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Lectura #2 Julio 2017

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Mensaje por wordsofthisgirl Lun 24 Jul - 20:12

Ay Sully, presiento que caerás mas pronto que tarde!!!


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Veritoj.vacio Lun 24 Jul - 21:06

Yo al contrario me grada mas Sully, si es grosero, pero es sincero y siempre trata de salvar a las personas aun cuando le pueda costar la vida. Que difícil debe ser haber pasado tanto en la guerra.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por yiniva Lun 24 Jul - 22:10

Sabes Verito, a mi también me agrada Sully, ja,ja es como el Dr. House brutalmente honesto, pero saben que, pienso que tal vez se sacrificó por Ronan, algo paso en Afganistan. Hasta pienso que él pudiera ser el del prólogo, no sé, quisiera saber más caray, y en cuanto a los niños creó que han evolucionado muy bien.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Lun 24 Jul - 22:43

jymm escribió:
mariateresa escribió:
micafp_2530 escribió:
Ahora, Ross ?? Alguna pista o algo?? Estoy muy, muy perdida con esos simbolos! De plano no entiendo nada...
Alguien que me quiera apoyar?
@mica_2530 somos dos tampoco entendi el juego de los simbolos.
hola chicas, revisen en los capis anteriores Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 1292711727 , ahí encontraran el significado de los signos y podrán descifrar las imágenes, chequen bien, mucho ojo y suerte
Sii @jymm ya supimos donde  Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 1f605  Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 1f605 
Muchas gracias por tu ayuda !! Coronitas para ti  Very Happy Very Happy


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Lun 24 Jul - 23:21

Sully, Sully, Sully !!
Es bastante grosero y todo, pero creo que es sincero, y eso cuenta mucho.
Pero, no lo sé, algo esconde, tal vez para proteger a alguien o algo así. Pero, aquí hay gato encerrado.
Por otro lado, me alegra leer que los niños están mejor, aunque sea poquito a poquito...

Hasta mañana !!


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Mensaje por Macs Lun 24 Jul - 23:43

Sabado 22, 15
Pobre de ronan todo lo que le toco pasar en la guerra y esa isla suena muy peligrosa y misteriosa lo bueno es que sully sigue estando al pie del cañon

Lunes 24, 16 y 17
Sully sigue comportandose como un heroe y es bueno porque ese accidente estuvo muy feo
creo que sully es sincero aunque bastante cruel pero pienso que tiene muy buen corazon


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Mensaje por mariateresa Mar 25 Jul - 1:14

Partiendo por el afiche que tienen en el hospital que no se aceptan partos y la atencion es de lunes a jueves de 6 a 9 eso es risorio de verdad no tienen alguien calificado para atender!!!!
Sully me enamore su caracter tan frontal y esa honestidad que pasa a ser grosera es refrescante.
Pienso que fue Sully quien salvo a los hombres del camion y no Ronan y le dieron la medalla purpura por que el se hizo pasar por su hermano despues del shock que tuvo al matar a la madre y al hijo.
Y Magda no se. No entiendo como paso a ser novia de Sully a esposa de Ronan por lo que dijo ella fue la que eligio por que lo hizo eso quiero saber.
Gracias chicas


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Atómic_Mellark Mar 25 Jul - 2:07

Sully es mio!!
No había podido reclamarlo XD


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 25 Jul - 2:22

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Ando de cariñosita así que todas tiene 5 pts. <3<3


Mica +1 por mandar imagen y respuesta


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Mensaje por Lizzy Mar 25 Jul - 19:16

18


Sully
Afganistán, 2009

Los italianos volvían a lanzar morteros. Se suponía que debían mandar a un
mensajero a la base por lo menos tres horas antes de cualquier asalto
planeado en las áreas suburbanas de la ciudad, una cortesía para
comunicarnos en qué momento deberíamos estar trasladando nuestras tropas fuera de
las zonas de peligro, sin embargo, nadie se había presentado con información las últimas
veces y la tensión entre los campamentos estaba por las nubes. Incluso avisar por radio
habría hecho el truco, pero todos los chicos europeos estaban hartos de la ley del
embudo (nunca les decíamos cuando estábamos planeando un ataque), y por eso habían
dejado claro que habían terminado de jugar a ser súper simpáticos con nosotros.
Jodidamente ridículo que estuviéramos todos aquí por la misma razón y aun así no nos
lleváramos bien.
Me encantaba tener alrededor a los italianos, sin embargo. Eran los únicos que
podían introducir bebidas alcohólicas fuertes en el país y siempre estaban dispuestos a
comerciar con cigarrillos y cualquier archivo porno almacenado en la red compartida de
la unidad en ese momento. Eso era un montón de porno.
Crucé corriendo la base, vacilando cada vez que el agudo chirrido de un mortero
silbaba por encima de mí. Por hoy, maldecía sus nombres. Pasé por delante de uno de
los primeros tenientes de la compañía C que se dirigía en dirección opuesta, un chico
rebelde de Alabama que probablemente estaría dirigiendo todo este programa algún día.
Se detuvo, saludándome.
—Están cerca de las vallas hoy, capitán. Eso es un infierno de un montón de fuego
antiaéreo desde las colinas allí. Whitlock va a estar fuera, con la intención de dar una
paliza a algunos traseros esta noche.
Me reí, volviéndome para correr hacia atrás.
—¿Viste a mi hermano, teniente? No puedo encontrarlo en ninguna parte.
El teniente sacudió la cabeza, ladeándola y estudiándome.
L
—Disculpe la pregunta, señor, pero, ¿cuál es usted de nuevo? Estaré condenado,
pero nunca lo sé.
—Sully —respondí, sonriendo para mostrar que no pasaba nada.
—Ahh. ¿Tiene algún consejo para diferenciarlos, eh, capitán? Podría hacer la vida
un poco más fácil para el resto de nosotros aquí.
Me encogí de hombros.
—Lo siento. Solo hay una forma de distinguirnos, y no creo que te sirva mucho.
—Pruébeme.
—Bueno, mi polla es, obviamente, mucho más grande que la suya —dije riendo—.
Así es como las chicas de la secundaria siempre nos diferenciaban, de todos modos. —En
verdad, Magda era la única chica que había llegado a ver mi polla. Y la de Ronan era
probablemente del mismo tamaño que la mía, con precisión milimétrica. No es que
hubiéramos comparado, por supuesto. Eso habría sido raro. Nuestras manos, nuestros
pies, nuestros hombros, nuestras cinturas, todo lo demás era exactamente igual. ¿Por qué
nuestros penes serían diferentes?
El primer teniente rió.
—Bueno, en todo caso, el otro capitán Fletcher acaba de salir de una reunión con
el coronel. Oí al tipo de inteligencia de Whitlock quejándose de cuánto duró su reunión.
Su hermano probablemente andará por ahí recuperándose de la bronca que le acaban de
echar.
El coronel Whitlock usaba su águila con orgullo. Era un líder conciso, sensato y
eficiente, con una actitud de mierda, pero hacía su trabajo. No era fácil supervisar una
operación como ésta, en medio de la nada, con recursos limitados y una ciudad entera
llena de gente que quería que murieras. Los únicos momentos cuando no pasaba tiempo
en su oficina, era cuando estaba reprendiendo a alguien. La jodías y sabías que pasarías
la mayor parte del día en la oficina de Whitlock con tus pantalones alrededor de los
tobillos, recibiendo la paliza de tu vida.
—Mierda. Bueno. Gracias, hombre. —Atajé por la base, bordeando la enfermería y
los contenedores que habían sido instalados como provisiones de suministros generales,
estanterías apiladas con tubos de pasta de dientes, papel higiénico y paquetes de regaliz,
hasta que llegué al otro extremo de la base, donde las tiendas de campaña Alaska8 de los
oficiales estaban instaladas. Atrapé a Ronan justo cuando estaba a punto de entrar.
Parecía aliviado cuando me vio, aunque había círculos oscuros e inquietantes bajo sus
ojos y parecía que no había estado comiendo bien últimamente. Si esto continuaba
mucho más tiempo, sería muy fácil para la gente diferenciarnos. Él sería quien se vería
como si estuviese a punto de caer de cabeza primero en la tumba.

8 Son unas tiendas de campaña con forma de semicírculo.
—Hola, hombre. Se suponía que nos viéramos después del almuerzo. La jodieron y
me dieron tu correo de nuevo. Whitlock te retrasó, ¿eh? —Hice una mueca, esperando
oír lo malo que había sido. Por la expresión en el rostro de Ronan, había sido muy malo.
Tragó saliva, mirando a su alrededor, y luego me empujó dentro de la tienda.
Verificando primero para asegurarse de que estábamos solos, caminó a lo largo de la
tienda y luego otra vez, cerrando y abriendo los puños cada pocos segundos. Estaba
actuando de manera extraña, como había estado actuando desde hace semanas, desde el
incidente con la mujer y el bebé.
Parecía aliviado cuando le dije que se equivocaba, que no había ni mujer ni bebé,
y, sin embargo, a medida que pasaban los días, empezó a hacer preguntas. ¿Cómo era el
chico? ¿Estaba en alguna lista de vigilancia? ¿Qué llevaba puesto? ¿Qué edad tenía? La
voluntad de Ronan de creer que estaba libre de culpa obviamente se estaba desgastando,
y no iba a terminar bien.
Cuando se detuvo delante de mí, sus hombros cayeron, su cabeza colgando.
—Whitlock es un hijo de puta, hombre. Me llamó para hablar de unos
neumáticos que faltan de los suministros, pero eso resultó ser una mierda. En realidad,
quería hablarme de la extensión.
¿Extensión? La palabra era una bala disparada desde un rifle de largo alcance, a
cinco kilómetros de distancia. La oías, sabías lo que venía, pero no sentías el impacto ni
el dolor durante cinco o seis segundos, hasta que la importancia de ello se asimilaba.
—¿De qué diablos estás hablando? ¿La extensión? Nuestros períodos de servicio
vencen en nueve semanas. Regresamos a Estados Unidos.
Los músculos de la mandíbula de Ronan se tensaron. Apartó la vista, con el ceño
fruncido. No había visto a mi hermano llorar desde el funeral de nuestros padres, y eso
era un recuerdo tan antiguo que se convirtió en polvo.
—No parece que regresar a casa esté en las cartas para cualquiera en la base —me
dijo—. Whitlock dice que están manteniendo a todos los oficiales, así como a los
soldados rasos. Ese soy yo. Ese eres tú. Todo el mundo. Todo el batallón. Inteligencia ha
previsto una mayor actividad de los talibanes en la zona de ahora hasta finales de año.
Eso es todo. Todos los despliegues se están extendiendo.
Me sentía frío, a pesar del calor. ¿Tenía razón? De ninguna manera tenía razón. No
podían lanzarnos esa clase de mierda sin previo aviso, especialmente faltando dos meses
para ir, supuestamente, a casa.
—¿Cuánto tiempo? —pregunté—. ¿Cuánto duran las extensiones?
El aliento de Ronan salió tembloroso.
—Seis meses. Dijo que había muchas posibilidades que se pudiera acortar si la
información resultaba ser errónea, pero dudaba mucho que pudiera ser el caso. Dijo que 
apreciaba mi dedicación al ejército de Estados Unidos y que mi sacrificio era por el bien
mayor de nuestra buena nación y la protección de su pueblo. Blablabla. Fin.
—¿Qué dijiste?
Ronan me miró bruscamente.
—Le dije muchas gracias, señor, por la oportunidad. Es un honor. ¿Qué más podía
decir? En realidad, señor, ¿tenía planes en abril en Maine y no me apetece cancelar? ¿O
qué tal la vieja verdad? Señor, he terminado con esta mierda y no creo que pueda
aguantar otro día. No puedo dormir y cada segundo que sigo aquí es otro segundo un
paso más cerca de la locura. ¿Cómo crees que hubiera sido esa conversación, Sully? Me
hubiera tenido frente a un consejo de guerra al instante.
—No puedes saberlo.
—Sí, lo sé. Estamos hablando de Whitlock. Por otra parte, si me hubiera llevado
frente a un consejo de guerra, al menos me enviarían a una prisión militar en Estados
Unidos. Eso sería preferible a otros seis meses en este infierno. Dios. ¿Qué diablos está
pasando ahora, Sully? Los últimos años se han sentido como una pesadilla larga e
interminable. Día tras día con la mochila en la espalda y disparando contra civiles,
sospechando de todo y de todos, la locura surgiendo tan gradualmente que nadie parece
notarla, hasta que un día, el tipo que está a tu lado en la fila del comedor hace algo tan
monumentalmente desquiciado que, de repente, lo ves, de repente hace clic, y es
entonces cuando te das cuenta que estás a solo un latido de corazón de hacer la misma
mierda loca tú mismo.
Era apenas coherente, con las manos apretadas en su camiseta de color caqui,
sudando en las sienes. Nunca lo había visto así y nunca me había preocupado tanto por
él. La gente siempre hablaba mucho del vínculo que los gemelos comparten. El vínculo
sobrenatural entre ellos. Uno de ellos se lastima, el otro siente el dolor. Uno es infeliz, el
otro también. Uno está en peligro, el otro está tan agobiado por un sentimiento
abrumador de presentimiento que tiene que llamar y asegurarse que todo está bien.
Ronan y yo nunca experimentamos tal cosa, pero no necesitaba de un vínculo
psíquico inventado ahora mismo para entender cómo se sentía. La tensión se desprendía
de él, densa en el aire, y sus ojos eran salvajes con pánico. Di un paso adelante y envolví
mis brazos a su alrededor, sosteniéndolo fuerte.
—Joder, amigo. Todo va estar bien. Seis meses no son nada. Podemos hacer eso, no
hay problema. Solo espera y verás. Ni siquiera romperemos a sudar. —Ronan enterró su
rostro en mi hombro, respirando con dificultad. Estaba a punto de romperse y perderlo
por completo. Sosteniéndolo tan apretado como pude, le dije una y otra vez que iba a
estar bien, que otros seis meses no nos romperían, pero esta horrible sensación de temor
estaba enroscada en la boca de mi estómago como una serpiente venenosa, y amenazaba
con atacar en cualquier momento. No sabía si él podría servir otros seis meses. No sabía 
si todo iba a estar bien. Todo lo que sabía era que lo iba a proteger y que iba a hacer todo
lo que estuviera en mi poder para intentar que lo superara lo mejor posible.
Permanecimos un buen rato en silencio mientras Ronan contenía el aliento. Nos
hubiéramos quedado mucho más, si uno de los especialistas de Ronan, Crowe, no
hubiera entrado en la tienda, llamándome a voces.
—¿Capitán Fletcher? Ah, allí estás. Lo siento, Sully. El coronel Whitlock te está
buscando. Preguntó si, por favor, podías ir directamente a su oficina. Tiene algunos
papeles que debes rellenar.
Así que ahí estaba. Ronan tenía razón; estaban extendiendo a todo el mundo.
Parecía que yo sería el siguiente. Mi hermano dio un paso atrás, respirando
profundamente, alisando su camiseta.
—Gracias, Sully. Nos vemos luego, hombre. Avísame de cómo va, ¿eh? —Se dio la
vuelta y se alejó antes de que tuviera la oportunidad de responderle. Obviamente no
quería que su chico se diera cuenta que estaba asustado y tampoco quería ponerlo en esa
posición.
—De acuerdo, Crowe. —Me volví hacia el especialista, dándole una palmada en la
espalda—. Ve delante. Estoy justo detrás de ti.
Durante toda la caminata hasta la oficina de Whitlock, los morteros italianos
continuaron lloviendo en la ciudad a poco más de seis kilómetros de distancia, enviando
ráfagas de fuego y muerte en el cielo.


Última edición por Lizzy el Mar 25 Jul - 19:21, editado 1 vez


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Mensaje por Lizzy Mar 25 Jul - 19:20

19


Sunshine Scramble

¿Estás listo para esto? ¿Estás seguro que no quieres esperar hasta
después de Navidad, como planeamos?
Connor estaba metiendo un nuevo cuaderno y un paquete
de lápices en una mochila de color azul oscuro que le había comprado en la tienda. Los
suministros de papelería en The Causeway eran un poco escasos, por lo que había tenido
que hacer lo mejor que pude. Como resultado, Connor tenía todo lo que necesitaba para
su primer día en la escuela, pero no sería el niño popular de su año. Si estuviéramos en
Nueva York, hubiera sido capaz de llevarlo por toda la ciudad, comprarle los mejores
zapatos, la mejor ropa, una montaña de papeles diferentes, bolígrafos, pegamento, etc.
No parecía que se preocupara por no estar vestido de marca, sin embargo. Parecía
contento de salir de casa.
—Sí, está bien. Quiero ir. De verdad.
Rose se había presentado en casa después del trabajo el día anterior, diciendo que
sería una gran idea que los niños pudieran hacer algunos amigos antes de las vacaciones,
para que tuvieran gente a la que visitar. Ya había hablado con el director de la escuela
primaria, que estaba bien con acoger a Connor como una admisión temprana. No había
tenido mucha participación en la decisión, lo que estaba bien conmigo, porque Connor
en realidad parecía estar emocionado por una vez, y eso era maravilloso.
—¿Quieres que te lleve, o que lo haga Rose? —pregunté.
Se mordió el labio y miró al suelo. Un segundo más tarde, con los ojos entornados,
alzó la mirada y dijo:
—Tú, por favor.
Así que lo hice. Cuando lo despedí en la puerta, donde los otros niños estaban
entrando bulliciosamente en el pequeño edificio de aspecto cuadrado, Connor se giró y
me abrazó, su cabeza apoyada en mi estómago, sus brazos apenas capaces de alcanzar mi
cintura, y sentí una punzada de ansiedad recorrerme. ¿Estaría bien? ¿Y si se tropezaba y
caía? ¿Y si se golpeaba la cabeza? ¿Qué pasaba si algunos de los otros niños empezaban a
intimidarle por cualquier razón? Había un sinfín de cosas que podían salir mal en el
primer día en una escuela nueva y se sentía mal encontrarme fuera de los terrenos de la
escuela, observándolo correr adentro, su mochila rebotando arriba y abajo en su espalda, y no acompañarlo dentro para protegerle. Suponía que así se sentían los padres que
solían dejar a sus hijos en Saint Augustus mientras yo entraba también, dispuesta a
enseñar.
La sugerencia que Michael hizo en la fiesta de Rose me vino a la mente una vez
más. Había una posición vacante para profesor a tiempo completo en la escuela. Y estaba
bien pagado, además. Una vez que estos seis meses con los niños acabasen, contra viento
y marea encontraría otro trabajo. Si me quedase en The Causeway después del verano,
¿sería tan malo? ¿Si los niños se quedaran aquí de alguna manera, lo sería también? No
podía imaginar dejarlos, o simplemente entregárselos a Sheryl, dejarlos en alguna casa
de acogida horrible. Y eso sería después de que hubieran estado durante meses en un
orfanato, esperando por siempre para ver quién querría llevárselos. El pensamiento solo
me mataba.
En casa, Amie y yo hicimos dinosaurios de estrellas de mar brillantes para colocar
en el refrigerador y luego nos sentamos y leímos un libro juntas. En mitad de esto, mi
teléfono sonó en el brazo del sofá.
Sully: ¿Macarrones con queso? ¿Filete?
Lo había terminado con un emoticón guiñando un ojo, lo que me hizo sacudir la
cabeza.
—¿Por qué estás sonriendo, Feelya? —preguntó Amie, mirándome. Su rostro era
tan perfecto. Tan dulce e inocente. Su cabello estaba pegado a la frente, flotando en una
ola por la estática que picaba entre nosotras.
—Por nada en absoluto, pequeño monstruo. Un amigo que conozco acaba de hacer
una broma en mi teléfono.
—¿Era una broma divertida?
—Realmente no. Estaba siendo descarado.
Se echó hacia atrás, su cabeza apoyada en el hueco de mi brazo, riendo, sus dientes
mostrándose, y solo quería envolver mis brazos a su alrededor y apretarla con fuerza.
Era la cosa más adorable. Tenía la misma barbilla, la misma frente alta y los mismos
hoyuelos que su padre y su tío. El color exacto de cabello. La misma sonrisa y el mismo
brillo travieso en sus ojos.
—¿Qué ha dicho? —preguntó, sin dejar de reír.
—Está enfermo, por lo que le he estado haciendo la cena y llevándosela a su casa al
otro lado de la isla. Solo estaba diciendo que quería filete con macarrones con queso
para la cena, lo cual es realmente malo, porque no es tan fácil de hacer.
Sus ojos se abrieron.
—Me encanta el filete con macarrones con queso.
—Mmm, lo sé. A mí también.
—¿Podemos cenar eso también?
—Oh, chico.
Así que eso fue todo. Un viaje rápido a la tienda más tarde, y Amie y yo estábamos
en la cocina con los ingredientes necesarios, haciendo la cena que había solicitado Sully:
filete con macarrones con queso a la Amie.
Más tarde, cuando le llevé su comida, Sully levantó la tapa de su cena y arqueó una
ceja haciéndome recordar tanto a Ronan que me dejó sin aliento.
—¿Por qué, si puedo preguntar, los macarrones con queso son verdes? ¿Y por qué
la carne... tiene forma de conejo?
—No es un conejo. Es un velociraptor. No lo puedes saber porque todavía no está
cocinado. No quería que se pusiera duro en el camino hasta aquí.
Sully frunció el ceño un poco más, su mirada fija en la comida.
—Creo que tuviste ayuda para preparar esta comida.
—Sí. Mi ayudante es excelente. Tiene cinco años. Le encantan el color verde y los
dinosaurios. Siente mucho que estés enfermo y espera que te mejores pronto.
Sully se apoyó en la encimera y suspiró con fuerza, cruzándose de brazos.
—¿Es esto una estratagema barata para conseguir que me enamore de mi sobrina y
sobrino a través de los alimentos? Porque no va a suceder. Soy impermeable a la ternura.
—Estoy segura de que lo eres. Estoy segura de que lo eres, amigo.
Durante la siguiente semana, eso no me detuvo de hacer que Amie me ayudase
con el resto de las comidas de Sully. Cerebros de Monstruo (sopa de pescado, con
galletas), Cazuela Pútrida (pavo y maíz dulce, a Amie no le gustaba el maíz). Guiso
Mareado, que, de acuerdo con Amie, estaba destinado a parecerse a vómito.
Afortunadamente, se parecía más a cualquier cazuela de pollo, pero Sully se rió igual.
Mis visitas de dos o tres horas a su casa cada noche eran menos y menos
estresantes y más agradables con cada día que pasaba. Milagro tras milagro, el borde
duro de Sully se disipaba. Fue una cosa interesante de ver. Flirteaba como un demonio y
todavía era afilado como un látigo con sus réplicas, pero la hostilidad se había ido. Me
enviaba un mensaje una o dos veces al día, y, sorprendentemente, raramente quería
matarlo debido a lo que decía. Raramente. Todavía había momentos en los que me
enviaba algo tan bárbaro y por encima de la línea que consideraba decirle que se jodiera,
pero en su mayor parte, se estaba comportando.
El viernes, siete días después de que él llegase a casa del centro médico, entré en el
faro y Sully me dio una taza de café.
—Grande y negro, como te gusta —dijo, sonriendo.
—Eso no tiene sentido —dije, tomando el café y dando un sorbo profundo.
Sully sonrió y metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros.
—¿Verdad? Voy a dejar que pienses en eso por un tiempo. ¿Qué terrible creación
hemos traído de nuevo con nosotros hoy, entonces? —preguntó, moviendo sus cejas
ante el recipiente que había puesto sobre la mesa de café.
—¿Por qué no vienes a ver? —La tomé de nuevo y fui a la cocina, en busca de
platos. Sully fue cojeando detrás de mí, todavía agarrándose, haciendo todo lo posible
para minimizar el daño de sus costillas, que seguía siendo constante y doloroso.
—Maldita sea, mujer. Ya he tenido mi entrenamiento para el día. No necesito
perseguirte por toda la casa, sabes.
—¿Llamas a ducharse y vestirse un entrenamiento?
—Sí. Y limpiarme el culo. ¿Tienes alguna idea de lo doloroso que es torcerme y
limpiarme en este momento? —Lo demostró para que lo viera, girando su torso y luego
gritando cuando su caja torácica dolió.
—Te lo mereces.
—Solo abre la maldita comida, Lang —se quejó, sosteniendo su mano contra su
pecho, como si eso fuera a detener el dolor.
Abrí el recipiente y le mostré lo que Amie y yo habíamos hecho justo antes de
salir de casa.
—Esta es su comida favorita —expliqué—. Dijo que quería hacértela para que
finalmente te pusieras mejor. Le expliqué que las costillas rotas tomaban un poco más de
tiempo para curarse que una semana, pero parecía bastante convencida de que esto
serviría.
Sully consideró la comida: panqueques ahogados en jarabe de arce. Salchichas de
pollo y manzana. Huevos, por encima, todavía calientes de la sartén. Suspiró, apoyando
su espalda en la encimera de la cocina.
—Nuestra madre solía hacernos esto a Ronan y a mí casi todos los días cada vez
que estábamos de vacaciones —dijo en voz baja—. Lo llamaba sunshine scramble.
Me mordí el labio, sin saber si debía decir algo. Qué demonios, sin embargo. No
podía perjudicarle el decirle la verdad.
—Amie lo llama así también. Ronan solía hacerlo para ella.
Sully se quedó mirando la comida un poco más, moviéndose y retorciéndose como
si estuviera extremadamente incómodo.
—Bien. Joder. —Pasó la mano por su cabello y la dejó en la base de su cuello, sus
labios apretados en una línea blanca.
—Solo come, Sully. No tiene que ser algo malo.
—No. Tienes razón. No lo es. —Todavía parecía que algo le había golpeado, sin
embargo. Nos sentamos y comimos en silencio. Cuando terminamos, Sully hizo algo que
me sorprendió totalmente. Se puso de pie y luego extendió su mano y tomó la mía,
haciendo que me levantase también. Pensé que iba a acompañarme fuera de la casa o
algo, había estado recluido y en silencio desde que le había mostrado la comida, pero en
cambio, levantó su mano derecha y apartó mi cabello, poniéndolo detrás de mi oreja,
dándome una sonrisa complicada—. Nunca he besado a una chica por primera vez sin
estar borracho, ¿sabes? —dijo.
—¿Qué? Tampoco vas a hacerlo ahora. —Traté de dar un paso atrás, avergonzada,
demasiado sorprendida incluso para creer por un momento que estaba hablando en
serio. Deslizó un brazo alrededor de mi cintura y me detuvo, sin embargo.
—Dios, Lang. No hay mucho en mi vida que sea fácil. El simple hecho de salir de
la cama en este momento es una maldita lucha. Respirar es mucho más exigente de lo
que debería ser la mayoría de los días. No vayas a hacer esto difícil también. —Esbozó su
sonrisa imprudente, sus hoyuelos aparentes y cargados, listo para matar, y mi pecho se
apretó con fuerza. Estaba siendo muy serio y no tenía ni idea de cómo reaccionar. Solo
me congelé, alarmada y desarmada, atrapada con la guardia baja.
—Yo…
—¿No quieres que te bese?
Poco a poco, asentí.
—Sí, al menos, creo que sí…
—No más pensar. —Me acercó rápido, agachándose a mi encuentro, su boca
chocando contra la mía, robando el poco aliento que tenía inmediatamente. Si hubiera
querido reaccionar de alguna manera, defenderme u objetar, no hubiera tenido tiempo.
Me acercó a él, sosteniéndome cuidadosamente contra su cuerpo, presionando su pecho
contra el mío, la hebilla de su cinturón al ras con mi estómago.
Sus manos eran firmes y convincentes; parecía como si quisiera tocarme por todas
partes, sentir la textura de mi piel bajo sus dedos, deleitarse con la sensación de nuestros
cuerpos alineados tan perfectamente uno contra el otro. El beso era del tipo que hacía
que la gente aullara como un lobo en la calle. Fue espectacular, un beso que hizo
temblar la tierra y que haría dar vueltas a tu cabeza y hacerte colapsar de rodillas. No
sabía qué hacer. Tenía dos opciones: podía apartarle y golpearle lo suficientemente duro
en el rostro como para noquearle durante una semana, o podía seguirle y besarle.
Quería hacer las dos cosas, no tenía derecho a estar besándome repentinamente,
lanzando mi cordura al espacio exterior, pero, por otra parte, realmente era la
perfección.
Le devolví el beso.
Poniendo mis brazos alrededor de su cuello, me puse de puntillas con el fin de
reclamar su boca tan fervientemente como estaba reclamando la mía. Su lengua se
movió rápidamente contra la mía y luego Sully acunó mi rostro en su mano, frotando la
yema del pulgar contra la carne hinchada de mis labios. Se echó hacia atrás, sonriendo
de la manera más inimaginablemente nefasta, como si estuviera planeando mi ruina
dentro de su malvada mente.
—Tu boca... —susurró, riendo suavemente entre dientes—. No tienes ni idea de la
cantidad de tiempo que he pasado fantaseando sobre tu boca, Lang.
—¿Lo has hecho? ¿Por qué? —Esa era una pregunta increíblemente ingenua. Sabía
por qué había estado soñando con mi boca demasiado bien. Sully parecía estar contento
de que hubiera preguntado, sin embargo.
—Bueno —dijo, dando un paso adelante. Estábamos uno contra el otro, así que no
tuve más remedio que dar un pequeño paso hacia atrás al mismo tiempo—. Tus labios
son bastante ridículos. Se ven tan gordos y como si tuvieran que ser mordidos, por el
amor de Dios. Me he imaginado atrapándolos entre mis dientes más veces de las que
puedo recordar. Ha hecho que estar enfadado contigo sea jodidamente difícil. Y para
que lo sepas, Lang, cada vez que te lames los labios, cada vez que esa lengua tuya sale de
tu boca perfectamente formada, me gusta imaginar cómo se sentiría tener esa lengua
tuya lamiendo la cabeza de mi polla. Me vuelve loco.
No podía creer que acabara de decirlo tan fácilmente. Will y yo nunca hablábamos
sobre sexo. Tratamos de hablar sucio un par de veces, pero dijo que le hacía sentir mal.
Repugnante, incluso. Se sentía como si se estuviera aprovechando de mí.
Will era el chico más vainilla, dentro y fuera de la habitación, y ya sabía en lo
profundo de mis huesos que Sully era el polo opuesto. Era menta y fresa, chocolate y
pistacho, todo en uno. Donde Will era frío como el hielo, Sully era fuego ardiente.
Donde Will era reservado, siempre demasiado preocupado por lo que los vecinos
pudieran pensar, Sully estaba firmemente determinado a reclamar lo que quería, y que
le jodieran a lo que pensaran los demás.
Enredó sus dedos en mi cabello, retorciéndolo en un nudo desordenado en mi
nuca, después, tirando suavemente de él, me inclinó la cabeza hacia atrás.
—¿Y esto? —dijo, trazando lentamente con el dedo índice de su mano libre la
línea de mi garganta—. Tu cuello, Lang. Mierda. Tienes el cuello más atractivo.
—Los cuellos no son atractivos —repliqué, intentando ignorar el latido errático de
mi corazón, mientras tropezaba en mi pecho. El miedo estaba burbujeando dentro de
mí. La forma en que Sully me estaba manejando era más que sexual; era vital. Mi cuerpo
zumbaba ante su toque, lleno de luz, y cada vez que rozaba su boca contra la mía me
sentí elevar más y más lejos de la realidad.
Lo quería. Él también a mí, eso era muy evidente, dada la erección dura como roca
que podía sentir presionando en mi bajo vientre. Pero esto era una mala idea. Una idea
muy, muy mala.
Sully era el tío de Connor y Amie. Estaba loco, por lo que sabía, y no quería tener
nada que ver con los hijos de su hermano. No debería quererlo. No podía. Alejándome,
jadeé para respirar profundamente, ya odiándome. Estaba balanceándome sobre el filo
de un cuchillo. La mirada correcta de Sully, la palabra correcta, y volvería a caer a sus
brazos. Efectivamente, cuando le miré, la oscura expresión rumiante en su rostro era
como la yesca a una llama; tomé tres pasos gigantes lejos de él, hasta que mi espalda
golpeó la pared detrás de mí.
—Uf. Eso fue muy estúpido —dije, riendo nerviosamente—. Estar encerrado en
este faro debe estar matándote de verdad, Sully. Si estás dispuesto a liarte conmigo para
detener el aburrimiento, entonces probablemente deberías pensar en salir de la casa tan
pronto como te sea posible.
Caminaba hacia mí, su barbilla hundida, mirándome por debajo de esas cejas
oscuras suyas. Atractivo. Tan condenadamente atractivo. Y no pude evitarlo. La
adrenalina se disparó a través de mí como una bala dejando un arma, arrancando todo a
su estela.
—No estoy aburrido —dijo lentamente, en voz baja—. No he estado aburrido ni
un solo segundo en tu compañía, Lang. Desde el primer día, me has intrigado.
—Acosado. Te he acosado. Lo dijiste tú mismo. —Estaba mirando por encima de
su hombro, tratando de encontrar la manera de colarme por su lado, al otro lado de la
habitación y salir por la puerta principal, pero era como si Sully pudiera sentir mis
pensamientos. Se hizo a un lado, moviendo la cabeza, chasqueando la lengua.
—¿Cuánto tiempo te queda en la isla, Lang? —preguntó.
—Tres meses y medio. —Debería haber balbuceado. Mi discurso siempre me
defraudaba cuando estaba nerviosa y, en este momento, estaba aterrada. Debería haber
estado tropezando con mi propia lengua a cada paso y, sin embargo, dije las palabras de
una sola vez.
—Tres meses y medio. Claro. Por tanto, ¿crees que realmente deberíamos perder
más del poco tiempo que podríamos pasar juntos?
Sorprendida.
Estaba sorprendida.
Sully se veía serio. La intensidad saliendo de él me hizo llegar hasta la pared detrás
de mí, tratando de asegurarme que no me deslizaba abajo y colapsaba en una piscina
sobre el suelo.
—Sabes que nosotros pasando tiempo juntos de esa manera no es una decisión
inteligente. Por mi parte, o por la tuya. Tienes razón. Tres meses y medio es una
cantidad tan corta de tiempo…
—Es tiempo suficiente para llegar a conocernos.
—Es tiempo suficiente para enamorarse de alguien. Mucho. ¿Y entonces qué?
¿Vuelvo a California, sin los niños, sin un trabajo y con un corazón roto? —Negué—.
No, Sully. Esto no terminará bien.
—No sabes cómo termina —replicó—. Y puedo garantizarte que no te habrás
enamorado de mí para cuando te vayas de aquí. No dejaré que ocurra. Puedo protegerte
de ello.
—¿Cómo?
Cerró la brecha entre nosotros otra vez, moviéndose lentamente.
—Permitiéndote conocerme. Mostrándome mis verdaderos colores. —Metió
suavemente un mechón de cabello detrás de mi oreja, mirándome el lóbulo como si
quisiera darse un festín con él—. Y elevaré mis súper poderes de idiota a diabólicos. Eso
debería servir.
Lo miré desafiante, buscando en su rostro. ¿Creía que sus respuestas sarcásticas y
su lengua afilada serían suficientes para evitar las mareas de algo que ya se sentía
imparable, como una ola de un tsunami de camino hacia la orilla? Estudié su rostro por
un largo tiempo, obligándome a no apoyarme en su mano y cerrar los ojos. Sully no
revelaba nada. Su rostro estaba en blanco, sus ojos, espejos reflejándome solamente a mí
en sus profundidades oscuras, no traicionando nada de él en absoluto. Sus labios estaban
fuertemente cerrados, que era la única cosa que delataba que estaba conteniendo la
respiración.
Alejándome de la pared, me agaché y tomé mi bolso del suelo, y luego pasé junto a
él antes de que pudiera detenerme.
—Lo siento, Sully. Me tengo que ir.
—¿Lang?
No me giré.
—Ronan y yo peleábamos todo el tiempo —dijo precipitadamente—. Nos
enfadábamos, nos golpeábamos y nos pateábamos el uno al otro, pero a pesar de todo,
siempre seguíamos amándonos. Después de lo que hizo con Magda, sin embargo... no
hubo vuelta de eso. Me cambió. Admito que no soy el hombre que solía ser. Pero me
haces sentir... Joder. —Se detuvo, gruñendo por lo bajo—. Me haces sentir como si
pudiera ser capaz de encontrar a ese hombre nuevo, el hombre que era, antes de Magda
y antes de Afganistán, y me asusta jodidamente. Ni siquiera sé si quiero ser él de nuevo. 
Así que... no te vayas para siempre. Entiendo si tienes que alejarte por ahora. Pero
asegúrate de volver, ¿de acuerdo? Esto aún no ha terminado y lo sabes.


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Mensaje por Lizzy Mar 25 Jul - 19:21

Cronograma

Sábado 15: Prólogo y Capítulo 1 
Domingo 16: Capítulo 2 y 3
Lunes 17: Capítulos 4 y 5
Martes 18: Capítulos 6 y 7 
Miércoles 19 : Capítulos 8 y 9
Jueves 20: Capítulos 10 y 12
Viernes 21: Capítulos 13 y 14
Sábado 22: Capítulos 15 pagina 124
Domingo 23 Descansamos y ponemos al dia.
Lunes 24: Capítulos 16 y 17
Martes 25: Capítulos 18 y 19

Miércoles 26: Capítulos 20 y 21
Jueves 27: Capítulos 22 y 23
Viernes 28: Capítulo 24
Sábado 29: Capítulo 25
Domingo 30: Capítulo 26
Lunes 31: Epílogo comentario final y puntuación


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Mensaje por wordsofthisgirl Mar 25 Jul - 19:53

Bueeno, Ophelia tiene miedooo.
Me encanta la sinceridad de Sully, sin duda. Pero me sigo preguntando por Ronan, que hubiera pasado si Ronan no se hubiera suicidado?
Gracias


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Isa Mar 25 Jul - 20:25

No puede ser no me digan que Ronan y Sully cambiaron de lugar en la guerra y por eso Ronan no fue a recibir su medalla ya que le pertenecia a Sully? El será el verdadero héroe? Porque Crowe era del equipo de Ronan y Sully hablo de el mientras deliraba.
Quien diría que Sully quedria de regreso a Ophelia…Ya cayo.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por yiniva Mar 25 Jul - 22:10

Que coraje ya se iba a terminar su tiempo en Afganistan y tuvieron que quedarse más, y Sully ya besó a Ofelia no se aguantó.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Veritoj.vacio Mar 25 Jul - 23:18

Lo de Afganistan esta cada vez mas intrigante, ¿que fue lo en verdad paso?
Y bueno el romance ya empezó. ya era hora.


Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Frima-10Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 J2nFQltLectura #2 Julio 2017 - Página 5 QDlmKeFLectura #2 Julio 2017 - Página 5 Firrma10]Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 BCXflUf
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Mar 25 Jul - 23:46

Hola otra vez !!

Am, creo que es muy comprensible que Ophelia tenga miedo, después de todo, es natural.
Santo Dios! Será que todo el tiempo era Sully y no Ronan? D: Son demasiadas dudas!!
Ahhhh quiero seguir leyendoooou


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'Sra. Maddox!
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Macs Miér 26 Jul - 10:54

Martes 25, 18 y 19

Me enojo lo de afganistan que ya estuvieran por terminar y al final tuvieron que quedarse mas tiempo pero quiero saber que fue lo que en verdad sucedio porque creo que hay cosas escondidas aqui lo bueno es que ya comienzan a ceder ophelia y sully ya hasta el beso llegamos


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Mensaje por Atómic_Mellark Miér 26 Jul - 19:28

20


Angeles de Nieve

Tres días. Luego una semana. Después dos.
Diciembre llegó, y con él la nieve. Nieve húmeda y fangosa que no
se quedó por mucho tiempo e hizo de los caminos una pesadilla para
conducir. Todo parecía gris y triste, sobre todo mi estado de ánimo. Rose
comentó sobre mi espíritu abatido un par de veces, luego renunció a intentar averiguar
qué estaba mal conmigo. Fue cuando Amie me preguntó por qué estaba tan triste todo el
tiempo, si me iba a ir como su papá y mamá, que me di cuenta de que era suficiente.
Ya no estaba sola. Tenía dos pequeñas personas para considerar, y deprimirme,
sintiendo pena de mí, porque había sido lo suficientemente estúpida para desarrollar
una atracción seria por un hombre que era esencialmente venenoso, solo iba a ponerlos
ansiosos e infelices.
Así que me animé de una puta vez.
Connor consiguió un papel en la obra de Navidad de la escuela. Tenía dos líneas,
así que no importaba que se hubiera unido al elenco en poco tiempo. Se lució en el papel
del pastor dos, y tanto Rose como yo lloramos un poco cuando hizo una reverencia al
final de la actuación, sonriendo de oreja a oreja. Nunca lo había visto sonreír. No así. No
como si fuera un niño normal de siete años sin problemas, jugando con sus amigos,
esperando la Navidad.
Otra semana.
Jerry, el barquero, decidió navegar de regreso al continente temprano y no le dijo
a nadie que no volvería hasta el día después de Navidad, por lo que los habitantes de The
Causeway estaban revolviendo los pocos pequeños supermercados que permanecían
abiertos en la isla, tratando de encontrar regalos de última hora para cada uno junto con
ingredientes para sus cenas de Navidad.
Entonces, la mañana de Navidad. Me desperté para escuchar a Amie corriendo
arriba y abajo del pasillo fuera de mi habitación, chillando a todo pulmón, seguida por
su hermano, quien también estaba gritando y riendo. Irrumpieron en mi habitación,
riéndose como maníacos, a medio vestir, cabello por todas partes, ambos con sonrisas
mostrando sus dientes y hoyuelos extravagantes.
T
Lanzándose en mi cama, se pusieron en pie sobre mí y procedieron a sacudirse y
rebotar alrededor, gritando a todo pulmón:
—¡Nieve! ¡Nieve! ¡Nieve! —Amie cayó de rodillas, aterrizando justo encima de
mí—. Levántate, Feelya. Hay tanta nieve afuera. Tenemos que ir a jugar.
Efectivamente, cuando les permití arrastrarme aturdida y con una necesidad
desesperada de cafeína a la ventana, la vista completa fuera del cristal era blanco puro
hasta donde alcanzaba la vista. Debió de haber una gran tormenta en la noche, y todos
dormíamos cuando pasó.
—¿Podemos? —dijo Connor, luciendo esperanzado—. Ni siquiera tenemos
hambre. No necesitamos desayunar.
—No sé si no voy a desayunar —dije, bostezando—. Pero definitivamente
podemos salir y construir un muñeco de nieve primero. ¿Qué les parece?
Gritaron en respuesta. Fuera, el mundo se sentía fresco y nuevo. Parecía como si
estuviera conteniendo la respiración. Como si guardara un secreto. El enorme césped al
frente de la casa era una manta blanca prístina. Connor y Amie, con botas de goma
rosadas y verdes, correteaban como animales salvajes, corriendo en círculos,
empujándose entre sí, haciendo ángeles de nieve sobre sus espaldas. Me arrastraron con
ellos y creé el ángel de la nieve más torcido y sin forma, lo que los hizo reír. Los tres nos
tumbamos de espaldas en la nieve, jadeando, tratando de recuperar el aliento, mirando
al cielo, y Connor extendió el brazo y tomó mi mano. Nunca lo olvidaría. El pequeño
gesto, generalmente inofensivo, que me tenía tan cerca de las lágrimas. Apreté su mano
y se apartó. Pero me sonrió mientras se alejaba corriendo, gritando y gritando tan fuerte
que su voz resonó muy lejos en la distancia.
Cuando el frío se asentó y la gloria de corretear en la nieve ya no era suficiente
para distraer a los niños del aliciente de los regalos que los esperaban bajo el árbol de
Navidad, volvimos a la casa. En la puerta, colocados allí, apilados uno encima del otro,
estaban tres presentes todos envueltos en papel marrón a juego.
—¡Mira! —Amie subió corriendo los escalones y agarró el primer regalo,
sacudiéndolo en su enguantada mano—. ¡Santa nos trajo regalos extras! —Lo sostuvo
para mostrarme.
—Este tiene una O en él. —Connor tomó el presente, largo y estrecho, estudiando
la pequeña tarjeta de regalo que estaba grabada en la parte superior de la misma—. No
dice nada más. Creo que es para ti. —Me entregó el regalo y luego levantó el que estaba
debajo—. Este tiene una A en él. Y este tiene una C. —Recogiendo el más grande y
voluminoso regalo del suelo, Connor se lo dio a su hermana, que tuvo que sostenerlo
con las dos manos.
—¡Vaya! ¡Es pesado! ¿De dónde vinieron?
—No lo sé, cariño. Creo que Santa tal vez se olvidó dejar estos en la noche, así que
los dejó aquí donde sabía que los encontraríamos. —Los presentes no estaban allí
cuando salimos más temprano, estaba segura de ello. Me di la vuelta, escudriñando el
extenso césped y la amplia calzada que se extendía por espacio de al menos un kilómetro
y medio hacia la carretera principal, y allí, a lo lejos, lo vi, una figura alta vestida de
negro, tan lejana que apenas medía más de medio centímetro de altura, alejándose de la
casa. Pantalones negros. Chaqueta negra. Un sombrero negro, o tal vez solo el muy, muy
oscuro cabello. Penachos de humo se elevaban sobre el aliento de la figura, nublándose
sobre su cabeza a medida que se hacía cada vez más pequeña, hasta que no pude
distinguirla.
—¿Quién era? —preguntó Connor.
—No lo sé, amigo. No tengo ni idea. Vamos. ¿Qué tal si entramos y tomamos algo
de avena? Creo que me estoy empezando a congelar. —Sin embargo, sabía quién era la
figura misteriosa. Era demasiado obvio. Sully debió haber pasado justo al lado de
nosotros jugando en el césped cuando dejó los regalos. Debió haber pasado a menos de
quince metros de distancia, y ninguno de nosotros lo había visto. Coloqué el pequeño
presente en el bolsillo de mi chaqueta, llevando a los niños dentro, y no pude evitar
preguntarme por qué.
¿Por qué se molestaría en meterse en la propiedad para traer un regalo a los niños?
Para traerme un regalo. Después de todo lo que había dicho, no tenía sentido que llegara
a tal extremo, caminando tan lejos en el frío, tan temprano en la mañana. ¿Por qué no
había conducido su camioneta?
No llegué a pasar demasiado tiempo analizando el comportamiento del hombre.
El desayuno tenía que hacerse y luego los niños pasaron dos horas enteras
abriendo sus regalos y jugando con sus juguetes. Afortunadamente, había tenido la
previsión de ordenar todo para ellos en línea semanas antes, así que el acto de
desaparición de Jerry no me había afectado de ninguna manera.
Connor y Amie, sin quererlo, terminaron abriendo los regalos de Sully al final.
Para Connor, un hermoso y pequeño telescopio, hecho de latón y madera de arce.
Tan pronto como abrió la caja y sacó el complejo artículo, sabía que Sully lo había
hecho. No podías comprar ese tipo de artesanía ya. Todo estaba hecho a máquina, pero
el telescopio de Connor era único, la madera torneada y acabada a mano, un trabajo
delicado e impresionante. Connor lo sostuvo reverentemente, con los ojos entornados y
sorprendido.
—Es increíble —dijo jadeando—. Mucho mejor que mis binoculares. Podré ver las
estrellas con esto.
—Seguro que lo harás, amigo.
—El mejor regalo de todos. No puedo esperar que oscurezca para poder probarlo.
El regalo de Amie fue igual de impresionante. Al principio, parecía una caja llena
de trozos de madera al azar, lijados y barnizados. Los tres estuvimos de pie sobre el
paquete abierto, mirando el contenido con el ceño fruncido con confusión en nuestros
rostros hasta que Amie gritó.
—¡Sé lo que es! ¡Lo sé! ¡Lo sé! —Se dejó caer al suelo y empezó a sacar las piezas y
colocarlas delante de ella, y, en ese momento, caí en la cuenta: eran huesos. Huesos de
dinosaurio. Sully le había tallado a mano un esqueleto simplificado a escala de lo que
resultó ser (después de muchas horas de jugar, ¿dónde diablos va esta pieza?) un
Velociraptor.
Amie estaba incontenible.
Rose apareció por la tarde y juntas hicimos la cena de Navidad. Intercambiamos
regalos, le había comprado en línea un monedero nuevo. Me había comprado una
preciosa bufanda de cachemira de Escocia, y una vez que terminamos con la comida, los
regalos y los niños quedándose dormidos primero en el sofá, se volvió hacia mí y dijo:
—Adelante, entonces.
—¿Perdón?
—No juegues conmigo, muchacha. Puedo haber fingido que no sabía lo que estaba
pasando antes, pero he sido testigo de mi parte justa de mujeres enamoradas de Fletcher
para reconocer una cuando la veo ahora. Así que ve. Y le dices feliz Navidad, ¿de
acuerdo? Esta mañana clavé un calcetín lleno de carbón en su puerta. Estoy segura de
que le vio el lado divertido.
Me senté allí, debatiendo si debía quedarme y discutir con ella, negando cualquier
conocimiento de este enamoramiento por Fletcher al que ella se refería, o si debía con
dignidad aceptar la derrota y sincerarme. Al final, solo había una cosa por hacer.
—Lo siento mucho —le dije, gimiendo—. No fue mi intención que pasara. Solo...
es tan irritante. Llega a ti, y luego llega un poco más. Antes de que lo sepas, es todo en lo
que puedes pensar, y te encuentras deseando nunca haber puesto los ojos en él en
primer lugar, pero es demasiado tarde y...
—Y es el único.
—El más inapropiado, poco ortodoxo, poco confiable que alguna vez haya existido.
Rose me lanzó una mirada de compasión.
—¿No lo sabemos todos? Es curioso cómo el saber no cambia nada, ¿no?
Bajé la cabeza, sintiéndome muy mal por mí misma.
—Es lo peor.
***
No había abierto el regalo de Sully. Me senté en el auto fuera del faro, demasiado
temerosa para salir del auto y entrar, sabiendo que debía haberme escuchado estacionar.
Sostuve el pequeño regalo que me había dejado en las manos, girándolo una y otra vez,
preocupándome por las esquinas del papel bajo mis temblorosas manos. Estaba asustada.
¿Qué si era una cosa de nada? ¿Un par de calcetines? ¿Un certificado de regalo para una
librería? La caja era del tamaño y forma incorrecta para ser cualquiera de esas cosas,
pero el pensamiento seguía allí. ¿Y si fuera un regalo que no significaba nada? ¿Era peor
que el que me diera algo que significaba demasiado? ¿Joyería? ¿Algo personal y hecho a
mano como le había dado a los niños? De cualquier manera, estaba en problemas.
La puerta del pasajero del auto se abrió de repente, asustándome. Había estado
mirando tan intensamente el regalo que no había notado que Sully salió del faro y se
dirigió hacia el auto. Sus mejillas estaban enrojecidas por el frío y su cabello ondulado
estaba peinado hacia atrás fuera de su rostro. De todos modos, era el hombre más guapo
que alguna vez había visto.
Subió al auto y se acomodó en el asiento del pasajero. Sin mirarme, cerró de golpe
la puerta y luego miró hacia delante, al parabrisas. Ninguno de los dos dijo nada al
principio. Y luego:
—¿No lo vas a abrir?
—He estado pensando en ello —admití—. A los niños les encantaron tus regalos.
Gracias.
Sully se encogió de hombros, soplando en sus manos.
—No es gran cosa. —Estaba tratando de fingir que no lo era, pero ambos sabíamos
cuánto esfuerzo había puesto en esos regalos. Cuánto tiempo le habría llevado hacerlos,
horas y horas. Ambos regalos eran trabajos de amor. Realmente era una gran cosa—.
Huele como si la Navidad hubiera vomitado aquí —observó Sully.
Realmente lo hizo. Había apartado un plato de comida para él cuando habíamos
preparado la cena, sin pensarlo. Un frasco de vino especiado rebosaba canela y especias
que olían en el auto, lo que mezclado con el aroma de pavo relleno y salsa producía un
asalto oratorio sin lugar a dudas festivo.
—Si no quieres la comida, siempre puedo llevármela a casa conmigo.
—¿Estás bromeando? Te he estado esperando por horas. Estoy hambriento.
—¿Cómo sabías que iba a venir?
Sully me miró de reojo con la boca abierta en una sonrisa.
—Esta es la parte en El Sonido de la Música donde María está tratando de negar
sus verdaderos sentimientos por el aburrido viejo bastardo Von Trapp. Él se ha caído de
alguna escalera o alguna mierda, y todos piensan que ella no irá hacia él, que le dejará
averiguar su mierda por sí mismo o lo que sea porque ha sido un miserable de primera 
clase con ella, pero luego, al final de la película, justo cuando los nazis están a punto de
llevar al viejo Von Trapp fuera de Auschwitz, María aparece con una ametralladora y
rescata su culo. Bueno, trata de rescatarlo y consigue ser capturada en el proceso, así
que, en realidad, él tiene que salvarla al final, pero todo sale bien.
Lo miré sin comprender.
—¿Alguna vez has visto El Sonido de la Música, Sully?
—Por supuesto que lo hice. Todo el mundo ha visto El Sonido de la Música.
—Creo que podrías estar confundiéndola con alguna otra película.
—Tal vez —acepta, asintiendo—. Hay una posibilidad muy fuerte de que estés en
lo correcto.
Puse la mano sobre mi corazón, fingiendo sorpresa.
—Dios mío. ¿Acaso Sully Fletcher admitió que podría estar en lo correcto?
Se rió, mordaz y divertido al mismo tiempo.
—No abuses de tu suerte, Lang. Llévame a algún lado, ¿quieres? Estoy tan
jodidamente enfermo de mirar este faro.
—Esta oscuro.
—Lo sé. Esa es la mejor parte.
Era extraño, un extraño hombre. Manejé con las luces apagadas, serpenteando por
caminos estrechos de una sola pista, curvando a lo largo de la costa hasta llegar a un
amplio punto de desvío al borde de un acantilado, con vista al océano.
—Bájate y siéntate conmigo —ordenó Sully. Se acercó al asiento trasero, haciendo
una mueca, sus costillas estaban obviamente todavía un poco adoloridas, a pesar del
período de cuatro semanas que había tenido para recuperarse, y levantó la bolsa con la
comida y el vino especiado. Salió del auto sin decir otra palabra y caminó hacia la
oscuridad.
Esperé un segundo. Hacía frío, mucho frío ahí afuera, y acababa de reponerse de
un severo ataque de hipotermia. El hombre estaba realmente loco. Demente. Sin
embargo, no tenía sentido quedarse en el auto. Parecía bastante decidido cuando salió y
se fue. Tenía muy poca opción, excepto salir y seguirlo.
El océano estaba rugiendo, estrellándose contra el acantilado, escupiendo heladas
salpicaduras de agua salada en la tierra. Encontré a Sully apoyado en una saliente plana
de roca, quitando la nieve de encima con sus manos desnudas.
—Siéntate. —Señaló la roca desnuda, con los ojos fijos, firme, desafiándome a
negarlo.
Me senté. Se unió a mí, la pierna presionada contra la mía, y comenzó a 
entregarme las cosas de la bolsa que había empacado en casa: pavo, patatas en papel de
aluminio, batatas, un pequeño recipiente de salsa con tapa herméticamente cerrada.
—No traje platos de papel ni tenedores. Asumí que comeríamos en tu casa. No
podemos comer en papel de aluminio, Sully.
—¿Por qué diablos no? —Tomó un trozo de batata confitada y la sumergió en el
recipiente de salsa, luego lo metió en su boca y me sonrió.
Puse los ojos en blanco.
—Sabes que probablemente encontrarán nuestros cuerpos aquí en cuatro días,
congelados en esta roca, ¿verdad? —Mi culo ya estaba entumecido.
—No seas niña. —Se acercó a mí, poniendo un brazo alrededor de mis hombros,
atrayéndome hacia él.
Ambos comimos con una sola mano, en silencio, escuchando el mar golpeando
contra la base de la isla. Mar afuera, en la lejanía, las luces de los buques de carga y
petroleros centellearon y destellaron en rojo y verde, como si estuvieran marcando la
Navidad.
Una vez que terminamos, Sully limpió el lío que quedaba de nuestra comida y sacó
el vino especiado, vertiendo una medida saludable en la tapa del frasco.
—Compartiremos —dijo, entregándomela. Sostuve la tapa que contenía el líquido
caliente en mis manos hasta que pude sentir mis dedos de nuevo, luego bebí y se lo pasé
a él—. Este mes ha sido una mierda —afirmó en voz baja—. No me di cuenta de lo
mierda que iba a ser. Y no me digas que te lo estás pasando bien, porque sé que no lo has
hecho.
—Lo hice.
—Fui a la obra de Connor —soltó—. Me senté en la parte de atrás. Me aseguré de
que no me viera.
—¿Lo hiciste? —No podía creerlo. Los regalos de esta mañana me habían
confundido, pero esto era otra cosa.
Sully asintió y luego bebió un poco de vino. Parecía perdido en sus pensamientos,
sus ojos brillaban débilmente, a pesar de que la noche era negra a nuestro alrededor.
—Solo quería verlo. Verlos a los dos. Todos en la isla siempre están discutiendo
acerca de cómo se parecen a Ronan o Magda. Supongo que quería tomar una decisión
por mí mismo.
—Oh. —Tomé el vino de él—. ¿Qué decidiste?
—Se parecen más a Ronan. Lo que significa que también se parecen a mí. —Este
pensamiento no parecía hacerle feliz. Su mano izquierda se apretó en un puño en su
regazo—. No esperaba eso. Debería haber estado esperándolo, pero no lo hacía. Maldita 
sea, Lang, ¿abrirás tu maldito regalo ya? Me está haciendo perder los estribos saber que
estamos sentados aquí con eso en tu bolsillo.
Quería saber más sobre lo que había visto la noche de la obra de Connor, lo que
había estado pensando mientras veía al hijo de su hermano recitar sus líneas, tal vez
captando vislumbres de Amie y de mí en la indefinida multitud, pero su confesión
obviamente lo hizo sentir incómodo, y claramente no quería hablar más de eso. Saqué el
regalo de mi bolsillo y lo sostuve, estudiándolo con un ojo cerrado.
—¿Puedo sacudirlo? —pregunté.
—Por supuesto.
Nada frágil dentro, entonces. Lo sacudí y el delgado paquete traqueteó, muchas
piezas pequeñas rebotando dentro.
—Hmm. —Lo abrí cuidadosamente y luego levanté la tapa de la sencilla caja azul
debajo, para revelar las unidades USB. Seis, siete, ocho, cada una del mismo diseño
delgado y plateado con un cordón pequeño—. ¿Qué demonios es esto? —pregunté
riendo.
Sully recogió una de la caja y la sostuvo, sonriendo maliciosamente.
—Estos son los archivos descargados de la unidad compartida del drive cuando fui
a servir, señorita Ophelia Lang de California. Cada uno es veinte gigas de pornografía
extrema sin censura, cortesía del especialista Crowe. En serio, espero que entiendas cuán
honrada deberías estar. Estos USB son mis posesiones más preciadas.
Me quedé asombrada ante la caja, horrorizada.
—¿Me estás tomando el pelo? ¿Cuántas... cuántas horas de pornografía es eso?
—Dios sabe. Por lo menos cien. —Arrojó el USB de nuevo en la caja—. Quizá el
doble.
—¿Debería estar agradeciéndote ahora mismo?
—Solo si lo dices en serio —dijo, guiñando un ojo.
—Bien, no lo sé. Dios, ¿qué se supone que debo hacer con doscientas horas de
pornografía, Sully?
—Míralo. Date un túnel carpiano. Hazte feliz, muchacha.
—No soy... ¡urgh! —Pensé en vaciar el vino caliente que estaba reteniendo por la
parte de atrás de su chaqueta. Pensé en darle puñetazos en las pelotas también, pero
tuve la sensación de que esperaba esta reacción y ya se estaba preparando para bloquear
mi ataque—. ¿Por qué tienes que ser tan idiota, Sully Fletcher? —gruñí.
Suspiró pesadamente y me rodeó con su brazo, acercándome de nuevo a él.
—Te lo dije. Te prometí que sería un súper idiota. Para protegerte.
—¡Ja! Para protegerme. —Me retorcí, intentando levantarme, pero me sujetó con
fuerza.
—Sí —dijo—. Para protegerte. —Y luego, mucho más tranquilo—. Y para
protegerme también.
Esperé mucho tiempo, apoyada contra él, inhalándolo, antes de que se sintiera el
momento adecuado para hablar.
—Sabes que también tengo algo para ti, Sully.
—¿Un regalo de Navidad?
—Realmente no. Solo... algo que pensé que debías tener. —No podía estar segura
que darle el diario de Magda era lo correcto para hacer, había dicho en la fiesta de Rose
que no quería volver a verlo. Simplemente no podía eludir el hecho de que yo
ciertamente no tenía ningún interés en mantenerlo en mi poder. Retiré el duro diario
encuadernado en cuero del interior de mi chaqueta y lo agarré con ambas manos,
mirando hacia abajo. Se lo di a Sully, avergonzada.
—Jesús —susurró—. Supongo que merezco esto después del porno.
—Eso no es todo —le dije.
—¿Se pone peor?
Saqué el pequeño trozo de cinta y el metal pulido de mi bolsillo, dejándolo caer en
la mano abierta de Sully. Cerré sus dedos alrededor de él, suspirando.
—Ronan puede haberte defraudado, Sully, pero una medalla es una gran cosa. Se
la ganó. Deberías tenerla. Debes guardarla. Un día, podrías se capaz de mirarla y estar
orgulloso de él.
Sully desenrolló los dedos uno a uno, mirando el Corazón Púrpura en la palma de
su mano. Sus hombros se encorvaron, su postura se hundió.
—Gracias, Lang.
—¿No estás molesto?
—No. No estoy enojado, lo prometo. —Se puso en pie lentamente, sosteniendo el
diario y la medalla con rigidez, como si fueran granadas activadas, a punto de estallar en
cualquier segundo. Debería haber sabido lo que vendría después. Debería haberlo visto
venir. Pero no lo hice. Sully dio dos pasos largos y decididos hacia el borde del
acantilado y lanzó el diario de Magda por la borda hacia el rugiente y oscuro océano. Las
páginas explotaron por todas partes como pájaros blancos, zambulléndose en la agitada
agua.
—¡Sully! ¡Oh, Dios mío!
Se volvió y me miró.
—El pasado es el pasado, Lang. ¿Qué sentido tiene esconderlo en un cajón, dejar
que empeore? —Levantó la medalla, mirándola brevemente antes de echar atrás su
brazo.
—¡Sully, espera!
Hizo una pausa.
—¿Estás seguro? ¿Estás realmente seguro que quieres hacer eso?
Me dio una pequeña y triste sonrisa.
—Más que nada en el mundo. —La medalla fue lanzada en la noche,
desapareciendo inmediatamente de la vista. No la vi golpear el agua. No escuché la
salpicadura. Estaba allí un momento, en la mano de Sully. Al minuto siguiente, se había
ido.


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Mensaje por Atómic_Mellark Miér 26 Jul - 19:36

21


El Observatorio

La luz estaba encendida en el faro cuando volvimos. Un pilar de luz amarilla
salía del observatorio circular en la parte de arriba del edificio, moviéndose
de un lado a otro hacia el océano.
—Vaya, no me di cuenta que este era un faro en funcionamiento. ¿Por qué no lo
noté antes cuando estacioné?
—Funciona por temporizador —explicó Sully—. No tengo que hacer nada.
Simplemente se enciende cuando se supone que lo haga. Se apaga de la misma manera.
Esencialmente, me pagan por cambiar la bombilla de vez en cuando, y eso es todo.
Sabía lo que iba a suceder si entrábamos. Entré de todos modos. Sully tenía razón.
El mes pasado realmente había sido una mierda, y hoy era el día de Navidad, maldita
sea. No iba a negármelo más. No por las siguientes doce horas, de todos modos. Mañana
podría ser una historia diferente, pero por ahora…
—¿Quieres una bebida? —Sully levantó una botella de vino, alzando una ceja.
—¿Whisky? —repliqué.
Sully sonrió.
—Es por esto que me gustas, Lang. Nunca dejas de sorprenderme. —Desapareció
de nuevo en la cocina; cuando volvió, traía dos vasos, cada uno con tres buenos dedos de
whisky, y lucía una curiosa mirada en su rostro—. No creo que mi amigo Jared pueda
llevarte a casa esta noche si bebes demasiado, ¿sabes? —me informó.
—Eso está bien. Planeaba dormir en tu cama.
—Oh, ¿sí? —Me entregó mi vaso y tomó un sorbo del suyo, sonriéndome—.
Déjame suponer. ¿Dormiré en el sofá, entonces?
Asentí, intentando esconder mi propia sonrisa.
—Ya deberías estar acostumbrado a eso, dado cuán a menudo has tenido que
dormir aquí abajo recientemente.
Sully me sacó la lengua… un gesto tan juguetón y descarado que fui tomada por
sorpresa.
L
—No te preocupes, Lang. En realidad, he estado durmiendo en el observatorio
durante la última semana, de todos modos, así que puedes ocupar mi cama. Me gusta
escuchar el sonido de las olas allí arriba.
Bebimos nuestro whisky y hablamos. Fue extraño y cómodo, cuando debería
haber sido cualquier cosa menos eso. Sully trazó las puntas de sus dedos arriba y abajo
por mi brazo, apenas reconociendo el hecho de que me estaba tocando, aunque era
plenamente consciente de ello. Mis terminaciones nerviosas estaban trabajando a toda
marcha, estremecimiento tras estremecimiento recorriendo mi cuerpo.
—Así que. ¿Quieres ver algo de ese porno o qué? —cuestionó, riendo, con el rostro
ya enterrado en su vaso mientras terminaba lo último de su bebida.
Ni siquiera lo honré con una respuesta. Sully rió abiertamente ante la mirada en
mi rostro.
—Jesús, Lang. Relájate. Juro que estoy bromeando.
Tres bebidas más, y se inclinó y me besó. Esta vez sabía que venía, así que estaba
preparada. Fue gentil. Sin apresurarme. Sin manos frenéticas recorriendo todo mi
cuerpo. Casi fue como si le preocupara no deber estar haciéndolo. Nuestros labios se
encontraron y nos quedamos tan quietos como era posible, respirando erráticamente, mi
pulso latiendo por todo mi cuerpo. Lentamente, alzó la mano y presionó la palma contra
el lado de mi rostro. Hizo un bajo sonido de zumbido, cercano a un gruñido, y me besó
más duro, separando mis labios para poder deslizar su lengua en mi boca.
Este beso fue uno a fuego lento que se hundió hasta el fondo de mis huesos y se
instaló allí. Sentí como si estuviera enamorándome de él. Cayendo hacia atrás. Cayendo,
de una manera o de otra, y los brazos de Sully estuvieran a mi alrededor, sosteniéndome
con fuerza, preparado para atraparme. Era tal sensación de seguridad, ser sostenida en
sus brazos. Era tan malditamente fuerte. Sabía que no necesitaba temerle a nada si me
sostenía, y eso en sí mismo era un pensamiento peligroso. No me aferraría para siempre.
Pronto me dejaría ir, y yo tendría que descubrir cómo hacer lo mismo. Sin embargo,
incluso eso se sentía imposible de considerar ahora mismo, con sus manos acariciando
ligeramente mi cabello, su boca trabajando contra la mía.
—Esa sensación —dijo con un jadeo contra mi boca—. ¿Conoces esa sensación en
la que pareces no poder acercarte lo suficiente a alguien? Nunca realmente supe de qué
hablaba la gente hasta ahora, Lang. Quiero… ni siquiera sé lo que quiero hacer.
Simplemente sé que no quiero que te vayas de aquí esta noche. Incluso si duermes en
otra habitación.
—Bien. Porque no voy a ninguna parte.
Nuestros rostros estaban tan cerca, apenas separados por centímetros. Mirando a
sus ojos desde tan cerca, fue posible ver todos los detalles que me había perdido antes.
Motas de caramelo y oro bordeaban sus pupilas, iluminando sus ojos, suavizándolos un 
poco. Había tantos colores diferentes, todos mezclados y pintados para crear el más
hermoso color chocolate. Era más que eso, sin embargo. Antes, cuando había tenido una
razón para pasar tiempo con Sully, su intensidad me había aterrorizado y terminaba
apartando la mirada de él. Nunca había pasado el tiempo suficiente mirándolo para
notar los microscópicos cambios en su expresión que gritaban muy alto lo que estaba
pensando o sintiendo. Ahora, los estaba viendo todos.
Era intrépido. Era confiado. Era fuerte y era honesto. También estaba un poco
roto… una verdad que no le importaba admitir. Cuidadosamente, pasó la punta de su
índice sobre mi frente, entre mis cejas, por el puente de mi nariz. Su dedo permaneció
sobre mis labios y tuve que luchar contra la urgencia de sacar mi lengua y lamerlo. Una
extraña urgencia. Lo quería tan desesperadamente, pero me comporté. Sobre mis labios,
luego, y sobre mi barbilla, pasando su dedo por la columna de mi cuello hacia mi
clavícula.
—No estoy acostumbrado a esto —dijo en voz baja—. No sé cómo manejarte.
Pareces tan… frágil.
—Soy más fuerte de lo que parezco —susurré en respuesta.
—No lo dudo.
—Entonces no necesitas manejarme con guantes de seda, Sully. No me voy a
romper.
—No sabes cuán rudo puedo ser —dijo, su voz era un bajo retumbo que vibró
contra mi pecho. Una ráfaga de deseo me recorrió, tomándome desprevenida. Nunca
había sentido nada así antes. Mi mente ya estaba imaginando los lugares en los que Sully
podría tomarme, todas las sensaciones que sería capaz de encender en mi cuerpo sin
siquiera intentarlo. Me sentía embriagada de él, mi cabeza daba vueltas por la esencia, la
calidez y la sensación de su duro y compacto pecho descansando contra el mío—. Te
estás poniendo un poco roja, Lang. ¿Tienes frío? —preguntó. Había un brillo malvado en
sus ojos, sin embargo… sabía que estaba demasiado acalorada, si acaso.
—No. Estoy bien. Solo cansada. ¿Tal vez podrías enseñarme dónde voy a dormir?
—Había encontrado su dormitorio muy bien cuando necesité ir por ropa limpia para él
hace unas semanas. Sin embargo, quería que me llevara arriba. Quería disfrutar de las
últimas horas del día de Navidad envuelta en él, desnuda, todas las pretensiones e
inhibiciones desaparecidas. Sully frotó la yema de su pulgar contra mi labio inferior,
mirándolo con fijeza, aparentemente fascinado.
—De acuerdo —pronunció—. Entonces, vamos.
Mi cuerpo tarareaba mientras me dirigía arriba. Estaba en desacuerdo conmigo
misma, temblando con nervios y anticipación, y simplemente temblando por el infierno
de ello. Sully abrió la puerta de su dormitorio y luego se agachó para besarme
ligeramente en los labios.
—Buenas noches, Lang. Si necesitas algo, estaré un piso arriba en el observatorio,
¿de acuerdo?
No sabía qué decir. Asentí sin hablar, intentando no dejar que se mostrara mi
confusión. ¿No iba a dormir conmigo? ¿No íbamos finalmente a tener sexo? Sully besó
mi cuello, sus dientes mordiendo suavemente mi sonrojada piel, y entonces retrocedió.
Desapareció por las escaleras de caracol que subían hacia la plataforma de observación
del faro, y me quedé junto a la puerta de su dormitorio, paralizada.
¿Qué diablos?
Treinta segundos pasaron y luego otro minuto completo. ¿No me deseaba? Eso era
tal mierda. No. Solo no. No entraría en su dormitorio. Esa habría sido la opción fácil. En
cambio, elegí la ruta más difícil, de lejos la más vergonzosa. Mi día de Navidad no iba a
terminar así… sola y confusa. Iba a confrontarlo. Preguntarle qué diablos estaba
pasando. Subí las escaleras hacia el observatorio de dos en dos, ya planeando todas las
duras y desagradables cosas que iba a decirle cuando llegué arriba.
—Sully Fletcher, eres el más… —Mi pie golpeó el escalón superior y lo vi allí de
pie, la luz de la luna filtrándose por las ventanas inclinadas, arrojando sombras plateadas
a través de su perfecta piel, y de repente olvidé lo que iba a decir. Estaba desnudo. Y me
estaba esperando.
—Te tomó bastante tiempo —dijo—. Sin embargo, muy valiente, Lang. Muy, muy
valiente. —Caminó lentamente hacia mí y me sentí como si estuviera a punto de
tropezar hacia atrás y caer por las escaleras. Era una obra de arte. Las líneas de sus
hombros eran fuertes, amplias y poderosas. Su pecho era un bloque de músculo,
formando una V perfecta más abajo donde sus caderas se hundían en su entrepierna. No
podía alejar la mirada. Sus muslos eran musculosos y cubiertos por una ligera pizca de
vello. Y su polla…
Antes de que me casara con Will, solo me había acostado con otro chico. Había
sido más pequeño que Will, pero realmente había sabido qué hacer para que una mujer
se corriera. Will había sido considerablemente más grande, pero había creído que no le
importaba (o tal vez simplemente importaba menos) cómo usar su tamaño para
proporcionarme placer.
Ya sabía que Sully poseía tanto tamaño como pericia, sin embargo. Una mirada a la
manera en que se movía mientras caminaba hacia mí me dijo que era un hombre
altamente sexual. Y era muy grande. Casi alarmantemente.
Alcé la mirada y vi que me había atrapado mirando.
—Está bien, Lang —dijo—. No te contengas por mí. Mira tanto como quieras.
Toca tanto como quieras. Saborea tanto como quieras. Seguro como el infierno que no
me voy a contener.
—Mierda. Creo que estoy enloqueciendo un poco. —Admitirle eso fue difícil. No
tanto como admitirme cuán inexperimentada e inútil me sentía de repente. Y
vulnerable. Dios, tan, tan vulnerable. Sully caminó descalzo hacia mí y deslizó sus
brazos a mi alrededor, levantándome del suelo, sus manos moviéndose bajo mis muslos
mientras me guiaba para envolver mis piernas alrededor de su cintura.
—No enloquezcas —ordenó—. Relájate. Respira. Pararé cuando quieras que lo
haga. Solo di la palabra.
—De acuerdo.
El tejado sobre el observatorio era una bóveda de puro cristal. En el centro de la
habitación, un enorme espejo reflejaba la luz de una sorprendentemente pequeña
bombilla detrás de una caja de tela metálica; se balanceaba alrededor de la izquierda y la
brillante ola de pura luz blanca nos bañó, arrojando una desnuda silueta en el brillo.
Sully no estaba mintiendo cuando dijo que había estado durmiendo aquí. Un catre bajo
estaba contra uno de los lados de la bóveda, eficientemente hecho, sus ropas yacían
sobre él. Me llevó hacia allí, pero no me bajó al colchón. Me puso de pie y me presionó
contra el cristal, luego empezó a besar mi cuello, lamiendo y mordiéndome hasta que se
sintió como si el mar de estrellas por encima estuviera girando demasiado
brillantemente y demasiado rápido.
Su corazón golpeaba en su pecho bajo mis manos, latiendo tan salvajemente como
el mío. No podía dejar de tocarlo. Mis manos subían y bajaban por su espalda, mis dedos
clavándose en su carne, hasta que la textura de su piel cambió, una sensación muy
resbaladiza y suave, y me detuve. Era la cicatriz en su costado… la que subía por su
espalda. Sully no pareció notarme vacilar antes de que acariciara con mi mano la cicatriz
de nuevo, sintiendo la topografía del cambio de su cuerpo mientras exploraba.
Continuó besando mi cuello, pero, con el tiempo, lo sentí tensarse un poco.
—¿Quién es la que lleva guantes de seda, Lang? —gruñó por lo bajo.
—Lo siento. No lo pretendo. Es solo…
—No duele. No me molesta. No necesitas ir de puntillas alrededor de ello. Tengo
una cicatriz. Es bastante grande. —Se echó hacia atrás y me dio una sonrisa traviesa—.
Ahora siéntete libre de pasarla y prestar alguna atención al resto de mi cuerpo. Qué hay
de… aquí. —Agarró mi mano y la deslizó hacia abajo, para que tocara su erección.
—Dios, Sully… —Curvé mi mano a su alrededor, apretando gentilmente, y sus
párpados se cerraron, su respiración salió en un breve y brusco jadeo. Lentamente, moví
mi mano por su longitud, mirando entre nuestros cuerpos para poder ver lo que le hacía.
Era fascinante, verlo literalmente hacerse más duro y pulsar en mi mano mientras me
movía arriba y abajo por su carne. Fue incluso más fascinante cuando miré hacia arriba
y vi la expresión en su rostro… tanta lujuria y deseo, en guerra con su necesidad de
autocontrol. 
Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes y lo mordía. Duro. Nunca había
visto un aspecto tan abiertamente sexual y acalorado en el rostro de un chico antes, y
estaba malditamente cerca de romperme. Quería arrancarme la ropa, empujarlo en su
cama improvisada y hundirme sobre él de inmediato. Dudaba que intentara detenerme,
pero si hacía eso, sería demasiado pronto. Quería saborear hasta el último segundo de
esta experiencia. Lo necesitaba para aprenderme de memoria hasta el último segundo de
ello, para aferrarme a cada movimiento que compartíamos mientras nos besábamos y
tocábamos y explorábamos los cuerpos del otro.
Mis sentidos estaban sobrecargados, ávidamente intentando empujar otros del
camino para poder enfocarme en cómo se veía él, cómo se sentía, cómo olía y cómo
sabía, todo al mismo tiempo. Sully parecía estar luchando la misma batalla.
—No eres real —me dijo, enrollando un mechón de mi cabello en su dedo
índice—. ¿Cómo puedes serlo?
—Estoy bastante segura de que lo soy —dije entrecortadamente.
—Entonces, ¿por qué me siento constantemente como si estuviera bajo el agua
cuando estoy contigo? ¿Soñando? ¿Imaginando cada segundo? —Su boca bajó a la mía,
hambrienta y exigente. No le dije que me sentía igual. No me dio el aliento para hacerlo.
Lo exigió todo de mí, demandó todo lo que tenía. Sus manos se metieron bajo mi camisa,
moviéndose con confianza hacia arriba, hasta que estaba rudamente acunando mis
pechos.
Mordió mi labio al mismo tiempo, tirando con brusquedad, gruñendo un poco. Mi
cabeza estaba girando. El poderoso rayo de luz se movió sobre nosotros de nuevo,
convirtiendo la noche en día, y Sully agarró mi camisa, quitándola por mi cabeza en un
rápido movimiento. Mi sujetador tampoco duró mucho. Me rodeó y desabrochó el
cierre en la espalda, luego quitó los tirantes de mis hombros, lanzándolo sobre su
hombro.
Mi espalda se arqueó lejos de la pared de grueso cristal detrás de mí, así que mi
pecho fue ofrecido a Sully; tomó ventaja del hecho y se inclinó sobre mí, tomando uno
de mis picudos pezones en su boca, y luego el otro. Sus manos estaban llenas de mí. Mi
cabeza estaba llena de él.
—Sully. Oh, Dios mío, por favor… —¿Por qué rogaba? Ni siquiera lo sabía. ¿Para
que entrara en mí? ¿Para que me lanzara sobre su cama y me tomara? Definitivamente
quería eso, pero mi súplica pedía más que eso. Por favor, no me hagas daño. Por favor,
no arruines esto. Por favor, no me dejes arruinar esto. Por favor, no me dejes ir. Por
favor, no me permitas amarte…
Suplicar podía llevarte tan lejos, sin embargo. Estaba llena con una innegable y
sólida consciencia de mí misma y cuán poco control tenía sobre mi propio corazón. Era
una cosa traicionera y cruel que se mantenía intentando llevarme por un camino por el 
que no quería ir. En realidad, ya estaba tambaleándome a ciegas por ese camino, perdida
y tan volcada que ni siquiera sabía cuál camino era, y Sully era la única cosa que podía
ver.
Acarició con sus manos mi cabello, luego bajó sobre mis hombros, dejándolas
sobre mis caderas.
—¿Cuán estúpidos estamos siendo, Lang? ¿Cuánto más lejos vamos a permitir ir
esto? —preguntó con voz ronca.
—No lo sé. —Mi propia voz era pequeña. Insegura. Asustada. Sully presionó su
frente contra la mía, respirando pesadamente. Cerró los ojos, los músculos de su
mandíbula saltando, como si estuviera luchando para evitar destrozarme.
—Ya te lo dije —comentó. Sonaba calmado, pero era una falsa calma, demasiado
plana y demasiado nivelada para ser real. Podía aún sentir cuán loco era su pulso bajo
mis manos, prueba de su verdadero estado emocional—. Ya te dije que no iba a
contenerme.
—Entonces, ¿por qué lo haces?
Se rió suavemente.
—Por ti. Porque estoy pensando en alguien más antes que en mí mismo por
primera vez en mucho tiempo. Francamente, apesta.
Lo besé. Lo besé largo y lo besé duro.
—Suelta las riendas —dije—. Ninguno queremos ser agarrados tan fuertemente
ahora mismo.
Abrió los ojos. Me sentí como si estuviera sujetada en el lugar, incapaz de
moverme.
—¿No mientes? —preguntó en voz baja.
—No miento, Sully.
Mis pies dejaron el suelo. Un segundo estaba apoyada contra el cristal, todavía
pasando mi mano lentamente arriba y abajo por su dura polla, y al siguiente, me
encontraba en sus brazos. Se apresuró a la cama y esperé por la sensación de caída
cuando me bajó al colchón, pero nunca vino. Quitó las sábanas y la manta que había
sobre la cama, arrojándolas al suelo, y luego me quitó mis vaqueros también, bajándolos
con brusquedad por mi cuerpo. Dejándose caer de rodillas, plantó sus manos
firmemente en mis nalgas y enterró su rostro entre mis piernas, mordiendo la suave tela
de algodón de mis bragas, gimiendo audiblemente.
—¡Joder, Lang! ¿Qué demonios me has hecho?
Estaba demasiado aturdida por la sensación de sus dientes acariciando la sensible
piel de la cara interna de mi muslo para tartamudear una respuesta. Presionó plana su 
lengua contra mí, abriendo mis piernas un poco más, y entonces estaba apartando mis
bragas con su dedo índice y lamiéndome, trazando su lengua tortuosamente despacio
sobre mi coño, tentando mi clítoris, aún gimiendo en esa dolorida manera que me hacía
querer gritar.
Empujó sus dedos en mi interior mientras me lamía, y mis rodillas cedieron debajo
de él. Sully rió por lo bajo, guiándome para que estuviera tumbada de espaldas en el lío
de sábanas que acababa de arrojar desordenadamente al suelo.
—¿Eso se siente bien? —preguntó en voz baja—. Porque se siente bien para mí. Y,
joder, sabe bien también.
—Mierda, sí, se siente bien.
—Perfecto. —Se agachó de nuevo entre mis piernas, separándolas con amplitud
para tener mejor acceso a mí. Su boca se cernió a menos de un centímetro sobre mi
coño. Alzó la mirada hacia mí, sus ojos medio cerrados, sus labios húmedos, y dijo—:
Mírame, Lang. Mírame comer tu coño. Mantén esos ojos en mí, hermosa. Quiero ver tu
rostro cuando te caigas a pedazos por mí. Quiero ver tus ojos rodar hacia atrás en tu
cabeza cuando te corras.
Le obedecí sin dudar. Hizo círculos con la punta de su lengua sobre mi clítoris,
empujando sus dedos en mi interior, y fue simplemente demasiado que soportar. Me
moví contra su boca, jadeando, apenas consciente ya de lo que sucedía. Mantuve mis
ojos en él, mirándolo mover su lengua sobre mí, y antes de que pudiera sentirlo
elevándose sobre mí… esa cosquillosa, acalorada, deliciosa y demandante sensación que
hundía sus garras en mí, amenazó con hundirme.
Sully debió haber sentido que estaba cerca; empezó a frotarme con su pulgar
también mientras me acariciaba con su lengua y eso fue todo. Todo lo que pude
aguantar. Me tambaleé, caí, grité y retorcí. Sully me agarró por las caderas y no me
soltó. Mantuvo su boca en mí hasta que estaba sacudiéndome, mis talones deslizándose
en el suelo mientras pateaba incapaz de controlar mis piernas.
—¡Mierda, mierda, mierda! Oh, Dios. ¡Sully!
Se echó hacia atrás, dándome un momento para recuperarme. La arrogante
ocurrencia que esperaba, nunca llegó. Tampoco lo hizo el golpecito en la espalda de
creída celebración. Abrí un ojo y Sully me observaba con fijeza con una mirada de
inconfundible asombro en su rostro. Se veía tan serio que sentí un sonrojo de calor
florecer sobre mi piel.
—Eso fue increíble —dijo, su voz un bajo susurro—. Mierda, Lang. Eres explosiva.
Eres puta dinamita. —Acariciaba su polla con su mano, moviéndola rápidamente, su
agarre apretado. Me deseaba. Me deseaba tan desesperadamente, podía verlo claro como
el día en sus ojos. El sentimiento era mutuo. Dejé mis piernas caer a cada lado y 
lentamente moví mi mano entre mis piernas, ligeramente tocando con mis dedos mi
coño.
—Ahora —le dije, negándome a romper el contacto visual—. Por favor, Sully. No
me hagas esperar más.
No estaba preparada para lo que ocurrió después. Parecía salvaje cuando cayó
sobre mí, una mano agarrando rudamente mis pechos, la otra soportando su peso
mientras se colocaba en ángulo entre mis piernas. Sus caderas presionaban las mías,
nuestros cuerpos en alineación, y luego las estaba frotando hacia arriba, embistiéndome,
y no pude evitar gritar.
Sully de inmediato se quedó muy, muy quieto. Sus ojos estaban amplios, sin
parpadear, mientras se cernía sobre mí, su erección profundamente enterrada en mi
interior.
—Joder —susurró—. Te sientes… —Su voz se desvaneció, cerró sus ojos—. Oh,
Dios mío, Lang. Mierda.
Su reacción fue eléctrica. Yo era eléctrica. Podía sentirlo fluir a través de mí y en
él, un envío de intensa energía que prometía consumir y destruir. Incapaz de
detenerme, empecé a mover mis caderas debajo de él, estremeciéndome con placer ante
la fricción que se levantaba entre nuestros cuerpos.
Sully gruñó de nuevo, casi rugiendo. Dejó de amasar mi pecho y movió su mano
entre mis piernas de nuevo, frotando mi clítoris mientras lenta y cuidadosamente
empezaba a moverse conmigo.
Encajábamos juntos perfectamente. Me sentí derritiéndome en él mientras sus
movimientos se hacían más rápidos, hasta que ambos estábamos enloquecidos con la
necesidad por el otro, aferrándonos al otro, mordiendo y besando y clavando nuestras
uñas en la piel del otro.
Se sintió como si nos hundiéramos más allá de nosotros mismos, como si
perdiéramos la noción de dónde estábamos. La luz pasó sobre nosotros una y otra vez,
bañándonos, arrojando sombras y luces por nuestros cuerpos, pero ninguno pareció
notarlo. El mundo se había reducido al más pequeño de los espacios; nada existía fuera
del pequeño observatorio donde Sully me sostenía contra él y embestía en mi interior,
más y más rápido hasta que le estaba rogando por liberación.
Llegó inesperadamente, como un meteorito, devastador y total. Grité, aferrándome
a él, mi cabeza echada hacia atrás tanto que se sintió como si mi cuello fuera a romperse,
y Sully se corrió también, rugiendo, presionando su frente contra mi clavícula,
jadeando, batallando por respirar mientras su cuerpo se sacudía.
La calma que nos llenó después fue como una manta, protegiéndonos,
manteniéndonos cálidos a pesar de la nieve y el hielo fuera. Yacimos juntos por un largo 
tiempo, Sully todavía sobre mí, aún en mi interior, y dibujé círculos y líneas en los
duros músculos de su espalda, en su costado, sobre su cicatriz. Respiramos como uno,
nuestros cuerpos reflejando al otro, mientras finalmente volvíamos en sí.
—Bien —dijo Sully en voz baja, después de que un largo tiempo hubiera pasado—.
Estamos bien y verdaderamente jodidos ahora.
—¿Por qué? —susurré en respuesta.
—Porque ese fue el mejor sexo que he tenido jamás. Definitivamente voy a querer
hacerlo de nuevo, señorita Ophelia Lang de California. Voy a querer hacerlo de nuevo
mucho


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Mensaje por Isa Miér 26 Jul - 21:06

Es tan indo que conocio a sus sobrinos y todo salio bien.
Ahora Sully es lindo dejando regalos de navidad…quien lo entiende pues.
Jajajaja de verdad le regalo porno a Ophelia. Porque hizo eso yo estaba segura que el diario tendría cosas importantes llorón
Al fin estuvieron juntos espero ya sean un familia feliz


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Mensaje por Veritoj.vacio Miér 26 Jul - 23:19

No pues esa si fue una Noche Buena!


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Miér 26 Jul - 23:58

Aww ^^
Conoció a sus sobrinos !! :3 todo tan bonitoooou, me alegra mucho que todo haya salido bien y luego con los regalos de navidad, me dio tanta ternurita Smile
jajajajaja y luego va y le regala porno a Ophelia y le quita la ternura xD Así no se puede...
Esperamos que todo vaya cool con estos dos.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Atómic_Mellark Jue 27 Jul - 4:25

No me aguante!!
ya loe termine chicas y lo que les espera a estos dos O_o


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 5 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por yiniva Jue 27 Jul - 10:09

hay que lindo gesto lo de los regalos echos por Sully, los niños encantados, y yo quería saber que decía el diario, pero parece ser que Sully ya se olvido de Magda y ahora el o Ofelia están juntos.


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