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Lectura #2 Julio 2017

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Mensaje por yiniva Lun 17 Jul - 17:37

Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Images10
RONAN
(versión yo ja, ja)

pues creó que Ophelia hizo bien en aceptar el trabajo no solo por que el dinero le ayudará a sus padres, sino porque ella sale de la rutina que llevaba en su casa , y en cuanto a Ronan creó que tiene miedo a que le pase algo a sus hijos, me da la impresión de que los tiene sobre protegidos y me da curiosidad el por que no quiere que entren a su estudio nunca, que esconderá?


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Mensaje por wordsofthisgirl Lun 17 Jul - 19:39

Me uno


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Veritoj.vacio Lun 17 Jul - 23:57

Hola, tiene muy buena pinta la lectura, ya me intrigo, todo lo que ha pasado Ronan, y los niños. Y como sera la relacion con Ophelia. Hasta ahora ha sido todo muy bien dosificado, no se siente pesada la lectura ni que va muy rapido-
Muchas gracias!


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Isa Mar 18 Jul - 1:46

Aqui  Ronan en mi imaginacion:
Ya se que no tiene el cabello ondulado, pero me gusto jajaja.
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Images?q=tbn:ANd9GcQyJvNx5Blov_7T9uCXdHLifeAjpveyqDR1Kk9087_E5fFBXVaaUA
Me gusto que Ronan pidiera disculpas haber que sucede con esos dos y aun quiero conocer a los niños


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Mar 18 Jul - 2:24

Hola chicas !!
Perdón, he tenido unos días complicados con muchos pendientes y no pude reportarme, pero saben que cuentan conmigo Wink
Aquí estoy, presente !!

Y, mi comentario a continuación...
Debo admitir que comenzamos fuerte y con todo. Pero, creo que ya estoy resintiendo un poquito a Ronan, al parecer no es muy..."amable". Pero bueno, no lo voy a juzgar ni nada, creo que tuvo que pasar por cosas difíciles, así que, esperemos.
Y... bueno. Aquí mi Ronan:
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Macs Mar 18 Jul - 3:26

Mmm pensé que la lectura comenzaba hasta hoy, pero ya vi el cronograma así que espero no quedarme atrás nuevamente.

Sabado 15, prologo y 1
Me dejó con la boca abierta. No me gusta que lo hayan lastimado tanto, ya comenzamos con violencia pero buen arranque

Domingo 16, 2 y 3
Todavia estoy impactada con lo del esposo de ophelia, no puedo creer que la dejara por no poder tener hijos. La entrevista sin duda fue interesante e inesperada

Lunes 17, 4 y 5
Bueno ophelia tiene trabajo eso es bueno pero me intriga mucho que esconde ronan en el estudio por algo no quiere que entre nadie


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 K5200n
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Macs Mar 18 Jul - 3:28

Esto de las actividades lo entiendo menos que lo demas pero suena interesante
Asi es como yo me imaino a ronan
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Lefties-men2


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por mariateresa Mar 18 Jul - 13:08

Este es mi Ronan
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Descar10
Bueno y hablando de los capi...
Quiero saber que esconde en el estudio!!!!!!
Lo peor que puede decir que esta prohibido entrar hay mas pica la curiosidad.
Y sigo insistiendo que Ronan es un imbecil..... Pobre Ophelia va a ser duro estar separada de sus padres se ven que estan muy unidos.
Gracias chicas


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Guadalupe Zapata Mar 18 Jul - 14:54

Gracias, me encanta esta autora.
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por jpartenopaeo Mar 18 Jul - 16:05

6


Ángeles y Demonios

Connor y Amie Fletcher eran a la vez parte ángel, parte demonio. Supe que
iba a divertirme lidiando con ellos desde el momento en que los vi. Connor
estaba sentado frente a mí en su habitación, con los pies colgando al final
de su cama, y se negaba a mirarme a los ojos. Amie, por otro lado, no podía dejar de
mirarme, como si fuera una especie de fantasma.
—No te pareces a mamá —dijo. Girando hacia su padre, hizo un puchero,
mirándolo acusadoramente—. Hilary dijo que se parecía a mamá. Lo escuché.
—No, dijo que le recordaba a mamá. Eso puede significar muchas cosas diferentes,
cariño. Si alguien se expresa, actúa o habla de una manera similar a otra persona, se
puede decir que te recuerdan a ellos. ¿Entiendes?
Amie asintió; parecía que acababa de rompérsele el corazón por esta noticia. Dos
segundos después, estaba corriendo, riendo con voz aguda y jugando con un juguete de
plástico de estegosaurio, como si la decepción ni siquiera hubiera ocurrido. Connor se
sentó en silencio, mirando sus zapatillas de deporte, mordiéndose el labio inferior.
—Connor, por favor, levántate y saluda a Ophelia. Te va a cuidar mucho durante
los próximos meses. Te va a gustar, lo prometo. —Genial. Realmente deseaba que no
hubiera dicho eso. Si los niños querían ser difíciles por el placer de hacerlo, irían en
contra de lo que les dijeran, independientemente de lo que entendieran. Connor podría
haber pensado que yo era la profesora y niñera más genial que alguna vez llegó a
conocer, pero en el momento en que Ronan le dijo que le iba a gustar y que iba a
llevarse bien conmigo, prácticamente garantizó que Connor iría contra la idea de mí.
—Ni siquiera entiendo por qué tuvimos que venir aquí —dijo en voz baja—. No
me gusta esta casa. Ninguno de mis amigos está aquí.
—Está bien, amigo. La escuela empezará pronto y harás muchos amigos.
—Entonces, ¿qué va a hacer ella con nosotros? —preguntó tranquilamente.
—Ophelia va a despertarte por la mañana. Te hará el desayuno y te llevará a la
escuela. Y cuando vuelvas de la escuela, te llevará a nadar en la planta baja. Jugará
contigo. Te ayudará con tu tarea escolar. Eso va a estar bien, ¿verdad?
C
Así que realmente hablaba en serio cuando dijo que no quería ser distraído. De
acuerdo con la lista de las funciones que se esperaba que llevara a cabo, Ronan no iba a
tener una sola interacción con sus hijos, de un día para otro. Ni siquiera parecía planear
asomarse para darles un beso de buenas noches.
Todo el asunto parecía muy extraño. Connor se deslizó por el borde de su cama y
se dejó caer al suelo. Tomó un avión de combate de Lego Star Wars y comenzó a
desmontarlo pieza por pieza.
—Hace mucho frío aquí —dijo—. No se parece en nada a Nueva York, en
absoluto.
Ronan sacudió la cabeza, inclinándose frente a su hijo. Connor no alzó la vista,
pero, era bastante claro que estaba esperando con ansiedad para ver qué diría su padre.
—En Nueva York hace tanto frío como aquí —le informó Ronan—. Pero no,
tienes razón. La isla es muy diferente a la ciudad. Tienes aire fresco aquí. Lugares para
correr y jugar afuera. ¿No parece algo divertido de hacer? Incluso puedes aprender a
navegar en verano. Me dijiste que quería hacer eso.
Connor miró hacia arriba, sobre el hombro de Ronan, directamente hacia mí. Solo
por un segundo, pero el contacto visual fue suficiente para ver el miedo en sus ojos.
—No me gusta la gente nueva —susurró a Ronan.
—Está bien. Ophelia solo se sentirá nueva por un tiempo y entonces será normal
que esté aquí. ¿De acuerdo?
Connor no parecía tan seguro de ello. Había tenido que ganarme a los niños cada
vez que comenzaba un nuevo año escolar, así que no estaba preocupada por hacerle
frente a este reto. Si pudiera encontrar un nivel al que conectar con él, estaríamos bien.
Al menos, así era con niños de siete años normales. Aunque, esta era una situación
única. Connor había perdido a su madre, y eso alteró todo.
Ronan parecía completamente enamorado de sus hijos y ellos estaban igualmente
prendados con él. Era sorprendente. Había asumido que estaría incómodo e irritable
cerca de ellos, teniendo en cuenta su desesperación por pasar los próximos seis meses
encerrado en su estudio mientras me ocupaba de ellos, pero en realidad era lo opuesto.
Tomó a Connor en sus brazos y lo sentó en su regazo en el suelo, charlando y
haciéndole preguntas acerca de la colección de animales de plástico que estaban
haciendo cola como si estuvieran a punto de entrar de dos en dos en el Arca de Noé.
Amie finalmente fue a sentarse con ellos también, usando su estegosaurio para atacar a
los leones, jirafas y cebras de Connor.
El frío, frío Ronan se rió y siguió el juego. Parecía que tenía un corazón cálido
después de todo, incluso si estaba reservado solo para algunas personas. No pude evitar
ablandarme con él mientras me apoyaba contra la pared junto a la puerta, viéndolos 
jugar en silencio. Por otra parte, no intenté exactamente evitarlo. Ronan, a pesar de
nuestra primera reunión rocosa y su forma ocasional de implicar que quería acostarme
con los habitantes de la isla, estaba extrañamente creciendo en mí.
—Es probable que desees ir e instalarte ahora —dijo, tomándome por sorpresa
cuando levantó la vista hacia mí y habló—. Tu habitación es la que está al final del
pasillo a la derecha. Una de las chicas de la limpieza traerá champú, jabones, un secador
de cabello. Ese tipo de cosas. Pensé que no tendrías tiempo para hacer las compras
durante un par de días. La nevera también está completamente abastecida. Es probable
que te tome la próxima semana para adaptarte. Después de eso, estoy seguro que te vas a
acostumbrar.
—No tenían que hacer eso. Traje muchas cosas conmigo de casa. Y no te
preocupes por ir de compras o algo por el estilo. Puedo manejarlo. Soy muy capaz.
Ronan me dio una extraña sonrisa distraída, con los ojos dirigidos directamente a
mi rostro, aunque no pude evitar sentir como si estuviera mirando directamente a través
de mí
—Oh, lo sé, Ophelia. Es por eso que te contraté.


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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por jpartenopaeo Mar 18 Jul - 16:07

7


La Nota
Códigos :
Mi habitación era algo sacado del folleto de un hotel, toda ropa blanca y
suaves y lujosas mantas. Una cómoda butaca estaba puesta en ángulo
junto a la ventana para captar la luz, y un pequeño escritorio contra la
pared tenía una alta pila de libros; Vida Salvaje de Causeway Island, Una guía de las Islas
de la Costa Este, Patrick Kavanagh y Otros Extraordinarios Poetas Irlandeses del Siglo
Veinte. Parecía que Ronan quería que me enamorara de The Causeway y me había
proveído con bastante material de lectura para que eso ocurriera.
No me uní a la familia para cenar. Ronan quería pasar tiempo a solas con los niños
antes de que yo tuviera que trabajar mañana y, para ser honesta, estaba aliviada. Usé la
costosa cocina del primer piso para preparar un filete fresco de salmón, algunas verduras
y zanahorias, y acampé en mi habitación, viendo programas de televisión desconocidos
en una enorme pantalla plana en mi dormitorio. Alrededor de las ocho y media, bajé de
puntillas las escaleras para asegurarme de que todo estaba bien… la enorme casa que
hacía eco estaba llena de chillidos y gritos, lo bastante altos para despertar a los muertos.
Cuando asomé mi cabeza por la puerta del salón, lo que vi me hizo reír.
Una guarida, de tamaño colosal, construida con sofás y estanterías, y sábanas
azules y blancas de rayas finas todas sujetadas juntas para crear un amplio toldo que
cubría la tosca construcción. Amie corría dentro y fuera de las muchas hendiduras en las
sábanas, gritando a pleno pulmón mientras Connor la perseguía, seguido por Ronan,
quien, sorprendentemente, llevaba un parche negro sobre su ojo izquierdo y gruñía algo
con una grosera y cómica voz de pirata sobre lanzarlos por la borda.
Ronan me vio, nuestros ojos hicieron contacto, pero realmente no reconoció mi
presencia. Su concentración estaba en los niños. Los dejé y volví a la cama, y los
chillidos continuaron por al menos otra hora antes de que el silencio llenara la casa.
Justo después de las once, hubo un golpe en la puerta de mi dormitorio. Ya llevaba
mi pijama… simplemente perfecto. Necesitaba que Ronan me viera en mi suave pijama
de franela blanco y rosa tanto como necesitaba un agujero en la cabeza. Respondí la
puerta, intentando ocultarme tanto como fuera posible detrás de los paneles de madera.
Gracias a Dios que no me había lavado el rostro y cepillado los dientes aún. Un
M
pensamiento ridículo que tener, pero aun así… ¿Ronan viéndome sin mi maquillaje?
No, gracias.
—Hola. ¿Va todo bien?
Merodeaba en el pasillo, pareciendo más desaliñado que antes. El fuego que lo
había poseído cuando estaba con Connor y Amie, parecía haberse ido ahora,
reemplazado por un agotamiento general que lo hacía parecer como si estuviera medio
dormido de pie.
—Hola, no, todo está bien. —Frotó su mandíbula con una mano, luego su frente—
. Solo quería revisar y asegurarme que todavía estás bien con despertar a los niños por la
mañana. Tienen que levantarse a la siete.
—Claro, sin problema. Me encargo.
—Genial. —Y por primera vez jamás, Ronan Fletcher me ofreció una sonrisa. Era
bastante para debilitarme las rodillas. Sus hoyuelos se hundían profundo en sus mejillas,
sus labios llenos separándose para mostrarme unos casi perfectos dientes blancos, y mis
palmas rompieron a sudar—. Significa mucho para mí que estés aquí, Ophelia. Espero
que lo sepas. Estoy muy, muy agradecido que aceptaras venir a la isla. Connor y Amie
van a depender de ti un montón durante los próximos seis meses. Sé que vas a hacer un
gran trabajo cuidándolos.
Su repentina manera sincera de hablarme fue desconcertante, pero también un
cambio placentero. Esto no iba a ir tan mal. Podía manejar cualquier cosa y todo lo que
se me lanzara si era este Ronan, en lugar del malhumorado, distante y rudo Ronan.
Abrió su boca, pareciendo estar a punto de decir algo, pero entonces, al parecer lo
pensó mejor.
—Bueno. Gracias otra vez, Ophelia. Te dejaré dormir un poco. Buenas noches. —
Se alejó por el pasillo y lo observé desaparecer en la oscuridad, intentando no mirar con
fijeza. Mamá me advirtió antes de irme de California que no debería enamorarme de mi
jefe. No creí por un segundo que fuera a hacerlo, pero esa sonrisa era algo a lo que
podría acostumbrarme. Sería muy agradable si pudiera verla más a menudo.
***
5:45 a.m.
Estaba despierta. Faltaba una hora para que mi alarma sonara y no había nada que
hacer al respecto. Estúpido jet lag. Mi reloj corporal estaba disperso y había estado
tumbada en la cama por lo que se sentía por siempre, dando vueltas, envolviéndome en
mis sábanas, inquietándome. Un buen comienzo con los niños era lo que necesitaba.
Apenas había tenido la oportunidad de hablar con ellos ayer y no habían parecido
complacidos de verme, una intrusa arruinando su tiempo privado con Ronan.
Panqueques. La situación pedía panqueques. Podía fácilmente hacerlos y
mantenerlos calientes en el horno hasta que fuera la hora de despertar a Connor y Amie.
Y Ronan… el físico de Ronan no era exactamente el de un tipo que comía un montón
de panqueques por la mañana, pero la idea de él sentado ante la encimera de la cocina,
con el cabello ondulado despeinado y alborotado, el pantalón de pijama bajo en sus
caderas, devorando un desayuno que le había hecho, prácticamente me hizo tropezar
por salir de la cama.
Abajo: huevos, leche y harina. Mantequilla en la sartén. Jarra en el hervidor.
Puse sobre la mesa cuatro pares de cuchillos y tenedores, posavasos y
salvamanteles, y entonces entré en pánico, quitándolo todo. No eres parte de la familia,
O. Eres la empleada. No olvides eso. Día uno y casi lo había olvidado, sin embargo. Iba a
tener que ser realmente cautelosa para mantener la distancia profesional con los
Fletcher. Hasta el último de ellos.
Una vez que la comida estuvo hecha y envuelta con papel de aluminio, guardada
en el horno caliente, decidí ir a darme una rápida ducha antes de sacar a Connor y Amie
de la cama. Fue cuando subía las escaleras que noté el papel blanco pegado a la puerta
del estudio de Ronan. ¿Estaba allí antes? No podía recordar verlo, pero, por otro lado,
había estado concentrada en encontrar la cocina, así que fácilmente podía haberlo
pasado por alto.
Vacilé. Ronan fue tan específico sobre su estudio que casi no quería ir y ver lo que
había pegado a la puerta. Era probablemente un post-it o algo, recordándole hacer algo
cuando se levantara. Dejaba notas para mí como esa todo el tiempo. Decían que la
curiosidad mató al gato, sin embargo, y ya había estado malditamente cerca de matarme
un par de veces. Ciertamente había terminado mi matrimonio. Había vuelto a casa
temprano de la escuela una tarde con una migraña y oí un extraño sonido arriba. Había
subido a nuestro dormitorio y encontré a Will en la cama con Melissa y eso había sido
todo. Tan cliché. Si no hubiera subido a investigar, habría una buena oportunidad de
que siguiera casada con Will. Era un cobarde; probablemente habría continuado
follando a mi mejor amiga a mis espaldas, pero nunca habría tenido el coraje de dejarme.
A la mierda. Fui por el pasillo y me detuve frente al estudio de Ronan. La
confusión me invadió cuando vi que no era un post-it en absoluto; era un pequeño sobre
blanco con mi nombre escrito con bolígrafo negro. ¿Por qué en la tierra Ronan me
dejaría notas pegadas a la puerta de su estudio? ¿No la habría deslizado bajo la puerta de
mi dormitorio si necesitara dejarme una nota? ¿O en la encimera de la cocina, donde
más probablemente la encontraría? El estudio estaba apartado del resto de la casa. No
tenías que pasarlo de camino a ninguna de las otras habitaciones. Era un milagro que
incluso hubiera visto la nota cuando empecé a subir las escaleras.
Retiré el sobre de la puerta y lo abrí.
Ophelia,
Por favor, sigue estas instrucciones exactamente. Llama al 825 730 4414 y
pregunta por Robert Linneman. Pídele que venga a la casa de inmediato.
Después, llama al 911 y pregunta por la policía. Explícales que estoy muerto y que
mi cuerpo está colgando en el estudio.
No entres en el estudio.
No permitas a los niños entrar en el estudio.
Mantén a los niños tranquilos.
Mantén a los niños a salvo.
Ronan.
Mi corazón era una granada de mano en mi pecho y me sentía como si acabara de
retirar el broche.
¿Qué?
Releí la carta al menos tres veces antes de sentir la bilis elevarse por mi garganta,
ardiendo… iba a vomitar. Dejé caer la nota en el suelo y toqué a la puerta del estudio,
conteniendo la respiración. No era verdad. No podía ser jodidamente verdad. Si esta era
la idea de Ronan de alguna clase de broma enferma, entonces iba a llevarse la sorpresa
de su vida cuando empacara mi mierda y me fuera. No había manera de que estuviera
alrededor de este enfermo y retorcido tipo de broma.
—¿Ronan?
Nada.
Alto, esta vez.
—¿Señor Fletcher?
Aún nada.
Oh, Dios.
Sin pensar, con alarma recorriéndome, viniendo en devastadoras oleadas, extendí
la mano y probé con el pomo de la puerta. El redondeado pomo no giró; estaba
claramente bloqueado.
—Mierda. Maldita sea. —Intenté agitarlo, pero la cosa era sólida, no cedió ni un
centímetro. ¿Podría entrar en el estudio por la ventana? No tenía ni idea. Valía la pena
intentarlo. Tomé la carta del suelo y corrí por la casa hasta la puerta principal, la abrí y
me apresuré al exterior. No llevaba zapatos. El dolor atacó las plantas de mis pies
mientras cruzaba el camino de grava. En el lateral de la casa había hierba,
afortunadamente. No más piedras afiladas. El barro salpicaba mis piernas, asquerosa
agua marrón mojaba mi pantalón de pijama. Chapoteaba entre mis dedos de los pies.
La primera ventana era la de la sala de estar. La segunda la de la cocina. La tercera
alrededor del lado de la casa era la que pertenecía al estudio. Mis palmas golpearon
contra la caliza a cada lado del enorme cristal y me impulsé hacia delante, tratando de
ver.
No había notado que aún estaba oscuro. El amanecer estaba a un momento de
distancia, pero ahora mismo, el cielo aún era una manta de estrellas y leves y escasas
nubes. No había luz dentro del estudio. Tuve que presionar mis manos contra el cristal,
adaptando mis pupilas a la oscuridad, antes de poder ver algo más allá de oscuras formas
y sombras.
Y entonces lo vi.
Pies desnudos.
Los pies desnudos por los que me había sentido cautivada ayer. Estaban girando
muy lentamente en una réplica del movimiento de las manecillas de un reloj. Ronan
todavía llevaba la misma simple camiseta negra y desvanecidos vaqueros negros que
había llevado todo el día de ayer. Su cuerpo estaba suspendido en mitad del aire, con las
manos relajadas a los costados. Lenta, lentamente, su cuerpo giraba y entonces estaba
enfrentándome, su cabeza ladeada, sus ojos abiertos y mirando al olvido. Estaba muerto.
No había dos maneras de verlo. Definitivamente estaba muerto.
—¡No! —Puse mis manos sobre mi boca, temblando incontroladamente. Qué…
¿Qué mierda? ¿Cómo? ¿Cómo había pasado esto? Lágrimas de conmoción afloraron en
mis ojos. No podía sentir mis pies. Mis piernas. No podía sentir una sola parte de mi
cuerpo. Todo se había entumecido. Me apoyé contra la pared mientras me inclinaba
hacia delante y vomitaba. La carta de Ronan seguía en mi mano. Apreté el papel contra
la áspera mampostería mientras tenía arcadas, vomitando en la húmeda hierba a mis
pies.
No podía soportar que me mirara fijamente más. Me aparté de la ventana y corrí
de nuevo a la casa, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Me estaba ensuciando
de nuevo, pero ese parecía el menor de mis problemas. El teléfono de la casa. ¿Dónde
mierda estaba el teléfono de la casa? Finalmente lo encontré en la cocina, junto a un bol
sucio en el que había mezclado la masa de los panqueques hace solo veinte minutos.
Que se joda Robert Linneman. Llamé al 911 primero. Una mujer respondió casi de
inmediato.
—911, ¿cuál es su emergencia?
—¿Hola? Hola, Dios, por favor, necesito una ambulancia.
—De acuerdo, señora. ¿Cuál es su dirección?
—No… ¡mierda! No lo sé.
—¿No se encuentra en casa, señora?
—No, no. Yo… acabo de comenzar un trabajo. Empecé un nuevo trabajo aquí.
—No hay problema. Tengo una dirección conectada a esta línea telefónica. ¿Qué
sucedió, señora? ¿Cuál es su emergencia?
—Mi jefe… se ha colgado en su estudio. La puerta está cerrada. No puedo… no
puedo abrirla. Lo vi por la ventana.
—¿Puede romper la ventana, señorita?
Ni siquiera había pensado en eso.
—Uh, sí. Puedo. Creo… creo que está muerto, sin embargo.
—¿Pudo verlo luchar en absoluto, señorita?
—No. Su cuerpo estaba quieto. Sus ojos abiertos.
Una larga pausa siguió.
—De acuerdo. Alguien ya está en camino. No será ni un minuto. ¿Puede quedarse
en la línea conmigo hasta que la ayuda llegue?
—¿Feelya?
Casi dejé caer el teléfono. A mi lado, Amie había aparecido de ninguna parte y
estaba allí en su pequeño camisón rosa cubierto de hadas, mirando por la pantalla de
cristal del horno.
—¿Vamos a comer huevos revueltos para el desayuno? Papi siempre nos hace
huevos revueltos. —Su pequeño rostro estaba lleno de esperanza.
—¿Señorita? Señorita, ¿puede oírme?
—Lo siento, tengo que irme —susurré. El teléfono repiqueteó contra la encimera
cuando lo dejé y me apresuré hacia Amie y la levanté en mis brazos—. Hola, cariño. Te
has levantado pronto —le dije, metiendo su alborotado cabello negro detrás de sus
orejas. Aparte del breve momento que había pasado con ellos cuando Ronan nos
presentó ayer, Amie no había tenido ninguna interacción conmigo. Parecía sorprendida
e incómoda por el hecho de que la hubiera tomado en brazos y la tratara
maternalmente.
—¿Por qué has estado llorando? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Oh, me quemé el dedo con una sartén caliente, cariño. Todo está mejor ahora,
sin embargo, lo prometo.
—Tus pies están sucios.
—Lo sé, lo sé, armé un desastre, ¿cierto? Podré limpiarlo todo después del
desayuno, sin embargo. No me llevará mucho tiempo. Por qué no te sientas a la mesa y
comes algunos de esos panqueques, ¿eh?
No dejes que los niños vean.
Mantén a los niños tranquilos.
Mantén a los niños a salvo.
Amie pareció apaciguada por la idea de comida. La acomodé ante la mesa y le serví
dos panqueques en un plato, rápidamente cortándolos en pequeños trozos y echándoles
sirope de arce. Sus ojos se iluminaron cuando vio cuánta comida había acumulado en su
plato.
—Quédate aquí por un segundo, ¿de acuerdo, cariño? Solo tengo que hacer una
rápida llamada.
Amie asintió, sus mejillas sobresaliendo.
Mis dedos estaban pegajosos con sirope cuando marqué el otro número en la carta
de Ronan. El teléfono sonó ocho veces antes de que una adormilada mujer respondiera.
—¿Hola?
—Hola. Estoy buscando a… Robert Linneman —dije, revisando la carta—. Ronan
Fletcher me pidió que llamara.
—Me temo que las horas de oficina del señor Linneman no comienzan hasta las
nueve. —La mujer, que había sonado medio dormida hace un segundo, ahora parecía
enojada en su lugar—. El señor Fletcher realmente va a tener que aprender que la gente
no está a su entera disposición y llamada las veinticuatro horas de los siete días de la
semana. —De fondo, oí una baja y profunda voz preguntando quién era—. Alguien de la
oficina Fletcher. Esa maldita gente necesita aprender a mirar la hora antes de empezar a
hacer llamadas al romper el alba. Esto no es Nueva York. No estamos todos despiertos y
trabajando a las cinco de la mañana.
—No estoy… no estoy en Nueva York. Estoy en Causeway Island. Me temo que
ha habido una especie de accidente aquí —dije en voz baja, escondiendo el receptor para
que Amie no pudiera oírme—. Ronan dejó una nota y pidió que llamara al señor
Linneman para que viniera tan rápido como fuera posible.
—Oh. Ya veo. —Susurros al otro lado de la línea, y entonces el sonido del
auricular crujiendo cuando fue entregado a otra persona.
—Hola, soy Robert. ¿Eres Ophelia?
La sorpresa me recorrió en otra oleada. ¿Sabía quién era? Bueno, ciertamente tenía
ventaja, ya que yo no tenía ni idea de quién era él.
—Sí. Hay una ambulancia en camino. Se suponía que le llamara primero, pero…
—Está bien. Voy de camino. No dejes que la policía se lleve nada antes de que yo
llegue. ¿Me entiendes, niña?
—Sí. Sí. —Asentí, apretando con fuerza el teléfono, como si el receptor fuera la
única cosa que me mantenía de pie—. Por favor. Apresúrese.
***
—¿Y qué hora era cuando bajó las escaleras, señorita Lang? ¿Estaba la nota ya allí?
Había reubicado a Amie en su habitación cuando la policía había llegado. Las
parpadeantes luces rojas y azules de sus autos habían llegado lejos, brillantes sombras a
través del césped mientras aceleraban hacia la casa, pero las sirenas, por suerte, habían
estado en silencio. Amie había subido sin una palabra, llevando su desayuno con ella, el
plato agarrado con fuerza con ambas manos, antes de que dos oficiales uniformados
hubieran entrado en la casa.
Ahora, me encontraba en el pasillo fuera de la oficina de Ronan con los policías,
sintiéndome muy pequeña y muy inútil mientras intentaba responder sus preguntas.
—No lo sé. No la vi. No estaba prestando atención.
—¿No tiene una llave de esta puerta?
Negué.
—No. Él no quería que nadie entrara. —Ya les había enseñado la nota.
—Vamos a tener que patearla, entonces. ¿Eso está bien con usted?
Asentí, mi garganta doliendo y demasiado hinchada para hablar a menos que fuera
absolutamente necesario.
—Retírese entonces. —El tipo más alto y ancho hizo el trabajo en un rápido
movimiento, golpeando la planta de su bota contra la puerta justo debajo del pomo. La
puerta se abrió, chocando contra la pared con un estruendo. No miré dentro de la
habitación. Había visto lo suficiente por la ventana; iba a estar tratando con las
pesadillas durante el resto de mi vida.
Todavía no podía entender lo que estaba sucediendo. Menos de veinticuatro horas
dentro de la casa, ¿y el tipo que me empleó estaba muerto? ¿Cómo ocurrió algo así?
Categóricamente no tenía sentido en absoluto. Fue tal error dejar California. Nunca
debería haber venido aquí.
Ambos policías entraron en el estudio. Me senté en el escalón inferior de la
escalera y mordí mis uñas hasta que salieron diez minutos después.
—Ha estado muerto por algún tiempo. El cuerpo está muy frío. No soy forense,
pero diría que ha estado ahí las últimas seis horas, probablemente.
¿Seis horas? Entonces, ¿había venido a mi habitación anoche y me agradeció por
venir aquí, me agradeció desde el fondo de su corazón por aceptar venir desde el otro
lado del país para cuidar de sus hijos, y luego había venido directamente aquí, ató una
soga a su cuello y dio un paso fuera de una maldita silla? Eso es lo que parecía que había
pasado. Dios, Ronan había estado colgado allí, frío y muerto, mientras había estado
moviéndome por la cocina con mi pijama, haciendo panqueques, fantaseando con cómo 
luciría todo aturdido por el sueño, halagándome por mis excelentes habilidades
culinarias. Qué pesadilla.
El barro del césped se había secado en mis pies y agrietado, se había vuelto casi
blanco. Mi gran uña del pie había sangrado en cierto punto; debía haberla golpeado con
algo cuando corrí fuera.
—¿Tenía alguna sospecha de que el señor Fletcher estaba planeando algo así? —
preguntó el segundo policía. Era bajito y musculoso. Un pelirrojo con unas pocas pecas
en su rostro que probablemente odiaba.
—No. No tenía ni idea. Como dije, apenas lo conocía. Me contrató para cuidar de
sus hijos. Llegué a la isla ayer.
Compasión cruzó el rostro del tipo.
—Vaya conmoción, entonces —dijo, lo cual era seguramente el eufemismo del
siglo—. ¿Dónde están los niños ahora?
—Arriba. No quería que supieran nada de lo que ocurría.
El policía asintió.
—De acuerdo. Tendremos que llamar a servicios de protección infantil. No tienen
oficina aquí en la isla. ¿Puede ocuparse de ellos hasta que alguien pueda venir y
llevárselos? Podría no ser hasta mañana. Hay una tormenta en camino.
—Uh, sí. Sí, claro. —Maldición. ¿Cuánto tiempo iba a tomar a servicios de
protección infantil llegar aquí? El suficiente, asumí. El suficiente para que tuviera que
decirles a Connor y Amie que algo le había pasado a su padre.
El oficial Hinchliffe (su nombre estaba cosido en el bolsillo del pecho de su gruesa
chaqueta impermeable) tenía razón sobre la tormenta. Fuera de la ventana en la
distancia, el mar lucía picado y enojado, el débil contorno del continente, a unos diez
kilómetros de distancia, era una sombría línea gris que se cernía sobre el agua. Rayos
arremetían contra el océano, apareciendo por el cielo pesado con nubes un segundo,
desaparecidos al siguiente, como la cola de un látigo.
—Va a tener que venir a la estación y hacer una declaración también, señorita. No
seremos capaces de entregar los documentos en la oficina del señor Fletcher hasta que
hayamos confirmado que en realidad es un suicidio.
—No creo que vaya a tomar posesión de su papeleo —dije, negando—. ¿Y qué
quiere decir con confirmar que esto es un suicidio? No pueden… no pueden creer que
hice esto.
De todas las ridículas y estúpidas cosas que había oído alguna vez, esa tenía que ser
la más asombrosa. El oficial Hinchliffe fue rápido en negar.
—No, no. Quiero decir, parece bastante obvio, pero el señor Fletcher era un
hombre muy rico. ¿Y qué pasa con la carta dirigida a usted ahí…?
—¿Qué? ¿Qué carta?
El oficial Hinchliffe me frunció el ceño no demasiado sutilmente.
—Así que, ¿no sabe nada sobre eso, entonces? ¿Nunca la ha visto antes?
—¡No tengo absolutamente ni idea de qué demonios está hablando! —Perder mi
temperamento no era de ayuda, pero mi cerebro no estaba trabajando apropiadamente y
estas vagas preguntas me estaban confundiendo—. Si hay algo ahí para mí, entonces
debería dármelo, ¿no?
Ambos oficiales negaron al unísono.
—Me temo que esa habitación es la escena de un crimen hasta que se haya
descartado cualquier juego sucio. La carta es una prueba. Necesitaremos leerla
concienzudamente antes de que podamos entregarla.
—Bien. Ni siquiera me importa ahora mismo. ¿Pueden simplemente contactar con
servicios de protección infantil? Los niños son demasiado jóvenes para este tipo de
trauma y no tengo ni idea de cómo manejar nada de esto.
—Caballeros. —Una fría y plana voz se deslizó sobre mi cabeza, viniendo detrás
de mí. El acento era incluso más espeso que el de los oficiales, y eso decía algo. Me volví
y, de pie en la puerta de la casa, estaba un alto hombre de hombros estrechos con el
rostro enjuto y mechones de cabello gris a cada lado de su calva cabeza. El abrigo que
llevaba estaba salpicado en los hombros con gotitas de agua.
—Señor Linneman. Me sorprende que le llevara tanto tiempo llegar aquí —dijo
Caruthers, cambiando de posición, extendiendo sus piernas un poco más, bloqueando
tanto del pasillo como posiblemente podía—. Ronan está muerto. No hay mucho
consejo que pueda proveerle ahora.
—Soy consciente de la condición de Ronan —dijo secamente el hombre como un
gorrión en la entrada. Pronunció la palabra condición como si estar muerto fuera algo
de lo que Ronan podría recuperarse—. No estoy aquí para asistirlo. Estoy aquí por la
chica. —Sus ojos se movieron a mí, descansando en algún lugar sobre mi cabeza, como si
en realidad no pudiera obligarse a hacer contacto visual conmigo—. Ronan dejó muy
específicas instrucciones de que iba a morir mientras Ophelia estuviera en la casa. No
pensé que tendría que venir aquí al romper el alba para ejecutar su voluntad menos de
veinticuatro horas después de que ella apareciera, pero ahí lo tienen. Ronan siempre fue
bastante… impredecible.
El oficial Hinchliffe resopló en voz baja, al parecer intentando contener la risa. Sus
mejillas habían adquirido un desafortunado color rosado.
—Esa es una palabra para ello —dijo, su voz tensa—. ¿Recuerdan esa vez cuando
incendió la tienda de comestibles de McInnes? Se podía ver el humo desde Port Creef.
Caruthers le dio un rápido y duro golpe en las costillas.
—Sí, bueno. No va a volver a incendiar nada, ¿cierto? Vamos. Ayúdame a tomar
fotos. Estarán aquí por el cuerpo pronto. —Ambos policías desaparecieron de nuevo en
el estudio de Ronan, cerrando la puerta pesadamente tras ellos. Permanecí congelada en
el lugar, intentando procesar, tratando de aceptar el hecho de que Ronan, que estaba
muy vivo y feliz ayer por la tarde, se hubiera ahorcado y estuviera muerto. Y, además,
nadie parecía muy sorprendido o molesto por las noticias.
—Vamos, niña. Tengo varios papeles que necesitas firmar. Ronan te dejó un
montón de trabajo, me temo. —El señor Linneman me pasó por el pasillo y entró en la
cocina, donde puso un muy viejo y desgastado maletín marrón de piel en el pulido
mármol y abrió los cierres. Mirándome, frunció el ceño—. No tienes un bolígrafo,
¿cierto? Me he dejado el mío en casa, según parece.
No dije nada por un momento. Dentro del estudio de Ronan, un fuerte golpe
fracturó el silencio. Parecía que habían intentado soltarlo y dejaron caer su cuerpo o
algo. Linneman se encogió, pero no dijo nada. Estaba esperando a que trajera algo para
él con lo que escribir.
—Uh, sí. Estoy segura… que debe haber alguno por aquí en alguna parte. —
¿Dónde diablos habría guardado Ronan un alijo de bolígrafos en esta apenas amueblada
e inhabitada monstruosidad? Me apresuré en la cocina y empecé a abrir cajones.
Finalmente, encontré un brillante y pesado bolígrafo de metal que tenía “Corporación
Fletcher” escrito con esmero en dorado en el lado—. Aquí.
—Maravilloso. —Linneman empezó a hacer pequeños garabatos en una pila de
papeles que había sacado de su maletín—. Si pudieras, por favor, firmar en donde veas
una cruz, Ophelia, terminaremos en poco.
No lo haríamos, sin embargo. Las hojas no tenían fin, así como las eficientes
pequeñas X que Linneman puso por todas partes.
—¿Para qué es todo esto? —pregunté—. Ya firmé un contrato antes de irme de
California.
—Esto es para que puedas asumir la tutela legal de los niños. Aquí. Este tienes que
firmarlo dos veces, ves. Una aquí y otra aquí. —Señaló, mostrándome algo, pero no
estaba prestando atención.
—¿Disculpe? ¿Tutela legal? No lo creo.
Más como un pájaro que nunca, la cabeza de Linneman se retorció sobre su cuello
para mirarme, su cuerpo todavía de frente.
—Oh, sí. Ronan dijo que pasó mucho tiempo seleccionándote para este propósito.
Dijo que aceptaste ocuparte de los niños por un período de no menos de seis meses. ¿No
es el caso?
—Lo hice, sí, pero… pero creí que iba a estar vivo mientras los cuidaba. ¡Dijo que
iba a escribir un libro! No… ¿Está diciendo que planeó esto?
Linneman se encogió de hombros, gotas de agua ahora cayendo del dobladillo de
su abrigo, dejando diminutos charcos en las baldosas de la cocina.
—Ronan era un hombre pragmático. Siempre consideró el futuro. Supongo que es
por eso que lo hizo tan bien en Nueva York. Nunca tomaba decisiones impulsivas con su
dinero allí, o eso estoy inclinado a creer.
—¡Jodidamente se suicidó! Esos policías dijeron que incendió alguna tienda de
comestibles hace un minuto. Claramente no estaba cuerdo. ¡No puedo cuidar a sus hijos!
—Pssshhh. Ronan tenía once años cuando incendió aquello. Y siempre hubo
especulación con que ni siquiera fue él. Un largo tiempo ha pasado desde entonces. —
No parecía estar escuchando la parte donde le dije que no podía ocuparme de Connor y
Amie. Me tendió el bolígrafo como si fuera Excalibur y yo estuviera destinada a intentar
arrancarla de su mano o algo.
—Creo que, dada la situación, probablemente debería volver a California —dije,
usando mi más nivelada voz… la que reservaba para irrazonables niños de cinco años
que no hacían lo que se les decía.
—Ya veo. —Linneman cerró su mano alrededor del bolígrafo, dejando caer su
brazo a su lado—. Bueno, eso es una vergüenza. Ronan parecía tan seguro de que serías
capaz de tener todo establecido aquí cuando se hubiera ido. —Hizo una pausa y
entonces dijo—: Si no te importa, dejaré los papeles aquí para que los repases. Si lo
reconsideras, siempre puedes llamarme y puedo venir y recoger los documentos mañana
por la mañana, antes de que el trabajador social llegue aquí. —Dijo esto
despreocupadamente, como si no importara lo que decidiera.
Lo hacía, por supuesto. Importaba mucho. El cuidado estatal era horrible…
Connor y Amie estaban en un momento muy difícil. Pero se suponía que solo sería su
tutora. Su niñera. No se suponía que fuera legalmente responsable de su bienestar
siempre. Era demasiado para pedir. Demasiado para incluso pensar ahora mismo.
—Tienes mi número, por supuesto —comentó Linneman—. Ahora, siento la visita
relámpago, pero tengo que irme. Hay más papeleo que necesita ser firmado y Sully no
debería oír las noticias de esos dos bufones de allí. Es mejor si vienen de mí. —
Rápidamente cerró su maletín, dejando la pila de papeles anotados detrás de la encimera
de la cocina, luego fue por el pasillo de nuevo, la cola del abrigo ensanchándose detrás
de él, revelando un traje gris oscuro debajo.
—Espere, ¿señor Linneman? ¿Lo siento? ¿Quién es Sully?
Linneman hizo una pausa, echándome un breve vistazo sobre su hombro. Una de
sus onduladas cejas gris acero se torció ligeramente.
—¿No lo sabes? —Suspiró—. No, bueno, Ronan probablemente no te lo mencionó,
supongo. No lo hubiera sacado a colación ni si su vida dependiera de ello. —Sonrió, tal
vez un poco irónicamente—. Sully es el benefactor del testamento de Ronan, Ophelia.
Sully Fletcher. Es el hermano de Ronan.


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Mensaje por jpartenopaeo Mar 18 Jul - 16:09

Hola guaperrimas, el dia de hoy el personajes es Ofelia.

Recuerden el valor de la imagen es de 5 puntos e ira bajando su valor conforme entreguen su comentario e imagen. comentario del capítulo y su imagen sino no se tomará en cuenta.

Besos y feliz dia!
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Mensaje por yiniva Mar 18 Jul - 17:24

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OPHELIA

que fuerte no me esperaba que Ronan se suicidaría Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 728240221 y lo tenía todo planeado, pero como se le ocurre, después de leer como se había divertido con sus hijos la noche anterior  y de repente sópatelas está colgado, pobre Ophelia que susto se a de haber llevado y los niños como les darán la noticia, y ahora a esperar al hermano a ver que tal es.


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Receiv15Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Firma_11Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Nah10
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por micafp_2530 Mar 18 Jul - 23:32

Hola !! Smile
Aquí estoy de nuevo...

Santo jodido infierno de los payasos !!
No me esperaba eso Sad
Hasta solté algunas lagrimitas.
Y es que, después de el día que paso con los niños y todo, sale con esto, no no !!
Para ser sincera aún tengo alguna esperanza, aunque muy chiquititititita de que esté vivo. Y, es que, pobre los niños Sad
Pero ni modo, algo tenía que pasar.

Gracias por el capi de hoy, esto está muy interesante :3
Y ahora, mi Ophelia...
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Emma-Stone-la-nueva-novia-de-SpidemanLectura #2 Julio 2017 - Página 2 00-5-things-emma-stone


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 RTWF5AN
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Divider_8-line-large
'Sra. Maddox!
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 Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 257g3d5 Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Club_d10Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 2YgNA2iLectura #2 Julio 2017 - Página 2 AkP0d3C
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Mensaje por Veritoj.vacio Mar 18 Jul - 23:44

QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!

Me quedé asi  Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 3222901024

Era medio idiota y todo  pero ya de buenas a primeras se suicida, y mas importante porque?


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Frima-10Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 J2nFQltLectura #2 Julio 2017 - Página 2 QDlmKeFLectura #2 Julio 2017 - Página 2 Firrma10]Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 BCXflUf
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Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Empty Re: Lectura #2 Julio 2017

Mensaje por Isa Miér 19 Jul - 0:15

Primero que nada aqui Ophelia:
Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 20875726
Ahora solo puedo decir que no se porque Ronan se suicido si tenia sus hijos por los cuales vivir, estoy en depresion profunda Mala suerte


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 E51FlOaLectura #2 Julio 2017 - Página 2 2rzuro3
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Mensaje por Macs Miér 19 Jul - 1:35

Martes 18, 6 y 7

Es impactante que se suicidara entiendo por todo lo que paso pero deberia de haber pensando un poco mas las cosas Ronan no tendria que haber terminado asi


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Mensaje por Macs Miér 19 Jul - 1:37

Mi imagen del dia de ophelia
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Mensaje por mariateresa Miér 19 Jul - 13:30

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Me estan w*****  no puedo creer que se suicido!!!! Mas encima planeo todo lo dejo arreglado para que ella se hiciera cargo de los niños...
Cuando en la sinopsi dijo que el estaba roto y que todo lo que tocaba lo rompia nunca me imagine este giro en la historia.
Y ahora aparece su hermano??? Por casualidad son gemelos....intercambiaron identidad algo a si o el va hacer el prota???
Todo muy inesperado.
Gracias chicas
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Mensaje por wordsofthisgirl Miér 19 Jul - 16:08

Ok, acabó de ponerme al día y estoy como __? Que rayos? Esta  historia dio un graaaan giro.


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Mensaje por Atómic_Mellark Miér 19 Jul - 17:28

No me esperaba lo que paso y creanme que soy muy rápida para deducir las tramas y finales 

Qué le pasa a ese hombre ok su vida es dificil o lo fue, el trauma de una guerra siempre lo es pero COMO PUDO HACER ESO!!

Estaba atrás lo confieso, y ahora que quede alfia esto de WTF!!! Me muero, estaba todo fríamente calculado?


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Mensaje por Lizzy Miér 19 Jul - 17:59




Fantasmas

Sully maldito Fletcher.
Si Ronan tenía un hermano aquí en la isla, ¿por qué demonios le
había pedido a su abogado que me convirtiera en la tutora legal de sus
hijos? No tenía sentido. Ninguno en absoluto. Y, sin embargo, pude ver su
firma refrendando todos los documentos que Linneman había dejado, gritándome como
una voz de ultratumba. ¡Hazte cargo! ¡Hazte cargo! Dondequiera que estuviera en este
momento, Ronan probablemente estaba soltando la mayor carcajada por todo esto.
Apenas lo conocía en absoluto, pero podía imaginarme eso muy bien.
—Los tipos del forense no pueden venir hasta mañana —dijo el oficial Hinchliffe.
No lo había oído salir del estudio y mi corazón se atascó tanto como pudo llegar en mi
esófago como resultado de mi sorpresa—. Vamos a tener que dejarlo aquí.
—No lo va a dejar aquí. No puede.
—Lo sé. Solo bromeaba, señorita. Ya le pusimos en el auto.
Parpadeé en dirección a él.
—¿Cómo? No le vi sacarlo —No fue porque estuviera desesperada por echar otra
mirada a Ronan, tieso, frío y azul, pero parecía imposible que lo hubieran sacado sin que
lo notara.
—Lo saqué por la ventana —dijo Hinchliffe—. Parecía la mejor apuesta. No
querría que Connor o Amie lo vieran, ¿verdad? —Me lanzó una mirada, como si yo
fuera la desconsiderada. Tirar a un hombre muerto por una ventana me parecía mucho
más insensible, pero no iba a discutir.
—¿Dónde vive Sully Fletcher? —exclamé.
Caruthers apareció por la puerta principal, tosiendo en el hueco de su codo.
—Por el camino de Kinkeel. Es un auténtico ermitaño. Un poco imbécil.
—Debería ir a verlo con Connor y Amie. Debería ver a sus sobrinos. Tal vez
debería ser él quien hable con los niños sobre Ronan.
Caruthers y Hinchliffe comenzaron a negar con ahínco.
S
—No es una buena idea, señorita Lang. Sully no estará complacido de verlos. De
hecho, probablemente estará jactándose como loco cuando se entere de lo que Ronan ha
hecho. —Caruthers sacó su libreta y comenzó a garabatear—. Él y Ronan no se han
hablado en años. Puedes apostar tu último dólar a que preferiría arrancarse sus propios
ojos que echarle una mirada a esos niños.
Una cosa tan brutal para decir. ¿Cómo podía este Sully odiar tanto a unos niños de
cinco y siete años? Por como sonaba, nunca los había conocido. Tuve la sensación de
que Caruthers estaba pintando la situación un poco más oscura de lo necesario. Arrancó
un pedazo de papel de su libreta y me lo dio.
—Ese es el número de Sully. Es el mejor carpintero de la isla. El único carpintero,
en realidad. Todo el mundo sabe su número. De todas formas. Llame antes de ir por allí,
señorita. No es muy amable en el mejor de los casos. Si cree que está conectada con
Ronan de alguna manera, probablemente le disparará.
—¿Tiene una pistola?
—Probablemente. ¿Quién sabe? Salgamos de aquí —dijo Caruthers, dándole
patadas a Hinchliffe con el pie cubierto con punta de acero. Y para mí—: Dejamos la
carta, después de todo. Al fin y al cabo, nadie va a cuestionar esto al verlo, según parece.
Sin embargo, la leímos para asegurarnos de que no había nada incriminatorio en el
interior.
No parecía inteligente preguntar si realmente habían encontrado algo. Solo quería
que se fueran. Cuanto más tiempo estuvieran aquí, parloteando, menos tiempo tendría
para prepararme para tratar con Connor y Amie. Ahora, los dos parecían haber tenido
suficiente de meterse con las cosas de Ronan, de todos modos.
—Ya nos vamos, señorita Lang. Si necesita algo, solo llámenos a la estación, ¿de
acuerdo? —Hinchliffe inclinó el sombrero hacia mí de una manera muy anticuada; ¿me
estaba coqueteando? Oh, Señor. Eso era todo lo que necesitaba.
—Me aseguraré de hacerlo.
Hinchliffe sonrió de oreja a oreja.
—Grandioso.
****
—¿Pero a dónde se fue?
A pesar de toda la conmoción y el ruido de abajo, Connor todavía estaba dormido
cuando me metí en su habitación. Amie estaba sentada en el suelo, con las piernas
cruzadas, el camisón de dormir a su alrededor mientras masticaba obstinadamente su
desayuno. La mayoría de los panqueques se habían acabado y se veía un poco verde.
Connor no estaba muy contento de que Ronan estuviera “fuera”. No sabía qué más
decirle.
—Quería que me mostrara la isla hoy. Dijo que me gustaría estar aquí, pero lo
odio. Lo odio. Quiero irme a casa. —Su rostro en forma de corazón se estaba poniendo
púrpura de frustración. Casi al borde de las lágrimas, estaba luchando para no dejarlas
caer. Me encontraba en el mismo barco. Antes había estado aturdida. Conmocionada.
Ahora, esa impresión se estaba apagando y estaba a punto de desmoronarme. Ronan se
había suicidado y me había dejado para recoger las piezas. Cuán estúpida fui anoche,
acostada en la cama, reflexionando sobre la posibilidad de que pudiera permitirme
considerar acercarme a él. Si las probabilidades eran correctas, en ese mismo momento
del tiempo estaba atándose la cuerda, amarrándola sobre el ventilador de techo en la
oficina, de pie sobre su escritorio, echando un vistazo alrededor, tomando sus últimas
respiraciones. Sus hijos estaban durmiendo. Simplemente los dejó.
—Va a estar bien, Connor —le dije al niño, poniendo una mano en su hombro—.
Puedo enseñarte la isla. Tendremos un día divertido. Tú, Amie y yo. ¿Qué dices? —
Quería salir de la casa de todos modos. Necesitaba hacerlo. Todavía no podía quitarme la
imagen de Ronan colgando del techo. Era una tortura, quedar atrapada dentro del
mismo edificio donde cometió un acto tan desesperado. ¿Por qué diablos lo había hecho,
de todos modos? La nota que dejó en la puerta no dejaba ninguna pista. La carta dirigida
a mí en su oficina probablemente lo hacía, pero estaba demasiado asustada para ir hasta
allí y tomarla.
Connor se apartó de mi contacto.
—No te conozco. No me gustas. No quiero ir a ninguna parte hasta que papá
vuelva.
—No me siento muy bien. —Amie había estado callada durante todo este
intercambio. Ahora estaba de pie, sosteniendo su vientre, luciendo muy mareada. El
plato a sus pies, el que había llenado mucho en mi pánico para sacarla del camino, estaba
vacío—. Voy a vomitar —susurró.
—De acuerdo, cariño. Está bien, ven conmigo. Vamos. —Maldita sea. Ya había
hecho enojar a Connor y enfermar a Amie y todavía estábamos técnicamente en el día
uno de mí cuidando de ellos. Un gran trabajo, Ophelia. Todo un éxito. En serio. Me
apresuré a ir al baño con Amie, apenas llegué allí antes de que vomitara por todo el
suelo de baldosas. Empezó a llorar, temblando, su pequeño cuerpo sacudiéndose al
vomitar, echando una enorme cantidad de comida. Su vientre debía haberse estirado
mucho más allá de su capacidad. ¡Qué papel tan terrible de madre había hecho! La
levanté y la sujeté contra mí mientras lentamente empezaba a calmarse, el temblor
disminuyendo hasta que estaba simplemente acostada en mis brazos, mirándome, con
mechones de su cabello oscuro pegados a su frente. Sus ojos eran claros, el más ligero de
los azules, tan diferente a los de Ronan.
—Me siento mucho mejor ahora —susurró—. Lamento haber hecho un lío.
—Está bien, cariño. Es mi culpa. No debería haberte dado tanto para comer, ¿no?
Qué dices, vas con tu hermano a su habitación de nuevo mientras limpio y luego tal vez
podamos ver una película o algo así, ¿eh? —Amie, la dulce pequeña Amie, asintió,
sonriendo. Ya sabía que nunca iba a obtener la misma fácil docilidad de parte de su
hermano. No tenía sentido intentarlo.
Mientras limpiaba el baño, finalmente me permití llorar. Esto era demasiado para
mí. En el otro lado del país, en una pequeña isla donde no conocía un alma, y mi jefe
acababa de arrojarme al fondo del pozo de la manera más profunda e irreversible. Tan
increíble por parte de él. Tan desagradable. Tan jodidamente cruel. ¿Realmente esperaba
que me quedara en The Causeway con sus dos hijos pequeños a cuestas, enseñándoles y
jugando con ellos y fingiendo que no había pasado nada? ¿Cuán delirante podría ser una
persona?
La carta escaleras abajo. Esto arrojaría más luz sobre el asunto. Sin embargo, no
podía enfrentarla. No podía. En lugar de eso, me sequé los ojos, terminé de limpiar el
vómito del suelo y fui a buscar a los niños.
—No me importa lo que quieras ahora, Connor. Puedo no gustarte todo lo que
quieras, pero tu papá me dejó a cargo y eso significa que tienes que hacer lo que digo,
¿de acuerdo? Y nos vamos a vestir y salir de la casa. Todo el día. Vamos a encontrar un
lugar para almorzar y vamos a explorar la playa.
—¡Hurra! ¡La playa! —Amie empezó a bailar en su camisola y ropa interior,
girando en un círculo con las manos en el aire—. ¡Amo la playa!
—Hace mucho frío. —Connor cruzó los brazos sobre su pecho, la barbilla
inclinada hacia abajo, los ojos entrecerrados. Parecía que podría haber interpretado a
Damien en la película de terror de los ochenta de manera bastante convincente—. No.
Quiero. Ir.
—Bien. Siento oír eso, amigo, pero no tienes elección. Ahora ponte los zapatos.
***
Las llaves del auto de Ronan estaban en el encendido del todoterreno en el garaje.
Había una nota naranja adhesiva en el centro del volante que decía, USA LOS
ASIENTOS DE NIÑO DEL AUTOMÓVIL. Por supuesto que voy a usar los malditos
asientos de niño del automóvil. Útil, Ronan. Real y jodidamente servicial. ¿Sabes lo que
hubiera sido realmente útil? Que no te hubieras matado, eso hubiera sido útil.
Arrugué el post-it y lo arrojé rápidamente a la guantera.
Connor puso la expresión más dramática e infeliz cuando le abrí la puerta del
asiento trasero.
—¿Tengo que sentarme en la parte de atrás? Papá normalmente me deja sentarme
delante con él.
—Lo siento, chico. Hay un elevador de asiento allí para ti. Amie, mira el asiento
de niño del auto. ¿No es genial? —Era rojo con dinosaurios verdes por todas partes.
Amie palmeó cuando lo vio; Connor parecía que quería incendiar el auto entero. El
disgusto irradiaba en grados abrasadores.
—Esto es una mierda —murmuró entre dientes. Sus ojos parpadearon hacia mí,
sus hombros se endurecieron mientras esperaba mi reacción. No le di ninguna, lo cual,
por lo que parece, lo volvía loco.
Había tratado con suficientes niños como él en la escuela, actuando para llamar la
atención. Si no les dabas nada, generalmente aprendían que era inútil y se detenían
después de un tiempo. Sin embargo, la situación de Connor era más complicada. Iba a
hacer más que portarse mal cuando se enterara de lo de Ronan. Todo su mundo iba a
derrumbarse. De nuevo. ¿Cómo diablos estaba yo cualificada para manejar eso?
No sabía a dónde iba a ir cuando bajé por la larga calzada y salí a la carretera, pero
traté de parecer segura, aunque solo fuera por el bien de los niños.
La mañana pasó. Condujimos alrededor de la isla entera por lo menos dos veces
antes de realmente ver algo; colinas ondulantes, tan verdes y exuberantes que parecían
casi falsas; escarpados, rocosos acantilados que se hundían salvajemente en aguas blancas
y el mar furioso; minúsculas casas encaladas con pelados marcos de ventanas verdes y
perros desaliñados atados a postes en el frente; tantos barcos de pesca decrépitos que se
mecían de un lado a otro a lo largo de la costa, líneas deshilachadas cubiertas de cristales
de sal que amenazaban con romperse bajo la tensión de los barcos tratando de alejarse.
Se sentía como otra época, en otro mundo completamente.
Alrededor del almuerzo, la tormenta finalmente llegó. Las espesas nubes que
estaban al acecho sobre el océano finalmente sonaron y el trueno y el relámpago
crujieron por encima. Los niños no tenían miedo. Estacioné el auto a un lado de la
serpenteante y estrecha carretera que dirigía a la casa y los tres nos sentamos y
observamos comenzar la batalla en los cielos. Contamos los segundos entre los
relámpagos y el trueno...
Uno… dos… tres...
No pasamos de tres; la furia estaba justo encima de nosotros. Se sentía seguro en el
auto, aunque probablemente no lo era. Por un segundo, tan breve, insoportablemente
pequeño fragmento de tiempo, no pensé en Ronan balanceándose desde el ventilador de
techo. No pensé en los servicios sociales viniendo por la mañana para llevarse a los
niños. Me senté con ellos en el auto y chillamos y aullamos cada vez que el suelo se
sacudía debajo de nosotros y el cielo ondulaba con luz y todo lo demás era solo ruido.
***
Negociar la hora de acostarse con Connor era como negociar la paz en el Medio
Oriente. Era bastante después de las nueve cuando finalmente accedió a meterse en la 
cama y eso fue solo porque cabeceaba y apenas podía mantener los ojos abiertos por más
tiempo. Jurassic Park había acabado a las siete y Amie había estado tan emocionada en
los primeros veinte minutos que se había agotado y se había quedado dormida de
inmediato. La había cargado y la había puesto en su diminuta cama en la habitación
contigua a la mía y ni siquiera se había movido. Connor había llegado a los últimos
quince minutos de la película antes de levantarse del sofá y tambalearse somnoliento en
dirección a su habitación, en silencio, sin querer admitir la derrota.
Quince minutos más tarde, estaba al teléfono con mamá, llorando. Se necesitaron
tres sólidos intentos para explicar lo que había pasado antes de que ella entendiera lo
que estaba diciendo.
—¿No hablas en serio? —siseó en el teléfono—. ¿George? ¿George? ¿Dónde estás?
¡El jefe de Ophelia se suicidó!
Papá tomó la otra extensión.
—¿Qué dijiste?
Dejé que mamá le dijera; no tenía la energía para contarlo de nuevo. Ahora que los
niños estaban durmiendo, finalmente no tenía que mantenerme calmada. Fue un alivio,
pero también fue aterrador. Me sentí fuera de control, como si estuviera apenas
reteniendo mi agarre sobre la realidad.
—Tienes que volver a casa, cariño. Sabía que había algo raro en todo esto. Juro por
Dios, hacer una cosa tan horrible. ¡Qué bastardo desconsiderado! Esos pobres
pequeñuelos. —Mamá estaba indignada por todos los involucrados, incluyéndome a mí,
pero los niños soportaron el peso de su simpatía. Tener a mi madre sintiendo lástima por
ti no era necesariamente una buena cosa en una situación como esta. Tendía a volverla
histérica—. Quiero decir, ¡en serio! ¡En serio! —Su voz era cada vez más alta—.
Simplemente no puedo creerlo. ¿Cómo podría alguien ser tan egoísta? Si quieres
suicidarte, espera hasta que tus hijos hayan terminado la universidad. ¡No simplemente
lo hagas! No lo puedo creer. Qué idiota. ¡Un completo imbécil!
—Cálmate, Jen. Cálmate. No conocemos la historia completa —dijo papá, siempre
el pacificador—. Tu madre tiene razón, querida. Vuelve a casa tan pronto como hayas
entregado a los niños mañana. Ese no es un ambiente saludable en el que puedas estar
en este momento.
No les conté sobre el señor Linneman y sus papeles. Si supieran que Ronan me
había dejado a sus hijos en el testamento, se volverían locos, y no podía lidiar con la voz
de mamá levantándose otro decibelio ahora mismo.
—Lo sé. Voy a hacerlo. Voy a reservar un vuelo en cuanto cuelgue el teléfono.
El restaurante iba a ser cerrado. No iba a recibir el dinero que Ronan me prometió
si no me quedaba los seis meses, no había dos maneras de verlo. Pero quizás, si tenía 
mucha suerte, otro trabajo surgiría en cuanto aterrizara en California. Podría haber
tiempo suficiente para acumular un poco de capital y salvar a la empresa de hundirse si
empezaba a servir mesas en un segundo trabajo también.
—Miren, chicos, lo siento mucho. Estoy exhausta. Voy a tener que ir a dormir. Les
llamaré tan pronto como sepa a qué hora regresaré, ¿de acuerdo?
Mis padres me desearon buenas noches y mamá me dijo que me cuidara unas
quince veces. Me dirigí a la cama, tratando de no mirar en la dirección del estudio de
Ronan, cuando sentí una familiar irritación de duda recorrerme. ¿Por qué lo hizo? ¿Por
qué? Nunca iba a saber si no leía esa maldita carta. Quería ir a casa, sí, pero, ¿cuán
frustrante sería nunca entender realmente lo que había sucedido y por qué? Si no
entraba en la oficina de Ronan y tomaba esa carta, iba a estar en la oscuridad para
siempre. Y me lo debía, maldita sea. Me debía una explicación. Lo que hizo no fue justo
para mí, y realmente no era justo para sus hijos.
Me detuve en las escaleras, el miedo ya metido en la piel. Iba a hacerlo. Tener
miedo era estúpido. Tonto y estúpido se habían llevado el cuerpo de Ronan hace horas.
No había nada allí, pero la parte irracionalmente supersticiosa de mí estaba convencida
de que el espíritu de Ronan seguía acechando allí, metiéndose entre los libros y todos
sus papeles, esperando a que alguien viniera a visitarlo.
Estúpido. Realmente estúpido.
Bajé las escaleras, crucé el pasillo y fui directo a la oficina, conteniendo la
respiración. No pasó nada. La habitación estaba vacía. El sillón que Ronan debió de
haber usado para subir a su escritorio había sido escondido perfectamente. Todas las
hojas de papel de su escritorio estaban rectas, aparte de un pequeño sobre blanco… el
que había entrado aquí para encontrar. Se asentaba encima de un grueso libro
encuadernado en cuero que parecía haber sido llevado por alguien durante años, todo
cubierto de marcas de rasguño, una marca de aceite marrón profundo por el lomo,
probablemente por largos períodos de manipulación. Encima del sobre y el libro, algo
brillaba y brillaba en la oscuridad: oro y morado. Una medalla. Un corazón púrpura.
—Mierda —susurré para mí.
La habitación, a pesar del hecho de que estaba llena de muebles nuevos y todavía
tenía ese olor universal de Ikea de librerías de paquetes planos y tejido fresco, ya estaba
llena de una sensación de vacío que me enfrió por dentro.
Ronan había reclamado la habitación para siempre ahora. Sin importar qué, el
espacio llevaría siempre la historia de sus acciones dentro de las cuatro paredes. Recogí
la medalla primero, girándola en mi mano. Parecía prístina, por estrenar, como si nunca
hubiera sido manipulada antes. George Washington me miraba con desdén desde el
marco de metal, severo y frío. La dejé caer sobre el escritorio, agarré la carta y luego salí
de la habitación corriendo, mi corazón palpitando fuera de mi pecho.
Me sentía mucho más segura sentada en la encimera de la cocina para leer la nota.
Mi nombre estaba garabateado en el sobre como si Ronan hubiese tenido una terrible
prisa cuando lo había escrito.
Dentro, la carta:
Ophelia
Nos conocimos por primera vez hoy. No quedaste impresionada conmigo en la
entrevista, me di cuenta, pero me impresionaste. No estabas nerviosa. Fuiste respetuosa
y educada, incluso cuando fui grosero. Fuiste firme. Tranquila. Fuiste exactamente lo
que necesito que seas ahora, en este momento, cuando estás leyendo esta carta.
Probablemente piensas que soy un monstruo, y supongo que lo soy de muchas
maneras. No he tomado esta decisión a la ligera. Tienes que saber que he luchado
interminablemente con mi decisión de quitarme la vida. No porque quiera vivir, sino
por el efecto que tendrá en los niños. No me he cuestionado. Desde que Magda murió,
he querido seguirla. Mi familia era bastante religiosa cuando crecí, católica romana, pero
no he creído en eso desde hace mucho tiempo. No creo que el cáncer de Magda fuera
una prueba que le fue dada por un poder superior. Creo que más probablemente fue una
mano de mierda que se le repartió en un juego de póquer que ni siquiera se dio cuenta
que estaba jugando. Pero si existe la posibilidad de que haya vida después de la muerte,
algo más a donde vamos cuando dejamos este plano de existencia, entonces tengo que
esperar que me uniré a ella pronto.
No espero que entiendas cómo puedo arriesgar la felicidad de mis hijos por la
pequeña posibilidad de que pueda volver a ver a mi esposa. Pero ya ves, si vivía, mis
hijos no serían felices. Se molestarían. Me odiarían. A medida que pasan los días, las
semanas y los meses, he captado un rayo del hombre que voy a ser si continúo viviendo
y respirando, y no es un buen hombre. Antes de Magda, estaba perdido. Era débil.
Estaba roto. Ahora estoy peor sin ella.
Así que comprende que es mejor de esta manera. He acumulado una fortuna en los
últimos años. Suficiente dinero para asegurarme de que Connor y Amie reciban la mejor
educación que el dinero pueda comprar. Nunca tendrán que preocuparse de hacer sus
pagos de la hipoteca. Nunca tendrán que esforzarse para llegar a fin de mes. Su futuro
está ante ellos, mucho mejor y más brillante por el hecho de que no estaré con ellos.
Y tú... aquí es donde entras. Siento haberte mentido. Eres una mujer fuerte,
inteligente, ardiente, y en otra vida estoy seguro que habríamos sido grandes aliados.
Eres como Magda de tantas maneras que sentarme frente a ti en esa entrevista me hizo
sentir muy incómodo.
Te pido que por favor que realices el trabajo para el que te contraté. He abierto
una cuenta bancaria en la isla y he dejado suficiente dinero para que estés más que bien
desde ahora hasta el verano. Cuida a mis hijos. Enséñales. Aliméntalos. Confórtalos. Si 
estás demasiado enojada para hacer esto por mí, entonces hazlo por mi esposa. Connor y
Amie eran su sol y luna. Era una mujer dulce, amable y maravillosa, y no importa
cuánto la estoy defraudando ahora mismo, he estado decidido a asegurarme de que
alguien tan maravilloso como ella proteja a los niños hasta que su tío acepte hacerse
cargo.
En caso de que todavía no lo sepas, tengo un hermano, Sully. Sully y yo no hemos
hablado en siete años, pero la verdad del asunto es que sigue siendo mi mejor amigo. Se
hará cargo de los niños con el tiempo, Ophelia. Puede que solo necesites empujar en la
dirección correcta. Tengo toda la confianza en tu capacidad para hacerle entrar en
razón.
En mi escritorio, encontrarás un diario de cuero junto con esta carta. Léelo.
Explicará mucho.
Ronan.
P.D. Cuando esté listo, dale a Sully la medalla.
Estupendo. Así que Ronan no solo quería que asumiera el papel de madre, padre y,
a veces, maestra para sus hijos, ¿quería que convenciera a su distanciado hermano de
aceptar el papel después de mí? Ronan y yo apenas pasamos tiempo juntos en absoluto.
Cómo había descubierto que era capaz de llevar a cabo esta monumental tarea en tan
corto período de tiempo, era un misterio. Maldición. Hablando de una batalla cuesta
arriba. Debió haber sabido que sería demasiado pedirle a una persona. Debió haber
sabido.
Era tarde. Debería haber estado exhausta por levantarme tan temprano y los
acontecimientos que ocurrieron poco después, pero, en cambio, mi cerebro estaba
encendido. Demasiada adrenalina bombeando por mi cuerpo, encendiendo mis sinapsis,
haciendo que mis músculos saltaran y se contrajeran por su propia voluntad. Iba a leer
ese maldito diario. Iba a leerlo de cabo a rabo y si no había algo monumentalmente
terrible en el interior, entonces iba a maldecir el nombre de Ronan Fletcher por lo que
había hecho.
Al levantarme, me apresuré a volver a su estudio, moviéndome tan rápido como
pude —no quería pasar un segundo más de lo necesario en aquella terrible habitación—,
pero mis ojos nunca llegaron al diario. En el segundo que pasé por la puerta, levanté la
vista y lo vi. Lo vi allí de pie, al otro lado de la ventana. Nuestros ojos se encontraron y
vi el impacto en su rostro. Solo hace unas horas estuve afuera, con los pies cubiertos de
barro, el corazón golpeando mi pecho, observándolo balancearse hacia adelante y hacia
atrás. Ahora nuestros papeles estaban invertidos, él pálido, blanco como una sábana, el
cabello cayendo en sus ojos, mirándome a través del cristal, y yo balanceándome en el
estudio, apenas logrando evitar que mis piernas cedieran.
No podía ser. Simplemente no podía ser posible. Ronan estaba muerto. Lo había
visto con mis dos ojos. Los policías se habían asegurado. ¿Cómo diablos podía estar
observándome desde fuera si se habían llevado su cuerpo sin vida a otro lugar de la isla?
La respuesta era obvia y, sin embargo, imposible al mismo tiempo: estaba mirando a un
fantasma. El espíritu de Ronan realmente se había quedado y ahora observaba con ojos
duros y acerados y un firme apretón en su mandíbula que me decía que no estaba
contento con cómo estaba lidiando con esta situación.
Giré la cabeza. No podía respirar. Un pesado peso presionado sobre mi pecho,
constriñendo mi caja torácica, impidiéndome expandir mis pulmones correctamente. Mi
madre siempre había dicho que los fantasmas eran reales. Lo había estado diciendo
desde que era una niña. Nunca la había creído. Nunca ni una vez consideré que podría
no ser completamente descabellado. Hasta ahora. La habitación parecía estar
inclinándose a un lado, tambaleándose. Estaba a punto de desmayarme.
—¿Ronan?
El rostro al otro lado de la ventana —el rostro de Ronan—, frunció el ceño. Mi
respiración se atoró aún más, saliendo con unos jadeos cortos e ineficaces que no eran
bienvenidos en mi cuerpo, como si mis pulmones se hubieran endurecido, negándose a
acomodar el oxígeno que intentaba forzar en mi cuerpo. Retrocedí un paso, mi cuerpo
reaccionó muy lentamente. El mensaje que mi cerebro estaba enviando a mis piernas
era: “¡Corran! ¡Corran como el puto viento!”. Pero no cooperaban. En vez de eso, me
alejé de la ventana, con las manos tiesas a los lados, el corazón latiendo como un tambor
en mis oídos, en mis sienes, en todas partes de mi cuerpo.
La figura del otro lado de la ventana actuaba como si fuera mi reflejo en un espejo,
alejándose de la ventana, desapareciendo más allá en la oscuridad. No podía quitar mis
ojos de él. Si lo hiciera, era probable que se materializara en el aire justo detrás de mí y
me matara de alguna manera.
Eso es lo que hacían los fantasmas, ¿no? ¿Querían causar daño? Seguro como el
infierno no se aparecían para tomar una taza de té y una charla, por lo que sabía. Mi
obsesión por el programa de televisión Supernatural se encendió entonces, y empecé
frenéticamente a tratar de recordar dónde podría estar el atizador de hierro más cercano
o un trozo de varilla corrugada. No era ese tipo de casa, sin embargo. Alguna vez pudo
haber sido, pero ahora todo era renovado y nuevo. La enorme chimenea en la sala de
estar era de gas, y con dos niños pequeños alrededor, era poco probable que alguien
hubiera dejado materiales de construcción por ahí.
Mientras mi cerebro pensaba en estos ridículos pensamientos, Ronan estaba
desapareciendo, desapareciendo poco a poco, las sombras comiéndolo, tragándolo, hasta
que finalmente se había ido.
El hechizo estaba roto.
Salí del estudio como una bala.
Mis pies golpearon las escaleras; parecía como si hubiera hecho suficiente
escándalo para despertar a los niños y a la mitad de la isla, pero cuando corrí por el
pasillo y entré corriendo en mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí, no oí a otra
alma moviéndose en la casa. Todo lo que pude oír fue mi propia respiración laboriosa y
el sonido del trueno retumbando en la distancia.
—Jesús. —Apoyé mi espalda contra la puerta, tragando fuerte. Tranquilízate,
Lang. Cristo, ¿qué diablos te pasa? No pudo haber sido él. No fue así.
Me llevó mucho tiempo convencerme de esto. Caminé por mi habitación durante
quince minutos, sacudiendo la cabeza, la mente corriendo. Había sido un día largo. Un
día horrible y desgarrador. No había manera de que Ronan se hubiera suicidado, solo
para volver como fantasma. Ninguna manera en el infierno. La mente era una cosa
poderosa y, después del día que había tenido, era comprensible que estuviera demasiado
sensible. Imaginando cosas, viendo cosas que no estaban allí.
Todavía estaba demasiado asustada para ducharme. Me cambié y subí a la cama
con mi ordenador portátil, saltando cada vez que la casa crujía o las ramas de los árboles
fuera de la ventana se sacudían, proyectando largas sombras en las paredes dentro de mi
habitación. Vuelos. Necesitaba reservar mi vuelo a casa. Cuanto antes volviera a
California y me alejara de este lugar abandonado por Dios, mejor.
Abrí mi navegador web y tuve que detenerme antes de reservar el vuelo más
temprano disponible. Sería realmente una mierda de mi parte irme antes de que el
trabajador social viniera y recogiera a Amie y Connor. Ni siquiera tenía dónde dejarlos.
Esperar hasta que todo estuviera arreglado con ellos era lo correcto, incluso si la
posibilidad de posponer mi vuelo de la isla durante unas cuantas horas más fuera
suficiente para producirme urticaria.
Siete y media de la noche. El vuelo que reservé del condado de Knox era lo
suficientemente tarde como para tener tiempo suficiente para ver a los niños
acomodados, llevar mi culo al continente y viajar de regreso a la ciudad. Incluso podría
tener tiempo suficiente para tomar una copa de vino o dos en el bar del aeropuerto;
nunca había necesitado más una bebida en mi vida que ahora. Ni siquiera cuando
encontré a Will en la cama con mi mejor amiga.
Me gustaría decir que me quedé dormida de inmediato, tranquilizada porque iba a
estar en un avión en menos de veinticuatro horas, volando de regreso a casa a mi vida
relativamente normal en California, lejos de la costa azotada por el viento de Causeway
Island y la cosa loca y terrible que había ocurrido aquí. Pero no lo hice. Me quedé en la
cama con las sábanas recogidas por debajo de mi barbilla y me quedé mirando el techo,
mordiéndome el labio, asustada y sintiéndome como un ser humano de mierda.


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Mensaje por Lizzy Miér 19 Jul - 18:10

9


Circunstancias Inaceptables 

—Feelya. Feelya, despierta. Hay un hombre afuera. —Una mano
diminuta tocaba y empujaba mi rostro, acariciándome las
mejillas y la frente. Desperté lentamente, tratando de
comprender lo que me rodeaba. Tardé un segundo en procesar todo: los recuerdos de
ayer y todo lo que ocurrió. Amie estaba de pie junto a mi cama, su cabello castaño
enmarañado. Tenía líneas en la mejilla de su almohada, pero aparte de eso, parecía que
podría haber estado despierta durante horas. Sus ojos azul pálido estaban brillantes y
alertas, arrugados en las esquinas, y su boca estaba curvada con una sonrisa pícara—.
Estabas roncando. Muy fuerte —informó en un susurro.
—¿Dijiste que había un hombre afuera? —Froté una mano sobre mi rostro,
tratando de apartar la niebla de mi cerebro.
Amie asintió.
—Es muy delgado. Parece que tiene mucha hambre, probablemente.
¿Un hombre muy delgado afuera? Solo podía ser Linneman. Supuse que tenía una
especie de aspecto hambriento a su alrededor.
—¿Lo dejaste entrar? —pregunté.
—No. Papi dijo que no lo hiciera.
—¿Papi?
Amie asintió de nuevo.
—Sí. Siempre dice que no le abra la puerta a nadie.
—Ah, bien. Sí, eso es muy inteligente. Tiene razón. No deberías. —Aparté las
mantas, ahora podía oír el golpe cortés, pero insistente, en la puerta de abajo. El reloj de
la mesita marcaba las ocho cuarenta y cinco. Jesús, ¿cómo había dormido tanto tiempo?
Los niños se levantaban tan temprano; debería haberme levantado y preparado su
desayuno hace dos horas. Era típico que no pudiera dormir en toda la noche y luego caer
en la inconsciencia cerca del amanecer, justo a tiempo para llegar tarde a todo.
En la planta baja, Linneman estaba de pie frente a la puerta principal, con
pequeños mechones de cabello gris soplando sobre su rostro mientras el viento aullaba a
—F
través del enorme césped delantero. Me sonrió al otro lado del cristal mientras corría
hacia la puerta y la abría.
—Buenos días, señorita Lang. Estaba empezando a preocuparme que ya se hubiera
ido. ¿Puedo? —Señaló al pasillo—. Hace mucho frío y he estado aquí por un tiempo.
—Oh, Dios, por supuesto. Por supuesto. Lo siento, yo… —Dejé de intentar
formular una excusa por el tiempo que tardé en llegar a la puerta. Mi pijama y mi cabeza
recién salida de la cama eran una explicación suficiente. Linneman se dirigió hacia el
pasillo, balanceando el mismo maltratado maletín de cuero a su lado que había tenido
con él ayer. Su ropa era tan oficial y apropiada como lo había sido ayer también, un traje
gris oscuro esta vez, que parecía ser en realidad una especie de tejido, con un fino hilo
azul y un botón blanco bien sujetado, terminando con una corbata azul que había sido
arreglada tan alta y apretada que parecía que lo estaba estrangulando.
—¿Deberíamos ir a la cocina? —preguntó, lanzando una mirada fría y profesional
sobre su hombro.
—Sí. Por favor. Voy a hacer un poco de café.
—Oh, té, si tienes —dijo en respuesta.
Amie sobre mis talones, tomando la parte de atrás de mi camisa, estaba más cerca
que mi propia sombra.
—Amie, cariño, ¿dónde está Connor? —siseé, esperando que Linneman no oyera.
—Está jugando Gand feft Auto. Dijo que no podía jugar —comentó con pena,
como si fuera la cosa más triste del mundo, y solo había recordado estar triste por ello
ahora. Su labio inferior sobresalía como si estuviera pensando en llorar, pero no
estuviera segura si valía la pena.
Connor era demasiado joven para jugar Grand Theft Auto. Demasiado joven por
una década. Sin embargo, Ronan debió habérselo comprado, y me iba a ir muy pronto,
así que no parecía tener ningún sentido competir allí para confiscar el juego.
—Está bien, cariño. ¿Qué tal si te sientas delante del fuego en la sala de estar y ves
Peppa Pig en su lugar, y te haré el desayuno? ¿Cómo suena eso?
Amie se animó inmediatamente por el desayuno. La niña era un pozo sin fondo.
Me volví hacia Linneman, que se estaba acomodando en el mostrador del desayuno otra
vez; extendiendo el papeleo, bolígrafos, un cheque y un par de gafas con marco grueso,
perfectamente alineados.
—Está bien, señorita Lang. Esperaré aquí hasta que regrese.
Y así lo hizo. Coloqué a Amie delante de la televisión, encendí la chimenea de gas
para bajar el frío del aire y me aseguré que la niña no se acercara demasiado.
Había una puerta de cristal en la chimenea, así como una enorme y robusta rejilla
metálica entre ella y las llamas, que no habría podido mover, aunque quisiera, pero aun
así… le hice prometer que no se moviera ni un centímetro.
De vuelta en la cocina, Linneman observaba fijamente la cafetera con una mirada
confusa en su rostro. Tenía la sensación que nunca había usado una antes.
—Quería venir a discutir los papeles de Ronan con usted una vez más antes de que
Servicios de Protección Infantil vinieran a buscar a los niños —dijo Linneman,
apuñalando un botón de la máquina—. Ahora que ha tenido un poco de tiempo para
considerar sus opciones, esperaba que hubiera cambiado de opinión.
Estaba obligado a preguntar esto. Sin embargo, no parecía verse afectado por mi
decisión. No parecía ser el tipo de hombre que sintiera un apego emocional de ningún
tipo. Era casi sorprendente que tuviera una esposa. Por lo que sabía (y tenía fuertes
sospechas), probablemente se había casado porque era pragmático, lo que se suponía que
debía hacer. Traté brevemente imaginarlo sentir algún amor sórdido, y no pude darle
forma a la idea en absoluto.
—Lo siento, señor Linneman. No he cambiado de opinión. Reservé un vuelo para
el condado de Knox esta noche a las siete y media. —Me sentía horrible admitiendo que
la noche no había provocado ningún cambio milagroso en mí, pero era la verdad. No lo
había hecho. Me había asustado como la mierda y no podía esperar por irme tan lejos de
esta gran casa vacía tan pronto como fuera posible.
—Que así sea. Entonces, tengo los formularios aquí para que los firme. Eso
significa que puede irse y que no ha aceptado la tutela legal de los niños. Voy a
prepararlos ahora. —Linneman se sentó ante la encimera de la cocina mientras hervía
agua para su té. Una oleada creciente de culpa se hinchó dentro de mí un minuto,
retrocediendo para ser reemplazada por una indignación justificada.
Ronan realmente arruinó esto. Sí, era triste que su esposa muriera, pero no debió
haber hecho algo tan terrible y dejar a casi una desconocida en su lugar para recoger las
piezas. Eso era simplemente una mierda.
Coloqué el té de Linneman en la encimera y dejó tres hojas de papel sobre el
mármol, y los dos nos sentamos por un momento y meditamos los artículos frente a
nosotros. Linneman lucía tan vacilante y arrepentido de haber tomado su taza como me
sentía de levantar mi bolígrafo. Sin embargo, ambos hicimos lo que teníamos que hacer.
Escribí mi nombre en los puntos que Linneman había indicado con diminutos y
coloridos incisos, mientras con cautela sorbía el líquido pálido dentro de su taza.
—Interesante —dijo en voz baja, bajando la taza—. Muy… cálido. —Nunca hice
una taza de té; había olvidado claramente una parte del proceso, pero Linneman era
demasiado educado para decirlo—. Si quiere irse de la isla hoy, me aseguraré de llamar a
Jerry Bucksted y ver si planea navegar tan tarde. La tormenta que tuvimos ayer no es 
para nada comparada con la que tendremos alrededor de la hora de la cena. Será mejor
que me vaya, señorita Lang. Fue un placer conocerla, estoy seguro.
¿Otra tormenta? Estupendo. Fantástico. Justo lo que necesitaba. Aunque de
ninguna manera iba a perder ese vuelo. Si tenía que sobornar a Jerry Buckloquesea para
que me llevara de vuelta al continente, me parecía bien. Cuando vi a Linneman en la
puerta, los truenos regresaron, atravesando el horizonte hacia nosotros como unos
caballos marchando. Listas y negras, las nubes no parecían prometedoras en absoluto.
***
—Entonces, ¿es usted la señorita Lang? —La representante de Servicios de
Protección Infantil se presentó a las once, un poco más tarde de lo previsto. Pensé que
llegaría a la casa alrededor de las nueve, pero, al parecer, la travesía desde Port Creef ya
era dura, y el barco tuvo que posponer su salida por noventa minutos hasta que la
tormenta se calmó. La mujer, Sheryl Lourie, de acuerdo con la tarjeta laminada que me
mostró en la puerta, se veía tan verde que esperaba que vomitara en cualquier momento.
Su camisa estaba demasiado apretada, el material se tensaba para estirarse sobre su
considerable pecho, y su falda ceñida lucía demasiado estrecha e incómoda por la
mañana que debió pasar, sentada en un bote mientras el océano se movía y agitaba.
Había pasado la mañana jugando con dinosaurios con Amie y dándole a Connor
algo de espacio para acostarse en el sofá con un libro en sus manos (algo relacionado con
las casas en los árboles). Habían estado preguntando dónde estaba Ronan, y ambos
habían tenido mucha esperanza cuando el timbre de la puerta sonó, inmediatamente
gritando por su papá. Connor parecía que estaba a punto de lanzar su libro a través de
una ventana cuando vio que no era Ronan.
—¿Quién es ella? —dijo entre dientes, ya que todos fueron a sentarse en la sala de
estar—. ¿Dónde está mi padre?
Ante eso, Sheryl se dio la vuelta, apretando el bolso sobre su pecho, los ojos muy
abiertos.
—¿No lo saben?
Negué.
Vi cómo la sangre se drenó de su rostro.
—Ya veo. Bien. ¿Por qué no nos sentamos todos a charlar un poco? —No había
estado esperando entrar en esta situación. Nadie le había dicho que no le habían
explicado la muerte de Ronan a Amie o Connor. Me sentí mal por la pobre mujer. Si lo
hubiera sabido, probablemente habría tenido tiempo de aclimatarse a la idea y encontrar
la mejor manera de manejar el asunto. Ahora tenía que pensar sobre la marcha y eso no
era bueno para ella ni para los niños.
La cobarde en mí no quería quedarse para la siguiente parte. Sería bastante fácil
escabullirme y dejar que Sheryl hiciera las cosas difíciles. Iban a apoyarse en ella mucho
más de lo que harían en mí pronto, de todos modos. Pero no estaba bien y lo sabía. Me
senté entre Connor y Amie, tomando la mano de la niña en la mía.
Traté de tomar la de Connor, pero se alejó de mí, aferrándose a su libro, sus
nudillos y uñas se pusieron blancos.
—De acuerdo, entonces. —Sheryl se colocó el cabello detrás de las orejas y se
dirigió directamente al asunto. Tenía que elogiarla, la mujer no jugaba—. Tu padre ha
estado fuera por un par de días, ¿verdad?
Amie asintió. Connor solo la miró. Tenía una expresión dura, sus mejillas pálidas,
su cabello oscuro cayendo en mechones sobre su frente y ojos. Parpadeando, abrió su
libro y empezó a leer, ignorando a Sheryl.
—Connor, cariño. Baja el libro. Tienes que escuchar lo que la señora Lourie está
diciendo ahora, ¿de acuerdo? —Traté de tomarlo suavemente, pero me lo arrebató,
mirándome.
—Está bien. —Sheryl se movió en su asiento, aclarándose la garganta. Estaba
incómoda, eso estaba claro—. Quizá Connor pueda escuchar mientras lee al mismo
tiempo.
Era una idea terrible, Connor necesitaba prestar atención, procesar la información
que se le estaba explicando, pero no podía contradecirla. Sheryl estaba a cargo.
Debía haber hecho esto antes, ¿verdad? Traté de no reconocer la mirada enojada
de Connor y regresé mi atención a Amie. Estaba sentada en silencio, pateando
ligeramente los talones contra el sofá, mirando entre Sheryl y yo, sus cejas minúsculas
juntas con preocupación. Sabía que sucedía algo, tal como Connor.
—Entonces, ¿recuerdan lo que le sucedió a mami el año pasado? —continuó
Sheryl vacilante. Amie sollozó y apoyó su cabeza en mi brazo.
—Fue al cielo —dijo la niña suavemente—. Fue a estar con Oscar.
Sheryl me miró bruscamente. ¿Oscar? Negué. No tenía ni idea.
—Oscar era nuestro perro —murmuró Connor, con la cabeza todavía baja, con los
ojos en la página delante de él—. Un automóvil lo atropelló.
—Ya veo —dijo Sheryl de nuevo—. Sí. Así que su mami fue a estar con Oscar.
Bueno, ahí es donde papi se fue también. Para estar con mami y Oscar. ¿Saben lo que
eso significa?
Connor se quedó inmóvil. Amie hizo un breve sonido de jadeo, los ojos viajando
de mí a Sheryl otra vez.
—¿No volverá? —susurró ella—. ¿Por qué?
—Porque está muerto —replicó Connor—. Murió. Nos dejó, al igual que ella nos
dejó. ¡Sabía que no volvería!
—Tu papi tuvo un accidente —siguió Sheryl, con las manos juntas en su regazo,
retorciendo su anillo de bodas en su dedo, las uñas pintadas de un extravagante color
naranja tostado—. Y eso significa que no puede volver.
El labio inferior de Amie tembló. Sus ojos se llenaron de lágrimas de confusión, su
pequeño cuerpo sacudiéndose junto al mío. Se presionó contra mí y mi corazón casi se
rompió en dos cuando me miró y un sollozo ahogado salió de su boca.
—No quiero que papi vaya con mami —lloró. Connor todavía no se había movido.
—Es mala suerte, Amie. No tenemos voz en ello. No tenemos voz en nada.
¿Verdad? —Sus ojos parpadearon, fijándose en Sheryl. Parecía aturdida por las palabras
cortas y duras que salían de la boca de Connor. También me sorprendieron. Ningún
niño de siete años debería haber tenido una visión tan dura de la vida.
—Me temo que no —confirmó Sheryl—. A veces, estas cosas les suceden a las
personas y nadie tiene derecho a opinar en el asunto. Sé que es duro. Sé que es triste,
pero...
—No es triste —gruñó Connor—. Él quería ir y estar con ella. Sé que lo hizo. Lo oí
decirlo. Se lo dijo al doctor Fielding. Ya no quería estar con nosotros. Se fue a propósito.
Lo odio. ¡Lo odio!
Saltando del sofá, Connor salió disparado de la habitación, su libro cayó al suelo.
Traté de separarme de Amie para ir tras él, pero Sheryl extendió la mano y la puso en mi
rodilla.
—Mejor le damos un momento, creo —dijo.
Recogiendo a Amie en mis brazos, la sujeté contra mí, balanceándola hacia
adelante y hacia atrás mientras lloraba. Quería estar en desacuerdo con Sheryl —estar
solo parecía la peor cosa posible para un niño al que le acababan de decir que su padre
había muerto—, pero de nuevo, Sheryl sabía mejor. Y no podía dejar a Amie.
—Lo siento —dijo Sheryl—. Normalmente me tomo mucho más tiempo sobre
algo como esto, pero el tiempo realmente es esencial. No puedo quedar atrapada en la
isla y el hombre del barco era bastante grosero. Dijo que esperaría una hora por mí y no
más. ¿Cree que podríamos reunir algunas de las cosas de los niños? Podemos arreglar el
resto de sus pertenencias para que sean enviadas al continente, siempre y cuando
encontremos hogares para que vayan.
—¿Lo siento? ¿Hogares? ¿No ha encontrado un lugar para que vayan? ¿Juntos?
Sheryl se adelantó en su silla, apretando los labios.
—El señor Fletcher solo... se fue... ayer, señorita Lang. Reasignar a los niños es un
proceso. Es probable que encontremos un lugar para que Amie vaya dentro de un par de 
meses. Connor es mayor, por lo que podría ser un poco más difícil ubicarlo. Además,
sus... problemas de comportamiento podrían hacer más difícil encontrar una familia
equipada para brindar la atención y el cuidado que necesita.
¿No se iban a quedar juntos? ¿No iban a encontrar un hogar en meses? Ni siquiera
había pensado que algo así podría suceder. Dios, ¿cómo pude haber sido tan ingenua?
Me sentí enferma de repente. Más enferma de lo que ya me había estado sintiendo
durante las últimas veinticuatro horas.
—¿Dónde se los llevará, entonces? ¿Ahora? ¿Cuando salga del barco?
—A una casa de acogida para niños. Es un lugar seguro. Un maravilloso
establecimiento, señorita Lang. Le aseguro que los niños serán atendidos allí. Las
personas que dirigen la casa son los mejores en lo que hacen.
¿Una casa de acogida para niños? Sabía lo que era. Eso era básicamente un
orfanato. Podía imaginar las filas y filas de camas, todas llenas de niños llorando para
dormir. Niños intimidándose mutuamente, nadie alrededor o preocupándose lo
suficiente para protegerlos. Había oído las historias. Las confesiones llenas de vergüenza
de los niños dañados que habían sido molestados por depredadores en lugares como la
casa de acogida que Sheryl estaba defendiendo ahora. Mis brazos se tensaron alrededor
de Amie.
—Lo siento, yo... —No sabía qué decir después. No tenía las palabras correctas
para expresar mi horror.
—Entiendo su preocupación, señorita Lang, de verdad. Pero tenga la seguridad de
que revisaré a Amie y Connor cada semana. Personalmente buscaré familias para
cuidarlos. —Dijo esto como si comprobarlos una vez por semana fuera suficiente, fuera
más que satisfactorio, cuando en realidad era vergonzoso, y me hizo querer llorar en el
lugar.
—¿Definitivamente no seguirán juntos? —pregunté, apretando el agarre en Amie,
que había empuñado mi camiseta en sus pequeñas manos y se aferraba a mí como si su
vida dependiera de ello.
La boca de Sheryl bajó en una triste expresión. Tenía el tipo de mirada de disculpa
que alguien podría usar si le informaban que estaban sin leche fresca en el
supermercado, sin embargo. No se sentía del todo sincero. Probablemente no era culpa
suya. Estaba sin duda insensibilizada a situaciones como esta a estas alturas. Amie y
Connor eran solo dos desafortunados más que habían acabado en el sistema. Eran
números de referencia, archivos en su escritorio que significaban más papeleo y más
dolores de cabeza de los que tenía tiempo.
—Realmente está bien —dijo—. He encontrado con éxito hogares para más del
sesenta y cinco por ciento de mis niños. Eso es un doce por ciento más alto que el
promedio de los asistentes sociales —dijo, inclinándose hacia adelante para impartirme 
la información, hablando por el lado de su boca, como si no quisiera sonar como si
estuviera jactándose.
¿Sesenta y cinco por ciento estaba destinado a ser una cifra impresionante? Si
hubiera dicho noventa y cinco por ciento, todavía no habría sido lo suficientemente
bueno. ¿Cómo podría, con la conciencia tranquila, dejar que Sheryl se llevara a los
niños, conociendo la miseria y la soledad que soportarían en una casa de acogida?
¿Cómo? ¿Sabía Ronan que este sería el caso, las consecuencias para sus acciones si me
rehusaba a ser manipulada por él? Estaba bastante segura que sí. Estaba segura que
todavía me estaba manipulando.
Suspiré, temiendo las siguientes palabras que salieran de mi boca. Sin embargo,
tenían que ser dichas. Había ganado. Ronan, después de todo, había ganado. Iba a tener
que darle lo que quería, de lo contrario, la culpa iba a consumirme por el resto de mis
malditos días.
—Me temo que no puedo dejar que se los lleve, señora Lourie. Voy a tener que
mantener a los niños aquí conmigo.
Frunció el ceño, su cabeza inclinada hacia un lado.
—¿Lo siento? ¿Creí que era solo la niñera?
—No. Ronan dejó a los niños bajo mi cuidado. Me pidió que cuidara de ellos
durante los próximos seis meses. Había pensado que estarían mejor con otra familia,
alguien más cualificado para cuidar de ellos, pero a la luz de esta nueva información...
Sheryl se echó hacia atrás en su silla, sacando algunos papeles de su bolso
—Bueno, esto es muy irregular. ¿Nadie mencionó que el señor Fletcher la había
convertido en la tutora de los niños en caso de que le pasara algo?
—Su testamento y su herencia solo fueron actualizados recientemente. Su
abogado, el señor Linneman, tiene los papeles, creo. —Esperaba seriamente que
Linneman no hubiera destruido los documentos de tutela de Ronan. Si lo hubiera
hecho, probablemente no habría mucho que pudiera hacerse; Sheryl estaría en su
derecho de llevarse a los niños y desaparecer en el continente con ellos. ¿Dónde los
llevaría, de todos modos? ¿De nuevo a Nueva York? Dudoso. Costaría dinero devolverlos
y por qué molestarse, cuando no tenían familia ni nada que los atara a la zona sin
Ronan. Iban a terminar en un estado completamente diferente al que habían sido
criados, simplemente porque su padre decidió morir en una pequeña isla frente a la
costa de Maine.
—Voy a tener que verificar eso, señorita Lang. —Sheryl parecía severamente
incómoda—. No creo que tenga tiempo en este viaje. Realmente necesito volver al
muelle. Debería, por derecho, llevar a los niños conmigo de regreso al centro mientras
todo esto se soluciona.
—¿Y si yo prefiero que se queden aquí? ¿Conmigo?
—Sería negligencia de mi parte dejar a los niños en una situación que pensé era
inestable.
—¿Inestable? Diría que el ambiente es mucho más estable aquí, conmigo, de lo
que sería en una casa de acogida.
—Señorita Lang... —Sheryl hizo una pausa, dándole a sus zapatos toda su atención
por un momento mientras pensaba con la boca abierta—. Hace menos de cinco minutos,
no quería a estos niños. No mencionó nada sobre el hecho de que el señor Fletcher la
hizo su tutora. Solo habló cuando se enteró hacia dónde se dirigían, ahora no quiero ser
grosera, pero nos enseñan a buscar comportamiento errático en las personas que quedan
al cuidado de los niños en situación de riesgo, y perdóneme por decirlo, pero su
comportamiento definitivamente me ha dado motivo de preocupación. No estoy
completamente segura que entienda lo que estaría aceptando o si sería capaz de lidiar
con eso.
Arriba, la puerta de la habitación de Connor se cerró con fuerza, el ruidoso sonido
resonando a través de la casa. Perfecto.
—Mira, Sheryl. Sé que esta situación no es perfecta. Sé que hay probablemente
familias y hogares allí fuera para Connor y Amie que pueden ser perfectos para ellos,
pero también sé que separarlos y mantenerlos en una casa de acogida por semanas,
potencialmente meses, no va a beneficiarlos de ninguna manera. Tengo una amplia
experiencia con jóvenes con problemas. He trabajado con niños de las mismas edades
que Connor y Amie durante años. Cuidaré de estos niños. Puedo hacerlo. Voy a luchar
con uñas y dientes para asegurarme de que se queden conmigo si significa que pueden
permanecer juntos. Ahora, puedes sentarte aquí discutiendo conmigo sobre qué hacer, o
puedes ir y asegurarte de atrapar a Jerry antes de que regrese al continente. Oí que la
tormenta tiene probabilidades de persistir por un par de días. A menos que quieras pasar
dos o tres noches encerrada en una habitación encima del único bar de la isla sin ropa
limpia para cambiarte, entonces me apresuraría si fuera tú.
Jugar con su deseo de salir de The Causeway era un movimiento bajo, pero parecía
que había funcionado. Sheryl se estremeció cuando mencioné estar atrapada en el bar.
Después de un largo momento en el que me estudió con ojos azules vidriosos, dijo:
—De acuerdo, señorita Lang. Pero tenga en cuenta... siempre puedo regresar. Es
un obstáculo, lo admito, pero me gusta cuidar mis casos. Si se da cuenta que esta tarea
está más allá de usted, no hay vergüenza en llamar para que yo venga a buscarlos. De la
misma manera, si creo que están en peligro, Ophelia, me aseguraré de que Connor y
Amie estén en ese barco de regreso a Maine más rápido de lo que puedes parpadear.
¿Entiendes?
—Sí, señora.
—Bueno, está bien, entonces. —Sheryl se puso de pie, sosteniendo su bolso bajo
un brazo mientras sacaba su teléfono. Suspirando dramáticamente, guardó el teléfono y
tiró de su blazer, sacudiéndolo de una manera agitada—. Saldré por mi cuenta. No, por
favor, no se levante. Estoy segura de que querrá ir a asegurarse de que Connor esté bien
ahora, de todos modos.
Era una indirecta no muy sutil, como si no me diera cuenta que el joven
necesitaría algún tipo de consuelo después de descubrir que su padre había muerto. Y
después de que ella me hubiera dicho que le diera un momento. Le di una sonrisa
tensa… una destinada a mostrar cortesía, pero no mucho más en el camino de los
modales.
—Naturalmente. Estoy segura que tendremos razones para hablar pronto —le dije,
poniéndome en pie. Amie seguía acurrucada contra mi cuerpo, pero ahora estaba quieta,
rígida, como un animal asustado.
—Desafortunadamente, creo que será el caso —murmuró Sheryl en voz baja. Me
mordí la lengua y corrí escaleras arriba antes de que pudiera decir algo que lamentaría.


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Mensaje por Lizzy Miér 19 Jul - 18:18

Esta lectura ha tomado un giro muy intenso!
espero estén disfrutando de cada capitulos.

El o los personajes de el dia de hoy son Connor y Amie


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Mensaje por yiniva Miér 19 Jul - 19:13

Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 68747410Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Edad_911
                                 AMIE                                                                    CONNOR

mmm cada vez más preguntas porque no se llevaban bien Ronan y Sully y que habrá escrito en el diario, lo bueno que Ophelia no dejó que se llevarán a los niños, aunque el tratar con Connor si va a estar un poco complicado.


Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Receiv15Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Firma_11Lectura #2 Julio 2017 - Página 2 Nah10
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