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Lectura #2 Octubre 2017
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura #2 Octubre 2017
Bueno creó que a todas alguna vez nos dio miedo quedarnos solas en casa, veíamos e imaginábamos hasta lo que no, yo hubiera dejado que se inundara el baño o lo que fuera, me pondría unos audífonos y me aislaba de todo, más vale aquí corrió que aquí quedo. Por que sí, lo admito, soy una gran gallina.
En cuento a los chicos siempre hay alguien que se quiere creer más que los demás, de que yo mero y no se que, debieron decirlo todos, total ya estaban en el baño, Grace es una empalagosa y si ya tenía broncas con Sadie, Naya y Bobbie para que meten su cuchara.
En cuento a los chicos siempre hay alguien que se quiere creer más que los demás, de que yo mero y no se que, debieron decirlo todos, total ya estaban en el baño, Grace es una empalagosa y si ya tenía broncas con Sadie, Naya y Bobbie para que meten su cuchara.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #2 Octubre 2017
a ver si puedo ponerme al dia conn una lectura, aunque no soy mucho de este genero .. tratare de seguirla
Invitado- Invitado
Re: Lectura #2 Octubre 2017
uh esto empezó como una mezcla de Scream y Scream Queens .
Emezó bien. Gracias Ross
Emezó bien. Gracias Ross
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Ross me uno!!!
Por fin llegue a la lectura...
Me imagine que Mary salia del espejo como la chica del aro pero en vez de gotear agua goteaba sangre..grrr.
Me encanta todo lo de terror a si que mi imaginacion estara haciendo muy activa.
Considero que todos debieron haber invocado a Mary no solo tres y no creo que sea verdad de que Sadie lo hizo me huele a mentira.
Gracias por los capi
Por fin llegue a la lectura...
Me imagine que Mary salia del espejo como la chica del aro pero en vez de gotear agua goteaba sangre..grrr.
Me encanta todo lo de terror a si que mi imaginacion estara haciendo muy activa.
Considero que todos debieron haber invocado a Mary no solo tres y no creo que sea verdad de que Sadie lo hizo me huele a mentira.
Gracias por los capi
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Yo escucho un ruido en mi casa y me voy, ni loca voy a ver de donde viene!!!
evgi_06- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 15/02/2015
Edad : 32
Localización : Aquí
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Estoy deacuerdo, fue una falta de respero reirseDew' escribió:13 años antes: ¿Qué rayos? Creo que a todos nos ha pasado más de alguna vez en la que nos sentimos completamente extraños en nuestra casa, pero siempre me he preguntado ¿Por qué demonios, tienen que ir y buscar? ¿Por qué no quedarse en un lugar seguro? o salir de ese lugar.
Hallowen: Estos niños cada vez le temen menos a las cosas...
La invocación: Tengo la leve impresión que Mary no es quien pensamos o tenemos la creencia.
Además creo que reírse fue como una falta de respeto, la cual pasara su factura.
Gracias por comentar Dew`
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
jajajaja ya me imagino... tu casa toda inundada y tu fresca escuchando musicajaneth escribió:Bueno creó que a todas alguna vez nos dio miedo quedarnos solas en casa, veíamos e imaginábamos hasta lo que no, yo hubiera dejado que se inundara el baño o lo que fuera, me pondría unos audífonos y me aislaba de todo, más vale aquí corrió que aquí quedo. Por que sí, lo admito, soy una gran gallina.
En cuento a los chicos siempre hay alguien que se quiere creer más que los demás, de que yo mero y no se que, debieron decirlo todos, total ya estaban en el baño, Grace es una empalagosa y si ya tenía broncas con Sadie, Naya y Bobbie para que meten su cuchara.
Gracias Janeth
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Espero que si, como ya comente anteriormente. Es bueno salir de nuestra zona de confort y esta lectura puede ser de ayudaPotterGirl escribió:a ver si puedo ponerme al dia conn una lectura, aunque no soy mucho de este genero .. tratare de seguirla
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Siiiii, eso mismo pense yo Scream QueensVeritoj.vacio escribió:uh esto empezó como una mezcla de Scream y Scream Queens .
Emezó bien. Gracias Ross
Espero te siga gustando la lectura
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Me encanta saber que te gusta este genero, casi no se le da por tener seguidoras.mariateresa escribió:Ross me uno!!!
Por fin llegue a la lectura...
Me imagine que Mary salia del espejo como la chica del aro pero en vez de gotear agua goteaba sangre..grrr.
Me encanta todo lo de terror a si que mi imaginacion estara haciendo muy activa.
Considero que todos debieron haber invocado a Mary no solo tres y no creo que sea verdad de que Sadie lo hizo me huele a mentira.
Gracias por los capi
Eso si yo me incluyo en amar el Terror, cunado lei el libro por primera vez dije... este libro es para recomendarlo
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
soy muy curiosa puede que yo si me anime a investigar que pasa en mi propia casa en una ajena ni salgo mas que por la puertaevgi_06 escribió:Yo escucho un ruido en mi casa y me voy, ni loca voy a ver de donde viene!!!
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Mami !!!Ana09 escribió:Tarde pero seguro... Me uno!
Bienvenida mi corazón bello, espero te atrape tanto como a mi.
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Agarrense!!
Ya regreso con los capitulos, eso si preparen una mudad de ropa
Ya regreso con los capitulos, eso si preparen una mudad de ropa
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
4
El mensaje
Bobbie se despertó de la misma forma en que lo hacía cada mañana, con Naya cantando a todo pulmón. En español.
—Querido Dios —declaró Bobbie, rodando en la cama—. ¿No podrías por favor, tomarte un descanso? Es domingo… todo un día especialmente diseñado para descansar.
Metió la cabeza debajo de la almohada, pero Naya la retiró amablemente y cantó algunas palabras al oído. —Arriba-
arriba. ¡Lugares para ir, gente que ver!
—¿Estás drogada? Estamos en Piper’s Hall. No hay lugares para ir, literalmente.
—Vamos, es domingo. ¡Iglesia!
Bobbie se sentó de golpe en la cama, apartándose el pelo de la cara. —¿Qué?
—¡Caíste! —Naya se rio—. Pero al menos estás levantada ahora. Vamos o nos perderemos el desayuno.
Ahora que eran Avanzadas, Bobbie y Naya tuvieron la suerte de tener una habitación doble, las Inferiores a veces se tenían que amontonar hasta cuatro chicas en una habitación del tamaño de una lata de sardinas. En comparación, esto era de lujo.
—¿Crees que me veo gorda? —Naya se paró frente al espejo, pinchando su vientre casi inexistente.
Bobbie tiró su edredón de vuelta sobre su cabeza. —Estás loca,
¿lo sabes?
—Juro que voy a dejar los carbohidratos...
Hubo un golpe en la puerta y la señora Craddock asomó la cabeza en la habitación. —Roberta, querida, hay una llamada telefónica para ti.
Eso significaba una sola cosa: tiempo para la actualización semanal de su madre. Bobbie envolvió su bata alrededor de su cuerpo. —Naya, me guardarás algo de desayuno, ¿no?
—De seguro, cariño.
Caminó con Naya hasta la oficina de al lado a los aposentos de la señora Craddock, que las chicas llamaban la cabaña por alguna razón desconocida. Bobbie había ganado su reputación como una de las “chicas buenas” (sin contar ayer por la noche) por lo que la dejaban sin supervisión en ese cuchitril de habitación.
—Hola, mamá. —Bobbie se sorprendió a sí misma con la forma solemne en la que fue el saludo.
—¿Bobbie? ¿Estás bien, cariño? —gritó su madre. Su madre nunca hablaba en nada menos que un bramido.
—Hola, sí, lo siento, estoy bien. Me acabo de despertar.
—Muy bien, ¡me preocupaste por un segundo! ¡No debes asustar a tu madre de esa manera, querida!
—Lo siento. ¿Cómo está Nueva York?
—Cariño, apenas he estado fuera desde que me bajé del avión… ni siquiera he puesto un pie en Barney’s. Los ensayos han sido absolutamente sin parar. ¡Apenas he tenido la oportunidad de rascarme el trasero, mi amor!
Bobbie no estaba segura de cómo responder a eso. En Nueva York todavía era muy temprano en la mañana. Bobbie adivinó que su madre acababa llegar de un cóctel o algo y la llamó antes de colapsar. Esta era la parte en la que su madre se quejaría infinitamente por el director, el guión, el teatro, todo el tiempo disfrutando cada minuto de su existencia alocada. —Pero volarás aquí para la apertura de la noche,
¿verdad, cariño? —finalizó su mamá.
—Tal vez —contestó Bobbie—. Mis exámenes vienen después de Navidad… tengo que trabajar.
—Oh, no seas una reina del drama, cariño. —Eso era profundo, viniendo de ella—. ¡Puedes llegar desde Heathrow en menos de ocho horas y puedes revisar o hacer lo que sea que hagas en el avión! Incluso voy a conseguir un conductor para que te recoja de la escuela.
—Está bien, mamá, lo que sea. Me encantaría ver la obra.
—¡Por supuesto que sí, es absolutamente la mejor obra en la que he participado! —Decía eso sobre todas las obras de teatro—. ¿Cómo está la escuela, cariño?
Bobbie se encogió de hombros antes de recordar que uno no podía oír un encogimiento de hombros por el teléfono. —Sí, bien.
—¡Bobbie, no pago esas cuotas colosales para un bien!
—Oh, es maravilloso, mamá, no puedo conseguir suficiente.
¡Tendrán que sacarme quirúrgicamente del lugar cuando cumpla dieciocho!
—No seas sarcástica, Roberta, obtendrás arrugas.
—¿Pensé que tener el ceño fruncido hacía eso?
—¡Tampoco te hagas la lista! Sabes mamá te ama, ¿no?
—También te amo, mamá. —Y lo hacía. No todo el mundo querría a una actriz semi-famosa, semi-desvanecida por madre, pero Bobbie no había tenido alguna otra mamá y amaba a la que tenía. Era una locura, pero siempre al otro lado de un teléfono. Algunas de las chicas en Piper’s Hall tenían la suerte de recibir una visita anual de una niñera.
—¡Besos transatlánticos extra-grandes, por favor! —ordenó su mamá.
Bobbie hizo un enorme ruido golpeando el teléfono, segura de que no hubiera nadie cerca para escuchar. Se equivocó. Una cabeza inmaculada serpenteaba alrededor de la puerta. Era la directora, la Dra. Price. —Mamá, me tengo que ir. Te amo.
—Yo también te amo, cariño.
Bobbie colgó el auricular. La Dra. Price entró en la habitación, vestida con un impecable traje de falda hecho a la medida, incluso en domingo. La directora era una mujer hermosa de casi cincuenta años, aunque ligeramente angular, recordándole a Bobbie de las lacónicas y
frías mujeres en las pinturas de Lempicka que habían estudiado en clase de arte. Ella tenía un cabello rubio rojizo hasta los hombros y
miró a Bobbie a través de sus ojos entrecerrados. —Siento interrumpir su llamada telefónica... er...
—Roberta, señorita.
—Roberta, eso es. Pero vas a perderte el desayuno si no tienes cuidado.
—Lo siento, Dra. Price. Voy a ir ahora… tomaré una ducha super- rápido. —Bobbie siempre era tímida con los profesores, por alguna razón, a pesar de que había conocido a muchos de ellos desde hace casi cinco años. Sus notas estaban BIEN, su comportamiento era BUENO, su asistencia era PERFECTA, como tal, Bobbie había sido capaz de deslizarse bajo el radar durante todo su tiempo en Piper’s Hall. Se cohibía especialmente alrededor de la Dra. Price. No sólo era la encargada, sino que siempre era tan serena y llena de glamour, mientras que Bobbie era muy consciente de que incluso cuando usaba su uniforme parecía un erizo.
Ella no necesitaba preguntar por qué la directora se encontraba en la escuela en un domingo. Bobbie conocía a un adicto al trabajo cuando lo veía, y se corría el rumor de que ella atravesaba un “amargo divorcio” también. Con la cabeza gacha, se deslizó más allá de la
directora y torpemente se tambaleó de nuevo a su dormitorio para agarrar su bolsa de aseo.
La idea de qué comida de sobra quedaría en el comedor a las 9 de la mañana un domingo hizo que Bobbie entrara en acción. Había girado la perilla de la ducha incluso antes de recordar las aventuras de la noche anterior. A la luz del día, el baño era toda una otra habitación. Se enfrentó al espejo manchado, salpicado con pasta de dientes, pus y brillo de labios de al menos una docena de chicas, y sonrió para sí misma. ¿En qué habían estado pensando? Tan patético.
Entonces ella recordó a Caine y sus entrañas repentinamente se convirtieron en algodón de azúcar. Bobbie colocó sus gafas a un lado del lavabo y estudió su cara en el espejo, la cual ya no era un túnel negro de fatalidad. Ella no era f ea por la definición de nadie, pero no era como Grace o Naya. Por supuesto no era lo que los chicos como Caine buscaban de todos modos. Bobbie imaginó que había dos tipos de chicas en el mundo: las que llevaban medias, incluso en el calor de treinta grados y las que mostraban sus piernas. Ella se hallaba en la primera categoría, las Graces y Nayas del mundo estaban en la segunda. Gracias a Dios que no le había contado a nadie acerca de su amor platónico; Los Élites la crucificarían.
El espejo comenzó a empañarse y ella se quitó la bata. Ansiaba las vacaciones de Navidad cuando sería capaz de tomar una ducha en una habitación sin las muestras de ADN colectivos de otras veinte niñas. Al menos el agua estaba caliente. La presión no era mala y dejó
que el chorro golpeara su espalda durante unos minutos antes de lavarse el pelo. Tenía el cuarto de duchas para sí misma por una vez —
un lujo poco común— y se habría quedado más tiempo si su estómago no hubiera estado retumbando.
Giró la perilla de la ducha y, sin querer le cayó jabón en los ojos, a ciegas alcanzado su toalla en la barandilla. Ella curvó un brazo alrededor de la cortina, agitándola de derecha a izquierda, incapaz de localizar el toallero a las afueras del cubículo.
Su mano rozó contra alguien, específicamente el pelo de alguien.
Ella retrocedió. Bobbie estaba segura de que se había encontrado sola. —¡Lo siento! No sabía que había alguien... —Se limpió el agua de los ojos y con cautela retiró la cortina de la ducha con moho. El baño estaba vacío.
Bobbie envolvió la toalla alrededor de su cuerpo mojado y escuchó con atención. La sala se hallaba llena de vapor y había un constante goteo, goteo, goteo de la ducha, pero la habitación estaba desierta. —Hmmm —dijo Bobbie, saliendo de la cabina de ducha y parándose sobre las baldosas frías—. Eso es raro. —Tal vez había rozado su mano con la toalla, pero realmente se había sentido como pelo.
A medida que la campana extractora crujía y gemía, eliminando el exceso de vapor, Bobbie vio el espejo con claridad. Alguien había escrito
en la condensación en el cristal, pequeños arroyos de agua corrían como las venas de las palabras.
No tenía ningún sentido para Bobbie. En las dos palabras simplemente se leían:
CINCO DÍAS.
El mensaje
Bobbie se despertó de la misma forma en que lo hacía cada mañana, con Naya cantando a todo pulmón. En español.
—Querido Dios —declaró Bobbie, rodando en la cama—. ¿No podrías por favor, tomarte un descanso? Es domingo… todo un día especialmente diseñado para descansar.
Metió la cabeza debajo de la almohada, pero Naya la retiró amablemente y cantó algunas palabras al oído. —Arriba-
arriba. ¡Lugares para ir, gente que ver!
—¿Estás drogada? Estamos en Piper’s Hall. No hay lugares para ir, literalmente.
—Vamos, es domingo. ¡Iglesia!
Bobbie se sentó de golpe en la cama, apartándose el pelo de la cara. —¿Qué?
—¡Caíste! —Naya se rio—. Pero al menos estás levantada ahora. Vamos o nos perderemos el desayuno.
Ahora que eran Avanzadas, Bobbie y Naya tuvieron la suerte de tener una habitación doble, las Inferiores a veces se tenían que amontonar hasta cuatro chicas en una habitación del tamaño de una lata de sardinas. En comparación, esto era de lujo.
—¿Crees que me veo gorda? —Naya se paró frente al espejo, pinchando su vientre casi inexistente.
Bobbie tiró su edredón de vuelta sobre su cabeza. —Estás loca,
¿lo sabes?
—Juro que voy a dejar los carbohidratos...
Hubo un golpe en la puerta y la señora Craddock asomó la cabeza en la habitación. —Roberta, querida, hay una llamada telefónica para ti.
Eso significaba una sola cosa: tiempo para la actualización semanal de su madre. Bobbie envolvió su bata alrededor de su cuerpo. —Naya, me guardarás algo de desayuno, ¿no?
—De seguro, cariño.
Caminó con Naya hasta la oficina de al lado a los aposentos de la señora Craddock, que las chicas llamaban la cabaña por alguna razón desconocida. Bobbie había ganado su reputación como una de las “chicas buenas” (sin contar ayer por la noche) por lo que la dejaban sin supervisión en ese cuchitril de habitación.
—Hola, mamá. —Bobbie se sorprendió a sí misma con la forma solemne en la que fue el saludo.
—¿Bobbie? ¿Estás bien, cariño? —gritó su madre. Su madre nunca hablaba en nada menos que un bramido.
—Hola, sí, lo siento, estoy bien. Me acabo de despertar.
—Muy bien, ¡me preocupaste por un segundo! ¡No debes asustar a tu madre de esa manera, querida!
—Lo siento. ¿Cómo está Nueva York?
—Cariño, apenas he estado fuera desde que me bajé del avión… ni siquiera he puesto un pie en Barney’s. Los ensayos han sido absolutamente sin parar. ¡Apenas he tenido la oportunidad de rascarme el trasero, mi amor!
Bobbie no estaba segura de cómo responder a eso. En Nueva York todavía era muy temprano en la mañana. Bobbie adivinó que su madre acababa llegar de un cóctel o algo y la llamó antes de colapsar. Esta era la parte en la que su madre se quejaría infinitamente por el director, el guión, el teatro, todo el tiempo disfrutando cada minuto de su existencia alocada. —Pero volarás aquí para la apertura de la noche,
¿verdad, cariño? —finalizó su mamá.
—Tal vez —contestó Bobbie—. Mis exámenes vienen después de Navidad… tengo que trabajar.
—Oh, no seas una reina del drama, cariño. —Eso era profundo, viniendo de ella—. ¡Puedes llegar desde Heathrow en menos de ocho horas y puedes revisar o hacer lo que sea que hagas en el avión! Incluso voy a conseguir un conductor para que te recoja de la escuela.
—Está bien, mamá, lo que sea. Me encantaría ver la obra.
—¡Por supuesto que sí, es absolutamente la mejor obra en la que he participado! —Decía eso sobre todas las obras de teatro—. ¿Cómo está la escuela, cariño?
Bobbie se encogió de hombros antes de recordar que uno no podía oír un encogimiento de hombros por el teléfono. —Sí, bien.
—¡Bobbie, no pago esas cuotas colosales para un bien!
—Oh, es maravilloso, mamá, no puedo conseguir suficiente.
¡Tendrán que sacarme quirúrgicamente del lugar cuando cumpla dieciocho!
—No seas sarcástica, Roberta, obtendrás arrugas.
—¿Pensé que tener el ceño fruncido hacía eso?
—¡Tampoco te hagas la lista! Sabes mamá te ama, ¿no?
—También te amo, mamá. —Y lo hacía. No todo el mundo querría a una actriz semi-famosa, semi-desvanecida por madre, pero Bobbie no había tenido alguna otra mamá y amaba a la que tenía. Era una locura, pero siempre al otro lado de un teléfono. Algunas de las chicas en Piper’s Hall tenían la suerte de recibir una visita anual de una niñera.
—¡Besos transatlánticos extra-grandes, por favor! —ordenó su mamá.
Bobbie hizo un enorme ruido golpeando el teléfono, segura de que no hubiera nadie cerca para escuchar. Se equivocó. Una cabeza inmaculada serpenteaba alrededor de la puerta. Era la directora, la Dra. Price. —Mamá, me tengo que ir. Te amo.
—Yo también te amo, cariño.
Bobbie colgó el auricular. La Dra. Price entró en la habitación, vestida con un impecable traje de falda hecho a la medida, incluso en domingo. La directora era una mujer hermosa de casi cincuenta años, aunque ligeramente angular, recordándole a Bobbie de las lacónicas y
frías mujeres en las pinturas de Lempicka que habían estudiado en clase de arte. Ella tenía un cabello rubio rojizo hasta los hombros y
miró a Bobbie a través de sus ojos entrecerrados. —Siento interrumpir su llamada telefónica... er...
—Roberta, señorita.
—Roberta, eso es. Pero vas a perderte el desayuno si no tienes cuidado.
—Lo siento, Dra. Price. Voy a ir ahora… tomaré una ducha super- rápido. —Bobbie siempre era tímida con los profesores, por alguna razón, a pesar de que había conocido a muchos de ellos desde hace casi cinco años. Sus notas estaban BIEN, su comportamiento era BUENO, su asistencia era PERFECTA, como tal, Bobbie había sido capaz de deslizarse bajo el radar durante todo su tiempo en Piper’s Hall. Se cohibía especialmente alrededor de la Dra. Price. No sólo era la encargada, sino que siempre era tan serena y llena de glamour, mientras que Bobbie era muy consciente de que incluso cuando usaba su uniforme parecía un erizo.
Ella no necesitaba preguntar por qué la directora se encontraba en la escuela en un domingo. Bobbie conocía a un adicto al trabajo cuando lo veía, y se corría el rumor de que ella atravesaba un “amargo divorcio” también. Con la cabeza gacha, se deslizó más allá de la
directora y torpemente se tambaleó de nuevo a su dormitorio para agarrar su bolsa de aseo.
La idea de qué comida de sobra quedaría en el comedor a las 9 de la mañana un domingo hizo que Bobbie entrara en acción. Había girado la perilla de la ducha incluso antes de recordar las aventuras de la noche anterior. A la luz del día, el baño era toda una otra habitación. Se enfrentó al espejo manchado, salpicado con pasta de dientes, pus y brillo de labios de al menos una docena de chicas, y sonrió para sí misma. ¿En qué habían estado pensando? Tan patético.
Entonces ella recordó a Caine y sus entrañas repentinamente se convirtieron en algodón de azúcar. Bobbie colocó sus gafas a un lado del lavabo y estudió su cara en el espejo, la cual ya no era un túnel negro de fatalidad. Ella no era f ea por la definición de nadie, pero no era como Grace o Naya. Por supuesto no era lo que los chicos como Caine buscaban de todos modos. Bobbie imaginó que había dos tipos de chicas en el mundo: las que llevaban medias, incluso en el calor de treinta grados y las que mostraban sus piernas. Ella se hallaba en la primera categoría, las Graces y Nayas del mundo estaban en la segunda. Gracias a Dios que no le había contado a nadie acerca de su amor platónico; Los Élites la crucificarían.
El espejo comenzó a empañarse y ella se quitó la bata. Ansiaba las vacaciones de Navidad cuando sería capaz de tomar una ducha en una habitación sin las muestras de ADN colectivos de otras veinte niñas. Al menos el agua estaba caliente. La presión no era mala y dejó
que el chorro golpeara su espalda durante unos minutos antes de lavarse el pelo. Tenía el cuarto de duchas para sí misma por una vez —
un lujo poco común— y se habría quedado más tiempo si su estómago no hubiera estado retumbando.
Giró la perilla de la ducha y, sin querer le cayó jabón en los ojos, a ciegas alcanzado su toalla en la barandilla. Ella curvó un brazo alrededor de la cortina, agitándola de derecha a izquierda, incapaz de localizar el toallero a las afueras del cubículo.
Su mano rozó contra alguien, específicamente el pelo de alguien.
Ella retrocedió. Bobbie estaba segura de que se había encontrado sola. —¡Lo siento! No sabía que había alguien... —Se limpió el agua de los ojos y con cautela retiró la cortina de la ducha con moho. El baño estaba vacío.
Bobbie envolvió la toalla alrededor de su cuerpo mojado y escuchó con atención. La sala se hallaba llena de vapor y había un constante goteo, goteo, goteo de la ducha, pero la habitación estaba desierta. —Hmmm —dijo Bobbie, saliendo de la cabina de ducha y parándose sobre las baldosas frías—. Eso es raro. —Tal vez había rozado su mano con la toalla, pero realmente se había sentido como pelo.
A medida que la campana extractora crujía y gemía, eliminando el exceso de vapor, Bobbie vio el espejo con claridad. Alguien había escrito
en la condensación en el cristal, pequeños arroyos de agua corrían como las venas de las palabras.
No tenía ningún sentido para Bobbie. En las dos palabras simplemente se leían:
CINCO DÍAS.
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Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
4
Domingo
Bobbie no pensó mucho en las letras empañadas, teniendo prioridad su estómago gruñendo. Si pensaba e n ellos en absoluto, los desestimaría como el nombre de una banda nueva de chicos a los que algunas admiradoras cachondas les habrían dedicado el espejo también. Para el momento en el que el vapor en el espejo se había desvanecido, ya se había olvidado de ellos.
El comedor era una sala de techo alto en el edificio antiguo, con grandes vigas de madera arqueándose hasta cierto punto, a Bobbie siempre le gustaba imaginar que se encontraba en el interior del Arca de Noé. Las ventanas de plomo abiertas solo permitían el paso de una escasa luz, inclusive en días soleados, así que hoy la habitación era especialmente sombría y opresiva. Era el final de la sesión así que la habitación se hallaba medio llena, las bulímicas competitivas compensando la ausencia de las anoréxicas competitivas. Sin importar la competencia, el internado seguro tenía una forma de sacar el instinto asesino en las adolescentes de alto rendimiento.
Mientras Bobbie arrastraba los pies pasando a Grace y al resto de Las Élites, quienes siempre se sentaban en la informal mesa “principal”, las pudo escuchar cuchicheando acerca de lo que llevaban puesto u otro tema igual de trivial que eso; siempre lo hacían. Bobbie puso sus ojos en blanco. No sabía lo que le disgustaba más: la existencia de una jerarquía evidente que los profesores elegían ignorar, o que todo el mundo parecía ajeno al hecho de que el plural de élite es élite. Bobbie ni siquiera podía molestarse en verse involucrada, nunca iba a ser la más inteligente, la más bonita o la más rápida. Dicho esto, ella era una de las mejores escritoras. Eso era lo suyo.
Naya le hizo señas. —Oye, te agarré un poco de todo.
—Eres la mejor. —Los huevos revueltos premezclados no lucían comestibles, pero Bobbie tomó un puñado de lonja de tocino.
—¿Cuál es el plan para hoy? —preguntó Naya.
—No lo sé —admitió Bobbie a través de un bocado de frijoles congelados—. Iba a trabajar en esa historia nueva de la que te conté.
—No, ¡eso es aburrido! ¡Vamos hacia Oxsley! Oh vamos, no es como si hubiera algo más para hacer, ¿cierto? —dijo, captando la falta de entusiasmo de Bobbie—. ¿Sentarte por aquí y mirar pintura seca?
Piper’s Hall es lo que la pintura mira cuando el secado se vuelve demasiado emocionante, pensó Bobbie. En un fin de semana, las señoritas de Piper’s Hall, se supone que deben mejorar de alguna forma que enriquezca sus aplicaciones para Cambridge u Oxford. Bobbie tomó una clase de escritura creativa en las mañanas de los sábados, pero el domingo era todo sobre deportes, así que no era lo suyo. —Sí, de acuerdo. Podríamos visitar la librería. —No era tan aburrido como sonaba; el bibliotecario estaba guardando algunos libros de Susan Hill para ella y tenían préstamo gratuito de DVD.
—Nena, ¡sabes cómo divertirte!
—Oh, o tal vez ¿podríamos ir a rondar afuera de la tienda de licores y ver si podemos atraer a los hombres para que nos compren bebidas con la promesa de favores sexuales como sirenas cachondas borrachas? —La voz de Bobbie estaba llena de sarcasmo.
—Muy graciosa. Pero no me importaría salir con esos chicos de anoche. Parecían divertidos, ¿cierto?
Cuando la imagen del rostro de Caine pasó por la mente de Bobbie, sus mejillas se pusieron tan calientes, que sabía que debieron
haberse sonrojado en un tono carmesí. —Sí, parecían agradables.
Naya se apoderó de su cara roja. —¡Roberta Rowe! ¿Tuviste un pequeño flechazo? ¡Tú vagabunda insensible! ¿Con cuál?
Bobbie no podía mirarla a los ojos y mentir. —¡No! Ya sabes cómo
soy.
—Muñeca, vamos a hacer algo sobre tus problemas con los chicos
o los demás empezarán a pensar que te gustan las personas del mismo sexo, lo que por cierto, está bien. Apoyo totalmente tus decisiones de vida. Hablando de eso…
En ese momento, Sadie Walsh entró en el comedor, una pálida imitación de sus acostumbradas actividades al aire libre. —Sadie no es una lesbiana. —Bobbie no tenía idea de por qué la estaba defendiendo.
—¡Lo es! No estoy juzgando, pero todo el mundo dice que tiene una novia por internet ¡en Nueva Zelanda!
Bobbie puso sus ojos en blanco. —Bueno entonces, ¡debe ser cierto!
Sadie, sombras oscuras rodeaban sus ojos, arrastró sus pies hasta el servidor y tomó un desayuno escaso antes de caminar hacia ellas, como zombi.
—Chica, está luciendo muy mal —susurró Naya—. ¿Crees que está enferma?
—¡Ssh! ¡Está viniendo!
Sadie dejó caer su bandeja sobre la mesa. —¿Me puedo sentar aquí? Hoy no tengo la energía para Las Élites —dijo con indiferencia.
—Claro —dijo Naya.
—¿Sadie te encuentras bien? Luces un poco paliducha.
Sadie lució por un momento como si fuera a arrancarle la cabeza de un mordisco, pero claramente le faltaba energía. —No estoy durmiendo muy bien.
—¿Qué ocurre?
—Sueños raros.
—¿Puedes recordarlos? Mi mamá dice que todos los sueños tienen un significado —emitió Naya.
—Sí, pero ¿tu mamá no es una cientóloga? —Bobbie no se pudo resistir.
—Gracias, Bob.
—No, no puedo recordar, pero las dos últimas noches me he despertado como con fiebre, cubierta de sudor. Tal vez estoy por agarrar la gripe o algo así.
—Debió haber sido toda una pesadilla… o tal vez es uno de esos sueños. ¿Sobre alguien en particular Sadie? —Naya sonrió escabrosamente.
—Ja ja, muy graciosa. No lo sé. Y hay una tubería con fuga en algún lugar cerca de nuestro dormitorio, ha estado goteando desde hace días. Me está sacando de quicio. —Alejó su cereal empapado—. Ni siquiera tengo hambre, y siempre tengo hambre.
—Mira. —Bobbie quitó el tazón en su bandeja—. ¿Por qué no regresas a la cama? Es domingo.
—No puedo. Soy la entrenadora de hockey de los menores de dieciséis años, duh.
—No te desquites con ella —gruñó Naya.
Bobbie levantó la bandeja, lista para limpiarla. Era demasiado temprano para una Naya hecha una perra. —Voy a alistarme. Ven y alcánzame cuando quieras dirigirte a la ciudad.
Naya retrocedió enseguida. —Ahora iré contigo.
Excelente, pelea de gatas evitada. Mientras caminaban hacia la salida, Bobbie de causalidad echó un vistazo por encima de su hombro. Sadie en verdad se veía demacrada y gris, y la escritora en Bobbie no podía dejar de pensar en la palabra “embrujada”.
Un autobús de dos pisos pasaba azotado por el viento, páramos solitarios resguardando a Piper’s Hall. El cielo y la carretera estaban haciendo juego con las sombras grises de melancolía y el aire desagradable con el tufillo de petróleo que seguía a una tormenta eléctrica. Hoy una niebla permanecía sobre los páramos, parte niebla, parte llovizna.
El autobús en sí mismo se estaba tostando por esos calentadores a nivel de los pies que se sienten como secadores de cabello. Bobbie se preguntaba si había vapor saliendo de su trenza empapada mientras que todas las ventanas se empañaban. Naya y ella compartían un iPod, los auriculares colgando en medio de sus cabezas como un cable telefónico. Se saltearon algunas y repitieron sus favoritas durante todo el viaje hacia el pueblo en un silencio afable.
A la llegada a Oxsley, se dirigieron directamente hacia la librería y Naya engañó al bibliotecario para que pensara que tenían dieciocho para que así pudieran pedir prestado Psycho Killer, Rage y Hatchling 3: The Spawn. En Oxsley había una tienda de té, pero era una tienda de té propiamente dicha con bollos y Earl Grey en vez de frappes de venti moca así que había muy poco para ellas más que disfrutar de la libertad.
Naya revisó su teléfono mientras caminaban por las escaleras húmedas de la biblioteca. —Caitlin dice que todos están en el cementerio. ¿Quieres ir?
—He dejado claros mis sentimientos sobre el cementerio ¿cierto?
—Bobbie pensaba que pasar el rato en el cementero era irrespetuoso en un centenar de diferentes niveles de lo equivocado.
—Sí, lo sé, pero Mark está ahí. Es algo lindo. Me gustaban sus brazos. Son algo así como… realmente brazos masculinos los que tiene.
—Allí estaba la verdadera razón por la que Piper’s Hall para señoritas vino a Oxsley, la posibilidad fugaz de un cromosoma XY.
La atención de Bobbie se aguzó. Si Mark estaba allí… —¿Grace está con Caitlin?
—¿Quieres decir si Caine está con Mark? —Siguieron andando pasando por el monumento de la guerra y siguieron hacia la iglesia.
—Eso no fue lo que dije.
Naya sonrió. —Sabes que mi abuelita solía decir que yo era psíquica…
—Caine es lindo. —Bobbie volvió a arreglar la bufanda alrededor de su cuello. —Pero está con Grace. Punto final. No soy nada como Susie Rompedora de Hogares.
—Chica, no hay ningún hogar para romper. El chisme como lo escuché es que Caine estaba saliendo con alguna chica de su mismo año de la secundaria Radley y esto le partió por completo su cabeza así que la dejó. Es un agente libre. Solo porque a Grace le guste no significa nada.
El corazón de Bobbie hizo un movimiento curioso ante esa información. Resopló. —Eso significa que ella me arrancaría los ojos y los usaría como aretes.
—No tengas miedo de Grace Brewer-Fay. Es pura cháchara.
—Las cabezas en lanzas afuera de la casa Christie dicen otra
cosa.
Naya cacareó, tenía una risa tan obscena, era fabulosa. —Vamos,
Bob. Vamos a mirar por una hora a los chicos. Es el destino biológico,
¿por qué luchamos con él?
—Dios, como si Caine siquiera supiera que estoy viva. Nunca irá tras alguien como yo ni en un millón de años.
Naya la miró como si se hubiera chupado un limón. —Rowe, no me hagas meterte todo eso de Tyra en el culo. Eres una perla rara y hermosa.
—¡Oh estás tan llena de mierda! Pero de acuerdo, vamos. — Bobbie cedió a cambio de que Naya le comprara un bollo helado de la tienda del té. Son las pequeñas cosas.
St. Paul’s era una iglesia del pueblo en decadencia, muy degradada, ubicada en la carretera saliendo de Oxsley. Era una estructura desproporcionadamente baja con un techo cortado cubierto de musgo y un campanario cuadrado, sin aguja, pero con cuatro picos de aspecto despiadado en cada esquina. Los descuidados terrenos de la iglesia ondeados con hierbas silvestres y malezas, las lápidas de pie estaban torcidas en ángulos extraños donde el suelo con el tiempo se había hundido. El lugar tenía esa sensación de abandono del final de los días, que ponía nerviosa a Bob. El extenso cementerio yacía sobre la tierra entre Piper’s Hall y Oxsley, literalmente un espacio muerto. Bobbie podía ver las lápidas más cercanas desde su dormitorio.
La pandilla de “jóvenes” ruidosos, como el capillero los llamaba, se encontraba en marcado contraste: un arcoíris de sudaderas de American Apparel y de zapatillas deportivas fluorescentes. Grace y Caitlin (su segunda al mando) estaban encaramadas a un sarcófago de piedra, balanceando sus piernas. Con ellas había cuatro chicos en total, dos extraños acompañando a Mark y a Caine. Mientras entraban al cementerio a través del ingreso techado, Bobbie vio que Caine se hallaba separado del resto del grupo, practicando acrobacias en una de esas bicicletas diminutas con barras en la rueda trasera.
—¡Hola, hola, hola! —anunció Naya su llegada.
—¡Hola! —Caitlin las saludó con las manos. Caitlin era una chica encantadora en algún lugar debajo de todo ese maquillaje, pero sus padres pagaban la tarifa completa, una forma educada de decir que no había pasado exactamente el examen de ingreso con gran éxito. Entonces era algo bueno, que fuera igual de linda que una princesa de Disney. Su apariencia y sus padres acuñados se habían asegurado de que hubiera sido iniciada en Las Élites—. Oigan todo el mundo. Este es
Charlie y Tom… ya conocen a Caine y a Mark, ¿cierto? Esta es Naya y Bobbie. También van a nuestra escuela —dijo en su cándida voz.
—Bobbie —dijo el pelirrojo, Tom—. ¿Es eso una abreviatura de
algo?
—Sí. —Bobbie ya se encontraba aburrida. Claramente habían
sido invitadas con fines de emparejamiento. Asqueroso—. Es la abreviatura de Bobbilene.
Detrás de ella, Caine se echó a reír, saltando de su bicicleta.
—Vaya. —Tom no lo entendió—. Tus padres son muy rigurosos.
—Tom, tonto, está jugando contigo. —Caine se les unió—. ¿Es por Roberta?
Bobbie asintió con una sonrisa tímida. De repente las manoplas irónicas en una cadena colgando de las mangas de su chaqueta no eran tan irónicas y temía que luciera peligrosa como alguien en un día con su cuidador.
Grace tomó un trago de vino blanco barato que ilegalmente habían comprado en la tienda de la esquina en Oxsley. —Como sea — dijo—. Bobbie no tiene padres. Es un bebé probeta.
Oh Dios. Bobbie rezó para que la tierra se la tragara. Mejor aún, deseó que pudiera inventar una máquina del tiempo para regresar al pasado y detenerse a sí misma de decirle a Naya acerca de su filiación, por lo tanto, removería de la historia la noche fatídica en la que Naya se
emborrachó en Malibú y se fue de lengua con Grace.
—¿Qué? —dijo Mark, tratando de alejar al balón de fútbol del
piso.
—Grace, no seas una perra —gruñó Naya.
—Está bien. —Bobbie se irguió a sí misma (lo que era todavía
solamente a la altura del hombro de Naya o de Caine). Ella aprendió que las personas solo podían explotar una grieta en tu armadura si los dejamos encontrarla—. Fui concebida por inseminación artificial.
—¿Qué? —dijo Tom, claramente no el más perspicaz.
Bobbie tomó otra respiración profunda. —Mi papá básicamente es una célula anónima de esperma. —Continuó—. Me gusta llamarlo Espermita. También me gusta imaginarlo como una célula gigante de esperma viniendo a casa al final de un día de trabajo con un sombrero de hongo y un maletín.
En este punto Naya y Caine tenían un ataque de histeria. Era posible que Caitlin entendiera la broma o que se riera porque todos lo estaban haciendo. Incluso Grace lucía un poco impresionada.
—Eres rara. Pero divertida. Me gusta —dijo Charlie, quien con su cabello de trapo y su cara de pudín, lucía como un guasón regordete.
—No es rara. —Caine se recostó contra una lápida, abriendo una bolsa de Haribo de tamaño familiar y poniéndose manos a la obra—. Son solo las familias, ¿cierto? Todas están en mal estado. Mi mamá dejó a mi papá por mi tío y luego mi papá intentó apuñalarlos.
Bobbie se rio a pesar de sí misma. Era la forma en la que daba la noticia, como la mayoría de las personas dirían “Tengo dos hermanas y un gato de mascota” —¿En serio? —preguntó.
—Sí. Así es como terminamos aquí en el medio de la nada. Soy de Croydon.
—Vaya —dijo Naya—. Somos como la pandilla de padres jodidos.
—Mis padres son tan aburridos que ni siquiera es divertido — agregó Grace.
—De ninguna forma. —Caine mordió un anillo de jalea por la mitad—. Los que parecen normales secretamente son los más raros.
Naya se volvió hacia su némesis rubia. —Así que Grace, me pregunto qué pequeños secretos pervertidos… —Se detuvo porque ahí fue cuando la sangre empezó a brotar de su nariz.
Domingo
Bobbie no pensó mucho en las letras empañadas, teniendo prioridad su estómago gruñendo. Si pensaba e n ellos en absoluto, los desestimaría como el nombre de una banda nueva de chicos a los que algunas admiradoras cachondas les habrían dedicado el espejo también. Para el momento en el que el vapor en el espejo se había desvanecido, ya se había olvidado de ellos.
El comedor era una sala de techo alto en el edificio antiguo, con grandes vigas de madera arqueándose hasta cierto punto, a Bobbie siempre le gustaba imaginar que se encontraba en el interior del Arca de Noé. Las ventanas de plomo abiertas solo permitían el paso de una escasa luz, inclusive en días soleados, así que hoy la habitación era especialmente sombría y opresiva. Era el final de la sesión así que la habitación se hallaba medio llena, las bulímicas competitivas compensando la ausencia de las anoréxicas competitivas. Sin importar la competencia, el internado seguro tenía una forma de sacar el instinto asesino en las adolescentes de alto rendimiento.
Mientras Bobbie arrastraba los pies pasando a Grace y al resto de Las Élites, quienes siempre se sentaban en la informal mesa “principal”, las pudo escuchar cuchicheando acerca de lo que llevaban puesto u otro tema igual de trivial que eso; siempre lo hacían. Bobbie puso sus ojos en blanco. No sabía lo que le disgustaba más: la existencia de una jerarquía evidente que los profesores elegían ignorar, o que todo el mundo parecía ajeno al hecho de que el plural de élite es élite. Bobbie ni siquiera podía molestarse en verse involucrada, nunca iba a ser la más inteligente, la más bonita o la más rápida. Dicho esto, ella era una de las mejores escritoras. Eso era lo suyo.
Naya le hizo señas. —Oye, te agarré un poco de todo.
—Eres la mejor. —Los huevos revueltos premezclados no lucían comestibles, pero Bobbie tomó un puñado de lonja de tocino.
—¿Cuál es el plan para hoy? —preguntó Naya.
—No lo sé —admitió Bobbie a través de un bocado de frijoles congelados—. Iba a trabajar en esa historia nueva de la que te conté.
—No, ¡eso es aburrido! ¡Vamos hacia Oxsley! Oh vamos, no es como si hubiera algo más para hacer, ¿cierto? —dijo, captando la falta de entusiasmo de Bobbie—. ¿Sentarte por aquí y mirar pintura seca?
Piper’s Hall es lo que la pintura mira cuando el secado se vuelve demasiado emocionante, pensó Bobbie. En un fin de semana, las señoritas de Piper’s Hall, se supone que deben mejorar de alguna forma que enriquezca sus aplicaciones para Cambridge u Oxford. Bobbie tomó una clase de escritura creativa en las mañanas de los sábados, pero el domingo era todo sobre deportes, así que no era lo suyo. —Sí, de acuerdo. Podríamos visitar la librería. —No era tan aburrido como sonaba; el bibliotecario estaba guardando algunos libros de Susan Hill para ella y tenían préstamo gratuito de DVD.
—Nena, ¡sabes cómo divertirte!
—Oh, o tal vez ¿podríamos ir a rondar afuera de la tienda de licores y ver si podemos atraer a los hombres para que nos compren bebidas con la promesa de favores sexuales como sirenas cachondas borrachas? —La voz de Bobbie estaba llena de sarcasmo.
—Muy graciosa. Pero no me importaría salir con esos chicos de anoche. Parecían divertidos, ¿cierto?
Cuando la imagen del rostro de Caine pasó por la mente de Bobbie, sus mejillas se pusieron tan calientes, que sabía que debieron
haberse sonrojado en un tono carmesí. —Sí, parecían agradables.
Naya se apoderó de su cara roja. —¡Roberta Rowe! ¿Tuviste un pequeño flechazo? ¡Tú vagabunda insensible! ¿Con cuál?
Bobbie no podía mirarla a los ojos y mentir. —¡No! Ya sabes cómo
soy.
—Muñeca, vamos a hacer algo sobre tus problemas con los chicos
o los demás empezarán a pensar que te gustan las personas del mismo sexo, lo que por cierto, está bien. Apoyo totalmente tus decisiones de vida. Hablando de eso…
En ese momento, Sadie Walsh entró en el comedor, una pálida imitación de sus acostumbradas actividades al aire libre. —Sadie no es una lesbiana. —Bobbie no tenía idea de por qué la estaba defendiendo.
—¡Lo es! No estoy juzgando, pero todo el mundo dice que tiene una novia por internet ¡en Nueva Zelanda!
Bobbie puso sus ojos en blanco. —Bueno entonces, ¡debe ser cierto!
Sadie, sombras oscuras rodeaban sus ojos, arrastró sus pies hasta el servidor y tomó un desayuno escaso antes de caminar hacia ellas, como zombi.
—Chica, está luciendo muy mal —susurró Naya—. ¿Crees que está enferma?
—¡Ssh! ¡Está viniendo!
Sadie dejó caer su bandeja sobre la mesa. —¿Me puedo sentar aquí? Hoy no tengo la energía para Las Élites —dijo con indiferencia.
—Claro —dijo Naya.
—¿Sadie te encuentras bien? Luces un poco paliducha.
Sadie lució por un momento como si fuera a arrancarle la cabeza de un mordisco, pero claramente le faltaba energía. —No estoy durmiendo muy bien.
—¿Qué ocurre?
—Sueños raros.
—¿Puedes recordarlos? Mi mamá dice que todos los sueños tienen un significado —emitió Naya.
—Sí, pero ¿tu mamá no es una cientóloga? —Bobbie no se pudo resistir.
—Gracias, Bob.
—No, no puedo recordar, pero las dos últimas noches me he despertado como con fiebre, cubierta de sudor. Tal vez estoy por agarrar la gripe o algo así.
—Debió haber sido toda una pesadilla… o tal vez es uno de esos sueños. ¿Sobre alguien en particular Sadie? —Naya sonrió escabrosamente.
—Ja ja, muy graciosa. No lo sé. Y hay una tubería con fuga en algún lugar cerca de nuestro dormitorio, ha estado goteando desde hace días. Me está sacando de quicio. —Alejó su cereal empapado—. Ni siquiera tengo hambre, y siempre tengo hambre.
—Mira. —Bobbie quitó el tazón en su bandeja—. ¿Por qué no regresas a la cama? Es domingo.
—No puedo. Soy la entrenadora de hockey de los menores de dieciséis años, duh.
—No te desquites con ella —gruñó Naya.
Bobbie levantó la bandeja, lista para limpiarla. Era demasiado temprano para una Naya hecha una perra. —Voy a alistarme. Ven y alcánzame cuando quieras dirigirte a la ciudad.
Naya retrocedió enseguida. —Ahora iré contigo.
Excelente, pelea de gatas evitada. Mientras caminaban hacia la salida, Bobbie de causalidad echó un vistazo por encima de su hombro. Sadie en verdad se veía demacrada y gris, y la escritora en Bobbie no podía dejar de pensar en la palabra “embrujada”.
Un autobús de dos pisos pasaba azotado por el viento, páramos solitarios resguardando a Piper’s Hall. El cielo y la carretera estaban haciendo juego con las sombras grises de melancolía y el aire desagradable con el tufillo de petróleo que seguía a una tormenta eléctrica. Hoy una niebla permanecía sobre los páramos, parte niebla, parte llovizna.
El autobús en sí mismo se estaba tostando por esos calentadores a nivel de los pies que se sienten como secadores de cabello. Bobbie se preguntaba si había vapor saliendo de su trenza empapada mientras que todas las ventanas se empañaban. Naya y ella compartían un iPod, los auriculares colgando en medio de sus cabezas como un cable telefónico. Se saltearon algunas y repitieron sus favoritas durante todo el viaje hacia el pueblo en un silencio afable.
A la llegada a Oxsley, se dirigieron directamente hacia la librería y Naya engañó al bibliotecario para que pensara que tenían dieciocho para que así pudieran pedir prestado Psycho Killer, Rage y Hatchling 3: The Spawn. En Oxsley había una tienda de té, pero era una tienda de té propiamente dicha con bollos y Earl Grey en vez de frappes de venti moca así que había muy poco para ellas más que disfrutar de la libertad.
Naya revisó su teléfono mientras caminaban por las escaleras húmedas de la biblioteca. —Caitlin dice que todos están en el cementerio. ¿Quieres ir?
—He dejado claros mis sentimientos sobre el cementerio ¿cierto?
—Bobbie pensaba que pasar el rato en el cementero era irrespetuoso en un centenar de diferentes niveles de lo equivocado.
—Sí, lo sé, pero Mark está ahí. Es algo lindo. Me gustaban sus brazos. Son algo así como… realmente brazos masculinos los que tiene.
—Allí estaba la verdadera razón por la que Piper’s Hall para señoritas vino a Oxsley, la posibilidad fugaz de un cromosoma XY.
La atención de Bobbie se aguzó. Si Mark estaba allí… —¿Grace está con Caitlin?
—¿Quieres decir si Caine está con Mark? —Siguieron andando pasando por el monumento de la guerra y siguieron hacia la iglesia.
—Eso no fue lo que dije.
Naya sonrió. —Sabes que mi abuelita solía decir que yo era psíquica…
—Caine es lindo. —Bobbie volvió a arreglar la bufanda alrededor de su cuello. —Pero está con Grace. Punto final. No soy nada como Susie Rompedora de Hogares.
—Chica, no hay ningún hogar para romper. El chisme como lo escuché es que Caine estaba saliendo con alguna chica de su mismo año de la secundaria Radley y esto le partió por completo su cabeza así que la dejó. Es un agente libre. Solo porque a Grace le guste no significa nada.
El corazón de Bobbie hizo un movimiento curioso ante esa información. Resopló. —Eso significa que ella me arrancaría los ojos y los usaría como aretes.
—No tengas miedo de Grace Brewer-Fay. Es pura cháchara.
—Las cabezas en lanzas afuera de la casa Christie dicen otra
cosa.
Naya cacareó, tenía una risa tan obscena, era fabulosa. —Vamos,
Bob. Vamos a mirar por una hora a los chicos. Es el destino biológico,
¿por qué luchamos con él?
—Dios, como si Caine siquiera supiera que estoy viva. Nunca irá tras alguien como yo ni en un millón de años.
Naya la miró como si se hubiera chupado un limón. —Rowe, no me hagas meterte todo eso de Tyra en el culo. Eres una perla rara y hermosa.
—¡Oh estás tan llena de mierda! Pero de acuerdo, vamos. — Bobbie cedió a cambio de que Naya le comprara un bollo helado de la tienda del té. Son las pequeñas cosas.
St. Paul’s era una iglesia del pueblo en decadencia, muy degradada, ubicada en la carretera saliendo de Oxsley. Era una estructura desproporcionadamente baja con un techo cortado cubierto de musgo y un campanario cuadrado, sin aguja, pero con cuatro picos de aspecto despiadado en cada esquina. Los descuidados terrenos de la iglesia ondeados con hierbas silvestres y malezas, las lápidas de pie estaban torcidas en ángulos extraños donde el suelo con el tiempo se había hundido. El lugar tenía esa sensación de abandono del final de los días, que ponía nerviosa a Bob. El extenso cementerio yacía sobre la tierra entre Piper’s Hall y Oxsley, literalmente un espacio muerto. Bobbie podía ver las lápidas más cercanas desde su dormitorio.
La pandilla de “jóvenes” ruidosos, como el capillero los llamaba, se encontraba en marcado contraste: un arcoíris de sudaderas de American Apparel y de zapatillas deportivas fluorescentes. Grace y Caitlin (su segunda al mando) estaban encaramadas a un sarcófago de piedra, balanceando sus piernas. Con ellas había cuatro chicos en total, dos extraños acompañando a Mark y a Caine. Mientras entraban al cementerio a través del ingreso techado, Bobbie vio que Caine se hallaba separado del resto del grupo, practicando acrobacias en una de esas bicicletas diminutas con barras en la rueda trasera.
—¡Hola, hola, hola! —anunció Naya su llegada.
—¡Hola! —Caitlin las saludó con las manos. Caitlin era una chica encantadora en algún lugar debajo de todo ese maquillaje, pero sus padres pagaban la tarifa completa, una forma educada de decir que no había pasado exactamente el examen de ingreso con gran éxito. Entonces era algo bueno, que fuera igual de linda que una princesa de Disney. Su apariencia y sus padres acuñados se habían asegurado de que hubiera sido iniciada en Las Élites—. Oigan todo el mundo. Este es
Charlie y Tom… ya conocen a Caine y a Mark, ¿cierto? Esta es Naya y Bobbie. También van a nuestra escuela —dijo en su cándida voz.
—Bobbie —dijo el pelirrojo, Tom—. ¿Es eso una abreviatura de
algo?
—Sí. —Bobbie ya se encontraba aburrida. Claramente habían
sido invitadas con fines de emparejamiento. Asqueroso—. Es la abreviatura de Bobbilene.
Detrás de ella, Caine se echó a reír, saltando de su bicicleta.
—Vaya. —Tom no lo entendió—. Tus padres son muy rigurosos.
—Tom, tonto, está jugando contigo. —Caine se les unió—. ¿Es por Roberta?
Bobbie asintió con una sonrisa tímida. De repente las manoplas irónicas en una cadena colgando de las mangas de su chaqueta no eran tan irónicas y temía que luciera peligrosa como alguien en un día con su cuidador.
Grace tomó un trago de vino blanco barato que ilegalmente habían comprado en la tienda de la esquina en Oxsley. —Como sea — dijo—. Bobbie no tiene padres. Es un bebé probeta.
Oh Dios. Bobbie rezó para que la tierra se la tragara. Mejor aún, deseó que pudiera inventar una máquina del tiempo para regresar al pasado y detenerse a sí misma de decirle a Naya acerca de su filiación, por lo tanto, removería de la historia la noche fatídica en la que Naya se
emborrachó en Malibú y se fue de lengua con Grace.
—¿Qué? —dijo Mark, tratando de alejar al balón de fútbol del
piso.
—Grace, no seas una perra —gruñó Naya.
—Está bien. —Bobbie se irguió a sí misma (lo que era todavía
solamente a la altura del hombro de Naya o de Caine). Ella aprendió que las personas solo podían explotar una grieta en tu armadura si los dejamos encontrarla—. Fui concebida por inseminación artificial.
—¿Qué? —dijo Tom, claramente no el más perspicaz.
Bobbie tomó otra respiración profunda. —Mi papá básicamente es una célula anónima de esperma. —Continuó—. Me gusta llamarlo Espermita. También me gusta imaginarlo como una célula gigante de esperma viniendo a casa al final de un día de trabajo con un sombrero de hongo y un maletín.
En este punto Naya y Caine tenían un ataque de histeria. Era posible que Caitlin entendiera la broma o que se riera porque todos lo estaban haciendo. Incluso Grace lucía un poco impresionada.
—Eres rara. Pero divertida. Me gusta —dijo Charlie, quien con su cabello de trapo y su cara de pudín, lucía como un guasón regordete.
—No es rara. —Caine se recostó contra una lápida, abriendo una bolsa de Haribo de tamaño familiar y poniéndose manos a la obra—. Son solo las familias, ¿cierto? Todas están en mal estado. Mi mamá dejó a mi papá por mi tío y luego mi papá intentó apuñalarlos.
Bobbie se rio a pesar de sí misma. Era la forma en la que daba la noticia, como la mayoría de las personas dirían “Tengo dos hermanas y un gato de mascota” —¿En serio? —preguntó.
—Sí. Así es como terminamos aquí en el medio de la nada. Soy de Croydon.
—Vaya —dijo Naya—. Somos como la pandilla de padres jodidos.
—Mis padres son tan aburridos que ni siquiera es divertido — agregó Grace.
—De ninguna forma. —Caine mordió un anillo de jalea por la mitad—. Los que parecen normales secretamente son los más raros.
Naya se volvió hacia su némesis rubia. —Así que Grace, me pregunto qué pequeños secretos pervertidos… —Se detuvo porque ahí fue cuando la sangre empezó a brotar de su nariz.
Invitado,Te interesan más lecturas como esta buscanos en ACUALAND
Atómic_Mellark- Mensajes : 1172
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Orale, parece ser que Sadie si invoco a Mary, o como es, algo a sí no?, por como se siente y por el goteo que escucho e inicia la cuenta regresiva para Bobbie, quien caerá primero.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Gracias
Gabriela Dancuart- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 14/11/2015
Edad : 28
Re: Lectura #2 Octubre 2017
13 años antes. Capítulo 1 y 2
Wow! Impactante la escena del baño, escrita se forma que sientes que puedes ver los dedos goteantes saliendo del baño. Es eso lo que le espera a nuestros protagonistas.
Buen inicio con la descripción de los personajes, hace que ames a Bobbie y Naya de primera entrada, Grace típica reina abeja y Sadie digna de lástima. Demasiada tensión mientras invocan a Mary.
Goteo, Goteo. Goteo
Wow! Impactante la escena del baño, escrita se forma que sientes que puedes ver los dedos goteantes saliendo del baño. Es eso lo que le espera a nuestros protagonistas.
Buen inicio con la descripción de los personajes, hace que ames a Bobbie y Naya de primera entrada, Grace típica reina abeja y Sadie digna de lástima. Demasiada tensión mientras invocan a Mary.
Goteo, Goteo. Goteo
Invitado- Invitado
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Uh y hasta conteo tienen con The Ring. Me gusta porque es como pelicula de terror, yo creo que primero muere la rubia ja
Veritoj.vacio- Mensajes : 2400
Fecha de inscripción : 24/02/2017
Edad : 52
Re: Lectura #2 Octubre 2017
De los 3 primeros caps:
Bueee ya aparecieron los 3 principales y como que va bien...
Bobbie tiene razon sobre lo de bloody mary pero no todos los nombres tienen que referirse a una sola persona o si???
Eso que el espejo ya no devuelve reflejo y pa colmo se ve como un pasillo oscuro sin fin... me parece demasiado sospechoso a menos que solo bobbie lo notara
Como que me cae bien Caine ya veremos en el resto de caps
Bueee ya aparecieron los 3 principales y como que va bien...
Bobbie tiene razon sobre lo de bloody mary pero no todos los nombres tienen que referirse a una sola persona o si???
Eso que el espejo ya no devuelve reflejo y pa colmo se ve como un pasillo oscuro sin fin... me parece demasiado sospechoso a menos que solo bobbie lo notara
Como que me cae bien Caine ya veremos en el resto de caps
Emotica G. W- Mensajes : 2737
Fecha de inscripción : 15/11/2016
Edad : 27
Localización : Mi casa :D
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Pos como que el conteo te hace pensar...
A Naya le salio sangre de la nariz??? asi de la nada???
Y Sadie???
Interesante...
Me cae mucho mas Caine!
Esa forma de desviar la atencion de y hacer sentir bien a Bobbie me gusta!
Esa perra de Grace...! Ni quisiera cruzarmela porque tendria un momentito a solas con ella!
A Naya le salio sangre de la nariz??? asi de la nada???
Y Sadie???
Interesante...
Me cae mucho mas Caine!
Esa forma de desviar la atencion de y hacer sentir bien a Bobbie me gusta!
Esa perra de Grace...! Ni quisiera cruzarmela porque tendria un momentito a solas con ella!
Emotica G. W- Mensajes : 2737
Fecha de inscripción : 15/11/2016
Edad : 27
Localización : Mi casa :D
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Capítulos 3 y 4
Si estoy en la ducha, completamente sola y siento que toco cabello de alguien más, me asomo y no hay nadie, les juro que no paro de correr y gritar. Si fuera Bobbie ya estaría buscando a un exorcista!
Salir a pasar el rato en el cementerio... que tienen en la cabeza estos chicos?
Por qué si Sadie no invocó a Mary la está afectando?
Si estoy en la ducha, completamente sola y siento que toco cabello de alguien más, me asomo y no hay nadie, les juro que no paro de correr y gritar. Si fuera Bobbie ya estaría buscando a un exorcista!
Salir a pasar el rato en el cementerio... que tienen en la cabeza estos chicos?
Por qué si Sadie no invocó a Mary la está afectando?
Última edición por Ana09 el Miér 18 Oct - 19:42, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Lectura #2 Octubre 2017
Capítulos 5 y 6
Que Sadie esté tan afectada sigue siendo raro. De nuevo, Bobbie me desespera, lo ve todo tan sin malicía, estás cosas no pueden tomarse como coincidencia. Hubiera pedido ayuda en lugar de ir sola detrás de esta chica. Esto es espeluznante!
Oh Dios! Mary está jugando con ella, aunque también podría ser que se identifica con Bobbie porque dejarle ver su vida es demasiado profundo.
Que Sadie esté tan afectada sigue siendo raro. De nuevo, Bobbie me desespera, lo ve todo tan sin malicía, estás cosas no pueden tomarse como coincidencia. Hubiera pedido ayuda en lugar de ir sola detrás de esta chica. Esto es espeluznante!
Oh Dios! Mary está jugando con ella, aunque también podría ser que se identifica con Bobbie porque dejarle ver su vida es demasiado profundo.
Última edición por Ana09 el Miér 18 Oct - 19:41, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Lectura #2 Octubre 2017
6
Coincidencia
Muchas cosas sucedieron a la vez. Caitlin respondió con un “ew”, colocando sus piernas sobre el ataúd de piedra. Por el contrario, Grace salió disparado hacia adelante, no incomodada por la sangre y dispuesta a ayudar. Caine se puso sobre sus pies. Le tomó a Bobbie un segundo para entrar en acción y llegar a su amiga.
—Oh Dios —balbuceó Naya.
—Cállate. Inclina tu cabeza hacia atrás y pellízcate la nariz. — Grace era sorprendentemente buena en una crisis, se notaba.
—¿Estás segura de que debería hacer eso? —Bobbie rebuscó en
su bolso por unos pañuelos.
Grace la miró como si acabara de notar que ella estaba presente. —Por supuesto que estoy segura.
—Está bien. —Naya accidentalmente untó sangre rojo-púrpura en su mejilla—. Solía tener hemorragias nasales todo el tiempo cuando era una niña.
Charlie se fue alejando calladamente del grupo, luciendo pálido y enfermo ante la vista de tanta sangre. La sangre ahora brotaba de la nariz de Naya, gotas gruesas salpicando en el camino, las manchitas uniéndose con rapidez. Naya tomó un puñado de pañuelos de Bobbie y lo acercó a su cara, inclinando la cabeza hacia el cielo.
Bobbie vio manchas de sangre en su bufanda donde Naya debió haberlos salpicado. Una tercera manchita aterrizó en la lana gris. Fue entonces cuando se dio cuenta de que venía de su propia nariz.
—¿Qué...? —Se volteó para ver Caine limpiándose su nariz también. Un canal de sangre corría de la fosa nasal izquierda hasta su labio superior. Bobbie sostuvo sus dedos sobre su nariz, pero el cálido y viscoso líquido corría a través de los espacios.
—Dios mío. —El rostro de Grace se contorsionó—. ¿Has estado inhalando una droga o algo? ¿Qué tomaste?
—¡Nada! —gritó Bobbie, llevando su bufanda ya arruinada a su nariz. La sangre se filtró en la lana, un rápido crecimiento de color carmesí.
—Oh, para ya —espetó Caine, limpiándose la sangre con el dorso de su mano. El suyo no parecía tan malo.
—Esto es una cosa —explicó Tom—. Tiene que ver con la presión alta. Una gran cantidad de personas tiene hemorragias nasales cuando una tormenta está en camino.
Naya alejó los pañuelos de su nariz y examinó el daño. Su rostro estaba cubierto de sangre. —Creo que se está deteniendo.
Bobbie toqueteó su nariz y soltó una aliviada respiración. La suya también parecía haberse secado.
—¿Tu sangras por la nariz también? —preguntó Naya.
—Nunca —dijo Bobbie—. Nunca me ha pasado antes.
—Yo tampoco —añadió Caine—. Excepto una vez que me golpeé con una pelota de baloncesto.
—¿Estás bien? —Caitlin parecía horrorizada, llevando sus rodillas hasta la barbilla y sus ojos oscureciéndose a través de pestañas cargadas de rímel.
—Creo que sí —respondió Naya—. Hombre. Bastante intenso.
Grace los miró con recelo. —Esa es la cosa más espeluznante que
he visto en mi vida. Nunca he oído hablar de un sangrado sincronizado antes.
—Te lo digo, hombre, es el tiempo.
Mark se rio y dio un lento aplauso. —Oh, lo entiendo. Muy divertido.
—¿Qué? —Caine miró a su amigo.
—Es una broma, ¿no? Por lo de anoche. Hermano... me engañaste completamente. ¿Cómo lo hiciste? ¿Rociaste la sangre allí, o conseguiste esas bolitas de pintura roja como en la televisión?
Bobbie soltó la bomba. El desafío. —Bloody Mary. —Cuando lo dijo, la sangre corrió en su boca. Ninguna otra cosa sabía igual que la sangre: como a cobre, extrañamente sabroso.
—Oh, ya veo. —Grace hizo un mohín—. Muy divertido. Psicótica.
—No lucía impresionada.
Un ceño fruncido apareció en el hermoso rostro de Caine. — Compañero, eso no es una broma, lo juro.
Eso casi desapareció la sonrisa de la cara de Mark, pero sus ojos decían que aún estaba esperando un estridente “¡TE ENGAÑÉ!” en cualquier momento.
Bobbie tuvo que admitir, que era una coincidencia bastante grande. Si hubiera sido solo ella y Naya, no habría sido demasiado preocupante pero, ¿tres de ellos? Los mismos tres que habían dicho ese nombre en frente del espejo. Sus ojos de repente picaban.
Se reprendió a sí misma, eso era lo que hacía a la coincidencia una cosa —los reconocías porque sucedían todo el tiempo. Una vez ella se había encontrado con su primo afuera de Topshop en Oxford Street a pesar de que no habían tenido ni idea de que cada uno iba a estar en Londres ese día. Eso había sido pura coincidencia y nadie había culpado a una maldición fantasmal.
No obstante, la misma combinación de miedo, incredulidad y la sangre manchada se veía en cada una de sus caras —incluso Grace parecía un poco asustada. —Debe haber sido una simpatía por el sangrado de la nariz. —Bobbie trató de reírse de ello, usando su tono alegre.
—Oh, eres una buena amiga —dijo Naya, tratando en vano de limpiar su cara —lucía como uno de los zombis come carne de los libros que le gustaba leer—. No podías dejarme tener el centro de atención, aunque sea por un minuto, ¿verdad? —Naya le guiñó un ojo, dándole a entender que era sarcasmo.
—Ven. —Bobbie tomó la mano de su amiga—. Vamos a la tienda de té para limpiarnos. —Mientras se alejaban, Bobbie vio la mirada en los ojos de Caine. Su expresión era sombría —el chico local no podía reírse de ello. Sin decir nada, él las vio irse y Bobbie sintió sus ojos sobre ella todo el camino por el sendero.
En una tarde de domingo, se esperaba que las chicas de Piper’s Hall se vistieran con elegancia para el domingo de asado en el gran salón comedor, que también contaba con la presencia del sacerdote de la escuela. Cada semana él dirigía las oraciones, las cuales todo el mundo gesticulaba con los labios o las ignoraba por completo. Él se sentaba con la Dra. Price, la señora Craddock y Grace en la mesa principal. La Dra. Price sonreía cortésmente y asentía mientras él gruñía sobre la falta de fe en la sociedad actual.
Bobbie, como de costumbre, se sentó con Naya y algunas de las chicas más agradables de la casa Brontë. Llevaba un vestido vintage con su chaqueta cárdigan favorita —una enorme bestia lanuda que una vez le había pertenecido a su abuelo muerto. —Te estoy diciendo —Naya relató su experiencia en el cementerio—, era realmente aterrador. Totalmente pensé que iba a morir.
—¿Viste un túnel blanco brillante? —Bobbie sonrió—. Eres una reina del drama. Fue solo una hemorragia nasal. —Bobbie volvió a llenar su vaso con agua de la jarra de metal abollado. Para el momento en que habían convencido a la anciana que dirigía la tienda de té que
no habían estado en una pelea de pandillas (o que querían comer su cerebro) y se limpiaron la sangre, habían tenido que regresar al Piper’s Hall para arreglarse cada una para la cena con asado.
—De todos modos. Realmente me asusté. Creo que realmente siento náuseas. —Naya se volteó directamente hacia Bobbie, abandonando su pegajoso budín de tofi y crema. Ella la miró con sus grandes ojos color chocolate—. Bobbie, si me muero, ¿te asegurarás de que un montón de gente venga a mi funeral?
Bobbie se rio entre dientes. —Por supuesto que lo haré. ¿Para qué son los amigos?
—Eso es como mi mayor temor. Que a nadie le importe si yo muriera.
Hubo un destello de genuina tristeza en los ojos de Naya. De vez en cuando, la fanfarronería se disipaba y Bobbie tenía atisbos de cómo era Naya realmente. —Pase lo que pase, voy a estar allí, ¿de acuerdo? Y me aseguraré de que toquen todas tus canciones favoritas, incluso las más embarazosas.
—Eres la mejor.
Bobbie fue distraída por Kellie Huang, quien llevaba la más corta, reveladora falda que había visto, acercándose a la mesa superior. Era inaceptable mientras la gente estaba comiendo. La falda era inaceptable en cualquier momento.
—¿Qué pasa con Kellie? —preguntó Naya.
—Shh, estoy tratando de escuchar. Me imagino que su trasero
debe estar congelado.
Mientras Naya reía, Bobbie trató de descifrar lo que estaban diciendo. Kellie habló con la señora Craddock y la Dra. Price al mismo tiempo. —...creo que puede estar realmente enferma.
—¿Qué pasa con ella? —preguntó la señora Craddock. Bobbie adivinó que estaban hablando de Sadie, quien compartía habitación con Kellie.
—No lo sé. Parecía enloquecer.
—¿Enloquecer? —La Dra. Price medio sonrió—. ¿Podrías ser más específica?
Bobbie sabía que Sadie no se encontraba bien cuando la habían visto en el desayuno. Kellie continuó—: No lo sé. No va a dejar el dormitorio.
La Dra. Price miró a la encargada de los alumnos internos. —La revisaré después de la cena —dijo la señora Craddock.
El problema de tener cerebro de escritor, pensó Bobbie, es que empiezas a ver patrones y relaciones donde solo hay hechos aburridos. Sadie estaba enferma, ellos habían tenido hemorragias nasales. Todos ellos habían estado en ese baño ayer a la
medianoche. De repente, su estómago se encogió como una pasa y no podía seguir comiendo su budín.
Coincidencias. Más coincidencias. Cuando todo está cubierto de hielo, la gente se resbala. Esto no hace al hielo malvado. El hecho de que todos ellos habían estado yéndose a escondidas alrededor de la media noche probablemente explicaba por qué todos estaban sintiéndose indispuestos hoy. Bobbie maldijo su hiperactiva imaginación de llegar a la conclusión del “espejo embrujado” antes de descubrir la “explicación lógica”. Siempre había una explicación lógica.
Después de la cena, Bobbie se puso su pijama y sacó el cuaderno de notas que se encontraba debajo de su cama. Era un cuaderno de gamuza color beige que su madre había traído después de filmar un episodio de drama en Noruega de BBC, e incluso el sentimentalismo de la cosa le daba ganas de escribir en él.
Naya estaba tratando de obtener acceso a Sadie, por lo que Bobbie tenía el dormitorio para sí misma. Escribió las mejores notas melancólicas corales de Danny Elfman, que ahora se reproducían en el fondo. El conjunto de instrumentos era melancólico y dramático, muy parecido a su prosa.
Donde yo una vez me sentí caliente, con alegría mullida adentro, ahora solo había una ausencia de vacío. Un abismo de emociones. Sí, eso era todo —un vacío como un agujero negro en la esquina más f ría del espacio, escribió. Fue como si una noche, mientras dormía, una mano invisible hubiera retirado un tapón de adentro y toda la alegría se f iltró, dejándome vacía. Eternamente drenada.
Bobbie masticó su pluma. Siempre escribía primero a mano, solo escribiendo a computadora las secciones con las que estaba contenta. Una vez había subido en línea un cuento de colonia y había tenido como seis mil visitas. Tan pronto como saliera de Piper’s Hall y no tuviera tanta escritura innecesaria para la escuela, empezaría a trabajar en una novela —el único problema es que tenía más ideas en su cuaderno de lo que alguna vez podría soñar convertir en novelas.
Naya entró en la habitación —sus shorts de pijamas revelando sus hermosas y kilométricas piernas de tez oliva. Su interminable cabello negro estaba retorcido en un moño en la parte superior de su cabeza donde se había lavado la cara. —¿Qué haces?
—Escribiendo...
—¿Es del que estabas hablando?
—¿El de suicidio? Sí.
—Saca tu Plath2 interior, chica.
2 Plath: Sylvia Plath fue una e scritora e stadounide nse e spe cialme nte conocida como poe ta, aunque tambié n e s autora de obras e n prosa.
Bobbie rio. —Oh, eso intento. ¿Cómo está Sadie? —Descansó su lapicero dentro de su cuaderno y lo cerró, prefería morir antes que mostrarle a alguien su escritura en etapa de proceso. Lo que es más, no podía negar la pizca de entrometimiento de su compañero de clase.
—Entre tú y yo, parece el peor de los casos de síndrome premenstrual que he visto en mucho tiempo —está aullando y sollozando y diciendo que quiere ir a casa. La chica necesita una bolsa de agua caliente y una Nurofen, inmediatamente.
Bobbie salió de su cama. —La simpatía primaveral te ha dejado verdaderamente drenada, ¿verdad? Iré a lavarme los dientes. —Sacó su bolsa de lavado de su cómoda y salió del dormitorio, las baldosas del suelo frío congelando sus pies descalzos.
El pasillo estaba desierto. La señora Craddock ya había apagado la luz de la sala por lo que solo un pálido resplandor se filtraba a través de los dormitorios. En los domingos era normal que las chicas se retiraran a sus habitaciones después de cenar. Los restos de la tarea se completaban apresuradamente para tenerla lista para el día siguiente y el temido malestar noche de domingo/lunes por la mañana cayó sobre los dormitorios. Mientras Bobbie paseaba por el pasillo, sus pies calientes pegados al suelo hacían un pequeño ruido de succión mientras avanzaba.
El baño estaba vacío pero olía a pasta de dientes de menta fresca y gel de ducha de perfume floral. Como siempre, la habitación estaba húmeda, nunca del todo seca. Alguien debía recién acabado de ducharse. La cabeza de la ducha hacía un constante eco de goteo en el cubículo. Odiando ver agua desperdiciada, Bobbie metió la mano en la cabina y cerró la manija con bastante fuerza. Frunció el ceño. El goteo continuaba. Debía ser en algún lugar dentro de las tuberías, fuera de su control.
Goteo, goteo, goteo.
Bobbie se cepilló los dientes durante los tres minutos recomendados, antes de llenar al lavabo para lavarse la cara.
Goteo, goteo, goteo. Dios, eso era molesto.
Se quitó las gafas y las descansó junto a su bolsa de lavado. Más temprano, en la farmacia en Oxsley, había comprado una nueva crema espumosa exfoliante y estaba dispuesta a darle una oportunidad. Después de todo, prometía “resultados” después de “solo un lavado”. Quién sabía, tal vez podría transformarla en una supermodelo. Con sus ojos fuertemente cerrados, empezó a restregar su zona-T según las indicaciones antes de limpiar su piel. Con una mano a ciegas tanteó alrededor buscando la toalla. Se palmeó la cara para secarla, asegurándose de haber extraído todo el jabón de sus ojos.
Cuando llegó a sus gafas, habían desaparecido. —¿Dónde están…?
La puerta del baño se cerró de golpe. Bobbie saltó, botando su bolsa de lavado sobre las baldosas. Su acondicionador rodó debajo del lavabo. —¿Qué...? —Había estado allí hace un segundo. Comprobó el suelo, pero no estaba entre sus artículos de aseo.
Pasando por encima de sus cosas esparcidas, abrió la puerta y se asomó al pasillo. Sin sus gafas, su visión era lastimosamente débil, como si alguien hubiera frotado grasa por encima de su campo de visión. Entrecerrando sus ojos en la penumbra, vio una figura en el extremo más alejado del pasillo, con dirección a la escalera. —
¡Hey! ¿Acabas de llevarte mis gafas? —gritó después de que supuso que era otro estudiante.
La chica no se detuvo. Se dirigió hacia las sombras. Tenía la cabeza hacia abajo, su postura encorvada. Se movió casi como si estuviera sonámbula.
—¡Discúlpame! ¡Esas eran mis gafas!
Si se trataba de alguna estúpida broma, Bobbie realmente no tenía la paciencia. Ella era una Avanzada, se suponía que debería atormentar a las Inferiores, no al revés. —¿Puedes venir de nuevo por favor? No es gracioso. —Bobbie siguió por el pasillo detrás de la chica. Sus pies golpeando contra el suelo congelado.
La chica parecía dirigirse hacia la casa Austen en el otro extremo del pasillo. Bobbie se detuvo y frunció el ceño. En vez de dirigirse al otro lado del corredor, la otra chica giró y se dirigió escaleras abajo. Tal vez esto era solo una rivalidad entre Austen y Brontë. No obstante, Bobbie quería sus gafas. Sin ellas, todo era un borrón desorientado, como si una densa niebla se hubiera deslizado en los pasillos de la escuela. Siguió a la chica.
Bobbie llegó a lo alto de las escaleras justo a tiempo para ver una cabeza de cabello oscuro, casi negro en esa luz, deslizándose alrededor de la curva al pie de la escalera. —¡Oh, vamos! —Bobbie corrió tras ella, tomando los escalones dos a la vez. Era la “zona de relajación”: un espacio donde escaparse con algunos sofás, un televisor y un juego de ping pong de mesa. La chica no estaba en ningún lado. Era demasiado tarde para jugar a las escondidas. Lo que es más, sin los otros alumnos congregándose como hormigas y con todas las luces apagadas, ya no lucía como su familiar vieja escuela. Con largas, extrañas sombras extendiéndose por el suelo, se sentía casi como si las paredes se inclinaran hacia ella. Bobbie clavó sus uñas en las palmas de sus manos. Cuando tragó saliva, su garganta estaba apretada.
Había otro camino de escalera que conducía hacia abajo a la recepción y salida principal y más pasillos negros a la izquierda y a la derecha. El espacio olía fuertemente a la col que habían comido antes. Por encima de ella oyó una risa débil —algunas chicas de Brontë preparándose para la cama. —¿Hola?
Bobbie cruzó la zona de relajación hacia la cima de la próxima escalera. Efectivamente, la chica ya tenía una silueta rodeándola por el
blanquecino claro de luna inundando la entrada principal. El complejo camino con los paneles de vidrio fundido formaba sombras sobre el suelo: vides enredándose y encrespándose y hojas. La chica se quedó en medio, frente a la puerta, de espaldas a Bobbie. Eso era raro. Bobbie hizo una pausa en el primer escalón. La otra chica estaba mojada... de hecho, estaba goteando sobre las baldosas, un charco negro reluciente como una mancha de aceite sobre sus pies. Estaba completamente vestida, pero empapada. —Hey —preguntó Bobbie—. ¿Estás bien?
Hubo un ruido y un chillido desde el piso de arriba y Bobbie giró su cabeza, casi cayendo por las escaleras en shock. Con las palmas sudorosas se agarró a la barandilla. —¡Devuélvemelas, perra! —gritó una chica, seguido por una risa estridente. Cuando Bobbie se giró hacia las escaleras, la niña curiosa ya no estaba por la puerta principal. Bobbie frunció el ceño. ¿Cómo podía haberse movido tan rápido? Bobbie descendió cautelosamente las escaleras que daban al pasillo. Bueno, más raro aún. El piso ni siquiera estaba mojado. Bobbie se inclinó y pasó un dedo por el suelo polvoriento y seco. Había visto a esa chica goteando todos los azulejos. ¿O no? Su vista era realmente terrible sin sus gafas.
Había una sensación de hundimiento en el intestino de Bobbie — el tipo que obtienes cuando un ascensor desciende demasiado rápido. El pasillo estaba helado, mucho más frío que las escaleras. Su piel se erizó y tenía un poderoso impulso de irse, muy, muy lejos de ese lugar. Tal vez debería buscar sus gafas mañana por la mañana...
Bobbie se estremeció asustada. La chica estaba esperando en silencio al final del pasillo más allá de la recepción, hacia la sala de
enfermería y la oficina principal. A la espera. Bobbie trató de concentrarse, pero era inútil, casi no podía ver más allá de sus manos. —Mira, ja ja, muy gracioso, ¿pero puedo tener mis gafas de regreso por favor?
La niña estaba iluminada por la alta ventana al final del pasillo. Se quedó tan quieta como cualquier estatua, casi antinatural incluso. Bobbie podía casi distinguir el pelo largo y lacio colgando de su recta, delgada figura. Bueno, al menos ella estaba acorralada ahora. — Escucha, no te voy a delatar, solo quiero mis gafas de regreso.
El pálido rostro de la muchacha estaba casi enfocado. Bobbie se dio cuenta de que algo sobre la chica no estaba bien. Había algo malo acerca de la forma en que estaba de pie. ¿Estaba herida? Tal vez necesitaba ayuda.
—Quédate ahí, ¿de acuerdo? —Extendiendo los brazos en frente de su cuerpo, aferrándose a la oscuridad, Bobbie se acercó a la chica sombría.
Coincidencia
Muchas cosas sucedieron a la vez. Caitlin respondió con un “ew”, colocando sus piernas sobre el ataúd de piedra. Por el contrario, Grace salió disparado hacia adelante, no incomodada por la sangre y dispuesta a ayudar. Caine se puso sobre sus pies. Le tomó a Bobbie un segundo para entrar en acción y llegar a su amiga.
—Oh Dios —balbuceó Naya.
—Cállate. Inclina tu cabeza hacia atrás y pellízcate la nariz. — Grace era sorprendentemente buena en una crisis, se notaba.
—¿Estás segura de que debería hacer eso? —Bobbie rebuscó en
su bolso por unos pañuelos.
Grace la miró como si acabara de notar que ella estaba presente. —Por supuesto que estoy segura.
—Está bien. —Naya accidentalmente untó sangre rojo-púrpura en su mejilla—. Solía tener hemorragias nasales todo el tiempo cuando era una niña.
Charlie se fue alejando calladamente del grupo, luciendo pálido y enfermo ante la vista de tanta sangre. La sangre ahora brotaba de la nariz de Naya, gotas gruesas salpicando en el camino, las manchitas uniéndose con rapidez. Naya tomó un puñado de pañuelos de Bobbie y lo acercó a su cara, inclinando la cabeza hacia el cielo.
Bobbie vio manchas de sangre en su bufanda donde Naya debió haberlos salpicado. Una tercera manchita aterrizó en la lana gris. Fue entonces cuando se dio cuenta de que venía de su propia nariz.
—¿Qué...? —Se volteó para ver Caine limpiándose su nariz también. Un canal de sangre corría de la fosa nasal izquierda hasta su labio superior. Bobbie sostuvo sus dedos sobre su nariz, pero el cálido y viscoso líquido corría a través de los espacios.
—Dios mío. —El rostro de Grace se contorsionó—. ¿Has estado inhalando una droga o algo? ¿Qué tomaste?
—¡Nada! —gritó Bobbie, llevando su bufanda ya arruinada a su nariz. La sangre se filtró en la lana, un rápido crecimiento de color carmesí.
—Oh, para ya —espetó Caine, limpiándose la sangre con el dorso de su mano. El suyo no parecía tan malo.
—Esto es una cosa —explicó Tom—. Tiene que ver con la presión alta. Una gran cantidad de personas tiene hemorragias nasales cuando una tormenta está en camino.
Naya alejó los pañuelos de su nariz y examinó el daño. Su rostro estaba cubierto de sangre. —Creo que se está deteniendo.
Bobbie toqueteó su nariz y soltó una aliviada respiración. La suya también parecía haberse secado.
—¿Tu sangras por la nariz también? —preguntó Naya.
—Nunca —dijo Bobbie—. Nunca me ha pasado antes.
—Yo tampoco —añadió Caine—. Excepto una vez que me golpeé con una pelota de baloncesto.
—¿Estás bien? —Caitlin parecía horrorizada, llevando sus rodillas hasta la barbilla y sus ojos oscureciéndose a través de pestañas cargadas de rímel.
—Creo que sí —respondió Naya—. Hombre. Bastante intenso.
Grace los miró con recelo. —Esa es la cosa más espeluznante que
he visto en mi vida. Nunca he oído hablar de un sangrado sincronizado antes.
—Te lo digo, hombre, es el tiempo.
Mark se rio y dio un lento aplauso. —Oh, lo entiendo. Muy divertido.
—¿Qué? —Caine miró a su amigo.
—Es una broma, ¿no? Por lo de anoche. Hermano... me engañaste completamente. ¿Cómo lo hiciste? ¿Rociaste la sangre allí, o conseguiste esas bolitas de pintura roja como en la televisión?
Bobbie soltó la bomba. El desafío. —Bloody Mary. —Cuando lo dijo, la sangre corrió en su boca. Ninguna otra cosa sabía igual que la sangre: como a cobre, extrañamente sabroso.
—Oh, ya veo. —Grace hizo un mohín—. Muy divertido. Psicótica.
—No lucía impresionada.
Un ceño fruncido apareció en el hermoso rostro de Caine. — Compañero, eso no es una broma, lo juro.
Eso casi desapareció la sonrisa de la cara de Mark, pero sus ojos decían que aún estaba esperando un estridente “¡TE ENGAÑÉ!” en cualquier momento.
Bobbie tuvo que admitir, que era una coincidencia bastante grande. Si hubiera sido solo ella y Naya, no habría sido demasiado preocupante pero, ¿tres de ellos? Los mismos tres que habían dicho ese nombre en frente del espejo. Sus ojos de repente picaban.
Se reprendió a sí misma, eso era lo que hacía a la coincidencia una cosa —los reconocías porque sucedían todo el tiempo. Una vez ella se había encontrado con su primo afuera de Topshop en Oxford Street a pesar de que no habían tenido ni idea de que cada uno iba a estar en Londres ese día. Eso había sido pura coincidencia y nadie había culpado a una maldición fantasmal.
No obstante, la misma combinación de miedo, incredulidad y la sangre manchada se veía en cada una de sus caras —incluso Grace parecía un poco asustada. —Debe haber sido una simpatía por el sangrado de la nariz. —Bobbie trató de reírse de ello, usando su tono alegre.
—Oh, eres una buena amiga —dijo Naya, tratando en vano de limpiar su cara —lucía como uno de los zombis come carne de los libros que le gustaba leer—. No podías dejarme tener el centro de atención, aunque sea por un minuto, ¿verdad? —Naya le guiñó un ojo, dándole a entender que era sarcasmo.
—Ven. —Bobbie tomó la mano de su amiga—. Vamos a la tienda de té para limpiarnos. —Mientras se alejaban, Bobbie vio la mirada en los ojos de Caine. Su expresión era sombría —el chico local no podía reírse de ello. Sin decir nada, él las vio irse y Bobbie sintió sus ojos sobre ella todo el camino por el sendero.
En una tarde de domingo, se esperaba que las chicas de Piper’s Hall se vistieran con elegancia para el domingo de asado en el gran salón comedor, que también contaba con la presencia del sacerdote de la escuela. Cada semana él dirigía las oraciones, las cuales todo el mundo gesticulaba con los labios o las ignoraba por completo. Él se sentaba con la Dra. Price, la señora Craddock y Grace en la mesa principal. La Dra. Price sonreía cortésmente y asentía mientras él gruñía sobre la falta de fe en la sociedad actual.
Bobbie, como de costumbre, se sentó con Naya y algunas de las chicas más agradables de la casa Brontë. Llevaba un vestido vintage con su chaqueta cárdigan favorita —una enorme bestia lanuda que una vez le había pertenecido a su abuelo muerto. —Te estoy diciendo —Naya relató su experiencia en el cementerio—, era realmente aterrador. Totalmente pensé que iba a morir.
—¿Viste un túnel blanco brillante? —Bobbie sonrió—. Eres una reina del drama. Fue solo una hemorragia nasal. —Bobbie volvió a llenar su vaso con agua de la jarra de metal abollado. Para el momento en que habían convencido a la anciana que dirigía la tienda de té que
no habían estado en una pelea de pandillas (o que querían comer su cerebro) y se limpiaron la sangre, habían tenido que regresar al Piper’s Hall para arreglarse cada una para la cena con asado.
—De todos modos. Realmente me asusté. Creo que realmente siento náuseas. —Naya se volteó directamente hacia Bobbie, abandonando su pegajoso budín de tofi y crema. Ella la miró con sus grandes ojos color chocolate—. Bobbie, si me muero, ¿te asegurarás de que un montón de gente venga a mi funeral?
Bobbie se rio entre dientes. —Por supuesto que lo haré. ¿Para qué son los amigos?
—Eso es como mi mayor temor. Que a nadie le importe si yo muriera.
Hubo un destello de genuina tristeza en los ojos de Naya. De vez en cuando, la fanfarronería se disipaba y Bobbie tenía atisbos de cómo era Naya realmente. —Pase lo que pase, voy a estar allí, ¿de acuerdo? Y me aseguraré de que toquen todas tus canciones favoritas, incluso las más embarazosas.
—Eres la mejor.
Bobbie fue distraída por Kellie Huang, quien llevaba la más corta, reveladora falda que había visto, acercándose a la mesa superior. Era inaceptable mientras la gente estaba comiendo. La falda era inaceptable en cualquier momento.
—¿Qué pasa con Kellie? —preguntó Naya.
—Shh, estoy tratando de escuchar. Me imagino que su trasero
debe estar congelado.
Mientras Naya reía, Bobbie trató de descifrar lo que estaban diciendo. Kellie habló con la señora Craddock y la Dra. Price al mismo tiempo. —...creo que puede estar realmente enferma.
—¿Qué pasa con ella? —preguntó la señora Craddock. Bobbie adivinó que estaban hablando de Sadie, quien compartía habitación con Kellie.
—No lo sé. Parecía enloquecer.
—¿Enloquecer? —La Dra. Price medio sonrió—. ¿Podrías ser más específica?
Bobbie sabía que Sadie no se encontraba bien cuando la habían visto en el desayuno. Kellie continuó—: No lo sé. No va a dejar el dormitorio.
La Dra. Price miró a la encargada de los alumnos internos. —La revisaré después de la cena —dijo la señora Craddock.
El problema de tener cerebro de escritor, pensó Bobbie, es que empiezas a ver patrones y relaciones donde solo hay hechos aburridos. Sadie estaba enferma, ellos habían tenido hemorragias nasales. Todos ellos habían estado en ese baño ayer a la
medianoche. De repente, su estómago se encogió como una pasa y no podía seguir comiendo su budín.
Coincidencias. Más coincidencias. Cuando todo está cubierto de hielo, la gente se resbala. Esto no hace al hielo malvado. El hecho de que todos ellos habían estado yéndose a escondidas alrededor de la media noche probablemente explicaba por qué todos estaban sintiéndose indispuestos hoy. Bobbie maldijo su hiperactiva imaginación de llegar a la conclusión del “espejo embrujado” antes de descubrir la “explicación lógica”. Siempre había una explicación lógica.
Después de la cena, Bobbie se puso su pijama y sacó el cuaderno de notas que se encontraba debajo de su cama. Era un cuaderno de gamuza color beige que su madre había traído después de filmar un episodio de drama en Noruega de BBC, e incluso el sentimentalismo de la cosa le daba ganas de escribir en él.
Naya estaba tratando de obtener acceso a Sadie, por lo que Bobbie tenía el dormitorio para sí misma. Escribió las mejores notas melancólicas corales de Danny Elfman, que ahora se reproducían en el fondo. El conjunto de instrumentos era melancólico y dramático, muy parecido a su prosa.
Donde yo una vez me sentí caliente, con alegría mullida adentro, ahora solo había una ausencia de vacío. Un abismo de emociones. Sí, eso era todo —un vacío como un agujero negro en la esquina más f ría del espacio, escribió. Fue como si una noche, mientras dormía, una mano invisible hubiera retirado un tapón de adentro y toda la alegría se f iltró, dejándome vacía. Eternamente drenada.
Bobbie masticó su pluma. Siempre escribía primero a mano, solo escribiendo a computadora las secciones con las que estaba contenta. Una vez había subido en línea un cuento de colonia y había tenido como seis mil visitas. Tan pronto como saliera de Piper’s Hall y no tuviera tanta escritura innecesaria para la escuela, empezaría a trabajar en una novela —el único problema es que tenía más ideas en su cuaderno de lo que alguna vez podría soñar convertir en novelas.
Naya entró en la habitación —sus shorts de pijamas revelando sus hermosas y kilométricas piernas de tez oliva. Su interminable cabello negro estaba retorcido en un moño en la parte superior de su cabeza donde se había lavado la cara. —¿Qué haces?
—Escribiendo...
—¿Es del que estabas hablando?
—¿El de suicidio? Sí.
—Saca tu Plath2 interior, chica.
2 Plath: Sylvia Plath fue una e scritora e stadounide nse e spe cialme nte conocida como poe ta, aunque tambié n e s autora de obras e n prosa.
Bobbie rio. —Oh, eso intento. ¿Cómo está Sadie? —Descansó su lapicero dentro de su cuaderno y lo cerró, prefería morir antes que mostrarle a alguien su escritura en etapa de proceso. Lo que es más, no podía negar la pizca de entrometimiento de su compañero de clase.
—Entre tú y yo, parece el peor de los casos de síndrome premenstrual que he visto en mucho tiempo —está aullando y sollozando y diciendo que quiere ir a casa. La chica necesita una bolsa de agua caliente y una Nurofen, inmediatamente.
Bobbie salió de su cama. —La simpatía primaveral te ha dejado verdaderamente drenada, ¿verdad? Iré a lavarme los dientes. —Sacó su bolsa de lavado de su cómoda y salió del dormitorio, las baldosas del suelo frío congelando sus pies descalzos.
El pasillo estaba desierto. La señora Craddock ya había apagado la luz de la sala por lo que solo un pálido resplandor se filtraba a través de los dormitorios. En los domingos era normal que las chicas se retiraran a sus habitaciones después de cenar. Los restos de la tarea se completaban apresuradamente para tenerla lista para el día siguiente y el temido malestar noche de domingo/lunes por la mañana cayó sobre los dormitorios. Mientras Bobbie paseaba por el pasillo, sus pies calientes pegados al suelo hacían un pequeño ruido de succión mientras avanzaba.
El baño estaba vacío pero olía a pasta de dientes de menta fresca y gel de ducha de perfume floral. Como siempre, la habitación estaba húmeda, nunca del todo seca. Alguien debía recién acabado de ducharse. La cabeza de la ducha hacía un constante eco de goteo en el cubículo. Odiando ver agua desperdiciada, Bobbie metió la mano en la cabina y cerró la manija con bastante fuerza. Frunció el ceño. El goteo continuaba. Debía ser en algún lugar dentro de las tuberías, fuera de su control.
Goteo, goteo, goteo.
Bobbie se cepilló los dientes durante los tres minutos recomendados, antes de llenar al lavabo para lavarse la cara.
Goteo, goteo, goteo. Dios, eso era molesto.
Se quitó las gafas y las descansó junto a su bolsa de lavado. Más temprano, en la farmacia en Oxsley, había comprado una nueva crema espumosa exfoliante y estaba dispuesta a darle una oportunidad. Después de todo, prometía “resultados” después de “solo un lavado”. Quién sabía, tal vez podría transformarla en una supermodelo. Con sus ojos fuertemente cerrados, empezó a restregar su zona-T según las indicaciones antes de limpiar su piel. Con una mano a ciegas tanteó alrededor buscando la toalla. Se palmeó la cara para secarla, asegurándose de haber extraído todo el jabón de sus ojos.
Cuando llegó a sus gafas, habían desaparecido. —¿Dónde están…?
La puerta del baño se cerró de golpe. Bobbie saltó, botando su bolsa de lavado sobre las baldosas. Su acondicionador rodó debajo del lavabo. —¿Qué...? —Había estado allí hace un segundo. Comprobó el suelo, pero no estaba entre sus artículos de aseo.
Pasando por encima de sus cosas esparcidas, abrió la puerta y se asomó al pasillo. Sin sus gafas, su visión era lastimosamente débil, como si alguien hubiera frotado grasa por encima de su campo de visión. Entrecerrando sus ojos en la penumbra, vio una figura en el extremo más alejado del pasillo, con dirección a la escalera. —
¡Hey! ¿Acabas de llevarte mis gafas? —gritó después de que supuso que era otro estudiante.
La chica no se detuvo. Se dirigió hacia las sombras. Tenía la cabeza hacia abajo, su postura encorvada. Se movió casi como si estuviera sonámbula.
—¡Discúlpame! ¡Esas eran mis gafas!
Si se trataba de alguna estúpida broma, Bobbie realmente no tenía la paciencia. Ella era una Avanzada, se suponía que debería atormentar a las Inferiores, no al revés. —¿Puedes venir de nuevo por favor? No es gracioso. —Bobbie siguió por el pasillo detrás de la chica. Sus pies golpeando contra el suelo congelado.
La chica parecía dirigirse hacia la casa Austen en el otro extremo del pasillo. Bobbie se detuvo y frunció el ceño. En vez de dirigirse al otro lado del corredor, la otra chica giró y se dirigió escaleras abajo. Tal vez esto era solo una rivalidad entre Austen y Brontë. No obstante, Bobbie quería sus gafas. Sin ellas, todo era un borrón desorientado, como si una densa niebla se hubiera deslizado en los pasillos de la escuela. Siguió a la chica.
Bobbie llegó a lo alto de las escaleras justo a tiempo para ver una cabeza de cabello oscuro, casi negro en esa luz, deslizándose alrededor de la curva al pie de la escalera. —¡Oh, vamos! —Bobbie corrió tras ella, tomando los escalones dos a la vez. Era la “zona de relajación”: un espacio donde escaparse con algunos sofás, un televisor y un juego de ping pong de mesa. La chica no estaba en ningún lado. Era demasiado tarde para jugar a las escondidas. Lo que es más, sin los otros alumnos congregándose como hormigas y con todas las luces apagadas, ya no lucía como su familiar vieja escuela. Con largas, extrañas sombras extendiéndose por el suelo, se sentía casi como si las paredes se inclinaran hacia ella. Bobbie clavó sus uñas en las palmas de sus manos. Cuando tragó saliva, su garganta estaba apretada.
Había otro camino de escalera que conducía hacia abajo a la recepción y salida principal y más pasillos negros a la izquierda y a la derecha. El espacio olía fuertemente a la col que habían comido antes. Por encima de ella oyó una risa débil —algunas chicas de Brontë preparándose para la cama. —¿Hola?
Bobbie cruzó la zona de relajación hacia la cima de la próxima escalera. Efectivamente, la chica ya tenía una silueta rodeándola por el
blanquecino claro de luna inundando la entrada principal. El complejo camino con los paneles de vidrio fundido formaba sombras sobre el suelo: vides enredándose y encrespándose y hojas. La chica se quedó en medio, frente a la puerta, de espaldas a Bobbie. Eso era raro. Bobbie hizo una pausa en el primer escalón. La otra chica estaba mojada... de hecho, estaba goteando sobre las baldosas, un charco negro reluciente como una mancha de aceite sobre sus pies. Estaba completamente vestida, pero empapada. —Hey —preguntó Bobbie—. ¿Estás bien?
Hubo un ruido y un chillido desde el piso de arriba y Bobbie giró su cabeza, casi cayendo por las escaleras en shock. Con las palmas sudorosas se agarró a la barandilla. —¡Devuélvemelas, perra! —gritó una chica, seguido por una risa estridente. Cuando Bobbie se giró hacia las escaleras, la niña curiosa ya no estaba por la puerta principal. Bobbie frunció el ceño. ¿Cómo podía haberse movido tan rápido? Bobbie descendió cautelosamente las escaleras que daban al pasillo. Bueno, más raro aún. El piso ni siquiera estaba mojado. Bobbie se inclinó y pasó un dedo por el suelo polvoriento y seco. Había visto a esa chica goteando todos los azulejos. ¿O no? Su vista era realmente terrible sin sus gafas.
Había una sensación de hundimiento en el intestino de Bobbie — el tipo que obtienes cuando un ascensor desciende demasiado rápido. El pasillo estaba helado, mucho más frío que las escaleras. Su piel se erizó y tenía un poderoso impulso de irse, muy, muy lejos de ese lugar. Tal vez debería buscar sus gafas mañana por la mañana...
Bobbie se estremeció asustada. La chica estaba esperando en silencio al final del pasillo más allá de la recepción, hacia la sala de
enfermería y la oficina principal. A la espera. Bobbie trató de concentrarse, pero era inútil, casi no podía ver más allá de sus manos. —Mira, ja ja, muy gracioso, ¿pero puedo tener mis gafas de regreso por favor?
La niña estaba iluminada por la alta ventana al final del pasillo. Se quedó tan quieta como cualquier estatua, casi antinatural incluso. Bobbie podía casi distinguir el pelo largo y lacio colgando de su recta, delgada figura. Bueno, al menos ella estaba acorralada ahora. — Escucha, no te voy a delatar, solo quiero mis gafas de regreso.
El pálido rostro de la muchacha estaba casi enfocado. Bobbie se dio cuenta de que algo sobre la chica no estaba bien. Había algo malo acerca de la forma en que estaba de pie. ¿Estaba herida? Tal vez necesitaba ayuda.
—Quédate ahí, ¿de acuerdo? —Extendiendo los brazos en frente de su cuerpo, aferrándose a la oscuridad, Bobbie se acercó a la chica sombría.
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