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Lectura Agosto 2017
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura Agosto 2017
Es increíble todo... Cómo intenta Fig parecerse jolene ... Quiero más capitulos esto se pone cada vez más interesante
"No vivas la vida escondiéndote detrás de tu pasado, vive para el ahora, cuando encuentres a alguien con quien quieras pasar el resto de tú vida, no la dejes ir, ya sea si ese para siempre resulta ser un día o un año o cien años. No dejes que el miedo de perderlos te contenga de amarlos"
jesikap- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 09/10/2014
Re: Lectura Agosto 2017
Y Fig no quiere que sospechen de ella no debio de teñirse el cabello del mismo color que clase de acosadora es
Si Jolene dice que Darius no es tan bueno yo le creo ya dejo a su prometida por ella porque no dejarla a ella por alguien mas?
Si Jolene dice que Darius no es tan bueno yo le creo ya dejo a su prometida por ella porque no dejarla a ella por alguien mas?
Isa- Mensajes : 401
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 42
Re: Lectura Agosto 2017
22
El coño más bonito
Cómo comenzó esto? ¿Cuándo cruzamos la línea oficialmente? Ni siquiera puedo recordarlo, para ser honesta contigo. Creo que tengo trastorno de estrés postraumático de todo esto. Definitivamente he bloqueado cosas. Todo lo que sé es que un día, uno de nosotros dos fue muy lejos. Supongo que estaba destinado a suceder cuando estás jugando un juego de seguir las reglas. Los humanos eran criaturas sexuales, puedes suprimirlo tanto tiempo como quieras, pero eventualmente todos recurrimos a nuestra naturaleza animal. No creo que nadie en realidad quisiera cruzar la línea con un hombre casado. Es socialmente inaceptable. Y ahora tengo esta constante euforia, templada por el temor. Trato de decirme a mí misma que no era esta persona. Pero, solo puedes decirte a ti mismo algo por tanto tiempo y entonces estabas haciéndolo de nuevo. Yo era esa persona.
Quizás era aburrimiento o el sentimiento de utilidad. Quizás solo quería recordar quien solía ser antes de que los suburbios se hicieran cargo y te dijeran que necesitabas ser normal y encajar. Darius me habló, como realmente habló. Algunos días nos quedábamos a charlar, lo cual siempre fue divertido y hacía mi día ir más rápido. Otros días ahondamos en la mierda seria que no le contábamos a nadie más. Yo estaba sola y Darius me hacía sentir menos solitaria.
George nunca habló conmigo en realidad. No creo que fuera yo necesariamente con quien él tenía un problema, solo era el tipo de chico cuyos pensamientos nunca alcanzaban la boca. Darius quería saber sobre George y el sexo. Así que, le dije. Cada vez que follábamos, George gasto diez minutos trabajando su camino dentro, jadeando y resoplando sobre qué tan apretada estaba. Esto puso a Darius excitado. Solo éramos dos humanos frustrados, emocionalmente hambrientos. Se sentía bien saber que no estaba sola. Me dijo que cuando Jolene estaba escribiendo, él dejaba de existir. Cuando le enviaba un texto a ella le tomaba horas responderle. Me preguntaba si ella hablaba con Ryan. ¿No sería eso un giro inesperado?
A menudo se quejaba conmigo sobre la necesidad de Darius, diciendo que él prefería enviar textos todo el día que en realidad hablar con ella cuando llegaba a casa. “Quizás está cansado de hablar desde que eso es lo que hace todo el día”. Sugerí yo. Ella no lo creyó. El trabajo era separado de la personal, dijo ella. Él necesitaba estar presente para ella y Mercy. ¿O porque molestarse en tener una familia? Pienso que ella fue muy dura con él. Darius siempre me enviaba mensajes durante el día mientras se encontraba en el trabajo. Lo entendía. Mientras que todos se hallaban tirando sus mierdas sobre él, necesitaba a alguien que hiciera las cosas ligeras y divertidas. Jolene era egoísta.
Y entonces un día, poco después del comentario del coño apretado, envió: quiero ver que tan apretado esta. Mi corazón palpitó incontrolablemente. Por supuesto que podía ver. Era suya. Me tomo una hora obtener la foto perfecta: yo sentada en el borde de la bañera, piernas separadas, mis dedos enmarcando lo que Darius llamo el más bonito coño que alguna vez había visto. Eso me hizo sonreír, y humedecer, y sentir como la mujer viva más sexy. Pensé en el coño de Jolene justo entonces, como Darius pensó que el mío era más bonito, y me encendió tanto.
Te he escuchado tener sexo con ella .Saqué. Suena como un buen momento…
Es bueno. Envió de vuelta. Estaba decepcionada. Quería que me dijera que no lo estaba. Ella no podía ser buena en todo, y además, se encontraba demasiado tensa para ser buena en el sexo. Y luego él siguió con:
Solo yace ahí, pero hago lo mejor de ello.
No quería sonar demasiado ansiosa, así que envié un simple: Suena aburrido.
Si…
Pensé que quizás se estaba arrepintiendo de decirme eso cuando envió algo más.
En serio quiero probarte.
Me lo imaginé entre mis piernas, como me agarraría de su cabello y arquearía la espalda, presionando su rostro contra mí.
¿Solo probar? le envié.
Me envío una fotografía de su pene para mostrarme que tan duro estaba. Reconocí los azulejos del baño bajando las escaleras y me pregunté dónde estaba Jolene. Esto era excitante. Se encontraba justo ahí en la casa y él estaba mirando mi coño y tocándose.
Es realmente grande. Tendrás que trabajarlo.
A él le gusto eso mucho. Envió de vuelta un ODM y luego me enseñó que se había venido. Por todas sus tetas, y trasero, y en todo su atractivo sexual, yo fui quien lo hizo venirse esta noche. Me preguntaba si la alejaría esta noche si ella quisiera tener sexo, y ese pensamiento me hizo feliz.
Observé la ventana de su habitación por largo tiempo. Incluso pensé en espiar dentro de su patio para escuchar a escondidas. A las once en punto, la luz se apagó y Darius me envió un último texto.
No puedo dejar de pensar en ti.
Al día siguiente horneé un Quiche Lorraine y lo llevé donde Jolene. Darius se hallaba en el trabajo y ella respondió a la puerta en toalla, apenas habiendo salido de la ducha.
—Pensé en alimentarte —dije—. Desde que has estado trabajando tanto. —Le mostré el quiche y justo como esperaba, me invitó a entrar. Mi Mercy se hallaba en la alfombra jugando con bloques.
—¿Es difícil trabajar con ella aquí contigo? ¿Puedes tener algo listo?
Desenvolvió la toalla de su cabeza y la colocó en la parte trasera de uno de los taburetes para que se secara.
—Es difícil —dijo—. Hay una interrupción cada cinco minutos, pero estoy acostumbrada. —Sacudió su cabello y se movió hacia uno de los gabinetes para agarrar platos. Observé riachuelos de agua correr por sus bronceados hombros. Estaba dejando un charco por todo el suelo de la cocina. Me preguntaba que hacía a una persona sentirse tan cómoda consigo misma que podía cortar quiche y servirlo a su vecina vistiendo solo una toalla en la cocina.
—Podría quedarme y jugar con Mercy —ofrecí—. Sé que estás cerca de terminar tu manuscrito. —Sus ojos se iluminaron de repente.
—¿En serio? ¿No te molestaría?
—Para nada —dije—. Podríamos tener una fiesta de té en el patio —dije esto lo suficientemente alto para que lo escuchara, y ella vino corriendo a la cocina con una sonrisa en su rostro.
—Jugar con Mercy —dijo ella.
—Sí. ¿Quieres?
Asintió, sonriendo tan grande que sus ojos se volvieron rendijas en su rostro.
—Está bien —dijo Jolene—. Ve por tus muñecas y el juego de té.
Los golpes de sus pies en la madera mientras corría hacia su cuarto hicieron mi corazón doler de felicidad.
—Gracias Fig. Estoy tan estresada con estos tiempos de entrega. No tienes idea de lo mucho que esto me ayuda.
—Oye —dije—. Eres lo más cercano que tengo a una mejor amiga. Quiero ayudarte.
Sonrió y sus ojos se llenaron con lágrimas.
—¿Has escuchado algo de Ryan últimamente? —pregunté. Corté una esquina del quiche con el tenedor y lo levante a mi boca.
—Sí, se mantiene en contacto. Siempre envía canciones que cree pueden inspirarme. Es realmente…lindo.
Lindo, pensé. Cooorrecto. ¿Es por eso que ella no hacia contacto visual conmigo?
—¿Alguna vez le envías canciones? —Mastiqué mi quiche mientras ella empujaba el suyo alrededor del plato.
—No. No quiero que tenga una idea equivocada.
Quise rodar los ojos. Él ya tenía la idea equivocada. Esto es lo que los hombres hacen: la mujer se convierte en su presa y ellos cazan lo que quieren, usando cada técnica en el libro.
—Déjame ver una fotografía de él —dije.
—¡Fig! no. ¿Qué fue eso? ¿Dónde está Mercy de todos modos? Mercy…
Reí.
—Vamos. Deja de tratar de cambiar el tema. Solo quiero ver si es lindo. Enséñame una.
Después de unos pocos minutos de presionarla, puso su Instagram y me entregó su teléfono.
—Oh mi Dios, mira sus labios. Sabes que tiene que ser bueno besando. —Levanté la mirada y me dio una mirada anonadada—. Oh vamos. Sabes que has pensado sobre besarlo. Puedes amar a Darius y aun preguntarte por otros hombres. —Sacudí la cabeza, sonriendo hacía ella como si fuera la cosa más tonta.
—No. Yo no. Amo a Darius. Es bueno en la cama. En realidad muy bueno. No hemos llegado a ese punto donde estoy aburrida.
Colocó su plato limpio ahora en el fregadero, y pensé sobre lo que me dijo anoche sobre ella solo yaciendo ahí. Él obviamente no se sentía de la misma forma. Lo montaré tan bien que nunca volverá atrás. Me imagine su cara de O, como se agarraría a mis caderas y diría, Oh Dios Mío, una y otra vez.
—Me toqueteo en el auto en el camino a casa desde la casa de mi madre —barboteo—. Él estaba conduciendo. Íbamos a ochenta en la interestatal y solo alcanzo mi falda y…
No sé el rostro de quien se hallaba más sonrojado, el de ella o el mío.
—Oh mi Dios —dije, mis ojos muy abiertos—. Eso es tan excitante. —¿Cuántas veces observé sus manos e imaginé cómo se sentirían entrando en mí? En todos los años de nuestro matrimonio George nunca hizo nada así.
—No puedo dejar de pensar en ello —dijo—. Si eso te dice algo sobre lo que siento hacia mi esposo. Aún me causa mariposas.
—Lo entiendo. —Sonreí—. Ahora tampoco puedo dejar de pensar en ello.
Estábamos ambas riendo cuando Mercy vino corriendo dentro de la habitación, sus brazos cargados de muñecas y pequeñas tazas de té. Jolene apretó mi brazo antes de que saliera afuera con Mercy e hizo un rostro que trasmitía su agradecimiento.
—Estoy encantada de que seas mi vecina, Fig. Es lindo tener una amiga tan cercana. —Sonreí porque también estaba encantada. Tan encantada.
Re: Lectura Agosto 2017
23
Otras cosas
Cuando era una niña pretendía ser otras cosas. No otras personas, sólo otras cosas, como una lámpara, o una cartera, o un tubo de lápiz labial. Cosas que la gente necesitaba y utilizaba mucho, y llevaba con ellos. Me imaginaba los labios que me tocarían, y las manos que pasarían sus dedos por mi columna vertebral en busca de luz. Quería ser querida. El sentimiento no disminuyó o atenuó, sólo se hizo más fuerte. Pasó de objetos a personas en algún momento alrededor de la escuela secundaria. Entonces, de repente, quería ser Mindy Malone. Ella era fea en el interior, pero oh Dios, su cuerpo era magnifico. Todo el mundo lo sabía, y todos ellos querían su atención como un montón de animales de circo. Me ponía furiosa, en realidad. Quería que vieran quién era realmente, pero también quería lo que ella tenía, así que me quedaba atrás y observaba. Mayoritariamente se tocaba el cabello, eso es lo que hacían la mayoría de las chicas populares siempre. Y si no le gustabas, se reía cuando pasaba por tu lado, sus amigas también lo hacían, y entonces habría un coro de risitas por todo el pasillo de la escuela. Tenía las manos suaves y de color blanco leche; me tocó con una vez cuando se le cayó algo y me incliné para recogerlo por ella. Un CD de Jewel.
Nuestros dedos se rozaron y dijo: “Gracias” Sólo gracias. No “muchas gracias”, o “muchas gracias, Fig”. Sólo dejó ir las palabras como si realmente no lo sintiera. Y, de hecho, ni siquiera se tomó la molestia de mirarme cuando lo decía. Compré el CD al día siguiente en la FYE del centro comercial y lo escuché mientras estaba acostada en el suelo de mi dormitorio. Me imaginaba con qué canciones Mindy Malone se relacionaba, cuáles cantaba. Era raro; Jewel era rara. Llevé el CD a la escuela al día siguiente, lo sostuve en la mano, con la esperanza de que lo viera. Ella lo vio bien.
—Oh, bien, Fig Cerdita ha descubierto Jewel —dijo, rodando sus ojos—. ¿Me pregunto cómo ha ocurrido? —Hubo muchas risas de sus seguidoras. Perras desagradables. Mindy Malone no era dueña de Jewel. Me quedé mirándolas de frente y no les hice caso. Eso es lo mejor que puedes hacer con los agresores, pretender que no te molestan en absoluto.
No sabía quién era. Es como si estuviese cavando a través de montones y montones de cabello suelto, y dientes rotos. Mayoritariamente estaba disgustada, pero había esa sombría fascinación de que podía ser así de fea y todavía existir.
Deseaba que alguien me quisiese. La necesidad de ser querida era una ola gigante que aumentaba con la edad. Estaba aburrida y llena de rencores y pasividad a pequeña escala. Sabía eso de mí misma desde temprana edad: que nunca perdonaría a Mindy Malone por hacerme sentir pequeña, o a George por hacerme sentir abandonada, o a Jolene por tener lo que quería. Miraba a la gente, y entonces quería lo que ellos querían. ¿Tiene eso sentido? Quería todo, todos los viajes, todos los hombres, toda la atención. Tenía hambre de vida. Una puta de las aventuras. Quería abrir mi cráneo y meterle experiencias dentro —buenas, malas, diablos incluso las mediocres me servirían. No quería vivirlas todas, vivirlas es complicado y agotador, y seamos sinceros, todavía tenía un jodido trabajo.
Llevé mi paquete de cigarrillos al patio trasero y le quité el envoltorio. Eran los mismos que Jolene y yo fumábamos juntas esa noche en su porche trasero, largos y delgados como sus dedos. Yo fumaba uno luego dos, sin inhalar. No quería volverme adicta; sólo quería sentirme como lo hice esa noche —emocionante y nerviosa. No como yo, más como Jolene.
Se iban de vacaciones a Francia. Jolene terminó su manuscrito y estaba con su editor. Darius llevó flores a casa el día en que terminó. Lo vi llevarlas a su casa, una sonrisa tonta en su cara. A él le gustaba cuando ella no escribía, me lo dijo. Ella era más atenta, más feliz. Era cierto —lo había visto yo misma. Llevé un pastel como sorpresa. Jolene amaba los pasteles helados. Aplaudió cuando lo vio, y, por supuesto, me invitó a entrar.
—¿Qué es lo que quiere hacer para celebrar? —le preguntó Darius.
—Quiero ver una película de miedo. Eso es todo. Sólo estírate en el sofá y comer mi pastel. —Me guiñó un ojo—. Y veamos una película de miedo.
—Está bien —dijo Darius—. Eso es lo que haremos.
—¿Vas a quedarte a verla con nosotros, Fig? —preguntó Jolene—. Justo después de que meta a Mercy en la cama.
—Claro. —Asentí, a pesar de que odiaba las películas de miedo.
Sin embargo, nunca vimos una. Darius bebió demasiado y se fue por la tangente hablando sobre el Papa. Cuando Jolene le recordó acerca de la película, él la desestimó con la mano y siguió hablando hasta bien pasada la medianoche. Por último, finalmente se fue a la cama y yo me fui. Aun así, ella era más amable.
Incluso me presentó algunos de sus amigos autores, creando sitios webs para ellos. Parecía que cuando Jolene recomendaba a alguien, todos se subían al carro agitando sus dólares. Tenía reservas hasta mitad del año siguiente, lo cual era genial.
La vi empacar su maleta dos días antes de salir. Estaba sentada con las piernas cruzadas en la alfombra, montones de colores vivos a su alrededor. Me sentía celosa. Quería ir, pero se llevaba a Darius, no a mí. Había hecho una broma sobre él, y ella se giró hacía mí y dijo muy en serio: —Te llevaré en mi próximo viaje. ¿Has estado en Europa? Tienes que ir a Europa. Cambiará tu vida. Todavía estaba recuperándome de eso, imaginándonos caminando por las calles de Paris juntas, cuando dejó caer la bomba—. Darius quiere tener un bebé. —Se hallaba mirando al par de vaqueros que doblaba, y estuve agradecida. Si hubiera visto la expresión de mi cara, lo hubiera sabido.
¿Qué demonios?
—¿Qué quieres decir que quiere tener un bebé?
—Solo eso. Quiere empezar a intentarlo.
Lo dijo tan directo, tan calmada. Ahí estaba, queriendo vomitar los rollitos de huevo que hice para comer, y ella hablaba de bebes como si fuera un viaje al supermercado.
—No vas a hacerlo, ¿verdad? —pregunté.
—Bueno, ¿por qué no? —dijo—. Probablemente sea el momento.
—Un bebé arruinará tu vida —espeté—. Él piensa que es tan fácil. No lo es. Pondrá más presión sobre vuestra relación. Si piensas que está distante ahora, espera hasta que un bebé llegue, entonces sabrás de verdad cuán distante es.
Ella mirándome desde su lugar en la alfombra, con los ojos parpadeantes tan lánguidamente que pensé por un minuto que el mundo se movía en cámara lenta.
—¿Cómo sabes eso, Fig? —preguntó finalmente—. ¿Cómo sabes lo que es tener un bebé?
—Yo... yo lo he visto… con mis amigos.
Puso lo que sostenía en la maleta y se levantó.
—Ya hemos tenido un bebé. ¿Has conocido a Mercy?
Fruncí el ceño ante el sarcasmo.
—Sí, pero es mayor ahora. Es autosuficiente. ¿De verdad quieres empezar de nuevo?
—Es lo que hace la gente. Tienen hijos y construyen una vida juntos.
Bien, pensé. Pero no con la persona de la que estoy enamorada.
—Me tengo que ir —dije—. Disfruta tus vacaciones.
—Sí, lo haré. —Su voz era helada.
Re: Lectura Agosto 2017
24
Carterista
Algo malo estaba acercándose. Podía sentirlo. El aire a mí alrededor se hallaba tenso, repleto con la estática de todas las cosas que hice. ¿Lo lamento? No estaba segura. Era tiempo de detenerse, pero no lo hice. ¿Lo hice? Quizás solo lamento haber sido atrapada, que eso tenía que terminar. Me gustaba la sensación de todo, la forma peligrosa en la que me hizo sentir. Y ahora no había oído de él y estaba demasiado asustada para enfrentarlo. ¿Y si él le dijo a ella? ¿Qué haría entonces? Mi negocio estaba atado al de ella.
Me inquieté. No comí. Me senté en casa e imaginé todas las maneras en la que esto podría resultar. Bebí.
Cuando mi teléfono sonó una mañana, diciéndome que tenía un mensaje de Darius, salté fuera de la cama. No lo haría para meterme en más problemas. Fui a la cocina y coloqué la tetera, golpeé las tazas alrededor para sonar ocupada. Leí lo que envió mientras me sentaba en la mesa, mi taza de té en mano. Mi mano tembló. Probablemente debía comer algo.
Jolene fue robada, decía. Necesito tu ayuda.
Al principio me hallaba decepcionada. Luego me recuperé. Me escribió por ayuda. Eso significaba que confiaba en mí, que sabía que podía volver a mí cuando necesitara algo.
¿Cómo? ¿Qué sucedió? Le respondí. Y luego…
Haré lo que sea.
Ellos la alcanzaron mientras estaba tomándose una selfie en frente a la Torre Eiffel. ¿Dónde se encontraba Darius cuando ocurrió? Dijo que estaba distraído, tomando sus propias fotos. Jolene dijo que ocho chicas los rodearon y él simplemente hizo su camino fuera del círculo y se alejó, dejándola sola con ellas… sin mirar atrás. ¿A quién le creen? Jolene era una historiadora de profesión, así que mi voto iba para Darius. El problema era el dinero. Los ladrones tomaron toda su billetera y se dispersaron en diferentes direcciones para confundir a la víctima. No sabría cuál de ellas introdujo su mano en su bolso y robó todo lo que tenía.
¿Por qué no puedes usar tus tarjetas? Le pregunté.
Las corté todas, respondió.
¿Por qué?
Hubo una larga pausa antes de que respondiera. Todas estaban al límite. Intentando no usarlas. Eso era raro, pero no lo presioné. ¿Por qué no podrían simplemente pagarlas? ¿Sabía Jolene que estaban en el límite?
Quería preguntar, pero no era asunto mío.
Entonces, ¿Qué necesitas que haga?
Transferir dinero, respondió.
Bueno, mierda. Ni siquiera tenía su tarjeta bancaria. ¿Qué demonios estaba sucediendo?
Está bien, respondí. Sólo dime dónde.
Jolene está aterrorizada, dijo. Me está culpando.
Por supuesto que lo estaba. ¿Cómo era su culpa que algunos delincuentes la hicieran el objetivo de su círculo de crimen? Además, todos sabían que debías tener cuidado al estar en lugares turísticos como la Torre Eiffel. Dudaba mucho que Darius la hubiera dejado para defenderse por sí misma si un grupo de ladrones la rodeaba. Eso no se parecía a él en absoluto. Tenía que proteger a Darius de ella. Sabía cómo era cuando estaba enojada. Pobre tipo. No se merecía eso. Tomé mi bolso de la mesa de la cocina y le envié un mensaje mientras salía por la puerta.
Saliendo ahora. No te preocupes. Dinero en camino.
Re: Lectura Agosto 2017
Este hombre es cínico o puede que Fig esté alucinando la plática con el vecino. no puedo creer que hasta plata le pidiera, bueno como vecinos puede que el solo pidiera favor y ya y ella este en su nube de colores y el ni en cuenta
Ahhhhhh amo este libro prepárense para lo que viene
Ahhhhhh amo este libro prepárense para lo que viene
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura Agosto 2017
Dai gracias por mi regalito, estaba delicioso
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura Agosto 2017
Cada vez estoy más sorprendida... Fig no se detiene por nada ni nadie quiere la vida de jolene.... Y ese robo está un poco extraño... Además Dairus no es tan perfecto como se le ocurren enviarse fotos así con Fig si es la amiga de su esposa....
Quiero más capitulos
Quiero más capitulos
"No vivas la vida escondiéndote detrás de tu pasado, vive para el ahora, cuando encuentres a alguien con quien quieras pasar el resto de tú vida, no la dejes ir, ya sea si ese para siempre resulta ser un día o un año o cien años. No dejes que el miedo de perderlos te contenga de amarlos"
jesikap- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 09/10/2014
Isa- Mensajes : 401
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 42
Re: Lectura Agosto 2017
Hola hermosa Dai !! ^^
Perdón por desaparecer, pero mi internet está pesimo y no me deja conectarme ni nada, se conecta como tres minutos pero no me carga ninguna página y así Pero bueno, aquí estoy con mi comentario atrasado...
Primero, lo siento pero debo decir esto:
Que feooo !!! Tener el mismo vestido, eso si está cañón.
Fig en modo acosadora mil !! Hasta el mismo color de cabello, por Dios! D:
Que show con ese robo?! Fue bastante, inesperado...
No lo sé, está un poco complicado, pero Darius no me está gustando mucho en este momento.
Gracias por los capis !!
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Re: Lectura Agosto 2017
Quiero mis capis de hoy
jajajaja ya lo termine y lo estoy releyendo
me gusto mucho el libro
jajajaja ya lo termine y lo estoy releyendo
me gusto mucho el libro
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura Agosto 2017
micafp_2530 escribió:Hola hermosa Dai !! ^^Perdón por desaparecer, pero mi internet está pesimo y no me deja conectarme ni nada, se conecta como tres minutos pero no me carga ninguna página y así Pero bueno, aquí estoy con mi comentario atrasado...Primero, lo siento pero debo decir esto:Que feooo !!! Tener el mismo vestido, eso si está cañón.Fig en modo acosadora mil !! Hasta el mismo color de cabello, por Dios! D:Que show con ese robo?! Fue bastante, inesperado...No lo sé, está un poco complicado, pero Darius no me está gustando mucho en este momento.Gracias por los capis !!
para mi ese robo es puro espectáculo... ¿Quizas quiere ver hasta donde llega Fig con su enamoramiento?
Re: Lectura Agosto 2017
CRONOGRAMA
Jueves 10: Capítulos 28 al 31
Sábado 11: Capítulos 32 al 35
Domingo 12: Capitulos 36 al 39
Lunes 13: Capítulos 40 al 44
Martes 14: Capítulos 45 al 48
Miércoles 15: Capítulos 49 al 52
Re: Lectura Agosto 2017
25
La cuchara
Amanda y Hollis vivían en Bainbridge Island, un viaje de treinta minutos en ferri desde el centro de Seattle. Ella me invitó a visitarla “en cualquier momento”, así es que el viernes por la mañana le llamé para preguntar si estaban libres por el fin de semana. No podía soportar la opresión.
—Claro, por supuesto. Ven aquí —dijo, sin aliento en el teléfono. Sonaba como si estuviera haciendo ejercicio—. Compraré algo de vino y podemos pasar el rato aquí por la noche.
Obtuve su dirección y fui a empacar un pequeño bolso de viaje, arrojando mi laptop dentro en el último minuto. Estaba temblando cuando subí a mi auto y lo apagué por el ferri.
Barbra no parecía suficiente hoy. Puse canciones que me recordaban a Darius, una lista que estuve recopilando desde que nos conocimos, e intenté no pensar en ellos juntos en Francia. No era justo, no solo que ella estuviera con él en lugar de mí, sino el hecho de que ella tenía todo: dinero, viajes, ropa, la admiración de cientos, si no miles de mujeres. No merecía nada de eso. Yo había visto su verdadero yo, a diferencia de sus miles de fans. Estaba enterada de esos momentos privados de fealdad humana. Si ellos pudiesen captar solo un destello de la verdadera Jolene Avery, no la alabarían en la misma cantidad. Claro, ella escribió buenas palabras. Yo misma fui una víctima de sus palabras; aceptándolas como si fuesen la verdad absoluta. Incluso publiqué frases de su libro en mi página de Instagram, profundamente movida por su tercer ojo en la mente humana. En más de una ocasión, me encontré a mí misma fantaseando sobre cómo guiaría a todos hacia el secreto: ella era humana como el resto de nosotros, y yo quería ser la que expusiera la verdad. Escuché el claxon del ferri y me di cuenta con un sobresalto de que estábamos estacionándonos en el muelle. Necesitaba orinar y tenía una urgencia abrumadora de enviarle un mensaje a Darius y preguntarle cómo estaban yendo las cosas. Resistí la urgencia de sacar mi teléfono para ver si alguno de ellos publicó algo nuevo en Instagram. No era saludable para mí continuar viendo, y además, de todos modos todo era una farsa. Él me dijo cuán absolutamente miserable era, así es que cualquier cosa que uno u otro de ellos publicara era una completa mentira de red social. Compré un café en una pequeña tienda en Main Street y lo llevé hacia los muelles para ver los botes. Ni siquiera quería un café, solo necesitaba algo para distraerme. Mi cerebro estaba funcionando a toda marcha, proyectando imágenes de Darius y Jolene en sus vacaciones perfectas hasta que quise gritar por la tortura de ello. Mi corazón estaba yendo tan rápido que tuve que sentarme en el muelle para recuperar mi aliento. Fue entonces que noté la cuchara plateada tirada a mi lado. Limpia y nueva como si hubiese salido recién del lavado. Cuando la levanté no tenía peso, una cuchara de plástico hecha para lucir costosa.
—Oh por dios —susurré, girándola en mi mano para examinarla. Era una señal. Sentí algo cálido en mi mejilla, y cuando levanté la mano para tocar mi cara me di cuenta que lloraba. Sostuve la cuchara contra mi pecho, con lágrimas escapándose de mis ojos—. Una señal. —Me escuché a mí misma diciéndolo una y otra vez.
La historia que Darius me envió, la escribió para su clase de Inglés en el instituto. La imprimí y leí una y otra vez, sus palabras profundas incluso a una temprana edad, desprendiéndose del papel y hacia mi corazón. Busqué un sentido o significado en su historia de la cuchara. Al final, decidí que la cuchara simbolizaba su felicidad, como el chico en su libro la encontró por coincidencia y la llevó consigo durante un tumultuoso tiempo en su vida. Caminé de regreso a mi auto con la cuchara apretada en mi mano, determinada a seguir viviendo, seguro nada a esta altura había sucedido por coincidencia.
Amanda esperaba por mí en la puerta cuando me detuve en su casa de dos pisos, su cabello rizado atrapando la brisa a medida que esta se zambullía a través de ella. Pensé acerca de cómo el cabello comenzó todo este viaje, y sonreí. Extrañaba a Mercy, pero enterré el sentimiento en la parte trasera de mi mente mientras tomaba mi bolsa de viaje y subía la calle empedrada. Había estado equivoca acerca de Amanda. Ella tal vez se acercó inicialmente a mí con cuidado, pero desde entonces se había abierto, asegurándose de incluirme en cualquier ocasión que estuviéramos todos juntos.
—Hola, loca —dijo, sin sonreír. Si hubiese sido cualquiera me cuestionaría si estaban arrojando un golpe disfrazado en mi dirección, pero Amanda me decía loca en una manera adorable. Aprendí que raramente sonreía y tenía un aire de hastío sobre ella que solo dejaba caer después de haber tenido unos cuantos tragos. Jolene me dijo una vez que Amanda amaba más intensamente que cualquiera que hubiera conocido, así es que ella era cuidadosa acerca de a quien le entregaba su amor.
Su casa tenía extensas ventanas de cristal que enfrentaban una vista espectacular del agua. Me acomodó en el comedor con una copa de dulce Moscato que sabía que me gustaba y comenzó a preparar la cena mientras conversábamos a través del cuarto. Estaba muriendo por contarle acerca de la cuchara, y finalmente, simplemente lo solté.
—¿Una cuchara? —repitió, alzando una ceja.
—Sí —dije. La saqué de mi bolsa y la sostuve en alto para que pudiera verla.
—¿Qué decís sobre una cuchara? —Hollis entró por la puerta del garaje, disparándome una de sus sonrisas relajadas, a la par que besaba a Amanda en la mejilla.
—Oh, la chica loca encontró una cuchara. —Ella sonrió. ¡Una sonrisa!
Le hice una cara, mientras sorbí mi vino. Hollis nos dio a las dos una mirada que decía que pensaba que estábamos locas, después se lanzó a una serie de preguntas acerca de mi trabajo y qué estuvo haciendo. Me agradaba, tal vez más de lo que me agradaba Amanda. Era el chico perfecto, el esposo perfecto, y yo a menudo me preguntaba si Amanda sabía cuán bien le iba. Fue criado como yo, y cualquier momento en el que estuviéramos en el mismo cuarto, una de nosotros comenzaba a hacer chistes acerca de nuestras infancias católicas.
—Él es miserable —dije.
Amanda y Hollis intercambiaron una mirada. Después Amanda dijo:
—¿Por qué dirías eso?
No era un cuéntame más, ¿por qué dirías eso? Era ¿por qué dirías alguna vez algo tan terrible acerca de nuestra preciosa Jolene?
—Él me lo ha dicho. Ella es condescendiente y mala, completamente insolidaria. Confíen en mí. Ellos pelean justo frente a mí. Es como si ella estuviera siempre lista para reñirlo. No es quien ustedes piensan que es. La conozco mejor que nadie.
Saqué mi teléfono y me desplacé a través de mis vídeos para probárselos.
—Miren —dije, sosteniéndolo de manera que pudieran ver. Observé sus rostros mientras reproduje el vídeo de Jolene y Darius peleando. El rostro de Amanda era imperturbable, pero Hollis apartó la vista antes de que terminara. Él estaba incómodo, tanto como debiera estarlo, imagina cómo me sentí cuando ellos solamente comenzaron a gritarse uno al otro justo en frente de mí.
—Todas las parejas pelean —dijo Amanda—. Eso no significa que no deberían estar juntos.
Escuché el ligero tono defensivo en su voz y quise rodar mis ojos. Nadie nunca veía las cosas claramente cuando se trataba de Jolene. Se estaba convirtiendo en un verdadero problema. Ignoré el resentimiento que sentí, diciéndome a mí misma que no era esa clase de persona. Yo era amable, y pensaba lo mejor de los demás. No podía dejar que el show de Jolene echara a perder la clase de persona que era.
—Tienes razón —dije, a Amanda—. Pero, me ha dicho cuán infeliz es. —Enfaticé el punto diciendo, “me ha dicho” en la voz más firme que pude manejar.
Ambos estuvieron callados, mirando a cualquier lugar menos a mí.
—Bueno, si eso es verdad entonces tal vez este viaje los ayudará —dijo ella, levantándose en silencio y caminando hacia la cocina para revisar la cena.
Me sentí rechazada. Las personas no querían escuchar la verdad. Tenían sus ideas y cualquier desviación los hacía sentir incómodos.
—Él me escribió desde Francia, mientras estaban cenando —grité detrás de ella—, justo desde la mesa para decirme cuán miserable es. Hace solo unas horas. No va a mejorar cuando regresen. No deberían estar juntos.
Hollis se excusó a sí mismo para ir al baño, mientras Amanda se mantuvo en la estufa revolviendo en silencio.
—Ves lo que estoy diciendo, ¿cierto?
Mi ojo izquierdo comenzó a contraerse en la estela de su silencio. Me vertí a mí misma más vino y miré un velero mecerse de un lado a otro en el agua. Yo era familiar con ese sentimiento. Todo esto era culpa de la Mala Mamá.
Re: Lectura Agosto 2017
26
Doctor Seuss
Tengo cáncer —me dijo.
—¿Dónde?
—Cuello del útero.
Estaba indiferente al respecto, pero más tarde aprendería que era parte del juego. Su rostro era una colección de expresiones faciales bien practicadas. La única vez que sabías que algo estaba fuera de lugar era cuando la mirabas directamente a los ojos. Sus ojos se hallaban apagados. Enojados. Vagos. Evitaban el contacto, pero amaban mirar. Muévete... mirada... muévete. Me recordaban a pequeños pájaros flotantes. No podías atraparlos si lo intentaras. Pero, todavía no lo sabía.
—¿Cómo te sientes al respecto? —pregunté. Podrías decir algo genérico, como que lo lamentas, lo que siempre llevaba a palabras incómodas, silencio incómodo, un rápido cambio de tema, o podrías hacer que hablen.
—Es lo que es —dijo—. Todos tienen cáncer. El cáncer es como el McDonald's de la enfermedad. Lo verás en cada calle.
—Estás adormecida —dije. Era generalmente una declaración que la gente negaba o afirmaba con firmeza.
—Sí, supongo. ¿Tú no?
Sonreí, sacudí mi cabeza.
—El entumecimiento no es como McDonald's. Prefiero sentir las cosas.
—Bueno, felicidades, doctor Seuss. Siente todas las cosas. Te invito.
—¿Fig es tu nombre real o es la abreviación para algo más? —pregunté, mirando hacia la bebida que acababa de prepararme. Estaba bueno. Mi esposa no me había preparado una bebida, pero una extraña lo hizo. Había buenos samaritanos por todas partes.
—Eso es todo, sólo Fig.
—Interesante —dije.
—Sí, se verá bien en una lápida un día. —Antes de que pudiera responder, echó su cabeza hacia atrás y soltó una risa gutural.
—¿Darius es tu verdadero nombre o es un accesorio para sonar más inteligente? —preguntó una vez recuperada.
—Mi verdadero nombre es doctor Seuss.
Me hizo una mueca y fue entonces cuando me di cuenta que estaba borracha, o drogada. El blanco de sus ojos se encontraba de un color rosado. Loca. Incapaz de enfocar.
—Todos vamos a morir, doctor. Cada uno de nosotros.
Me divertía que ya me dio un apodo, cuando mi nombre era extravagante por sí solo. Recosté mi espalda contra la barandilla y miré mientras ella se sentó en una silla de jardín y comenzaba a deshacer las correas de sus sandalias. Llevaba el atuendo más extraño, un suéter de Navidad sobre un top de corte bajo con pantalones de yoga. Cuando se agacho hacia adelante, su camiseta se abrió, revelando la parte superior de diminutos senos en un sujetador color crema.
—Los hijos de puta duelen como el infierno —dijo. Se puso de pie, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarme. Era muy pequeña. Necesitaba zapatos de tacón para ser de tamaño regular.
—No juzgues mi altura —murmuró ella.
Estaba impresionado, perspicaz incluso cuando estaba ardiendo en un olvido rosado.
—Eres pequeña. Eso no es un juicio, es una observación —le dije.
Podrías decir mucho sobre la psicología de una persona a partir de sus películas favoritas. Así que, eso es lo que le pregunté a continuación. Para el momento en que las había enlistado, las chicas nos llamaron desde dentro y no tuve tiempo para responder. Más tarde esa noche se las enlisté a Jolene, mientras yacíamos en la cama.
—Miedo, La Mano que Mece la Cuna, y Mujer Blanca Soltera.
—Y qué, le gusta un buen thriller —dijo Jolene—. ¿Tenemos que hablar de esto?... estoy borracha
No estaba borracha. Jolene nunca se emborrachaba, alegre sí, pero le gustaba mantener su ingenio con ella, mantener el control.
—O es una psicópata y se relaciona con ellos —respondí.
Rodó sus ojos.
—O tal vez tú eres un psicópata y se lo estás transfiriendo a ella.
Me recosté contra las almohadas, apoyando mis manos detrás de mi cabeza.
—Al menos ahora sé que me escuchas. —Sonreí.
Jolene no compraba toda esa psicología mumbo jumbo, como lo llamaba. Y cada vez que decía eso, sentía un poco como si no me estuviera comprando a mí. Olvida los ocho años que pasé esclavizando por mi doctorado, escribiendo una disertación de ochenta mil palabras: todo era mumbo jumbo. De todos modos, no importaba lo que dijera, porque cuando Jolene decidía amar a alguien, todo el buen sentido salía por la ventana. Yo era el mejor ejemplo. No había un humano vivo que pudiera disuadirla de su causa. Las cagadas cariñosas siempre terminaban como una mierda, pero eso no parecía importar cuando ella tenía algo en la cabeza acerca de alguien. Aceptaba a la gente sin cuestionar. En mumbo jumbo lo llamamos habilitación. Pero, de todos modos, las películas.
La película favorita de mi esposa era La Casa de Arena y Niebla: comienza depresiva, termina depresiva, y hay todas las clases de depresiones intercaladas en el centro. Todo con ella reducida a acciones y consecuencias. Veía a la gente como rotos trenes descarrilados, llenos de compartimientos y sobre todo sin vapor. No sabía cuándo decidió convertirse en el conductor de todos, pero eso es lo que hace ella: hace que los trenes vuelvan a moverse. La respetaba por ello, pero esta vez, con esta persona en particular, sentí la necesidad de advertirle.
—Me dijo que tiene cáncer —dije, pasando mi dedo por su clavícula.
—¿Qué? ¿Es en serio?
De repente, se enderezó en la cama, luciendo asustada.
—¿Por qué no me dijo eso? ¿Está bien? —Me rodé sobre mi espalda y miré hacia el techo.
—No lo sé. ¿Por qué me lo dijo?
—Eres un psiquiatra. Desprendes esa vibra.
Me reí. A ella le gustaba cuando me reía. Se recostó de nuevo y se acurrucó contra mí, presionando sus labios contra mi cuello.
—Está sola y probablemente asustada. Me pondré en contacto con ella de nuevo. Tenemos que ayudarla.
Bueno, mierda. Otro día, otro proyecto. Lo hacía para vivir; Jolene lo hacía como parte de su vida cotidiana. Es lo que nos atrajo. Quería estudiar a la gente; ella quería ayudarlos. Excepto que cuando asumía un proyecto, se infiltraba en todos los ámbitos de nuestra vida. Yo podía simplemente dejar el mío en el trabajo, todos los días.
—No te involucres demasiado. Hay algo raro con ella —dije.
—¿La sigues en Instagram?
—Sí, pero ¿qué tiene eso que ver con que sea rara?
No me estaba tomando en serio. Olvida que tengo un doctorado en mumbo jumbo, olvida que estaba tratando de cuidar de sus intereses.
—La busqué cuando se mudó a la casa de al lado. En el momento en que las dos se conocieron, empezó a poner esas pequeñas cajas blancas alrededor de sus fotos como tú lo haces.
—¿Estuviste husmeando en su Instagram? Eso no es espeluznante en absoluto.
—Estoy cuidando de ti —contesté—. Confías demasiado fácilmente. —Esto iba cuesta abajo rápidamente. Jolene podía hacer que la sana lógica sonara loca con su don de palabras.
—De acuerdo, así que me siguió y le gustó mi estilo. —Se rodaba ahora para alejarse de mí, mi cuello olvidado.
—Publicas tus zapatillas de deporte, un día después ella publica sus zapatillas de deporte. Comes en un restaurante, un día más tarde ella come allí.
—Sólo quiero irme a dormir —dijo, estirando su mano para apagar la lámpara de la mesilla de noche—. No vamos a llamar a Fig una acosadora, todavía. Acabas de conocerla.
—Acosadora —susurré—. Acosadora... acosadora... acosadora…
Re: Lectura Agosto 2017
27
Algo más difícil
Golpeteé mi lapicero en la libreta y sofoqué un suspiro. Era lunes, y Susan Noring era la paciente de esa hora, o como a mí me gustaba llamarla, Susan Aburrida. Treintañera, cabello rubio sucio, labios delgados y malvados; ni siquiera lanzaba algo interesante para la vista mientras parloteaba con su tono monótono. Estaba usando mocasines marrones. Con Susan habían sólo dos opciones de calzado: mocasines marrones o Keds blancos, y lo peor de los Keds era que no tenían ninguna marca de suciedad. Perfectamente blancos, incluso las suelas estaban sin manchas. Esa era de esencia de Susan Noring la aburrida. No iba a ningún lado, ni hacia nada, ni tomaba una sola decisión que pudiera agregar color a sus malditos Keds. Venía conmigo una vez a la semana, permaneciendo en la recepción mucho después de que nuestra sesión se hubiera acabado, bebiendo la misma taza de café con la que había entrado. Me preguntaba si había algo más que café allí, pero nunca había sentido aliento a alcohol. Mi recepcionista creía que era para fisgonear sobre mis otros pacientes, pero yo creo que venir a terapia era lo más interesante que le sucedía a la semana.
Era mi turno de hablar.
—¿Por qué crees que te sientes de esa manera?
La pregunta que superaba a todas las demás preguntas. Tenía el potencial para mantenerlos hablando por diez minutos, comiéndose el resto de la hora. Dos clientes después de este y me estaría dirigiendo al fin de semana.
—Me siento juzgada, todo lo que hago, como sea que lo haga —dijo. Tensaba las manos, algo que hacía cada vez que salía el tema de ser juzgada. Dudaba de la verdad de sus historias, después de todo, no había nada para que los compañeros de Susan la juzgaran. Las personas interesantes cortaban las venas del prejuicio; personas como Susan difícilmente iban en contra de lo normal. Pero no era mi trabajo el dudar de ella, tan sólo escucharla y sugerir.
—¿En torno a qué te sientes juzgada? —pregunté.
Susan retorció sus manos y me observó con los ojos llenos de lágrimas. Sus ojos siempre lucían sobresaltados, me recordaban un poco a los de Fig. Susan no era tan inteligente como nuestra vecina, sólo demostraba que un poco de imaginación podía ser bastante.
—Siento como que nunca soy suficiente. Es la manera en la que me miran, las cosas que dicen.
—¿Es posible que tan sólo estés proyectando tus propias inseguridades?
Habíamos tenido esta discusión antes. Incluso admitió esto y logró cambiar su perspectiva por un rato, pero las personas sanas no necesitaban médicos, ¿cierto? Y era más difícil cortar de raíz los desórdenes de personalidad de lo que era atrapar a Papá Noel bajando por la chimenea.
—Es cierto —dijo Susan, luciendo abatida—. Nunca me siento suficiente.
—¿Para quién necesitas ser suficiente? —pregunté, cruzando y volviendo a cruzar las piernas. Me abstenía de involucrar demasiado movimiento durante una sesión. Distraía a los clientes y los traía al borde. Se suponía que los psicólogos tuviesen una naturaleza tranquilizante, pero en general, era difícil mantenerme inmóvil.
—Yo misma.
—Eso es correcto.
Miré mi reloj y sonríe como si sintiera que se nos había acabado el tiempo. Mi reloj no tenía batería; era un objeto de apoyo, uno bueno. Susan también lucía como si lo sintiera. Se tomó su dulce tiempo para ponerse de pie, buscando sus llaves dentro del bolso, y caminando hacia la puerta. Me preguntaba cuántas veces se habría tocado a sí misma pensando en mí, sus largos dedos pálidos empujando dentro de su vagina aburrida. Todo lo que tenía que hacer era sugerirlo y ella se abriría para mí como una flor. Tal vez incluso manchara sus Keds un poco. Le estaría haciendo un favor.
—Aquí está mi número personal —dije, anotándolo en la esquina de mi libreta—. Puedes mandarme un texto siempre que sientas que las cosas se están volviendo demasiado. —Levanté la cabeza y estuve preocupado de repente—. ¿Está bien? No quiero asumir…
119
—No, no, no —dijo rápidamente, sin retirar los ojos de los cuatro números escritos en la libreta—. Eso sería estupendo —Estaba preocupada de que no terminara, preocupada de que cambiara de idea.
Terminé de escribir mi número y rasgué el papel, tendiéndoselo. Sus dedos estaban grasosos cuando tomó el papel y se lo guardó en el bolsillo del frente. No lo perdería, no lavaría accidentalmente el pantalón con mi número dentro. Caminaría hacia su auto, con el corazón golpeteándole, y sacaría el papel, sosteniéndolo con emoción. Después guardaría el número en su teléfono, pensando en su primer texto. Diría algo como: muchas gracias por confiarme tu número. Te envío un mensaje para que tengas el mío. Lo borraría y lo escribiría otras tres veces, reformulando y agonizando sobre cómo sonar despreocupada y casual. Cómo enviar algo que recibiera una respuesta de mi parte. Y luego cuando me la follara, se sentiría interesante y menos preocupada por las madres del equipo de su hijo juzgándola. Sería una mujer con un secreto, y a ellas les gustaba eso—el tener secretos y sentirse misteriosas. A mí también me gustaba eso. Vi salir a Susan y pude ver a Lesley en la sala de espera luciendo agitada y cansada. Lesley era divertida. Tenía unas buenas malditas piernas y unas grandes tetas jugosas que seguido imaginaba en mi boca. Estaba a punto de llamarla cuando recibí un texto. Era Fig.
Tu esposa me ha invitado hoy a la cena. Parece demente. ¿Llevo vino o algo más fuerte?
Regresé a mi oficina y cerré la puerta. ¡Ja! Jolene estaba demente. Había estado caminando de puntillas por la casa tratando de que no me gritara. Se ponía así cuando estaba a punto de terminar un libro. Todos y todo era una molestia para ella.
¿Para ella o para nosotros? Escribí de vuelta.
¡Ja! Nosotros, supongo.
Entonces trae lo fuerte y estaremos demasiado ebrios como para notarlo.
Envió un emoticón con los pulgares hacia arriba.
Me gustaba nuestra química. Era fácil estar cerca de ella. La catalogué como una psicópata la primera vez que la vi, lo que significaba que era encantadora y agradable y eso de tratar de ganarse nuestro afecto era parte del juego. No sería siempre así de fácil. Una psicópata siempre se delataba, pero por ahora era como un aliado. Alguien con quien asociarme en contra de Jolene. A veces me sentía culpable por hacer a mi esposa la mala… era en esencia mejor persona de lo que yo era, pero al final, los humanos necesitaban sentirse conectados… apoyados. Y Fig era mi chica. Tenía cierto tipo de obsesión con Jolene. Quería ser como ella y odiaba que no fuese fácil. Su relación era tenue. Fig, en casi cada ocasión, trataba de vencer a mi esposa, a lo que mi esposa sin malicia le permitiría ganar el trofeo. Hacia enojar a Fig. Si ella ganaba, quería que hubiese una guerra.
Un mensaje entró de Susan Noring. Era una foto de sus tetas. Vaya, vaya, vaya. Había estado equivocado. ¿Y quién habría creído que tenía unos melones como aquellos? Finalmente una mancha en sus Keds. Bien hecho, Susan.
Guau, escribí de vuelta, esas son hermosas. Me envié la imagen por correo, la eliminé de mi teléfono, y abrí la puerta para Lesley.
Re: Lectura Agosto 2017
OMG con que Dairus tiene garras... Cada vez se pone más interesante esto....
Quiero más capitulos
Quiero más capitulos
"No vivas la vida escondiéndote detrás de tu pasado, vive para el ahora, cuando encuentres a alguien con quien quieras pasar el resto de tú vida, no la dejes ir, ya sea si ese para siempre resulta ser un día o un año o cien años. No dejes que el miedo de perderlos te contenga de amarlos"
jesikap- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 09/10/2014
Re: Lectura Agosto 2017
Mmm ya se descubrió él malo de lapelicula; resulta see que pensábamos que Darius y Jolene estaban jugando él juego DE Fig, pero resulta ser que él doctorcito se esta tirando una de él psicoanalista son que se de cuenta.
Re: Lectura Agosto 2017
Uyyy !!!
Esto se puso cañón ! Cada vez más interesante...
Esto esta bastante más complicado de lo que parece y comienzo a hacerme bolas, pero esta genial!
Quiero más capis ^^
Gracias!
'Sra. Maddox!
micafp_2530- Mensajes : 1884
Fecha de inscripción : 26/02/2017
Edad : 30
Localización : Entre las páginas de un libro...
Re: Lectura Agosto 2017
¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Lamento la desaparición de ayer, pero tuve un día lleno de torturas (me tocó ir al dentista) y casi muero de dolor
Pero, ya regresé y hoy les toca leer doble jajaja
Re: Lectura Agosto 2017
28
Inadaptados
Había un pleito. Tenía el potencial de cerrar mi práctica. No podía creerlo realmente. ¿Cómo me involucré con alguien que me demandara por un corazón roto? Las mujeres, como resultó, eran innegablemente locas.
Pensé en el tanque de pescado en la zona de recepción, y en las sillas gruesas que Jolene escogió cuando estábamos instalando la oficina, y las imaginamos desaparecidas. Me puso enfermo pensar en ello. Todo lo que construí. Todo a causa de las acusaciones débiles de una chica amarga. Macey Kubrika entró en mi oficina la primera vez oliendo a coño. Se masturbo, recuerdo haber pensado. Probablemente fuera en el frente de su auto. Quería oler sus dedos para confirmar. Inicialmente me sentí atraído por ella porque era vulnerable con grandes tetas, y le gustaba lamerse los labios cuando hablaba. Había tomado trabajo concentrarse durante sus sesiones; Seguí imaginándola sentada en mi rostro. Era una maestra y había nacido con Amelia, un defecto de nacimiento que resultó en una extremidad deformada. Al principio no me di cuenta que no tenía una mano derecha normal. Llevaba unos suéteres anchos y se pasaba las mangas por encima de los dedos de la mano izquierda. No fue hasta que planteó en la terapia de unas semanas más tarde que se retiró la manga de su chaqueta de color rosa para mostrarme lo que llamó su muñón. Me dijo que estaba agradecida de que sus padres no la hubieran abortado.
—Tus padres son pastores —dije—. ¿Qué te hace pensar que el aborto cruzó sus mentes?
—No lo hizo. Sólo si me hubieran dado a otra familia tal vez ellos lo harían.
Verdad.
Se sentía afortunada de estar viva, era una cualidad que todos necesitábamos. Le dije que un apéndice desaparecido no disminuía su valor, y algo se iluminó en sus ojos. Nuestro asunto comenzó una vez que Macey se sintió suficientemente cómoda conmigo para deshacerse de los suéteres. Empezó a ir a sus sesiones con túnicas cortas y blusas transparentes a través de las cuales podía ver el contorno de sus pezones oscuros. Entonces un día, mientras llevaba una falda, se sentó en la silla frente a mí, esparciendo sus piernas para que pudiera ver sus bragas rosadas, y me pidió que la conociera en un hotel cercano. Había crecido tanto que fue doloroso. Pensé que Macey y yo estábamos en la misma página: nos conocimos, ella follaba como una contorsionista, nos enviamos fotos en nuestro tiempo aparte, dedos húmedos empujando, una dura polla en mi mano, nos divertimos. No pensé en el hecho de que tenía una mano. Su coño estaba apretado, y gemía como una puta mientras la golpeaba. Y luego arruinó nuestra diversión porque quería más que follar. Nunca mencionó más. ¿Qué era más? ¿Una relación? ¿Un niño? ¿Noches en casa viendo nuestros programas favoritos en la televisión? Yo tenía más. Yo quería el extra. Debería haberlo sabido mejor, una mujer que vivía su vida sintiéndose inferior y rota encontró a un hombre que pensaba que era capaz de mirar más allá de su deformidad y desearla sexualmente. Cuando ese hombre la rechazaba era como despertar cada inseguridad que poseía y forzarla a considerar el hecho de que ella era realmente demasiado fea, demasiado quebrada, demasiado deformada para amar. Mi mal, está bien. Cuando le dije a Macey que ya no podíamos vernos, se obsesionó conmigo. El resto de sus amenazas vinieron a través de textos. Había cancelado mis citas, enviado a mi secretaria a casa, y caminaba alrededor de la oficina tratando de decidir qué hacer. Un pez muerto estaba flotando en el tanque de peces, el vientre hacia arriba.
Se sentía como un mal presagio. Lo recogí y lo tiré antes de que nadie pudiera verlo.
Consideré el chantaje. Macey era la hija de un pastor prominente, ¿cómo se vería si salía que era un padre casado? Pero, antes de que pudiera lanzar el guante, presentó una demanda por negligencia contra mí. Estaba jugando con alguien que valoraba la venganza por su propia reputación. Todos los papeles fueron enviados a la oficina y Jolene todavía no lo averiguó. Pero, era sólo cuestión de tiempo, ¿no? Sentí que mi vida aquí estaba casi terminada. Tic Tac. Pensé en Mercy, cuánto la amaba a pesar de que no era mía. Había estado dispuesta a criarla como mía, y estaba seguro que eso era lo que hacía que Jolene se enamorara de mí. Estuve allí para su nacimiento, sus cumpleaños, y cada momento de su diminuta vida. La llamé Mercy porque era lo que sentía estar con Jolene; Tenía algo que no merecía, pero, oh Dios, yo amaba a las dos tanto.
*
Cerré la oficina y puse la alarma en vez de ir a casa, caminé por el estacionamiento hasta la cafetería. Fig se hallaba allí, su computadora portátil abierta frente a ella, un buñuelo de manzana sin tocar en su codo. Sonrió cuando me vio y abrió un lugar para sentarme.
—Hola, Dr. Seuss. —Sonrió—. ¿Arreglaste un montón de gente hoy?
—La gente no puede ser arreglada, conejo tonto. —Tiré la pastelería hacia mí y la llevé a una esquina. A la mayor parte de mi círculo era intolerante al gluten, pero hoy estaba en el borde. ¿Qué jodidamente importaba la mierda cuando tu esposa estaba a punto de descubrir que no cumpliste los votos?
Fig me miraba fijamente. Me aclaré la garganta.
—Está bueno —le dije, señalando al buñuelo de manzana.
—¿Qué sucede contigo? Estás actuando como yo —dijo.
Lamí el azúcar del pulgar mientras la miraba fijamente. Prueba de que el loco tenía cierta conciencia de sí mismo. Su abandono de las gracias sociales y su aguda percepción de los estados de ánimo era lo que más me gustaba de ella. Te llamaría loca estando loca. Era un poco caliente. Mi cosa menos favorita: sus ojos Looney Tune. Dios, me daban escalofríos. Podrías casi imaginarla follando hasta llegar a los ojos. Eran como las de las mujeres que vi en la sala de psiquiatría durante mi pasantía. Sólo ponle una bolsa en la cabeza, habría dicho mi amigo Mike.
—Sólo un día extraño —dije—. ¿Alguna vez te has sentido como si pertenecías y no perteneces al mismo tiempo?
—Absolutamente. —Asintió—. Como todos los días desde que nací. —Se rio.
—Somos sólo dos inadaptados, ¿cierto, Fig? —Podría decir que le gustaba eso. Probablemente se iría a casa y se lo repetiría. Comprar un regalo de Navidad y grabar la palabra en él.
—Sí. —Sacó la mitad de la palabra, con resignación.
—¿Vas a comer eso? —Señaló no a la pastelería, sino a una envoltura de paja. No mucha gente sabía de mi Pica1. Comía cosas: hilos de los cojines del sofá, las pequeñas cosas de plástico que unían las etiquetas de precio a la ropa, las ayudas de la banda, los anillos de plástico suave alrededor de las tapas en los recipientes de leche de dos galones. Mi favorito: palillos de dientes. Podría comer una caja de esos hijos de puta para el postre.
Tomé la envoltura de paja y la levanté. Para su diversión, lo metí en mi boca y mastiqué. Negó con la cabeza, sonriendo.
—Tan jodidamente extraño.
Me lancé en una historia sobre cómo comí el sofá de mis padres cuando tenía dieciséis años. Me tomó un año entero, pero la cosa estaba desgastada cuando terminé. Le dije porque le gustaba escuchar mis historias. Todas mis gilipolleces, me gustaba Fig. Me hacía sentir menos jodido, porque seamos realistas, era difícil alcanzar el nivel de jodida que se encontraba Fig Coxbury. Después de todo, nunca perseguí a nadie. Esa mierda era peligrosa.
Re: Lectura Agosto 2017
29
Pequeña Tonta
Mi esposa era una tonta. Sonaba duro, pero era la cosa que más me gustaba de ella. Se casó conmigo, ¿de acuerdo? Eso era probablemente estúpido. El viejo Sinatra lo decía correcto cuando cantaba: lastima para mí, te necesito. Sé que está mal, debe de estar mal. Pero bien o mal, no puedo estar sin ti.
Jolene no hacía amigos tanto como los tomaba. Llegaban; ella abría sus brazos y sonreían. Era como un ebrio feliz que conocías en un club. Sin sentido, llena de amor y buena voluntad. No había alcohol que diluyera el cinismo que había en el resto de nosotros, ella genuinamente lo amaba. Tan bizarro. Casi no podía soportarlo, ni hablar de un extraño. Una vez me dijo que si ella no estaba ebria en la vida, vería a las personas como realmente eran y se escondería. Eso era verdad. Era todo estrellas en los ojos, viendo los potenciales de las personas. Todo. El. Jodido. Tiempo. Tan estúpido. Ella no tenía idea lo pirañas que eran las personas. No tenía idea quien era yo. No él yo que le daba, el otro yo. El que compartimentaba. Era el mejor con ella. El chico que follaba a mujeres vulnerables y medio rotas era una entidad completamente separada. No lo conocía, pero ella ciertamente escuchó de él por mis ex.
Su última aventura era Fig Coxbury, y también la mía. Desearía que ella hubiera estado ausente de la clase ese día. Fig era cuatro capas de fruta podrida bajo ese suave y dulce exterior. Jolene estaba demasiado saturada con el amor para ver lo podrido. Me gustaba lo podrido. Tendrías que reírte. Era todo lo que podías hacer.
Figgt Pudding era un accesorio en nuestra casa. Me hallaba lleno de anticipación por lo que vendría de todo ello. Como Jolene siempre decía, no podrías poner a tres personas locas en una historia sin tener que sus mundos se tambalearan. Por ahora, era un desagradable ser en mi casa. Podías moverla de habitación a habitación, pero siempre se encontraba allí mirándote. Algunas veces cuando llegaba a casa, se hallaba sentada en el mostrador de la cocina, balanceando sus piernas, diciendo ocurrencias alrededor de la habitación más rápido que el mezclador KitchenAid de Jolene. Otras veces, se estaba marchando justo cuando entraba, ya sea pasando a mi lado con agresión o deteniéndose a charlar. Altos y bajos, bajos y altos. Lo discutí con mi esposa. La inestabilidad mental de Fig era más prevalente en los medios sociales. Era sorprendente si te detenías a observar.
—Posteaste una foto en blanco y negro, ella posteó una foto en blanco y negro —dije—. Atas una bandana alrededor de tu muñeca, ella ata una bandana alrededor de su muñeca.
Jolene ya estaba comenzando a reírse y ni siquiera mencioné que de los cinco restaurantes que visitamos este mes, Fig fue a cuatro de ellos —a menos de veinticuatro horas de las que estuvimos allí. Me estaba asustando un poco, y yo lidiaba con personas así por lo regular. Olviden eso, lidiaba con locos complacientes, locos aburridos. No tuve un legítimo lunático acosador en mi sillón por un largo tiempo. Esas personas nunca sabían que necesitaban ayuda.
—Vamos —dijo—. Podría ir a cualquier Instagram y ver fotografías similares en sus respuestas.
Me encogí de hombros. No podías forzar a alguien a ver algo.
—Quizás —dije —. Pero ellos no tendrían tu bandana, como exactamente la que tienes, en el mismo lugar.
El rostro de Jolene se arrugó mientras pensaba.
—Tengo buen gusto.
Algunas veces me preguntaba si tomaba algo en serio, o si la vida era un enorme experimento para ella.
Conocía a Fig. La he visto observarnos por meses ahora. Cuando eres psiquiatra tienes el hábito de diagnosticar a las personas tan pronto y hacen contacto visual contigo. Excepto que Fig rara vez hacía contacto visual. Era graciosa. Era un mecanismo de defensa, pero aún era efectivo. Le mencioné lo graciosa que era a Jolene una vez y elevó una ceja.
—¿Cuándo? Nunca me dice algo gracioso —dijo.
Allí es cuando me di cuenta que Fig le daba diferentes cosas a diferentes personas. Para mí, era ligereza y nostalgia, escuchando historias a las que Jolene me decía que me callara, arrojando mi humor de regreso hacía mí. Para mi esposa, ella sonaba al límite, especialmente con ese imbécil, Ryan. Ryan fue al colegio con mi esposa y había recientemente emergido en sus círculos sociales, queriendo más que lo que un conocido pediría. No sé cómo Fig se enteró de ello, pero le preguntaba a Jolene sobre él todos los días, queriendo saber si él le envió un mensaje y sobre qué. Presionaba a Jolene para que le hablara sobre cómo se veía, su personalidad, su pasado. Lo vi todo en el iPad de Jolene, el cual se hallaba sincronizado con su celular. Se lo compré para navidad, y la novedad duró por lo menos una semana antes de que fuera debajo de una pila de papeles en su escritorio. Prefería leer libros reales y todo lo demás lo hacía en su teléfono o en su laptop. Que suerte la mía. Podía sentarme en primera fila mientras mi esposa le enviaba mensajes a nuestra vecina acerca del tipo que deseaba que estuviera interesado en ella hace una década. Una década antes de mí. Generalmente me ponía al día con sus mensajes en el espacio libre del almuerzo. Me sentaba en mi escritorio y comía el yogurt que Jolene me envió, mientras pasaba por sus textos, los de Fig y los de Jolene, eso es. No los de Jolene y Ryan, sus mensajes eran aburridos. Él era generalmente un caballero.
Fig: mira sus labios. ¡Es bueno besando!
Jolene: Puede ser torpe.
Fig: oh Dios mío, solo admítelo. Él es caliente.
Dejé caer el yogurt en mi teléfono y no pude ver la respuesta de Jolene, pero ya era hora de mi siguiente cliente.
En marcha…
Re: Lectura Agosto 2017
30
Fig en forma
Entonces, ¿lo estás reconociendo?
—No —siseó ella—. No estoy reconociendo nada. —Me lanzó una mirada que me dijo que me callara, así que lo hice. Permitiría que lo viera por sí misma. Estaba allí acechando a lo largo de West Barrett Street. Pensé en todas las películas de Freddy Krueger y Michael Myers que había visto. Los locos en tu calle siempre tenían garras y caras aterradoras. La loca de West Barrett tenía una manicura y toda la ropa de mi esposa.
Estábamos de pie junto a la ventana de la sala, la que daba a la casa de nuestra extraña vecina. Hacía frío afuera, la ventana helada al tacto. Habíamos estado discutiendo sobre Fig cinco minutos antes durante la cena. Demasiados vasos de vino, y yo estaba nervioso con todo el asunto de la demanda. Jolene insistía en que Fig era una incomprendida. Yo insistía en que Fig estaba como una puta cabra. No sé por qué era tan importante para mí mostrarle la clase de farsante que era Fig, pero solté mi vaso de vino y calmadamente le pedí que accediera a sus pasos de Fitbit.
Hace unas semanas, para ponernos en forma para el verano, algunos de nosotros habíamos saltado al tren Fitbit. Jo y yo, Amanda y Hollis, Gail y Luke, y, por supuesto, Fig. Competimos en desafíos juntos, registrando nuestros pasos en los teléfonos por la noche antes de ir a la cama. De esa manera podíamos ver quién estaba adelante y bien... dar más pasos. Al final de la semana se anunciaría a la persona con más pasos. Todos felicitaríamos al ganador, algunos de nosotros más a regañadientes que a otros, y nos esforzaríamos más para ganar. Estaba funcionando —perdí dos kilos y medio desde que me puse la cosa en el brazo.
Jolene, una persona perpetuamente ocupada quien nunca se sentaba a menos que fuese para escribir, nos estaba avergonzando al resto, duplicando nuestros pasos antes siquiera de que hubiéramos almorzado. Su única competencia era Fig, que bajó trece kilos y medio desde que la conocimos. Fue durante el primer desafío que me di cuenta que cada vez que Jolene registraba sus pasos en la aplicación, Fig registraba los suyos segundos después. Como si estuviera comprobando lo lejos que estaba. Si Jolene se encontraba adelante en los pasos, la luz de la habitación de huéspedes de Fig se encendía y subía a la caminadora hasta que tenía ventaja. Si se quedaba detrás de Jolene en pasos más tarde ese día, salía a correr por el vecindario, sombría determinación en su ya cansada cara. La vi hacer cuatro carreras separadas en un día, todo para vencer a Jolene. Se convirtió en mi diversión privada. Todo el mundo sabía que las mujeres eran competitivas, pero Fig lo llevaba a un nivel admirablemente psicótico. No es que la culpara. La falta de competitividad de Jolene era exasperante. Mientras todo el mundo se esforzaba tanto para ganar, ella apenas estaba haciendo algún esfuerzo. Era yo quien le informaba cuando ganaba los retos semanales, y en lugar de regodearse o levantar los puños, lanzaba un indiferente “Genial” y se dedicaba a sus cosas.
Sorprendentemente, después de beber el resto de su vino, obedeció sin hacer ninguna pregunta.
—Ahora ve al chat del grupo y dile a todos que vas a la cama.
Lo hizo.
La arrastré hasta la ventana, sus dedos fríos entrelazados con los míos, el Malbec que bebimos en su aliento.
Mantuve las persianas abiertas con dos dedos, mientras ella se inclinaba hacia adelante, mirando con concentración. Podía olerla, el perfume de rosa que llevaba y su piel. Cuando olía su piel se me ponía dura, fue así desde el día que nos conocimos. Seguí echando miradas de reojo en su dirección para vigilar su expresión. Ella lo vería. En un segundo lo vería. Entonces tendría razón.
—Ahí —dije—. ¡Ja! ¡Te lo dije! —La solté y aplaudí.
Sus labios se arrugaron y parpadeó, incrédula. Luego, con un suspiro, se inclinó hacia delante de nuevo y echó un vistazo a través de las persianas. Me hallaba emocionado. No me importaba que tuviera la razón, se sentía bien incluso si se trataba de algo tan enfermo como esto.
Miramos tranquilamente mientras Fig salía por la puerta principal, con sus zapatos de correr puestos, su cabello corto sujeto lejos de su cara. Se inclinó por un momento para hacer un doble nudo con los cordones y luego se enderezó, estirando los brazos por encima de su cabeza por un rato. Miró hacia la casa. Jolene chilló, y ambos nos agachamos, deslizándonos por la pared y cayendo sobre la alfombra a risotadas. Los ojos de Jo estaban brillantes y felices cuando me miró. Acabábamos de compartir un momento, y cuando la miré pensé, nunca he amado algo tanto. Sonreí y agarré sus dedos, presionando mis labios contra ellos. Miró nuestras manos juntas, su frente arrugada.
—Entonces, ¿estás diciendo que desde que comenzamos a hacer estos malditos desafíos de Fitbit está empeñada en vencerme? ¿A mí, no a Amanda, ni Gail, ni a ti?
—Bueno, sí, algo así. A le gusta ganar, pero tú eres la persona más importante para vencer. Está obsesionada con tratar de llevarte ventaja. Quiero decir que está obsesionada contigo en general, pero la obsesión de aventajarte es definitivamente prioridad.
—Eso es tan jodidamente raro. —Apartó la mirada, y pude notar cuánto la incomodaba. Jolene no estaba en competencia con nadie, sino con ella misma. Eso era lo molesto de la gente segura: no jugaban tus juegos.
Se volvió hacia la ventana. Ahora no había nada más que la lluvia.
—¿Con qué frecuencia hace esto cuando estoy por delante en pasos? —preguntó.
—Espera hasta que registras tus pasos, lo cual es generalmente bastante tarde, cerca de las nueve o por ahí. Entonces sube a la caminadora o sale a correr. Siempre.
—Pero, todavía le gano.
—Sí, eso es lo divertido.
Tan pronto como Fig desapareció de la vista, Jolene salió de la habitación.
—¿A dónde vas? —la llamé.
—¿Me estás tomando el pelo? Voy a azotar su trasero.
Un minuto después oí que se encendía la caminadora y los pies de Jolene golpeando a un ritmo constante. Sonreí para mis adentros. La vida era un juego. Era divertida cuando eras un participante activo.
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