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Lectura Agosto 2018
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura Agosto 2018
Que mala onda la amigas, Jason es un creído, debió preguntarle a Haley directamente.
gracias por los capítulos
gracias por los capítulos
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Agosto 2018
No creo que lo deje vivo cuando se de cuenta que no ha confiado en ella, sobre todo por que ha tomado sin preguntar algo que era importante para ella.DIOS que arpias.Un 10 por la familia de Jason.
gracias por los capis
gracias por los capis
alexana- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Edad : 53
Localización : petrer
Re: Lectura Agosto 2018
alexana escribió:No creo que lo deje vivo cuando se de cuenta que no ha confiado en ella, sobre todo por que ha tomado sin preguntar algo que era importante para ella.DIOS que arpias.Un 10 por la familia de Jason.
gracias por los capis
Si, presiento que la celebración de la siguiente semana se va a ir al carajo, sea lo q sea q hubiera planeado. Además Jason fue tan inconsciente que ni siquiera uso protección,
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Agosto 2018
gracias, Jason la cagó medio a medio y todo por no confiar en Haley
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 21
Jason no pudo evitar sonreír mientras miraba a su pequeño saltamontes. No sólo había demostrado que Haley lo amaba, sino que ése había sido el sexo más caliente de su vida. Había estado tan increíblemente caliente y húmeda y tan jodidamente apretada que casi había explotado cuando él la había penetrado.
Los últimos dos meses habían sido definitivamente dignos de la espera. El sexo nunca se había sentido tan bien antes. Sólo de pensar en lo bueno que era tenía a su pene endurecido por más.
—¡Suéltame! —dijo Haley, empujándolo lejos.
Confundido como el infierno, Jason se alejó de ella.
—¿Qué va mal?
—¿Tuviste sexo conmigo porque alguien te dijo que no tendría sexo contigo? ¿Has tenido relaciones sexuales para demostrar que alguien está equivocado? —Maldición ella casi gritó.
Él levantó las manos en forma de defensa, con la esperanza de calmarla, pero las dejó caer al recordar que ella no podía ver.
—¡No es así!
—¿Oh? ¿Entonces nadie te dijo que no iba a dormir contigo?
Se pasó una mano por el cabello, preguntándose cómo había ido mal tan rápido.
—Mira —suspiró—, tal vez deberíamos ir adentro y hablar de esto.
—¿Ahora? ¿Ahora quieres hablar de esto? —preguntó ella, tratando de caminar pasando junto a él y casi se cae a la piscina. Él rápidamente la atrapó. Tan pronto como ella se mantuvo estable, apartó sus manos y caminó con cautela alrededor de la piscina.
—¡No puedo creer que hayas hecho esto!
Eso lo tomó por sorpresa.
—¿Qué diablos quieres decir? ¿Cómo fue exactamente esto una sorpresa? Soy tu jodido novio Haley. Esto tenía que suceder tarde o temprano con la forma en que íbamos el uno al otro.
—¡El hecho de que estamos saliendo no significaba que iba a dormir contigo! —dijo ella abruptamente.
Santa mierda...
Ellas habían estado en lo cierto.
—¿Nunca pensabas dormir conmigo? —preguntó, sin molestarse en ocultar lo enojado que estaba.
—¡Yo no estaba segura todavía! ¡Hasta hace diez minutos no me había hecho a la idea!
Él rodeó la piscina justo mientras Haley encontraba sus gafas y se las ponía.
—¿Estabas jodidamente jugando conmigo? —exigió él.
Cuando ella no respondió, continuó.
—Tus amigas tenían razón. ¡Estabas disfrutando mucho jugando conmigo! —gritó, por primera vez desde que la conoció sin importarle que la hizo estremecerse—. ¿Presumiste que me pusiste de rodillas y me mantuviste jadeante? ¿Era está la venganza por todas las tonterías que te hice pasar a través de los años? ¿Incluso te importo un poco, o todo esto fue un jodido juego para ti?
—¿Un juego? —preguntó ella, secándose las lágrimas que Jason no dejaría que le afectaran. ¿Ella estaba molesta? Demasiado jodidamente mal porque él estaba enojado. Ella había jugado con él.
—¿Tienes el coraje de gritarme cuando acabas de tomar mi virginidad para demostrar algo? —preguntó ella.
Se quedó helado.
¿Una virgen?
Ella había estado apretada, pero...
—Oh Dios mío —dijo con voz ronca.
—No sé con quién hablaste, bueno, tengo una idea de quién, pero dejaron fuera un elemento muy importante. Me estaba guardando para el hombre con el que pensé que pasaría el resto de mi vida. Es por eso que no me acostaba contigo —dijo, claramente tratando de contener las lágrimas.
Mientras que toda la ira se drenaba de él. Extendió la mano para tirar de ella en sus brazos sólo para que sus manos fueran débilmente manoteadas.
—¡Tú estabas tan ansioso por demostrar algo que ni siquiera te detuviste a pensar en lo que estabas haciendo!
—Nena —dijo, manteniendo su tono de voz suave—, si hubiera sabido que eras virgen lo habría hecho de otra manera, pero no puedo arrepentirme de esto.
Tomó un aliento tranquilizador.
—Estoy enamorado de ti Haley.
—¡Ay! —dijo que cuando su pequeño saltamontes le dio una patada en la espinilla—. ¿Qué demonios fue eso? ¿Te dije que te amo y me atacas?
—¡Eso es por ser un idiota! ¿Esperas hasta arruinarlo para sacar la artillería pesada? ¿Qué te parece decírmelo y hacer el amor conmigo porque me amas y no porque sentías que tenías algo que demostrar?
Él asintió con la cabeza solemnemente mientras se acercaba a ella.
—Eso suena razonable. Vamos a entrar y voy a hacerlo bien.
—¿Estás loco? ¿Crees que voy a dejar que me toques después de lo que acaba de suceder?
—Lo siento mucho por esto —dijo él, alcanzándola de nuevo.
—¿En realidad pensabas que podría hacerte daño? Eso es peor que cualquier cosa que has hecho aquí esta noche —dijo ella gesticulando hacia la piscina—. Debería haber sido más que evidente que te amaba —murmuró, secándose frenéticamente las lágrimas que corrían por su rostro.
Jason sintió su corazón romperse mientras la miraba.
—Haley, lo siento mucho.
Haley ignoró su disculpa y él no podía decir que realmente la culpara en este momento.
—Estabas tan ocupado tratando de demostrar que no estaba jugando que no pensaste.
—¿Qué estás...?
—Jason, no llevo control de natalidad y tú no usaste condón —dijo ella, interrumpiéndolo.
—Oh mierda —murmuró. Él lo había jodido de tantas maneras esta noche que no estaba seguro de por dónde empezar, pero sabía cuál por una puta vez era la más importante.
—Oh mierda está bien —espetó Haley, abriendo la puerta corredera de cristal y entrando.
Nunca se había olvidado de ponerse un condón antes. Ni una sola vez. Se lamió los labios repentinamente secos.
—Haley, tenemos que hablar.
—Deberías haber pensado en eso antes —dijo ella, volviendo la espalda a él.
—Haley, por favor no lo hagas.
—Sólo déjame sola, Jason —dijo ella, cerrando la puerta con llave.
Ella simplemente estaba enojada, se dijo mientras esperaba a que volviera y le diera otro pedazo de su mente. Él lo había jodido a lo grande, pero ambos habían sabido desde el principio que probablemente iba a hacer eso.
Después de unos minutos estaba seguro de que se daría cuenta de que él nunca realmente creyó que podría hacerle daño. Él la amaba. Ella tenía que saber que él no la amaría menos que confiara en ella. Ella sólo necesitaba unos minutos para tranquilizarse.
Cuando unos minutos se convirtieron en treinta minutos se obligó a moverse. Sólo necesitaba disculparse con ella. Saltó por encima de la pequeña valla que separaba sus propiedades y se dirigió a su ventana más que dispuesto a rogar y suplicar si eso es lo que necesitaba para conseguir que ella le escuchara, cuando el sonido de sus sollozos le llamó la atención.
—¿Haley?
No hubo respuesta.
Se quedó allí preguntándose qué diablos tenía que hacer. De repente meterse en su habitación y suplicarle no le pareció tan buena idea. Ella necesitaba tiempo para pensar, probablemente más tiempo de lo que él le había dado.
—Estaré en mi habitación cuando estés lista para hablar. Así que, sólo grita o llama cuando estés lista —dijo él en voz alta, sintiéndose como un idiota inútil y sin tener ni idea de qué carajo hacer. Se fue con la esperanza de que ella acudiera a él cuando estuviera lista.
Los últimos dos meses habían sido definitivamente dignos de la espera. El sexo nunca se había sentido tan bien antes. Sólo de pensar en lo bueno que era tenía a su pene endurecido por más.
—¡Suéltame! —dijo Haley, empujándolo lejos.
Confundido como el infierno, Jason se alejó de ella.
—¿Qué va mal?
—¿Tuviste sexo conmigo porque alguien te dijo que no tendría sexo contigo? ¿Has tenido relaciones sexuales para demostrar que alguien está equivocado? —Maldición ella casi gritó.
Él levantó las manos en forma de defensa, con la esperanza de calmarla, pero las dejó caer al recordar que ella no podía ver.
—¡No es así!
—¿Oh? ¿Entonces nadie te dijo que no iba a dormir contigo?
Se pasó una mano por el cabello, preguntándose cómo había ido mal tan rápido.
—Mira —suspiró—, tal vez deberíamos ir adentro y hablar de esto.
—¿Ahora? ¿Ahora quieres hablar de esto? —preguntó ella, tratando de caminar pasando junto a él y casi se cae a la piscina. Él rápidamente la atrapó. Tan pronto como ella se mantuvo estable, apartó sus manos y caminó con cautela alrededor de la piscina.
—¡No puedo creer que hayas hecho esto!
Eso lo tomó por sorpresa.
—¿Qué diablos quieres decir? ¿Cómo fue exactamente esto una sorpresa? Soy tu jodido novio Haley. Esto tenía que suceder tarde o temprano con la forma en que íbamos el uno al otro.
—¡El hecho de que estamos saliendo no significaba que iba a dormir contigo! —dijo ella abruptamente.
Santa mierda...
Ellas habían estado en lo cierto.
—¿Nunca pensabas dormir conmigo? —preguntó, sin molestarse en ocultar lo enojado que estaba.
—¡Yo no estaba segura todavía! ¡Hasta hace diez minutos no me había hecho a la idea!
Él rodeó la piscina justo mientras Haley encontraba sus gafas y se las ponía.
—¿Estabas jodidamente jugando conmigo? —exigió él.
Cuando ella no respondió, continuó.
—Tus amigas tenían razón. ¡Estabas disfrutando mucho jugando conmigo! —gritó, por primera vez desde que la conoció sin importarle que la hizo estremecerse—. ¿Presumiste que me pusiste de rodillas y me mantuviste jadeante? ¿Era está la venganza por todas las tonterías que te hice pasar a través de los años? ¿Incluso te importo un poco, o todo esto fue un jodido juego para ti?
—¿Un juego? —preguntó ella, secándose las lágrimas que Jason no dejaría que le afectaran. ¿Ella estaba molesta? Demasiado jodidamente mal porque él estaba enojado. Ella había jugado con él.
—¿Tienes el coraje de gritarme cuando acabas de tomar mi virginidad para demostrar algo? —preguntó ella.
Se quedó helado.
¿Una virgen?
Ella había estado apretada, pero...
—Oh Dios mío —dijo con voz ronca.
—No sé con quién hablaste, bueno, tengo una idea de quién, pero dejaron fuera un elemento muy importante. Me estaba guardando para el hombre con el que pensé que pasaría el resto de mi vida. Es por eso que no me acostaba contigo —dijo, claramente tratando de contener las lágrimas.
Mientras que toda la ira se drenaba de él. Extendió la mano para tirar de ella en sus brazos sólo para que sus manos fueran débilmente manoteadas.
—¡Tú estabas tan ansioso por demostrar algo que ni siquiera te detuviste a pensar en lo que estabas haciendo!
—Nena —dijo, manteniendo su tono de voz suave—, si hubiera sabido que eras virgen lo habría hecho de otra manera, pero no puedo arrepentirme de esto.
Tomó un aliento tranquilizador.
—Estoy enamorado de ti Haley.
—¡Ay! —dijo que cuando su pequeño saltamontes le dio una patada en la espinilla—. ¿Qué demonios fue eso? ¿Te dije que te amo y me atacas?
—¡Eso es por ser un idiota! ¿Esperas hasta arruinarlo para sacar la artillería pesada? ¿Qué te parece decírmelo y hacer el amor conmigo porque me amas y no porque sentías que tenías algo que demostrar?
Él asintió con la cabeza solemnemente mientras se acercaba a ella.
—Eso suena razonable. Vamos a entrar y voy a hacerlo bien.
—¿Estás loco? ¿Crees que voy a dejar que me toques después de lo que acaba de suceder?
—Lo siento mucho por esto —dijo él, alcanzándola de nuevo.
—¿En realidad pensabas que podría hacerte daño? Eso es peor que cualquier cosa que has hecho aquí esta noche —dijo ella gesticulando hacia la piscina—. Debería haber sido más que evidente que te amaba —murmuró, secándose frenéticamente las lágrimas que corrían por su rostro.
Jason sintió su corazón romperse mientras la miraba.
—Haley, lo siento mucho.
Haley ignoró su disculpa y él no podía decir que realmente la culpara en este momento.
—Estabas tan ocupado tratando de demostrar que no estaba jugando que no pensaste.
—¿Qué estás...?
—Jason, no llevo control de natalidad y tú no usaste condón —dijo ella, interrumpiéndolo.
—Oh mierda —murmuró. Él lo había jodido de tantas maneras esta noche que no estaba seguro de por dónde empezar, pero sabía cuál por una puta vez era la más importante.
—Oh mierda está bien —espetó Haley, abriendo la puerta corredera de cristal y entrando.
Nunca se había olvidado de ponerse un condón antes. Ni una sola vez. Se lamió los labios repentinamente secos.
—Haley, tenemos que hablar.
—Deberías haber pensado en eso antes —dijo ella, volviendo la espalda a él.
—Haley, por favor no lo hagas.
—Sólo déjame sola, Jason —dijo ella, cerrando la puerta con llave.
Ella simplemente estaba enojada, se dijo mientras esperaba a que volviera y le diera otro pedazo de su mente. Él lo había jodido a lo grande, pero ambos habían sabido desde el principio que probablemente iba a hacer eso.
Después de unos minutos estaba seguro de que se daría cuenta de que él nunca realmente creyó que podría hacerle daño. Él la amaba. Ella tenía que saber que él no la amaría menos que confiara en ella. Ella sólo necesitaba unos minutos para tranquilizarse.
Cuando unos minutos se convirtieron en treinta minutos se obligó a moverse. Sólo necesitaba disculparse con ella. Saltó por encima de la pequeña valla que separaba sus propiedades y se dirigió a su ventana más que dispuesto a rogar y suplicar si eso es lo que necesitaba para conseguir que ella le escuchara, cuando el sonido de sus sollozos le llamó la atención.
—¿Haley?
No hubo respuesta.
Se quedó allí preguntándose qué diablos tenía que hacer. De repente meterse en su habitación y suplicarle no le pareció tan buena idea. Ella necesitaba tiempo para pensar, probablemente más tiempo de lo que él le había dado.
—Estaré en mi habitación cuando estés lista para hablar. Así que, sólo grita o llama cuando estés lista —dijo él en voz alta, sintiéndose como un idiota inútil y sin tener ni idea de qué carajo hacer. Se fue con la esperanza de que ella acudiera a él cuando estuviera lista.
Haley pasó la mitad de la noche llorando y esperando a que Jason se arrastrara a través de la ventana y la abrazara. Cuando se dio cuenta de que eso no iba a suceder agarró una almohada y una manta y se dirigió al sofá, incapaz de dormir en su propia cama sin Jason.
No podía creer lo mucho que esto duele. Había sido una idiota al pensar que podía prepararse para este momento. La pérdida de Jason era bastante dura, pero la forma en que la había lastimado...
En una noche al parecer había perdido tanto, a su mejor amigo, su novio, su virginidad y su corazón. Además de eso parecía que había perdido a algunas de sus amigas, lo que realmente le importaba un bledo a decir verdad. Había toda una razón tras el por qué ella seguía posponiendo la noche de chicas y tenía muy poco que ver con Jason. Ellas habían formado parte de la antigua vida de Haley, la versión fácil de convencerse a sí misma en la que nunca hablaba por su cuenta y dejaba que otros la presionaran. Hace unos meses, cuando empezaron a molestarla sobre Jason y le hicieron saber que no podían creer que Jason se conformara con alguien como ella, debería haberlas sacado de su vida, pero vaciló. No le gustaba lastimar los sentimientos de nadie y al parecer Jason no sabía eso de ella.
¿Cómo podía haber pensado que iba a hacerle eso a él? Ella sólo podía imaginar lo que Amy y su amiga Kate, bueno, sobre todo Kate, podrían haberle dicho para molestarlo, pero lo que no podía entender es por qué no habló con ella primero.
La verdad es que era una conversación que deberían haber tenido en un principio, pero eso no es excusa para su comportamiento. Él se propuso a seducirla a consecuencia de ser condenado. No le importó si ella tenía sus razones para querer esperar o cómo se sentía en realidad. Sólo se había preocupado de sí mismo.
Lamentó no haberse dado cuenta de eso antes, sobre todo antes de la última noche. Todos estos años perdidos, ¿y para qué? Una experiencia horrible que nunca podría recuperar. Sólo por eso nunca sería capaz de perdonar a Jason.
No podía creer lo mucho que esto duele. Había sido una idiota al pensar que podía prepararse para este momento. La pérdida de Jason era bastante dura, pero la forma en que la había lastimado...
En una noche al parecer había perdido tanto, a su mejor amigo, su novio, su virginidad y su corazón. Además de eso parecía que había perdido a algunas de sus amigas, lo que realmente le importaba un bledo a decir verdad. Había toda una razón tras el por qué ella seguía posponiendo la noche de chicas y tenía muy poco que ver con Jason. Ellas habían formado parte de la antigua vida de Haley, la versión fácil de convencerse a sí misma en la que nunca hablaba por su cuenta y dejaba que otros la presionaran. Hace unos meses, cuando empezaron a molestarla sobre Jason y le hicieron saber que no podían creer que Jason se conformara con alguien como ella, debería haberlas sacado de su vida, pero vaciló. No le gustaba lastimar los sentimientos de nadie y al parecer Jason no sabía eso de ella.
¿Cómo podía haber pensado que iba a hacerle eso a él? Ella sólo podía imaginar lo que Amy y su amiga Kate, bueno, sobre todo Kate, podrían haberle dicho para molestarlo, pero lo que no podía entender es por qué no habló con ella primero.
La verdad es que era una conversación que deberían haber tenido en un principio, pero eso no es excusa para su comportamiento. Él se propuso a seducirla a consecuencia de ser condenado. No le importó si ella tenía sus razones para querer esperar o cómo se sentía en realidad. Sólo se había preocupado de sí mismo.
Lamentó no haberse dado cuenta de eso antes, sobre todo antes de la última noche. Todos estos años perdidos, ¿y para qué? Una experiencia horrible que nunca podría recuperar. Sólo por eso nunca sería capaz de perdonar a Jason.
—Te quedaste sin huevos —gritó Mitch.
—No me importa —dijo Jason, sin apartar los ojos de la puerta delantera de Haley.
Alrededor de las tres de la mañana se había dado cuenta que había jodido esta situación aún más por no ir a ella. Pasó las siguientes dos horas repasando cada momento de la noche anterior, tratando de averiguar exactamente cuándo la había jodido y haciendo una lista. Después de que él se aseguró de que no había pasado por alto nada dobló la lista de tres páginas, adelante y atrás, y se la metió en el bolsillo trasero y salió fuera esperando por Haley para que así pudiera comenzar a pedir disculpas.
Contempló despertarla, pero entonces tendría algo más por lo que pedir disculpas, por lo que se conformó con esperar en su escalón de entrada. Hace media hora Mitch decidió reunirse con él después de que lo viera esperando fuera de su casa. No le había tomado mucho tiempo al otro hombre para saber que él la había jodido.
—¿Te vas a sentar aquí todo el día? —preguntó Mitch, saliendo por la puerta principal—. Me muero de hambre. Vamos a buscar algo para desayunar. Cuando volvamos, Haley estará despierta y podrás ir a arrastrarte.
Jason tercamente negó con la cabeza.
—No me iré hasta que hable con ella. Además, no tengo hambre.
—Santo Cristo —murmuró Mitch, santiguándose.
Ignoró a Mitch y se centró en la puerta delantera de Haley. Unos minutos más tarde se abrió y Haley salió a trompicones. Jason se puso de pie en cuestión de segundos y se dirigió a ella. En realidad no estaba seguro de cuánto tiempo más habría sido capaz de esperar antes de irrumpir en su casa y rogar por su perdón.
—Haley, yo... —Se detuvo cuando vio la gran bolsa de lona que ella estaba medio cargando, medio arrastrando—. ¿Qué está pasando?
Por primera vez en meses el rostro de Haley no se iluminó cuando lo vio. Ella empujó sus gafas por la nariz y volvió a tirar de la bolsa.
—Me voy —dijo en tono triste.
—¿Por cuánto tiempo? —le preguntó Jason, sintiendo como todo su mundo se derrumbaba a su alrededor.
—Una semana —dijo Haley, caminando junto a él mientras arrastraba la maldita bolsa.
¿Una semana? No, no podían estar separados por una semana. Eso era demasiado tiempo. Una semana pensando en lo mal que la había jodido y lo mucho mejor que estaría ella sin él no era lo que necesitaban. Tenían que resolver esto aquí y ahora, para que él pudiera seguir arrastrándose.
—No creo que sea una buena idea, Haley —dijo, levantando automáticamente la bolsa y colocándola en el baúl abierto de su auto por ella cuando empezó a luchar para levantarla—. ¿Por qué no vamos adentro y hablamos de esto?
Ella sacudió la cabeza con terquedad.
—No puedo. Si no voy, perderé unos mil dólares.
Hizo un gesto de desdén como si no fuera nada.
—Te los voy a reembolsar. Sólo quédate aquí y déjame explicarte lo de anoche.
—No hay nada que explicar, Jason —dijo Haley, sacudiendo la cabeza con tristeza—. Creo que es mejor si terminamos las cosas ahora.
Sus palabras se sintieron como un puñetazo en el estómago.
—Sólo estás enojada, Haley. Tal vez... tal vez tengas razón. Tal vez sólo necesitas una semana para pensar las cosas —dijo rápidamente, desesperado por hacer o decir algo que la hiciera volver de nuevo—. Tómate una semana, piensa en ello. Ambos sabíamos que la iba a joder en algún momento, mi pequeño saltamontes. Después de que pienses en ello te darás cuenta de que es todo lo que era. Luego volverás aquí y me arrastraré y vamos a dejar atrás esto.
Ni siquiera podía mirarlo cuando dijo—: Lo siento mucho, Jason.
Jason no podía moverse, apenas podía respirar cuando Haley se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento —dijo ella, sonando a punto de llorar—. Siempre seremos amigos —dijo, entregando el golpe mortal.
—No me importa —dijo Jason, sin apartar los ojos de la puerta delantera de Haley.
Alrededor de las tres de la mañana se había dado cuenta que había jodido esta situación aún más por no ir a ella. Pasó las siguientes dos horas repasando cada momento de la noche anterior, tratando de averiguar exactamente cuándo la había jodido y haciendo una lista. Después de que él se aseguró de que no había pasado por alto nada dobló la lista de tres páginas, adelante y atrás, y se la metió en el bolsillo trasero y salió fuera esperando por Haley para que así pudiera comenzar a pedir disculpas.
Contempló despertarla, pero entonces tendría algo más por lo que pedir disculpas, por lo que se conformó con esperar en su escalón de entrada. Hace media hora Mitch decidió reunirse con él después de que lo viera esperando fuera de su casa. No le había tomado mucho tiempo al otro hombre para saber que él la había jodido.
—¿Te vas a sentar aquí todo el día? —preguntó Mitch, saliendo por la puerta principal—. Me muero de hambre. Vamos a buscar algo para desayunar. Cuando volvamos, Haley estará despierta y podrás ir a arrastrarte.
Jason tercamente negó con la cabeza.
—No me iré hasta que hable con ella. Además, no tengo hambre.
—Santo Cristo —murmuró Mitch, santiguándose.
Ignoró a Mitch y se centró en la puerta delantera de Haley. Unos minutos más tarde se abrió y Haley salió a trompicones. Jason se puso de pie en cuestión de segundos y se dirigió a ella. En realidad no estaba seguro de cuánto tiempo más habría sido capaz de esperar antes de irrumpir en su casa y rogar por su perdón.
—Haley, yo... —Se detuvo cuando vio la gran bolsa de lona que ella estaba medio cargando, medio arrastrando—. ¿Qué está pasando?
Por primera vez en meses el rostro de Haley no se iluminó cuando lo vio. Ella empujó sus gafas por la nariz y volvió a tirar de la bolsa.
—Me voy —dijo en tono triste.
—¿Por cuánto tiempo? —le preguntó Jason, sintiendo como todo su mundo se derrumbaba a su alrededor.
—Una semana —dijo Haley, caminando junto a él mientras arrastraba la maldita bolsa.
¿Una semana? No, no podían estar separados por una semana. Eso era demasiado tiempo. Una semana pensando en lo mal que la había jodido y lo mucho mejor que estaría ella sin él no era lo que necesitaban. Tenían que resolver esto aquí y ahora, para que él pudiera seguir arrastrándose.
—No creo que sea una buena idea, Haley —dijo, levantando automáticamente la bolsa y colocándola en el baúl abierto de su auto por ella cuando empezó a luchar para levantarla—. ¿Por qué no vamos adentro y hablamos de esto?
Ella sacudió la cabeza con terquedad.
—No puedo. Si no voy, perderé unos mil dólares.
Hizo un gesto de desdén como si no fuera nada.
—Te los voy a reembolsar. Sólo quédate aquí y déjame explicarte lo de anoche.
—No hay nada que explicar, Jason —dijo Haley, sacudiendo la cabeza con tristeza—. Creo que es mejor si terminamos las cosas ahora.
Sus palabras se sintieron como un puñetazo en el estómago.
—Sólo estás enojada, Haley. Tal vez... tal vez tengas razón. Tal vez sólo necesitas una semana para pensar las cosas —dijo rápidamente, desesperado por hacer o decir algo que la hiciera volver de nuevo—. Tómate una semana, piensa en ello. Ambos sabíamos que la iba a joder en algún momento, mi pequeño saltamontes. Después de que pienses en ello te darás cuenta de que es todo lo que era. Luego volverás aquí y me arrastraré y vamos a dejar atrás esto.
Ni siquiera podía mirarlo cuando dijo—: Lo siento mucho, Jason.
Jason no podía moverse, apenas podía respirar cuando Haley se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento —dijo ella, sonando a punto de llorar—. Siempre seremos amigos —dijo, entregando el golpe mortal.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 22
Haley apenas se contuvo de buscar a Jason cuando salió al exterior y vio que se había ido. Fue lo mejor, se dijo a sí misma mientras lanzaba su pequeña mochila al maletero. Lo cerró y caminó lentamente hacia el lado del conductor, esperando atrapar una última mirada de él.
A pesar de que siempre había sabido que no tenían futuro, no podía dejar de sentirse decepcionada. Él había renunciado a ella demasiado fácil. Quizás era algo bueno que hubieran terminado entonces, se dijo. Si se dio por vencido tan fácilmente, entonces no le importaba ella realmente y era mejor que lo descubriera ahora.
Al menos es por eso, intentó decírselo a sí misma por las siguientes tres horas mientras conducía. Cada cinco minutos revisaba para asegurarse que su teléfono aún funcionaba o se detenía de llamarlo. Sólo quería escuchar su voz.
Sabía que todo había terminado entre ellos, pero eso no significaba nada para su corazón. Todo lo que quería hacer era detener el auto, acurrucarse en una bola y llorar, pero no se permitiría liberarse, aún no. Cuando llegara a la cabaña, entonces se permitiría romperse con privacidad y usaría la semana para reparar su corazón.
Después de que terminara esta semana, en realidad no sabía qué iba a hacer. Le había dicho que siempre serían amigos, pero verdaderamente no se creía capaz de verlo día tras días y sobrevivir después de eso. Peor aún, ¿qué haría cuando una mujer la despertara gritando el nombre de Jason después de que él la hiciera a un lado? Haley no sería capaz de sobrevivir sabiendo que había estado con otra.
Durante la siguiente semana, cuando no estuviera llorando, o embriagándose hasta el olvido, descubriría qué hacer con el trabajo y su casa. Si las cosas llegaban a lo peor, podría rentarla y encontrar un apartamento aunque sólofuera temporal. El trabajo sería otro tema. En este momento trabajaba en una de las más prestigiosas escuelas del país, pero sabía que si se iba, lo más probable era que terminaría trabajando en una escuela pública por mucho menos dinero.
Su retumbante estómago, afortunadamente, la sacó de sus pensamientos más bien deprimentes. Tomó la siguiente salida de la autopista. Diez minutos más tarde estaba de vuelta en la carretera y frunciendo el ceño a su compra, un jugo de naranja extra grande, tres rollos de café, dos magdalenas y tres pasteles de manzana.
—Genial, me tiene entrenada —murmuró, haciendo rodar los ojos. O bien tendría que salirse del hábito de ordenar para un pequeño ejército o se volvería gorda, pensó con un suspiro. Cogió uno de los rollos de café y dio un pequeño mordisco antes de ponerlo abajo y tomar un sorbo de jugo.
Cuando una canción especialmente molesta sonó en la radio, pasó un minuto buscando una canción decente. Cuando finalmente encontró una, cogió su rollo de café y frunció el ceño al producto de panadería a medio comer.
Aparentemente, había comido más de lo que pensaba. Genial, estaba comiendo por la depresión y no tenía duda de que sería tan grande como una casa para cuando iniciara la temporada escolar en un par de semanas. Dio un mordisco a su rollo de café, lo puso de nuevo en el asiento del acompañante y tomó su ahora medio vacío jugo.
—¿Qué demonios? —murmuró, apartando los ojos de la carretera para ver la cantidad insana de comida que había comprado. ¿Acaso no había comprado dos magdalenas y tres pasteles de manzana? Ahora sólo había uno de cada uno. Estaba comenzando a preguntarse si se estaba volviendo loca cuando una grande y bronceada mano apareció de repente, asustándola como el infierno.
Dejó escapar un grito de sorpresa, tirando el volante a la derecha y casi estrellándose contra un camión de remolque. Le tomó un par de segundos antes de que su cerebro comenzara a funcionar de nuevo, y cuando lo hizo, estrechó los ojos hacia la mano que estaba buscando ciegamente el jugo de naranja.
Mirando, estiró su mano y apretó el dorso de la mano. Duro.
—¡Ay!
Haley dio un rápido vistazo al asiento de atrás y maldijo. De alguna manera Jason se las había arreglado para doblar su enorme cuerpo en el piso de su auto mediano y cubrirse con la toalla grande que ella guardaba allí.
—¿Qué demonios estás haciendo?
Jason suspiró pesadamente mientas se sacaba la toalla y luchaba para levantarse del piso. Una vez estuvo sentado cómodamente en el asiento trasero, se inclinó y cogió su jugo de naranja.
—Tomar el desayuno. —Bebió un sorbo—. ¿Qué parece para ti?
—¿Por qué estás en mi auto? —demandó, mientras hacía lo que podía para mirarlo y mantener la conducción del auto en línea recta.
—¿Cómo más esperas que termináramos nuestra pelea? —preguntó, inclinándose hacia adelante para agarrar el último pastel de manzana. Dio un gran mordisco antes de sostenerlo en sus labios para que ella hiciera lo mismo.
Ella empujó su mano lejos.
—¿Qué diablos quieres decir con terminar nuestra pelea? Hemos terminado, Jason. Lo siento, pero se acabó —dijo, tratando de mantener la calma.
—No, no lo hicimos.
—Sí, lo hicimos.
—No lo creo —dijo calmadamente, terminando el resto de pastel como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—Por el amor de Dios, Jason, ¡te dejé! —le espetó, sintiendo el último hilo de paciencia romperse.
Alzó la vista hacia el espejo retrovisor cuando él no dijo nada por un minuto para encontrarlo con el ceño fruncido. Por último, negó con la cabeza.
—No, creo que habría recordado eso.
Su boca se abrió.
—De todos modos —continuó Jason como si no acabara de dejarla sin palabras con ese pequeño anuncio—, después de nuestra conversación, me di cuenta de que planeaste una semana lejos para nosotros y realmente no pude estar más de acuerdo. Una semana lejos es exactamente lo que necesitamos para trabajar en nuestros problemas.
—Oh Dios mío —murmuró ella—, estás loco.
Otro encogimiento de hombros indiferente.
—Así que, ¿adónde vamos de todos modos? —preguntó Jason, poniéndose cómodo.
—Nosotros no vamos a ninguna parte. Te voy a dejar en la siguiente parada. Puedes hacer autostop en tu camino de regreso a casa.
—Eso realmente no va a funcionar para mí —dijo Jason, dándole una sonrisa sexy cuando lo miró a través del espejo.
Su agarre se tensó sobre el volante mientras oraba por paciencia.
—Jason, se acabó. Lo siento, pero tienes que aceptarlo.
—No, no lo creo —dijo con calma, irritándola aún más.
—Jason —dijo ella con firmeza.
—Haley —se burló en el mismo tono, haciendo sus labios temblar, ¡maldito sea!
Ella suspiró pesadamente.
—Jason, realmente me lastimaste anoche. No creo que tú…
—Sé que verdaderamente la jodí, Haley, pero si recuerdas, te lo dije cuando empezamos, que lo más probable era que iba a arruinar esto —dijo, interrumpiéndola.
—Sí, lo hiciste, Jason, y anoche demostraste más allá de toda duda que no eres capaz de estar en una relación.
—No, anoche demostré que soy un maldito idiota —dijo con total naturalidad.
Ella no iba a discutir con eso, ya que había llegado a la misma conclusión después de escuchar lo que pasó, pero eso no quería decir que había cambiado de opinión.
—Jason, terminamos —dijo ella en voz más baja.
Él soltó un bufido.
—No, no terminamos.
—¡Sí, terminamos! ¡Deja de decir eso!
—No, sólo estamos peleando. Tú me amas y lo sabes malditamente bien.
Abrió la boca para negarlo, pero no pudo. Lo amaba. Más que nada en este mundo, pero la había herido la noche anterior y no estaba tan segura de que podía confiar en él para no hacerlo de nuevo.
Cuando no dijo nada, él se acomodó de regreso en su asiento y dijo—: Voy contigo así que también puedes acostumbrarte a eso. Cuanto antes terminemos la pelea, más rápido podremos pasar a la siguiente fase.
—¿Qué fase? —preguntó con cautela.
—Sexo de reconciliación —dijo, sonriendo enormemente mientras movía sus cejas.
A pesar de que siempre había sabido que no tenían futuro, no podía dejar de sentirse decepcionada. Él había renunciado a ella demasiado fácil. Quizás era algo bueno que hubieran terminado entonces, se dijo. Si se dio por vencido tan fácilmente, entonces no le importaba ella realmente y era mejor que lo descubriera ahora.
Al menos es por eso, intentó decírselo a sí misma por las siguientes tres horas mientras conducía. Cada cinco minutos revisaba para asegurarse que su teléfono aún funcionaba o se detenía de llamarlo. Sólo quería escuchar su voz.
Sabía que todo había terminado entre ellos, pero eso no significaba nada para su corazón. Todo lo que quería hacer era detener el auto, acurrucarse en una bola y llorar, pero no se permitiría liberarse, aún no. Cuando llegara a la cabaña, entonces se permitiría romperse con privacidad y usaría la semana para reparar su corazón.
Después de que terminara esta semana, en realidad no sabía qué iba a hacer. Le había dicho que siempre serían amigos, pero verdaderamente no se creía capaz de verlo día tras días y sobrevivir después de eso. Peor aún, ¿qué haría cuando una mujer la despertara gritando el nombre de Jason después de que él la hiciera a un lado? Haley no sería capaz de sobrevivir sabiendo que había estado con otra.
Durante la siguiente semana, cuando no estuviera llorando, o embriagándose hasta el olvido, descubriría qué hacer con el trabajo y su casa. Si las cosas llegaban a lo peor, podría rentarla y encontrar un apartamento aunque sólofuera temporal. El trabajo sería otro tema. En este momento trabajaba en una de las más prestigiosas escuelas del país, pero sabía que si se iba, lo más probable era que terminaría trabajando en una escuela pública por mucho menos dinero.
Su retumbante estómago, afortunadamente, la sacó de sus pensamientos más bien deprimentes. Tomó la siguiente salida de la autopista. Diez minutos más tarde estaba de vuelta en la carretera y frunciendo el ceño a su compra, un jugo de naranja extra grande, tres rollos de café, dos magdalenas y tres pasteles de manzana.
—Genial, me tiene entrenada —murmuró, haciendo rodar los ojos. O bien tendría que salirse del hábito de ordenar para un pequeño ejército o se volvería gorda, pensó con un suspiro. Cogió uno de los rollos de café y dio un pequeño mordisco antes de ponerlo abajo y tomar un sorbo de jugo.
Cuando una canción especialmente molesta sonó en la radio, pasó un minuto buscando una canción decente. Cuando finalmente encontró una, cogió su rollo de café y frunció el ceño al producto de panadería a medio comer.
Aparentemente, había comido más de lo que pensaba. Genial, estaba comiendo por la depresión y no tenía duda de que sería tan grande como una casa para cuando iniciara la temporada escolar en un par de semanas. Dio un mordisco a su rollo de café, lo puso de nuevo en el asiento del acompañante y tomó su ahora medio vacío jugo.
—¿Qué demonios? —murmuró, apartando los ojos de la carretera para ver la cantidad insana de comida que había comprado. ¿Acaso no había comprado dos magdalenas y tres pasteles de manzana? Ahora sólo había uno de cada uno. Estaba comenzando a preguntarse si se estaba volviendo loca cuando una grande y bronceada mano apareció de repente, asustándola como el infierno.
Dejó escapar un grito de sorpresa, tirando el volante a la derecha y casi estrellándose contra un camión de remolque. Le tomó un par de segundos antes de que su cerebro comenzara a funcionar de nuevo, y cuando lo hizo, estrechó los ojos hacia la mano que estaba buscando ciegamente el jugo de naranja.
Mirando, estiró su mano y apretó el dorso de la mano. Duro.
—¡Ay!
Haley dio un rápido vistazo al asiento de atrás y maldijo. De alguna manera Jason se las había arreglado para doblar su enorme cuerpo en el piso de su auto mediano y cubrirse con la toalla grande que ella guardaba allí.
—¿Qué demonios estás haciendo?
Jason suspiró pesadamente mientas se sacaba la toalla y luchaba para levantarse del piso. Una vez estuvo sentado cómodamente en el asiento trasero, se inclinó y cogió su jugo de naranja.
—Tomar el desayuno. —Bebió un sorbo—. ¿Qué parece para ti?
—¿Por qué estás en mi auto? —demandó, mientras hacía lo que podía para mirarlo y mantener la conducción del auto en línea recta.
—¿Cómo más esperas que termináramos nuestra pelea? —preguntó, inclinándose hacia adelante para agarrar el último pastel de manzana. Dio un gran mordisco antes de sostenerlo en sus labios para que ella hiciera lo mismo.
Ella empujó su mano lejos.
—¿Qué diablos quieres decir con terminar nuestra pelea? Hemos terminado, Jason. Lo siento, pero se acabó —dijo, tratando de mantener la calma.
—No, no lo hicimos.
—Sí, lo hicimos.
—No lo creo —dijo calmadamente, terminando el resto de pastel como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—Por el amor de Dios, Jason, ¡te dejé! —le espetó, sintiendo el último hilo de paciencia romperse.
Alzó la vista hacia el espejo retrovisor cuando él no dijo nada por un minuto para encontrarlo con el ceño fruncido. Por último, negó con la cabeza.
—No, creo que habría recordado eso.
Su boca se abrió.
—De todos modos —continuó Jason como si no acabara de dejarla sin palabras con ese pequeño anuncio—, después de nuestra conversación, me di cuenta de que planeaste una semana lejos para nosotros y realmente no pude estar más de acuerdo. Una semana lejos es exactamente lo que necesitamos para trabajar en nuestros problemas.
—Oh Dios mío —murmuró ella—, estás loco.
Otro encogimiento de hombros indiferente.
—Así que, ¿adónde vamos de todos modos? —preguntó Jason, poniéndose cómodo.
—Nosotros no vamos a ninguna parte. Te voy a dejar en la siguiente parada. Puedes hacer autostop en tu camino de regreso a casa.
—Eso realmente no va a funcionar para mí —dijo Jason, dándole una sonrisa sexy cuando lo miró a través del espejo.
Su agarre se tensó sobre el volante mientras oraba por paciencia.
—Jason, se acabó. Lo siento, pero tienes que aceptarlo.
—No, no lo creo —dijo con calma, irritándola aún más.
—Jason —dijo ella con firmeza.
—Haley —se burló en el mismo tono, haciendo sus labios temblar, ¡maldito sea!
Ella suspiró pesadamente.
—Jason, realmente me lastimaste anoche. No creo que tú…
—Sé que verdaderamente la jodí, Haley, pero si recuerdas, te lo dije cuando empezamos, que lo más probable era que iba a arruinar esto —dijo, interrumpiéndola.
—Sí, lo hiciste, Jason, y anoche demostraste más allá de toda duda que no eres capaz de estar en una relación.
—No, anoche demostré que soy un maldito idiota —dijo con total naturalidad.
Ella no iba a discutir con eso, ya que había llegado a la misma conclusión después de escuchar lo que pasó, pero eso no quería decir que había cambiado de opinión.
—Jason, terminamos —dijo ella en voz más baja.
Él soltó un bufido.
—No, no terminamos.
—¡Sí, terminamos! ¡Deja de decir eso!
—No, sólo estamos peleando. Tú me amas y lo sabes malditamente bien.
Abrió la boca para negarlo, pero no pudo. Lo amaba. Más que nada en este mundo, pero la había herido la noche anterior y no estaba tan segura de que podía confiar en él para no hacerlo de nuevo.
Cuando no dijo nada, él se acomodó de regreso en su asiento y dijo—: Voy contigo así que también puedes acostumbrarte a eso. Cuanto antes terminemos la pelea, más rápido podremos pasar a la siguiente fase.
—¿Qué fase? —preguntó con cautela.
—Sexo de reconciliación —dijo, sonriendo enormemente mientras movía sus cejas.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó mientras salía del auto, pero no lo hizo antes que Haley. No era un idiota después de todo. Ella todavía estaba enojada con él y probablemente, todavía estaba buscando una manera de deshacerse de su trasero. En retrospectiva, probablemente no debería haber hecho ese comentario del sexo de reconciliación.
La hora que ellos pasaron en el área de descanso había demostrado definitivamente eso. Ella había intentado todo lo que pudo para sacarlo de su auto pero él se negó a ceder. Finalmente, cuando ella estaba sin aliento y agotada por tratar de sacarlo del auto, en un triste intento, se dio por vencida, cerró la puerta y siguió sin hacerle caso durante las próximas dos horas.
—Necesito comestibles —murmuró ella infelizmente, echando otra mirada en su dirección. Cuando sus ojos se dividieron entre el súper centro Wal-Mart y su auto, él sacó las llaves de su mano.
—¡Oye! —Trató de quitárselas.
—Lo siento, mi pequeño saltamontes, no me estás abandonando en Wally World —dijo él, guardándose las llaves y dirigiéndose a la tienda, dejándola entre echar pestes de él o seguirlo. No se molestó en mirar hacia atrás ya que sabía que ella no iba a ninguna parte. Aunque Wal-Mart no sería su primera opción, esto solucionó un problema. No tenía nada de ropa desde que había estado un poco apresurado para esconderse en el coche de Haley, antes de que ella lo viera. Pero esto iba a funcionar bastante bien para él y ya que podía oler la sal en el aire, sabía exactamente qué comprar.
—Te odio —murmuró Haley, rabiando pasó junto a él para tomar un carro.
—Me amas y me adoras —le informó mientras hábilmente le quitaba el carrito y se dirigía hacia el departamento de caballeros.
En el camino se detuvo en el departamento de mujeres cuando un pequeño bikini negro le llamó la atención, y decidiendo que se vería muy bien en Haley, lo lanzó en el carrito, así como el rojo detrás de este. No estaba demasiado preocupado cuando Haley no lo siguió. Supuso que estaba en algún lugar en la tienda, tratando de calmarse o comprar un bate de béisbol para golpear su culo hasta la sumisión.
Eso estaba bien. Tenían toda una semana para trabajar en sus problemas tanto si ella quería como si no. Era suya, llano y simple, y mientras más pronto se diera cuenta de que estarían juntos para siempre, antes podría corregir el error que cometió anoche y mostrarle lo bien que podría ser entre ellos.
Después de que agarró los trajes de baño, ropa suficiente para la semana y unos pocos artículos de tocador, se dirigió a la sección de comestibles. Cuando vio el carro de Haley no pudo evitar resoplar con incredulidad. ¿De verdad pensaba que comprando porciones individuales de comida iba a alimentarlos durante una semana? Es evidente que su pelea había podrido su cerebro.
Se detuvo cerca de su carro ignorando su linda miradita y dejó todas sus cosas en su cesta.
—¡Oye! —dijo ella, tratando de detenerlo—. ¿Qué demonios estás haciendo?
—Necesito más espacio en mi carro para la comida —dijo simplemente. Se dirigió a la sección de productos lácteos, esperando que no acabara por deshacerse de su mierda para vengarse de él. Entonces, de nuevo, ella debería saber que si lo hacía él lo tomaría como una invitación a caminar desnudo toda la semana.
—¿Por qué necesitas baño de burbujas? —preguntó ella mientras se acercaba a su lado frente a los enfriadores de leche.
Él colocó dos galones de leche en el carro.
—Es para ti —dijo en un tono que le hizo saber a ella que debería ser más que evidente. A su pequeño saltamontes le encantaba tomar largos baños calientes de burbujas para relajarse, y realmente necesitaba que se relajara si él iba a convencerla de que lo perdonara, y se olvidara de esa tontería de la ruptura.
—Esta… bien —dijo ella lentamente, cogiendo una familiar caja de cartón negro—. ¿Y qué pasa con estos? Un paquete de veinte y tamaño magnum nada menos, alguien piensa muy bien de sí mismo.
Suspirando, Jason se acercó y le arrebató la caja de condones de las manos.
—¿Sólo una caja? Pensé que había tomado tres —murmuró, haciendo gala de buscar en su carrito por las otras. Finalmente, con un suspiro de resignación regresó la caja—. Recuérdame coger unas cuantas más a la salida.
Con eso se dirigió a la sección de galletas, sabiendo que ella definitivamente iba a seguirlo esta vez.
—¿Por qué demonios te lo recordaría? No vamos a necesitar una caja, ¡mucho menos tres!
Jason realmente no pudo evitar sonreír ante ese pequeño anuncio.
—Está bien —dijo, cogiendo la caja de condones y colocándola en el estante superior entre unos higos y galletas de jalea—. Estaba esperando que dijeras eso.
El daño ya había sido hecho la noche anterior. Por supuesto, si hubiera sido cualquier otra mujer, él habría arrastrado su trasero a la sala de emergencias por la píldora del día siguiente, pero con Haley, se sentía extrañamente tranquilo respecto a todo el asunto. En realidad, se sentía un poco excitado ante la idea de ella teniendo a su hijo.
Hasta hace unas horas no había pensado mucho en las consecuencias de la noche pasada. Había estado tan asustado porque había perdido a Haley para siempre, que realmente lo pensó poco, pero una vez que se encontró metido en su pequeño escondite no había tenido mucho que hacer salvo pensar.
Cuando se permitió considerar tener un niño, puede haberse asustado un poco. Afortunadamente, ella había estado reventando la radio así que probablemente no lo oyó hiperventilando. Después de que por fin logró calmarse, se permitió pensar en Haley embarazada con su hijo. Había estado un poco sorprendido cuando la idea no lo asustó.
Pronto estaba imaginando niñas con traviesos ojos verdes y trenzas, pidiéndole jugar al té. Por supuesto, traería comida de verdad a la fiesta. Ninguno de esos pretendidos alimentos de mierda para sus niñas.
Para el momento en que Haley se había detenido para el desayuno, él había estado más tranquilo acerca de todo. Ya había decidido hacer caso omiso de esas tonterías de ruptura. Era ridículo, y sabía que tarde o temprano Haley se daría cuenta, así que ellos podrían empezar a trabajar en su equipo de béisbol de chicas.
—¿Lo estabas? —preguntó Haley, viéndose tan condenadamente confusa y adorable.
—Malditamente cierto —dijo él, agarrando varios paquetes de galletas y arrojándolos en su carrito—. Nada debe interponerse entre nosotros cuando estamos haciendo el amor —explicó, amando la forma en que su pequeño rostro se puso rojo brillante.
—¡No vamos a hacer eso otra vez! —siseó ella en voz baja.
¿No hacerlo otra vez? Por favor. Si había una cosa que sabía sobre su pequeño saltamontes era que ella era tan insaciable en la cama como él. La tendría en su lecho al final del día, garantizado.
La hora que ellos pasaron en el área de descanso había demostrado definitivamente eso. Ella había intentado todo lo que pudo para sacarlo de su auto pero él se negó a ceder. Finalmente, cuando ella estaba sin aliento y agotada por tratar de sacarlo del auto, en un triste intento, se dio por vencida, cerró la puerta y siguió sin hacerle caso durante las próximas dos horas.
—Necesito comestibles —murmuró ella infelizmente, echando otra mirada en su dirección. Cuando sus ojos se dividieron entre el súper centro Wal-Mart y su auto, él sacó las llaves de su mano.
—¡Oye! —Trató de quitárselas.
—Lo siento, mi pequeño saltamontes, no me estás abandonando en Wally World —dijo él, guardándose las llaves y dirigiéndose a la tienda, dejándola entre echar pestes de él o seguirlo. No se molestó en mirar hacia atrás ya que sabía que ella no iba a ninguna parte. Aunque Wal-Mart no sería su primera opción, esto solucionó un problema. No tenía nada de ropa desde que había estado un poco apresurado para esconderse en el coche de Haley, antes de que ella lo viera. Pero esto iba a funcionar bastante bien para él y ya que podía oler la sal en el aire, sabía exactamente qué comprar.
—Te odio —murmuró Haley, rabiando pasó junto a él para tomar un carro.
—Me amas y me adoras —le informó mientras hábilmente le quitaba el carrito y se dirigía hacia el departamento de caballeros.
En el camino se detuvo en el departamento de mujeres cuando un pequeño bikini negro le llamó la atención, y decidiendo que se vería muy bien en Haley, lo lanzó en el carrito, así como el rojo detrás de este. No estaba demasiado preocupado cuando Haley no lo siguió. Supuso que estaba en algún lugar en la tienda, tratando de calmarse o comprar un bate de béisbol para golpear su culo hasta la sumisión.
Eso estaba bien. Tenían toda una semana para trabajar en sus problemas tanto si ella quería como si no. Era suya, llano y simple, y mientras más pronto se diera cuenta de que estarían juntos para siempre, antes podría corregir el error que cometió anoche y mostrarle lo bien que podría ser entre ellos.
Después de que agarró los trajes de baño, ropa suficiente para la semana y unos pocos artículos de tocador, se dirigió a la sección de comestibles. Cuando vio el carro de Haley no pudo evitar resoplar con incredulidad. ¿De verdad pensaba que comprando porciones individuales de comida iba a alimentarlos durante una semana? Es evidente que su pelea había podrido su cerebro.
Se detuvo cerca de su carro ignorando su linda miradita y dejó todas sus cosas en su cesta.
—¡Oye! —dijo ella, tratando de detenerlo—. ¿Qué demonios estás haciendo?
—Necesito más espacio en mi carro para la comida —dijo simplemente. Se dirigió a la sección de productos lácteos, esperando que no acabara por deshacerse de su mierda para vengarse de él. Entonces, de nuevo, ella debería saber que si lo hacía él lo tomaría como una invitación a caminar desnudo toda la semana.
—¿Por qué necesitas baño de burbujas? —preguntó ella mientras se acercaba a su lado frente a los enfriadores de leche.
Él colocó dos galones de leche en el carro.
—Es para ti —dijo en un tono que le hizo saber a ella que debería ser más que evidente. A su pequeño saltamontes le encantaba tomar largos baños calientes de burbujas para relajarse, y realmente necesitaba que se relajara si él iba a convencerla de que lo perdonara, y se olvidara de esa tontería de la ruptura.
—Esta… bien —dijo ella lentamente, cogiendo una familiar caja de cartón negro—. ¿Y qué pasa con estos? Un paquete de veinte y tamaño magnum nada menos, alguien piensa muy bien de sí mismo.
Suspirando, Jason se acercó y le arrebató la caja de condones de las manos.
—¿Sólo una caja? Pensé que había tomado tres —murmuró, haciendo gala de buscar en su carrito por las otras. Finalmente, con un suspiro de resignación regresó la caja—. Recuérdame coger unas cuantas más a la salida.
Con eso se dirigió a la sección de galletas, sabiendo que ella definitivamente iba a seguirlo esta vez.
—¿Por qué demonios te lo recordaría? No vamos a necesitar una caja, ¡mucho menos tres!
Jason realmente no pudo evitar sonreír ante ese pequeño anuncio.
—Está bien —dijo, cogiendo la caja de condones y colocándola en el estante superior entre unos higos y galletas de jalea—. Estaba esperando que dijeras eso.
El daño ya había sido hecho la noche anterior. Por supuesto, si hubiera sido cualquier otra mujer, él habría arrastrado su trasero a la sala de emergencias por la píldora del día siguiente, pero con Haley, se sentía extrañamente tranquilo respecto a todo el asunto. En realidad, se sentía un poco excitado ante la idea de ella teniendo a su hijo.
Hasta hace unas horas no había pensado mucho en las consecuencias de la noche pasada. Había estado tan asustado porque había perdido a Haley para siempre, que realmente lo pensó poco, pero una vez que se encontró metido en su pequeño escondite no había tenido mucho que hacer salvo pensar.
Cuando se permitió considerar tener un niño, puede haberse asustado un poco. Afortunadamente, ella había estado reventando la radio así que probablemente no lo oyó hiperventilando. Después de que por fin logró calmarse, se permitió pensar en Haley embarazada con su hijo. Había estado un poco sorprendido cuando la idea no lo asustó.
Pronto estaba imaginando niñas con traviesos ojos verdes y trenzas, pidiéndole jugar al té. Por supuesto, traería comida de verdad a la fiesta. Ninguno de esos pretendidos alimentos de mierda para sus niñas.
Para el momento en que Haley se había detenido para el desayuno, él había estado más tranquilo acerca de todo. Ya había decidido hacer caso omiso de esas tonterías de ruptura. Era ridículo, y sabía que tarde o temprano Haley se daría cuenta, así que ellos podrían empezar a trabajar en su equipo de béisbol de chicas.
—¿Lo estabas? —preguntó Haley, viéndose tan condenadamente confusa y adorable.
—Malditamente cierto —dijo él, agarrando varios paquetes de galletas y arrojándolos en su carrito—. Nada debe interponerse entre nosotros cuando estamos haciendo el amor —explicó, amando la forma en que su pequeño rostro se puso rojo brillante.
—¡No vamos a hacer eso otra vez! —siseó ella en voz baja.
¿No hacerlo otra vez? Por favor. Si había una cosa que sabía sobre su pequeño saltamontes era que ella era tan insaciable en la cama como él. La tendría en su lecho al final del día, garantizado.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 23
—¿Puedo tener mis llaves de regreso? —le preguntó Haley, tendiéndole la mano expectante justo mientras Jason colocaba la última bolsa en el asiento trasero.
—No —dijo él, haciendo que la palabra se desplegara, dando un paso por delante de ella y subiendo en el asiento del conductor.
Suspirando, Haley se metió en el lado del pasajero, sabiendo que era inútil discutir con él y realmente no tenía la energía. Lo único que quería hacer era encontrar la cabaña, tomar un baño y dormir durante el próximo día o dos.
Retiró la mano cuando Jason trató de sostenerla. En lugar de argumentar él actuaba como si nada pasara y se centró en las indicaciones impresas. Pasados unos minutos le tomó la mano de nuevo.
Después de dos minutos de un tira y jala, Haley se dio por vencida y le permitió tener su triste pequeña victoria, mentalmente prometiéndose todo tipo de venganza cuando él sonrió con suficiencia. Estaba demasiado cansada para discutir así que se acomodó en el asiento de cuero fresco y trató de no quedarse dormida.
Sus ojos se clavaron en el espejo retrovisor y se estrecharon contra la gran pila de bolsas de supermercado. Volvió su mirada hacia Jason.
—Espero que no esperes que cocine para ti. —Ella decidió que si él hacía un puchero ante aquel anuncio iba a romper los puños de furia en su trasero.
Él negó con la cabeza.
—No tienes permiso cocinar esta semana —le dijo, sorprendiéndola completamente.
—¿Qué?
—Estás de vacaciones. No quiero que levantes un dedo —dijo, levantando sus manos entrelazadas y presionando un dulce beso en la parte posterior de su mano. Cuando ella sintió que se empezaba a derretir se recordó lo que él hizo la última noche y por qué.
Después de un último intento inútil de tirar de su mano, Haley suspiró y se recostó en su asiento, mirando mientras pasaban pequeñas casas, complejos de apartamentos, pequeños negocios. Diez minutos después pasaron por un centro comercial y entraron en una pintoresca carretera escénica que los llevó más allá de varios grandes hoteles a lo largo de la playa.
Haley estaba a punto de quedarse dormida cuando Jason dijo—: Creo que esto es.
Se obligó a abrir los ojos y vio que se dirigían a varias pequeñas cabañas. Un minuto más tarde estaban en el largo camino de entrada de una pequeña cabaña de un nivel.
—¿Tienes la llave? —le preguntó Jason, dejando el auto parqueado y apagándolo.
Reprimiendo un bostezo, ella asintió. Sin decir palabra, se bajó del auto y caminó hasta el pasillo corto con conchas trituradas y entró en la casa, decidiendo que se encargaría de Jason más tarde. En este momento estaba demasiado cansada para hacer nada más que tomar un baño y una siesta. Miró alrededor de la casa y observó que era más lindo que en las fotos que el agente de bienes raíces de su abuela le envió.
Los muebles de mimbre en la sala de estar eran pequeños, pero parecían sorprendentemente cómodos, observó mientras caminaba a través de la puerta abierta hacia la pequeña cocina-comedor y miró por las puertas dobles de cristal. Frunció el ceño mientras observaba el choque de las olas contra la playa de arena suave. No había manera de que una cabaña en una playa privada sólo costara mil dólares de alquiler por una semana.
—Maldita sea —maldijo Haley, pisando fuerte con el pie. Una vez más, su abuela la había engañado. Cuando Haley le preguntó a la abuela si su agente de bienes raíces podría mirar propiedades de alquiler para ella, debería haber sabido que la abuela no sería capaz de evitar precipitarse y encargarse de ello.
Nadie en su familia entendía por qué quería hacerlo por su cuenta, y mucho menos la abuela. Haley sabía que su abuela tenía buenas intenciones y que estaba preocupada por ella pero realmente deseaba que dejara de tirar trucos como éste. No había absolutamente ninguna duda en la mente de Haley de que su abuela había pagado más de la mitad del precio del alquiler.
Bueno, no había nada que pudiera hacer al respecto ahora mismo. Más importante aún, estaba demasiado malditamente cansada para estar enojada. En algún momento de esta semana iría a la ciudad y preguntaría por ahí para saber lo que valía una propiedad de alquiler en esta zona. Entonces le enviaría a su abuela la diferencia.
—¿Estás segura de que este lugar sólo cuesta mil dólares? —le preguntó Jason, colocando una docena de bolsas de comestibles en medio de la mesa.
Haley miró por encima del hombro y suspiró. Un problema más con el que tratar. Empujó sus gafas por la nariz y sacó su celular del bolsillo delantero.
—Mira, ¿por qué no llamas a uno de los chicos para que te recoja? —Se necesitarían unas cinco horas para que alguien llegara aquí. Esperaba dormir mientras llegaban por Jason.
—¿Por qué habría de hacerlo? —le preguntó mientras vaciaba las bolsas y empezaba a acomodar la comida.
—Porque no te vas a quedar aquí —dijo sin rodeos.
Él soltó un bufido.
—Lo digo en serio, Jason —dijo dando un paso adelante, bloqueándolo de acomodar el helado. Él simplemente la esquivó y lo guardó.
—No voy a ninguna parte, Haley.
—Mira —dijo, tomando una respiración profunda y calmada—, te voy a dar un paseo en este momento a uno de los hoteles que pasamos por el camino. Puedes quedarte allí hasta que alguien pueda venir a buscarte.
—Me voy a quedar aquí, Haley, hasta que resolvamos esto —dijo con firmeza.
—Tú no te vas a quedar aquí. Antes que nada, he pagado...
—Aquí —dijo Jason, interrumpiéndola, golpeando un cheque sobre la mesa de roble blanco de la cocina—. Estoy pagando por la casa así que no debería haber ningún problema.
Jason era la única persona, además de su abuela, que conocía que aún llevaba cheques en su cartera. Tomó el cheque y frunció el ceño cuando vio que él tenía la intención de pagar el monto total.
Sostuvo el cheque ante él.
—No voy a aceptar esto.
—Sí, lo harás —dijo simplemente mientras se dirigía de vuelta a la sala—. Si lo rompes, sólo escribiré otro cuando lleguemos a casa.
Haley dobló el cheque y se lo metió en su bolsillo trasero. Un argumento más para tener más tarde, pensó miserablemente. En este momento estaba demasiado cansada para preocuparse. Entró en la sala y se dirigió hacia el pequeño pasillo a la derecha, decidiendo que iría por sus maletas después de su siesta, con la esperanza de que le daría energía para lidiar con estas tonterías.
Se dirigió hacia la única puerta en el pasillo y casi tropezó con Jason cuando estaba saliendo.
—Lo siento —dijo él, dando un paso a un lado para que pudiera entrar en la habitación—. Estaba trayendo las maletas.
—Gracias —murmuró, sintiéndose más cansada de lo que podía recordar. No había dormido para nada la noche anterior y la anterior a esa se había quedado hasta tarde viendo películas y acurrucándose.
—Te ves cansada, bebé —dijo, extendiendo su mano para tocar su rostro, para luego dejarla caer en el último segundo—. Mira —dijo, frotándose la parte posterior de su cuello—, por qué no te vas a relajar. Podemos hablar de todo más tarde.
Estaba en la punta de su lengua decirle que no había nada de qué hablar, pero eso sólo comenzaría una pelea, así que simplemente asintió, cerrando la puerta tras ella.
Miró el pequeño dormitorio y casi gimió. Este lugar habría sido perfecto para una escapada romántica si Jason no hubiera ido y arruinado todo. Lanzó una mirada de anhelo hacia la cama antes de ir al baño. Aunque no quería otra cosa que acurrucarse en la cama, desesperadamente necesitaba sumergirse en un baño caliente. No importaba que tuviera que estar a treinta y dos grados en la pequeña cabaña. Todavía estaba dolorida entre las piernas de la noche anterior y sabía que no sería capaz de dormir hasta que tomara una aspirina y se sumergiera en un baño de agua caliente durante un tiempo.
Sólo era otro recordatorio de lo que había hecho anoche. Todavía no podía creer que la había herido así. A pesar del pasado defectuoso de citas de Jason, confiaba en él, más que en nadie. Él era la única persona que nunca se aprovechó de su tendencia de "umbrales".
Él había sido amable, dulce y considerado con ella y nunca trató de manipularla para hacer algo que no quería hacer. Cuando estaban intimando, ni una sola vez la había presionado para obtener más de lo que ella estaba dispuesta a darle. Eso por sí solo la había hecho amarlo aún más. Demasiadas veces en su pasado los hombres se habían salido de su camino para coaccionarla para que diera un paso que no estaba lista para dar.
Cuando ella se negaba, trataban de hablarle dulcemente, manipularla, culparla, hasta que finalmente se enojaban. Más de un hombre había terminado las cosas con ella cuando no iba a dormir con él. Había sido llamada perra más veces de lo que quería recordar. El hecho de que había sido sincera acerca de su nivel de comodidad sexual no le había importado.
Había habido varios hombres que pusieron fin a las cosas tan pronto como les dijo que no tendría relaciones sexuales con ellos, pero otros pensaban que estaba mintiendo, burlándose de ellos, o creándoles un desafío. Cuando finalmente se daban cuenta de que no estaba mintiendo, terminaban las cosas, se volvían fríos y crueles. Algunos se habían quedado alrededor un poco más esperando que cambiara de opinión, pero nunca lo hizo.
Eso hasta Jason.
Su reacción había sido cualquier cosa menos típica o esperada. En lugar de discutir o cuestionarla, él había aceptado fácilmente lo que le había dicho con una sonrisa y un poco de broma. Cada vez que intimaban se preparaba para que Jason la presionara a tener sexo, pero él nunca lo hizo. Ni una vez. Incluso aquellos momentos en los que sabía que él se estaba muriendo para tenerla, no lo había hecho. Había apretado los dientes y aceptado lo que le ofrecía, y fue por eso se sintió cómoda y lista para hacer el amor con él anoche.
Tomar el siguiente paso con Jason se había sentido tan natural anoche. No fue sino hasta después de su pequeño anuncio que lamentaba lo que había hecho. Él lo hizo porque pensó que ella estaba jugando con él sólo para terminar jugando con ella. Ayer por la noche la había manipulado a dormir con él para probar algo y en realidad tenía las pelotas para anunciarlo como si no fuera gran cosa.
Se limpió una lágrima. Era algo muy importante para ella. Había esperado toda su vida por el hombre correcto y el momento adecuado sólo para ser utilizada por el hombre que pensó que se preocupaba por ella. Él dijo que la amaba anoche, pero en realidad no lo hacía. No había duda de que él se preocupaba por ella un poco, ¿pero amor? No. Lo de anoche demostraba más allá de toda duda que Jason no era capaz de amarla. Si la amara no la habría tratado tan cruelmente.
La verdad era, que Jason era terco. Fue la razón por la que se acostó con ella para demostrar algo, y la misma razón por la que se escondió en su auto y estaba siendo testarudo acerca de esta ruptura. Dudaba que alguna vez lo hubieran dejado con anterioridad y probablemente no lo estaba manejando bien. A Jason le gusta tener la última palabra cuando se trataba de mujeres y tener a su tímida vecina dejándolo probablemente lastimó su ego.
No había absolutamente no ninguna duda en su mente de que si lo aceptaba de vuelta, la dejaría en cuestión de semanas, sólo para que él pudiera ser el que tomara esa decisión. Era mejor para todos que terminaran las cosas ahora. De esta manera sólo estaría decepcionada de Jason y no lo odiaría, aunque tal vez eso fuera lo mejor también.
Se detuvo en la puerta del baño y suspiró pesadamente mientras veía el humeante baño de burbujas que Jason había preparado en la bañera. Incluso había puesto una toalla y su playera favorita para cambiarse después.
—Estúpido patán —murmuró, una vez más impidiéndose a sí misma derretirse. Sólo tenía que recordar que todo esto era un juego para él y ella estaría bien.
—No —dijo él, haciendo que la palabra se desplegara, dando un paso por delante de ella y subiendo en el asiento del conductor.
Suspirando, Haley se metió en el lado del pasajero, sabiendo que era inútil discutir con él y realmente no tenía la energía. Lo único que quería hacer era encontrar la cabaña, tomar un baño y dormir durante el próximo día o dos.
Retiró la mano cuando Jason trató de sostenerla. En lugar de argumentar él actuaba como si nada pasara y se centró en las indicaciones impresas. Pasados unos minutos le tomó la mano de nuevo.
Después de dos minutos de un tira y jala, Haley se dio por vencida y le permitió tener su triste pequeña victoria, mentalmente prometiéndose todo tipo de venganza cuando él sonrió con suficiencia. Estaba demasiado cansada para discutir así que se acomodó en el asiento de cuero fresco y trató de no quedarse dormida.
Sus ojos se clavaron en el espejo retrovisor y se estrecharon contra la gran pila de bolsas de supermercado. Volvió su mirada hacia Jason.
—Espero que no esperes que cocine para ti. —Ella decidió que si él hacía un puchero ante aquel anuncio iba a romper los puños de furia en su trasero.
Él negó con la cabeza.
—No tienes permiso cocinar esta semana —le dijo, sorprendiéndola completamente.
—¿Qué?
—Estás de vacaciones. No quiero que levantes un dedo —dijo, levantando sus manos entrelazadas y presionando un dulce beso en la parte posterior de su mano. Cuando ella sintió que se empezaba a derretir se recordó lo que él hizo la última noche y por qué.
Después de un último intento inútil de tirar de su mano, Haley suspiró y se recostó en su asiento, mirando mientras pasaban pequeñas casas, complejos de apartamentos, pequeños negocios. Diez minutos después pasaron por un centro comercial y entraron en una pintoresca carretera escénica que los llevó más allá de varios grandes hoteles a lo largo de la playa.
Haley estaba a punto de quedarse dormida cuando Jason dijo—: Creo que esto es.
Se obligó a abrir los ojos y vio que se dirigían a varias pequeñas cabañas. Un minuto más tarde estaban en el largo camino de entrada de una pequeña cabaña de un nivel.
—¿Tienes la llave? —le preguntó Jason, dejando el auto parqueado y apagándolo.
Reprimiendo un bostezo, ella asintió. Sin decir palabra, se bajó del auto y caminó hasta el pasillo corto con conchas trituradas y entró en la casa, decidiendo que se encargaría de Jason más tarde. En este momento estaba demasiado cansada para hacer nada más que tomar un baño y una siesta. Miró alrededor de la casa y observó que era más lindo que en las fotos que el agente de bienes raíces de su abuela le envió.
Los muebles de mimbre en la sala de estar eran pequeños, pero parecían sorprendentemente cómodos, observó mientras caminaba a través de la puerta abierta hacia la pequeña cocina-comedor y miró por las puertas dobles de cristal. Frunció el ceño mientras observaba el choque de las olas contra la playa de arena suave. No había manera de que una cabaña en una playa privada sólo costara mil dólares de alquiler por una semana.
—Maldita sea —maldijo Haley, pisando fuerte con el pie. Una vez más, su abuela la había engañado. Cuando Haley le preguntó a la abuela si su agente de bienes raíces podría mirar propiedades de alquiler para ella, debería haber sabido que la abuela no sería capaz de evitar precipitarse y encargarse de ello.
Nadie en su familia entendía por qué quería hacerlo por su cuenta, y mucho menos la abuela. Haley sabía que su abuela tenía buenas intenciones y que estaba preocupada por ella pero realmente deseaba que dejara de tirar trucos como éste. No había absolutamente ninguna duda en la mente de Haley de que su abuela había pagado más de la mitad del precio del alquiler.
Bueno, no había nada que pudiera hacer al respecto ahora mismo. Más importante aún, estaba demasiado malditamente cansada para estar enojada. En algún momento de esta semana iría a la ciudad y preguntaría por ahí para saber lo que valía una propiedad de alquiler en esta zona. Entonces le enviaría a su abuela la diferencia.
—¿Estás segura de que este lugar sólo cuesta mil dólares? —le preguntó Jason, colocando una docena de bolsas de comestibles en medio de la mesa.
Haley miró por encima del hombro y suspiró. Un problema más con el que tratar. Empujó sus gafas por la nariz y sacó su celular del bolsillo delantero.
—Mira, ¿por qué no llamas a uno de los chicos para que te recoja? —Se necesitarían unas cinco horas para que alguien llegara aquí. Esperaba dormir mientras llegaban por Jason.
—¿Por qué habría de hacerlo? —le preguntó mientras vaciaba las bolsas y empezaba a acomodar la comida.
—Porque no te vas a quedar aquí —dijo sin rodeos.
Él soltó un bufido.
—Lo digo en serio, Jason —dijo dando un paso adelante, bloqueándolo de acomodar el helado. Él simplemente la esquivó y lo guardó.
—No voy a ninguna parte, Haley.
—Mira —dijo, tomando una respiración profunda y calmada—, te voy a dar un paseo en este momento a uno de los hoteles que pasamos por el camino. Puedes quedarte allí hasta que alguien pueda venir a buscarte.
—Me voy a quedar aquí, Haley, hasta que resolvamos esto —dijo con firmeza.
—Tú no te vas a quedar aquí. Antes que nada, he pagado...
—Aquí —dijo Jason, interrumpiéndola, golpeando un cheque sobre la mesa de roble blanco de la cocina—. Estoy pagando por la casa así que no debería haber ningún problema.
Jason era la única persona, además de su abuela, que conocía que aún llevaba cheques en su cartera. Tomó el cheque y frunció el ceño cuando vio que él tenía la intención de pagar el monto total.
Sostuvo el cheque ante él.
—No voy a aceptar esto.
—Sí, lo harás —dijo simplemente mientras se dirigía de vuelta a la sala—. Si lo rompes, sólo escribiré otro cuando lleguemos a casa.
Haley dobló el cheque y se lo metió en su bolsillo trasero. Un argumento más para tener más tarde, pensó miserablemente. En este momento estaba demasiado cansada para preocuparse. Entró en la sala y se dirigió hacia el pequeño pasillo a la derecha, decidiendo que iría por sus maletas después de su siesta, con la esperanza de que le daría energía para lidiar con estas tonterías.
Se dirigió hacia la única puerta en el pasillo y casi tropezó con Jason cuando estaba saliendo.
—Lo siento —dijo él, dando un paso a un lado para que pudiera entrar en la habitación—. Estaba trayendo las maletas.
—Gracias —murmuró, sintiéndose más cansada de lo que podía recordar. No había dormido para nada la noche anterior y la anterior a esa se había quedado hasta tarde viendo películas y acurrucándose.
—Te ves cansada, bebé —dijo, extendiendo su mano para tocar su rostro, para luego dejarla caer en el último segundo—. Mira —dijo, frotándose la parte posterior de su cuello—, por qué no te vas a relajar. Podemos hablar de todo más tarde.
Estaba en la punta de su lengua decirle que no había nada de qué hablar, pero eso sólo comenzaría una pelea, así que simplemente asintió, cerrando la puerta tras ella.
Miró el pequeño dormitorio y casi gimió. Este lugar habría sido perfecto para una escapada romántica si Jason no hubiera ido y arruinado todo. Lanzó una mirada de anhelo hacia la cama antes de ir al baño. Aunque no quería otra cosa que acurrucarse en la cama, desesperadamente necesitaba sumergirse en un baño caliente. No importaba que tuviera que estar a treinta y dos grados en la pequeña cabaña. Todavía estaba dolorida entre las piernas de la noche anterior y sabía que no sería capaz de dormir hasta que tomara una aspirina y se sumergiera en un baño de agua caliente durante un tiempo.
Sólo era otro recordatorio de lo que había hecho anoche. Todavía no podía creer que la había herido así. A pesar del pasado defectuoso de citas de Jason, confiaba en él, más que en nadie. Él era la única persona que nunca se aprovechó de su tendencia de "umbrales".
Él había sido amable, dulce y considerado con ella y nunca trató de manipularla para hacer algo que no quería hacer. Cuando estaban intimando, ni una sola vez la había presionado para obtener más de lo que ella estaba dispuesta a darle. Eso por sí solo la había hecho amarlo aún más. Demasiadas veces en su pasado los hombres se habían salido de su camino para coaccionarla para que diera un paso que no estaba lista para dar.
Cuando ella se negaba, trataban de hablarle dulcemente, manipularla, culparla, hasta que finalmente se enojaban. Más de un hombre había terminado las cosas con ella cuando no iba a dormir con él. Había sido llamada perra más veces de lo que quería recordar. El hecho de que había sido sincera acerca de su nivel de comodidad sexual no le había importado.
Había habido varios hombres que pusieron fin a las cosas tan pronto como les dijo que no tendría relaciones sexuales con ellos, pero otros pensaban que estaba mintiendo, burlándose de ellos, o creándoles un desafío. Cuando finalmente se daban cuenta de que no estaba mintiendo, terminaban las cosas, se volvían fríos y crueles. Algunos se habían quedado alrededor un poco más esperando que cambiara de opinión, pero nunca lo hizo.
Eso hasta Jason.
Su reacción había sido cualquier cosa menos típica o esperada. En lugar de discutir o cuestionarla, él había aceptado fácilmente lo que le había dicho con una sonrisa y un poco de broma. Cada vez que intimaban se preparaba para que Jason la presionara a tener sexo, pero él nunca lo hizo. Ni una vez. Incluso aquellos momentos en los que sabía que él se estaba muriendo para tenerla, no lo había hecho. Había apretado los dientes y aceptado lo que le ofrecía, y fue por eso se sintió cómoda y lista para hacer el amor con él anoche.
Tomar el siguiente paso con Jason se había sentido tan natural anoche. No fue sino hasta después de su pequeño anuncio que lamentaba lo que había hecho. Él lo hizo porque pensó que ella estaba jugando con él sólo para terminar jugando con ella. Ayer por la noche la había manipulado a dormir con él para probar algo y en realidad tenía las pelotas para anunciarlo como si no fuera gran cosa.
Se limpió una lágrima. Era algo muy importante para ella. Había esperado toda su vida por el hombre correcto y el momento adecuado sólo para ser utilizada por el hombre que pensó que se preocupaba por ella. Él dijo que la amaba anoche, pero en realidad no lo hacía. No había duda de que él se preocupaba por ella un poco, ¿pero amor? No. Lo de anoche demostraba más allá de toda duda que Jason no era capaz de amarla. Si la amara no la habría tratado tan cruelmente.
La verdad era, que Jason era terco. Fue la razón por la que se acostó con ella para demostrar algo, y la misma razón por la que se escondió en su auto y estaba siendo testarudo acerca de esta ruptura. Dudaba que alguna vez lo hubieran dejado con anterioridad y probablemente no lo estaba manejando bien. A Jason le gusta tener la última palabra cuando se trataba de mujeres y tener a su tímida vecina dejándolo probablemente lastimó su ego.
No había absolutamente no ninguna duda en su mente de que si lo aceptaba de vuelta, la dejaría en cuestión de semanas, sólo para que él pudiera ser el que tomara esa decisión. Era mejor para todos que terminaran las cosas ahora. De esta manera sólo estaría decepcionada de Jason y no lo odiaría, aunque tal vez eso fuera lo mejor también.
Se detuvo en la puerta del baño y suspiró pesadamente mientras veía el humeante baño de burbujas que Jason había preparado en la bañera. Incluso había puesto una toalla y su playera favorita para cambiarse después.
—Estúpido patán —murmuró, una vez más impidiéndose a sí misma derretirse. Sólo tenía que recordar que todo esto era un juego para él y ella estaría bien.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Gracias por los caps. Definitivamente Jason tendrá que esforzarse realmente si quiere recuperarla y aunque su actitud de hacerse el tonto no me convence, es tan característica de él que no puede sino darme risa.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Agosto 2018
El capítulo en donde se acostaron no me gusto!! Completamente de acuerdo con Haley Jason la jodió en grande...
Ahora el va a tener que hacer mucho para demostrarle que de verdad la ama ya que por el momento no me convence...
Gracias Berny por los capi
Ahora el va a tener que hacer mucho para demostrarle que de verdad la ama ya que por el momento no me convence...
Gracias Berny por los capi
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Agosto 2018
Jason es un aferrado, pero debe de hacer más para ganarse el perdón de Haley, aunque creo que ella esta por caer muy pronto.
gracias por los capítulos
gracias por los capítulos
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Agosto 2018
No pude parar de reír, cuando describe como se le va acabando la comía en el caso demasiado cómica
Jason lo tiene difícil y se lo merece, pero le salió bien acompañarla, el lugar es muy romántico
Gracias!
Jason lo tiene difícil y se lo merece, pero le salió bien acompañarla, el lugar es muy romántico
Gracias!
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Agosto 2018
Gracias. Jason escabuyendose en el auto...buena esa jejejeje
Tendrá que hacer mucho merito
Tendrá que hacer mucho merito
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura Agosto 2018
Bueno no me gustó mucho como pasó su primera vez juntos. Jason se mostró inseguro sobre su relación y su confianza con Haley y eso lo llevó a semejante error. Pero ahora se le pegó como un chicle a Haley en el viaje, esta medio loquito pero todavía lo amo.
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Agosto 2018
Mi Jason si que la jodió, se siente muy mal, pero él la ama mucho; espero que pueda conquistar a Haley otra vez. Buena idea la de colarse en el carro jajajaja es realmente creativo. Por primera vez no tenía hambre, así la ama tanto.
katrinakurt- Mensajes : 184
Fecha de inscripción : 29/04/2017
Re: Lectura Agosto 2018
BUENOOO por lo menos insistente es ,esperemos que ella se lo ponga muy dificil,se merece la leccion. Parece que si le entra hambre cuando esta con ella.gracias chicas
alexana- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Edad : 53
Localización : petrer
Re: Lectura Agosto 2018
Chicas; Disculpen pero ayer fue imposible publicar... pero como aun nos queda varios capítulos para terminal y Agosta ya nos abandono... hoy dejare todos los capítulos y así finalizamos...
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 24
—Tú, maldito idiota.
Jason no podía discutir eso. Realmente había estropeado todo y necesitaba desesperadamente encontrar una manera de arreglarlo, es por eso que llamó a la artillería pesada.
Su padre.
—Dime que esta es una broma de mal gusto —dijo su padre con recelo.
—Ojala pudiera, papá —dijo Jason, mirando por encima de su hombro a la pequeña cabaña mientras caminaba por la orilla del agua.
Había estado paseando aquí afuera desde hace tres horas, tratando de averiguar qué demonios debería hacer. Finalmente llegó a la conclusión de que estaba hasta el cuello aquí y necesitaba a alguien con una historia fascinante de cómo solucionar cagadas con mujeres y sólo se le ocurrió una persona.
Su papá lo arruinó con su mamá más veces de las que deberían ser humanamente posibles. No es que él la engañara. Ella simplemente lo mataría si alguna vez siquiera pensaba en eso. No, su papá podría ser un bastardo arrogante y testarudo que llevaba a su madre al borde de la locura innumerables veces durante los años.
—Veamos si lo entiendo, dejaste que una estúpida rubia de un bar te convenciera de que mi dulce y pequeña Haley —dijo su padre, haciendo que él sacudiera su cabeza con tristeza. Haley logró tener a su padre en la palma de su mano con esos pastelitos y compró su amor eterno con el pollo frito, la ensalada de papa y las galletas M&M. La obsesión del hombre con la comida era realmente patética.
Gracias a Dios él no tenía ese problema.
—¿…alguna vez hacer algo tan cruel? ¿Después sigues adelante y la cagas en vez de hablar con ella? ¿Qué diablos está mal contigo? —su padre prácticamente gritó, haciendo que Jason sostuviera el celular de Haley a varios metros de su oreja.
—Sé que metí la pata, papá —dijo Jason una vez que su papá dejó de gritar—. Mira, necesito ayuda para saber cómo arreglarlo.
—No te mereces a mi Haley —dijo simplemente su padre.
Jason apenas se contuvo de poner sus ojos en blanco. Su padre era un vendido por la comida.
—¿Se te ha ocurrido que si no arreglo las cosas con Haley, ella nunca te hará ese pastel de crema Boston que te prometió? —dijo él, sabiendo que la forma de llegar a su padre era amenazar su comida.
Su comentario fue recibido con una corta pausa.
—Está bien, esto es lo que tienes que hacer —dijo su padre, ahora concentrado—: necesitas retroceder y dejar de pedir disculpas.
Jason frunció el ceño.
—¿Dejar de pedir disculpas? —Eso no sonaba bien.
—Mmmm, no necesitas seguir recordándole lo gran idiota que eres. Ya lo sabe, créeme. Ahora mismo, necesitas trabajar en estar ahí para ella. No la presiones. De hecho, te sugeriría que trabajes en recordarle cuánto te preocupas por ella y qué tan bueno eres para ella.
Asentí lentamente.
—Puedo hacer eso.
Su padre resopló con incredulidad.
—Si puedo —insistió Jason, prometiéndose que después de recuperar a Haley, haría que le hiciera un pastel de crema Boston sólo para poder restregárselo en la cara al anciano.
—Sólo trata de no estropearlo, porque si me cuestas a Haley, voy a repudiarte —dijo su padre antes de colgar.
Jason colocó el teléfono en su bolsillo y se dirigió de regreso a la cabaña, decidiendo que no había momento como el presente para empezar. Tenía que recordarle lo bien que estaban juntos y por qué lo adoraba. No debería ser tan difícil. De hecho, estaba seguro de que un pequeño problema iba a garantizar que no podía vivir sin él.
Entró en la cocina justo cuando Haley entró a la habitación pisoteando con enojo y usando sólo su remera de “Geek”. Le lanzó una mirada con enojo y murmuró algo sobre sus pelotas que él decidió ignorar cuando ella se dirigió al refrigerador. Agarró una gaseosa fría y la bebió mientras lo fulminaba con la mirada.
Lucía exhausta, se dio cuenta mientras se apoyaba contra la mesada. Tenía que dejar de sonreír. Esto iba a ser tan fácil.
—¿No podías dormir? —preguntó casualmente, ya sabiendo la respuesta. Ella lo necesitaba y lo sabía malditamente bien. Esta iba a ser la forma en que se quedaría cerca de ella mientras hacía su mejor intento para convencerla de que lo perdone.
Haley empujó hacia arriba los lentes sobre su nariz, tomó un trago de Coca y simplemente le mostró el dedo corazón mientras salía de la habitación.
Genial. Ya la estaba cagando, pensó, caminando detrás de ella. Cerró la puerta de su habitación de un golpe en su cara. Después de contar hasta diez, dos veces, golpeó la puerta.
—Vete.
Suspirando profundamente, abrió la puerta justo a tiempo para ver la del baño cerrarse de golpe. Caminó hasta la cama y se sentó.
—Haley, yo…
—Mira, Jason, de verdad no puedo hacer esto contigo ahora mismo —dijo Haley, sin molestarse en abrir la puerta para enfrentarlo, haciendo que Jason se preguntara si sus tendencias pusilánimes habían regresado. Eso no sería bueno para ninguno de ellos. Necesitaba que lo enfrentara, no que simplemente lo evitara—. Deja que termine de vestirme, después te llevaré a un hotel.
—No —dijo él firmemente. No había ninguna manera en que se fuera. Iban a solucionar esto le gustara o no, y tenía la sensación de que ella no quería.
—Bien —rechinó ella—. Entonces, yo me voy.
Oh, diablos no.
Si ella se iba ahora, no habría nada que la detuviera de dejar su trasero por su bien. No había duda en su mente de que ella no pretendía llevarlo a casa ahora, lo cual significaba, que probablemente no llegaría hasta mañana en la tarde. Para ese entonces, ella podría estar en cualquier lugar haciendo su mejor esfuerzo para convencerse de que podía hacerlo mejor, ella podía, pero ese no era el punto. Él no podía dejarla partir, no ahora, ni nunca.
Echó un rápido vistazo a la puerta antes de precipitarse hacia la pequeña mochila de Haley que a ella le gustaba llamar bolso. La revisó hasta que encontró lo que necesitaba. Sin duda así sólo se iba a enojar más, pero a tiempos desesperados, medidas desesperadas. Se guardó su billetera y rápidamente revisó sus pantalones usados, sacando el dinero que tenía en el bolsillo de adelante y las llaves del auto antes de salir corriendo de la habitación.
Sólo le tomó un minuto encontrar el escondite perfecto, una de las decenas de canastas decorativas que recubrían el techo. No había forma de que Haley llegara ahí o lo encontrara. Después de un minuto, decidió agregar el celular. Lo apagó, lo agregó a la pila y cubrió sus huellas.
Sabiendo que no había forma de que Haley lo dejara hasta que solucionaran las cosas, Jason se relajó por primera vez desde que todo esto empezó. Caminó hasta la cocina sintiéndose seguro de que su pequeño plan iba a funcionar.
Agarró un refresco frío del refrigerador, deseando que fuera una cerveza, y se dirigió a la playa. Mientras que a su pequeño saltamontes no se le permitiera beber, entonces él no bebería. No es que él realmente esperara que estuviera embarazada, pero no quería correr ningún riesgo.
Hasta que él no estuviera seguro de que no estaba embarazada de su hijo ni siquiera probaría una gota de alcohol, lo cual iba a hacer que sea más difícil tratar con él. Aunque reconoció que ayudaría emborracharla, él no estaba dispuesto a dañar a ningún supuesto bebé o a que después ella le tirara en cara que no sabía lo que estaba haciendo cuando lo perdonó. Para esto, la quería totalmente sobria, especialmente ya que ella probablemente encontraría una forma de arreglar esto porque él estaba bastante seguro de que él sólo conseguiría cagarla más.
—¡Cabrón! —escuchó gritar a Haley desde algún lugar tras él.
La miró y sonrió, viéndola acercarse hecha una furia con sus pequeños puños balanceándose a su lado. Volvió a acomodarse los lentes, mirándolo contra la brillante luz del sol.
—¿Qué hiciste, tú, cabrón? —demandó ella, deteniéndose a medio metro de él.
—¿Qué? —preguntó inocentemente, tomando un trago de refresco.
—¡Tú sabes qué! —espetó.
—Hmmm, de verdad no —murmuró, tratando de no sonreír cuando ella gruñó con irritación.
—Mi billetera —masculló con los dientes apretados—. La necesito de regreso para poder irme.
—Entonces no la vas a conseguir —dijo él, encogiéndose de hombros. ¿Pensó que la ayudaría a que lo deje? Demonios, su pequeño saltamontes todavía tenía mucho que aprender.
—Bien —dijo entre diente—. Dame mi celular para que pueda llamar a alguien —demandó, estirando su mano expectante.
—Lo siento, tampoco puedo hacer eso —dijo él, suspirando pesadamente. De verdad, ¿no sabía nada de él?
—¿Qué hay de las llaves de mi auto? —preguntó, mirándolo con cautela.
Frunció los labios pensando. Sería mejor para ellos si ella estaba limitada a la cabaña y al centro de la ciudad a un kilómetro y medio por la carretera.
—No, lo siento, eso tampoco funcionará para mí.
—¡Esto es secuestro! —balbuceó con incredulidad.
—No, no lo es.
—¡Sí, lo es!
—Nop.
—¿Cómo diablos lo llamarías? —demandó ella, sacándole el refresco y terminándoselo.
—¿Una escapada romántica?
Ella soltó un bufido.
—Si realmente no quieres estar aquí, entonces ve adentro y usa el teléfono de la casa para llamar a alguien —sugirió él inocentemente.
Ella parecía a punto de estallar sus lindos puños de furia.
—Sabes muy bien que no sé ninguno de los números de teléfono de memoria —espetó. Sí, él sabía eso. Haley, afortunadamente, dependía mucho de la tecnología. Una vez que un número era agregado a su lista de contactos, nunca lo volvía a mirar. Ese pedacito de información por lo general hacía que pusiera los ojos en blanco, pero ahora lo complacía inmensamente.
—Entonces, creo que estás atrapada aquí —dijo, reprimiendo una sonrisa.
Sus ojos se estrecharon peligrosamente hacia él.
—Entonces —dijo él alegremente—, ¿quieres ir a nadar, de pesca? —Señaló una gran pared de roca que se metía doscientos setenta metros en el océano—, ¿o tienes hambre? Puedo preparar unas hamburguesas en muy poco tiempo.
Con una última mirada que prometía daño corporal, Haley salió corriendo de regreso a la cabaña. Jason regresó a la cabaña sin molestarse en comprobar las puertas corredizas de cristal. La pequeña sonrisa engreída de Haley le había dicho todo lo que necesitaba saber. Ella lo había encerrado afuera. Él le permitiría esta pequeña victoria, decidió mientras recogía su camisa del sillón, se la ponía y se dirigía a la ciudad. Probablemente, no había necesidad de decirle que ya había tomado las llaves de la cabaña.
Tendría que venir a él, tarde o temprano.
Jason no podía discutir eso. Realmente había estropeado todo y necesitaba desesperadamente encontrar una manera de arreglarlo, es por eso que llamó a la artillería pesada.
Su padre.
—Dime que esta es una broma de mal gusto —dijo su padre con recelo.
—Ojala pudiera, papá —dijo Jason, mirando por encima de su hombro a la pequeña cabaña mientras caminaba por la orilla del agua.
Había estado paseando aquí afuera desde hace tres horas, tratando de averiguar qué demonios debería hacer. Finalmente llegó a la conclusión de que estaba hasta el cuello aquí y necesitaba a alguien con una historia fascinante de cómo solucionar cagadas con mujeres y sólo se le ocurrió una persona.
Su papá lo arruinó con su mamá más veces de las que deberían ser humanamente posibles. No es que él la engañara. Ella simplemente lo mataría si alguna vez siquiera pensaba en eso. No, su papá podría ser un bastardo arrogante y testarudo que llevaba a su madre al borde de la locura innumerables veces durante los años.
—Veamos si lo entiendo, dejaste que una estúpida rubia de un bar te convenciera de que mi dulce y pequeña Haley —dijo su padre, haciendo que él sacudiera su cabeza con tristeza. Haley logró tener a su padre en la palma de su mano con esos pastelitos y compró su amor eterno con el pollo frito, la ensalada de papa y las galletas M&M. La obsesión del hombre con la comida era realmente patética.
Gracias a Dios él no tenía ese problema.
—¿…alguna vez hacer algo tan cruel? ¿Después sigues adelante y la cagas en vez de hablar con ella? ¿Qué diablos está mal contigo? —su padre prácticamente gritó, haciendo que Jason sostuviera el celular de Haley a varios metros de su oreja.
—Sé que metí la pata, papá —dijo Jason una vez que su papá dejó de gritar—. Mira, necesito ayuda para saber cómo arreglarlo.
—No te mereces a mi Haley —dijo simplemente su padre.
Jason apenas se contuvo de poner sus ojos en blanco. Su padre era un vendido por la comida.
—¿Se te ha ocurrido que si no arreglo las cosas con Haley, ella nunca te hará ese pastel de crema Boston que te prometió? —dijo él, sabiendo que la forma de llegar a su padre era amenazar su comida.
Su comentario fue recibido con una corta pausa.
—Está bien, esto es lo que tienes que hacer —dijo su padre, ahora concentrado—: necesitas retroceder y dejar de pedir disculpas.
Jason frunció el ceño.
—¿Dejar de pedir disculpas? —Eso no sonaba bien.
—Mmmm, no necesitas seguir recordándole lo gran idiota que eres. Ya lo sabe, créeme. Ahora mismo, necesitas trabajar en estar ahí para ella. No la presiones. De hecho, te sugeriría que trabajes en recordarle cuánto te preocupas por ella y qué tan bueno eres para ella.
Asentí lentamente.
—Puedo hacer eso.
Su padre resopló con incredulidad.
—Si puedo —insistió Jason, prometiéndose que después de recuperar a Haley, haría que le hiciera un pastel de crema Boston sólo para poder restregárselo en la cara al anciano.
—Sólo trata de no estropearlo, porque si me cuestas a Haley, voy a repudiarte —dijo su padre antes de colgar.
Jason colocó el teléfono en su bolsillo y se dirigió de regreso a la cabaña, decidiendo que no había momento como el presente para empezar. Tenía que recordarle lo bien que estaban juntos y por qué lo adoraba. No debería ser tan difícil. De hecho, estaba seguro de que un pequeño problema iba a garantizar que no podía vivir sin él.
Entró en la cocina justo cuando Haley entró a la habitación pisoteando con enojo y usando sólo su remera de “Geek”. Le lanzó una mirada con enojo y murmuró algo sobre sus pelotas que él decidió ignorar cuando ella se dirigió al refrigerador. Agarró una gaseosa fría y la bebió mientras lo fulminaba con la mirada.
Lucía exhausta, se dio cuenta mientras se apoyaba contra la mesada. Tenía que dejar de sonreír. Esto iba a ser tan fácil.
—¿No podías dormir? —preguntó casualmente, ya sabiendo la respuesta. Ella lo necesitaba y lo sabía malditamente bien. Esta iba a ser la forma en que se quedaría cerca de ella mientras hacía su mejor intento para convencerla de que lo perdone.
Haley empujó hacia arriba los lentes sobre su nariz, tomó un trago de Coca y simplemente le mostró el dedo corazón mientras salía de la habitación.
Genial. Ya la estaba cagando, pensó, caminando detrás de ella. Cerró la puerta de su habitación de un golpe en su cara. Después de contar hasta diez, dos veces, golpeó la puerta.
—Vete.
Suspirando profundamente, abrió la puerta justo a tiempo para ver la del baño cerrarse de golpe. Caminó hasta la cama y se sentó.
—Haley, yo…
—Mira, Jason, de verdad no puedo hacer esto contigo ahora mismo —dijo Haley, sin molestarse en abrir la puerta para enfrentarlo, haciendo que Jason se preguntara si sus tendencias pusilánimes habían regresado. Eso no sería bueno para ninguno de ellos. Necesitaba que lo enfrentara, no que simplemente lo evitara—. Deja que termine de vestirme, después te llevaré a un hotel.
—No —dijo él firmemente. No había ninguna manera en que se fuera. Iban a solucionar esto le gustara o no, y tenía la sensación de que ella no quería.
—Bien —rechinó ella—. Entonces, yo me voy.
Oh, diablos no.
Si ella se iba ahora, no habría nada que la detuviera de dejar su trasero por su bien. No había duda en su mente de que ella no pretendía llevarlo a casa ahora, lo cual significaba, que probablemente no llegaría hasta mañana en la tarde. Para ese entonces, ella podría estar en cualquier lugar haciendo su mejor esfuerzo para convencerse de que podía hacerlo mejor, ella podía, pero ese no era el punto. Él no podía dejarla partir, no ahora, ni nunca.
Echó un rápido vistazo a la puerta antes de precipitarse hacia la pequeña mochila de Haley que a ella le gustaba llamar bolso. La revisó hasta que encontró lo que necesitaba. Sin duda así sólo se iba a enojar más, pero a tiempos desesperados, medidas desesperadas. Se guardó su billetera y rápidamente revisó sus pantalones usados, sacando el dinero que tenía en el bolsillo de adelante y las llaves del auto antes de salir corriendo de la habitación.
Sólo le tomó un minuto encontrar el escondite perfecto, una de las decenas de canastas decorativas que recubrían el techo. No había forma de que Haley llegara ahí o lo encontrara. Después de un minuto, decidió agregar el celular. Lo apagó, lo agregó a la pila y cubrió sus huellas.
Sabiendo que no había forma de que Haley lo dejara hasta que solucionaran las cosas, Jason se relajó por primera vez desde que todo esto empezó. Caminó hasta la cocina sintiéndose seguro de que su pequeño plan iba a funcionar.
Agarró un refresco frío del refrigerador, deseando que fuera una cerveza, y se dirigió a la playa. Mientras que a su pequeño saltamontes no se le permitiera beber, entonces él no bebería. No es que él realmente esperara que estuviera embarazada, pero no quería correr ningún riesgo.
Hasta que él no estuviera seguro de que no estaba embarazada de su hijo ni siquiera probaría una gota de alcohol, lo cual iba a hacer que sea más difícil tratar con él. Aunque reconoció que ayudaría emborracharla, él no estaba dispuesto a dañar a ningún supuesto bebé o a que después ella le tirara en cara que no sabía lo que estaba haciendo cuando lo perdonó. Para esto, la quería totalmente sobria, especialmente ya que ella probablemente encontraría una forma de arreglar esto porque él estaba bastante seguro de que él sólo conseguiría cagarla más.
—¡Cabrón! —escuchó gritar a Haley desde algún lugar tras él.
La miró y sonrió, viéndola acercarse hecha una furia con sus pequeños puños balanceándose a su lado. Volvió a acomodarse los lentes, mirándolo contra la brillante luz del sol.
—¿Qué hiciste, tú, cabrón? —demandó ella, deteniéndose a medio metro de él.
—¿Qué? —preguntó inocentemente, tomando un trago de refresco.
—¡Tú sabes qué! —espetó.
—Hmmm, de verdad no —murmuró, tratando de no sonreír cuando ella gruñó con irritación.
—Mi billetera —masculló con los dientes apretados—. La necesito de regreso para poder irme.
—Entonces no la vas a conseguir —dijo él, encogiéndose de hombros. ¿Pensó que la ayudaría a que lo deje? Demonios, su pequeño saltamontes todavía tenía mucho que aprender.
—Bien —dijo entre diente—. Dame mi celular para que pueda llamar a alguien —demandó, estirando su mano expectante.
—Lo siento, tampoco puedo hacer eso —dijo él, suspirando pesadamente. De verdad, ¿no sabía nada de él?
—¿Qué hay de las llaves de mi auto? —preguntó, mirándolo con cautela.
Frunció los labios pensando. Sería mejor para ellos si ella estaba limitada a la cabaña y al centro de la ciudad a un kilómetro y medio por la carretera.
—No, lo siento, eso tampoco funcionará para mí.
—¡Esto es secuestro! —balbuceó con incredulidad.
—No, no lo es.
—¡Sí, lo es!
—Nop.
—¿Cómo diablos lo llamarías? —demandó ella, sacándole el refresco y terminándoselo.
—¿Una escapada romántica?
Ella soltó un bufido.
—Si realmente no quieres estar aquí, entonces ve adentro y usa el teléfono de la casa para llamar a alguien —sugirió él inocentemente.
Ella parecía a punto de estallar sus lindos puños de furia.
—Sabes muy bien que no sé ninguno de los números de teléfono de memoria —espetó. Sí, él sabía eso. Haley, afortunadamente, dependía mucho de la tecnología. Una vez que un número era agregado a su lista de contactos, nunca lo volvía a mirar. Ese pedacito de información por lo general hacía que pusiera los ojos en blanco, pero ahora lo complacía inmensamente.
—Entonces, creo que estás atrapada aquí —dijo, reprimiendo una sonrisa.
Sus ojos se estrecharon peligrosamente hacia él.
—Entonces —dijo él alegremente—, ¿quieres ir a nadar, de pesca? —Señaló una gran pared de roca que se metía doscientos setenta metros en el océano—, ¿o tienes hambre? Puedo preparar unas hamburguesas en muy poco tiempo.
Con una última mirada que prometía daño corporal, Haley salió corriendo de regreso a la cabaña. Jason regresó a la cabaña sin molestarse en comprobar las puertas corredizas de cristal. La pequeña sonrisa engreída de Haley le había dicho todo lo que necesitaba saber. Ella lo había encerrado afuera. Él le permitiría esta pequeña victoria, decidió mientras recogía su camisa del sillón, se la ponía y se dirigía a la ciudad. Probablemente, no había necesidad de decirle que ya había tomado las llaves de la cabaña.
Tendría que venir a él, tarde o temprano.
berny_girl- Mensajes : 2842
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Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 25
Tres en punto de la mañana y Haley estaba cerca de llorar. Estaba tan increíblemente cansada. Su cabeza punzaba y se sentía enferma del estómago. No había dormido en cinco días.
Ni siquiera un guiño.
Tristemente no tenía nada que ver con la cabaña. La cama era firme, justo cómo le gustaba, el aire acondicionado funcionaba perfectamente manteniendo la pequeña cabaña a una fría temperatura de veinte grados y el único ruido que se escuchaba era el sonido de las olas golpeando contra la playa. En realidad deseaba que hubiera algo de lo que quejarse, porque eso significaría que irse a uno de los hoteles atrás en el camino le proveería del sueño que su cuerpo necesitaba desesperadamente.
La razón por la que no podía dormir era bastante sencilla. El bastardo que se rehusaba a irse sin importar cuántas veces le rogó, suplicó y amenazó era cien por ciento responsable de este pequeño problema. Ser así de dependiente de otra persona para dormir no era saludable ni normal, pero sin importar cuántas veces trató de hacerle entender ese mensaje a su extenuado cuerpo no escuchaba.
Intentó de todo en los últimos tres días. Al principio pensó que la relajación haría el truco, así que había tomado una docena de baños calientes, leído unos libros e incluso un relajante paseo por la playa bajo la luz de la luna. Cuando la relajación no funcionó trató con actividad vigorosa. Nadó, hizo largas caminatas y limpió la cabaña de arriba abajo.
Absolutamente nada funcionó. No había forma de que pudiera manejar otro día sin dormir, mucho menos los cuatros días que Jason estaba determinado a estar al pendiente de ella.
Se sentó en la cama y pateó las sábanas para librarse de ellas. Maldición. Si iba a estar atrapada con él, entonces bien podría sacar algo de ello. Abrió su puerta de par en par y caminó por el corto pasillo.
Jason le echó un vistazo y suspiró. No estuvo muy sorprendida de encontrarlo despierto. Parecía que esta pequeña adicción iba en ambas direcciones, afortunadamente, porque si iba a sufrir entonces él también. Reconoció que su incapacidad para dormir podría tener más que ver con las pequeñas sillas de mimbre en las que estaba forzado a sentarse toda la noche.
—No sé qué hiciste, pero me arruinaste el sueño y dado que no me darás mis cosas de nuevo he decidido que me permitirás el uso de tu cuerpo para dormir —aclaró, temiendo que tal vez la malinterpretara—, hasta que regresemos a casa y pueda obtener una prescripción para pastillas para dormir de mi doctor.
Jason simplemente la miró con ojos enrojecidos.
—Está bien —dijo ella con firmeza, asintiendo para ella misma—. Mueve tu trasero —dijo, indicándole la habitación con la cabeza.
—No —dijo él suavemente.
Ella le entrecerró los ojos.
—No me hagas lastimarte, Jason. Estoy demasiado cansada para cualquier estupidez esta noche, así que mueve el trasero.
Negó tercamente con la cabeza.
—No hasta que prometas pasar los últimos cuatro días conmigo.
—No.
Habían roto y él de verdad necesitaba aceptar eso, en especial porque regresarían a trabajar en dos semanas. Ella no quería tener que lidiar con nada de esta tontería en el trabajo. Él necesitaba aceptar esto para que ambos pudieran continuar. Ya era suficientemente duro estar cerca de él y no ser capaz de tocarlo.
Lo amaba demasiado y esto la estaba matando. Lo mejor que podían hacer por ambos era dejarlo ir ahora para que ella tuviera algún tiempo, incluso unos días, para llorar por su relación. Ya sabía que tendría que poner la casa en el mercado y buscar un nuevo empleo tan pronto como regresara.
Después de esto sabía que nunca lograría estar en la misma habitación que él o mirarlo pasearse afuera sin sentir que su corazón se rompía. Necesitaba poner tanta distancia entre ellos como pudiera si esperaba sobrevivir a esto.
—Nos quedan cuatro días, Haley. Si quieres dormir entonces me darás lo que quiero.
—Necesitas dormir tanto como yo —señaló ella.
Asintió en acuerdo.
—Estoy dispuesto a no dormir si es lo que se necesita.
—No vamos a volver —dijo ella, sintiéndose más exhausta de lo que había estado hace cinco minutos.
—No estoy pidiendo eso, Haley. Estoy pidiendo un poco de tiempo real contigo.
—¿Esperas que crea eso?
—Sí —dijo él, sonando tan exhausto como ella se sentía—. Sólo quiero tiempo contigo.
Lo consideró por un momento. En este punto estaba dispuesta a soltar sus riñones si eso significaba dormir un poco.
—Bien —dijo lentamente—. Pero sólo tiempo. Sin besos, sexo o tocar.
Suspiró con evidente alivio mientras se ponía de pie.
—Eso está bien —dijo él, pasando a su lado y caminando a su habitación. Ella lo siguió, impaciente por dormir un poco finalmente.
—La ropa interior se queda puesta —anunció ella, mientras entraba en la habitación.
Jason se puso de nuevo su ropa interior de un tirón, probablemente demasiado cansado para discutir, y se dejó caer en la cama. Después de una leve vacilación, Haley se acostó y se acurrucó contra él. En cuestión de minutos sintió que su cuerpo se relajaba y empezaba a dormirse.
Ni siquiera un guiño.
Tristemente no tenía nada que ver con la cabaña. La cama era firme, justo cómo le gustaba, el aire acondicionado funcionaba perfectamente manteniendo la pequeña cabaña a una fría temperatura de veinte grados y el único ruido que se escuchaba era el sonido de las olas golpeando contra la playa. En realidad deseaba que hubiera algo de lo que quejarse, porque eso significaría que irse a uno de los hoteles atrás en el camino le proveería del sueño que su cuerpo necesitaba desesperadamente.
La razón por la que no podía dormir era bastante sencilla. El bastardo que se rehusaba a irse sin importar cuántas veces le rogó, suplicó y amenazó era cien por ciento responsable de este pequeño problema. Ser así de dependiente de otra persona para dormir no era saludable ni normal, pero sin importar cuántas veces trató de hacerle entender ese mensaje a su extenuado cuerpo no escuchaba.
Intentó de todo en los últimos tres días. Al principio pensó que la relajación haría el truco, así que había tomado una docena de baños calientes, leído unos libros e incluso un relajante paseo por la playa bajo la luz de la luna. Cuando la relajación no funcionó trató con actividad vigorosa. Nadó, hizo largas caminatas y limpió la cabaña de arriba abajo.
Absolutamente nada funcionó. No había forma de que pudiera manejar otro día sin dormir, mucho menos los cuatros días que Jason estaba determinado a estar al pendiente de ella.
Se sentó en la cama y pateó las sábanas para librarse de ellas. Maldición. Si iba a estar atrapada con él, entonces bien podría sacar algo de ello. Abrió su puerta de par en par y caminó por el corto pasillo.
Jason le echó un vistazo y suspiró. No estuvo muy sorprendida de encontrarlo despierto. Parecía que esta pequeña adicción iba en ambas direcciones, afortunadamente, porque si iba a sufrir entonces él también. Reconoció que su incapacidad para dormir podría tener más que ver con las pequeñas sillas de mimbre en las que estaba forzado a sentarse toda la noche.
—No sé qué hiciste, pero me arruinaste el sueño y dado que no me darás mis cosas de nuevo he decidido que me permitirás el uso de tu cuerpo para dormir —aclaró, temiendo que tal vez la malinterpretara—, hasta que regresemos a casa y pueda obtener una prescripción para pastillas para dormir de mi doctor.
Jason simplemente la miró con ojos enrojecidos.
—Está bien —dijo ella con firmeza, asintiendo para ella misma—. Mueve tu trasero —dijo, indicándole la habitación con la cabeza.
—No —dijo él suavemente.
Ella le entrecerró los ojos.
—No me hagas lastimarte, Jason. Estoy demasiado cansada para cualquier estupidez esta noche, así que mueve el trasero.
Negó tercamente con la cabeza.
—No hasta que prometas pasar los últimos cuatro días conmigo.
—No.
Habían roto y él de verdad necesitaba aceptar eso, en especial porque regresarían a trabajar en dos semanas. Ella no quería tener que lidiar con nada de esta tontería en el trabajo. Él necesitaba aceptar esto para que ambos pudieran continuar. Ya era suficientemente duro estar cerca de él y no ser capaz de tocarlo.
Lo amaba demasiado y esto la estaba matando. Lo mejor que podían hacer por ambos era dejarlo ir ahora para que ella tuviera algún tiempo, incluso unos días, para llorar por su relación. Ya sabía que tendría que poner la casa en el mercado y buscar un nuevo empleo tan pronto como regresara.
Después de esto sabía que nunca lograría estar en la misma habitación que él o mirarlo pasearse afuera sin sentir que su corazón se rompía. Necesitaba poner tanta distancia entre ellos como pudiera si esperaba sobrevivir a esto.
—Nos quedan cuatro días, Haley. Si quieres dormir entonces me darás lo que quiero.
—Necesitas dormir tanto como yo —señaló ella.
Asintió en acuerdo.
—Estoy dispuesto a no dormir si es lo que se necesita.
—No vamos a volver —dijo ella, sintiéndose más exhausta de lo que había estado hace cinco minutos.
—No estoy pidiendo eso, Haley. Estoy pidiendo un poco de tiempo real contigo.
—¿Esperas que crea eso?
—Sí —dijo él, sonando tan exhausto como ella se sentía—. Sólo quiero tiempo contigo.
Lo consideró por un momento. En este punto estaba dispuesta a soltar sus riñones si eso significaba dormir un poco.
—Bien —dijo lentamente—. Pero sólo tiempo. Sin besos, sexo o tocar.
Suspiró con evidente alivio mientras se ponía de pie.
—Eso está bien —dijo él, pasando a su lado y caminando a su habitación. Ella lo siguió, impaciente por dormir un poco finalmente.
—La ropa interior se queda puesta —anunció ella, mientras entraba en la habitación.
Jason se puso de nuevo su ropa interior de un tirón, probablemente demasiado cansado para discutir, y se dejó caer en la cama. Después de una leve vacilación, Haley se acostó y se acurrucó contra él. En cuestión de minutos sintió que su cuerpo se relajaba y empezaba a dormirse.
—¡Oh, por Dios, no! ¡Va a morderme! —chilló Haley, saltando hacia atrás cuando el pequeño cangrejo se movió hacia ella.
Jason soltó una risita mientras veía a su pequeña saltamontes correr de puntillas, tratando de escapar del pequeño cangrejo que en realidad sí parecía que se la tenía jurada. Cada vez que Haley cambiaba de dirección también lo hacía el cangrejo.
Ahora, Jason podría muy fácilmente arreglar este pequeño problema por su pequeña saltamontes si la cargaba en brazos, pero estaba siguiendo sus reglas. Sólo tenía cuatro días para convencerla de que no podía vivir sin él, y si eso significaba que tenía que seguir sus reglas para pasar tiempo con ella entonces las seguiría al pie de la letra. No iba a darle una razón para romper su acuerdo.
Era por eso que una hora antes cuando se levantó para encontrar a Haley acurrucada en sus brazos, rápidamente saltó de la cama y se alejó de ella. Pareció un poco confundida y dolida, y él casi ignoró las reglas y la tomó en sus brazos, pero se obligó a sí mismo a mantener la cabeza en el juego. Dijo buenos días y la dejó para que tomara una ducha, y no unírsele casi lo había matado, y les preparó el almuerzo.
Después de almorzar había necesitado un poco de incitación y cerca de una docena de recordatorios de que prometió pasar los últimos cuatro días con él. Con un suspiro resignado lo siguió a la playa. Por primera vez desde que arruinó sus flores un pesado e incómodo silencio surgió entre ellos.
Reprimió otra disculpa, recordando lo que su padre dijo, y caminó a su lado, tratando de descubrir qué demonios debería decirle. Desafortunadamente Haley parecía estar tan incómoda como él. Sabía que estaba a punto de sugerir que regresaran a casa de nuevo, cuando por suerte encontraron al cangrejito empeñado en atacarla.
Ahora los dos reían, mirando las travesuras del cangrejito, el incómodo silencio olvidado.
—¡Jason! —gritó Haley cuando el cangrejo intentó coger sus dedos.
Suspirando, Jason se inclinó y cogió al cangrejito. Lo levantó para que pudiera verlo a los pequeños ojos de insecto.
—Es algo lindo.
Haley hizo un adorable mohín.
—Si tú lo dices.
Se dio cuenta de que ella no hacía ningún intento de acercarse a mirarlo más de cerca. De hecho, parecía como si estuviera tratando de apartarse discretamente. Jason reprimió una sonrisa mientras se lo tendía. Ella chilló, saltando hacia atrás y casi cayó sobre su trasero en el océano.
—¡Aléjalo de mí!
—Oh, vamos, Haley. Sólo quiere un besito —dijo Jason, empujando el cangrejo hacia ella de nuevo—. Sólo un besito.
Haley soltó una risita incluso mientras se escabullía del camino.
—¡Vamos, le gustas! —dijo Jason, riendo entre dientes mientras iba tras ella.
—¡Aléjate! —dijo Haley, riendo tan fuerte que tropezó varias veces, pero de algún modo se las arregló para quitarse cuando el cangrejo invadía su espacio personal.
—¡Juro por Dios, voy a patearte el trasero por esto!
Jason soltó una risita mientras veía a su pequeña saltamontes correr de puntillas, tratando de escapar del pequeño cangrejo que en realidad sí parecía que se la tenía jurada. Cada vez que Haley cambiaba de dirección también lo hacía el cangrejo.
Ahora, Jason podría muy fácilmente arreglar este pequeño problema por su pequeña saltamontes si la cargaba en brazos, pero estaba siguiendo sus reglas. Sólo tenía cuatro días para convencerla de que no podía vivir sin él, y si eso significaba que tenía que seguir sus reglas para pasar tiempo con ella entonces las seguiría al pie de la letra. No iba a darle una razón para romper su acuerdo.
Era por eso que una hora antes cuando se levantó para encontrar a Haley acurrucada en sus brazos, rápidamente saltó de la cama y se alejó de ella. Pareció un poco confundida y dolida, y él casi ignoró las reglas y la tomó en sus brazos, pero se obligó a sí mismo a mantener la cabeza en el juego. Dijo buenos días y la dejó para que tomara una ducha, y no unírsele casi lo había matado, y les preparó el almuerzo.
Después de almorzar había necesitado un poco de incitación y cerca de una docena de recordatorios de que prometió pasar los últimos cuatro días con él. Con un suspiro resignado lo siguió a la playa. Por primera vez desde que arruinó sus flores un pesado e incómodo silencio surgió entre ellos.
Reprimió otra disculpa, recordando lo que su padre dijo, y caminó a su lado, tratando de descubrir qué demonios debería decirle. Desafortunadamente Haley parecía estar tan incómoda como él. Sabía que estaba a punto de sugerir que regresaran a casa de nuevo, cuando por suerte encontraron al cangrejito empeñado en atacarla.
Ahora los dos reían, mirando las travesuras del cangrejito, el incómodo silencio olvidado.
—¡Jason! —gritó Haley cuando el cangrejo intentó coger sus dedos.
Suspirando, Jason se inclinó y cogió al cangrejito. Lo levantó para que pudiera verlo a los pequeños ojos de insecto.
—Es algo lindo.
Haley hizo un adorable mohín.
—Si tú lo dices.
Se dio cuenta de que ella no hacía ningún intento de acercarse a mirarlo más de cerca. De hecho, parecía como si estuviera tratando de apartarse discretamente. Jason reprimió una sonrisa mientras se lo tendía. Ella chilló, saltando hacia atrás y casi cayó sobre su trasero en el océano.
—¡Aléjalo de mí!
—Oh, vamos, Haley. Sólo quiere un besito —dijo Jason, empujando el cangrejo hacia ella de nuevo—. Sólo un besito.
Haley soltó una risita incluso mientras se escabullía del camino.
—¡Vamos, le gustas! —dijo Jason, riendo entre dientes mientras iba tras ella.
—¡Aléjate! —dijo Haley, riendo tan fuerte que tropezó varias veces, pero de algún modo se las arregló para quitarse cuando el cangrejo invadía su espacio personal.
—¡Juro por Dios, voy a patearte el trasero por esto!
Haley dejó caer su libro cuando se colgó del brazo de Jason y trató de arrastrarlo a la fuerza.
—¡Eso es publicidad falsa! —dijo Jason, regresando a la puerta por la que habían sido echados bruscamente hace diez minutos—. El letrero dice: “todo lo que pueda comer”.
Afortunadamente los últimos meses en compañía de Jason habían curado su problema de avergonzarse fácilmente, de otro modo probablemente estaría poniéndose toda roja ahora mismo y deseando que se abriera un hoyo en la tierra y la tragara entera mientras la gente se detenía para mirarlos boquiabiertos.
—Estaban cerrando —señaló ella suavemente.
—Esa no es excusa —dijo él, fulminando con la mira al personal en espera que los miraba nerviosamente desde detrás de las cortinas.
—Creo que se quedaron sin comida —dijo Haley, haciendo lo posible por no reírse cuando él hizo un puchero.
—Bastardos —murmuró Jason.
—Vamos, te dejaré que me invites a una película tardía —dijo ella, tirando de su brazo. Renuentemente, él dejó que le mostrara el camino, sólo lanzando una ocasional mirada de anhelo hacia el restaurante. Haley hizo lo que pudo por no poner los ojos en blanco. El hombre estaba demasiado obsesionado con la comida. Conforme se ponían en la larga fila afuera del cine un pensamiento pasó por su mente.
—Nunca me llevaste al bufet de un restaurante en casa —señaló. Ahora que pensaba en ello en realidad le sorprendía que no lo hubiera hecho. Parecía el tipo perfecto de restaurante para Jason, demonios, para Jason y su padre. Ambos adoraban la comida, lo que era probablemente el motivo por el que sus padres se detuvieran en un solo niño. Sólo el pensar en un montón de pequeños Jason corriendo y comiendo fuera con sus padres y en casa era aterrador.
Jason murmuró algo.
—¿Qué? —preguntó ella, apartando la vista de la lista de películas exhibiéndose.
—Dije, que me han vetado —refunfuñó infeliz—. Es todo política —aspiró.
—Ajá…. ¿y tu padre? —preguntó, ya teniendo la sensación de cuál iba a ser su respuesta.
—A él lo vetaron desde 1995 —dijo Jason con un encogimiento de hombros.
—Ya veo —dijo ella, torciendo los labios.
—En dos años la banda en Las Vegas será levantada. Estamos planeando un gran viaje —dijo, mirándola esperanzado.
Haley abrió la boca para recordarle que no iban a estar haciendo nada juntos en dos años cuando se dio cuenta de lo que dijo.
—¿Has sido vetado en Las Vegas?
—No de Las Vegas, sólo de todos los buffets —dijo Jason con un encogimiento de hombros como si no fuera la gran cosa.
—¿Todos los buffets? —quiso saber ella, incapaz de esconder su sorpresa. Tenía que haber cientos de buffets en Las Vegas.
—Supongo que tuvieron una junta o algo así. Como dije antes, todo es política —dijo Jason señalándole que avanzara en la fila.
Durante unos minutos estuvo demasiado atónita para decir algo. Sabía que amaban la comida, pero vaya….
—¿Qué película quieres ver? —preguntó Jason, sacándola de sus aterradores pensamientos.
Haley rápidamente echó un vistazo a la lista, a punto de decirle a Jason que escogiera una cuando vio una película que había estado esperando para ver durante un tiempo.
—¿Qué tal “Al Infierno y de regreso”? —sugirió.
Jason frunció el ceño.
—¿Aquella con Edward y Dana Pierce?
Ella asintió.
—Bien —dijo con poniendo los ojos en blanco exageradamente, ganándose una sonrisa de parte de ella—. Una película para chicas será. —Compró los boletos y se encaminó hacia el puesto de comida—. Sólo necesito algo para comer antes de desmayarme.
Estiró el brazo para tomar su mano, sólo para dejarla caer. Su sonrisa se volvió educada mientras le hacía señas para que fuera delante de él. Haley forzó una sonrisa mientras se ponía delante de él en la fila, recordándose a sí misma que esto era exactamente lo que ella quería. Quería regresar a ser amigos, incluso si era sólo por poco tiempo, así que Jason aceptando eso inmediatamente era algo bueno, se dijo a sí misma.
Después de que compraron sus bocadillos, bueno los bocadillos de Jason porque ella todavía estaba llena, encontraron dos asientos en el medio hacia el frente. Afortunadamente los cortos ya se estaban exhibiendo así que Haley aprovechó la oportunidad para poner su cabeza en orden. Realmente tenía que detenerse a sí misma de desear que Jason la tocara, la abrazara y la besara.
Habían roto. Por supuesto Jason lo aceptó y ella también debería hacerlo. Era lo mejor sin importar cuánto la hacía querer llorar.
—¡Eso es publicidad falsa! —dijo Jason, regresando a la puerta por la que habían sido echados bruscamente hace diez minutos—. El letrero dice: “todo lo que pueda comer”.
Afortunadamente los últimos meses en compañía de Jason habían curado su problema de avergonzarse fácilmente, de otro modo probablemente estaría poniéndose toda roja ahora mismo y deseando que se abriera un hoyo en la tierra y la tragara entera mientras la gente se detenía para mirarlos boquiabiertos.
—Estaban cerrando —señaló ella suavemente.
—Esa no es excusa —dijo él, fulminando con la mira al personal en espera que los miraba nerviosamente desde detrás de las cortinas.
—Creo que se quedaron sin comida —dijo Haley, haciendo lo posible por no reírse cuando él hizo un puchero.
—Bastardos —murmuró Jason.
—Vamos, te dejaré que me invites a una película tardía —dijo ella, tirando de su brazo. Renuentemente, él dejó que le mostrara el camino, sólo lanzando una ocasional mirada de anhelo hacia el restaurante. Haley hizo lo que pudo por no poner los ojos en blanco. El hombre estaba demasiado obsesionado con la comida. Conforme se ponían en la larga fila afuera del cine un pensamiento pasó por su mente.
—Nunca me llevaste al bufet de un restaurante en casa —señaló. Ahora que pensaba en ello en realidad le sorprendía que no lo hubiera hecho. Parecía el tipo perfecto de restaurante para Jason, demonios, para Jason y su padre. Ambos adoraban la comida, lo que era probablemente el motivo por el que sus padres se detuvieran en un solo niño. Sólo el pensar en un montón de pequeños Jason corriendo y comiendo fuera con sus padres y en casa era aterrador.
Jason murmuró algo.
—¿Qué? —preguntó ella, apartando la vista de la lista de películas exhibiéndose.
—Dije, que me han vetado —refunfuñó infeliz—. Es todo política —aspiró.
—Ajá…. ¿y tu padre? —preguntó, ya teniendo la sensación de cuál iba a ser su respuesta.
—A él lo vetaron desde 1995 —dijo Jason con un encogimiento de hombros.
—Ya veo —dijo ella, torciendo los labios.
—En dos años la banda en Las Vegas será levantada. Estamos planeando un gran viaje —dijo, mirándola esperanzado.
Haley abrió la boca para recordarle que no iban a estar haciendo nada juntos en dos años cuando se dio cuenta de lo que dijo.
—¿Has sido vetado en Las Vegas?
—No de Las Vegas, sólo de todos los buffets —dijo Jason con un encogimiento de hombros como si no fuera la gran cosa.
—¿Todos los buffets? —quiso saber ella, incapaz de esconder su sorpresa. Tenía que haber cientos de buffets en Las Vegas.
—Supongo que tuvieron una junta o algo así. Como dije antes, todo es política —dijo Jason señalándole que avanzara en la fila.
Durante unos minutos estuvo demasiado atónita para decir algo. Sabía que amaban la comida, pero vaya….
—¿Qué película quieres ver? —preguntó Jason, sacándola de sus aterradores pensamientos.
Haley rápidamente echó un vistazo a la lista, a punto de decirle a Jason que escogiera una cuando vio una película que había estado esperando para ver durante un tiempo.
—¿Qué tal “Al Infierno y de regreso”? —sugirió.
Jason frunció el ceño.
—¿Aquella con Edward y Dana Pierce?
Ella asintió.
—Bien —dijo con poniendo los ojos en blanco exageradamente, ganándose una sonrisa de parte de ella—. Una película para chicas será. —Compró los boletos y se encaminó hacia el puesto de comida—. Sólo necesito algo para comer antes de desmayarme.
Estiró el brazo para tomar su mano, sólo para dejarla caer. Su sonrisa se volvió educada mientras le hacía señas para que fuera delante de él. Haley forzó una sonrisa mientras se ponía delante de él en la fila, recordándose a sí misma que esto era exactamente lo que ella quería. Quería regresar a ser amigos, incluso si era sólo por poco tiempo, así que Jason aceptando eso inmediatamente era algo bueno, se dijo a sí misma.
Después de que compraron sus bocadillos, bueno los bocadillos de Jason porque ella todavía estaba llena, encontraron dos asientos en el medio hacia el frente. Afortunadamente los cortos ya se estaban exhibiendo así que Haley aprovechó la oportunidad para poner su cabeza en orden. Realmente tenía que detenerse a sí misma de desear que Jason la tocara, la abrazara y la besara.
Habían roto. Por supuesto Jason lo aceptó y ella también debería hacerlo. Era lo mejor sin importar cuánto la hacía querer llorar.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 26
—No tienes que comprar la cena. Podía haber cocinado —señaló Haley mientras seguían a una camarera a un reservado en el restaurante de estilo de los años cincuenta.
—No vas a mover un dedo mientras estás de vacaciones —indicó Jason otra vez. Esta era otra cosa por la que iban a tener que discutir, pero más adelante. En estos momentos estaba demasiado ocupado mostrándole a Haley lo mucho que se preocupaba por ella. Durante los dos últimos días estaba bastante seguro de que Haley había comenzado a perdonarlo.
A estas alturas ella probablemente se dio cuenta de que no deberían estar separados. Ahora todo lo que tenía que hacer era tratar de no embarrarla otra vez, no es que él realmente pensara que lo haría. Había estado actuando como el amigo perfecto durante los últimos días. Por la noche le permitía a ella decidir la posición en la que dormirían y en la mañana saltaba fuera de la cama y tomaba una ducha muy fría o iba a nadar en el océano. Luego pasaba el resto del día encontrando cosas divertidas que hacer y se guardaba sus manos para sí mismo.
Era más difícil de lo que se había imaginado, pero de alguna manera se las arregló para tratar a Haley como una buena amiga. No había duda en su mente de que ella estaba dispuesta a volver a como las cosas solían ser. Jodidas gracias a Dios, porque él no creía que pudiera durar otro día con esta mierda de la amistad.
Ella era su pequeño saltamontes, simple y llanamente. No poder tocarla y abrazarla estaba simplemente mal.
—¿Puedo conseguirles una bebida para empezar? —le preguntó la camarera, lanzándole una mirada apreciativa.
—Tomaremos dos Coca-Cola, por favor —dijo, dirigiendo su atención al menú delante de él. No estaba dispuesto a hacer algo para alentar a la mujer. En este momento necesitaba ser capaz de concentrar toda su energía en su pequeño saltamontes y no en una camarera con una apretada camisa rosa dos tallas demasiado pequeña que esperaba calentar su cama esta noche.
—Iré a traerlas ahora mismo —dijo con una voz seductora. Jason le echó un vistazo a Haley, preguntándose si el obvio interés de la mesera le molestaba. Si lo hizo, no lo demostró. Al parecer, una vez más, Haley era demasiado ajena para notarlo, lo que probablemente era lo mejor porque no podía soportar las mujeres celosas.
—Tengo que usar el baño. ¿Podrías ordenar por mí si ella vuelve antes que yo?
—Por supuesto —dijo Haley, sin molestarse en levantar la vista del menú—. ¿Qué quieres?
—Dos hamburguesas con queso —dijo él, sin molestarse en decirle cómo las quería o sin pedirle dos adicionales. Ella sabía lo que le gustaba.
Cinco minutos más tarde caminaba fuera del baño justo cuando su camarera terminaba de escribir su orden. La camarera levantó la vista de su cuaderno de notas y le sonrió. Le dijo algo más a Haley antes de caminar a él, sonriendo tímidamente todo el tiempo.
—Tu amiga —dijo, gesticulando hacia Haley, que los observaba con aburrido interés—, dijo que te puede gustar la banda que está tocando en el TJ’s. Es una banda que toca música de Nickelback. Dijo que me podrías recoger en dos horas después de que salga del trabajo, pero si me das quince minutos probablemente podría conseguir la noche libre.
—¿Espera? ¿Qué? —preguntó Jason, confundido como el infierno—. ¿Te dijo que yo estaba interesado?
—Mmmhmm —dijo la camarera, despreocupada de que él estuviera claramente enojado.
—Disculpa —dijo firmemente, caminando a su alrededor.
—Iré a preguntar si puedo salir antes —anunció la camarera, sonando aturdida.
—No te molestes —lanzó Jason sobre su hombro.
Se acercó a Haley, puso las manos sobre la mesa y se inclinó hasta quedar prácticamente nariz a nariz con ella.
—Dime que no acabas de intentar organizarme una cita con la camarera —soltó él, tratando de detenerse a sí mismo de retorcer su pequeño cuello.
—No te organice una cita en sí, pero le dije que te podía gustar la banda y que estabas soltero —dijo ella simplemente, empujando sus gafas encima de su nariz.
—¿Estoy soltero? —repitió, su voz sonaba a hueca.
—Sí —dijo Haley, moviendo su mirada hacia la izquierda y lejos de él.
Lentamente se apartó de ella y se levantó. Tragando saliva, le preguntó—: ¿Es lo que realmente quieres?
—Sí —dijo ella sin la menor vacilación, haciendo todo de repente clarísimo.
Sacó dos billetes de veinte y las arrojó sobre la mesa.
—Vamos —dijo él, dirigiéndose hacia la puerta.
—¿A dónde vamos? —le preguntó Haley cuando lo alcanzo.
—A casa.
—No vas a mover un dedo mientras estás de vacaciones —indicó Jason otra vez. Esta era otra cosa por la que iban a tener que discutir, pero más adelante. En estos momentos estaba demasiado ocupado mostrándole a Haley lo mucho que se preocupaba por ella. Durante los dos últimos días estaba bastante seguro de que Haley había comenzado a perdonarlo.
A estas alturas ella probablemente se dio cuenta de que no deberían estar separados. Ahora todo lo que tenía que hacer era tratar de no embarrarla otra vez, no es que él realmente pensara que lo haría. Había estado actuando como el amigo perfecto durante los últimos días. Por la noche le permitía a ella decidir la posición en la que dormirían y en la mañana saltaba fuera de la cama y tomaba una ducha muy fría o iba a nadar en el océano. Luego pasaba el resto del día encontrando cosas divertidas que hacer y se guardaba sus manos para sí mismo.
Era más difícil de lo que se había imaginado, pero de alguna manera se las arregló para tratar a Haley como una buena amiga. No había duda en su mente de que ella estaba dispuesta a volver a como las cosas solían ser. Jodidas gracias a Dios, porque él no creía que pudiera durar otro día con esta mierda de la amistad.
Ella era su pequeño saltamontes, simple y llanamente. No poder tocarla y abrazarla estaba simplemente mal.
—¿Puedo conseguirles una bebida para empezar? —le preguntó la camarera, lanzándole una mirada apreciativa.
—Tomaremos dos Coca-Cola, por favor —dijo, dirigiendo su atención al menú delante de él. No estaba dispuesto a hacer algo para alentar a la mujer. En este momento necesitaba ser capaz de concentrar toda su energía en su pequeño saltamontes y no en una camarera con una apretada camisa rosa dos tallas demasiado pequeña que esperaba calentar su cama esta noche.
—Iré a traerlas ahora mismo —dijo con una voz seductora. Jason le echó un vistazo a Haley, preguntándose si el obvio interés de la mesera le molestaba. Si lo hizo, no lo demostró. Al parecer, una vez más, Haley era demasiado ajena para notarlo, lo que probablemente era lo mejor porque no podía soportar las mujeres celosas.
—Tengo que usar el baño. ¿Podrías ordenar por mí si ella vuelve antes que yo?
—Por supuesto —dijo Haley, sin molestarse en levantar la vista del menú—. ¿Qué quieres?
—Dos hamburguesas con queso —dijo él, sin molestarse en decirle cómo las quería o sin pedirle dos adicionales. Ella sabía lo que le gustaba.
Cinco minutos más tarde caminaba fuera del baño justo cuando su camarera terminaba de escribir su orden. La camarera levantó la vista de su cuaderno de notas y le sonrió. Le dijo algo más a Haley antes de caminar a él, sonriendo tímidamente todo el tiempo.
—Tu amiga —dijo, gesticulando hacia Haley, que los observaba con aburrido interés—, dijo que te puede gustar la banda que está tocando en el TJ’s. Es una banda que toca música de Nickelback. Dijo que me podrías recoger en dos horas después de que salga del trabajo, pero si me das quince minutos probablemente podría conseguir la noche libre.
—¿Espera? ¿Qué? —preguntó Jason, confundido como el infierno—. ¿Te dijo que yo estaba interesado?
—Mmmhmm —dijo la camarera, despreocupada de que él estuviera claramente enojado.
—Disculpa —dijo firmemente, caminando a su alrededor.
—Iré a preguntar si puedo salir antes —anunció la camarera, sonando aturdida.
—No te molestes —lanzó Jason sobre su hombro.
Se acercó a Haley, puso las manos sobre la mesa y se inclinó hasta quedar prácticamente nariz a nariz con ella.
—Dime que no acabas de intentar organizarme una cita con la camarera —soltó él, tratando de detenerse a sí mismo de retorcer su pequeño cuello.
—No te organice una cita en sí, pero le dije que te podía gustar la banda y que estabas soltero —dijo ella simplemente, empujando sus gafas encima de su nariz.
—¿Estoy soltero? —repitió, su voz sonaba a hueca.
—Sí —dijo Haley, moviendo su mirada hacia la izquierda y lejos de él.
Lentamente se apartó de ella y se levantó. Tragando saliva, le preguntó—: ¿Es lo que realmente quieres?
—Sí —dijo ella sin la menor vacilación, haciendo todo de repente clarísimo.
Sacó dos billetes de veinte y las arrojó sobre la mesa.
—Vamos —dijo él, dirigiéndose hacia la puerta.
—¿A dónde vamos? —le preguntó Haley cuando lo alcanzo.
—A casa.
—¿Jason? Jason, habla conmigo. Realmente me estás asustando.
Durante las últimas seis horas él había estado mortalmente tranquilo. Cuando dijo que se iban a casa en el restaurante ella pensó que quería volver a la cabaña. Sabía que no debería de haber alentado a esa camarera. No quería y había estado a punto de informarle a la mujer lo que Jason había dicho cuándo se dio cuenta que el ver a Jason con otra mujer podría ayudarle a superarlo antes. No tenía ni idea de esto lo enojaría tanto de lo contrario no hubiera dicho nada, pero necesitaba superarlo antes de que finalmente el dolor la amenazara con llevarla a sus rodillas.
Ella lo amaba mucho más de lo que debería haberse permitido a sí misma.
En lugar de responderle, él abrió la puerta del conductor de un tirón y abrió el maletero. Ella se bajó rápidamente del auto justo cuando las luces del sensor de movimiento en la casa se encendieron.
—Por favor, háblame —dijo mientras lo observaba agarrar la tres bolsas de ropa que había comprado y dirigirse hacia su puerta.
—¡Jason, no hagas esto! —dijo ella, incapaz de soportar la idea de acabar las cosas de esta manera.
—¿Quieres hablar? —preguntó él, girando lentamente para enfrentarle.
—Sí —dijo, aliviada de que él le estuviera hablando por lo menos.
Tiró las bolsas a un lado y se acercó a ella.
—Bien. Hablemos, Haley —dijo en su cara—. Lo jodí, Haley. No debería haber dejado que una zorra me vendiera una línea de mierda y debería haber hablado contigo, pero ¿sabes qué? Tú también te equivocaste.
—Nunca te molestaste en decirme por qué no querías tener relaciones sexuales —Cuando ella abrió la boca para discutir él habló sobre ella—, sé que pude haberte preguntado mil veces diferentes, pero estaba muy malditamente feliz como para importarme. Quería estar contigo, pase lo que pase. Te amé, Haley y pensaba que tú me amabas. Así que, cuando esa mujer me dijo que tú no dormirías conmigo porque no me amabas me entró el pánico a lo grande e hice algo que probablemente lamentare por el resto de mi vida.
—¿Te arrepientes de dormir conmigo? —preguntó Haley, sintiendo que su corazón descendía.
—Sí, porque obviamente te lastimé esa noche y te dio la excusa que obviamente querías para acabar las cosas —dijo, caminando lejos de ella mientras se pasaba las manos por el cabello en señal de frustración.
—Yo no estaba buscando una excusa para acabar las cosas —farfulló ella, dando un paso hacia él.
—¡Mentiras!
—¡No! —gritó ella en respuesta—. ¡Tú eres el que pensó que te estaba jugando una mala pasada! Eres el que tenía que demostrar…
—¡Oh, dame un jodido descanso! —gritó, provocando que ella saltara de nuevo—. Metí la pata, Haley. Lo admito. Joder, lo admití justo cuando sucedió e incluso te dije cuando empezamos a salir que lo más probablemente es que lo arruinaría. —Continuó él, sin darle una oportunidad de hablar—. Estabas feliz de que lo arruinara. Te dio la excusa que necesitabas para dejarme.
—¡No, no lo estaba! ¡Me lastimaste, Jason! Deberías haber…
—Debería haber hecho cien cosas diferentes, pero ¿sabes qué, Haley? No lo hice. Lo arruiné, sí, pero estás actuando como si me la pasara jodiendo contigo.
—¡Porque lo vas a hacer! —gritó ella, limpiando con enojo las lágrimas que se derramaban por sus mejillas—. Ambos sabíamos que esto no iba a durar, ¡Jason! ¡Lo que hiciste lo demuestra!
—¿No iba a durar? ¡Maldita sea, te amaba! —gritó él, cada vez más cerca—. ¡Quería pasar el resto de mi vida contigo! Pero todo el tiempo que estaba pensando en una casa, matrimonio y los niños tú solo estabas usándome.
—¡No te estaba usando! —gritó ella, empujándolo hacia atrás.
—Entonces, ¿cómo diablos lo llamarías? —le preguntó, dejando que ella lo empujara otra vez—. Era lo suficientemente bueno para andar juntos, salir, acostarse, oh, espera, no lo era, ¿cierto? Lo único que pensabas era que era bueno para pasarlo bien.
—¡No puedo creer que te estés quejando! —dijo ella, apartando su cabello de su cara—. ¡Así es exactamente cómo tratas a las mujeres! ¡Simplemente estás enojado porque alguien te lo hizo a ti!
—Nunca me he aprovechado de ninguna mujer. Todas sabían que no tenía nada que ofrecer, pero tú —Movió la cabeza con disgusto—, me hiciste pensar que realmente te preocupabas por mí cuando lo único que había era una perra buscando un buen rato.
Ella lo abofeteó. Duro.
—Eres una puta snob al igual que tu familia —dijo él fríamente.
—Te odio —siseo, ignorando el punzante dolor en su mano. Ella no lo había utilizado, lo sabía. Había sido la única de ellos que entró en esta relación con la cabeza fría. Él podría pensar hoy que la amaba, pero sabía que eso iba a cambiar un día y ella no se iba a sentir mal por escapar antes de que llegara ese día.
Él limpió una pequeña gota de sangre de su labio mientras la observaba.
—Viniste a mí para pasar un buen rato así que me voy a asegurar de que obtengas eso.
—Que…
La interrumpió con un firme beso. Ella trató de retroceder, pero él no lo permitió. Ahueco la parte posterior de su cabeza, sosteniéndola contra él mientras rozaba sus labios sobre los de ella, coaccionándolos a cooperar. Cuando pasó la punta de su lengua entre sus labios, exigiendo la entrada, fue incapaz de rechazarlo.
Ella gimió cuando su caliente lengua se deslizó en su boca, deslizándose sobre la de ella, y luego enredándose juntas. Sus brazos se envolvieron alrededor de su cuello, halándolo, incapaz de soportar la idea de estar separados.
No importaba lo que él creía, no lo había estado usando. Lo amaba demasiado y a pesar de que sabía que acabaría lastimada al final, no había podido ser capaz de pasar por alto la oportunidad de estar con él.
Cuando la recogió en sus brazos, no peleó contra él. No, agarró un puñado de su cabello, inclinó su cabeza y profundizó el beso. Varios minutos más tarde estaban en su sala de estar y él estaba pateando la puerta principal para cerrarla. La depositó sobre sus pies sólo para agarrar sus muslos y levantarla. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, amando la manera en que él agarró su culo y la frotó contra su erección.
Liberó una mano de su cabello para estirarla entre ellos y tirar de la camiseta de él hacia arriba. Jason giró en la sala, apoyándola contra la pared mientras estiraba su mano hacia atrás y tiraba de su camiseta, sólo rompiendo el beso para quitársela. Él siguió presionándola contra la pared mientras trabajaba para quitarle la blusa a ella.
Él la levantó así podría lamer su camino hasta sus pechos. Ella abrazó su cabeza contra su pecho mientras él trazaba las copas con su lengua y gimió cuando él succionó un duro pezón a través del fino encaje.
—Mmmm —gimió ella suavemente mientras él succionaba y amasaba sus pechos. Sus caderas rodaron suavemente contra su vientre, buscando alivio. Ella arqueó la espalda cuando sintió sus manos dejar sus pechos y moverse a su espalda. En segundos tenía el sujetador desabrochado y su lengua corría sobre sus pechos, sacudiendo sus duros pezones.
Haley lamió sus labios mientras se terminaba de quitar el sujetador. Envolvió sus brazos alrededor de su cabeza, sosteniéndolo contra ella mientras se inclinaba y presionaba un beso en la parte superior de su cabeza.
Jason gimió mientras envolvía sus brazos alrededor de ella, manteniendo sus pechos donde quería, la apartó de la pared y caminó por el pasillo completamente negro hasta el dormitorio. De alguna manera se las arregló para entrar en el dormitorio sin tropezar.
La depositó en la cama. Inclinándose sobre ella, corrió su caliente y húmeda lengua de un duro pezón a otro mientras desabrochaba sus pantalones cortos. Él deslizó su mano por debajo de la cintura de sus pantalones cortos y bajo sus bragas. La tomó en su mano, haciéndola retorcerse contra él.
Con un último movimiento de su lengua contra su pezón, se sentó y la ayudó a salir de sus pantalones y bragas, mientras que Haley se quitaba sus zapatillas. Abrió los brazos hacia él, esperando que regresara para un beso. En la tenue luz de la luna lo vio sacudir la cabeza.
—Rueda sobre tu estómago —dijo, ayudándola a girarse—. Sobre tus manos y rodillas —dijo Jason suavemente.
—Eso es —arrulló él cuando ella hizo lo que le pidió.
Haley abrió la boca, sujetando el edredón con fuerza en sus manos, cuando sintió a Jason presionar un húmedo beso en una mejilla y luego en otra. Sin decir una palabra ella separó más sus piernas y arqueó la espalda. Él continuó presionando besos en su espalda y trasero mientras deslizaba un dedo dentro de ella.
Haley gimió, lamiendo sus labios. Las pocas veces que habían jugado en esta posición había sido muy bueno. Siempre la tomaba con fuerza con los dedos o la boca justo así, haciéndola gritar. Una vez pasó su polla entre sus labios. Cuando comprendió que él se estaba satisfaciendo así mismo contra ella, llego más fuerte de lo que podía recordar.
Sólo el pensamiento de él provocando sus pliegues con su polla la tenía cabalgando su dedo.
—¿Te gusta eso? —preguntó Jason, añadiendo otro dedo.
—Sí —gimió ella mientras se empujaba hacia adelante hasta que sólo la punta de su dedo quedaba dentro en ella, entonces lentamente se deslizó hacia atrás, amando la forma en que la llenaba. Le encantaba la forma en que se sentía, la forma en que la tocaba, la manera en que la volvía tan loca de necesidad que en lo único que podía pensar era en tenerlo, ella simplemente lo amaba.
Durante la pasada semana había sido una estúpida y había estado tan malditamente asustada de que Jason le hiciera daño algún día, que estuvo a punto de cometer el más estúpido error de su vida. No lo dejaría irse. Ellos encajaban juntos. En cierta medida siempre lo había sabido, pero había estado tan malditamente asustada que no lo había visto.
Por primera vez se permitió imaginar el futuro que siempre pensó estaba fuera de su alcance. Se imaginó durmiendo en los brazos de Jason cada noche por el resto de sus vidas, imagino pequeños niños sonriendo cuando ella hacía galletas y niñas envolviendo a Jason alrededor de sus pequeños dedos, y supo que nunca sería feliz sin él.
—Entonces vas a amar esto —murmuró suavemente.
Ella lamió sus labios con anticipación cuando oyó el sonido de su cremallera siendo bajada. Un segundo después sintió sus mulsos revestidos en jean presionarse contra la parte posterior de sus piernas y su caliente vientre apretarse contra su espalda.
Él lamió una línea desde su cuello a su oído, tomando el lóbulo de su oreja en su boca y succionándolo suavemente mientras la punta de su erección se presionaba contra su centro.
—¿Recuerdas el día que estábamos en tu jardín? —susurró en su oído.
—Sí —se las arregló para decir.
—No tienes ni idea de lo mucho que quería tomarte ese día, justo así —dijo, deslizándose lentamente dentro de ella.
—¡Oh Dios! —gritó Haley ante la sensación de ser llenada. Afortunadamente no dolió como la última vez. Se sentía tan bien ser colmada por él de esta manera, tan correcto.
—Me he imaginado follándote de esta forma al menos una docena de veces desde ese día, mi pequeño saltamontes. Creo que es lógico que esto finalice de la manera en que empezó, ¿no estás de acuerdo?
—Jason, qué estas…
Él cortó sus palabras con un empuje largo y profundo. Este fue seguido de otro y luego otro. Sus manos cubrieron las de ella, sus dedos se enlazaron mientras él la tomaba lentamente. Sus bajos gemidos en su oído y la forma en que se frotaba contra su clítoris cada vez que se deslizaba en ella la tenían gritando su liberación. Jason gimió en su oído, minutos después sintió su caliente liberación dentro de ella. Se sintió tan bien que desencadenó otro orgasmo. Jason empujó suavemente hasta que sus brazos cedieron y ella se desplomó en la cama, jadeando en busca de aliento.
De alguna manera se las arregló para voltear y darle lugar a Jason, pero él no estaba allí. Ella levantó la vista y lo encontró tirando de su bragueta hacia arriba.
—¿Jason? —Se sentó lentamente. La expresión herida en su rostro hizo doler su estómago. Extendió la mano para coger su mano, sólo para encontrarlo dando un paso atrás.
—Adiós, Haley —dijo suavemente.
—¿Jason? ¡Jason! —gritó ella mientras la puerta del dormitorio se cerraba con un chasquido siniestro detrás de él.
Durante las últimas seis horas él había estado mortalmente tranquilo. Cuando dijo que se iban a casa en el restaurante ella pensó que quería volver a la cabaña. Sabía que no debería de haber alentado a esa camarera. No quería y había estado a punto de informarle a la mujer lo que Jason había dicho cuándo se dio cuenta que el ver a Jason con otra mujer podría ayudarle a superarlo antes. No tenía ni idea de esto lo enojaría tanto de lo contrario no hubiera dicho nada, pero necesitaba superarlo antes de que finalmente el dolor la amenazara con llevarla a sus rodillas.
Ella lo amaba mucho más de lo que debería haberse permitido a sí misma.
En lugar de responderle, él abrió la puerta del conductor de un tirón y abrió el maletero. Ella se bajó rápidamente del auto justo cuando las luces del sensor de movimiento en la casa se encendieron.
—Por favor, háblame —dijo mientras lo observaba agarrar la tres bolsas de ropa que había comprado y dirigirse hacia su puerta.
—¡Jason, no hagas esto! —dijo ella, incapaz de soportar la idea de acabar las cosas de esta manera.
—¿Quieres hablar? —preguntó él, girando lentamente para enfrentarle.
—Sí —dijo, aliviada de que él le estuviera hablando por lo menos.
Tiró las bolsas a un lado y se acercó a ella.
—Bien. Hablemos, Haley —dijo en su cara—. Lo jodí, Haley. No debería haber dejado que una zorra me vendiera una línea de mierda y debería haber hablado contigo, pero ¿sabes qué? Tú también te equivocaste.
—Nunca te molestaste en decirme por qué no querías tener relaciones sexuales —Cuando ella abrió la boca para discutir él habló sobre ella—, sé que pude haberte preguntado mil veces diferentes, pero estaba muy malditamente feliz como para importarme. Quería estar contigo, pase lo que pase. Te amé, Haley y pensaba que tú me amabas. Así que, cuando esa mujer me dijo que tú no dormirías conmigo porque no me amabas me entró el pánico a lo grande e hice algo que probablemente lamentare por el resto de mi vida.
—¿Te arrepientes de dormir conmigo? —preguntó Haley, sintiendo que su corazón descendía.
—Sí, porque obviamente te lastimé esa noche y te dio la excusa que obviamente querías para acabar las cosas —dijo, caminando lejos de ella mientras se pasaba las manos por el cabello en señal de frustración.
—Yo no estaba buscando una excusa para acabar las cosas —farfulló ella, dando un paso hacia él.
—¡Mentiras!
—¡No! —gritó ella en respuesta—. ¡Tú eres el que pensó que te estaba jugando una mala pasada! Eres el que tenía que demostrar…
—¡Oh, dame un jodido descanso! —gritó, provocando que ella saltara de nuevo—. Metí la pata, Haley. Lo admito. Joder, lo admití justo cuando sucedió e incluso te dije cuando empezamos a salir que lo más probablemente es que lo arruinaría. —Continuó él, sin darle una oportunidad de hablar—. Estabas feliz de que lo arruinara. Te dio la excusa que necesitabas para dejarme.
—¡No, no lo estaba! ¡Me lastimaste, Jason! Deberías haber…
—Debería haber hecho cien cosas diferentes, pero ¿sabes qué, Haley? No lo hice. Lo arruiné, sí, pero estás actuando como si me la pasara jodiendo contigo.
—¡Porque lo vas a hacer! —gritó ella, limpiando con enojo las lágrimas que se derramaban por sus mejillas—. Ambos sabíamos que esto no iba a durar, ¡Jason! ¡Lo que hiciste lo demuestra!
—¿No iba a durar? ¡Maldita sea, te amaba! —gritó él, cada vez más cerca—. ¡Quería pasar el resto de mi vida contigo! Pero todo el tiempo que estaba pensando en una casa, matrimonio y los niños tú solo estabas usándome.
—¡No te estaba usando! —gritó ella, empujándolo hacia atrás.
—Entonces, ¿cómo diablos lo llamarías? —le preguntó, dejando que ella lo empujara otra vez—. Era lo suficientemente bueno para andar juntos, salir, acostarse, oh, espera, no lo era, ¿cierto? Lo único que pensabas era que era bueno para pasarlo bien.
—¡No puedo creer que te estés quejando! —dijo ella, apartando su cabello de su cara—. ¡Así es exactamente cómo tratas a las mujeres! ¡Simplemente estás enojado porque alguien te lo hizo a ti!
—Nunca me he aprovechado de ninguna mujer. Todas sabían que no tenía nada que ofrecer, pero tú —Movió la cabeza con disgusto—, me hiciste pensar que realmente te preocupabas por mí cuando lo único que había era una perra buscando un buen rato.
Ella lo abofeteó. Duro.
—Eres una puta snob al igual que tu familia —dijo él fríamente.
—Te odio —siseo, ignorando el punzante dolor en su mano. Ella no lo había utilizado, lo sabía. Había sido la única de ellos que entró en esta relación con la cabeza fría. Él podría pensar hoy que la amaba, pero sabía que eso iba a cambiar un día y ella no se iba a sentir mal por escapar antes de que llegara ese día.
Él limpió una pequeña gota de sangre de su labio mientras la observaba.
—Viniste a mí para pasar un buen rato así que me voy a asegurar de que obtengas eso.
—Que…
La interrumpió con un firme beso. Ella trató de retroceder, pero él no lo permitió. Ahueco la parte posterior de su cabeza, sosteniéndola contra él mientras rozaba sus labios sobre los de ella, coaccionándolos a cooperar. Cuando pasó la punta de su lengua entre sus labios, exigiendo la entrada, fue incapaz de rechazarlo.
Ella gimió cuando su caliente lengua se deslizó en su boca, deslizándose sobre la de ella, y luego enredándose juntas. Sus brazos se envolvieron alrededor de su cuello, halándolo, incapaz de soportar la idea de estar separados.
No importaba lo que él creía, no lo había estado usando. Lo amaba demasiado y a pesar de que sabía que acabaría lastimada al final, no había podido ser capaz de pasar por alto la oportunidad de estar con él.
Cuando la recogió en sus brazos, no peleó contra él. No, agarró un puñado de su cabello, inclinó su cabeza y profundizó el beso. Varios minutos más tarde estaban en su sala de estar y él estaba pateando la puerta principal para cerrarla. La depositó sobre sus pies sólo para agarrar sus muslos y levantarla. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, amando la manera en que él agarró su culo y la frotó contra su erección.
Liberó una mano de su cabello para estirarla entre ellos y tirar de la camiseta de él hacia arriba. Jason giró en la sala, apoyándola contra la pared mientras estiraba su mano hacia atrás y tiraba de su camiseta, sólo rompiendo el beso para quitársela. Él siguió presionándola contra la pared mientras trabajaba para quitarle la blusa a ella.
Él la levantó así podría lamer su camino hasta sus pechos. Ella abrazó su cabeza contra su pecho mientras él trazaba las copas con su lengua y gimió cuando él succionó un duro pezón a través del fino encaje.
—Mmmm —gimió ella suavemente mientras él succionaba y amasaba sus pechos. Sus caderas rodaron suavemente contra su vientre, buscando alivio. Ella arqueó la espalda cuando sintió sus manos dejar sus pechos y moverse a su espalda. En segundos tenía el sujetador desabrochado y su lengua corría sobre sus pechos, sacudiendo sus duros pezones.
Haley lamió sus labios mientras se terminaba de quitar el sujetador. Envolvió sus brazos alrededor de su cabeza, sosteniéndolo contra ella mientras se inclinaba y presionaba un beso en la parte superior de su cabeza.
Jason gimió mientras envolvía sus brazos alrededor de ella, manteniendo sus pechos donde quería, la apartó de la pared y caminó por el pasillo completamente negro hasta el dormitorio. De alguna manera se las arregló para entrar en el dormitorio sin tropezar.
La depositó en la cama. Inclinándose sobre ella, corrió su caliente y húmeda lengua de un duro pezón a otro mientras desabrochaba sus pantalones cortos. Él deslizó su mano por debajo de la cintura de sus pantalones cortos y bajo sus bragas. La tomó en su mano, haciéndola retorcerse contra él.
Con un último movimiento de su lengua contra su pezón, se sentó y la ayudó a salir de sus pantalones y bragas, mientras que Haley se quitaba sus zapatillas. Abrió los brazos hacia él, esperando que regresara para un beso. En la tenue luz de la luna lo vio sacudir la cabeza.
—Rueda sobre tu estómago —dijo, ayudándola a girarse—. Sobre tus manos y rodillas —dijo Jason suavemente.
—Eso es —arrulló él cuando ella hizo lo que le pidió.
Haley abrió la boca, sujetando el edredón con fuerza en sus manos, cuando sintió a Jason presionar un húmedo beso en una mejilla y luego en otra. Sin decir una palabra ella separó más sus piernas y arqueó la espalda. Él continuó presionando besos en su espalda y trasero mientras deslizaba un dedo dentro de ella.
Haley gimió, lamiendo sus labios. Las pocas veces que habían jugado en esta posición había sido muy bueno. Siempre la tomaba con fuerza con los dedos o la boca justo así, haciéndola gritar. Una vez pasó su polla entre sus labios. Cuando comprendió que él se estaba satisfaciendo así mismo contra ella, llego más fuerte de lo que podía recordar.
Sólo el pensamiento de él provocando sus pliegues con su polla la tenía cabalgando su dedo.
—¿Te gusta eso? —preguntó Jason, añadiendo otro dedo.
—Sí —gimió ella mientras se empujaba hacia adelante hasta que sólo la punta de su dedo quedaba dentro en ella, entonces lentamente se deslizó hacia atrás, amando la forma en que la llenaba. Le encantaba la forma en que se sentía, la forma en que la tocaba, la manera en que la volvía tan loca de necesidad que en lo único que podía pensar era en tenerlo, ella simplemente lo amaba.
Durante la pasada semana había sido una estúpida y había estado tan malditamente asustada de que Jason le hiciera daño algún día, que estuvo a punto de cometer el más estúpido error de su vida. No lo dejaría irse. Ellos encajaban juntos. En cierta medida siempre lo había sabido, pero había estado tan malditamente asustada que no lo había visto.
Por primera vez se permitió imaginar el futuro que siempre pensó estaba fuera de su alcance. Se imaginó durmiendo en los brazos de Jason cada noche por el resto de sus vidas, imagino pequeños niños sonriendo cuando ella hacía galletas y niñas envolviendo a Jason alrededor de sus pequeños dedos, y supo que nunca sería feliz sin él.
—Entonces vas a amar esto —murmuró suavemente.
Ella lamió sus labios con anticipación cuando oyó el sonido de su cremallera siendo bajada. Un segundo después sintió sus mulsos revestidos en jean presionarse contra la parte posterior de sus piernas y su caliente vientre apretarse contra su espalda.
Él lamió una línea desde su cuello a su oído, tomando el lóbulo de su oreja en su boca y succionándolo suavemente mientras la punta de su erección se presionaba contra su centro.
—¿Recuerdas el día que estábamos en tu jardín? —susurró en su oído.
—Sí —se las arregló para decir.
—No tienes ni idea de lo mucho que quería tomarte ese día, justo así —dijo, deslizándose lentamente dentro de ella.
—¡Oh Dios! —gritó Haley ante la sensación de ser llenada. Afortunadamente no dolió como la última vez. Se sentía tan bien ser colmada por él de esta manera, tan correcto.
—Me he imaginado follándote de esta forma al menos una docena de veces desde ese día, mi pequeño saltamontes. Creo que es lógico que esto finalice de la manera en que empezó, ¿no estás de acuerdo?
—Jason, qué estas…
Él cortó sus palabras con un empuje largo y profundo. Este fue seguido de otro y luego otro. Sus manos cubrieron las de ella, sus dedos se enlazaron mientras él la tomaba lentamente. Sus bajos gemidos en su oído y la forma en que se frotaba contra su clítoris cada vez que se deslizaba en ella la tenían gritando su liberación. Jason gimió en su oído, minutos después sintió su caliente liberación dentro de ella. Se sintió tan bien que desencadenó otro orgasmo. Jason empujó suavemente hasta que sus brazos cedieron y ella se desplomó en la cama, jadeando en busca de aliento.
De alguna manera se las arregló para voltear y darle lugar a Jason, pero él no estaba allí. Ella levantó la vista y lo encontró tirando de su bragueta hacia arriba.
—¿Jason? —Se sentó lentamente. La expresión herida en su rostro hizo doler su estómago. Extendió la mano para coger su mano, sólo para encontrarlo dando un paso atrás.
—Adiós, Haley —dijo suavemente.
—¿Jason? ¡Jason! —gritó ella mientras la puerta del dormitorio se cerraba con un chasquido siniestro detrás de él.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Chics mas tarde les traigo en final... si que paciencia que de hoy no pasara que terminemos esta entretenida historia.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Gracias por los capis. Jason hizo exactamente lo mismo que los ex de Haley le hicieron a ella, culparla por todo!
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura Agosto 2018
Gracias, sí Haley le hubiera dicho desde un principio el por que no llegarían a algo más, sólo manoseos y otras cosas, se hubieran evitado los problemas, si Jason le hubiera dicho lo que dijeron sus supuestas amigas, pues también, faltó sinceridad y confianza
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Agosto 2018
aaawwww rayos nooooo
que locura lo que pasó, pero creo que finalmente Jason se rompió.
ya quiero leer el final
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Agosto 2018
Para una despedida vuelve ha ser descuidado ,otra vez sin condon.gracias
alexana- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Edad : 53
Localización : petrer
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