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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 5 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por evanescita Mar 22 Sep - 1:06

Capi 16

A pesar del distanciamiento que le pudo dar a Audrey, el destino no escatima cuando se hace notar y tenían que verse en esa cena y compartir y de eso sirvió para demostrarle que puede confiar en las personas que la tratan de cuidar sin esperar nada cambio, de paso sirvió también para que se conocieran un poco mas y fue demasiado lindo... Amo a Caz! jajaja esperare con ansias su libro. Al final el que Gabe haya entendido que tiene que darle tiempo esta funcionando.

Capi 17

Del capi anterior surgió también un trabajo que ilusiono mucho a Audrey porque era algo que iba a hacer que amaba, ser bibliotecaria que de paso le conviene para su investigación, eso es algo que me preocupa en algo porque por ahí que puede dar con ella ese tipo al que le daño el ojo, tiene que tener mucho cuidado. Ahora están restaurando la biblioteca del pueblo para su inauguración, cuando paso Gabe para dejarle café y en el intento la beso sin buscar algo mas que eso lo que la hizo darse cuenta de sus intenciones de esperar a que este lista para que confié en él, dejándola nada de hacerlo. 

Capi 18

Este capi trajo sorpresa, en su descuido Audrey casi revela su nombre real que fue escuchado por Gabe y su compañero lo que no me gusto para nada, pero genial porque Gabe ya pudo saber su nombre. Quedándose admirado además por querer ayudar a konx a aprender a leer y eso me da algo de esperanza por esos dos tipos  que no quieren que su pueblo sea mas, para que vean con otros ojos el progreso y mas que todo por él que se siente solo por quedarse viudo. 

Muchas gracias por los capis chicas!


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evanescita
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 5 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por evanescita Mar 22 Sep - 13:40

Capi 19

Debido al incidente del nombre, al idiota de compañero de Gabe se le ocurrió buscar a Audrey y encontró toda su información por lo que gabe termino enterándose y molestándose por el atrevimiento del idiota ese, con lo cual Audrey termino con un sobre aviso del único contacto que mantiene en chicago, por ende termino molestándose con Gabe por creer que la traiciono, ahora tiene que huir.

Capi 20

Continuando Audrey al ver que Gabe no la traiciono le conto sobre su pasado, por lo que Gabe entendiendo que ella ya no se puede quedar intentara ayudarla, con documentos y mandándola con gente de su confianza para que pueda esconderse. Esa seria su ultima noche juntos por lo que tendrían sexo de despedida, que resulto épico y a la vez muy rompe corazones porque ya no estarían juntos.

Capi 21

Al final llegan buenas noticias, Audrey ya no tendría que irse, porque atraparon al tal Spyrus? o como se escriba, dándole la oportunidad de quedarse, sin embargo se queda por las responsabilidades que tiene por un tiempo, me hubiera gustado que sea por Gabe,  pero algo es algo. Ahora que han quedado en tener una aventura pienso que van a terminar por enamorarse, y es lógico por como pueden ser juntos, ella esta ayudando tanto en el pueblo que es de admirar y Gabe no tendrá ninguna oportunidad.

Muchas gracias por los capis chicas! Y con esto ya estoy al día.Crazy
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 5 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por yiniva Mar 22 Sep - 17:38

Capítulo 22

El jueves, Audrey paseó por el soleado centro de la ciudad, en dirección a la casa de Lillian para hacer algo de escarda. Mientras caminaba, tomaba notas sobre formas de hacer que el centro de la ciudad fuese amigable para los turistas.
El lugar vacío en el edificio municipal sería un buen espacio para un mapa de las empresas y tal vez de los lugares interesantes fuera de la ciudad.
Vería lo que pensaba Lillian.
 
Era muy divertido hablar con Lillian. Le alegraba darse cuenta de que se había convertido en una buena amiga. Aún más, ella actuaba casi como... una madre. Empujando a Audrey, animándola, siempre de su lado. Cuando Audrey habló de Spyros, Lillian había estado furiosa. Y aterrorizada por Audrey.
Sarah había reaccionado igual.
Tengo amigos. Y un amante. Oh, Dios.

Presionó su mano sobre los hormigueos de su vientre.
Qué amante.
 
Ella se había quejado de levantarse esta mañana. Riendo, le había dado una humeante taza de café y la sacó fuera para ver un par de somorgujos en el lago.
¿Por qué compartir algo tan insignificante parecía tan especial?
Sonriendo, Audrey entró en el supermercado para comprar un refresco y comprobar cuándo querría Dante un descanso.
Tras obtener su horario, ella salió y se detuvo en seco. Después de la tienda tenuemente iluminada, el sol brillante prácticamente le quemó los ojos. Permaneciendo en la puerta para que sus ojos se ajustaran, abrió su bebida.
Una voz vino de alguien a la vuelta de la esquina en la acera. —... pronto estarán tirados en las calles con su basura, botellas de plástico y latas de refrescos —La voz del hombre me resultaba familiar.
Una mujer... no, dos mujeres sonando angustiadas y preocupadas.
—Sí, nos asfixiaremos con turistas y, odio decirlo, pero habrá drogadictos y pervertidos con ellos. El crimen aumentará —El hombre suspiró—. Tengo el mal presentimiento de que nuestra pequeña ciudad nunca volverá a ser la misma. Nuestros hijos no estarán seguros aquí.
El acento sureño del hombre era bastante distintivo, y Audrey se enderezó sorprendida. Ese era el oficial Baumer. Cielos, ¿Gabe se daba cuenta de que su oficial estaba difundiendo una propaganda tan negativa sobre el turismo?
Seguramente, el oficial Baumer sabía lo mucho que la gente de aquí necesitaba a los turistas y el dinero que traían, y sin embargo estaba siendo alarmista.
Cuando Audrey se apretó las manos, se dio cuenta de que estaba muy enfadada para ser una forastera en la ciudad. Pero ya no era una extraña, no lo era. Tenía trabajos, amigos y gente que la había ayudado.
Ella haría todo lo posible para ayudarlos a cambio.
 
Dos mujeres entraron por la puerta del supermercado. Con una sonrisa, Audrey se apartó de su camino y se fue a la acera.
 
El oficial Baumer se alejaba caminando de espaldas a ella. Sí, lo había identificado correctamente.
Oh cielos. Gabe no iba a estar contento. Se le encogió el estómago porque tendría que darle las malas noticias.
Después de cruzar la calle, Audrey entró en el edificio municipal.
Dos personas estaban sentadas frente a las puertas de la clínica de salud. Detrás del escritorio de recepción, Regina le indicó a un anciano la oficina municipal. —Ve allí, y George te ayudará con el papeleo de la licencia.
—Gracias —El hombre caminó alrededor del escritorio y se dirigió a la parte trasera del edificio.
Audrey levantó la mano. —Hola, Regina. ¿Está el jefe?
Necesito hablar con él un minuto.
 
—Está. Adelante —La recepcionista presionó un botón en su escritorio, dándole al jefe una alerta de que alguien estaba entrando en la comisaría.
En el interior, Audrey cruzó la habitación que Gabe llamaba la oficina y lo encontró en su escritorio.
Incluso sentado, parecía poderoso. Ella no estaba segura de por qué. Claro, él era alto y musculoso. Su fuerte mandíbula sostenía la sombra de una barba oscura, y su expresión era a menudo despiadado. El amplio pecho cubierto por la camisa uniforme de color caqui, la insignia, el cinturón de alta resistencia con el armamento: tenía todos los atavíos.
Pero, incluso cuando se reía, incluso cuando estaba en vaqueros y una camiseta rasgada, tenía aire de autoridad. De ser alguien en quien apoyarse.
La insignia simplemente reconocía lo que era.
 
Él se levantó cuando ella entró, luego rodeó el escritorio con el ceño fruncido. —Estas molesta. ¿Qué pasó cariño?
Era preocupante... y conmovedor... que él pudiera leerla tan fácilmente.
Cuando la atrajo hacia él, olió el jabón de pino que usaba, ropa recién lavada y masculinidad abrumadora.
Envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, ella se inclinó hacia él.
Sus brazos de acero duro se apretaron, empujándola contra su cuerpo musculoso. —¿Audrey?
—Todos los demás todavía confunden mi nombre. ¿Por qué no lo haces tú?
Él resopló una carcajada. —Nunca pareciste una Julie, y me di cuenta de que no era tu nombre real. Audrey suena como tú.
Policías. Por supuesto, nunca se había sentido cómodo llamándola por un nombre que sabía que era falso.
—No creo que tu nombre sea lo que te trajo a la comisaría —La diversión estaba clara en su suave tono de barítono. Le acarició con una mano caliente la espalda.
Ella apoyó la frente en su pecho. ¿Escuchar lo de Earl le haría daño? Nunca habló del oficial como si fueran amigos, pero aun así… Trabajaban juntos.
—Dime, Ricitos de Oro.
—Estaba en esa puerta de entrada del supermercado, y escuché al oficial Baumer hablando con dos mujeres. Les dijo que la afluencia de turistas traería más basura y delincuentes. Pervertidos y drogadictos. Que el pueblo nunca sería el mismo.
Bajo sus dedos, los músculos de la espalda de Gabe se tensaron. —Bien, eso es muy interesante. Me pregunto cuánto tiempo ha estado difundiendo propaganda a hurtadillas. ¿Y por qué?
—Por qué es una buena pregunta. Crear un ambiente hostil en la ciudad ahuyentará a los visitantes —Incapaz de pensar mientras estaba en los brazos de Gabe, caminó hacia la ventana y regresó—. Pero el trabajo del oficial depende de tener turistas. Sin ellos, vosotros dos no sois necesarios.
—Sí. Estamos hablando de suicidio laboral —Gabe apoyó una cadera en el escritorio, con los brazos cruzados. sobre su pecho.
—¿Qué es más importante para él que su carrera? —Ella se detuvo en el centro de la habitación— ¿Es uno de esos que están fuera de la red?
—Sabes, no estoy seguro de dónde vive —Gabe se sentó detrás del ordenador y buscó el archivo del oficial. Cuando ingresó la dirección de la casa de Earl en la aplicación de mapas, su cara se quedó sin expresión.
—¿Qué? —Audrey se inclinó para mirar.
Gabe hizo un círculo con el dedo. —Esta área es el complejo patriótico zelote. Él vive dentro.
—Oh... cielos.
 
—El hecho de que Baumer sea un PZ explica que considere que algo es más importante que su trabajo —La expresión de Gabe se endureció—. He tenido dudas por él, pero las descarté.
Eso no se parecía propio de Gabe. —¿Por qué?
Su sonrisa era triste. —Supuse que quería el puesto de jefe y estaba molesto cuando me trajeron. Pensé que se adaptaría a tener a alguien por encima de él.
Sí, a menos que el oficial fuera un peligro para la comunidad, podía ver a Gabe dándole a Earl la oportunidad de unirse al equipo. Había hecho lo mismo con Knox y Chevy. —
¿Crees que le habían prometido a Earl el puesto de jefe? Apuesto a que los PZ querían que estuviera a cargo de la policía.
—Es bueno que no hayan tenido esa opción —Gabe cerró el programa—. Como el reverendo Parrish no quería ni siquiera reabrir la estación, no se le permitió participar en la contratación.
Gracias a dios. —¿Qué vas a hacer ahora?

— Vigilar y esperar. No tengo motivos para despedirlo. Todavía. Aunque su trabajo como oficial se está volviendo cada vez más descuidado.
—Umm ...¿Jefe?
 
Su boca se crispó. —Sí, Sra. Hamilton.
Ella casi sonrió por la forma en que había respondido a la formalidad con formalidad.
—Soy buena en la investigación y puedo recopilar información diferente a la que se utiliza en la investigación de antecedentes de las fuerzas de seguridad.
—¿Puedes ahora? —preguntó con voz pensativa.
 
Ella se sonrojó. —Hace un tiempo, hice búsquedas en línea para un detective privado, y él me enseñó algunos trucos.
—Eres un manantial de habilidades interesantes —Le pasó el dedo por la mejilla. —Me interesaría ver qué se te ocurre. Yo haré lo de siempre, tú haz tu magia y compararemos notas.
 
Él creía en ella, quería su ayuda, valoraba sus habilidades. La sensación de orgullo que la inundaba era más fuerte que cualquier bebida alcohólica. —Está bien. Empezaré con eso ahora mismo.
—Tal vez en un minuto —La atrapó por la cintura y unos labios firmes tomaron los de ella.
Cuando finalmente la soltó, ella tuvo que aferrarse a él para evitar caerse. Uf. El calor se extendió en ondas sobre su piel.
 
Pero... lugar público. Compórtate.

Ella lo miró severamente. —No deberías besar a la gente en tu comisaría. Mal jefe —Con esfuerzo, logró caminar en línea recta hacia la puerta.
Y lo escuchó reírse detrás de ella.
 
***
 
De pie junto a su ventana, Gabe vio a Audrey cruzar la calle. Su hermoso cabello se balanceaba de un lado a otro, el sol lo convertía en un oro brillante. En lugar de la ropa holgada que había usado cuando llegó, ahora usaba vaqueros ajustados que mostraban un culo de primera.
Tan jodidamente bonita. Le encantaba que ella no lo hubiera pensado dos veces antes de ofrecer su ayuda. La gente podía asustarla, pero su necesidad de ayudar siempre ganaba.
Seguro que no iba a rechazarla. La mujer era brillante.
 
Acomodándose detrás de su escritorio, frunció el ceño ante los montones de papeles y luego hacia la puerta. Cada vez que no estaba en la estación, su oficina estaba cerrada. Aun así, pensó una o dos veces que los montones no estaban en el mismo orden en que los había dejado.
Gabe frunció el ceño. Había rechazado la sensación atribuyéndola a paranoia, a un trastorno de estrés postraumático persistente.
Apuesto que no.
Como Mako siempre había dicho, solo porque un hombre fuera paranoico, no significaba que no tuviera enemigos al acecho.

¿Era nueva esta campaña de cuchicheos anti-turísticos, o Baumer había estado involucrado mucho tiempo?
Tuvo un nuevo pensamiento. ¿Baumer había incitado a Knox y Chevy al vandalismo?
Los dos habían sido atrapados porque Gabe puso cámaras de seguridad. Baumer se había enojado porque no había sido informado antes de que las cámaras se conectaran.
Inclinándose hacia atrás en su silla, Gabe miró por la ventana. Considerando la política de Rescue y la animosidad de Parrish, Gabe necesitaba tener cuidado al dar a Baumer una patada en el culo.
Mientras tanto, aunque el vandalismo se había detenido, los turistas, especialmente las mujeres, eran víctimas de acoso. Nada de eso era captado por las cámaras. Porque los instigadores aparentemente sabían con exactitud dónde estaban colocadas las cámaras.
Pues bien, él podría arreglar eso.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Miér 23 Sep - 0:59

Gracias por el capitulo


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Mensaje por yiniva Miér 23 Sep - 11:22

Capítulo 23

Un frente meteorológico había entrado durante la noche y el martes se había convertido en un desastre frío y húmedo. A Gabe le había resultado muy difícil levantarse de la cama esa mañana, especialmente una cama con Audrey dentro.
Habían estado juntos todas las noches durante una semana, desde el día en que ella le había dicho que quería tener una aventura.
Sacudió la cabeza. ¿No se suponía que en las aventuras todo era sexo? Cierto es que, él y Audrey estaban teniendo sexo. También se despertaban juntos, hacían el desayuno y se burlaban uno del otro sobre sus hábitos alimenticios.
Él visitaba la cafetería y la biblioteca para verla; ella entraba en la comisaría con café y rosquillas, porque —¿no es eso lo que come un policía?
Él plantó tomates con ella en el jardín de Lillian, y ella lo ayudó a quitar maleza en el jardín del Hermitage. Ella se había encargado de recoger los huevos del gallinero.
El domingo pasado, Día del Padre, lo convenció para que pescara con ella, Tucker y Zappa y, más tarde, después de pasar sus capturas, él, Caz y Bull le contaron historias de Mako que le hicieron reír, llorar y, de vez en cuando, estar tan enojada que habría abofeteado al sargento si hubiera estado vivo.
 
Ella no solo se unió a ellos al cantar, sino que también le pidió que le enseñara a tocar la guitarra.
Nunca había conocido a nadie que se entregara a la vida con tanto entusiasmo. Habiendo salido de su capullo de Chicago y con la seguridad de que los introvertidos podían ganar amigos, no había nada que la detuviera.
Siguiente paso, lograr que pase de una aventura a una
relación real… con él.
 
Gabe aparcó el coche patrulla junto al supermercado. Haría una comprobación rápida de los negocios y se detendría en la cafetería para recibir un beso de la mujer más guapa del estado.
Cuando salió del coche, una lluvia gélida le golpeó la cara. No hay necesidad de una ducha fría cuando se vive en Alaska.
Miró la comisaría de policía y se dio la vuelta. El ambiente allí era casi tan frío, ya que, sin ninguna razón adecuada para despedir a Baumer, el bastardo mentiroso de dos caras seguía trabajando.
Dejando a un lado la frustración, Gabe entró en la tienda de artesanía. —Buenas tardes, Jefe —En el telar de Glenda había un tejido complicado— ¿Vino a ver a sus hombres?
—¿Mis hombres?
 
—Knox y Chevy —Hizo un gesto hacia una nueva estantería en una pared—. Después de comprar la madera, Knox la lijó y pintó, y Chevy puso los estantes.
Gabe pasó un dedo por la madera. Muy bien terminado.
—Está bien. Lo está, de hecho. Creemos que los dos han pagado con creces el graffiti.
—Me alegro de que tú…
 
—Jefe. ¡Jefe! ¿Dónde está el Jefe? ¿Y el Doc? La voz de la mujer vino desde la calle.
Al notar su desesperación, Gabe salió corriendo.
 
Una mujer mayor, delgada como un látigo, estaba parada entre una camioneta y su patrulla. —¿Qué pasa? — Gabe se detuvo a su lado.
—Dentro —abrió la puerta del pasajero de la camioneta.
 
Con la cabeza caída hacia un lado, un Chevy inconsciente yacía en el asiento reclinado lo más atrás posible. Su camisa estaba hecha jirones. Sangre cubría su cara y un hombro.
Infierno.
 
Gabe miró a su alrededor y señaló a un adolescente. —
Corre y saca a Caz de la clínica. Dile que traiga la camilla.
 
El niño cruzó corriendo la calle.
 
—Dime qué pasó —dijo Gabe a la mujer antes de inclinarse hacia el vehículo. Una cuerda atada al cuerpo de Chevy sostenía una gasa manchada de sangre en su sitio. Gabe echó un rápido vistazo debajo e hizo una mueca ante las largas barras paralelas. Caz tendría un trabajo con ese desastre.
Recolocando los apósitos, Gabe presionó para ayudar a retrasar el sangrado—. Parece como si se hubiera cruzado con un oso.
—Debe haber sido así. Salió tambaleándose del bosque, y, dulce Jesús, casi atropello al idiota. Le quité la chaqueta, le puse un vendaje de presión y me las arreglé para meterlo en la camioneta.
—¿Mueve todas las extremidades? —preguntó Gabe. La herida en la cabeza había dejado de sangrar, pero la hinchazón y los moretones que la rodeaban indicaban que el hombre había golpeado algo sólido.
—Si. Jefe, dijo algo sobre su hijo. Grité y grité antes de irme, pero el niño nunca respondió.
Oh... joder. La mandíbula de Gabe se apretó. Inclinándose hacia adelante, golpeó ligeramente al cazador. — Despierta hombre.
El cazador gimió. Sus ojos revolotearon. Caz se unió a Gabe. —¿Qué está pasando?
—Ataque de oso. Parece que el hijo del tipo podría estar ahí fuera.
—¿Con un oso cabreado? Dios. Haz tus preguntas. Lo transportaré después.
—Chevy, despierta.
 
Los ojos del herido se abrieron y lentamente se enfocaron. —MacNair. ¿Qué demonios? —se movió, gimió y miró hacia abajo—. Oh Dios.
Alargando la mano, trató de sujetar a Gabe. —Niko. Mi hijo. ¿Está aquí?
—No, no está —Niko. Ese era el niño que había encontrado al cachorro debajo de un coche. Infierno. Gabe tomó las manos del hombre— ¿Dónde lo viste por última vez?
—Nosotros… —La mirada de Chevy atrapó la insignia de Gabe por un largo segundo—. Infierno. Bien, le disparé a un alce. Empaquetamos la carne y caminamos entre una osa y sus cachorros. Una parda.
Mierda. Más o menos lo que había imaginado. Los osos pardos podrían ser agresivos, especialmente las madres. —
¿Ella atacó?
 
—Sí. Le grité a Niko que corriera e intenté levantar mi arma, pero... —se encogió de hombros.
La carga de un oso era rápida. A menos que Chevy ya hubiera estado apuntado el rifle en esa dirección, no podría haber hecho nada.
—¿Viste a Niko después?
El miedo estaba en los ojos del hombre. —La osa me dio un manotazo, me tiró contra un árbol y entonces escuché a Niko gritar. Ella se fue tras él. Jesús —Un escalofrío lo recorrió.
—Detrás de mi chico.
Joder, joder, joder. El niño no podía tener más de diez
años.
 
Chevy miró a Gabe. —Me desmayé. No sé cuánto tiempo.
Cuando volví en mí, traté de encontrar a Niko, solo que me seguí desmayando.
—Entonces, saliste a buscar ayuda. Buena decisión, hombre —Gabe dio su pluma y un bloc de notas a la mujer que había traído a Chevy—. Escribe dónde lo encontraste lo mejor que puedas. ¿Puedes llevarme al lugar?
—Ciertamente —Tomó el bloc y comenzó a escribir.

Gabe agarró el hombro ileso del cazador para tranquilizarlo. —Voy a llevar un equipo a buscarlo. ¿Algo más en lo que puedas pensar?
—No. Por favor encuéntralo.
 
—Lo haremos —Gabe recordó la sonrisa feliz del niño cuando el cachorro se arrastró hacia su regazo. Su estómago se encogió. Por favor, que encontremos al niño vivo.
Caz golpeó su hombro contra el de Gabe. —Mi turno,
viejo.
 
Cuando  Gabe   dio   un   paso   atrás   para   dejar   que comenzara  la  mierda  médica,  vio  a  la  gente  del  pueblo reuniéndose alrededor de la camioneta.
—Aquí tiene, Jefe —La mujer le entregó el bloc de instrucciones. Gabe preguntó— ¿Quieres venir conmigo en el coche patrulla?
—No, quiero mi vehículo. Puedes seguirme.
 
—Está bien —Gabe miró a la multitud—. Una osa cabreada con cachorros atacó a un cazador. El hijo del cazador, Niko, sigue ahí fuera. El niño tiene unos diez años. Necesito voluntarios para buscarlo.
Una persona, solo una, se alejó y se fue.
La voz de alguien se elevó. —Traed a Dante aquí. Podrá seguir el camino del cazador y el niño.
—Sí, Dante es bueno para seguir un rastro.
 
La risa áspera de Dante sonó a la derecha. —Por lo que he escuchado, el jefe puede dejarme en ridículo.
—Nadie sigue un rastro mejor que Gabe —dijo Bull.


Gabe vio las expresiones escépticas. Parecía que no debería haber tenido la boca tan cerrada sobre su pasado. Sin embargo, no había tiempo para rectificar eso ahora.
Hizo un gesto a Bull. —Organiza a los voluntarios. Quiero que tengan experiencia en la naturaleza y sean capaces de ayudar en la operación.
Bull movió los dedos en un saludo y comenzó a dar órdenes a las personas a su alrededor.
Caz se ocuparía del soporte médico. Bull tenía el equipo de búsqueda. A continuación, personal de apoyo. El pronóstico indicaba riesgo de hipotermia.
Gabe vio a Sarah y Audrey. —¿Podéis montar un puesto base en el camino? ¿Mantas, bebidas calientes, y comida para los buscadores y con suerte para el niño?
—Absolutamente —Sarah vio el cuaderno de direcciones de él y lo miró antes de devolverlo—. Conozco la zona.
A su lado, Audrey dudó como si no estuviera segura de ser útil. Una chica de la ciudad usualmente acostumbrada a llamar al 911 en casos como éste. Él le hizo un gesto alentador.
Alzó la barbilla. —Lo haremos. Sí, lo haría.
—Bueno. Te dejaremos un lugar para aparcar —Al ver a Regina, Gabe le dio las instrucciones—. Aquí es donde comenzamos la búsqueda, díselo a aquellos que no se unen a nosotros de inmediato. Además, consigue un guardia forestal, por favor.
—Sí señor.
Caz reclutó hombres para ayudar a cargar al cazador en la camilla.
Mientras lo llevaban al otro lado de la calle, una mujer mayor sacudió la cabeza —Ese idiota. Cazar fuera de temporada—. Siguió a la camilla.
—Es su tía —dijo Dante.
 
—Ah —Mirando a su alrededor, Gabe estaba complacido por la cantidad de voluntarios alrededor de Bull. Si Gabe no podía encontrar las huellas del niño, cuantos más ojos, mejor—. Muy bien, gente. Aparcaremos donde el cazador dejó el bosque y lo rastrearemos.
Asintieron con la cabeza.
 
—Preparaos: ropa para clima frío y lluvia, linternas, paquetes de supervivencia. Si tenéis aerosol contra osos o bengalas, traedlas. Dejen atrás las armas de fuego, tendremos demasiada gente alrededor para disparar.
—No jodas.
—Lo tengo, Jefe.
 
—Cualquiera que no pueda seguirnos ahora, que pida instrucciones a Regina —miró a Dante y Bull. Confiaba en que dispararan y le dieran a lo que apuntaban—. Traed vuestras armas.
Hizo un gesto a la conductora de la camioneta para que se subiera a su vehículo, luego saltó al coche patrulla.
Una vez que reunió los suministros, Audrey montó en el asiento del copiloto. Sarah salió de la ciudad y recorrió caminos de grava cada vez más estrechos


—Allí —Audrey señaló hacia donde los automóviles y las camionetas se alineaban en el arcén casi inexistente, dejando en la carretera en un solo carril.
Cuando se detuvieron, los últimos buscadores desaparecieron en el bosque. ¿No era genial que fuesen dos mujeres?
Aunque desearía poder buscar también, Audrey sabía que sería más un obstáculo que una ayuda. Seguiría aprendiendo, y la próxima vez que surgiera un problema, estaría con los buscadores.
—Yo también debería aprender a disparar —murmuró, obteniendo una mirada burlona y luego comprensiva de Sarah.
Mantente enfocada, Audrey. Una línea de conos naranjas le llamaron la atención —Apuesto a que ese es el lugar que Gabe nos reservó.
Audrey salió del SUV y movió los conos para que Sarah pudiera aparcar. Cuando la llovizna fría le humedeció la cabeza y los hombros, se estremeció al pensar en el niño. Solo diez años. Había visto a su padre atacado por un oso. Estaría aterrorizado. Y perdido.
En la parte trasera del SUV, Sarah abrió el portón trasero. —Si quieres aprender a disparar, pregúntale al jefe. Mako nos dijo que Gabe fue clasificado como tirador experto en el ejército.
—Oh, buena idea —Gabe. Ella debería haberlo sabido—. No puedo creer lo rápido que organizó todo.
 
Como él había dado órdenes fríamente, la gente había aceptado obedecer. De hecho, cuando le dijo a Dante que trajera algo, el viejo veterano había hecho un saludo discreto.


—El Jefe tiene talento para estar a cargo —Sarah colocó una lona en la escotilla trasera levantada—. Creo que los veteranos de guerra tienen una necesidad instintiva de crear orden a partir del caos, y Gabe se parece mucho a Mako.
—Desearía haber conocido a Mako —Ciertamente había criado hombres fuertes Audrey ancló dos postes de dos metros para soportar el otro extremo del dosel—. Eso es realmente inteligente. La gente puede meterse aquí y permanecer seca.
—Fue Mako quien nos enseñó —Sarah sonrió—. Tenía un gran conocimiento práctico cuando llegamos aquí. Incluso después de un par de años en Alaska, aún estábamos aprendiendo a arreglárnoslas.
Audrey la miró. —Nueva York, ¿verdad?
—Notas el acento, ¿eh?
 
—De Nueva York al Rescue es un gran salto, ¿no?
 
—Oh, lo fue. Yo culpo a mi esposo. Estaba decidido a que nuestros hijos aprendieran otras habilidades además de jugar videojuegos. Sin embargo, nos llevó un tiempo encontrar el lugar correcto. Lo intentamos en Anchorage. Demasiada gente para Uriah ¿Una cabaña fuera de la red? No para mí — Ella hizo una mueca—. Hay ciertas habilidades que no necesito, como lavar la ropa a mano.
Qué idea tan horrible. —Estoy de acuerdo contigo en
eso.
 
—Entonces,  nos   instalamos  aquí   en   Rescue.   Nos conviene a los dos.
 
Audrey instaló los dispensadores de café y sopa de gran tamaño y luego los envolvió con fundas aislantes. Termos adicionales de agua caliente para té o chocolate caliente se colocaron y aislaron debajo de más fundas. En caso de que la búsqueda durara demasiado, Sarah tenía una cocina de campamento disponible para recalentar la comida y la bebida.
Mantas y cobertores térmicos estaban disponibles en una caja dentro del vehículo.
—Estamos listas si nos necesitan —Sarah miró hacia el bosque, sus labios apretados—. Esperemos que nuestro trabajo sea en vano y encuentren a Niko rápidamente.
Audrey dijo una oración silenciosa.
Diez minutos después, Tucker salió cojeando del bosque, apoyado en un hombre barbudo. Los dos se dirigieron directamente al SUV.
—Tucker, ¿qué pasó? —Audrey se apresuró a abrir una silla de campamento para que pudiera sentarse debajo del dosel.
 
—Me metí directamente en un maldito agujero en un área despejada. Esta vieja pierna mía no se dobla como solía hacerlo —Se dio una palmada en el muslo—. Me torcí el tobillo.
Sarah sacudió la cabeza y le dio al otro hombre una taza de café. —Gracias, Sarah.
Tucker miró a su amigo. —Aprecio la ayuda, Guzmán.
—No hay problema—. Guzmán tomó el café. —Volveré a la búsqueda. ¿Te encargarás de él?
Sarah asintió con la cabeza. —Déjanoslo a nosotros.
Buena suerte.
 
Mientras Guzmán volvía corriendo al bosque, Audrey le entregó a Tucker una taza de café.


—¿Cómo va la búsqueda?
—Gracias, Audrey —Tomó un sorbo y suspiró de placer—. Tengo que decir que estaba preocupado cuando Dante no nos guio. Pero el okie tenía razón. MacNair es malditamente bueno. Siguió el rastro del cazador muy rápido. Después de localizar el sitio donde atacó el oso, encontró las huellas del niño. Pero nos detuvimos en el claro de tala.
Un claro tala significaba que los madereros habían derribado todos los árboles, creando un área sin árboles llena de restos. —¿Por qué?
—El claro fue donde el cazador le disparó al alce —
Incómodo, Tucker se frotó la pierna.
 
Audrey frunció el ceño. Los manuales de primeros auxilios dicen que los esguinces deben estar elevados. Ella acercó otra silla.
—Buena idea —Entendiendo, Sarah levantó la pierna lesionada de Tucker para que Audrey pudiera empuja la silla debajo de ella.
—¿No sería más fácil el rastreo en un claro?
 
—Gracias, señoras —Tucker miró a Audrey—. No es más fácil. Verás, había huellas de alces y muchas huellas del cazador y de Niko por todas partes ya que allí hicieron el despiece. Luego agregas pisadas de oso y obtienes un montón de rastros. El Jefe estaba haciendo un amplio círculo para tratar de detectar las huellas del niño fuera del lío.
—¿El oso no atacó al niño? —preguntó Sarah.
 
—No. MacNair nos mostró dónde los cachorros alcanzaron a la osa y ella perdió interés en la persecución.
Gracias a Dios.

Tucker frunció el ceño. —Chevy probablemente estaba tan emocionado por conseguir un alce, que no prestaba atención a lo que lo rodeaba. Estúpido error. Ahora está destrozado, perderá la carne y recibirá una gran multa. Sólo espero que podamos encontrar a su hijo.
—Sí —Encuentra al niño, Gabe. Por favor.
 
Mientras una ráfaga de viento llevaba lluvia helada a su rostro, Gabe rodeó el claro donde el cazador había matado al alce. Esperaba encontrar las huellas del niño y ser capaz de acotar la búsqueda.
Todos los demás seguían el patrón de cuadrícula que había trazado.
Nadie había encontrado nada. Maldición La frustración destrozaba los nervios. Gracias Dios, era casi el solsticio de verano, y todavía les quedaban horas de luz. Pero un niño asustado podría correr lejos y rápido. Probablemente estaría empapado y, con una temperatura de diez grados, se dirigía a la hipotermia.
Lo que no daría por un terreno llano en bosque abierto. Pero noooo. En cambio, los restos de corteza de abeto de una vieja tala de clareo creaban un suelo inestable y le dolía la cadera como el infierno. Arbustos bajos de arándanos y grosellas salpicaban la zona, intercalados con hierba de caña y festuca. Nada de eso era bueno para buscar indicios
Se encogió de hombros y se mantuvo en movimiento, mirando lo que estaba debajo de sus pies
Ahí. Un rastro, casi borrado por las huellas de otro buscador. Alguien no había notado las huellas del niño. Eso ocurría con facilidad. Los niños de poco peso no dejaban tanto rastro como los adultos.


Miró más lejos. Ese pedazo de hierba aplastada podría proceder de un animal, pero no, tenía la forma de un zapato. El semicírculo era demasiado estrecho para ser del calzado de un hombre.
Vio una huella de mano. Luego una impresión del dedo del pie. Queriendo asegurarse de que la osa lo perdía de vista, el niño se había arrastrado por los arbustos bajos. Por supuesto, una osa no tendría problemas para encontrar el olor del niño. Ojos que no ven, corazón que no siente, sin daño. Chico listo.
Parecía que Niko se había dirigido directamente hacia el borde más cercano del bosque, el lugar donde los arbustos daban paso a pinos y abetos.
—¿Tienes algo? —Bull le arrojó parte de una barra de granola.
—Sí —Gabe señaló el patrón de un zapato de montaña.
 
—Buen trabajo.
Masticando la dulce barra de avena, Gabe siguió las huellas unos metros más. Sí, ese era el camino.
Alzó la voz. —Aquí. A sus posiciones.
 
Mientras lideraba el camino, se sintió bien tener a Bull a sus espaldas. Los otros siguieron en un patrón de abanico, atentos a cualquier cosa que se le pudiera pasar por alto.
Cuando llegaron al bosque, Gabe encontró huellas fangosas y raspó la corteza de un tronco donde el niño se había subido a un árbol.
Bull señaló una huella más profunda donde el niño había saltado más tarde. —Él probablemente esperó para asegurarse de que la osa se había ido.


—No hay sangre —El comentario de Dante hizo que todos sonrieran.
—La osa no lo atrapó. Solo está asustado y… —Gabe suspiró cuando las huellas condujeron directamente al bosque—. Perdió el camino de regreso.
Infierno. Gabe volvió a mirar al cielo. Si no encontraban a Niko en otra hora, llamaría a los perros SAR54 de Soldotna. Hizo un gesto a Guzmán y Erica. —Marca el camino, si quieres, por favor. Sacaron banderas.
Un rato después, Bull se arrodilló y le mostró dónde un trozo de hierba aplastada estaba recuperando la posición vertical. —Lo estamos alcanzando.
—Sí, estamos cerca.
Gabe le dio un codazo a su hermano—. Tienes voz, hermano. Úsala.
—Niko. ¡Niko! —El rugido de Bull probablemente se podía escuchar en Rescue.
La risa sobresaltada de los buscadores se desvaneció mientras escuchaban.
Y consiguieron una respuesta.
 
—Aquí. ¡Estoy aquí! —La voz del niño era débil, y se detuvo en el segundo aquí. Pero el niño estaba vivo. Y capaz de gritar.
 
Gracias, joder. Gabe tuvo que aclararse la garganta antes de gritar: —Quédate quieto, Niko. Estamos llegando. Quédate donde estás.
 


54 SAR dogs (Search and rescue dog): Perros de búsqueda y rescate Los perros de búsqueda y rescate, son animales entrenados para encontrar personas vivas o recién fallecidas en muy diversas situaciones.
 

Dando un paso atrás, Gabe dejó que los otros se adelantaran. Su equipo había trabajado duro, y esta era la mejor recompensa de la historia.
Encontraron al niño acurrucado en el hueco de un árbol caído. Mojado, temblando de frío... y vivo.
El alivio debilitó las rodillas de Gabe. Y el impacto de un pequeño cuerpo que lo alcanzaba le hizo tambalearse.
—Sabía que vendrías, Jefe. Sabía que me encontrarías
—El niño se pegó a él, brazos flacos que se aferran como enredaderas.
Gabe sintió que su corazón se volvía un lío confuso. — Creo que toda la ciudad está aquí buscándote —Y era la verdad.
Menuda ciudad.
 
Dante le tiró una manta y Gabe la envolvió alrededor del niño antes de levantarlo. —Volvamos con tu familia. Tu padre va a tener algunas cicatrices interesantes, pero parece que estará bien.
Niko se hundió y luego enterró su rostro contra el cuello de Gabe y lloró. Gabe tuvo que parpadear para contener sus propias jodidas lágrimas.
Habían caminado alrededor de un kilómetro y medio antes de que los sollozos del niño se convirtieran en resoplidos, y levantara la cabeza.
Eso era bueno. Sonriendo, Gabe le revolvió el pelo. —
Entonces, ¿cómo está tu nuevo perro?
 
—¡Es tan inteligente!


—Sí, ¿cómo lo sabes? —Bull tomó al niño exhausto, fingió dejarlo caer, y lo hizo reír.
—Se supone que no debemos darle comida humana, pero se escabulle debajo de la mesa cuando estamos comiendo. Y si me olvido de darle un pedazo, me pone la pata en el pie.
Gabe sonrió. —Sí, suena bastante inteligente.
 
—Y después de que mordió la funda de cuchillo de papá, su favorita de cuero sin tratar se escondió en el fondo de mi armario.
Caminando frente a ellos, Guzmán se volvió. —¿El cachorro sigue vivo después de eso?
—Papá gritó —admitió Niko—. Luego se rio y dijo que le debo una nueva funda, y él me enseñará cómo hacerla.
Gabe parpadeó. ¿Quién hubiera pensado que Chevy sería tan paciente?
Cuando Guzmán tomó su turno para cargar al niño, Gabe se unió a Bull para cuidar la retaguardia, vigilar y asegurarse de que nadie se perdiera. Todo el grupo estaba de muy buen humor. Casi cada maldita persona le había dado una palmada en la espalda a Gabe con elogios por su experiencia en rastreo.
Jesús.
 
En el claro, Dante disminuyó la velocidad para examinar el lugar en el que Gabe había recogido el rastro de Niko. —No puedo creer que hayas visto esto, Jefe. Buen trabajo.
Gabe se encogió de hombros. —Tuve suerte.
 
—Chorradas —Bull trazó el tenue contorno de la zapatilla de Nico—. Siempre fuiste mejor que cualquiera de nosotros. Me alegra ver que no has perdido tu habilidad, hermano.
—¿Hermano? —Erica, una de las dos rescatadoras, miró hacia atrás— ¿Cómo se conocieron ustedes dos, de todos modos? Pensé que el Jefe era nuevo en Alaska.
Bull dudó y levantó las cejas hacia Gabe. ¿Debía decírselo o no?
Gabe se frotó la mandíbula. El sargento, paranoico, había enseñado a sus hijos a no compartir información sobre ellos mismos con cualquiera.
Pero... Mako estaba muerto. Y eran parte de esta ciudad. Gabe asintió con la cabeza.
—Fuimos criados como hermanos —dijo Bull—. Fuera de la red cerca de Seward —La media docena de personas que escuchaban se volvieron para mirar.
—Que me parta un rayo —murmuró un hombre—. No es de extrañar que rastree así.
Gabe soltó una carcajada. Estaba bien poner en práctica sus habilidades. Y liderar un equipo de nuevo. Miró a los hombres y mujeres. La gente del pueblo había dejado todo y se había unido para encontrar al niño. Era reconfortante.
Hablando de algo reconfortante... Cuando salieron a la carretera, allí estaba Audrey.
Ella corrió y lo abrazó. —Sabía que podías encontrarlo.
Cuando ella se puso de puntillas para darle un beso voluptuoso, los hombres a su alrededor se rieron entre dientes.
A Gabe no le importaba. Esto de aquí, esta mujer de corazón abierto era exactamente lo que necesitaba. Le dio otro beso antes de dejarla ir.
Cuando Sarah se hizo cargo del niño, Audrey se dedicó a envolver a los buscadores muertos de frío en mantas, darles bolsas térmicas y servirles bebidas calientes.
Su taza de café llegó acompañada de un beso rápido y otro abrazo, a pesar de que estaba empapado.
Mientras ella corría hacia la siguiente persona, él la miró atentamente. Porque, un beso… o un verano para el caso, no era suficiente.
Él quería más.
 
Toda una vida sonaba bien.


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Mensaje por evanescita Miér 23 Sep - 19:23

Capis 22 y 23

Ese tal Baumer si que se lo tenía bien escondido a donde pertenecía y es una pena que no puedan correrlo, pero si Gabe logra poner mas cámaras sin que el sepa seguro lo atrapan en flagrancia, esperemos que así sea.

Ahora estos hombres parecen no entender no? siempre están actuando en contra de la ley, y menos mal que Chaze no perdió a su hijo pero si sigue así quien sabe. Mientras tanto el trabajo de Gabe es tan capaz que se esta haciendo muy necesario para el pueblo, así que ojalá reconsidere su permanencia y se  quede, lo que  puede funcionar siempre y cuando Audrey quiera lo mismo y espero que al final si se decidan, Al menos están en camino, seguro mas Gabe que Audrey pero ahí van.

Muchas gracias.


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Mensaje por IsCris Miér 23 Sep - 23:03

Me alegro que El Niño haya sido encontrado sano y salvo
Y me encanta como está evolucionando la relación de Audrey y Gabe

Por otro lado, ojalá pronto puedan tener pruebas contra el oficial Buemer


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Mensaje por martenu1011 Jue 24 Sep - 0:59

Me encanta la simpleza del niño y la mirada dulce y de orgullo que tiene por su amigo, su perro!
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Mensaje por Tibisay Carrasco Jue 24 Sep - 1:26

Me encanta que que encontraron a Nico y no estaba herido, Gabe realiza un gran trabajo para la comunidad. Gracias por el capitulo


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Mensaje por yiniva Jue 24 Sep - 12:51

Capítulo 24

En casa, Audrey sonrió en el espejo mientras se preparaba para dirigirse a la cantina para la noche. Había sido un gran jueves, hasta ahora.
Antes de ir de compras a Anchorage, Dante había estudiado la comparativa de precios de los productos que había preparado. Mostraba cómo podría reducir sus gastos generales con compras selectivas. Ella esperaba darle un mejor margen de ganancia.
Después de leer sus notas, el viejo y duro Okie la había abrazado.
Una vez que él regresó, pasó el resto del día en la biblioteca. Con la ayuda de Knox, ella había desempacado y se había felicitado por las nuevas novelas que habían llegado.
Aún mejor, Gabe había aparecido para dejar refrescos y robar un beso. Se pasó el dedo por la boca, sintiendo aún el hormigueo.
¿Quién hubiera pensado que un hombre tan letal podría ser tan cariñoso? Él era cortés, nunca la agarraba por el culo o la acariciaba en público, pero tanto si estaban solos como si estaban en público, la tocaba. Ponía su brazo alrededor de ella.


Incluso la besaba. Le gustaba estar con ella y no le importaba quién lo supiera.
Dios, lo amaba.
 
No.    Aventura.    Estamos    teniendo    una    aventura,¿recuerdas?
 
Enterrando firmemente sus rebeldes emociones, se estudió a sí misma en el antiguo espejo, bastante borroso.
Perfecta.
 
Sus pestañas y cejas eran de color marrón oscuro negro, sus ojos sensuales, su boca lozana. Un toque de bronceador había enfatizado sus pómulos.
Y, mira, mamá, tengo escote.
 
Ayer, cuando estaba ayudando a Lillian a limpiar su armario, a la mujer mayor le había dado pena Audrey por su ropa gastada y sin forma. —Mi querida niña, es bastante cierto que los habitantes de Alaska ponen poca importancia en el atuendo de una persona. Sin embargo, es prerrogativa de una mujer darse el gusto de vestirse de vez en cuando. Solo para ella misma.
Audrey asintió entendiendo.
 
—Bueno. Como ya no uso ropa de escote bajo, deberías tomarla y hacer buen uso de ella —Lillian le había regalado varias blusas sexys.
Audrey sonrió ante el recuerdo. Lillian era como la madre que nunca tuvo.
Audrey volvió a mirar el espejo. En las últimas semanas, no había olvidado el maquillaje, el peinado o el uso de ropa.
Pero, Lillian tenía razón. Ella estaba lista para ser toda mujer por una noche.
Un de sus disfraces de escape había sido una pelirroja demasiado maquillada. Después de encontrar esos cosméticos, se había dado el capricho.
Girando la cabeza de lado a lado, sonrió. El maquillaje no había llegado al —soy una prostituta—, pero se veía diferente. Y muy bien.
Quién sabe, tal vez ella obtendría mejores propinas. Dos horas más tarde, Audrey sabía que sus propinas,
especialmente de los turistas, habían aumentado. Viva la ropa sexy y el maquillaje.
Que el local estuviera hasta arriba no hizo daño. La taberna estaba celebrando el solsticio de verano, el día más largo del año, y Bull había traído música en vivo.
Aunque le dolían los pies, había recibido tantas miradas apreciativas que su ego se estaba disparando. ¿No era tonto invertir tanto en su apariencia? Y realmente esperaba que Gabe entrara y la viera arreglada.
Cuando Audrey se detuvo en una mesa para dejar bebidas, Irene se arregló el peinado. —Escuché que ayudaste durante la búsqueda el otro día. Buena chica.
La aprobación de la malhumorada cartera mejoró el día para Audrey. El calvo esposo de Irene se inclinó hacia delante.
—¿Has oído si Chevy está bien?
 
—Regresó a casa del hospital de Soldotna anoche — Entre Gabe y Sarah, Audrey conocía todos los buenos chismes. Tuvieron que llenarlo de antibióticos ya que algunas de esas heridas llegaban hasta el hueso.
—Ay —murmuró el hombre.
—Lo sé, ¿verdad? —Puaj—. Pero Niko está bien, y la esposa de Chevy le dijo a Sarah que la gente había dejado la comida para que ella pudiera pasar su tiempo cuidando a Chevy, que está agradecido de estar vivo y malhumorado mientras todos marchan.
—Eso es típico de él —Con un suspiro de desaprobación, Irene miró a su marido—. Sin embargo, iremos a su casa este fin de semana y echaremos una mano.
—Sí, cariño.
 
Audrey sonrió. Ayer había oído a la encargada del correo regañar a una adolescente por un mal trabajo de empaquetado, y luego Irene sacó cinta adhesiva y arregló el paquete para el niño.
Perro ladrador, poco mordedor.
 
Un destello de rosa llamó la atención de Audrey, que saludó a Félix, que servía mesas al otro lado de la habitación. Le sonrió a ella. Con una camisa rosa fluorescente, coqueteaba abiertamente con un turista del tamaño de un defensa de fútbol. Adelante, Félix.
Recibió pedidos de bebidas de tres pescadores, que estaban analizando los diversos fletes de pesca del río Kenai. Las carreras de los salmones habían comenzado, y las orillas del río estaban llenas de pescadores.
Audrey sonrió, recordando una manta, una orilla del río... y Gabe. Habían tenido suerte de que no los descubrieran. No más sexo a la orilla del río durante la ajetreada temporada de salmón, eso estaba claro.
Pero Gabe y Tucker habían prometido instruirla en las complejidades de la pesca del salmón. Estaba deseando divertirse.
En el bar, le dio a Bull los nuevos pedidos y empezó a recoger una bandeja recién llena. Entonces sus pies parecieron congelarse en el suelo.
Apoyado en la barra, Gabe se encontraba junto a Caz. Al otro lado de Gabe, Brooke, de la estación de esquí, estaba sentada en un taburete. La camisa roja y sedosa de la mujer hacía que su piel bronceada brillara y resaltaba su cabello castaño.
Viendo toda esa belleza vivaz, Audrey se sintió aburrida y pálida.
—Me encanta la idea de que Rescue tenga un festival o dos —Los oscuros ojos de Brooke brillaron con su entusiasmo—. McNally's podría ser el coanfitrión, y estaría encantada de organizarlo. Parte de mi trabajo es encontrar formas de atraer gente a la zona.
—Entiendo que más turistas beneficiarían al resort —coincidió Gabe.
 
Brooke puso su mano sobre la de él y se inclinó. —¿Recuerdas cuando fuimos al festival de jazz en Anchorage? Rescue podría tener algo similar.
Recogiendo su bandeja de bebidas, Audrey se dio la vuelta. En lo profundo de su pecho, le dolía el corazón. ¿Por qué debería doler tanto ver a alguien tocar a Gabe? Después de todo, Audrey no era su dueña.
Brooke podría ayudarlo a promover Rescue. Al igual que el ex de Audrey, Gabe probablemente quería una novia llamativa que tuviera la habilidad de trabajar con la gente.
Brooke no sólo tenía una historia con Gabe, sino que también encajaba aquí, en Alaska.
Y no se iba al final del verano.
 
¿Recuerdas, tonta? No te vas a quedar aquí. Aunque Gabe ocasionalmente mencionó regresar a su cabaña aislada, ella sabía que él se quedaría. Ni el pueblo ni sus hermanos lo dejarían irse.
Brooke también podría intervenir. Después de todo, la directora de relaciones públicas sería el complemento ideal para el líder de la ciudad.
Audrey quería arrancarle el cabello tan perfecto a la mujer.
Intentando no escuchar la sexy risa de Gabe, Audrey entregó las bebidas. Las tres últimas fueron para Tucker, Guzmán y Knox, quienes se habían sentado
Habló con voz ligera y logró una sonrisa. —¿Cómo está tu pierna, Tucker?
—Solo necesitaba un día de descanso, ya está bien. La próxima vez que me enfrente a un terreno desigual, tomaré un bastón de senderista.
—Eso un buen plan —Mientras un rugido de risa provenía de la barra, ella miró para ver que Brooke estaba entreteniendo a todos.
Audrey suspiró. Ella nunca encajaría como Brooke.
Siempre sería la forastera.
 
Knox había seguido su mirada y su mandíbula se puso rígida. —No dejes que esa tonta te moleste. Tú vales más que una docena como ella.


Audrey parpadeó.
Durante sus lecciones, tenía la impresión de que no le gustaba mucho. —Umm —Su voz salió áspera—. Gracias.
A ella le gustaba. Estaba haciendo amigos. Le dio una sonrisa más grande.
 
***

Habiendo tomado finalmente un taburete en la barra, Gabe escuchó mientras Brooke se ponía elocuente sobre organizar un festival de música de tres días. Sus planes eran demasiado elaborados, especialmente ya que incluso con un único día sería difícil convencer a algunas personas de la ciudad.
Pero ella tenía buenas ideas, y la participación del resort sería beneficiosa.
Sin embargo, insistiría en que el festival se celebrara en Rescue, no en el área de esquí de McNally. Si el pueblo bloqueaba la entrada del parque Sweetgale, podrían instalar casetas en la calle. Tendrían que averiguar qué atraería a la gente de la ciudad.
Audrey tendría ideas. Girándose, Gabe la vio mientras se dirigía hacia la barra. Él la había vislumbrado antes, pero ella no se había unido a él, lo que parecía extraño.
Le había llevado un tiempo convencer a la Srta. Tímida, pero se había dado cuenta de que él valoraba sus abrazos. Sus besos. Ahora, ella siempre lo saludaba y le daba un abrazo.
¿Pero no esta noche?
Frunció el ceño. ¿Tal vez estaba evitando a alguien? Miró a su derecha y...
Mierda.
 
En la concurrida zona del bar, los cuerpos se empujaban constantemente, y él no había prestado atención a la forma en que Brooke estaba apretado contra su costado. Si Audrey hubiera presionado contra él de esa manera, lo habría notado muy bien, y se habría puesto duro. Pero no veía a Brooke de esa manera. Debido a su historia, ni siquiera era una amiga, más bien una conocida de negocios.
Considerando cómo se comportaba Brooke, Audrey podría haberse hecho una idea equivocada.
Cuando empezaba a alejarse de Brooke, alguien gruñó:
—MacNair.
 
Gabe se volvió.
 
Knox se abría paso entre la multitud del bar. Su postura era beligerante, con la mandíbula hacia afuera. Miró a Brooke de arriba abajo y luego miró a Gabe —Esa bonita camarera rubia, Audrey... tengo muchos amigos que están interesados.
¿Supongo que está libre?
 
—Joder, no —Las palabras salieron antes de que Gabe siquiera pensara, pero había dicho la verdad.
Brooke se apoyó en él de nuevo. Sí, necesitaba encargarse de ella. ¿Cuál era su problema?
—Bien  —Knox  miró  a  Brooke  y  frunció  el  ceño—.
Nuestra bibliotecaria parecía un poco deprimida.
 
Oh diablos. La idea de lastimar a Audrey era una puñalada en el pecho. El debería tener sido más cuidadoso... con todo.
Antes de que pudiera encargarse de Brooke, Audrey salió de detrás de Knox y golpeó su bandeja en la barra a la izquierda de Gabe. —No estoy deprimida —Ante el sonido incrédulo de Knox, ella negó con la cabeza y le dio una sonrisa irónica.
—Está bien, entonces —Knox asintió con la cabeza, le disparó a Gabe otra mirada y retrocedió entre la multitud.
 
***

Su sonrisa se desvaneció al ver que Brooke aún se aferraba a Gabe. Eso dolía como un feo agujero en su corazón.
Y sin embargo...
Gabe había dicho que Audrey no era libre. Lo dijo enfáticamente. Esa discrepancia necesitaba ser examinada.
Mordiéndose el labio, estudió a Gabe.
 
Su mirada estaba en Audrey, su cuerpo vuelto hacia ella. Sus rodillas apuntaban lejos de Brooke. Un brazo estaba en la barra, el otro sosteniendo su cerveza.
Cuando Brooke lo agarró del brazo, se volvió para mirarla asqueado. —Para.
No le gustaba... Brooke.
 
Brooke era la que estaba coqueteando y tocando. ¿Pero qué hombre se resistiría a eso? Brooke era preciosa. Vivaz. Conocía a todo el mundo.
No puedo competir con ella.

Una relación amorosa no era una competición deportiva. Al principio, era ... una prueba de sabor, como decidir un sabor en la heladería. Cereza, vainilla y las avellanas estaban bien, pero si le daban una opción, ella quería chocolate.
Brooke podría haber sido el helado adecuado para un Gabe más joven, pero no estaba interesado en ella.
Desafortunadamente, la mujer no estaba recibiendo el mensaje. Mientras Audrey miraba... probablemente porque Audrey estaba mirando… Brooke se colocó de nuevo sobre Gabe.
 
Oh, en serio. Audrey cruzó los brazos sobre su pecho. — Brooke, le estás dando mala fama a la sororidad55. ¿Intentar ligar con el novio de una mujer, justo delante de ella? ¿En serio? Eso es raro y… desesperado. ¿Realmente quieres que nos enfrentemos de esa manera?
Brooke jadeó como si la hubieran abofeteado y apartó las manos del brazo de Gabe.
Un murmullo vino de algún lugar de la multitud muy interesada. —Ella siempre está haciendo eso. Ningún hombre está a salvo.
La boca de Audrey estaba demasiado seca. Su madre le había enseñado lo feas que podían ser las confrontaciones. Pero aun así... Miró a su alrededor y levantó un poco la voz. — Estoy seguro de que Brooke no entiende que está afectando a la sororidad. Por mi parte, la ayudaré haciéndole saber cuándo vuelva a dar un paso en falso.
—Buen plan.
 
55Sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana. Es un neologismo empleado para hacer mención a la solidaridad que existe entre mujeres, especialmente en las cuestiones sociales de género.


—Me gusta.
Un coro de acuerdo vino de mujeres cercanas junto con una risa reprimida. de los hombres.
Con el rostro rojo oscuro, Brooke se recostó en el taburete, dejando espacio entre ella y Gabe. Actuando como si no hubiera visto a Audrey, recogió su bebida. Probablemente nadie la había reconvenido por su comportamiento antes.
Audrey se dio cuenta de que su propia cara estaba caliente. ¿Realmente acababa de hacer eso? Esto probablemente no era lo que Lillian tenía en mente cuando le había dicho a Audrey que participara en las conversaciones.
Sonriendo, Gabe colocó a Audrey entre sus rodillas. —Gracias, cariño. Agradezco la ayuda.
 
Detrás de él, Brooke parecía sorprendida. —P… pero,
Gabe.
 
Gabe pasó las manos arriba y abajo por los brazos de Audrey, antes de girarse para mirar en Brooke —Ya te lo dije, pero lo repetiré. Nos divertimos hace unos años, y eso terminó hace años. Terminado.
—Pero sé que me quieres. Me hablaste y…
 
La ira de Audrey se estaba acabando. Tal vez la mujer realmente era tan despistada. Ella entró en su modo de enseñanza bibliotecaria. —Brooke.
Brooke miró por encima.
—¿Has hablado con chicos e inmediatamente asumen que quieres ir a la cama? ¿Se ponen insistentes y tratan de maltratarte?
Brooke puso los ojos en blanco. —Oh, me ha pasado.

—Ajá. Te estás comportando de la misma manera que esos hombres, ¿sabes? —Una mirada tan indignada—. Yo no lo hago.
—Pensaste que Gabe te deseaba sólo porque estaba hablando contigo. Bien, te estoy hablando. ¿Eso significa que quiero ir a la cama contigo?
Brooke casi jadeó. —¡No!
 
—Exactamente. El hecho de que un hombre hable contigo no significa que esté interesado en cualquier otra cosa que no sea la conversación. Necesitas aprender el lenguaje corporal, las señales que los hombres muestran si quieren algo más que conversación. Porque si ignoras esas señales, eres tan mala como los acosadores masculinos que tanto odias.
La mujer parpadeó y luego, sorprendentemente, se recostó... y asintió.
De acuerdo entonces. Mientras Audrey intentaba alejarse, Gabe la atrajo hacia sí, sus rodillas cerrándose sobre sus caderas. —Me gustas aquí mismo, pequeña cheechako — murmuró.
Su exasperada expresión le hizo reír.
 
Él curvó sus dedos alrededor de su cintura y susurró: —Buen trabajo con Brooke.
 
Tal vez. Audrey podría haber sido menos agresiva si se hubiera dado cuenta de lo inconsciente que era la mujer. — Gracias. Hum, ¿me voy a encontrar con muchas más exnovias?
—No aquí en Rescue. Sólo venía a visitar a Mako.
 
Ese era un detalle interesante, aquí en Rescue. ¿Estaba el resto del mundo lleno de las antiguas novias de Gabe?


Al verla entrecerrar los ojos, levantó las manos en una pseudo-autodefensa. —No soy tan malo, Rubia, no como Caz. Un divorcio a principios de mis veinte años: yo creía en la fidelidad; ella no. Algunas novias desde entonces. Nadie en absoluto en los últimos dos años.
—Oh —Había estado casado. Bueno, considerando todo lo que era Gabriel, ella no se sorprendía en absoluto.
Ciertamente había sido más franco de lo que esperaba.
—¿Gracias? —levantó una ceja y esperó.
 
—¿Quieres quid pro quo?
 
—Bueno, sí —Sus dedos eran gentiles mientras metía un mechón de pelo detrás de su oreja—. Me conformaré con los matrimonios, la última relación importante y por qué no funcionó.
Esto seguramente sería más fácil con alcohol. Pero lo justo era justo. Ella fue quien introdujo el tema. —Nada de matrimonios. Última relación hace unos meses —Exhaló con tristeza—. Quería a alguien más extrovertido. Alguien parecido a Brooke.
—¿En serio? Qué idiota.
 
La sinceridad en su tono la conmovió. Entonces hizo una mueca. ¿Brooke había oído lo que ella decía? ¿Lo que Gabe había dicho?
Miró y se sintió aliviada al ver que la mujer se había ido.
Un hombre había tomado el taburete. Su mirada apreciativa la hizo sonrojar.
Con un gruñido amenazante, Gabe se inclinó y tomó sus labios.


Oh,   cómo   la   besaba.   Suavemente,   con   firmeza, provocando, tomando.
Cuando terminó, pasó los nudillos sobre su mejilla caliente. —Esa fue otro tipo de señal de hombre, por cierto.
—Umm... —Su cerebro comenzó a bajar de las nubes—¿Qué? ¿Qué señal?
 
—La que les dice a otros hombres que les romperé la cara si tocan lo que es mío.


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Mensaje por evanescita Jue 24 Sep - 14:42

Jajaja La Audrey celosa es linda y bueno alguien tenia que poner a esa zorra en su lugar no? y eso que Audrey fue paciente y educativa otra ya la hubiera tenido de los pelos jajaja. Me encanto que Knox le haya tomado cariño y la defendiera.
El tiempo sigue pasando y sin novedades por el momento.

Muchas gracias.


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Mensaje por IsCris Jue 24 Sep - 22:17

Me encantó tomó le hablo Audrey a Brooke sin  y directa. Esperemos que Brooke se lleve de consejos, que le vaya bien en su vida 

Todo está muy calmado me huele a que pronto se viene lo bueno, por un momento antes pensé que tal ves Spyros no está preso, si no que anda libre por ahí


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Mensaje por martenu1011 Vie 25 Sep - 1:13

Qué bueno que cada uno marque y cuide lo que considere suyo...excelente manera de poner a todos en su lugar.
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Mensaje por Tibisay Carrasco Vie 25 Sep - 1:42

Gracias por el capitulo


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Mensaje por yiniva Vie 25 Sep - 11:03

Capítulo 25

Vigilad  vuestras  espaldas,  muchachos.  Vigilad  siempre vuestras espaldas.
~ Sargento Primero Michael “Mako” Tyne ~

*** 
  
Gabe terminó el interminable papeleo policial y miró el reloj. Fuera, el sol todavía estaba arriba, por supuesto, pero ya era hora de irse. Al menos Baumer no estaba cerca. Desde que Audrey escuchó los comentarios del gilipollas dos semanas antes, el oficial no había hecho nada fuera de lo establecido, al menos nada Gabe hubiera captado en las cámaras.
Demonios, Baumer no estaba haciendo nada, de hecho. Era un bastardo perezoso. Rara vez realizaba patrullas a pie, prefería sentarse cómodamente en la oficina o recorrer las carreteras. Durante sus turnos, sólo hacía el trabajo suficiente para evitar que lo echaran.
El ambiente de trabajo era incómodo. Política o no, Gabe despediría a Baumer antes de que terminase el período de prueba del hombre.
Levantándose, Gabe se estiró.
La biblioteca estaba cerrada los jueves, por lo que Audrey ya estaba en casa. Anoche, habían recogido las primeras fresas del jardín del Hermitage, y ella quería intentar hacer una tarta de fresa.
Su boca se hizo agua. Tenían espárragos frescos y guisantes. Caz había pescado ayer un salmón. Pero... ¿tarta de fresa para rematar?
Durante la semana pasada, la chica de ciudad se había lanzado a la captura y cultivo de su propia comida. pero insistía en que cocinar era una simple cuestión de encontrar una buena receta y seguir las instrucciones.
Él sonrió. Su personalidad era una fascinante mezcla de brillantez y lógica, entusiasmo y compasión
Desde la semana pasada, cuando él dejó claro que estaban juntos, ella se relajó en su aventura. Estaba prácticamente viviendo en su casa.
Y él quería llegar a casa con ella.
 
Regina se había ido un par de horas antes y había cerrado la puerta del edificio. Gabe cerró la puerta interior de la comisaría y aseguró la caja fuerte.
Al salir, abrió la puerta y miró hacia afuera. Quedaban dos coches en el aparcamiento. No había nadie.
Dando un paso por la puerta, escuchó una respiración entrecortada. Un rozamiento.
El instinto se hizo cargo. Se lanzó hacia adelante... y el golpe dirigido a su cabeza le dio en el hombro.
Se puso de pie, giró y sacó su Glock. Un bate de béisbol golpeó su mano. y arrojó el arma al suelo. Alguien lo pateó en el aparcamiento.
Con los nudillos ardiendo, Gabe evaluó la situación.
 
Cinco hombres. Deben haber estado escondidos contra el lateral del edificio. Todos llevaban pasamontañas. Todos llevaban armas. Un bate de béisbol, un garrote, nudillos de latón, dos cuchillos.
Los cinco armados.
Jesús. Esquivó el garrote, sujetó la muñeca del tipo y lo golpeó. Cuando la articulación del codo se fracturó, el hombre gritó. Gabe se apropió del palo, giró… y recibió un puño en la frente. Ignorando la explosión de dolor, esquivó el balanceó el bate de béisbol y golpeó con el garrote la rodilla de un portador de cuchillo.
Aullando, ese bastardo cayó.
 
Una larga quemazón marcó la parte superior de la espalda de Gabe. El otro hombre con cuchillo le había cortado.
Con un dive and roll56, Gabe se liberó del anillo de hombres. Cuando se recuperó, quitó la sangre que afectaba su visión.
Quedaban tres.
 
A Gabe le dolían la cabeza y el hombro. La hemorragia de la herida de cuchillo era más urgente. Necesitaba terminar esto.
 
56 Un dive and roll (—rollo adelante en zambullida—) es un truco acrobático que comienza con un movimiento horizontal de buceo hacia adelante y da como resultado un salto mortal hacia adelante.


Mientras el tipo de bate de béisbol cargaba, los otros dos atacaron desde los costados. Ah diablos estaban coordinando sus movimientos.
Gabe le dio una patada en el estómago, pero el bate le golpeó en la cabeza. El cráneo explotó de dolor y cayó de rodillas.
Ante un destello de metal, levantó un brazo apenas a tiempo para bloquear el cuchillo que descendía. Con saña, le dio un puñetazo a la vulnerable cara interna del hombre.
Con un grito de dolor, el tipo retrocedió tambaleándose.
 
Gruñendo, el bateador de béisbol se lanzó hacia adelante, y de repente gritó y se giró para mirar hacia el otro lado.
 
Gabe parpadeó. Un cuchillo sobresalía de la parte superior de la espalda del hombre.
Con un grito de dolor, el tipo arrancó el cuchillo y se dio la vuelta. Dio un paso atrás, la hoja cayó al suelo y él se alejó corriendo.
Todos los imbéciles estaban corriendo, uno ayudando al hombre con una rodilla fracturada. Un vehículo aceleró su motor más abajo en el callejón. Tenían un coche de rescate esperando.
Con la cabeza todavía girando, Gabe aspiró aire. Se movería en un minuto. Sí, en un minuto
Caz se acercó.
 
Joder, eso estuvo cerca. —Gracias hermano.

—No hay problema —Caz le dedicó una brillante sonrisa blanca—. Habrías manejado a los dos últimos. El cabrón con el cuchillo no sabía cuál era el extremo puntiagudo.
Después de aceptar una mano, Gabe miró por encima del hombro. La sangre cubría su espalda. —Diría que encontró el extremo puntiagudo, gracias.
Riéndose, Caz recogió su cuchillo. —Ven, viejo. Por casualidad tengo una clínica con todo tipo de buenos materiales de vendaje.
—Tenemos un plan —Después de levantar su Glock de la grava, Gabe frunció el ceño—. Maldita sea, voy a llegar tarde a la cena.
Audrey cantó junto 221 Guns” de Green Day mientras medía el arroz integral. Los espárragos estaban cortados y listos para cocer al vapor. Había una ensalada en la nevera. El salmón estaba preparado para asarlo en el horno.
Todo aguardaba la llegada de Gabe.
Lillian había mencionado que había estado con un policía porque la británica había salido una vez con un sheriff. Audrey sonrió. Por supuesto que sí. La mujer abrazó y probó la vida con un vigor envidiable. En una heladería, Lillian era de las que pedían una muestra de todos los sabores.
Pero por dolorosa experiencia, Lillian le había advertido a Audrey que la vida de un agente del orden público no era suya. No siempre llegaba a casa a tiempo ni siquiera podría llamar y decir que llegaría tarde.
Audrey sacudió la cabeza. No era un problema. Ella podía hacer comidas adaptables a un horario flexible. Y tenía la edad suficiente para comer si tenía hambre antes de que él regresara.
Veinte minutos después, oyó que se levantaba la puerta del garaje. Sus pasos sonaron en el pasillo.
Ella se puso rígida. Gabe normalmente era tan silencioso que podía estar detrás de ella antes de que lo oyera, y había aprendido a hablar para advertirla antes de que su toque calentara su piel.
El fuerte sonido de los pasos estaba fuera de lugar. Preocupada, se apresuró a la sala de estar. —¿Gabe? —salió del pasillo.
Sus ojos tenían una fría oscuridad como una cruda noche de invierno. Llevaba una gasa en la frente A su alrededor aparecían hematomas morados. Las líneas en su cara se habían profundizado, endureciendo su rostro. Se movía rígidamente, sin su habitual y suave gracia.
Esa no era la camisa caqui que había usado esta mañana.
Ella corrió a través de la habitación y patinó hasta detenerse frente a él. —¿Dónde estás herido? ¿Es muy grave? Deberías ir a un hospital. Te llevaré. Solo déjame buscar mi bolso. Enséñame donde…
—Cariño —Sus ojos se iluminaron—. Recibí algunos golpes, pero nada importante —Como para probarlo, la atrajo a sus brazos.
Sí, eso era lo que ella necesitaba, aunque incluso mientras lo inhalaba, sus manos pasaban por encima de su torso. El frente parecía estar bien.
Había una gran compresa en la parte superior de su espalda bajo la camisa.
Oh Dios. —Dime los daños. Ahora.

—Viste mi cara. Tengo algunos moretones. Un corte en la espalda. Y me golpearon en el cabeza, solo un chichón, pero me duele. No te preocupes, Caz me cosió y me echó un vistazo.
Se pondría bien. Lo haría. Ella frotó su mejilla contra su sólido pecho.
Él se rio entre dientes, curvó sus dedos debajo de su trasero y apretó ligeramente. —Después de una pelea como esa, me hubiera gustado acostarme con la Ricitos de Oro que duerme en mi cama, pero... me duele la cabeza.
Un destello de diversión la golpeó ante su tono disgustado. Sí, él estaba bien. —Siéntate y yo traeré una aspirina. No, traeré Tylenol. Será más seguro si estás sangrando.
Sonriendo, le levantó la barbilla y se inclinó para besarla. —Eres un milagro, cariño. Gracias.
Ella lo puso en el sofá y lo medicó, luego perdió la discusión sobre no tomar cerveza después de las heridas.
Cuando le pasó la botella, sintió un escalofrío en los huesos. Aunque él no estaba malherido, estaba terriblemente golpeado. Demasiado golpeado.
Bull y Caz a menudo contaban historias sobre sus peleas. Bull ganaba por puro tamaño, Caz nunca estaba sin cuchillo, Hawk era un berserker57. A pesar de sus talentos, dijeron que Gabe ganaba la mayoría de las peleas porque era un buen luchador. Ella había visto la forma eficiente en que él había derribado a Knox y lo despreocupado que había estado Bull.
 


57 Los berserker eran guerreros vikingos que combatían semidesnudos, cubiertos de pieles. Entraban en combate bajo cierto trance de perfil psicótico, casi insensibles al dolor, fuertes como osos o toros, y no había fuego ni acero que los detuviera.


 
Ella frunció. —¿Fuiste atacado por más de uno? — Después de un sorbo de cerveza, la miró— ¿Por qué lo preguntas?
—No soy estúpida. Apuesto a que no tan herido si hubieras peleado con un solo hombre. ¿Cuántos eran?
Cuando él no respondió, ella levantó la barbilla. Él no ganaría esta discusión.
—Cinco.
 
De ninguna manera. Lo miró con una mezcla de asombro y horror. Cinco.
Se rio con tristeza. —No soy Chuck Norris, Ricitos de Oro. Me fue bien con tres, podría haber logrado el cuarto. Afortunadamente, Caz todavía estaba en la clínica y escuchó el ruido.
Escuchó el ruido. Esta no había sido una pelea de bar.
—¿Dónde sucedió esto?
 
—Detrás de la comisaría. Habían esperado contra la parte posterior del edificio, para poder emboscarme —Su boca se adelgazó—. Tendré más cuidado. Y pondré un espejo para poder ver lo que hay allá afuera.
—¿Caz se unió a la pelea?
—En cierto modo. Se detuvo en la puerta y sacó un cuchillo. Insiste en que la razón por la que lanza cuchillos es que los médicos no deberían arriesgarse a dañar sus manos. Seguro que es así.
Audrey inclinó la cabeza. —La razón me parece lógica.
 
—Excepto que comenzó a lanzar cuchillos cuando tenía alrededor de diez años.


¿Lanzar cuchillos afilados a esa edad? ¿Qué había estado pensando Mako? Pero enseñó a sus hijos a pelear, y gracias a Dios por eso.
Se pasó la lengua por los labios secos. Su corazón parecía haberse aferrado a la garganta, y ella obligó a su voz a mantenerse tranquila. —El dicho tradicional es “deberías ver al otro tipo”.
—¿Cómo quedaron los otros?
 
Gabe dejó la cerveza, la empujó contra su costado y apoyó la cabeza contra el sofá.
—Uno tiene el cuchillo de Caz en su espalda. Otro tiene una rodilla que necesitará cirugía, lo mismo con el codo de otro bastardo. Los otros dos solo tienen moretones.
Ella puso un toque de diversión en sus palabras. —Oh, bueno, eso no es tan malo.
Y luego tragó saliva tratando de levantarse. No vomites, no vomites.
Horas después, Gabe se despertó en la cama. Estaba acostado de espaldas, Audrey se acurrucaba a su lado. El fresco aire nocturno del lago movió las cortinas del dormitorio y reveló el resplandor crepuscular. Debía de ser entre la medianoche y las cuatro de la mañana.
Una vez que su dolor de cabeza se alivió, Gabe había compartido una comida increíble con Audrey. No hubo reproches ni quejas por llegar tarde. No le dijo que la comida estaba arruinada. Cuando él se disculpó, ella se rio y dijo que la comida no se había estropeado por el retraso.
Joder, ella había sido dulce. ¿Alguna vez había tenido a alguien que lo cuidara con esa mezcla tan amorosa de pragmatismo y preocupación?
Después de comer, se acurrucó contra él y escogió una película sobre una mujer que quería ser espía. Ligera y divertida. Para cuando terminó, los nudos en sus entrañas habían desaparecido.
Las batallas se acumulaban. No importaba cuánta experiencia tuviera un hombre, su cuerpo reaccionaría al dolor y al peligro. Siempre tardaba un poco en bajar de ese pico de adrenalina.
Sin embargo, era una pena no haber podido disfrutar del sexo. Le gustaba el incentivo que la adrenalina añadía. Sin embargo, el sexo hubiera subido su presión arterial y probablemente le habría explotado la cabeza.
Girando la cabeza en un sentido, luego en el otro, sonrió.
El dolor de cabeza se había ido.
 
Mentalmente, abrió el manual de normas de actuación en las relaciones entre hombres y mujeres. En las fuerzas armadas, las reglas de combate definían las circunstancias y la forma en que se podía aplicar el uso de la fuerza. Pero en este caso...
Acarició el cuerpo dulcemente curvilíneo a su lado con la esperanza de que ella se despertara y estuviera de humor. Si ella seguía durmiendo, él se detendría. Solo un idiota sin clase presionaba a una mujer en el sexo si no estaba interesada. Sin embargo, ¿seducirla para que se animase? Eso entraba en la categoría de “furtivo pero permisible” según las reglas de combate.


Oyendo que su respiración se aceleraba un poco, sonrió y se movió lo suficiente como para poder capturar un pecho. Acariciarlo. ¿Había algo más agradable que la sensación de tener un pecho en la mano?
Parpadeando, inclinó la cabeza hacia atrás. —¿Gabe? — Su voz era ronca por el sueño. Malditamente sexy. Al igual que la forma en que su pezón se arrugó de repente.
—Umm.
 
—¿Por qué tengo la impresión de que despertaste con ganas de jugar?
Mi pequeña bibliotecaria. —¿Quieres jugar es un… como lo llames por tener sexo?
 
—Un eufemismo, y sí.
—Entonces sí. Juguemos. Tiró del pezón y sintió como sus caderas se meneaban un poco. Ah, el señuelo estaba funcionando.
Con una pequeña risita, ella levantó la cabeza para que él pudiera besarla.
Sí. Comenzó a darse la vuelta sobre su mujer suave y dispuesta, y el dolor lo apuñaló. Un palo en el hombro, un cuchillo en la espalda y cada músculo y articulaciones dolorido. —Infierno.
—Oh, Dios, olvidé que estabas herido —Con los ojos muy abiertos, se sentó.
Su mano lamentaba la pérdida del suave pecho. Y tuvo que apretar los dientes para evitar gruñir… porque su pene erecto le dolía casi tanto como su espalda.
—Oh, qué cara...

Sus ojos se entrecerraron. —¿Acabas de reírte? Cerró labios, lo que provocó una serie de carcajadas.
Sonaba tan divertida que tuvo que sonreír. —Maldición, tenía muchas ganas de follar.
—Ah, pobre Jefe —Ella sacudió la cabeza y le acarició el pecho desnudo con simpatía—. Le pondría demasiada tensión a esa cuchillada. Lo siento.
—Cuando encuentre a esos bastardos, voy a… — parpadeó mientras ella le daba un beso en el pecho. Frotaba su mejilla satinada contra él. Lamía un pezón, luego el otro. Lo besó más abajo.
—¿Cariño? —Su voz salió áspera.
 
—Definitivamente es mi turno —Sus ojos grises como la niebla tenían una sonrisa, y su lengua corrió sus dientes.
Maldita sea si no sonaba presumida y entusiasta.
 
Luego, para su placer, se acomodó entre sus piernas y lo introdujo en su boca.
 
Se estaba volviendo buena en el sexo. La práctica hace al maestro ¿verdad? Y las mamadas eran divertidas. Al menos lo eran con Gabe.
Audrey lamió la cabeza en forma de hongo, disfrutando de las diversas texturas. La cabeza como terciopelo suave, el eje de seda sobre hierro. Las venas elásticas rogaban ser rastreadas con su lengua.


Había aprendido que al apretar los dedos alrededor de la base la protegía de las arcadas. Pero estaba mejorando. Cuando lo tomó aún más profundo, él retumbó bajo en su garganta.
Ella sonrió. —¿Hay algo en una mamada que no te guste?
—Diablos, no.
 
Se estaba poniendo aún más duro. Cuando sus pesados testículos se acercaron a su cuerpo, los moldeó en su palma. No había intentado jugar con ellos antes. Entonces...
Su mano se cerró en su cabello. —Vamos, mujer.
 
Su mandíbula estaba apretada, su cuerpo tenso. Ella miró su erección, muy gruesa y grande. —Pero...
Sin mirar, tomó un condón de la mesita de noche y lo desenvolvió. —Pónmelo, por favor.
Es cierto que ella le había visto hacerlo muchas veces… porque, reconozcámoslo, ver cómo se las arreglaba era realmente erótico.
Poniendo la parte superior sobre su eje, ella bajó el condón. —Gabe, tu herida no se curó en los últimos minutos. Aún no puedes…
—Estar encima. Lo sé —sonrió lentamente—. Pero tú puedes.
¿Sentarme sobre él? Hum. Aunque habían hecho el amor en muchas posiciones diferentes con mucha más variedad de la que Craig le había mostrado, ella nunca había estado encima. Casi se rio porque no importaba cuán inventivo fuera Gabe, él siempre tomaba las posiciones superiores. Su alfa. — Suena divertido.
Con cuidado, se sentó a horcajadas sobre él, con una rodilla a cada lado de sus caderas. Sus labios se curvaron en una sonrisa fácil. —Ahora agarra mi polla y bájate sobre ella
—Eso sonaba muy pervertido. Carnal.
 
—Mira tú sonrisa —murmuró él.
Su rostro se acaloró, pero lo agarró con firmeza y metió el primer centímetro dentro.
Hum, encantadora. Sus caderas se movieron, pero ella permaneció en su lugar, balanceándose sobre él, solo un centímetro dentro.
Y observó su rostro tensarse por la demora.
 
Se rompió primero. Con un gruñido áspero, él agarró sus caderas y tiró de ella hacia abajo.
—¡Oh, Dios mío! —La sensación de plenitud, el estiramiento, el calor que sentía en su interior. Parecía más grande en esta posición, y llegaba más lejos.
Cuando ella se balanceó hacia adelante, su pelvis frotó su clítoris. Oh, eso era bueno.
Las arrugas aparecieron en las esquinas de sus ojos. —
En este punto, tienes que moverte, cariño.
 
—Puedo hacer eso —Inclinándose hacia adelante, se preparó con las manos al lado de sus hombros. Su trasero subió, su eje se deslizó hacia afuera. Luego se estableció en un ritmo, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, sintiendo su erección entrando y saliendo.
—Oh, bien —Iba a hacer que esto durara para siempre. Torturarlo lentamente. Volverlo loco como él hacía tantas veces. Se levantó y bajó muy lentamente.
Estaba a cargo y probablemente no lograba ocultar su sonrisa.
Aunque ella no había hablado, él arqueó los labios. —No lo creo —Sin mover su hombro dolorido, le acarició el pecho.
Cuando sus dedos expertos se deslizaron sobre su clítoris, un placer sorprendentemente exquisito se disparó a través de ella. Su toque y el grosor dentro eran abrumadores.
La necesidad de acelerar era incontrolable, y su ritmo lento se hizo pedazos. Se balanceó más y más rápido, agregando meneos para hacer que su dedo se deslizase sobre ella en horizontal.
Los temblores comenzaron en el interior, la presión creció. Ella se apretó alrededor de él hasta que podía sentir cada centímetro entrando y saliendo.
—Oh, oh, oh, necesito...
 
Con una risita baja, él la agarró por las caderas y la estrelló contra su polla.
levantando sus caderas al mismo tiempo, penetrando duro y profundo.
Sus entrañas se apretaron y se estremecieron oleada tras oleada de placer. Cuando él llegó al mismo tiempo, la sensación de compartir el placer fue increíble.
Cuando la energía se agotó en sus músculos, se desplomó encima de él, la mejilla en su pecho. Su corazón resonaba fuertemente bajo su oído.
Sus brazos se cerraron alrededor de ella, abrazándola, acariciándole el pelo. —Gracias.
Levantando la cabeza, besó el lateral de su fuerte mandíbula. —De nada, Sr. Jefe Mandón que odia renunciar al control.
Ella sintió su sonrisa incluso cuando él preguntó, muy inocentemente: —¿No querías que usara mis dedos? Pensé que te gustaba eso.
Sentándose cuidadosamente, puso sus manos a cada lado de su rostro y dijo con un ceño fruncido. —Sabías exactamente lo que estabas haciendo.
La risa apareció en sus ojos, y oh, a ella le gustaba esa mirada suya. —A veces, no estoy muy seguro de lo que estoy haciendo, no, pero sí sé esto —Su mirada se volvió seria, y enredó sus dedos en el pelo de ella—. Me preocupo por ti, Audrey. No, eso es mentira, te amo, mujer.
¿Qué? ¿Qué? Fuegos artificiales de deleite brillaron a su alrededor, incluso cuando un nudo le llenaba la garganta. Ella sacudió su cabeza. —No, no, te equivocas. No puedes amarme.
—¿No? —inclinó la cabeza como si estuviera pensando—
. Parece que lo hago. Si, te amo.
—No es gracioso —Estaba herido. No podía golpearlo. Su mirada se encontró con la de ella. Directo. Claro.
Honesto.
 
¿Él la amaba? ¿Realmente lo hacía?
 
Oh Dios mío. ¿Qué debería hacer ella? —Yo... no estoy lista. No, no estoy lista para est—.
El miedo oprimía sus pulmones. Craig la había amado, y luego no. Si ella se quedaba y Gabe cambiaba de opinión, entonces... —No puedo, no pertenezco a este lugar. No deberías amarme. Eso no está bien. No estoy lista. No. Tengo una vida allí y...
Balbuceando. Estaba balbuceando. Cerrando la boca, lo miró fijamente. Los escalofríos corrían por encima de su piel.
—Audrey, está bien —le pasó la mano por la mejilla y sonrió.
—Métete eso en la cabeza, que te quiero, y guárdalo un rato.
 
Su orden sonaba casi insultante, pero la conocía bien.
Ella necesitaba prepararse.
 
Después de un beso rápido, fue al baño y regresó. Rodando sobre su espalda, la arropó a su lado, la pierna sobre la suya, el brazo sobre su cintura.
—Duérmete, cariño. —Su voz bajó de tono—. Tengo que decir que tenerte aquí en mis brazos es lo que más me gusta del mundo.
Con un suspiro, ella puso la mejilla en su hombro ancho y cálido. Con un ronroneo de placer, él besó la parte superior de su cabeza. Mientras respiraba su masculino aroma, supo que nunca se había sentido tan completamente feliz.


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Mensaje por evanescita Vie 25 Sep - 16:25

Esos hijos de su putísima madre! de hecho son los de esa secta que no quiere el avance del pueblo, y como Gabe es un obstáculo por eso quieren asustarlo, menos mal que Caz fue en su ayuda si no que habría pasado. Y a pesar del susto por sus heridas, creo que Audrey se asusto mas con ese te amo jajaja espero que con mas tiempo lo acepte y deje de sentirse tan insignificante como para que Gabe la ame.

Muchas gracias.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Sáb 26 Sep - 0:57

Gracias por el capitulo


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Mensaje por martenu1011 Sáb 26 Sep - 1:02

Pobre Gabe! Lo bueno es que la escritora planteó una situación bastante creíble.  Una sola persona ganándole a cinco es poco verosímil.
Audrey y su baja autoestima Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 5 1f612
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Mensaje por Luz Guerrero Sáb 26 Sep - 2:32

Por fin en estoy al día!!!! Este libro me está encantado❤
Sospecho que la secta tiene algo que ver con el asalto, algo tienen entre manos los desgraciados, ya quiero que Gabe eche al oficial seguramente el les está proporcionando información a la secta. 
Audrey es un amor 😍 
Tengo dudas 🤔 respecto a Spyros, no creo que se quede de brazos cruzados en la cárcel ¿ustedes que piensan?


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Mensaje por yiniva Sáb 26 Sep - 20:33

Capítulo 26

En la comisaría, Gabe vio el video de la emboscada de la noche anterior en el aparcamiento. —Parece que mover las cámaras de seguridad funcionó.
Sentado en la esquina, Bull gruñó su acuerdo. Aunque la trampa de Gabe había funcionado, los resultados le hicieron querer vomitar.
En pantalla, los hombres lo rodeaban. Presionó pausa y reajustó el video al lugar que quería. No tenía necesidad de verlo de nuevo. Tenía suficientes moretones para recordar cada golpe.
 
La puerta de la comisaría se abrió y se cerró. Bull murmuró: —El bastardo está aquí.
—Sí. Supongo que ya se ha acabado el juego.
 
Se oyeron pasos en la oficina. Baumer se había presentado para su turno del viernes, justo a tiempo. —¿Estás en la oficina, MacNair?
—Sí. Entra.
 
—Bonito día fuera, ¿no? Hola, Bull —Baumer se apoyó en el marco de la puerta— ¿Querías una reunión hoy? ¿Algo que necesite saber?
—Me temo que sí —La ira de Gabe era un fuego baja en sus entrañas—. Anoche me atacó un grupo de cobardes nenazas en el aparcamiento —Incapaz de resistirse, Gabe miró a Bull. —Cinco hombres sólo para mí. ¿Realmente doy tanto miedo? —Mientras Bull se reía, la cara de Baumer se puso roja. Satisfactorio como el infierno.
Porque no era un idiota. —Tengo que preguntarme, ¿ha dejado de tomar sus medicinas, oficial Baumer?
Baumer se congeló antes de soltar una carcajada. —Muy gracioso. Supongo que quieres que busque a tus atacantes.
—No, estoy mirando al líder. Bonitos nudillos de bronce tienes, Baumer. No es que los hubiera usado mucho —No, el oficial se había quedado atrás y había dejado que sus camaradas hicieran la mayor parte del trabajo.
—De ninguna manera... —Reconociendo su error, Baumer suavizó su expresión— ¿Por qué iba a atacarte? Cuéntame más sobre lo que pasó, y buscaremos a los autores.
—Estás despedido. Entrega tu placa y tus llaves.
 
—No puedes hacer eso. Yo... No tienes ninguna razón para despedirme. No hay pruebas.
Oh, pruebas tenían, pero ¿por qué desperdiciarlas con este imbécil? Gabe sonrió sombríamente. —Estás en período de prueba de noventa días, lo que significa que no necesito una razón.
La mirada de Baumer pasó de Gabe a Bull y viceversa mientras intentaba encontrar una salida del hoyo. Luego se quitó la placa, sacó las llaves de la comisaría y arrojó todo sobre el escritorio. —No me gustaba trabajar para un marica como tú de todos modos.
Ignorando el insulto, Gabe dijo: —Dile a Parrish que la próxima vez que sus zelotes, incluyéndote a ti, salgan del
campamento, me presentaré en el recinto con una orden y registraré el lugar de arriba a abajo.
Ciertamente, el reverendo gilipollas tenía municiones que no eran legales. —Dile que mantenga a su gente a raya.
Baumer se quedó paralizado. —No soy uno de ellos.
—Ahórratelo —rugió Bull—. Sabemos que vives en el recinto.
Gabe no se molestó en agregar que Audrey había encontrado fotos de Baumer y su esposa. socializando con Parrish y otros zelotes conocidos. La esposa del idiota había publicado las fotos en Facebook. —¿No es una pena que no haya dejado nada interesante en mi oficina para que se lo pasaras a él?
Un rubor enrojeció la cara de Baumer.
 
Sí, el gilipollas era quien había revisado los papeles en el escritorio de Gabe.
Cuando Baumer no se movió, Gabe hizo un gesto hacia la puerta. —Puedes retirarte. Regina tiene una caja con tus efectos personales.
—Bien —La cara de Baumer se puso púrpura de ira—. Al menos no soy un liberal sensiblero58 besando a los abrazadores de conejos59. Esta ciudad nunca llegará a nada, y eso es lo que nos gusta. Nadie quiere a un falso policía de ciudad por aquí.
 

58 En el original dice: —bleeding- heart liberal—. Un corazón sangrante liberal es un individuo que se alinea con el partido liberal (también conocido como izquierda), y es particularmente comprensivo con las clases desfavorecidas.

59 En el original: —bunny-huggers—. Expresión despreciativa para los defensores de la naturaleza





Baumer se marchó. La puerta de la comisaría se cerró de golpe un minuto después.
Bull sacudió la cabeza. —Mal perdedor.
 
La inquietud agitó a Gabe. Baumer había dicho la verdad tal como la veía. A nadie le gustaba la policía, especialmente a los tipos duros que vivían un estilo de vida de subsistencia y aquellos que lo hacían fuera de la red. Todo lo que sabían de Gabe era que había trabajado en Anchorage y Los Ángeles. Poli de ciudad. —¿Crees que Baumer tiene razón? Mako podría haberse equivocado al pensar que lograríamos revivir este lugar.
Bull se pasó la mano por la perilla. —No lo sabremos a menos que lo intentemos. Si nos rendimos, los turistas evitarán este lugar, incluso con el complejo abierto. Los zelotes se encargarían de eso.
—Y Dante, Sarah y los otros negocios se arruinarán.
 
—Sí. Necesitamos esta batalla, hermano. No por Mako, está muerto. No para nosotros, estaremos bien, pase lo que pase. Necesitamos ganar por ellos.
Bull tenía un gran corazón y tenía razón.
 
Gabe suspiró. Había buenas personas aquí, personas que merecían ayuda.
Aparentemente no se retiraría a la cabaña del bosque de Mako. Él no era así. Había estado luchando por otros desde que nació. Pensar que podía parar era sólo mentirse a sí mismo.
Miró a Bull. —Sí.
 
La única palabra que Bull necesitaba. —Bien. No podríamos hacer esto sin ti.
Gabe enfundó su arma. —Le daré una copia del video de seguridad a Sarah. Ella puede usarlo cuando lo necesite, y así detendrá a Parrish por un tiempo.
—Eso sería algo que valdría la pena ver —Bull se levantó— ¿Cuántos problemas dará Baumer ahora?
—Algunos. Tal vez. Él es perezoso. El problema es que también es una comadreja. Él no atacará de frente. Ahora sabe que lo destriparás y se lo darás a los lobos si me hiere.
Bull sonrió. —Supuse que por eso me querías aquí en lugar de Caz. Con fines de intimidación.
—Exactamente —En realidad, Caz era más letal que Bull. Al Sr. Intimidación simplemente le gustaba pelear, nada más sangriento. Aunque Caz evitaba matar, cuando lo hacía, era tan silencioso que sus objetivos nunca lo escucharon antes de caer.
Bull sacudió la cabeza. —Si Baumer tuviera alguna idea de su recuento de bajas, se cagaría encima.
—Qué asco —Audrey estaba en la puerta— ¿Quién se ensuciaría y por qué? —arrugó la nariz.
Gabe exhaló aliviado. Ella solo había escuchado la última parte de la oración.
Él se acercó, la agarró por la parte superior de los brazos y la puso de puntillas para un rápido beso.
Probablemente no debería haberle dicho que la amaba, sin embargo, esta mañana, todavía estaba a su lado en la cama. Demonios, estaba con él cada vez que podían estar juntos. Tal vez ella no había dicho las palabras, pero… él lo sabía. Mako le había enseñado el arte de esperar pacientemente.


Ella valía toda la paciencia que él tenía. —Entonces,
¿qué pasó? —preguntó—. Ahora está desempleado.
 
—¡Al fin te lo quitaste de encima! —sonrió—. Avísame cuando empieces las entrevistas para su reemplazo. Voy a husmear en caso de que haya algo que no están en los curriculums oficiales.
—Tienes un punto furtivo, ¿no? —Gabe miró los grandes ojos grises que tenía un brillo malicioso—. Me gusta.


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Mensaje por Luz Guerrero Sáb 26 Sep - 22:00

Por fin el idiota del oficial fuera!! Pero tal vez tome represalias 🤔


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Mensaje por evanescita Dom 27 Sep - 2:10

De algo tenían que servir las cámaras después del ataque y que bueno que haya sido para despedir al idiota de Baumer y mira que participar de ataque, pero era de esperarse todo ese complejo son una tira de cobardes. Y aunque me alegra temo por la seguridad de ellos y hasta se la pueden agarrar con Audrey, que nervios, ya veremos que pasa.

Muchas gracias.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Dom 27 Sep - 2:48

Por fin atraparon al idiota, ahora a cuidarse sobretodo Audrey. Gracias por el capitulo


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Mensaje por yiniva Dom 27 Sep - 17:47

Capítulo 27

El martes por la tarde, Audrey cruzó desde la terraza trasera de la casa de Gabe hasta el cobertizo que albergaba a las gallinas. Tenían un recinto alambrado en el patio. Pensaba que las gallinas camperas correrían por todo el recinto cercado, pero Gabe había corregido esa idea. Aparentemente, cuando las aves escarbaban en el jardín en busca de insectos arrancaban los plantones y destruían las plantas. Bull había añadido que los halcones y las águilas consideraban que las gallinas eran una excelente comida.
Ella no quería ver eso. Nunca
 
Así que las gallinas se quedaron en su patio. Como cebras con forma de pájaro, las gallinas Barred Rocks tenían plumas blancas y negras con crestas y barbillas rojas. Bull dijo que eran dulces. Y, aunque los picos afilados y amarillos la habían preocupado, le gustaban esas gallinas tan bonitas. Cada vez que recogía los huevos, venían a la valla, cacareando alegremente y esperando comida.
Gabe se reía de ella porque se sentía culpable si no les llevaba algo.
En el lateral del cobertizo, abrió la puerta de los nidos, y recogió los huevos. Una docena completa.


Excelente. Iba a hacerle un pastel a Gabe. Tan sólo porque… bueno, porque alimentarlo era una forma de demostrar que le importaba.
Y a ella le gustaba cocinar para él. Todavía parecía sorprendido de que lo hiciera, como si nadie le hubiera hecho nunca dulces.
Frunció el ceño. Su madre había muerto cuando él tenía tres años, y su abuelo, que lo crio durante unos años, había trabajado mucho. Luego estuvo en hogares de acogida, que probablemente olvidaban dar amor con la comida.
Después de eso, lo encontró Mako cuya filosofía era si no trabajas, no comes. Su sargento no había sido una persona muy cariñosa.
La idea de Gabe como un niño pequeño, sin amor, le partía el corazón. Sus infancias habían sido más parecidas de lo que ella creía.
Mientras llevaba la canasta de huevos a la casa, hizo un voto de procurar que su hombre estuviera bien alimentado y amado... mientras ella estuviese aquí.
Pero ya era julio y se acercaba el final del verano.
 
Apoyando el teléfono para poder ver la receta, batió el azúcar, los huevos y mantequilla en una mezcla suave.
A finales de agosto, ella abandonaría Rescue. Dejaría a Gabe.

Le dolía el pecho.
En Chicago, incluso en la biblioteca de la universidad, nunca se había sentido tan parte de todo como aquí. Las amistades no duraban mucho en la ciudad. La gente cambiaba de trabajo y se mudaba.


En parte estar sin amigos era su culpa. Nunca asistía a actividades universitarias
Maldición, era una ermitaña.
 
Sin embargo, el hecho de llegar sin nada a Rescue había terminado con su aislamiento. Aquí sus trabajos requerían algo más que ser una bibliotecaria eficiente y educada: Dante y Bull esperaban que fuera amistosa.
Ni siquiera podía esconderse para investigar, no con una cabaña sin internet... y la gente hablaba con ella en la cafetería.
Luego, después de convencer al pueblo de volver a abrir la biblioteca, tenía que demostrar que esencial era el lugar. Y estaba funcionando. Cada vez más gente entraba en la biblioteca. Le pedían que encargase sus películas favoritas.
Hablaban de libros. Requerían su ayuda para seleccionar cuentos infantiles.
También estaba Knox. La satisfacción llenó su corazón. Ya dominaba el alfabeto. Era mucho más listo de lo que creía, y estaba orgullosa de él. Y estaba cambiando mientras se veía a sí mismo bajo una luz diferente.
Del mismo modo, su imagen de sí misma había mejorado. Después de años de creerse una nerd que nunca sería aceptada, se había convertido en parte de esta ciudad. A ellos les gustaba.
¿Cómo podría volver a estar sola?
 
Y ... miró la masa del pastel. Su manera de decirle a Gabe que lo amaba. ¿Cómo podía dejarlo?
No quiero hacerlo.

¿Podría quedarse? ¿Él querría que lo hiciera?
Él había dicho que la amaba y, oh, que Dios la ayudase, ella lo amaba mucho.
Tomó un poco de masa de pastel y se lamió el dedo.
¿Podría una ración de azúcar hacer a una chica más valiente? De alguna manera, necesitaba reunir su coraje y decírselo al hombre.
—Te amo —Ella se encogió al oírse decir las palabras. La última vez, cuando lo dijo, su novio se había reído de ella. Porque había estado planeando irse y ya había encontrado una novia perfecta para subir de estatus—. Necesito a alguien a mi lado a quien le guste la gente —Con dos frases, había destrozado su ego.
Gabe no haría eso. Él no lo haría. ¿Lo haría?
 
No, ella lo conocía bien. El Sr. Escueto y Honesto seguro no dirían que la amaba si no lo hiciera.
Quiere que me quede. Yo, la nerd. Él podría tener a la hermosa Brooke, pero había elegido a Audrey.
Cambiaría  de   opinión;  seguramente  lo  haría,  y   le rompería el corazón.
¿Pero y si no lo hacía? ¿Podría arriesgarse? Tenía que hacerlo. Se lo diría. Lo haría.
Y entonces se abrió la puerta principal. Gabe entró, dispersando su fuerza de voluntad a los vientos.
—Umm. Hola.
Se  detuvo,  entrecerrando  los  ojos.  —Cariño,  estás sonrojada.

—Es el calor del horno. Te estoy haciendo un pastel.
Imitando su acción, tomó un puñado de masa, se la comió con un murmullo de placer y giró su cuerpo para atraparla contra el mostrador.
—Gabe.
Su beso fue dulce como el azúcar antes de retroceder y murmurar: —El horno no está encendido, Audrey. Ahora respóndeme honestamente, ¿por qué estás tan alterada?
Tenía puesta la cara de policía, y sus dedos bajo el mentón evitaban que ella escondiera la cara contra su pecho.
¿A dónde se había ido todo su coraje? —He....he estado pensando en cosas —Sus labios se crisparon—. Cosas, ¿eh?
Mientras respiraba temblorosa, cualquier rastro de risa murió en su rostro. Dejando a un lado esa sexualidad irresistible, deslizó las manos hacia abajo para sujetarla por la cintura. —¿Llegaste a alguna conclusión?
—Oh, eres un idiota. No es de extrañar que te quiera —murmuró.
 
La luz llenó sus ojos y él la atrajo de nuevo a sus brazos.
—Lo haces, ¿eh?
 
Cuando rozó su mejilla con la de ella, el ligero rastro de barba era tan embriagador como champán. —¿Puedo pedirlo en la forma apropiada, una declaración real y todo eso?
—Eres una persona que hace cumplir la ley y está sujeta a reglas. ¿Recibiré una multa si no lo hago correctamente? Ella no pudo evitar que sus labios se elevaran.
—No —El pellizco en el borde de su mandíbula envió un hormigueo tembloroso a través de ella—. Si es necesario, te interrogaré.
Sus dientes mordisquearon el lóbulo de su oreja. Todo el tiempo que sea necesario. Tal vez toda la noche.
Oh... Dios.
 
—Dímelo, Audrey —El susurro en su oído era ronco y profundo.
Coraje.. —Te amo, Gabe MacNair —Sus rodillas comenzaron a doblarse.
Sus brazos se tensaron, y la sostuvo firmemente contra su sólido cuerpo. —Es un buen comienzo.
Su larga exhalación indicó que había estado preocupado.
¿Preocupado si ella lo amaba? Con los brazos a su alrededor, se acurrucó más cerca.
—¿Qué hay de Chicago, cariño?
—Si... si todo está bien, me gustaría quedarme —Tenía el coraje suficiente para levantar la cabeza y mirar su cara. Si él pareciese infeliz o disgustado, ella... ella simplemente moriría.
En cambio, sonrió. Sonrió.
 
—Joder, sí, está bien —Él la apretó con tanta fuerza que sus costillas se quejaron. Su boca cayó sobre la de ella.
Cuando la levantó para llevarla escaleras arriba, su cabeza giró. —¿Qué estás haciendo?
—Creo que es una vieja costumbre de celebración.

—La gente come cuando celebra algo.
—Puedo hacer eso. De hecho, lo haré. Antes que acabe, lo único que podrás decir será “por favor”.
Su control despiadado y su promesa oscura y sexy enviaron calor a través de cada célula de su cuerpo.


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Mensaje por evanescita Dom 27 Sep - 18:55

Awww este capi fue super tierno y que bueno que Audrey llego sola a la conclusión de quedarse por todo lo que le ofrecía el pueblo  y obvio Gabe, tanto así que se armo de valor para decirle a Gabe que lo amaba y que se quedaría, creo que fue lo mejor que le pudo haber dado a Gabe, ahora podrán tener una relación seria que obvio será para siempre.

Muchas gracias.


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