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Lectura #2 Octubre 2017

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Mensaje por Veritoj.vacio Sáb 21 Oct - 22:45

No como que descansamos justo cuando se pone mas intereante? esta parte me recuerda destino final 2.
Gracias por los capis


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Mensaje por Emotica G. W Dom 22 Oct - 2:43

OHHH!!!
Ya estan en el sanatorio!!!
Ya quiero leer los demas!!!
Casi me como las uñas por el suspenso!
Caine me cae demasiado bien... tan lindo por ayudar a Bobbie!
sinceramente no puedo decir mucho del resto porque ya lo olvide xD
Solo se que el siguiente sera interesante!


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Mensaje por Atómic_Mellark Dom 22 Oct - 13:04

Veritoj.vacio escribió:No como que descansamos justo cuando se pone mas intereante? esta parte me recuerda destino final 2.
Gracias por los capis
Jajajajajaja si nena tenemos que descansar el dia Domingo es para que se nos peguen las sabanas

No lo había pensado y si Destino final tiene similitud


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Mensaje por Atómic_Mellark Dom 22 Oct - 13:06

Emotica G. W escribió:OHHH!!!
Ya estan en el sanatorio!!!
Ya quiero leer los demas!!!
Casi me como las uñas por el suspenso!
Caine me cae demasiado bien... tan lindo por ayudar a Bobbie!
sinceramente no puedo decir mucho del resto porque ya lo olvide xD
Solo se que el siguiente sera interesante!
Caine es un amor de chico, de verdad hace que lo quieras. El siguiente mmmm eso me suena a que una niña se nos adelanto jajajaja estas lecturas son para leerlas de un solo senton


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Mensaje por yiniva Dom 22 Oct - 16:50

capítulos 9 y 10
Así es que Bobbie por un momento quería regresar y su mamá ni si quera le hizo caso y  ahora Caine se unió con ellas esperemos que encuentren algo pronto, por ahora deben alejarse de los espejos  Shocked pale

capítulos 11 y 12
ya llegaron les dirá algo ya quiero saber, y también quiero saber con que sueña Caine


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Mensaje por Emotica G. W Lun 23 Oct - 0:22

Atómic_Mellark escribió:
Emotica G. W escribió:OHHH!!!
Ya estan en el sanatorio!!!
Ya quiero leer los demas!!!
Casi me como las uñas por el suspenso!
Caine me cae demasiado bien... tan lindo por ayudar a Bobbie!
sinceramente no puedo decir mucho del resto porque ya lo olvide xD
Solo se que el siguiente sera interesante!
Caine es un amor de chico, de verdad hace que lo quieras. El siguiente mmmm eso me suena a que una niña se nos adelanto jajajaja estas lecturas son para leerlas de un solo senton
Plan macabro para sacar info...  Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 125045622 Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 125045622 Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 125045622
Asi que si estara muy interesante el siguiente cap!  Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 3536998001 Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 3536998001 Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 3536998001


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 3:45

13
Bridget


Le tomó un momento a los ojos de Bobbie ajustarse a la penumbra. Gruesas cortinas colgaban por encima de una simple ventana, permitiendo que solo una luz grisácea se colara por los bordes. Bobbie pudo distinguir unas cuantas formas irregulares: una cama, un escritorio vacío debajo de la ventana, una silla de plástico, y un armario funcional. Era como tratar de encontrar un espécimen en la casa nocturna del zoológico; tuvo que volver a mirar para incluso darse cuenta de que había una figura en la habitación.
Bridget se encontraba presionada contra la esquina donde su cama se unía a la pared, sentada con las rodillas metidas bajo la barbilla —de la misma forma en que Bobbie se hallaba acuclillada junto al baño en su sueño. Sólo lo blanco de sus ojos fue visible inmediatamente. Miraba a través de cortinas de cabello castaño y grasoso, que colgaba por encima de sus hombros. Se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que vio el sol, su rostro lucía tan pálido como el de un fantasma, con círculos oscuros alrededor de cada ojo hundido. —Hola, Bridget, tienes vi… —comenzó la Dra. Kahn.
—La llamaron, ¿no? —murmulló Bridget. Era difícil decir qué edad tenía; por una parte, lucía demacrada, más allá de sus treinta años, pero al mismo tiempo parecía una pequeña niña aterrorizada, acurrucada en una bola en la cama.
Los ojos de Bobbie se ampliaron y se aferró a Caine con más fuerza. Él la apretó de regreso.
La Dra. Kahn habló de nuevo. —Bridget está tomando unos antipsicóticos bastante fuertes, por eso está tan adormilada.
Parecía que a Bridget le tomaba un montón de esfuerzo mantener la cabeza alzada. Colgaba de un lado, su postura para nada parecida a la silueta que Bobbie vio en el corredor hacía dos noches. —Déjenos a solas. —Bridget miraba fijamente a la Dra. Kahn.
 
—No estoy segura de que sea…
—Está bien —le aseguró Bobbie a la doctora.
—¿Estás segura? Asintió. —Sí.
—Bien. Estaré afuera por si necesitan algo. —Reluctante, la Dra.
Kahn salió, cerrando la puerta detrás de ella.
—¿Quieres que encienda la luz? —le preguntó Caine a Bridget.
—No.
Bobbie señaló la silla de plástico. —¿Puedo sentarme?
—No importa, ¿no? —Bridget apretó la esquina de su almohada con sus uñas mordidas—. Sólo te queda un día y medio, puedes hacer lo que quieras.
Había un lavabo enorme en la silla, con una bacinilla y una jarra dentro. Bobbie se dio cuenta de que Bridget nunca dejaba esa habitación, y menos para ir al baño. Los baños tenían espejos. Sin armar tanto revuelo, puso los aparatos bajo la silla y se sentó. Caine se cernía a su lado, sin estar seguro de qué hacer con su mano ahora que se la había devuelto. —Vimos tu blog —comenzó Bobbie—. Por cierto, soy Bobbie, y este es Caine.
—Ella me dijo sus nombres.
Levantó la vista hacia Caine. —¿Qué?
—Ya sabe quiénes son. La dejaron entrar. Puede ver en su interior. Los conoce. Siempre los mira a través de las ventanas.
Tragando con dureza, Bobbie dijo—: La invocamos. En Piper’s
Hall.
Bridget se rio. —¿Por qué más estarían aquí? Sabía que sucedería
cuando todos se olvidaron de nosotras. Si la gente hubiera recordado lo que nos sucedió, nadie sería lo suficientemente estúpido como para decir su nombre. Supongo que somos noticias viejas ahora, migajas del pasado. Es tiempo de la próxima generación.
—¿Olvidarse de quiénes? —preguntó Caine, aclarándose la garganta.
—De Abi, Tay y yo. —Tal vez se debía a la oscuridad, o quizás los medicamentos, pero las pupilas tumefactas de Bridget lucían como hoyos negros en su rostro, atrayendo a Bobbie.
—¿Q-Qué les pasó? —tartamudeó Bobbie—. Lamento preguntarlo, pero si existe alguna forma de detener lo que nos está sucediendo…
—No pueden.
—Por favor…
 
—Cinco días —soltó—. Tienen cinco días y eso es todo. Todo está decidido, y luego sólo son tictacs hasta que el tiempo pase. Tú la invocaste y no puedes detener el reloj.
—Por favor, Bridget. Cuéntanos lo que pasó. Te  creeremos. Pareció  reaccionar  ante   eso,  saliendo  de   su entumecimiento.
Cuando  habló,  sonaba animada,  al  borde  de  la locura.  —Hubo  una
fiesta en Oxsley. Alguna chica, en serio tenía un rostro puntiagudo, nos contó por qué tenía tanto miedo de Piper’s Hall, una historia acerca de un fantasma con una chica llamada Mary que se lanzó de los acantilados hacia el mar. Había una leyenda urbana —aunque nunca entendí por qué es urbana siendo que la escuela está en medio del campo— que decía que si decías su nombre cinco veces, aparecería en el espejo.
»Por supuesto, pensamos que era un montón de mierda, pero cuando regresamos a Piper’s Hall —estábamos en el piso superior— Abi pensó que sería divertido intentarlo. Así era Abi, nada era demasiado estúpido para intentarlo… Recuerdo que una vez inhaló polvo azucarado porque había oído que te drogabas con él. Juro que estornudó como por una hora después de eso. —Bridget se rio incontrolablemente ante el recuerdo—. Lo hicimos en los baños de la sala común del piso superior. Sólo estábamos nosotras tres, incluso encendimos una vela, al igual que en la historia. Taylor tenía el pe or ataque de risas de todos los tiempos, nos tomó como un año decir su nombre…
                           Caine la interrumpió—: Bloo…
—¡NO LO DIGAS! —Por primera vez, Bridget se movió. Se lanzó a través de la cama tan ágil como un gato, y plantó una mano sobre la boca de Caine. Sus ojos se ampliaron con sorpresa—. No lo digas — susurró—. Nunca lo digas. ¿No lo has comprendido? Ella siempre está escuchando. —Se apartó y Caine retrocedió con una respiración temblorosa.
—¿Qué sucedió después?
Bridget se arrastró en la cama, regresando a su guarida como Gollum. —Lo dijimos una vez, luego dos veces, luego tres veces, luego cuatro veces… y entonces me detuve. Vi algo en mi mirada periférica. Justo en la parte trasera del espejo, algo se movió. Como si hubiésemos despertado algo. No seguirías molestando a un oso durmiendo, ¿no? Así que me detuve en la cuarta vez. Sin embargo, Tay y Abi dijeron su nombre una quinta. No lo vieron. No se detuvieron.
—¿Tú sólo lo dijiste cuatro veces?
Bridget asintió. —Pero fue suficiente. Suficiente como para que entrara. Está esperando por la quinta. —La chica comenzó a balancearse suavemente. Sus pies comenzaron a tamborilear—. Siempre esperando a que diga su nombre.
 
Bobbie no podía permanecer sentada por más tiempo. Se unió a Bridget en la cama y puso una mano en su rodilla para que se detuviera. —Bridget, está bien. Eso fue hace años… No va a venir por ti.
—Todo tenía sentido. Llevaba viviendo con eso por tres días, mientras que Bridget por más de trece años. No era raro.
—La veo en mis sueños. Veo el cementerio. No se ha olvidado de mí… Está esperando que cometa un error.
—¿Qué sucedió después de que la invocaran? —preguntó Caine—
. ¿Comenzaste a ver cosas?
—Nos separamos para las vacaciones de Semana Santa al día siguiente. Todas fuimos a casa. Yo estaba en Italia y no había pensado demasiado en ello, hasta que recibí un mensaje de Abi. En ese momento, no pensé mucho al respecto… ¿Por qué lo haría? No tenía idea… una estúpida en frente de un espejo… Digan su nombre cinco veces.
—¿Qué decía el mensaje?
—Decía: “Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿Sucede algo raro?” Lo ignoré y luego ambas se desvanecieron. Ahí fue cuando miré en un espejo… y la vi esperando.
Bobbie se mordió el labio, pensando. No había nada en su historia que ya no supieran, y nada que pudiera ser de ayuda. — Bridget. Cuando ves a Mary en tus sueños… ¿te muestra cosas?
                         —Sólo el cementerio.
—¿Qué cementerio?
—El de St. Paul’s. Se está riendo de mí. Puedo oírla riéndose en el cementerio.
Bobbie tembló como si hubiera hielo en sus huesos. —Creo… creo que está tratando de decirme algo. Así podemos detener esto. Ayudarla.
—¡No! —Bridget agarró la muñeca de Bobbie—. ¿Por qué? ¿Por qué querrías ayudarla?
—Creo…
—No la ayudes. Mantenla en su celda. Un perro encadenado. Es como un perro encadenado, atada a la escuela.
Bobbie miró a Caine en busca de apoyo, pero él sólo se encogió de hombros. —Creo que M… creo que ella necesita ayuda… creo que está pérdida… triste.
Bridget se rio mordazmente. —La miseria ama la compañía. Nos está llevando a su tumba.
¿Eso era todo? Mary lucía tan triste, ¿quería que ellos también se sintieran así? Sabía con certeza que era más que eso. De una forma rara, desearía poder hablar con el fantasma de frente. —No voy a
 
rendirme —dijo Bobbie en voz baja. Se quitó los dedos de Bridget de la muñeca.
—Yo tampoco —añadió Caine.
—Todavía tenemos dos días. Podemos detener esto.
La risita continuó. Bridget habló con una voz femenina y cantarina. —No lo entienden, ¿no? Ella no se rendirá. No ha renunciado a miiiiiiiiiiiiiií…
Bobbie frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?
—Mira por la ventana. —Pero Bridget se volteó, apoyando la cabeza contra la pared de yeso. Bobbie sintió que su piel temblaba una vez más, los vellos en la parte trasera de su cuello erizándose. Se levantó de la cama y caminó lentamente hacia la ventana. Afuera, podía ver las motas de lluvia salpicando el vidrio. Golpeaban el alféizar con gotas gruesas y pesadas.
Abrió las cortinas, sin estar segura de qué esperar. Soltó un jadeo involuntario ante lo que vio. —¿Qué pasa? —preguntó Caine, entrecerrando los ojos cuando la luz grisácea del día fluyó dentro de la celda estéril.
La lluvia goteaba por la ventana, pero dos huellas se distinguían claramente donde un par de palmas habían sido presionadas contra el cristal. —Huellas. —Bobbie pasó un dedo por el vidrio.
—¿Y qué tiene? —dijo Caine.
Bobbie se volteó hacia él. —Están por f uera y estamos en el tercer
piso.


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 4:01

14
Estigma


Caine salió de la habitación sucia sin otra palabra. Bobbie le lanzó una mirada de arrepentimiento a Bridget y continuó—: Lo siento.
—Lo harás. —Bridget se giró hacia la pared.
—¡Caine, espera! —gritó Bobbie. Para el momento en que estuvo fuera de la habitación, él ya se encontraba a mitad de camino por el corredor, los pacientes en el espacio de recreo girándose para ver de qué se trataba toda la conmoción.
                           —Lo siento… tenía que salir como el infierno de esa habitación.
No podía respirar. Se metía en mi cabeza. —Se inclinó contra la pared, descansando la cabeza contra el afiche con el procedimiento en caso de incendio.
Bobbie le frotó el brazo, pero el gesto fue incómodo. —Lo sé. Pero no creo en lo que dijo Bridget… Mary me está mostrando el pasado por una razón. ¿Por qué lo haría si sólo nos quisiera muertos? Está intentando llevarnos a algún lugar, lo sé.
Caine lucía agotado, cuando ella necesitaba que fuera fuerte. Bobbie recordó cómo se sentía ser Mary: cuán avergonzada estuvo en la clase y cuán asustada y solitaria se sintió escondiéndose en el baño. Ella no era malvada.
La Dra. Kahn vino agitadamente por el corredor, mirándolos. —
¿Qué está pasando?
—Nada —murmuró Bobbie.
La Dra. Kahn miró dentro de la habitación de Bridget y luego les frunció el ceño. —Sabía que esta visita era una mala idea —observó con serenidad—. ¿Cómo es que conocen a Bridget? Claramente son más jóvenes que ella.
Era hora de irse. —Somos amigos de la familia. Nos iremos ahora.
Lamentamos si la molestamos. No pretendíamos hacerlo.
 
—FALTAN DOS DÍAS. —La voz ebria de Bridget se hizo eco a lo largo del espacio compartido. Caine alejó los brazos de Bobbie y rápidamente atravesó el corredor. Con otra mirada irritada de la doctora, Bobbie siguió a Caine hacia la salida, jalándolo por la mang a.
—Caine. —Bobbie bajó la voz y se inclinó hacia adelante, consciente de que esta no era una conversación que quería que escuchara el personal de una institución mental—. Por favor. Si los fantasmas son espíritus atrapados en la tierra, tal vez ella nece sita que la liberen. Quizás, si podemos descifrar cualquiera que sea el asunto inconcluso que tiene, podemos evitar que esto vuelva a ocurrir una y otra vez. Sólo… confía en mí.
Caine se suavizó y la miró. Sus rostros se encontraban a centímetros de distancia, esto era lo más cerca que había estado de los labios de un chico. Eran peligrosamente tentadores. —Lo hago.
Bobbie no pudo soportarlo. Estar tan cerca de él era cautivante y necesitaba aclarar la mente. Se alejó. —De acuerdo. Bridget soñó con el cementerio, quizás podemos ir y echarle un vistazo. Me preguntó si se encuentra enterrada allí. —Bobbie se preguntaba si su lápida podría tener una pista, el nombre de un pariente o algo, alguien, quien pudiera darles algún indicio de cuál podría ser el asunto inconcluso de Mary.
—Vale la pena mirar. —Caine parecía resignado—. Es sólo que parece que lo que sea que hacemos… ¿Cómo podemos detener algo que puede flotar hasta las ventanas? ¿Algo que vive dentro de los espejos?
Aunque la mención de las imposibles huellas era suficiente para enviar una ola de carne de gallina por sus brazos, Bobbie no iba a admitir la derrota. —No lo sé. —Bajó la voz de nuevo—. Pero sentarse  en una habitación oscura y mecerse no va a ayudar, ¿o sí?
Caine se rio por primera vez en mucho tiempo. —Tienes razón. Vamos a tomar el autobús hacia Oxsley. Y reconozco que es hora de un poco de azúcar, también, estoy muerto de hambre.
Simplemente el pensar en comida hizo que su estómago gruñera.
—De acuerdo. Tampoco le diría que no a un poco de chocolate. Primero tengo que usar el baño.
Salieron de la sala e inmediatamente se encontró más ligero y  más fresco, como si la sala existiera en su propia dimensión. David, el enfermero, les mostró los baños más cercanos. Bobbie tenía que admitir que empezaba a sentir la aversión de Bridget por las habitaciones con espejos, especialmente después de lo que Caine le mostró anoche. — Espérame aquí, ¿sí?
Él entendía su nerviosismo. —Claro.
Bobbie entró al baño, decepcionada al encontrar ambos cubículos vacíos. Una sola luz zumbaba sobre su cabeza, llenando la habitación con luz blanquecina y dura. Había un espejo sobre el lavabo, pero ella explícitamente apartó la mirada de él —sabiendo que si miraba con la suficiente fuerza, no estaría sola en la habitación. Hizo sus cosas tan
 
rápidamente como le fue posible, pero, tanto como quería salir de habitación, tenía que lavarse las manos o se sentiría sucia por el resto de la mañana.
Evitando mirar su reflejo, Bobbie se lavó las manos bajo el grifo. Ahí fue cuando se dio cuenta por primera vez. Donde levantó las mangas de la chaqueta para evitar mojarla, vio un rasguño irritado.
¿Cómo se había hecho eso? No sangraba; era más como una cicatriz que había sanado.
Sacudiéndose el agua de las manos, subió la manga más arriba. Su boca se abrió. Había cortes por todo su brazo. —¿Qué rayos…? — Feroces rasguños surcaban su piel, algunos de un centímetro o dos, la mayoría de ellos pequeños arañazos, pero otros cortes gruesos. En desesperación, Bobbie se subió la manga derecha y encontró que era igual. Sus brazos se encontraban cubiertos de cortes que nunca ocurrieron.


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 4:03

15
Cementerio


En un intento inútil, ella rozó su piel, tratando de arrancarlos. Cerró los ojos y contó hasta cinco, orando que todo esto estuviera en su cabeza —otro momento de sueño— pero cuando abrió los ojos, las marcas rojas de enojo todavía estaban presentes. Un sollozo exasperado salió de su lengua. —¡Caine! ¡Caine! —gritó, incapaz de conjurar palabras más allá de eso.
Caine irrumpió en el cuarto de baño, listo para una pelea a juzgar            por las fosas nasales y los puños apretados. Bobbie se arrojó hacia él, apenas manteniendo su voz en este lado de histeria. —¡Mira! ¡Mira mis
brazos!
Él hizo una mueca mientras sus dedos trazaron su piel. —¿Qué
pasó?
—¡Nada! ¡No lo sé! ¡Ellos estaban allí! —Todo era demasiado. Ella
había llegado a un punto de inflexión y no podía mantenerlo un segundo más. Todo el trabajo duro que había hecho en el resto de positivo y optimista se había ido en un santiamén. Mary la había marcado.
—Oh Dios. —Caine abrió los brazos y ella se derrumbó en sus brazos, sus ojos anchos y sin pestañear. Estaba preocupada que si parpadeaba empujaría las lágrimas, y no iba a llorar. Su suéter olía a “prado” suavizante —limpio y seguro— él olía a casa.
No era justo. Quería ayuda a Mary, ella realmente lo quería, pero ahora esto. ¿Y ahora qué? —¿Por qué está haciendo esto? ¿Qué es lo que quiere de nosotros?
Caine no respondió, pero la abrazó con fuerza.
Media hora más tarde, Bobbie terminó su Kinder Bueno y bebió un poco de Fanta de limón mientras esperaban el autobús. —¿Mejor? — preguntó Caine.
 
—Marginalmente. —Bobbie se sonrojó. El terror se había calmado, aunque los cortes no. Eran todo lo que podía  pensar. Una cosa más que añadir a la lista de cosas imposibles que habían sucedido en los últimos tres días. Este fue el peor sin embargo —este afectó su cuerpo. Ella se sentía violada, vulnerable e hizo que Mary se sintiera más real de alguna manera. Ella no era un fantasma gaseoso, ella podía tenerlos.
Caine la había calmado, aceptando su turno como el racional. Había señalado que, aunque los cortes eran reales, no tenía ningún dolor importante, por lo que podría ser mucho peor. Bobbie mantuvo sus nuevos temores a sí misma —no era necesario verbalizar, eran clara por las marcas en sus brazos. —Lo siento por mi crisis. —Intentó una broma, pero su voz vaciló—. ¿Podemos echarle la culpa a los niveles peligrosamente bajos de azúcar en la sangre?
Caine sonrió. Hoyuelos. —Estoy de acuerdo con eso. No, considerando todas las cosas, creo que lo estamos haciendo bastante bien.
—Bien. —Bobbie tragó el grito desarrollándose en la garganta. El llanto es contraproducente —cuántas veces se lo había dicho a Naya cuando un tipo al azar no había respondido un texto—. Tal vez si tuviéramos dos semanas tendríamos más tiempo para estar alrededor sollozando entre nosotros y lamentárnoslo.
—Aún así. —Caine se bebió su segundo Red Bull—. Si quieres llorar, llora. Le di a mi almohada un buen golpe esta mañana.
—¿Eso es un eufemismo? —Bobbie no pudo resistirse, pero deseaba a la vez no haberlo dicho. Oh Dios, ahora podría pensar que ella era “atrevida”. No había nada peor que ser “atrevida”.
Caine soltó la Red Bull por su nariz. —Lindo. Veo lo que hiciste
 
allí.
 

—Lo siento. Eso es súper inapropiado.
—No, no lo es. —Caine abrió una bolsa de Doritos—. Vamos a
 
hablar de otra cosa que no sea los fantasmas. Eso es, literalmente, todo lo que siempre hemos hablado.
Era cierto. Ella en realidad no sabía nada acerca de su socio en el crimen más allá del hecho de que él fue a Radley, que montó una pequeña bici BMX y que salió a un tipo de cita con Grace. Eso fue todo. Ah, y la historia familiar turbulenta. —Tienes un punto. Vamos entonces, dime algo más.
—¿Cómo qué?
—Algo de ti. —Tal vez si ella se centrara en él no pensaría en las marcas en sus brazos. Sólo de pensar en ellos la hacían los pelos de punta. Solo piensa en Caine.
 
Comenzó a llover de nuevo —gotas tocando en el techo de la parada de autobús, que estaba medio cubierto con resbaladizas, mojados, hojas naranjas. —Er, no sé —dijo—. Soy bastante básico.
—Difícilmente.
—Estoy estudiando Deporte, Arte y Fotografía. Si... ya sabes... si hay un próximo año, estoy destinado a estar libre para ir a hacer Diseño Gráfico.
Los ojos de Bobbie se iluminaron. Ignoró la parte sobre Mary. Solo piensa en Caine. —Oh genial. No te tenía como una persona “creativa”.
—¡Ja! Eso es lo que mi profesor hippy de Arte se llama a sí  mismo. ¿Qué te hace decir eso?
Bobbie se encogió de hombros, avergonzada. —Sólo una idea falsa, supongo. Vi la sudadera y el BMX y que eras como... no sé, un tipo rebelde pícaro o algo así.
Caine sonrió. —¿Es porque soy moreno? —Él le guiñó un ojo y los dos se rieron—. Eso es la secundaria Radley. Es una escuela muy aplicada —haces lo que tienes que hacer para salir adelante. Tú solo muestras a la gente lo que quieres que vean, ¿sabes? O eso, o que obtengas tu cabeza pateada. Era lo mismo en Croydon.
—Sí. Piper’s Hall es tan malo. Todo el mundo en sus casilleros: las chicas de hockey, las chicas del coro y las chicas lindas; incluso las chicas normales son tan parecidas. Puedes elegir cualquier casillero que
             te guste excepto el que te asignaron.
Él asintió. —Es un asesino. Como tratar muy duro para que
parezca que no estás tratando. Trato de mezclar todo. Mis bocetos, mi patinaje, influencian en el arte de la calle. Mira. —Él levantó su suéter para revelar una camiseta gris con un diagrama anatómico de una rana disecada impreso en ella—. Hice esto.
—Oh, guau, es realmente genial. —Mientras él la levantó, Bobbie alcanzó a ver la parte superior de sus boxers. Llevaba el algodón tipo holgado y amontonado sobre la cintura de sus pantalones, el elástico apretado sobre las crestas musculares corriendo sobre sus caderas. Algo cálido y rosado agitó en su interior. Sólo piensa en Caine era realmente funcional. No era más que el tónico que necesitaba.
—Gracias. Quiero hacer más de ellos, tal vez la venda en línea.
Una vez más, eso sí...
—Te escuché.
—¿Que hay contigo? ¿Es todo perder el tiempo y liarse en los pasillos?
—¡Ja! ¡No exactamente! Dios, puedo imaginar lo que has escuchado.
—¿Todo el mundo es rico?
—Nop.
 
—¿Orgías lesbianas?
—Sólo el último miércoles de cada mes —dijo Bobbie irónicamente.
—Decepcionante. ¿Sexo, drogas, rock and roll?
—No, no y sólo las chicas góticas.
—Mal. ¿Están todos bien elegantes?
—Todo es relativo. Tenemos una real menor entre las Inferiores de tercero, por lo que en comparación con ella me siento más o menos una plebeya. Hay una prueba de acceso, por lo que si eres un muerto inteligente puedes obtener becas y esas cosas.
—¿Qué hay de ti?
—¿Obtuve una beca? —Bobbie tiró de sus mangas abajo donde se subían, no quería recordar las lesiones fantasmas hasta que pudiera desnudarse correctamente y ver el alcance total de los daños. Los recortes constantemente se quejaron en la parte delantera de su sien como si hubiera una mosca atrapada en su cráneo—. No. A pesar de las gafas no soy realmente inteligente. Mi madre e ra una actriz bastante grande en los años ochenta —era Desdémona en alguna vieja versión de la película de Otelo. Ella estaba siempre trabajando en lugares extraños así que me envió a un internado por “mi propio bien”.
—Eso es una mierda. —Caine terminó sus patatas fritas y puso el paquete en la papelera—. Eres inteligente. Tu manera de hablar y esas
            cosas.
—¿Crees que sean por las drogas?
—¡Oh, sin duda! ¡Sin duda! —Se rio.
—Me gusta escribir —admitió Bobbie—. No sé si soy buena en eso, apenas puedo utilizar el punto y aparte, pero me gustaría ser escritora. Como un autor.
Caine sonrió. —¿Una “creativa”?
—Sí. —Bobbie le devolvió la sonrisa. A través de la oscuridad, el autobús silbó por la calle, rozando y repiqueteando contra los árboles que sobresalían, arruinando el momento. Maldita sea. Ella no quería que su charla con Caine terminara.
Ellos subieron al autobús con un destello de sus insinuaciones y Bobbie fue golpeada por una pared casi tangible de mal olor. El empañado, vehículo húmedo era asqueroso —olía como sacos de abono húmedo que quedaron en el sol. —Amigo, apesta —murmuró Caine y Bobbie estaba a punto de responder cuando vio algo que la heló—.
¿Qué pasa? —dijo.
—Sólo sigue caminando —le dijo Bobbie, llevándolo a los asientos de muy atrás. En la tercera fila se sentaba un pensionista llamado Elodie Minchin. Dios sabía por qué estaba tomando el autobús a la escuela a casi mediodía, y no importaba. Habían sido vistos.
 
Caine vio lo que ella vio. —Oh, vago. Crees que te delatará.
—Una vez más, no es Price quien me preocupa.
—¿Grace?
—Grace.
Caine debe haberse percatado de algo —quizás ella estaba haciendo la misma cara que hizo cuando se vio obligada a comer aceitunas o alcaparras temibles— porque espontáneamente dijo—: Sabes, no hay nada sucediendo conmigo y Grace.
Bobbie fingió desinterés, como si eso no tuviera importancia para ella, aunque hubo un desfile de victoria de bandas marchando en su cabeza. Otra parte de su cerebro trató de empujar las nubes negras de Mary al frente, pero ella lo ignoró. La vida es todo acerca de los triunfos menores. Por ahora, en la fila de atrás del autobús 38, se permitió deleitarse con la satisfacción de saber que Caine no estaba interesado en Grace Brewer-Fay. —¿Oh, en serio? ¿Ella lo sabe?
—Si ella no lo hace, debería. He sido estricto con ella.
Bobbie eligió profundizar más en ello, tratando de sonar tan ventosa como fuera posible. —¿Por qué no? Grace es súper caliente.
—¿Crees?
—¿Tú no?
La boca de Caine se volvió hacia los bordes. —Ella es del Equipo           Caliente, pero no del Equipo Diversión, ¿sabes a qué me refiero? Ella
podría querer probar sonreír algún día.
Bobbie ahogó una carcajada. —Arde.
—Sí. Yo no debería estar a la sombra de ella. Ella está bien, pero... simplemente no. —Cuando ella no respondió, él continuó—: Es difícil de decir, ¿no es así? ¿Por qué te apetecen algunas personas y otras no? Solo eres del tipo que hace o no hace.
Bobbie pensó en remontadas concisas, pero fue impulsada  a jugar directamente. —Sé lo que quieres decir. No puedes evitarlo.
Caine asintió y limpió un poco la ventana empañada. —Algunas personas simplemente resplandecen un poco más brillante que otras y no tiene nada que ver con lo que parecen.
De repente Bobbie no podía hablar por el nudo en su garganta.
En el momento en que llegaron a St. Paul’s, la lluvia había disminuido a un manto de fina llovizna. El cementerio estaba vacío aparte de una señora con un cochecito de bebé dejando flores frescas sobre una tumba y tirando las malas hierbas que invadían su monumento. Por un momento Bobbie se preguntó a quién había venido a ver la señora —un marido, tal vez a su madre o padre. De cualquier manera, la pareja pasó a su lado en silencio respetuoso.
 
Siguieron el camino alrededor de la iglesia a las filas interminables de tumbas que esperaban por la parte trasera. —¿Por dónde empezamos? —preguntó Caine.
—No tengo ni idea. Supongo que buscamos una lápida con Worthington en él...
Se separaron para ahorrar tiempo —sí, era Horror Film 101, pero en realidad eran una gran cantidad de tumbas para inspeccionar. No había un orden obvio en el cementerio; incluso los trayectos mediante el cementerio eran sinuosas y sin sentido. Robles avecinándose estaban salpicados en medio de las tumbas, bloqueando la luz. Cada pocos cientos de metros había un banco, pero éstas eran las únicas cosas que actuaron como puntos de referencia.
Mientras caminaba a través de las lápidas, Bobbie podía sentir una sensación de paz, de tranquilidad. ¿Fue morboso pensar que todo el mundo muere y eso está bien? Era la gente dejada atrás las que sintieron la muerte. Esa fue la razón por la que Bobbie no podía irse por el momento. ¿Quién iba a cuidar de su madre?
Las inscripciones sinceras sobre las lápidas —sólo nombres para ella— hicieron que Bobbie se preguntara si, una vez que todo termina, vives como una memoria. Algunas de las tumbas tenían homenajes frescos, pero muchos habían caído a la ruina, astillas y musgo, con nadie para poner una cara al nombre de la entidad que decayó a continuación. Bobbie se preguntó si ese es el tiempo que realmente vives —hasta que la última persona que se acuerda de ti,  hasta el último ramo sobre tu tumba.
Un ángel lloró sobre una parcela familiar, sosteniendo una mano de piedra desgastada en su cara. Bobbie leyó los nombres de los enterrados dentro. Generaciones enteras en una tumba. Pero ni una sola mención de Worthington. Esto estaba empezando a sentirse como una aguja en un pajar.
Un leve ruido hizo voltear la cabeza de Bobbie. La risa de una chica. Llevaba en el viento, pero el sonido aireado era débil, como si viniera de muy lejos o de hace mucho tiempo. Era tan delicada, tan de encaje, que Bobbie se preguntó si esta vez ella realmente estaba imaginándolo.
Vio a Caine haciendo su camino por el sendero adyace nte. Lo encontró en el cruce, bajo un macizo de grandes robles nudosos. —
¿Acabas de escuchar eso?
—¿Qué?
—Nada. Bueno... Me pareció oír una niña riendo.
—¿Riendo? No suena mucho a Mary. Bobbie asintió. —Eso es lo que pensaba.
Un ceño fruncido se dibujó en las cejas de Caine. Era un poco lindo. —Esto se siente todo un poco espeluznante sin embargo.
 
—¿Qué? ¿Un cementerio? ¿En serio? Sonrió. —No, como principal déjà vu.
Cualquier otra semana, Bobbie habría rodado sus ojos, pero en este caso le creyó sin duda—. ¿Crees que has estado aquí antes?
—He estado aquí antes. Pero esto es diferente. —Se encogió de hombros—. Pero no puedo decir cómo.
Frustrante. —Eso está bien... ¿Alguna señal de Worthington?
—Nop.
—Yo tampoco. —Los cielos se abrieron de nuevo, gruesas salpicaduras de lluvia rápidamente convirtiéndose en barras—. ¡Ah!
¡Vamos a buscar refugio! —Bobbie sostuvo sus manos sobre su cabeza. Corrieron por el grupo más cercano de árboles, dejando la seguridad de la acera.
Había una luz estroboscópica vertiginosa de un relámpago seguido casi inmediatamente por un trueno que sonó como el cielo agrietándose. Bobbie recordó que si el trueno seguía al instante de un rayo, eso significa que el ojo de la tormenta estaba cerca. Se lanzaron más en el bosque, en dirección a la cubierta densa. En virtud de las hojas de otoño doradas, estaban protegidos de la peor parte. Bobbie miró alrededor del pequeño bosque y se dio cuenta de que no estaban exactamente solos. Todavía estaban rodeados de tumbas.
Casi completamente oscurecido por árboles había un mausoleo de               hiedras estranguladas estableciéndose de alguna manera fuera de la ruta principal. Oxidadas hojarascas estaban construidas alrededor de la
estructura de piedra. Bobbie nunca lo había notado antes, escondido en las sombras, pero en algún momento hubiese sido muy hermoso: pasos bajos llevados a pilares que enmarcaban una entrada de metal adornado, con barras de torsión y finamente moldeados encrespándose alrededor de un ángel de la guarda en profunda oración.
Lamentablemente, ahora abandonado, que estaba cubierto de grafitis —el arte de la calle no era fabuloso, sino desagradable, onduladas “etiquetas” y representaciones lascivas de la anatomía masculina. Botellas de Coca-Cola y bolsas de patatas fritas descoloridas treparon las paredes con las hojas.
Hacía mucho tiempo que nadie había llevado flores a este monumento, pensó Bobbie. Sus vecinos —placas conmemorativas planas en el suelo— estaban cubiertas de hierbas silvestres, malezas y aún más basura. Todo este rincón del cementerio había sido olvidado.
—No tiene sentido —dijo Bobbie, exasperada. La lluvia continuó golpeando en el dosel—. ¿Por qué Bridget está soñando con este lugar?
—¿Por qué no? Todos venimos aquí. Tal vez las niñas solían venir aquí en la época de Mary también.
Bobbie arrugó la nariz. —No es justo. Estamos tratando de hacer lo mejor, estamos siguiendo todas las pistas, pero no estamos llegando
 
a ninguna parte. No hemos aprendido nada hoy que nos pueda ayudar a todos.
—Oye. —Caine se acercó y le tomó la mano. Su piel estaba caliente al tacto, calentando sus dedos fríos y húmedos—. Nos vamos acercando. Estamos haciendo todo lo que podamos. Tal vez... tal vez tenemos que descansar.
—No tenemos tiempo.
—Aún nos quedan dos días. Estará bien. —Le dio un apretón y casi le creyó. Sus cuerpos estaban  cerca, demasiado cerca, más cerca de lo que nunca estaría a un amigo. Ella inclinó la cabeza una fracción, hasta que sus ojos se encontraron. Había gemas de lluvia sobre sus lentes, pero ella todavía podía ver la forma en que la miraba. Quería besarla. Ella quería besarlo. Ella quería que él quisiera besarla. Siempre se había preguntado cómo sería su primer beso, pero nunca había soñado que sería en un cementerio empapada por la lluvia.
Sus labios estaban a sólo centímetros de distancia, pero incluso eso estaba demasiado lejos. Se inclinó, aprovechando el momento. Los segundos que sus labios tocaron los suyos, una brisa suave alienígena sopló como una ola de verano. El aire seco y húmedo de julio con un toque de hierba cortada, ajo silvestre y lavanda. Y el perfume... definitivamente podía oler el perfume. Marrón, de color ámbar, hojas amarillas salieron de su alrededor en un tornado agraciado: girando, bajando y lanzándose como un vals. La extraña danza fue acompañada, sin lugar a dudas esta vez, por una risa tímida de niña.


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 4:04

16
Consejo Amistoso


Bobbie retrocedió de repente, sus labios apenas tocándose. — Puedes oír eso, ¿verdad?
—Eh, sí. —El color cayó de las mejillas de Caine—. ¿Qué es eso?
Con el hechizo roto, las hojas cayendo en espiral se posaron en el suelo, crujiendo como papel arrugado. —Te voy a dar precisamente una conjetura.
Caine le soltó la mano. Bobbie sentía que ellos causaban esto;              que estaban removiendo el pasado. ¿O había algo en el aire que había hecho a Caine actuar así? Realmente, realmente esperaba que ese no
fuera el caso. Caine escaneó el claro. —Creo que deberíamos salir de aquí. Ahora.
Lo que Bobbie quería decir era: No, bésame de nuevo, en este momento, pero en su lugar, asintió. Echó a andar por el camino hacia la iglesia,   sin    atreverse    a    mirar    hacia    atrás.    Primero sobrevivir, luego besar.
De alguna manera, la cuestión de volver a meterse en la escuela realmente no se le había pasado por la cabeza. Lo único que la salvaba, mientras había firmado por enfermedad, era que nadie cuestionaría por qué no llevaba uniforme. Eso, sin embargo, no salvaría su pellejo si era capturada fuera de las instalaciones. Bobbie pensó en sus observaciones de Elodie en el autobús. “Delatar” era un pecado mortal en Piper’s Hall, pero sólo se aplicaba a los profesores. Todo lo que Elodie tenía que hacer era decírselo alguien, y esa persona lo pasaría, y así sucesivamente, hasta el inf inito.
Bobbie regresó a la escuela durante el quinto período habiendo ya dicho adiós a Caine en Oxsley. Como tenían que tomar buses diferentes, no había ocurrido una repetición del beso. Tampoco habían hablado de eso, así que su duda acerca de lo ocurrido en el cementerio se añadió a su montón mental de preocupaciones.
 
El cuento original de Sadie se reproducía en su mente. Mary supuestamente se había visto con un chico de la zona. Un chico de la zona al igual que Caine. ¿Esa sensación de vértigo que sentía cada vez que lo veía, era real o era algún tipo de encantamiento? ¿Simplemente repetían el pasado? Nunca se habían sentido de ese modo, así que no había forma de decirlo. La forma en que se sentía como si su nombre estuviera escrito en su corazón ahora, bien podría ser sobrenatural. Sin duda era extraño.
Esperando hasta que un grupo de chicas de gimnasia saliera de los vestuarios hasta el campo de hockey, Bobbie se coló por la puerta trasera sin llamar la atención. En esencia, ahora que se encontraba allí, había muchos problemas en los que podía e star. Aún así, evitando tantas personas como podía, caminó de puntillas a través del pasadizo secreto hacia su habitación.
La casa Brontë se hallaba desierta, como era natural mientras todo el mundo estaba en clase. Tan pronto como el trasero de Bobbie golpeó su colchón, se  sintió agotada. El día le había dado una paliza y ni siquiera eran las tres de la tarde. Había estado muerta de miedo, sido cortada y besada en solo una mañana. Un gran choque de adrenalina parecía inminente. Se tumbó. Una potente y reconfortante siesta a plena luz del día era infinitamente más atractiva que dormir por la noche, y sus ojos se pusieron soñolientos al segundo que su cabeza golpeó el cojín de piel sintética. La culpa fastidiaba su cabeza, pero realmente se sentía como si se hubieran quedado sin caminos por explorar. La única ventaja que habían conseguido de Bridget era el cementerio, y excepto por el beso-que-nunca-pasó, el viaje fue redundante.
Caine había decidido desaparecer durante el resto del día, pero fue a su casa para asegurarse de que la oficina de la escuela no hubiera dejado un mensaje en el contestador de su madre. No había manera de que pudiera pasarlo bajo las narices de Piper’s, de todos modos, ya había coqueteado con todo tipo de problemas hoy.
Pateando sus zapatos, Bobbie cerró sus ojos cansados. En su cabeza, repitió el casi beso. En su fantástica imaginación, el momento había adquirido proporciones cinematográficas: dramáticos violines; ella derritiéndose en los brazos de Caine; su espalda grácilmente arqueada como una bailarina con él inclinándose sobre  ella.  Habría  sido tan perf ecto si no hubiera sido por la interrupción fantasmal. No. No permitiría que Mary arruinara su momento de película. Su primer beso (más o menos). Su corazón se sentía lleno de flores y su cabeza pronto igualó el sentimiento. Se fue a la deriva.
La serenidad continuó en su sueño. Se encontraba abajo en lo que ahora era la sala común de las Inferiores, pero parecía ser una biblioteca entonces. Bobbie se sentó en el asiento de la ventana, en su mayoría oculto del resto del mundo por la espesa cortina de terciopelo verde. El cálido sol de primavera rociaba la habitación y se bañó en él, sintiendo los rayos en su cara. Había un libro en su regazo, pero lo
 
ignoró. En cambio, miró por la ventana a las otras chicas en el patio de recreo. Se reían, gritaban y bromeaban, tocándose entre sí en una especie de juego de persecución.
Bobbie nunca se había sentido tan alejada de nada en su vida.
Esto debe ser lo que se siente ser un pez de colores.
Todo en ellas era diferente para Bobbie. La forma en que llevaban el pelo enrollado en el cuello y la forma en que colgaban sus trenzas, las cejas perfectamente depiladas. De pronto se dio cuenta de que una chica con magníficos rizos rojizos al otro lado de la ventana estaba mirándola y señalándola, había sido descubierta. De alguna manera sabía que era Susan Fletcher. —¿La vieron? Está mirándome directamente. —Las crueles palabras eran audibles incluso a través del cristal.
—¡Sólo nos está mirando! ¡Qué extraño! —Se rio otra chica.
Bobbie cerró el libro, lista para encontrar otro escondite. Sacó las piernas del asiento de lectura y se quedó sin aliento, el libro cay ó al suelo y rebotó. No se hallaba sola. Un hombre guapo, supuso que un profesor, la miraba, de pie, con los brazos llenos de libros. —Oh, lo siento —dijo—. No era mi intención asustarte. Pensé que sabías que estaba aquí.
Si Mary contestó hace todos esos años, Bobbie no lo hizo. Nunca había conocido la timidez como ahora, más pesada que una cota de malla. Ni siquiera podía mirarlo a los ojos. El profesor llevaba un simple traje gris con un lazo del color vino tinto, aunque el corte de ambos parecía fuera de moda para el ojo de Bobbie. Su pelo castaño se encontraba peinado hacia atrás cuidadosamente, partido hacia un lado al igual que una pluma. Tenía una sonrisa amable, hoyuelos en la barbilla y la mandíbula fuerte. Era mucho más atractivo que cualquiera de la cosecha actual, inclusive el señor Granger.
—Eres Mary, ¿verdad? ¿La chica nueva? Bobbie asintió.
—¿Qué estás haciendo sola adentro? Es un día hermoso.
Bobbie tenía la lengua trabada, pero la conversación siguió sin
ella.
—Ah, ya veo. Déjame adivinar. ¿Algunas de las señoritas han sido
menos que amables?
El tiempo pasaba. Sólo veía la mitad de los eventos, como si Mary no pudiera apartar los ojos de él. —¿Qué estás leyendo? Oh, Moby Dick es uno de mis favoritos... “Llámame Ishmael”, una maravillosa primera frase, ¿no crees? Sí... y la obsesión de Ahab... sí, estoy de acuerdo... mucho, por lo que...
Para el momento en que terminaron de discutir la historia, Bobbie
—no, Mary— estaba enamorada.
 
La ligereza en su corazón todavía se hallaba ahí cuando despertó, y se sintió inicialmente decepcionada de que hubiera sido un sueño, sólo hasta que recordó a Caine, y sintió como si lo hubiera traicionado con el magnífico profesor. El sueño era el más potente hasta ahora, como tener un enamoramiento por una estrella de cine pero diez veces más fuerte. La historia de fantasmas de Sadie había omitido un detalle fundamental: no era un chico de la zona, era un hombre de la zona.
Naya la despertó. —Vete —murmuró, todavía adormilada.
—Hora de despertar, bella durmiente.
—¿Qué hora es?
—Casi la cena. ¿Cómo te fue en el manicomio?
Bobbie se enderezó y frotó sus ojos. —Fue una total pérdida de tiempo. Bridget no nos dijo nada que no supiéramos y terminé cubierta de cortes. Mira. —Se subió las mangas y Naya inhaló sorprendida, examinando las cicatrices.
—Dios mío. ¿Cómo te las hiciste?
—No tengo idea. Simplemente aparecieron. —Bobbie se desabrochó la blusa para tener una mejor visión. Los rasguños iban por todo el camino hasta los hombros.
—¿Te duelen? —Naya trazó la piel, sus labios curvándose.
—No. Bueno, un poco. Como todo en esta semana, no tiene ningún sentido, ¿verdad?
—¿Segura que estás bien? —Naya hizo una mueca y Bobbie asintió, dejando pasar otra oportunidad más para enloquecer—. Ahora... te perdiste un montón de cosas mientras estuviste “enferma”.
—Hizo orejitas de conejo con los dedos—. ¿Quieres las buenas noticias, o las malas?
Bobbie se abrochó la camisa. —Oh Dios, ¿y ahora qué? La buena noticia, supongo.
Naya cruzó las piernas debajo de su cuerpo. —Bueno. Ya que Sadie desapareció hace casi cuarenta y ocho horas, está a punto de convertirse en una investigación oficial de personas desaparecidas, o al menos eso es lo que dijo Jennie Pham y su padre es policía. De todos modos, en el almuerzo, la Dra. Price entró en el comedor y fue como: “Vamos a extender el Exeat4 hasta el jueves”. Todos se irán el miércoles en la noche.
—Oh, guau. Me pregunto por qué.
—Creemos que probablemente es para que puedan hacer el análisis forense y esas cosas.
—O porque piensan que no estamos a salvo. —Bobbie se  pasó una mano por el pelo, tratando de poner sus pensamientos en orden —.

4 Pe rmiso para que un e studiante para ause nte de un cole gio o unive rsidad.
 
¿Qué hay de nosotras? —Exeat era el primer fin de semana de cada mes, las lecciones del viernes y del lunes eran suspendidas y la mayoría de las chicas se iban a casa, dejando un mínimo personal detrás para cuidar a las estudiantes internacionales, como Naya, y las que no podían ir a casa, como ella.
—Nos vamos a quedar.
—Pero es cuando...
—El tiempo se acaba. Lo sé.
El brillo de su tarde con Caine ahora parecía un recuerdo lejano y distante. Después de las clases de mañana, se quedarían en una escuela casi desierta con un fantasma acercándose cada vez más. —Oh Dios. ¿Cómo es que es una buena noticia? ¿Qué vamos a hacer?
—Por lo menos habrá policías por todo el lugar.
Bobbie resopló. —Me gustaría ver qué van a hacer contra una chica muerta en un espejo.
—Por el lado bueno, si no morimos, es un día de descanso de clases.
Bobbie sonrió para su amiga. —¿Y cuál es la mala noticia?
¿Necesitaré un sedante antes de escucharla?
—La Dra. Price quiere verte en su oficina.
El colchón de repente se sintió como una cama de agua. O tal vez              era sólo su cabeza nadando. —Brillante.
Sentada en el sofá entre la habitación de la Enfermería y el cuarto
de Aislamiento, Bobbie se rodeó con los brazos como si fuera una camisa de fuerza, a la espera de ser llamada a la oficina de Price. Por alguna razón, el ala antigua siempre era diez veces más fría que el resto de la escuela. A la distancia, podía escuchar el parloteo de las chicas que se dirigían al comedor para la cena. Había un zumbido como de Navidad sobre el lugar, ahora que les habían dado el regalo de un día libre de escuela. Aquellas que, como ella, no iban a ninguna parte, no decían nada en absoluto, sin querer aguarle la fiesta a los demás.
—Roberta, ¿te gustaría entrar ahora? —La puerta se abrió y la Dra. Price le hizo señas para que entrara—. Lamento haberte hecho esperar, tenía una llamada importante.
—Está bien. —Con la cabeza gacha, Bobbie entró en la oficina. Sólo había estado en la habitación un puñado de veces a lo largo de los años. Con el folleto afirmando que Piper’s Hall favorecía la recompensa sobre el castigo, por lo general sólo las chicas metidas en serios problemas visitaban el interior de estas paredes.
La Dra. Price se sentó detrás de su enorme escritorio, la madera reluciente como un castaño recién pulido, y le indicó a Bobbie que se sentara enfrente. Encontró sus pies clavados en el patrón de hojas en la alfombra, sin embargo. Había olvidado todo sobre el espejo.
 
La característica definitoria de la oficina de la Directora era el ostentoso espejo que llenaba la pared detrás de la mesa. Claramente era una antigüedad, aunque a Bobbie no le importaba decir de cuándo. Tenía un marco casi vulgar de oro intrincado, como algo salido del Palacio de Versalles. Si la memoria no le fallaba, el espejo había sido un regalo a la escuela por su inauguración. Por supuesto, lo que turbaba a Bobbie no era la vistosidad del  ornamento, sino el reflejo. Toda la sala se reflejaba en el espejo, y sabía que si lo miraba lo suficiente, ella también estaría esperando. —¿Estás bien, querida?
Bobbie se arrastró hasta el presente, sus ojos evitando el espejo.
—Em, sí, todavía un poco mal. —Se hundió en el asiento acolchado.
—Sí, escuché que te hallabas enferma. Es por eso que quería hablar contigo. Me he dado cuenta de que no has sido tú misma en los últimos días.
El hecho de que Price supiera cómo era ella normalmente fue motivo de sorpresa. Sus caminos apenas se habían cruzado en cinco años. —Creo que me iba a enfermar con algo. —No podía mirarla a los ojos.
Price apoyó la barbilla en sus dedos. Sus uñas estaban pintadas del color exacto que coincidía con la bufanda rosada alrededor de su cuello.
—Roberta, ¿sabes lo que significa in loco parentis?
                             Bobbie se sentó sobre sus manos. —Sí, ¿no significa
responsabilidad parental o algo así?
—Es correcto. Literalmente en lugar de los padres. Sé que no hemos hablado muy a menudo, pero me enorgullezco de conocer a todas mis señoritas. Ya sabes, nunca tuve hijos propios. Nunca sentí que fuera necesario cuando las tenía a ustedes, chicas.
Su directora hablaba de manera tan personal que era inquietante, por no decir menos. Bobbie siempre había estado de acuerdo con  la idea de que los profesores se iban a dormir en cajas de plástico en la despensa. La noción de que tenían vida sexual era  simplemente extraña. —Así que me doy cuenta cuando algo le preocupa a alguna de ustedes —concluyó.
Bobbie de pronto sintió demasiado calor, nerviosa. —Estoy bien.
En serio. Sólo enferma.
La Dra. Price la miró, sus ojos verdes tan listos como un zorro.
—Bobbie, si esto está conectado a Sadie, y creo que lo está, tengo que saberlo. Podrías pensar que proteges a alguien... tal vez crees que proteges a Sadie, pero cada minuto que sigue desaparecida, las cosas se vuelven más serias. Más serias para ti también, si sabes algo.
Bobbie tuvo que fruncir los labios para contener una risa amarga y un sollozo. Como si no supiera todo eso. El tiempo se iba por el
 
desagüe y no había nada que pudiera hacer para detenerlo. Faltaban menos de dos días. Se sentía exhausta. Tal vez era momento de admitirlo. —No creerá…
—¿Qué? ¿Qué no voy a creer?
Bobbie se congeló, la frase sin terminar. Ella se encontraba en la habitación. En el espejo, en la esquina lejana donde terminaba la fila de armarios, pero antes de que comenzara la ventana. Mary se encontraba presionada en las sombras, sólo la palidez de sus pómulos y barbilla atrapaba la luz de la lámpara de Price.
—Bobbie… ¿qué es lo que no...?
Instintivamente se giró en su silla para ver si Mary realmente se hallaba en la esquina. Como era de esperar, no lo estaba, pero mientras se giraba, el armario más cercano a donde Mary había estado se abrió. Una carpeta de anillos y algunos archivos cayeron del estante superior, aparentemente haciendo que se abriera la puerta y que las hojas de papel se derramaran sobre el suelo de la oficina.
—Oh, qué molestia. —Price se puso de pie y salió de detrás de su escritorio para poner todo en orden—. Eso es lo que consigues por apilar cosas de cualquier manera.
Bobbie cruzó la oficina y se agachó para ayudarla. Vaya, los profesores de verdad tenían que hacer un montón de papeleo, pensó mientras como recogía los registros. Dios sabía lo que eran, por su
aspecto, copias de informes de la escuela.
                             —Está bien, Bobbie, déjamelo a mí, por favor. Estas cosas
tendrán que volver a archivarse en correcto... —Su voz se apagó  y Bobbie tardó un segundo en entender por qué. Distraídamente, se había subido la manga para ayudar, dejando al descubierto las cicatrices. Oh mierda—. Bobbie, ¿qué te pasó en los brazos?
—¡Nada! —chilló, sabiendo exactamente lo que debía parecer.
—¿Te has estado haciendo daño?
—¡No! ¡Dios no! Juro que no es eso. Lo prometo.
—Entonces, ¿qué es exactamente?
Buscó una excusa que sonara decente. La rueda de mentiras aterrizó en esas terribles que tendría de hacer sonar de forma convincente. —Un gatito. —En ese instante supo que no podía decirle la verdad. Le harían ver a un doctor o algo y tenían muy poco tiempo para eso, no iba a desperdiciar su potencial último día en la tierra teniendo un examen psicológico.
—¿Un gatito? —la Dra. Price se enderezó y cerró el armario.
—Sí. Hay un chico. Se llama Caine. Vive en Oxsley. Lo he estado viendo los fines de semana y acaba de conseguir un nuevo gatito. ¡Es muy lindo, pero araña sin misericordia! —Intentó una sonrisa jocosa.
¡Cielos, soy tan PECULIAR!
 
La Dra. Price la miró como si estuviera loca. La versión fantasma podría haber provocado una respuesta mejor. —Roberta. La autolesión es muy grave. Me aseguraré de tu bienestar...
—Lo sé. Prometo que no es eso. Nunca lo haría.
Sin parecer siquiera remotamente satisfecha, Price regresó a su escritorio. —Bobbie, voy a estar vigilándote como un halcón.
¿Entendido?
—Sí, señorita.
Otra mirada penetrantemente astuta. —¿Y estás segura de que no hay nada que te gustaría compartir?
—No, señorita.
—Bien. Será mejor vayas a cenar mientras todavía están sirviendo.
—Sí, señorita. —Mientras Bobbie se escurría fuera de la oficina, echó una mirada hacia atrás. Mary no se encontraba en el espejo.
Fijando los puños de su jersey bajo sus dedos, se dirigió hacia el comedor, su estómago apretado del tamaño de un guisante. No había manera de que fuera capaz de comer, aunque hubiera pastel de ruibarbo y crema pastelera esta noche, su favorito. Tener a Price respirando en su cuello iba a hacer los próximos dos días aun más duros. Si sólo supiera lo que le tenía reservado el mañana.
La mayoría de las chicas estaban terminando ahora, yendo a las casas en grupos de dos o tres. No vio a Grace hasta que fue demasiado tarde. —Oh, hola Bobbie, ¿podemos hablar un momento? —La rubia se encontraba aparentemente cubierta de los pies a la cabeza con nombres de hombres: Jack Wills, Tommy Hilfiger y Abercrombie & Fitch.
Bobbie se puso al instante alerta. Esta era la primera vez que recordaba que Grace la hubiera llamado por su nombre y no Blobbie. — Sí, claro. —Inclinó sus gafas por la nariz y sutilmente miró alrededor para asegurarse de que tenían testigos. No los tenían. El pasillo fuera del comedor se hallaba vacío, solo con el eco de los platos y  las bandejas golpeando a través de las paredes.
Grace la miró con ojos impecables llenos de delineador líquido y dijo con voz solemne—: Mira. Sé que hoy estuviste afuera. Elodie Minchin dijo que te vio en el autobús con Caine.
—Grace, puedo explicarlo...
—De verdad no tienes que hacerlo —respondió Grace, su voz llena de miel—. Sé que es mi responsabilidad como la Líder el informar de estas cosas a la Dra. Price, pero por Dios, somos amigas. ¿Qué clase de monstruo crees que soy?
Le tomó a Bobbie cada onza de autocontrol no reírse , mirarla boquiabierta o dar una respuesta sincera. ¿Desde cuándo alguna vez, alguna vez habían sido amigas? —No es lo que parece.
 
Grace sonrió, pero tal vez su rostro era físicamente incapaz de ser cálido. Los bordes de sus labios se alzaron, pero sus ojos permanecieron inertes. —Quería hablar contigo porque estaba preocupada, eso es todo.
—¿Preocupada?
—Sí. Deberías saber que Caine Truman es un jugador total. —Ah. Aquí vamos. Era fascinante. El hecho de que Grace no estuviera simplemente amenazándola con daño físico o emocional significaba que, por primera vez, no sólo reconocía su existencia, sino que también la identificaba como competencia. Este era territorio de enemigos cercanos, pero totalmente innecesario dado lo arriba que Grace se encontraba en la cadena alimentaria, como un tigre charlando tranquilamente con un gato atigrado.
—¿En serio? —Decidió seguirle el juego—. Parece bueno.
—Oh, Bobbie, todos parecen buenos al principio. Así es como consiguen lo que quieren.
—Claro.
Grace asintió con seriedad. Demasiada seriedad. —Es sólo que no quiero verte humillada.
—¿Humillada?
—Chicos como Caine... Él probablemente hizo una especie de apuesta o algo. A las chicas de Piper’s nos ven como trofeos para
               presumir en Radley. Solo no le des la satisfacción, ¿de acuerdo? —No era una pregunta, más bien era una orden.
Bobbie se encontraba sin palabras. Era el equivalente verbal de un ataque con ácido. —Eh... gracias, supongo.
—De nada. Las chicas tienen que permanecer juntas, ¿cierto? — Grace destelló una sonrisa de tiburón—. Vamos a abrazarnos. —La agarró, aunque Bobbie dejó deliberadamente sus brazos colgando a los lados.
—Tengo que ir a cenar —murmuró Bobbie, alejándose. Como si no tuviera suficientes preocupaciones.
Price, Grace y la chica muerta.


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 4:07

Cronograma




Lunes 16....... 12 Años antes Capítulos 1 y 2
Martes 17...... Capítulos 3 y 4
Miércoles 18... Capítulos 5 y 6
Jueves 19...... Capítulos 7 y 8
Viernes 20..... Capítulos 9 y 10
Sábado 21..... Capítulos 11 y 12
Domingos 22.... DESCANSAMOS Y PONEMOS AL DIA
Lunes 23....... Capítulos 13 y 14 
Martes 24...... Capítulos 15 y 16
Miércoles 25... Capítulos 17 y 18
Jueves 26...... Capítulos 19 y 20
Viernes 27..... Capítulos 21 y 22
Sábado 28..... Capítulos 23 y 24
Domingo 29..... Capítulos 25 y 26
Lunes 30....... Capítulos 27 y 28
Martes 31...... Capítulos 29 y Una semana despues


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Mensaje por Atómic_Mellark Mar 24 Oct - 4:09

Feliz Martes Guapas !!


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Mensaje por mariateresa Mar 24 Oct - 11:40

Gracias Ross
No se por que me tinca que la directora sabe algo....
Esto esta muy interesante aunque quiero mas romance entre ellos. Jui jiu


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Mensaje por yiniva Mar 24 Oct - 15:15

capítulos del 13 al 16
Pues Bridget no fue de mucha ayuda que digamos, solo les recodaba los días que les quedaban, yo si pienso que Mary está tratando de que Bobbie sepa que fue lo que en realidad paso y también creo que la directora sabe más.


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Mensaje por Veritoj.vacio Mar 24 Oct - 20:37

Uh bueno, con razon Bridget no desaprecio y estoy de acuerdo con Tere la directora sabe algo


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Mensaje por Atómic_Mellark Jue 26 Oct - 4:18

17
Aparición



El silbido de aire que pasaba a través de  las fosas nasales de  Naya proveniente de la cama del lado fue suficiente para que Bobbie se durmiera eventualmente. Esta vez, ella casi esperaba un sueño, en busca de otra pista del pasado de Mary. Pero esta noche, solo hubo fragmentos, partes de una colcha de parches destrozada.
En el primero, se encontraba en un pasillo frío: el teatro. Lo reconoció por su hedor rancio y las mismas cortinas de terciopelo plegadas que colgaban en frente del escenario. Se hallaba vacío y todas las luces estaban apagadas. Bobbie se sentó en un piano vertical desgastado, parecido al que usaban para la práctica de coro —solo utilizaban el de cola cuando había padres en la audiencia. Sus dedos se cernían por encima de las teclas, inseguros. Se dio cuenta de que no se encontraba sola. Su esencia la llenó antes de que lo viera —limpia y empalagosa con un leve toque de colonia de roble. Era tanto masculina como tóxica, como la recordaba de su primer encuentro en la biblioteca. El profesor atractivo. Se inclinaba al borde del piano, observándola tocar. —Tocas hermoso —le dijo—. Pero déjame enseñarte algo.
Bobbie comenzó a levantarse del taburete. —No, quédate donde estás. Mira mis manos. —La hizo a un lado en el asiento así podían compartirlo. Su muslo se presionaba contra el suyo, hombro contra hombro. Se sentía tan cálido que sabía con certeza que ella debía ser como un cubo de hielo junto a él. Tocó los acordes a la perfección, sus dedos moviéndose como agua sobre las teclas—. Tu turno.
Trató de imitarlo, pero sus dedos se sentían tan anudados y pesados como una sarta de salchichas. Las notas que tocaba sonaban dolorosas al lado de las suyas. —Así. —Él  tomó su mano y manipuló sus dedos, posicionándolos de la forma correcta—. ¿Ves?
Lo hacía. Esa vez, las teclas tocaron en harmonía. Cuando su mano dejó la suya, se posó sobre su rodilla. No hizo nada para quitársela. El contacto era exquisito y no quería perderlo ni por un
 
segundo. Sentía sus mejillas ardiendo y un calor parecido y quisquilloso en el pecho, como si hubiera un volcán haciendo erupción en su corazón.
Algunas otras cosas sucedieron, pero eran demasiado efímeras como para que Bobbie las viera; retazos de colores y sonidos. La otra cosa que vio con claridad fue un parque congelado. Carámbanos colgaban desde el refugio que rodeaba el patio y senderos fueron puestos a través de la nieve moteada de naranjo. Copos patéticos de nieve caían, desafiando de alguna manera a la gravedad, mientras chicas corrían de un lado a otro, lanzando bolas de nieve y peñascos ondulantes. Bobbie apenas y las notó.
Al otro lado del patio, llevando una taza humeante de té en sus dedos cubiertos, se encontraba su profesor. Mientras soplaba la bebida, sus ojos nunca abandonaron los suyos. Se hallaba sola, como siempre, en una banca, envuelta en su abrigo de invierno. En el ojo de una tormenta, solo se veían el uno al otro.
Su pequeño secreto.
Nunca se había sentido tan especial.
Bobbie sintió los fragmentos de imágenes alejarse como el humo. Despertó con un sobresalto, consciente del cuerpo junto al suyo. Su colchón se movió y resonó mientras Naya se removió en la cama junto a la suya, aparentemente aterrorizada ante sus propios sueños. —Naya,
¿estás bien? —susurró Bobbie, aclarándose la garganta.
                            Hubo un murmullo en la cama opuesta. Incluso en la oscuridad verdosa de la habitación, Bobbie vio a Naya voltear el rostro hacia el
otro lado.
Entonces, ¿quién está en mi cama?
Bobbie retrocedió de golpe, las rodillas contra su pecho. Apegó el cuerpo a la esquina donde la pared se reunía con el armazón de la cama. Con los ojos abiertos de par en par y más que despierta, se atrevió a sentarse y echar un vistazo. Había alguien bajo el edredón: una forma humana y delgada, con la cabeza haciendo un bulto en la colcha. —¡Naya! —chilló Bobbie, pero la palabra quedó atrapada en la parte trasera de su garganta. Apretó las rodillas contra su pecho, sin querer que la piel expuesta de sus piernas fuera tocada por el intruso—.
¡Naya! —repitió, pero su amiga siguió murmurando, sin moverse.
La figura se hallaba quieta, acuclillada bajo el edredón en la parte inferior de la cama. La boca de Bobbie colgaba abierta inútilmente, sus ojos irritados. Una lágrima rodó por su rostro, pero no pudo moverse; el miedo aferrado a ella como un vicio. Estaba paralizada.
Por alguna razón, solo Dios sabía el porqué se acordó de esa época cuando vivía cerca de Sydney mientras su madre se encontraba en una ópera en las afueras. Una noche, oyó un ruido en su habitación. Al principio, se sintió emocionada ante la idea de que fuera un ratón lindo o una zarigüeya, pero cuando abrió los ojos, vio una araña enorme
 
y peluda escurriéndose por su almohada. Era la misma clase de miedo. Incluso aunque cada sinapsis de su cerebro le decía que huyera, cada músculo se sentía como piedra.
La figura acuclillada, la que Bobbie asumía que era Mary, se encontraba igualmente quieta. Eran como un relejo, cada una en lados opuestos de la cama y las cabezas al mismo nivel. Incluso a través de la colcha, Bobbie estaba segura de que Mary la observaba. —Naya… — Trató Bobbie una última vez, pero sabía que no despertaría a su compañera.
Mary todavía no se movía. Desde debajo del edredón, Bobbie oyó un sonido ronco y enfermizo. —¿M-Mary? —dijo Bobbie—. ¿Eres tú? — Era una pregunta absurda, pero era lo mejor que podía hacer. Mientras alargaba una mano hacia la lámpara, la figura se movió hacia adelante; fue solo un centímetro, pero fue suficiente como para que Bobbie chillara y apegara con más fuerza la espalda al cabezal—. ¿Por qué haces esto? —Otra lágrima descendió por su mejilla—. Estoy… estoy tratando de ayudarte…
La figura seguía tan tiesa como una estatua, aunque la colcha subía y bajaba con las respiraciones de la chica muerta. Al igual que con la araña, Bobbie trató de creer que esa cosa en su cama no podía lastimarla, pero una mirada a las heridas en sus brazos lo negaron. No obstante, a pesar de todo, tenía que enfrentarla, darle un vistazo apropiado a la chica que la perseguía. —Dime, Mary. Dime qué se supone que debo hacer… —Su cabeza se sentía vacía y mareada, y su
              mano temblaba, pero cogió el edredón. Las lágrimas fluían por sus labios y saboreó su salinidad.
Fue como algún tipo de reflejo, pero cuando tiró del borde de la colcha, emitió un grito, como si toda la adrenalina tomara forma física en su garganta. Con un tirón brusco, quitó la sábana. Como el acto de un mago, la forma sólida bajo la cubierta se evaporó en el aire. No había nada ni nadie bajo esta.
No, no era cierto. Incluso en la oscuridad, e incluso sin sus lentes, Bobbie vio una forma en la parte inferior de las sábanas. Naya despertó ahora, resucitando. Se preguntó si Mary la mantuvo de alguna forma inconsciente. Retorciéndose en la cama, Bobbie encendió la lámpara y buscó sus lentes. —¿Qué sucede? —gimió Naya.
—Estuvo aquí.
—¿Qué?
—En mi cama.
Naya se sentó de golpe. —Bromeas.
—¿Luzco como si lo estuviera haciendo? —Bobbie se limpió las lágrimas del rostro y cogió con cautela el objeto a los pies de su cama. En la luz, pudo ver que era un libro de algún tipo, con la portada simple de un bus rojo de Londres.
—¿Qué es eso?
 
—Creo… creo que lo dejó para mí. —Bobbie lo levantó por los bordes. Era un libro de ejercicios, aunque totalmente diferente a los que usaban. Lucía viejo, casi antiguo; las páginas tenían ese efecto con manchas de té, solo que en ese caso ningún té fue requerido. Bobbie asumió que era el libro de Mary y lo abrió. La letra era inmaculada y cursiva, de alguna forma más femenina de la que esperaba. Lucía como algún tipo de bloc de notas o cuaderno —lleno con garabatos y ecuaciones de amor. Casi todos eran pruebas de compatibilidad para chicos con Mary Worthington. Bobbie volteó la página para ver un dibujo particularmente cruel (por no mencionar grosero, dada la naturaleza de la ilustración) de una chica que solo podía ser Mary; ¿por qué dibujaría autorretratos? Fue entonces que a Bobbie se le ocurrió revisar el nombre en la parte delantera.
Pertenecía a Judy Frier. ¿Judy? Le sonaba conocido. Le tomó un segundo a Bobbie pensar en dónde había oído el nombre antes —en el sueño del baño con las chicas. Judy Frier era una de las atormentadoras de Mary.


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Mensaje por Atómic_Mellark Jue 26 Oct - 4:19

18
Judy


Bobbie colocó la alarma más temprano a la mañana siguiente, no es que realmente durmiera después de su encuentro nocturno. Sus párpados se sentían pesados cuando la alarma sonó a las seis, pero se obligó a levantarse, ignorando la sensación de mareo en su estómago.
Lo primero que hizo fue acceder a las páginas de ex-alumnos en su teléfono, una tarea laboriosa dada la pobre señal del teléfono tan cerca de los acantilados. Medio colgando de la ventana, ella atrajo señal suficiente como para cargar la página web y buscar a Judy Frier. Esto respondió a dos preguntas. Uno: Judy fue alumna desde 1949 a 1955. Eso, al menos, redujo el tiempo de Mary en la escuela. Dos: Judy nunca dejó Oxsley. Su página con orgullo anunciaba que “nació y se crió” y, hasta que se retiró, siendo directora de una escuela primaria local.
Por alguna razón, Mary señalaba el camino a esta mujer. No era mucho, pero era algo. Con suerte, Bobbie no estaría tras una pista equivocada.
La segunda cosa que hizo fue buscar “objetos fantasmas” en Google. Para este punto, Naya se encontraba despierta y haciendo abdominales en el suelo del dormitorio, resoplando y jadeando ruidosamente. —Estás loca —le recordó Bobbie.
—¡He engordado como tres kilos! —se quejó Naya—. ¡Quiero mi tabla de lavar de vuelta!
Bobbie chasqueó la lengua. Después de entrar a un foro paranormal, hizo clic en un link etiquetado “Aparición”. Esto era una “cosa” al menos para los parasicólogos. De acuerdo con la página, una aparición era la “transferencia paranormal de un objeto de un lugar a otro o de una fuente desconocida”. El fenómeno se relaciona con la actividad paranormal. No era una broma. Había también unos vídeos de YouTube de cámaras infrarrojas de grabación de actividad fantasmal:
 
tazas que se deslizaban por los mostradores; cajones que se abrían por su propia voluntad; juguetes misteriosamente ordenándose apilados.
Estremeciéndose nuevamente, se volvió hacia Naya. —Nay, ¿has estado teniendo sueños extraños?
—No, señora.
—¿Estás segura?
—Claro que estoy segura. Me voy a correr. ¿Vienes?
—¿Estás bromeando?
—¡Si un espejo fantasmal aterrador viene hacia mí, quiero ser capaz de correr más rápido! —Agarró una botella de agua y salió del dormitorio.
Lo último que hizo Bobbie fue enviar un mensaje de texto a Caine. Ya sea que la Dra. Price estuviera observando o no, prefería ser expulsada que terminar muerta. Tendrían que usar el mismo truco que ayer y esperar lo mejor. Para sorpresa de Bobbie (y también deleite), Caine le respondió casi de inmediato, algo que Naya le había hecho creer a) casi nunca sucedía y b) significaba que le gustabas un poco al chico.
Claro. Tengo el auto hoy. ¿Más sueños raros? respondió.
P eor. Tuvimos una visita. Tengo una nueva idea. Se debatió a poner una X, pero no había manera que dejara de ser profesional. Concentrada estrictamente en la caza del fantasma.
Genial. A la misma hora en el mismo lugar, fue su respuesta. Todavía no le enviaba besos. Estaba bien. BIEN. Bobbie lanzó su teléfono sobre la cama y se fue a la ducha antes de que comenzara la carrera de la mañana.
Con el Exeat, la escuela sería maníaca hoy: la mayoría de las chicas saldrían tan pronto como estuvieran terminadas las lecciones y algunas se retirarían incluso antes. No es sorprendente que, una vez que la noticia de la desaparición de Sadie se supiera, algunos padres no podrían tener a sus hijos fuera lo suficientemente rápido: algunas chicas se fueron a casa anoche. En todo el caos, Bobbie esperaba que escabullirse de nuevo fuera más fácil hoy.
Se encerró en el cuarto de baño y se quitó la bata. Sin importarle si Mary estaba en el espejo (aunque no podía verla), Bobbie examinó los arañazos fantasma. Hizo una mueca. Se habían extendido. Las heridas cubrían ahora la clavícula, las costillas y los muslos. Permanecía cubierta de pequeñas líneas dolorosas. No tenía ningún sentido. Todo lo que podía pensar era que Mary se había cortado a sí misma, lo que no era demasiado poco común entre las alumnas, que apenas se molestaban en ocultar las cicatrices. Bobbie no lo entendía, pero ciertamente no las juzgaba. Pero en esos casos, las chicas parecían cortar sus brazos o piernas y había por lo general un poco de orden a los cortes, incluso pulcritud. Estas marcas parecían completamente
 
aleatorias, en cuanto a tamaños y ubicaciones. Había locura en ellos, insania.
Una cosa parecía bastante clara para Bobbie. Esta era la razón por la que Bloody Mary era sangriento.
Después de que se duchó, y descubrir que ninguna cantidad de jabón eliminaba heridas fantasmales, se colocó unos vaqueros y un jersey de lana del mercado de pulgas, y salió de Piper’s Hall con facilidad, mezclándose con un pequeño grupo de chicas que serían recogidas temprano. Con otras chicas sin uniforme era un millón de veces más fácil de lo que hubiera sido ayer.
El proceso se vio favorecido por la niebla helada que llegaba desde el mar. Se extendía por el césped delantero y la calzada tan espesamente como hielo seco. Bobbie apenas podía ver un metro delante y sintió un repentino temor de que el borde del acantilado la tomara desprevenida.
Caine se encontraba aparcado en el mismo lugar que ayer, junto al poste indicador inclinado que apuntaba a la escuela con una flecha, Oxsley en la dirección opuesta y la ruta costera en la otra. Esta vez el auto era una verdadero Barbie-móvil, un VW Beetle de un suave color perla. Tenía que ser de la madre de Caine. Efectivamente, mientras entraba al asiento del copiloto, notó un montón de peluches en fila delante de la luneta trasera y cojines en el asiento trasero. —Que agradable auto. —Sonrió.
—¡Te gustan mis Beanie Babies? —Caine le devolvió la sonrisa. Bobbie se rio y él inmediatamente lució herido—. No estoy bromeando. Ellos realmente son míos. Los colecciono.
—Oh. Lo siento, yo...
—Estoy bromeando, crédula.
Bobbie dio un suspiro de alivio. —Solo maneja, idiota.
Condujeron dentro del paisaje gris y turbio, tomando las curvas con una precisión insoportable cuando la niebla se negaba a dejarlos ver. La luz de los faros no lograba atravesarla, y los árboles que bordeaban las carreteras serpenteantes eran cada vez más y más huesudos, como si hubiesen renunciado a las últimas hojas muertas que se aferraban a ellos.
Retorciéndose en su asiento, Bobbie retransmitió los acontecimientos de la noche anterior a Caine, quien, a su favor, aceptó todo lo que decía sin dudar. —Hombre, eso no es nada bueno. ¿En tu cama?
—Sip. Quizá nunca pueda dormir de nuevo. Cuanto más nos acercamos, peor se pone.
Caine quitó sus ojos de la carretera durante un segundo para mirarla, lleno de preocupación. —Se está poniendo peor para ti que para el resto de nosotros.
 
Eso realmente no se le había ocurrido hasta este momento. —Sí, supongo que sí. ¿No has visto nada más?
Caine se movió incómodo. —Hay una cosa...
—Vamos.
—Echa un vistazo a mi teléfono. —Se encontraba en la gaveta, así que Bobbie lo tomó y desbloqueó la pantalla táctil—. Mira las fotos.
Bobbie levantó una ceja. —¿Quiero hacer eso? —Solo Dios sabía qué tipo de galería contenía el teléfono de un chico de diecisiete años de edad.
—Es seguro. Algo así. —Bobbie siguió las instrucciones. La  galería de fotos tenía al inicio, como siempre, las imágenes más recientes.
Todos eran de Caine. Caine durmiendo tranquilamente, boca abajo en su almohada.
—¿Quién las tomó?
Se produjo una pausa. —¿Quién crees?
—Oh Dios. —Bobbie tragó saliva—. Es como... es como si te quisiera o algo. —Bobbie recordó lo mucho que Mary quería al profesor, cuán consumidora fue, y no podía dejar de preguntarse lo que eso significaba para Caine. Era como si  la muerta estuviera obsesionada con ellos, sin dejar a ninguno nunca fuera de su vista. ¿Espíritu acosador? Con cada día que pasaba, el poder de Mary  parecía aumentar, cada vez volviéndose más intrusiva, más imposible, mientras contaban hasta el quinto día. Para mañana, quién sabía cuán poderosa sería. Qué les haría.
Caine continuó. —Y todavía estoy soñando. Es como si fuera cada vez más fuerte en mi cabeza, ¿sabes a lo qué me refiero?
Bobbie asintió. —Sí. ¿Qué sucede en tus sueños?
Se removió de nuevo. Definitivamente incómodo. —Tienen bastante contenido para adultos, hombre. No te los puedo contar...
—¿Porque soy una chica? No soy una monja, Caine.
Se sonrojó. —No es eso, simplemente son muy calientes y pesados. No es... no es como si yo fuera así. Mi madre me enseñó a tratar bien a las mujeres.
Bobbie no sabía qué decir. No creía una palabra de advertencia marcadora de territorio de Grace, pero en cierto modo había asumido que Caine era “un jugador”, una palabra amable para decir “puta” que las niñas no tenían el privilegio de recibir. Absolutamente diría que tenía más experiencia que ella. —Caine. Necesito saber lo que has visto. Podría ayudar. De alguna manera.
—Está bien. —Suspiró—. Bueno, yo no soy yo, eso es seguro... por una cosa, soy blanco. Estoy con una chica, aunque no puedo ver su
 
rostro. Es como si estuviera en la oscuridad y veo destellos de imágenes. Puedo ver los árboles, y la luna a través de ellos. Piel pálida... como el dorso de una chica o su vientre o el cuello. Hace frío, pero estoy caliente y sudoroso, estoy sobre mi espalda. Yo... um... definitivamente estoy desnudo y también ella y estamos... ya sabes. Lo más raro es que estamos sobre una cosa, como una piedra. Creo que es el cementerio.
—¿Nuestro cementerio? —No sabía con seguridad de cuándo se había convertido en suyo, pero las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.
—Sí, creo que sí.
—Sexo en el cementerio. Digno y no del todo espeluznante. Caine sonrió. —¡Ja! ¡Acabas de decir el sexo!
—¡Niño! —Juguetonamente golpeó su bíceps—. Mis sueños están caminando fuera del territorio apto para todo público también.
—¿De verdad?
—No, eh... estado sudorosa, pero en el sueño, soy Mary. Estoy... ella está enamorada de un miembro del personal. Un profesor, supongo.
—Que desagradable.
Bobbie se permitió una pequeña sonrisa. —Lo sé. Al principio pensé que era bastante caliente, pero ahora no estoy tan segura. Quiero decir, él era mucho mayor que ella. Enloquecí un poco... totalmente se aprovechaba de ella.
—Que pervertido.
Suspiró. —No es como si fuera un viejo verde. Desde el punto de vista de Mary, no se sentía mal. Bien o mal, era lo que quería Mary. Se sentía bastante obsesionada.
—Guau. Bastante pervertido. —Sonrió y no dijo nada más. Bobbie se percató de que empezaba a sentir el ya familiar calor interno. De repente parecía que había menos aire en el auto; de hecho, todo el vehículo se sentía más pequeño y Bobbie era muy consciente de su proximidad. Realmente quería tocar a Caine, poner una mano en su muslo de la forma en que el profesor la había tocado en el sueño. Resistió el impulso. Caine habló por fin, cambiando de tema y despejando la bruma caliente del aire—. De acuerdo con tus instrucciones, debemos estar allí.
Bobbie entrecerró los ojos a través de la niebla. Los altos setos se elevaban por encima a ambos lados, cerrándose  en torno a ellos. El auto pasó junto a una estrecha abertura entre los setos a través del cual Bobbie alcanzó a ver una casa de campo. —¡Alto! —Instó—. Creo que lo pasamos allá.
—Oh. Bueno. Tengo que encontrar un sitio para aparcar. —El área de descanso cercana estaba a unos dos minutos por el carril. Caine aparcó y caminaron el resto del camino de vuelta hacia la
 
cabaña. Judy, al parecer, vivía en el medio de la nada... una cabaña con techo de paja en la periferia de un grupo de árboles. En algún lugar cercano una corriente rápida sonaba como aplausos. Era tan tranquilo.
Bobbie empujó a través de una puerta de madera chirriante y siguió al camino de losas irregulares de la puerta principal. La cabaña era pintoresca, linda, de alguna manera era premonitoria, le recordaba la casa de pan de jengibre. Con una última mirada cautelosa a Caine, ella golpeó la aldaba de cabeza de león. Después de un minuto sin respuesta, lo intentó de nuevo. —Oh Dios, tiene que estar dentro — gimió Bobbie, sintiendo caer la desesperanza sobre ella.
—¿Puedo ayudarte? —dijo una voz detrás de ellos. Tanto ella como Caine saltaron hacia atrás, sorprendidos.
—Me asustaste —dijo Bobbie, con una mano al pecho.
Una anciana salió desde el costado de la cabaña. Su pelo blanco que parecía algodón se encontraba desordenado sobre su cabeza y llevaba una chaqueta, con zapatillas de forro polar color rosa en sus pies. En su mano sostenía un cubo de alimento para pollos. —¿Es esto una cosa de un penique para el chico5?Hay un letrero en el buzón que dice que no quiero llamadas molestas. O menús para el caso, no me importa si son de pizza o el curry, muchas gracias.
Bobbie se mantuvo tranquila, recordando sus mejores modales de Piper’s Hall. —Lamento molestarla pero, ¿es Judy Frier?
Sus ojos de color azul grisáceo astutos se estrecharon tras unas             gafas gruesas. —No he sido Frier durante cuarenta y cinco años. Soy
Judy Ledger. ¿Quién pregunta?
—Hola. Soy Bobbie y este es Caine. Soy de Piper’s Hall.
La anciana sonrió. —Caray, ¿están entregando el boletín en mano ahora? No me di cuenta que era necesario leerlo.
Bobbie sonrió: Judy se tomaba “El Legado de Piper’s” tan en serio como lo hacía entonces. —Yo... tenemos que hablar con usted acerca de algo que pasó hace mucho tiempo. Se trata de Mary Worthington.
A la sola mención del nombre, el color desapareció de las mejillas de Judy. Miró la senda debajo de sus pies. —Bondad, ha pasado mucho tiempo desde que escuché ese nombre. Será mejor que vengan dentro.
A través de las puertas del patio, Bobbie podía ver las gallinas recogiendo granos de las grietas en el pavimento. Se sentaron en una mesa de madera en el centro de un suelo de pizarra, con techos bajos con vigas que le daban a la oscura cabaña una sensación acogedora. Había pan fresco en el horno mientras Judy trasladaba la tetera.
—¿Estás relacionada con Mary o algo así? ¿Es tu abuela?
—Dios, no —Caine soltó, sirviéndose una tercera galleta Hobnob.

5 Un pe nique para e l chico: Frase británica que los niños pide n a sus ve cinos, similare s a EE.UU. de “Truco o Trato”.
 
—No lo pensé. —Judy se unió a ellos en la mesa—. Admito, que nunca pensé que oiría ese nombre otra vez, desde hace mucho tiempo. Hace tanto tiempo que no acaba de sentirse verdadero... como si todo ese período fue una historia que alguien me contó una vez.
Judy vierte té en la taza de Bobbie, quién dijo—: Sé que esto debe sonar muy extraño, pero tenemos que saber todo lo que nos puedas decir acerca de Mary.
Vertiendo una taza para ella, Judy dijo—: Fue hace más de sesenta años, querida. Oh, el té está un poco claro.
—Lo sé... pero todo podría ser útil.
La anciana la miró por encima de la taza de porcelana. —Algo está mal, ¿no?
El estómago de Bobbie se retorció, pero sabía que no podía decirle la verdad o serían echados en cuestión de segundos. —¿Qué te hace pensar eso?
Judy frunció la boca y tomó un sorbo de té como si estuviera preparándose para una confesión. —Cuando yo era maestra, siempre estaban los niños buenos y los pícaros. Son solo niños, ¿no es así? Pero algunas veces, se presenta un niño o una niña un poco diferente. Tenían algo oscuro en sus ojos, ven a través de ti y te hielan hasta los huesos. Ellos simplemente carecían de bondad. A veces, incluso sus propias madres desconfiaban de ellos. Mary era una de esas chicas.
Había algo que no estaba bien en ella, ¿sabes? Desde la primera vez que             la vi, fue bastante evidente.
—¿Qué quieres decir? —murmuró Caine.
—Me gustaría poder decir que fue esto o aquello, pero era más un sentimiento. Cuando la tenía alrededor, era... inquietante. Caramba,
¿cómo describirlo? Algo así como cuando te das cuenta que has nadado demasiado lejos de la orilla. Esa sensación repentina de estar fuera de tu profundidad...
Caine se encogió de hombros. —No lo entiendo.
—Tampoco lo hacíamos nosotros. Pero estar cerca de ella era... otra vez, inquietante.
—¿Es por eso que eras tan mala con ella? —Bobbie no sabía por qué lo dijo de manera tan abrupta, a sabiendas de que era grosero, pero supuso que quería una reacción honesta.
Judy sonrió con tristeza. —Nada puede excusar lo crueles que fuimos con ella. Una vez que te das cuenta que has sido una especie de matón, nunca dejas de sentirte culpable.
—Entonces, ¿por qué lo hiciste?
Ella levantó las manos. —¡Era la escuela! Fui maestra durante cincuenta años y los lugares nunca cambian. Es la supervivencia del más apto y todas esas cosas. Siempre habrá una Susan Fletcher y Mary
 
Worthington. —La sonrisa atrapamoscas de Grace se cruzó al instante por la cabeza de Bobbie—. Es curioso, aunque... ¿sabes lo que le pasó a Susan Fletcher, una vez que dejamos el Piper’s Hall?
Bobbie negó con la cabeza.
—Absolutamente nada. Nada en absoluto. En la escuela era una reina, y luego... nada. El resto del mundo tenía un montón de colegialas bonitas, muchas gracias, y ella era un excedente. Una vez que sales de esa escuela, en realidad nada más importa.
Bobbie se mordió la lengua para detenerse de decir que no habría un futuro más allá de mañana para ella y Caine a menos que detuvieran a Mary. —Pero, ¿qué le pasó a Mary?
—Tú dime, querida. Ella desapareció.
—¿Desapareció? Brillante. —Caine frunció el ceño.
—Oh, me sentí tan culpable. Creí incluso que Susan lo hizo, aunque nunca dijo nada.
—¿Qué pasó? —Bobbie contuvo el aliento.
Judy hizo una pausa para reflexionar su siguiente frase. —Lo que tienes que entender sobre Mary Worthington es que llegó bajo una nube negra. Apareció en Piper’s Hall un día, sin decir una palabra de donde había venido, así que naturalmente hubo preguntas. Rumores.
—¿Qué clase de rumores?
                            —Dios mío, espero que estés pensando en convertirte en detective o periodista, jovencita. —Bobbie sonrió pero no dijo nada, dejando a
Judy continuar—. Había tantos que era imposible separar la realidad de la ficción. Algunas personas dijeron que era una huérfana, algunos dijeron que sus padres permanecían en la cárcel, otros dijeron que huyó de Europa durante la guerra. Algunas personas fueron tan lejos como para decir... —Judy se fue apagando.
—¿Qué cosa?
—Oh tonterías. Cuentos sobre gitanos, maldiciones y demonios. Todo lo que sé es que cuando la chica llegó, una sombra cayó sobre nuestra escuela. No tenía nada que ver con cómo lucía, era muy hermosa a su manera, pero era ese sentimiento. Esa sensación ominosa terrible que la acompañaba dondequiera que fuera.
—¿Cuándo desapareció?
—Era 1954, lo recuerdo con tanta claridad. No sé si era cierto, pero Mary se ganó una gran reputación por sí misma. Susan se encargó de difundir el rumor de que entraba a hurtadillas en Oxsley para ver a los jóvenes. No era especialmente inusual. Contrariamente a lo que puedes haber oído, incluso en aquel entonces todos éramos aficionados a... molestar, por así decirlo, pero Mary muchas veces fue vista merodeando en el cementerio St. Paul’s. Era extraño.
 
Bobbie recordó el cuento original del Sadie. A pesar de que solo fue el último sábado por la noche, se sentía como hace toda una vida.
—¿Crees que ella se escapó con un chico? —Ni siquiera se le ocurrió a Bobbie que Mary podría haber estado viendo a más de una persona.
Judy bajó la cabeza. —Esa fue la explicación más popular.
—¿Ella no se ahorcó? —Caine rociaba migajas mientras hablaba.
—¿Ahorcarse? ¡Oh Dios mío! No. Al menos nosotros nunca lo supimos.
Bobbie y Caine se miraron. Eso puso agua en la versión oficial de los hechos. —¿Qué crees que pasó?
—Mary pasaba por un momento tan difícil en Piper’s Hall. No me sorprendió cuando se escapó, pero voy a decir esto: tan pronto como se fue, las cosas mejoraron, como si un manto hubiese sido levantado. Nadie la extrañó, míralo de esa manera.
Bobbie sintió lágrimas pinchando sus ojos. —No era mala, señora Ledger. Solo se sentía sola.
—¿Y cómo lo sabes?
—Porque lo sé. —Bobbie tragó un amargo trago de la ira y compasión—. Solo necesitaba un amigo.
Judy negó con la cabeza. —Si hubieras estado allí, habrías hecho exactamente lo mismo que nosotros.
                            —Lo dudo. —Bobbie levantó su mochila. Ya era hora de irse—. No creo que Mary escapara. Creo que algo le pasó y nadie se preocupó lo
suficiente para averiguarlo.
Judy lucía enojada y luego simplemente triste. —Nunca lo sabremos.
—Lo haremos —dijo Bobbie desafiante. Mientras se colocaba el bolso sobre el hombro, tuvo un pensamiento final—. Oh. Cuando estabas en Piper’s Hall, ¿había un profesor con el pelo rojizo corto? ¿Un hombre?
Judy frunció el ceño. —Bueno, sí. Ese era el señor Millar. Kenton Millar.
Los ojos de Bobbie se agrandaron. Oh, había sido tan estúpida.


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Mensaje por Atómic_Mellark Jue 26 Oct - 4:21

19
Inmortal


Bobbie y Caine estaban de pie uno al lado del otro en el vacío vestíbulo principal, con solo unos pasos lejanos y risitas como compañía. Habían hecho tiempo en Oxsley hasta terminar las clases para lograr colarse de nuevo sin causar muchos problemas. La mayoría de las chicas restantes estaban en la zona de relajación, supuso Bobbie, ya fuera esperando a que las vinieran a recoger o en pijama durante el largo y extendido fin de semana. A su lado, Caine tenía una capucha cubriéndole la cabeza.
—Si alguien pregunta, eres un marimacho muy agradable. ¿Lo has entendido?
—¿Tengo nombre?
Bobbie sonrió. —Pretende ser Naya.
—Claro —dijo él con el peor acento americano que Bobbie había oído nunca—. ¿Qué estamos buscando?
Bobbie apuntó hacia arriba a la pintura al óleo. El pelo le había desaparecido y tenía una barba rojiza prolijamente arreglada, pero ella estaba señalando a un retrato de Kenton Millar, el ex director.
—¿Ese es el tipo que aparecía en tu sueño?
—Sip. Soy una maldita idiota. He visto, e ignorado, esa pintura todos los días durante los últimos cinco años y ni siquiera lo reconocí en mi sueño.
—Supongo que él era más joven.
—Sí, pero aún así. —Bobbie se sonrojó. Él había estado literalmente debajo o, más bien, por encima de su nariz todo el tiempo—
. Tenemos un ala entera que lleva su nombre.
—¿Y de verdad crees que estaba teniendo un romance con Mary?
 
—Estoy segura. —Por supuesto, ellos le habían preguntado a Judy si eso era posible, pero ella había descartado la sugerencia. De todos los rumores circulando sobre Mary Worthington, la posibilidad de un sórdido romance con un profesor no era uno de ellos. Bobbie se preguntó si sus sueños eran meras fantasías, pero sabía que eran más que eso —ella había olido la colonia de Kenton Millar.
—¿Cuándo estuvo en el cargo?
—De acuerdo con esto, fue director de 1974 a 1985.
—¿Cuán viejo se veía en tu sueño?
—Joven. No podía llevar enseñando mucho tiempo en 1954.
—Hombre, ¿por qué las chicas siempre se encaprichan con los profesores, incluso si son horrorosamente feos?
Bobbie se volvió hacia él. —Yo no. Todo esto me asusta.
—¿En serio?
—¡Sí, de verdad! Pero supongo que todo es un gran abuso de poder. O problemas de papá, los cuales yo no tengo. Es poco sorprendente dado que mi padre era un tipo húngaro anónimo con una jarra de plástico.
Caine la miró pidiéndole permiso para reírse, el cual ella le concedió con una sonrisa. —Lo siento. No debería encontrarlo divertido.
—¿Estás bromeando? ¡Si tú piensas que mi padre es divertido,             espera a que conozcas a mi madre!
Eso los silenció a ambos. Tal y como Bobbie lo entendía, conocer
a los padres es algo grande.
Al menos lo sería si había un futuro para alguno de ellos.
Bobbie volvió a centrarse de nuevo en Mary.  —Caine,  esto  estaba mal. Él era su profesor... y ella estaba tan sola. Vulnerable. — Bobbie fulminó con la mirada la presumida cara de “mirar hacia el futuro” que Millar tenía. Para ellos no había futuro al que mirar. Suspirando, se dirigió hacia el escenario, en el extremo más lejano de la sala vacía, dejando que sus piernas colgaran por el borde—. Esto es inútil. No sé por qué Mary insistía tanto en que viéramos a Judy... no estamos más cerca.
—Lo estamos. —Caine se le unió en el escenario, manteniendo su capucha puesta—. Sabemos que ella no se suicidó.
—No, no lo sabemos. Acabamos de descubrir que ella  no  se mató aquí...
—Ya es algo.
—Estamos... estamos quedándonos sin tiempo —dijo Bobbie tristemente. Tan ridículo como parecía, ella nunca realmente se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba estar viva hasta esta semana.
 
Era la última cosa que se daba por sentado—. Yo realmente, realmente no quiero morir.
Si ella estuviera siendo completamente honesta, esta semana fue la primera vez que incluso se había sentido verdaderamente viva. En su intento de mezclarse y pasar desapercibida, ahora veía que había vivido una existencia gris, solo viviendo a través de su ficción. Ella era una chica de ficción. Esta semana, tan horrible y aterradora como lo había sido, había sentido cada minuto de ella, y ahora no quería que terminara.
Eso fue en gran parte debido a esta nueva y extraña criatura a su
 
lado.
 

—Yo tampoco —admitió Caine, mirando sus manos.
—Así que no sé tú, pero yo tomé las cosas totalmente por
 
sentado. No es solo esta semana. He estado contando los días que me quedan hasta irme de esta escuela. He estado esperando durante cinco años a que este purgatorio termine, así podría empezar a vivir, pero ahora no va a haber una vida que vivir. No he hecho nada, Caine. Literalmente no he logrado nada, excepto unas pocas buenas notas y algunas historias debajo de mi cama.
—Hombre, eso es deprimente.
—Deberías leer las historias en algún momento.
Caine sonrió. —Si logramos llegar a mañana voy a leer todo lo que             tengas, y eso que yo nunca leo.
—Gracias.
—Mi madre siempre está dándome la charla de vivir el presente. Supongo que esto es a lo que se refiere. No pospongas las cosas que puedes hacer hoy.
—Porque podrías estar muerto —terminó Bobbie—. Es un poco tarde para empezar una lista de deseos, supongo.
—¿Qué harías?
Bobbie sabía lo que ella quería hacer, pero ni siquiera sabría cómo hacerlo para conseguirlo. —No lo sé. Nunca pensé en lo que realmente quería hacer. Pensé que tendría un tiempo infinito para hacerlo todo. —Era cierto. Las dos cosas que Bobbie había tomado por sentado eran que ella tenía tiempo y que tenía opciones. Tal y como resultó ser, ella no tenía nada. Todo se sentía tan estúpido y tan, tan infantil; casi se había visto a sí misma como inmortal.
—Es un misterio —dijo Caine de la nada.
—Tú y tus grandes palabras. ¿Qué quieres decir?
—Si no hubiéramos hecho el estúpido reto, nunca nos habríamos conocido. Pero debido al estúpido reto, no vamos a averiguar  qué sucede después.
 
—No estoy segura de que sea estrictamente un misterio, pero veo lo que quieres decir. —Bobbie se quitó sus gafas y frotó una mancha que había en el cristal—. De todos modos, ¿qué quieres decir con lo de “qué sucede después”?
Caine la miró por el rabillo del ojo, demasiado tímido para enfrentarla. Era demasiado guapo para ser legal. —Ya sabes, si somos algo o no.
El corazón de Bobbie voló en torno a su pecho como un alegre cachorro de labrador. —¿Querrías que fuéramos “algo”?
Esta vez él la miró directo a los ojos y fue más de lo que ella pudo soportar. —Sí, creo que sí.
—Yo también. —Bobbie no podía siquiera pretender estar calmada; las palabras salieron altas y claras como si fuera una niñita asustada, y no era propio de ella.
Caine se inclinó más cerca y ella pudo sentir su aliento cálido en su mejilla. —Sería mejor vivir en el ahora, entonces, ¿no crees? — Ambos se acercaron al otro y ella cerró los ojos, deseando por encima de todo que besarse fuera algo en lo que se fuera innatamente bueno la primera vez que lo intentaras. El cementerio no contaba; este era el verdadero reto. Sin fantasmas, sin hechizos.
Ellos se besaron.
Así que esto era besarse. Era cálida e intensamente íntimo. En su cabeza era a la vez ruidoso y tranquilo, el beso bloqueando todo lo demás.
Todo lo que importaba eran sus labios.
A medida que ellos se rozaban contra los suyos, tan ligeros y etéreos como plumas, ella empezó a preocuparse acerca del afrancesamiento del beso. Pensó que era mejor seguir su ejemplo, y cuando él separó sus labios, ella hizo lo mismo.
Esta era la mejor sensación que jamás había experimentado. No era de extrañar que todas las otras chicas estuvieran tan interesadas. Bobbie estuvo brevemente molesta consigo misma por no haberle dado antes una oportunidad antes de dejarse derretir en el abrazo de Caine, de perderse en él. Ella finalmente se permitió tocarlo, su mano deslizándose bajo el borde de su sudadera. La piel era suave y caliente, y él se estremeció bajo sus dedos. Tomó eso como una buena señal.
Sus labios se curvaron en una sonrisa. A fin de cuentas, para ser un primer intento Bobbie estaba muy orgullosa de sus esfuerzos. Él colocó su cabello detrás de su oreja y, sonriendo, fue a por la segunda ronda. El beso fue una puerta a algo totalmente nuevo. No estaba segura de qué esperar, por otro lado, y no le importaba. Sintió como si se estuviera graduando.
Antes de que pudieran volver a su ritmo, un sonido familiar la trajo de regreso a este plano astral con un golpe. Su teléfono sonó,
 
molesto y horriblemente poco delicado comparado con la maravilla del beso. —Es el mío —dijo ella en tono de disculpa.
—Tranquila. No voy a ninguna parte —dijo él—. No todavía. Bobbie sacó su teléfono. Aparecía un número de teléfono fijo local.
—¿Hola? —contestó ella.
—Oh, hola. ¿Eres Bobbie? Soy Judy Ledger.
Bobbie le había dejado su número por si acaso. —Oh, hola. Es Judy —le dijo a Caine.
—Lo siento, no fui muy útil antes, pero algo más se me ocurrió después de haberte ido. Es una tontería. Solo más chismes, estoy segura.
Bobbie todavía se sentía aturdida por el beso, como si su cerebro se hubiera convertido en papilla de amor o algo. —Oh, está bien. ¿El qué?
—Bueno, cuando ella desapareció muchas de las chicas... Tienes que entenderlo, Bobbie. Tener un hijo fuera del matrimonio en ese entonces era un asunto muy diferente a como es ahora.
Bobbie cayó en la cuenta de lo que intentaba decirle. —Oh... quieres decir que Mary estaba...
—Sí. La gente iba diciendo que Mary estaba embarazada.


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Mensaje por Atómic_Mellark Jue 26 Oct - 4:23

20
Más cerca que nunca



—Rápido… no hay moros en la costa. —Bobbie arrastró a Caine de la escalera del pasaje secreto hacia la casa Brontë. Bobbie pensó en cómo la mayoría de las señoritas de Piper’s Hall ahora se encontraban en casa, comiendo alimentos cocinados por mamá y sentadas frente a sus cálidas chimeneas y televisores de pantalla ancha.
No se detuvieron hasta que se hallaron a salvo dentro de la residencia de estudiantes. Naya esperaba  ansiosamente  por  la  puerta. Al segundo que cruzaron el umbral, cerró la puerta detrás de ellos.
—No puedo respirar. —Caine se dobló con la mano en el corazón.
Fueron recibidos por una mirada de reojo poco impresionada. — Tener una fiesta de pijamas con un chico. —Naya hizo un mohín, en respuesta a un texto que Bobbie le había enviado anteriormente —
. Tengo que decir, este plan de expulsión tuyo está en el camino correcto.
Bobbie le restó importancia. —Tenemos que  mantenernos unidos. No sé por qué. Simplemente tenemos que.
—Mamá tiene un turno de noche. —Caine le dijo a Naya lo mismo que le había dicho a ella. Sí, dejar que se quedase a dormir era un riesgo loco, pero parecía mucho menos mortal que dejarlo dormir en una casa vacía.
Naya cedió. —Lo que sea. Tomé tanta comida como pude de la cafetería. La señora de la cena debe pensar que soy una acaparadora o comedora compulsiva o algo así. —Señaló a la gama de sándwiches envueltos, patatas fritas y yogures en el escritorio bajo la ventana. Un gran festín de medianoche.
Sacándose los tenis, Bobbie se dejó caer en su cama, con las piernas cruzadas, al estilo de Buda. —Esto está empezando a tener algo de sentido.
 
—¿Sí? —Naya desenrolló un pendiente de aro, mientras que Caine se apoyó contra la cama en el suelo.
—¡Sí! Si Mary estaba embarazada, eso explica el llanto del bebé en el video de Mark para empezar, pero también le da una razón para huir.
Caine asintió. —¿Tenían casas de trabajo en 1954? Apuesto a que fue a una de esas.
Bobbie acarició la cabeza de él, con sus embelesadas manos reacias a estar en cualquier lugar que no fuera en Caine. —Siglo incorrecto, pero buen intento.
—¿Habría sido capaz de tener un aborto en ese entonces? — preguntó Naya, reflejando su postura sobre su propia cama.
—No sé —confesó Bobbie—. Supongo que incluso si era legal, probablemente no era algo sobre lo que charlabas en el almuerzo con tu grupo de amigas.
Naya repentinamente saltó como veinte centímetros en el aire —.
¿Has visto Dirty Dancing?
—Sí... —Bobbie miró a Caine, sin saber a dónde iba esto. Su cabeza descansaba contra su pantorrilla y por ahora eso era suficiente, pero estimó que había desechado aproximadamente doce por ciento de su cerebro concentrándose solo en los persistentes recuerdos del beso.
Si Naya notaba la creciente cercanía entre ellos, su necesidad de estar   dentro   de   un   rango   de   un   milímetro  del  otro,  ella  no lo
              mencionó. Bobbie sospechaba que conseguiría el interrogatorio, una vez que  estuvieran solas. Ya sea que  su futuro tuviera sesiones de chismes
quedaba por ver. —Bueno, en Dirty Dancing, la bailarina, Penny, se hace un aborto en un lugar de mala muerte por un charlatán y casi muere.
Bobbie procesó la teoría y encajaba bien. —Esa no es una mala idea. Si era joven y se encontraba asustada y desesperada, quizá habría hecho cualquier cosa para deshacerse del bebé.
—Pero eso no fue lo que viste en el sueño —le recordó Caine—
. Dijiste que Mary era feliz cuando estaba con Millar.
—Sí. —Bobbie frunció el ceño antes de contarle rápidamente a su compañera de cuarto sobre la identidad del potencial amante secreto de Mary. Ahora entendía la felicidad que Mary había compartido con su profesor, porque había tenido su primera muestra durante el beso en la sala, como un niño tomándose a escondidas un sorbo de champaña en una boda. Los sueños de Mary eran como una imagen de Instagram de la misma explosión multicolor de alta definición que acababa de experimentar de primera mano. No había nada en los sueños para hacerla  pensar  que  Mary  no  estaba  más  que  enamorada   de Millar. Pero sí se sintió sola, y tal vez si se cansó de estar sola...—. Tal vez tuvo al bebé...
 
—¡Tal vez tuvo al bebé y MURIÓ EN EL PARTO! —dijo Naya con  un nivel inadecuado de regocijo morboso—. Eso era una gran cosa en ese entonces.
—¡Dios mío, estás llena de datos horripilantes esta noche! — Bobbie hizo una mueca desagradable—. Pero también es una buena idea. Todo está conectado. Mary, Millar, su bebé. Nos estamos acercándonos ahora, realmente, realmente súper cerca.
Caine resopló. Se puso de pie y comenzó a picotear la comida que Naya les había conseguido. —Es bueno también, porque nosotros tenemos menos de un día de sobra.
Eso humedeció su humor para decir lo menos. Bobbie se volvió hacia Naya. —Naya, ¿segura que no has visto nada en tus sueños?
Su amiga se encogió de hombros, haciendo que sus mechones de cabello negro cayeran de su hombro. —Ya te lo he dicho, no he soñado en toda esta semana. Nada. Nada.
Caine la miró dubitativo. —¿Qué? ¿No has tenido un sueño durante toda la semana? Si claro.
—Bueno... no sé. Es como que estoy soñando… ya sabes, ¿cómo en esa sensación de que estás teniendo un sueño? Pero no hay nada sucediendo.
—¿Eh? —Caine sacó la ensalada de un sándwich de ensalada de jamón, haciendo una mueca ante la abundancia de mostaza.
                            —En el sueño no hay nada, sólo una gran mancha de color  negro. Hace frío sin embargo.
Bobbie se enderezó. —Eso es un sueño. Estás soñando que estás en un lugar frío y oscuro en alguna parte.
—Puede ser. No me muevo sin embargo. Como si estuviera atrapada.
Hielo se deslizó hasta las vértebras de su columna vertebral. —
¿Atrapada? ¿O enterrada?
Naya se estremeció. —Um... no lo sé. Supongo. No lo había pensado de esa manera... pero sí.
Caine se tragó un bocado de su sándwich antes de desechar el resto. —De acuerdo, eso no es bueno.
—Oh Dios, no quiero pensar en ello. —Naya se abrazó a sí misma.
Ahora Bobbie no podía pensar en otra cosa (a excepción del doce por ciento). Que pasó, Mary, pensó para sí misma. ¿Esto es todo? ¿Es todo lo que nos estás dando? Tan solo les dieron cinco días. Cinco días podrían no ser suficientes.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Caine.
—No lo sé. No podemos arriesgarnos a vagar alrededor de la escuela. El hecho de que nadie te ha visto es un milagro. —Con la
 
mayoría de las chicas ahora lejos hasta el lunes, la escuela estaba más tranquila de lo normal por lo que la señora Craddock estaría aún más centrada en las pocas que se quedaron—. Creo que tenemos que deshacernos del espejo de alguna manera. —Bobbie hizo un gesto hacia el armario. La idea de la puerta del armario crujiendo abierta en el medio de la noche...
—Tienes razón —concordó Naya—. ¿Cómo quieres hacerlo?
Resultó que la  cosa  se  hallaba  atornillada  dentro  de  la puerta. Sólo les tomó un par de minutos desenroscar los tornillos que lo sujetaban. Si Mary estaba en el espejo, Bobbie no pudo verla esta vez, pero evitó mirar directo a su reflejo. Ella y Naya cogieron el vidrio y se lo llevaron como una camilla a la zona de relajación mientras que Caine se escondió de nuevo en su habitación. Fueron vistas por una gordita de primer año, que fue despedida con una palabra innecesariamente fuerte de Naya. —Vamos —Naya dijo, inclinando el espejo contra la pared—
. No deberíamos dejar a ya-sabes-quién solo allá arriba.
—Espera. —Bobbie se quedó atrás—. Hay algo que tengo que hacer. —Comprobando que no había nadie al alcance del oído, Bobbie regresó a la cabaña sin siquiera encender la luz. Naya regresó a su habitación para que Caine no tuviera la tentación de  venir  a  buscarlas. Bobbie respiró hondo y marcó el número de su madre.
Su madre respondió en el cuarto timbre. —Hola, cariño, ¿cómo estás?
                           —Estoy bien. ¿Estás ocupada?
—No,  no,  está  bien. Estamos  en  un  descanso. Entre  tú  y  yo,
querida, Jared está siendo un absoluto dolor de cabeza. No va a hacer nada a menos que el director lo engañe haciéndole creer que es su idea.
—Bobbie sonrió. En otros lugares, la vida seguía exactamente igual de normal. Si  ella moría,  con  el tiempo,  su madre aún sería su madre —
. ¿Qué hay de nuevo contigo?
—Nada. Sólo quería decirte que lamento haber actuado tan  raro la última vez que hablé contigo.
—No seas tonta. ¡Para eso estoy aquí! Estaba  preocupada, cariño. Es tan raro que me preguntes cosas que de verdad creí la hora de prepararme para tener los ojos rojos.
Bobbie cerró los ojos. No lloraría. Su última conversación con su madre no sería una llorosa. —No hagas eso. Estoy bien.
—¿Estás segura? ¿No es tarde para ti, querida? ¿No  deberías estar en la cama? —En el fondo, oyó a alguien  gritar—:  ¡Cinco minutos! —Y el ulular de una ambulancia de NY. Sonaba ruidoso, como si su madre estuviese en la calle, probablemente con un café del  tamaño de una cubeta y un cigarrillo.
Bobbie no había preparado un discurso y como que deseó haberlo hecho. Las últimas palabras se supone que deben ser épicas, conmovedoras y memorables. No tenía nada. —Mamá, estoy bien. No
 
quiero que te preocupes por mí, como siempre, porque estoy bien. Así que sólo ten un buen momento y ni siquiera pienses en mí.
—¿Estás un poco borracha, cariño?
Ella se echó a reír. —No, no lo estoy. Sólo pensé que tendría la oportunidad de decir lo que realmente pienso de una vez.
—Debieras. Te enseñé a expresarte siempre.
—Lo hiciste. Así que, básicamente, te amo. —Esa  era una cosa tan no-británica para decir y se sintió ridículo saliendo de su boca—
. Realmente lo hago.
Esta vez su madre se echó a reír. —Bueno, no sé lo que te pasa, Bobbie Rowe, pero me gusta. También te amo. Más que nada en el mundo entero.
Oh, podría ser peor, pensó Bobbie. ¿Quién dijo que la vida tenía que ser larga con el fin de que sea considerada un éxito? Probablemente iba a morir mañana, pero se sentía amada. Siempre lo había hecho. Ese era un logro. —Está bien, mamá, me tengo que ir. —Más o menos la verdad   de   la   situación. No   la   engañaría   con te   llamo    más tarde o hablaremos pronto—. Adiós, mamá. —Resulta que, el saber que es tu último adiós no significa que sea fácil.
Cuando se había se secado los ojos (su resolución se había derrumbado al segundo que colgó) y volvió al dormitorio, Caine estaba de espaldas a la pared en su cama, con las piernas para arriba con los codos equilibrados sobre sus rodillas. Estaba charlando con Naya, pero se interrumpió para hacer una pregunta. —¿Crees que deberíamos haberlo roto?
—Creo que ya hemos experimentado suficiente mala suerte con los espejos, ¿no? —Bobbie medio sonrió, esperando no demostrar que acababa de perder la mitad de su peso corporal en lágrimas—. No necesito otros siete años aparte de esta semana.
Caine le devolvió la sonrisa,  mirándola  bajo  unas  cejas  oscuras. —De ninguna manera voy a dormir. ¿Y si llega en la noche?
—Totalmente —concordó Naya—. ¿Podríamos dormir por turnos?
Él sacudió la cabeza. —De ninguna manera. No quiero morir en mi sueño como un viejo abuelo. Si ella viene... que venga, pero le voy a dar una pelea.
Siguió un silencio en el que Bobbie y Naya no necesitaron decir que no dormirían tampoco. Esto era todo. Un sueño más. El pensamiento de lo que el mañana podría traer era demasiado para su cerebro  cansado  como  para  procesar. En el  otro  lado  de  esta noche algo esperaba. Cuando el silencio se hizo insoportable, Bobbie dijo, con un brillo en sus ojos—: ¿Alguien sabe alguna historia de fantasmas?


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Mensaje por mariateresa Jue 26 Oct - 10:35

Hooo que miedo mas grande.
Mi teoria el profe pervertido la embarazo y despues la obligo a abortar y ella no quizo y el la mato.
Lo que dice Judy no le creo pienso que ella de esa manera justifica lo crueles que fueron con Mary.
Se ve que ella lo unico que queria era amor y compañia.
Gracias ross


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Mensaje por yiniva Jue 26 Oct - 14:25

Que miedo tener a Mary en la cama Lectura #2 Octubre 2017 - Página 4 811583825, pero por lo menos gracias al libro que dejo, dieron con Judy, y los pudo ayudar aunque fuera un poquito, que habrá pasado con ella y con el bebe, y que hizo el profesor gandalla.


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Mensaje por Atómic_Mellark Jue 26 Oct - 14:27

Lo sé! !
Estos capas están de ñaaaaaaaa


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Mensaje por Veritoj.vacio Jue 26 Oct - 22:05

Esto se complica cada vez mas y se quedan sin tiempo, no se si de algo sirva todo lo que estan descubriendo, para mi que es como trama de Susan Hill


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Mensaje por Atómic_Mellark Dom 29 Oct - 6:03

Mi señal ha fallado ya les me pongo na día ene el día

Disculpen las molestias


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Mensaje por Atómic_Mellark Dom 29 Oct - 19:50

21
Inesperado


Eventualmente, Bobbie ya no podía resistir la pesadez de sus párpados y se dejó llevar a la deriva. En un momento escuchaba a Naya relatar su experiencia cercana a la muerte tipo drive-by6 en Brooklyn y al siguiente se encontraba en un cementerio.
Era una sofocante y húmeda noche, el aire caliente besaba su piel. Una bienvenida y muy necesitada brisa arremolinó las hojas de verano mientras ella corría entre el bosque, su vestido de ve rano rosando sus muslos. Ella se reía. Él la perseguía —jugaban a las escondidas. Bobbie sabía que no era la primera vez que había estado allí; este era su lugar especial: un lugar donde podían reunirse lejos de las miradas indiscretas de Piper’s Hall.
Bobbie se escondió detrás de un árbol, con la mano sobre su boca para ahogar la risa. No me va a encontrar ahora. Por supuesto, ella tenía muchas ganas de ser encontrada. Cuando ya no escuchó sus pasos, se arriesgó a mirar alrededor del grueso tronco solo para encontrarlo listo para ella al otro lado. Con un rugido de león, se le abalanzó, y ella cayó en sus brazos.
Le dio vueltas y vueltas en el aire, haciendo piruetas entre las lápidas. Esta parte del cementerio estaba oculta de los ojos de la escuela y la iglesia, por los árboles y setos. Era su lugar.
Con una cálida mano, él tomó el rostro de Bobbie. Esta noche él tenía sus mangas de franela enrolladas hasta su codo y ella solo llevaba su vestido de verano de Piper’s Hall y sandalias abiertas. Su cabello estaba suelto, libre. No era tímida con él, lo besó en los labios primero, con avidez buscando su lengua. Con un fuerte brazo la levantó sin esfuerzo a un largo y plano sarcófago. Bobbie se recostó, agradeciendo

6 El drive -by e s una forma corta de re fe rirse al té rmino inglé s drive -by shooting. Consiste e n un tirote o donde los atacante s disparan con armas de fue go, de sde un automóvil e n movimie nto hacia un áre a, lugar o pe rsonas.
 
la fría piedra en sus calientes y pegajosas piernas. Kenton se subió encima de ella. Le acarició su cuello, depositó beso tras beso en su piel, ella abrió sus ojos el tiempo suficiente para ver por encima del hombro de él y se maravilló con el puñado de estrellas que adornaban el cielo nocturno. Nunca había visto tantas, y sentía como si todas estuvieran brillando para ellos.
Un exquisito escalofrío recorrió su cuerpo, y se dejó llevar.
Bobbie se despertó sobresaltada, y tiró las telarañas de cabello de su cara. Confundió su edredón con Millar,  frenéticamente empujándolo. Le  tomó  un  segundo   darse   cuenta   de   dónde estaba. Demasiado para no quedarse dormida. Medio temiendo que Mary estuviera en su cama de nuevo, llevó sus rodillas hasta el pecho, sentada en posición vertical.
El sueño la había asustado —tanto como cualquier cicatriz fantasmal o visiones en el espejo. Se sentía sucia, como si las manos de Millar en realidad hubieran estado en su piel. Se estaba haciendo incómodamente real. Mary pudo haberlo disfrutado, pero sin duda ella no. ¿Cómo pudo Mary haber sido tan estúpida?
La habitación permanecía en silencio, sin embargo. La luz nacarada del amanecer se filtraba bajo las cortinas y dos cuerpos dormían pacíficamente con ella: Caine se hallaba tendido en el suelo en un saco de dormir, con las manos metidas detrás de su cabeza. Bobbie tuvo el fuerte impulso de acomodarse bajo su axila y usar su hombro como almohada, de buscar consuelo en sus brazos. El cálido sentimiento en su interior que llegaba cuando estaba con Caine era exactamente lo contrario del sentimiento que cuando estaba con Millar
—él se sentía tan oscuro y asfixiante como el alquitrán.
De  una  manera   extraña   se   hallaba   agradecida;   a   causa de Mary, ella y Caine estaban juntos. Si esta era su última semana en la tierra, al menos podría decir que lo había sentido. Fue como cuando la primavera llega por fin después de toda una vida de invierno. Miraba a Caine ahora, sus ojos cerrados y labios carnosos muy ligeramente entreabiertos, ella finalmente lo consiguió.
Los ojos de él se abrieron y Bobbie desvió la mirada, esperando que no la hubiera atrapado mirándolo fijamente. En una escala periódica de espeluznante, vigilar a la gente dormida era seguramente el número uno. Él parpadeó y frunció el ceño, como si estuviera momentáneamente confundido por el entorno extraño antes de recordarlo.
—Oye —graznó—. ¿Estás bien?
—Todavía estamos vivos. —Bobbie metió su cabello detrás de su oreja—. O el infierno es un internado de niñas.
—Ambos podrían ser verdad —dijo Naya, su cabeza aún de cara a su almohada. Bobbie sabía cómo se sentía. Las ganas de quedarse en la cama y de alguna manera dormir seis días, eran muy tentadoras.
 
—No —continuó Caine—, me refería a tu cara. —Incluso con los ojos hinchados y la ropa arrugada, todavía era precioso. Bobbie se estremeció al pensar lo horrible que lucía un minuto después de despertarse. La noche anterior había descubierto (con un poco de vergüenza) que no tenía nada ni siquiera parecido a una pijama ligera o sexy. Su pijama azul-bebe con esponjosas nubes blancas, increíblemente, eran una de las menos embarazosas.
La preocupación en los ojos él, sin embargo, pronto supero su vergüenza. —¿Qué? ¿Qué pasa con mi cara?
—Tienes nuevos cortes en la cara.
Las manos de Bobbie volaron a sus mejillas. Consciente de que  no había un espejo en la habitación, trazó su piel. Y efectivamente había cuatro o cinco nuevas cicatrices en su frente y sus pómulos. —Oh Dios —dijo, y vio el pánico llenar los  ojos de  Caine —. No. No, está bien. No me duelen, te lo prometo. —Sí dolían pero solo un poco.
La cabeza de Naya se giró hacia ella. —¿Estás segura, cariño?
Bobbie asintió, aunque estaba desesperada por verse a  sí  misma. Tenía que resistir la tentación.
—Este es entonces. —Caine se sentó y se alisó su camiseta—. Día
cinco.
—Se siente como cualquier otro día —señaló Bobbie. Los pájaros
cantaban como siempre en los árboles a  fuera  de su ventana,            comunicándose a distancia sin ninguna preocupación.
—En cierto modo me esperaba no ver la luz —admitió Caine—. Me
quedé despierto hasta que salió el sol, por si acaso. —Tal vez la había visto dormir. Curiosamente, no le importó. La hacía sentir segura.
—Lo siento por cabecear. —Bobbie se puso sus gafas—. No pude evitarlo.
—No te preocupes. —Caine lucía como que quisiera mucho unirse a ella en su cama—. Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Bobbie se bajó de la cama y abrió las cortinas con Naya soltando una palabrota. Era otro día de niebla y con brisa. Solo un jueves. Nadie más había recibido el memo de lo importante que era este jueves. Dios sabía que los pájaros estarían muy alegres sobre esto. —No sé, para ser honesta. No tenía un plan por si llegáramos tan lejos. No hay clases hoy. Supongo que la mayoría de las chicas estarán dentro de Oxsley o simplemente estarán viendo la televisión.
Caine no pareció impresionado con esas opciones. —Tal vez tengamos hasta el final del día: como cinco días completos. Eso nos da como dieciséis horas para resolver como ponerle fin a esa bruja mental.
Bobbie asintió. —Tienes razón. Solo que no puedo pensar qué más podemos hacer. Quiero decir, hemos agotado todas las pistas medio raras que nos han dado. Es como si Mary no quisiera que lo solucionemos.
 
—Si está enterrada podía estar en cualquier parte —murmuró Naya por debajo de su edredón—. Literalmente en cualquier lugar. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? ¿Iniciar una excavación?
Bobbie se rio entre dientes. —No es una terrible idea. Naya empujó el edredón a un lado. —¿Hablas en serio?
—No me refería a la parte cavar, me refería a lo de encontrar su cuerpo. —Bobbie se sentó en el pupitre y puso sus gafas sobre este—. Sabemos que Mary fue una persona en la vida real, porque Judy fue a la escuela con ella, pero no hay ningún registro de su inicio en la escuela y no está en los anuarios de los antiguos alumnos.
—¿Tal vez podríamos hablar con la Dra. Price? —sugirió Naya.
—Hmm. Ella ya tiene sospechas y no comenzó aquí hasta hace pocos años antes de nosotros, así que no veo cómo podría ayudar, realmente. Caine y yo miramos el cementerio ayer y no está enterrada allí.
—Eso no quiere decir nada —dijo Caine—. Ella huyó. Podría estar enterrada en cualquier lugar. Como en cualquier parte del mundo.
Bobbie entrecerró los ojos. —Sin embargo, creo que es algo que vale la pena considerar. ¿No es una de esas cosas? ¿Si no pones un cuerpo a descansar en tierra sagrada y todo eso?
Caine se encogió de hombros. —No sé. Podría valer la pena darle otra mirada al cementerio, tanto yo como Bridget soñamos sobre eso.
                           Bobbie suspiró. —Yo también. Caine, creo que nuestros sueños
finalmente se sincronizaron anoche.
Sus ojos se abrieron. —¿Sí? —Se sonrojó—. Oh, claro.
—Veo por qué no quieres hablar de ellos...
Él la miró y no pudo evitar un fantasma de sonrisa en sus labios.
—Oh consíganse una habitación —reprendió Naya—
. Preferiblemente la de alguien más. —Pateó su edredón, resignándose a estar despierta.
La boca de Bobbie se abrió. De ninguna manera. Parpadeó, pero no cambió nada. Realmente, realmente estaba viendo esto.
Naya se bajó de la cama y Caine retrocedió, retorciéndose por el suelo en su saco de dormir, él tenía miedo de acercarse a ella.
Naya se resintió ante su reacción. —¿Qué diablos está mal con…?
—Y luego se detuvo, porque se encontraba de  pie,  podía  verlo también. Sus manos volaron para cubrir su boca. Su respiración tembló y jadeó como una perdida y frágil niña.
Naya estaba muy, muy embarazada.


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