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Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
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Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Especial Autors Vs. Autor
La ganadora
PENELOPE WARD
_______________________________________________________________
Les notifico que se modificaron las normas del club. De ahora en adelante los puntajes quedan así.Lectoras: 4000 puntos
Moderadoras: 5000 puntos.
OJO esto es cumpliendo como lo dicen las reglas, ya que hay lectoras que inician las lecturas y las abandonan, si eso sucede no recibirán ni medalla ni puntos. NO se otorgará medallas ni puntos a participantes que de una lectura de más de 20 capítulos solo comenten unas 5 veces o digan solo "gracias". NO es la idea. El Club de Lectura es para compartir opiniones de la lectura que se esta leyendo.
Lean las normas AQUÍ
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
AL PRINCIPIO, MI VECINO DEACON ME FRUSTRÓ.
CLARO, ERA MUY ATRACTIVO Y AMIGABLE.
Pero nuestras paredes eran delgadas y, en ocasiones, traía mujer
es a su casa y me mantenía despierta mientras él las "entretenía".
Como madre soltera de un bebé, no lo apreciaba.
Entonces, finalmente fue mi turno.
Cuando mi hija no paraba de llorar una noche, el señor Mujeriego llamó a mi puerta.
Milagrosamente, al oír su voz, Sunny dejó de llorar. Y, cuando la abrazó… finalmente se quedó dormida en sus brazos.
DEACON ERA RUDO POR FUERA PERO, APARENTEMENTE, ¿POR DENTRO? EL SEÑOR SOLTERO Y LISTO PARA LIGAR ERA UN MAESTRO CON LOS BEBÉS.
Después de esa noche nos hicimos amigos.
Él iba corriendo a por café. Charlaba conmigo. Cosas normales de amigos.
Pero con el tiempo nuestras conversaciones se hicieron más profundas. Nos acercamos.
HASTA QUE UNA NOCHE CRUZAMOS LA LÍNEA.
Nuestra amistad se convirtió en un lío complicado.
Me había enamorado de un chico que renunció al compromiso y a los niños.
Sabía que Deacon también estaba empezando a preocuparse por mí, aunque Sunny y yo no encajamos en ningún plan que hubiera imaginado para él.
ÉL ERA MALO PARA MÍ, TAN MALO QUE LO LLAMÉ EL "ANTI-NOVIO".
Entonces, ¿por qué deseaba más que nada ser la única mujer que lo cambiara?
CLARO, ERA MUY ATRACTIVO Y AMIGABLE.
Pero nuestras paredes eran delgadas y, en ocasiones, traía mujer
es a su casa y me mantenía despierta mientras él las "entretenía".
Como madre soltera de un bebé, no lo apreciaba.
Entonces, finalmente fue mi turno.
Cuando mi hija no paraba de llorar una noche, el señor Mujeriego llamó a mi puerta.
Milagrosamente, al oír su voz, Sunny dejó de llorar. Y, cuando la abrazó… finalmente se quedó dormida en sus brazos.
DEACON ERA RUDO POR FUERA PERO, APARENTEMENTE, ¿POR DENTRO? EL SEÑOR SOLTERO Y LISTO PARA LIGAR ERA UN MAESTRO CON LOS BEBÉS.
Después de esa noche nos hicimos amigos.
Él iba corriendo a por café. Charlaba conmigo. Cosas normales de amigos.
Pero con el tiempo nuestras conversaciones se hicieron más profundas. Nos acercamos.
HASTA QUE UNA NOCHE CRUZAMOS LA LÍNEA.
Nuestra amistad se convirtió en un lío complicado.
Me había enamorado de un chico que renunció al compromiso y a los niños.
Sabía que Deacon también estaba empezando a preocuparse por mí, aunque Sunny y yo no encajamos en ningún plan que hubiera imaginado para él.
ÉL ERA MALO PARA MÍ, TAN MALO QUE LO LLAMÉ EL "ANTI-NOVIO".
Entonces, ¿por qué deseaba más que nada ser la única mujer que lo cambiara?
Maga- Mensajes : 3549
Fecha de inscripción : 26/01/2016
Edad : 37
Localización : en mi mundo
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Voy a intentar leerlo con uds!!! Cuándo arranca?
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
MañanaYani escribió:Voy a intentar leerlo con uds!!! Cuándo arranca?
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Eadlyn Shaw escribió:MañanaYani escribió:Voy a intentar leerlo con uds!!! Cuándo arranca?
Oki, aquí estaremos!! gracias...
Yani- Mensajes : 5497
Fecha de inscripción : 14/02/2015
Edad : 44
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Bienvenidas chicas
Espero que disfruten la lectura , mañana comenzamos con los dos primeros capítulos.
CRONOGRAMA
Última edición por Eadlyn Shaw el Jue 22 Oct - 19:27, editado 16 veces
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
Localización : Con Noah Shaw
bruja_luna_- Mensajes : 370
Fecha de inscripción : 24/04/2019
Leshka- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 02/05/2019
Maluc- Mensajes : 384
Fecha de inscripción : 06/04/2015
Edad : 62
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Me uno, aunque hubiera preferido otro... voy a intentar seguir la lectura, porque de seguro va a llegar a un punto en que voy a querer leerlo de largo jajaja pero RESISTIRE, échenme porras.
evanescita- Mensajes : 1331
Fecha de inscripción : 01/06/2020
martenu1011- Mensajes : 351
Fecha de inscripción : 05/06/2014
Edad : 41
carolbarr- Mensajes : 383
Fecha de inscripción : 28/08/2015
Edad : 47
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
1
Carys
Bolas de mono
El sonido del crujido de la cama bien podría haber sido el de las uñas en una pizarra. Mi vecino, Deacon, no siempre invitaba mujeres, pero cuando lo hacía, realmente las atendía. Sobre él. Debajo de él.
Esta noche era la más ruidosa de todas, y el ruido parecía aumentar cuando me quedaba dormida. Una vez que algo me despertaba, tardaba mucho tiempo en volver a dormirme. Siempre les dicen a las madres que duerman cuando su bebé duerme. Bueno, eso no es posible cuando el apartamento de al lado es la suite de fantasía de The Bachelor.
La habitación de mi hija Sunny estaba en el lado opuesto de nuestra casa, así que, por suerte, el ruido del 5B no la despertó. Pero mi habitación estaba justo al otro lado de la pared del dormitorio de Deacon. Escuchaba la cama moviéndose, y cada sonido de placer era claro como el día, cada insoportable gemido, murmullo y chillido. Y como bono, podía sentir las vibraciones justo detrás de mi cabecera. Tristemente, esto era lo más cerca que había estado de tener acción en más de un año.
Uno pensaría que tendría las pelotas para golpear la pared o algo así, pero sentía que no tenía derecho a interrumpir. Después de todo, era un soltero que vivía su mejor vida en su propio apartamento; por lo que se le permitía tener sexo. No podía evitarlo si las paredes eran delgadas.
No habría sido tan importante si fuera rápido. ¡Pero tenía tanta resistencia! Era como el conejo de Energizer con polla.
¿Mencioné que Deacon era extremadamente guapo? Sólo lo había visto unas pocas veces de pasada, pero era difícil no mirar su cara esculpida con su mentón perfectamente colocado sobre su mandíbula angular. Saber cómo era no ayudaba a esta situación, porque sí, estaba molesta, pero imaginar lo que pasaba al otro lado de la pared no era exactamente una dificultad. Las imágenes en sí mismas eran suficientes para mantenerme despierta.
Así que ahí lo tienes, mi patética situación.
Eventualmente, como siempre, se detuvo. Los golpes y sonidos del sexo se transformaron en risas y conversaciones apagadas.
Mientras intentaba volver a dormirme, juré que la próxima vez que me encontrara con Deacon en el pasillo, le haría saber la situación. Seguramente no se daba cuenta de que nuestras camas quedaban solo separadas por la pared, ya que nunca había estado en mi apartamento. Sería una conversación incómoda, pero tenía que suceder. Necesitaba dormir. No estaba trabajando en ese momento, pero cuidar de mi hija de seis meses era un trabajo a tiempo completo.
Sunny era el hermoso resultado de una breve relación con mi antiguo jefe, que había terminado volviendo con su ex esposa antes de que se diera cuenta de que estaba embarazada. No quiso tener nada que ver conmigo ni con el bebé cuando se enteró de que estaba embarazada, así que la estaba criando prácticamente sin ayuda, aparte del dinero que me enviaba cuando le daba la gana. Debo enfatizar que él y su esposa estaban legalmente separados desde hacía más de un año cuando lo conocí.
Siempre me dije que volvería a trabajar cuando Sunny cumpliera seis meses, pero acabábamos de alcanzar ese hito, y aún no había sucedido. Echaba de menos salir de casa y socializar cada día, y anhelaba volver al menos a tiempo parcial. Aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Sin mencionar que no estaba totalmente preparada para dejar a Sunny. Pero me debatía con la decisión, porque me estaba volviendo loca poco a poco sin la interacción con adultos. ¿Dejar a Sunny para volver al trabajo me convertiría en una mala madre?
Ese era el tipo de pregunta que me mantenía despierta por la noche, es decir, cuando mi vecino semental no era el responsable.
*
Al día siguiente, Sunny estaba durmiendo su siesta de la tarde, la cual normalmente me daba una hora y media, aunque posiblemente tres horas en raras ocasiones. Ese tiempo era mi único placer culpable. Mi tiempo. Cuando se dormía, me preparaba el almuerzo mientras veía The Young and the Restless a bajo volumen. No me gustaba mucho el programa, pero me recordaba mi infancia y el hecho de estar en casa enferma sin ir a la escuela mientras mi abuela me cuidaba.
Dejar a mi hija dormida sola incluso por el minuto que me tomaba revisar el correo siempre me ponía nerviosa. Así que, después del almuerzo, corría abajo y abría el buzón tan rápido como podía antes de volver a subir. Probablemente me tomaba menos de un minuto, y nunca me iba sin el monitor del bebé en la mano.
Hoy, justo cuando volví a mi puerta, Deacon estaba saliendo de su apartamento.
—Hola, Carys-como-Paris. ¿Cómo va todo? —Mostró una amplia sonrisa.
Cuando la gente me pregunta mi nombre, por alguna estúpida razón, a veces respondo: "Carys, como París", sobre todo cuando estoy nerviosa. Ese fue el caso la primera vez que conocí a Deacon.
El olor de su increíble aroma puso mi cuerpo en alerta. Se veía guapo como siempre. Hoy llevaba un abrigo de gamuza color camello con un cuello cortante. Sus ojos azules, que resaltaban su piel bronceada, brillaban bajo las luces fluorescentes, que también resaltaban el tono cobrizo de su cabello, que por lo demás era marrón medio. Medía por lo menos uno ochenta y ocho, un tallo de frijol para mi yo de uno sesenta y cuatro.
Esta era mi oportunidad de mencionar lo de anoche. Pero ahora que él estaba aquí, dominándome, su olor almizclado saturando el aire, parecía que había perdido las palabras. Aun así, estaba decidida a hablar ahora o nunca.
Los latidos de mi corazón se aceleraron. Aquí va. Todavía sin aliento por mi carrera de vuelta a casa, dije:
—Bueno, honestamente, en respuesta a tu pregunta... me encantaría decir que lo estoy haciendo muy bien, pero me costó mucho trabajo dormirme anoche. Así que he estado mejor.
Frunció el ceño.
—Siento oír eso.
—En realidad, es más o menos tu culpa.
La frente de Deacon se arrugó.
—¿Mi culpa?
—Sí. No sé si te das cuenta de esto, pero tu cama está justo contra la mía, en el lado opuesto de la pared. Tus... interacciones... anoche me despertaron, y me costó mucho volver a dormirme.
Boom.
Allí.
Está dicho.
Deacon cerró los ojos momentáneamente.
—Mierda. Lo siento. No sabía que estabas justo detrás de mí.
—Sí. Es básicamente como si estuviera... justo ahí.
—Bueno, eso fue grosero de mi parte. Debí haberte invitado a unirte.
¿Qué? Sentí como si toda mi sangre se me subiera a la cabeza.
Extendió las palmas de sus manos.
—Estoy bromeando. El mal sentido del humor sale cuando me siento incómodo, supongo.
Deslizando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, deseché su comentario.
—Sé que estás bromeando.
—Totalmente de broma. —Sonrió—. Pero trataré de ser más considerado ahora que sé que puedes oír todo. Deberías haber dicho algo.
Incliné la cabeza.
—¿Cómo habría funcionado eso exactamente? ¿Irrumpir ante dos personas desnudas? Por eso estoy diciendo algo ahora.
—Buen punto. Pero supongo que anoche no fue la primera vez que escuchaste cosas.
Me miré los pies.
—No, no lo fue.
—Podrías haber golpeado la pared o algo.
—No soy de los que interrumpen groseramente los acontecimientos personales de alguien. Sólo quería que fueras consciente de la situación. No necesitamos discutirlo más.
—Tal vez deberíamos inventar un código.
—¿Qué quieres decir?
—Si estoy perturbando tu paz, escoges una canción y la pones en marcha para enviarme un mensaje. —Chasqueó los dedos—. Algo irónico como “Los sonidos del silencio” de Simon y Garfunkel.
—No puedes reproducir una canción cuando un bebé está durmiendo.
Su sonrisa se desvaneció.
—¿Ves? Eso te muestra lo despistado que soy. Despistado y muy arrepentido, Carys. De verdad. Intentaré que no vuelva a suceder.
—¡Mejor que no, chico! —gritó una voz detrás de una de las puertas de un apartamento.
Deacon y yo nos dimos la vuelta al unísono. Noté que la puerta de la Sra. Winsbanger se movía al otro lado del pasillo. La anciana debía haber estado escuchando. Vivía sola, y a menudo la veía fisgoneando en su puerta, espiando a la gente.
Deacon hizo una mueca.
—La Sra. Winsbanger me ama.
—Aparentemente no soy la única que escuchó anoche —dije.
Su rostro se puso rojo. Su vergüenza fue un poco sorprendente. Esperaba que fuera más engreído.
—Moveré mi cama al otro lado de la habitación. Eso debería ayudar.
—Bueno, eso estaría bien, si no es demasiado problema.
—No lo es.
Feliz de tener la conversación terminada, dejé salir un largo aliento.
—Bien, bueno, te dejaré seguir adelante.
No se movió y parecía estar examinando mi cara.
—¿Estás bien?
—Sí. ¿Por qué?
—Pareces agotada.
Bueno, sí. No dormí bien, estoy tratando de hacer las cosas en la única hora del día que tengo libre, y tuvimos la conversación más incómoda de todas.
—Esto es sólo mi vida. Tengo lo que podría ser apenas más de una hora para comer mi almuerzo y tener un tiempo de tranquilidad antes de que mi hija se despierte de su siesta.
—Ah. —Se rascó la barbilla—. ¿Qué edad tiene ahora?
—Seis meses.
Deacon sabía que era una madre soltera. Un día se encontró conmigo y me ayudó a llevar comida mientras yo intentaba hacer malabares con Sunny y su cochecito.
Estaba a punto de volver a mi apartamento cuando su voz me detuvo.
—¿Necesitas algo?
No estaba del todo segura de lo que quería decir.
—¿Cómo qué?
—¿Algo de la tienda? ¿Un... café, tal vez? Sólo salgo a hacer un recado rápido, pero puedo parar en algún sitio a la vuelta.
—¡Es lo menos que puedes hacer, bolas de mono! —La Sra. Winsbanger gritó desde el otro lado del pasillo.
Al parecer, seguía escuchando.
—¿Acaba de llamarme bolas de mono? —susurró.
En ese momento, me perdí. La risa se apoderó de mí, y pasó casi un minuto antes de que pudiera hablar. Deacon también se rió, pero creo que se rió más de mi reacción.
—No tengo ni idea de por qué te llamó bolas de mono. Pero no me he reído tanto en semanas.
Después de que finalmente me calmé, Deacon repitió su pregunta anterior.
—De todos modos, como estaba diciendo, ¿puedo traerte un café o algo así?
Su oferta me hizo reflexionar. Era raro que alguien me preguntara si necesitaba algo. Tenía un par de buenos amigos en la ciudad, pero trabajaban y tenían una vida social muy ocupada. No era como si estuvieran por ahí a mitad del día para correr a la tienda por mí. Y dado que era otoño en Nueva York, estaba haciendo frío. Tenía que tener una buena razón para sacar a Sunny al frío.
Honestamente, me moría por un Latte de vainilla de Starbucks. Correr a la cafetería era algo que la gente sin bebés daba por sentado. No valía la pena tener que atar a Sunny.
—Me encantaría un café con leche de vainilla de Starbucks, si pasas por uno a la vuelta —dije finalmente.
—Hecho. —Sonrió—. ¿Eso es todo?
—Una sola bomba de vainilla sería genial.
—Una bomba. Lo tengo. ¿Algo más?
—¿No es suficiente? No es una necesidad. No debería aprovecharme.
—Aprovéchate de mí. ¿Qué más necesitas? En serio. Es lo menos que puedo hacer después de perturbar tu paz anoche.
Aprovéchate de mí. Síp. Mente directo a la cuneta.
—No eres mi domiciliario.
—Carys... —Su voz de barítono se volvió seria, y repitió de manera lenta y exagerada—, ¿Qué? ¿Necesitas? Podría ir corriendo a la tienda.
Había algo más que necesitaba desesperadamente.
—¿Pañales? —dije dudando.
—Está bien. —Se rió—. Vas a tener que ayudarme con eso. Nunca los he comprado en mi vida.
Antes de que pudiera decirle qué talla, me dio su teléfono. Fui muy consciente del breve toque de su mano.
—Introduce tu número. Te enviaré un mensaje de texto desde la tienda para asegurarme de que recibo el tipo correcto.
Hice lo que me dijo antes de devolverle el teléfono, disfrutando una vez más del contacto de ese breve intercambio. Las emociones baratas eran lo mejor que había en estos días.
Lo puso en su bolsillo.
—¿Algo más?
—No que pueda recordar.
—Está bien. Bueno, si cambias de opinión, puedes avisarme cuando te escriba.
—Gracias. Lo aprecio mucho.
—Hablaremos en un rato —dijo antes de bajar por el pasillo.
Me paré junto a mi puerta y lo vi alejarse. La vista desde atrás era tan buena como la del frente. Y, además, parecía que Deacon era tan encantador por dentro como por fuera.
—Una bomba mi culo —oí decir a la Sra. Winsbanger antes de cerrar la puerta.
*
Un mensaje llegó media hora más tarde.
Deacon: Bueno. Estoy en el pasillo de los pañales. Hay muchas opciones.
Sonreí mientras escribía. Bendito sea su corazón. La idea de mi atractivo vecino parado sin idea alguna en el pasillo de los pañales, era tan adorable como divertida. Una mamá desprevenida tendría un ataque al corazón cuando fuera a buscar bolsas de pañales y lo encontrara a él en su lugar.
Carys: Cualquier cosa en talla 2 será genial.
Deacon: Huggies o Luvs?
Carys: El que sea más barato.
Deacon: ¿Qué prefiere ella?
Carys: LOL. Bueno, nunca lo hemos discutido. No puede decírmelo exactamente.
Deacon: Ah. Bien.
Carys: Pero mami prefiere lo que sea más barato.
Deacon: ¿Cuál te gusta más?
Carys: Nunca he comparado. Cualquiera de los dos está bien.
No volvió a enviar mensajes, así que asumí que había elegido algo. Entonces llegó otro mensaje.
Deacon: Oh... giro de la trama!
Me reí.
Carys: ¿Qué?
Deacon: También está Pampers.
Carys: Sólo elige uno. LOL
Deacon: Hay un par de mujeres que vienen a mi rescate ahora. Creen que necesito ayuda.
Claro. Apuesto a que les preocupan los pañales. Necesitaba elegir una marca para sacarlo de su miseria.
Carys: Luvs será genial.
Deacon: K. ¡Los tengo!
Carys: Gracias.
Deacon: ¿Algo más mientras estoy aquí?
Necesitaba algunos tampones y desodorante, pero no me atrevería a mandarlo a buscarlos.
Carys: No. Gracias. Eso es todo.
Unos segundos después, llegó otro mensaje.
Deacon: ¿Qué es un tipi pipi?
Señor. Necesita salir del pasillo de los bebés.
Volviéndome loca de risa, escribí.
Carys: Es una tienda de campaña para tu pipí.
Deacon: ¿Una tienda de campaña para MI pipí? ¿Estás sugiriendo que necesito una después de anoche?
No podía creer que lo mencionara de nuevo. Tampoco podía creer lo mucho que me estaba riendo ahora mismo. Hoy me he reído más de lo que lo he hecho en años. Esperaba no despertar a Sunny.
Carys: Es para los bebés varones, para que no se orinen sobre la gente.
Deacon: Ah. Entonces estoy bien. No he orinado a nadie en un tiempo. ;-)
Mierda. ¿A dónde iba esta conversación?
Carys: *niega con la cabeza*
Deacon: No parece que tengan mi talla de todos modos.
Oh, Dios mío.
Deacon: De acuerdo. ¡Esta vez sí que me voy!
Y ahora estaba ardiendo.
*
Cuando Deacon regresó media hora después, Sunny todavía estaba durmiendo.
Me dio una bolsa con los pañales. También llevaba dos cafés en una bandeja de cartón.
Sacó el mío.
—Te conseguí uno tamaño Venti. No estaba seguro de si era demasiado grande.
—No existe tal cosa cuando se trata de café. —Sonreí y lo tomé—. Gracias.
Me acerqué a mi bolso y saqué mi cartera.
Él extendió su mano.
—De ninguna manera. Todo va por mi cuenta.
—No puedo dejar que pagues.
—Considéralo mi disculpa por haberte mantenido despierta anoche.
—Tengo que pagar por los pañales al menos.
—No, no es cierto.
—En serio, no puedo...
—Sí, puedes. No lo aceptaré. Así que devuelve tu cartera.
Nunca fui buena aceptando caridad, pero la acepté.
—Bueno, gracias.
Tomé el primer sorbo del caliente y espumoso café con leche y cerré los ojos. Gemí, tal vez un poco demasiado fuerte.
—Suenas como algo de lo que salió de mi dormitorio anoche. —Se rió.
Casi escupo el café.
Mi cara debe haberse puesto roja, porque añadió
—¿Demasiado?
—En realidad, no. Te agradezco que te tomes la situación a la ligera y que no me tomes por la vecina malcriada. —Tomé otro sorbo de mi café—. Esto es tan bueno. Hace tiempo que no tomo uno de estos.
—Cuando quieras, si no puedes ir, avísame. Haré una carrera de café. Está justo al final de la calle.
Por muy tentador que fuera, no le pediría a Deacon que me trajera café en un futuro próximo. Si había algo que odiaba, era parecer necesitada.
Entrecerré los ojos.
—¿Por qué tienes que ser tan amable? Hace que sea difícil estar molesta contigo.
—No me di cuenta de que estar molesto conmigo era un objetivo tuyo. —Sonrió y miró a su alrededor—. ¿Tu hija sigue durmiendo?
—Sí. Ya han pasado un par de horas, por encima de la media, aunque en ocasiones, pasa a unas tres. Me encanta. Es raro tener un descanso tan largo.
—Bueno, mejor que no vuelva a decir bolas de mono. De lo contrario, empezarás a reírte y la despertarás.
Y ahora me estaba riendo otra vez. Me cubrí la boca para amortiguar el sonido.
—Oh Dios mío, eso fue tan divertido.
—¿Mencioné que la Sra. Winsbanger me ama? —preguntó—. También me mira con malicia.
—¿La has visto realmente? Normalmente me doy cuenta de que su puerta se abre cuando está espiando a la gente en el pasillo. Creo que sólo la he visto una o dos veces.
—Una vez traté de ayudarla a llevar algo de mierda, pero se negó y me miró de la forma más sucia. Hubieras pensado que estaba tratando de robarle. Sólo estaba tratando de ayudar. —Agarró su teléfono—. Déjame buscarlo.
—¿Buscar qué?
—Bolas de mono. Tal vez me estoy perdiendo algo. —Escribió algo y se desplazó—. Según esto, bolas de mono es una jerga para el roce que hace que los chicos caminen como un mono. —Levantó la mirada de su teléfono—. Bueno, mierda. Eso no suena muy agradable. —Devolvió sus ojos a la pantalla—. ¡Oh! Mira esto. Las bolas de mono también son una fruta incomestible usada para el control de plagas. Protegen de las arañas.
—Se aprende algo nuevo cada día. —Me reí entre dientes.
—Gracias a la Sra. Winsbanger. —Puso los ojos en blanco, bajó el teléfono.
Dios, me dolían las mejillas. Tenerlo aquí me hizo darme cuenta de nuevo de cuánto extrañaba la interacción con los adultos.
Sacó su bebida de la bandeja, y noté que tenía algo de tinta en su muñeca izquierda, saliendo de debajo de su manga. Me pregunté cuánto de su brazo tenía cubierto. Parte de la tinta era una palabra, pero no pude verla claramente aparte de "hie" al final. ¿Era un nombre? ¿Ruthie? Ni idea.
También tenía las manos más grandes y hermosas, con venas prominentes y piel áspera. Dedos largos. Deacon era el epítome de la masculinidad. Obligué a mis ojos a dejar de admirarlo, en vez de concentrarme en la escritura del lado de la taza que sostenía. Parecía haber pedido tres tragos de café expreso solo, sin leche. Una bebida fuerte que combina con un hombre fuerte.
Se dio cuenta de que miraba su taza.
—Se equivocaron en mi nombre. Escribieron Beekman. ¿Quién carajo se llama Beekman?
—Mi papá en realidad —dije, forzando una cara seria.
—¿Hablas en serio?
Soltando mi expresión estoica, sacudí la cabeza.
—No.
—Ah... Carys hizo un chiste. Tal vez ella es más que la mojigata de al lado.
—¡Oye! —Me reí.
Guiñó el ojo.
—Sabes que estoy bromeando.
—Bueno, ciertamente puedo relacionarme con el asunto de la metedura de pata del nombre. Normalmente, escriben Paris en el mío, aunque sueno la C muy claramente.
—Eso es cierto, Carys-como-Paris.
—A veces escriben Karen. —Me encogí de hombros—. Pasa todo el tiempo.
Sus ojos se posaron en los míos.
—Carys es un nombre único. Me gusta mucho.
Había algo en la forma en que este hombre te miraba cuando hablaba. Te prestaba toda su atención. Sus ojos eran dos focos gigantes sobre mí que ahogaban al resto del mundo.
Al sentir que mis mejillas se calentaban, le dije:
—Gracias. Es galés.
—¿Eres galesa?
—Mi madre es mitad galesa, sí.
—Bueno, es un nombre hermoso.
Un escalofrío recorrió mi columna, como si me hubiera felicitado por algo mucho más excitante que mi nombre.
Mis sentidos se divirtieron entre el asombroso aroma de Deacon y el delicioso aroma del café expreso, dos de mis olores favoritos mezclados. Pero, sobre todo, mi cuerpo estaba hiperconsciente de la hermosa criatura que estaba frente a mí, una que había hecho gritar de placer a una mujer anoche.
Deacon se acercó a la esquina de la habitación. Lo admiré mientras examinaba las fotos expuestas en mis estantes. La mayoría eran de Sunny, pero levantó una de mí. Me preparé mientras él miraba de un lado a otro de la foto hacia donde yo estaba parada.
—¿Eras bailarina de ballet?
Asentí.
—Sí. Lo fui... durante varios años. Ya no, obviamente.
—¿Profesionalmente?
—Sí. Actué para el Ballet de Manhattan como bailarina principal.
Si antes pensaba que su mirada era penetrante, no era nada comparada con la forma en que me miraba ahora.
—Vaya. —Echó un vistazo a la foto. Me mostraba en un arabesco. La miró durante más tiempo del que me sentía cómodo—. ¿Por qué te detuviste?
Tragué, no estaba preparada para esta conversación.
—Tuve una lesión, y me obligó a retirarme. —Decir las palabras en voz alta me dejó un sabor amargo en la boca.
Pareció congelarse, casi como si le hubiera devastado escuchar lo que me había pasado.
—Lo siento. Tuvo que haber sido difícil pasar por eso.
—No fue fácil.
Deacon me miró fijamente, y con cada segundo que pasaba, me sentía un poco más desnuda.
—Fue lo más difícil que he pasado hasta ahora —finalmente admití.
—¿Qué hiciste... después? ¿Cuando ya no pudiste bailar más?
—Tomé un puesto entre bastidores en la compañía durante un par de años.
—¿Qué pasó con eso?
Me encogí de hombros.
—Sunny pasó.
—Ah. —Suspiró y volvió a colocar el marco en la estantería—. Por supuesto.
El hecho de que parecía genuinamente interesado me dio un empujón para abrirme un poco más.
—Bueno... “Sunny pasó” es la versión corta, en realidad. La historia más larga es que empecé una relación con el director del ballet. Charles es el hijo del dueño desde hace mucho tiempo. Está en su posición por medio del nepotismo. Charles estaba legalmente separado de su esposa cuando yo trabajaba para él. Me dejó para volver con ella, pero no antes de que me quedara embarazada.
—Mierda —dijo Deacon, dando unos pasos hacia mí.
—Sí. —Exhalé—. Descubrir lo del bebé no cambió nada con nosotros. Y honestamente, no lo hubiera aceptado de todas formas. Ya tenía dos hijos, y aunque le contó a su ex-esposa, ahora esposa, lo de Sunny, eligió no contarles a sus hijos lo de su media hermana. Me pidió que mantuviera su nombre fuera del certificado de nacimiento.
—¿No la apoya en absoluto?
—Me da dinero bajo la mesa. Una cantidad mínima, pero ayuda. Lo tomo porque no voy a dejar que el orgullo se interponga en el camino de cuidar a mi hija.
—Bueno, es una lástima que no asuma más responsabilidades.
—Honestamente preferiría que no estuviera en su vida en este momento. Lo único que se siente peor que no tener un padre cerca, es sentirse rechazado por el padre que ves de vez en cuando.
Me examinó los ojos.
—Suena como si tuvieras una experiencia personal con eso.
De alguna manera, esta carrera de café se había convertido en una sesión de terapia. Deacon tenía una cierta cualidad que me hacía sentir que podía decirle cualquier cosa, como si no me juzgara.
—Estarías en lo cierto —le dije—. Mi padre no estuvo para mí. —Sacudí la cabeza y bajé la mirada—. De todos modos, no hay necesidad de entrar en la historia de mi vida. Viniste a tomar un café. Esto es más de lo que esperabas.
—¿Estás bromeando? Yo soy el que hace las preguntas. Perdón por ser entrometido. —Tomó un sorbo de su bebida—. De todos modos, espero que no te importe que te diga, siempre he tenido curiosidad por tu... tu asunto, lo que le pasó al padre de tu bebé. No es asunto mío, pero me lo preguntaba.
Suspiré.
—Bueno, ahora ya lo sabes.
—Sí. —Sonrió.
Como no parecía ir a ninguna parte, decidí preguntarle algo que me había despertado curiosidad.
—¿Y qué hay de ti? ¿Cuál es tu asunto, Deacon? ¿Eres de Nueva York?
—No, en realidad. Soy de Minnesota. Vine a Nueva York desde California hace unos años porque quería un cambio. Pero puedo trabajar desde cualquier lugar.
—¿A qué te dedicas?
—Diseño juegos interactivos para una empresa con sede en Asia.
—Eso suena tan genial.
—Definitivamente no es una carrera que podría haber predicho, pero es divertida. Nuestra aplicación es muy popular, y lo hace bien. Así que eso me da un poco de seguridad laboral en el de otra manera impredecible campo del entretenimiento
—¿Así que nunca tienes que entrar en una oficina?
—Trabajo desde casa la mayor parte del tiempo. Sólo tengo que ir a la oficina de la compañía en Nueva York de vez en cuando para las reuniones. Su sede está en Japón.
—Es una gran situación.
—Lo Es. Pero a veces es difícil organizar tus cosas en casa. Me distraigo mucho.
—Sí. Creo que una vez escuché una de esas distracciones durante la tarde. —Guiñé el ojo.
—Auch. —Hizo una mueca—. Y aquí estaba yo, pensando que había hecho un buen trabajo distrayéndote de tu impresión inicial de mí. —Formó sus dedos en una L de perdedor sobre su frente—. Fallé.
Me reí.
—Sólo bromeaba. —Me sorprendió lo rápido que me sentí cómoda con él. Disfrutaba de su compañía.
—De todos modos —dijo—. Lo bueno de trabajar a distancia es que puedo trabajar a todas horas. Así que, si estoy holgazaneando durante el día, hago mis cosas por la noche.
—Es increíble tener una flexibilidad como esa. Estoy tratando de encontrar un trabajo de tipo similar mientras hablamos. ¿Sabes de alguien que esté contratando?
—No así de la nada, pero puedo mantener una oreja atenta. ¿Qué tipo de trabajo estás buscando?
—Bueno, mi experiencia es más bien trabajo administrativo. Entonces, ¿tal vez como asistente virtual? Pero estoy abierta a algo nuevo. Tengo un título en estudios generales, pero pasé tantos años centrada en el ballet que mi currículum es limitado, aparte del par de años que trabajé entre bastidores. Asumí durante tanto tiempo que la danza sería mi carrera.
—Por supuesto. —Asintió—. Eso tiene sentido.
Jugué con el tapón verde que venía con mi café con leche.
—No tener trabajo ha estado bien durante un tiempo. Al principio siempre planeé quedarme en casa con Sunny, pero creo que sería bueno para mi salud mental salir de casa un par de días a la semana o encontrar algo que pueda hacer desde casa. Es difícil encontrar la situación perfecta. Pero definitivamente no quiero dejarla cinco días a la semana.
Deacon dejó salir un aliento exasperado, pareciendo casi abrumado.
—Un niño lo cambia todo, ¿eh?
—Sí. Realmente lo hace. Estos seis meses han pasado de forma borrosa. Me siento como si hubiera estado en mi propio mundo. Pero no lo cambiaría. Mi hija lo es todo.
—Bueno, si de algo cuenta, por lo poco que he presenciado, creo que estás haciendo un gran trabajo. Parece un bebé feliz. Eres una buena madre.
Sus palabras hicieron que mi corazón se agitara. No creo que nadie me haya dicho eso antes. Y por mucho que supiera que me esforzaba cada día, era agradable oír a alguien reconocerlo.
—Gracias, Deacon. Eres muy dulce.
—No escucho eso muy a menudo, pero está bien.
Nuestros ojos se cerraron. Luego, de repente, miró hacia abajo a su teléfono.
—De todos modos, te dejaré disfrutar del último de tus momentos de tranquilidad antes de que se despierte.
Quería decirle que no tenía que irse. En vez de eso, le dije:
—Me alegro de que me conocieras un poco hoy... para que sepas que soy algo más que un vecino malhumorado y jodepolvos.
—Y espero que me veas como algo más que el promiscuo de al lado.
—Todavía no. —Guiñé el ojo—. Pero estamos llegando a eso.
Se rió.
—Cuídate, Carys. Y si necesitas algo del mundo exterior, sólo dilo.
Mi ceja se levantó.
—¿Cuál es la palabra?
Se rascó la barbilla.
—Eso tendría que ser... bolas de mono.
Me reí.
—Ah. La elección perfecta.
Cuando se dirigía a su apartamento, le llamé:
—Gracias de nuevo por los pañales y el café.
Se dio la vuelta para mirarme, caminando hacia atrás y mostrando una hermosa sonrisa que me hizo doler un poco el corazón.
—Pañales y café. No puedo decir que me hayan dado las gracias por esa combinación antes. —Guiñó el ojo—. Es un placer.
Después de cerrar la puerta, me recosté contra ella, atrapándome en medio del desvanecimiento.
¿En serio, Carys? Eres patética.
Ni siquiera vayas allí. No tocaría esta situación ni con un palo de tres metros. Deja que mi corazón hambriento tome el gesto caritativo de un hombre y lo convierta en el comienzo de un romance irreal.
Después de terminar el resto de mi café, abrí la bolsa de pañales que él había traído.
Había algo más que el paquete de Luv dentro.
Había traído un pequeño peluche de Peppa Pig.
Y unos tapones para los oídos.
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
2
Carys
El encantador de bebés
Un par de semanas después, Sunny tuvo una cita con el pediatra en el centro a última hora de la tarde. Ya que estábamos fuera, la llevé a ver a mi amiga Simone para una cena temprana en un restaurante cerca del consultorio del doctor.
—¿Cómo fue su cita? —preguntó Simone mientras revisaba la tarjeta laminada que listaba los especiales de hoy.
—El chequeo de los seis meses fue genial. El doctor dice que su peso está justo en el objetivo para su edad.
—Me alegro mucho. —Levantó la mirada del menú—. ¿Y tú cómo estás?
Hice una pausa, momentáneamente me perdí en cómo responder a eso.
—Bien... bien.
No tenía sentido desahogarme con mis problemas diarios. Simone y yo estábamos en dos lugares diferentes en la vida, y ella probablemente no lo entendería. Como una de las mejores bailarinas de ballet de la ciudad, Simone estaba donde yo habría estado si no me hubiera lesionado: una bailarina principal de élite, actuando de noche, durmiendo la mayoría de las mañanas y asistiendo a los ensayos por las tardes, además de tener una vida social activa. En muchos sentidos, vivía indirectamente a través de ella. Así que, en lugar de admitir que la mayoría de los días me sentía sola o preocupada por mis finanzas, simplemente respondía con bien.
—¿Has estado cuidando de ti misma? —preguntó.
—¿Te refieres a... auto-cuidado?
—Sí. Tomarte un tiempo para ti misma.
Miré a Sunny, que estaba sentada en la trona. Sus mejillas estaban sonrojadas, probablemente por la vacuna que acababa de recibir. El médico me había advertido que podría tener un poco de fiebre.
Puse mi mano en su frente.
—Descanso cuando ella descansa, pero no he tenido la oportunidad de salir mucho o, ya sabes, recibir un masaje o alguna mierda así. Simplemente no hay tiempo.
Llegó nuestra comida, y las preguntas de Simone se detuvieron un poco mientras paleábamos nuestras hamburguesas y papas fritas.
—¿Piensas volver al trabajo en algún momento? —preguntó de repente.
Limpiando el kétchup de un lado de mi boca, respondí.
—Si puedo encontrar a alguien de confianza para vigilar a Sunny. Pero entonces tendría que sopesar el costo contra el beneficio.
—Es una pena que tu madre no esté más cerca.
Vaya broma.
—Bueno, no estoy segura de que sea capaz de manejarlo de todos modos.
Amaba a mi madre, pero no era capaz de cuidar de Sunny. Nos tuvo a mi hermano y a mí muy joven, y me dijo que había terminado de criar niños y que ahora era el momento de disfrutar de la vida. Se había mudado de donde yo crecí en Nueva Jersey a Florida hace unos años. Me había dejado clara su posición el par de veces que le había insinuado que le agradecería que me visitara más.
Simone saltó un poco en su asiento, pareciendo que había tenido un momento de bombilla.
—Sabes, Cynthia me dijo que están buscando contratar a una nueva persona de relaciones públicas. Me pregunto si te consideraría para el trabajo. Quiero decir, ya sabes los entresijos del ballet. Eres atractiva, cuando no llevas el uniforme de mamá, y eres simpática. Apuesto a que podrías hacer mucho desde casa, escribiendo comunicados de prensa y cosas así. Probablemente sólo tendrías que ir a la oficina de vez en cuando o aparecer en eventos especiales.
Simone actuaba para una compañía de ballet diferente a la que yo tenía. Aunque nunca consideraría volver a trabajar para mi antigua compañía, ya que el padre de Sunny seguía siendo el director, un trabajo en una compañía competidora sería ideal.
Me animé con su sugerencia.
—¿En serio? ¿Crees que me consideraría?
—Siempre está hablando de lo mucho que te admira. Y no te lo tomes a mal, pero hablamos de lo mucho que es una pena que te hayas lesionado en la flor de la vida. Eres legendaria en muchos sentidos. Todo el mundo se pregunta qué habría sido si no hubieran sacado a Carys Kincaid.
Sentí sus palabras en lo profundo de mi alma. La agonía de no poder volver a actuar profesionalmente era algo que trataba de suprimir.
—Prefiero seguir bailando que ser una leyenda, pero es bueno saber que soy respetada póstumamente.
—¿Póstuma? ¡No estás muerta, Carys!
—Lo sé, pero en el mundo del ballet, bien podría estarlo.
—Míralo de esta manera, si no fuera por tu accidente, todavía estarías bailando, pero puede que nunca te hubieras acercado a Charles, y Sunny nunca habría llegado a existir. Por mucho que odiemos a Charles ahora, él te trajo a Sunny. Todo sucede por una razón.
—Bueno, definitivamente no me arrepiento de ella, así que tienes razón en eso.
Miré a mi hija. Sunny sonrió como si pudiera entender que estábamos hablando de ella. Amaba tanto su carita de calabaza. Tenía el muñeco de Peppa de Deacon en la mano y lo agitaba.
—Es un juguete tan lindo —dijo Simone.
—Mi vecino se lo compró.
—¿La anciana del otro lado del pasillo?
—No. No la loca Sra. Winsbanger. El tipo del 5B.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿El guapísimo que vimos salir la última vez que te visité?
—Sí. Deacon.
—¿Le compró un juguete?
Asentí.
—Corrió a la tienda por mí hace un par de semanas y compró eso como una sorpresa. Y eso fue después de que le regañara por follarse a alguien demasiado fuerte la noche anterior.
Simone se cubrió la boca.
—Oh, mierda. ¿Lo regañaste?
—Sí. Una conversación embarazosa, pero fue muy amable cuando le pregunté si podía bajar la voz.
Se inclinó hacia atrás en su silla y cruzó los brazos.
—Apuesto a que sé cómo solucionar ese pequeño problema.
—¿Cómo?
—Puede mantenerte despierta en una manera diferente... ya sabes, en tu lado de la pared. —Guiñó el ojo—. No puedes quejarte si eres la que recibe la acción.
—Muy graciosa. —Deseché la broma, pero sentí que mis entrañas se calentaban. No era como si no se me hubiera ocurrido ya. Antes de que pudiera explicarle por qué no estaba sucediendo, se puso de pie.
—De todas formas, tengo que irme. Tengo una cita esta noche para la que tengo que prepararme. Hablaré con Cynthia sobre la vacante de relaciones públicas y te diré lo que descubra, ¿de acuerdo?
Eso me dio tanta ansiedad como emoción.
—Gracias. Realmente lo aprecio. —Me levanté de mi asiento para abrazarla y vi como besaba a mi hija en la parte superior de la cabeza.
Después de que Simone se fuera, le di a Sunny un par de tarros de comida para bebés en nuestra mesa.
Más tarde, cuando la abrigué para irme, le hablé como lo hacía a menudo, aunque no podía contestarme.
—¿Qué opinas? ¿Estarías bien si volviera al trabajo? No quiero dejarte, pero también quiero asegurarme de que puedo cuidar de nosotras.
Ella arrulló, y le besé la frente.
—Lo resolveremos, ¿verdad? Siempre lo hacemos.
*
Esa tarde, cuando Sunny y yo llegamos a nuestro edificio, nos encontramos con Deacon y "una amiga", una pelirroja ardiente. Se acercaban por el extremo opuesto de la manzana. Me preguntaba si era la misma persona de esa noche hace dos semanas.
Cuando Deacon me vio, levantó la mano.
—Hola, Carys.
—¡Hola! —Detuve el cochecito frente a la entrada.
—Déjenme abrirles la puerta —dijo.
Deacon mantuvo la puerta abierta mientras yo empujaba el cochecito de Sunny. Normalmente tenía que doblarlo y llevarlo al segundo piso con una mano, mientras sostenía a la bebé con la otra. Pero tan pronto como la saqué, Deacon se esforzó por cerrar el cochecito y lo subió por las escaleras por mí mientras su cita lo seguía en silencio.
—Gracias por la ayuda —dije, mi voz resonando en el hueco de la escalera.
—Por supuesto. —Sonrió. Cuando llegamos a nuestro apartamento, finalmente dijo—, esta es Kendra.
—Encantada de conocerte —dije, sintiéndome celosa al instante. No debería haberlo hecho, pero supongo que me había enamorado del tipo.
—Encantada de conocerte también —dijo Kendra—. Tu hija es adorable.
—Gracias.
Una vez que llegamos a nuestras respectivas puertas, Deacon apoyó el cochecito contra la pared fuera de mi apartamento.
Notó el juguete en la mano de Sunny.
—Le gusta el cerdo, ¿eh?
—Sí. —Sonreí—. Esa fue una buena elección. Gracias.
Kendra se volvió hacia él y le dijo:
—Aww... ¿le compraste eso? Es tan dulce.
—Lo fue —dije—. Y ayudó a calmarla hoy.
—¿Qué pasó hoy? —Deacon preguntó, pareciendo preocupado.
—Tenía una cita con el médico.
Sus ojos se entrecerraron.
—¿Todo bien? ¿Está enferma?
—Sólo un chequeo.
—¿Salió bien?
—Sí. Gracias por preguntar. Tenía que ponerle una vacuna, así que eso siempre es estresante. Pero salió bien.
—Me alegra oírlo. —Sonrió—. Bueno... que tengan una buena noche. Nos dirigimos al interior para una agradable y tranquila velada. —Guiñó el ojo—. Tal vez jugar un poco de parchís.
—Ah... bueno, diviértete con eso. Ahora tengo tapones para los oídos en caso de que tu parchís se vuelva alborotador.
Se rió.
—Que tengas una buena noche, Carys.
—Tú también. —Saludé a Kendra—. Encantada de conocerte.
—Lo mismo. —Ella sonrió.
Me tragué mis celos mientras desaparecía en mi apartamento.
*
Más tarde esa noche, Sunny estaba inconsolable. No dejaba de llorar, y me maldije a mí misma por dejar que le pusieran esa inyección hoy. Llamé a la línea directa de una enfermera, y me dijeron que su fiebre de 37 grados era normal en esas circunstancias, y que no había necesidad de llevarla a una sala de emergencias. Me dijeron que la vigilara y que me asegurara de que tomara suficientes líquidos.
La llevé a mi habitación porque no podía dejarla sola así. También pensé que abrazarla ayudaría, pero no parecía importar. Abrazarla sólo me hacía sentir mejor a mí.
Sus lamentos continuaron mientras caminaba por la habitación y la mecía. Nunca la había visto así antes.
Llamaron a la puerta y apenas oí a través de sus llantos.
Mierda. ¿Se había quejado uno de los vecinos? No necesitaba la ira de nadie encima de esto.
Me acerqué a la puerta y miré por la mirilla.
Era Deacon. Al recordar que tenía a esa chica, me acobardé. Los papeles se habían invertido. Ahora estábamos perturbando su paz.
Cuando abrí, empecé a balbucear antes de que pudiera decir nada.
—Sé que te estamos molestando, pero no puedo hacer que deje de llorar. Lo siento mucho. Tiene fiebre por la inyección, creo, y no hay nada que pueda hacer. Así que si te vas a quejar como yo lo hice, sería justo, pero no puedo hacer nada al respecto, así que...
—Carys, cálmate. Está bien —dijo, poniendo sus manos sobre mis hombros.
El contacto inesperado disparó lo que se sintió como una corriente eléctrica a través de mí, lo que detuvo mi divagación. Dejé salir un largo aliento.
—No puedo calmarme. Mi bebé está sufriendo.
—No he venido aquí a quejarme. Nunca haría eso. Está claro que no puedes evitarlo.
—¿Entonces por qué estás aquí?
—Quería asegurarme de que estás bien.
Mi corazón se ablandó, pero no me dejé llevar.
—No tienes que revisarme, Deacon.
—Ya lo sé. Quería hacerlo. Probablemente no hay nada que pueda hacer, pero no puedo escuchar a un bebé gritando durante dos horas seguidas y no ofrecer ayuda.
Me di cuenta de que Deacon había dejado a esa chica para venir aquí. Kendra.
—¿Dónde está Kendra?
—Volvió a su casa.
—¿Se fue por el ruido?
—Ella... tenía que levantarse para trabajar temprano en la mañana, así que se fue a casa a dormir.
—Sunny te bloqueó totalmente la polla esta noche. Lo siento.
Realmente no lo sentía.
Agitó la mano restándole importancia al comentario.
—Está bien.
—Cuando esto termine, puedes hacer follarte a alguien hasta que se le vuelen los sesos a todo volumen como compensación.
Esperaba que se riera, pero en cambio me miró con preocupación. Inmediatamente deseé poder retirar mi burda broma.
—¿Intentaste darle un baño fresco? No soy un experto, ¿pero no le bajaría la fiebre? Recuerdo a mi madre haciendo eso por mi hermano cuando era pequeño y tenía fiebre.
Parecía tan obvio, pero no se me había ocurrido, ni a las malditas enfermeras con las que había hablado aparentemente.
—Sabes qué? Es una buena idea. Creo que voy a empezar a bañarme ahora mismo. ¿Te importaría sostenerla mientras corro al baño y lo preparo?
Deacon miró ansiosamente por la habitación. ¿Intentaba encontrar una razón para no tomarla?
—Eh... claro —dijo finalmente.
Le entregué a Sunny y me tomé unos segundos para admirar lo lindo que era ver a Deacon sosteniéndola, haciéndola rebotar suavemente.
Me apresuré a ir al baño, sin querer asustarlo demasiado. Ya había interrumpido su noche lo suficiente. Con agua corriendo en la bañera, comprobé la temperatura, así que estaba fresca, pero no demasiado fría. Cuando finalmente cerré el grifo, noté algo extraño: silencio.
Por primera vez en toda la noche. Sunny no estaba llorando. Mi primer instinto fue alarmarme. ¿Se había desmayado?
Salí corriendo al salón, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, Deacon se llevó el dedo índice a la boca.
—Se acaba de dormir —susurró.
De alguna manera, todavía estaba preocupada.
—¿Estás seguro de que está respirando?
—Estoy seguro. Puedo sentirlo y oírlo. —Se balanceaba de un lado a otro—. Tengo miedo de detener este movimiento, porque así es como la hice dormir.
Mientras lo veía mecerla de un lado a otro, mis ovarios se sentían como si estuvieran a punto de explotar. Este hombre era sexy cuando no estaba sosteniendo un bebé. ¿Ahora? Fuera de lo normal.
—No entiendo por qué no pude hacer que se durmiera, y luego la sostienes por cinco minutos...
—Tampoco puedo decir que lo entiendo. —Mirándola, dijo—: Aunque tengo que ser honesto. Quería correr por las colinas cuando me pediste que la cargara. Pero ella lo hizo fácil. —Deacon se encogió de hombros—. No está mal para ser la primera vez que sostengo un bebé, ¿eh?
Mi boca se quedó boquiabierta.
—¿Primera vez? Me estás tomando el pelo.
—No. —Se rió.
—Imagínate
Se veía tan cómoda en sus grandes brazos. No me extraña que se haya quedado dormida. Debe haber sido como estar en una cama grande y cálida comparada con la habitual cuna plegable con resortes incómodos.
—Creo que estará bien si dejas de mecerte. Normalmente, una vez que se duerme, permanece dormida.
Su voz era baja.
—¿Debería bajarla?
Disfrutaba demasiado viendo cómo la abrazaba como para sugerirlo.
—Intentemos ponerla en la cuna, sí.
Deacon me siguió a la habitación de Sunny. La colocó cuidadosamente en el colchón, y al principio parecía que había tenido éxito.
Salimos de puntillas de la habitación, aparentemente sin novedad, hasta que oímos un crujido.
¡Mierda!
Y ahí estaba el llanto otra vez.
—Maldición —gimió—. Pensé que había sido cuidadoso.
—Lo fuiste. No es tu culpa. Ella de alguna manera lo sintió. Lo mismo me ha pasado antes. Debe estar súper sensible esta noche porque está enferma.
Entré a buscarla, pero una vez más, no dejaba de llorar. Era como había sido antes.
—¿Debería intentar acunarla de nuevo? —preguntó.
—No puedo obligarte a hacerlo. Esto no es tu...
—No hay problema, Carys. De verdad.
Deacon extendió sus manos, y la puse en sus brazos otra vez. Volvió a salir a la sala y esta vez se sentó en el borde del sofá, aun meciéndose.
Lenta pero seguramente, durante los siguientes minutos, su llanto se redujo hasta que fue inexistente. Sunny se durmió de nuevo en su cama grande.
Sacudí la cabeza con asombro.
—Definitivamente le gusta estar en tus brazos.
Le sonrió.
—Todo lo que quieras hacer, ve a hacerlo. Porque no creo que me vaya a levantar pronto.
—No puedes quedarte sentado con ella toda la noche.
—¿Por qué no?
—Porque es tarde. ¿No tienes que dormir?
—El sueño está sobrevalorado. Además, no olvides que trabajo desde casa, así que puedo dormir mañana si lo necesito y ponerme al día con el trabajo más tarde.
Después de sudar por los nervios toda la noche, necesitaba una ducha. Normalmente me bañaba cada noche antes de acostarme, pero con Sunny alterada, no había podido. ¿Sería terrible si aceptara su oferta? Odiaba sentirme como un caso de caridad, pero si no iba a ninguna parte por un tiempo, ¿por qué no aprovecharlo?
—Sólo voy a tomar una ducha rápida, ¿si eso está bien?
—Tómate tu tiempo. No te apresures. Estaré aquí.
A pesar de sus palabras, no podía relajarme en la ducha. Así que me lavé el cabello y me froté el jabón por todo el cuerpo rápidamente. Sin embargo, me tomé el tiempo de cepillarme bien el cabello mojado después, y me puse un poco de corrector bajo los ojos para eliminar las ojeras. Quería verme bien delante de Deacon, aunque fuera difícil de admitir, y aunque no saliera nada. Había un hombre extremadamente atractivo en mi apartamento, y si tenía la oportunidad de no verme mal, la tomaría. No era como si hubiera planeado que viniera esta noche.
Antes de aventurarme a salir a la sala, me asomé por la puerta de mi dormitorio para poder disfrutar de la vista de Deacon sosteniendo a Sunny sin que notara la mirada de desmayo en mi cara.
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Deacon no puede ser mas lindo, me encanta a pesar de ser un promiscuo, que tales faenas las que tiene por ciertas noches jajaja estos capis me han hecho reír.
Es lamentable lo que le ha tocado vivir a Carys, mira que perder tu carrera porque mierda sucede a de ser horrible aparate de que el papá de su hija es un idiota pero el se lo pierde y Sunny no merece un padre así, así que mejor solas que mal acompañadas, me encanto que Deacon sea quien calme a Sunny creo que así se enamoraran de la bebe ya que ella ya esta enamorada de él. Ahora espero que Cary pueda conseguir ese trabajo porque resulta bastante ideal para ella en este momento.
Muchas gracias.
evanescita- Mensajes : 1331
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Me uno
-Tú eres mi perfección. Soy todas esas cosas por ti. -dijo sacudiendo su cabeza a lo que él consideró como una seria confusión-. Existo por ti, Nina. Este ser mortal tan precioso para el Creador del Universo que permitió mi existencia. Dime que eso no es increíble.
--Jared Ryel--
Loam- Mensajes : 1208
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Mierda che, estás autoras siempre me enganchan!
Me encanta Deacon, la vecina chusma es un plato y Carys no la tiene fácil, estar totalmente sola con un bebé sin contar con la ayuda de nadie, es terrible!
Me encanta Deacon, la vecina chusma es un plato y Carys no la tiene fácil, estar totalmente sola con un bebé sin contar con la ayuda de nadie, es terrible!
Yani- Mensajes : 5497
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Deacon es un buen tipo, Carys es una buena madre y la señora vecina muy divertida. Es muy difícil criar a un bebé sola pero ella lo está haciendo bien.
yiniva- Mensajes : 4916
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bruja_luna_- Mensajes : 370
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Luz Guerrero- Mensajes : 541
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Edad : 27
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Dos capítulos y ya me he enamorado!
Gracias.
Gracias.
-Tú eres mi perfección. Soy todas esas cosas por ti. -dijo sacudiendo su cabeza a lo que él consideró como una seria confusión-. Existo por ti, Nina. Este ser mortal tan precioso para el Creador del Universo que permitió mi existencia. Dime que eso no es increíble.
--Jared Ryel--
Loam- Mensajes : 1208
Fecha de inscripción : 12/12/2015
Edad : 28
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Deacon en verdad que es un encanto... en verdad que el chico tiene todo para ser el hombre ideal...
Pobre Carys esta tan sola... comprendo su desesperación, su vida no es nada fácil, ademas con la bebe y sin nada de ayuda, no es muy alentador.
Pobre Carys esta tan sola... comprendo su desesperación, su vida no es nada fácil, ademas con la bebe y sin nada de ayuda, no es muy alentador.
berny_girl- Mensajes : 2842
Fecha de inscripción : 10/06/2014
Edad : 36
Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
Estoy de acuerdo con ustedes Deacon es un encanto , me encanta su personalidad y la manera en como trata de ayudar a Carys . El regalo que le dio a Sunny fue un lindo detalle y me dio mucha risa los comentarios de la vecina . Definitivamente Carys es un buena madre aunque la situación por la que esta pasando no es mejor se que con la ayuda de Deacon y el trabajo que estoy segura que conseguirá todo estará mejor .
Eadlyn Shaw- Mensajes : 441
Fecha de inscripción : 03/06/2014
Edad : 26
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Re: Lectura #7 2020 The Anti-Boyfriend - Penelope Ward
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Deacon
Ni siquiera lo pienses
Deacon
Ni siquiera lo pienses
Estaba bastante seguro de que mis bolas se habían dormido. O si no estaban completamente dormidas, estaban definitivamente entumecidas por la falta de movimiento. No quería que la bebé se despertara de nuevo, así que no me había movido ni un centímetro en todo el tiempo que Carys estuvo en la ducha.
¿Cómo me metí en esta situación?
Oh, sí. Me sentí mal por Carys y quise mostrar mi preocupación. Nunca pensé que sería capaz de ayudar. Porque, mierda, ¿qué demonios sabía yo de bebés? Absolutamente nada. Y siempre pensé que era mejor que las cosas siguieran así. Una responsabilidad tan grande. Lo último que esperaba era que me sintiera cómodo sosteniéndola, o que ella quisiera que lo hiciera. Aparentemente a esta pequeña le gustaba por alguna razón.
Cuando Carys volvió a salir, casi hice una doble toma. Su cabello largo, liso y rubio fresa estaba suelto y secado con una toalla. Nunca había visto su cabello suelto antes. Normalmente lo tenía atado, lo que también era agradable porque tenía un cuello hermoso. Llevaba un camisón corto que se pegaba a su pequeña estructura. Carys era atractiva de una manera elegante. No fue una sorpresa que fuera bailarina de ballet, aunque normalmente no mostraba su cuerpo. ¿Y por qué debería hacerlo? Cuidar de su hija era su prioridad. No era como si necesitara impresionar a alguien.
Pero maldición. Se sentía un poco mal el estar revisándola bajo las circunstancias. Desde el momento en que la conocí, pensé que era muy atractiva. Pero el hecho de que fuera la madre de alguien la hizo automáticamente fuera de los límites.
—¿Todo bien? —preguntó.
—Perfecto. —Susurré—. Aparte del hecho de que mi trasero tiene esa sensación de pinchazos por no moverse. Pero tengo miedo de que, si te la entrego, se despierte.
Se rió.
—Eres un santo, Deacon. Siéntete libre de pasármela en cualquier momento, incluso si se despierta. No tienes la responsabilidad de quedarte.
Tal vez no, pero no quería que Sunny empezara a llorar de nuevo. Al menos uno de nosotros, Sunny, estaba durmiendo en la situación actual.
Carys se sentó frente a mí en el sofá.
Miró a su bebé.
—Todavía no puedo superar el hecho de que ni siquiera habías sostenido a un bebé antes, y lo clavaste en tu primer intento.
—Eh. Ella me lo hace demasiado fácil. Ventaja injusta.
Carys sonrió. Fue agradable ver que se había relajado un poco. Parecía muy tensa esta noche cuando la ayudé a subir las escaleras, y eso fue antes de que ocurriera todo esto del llanto. Ahora que lo pienso, Carys parecía estar nerviosa la mayor parte del tiempo. No es que la culpara. Tenía su plato lleno.
Realmente tenía una bonita sonrisa. Y realmente necesitaba dejar de notarlo. Esta chica podría haber tenido un cartel en su cara que dijera: "Ni siquiera lo pienses". No saldría con nadie que tuviera un hijo; los niños no estaban en las cartas para mí. Ya sería bastante malo joder inevitablemente una relación con alguien que viviera al lado, ¿pero involucrar a un hijo que podría resultar herido cuando te fueras? No, gracias. No importa lo malditamente linda o intrigante que fuera Carys, no iría allí.
Sin embargo, ella me fascinaba. Incluso antes de saber algo de ella, tenía la sensación de que había algo más de lo que se veía a simple vista. Algo en sus ojos, tal vez... siempre estaban tratando de contar una historia. Durante mucho tiempo, no pude poner mi dedo en la llaga. Pero cuando vi esa foto de sus días de ballet, empezó a tener sentido. Su vida tal como la conocía había sido interrumpida por un evento traumático.
Podría identificarme con eso. Tal vez había sentido de alguna manera que teníamos eso en común. Tal vez por eso me sentí atraído por ella en el momento en que la miré a los ojos.
Quería saber más sobre su pasado, pero no quería entrometerme.
Me tomó un poco desprevenido cuando se entrometió un poco.
—Entonces... ¿con cuántas mujeres sales a la vez? Las escucho en tu apartamento de vez en cuando, pero no sé si son las mismas o diferentes.
—No te contengas —dije, abriendo los ojos.
Se ruborizó.
—Perdona si estoy siendo entrometida. Sólo tengo curiosidad.
—Estoy bromeando. No pasa nada. —Suspiré y me encogí de hombros—. Salgo por ahí. No voy a mentir. Pero no me acuesto con todas ellas, como probablemente estás suponiendo. Contrariamente a la creencia popular, se vuelve un poco agotador.
Ella frunció los labios.
—Hmm... Es interesante que digas eso.
—¿Por qué?
—Me doy cuenta de que tú... Bueno... —dudó.
¿A dónde quiere llegar?
—¿Yo qué?
—Cuando he... escuchado las cosas...
—¿Si?
—He notado que duras mucho tiempo. A veces me pregunto si eso es resistencia o...
—¿Aburrimiento? —Me reí.
—Sí. Supongo.
Asentí.
—Está bien. ¿Verdad? A veces puede deberse a la falta de interés. Los humanos no son máquinas. Me gusta el sexo... me encanta con la persona adecuada. Pero hay veces en que no estoy de humor, o la química no era lo que pensaba que sería.
—Perdón por todas las preguntas. Sólo estoy viviendo indirectamente a través de alguien que realmente tiene una vida sexual.
Tal vez fue una pregunta tonta, pero la hice de todos modos.
—¿Por qué no puedes tener una vida sexual?
—Es un poco difícil salir y conocer gente cuando tienes un bebé. Apenas puedo ir al baño.
—Bueno, no por nada, pero si pones tu foto por ahí, seguro que encuentras una fila de tipos dispuestos a hacer visitas a domicilio.
Se estremeció.
—Eso es un poco inquietante. Tengo que tener cuidado de a quién traigo a su alrededor.
—Lo entiendo. Estaba bromeando, no sobre la existencia de una línea, sino sobre que sea una opción segura y factible para ti.
—De todos modos, los rollos de una noche no son lo mío. Nunca he tenido uno, y no creo que sea el momento de empezar.
Mi curiosidad creció por segundos.
—¿Tu última relación fue con el padre de Sunny?
—Sí. —Miró a su hija—. Era la figura mayor, poderosa y con autoridad que me atrajo con una falsa sensación de seguridad. Aparentemente me usaba para pasar el tiempo hasta que decidió volver con su ex-mujer. Es una mierda, pero fue una gran lección de vida... ten cuidado en quién confías. —Parecía contemplativa—. Pero, como siempre digo, saqué a Sunny de eso. Ser una madre tan joven no era algo que planeé, pero no lo cambiaría.
—¿Cuántos años tienes? —pregunté.
—Veinticuatro.
Maldición. Era más joven de lo que pensaba.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó.
—Veintinueve.
—Caramba. —Sonrió—. Sólo bromeaba. Iba a adivinar en ese rango.
—¿Qué edad tiene tu ex?
—Treinta y ocho.
Me preguntaba si le gustaban los hombres mayores en general, o si eso era sólo un trato puntual. Había muchas cosas que me preguntaba sobre Carys. Cosas que probablemente no tenía por qué saber.
La bebé parecía estar profundamente dormida ahora. Mientras miraba su dulce carita, esos ojos almendrados y su pequeña nariz regordeta, tuve el coraje de preguntarle algo más que siempre quise saber. Esperaba que no la ofendiera.
—¿Cuándo te enteraste de que Sunny...
Terminó mi pensamiento.
—¿Cuándo me di cuenta de que tenía el síndrome de Down?
—Sí. Espero que no te importe que pregunte.
—No, en absoluto. Me gusta cuando la gente me pregunta sobre ello. No deberían tener miedo. —Ella miró a Sunny—. No lo supe hasta que nació.
Mi primer pensamiento fue decir algo como, "Eso debe haber sido devastador". ¿Pero por qué? ¿Por qué sería devastador? ¿Porque es diferente? Elegí dejar que Carys continuara, porque no quería decir nada malo.
—Por supuesto que fue impactante, ¿sabes? Y al principio, estaba triste, como si hubiera habido algún tipo de pérdida, pero eso fue sólo porque era realmente ignorante sobre el síndrome de Down en ese momento. Me alimentaba de las reacciones de otras personas, que decían cosas como "Lo siento". ¿Puedes creerlo? En retrospectiva, estaban tan equivocados, aunque tuvieran buenas intenciones. Lo siento es algo que se dice cuando alguien muere, no cuando nace. Espero que nadie me diga nunca lo siento en el futuro. Porque les daría un escarmiento.
¿Ves? Mi instinto de callar fue correcto.
—¿Cuánto tiempo te tomó darte cuenta de que no era algo a lo que temer?
—Empecé a conectarme con otros padres de niños con síndrome de Down, y fue un mundo totalmente nuevo. Cuando ves a sus hijos prosperando, felices, comunicándose, cuenta una historia diferente a la que se basa en el miedo o la desinformación.
—Bueno, definitivamente estoy aprendiendo de esta conversación. Nunca he conocido a nadie con síndrome de Down antes de Sunny. Pero puedo ver claramente que es un bebé sano y feliz.
Sunny continuó durmiendo durante nuestra conversación susurrada.
—No me malinterpretes —dijo Carys—. Definitivamente se enfrentará a desafíos que un niño típico no tendría. Pero en general, nuestro día a día es el mismo que si no tuviera síndrome de Down. —Se quedó mirando—. Cuando la gente me pregunta qué tiene o cómo me siento, les digo que fue bendecida con un cromosoma extra y lo dejo así.
Me encantaba eso. Asentí.
—Todo es cuestión de perspectiva.
—Así es. Y no la veo como discapacitada. Única, tal vez. Pero no es discapacitada. —Carys jugó con un poco de pelusa en el sofá—. Me dijeron que esperara que su discurso se retrasara. Empezó con los servicios de intervención temprana tan pronto como nació. Alguien viene al apartamento un par de veces a la semana. Tal vez tenga que aprender el lenguaje de señas antes de empezar a hablar, pero lo tomaré como viene. Alinearé al mejor terapeuta del habla. Aprenderé todo lo que pueda por mí misma. Pero ya la veo intentando comunicarse conmigo. Aunque las palabras no se formen tan claramente o tan rápido como otros niños, nos las arreglaremos.
Admiraba a Carys antes, pero ahora la respetaba y admiraba aún más. Esta chica es fenomenal. Si todos los chicos con desafíos tuvieran la suerte de tener un padre como ella.
Pero lo que dijo después me rompió el corazón.
—Creo que la única vez que me afecta es cuando salgo con ella en público. ¿Sabes que a veces la gente ve a un bebé y se inclina para verlo más de cerca? Bueno, algunas personas nos hacen eso. Y a veces, veo que sus caras pasan de felices a compasivas cuando se dan cuenta de que ella se ve diferente. Eso me pone triste, no triste por mí, sino triste porque la gente la mira como algo desafortunado, algo que merecería una mirada comprensiva. —Sus ojos lloraban, y se los limpió rápidamente—. Lo odio, Deacon. Lo siento. No hablo de estas cosas a menudo.
—Gracias por compartir todo esto conmigo. —Esta conversación había cambiado la forma en que veía a las personas con necesidades especiales.
Me miró fijamente a los ojos.
—Gracias por no tener miedo de preguntar.
Miré la dulce cara de Sunny con un nuevo sentido de esperanza.
—¿Crees que valdría la pena intentar bajarla de nuevo?
—Sí, así es.
Me levanté con cuidado del sofá. Se sintió bien estirar las piernas y quitar la presión de mi entumecido trasero y bolas.
Seguí a Carys a la habitación de la bebé, y una vez más puse a Sunny cuidadosamente en el colchón. Creo que nunca había caminado más despacio en mi vida que al salir de esa habitación.
Una vez de vuelta en la sala, Carys dijo:
—Ya puedes irte a casa.
—Ah. Puedo captar una indirecta.
—Oh, no estaba intentando que te fueras, si quieres quedarte. Estoy demasiado excitada para dormirme todavía. Estaré despierta un rato. Estoy disfrutando de la compañía de adultos.
Era raro salir con una mujer sin expectativas. También disfrutaba de su compañía. Mucho. Carys era real. No tenía que encender el encanto o cualquier tipo de fachada a su alrededor. Podía ser yo mismo. Eso se sentía bien.
Cuando se dio cuenta de que no salía corriendo, miró hacia la cocina.
—¿Puedo traerte un poco de... —dudó—. Mierda, ni siquiera sé qué ofrecerte. No tengo alcohol excepto por estas botellas de champán que nunca abro. No bebo muy a menudo. Y es tarde para el café. ¿Chocolate caliente?
Me reí entre dientes.
—Eso suena bien, en realidad. Podría haber elegido eso si me dieran a elegir entre el alcohol y el cacao caliente.
La seguí mientras caminaba hacia la cocina. Sacó un par de paquetes del armario y llenó una tetera con agua.
Deslicé cuidadosamente una de sus sillas de cocina y me senté. Aunque esta noche no había resultado de la manera que esperaba, me alegraba estar aquí. No estaba seguro de si era todo eso de no esperar, pero estar cerca de Carys era muy calmante. Era agradable ser sólo amigo de una mujer.
Así que, probablemente no deberías mirar su trasero mientras se inclina sobre la estufa.
El fino material de su camisón se amoldó a su trasero, dándome una vista demasiado buena.
Carys me miró.
—Mierda.
—¿Qué? —¿Tiene ojos en la parte de atrás de su cabeza?
—Acabo de darme cuenta de que la tetera silba cuando está lista. No estaba pensando. Podría despertarla.
—Podemos tomar... ¿chocolate tibio?
Se rió.
—Escucharé atentamente y lo quitaré de la estufa justo cuando esté a punto de empezar. —Se apoyó en el mostrador y cruzó los brazos mientras esperaba—. Es curioso todas las cosas a las que se renuncia para no despertar a un bebé. Algunas noches discutiré durante varios minutos si abrir una lata de gaseosa vale la pena despertarla.
—¿Entonces decides no molestarte, sólo para descubrir que tu fiel vecino tiene una amiga y la despierta de todos modos?
—No. —Se rió—. Parece que sólo me mantienes despierta a mí. Su habitación está lo suficientemente lejos de nuestra pared. Pero desafortunadamente, su habitación está justo fuera de la cocina.
—Terminé moviendo mi cama, para que lo sepas.
—No he escuchado nada desde entonces, así que debe estar funcionando.
La verdad era que sólo había tenido sexo en mi apartamento una vez desde que Carys mencionó que podía escucharlo. Y había estado muy callado, hasta el punto que Kendra pensó que algo andaba mal. Ahora que sabía que Carys podía oírme, eso cambió las cosas. No podía hacer nada sin preguntarme si estaba escuchando. Lo enfermizo era que la idea de que escuchara me excitaba un poco.
Cuando el agua comenzó a hervir, se apresuró a sacarla del fuego. Vertió dos tazas y mezcló el cacao antes de entregarme una.
Miré las palabras de la taza que me dio.
—Siempre quise beber de una taza que dijera, "Con clase, atrevido, y un poco mal culo".
Ella se rió.
—Lo siento. No tengo una tonelada de tazas.
—Me encanta. Y gracias. No he tomado chocolate caliente en mucho tiempo.
—Te ofrecería crema batida, pero hace mucho ruido cuando sale disparada.
—Creo que hay un chiste del promiscuo de la puerta de al lado en alguna parte —dije.
—Yo no habría ido allí. —Se rió.
Hubo unos segundos de silencio incómodo antes de que dijera:
—De todos modos, deberíamos llevar esto a la sala de estar, para no despertarla.
—Oh... sí. Hagámoslo.
Nos sentamos en los extremos opuestos del sofá y sorbimos tranquilamente nuestros chocolates calientes.
—Espero que no te importe que te haga otra pregunta personal —comencé.
Se lamió los labios.
—Bien...
—¿Qué pasó que hizo que ya no puedas bailar profesionalmente? ¿Qué tipo de lesión fue?
Sacudió la cabeza.
—No te lo vas a creer.
—¿Por qué?
—Porque es patético.
—Bueno, ahora me tienes aún más curioso.
—Me caí por unas escaleras y me rompí el tobillo —confesó—. ¿Te imaginas eso?
Dejé salir un largo aliento.
—Oh, hombre.
—Eso es lo que lo hace tan difícil. No fue como si me hubiera lesionado mientras bailaba o hacía algo impresionante. Es triste, de verdad.
Lo sentí mucho por ella.
—¿Cuánto tiempo pasó hasta que te diste cuenta de que afectaría tu carrera?
—No creí que fuera a largo plazo, hasta que la compañía terminó mi contrato. Siempre pensé que me darían tiempo para sanar, que eventualmente volvería. Pero aparentemente vieron mi lesión como una responsabilidad demasiado grande. Los médicos parecían pensar que tendría problemas recurrentes con ese tobillo, incluso después de la cirugía, así que los informes médicos sólo reforzaron el caso de la compañía.
—Debes haber estado en shock.
Dio un sorbo y asintió.
—Es como una muerte... la muerte del futuro que creías que tendrías. Tuve que reimaginar mi vida. Y durante mucho tiempo no hubo nada más que un agujero negro. No fue hasta que Sunny llegó, que me di cuenta de que estaba destinada a un nuevo propósito.
Maldición. Sus palabras atravesaron mi alma. Este habría sido un momento oportuno para contarle mi historia. Vería cuánto tenemos en común. Pero al final, no era el momento adecuado para sacar el tema. Esta conversación era sobre ella, no sobre mí. Además, era tarde, y no quería abrir esa caja de Pandora.
Hablamos un poco más, y finalmente ella comprobó la hora en su teléfono.
—Debería intentar dormir un poco en caso de que se despierte de nuevo.
—Sí. Por supuesto. —Me levanté del sofá.
Extendió la mano para tomar mi taza.
—Gracias por todo, esta noche, Deacon.
—Gracias por el chocolate. Fue agradable hablar contigo, conocerte mejor.
—Sí, siéntete libre de volver a venir cuando Sunny no esté causando estragos en el edificio.
—Definitivamente lo haré —dije, parado en la puerta—. Que tengas una buena noche.
Cuando volví a mi apartamento, no podía dejar de pensar en Carys e imaginar cómo era cuando bailaba. De acuerdo, algunas veces me imaginé cómo era bailando desnuda. Pero ese sería mi pequeño y sucio secreto.
Sobre todo, no podía librarme de esa vieja y familiar punzada en mi pecho que se había desarrollado cuando habló de su lesión. Sabía muy bien lo que era tener los sueños rotos.
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