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Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por Guadalupe Zapata Dom 27 Sep - 21:16

Gracias por los capítulos.
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por martenu1011 Dom 27 Sep - 22:18

Baumer es un imbécil, un cobarde!!
Al fin Audrey se dio cuenta que quedarse y amar a Gabe es lo correcto!!
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por Tibisay Carrasco Dom 27 Sep - 23:06

Gracias por el capitulo


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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por Guadalupe Zapata Lun 28 Sep - 5:08

Baumer lo que parece es peligroso.
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por IsCris Lun 28 Sep - 8:32

Que bonito que ya Audrey decidió quedarse, ellos dos me encantan!
Por otro lado, no creo que los zelotes se when tranquilos, ni siquiera el reverendo ha hecho acto de presencia


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Mensaje por yiniva Lun 28 Sep - 15:26

Capítulo 28

En el mirador cubierto, Audrey se movió, intentando acomodarse en el sofá Adirondack de dos plazas. Realmente, el sillón de listones de madera era bonito. Solo que ella no conseguía acomodarse. Por lo que iba a ocurrir.
Una puerta cerrada le llamó la atención. Caz estaba saliendo de su cabaña. Todas las casas de troncos tenían la misma arquitectura con terrazas y ventanas altas que daban al lago y al terreno.
Pero cada cabaña tenía toques únicos. Las contraventanas y las molduras de Gabe eran de color azul grisáceo. En contraste, las de Mako eran negras. Sin duda eso encajaba con lo que ella había oído sobre el sargento.
Bull salió de su casa, cruzó su terraza llena de plantas en flor. Ella esperaba hacer lo mismo por la casa de Gabe.
Si viviera aquí. Se mordió el labio cuando Gabe salió, llevando un par de cervezas.
Había sido un buen domingo. Ella y los hombres pasaron la mañana juntos haciendo tareas al aire libre antes de disfrutar de una barbacoa a media tarde. Después de limpiar, Gabe decidió que necesitaba una cerveza antes de enfrentarse a la reunión de esta noche. Sus hermanos se habían reído y accedieron a pasar el rato en el mirador.
Audrey deseaba unos tragos de tequila en lugar de cerveza.
Ella y Gabe habían guardado silencio sobre su decisión de no irse hasta que todos pudieran estar juntos. Había pensado que sucedería el miércoles pasado, Cuatro de Julio. Pero no había sido posible. La taberna había estado abierta. Caz había sido llamado a la clínica para tratar los dedos quemados de dos hombres jóvenes que se habían mezclado alcohol y fuegos artificiales.
No es que hubiera habido muchos fuegos artificiales. Si el sol no se ponía en esta época del año, ¿cuándo era el momento?
Hoy, todos estaban en casa. Se frotó las palmas húmedas en los muslos.
Cuando Gabe se acomodó a su lado y le entregó una cerveza, Bull se dejó caer en una silla. frente a ellos.
Caz se sentó y su sonrisa desapareció. —¿Qué pasa, chiquita60?
—Hum... —Ella miró a Gabe.
Su mirada preocupada desapareció, y la comprensión llenó su mirada. Envolviendo su mano alrededor de la nuca de ella, presionó su frente contra la de ella. —Te preocupas demasiado, Ricitos de Oro —susurró.
No, no, no lo hacía. A sus hermanos les podría gustar, pero había una gran diferencia entre ser una visita ocasional durante la noche y una verdadera amante que vive en casa. Al menos, esa era la impresión que había tenido al escuchar charlar a sus colegas.

60 En español en el original.

—Vale, cariño, vamos a quitar esto del medio —Gabe la rodeó con el brazo.
—Hermanos, está aterrorizada de que no estéis contentos porque me enamoré de ella y planeo quedármela.
El silencio duró y duró...
 
Caz se levantó de un salto y la sacó de la silla, y se dio cuenta de que solo había sido un segundo. —¡Eso es excelente!
—La abrazó y besó su mejilla—. El viejo es un tipo con suerte.
 
Bull la atrapó y le sacó el aire de los pulmones. —No puedo pensar en nadie más perfecto para él.
Sonriendo, Gabe la hizo retroceder y le puso el brazo sobre los hombros. —¿Ves, Rubia?
Oh Dios, ella iba a llorar. Enterró el rostro contra su cuello hasta que consiguió controlarse.
Mientras  respiraba  temblorosamente,  él   se   rio.   — ¿Mejor?
 
Tratando subrepticiamente de limpiarse las lágrimas de los ojos, se sentó. Al ver a sus hermanos con una sonrisa de satisfacción casi lloró de nuevo.
—Ella se va a mudar, ¿verdad? —le preguntó Bull a
Gabe.
 
—Claro que sí —Gabe le dio un tirón a su cabello—. No le quiso decir a Dante que dejaba la cabaña hasta que lo supieseis, por si no lo aprobabais.

La mirada seria de Bull se encontró con la de ella. — Incluso si no lo hubiéramos aprobado, Gabe no te habría dejarte ir, Audrey.
—Nos habría golpeado hasta que lo viéramos a su manera —dijo Caz.
La alegría la llenó, transmitiendo luz a través de cada una de sus células.
Gabe inclinó su cerveza hacia sus hermanos. —Es como si pudierais leer mi mente.
—Apuesto a que Lillian estaba encantada de saber que puede mantener a su polluelo aquí —dijo Bull.
—¿Qué te hace pensar que Lillian ya lo sabe? —preguntó
Gabe.
 
—Hermano, ¿en serio? —Bull sacudió la cabeza—. Una mujer descubrirá cada detalle antes de que  un hombre sepa que hay un secreto.
Ante la mirada incrédula de Gabe, Audrey dijo entre risas: —Lo hizo. Y está contenta —De hecho, había lágrimas en los ojos de Lillian mientras apretaba las manos de Audrey.
—Ajá. Te lo dije —dijo Bull con aire de suficiencia.
 
Caz levantó su cerveza. —Por el nuevo miembro de la familia.
Mientras los chicos gritaban y chocaban sus botellas, Audrey presionó su rostro contra el hombro de Gabe nuevamente.
Tenía amigos. Tenía una familia.
Y tenía a Gabe.
¿Cuánta felicidad puede contener un corazón?
 
La mano de Gabe cubrió la suya, y ella levantó la vista. La estaba observando... de la forma en que lo hacía tan a menudo.
Ella le sonrió y frotó su mejilla contra sus bíceps siempre tan duros. ¿Es posible que el amor siga creciendo? A veces sentía como si el corazón se le saliera del pecho.
Un sonido de llamada vino de casa de Gabe.
—Vaya, ese es mi móvil —Audrey corrió a través de la hierba y la terraza y entró en casa.
El nombre de Dennison aparecía en el identificador de llamadas. Aunque ella le había dado su número después de que Spyros fuese atrapado, esta era la primera vez que la llamaba.
—Hola.
 —Soy el agente especial Dennison.
—¿Cómo estás? —Ella se dirigió hacia fuera— ¿No tienes fines de semana libres?
—No este fin de semana. Hay problemas —Su voz era sombría—. Hace varias horas cuando Spyros estaba siendo transferido a una prisión de larga estancia, un camión sacó el vehículo de transporte de la carretera. Un segundo equipo en una camioneta disparó a los guardias y liberó a Spyros. Ha escapado, Audrey.
—P… pero... —¿Libre? ¿Spyros estaba libre? El miedo la golpeó como un mazo, y ella se detuvo en el centro del césped.
Haciendo  retroceder  el   pánico,  susurró—.   Los   guardias.
¿Están bien?
 
Hubo una pausa. —Me temo que no. Fue feo... y está en todas las cadenas de noticias. Los hombres de Spyros dispararon a personas, niños, para obligar a los guardias a sacar a Spyros de la camioneta de la cárcel. Fue un baño de sangre, Audrey.
Sus rodillas comenzaron a doblarse. Esas personas, esas pobres personas. Su corazón envió una oración por ellas.
—Y se escapó.
 
—Todas las agencias están trabajando en su captura, pero esto estaba bien planeado. Tenían recursos para desaparee todos.
Spyros vendría tras ella.
 
Un miedo paralizante la llenó, congelándola allí mismo, congelando sus pensamientos.
—¿Audrey? —Gabe la rodeó con un brazo— ¿Qué pasa? Miró a Gabe a los ojos azules y no pudo hablar.
Con el ceño fruncido, él le quitó el teléfono de las manos.
—Soy MacNair, Jefe de Policía. ¿Quién eres?
 
Era la voz de Dennison. La cara de Gabe se oscureció.
—¿Qué carajo?
 
—Eso no suena bien —Bull la apartó de Gabe y la apretó contra su enorme pecho.
Su respiración se detuvo, y ella se volvió hacia él.

Cuando Caz tomó posición a su izquierda, estaba rodeada por los hijos de Mako, los hombres más duros que había conocido. Algo en su pecho se aflojó, dejándole inhalar.
—Chiquita, ¿puedes decirnos qué pasa? —La voz de Caz era suave.
—Spyros, el asesino que estaba detrás de mí... Escapó.
El que está al teléfono es un agente del FBI.
 
Mientras hablaba, Gabe inspeccionó el área cerrada, el lago y las casas como si ya estuvieran en guerra. —Tienes mi número. Mantenme informado. La mantendremos a salvo.
Después de cortar la llamada, le entregó el teléfono y la atrajo hacia sus brazos. Mirando por encima de su cabeza a sus hermanos, preguntó: —¿Os lo dijo?
Bull asintió con la cabeza. —¿Cuáles son las posibilidades de que venga detrás de Audrey?.
—Demasiadas, aunque Dennison cree que va a esconderse hasta que la cacería se interrumpa. Spyros es aparentemente paciente en ese aspecto. Pero él quiere venganza. Ferozmente —Gabe le dio un pequeño apretón—. Gracias a ella, sólo tiene un ojo. Su habilidad para disparar se ve afectada, y su reputación ha sido destruida. Fue lisiado por una pequeña bibliotecaria.
Bull resopló.
 
—¿Sabe dónde encontrar a Audrey? —preguntó Caz.
—Sí. Lo atraparon tratando de abordar un vuelo a Alaska. Tenía informantes en el Departamento de Policía de Chicago que le hablaron de la consulta de Baumer. Gabe dirigió el camino de regreso al mirador.
—¿Cuál es el plan, viejo? —Caz lo siguió—. Debería irme
—dijo Audrey—. Yo debería…
 
—No decidas ahora, cariño —Gabe presionó un beso en la parte superior de su cabeza antes de tirarla sobre su regazo—. Podemos cerrar las compuertas, acomodarnos y prepararnos para la guerra.
Bull asintió con la cabeza. —Y si un forastero aparece buscando problemas, le daremos todo lo que pueda comer.
Pero ella los pondría en peligro. Aunque no había puesto en peligro a esas personas en Chicago, y habían muerto de todos modos. ¿Qué haría Spyros si no estuviera aquí?
¿Torturaría a la gente para averiguar su paradero?
 
Cerró los ojos, sintiéndose desesperada. Sin importar lo que hiciera, alguien estaría en peligro. Tal vez era hora de dejar de correr.
Tal vez todos ellos podrían idear un plan y detenerlo para siempre.
El domingo por la noche, Gabe esperaba mientras Audrey conversaba con Regina en el vestíbulo del edificio municipal.
Había sido un día difícil.
Primero, sus hermanos, Audrey y él habían hecho planes... porque ella había aceptado quedarse. Gracias, joder.
Spyros no se olvidaría de ella, y no podía permanecer oculta para siempre, no en este mundo interconectado. Ni siquiera en Alaska. No importa a dónde fuera, tarde o temprano, el bastardo la encontraría. Nadie podía permanecer en guardia para siempre.
Sería mejor que Spyros viniera cuando estén alerta y preparados. Audrey había aceptado, pero había llevado la idea “preparada” un paso más allá.
Ella le pidió un cuchillo y una pistola. Jesús.
 
Tal vez estaba infectado con el pesimismo de Mako porque pensó que los necesitaba para poder defenderse si la cosa se ponía fea. Le dio su arma de repuesto y trabajó con ella toda la tarde hasta que demostró que podía darle a lo que apuntaba.
Caz debía de haber sentido lo mismo. Le dio un cuchillo y una de sus viejas fundas de brazo de cuando era un adolescente flaco.
Verla abrocharse las armas le provocaba a Gabe un escalofrío helado en el estómago.
Odiaba el peligro que corría. Ella era... todo, él pasaría por encima de cualquiera o cualquier cosa que la hiriera. Él sentía lo mismo por sus hermanos, pero esto era incluso algo más. Ella no era una exmilitar veterana de combate; era una bibliotecaria dulce, demasiado inocente.
Y la amaba más de lo que amaba vivir.
 
Hubiera sido bueno saber exactamente a quién se enfrentarían. Dennison le había dicho que Spyros podría o no venir con un equipo.
Gabe frunció el ceño. En otro tiempo había estado en un equipo de SEAL. Habían estado tan unidos como los hombres que comparten sangre y batalla podrían estarlo, pero a lo largo de los años, se habían dispersado. Hubiera sido bueno tenerlos a sus espaldas.
Por otra parte, ahora tenía su primer equipo, sus hermanos. Su estado de ánimo mejoró.
Teniendo en cuenta el desenlace de la pelea en el aparcamiento, sabía que las habilidades de Caz no habían desaparecido.
Si el pueblo no ayudaba, Gabe y sus hermanos se las arreglarían.
Cuando Gabe se acercó al mostrador de recepción, Regina frunció el ceño y le preguntó: —¿Adónde va a ir a parar el mundo cuando un asesino queda libre de esa manera?
Ah, Audrey le había hablado a Regina sobre Spyros.
 
—Estoy de acuerdo —Cuando un pensamiento se le pasó por la cabeza, Gabe apretó la mandíbula. Silenciosamente, puso un brazo alrededor de Audrey e hizo un gesto para que Regina caminara con ellos hasta la sala de reuniones del pueblo.
Audrey levantó la vista. —Te ves aún más infeliz que
antes.
 
—Eh, estaba pensando que Spyros y yo tenemos más en común de lo que resulta cómodo —Spyros había trabajado con un escuadrón, al igual que Gabe, y probablemente se enorgullecía de hacer un buen trabajo—. Cobraba dinero por matar gente, como yo cuando trabajaba para los mercenarios.
Ella lo miró incrédula. —¿Cobrabas por matar mujeres inocentes?
—No.
 
—¿Lo habrías hecho?
 
—No. Ni por todo el dinero del mundo.

—Spyros carece de cualquier código moral. Tú tienes uno muy fuerte. Ser un mercenario no era bueno para ti —Ella se puso de puntillas para besarle la mejilla.
Bien. Su estado de ánimo se aligeró. Ricitos de Oro tenía razón. Había líneas que él no podría cruzar.
Sonriendo, besó la parte superior de la cabeza de Audrey. Ella ciertamente tenía un talento para poner las cosas en perspectiva.
Cuando llegaron a la reunión, tarde, vio que el lugar estaba lleno, otra vez. Al frente, Dante anunciaba que Baumer había sido despedido.
—Eso parece muy prepotente por parte del Jefe MacNair
—Con sus profundos ojos destellando de ira, Parrish se inclinó hacia adelante y miró a la gente del pueblo. —Quizá le hemos dado a un forastero demasiado control sobre nuestra ciudad.
¿Qué sabe un oficial de policía de los 48 inferiores sobre Alaska y cómo funcionamos aquí?
—Oh, él sabe —Guzmán resopló—. También puede rastrear mejor que nadie que haya conocido.
Chevy se levantó, moviéndose rígidamente. —Salvó a mi hijo. Yo diría que él sabe mucho.
—Sabe cómo lidiar con los alces —gritó otro.
 
La risa resonante de Dante acalló los comentarios. —
¿Gabe un forastero? Menuda basura. Creció en una cabaña cerca de Seward. Su padre era amigo mío de los Boinas Verdes. Nuestro jefe fue un Navy SEAL, sí, sirvió a nuestro país, y fue policía en Anchorage.
¿Un SEAL... Anchorage... una cabaña? La habitación se llenó de murmullos.

Jesús. Quién hubiera dicho que el viejo bigotudo era tan hablador. Gabe miró a Dante frunciendo el ceño. Parrish se enfadó. —Trabajó en Los Ángeles.
Sin inmutarse, Dante sonrió. —Durante un tiempo. Se enamoró de una mujer de fuera que lo arrastró a él allí para trabajar. Pero ahora lo tenemos de vuelta en casa, y no vamos a dejar que se vaya de nuevo.
Los aplausos y los gritos de aprobación hicieron que Gabe se congelara. ¿Vítores?
Abandonando el argumento de forastero, Parrish señaló a Gabe y gritó: —Despediste al oficial Baumer sin razón.
Era hora de poner algunas cartas sobre la mesa. —
¿Quieres decir que despedí a tu chico, Sr. Parrish? —Nada de reverendo porque estaba seguro de que no era un hombre de Dios.
 
Parrish se puso rígido. —El oficial Baumer no es uno de los míos.
—Vive en tu complejo. Es tuyo.
 
La boca del hombre se comprimió.
 
—Déjame mostrarte la razón por la que fue despedido — Gabe asintió con la cabeza a Uriah, quien había preparado equipo para proyectar el video en la pared blanca detrás de los miembros del consejo.
—Para la prevención del delito, se instalaron cámaras de seguridad en áreas de alto riesgo. Ya que las clínicas médicas son de alto riesgo, hay una cámara en el aparcamiento, detrás de nuestro edificio municipal.
Parrish frunció el ceño y el color desapareció de su rostro.
—Earl Baumer fue despedido por esto… —Gabe hizo un gesto a Uriah para iniciar el vídeo.
La sala quedó en silencio mientras el video mostraba a Baumer y otros cuatro hombres cruzando el estacionamiento. Sus rostros eran fácilmente identificables... al igual que las armas que llevaban. Todos se pusieron pasamontañas. Cuando Baumer sacó los nudillos de latón de su bolsillo, los jadeos recorrieron la habitación.
Mientras los cinco hombres se pegaban a la pared, Uriah dijo en voz alta. —Los tontos estuvieron allí mucho tiempo. Parece que no sabían cuántas horas al día trabaja nuestro el jefe —Le dio al avance rápido.
La hora del día se mostraba en la pantalla cuando Gabe salió del edificio. El hombre del garrote lo balanceó. Gabe se lanzó hacia adelante y comenzó la pelea.
El video se detuvo. Se oyeron voces de protesta.
 
—Se pone violento —dijo Uriah—. Y hay menores en la habitación. Después de la reunión, lo pondré en marcha para cualquier adulto que quiera ver el resto.
Se acabaron las objeciones.
 
Un hombre gritó: —Además de Baumer, al menos dos de esos bastardos están en los PZ. Parrish, ¿los enviaste contra nuestro jefe?
Nuestro jefe. Parece que había sido reclamado por el pueblo. El calor alrededor del corazón de Gabe aumentó.
Parrish estaba ocupado negando todo, haciendo control de daños, intentando defenderse como podía. Gilipollas. Esto lo acallaría por ahora, pero la pelea no había terminado. Parrish había invertido demasiado en el área para irse.
El ruido aumentó. La gente se estaba enojando demasiado.
Gabe se trasladó al centro de la habitación. Maldita sea, desearía que Parrish y su gente de los PZ no estuvieran presentes, pero lo estaban, y esta era la única oportunidad que tenía Gabe de llegar a casi todos los habitantes de la ciudad.
—Tengo una petición que es un poco inusual.
 
Esperó a que el ruido se calmara, luego Tucker gritó desde atrás: —Oigámoslo, MacNair.
Mentalmente, Gabe cruzó los dedos para tener suerte. Señaló a Audrey que estaba sentada en la parte de atrás junto a Regina. —La mayoría de vosotros conocéis a nuestra bibliotecaria. Cuando ella llegó, nos dijo que su nombre era Julie porque se estaba escondiendo de un asesino de Chicago llamado Spyros.
Al escuchar su nombre, ella se enderezó.
 
—La habéis visto tratando de ganarse la vida, trabajando en el supermercado de Dante, en Bull's, y ahora dirige nuestra biblioteca.
El murmullo de aprobación le provocó una sonrisa.
 
—Cuando atraparon a Spyros, ella nos contó a muchos de nosotros la historia y que su verdadero nombre es Audrey, Sin embargo, anoche, Spyros escapó. Es posible que lo hayáis visto en las noticias.
Los que habían visto la noticia empezaron a compartirla.
 
Gabe esperó a que el alboroto se apagara. —Audrey fue la que, al luchar por su vida, lo dejó sin un ojo.
Se quedaron sin aliento.

El hombre más cercano a él murmuró: —Ella es más dura de lo que parece.
Gabe sonrió ante las distintas variaciones de —¡Bien hecho, chica! —Algunos de esos viejos sourdoughs, hombres y mujeres, tenían mucha sed de sangre.
—El FBI cree que Spyros y su equipo irán tras Audrey — Gabe odiaba la forma en que la cara de Audrey palideció—. Me gustaría que todos los vigilaseis. No quiero heroicidades. Son sicarios profesionales, y matarán a cualquiera que se interponga en su camino. Lo que les pido es que mantengáis los ojos abiertos.
—¿Cómo lo sabremos? —preguntó Félix—. El pueblo está lleno de pescadores.
Era temporada del salmón, maldita sea. —Cierto. Pero estos hombres son depredadores. Y un hombre le falta un ojo. Si tenéis la sensación de que algo no está bien, haced una llamada a la línea directa de la comisaría, sin importar la hora. Me la pasarán a mí.
Uriah tocó una tecla en la computadora portátil, y el número de la comisaría apareció en la proyección.
Casi todas las personas en la habitación sacaron un teléfono o bolígrafo y papel para apuntar el número.
Gabe lo miró fijamente. Luego tuvo que aclararse la garganta. —Eso es todo. Gracias a todos.
Después de que Lillian, la alcaldesa, terminase la reunión, Gabe atrapo a Audrey cuando se iba.
Sus ojos se entrecerraron.
 
Él besó su lindo ceño fruncido y la atrajo hacia sí. —Lo siento cariño ya sé que no te gusta ser el centro de atención.
Antes de que ella pudiera hablar, Guzmán se paró frente a ellos. —Pero es un centro de atención tan bonito —Le dirigió una mirada a Gabe—. Tucker y yo nos quedaremos cerca de la ciudad por un tiempo. Observando. Tienes apoyo si lo necesitas.
Gabe le estrechó la mano.
 
Varias personas más se adelantaron para decir esencialmente lo mismo, incluyendo cada miembro del equipo de rescate que había buscado al hijo de Chevy.
Por Dios, le gustaba este pueblo.
 
Quizás, quizás juntos podrían mantener a Audrey a salvo.


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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por martenu1011 Lun 28 Sep - 23:48

Gracias por el capítulo!  Hay que cuidar a Audrey....
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Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 Empty Re: Lectura #6 2020 Not a Hero - Cherise Sinclair

Mensaje por evanescita Mar 29 Sep - 0:32

Rayos! me encanto como la aceptaron Caz y Bull y como la hicieron sentir... tan lindo que iba todo y ahora con Spyros por ahí no podrán tener paz hasta que lo encuentren, no se pero presiento que algo malo va a pasar, porque ahora que solo estarán pendientes del tipejo ese de seguro los de la secta se aprovecharán entonces estarán expuestos para que cosas malas les pase, no quiero ni pensar.

Muchas gracias.


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Mensaje por Tibisay Carrasco Mar 29 Sep - 1:27

La pobre Audrey tiene muchos enemigos, Gabe tiene que cuidarla mucho


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Mensaje por yiniva Mar 29 Sep - 16:17

Capítulo 29

En la casa de Lillian, mientras salía del auto de Gabe, Audrey todavía no podía pensar en la respuesta de la gente del pueblo.
La pasada noche, Rescue se había ofrecido como voluntaria para mantenerla a salvo, y la gente no paraba de repetir la oferta hoy.
Antes, en la cafetería, un hombre dio unas palmaditas en su pistola y dijo que la estaba llevando hoy en caso de que esos bastardos vinieran tras ella. Le aseguró que estaba listo. para “perforarlos”. Dos hombres y una mujer se rieron en conformidad y se pusieron de pie para mostrarle sus armas.
Había estado a punto de ponerse a llorar.
 
En Chicago, huyendo por su vida, no había tenido a quién recurrir.
En Rescue, todo el día, la gente le había ofrecido su protección con variaciones de: Esos bastardos nunca te encontrarán en mi casa; está fuera de la carretera. Ven y quédate conmigo.
Dios.
Los sentimientos dentro de ella eran tan grandes, tan abrumadores, que no tenía forma de expresar ellos.
Gabe sentía lo mismo por la respuesta del pueblo. Mientras caminaban por la acera a casa de Lillian, ella tomó su mano. Él le apretó los dedos con una sonrisa.
¿Cómo podía sentirse tan asustada… y tan bendecida?
 
Él le tomó la mano cuando llamó a Dennison para decirle que quería servir de cebo. Después
Después de una larga pausa, el agente especial aceptó a regañadientes. Luego compartió que la línea directa de la policía de Chicago había recibido informes de Spyros y sus hombres en una gasolinera. El sicario aún no se dirigía a Alaska.
La sensación de alivio fue abrumadora.
 
No obstante, Gabe todavía insistía en darle protección.
Por si acaso. Porque la amaba.
 
¿Cómo podía discutir cuando él decía cosas así?
 
Gabe se inclinó para darle un beso largo y prolongado. A la dulzura le siguió una mirada severa. —Llámame cuando estés lista para irte.
Ella no haría nada para aumentar su preocupación, así que sonrió. —Sí, Señor Jefe Mandón. Seré buena.
Su recompensa fue la leve relajación de su mandíbula.
—Gracias cariño.
 
—La mantendré a salvo, Gabriel —Lillian estaba en la puerta.
Los besos de Gabe eran terriblemente intensos. Audrey ni siquiera había oído la puerta abrirse. Gabe sonrió levemente. —Gracias, Lillian.
Mientras él se dirigía de regreso a su coche, Audrey notó que dos hombres se apoyaban en una camioneta aparcada.
Sus musculosos guardias asintieron con la cabeza a Gabe, luego les sonrieron a Lillian y a ella.
—Ven, niña —Lillian la condujo a través de la casa hasta la parte de atrás—. Hay jardinería que acabar.
Bien. Necesitaba algo para ocupar sus manos. —Lo sé. Me parece mal que nos divirtamos mientras esos hombres están atrapados ahí fuera, perdiendo el tiempo.
—Protegerte no es una pérdida de tiempo —Lillian colocó una silla plegable al lado del carrito de jardín junto a la hilera de zanahorias y se sentó—. Déjame enseñarte el fino arte del aclareo, también conocido como la matanza de plántulas inocentes.
Mientras Audrey se reía, un temblor bajó por su columna vertebral.
Arrodillada en una hilera del jardín una hora más tarde, Audrey cantaba junto con Lillian mientras cosechaba lechugas y remolachas. La canción de Hobo Jim61 - qué nombre - era una balada melancólica sobre un pescador que no había regresado con su mujer.
La mujer probablemente era imaginaria. Aun así, la triste canción hizo que Audrey se emocionara. Porque no podría soportarlo si algo le sucedía a Gabe.
Las novelas románticas trataban sobre las maravillas de enamorarse, el sexo, incluso las peleas. ¿Acaso mencionaban cómo una mujer podría sentirse con solo pensar en perder el nuevo centro de su universo?
Gabe era su centro.
 
61 Jim Varsos, más conocido como Hobo Jim, es un cantautor estadounidense. Es uno de los guitarristas más populares de Alaska, toca con frecuencia en pequeños lugares en todo el estado. En 1994, Hobo Jim fue nombrado el baladista oficial de Alaska. Hobo Jim podría traducirse como —Vago Jim—.

Mientras Lillian se enfrascaba en la melodía y la canción se volvía aún más triste, Audrey contenía las lágrimas.
Al ver la mirada preocupada de su amiga, intentó sonreír. ¿Qué había hecho Lillian cuando murió su esposo?
¿Cómo había sobrevivido?
 
Cuando el sol desapareció bajo nubes invasoras, el mundo se volvió más oscuro. Más frío Audrey no podía soportarlo. —Está empezando a llover. Llevemos todo adentro y vayamos a calentarnos.
—Buena idea —La voz de un hombre hizo que Audrey se pusiera de pie. Earl Baumer estaba en la puerta abierta del jardín.
Audrey jadeó. —¿Qué estás haciendo aquí?
 
—Vine por ti —Él se abalanzó sobre ella.
No tenía tiempo para sacar sus armas. Al esquivarlo, sacó un pie y lo hizo tropezar, y luego corrió hacia el costado de la casa. Sus guardias estaban al frente.
Había llegado a la esquina cuando oyó: —Detente o la
mato.
 
Un grito hizo que Audrey mirara por encima de su hombro.
 
No.
 
Patinó hasta detenerse y se agarró a un árbol para recuperar el equilibrio.

Earl tenía a Lillian inmovilizada contra él, de espaldas a su pecho. Una mano le sujetaba cabello blanco mientras sostenía un cuchillo contra su frágil cuello.
—Earl Baumer, eres el pito de un toro borracho —La cara de Lillian estaba tensa, con dolor. Ella miró a Audrey—. Corre, niña, tú…
Su voz se cortó cuando Earl clavó la punta del cuchillo.
Una fina gota roja corrió por su cuello blanco.
 
—Puedes escaparte, Audrey, pero la anciana estará muerta —La voz de Earl era desigual y tensa. Sus reacciones eran... impredecibles, y los nervios de Audrey se tensaron.
Él la miró fijamente. —¿Puedes vivir con eso, zorra? —
Todo le gritaba que corriera.
 
La boca de Lillian formó una palabra. Vete.
 
Audrey vaciló, con el miedo erizando los pelos de su nuca. Sin embargo, no podría sobrevivir si ella escapaba y Lillian resultaba herida. —Iré contigo.
—Ven acá.
 
No tengo elección. Con las manos en puños, Audrey cruzó el patio de vuelta al jardín.
Con un grito de victoria, Earl la agarró y empujó a Lillian.
La mujer mayor se tambaleó y tropezó con su silla. Su cabeza golpeó el carrito de madera del jardín con un horrible golpe.
 
Ella cayó flácida.


—¡No! —Audrey sacó el cuchillo de Caz de la vaina del brazo. Cortó la muñeca de la mano con que Earl la sujetaba.
Con un grito de dolor, la soltó, y luego golpeó su brazo con tanta fuerza que sus dedos se entumecieron. El cuchillo cayó.
 
Antes de que ella pudiera saltar, él la abofeteó. El dolor explotó en su rostro, y ella retrocedió, evitó caer cuando él agarró su camisa. La oscuridad parpadeaba en el borde de su visión.
—Estúpida zorra —Mientras ella luchaba, él le echó los brazos por detrás de la espalda y la esposó. Sujetándole la camisa, la arrastró al frente de la casa.
Con lágrimas en los ojos, buscó frenéticamente a los dos hombres que se habían ofrecido para vigilarla.
Nadie estaba en la camioneta. El aliento de Audrey se congeló en sus pulmones. —Oooh, ¿la perra perdió a sus guardias? —La voz burlona de Earl la hizo congelarse— ¿Qué les hiciste?
—Je. Estúpidos bastardos estaban buscando a un chico con un parche en el ojo, no a mí —sonrió—. Fui a hablar con ellos y les di con una pistola eléctrica. Están atados en la camioneta. Es bueno que la vieja viva en una calle tan tranquila.
Su respiración volvió a la normalidad. Los hombres estaban vivos. Oh, Dios, Lillian, ¿estás bien?
Earl la llevó a un gran todoterreno.
 
No te saldrás con la tuya. Ella no dijo las palabras porque él podría decir lo mismo. ¿Cómo podría escapar? Ya no
tenía su cuchillo. No podía alcanzar la pistola que tenía en el tobillo.
Al abrir la puerta lateral corredera, él comenzó a empujarla.
De costado, apoyó un hombro contra el marco de la puerta y le dio una patada violenta entre las piernas.
Con un grito quejumbroso, cayó de rodillas, sosteniendo su entrepierna.
¡Si!
Alguien dentro del SUV le sujetó las esposas y la parte de atrás de su camiseta.
Gritando y luchando frenéticamente, fue arrastrada hacia atrás, raspando sus hombros y su cabeza en el marco de la puerta. Cayó sobre su espalda, aterrizando dolorosamente en sus brazos esposados.
Una bota golpeó sobre su vientre suficiente fuerza como para dejarla sin aliento.
—Mira esto. Spyros estará de mejor humor ahora.
 
Con el corazón palpitante, Audrey miró al hombre que estaba sentado encima de ella.
Pelo rubio cortado con zumbidos, nariz rota, fuerte acento de Nueva York. Había estado con Spyros en su apartamento.
El policía despedido no se la había llevado sólo para vengarse de Gabe. Earl estaba trabajando con Spyros.
Oh Dios.

—Pero Spyros está en Chicago. Fue visto allí —Las palabras brotaron en una estúpida e inútil protesta. Como si su deseo pudiera hacerlas realidad.
La fea sonrisa del neoyorquino mostraba una abierta amenaza. —No es así, coño. Abordó un jet privado media hora después de que lo soltáramos. ¿Las personas que llamaron a la línea directa diciendo habernos visto en una gasolinera? Les pagaron muy bien.
Spyros estaba aquí. Aquí.
Una ola de terror ahogaba su pecho mientras luchaba por inhalar.
—No puedes matarla en mi coche —Después de envolver un pañuelo de tela alrededor de su muñeca cortada, Earl saltó al asiento del conductor—. No quiero que su sangre salpique por aquí.
—No te preocupes. El jefe quiere tomarse su tiempo —El neoyorquino clavó el talón de su bota en el estómago de Audrey, y un gemido de dolor salió de ella—. Él va a dejar su cuerpo, lo que quede de él, en un lugar agradable y público de Chicago.
Earl gruñó. —¿Quiere hacer una declaración de que nadie se escapa de él?
—Sí —El tipo sonrió—. Dejará un lado de su rostro intacto para que pueda ser identificada. El resto parecerá un espectáculo de terror.
No. Oh no. Cuando temblores de miedo sacudieron su cuerpo, Audrey cerró los ojos.
No llores. No llores.

Pero las lágrimas se filtraron por debajo de sus párpados.
Tucker, Guzmán y Bull se apiñaban alrededor del escritorio de Gabe mientras Lillian hablaba por el altavoz.
Las manos de Gabe se apretaron mientras escuchaba.
Gracias a Dios, la anciana británica había comprado el sistema de alerta médica. Cuando recuperó la conciencia en el jardín, presionó el botón. En respuesta a su petición, la compañía de asistencia había remitido la llamada directamente a la comisaría.
—Audrey podría haberse escapado, Gabriel, pero ese deforme cerdo abortivo62 llamado Baumer me puso un cuchillo en la garganta. La niña regresó. Por mí.
Los sollozos ahogados de la anciana se hicieron eco de los del corazón de Gabe. —Encuéntrala, Jefe. Por favor apúrate.
Ella comenzó a llorar, y luego el silencio indicó que había cortado la llamada.
—Tucker  —Gabe  miró  al  robusto  viejo  sourdough.
¿Podéis Guzmán y tú ir a ver a ella y a los dos tipos que estaban de guardia? Traed a Lillian de vuelta a la comisaría si quiere—
. Tucker y Guzmán se fueron, empujando a la gente que estaba fuera de la puerta de la oficina.
—Regina está alertando a todos los que puede —Caz entró, seguido de Knox y Caz.
 
62“Abortive, rooting hog” es una cita de Ricardo II de Shakespeare (Acto 1, escena 3) “Thou elvish- marked, abortive, rooting hog”.

—Baumer la secuestró —Knox se frotó la cara con incredulidad—. Pensé que era un buen chico. Incluso creí su mierda sobre los turistas… me la tragué como un caramelo.
—Los dos lo hicimos —El color de Chevy era pálido.
 
—Eso es agua pasada. Avancemos —Gabe rechazó su remordimiento— ¿A dónde llevaría Baumer a Audrey? Probablemente no al complejo PZ.
Parrish indudablemente quería la cabeza de Gabe, pero un estafador exitoso como él no actuaría tan abiertamente. Seguro que no le daría a Gabe la oportunidad de registrar el complejo, especialmente después de que la otra noche Baumer fuera identificado como un PZ teniendo en cuenta las reacciones pasadas de Parrish Apuesto a que Parrish echó
a Baumer de la agrupación.
 
—Lo hizo —dijo alguien desde atrás—. Earl me pidió dinero esta mañana. Como si fuéramos a seguir siendo amigos después de que viera la cinta y cómo él y los otros idiotas te atacaron por la espalda. Eso fue jodido.
—¿Dónde se está quedando ahora? —preguntó Caz. El hombre sacudió su cabeza. —No lo dijo.
Baumer quería vengarse de Gabe... y Audrey pagaría el precio. Maldición, nunca hubiera pensado que el bastardo llegaría tan lejos. Que atacaría a una mujer o a un civil.
Gabe hizo retroceder al miedo, necesitando pensar, no reaccionar. Audrey, ¿dónde estás?
Primero, necesitaban asegurarse de que Baumer no pudiera sacarla del área. Presionó un botón en su escritorio.
—Regina, ¿puedes enviar observadores a la autopista Sterling Highway, este y oeste? Envía a todos un mensaje de texto con una foto de él, su coche y el número de matrícula. Asegurémonos de que no abandone la zona.
Por primera vez, estaba contento con la falta de carreteras en Alaska. La única salida de esta área era la autopista Sterling.
—Tengo  muchos  voluntarios.  Considéralo  hecho  —
Regina cortó.
 
Cuando los truenos sacudieron la ventana, Gabe miró hacia afuera. La lluvia se había convertido en un aguacero.
Centrándose únicamente en una de las tareas que había que hacer, Gabe se lo notificó a la policía estatal.
Un nudo de dolor llenó su estómago. Todo dentro de él quería salir y buscar por sí mismo, no sentarse aquí adentro. Haciendo llamadas.
Sin embargo, aquí era donde podía ser más útil.
 
Si Baumer no pudiera salir del área, ¿dónde iría en las inmediaciones? ¿Quién lo sabría? Seguido por Caz, Knox y Chevy, Gabe entró en la oficina.
Estaba  llena  de   gente  esperando  para   ayudar.   —
¿Alguien sabe dónde se aloja Baumer? Me gustaría hablar con su esposa. Podría tener algún conocimiento de sus planes.
Erica, una de las dos mujeres que habían ayudado a buscar a Niko, levantó la mano como si estuviera en una clase.
—Anoche, Earl, Mary Ellen y los niños se quedaron con mi madre aquí en la ciudad. Llamé a mamá hace unos minutos. Earl se fue esta mañana, pero su esposa sigue allí.
En la ciudad. Sus esperanzas aumentaron. —¿Me puedes llevar allí?
—Claro, Jefe.
 
Cinco minutos más tarde, Gabe siguió a Erica y a su madre a través de la pequeña casa de Dall Road. Caz, el profesional en obtener información de la gente, estaba a su lado. Los otros esperaron afuera.
—Jefe MacNair y Caz —En la cocina, Erica señaló a una pelirroja delgada y de aspecto tenso que estaba de pie junto a la mesa—. Mary Ellen Baumer.
La madre de Erica tenía una voz suave. —MaryEllen, el Jefe tiene algunas preguntas sobre Earl.
Mary Ellen tenía un bebé en sus brazos y un niño pequeño aferrado a su falda negra hasta los tobillos. Miró a Caz y su nariz se arrugó ligeramente.
Dirigiéndose a Gabe, ella miró su placa. Sin encontrar su mirada, ella dio un paso atrás. —Nos han echado. Perdimos nuestro hogar.
Podía escuchar la parte que ella no dijo: gracias a ti.
 
Earl era del tipo que culpaba a otros por sus malas elecciones, y esta mujer lamentable no era de las que se enfrentaban a su marido.
—Earl no está aquí, pero no creo que quiera verte —terminó.

—Yo tampoco quiero verlo precisamente. Desafortunadamente, le puso un cuchillo en la garganta a la alcaldesa Lillian y secuestró a Audrey Hamilton.
Gabe la observó atentamente.
 
Todo color dejó su rostro, y se dejó caer en una silla en la pequeña mesa. —No. No se suponía que hiciera eso.
Gabe miró a Caz, esperando que él se hiciera cargo.
 
Con un movimiento infinitesimal de la cabeza dijo que no. Caz pasó un dedo por su piel marrón y se encogió de hombros. Ciertamente, una persona intolerante probablemente no confiaría en un hispano.
Maldita sea.
 
La mirada de Mary Ellen permaneció en el suelo mientras susurraba. —Creo que deberías irte.
Gabe se frotó el cuello mientras estudiaba a la mujer. Falda larga, pelo recogido en un moño, blusa abrochada hasta el cuello. Podría haber sido expulsada, pero su corazón todavía estaba en los PZ. Incluso mientras la urgencia se apoderaba de sus nervios, la compasión crecía dentro de él. A ella no se le había permitido pensar. Había sido adoctrinada en el sistema de creencias de los PZ.
Eso no importaba. Aunque Baumer indudablemente tomaba las decisiones en la familia, Mary Ellen había escuchado lo suficiente como para saber lo que estaba sucediendo y que las leyes estaban siendo violadas. Ahora tendría que tomar algunas decisiones por su cuenta y escucharía algunas verdades que preferiría ignorar.
En su cabeza, volvió a maldecir a Baumer. No sólo por Audrey y Lillian, sino también por no preocuparse lo suficiente por su familia para mantenerlos fuera de peligro.
Sentado a la mesa para no asustarla, Gabe suavizó su voz. —Mary Ellen, el secuestro es un delito federal, me temo, y serás considerada cómplice. Si nos ayudas a detener esto, podría mantenerte fuera de prisión —Bajó la mirada a sus hijos.
 
—Querido y dulce Jesús —susurró, acercando a hijo pequeño.
—Dime.
 
Ella sacudió su cabeza. —No, no, no. Una mujer debe obedecer a su hombre. No debo…
Caz dijo en voz muy baja: —¿Abandona una madre amorosa a sus hijos? ¿Quién cuidará a tus bebés?
Su brazo se apretó alrededor del bebé que sostenía, y su mirada se volvió hacia el niño.
—Anoche Earl recibió un correo electrónico de alguien que dijo que pagaría diez mil dólares si Earl arreglaba que la Sra. Hamilton estuviera en algún lugar aislado hoy. No se suponía que hubiera... violencia.
Gabe la miró fijamente. ¿Un correo electrónico? ¿Diez mil dólares? Spyros,
Gabe vio el horror en la cara de su hermano. Baumer no lo había hecho por venganza -o no sólo por venganza-, sino porque Spyros lo había contratado.
Al no entender su silencio, Mary Ellen se puso a buscar excusas. —Después de que mostraras ese video anoche, el reverendo nos echó. Earl está… está muy enfadado contigo.
—Ya veo.
Mary Ellen se sonrojó. —Está mal vivir en pecado sin el vínculo del matrimonio. Earl dijo que la mujer es tu amante.
—Lo es —Y el mismo aire que necesitaba para respirar—. Earl tiene a Audrey en su coche. ¿A dónde la llevará?
 
—No lo sé.
 
Ante su mirada incrédula, ella levantó la voz. —No lo sé. Un hombre llamó esta mañana y le dijo a Earl que lo recogiera. Quería estar en el coche para fácil... fácil... la entrega.
—¿Facilitar la entrega?
 
—Sí. Una vez que ella... cuando estuviera en el coche, se encontrarían con alguien y se irían a una zona —Ella frotó su mejilla contra la cabeza de su bebé—. No oí todo.
Probablemente había estado escuchando sólo el lado de Earl de la conversación. ¿Una zona?
—Una zona de aterrizaje —dijo Caz en voz baja.
 
Gabe asintió, incluso mientras el frío corría por sus venas. Si Audrey se subía a un avión, las posibilidades de encontrarla se reducían al mínimo. Forzó a su mente a seguir trabajando —¿Helicóptero o hidroavión?
—Earl dijo algo sobre un helicóptero y comenzó a hacer sugerencias, pero Matthew Mark se despertó y no oí más —Las lágrimas llenaron sus ojos—. Earl se fue. No se despidió, sólo se fue.
Porque tenía prisa por vengarse de Gabe. Por conseguir su dinero ensangrentado. El gilipollas. Y esta mujer había lo sabido y…
Sacudió la cabeza y mantuvo su voz suave y firme. La mujer estaba en una secta. Le habían lavado el cerebro. —¿Has sabido de él desde entonces?
—No —susurró—. Los teléfonos son para hombres, no para mujeres.
Jesús. Gabe se contuvo su temperamento. Investigaría más a los Patriotas Zelotes en el futuro, oh sí, lo haría. — Entiendo, Mary Ellen.
Después de algunas preguntas más, Gabe y Caz la dejaron sentada en la cocina.
Erica y su madre estaban en la sala de estar, y Gabe se detuvo para pedir a las dos mujeres que vigilaran a Mary Ellen. No debía irse ni usar el teléfono.
—No hay servicio aquí de todos modos —Erica envió una mirada enojada hacia la cocina—. La mantendremos aquí para usted, Jefe.
—Gracias —Vaciló—. Erica, este desastre no es culpa tuya.
 
Caz se hizo cargo. —Sabes, los Patriotas Zelotes creen que un hombre debe ser el que haga todo el trabajo. Es una locura, sí, pero es lo que ella cree, lo que significa que, sin su marido para tomar las decisiones, ella estará perdida. Avisaré a los servicios sociales, pero pueden ser lentos a la hora de intervenir. Si pudieras ayudar a Mary Ellen a sobrevivir…
—Tienes razón —Erica le sonrió con pesar a Caz—. Le va a costar mucho sobrellevarlo, ¿no?
—Sí, es verdad —¿Y cuántas Mary Ellens más estaban allí detrás de las cercas de alambre de espino del complejo?

De vuelta en la comisaría, Gabe y Caz abrazaron a una frágil Lillian. Los guardianes estaban allí, avergonzados y furiosos por haber sido engañados.
Después de que Gabe puso al día a todo el mundo, Bull y Dante mostraron un mapa del área en el ordenador, para buscar posibles zonas de aterrizaje fuera de la ciudad. Eliminaron los claros con obstáculos, terrenos inestables o abruptos, o con poco espacio. Una vez que se encontró un posible sitio, los voluntarios se pusieron en camino para buscar vehículos aparcados, especialmente el de Baumer o los de alquiler.
Chevy y Knox estaban usando el ordenador de Gabe.
 
—Sí, un helicóptero podría aterrizar en cualquiera de estos —dijo Chevy
—Hola, Jefe. ¿Encontrasteis algo? —Gabe se unió a
ellos.
 
Knox se acarició el bigote y señaló el mapa en tres dimensiones. —Earl y yo cazamos allí hace un tiempo. Hay un montón de senderos sin marcar, un par de cabañas y casetas. El sendero está escondido entre la maleza. Un 4x4 puede aparcar y no se ve desde la carretera.
Moviéndose inquieto, Knox se sonrojó. —Significa que los agentes forestales no son capaces de pillar a alguien que esté cazando fuera de temporada.
Gabe solo suspiró. —¿Esa área tiene un lugar para que aterrice un helicóptero?
—Sí, unos pocos —Chevy señaló los claros en la pantalla.
Dante y Bull los habían seguido. Dante frunció el ceño.
—¿Eh? No sabía que había senderos en esa zona. No envié a nadie para comprobarlo.
Gabe estudió la pantalla. Aparcamiento oculto, senderos sin marcar. Eso sería muy importante para Spyros.
¿Y si una cabaña donde los secuestradores pudieran esperar a que el helicóptero aterrizara? Bueno, a Baumer le gustaban las cosas fáciles.
—¿Sabes cómo llegar? —preguntó Bull a Knox.
—Ha pasado un tiempo, pero sí.
 
Aguanta, Audrey. Creo que podríamos tener una pista.
 
Gabe miró alrededor de la sala. Las últimas personas se habían ido a las carreteras, buscando al azar el coche de Baumer. Las únicas personas que quedaban eran sus hermanos, Knox, Chevy, Dante, Lillian y Regina.
Y Gabe. Maldito si se quedaba atrás en este punto.
 
—Dante, ¿podéis Lillian, Regina y tú mantener el fuerte en pie? ¿Coordinar los esfuerzos según sea necesario? —Le sonrió al viejo veterinario—. Sé que no has olvidado cómo hacerlo.
—Puedo hacerlo —Dante miró el armero—. Arme a sus hombres, Jefe.
Gabe ya tenía las llaves en la mano.
 
La lluvia fría golpeó a Audrey y le pegó la inadecuada camiseta a su cuerpo frío. Su fuerza se estaba desvaneciendo mientras se tropezaba con Earl Baumer en el estrecho sendero del bosque.
La desesperación pesaba en su corazón más que la pistola inútil que llevaba en el tobillo derecho.
Caminando detrás de ella, Spyros clavó sus dedos en su columna vertebral. Cruelmente. Dolorosamente —... y luego te cortaré aquí.
Desde el primer paso en el camino, le había estado diciendo cómo moriría.
Antes, en la entrada del sendero, Earl y el neoyorquino la habían sacado a rastras de la SUV y la habían tirado al suelo. Otro coche se había detenido. Cuatro hombres se bajaron.
Y entonces miró hacia arriba… la cara de sus pesadillas.
 
Spyros. Oh Dios. El terror la inundó, la ahogó. Su ojo derecho había desaparecido, el párpado tenía cicatrices y estaba hundido. Una cicatriz blanca sobresalía fuertemente sobre su piel morena.
—Eres maláka63. Bien, bien —le dirigió una sonrisa llena de malicia antes preguntar al neoyorquino— ¿El equipo de apoyo?
—A tiempo.
 
Earl frunció el ceño. —¿Qué refuerzos?
—Solo unos pocos hombres más. Una precaución. En caso de que tengamos problemas. —Spyros la puso de pie. Una vez que los dos vehículos fueron ocultados por los arbustos que crecían a la altura de los hombros, el grupo se dirigió hacia el sendero. Junto con Spyros, Earl y el neoyorquino, había tres hombres más de aspecto brutal.

63 Malakas es una palabra de jerga griega con una variedad de significados diferentes, pero literalmente significa —hombre que se masturba—. Si bien generalmente se usa como un insulto, como equivalente del inglés —wanker— (gilipollas), el significado varía según el tono y el contexto Puede ser una exclamación de placer, horror, ira, afecto, etc. Los significados incluyen imbécil, hijo de puta y amigo o compañero dependiendo del contexto. Se consider4a3l0a palabra de argot griega más utilizada.


Demasiados hombres. Iba a morir. Ella lo supo entonces y lo sabía ahora.
Le había estado diciendo eso, en griego e inglés, con cada paso en el camino. Cuando el trueno se hizo lo suficientemente fuerte como para acallar su voz, ella estuvo agradecida por el pequeño descanso. Por ser capaz de tratar de pensar más allá de su miedo.
¿Qué podía hacer? ¿Había algo que pudiera hacer?
 
A estas alturas, Gabe ya sabría que se la habían llevado. Le dolía el corazón porque él estaría intentando dominar su miedo por ella para poder mantener el control. Haría todo lo que pudiera para encontrarla. Pero, si no sobrevivía ... Él no lo llevaría bien. Se culparía a sí mismo.
Oh, Gabe.
 
Era como si se estuviera culpando a sí misma. Por su dolor.
 
Por Lillian. Una y otra vez, su mente repitió el momento en que Earl había empujado a Lillian, su caída golpeando el carro.
 
Lo siento, Lillian. Le dolía el corazón.
 
Quedarse en Rescue había sido la elección equivocada.
Lillian habría estado bien si Audrey se hubiera ido.
 
La desesperanza se filtró en sus huesos, debilitando sus músculos. Tropezó con una roca cubierta de musgo. Con sus muñecas esposadas detrás de su espalda, no pudo sujetarse y cayó dolorosamente de frente.

Nuevos arañazos abrasadores. Le dolían los hombros. Se las arregló para respirar con dificultad… Spyros la levantó por el pelo.
Su grito de dolor le hizo reír. —No nos retrasarás con tus payasadas, poutana64 —Le dio una bofetada en la mejilla izquierda, un revés en la derecha.
Lágrimas calientes se mezclaban con la lluvia fría en su piel ardiente. Ella no hablo. Cualquier respuesta sólo sería una razón para que él la golpeara de nuevo.
—No hay prisa —gritó Earl—. Tu helicóptero no puede aterrizar hasta que esta mierda se despeje un poco.
—Bueno. Me divertiré primero un poco —dijo Spyros, agregando algo en griego.
—Si la cortas demasiado, el piloto del del helicóptero que contratamos podría no dejarnos subir —advirtió el neoyorquino—. No querrá sangre por todo su helicóptero.
—Bien —Spyros la golpeó entre los hombros, haciéndola tambalearse hacia adelante—. Camina.
Gabe, encuéntrame. Por favor, por favor, encuéntrame.
Más lágrimas cayeron por sus mejillas. No quiero morir.
 
Entonces sus músculos se tensaron al pensar en los seis hombres malvados que la rodeaban. En todas las armas que llevaban. En los “pocos hombres más” de refuerzo.
Sabiendo que estaba secuestrada, Gabe no se echaría atrás. Entraría a la fuerza, sin importar el peligro para sí mismo. Lo matarían.
No, no, lo retiro. Aléjate, Gabe.
 
64 Poutana: prostituta, puta.


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Mensaje por IsCris Mar 29 Sep - 23:41

Oh Dios que miedo!!
Ese Baumer es un idiota, espero que lleve el mismo destino que Spyro, tres meteos bajo tierra; esperemos que Gabe llegue pronto


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Mensaje por Tibisay Carrasco Miér 30 Sep - 1:45

Que angustia, que la rescaten ya please. Gracias por el capitulo


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Mensaje por evanescita Miér 30 Sep - 8:31

Baumer es un HDP pero se arrepentirá y no sabe cuanto, ahora Gabe tiene que apurarse antes de que llegue ese helicóptero, tiene que llegar a tiempo, espero que puedan con todos ellos sin que nadie salga herido por favor. Audrey tiene que aguantar.

Muchas gracias.
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Mensaje por yiniva Miér 30 Sep - 11:19

Capítulo 30


Ley de Murphy del combate:
 
No hay límite a lo mal que se pueden poner las cosas.
 
 ***

Habían encontrado un coche de alquiler y el todoterreno de Baumer ocultos en el comienzo del sendero.
Incapaz de obtener una señal de celular ese lugar aislado, Gabe había elegido a Chevy para regresar a la ciudad, informar a Dante y a los soldados, y buscar refuerzos. El hombre había intentado negarse, insistiendo en que se había recuperado del ataque del oso. Era muy probable, pero también era el único de ellos que tenía hijos.
Mejor que se mantenga a salvo.
 
Gabe había comprobado las huellas cuando comenzaron. Por las pisadas, Audrey tenía al menos cinco o seis captores. Nada bueno.
Las huellas de Audrey eran más pequeñas. Había visto cuando ella se había caído. Cómo se había tambaleado hacia un lado, probablemente por haber sido empujada. Pero ella estaba de pie.
Viva y en movimiento.
 
Trató de recuperar la esperanza.
 
El grupo de Gabe - Bull, Caz y Knox - eran todos alaskeños endurecidos. Al necesitar velocidad más que cualquier otra cosa, se habían armado con pistolas. Y se movían rápido, con suerte más rápido que los Forasteros. Desafortunadamente, a medida que los senderos se ramificaban, tuvo que detenerse y buscar señales bajo la lluvia y con luz tenue.
Al guiar a los hombres hacia arriba, la señal del sendero se volvió más fresca.
La lluvia era una mierda, pero maldita sea si no bendecía el estado del tiempo. Las tormentas no eran comunes en Alaska, y los pilotos de helicópteros las odiaban. Los relámpagos y las nubes densas retrasarían el helicóptero de Spyros por un tiempo.
Mientras caminaban hacia arriba y pasaba lo peor de la tormenta, los vientos helados de la montaña crearon una gruesa capa de nubes. Con las laderas verticales de las montañas, el bosque alto y la densa niebla que cubría el sitio de aterrizaje, un piloto no se arriesgaría a acercarse.
Todavía no.
Knox le tocó el brazo.
 
Gabe levantó el puño, deteniendo a todos.
 
—¿Ves cómo los árboles se abren más adelante? Hay una cabaña más allá de esta curva —dijo Knox con voz apenas perceptible.

Gabe miró a los demás, todos vestidos con el impermeable de camuflaje que usaban para cazar.
Esta vez estaban buscando presas humanas.
 
A pesar del efecto amortiguador de la llovizna, un centinela alerta podría escucharlos. —Vamos despacio y en silencio —Gabe miró el rastro—. Knox, quédate justo detrás de mí y toca mi espalda si necesitas mi atención.
Unos minutos más tarde, Gabe se detuvo en las sombras al borde del bosque. A través de la niebla se veía un claro amplio y nivelado, uno adecuado para para el aterrizaje de un helicóptero.
Una tosca cabaña de troncos con techos de madera cubierto de musgo se encontraba en el borde oeste. Probablemente una vieja cabaña de tramperos. Debajo del voladizo, un hombre hacía guardia frente a la puerta. Tenía su pistola en la mano. Gabe gruñó en voz baja.
Había una pila de troncos y madera partida junto a una hoguera con un anillo de piedra frente a la cabaña. A la derecha había un enorme abeto caído rodeado de ramas muertas.
Gabe frunció el ceño. ¿Cuántos eran y cómo estaban armados? La pequeña ventana junto a la puerta de la cabaña estaba cerrada, sin dar ninguna pista de lo que había dentro. Él mantuvo su voz baja. —Knox, ¿hay otra ventana?
—Me parece que tenía una ventana en la pared trasera. Demasiado pequeña para que nadie se escabulla. No hay vidrio. Cerrada para mantener la fauna fuera.
La urgencia de ver si Audrey estaba bien estaba jodiéndole el cerebro a Gabe. Se obligó a quedarse quieto. No tenía suficiente información para formular un plan de ataque.
Sus hermanos y Knox esperaron en silencio.
Gabe miró a Bull. —Voy a revisar la parte de atrás. Tal vez nos hagamos una idea de a qué nos enfrentamos —La sincronización sin comunicaciones iba a ser una mierda—. Sin embargo, si llega el helicóptero, haces lo que sea necesario para mantener a Audrey fuera de él. Si suben con ella a bordo, está muerta.
Con expresión rígida, Bull asintió. Tenía su pistola en la mano.
Gabe hizo un gesto a Caz y Knox para que lo siguieran. Permaneciendo en las sombras del bosque, se dirigió hacia la parte trasera de la cabaña. Situando a los otros para vigilar los laterales, Gabe se arrastró hasta la pared del fondo. pero la madera vieja se había deformado, dejando grandes grietas.
Miró dentro.
 
Colgando de un gancho de pared, una linterna de queroseno iluminaba la única habitación. Ahí estaba Audrey. Viva. Gabe respiró hondo al sentir alivio.
Estaba sentada en el suelo de tablones, un hombro contra la pared de troncos izquierda. Tenía las muñecas esposadas a la espalda, pero las piernas estaban libres. El cabello empapado y enredado estaba lleno de ramitas y tierra. Barro, rasguños y contusiones marcaban su rostro y los brazos desnudos. Su camiseta estaba rasgada.
Aunque temblaba visiblemente, su cabeza estaba levantada.
Sí, esa era la mujer que amaba.
 
Concéntrate, MacNair.
Cinco hombres en la habitación.

Con el rostro pálido, Baumer estaba sentado en el suelo, su única arma era un cuchillo de cinturón enfundado. ¿Tal vez Spyros no confiaba en él? La tela envuelta alrededor de su muñeca estaba manchada de sangre.
Un rubio con el torso de barril y pelo rapado se apoyaba contra la pared frontal. La funda en el hombro guardaba una pistola.
Dos matones más se sentaban en un banco de tablones en la pared derecha. Más pistolas.
El último hombre...
 
Gracias a las fotos que Dennison había enviado, Gabe reconoció a Spyros. Por supuesto, el párpado derecho hundido revelaba su identidad. Pelo negro corto. Varios días sin afeitar
Con una pistola enfundada en la cadera, Spyros estaba sentado en una silla de tocón junto a Audrey. Sostenía un cuchillo Bowie, volteándolo repetidamente, mirando a Audrey como una comadreja cazando un ratón.
Cogiendo el cuchillo, le dijo algo a ella y le bajó el cuchillo por el brazo. La mandíbula de Gabe se apretó.
Sin hacer ningún sonido, ella se estremeció. Gabe vio que la sangre goteaba por la parte superior del brazo… uniéndose a pequeños hilos de cortes anteriores.
El rojo, el color de su sangre, llenaba la visión de Gabe, golpeaba su cabeza, ocupaba su mundo hasta que cada inhalación parecía más caliente que el fuego. Se mordió el labio hasta que sangró, luego retrocedió, en silencio.
Si Spyros estaba jugando con ella, tenían tiempo.

—Esto es solo una muestra, una pista de lo que te espera, poutana —dijo Spyros. el cuchillo cortó el brazo de Audrey nuevamente.
Con los dientes apretados, se obligó a quedarse quieta... porque si se movía, él cortaba más profundo.
Su piel se abrió bajo la cuchilla finamente afilada. Un segundo después llegó el destello abrasador de dolor y el reguero caliente de sangre. Apartando la cara, pestaño el torrente de lágrimas. Toda la parte superior del brazo era una masa palpitante de dolor.
Y ella estaba muy, muy asustada.
 
Antes, había decidido no burlarse de él ni obligarlo a matarla. No ahora. No hasta que llegara el helicóptero. Tal vez, tal vez Gabe la encontraría. Pero a medida que el camino se hacía más y más alto, sus esperanzas se desvanecían hasta que llegaron a esta pequeña cabaña en medio de la nada.
¿Gabe sabía que Spyros la tenía? ¿Y si Lillian hubiera muerto... por culpa de Audrey? Una y otra vez, la culpa golpeaba su corazón. Se desplomó contra la pared.
¿Por qué había venido a este lugar?  ¿Hecho amigos?
¿Ponerlos en peligro? Amar a las personas dolía mucho más que cualquier otra cosa.
—Sí, estás empezando a ver, a saber, cómo vas a morir, gritando y gritando —Los labios de Spyros se cerraron sobre las palabras como si le gustase el sabor.
Porque le gustaba asustarla.
 
La rabia quemó el miedo. —Un hombre que lucha contra otro hombre, uno contra uno, es impresionante —Mientras respondía, intentó contener las palabras y fracasó—. No soy un hombre. No, soy mujer, cincuenta kilos más ligera que tú, y atada. Pero aún necesitas cinco secuaces para sostener tu pequeña65 mano. Tú no eres valiente —Su furia fue interrumpida por el rugido de Spyros, y su puño estrellándose contra su mandíbula.
Se le escapó un grito de dolor.
 
Empujada de lado, cayó. Cuando su hombro chocó contra el áspero suelo, las astillas se clavaron en su brazo y su mejilla. Mientras todo el lado izquierdo de su cara palpitaba de dolor, las lágrimas brotaron de sus ojos cerrados.
Un par de hombres se rieron.
 
De acuerdo, tal vez eso había sido estúpido.
 
De vuelta con los demás, Gabe se detuvo sus instrucciones cuando un grito de ira y otro de dolor salieron de la cabaña.
Audrey. La ira ciega lo invadió. Matar. Comenzó a correr hacia adelante. Bull lo sujetó por el hombro. —No hermano.
Gabe gruñó. Una guerra estalló dentro de él. Tenía que sacarla de allí. Ahora.
Pero su estupidez la mataría. Termina el plan. Adelante, MacNair. Aspiró aire por la nariz. Centrado.
—Spyros está sentado junto a Audrey, cortándola con su cuchillo —Levantó la mano para mantener a Knox tranquilo—
. Los cortes no son mortales, pero un cuchillo tan cerca de ella significa que no podemos arriesgarnos a entrar.

Spyros le cortaría el cuello antes de que pudieran matarlo. Maldita cabaña.
Pequeñas ventanas con contraventanas. Una puerta pesada que se abría hacia afuera. Excelentes medidas disuasorias para impedir la entrada de los osos. Excelentes medidas disuasorias para impedir a su equipo entrar lo suficientemente rápido como para mantener viva a Audrey.
—El cabrón66 —Caz había sacado uno de sus cuchillos—
¿Esperamos que la saque de la cabaña?
 
—Esa es nuestra mejor oportunidad —Gabe levantó la vista. Las nubes de tormenta habían desaparecido y la niebla se estaba disipando—. El helicóptero ya estará en camino.
Un silbido apagado vino de Knox que estaba vigilando el centinela de la puerta.
Todos se congelaron.
 
Después de orinar contra un árbol, el tipo comenzó un recorrido alrededor de la cabaña.
A lo lejos, Gabe oyó un helicóptero. Su pulso se aceleró.
Perfecto. El ruido distraería al centinela.
 
Ahora, el plan. Bull y Caz podrían operar sin instrucciones detalladas: habían trabajado en equipo toda su vida.
 
Y Knox... Audrey era especial para él. Lo había demostrado en el bar. La protegería bien.
—Caz, tú y Bull agarran al centinela y lo llevan al frente. Lo necesito capaz de hablar. Tienen que pensar que todavía está en guardia.

Bull y Caz asintieron.
—Knox, tú y yo esperaremos a cada lado de la puerta a que salgan. Cuando grite “adelante”, tú te llevas a Audrey — Gabe entrecerró los ojos al hombre—. Tu único trabajo es sacarla de la puerta, sin importar el daño que pueda recibir al hacerlo. Luego la mantienes a salvo. La mejor protección probablemente se encuentre detrás del montón de leña o en los alrededores de la cabina. Usa tu juicio, y mantente fuera de la zona de tiro.
—Entendido.
 
—Toma. La tienen esposada —Gabe le dio su llave de repuesto de las esposas a Knox y se volvió hacia sus hermanos—. Tenemos a Spyros, Baumer y cuatro desconocidos. Estos bastardos no son espectadores inocentes; saben que Spyros intenta matar a Audrey. Derribadlos como sea necesario.
Ellos asintieron
— ¿Y el piloto? —preguntó Knox.
 
—Probablemente sea un alquiler de Anchorage. A menos que intervenga, no le dispares.
Caz hizo un saludo.
Bull sonrió a Gabe —La sacaremos.
 
Gabe intentó devolverle la sonrisa y supo que había fallado. Las probabilidades... apestaban.
Todavía tumbada de lado, Audrey escuchó un zumbido y su corazón se hundió. Oh Dios.
Earl Baumer inclinó la cabeza. —¿Ese es el helicóptero?

Lo era.
La cabaña quedó en silencio. El motor sonaba diferente.
Fuerte, luego suave.
 
El neoyorquino frunció el ceño. —Casi suena como si fueran dos.
—El ruido tiende a hacer eco en los acantilados —Earl se colgó la mochila por encima del hombro—. No puedo esperar a salir de aquí.
Sonó un golpe sordo en la puerta, y el guardia exterior llamó: —El helicóptero está a la vista.
—Vamos —Cuchillo en mano, Spyros agarró la camiseta de Audrey con la otra mano y la puso de pie.
Ella se tambaleó, casi cayendo cuando él la empujó hacia adelante.
Contrólate, Audrey.
 
Una vez fuera en un espacio abierto, tal vez podría liberarse. Agachó la cabeza, tensó y relajó los músculos para que la circulación se activara. Ella correría, y si el camino no estaba despejado, se metería en el rotor de cola y moriría rápidamente.
Se le encogió el corazón. Morir. No quería morir. Lo haría. Debía hacerlo.
La puerta se abrió y Earl salió.
 
Detrás de Audrey, Spyros la sujetó por el pelo. —No querríamos que huyeras, ¿verdad? —El tirón en su cabeza le hizo retroceder un paso.

Cuando sus esperanzas murieron, la desesperación vació su mente.
 
Pegado a la pared al lado de la puerta principal, Gabe esperó.
Atado de pies y manos, el centinela aterrorizado había recitado bien —El helicóptero está a la vista —El cuchillo de Caz pinchando su párpado había demostrado ser un incentivo adecuado para la cooperación.
Bull había noqueado al tipo, arrojado el cuerpo al costado de la cabaña donde tomó posición.
Caz estaba en la otra esquina.
 
Knox y Gabe estaban quietos a ambos lados de la puerta.
 
Arriba, el helicóptero comenzó a descender. Las ramas de los árboles fueron azotadas por la turbulencia de las aspas del helicóptero.
La puerta se abrió. Gabe se puso tenso.
 
Baumer salió, cubriéndose los ojos con la mano mientras miraba el helicóptero.
Vamos, Spyros. Sé el próximo. Mantén a los bastardos adentro.
El destino no estaba escuchando. El rubio rapado salió y frunció el ceño.

Cuando los dos matones lo siguieron, Rapado entrecerró los ojos. —Buscad a Jones. Debe de estar meando.
Riendo los dos se separaron.
 
Gabe se puso rígido. Lo verían a Knox y a él en cualquier...
Audrey salió. Spyros estaba justo detrás de ella, con un puño en su pelo, un cuchillo descuidadamente a un lado.
Ahora. Gabe golpeó el antebrazo de Spyros, paralizándole los nervios, reduciendo la sujeción sobre el cabello de Audrey. —¡Llévatela!
Mientras Knox tiraba de Audrey, Spyros intentó apuñalarla.
Gabe se abalanzó y lo golpeó contra el marco de la puerta.
Atrapado por la pared, Spyros se retorció, cogiendo el abrigo de Gabe con la mano izquierda y apuñalándolo con el cuchillo en la derecha. Apenas frenada por el impermeable, la afilada hoja entró en el costado de Gabe.
Un ardiente dolor estalló en sus costillas cuando la cuchilla raspó el hueso. Jesús. Con un furioso bloqueo hacia abajo, Gabe tiró el cuchillo al suelo y luego dio un cabezazo a Spyros. Se aflojó el tirón del gilipollas sobre su abrigo.
Gabe fue liberado.
 
Hubo un tiroteo en el claro.
 
—¡Gamóto67! —Escupiendo maldiciones griegas, Spyros se tambaleó hacia adelante sacando su pistola.

67 ¡Gamóto!: Palabra griega que dice mierda, ¡joder!. No necesariamente tiene significado negativo.

Infierno. Impulsando sus piernas, Gabe golpeó un gancho derecho en la mandíbula del hombre. Spyros cayó de lado.
 
Sacando su pistola, Gabe le dio una patada en la cabeza y lo noqueó. Un movimiento de su pie envió la pistola de Spyros debajo de la cabaña.
Bien. Un rápido vistazo mostró a un matón inmóvil en el suelo y otro muerto con un cuchillo en el pecho.
Sin hacer caso de todo esto, Baumer corría hacia el helicóptero.
Cerca del fuego de campamento, Rapado vio a Gabe y corrió, disparando.
Una bala pasó zumbando. Gabe la esquivó de lado y apuntó.
—¡Noooo!
 
—Noooooo! —Justo entre Gabe y el otro hombre, Audrey salió de detrás del montón de leña.
¡Joder!
 
Disparó a Rapado. Falló. Siguió disparando.
 
Trastabillándose hacia atrás, el bastardo le disparó. Le disparó. Ella cayó.
No. Dios, no!
 
Con el objetivo ahora despejado, Gabe disparó al bastardo entre los ojos, y se volvió. Con un rugido de furia, Spyros lo derribó de costado.

Apenas aferrado a su pistola, Gabe cayó sobre su cadera. Un puño se estrelló contra su riñón, enviando una explosión de dolor a través de él.
Retorciéndose, estrelló su codo contra la cara de Spyros.
Se puso de pie.
 
Spyros tenía su cuchillo.
 
Gabe disparó desde la cadera con doble toque. El bastardo se desplomó.
Audrey. Gabe corrió por el claro.
Bull ya estaba allí, inclinándose sobre ella. Vio a Gabe.
—Ella está bien.
 
Cuando se sentó, el alivio hizo girar la cabeza de Gabe.
Gracias a Dios.
 
Hizo una evaluación rápida. Todos los chicos malos habían caído menos uno. Baumer
Al llegar al helicóptero, el ex oficial abrió la puerta trasera y subió.
Gabe corrió hacia el helicóptero.
 
El sonido del motor cambió. En lugar de despegar, el
helicóptero se paraba. ¿Qué demonios…?
 
Pistola en una mano, manteniéndose fuera de la línea de fuego, Gabe se acercó a la puerta abierta.
Con los dedos entrelazados sobre su cabeza, arrodillado entre los asientos de los pasajeros, Baumer no se movía.
Gabe parpadeó y miró al piloto.

Con la pistola apuntando directamente a la cabeza de Baumer, Hawk le sonrió a Gabe. —Qué carajo, hermano.
¿Hiciste una fiesta y no me invitaste?
 
Con el puño apretado contra su boca, Audrey intentó no gritarle a Gabe que tuviera cuidado. Ella trató de levantarse, pero su pierna cedió y la dejó caer sobre su trasero.
—Espera, cariño —Bull envolvió su abrigo alrededor de ella—. —Creo que tu tobillo se dañó cuando Knox cayó sobre ti.
 
—Ayuda a Gabe. Déjame y ayuda a Gabe —Su corazón latía tan intensamente que tenía dificultad para hablar. Gabe no se movía, estaba mirando por la puerta del helicóptero.
¿Alguien le apuntaba con un arma?
 
Entonces Gabe se quitó las esposas del cinturón y se inclinó hacia el helicóptero. Un minuto después, sacaba a Baumer esposado y lo ponía de rodillas.
Cuando el piloto rodeó el helicóptero, Gabe le dio una palmada en el hombro. ¿Gabe conocía al piloto?
La vista de Audrey quedó bloqueada cuando Caz se arrodilló a su lado y retiró el abrigo de Bull. —Tu brazo necesita atención, chica68.
Ella lo empujó hacia atrás. —Knox necesita ayuda primero. Algo lo golpeó en la cabeza. La mirada de Caz la recorrió, luego asintió y le dirigió una sonrisa fugaz antes de volverse hacia Knox. —Veamos.
Con la mano sobre su cabeza ensangrentada, Knox se sentó. —Creo que no me he roto nada.
 
 68 En español en el original.

Aun vigilando a todos en el montón de leña, Bull levantó la voz. —Tenemos compañía, Gabe.
Una avalancha de gente salía del sendero y se extendía por el claro.
Oh, Dios, no. Deben de ser los hombres de respaldo de Spyros. Con el corazón hundiéndose, Audrey enderezó los hombros. —Necesito algunas balas. Quien tiene ¿balas? —Se preparó para que comenzara el tiroteo.
—No les dispares, chica. Son de los nuestros —Caz abrió su mochila y sacó un botiquín de primeros auxilios, y le lanzó una gasa a Bull—. Presiona su brazo por mí, ¿sí?
Cuando Bull gruñó de acuerdo, Caz inclinó la cabeza de Knox hacia arriba. —Parece que te alcanzó una astilla de madera suelta por el tiroteo. Estarás bien.
—¿Los hombres son de los nuestros? —Preguntó Audrey mientras Bull se arrodillaba a su lado. Presionó la gasa contra los cortes y envolvió su mano alrededor del brazo de ella. Sus dientes se apretaron por la explosión de dolor.
—Sí —dijo Bull—. Ese es Chevy con refuerzos.
 
A medida que el grupo se acercaba, reconoció a Chevy a la cabeza. Él hizo un gesto y Tucker, Guzmán y otros se dirigieron a Gabe. Uriah condujo a algunos hacia la cabaña.
Oh, también estaba Zappa de la gasolinera. ¿Los hippies no odiaban las armas? Dios, sus pensamientos se estaban volviendo confusos.
—Oye, Jefe, atrapamos algunas sabandijas para ti — Chevy hizo un gesto hacia más hombres, y algunos tenían muñecas atadas a la espalda. Y parecían maltrechos.
—Los atraparon —Audrey se volvió hacia Bull—.

Spyros tenía refuerzos, dijo. —Buen trabajo.
Gabe estrechó la mano de Chevy. —No hay restricciones en la temporada de caza de malhechores.
Una ola de risas barrió el claro.
 
—Jefe, los camisas azules están en camino —dijo Uriah.
—Es un alivio —Gabe levantó a Earl sobre sus pies y lo empujó hacia Guzmán.
—Hazte cargo de este hasta que los policías estatales lleguen aquí, ¿quieres?
—Será un placer —Guzmán agarró un brazo de Earl.
Con cara despiadada, Tucker sujetó el otro brazo.
 
Los hombros de Earl se desplomaron.
 
La mirada de Gabe se encontró con la de Audrey, y la sostuvo. La dureza en su rostro disminuyó. Dio una palmada al piloto en el hombro y corrió hacia ella.
Audrey podía sentir sus músculos aflojarse. Él estaba bien. Vivo. En movimiento.
—Audrey.
 
Se dio cuenta de que alguien quería su atención. Con esfuerzo, apartó la mirada.
—Chica, mírame.
Giró la cabeza y miró a los oscuros ojos de Caz.
 
—Así está mejor —Levantó un rollo de gasa mientras Bull retrocedía—. Voy a ponerte un vendaje de presión en el brazo para que Bull no tenga que sujetártelo.

—Claro.
—Oye, deberías saludar al piloto —Gabe se dejó caer sobre una rodilla a su lado—. Caz, ¿viste que le dispararon?
¿Te lo dijo ella? —Su mano envolvió la nuca de ella, y apoyó la frente contra la suya. —Jesús, te vi caer y demonios, no sabía que podía estar tan asustado. ¿Estás bien?
Lo estaba. Ahora que él estaba aquí, la estaba tocando, la tensión en su pecho se estaba aflojando. —Mi héroe—, susurró y le tocó la cara. —No estoy herida. Me caí porque me quedé sin balas. Estoy bien. De Verdad.
Caz emitió un sonido de desacuerdo que hizo que Gabe lo mirara.
—Informe, hermano —La mano de Gabe todavía estaba alrededor de la parte posterior de su cuello, tan maravillosamente caliente.
—Su brazo, más que nada es superficial, aunque con demasiados cortes. Pero ¿por qué tiene sangre en este lado? — Caz frunció el ceño mientras apartaba el abrigo de Bull y su ropa empapada. —Sí, hay sangre aquí. Audrey, déjame ver tu cadera.
Mientras Gabe se inclinaba hacia adelante para bajarle la cremallera de sus vaqueros, su mirada se fijó en su ropa impermeable. En el lugar donde las manchas de camuflaje corrían todas juntas... con rojo.
—Oh no. No, no, no, estás herido —Un zumbido comenzó en sus oídos. Tanta sangre—. Cura a Gabe. Está herido. Cúralo.
Su respiración se estaba volviendo extrañamente rápida cuando se volvió hacia Caz. —Cúralo.

—Shhh, shhh —Caz le pasó la mano por la espalda—. Desnúdate un poco, Gabe, mientras reviso tu herida. Y me encargaré del que esté peor.
—Cuidarás de Aud… —Gabe se interrumpió ante el gruñido de ella. Riéndose, se quitó el abrigo y se desabrochó la camisa.
Al ver la herida sangrante y abierta a lo largo de sus costillas, ella comenzó a llorar. —Noooo. Te hirió.
—Me han herido más —Los ojos de Gabe se oscurecieron cuando Caz le quitó los vaqueros—. Jesús, eso parece asqueroso.
Ella bajó la mirada. Un surco sangriento cruzaba el exterior de su cadera. Bueno, vaya, la bala del neoyorquino le había dado. Solo tuvo un segundo para verlo antes de que Caz se la limpiara y le pusiera una compresa, seguida de un trozo más grande de gasa. Lo sujetó con cinta lo suficientemente apretada como para que gimiera.
—Tuviste suerte, chiquita69. La bala hizo un corte al pasar. No le dio al hueso, no le dio a la articulación, sólo afectó al tejido—. Después de colocar el abrigo de Bull a su alrededor, Caz se levantó y se puso al lado de Gabe con su botiquín de primeros auxilios.
—Tus costillas desviaron la cuchilla. Tuviste suerte, mano —murmuró Caz—. Sí, todos la tuvimos.
Después de que la herida de cuchillo en las costillas de Gabe fue limpiada y cubierta, Audrey se dio cuenta de que podía respirar de nuevo. Él se pondría bien.
 
69 En español en el original.

—Mira quién está aquí, Caz —Bull se acercó con el piloto a su lado. El hombre tenía el pelo corto de color caramelo, la piel clara con un bronceado curtido. Una larga y dentada cicatriz recorría su frente. Otra en su mejilla desaparecía en una barba corta y tiraba de su labio superior con una leve mueca de desprecio.
—Hawk —Saltando sobre sus pies, Caz lo abrazó—.
Dios. ¿De dónde sales, hermano?
 
—Hablé con Bull hace un par de días. Me dijo que la novia del viejo tenía problemas.
¿Por qué con esa entonación Hawk sonaba más como “la novia es un problema”? Quizás por la forma en que la estaba estudiando con cínicos ojos azules.
Hawk se volvió hacia Caz. —Estaba volando para verte, pero cuando llamé al Departamento de Policía de Rescue para saber dónde aterrizar, Dante me dijo que estaba pasando esta mierda. Así que vine aquí.
—Buen momento —Caz miró el helicóptero—. Knox, Gabe y Audrey necesitan que los lleven a la ciudad, y yo tengo que ir con ellos.
—Ella seguro que no puede caminar. No sólo está medio congelada, sino que además ¿viste su tobillo, Caz? — Bull miró a Hawk—. Puedes llevarte a los prisioneros también.
—No, solo transportaré a Caz y a los heridos. No puedo llevar a nadie más —dijo Hawk—. Estoy bajo de gasolina.
Cuando Caz comenzó a examinar su tobillo, Audrey hizo una mueca de dolor. De alguna manera, este dolor fue un poco mayor que los demás. Sus manos se cerraron en puños. ¡Ay, ay, ay!

Gabe se arrodilló y envolvió un brazo tranquilizador alrededor de su hombro antes de preguntar Hawk —¿Bajo de gasolina? ¿Esperaste la tormenta en el aire?
—No, las nubes se estaban disipando cuando llegué aquí. El problema fue que el otro helicóptero quería aterrizar
—Los labios de Hawk se torcieron en una sonrisa malévola—. Después de un par de caídas en picado, cambió de opinión.
La risa de Bull rugió a través del claro. —Solo tú piensas que una pelea con cuchillos requiere palas de helicóptero.
—Caz podría llevar más cuchillas, pero los mías son más grandes —La sonrisa del piloto no llegó a sus ojos.
Audrey apoyó la cabeza en el pecho de Gabe. Le dolía, oh Dios, cómo le dolía, y nada de eso importaba. Gabe estaba vivo, sus latidos lentos y fuertes bajo su oído.
—¿Está bien Lillian? —susurró, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarlo.
—Sí. Está bien —besó la punta de su nariz, luego sus labios—. Deberías escucharla maldecir.
Audrey se rio. Había estado presente cuando una enredadera de zarzamora le cortó el brazo a Lillian. La pobre planta probablemente se marchitó de la vergüenza en el momento en que la inglesa terminó de describir su parentesco.
Caz tiró del zapato de Audrey, y su risa se interrumpió abruptamente cuando el dolor la atravesó su tobillo.
—Lo siento, chica. Olvidémonos de quitarte el calzado — Caz envolvió una venda elástica alrededor de la parte exterior de su bota—. Déjalo así hasta que lleguemos a la clínica.

—Me gusta ese plan —Sus palabras salieron con los dientes apretados, y el brazo de Gabe se apretó más a su alrededor.
—Mierda —Chevy estaba junto a Caz, mirando a Audrey—. Pareces... horrible.
—Hombre, esa no es la manera de conquistar a una mujer —Bull le guiñó un ojo a Audrey.
Pareciendo apurado, Chevy sacudió la cabeza. —Nuestra querida bibliotecaria no me preocupa. Es la alcaldesa. Cuando me vine con los refuerzos, la británica dijo que me destriparía con un cuchillo de pescado sucio si no traía a su chica sana y salva.
 
Tucker se unió a ellos. Su mirada evaluadora observó los vaqueros ensangrentados de Audrey, su cara magullada. La ira y la preocupación entrecerraron sus ojos antes de mirar a Gabe como para tranquilizarse.
—Ella estará bien —le dijo Gabe.
—El gilipollas que se la llevó... —La voz de Tucker era tensa—. Antes de que lo entregues, quiero hablar con…
—Está muerto, Tuck —Las palabras de Gabe eran frías e incluso—. No lastimará a nadie. Nunca más.
Audrey se dio cuenta de que la mayoría de los hombres estaban mirando, escuchando y su aprobación resonaba claramente en el frío aire de la montaña.
—Bien.
 
—Obtuvo lo que merecía.
 
—Sácalo del infierno y mátalo de nuevo.

—Enséñale a joder con nuestra bella bibliotecaria.
Las lágrimas le quemaron los ojos al darse cuenta de que nadie la culpaba. Que vendrían armados y listos para arriesgar sus vidas... por ella. Nuestra bibliotecaria.
Con ojos brumosos, ella miró a cada hombre. ¿Había pensado que no pertenecía a este lugar?
—Gracias —Su voz se quebró, pero atravesó el claro—.
Gracias a todos.


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Mensaje por yiniva Miér 30 Sep - 11:30

Capítulo 31


Cuando un hombre sangra para salvarte el culo, sabes que no tienes amigo mejor.
-Primero Sargento Michael “Mako” Tyne.


 ***
 
Gabe escuchó a un trío de blue-grass tocar la clásica canción “John Henry” para un público agradecido. El quiosco del Lynx Lake Park no era nada elegante, sólo una plataforma elevada de medio metro de altura con techo, pero sirvió para el propósito.
Dondequiera que miraba había grupos de personas, algunos en mesas de picnic, otros en mantas sobre la hierba. Las neveras portátiles brillantes y las canastas de picnic agregaban color. La noche del sábado a principios de agosto era clara. A las diez y media, el sol comenzaba a ponerse. La brisa llevaba los aromas de hamburguesas, perritos calientes y salmón más allá de las parrillas del parque.
Habían transcurrido tres o más semanas desde lo que la gente del pueblo llamaba —El secuestro —Personalmente, lo tituló el “clusterfuck70” de un día.
Pasaría mucho tiempo antes de que dejara de ver cómo le disparaban a Audrey. Cómo caía.
Recordaba su coraje, la furia en su rostro, mientras estaba de pie, disparando una bala tras otra a Rapado. Si ella no hubiera desviado la atención del tipo, Gabe estaría muerto.
Maldición, era increíble.
Y sus pesadillas, y las de ella, se desvanecerían con el tiempo. Las fuerzas de seguridad, los reporteros y el resto del universo conocido finalmente se habían ido. Aparte de las audiencias que aguardaban a los tres supervivientes del equipo de Spyros y a Baumer, la vida en Rescue había vuelto a la normalidad.
De hecho, había comenzado a entrevistar a candidatos al antiguo puesto de policía de Baumer.
Paseando por el parque, saludó a la gente, esquivó a los niños y consideró volver a la parrilla por otra hamburguesa.
—Hola, Jefe.
 
Ante la llamada de Uriah, Gabe se detuvo. —Buenas noches a los dos.
Sobre una manta azul oscuro, Sarah y Uriah estaban disfrutando de sus bebidas mientras su hija Rachel terminaba un perrito caliente. Sarah echó la cabeza hacia atrás. — Entonces, Gabe ¿Estás disfrutando del mini-festival?
—Lo hago.



70 Clusterfuck es un término de la jerga militar para una operación en la que varias cosas han salido mal.


 
—Tengo la sensación de que la gente del pueblo querrá un festival mayor el año que viene —dijo Sarah—. Todo el mundo es más acogedor con los turistas ahora.
La alcaldesa Lillian había llamado a esto un “día de prueba” para ver si Rescue quería tener un verdadero festival de la cosecha el próximo verano. Esta prueba no era más que un evento de la ciudad, una noche en el parque, aunque había atraído a un buen número de turistas del resort y de las cabañas de pesca. El consejo había proporcionado hamburguesas y perritos calientes; los pescadores locales donaron salmón. Los voluntarios se encargaron de las parrillas. Varias mesas de picnic ofrecían comida comunitaria de guarnición y postres.
—Sabes, creo que tienes razón —Gabe sonrió cuando un grupo de niños pequeños pasó corriendo con serpentinas, esquivando a los niños mayores que jugaban al fútbol en un espacio cubierto de hierba.
La gente se estaba divirtiendo.
 
Aún mejor, no había incidentes. Ni robos. Ni vandalismo.
Ni siquiera peleas, lo que probablemente era un récord.
 
Ah. Ese sería su objetivo para los eventos: nada de peleas. Un estallido de risa clara y musical llamó su atención.
En un grupo de mujeres cercano, Audrey estaba describiendo, y representando, su batalla con el salmón que había pescado ayer. Terminó señalando la parrilla para mostrar quién había vencido. Recibió un coro de felicitaciones.
¿No era extraño que la mujer que se preocupaba por no tener habilidades sociales hubiera sido determinante para derribar las barreras entre las personas?    Salvo los PZ, los distintos   grupos   se   habían   unido   para    salvarla...   y descubrieron que tenían más en común de lo que pensaban.
El mini festival de esta noche con comida, actividades y una gran cantidad de niños también estaba creando nuevas conexiones. Con los primeros elementos del equipamiento para juegos y un espacio de hierba para los deportes, a los niños no les preocupaba si los padres de alguien tenían negocios o vivían en la carretera71 o eran guías de pesca. Solo querían jugar.
 
Muy pronto, los padres dejaron de lado sus propias diferencias, al menos por una noche.
Con un chirrido de estática de los altavoces, el violinista del trío anunció desde el quiosco: —Nos tomamos un descanso ahora, y la alcaldesa Lillian dice que ahora traerá a Caz, a Bull e incluso a nuestro jefe de policía aquí arriba.
Gabe frunció el ceño. ¿Cuándo se había ofrecido voluntario para tocar?
Al mirar alrededor, vio a Caz y Bull llevando sus instrumentos. Bull tenía la guitarra de Gabe. Maldita sea si Hawk no los seguía con su violín.
Lo habían reclutado. No sería la primera vez. Habían cantado juntos en el ejército, en noches de juerga y borracheras, incluso mientras ayudaban a Bull con su primer bar...
 
Si los hijos de Mako estaban juntos, terminaban tocando música juntos.

71 Living off the road, es la forma de vida de los nuevos nómadas voluntarios que viajan por el país trabajando en distintos sitios o haciéndolo online, sin atarse a una casa.


Mientras se dirigía hacia el quiosco de música, se detuvo ante el grupo de mujeres y rodeó a Audrey con el brazo.
Ella le sonrió. —Escuché que vas a…
 
Él rozó sus labios. Oh sí. Acercándola más, disfrutó muchísimo besándola. De alguna manera, no podía imaginar un momento en el que no lo haría.. —Umm.
A pesar de que parecía muy bien besada, ella intentó mirarlo enfadada. —Jefe MacNair, hay niños aquí.
Él le dirigió una mirada inocente. —Eh, mantuve la polla en mis pantalones —Eso hizo estallar a todas las mujeres a su alrededor, incluida a una de unos noventa años.
Cuando Audrey presionó el rostro contra su pecho, tratando de sofocar risitas, la arrastró con él.
—¿A dónde vamos?
 
—Necesitamos una soprano —le sonrió a Caz que estaba en el escenario— ¿verdad, hermano?
—Muy cierto —Caz se inclinó para tomar la mano de Audrey y ayudarla a subir al escenario—. No te veas tan preocupada, chiquita. Sabes que sonamos mejor contigo cantando.
—Así es —Bull le sonrió y comenzó la introducción de “Rainy Day People72”. Cuando sus voces se alzaron, había una dulce soprano con ellos.
 
72 Es una canción escrita y grabada por Gordon Lightfoot, canadiense que logró el éxito internacional con música folk , folk-rock y country.



Veinte minutos después, alguien dijo en voz alta: —Hay alguien ahí que no es como el resto.
Gabe levantó la vista de su guitarra.
 
Frente al escenario, una gran cantidad de Patriotas Zelotes en vaqueros, camisas de trabajo y las gorras de béisbol con eslóganes patrióticos miraban a Caz.
Gabe nunca los había visto antes. Por el amor de Dios,
¿cuántos hombres tenía Parrish en su complejo?
 
Un hombre de barba roja se tocó la garganta y simuló arcadas.
Un tipo con tatuajes en los brazos dijo: —Crucé dos fronteras para escapar de los apestosos frijoleros73. Y aquí hay uno, al frente y al centro.
Hijo de puta, su objetivo era Caz por ser hispano.
A medida que el resto de los PZ llegaban a un acuerdo sarcástico, los dedos de Gabe se apretaron en el traste, aplastando el sonido de las cuerdas. Miró fijamente a los idiotas intolerantes. —Muévanse. Ahora.
Ellos lo ignoraron.
 
73 Beaner (frijolero, en español) es un término despectivo usado en Estados Unidos para referirse a las personas de origen hispano. El término tiene su origen en que en la comida mexicana los frijoles suelen ser muy comunes.


 —Por supuesto, el espalda mojada llegó a Alaska. Ya sabes, como el aceite, los engrasadores74 se deslizan por todas partes —El hombre, que pesaría ciento cuarenta kilos, sonrió como si hubiera dicho algo brillante.
Cuando Caz gruñó, Gabe hizo una mueca. Su hermano soportaba a cabrones intolerantes, incluso lograba ignorarlos la mayor parte del tiempo. Pero tenía un límite. Y ese sonido significaba que lo había alcanzado.
Infierno.
Gabe se inclinó hacia delante. —Última oportunidad.
Salid de aquí antes de que os arrepintáis.
 
—Oooh, el policía maricón está defendiendo a su amigo cabeza de taco75. Estoy tan asustado —Un tipo rechoncho con cara de comadreja fingió que se asustaba, se topó con una joven y la empujó para apartarla de su camino.
Cuando se tambaleó, casi cayendo, un hombre vestido de negro la sujetó.
—Qué hija de puta —murmuró Cara de comadreja.
 
—Sí, no deberían dejar que las mujeres salgan de la cocina.
—Se acabó —Caz salió de detrás de su tambor, se lanzó desde el escenario y golpeó el hombre que estaba delante, tirándolo al suelo.

74 Los Greasers (engrasadores, grasosos o grasientos) son una subcultura de clase trabajadora urbana (italoamericanos, hispanos y estadounidenses) originaria de los años 50. Los términos «greaser», «bola de grasa», y «grasiento», eran insultos que los conservadores estadounidenses aplicaban a los hispanos e italoamericanos, debido a la cantidad de grasa con la que se moldeaban el cabello. Posteriormente, esta idiosincrasia fue adoptada por muchos jóvenes como forma de «expresión rebelde». Entre los más destacados ejemplos se encuentran Elvis Presley, E4d6d3ie Cochran y Gene Vincent.


75 —Taco head— otra forma de llamar a los mexicanos.


 
En el típico estilo cobarde, cuatro de los bastardos saltaron sobre Caz.
Eso fue definitivo —Tú te encargas de ese grupo, Bull—
. Gabe dejó su guitarra y se lanzó sobre otros tres hombres listos para saltar.
Sus objetivos cayeron como bolos.
 
Bull lanzó un rugido feliz cuando saltó del escenario. Cuando llegó al grupo, los cuerpos salieron volando. A un lado, Hawk esperó cortésmente a que sus oponentes le fueran entregados. Era agradable ver a su hermano reír.
Buenos tiempos.
 
Un par de minutos después, Gabe había terminado con sus tres, dejándolos tumbados y gimiendo en el suelo. Mientras se alejaba, su mandíbula palpitaba por un puñetazo que no había esquivado lo suficientemente rápido, y sus costillas que se estaban curando le dolían por una patada que le habían dado en la espalda.
Sorprendido de que no hubieran acudido más PZ en ayuda de los suyos, se fijó en la pelea.
Maldita sea si no había peleas por todo el espacio cubierto de hierba.
Sonriendo cruelmente, Hawk puso un pie en el cuello grueso del hombre de ciento cuarenta kilos. La cara del corpulento bastardo era de un rojo oscuro, no azul, así que estaba tomando suficiente aire.
Gabe sonrió.
 
Un hombre de aspecto familiar de negro, el que había sujetado a la chica, lanzó un buen derechazo a la barriga del PZ y después un golpe de gracia.


Tucker, Guzmán, Uriah... demonios, una gran cantidad de hombres se habían enfrentado a los PZ. También estaba Knox junto con algunos otros residentes, hombres y mujeres, a los que no reconoció.
Ahora eran los PZ los que estaban superados en número.
Bull arrastraba por los pies a dos hombres medio inconscientes fuera del campo de batalla y hacia los espectadores.
Cerca de una mesa de picnic, Audrey sostenía un bastón negro en la mano, un inconsciente zelote delante de ella. Lo empujó con el pie. Cuando él no se movió, ella le dio el bastón a un viejo flaco sentado en la mesa de picnic.
Gabe miró el bastón y luego al bastardo tatuado en el suelo. Uh, uh. Sí, él iba a quedarse con esta mujer.
Dos hermanos y una mujer fueron localizados. ¿Dónde estaba Caz?
Ah, joder.
A horcajadas sobre el hombre de barba roja, Caz tenía un cuchillo en el cuello del gilipollas.
Acercándose, Gabe se aclaró la garganta. —Jesús, Caz, me enojaré si lo matas ¿Sabes cuánto papeleo tendría que hacer?
La cuchilla no se movió. —No hay problema, solo lo cortaré un poco.
—Bien, pensémoslo detenidamente. ¿Quién, exactamente, tendrá que coser al bastardo?
Caz le dirigió a Gabe una mirada con los ojos entrecerrados antes de mirar a su víctima. El cuchillo se movió un centímetro. Un susurro dejó la cara del gilipollas del color de la nieve recién caída.
Después de girar el cuchillo y meterlo en la funda de su bota, Caz se levantó. Miró a Gabe con disgusto y se marchó. — Necesito una bebida.
—Hola, viejo —Bull le dio a Gabe una cerveza y miró hacia Caz—. Realmente odia cuando no le dejas hacer sangre.
—Sí, bueno, uno pensaría que un profesional de la salud sería más cuidadoso con los residuos peligrosos. Es un parque, después de todo.
—Uno lo pensaría —Riendo, Bull se dirigió hacia Caz.
 
Bebiendo su cerveza, Gabe miró a su alrededor para evaluar las consecuencias de la pelea.
La gente del pueblo estaba arrastrando a los PZ y empujándolos hacia el aparcamiento.
El resto de la gente no se había movido. Estaban sacudiendo sus cabezas.
Probablemente por el mal comportamiento del jefe de policía. Buen ejemplo acabas de dar, MacNair. Gabe alzó la voz.
—Perdón por la pelea, gente.
 
—Diablos, Jefe, fue una gran pelea —dijo alguien.
Después de un segundo, Gabe se dio cuenta de que el murmullo de las conversaciones era entusiasta. Agradecido.
—... buen trabajo en equipo. Me gustó la forma en que Bull arrojó a los idiotas al piloto del helicóptero para deshacerse de ellos. Muy bien.
Un joven brincaba de puntillas. —¿Viste el gancho del jefe? ¡Genial!
—Te dije que MacNair era un sourdough de la cabeza a los pies —Sonriendo a una mujer mayor, Tucker se mecía de un lado a otro en sus botas.
A un lado, dos adolescentes estaban recreando sus partes favoritas de la pelea.
Loca Alaska.
 
Frotándose las doloridas costillas, Gabe se sentó en una de las mesas de picnic recién instaladas. —¿Necesitas atención médica? —La voz suave y profunda venía de un lado.
Él conocía esa voz. Gabe se volvió.
 
Era Zachary Grayson, vestido con su habitual indumentaria negra. No era de extrañar que el nombre de negro pareciera familiar.
—¿Qué haces tan lejos de Florida? —Especialmente con un nuevo bebé. Felicidades, por cierto —Gabe extendió la mano.
—Gracias —Después de estrecharle la mano, Grayson se unió a él en la mesa de picnic—. Estoy aquí porque le prometí a Mako que vigilaría a sus hijos.
Sus hijos. La pena se había convertido en un dolor sordo, y el recuerdo era dulce. Incluso después de que hubieran alcanzado la edad adulta, el sargento siempre se había referido a ellos como sus hijos.
Gabe hizo un gesto hacia el campo de batalla. —Como puedes ver, no lo estamos haciendo tan bien.
—En realidad, no estoy de acuerdo —La boca de Grayson se torció—. Aparte de Caz, todos ustedes parecían estar divirtiéndose.
Gabe tomó un sorbo de su cerveza. No tenía una buena respuesta porque la observación era muy precisa.
—Veo que no soy el único que se alegra de que ya no te aísles en una cabaña.
—¿Qué quieres decir?
 
Grayson sonrió un poco. —Tu pueblo se contentaba con ver la pelea hasta que te golpearon. Entonces todos los hombres de la zona atacaron para salvar a su Jefe.
—¿Qué?
 
Los ojos grises de Grayson se encontraron con los suyos.
El hombre no estaba mintiendo.
 
—Bien. Que me parta un rayo —Parecía que la ciudad que protegía hacía lo mismo por él.
—Lo has hecho bien, Gabriel.
Gabe sonrió. La aprobación de Grayson era casi tan difícil de obtener como la del sargento. —¿Mis hermanos saben que estás aquí?
—Aún no. Ah, veo que Cazador todavía no ha encontrado a la mujer adecuada.
Gabe siguió la mirada de Grayson.
 
Caz estaba coqueteando, y la linda mujer se había dejado caer en su regazo. Ninguna sorpresa. Su hermano tenía un encanto letal. —Caz dice por adelantado que no tiene intención de encontrar a la mujer adecuada. Sus mujeres saben que unas pocas horas o días es el límite de su deseo.
Grayson sacudió la cabeza. —Con el tiempo, esa práctica se volverá en su contra.
—Le ha ido bien hasta ahora —Por otro lado, ahora que Gabe tenía a Audrey, sabía cuánta… alegría... faltaba en las vidas de sus hermanos.
—Hasta ahora no es para siempre —Grayson se giró para ver a tres PZ subir a una camioneta—. Interesante.
¿Milicias religiosas?
 
—Oh, sí —Gabe observó la camioneta alejarse—. No hay nada que pueda hacer al respecto... todavía.
—De hecho —Los ojos de Grayson se entrecerraron, y su voz suave mostró un filo—. Avísame si necesitas ayuda cuando llegue el momento.
Con esa oferta, Gabe recordó que Zachary Grayson tenía un doctorado en psicología. —Lo haré. Gracias, Doc.
Grayson apretó el hombro de Gabe antes de levantarse. Hizo un gesto hacia Caz. —Creo que es hora de una charla con tu hermano.
A lo largo de los años, Grayson había venido a ver a los chicos de la vieja cabaña de Mako al menos una vez al año. Había pasado tiempo hablando con ellos, escuchando, aconsejando. Ayudando.
—A propósito de esas charlas tuyas —Gabe extendió la mano—. Creo que nunca lo dije de niño, pero... gracias.
Grayson tomó su mano. —De nada —Sin otra palabra, se alejó caminando.
Cuidado, Caz. Gabe sonrió y bebió cerveza.
En el escenario, Hawk levantó su violín, miró a su alrededor y se dirigió hacia Gabe. El sol resaltaba las mangas de los tatuajes que le cubrían los brazos. Parecía que había añadido algunos nuevos.
Cuando una bandada de mujeres jóvenes se apartó del camino de Hawk como urogallos asustados, Gabe frunció el ceño. Es cierto que su hermano con sus cicatrices tenía una apariencia desalentadora, pero era un buen hombre. ¿Por qué las mujeres nunca veían eso?
Era bueno tenerlo en casa. Para escuchar su violín de nuevo. Para pelear juntos. Llenaba un hueco, maldita sea.
—¿Qué cerveza estás bebiendo? —Hawk se instaló encima de la mesa de picnic, con los pies en el banco.
—Beartooth —Gabe levantó la botella para que la probara. Hawk tragó saliva—. Eh. No.
Nunca les habían gustado las mismas cervezas. A Gabe le gustaba la malta, a Hawk le gustaba más lúpulo. Demonios, no estaban de acuerdo en mucho, en realidad.
Gabe asintió con la cabeza al violín. —¿No vas a tocar más esta noche?
—Me voy —Hawk miró fijamente el agua donde dos kayakistas e deslizaban silenciosamente junto a la orilla.
Gabe se volvió para mirarlo. —¿De vuelta al uniforme de mercenario?
—No. Renuncié —Ese era Hawk. Nunca uses tres palabras si vale con dos—. Entonces…
—No estoy seguro.

—Tienes una casa aquí. Cosas que hacer. Mako nos dejó el fideicomiso a todos nosotros, ya sabes.
—Lo sé.
 
—Sería bueno que te quedaras.
 
Los labios de Hawk se arquearon ligeramente. —Es bueno escucharlo. No estaba seguro…
—¿Alguna vez me vas a decir por qué dejaste el escuadrón? —preguntó Gabe—. Tal vez. Algún día.
—Muy bien —Típico.
Lo que quedaba del enojo de Gabe por la salida de su hermano del equipo sin una explicación había desaparecido cuando Hawk apareció para ayudar a encontrar a Audrey. — Gracias por la ayuda. En la montaña.
—Claro —Después de una pausa, Hawk agregó—. Me gusta para ti.
Viniendo de su hermano, era un elogio brillante, especialmente porque Hawk la había mirado con abierta sospecha al principio. —A ella también le gustas.
Hawk se encogió de hombros.
 
Sí, actúa como si no te importara. Te importa. Gabe sacudió la cabeza.
—¿Sabes? aunque seas un cabezota, sigues siendo mi hermano. Y te quiero.
Cuando las lágrimas aparecieron en los ojos de Hawk, Gabe rápidamente apartó la mirada. Se aclaró la garganta y señaló a un niño que jugaba al tira y afloja con un cachorro peludo. —Ese es el crío del que te hablé. Niko. El que escapó de una osa cabreada.
La mandíbula de Hawk estaba tensa, su mirada fija en el niño y el perro. —¿Estás bien, hermano? —preguntó Gabe suavemente.
—Bastante bien, sí —Hawk vio cómo el niño perdía el control, aterrizaba sobre su trasero y comenzaba a reírse.
—Joder, había olvidado ese sonido —Como si eso hubiera agotado su cuota de palabras, Hawk saltó de la mesa y golpeó el brazo de Gabe—. Hasta luego, viejo.
—Vuela alto, hermano.
 
Audrey observó al hermano rubio de Gabe moverse hacia el aparcamiento. Caminar no era la palabra correcta para la forma amenazante en que se movía. Acechar estaba más cerca.
Caz se movía tan silenciosamente que la había asustado más de una vez. Hawk no tenía la misma gracia, pero nadie se interponía en su camino.
Ahora bien, su Gabe tenía una forma de andar que era de lo más sexy.
Ella miró a su alrededor y se dio cuenta de que él estaba viendo a su hermano irse con una intensa expresión de infelicidad.
Le dolía el corazón por él. A menudo había hablado sobre Hawk y cómo su taciturno hermano había desaparecido sin decir una palabra.
Girándose, Gabe notó la mirada de Audrey. Su rostro se suavizó y le dio esa mirada, la que solo lo había visto usar para ella. Porque la amaba.
Tragó saliva. Él la amaba.
 
Gabe se levantó y caminó por la hierba hacia ella.
 
—¿Estás bien, Ricitos de Oro? —le levantó la barbilla mientras su tono se profundizaba— ¿Te asustaron las peleas?
A su lado, Cecil dio un fuerte resoplido. —¿Asustarla? Ella vio a ese idiota dirigiéndose hacia ti, y con mi bastón le dio al gilipollas “discúlpeme, señorita” un golpe en la cabeza que lo derribó, ¡tan dulce como parece!
Su cara se sonrojo por el orgullo “¡Soy una chica dura!” y la vergüenza “¡golpeé un hombre!” que oscilaban dentro de ella. —Umm...
—Lo vi —Gabe le sonrió. Su cálida mano ahuecó su rostro.
—Es bueno saber que me cubres las espaldas.
 
—Siempre te cubriré las espaldas —Ella frotó su mejilla contra su palma—. Tú eres mi héroe, ya sabes. Debería comprarte una capa roja.
Gabe la miró fijamente y luego la abrazó con tanta fuerza que tuvo problemas para respirar.
—Sí, el jefe está haciendo honor a la mejor tradición de los residentes de Rescue —Cecil acarició su corta barba blanca.
Gabe lo miró con curiosidad. —¿Cómo es eso?
—¿No conoces los orígenes de nuestra ciudad? —Con una sonrisa de satisfacción, Cecil se inclinó hacia la mesa de picnic, preparándose para una buena historia.
—Esta parte del camino era conocida como Pearl's Roadhouse, en el feo invierno de 1896. El deshielo llegó tarde. Con todo aún bajo la nieve, tras la hibernación los osos no tenían nada que comer.
Mientras continuaba describiendo las terribles circunstancias, Audrey sonrió porque parecía como si hubiera estado allí.
—Pearl —entonces ella era la dueña de la taberna, el edificio que se quemó después de la Segunda Guerra Mundial, donde está ahora el bar de Bull—. De todos modos, estaba sacando la basura, y un hambriento oso grizzly decidió que quería las sobras, y también a Pearl.
Audrey se puso rígida. Tenía suficientes pesadillas sin agregar una historia de terror con un oso. —¿Ella estaba bien?
—Bueno, gritó “asesino sangriento”, y allí estaba Rusty, bastante borracho. El viejo musher se había jodido la pierna, perdón, señorita, y estaba atrapado en la taberna del camino, tratando de ganar suficiente dinero para pagar el pasaje de barco de regreso a Seattle. Sólo que él seguía bebiéndoselo todo. Entonces, el viejo borracho agarra su bastón y golpea a ese oso, rápido y furioso, y aunque recibe un golpe que casi le arranca el brazo, el oso huye. Sangrando como un cerdo herido, Rusty arrastra a Pearl al bar. Y ella le da un beso en la boca. Lo llamó su héroe.
Gabe se rio entre dientes. —Entonces, ¿así fue como el nombre cambió de Pearl's Roadhouse a Rescue?


—En cierto modo. Rusty salvó a Pearl, sí, pero el verdadero rescate fue que dejara la botella... y que se casará con Pearl. Dijo que ella lo había rescatado. Le dio un vuelco a su vida. El amor hace eso, ya sabes.
El brazo de Gabe alrededor de Audrey se apretó, y su corazón se derritió ante la mirada de sus ojos.
Pasó el dedo por su mejilla, su voz era suave y profunda.

—Sí, lo sé.


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Mensaje por yiniva Miér 30 Sep - 11:58

Con esto terminamos la lectura 

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@Guadalupe Zapata
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Mensaje por yiniva Miér 30 Sep - 12:22

Por si les interesa


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Su nombre significa cazador.
Alguna vez el mejor asesino en operaciones encubiertas, Cazador es ahora el mejor salvando vidas. Su camino ha cambiado de buscar sangrienta venganza a dirigir una clínica de salud en Rescue, Alaska.
Nunca más se arriesgará a amar a alguien que no puede proteger.
Su madre y su hermana fueron asesinadas frente a él, su prometida masacrada en una zona de guerra. A pesar de su popularidad entre las mujeres, está decidido a permanecer soltero. Su corazón no puede soportar más pérdidas.
Desafortunadamente, el universo no está escuchando.
Primero, su hermano contrata a JJ, una policía dura y de cabello ardiente que vive al borde del peligro y tiene el corazón más grande de todos los que conoce. Y luego, su vergonzoso pasado regresa en la forma de una adorable y malhumorada hija de nueve años. Ahora tiene dos seres queridos que proteger. Una tarea imposible, porque..
La vida es peligrosa Especialmente en Alaska.

llevatelo aqui


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Mensaje por evanescita Miér 30 Sep - 15:05

Menos mal que llegaron a tiempo y pudieron a pesar de que fue difícil controlar la situación, solo Gabe y Audrey tuvieron heridas de cuidado que se  podrían controlar, también que ese helicóptero nunca los llevaría a Spyrus y su gente porque su hermano Hawk venía para ayudar encargándose del otro Helicóptero, y al final con Spyros muerto y Baumer preso todo volvió a la normalidad, con Gabey Audrey amándose por siempre. Queda pendiente lo de los Zelotes que supongo seguirán dando lata en el siguiente libro. 

Muchas gracias por el libro @yiniva, me gusto mucho, justo iba a preguntar por el siguiente gracias por dejárnoslo por aquí. Igual los demás se van a seguir traduciendo? espero puedan responderme.

Nos estamos leyendo en el siguiente libro.  Lectura #6  2020 Not a Hero - Cherise Sinclair - Página 6 685555480


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Mensaje por martenu1011 Jue 1 Oct - 0:33

Qué bueno que llegó justo Hawk!! Me gustaría leer su historia. Qué  habrá vivido para tener una tan cinica y triste... Espero que pronto esté el libro! 
Me encantó la historia de Gabe y Audrey!! Disfruté de la lectura! Merecia un buen final. Millón de gracias!
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Mensaje por Tibisay Carrasco Vie 2 Oct - 21:59

Gracias por esta lectura tan emocionante y con un final feliz


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Mensaje por Guadalupe Zapata Sáb 3 Oct - 8:18

Buena historia. Buen final. ahora a esperar las de los otros hermanos. Gracias.
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Mensaje por IsCris Lun 5 Oct - 11:30

Que lindo final, pero ese último capítulo me dejó con ganas de saber mucho más de los hermanos 
Estaré buscando los demás libros seguro!
Gracias por la lectura Yiniva


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