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Lectura Agosto 2018
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Book Queen :: Biblioteca :: Lecturas
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Re: Lectura Agosto 2018
Lei este libro hace mucho tiempo y no segui la serie, había planeado releerlo por que lei que era muy divertido y no lo recordaba y comenzar los siguientes libros, así que me doy la oportunidad acompañada
Gracias!
Gracias!
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 1
Me gusto la prota es linda no es molesta es muy dulce, lo que mas me gusta es que ella conoce sus propios errores y temores tanto años de su vida atada a sus propias limitaciones.
Capitulo 2
Por que tenia que ser tan malo con las pobres flores ?
abejas ajjajaja eso te pasa por meterte con la madre naturaleza guojojoj
Me gusto la prota es linda no es molesta es muy dulce, lo que mas me gusta es que ella conoce sus propios errores y temores tanto años de su vida atada a sus propias limitaciones.
Capitulo 2
Por que tenia que ser tan malo con las pobres flores ?
abejas ajjajaja eso te pasa por meterte con la madre naturaleza guojojoj
Es lindo que la quiera proteger
Gracias @Maga
Evani- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 24/06/2014
Edad : 28
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 3
—¿Este es el 32 de Long Point Road? —preguntó el fornido hombre de baja estatura que olía como si se hubiera bañado con un galón de colonia barata y ajo, mientras bajaba de un golpe del Taurus estacionado en la entrada de Haley.
Normalmente Jason o simplemente ignoraría al imbécil o le daría una rápida inclinación de cabeza y seguiría ocupándose de sus propios asuntos mientras sacaba el barril de cerveza de su asiento trasero, pero hoy no. Hoy le iba a hacer a su normalmente tímida vecina y compañera de trabajo un favor. Después de ayer estaba bastante seguro de que esto no la iba a cabrear y enviarla de vuelta a esconderse.
Bueno, tal vez no estaba cien por ciento seguro, pero simplemente no podía evitarlo, en especial cuando el idiota empujó un condón en su bolsillo y le dio un guiño conspiratorio a Jason.
Al carajo.
En ese momento no le importaba si esto la enviaba corriendo por las colinas y hacía que ella pidiera una orden de restricción en su contra, él se libraría de este idiota.
—No estás aquí por Haley, ¿cierto? —preguntó, sacando el barril y colocándolo en el suelo.
El hombre frunció el ceño.
—Sí, ¿por qué?
Jason hizo una demostración encogiéndose de hombros mientras observaba rápidamente hacia la casa de Haley como si estuviera asegurándose de que ella no estaba mirando.
—Realmente no creo que sea tan buena idea —murmuró Jason.
—¿Por qué no?
Él le dio al hombre una mirada de “¿estás bromeando?” y tuvo que abstenerse de reír cuando el hombre se movió nerviosamente.
—Seguramente ya sabes... —dijo, dejando deliberadamente sus palabras a la deriva.
—No, mi amigo me organizó una cita con ella —dijo, lanzando una mirada nerviosa hacia la casa de Haley. ¿La cortina acababa de moverse?
Jason se frotó la parte posterior del cuello, suspirando fatigosamente.
—Realmente no me corresponde, pero no estoy seguro que eso sea una idea tan buena.
—¿Qué? —El hombre prácticamente lloriqueó.
Después de una pausa, sacudió su cabeza.
—Lo siento, pero realmente no me gusta hablar de ello. Sólo puedo decirte que realmente necesitas tener cuidado. —Le dio al hombre una mirada significativa cuando subrayó—. Mucho cuidado.
Los ojos del hombre se ensancharon mientras su boca caía abierta. Dio varios pasos hacia atrás, lanzando miradas nerviosas hacia la casa de Haley. Cuando llegó a su auto, dijo:
—Eh, de repente acabo de recordar que se supone tengo que estar en otro lugar. —Con eso prácticamente saltó en su coche y se alejó a toda velocidad.
Jason se rió entre dientes mientras se dirigía a la puerta de entrada de Haley. Llamó a la puerta y no estaba demasiado sorprendido un momento después, cuando no hubo respuesta. Empujó a un lado su decepción y llamó otra vez.
Simplemente genial.
Parecía que la noche anterior había sido un golpe de suerte y su tímida vecina estaba allí para quedarse. Realmente le gustó pasar tiempo con Haley ayer por la noche, más de lo que creyó posible. Sintiéndose como un idiota se dirigió de regresó a su casa y al barril.
Una fuerte tos húmeda y áspera lo hizo detenerse a mitad del pequeño camino de entrada. La puerta se abrió lentamente mientras Haley decía:
—Siento que me tomara tanto tiempo… —otra tos seca— responder… —otra tos— a la… —tos— puerta. Pero el doctor dijo que seguía siendo… —varios carraspeos fuertes e inquietantes más tarde—, contagiosa, así que yo… Oh, solo eres tú —dijo Haley con un suspiro alivio.
Sus labios temblaron cuando notó su atuendo. En la cabeza tenía uno de los más feos sombreros de punto color verde vómito, que alguna vez haya visto. Su raída bata demasiado grande era peor, pero la gran bola arrugada de pañuelos en su mano era un buen toque. No había duda en su mente de que ella estaba fingiendo. Teniendo en cuenta que él anoche estaba con ella y ella había sido la imagen de la salud. Justo ahora se veía bastante bien, solo con esas ropas desaliñadas, andrajosas y muy grandes.
—Amo el sombrero —dijo, sonriendo mientras caminaba hacia ella.
Riendo, ella se quitó el censurable sombrero y se lo arrojó. Él lo atrapo antes de que golpeara su cara.
—¿De qué se trata todo esto? —Hizo un gesto hacia su atuendo con el sombrero.
—Nada —dijo rápidamente.
—Parece un repelente de citas para mí.
Con una expresión inocente en sus ojos ella dijo:
—No tengo ni idea de que estás hablando. Estoy enferma —tos—, muy enferma. —Y sólo para respaldar su historia sorbió por la nariz.
Era triste, adorable, pero triste.
No pudo evitar rodar los ojos y reírse.
—Es simplemente triste que no puedas admitir que estabas plantando al amor de tu vida. Pero, por mucho que me gustaría escuchar tu pequeña y triste negación me temo que tengo que irme ya que estás enferma y todo.
—Lo estoy —enfatizó—. Realmente enferma. Podría muy bien estar muriendo mientras hablamos —dijo ella mientras empujaba sus lindos lentes de nuevo hacia arriba de su nariz.
Con un encogimiento de hombros él dio un paso atrás hacia su casa.
—Es una maldita lástima porque esperaba que vinieras a mi fiesta hoy, pero ya que estás enferma...
Ella presionó el dorso de la mano contra su frente.
—Hmmm, ¿Sabes qué? Estoy mejor. ¿A qué hora es la fiesta? —preguntó con la más linda, tímida y pequeña sonrisa que él nunca había visto.
—A las ocho, pequeña farsante —dijo, riéndose cuando ella dejó escapar un chillido emocionado y corrió de vuelta a su casa.
Normalmente Jason o simplemente ignoraría al imbécil o le daría una rápida inclinación de cabeza y seguiría ocupándose de sus propios asuntos mientras sacaba el barril de cerveza de su asiento trasero, pero hoy no. Hoy le iba a hacer a su normalmente tímida vecina y compañera de trabajo un favor. Después de ayer estaba bastante seguro de que esto no la iba a cabrear y enviarla de vuelta a esconderse.
Bueno, tal vez no estaba cien por ciento seguro, pero simplemente no podía evitarlo, en especial cuando el idiota empujó un condón en su bolsillo y le dio un guiño conspiratorio a Jason.
Al carajo.
En ese momento no le importaba si esto la enviaba corriendo por las colinas y hacía que ella pidiera una orden de restricción en su contra, él se libraría de este idiota.
—No estás aquí por Haley, ¿cierto? —preguntó, sacando el barril y colocándolo en el suelo.
El hombre frunció el ceño.
—Sí, ¿por qué?
Jason hizo una demostración encogiéndose de hombros mientras observaba rápidamente hacia la casa de Haley como si estuviera asegurándose de que ella no estaba mirando.
—Realmente no creo que sea tan buena idea —murmuró Jason.
—¿Por qué no?
Él le dio al hombre una mirada de “¿estás bromeando?” y tuvo que abstenerse de reír cuando el hombre se movió nerviosamente.
—Seguramente ya sabes... —dijo, dejando deliberadamente sus palabras a la deriva.
—No, mi amigo me organizó una cita con ella —dijo, lanzando una mirada nerviosa hacia la casa de Haley. ¿La cortina acababa de moverse?
Jason se frotó la parte posterior del cuello, suspirando fatigosamente.
—Realmente no me corresponde, pero no estoy seguro que eso sea una idea tan buena.
—¿Qué? —El hombre prácticamente lloriqueó.
Después de una pausa, sacudió su cabeza.
—Lo siento, pero realmente no me gusta hablar de ello. Sólo puedo decirte que realmente necesitas tener cuidado. —Le dio al hombre una mirada significativa cuando subrayó—. Mucho cuidado.
Los ojos del hombre se ensancharon mientras su boca caía abierta. Dio varios pasos hacia atrás, lanzando miradas nerviosas hacia la casa de Haley. Cuando llegó a su auto, dijo:
—Eh, de repente acabo de recordar que se supone tengo que estar en otro lugar. —Con eso prácticamente saltó en su coche y se alejó a toda velocidad.
Jason se rió entre dientes mientras se dirigía a la puerta de entrada de Haley. Llamó a la puerta y no estaba demasiado sorprendido un momento después, cuando no hubo respuesta. Empujó a un lado su decepción y llamó otra vez.
Simplemente genial.
Parecía que la noche anterior había sido un golpe de suerte y su tímida vecina estaba allí para quedarse. Realmente le gustó pasar tiempo con Haley ayer por la noche, más de lo que creyó posible. Sintiéndose como un idiota se dirigió de regresó a su casa y al barril.
Una fuerte tos húmeda y áspera lo hizo detenerse a mitad del pequeño camino de entrada. La puerta se abrió lentamente mientras Haley decía:
—Siento que me tomara tanto tiempo… —otra tos seca— responder… —otra tos— a la… —tos— puerta. Pero el doctor dijo que seguía siendo… —varios carraspeos fuertes e inquietantes más tarde—, contagiosa, así que yo… Oh, solo eres tú —dijo Haley con un suspiro alivio.
Sus labios temblaron cuando notó su atuendo. En la cabeza tenía uno de los más feos sombreros de punto color verde vómito, que alguna vez haya visto. Su raída bata demasiado grande era peor, pero la gran bola arrugada de pañuelos en su mano era un buen toque. No había duda en su mente de que ella estaba fingiendo. Teniendo en cuenta que él anoche estaba con ella y ella había sido la imagen de la salud. Justo ahora se veía bastante bien, solo con esas ropas desaliñadas, andrajosas y muy grandes.
—Amo el sombrero —dijo, sonriendo mientras caminaba hacia ella.
Riendo, ella se quitó el censurable sombrero y se lo arrojó. Él lo atrapo antes de que golpeara su cara.
—¿De qué se trata todo esto? —Hizo un gesto hacia su atuendo con el sombrero.
—Nada —dijo rápidamente.
—Parece un repelente de citas para mí.
Con una expresión inocente en sus ojos ella dijo:
—No tengo ni idea de que estás hablando. Estoy enferma —tos—, muy enferma. —Y sólo para respaldar su historia sorbió por la nariz.
Era triste, adorable, pero triste.
No pudo evitar rodar los ojos y reírse.
—Es simplemente triste que no puedas admitir que estabas plantando al amor de tu vida. Pero, por mucho que me gustaría escuchar tu pequeña y triste negación me temo que tengo que irme ya que estás enferma y todo.
—Lo estoy —enfatizó—. Realmente enferma. Podría muy bien estar muriendo mientras hablamos —dijo ella mientras empujaba sus lindos lentes de nuevo hacia arriba de su nariz.
Con un encogimiento de hombros él dio un paso atrás hacia su casa.
—Es una maldita lástima porque esperaba que vinieras a mi fiesta hoy, pero ya que estás enferma...
Ella presionó el dorso de la mano contra su frente.
—Hmmm, ¿Sabes qué? Estoy mejor. ¿A qué hora es la fiesta? —preguntó con la más linda, tímida y pequeña sonrisa que él nunca había visto.
—A las ocho, pequeña farsante —dijo, riéndose cuando ella dejó escapar un chillido emocionado y corrió de vuelta a su casa.
Tal vez no fuera una idea tan buena, pensó Haley mientras permanecía de pie en el umbral de Jason con un plato de brownies. Con un gemido interior se reprendió a sí misma por ser una idiota. ¿Qué tipo de friki lleva brownies a un reventón? Bueno, ella estaba asumiendo que esto era un reventón puesto que había presenciado un comportamiento bastante aterrador durante los años en las pequeñas fiestas de él, y nunca fue testigo de ese mismo comportamiento en cualquier fiesta o reunión, en la que alguna vez ella haya estado.
Algunas de las cosas que había oído y visto la habían asustado, pero parte de ello la había intrigado. No es que alguna vez lo fuera a admitir, pero en más de una ocasión se había preguntado cómo sería ir a una fiesta de Jason, razón por la cual ella había saltado a la primera oportunidad hoy. Las fiestas de Jason tenían que ser el equivalente a las fiestas que los niños populares de la secundaria solían hacer y a las que de alguna manera olvidaban invitar a Haley, pero ahora estaba a punto de rectificar todo eso.
Tal vez no, pensó, mordiendo su labio ansiosamente mientras bajaba la mirada al plato rebosante de brownies. Ella iba a parecer tan estúpida al traer brownies a un reventón. Pensando que probablemente nadie escuchó su golpe por encima de la música a todo volumen, decidió que una rápida parada en una tienda de envasados era lo apropiado. Estaba a punto de hacer su escape cuando la puerta se abrió.
—¿Qué quieres? —exigió una mujer mirándola. Haley frunció el ceño mientras rápidamente notaba el elegante cabello negro de la mujer, los perfectos rasgos retocados por un maquillaje impecable y el vestido asesinamente corto y decidió que estaba severamente mal vestida para la fiesta en sus pantalones vaqueros y su camiseta de manga larga de los Yankees color rosa claro.
Haley abrió la boca para inventar una excusar así podría irse, sabiendo que era algo que ella no podía manejar cuando la mujer soltó un bufido.
—Eres la vecina —dijo la mujer, sonando divertida—. ¿Qué quieres? — Sus ojos se estrecharon sobre el plato en las manos de Haley.
—Yo sólo…
—Amy, ¿quién es? —La voz de Jason provenía de algún lugar detrás de la mujer que al parecer se llamaba Amy.
Amy puso los ojos en blanco.
—Es sólo tu vecina que vino a traer brownies. —Ella alargó la mano para tomar el plato de Haley—. Simplemente voy a tomarlos así ella puede ir…
—¿Brownies? —dijo Jason, de repente llenando la puerta, causando que Amy tropezara hacia atrás y fuera del camino.
—¡Oye! —espetó Amy, pero Jason no pareció escucharla. Sus ojos estaban pegados al plato.
—¿Esos son… —dijo, tragando notablemente—, brownies cubiertos de glaseado de mantequilla de maní?
¿Acababa él de gimotear?
—Son brownies con trozos de chocolate dulce y glaseado de mantequilla de maní —aclaró ella automáticamente cuando sus ojos se cruzaron con la mirada asesina que Amy estaba enviando en su camino. Se disponía a entregarle el plato a Jason y salir cuando todo en ella se quedó inmóvil.
Después de la noche anterior ella estaba harta de ser presionada e intimidada. Estaba enferma de perderse las cosas porque tenía demasiado miedo de hacer algo al respecto. Era una mujer adulta, maldita sea, y si quería ir a su primer reventón entonces lo iba a hacer y se iba a divertir haciéndolo. Incluso si eso la mataba y a juzgar por la mirada que Amy estaba enviando en su dirección era una buena posibilidad.
—Déjame tomar esto de tus manos así puedes coger una cerveza —dijo Jason, tomando el plato de ella, bajando la mirada hacia él amorosamente mientras entraba en el interior de la casa, dejando que Haley lo siguiera.
—¡Oye, esos se ven bien! ¿Puedo tener uno? —preguntó un hombre que ella había visto cientos de veces alrededor de la casa de Jason, extendiendo la mano para tomar uno.
—¡Simplemente retrocede! ¡Ella los trajo para mí, hijo de puta! —soltó Jason.
Haley automáticamente dio un ansioso paso hacia atrás, por temor a quedar atrapada en medio de una pelea que definitivamente estaba a punto de suceder. Pero en lugar de gritarle a Jason o enojarse, como ella había visto hacer a un montón de chicos en bares por menos que eso, el hombre sólo rodó los ojos y dirigió su atención a ella.
—Hola, mi nombre es Brad —dijo, tendiéndole la mano.
Después de sólo una ligera vacilación, que esperaba él no hubiera notado, ella dio un paso adelante y estrechó su mano.
—Haley.
—Haley, es un placer conocerte —dijo con una sonrisa encantadora—. Disculpa la rudeza de mi amigo, apenas aprendió a caminar erguido el año pasado —dijo secamente, ganando una suave sonrisa de ella y de casi todos a su alrededor.
Jason le lanzó una mirada desagradable antes de dirigirse hacia la cocina, asegurándose de fulminar con la mirada a cualquiera que se acercara a tocar los brownies.
Brad hizo un gesto hacia la cocina.
—Hay pizza, patatas fritas y un montón de bebidas allí, siempre y cuando Jason no llegue primero, un juego de voleibol sucediendo en el patio trasero y por supuesto videojuegos en el salón hasta que el partido empiece. Siéntete como en casa —dijo con una sonrisa.
—Gracias —murmuró ella, tomando detalle de todo. ¿Esto era? se preguntó mientras se adentraba en la relajada fiesta. Algo debió haberse mostrado en su cara, porque unos segundos más tarde Brad se inclinó.
—¿Esperabas Animal House3?— preguntó riéndose.
—¡No! —dijo rápidamente, demasiado rápido. Ella de hecho había estado esperando algo por el estilo. Claramente no había imaginado nada de esto. Esto definitivamente lo podía manejar.
Él se rió.
—Ven adentro conmigo así puedo presentarte a mi esposa —dijo Brad, sonriendo—. Prometo que pasaras un buen rato.
Por primera vez desde que entro aquí ella pensó que podría encajar con los amigos de Jason.
Algunas de las cosas que había oído y visto la habían asustado, pero parte de ello la había intrigado. No es que alguna vez lo fuera a admitir, pero en más de una ocasión se había preguntado cómo sería ir a una fiesta de Jason, razón por la cual ella había saltado a la primera oportunidad hoy. Las fiestas de Jason tenían que ser el equivalente a las fiestas que los niños populares de la secundaria solían hacer y a las que de alguna manera olvidaban invitar a Haley, pero ahora estaba a punto de rectificar todo eso.
Tal vez no, pensó, mordiendo su labio ansiosamente mientras bajaba la mirada al plato rebosante de brownies. Ella iba a parecer tan estúpida al traer brownies a un reventón. Pensando que probablemente nadie escuchó su golpe por encima de la música a todo volumen, decidió que una rápida parada en una tienda de envasados era lo apropiado. Estaba a punto de hacer su escape cuando la puerta se abrió.
—¿Qué quieres? —exigió una mujer mirándola. Haley frunció el ceño mientras rápidamente notaba el elegante cabello negro de la mujer, los perfectos rasgos retocados por un maquillaje impecable y el vestido asesinamente corto y decidió que estaba severamente mal vestida para la fiesta en sus pantalones vaqueros y su camiseta de manga larga de los Yankees color rosa claro.
Haley abrió la boca para inventar una excusar así podría irse, sabiendo que era algo que ella no podía manejar cuando la mujer soltó un bufido.
—Eres la vecina —dijo la mujer, sonando divertida—. ¿Qué quieres? — Sus ojos se estrecharon sobre el plato en las manos de Haley.
—Yo sólo…
—Amy, ¿quién es? —La voz de Jason provenía de algún lugar detrás de la mujer que al parecer se llamaba Amy.
Amy puso los ojos en blanco.
—Es sólo tu vecina que vino a traer brownies. —Ella alargó la mano para tomar el plato de Haley—. Simplemente voy a tomarlos así ella puede ir…
—¿Brownies? —dijo Jason, de repente llenando la puerta, causando que Amy tropezara hacia atrás y fuera del camino.
—¡Oye! —espetó Amy, pero Jason no pareció escucharla. Sus ojos estaban pegados al plato.
—¿Esos son… —dijo, tragando notablemente—, brownies cubiertos de glaseado de mantequilla de maní?
¿Acababa él de gimotear?
—Son brownies con trozos de chocolate dulce y glaseado de mantequilla de maní —aclaró ella automáticamente cuando sus ojos se cruzaron con la mirada asesina que Amy estaba enviando en su camino. Se disponía a entregarle el plato a Jason y salir cuando todo en ella se quedó inmóvil.
Después de la noche anterior ella estaba harta de ser presionada e intimidada. Estaba enferma de perderse las cosas porque tenía demasiado miedo de hacer algo al respecto. Era una mujer adulta, maldita sea, y si quería ir a su primer reventón entonces lo iba a hacer y se iba a divertir haciéndolo. Incluso si eso la mataba y a juzgar por la mirada que Amy estaba enviando en su dirección era una buena posibilidad.
—Déjame tomar esto de tus manos así puedes coger una cerveza —dijo Jason, tomando el plato de ella, bajando la mirada hacia él amorosamente mientras entraba en el interior de la casa, dejando que Haley lo siguiera.
—¡Oye, esos se ven bien! ¿Puedo tener uno? —preguntó un hombre que ella había visto cientos de veces alrededor de la casa de Jason, extendiendo la mano para tomar uno.
—¡Simplemente retrocede! ¡Ella los trajo para mí, hijo de puta! —soltó Jason.
Haley automáticamente dio un ansioso paso hacia atrás, por temor a quedar atrapada en medio de una pelea que definitivamente estaba a punto de suceder. Pero en lugar de gritarle a Jason o enojarse, como ella había visto hacer a un montón de chicos en bares por menos que eso, el hombre sólo rodó los ojos y dirigió su atención a ella.
—Hola, mi nombre es Brad —dijo, tendiéndole la mano.
Después de sólo una ligera vacilación, que esperaba él no hubiera notado, ella dio un paso adelante y estrechó su mano.
—Haley.
—Haley, es un placer conocerte —dijo con una sonrisa encantadora—. Disculpa la rudeza de mi amigo, apenas aprendió a caminar erguido el año pasado —dijo secamente, ganando una suave sonrisa de ella y de casi todos a su alrededor.
Jason le lanzó una mirada desagradable antes de dirigirse hacia la cocina, asegurándose de fulminar con la mirada a cualquiera que se acercara a tocar los brownies.
Brad hizo un gesto hacia la cocina.
—Hay pizza, patatas fritas y un montón de bebidas allí, siempre y cuando Jason no llegue primero, un juego de voleibol sucediendo en el patio trasero y por supuesto videojuegos en el salón hasta que el partido empiece. Siéntete como en casa —dijo con una sonrisa.
—Gracias —murmuró ella, tomando detalle de todo. ¿Esto era? se preguntó mientras se adentraba en la relajada fiesta. Algo debió haberse mostrado en su cara, porque unos segundos más tarde Brad se inclinó.
—¿Esperabas Animal House3?— preguntó riéndose.
—¡No! —dijo rápidamente, demasiado rápido. Ella de hecho había estado esperando algo por el estilo. Claramente no había imaginado nada de esto. Esto definitivamente lo podía manejar.
Él se rió.
—Ven adentro conmigo así puedo presentarte a mi esposa —dijo Brad, sonriendo—. Prometo que pasaras un buen rato.
Por primera vez desde que entro aquí ella pensó que podría encajar con los amigos de Jason.
—¿Quién es la hermosura que está pateando el culo de Mitch?
Sin levantar la mirada de su plato cargado con pizza, dijo:
—Amy. —Por lo menos esperaba que fuera Amy. Su comportamiento pegajoso lo estaba molestando un poco y no se había perdido el acto de perra que le hizo a Haley o las miradas desagradables que le había estado enviando toda la noche a su pequeña y tímida vecina. Sabía que cuando la vio dirigiéndose a su casa antes, debería haberla echado.
—No, la cosita linda con las gafas.
Frunciendo el ceño, Jason levantó la mirada y siguió los ojos de Pete hacia el sofá donde Haley estaba sentada al lado de Mitch, jugando en la Xbox.
—Ella es mi vecina —dijo, sin gustarle ni un poco la expresión en la cara Pete.
—¿Ella está aquí con alguien? —preguntó Pete, sin quitar sus ojos de Haley.
—No.
—Bien —dijo Pete, mirando hacia atrás por encima de su hombro, sonriendo—. Ni siquiera me molestare en utilizar tu habitación puesto que podemos ir hasta la de ella.
Jason suspiró pesadamente. Parecía que iba a tener que salvar a Haley de dos cretinos en un día.
Pete se volvió para mirarlo.
—¿Por qué fue eso?
—¿Qué? —preguntó Jason inocentemente.
—Ese pequeño suspiro que acabas de hacer —dijo Pete, gesticulando perezosamente hacia él.
—Nada —dijo encogiéndose de hombros, volviendo su atención a acumular comida en su plato—. Simplemente no pensé que estuvieras en eso, eso es todo.
—¿En qué? —exigió Pete, sonando un poco inseguro. Considerando la reputación del hombre probablemente no había mucho en lo que él no estuviera, y por eso Jason decidió que él no se acercaría a su pequeña y tímida vecina. Le tomó cinco años conseguir que Haley saliera de su caparazón. No iba a dejar que este imbécil la enviara de vuelta allí para siempre.
—Simplemente olvida que dije algo —dijo Jason, tomando una gaseosa fría de una nevera portátil en el piso.
—Pero…
—No quiero meterme en eso —dijo Jason, interrumpiéndolo. Se movió un paso por delante del hombre sólo para hacer una pausa—. Sólo... simplemente asegúrate de que ella tome su medicación y deberías estar seguro, quiero decir bien. —Jason rápidamente se alejó antes de estallar en carcajadas ante la expresión horrorizada de su amigo.
Maldición, eso se sintió bien. Debería haber hecho esto hace años, cuando vio al primer imbécil olfateando alrededor de Haley. ¿Esto lo convertía en su guardián? reflexionó sobre esa idea mientras se acercaba hasta el sofá y empujaba a Mitch, así podría sentarse junto a su nuevo y pequeño proyecto. Eso estaba bien para él, decidió, porque para el momento en que terminara con ella, estaría viviendo una vida mucho más entretenida y libre de idiotas.
Sin levantar la mirada de su plato cargado con pizza, dijo:
—Amy. —Por lo menos esperaba que fuera Amy. Su comportamiento pegajoso lo estaba molestando un poco y no se había perdido el acto de perra que le hizo a Haley o las miradas desagradables que le había estado enviando toda la noche a su pequeña y tímida vecina. Sabía que cuando la vio dirigiéndose a su casa antes, debería haberla echado.
—No, la cosita linda con las gafas.
Frunciendo el ceño, Jason levantó la mirada y siguió los ojos de Pete hacia el sofá donde Haley estaba sentada al lado de Mitch, jugando en la Xbox.
—Ella es mi vecina —dijo, sin gustarle ni un poco la expresión en la cara Pete.
—¿Ella está aquí con alguien? —preguntó Pete, sin quitar sus ojos de Haley.
—No.
—Bien —dijo Pete, mirando hacia atrás por encima de su hombro, sonriendo—. Ni siquiera me molestare en utilizar tu habitación puesto que podemos ir hasta la de ella.
Jason suspiró pesadamente. Parecía que iba a tener que salvar a Haley de dos cretinos en un día.
Pete se volvió para mirarlo.
—¿Por qué fue eso?
—¿Qué? —preguntó Jason inocentemente.
—Ese pequeño suspiro que acabas de hacer —dijo Pete, gesticulando perezosamente hacia él.
—Nada —dijo encogiéndose de hombros, volviendo su atención a acumular comida en su plato—. Simplemente no pensé que estuvieras en eso, eso es todo.
—¿En qué? —exigió Pete, sonando un poco inseguro. Considerando la reputación del hombre probablemente no había mucho en lo que él no estuviera, y por eso Jason decidió que él no se acercaría a su pequeña y tímida vecina. Le tomó cinco años conseguir que Haley saliera de su caparazón. No iba a dejar que este imbécil la enviara de vuelta allí para siempre.
—Simplemente olvida que dije algo —dijo Jason, tomando una gaseosa fría de una nevera portátil en el piso.
—Pero…
—No quiero meterme en eso —dijo Jason, interrumpiéndolo. Se movió un paso por delante del hombre sólo para hacer una pausa—. Sólo... simplemente asegúrate de que ella tome su medicación y deberías estar seguro, quiero decir bien. —Jason rápidamente se alejó antes de estallar en carcajadas ante la expresión horrorizada de su amigo.
Maldición, eso se sintió bien. Debería haber hecho esto hace años, cuando vio al primer imbécil olfateando alrededor de Haley. ¿Esto lo convertía en su guardián? reflexionó sobre esa idea mientras se acercaba hasta el sofá y empujaba a Mitch, así podría sentarse junto a su nuevo y pequeño proyecto. Eso estaba bien para él, decidió, porque para el momento en que terminara con ella, estaría viviendo una vida mucho más entretenida y libre de idiotas.
3 Animal House: Como se titula la cinta en EEUU. No es más que una sucesión de locuras perpetradas por los integrantes de la Delta House mientras que el “malvado” decano Wormer, en alianza con la fraternidad de ricos, la Omega House, trata de encontrar excusas para expulsar a todos los integrantes de la fraternidad de la universidad. La maravilla, es que no necesita nada más que eso para convertirse en una verdadera joya del cine de humor.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 4
Haley respiró profundamente y dijo—: Soy gay.
—¿Eres gay? —repitió el tipo desagradable que había estado husmeando a su alrededor y molestándola totalmente durante los últimos diez minutos en la fila—. ¿Estás segura?
Reprimió la risa. El tipo parecía verdaderamente molesto. Ella odiaba sacar la tarjeta gay, sobre todo porque no lo era, pero a veces no tenía otra opción. Si él hubiera sido agradable cuando estaba coqueteando con ella habría declinado cortésmente, pero no, tenía que ser un cerdo completo todo el tiempo.
Realmente usó la vieja línea, “Ese vestido se ve muy bien en ti, pero se vería incluso mejor arrugado en el suelo de mi dormitorio en la mañana”. Sí. Era verdaderamente triste, especialmente porque estaban en una cafetería y eran apenas las 7:30 de la mañana. Entre comentarios sucios, apretujones y miradas a sus pechos, ella estaba empezando a ponerse un poco irritada.
Además su olor corporal estaba revolviendo su estómago. Si no necesitará una dosis de cafeína tan desesperadamente se hubiera ido, pero la necesitaba y no podía irse o estaba bastante segura de que moriría.
Jason y algunos de los chicos se habían quedado hasta tarde la noche anterior, viendo el partido y desde que terminó en extras y ella era una fan dedicada permaneció despierta hasta las dos de la mañana y por supuesto tenía que terminar viendo el juego final. Con apenas cuatro horas de sueño allí estaba prácticamente siendo manoseada por el tipo del poster para desodorante.
Después de tres semanas todavía era curioso cómo pasó de estar totalmente intimidada por el hombre a pensar en él como un enorme oso de peluche. Se sentía tonta por su comportamiento. Jason podría ser un dolor en el culo, pero era un dolor muy agradable en el culo. Él todavía tomaba “prestadas” las cosas de su clase, excepto que ahora dejaba notas graciosas que la hacían reír hasta las lágrimas, asustando totalmente a sus estudiantes.
Ella no podía dejar de preguntarse cuantas buenas amistades había perdido a través de los años debido a su timidez. Por supuesto, parte de ello se debía a que, después de años construyendo sus defensas había estado juzgando a las personas como Jason un poco duramente. Él todavía era un poco salvaje y un ridículo coqueto, pero también era dulce. La trataba como su amiga. En realidad era algo muy agradable ser tratada como uno de los chicos. Una vez dicho, aunque a veces las primeras impresiones eran acertadas, como con su problema actual.
—Sí, estoy segura.
Él se quedó pensativo por un momento.
—Bueno, crees que ustedes dos querrían…
—No —dijo con firmeza.
—Pero que si…
—No.
—Vamos, no me dejaste terminar. Tengo esta cámara…
—No.
—Sería divertido…
—No.
—Pero que si…
—Ella dijo que no —respondió Jason mientras entraba en la fila y pasaba su brazo alrededor de sus hombros, de esa perezosa manera suya.
—¡Oye! ¡Pensé que dijiste que eras gay! —dijo el hombre acusadoramente.
Sin titubear, Jason dijo—: Lo es. Yo sólo soy su perra.
El hombre envió una mirada fulminante al brazo de Jason y luego a ella. Envió otro mirada a Jason y ella se dio cuenta de que el hombre estaba decidiendo si quería presionar más. Basado en la pequeña estatura del hombre y el cuerpo grande y musculoso de Jason, él sabiamente decidió dejarlo pasar.
—Entonces, ¿qué me vas a comprar esta mañana? —le preguntó ella a Jason.
Él se burló.
—¿Yo? ¿Por qué estoy comprando?
—Porque te ayude a ganarle cincuenta dólares a Brian anoche.
Rodó sus ojos.
—Yo habría ganado sin tu ayuda.
—Uh huh —dijo distraídamente, dando un paso hasta el mostrador para hacer su pedido. Añadió un bollo con chips de chocolate, sabiendo que Jason se lo iba a robar. Parecía tener una cosa por robar su comida.
—Lo haría. No necesito tu ayuda, sabes —dijo él con más firmeza.
Ella agarró su orden mientras que él estaba esperando la suya, y se dirigió hacia la puerta.
—Nos vemos.
—¡Gané esa apuesta por mi cuenta! —gritó tras ella, haciéndola sonreír. A veces parecía un niño grande. Era algo lindo.
—¿Eres gay? —repitió el tipo desagradable que había estado husmeando a su alrededor y molestándola totalmente durante los últimos diez minutos en la fila—. ¿Estás segura?
Reprimió la risa. El tipo parecía verdaderamente molesto. Ella odiaba sacar la tarjeta gay, sobre todo porque no lo era, pero a veces no tenía otra opción. Si él hubiera sido agradable cuando estaba coqueteando con ella habría declinado cortésmente, pero no, tenía que ser un cerdo completo todo el tiempo.
Realmente usó la vieja línea, “Ese vestido se ve muy bien en ti, pero se vería incluso mejor arrugado en el suelo de mi dormitorio en la mañana”. Sí. Era verdaderamente triste, especialmente porque estaban en una cafetería y eran apenas las 7:30 de la mañana. Entre comentarios sucios, apretujones y miradas a sus pechos, ella estaba empezando a ponerse un poco irritada.
Además su olor corporal estaba revolviendo su estómago. Si no necesitará una dosis de cafeína tan desesperadamente se hubiera ido, pero la necesitaba y no podía irse o estaba bastante segura de que moriría.
Jason y algunos de los chicos se habían quedado hasta tarde la noche anterior, viendo el partido y desde que terminó en extras y ella era una fan dedicada permaneció despierta hasta las dos de la mañana y por supuesto tenía que terminar viendo el juego final. Con apenas cuatro horas de sueño allí estaba prácticamente siendo manoseada por el tipo del poster para desodorante.
Después de tres semanas todavía era curioso cómo pasó de estar totalmente intimidada por el hombre a pensar en él como un enorme oso de peluche. Se sentía tonta por su comportamiento. Jason podría ser un dolor en el culo, pero era un dolor muy agradable en el culo. Él todavía tomaba “prestadas” las cosas de su clase, excepto que ahora dejaba notas graciosas que la hacían reír hasta las lágrimas, asustando totalmente a sus estudiantes.
Ella no podía dejar de preguntarse cuantas buenas amistades había perdido a través de los años debido a su timidez. Por supuesto, parte de ello se debía a que, después de años construyendo sus defensas había estado juzgando a las personas como Jason un poco duramente. Él todavía era un poco salvaje y un ridículo coqueto, pero también era dulce. La trataba como su amiga. En realidad era algo muy agradable ser tratada como uno de los chicos. Una vez dicho, aunque a veces las primeras impresiones eran acertadas, como con su problema actual.
—Sí, estoy segura.
Él se quedó pensativo por un momento.
—Bueno, crees que ustedes dos querrían…
—No —dijo con firmeza.
—Pero que si…
—No.
—Vamos, no me dejaste terminar. Tengo esta cámara…
—No.
—Sería divertido…
—No.
—Pero que si…
—Ella dijo que no —respondió Jason mientras entraba en la fila y pasaba su brazo alrededor de sus hombros, de esa perezosa manera suya.
—¡Oye! ¡Pensé que dijiste que eras gay! —dijo el hombre acusadoramente.
Sin titubear, Jason dijo—: Lo es. Yo sólo soy su perra.
El hombre envió una mirada fulminante al brazo de Jason y luego a ella. Envió otro mirada a Jason y ella se dio cuenta de que el hombre estaba decidiendo si quería presionar más. Basado en la pequeña estatura del hombre y el cuerpo grande y musculoso de Jason, él sabiamente decidió dejarlo pasar.
—Entonces, ¿qué me vas a comprar esta mañana? —le preguntó ella a Jason.
Él se burló.
—¿Yo? ¿Por qué estoy comprando?
—Porque te ayude a ganarle cincuenta dólares a Brian anoche.
Rodó sus ojos.
—Yo habría ganado sin tu ayuda.
—Uh huh —dijo distraídamente, dando un paso hasta el mostrador para hacer su pedido. Añadió un bollo con chips de chocolate, sabiendo que Jason se lo iba a robar. Parecía tener una cosa por robar su comida.
—Lo haría. No necesito tu ayuda, sabes —dijo él con más firmeza.
Ella agarró su orden mientras que él estaba esperando la suya, y se dirigió hacia la puerta.
—Nos vemos.
—¡Gané esa apuesta por mi cuenta! —gritó tras ella, haciéndola sonreír. A veces parecía un niño grande. Era algo lindo.
Jason reprimió una sonrisa mientras observaba a Haley decirle al Director Jenkins que ella no podía ser chaperona en el baile de esta noche. Un mes atrás, su pequeña y tímida amiga simplemente habría mirado su café y asentido con la cabeza sin importar cuáles fueran sus planes. Ahora, le decía al hombre no, firmemente pero con suavidad.
Él tomo algo de orgullo por eso. Era gracias a él después de todo. Llevó un poco de trabajo, pero ella iba bastante bien. ¿Quién hubiera sabido que había una pequeña tigresa debajo de toda esa ternura? Él seguro no, pero era agradable ver que se defendía por una vez. El personal puede quejarse de sus métodos y su relación fácil con los niños, pero al menos él nunca actuó contra una mujer como Haley y se aprovechó de ella convirtiéndola en la chaperona de esto o la organizadora de aquello.
—Pero, Haley, realmente necesitamos que seas la chaperona. John tiene entradas para un juego esta noche.
—Lo siento Tom, pero ya tengo planes esta noche. Realmente deseo poder ayudar, pero no puedo romper mis planes en el último minuto. Me entiendes —dijo educadamente, pero con firmeza.
Claramente la autoestima de ella estaba aumentando y hacia el conjunto aún mejor, y él no era el único en notar eso. Otros profesores le mostraban más respeto y los hombres la estaban definitivamente notando. Oh, él tomaba un ciento por ciento de crédito por su pequeña protegida. Sí, él era el amo. Probablemente era hora de que usara su grandeza para bien.
Vio la mesa donde ella dejo su café y panecillos así como tres hombres más, perdedores en su opinión, quienes observaron el asiento al lado de ella. Sin ninguna vacilación él paso más allá de ellos y se sentó en la mesa de ella, ganando miradas asesinas de los otros hombres. Muy mal. En su opinión si un hombre no tenía las bolas para hacer un movimiento no merecía a la mujer deseaba. No es que él deseara a Haley. No lo hacía. Ella era su amiga y se estaba convirtiendo en uno de sus mejores amigos. No, lo que él deseaba era el panecillo caliente con chips de chocolate y mantequilla extra que le vio comprar antes.
Él suspiró alegremente mientras pescaba el panecillo de la bolsa.
—¿Cuándo aprenderá? —murmuró él mientras preparaba su panecillo recién conseguido.
—Por favor, sírvete —dijo Haley secamente mientras se sentaba y añadía un poco de azúcar a su café.
—Gracias, creo que lo haré —dijo alegremente mientras cubría con más mantequilla el panecillo. —¿Cuáles son estos increíbles planes que tienes para esta noche? —preguntó él entre mordiscos. —Una cita —dijo.
—Supongo que eso significa que es el fin de nuestra historia de amor —dijo con un puchero.
—Supongo que sí.
—Estoy dolido.
—Sobrevivirás… con terapia por supuesto —dijo con un guiño y una sonrisa.
—¿Es otro perdedor?
Ella desvió la vista y murmuró algo.
—Lo siento no hablo entre dientes —dijo al tiempo que observaba el panecillo de manzana y almendra con cobertura streusel que ella acababa de sacar de la bolsa. Joder, ¿cómo se había perdido ese delicioso y pequeño bocado?
Su mano parecía tener vida propia, ya que se deslizó hacia ese pequeño y sabroso regalo. Con un suspiro, las manos de Haley descendieron para proteger su panecillo.
—¡Contrólate! —siseó ella mientras desprendía un trozo pequeño y se lo comía. Los ojos de él volvieron al panecillo. Sabía que estaba haciendo pucheros cuando Haley rodó sus ojos y siguió comiendo. Maldita sea, ¿dónde estaba el amor? Él era un hombre hambriento. Con un suspiro abrió su bolsa y sacó uno de sus tres rollos de café y comenzó a comer al mismo tiempo que continuaba con sus ojos en el panecillo.
—Eres patético —murmuró Haley rodando los ojos. Empujó la última mitad de su panecillo hacia él. Con una enorme sonrisa él abrió su boca y lo saboreó. Era realmente tan bueno como parecía.
—Entonces, ¿qué es lo que no quieres que yo sepa, mi pequeño saltamontes? —preguntó, revolviendo su café. La última cita que ella había tenido era con un perdedor en su opinión, al menos y en realidad ¿no era eso lo único que importaba? El perdedor no era digno de toda su obra. Tenían que trabajar hasta que ella saliera con tipos que él aprobara. Alguien genial con una cabaña en New Hampshire para viajar de pesca o una casa en Florida lo haría a él muy feliz. Realmente podía ir a pescar a alta mar en el invierno.
—¡Deja de llamarme así! —susurró suavemente Haley—. Por enésima vez no soy Daniel San ni tú el Sr. Miyagi.
Él simplemente se encogió de hombros.
—Si eso es lo que quieres creer...
—Lo es y lo hago.
—¿Si pudiera conseguir la atención de ustedes antes de que vayan a clases? —dijo Jenkins, sosteniendo su portapapeles para llamar la atención de todos en la sala de descanso de profesores—. Necesitamos un voluntario más para el baile de esta noche —dijo, lanzando una mirada esperanzadora en dirección a Haley.
—Encerar mano derecha… quitar cera mano izquierda4... —susurró Jason, ganándose un poco delicado resoplido de Haley.
—¿Dijo algo, señorita Blaine? —pregunto Jenkins a Haley, llamando la atención de todos sobre ella.
Jason se inclinó en su asiento y miró a Haley mientras un rubor se arrastraba por su linda carita. Ella empujó nerviosamente sus gafas por su nariz. Ah, parece que su protegida aún odia llamar la atención sobre sí misma.
Bueno, ella tendría que acostumbrarse si iban a ser amigos, puesto que él tenía la bastante mala costumbre de llamar la atención sobre sí mismo casi en todas partes a donde iba.
—Sí, señorita Blaine, ¿tiene algo que decir? —le preguntó Jason en tono divertido.
Ella le disparó una mirada entrecerrada antes de girarse para mirar a Jenkins. La mirada se había ido sólo para ser reemplazada por una sonrisa algo dulce e inocente. Estaba tan concentrado en su sonrisa, que estuvo a punto de perderse lo que ella dijo.
—No, Sr. Jenkins, no era yo. El Sr. Bradford se estaba ofreciendo para ser chaperón esta noche —dijo alegremente.
—¿Qué? —dijo él, demasiado tarde. Jenkins le sonrió.
—Bueno, ¡eso es excelente! Muy bien. Asegúrese de que estar aquí a las siete en punto y quedarse hasta las once. Gracias, Sr. Bradford —dijo Jenkins. No pasó desapercibido para Jason que el hombre no se molestó en confirmar con él y que prácticamente corrió fuera de la habitación antes de que Jason pudiera negarse.
Su atención se dirigió inmediatamente a la pequeña traidora.
—Tu maldita traidora —jadeó él.
Su sonrisa pasó de inocente a malvada en menos de un segundo.
—Diviértete en el baile. —Se levantó y colocó sus manos juntas frente a ella como si estuviera orando y se inclinó.
Listilla.
Lo traicionó. Joder eso dolía. No pudo evitar sonreír. Ella realmente estaba saliendo demasiado bien.
Él tomo algo de orgullo por eso. Era gracias a él después de todo. Llevó un poco de trabajo, pero ella iba bastante bien. ¿Quién hubiera sabido que había una pequeña tigresa debajo de toda esa ternura? Él seguro no, pero era agradable ver que se defendía por una vez. El personal puede quejarse de sus métodos y su relación fácil con los niños, pero al menos él nunca actuó contra una mujer como Haley y se aprovechó de ella convirtiéndola en la chaperona de esto o la organizadora de aquello.
—Pero, Haley, realmente necesitamos que seas la chaperona. John tiene entradas para un juego esta noche.
—Lo siento Tom, pero ya tengo planes esta noche. Realmente deseo poder ayudar, pero no puedo romper mis planes en el último minuto. Me entiendes —dijo educadamente, pero con firmeza.
Claramente la autoestima de ella estaba aumentando y hacia el conjunto aún mejor, y él no era el único en notar eso. Otros profesores le mostraban más respeto y los hombres la estaban definitivamente notando. Oh, él tomaba un ciento por ciento de crédito por su pequeña protegida. Sí, él era el amo. Probablemente era hora de que usara su grandeza para bien.
Vio la mesa donde ella dejo su café y panecillos así como tres hombres más, perdedores en su opinión, quienes observaron el asiento al lado de ella. Sin ninguna vacilación él paso más allá de ellos y se sentó en la mesa de ella, ganando miradas asesinas de los otros hombres. Muy mal. En su opinión si un hombre no tenía las bolas para hacer un movimiento no merecía a la mujer deseaba. No es que él deseara a Haley. No lo hacía. Ella era su amiga y se estaba convirtiendo en uno de sus mejores amigos. No, lo que él deseaba era el panecillo caliente con chips de chocolate y mantequilla extra que le vio comprar antes.
Él suspiró alegremente mientras pescaba el panecillo de la bolsa.
—¿Cuándo aprenderá? —murmuró él mientras preparaba su panecillo recién conseguido.
—Por favor, sírvete —dijo Haley secamente mientras se sentaba y añadía un poco de azúcar a su café.
—Gracias, creo que lo haré —dijo alegremente mientras cubría con más mantequilla el panecillo. —¿Cuáles son estos increíbles planes que tienes para esta noche? —preguntó él entre mordiscos. —Una cita —dijo.
—Supongo que eso significa que es el fin de nuestra historia de amor —dijo con un puchero.
—Supongo que sí.
—Estoy dolido.
—Sobrevivirás… con terapia por supuesto —dijo con un guiño y una sonrisa.
—¿Es otro perdedor?
Ella desvió la vista y murmuró algo.
—Lo siento no hablo entre dientes —dijo al tiempo que observaba el panecillo de manzana y almendra con cobertura streusel que ella acababa de sacar de la bolsa. Joder, ¿cómo se había perdido ese delicioso y pequeño bocado?
Su mano parecía tener vida propia, ya que se deslizó hacia ese pequeño y sabroso regalo. Con un suspiro, las manos de Haley descendieron para proteger su panecillo.
—¡Contrólate! —siseó ella mientras desprendía un trozo pequeño y se lo comía. Los ojos de él volvieron al panecillo. Sabía que estaba haciendo pucheros cuando Haley rodó sus ojos y siguió comiendo. Maldita sea, ¿dónde estaba el amor? Él era un hombre hambriento. Con un suspiro abrió su bolsa y sacó uno de sus tres rollos de café y comenzó a comer al mismo tiempo que continuaba con sus ojos en el panecillo.
—Eres patético —murmuró Haley rodando los ojos. Empujó la última mitad de su panecillo hacia él. Con una enorme sonrisa él abrió su boca y lo saboreó. Era realmente tan bueno como parecía.
—Entonces, ¿qué es lo que no quieres que yo sepa, mi pequeño saltamontes? —preguntó, revolviendo su café. La última cita que ella había tenido era con un perdedor en su opinión, al menos y en realidad ¿no era eso lo único que importaba? El perdedor no era digno de toda su obra. Tenían que trabajar hasta que ella saliera con tipos que él aprobara. Alguien genial con una cabaña en New Hampshire para viajar de pesca o una casa en Florida lo haría a él muy feliz. Realmente podía ir a pescar a alta mar en el invierno.
—¡Deja de llamarme así! —susurró suavemente Haley—. Por enésima vez no soy Daniel San ni tú el Sr. Miyagi.
Él simplemente se encogió de hombros.
—Si eso es lo que quieres creer...
—Lo es y lo hago.
—¿Si pudiera conseguir la atención de ustedes antes de que vayan a clases? —dijo Jenkins, sosteniendo su portapapeles para llamar la atención de todos en la sala de descanso de profesores—. Necesitamos un voluntario más para el baile de esta noche —dijo, lanzando una mirada esperanzadora en dirección a Haley.
—Encerar mano derecha… quitar cera mano izquierda4... —susurró Jason, ganándose un poco delicado resoplido de Haley.
—¿Dijo algo, señorita Blaine? —pregunto Jenkins a Haley, llamando la atención de todos sobre ella.
Jason se inclinó en su asiento y miró a Haley mientras un rubor se arrastraba por su linda carita. Ella empujó nerviosamente sus gafas por su nariz. Ah, parece que su protegida aún odia llamar la atención sobre sí misma.
Bueno, ella tendría que acostumbrarse si iban a ser amigos, puesto que él tenía la bastante mala costumbre de llamar la atención sobre sí mismo casi en todas partes a donde iba.
—Sí, señorita Blaine, ¿tiene algo que decir? —le preguntó Jason en tono divertido.
Ella le disparó una mirada entrecerrada antes de girarse para mirar a Jenkins. La mirada se había ido sólo para ser reemplazada por una sonrisa algo dulce e inocente. Estaba tan concentrado en su sonrisa, que estuvo a punto de perderse lo que ella dijo.
—No, Sr. Jenkins, no era yo. El Sr. Bradford se estaba ofreciendo para ser chaperón esta noche —dijo alegremente.
—¿Qué? —dijo él, demasiado tarde. Jenkins le sonrió.
—Bueno, ¡eso es excelente! Muy bien. Asegúrese de que estar aquí a las siete en punto y quedarse hasta las once. Gracias, Sr. Bradford —dijo Jenkins. No pasó desapercibido para Jason que el hombre no se molestó en confirmar con él y que prácticamente corrió fuera de la habitación antes de que Jason pudiera negarse.
Su atención se dirigió inmediatamente a la pequeña traidora.
—Tu maldita traidora —jadeó él.
Su sonrisa pasó de inocente a malvada en menos de un segundo.
—Diviértete en el baile. —Se levantó y colocó sus manos juntas frente a ella como si estuviera orando y se inclinó.
Listilla.
Lo traicionó. Joder eso dolía. No pudo evitar sonreír. Ella realmente estaba saliendo demasiado bien.
—¡Oh Dios mío, lo amo! —La chica, Cindy o algo así, se lamentó en voz alta, haciendo que Jason se moviera nerviosamente. Nunca había tratado bien con las emociones, especialmente las emociones femeninas. Él miró a su alrededor nerviosamente y soltó un suspiro de alivio cuando vio a un pequeño grupo de chicas rodear a la muchacha.
—¡Él es un idiota! —dijo una de ellas.
—¡¡¡No digas eso!!! ¡Lo amo! —gritó Cindy.
—Oh, sé que lo haces. Él no es lo suficientemente bueno para ti —dijo una chica un poco gordita mientras ponía su brazo alrededor de la niña.
Bien. Todo iba muy bien. Podía volver a ser chaperón de un montón de adolescentes hormonales impulsados por música horrible. Sí, realmente iba a matar a Haley. Él se apartó.
—¿Sr. Bradford, por qué me haría él esto a mí? —exigió la muchacha.
Se quedó paralizado a medio paso y miró a su alrededor con nerviosismo, con la esperanza de que otro Sr. Bradford estuviera cerca y se dispusiera a soportar esto. No hubo suerte.
Se aclaró la garganta.
—¿Qué hizo exactamente?
Ella se mofó de él, con una mirada de total incredulidad, que le dijo que pensaba que él debía ser muy consciente de todo en la vida de ella.
Teniendo en cuenta que nunca había prestado mucha atención a la vida de ninguna mujer, ella estaba en un maldito y duro despertar. Afortunadamente, una de sus amigas tuvo compasión de él.
—Marc Griswold. Comieron en la misma mesa dos veces en las últimas dos semanas, le habló en la sala de estudio y le pidió prestadas sus notas. Ahora está aquí con ella —dijo con tal aversión que él no pudo evitar seguir su mirada.
Vio a Marc bailando con una morena muy guapa. Su nombre recordó, era Janie. Era una muchacha inteligente y divertida como el infierno. Si la memoria le servía correctamente, Marc había estado enamorado de la chica por los dos últimos años. El pobrecito que normalmente estaba tan seguro de sí mismo y relajado se volvía un tonto tartamudo cuando la chica estaba alrededor. Se había estado preguntando cuando el chico iba a reunir el coraje para finalmente invitarla a salir.
—Hmmm, bien por él —murmuró, ganando un suspiro colectivo de indignación.
—¿Cómo ha podido, Sr. Bradford? —chilló la chica aún más fuerte, haciéndolo estremecer.
Oh, realmente iba a matar a Haley por esta mierda.
—¡Él es un idiota! —dijo una de ellas.
—¡¡¡No digas eso!!! ¡Lo amo! —gritó Cindy.
—Oh, sé que lo haces. Él no es lo suficientemente bueno para ti —dijo una chica un poco gordita mientras ponía su brazo alrededor de la niña.
Bien. Todo iba muy bien. Podía volver a ser chaperón de un montón de adolescentes hormonales impulsados por música horrible. Sí, realmente iba a matar a Haley. Él se apartó.
—¿Sr. Bradford, por qué me haría él esto a mí? —exigió la muchacha.
Se quedó paralizado a medio paso y miró a su alrededor con nerviosismo, con la esperanza de que otro Sr. Bradford estuviera cerca y se dispusiera a soportar esto. No hubo suerte.
Se aclaró la garganta.
—¿Qué hizo exactamente?
Ella se mofó de él, con una mirada de total incredulidad, que le dijo que pensaba que él debía ser muy consciente de todo en la vida de ella.
Teniendo en cuenta que nunca había prestado mucha atención a la vida de ninguna mujer, ella estaba en un maldito y duro despertar. Afortunadamente, una de sus amigas tuvo compasión de él.
—Marc Griswold. Comieron en la misma mesa dos veces en las últimas dos semanas, le habló en la sala de estudio y le pidió prestadas sus notas. Ahora está aquí con ella —dijo con tal aversión que él no pudo evitar seguir su mirada.
Vio a Marc bailando con una morena muy guapa. Su nombre recordó, era Janie. Era una muchacha inteligente y divertida como el infierno. Si la memoria le servía correctamente, Marc había estado enamorado de la chica por los dos últimos años. El pobrecito que normalmente estaba tan seguro de sí mismo y relajado se volvía un tonto tartamudo cuando la chica estaba alrededor. Se había estado preguntando cuando el chico iba a reunir el coraje para finalmente invitarla a salir.
—Hmmm, bien por él —murmuró, ganando un suspiro colectivo de indignación.
—¿Cómo ha podido, Sr. Bradford? —chilló la chica aún más fuerte, haciéndolo estremecer.
Oh, realmente iba a matar a Haley por esta mierda.
—Lo pase muy bien —dijo Jonathan, probablemente por décima vez.
Haley se obligó a sonreír y por supuesto a mentir.
—Yo también —dijo, con la esperanza de que él no pidiera detalles de lo que ella encontró agradable, porque realmente sería difícil encontrar algo bueno de esta noche, excepto, por supuesto, que era agradable que estuviera terminando.
Esta era absolutamente la muy última vez que salía con cualquier hombre que Mary, una de sus más antiguas y queridas amigas, sugiriera. Uno pensaría que después de que Mary le cuadrara una cita con un taxidermista, habría aprendido su lección, al parecer no, porque de alguna manera accedió a salir con este perdedor.
No empezó mal. De hecho, él llego a tiempo y pensó que era algo lindo de una manera ingenua. Era alto, un poco delgado, pero aun así, parecía agradable. Sus ropas estaban limpias y olía bien. La primera pista de que algo no estaba bien ocurrió cuando llegaron al restaurante.
Fue entonces cuando su madre llamó por primera vez. Sí, la primera vez desde que llegaron allí, hubo más de una llamada de su madre. De hecho, durante su cita de cuatro horas, que duro tanto tiempo porque él se tomó mucho tiempo comiendo, ella llamó un total de veintitrés veces. Sí, estaba muy segura de que era su madre desde que él se sentó en la mesa cuando tomó las llamadas y el altavoz de su teléfono era bastante ruidoso.
Los motivos de las llamadas oscilaban entre, que lo extrañaba, quería saber cuándo llegaría a casa y si comería lo que ella había cocinado, le recordó limpiar su habitación mañana, y su favorita personal, quería saber si estaba todavía con ”ella”. A juzgar por su tono y la cantidad de llamadas, su mamá no estaba muy feliz de que su pequeño niño estuviera en una cita.
Puesto que su pequeño niño tenía treinta y cinco años y según él nunca había vivido por su cuenta. ¿Por qué lo haría cuando vivía con su mejor amiga? Refiriéndose a su querida mamita. Por supuesto él pasó un buen rato quejándose de lo injusta que podría ser su madre. ¿Quién hubiera sabido que un hombre de treinta cinco años podía ser castigado por no recoger sus calcetines sucios? Ella ciertamente no.
No podía esperar a llegar a su casa, ponerse un par de pantalones vaqueros, una camiseta y tener una buena risa sobre esto con Jason. Eso por supuesto sólo si Jason le había perdonado su pequeña broma de antes. De ahí el gran trozo de pastel de chocolate con glaseado de mantequilla de maní en el contenedor que ella llevaba. Jason era un bebé grande, pero un bebé grande que podía comprase con comida.
—Bueno, aquí estamos —dijo brillantemente mientras señalaba su camino.
—Ha sido divertido. Gracias —dijo rápidamente mientras prácticamente corría fuera del auto.
—Esta es una casa muy bonita —dijo él cerca, demasiado cerca. Haley miró hacia atrás y se tragó la maldición que amenaza con dejar sus labios. El hombre la estaba siguiendo a la puerta. Quería llorar, de verdad, quería.
¿Cuándo pondría fin a esta pesadilla? Se acercó a su puerta y ensayó otra falsa sonrisa en su rostro.
—Bueno, gracias otra vez.
—De nada —dijo él dándole una tímida sonrisa antes de inclinarse para besarla. Afortunadamente lo vio venir y volvió la cabeza a tiempo para recibir un beso algo húmedo en la mejilla. EW….
Apenas se abstuvo de limpiar su cara. Tenía que enjuagar eso en cuestión de minutos con una ducha de agua caliente.
—Oops. Lo siento —murmuró él mientras se inclinarse para darle otro beso.
Más rápido de lo que ella creía que fuera posible, había abierto la puerta.
Ella tropezó hacia atrás salvándose de más baba.
—Bueno, ha sido agradable pero…
—¿Puedo tomar una taza de café? —preguntó él ansiosamente y por supuesto tuvo que añadir—. Me puedo quedar hasta tan tarde como yo quiera esta noche. —Oh, ella sabía que estaba mintiendo. Alguien iba a estar en muchos problemas al llegar a casa. Mentalmente le chasqueó la lengua.
Abrió la boca para rechazarlo educadamente cuando comenzaron los gritos.
—¡Ayúdenme!
Haley saltó. ¿Qué diablos? Sonaba como si Jason estuviera justo en su casa.
—¡Ayúdenme, por favor! ¡Alguien que por favor me ayude! ¿Por qué no me ayuda alguien?
—¿Qué es eso? —preguntó Jonathan nerviosamente.
Haley no se detuvo para responder. Ella corrió en dirección a los gritos. ¿Su habitación? Abrió la puerta y casi tropezó mientras se detenía a un metro y medio de distancia dentro del cuarto lo que la ponía justo frente a su cama.
—¿Qué diablos….? —Jonathan se detuvo detrás de ella.
—¡Oh, gracias a Dios estás aquí, Haley! —dijo Jason, sonando feliz para ser alguien que estaba atado a su cama, con sólo un par de calzoncillos—. Sé que dijiste que te excita saber que estoy atado a tu cama esperándote, pero realmente tengo que usar el baño y estirar las piernas antes de que comencemos… —Su voz se apagó cuando vio a Jonathan.
Jason suspiró dramáticamente.
—Pensé que acordamos que me dirías con antelación antes de agregar a alguien más a nuestra cama. —Rodando los ojos, dijo—: Está bien esta vez. Por suerte para ti creo que tenemos un montón de lubricante. —Miró pensativamente a Jonathan quien todavía estaba mirando a Jason mudamente—. Espero que no seas un gritón. El último chico gritaba como un desaforado cada vez que yo…
—Están enfermos —exclamó Jonathan, interrumpiendo a Jason—. Aléjate de mí, y no intentes llamarme tampoco. ¡Le voy a contar a mi madre sobre ti!
Haley no escatimó ni un vistazo hacia Jonathan mientras miraba al hombre que estaba con una sonrisa grande y engreída atado a su cama. Fue vagamente consciente de su puerta principal siendo cerrada de golpe y el sonido de neumáticos saliendo de su camino de entrada.
—¿Es eso para mí? —preguntó Jason, mirando intencionadamente el envase de polietileno en sus manos.
—Mmmhmm —dijo ella mientras caminaba alrededor de la cama y colocaba el recipiente en su pecho y lo abría. Ella no se perdió cuando sus ojos se ampliaron con placer.
—Es…
—Glaseado de mantequilla de maní, sí. —Terminó por él. Él lamió sus labios mientras miraba fijamente el enorme postre.
—Eres la mejor, siempre. Desátame así puedo abastecerme —dijo distraídamente mientras continuaba mirando fijamente la torta, probablemente tratando de decidir qué extremo iba a atacar primero.
—¿No puedes desatarte?
—No.
—¿Tú mismo hiciste esto?
—Sí. Ahora el pastel, mujer.
—Uh huh... —Ella caminó lejos de la cama y se dirigió al baño.
—Espera, ¿adónde vas?
—Sólo estoy buscando algo para desatarte.
—Apúrate.
—Claro que sí —dijo ella, alegre de que él no pudiera ver su malvada sonrisa.
Haley se obligó a sonreír y por supuesto a mentir.
—Yo también —dijo, con la esperanza de que él no pidiera detalles de lo que ella encontró agradable, porque realmente sería difícil encontrar algo bueno de esta noche, excepto, por supuesto, que era agradable que estuviera terminando.
Esta era absolutamente la muy última vez que salía con cualquier hombre que Mary, una de sus más antiguas y queridas amigas, sugiriera. Uno pensaría que después de que Mary le cuadrara una cita con un taxidermista, habría aprendido su lección, al parecer no, porque de alguna manera accedió a salir con este perdedor.
No empezó mal. De hecho, él llego a tiempo y pensó que era algo lindo de una manera ingenua. Era alto, un poco delgado, pero aun así, parecía agradable. Sus ropas estaban limpias y olía bien. La primera pista de que algo no estaba bien ocurrió cuando llegaron al restaurante.
Fue entonces cuando su madre llamó por primera vez. Sí, la primera vez desde que llegaron allí, hubo más de una llamada de su madre. De hecho, durante su cita de cuatro horas, que duro tanto tiempo porque él se tomó mucho tiempo comiendo, ella llamó un total de veintitrés veces. Sí, estaba muy segura de que era su madre desde que él se sentó en la mesa cuando tomó las llamadas y el altavoz de su teléfono era bastante ruidoso.
Los motivos de las llamadas oscilaban entre, que lo extrañaba, quería saber cuándo llegaría a casa y si comería lo que ella había cocinado, le recordó limpiar su habitación mañana, y su favorita personal, quería saber si estaba todavía con ”ella”. A juzgar por su tono y la cantidad de llamadas, su mamá no estaba muy feliz de que su pequeño niño estuviera en una cita.
Puesto que su pequeño niño tenía treinta y cinco años y según él nunca había vivido por su cuenta. ¿Por qué lo haría cuando vivía con su mejor amiga? Refiriéndose a su querida mamita. Por supuesto él pasó un buen rato quejándose de lo injusta que podría ser su madre. ¿Quién hubiera sabido que un hombre de treinta cinco años podía ser castigado por no recoger sus calcetines sucios? Ella ciertamente no.
No podía esperar a llegar a su casa, ponerse un par de pantalones vaqueros, una camiseta y tener una buena risa sobre esto con Jason. Eso por supuesto sólo si Jason le había perdonado su pequeña broma de antes. De ahí el gran trozo de pastel de chocolate con glaseado de mantequilla de maní en el contenedor que ella llevaba. Jason era un bebé grande, pero un bebé grande que podía comprase con comida.
—Bueno, aquí estamos —dijo brillantemente mientras señalaba su camino.
—Ha sido divertido. Gracias —dijo rápidamente mientras prácticamente corría fuera del auto.
—Esta es una casa muy bonita —dijo él cerca, demasiado cerca. Haley miró hacia atrás y se tragó la maldición que amenaza con dejar sus labios. El hombre la estaba siguiendo a la puerta. Quería llorar, de verdad, quería.
¿Cuándo pondría fin a esta pesadilla? Se acercó a su puerta y ensayó otra falsa sonrisa en su rostro.
—Bueno, gracias otra vez.
—De nada —dijo él dándole una tímida sonrisa antes de inclinarse para besarla. Afortunadamente lo vio venir y volvió la cabeza a tiempo para recibir un beso algo húmedo en la mejilla. EW….
Apenas se abstuvo de limpiar su cara. Tenía que enjuagar eso en cuestión de minutos con una ducha de agua caliente.
—Oops. Lo siento —murmuró él mientras se inclinarse para darle otro beso.
Más rápido de lo que ella creía que fuera posible, había abierto la puerta.
Ella tropezó hacia atrás salvándose de más baba.
—Bueno, ha sido agradable pero…
—¿Puedo tomar una taza de café? —preguntó él ansiosamente y por supuesto tuvo que añadir—. Me puedo quedar hasta tan tarde como yo quiera esta noche. —Oh, ella sabía que estaba mintiendo. Alguien iba a estar en muchos problemas al llegar a casa. Mentalmente le chasqueó la lengua.
Abrió la boca para rechazarlo educadamente cuando comenzaron los gritos.
—¡Ayúdenme!
Haley saltó. ¿Qué diablos? Sonaba como si Jason estuviera justo en su casa.
—¡Ayúdenme, por favor! ¡Alguien que por favor me ayude! ¿Por qué no me ayuda alguien?
—¿Qué es eso? —preguntó Jonathan nerviosamente.
Haley no se detuvo para responder. Ella corrió en dirección a los gritos. ¿Su habitación? Abrió la puerta y casi tropezó mientras se detenía a un metro y medio de distancia dentro del cuarto lo que la ponía justo frente a su cama.
—¿Qué diablos….? —Jonathan se detuvo detrás de ella.
—¡Oh, gracias a Dios estás aquí, Haley! —dijo Jason, sonando feliz para ser alguien que estaba atado a su cama, con sólo un par de calzoncillos—. Sé que dijiste que te excita saber que estoy atado a tu cama esperándote, pero realmente tengo que usar el baño y estirar las piernas antes de que comencemos… —Su voz se apagó cuando vio a Jonathan.
Jason suspiró dramáticamente.
—Pensé que acordamos que me dirías con antelación antes de agregar a alguien más a nuestra cama. —Rodando los ojos, dijo—: Está bien esta vez. Por suerte para ti creo que tenemos un montón de lubricante. —Miró pensativamente a Jonathan quien todavía estaba mirando a Jason mudamente—. Espero que no seas un gritón. El último chico gritaba como un desaforado cada vez que yo…
—Están enfermos —exclamó Jonathan, interrumpiendo a Jason—. Aléjate de mí, y no intentes llamarme tampoco. ¡Le voy a contar a mi madre sobre ti!
Haley no escatimó ni un vistazo hacia Jonathan mientras miraba al hombre que estaba con una sonrisa grande y engreída atado a su cama. Fue vagamente consciente de su puerta principal siendo cerrada de golpe y el sonido de neumáticos saliendo de su camino de entrada.
—¿Es eso para mí? —preguntó Jason, mirando intencionadamente el envase de polietileno en sus manos.
—Mmmhmm —dijo ella mientras caminaba alrededor de la cama y colocaba el recipiente en su pecho y lo abría. Ella no se perdió cuando sus ojos se ampliaron con placer.
—Es…
—Glaseado de mantequilla de maní, sí. —Terminó por él. Él lamió sus labios mientras miraba fijamente el enorme postre.
—Eres la mejor, siempre. Desátame así puedo abastecerme —dijo distraídamente mientras continuaba mirando fijamente la torta, probablemente tratando de decidir qué extremo iba a atacar primero.
—¿No puedes desatarte?
—No.
—¿Tú mismo hiciste esto?
—Sí. Ahora el pastel, mujer.
—Uh huh... —Ella caminó lejos de la cama y se dirigió al baño.
—Espera, ¿adónde vas?
—Sólo estoy buscando algo para desatarte.
—Apúrate.
—Claro que sí —dijo ella, alegre de que él no pudiera ver su malvada sonrisa.
4 Es una frase de karate kid y hace referencia al movimiento que se hace al quitar la cera, y hace referencia a masturbarse.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
ja, ja, que Jason, esta obsesionado por los postres y creo que eso es una arma para Haley, con eso lo maneja muy bien, y ella ya esta soltándose mas, como que adquirió confianza.
gracias
gracias
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Agosto 2018
Oh Por Dios!!!! Me encantaron estos capis, fue tan gracioso como Haley trata de alejar a los perdedores y como Jason lo hace también. Parece que han formado una buena y graciosa amistad. Me encanta Jason y su locura por la comida, a veces es tan niño. Fue tan gracioso cuando tuvo que ir de chaperón y aguantar a las adolescente. Y lo de atarse a la cama de Haley jajajaja fue lo más.
katrinakurt- Mensajes : 184
Fecha de inscripción : 29/04/2017
Re: Lectura Agosto 2018
Pues de verdad no se como no recordaba este libro tan gracioso! Jason es una locura, ella lo describió muy bien, es un bebé grande, me caen muy bien ambos protagonistas, muy hilarantes las situaciones y como intentan salir de ellas. Gracias! El resto de la serie es así de comica?
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Agosto 2018
Cap uno: perdona pero ni por más miedo al conflicto me dejo mangonear así, que salga desnudo por su periódico si quiere, pero cinco años de invasion de propiedad, romperle los vidrios, escándalos constantes, yo lo habría mandado a la porra hace mucho.
Cap 2: como en el cielo, si es tan cuidadosa de su jardín no notó un panal, y menos del tamaño de ese??? Y como sólo lo picaron a él? Ahora están encerrados juntos y sin otra opción más que cofraternizar, veamos como resulta.
Cap 2: como en el cielo, si es tan cuidadosa de su jardín no notó un panal, y menos del tamaño de ese??? Y como sólo lo picaron a él? Ahora están encerrados juntos y sin otra opción más que cofraternizar, veamos como resulta.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Agosto 2018
Me uno!
Ya me puse al día y me está gustando mucho. Hace tiempo me lo recomendaron pero no habia tenido tiempo de leerlo
Ya me puse al día y me está gustando mucho. Hace tiempo me lo recomendaron pero no habia tenido tiempo de leerlo
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: Lectura Agosto 2018
Capis 3 y 4
Me encanta Jasn y su pasión por la comida, es adorable. Todas estas situaciones locas y graciosas los han acercado mucho, ahora se tienen mucha más confianza y Haley ya no le teme a Jason, ahora esta sacando más carácter.
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Agosto 2018
La verdad este es el único bastante cómico, el segundo no es tanto. Y el tercero no se. Esta serie tiene muchos libros, pero solo hay dos en pdf el tercero lo terminaron pero no ha salido. También hay varias historias cortas, pero creo que ninguna traducidacarolbarr escribió:Pues de verdad no se como no recordaba este libro tan gracioso! Jason es una locura, ella lo describió muy bien, es un bebé grande, me caen muy bien ambos protagonistas, muy hilarantes las situaciones y como intentan salir de ellas. Gracias! El resto de la serie es así de comica?
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Agosto 2018
De timida a malvada como ha cambiado esa chica.Lo de Jason es un delito que manera de enredar con las citas de Haley.
¿Cuanto tiempo pensais que lo dejara atado a la cama?
gracias chicas/os por los capis
¿Cuanto tiempo pensais que lo dejara atado a la cama?
gracias chicas/os por los capis
alexana- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Edad : 53
Localización : petrer
Re: Lectura Agosto 2018
Me gusto el cambio de Haley. Va a garrando confianza de a poco.
Deeoos Jason es demasiado travieso me encantan las slidas que tienen los dos para alejar a los perdedores. Hacen una muy buena pareja.
Gracias...
Deeoos Jason es demasiado travieso me encantan las slidas que tienen los dos para alejar a los perdedores. Hacen una muy buena pareja.
Gracias...
mariateresa- Mensajes : 1841
Fecha de inscripción : 10/01/2017
Edad : 47
Localización : CHILE
Re: Lectura Agosto 2018
Gracias! Los buscaréMaga escribió:La verdad este es el único bastante cómico, el segundo no es tanto. Y el tercero no se. Esta serie tiene muchos libros, pero solo hay dos en pdf el tercero lo terminaron pero no ha salido. También hay varias historias cortas, pero creo que ninguna traducidacarolbarr escribió:Pues de verdad no se como no recordaba este libro tan gracioso! Jason es una locura, ella lo describió muy bien, es un bebé grande, me caen muy bien ambos protagonistas, muy hilarantes las situaciones y como intentan salir de ellas. Gracias! El resto de la serie es así de comica?
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Agosto 2018
Cap 3. Es bueno que Haley halla despertado, aún le falta mucho, pero es un buen paso y embalar a Jason de chAperon fue lo más.
Cap 4: Dios que tiene esta mujer para atrapar perdedores, menos mal Jason salvo la noche, aunque como hizo para amarrarse sólo? Y cuanto tiempo lo dejará ella así?
Que loca pareja
Cap 4: Dios que tiene esta mujer para atrapar perdedores, menos mal Jason salvo la noche, aunque como hizo para amarrarse sólo? Y cuanto tiempo lo dejará ella así?
Que loca pareja
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 5
—¡Dije que te callaras! —espetó Jason mientras robaba la pelota de Brad, su viejo amigo, y la lanzaba al aro de básquetbol.
Brad limpió las lágrimas de sus mejillas mientras luchaba por dejar de reír. Falló miserablemente y cayó de rodillas cuando no fue capaz de seguir de pie.
—¡Cállate!
—¡No puedo… no puedo… creer… que ella… afeitara… tus piernas! —dijo Brad entre jadeos y risas. Bastardo. Afortunadamente él llevaba una camiseta para cubrir su ahora lampiño pecho y axilas. Oh, ella iba a pagar por esto.
—¡También se comió mi pastel! —dijo Jason, lo que en su cabeza era la más seria traición. Ni siquiera le dejó lamer la cuchara para limpiarla y él había preguntado, varias veces. Maldita bromista. Ese pastel había olido tan bien. Su estómago sonaba solo de pensar en ello.
—Amigo, para alguien tan obsesionado con la comida eres afortunado de no ser gordo —dijo Brad mientras continuaba luchando por controlar su risa. Afortunadamente él ahora era capaz de estar de pie así Jason podía patear su trasero en este juego.
—No es suerte. Tengo un metabolismo acelerado y ejercito —dijo él, lanzando otro disparo.
—¿Cuánto tiempo te mantuvo atado?
Jason lanzó una mirada hacia el hombre.
—No sé por qué encuentras esto tan gracioso. Se supone que eres mi mejor amigo. Debería indignarte que alguien tome ventaja así de mí. ¿Dónde está tu lealtad?
Brad abruptamente dejó de reírse y arqueó una ceja.
—Tú contrataste dos estríper en mi fiesta de soltero para luego hacerme un depilado brasileño cuando estaba desmayado.
Jason se río. Oh, esa ciertamente había sido una buena noche. De hecho, él estaba bastante seguro que tenía fotos alrededor en algún sitio en su casa. Durante toda la ceremonia Brad había luchado en el altar mientras intentaba disimuladamente rascarse. De lo que escuchó a su esposa le había encantado tanto que andaba detrás de él para que se le hiciera otra vez. Decir que Brad estaba reacio de permitir que cera caliente estuviera cerca de sus bienes era quedarse corto.
—Nada de lo que puedas quejarte será peor de lo que tú has hecho a alguien en todos estos años. De hecho, creo que Haley es ahora mi heroína.
—Ella está muerta para mí —dijo él con un resoplido.
—Uh huh —dijo Brad, robando la pelota y haciendo un tiro de mierda.
—¿Qué se supone que significa eso? —demandó Jason, tomando la pelota de regreso.
Brad se encogió de hombros.
—Solo parece que ella te gusta.
—Claro que me gusta —dijo él fácilmente antes de añadir—, cuando no está traicionándome es mi amiga.
—Es una amiga muy caliente de una manera muy linda diría yo —agregó Brad.
—También es eso —dijo Jason, rebotando la pelota—. Es agradable tener algo para entretener la vista. —Miró a Brad—. No te mataría arreglarte un poco si vas a estar en mi presencia.
—Sí, intentaré hacer eso —dijo Brad secamente.
—Ve que puedas hacerlo.
Después de unos minutos jugando, Brad preguntó—: Así que, ¿está pasando algo entre tú y Haley?
Jason apenas logró sostener la risa.
—¡Vamos! Ella es mi amiga. ¡No la veo de esa manera!
—Uh huh.
—No lo hago.
—Seguro.
Jason empujó la pelota hacia Brad.
—¿Qué demonios se supone que eso significa?
Brad se encogió de hombros mientras hacia otro tiro.
—Nada. Solo noté como la miras a veces.
—¿Oh? Ilumíname. ¿Cómo la miro?
Brad bajó la mirada hacia la pelota mientras la había rebotar una, dos veces, y luego miró hacia arriba.
—Como si quisieras devorarla de arriba a abajo y matarías a cualquiera que se interponga en tu camino.
Jason soltó un bufido. Luego por si acaso resopló otra vez.
—No, no lo hago.
—Sí, lo haces.
—Todo está en tu cabeza.
—Como tú digas —dijo Brad fácilmente, enojando más a Jason.
Él no quería a Haley. Él no la miraba de ninguna manera especial. Ella era su amiga, su compañera, su amigo5 y él no la veía como un bocado sabroso que quería devorar. Está bien, sí ella era caliente y esos lentes la hacían ver completamente adorable y él noto que tenía piernas realmente lindas y grandes pechos que él estaba seguro sostendrían su cabeza muy bien, pero ¿quién no notaría eso? Ella también era bajita lo que hacía que él fuera protector con ella, y le gustaba poner su brazo alrededor de ella porque se sentía bien contra su lado y encajaba perfectamente bajo su brazo. ¿Y qué? No significaba nada más que amistad.
—Oh, aquí viene ahora el objeto de tus deseos —dijo Brad, riéndose.
—¡Cállate! —espetó Jason antes de girar su atención hacia Haley que estaba en su nueva blusa de seda verde y una falda oscura. Parecía como si fuera a trabajar, no a pasar el rato un domingo. Ella sostenía un plato con aluminio frente a ella.
—Luces bien. ¿A dónde vas? —pregunto Brad.
Haley suspiró—: Barbacoa.
Ambos hombres estaban boquiabiertos mientras la miraban.
—¿Vas a una barbacoa así? —pregunto Brad. ¿Quién iba a una barbacoa así? ¿Qué pasaba con los pantalones vaqueros y una camiseta o una camiseta de tirantes? Ellos claramente todavía tenían mucho en lo que trabajar.
—Barbacoa familiar, no pregunten —dijo ella antes de girar su atención hacia él—. ¿Todavía estás molesto conmigo?
Él gruño antes de alejarse.
—Oh, ¡Vamos! ¡Eventualmente te liberé! —Él la aparto sin mirar atrás—. ¡Vamos! Ese pastel no era la mitad de sabroso de como lucía. ¡Me dejó incómodamente llena! —gritó ella, ganándose una risa de Brad y un segundo saludo de un dedo de Jason.
—¿Qué tienes ahí? —preguntó Brad.
Haley suspiró mientras retiraba el papel aluminio, revelando galletas con chispas de chocolate.
—Hice estás para el bebé grande, así dejaría su pequeño berrinche.
—Vaya, ¡esas lucen realmente bien! ¿Puede tomar una?
Ella se encogió de hombros.
—Seguro, ya que el bebé no quiere una.
Brad tomó una galleta y la llevó hacia su boca. Estaba a centímetros cuando una larga bronceada mano la agarró. Jason le quitó el plato antes de enviarle a Brad una mirada asesina.
—¡Como te atreves a tocar mis galletas, bastardo! —dijo Jason con disgusto antes de reventar una galleta en su boca y dirigirse de regreso a su casa.
—Maldición, esas también lucían bien —se quejó Brad.
Haley suspiró.
—No te preocupes tengo un segundo plato en mi mesada. —Las palabras apenas estaban fuera de su boca cuando Jason abruptamente cambió de curso y se dirigió a la casa de ella.
—Bueno, habían —dijo ella, viendo a Jason caminar hacia su casa como si él fuera el dueño. Un minuto después camino fuera de su casa, cargando ambos platos y el galón de leche que tenía en el refrigerador. Se dirigió de regreso a su casa, pero no antes de mirar a Brad—. Bastardo ladrón de galletas. —Ellos lo escucharon murmurar.
Brad puso los ojos en blanco, riéndose.
—Y las personas se preguntan cómo perdí peso teniéndolo a él como compañero de cuarto en la universidad.
Haley sólo se río mientras cerraba su casa y se dirigía a su auto. Por un momento ella olvidó el infierno que le esperaba.
Brad limpió las lágrimas de sus mejillas mientras luchaba por dejar de reír. Falló miserablemente y cayó de rodillas cuando no fue capaz de seguir de pie.
—¡Cállate!
—¡No puedo… no puedo… creer… que ella… afeitara… tus piernas! —dijo Brad entre jadeos y risas. Bastardo. Afortunadamente él llevaba una camiseta para cubrir su ahora lampiño pecho y axilas. Oh, ella iba a pagar por esto.
—¡También se comió mi pastel! —dijo Jason, lo que en su cabeza era la más seria traición. Ni siquiera le dejó lamer la cuchara para limpiarla y él había preguntado, varias veces. Maldita bromista. Ese pastel había olido tan bien. Su estómago sonaba solo de pensar en ello.
—Amigo, para alguien tan obsesionado con la comida eres afortunado de no ser gordo —dijo Brad mientras continuaba luchando por controlar su risa. Afortunadamente él ahora era capaz de estar de pie así Jason podía patear su trasero en este juego.
—No es suerte. Tengo un metabolismo acelerado y ejercito —dijo él, lanzando otro disparo.
—¿Cuánto tiempo te mantuvo atado?
Jason lanzó una mirada hacia el hombre.
—No sé por qué encuentras esto tan gracioso. Se supone que eres mi mejor amigo. Debería indignarte que alguien tome ventaja así de mí. ¿Dónde está tu lealtad?
Brad abruptamente dejó de reírse y arqueó una ceja.
—Tú contrataste dos estríper en mi fiesta de soltero para luego hacerme un depilado brasileño cuando estaba desmayado.
Jason se río. Oh, esa ciertamente había sido una buena noche. De hecho, él estaba bastante seguro que tenía fotos alrededor en algún sitio en su casa. Durante toda la ceremonia Brad había luchado en el altar mientras intentaba disimuladamente rascarse. De lo que escuchó a su esposa le había encantado tanto que andaba detrás de él para que se le hiciera otra vez. Decir que Brad estaba reacio de permitir que cera caliente estuviera cerca de sus bienes era quedarse corto.
—Nada de lo que puedas quejarte será peor de lo que tú has hecho a alguien en todos estos años. De hecho, creo que Haley es ahora mi heroína.
—Ella está muerta para mí —dijo él con un resoplido.
—Uh huh —dijo Brad, robando la pelota y haciendo un tiro de mierda.
—¿Qué se supone que significa eso? —demandó Jason, tomando la pelota de regreso.
Brad se encogió de hombros.
—Solo parece que ella te gusta.
—Claro que me gusta —dijo él fácilmente antes de añadir—, cuando no está traicionándome es mi amiga.
—Es una amiga muy caliente de una manera muy linda diría yo —agregó Brad.
—También es eso —dijo Jason, rebotando la pelota—. Es agradable tener algo para entretener la vista. —Miró a Brad—. No te mataría arreglarte un poco si vas a estar en mi presencia.
—Sí, intentaré hacer eso —dijo Brad secamente.
—Ve que puedas hacerlo.
Después de unos minutos jugando, Brad preguntó—: Así que, ¿está pasando algo entre tú y Haley?
Jason apenas logró sostener la risa.
—¡Vamos! Ella es mi amiga. ¡No la veo de esa manera!
—Uh huh.
—No lo hago.
—Seguro.
Jason empujó la pelota hacia Brad.
—¿Qué demonios se supone que eso significa?
Brad se encogió de hombros mientras hacia otro tiro.
—Nada. Solo noté como la miras a veces.
—¿Oh? Ilumíname. ¿Cómo la miro?
Brad bajó la mirada hacia la pelota mientras la había rebotar una, dos veces, y luego miró hacia arriba.
—Como si quisieras devorarla de arriba a abajo y matarías a cualquiera que se interponga en tu camino.
Jason soltó un bufido. Luego por si acaso resopló otra vez.
—No, no lo hago.
—Sí, lo haces.
—Todo está en tu cabeza.
—Como tú digas —dijo Brad fácilmente, enojando más a Jason.
Él no quería a Haley. Él no la miraba de ninguna manera especial. Ella era su amiga, su compañera, su amigo5 y él no la veía como un bocado sabroso que quería devorar. Está bien, sí ella era caliente y esos lentes la hacían ver completamente adorable y él noto que tenía piernas realmente lindas y grandes pechos que él estaba seguro sostendrían su cabeza muy bien, pero ¿quién no notaría eso? Ella también era bajita lo que hacía que él fuera protector con ella, y le gustaba poner su brazo alrededor de ella porque se sentía bien contra su lado y encajaba perfectamente bajo su brazo. ¿Y qué? No significaba nada más que amistad.
—Oh, aquí viene ahora el objeto de tus deseos —dijo Brad, riéndose.
—¡Cállate! —espetó Jason antes de girar su atención hacia Haley que estaba en su nueva blusa de seda verde y una falda oscura. Parecía como si fuera a trabajar, no a pasar el rato un domingo. Ella sostenía un plato con aluminio frente a ella.
—Luces bien. ¿A dónde vas? —pregunto Brad.
Haley suspiró—: Barbacoa.
Ambos hombres estaban boquiabiertos mientras la miraban.
—¿Vas a una barbacoa así? —pregunto Brad. ¿Quién iba a una barbacoa así? ¿Qué pasaba con los pantalones vaqueros y una camiseta o una camiseta de tirantes? Ellos claramente todavía tenían mucho en lo que trabajar.
—Barbacoa familiar, no pregunten —dijo ella antes de girar su atención hacia él—. ¿Todavía estás molesto conmigo?
Él gruño antes de alejarse.
—Oh, ¡Vamos! ¡Eventualmente te liberé! —Él la aparto sin mirar atrás—. ¡Vamos! Ese pastel no era la mitad de sabroso de como lucía. ¡Me dejó incómodamente llena! —gritó ella, ganándose una risa de Brad y un segundo saludo de un dedo de Jason.
—¿Qué tienes ahí? —preguntó Brad.
Haley suspiró mientras retiraba el papel aluminio, revelando galletas con chispas de chocolate.
—Hice estás para el bebé grande, así dejaría su pequeño berrinche.
—Vaya, ¡esas lucen realmente bien! ¿Puede tomar una?
Ella se encogió de hombros.
—Seguro, ya que el bebé no quiere una.
Brad tomó una galleta y la llevó hacia su boca. Estaba a centímetros cuando una larga bronceada mano la agarró. Jason le quitó el plato antes de enviarle a Brad una mirada asesina.
—¡Como te atreves a tocar mis galletas, bastardo! —dijo Jason con disgusto antes de reventar una galleta en su boca y dirigirse de regreso a su casa.
—Maldición, esas también lucían bien —se quejó Brad.
Haley suspiró.
—No te preocupes tengo un segundo plato en mi mesada. —Las palabras apenas estaban fuera de su boca cuando Jason abruptamente cambió de curso y se dirigió a la casa de ella.
—Bueno, habían —dijo ella, viendo a Jason caminar hacia su casa como si él fuera el dueño. Un minuto después camino fuera de su casa, cargando ambos platos y el galón de leche que tenía en el refrigerador. Se dirigió de regreso a su casa, pero no antes de mirar a Brad—. Bastardo ladrón de galletas. —Ellos lo escucharon murmurar.
Brad puso los ojos en blanco, riéndose.
—Y las personas se preguntan cómo perdí peso teniéndolo a él como compañero de cuarto en la universidad.
Haley sólo se río mientras cerraba su casa y se dirigía a su auto. Por un momento ella olvidó el infierno que le esperaba.
Ella ignoró la mirada de los aparca autos mientras manejaba alrededor de la mansión de sus padres y estacionaba su propio auto. Trató de no poner los ojos en blanco, pero simplemente no pudo evitarlo. Dejen a sus padres ser exagerados en una barbacoa familiar.
Por qué se molestaban, ella nunca lo sabría. No era como si el resto de su familia no supiera que eran ricos. Tampoco era como que si el resto de la familia no fuera también rica. Siempre estaban tratando de probar que eran los mejores y más ricos. Algo patético si le preguntabas a ella, nadie lo hacía por supuesto. Sólo se esperaba que ella apareciera en funciones familiares, actuara perfecto y mordiera su lengua. Síp, esto iba a ser tan divertido.
Por las siguientes cuatro horas, y ese fue el tiempo que su madre le dijo que absolutamente debía quedarse o lanzaría un berrinche de todos los berrinches, Haley iba a tener que soportar miradas de lástima por su estado civil, estado sin hijos, trabajo y por cómo se veía. Síp, eso iba a ser grandioso. Simplemente grandioso.
¿Por qué su maldito auto fiable no se apagaba en el camino hacia acá o mejor aún se le acababa la gasolina dejándola a merced de la vida salvaje que la atacaría y la salvaría de este infierno? ¿Era realmente mucho pedir?
Pasó una mano sobre su camisa para alisarla mientras se acercaba a la puerta principal. Antes de que pudiera tocar la puerta fue abierta. Jameson, su arrogante mayordomo desde hace diez años, miraba desagradablemente bajo su nariz hacia ella.
—Su madre la esperaba hace media hora, señorita Blaine —dijo él con un resoplido. No se le había escapado que él llamaba a sus hermanas por su primer nombre e incluso sonreía cuando lo hacía.
Ella no iba a quedarse aquí de pie y discutir con él hombre.
—¿Dónde está ella?
Otro resoplido.
—La señora está en el patio trasero. Está muy exhausta. Ha estado trabajando día y noche en esta barbacoa. ¡Estaba levantada antes del amanecer y no ha descansado desde entonces!
—Uh huh —dijo Haley ausentemente mientras caminaba pasando a un montón de personas que no conocía. Gracioso como las barbacoas familiares en su familia significaban traer a todos los que ellos quisieran impresionar o con los que quisieran codearse. Parecía que ella era la única que no había traído a su séquito. Tenía amigos que realmente le importaban y podía haberlos traído, pero bueno, era porque realmente le importaban que no podía infligir este ataque sobre ellos.
—Haley, ¡qué lindo verte! —dijo su primo Jacob—. Deberías venir al viñedo este verano y quedarte en mi nueva casa de campo. Es fabulosa, ¡te encantará! —lo dijo lo suficientemente alto para atraer la atención hacia sí mismo. Ella no tenía duda que era para el beneficio de la multitud alrededor de él considerando que la odiaba absolutamente. Quizás tenía algo que ver con ella poniendo crema depilatoria en su champú cuando eran niños. Ah, lo que sea.
Simplemente le dio esa sonrisa falsa que su madre le había metido en la cabeza y se dirigió al patio trasero donde encontró a su madre trabajando duro en saborear un Martini y cotilleando con sus hermanas, unas pocas tías, y su abuela dormitando en una silla de ruedas a unos metros de distancia bajo su propia sombrilla.
Su padre, cuñados y varios tíos, primos y hombres que no reconocía estaban sentados en el extremo opuesto del gran patio de ladrillos que se extendía por toda la longitud de la mansión. En el césped, proveedores de comida profesionales estaban haciendo la barbacoa en grandes parrillas de gas mientras que otros colocaban la comida en las mesas y sillas alrededor de las mesas que ahora cubrían una pequeña porción del patio trasero de diez acres.
No le sorprendió que no hubiera niños en la barbacoa familiar y sugerir traer un niño aquí pondría a su madre de mal humor. Su madre era definitivamente una reina social, ¿madre y abuela? Ni siquiera un poco. Apenas estuvo ahí durante sus infancias. Por qué hacerlo cuando podía pagar a alguien era el lema de su madre. Las niñeras y sirvientas la criaron a ella y a sus hermanos hasta la edad de diez años cuando cada una de ellas en turnos fue todo un año a un internado privado. A partir de entonces fue obvio que sólo eran huéspedes en esta casa.
Algunos podrían pensar que era una educación patética y hasta cierto punto estaría de acuerdo. Puesto que sólo veían a los niños como un accesorio realmente no tenían nada que ver con tenerlos. Habría sido una horrible infancia si sus abuelos no hubieran comprado una casa cerca de la escuela la primera semana y llevaron a Haley a vivir con ellos. Gracias a sus abuelos tuvo una maravillosa infancia. Le encantaba la vida que sus abuelos le habían dado, que es una de las razones por las que a los dieciocho se hizo cargo de su vida y decidió seguir sus propios sueños en lugar de seguir los pasos de su familia.
—¡Oh, Haley! ¡Ahí estás, querida! —dijo su madre alegremente. ¿Estaba tratando de sonreír? Sí, parecía que se había puesto Botox una vez más. Toda su cara se veía completamente congelada.
—Hola, madre —dijo, dándole a su madre un casi beso en la mejilla mientras ella le daba uno.
—¡Toma asiento, querida! —Su madre gesticuló al asiento a su lado. Sus hermanas Martha y Rose le dieron sonrisas mientras cogían vasos o se ahuecaban el pelo en un intento por lucir cualquier nueva baratija que sus esposos, o más probable las secretarias de sus esposos, les habían comprado.
—Es tan bueno verte, Haley —dijo Rose con una sonrisa fría mientras sacudía su pulsera de diamantes.
—Es bueno verte también. Rose. ¿Cómo están tus hijos? —preguntó Haley.
Rose le dio una mirada bastante sosa.
—¿Cómo voy a saberlo?
Haley abrió la boca para señalar que de hecho eran sus hijos, pero decidió no hacerlo.
Martha se inclinó intentando parecer discreta. El hecho de que levantara la voz arruinó el efecto de alguna forma.
—¡Pobrecita! Veo que la dieta no ha funcionado —Hizo un mohín—. ¿Te han dejado otra vez? —Negó con la cabeza como si no hubiera ninguna consecuencia y sacó una tarjeta de negocios que probablemente tenía preparada para este momento—. Aquí está el nombre de un buen médico que hace maravillas con la eliminación de grasa y cirugía cosmética.
Todavía sonriendo Haley aceptó la tarjeta. Ya que había perdido unos cuantos kilos en el último par de semanas y no se consideraba a sí misma gorda, especialmente porque su estómago era plano, sabía que su hermana estaba señalando como siempre delicadamente que Haley no estaba delgada como un palito como el resto de ellas. Pechos planos y parecer esquelética estaba de moda aparentemente. Ya que ella nunca se vería como ellas o lo querría, simplemente dejó la tarjeta de negocios en la mesa.
No tenía ningún problema con cómo se veía. Estaba cómoda con sus curvas. De hecho tenía el mismo tipo de cuerpo que su abuela cuando era más joven. La misma fuera de combate en la silla de ruedas y a la que todo el mundo aquí, menos ella, temían molestar. Podía ser un pequeño demonio con el que tratar. Todos la miraban por encima del hombro por sus modales de clase media olvidando que fueron su trabajo duro y sacrificios lo que hicieron a la familia lo que hoy es.
—Sabes, pueden reducir esas cosas hoy en día —dijo Rose desagradablemente, sacando a Haley de sus pensamientos.
—¿Qué cosas? —preguntó Haley, distraída por uno de sus primos mirando a la abuela como un buitre. No tenía ninguna duda de que estaba contando sus respiraciones. Infiernos, el pequeño cabrón estaba articulando las palabras. Estas personas eran patéticas.
—Tus pechos, querida. Son... bueno... son muy de clase baja. Te hacen parecer una camarera o algo así —dijo su tía con simpatía.
—Creo que te verías genial con menos... curvas. —añadió Rose.
Sonrisa.
—Lo tendré en cuenta, gracias. Ahora si me disculpan.
—¡Oh espera, querida! —dijo su madre, sujetando su mano—. Quería preguntarte cómo iba tu pequeño pasatiempo.
Su pequeño pasatiempo quería decir su trabajo. Sonrisa.
—Va muy bien. Gracias por preguntar. Tendremos el descanso de verano en dos meses. Estoy pensando en viajar, o alquilar una cabaña en New Hampshire por un par de semanas.
—Honestamente, querida, no sé por qué lo haces. Si estás tan decidida a trabajar deberías volver a la escuela y conseguir un título de verdad en derecho o en medicina como tu padre. ¿Es porque estás tratando de encontrar un hombre? —preguntó su madre en tono esperanzado.
Sonrisa.
—No. No estoy buscando un hombre. Me gusta lo que hago.
La respuesta de su madre fue fruncir el ceño, bueno pareció como si estuviera intentando fruncir el ceño. En realidad, todo el mundo el mundo en la mesa estaba frunciendo el ceño ahora. No podían entender por qué trabajaba ya que ninguno de ellos había trabajado un día en sus vidas. Personalmente pensaba que el grupo entero estaba bastante mimado y se preguntaba por qué había venido aquí en primer lugar. Entonces lo recordó. Vino aquí por la abuela. No podía dejar la abuela con estos buitres y no dolía que la abuela la amenazaba con ponerla sobre su rodilla y azotarla si no se presentaba.
—¡Cariño! —dijo su padre, con una sonrisa enorme. Se inclinó y le besó ambas mejillas. Sonrisa—. Feliz Cumpleaños, cariño. Siento que sea con un par de semanas de retraso —dijo tímidamente.
—Gracias, papá —dijo, cogiendo su tarjeta de cumpleaños. Sonrisa. Su cumpleaños había sido hace cinco meses. Sí, toda su familia lo había olvidado, bueno excepto la abuela por supuesto. La llamó a las cinco de la mañana, despertando a Haley en su cumpleaños, exigiendo que Haley debería meter algo de sentido en sus padres. Haley la calmó y le dio las gracias por el regalo que le había enviado el día anterior. Al día siguiente fue y la vio. Sus viejas niñeras le enviaron tarjetas de cumpleaños y regalos. Sus amigos le hicieron una cena y salieron, así que estaba bien.
—¡No puedo creer que mi pequeña bebé ya tenga veinticinco! —dijo.
—Lo sé —Ella no podía creerlo tampoco ya que tenía veintinueve, pero eh ¿si querían hacerla más joven quién era ella para discutir?
—¡Tiene veintinueve años, estúpido! —dijo la abuela—. Cumplió veintinueve en diciembre. Cómo crié estúpidos se me escapa —se quejó la abuela.
Sonrisa.
—Gracias papá, está bien.
Su sonrisa vaciló y por primera vez en su vida él realmente parecía abochornado y avergonzado.
—Voy a llamarte más tarde esta semana —dijo firmemente.
—Papá, está bien —dijo ella, dejándolo libre de culpa.
—No, no lo está —dijo antes de forzar una falsa sonrisa y se volvió para responder a alguien llamándole.
—Honestamente, Haley. No hay necesidad de crear tal drama por tonterías —dijo su madre, tratando de salvar su reputación. Todo el mundo envió miradas compasivas a su madre y ojos en blanco a Haley como si fuera culpa de Haley por simplemente vivir.
Sonrisa.
—Perdonen, si me disculpan —dijo, tomando su tarjeta con ella y metiéndola en su bolso. Se acercó a su abuela y se sentó.
La abuela resopló.
—No sé por qué soportas tales tonterías.
—Está bien.
—¡Como el infierno que lo está!
Por primera vez desde que llegó dejó escapar una sonrisa real.
—¿Deborah, qué vamos a comer hoy? —exigió la abuela a la madre de Haley, su menos favorita nuera.
Su madre sonrió, bueno intentó sonreír.
—Tenemos salmón con hojas de espinacas asadas, una ensalada de patatas molidas sin grasa y algunas delicias de soja francesas sin grasa y sin harina que están simplemente para morirse.
Los ojos de la abuela se entrecerraron peligrosamente mientras su mano fue por el bastón. Haley discretamente apartó el bastón de su abuela.
—¡Oye, eso es mío! —espetó la abuela mientras Haley ponía el bastón junto a su silla, lejos de la abuela mientras se frotaba el dorso de la mano. Maldita sea, la abuela agarraba fuerte.
—Compórtate —siseó Haley, haciendo que la abuela sonriera. De todos los hijos y nietos Haley era la única que trataba a la abuela como a un ser humano y no como una vieja responsabilidad con la que se habían quedado atascados.
La abuela volvió su atención a Deborah.
—Quiero una hamburguesa, un perrito caliente y un poco de verdadera ensalada de patatas.
—Queridísima madre, ¡simplemente no tenemos eso aquí! —dijo como si la sola idea de tener esos alimentos básicos en su casa fuera algo inaudito.
La abuela la miró por un momento más antes de volver su atención a Haley.
—¿Tú?
—¿Yo qué?
—Tú tienes esas cosas en tu casa, ¿no?
Haley asintió.
—Sí. —De hecho su congelador y su despensa estaban llenos hasta el tope con alimentos básicos para barbacoas ya que vivía para la comida de barbacoa en verano, probablemente tenía algo que ver con que la abuela la hubiera criado. La mujer simplemente vivía para la comida de barbacoa.
—Bien —dijo la abuela firmemente mientras gesticulaba a Chris, su ayudante. El hombre acababa de entrar en sus cincuentas, pero seguía trabajando duro para cuidar de la abuela—. Vamos, Chris.
Chris asintió y se acercó obedientemente y empezó a empujar a la abuela por la casa. Sin mirar atrás la abuela dijo—: ¡Vamos, Haley!
Haley se levantó.
—¿A dónde?
—A tu casa. ¿A dónde sino? Ahora ven antes de que los parásitos intenten colarse en nuestra fiesta.
Haley escondió su sonrisa mientras obedientemente seguía a su abuela por la puerta. No era de extrañar que adorara totalmente a la anciana.
Por qué se molestaban, ella nunca lo sabría. No era como si el resto de su familia no supiera que eran ricos. Tampoco era como que si el resto de la familia no fuera también rica. Siempre estaban tratando de probar que eran los mejores y más ricos. Algo patético si le preguntabas a ella, nadie lo hacía por supuesto. Sólo se esperaba que ella apareciera en funciones familiares, actuara perfecto y mordiera su lengua. Síp, esto iba a ser tan divertido.
Por las siguientes cuatro horas, y ese fue el tiempo que su madre le dijo que absolutamente debía quedarse o lanzaría un berrinche de todos los berrinches, Haley iba a tener que soportar miradas de lástima por su estado civil, estado sin hijos, trabajo y por cómo se veía. Síp, eso iba a ser grandioso. Simplemente grandioso.
¿Por qué su maldito auto fiable no se apagaba en el camino hacia acá o mejor aún se le acababa la gasolina dejándola a merced de la vida salvaje que la atacaría y la salvaría de este infierno? ¿Era realmente mucho pedir?
Pasó una mano sobre su camisa para alisarla mientras se acercaba a la puerta principal. Antes de que pudiera tocar la puerta fue abierta. Jameson, su arrogante mayordomo desde hace diez años, miraba desagradablemente bajo su nariz hacia ella.
—Su madre la esperaba hace media hora, señorita Blaine —dijo él con un resoplido. No se le había escapado que él llamaba a sus hermanas por su primer nombre e incluso sonreía cuando lo hacía.
Ella no iba a quedarse aquí de pie y discutir con él hombre.
—¿Dónde está ella?
Otro resoplido.
—La señora está en el patio trasero. Está muy exhausta. Ha estado trabajando día y noche en esta barbacoa. ¡Estaba levantada antes del amanecer y no ha descansado desde entonces!
—Uh huh —dijo Haley ausentemente mientras caminaba pasando a un montón de personas que no conocía. Gracioso como las barbacoas familiares en su familia significaban traer a todos los que ellos quisieran impresionar o con los que quisieran codearse. Parecía que ella era la única que no había traído a su séquito. Tenía amigos que realmente le importaban y podía haberlos traído, pero bueno, era porque realmente le importaban que no podía infligir este ataque sobre ellos.
—Haley, ¡qué lindo verte! —dijo su primo Jacob—. Deberías venir al viñedo este verano y quedarte en mi nueva casa de campo. Es fabulosa, ¡te encantará! —lo dijo lo suficientemente alto para atraer la atención hacia sí mismo. Ella no tenía duda que era para el beneficio de la multitud alrededor de él considerando que la odiaba absolutamente. Quizás tenía algo que ver con ella poniendo crema depilatoria en su champú cuando eran niños. Ah, lo que sea.
Simplemente le dio esa sonrisa falsa que su madre le había metido en la cabeza y se dirigió al patio trasero donde encontró a su madre trabajando duro en saborear un Martini y cotilleando con sus hermanas, unas pocas tías, y su abuela dormitando en una silla de ruedas a unos metros de distancia bajo su propia sombrilla.
Su padre, cuñados y varios tíos, primos y hombres que no reconocía estaban sentados en el extremo opuesto del gran patio de ladrillos que se extendía por toda la longitud de la mansión. En el césped, proveedores de comida profesionales estaban haciendo la barbacoa en grandes parrillas de gas mientras que otros colocaban la comida en las mesas y sillas alrededor de las mesas que ahora cubrían una pequeña porción del patio trasero de diez acres.
No le sorprendió que no hubiera niños en la barbacoa familiar y sugerir traer un niño aquí pondría a su madre de mal humor. Su madre era definitivamente una reina social, ¿madre y abuela? Ni siquiera un poco. Apenas estuvo ahí durante sus infancias. Por qué hacerlo cuando podía pagar a alguien era el lema de su madre. Las niñeras y sirvientas la criaron a ella y a sus hermanos hasta la edad de diez años cuando cada una de ellas en turnos fue todo un año a un internado privado. A partir de entonces fue obvio que sólo eran huéspedes en esta casa.
Algunos podrían pensar que era una educación patética y hasta cierto punto estaría de acuerdo. Puesto que sólo veían a los niños como un accesorio realmente no tenían nada que ver con tenerlos. Habría sido una horrible infancia si sus abuelos no hubieran comprado una casa cerca de la escuela la primera semana y llevaron a Haley a vivir con ellos. Gracias a sus abuelos tuvo una maravillosa infancia. Le encantaba la vida que sus abuelos le habían dado, que es una de las razones por las que a los dieciocho se hizo cargo de su vida y decidió seguir sus propios sueños en lugar de seguir los pasos de su familia.
—¡Oh, Haley! ¡Ahí estás, querida! —dijo su madre alegremente. ¿Estaba tratando de sonreír? Sí, parecía que se había puesto Botox una vez más. Toda su cara se veía completamente congelada.
—Hola, madre —dijo, dándole a su madre un casi beso en la mejilla mientras ella le daba uno.
—¡Toma asiento, querida! —Su madre gesticuló al asiento a su lado. Sus hermanas Martha y Rose le dieron sonrisas mientras cogían vasos o se ahuecaban el pelo en un intento por lucir cualquier nueva baratija que sus esposos, o más probable las secretarias de sus esposos, les habían comprado.
—Es tan bueno verte, Haley —dijo Rose con una sonrisa fría mientras sacudía su pulsera de diamantes.
—Es bueno verte también. Rose. ¿Cómo están tus hijos? —preguntó Haley.
Rose le dio una mirada bastante sosa.
—¿Cómo voy a saberlo?
Haley abrió la boca para señalar que de hecho eran sus hijos, pero decidió no hacerlo.
Martha se inclinó intentando parecer discreta. El hecho de que levantara la voz arruinó el efecto de alguna forma.
—¡Pobrecita! Veo que la dieta no ha funcionado —Hizo un mohín—. ¿Te han dejado otra vez? —Negó con la cabeza como si no hubiera ninguna consecuencia y sacó una tarjeta de negocios que probablemente tenía preparada para este momento—. Aquí está el nombre de un buen médico que hace maravillas con la eliminación de grasa y cirugía cosmética.
Todavía sonriendo Haley aceptó la tarjeta. Ya que había perdido unos cuantos kilos en el último par de semanas y no se consideraba a sí misma gorda, especialmente porque su estómago era plano, sabía que su hermana estaba señalando como siempre delicadamente que Haley no estaba delgada como un palito como el resto de ellas. Pechos planos y parecer esquelética estaba de moda aparentemente. Ya que ella nunca se vería como ellas o lo querría, simplemente dejó la tarjeta de negocios en la mesa.
No tenía ningún problema con cómo se veía. Estaba cómoda con sus curvas. De hecho tenía el mismo tipo de cuerpo que su abuela cuando era más joven. La misma fuera de combate en la silla de ruedas y a la que todo el mundo aquí, menos ella, temían molestar. Podía ser un pequeño demonio con el que tratar. Todos la miraban por encima del hombro por sus modales de clase media olvidando que fueron su trabajo duro y sacrificios lo que hicieron a la familia lo que hoy es.
—Sabes, pueden reducir esas cosas hoy en día —dijo Rose desagradablemente, sacando a Haley de sus pensamientos.
—¿Qué cosas? —preguntó Haley, distraída por uno de sus primos mirando a la abuela como un buitre. No tenía ninguna duda de que estaba contando sus respiraciones. Infiernos, el pequeño cabrón estaba articulando las palabras. Estas personas eran patéticas.
—Tus pechos, querida. Son... bueno... son muy de clase baja. Te hacen parecer una camarera o algo así —dijo su tía con simpatía.
—Creo que te verías genial con menos... curvas. —añadió Rose.
Sonrisa.
—Lo tendré en cuenta, gracias. Ahora si me disculpan.
—¡Oh espera, querida! —dijo su madre, sujetando su mano—. Quería preguntarte cómo iba tu pequeño pasatiempo.
Su pequeño pasatiempo quería decir su trabajo. Sonrisa.
—Va muy bien. Gracias por preguntar. Tendremos el descanso de verano en dos meses. Estoy pensando en viajar, o alquilar una cabaña en New Hampshire por un par de semanas.
—Honestamente, querida, no sé por qué lo haces. Si estás tan decidida a trabajar deberías volver a la escuela y conseguir un título de verdad en derecho o en medicina como tu padre. ¿Es porque estás tratando de encontrar un hombre? —preguntó su madre en tono esperanzado.
Sonrisa.
—No. No estoy buscando un hombre. Me gusta lo que hago.
La respuesta de su madre fue fruncir el ceño, bueno pareció como si estuviera intentando fruncir el ceño. En realidad, todo el mundo el mundo en la mesa estaba frunciendo el ceño ahora. No podían entender por qué trabajaba ya que ninguno de ellos había trabajado un día en sus vidas. Personalmente pensaba que el grupo entero estaba bastante mimado y se preguntaba por qué había venido aquí en primer lugar. Entonces lo recordó. Vino aquí por la abuela. No podía dejar la abuela con estos buitres y no dolía que la abuela la amenazaba con ponerla sobre su rodilla y azotarla si no se presentaba.
—¡Cariño! —dijo su padre, con una sonrisa enorme. Se inclinó y le besó ambas mejillas. Sonrisa—. Feliz Cumpleaños, cariño. Siento que sea con un par de semanas de retraso —dijo tímidamente.
—Gracias, papá —dijo, cogiendo su tarjeta de cumpleaños. Sonrisa. Su cumpleaños había sido hace cinco meses. Sí, toda su familia lo había olvidado, bueno excepto la abuela por supuesto. La llamó a las cinco de la mañana, despertando a Haley en su cumpleaños, exigiendo que Haley debería meter algo de sentido en sus padres. Haley la calmó y le dio las gracias por el regalo que le había enviado el día anterior. Al día siguiente fue y la vio. Sus viejas niñeras le enviaron tarjetas de cumpleaños y regalos. Sus amigos le hicieron una cena y salieron, así que estaba bien.
—¡No puedo creer que mi pequeña bebé ya tenga veinticinco! —dijo.
—Lo sé —Ella no podía creerlo tampoco ya que tenía veintinueve, pero eh ¿si querían hacerla más joven quién era ella para discutir?
—¡Tiene veintinueve años, estúpido! —dijo la abuela—. Cumplió veintinueve en diciembre. Cómo crié estúpidos se me escapa —se quejó la abuela.
Sonrisa.
—Gracias papá, está bien.
Su sonrisa vaciló y por primera vez en su vida él realmente parecía abochornado y avergonzado.
—Voy a llamarte más tarde esta semana —dijo firmemente.
—Papá, está bien —dijo ella, dejándolo libre de culpa.
—No, no lo está —dijo antes de forzar una falsa sonrisa y se volvió para responder a alguien llamándole.
—Honestamente, Haley. No hay necesidad de crear tal drama por tonterías —dijo su madre, tratando de salvar su reputación. Todo el mundo envió miradas compasivas a su madre y ojos en blanco a Haley como si fuera culpa de Haley por simplemente vivir.
Sonrisa.
—Perdonen, si me disculpan —dijo, tomando su tarjeta con ella y metiéndola en su bolso. Se acercó a su abuela y se sentó.
La abuela resopló.
—No sé por qué soportas tales tonterías.
—Está bien.
—¡Como el infierno que lo está!
Por primera vez desde que llegó dejó escapar una sonrisa real.
—¿Deborah, qué vamos a comer hoy? —exigió la abuela a la madre de Haley, su menos favorita nuera.
Su madre sonrió, bueno intentó sonreír.
—Tenemos salmón con hojas de espinacas asadas, una ensalada de patatas molidas sin grasa y algunas delicias de soja francesas sin grasa y sin harina que están simplemente para morirse.
Los ojos de la abuela se entrecerraron peligrosamente mientras su mano fue por el bastón. Haley discretamente apartó el bastón de su abuela.
—¡Oye, eso es mío! —espetó la abuela mientras Haley ponía el bastón junto a su silla, lejos de la abuela mientras se frotaba el dorso de la mano. Maldita sea, la abuela agarraba fuerte.
—Compórtate —siseó Haley, haciendo que la abuela sonriera. De todos los hijos y nietos Haley era la única que trataba a la abuela como a un ser humano y no como una vieja responsabilidad con la que se habían quedado atascados.
La abuela volvió su atención a Deborah.
—Quiero una hamburguesa, un perrito caliente y un poco de verdadera ensalada de patatas.
—Queridísima madre, ¡simplemente no tenemos eso aquí! —dijo como si la sola idea de tener esos alimentos básicos en su casa fuera algo inaudito.
La abuela la miró por un momento más antes de volver su atención a Haley.
—¿Tú?
—¿Yo qué?
—Tú tienes esas cosas en tu casa, ¿no?
Haley asintió.
—Sí. —De hecho su congelador y su despensa estaban llenos hasta el tope con alimentos básicos para barbacoas ya que vivía para la comida de barbacoa en verano, probablemente tenía algo que ver con que la abuela la hubiera criado. La mujer simplemente vivía para la comida de barbacoa.
—Bien —dijo la abuela firmemente mientras gesticulaba a Chris, su ayudante. El hombre acababa de entrar en sus cincuentas, pero seguía trabajando duro para cuidar de la abuela—. Vamos, Chris.
Chris asintió y se acercó obedientemente y empezó a empujar a la abuela por la casa. Sin mirar atrás la abuela dijo—: ¡Vamos, Haley!
Haley se levantó.
—¿A dónde?
—A tu casa. ¿A dónde sino? Ahora ven antes de que los parásitos intenten colarse en nuestra fiesta.
Haley escondió su sonrisa mientras obedientemente seguía a su abuela por la puerta. No era de extrañar que adorara totalmente a la anciana.
5 Del texto original en el libro.
Última edición por berny_girl el Miér 22 Ago - 19:21, editado 1 vez
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
Capitulo 6
—Tengo hambre —refunfuñó Jason mientras miraba fijamente los platos vacíos sobre su mesita de café.
Brad gruñó—: Prácticamente te comiste ambos platos. ¿Cómo demonios tienes hambre?
Jason se encogió de hombros y se recostó en la silla para mirar el partido. —Simplemente la tengo. ¡Déjame en paz, soy un chico en crecimiento, maldición!
—Sí, un chico en crecimiento de treinta años —murmuró Brad.
—¡Sigo creciendo así que cierra la maldita boca y aliméntame!
—¡Pide algo y deja de quejarte! —espetó Brad.
—Tú ordena algo. Estoy muy débil para moverme.
Brad puso sus ojos en blanco.
—No sé cómo Haley te ha soportado las últimas semanas. Yo ya te habría matado.
—Haley me adora —dijo él con un resoplido.
—Sí, bien —dijo Brad, riendo—. Esa es la razón por la que sale con otros hombres y te molesta, sólo para reírse de ti.
—Exactamente.
Brad le echo un vistazo.
—Realmente estás jodido, ¿verdad?
—Probablemente —dijo Jason despreocupado.
—Eso pensé.
Un golpe suave en la puerta les llamó la atención. Brad se estremeció.
—No es otra de tus novias viniendo en busca de venganza, ¿verdad?
Jason puso los ojos en blanco mientras se ponía de pie de un salto.
—Creo que llamar a cualquiera de ellas “mi novia” es un poco exagerado. Preferiría que te atuvieras a referirte a ellas como “las mujeres que acordaron pasar un buen momento sin ataduras que realmente me cabrearon cuando me cansé y las dejé por alguien más ardiente.”
—Vaya, eso es difícil de pronunciar —murmuró Brad—. Y sorprendentemente ninguna de ellas te ha matado todavía.
—Cierto, no crees —estuvo de acuerdo Jason.
Él abrió la puerta, sabiendo que ninguna de sus enojadas ex-amantes estaría allí. Había pasado ya un tiempo desde que llevó a una mujer a su cama y hasta donde sabía, todas las anteriores mujeres ya lo habían dejado en paz. Así que, al menos por ahora él era bueno.
Parada en la puerta estaba Haley en un lindo par de pantalones vaqueros cortos y una remera sin mangas. Su cabello estaba tirado hacia atrás en un desordenado moño suelto y algunas hebras se escapaban y jugueteaban en su nuca. No molestaba que esas gafas la hicieran parecer como un sexy ratoncito de biblioteca.
Ella sonrió dulcemente.
—¡Me alegra tanto que estés aquí! —Él no pudo contener la sonrisa ante esa declaración. Tal vez era el momento de perdonarla. Era bastante divertido después de todo y esas galletas fueron malditamente buenas, por no mencionar que la sonrisa que le estaba dando lo hacía bastante feliz.
—Brad, ¿crees que podrías echarme una mano? Puedo necesitar la ayuda de un hombre por unos cuantos minutos.
Su mandíbula cayó. Pudo escuchar a Brad intentando sofocar la risa.
—Si necesitas a un hombre, ¡estoy aquí mismo! —espetó él.
Haley parpadeó y luego volvió a parpadear.
—Oh, lo siento, no pensé en ti. Necesito a un sujeto con músculos y tú… —Sus palabras se fueron silenciando a la vez que miraba por encima de él y luego se encogía de hombros—. Bueno, ya sabes —dijo inocentemente.
—¿Sé qué? —exigió él.
Ella lo ignoró y volvió a enfocarse en Brad. —¿Crees que puedas echarme una mano? Voy a tener compañía y no puedo sacar la parrilla. Es pesada.
Brad se rió entre dientes mientras llegaba a la puerta.
—Seguro. Estaba por irme a casa, pero puedo echarte una mano ya que aquí no hay nadie lo bastante fuerte como para ayudarte —dijo, sonando divertido con un brillo en los ojos.
—¡Demonios si lo harás! —dijo Jason a la vez que agarraba el brazo de Haley y prácticamente la arrastraba hacia su casa. Ella le lanzó un guiño sobre el hombro a Brad, quien se estaba riendo y sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Brad caminó hacia su auto mientras Jason le daba a Haley un sermón sobre su hombría y algo sobre ser una mala saltamontes, fuera lo que demonios fuera que eso significara. Volvió a mirar hacia atrás para atrapar a Jackson dándole una mirada apreciativa al trasero de Haley sin interrumpir su sermón. Su amigo podría no saberlo aún, pero conoció a su pareja ideal en esa damita. Si alguna mujer podría poner a Jason de rodillas, era esa mujer.
Brad gruñó—: Prácticamente te comiste ambos platos. ¿Cómo demonios tienes hambre?
Jason se encogió de hombros y se recostó en la silla para mirar el partido. —Simplemente la tengo. ¡Déjame en paz, soy un chico en crecimiento, maldición!
—Sí, un chico en crecimiento de treinta años —murmuró Brad.
—¡Sigo creciendo así que cierra la maldita boca y aliméntame!
—¡Pide algo y deja de quejarte! —espetó Brad.
—Tú ordena algo. Estoy muy débil para moverme.
Brad puso sus ojos en blanco.
—No sé cómo Haley te ha soportado las últimas semanas. Yo ya te habría matado.
—Haley me adora —dijo él con un resoplido.
—Sí, bien —dijo Brad, riendo—. Esa es la razón por la que sale con otros hombres y te molesta, sólo para reírse de ti.
—Exactamente.
Brad le echo un vistazo.
—Realmente estás jodido, ¿verdad?
—Probablemente —dijo Jason despreocupado.
—Eso pensé.
Un golpe suave en la puerta les llamó la atención. Brad se estremeció.
—No es otra de tus novias viniendo en busca de venganza, ¿verdad?
Jason puso los ojos en blanco mientras se ponía de pie de un salto.
—Creo que llamar a cualquiera de ellas “mi novia” es un poco exagerado. Preferiría que te atuvieras a referirte a ellas como “las mujeres que acordaron pasar un buen momento sin ataduras que realmente me cabrearon cuando me cansé y las dejé por alguien más ardiente.”
—Vaya, eso es difícil de pronunciar —murmuró Brad—. Y sorprendentemente ninguna de ellas te ha matado todavía.
—Cierto, no crees —estuvo de acuerdo Jason.
Él abrió la puerta, sabiendo que ninguna de sus enojadas ex-amantes estaría allí. Había pasado ya un tiempo desde que llevó a una mujer a su cama y hasta donde sabía, todas las anteriores mujeres ya lo habían dejado en paz. Así que, al menos por ahora él era bueno.
Parada en la puerta estaba Haley en un lindo par de pantalones vaqueros cortos y una remera sin mangas. Su cabello estaba tirado hacia atrás en un desordenado moño suelto y algunas hebras se escapaban y jugueteaban en su nuca. No molestaba que esas gafas la hicieran parecer como un sexy ratoncito de biblioteca.
Ella sonrió dulcemente.
—¡Me alegra tanto que estés aquí! —Él no pudo contener la sonrisa ante esa declaración. Tal vez era el momento de perdonarla. Era bastante divertido después de todo y esas galletas fueron malditamente buenas, por no mencionar que la sonrisa que le estaba dando lo hacía bastante feliz.
—Brad, ¿crees que podrías echarme una mano? Puedo necesitar la ayuda de un hombre por unos cuantos minutos.
Su mandíbula cayó. Pudo escuchar a Brad intentando sofocar la risa.
—Si necesitas a un hombre, ¡estoy aquí mismo! —espetó él.
Haley parpadeó y luego volvió a parpadear.
—Oh, lo siento, no pensé en ti. Necesito a un sujeto con músculos y tú… —Sus palabras se fueron silenciando a la vez que miraba por encima de él y luego se encogía de hombros—. Bueno, ya sabes —dijo inocentemente.
—¿Sé qué? —exigió él.
Ella lo ignoró y volvió a enfocarse en Brad. —¿Crees que puedas echarme una mano? Voy a tener compañía y no puedo sacar la parrilla. Es pesada.
Brad se rió entre dientes mientras llegaba a la puerta.
—Seguro. Estaba por irme a casa, pero puedo echarte una mano ya que aquí no hay nadie lo bastante fuerte como para ayudarte —dijo, sonando divertido con un brillo en los ojos.
—¡Demonios si lo harás! —dijo Jason a la vez que agarraba el brazo de Haley y prácticamente la arrastraba hacia su casa. Ella le lanzó un guiño sobre el hombro a Brad, quien se estaba riendo y sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Brad caminó hacia su auto mientras Jason le daba a Haley un sermón sobre su hombría y algo sobre ser una mala saltamontes, fuera lo que demonios fuera que eso significara. Volvió a mirar hacia atrás para atrapar a Jackson dándole una mirada apreciativa al trasero de Haley sin interrumpir su sermón. Su amigo podría no saberlo aún, pero conoció a su pareja ideal en esa damita. Si alguna mujer podría poner a Jason de rodillas, era esa mujer.
—Eso no alcanza —se burló Jason cuando Haley intentó guardar el paquete de hamburguesas congeladas y las salchichas.
—Seremos sólo tres. ¿Cuánta comida crees que necesitamos? —le preguntó mientras trataba de esquivarlo para guardar los alimentos. Jason le robó los paquetes y sacó más comida.
—¿Qué demonios?
Él se encogió de hombros. —Tengo hambre.
—No estás invitado.
—¿Desde cuándo necesito invitación? —preguntó mientras duplicaba la cantidad de salchichas en el plato.
—¿Tres semanas y ya has sentado precedentes? Por cinco años contemplé el homicidio.
Él simplemente se encogió de hombros.
Ella gruñó.
Él sonrió, haciendo que las rodillas de ella temblaran. Maldito.
—¿Dime quién vendrá? No puede ser cualquiera de tus amigos porque no te importaría si estuviera aquí ya que todos piensan que soy un imbécil y a ti te encanta que me fastidien.
Ella suspiró.
—Eso me entretiene.
—Como debería. Soy un chico muy divertido —dijo con una sonrisa mientras robaba un bocado de la ensalada de patatas que ella había hecho ayer. Había considerado llevarla hoy, pero sabía muy bien cómo sería recibida y decidió dejarla aquí.
—Maldición, está bueno, mujer —prácticamente gruñó.
—Me alegra que te guste —dijo ella casualmente, pero en verdad era muy agradable tener a alguien a quien cocinarle de vez en cuando. Sus amigas, que estaban haciendo dietas constantemente la fulminaban con la mirada cada vez que les ofrecía galletas u otros productos horneados. Parecía que Jason no conocía comida que no le gustara. La sorprendía realmente que no estuviera gordo.
—¿Y?
—¿Y qué?
—Y, ¿dime por qué te quedaste menos de una hora en una barbacoa sólo para tener una propia? ¿La comida era un asco o algo así? —preguntó mientras furtivamente mordía otro poco de ensalada antes de que ella la regresara a la nevera—. ¿O hubo una confrontación familiar?
—Es complicado —dijo ella finalmente.
—¿Qué hay de complicado en una barbacoa familiar?
—Sólo déjalo. Mi abuela va a venir con su ayudante. En realidad, ya debería estar aquí, pero conociéndola se detuvo en la tienda para conseguir todo lo que le encanta.
Sus cejas se alzaron.
—¿Va a venir tu abuela? Creía que nadie de tu familia venía a visitarte.
Ella le sonrió tímidamente.
—¿Has estado espiándome?
—En realidad no. Sólo noté cosas. Soy un sujeto observador después de todo.
—Bueno, mi abuela viene aquí varias veces al año. Por lo general la invito a venir cuando sé que estarás fuera de la ciudad.
—¿Temes que te avergüence? —le preguntó burlonamente.
—Nop. Temo que pueda matarte.
—Por favor, ella me amará. Todas las mujeres me aman y me desean —dijo sinceramente.
Ella rió suavemente.
—Me alegra que seas tan humilde.
—Ese soy yo —dijo mientras Haley empezaba a cargar los brazos de él con platos de comida para llevar a la parrilla—. Entonces, mencionaste invitarla. Supongo que eres cercana a ella.
—Lo soy. Ella me crió de vez en cuando hasta que tuve diez y luego me crió a tiempo completo —dijo ella, abriendo la puerta de tela metálica para él—. De todos modos, decidí acortar mi visita a la casa de mis padres hoy.
—¿Por qué?
—Porque lo dije que lo hiciera. Esa es la razón —dijo la voz cortante de una mujer.
Jason alzó la vista para ver a una anciana en silla de ruedas siendo empujada hacia ellos por un hombre enjutó de cabello gris. Por la mirada del hombre, era el ayudante de la abuela de Haley o el cuidador.
—¿Eres el novio de mi Haley? —exigió la abuela. Vaya, era una mujer sin sentido común. Como Haley, una vez que estaba fuera del cascarón por supuesto.
—Seremos sólo tres. ¿Cuánta comida crees que necesitamos? —le preguntó mientras trataba de esquivarlo para guardar los alimentos. Jason le robó los paquetes y sacó más comida.
—¿Qué demonios?
Él se encogió de hombros. —Tengo hambre.
—No estás invitado.
—¿Desde cuándo necesito invitación? —preguntó mientras duplicaba la cantidad de salchichas en el plato.
—¿Tres semanas y ya has sentado precedentes? Por cinco años contemplé el homicidio.
Él simplemente se encogió de hombros.
Ella gruñó.
Él sonrió, haciendo que las rodillas de ella temblaran. Maldito.
—¿Dime quién vendrá? No puede ser cualquiera de tus amigos porque no te importaría si estuviera aquí ya que todos piensan que soy un imbécil y a ti te encanta que me fastidien.
Ella suspiró.
—Eso me entretiene.
—Como debería. Soy un chico muy divertido —dijo con una sonrisa mientras robaba un bocado de la ensalada de patatas que ella había hecho ayer. Había considerado llevarla hoy, pero sabía muy bien cómo sería recibida y decidió dejarla aquí.
—Maldición, está bueno, mujer —prácticamente gruñó.
—Me alegra que te guste —dijo ella casualmente, pero en verdad era muy agradable tener a alguien a quien cocinarle de vez en cuando. Sus amigas, que estaban haciendo dietas constantemente la fulminaban con la mirada cada vez que les ofrecía galletas u otros productos horneados. Parecía que Jason no conocía comida que no le gustara. La sorprendía realmente que no estuviera gordo.
—¿Y?
—¿Y qué?
—Y, ¿dime por qué te quedaste menos de una hora en una barbacoa sólo para tener una propia? ¿La comida era un asco o algo así? —preguntó mientras furtivamente mordía otro poco de ensalada antes de que ella la regresara a la nevera—. ¿O hubo una confrontación familiar?
—Es complicado —dijo ella finalmente.
—¿Qué hay de complicado en una barbacoa familiar?
—Sólo déjalo. Mi abuela va a venir con su ayudante. En realidad, ya debería estar aquí, pero conociéndola se detuvo en la tienda para conseguir todo lo que le encanta.
Sus cejas se alzaron.
—¿Va a venir tu abuela? Creía que nadie de tu familia venía a visitarte.
Ella le sonrió tímidamente.
—¿Has estado espiándome?
—En realidad no. Sólo noté cosas. Soy un sujeto observador después de todo.
—Bueno, mi abuela viene aquí varias veces al año. Por lo general la invito a venir cuando sé que estarás fuera de la ciudad.
—¿Temes que te avergüence? —le preguntó burlonamente.
—Nop. Temo que pueda matarte.
—Por favor, ella me amará. Todas las mujeres me aman y me desean —dijo sinceramente.
Ella rió suavemente.
—Me alegra que seas tan humilde.
—Ese soy yo —dijo mientras Haley empezaba a cargar los brazos de él con platos de comida para llevar a la parrilla—. Entonces, mencionaste invitarla. Supongo que eres cercana a ella.
—Lo soy. Ella me crió de vez en cuando hasta que tuve diez y luego me crió a tiempo completo —dijo ella, abriendo la puerta de tela metálica para él—. De todos modos, decidí acortar mi visita a la casa de mis padres hoy.
—¿Por qué?
—Porque lo dije que lo hiciera. Esa es la razón —dijo la voz cortante de una mujer.
Jason alzó la vista para ver a una anciana en silla de ruedas siendo empujada hacia ellos por un hombre enjutó de cabello gris. Por la mirada del hombre, era el ayudante de la abuela de Haley o el cuidador.
—¿Eres el novio de mi Haley? —exigió la abuela. Vaya, era una mujer sin sentido común. Como Haley, una vez que estaba fuera del cascarón por supuesto.
Haley sintió su cara arder mientras esperaba que la tierra se abriera debajo de ella y la arrastrara debajo. Rogaba porque fuera algo parecido a eso.
—No, abue, él no es mi novio. Es mi amigo de al lado.
Los ojos de la abuela se entrecerraron sobre Jason. Haley estuvo a punto de decirle a su abuela que se detuviera. Esa mirada había hecho que muchos amigos y novios corrieran despavoridos, pero para su completa sorpresa Jason no se acobardó.
Él extendió la mano y estrechó la de ella. —Mi nombre es Jason Bradford. Soy el vecino del infierno.
Los labios de la abuela se crisparon, ella miró a su acompañante. —Chris, sé amable y ve por los artículos que compramos.
—Sí, señora —dijo, dejando a la abuela con ellos. Le envió a Haley una sonrisa antes de alejarse apresurado. Sin dudas estaba esperando que la abuela acabara con Jason. Diablos, eso era exactamente lo que ella estaba esperando.
—También trabaja con mi nieta, Sr. Bradford. ¿No es correcto?
Sin preguntar Jason empujó a la abuela con cuidado hasta la mesa y trabó la silla.
—Síp, hago de la vida de ella un infierno viviente también allí.
—Suena orgulloso —notó la abuela.
Jason caminó hasta la parrilla y empezó a colocar la carne encima.
—Lo estoy —dijo, sonriendo.
La abuela hizo algo que sólo había escuchado cuando estaban solo ellas dos. Rió. Fue suave y musical e inmediatamente trajo a su mente recuerdos de una infancia feliz haciéndola sonreír en respuesta. Jason la vio y le guiñó un ojo.
—Me agradas —anunció la abuela.
—Gracias, Sra…
—Puedes llamarme abue —dijo en un tono que le dejó saber que no toleraría que la llamara de otra manera.
Haley se sentó allí sorprendida. Era la única que tenía permitido llamarla abue. El resto de sus nietos la llamaban abuela cuando empezaban a aprenderlo de sus padres.
—Bien, entonces es abue —dijo Jason con una sonrisa fácil. Vaya, el hombre realmente tenía una habilidad con las mujeres.
Chris salió de la casa, sin duda acababa de poner allí una enorme cantidad de alimentos que no tenía nada que ver con la barbacoa. Esa era una de las maneras astutas de la abuela para ayudarla ya que ella se negaba a aceptar la ayuda financiera de su familia. La abuela tenía sus métodos.
—Lamento interrumpir, señora, parece que algunos de los invitados de la barbacoa nos han seguido hasta acá —dijo Chris suavemente.
—¿Quiénes? —preguntó Haley.
—Sus primos y unos cuantos tíos. Creo que una o sus dos hermanas, Srta. Haley —dijo Chris.
La abuela ondeó una mano desdeñosa hacia la parte delantera de la casa.
—Bueno, ellos pueden irse porque no hay suficiente comida —dijo a pesar de ni siquiera haber mirado la parrilla.
—Puedo poner más si lo desean —ofreció Jason.
—¡No! —dijeron Haley y la abuela al unísono, sorprendiendo a Jason.
Chris carraspeó.
—Son bastante insistentes en unirse, señora.
—Diles que se vayan o los quitaré de mi testamento mañana mismo —dijo la abuela firmemente.
Chris ocultó su sonrisa mientras se daba la vuelta para hacerlo.
Jason les dio una mirada curiosa antes de encogerse de hombros. Al parecer, a él realmente no le importaba mucho como para molestarse, lo cual era algo bueno para ella. Ella se había ganado la vida y no quería a nadie pensando diferente. Todos sus amigos sabían que provenía de un hogar adinerado y a ninguno de ellos les importaba. Era solo Haley para ellos y planeaba mantenerlo de esa manera.
—¿Qué piensas del regalo de cumpleaños de tu padre, Haley? —preguntó la abuela.
Jason frunció el ceño.
—¿Me perdí tu cumpleaños?
—Fue hace meses —dijo Haley con un encogimiento de hombros.
—¿Acaba de recordarlo hoy? —preguntó Jason incrédulo.
—No es gran cosa —dijo Haley, dándole una sonrisa tirante.
Jason se rió.
—Si tú lo dices.
—Lo digo.
—Bien.
—Bien
—Ah, ¿niños? ¿Si puedo interrumpir? Haley, ¿has mirado el regalo? —preguntó la abuela.
—Todavía no —No había apuro. Ella ya sabía lo que era, ya que su padre pensaba que si tenía veinticinco, sería una tarjeta sin firmar con veinticinco billetes de cien dentro.
—Bueno, ve a buscarlo —dijo la abuela.
Con un suspiro fue dentro de la casa, poniendo los ojos en blanco ante las bolsas de comestibles repletas que cubrían los mostradores de su cocina y a mesa y sacó el sobre de su bolso. Lo llevó afuera y se sentó con él.
—¡Bueno, ábrelo! —dijo la abuela.
—¿Por qué estás tan ansiosa de que abra este regalo? —preguntó Haley con sospecha.
—Porque yo fui la que le sugirió el regalo —dijo con un ondeo desdeñoso de la mano.
Haley se mordió el labio para no llorar. No sólo su padre se había olvidado de su cumpleaños, sino que la abuela había sido quien se lo recordó finalmente y probablemente ordenó su regalo.
Abrió la tarjeta y no se sorprendió de ver que no estaba firmada. Sorpresa, sorpresa. Sus ojos se movieron hacia el regalo y se quedaron fijos allí. Pasó un minuto completo antes de que empezara nuevamente a respirar. Otros diez segundos y ella estuvo de pie y rodeó la mesa, abrazando a su abuela y besándola.
—¡Eres la mejor, siempre! —dijo Haley entre besos.
La abuela rió. —Me alegra que te guste. Quería dártelos, pero eres tan malditamente obstinada sobre que nadie te ayude, que utilicé la estupidez de tu padre. Ahora tienes que aceptarlos —dijo la abuela con un firme asentimiento.
—No, abue, él no es mi novio. Es mi amigo de al lado.
Los ojos de la abuela se entrecerraron sobre Jason. Haley estuvo a punto de decirle a su abuela que se detuviera. Esa mirada había hecho que muchos amigos y novios corrieran despavoridos, pero para su completa sorpresa Jason no se acobardó.
Él extendió la mano y estrechó la de ella. —Mi nombre es Jason Bradford. Soy el vecino del infierno.
Los labios de la abuela se crisparon, ella miró a su acompañante. —Chris, sé amable y ve por los artículos que compramos.
—Sí, señora —dijo, dejando a la abuela con ellos. Le envió a Haley una sonrisa antes de alejarse apresurado. Sin dudas estaba esperando que la abuela acabara con Jason. Diablos, eso era exactamente lo que ella estaba esperando.
—También trabaja con mi nieta, Sr. Bradford. ¿No es correcto?
Sin preguntar Jason empujó a la abuela con cuidado hasta la mesa y trabó la silla.
—Síp, hago de la vida de ella un infierno viviente también allí.
—Suena orgulloso —notó la abuela.
Jason caminó hasta la parrilla y empezó a colocar la carne encima.
—Lo estoy —dijo, sonriendo.
La abuela hizo algo que sólo había escuchado cuando estaban solo ellas dos. Rió. Fue suave y musical e inmediatamente trajo a su mente recuerdos de una infancia feliz haciéndola sonreír en respuesta. Jason la vio y le guiñó un ojo.
—Me agradas —anunció la abuela.
—Gracias, Sra…
—Puedes llamarme abue —dijo en un tono que le dejó saber que no toleraría que la llamara de otra manera.
Haley se sentó allí sorprendida. Era la única que tenía permitido llamarla abue. El resto de sus nietos la llamaban abuela cuando empezaban a aprenderlo de sus padres.
—Bien, entonces es abue —dijo Jason con una sonrisa fácil. Vaya, el hombre realmente tenía una habilidad con las mujeres.
Chris salió de la casa, sin duda acababa de poner allí una enorme cantidad de alimentos que no tenía nada que ver con la barbacoa. Esa era una de las maneras astutas de la abuela para ayudarla ya que ella se negaba a aceptar la ayuda financiera de su familia. La abuela tenía sus métodos.
—Lamento interrumpir, señora, parece que algunos de los invitados de la barbacoa nos han seguido hasta acá —dijo Chris suavemente.
—¿Quiénes? —preguntó Haley.
—Sus primos y unos cuantos tíos. Creo que una o sus dos hermanas, Srta. Haley —dijo Chris.
La abuela ondeó una mano desdeñosa hacia la parte delantera de la casa.
—Bueno, ellos pueden irse porque no hay suficiente comida —dijo a pesar de ni siquiera haber mirado la parrilla.
—Puedo poner más si lo desean —ofreció Jason.
—¡No! —dijeron Haley y la abuela al unísono, sorprendiendo a Jason.
Chris carraspeó.
—Son bastante insistentes en unirse, señora.
—Diles que se vayan o los quitaré de mi testamento mañana mismo —dijo la abuela firmemente.
Chris ocultó su sonrisa mientras se daba la vuelta para hacerlo.
Jason les dio una mirada curiosa antes de encogerse de hombros. Al parecer, a él realmente no le importaba mucho como para molestarse, lo cual era algo bueno para ella. Ella se había ganado la vida y no quería a nadie pensando diferente. Todos sus amigos sabían que provenía de un hogar adinerado y a ninguno de ellos les importaba. Era solo Haley para ellos y planeaba mantenerlo de esa manera.
—¿Qué piensas del regalo de cumpleaños de tu padre, Haley? —preguntó la abuela.
Jason frunció el ceño.
—¿Me perdí tu cumpleaños?
—Fue hace meses —dijo Haley con un encogimiento de hombros.
—¿Acaba de recordarlo hoy? —preguntó Jason incrédulo.
—No es gran cosa —dijo Haley, dándole una sonrisa tirante.
Jason se rió.
—Si tú lo dices.
—Lo digo.
—Bien.
—Bien
—Ah, ¿niños? ¿Si puedo interrumpir? Haley, ¿has mirado el regalo? —preguntó la abuela.
—Todavía no —No había apuro. Ella ya sabía lo que era, ya que su padre pensaba que si tenía veinticinco, sería una tarjeta sin firmar con veinticinco billetes de cien dentro.
—Bueno, ve a buscarlo —dijo la abuela.
Con un suspiro fue dentro de la casa, poniendo los ojos en blanco ante las bolsas de comestibles repletas que cubrían los mostradores de su cocina y a mesa y sacó el sobre de su bolso. Lo llevó afuera y se sentó con él.
—¡Bueno, ábrelo! —dijo la abuela.
—¿Por qué estás tan ansiosa de que abra este regalo? —preguntó Haley con sospecha.
—Porque yo fui la que le sugirió el regalo —dijo con un ondeo desdeñoso de la mano.
Haley se mordió el labio para no llorar. No sólo su padre se había olvidado de su cumpleaños, sino que la abuela había sido quien se lo recordó finalmente y probablemente ordenó su regalo.
Abrió la tarjeta y no se sorprendió de ver que no estaba firmada. Sorpresa, sorpresa. Sus ojos se movieron hacia el regalo y se quedaron fijos allí. Pasó un minuto completo antes de que empezara nuevamente a respirar. Otros diez segundos y ella estuvo de pie y rodeó la mesa, abrazando a su abuela y besándola.
—¡Eres la mejor, siempre! —dijo Haley entre besos.
La abuela rió. —Me alegra que te guste. Quería dártelos, pero eres tan malditamente obstinada sobre que nadie te ayude, que utilicé la estupidez de tu padre. Ahora tienes que aceptarlos —dijo la abuela con un firme asentimiento.
Jason se puso de pie y dio vuelta a las hamburguesas antes de agregar las salchichas. Y dio vuelta a tiempo para ver a Haley saltando arriba y abajo y riéndose como una adolescente. —Bueno, no me dejes en suspenso —dijo, ganando un fuerte chillido de parte de Haley.
Al parecer ella estaba más allá de las palabras así que empujó la tarjeta en sus manos. Él bajó la mirada. Parpadeó. Parpadeó nuevamente antes de desplomarse en la silla. ¿Acababa de hacerse pis? Ah, ¿a quién le importaba? Estaba sujetando cuatro entradas para los Yankees vs. Los Medias Rojas en el estadio Yankee para este viernes y sin duda eran los mejores asientos del estadio.
Sus ojos fueron de Haley a las entradas y volvieron nuevamente antes de tomar una decisión de una fracción de segundo y echarse a correr. No hizo más que un metro y medio antes de que su pequeña saltamontes lo derribara al suelo y arrancara la tarjeta de sus manos.
Escupió la hierba fuera de su boca.
—Bien. Puedes venir conmigo supongo —dijo, ganándose un rodillazo en las costillas.
Al parecer ella estaba más allá de las palabras así que empujó la tarjeta en sus manos. Él bajó la mirada. Parpadeó. Parpadeó nuevamente antes de desplomarse en la silla. ¿Acababa de hacerse pis? Ah, ¿a quién le importaba? Estaba sujetando cuatro entradas para los Yankees vs. Los Medias Rojas en el estadio Yankee para este viernes y sin duda eran los mejores asientos del estadio.
Sus ojos fueron de Haley a las entradas y volvieron nuevamente antes de tomar una decisión de una fracción de segundo y echarse a correr. No hizo más que un metro y medio antes de que su pequeña saltamontes lo derribara al suelo y arrancara la tarjeta de sus manos.
Escupió la hierba fuera de su boca.
—Bien. Puedes venir conmigo supongo —dijo, ganándose un rodillazo en las costillas.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura Agosto 2018
muajajajaja le afeitó las piernas jajajaja me encantan estos dos.
Jason dice que Haley es solo su amiga pero luego pasa y se lanza tremenda descripción sobre su cuerpo, jajaja
la familia de Haley apesta, menos su abuela, y Jason casi se roba las entradas jajajaja lo amo
Jason dice que Haley es solo su amiga pero luego pasa y se lanza tremenda descripción sobre su cuerpo, jajaja
la familia de Haley apesta, menos su abuela, y Jason casi se roba las entradas jajajaja lo amo
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura Agosto 2018
Jason escribió:bastardo ladrón de galletas
jajaja me mata este chico y lo de soy un chico en crecimiento
La verdad que Haley tiene una familia bastante odiosa, y como es posible que su papá se olvido de su cumpleaños.
La abuela es genial, me gustó su interanción con Jason.
Lo de las entradas me mató
katrinakurt- Mensajes : 184
Fecha de inscripción : 29/04/2017
Re: Lectura Agosto 2018
Me gustan los hombres con sentido del humor, si tienes una pareja mejor que te haga reír a llorar...aunque a veces inestabilidad no sabes si están hablando en serio o no...Jason es divertidísimo y Haley no se queda atras, "Dios líbrame del agua mansa que de la brava me cuido yo" ... Y así justamente es Haley muy tranquila, inocente, cuando en realidad es peor que el... jajajaja
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura Agosto 2018
Cap 4: en serio le hizo depilación, jajajaja esta mujer es mi heroina, de dejarse mangonear a osada en un parpadeo. jajajajajaja. Aunq su familia son unas perlitas completas, como para ponerlas en un collar, , menos mal la abuela la liberó de semejante tortura.
cap 5: Me encanta la abuela, jajajajaja. y Jason creyéndose ya dueño de casa, realmente un personaje.
cap 5: Me encanta la abuela, jajajajaja. y Jason creyéndose ya dueño de casa, realmente un personaje.
yiany- Mensajes : 1938
Fecha de inscripción : 23/01/2018
Edad : 41
Re: Lectura Agosto 2018
oh dios, chicas cuando pueda dejar de reir por lo de las entradas comentare.....
su familia ,frivola,interesada y fastidiosa.me alegro que tenga a su abuela.
me encanto la depilacion integral.y completamente de acuerdo con Brad ella es para el.
gracias por los capis
su familia ,frivola,interesada y fastidiosa.me alegro que tenga a su abuela.
me encanto la depilacion integral.y completamente de acuerdo con Brad ella es para el.
gracias por los capis
alexana- Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 17/06/2018
Edad : 53
Localización : petrer
Re: Lectura Agosto 2018
Me encanta eta lectura es tan divertida, que familia la de Haley, todos estirados, menos la abuela, ella si es buena onda, Jason poco a poco estoy segura de que caerá por ella, tiene una relación de amor
- odio, muy juguetona, como quien dice les gusta llevarse.
- odio, muy juguetona, como quien dice les gusta llevarse.
yiniva- Mensajes : 4916
Fecha de inscripción : 26/04/2017
Edad : 33
Re: Lectura Agosto 2018
gracias por los capis
Jason y su adiccion a la comida me recuerdan a Homero Simpson
Jason y su adiccion a la comida me recuerdan a Homero Simpson
Tatine- Mensajes : 1561
Fecha de inscripción : 03/01/2016
Página 2 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
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