado. Graham estaba hablando de negocios con el hombre a su otro lado.
—Trabajo para una columnista de consejos. Pregunta a Ida.
—Eres una escritora. Qué maravilloso.
—No exactamente. Es más como que hago recados de mierda para el escritor y algunas veces me da la oportunidad de responder algunas de las cartas que recibimos.
—Ya veo.
—¿Qué haces?
—Soy dueño de una compañía farmacéutica.
—¿Eres un proveedor legal de drogas?
Se rió entre dientes.
—Supongo que lo soy
—¿Eso significa que eres médico?
—Sí.
—Bueno, tal vez puedes hablar con Graham aquí, parece tener un problema médico.
En ese momento, Graham se unió a nuestra conversación.
—Escuché mi nombre. ¿Están hablando sobre mí?
Braxton respondió:
—Soraya estaba a punto de contarme sobre un problema médico que estás teniendo. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Graham?
Graham me miró de reojo y luego tomó lo último de su bebida.
—No lo sé, ¿tratas bolas azules?
Al principio, el hombre pareció confundido, pero rápidamente se convirtió en una risa efusiva. Después de eso, los tres caímos en una conversación fácil. La mano de Graham estaba siempre en el respaldo de mi silla, sus dedos trazando ligeramente una figura de ocho a lo largo de mi hombro desnudo. De hecho, estaba empezando a relajarme y disfrutar, hasta que vi un destello de rojo a través de la mesa. Avery estaba sentada directamente frente a nosotros. Graham y el hombre que la acompañaba hicieron ese asentimiento silencioso que hacen los hombres.
—Parece que vamos a compartir una comida con tu amiga. —Me incliné hacia Graham.
—Ignórala.
Eso era más fácil de decir que de hacer. Sentía su mirada fulminante, incluso cuando no estaba mirando a escondidas. Por algún motivo, la mujer estaba disfrutando haciéndome sentir incómoda. No hizo ningún esfuerzo para hablarle a nadie más en la mesa.
Después de la cena, me disculpé para ir al servicio de señoras. Me encerré en una casilla e intenté averiguar la mejor forma de ir al baño sin zambullir mi costoso vestido en el agua del inodoro, ni tocar el asiento, o dejar caer mi bolsa, o caer hacia adelante mientras me cernía en mis tacones de aguja de doce centímetros. Había pensado que era una tarea mucho más fácil.
El baño había estado vacío cuando entré. Escuché la puerta de entrada abierta, luego cerrada, y luego el clic clac de los tacones se detuvieron en algún lugar cerca de mi casilla. Mi intuición me dijo quién estaba al otro lado. Tomando una respiración profunda, salí y un destello de rojo me asaltó inmediatamente. Avery estaba revistiendo sus labios rojos en el espejo, pero su mirada estaba fija en mí cuando salí.
—Mira si no es el último juguete de Graham Morgan.
—¿Es así como te diviertes? Siguiendo a las mujeres hasta el baño para hablar mal de sus citas.
Se frotó los labios para igualar el color rojo encendido, manchó un pañuelo, y luego tapó su lápiz labial.
—Estoy proporcionando un servicio al género femenino, al advertir a las mujeres sobre ese hombre.
—¿Qué pasa? No te gusta la forma en que maneja sus negocios, ¿así
que necesitas advertirme?
Su boca se extendió en una sonrisa maliciosa.
—¿Eso es lo que te dijo? ¿Que simplemente no me gusta la forma en que maneja sus negocios?
Odiando la sensación de que sabía algo que yo no, no dije nada. En cambio, me lavé las manos y tomé mi propio lápiz labial. Cuando
terminé, ella todavía estaba parada allí. Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Bueno, adelante. Dime lo que te estás muriendo por informarme.
Dio algunos pasos, deteniéndose detrás de mí para estudiar mi reflejo en el espejo. Entonces habló directamente a mis ojos.
—Pensándolo bien, no vales mi tiempo. Eventualmente, lo vas a descubrir por tu cuenta. O tal vez puedes preguntarle a Graham por qué está decidido a destruir la compañía del esposo de mi mejor amiga.
Me tomó un minuto componerme después que Avery saliera. Era una gran perra, no me equivoqué al llamárselo el día que encontré el teléfono de Graham en el tren. Quería atribuir su advertencia a una fiera competencia entre compañías rivales, pero no me sentó bien. Era personal para esa mujer en alguna forma.
Graham me estaba esperando fuera del baño.
—¿Está todo bien? Vi a Avery seguirte.
—Bien. —Forcé una sonrisa. Después de algunos pasos, decidí que
tenía que saber más—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Quién es la mejor amiga de Avery?
Graham se pasó una mano a través de su cabello peinado hacia atrás.
—Su mejor amiga es mi ex, Genevieve.
9 Tinte para el vello púbico.
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
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10-Julio --> Capítulos 18, 19 y 20
11-Julio --> Capítulos 21 y 22
12-Julio --> Capítulos 23, 24 y 25
13-Julio --> Capítulos 26, 27 y 28
14-Julio --> Capítulos 29 y 30
15-Julio --> Capítulos 31, 32, 33
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Bueno despues de todo no es un imbecil sin razon, me gusta mucho como se stan desarrollando las cosas.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
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Edad : 52
Re: Lectura #1 Julio 2017
me gusto el detalle de la rosas y el que halla pagado por el vestido, Graham se está esforzando, y esa Avery tal vez traiga problemas.
yiniva- Mensajes : 4916
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Edad : 33
Re: Lectura #1 Julio 2017
Hola, que tal, ¿les esta gustando la lectura, aqui les traigo los capitulos de hoy
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #1 Julio 2017
Graham
Algo había cambiado después de la visita de Soraya al baño de damas anoche. Antes de eso, estaba siendo usualmente sarcástica, encantando los pantalones de un investigador farmacéutico de sesenta años de edad, solo siendo nada más que quien es. Después, sin embargo, estuvo callada y retraída. Cuando volvimos a su apartamento, no me invitó a entrar, y a su beso le faltaba el fuego habitual que ardía entre nosotros. Asustado de presionar, esperé a ver qué pasaría el día siguiente. Nada había pasado. Y aquí estaba yo, sentado en mi oficina el sábado por la tarde mirando una pila de prospectos. Mi concentración se había ido a la mierda desde que esa mujer invadió mi vida. Tomé mi teléfono, luego lo tiré de nuevo a mi escritorio. A las tres, había repetido el mismo movimiento veinte putas veces. Eventualmente, me quejé conmigo mismo por el tonto que era y digité un rápido mensaje. Graham: Sobrevivimos a los dos eventos. ¿Todavía tenemos un trato? Miré fijo al maldito teléfono hasta que los puntos empezaron a saltar. Mi nivel de ansiedad creció cuando comenzaron, luego se detuvieron, y luego comenzaron de nuevo. Ningún pensamiento era necesario para mensajear que nuestro contrato de exclusividad estaba sellado. ¿Qué estás pensando, Soraya Venedetta?
Soraya: ¿Seguro que eso es lo que quieres? No hubo pausa mientras escribía mi respuesta.
Graham: Es lo que he querido desde el primer día. Estas pequeñas pruebas fueron tu idea.
Soraya: Estoy nerviosa. La llamé, en lugar de jugar a adivinar lo que realmente estás pensando por mensajes de texto. Respondió al primer tono. —¿Qué te dijo? —¿Avery? —¿Quién más? —Ya te lo dije. —Dime de nuevo. Me estoy perdiendo algo. —No recuerdo sus palabras exactas. —Dime lo que recuerdas. —Bueno. Básicamente me acechó mientras orinaba. Luego me dijo que estaba haciendo un tipo de servicio de chica, advirtiéndome de ti. —Sigue. —No fue mucho más. Dijo que yo no valía la pena su tiempo y que me daría cuenta eventualmente. Luego me dijo que te preguntara por qué te empeñaste tanto en destruir la compañía del esposo de su mejor amiga. —Ya te había hablado de Liam y Genevieve. Es un competidor. Se quedó callada por un minuto. —Busqué en Google sobre ti y Liam esta mañana. Sacando una respiración profunda, me recosté en mi silla. —Y…. —Había un montón de artículos sobre cómo estás tratando de hacer una adquisición hostil de su compañía. —Eso es correcto. —Todos los artículos decían que estás pagando el valor del mercado por casi el doble. No sé mucho sobre negocios, pero ¿por qué harías eso, si no fuera para destruir a un hombre porque aún tenías sentimientos por la mujer que te robó? ¿La mujer cuyo nombre está tatuado en tu cuerpo? —¿De eso se trata todo esto? —Estoy nerviosa, Graham. Me siento como si pudieras tragarme entera. —He estado tratando de hacerlo. —Sí, eso también. Pero ya sabes a qué me refiero. —¿Tienes miedo de que vaya a lastimarte? Suspiró. —Sí. —La compañía de Liam posee una participación de veintitrés por ciento en Industrias Pembrooke. El año pasado, compré el veintiocho por ciento de Pembrooke bajo una corporación extraoficial de la que soy el único accionista. Si adquiero la compañía de Liam, viene con sus acciones de Pembrooke. Eso me daría el cincuenta y un por ciento de la propiedad y el control de intereses. Ese interés vale más que el doble de la compañía de Liam. Los analistas asumen que es debido a un rencor desde que él era mi antiguo empleado. —¿Así que ya no estás enamorado de Genevieve? —No. Y si estás preocupada, podrías haber venido a mí, Soraya.
—Lo siento. Supongo que solo estoy totalmente asustada por lo que está pasando entre nosotros. —Como yo. Pero, ¿sabes de lo que me di cuenta? —¿De qué? —Asustados o no, lo que sea que está pasando, va a suceder. Ninguno de nosotros tiene la capacidad de detenerlo. Entonces, por qué no traes tu culo aquí abajo a mi oficina, y me dices en persona que lo sientes por saltar a conclusiones. —¿Es eso un código para saltar a tu escritorio y jugar al jefe y la secretaria? Gruñí. —Trae tu culo aquí abajo. Rió entre dientes. Me alegró que mi constante sufrimiento, al menos, pudiera ser divertido para ella. —No puedo, Morgan. —Deja de joderme, Soraya. —No lo hago. En realidad, no puedo ir. No estoy en casa. —¿Dónde estás? —Ayudando a Delia en una feria. Estamos a pocas horas al norte. Murmuré algo inarticulado. —¿Cuándo vas a estar de vuelta? —En la mañana. El espectáculo no termina hasta después de la noche, y Delia es lo suficiente peligrosa conduciendo en el día. Además, hará cientos de perforaciones hoy en la feria, y tendrá los ojos cruzados para cuando haya terminado. Así que nos vamos a quedar en el hotel al otro lado de la calle del espectáculo. —¿Qué vas a hacer todo el día? —Ayudar. Limpio la zona antes de que ella perfore y sostengo las manos de las gallinas. No estaba seguro de querer saber la respuesta, pero le pregunté de todos modos. —¿Qué vas a limpiar? —Lo normal. Orejas, narices, ombligos, lenguas, pezones, un pene o dos. —Dilo de nuevo. —Es clínico. —Sí, eso me hace sentir mejor acerca de que limpies la polla de un hombre. Estoy seguro de que Delia tiene su Certificado en Medicina.
—Relájate. No es la gran cosa. —Sí. Tienes razón. —¿La tengo? —Seguro. —Cubrí parcialmente el teléfono y grité a mi secretaria, quien no estaba hoy—. ¿Elizabeth? ¿Puedes venir aquí un minuto? —¿Elizabeth? ¿Es tu nueva secretaria? —Sí. Voy a lavar sus tetas. Soraya se rió entre dientes. La mujer se rió de mí. De nuevo. —¿Qué es tan gracioso? —He visto en persona cómo tratas a las secretarias. Estoy bastante segura que no te dejaría lavar sus pies, mucho menos sus tetas. Por desagracia, probablemente tenía razón. —¿Cuándo te veré? —Mañana por la noche. —De acuerdo. —Te recogeré a las seis. —Funciona para mí. Tengo que irme. Un tipo grande y tatuado entró al stand de Delia. Por lo general, son los que más necesitan agarrar las manos. —Maravilloso. Ahora voy a imaginarte frotando la polla de un musculoso mientras él te come con la mirada y se pone duro. —Tienes una imaginación muy vívida. —Mañana. Soraya. —Hasta luego, Trajeado. Unos minutos después de colgar, mi teléfono zumbó con un texto de ella. Soraya: Sí, tenemos un trato. Necesitaba alejarme de esa mierda con Avery, mostrarle que no había nada que temer cuando se trataba de mí. Incapaz de concentrarme en cualquier cosa que no fuera ver a Soraya esta noche, salí de la oficina temprano, lo que parecía ser la norma últimamente. Si no fuera el dueño de la compañía, ya habría despedido mi culo. De regreso a mi condominio, conseguí cortar las verduras para la pasta primavera que estaba planeando hacer. Yo no era un cocinero gourmet de ninguna forma, pero podía hacer una buena pasta al dente. Le había enviado un mensaje a Soraya antes para hacerle saber que había un cambio de planes; iba a cocinar para nosotros en mi casa. Se sentía como el cambio 88 correcto después del fiasco de la gala. Necesitaba dejarla entrar en mi espacio y mostrarle más de mi lado casual. Acababa de encender la televisión montada en la pared de mi cocina, seleccionado un espectáculo de la lista de DVR cuando sonó el teléfono. Soraya llamando. Agarré una toalla para limpiar mis manos antes de responder. —Hola, preciosa. —Hola… —Hizo una pausa—. ¿Qué es esa música en el fondo? —La televisión. Mierda. Tratando frenéticamente de bajarle el volumen, pronto me di cuenta de que el control del volumen no estaba funcionando. Mi factor de genialidad estaba a punto de caer en picado. —¿Era esa la secuencia de apertura de Hospital General? —No —mentí. —Sí, lo era. Joder. Atrapado en el acto. Me reí culpablemente. —Está bien, lo era. Me atrapaste. —¿Ves telenovelas? —Solo esta. —Y aquí pensando que no teníamos nada en común… Me aclaré la garganta y me rendí a la vergüenza. —¿Tú también la ves? —En realidad, solía… ya no tanto. —Nunca me metí en eso hasta que mi madre se enfermó cuando estaba en la secundaria. Ella estaba obsesionada con HG. Cuando estaba acostada en la cama, me acurrucaba con ella a las tres de la tarde y la acompañaba hasta que terminaba. Terminaron interesándome algunas historias y seguí viéndolo después de que muriera. Me recuerda a ella. Se quedó callada y luego dijo: —Graham… eso es… vaya… yo… eso es realmente precioso. Sintiéndome de repente emocional, cambié rápidamente el tema. —¿A qué se debe esta llamada telefónica? —Quería saber si podía llevar algo. —Nada más que tu hermoso trasero, nena.
—En serio. Quiero llevar algo. —Lo tengo cubierto. —Bueno. Vino entonces. Chica terca. —Mi chofer te recogerá en una hora. —De acuerdo. Me detuve un momento y luego susurré su nombre. —Soraya… —¿Sí? —No puedo jodidamente esperar a verte. Estaba tan inmerso en organizar nuestra mesa, que había olvidado hacerle saber al portero que solo enviara a Soraya directamente arriba. Cuando llamó para notificarme de mi visitante, decidí meterme un poco con ella. —Por favor, ponga a la señorita Venedetta en el teléfono —dije. Vino a la línea: —¿Sí? —Mi pene se estremeció ante el sonido de su voz. Soraya ni siquiera estaba enfrente de mí, pero solo saber que estaba abajo estaba poniéndome duro. —¿Cómo puedo ayudarla, señorita? Se rió. —¿Esto es el Hospital General? Pequeña sabelotodo. —Si interpretas a una enfermera traviesa, puede ser. Devuélvele el teléfono y trae aquí tu culo. Cuando el portero regresó a la línea, le di instrucciones de que le mostrara los ascensores a Soraya. Su golpeteo era rítmico y alto, y Blackie inmediatamente empezó a ladrar. Hablé con mi perro mientras caminaba hacia la puerta: —Sí. Sí. Solo espera a que la veas. Mi corazón empezó a bombear más rápido al momento en que abrí y divisé la belleza impresionante que parecía. Su cabello estaba suelto, pero tenía un aire salvaje y ondulado. Los extremos todavía eran verdes, y usaba una blusa de color esmeralda sin mangas, pero cubría todo su escote. Había un lazo atado en la parte superior. Los impecables pantalones negros parecían haber sido pintados en sus piernas. En general, era un conjunto coquetamente conservador comparado con su atuendo habitual. Sus labios normalmente rojos brillantes también estaban desnudos como si supiera que los estaría comiendo más tarde. Luchando duro para contenerme de acosarla, coloqué mis manos a regañadientes en mi costado. Prometí no tocarla o besarla aún, temiendo que no podría ser capaz de detenerme. Así que, iba a refrenarme tanto como pudiera. Esta noche era para mostrarle que podía confiar en mí. Abalanzarme en ella afuera de la puerta lo negaría. —Entra. —Tomé una larga inhalación de olor floral cuando entró en la habitación. El perro inmediatamente empezó a saltar por encima de ella —Déjala en paz, Blackie. Viéndose divertida, me entregó una botella de vino que llevaba, se agachó y lo levantó. Blackie estaba lamiéndola por toda la cara. Maldición, quería eso. Quitándole el perro, dije: —Y tú pensaste que sería yo el que tendrías encima. —Está siendo muy bueno, señor Morgan. —Estoy tratando —dije con sinceridad. Ella cubrió su boca: —¡Oh, por Dios! Blackie. Acabo de caer en cuenta. ¡De Hospital General! Se llama así por ese Blackie. —Es correcto. Señaló mi rostro: —No estás avergonzado, ¿verdad? —No. —¡Porque tus orejas se están poniendo rojas! Mierda. —Creo que es dulce, Graham, especialmente que el programa te recuerda a tu madre. Gracias por compartir eso conmigo. —No creo haberle dicho a nadie sobre eso. Tienes una forma de volverme papilla, Venedetta —Bien. —Sonrió. Rodeando mis palmas lentamente, dije: —Ya que estamos en el tema. Vamos a ver qué tan bueno es tu conocimiento de Hospital General. Ella lanzó la sonrisa más linda de nuevo cuando aceptó mi reto: —Adelante. —Hay una cosa más sobre mí; un identificador importante; que tiene una conexión con Hospital General. —¿Qué consigo si acierto correctamente? —Un beso especial de mí después. —Oh, ¿sí? Uno especial, ¿eh? —Te daré una pista. —Está bien. —Rima con órgano. —Oh, esa línea de nuevo. Está bien… Morgan… tu apellido. —La comprensión pareció golpearla—. ¡Eso es! Oh Dios mío. ¡También ese nombre es de Hospital General! —La conexión del apellido es pura coincidencia, por supuesto, pero la J de mi segundo nombre es por Jason. Ella asintió con comprensión: —Jason Morgan… ¡como el personaje! —Mi madre pensó que era brillante. —Tu madre suena como que era muy inteligente. —Ella era… inteligente, graciosa, brillante, llena de vida… muy parecida a ti, de hecho. —Caminé hacia el mostrador de granito y abrí el Sauvignon blanc que había traído. Entregándole su copa de cristal, dije—: ¿Puedo mostrarte alrededor? Tomando nuestro vino, dimos un recorrido por el condominio. A Soraya le encantaba particularmente la chimenea eléctrica en mi dormitorio. No podía esperar para follarla justo delante de ella algún día. Finalmente dimos la vuelta alrededor de la sala y nos detuvimos enfrente de la ventana de piso a techo con vistas al horizonte de Manhattan. Ella vio las espectaculares luces de la ciudad: —Siempre soñé con tener una vista como esta. Mientras tanto, yo no estaba viendo nada más que a ella: —Esta vista es tuya. Te puedes venir aquí cuando quieras. —Puedo venirme aquí, ¿eh? —No lo quise decir así. —Oh, lo sé. Estás extrañamente cortés y políticamente correcto esta noche. ¿Qué se te metió, Graham Jason Morgan? —¿No me quieres cortés? Estoy tratando de no joder nada esta noche. Después de lo que pasó en la gala…
—Estás bien. Eres bueno tal como eres. Me encanta lo sincero que siempre eres conmigo sobre tus pensamientos y sentimientos. —Se agachó y agarró mi suéter de lana, haciendo que mi polla doliese. Me sentí desenredarme muy rápidamente mientras ella seguía—. De hecho, prefiero la sinceridad franca que cualquier otra cosa. Siempre quiero que me digas la verdad, incluso si tienes miedo de que me pueda ofender. No creo que entiendas cuánto necesito la verdad. —No creo que entiendas cuánto te necesito. —Ahora que sus manos estaban sobre mí, era hombre muerto—. Y te daré todo lo que necesites. ¿Quieres la verdad absoluta? —Sí. Dime lo que quieres. —¿De qué manera? ¿En la vida? ¿Ahora mismo? Sé específica. —¿Qué quieres realmente en este mismo momento? —¿No vas a criticarme por mi respuesta? —Mientras sea realmente lo que estás pensando… no. Mi voz era gruesa: —Quiero tu lengua en mi polla. Síp. Había perdido el control. Sus pestañas parpadearon seductoramente: —¿Qué más? —Después de que me tomes en tu boca, quiero desnudarte y comer tu coño justo antes de que te folle por detrás con tus manos pegadas contra la ventana. —¿Luego qué? —Quiero correrme dentro de ti. —¿Luego? —Luego… comeremos pasta en la cama desnudos. Ambos soltamos risas antes de que todo se volviera serio de nuevo. Ella miró a mi sala: —¿Cuándo se puso tan oscuro todo de repente? —No lo sé. No me he dado cuenta de mucho más aparte de ti desde que entraste por esa puerta. Esa es la verdad. —Gracias por ser sincero conmigo, Graham. Fue lo último que ella dijo antes de colocar sus dedos en el lazo de su escote, desatándolo lentamente. Bueno, joder. Al parecer esta fue la recompensa por mi sinceridad. Desabrochó los botones, y su blusa de satén cayó al suelo. Cuando desabrochó su sostén de encaje negro desde el frente, sus tetas surgieron. A pesar de que estaba oscuro, las luces de la ciudad dejaron entrar la suficiente iluminación para que pudiera ver sus pezones fruncidos por el aire frío. Dejando escapar una respiración temblorosa, dije: —Déjame calentarte. —Me agaché y chupé su pecho sin piedad en mi boca. Soltó un gemido al segundo en que mis labios tocaron su piel. Soraya enterró sus dedos en mi suéter, tirando y sacándolo sobre mi cabeza. Presionando mi pecho desnudo en el suyo, tomé su lengua en mi boca y chupé lentamente. Mi polla, ahora completamente dura, estaba estallando a través de mis vaqueros contra su estómago. Entonces, la sensación de su pequeña mano deslizándose sobre mi entrepierna borró el último pedazo de control dentro de mí. De repente se dejó caer de rodillas. Estaba terminado. Mi corazón parecía estar latiendo más rápido de lo que podía manejar cuando desabrochó y tomó mi polla. Sentí que el tiempo se detuvo cuando me miró y deslizó su anillo de la lengua en círculos lentos a través de mi corona que ya estaba mojada y lista para su boca. Mi cabeza pareció caer involuntariamente de la sensación que solo podía describirse como éxtasis absoluto. Esto. Esto era el cielo. Cuando de repente bajó su mandíbula, tomándome por completo, mis bolas se tensaron en un intento desesperado por no correrse de inmediato bajando por su hermosa garganta. Me di cuenta que estaba en un problema más grande de lo que alguna vez había imaginado, porque no había forma en que pudiera dejarla ir ahora que sabía cómo se sentía. Todo en lo que podía pensar era que no podía esperar a estar adentro de ella, que quería reclamar cada centímetro de ella, cada orificio. Quería poseerla, pero la verdad era que… ella me poseía. Estaba tan jodido. —Despacio, bebé. Mi teléfono celular empezó a sonar. Mierda. No había forma en el infierno en que estuviera respondiendo eso. Cuando el teléfono de la casa empezó a sonar inmediatamente después, mi estómago cayó porque sabía que era mi abuela. Meme era la única persona que tenía mi número de teléfono fijo. El contestador automático lo tomó. —¿Señor Morgan? Soy Cambria Lynch, la trabajadora social de su abuela. Tuvo una caída muy mala hoy y está en el Hospital Westchester. Le estoy llamando informarle. —El resto del mensaje sonaba ahogado. Soraya soltó mi polla de su boca y saltó hacia atrás cuando procesó las palabras en el contestador automático. Corrí al teléfono y lo levanté, pero Cambria ya había colgado. Metiéndome de nuevo en los pantalones, estaba en una niebla completa cuando volví a mirarla: —Tengo que dirigirme al hospital. Soraya empezó a ponerse su ropa frenéticamente: —Voy a ir contigo. Prácticamente tropecé sobre Blackie, que al parecer estaba alterado, porque estaba montando su juguete en el suelo. Recé para que una de las mejores noches de mi vida no se convirtiera en una de las peores.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya
Tuve el estómago revuelto todo el trayecto hasta el hospital. Pobre Graham. La preocupación en sus ojos era evidente mientras seguía con la mirada perdida hacia delante. Su conductor había tomado el resto de la noche libre, por lo que Graham nos llevó en su BMW al Westchester. Puse mi mano en su pierna. —Va a estar bien. —Sí —dijo, sin apartar la vista de la carretera. Una hora después, llegamos al Hospital Westchester. Graham tomó mi mano mientras nos dirigíamos hacia la entrada. —Mi abuela está aquí. Lil Morgan. ¿Dónde puedo encontrarla? — preguntó Graham a la mujer en la recepción. —Habitación 257 —contestó. El viaje en ascensor fue extremadamente tenso. El olor a antiséptico del hospital me hizo enfermar del estómago. Cuando llegamos a la habitación, un médico y una enfermera estaban de pie junto a la cama de Lil. Inmediatamente la reconocí como la anciana con el cabello azul de las imágenes en el teléfono de Graham. Mi corazón se abrigó por la forma en que sus ojos se iluminaron cuando lo vio. —Graham. ¿Quién te dijo que estaba aquí? —Cambria llamó. ¿Estás bien? —No quería que te preocupara. —Hizo lo correcto. ¿Qué pasó? —No lo recuerdo. Me resbalé y caí, pero no sé cómo sucedió. Están diciendo que me rompí la cadera. El doctor de sexo masculino le tendió la mano. —Sr. Morgan, soy el Dr. Spork. —Doctor, ¿podemos hablar fuera por un momento? —Por supuesto. 96 Graham salió de la habitación con el médico y la enfermera los siguió. Me habían dejado sola con Lil. Todavía había estado mirando hacia la puerta cuando su voz me sobresaltó. —Tú debes ser Soraya. Me descolocó que supiera mi nombre, que él me hubiera mencionado. —Así es. Es un placer conocerte, Lil.
—Sonreí y me senté en la silla junto a su cama. —Ahora puedo ver por qué está tan prendado de ti. Tienes una belleza oscura y natural que es rara de encontrar. —Muchas gracias. Su voz sonaba cansada y débil. —Graham es muy reservado. Tal vez nunca me dará la oportunidad de estar a solas contigo de nuevo, así que perdóname si te estoy soltando una gran cantidad de cosas a la vez... Tragué saliva, no esperaba un interrogatorio. —Está bien. —Sé que, a veces, mi nieto puede ser un absoluto imbécil. Dejé escapar el aliento que había estado sosteniendo y reí. —Sí. Lo descubrí bastante rápido cuando nos conocimos. —Y oí que le diste un mal rato. —Lo hice. —Bien. Pero sabes, él no es así realmente en el fondo. —Estoy empezando a verlo. —Cuando su madre murió lo interiorizó todo. Le tomó mucho tiempo salir por ahí, y la única vez que corrió el riesgo se quemó. —¿Genevieve? Lil parecía sorprendida. —Así que, te ha hablado de ella... —Bueno, sé un poco. Sé que ahora ella está con su ex amigo, Liam. —Sí. Esa situación fue mala. En muchos sentidos, deshizo cualquier progreso que había hecho después que mi hija Celia murió. Sinceramente, no estaba segura si Graham alguna vez abriría su corazón a alguien nuevamente. Pero tengo la sensación de que podría estar sucediendo contigo. Oírla decir eso me hizo sentir como que mi corazón iba a estallar. —No sé qué decir.
—No tienes que decir nada. Solo quería asegurarme que supieras que hay mucho más de lo que él muestra. Parece que sabes más de lo que pensaba que sabías, lo cual es bueno. Solo no permitas que te convenza de que es irrompible. —Tengo más miedo de que él me quiebre a mí, para ser honesta. —No tengas miedo de salir herida. Es mucho mejor que no experimentar nada trascendental. Incluso la alegría temporal es mejor que nada en absoluto. Tienes miedo de resultar herida como yo tengo miedo de morir. Eso no quiere decir que no voy a vivir cada día al máximo. Puse mi mano sobre la suya. —Gracias por ese consejo. Graham entró en ese momento exacto. —Oh, oh. Me huele a que se está armando lío. El rostro de Lil se iluminó una vez más cuando entró en la habitación. —Aunque me gustaría que no hubieras venido hasta aquí, estoy muy feliz de haber conocido a Soraya. Espero no arruinar tu noche. —No. Solo estábamos... comiendo pasta. —Me miró brevemente e intercambiamos una mirada de complicidad. —¿Qué te dijo el médico sobre mí? —preguntó Lil. —Cree que necesitas una cirugía de cadera. Te van a mantener aquí por un par de días, luego te pasará a un centro de rehabilitación. Voy a trabajar con Cambria para asegurarme que te pongan en un centro de primera calidad. —No quiero que te estreses por mí. —Podrías haberte golpeado la cabeza. Ni siquiera recuerdas cómo sucedió. Por supuesto que estoy preocupado. Me alegro que no haya sido peor, Meme.
—Yo también —dije. Nos sentamos con Lil por otra hora antes de regresar a la ciudad. Graham puso música clásica y permanecimos completamente callados durante el viaje. Cuando finalmente entró en Manhattan, fui la primera en hablar. —¿Estás bien? —Sí... estoy bien. Es solo que... —¿Qué? —Simplemente me golpeó más que nada esta noche que ella es la única familia que tengo. Mi madre era hija única. Mi abuela es literalmente... eso. Cuando ella muera, no voy a tener a nadie más. Es solo un tipo de pensamiento sombrío.
—Algún día tendrás tu propia familia. Me tomó por sorpresa con una pregunta que no vi venir. —¿Quieres hijos, Soraya? Solo podía darle la respuesta honesta. —No estoy segura. —¿No estás segura? —No puedo decir que estoy cien por ciento segura. Espero estar segura en el momento en que tenga que tomar una decisión. —¿Las dudas que estás teniendo son debido a la situación con tu padre? —En parte. Aunque, en realidad no lo he analizado demasiado. Es solo que no me siento absolutamente segura de que la maternidad sea para mí. Lucía pensativo con mi respuesta. Tal vez no era lo que quería oír, pero no quería mentirle. Era la forma en que siempre me había sentido. Mirándolo, le pregunté: —¿Me vas a llevar a casa? —No planeaba hacerlo. —Una mirada de decepción se apoderó de su rostro—. ¿Por qué... quieres ir a casa? —Solo pensé que tal vez con todo lo que pasó con Lil... —¿Pensaste que me gustaría estar solo? No. No quiero estar solo, Soraya. Estoy cansado de estar solo. Te quiero en mi maldita cama esta noche. No tenemos que hacer nada. Yo... solo quiero abrazarte mientras me quedo dormido. Es lo que quiero si está bien para ti. A pesar que me daba miedo, no quería nada más. —Está bien. Sí. Graham nunca tuvo la oportunidad de cocinar su plato de pasta. Ya que era tarde, nos detuvimos por comida para llevar en Szechuan y la llevamos arriba a su apartamento. Pasamos los contenedores de papel de ida y vuelta el uno al otro mientras estábamos sentados con las piernas cruzadas sobre el piso de su sala de estar viendo Hospital General. —Podría acostumbrarme a esto —dijo, sorbiendo un fideo en su boca. Un encanto atípicamente juvenil brilló en su rostro en ese momento. Mi corazón se encogió. Esta noche era la primera vez que realmente me di cuenta que las cosas entre nosotros se estaban tornando serias. Por mucho que su pregunta acerca de si quería niños me había sacudido antes, me di cuenta que no había vuelta atrás. Necesitaba ver a dónde nos llevaba la marea. Como dijo Lil, sería mejor salir herida que nunca conocerlo. Después de limpiar, Graham me condujo en silencio a su dormitorio. Observé mientras se sacaba el jersey por la cabeza. Admirando el tatuaje que Tig había grabado en el costado de Graham, me lamí los labios, deseando desesperadamente probar su piel. Se dirigió al baño y volvió con pantalones de pijama negros. Luego me lanzó una camiseta azul. —Quiero que duermas con mi camiseta. Observó con atención mientras me desabrochaba la blusa. Su boca parecía que estaba babeando, y sus ojos estaban pegados a mi pecho mientras pasaba la camiseta sobre mi cabeza. Me metí en su enorme cama, mi cuerpo de inmediato se hundió en el mullido colchón, un colchón de espuma de memoria. Esta cama era adecuada para un rey o para Morgan. Se puso detrás de mí y envolvió mi cuerpo con sus brazos. Su respiración se ralentizó, y me di cuenta que se estaba quedando dormido, tranquilo como un bebé. Pronto lo seguí. Eran las cuatro a.m. cuando algo me despertó. Graham estaba girado hacia mí, con los ojos abiertos. —Me encanta verte dormir. Mi voz estaba atontada. —Si hubiera sabido que me estabas mirando, no hubiera podido hacerlo. Se rió entre dientes. —¿Qué te despertó? —No lo sé. Tal vez fue solo mi intuición. —¿Sabes lo que pienso? —¿Qué? —Creo que querías mirar debajo de la manta. —Y yo que pensaba que el sucio bastardo que hay en ti había tomado la noche libre. —Nunca. Siempre está aquí, incluso cuando está en silencio. —Se rió, y su sonrisa casi me derritió. Cerró sus dedos con los míos—. En serio, aunque, creo que algo te está agobiando. —¿Cómo lo sabes? —Tus ojos. —Tu abuela me dijo que no debería tener miedo de salir lastimada. —Es una mujer sabia. Deberías escucharla. ¿Pero puedo decirte un secreto?
—Sí. —Me aterras, Soraya. —Siento lo mismo. —Pero esa es la razón principal por lo que lo sé. —¿Sabes qué? —Que esto podría ser de verdad. De verdad. —Tengo que aprender a dejar de preocuparme por el mañana, simplemente disfrutar el ahora —susurré. Graham llevó mi mano a su boca y la besó. —Nadie sabe lo que ocurrirá de un día para el otro, pero si el mundo se fuera a terminar mañana, no hay lugar en el que preferiría estar que aquí contigo. Eso me dice todo lo que necesito saber. Cuando presionó sus labios en los míos, se sintió diferente a cualquier otra vez en que me besó, más apasionado, casi desesperado. Se sentía como si estuviera liberando en mí toda la tensión acumulada en su cuerpo. Lo que comenzó lento y sensual pronto se volvió salvaje y frenético. Sin poder controlar la necesidad por él, tomé una decisión consciente para dejar de lado todas mis inseguridades, incluso si era solo por este momento en el tiempo. Aquí, en esta cama, me sentía segura. Eso era lo único que importaba. Como si pudiera leer mi mente Graham pasó por encima de mí, fijándome con sus brazos a cada lado. Se cernió sobre mí durante mucho tiempo, mirando fijamente mis ojos. Parecía estar conteniéndose, pidiendo permiso. Así que, asentí en silencio, dejándole saber que me atrevería a lo que sea que él me tenga reservado. Cerró los ojos por un momento y luego los volvió a abrir. Nunca apartó sus ojos de mí mientras su amplia mano empezó a deslizar lentamente mi ropa interior. Ahuecó su mano entre mis piernas mientras latía, tan húmeda y lista para él. Apretó su mandíbula.
—Maldición, Soraya. Necesito estar adentro de ti. Ahora. —Con sus bóxer todavía puestos, colocó su polla contra mí. Apreté su trasero, empujándolo contra mi clítoris, tan increíblemente excitada. Se quitó la ropa interior, y ahora su polla desnuda se sentía caliente contra mi estómago. Abriendo mis piernas tanto como podía, no pude esperar ni un segundo más. Sujetando su eje, lo llevé a mi apertura. Poco preparada para su grosor, jadeé antes de meterlo suavemente en mí. —Oh... mierda... te sientes... mierda... —murmuró contra mi boca mientras se movía lentamente dentro y fuera. Echó su rostro hacia atrás para mirarme. Sus pupilas estaban dilatadas mientras seguía mirándome a los ojos casi hipnóticamente con cada empuje. Ningún hombre me había mirado de esa manera durante el sexo. Me estaba follando, en cuerpo y alma, y simplemente supe que esto me iba a arruinar para siempre. La habitación estaba completamente en silencio. No podía oír nada, excepto el sonido de nuestro húmedo golpeteo excitado, mientras me follaba tan profundamente como podía. Sus manos estaban tirando de mi cabello más fuerte, y cuando su respiración se volvió desigual, supe que estaba perdiendo el control. —Voy a venirme con tanta fuerza, Soraya. —Apretó los dientes—. Tan malditamente... fuerte. Esas palabras fueron lo único que hizo falta mientras sentía mis músculos palpitar alrededor de su polla. Pudo sentir mi orgasmo y finalmente dejarse ir. Sus caderas corcovearon mientras me follaba con más fuerza, dejando escapar un gemido antes de correrse dentro de mí. Colapsando, besó suavemente mi cuello una y otra vez, permaneciendo dentro de mí durante mucho tiempo. Cuando finalmente salió, pude sentir su esperma caliente corriendo lentamente por la cara interna de mis muslos. Nunca había sabido lo que se sentía porque nunca antes había dejado que un hombre se corriera dentro de mí. No era virgen, pero de alguna manera se sentía como mi primera vez de verdad, mucho más íntimo e intenso que todo lo que había hecho alguna vez con alguien. Se sentía como si debiera haber querido correr a la ducha, pero era justo lo contrario. Quería que los restos de él permanecieran dentro de mí.
Me besó suavemente hasta que poco a poco me volví a dormir, preguntándome si algo que alguna vez pude evocar en mis sueños superaría la realidad de lo que acababa de experimentar. Al día siguiente en el trabajo, una niebla completa y absoluta me siguió durante todo el día. Nada de lo que Ida decía se registró.
Mi mente continuaba reproduciendo los acontecimientos de la noche anterior. Las pocas horas antes de poder verlo de nuevo, parecían una eternidad. Se sentía como una adicción a las drogas, por amor de Cristo. Supuse que había estado tranquilo todo el día hasta que comprobé la cuenta de correo electrónico Pregunta a Ida.
Estimada Ida, Este es el anterior Célibe en Manhattan. También puede ser que me recuerdes como Arrogante Trajeado. Pensé que sería educado ofrecerte una actualización de mi situación, en vista que has sido de gran ayuda hasta el momento. La buena noticia: Estoy 102 feliz de decir que ya no soy célibe. La mala noticia: Ahora que la he tenido, quiero estar dentro de ella cada segundo del día. No puedo dejar de pensar en follarla en todas las maneras posibles. Me preocupa que con el tiempo pueda cansarse de mi insaciable apetito. Por lo tanto, mi pregunta para ti es: ¿Existe tal cosa como demasiado sexo? —Follado En Manhattan
Estimado Follado en Manhattan: Felicidades por terminar su celibato. Supongo que la respuesta a su pregunta depende de lo bueno que seas en la cama. Suponiendo que su rendimiento sea favorable (lo cual sospecho que es), no creo que vaya a tener un problema. También, podría cambiar su presunción de asumir que su chica encontraría desfavorable una sobreabundancia de sexo. No hay que subestimar la voraz libido de una mujer.
Esa noche, se suponía que Graham llamaría para decirme a qué hora me recogería su conductor para llevarme al apartamento. No era propio de él estar hasta tan tarde sin llamarme. Mi lado paranoico tomó lo mejor de mí, mientras tomaba el teléfono y marcaba su número. Respondió. —Soraya... —El tono de su voz sonaba hosco. ¿Qué demonios? —He estado esperando tu llamada. ¿Está todo bien? Dejó escapar una respiración profunda en el teléfono. —No. Me temo que no. Mi corazón empezó a palpitar. —¿Qué está pasando? —Acabo de recibir una noticia hace un rato. —¿Noticia? —Es Liam. —¿Tu ex amigo? El marido de Genevieve. ¿Qué hay con él? Hubo un largo momento de silencio. —Está muerto.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #1 Julio 2017
Esto se pone muy interesante.
Gracias por el capi!!
Gracias por el capi!!
-Tú eres mi perfección. Soy todas esas cosas por ti. -dijo sacudiendo su cabeza a lo que él consideró como una seria confusión-. Existo por ti, Nina. Este ser mortal tan precioso para el Creador del Universo que permitió mi existencia. Dime que eso no es increíble.
--Jared Ryel--
Loam- Mensajes : 1208
Fecha de inscripción : 12/12/2015
Edad : 28
Re: Lectura #1 Julio 2017
Que tiene que ver Liam en toda esta historia... y mas ahora que esta muerto... ahora tendremos un giro redondo, en donde la Ex sera protagonista y Soraya quedara momentáneamente en el pasado?
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #1 Julio 2017
Chicas bonitas !!
Paso a desearles que tengan un excelente fin de semana.
Gracias por continuar con nosotras.
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Re: Lectura #1 Julio 2017
Lo mas probable es que la ex se acerque ahora y van a empezar los dramas...pfff soraya aguanta nomas.
Gracias verito.
Feliz fin de semana para todas y gracias por acompañarnos en esta lectura.
Mañana sabremos que va a pasar....
Gracias verito.
Feliz fin de semana para todas y gracias por acompañarnos en esta lectura.
Mañana sabremos que va a pasar....
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Julio 2017
Justo ahora que están llevando las cosas más lejos y que dejaron atrás sus miedos pasa esto, hay que esperar a ver como los afecta la muerte de Liam
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya
El ansioso sentimiento que había tenido después de hablar con Graham
anoche me había llevado a dormir. Me volteé y volteé toda la noche,
incapaz de acomodarme. Por la mañana, estaba francamente ansiosa.
Graham había dicho que iría a la oficina para trabajar en un negocio anoche.
Había planeado hacerse cargo de la compañía de Liam a través de maniobras
de negocios inteligentes, pero no tenía intención de aprovechar la muerte
del hombre para conseguir lo que quería. Aunque eso no detendría a otros.
Los buitres, dijo, estarían apareciendo a primera hora de la mañana cuando
la noticia saliera. Graham iba a congelar de alguna manera a otros de tomar
ventaja y a posponer su propia toma de posesión planeada.
Me decepcionó que no estuviera en nuestro tren habitual, aunque en
realidad no esperaba que lo estuviera.
Soraya: ¿Cómo estás esta mañana?
Graham: Cansado. Todavía estoy en la oficina.
Soraya: ¿Quieres decir que te quedaste allí toda la noche?
Graham: Lo hice.
Soraya: Lo siento. Debe ser difícil para ti. ¿Hay algo que pueda
hacer?
Graham: Solo quédate ahí por mí, por favor. Estaré inundado por
unos días.
Si no estaba claro qué tan afectado estaba Graham por las noticias, su
respuesta solidificó que no era él mismo. No me había sugerido que me
arrastrara bajo su escritorio o que abriera las piernas cuando le pregunté si
había algo que pudiera hacer.
Soraya: Por supuesto.
Al llegar a mi parada, salí del tren y comencé mi habitual rutina
matutina de detenerme en el camión de café Anil’s. Después de hacer mi
pedido, un pensamiento me golpeó.
—¿Puedes hacer dos cafés y también dos bagels con mantequilla y dos
jugos de naranja? —No era exactamente gourmet, pero me haría sentir
mejor hacer algo por él. El hombre me había seguido y enviado comida india
porque pensó que me gustaba; un bagel y café era lo menos que podía hacer.
Volviendo a la estación, llamé a Ida y le dejé un mensaje de que llegaría
tarde y luego salté al tren A. Veinte minutos más tarde, llegué a Morgan Financial Holdings. Saliendo del ascensor en el piso veinte, las letras
doradas sobre las puertas de cristal de repente me pusieron nerviosa. Había
empezado a acostumbrarme a las mariposas que tenía alrededor de
Graham, pero estar en su campo, en la arena donde sabía que gobernaba
con puño de hierro, me hacía sentir intimidada. Y odiaba eso.
Cuadré los hombros y caminé hacia la recepcionista. Era la misma
joven pelirroja del día en que traje su teléfono.
—¿Puedo ayudarle?
—Sí, me gustaría ver a Graham.
Me miró de arriba abajo.
—¿Graham? ¿Se refiere al señor Morgan?
—Sí. A Graham J. Morgan.
—¿Tienes cita?
No esta mierda otra vez.
—No. Pero querrá verme. Si puede decirle que Soraya está aquí.
—El señor Morgan no quiere ser interrumpido.
—Mira. Sé que tienes un trabajo. Y a juzgar por nuestras interacciones,
probablemente seas incluso buena en él. Pareces hacer un gran trabajo en
despedir a la gente. Pero, confía en mí, no te meterás en problemas por
interrumpirlo para decirle que estoy aquí.
—Lo siento... él fue muy específico...
Oh por el amor de Dios.
—Estoy acostándome con él, ¿de acuerdo? Dile a Graham que estoy
aquí, o pasaré delante de ti de todos modos.
La mujer parpadeó dos veces.
—¿Disculpe?
Me incliné.
—Ya sabes, él inserta...
—¿Soraya? —La voz de Graham me impidió continuar con mi lección
de anatomía. Estaba bajando por el pasillo hacia mí, dando pasos largos.
Me volví y esperé, en lugar de caminar para encontrarme con él. Maldita sea.
Llevaba esos anteojos otra vez—. Qué linda sorpresa.
—Tu recepcionista no pareció pensar así.
Graham arqueó una ceja, su labio insinuando diversión, luego se volvió
hacia su empleada con su máscara de negocios.
—La Srta. Venedetta no necesita cita. —Me miró y se volvió a su
recepcionista—. Nunca.
Tomó mi codo y me condujo por el pasillo de donde acababa de salir.
La mujer sentada en el escritorio fuera de su oficina se paró cuando nos
acercamos.
—Cancela mi llamada de las nueve a.m., Rebecca.
—Es Eliza.
—Lo que sea.
Cerró la puerta detrás de nosotros y en ese mismo momento, estaba
contra él y Graham selló su boca sobre la mía. La bolsa de papel marrón
que llevaba los bagels cayó al suelo, mis dedos necesitando doblarse en su
cabello. Me besó largo y duro, su lengua haciendo esa danza agresiva con la
mía mientras su cuerpo duro me aplastaba contra la puerta. La
desesperación de su necesidad me excitó instantáneamente. Alzando la
mano, levantó una de mis piernas, permitiéndole presionarme más
profundamente en el lugar correcto. Oh Dios.
—Graham.
Él gimió.
—Graham.
Mi mano sosteniendo el café empezaba a temblar.
—Voy a dejar caer los cafés.
—Entonces déjalos —murmuró contra mis labios y luego su lengua
estaba de nuevo buscando.
—Graham. —Reí en nuestras bocas juntas.
Soltó un suspiro frustrado.
—Te necesito.
—¿Puedes dejarme desayunar los cafés y quizás echar un vistazo a tu
oficina antes de que me maten?
Apoyó su frente contra la mía.
—¿Me estás preguntando o me lo estás contando?
—Considerando que suena como si la respuesta fuera no si es una
pregunta, te lo estoy diciendo.
Gimió, pero dio un paso atrás.
—Me encantan las gafas, por cierto. No estoy segura si te lo dije la otra
noche cuando las llevaste a Tig's.
—Tiraré mis contactos.
Me acerqué a su escritorio, dando mi primera mirada alrededor de su
oficina mientras dejaba los cafés. Las ventanas de piso a techo daban al
horizonte de Manhattan en dos lados de su oficina de la esquina. Había un
gran escritorio de caoba colocado en un ángulo que daba a una pared de cristal. No había una, sino dos elegantes computadoras una junto a la otra
en su escritorio. La parte superior del escritorio tenía varios archivos de
casos esparcidos alrededor, y montones de documentos estaban abiertos a
mitad de una revisión.
—Tu oficina es hermosa. Pero parece que estás ocupado. No me
quedaré mucho tiempo. Solo vine a dejarte un bagel y un café.
—Gracias. No tenías que hacer eso.
—Quise hacerlo. —Le di mi primera mirada completa. Todavía era
magnífico, pero parecía cansado y estresado—. Pareces agotado.
—Sobreviviré. —Señaló a una zona de asientos—. Ven. Siéntate.
Desayuna conmigo. De hecho, no he comido nada desde anoche.
El otro lado de la oficina tenía un largo sofá de cuero con dos sillas
frente a él y una mesa de café de cristal que separaba los asientos. Graham
se sentó, y saqué los bagels y los desempaqué.
—Te conseguí lo que me gusta ya que no estaba segura de lo que te
gustaba.
—Comeré con lo que me alimentes.
—En ese caso…
Una sonrisa sucia cruzó su rostro.
—No pienses que no te voy a tomar en este sofá y que te deleitaré hasta
que todo mi personal sepa que eres una chica religiosa.
Empujé mi bagel en mi boca para no retarlo. El minuto que tardó en
masticar y tragar también me dejó conseguir mi libido un poco bajo control.
—Entonces... ¿pudiste alejar a los malos?
—Soy uno de los malos, Soraya.
—Sabes a lo que me refiero. Evitar que la gente se aproveche.
—Sí. Y no. Es complicado. En nuestro negocio, hay muchas capas de
propiedad. Estoy trabajando a través de esas capas ahora. Pero parece que
Liam dejó una píldora venenosa para disuadir de una toma de posesión en
una fiesta no deseada. Ese veneno permite a los accionistas existentes
comprar acciones adicionales a un precio descontado, lo que diluiría el valor
de las acciones y haría la adquisición menos atractiva para las adquisiciones
potenciales.
—Entonces, tenía un plan de escape.
—Exactamente. Y habría funcionado bien si le hubiera concedido esos
derechos a una corporación que fuera digna de confianza.
—Supongo que no lo hizo.
Graham sacudió la cabeza.
—No.
—Suena complicado y desordenado.
—Lo es.
—¿Cómo estás manejando las cosas no relacionadas con el negocio?
—¿Las cosas que no son de negocios?
—Perdiste a un amigo.
—A un ex amigo.
Asentí.
—A un ex amigo. Pero debe haber sido alguien que te importó en un
período de tu vida desde que empezaron a trabajar juntos.
—En un punto. Sí. Pero como sabes, las cosas cambiaron.
—Vi en las noticias de esta mañana que fue un ataque al corazón.
—Sucedió en el auto. Se desvió de la carretera y golpeó un árbol. Estaba
muerto cuando llegaron los policías. Afortunadamente, nadie más estaba en
el auto. Genevieve dijo que se suponía que tendría a su hija en el auto, pero
no se sintió bien, así que se quedó en casa. De otra manera…
Vio la mirada en mi cara.
—Hablé con ella esta mañana. Me pidió ayuda con los asuntos de
negocios, pero ya estaba trabajando en ello.
—No me di cuenta de que eras amable.
—No lo soy. Fue una llamada de negocios. Ella sabía que ayudaría, y
habría un beneficio para ambos al impedir que otros devaluaran la
compañía.
Asentí. Tenía sentido. Y era ridículo que estuviera celosa de una mujer
que perdió a su marido ayer.
—¿Cómo está tu abuela?
—Le dijo a Cambria que me dijera que me sacaría de testamento si no
la sacaba del hospital.
—Oh, no.
—En realidad, eso es bueno. Significa que se sentía como ella otra vez.
Cuando es agradable y obediente, me asusta.
La relación que tenía con su abuela se estaba convirtiendo en lo que
más me gustaba de él. Se puede contar mucho sobre un hombre observando
cómo trata a la matriarca de la familia.
—¿Aún está en el hospital Westchester?
—La trasladé al Hospital de Cirugía Especial.
—Eso está en la 70, ¿verdad?
—Así es.
—Está a solo unas cuadras de mi oficina. ¿Por qué no me detengo en
el almuerzo y la visito? Tú estás inundado aquí, obviamente.
Graham me buscó el rostro.
—Eso sería genial. Gracias.
—No hay problema.
—¿Quieres quedarte conmigo esta noche?
—¿En tu casa?
—Sí. Mi chofer puede recogerte después del trabajo y llevarte a
Brooklyn para recoger tus cosas y luego llevarte a mi casa. Te veré allí
después de que termine aquí. El portero te dejará entrar si aún no he vuelto.
—Bien.
Charlamos un rato más mientras comíamos. Después de terminar
nuestros bagels, recogí nuestra basura.
—Necesito llegar a la oficina, o Ida hará una lista de cosas que necesito
hacer, que realmente no hice, pero me mantendrá en la oficina hasta las
nueve.
Graham me dio un beso de despedida, y lo detuve antes de que fuera
demasiado fuera de control esta vez.
—¿Eso significa que vas a tomar un tren ya que tendré a tu chofer?
—Lo hace.
—Plebeyo.
—No olvidemos cómo nos conocimos. Ahora tomo el tren todas las
mañanas.
—¿Ahora? ¿Quieres decir que no lo hacías antes?
Una sonrisa se extendió por su rostro.
—La primera vez que tomé el tren para trabajar en años fue el día que
perdí mi teléfono. Mi chofer estaba de vacaciones esa semana.
—¿Pero también lo has estado tomando desde entonces?
—Tengo una razón para hacerlo ahora.
La anticipación que había sentido desde nuestra llamada telefónica
anoche finalmente se calmó un poco después de dejar la oficina de Graham.
No quería nada más que tener confianza en lo que estaba creciendo entre
nosotros, pero una parte de mí todavía tenía miedo. Estaba tan segura y sin
miedo, y traté de usar eso para tranquilizarme. Odiaba esa parte débil y
asustada de mí. Era hora de que averiguara cómo deshacerme de él.
—¿Señorita Morgan? —Abrí la puerta y metí mi cabeza en su
habitación. Estaba sentada en la cama viendo la televisión.
—Entre, entra, querida. Y llámame Lil.
Le había mandado un mensaje de texto a Graham para averiguar qué
le gustaba comer y le traje un filete de pescado de McDonald's, que Graham
me había dicho era basura, pero también su comida chatarra favorita.
—Pensé que tal vez podría tener alguna compañía hoy. Graham ha
estado atrapado en la oficina desde ayer. Trabajo cerca.
—¿Es un sándwich de pescado el que huelo?
Sonreí.
—Seguro que lo es.
—Graham piensa que, si no es de algún restaurante elegante que cobra
sesenta dólares por una comida tan grande como un dedal, no es buena
comida. Quiero al chico, pero puede ser un esnob de verdad con la cabeza
pegada a su propio trasero a veces.
Me reí pensando en él trajeado. A veces tiene un lado elitista.
Había una bandeja de tentempiés en un carrito en la esquina, así que
lo tiré más cerca y dejé su almuerzo, después, dejé el mío.
—¿Es una telenovela la que está viendo?
—Days of our Lives. Mi hija me enganchó con ella.
—Consiguió enganchar a su hijo, también. —Me reí entre dientes.
—¿Sabes de eso?
—Lo hago. Es un poco de carácter para él.
—No fue en un momento. Lo creas o no, ese hombre solía ser una masa
blanda. Salió como mi Celia, de todos modos. El muchacho idolatraba a su
madre. Lo tomó duro cuando murió. Probablemente por eso es como es. No
se apega a muchas mujeres, si sabes lo que quiero decir. A los que se apegó,
no se quedaron. No fue culpa de mi Celia, por supuesto.
Sabía que también se refería a Genevieve. La primera mujer a la que se
abrió después de que su madre muriera lo había decepcionado. Nunca había
conocido a la mujer, pero la despreciaba.
—¿Cómo se siente? Graham dijo que su cirugía es el viernes.
—Me siento bien. Siguen tratando de hacerme tomar analgésicos, pero
no los necesito, y me dan sueño. Creo que solo les gusta hacer que la gente
mayor duerma todo el tiempo, así que no pido nada.
Miré alrededor del cuarto. Era la habitación de hospital más bonita en
la que había estado. Había espacio para media docena de pacientes, pero
solo había una cama en la habitación. En la esquina, había un hermoso
arreglo de flores. Lil me vio mirándolo.
—Son de Graham. Me envía un nuevo arreglo cada semana los martes,
como un reloj. Solía tener un jardín gigante, pero llegó a ser demasiado para
mí. Es muy detallista cuando quiere serlo.
—Hay dos lados de ese hombre. Desconsiderado y reflexivo. No estoy
segura de que tenga el gen intermedio.
—Seguro que lo clavó.
—Alguien tiene que verlo por lo que es y llamarlo por su mierda.
Me reí.
—Supongo que sí.
—Aunque algo me dice que harás lo mismo. Puedo decir... que eres
buena para él.
—¿Lo cree? Somos como opuestos en muchos sentidos.
—No importa. Es lo que está dentro de ti lo que cuenta.
—Gracias, señora M... Lil.
Me quedé por más tiempo que mi hora de almuerzo, disfrutando de Lil
diciéndome sobre los personajes de su telenovela. Los argumentos eran tan
extravagantes, que no pude evitar pensar en Graham viéndolos: era tan
severo y pragmático. Cuando me iba a marchar, Lil tomó mi mano.
—Es un buen hombre. Ferozmente leal y quiere a su familia. Muy
protector con su corazón. Pero una vez que lo da, no lo retira.
—Gracias.
—Puedes arreglar el resto. Saca el palo de su trasero y golpéalo en la
cabeza un par de veces. Es listo. Lo resolverá muy rápido.
Ahora eso puedo hacerlo.
Graham no estaba en casa cuando llegué a su apartamento. Blackie se
encontró conmigo en la puerta, saltando arriba y abajo como un pequeño
perro loco.
—Hola, amiguito. —Lo levanté, y él procedió a lamer mi cara. Todavía
no podía superar el hecho de que el Sr. Gran Imbécil tuviera un pequeño
perro blanco esponjoso—. Parece que seremos tú y yo por un tiempo.
Miré alrededor del gran espacio abierto. Aparte del jadeo de Blackie,
estaba extrañamente callado. Las dos últimas veces que estuve aquí, la gira
había sido bastante limitada al interior de los pantalones de Graham, así
que usé el tiempo para fisgonear un poco.
El apartamento era impresionante. Sin duda, decorado
profesionalmente; grises frescos y elegante plata le daban al lugar una
sensación de soltería. Podría haber aparecido en GQ, con el dueño parado en medio del espacio abierto, con los brazos cruzados sobre el pecho. Pero
tan hermoso como era, le faltaba algo. Personalidad. No había ninguna
indicación de quién vivía aquí.
Curiosa, entré en la sala de estar. Había una gran sección frente a un
gran televisor de pantalla plana colgando de la pared. Debajo había un
elegante gabinete negro. Me tomó un minuto averiguar cómo abrirlo sin
ningún tipo de asas. Dentro había una colección de DVDs. Caddyshack,
Happy Gilmore, Anchorman.
Eh.
Seguí revisando, subiendo al siguiente estante. Glory, Gettysburg,
Gangs of New York.
Hmmm.
Decide, Morgan.
Me aventuré a entrar en la cocina. El refrigerador tenía un vasto surtido
de contenedores para llevar. Y... tres recipientes de leche de fresa Nesquik.
Ja.
En el dormitorio, miré la mesita de noche. Comprobar su colección de
DVDs y el contenido de su refrigerador era una cosa, pero invadir su mesita
de noche sería realmente cruzar una línea. Miré alrededor de la habitación
por algo más a la salida. Era bastante estéril, no había fotos, ni trozos de
papel doblados encima de la cómoda de vaciar sus bolsillos el día anterior.
Mis ojos se estrecharon a esa mesita de noche de nuevo.
—No —dije en voz alta para mí.
Levanté a Blackie a la altura de mi cabeza y tuvimos una charla.
—Sería incorrecto de mí revisar el cajón de Graham, ¿no es así,
pequeño amigo?
Sacó la lengua y me lamió la nariz.
—Lo tomaré como un sí.
Dentro del vestidor parecía más como Graham J. Morgan. Trajes
alineados un lado, principalmente oscuros. Una obscena cantidad de
camisas de vestir se alineaban en el otro. Todo estaba ordenado y
organizado.
Aburrido.
Volví a entrar en el dormitorio, mis ojos cayeron de inmediato sobre la
mesilla de noche. La maldita cosa me estaba atormentando.
—Tal vez solo un vistazo. —Acaricié a Blackie, que todavía estaba en
mis brazos. Me ronroneó. ¿Los perros ronronean? Un ronroneo sería el
equivalente humano a un sí, ¿no?
Solo una pequeña ojeada... Ni siquiera moveré nada.
Caminando hacia el cajón, lo abrí con mi dedo indicador. Dentro había
una mochila de terciopelo negro, una botella clara de algo que podía ser
lubricante, aunque la etiqueta estaba hacia abajo y una caja de
preservativos sin abrir.
De acuerdo... así que tal vez necesitaría mover una o dos cosas.
—¿Crees que hay algo bueno en esa bolsa, amigo? —Estaba hablando
con Blackie de nuevo.
Pero Blackie no respondió.
—Sé que hay algo bueno en esa bolsa. —La profunda voz de Graham
me asustó como la mierda. Salté, mis brazos se alzaron enviando a Blackie
a zambullirse en el aire. Afortunadamente, aterrizó en la cama con el lado
derecho hacia arriba.
—Me diste un susto de muerte. —Mi mano se aferró a mi pecho.
Graham estaba de pie en la puerta, inclinándose casualmente contra
un lado.
—Estabas tan absorta en tu fisgoneo que no me oíste entrar.
—No estaba husmeando.
Graham arqueó una ceja.
—No lo hacía.
—¿Entonces debo haber dejado el cajón abierto esta mañana?
Crucé mis brazos sobre mi pecho.
—Supongo que sí.
Se echó a reír y se acercó a la mesa, cerrando el cajón.
—Bueno, si lo dejé abierto esta mañana y no estabas husmeando,
entonces probablemente no quieres saber qué hay en la bolsa.
—De ninguna manera.
—Sin vergüenza.
—¿Por qué? ¿Qué hay en la bolsa?
—Bésame.
—¿Me dirás qué hay en la bolsa?
Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.
—Te mostraré lo que hay en la bolsa. Ahora salúdame bien.
Puse los ojos en blanco como si no fuera algo que quisiera hacer cada
vez que miraba su rostro ridículamente hermoso. Luego le di un casto beso
en los labios. Pero antes de que pudiera alejarme, tenía un puñado de mi
cabello en su mano y no lo soltó hasta que me besó correctamente.
—No te hubiera tomado por una espía —murmuró contra mis labios.
Tiré de mi cabeza hacia atrás y lo miré.
—No lo soy. Pero no puedo imaginarte.
—¿Qué hay que averiguar?
—¿Comedias baratas o películas de la Guerra Civil? El mismo tipo de
persona no suele tener ambos.
Graham pareció divertido.
—Me gustan ambos.
—¿Qué hay con las tres botellas de Nesquik? De fresa, también.
—Me gusta.
—Obviamente.
—Y a Blackie también.
—¿Alimentas a tu perro con Quik?
—Lo hago.
—Mira... eso es lo que pasa. Cuando el Sr. Creído tiene un lindo perrito,
y definitivamente comparte leche de fresa con él.
—Tal vez no sea el Sr. Creído como piensas. —Deslizó la mano hacia
mi entrepierna—. Tal vez solo soy un gran imbécil, pero no soy realmente el
imbécil que imaginas.
—¿Cómo se llama tu secretaria?
—Elaine.
—Eliza. Te lo dijo esta mañana. Estuve ahí.
—Estoy ocupado. Es difícil encontrar una buena secretaria que se
quede mucho tiempo.
—Solo cuando eres un gran imbécil.
—Así que tal vez soy un gran imbécil. Pero estoy contigo, ¿verdad?
Suspiré.
—¿Y qué hay en la bolsa?
—¿Y si te dijera que era cuerda porque quería amarrarte?
Lo pensé durante un segundo, luego me encogí de hombros.
—Creo que podría entrar en eso.
Soltó un aire frustrado.
—Maldita sea. Debería haber comprado una cuerda.
—Eso implicaría un viaje a la ferretería. Supongo que no eres un gran
tipo de bricolaje, y ni siquiera sabes dónde hay una.
—¿Qué tal una de esas pelotas de juguete sexual colgando alrededor
de tu rostro? Así no podrás hablar. ¿Y si te dijera que estaba en la bolsa,
boca grande?
—¿Una mordaza?
—Supiste de lo que estaba hablando lo suficientemente rápido.
Me incliné y susurré:
—Tengo a Caddyshack, a Happy Gilmore y también a Anchorman. Pero
en lugar de aburrirme con películas de la Guerra Civil, podrías tener algunas
películas en un género diferente.
Gimió.
—¿Me estás diciendo que tienes un escondite?
—Tal vez.
—No podrías ser más perfecta si te hubiera hecho yo mismo.
—¿Pensaste que no te gustaba mi boca?
—Tu boca me molesta, pero quiero follarla. Tienes razón, no sé dónde
está la maldita ferretería, pero soy ingenioso, y estoy seguro que puedo
encontrar algo para asegurarte los brazos y piernas mientras lo hago.
Solo estaba bromeando, pero escucharlo hablar de atarme me excitó, y
Graham lo vio en mi rostro.
—Mierda, Soraya.
—Sí. Por favor.
Eso fue todo lo que necesitó. No fue hasta horas más tarde que
finalmente supe lo que había dentro de la bolsa, la ropa interior que había
comprado en Bergdorf la tarde que fue a pagar mi vestido para la gala. No
conseguí usarla esa noche, pero conseguí una promesa de Graham de que
el cajón sería llenado de cosas más interesantes para mi siguiente sesión de
intromisión.
A la mañana siguiente, me desperté con un Graham vestido
completamente acariciando mi mejilla. Mis ojos se abrieron.
—Hola. ¿Dormí demasiado?
—No. Llegaré temprano. Tengo un día ocupado y quería empezar
temprano.
Estiré los brazos sobre mi cabeza, haciendo que la sábana se deslizara
hacia abajo y expusiera mis pechos desnudos. El frío de la mañana hizo que
mis pezones instantáneamente se endurecieran.
—No hagas eso. Jamás me iré. —Graham frotó dos dedos sobre uno de
los picos rígidos.
—Mmmm
—Soraya… —me advirtió.
—¿Qué? Eso se siente bien. No los toques si no quieres mi reacción.
Sacudió la cabeza.
—¿Quieres quedarte conmigo esta noche otra vez? Voy a llegar tarde,
pero me encantaría volver a casa a esta hermosa vista en mi cama.
—¿Tienes que trabajar hasta tarde? —Miré por la ventana del
dormitorio—. Ni siquiera hay luz, y ya estás planeando trabajar hasta
después de que haya oscurecido.
—No. Tengo que salir esta noche. Hay una sesión de siete a nueve esta
noche, así que probablemente me quedaré en la oficina hasta entonces.
—Oh.
—¿Estarás aquí cuando vuelva a casa?
—¿Por qué no voy contigo esta noche? A la funeraria. No deberías tener
que hacerlo solo. No puedo imaginar que sea agradable, tu ex mejor amigo
cuya compañía estabas tratando de comprar y su afligida esposa que
también pasa a ser tu ex novia. Podrías usar alguna compañía.
—¿Harías eso por mí?
—Por supuesto. Aunque parece ser algo para mí últimamente.
Funerales y citas.
Graham se rió entre dientes y me besó suavemente.
—Te recogeré a las 6:30. Y gracias.
Después de que se fue, me acosté en la cama por un rato antes de
levantarme. No pude evitar pensar... esta noche iba a ser interesante.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Julio 2017
Graham
Debería haber estado trabajando en lugar de estar jugando. Mi
escritorio estaba lleno de pilas de documentos, había, al menos, cien
correos electrónicos en mi bandeja de entrada que necesitaba
responder, y aquí estaba, escribiéndole a una columnista de sesenta años
otra vez.
Querida Ida,
La mujer que he estado viendo últimamente ha expresado un
interés por ser amarrada. Estaba preguntándome si podía darme
algunas instrucciones para un primerizo, novato del bondage. ¿La
cuerda sería una buena inversión? ¿O sugiere algo más por las líneas
de las esposas de cuero? ¿Tal vez algunas corbatas de seda que es
menos probable que dejen marcas en las muñecas? Debería anotar que
planeo enterrar mi rostro en su pequeño y apretado coño, así que habrá
una buena cantidad de jaloneo en las restricciones mientras se retuerce
en la cama por los múltiples orgasmos.
—Cincuenta Sombras de Morgan, Manhattan.
Solo tomó veinte minutos para que apareciera una respuesta en mi
bandeja de entrada. Había esperado una gran respuesta llena de su usual
sarcasmo. Debería haber sabido mejor que no podía anticipar nada de lo
que tenía que ver con Soraya Venedetta.
Querido Cincuenta,
¿Podría sugerirle que revise la mesa de noche de su compañera?
Tal vez, ya que esta mujer que está viendo expresó un interés, fue a
comprar algunas cosas después del almuerzo.
Esta mujer iba a ser mi muerte; simplemente lo sabía.
Una hora después, mi secretaria llamó por el intercomunicador.
—¿Señor, Morgan? Tiene una llamada en la línea tres.
—¿No te pedí que no me interrumpieran?
—Sí. Pero dijeron que era urgente.
—¿Quién es, y qué quieren?
—Mmmm. No pregunté.
—Escucha… —¿Cuál demonios era su nombre? ¿Ellen? Maldición—. La
razón de tu trabajo es pasar las llamadas, ¿estoy en lo cierto?
—Sí.
—¿Y considerarías que, interrumpirme cuando te he pedido no hacerlo
sin tener el nombre de quién llamó, es estar haciendo tu trabajo de forma
correcta?
—Yo…
Mi paciencia estaba acabándose.
—Averigua el nombre de quién llama y la razón de la llamada tan
urgente.
Un minuto después el intercomunicador volvió a sonar.
—¿Qué?
—Es una señora Moreau. Dijo que le dijera que la razón de su
emergencia es que su esposo está muerto.
Levanté el teléfono.
—Genevieve.
—Graham. Necesito tu ayuda.
—Ya estoy en eso. Te lo dije ayer.
—Necesito más que eso.
Me quité los lentes y los arrojé al escritorio. Frotándome las manos
sobre el rostro, inhalé profundamente. Habían pasado años desde que había
tenido una conversación educada con ella, pero contrario a la creencia
popular, no era un completo imbécil. Acababa de perder a su esposo por un
ataque al corazón a la edad de treinta y uno.
Inclinándome en la silla, exhalé un suspiro de veneno e inhalé una
fresca compasión.
—¿Qué puedo hacer por ti, Genevieve?
—No quiero dirigir una compañía por mi cuenta. No puedo hacerlo.
—Claro que puedes. Contratas a alguien en quien puedas confiar si es
muy abrumador.
—Confío en ti, Graham.
Solía confiar en ti también. Fue físicamente doloroso morder mi lengua.
—No estás en un estado para hablar de negocios ahora.
—Siempre estoy en estado de hablar de negocios. Tú también. Es la
única cosa que tenemos en común. Nuestras emociones toman un segundo
plano en un acuerdo.
—Creo que te equivocas, y simplemente no eres capaz de verlo
claramente ahora. ¿Pero en qué crees que te gustaría que te ayudara?
—Quiero fusionar con Morgan Financial Holdings.
—¿Quieres que compre Inversiones Gainesworth? ¿Como… manejarlo
completamente?
—No. Inversiones Gainesworth y Morgan Financial Holdings
combinadas serian una fuerza motriz. Quiero dirigirla contigo.
—¿Disculpa?
—Me escuchaste bien. Quiero fusionarme. Ser un equipo de nuevo.
—Genevieve, no quiero ser insensible, pero… acabas de perder a tu
esposo. ¿No crees que deberías esperar más tiempo antes de buscar un
nuevo compañero? ¿Un poco de duelo tal vez? No estás pensando con
claridad.
Suspiró.
—Liam y yo estábamos separados.
—No lo sabía.
—Lo encontré follando con mi asistente de veintitrés años.
—Lamento escucharlo.
—No, no lo lamentas. Estás pensando que se cosecha lo que se siembra.
Yo también lo haría.
Sorprendentemente, de hecho, no era así.
—Aun así, sufriste una perdida. Tu hija debe necesitarte ahora. Déjame
terminar de congelar a los accionistas de comprar demasiadas acciones, y
mantener tu ventaja a salvo. Podemos discutir de negocios después que
hayas tenido tiempo de pensarlo con claridad.
—Ese es el discurso de Graham para tendremos una conversación
después que haya decidido lo que quiero.
—Genevieve, ve con tu familia. Los negocios pueden esperar.
—Bien. Pero revisa tu calendario. Tienes una cita este viernes con una
señora More a las diez; dirá que es una referencia de Bob Baxter. No lo es.
Soy yo. More… Moreau. Hice la cita hace dos semanas. Estaba planeando
acércame a ti de esa forma.
—Te veré en el servicio esta noche, Genevieve.
Después de colgar, revisé mi calendario. Por supuesto, había una cita,
para el asesoramiento de una nueva cliente, con la señora More el viernes.
Y estaba anotada como una referencia de Bob Baxter. Tenía que
concedérselo. Normalmente yo llamaría a alguien que refiriera un nuevo
cliente, sacaría alguna información del referido. Pero Genevieve era lista.
Sabía que no había forma de que llamara a Bob Baxter. No había tal cosa
como una llamada de diez minutos con ese hombre. Me tendría al teléfono
durante tres horas y haría imposible que declinara una invitación a cenar
antes de colgar.
Sin poder concentrarme, decidí ir al gimnasio por un rato. Correr y
levantar pesas siempre me ayudaba a despejar la cabeza. Alrededor de los
seis kilómetros en la cinta, mi cabeza todavía daba vueltas. Destellos de mi
vida estaban parpadeando en mi mente al azar.
Los ojos de Soraya abriéndose esta mañana, acurrucada en mi cama.
Sonriéndome cuando me encontró mirándola.
Genevieve y yo abriendo una botella de champán en la oficina, la noche
que nuestro portafolio de manejo de activos alcanzó un billón de dólares por
primera vez.
Soraya, arrodillada, mirándome mientras deslizaba ese círculo de plata
alrededor de la cabeza de mi polla.
Entrando en la oficina de Genevieve después de llegar temprano de un
viaje de negocios, listo para celebrar otro trato cerrado. Encontrándola
arrodillada, tomando la polla de Liam en su garganta.
Corrí más y más rápido. Pero mientras más rápido iba, más rápido se
reproducía el recuerdo en mi cabeza.
Ver la aguja de Tig perforarme la piel y la tinta derramarse sobre el
nombre Genevieve.
Liam y yo, mano a mano, mirando mientras colgaban el primer aviso
de nuestra oficina tres semanas después de la graduación.
Mi madre. Mi madre. Frágil, yaciendo en la cama del hospital, tratando
de pretender que estaba bien.
¿Qué demonios?
Corrí más rápido.
El tatuaje de pluma de Soraya.
Genevieve sentada en la esquina de mi escritorio.
Liam corriendo a mi lado en la cinta.
Miré a mi izquierda. El jodido Liam estaba corriendo a mi lado. La visión
era tan clara, que por un segundo creí que de verdad era él.
Cuando finalmente me detuve, había estado corriendo tan rápido, que
me tomó cinco minutos en total recuperar el aire. Apoyando mis manos en
las rodillas mientras jadeaba, derramando sudor por todas partes, cerré mis
ojos con fuerza. Mierda. Mierda. Mierda. Justo cuando finalmente todo
empezaba a parecer sencillo, ¿por qué de repente se sentía complicado?
No tenía ni idea en el momento, pero la sensación era una premonición
de cosas por venir.
No era un gran bebedor, nunca tomé drogas. El sexo era mi único vicio.
Y cuando estaba estresado, lo necesitaba incluso más. Como un demonio.
Sabía que no debería haber estado pensando en follar a Soraya de
camino a un velorio, pero no pude evitarlo. Se veía absolutamente
impresionante en ese pequeño vestido negro. Se había recogido el cabello,
incluso aunque no le gustaba de esa forma. Probablemente sentía que debía
ocultar otra vez las puntas de colores. También parecía nerviosa. Que me
jodan, si esa extraña vulnerabilidad que estaba exhibiendo no me hacía
querer follarla hasta dejarla sin sentido aún más. La división separándonos
del conductor estaba completamente cerrada, y eso no estaba ayudando. La
tentación de levantarla sobre mi regazo estaba haciéndose más fuerte con
cada minuto.
Debió haber estado leyendo mi mente cuando dijo:
—Parece que quieres atacarme, Morgan.
—¿Me perderías el respeto si te dijera que, a pesar de a dónde nos
dirigimos esta noche, en lo único que puedo pensar es en quitarte las bragas
y dejar que te corras en mi rostro?
—Ya sé que eres un bastardo sucio. Así que, no es sorprendente. Pero
esto puede ser un poco bajo incluso para ti —bromeó.
—Algo que descubrirás sobre mí… cuando estoy estresado, me pongo
particularmente cachondo. El sexo distrae mi cabeza de lo que sea que me
está molestando. En realidad, es lo único que ayuda.
—Ya veo. ¿Está buscando mi ayuda, señor Morgan?
—No me llames señor Morgan a menos que te vayas a poner en toda la
onda de sumisa, en cuyo caso, estaría más que feliz por ponerte en mi rodilla
en este momento. Podríamos jugar ese juego si quieres. —Mis pensamientos
vagaron mientras caía hipnotizado por sus labios ligeramente separados—.
Dios, quiero follar tu boca ahora mismo.
Pareció removerse en su asiento.
—¿Ah sí?
—Sí. Y devolverte el favor. Podemos compararlo con comernos el estrés.
Estalló en risas.
—Me alegra que creas que es gracioso porque estoy a diez segundos de
enterrar mi rostro bajo ese vestido.
—No podemos. Vamos a estar en la sala de velación en cualquier
minuto.
Mi voz sonaba ronca y necesitada, mientras deslizaba mi mano debajo
de su vestido, acariciando su muslo.
—No si acordamos llegar tarde.
—¿Es en serio?
En lugar de responderle, levanté el teléfono para llamar a mi chofer.
—Louis, no estamos listo para ir a la sala de velación. Nos gustaría dar
una vuelta por un rato. Da la vuelta de regreso en unos treinta minutos.
—No hay problema, señor Morgan.
Ella se mordió el labio y sacudió la cabeza con incredulidad hacia mí,
y eso hizo que mi polla se pusiera más dura. No podía ir a un velorio con
una erección. Así que, éste era un asunto urgente de todos modos.
La espalda de Soraya estaba contra el asiento de cuero. Deslizando el
material del vestido sobre sus muslos, me arrodillé bajo ella y separé sus
piernas. Quitándole lentamente la tanga de encaje con mis dientes, pude
sentir la humedad de la tela contra mi lengua.
Mierda. Estaba empapada.
Su trasero se removió debajo de mí, mientras no perdía tiempo en
mover mi lengua en un lento movimiento de arriba abajo sobre su coño. No
solo estaba usando la lengua, sino toda la longitud de mi lengua para
devorarla, deteniéndome lo suficiente para chupar su clítoris. Nunca había
estado así de mojada por mí. Nunca.
Soraya pasó sus largas uñas a través de mi cabello y tiró. Mi boca
estaba cubierta por su excitación mientras seguía en ello, antes de decidir
que no podía soportar más. Metiendo mis dedos en su interior, los moví
dentro y fuera mientras alzaba la mirada a sus ojos brillantes.
—De verdad necesito follarte.
—Sí. Por favor… —murmuró.
Oh, definitivamente podía acostumbrarme a Soraya Venedetta rogando.
Bajando el cierre de mis pantalones, los dejé caer por mis piernas antes
de reposicionarla para que quedara encima. El cuero estaba frío debajo de
mí. En segundos, se enterró en mi polla, provocando que pusiera los ojos en
blanco.
Su vestido estaba subido hasta su cintura, su trasero desnudo
expuesto mientras me montaba y la miraba a los ojos. La sensación de
hundirme en ella había sido tan increíble como imaginé que sería. No pude
evitar sacar las horquillas de su cabeza, deshaciendo su moño, mirando los
rizos caer mientras me follaba. Justo como la noche de la gala, no protestó;
sabía que no lo quería así de todos modos.
Las otras veces que habíamos tenido sexo parecía amable en
comparación a esta experiencia en el auto. Esto era más rudo, carnal…
puro, sexo sin adulterar de la mejor forma.
Cuando dejó salir un tenso gemido, me corrí más fuerte de lo que podía
recordar correrme. Se sintió tan bien dejar salir la tensión que había estado
aumentando todo el día. Nada; ni siquiera mi extenuante entrenamiento,
había sido capaz de tranquilizarme como estar dentro de ella lo hizo. No solo
eso, sino que la muerte de Liam fue un duro y doloroso recordatorio de mi
propia mortalidad y un recordatorio de lo que era importante. La vida
simplemente era muy corta para no follar así todo el jodido tiempo.
—Somos un desastre ahora —dijo mientras se bajaba de mí.
—Te juro por Dios, que nunca te has visto más hermosa para mí,
Soraya. —Era la verdad. Su rostro estaba sonrojado, su cabello era un
desorden. Pura alegría ante la muerte. Estaba tan agradecido de no tener
que enfrentar esta noche solo. Agradecido de estar vivo.
Sacó su polvo compacto y se miró en el espejo.
—Pasé de lucir como la princesa Grace a Roseanne Rosannadanna10.
Eso me hizo reír.
—Y me encanta.
Hice que Louis se detuviera en Macy’s para que Soraya pudiera usar el
baño para arreglarse el cabello y comprar bragas nuevas. Oficialmente
íbamos tarde para el velorio.
Cuando estacionamos en la sala de velación, mi ansiedad estaba otra
vez por las nubes. Soraya ahora tenía su cabello en una coleta. Frotó mi
espalda y dijo:
—Estará bien.
Gracias a Dios estaba aquí conmigo.
No solo iba a ser difícil ver el cuerpo de Liam, sino que era la primera
vez que había tenido que estar cara a cara con Genevieve después de mucho
tiempo. Pero tal vez la parte más dolorosa era el hecho de que todo esto me
recordaba a la última vez que puse un pie en una casa de velación: cuando
mi madre murió.
La fila sobresalía por la puerta, un mar de poliéster blanco y acolchado.
Miembros viejos de la alta sociedad de Manhattan estaban discutiendo sobre
sus portafolios de acciones cuando deberían haber estado cerrando la jodida
boca. No podía ver más allá de las personas frente a mí. No es que quisiera
ver algo ahí. Quería ir a casa, a mi lugar seguro dentro de Soraya.
Teniendo que ir con urgencia al baño, susurré al oído de Soraya:
—Mantén el lugar en la fila. Voy a ir a buscar el baño.
—Bien —dijo, luciendo un poco cautelosa porque la dejara sola.
La dejé en la fila y seguí el camino de alfombras persas hacia el baño.
Después de haber orinado como un caballo de carreras, estaba de camino a
donde Soraya cuando vi a la madre de Liam, Phyllis, reconfortando a una
niña en el pasillo. La niña estaba llorando, y me rompió el corazón.
Aunque la niña me daba la espalda, parecía que tenía cuatro años de
edad. Tenía que ser la hija de Liam y Genevieve. Nunca la había visto antes.
Solo había sabido que Liam había embarazado a Genevieve muy pronto
después que me enteré de su romance. En ese momento, esas noticias solo
lo habían empeorado. Pero en este momento, no sentí nada más que
simpatía por una niña que había perdido a su padre. Conocía bien esa clase
de dolor.
Phyllis parecía sorprendida de verme, pero no podía pasar a su lado sin
presentar mis condolencias.
Sentí nauseas mientras lo hacía.
—Hola, Phyllis. Siento mucho lo de Liam.
Luciendo consternada, simplemente asintió y sostuvo a la niña con más
fuerza antes de alejarse. Fui tras ellas cuando noté que un pompón negro
se había caído del cabello de la niña sobre la alfombra.
Aclarándome la garganta, caminé más rápido para alcanzarlas.
—Discúlpame. Se le cayó algo a ella.
Cuando la niña se dio vuelta, fue la primera vez que tuve un vistazo de
ella. Arrodillándome y tendiéndole el pompón, había olvidado lo que se
suponía que diría después. El aire me había sido arrebatado por completo.
No había palabras… solo un completo estado de incredulidad y confusión.
Porque si no lo supiera mejor, habría pensado que estaba mirando el rostro
de mi madre.
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #1 Julio 2017
No!! En verdad es su hija?? Pero entonces por que la ex lo dejo... Como es posible que la niña sea igual a su mamá
De sienta forma me da mas pena Soraya que se metio en un lió, sin siquera quererlo
De sienta forma me da mas pena Soraya que se metio en un lió, sin siquera quererlo
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya
¿Qué demonios le estaba tomando tanto tiempo?
La fila se movía más rápido de lo previsto y Graham aún no había regresado del cuarto de baño.
Ahora se podía ver el ataúd abierto. Qué molesto era ver a un muchacho joven y guapo allí muerto. Sabía que había ofendido a Graham, pero Liam no se lo merecía. Pude ver que tenía cabello rubio y un rostro hermoso. Se veía tan tranquilo. Realmente esperaba que estuviera en un lugar mejor.
Montones de ramos de flores blancas rodeaban su ataúd con banners
que decían: Hijo, Amigo, Esposo. Había largas velas de color crema
encendidas. Era una configuración hermosa. Lo mejor que el dinero podía comprar.
Miré detrás de mí. Todavía sin señales de Graham.
Entonces mis ojos se posaron en ella.
Parecía estoica, estaba sentada en el asiento más cercano al ataúd.
Genevieve.
Mi cuerpo se puso rígido, una oleada inesperada de posesividad me atravesó. Al igual que Liam, Genevieve también tenía el cabello rubio. Mi novio había sido jodido por Barbie y Ken. Y yo era más como el rebote de la muñeca Bratz.
Mi novio. Supongo que lo era, ¿no?
De todos modos, Genevieve era físicamente lo opuesto a mí, pequeña,
casi con cuerpo de bailarina. Era hermosa. Aunque no había esperado nada menos, había tenido la esperanza de que tal vez, por alguna casualidad, solo fuera de aspecto medio. No fue el caso.
Pero no fue solo su apariencia la que me dio malestar estomacal. Era más bien estar cara a cara con alguien a quien Graham le había dado el corazón. La había amado. No estaba segura que alguna vez sintiera lo mismo por mí. Tal vez nunca me di cuenta de cuánto quería o necesitaba eso, hasta este momento.
Mientras hablaba con la gente que le daba sus condolencias, miré sus ojos. Esos eran los ojos que solían mirar a Graham. Miré su boca. Esa era la boca que besó sus labios, que chupó su pene. Entonces miré hacia abajo a sus modestos senos, escondidos debajo de un vestido entallado y negro. Mis senos eran mucho más grandes. Eso me hizo sentir bien durante un milisegundo hasta que mis ojos viajaron hasta sus delgadas piernas. Esas habían estado envueltas alrededor de su espalda.
Jesús, Soraya. Deja de torturarte. Así que ESTO era lo que sentía al
estar completamente celosa.
Cuando volví a mirar detrás de mí, la mujer que estaba detrás de mí sonrió.
—¿Cómo conociste a Liam?
—Um... no lo hice. Estoy con Graham Morgan.
—¿El ex prometido de Genevieve?
Me tragué el nudo en mi garganta.
—¿Prometido?
—Si es Graham Morgan de Morgan Financial Holdings, sí. Estuvieron comprometidos para casarse antes que Genevieve y Liam se conocieran.
Mi estómago se hundió. ¿Le había pedido que se casara con él?
—Claro. Por supuesto. Sí. Estoy con ese Graham Morgan. ¿Y usted es?
—Helen Frost. Soy vecina de Genevieve y de Liam. A veces cuido a Chloe.
—¿Es su hija?
—Sí. Tiene cuatro años. Hermoso cabello oscuro, a diferencia de sus
padres.
—Bueno, a veces eso ocurre. —Me encogí de hombros.
Antes que nuestra conversación pudiera continuar, mi atención se movió para ver a Graham caminar a través de la multitud hacia mí. Estaba mirando fijamente hacia delante, parecía completamente
aturdido. Toda esta experiencia era aparentemente aún más dura de lo que pensaba.
—¿Estás bien?
Asintió en silencio, pero mi estómago me dijo que algo estaba
terriblemente mal.
Finalmente fue nuestro turno de arrodillarnos ante el ataúd de Liam y ofrecer una oración. Juntando las manos, cerré los ojos y dije un padre nuestro y un ave María. Mi corazón se cayó al oír las palabras que salieron de la boca de Graham.
—Tú, bastardo —susurró entre dientes. Tenía los ojos vidriosos, pero no lloraba. Su labio inferior temblaba. Simplemente continué mirándolo, confundida por su repentina ira. Nos pusimos de pie al unísono, dirigiéndonos lentamente hacia la no tan triste viuda. Genevieve parecía extrañamente bien para alguien que acababa de perder a su marido.
Sus ojos parecieron iluminarse cuando vio a Graham. Su cuerpo estaba rígido mientras ella envolvía sus brazos alrededor de su cuello y lo acercaba.
Perra.
—Muchas gracias por venir, Graham.
Graham se quedó allí, mirándola fijamente.
¿Se había quedado mudo por la sorpresa?
Ella continuó:
—Lo aprecio más de lo que crees. Nos vemos el viernes para nuestra
reunión.
¿Reunión?
¿Iba a verlo?
Estábamos reteniendo la fila, y ni siquiera me había presentado. Finalmente ella apartó los ojos de él lo suficiente para notar que estaba de pie a su derecha.
Lanzó una falsa sonrisa.
—¿Quién eres tú?
—Soy Soraya... Graham… —vacilé.
Finalmente él habló.
—Mi novia —dijo firmemente mientras colocaba su brazo alrededor de mi cintura.
—Novia… —repitió ella.
Graham me apretó.
—Sí.
—Avery me dijo que estabas viendo a alguien nuevo, pero no me di
cuenta de que era serio.
—Es muy serio.
Bueno, está bien. Es bueno saberlo.
—Bueno, es un placer conocerte, Soraya.
—Igualmente. Siento tu pérdida.
Y con eso quise decir... Graham.
Graham le estaba dando lo que parecía una mirada de muerte.
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué estaba tan enojado de repente?
Él se acercó bruscamente al siguiente miembro de la familia en línea. Mecánicamente le dimos la mano a cada persona en fila antes de llegar al final.
Dejando escapar un suspiro de alivio, dije:
—Bueno, eso fue doloroso. ¿Qué hacemos ahora?
Parecía que quería decir algo, pero no podía encontrar las palabras.
—Soraya...
—¿Qué? Graham, ¿qué está pasando? Háblame.
—No puedo ahora mismo. Me perderé con alguien. Y no es el lugar ni el momento adecuado.
No pasó mucho tiempo antes que tuviera la respuesta a mi pregunta, cuando todos los ojos de la habitación se volvieron hacia una hermosa niña de cabello oscuro que apareció en el ataúd de Liam. Chloe. Había estado MIA toda la noche. Había asumido que la hija de Genevieve y Liam estaba alejada intencionalmente. No creí que estuviera aquí.
La muchedumbre pareció quedarse inmóvil con la vista desgarradora de la muchacha llorando sobre el cuerpo de su padre. Me hizo sentir culpable porque mi padre seguía vivo, y decidí no tener nada que ver con él. El suyo estaba muerto, y nunca tendría la oportunidad de volver a verlo.
—Eso es muy triste —le susurré a Graham.
Respiró profundamente y lo soltó lentamente.
Casi al mismo tiempo, Chloe se dio la vuelta, dejándome ver su rostro. Literalmente jadeé. En alto. Las ruedas de mi cabeza comenzaron a girar. Cuando lo miré, él la veía con una mirada de incredulidad.
—¿Nunca antes la habías visto, Graham?
Sus ojos seguían plantados en ella cuando negó y simplemente dijo:
—No.
De repente, el extraño comportamiento de Graham tuvo mucho sentido. Porque esta niña se parecía a su padre.
A su padre, Graham.
No había duda en mi mente. Graham era el padre biológico de Chloe. Mi mente estaba corriendo. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo pudieron no habérselo dicho? ¿Siquiera era posible que fuera una coincidencia? ¿Que se pareciera a Graham, aunque fuera de Liam? En mi corazón, sabía la respuesta. De repente, no sabía si quería llorar o golpear a alguien.
Él tiró de mi brazo.
—Tenemos que irnos antes que haga algo aquí de lo que me vaya a
lamentar.
Miré hacia Genevieve, quien era inconsciente de la inminente crisis nerviosa de Graham, mientras charlaba y mostraba sus perfectos dientes blancos a las personas en la fila.
—Bueno. Bien, vamos —dije.
De regreso en el auto, Graham miró inexpresivamente por la ventana durante los primeros diez minutos del viaje. Presumiblemente todavía conmocionado, no parecía dispuesto a hablar de lo que acabábamos de presenciar, y no quería presionarlo.
Finalmente se volvió hacia mí.
—Dime que fue solo mi imaginación.
—No. No fue así. Esa niña se parecía a ti.
Parpadeó repetidamente, todavía tratando de procesarlo.
—Si es mi hija, ¿cómo pudo haberlo sabido Genevieve todo este tiempo y no habérmelo dicho?
—Me gustaría tener una respuesta, pero no la tengo. Supongo que tendrás que preguntarle.
Se frotó las sienes y dijo:
—Tengo que pensarlo.
—Entiendo si quieres estar solo esta noche.
—¡No! —dijo enfáticamente—. Te necesito conmigo.
—Bien.
Esa noche, no hubo sexo. En cambio, Graham me abrazó, el enorme
peso de su preocupación se evidenciaba con cada respiración que tomaba mientras permanecía despierto, incapaz de dormir la mayor parte de la noche.
Parecía que los días divertidos y despreocupados de nuestra relación
habían llegado a un abrupto final esta noche. Las cosas iban a cambiar de una manera muy drástica. Por mucho que quisiera estar allí para él, no podía evitar el hecho de que parte de mí se ponía secretamente una armadura imaginaria para protegerme.
Graham había decidido que no se enfrentaría a Genevieve hasta su
reunión del viernes. Pensó que le daría tiempo para enterrar a Liam antes de atacar por lo de Chloe. Creo que también necesitaba tiempo para prepararse para la inevitable verdad, así como para determinar cuáles eran sus derechos legales. También estaba atascado con el trabajo, todavía tratando de crear estrategias sobre la toma de la compañía de Liam.
Había decidido que un par de noches libres uno del otro sería una buena idea bajo las circunstancias. Para su consternación, intencionadamente hice planes con Tig y Delia dos noches seguidas y le dije que dormiría en mi propio apartamento.
Sinceramente, no había planes aparte de estar en la sala de tatuajes. Realmente necesitaba la opinión de mis amigos sobre esta situación.
No podían creer la historia.
Delia estaba organizando sus agujas desechables perforadoras mientras hablaba.
—Eso suena como algo de Hospital General.
Tuve que morderme la lengua. No tenían ni idea de la ironía en esa declaración. Nunca había mencionado que Graham lo veía.
Tig levantó los pies mientras apagaba el cigarrillo y se quebraba.
—Es más como All My Children, si entiendes lo que quiero decir.
—Muchas gracias. —Puse los ojos en blanco.
Continuó:
—Lo que no entiendo es cómo este tipo nunca consideró la posibilidad de que esa chica fuera suya.
—Nunca la había visto.
—Pero oyó del embarazo, ¿verdad? ¿No pudo haber hecho las cuentas? ¿No se dio cuenta que, al menos, era posible?
Sintiendo la necesidad de defender a Graham, dije:
—Habían dejado de hablarse. No supo el momento exacto. Simplemente supuso que era de Liam.
Tig encendió otro cigarrillo.
—Esa es una mierda loca. Te despiertas un día y bum… familia instantánea.
Sus palabras me hicieron estremecer. Tig acababa de articular mi absoluto peor temor.
Delia supo que estaba molesta cuando se volvió hacia su marido.
—No digas eso. No está con esa chica. No son su familia.
—Créeme, no es que no haya pensado lo mismo —dije—. No solo estuvo enamorado de ella una vez, sino que ya no hay ningún otro hombre en la imagen, y es probable que sea la madre de su hija. ¿Dónde encajo exactamente en eso?
Delia hizo todo lo posible para convencerme de que saliera de la repisa.
—Estás adelantándote a los acontecimientos. No querrá estar con ella,
especialmente después de saber que le mintió durante años.
Suspiré.
—Esa mujer es hermosa y astuta. Apuesto a que ya está tratando de averiguar cómo hacer que esta situación funcione en su beneficio. Había programado una reunión con él para hablar de negocios incluso antes que se enterara de Chloe en el funeral. Quiere fusionar la compañía de Liam con lo de Graham.
—Apuesto a que quiere fusionar mucho más que eso —terminó Tig.}
Delia se acercó a Tig y lo sacudió juguetonamente.
—¿Quieres parar? —Me miró—. Graham parece realmente interesado en ti. Me cuesta creer que vaya a enamorarse de ella.
Tig intervino:
—Me cuesta imaginar a Soraya actuando como Mary Poppins y toda
esa mierda con esa chica. Tienes que mirar todo el panorama. Incluso si el Sr. Gran Imbécil no termina con la madre de la chica, Soraya todavía tiene que lidiar con criar a otra niña, si se queda con este tipo. Eso por sí solo, es algo a considerar.
Estaba en lo correcto. Había tantas capas diferentes en este problema.
—Soraya sería una buena madrastra. Podríamos teñir las puntas de la
niña y perforar sus orejas. —Delia sonrió.
Tig dejó escapar una enorme ráfaga de humo.
—¿Sabes lo que pienso? Creo que deberías ofrecerle a Daddy Warbucks y a Little Orphan Annie un adiós. Esa es mi opinión.
Esa noche, finalmente cambié el color de mis puntas de nuevo. Habían
sido verdes desde la noche de gala. Solo había un color que parecía ajustarse a la situación actual.
Código Rojo.
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Graham
Se sentía como si Soraya estuviera escapándose de mí. La excusa que me dio de salir con sus amigos era una completa basura. Lo peor fue que ni siquiera podía decir que la culpaba. Imagina si la situación fuera al revés. ¿Cómo lo habría manejado, sabiendo que había dado a luz al bebé de otro hombre? Ese pensamiento me puso enfermo del estómago. Me sentí tan posesivo con ella; simplemente no podía imaginarlo.
Esta semana había sido una pesadilla de la que no podía despertar. Todo lo que quería era regresar a como estaban las cosas antes del velatorio. Todo era tan simple entonces.
Tenía tanto trabajo por hacer, pero no podía dejar de pensar en las dos chicas infiltrándose en mi mente: Soraya y Chloe.
Si ella realmente era mi hija, entonces le debía mucho. Nada de esto era su culpa.
No te adelantes.
Necesitaba esa prueba de paternidad. Todavía había una parte de mí que no lo creería hasta que tuviera pruebas. No podía permitirme envolverme emocionalmente hasta que no hubiera duda de que ella era mía.
La voz de mi secretaria interrumpió mis pensamientos.
—La Sra. Moreau está aquí para verlo.
Haciendo clic en mi reloj, tomé una profunda respiración y dije:
—Envíala.
La puerta se abrió y Genevieve se pavoneó en mi oficina como si fuera la dueña del lugar. Hubo un tiempo en que prácticamente lo era. Ella, Liam y yo pasábamos horas haciendo estrategias en esta misma oficina hasta altas horas de la mañana. Me había dado un sinfín de mamadas bajo el mismo escritorio que ahora estaba delante de ella sentada con las piernas cruzadas. Parece como si fuera ayer, excepto por el hecho de que mi anterior amor por ella se había convertido en lo que parecía odio.
Colocó una caja blanca sobre mi escritorio.
—Te traje tu magdalena favorita de Magnolia. Mantequilla de maní. Recuerdo cuanto…
—¡Joder! Cállate sobre la magdalena. —Escupí—. ¿Es mi hija?
Ya estuvo bien para el inicio de la conversación.
Abrió los ojos.
—¿Qué?
—Me escuchaste. Chloe. ¿Es mi hija?
Parecía absolutamente sorprendida mientras sus mejillas se pusieron rojas. ¿Cómo no pudo haber visto venir esta confrontación?
Cuando no hablo, continúe.
—¿Por qué pareces tan sorprendida, Genevieve? ¿Realmente pensaste que iba a verla en el velatorio y no te haría esa pregunta?
—No lo sé, Graham.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
—He estado temiendo este momento durante cinco años. No sé cómo explicarte mi pensamiento de una manera que lo entiendas.
—Bueno… tengo todo el maldito día. Averígualo. —Cuando siguió en silencio, le dije—: De acuerdo, empezaré entonces. Te estabas follando a Liam y a mí al mismo tiempo, ¿verdad?
—Sí.
—¿Cuánto tiempo después de que estuviéramos juntos por última vez descubriste que estabas embarazada?
—Un mes.
—¿Desde hace cuánto estaban?
—Dos meses.
Tire un lapicero a través de la habitación con rabia.
—¿Cómo diablos pudiste hacer esto? —Un escupitajo había volado fuera de mi boca cuando lo dije.
Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.
—¿Puedes dejarme intentar explicarme?
—Estoy deseando ver como tratas de explicarte para salir de esto, de
hecho.
Cerró los ojos por un momento y luego dijo:
—Estaba enamorada de ustedes dos, Graham. Realmente lo estaba. Era egoísta de mi parte sentirme con derecho a eso, pero lo hacía. Quería que continuara para siempre. Estar con ambos era lo mejor de ambos mundos. Sabía que una vez que te enteraras, eso sería todo. Le dije a Liam que tú y yo habíamos dejado de dormir juntos. Él no sabía que había estado con los dos al mismo tiempo. Al parecer, nunca le dijiste lo contrario.
—Apenas hablé con alguno de los dos después de que te atrapé.
—Lo sé. Soy muy consciente. Hasta el día de hoy todavía me rompe el
corazón. —Miró por la ventana por lo que parecieron minutos para juntar sus pensamientos. Entonces, finalmente habló de nuevo—. Cuando Chloe nació, su tez era más clara de lo que es ahora. No tenía mucho cabello. No fue evidente de inmediato que no se parecía ni a Liam ni a mí. Mientras ella se convirtió en una niñita, supe que él estaba notando lo mucho que se parecía a ti. Eligió ignorarlo. Ambos decidimos ignorarlo. Las cosas estaban tan mal entre nosotros tres en ese momento. Y Liam amaba a Chloe más que a su vida. No podía haber enfrentado la posibilidad de que ella no fuera realmente suya.
—¿Qué hay de mí? ¿Pensaste que nunca lo descubriría?
—En el fondo, siempre sentí que ella era tuya. Y, para ser honesta, eso
me hizo feliz. Las cosas entre Liam y yo se estropearon realmente rápido después de casarnos. Me di cuenta que había cometido un enorme error. Todavía te quería mucho y siempre me arrepentiré profundamente de lastimarte.
—Una vez más, todavía no entiendo cómo pudiste haberme ocultado
esto.
—No tengo una excusa, excepto para decir que no quería afectar la vida de Chloe. Y una parte de mí sentía que no podía hacerle eso a Liam. Permanecer con él era el menor de dos males, porque sabía que no me recibirías de nuevo. Así que dejé que las cosas fueran como eran. Solo estaba tratando de mantener la paz. —Más lágrimas cayeron de sus ojos.
Me negué a ablandarme.
—Quiero una prueba de paternidad de inmediato.
—No voy a pelear contigo por eso, Graham. Te daré lo que quieras. Tiempo con ella. La prueba. Todo lo que pido es que, si resulta que eres el padre, por favor espera hasta que sea un poco mayor para contarle y que pueda entenderlo mejor. Acaba de perder al único padre que ha conocido. Y está devastada.
—Nunca haría nada que pudiera hacerle daño. Estoy bien si no le digo nada durante un tiempo si eso es lo que le conviene.
—Realmente me preocupo por ti. Nunca quise hacerte daño. Por favor,
cree eso.
—Quiero esa prueba dentro de una semana, Genevieve. Haré los arreglos para que pueda estar seguro de que los resultados son los correctos.
Una mirada de pánico cubrió repentinamente su rostro.
—No vas a tratar de alejarla de mí, ¿verdad?
—Nunca le quitaría un niño a su madre.
Genevieve gimió.
—Gracias.
—Si resulta que es mía, quiero que juntes cada foto que has tomado de ella desde el día en que nació. ¿Me entiendes?
Ella no vacilo.
—Por supuesto.
Esa noche, lo único que quería era ver a Soraya. Oler a Soraya. Dormir junto a Soraya. Mi cuerpo sentía que se estaba alejando de la droga más fuerte. Solo había pasado unos días sin ella, pero parecía una vida entera. No era solo la necesidad física. Echaba de menos su humor, su sarcasmo, su risa.
Era tarde. Acababa de dejar el hospital de visitar a Meme, y no estaba seguro si Soraya aun estaría despierta. Mi chofer, Louis, tenía el resto de la noche libre. Sin pensarlo, agarré mi chaqueta y me dirigí al garaje.
No le había enviado un mensaje de texto ni la había llamado primero. Por lo tanto, conducir a su casa era un riesgo. Pero no podía darle la oportunidad a decirme que no viniera
No había estacionamiento cerca de su apartamento, así que tuve que caminar dos cuadras bajo la lluvia torrencial. Cuando finalmente llegue a su puerta, presione el timbre de su apartamento.
Sonaba adormilada.
—¿Hola?
Cerré los ojos porque había extrañado su voz.
—Nena, soy yo.
—Graham… es tarde.
Apoyé mi frente contra la pared.
—Lo sé.
Sin decir nada más, me dejó entrar. El alivio me invadió mientras subía rápidamente las escaleras de dos en dos.
Mi cabello y mi chaqueta estaban empapados. Debía parecer una rata
ahogada. Cuando abrió la puerta, no me dejó entrar. No sabía si iba a
echarme o decirme que entrara. Era su turno de hablar. No tenía derecho a presionarla después del lío en el que acababa de meterla. La observé por un momento. Estaba completamente deshecha en una delgada camisa de noche blanca. Sus pezones me saludaban. Al menos ellas estaban felices de verme. Se veía tan hermosa, incluso con su cabello en un desorden en marañado.
Las puntas eran rojas.
La estaba perdiendo.
—Oh Dios. Entra. Estás empapado.
Gracias por la jodida lluvia. No estaba por encima de obtener simpatía
en este momento.
Cerró la puerta y desapareció por un momento, luego volvió con una
toalla.
—Toma. Dame esa chaqueta mojada.
Me quité la capa superior. Mi camisa de vestir por debajo estaba todavía seca. Debería haber estado afuera un rato más.
—¿Qué está pasando? ¿Está todo bien?
—No. Nada está bien.
—¿Me parece que tu reunión con Genevieve no ha ido bien hoy?
—Admitió que no estaba segura de que Liam fuera el padre de Chloe.
Ella estaba follando con los dos al mismo tiempo y se dio cuenta después de que rompimos que estaba embarazada. Accedió a que hiciera la prueba de ADN de Chloe la próxima semana.
—No sé qué decir.
La miré a los ojos.
—Dime que no me dejaras.
Apartó la mirada.
—Graham… todo es tan incierto ahora. Estoy muy confundida.
—Me siento igual. Mi mente está girando fuera de control, y solo hay una cosa de la que estoy seguro ahora. ¿Sabes qué es, Soraya?
Estaba mirando el suelo, pero alzó los ojos, mirándome a través de sus oscuras pestañas.
—¿Qué?
—Te quiero. Quiero estar contigo. Estoy jodidamente perdido sobre ti,
y necesito saber que tú no me vas a dejar.
Esbozó una pequeña sonrisa.
—Creo que el dicho es caer perdidamente enamorado por ti.
—Lo que sea. —Envolví mis manos alrededor de su cintura y las cerré
detrás de su espalda—. Dime que no me vas a dejar por esto.
—No sabemos qué va a pasar.
—Sé lo que quiero.
—Graham… las cosas pueden cambiar.
—Te necesito, Soraya. Nunca le he dicho eso a otra mujer en mi vida.
—Incliné mi frente contra ella y susurré—: Te necesito.
Asintió.
—Está bien.
Tomando su rostro entre mis manos, la levanté, así nuestros ojos se
encontraron.
—No más basura para evitarme.
—Tenía planes con Tig y Delia.
Le lancé una mirada que decía que eran tonterías.
—Bien. —Puso los ojos en blanco—. Te estaba evitando.
Me incliné y la besé en los labios. Por primera vez desde el funeral, el
mundo parecía dejar de girar por un momento.
—¿Quieres quedarte esta noche?
—Intenta hacer que me vaya.
Esa noche, con mi cuerpo envuelto alrededor de Soraya, finalmente
conseguí un sueño muy necesario. Incluso había dormido hasta tarde a la mañana siguiente hasta que el sonido de mi teléfono me despertó.
'Sra. Maddox!
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya
Sabía quién era por el tono de su voz. Afortunadamente, no le daba la cara, así que podía escuchar toda la conversación sin tener que fingir
que no me molestaba profundamente. Era bastante malo que otra mujer llamara a su teléfono a las siete de la mañana mientras estaba acostado en mi cama, pero la madre de su hija era otra cosa.
¿Es así como sería? Graham no era el tipo de hombre que ignoraría una llamada telefónica si la mujer que tenía la custodia de su hija estaba llamando. Esta perra que le había quitado años de ver crecer a su hija podía ahora interrumpir su vida a cualquier hora del día. No tenía ninguna duda de que ella lo utilizaría a su mayor ventaja, también.
—Haré arreglos para que un laboratorio privado vaya a tu casa el lunes a las diez.
Estaba en silencio mientras escuchaba. Oí el sonido de su voz, pero no
pude distinguir las palabras. Hubo algunos intercambios más cortos, y
luego justo antes de colgar, su voz se suavizó.
—¿Cómo está ella?
Me dolía el corazón por él.
Después, me quedé callada unos minutos, dándole tiempo. Cuando
finalmente hablé, aún le daba la espalda.
—¿Estás bien?
Graham me abrazó por detrás y me besó en el hombro.
—Estoy bien. Lo siento por eso. Estaba llamando para hacer arreglos
para la prueba de ADN.
Me volví y lo enfrenté.
—Todavía está enamorada de ti.
Miró hacia abajo.
—No estoy seguro de que Genevieve sea capaz de amar.
—Es hermosa.
—No te llega a los talones.
—Es inteligente.
—Me gustan más del tipo sabelotodo.
Eso me hizo sonreír. Hasta que pensé en otras cosas en las que Genevieve me ganaba.
—Fue tu prometida.
—Sin compromiso, es simplemente una pieza de joyería.
No tengo ni idea de dónde salió eso, mi lado masoquista, supongo.
—¿Te pusiste de rodillas y se lo propusiste?
—Soraya...
—Necesito saber.
—¿Por qué?
—No tengo idea. Solamente lo hago.
—De hecho, no lo hice. Era más un negocio que romántico. La llevé a
Tiffany’s y ella escogió su propio anillo.
—Oh.
—Cuando nos separamos, Meme no pareció demasiado sorprendida. Un día, durante el almuerzo, me preguntó por qué no le había dado a
Genevieve su anillo de compromiso. La idea nunca se me había ocurrido, para ser honesto. Meme me había dado su anillo cuando cumplí veintiún años y me dijo que pertenecía a quienquiera que finalmente le diera mi corazón. El anillo de mi abuela era pequeño y sencillo. No fue hasta que la relación había terminado y Meme había señalado lo obvio para mí cuando entendí el significado. Nunca hubo una pregunta en mi mente, en la elección entre un pequeño anillo que significaba mucho para mí y una roca llamativa, Genevieve hubiera preferido tener esa roca. Y yo sabía lo suficiente para no darle el anillo de mi abuela. Pero no me detuve a pensar en lo que eso decía sobre quién era ella.
—Vaya. Parece una verdadera perra.
Graham rió. Fue bueno oírlo.
—Eso es lo que más me gusta de ti, Soraya. Lo dices como si lo vieras. La primera vez que me lo hiciste, me enojé, pero también me puso duro como una roca.
Envolví mis manos alrededor de su cuello y le di una sonrisa juguetona.
—Eres un estirado que ni siquiera recuerda el nombre de su secretaria.
Graham entrecerró los ojos y rápidamente se movió. Sus labios fueron a mi cuello.
—Sigue.
—La mayoría de las veces, ni siquiera te das cuenta de las personas que te rodean.
—¿Es así? —Su voz era grave y su boca mordisqueó hasta mi oreja.
—Crees que las mujeres deberían simplemente abrir las piernas por ti.
Su mano acarició mi cuerpo, aterrizando en mi muslo desnudo. Me
habló directamente en el oído mientras me empujaba las piernas.
—Ábrete para mí, Soraya.
Intenté no hacerlo. Realmente lo hice. Pero esa voz...
—Ábrete para mí, Soraya. Necesito oírte gemir mi nombre.
—Estás tan seguro de que puedes... —Bajó su cuerpo por la cama, acomodando sus hombros entre mis piernas. Ya estaba húmeda, y su cálida respiración allí disparó fuego a través de mi cuerpo. Rápidamente abrí mis piernas.
Por la tarde, toda la confianza en nuestra relación que esta mañana había instalado ya estaba comenzando a disiparse. Ida me hizo hacer recados para ella desde la hora del almuerzo. En la fila del banco, el hombre frente a mí estaba con su hija. Probablemente tenía la misma edad que Chloe. Sentado en el tren siete en mi camino a la imprenta, una pareja estaba sentada frente a mí. Su hija se aferraba al poste, dando vueltas y vueltas. Probablemente no fue un momento profundo para ellos, pero para mí, vi una familia feliz. Los recordatorios estaban por todas partes.
Después de mi último recado del día, estaba en la plataforma esperando que llegara mi tren con rumbo al sur. Al otro lado de la pista, llegó el tren siete con dirección al norte. La palabra al lado del siete llamó mi atención. Queens. Sin pensarlo, subí, justo cuando las puertas se cerraban.
¿Qué demonios estaba haciendo? No lo había visto en ocho años. Por lo que sabía, tal vez ni siquiera viviera en Queens. Cuando salí a la estación de la calle sexagésimo primera, un tren hacia el norte estaba deteniéndose. Mirando a través, consideré volver por donde acababa de venir. Lo pensé durante tanto tiempo, que al final las personas tuvieron que caminar alrededor de mí mientras yo estaba congelada en el lugar viendo el tren alejarse.
Su casa estaba a solo ocho cuadras de la estación. Alrededor de la tercera, mi teléfono zumbó, y el nombre de Graham brilló en la pantalla. Mi dedo se detuvo sobre el botón RECHAZAR, pero luego recordé lo que le dije anoche. Que estaría allí para él. No lo evitaría más.
—Hola.
—Hola, preciosa. ¿Qué tal tu día?
Estaba en el cruce esperando que la luz se volviera verde.
—Ocupado. Ida me hizo correr por toda la ciudad haciendo recados. Justo en ese momento, la luz cambió, y salí de la cuneta. De la nada, un taxi se detuvo frente a mí, a menos de un centímetro de los dedos de mis pies. Golpeé el maletero del auto amarillo—. Oye, imbécil. ¡Mira hacia dónde vas!
—¿Soraya?
—Sí. Lo siento. Un taxista casi acaba de atropellar mi pie.
—¿Todavía estás en Manhattan?
—En realidad no.
—Oh. Bueno. Terminé una reunión en Brooklyn. ¿Dónde estás? Te recogeré, ¿y podemos buscar algo para cenar?
Estuve callada por un minuto.
—No estoy en Brooklyn.
—¿Dónde estás?
—Queens.
—Oh. No sabía que todavía estabas haciendo recados.
—No lo estoy. —Tragué—. Voy a ver a mi padre.
Graham no me preguntó por qué iba; La razón era bastante obvia. Hablamos durante el resto de la caminata, y le dije que le mandaría un mensaje cuando terminara para que pudiéramos cenar. Cuando colgué, me detuve, dándome cuenta de que la casa de mi padre estaba a solo dos puertas. ¿Qué iba a decir?
No tenía sentido del tiempo mientras estaba allí de pie, pero debía haber pasado por lo menos media hora mirando su casa. Mis emociones estaban completamente fuera de control, y en serio, no tenía idea de qué demonios iba a decir, pero estaba segura de que necesitaba hacer esto. A la mierda. Caminé hasta su puerta, respiré hondo y golpeé. Mi corazón se aceleraba mientras esperaba. Cuando nadie llegó a la puerta, al principio me sentí aliviada. Estaba a punto de dar la vuelta y salir cuando la puerta se abrió.
—¿Puedo ayudarte? —Theresa entrecerró los ojos, y entonces sus ojos
se agrandaron—. Oh Dios. Soraya. Siento no haberte reconocido.
Forcé una sonrisa.
—¿Está mi padre aquí? —De repente me entró pánico y no quería nada más que irme. Por favor, di que no. Por favor, di que no.
—Sí. Está arriba luchando con la puerta del armario que se salió de la
bisagra. Creo que está perdiendo. —Sonrió cálidamente y se apartó—. Entra. Subiré a buscarlo. Va a estar tan emocionado de que estés aquí.
Me quedé justo en la entrada, no era diferente de como me habría sentido entrando en la casa de un extraño por primera vez. Es lo que
esencialmente era. Un extraño. Las paredes estaban llenas de fotos familiares. La nueva familia de mi padre. Estaban sonriendo y riendo en cada foto. Ni una sola foto de mi hermana o de mí. No debería haber venido.
Una voz que no había escuchado en años interrumpió mi debate interno para huir.
—Soraya. —Mi padre estaba a mitad de la escalera mientras hablaba—. ¿Está todo bien?
Asentí.
—¿Tu madre está bien?
Eso me molestó.
—Ella está bien.
Frank Venedetta caminó hacia mí, quitando mi ya insegura confianza.
Por un segundo, pensé que iba a abrazarme. Pero cuando doblé mis brazos sobre mi pecho, él pareció tomar la indirecta.
—Esta es una agradable sorpresa. Ha pasado mucho tiempo. Mírate,
ya has crecido. Te pareces a tu tía Annette. Eres hermosa.
—Me parezco a mi madre. —Sus genes no estaban recibiendo crédito
por nada bueno.
Asintió.
—Sí, tienes razón, así es.
Los ocho años que pasaron fueron amables con mi padre. Ahora tenía
más de cincuenta años. Unas pocas manchas plateadas salpicaban su
gruesa melena negra, pero su piel oliva no había envejecido mucho. Era un hombre en forma; correr había sido su escape cuando éramos niños, y parecía que lo había mantenido.
—Ven. Vamos a sentarnos. —Vacilantemente, lo seguí hasta la cocina—. ¿Café?
—Sí. —Nos sirvió dos tazas y me dio un biscotti. Mi madre nunca nos dejó tomar café cuando éramos pequeños. Pero el lado de la familia Venedetta estaba fuera del barco de Sicilia; ellos pensaban que, si eras bastante grande para sostener la taza, debía ser llenada de café. Lo mismo pasaba con la copa de vino. Los mejores recuerdos de mi padre eran nuestras mañanas juntos en la cocina después de que mamá se fuera a trabajar. Papá y yo nos sentábamos a la mesa hablando mientras bebíamos café y comíamos biscotti antes de irme a la escuela. Incluso me levantaba temprano en el verano para sentarme allí con él. Después de marcharse, evité la mesa de la cocina por las mañanas porque me preguntaba si estaba compartiendo café con Brianna, su nueva hija.
—Entonces, ¿cómo estás?
—Bien.
Asintió. Había aparecido en su puerta, pero estaba cerrando cualquier
conversación que él iniciara.
Unos minutos después, volvió a intentarlo.
—¿Sigues viviendo en Brooklyn?
—Sí.
Asintió. Luego, unos minutos más tarde.
—¿A qué te dedicas?
—Trabajo para un columnista de consejos.
—Eso suena interesante.
—No lo es.
Unos minutos más pasaron.
—¿Estás saliendo con alguien?
Graham me había llamado su novia la otra noche, pero nunca lo había
dicho en voz alta.
—Tengo novio.
—¿Las cosas son serias?
Lo pensé durante un minuto. Eran serias. Puede que solo nos conociéramos durante un mes, pero era la relación más seria en la que había estado jamás.
—Lo son.
Mi padre sonrió.
—Se enteró de que tiene una hija de la que no sabía nada con su ex prometida.
La sonrisa de mi padre se desvaneció. Cerró los ojos brevemente, luego los abrió asintiendo como si todo tuviera sentido finalmente.
Respiró hondo y soltó un ruido de aire.
—He cometido muchos errores en mi vida, Soraya. Hice cosas de las que no estoy orgulloso.
—Como engañar a mi madre.
Asintió.
—Sí. Como engañar a tu madre.
—Nos dejaste. ¿Cómo dejas a tus hijos?
—Te lo dije. Hice cosas de las que no estoy orgulloso.
—¿Te arrepientes?
—Lamento lastimarte, sí.
—Eso no es lo que pregunté. ¿Te arrepientes de la decisión que tomaste? ¿Elegir a una mujer sobre tus hijas? ¿Tomar a una familia diferente como tuya y nunca mirar atrás?
—Eso no es así, Soraya.
Mi voz se hizo más fuerte.
—Responde la pregunta. ¿Miras atrás y deseas haber tomado una decisión diferente?
Me miró avergonzado, pero respondió honestamente.
—No.
Sentí como si alguien me hubiera golpeado el estómago.
—¿Alguna vez has amado a mi madre?
—Sí. La quería mucho.
—¿Y si Theresa no te hubiera querido?
—¿Que me estas preguntando?
—¿Te habrías quedado con mi madre si Theresa no te hubiera querido?
—No puedo responder a eso, Soraya. No fue así.
—¿Eras feliz con mi madre?
—Sí. Lo fuimos un tiempo.
—Hasta que llegó Theresa.
—No es justo. Es más complicado que eso.
Me puse de pie.
—No debería haber venido. Fue un error.
Mi padre se puso de pie.
—Los errores fueron todos míos, Soraya. —Me miró directamente a los
ojos mientras decía sus siguientes palabras—. Te amo.
Todo lo de los últimos días estaba saliendo a la superficie. Se sentía
como si hubiera un tsunami, y yo estaba a punto de ser absorbida si no corría. Así que lo hice. Salí corriendo como alma que lleva el diablo de su casa. No era el momento más maduro de mi vida, pero no había manera de dejar que ese hombre me viera llorar. Pasé por los retratos de la familia, abrí la puerta principal y bajé los peldaños de dos en dos. Mis ojos ardían, la garganta se sentía como si se estuviera cerrando, y mi pecho se contraía. Estaba tan decidida a escapar tan rápido como pudiera, que ni siquiera estaba prestando atención a donde iba. Es por eso que no vi al hombre que estaba parado en la acera hasta que me envolvió en sus brazos.
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
10-Julio --> Capítulos 18, 19 y 20
11-Julio --> Capítulos 21 y 22
12-Julio --> Capítulos 23, 24 y 25
13-Julio --> Capítulos 26, 27 y 28
14-Julio --> Capítulos 29 y 30
15-Julio --> Capítulos 31, 32, 33
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Soraya va a ver a su padre, pero no permite que e hable o se explique... sendo ya una mujer adulta, se comporto peor que una adolecente.
berny_girl- Mensajes : 2842
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Creo que tienes mucha razon @berny_girl se comportó como una adolescente, y presiento que están por llegar cosas peores.berny_girl escribió:Soraya va a ver a su padre, pero no permite que e hable o se explique... sendo ya una mujer adulta, se comporto peor que una adolecente.
Lo bueno es que él no dejó de insistir y la apoyo con lo de su papá.
Pero, hay que esperar...
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
Hola bonitas!
Solo paso a desearles una excelente semana y un bonito día.
Diganme, están disfrutando de la lectura? Que piensan de Chloe? Que creen que sucederá entre nuestros protas?
Hoy esperamos a Vero con los capis 18, 19 y 20, así que a seguir leyendo !!
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
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Re: Lectura #1 Julio 2017
bueno con la muerte de Liam se desato todo un caos, Graham descubrió que tiene una niña, creo que la ex debió hablar con el cuando tuvo las sospechas de que era su hija no se me hace correcto que ya se haya perdido 4 años de su vida y también creo que no tiene excusas, ahora le sale con que amaba a los dos, y es obvio que Soraya se sienta insegura ahora que hay de nuevo un vínculo entre Graham y Genevive tendrá que entender que ahora estará más presente y en cuanto a que buscará a su padre me pareció bien, para mi no creo que se haya comportado inmadura, es lógico que le guarde coraje y resentimiento (créanme lo se de primera mano) creó que el padre fue el que debió haberse acercado a ella, después de todo el fue el que se equivoco si en verdad le hubiesen importado sus hijas las hubiera buscado antes, creó que lo que hizo que Soraya se sintiera mal, fue el preguntarle a su papá si hubiera cambiado las cosas y el que el respondiera con un NO
yiniva- Mensajes : 4916
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Edad : 33
Re: Lectura #1 Julio 2017
Graham
Le grité a mi conductor que se dirigiese a Queens antes de siquiera saber la dirección de su padre. Afortunadamente solo había un Vendetta en el municipio, o habría estado llamando a todas las puertas. Mi instinto me decía que su visita no iba a ir bien. Llegando a la Avenida Catalpa, no tenía ni idea de si ella iba a estar dentro o no, así que me acomodé en la parte trasera del auto y esperé. No pasó mucho tiempo hasta que la puerta delantera se abrió y Soraya estaba corriendo por el camino de entrada hacia la calle. Apenas salí del auto para sujetarla, claramente no me había visto. Por la mirada de angustia en su rostro, no estaba seguro de que pudiese ver algo realmente. Al principio, luchó entre mis brazos.
—Soy yo, Soraya. Sus ojos parecieron comenzar a enfocarse. Observé mientras se llenaron de lágrimas y se desplomó en mis brazos. Apoyó todo su peso sobre mí mientras apretaba mi agarre en ella. —Te tengo, nena. Te tengo. Hizo un sonido desgarrador y luego su cuerpo comenzó a temblar, las lágrimas cayendo por su hermoso rostro. Hirió mi corazón físicamente. Viéndola así, escuchando ese sonido de dolor saliendo del interior, se sitió como si alguien me hubiese roto las costillas y tomado mi corazón palpitante entre sus manos para casi quitarle la vida. La sostuve tan apretadamente como pude durante unos minutos mientras permanecíamos frente a la casa. Cuando levanté los ojos y vi a un hombre de pie en la puerta de entrada mirándonos, un hombre que, por como lucía, era sin lugar a dudas Frank Vendetta, decidí que era momento de irnos. —Vamos, entremos en el auto. Soraya nunca volteó hacia atrás mientras la ayudaba a subir en el asiento trasero. Pero yo lo hice. Su padre simplemente asintió mientras observaba cómo nos marchábamos.
El viaje desde Queens fue silencioso. Cuando su llanto finalmente cesó, mantuvo la cabeza en mi hombro y los ojos cerrados. Odiaba que esto fuese culpa mía. Había jodido las cosas entre nosotros a lo grande. No solo la situación con Genevieve había abierto una brecha en nuestra relación, sino que había traído los viejos demonios de Soraya a la superficie. Ahora me comparaba con el hombre que la había decepcionado en la mayor parte de su vida. Acariciándole el cabello, finalmente rompí el silencio: —Lo siento. Todo esto es mi culpa.
—No sé por qué fui a verle. ¿Qué estaba esperando que dijese? —Es natural. Estás intentando entender sus elecciones por todo lo que está pasando. —Supongo… —Sé que te marchaste molesta, pero, ¿te dijo algo que ayudase? —No. Me comentó que no podía decirme si se habría quedado con mi madre si no hubiese conocido a Theresa. Joder. Me moví en el asiento para enfrentarla.
—Sea que tenga una hija o no, incluso si no te hubiese conocido, no habría manera en el infierno de que pudiese volver con Genevieve. —Pero la amaste una vez. Bajó la mirada al suelo.
—Soraya, mírame. —Alzó la cabeza y su mirada volvió a encontrarse con la mía—. La mujer me engañó con mi mejor amigo y luego no me comentó que existía la posibilidad de que tuviese una hija. Cuatro años. La confianza y la lealtad son importantes para mí. Ni siquiera contrataría a alguien en quien no pudiese confiar para que trabajase en mi negocio, menos con quien construir una vida. No vamos a volver juntos, no importa qué. —Mis siguientes palabras salieron lentamente, dándole una cuidadosa consideración a cada una, y aun así estaba siendo cuidadoso al decirlas—: Tu padre podría haber estado involucrado en tu vida mientras estaba casado con otra mujer. La gente hace eso todo el tiempo. Tomó sus decisiones. Y si me lo preguntas, hizo unas muy pobres. No soy tu padre. Justo entonces, Louis, mi conductor, interrumpió: —¿Señor Morgan? ¿Vamos a volver a Manhattan o a Brooklyn? La salida a Belt Parway se está acercando. —¿Mi casa o la tuya? —Miré hacia Soraya. Estaba aliviado de escuchar un destello de mi chica volver. —Estás asumiendo un montón de cosas con esa pregunta. —Simplemente estaba siendo un caballero. Has tenido una tarde dura. Conozco el remedio perfecto para hacerte sentir mejor. —Por supuesto que sí. —Es mi trabajo y me lo tomo muy seriamente. —¿Sabes qué me haría sentir realmente mejor?
—Nómbralo. —Tú, no siendo un caballero. Las orillas de mi boca se curvaron mientras mi polla se endureció ante el pensamiento. No aparté la mirada mientras hablaba: —A mi casa, Louis. —Luego susurré en su oído—: Y pensar que iba a follarte de forma muy agradable. Nunca dejas de impresionarme, Soraya. Sería mi placer dejar al caballero en la puerta y follarte de cuatro formas sucias diferentes.
Las cosas volvieron a la normalidad entre Soraya y yo los siguientes días. Su ansiedad sobre la posibilidad de que tuviera una hija, parecía disminuir. Durante el día, me lanzaba al trabajo y, por la noche, trabajaba igual de duro para complacer a Soraya. Si ella iba a sopesar sus opciones muy pronto, necesitaba hacer que su decisión de dejarme fuese lo más difícil posible. Satisfacerla sexualmente era mi parte favorita del plan. El lunes por la mañana, el laboratorio llegó a mi oficina a las siete para tomar mi ADN. Tenían una cita con Genevieve para tomar una muestra de Chloe unas horas después. Había pagado una fortuna por resultados rápidos, y el miércoles, tendría la certeza de si era padre o no. Un padre. Realmente nunca había tenido uno propio, el pensamiento en sí mismo era una novedad para mí. Si se confirmaba que era mía, no había duda de que quería estar involucrado en su vida. Aunque no tenía ni idea de mierda de cómo lucía eso. ¿Qué hacía un hombre adulto con una niña pequeña que se convertía en su hija de la noche a la mañana? El lunes por la noche, tuve que salir de la ciudad hacia Boston para una rápida reunión el martes por la mañana. Mi vuelo se retrasó, y estaba sentado en el aeropuerto leyendo el periódico. Antes de Soraya, comenzaba primero con la sección de negocios. Esos días, miraba Pregúntale a Ida antes de dirigirme al mercado. Entre las telenovelas y ahora leyendo la columna diaria de consejos, me estaba convirtiendo rápidamente en un marica.
Querida Ida: Mi madre se casó recientemente. Bill, mi nuevo padrastro, tiene un hijo de diecinueve años al que nunca había conocido hasta hace tres semanas. Alec estaba en la universidad y llegó a casa para vivir con nosotros durante el verano. El problema es, estoy extremadamente atraída por Alec. Estoy bastante segura de que la atracción es mutua ya que la tensión sexual es tan espesa, que a veces es difícil respirar. ¿Es malo que sea con mi hermanastro?
—Gretchen, Manhattan.
Querida Gretchen, Aunque técnicamente no hay consanguineidad, aún hay una conexión familiar y mucha gente desaprobará una relación entre ambos. Por tu carta, sospecho que crees que no es correcto estar con Alec y estás buscando que alguien te dé permiso para ir contra tus creencias. Mi consejo para ti es que seas fiel a ti misma y el resto encajará en su lugar.
Mandé un mensaje a Soraya.
Graham: Te follaría aunque fueses mi hermanastra.
Soraya: LOL. ¿Leíste la columna?
Graham: Sí. Me gusta averiguar en cuáles tuviste que ver con la respuesta.
Soraya: ¿Cómo puedes afirmar cuáles respondí?
Graham: Simplemente puedo.
Soraya: ¿Escribí la respuesta de hoy?
Graham: ¿Obtengo un premio si respondo correctamente?
Soraya: Pensé que te di tu premio anoche. Maldición. Lo hizo. Durante unos minutos, mientras me estaba chupando la polla, pensé sobre conseguir un piercing en la lengua solo para que ella pudiese sentir la fría bola de metal en su clítoris. Mi equipo seguramente pensaría que perdí completamente la cabeza si entraba el lunes por la mañana en la reunión, tropezando con las palabras con una deslumbrante lengua hinchada. Esta mañana fue lo suficientemente malo que estuviese sonriendo en medio de la reunión cuando mi mente divagaba. Cuando no respondí al instante, Soraya supo lo que estaba haciendo.
Soraya: Estás pensando sobre anoche, ¿no?
Graham: Así es. Y me hace querer dejar el aeropuerto y saltarme la reunión de la mañana. ¿Saltármela para una mamada?(11) Soraya: Pervertido. Así que… ¿escribí hoy alguna parte de la respuesta a la pobre Gretchen? Graham: Ni una maldita palabra.
Soraya: Muy bien. ¿Qué hay de ayer? ¿La mujer que estaba robando los tarros de dinero de su anciano tío?
Graham: Las prisiones están llenas de gente que comenzó con robos “pequeños”.
Soraya: ¡Oh Dios mío! ¿Cómo lo supiste? Esa fue literalmente la única frase que mantuvo de mi respuesta. Graham: Te conozco.
Soraya: ¡Eso da un poco de miedo! Dímelo a mí. Estos días estoy asustadísimo hasta la mierda. Mi vuelo acababa de aparecer en el panel cuando, el teléfono me vibró en la mano. Al principio, pensé que sería otro mensaje de Soraya. Mi sonrisa cayó viendo el nombre de Genevieve destellando en la pantalla. Pensé en no responder, pero luego me di cuenta de que podría ser sobre Chloe.
—Genevieve. —Graham. ¿Cómo estás? —Ocupado. ¿Está todo bien con Chloe? —Está bien. —¿Entonces qué quieres? Suspiró audiblemente en el teléfono. —Vas a tener que aprender a hablarme civilizadamente. No quiero que nuestra hija se exponga a la forma en que me gritas. —¿Nuestra hija? Te estás adelantando un poco, ¿no? Los resultados de la prueba no llegan hasta el miércoles por la mañana. —Solo es una formalidad para mí. En mi corazón sé que es tuya. —Qué jodidamente agradable de tu parte. Quizás podrías haber compartido ese pequeño trozo de información un poco antes. No sé… digamos… ¿hace cuatro años? —Deja de gritarme. —Deja de llamarme. Otro suspiro de frustración. Si no lo supiese, pensaría que esta mujer tiene pelotas. Unas gigantes, más grandes que su cabeza. —Escucha. Voy a tomar un vuelo. Necesito colgar. —¿Adónde vas? —Eso no es de tu maldita incumbencia. Voy a colgar, Genevieve. —Espera. Te llamé por una razón. Quiero estar ahí cuando obtengas los resultados el miércoles por la mañana. —No. —¿Qué quieres decir con no?
—Es lo contrario a sí. Quizás deberías haberlo dicho hace cuatro años cuando mi mejor amigo te pidió que te abrieses de piernas. —Graham… —No. No somos una feliz familia esperando que el palito muestre un signo positivo. Estoy esperando averiguar si me has robado cuatro años de la vida de mi hija. De todos modos, no será un momento de postal y no lo vas a compartir conmigo. —Voy a ir a tu oficina el miércoles. —Te estoy advirtiendo que no lo hagas. Hubo sonidos de tráfico en el fondo y de repente se silenciaron. —¿Genevieve? Esa zorra me colgó.
11 Juego de palabras, en el original dice: blow off for a blow job.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
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