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Lectura #2 Julio 2017
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura #2 Julio 2017
Amie
Connor
Por un momento estaba en depresion profunda pensando que Ophelia se iria y dejaria a los niños, lo bueno que entro en razon me imagino que sera dificil para ella. En cuanto al fantasma que sucederia? Me parece raro que no miraran el cuerpo de Ronan no se si estara muerto oh no aun tengo dudas aunque estoy pensando que Sully es gemelo de Ronan
Connor
Por un momento estaba en depresion profunda pensando que Ophelia se iria y dejaria a los niños, lo bueno que entro en razon me imagino que sera dificil para ella. En cuanto al fantasma que sucederia? Me parece raro que no miraran el cuerpo de Ronan no se si estara muerto oh no aun tengo dudas aunque estoy pensando que Sully es gemelo de Ronan
Isa- Mensajes : 401
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 42
Re: Lectura #2 Julio 2017
Hola !! Feliz miércoles a todas !!
Mmm no tengo mucho que decir sobre los capis de hoy, no lo sé, creo que todavía estoy impactada con lo de Ronan.
Me alegra mucho de que Ophelia no haya dejado que se lleven a los niños, algo positivo sucedió.
Habrá que seguir esperando. Esto de leer dos capis al día se me hace muy poquito D:
Ahora, aquí están Connor y Amie:
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Re: Lectura #2 Julio 2017
Miercoles 9, 8 y 9
Me es grato saber que Ophelia entró en razón y no va a dejar a los niños eso si hubiera sido un giro mas dramatico pero va a ser dificil con todo lo que se le venga encima con los niños y más con connor y tendremos que ver que sucede con sully
Me es grato saber que Ophelia entró en razón y no va a dejar a los niños eso si hubiera sido un giro mas dramatico pero va a ser dificil con todo lo que se le venga encima con los niños y más con connor y tendremos que ver que sucede con sully
Macs- Mensajes : 450
Fecha de inscripción : 11/09/2016
Macs- Mensajes : 450
Fecha de inscripción : 11/09/2016
Re: Lectura #2 Julio 2017
Maria Teresa yo pense lo mismo, y si han de ser gemelos ya que lo vio en la ventana. Y por lo menos no dejo que se llevaran a los niños, pobres son los que menos culpa tienen y los mas afectados.
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #2 Julio 2017
La verdad que este giro ha sido muy impactante.
Dudo de todo que pasa....y si Ronan no esta muerto?? Y todo es para escapar de algo?? Que por el, hayan amenazado a los niños?? Ya salio mi agatha christie interior.....
Piensen que el cuerpo lo sacaron por una ventana...
En que lugar se ve que eso se hace??
Estaran todos coludidos para esta farsa.
Lo unico bueno es que no dejo que se llevaran a los niños por que pienso que si hubiera ocurrido y era una farsa esta hubiera caido. Por otro lado este no es un libro paranormal por lo tanto los fantasman no existen a si que a quien vio era ronan o sully?? Si es que sully existe de verdad.
Eso fue mi aporte o dudas en este caso.
Mis niños
Dudo de todo que pasa....y si Ronan no esta muerto?? Y todo es para escapar de algo?? Que por el, hayan amenazado a los niños?? Ya salio mi agatha christie interior.....
Piensen que el cuerpo lo sacaron por una ventana...
En que lugar se ve que eso se hace??
Estaran todos coludidos para esta farsa.
Lo unico bueno es que no dejo que se llevaran a los niños por que pienso que si hubiera ocurrido y era una farsa esta hubiera caido. Por otro lado este no es un libro paranormal por lo tanto los fantasman no existen a si que a quien vio era ronan o sully?? Si es que sully existe de verdad.
Eso fue mi aporte o dudas en este caso.
Mis niños
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #2 Julio 2017
Gracias a todas por sus imágenes y comentarios!!
Espero les este gustando mucho la lectura tanto como a mi.
llego algo tarde pero mi señal falla por ratos, ahora si los capos de hoy
Espero les este gustando mucho la lectura tanto como a mi.
llego algo tarde pero mi señal falla por ratos, ahora si los capos de hoy
Invitado,Te interesan más lecturas como esta buscanos en ACUALAND
Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
10
El Hombre del Espejo
Linneman no sonó tan sorprendido cuando le dije que no me había ido.
Cuando le pedí que ocultara el papeleo que había firmado, liberando a los
niños de mi cuidado, dijo:
—¿Qué papeleo? —En la forma incómoda de un coconspirador que estaba un poco
demasiado tieso para fingir ignorancia de una forma convincente.
Mi madre, por otra parte, estaba casi histérica.
—¿Qué quieres decir con que no vas a volver?
—Quiero decir que no voy a volver. No todavía, de todos modos. La mujer de
Servicios de Protección Infantil era aterradora. E iban a separar a los niños. ¿Cómo
podría dejarlos cuando...?
—Sé que estás preocupada por ellos, Ophelia, pero escúchame un momento. Eres
una chica buena y bondadosa, pero sueles empatizar demasiado con los demás por tu
propio bien. La gente se aprovecha de ello. Este tipo, Ronan Fletcher, supo que eras un
alma generosa en el momento que puso los ojos en ti y luego te colocó en una situación
de la que sabía que no serías capaz de alejarte. ¿Cómo es eso justo?
Suspiré.
—No es justo. Lo sé. Pero no puedo dejar que vayan a un lugar asqueroso, sucio e
inseguro, donde cualquier cosa les podría suceder y seguir alegremente mi camino, ¿o sí?
Nunca volvería a tener otra buena noche de sueño.
Hubo una larga pausa y luego mi madre dijo algo que me hizo colgar el teléfono.
Fue algo así:
—Ophelia, esto no es porque... ya sabes. ¿Porque no puedes tener hijos propios?
Amie y Connor... están en problemas, y necesitan a alguien que los cuide y se preocupe
por ellos, pero no te confundas, ¿de acuerdo, cariño? No son tu responsabilidad. Son un
trabajo y nada más. Una vez que hayan transcurrido estos seis meses, tendrás que
alejarte y decir adiós. No quiero verte herida por algo que puede ser fácilmente evi...
Habría seguido hablando por solo Dios sabe cuánto tiempo si la hubiera dejado.
Probablemente ni se dio cuenta de que no estaba en el otro extremo de la línea por un
buen minuto.
L
Traté de no pensar en lo que había dicho. Apenas conocía a los niños; no vivía en
una tierra de las fantasías donde los adoptaría como míos y todos viviríamos felices para
siempre. Solo necesitaban mantenerse a salvo y parecía que yo era la única posibilidad
de que eso sucediera. Al menos por un tiempo, de todos modos, hasta que se pudiera
encontrar otro arreglo.
Connor se negó a salir de su habitación. Se acostó en su cama y miró hacia el
techo, con un gorro a rayas de arcoíris puesto en la cabeza, y ni siquiera parpadeó. Me
senté con él durante la mayor parte de la mañana mientras Amie dormía en un nido de
mantas y almohadas en el suelo, a mis pies, gimoteando en sus sueños. No importaba
cuántas veces intenté hablar con él, Connor ni siquiera reconoció mi presencia.
Al mediodía, salí de la habitación de Connor para ir a cocinarles algo, aunque sabía
que ninguno comería, y había llegado a la mitad de la escalera antes de que una figura
de pie en el vestíbulo de la entrada me detuviera en seco.
Él, de nuevo.
Ronan.
Apoyándose en la pared, el hombro contra el yeso recién pintado de color crema,
el cabello oscuro cayendo en sus ojos, la camisa a cuadros, arrugada y sin remeter, en
realidad era él. Era Ronan.
Grité, alto y fuerte, salí disparada, tratando de volver a subir las escaleras.
—¡Para! ¡No te acerques más!
Ronan ni siquiera se estremeció. Me observó con una mirada fría y desapegada en
su rostro que lo hizo parecer más guapo que nunca, de una manera cruel y real que
envió un temblor por mi cuerpo. ¿No debería ser más transparente o algo? Tenía poca o
ninguna experiencia con los recién muertos, pero había leído un montón de novelas de
terror cuando era adolescente y los fantasmas estaban destinados a tener una tez más
pastosa y mucho menos rojo en el rostro.
Sus mejillas estaban casi sonrosadas y sus ojos brillaban intensamente, tan
profundos y oscuros como siempre. No podía mover las piernas. Tenía que mover las
piernas para huir de él, pero no cooperaban en lo más mínimo.
Grité nuevamente, las manos aferradas a la barandilla, apenas capaz de
mantenerme derecha.
—Jesús, mujer. Cállate. —Ronan se apartó de la pared, y luego se dirigió hacia mí,
la ira frunciendo su ceño—. Estás bramando lo bastante fuerte como para despertar a los
muertos.
Caminó hasta el pie de la escalera, metió las manos en los bolsillos y casi me
desmayé en el acto.
—No lo hagas. Lo digo en serio. No te acerques más. Lo juro, voy a... —No sabía
qué iba a hacer. Era imposible defenderse contra una fuerza paranormal.
Ronan negó; para todo el mundo parecería frustrado. Sus ojos brillaron con
impaciencia.
—Ophelia. Ese es tu nombre, ¿no es así? Mira. Ya sé lo que estás pensando, y no
soy Ronan. Si pudiéramos saltar esta parte y pasar a la menos ridícula de nuestra
conversación, sería genial.
—¿No eres...? —No tenía ningún sentido. Era definitivamente Ronan. El cabello,
los ojos, la curva salvaje de su labio que hacía que me temblaran las piernas. Es cierto
que su cabello era un desastre, despeinado en comparación con el corte hipster, peinado
hacia atrás que usaba normalmente, pero aun así no había dudas. Mi boca estaba abierta.
Sabía que era él, pero no podía hacer nada al respecto.
—Sully —dijo Ronan—. Soy Sully, el hermano de Ronan.
—¿Qué?
—Hermano gemelo, obviamente. Compartimos un cierto parecido, o eso me
dicen. —Estaba siendo un idiota, su tono iba cargado de sarcasmo, y pude ver por qué.
Tenía más que un cierto parecido con Ronan. Era la viva imagen del hombre.
Todavía no estaba muy segura de creer las palabras saliendo de su boca. Los gemelos
idénticos eran muy reales, por supuesto (hubo dos niñas de mi clase en Saint Augustus
que solían usar insignias con sus nombres porque eran muy difíciles de diferenciar),
pero esto era una locura. No había nada que diferenciara al hombre que estaba delante
de mí de Ronan Fletcher. Tenían la misma altura, la misma construcción. La forma en la
que se sostenían cuando se apoyaban contra una pared era exactamente la misma; eran
copias al carbón, idénticos, no solo dos personas que habían pasado a compartir el
mismo saco embrionario.
—Linneman me llamó y me dijo lo que pasó —dijo Ronan... no, Sully. Tuve que
luchar para retener su nombre en mi mente—. Vine anoche, pero parecías asustada.
Pensé que estarías menos loca si regresaba durante el día. Parece que estaba equivocado.
Aturdida, di un paso en la escalera, con los ojos clavados en él, como si fuese a
desvanecerse si miraba hacia otro lado.
—Estoy segura de que puedes entender por qué...
—Me parezco a mi hermano. Lo he estado escuchando toda mi vida. Cuando me
miro al espejo, me acuerdo de él. Diariamente. Así que sí. Entiendo. Ahora, como dije.
¿Podemos seguir adelante? He tenido esta conversación más veces de las que puedo
contar, y se hace muy jodidamente vieja.
Lentamente, descendí lo que quedaba de las escaleras, tratando de recuperar parte
de mi dignidad. Probablemente no había ninguna posibilidad de que eso ocurriera a los
ojos de Sully, pero, aun así, tenía que intentarlo.
—Linneman no mencionó que vendrías —murmuré, frotando mis palmas
resbaladizas contra mis vaqueros.
—Eso es porque no se lo dije. No tiene sentido. Solo habría intentado
convencerme de no hacerlo, de esa manera suya, y yo habría terminado siendo grosero.
—Parecía que “grosero” era un estado de ser predeterminado en estos chicos Fletcher.
Nunca hubiera pensado que fuera posible, pero Sully era aún más espinoso y hostil que
su hermano—. No pienso estar aquí por mucho tiempo, de todas maneras —dijo,
inclinando la mandíbula hacia arriba en una actitud desafiante de “vete a la mierda”—.
Vine a decirte que no te molestes.
—¿Disculpa?
—Linneman me contó lo que hizo mi hermano. Que quiere que sigas por aquí en
la isla hasta que ceda y decida ocuparme de sus hijos. Vine para decirte que no te
molestes. No los tomaré. Estaba loco si creía que sería capaz de cuidar de ellos. Así que
haz lo que tengas que hacer. Me quedo fuera de esto.
—¿Papi? —Desde arriba, la voz alta y asustada de Amie resonó por el pasillo. Los
ojos de Sully se ensancharon.
—¿Esa es... esa es la niña? —Parecía un conejo atrapado en los faros.
Asentí. Mirando por encima de mi hombro, intenté verla, pero Amie todavía iba
por el pasillo, con pasos tímidos e inciertos.
—Entiendo que estés un poco asustado ahora mismo. Pero... tal vez te gustaría
conocer...
Me volví hacia Sully, pero no estaba allí. La puerta principal estaba abierta y el
hombre no estaba a la vista. En cambio, una mujer bajita al final de sus veinte o tal vez a
principio de los treinta, con el cabello rojo brillante y un sombrero de lana negro, estaba
de pie allí en su lugar, una expresión incómoda en su rostro. Miró por encima del
hombro, frunciendo el ceño.
—Así que, veo que conociste a Sully —dijo. Al entrar en la casa, me tendió la
mano, su ceño fruncido transformándose en una pequeña sonrisa—. Hola, soy Rose.
Ronan me contrató para ayudarte a cuidar de los niños. El señor Linneman vino a verme
ayer. Me dijo lo que pasó. Siento no haber venido directamente. Para ser honesta, estaba
conmocionada. He conocido a Ronan toda mi vida. No… podía creer lo que había
hecho.
—Dímelo a mí. —Le estreché la mano, parpadeando furiosamente. Debí parecer
muy extraña—. Lo siento, todavía no me he recuperado de... —Señalé la puerta tras
Sully, tratando de no parecer tan sorprendida.
—Sí. Tiene ese efecto en la gente. ¿Qué tal si te hago un café y podemos repasar un
horario o algo? Puedo darte un poco más de información sobre el último hermano
Fletcher, mientras tanto.
***
Rose estaba llena de pecas. También estaba llena de datos espeluznantes sobre
Ronan y Sully. Ambos habían sido adolescentes problemáticos, ambos propensos a las
peleas y a la incitación al caos. En el 2004, una vez que terminaron sus estudios, se
unieron al ejército como oficiales, y eso pareció calmarlos un poco.
Me dijo que nadie sabía realmente lo que pasó, pero todos se habían sorprendido
cuando Sully regresó a la isla y Ronan se casó con Magda de repente. Sully se había
cerrado y se negó a interactuar con cualquiera en The Causeway, a menos que le
ordenaran muebles, y Ronan no había sido visto de nuevo. No hasta que apareció hace
una semana sin Magda y con dos niños.
—Solía envidiar tanto a Mags —dijo Rose, tomando un sorbo de su café—. Era mi
mejor amiga en la secundaria, ¿sabes? Estaba tan desesperada por salir de aquí, tan
desesperada por irse. Se mudó a Nueva York cuando Sully y Ronan fueron a estudiar, y
nunca regresó. La visité una o dos veces antes de todo el lío con Ronan.
—¿Perdón? ¿Todo el lío con Ronan?
Rose palideció.
—Oh, bueno, sí. Quiero decir, Magda no empezó con Ronan. Salía con Sully
cuando se mudaron a Nueva York.
Oh. Buen. Señor. Supuse que eso explicaba mucho.
Rose continuó, ajena al hecho de que la información que acababa de impartir me
había impactado:
—Mags trató de hacer que me mudara allí con ella. No pude hacerlo, sin embargo.
Sabía que quería enseñar aquí en la isla. Estudié lengua y literatura inglesa en Beal
College en Bangor, y luego regresé aquí y conseguí un trabajo en la escuela. Eso fue todo
para mí. Sigo pensando en ello, sin embargo. Cómo habría sido mi vida si me hubiera
animado a vivir en la ciudad con ella.
»El periódico local publicó una crónica sobre Ronan cuando recibió la medalla del
ejército. Probablemente fue la última vez que hablé con Mags por teléfono. La llamé
porque el artículo decía que Ronan ni siquiera había asistido a la ceremonia para recoger
la maldita cosa. Que tuvieron que mandársela por correo. —Rose se encogió de
hombros, terminando su café—. Quería felicitarlo, decirle lo orgullosos que estábamos
de él aquí en la isla, pero ni siquiera aceptó mi llamada.
El Hombre del Espejo
Linneman no sonó tan sorprendido cuando le dije que no me había ido.
Cuando le pedí que ocultara el papeleo que había firmado, liberando a los
niños de mi cuidado, dijo:
—¿Qué papeleo? —En la forma incómoda de un coconspirador que estaba un poco
demasiado tieso para fingir ignorancia de una forma convincente.
Mi madre, por otra parte, estaba casi histérica.
—¿Qué quieres decir con que no vas a volver?
—Quiero decir que no voy a volver. No todavía, de todos modos. La mujer de
Servicios de Protección Infantil era aterradora. E iban a separar a los niños. ¿Cómo
podría dejarlos cuando...?
—Sé que estás preocupada por ellos, Ophelia, pero escúchame un momento. Eres
una chica buena y bondadosa, pero sueles empatizar demasiado con los demás por tu
propio bien. La gente se aprovecha de ello. Este tipo, Ronan Fletcher, supo que eras un
alma generosa en el momento que puso los ojos en ti y luego te colocó en una situación
de la que sabía que no serías capaz de alejarte. ¿Cómo es eso justo?
Suspiré.
—No es justo. Lo sé. Pero no puedo dejar que vayan a un lugar asqueroso, sucio e
inseguro, donde cualquier cosa les podría suceder y seguir alegremente mi camino, ¿o sí?
Nunca volvería a tener otra buena noche de sueño.
Hubo una larga pausa y luego mi madre dijo algo que me hizo colgar el teléfono.
Fue algo así:
—Ophelia, esto no es porque... ya sabes. ¿Porque no puedes tener hijos propios?
Amie y Connor... están en problemas, y necesitan a alguien que los cuide y se preocupe
por ellos, pero no te confundas, ¿de acuerdo, cariño? No son tu responsabilidad. Son un
trabajo y nada más. Una vez que hayan transcurrido estos seis meses, tendrás que
alejarte y decir adiós. No quiero verte herida por algo que puede ser fácilmente evi...
Habría seguido hablando por solo Dios sabe cuánto tiempo si la hubiera dejado.
Probablemente ni se dio cuenta de que no estaba en el otro extremo de la línea por un
buen minuto.
L
Traté de no pensar en lo que había dicho. Apenas conocía a los niños; no vivía en
una tierra de las fantasías donde los adoptaría como míos y todos viviríamos felices para
siempre. Solo necesitaban mantenerse a salvo y parecía que yo era la única posibilidad
de que eso sucediera. Al menos por un tiempo, de todos modos, hasta que se pudiera
encontrar otro arreglo.
Connor se negó a salir de su habitación. Se acostó en su cama y miró hacia el
techo, con un gorro a rayas de arcoíris puesto en la cabeza, y ni siquiera parpadeó. Me
senté con él durante la mayor parte de la mañana mientras Amie dormía en un nido de
mantas y almohadas en el suelo, a mis pies, gimoteando en sus sueños. No importaba
cuántas veces intenté hablar con él, Connor ni siquiera reconoció mi presencia.
Al mediodía, salí de la habitación de Connor para ir a cocinarles algo, aunque sabía
que ninguno comería, y había llegado a la mitad de la escalera antes de que una figura
de pie en el vestíbulo de la entrada me detuviera en seco.
Él, de nuevo.
Ronan.
Apoyándose en la pared, el hombro contra el yeso recién pintado de color crema,
el cabello oscuro cayendo en sus ojos, la camisa a cuadros, arrugada y sin remeter, en
realidad era él. Era Ronan.
Grité, alto y fuerte, salí disparada, tratando de volver a subir las escaleras.
—¡Para! ¡No te acerques más!
Ronan ni siquiera se estremeció. Me observó con una mirada fría y desapegada en
su rostro que lo hizo parecer más guapo que nunca, de una manera cruel y real que
envió un temblor por mi cuerpo. ¿No debería ser más transparente o algo? Tenía poca o
ninguna experiencia con los recién muertos, pero había leído un montón de novelas de
terror cuando era adolescente y los fantasmas estaban destinados a tener una tez más
pastosa y mucho menos rojo en el rostro.
Sus mejillas estaban casi sonrosadas y sus ojos brillaban intensamente, tan
profundos y oscuros como siempre. No podía mover las piernas. Tenía que mover las
piernas para huir de él, pero no cooperaban en lo más mínimo.
Grité nuevamente, las manos aferradas a la barandilla, apenas capaz de
mantenerme derecha.
—Jesús, mujer. Cállate. —Ronan se apartó de la pared, y luego se dirigió hacia mí,
la ira frunciendo su ceño—. Estás bramando lo bastante fuerte como para despertar a los
muertos.
Caminó hasta el pie de la escalera, metió las manos en los bolsillos y casi me
desmayé en el acto.
—No lo hagas. Lo digo en serio. No te acerques más. Lo juro, voy a... —No sabía
qué iba a hacer. Era imposible defenderse contra una fuerza paranormal.
Ronan negó; para todo el mundo parecería frustrado. Sus ojos brillaron con
impaciencia.
—Ophelia. Ese es tu nombre, ¿no es así? Mira. Ya sé lo que estás pensando, y no
soy Ronan. Si pudiéramos saltar esta parte y pasar a la menos ridícula de nuestra
conversación, sería genial.
—¿No eres...? —No tenía ningún sentido. Era definitivamente Ronan. El cabello,
los ojos, la curva salvaje de su labio que hacía que me temblaran las piernas. Es cierto
que su cabello era un desastre, despeinado en comparación con el corte hipster, peinado
hacia atrás que usaba normalmente, pero aun así no había dudas. Mi boca estaba abierta.
Sabía que era él, pero no podía hacer nada al respecto.
—Sully —dijo Ronan—. Soy Sully, el hermano de Ronan.
—¿Qué?
—Hermano gemelo, obviamente. Compartimos un cierto parecido, o eso me
dicen. —Estaba siendo un idiota, su tono iba cargado de sarcasmo, y pude ver por qué.
Tenía más que un cierto parecido con Ronan. Era la viva imagen del hombre.
Todavía no estaba muy segura de creer las palabras saliendo de su boca. Los gemelos
idénticos eran muy reales, por supuesto (hubo dos niñas de mi clase en Saint Augustus
que solían usar insignias con sus nombres porque eran muy difíciles de diferenciar),
pero esto era una locura. No había nada que diferenciara al hombre que estaba delante
de mí de Ronan Fletcher. Tenían la misma altura, la misma construcción. La forma en la
que se sostenían cuando se apoyaban contra una pared era exactamente la misma; eran
copias al carbón, idénticos, no solo dos personas que habían pasado a compartir el
mismo saco embrionario.
—Linneman me llamó y me dijo lo que pasó —dijo Ronan... no, Sully. Tuve que
luchar para retener su nombre en mi mente—. Vine anoche, pero parecías asustada.
Pensé que estarías menos loca si regresaba durante el día. Parece que estaba equivocado.
Aturdida, di un paso en la escalera, con los ojos clavados en él, como si fuese a
desvanecerse si miraba hacia otro lado.
—Estoy segura de que puedes entender por qué...
—Me parezco a mi hermano. Lo he estado escuchando toda mi vida. Cuando me
miro al espejo, me acuerdo de él. Diariamente. Así que sí. Entiendo. Ahora, como dije.
¿Podemos seguir adelante? He tenido esta conversación más veces de las que puedo
contar, y se hace muy jodidamente vieja.
Lentamente, descendí lo que quedaba de las escaleras, tratando de recuperar parte
de mi dignidad. Probablemente no había ninguna posibilidad de que eso ocurriera a los
ojos de Sully, pero, aun así, tenía que intentarlo.
—Linneman no mencionó que vendrías —murmuré, frotando mis palmas
resbaladizas contra mis vaqueros.
—Eso es porque no se lo dije. No tiene sentido. Solo habría intentado
convencerme de no hacerlo, de esa manera suya, y yo habría terminado siendo grosero.
—Parecía que “grosero” era un estado de ser predeterminado en estos chicos Fletcher.
Nunca hubiera pensado que fuera posible, pero Sully era aún más espinoso y hostil que
su hermano—. No pienso estar aquí por mucho tiempo, de todas maneras —dijo,
inclinando la mandíbula hacia arriba en una actitud desafiante de “vete a la mierda”—.
Vine a decirte que no te molestes.
—¿Disculpa?
—Linneman me contó lo que hizo mi hermano. Que quiere que sigas por aquí en
la isla hasta que ceda y decida ocuparme de sus hijos. Vine para decirte que no te
molestes. No los tomaré. Estaba loco si creía que sería capaz de cuidar de ellos. Así que
haz lo que tengas que hacer. Me quedo fuera de esto.
—¿Papi? —Desde arriba, la voz alta y asustada de Amie resonó por el pasillo. Los
ojos de Sully se ensancharon.
—¿Esa es... esa es la niña? —Parecía un conejo atrapado en los faros.
Asentí. Mirando por encima de mi hombro, intenté verla, pero Amie todavía iba
por el pasillo, con pasos tímidos e inciertos.
—Entiendo que estés un poco asustado ahora mismo. Pero... tal vez te gustaría
conocer...
Me volví hacia Sully, pero no estaba allí. La puerta principal estaba abierta y el
hombre no estaba a la vista. En cambio, una mujer bajita al final de sus veinte o tal vez a
principio de los treinta, con el cabello rojo brillante y un sombrero de lana negro, estaba
de pie allí en su lugar, una expresión incómoda en su rostro. Miró por encima del
hombro, frunciendo el ceño.
—Así que, veo que conociste a Sully —dijo. Al entrar en la casa, me tendió la
mano, su ceño fruncido transformándose en una pequeña sonrisa—. Hola, soy Rose.
Ronan me contrató para ayudarte a cuidar de los niños. El señor Linneman vino a verme
ayer. Me dijo lo que pasó. Siento no haber venido directamente. Para ser honesta, estaba
conmocionada. He conocido a Ronan toda mi vida. No… podía creer lo que había
hecho.
—Dímelo a mí. —Le estreché la mano, parpadeando furiosamente. Debí parecer
muy extraña—. Lo siento, todavía no me he recuperado de... —Señalé la puerta tras
Sully, tratando de no parecer tan sorprendida.
—Sí. Tiene ese efecto en la gente. ¿Qué tal si te hago un café y podemos repasar un
horario o algo? Puedo darte un poco más de información sobre el último hermano
Fletcher, mientras tanto.
***
Rose estaba llena de pecas. También estaba llena de datos espeluznantes sobre
Ronan y Sully. Ambos habían sido adolescentes problemáticos, ambos propensos a las
peleas y a la incitación al caos. En el 2004, una vez que terminaron sus estudios, se
unieron al ejército como oficiales, y eso pareció calmarlos un poco.
Me dijo que nadie sabía realmente lo que pasó, pero todos se habían sorprendido
cuando Sully regresó a la isla y Ronan se casó con Magda de repente. Sully se había
cerrado y se negó a interactuar con cualquiera en The Causeway, a menos que le
ordenaran muebles, y Ronan no había sido visto de nuevo. No hasta que apareció hace
una semana sin Magda y con dos niños.
—Solía envidiar tanto a Mags —dijo Rose, tomando un sorbo de su café—. Era mi
mejor amiga en la secundaria, ¿sabes? Estaba tan desesperada por salir de aquí, tan
desesperada por irse. Se mudó a Nueva York cuando Sully y Ronan fueron a estudiar, y
nunca regresó. La visité una o dos veces antes de todo el lío con Ronan.
—¿Perdón? ¿Todo el lío con Ronan?
Rose palideció.
—Oh, bueno, sí. Quiero decir, Magda no empezó con Ronan. Salía con Sully
cuando se mudaron a Nueva York.
Oh. Buen. Señor. Supuse que eso explicaba mucho.
Rose continuó, ajena al hecho de que la información que acababa de impartir me
había impactado:
—Mags trató de hacer que me mudara allí con ella. No pude hacerlo, sin embargo.
Sabía que quería enseñar aquí en la isla. Estudié lengua y literatura inglesa en Beal
College en Bangor, y luego regresé aquí y conseguí un trabajo en la escuela. Eso fue todo
para mí. Sigo pensando en ello, sin embargo. Cómo habría sido mi vida si me hubiera
animado a vivir en la ciudad con ella.
»El periódico local publicó una crónica sobre Ronan cuando recibió la medalla del
ejército. Probablemente fue la última vez que hablé con Mags por teléfono. La llamé
porque el artículo decía que Ronan ni siquiera había asistido a la ceremonia para recoger
la maldita cosa. Que tuvieron que mandársela por correo. —Rose se encogió de
hombros, terminando su café—. Quería felicitarlo, decirle lo orgullosos que estábamos
de él aquí en la isla, pero ni siquiera aceptó mi llamada.
Invitado,Te interesan más lecturas como esta buscanos en ACUALAND
Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
11
Diario
15 de marzo, 2000
Este diario huele como la tienda ecuestre donde compramos las riendas para
Topper. Lo amé. Papá dijo que era muy masculino para mí, no importa. Es mi dinero.
Puedo comprar lo que quiera con él. Sully dice que va a esperar a que llene cada hoja y
luego lo va a robar y leer. Es un idiota. Más le vale que no lo haga. Sully James Fletcher,
si estás leyendo esto, te irás directo al infierno. No invadas mi privacidad, o te cortaré las
bolas con un cuchillo de mantequilla oxidado.
Probablemente debería hacerle la misma advertencia a Ronan, pero, ¿por qué
molestarme? Probablemente está muy ocupado, planeando su “Fantástico Viaje por
América en Carretera”, como para pensar en lo que garabateo aquí. Y eso es bueno
también. Por lo menos, solo tengo que preocuparme por uno de los hermanos Fletcher.
Así que… no lo sé. Supongo que solo escribiré aquí cuando tenga algo importante que
decir. El libro es muy lindo como para desperdiciarlo, y soy una chica de dieciséis años.
Es una pena llenar las páginas con mierda de chicos y drama de la escuela. Quiero poder
mirar en cuarenta años este diario y estar orgullosa de los momentos que guardé aquí.
Espero que, para ese momento, pueda decir que he vivido una vida sobre la que
vale la pena escribir. Espero que, para ese entonces, Sully y yo estemos casados y ya
tengamos hijos. Espero que hayamos viajado por el mundo. Que hayamos visto todo lo
que hay que ver. Espero que hayamos regresado a la isla y hayamos construido una
nueva vida para nosotros aquí, y que pueda montar todos los días y Sully pueda hacer
cosas en su taller de carpintería. Eso me haría feliz. Eso me haría muy feliz, en verdad.
M
M por Magda. Me había equivocado; pensé que el diario que Ronan me dejó para
leer era suyo, pero no lo era. Era de su esposa, y en la primera entrada de la primera
página, confirmaba todo lo que Rose me había dicho, bastante bien. Magda se había
enamorado de Sully. Pude haber adivinado que el problema entre Ronan y su hermano
había surgido por una mujer, pero no tenía idea de que fuera por la esposa muerta de
Ronan. ¿Qué conflicto debió haber causado? ¿Y cómo? Magda tenía dieciséis cuando
escribió en la primera página de su diario. Pasando las páginas del libro, a veces frágil, a
veces con olor a húmedo, me salté hasta la última entrada del diario, a tan solo tres
cuartos del camino, y noté la fecha.
Abril del año pasado. La caligrafía había cambiado de una cursiva infantil a una
más elegante y fluida, aumentando la cantidad de texto con el tiempo, sin embargo,
indiscutiblemente pertenecía a la misma persona. Evité las palabras escritas en el papel,
sin querer leerlas todavía. Por alguna razón, se sentía como saltar al final de una novela,
y con eso, arruinaría la historia, aunque en este caso, ya sabía lo que pasaba al final.
Magda estaba muerta y ahora Ronan también. Sully era el último hombre en pie.
Después de que Rose se fuera, me había metido en la oficina y había tomado el
libro, antes de cambiar de idea. Necesitaba un poco más de historia y, por lo que tenía
frente a mí, parecía que la obtendría de a poco. Tenían que haber más de cien entradas
en el diario de Magda. Algunas de las páginas estaban rígidas y crujían al momento de
girarlas. Otras estaban cubiertas de fotos. Algunas contenían entradas para eventos,
billetes de avión… de cine. Acercándome al final del libro, observé lo que era una
ecografía pegada a la página y tuve que detenerme para no investigar más de cerca y ver
si era Connor o Amie, a quien Magda dedicaba la página del libro.
Amie se sentó conmigo toda la tarde, durmiendo y despertándose, llorando de vez
en cuando en sollozos silenciosos y desconsolados que me dolían por ella. Connor
permaneció en su habitación, con el gorro de arcoíris en su cabeza, sin moverse, sin
decir una palabra. Me había atacado e intentado patear cuando traté de levantarlo y
tomarlo entre mis brazos, gruñendo enojado, y lo dejé solo en el silencio de su
habitación, con la esperanza de estar haciendo lo correcto.
La lluvia llegó alrededor de las cuatro, golpeando las ventanas, haciéndolas
estremecer en sus marcos y el viento azotó la casa, silbando a través de la pared de
ladrillos en la vieja despensa, el único lugar de la casa que no parecía haber sido
renovado, provocando que la puerta de la cocina azotara detrás de mí cada vez que iba
por jugo y galletas para Amie.
No podía dejar de pensar en el diario de Magda. No podía dejar de pensar en la
apariencia de Sully esta mañana, ni tampoco en la manera hostil en que habló. Había
sido aterrador y poco acogedor, pero también había estado asustado, cuando escuchó a
Amie preguntando por su padre, parecía tan perdido que el cambio me asombró.
Necesitaba saber por qué se había tomado su tiempo para venir a la casa, no una, sino
dos veces, aunque fuera solo para decirme que perdería mi tiempo si trataba de cumplir
los deseos de Ronan. El misterio de todo me estaba matando.
Hojeé el diario, dejando que se abriera a mitad de camino en una página llena de
fotos. Solo supe que las imágenes eran de Sully porque Magda había escrito debajo de
cada una un título, hora y fecha.
Sully, Fort Benning, abril 2003.
Sully, Times Square, diciembre 2003. Cuatro días para que parta.
Sully, Kabul, mayo 2004.
Sully, con Daniel y Roger, Kabul, enero 2005
Bajo esa entrada, estaba pegada al papel una pequeña fotografía, algo desvanecida;
Sully en su uniforme militar completo, el sol resplandeciendo formaba una burbuja
blanca y caliente en el fondo. Dos hombres altos y negros también en uniforme con sus
brazos sobre sus hombros. Los tres hombres sonreían, mostrando los dientes, con la
frente sudorosa, pero había algo extraño en la foto. Las sonrisas parecían nerviosas,
como si hubieran sido fingidas. Los hombres estaban derechos, listos para dejar la
pretendida felicidad a la primera señal de problemas y así tomar las armas que estaban a
sus pies, e iniciar una pelea.
Ninguno de ellos parecía querer estar allí en absoluto.
****
No volví a ver a Sully por un mes. Cuatro semanas pasaron y ni siquiera se asomó.
Quizás no me hubiera parecido tan extraño si la isla no fuera tan pequeña y si los demás
no dejaran de decirme: oh, qué raro. Sully acaba de irse. Era como si me hubiera
colocado un GPS, de algún modo, supiera mi ubicación exacta a todas horas y estuviera
determinado a evitarme a toda costa.
Servicios de Protección Infantil vinieron a hacerme una nueva inspección,
enviando a Sheryl a la isla para asegurarse que no estuviera descuidando a los niños (lo
que no hacía), y autorizaron que me quedara con ellos hasta la próxima primavera. La
presencia de Rose fue de gran ayuda. Estaba usando algo de la pensión que Ronan había
apartado para mí para pagarle al doctor Fielding las sesiones por Skype con Connor y
Amie. El tiempo con Amie parecía que le estaba ayudando mucho, pero Connor estaba
demostrando ser más difícil de alcanzar. La mayor parte del tiempo se sentaba frente a la
pantalla y se negaba a hablar cuando Fielding le hacía preguntas. Si llegaba a hablar, lo
hacía fuerte, gritaba y maldecía hasta que Fielding declaraba que la sesión no iba a ser
productiva y apagaba todo. Aun así, todavía tenía la esperanza de que se abriera. Y
pronto. Muy, muy pronto. Mis nervios se estaban crispando muy rápido, pero lo más
importante es que sentía como si le estuviera fallando a Connor y Ronan al mismo
tiempo, y no me sentaba para nada bien.
Noviembre fue terrible y helado. El cielo era del color de la guerra: gris, negro y
lúgubre, y la lluvia rara vez paraba. Rose estaba en casa con los niños cuando finalmente
volví a ver a Sully Fletcher.
—Allá vamos, cariño. ¡Uf! Este es pesado. Debe tener algo bueno ahí. —Sam, la
mujer que se ocupaba de la oficina postal, deslizó el paquete que venía a recoger por el
mostrador sonriendo. El paquete era de mi mamá, probablemente más ropa de invierno.
Le aterraba la idea de que muriera congelada. Sam miró sobre mi hombro, levantando
una mano en saludo—. Hola, Sully. ¿Puedes dejar eso ahí, si quieres? Pasaré a pagarte
cuando regrese a casa.
Di la vuelta tan rápido que casi perdí el equilibrio. No era broma, Sully estaba
parado en la puerta abierta de la oficina de correos y en sus manos estaba cargando una
enorme y hermosa mecedora. Cuando me vio, su expresión cambió de una desinteresada
a una de horror.
—Por supuesto, Sam. —Colocó la mecedora junto a la puerta, inclinándose un
poco, y no pude evitar observar lo corto que tenía el cabello, o el aserrín que
permanecía en su gruesa camisa a cuadros. Había una mancha negra detrás de su cuello,
como si se hubiera frotado con dedos grasosos y todavía nadie le dijera que estaba
manchado. No giró o dijo otra palabra. Solo caminó hacia la puerta y se fue.
—No lo haría, si fuera tú.
—¿Disculpé? —Giré para encontrarme con Sam dándome una mirada cautelosa.
—Sully Fletcher. Tan guapo como el diablo en domingo. Tuvo a todas y cada una
de las mujeres de esta isla enamoradas en algún momento, pero nunca ha mirado a
ninguna. Créeme. Genera más problemas de lo que vale. Necesitas que te hagan unos
armarios, o te arreglen una silla, Sully es tu hombre. Si buscas a alguien con un corazón
amable y gentil para acurrucarse en el sillón cuando llueve, mejor búscate un perro.
—No estoy buscando eso. Y si lo hiciera, definitivamente no estaría interesada en
Sully.
—Ajá… —Por la manera en que me miraba, Sam no me creía nada—. Está bien.
Pero solo para que lo sepas, no regresó del desierto como se fue, si sabes a lo que me
refiero. Solo ten cuidado estando cerca de él. Y tampoco dejes a los pequeños cerca por
mucho tiempo. —No temía que eso sucediera; Sully lo había dejado bien claro en la casa
hace cuatro semanas, y no había cambiado de idea. No había escuchado nada de él
relacionado con sus sobrinos. No había escuchado nada de él, punto.
Afuera, lo encontré subiendo a una camioneta destartalada, tan llena de lodo que
ni siquiera podía distinguir el color. Quería poner el auto en marcha y desaparecer, lo
podía notar, pero no se lo permitiría. Me puse frente al vehículo y coloqué mis manos
sobre el capó.
Sully se asomó por la ventana gruñendo.
—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —Sonaba tan parecido a Ronan, era
extraño. Nunca escuché a Ronan decir mierda, pero podía imaginarlo muy bien.
—Estás evitándome. Y a los niños. ¿Por qué?
—Estás loca. —Sully miró en el interior de su camioneta, como si buscara a
alguien que estuviera de acuerdo con él—. Soy un hombre ocupado, señorita Ophelia
Lang de California. Tengo trabajo que hacer. ¿Por qué estaría jugando estúpidos juegos y
evitándolos?
—Eso es lo que me gustaría saber. Ni siquiera fuiste al funeral de Ronan. —El día
había sido uno de los pocos buenos que había experimentado en The Causeway. El sol
había brillado los cuarenta minutos que me paré junto a la tumba de Ronan con los
niños. La temperatura fría pero fresca, y el hecho de que muy pocas personas habían
asistido para despedirse de él, me había roto el corazón. En Nueva York, hubieran ido
compañeros de trabajo, amigos, vecinos… Aquí en la isla, la única persona que conocía
en la pequeña iglesia, había sido Rose.
—Por supuesto que no fui. —Sully giró la llave para encender el auto y el motor
comenzó a ronronear, asustándome—. No estoy en contra de atropellar a alguien, sabes.
Lo he hecho antes.
—¿Dónde? ¿En Afganistán?
Sully retrocedió en su asiento, como si hubiera sido abofeteado.
—¿Y qué sabrías tú de Afganistán?
Obviamente acababa de tocar un muy, muy sensible tema.
—Nada.
—Correcto. No sabes nada.
—Quizás debería cambiar eso. Quizás solo debería leer el diario de Magda y…
—¿Qué acabas de decir? —Sully dejó de intentar maniobrar el auto sobre mí y me
observó desde la ventana. Su ira parecía haber desaparecido en una cortina de humo.
—El diario de Magda. Ronan me dijo que lo leyera. Para entender mejor qué pasó
entre ustedes dos.
—¿Así son las cosas? —Sully se adelantó con los brazos sobre el volante. Sus cejas
estaban tan alzadas que casi se juntaban con la línea del cabello. Estaba enojado; podía
sentir la tensión en el aire. Por la mirada en sus ojos, no me sorprendería si realmente
me atropellara—. ¿Y qué has aprendido hasta ahora, Lang? —preguntó. Se veía casi
preocupado.
—No he aprendido nada. Todavía no lo he leído —contesté. Era verdad. Todavía
no leí ni una simple entrada desde que lo tomé cuando Ronan murió. Por supuesto que
me hubiera encantado hacerlo. Todavía estaba en mi mesita y, noche tras noche,
peleaba conmigo misma, tratando de convencerme que leer el contenido del diario no
era invadir la privacidad de Sully. Pero… lo hacía. Lo sabía.
—Como si creyera eso —gruñó Sully.
—Puedes creer lo que quieras. Solo sé lo que todos en esta ridículamente pequeña
isla saben. Ronan regresa de la guerra y de pronto… —No me sentí lo suficientemente
valiente para decir el resto en voz alta. Al menos, no frente a él.
—¿De pronto se estaba casando con mi novia y teniendo hijos? —Sully se había
puesto pálido. Sus ojos estaban llenos con un toque de demencia, que finalmente,
finalmente lo diferenciaba de Ronan. ¿Qué haría a continuación? ¿Gritarme más? Lo
podría aceptar. Lo haría si eso significaba que habláramos. Ya había pasado un mes y
Sheryl no había encontrado a alguien adecuado para Connor y Amie. Fácilmente se
irían otros cinco meses en un parpadeo, y luego, los dos niños serían enviados a una casa
de acogida, sin importar lo que quisiera para ellos.
Había llegado a la conclusión de que necesitaba completar la tarea por la que
Ronan me había contratado y hacer que Sully los tomara, pero ahora que estaba parada
frente a él y que estaba actuando tan… desquiciado, ya no estaba tan segura de que fuera
lo mejor.
—Si —le respondí—. No fue justo. Ronan no lo debió haber hecho. Pero al final
del día, no pudo evitar enamorarse de quien lo hizo.
Sentando perfectamente inmóvil, parecía que Sully trataba de digerir esas palabras,
lo cual podía explicar por qué parecía que estaba a punto de vomitar. Y luego dijo:
—Él y yo compartimos el mismo corazón. Por supuesto que estábamos destinados
a enamorarnos de la misma chica. —No intentó arrollarme. En su lugar, Sully puso el
auto en reversa y se puso en camino, comenzando a conducir por la calle en reversa,
provocando que una lluvia de suciedad y pequeñas rocas, salpicando de sus llantas,
cayera sobre mí mientras se alejaba rápidamente.
Diario
15 de marzo, 2000
Este diario huele como la tienda ecuestre donde compramos las riendas para
Topper. Lo amé. Papá dijo que era muy masculino para mí, no importa. Es mi dinero.
Puedo comprar lo que quiera con él. Sully dice que va a esperar a que llene cada hoja y
luego lo va a robar y leer. Es un idiota. Más le vale que no lo haga. Sully James Fletcher,
si estás leyendo esto, te irás directo al infierno. No invadas mi privacidad, o te cortaré las
bolas con un cuchillo de mantequilla oxidado.
Probablemente debería hacerle la misma advertencia a Ronan, pero, ¿por qué
molestarme? Probablemente está muy ocupado, planeando su “Fantástico Viaje por
América en Carretera”, como para pensar en lo que garabateo aquí. Y eso es bueno
también. Por lo menos, solo tengo que preocuparme por uno de los hermanos Fletcher.
Así que… no lo sé. Supongo que solo escribiré aquí cuando tenga algo importante que
decir. El libro es muy lindo como para desperdiciarlo, y soy una chica de dieciséis años.
Es una pena llenar las páginas con mierda de chicos y drama de la escuela. Quiero poder
mirar en cuarenta años este diario y estar orgullosa de los momentos que guardé aquí.
Espero que, para ese momento, pueda decir que he vivido una vida sobre la que
vale la pena escribir. Espero que, para ese entonces, Sully y yo estemos casados y ya
tengamos hijos. Espero que hayamos viajado por el mundo. Que hayamos visto todo lo
que hay que ver. Espero que hayamos regresado a la isla y hayamos construido una
nueva vida para nosotros aquí, y que pueda montar todos los días y Sully pueda hacer
cosas en su taller de carpintería. Eso me haría feliz. Eso me haría muy feliz, en verdad.
M
M por Magda. Me había equivocado; pensé que el diario que Ronan me dejó para
leer era suyo, pero no lo era. Era de su esposa, y en la primera entrada de la primera
página, confirmaba todo lo que Rose me había dicho, bastante bien. Magda se había
enamorado de Sully. Pude haber adivinado que el problema entre Ronan y su hermano
había surgido por una mujer, pero no tenía idea de que fuera por la esposa muerta de
Ronan. ¿Qué conflicto debió haber causado? ¿Y cómo? Magda tenía dieciséis cuando
escribió en la primera página de su diario. Pasando las páginas del libro, a veces frágil, a
veces con olor a húmedo, me salté hasta la última entrada del diario, a tan solo tres
cuartos del camino, y noté la fecha.
Abril del año pasado. La caligrafía había cambiado de una cursiva infantil a una
más elegante y fluida, aumentando la cantidad de texto con el tiempo, sin embargo,
indiscutiblemente pertenecía a la misma persona. Evité las palabras escritas en el papel,
sin querer leerlas todavía. Por alguna razón, se sentía como saltar al final de una novela,
y con eso, arruinaría la historia, aunque en este caso, ya sabía lo que pasaba al final.
Magda estaba muerta y ahora Ronan también. Sully era el último hombre en pie.
Después de que Rose se fuera, me había metido en la oficina y había tomado el
libro, antes de cambiar de idea. Necesitaba un poco más de historia y, por lo que tenía
frente a mí, parecía que la obtendría de a poco. Tenían que haber más de cien entradas
en el diario de Magda. Algunas de las páginas estaban rígidas y crujían al momento de
girarlas. Otras estaban cubiertas de fotos. Algunas contenían entradas para eventos,
billetes de avión… de cine. Acercándome al final del libro, observé lo que era una
ecografía pegada a la página y tuve que detenerme para no investigar más de cerca y ver
si era Connor o Amie, a quien Magda dedicaba la página del libro.
Amie se sentó conmigo toda la tarde, durmiendo y despertándose, llorando de vez
en cuando en sollozos silenciosos y desconsolados que me dolían por ella. Connor
permaneció en su habitación, con el gorro de arcoíris en su cabeza, sin moverse, sin
decir una palabra. Me había atacado e intentado patear cuando traté de levantarlo y
tomarlo entre mis brazos, gruñendo enojado, y lo dejé solo en el silencio de su
habitación, con la esperanza de estar haciendo lo correcto.
La lluvia llegó alrededor de las cuatro, golpeando las ventanas, haciéndolas
estremecer en sus marcos y el viento azotó la casa, silbando a través de la pared de
ladrillos en la vieja despensa, el único lugar de la casa que no parecía haber sido
renovado, provocando que la puerta de la cocina azotara detrás de mí cada vez que iba
por jugo y galletas para Amie.
No podía dejar de pensar en el diario de Magda. No podía dejar de pensar en la
apariencia de Sully esta mañana, ni tampoco en la manera hostil en que habló. Había
sido aterrador y poco acogedor, pero también había estado asustado, cuando escuchó a
Amie preguntando por su padre, parecía tan perdido que el cambio me asombró.
Necesitaba saber por qué se había tomado su tiempo para venir a la casa, no una, sino
dos veces, aunque fuera solo para decirme que perdería mi tiempo si trataba de cumplir
los deseos de Ronan. El misterio de todo me estaba matando.
Hojeé el diario, dejando que se abriera a mitad de camino en una página llena de
fotos. Solo supe que las imágenes eran de Sully porque Magda había escrito debajo de
cada una un título, hora y fecha.
Sully, Fort Benning, abril 2003.
Sully, Times Square, diciembre 2003. Cuatro días para que parta.
Sully, Kabul, mayo 2004.
Sully, con Daniel y Roger, Kabul, enero 2005
Bajo esa entrada, estaba pegada al papel una pequeña fotografía, algo desvanecida;
Sully en su uniforme militar completo, el sol resplandeciendo formaba una burbuja
blanca y caliente en el fondo. Dos hombres altos y negros también en uniforme con sus
brazos sobre sus hombros. Los tres hombres sonreían, mostrando los dientes, con la
frente sudorosa, pero había algo extraño en la foto. Las sonrisas parecían nerviosas,
como si hubieran sido fingidas. Los hombres estaban derechos, listos para dejar la
pretendida felicidad a la primera señal de problemas y así tomar las armas que estaban a
sus pies, e iniciar una pelea.
Ninguno de ellos parecía querer estar allí en absoluto.
****
No volví a ver a Sully por un mes. Cuatro semanas pasaron y ni siquiera se asomó.
Quizás no me hubiera parecido tan extraño si la isla no fuera tan pequeña y si los demás
no dejaran de decirme: oh, qué raro. Sully acaba de irse. Era como si me hubiera
colocado un GPS, de algún modo, supiera mi ubicación exacta a todas horas y estuviera
determinado a evitarme a toda costa.
Servicios de Protección Infantil vinieron a hacerme una nueva inspección,
enviando a Sheryl a la isla para asegurarse que no estuviera descuidando a los niños (lo
que no hacía), y autorizaron que me quedara con ellos hasta la próxima primavera. La
presencia de Rose fue de gran ayuda. Estaba usando algo de la pensión que Ronan había
apartado para mí para pagarle al doctor Fielding las sesiones por Skype con Connor y
Amie. El tiempo con Amie parecía que le estaba ayudando mucho, pero Connor estaba
demostrando ser más difícil de alcanzar. La mayor parte del tiempo se sentaba frente a la
pantalla y se negaba a hablar cuando Fielding le hacía preguntas. Si llegaba a hablar, lo
hacía fuerte, gritaba y maldecía hasta que Fielding declaraba que la sesión no iba a ser
productiva y apagaba todo. Aun así, todavía tenía la esperanza de que se abriera. Y
pronto. Muy, muy pronto. Mis nervios se estaban crispando muy rápido, pero lo más
importante es que sentía como si le estuviera fallando a Connor y Ronan al mismo
tiempo, y no me sentaba para nada bien.
Noviembre fue terrible y helado. El cielo era del color de la guerra: gris, negro y
lúgubre, y la lluvia rara vez paraba. Rose estaba en casa con los niños cuando finalmente
volví a ver a Sully Fletcher.
—Allá vamos, cariño. ¡Uf! Este es pesado. Debe tener algo bueno ahí. —Sam, la
mujer que se ocupaba de la oficina postal, deslizó el paquete que venía a recoger por el
mostrador sonriendo. El paquete era de mi mamá, probablemente más ropa de invierno.
Le aterraba la idea de que muriera congelada. Sam miró sobre mi hombro, levantando
una mano en saludo—. Hola, Sully. ¿Puedes dejar eso ahí, si quieres? Pasaré a pagarte
cuando regrese a casa.
Di la vuelta tan rápido que casi perdí el equilibrio. No era broma, Sully estaba
parado en la puerta abierta de la oficina de correos y en sus manos estaba cargando una
enorme y hermosa mecedora. Cuando me vio, su expresión cambió de una desinteresada
a una de horror.
—Por supuesto, Sam. —Colocó la mecedora junto a la puerta, inclinándose un
poco, y no pude evitar observar lo corto que tenía el cabello, o el aserrín que
permanecía en su gruesa camisa a cuadros. Había una mancha negra detrás de su cuello,
como si se hubiera frotado con dedos grasosos y todavía nadie le dijera que estaba
manchado. No giró o dijo otra palabra. Solo caminó hacia la puerta y se fue.
—No lo haría, si fuera tú.
—¿Disculpé? —Giré para encontrarme con Sam dándome una mirada cautelosa.
—Sully Fletcher. Tan guapo como el diablo en domingo. Tuvo a todas y cada una
de las mujeres de esta isla enamoradas en algún momento, pero nunca ha mirado a
ninguna. Créeme. Genera más problemas de lo que vale. Necesitas que te hagan unos
armarios, o te arreglen una silla, Sully es tu hombre. Si buscas a alguien con un corazón
amable y gentil para acurrucarse en el sillón cuando llueve, mejor búscate un perro.
—No estoy buscando eso. Y si lo hiciera, definitivamente no estaría interesada en
Sully.
—Ajá… —Por la manera en que me miraba, Sam no me creía nada—. Está bien.
Pero solo para que lo sepas, no regresó del desierto como se fue, si sabes a lo que me
refiero. Solo ten cuidado estando cerca de él. Y tampoco dejes a los pequeños cerca por
mucho tiempo. —No temía que eso sucediera; Sully lo había dejado bien claro en la casa
hace cuatro semanas, y no había cambiado de idea. No había escuchado nada de él
relacionado con sus sobrinos. No había escuchado nada de él, punto.
Afuera, lo encontré subiendo a una camioneta destartalada, tan llena de lodo que
ni siquiera podía distinguir el color. Quería poner el auto en marcha y desaparecer, lo
podía notar, pero no se lo permitiría. Me puse frente al vehículo y coloqué mis manos
sobre el capó.
Sully se asomó por la ventana gruñendo.
—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —Sonaba tan parecido a Ronan, era
extraño. Nunca escuché a Ronan decir mierda, pero podía imaginarlo muy bien.
—Estás evitándome. Y a los niños. ¿Por qué?
—Estás loca. —Sully miró en el interior de su camioneta, como si buscara a
alguien que estuviera de acuerdo con él—. Soy un hombre ocupado, señorita Ophelia
Lang de California. Tengo trabajo que hacer. ¿Por qué estaría jugando estúpidos juegos y
evitándolos?
—Eso es lo que me gustaría saber. Ni siquiera fuiste al funeral de Ronan. —El día
había sido uno de los pocos buenos que había experimentado en The Causeway. El sol
había brillado los cuarenta minutos que me paré junto a la tumba de Ronan con los
niños. La temperatura fría pero fresca, y el hecho de que muy pocas personas habían
asistido para despedirse de él, me había roto el corazón. En Nueva York, hubieran ido
compañeros de trabajo, amigos, vecinos… Aquí en la isla, la única persona que conocía
en la pequeña iglesia, había sido Rose.
—Por supuesto que no fui. —Sully giró la llave para encender el auto y el motor
comenzó a ronronear, asustándome—. No estoy en contra de atropellar a alguien, sabes.
Lo he hecho antes.
—¿Dónde? ¿En Afganistán?
Sully retrocedió en su asiento, como si hubiera sido abofeteado.
—¿Y qué sabrías tú de Afganistán?
Obviamente acababa de tocar un muy, muy sensible tema.
—Nada.
—Correcto. No sabes nada.
—Quizás debería cambiar eso. Quizás solo debería leer el diario de Magda y…
—¿Qué acabas de decir? —Sully dejó de intentar maniobrar el auto sobre mí y me
observó desde la ventana. Su ira parecía haber desaparecido en una cortina de humo.
—El diario de Magda. Ronan me dijo que lo leyera. Para entender mejor qué pasó
entre ustedes dos.
—¿Así son las cosas? —Sully se adelantó con los brazos sobre el volante. Sus cejas
estaban tan alzadas que casi se juntaban con la línea del cabello. Estaba enojado; podía
sentir la tensión en el aire. Por la mirada en sus ojos, no me sorprendería si realmente
me atropellara—. ¿Y qué has aprendido hasta ahora, Lang? —preguntó. Se veía casi
preocupado.
—No he aprendido nada. Todavía no lo he leído —contesté. Era verdad. Todavía
no leí ni una simple entrada desde que lo tomé cuando Ronan murió. Por supuesto que
me hubiera encantado hacerlo. Todavía estaba en mi mesita y, noche tras noche,
peleaba conmigo misma, tratando de convencerme que leer el contenido del diario no
era invadir la privacidad de Sully. Pero… lo hacía. Lo sabía.
—Como si creyera eso —gruñó Sully.
—Puedes creer lo que quieras. Solo sé lo que todos en esta ridículamente pequeña
isla saben. Ronan regresa de la guerra y de pronto… —No me sentí lo suficientemente
valiente para decir el resto en voz alta. Al menos, no frente a él.
—¿De pronto se estaba casando con mi novia y teniendo hijos? —Sully se había
puesto pálido. Sus ojos estaban llenos con un toque de demencia, que finalmente,
finalmente lo diferenciaba de Ronan. ¿Qué haría a continuación? ¿Gritarme más? Lo
podría aceptar. Lo haría si eso significaba que habláramos. Ya había pasado un mes y
Sheryl no había encontrado a alguien adecuado para Connor y Amie. Fácilmente se
irían otros cinco meses en un parpadeo, y luego, los dos niños serían enviados a una casa
de acogida, sin importar lo que quisiera para ellos.
Había llegado a la conclusión de que necesitaba completar la tarea por la que
Ronan me había contratado y hacer que Sully los tomara, pero ahora que estaba parada
frente a él y que estaba actuando tan… desquiciado, ya no estaba tan segura de que fuera
lo mejor.
—Si —le respondí—. No fue justo. Ronan no lo debió haber hecho. Pero al final
del día, no pudo evitar enamorarse de quien lo hizo.
Sentando perfectamente inmóvil, parecía que Sully trataba de digerir esas palabras,
lo cual podía explicar por qué parecía que estaba a punto de vomitar. Y luego dijo:
—Él y yo compartimos el mismo corazón. Por supuesto que estábamos destinados
a enamorarnos de la misma chica. —No intentó arrollarme. En su lugar, Sully puso el
auto en reversa y se puso en camino, comenzando a conducir por la calle en reversa,
provocando que una lluvia de suciedad y pequeñas rocas, salpicando de sus llantas,
cayera sobre mí mientras se alejaba rápidamente.
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
12
Feliz Cumpleaños, Rose
—Pudiste… Dios, ¿qué es lo que tienes en el rostro? —Rose me recibió en la puerta, Amie detrás de ella, con una rebanada de
pastel en su pequeña mano y cobertura de chocolate alrededor
de su boca y mejillas. Rose vio la mirada severa en mi rostro y tuvo la decencia de
mirarme arrepentida—. Lo siento. No tocó su almuerzo. Era esto o nada. ¿Por qué te ves
como si regresaras de andar en cuatriciclo?
—Sully —respondí.
—Ah. —Claramente mi respuesta de una palabra era explicación suficiente. Rose
sacó un paquete de pañuelos de su bolsillo—. Estaba a punto de limpiar al monstruo de
chocolate, pero parece que los necesitas más que ella.
—Gracias.
—Podría hablar con él, ¿sabes? ¿Con Sully? Puede que no sea cortés contigo, pero
no se atrevería a ser rudo conmigo. Vendrá a mi fiesta de cumpleaños la próxima
semana. También irás. Tendrá que aprender a controlar esa lengua contigo para
entonces, o si no, le voy a cortar la maldita lengua.
Rose había mencionado su fiesta de cumpleaños en un par de ocasiones, pero no
había tenido el corazón para decirle que no podría ir. ¿Qué se supone que haría con
Connor y Amie? Y, de cualquier forma, ahora que había descubierto que Sully estaría
allí, mis deseos de ser sociable y mezclarme con los habitantes de la isla se habían
evaporado misteriosamente. La idea de Sully en una fiesta era tan extraña que no pude
evitar sonreír. Podía imaginarme al bastardo andando con un plato de queso en la mano,
viéndose incómodo mientras un grupo de gente intentaba hablar con él acerca del clima
y su negocio de carpintería. Pude sentir una risa histérica formándose en mi garganta.
La verdad del asunto era, si aparecía, probablemente se quedaría veinte minutos
para cumplir sus obligaciones sociales, y luego haría su salida tan rápido como pudiera,
para que nadie lo viera.
—No, está bien, Rose. Si no quiere ser amable es su problema. No quisiera exponer
a los niños a su actitud de mierda de todos modos. Y creo… que sería muy confuso para
ellos también. Quiero decir, se ve como Ronan. Casi me dio un ataque al corazón
cuando lo vi. Si Amie lo viera… —Ni siquiera me atrevía a pensarlo.
—P
—Mm… Quizás tienes razón. —No mencionó que no hablaría con Sully. Su boca
tenía una extraña mueca. Podía decir, con solo mirarla, que ya estaba planeando qué le
iba a decir y cómo se lo diría, sin importar si le rogaba que no lo hiciera. No desperdicié
mi aliento pidiéndole que se mantuviera callada. Si había algo que había aprendido en el
corto tiempo que conocía a Rose, es que era extremadamente terca, y cuando se le metía
una idea en la cabeza, no existía forma de hacerla cambiar de opinión.
****
Una semana después: una fiesta.
El nombre de Rose había sido deletreado y pintado en pedazos de papel, pegados a
un trozo de hilo de pescar que iba de esquina a esquina en su pequeña sala. Era bueno
que tuviera un nombre tan corto. Happy Bday estaba escrito bajo el nombre, la segunda
palabra acortada para mayor facilidad. Rose corría de un lado a otro, iba de la cocina al
comedor, a la sala, corriendo escaleras arriba a la guarida que había instalado en el
cuarto que sobraba, donde algunos niños, incluidos Connor y Amie, estaban viendo Star
Wars. Bajo ciertas circunstancias, probablemente no era la mejor opción para una niña
de la edad de Amie, pero Amie no era como la mayoría de las niñas pequeñas. Su amor
por los dinosaurios se extendía hacia su amor por las naves espaciales y alienígenas, así
que Star Wars era aparentemente algo bueno.
Las invitaciones de Rose, enviadas a todos en la isla de entre veinte a sesenta y
cinco años, decían claramente que la fiesta iniciaba a las 7:30 p.m., sin embargo, la gente
comenzó a llegar desde las cinco de la tarde, lo cual parecía completamente normal para
todos, excepto para mí. Estaba corriendo, casi tan locamente como Rose, sacando
bocadillos del horno, enfriando todo el vino blanco y cervezas que el refrigerador
pudiera soportar, mientras trataba de arreglarme el cabello, al mismo tiempo que
intentaba ponerme mi vestido.
Hablando de vestido: ajustado y negro, con delgados tirantes que cruzaban mi
espalda. No existía oportunidad de usar sujetador. Estaba haciendo tanto frío, incluso en
la casa, que los ojos de Rose casi se salieron de su rostro cuando me vio usando el
vestido.
—Jesús, O. Te das cuenta que el señor Sweetwater viene esta noche, ¿verdad? Al
pobre idiota le pusieron un marcapasos hace unos meses. Si ve tus pezones queriendo
romper tu vestido así, se desplomará y morirá.
—No tengo otra cosa que ponerme. —Ronan no había hecho parecer mi viaje a la
isla como vacaciones. En primer lugar, ni siquiera iba a traer el vestido, pero algo me
había dicho que quizás lo necesitaría. Siendo honesta, hubiera estado mejor usando algo
más modesto, pero ahora tenía que trabajar con lo que tenía.
—Ven conmigo —dijo Rose, tomándome de la muñeca y arrastrándome hasta su
habitación. Del cajón superior de la cómoda junto a su cama, sacó una caja de tit tape
5
,
como por arte de magia—. Cubre esos cachorros antes de que tengas a la gente
hablando.
Holly, una chica de quince años que llevaba una camisa de Slipknot6
, llegó para
cuidar a los niños. Sonrió, mostrando dos dientes frontales muy grandes, cuando Rose
nos presentó.
—Encantada de conocerte —dijo—. Eres de California, ¿verdad? He visto todos los
episodios de The O.C. No puedo esperar para visitarlo algún día. ¿Realmente siempre
está soleado allí?
—En realidad, podría decirse que sí —le respondí. Había tomado el clima cálido
de la costa oeste como normal, hasta que puse un pie en The Causeway. Los pequeños
rayos de sol, que raramente asomaban entre las nubes, eran algo que hacía que la gente
saliera y alzaran sus cabezas al cielo, sorprendidos, haciendo muecas a la luz del sol,
como si se tratara de un maldito milagro.
Holly sonrió.
—¿Crees que podrías contarme todo acerca de California? Solo cuando estés libre,
claro. No me importaría cuidar a los niños a cambio.
—Por supuesto. Puedes ir cuando quieras.
Hacia las nueve, la casa de Rose estaba completamente llena y en las ventanas
podías notar el contraste del frío de afuera y el calor de la casa. Un enorme pastel de tres
pisos había sido traído y todos comenzaron a cantar “Feliz Cumpleaños” con voces
ebrias y desafinadas. Fue entonces cuando me fijé en Sully, apoyado en la pared cerca de
la televisión, sosteniendo una cerveza y un perrito caliente. No prestaba atención a la
comida o la bebida, o a las personas cantando alrededor de él. Estaba mirándome
directamente, con unos ojos oscuros y sombríos que hicieron que mi corazón se
detuviera.
Dios.
¿De dónde había salido, mirándome de esa manera? Su expresión era confusa;
estaba pensando ya fuera en pasar sus manos por mi cuerpo, dándome mordiscos a lo
largo de mi escote, hundiendo sus dedos en la curvatura de mi trasero, o estaba
pensando en asesinarme justo donde me encontraba. No estaba segura cuál era más
probable. Parpadeó cuando se dio cuenta que lo había descubierto, pero no apartó la
vista.
5 Tit tape: Cinta que se coloca en los pezones cuando no se va a usar sujetador.
6 Slipknot: Banda estadounidense de metal.
Levantó la botella de cerveza lentamente hacia sus labios y bebió, los músculos en
su garganta moviéndose mientras tragaba, sus ojos sin dejar de contemplarme, como si
no fuera capaz de mirar a otro lado.
Era una extraña e incómoda sensación ser observada de esa manera tan intensa.
Pude ver de soslayo a Rose, extremadamente sonrojada, agradeciéndole a todos por
venir a celebrar su cumpleaños. Sopló las velas del pastel y el cuarto de repente se llenó
de oscuridad en las esquinas y de sombras. El rostro de Sully se había transformado por
la oscuridad, la mitad de este iluminado por la luz que daba una pequeña lámpara
encima de la televisión. Al parecer, quería matarme. La salvaje mirada en sus ojos me lo
decía. Giré mi cabeza, mirando a otro lado. Él había ganado. Hubiera sido capaz de
mirarme hasta que el sol saliera, pero yo no podía.
Giré hasta darle la espalda e hice mi mejor esfuerzo para sacarlo de mi cabeza.
Bebí más. Bailé con el viejo señor Sweetwater, que no pudo apartar la mirada de mi
escote, a pesar que el tit tape cubría mis pezones muy bien. Comí y reí, e hice amigos.
Todos querían hablar conmigo, para descubrir quién era la extraña chica de
California que vivía en la gran casa con los hijos huérfanos de Ronan Fletcher.
Nadie mencionó a Sully. Nadie parecía notar que estaba ahí.
—¿Así que eres maestra? Sabes, la secundaria del otro lado de la isla ha estado
buscando a alguien que enseñe el resto del año. Una vez que Connor y Amie entren a la
primaria el próximo mes, ¿quizás podrías trabajar ahí? —Michael, el fornido chico rubio
con el que hablaba, había estado conversando conmigo los últimos treinta minutos,
acercándose y sonriendo. No era mal parecido. Estaba bien ejercitado y su camiseta de
botones se veía algo ajustada por la zona de su pecho, insinuando un muro de músculos
bajo ésta—. Es un trabajo bien pagado. Es difícil para la escuela encontrar buenos
maestros que quieran quedarse en Causeway, así que continúan subiendo el salario.
Parece que los profesores aquí son los mejores pagados.
—Oh, no podría. De ninguna manera. No podría trabajar aquí a tiempo completo.
—Tomando el resto de mi vino, no me di cuenta de la mirada herida de Michael hasta
que bajé el vaso a la mesa y regresé mi atención a él. Perfecto. Lo había ofendido.
Mierda—. Lo siento, no quise sonar cruel. Solo quería decir que no puedo quedarme
porque tengo responsabilidades en California. Mis padres necesitan que regrese y les
ayude con el restaurante y… —Y no pude pensar en otra razón de porqué necesitaba
regresar a Los Ángeles. Will ya no era una razón. Y no tenía exactamente una carrera
que cultivar en California. Y sobre mis amigos, la poca gente con la que mantenía
contacto estaba por todas partes: Wisconsin, Oklahoma, Austin, Washington DC. Tan
pronto la universidad terminó, todos nos habíamos separado, para trabajar, o casarse, o
lo que fuera, y había sido la única en regresar a casa.
Algo patético ahora que lo pensaba.
—No le creería ni una palabra si fuera tú, Mikey —dijo sobre mi hombro una voz
cortante y fría. La piel desnuda de mis hombros instantáneamente se erizó. Supe sin
duda alguna quién era y el pánico corrió por mis venas. Sully dio un paso al frente,
dándole una palmada a los hombros de Michael, quien de inmediato se vio incómodo y
nervioso. Sully llevaba una simple camiseta negra, mejor que su usual a cuadros, aunque
sus vaqueros negros se veían gastados. Unos treinta centímetros más bajo que Sully,
Michael parecía agacharse más mientras los dedos de Sully masajeaban rudamente su
hombro—. No es del tipo de mujer que se queda en islas como la nuestra, Mikey —
añadió Sully. Su tono era ligero, aunque había algo de ira que me ponía nerviosa—.
Ophelia Lang de California solo va detrás de su cheque. Una vez que su trabajo esté
terminado y los hijos de mi hermano sean enviados de regreso a Nueva York, no verás
ni su polvo. Créeme. Y luego, cuando finalmente se haya ido, quizás sea capaz de vender
esa vieja casa embrujada en la que actualmente está, y luego finalmente seré capaz de
irme también.
—¿Qué? ¿Vender la casa? No puedes —dije sin que me importara el hecho que
estuviera siendo idiota y venenoso. Eso era de esperarse. Pero de qué diablos hablaba,
¿vender la casa?
Sully tomó un gran trago de su cerveza y arqueó la ceja.
—Por supuesto, Ronan me la dejó a mí. ¿No es así? Puedo hacer lo que quiera una
vez que te vayas.
—Creciste en esa casa, ¿no es así? Era la casa de tus padres, ha estado en la familia
Fletcher por generaciones.
—¿Por qué diablos te importa la casa de los Fletcher? —preguntó Sully, moviendo
su cabeza hacia un lado—. ¿Qué significa para ti esa dañada pila de ladrillos y cemento?
—No para mí —respondí—. Para Connor y Amie. Es su herencia. Su derecho. Es
su historia.
—Entonces mi hermano debió habérsela dejado a ellos en lugar de a mí, ¿no es así?
Sabía que era más probable que la incendiara hasta que quedara en cenizas, antes de
vivir en ese lugar cuidando a sus hijos. —Terminando su cerveza, Sully tomó una nueva
de la caja que Jerry, el dueño del barco, llevaba paseando.
Michael hizo una mueca. Parecía que quería alejarse lentamente, un paso a la vez
para que no se notara. Dios sabe que nadie lo culparía; yo tampoco quería ser parte de
esta conversación.
—No tienes corazón. ¿Lo sabías? —No debería de estar haciendo esto. ¿Qué bien
me haría discutir con él? ¿O insultarlo? Sully era el tipo de persona que vivía para las
peleas. Siempre ganaba. Sin duda alguna, era más talentoso, y yo solo me acercaba a
perder la calma si lo alentaba de la manera en la que claramente quería.
—¿Sin corazón? Si, supongo que es una justa descripción. Vil. Repugnante.
Egoísta. Cruel. La lista continúa. —Dejó ir el hombro de Michael y metió la mano en su
bolsillo, luego Michael se aclaró la garganta e hizo su gran escape.
—Con permiso, Ophelia. Fue un placer conocerte. Estoy seguro que te encontraré
de nuevo antes de que Rose beba demasiado y nos eche a todos más tarde. —Me regaló
una pequeña sonrisa y se apresuró sin mirar hacia Sully.
—¿Por qué tienes que ser tan grosero? —murmuré.
—¿Con Michael? Pfff. —Sully volvió a dar otro gran sorbo a su cerveza, dejándola
casi a la mitad—. No fui grosero con él.
—Lo fuiste. Y eres grosero conmigo. Eres grosero con todos. Cada vez que abres la
boca, no puedes evitarlo. Tienes que ser salvaje o poco amable con quien sea que se
cruce en tu camino.
—Para que lo sepas, eso no es verdad —dijo Sully—. Soy amable con algunas
personas.
—¿Quién?
Sully se puso en puntitas, buscando en la habitación y luego señaló.
—Allá. ¿La pelirroja con la camisa blanca? Planeo ser muy amable con ella más
tarde.
La pelirroja en cuestión giró justo cuando Sully la señalaba, como si supiera que
alguien hablaba de ella. Vio la forma en que Sully la miraba y sus mejillas se pusieron de
un rojo brillante. Me dio la sensación de que ella y Sully habían pasado un buen tiempo
de calidad juntos en el pasado.
—Eres un cerdo, un cerdo de primera calidad —le informé.
—¿Por qué? ¿Por qué planeo darle a mi novia un buen rato?
—No es tu novia, Sully Fletcher.
—¿Oh? ¿Y cómo estás tan segura?
—Porque ninguna mujer podría tolerar tu actitud por tanto tiempo como para
tener una relación contigo.
—Tonterías. Sabes que no es mi novia porque has estado preguntando.
Ahora fue mi turno de que mis mejillas se volvieran rojas. Había preguntado,
discretamente o eso pensé. Cara, la hija de Jerry; Oliver, el chico que trajo los papeles en
la mañana; Jillian, amiga de Rose, que a veces iba a casa. Les había hecho preguntas
discretas, indirectas acerca de la vida personal de Sully, que no creía tan obvias. No las
había hecho porque estaba interesada. Dios, no. Había preguntado cuando pensé que el
hombre frente a mí podría ser capaz de cuidar a Amie y Connor. Quería asegurarme que
entraran a un ambiente estable y seguro, del mismo modo que Sheryl hacía conmigo.
Sully todavía me miraba, una pícara y torcida sonrisa apareciendo rápidamente en
su rostro, y tuve la urgencia extrema de gritar.
—Estás loco si crees que estoy interesada en ti, Sully Fletcher. Preferiría volverme
una monja de la orden de las Carmelitas y nunca hablar con alguien más por todo el
tiempo que me quede de vida, antes de enredarme contigo y toda tu mierda.
La sonrisa de Sully se desvaneció muy rápido, casi en una respiración.
—No hagas eso. No me llames así.
—¿Llamarte cómo?
—Por mi nombre completo. Puede que hayas leído los diarios de Magda, puede
que conozcas todo sobre mí, pero no tienes derecho a hablarme como si me conocieras.
Como si estuvieras regañándome. —Hizo un gruñido que se quedó en su garganta.
Estaba bajando la botella cuando cambió de opinión, la sujetó más fuerte. Con su mano
libre levantando el dedo índice hacia mi rostro—. Cuanto antes te vayas de Causeway,
va a ser lo mejor. Para ti. Para mí. Para esos niños. Y cuando te vayas, asegúrate de
llevarte ese estúpido diario contigo. Tíralo por la borda y deja que el mar lo tenga. No lo
quiero volver a ver nunca más.
El grupo de personas detrás de Sully le abrió el camino, como si estuvieran
acostumbrados a sus salidas furiosas de conversaciones y ya hubieran aprendido hace
mucho tiempo a hacerse a un lado tan pronto como fuera posible. Comenzó a andar
hacia la puerta, con sus hombros tensos, pude observar a Rose desde el otro lado de la
habitación, con una expresión de desánimo en su rostro. Sully no le dijo adiós, o a nadie
en realidad. Simplemente desapareció por la puerta delantera, dejándola completamente
abierta, perdiéndose en la oscuridad.
Sentí que debía correr a la puerta y gritarle que no había leído el diario de Magda,
que no tenía interés en leerlo, pero la sola idea de gastar toda esa energía en él, me
agotaba.
—Vaya. Está tan… atormentado —dijo con un suspiro una voz junto a mí. Holly,
en su camiseta de Slipknot, parecía que se acababa de enamorar, y fuertemente—. Es
como Heathcliffe. Tan romántico.
La miré de lado, negando con la cabeza.
—¿Has leído Cumbre Borrascosas, Holly? Heathcliffe era frío, controlador, un
bastardo miserable. No existe nada romántico en él.
Feliz Cumpleaños, Rose
—Pudiste… Dios, ¿qué es lo que tienes en el rostro? —Rose me recibió en la puerta, Amie detrás de ella, con una rebanada de
pastel en su pequeña mano y cobertura de chocolate alrededor
de su boca y mejillas. Rose vio la mirada severa en mi rostro y tuvo la decencia de
mirarme arrepentida—. Lo siento. No tocó su almuerzo. Era esto o nada. ¿Por qué te ves
como si regresaras de andar en cuatriciclo?
—Sully —respondí.
—Ah. —Claramente mi respuesta de una palabra era explicación suficiente. Rose
sacó un paquete de pañuelos de su bolsillo—. Estaba a punto de limpiar al monstruo de
chocolate, pero parece que los necesitas más que ella.
—Gracias.
—Podría hablar con él, ¿sabes? ¿Con Sully? Puede que no sea cortés contigo, pero
no se atrevería a ser rudo conmigo. Vendrá a mi fiesta de cumpleaños la próxima
semana. También irás. Tendrá que aprender a controlar esa lengua contigo para
entonces, o si no, le voy a cortar la maldita lengua.
Rose había mencionado su fiesta de cumpleaños en un par de ocasiones, pero no
había tenido el corazón para decirle que no podría ir. ¿Qué se supone que haría con
Connor y Amie? Y, de cualquier forma, ahora que había descubierto que Sully estaría
allí, mis deseos de ser sociable y mezclarme con los habitantes de la isla se habían
evaporado misteriosamente. La idea de Sully en una fiesta era tan extraña que no pude
evitar sonreír. Podía imaginarme al bastardo andando con un plato de queso en la mano,
viéndose incómodo mientras un grupo de gente intentaba hablar con él acerca del clima
y su negocio de carpintería. Pude sentir una risa histérica formándose en mi garganta.
La verdad del asunto era, si aparecía, probablemente se quedaría veinte minutos
para cumplir sus obligaciones sociales, y luego haría su salida tan rápido como pudiera,
para que nadie lo viera.
—No, está bien, Rose. Si no quiere ser amable es su problema. No quisiera exponer
a los niños a su actitud de mierda de todos modos. Y creo… que sería muy confuso para
ellos también. Quiero decir, se ve como Ronan. Casi me dio un ataque al corazón
cuando lo vi. Si Amie lo viera… —Ni siquiera me atrevía a pensarlo.
—P
—Mm… Quizás tienes razón. —No mencionó que no hablaría con Sully. Su boca
tenía una extraña mueca. Podía decir, con solo mirarla, que ya estaba planeando qué le
iba a decir y cómo se lo diría, sin importar si le rogaba que no lo hiciera. No desperdicié
mi aliento pidiéndole que se mantuviera callada. Si había algo que había aprendido en el
corto tiempo que conocía a Rose, es que era extremadamente terca, y cuando se le metía
una idea en la cabeza, no existía forma de hacerla cambiar de opinión.
****
Una semana después: una fiesta.
El nombre de Rose había sido deletreado y pintado en pedazos de papel, pegados a
un trozo de hilo de pescar que iba de esquina a esquina en su pequeña sala. Era bueno
que tuviera un nombre tan corto. Happy Bday estaba escrito bajo el nombre, la segunda
palabra acortada para mayor facilidad. Rose corría de un lado a otro, iba de la cocina al
comedor, a la sala, corriendo escaleras arriba a la guarida que había instalado en el
cuarto que sobraba, donde algunos niños, incluidos Connor y Amie, estaban viendo Star
Wars. Bajo ciertas circunstancias, probablemente no era la mejor opción para una niña
de la edad de Amie, pero Amie no era como la mayoría de las niñas pequeñas. Su amor
por los dinosaurios se extendía hacia su amor por las naves espaciales y alienígenas, así
que Star Wars era aparentemente algo bueno.
Las invitaciones de Rose, enviadas a todos en la isla de entre veinte a sesenta y
cinco años, decían claramente que la fiesta iniciaba a las 7:30 p.m., sin embargo, la gente
comenzó a llegar desde las cinco de la tarde, lo cual parecía completamente normal para
todos, excepto para mí. Estaba corriendo, casi tan locamente como Rose, sacando
bocadillos del horno, enfriando todo el vino blanco y cervezas que el refrigerador
pudiera soportar, mientras trataba de arreglarme el cabello, al mismo tiempo que
intentaba ponerme mi vestido.
Hablando de vestido: ajustado y negro, con delgados tirantes que cruzaban mi
espalda. No existía oportunidad de usar sujetador. Estaba haciendo tanto frío, incluso en
la casa, que los ojos de Rose casi se salieron de su rostro cuando me vio usando el
vestido.
—Jesús, O. Te das cuenta que el señor Sweetwater viene esta noche, ¿verdad? Al
pobre idiota le pusieron un marcapasos hace unos meses. Si ve tus pezones queriendo
romper tu vestido así, se desplomará y morirá.
—No tengo otra cosa que ponerme. —Ronan no había hecho parecer mi viaje a la
isla como vacaciones. En primer lugar, ni siquiera iba a traer el vestido, pero algo me
había dicho que quizás lo necesitaría. Siendo honesta, hubiera estado mejor usando algo
más modesto, pero ahora tenía que trabajar con lo que tenía.
—Ven conmigo —dijo Rose, tomándome de la muñeca y arrastrándome hasta su
habitación. Del cajón superior de la cómoda junto a su cama, sacó una caja de tit tape
5
,
como por arte de magia—. Cubre esos cachorros antes de que tengas a la gente
hablando.
Holly, una chica de quince años que llevaba una camisa de Slipknot6
, llegó para
cuidar a los niños. Sonrió, mostrando dos dientes frontales muy grandes, cuando Rose
nos presentó.
—Encantada de conocerte —dijo—. Eres de California, ¿verdad? He visto todos los
episodios de The O.C. No puedo esperar para visitarlo algún día. ¿Realmente siempre
está soleado allí?
—En realidad, podría decirse que sí —le respondí. Había tomado el clima cálido
de la costa oeste como normal, hasta que puse un pie en The Causeway. Los pequeños
rayos de sol, que raramente asomaban entre las nubes, eran algo que hacía que la gente
saliera y alzaran sus cabezas al cielo, sorprendidos, haciendo muecas a la luz del sol,
como si se tratara de un maldito milagro.
Holly sonrió.
—¿Crees que podrías contarme todo acerca de California? Solo cuando estés libre,
claro. No me importaría cuidar a los niños a cambio.
—Por supuesto. Puedes ir cuando quieras.
Hacia las nueve, la casa de Rose estaba completamente llena y en las ventanas
podías notar el contraste del frío de afuera y el calor de la casa. Un enorme pastel de tres
pisos había sido traído y todos comenzaron a cantar “Feliz Cumpleaños” con voces
ebrias y desafinadas. Fue entonces cuando me fijé en Sully, apoyado en la pared cerca de
la televisión, sosteniendo una cerveza y un perrito caliente. No prestaba atención a la
comida o la bebida, o a las personas cantando alrededor de él. Estaba mirándome
directamente, con unos ojos oscuros y sombríos que hicieron que mi corazón se
detuviera.
Dios.
¿De dónde había salido, mirándome de esa manera? Su expresión era confusa;
estaba pensando ya fuera en pasar sus manos por mi cuerpo, dándome mordiscos a lo
largo de mi escote, hundiendo sus dedos en la curvatura de mi trasero, o estaba
pensando en asesinarme justo donde me encontraba. No estaba segura cuál era más
probable. Parpadeó cuando se dio cuenta que lo había descubierto, pero no apartó la
vista.
5 Tit tape: Cinta que se coloca en los pezones cuando no se va a usar sujetador.
6 Slipknot: Banda estadounidense de metal.
Levantó la botella de cerveza lentamente hacia sus labios y bebió, los músculos en
su garganta moviéndose mientras tragaba, sus ojos sin dejar de contemplarme, como si
no fuera capaz de mirar a otro lado.
Era una extraña e incómoda sensación ser observada de esa manera tan intensa.
Pude ver de soslayo a Rose, extremadamente sonrojada, agradeciéndole a todos por
venir a celebrar su cumpleaños. Sopló las velas del pastel y el cuarto de repente se llenó
de oscuridad en las esquinas y de sombras. El rostro de Sully se había transformado por
la oscuridad, la mitad de este iluminado por la luz que daba una pequeña lámpara
encima de la televisión. Al parecer, quería matarme. La salvaje mirada en sus ojos me lo
decía. Giré mi cabeza, mirando a otro lado. Él había ganado. Hubiera sido capaz de
mirarme hasta que el sol saliera, pero yo no podía.
Giré hasta darle la espalda e hice mi mejor esfuerzo para sacarlo de mi cabeza.
Bebí más. Bailé con el viejo señor Sweetwater, que no pudo apartar la mirada de mi
escote, a pesar que el tit tape cubría mis pezones muy bien. Comí y reí, e hice amigos.
Todos querían hablar conmigo, para descubrir quién era la extraña chica de
California que vivía en la gran casa con los hijos huérfanos de Ronan Fletcher.
Nadie mencionó a Sully. Nadie parecía notar que estaba ahí.
—¿Así que eres maestra? Sabes, la secundaria del otro lado de la isla ha estado
buscando a alguien que enseñe el resto del año. Una vez que Connor y Amie entren a la
primaria el próximo mes, ¿quizás podrías trabajar ahí? —Michael, el fornido chico rubio
con el que hablaba, había estado conversando conmigo los últimos treinta minutos,
acercándose y sonriendo. No era mal parecido. Estaba bien ejercitado y su camiseta de
botones se veía algo ajustada por la zona de su pecho, insinuando un muro de músculos
bajo ésta—. Es un trabajo bien pagado. Es difícil para la escuela encontrar buenos
maestros que quieran quedarse en Causeway, así que continúan subiendo el salario.
Parece que los profesores aquí son los mejores pagados.
—Oh, no podría. De ninguna manera. No podría trabajar aquí a tiempo completo.
—Tomando el resto de mi vino, no me di cuenta de la mirada herida de Michael hasta
que bajé el vaso a la mesa y regresé mi atención a él. Perfecto. Lo había ofendido.
Mierda—. Lo siento, no quise sonar cruel. Solo quería decir que no puedo quedarme
porque tengo responsabilidades en California. Mis padres necesitan que regrese y les
ayude con el restaurante y… —Y no pude pensar en otra razón de porqué necesitaba
regresar a Los Ángeles. Will ya no era una razón. Y no tenía exactamente una carrera
que cultivar en California. Y sobre mis amigos, la poca gente con la que mantenía
contacto estaba por todas partes: Wisconsin, Oklahoma, Austin, Washington DC. Tan
pronto la universidad terminó, todos nos habíamos separado, para trabajar, o casarse, o
lo que fuera, y había sido la única en regresar a casa.
Algo patético ahora que lo pensaba.
—No le creería ni una palabra si fuera tú, Mikey —dijo sobre mi hombro una voz
cortante y fría. La piel desnuda de mis hombros instantáneamente se erizó. Supe sin
duda alguna quién era y el pánico corrió por mis venas. Sully dio un paso al frente,
dándole una palmada a los hombros de Michael, quien de inmediato se vio incómodo y
nervioso. Sully llevaba una simple camiseta negra, mejor que su usual a cuadros, aunque
sus vaqueros negros se veían gastados. Unos treinta centímetros más bajo que Sully,
Michael parecía agacharse más mientras los dedos de Sully masajeaban rudamente su
hombro—. No es del tipo de mujer que se queda en islas como la nuestra, Mikey —
añadió Sully. Su tono era ligero, aunque había algo de ira que me ponía nerviosa—.
Ophelia Lang de California solo va detrás de su cheque. Una vez que su trabajo esté
terminado y los hijos de mi hermano sean enviados de regreso a Nueva York, no verás
ni su polvo. Créeme. Y luego, cuando finalmente se haya ido, quizás sea capaz de vender
esa vieja casa embrujada en la que actualmente está, y luego finalmente seré capaz de
irme también.
—¿Qué? ¿Vender la casa? No puedes —dije sin que me importara el hecho que
estuviera siendo idiota y venenoso. Eso era de esperarse. Pero de qué diablos hablaba,
¿vender la casa?
Sully tomó un gran trago de su cerveza y arqueó la ceja.
—Por supuesto, Ronan me la dejó a mí. ¿No es así? Puedo hacer lo que quiera una
vez que te vayas.
—Creciste en esa casa, ¿no es así? Era la casa de tus padres, ha estado en la familia
Fletcher por generaciones.
—¿Por qué diablos te importa la casa de los Fletcher? —preguntó Sully, moviendo
su cabeza hacia un lado—. ¿Qué significa para ti esa dañada pila de ladrillos y cemento?
—No para mí —respondí—. Para Connor y Amie. Es su herencia. Su derecho. Es
su historia.
—Entonces mi hermano debió habérsela dejado a ellos en lugar de a mí, ¿no es así?
Sabía que era más probable que la incendiara hasta que quedara en cenizas, antes de
vivir en ese lugar cuidando a sus hijos. —Terminando su cerveza, Sully tomó una nueva
de la caja que Jerry, el dueño del barco, llevaba paseando.
Michael hizo una mueca. Parecía que quería alejarse lentamente, un paso a la vez
para que no se notara. Dios sabe que nadie lo culparía; yo tampoco quería ser parte de
esta conversación.
—No tienes corazón. ¿Lo sabías? —No debería de estar haciendo esto. ¿Qué bien
me haría discutir con él? ¿O insultarlo? Sully era el tipo de persona que vivía para las
peleas. Siempre ganaba. Sin duda alguna, era más talentoso, y yo solo me acercaba a
perder la calma si lo alentaba de la manera en la que claramente quería.
—¿Sin corazón? Si, supongo que es una justa descripción. Vil. Repugnante.
Egoísta. Cruel. La lista continúa. —Dejó ir el hombro de Michael y metió la mano en su
bolsillo, luego Michael se aclaró la garganta e hizo su gran escape.
—Con permiso, Ophelia. Fue un placer conocerte. Estoy seguro que te encontraré
de nuevo antes de que Rose beba demasiado y nos eche a todos más tarde. —Me regaló
una pequeña sonrisa y se apresuró sin mirar hacia Sully.
—¿Por qué tienes que ser tan grosero? —murmuré.
—¿Con Michael? Pfff. —Sully volvió a dar otro gran sorbo a su cerveza, dejándola
casi a la mitad—. No fui grosero con él.
—Lo fuiste. Y eres grosero conmigo. Eres grosero con todos. Cada vez que abres la
boca, no puedes evitarlo. Tienes que ser salvaje o poco amable con quien sea que se
cruce en tu camino.
—Para que lo sepas, eso no es verdad —dijo Sully—. Soy amable con algunas
personas.
—¿Quién?
Sully se puso en puntitas, buscando en la habitación y luego señaló.
—Allá. ¿La pelirroja con la camisa blanca? Planeo ser muy amable con ella más
tarde.
La pelirroja en cuestión giró justo cuando Sully la señalaba, como si supiera que
alguien hablaba de ella. Vio la forma en que Sully la miraba y sus mejillas se pusieron de
un rojo brillante. Me dio la sensación de que ella y Sully habían pasado un buen tiempo
de calidad juntos en el pasado.
—Eres un cerdo, un cerdo de primera calidad —le informé.
—¿Por qué? ¿Por qué planeo darle a mi novia un buen rato?
—No es tu novia, Sully Fletcher.
—¿Oh? ¿Y cómo estás tan segura?
—Porque ninguna mujer podría tolerar tu actitud por tanto tiempo como para
tener una relación contigo.
—Tonterías. Sabes que no es mi novia porque has estado preguntando.
Ahora fue mi turno de que mis mejillas se volvieran rojas. Había preguntado,
discretamente o eso pensé. Cara, la hija de Jerry; Oliver, el chico que trajo los papeles en
la mañana; Jillian, amiga de Rose, que a veces iba a casa. Les había hecho preguntas
discretas, indirectas acerca de la vida personal de Sully, que no creía tan obvias. No las
había hecho porque estaba interesada. Dios, no. Había preguntado cuando pensé que el
hombre frente a mí podría ser capaz de cuidar a Amie y Connor. Quería asegurarme que
entraran a un ambiente estable y seguro, del mismo modo que Sheryl hacía conmigo.
Sully todavía me miraba, una pícara y torcida sonrisa apareciendo rápidamente en
su rostro, y tuve la urgencia extrema de gritar.
—Estás loco si crees que estoy interesada en ti, Sully Fletcher. Preferiría volverme
una monja de la orden de las Carmelitas y nunca hablar con alguien más por todo el
tiempo que me quede de vida, antes de enredarme contigo y toda tu mierda.
La sonrisa de Sully se desvaneció muy rápido, casi en una respiración.
—No hagas eso. No me llames así.
—¿Llamarte cómo?
—Por mi nombre completo. Puede que hayas leído los diarios de Magda, puede
que conozcas todo sobre mí, pero no tienes derecho a hablarme como si me conocieras.
Como si estuvieras regañándome. —Hizo un gruñido que se quedó en su garganta.
Estaba bajando la botella cuando cambió de opinión, la sujetó más fuerte. Con su mano
libre levantando el dedo índice hacia mi rostro—. Cuanto antes te vayas de Causeway,
va a ser lo mejor. Para ti. Para mí. Para esos niños. Y cuando te vayas, asegúrate de
llevarte ese estúpido diario contigo. Tíralo por la borda y deja que el mar lo tenga. No lo
quiero volver a ver nunca más.
El grupo de personas detrás de Sully le abrió el camino, como si estuvieran
acostumbrados a sus salidas furiosas de conversaciones y ya hubieran aprendido hace
mucho tiempo a hacerse a un lado tan pronto como fuera posible. Comenzó a andar
hacia la puerta, con sus hombros tensos, pude observar a Rose desde el otro lado de la
habitación, con una expresión de desánimo en su rostro. Sully no le dijo adiós, o a nadie
en realidad. Simplemente desapareció por la puerta delantera, dejándola completamente
abierta, perdiéndose en la oscuridad.
Sentí que debía correr a la puerta y gritarle que no había leído el diario de Magda,
que no tenía interés en leerlo, pero la sola idea de gastar toda esa energía en él, me
agotaba.
—Vaya. Está tan… atormentado —dijo con un suspiro una voz junto a mí. Holly,
en su camiseta de Slipknot, parecía que se acababa de enamorar, y fuertemente—. Es
como Heathcliffe. Tan romántico.
La miré de lado, negando con la cabeza.
—¿Has leído Cumbre Borrascosas, Holly? Heathcliffe era frío, controlador, un
bastardo miserable. No existe nada romántico en él.
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
Cronograma
Sábado 15: Prólogo y Capítulo 1
Domingo 16: Capítulo 2 y 3
Lunes 17: Capítulos 4 y 5
Martes 18: Capítulos 6 y 7
Miércoles 19 : Capítulos 8 y 9
Jueves 20: Capítulos 10 y 12
Viernes 21: Capítulos 13 y 14
Sábado 22: Capítulos 15
Domingo 23 Descansamos y ponemos al dia.
Lunes 24: Capítulos 16 y 17
Martes 25: Capítulos 18 y 19
Miércoles 26: Capítulos 20 y 21
Jueves 27: Capítulos 22 y 23
Viernes 28: Capítulo 24
Sábado 29: Capítulo 25
Domingo 30: Capítulo 26
Lunes 31: Epílogo comentario final y puntuación
Viernes 21: Capítulos 13 y 14
Sábado 22: Capítulos 15
Domingo 23 Descansamos y ponemos al dia.
Lunes 24: Capítulos 16 y 17
Martes 25: Capítulos 18 y 19
Miércoles 26: Capítulos 20 y 21
Jueves 27: Capítulos 22 y 23
Viernes 28: Capítulo 24
Sábado 29: Capítulo 25
Domingo 30: Capítulo 26
Lunes 31: Epílogo comentario final y puntuación
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
Imagen Capciosa !!!
El dia de hoy el personajes será Sully.
Sigo con mis sospechas de que no sea un hermano gemelo ustedes que opinana, bueno creo que dependido de los capis de hoy se me aclare mas las dudas
El dia de hoy el personajes será Sully.
Sigo con mis sospechas de que no sea un hermano gemelo ustedes que opinana, bueno creo que dependido de los capis de hoy se me aclare mas las dudas
Última edición por Ross L de Mellark el Vie 21 Jul - 22:10, editado 1 vez
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
SULLY
hay me dan penita los niños, creo que Ophelia debe de esforzarse más por ayudarlos y ese Sully mala onda que tampoco ayuda. Hay que esperar a que lea el diario y enterarnos de lo que paso, por que M cambio de hermano.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #2 Julio 2017
Bueno me parece muy bonito que Ophelia haya decidido quedarse con los niños, tiene un gran e inmenso corazón}!!
Re: Lectura #2 Julio 2017
Hola !!
Mmm no tengo mucho que decir, es que, no sé, esos niños estrujan mi corazón. Me da mucha cosita por todo lo que tienen que estar pasando.
Y Sully, no lo sé.
Hay algo en él que no termina de convencerme.
Pero bueno, aquí mi Sully:
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Re: Lectura #2 Julio 2017
Jueves 10, 10 al 12
Pienso igual que Ross de que no es su hermano gemelo es que todo esto esta muy raro y los pobres niños en medio y eso que no tienen la culpa
no me imagino por lo que estan pasando despues del suicidio
Pienso igual que Ross de que no es su hermano gemelo es que todo esto esta muy raro y los pobres niños en medio y eso que no tienen la culpa
no me imagino por lo que estan pasando despues del suicidio
Macs- Mensajes : 450
Fecha de inscripción : 11/09/2016
Macs- Mensajes : 450
Fecha de inscripción : 11/09/2016
Re: Lectura #2 Julio 2017
Yo estoy igual, ¿De verdad es sully? o Ronan tenia doble personalidad? Este libro esta lleno de misterio
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #2 Julio 2017
Sully:
Ahora entendo porque Sully estaba tan enojado con su hermano y celoso de sus hijos practicamente le quito a su familia o la que pudo haber sido su familia, no tengo ni idea de que sucederia para que eso pasara pero ya quiero saber
Gracias por los capitulos Ross
Ahora entendo porque Sully estaba tan enojado con su hermano y celoso de sus hijos practicamente le quito a su familia o la que pudo haber sido su familia, no tengo ni idea de que sucederia para que eso pasara pero ya quiero saber
Gracias por los capitulos Ross
Isa- Mensajes : 401
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 42
Re: Lectura #2 Julio 2017
Sully
Bueno ya quedo claro que no era un fantasma y que no era Ronan todos en el pueblo saben quien es Sully y Ronan por lo tanto no fue un complot.
Tambien el diario de Magda habla de Sully pero que ocurrio para que cambiara de novio??
Y que ocurrio en Afganistan??
Gracias chicas
Bueno ya quedo claro que no era un fantasma y que no era Ronan todos en el pueblo saben quien es Sully y Ronan por lo tanto no fue un complot.
Tambien el diario de Magda habla de Sully pero que ocurrio para que cambiara de novio??
Y que ocurrio en Afganistan??
Gracias chicas
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #2 Julio 2017
Gracias a todas por sus imágenes y comentarios!!!
No se ustedes pero Sully me gusta más que el muertito.
Que su hermano viviera la vida que era suya creo que no es fácil de aceptar.
No se ustedes pero Sully me gusta más que el muertito.
Que su hermano viviera la vida que era suya creo que no es fácil de aceptar.
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Julio 2017
13
Sully
Afganistán
—Ocho días. Hemos perdido a ocho de nuestros chicos en ocho
días. Eso es un hombre al día. Un hombre con una familia y
seres queridos en casa. ¿Qué mierda estamos haciendo aquí,
hombre? ¿Por qué mierda luchamos en esta guerra? No es nuestro maldito asunto, de
todos modos. Deberíamos estar en casa, cuidando de los nuestros. No estamos logrando
nada. Tierra en nuestros ojos. Tierra en nuestras botas, bajo nuestras malditas uñas.
Nada excepto tierra y caos todo el maldito día. Dime… ¿cuándo va a acabar? ¿Cuándo
será suficiente? Cuándo mierda podemos volver a casa, eso es lo que quiero saber. —
Rogers clavó la afilada punta de su cuchillo en la planta de su bota, entrecerrando los
ojos en el punto donde el acero se encontraba con la goma. Nadie dijo nada.
Estaba oscuro. La noche aquí fuera en el desierto era muy parecida a como era en
la isla… muy poca contaminación lumínica significaba estrellas durante días. Estrellas
gruesas y agrupadas, brillantes y blancas por tanta distancia como el ojo podía ver. El
manto negro del cielo era diferente también. Más rico. Más profundo de alguna manera,
como si pudieras alcanzarlo con tu mano, sentir la textura contra tus dedos,
envolviéndote.
Tres clics al oeste o así, un destello naranja apareció contra la sombra del
horizonte, brevemente lanzando una desigual y rota silueta a la vista.
Kandahar.
Por allí, en el desgarrado corazón de la ciudad, tres unidades de nuestra base
estaban trabadas en una escaramuza con luchadores talibanes locales. Los insurgentes los
habían atrapado dentro de un edificio y estaban insistentemente intentando entrar,
matar a quien quiera que pudiera encontrar a través de las mirillas de M47 que habían
robado de uno de nuestros envíos hace poco más de un mes.
7 M4: tipo de fusil de asalto automático.
El sonido llegaba muy bien aquí. Un traqueteo de disparos hacía eco sobre la
llanura cubierta de maleza entre el hueco en la base de la colina donde estábamos
sentados, esperando órdenes, y los alrededores de la ciudad, recordándome los fuegos
artificiales chinos con los que Ronan y yo solíamos jugar cuando éramos niños. Él estaba
ahí fuera en algún lugar, al otro lado de la ciudad, esperando con sus hombres al igual
que yo, mirando las mismas estrellas, probablemente muy aburrido. Sin duda, uno de
sus chicos también estaba molesto y se quejaba. Había uno en todas las unidades estos
días, parecía. Alguien que finalmente no estaba asustado de decir lo que todos los demás
pensaban: ¿por qué mierda estábamos aquí, jugando juegos del gato y el ratón,
teóricamente protegiendo un país de gente que ni siquiera jodidamente nos quería aquí?
—Petróleo. Es todo acerca del petróleo —siseó Rogers en voz baja.
—Idiota, no es sobre el petróleo —espetó Daniels en respuesta—. No tienen
petróleo en Afganistán.
—¿Entonces por qué? ¿Por qué mierda el gobierno de los Estados Unidos de
América malgasta millones de dólares para venir aquí? ¿Eh? Dime, porque me parece
que esto no tiene ningún sentido.
—Nos enviaron aquí porque esos hijos de puta nos atacaron, jodido marginado.
¿Qué se suponía que hicieran? ¿No es eso por lo que te alistaste en primer lugar?
Rogers eligió no responder a eso. Todos deberíamos estar esperando en silencio a
que llegaran nuestras órdenes por radio, pero no había punto en intentar matar este tipo
de charla una vez que empezaba.
—Es por eso que me alisté —continuó Daniels—. Collins y el capitán también.
¿No es cierto, capitán?
La última cosa que quería era ser arrastrado a la misma discusión existencial de
“¿por qué estamos aquí” que ya había sido el origen de tantas guerras y genocidios a lo
largo del período de la historia humana. Cambié mi peso de una pierna a la otra,
apoyándome tanto como podía contra mi rifle, la culata plantada en el suelo intentando
no hacer una mueca mientras la sangre fluía más libremente a través de mis puntos de
sutura. Cuando pareció que los hombres no iban a continuar con su parloteo sin mí,
carraspeé y les di lo que necesitaban oír.
—No estaban allí para razonar. No estaban allí sino para vencer y morir. —Nadie
dijo una palabra—. ¿Nunca han oído de Tennyson? —pregunté.
—No, señor.
—Nop.
—¿No era algún tipo de maricón victoriano?
—No, no era algún tipo de maricón victoriano. —Estos tipos me respaldaban a
cada paso. Eran mis hermanos, feroces y leales hasta el final, pero a veces, solo quería
estrangularlos—. Era un poeta.
—A eso me refería.
Ignoré el comentario.
—Tennyson escribió un poema llamado “La Carga de la Brigada Ligera”. Trataba
sobre hombres que iban a la guerra y morían. Y esa línea, No estaban allí para razonar,
no estaban allí sino para vencer y morir, básicamente lo resume todo. No es nuestro
trabajo hacer preguntas. No es nuestra labor rebelarnos, o dudar de la cadena superior
de mando. Es nuestro trabajo hacer lo que se nos dice y hacerlo bien. Y si eso significa
que tenemos que salir y morir, un hombre cada día, cinco hombres todos los días, diez…
entonces, eso es lo que hacemos. Y mantenemos nuestras bocas cerradas.
¿Creía esto? Absoluta y jodidamente no. Pero admitir eso a los muchachos sería
fatal. Perderían la poca fe que les había quedado en la idea de jerarquía y el caos
seguiría.
Tres meses más. Tres meses más de esto y estaría en un avión de vuelta a Estados
Unidos. De vuelta a Magda. Había dado bastante. Perdido bastante. Visto a suficientes
hombres morir. No más período de servicio para mí. Tres era suficiente; era el momento
de ir a casa.
Más disparos. Más explosiones en la distancia. El largo y chirriante sonido de un
misil RPG buscando su objetivo. Los hombres se encogieron instintivamente cuando el
misil aterrizó. El suelo tembló bajo nosotros. Una bola de fuego se alzó al cielo, naranja
y blanca y enojada, y alguien aspiró el aliento a través de sus dientes.
Nuestras órdenes finalmente llegaron: Quedarnos en los alrededores de la ciudad.
Despejar los edificios en el lado sur cerca de los mercados. Interrogar a todos. Arrestar a
cualquiera que parezca sospechoso. Buscar armas.
La decepción fue alta.
—¿Por qué no vamos detrás de esos bastardos? ¿Darles jodidamente duro?
—Somos la unidad más cercana, capitán. No tiene sentido.
Recogí mi arma y me puse de pie.
—Como dije, caballeros. No estamos aquí para razonar…
Al menos cuatro o cinco terminaron la cita por mí, gimiendo las palabras:
—No estamos aquí sino para vencer y morir.
Las horas pasaron lo bastante rápido para que el sol saliera por el borde del
horizonte. Los edificios derruidos de la ciudad eran nidos de ratas para luchadores
talibanes y las familias que los apoyaban, escondiéndolos de nosotros, ocultando sus
armas y comida, y cualquier otro suministro que pudieran acumular. Tocamos a las
puertas y tiramos piedras con el pie. A los que se resistieron o parecieron sospechosos, se
les ataron las muñecas detrás de la espalda y fueron escoltados a la base en la parte de
atrás de un Humvee.
Los disparos nunca cesaron. El suelo continuó sacudiéndose.
Debía haber sido algún momento después de las siete cuando las noticias llegaron
por radio: las tres unidades atrapadas dentro del viejo y bombardeado hospital, estaban a
salvo. No habíamos tenido ni una baja. Rogers parecía casi decepcionado.
—¡Capitán! ¡Capitán Fletcher! —Del humo y el polvo que ahogaba el aire de la
mañana, un joven soldado raso emergió como un fantasma, su rifle, colgado sobre su
hombro, rebotando arriba y abajo mientras corría por los montones de escombros y
retorcidos dientes de metal—. Capitán Fletcher, señor, le necesitan. —Estaba jadeando
por aliento—. Es… es su hermano, señor. El otro capitán Fletcher.
Un peso de plomo cayó sobre mí, tirando de mis entrañas, haciendo que mi cabeza
diera vueltas. Mierda. Ronan. Ronan estaba herido. Ronan estaba muerto. Ronan había
sido capturado y estaba a punto de ser ejecutado en la televisión nacional. Un millón de
horribles posibilidades se apresuraron a través de mí a la vez.
—¿Qué? ¿Qué ha sucedido, soldado? Suéltalo, por el amor de Dios. —Estaba a
punto de golpearlo.
—Está enfermo, señor. O, al menos, pensamos que lo está.
—¿Cómo? ¿Cómo está enfermo?
—Simplemente está sentado en el suelo. No se levanta. Es como… como si no
pudiera oírnos o algo. Recuperamos el edificio. Matamos a casi todos esos bastardos.
Estábamos celebrando, vitoreando y eso, y es cuando Simmons vio al capitán Fletcher
caer. Pensó que le habían disparado, pero… no hay nada mal con él por lo que podemos
ver. Solo está… tumbado allí.
—¿Has informado por radio?
El soldado negó.
—No, señor. Sabíamos que usted estaba en la misión. Pensamos que mejor, ya
sabe… lo encontrábamos primero.
—Correcto. Gracias. —Definitivamente no era el protocolo que la unidad de
Ronan debería haber seguido, pero me alegraba que no hubieran llamado a los médicos.
La razón por la que se habían abstenido era obvia; Ronan estaba conmocionado. La
conmoción era una de esas cosas. Podías salir en un latido, como si nada hubiera
sucedido jamás, o podías paralizarte por el resto de tu vida. De cualquier manera, no
había nada que un médico pudiera hacer que yo no pudiera en este momento—.
Llévame con él. —Y entonces, a mis propios hombres les dije—: Vuelvan a la base. Si
alguien pregunta, volví con ustedes, ¿de acuerdo? —Como uno, los chicos asintieron.
Incluso Rogers.
Quince minutos después, mi camisa levantada sobre mi boca para filtrar el polvo
mientras corría, el soldado me llevó a Ronan. Estaba sentado, apoyado contra el
esqueleto de un Jeep quemado, y su rostro estaba salpicado con sangre. Las manos
también. El uniforme empapado. Estaba por todas partes. Se veía como algún asesino en
serie enloquecido, borracho del éxtasis de la matanza.
Me acuclillé frente a él, colocando mis manos en sus hombros.
—Jesús, hombre. Eres un desastre. —Intenté sonreír, pero se sintió mal,
probablemente hice una mueca en su lugar.
En alguna parte, alguien dijo:
—Puta mierda. Oí que tenía un gemelo, pero esa mierda es una auténtica locura.
Ronan parpadeó; sus pestañas estaban pegadas, sangre seca juntándolas.
—Hola —dijo. Estaba aturdido, sus pupilas desenfocadas—. Oí que también
estuviste fuera por la noche.
—Sí, hombre. Despejando. Sin drama en nuestro lado. ¿Qué pasa contigo, sin
embargo? ¿Te estás tomando un momento para recuperarte? —Me reí, intentando
aligerar el hecho de que parecía que Ronan estaba seriamente jodido.
—Sí. Sí, solo necesito un minuto, es todo. Crees… ¿crees que podrías…? —
Echando un vistazo alrededor, hizo un gesto hacia sus hombres.
—Por supuesto. Claro. Quédate aquí, de acuerdo. Volveré en un momento.
Corrí hacia sus chicos rápidamente, ordenándoles volver a la base con los pocos
prisioneros que seguían vivos. Ninguno pareció querer dejar a Ronan, pero hicieron lo
que se les dijo de todos modos. No estábamos solos. Todavía había un montón de
personal militar en los alrededores, colándose entre los escombros, buscando
supervivientes o luchadores huidos. Era seguro por el momento, o tan seguro como
Afganistán podía ser, de todos modos.
—¿Ronan? Ronan, ¿qué sucedió, hombre? —Me senté junto a mi hermano,
hablando en voz baja. Parpadeó, pero siguió mirando hacia delante, negándose a
mirarme.
—Había un hombre —dijo lentamente—. Un hombre. Estaba intentando tomar
un arma de uno de los cadáveres por allí —explicó, señalando. Era duro ver los
cadáveres de los que hablaba entre todos los escombros en el suelo, pero asentí—. Y me
encontraba aquí —continuó—. Había tanto humo en el aire. No podía ver muy bien,
pero tomé mi arma y apunté y disparé. Fallé dos veces. Tuvo el tiempo suficiente para
liberar el arma que intentaba tomar y empezó a dispararme. Gritando. Gritaba tan alto.
Podía oírlo, sobre los otros disparos y todos los demás chillando y gritando. Este… este
era un agudo sonido de lamento. Era horrible. Disparé de nuevo. Y otra vez. Y de
nuevo. Finalmente, cayó. El lamento no se detuvo, sin embargo. Estaba quieto, no se
movía. Estaba seguro de que estaba muerto, pero el llanto no se detenía. Y entonces el
polvo se aclaró un poco y lo vi… lo vi. No era un hombre. Era una mujer. Y el llanto…
Su voz se desvaneció, sus palabras sonaron espesas y distorsionadas en su garganta.
Una lágrima apareció y cayó, bajando por su rostro, cortando un camino a través de la
sangre y mugre y sudor que manchaban su piel.
—El lamento finalmente se detuvo. Un largo, largo tiempo, sin embargo. Continuó
durante un largo tiempo, Sully.
—Está bien, hombre. Está bien. —Lo rodeé con un brazo y lo atraje hacia mí,
sintiéndome enfermo. Ronan luchaba por respirar, jadeando en breves, bruscas y
superficiales ráfagas que hacían que su caja torácica se elevara y cayera erráticamente.
—Tienes que ir. Tienes que ver —dijo—. Tienes que descubrirlo por mí.
—No, Ronan. Vamos a volver a la base, ¿de acuerdo? Vamos a limpiarte y darte
algo de cafeína. Creo que Daniels tiene un poco de whisky guardado…
—Joder, hombre, ¡solo ve y mira! —Ronan se volvió contra mí, intentando
levantarse. Había una salvaje y horrible mirada en sus ojos que decía que iba a ir allí y
mirar él mismo si podía averiguar cómo ponerse de pie.
—Está bien. De acuerdo. —Lo empujé hacia atrás, forzándolo a sentarse—. Está
bien. Iré, lo prometo.
El camino hacia la mujer a la que Ronan había disparado fue el más largo de mi
vida. Decían que el tiempo se estiraba en situaciones como esta, y realmente lo hacía.
No quería ver. No quería confirmar las sospechas de Ronan. Cuando llegué al pie de la
escalera al otro lado de la calle, un cuerpo yacía bocabajo en el suelo y de inmediato vi la
larga y despeinada trenza de cabello saliéndose del material envuelto alrededor de la
cabeza. Las manos, aún agarradas al rifle, eran pequeñas y delicadas, aunque
increíblemente sucias, barro en la curva bajo las uñas.
Deteniéndome, lo hice rápidamente y volví el cuerpo.
Allí, justo como Ronan esperaba, había un bebé.
Tal vez de un año. Había perdido uno de sus calcetines, aunque de alguna manera
mantuvo el otro. Blanco, sucio, con Converse impreso a lo largo de la planta. Ni siquiera
sabía que Converse hacía calcetines tan pequeños. Su piel estaba pálida, sus pequeñas
manos apretadas en puños. Sus ojos… azul pálido. Sorprendidos. Inusual… estaban
abiertos. A través de su hombro izquierdo, un agujero limpio del tamaño de una moneda
había desgarrado su pequeña camiseta y un chorro de ahora sangre negra se había
vertido, manchando el concreto debajo.
—¿Está muerto? —gritó Ronan—. ¿Está… está el bebé muerto?
Dios. ¿Cómo se lo decía? No podía. Simplemente no podía.
Cerré los ojos del bebé.
Rechinando los dientes, me levanté, me di la vuelta y me alejé.
—No había bebé, Ro. Solo es un hombre. Solo un hombre con cabello largo, eso es
todo.
Sully
Afganistán
—Ocho días. Hemos perdido a ocho de nuestros chicos en ocho
días. Eso es un hombre al día. Un hombre con una familia y
seres queridos en casa. ¿Qué mierda estamos haciendo aquí,
hombre? ¿Por qué mierda luchamos en esta guerra? No es nuestro maldito asunto, de
todos modos. Deberíamos estar en casa, cuidando de los nuestros. No estamos logrando
nada. Tierra en nuestros ojos. Tierra en nuestras botas, bajo nuestras malditas uñas.
Nada excepto tierra y caos todo el maldito día. Dime… ¿cuándo va a acabar? ¿Cuándo
será suficiente? Cuándo mierda podemos volver a casa, eso es lo que quiero saber. —
Rogers clavó la afilada punta de su cuchillo en la planta de su bota, entrecerrando los
ojos en el punto donde el acero se encontraba con la goma. Nadie dijo nada.
Estaba oscuro. La noche aquí fuera en el desierto era muy parecida a como era en
la isla… muy poca contaminación lumínica significaba estrellas durante días. Estrellas
gruesas y agrupadas, brillantes y blancas por tanta distancia como el ojo podía ver. El
manto negro del cielo era diferente también. Más rico. Más profundo de alguna manera,
como si pudieras alcanzarlo con tu mano, sentir la textura contra tus dedos,
envolviéndote.
Tres clics al oeste o así, un destello naranja apareció contra la sombra del
horizonte, brevemente lanzando una desigual y rota silueta a la vista.
Kandahar.
Por allí, en el desgarrado corazón de la ciudad, tres unidades de nuestra base
estaban trabadas en una escaramuza con luchadores talibanes locales. Los insurgentes los
habían atrapado dentro de un edificio y estaban insistentemente intentando entrar,
matar a quien quiera que pudiera encontrar a través de las mirillas de M47 que habían
robado de uno de nuestros envíos hace poco más de un mes.
7 M4: tipo de fusil de asalto automático.
El sonido llegaba muy bien aquí. Un traqueteo de disparos hacía eco sobre la
llanura cubierta de maleza entre el hueco en la base de la colina donde estábamos
sentados, esperando órdenes, y los alrededores de la ciudad, recordándome los fuegos
artificiales chinos con los que Ronan y yo solíamos jugar cuando éramos niños. Él estaba
ahí fuera en algún lugar, al otro lado de la ciudad, esperando con sus hombres al igual
que yo, mirando las mismas estrellas, probablemente muy aburrido. Sin duda, uno de
sus chicos también estaba molesto y se quejaba. Había uno en todas las unidades estos
días, parecía. Alguien que finalmente no estaba asustado de decir lo que todos los demás
pensaban: ¿por qué mierda estábamos aquí, jugando juegos del gato y el ratón,
teóricamente protegiendo un país de gente que ni siquiera jodidamente nos quería aquí?
—Petróleo. Es todo acerca del petróleo —siseó Rogers en voz baja.
—Idiota, no es sobre el petróleo —espetó Daniels en respuesta—. No tienen
petróleo en Afganistán.
—¿Entonces por qué? ¿Por qué mierda el gobierno de los Estados Unidos de
América malgasta millones de dólares para venir aquí? ¿Eh? Dime, porque me parece
que esto no tiene ningún sentido.
—Nos enviaron aquí porque esos hijos de puta nos atacaron, jodido marginado.
¿Qué se suponía que hicieran? ¿No es eso por lo que te alistaste en primer lugar?
Rogers eligió no responder a eso. Todos deberíamos estar esperando en silencio a
que llegaran nuestras órdenes por radio, pero no había punto en intentar matar este tipo
de charla una vez que empezaba.
—Es por eso que me alisté —continuó Daniels—. Collins y el capitán también.
¿No es cierto, capitán?
La última cosa que quería era ser arrastrado a la misma discusión existencial de
“¿por qué estamos aquí” que ya había sido el origen de tantas guerras y genocidios a lo
largo del período de la historia humana. Cambié mi peso de una pierna a la otra,
apoyándome tanto como podía contra mi rifle, la culata plantada en el suelo intentando
no hacer una mueca mientras la sangre fluía más libremente a través de mis puntos de
sutura. Cuando pareció que los hombres no iban a continuar con su parloteo sin mí,
carraspeé y les di lo que necesitaban oír.
—No estaban allí para razonar. No estaban allí sino para vencer y morir. —Nadie
dijo una palabra—. ¿Nunca han oído de Tennyson? —pregunté.
—No, señor.
—Nop.
—¿No era algún tipo de maricón victoriano?
—No, no era algún tipo de maricón victoriano. —Estos tipos me respaldaban a
cada paso. Eran mis hermanos, feroces y leales hasta el final, pero a veces, solo quería
estrangularlos—. Era un poeta.
—A eso me refería.
Ignoré el comentario.
—Tennyson escribió un poema llamado “La Carga de la Brigada Ligera”. Trataba
sobre hombres que iban a la guerra y morían. Y esa línea, No estaban allí para razonar,
no estaban allí sino para vencer y morir, básicamente lo resume todo. No es nuestro
trabajo hacer preguntas. No es nuestra labor rebelarnos, o dudar de la cadena superior
de mando. Es nuestro trabajo hacer lo que se nos dice y hacerlo bien. Y si eso significa
que tenemos que salir y morir, un hombre cada día, cinco hombres todos los días, diez…
entonces, eso es lo que hacemos. Y mantenemos nuestras bocas cerradas.
¿Creía esto? Absoluta y jodidamente no. Pero admitir eso a los muchachos sería
fatal. Perderían la poca fe que les había quedado en la idea de jerarquía y el caos
seguiría.
Tres meses más. Tres meses más de esto y estaría en un avión de vuelta a Estados
Unidos. De vuelta a Magda. Había dado bastante. Perdido bastante. Visto a suficientes
hombres morir. No más período de servicio para mí. Tres era suficiente; era el momento
de ir a casa.
Más disparos. Más explosiones en la distancia. El largo y chirriante sonido de un
misil RPG buscando su objetivo. Los hombres se encogieron instintivamente cuando el
misil aterrizó. El suelo tembló bajo nosotros. Una bola de fuego se alzó al cielo, naranja
y blanca y enojada, y alguien aspiró el aliento a través de sus dientes.
Nuestras órdenes finalmente llegaron: Quedarnos en los alrededores de la ciudad.
Despejar los edificios en el lado sur cerca de los mercados. Interrogar a todos. Arrestar a
cualquiera que parezca sospechoso. Buscar armas.
La decepción fue alta.
—¿Por qué no vamos detrás de esos bastardos? ¿Darles jodidamente duro?
—Somos la unidad más cercana, capitán. No tiene sentido.
Recogí mi arma y me puse de pie.
—Como dije, caballeros. No estamos aquí para razonar…
Al menos cuatro o cinco terminaron la cita por mí, gimiendo las palabras:
—No estamos aquí sino para vencer y morir.
Las horas pasaron lo bastante rápido para que el sol saliera por el borde del
horizonte. Los edificios derruidos de la ciudad eran nidos de ratas para luchadores
talibanes y las familias que los apoyaban, escondiéndolos de nosotros, ocultando sus
armas y comida, y cualquier otro suministro que pudieran acumular. Tocamos a las
puertas y tiramos piedras con el pie. A los que se resistieron o parecieron sospechosos, se
les ataron las muñecas detrás de la espalda y fueron escoltados a la base en la parte de
atrás de un Humvee.
Los disparos nunca cesaron. El suelo continuó sacudiéndose.
Debía haber sido algún momento después de las siete cuando las noticias llegaron
por radio: las tres unidades atrapadas dentro del viejo y bombardeado hospital, estaban a
salvo. No habíamos tenido ni una baja. Rogers parecía casi decepcionado.
—¡Capitán! ¡Capitán Fletcher! —Del humo y el polvo que ahogaba el aire de la
mañana, un joven soldado raso emergió como un fantasma, su rifle, colgado sobre su
hombro, rebotando arriba y abajo mientras corría por los montones de escombros y
retorcidos dientes de metal—. Capitán Fletcher, señor, le necesitan. —Estaba jadeando
por aliento—. Es… es su hermano, señor. El otro capitán Fletcher.
Un peso de plomo cayó sobre mí, tirando de mis entrañas, haciendo que mi cabeza
diera vueltas. Mierda. Ronan. Ronan estaba herido. Ronan estaba muerto. Ronan había
sido capturado y estaba a punto de ser ejecutado en la televisión nacional. Un millón de
horribles posibilidades se apresuraron a través de mí a la vez.
—¿Qué? ¿Qué ha sucedido, soldado? Suéltalo, por el amor de Dios. —Estaba a
punto de golpearlo.
—Está enfermo, señor. O, al menos, pensamos que lo está.
—¿Cómo? ¿Cómo está enfermo?
—Simplemente está sentado en el suelo. No se levanta. Es como… como si no
pudiera oírnos o algo. Recuperamos el edificio. Matamos a casi todos esos bastardos.
Estábamos celebrando, vitoreando y eso, y es cuando Simmons vio al capitán Fletcher
caer. Pensó que le habían disparado, pero… no hay nada mal con él por lo que podemos
ver. Solo está… tumbado allí.
—¿Has informado por radio?
El soldado negó.
—No, señor. Sabíamos que usted estaba en la misión. Pensamos que mejor, ya
sabe… lo encontrábamos primero.
—Correcto. Gracias. —Definitivamente no era el protocolo que la unidad de
Ronan debería haber seguido, pero me alegraba que no hubieran llamado a los médicos.
La razón por la que se habían abstenido era obvia; Ronan estaba conmocionado. La
conmoción era una de esas cosas. Podías salir en un latido, como si nada hubiera
sucedido jamás, o podías paralizarte por el resto de tu vida. De cualquier manera, no
había nada que un médico pudiera hacer que yo no pudiera en este momento—.
Llévame con él. —Y entonces, a mis propios hombres les dije—: Vuelvan a la base. Si
alguien pregunta, volví con ustedes, ¿de acuerdo? —Como uno, los chicos asintieron.
Incluso Rogers.
Quince minutos después, mi camisa levantada sobre mi boca para filtrar el polvo
mientras corría, el soldado me llevó a Ronan. Estaba sentado, apoyado contra el
esqueleto de un Jeep quemado, y su rostro estaba salpicado con sangre. Las manos
también. El uniforme empapado. Estaba por todas partes. Se veía como algún asesino en
serie enloquecido, borracho del éxtasis de la matanza.
Me acuclillé frente a él, colocando mis manos en sus hombros.
—Jesús, hombre. Eres un desastre. —Intenté sonreír, pero se sintió mal,
probablemente hice una mueca en su lugar.
En alguna parte, alguien dijo:
—Puta mierda. Oí que tenía un gemelo, pero esa mierda es una auténtica locura.
Ronan parpadeó; sus pestañas estaban pegadas, sangre seca juntándolas.
—Hola —dijo. Estaba aturdido, sus pupilas desenfocadas—. Oí que también
estuviste fuera por la noche.
—Sí, hombre. Despejando. Sin drama en nuestro lado. ¿Qué pasa contigo, sin
embargo? ¿Te estás tomando un momento para recuperarte? —Me reí, intentando
aligerar el hecho de que parecía que Ronan estaba seriamente jodido.
—Sí. Sí, solo necesito un minuto, es todo. Crees… ¿crees que podrías…? —
Echando un vistazo alrededor, hizo un gesto hacia sus hombres.
—Por supuesto. Claro. Quédate aquí, de acuerdo. Volveré en un momento.
Corrí hacia sus chicos rápidamente, ordenándoles volver a la base con los pocos
prisioneros que seguían vivos. Ninguno pareció querer dejar a Ronan, pero hicieron lo
que se les dijo de todos modos. No estábamos solos. Todavía había un montón de
personal militar en los alrededores, colándose entre los escombros, buscando
supervivientes o luchadores huidos. Era seguro por el momento, o tan seguro como
Afganistán podía ser, de todos modos.
—¿Ronan? Ronan, ¿qué sucedió, hombre? —Me senté junto a mi hermano,
hablando en voz baja. Parpadeó, pero siguió mirando hacia delante, negándose a
mirarme.
—Había un hombre —dijo lentamente—. Un hombre. Estaba intentando tomar
un arma de uno de los cadáveres por allí —explicó, señalando. Era duro ver los
cadáveres de los que hablaba entre todos los escombros en el suelo, pero asentí—. Y me
encontraba aquí —continuó—. Había tanto humo en el aire. No podía ver muy bien,
pero tomé mi arma y apunté y disparé. Fallé dos veces. Tuvo el tiempo suficiente para
liberar el arma que intentaba tomar y empezó a dispararme. Gritando. Gritaba tan alto.
Podía oírlo, sobre los otros disparos y todos los demás chillando y gritando. Este… este
era un agudo sonido de lamento. Era horrible. Disparé de nuevo. Y otra vez. Y de
nuevo. Finalmente, cayó. El lamento no se detuvo, sin embargo. Estaba quieto, no se
movía. Estaba seguro de que estaba muerto, pero el llanto no se detenía. Y entonces el
polvo se aclaró un poco y lo vi… lo vi. No era un hombre. Era una mujer. Y el llanto…
Su voz se desvaneció, sus palabras sonaron espesas y distorsionadas en su garganta.
Una lágrima apareció y cayó, bajando por su rostro, cortando un camino a través de la
sangre y mugre y sudor que manchaban su piel.
—El lamento finalmente se detuvo. Un largo, largo tiempo, sin embargo. Continuó
durante un largo tiempo, Sully.
—Está bien, hombre. Está bien. —Lo rodeé con un brazo y lo atraje hacia mí,
sintiéndome enfermo. Ronan luchaba por respirar, jadeando en breves, bruscas y
superficiales ráfagas que hacían que su caja torácica se elevara y cayera erráticamente.
—Tienes que ir. Tienes que ver —dijo—. Tienes que descubrirlo por mí.
—No, Ronan. Vamos a volver a la base, ¿de acuerdo? Vamos a limpiarte y darte
algo de cafeína. Creo que Daniels tiene un poco de whisky guardado…
—Joder, hombre, ¡solo ve y mira! —Ronan se volvió contra mí, intentando
levantarse. Había una salvaje y horrible mirada en sus ojos que decía que iba a ir allí y
mirar él mismo si podía averiguar cómo ponerse de pie.
—Está bien. De acuerdo. —Lo empujé hacia atrás, forzándolo a sentarse—. Está
bien. Iré, lo prometo.
El camino hacia la mujer a la que Ronan había disparado fue el más largo de mi
vida. Decían que el tiempo se estiraba en situaciones como esta, y realmente lo hacía.
No quería ver. No quería confirmar las sospechas de Ronan. Cuando llegué al pie de la
escalera al otro lado de la calle, un cuerpo yacía bocabajo en el suelo y de inmediato vi la
larga y despeinada trenza de cabello saliéndose del material envuelto alrededor de la
cabeza. Las manos, aún agarradas al rifle, eran pequeñas y delicadas, aunque
increíblemente sucias, barro en la curva bajo las uñas.
Deteniéndome, lo hice rápidamente y volví el cuerpo.
Allí, justo como Ronan esperaba, había un bebé.
Tal vez de un año. Había perdido uno de sus calcetines, aunque de alguna manera
mantuvo el otro. Blanco, sucio, con Converse impreso a lo largo de la planta. Ni siquiera
sabía que Converse hacía calcetines tan pequeños. Su piel estaba pálida, sus pequeñas
manos apretadas en puños. Sus ojos… azul pálido. Sorprendidos. Inusual… estaban
abiertos. A través de su hombro izquierdo, un agujero limpio del tamaño de una moneda
había desgarrado su pequeña camiseta y un chorro de ahora sangre negra se había
vertido, manchando el concreto debajo.
—¿Está muerto? —gritó Ronan—. ¿Está… está el bebé muerto?
Dios. ¿Cómo se lo decía? No podía. Simplemente no podía.
Cerré los ojos del bebé.
Rechinando los dientes, me levanté, me di la vuelta y me alejé.
—No había bebé, Ro. Solo es un hombre. Solo un hombre con cabello largo, eso es
todo.
jpartenopaeo- Mensajes : 734
Fecha de inscripción : 24/02/2017
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Re: Lectura #2 Julio 2017
14
Enigma
La resaca que terminó con todas las resacas.
Esto es lo que iban a tener que poner en la causa de muerte de mi
registro de defunción. Porque esta resaca no era solamente una resaca. Era
brutal. Despiadada. Personalmente quería que sufriera. Y muchacho,
estaba sufriendo.
—Aquí. Toma estas. —Rose tendió dos pequeñas pastillas de color blanco y las
tragué sin ni siquiera preguntar lo que eran. No era del tipo de tener píldoras sin
identificación al azar en su bolso, así que sabía que no podía ser tan malo. Bebiendo el
vaso de agua que me dio para bajarlas, sentí las náuseas atacando otra vez. Ya había
vomitado una vez. Y no tenía muchas ganas de volver a hacerlo. Me recosté en la cama
con el dorso de la mano apoyado en mi frente, como una damisela medieval en apuros, y
Amie rió por lo bajo. Abrí un ojo.
—¿De qué te ríes, pequeño monstruo?
Sonrió, enterrando su rostro en el colchón junto a mí. Estaba tumbada de frente a
mi lado, llevaba una camiseta de gran tamaño de Ronan que rozaba el suelo cada vez
que se levantaba.
—De ti —me informó—. Estás haciendo ruidos raros.
Se refería a mis gemidos; cada pocos segundos se sentía muy necesario gemir tan
fuerte y tan largo como podía.
—No me siento bien. Se me permite hacer ruidos raros.
—Bebió demasiado —añadió Connor. Poco a poco, en pequeños incrementos,
Connor estaba volviendo a la vida después de la muerte de Ronan. Todavía hacía muy
bien el papel de niño enfadado, pero de verdad respondía cuando le hablabas ahora, y
esta mañana siguió voluntariamente a Amie a mi habitación y se sentó en la silla junto a
la ventana, con un libro en la mano. Rose se había detenido a devolver algunas
ensaladeras que le había prestado de la casa para la fiesta y me encontró miserablemente
tratando de hacerles el desayuno. Mandándome de vuelta a la cama, había alimentado a
los niños y me trajo unas tostadas secas, aunque no las había tocado. Solo el olor me
hacía sentir náuseas.
—Papá bebía demasiado a veces —dijo Amie.
—Corría en el parque —añadió Connor—. Dijo que le ayudaba a sentirse mejor.
La perspectiva de caminar a cualquier lugar, y sin hablar de correr, me dieron
ganas de vomitar.
—Creo que voy a esperar aquí hasta que la habitación deje de girar, si eso está bien
con ustedes.
Amie acarició mi cabello con una mano pegajosa.
—¿Quieres panqueques? Los panqueques siempre me hacen sentir mejor.
—No creo que los panqueques vayan a ser suficientes esta vez, monstruo. —Amie
parecía horrorizada, como si no pudiera imaginar una realidad donde esto podría ser
cierto. Rose, por el contrario, parecía que comprendía demasiado bien. Extendí la mano
y tomé la suya—. Gracias. Bebiste dos veces más que yo, así que no tengo ni idea de
cómo estas funcionando en este momento, pero estoy muy agradecida.
—De nada. Con el tiempo horrible y los días cortos, todos somos bebedores
profesionales aquí. Permanece más tiempo aquí y tu tolerancia va a ir por las nubes,
confía en mí. —Rose le dio a mi mano un apretón y sonrió—. Muy bien, ustedes dos.
Vamos a dar a Ophelia al menos una hora para dormir y vamos a ver si podemos
encontrar juegos divertidos en los armarios. ¿Qué les parece?
Amie chilló de emoción. Connor se mantuvo en silencio, pero se levantó de la
silla, abrazando su libro contra su pecho, y siguió diligentemente a Rose mientras salía
de la habitación. Se detuvo en la puerta, mirándome por encima del hombro.
—Papá solía beber café con un huevo crudo en él también. Siempre decía que
ayudaba.
El consejo fue suficiente para casi enviarme corriendo al baño, con una mano
tapando mi boca, pero sonreí y le di las gracias en su lugar. Hace poco tiempo, habría
dicho algo mordaz y disfrutado el hecho de que estaba sintiéndome como la mierda.
Desviar su ira hacia Ronan en mí, y cualquiera a su alrededor, había sido un mecanismo
de defensa para él durante mucho tiempo. El doctor Fielding había dicho que debíamos
darle un poco de tiempo, y hubo días en el último mes en que pensé que nunca se iba a
suavizar hacia mí, pero gradualmente, poco a poco, parecía que Connor podría dejar
entrar a la gente de nuevo.
El sueño no venía. Trate de ponerme cómoda en la cama, pero era inútil. Sentí que
mis huesos estaban encerrados en sus articulaciones, la piel irritable e incómoda.
Después de dar vueltas, enredarme en mis sábanas por lo que parecía un tiempo
ridículamente largo, me di por vencida por completo y extendí la mano hacia la mesita
de noche, por el diario de Magda.
Una vez más, la necesidad de leerlo era tentadora. Si solo le daba una lectura a las
entradas en el diario, tendría una línea directa con el pasado. Sabría exactamente lo que
pasó entre Ronan, Sully y Magda, y por fin sabría por qué.
Pero aun así...
Se sentía mal.
Finalmente, me quedé dormida, sosteniendo el diario en mis manos. Una hora más
tarde, Amie gritó de alegría en la planta baja, despertándome de sueños difusos e
incómodos y la culpa comenzó a hundirse en mí. Era la peor tutora del mundo. Si Sheryl
sabía que me había emborrachado mientras Connor y Amie estaban siendo atendidos
por una niñera, los habría atado y subido a ese barco de vuelta al continente en un latido
del corazón.
Nunca más. Eran mi responsabilidad ahora. Puede que no fuera capaz de cuidar de
ellos durante más de seis meses, y no podría ser capaz de convencer a su tío para hacerse
cargo de ellos, pero les debía cuidarlos correctamente mientras aún eran mis protegidos.
No más beber. No más acostarse en la cama, lamiendo mis heridas.
Aparté las sábanas y procedí a vestirme, todo el tiempo tratando de sacudir el
enigma que era Sully Fletcher. Era un enigma en el que no podía permitirme el lujo de
perder más tiempo en este momento. O al menos por hoy. Sin embargo, mientras corría
por las escaleras, sintiéndome un poco mejor que cuando me desperté, su rostro aún
estaba en el frente y centro de mi mente.
Escapar de él parecía imposible.
Enigma
La resaca que terminó con todas las resacas.
Esto es lo que iban a tener que poner en la causa de muerte de mi
registro de defunción. Porque esta resaca no era solamente una resaca. Era
brutal. Despiadada. Personalmente quería que sufriera. Y muchacho,
estaba sufriendo.
—Aquí. Toma estas. —Rose tendió dos pequeñas pastillas de color blanco y las
tragué sin ni siquiera preguntar lo que eran. No era del tipo de tener píldoras sin
identificación al azar en su bolso, así que sabía que no podía ser tan malo. Bebiendo el
vaso de agua que me dio para bajarlas, sentí las náuseas atacando otra vez. Ya había
vomitado una vez. Y no tenía muchas ganas de volver a hacerlo. Me recosté en la cama
con el dorso de la mano apoyado en mi frente, como una damisela medieval en apuros, y
Amie rió por lo bajo. Abrí un ojo.
—¿De qué te ríes, pequeño monstruo?
Sonrió, enterrando su rostro en el colchón junto a mí. Estaba tumbada de frente a
mi lado, llevaba una camiseta de gran tamaño de Ronan que rozaba el suelo cada vez
que se levantaba.
—De ti —me informó—. Estás haciendo ruidos raros.
Se refería a mis gemidos; cada pocos segundos se sentía muy necesario gemir tan
fuerte y tan largo como podía.
—No me siento bien. Se me permite hacer ruidos raros.
—Bebió demasiado —añadió Connor. Poco a poco, en pequeños incrementos,
Connor estaba volviendo a la vida después de la muerte de Ronan. Todavía hacía muy
bien el papel de niño enfadado, pero de verdad respondía cuando le hablabas ahora, y
esta mañana siguió voluntariamente a Amie a mi habitación y se sentó en la silla junto a
la ventana, con un libro en la mano. Rose se había detenido a devolver algunas
ensaladeras que le había prestado de la casa para la fiesta y me encontró miserablemente
tratando de hacerles el desayuno. Mandándome de vuelta a la cama, había alimentado a
los niños y me trajo unas tostadas secas, aunque no las había tocado. Solo el olor me
hacía sentir náuseas.
—Papá bebía demasiado a veces —dijo Amie.
—Corría en el parque —añadió Connor—. Dijo que le ayudaba a sentirse mejor.
La perspectiva de caminar a cualquier lugar, y sin hablar de correr, me dieron
ganas de vomitar.
—Creo que voy a esperar aquí hasta que la habitación deje de girar, si eso está bien
con ustedes.
Amie acarició mi cabello con una mano pegajosa.
—¿Quieres panqueques? Los panqueques siempre me hacen sentir mejor.
—No creo que los panqueques vayan a ser suficientes esta vez, monstruo. —Amie
parecía horrorizada, como si no pudiera imaginar una realidad donde esto podría ser
cierto. Rose, por el contrario, parecía que comprendía demasiado bien. Extendí la mano
y tomé la suya—. Gracias. Bebiste dos veces más que yo, así que no tengo ni idea de
cómo estas funcionando en este momento, pero estoy muy agradecida.
—De nada. Con el tiempo horrible y los días cortos, todos somos bebedores
profesionales aquí. Permanece más tiempo aquí y tu tolerancia va a ir por las nubes,
confía en mí. —Rose le dio a mi mano un apretón y sonrió—. Muy bien, ustedes dos.
Vamos a dar a Ophelia al menos una hora para dormir y vamos a ver si podemos
encontrar juegos divertidos en los armarios. ¿Qué les parece?
Amie chilló de emoción. Connor se mantuvo en silencio, pero se levantó de la
silla, abrazando su libro contra su pecho, y siguió diligentemente a Rose mientras salía
de la habitación. Se detuvo en la puerta, mirándome por encima del hombro.
—Papá solía beber café con un huevo crudo en él también. Siempre decía que
ayudaba.
El consejo fue suficiente para casi enviarme corriendo al baño, con una mano
tapando mi boca, pero sonreí y le di las gracias en su lugar. Hace poco tiempo, habría
dicho algo mordaz y disfrutado el hecho de que estaba sintiéndome como la mierda.
Desviar su ira hacia Ronan en mí, y cualquiera a su alrededor, había sido un mecanismo
de defensa para él durante mucho tiempo. El doctor Fielding había dicho que debíamos
darle un poco de tiempo, y hubo días en el último mes en que pensé que nunca se iba a
suavizar hacia mí, pero gradualmente, poco a poco, parecía que Connor podría dejar
entrar a la gente de nuevo.
El sueño no venía. Trate de ponerme cómoda en la cama, pero era inútil. Sentí que
mis huesos estaban encerrados en sus articulaciones, la piel irritable e incómoda.
Después de dar vueltas, enredarme en mis sábanas por lo que parecía un tiempo
ridículamente largo, me di por vencida por completo y extendí la mano hacia la mesita
de noche, por el diario de Magda.
Una vez más, la necesidad de leerlo era tentadora. Si solo le daba una lectura a las
entradas en el diario, tendría una línea directa con el pasado. Sabría exactamente lo que
pasó entre Ronan, Sully y Magda, y por fin sabría por qué.
Pero aun así...
Se sentía mal.
Finalmente, me quedé dormida, sosteniendo el diario en mis manos. Una hora más
tarde, Amie gritó de alegría en la planta baja, despertándome de sueños difusos e
incómodos y la culpa comenzó a hundirse en mí. Era la peor tutora del mundo. Si Sheryl
sabía que me había emborrachado mientras Connor y Amie estaban siendo atendidos
por una niñera, los habría atado y subido a ese barco de vuelta al continente en un latido
del corazón.
Nunca más. Eran mi responsabilidad ahora. Puede que no fuera capaz de cuidar de
ellos durante más de seis meses, y no podría ser capaz de convencer a su tío para hacerse
cargo de ellos, pero les debía cuidarlos correctamente mientras aún eran mis protegidos.
No más beber. No más acostarse en la cama, lamiendo mis heridas.
Aparté las sábanas y procedí a vestirme, todo el tiempo tratando de sacudir el
enigma que era Sully Fletcher. Era un enigma en el que no podía permitirme el lujo de
perder más tiempo en este momento. O al menos por hoy. Sin embargo, mientras corría
por las escaleras, sintiéndome un poco mejor que cuando me desperté, su rostro aún
estaba en el frente y centro de mi mente.
Escapar de él parecía imposible.
Última edición por Jessmddx el Vie 21 Jul - 20:22, editado 1 vez
jpartenopaeo- Mensajes : 734
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Edad : 28
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Re: Lectura #2 Julio 2017
Cronograma
Sábado 15: Prólogo y Capítulo 1
Domingo 16: Capítulo 2 y 3
Lunes 17: Capítulos 4 y 5
Martes 18: Capítulos 6 y 7
Miércoles 19 : Capítulos 8 y 9
Jueves 20: Capítulos 10 y 12
Viernes 21: Capítulos 13 y 14 pagina 107
Sábado 22: Capítulos 15
Domingo 23 Descansamos y ponemos al dia.
Lunes 24: Capítulos 16 y 17
Martes 25: Capítulos 18 y 19
Miércoles 26: Capítulos 20 y 21
Jueves 27: Capítulos 22 y 23
Viernes 28: Capítulo 24
Sábado 29: Capítulo 25
Domingo 30: Capítulo 26
Lunes 31: Epílogo comentario final y puntuación
Sábado 22: Capítulos 15
Domingo 23 Descansamos y ponemos al dia.
Lunes 24: Capítulos 16 y 17
Martes 25: Capítulos 18 y 19
Miércoles 26: Capítulos 20 y 21
Jueves 27: Capítulos 22 y 23
Viernes 28: Capítulo 24
Sábado 29: Capítulo 25
Domingo 30: Capítulo 26
Lunes 31: Epílogo comentario final y puntuación
jpartenopaeo- Mensajes : 734
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 28
Localización : España
Re: Lectura #2 Julio 2017
Me he divertido con sus comentarios, cada duda que nos ha creado esta historia, espero les este gustando.
En uno ratito más mi bella Ross les traera las puntuaciones.
Prepárense fin de semana Exprés
Les traeremos dos frases que tendrán que descifrar.
En uno ratito más mi bella Ross les traera las puntuaciones.
Prepárense fin de semana Exprés
Les traeremos dos frases que tendrán que descifrar.
jpartenopaeo- Mensajes : 734
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 28
Localización : España
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